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AD REMOVENDAM DISCORDIE PESTEM: JUSTICIA Y SOCIEDAD EN ZARAGOZA DURANTE EL SIGLO XII Ma Teresa Iranzo Mufuio Instituto Bibliográfico Aragonés I.- INTRODUCCION Hacia 1170 se re ŭ nen en la residencia real en Zaragoza el justicia, el zalmedina, el zavacequia y Lope Jiménez junto con otros bonos homines de la ciudad para escuchar los testimonios orales aportados en el juicio entre el cabildo de la Seo y Martin de Alagón por una heredad en Sobra- diel. La viveza del diálogo que se transcribe en el documento -calificado como memoria de judicio- refleja un cruce de interpelaciones cuyo fondo hace referencia al derecho sobre propiedad de la tierra que se ha venido forjando en Aragón a lo largo del siglo precedente'. Este caso que cuenta con la presencia de dos justicias locales de Zara- goza y Huesca, diversas autoridades ciudadanas y relevantes representan- tes de la comunidad, reunidos para dirimir un conflicto entre habitantes de la ciudad de muy diferente condición -laicos y eclesiásticos-, que resuel- ven mediante una prueba testifical obligatoriamente aceptada por ambas partes, resulta un excelente ejemplo del panorama que nos muestra una amplia serie de documentos judiciales a lo largo del siglo XII. I CSSZ, n°400 (ca.1170). 417

AD REMOVENDAM DISCORDIE PESTEM: JUSTICIA Y SOCIEDAD … · 2012. 6. 18. · de la ciudad de muy diferente condición -laicos y eclesiásticos-, que resuel-ven mediante una prueba

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AD REMOVENDAM DISCORDIE PESTEM:JUSTICIA Y SOCIEDAD EN ZARAGOZA

DURANTE EL SIGLO XII

Ma Teresa Iranzo MufuioInstituto Bibliográfico Aragonés

I.- INTRODUCCION

Hacia 1170 se reŭnen en la residencia real en Zaragoza el justicia, elzalmedina, el zavacequia y Lope Jiménez junto con otros bonos hominesde la ciudad para escuchar los testimonios orales aportados en el juicioentre el cabildo de la Seo y Martin de Alagón por una heredad en Sobra-diel. La viveza del diálogo que se transcribe en el documento -calificadocomo memoria de judicio- refleja un cruce de interpelaciones cuyo fondohace referencia al derecho sobre propiedad de la tierra que se ha venidoforjando en Aragón a lo largo del siglo precedente'.

Este caso que cuenta con la presencia de dos justicias locales de Zara-goza y Huesca, diversas autoridades ciudadanas y relevantes representan-tes de la comunidad, reunidos para dirimir un conflicto entre habitantesde la ciudad de muy diferente condición -laicos y eclesiásticos-, que resuel-ven mediante una prueba testifical obligatoriamente aceptada por ambaspartes, resulta un excelente ejemplo del panorama que nos muestra unaamplia serie de documentos judiciales a lo largo del siglo XII.

I CSSZ, n°400 (ca.1170).

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Sobre esta documentación, que procede de la Seo, del Pilar y de lascolecciones diplomáticas reales y concejiP, me propongo describir: 1.- elpapel de la justicia en el marco urbano de una ciudad en fase de forma-ción; 2. - las oposiciones sociales subyacentes en los conflictos documenta-dos; y 3.- el análisis de la construcción de una estructura de poder que tie-ne en la administración de justicia uno de sus instrumentos más valiosos.

2.- PRECEDENTES

La solución a los enfrentamientos individuales o colectivos es una delas tareas específicas atribuídas al poder p ŭblico en las "épocas oscuras".Desde el siglo XI, en que la debilidad de los principes territoriales les obli-ga al abandono de sus prerrogativas judiciales en manos de los señoreslocales y se difunden los movimientos de paz para contrarrestar la expan-sión seriorial, la administración de justicia y el mantenimiento de la paz seconvierten en elementos fundamentales para la legitimación de cualquierpoder, y especialmente el de las monarquías. Resulta evidente que el valorpolítico de estos factores estriba en que significan la superación de la inse-guridad imperante durante la etapa de desarrollo feudaP.

El control sobre los procedimientos y litigios judiciales que afectabana la circulación de bienes fue inmediatamente objeto de codicia por losmás poderosos y, a medida que se abandona el comportamiento depreda-dor de los señores, a lo largo del siglo XII, al tiempo que renace la nociónde derecho pŭblico, los soberanos reclaman su intervención en estos ámbi-tos decisorios. Pero, aunque la autoridad real se sirviera del poder judicialpara la defensa de sus propios intereses, la existencia de una justicia pŭbli-ca ha sido objetivo y, a menudo, mecanismo para la creación del Estadomoderno, tal como lo concibe la teoría clásica. Frente a ella, interpretacio-nes más críticas -que en modo alguno niegan a la justicia ese papel central

2Las siglas son: CSSZ= Los cartularios de San Salvador de Zaragoza, ed. Angel CANELLASLOPEZ, 4 v., Zaragoza, 1989; DP S.XII= Los documentos del Pilar, siglo XII, ed. Luis RUBIO, Zaragoza,1971; CDCZ= Colección Diplomática del concejo de Zaragoza, ed. Angel CANELLAS LOPEZ, Zarago-za, 1972; CDAI= Colección Diplomática de Alfonso 1 de Aragón y Pamplona (1104-1134), ed. José AngelLEMA PUEYO, San Sebastián, 1990; y DERRVE= Documentos para el estudio de la reconquista y repo-blación del valle del Ebro, ed. José M° LACARRA, 2 v., Zaragoza, 1982-1985; CDCH.: Colecciónmática de la Catedral de Huesca, ed. A. DURAN GUDIOL, Zaragoza, 1965-1969.

3Gr. Georges DUBY, Hommes et structures du Moyen Áge: recueil d'afiches, París, 1973, el trabajo"Recher ches sur l'evolution des institutions judiciaires pendant le X et le XIe siécle dans le Sud de laBourgogne", pp. 7-60, especialmente pp. 11-13 y 43-46: Las transformaciones de las instituciones judicialesson un aspecto más de la evolución general de la sociedad".

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en la vertebración del poder polftico dentro del sistema feudal- le asignanun importante potencial represor4.

En Aragón, la cronología de la evolución polftica es similar a la delresto de Europa. Efectivamente, en los orígenes del reino, en especialdurante el gobierno de Sancho Ramírez y con rilás claridad en el de susucesor Pedro I, la existencia de una justicia p ŭblica y la asimilación depoderes judiciales y legislativos a la figura del soberano adquieren unadimensión estructural de cierta relevancia. Los reyes se atribuyen unaautoridad superior a partir de dos prerrogativas que vinculan a su sobera-nía: legislar y juzgar, es decir, ejercer la potestad de dictar reglas para elgobierno de sus sŭbditos, y reservarse la capacidad para decidir lo que esjusto como norma de convivencia. Así sucede en 1077, al establecer San-cho Ramírez las normas por las que habrían de gobernarse los habitantesde Jaca -entre las se incluye el duelo judicial para ciertos casos-. El reyestá ejerciendo una capacidad legislativa que pretende asociar, y reservar,a la monarquía, y elige para desplegar su autoridad un escenario privile-giado: la ciudad. Por otro lado, Pedro I es citado en las recopilaciones detextos forales como un rey creador de derecho, un rey legislador y emisorde fazañass.

Lo más significativo de este periodo es la amplitud del consensosocial para plantear los conflictos ante la justicia real, lo cual significa tan-to una aceptación general del poder p ŭblico como la inexistencia de la jus-ticia seriorial; de hecho, los fueros vigentes en el reinado de Pedro I, segŭnuna compilación algo posterior, disponen "que el rey tuviera sobre ellos[infanzones y barones] recta justicia y los juzgase su alcalde con recta justi-cia segŭn el fuero de estas tierras" 6 . Esta situación indica asimismo la debi-lidad de las tempranas dominaciones serioriales, que tienen en la adminis-

wer Jacques JULLIARD, "La política" en Jacques LE GOFF y Pierre NORA, dir., Hacer la Histo-ria, vol. II, Nuevos enfoques, Barcelona, 1979, pp. 252-254; Perry ANDERSON, Transiciones de la Anti-guedad al Feudalismo, 3° ed., Madrid, 1980, pp. 153; D. BARTHELEMY, L'ordre seigneural XIé-Xllé sié-cle, Paris, 1990, pp. 26-28; Una visión alternativa en Michel FOUCAULT, La verdad y las formas juricli-cas, México, 1983, pp. 65 y ss., especialmente pp. 75-77, donde concluye : "Las monarquías occidentales sefundaron sobre la apropiación de la justicia: he aquí el fondo político de esta transformación".

5M Teresa IRANZO MUS110, "La formación del derecho local de Huesca y los Fueros de Aragón"en Aragón en la Edad Media, VIII Homenaje al profesor emérito Antonio Ubieto Arteta (Zaragoza, 1989),pp.337-338. Cfr. también Antonio UBIETO ARTETA, "Los precedentes de los Fueros de Aragón'" enEstudios, de la ed. facsimilar del Vidal Mayor, Huesca, 1989, pp. 23-41. Para los procedimientos más primi-tivos, cfr. M' Luisa LEDESMA, "Acerca de las ordalías y del duelo judicial "de escudo y bastón" en elAragón medieval" en Estudios en Homenaje al Dr. Antonio Beltrán Martínez, Zaragoza, 1986, pp. 999-1.006.

6E1 texto foral, segŭn la confirmación que del mismo hace Alfonso VII de Castilla, en Antonio UBIE-TO ARTETA, Colección Diplomática de Pedro I de Aragón y de Navarra, Zaragoza, 1951, n° 152(1134.XII): Hec est carta de fueros et usaticos quod habuerunt infanzones et barones de Aragone cum regedon Petro (..) Et ille quod tenuisset illos in directa iustizia et iudicasset illos suo alcalle per directa iusticiaper fuero de illas terras.

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tración de justicia un instrumento emblemático clel control sobre laspoblaciones sometidas 7. Por el contrario, son los nobles quienes se alían almonarca en el ámbito de su curia para aplicar la justicia del rey, prestán-dole un deber de vasallos. Los datos sobre juicios orales ante el rey entre1035 y 1094 revelan la construcción de un sistema en el que prevalece elconcepto pŭblico y monárquico de la administración de justicia -pro lege etiudicio de rege-. La presencia dentro del séquito real de algunos individuosque se pueden ya calificar como especialistas significa un paso más en laconstrucción de una justicia p ŭblica asimilada por la monarquía8.

LA JUSTICIA Y LOS JUECES EN ZARAGOZAEN EL SIGLO XII

1. Dada la importancia atribuida al derecho en las sociedades occi-dentales desde el siglo XI, la regulación de conflictos se convierte en unode los elementos característicos de la organización del poder en la EdadMedia. Diversos autores han insistido en la especificidad de este fenóme-no, pero es quizá M. Foucault quien ha delimitado con mayor precisión lascaracterísticas del "modelo occidental", progresivamente implantadas enel transcurso del siglo XII. Para él son fundamentales tres aspectos: lanoción de infracción o delito, la figura del procurador, y el procedimientode la indagación, que confluyen en el decisivo hecho de que, a través delaparato judicial, el soberano se apodera del procedimiento y, puesto quese considera lesionado por la existencia del delito, termina desempeñandotambién un papel en el conflicto. En este sentido, la infracción se configu-ra como una ofensa al orden social, del que el monarca tiende a asumir larepresentación. Finalmente, la indagación es el mecanismo que el poderutiliza para esclarecer los hechos, un sistema que comparte algunas cate-gorías con el derecho eclesiástico y acaba confiriendo al delito una dimen-sión moral, ariadida a la social y política que ya tenía desde que era unasunto de justicia p ŭblica9.

7Cfr. Carlos LALIENA CORBERA, "La formación de las estructuras señoriales en Aragón (ca.1080-1206)" en Señorío y Feudalismo en la Península Ibérica, siglo XII-XIX (Zaragoza, diciembre de 1989,en prensa).

8Carlos LALIENA et Philippe SENAC, Musulmans et chrétiens dans le Haut Moyen Age. Aux origi-nes de la Reconquéte aragonaise, Paris, 1991, pp. 130-131.

9Cfr. Michel FOUCAULT, La verdad..., pp. 75-88.

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La hegemonía de la noción de derecho p ŭblico -que se basa, almenos en parte, en el derecho romano- guiado por el poder real y ejerci-do por su administración no es anterior al siglo XII, y se impone lenta-mente, coexistiendo con otras formas de resolver las disputas. Entreellas, destaca el restablecimiento de la paz mediante la sanción de acuer-dos pactados previamente entre las partes o el arbitraje logrado por per-sonajes de relevancia social. Una parte significativa de los conflictosentre individuos se solventaba por la vía del hecho consumado -vengan-zas- o bien mediante pruebas ritualizadas -ordalías-. Fórmulas que noson contradictorias con el sentido ŭltimo del acuerdo, ya que se trata dedos personas que por acuerdo mutuo, someten su problema al juicio deDios o a la venganza -que tiene también un componente ritual determi-nante-.

La progresiva implantación de la justicia seriorial, que es en ciertaforma complementaria de la justicia real antes de ser suplantada por ella,hace que se presenten ante los jueces un n ŭmero creciente de cuestiones,tanto las que atarien a comunidades como las que enfrentan a personasentre sí. Y, aunque en principio el juez o el árbitro intervienen sólo comotestigos de la regularidad del procedimiento, la sentencia -enunciado delpoder judicial- aparece en torno al siglo XII. A parti/de entonces, lossoberanos no dejarán de utilizar todos los resortes a su alcance para forzara las poblaciones bajo su dominio a que los pleitos sean planteados antesus tribunales.

En este contexto de compromisos y arbitrajes, los problemas queenfrentan a laicos y eclesiásticos tienen especial interés por cuanto cadaparte está defendiendo no sólo sus intereses, sino especialmente una for-ma distinta de entender el derecho y la propiedad: lo hereditario, el patri-monio familiar que hunde sus raíces en la tierra de los antepasados, frentea las prerrogativas transmitidas mediante títulos legales, acreditadas condocumentos, fórmula que defiende la Iglesia y que finalmente tiende aimponerse.

2. En Aragón, los justicias son especialistas en derecho formados entorno a la curia regia precisamente en los arios finales del siglo XI, cuandoel rey intenta mantener y extender una concepción de justicia p ŭblica sus-tentada por las normas y administrada en su corte, impartida incluso porél mismo mediante los iudicios. Quizá desde la década de 1090 se produjouna asimilación entre la denominación abstracta justicia y el término apli-cado a los encargados de aplicarla, paralelamente a una delimitación espa-cial para su actuación, resultado de la pluralidad de fueros locales. El fue-ro de Barbastro, otorgado en 1100 por Pedro I, establece que sus habitan-tes "tengan justicia [juez] y celebre ahí corte general y juzgue siempre porsus fueros". A partir de esta mención, son muy abundantes las referencias

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a justicias en distintas poblaciones, justicias que pasan a ser parte inte-grante del aparato burocrático y de poder concejil, más o menos subordi-nados a monarcas y seriores localesm.

A comienzos del siglo XII, estos jueces conocedores del derecho realque forman parte de la corte son encargados por el rey de los justiciazgoslocales. Este es el caso del senior Pedro Jiménez, un miembro de la élitenobiliaria aragonesa, justicia con el rey Alfonso I -en 1123 se le denominaexactamente asi, regis iusticia-, que en diversas circunstancias le acompa-ria, como en el sitio de Zaragoza en 1117, y en otros casos administra justi-cia en su nombre en localidades concretas n . En varias ocasiones, el rey leencomienda que resuelva pleitos que han llegado a su curia: asi sucede enla querella -baraja- entre la clerecia de Alquézar y Garcia Garcés de Sar-visé en 1116 por la posesión de la villa de San Esteban del Valle, o dosarios más tarde, cuando los vecinos de Bralavilla apelan a Alfonso I por ladisputa que mantenian con San Juan de la Peria y el prior de Cillas, en unade las mŭltiples ocasiones en que los campesinos oponen sus derechos tradi-cionales frente a los documentos escritos con que los eclesiásticos avalan suintervención sobre la colectividad". Pedro Jiménez tiene responsabilidadesde carácter más estable en Huesca entre 1122 y 1128, en Urrea en 1124, y enla misma Zaragoza a lo largo de una decena de arios (entre 1119 y 1129)13.

Es igualmente significativa la trayectoria de Sancho Forturiones, zal-medina -y en ocasiones, justicia- de Zaragoza, desde 1121 hasta la épocade Ramón Berenguer IV (1143); en 1122 su posición politica era resumidaasi: et ex curia regis, Sancio Fortuniones, iusticia de Tutela et comptatorregis; dos años después de esta cita, en la concesión de la carta puebla aMaria de Huerva, encabeza el documento como zalmedina de Zaragoza,seguido por todos los pobladores de Maria; más tarde se le cita como zal-medina en Zaragoza y en Maria y sigue siéndolo al menos hasta 1141. Fue

loEs menos frecuente la designación iudex, cfr. Antonio UBIETO ARTETA, Historia de Aragón.Las divisiones territoriales, Zaragoza, 1981, pp. 125-130

IIDERRVE, n° 6 (1089.VII.6; confirmado en 1117.VII.8, a las puertas de Zaragoza): senior Petro Sce-men, iusticia; y n°94 (1123): senior Petro Simeno, regis iusticia.

I2Los textos de los pleitos en CDAI, n° 70 (1116.IV) y n° 89 (1118). En el primer caso, se dice: Et rexmandavit ad senior Petro Ximenez et ad senior lohannes Sangez, suum iustitiam quod pignorassent ...cumillo iuditio. El de Bralavilla es también muy explícito: Abuerunt multo tempore contentionem...et fuerunt adiudicium ante regem Adefonsum et ille rex mandavit a Petro Xemenev, qui erat tunc temporis iusticia, utiudicasset illo iudicio.

13 CDCZ, n° 1 (1119), DERRVE, n° 72, 73, 74 y 78 (1121), éstos ŭltimos como justicia de Zaragoza;para Huesca, Cartulario de San Pedro el Viejo (inédito, en el Archivo Parroquial), f. 116 (1122), DERR-VE, n° 88 (1122) y n°106 (1124), Urrea; CDCH, n°129 (1128). He profundizado más en los orígenes socia-les de las minorfas dirigentes urbanas en el texto de mi Tesis Doctoral, en curso, sobre el concejo deHuesca en la Edad Media, aunque muchos de estos personajes de principios del siglo XII act ŭan en las dosciudades. Cf. C. LALIENA CORBERA y M. Teresa IRANZO MUNIO, "El acceso al poder de una oli-garquía urbana: el Concejo de Huesca (siglos XII-XIII)", Aragón en la Edad Media, VI (1984), pp. 47-66.

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también justicia en Huesca entre 1141 y 1148, y había de ser recordadocomo arcald o alcald y iusticia qui fuit de rex Adefonsus".

3. Las funciones atribuídas al justicia de Zaragoza quedan definidaspor los "buenos fueros" que otorga Alfonso I en 1129 para propiciar con-diciones más favorables a la repoblación, en los que dispone: "mando quetengáis vuestros juicios vecinalmente entre vosotros, rectamente, ante eljusticia que ahí estuviera en mi lugar"". No aparece confirmando estedocumento ningŭn justicia de Zaragoza, sino el zalmedina, Sancho Fortu-riones. Esto plantea la dualidad de dichos cargos, que conviven en un mis-mo ámbito de actuación con atribuciones judiciales muy parecidas. Laindefinición o la asimilación predominan en estos primeros arios de laorganización cristiana de la ciudad reconquistada, como se desprende delanálisis de la documentación, pero se trata siempre de hombres que gozande la confianza real, lo cual explica que una misma persona alternase enambos. La frecuente presencia del monarca en la ciudad, que es ya conce-bida como capital del reino, obvia en cierta medida la necesidad de un jus-ticia local estable, puesto que en su séquito figuran jueces y él mismoactŭa como tal".

En estos primeros arios, Alfonso I, especialmente preocupado porsolucionar las dificultades que suscita el poblamiento de la ciudad, resuel-ve diversas cuestiones en mandatos efectuados al zalmedina Sancho For-turiones. Así, en 1124 le pide que entregue al obispo de Zaragoza propie-dades que fueron de las mezquitas en toda la diócesis; en 1129, que obli-gue a los cristianos a regularizar el pago de diezmos y a cumplir otras dis-posiciones sobre reparto de heredades de musulmanes; en fecha indeter-minada, le insta para que se ejecute la cesión efectiva de una herencia a

laya en 1118, en la concesión por Alfonso I al obispo de Zaragoza de ciertos derechos eclesiásticos, escitado en el escatocolo como iusticia: DERRVE, n° 56; justicia de Tudela etc. en DERRVE, n° 86(112.IX); zalmedina de Zaragoza en la carta puebla de María de Huerva: M" Luisa LEDESMA RUBIO,Cartas de población del Reino de Aragán en los siglos medievales, Zaragoza, 1991, n° 34 (1124.XII); otrasmenciones en María, DERRVE n° 124 (1125) y n° 308 (1141.XI.30); las referencias en documentos deHuesca: Archivo Municipal de Huesca, San Pedro el Viejo, carp. 3 (1141), A. GARGALLO,NP T. IRAN-ZO Y Ivr J. SANCHEZ USON, Cartulario del Temple de Huesca, Zaragoza, 1985, n° 2 (1148); CDCH. n°176, 177 (1146) y n° 179 (1147). Incluso emite un albarán por mandato del rey: CDAI n° 291.

Un documento de compraventa de un huerto en el Arrabal cita a estos dos personajes en el escatoco-lo: Quadrato, zavalmedina in ipsa civitate; Petro Eximino, iusticia ipsius urbis: CSSZ, n°34 (1125.11.21).

isCDCZ, n° 5 (1129.11.5. Huesca): fueros bonos quales mihi demandastŭ...quod bene sedeat Zaragozapopulata...; mando vobis quod habeatŭ vestros iuditios inter vos ipsos vicinalimente et directamente antemeam iustitiam qui fuerit ibi pro me.

i6Cfr. M' I. FALCON PEREZ, Organización municipal de Zaragoza en el siglo XV. Con notas acercade los origenes del régimen municipal en Zaragoza, Zaragoza, 1978, pp. 206-207 y 220-222. Opina que hayuna subordinación entre los dos cargos por una referencia a que el justicia está sub eius manu (del zalme-dina): DERRVE, n° 376 (1154), pero parece un dato excesivamente puntual. En Huesca, la evolución esinversa: la figura que prevalece y se consolida en el concejo es la del justicia, mientras que el zalmedina sequeda con atribuciones de tipo residual, como recaudador de multas y ejecutor de sentencias.

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San Salvador. Finalmente, entre 1133 y 1134, otros dos mandatos realesdisponen el cumplimiento de sendas sentencias, una de las cuales habíadictado, al parecer, el propio rey y una segunda resultado de una actua-ción judicial del zalmedina: tu habes facta pesquisa et habes pesquirata etiudicato de illa vinea...de illo juditio quod habes tu judicato. Se trata de dis-posiciones muy similares por su contenido y por hacer referencia a cues-tiones derivadas de la repoblación a las que, en torno a las mismas fechas,envía a los justicias de Tudela, lo que nos indica las funciones que elmonarca atribuía a estos oficiales suyos'7.

Sancho Fortuñones, como queda dicho, ejerce el zalmedinado alter-nándolo con el justiciazgo de Zaragoza entre 1119 y 1142 (zalmedina 1119-1142 y 1149; justicia entre 1129-1141), de manera que cubre los cambios dereinado con Ramiro II (1134), la breve dominación de Zaragoza porAlfonso VII de León (1135) y parte del gobierno del conde RamónBerenguer IV. Con toda probabilidad, el Sancho Forturiones de Cutandao de La Puerta de Valencia que es zalmedina entre 1156 y 1171 tiene rela-ción familiar con él. Entre ambos, fueron justicia Ato Sanz (1142-1149 y1154-1156) y Juan Díaz (1152-1155), que también ejerció el zalmedinado(1147 y 1150-1154)18.

Aparte de los breves períodos en que ocupan el cargo de justicia donMonnio (1154 y 1157) - al parecer por delegación- y Martín Orella (1181 y1183)' 9, la nómina de justicias adquiere una cierta continuidad y los titula-res reciben designaciones que indican su preeminencia: así sucede con

17Las referencias en : CDAI, n° 127 (ca. 1124); DERRVE, n° 63(1129.X,10. Briviesca); CDAI, n° 257(1119-1132), para un texto que otros editores fechan en (1126. VI) y sit ŭan en Alfaro en lugar de Haro, asíCDCZ, 4 y CSSZ, n° 41; CDAI, n° 266 (1133.VIII.16), prefiere esta datación a la de otros que lo hacenen el afio siguiente, pues sería posterior a la batalla de Fraga, ya que se emite en esa ciudad, así CDCZ, n°9 y CSSZ, n° 73; el ŭltimo mandato dirigido a Sancho Fortuñones, en CDAI, n° 277 (1134.VI.14). Es inte-resante hacer notar que cierta donación a San Salvador de unas propiedades urbanas, recibidas de manosdel rey Alfonso y de Gastón de Bearn, se hace in presentia Petro Exemeno, iusticia, et Ato Fortunons, par-titore: CSSZ, n° 19 (1122.V.14). La referencia a la intervención de los justicias de Tudela en la regulaciónde la situaciones fiscales de los pobladores, en CDAI, n° 212 (1129.X). Cfr. José M° LACARRA, "Manda-tos reales navarro-aragoneses del siglo XII", EEMCA, 2 (Zaragoza, 1946), pp. 425-431.

I8Para Sancho Fortuñones Quadrat como zalmedina: CDCZ, n° 1 (1119.1) y DERRVE, n° 315(1142.IX), quizá podría alargarse hasta 1143, CSSZ, n° 139, que cita a Sanz Sancium; y como justicia:CSSZ, n° 51 (1129.X.10) y DP S.XII, n° 30 (1141.IV.19). El otro Sancho Fortuñones se cita en DP S.XII, n°73 (1156.1) hasta CSSZ, n° 420 (1171.VII). El justiciado de Ato Sanz se documenta en DERRVE , n° 315(1142.1X) hasta CSSZ, n° 187 (1149.VIII) y n° 243 (1154.VI.11) y n° 272 (1156.IV.29). Para el justiciado deJuan Díaz, CSSZ, no 211 [1152.VI.28] -iudex in Z.-y DP S.XII, n° 71 (1155.IX), de ese mismo año hay unacita sub manu comite iusticia in Z.: CSSZ, n° 265; como zahnedina, aparece en DP S. XII, n° 47 (1147.11) yentre CSSZ, n° 199 (1150.111.2) y DP S.XII, n° 67 (1154.V111.10).

I9Para Monnio, DERRVE, n°376 (1154.VI): sub eius manu [de Juan Díaz], don Monnio iusticia; y DPS. XII, n°77 (1157.V): Monnio, iustizia sub manu filiorum lohan Diaz. No se puede olvidar que entre 1150y 1155, Juan Díaz acumula prácticamente los dos cargos, zalmedina y justicia, por lo que quizá delegaseéste ŭ ltimo en don Monnio. Martín Orella se cita en DP S.XII, n° 176 (1181.X) y n° 192 (1183.IV).

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Pedro Medalla (1158, 1161-1170), llamado "justicia mayor", con SanchoGarcés de Santa Eulalia, "justicia de la cort" que acumula al cargo deZaragoza el de Huesca (1169 y 1170), y con Pedro Sessé (1188-1193),denominado justicia regis". La ŭltima cita, ya en el año 1203, correspondea Domingo Zapatero".

En cuanto a los zalmedinas de la ciudad sucesores de Sancho Fortu-ñones y Juan Díaz, fueron Juan de Avaio (1170-1172 y 1182) y Ramón Per(1172-1176 y 1182) 22, con menciones a otros gobiernos más breves: donMonnio (1144 y 1156), don Pardo (1177 y 1193) -merino a principios delsiglo XIII-, Pedro Zaragoza (1178 y 1184), Pedro Resa (1186), don Nava-rro (1187-1188) y, finalmente, Pedro Blanzaco (1196-1199)23.

4. Formando parte de la estructura inicial del poder en la ciudad, seencuentra el noble que ha recibido la "honor", por la que debe al rey losdos servicios básicos de esa relación: fidelidad y ayuda. Por ayuda seentiende tanto acudir a la hueste real como intervenir en el consejo que sepresta en la curia. Esta circunstancia puede convertir al senior en copartí-cipe de la justicia administrada por el rey, como ocurre cuando BlascoRomeo pronuncia la sentencia en el juicio originado con motivo del repar-to de una contribución vecinal, que enfrenta a los vecinos de Zaragoza conel obispo y los clérigos por las exenciones fiscales de personas vinculadas aéstos. En un texto especialmente ilustrativo, Blasco Romeo, "señor de laciudad después del rey", advierte la necesidad de poner concordia entrelas partes y asume la potestad de restablecer la armonía social; vecinos yobispo esperan obtener satisfacción a sus demandas y se ponen en susmanos "para desde entonces alcanzar justicia de él". Si bien la sentenciaparece totalmente responsabilidad suya, el senior recibe el consejo deotros poderosos para dar mayor alcance al acuerdo que impone su autori-

20Pedro Medalla: CSSZ, n° 301 (1158.1) y DP S.XII, n° 89 y 90 (1161.11 y IV) -iusticia maior-, CDCZ,n° 15 (1162.V111) -iusticia et merino maiore- hasta CSSZ, n° 407 (1170.1V.7). Sancho Garcés se cita enDERRVE, n° 400 (1169.V1.16)-justicia en Huesca y Zaragoza- y DP S. XII, n° 121 y 122 (1170.VII) y n°126 (1170.XI)- iusticia de la cort-. Pedro Sessé está documentado en CSSZ, n° 631 (1188.XI) y n° 670(1193.IV.23)-iustitia domini regis-.

21 CSSZ, n° 773 (1203.V111). Cfr. los datos que ofrece I. FALCON PEREZ, La organización muni-cipaL., cit. pp. 206-207 y 220-222.

22Juan de Avaio: DP S. XII, n° 126 (1170.XI) y 128 (1172.1.13), y CSSZ, n° 551 (1182); Ramón Per:CSSZ, n°424 (1172) hasta n°481 (1176.11.17) y n°550 (1182).

23Don Monnio se cita como zalmedina en CSSZ, n° 148 (1144.111.30) y n° 272 (1156.IV.29). Don Par-do, en CSSZ, n° 489 (1177.11) y n° 670 (1193.IV.23); como merino ibidem, n° 753 (1201.XII) y n° 817(1208.1V.11). Pedro Zaragoza aparece en DP S. XII, n° 161 (1178.X11) y CDCZ, n° 21 (1184.1); PedroResa, en CSSZ, n° 603 (1186.X.23); don Navarro, en CDCZ, n° 21 bis (1187.111) y CSSZ, n°631 (1188.X1),pues una cita de 1193 (CSSZ, n° 670), precisamente en un caso que juzga el entonces zalmedina don Par-do, debe obedecer al recuerdo que el copista tenía de que ocupó ese cargo; Pedro Blanzaco es citado entreCSSZ, n°703 (1196.1.4) y CDCZ, n°28 (1199.111.5); Pedro de Huesca cierra la nómina del siglo

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dad: el obispo de Tarazona, los arcedianos de Pamplona y Zaragoza, asícomo su hermano Jimeno".

5. Cuando está presente, es el rey quien administra justicia, si bienvaliéndose del consejo de sus fideles. Tenemos de ello buenos ejemplosdurante el gobierno de Ramón Berenguer IV y de su hijo, Alfonso II.Ambos soberanos muestran, por otra parte, un cambio de orientación enla forma de administrar justicia respecto al gobierno de Alfonso I, un esti-lo más rígido y ritualizado en cuanto a las formas, pero en el que subyacela intención de obtener un consenso político más amplio.

Hacia mediados de siglo, el conde de Barcelona interviene en dosimportantes juicios. El primero, la larga controversia que enfrentaba a losobispos de Huesca y Zaragoza sobre las iglesias de San Gil y las SantasMasas; por mutuo acuerdo de las partes se pone la cuestión en manos deRamón Berenguer IV, que "por acuerdo y por derecho, toma el consejode los hombres buenos de Aragón, lo cual habían de seguir y cumplir sinimpedimiento de ninguno en contrario" y dicta una minuciosa sentenciaque sirva para garantizar el restablecimiento de la concordia social: "apa-ciguado el descontento, a continuación se afirmó para siempre la paz entreellos". Mientras las iglesias y bienes de San Gil en la ciudad, Sobradiel yAlfajarín permanecen en poder del obispo oscense, el de Zaragoza man-tiene su autoridad sobre los clérigos que sirven en ellas así como la iglesiay bienes de las Santas Masas y los derechos de que había disfrutado enMaría en la época del episcopado de Esteban. Los testigos y consejerosson grandes nobles del reino, autoridades eclesiásticas de las dos diócesis ylos notables de Huesca -donde se celebra la concordia-, entre los que seencuentra el zalmedina de la ciudad".

Unos arios después, el obispo y cabildo de Zaragoza nuevamente acu-den a juicio ante Ramón Berenguer IV, "en plena curia", con motivo delpleito que mantenían con García Romeo y sus hermanos sobre el testa-mento de Lope Garcés Peregrino. En esta ocasión el encargado de dar lasentencia ante el conde es el justicia, Ato Sanz, que determina la necesi-dad de aportar testigos presenciales de la redacción del documento, condi-ción que cumplen los beneficiarios de la donación contenida en el testa-mento: el clero episcopal y las Ordenes Militares del Temple y elHospital". Durante el reinado de Alfonso II, motiva igualmente la inter-

24CDCZ, n° 20 (1180.XID y CSSZ, 542: post regem dominus civitatis (...) pro iusticia inde huic con-sequenda (...) hoc iuditium fuit datum a Blascho Romeo.

25CSSZ, n° 132 (1142.XII.22): consilio proborum hominum Aragonis aut per consilium aut per direc-tum inde perciperet, hoc sequerentur et facerent sine alicuius contrarietatis obstaculo (...). Et hnc utrisquepartis composita querela deinceps firma pax inter eos per omnia tempora.

26Este juicio está datado con dudas hacia 1148: DERRVE, n° 354 y CSSZ, n° 165: dedit huiusmodiiudicium ante comitem. No 'son los ŭnicos casos en que el soberano interviene en asuntos eclesiásticos, cfr.ibidem, n°145 [11441

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vención real el malestar social suscitado por la contraposición de interesesentre el obispo de la ciudad y sus diocesanos de toda condición -nobles,caballeros y ciudadanos- porque éstos entregaban heredades a exaricosexentos de tributación eclesiástica, a fin de lograr evadirse del pago dediezmos y primicias por esas tierras. En una solemne reunión, el monarcadesigna como jueces al justicia de Zaragoza y Huesca, al mayordomo y alalférez reales -Blasco Romeo y Jimeno de Artusella-, al conde de Pallars,Arnal Mir, y a cinco nobles más. El rey está presente en la deliberación,organiza el procedimiento, concede su asentimiento y da refrendo con suautoridad a la sentencia emitida, que él mismo promulga, seg ŭn la cualtoda heredad que había sido en algŭn momento de cristianos quedabapara siempre sometida a las tributaciones eclesiásticas; lo mismo sucedíacon todos los bienes por los cuales los seriores percibían rentas de musul-manes, incluso los que ya habían fallecido: por todos éstos debían pagarseintegramente diezmos y primicias, "tanto por la parte de los cristianoscomo por la de los sarracenos"".

IV. ESTRUCTURA SOCIAL Y ENFRENTAMIENTOS

De los resŭmenes de los juicios citados se desprende la existencia deun nivel de conflictividad significativamente alto entre la iglesia zaragoza-na y la colectividad ciudadana, propietarios y nobles. Es precisamente enesta fase de configuración de una nueva estructura social y eclesiástica enla ciudad cuando mejor se advierte la pugna de intereses divergentes entrelaicos y eclesiásticos, acogidos a las garantías de una justicia "p ŭblica",preconizada por el rey. Es importante recordar aquí el papel que recientesinvestigaciones históricas, aliadas a la perspectiva de la antropología cultu-ral, asignan al conflicto -y su resolución- en la sociedad medieval. En efec-to, parece existir cierta unanimidad en asignar al enfrentamiento un papelbásico en la configuración de las estructuras sociales y culturales de Occi-dente en este periodo, como elemento cohesionador del grupo social. Losconflictos impOrtantes y dramáticos se caracterizan por no ser ajenos anadie; puesto que nadie puede ser neutral, hay que tomar partido, de

27DERRVE, n° 400, además de CDCZ, n° 17 y CSSZ, n° 394 (1169.VI.16): Residens itaque in medioeorum, domnus Ildefonsus rex Aragonum fetc.) iussit predictam causam diligenter audiri et examinari etconstituit iudices de illa causa (..) qui cum diligenter audissent et examinassent rationes utriusque partis, pre-sente domno Ildefonso rege iam dicto, ac plena curia nobilium virorum, ei assistente, iudicaverunt et perbonum fuerum laudaverunt omnes insimyl cum voluntate et assensu domni Ildefonsi regis (..) quam senten-tiam in perpetuum domnus Ildefonsus éx iqm dictus servari iussit valituram. Cfr. para los aspectos ecle-siásticos, José M° LACARRA, "La restauración eclesiástica en las tierras conquistadas por Alfonso elBatallador (1118-1134), en Colonilithión,tparias, repoblación y otros estudios, Zaragoza, 1981, pp. 202-203.

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manera que el conflicto acaba por implicar a la comunidad entera. A par-tir de estas consideraciones, P. Geary, refiriéndose a las sociedades delárea franca en los siglos XI y XII, opina que la contestación juega en gene-ral un papel constructivo en la vida cotidiana, algo que es muy verosímilque ocurra en comunidades relativamente complejas, como son las ciuda-des en formación, donde se advierte la falta de una vertebración internaeficaz que reduzca la conflictividad y la canalice'. Esto es especialmenteaplicable a Zaragoza que, al igual que otras ciudades de reconquista, pre-senta contornos sociales muy fluidos por la heterogénea composición de lapoblación que integra a elementos étnicos mudéjares, francos y aragone-ses, que, a su vez, se jerarquizan socialmente de manera muy pronunciada.

Dentro de esa dimensión aglutinadora del conflicto para el grupo, seincluyen también las fórmulas para resolverlo. Por este motivo, el poderpŭblico aprovechará el factor de intervención en la ordenación de laestructura social que le ofrece la resolución del enfrentamiento: obligar auna parte a aceptar el mejor derecho de la otra o intentar ofrecer a ambasun horizonte comŭn de acuerdo es un esfuerzo polftico para conseguir unaarmonía social, un ejercicio de poder que tiene su correlato en el controlsocial. A menudo aconsejado por los miembros respetables de la comuni-dad, el árbitro sugiere un compromiso y, aunque busca más la creación delazos positivos que la simple eliminación de tensiones, es igualmente cier-to que el poder judicial se prevalece de ese ejercicio de autoridad para supropio beneficio y para aumentar la relevancia social de quienes lo ejer-cen. Sin embargo, es difícil concluir que el conflicto actŭa como una catar-sis, porque parece más evidente lo contrario: las oposiciones, los enfrenta-mientos tienden a la larga duración, a insertarse en la conciencia del grupode manera estable; aunque no siempre se manifiesten, perviven.

El mantenimiento de la paz y el tejido de las solidaridades vecinaleses de vital importancia para asegurar la estabilidad de la vida urbana. Poresa razón, la ciudad ofrece un ámbito de observación adecuado para estosfenómenos, y con más posibilidades a ŭn, como queda dicho, en la etapainicial de configuración de sus estructuras sociales. La diversidad de situa-ciones y las líneas básicas de las fricciones se advierten bien en Zaragoza.

28 Resume diversas opiniones Patrick J. GEARY, "Vivre en conflict dans une France sans état: typo-logie des mécanismes de réglement des conflicts (1050-1200)" en Annales ESC, 1986, n°3, pp.1108-9 y ss.Alude concretamente al recurso de los clérigos a procedimientos de carácter lit ŭrgico -clamores- paraintentar reducir las exigencias de sus adversarios. Precursor de estos planteamientos, Stephen WHITE,entre otros trabajos, en "Pactum... legem vincit et amor judicium., the settlement of Disputes by Compro-mise mereventer century Western France" en The American Journal of Legal History, XXII (1978), pp.287-308, que compara los resultados de su análisis con los de CHEYETTE para el sur de Francia antes de1250. Cfr. también Arón GURIEVICH, Las categorías de la cultura medieval, Madrid, 1990, p. 182 :"elderecho adquiría carácter regulador omnipresente y omnipotente de las relaciones sociales".

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Uno de los escenarios mejor documentados en que se manifiestan las ten.-siones sociales es el que motiva la imposición del derecho canónico comohecho diferencial para una parte de la sociedad. Se trata de un procesolento, en el que resulta fundamental la figura del obispo como autoridadcompetente sobre los clérigos, lo que le convierte en una instancia compe-tidora tanto del concejo como del aparato judicial real. Por ejemplo, en1121 es el propio rey Alfonso quien debe ordenar a los obispos de Huesca,Calahorra, Zaragoza y Tarazona que sentencien el pleito que mantienenlas iglesias de San Saturnino de Toulouse y San Juan de la Peña29 . Hay, sinembargo, noticias posteriores de actuaciones del obispo como juez enasuntos que atañían a personas sujetas a su jurisdicción que habían entra-do en conflicto con otros ciudadanos; en alguna ocasión, las autoridadesjudiciales locales participan también en la solución de estos casos 30. Igual-mente, se documentan acuerdos entre laicos y eclesiásticos que surgen deforma que, hasta cierto punto, podemos pretender espontánea; y también-con mayor frecuencia-, se alcanzan pactos sobre bienes o derechos objetode litigio entre dos instancias de poder clerical31.

El contenido, la materia de los conflictos recogidos en todos estos tes-timonios documentales, es muy homogéneo: son cuestiones relativas a lapropiedad de la tierra y a las rentas que proporciona. Como he indicadoantes, hay una real oposición entre el derecho tradicional, que prima elusufructo de los bienes inmuebles y su heredabilidad por vía familiar,frente al derecho canónico, que privilegia determinados tributos debidos aDios y preconiza la ruptura por las donaciones de la transmisión heredita-ria. Lo que subyace es el enfrentamiento entre un derecho consuetudina-rio en el que la propiedad proviene de los antepasados y debe ser entrega-da a los descendientes, de modo que es, de alguna forma, compartida portoda la parentela, y otro, escrito, que defiende la libertad individual del

29CDA1, n° 104 (1121.1X): ambos abades Deum et regem fideiussorem miserunt (...) datum iudiciumiussu domini Aldefonsi imperatoris (...) Ego Aldefonsus imperator iudicium istud laudo.

30Un juicio del obispo en la reclamación de un canónigo de San Salvador a Pedro Jiménez de Osiasobre un campo, en DP S.XII, n° 251 (1194.11); el obispo junto con el cabildo de La Seo y el Hospital deZaragoza ceden en usufructo a Fort ŭn Aznar Calvo heredades en Zaragoza y Alagón procedentes de unaherencia en litigio, en CSSZ, n° 247 (1154.IX.4); la intervención del justicia Galindo Garcés, prestando suconsejo a Pedro Martínez de Alagón, que reclama a San Salvador los derechos que su esposa obtuvodocumentalmente en abolorio al casarse, en ibidem, n° 331 (1160.V111).

31 Una concordia entre Santa María la Mayor, San Salvador y el Hospital con Sancho, hijo de Fort ŭnAznárez, tras el pleito que les enfrentó por las heredades que éste tenía a treudo en Alagón, en CSSZ, n°421 (1171.IX.23); acuerdo mutuo, sin intervención de autoridad p ŭblica ni civil, entre el Castellán deAmposta y la sede zaragozana sobre los diezmos que los Hospitalarios habían de pagar en CSSZ, n° 519(1178.X.25); otros ejemplos de acuerdos de laicos con San Salvador en CSSZ, n° 522 (1179) y n° 666(1192.X.13). Verdaderamente, los acuerdos entre laicos y eclesiásticos no dejan nunca de estar bajo sos-pecha de la existencia de presiones de carácter espiritual por parte de éstos ŭltimos.

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propietario de los bienes para usar de ellos incluso en perjuicio de losherederos, o, dicho de otra manera, para cederlos a la iglesia.

A esta cuestión de fondo se superpone, para hacer ya definitiva lacontraposición, el predominio como prueba del testimonio escrito, aspectoen que la supremacía de los clérigos resulta indiscutible -incluídas las falsi-ficaciones documentales-. En muchas ocasiones, las instituciones eclesiás-ticas resultan beneficiadas por las sentencias o por los acuerdos alcanza-dos; la indefensión de los propietarios o arrendatarios, desprovistos detoda prueba escrita de sus derechos, resulta evidente. La pugna de intere-ses que enmarcan estos temas permanecerá largo tiempo en la sociedadmedieval zaragozana, y se fragua en los primeros siglos de la ciudad cris-tiana.

En este debate, la autoridad judicial del soberano y sus representan-tes en el gobierno urbano intenta ofrecer a los nuevos ciudadanos, hom-bres libres, la seguridad de una garantía derivada de la justicia p ŭblica.Podemos ver un caso que muestra bien este proceso en la querella quePoncio Esteban presenta ante Ramón Berenguer IV contra el obispo deZaragoza; juzga en primer término el conde, pero como ninguna de laspartes reconoce que la otra haya cumplido la sentencia, la demanda esremitida por el soberano al justicia, para que resuelva definitivamente elpleito, tras considerar los testimonios y obtener las garantías judiciales aluso, es decir, que se aporten fiadores y testigos que jurasen haber visto yoído que se cumplió lo preceptuado: sólo el obispo puede demostrarlo y laviria en litigio pasa a su poder".

Progresivamente, sin embargo, y dentro de esa misma dinámica, con-forme la comunidad de vecinos va logrando afirmar sus lazos de cohesiónsocial tiende a imponer las normas vigentes para el comŭn de la ciudad y ahacer más contundente la intervención de las autoridades judiciales loca-les. Es un proceso lógico derivado de la consolidación de la sociedad urba-na, cada vez mejor articulada, que se reconoce a sí misma dotada de ciertaidentidad y que ha adoptado formas de organización social y de controlpolítico más eficaces sobre los habitantes de la ciudad. Son m ŭltiples lasocasiones de advertir esta preeminencia de los jueces urbanos -justicias yzalmedinas- y, a través de su intervención, y de la de una parte de los ciu-dadanos, de la imposición generalizada del derecho encuadrable en losfueros aragoneses.

En 1142, por ejemplo, un matrimonio determina recurrir al zalmedinay otros bonos homines para conseguir un pacto con San Salvador por la

32CSSZ, n° 133 (1142.XII.31).

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venta de dos partes de los baños de las Santas Masas que habían realizadoarios antes y que ahora consideraban lesiva para sus intereses; el propiozalmedina es testigo del acuerdo logrado, que le supone al cabildo un sen-sible incremento del precio, además del pago de la aliala. A veces sucedelo contrario, y son los clérigos quienes han de procurarse el apoyo del zal-medina para conseguir que se dé cumplimiento a la resolución favorableen algŭn litigio, como el que mantenía el obispo con García Arnaldo por-que éste detentaba injustamente un campo de su propiedad. Tambiénrecurren obispo y cabildo al laudamentum et consilium del justicia y otrosvecinos de Zaragoza para lograr una concordia con García Mai-tínez y suesposa, que les reclamaban ciertos bienes sobre los cuales alegaban dere-chos hereditarios. Estas propiedades habían sido de moros y el rey Alfon-so I las entregó a maestre Guarín, pero al parecer, antes las había poseídoel abuelo de la demandante, un tal Rainiero que fue copero del mismorey, quien se las había legado en testamento. De nuevo los canónigos deSan Salvador recurren al justicia de Zaragoza para llegar a un avinimentocon los vecinos de Pastriz, inculpados de labrar un campo de su heredad;específicamente se demanda de la autoridad judicial civil que "cumpli-mentaran el derecho, de la misma manera que debían juzgar los justiciasde Zaragoza a fuero de Zaragoza". Todos estos casos no sólo demues-tran la creciente intervención de las autoridades ciudadanas en la adminis-tración de justicia en asuntos que afectan a laicos y eclesiásticos, sino laaceptación por éstos de que es en esas instancias donde deben resolver susdiferencias con la comunidad vecina134.

Finalmente, la confrontación de esos dos derechos en convivencia sehace evidente y la tensión latente termina por plantearse en toda su crude-za. Aunque la responsabilidad de las sentencias sea compartida por lospoderes civiles y eclesiásticos de la ciudad, se advierten los avances de lajusticia pŭblica. Así podemos comprobarlo en la sentencia que en 1186dan, junto al arzobispo de Tarragona, el obispo y el zalmedina de Zarago-za en un pleito entre los familiares de Martín Zapater y el cabildo de laSeo por unas propiedades que éste les legó; es el rey Alfonso II quien

33La venta de los baños de las Santas Masas, en CSSZ, n° 122 (1142.II): fuerunt ante Sanz Fortunons,zahalmedina, et ante bonos homines (..) et habuerunt iuditium inter se et super illo iudicio fecerunt concor-diam. El juicio del zalmedina contra García Amaldo, en ibidem, n° 192 [ca. 1150]. El pleito por la herenciadel copero de Alfonso I, en ibidem, n° 159 (1147.111.1): Nos vero [obispo y canónigos] volentes haberepacem cum omnibus bonis hominibus, secundum laudamentum et consilium Atonis Sancii, iusticie, et alio-rum nostrorum vicinorum, fecimus concordiam cum Garcia Martinez etc. El juicio del justicia a fuero deZaragoza, n° 282 [ca.1157]: que fecissent directum tantum quomodo iudicasent iustizias de Zaragoza a forode Zaragoza

34Así lo atestigua también Stephen WEINBERGER, "Cours judiciaires, justice et responsabilitésociale dans la Provence médiévale: IX-XIé siecle" en Revue Historique, 542 (1982), pp. 283-288.

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inviste con su autoridad al arzobispo como "juez ordinario", y ademásconfirma la sentencia pronunciada y zanja la causa imponiendo silenciocon el sello real". De manera más patente y expresiva, Ermengol Paian seniega a aceptar la autoridad del obispo para dirimir el pleito que le enfren-ta a los canónigos de San Salvador porque le habían incautado un campo.Reclama su "fuero secular" y pide que la causa se remita "a la curiaseglar". El zalmedina, en el claustro de la Seo y en presencia del obispo,de un justicia del rey y de otros hombres buenos, aplica la reglamentaciónforal de ario y día para la propiedad, pero estas prescripciones no sonfinalmente probadas respecto al bien objeto de litigio, por lo que Paianpierde el juicio36. Lo que nos interesa de este ŭltimo texto es que se formu-la claramente la contraposición existente entre el fuero y el tribunal civil,que atarie a todos los vecinos de la ciudad, frente a una normativa canóni-ca, diferente y restrictiva por cuanto es de aplicación sólo a un grupo con-creto de habitantes, así como sumar el dato de otra resolución favorable alos más poderosos: el conflicto, por tanto, seguía abierto.

V. LOS NUEVOS ACTORES. LA INTERVENCION DEL COMUN

En los ŭltimos casos citados se advierte la presencia de un elementonuevo entre quienes conocen las demandas, oyen a los testigos, arbitranlas soluciones a los pleitos y sentencian: es la comunidad urbana, que asu-me un creciente poder jurisdiccional a través de una parte de sus miem-bros, denominados bonos homines. Este grupo es, sin duda, de composi-ción variable, pero se diferencia del resto de los ciudadanos por razonesde riqueza y prestigio social, que son determinantes para llevarles a parti-cipar en compariía de los magistrados locales en decisiones sobre asuntosde interés general. Deben ser considerados como un germen del gobiernourbano, y es precisamente en virtud de esa todavía indefinida autoridadque se les concede por lo que aparecen implicados como elemento pacifi-cador en la resolución de los enfrentamientos que afectan a la colectivi-dad".

35CSSZ, n° 603 y 604 (1186.X.23): ...ego Ildefonsus etc. profiteor et recognosco iam pridem me rogasseac precepisse etiam in loco mei constituisse dompnum B. etc. iudicem ordinarium in causa (...)propria manufirmando confirmo ac perpetuum huic cause imponendo silencium sigillo muniri facio.

36CSSZ, n° 670 (1193.IV.23).37Ver el análisis sobre la responsabilidad social que como garantes de la estabilidad adquieren los

boni homines al procurar el acuerdo entre las partes en S. WEINBERGER, "Cours judiciaires, justice etresponsabilité sociale..", cit., p. 284-285. Cfr. M° C. CARLE, "Boni homines y hombres buenos" en Cua-dernos de Historia de España (1946), pp. 133-168.

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Apenas concluída la primera fase de la repoblación zaragozana ycuando realmente puede considerarse que la ciudad ha rehecho su estruc-tura interna, encontramos los primeros indicios de esta autoridad informalde los "hombres buenos" centrada en su actuación judicial, que reviste uncierto aspecto asambleario. Hemos citado ejemplos de problemas que sondilucidados por esta magistratura no oficial -esto es importante resaltarlo-desde los arios cuarenta: por esas mismas fechas, el justicia Ato Sanz dictasentencias con la presencia y colaboración de "algunos de los vecinos mássabios" 38. Poco a poco, esta intervención adquiere tintes cada vez más cla-ramente institucionalizados, como consecuencia directa de la crecienteautonomía de la ciudad y del control político ejercido en ella por la éliteurbana. Los zalmedinas, que hacia el final del siglo se transforman decidi-damente en delegados reales ante un gobierno urbano muy emancipado,desarrollan sus actuaciones en el plano judicial en una estrecha colabora-ción con el grupo dirigente de ciudadanos. Así el zalmedina Pedro Zara-goza act ŭa "con mandato y por voluntad de todo el concejo" en 1184,cuando ofrece como donativo al Temple la acequia de Celtén y los dere-chos que le correspondían. El mismo personaje, también en funciones dezalmedina, debe resolver en esa misma época el pleito que mantenía BonaFerrera con sus hijos, de forma que los procuradores de las partes tuvieronque jurar ante la Cruz y los Evangelios "en manos del zalmedina y ante loshombres buenos sobredichos", recibiendo la promesa che per el fuero de laterra, sit vos veniz de mantfesto in corte, ben vos judicaran per el fuero de laterra. En este caso, los "hombres buenos" garantizan la transparencia delprocedimiento y el uso del correcto corpus legal, aspectos que son conce-bidos siempre como un auténtico privilegio. Una vez concluído el proceso,el zalmedina convoca en la sede de su tribunal a los hombres buenos deZaragoza y hace leer en su presencia la carta de concordia, pidiéndoles acontinuación consejo sobre lo que habían oído; catorce de ellos fallan afavor de la viuda, comportándose como una especie de jurado". En otrascircunstancias, sin embargo, el zalmedina se limita a ser un mero testigoque aprueba, junto a otros ciudadanos de reconocido prestigio, acuerdospreviamente establecidos, como el alcanzado entre Domingo Bárboles y

38Ver nota 33. El justicia Ato Sanz es ayudado en sus funciones judiciales por quorumdam sapientiumvicinorum también en CSSZ, n° 120 y 134 [1142-1143].

39Para las actuaciones de Pedro Zaragoza, documentado como zalmedina entre 1178 y 1189, verCDCZ, n° 21 (1184.1) y DP S.XII, n° 294 [S. XII]: juravit super libro et cruce et super quatuor evangelia inmanu zavalmedina et ante istos supra scriptos bonos homines(...)super hoc... fecit cavalmedina aplegaremultos bonos homines de illa villa in corte et fecit legire istam cartam ante istos bonos homines...quod dessetconsello ad lavalmedina, quomodo abebat ad facere de ŭto quod abebant audito in istam cartam et quomo-do illud faciat et fuerunt in ŭto consello conselladores (siguen los catorce nombres).

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su hija Calbeta, tras un largo pleito sucesorio por los bienes de la madre,que ya había sido juzgado por el zalmedina anterior y en el que por fin sellega a un reparto satisfactorio4.

Es importante poner de relieve estas actuaciones conjuntas, puestoque es probable que en esta etapa en la que el poder de los hombres bue-nos es todavía extremadamente informal, sea la presencia del zalmedina,que sí tiene una potestad bien instituída, la que transmite un valor firme adecisiones colectivas de carácter judicial. Es más, probablemente la figuradel zalmedina sirve para que, agrupándose a su alrededor, los hombresbuenos zaragozanos cristalicen como élite de poder, en la medida en queconstituye un nŭcleo sólido de una nebulosa social en formación.

Por rica que sea, la documentación tiene unos límites en este períodoy no es de extrariar que sólo dispongamos de un ejemplo en el que losbonos homines se encargan en exclusiva de solventar un conflicto entrevecinos de Zaragoza. Se trata de una demanda que el cabildo de San Sal-vador mantenía contra los hijos del propietario de un corral, presuntamen-te donado a la Iglesia. Los oponentes del cabildo negaban que se hubieraentregado a San Valero y, en consecuencia totum fuit metudo in loda et inpodere de bonos homines et in corte, "todo se sometió a la aprobación delos hombres buenos". Los cuatro laudadores o árbitros gozan de una cier-ta representación del inconcreto colectivo y actuan de acuerdo a un méto-do plenamente judicial: hacen pesquisas, piden pruebas documentales,interrogan a los testigos y, como colofón, sentencian a favor de San Salva-dor, con la suscripción -que supone un testimonio de la veracidad de lonarrado en el pergamino y un compromiso firme de mantenerlo- de Jime-no Romeo, don Navarro y el justicia, Pedro Sesé 41 . Hay que pensar que nose trata de un acto aislado, sino de un indicio de la tendencia institucionala marginar del poder de facto en la ciudad a quienes ostentan la represen-tación del rey, como evidencia la concesión de Pedro II a los jurados deZaragoza, segŭn la cual les confiere la facultad de actuar directamente encuanto sea ŭtil al monarca y al honor de sus conciudadanos, pudiendo exi-gir "nuestros derechos, los vuestros y los de todo el pueblo de Zaragoza",sin tener que dar cuenta al rey, merino ni zalmedina ni a otro oficial real.La amplitud de las atribuciones conferidas -que les permiten cometerhomicidios "y cualquier otra cosa"-, indica que Pedro II otorga a los jura-dos toda la responsabilidad financiera y judicial que el rey se había reser-

40DP SXII, n° 135 (1174.XI.27) -la sentencia del zalmedina Ramón Per- y n° 161 (1178.XII), que es elreparto definitivo de los bienes en litigio, en el que es lodador et testimonia, junto al zalmedina PedroZaragoza, el que será justicia, don Pedro Sesé, y otros tres ciudadanos más.

"CSSZ, n° 649 (1192): et illos laudatores superscriptos laudaverunt et mandaverunt secundum illos des-tinamentos quod invenerunt quod debebat stare de illa opera sancti

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AD REMOVENDAM DISCORDIE PESTEM

vado como propia en la ciudad". La situación en los años del cambio desiglo es especialmente fluída y el rey sin duda consideraba a los juradoscomo fieles suyos, puesto que los nombraba. Pero eso no obsta para queconstituyan una magistratura colegiada extraída del seno de la élite diri-gente de la ciudad.

Progresivamente se va sistematizando la relación entre los verdaderosoficiales del rey y el concejo en vías de formación. Así, el zalmedina apa-rece a principios del siglo XIII estrechamente vinculado al concejo e inter-viene en cuestiones de interés general, como la administración del Puentede Piedra". Su presencia en este tipo de actos es significativa de la respon-sabilidad política que le correspondía en el reparto de poder municipal.Por el contrario, la evolución inmediatamente posterior del cargo de justi-cia, desde mediados del siglo XII hasta su desaparición en estos años -laŭltima mención data de 1203-, hay que entenderla como una simplifica-ción del panorama jurisdiccional: con toda probabilidad, el justicia zarago-zano, capacitado para interpretar en ŭltima instancia los extendidos "fue-ros de Zaragoza" se convierte a lo largo de esta fase en el Justicia de Ara-gón, cuyas competencias no cesarán de crecer, pero que en este momentode incertidumbre institucional están subordinadas a las del concejo y delzalmedina. Este, sin competencia del justicia, asume la representación realen el nŭcleo de poder del concejo.

En el siglo que comienza las tensiones urbanas internas serán total-mente diferentes: los intereses de los grupos ciudadanos quedarán mejordefinidos y sus esfuerzos se encaminarán a la consolidación definitiva de laautonomía concejil, arrancada al poder real con los graves disturbios unio-nistas. Paralelamente, la asimilación del derecho romano sentará princi-pios de actuación destinados a favorecer una justicia p ŭblica que se aplicacon carácter general y con procedimientos cada vez más estandarizados;mientras la Iglesia deberá defender sus prerrogativas con otros argumen-tos, el arbitraje de los conflictos como parte de la solidaridad urbana deja-rá paso a otras formas más sofisticadas de crear lazos entre sus habitantes.

42CDCZ, n° 29 (1200.V.21): concedo vobis omnibus iuratis Cesaraugu.ste quod de omnibus illis que-cumque feceritis in villa mea Cesarauguste ad utilitatem mei et honorem vestrum et totius populi eiusdemville, tam de exhigendis seu demandandis nostris directis et vestris et totius poptdi Cesarauguste, quam alias,sive faciatis homicidia sive quecumque alia, non teneamini respondere mihi neque merino meo neque zaval-medine seu aliqui alteri pro me. En virtud de esas responsabilidades el zalmedina percibía alguna rentasfijas procedentes de las asignadas al monarca y parte de las caloñas judiciales: cfr. CDCZ, n° 12 (1138.x) yn°817 (1208.1V.11).

43En 1199 y 1210 presta, junto con los jurados, su asentimiento a las operaciones realizadas por loscomendadores del puente y es testigo de los arrendamientos de bienes asignados a esa obra: CDCZ, n° 28(1199.111.5) y n° 39 (1210.II).

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