Upload
mortymorte
View
212
Download
0
Embed Size (px)
DESCRIPTION
Adorno
Citation preview
8º Congreso Nacional de Filosofía
Universidad Nacional de Mar del Plata, 27 de octubre al 2 de noviembre de 1995
El pensamiento frente al dominio en “Dialéctica del Iluminismo”Autor: Gabriel García. Institución: Universidad de Buenos Aires, Ciclo Básico
Común.
Resumen
En Dialéctica del iluminismo el término “iluminismo” no posee un uso unívoco.
Por un lado designa al pensamiento que promete liberar a los hombres del miedo y
del mito que sometía al hombre al destino, y por otro señala al iluminismo en
regresión que ha renunciado a su tarea emancipadora ante el que se presenta como
“nuevo destino” (la sociedad industrial).
Los autores juzgan que en el mito el hombre se halla sometido. Frente a este
sometimiento se expresa el iluminismo, pero a continuación éste inicia un proceso
regresivo. El iluminismo enfrentó al dominio, que creyó encontrar en la potencia que
la naturaleza ejercía sobre el hombre. Pero no advirtió que el dominio se instalaba en
la sociedad; ante éste el iluminismo se detuvo. Paralizado por el miedo, el iluminismo
recayó en mitología. El poder omnipotente de la naturaleza fue reemplazado por el
carácter opresivo de la nueva barbarie.
Una tesis recorre los capítulos del libro: el iluminismo intentó liberar al hombre
de los mitos, para luego convertirse en un nuevo mito. Sin embargo, no estamos ante
una situación sin salida.
Reconocer el componente autodestructivo del iluminismo y las características
del dominio que se ha instalado ahora en lo social abre la posibilidad de que el
pensamiento emancipador sea continuado.
1
El pensamiento frente al dominio en “Dialéctica del Iluminismo”Autor: Gabriel García. Institución: Universidad de Buenos Aires, Ciclo Básico
Común.
“La filosofía no es síntesis, base o coronamiento de la ciencia, sino el esfuerzo para resistir a la sugestión.” Max Horkheimer y Theodor W. Adorno: Dialéctica del iluminismo
(286)1
Defensa del iluminismo.
La Dialéctica del iluminismo no constituye una condena al iluminismo. Por el
contrario, existe a nivel global una defensa del iluminismo. La crítica a la que se lo
somete está dirigida a “preparar un concepto positivo de éste” (12).
“No tenemos ninguna duda -y es nuestra petición de principios- respecto a que
la libertad en la sociedad es inseparable del pensamiento iluminista” (9). Lo que
ocurre es que la Dialéctica del Iluminismo intenta mostrar que el iluminismo ignoraba
que, en su seno, existen potencialidades autodestructivas.
Si se señalan las formas concretas en que se expresa esa autodestructividad,
no es para indicar el fin o la ilusión del pensamiento iluminista, sino para evitar que su
aniquilación se consume: “el iluminismo debe tomar conciencia de sí, si no quiere que
los hombres sean completamente traicionados” (11).
Evitar la aniquilación del hombre, comprender la génesis de la barbarie (7) ,
exige que distingamos el componente que permanentemente amenaza destruir al
iluminismo.
Algunas afirmaciones que parecen condenar globalmente al iluminismo
pueden llevar a confusión. Por ejemplo: “el iluminismo es más totalitario que ningún
otro sistema” (39), “el iluminismo es totalitario” (19). La confusión ocurre porque en
numerosas oportunidades la palabra “iluminismo” es usada como sinónimo de
1 Los números entre paréntesis indican página de Dialéctica del iluminismo, Sudamericana, Bs. As., 1988.
2
iluminismo en regresión, o iluminismo que no toma conciencia de sí y por tanto
renuncia a su propia realización (58), o iluminismo que se detiene hundiéndose
nuevamente en el mito; se llama “iluminismo” a aquello en que decayó el iluminismo
en su ceguera. Cuando se sostiene que “los absolutamente iluminados ... guían ya a la
sociedad hacia la barbarie” (35), o se critican las ilusiones en que incurre “la
humanidad iluminada sin residuos”, debemos entender que se refiere a quienes no
advierten el componente autodestructivo, no a quienes procuran continuar -como
Adorno y Horkheimer- el proyecto iluminista.
El elemento autodestructivo del iluminismo.
“El iluminismo, en el sentido más amplio de pensamiento en continuo
progreso, ha perseguido siempre el objetivo de quitar el miedo a los hombres y
convertirlos en amos” (15). Sin embargo, desembocó en la barbarie.
Dialéctica del iluminismo intenta mostrar lo que sus autores consideran “haber
descubierto”: que el concepto mismo de iluminismo, “no menos que las formas
históricas concretas y las instituciones sociales a las que se halla estrechamente
ligado, implican ya el germen de la regresión que hoy se verifica por doquier. Si el
iluminismo no acoge en sí la conciencia de este momento regresivo, firma su propia
condena” (9).
A partir de Bacon se cometió un triple yerro en tanto éste: a) sostuvo que el
saber era equivalente al poder (“saber es poder”); b) imputó la esencia de la
constricción (dominio) a la naturaleza; c) creyó que la ciencia, al desmitizar, realizaría
la liberación.
El pensamiento, reducido a saber, fue neutralizado (233). “La técnica es la
esencia de tal saber”, disponible para cualquiera que desee manipularlo (16). “Lo que
importa no es la satisfacción que los hombres llaman verdad, sino la operation, el
procedimiento eficaz” (17), y este saber, que es “el animus de la ciencia”, “no
tiende ... a la felicidad del conocimiento sino al método, a la explotación del trabajo, al
3
capital privado o estatal”. Todo lo que quieren aprender de la naturaleza es cómo
dominarla (16).
Así, “la ciencia no tiene ninguna conciencia de sí; es un intrumento” (106). En
consecuencia, “el pensamiento sella su propia inutilidad” (106), “se convierte por
completo en un órgano, retrocede hasta convertirse en naturaleza” (109). El
iluminismo (en regresión) terminó renunciando al pensamiento (58).
La razón fue convertida en “el órgano de cálculo, de la planificación; neutral
respecto a los fines, su elemento es la coordinación”. Conocimiento y plan son
asimilados. Pero ahora “la razón se ha convertido en una ´finalidad sin fines´ que ...
se puede utilizar para cualquier fin. Es el plan considerado en sí mismo”. “Dado que la
razón no plantea fines objetivos, todos los afectos están igualmente distantes de ella.
Los afectos son puramente naturales” (110 y 111).
La ciencia refleja, en su organización deductiva, coacción y jerarquía (36). Su
instrumento es la abstracción, que “se conduce con sus objetos igual que el destino,
cuyo concepto elimina: como liquidación”; “el dominio nivelador de lo abstracto ...
vuelve todo repetible en la naturaleza” (26).
El orden lógico, que ha terminado con la sumisión de la razón (42), se funda en
el orden social (36), nos coacciona a elegir entre supervivencia y ruina (46), “expresa
la reificación del hombre en la fábrica y la oficina” (46). El iluminismo (en regresión)
nos reduce a una unidad, “su ideal es el sistema” (19).
“Lo que no se adapta al criterio de cálculo y la utilidad es, a los ojos del
iluminismo, sospechoso” (18).
El salvaje se encontraba sin salida, porque no podía entender al mundo más
que como una repetición; se hallaba sometido al destino. Pero la ciencia tampoco
pudo comprender más que la cíclica repetición, y fue consagrada por el iluminismo en
regresión como el único saber, al convertir el pensamiento y la razón en mero
instrumental al servicio del dominio y la autoconservación. Por tanto, la sociedad
asume el papel del antiguo destino (53).
4
Todo esto tuvo consecuencias desastrosas para el individuo, que fue
disciplinado y sometido (58, 26).
Ante quién se detuvo el iluminismo
“La causa de regresión del iluminismo a la mitología” debe buscarse en “el
propio iluminismo paralizado por el miedo a la verdad” (10).
El iluminismo, que se propone liberarnos del miedo, se detuvo ante él.
¿Porqué ?: porque, siguiendo a Bacon, pensó que el dominio que constreñía al
hombre se encontraba en la naturaleza, y nos prometía liberarnos de él y convertirnos
en amos. Pero en la sociedad se instaló un nuevo dominio: el poder de los amos,
contra el que el iluminismo en regresión ha renunciado a luchar.
“Hoy que la utopía de Bacon -´ser amos de la naturaleza en la práctica´- se ha
cumplido en escala terrestre, se torna evidente la esencia de la constricción que él
imputaba a la naturaleza no dominada. Era el dominio mismo. Dominio tras cuya
disolución puede ir más allá el saber, en el cual indudablemente residía, según Bacon,
´la superioridad del hombre´. Pero ante esta posibilidad el iluminismo al servicio del
presente se transforma en el engaño total de las masas” (59).
No desviemos nuestra atención, porque podríamos caer en el error de pensar
que nuestra actual situación (la nueva barbarie) es causada por la sociedad industrial,
o por la industria cultural. Los responsables son “los dominadores mismos” (55), “los
verdaderos dueños” (276), “la minoría que manda” (47), “los libres” (27), “el poder
que controla la técnica” (13).
Son las potencias económicas las que reducen el hombre a cero (11). Aún más:
podemos identificar su sector de pertenencia : “ los dirigentes supremos ...
pertenecen por su origen a los sectores más poderosos de la industria (149).
Debemos tener presente lo que ha sucedido en el siglo XX. Mercado y
autonomía son, de por sí, términos opuestos (189). Pero el mercado libre, competitivo,
llegó a su fin (194), y se estableció el pseudomercado, que es el lugar donde imperan
los monopolios y bloquean la concurrencia de quienes no pertenecen ya al sistema
5
(194). La autonomía del empresario, por tanto, pertenece al pasado (132); la gran
industria liquida al sujeto económico independiente (234); por este motivo ahora
todos somos empleados. El monopolio impone el dominio inmediato (269 y 270), y su
dominio sin mediaciones ha vuelto superfluo al derecho; “la justicia para los
subalternos ... se ha vuelto terror puro” (270).
Lenguaje, armas, máquinas, son instrumentos del dominio (54), mecanismos
del dominio (52), pero no el dominio mismo.
La injusticia del presente tiene dos maneras de anular y obligar a los individuos
a aceptar su sistema opresivo: “lo existente no obliga a los hombres sólo mediante la
violencia física y los intereses materiales, sino también con la superpotencia de la
sugestión“ (286).
La “antítesis” del “individuo como ser independiente” es “el poder total del
capital” (146). La violencia fascista expresa sin pudores el carácter opresivo de la
actual sociedad; su contracara es la “producción cultural”, el entretenimiento, el
poder sugestivo de la industria que se presenta como destino.
Ciertamente, el dominio es conquistado por medios tecnológicos. “Pero no se
dice que el ambiente en el que la técnica conquista tanto poder sobre la sociedad es
el poder de los económicamente más fuertes sobre la sociedad misma” (147).
6
La posibilidad de resistir
El espíritu se paraliza por el terror (300). El iluminismo lucha para liberar a los
hombres del terror. Pero sin el pavor no existiría el dominio (276). Por tanto, la lucha
contra el miedo es la lucha contra el dominio.
¿Tiene, aún hoy, un papel que cumplir el iluminismo ? O, con más precisión,
¿es posible aún desplegar su lucha liberadora, en la sociedad industrial que tomó el
papel del antiguo destino ?
En realidad, el pensamiento es indetenible: “el pensamiento es el siervo a
quien el señor no puede detener según su placer” (53). “La mitología ha puesto en
marcha el proceso sin fin del iluminismo, en el que, con necesidad ineluctable, toda
concepción teórica determinada cae bajo la acusación destructora de no ser más que
una fe” (24).
Desde que la razón se convirtió en instrumental al servicio del dominio, lo
único que parece racional es la mera adaptación: “la irracionalidad de la adaptación
dócil y asidua a la realidad llega a ser para el individuo más racional que la razón”
(240). En la sociedad contemporánea, “autoconservación astuta es -en lo alto- la
lucha por el poder fascista y -entre los individuos- la adaptación a cualquier precio a la
injusticia”(113)
Cuando Sade, sobre la base de la razón, no encuentra un argumento de
principios contra el asesinato, muestra claramente que esa razón expresa el dominio.
Lo que desconcierta es lo que es la verdad: el vínculo indisoluble entre razón
instrumental y delito (143 a 145).
Ya hemos visto que el iluminismo redujo al pensamiento y finalmente renunció
a él. “Al renunciar al pensamiento, que se venga, en su forma reificada -como
matemáticas, máquina, organización- del hombre olvidado de sí mismo, el iluminismo
ha renunciado a su propia realización” (58). ¿Porqué lo ha hecho ?: porque la
perspectiva de su realización está cercana, y con ella el poder de los amos llegaría a
su fin: “hoy, con la transformación del mundo en industria, la perspectiva de lo
universal, la realización social del pensamiento, se halla hasta tal punto próxima y
7
accesible que justamente a causa de tal perspectiva el pensamiento es negado, por
los mismos patrones, como mera ideología “ (54).
Pero, ¿es la sociedad industrial un nuevo destino ? Si lo fuera, nada podría
hacerse, pues el destino por definición se cumple inexorablemente.
“La impotencia de los trabajadores no es sólo una coartada de los patrones,
sino la consecuencia lógica de la sociedad industrial, en la que se ha transformado
finalmente el antiguo destino (...). Pero esta necesidad lógica no es definitiva” (53).
“Los dominadores mismos no creen en ninguna necesidad objetiva, pese a que a
veces den tal nombre a sus maquinaciones. Se presentan como ingenieros de la
historia universal. Sólo los dominados toman como necesaria e intocable la evolución
que, a cada aumento decretado del nivel de vida, los vuelve un poco más impotentes”
(55).
Por lo tanto, se “proyecta frente a los dominados una necesidad objetiva ante
la cual éstos se creen impotentes” (55). Pero tal necesariedad es ilusoria; “esta
ilusión”, sin embargo, “no puede ser disuelta por el pensamiento que, como órgano
de dominio, debe elegir entre mandar y obedecer” (55).
Dicho de otra manera: el pensamiento reducido a instrumento, el iluminismo
en regresión hacia el mito, es incapaz de ver que lo que se presenta como destino no
lo es, y que su necesidad es ilusoria. Esto ocurre porque el pensamiento reificado,
igualado a la naturaleza, es incapaz de remontar el dato.
Nos encontramos en una sociedad “que podría hacer del individuo un
individuo” (26). Sin embargo, “el esclarecimiento del espíritu no ha traído la
emancipación real de los hombres” (232). Esto ocurre porque “bajo la etiqueta de los
hechos en bruto la injusticia social de la cual estos nacen es consagrada hoy como
algo eternamente inmutable, con tanta seguridad como era santo e intocable el mago
bajo la protección de sus dioses” (43). La mitología, y luego la ciencia, al reproducir
como verdad lo existente de hecho, renuncia a la esperanza (42). “La nueva ideología
tiene por objeto el mundo como tal. Adopta el culto del hecho, limitándose a elevar la
8
mala realidad -mediante la representación más exacta posible- al reino de los hechos.
Mediante esta transposición, la realidad misma se convierte en sustituto del sentido y
del derecho” (178).
El iluminismo recae en mitología cuando acepta lo que es. Frente a esa ciega
afirmación, “la duda siempre ha sido ... síntoma de pensamiento y humanidad” (242).
El espíritu debe negar la reificación (11).
Digámoslo con otras palabras: ni el sentido ni el derecho tienen porqué
coincidir con la realidad tal cual es. En rigor, en tanto la realidad es expresión del
dominio, promover aquella coincidencia o identificación es consolidar la injusticia.
Puesto que existen mitos, y terror, el iluminismo deberá continuar su tarea
emancipadora; “no se trata de conservar el pasado, sino de realizar sus esperanzas”
(11).
Al otorgar la razón a lo que es de hecho, se “transforma al pensamiento en
cosa”, nivelándolo con el mundo (40), se “fija al conocimiento en la pura inmediatez”
y “reduce el pensamiento a la tautología”, “puesto que el conocimiento no consiste
sólo en la percepción, en la clasificación y en el cálculo, sino justamente en la
negación determinante de lo que es inmediato” (42).
El pensamiento ha sido encerrado en el círculo del dominio de la naturaleza (de
esto se responsabiliza a Kant) (41). El iluminismo -en regresión- “ha desechado la
exigencia clásica de pensar el pensamiento” (40).
Pero no está dicha la última palabra: “El iluminismo mismo, convertido en
dueño de sí y en fuerza material, podría romper los límites del iluminismo” (245).
Gabriel García
9
10