Adorno - kulturyculture

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  • 8/8/2019 Adorno - kulturyculture

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    eoras y seores:Cultura equivale a cui-

    dado, del latncolere , y cole- re significa originariamentela actividad del campesino,del agricola , que estableceuna relacin con la natura-

    leza y su cuidado. En general, podramos decir quesiempre que se habla de cultura se alude a un mbitoen el que tiene lugar una contraposicin del hombrecon la naturaleza. Pero esta representacin a su vezgeneral y bastante imprecisa de la cultura deja sitio a diversas posibilidades de definicin; para simplificar y al mismo tiempo mejorar la plasticidad de la exposi-cin, me permitirn traer a colacin dos significadostpicos que parecen relacionarse con el contraste

    entre la cultura americana y la alemana. Por un lado,cultura significa el ejercicio de violencia sobre la naturaleza en el sentido de dominio. Un dominio tantosobre la materia y las fuerzas naturales exteriorescomo sobre el instinto del hombre y su inconsciente.Este concepto de cultura se caracteriza a su vez esen-cialmente por pensarse como configurador de reali-dad. Con esto no querra decir que en Amrica la rea-lidad est configurada en un sentido radical, que la realidad misma se haya visto despojada por el enten-dimiento positivista de su crecimiento en tanto natu-raleza. En cierto modo, los procesos sociales no dejande ser all tan ciegos como en otras partes del mundo.Pero en Amrica la idea dominante de cultura se ha obtenido en la configuracin de la realidad, sobre

    todo en el conjunto de la sociedad, de las relacionesentre los hombres, del dominio sobre la naturaleza y la disposicin habitual de los recursos naturales a tra- vs de la tcnica, como todos ustedes ya saben. A esto

    se opone otro momento en el concepto de cultura.Cuidar no significa lo mismo que dominar. Cuidar la naturaleza no significa simplemente oprimirla y explo-tarla, pues este concepto de cuidado contiene tambinel momento de la proteccin por la proteccin misma,el momento en el que lo no apropiado y no dominadopor el hombre no debe ser destruido ni exterminado,sino conservado en su esencia. Para ilustrar esta idea de cultura pensemos en un buen vino, un productoartstico, obtenido de la uva en un complejo procesode fermentacin; conocemos la tierra en la que secri, la uva de la que fue prensado: recordemos losbuenos vinos franceses. Estos productos especficosson culturales y esta idea de cultura como proteccin,propia de la capacidad del hombre, representa espe-cialmente el concepto europeo de cultura. Esto signi-

    fica cierta introspeccin e interiorizacin del hombre,en virtud de la cual se quiebra la violencia inmediata ejercida sobre la naturaleza. Tal vez esta idea de cul-tura est ms presente en Alemania que en cualquier otro pas del mundo que se atribuya una cultura espi-ritual. Una cultura representada por grandes formasen el arte, la filosofa o las ciencias. La diferencia entre estas dos ideas de cultura que acabo de expo-ner de modo abstracto desde el lado conceptualhunde sus races en la realidad de los procesos socia-les, en el hecho de que y vuelvo a hablar de modoexagerado Amrica es un pas fruto de una revolu-cin civil-burguesa; no slo se trata de que sta tuvie-se xito, sino de que constituye el presupuesto bsicode toda su sociedad, un pas cuyo fundamento real fue

    articularse y orientarse segn el sentido civil-bur-gus. Por el contrario, todos ustedes conocen el des-tino problemtico de la Revolucin alemana; la revo-lucin en el sentido de la Revolucin francesa fracas

    S

    La Torre del Virrey agradecea los profesores Steve Zahnow(Humboldt Universitt,

    Berln) y Ramn del Castillo(UNED, Madrid) su ayudaen la localizacin de este

    texto, pronunciado como unaconferencia durante la

    Hessische Hochschulwochen fr staatswissenschaftliche Fortbildung celebrada en el verano de 1958 y publicadoen 1959 (Verlag Dr. Max Gehlen, Bad Homburg vor der

    Hhe, Berln y Zrich, pp. 246-259). El trmino Culture (eningls) slo aparece en el ttulo. Cultura traduce

    siempre Kultur (en alemn).

    Kultur y CultureTHEODORW. A DORNO

    Advertencia preliminar:La gran estima y agradecimiento del autor ante la iniciativa de la direccin de las Semanas de la Escuela Superior, que pondr a disposicin de los participantes la trascripcin de las conferencias, iguala la inquietudque le supone aceptar su publicacin. Es consciente de que, en su peculiar proceder, el efecto de la palabra hablada y escrita difiere ms an de lo que generalmente sucede hoy en da. Si el autor hablase segn la exi-gencia de la exposicin del tema, resultara incomprensible; nada de lo que diga har justicia a lo que puederequerir de un texto. A mayor generalidad de los objetos y los de la conferencia aqu publicada se formularonde modo fastidiosamente general ms se endurecen las dificultades para alguien a quien recientemente uncrtico indicaba que su produccin obedeca al principio El buen Dios vive en el detalle. All donde un textotendra que dar pruebas exactas de ello, conferencias como sta permanecen necesariamente fijas en las afir-maciones dogmticas de los resultados. Por tanto, el autor no puede asumir la responsabilidad de lo aqu impre-so y lo considera slo un recordatorio para aquellos que estuvieron presentes en su improvisacin y quierenseguir pensando por su cuenta sobre las cuestiones tratadas, a partir de las modestas sugerencias que el autor les transmiti. En el hecho de que en todos sitios encontramos la tendencia a grabar en cinta el discurso libre,as lo llaman, y luego difundirlo, ve el autor un sntoma de ese comportamiento del mundo administrado que fija con clavos la palabra efmera, la cual tiene su verdad en su propia transitoriedad, para comprometer al orador en ella bajo juramento. La grabacin es algo as como la huella digital del espritu vivo. En la medida en que elautor hace uso de la amabilsima disposicin de la direccin del curso para pronunciarse sobre todo esto sinambages, espera evitar al menos alguno de los malentendidos a los que se expone innegablemente.

    T.W.A.

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    en Alemania en 1848 y, precisamente en 1918, cuandopareca que iba a tener xito, la sociedad civil era tandistinta que las categoras revolucionarias tambinhaban cambiado. Tal vez no sea accesorio enfatizar

    esto, pues con ello puede explicarse que el conceptoalemn de cultura haya experimentado esa espiritua-lizacin. No creo necesario indicar el significado posi-tivo de esa espiritualidad, a la que tanto deben la msica y la filosofa de este pas. No es menos impor-tante, aunque resulte menos agradable, recordar queeste proceso de espiritualizacin cultural compensen cierta medida el intento fracasado de configurar la realidad en el sentido de los ideales de la RevolucinFrancesa o de la inglesa, los ideales de la burguesa.Las energas se dirigieron hacia el interior, ya que elensamblaje del orden semiabsolutista y feudal leshaba impedido plasmarse en la realidad. Esto no slootorg a la cultura alemana una fuerza incondicionalen el espritu, sino que refleja tambin un momentode carencia de realidad. Es el fenmeno que describeHlderlin cuando dice que los alemanes son pobresen proezas, pero ricos en pensamientos, y que, msque una cualidad natural del pueblo alemn, una espe-cie de constitucin originaria, seala una funcin desu dinamismo histrico. Esa funcin nos condujo a plantear lo espiritual en trminos absolutos, olvidan-do que todo lo espiritual contiene una referencia a suplasmacin en la realidad; un espritu que se basta solo a s mismo y se enajena de toda relacin con la realidad ya no es propiamente espritu.

    De lo dicho se sigue quizs que ambas concepcio-nes de cultura, que no son slo concepciones concep-tuales, sino que tras ellas se hace visible el destinosocial de los dos pases, tienen tambin sus momen-tos negativos. En Amrica el concepto de cultura,como diramos en nuestra perenne lengua filosfica,es enteramente inmanente, es decir, la cultura ameri-cana se agota propiamente en la configuracin de lascosas exteriores, en las relaciones interhumanas y, sihay algo espiritual que no se agote en ello de modoinmediato, encuentra la medida de su valor en su posi-ble contribucin a la vida de la gente. Eso implica, noobstante, que cualquier forma de trascendencia de la cultura frente a la realidad de la vida social en comu-nidad queda en el exterior; la funcin crtica de la cul-tura, ese remitir de lo espiritual hacia la exterioridadde lo que simplemente es, resulta totalmente desacti- vado o de tal modo neutralizado que apenas queda

    nada de l. Frente a ello, los momentos negativos denuestra propia concepcin de la cultura son un ele-mento determinado de lo no-obligatorio, renuncia a la intervencin, olvido de que el pensamiento de la cul-tura como ocupacin consciente con la naturaleza fuera y dentro de nosotros tambin es esencialmenteuna configuracin de la realidad, incluso de la reali-dad poltica. Apenas se exagera cuando se afirma quela sublimacin infinita de lo que llamamos cultura espiritual la pagamos con elementos de rudeza en elinterior de nuestra propia vida social, en la vida comu-nitaria entre seres humanos, especialmente en las for-mas de vida poltica. Si es cierto eso que hemos escu-chados tantas veces, que uno de los verdugos msterribles del nacionalsocialismo, para descansar des-pus de sus miserables crmenes, no slo escuchaba sinfonas de Bruckner, sino que tambin entenda bastante de msica y creo que debemos aprender que antinomias semejantes realmente existen, se

    [ 4 Kultur y Culture

    puede ser un verdugo y al mismo tiempo comprender las sinfonas de Bruckner, si eso es cierto, entoncesestaramos, por as decirlo, ante la prueba extrema deese momento de neutralizacin de la cultura, su sepa-

    racin como mbito especial frente a la realidad. Losprejuicios o los falsos juicios que cada pueblo tienesobre el otro pueden consistir en lo esencial para decirlo sencillamente en que los dos conceptos decultura que les he expuesto se aplican sin mediacin y sin ruptura uno a otro. Nosotros concebimos la Kultur como cultura espiritual y cuando nos las vemos con la configuracin americana de la vida y conlas formas civilizatorias en Amrica, entonces mostra-mos cierta tendencia a pronunciar ese juicio desafor-tunado: sos no tienen cultura, un prejuicio provo-cado por determinados fenmenos producidos en elinterior de la cultura espiritual alemana, prejuiciosque, en esos casos, yo sera el ltimo en negar. Por elcontrario, los americanos, para quienes la cultura sig-nifica una determinada relacin entre la gente y con la realidad, tienen un prejuicio ms cercano y muchomenos peligroso sobre nuestra cultura, que ven comoun mero juego limitado a lo esttico, un mundo deimgenes; mundo de imgenes que es despachadocomo un embeleco, en lo cual tiene que ver cierta falta de tradicin y experiencia en los asuntos espec-ficamente espirituales. Lo no realizado pragmtica-mente les parece la escapatoria de una tarea querequiere gran esfuerzo. Si mis observaciones ameri-canas no me engaan, el hombre cultivado en sentidoeuropeo encontrar cierta desconfianza en Amrica,como si no se hubiera amoldado del todo. Tambinencontramos ah un momento justificado de la crtica a lo privilegiado, del cual nuestra cultura no podr nunca verse libre, y tambin el rencor hacia quien nose entrega a la actividad prctica de la vida cotidiana.

    Permtanme a continuacin decirles algo sobre la imagen alemana de Amrica.

    Lo que primero llama la atencin es el llamado mate-rialismo americano. Cuando se viaja a Amrica, una delas experiencias ms fuertes es encontrarse con la sobreabundancia de productos que se ofrecen. En oca-siones no me libro de la sospecha de que, en esa idea de que un mundo que produce tantos bienes de consu-mo slo puede ser un mundo materialista, se escondela envidia de aquellos que no pueden coger las uvasporque estn demasiado altas. Precisamente es ahdonde se debe ir con cuidado y delicadeza, pues esa

    sobreabundancia de mercancas que encontramos en Amrica adquiere un rasgo que difcilmente podra describir quien no lo haya vivido, pero que tampocopodr negar ni estimar como poco importante. En esa idea hay algo del Pas de Jauja. Basta con visitar uno deesos supermercados americanos que se encuentran enlas grandes ciudades del oeste de Amrica y tendre-mos la impresin por ms superficial y engaosoque pueda ser el sentimiento de que aqu ya no falta de nada, estamos en la satisfaccin completa y sin lmi-tes de las necesidades materiales. Pero ah deberamospreguntarnos con seriedad: no hay en toda cultura, ennuestro sentido europeo, algo as como una remisin a esa utpica abundancia? Recuerden alguna de las gran-des formas de la cultura espiritual de Europa. No dis-tingo aqu entre Alemania y Europa; he vivido tantotiempo en Amrica y me he americanizado lo suficien-te como para que determinadas cosas me resulten pro-pias de Europa como unidad. Piensen ustedes en

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    Romeo y Julieta de Shakespeare. La enorme fuerza deesta obra apenas existira si no se basara en la idea derealizacin plena, la plenitud sin lmites del amor, elamor completamente ertico entre estas dos personas.

    Si en esta obra, no como tendencia, sino como fuentede fuerza que sostiene todo el asunto, la felicidad serealizara de hecho, si las personas pudiesen asegurar-se unos a otros la plenitud del amor, que nada est pro-hibido, entonces incluso el poema del ruiseor y la alondra sera uno de los ms grandes poemas escritosen una lengua europea; entonces la obra deShakespeare podra ser una obra de arte, pero comocreacin espiritual no sera lo que es. Entre las impre-siones ms curiosas que uno puede tener en Amrica est la de observar a los nios. No quiero decir que sea siempre divertido. Puede pasarte que, al cruzar la calle y sin que puedas prever nada, un nio te lance una pie-dra; y cuando vas luego a casa de sus padres para quele reprendan, te espeten que no entiendes nada de pro-

    gressive education . Pero la manera en que todo nioamericano come sin interrupcin unice-cone, la mane-ra en que puede encontrar a cada instante una forma deplena realizacin de la felicidad infantil, por la quenuestros nios se partiran el cuello en vano, eso esrealmente un pedazo de utopa realizada. Tiene algo depaz, de prdida del miedo y de la amenaza, como estar en un reino hipnotizado. La sobreabundancia de pro-ductos, el hecho de que la carencia desaparezca, a pesar de todo lo que sabemos por los grandes novelis-tas americanos sobre el Sur, proporciona a la experien-cia cotidiana un momento de paz y de no-agresividadque hemos perdido por completo en Europa. Se trata de un tipo de amabilidad que uno puede observar sobre todo en las llamadas gentes sencillas, en gasoli-neras, en el panadero que te trae el pan, en el hombreque trae el agua a casa, pues el agua del grifo no espotable all; es una especie de compenetracin de la sociedad con la humanidad en el comportamientoinmediato, lo cual contribuye a disculpar que estas per-sonas no sepan quiz pronunciar muy correctamentenombres como Bach o Beethoven, cosas que para nos-otros son muestras de buena educacin.

    S muy bien que nada es gratis en Amrica, el pasdel capitalismo monopolista. Cuando hablo de la sobreabundancia de productos y del Pas de Jauja, nosoy tan ingenuo como para creer que esta abundancia no guarde alguna proporcin con el poder adquisitivode quienes la desean. Continuamente, y aunque sabe-

    mos que en Amrica como en todo el mundo se pro-duce slo por los beneficios econmicos y en Amrica de modo todava ms organizado e insensi-ble, sucede que, a causa del gigantesco aumento dela tcnica y la maquinaria, la cantidad de objetos deuso a disposicin de la gente es tan grande que siem-pre es mucho lo que sobra, a pesar de la motivacindel propio beneficio empresarial. Repito: tampoco allnada es gratuito. Pero puede decirse que el principioburgus, que slo estrechamente coincide con el prin-cipio de la humanidad, no slo se ha pensado all radi-calmente hasta el final, sino que se ha puesto en prc-tica. Es una sociedad basada puramente en el inter-cambio. Pero esto no quiere decir que todo suceda por el beneficio econmico, y puede decirse en ciertosentido que en Amrica todo sucede en funcin delbeneficio econmico y que pueden rastrearse las hue-llas del intercambio y el mercado hasta en las zonasms sublimes de las relaciones humanas. Esta univer-

    5 ]Estudios culturales

    salidad de la prctica del intercambio significa tam-bin que todos estn ah para todos y que nadie puedeenrocarse en la limitacin de su inters particular,como sucede en la vieja Europa. En Amrica, el senti-

    miento vital de la gente est mucho ms prximo a la forma poltica de la democracia. En virtud de esto hay en la vida americana un momento de paz y benignidadque nosotros, despus de la maldad y la envidia estan-cadas de los aos 1933-1945 en Alemania, no podemosaceptar tan fcilmente y que tampoco deberamosreprochar con tanta facilidad. En Amrica es posibleencontrar entre la gente un momento, casi dira yo, deno-agresividad, lo cual tiene mucho ms que ver conel concepto de humanidad real de lo que por lo gene-ral creemos saber. La humanidad real, por su parte,remite de nuevo al hecho de que, en una sociedadburguesa totalmente basada en el intercambio comoes la americana, la propia democracia, con sus reglasde juego y sus procedimientos, resulta mucho mssustancial que la democracia alemana, es decir, lasformas democrticas no son vistas por el pueblo comoalgo ajeno. Cuando uno se encuentra en estudiossociolgicos sobre Alemania una y otra vez afirmacio-nes del estilo: Todava no estamos maduros para la democracia y a veces tengo la impresin de que en Alemania 60 millones de personas podran decir queno estn maduros para la democracia, queriendodecir que son los otros 59.999.999 quienes no estnpreparados, entonces pienso que afirmacionessemejantes seran completamente impensables en Amrica. Las formas de la democracia parlamentaria alcanzan hasta las asociaciones ms informales, clu-bes, las clases de los colegios; esas formas penetranen todo lo imaginable y estn presentes de un modomucho ms fuerte de lo que resulta posible entre nos-otros. En Amrica existe una proximidad incompara-blemente mayor entre las formas polticas y la vida.Con esto no quiero decir que Amrica est completa-mente libre del peligro de dar un vuelco hacia formasde dominio totalitario. Ese peligro se encuentra en la tendencia misma de las sociedades modernas entanto tales y sera ridculo suponer que algn pas delmundo actual sea ajeno a ello, pues el problema deltotalitarismo puede replantearse siempre de modonuevo, como tan dolorosamente se vive hoy enFrancia. Pero hay que decir tambin que probable-mente la fuerza de resistencia contra corrientes tota-litarias es mayor en Amrica me atrevera a decir

    que en cualquier otro pas europeo, a excepcin deInglaterra, que constituye una especie de nexo deunin, en muchas ms formas de las que estamosacostumbrados a creer, entre Amrica y la Europa continental.

    Tenemos la tendencia a ver en el concepto de asimi-lacin, eladjustment , que desempea un papel tangrande, peligroso y negativo en la cultura americana, la eliminacin de la espontaneidad, de la autonoma delser humano en tanto individuo. Pero probablementesea un espejismo, algo que fue criticado por Goethe y Hegel: creer que el proceso de humanizacin, el culti- vo de lo humano, se desarrolla de dentro hacia afuera.Ese desarrollo tiene lugar sobre todo como exteriori-zacin, segn expresin de Hegel. No nos hacemoshombres realizndonos a nosotros mismos como indi- viduos, sino saliendo de nosotros, en este salir de s,al entrar en relacin con otras personas. A travs deesta exteriorizacin nos determinamos como indivi-

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    duos, no como Wilhelm von Humboldt esperaba que lohiciramos, segn su concepto de formacin, regndo-nos como plantitas para ser personas educadas entodos los sentidos. Este momento, que en Amrica se

    celebra en el concepto repugnante de lo extroverti-do, ha conservado all un sentido positivo. Quieroexpresar algo tal vez un poco escandaloso. Pienso en la categora delkeep smiling , de la sonrisa obligatoria. En Amrica cualquier dependienta que nos atiende sonrede una forma encantadora. Primero nos sentiremossoliviantados al percibir que esa sonrisa no es la deeste individuo, y que no es slo que responda a la orden de un superior, sino que la ha aprendido en una de las llamadasCharm-School , es decir, en una escuela de encanto. Distinguimos todo eso en el modo de son-rer, sobre todo cuando no les sale del todo bien. Perocreo que tampoco hay que tomrselo demasiado a la ligera. Probablemente suceda que alguien obligado a ser amable de esta manera alcance una humanidad ensu relacin con otras personas que es desconocida para quien, slo para ser idntico a s mismo como si esta identidad consigo mismo fuera siempre deseable,pone una cara desagradable y le hace comprender a uno que la otra persona ya de entrada no existe y queno tiene nada que decirle a su interioridad. Por tanto,deberamos, sin por ello ignorar en modo alguno esosmomentos negativos, esforzarnos en no conducirnosde modo superficial y antidialctico justo en el momen-to en que nos deshacemos de la superficialidad.

    La forma de exteriorizacin de la vida americana que les he descrito puede calificarse como una victo-ria general de la Ilustracin en el sentido europeogeneral del proceso ilustrado. Pese a muchas institu-ciones malencaradas, como las organizaciones feme-ninas, de las que ya habrn odo hablar, en Amrica hay infinitamente menos tabes y cegueras a los quepueda obedecer ciegamente la gente, obediencia quehace surgir, por su mera existencia, tendencias des-tructivas, como sucede aqu. En Amrica hay una libertad de debate, una posibilidad de hablar sobre lascosas, que no slo no se encuentra en nuestro pas,sino que, entre nosotros, se hara adems sospechosa en el momento en que alguien, empleando nuestra jerga de la autenticidad, dijese algo as (cito una expresin alemana): No se trata de debate, sino delencuentro, que al cabo slo quiere decir que se nossustrae de esa turbia zona de la vida comn elmomento de los pensamientos que se rozan unos a

    otros y el momento de la razn en sus diferentes for-mas. Me he referido ya a la relacin americana conlos nios. No podemos ni imaginarnos en qu medida crecen en la cultura americana de una forma mslibre, menos reprimida y con menos violencia que ennuestro pas, ni de qu manera influyen los logros dela psicologa moderna en la vida cotidiana. Por msgrosero y superficial que suene, la actitud de una madre consciente de poder generar una neurosis a suhijo si le golpea, me parece ms cercana a la humani-dad que aquel comportamiento que, tras explicar deantemano que Freud ya no alcanza las profundidadesde nuestra existencia, desecha el psicoanlisis de la vieja guardia y busca finalmente excusas diciendo quelos nios llegarn a ser mejores soldados si se les pro-pina palizas de modo correcto. Yo dira que es precisoentonces incluir este elemento en lo que justamentese llama crtica de la superficialidad y empezar a entender que la libertad respecto a la autoridad se ha

    [ 6 Kultur y Culture

    extendido por Amrica en un sentido ms especfico y fecundo que en nuestro pas.

    Al hablar ahora de libertad y autoridad llego a unpunto muy difcil. En cierto sentido, la conducta de la

    gente, en Amrica, es menos autoritaria y est menossujeta a la autoridad que la nuestra. En otro sentido, tal vez lo est ms. Permtanme recordar que en Amrica el principio burgus, el de la sociedad basada comple-tamente en el intercambio, se ha llevado hasta sus lti-mas consecuencias. Esto afecta a todas las instanciassociales, incluidas aquellas que remiten ms all delprincipio de intercambio o del funcionamiento cerradode la sociedad. sta es la razn por la cual no existe a lo largo y ancho de la cultura americana un conceptode espritu que pudiese relacionarse sustancialmentecon el nuestro, y que all donde en Amrica encontra-mos espritu en el sentido europeo, ste aparece deantemano como un espritu de oposicin, como incon-formismo, en el tiempo de Edgar Allan Poe y despusen Concord, con Emerson y Thoreau, y no de mododistinto en tiempos de Melville o incluso hoy en la lite-ratura americana de vanguardia. Debido a estemomento segn el cual todos estn por todos y todo loque es lo es slo para los otros y no para uno mismo,se forma una presin que en cierto modo es ms fuer-te que la presin autoritaria que pesa sobre nosotros,esto es, el peso del conformismo, la presin que obliga a ser como los dems y no distinguirse ni en las msntimas formas del comportamiento, no llamar la aten-cin. El primero en expresar esta experiencia en toda su crudeza fue Tocqueville. Dicho sea de paso, preci-samente en ese instante de la conformidad y su presinreside la razn de que Amrica se nos haga tan difcil a los intelectuales europeos. En muchas ocasiones slopodemos elegir entre la rendicin, y pagar entonces la capitulacin con un exceso de identificacin acrtico enla que han cado muchos inmigrantes, o el aislamiento,encapsularse y no acceder a dialctica efectiva entre la experiencia americana y lo que somos nosotros mis-mos. Una tercera opcin no parece posible para casinadie; sa es la fatalidad tal vez trgica que tiene lugar hoy en la relacin entre las culturas americana y ale-mana. Si me permiten ilustrar este elemento negativode la cultura americana de una forma drstica, les cita-r a Hlderlin: He comprendido la lengua del ter, la lengua de los hombres no la he entendido jams. Ahora hay suficientes poetas americanos inconformis-tas que sobreviven ms o menos modestamente a

    veces sin ninguna modestia como profesores encualquier College y, por su percepcin espiritual y sureflexin, una palabra como la de Hlderlin puede lle-gar a sus debates. Pero el sentimiento de la vida ame-ricana se halla lejos de que un americano pregunte:qu significa He comprendido la lengua del ter? Elter no habla ninguna lengua, no hay otra lengua msque la de los hombres y lo que t llamas lengua del ter no es ms que una proyeccin psicolgica de tu propia lengua. Sin duda, esto es lo que les responder cual-quier estudiante americano normal de unCollege; todoun sentimiento vital se expresa en una conciencia semejante. En el debate sobre la cultura americana enel nivel de la cultura de masas uno se encuentra a menudo cuestiones del siguiente tipo: Cmo es posi-ble que Amrica no haya producido an un Beethoveno un Tchaikovsky? Cito esto literalmente de una publi-cacin americana enormemente difundida. La respues-ta suele ser que el ideal del yo de los nios americanos

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    Hermann Heimpel, de Gttingen, ha demostrado cla-ramente en sus trabajos que la conciencia alemana dela historia se est descomponiendo y que nos inclina-mos a olvidar todo lo que acostumbramos a reprochar

    a los americanos como expresin de su ignorancia.En todas estas cosas no es Amrica la que se ha que-dado atrs, sino Europa. Cuando todo consiste en una relacin malograda con la historia se podr formular la pregunta de si el falso renacimiento alemn de losrestaurantes Lchows en Nueva York es preferible alamericanismo con el cual hace tiempo que converti-mos Rothenburg y casi hasta Salzburgo en un souve- nir . Seguramente podemos aprender de los america-nos a no dar for granted , si me permiten la expresinamericana, las circunstancias en las cuales crecemoscomo si fueran dadas por la naturaleza, sino a ganar una especie de libertad respecto a las condiciones dela propia existencia, una libertad de la que hasta hoy no disponemos completamente. Slo quiero darlesaqu un ejemplo ms: un pianista alemn amigo mome cont que, durante un viaje de Norteamrica a Suramrica, le preguntaron a qu se dedicaba.Cuando el interlocutor se enter de que mi amigo era pianista, le respondi: Well, many entertainers now go to South America. Mi amigo qued entonces muy indignado y posiblemente tena razn; es una barbari-dad calificar de entretenimiento una interpretacin deBeethoven y Schumann. Pero quiero decir que, inclu-so en el momento en que se reivindica la msica como el arte ms excelso, tal como afirm ThomasMann, una especie de pasatiempo elevado, hay algoah de lo que nosotros los artistas podemos aprender un poco de autorreflexin; seguramente nos sera beneficioso limitar esa pretensin de absoluto que volcamos en lo que hacemos. Por mi parte creo que,ms preocupante que esta idea de la cultura comoentretenimiento (para m del todo ajena), es la ten-dencia a dirigir la cultura y a convertirla en asunto decomits de seoras mayores. Pero tambin quieroaadir que esta situacin, que caracteriza la mayora de los insulsos programas musicales, no es total.Sucede algo parecido a lo que pasaba en Roma duran-te la poca helenstica: con la desaparicin de los inte-lectuales europeos, verdaderos portadores de la cul-tura europea, que se van en masa a Amrica, quiz pueda producirse un gran cambio.

    Seoras y seores, si me preguntan qu hay quehacer en lo que atae al respeto y la comprensin de

    estas dos culturas, dir, como hago siempre que meplantean esa pregunta, que es preciso evitar perseverar en el propio punto de vista, hay que tratar de ver lascosas de forma ms compleja si aspiramos a compren-derlas, como he intentado mostrar aqu, si bien demodo insuficiente. Es complicado tanto aqu como all. All, debido a la curiosa idea delGods own country ana-lizada por muchos crticos de la cultura. Aqu, por una forma de narcisismo colectivo que reprime toda idea crtica sobre los asuntos alemanes y produce de ante-mano el contragolpe: del s, pero.

    Pero opino, y con esto quiero terminar, que no setrata de entenderse bien simplemente porque seamosmuy simpticos, amables e ilustrados. Tampocodepende de que uno vea que esto y aquello tienendeterminados aspectos positivos. Si entendieran asmi discurso, no lo haran correctamente. En realidadlo que importa es, tanto en un lado como en otro,poder permanecer en los pensamientos crticos en

    [ 8 Kultur y Culture

    vez de rendirse al poder de lo establecido y acabar diciendo: Esto es as y debe ser as y as hay queaceptarlo. Lo que deberamos tratar de superar, aqu y all, realmente no es otra cosa que la rigidez que se

    opone al pensamiento crtico, y yo slo he queridoestimular sus propias ideas y alcanzar cierta fluidifi-cacin de las oposiciones estancadas, que no poda presentarles sino en esa forma detenida, justamenteporque una vez ms se han visto paralizadas en unmundo reificado.

    Tradu ccin de Danie l Bar reto Gon z le z, Diego L pez Est r ems y Ann e Sch ieppel