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Afio UI.—H.° 42 Barcelona, «ábado 22 Octubre de 1910 Páá. 657
LA REVOLUCION DE PORTUGAL. — Grupo de republicanos escuchando una arengaCíe Alxneida en los momentos más criticos de la revolución,
10 OBKTXKOB
658 EL DILimO
CHARüA IflSÜSTflHCIñbKo, impaciente lector, el atentado de que ha
sido víctima la niña Montserrat no quedará impu¬ne porque no ha podido cometerse sin la activaó la pasiva cooperación de los encargados-de lacustodia de esas pobres niñas.Si te ton as el trabajo de pensar un poco verts
que la vida de las niñas asiladas se hace en co¬mún, es decir, que no están solas en ninguna cir¬cunstancia; juntas comen, juntas duermen, juntasasisten á los actos religiosos, juntas se pasean ysi alguna vez una ó varias de ellas se separan desus compañeras es por orden de la superiora ypara acompañar á las madres que van á recogerlimosnas ó á realizar cualquier otro acto impuestopor el reglamento ú ordenado por quien tiene au¬toridad para hacerlo.Asi, pues, la niña Montserrat no pudo ser sepa¬
rada de sus compañeras sin conocimiento de laencargada de su asistencia y vigilancia y menosser llevada á un sitio donde no se oyeran sus gri¬tos ni pudiera ser socorrida por nadie.De manera, sensible y caritativa lectora, que
ya ves cómo hay no un hilo, sino un cable fuertey resistente para llegar á ese ovillo lleno de enre¬dos y marañas de los que muchos se pondrán enclaro con un poco de paciencia y de buena volun¬tad y cuyo conocimiento servirá de freno á loscalumniadores de la enseñanza laica y á los que,preconizando las ventajas de la enseñanza reli¬giosa, no dejan en paz á nadie, pidiendo á todashoras y á todas horas cantando las excelenciasdel timo por el procedimiento de la caridad.Ocasión es esta, y no creo que se deje escapar,
de examinar detenidamente la marcha y funciona¬miento de todos esosCentrosde enseñanza, y está seguro,amable lector, de que la pu¬blicidad de tal examen harácesar muchas arrogancias yacallará muchas voces insul¬tantes y provocativas.\ amos á ello, que acaso lo
consigamos á fuerza de pedir¬lo y acaso nos libremos deuna competencia que pone ámuchos desgraciados en inmi¬nente riesgo de condenación.Y mira de qué modo tan
sencillo.Si á pretéxto de enseñar á
trabajar y de hacer que secontraigan hábitos de obliga¬ción y paciencia para sufrirse recogen caritativamentealgunas docenas de mucha¬chos, y sólo para realizar tansantos fines ¡Dios nos librede pensar otra cosa! se reco¬rren los grandes almacenespidiendo trabajo y obtenién¬dolo, porque los almacenistasse sienten caritativos y, lo^que es más práctico, porquela mano de obra resulta mu¬
cho más barata, vendremos áparar á que una mujer, porhábil y laboriosa que sea, nopodrá ganar para vivir y,..Y nada más; los lectores
hablan por nosotros.Los portugueses han suma¬
do todas esas y otras ventajasde los institutos más ó menos
monásticos, después han vis¬to lo que les coiiviene, y handecidido condenar á su, pue¬blo á qué se las compongacomo pueda sin que Venganlos de la moralidad religiosaá derramar sobre ellos los do¬nes de su caridad inagotable.Y la Iglesia ha bajado hu¬
mildemente su cabeza, com¬prendiendo que ya es hora dedar al César lo que es del Cé¬sar, después de haber dado alEl verdadero proyeeto de Cobián.
SUPLEMEHTO ILUSTRADO 659
Una sesión del Comité de damas del Congreso de la Tuberculosis
EL eURfl ? EL FRAILE
diablo durante tantos años lo c;ue era su¬yo y lo que no lo era.El hermoso arranque de caridad t ue es¬
tamos presenciando, y que El Dn.rvio hatenido la honrosa satisfacción ' de provo ■
car, pone de manlfieslo ¡o que el pueblosiente y lo t ue el pueblo piensa. ^ a cincpor tantos conceptos sea víctima de lasdesigualdades sociales, que se quite hastala más remota posibilidad de que vencansus tiernas hijas á ser víctimas de mons¬truos, sean de la clase que fueren, alber¬gados entre las tinieblas de esos edificios,cuyo e.vamen es tan difícil hasta para losencargados de cumplir las leyes.Si la candorosa inocencia de la niña
Montserrat, si hasta su falta de clesarrollotísico, no la han librado de un atentadotan odioso, ¿c ué podrá pasar con las quesé hallen en la plenitud de su belleza?Que contesten los encargados de la cus¬
todia de esas tiernas niñas y cue los pa¬dres oigan la contestación con la atenciónque merece.
Solf.\.\'i-:li.o.
Axtls dej. .sek.móxEscena: Sacristía de parroqiii.a de tercera cla¬
se. Ornamentes pobres, mucho humo de ciga¬rros y poca limpieza. -- Personajes: Un curagordo ffue fuma un puro. Otro cura más gor¬do revestido de sobrepelliz. Dos monaguilloscon cara sucia y sotanas cortas llenas demanchas. Una devota vestida con lujo chillónV de mal gusto.-Un sacristán joven, alto, del¬gado, con grandes ojeras, tiene siempre lamano izquierda en el bolsillo, del pantalón,debajo de la sotana. Muy nervioso.
La niña Montserrat Iñlguez en brazos de su ma¬dre. Victima de la lujuria de un monstruo en elconvento de Santa Isabel, de la barriada de Gracia.
La devota.-A ver cómo se porta, don Fe¬lipe. Ya-sabe usted que hoy pago yo la novena. Nose olvide usted de dedicar un recuerdo á mi di¬funto Narciso. ¡Cuánto se alegraría él de oírle!Algunas merendonas han hecho ustedes juntos...¡Ay, no somos nadje!... ¡Tan bueno y tan robustocomo estaba!... En fin, no hablemos de esto por¬que me enternezgo... (Hace que se limpia una lá¬grima.) Sobre todo elogie usted mucho á los pa¬dres franciscanos, porque como la novena es á
San Antonio y yo los quiero tanto... Me ha dichoel P. Guardián que vendría á oirle el sermón...Ya sabe usted que tiene mucha mano con el señorobispo... ¿Habrán empezado ya la novena? (Al sa¬cristán.) Nicasio, asómate á la iglesia á ver...El cura gordo.- Diga usted, doña Manuela; ¿le
quedó á usted más Vino rancio de aquel que nosdió para las misas? Porque se nos acabó y esta¬mos bebiendo veneno.
m DiLimo
Sesión inaugural del Congreso español internacional de la tuberculosis. — Mesa presidencial
para reina.La devota.—Es que una tiene
buen corazón... Yo no puedo veruna nesecidad sin remediarla.El sacristán.— Van á empezar
la novena... El P. Guardián de losfranciscanos está en el coro...La devota (con gran júbilo).—
¿No le decía yo á usted?... Ea,me voy... Hasta luego; ya entraréá felicitarle y que se luzca usted,señor pedricador... (Sale.)El cura gordo. — Esta tía te la
birlan los frailes, como á mí mebirlaron á la viuda del coronel...iV qué lujo lleva! Ya tuvo suertede entrar á servir en casa de donNarciso...El predicador. — ¡Y tener que
elogiar á los frailes! ¡Así los par¬ta un rayo!El cura gordo.—¡Y tu que no lo
hagas! Te arman un lío con elobispo que te hunden... Y ten cui¬dado con la Ruperta, tu ama, queya la han visto ir al convento dosveces...
Los monaguillos.—Ya es la ho¬ra de salir.El sacristán.—Vosotros delan¬
te... Cuando usted quiera, donFelipe... (Salen.)
11E.N' EL .SEK.MÓ.X
Escena: Iglesia atiborrada de gente depoco pelo. Banco.s y sillas llenos defieles.. Muchos cuchicheos... Vie¬jas que dormitan .. Por 1 s rinconesparejitas de jóvenes muy acarame¬lados... En el presbiterio curas ymuch is seglares calvos... Don Feli¬pe palmotea en el pulpito... La de¬vota rica le mira extasiada... En elcoro el padre Guardián aguza eloído.
El predicador. — «...Y tiende,¡oh santo bendito! una mirada de
La devota.—Mañana les enviaré media arroba.El predicador.—Usted siempre tan rumbosa.
Esta doña Manuela había nacido
protección sobre la ilustre dama que hoy costea es¬tos solemnes cultos, cuyo corazón derrama con-
LA REVOLUCION DE PORTUGAL.— El Arsenal de Lis¬boa en el momento de izarse la bandera republicana.
ELDILUVIOILUSTRADO Ledilasseñasdelacasa,ycuandocomprendiódondeera; —Muybien—medijo—.EsunadelasfincasdeM.IBertin- Lavaille[Dentrodemediahoraestaréallíconcuatroseño¬ ras!iJá,]á,já!¡Cuatroseñoras!... Meacompañóhastalapuertasincesardereírymedes¬pidiódiciéndome:- —¡Hastaluego!Dentrodemediahoraestaréallí.Volvíámialojamientolomásdeprisaquepude,admi¬
radoypreocupado. —¿Cuántoscubiertos?—mepreguntóMarchasalverme. —Once.Nosotrosseis,elcuraycuatroseñoras.Sequedóestupefacto.Yosaboreabamitriunfo. —¡Cuatroseñoras!—repitió—.¿Hasdichocuatroseñoras? —Hedichocuatroseñoras. —Verdaderasmujeres.
—Decarneyhueso. —¡DiablolMienhorabuena. —Laacepto;creomerecerla. Abandonósusitio,abriólapuertaypudecontemplarunalargamesacubiertaconunblancomantel,alrededordela cualtreshúsarescondelantalesazulesdisponíanlossitios
yarreglabanloscubiertos —¡Habráseñoras!—gritóMarchas. Lostressepusieronábailar,aplaudiendoconentusiasmo.Todoestabaápunto.Aunesperamoscercadeunahora.Undeliciosoolordeavesasadassepercibíaentodalacasa.Ungolpedadocontraelpostigonoshizolevantaráto¬
dos;elgranPonderelcorrióáabriryuninstantedespués aparecióeneldinteldelapuertaunahermanadelaCari¬ dad.Delgaducha,arrugadaytímida,saludóunoporunoáloscuatrohúsaresquelamirabanazorados.Detrásdeella seoyóunruidodebastonesgolpeandoelpavimentodel vestíbuloyvimosaparecer,siguiendoálamonjaenhilera,tresviejasconpapalinasblancasquesebalanceaban"condiferentesmovimientos,zozobrandoáderechaéizquierda.Lastrespobresmujerescojeaban,arrastrandolaspiernas,estropeadasporlasenfermedadesydeformadasporla vejez;tresinútilesfueradeservicio.Eranlasúnicaspen¬ sionistasdelestablecimientodecaridadquedirigíalaher¬ manaSanBenito,capacesdecaminarsolas. 232
«
LANOCHEDEREYES h1—decíaelcapitán,condedeGarens—-CreoquejamásmeolvidarédeaquellafiestadeReyesquecelebramosdurantelacampaña. Erayoentoncessargentodehúsares
yhacíaquincedíasqueibadeexplora¬ ciónsinperderdevistaálavanguardiaalemana.Lavísperahabíamosacuchilladoáunoshuíanos,,perdiendotreshombres,entreelloselsimpáticoRandeville;creoquenooshabréisolvidadodelpobreJosédeRande¬ ville.EldíaáquemerefieroelcapitánmemandócondiezjineteságuardaryocupartodalanocheelpueblecillodePorteria,dondenoshabíamosbatidocincovecesentressemanas.Noquedabanenpieniunadocenadecasas,nihabríaunnúmeromayordehabitantesenaquellagazapera.Tomémisdiezcaballosysalíáesodelascuatro.Alas.cincoyahabíacerradolanoche,yáesahora,próximamen¬ te,llegamosálasprimerascasasdePolterin.HicealtoyordenéáMarchasqueentrasesoloenlaciudadáprocurar-
225
EL
DILUVIOILUSTRADO
se
noticias.Os
acordaréisde
Pedrode
Marchas,quese
casó
despuésdela
guerraconla
bija
menordel
marquésde
Martel-Auvelin.Entrelos"
voluntarioshabía
escogidolosde
mejoresfani-
liasy
así
éramostodosunos,puesno
haynadatan
violento
enla
miliciacomoel
tenerque
tratarsecon
ciertostipos.
Este
Marchasera
decididocomonadie,astutocomoun
zorroy
flexibley
ligerocomouna
serpiente.Venteabalos
prusianoscomoun
sabuesoventeauna
liebre,
encontraba
provisionesdonde
cualquierade
nosotrosse
hubieramuerto
de
hambrey
obteníanoticiasy
datosde
todo,
siempreexc-
tos,conuna
lacilidadadmirable.
A
losdiez
minutosestabade
vuelta,diciendo:
—Estova
bien;noha
pasadopor
aquini
un
prusiano
desdehacetresdías.Este
puebloha
sidomuj;
castigado.He
habladoconuna
monjaqué
cuidabacuatroó
cincoeníer-
mosenun
conventoabandonadoy
porellalo
he
sabido
todo.Dila
vozde
marchay
penetramosenla
calle
principal.
-A
travésdela
oscuridadse
distinguíancon
trabajolas
pa¬
redescaídas,los
techos
derrumbados.En
algunashabita¬
cionesse
veía
brillarla
luzá
travésdelos
cristales;era
una
familiaquese
habíaquedado
guardandosu
casamedio
derribada,lo
que
hacíasuponerqueeranmuy
valientesó
muy
pobres.Empezóá
caeruna
lluviamenuday
fríaquenos
helaba,
sin
mojarnosapenaslas
gruesascapas.Los
caballostrope¬
zabancon
piedras,muebles,vigas...
Marchasnos
guiaba,
caminandodelantede
nosotrospieá
tierra,conel
caballo
cogidodela
brida.
—¿Adóndenos
llevas?
—Aun
buen
alojara'entome
respondió.
V
prontose
detuvodelantede
una
pequeñafincade
aspec¬
to
decenteque
habíaquedadoen
piepor
casualidady'quese
hallabacerrada.
Detrásdela
casahabíaun
jardínValién¬
dosedeun
gruesoguijarroque
encontróá
mano.Marchas
hizosaltarla
cerraduradela
verja,subiólos
escalonesde
la
terrazay
ftrzóla
puertade
entradaá
patadas,y,
empu¬
jándolacontodoel
cuerpo,encendióun
calode
velaque
llevabasiempreá
prevtnciény
nrs
precedió,entrandoen
.VOVEL.VSV
CUENTOS
—Nocenoaquí,hija
mía.
—¿Dóndecenaréis,pues?
,
—Conestos
señores.
A
puntoestuvede
decirle:"Llevadá
vuestracriada,,para
verla
caraque
ponía
Marchas,peronome
atreví.
—¿Entrevuestras
feligresas—lepregunté
tímidamente—
no
habráalgunade
lasquehan
quedadoenel
puebloá
quienpoderinvifar,si
os
parece.
Despuésde
pensarloun
momento:
—¡No,
nadie!—mecontestó.
—
¡Nadíel—insisti—.Vamos,señorcura,buscad.Seríael
complementodela
fiestael
tenerseñorasá
nuestramesa.
¡Por
supuesto,comoen
familial...Tal
vet
puedayo
ayudar
vuestramemoria...El
panaderoconsu
mujer,el...el...el...
relojero...el
zapatero...el
boticarioy
la
boticaria..Tene¬
mosbuena
cenay
buenvinoy
desearíamosdejarun
buen
recuerdoá
la
gentede
este
pueblo.
El
curavolvióá
meditarun
buenrato,y
de
prontodijo
resueltamente:—
No,no
hay
nadie,
—
Caramba,señorcura,es
lástimatenerel
habaá
punto
y
no
encontraruna
reinadi.
Vamos,buscad.
¿Nohayun
alcalde_casado,un
secretarioó
un
concejalcasados?
—
No;
todaslas
mujereshan
abandonadoel
pueblo.
—¿Yno
habráenel
puebloni
una
propietariade
buenver
consu
correspondientemaridoá
quien
podamoshacer
este
obsequio,lo
quesepiauna
honrapara
nosotrosen
laspre¬
sentes
circunstancias?De
prontoel
curase
echóá
reír
estrepitosamente,ha¬
ciendo
retemblarla
habitaciónconsus
carcajadas.
—¡Já,já,jál
—exclamó—.Ya
tengoloque
queréis:yah:
dadoconello.¡SantoDios,lo
quenos
vamosá
divertir!¡
já,
já,já!Ya
veréis,hijosm
os,lo
quenos
reiremos.Y
ellas
irámconmuchogusto,¡yalo
creo!con
muchogusto.¡Já,já,
jál
¿Dóndees
alojáis?
íl)Se
refiereel
autorá
la
nntitluac.istuinhreque
existet.
da:
Viaen
algunospueblosdo
I-ranciade
celebrarla
nochede
Reyes
comieidoen
fanii.'ia.A
los
postresse
reparteentrelas
señora:;
una
torta,enla
que
previamentesoha
introducidoun
haba.
Aquellaquesela
encuentreenel
trozoquele
ha
correspondido,
es
drclaradareinadela
fiesta.
231■
SüÍLEBEÏíTO ILDSTRADO
tinuas 1 ígrimas por la au¬sencia del amante esposoque desde el cielo la con¬templa... (doña Manuelase pasa el pañuelo porlos ojos; todos la miran)y premia con largueza sugenerosidad con los des¬validos y con la SantaIglesia, que se regocijaViendo en ella una de su,-;
l.ijas mas preclaras... Y,sobre todo, no te olvide;de tus venerables herma¬nos los ilustres l.ijos deSan t rancisco, que feliz-menie se han establecidoen esta comarca para per¬fumar con el aroma desus virtudes á esta cató¬lica ciudadyderramarportodas partes los deslum¬bradores destellos de su
inteligencia... Bendice deun modo especial á su dig¬nísimo Guardián, vivo re¬trato del serafín de Así.=,dechado de todaslas vir¬tudes, cuyas huellas debiéramos besar todos losque tenemos la dicha de tratarle, y haz que bajosu sabio gobierno prospere y crezca su conventopara edificación y ejemplo de todos los buenos yconfusión de los impíos, etc., etc... Y sean todasestas bendiciones precursoras de la gloria celes¬tial que á todos os deseo en el nombre del Padre,del Hijo y del Espíritu Santo. .Amén.»t^ltEl preciicador baja del pulpito anegado en sudory congestionado... Se perciben por todo el templomurmullos de aprobación, toses, sonar de narices,ruido de sillas... La devota rica es felicitada pormuchas señoras El P. Guardián sale del coroentre dos filas de músicos y cantores que le miranembobados... El órgano suelta con estrépito todasu trompetería..,
111.
Despué.s del SER.MÓ.V.Escena: La misma del cuadro I. Personajes: Los dichos
y gran coro de beatas, cofrades y curas que van y vie¬nen. Don Felipe moja bizcochos en una copa de Jerez.La devota.—Me ha hecho usted pasar un rato
delicioso que no olvidaré en mi vida. ¡Ay, y quépico tiene usted! Le ha gustado mucho á todo el
Los alumnos de las ciases diurnas del Ateneo Obrero de Barcelona en su excursión alParque Municipal.
Primer aniversario del fusilamiento de Ferrer.—Manifestan¬tes reunidos junto á la tumba del que fué fundador de la EscuelaModerna.
mundo el sermón... Cuente usted con el de lasMaravillas; ya sabe usted que soy camarera de laVirgen y que los pago bien...El predicador.—Gracias, gracias... Usted siem¬
pre tan buena.Varios curas y seglares.—¡Que sea enhorabue¬
na... ¡.M.uy bien, don Felipe!... ¡Abrigúese queestá usted sudando!...El P. Guardián.—(Entra con aire hipócrita; to¬
dos se levantan y le rodean solícitos. Dona Ma¬nuela le besa las manos, el cordón, el hábito ytodo lo que puede... Don Felipe le hace una pro¬funda reverencia.!. Gran e.xpecíación y silencio.)Vengo á darle á usted las gracias por las inmere¬cidas frases de elogio que ha dedicado usted á mihumilde persona, á mi Comunidad y á la gloriosaOrden á que pertenezco... Sacerdotes como ustedson una honra para el Santuario y yo me encargode que el prelado conozca su celo por la religióny. sobre todo, su amor á las Ordenes religiosas...Mi felicitación más cordial, pues, y como gratitudmis humildes oraciones... (Le bendice.)El predicador.—Me honra usted demasiado, re¬
verendísimo padre... Dios le premiará tanto favor.La devota ( ,ue se come al Guardián con los
ojos).—Mañana, padre, iré á confesarme...El Guardián (haciendo que no la mira).—Las
aguas salutíferas de la penitencia esperan á todoslos pecadores... (Sale con todo el aparato de laentrada.)La sacristía se va quedando sola. Los fieles se
van. Los monaguillos apagan las luces, ti sacris¬tán recoge chirimbolos sin sacar !a mano izquier¬da del bolsillo del pantalón. Don Felipe apura laúltima copa de . erez y dice en su interior;—¡.Maldito fraile! ¡.Así revientes, ladrón! Si su¬
piera que ayer le birlé las misas de San Gregoriode la estanquera no me llamaría honra del San¬tuario.El P. Guardián, camino de su convento, murmu¬
ra entre dientes:—Si llega á saber que media hora antes del ser¬
món estaba su Ruperta en mi celda, .cualquier-díame llama retrato del serafín de .Asís!...
Fr.vy Gerundio.
PARLAMEHTARISMOCÓMICO
Nada más regocijado,cuando sueltan la sin hueso,que Antolín en el Senadoy Dalmacio en el Congreso»¡Ho que nos hacen reír
en cuanto empiezan á hablar,su modo de discutiry su modo de pensar!Dicen que Antolín es listo
y que talento rebosa;pero yo, por lo que he visto,sospecho que no hay tal cosa.Aunque elogian su valor
en la lid parlamentaria,lo cierto es que el buen señorsale á una paliza diaria.Apenas hablar le toca
y se dispone al combateno abre el obispo ta bocaque no diga un disparate.Así es que cuantos están
tristes ó sufren esplín,á diario al Senado van
ipor escuchar á Antolín!Pero ¡qué regocijado
se muestra todo el concursoapenas el purpuradoda comienzo á su discurso!|Cómo á la Cámara encanta
y la inunda de alegríala ocasión de escuchar tantadivina majadería!
¿Y don Dalmacio? A despechode su modestia sin par,en la Cámara ya se ha hechorun tipo muy popular.De bola á bola ó por tabla
dice cosas oportunasy si se anuncia que él hablase ven llenas las tribunas.Nadie se muestra rehacio
para oirle, por el motiv j;de que resulta Dalmacio iun orador muy festivo.Y si despacio ó deprisa
tercia en cualquier discusión tlya tiene el Congreso risapara toda la sesión!El causa nuestro embeleso
en aquel augusto espacio...¡Qué sería del Congresoá no ser por don Dalmacio!¡Qué de discursos sin ñn!...|
¡Qué aburridas discusiones!...Mas ¡gracias á él y á AntolínJse puede ir á las sesiones! i
Manuel Soriano,
ÜB FEÜICIDRD SÜPRECDR—¿Ha leído usted—me dijo el doctor encendien¬
do un cigarro—el relato de la ejecución?- -Sumariamente. Siempre es lo mismo.El sentenciado á quien preparan para el lance
fatal; la bruma, la descripción de la plaza, las la¬mentaciones de los reporters que no han podidoacercarse... Es una desconsoladora monotonía.
—Lo que usted no sabe es que el reo ignoraba<;ue iba á ser ejecutado. Caminó hacia el cadalsocon la sonrisa en los labios, de suerte que el gol¬pe fatal fué para él como el colmo de la dicha.—¿Y cuál fué la causa de esa ilusión?El doctor sonrió malicisamente y dijo con sen¬
cillez:
—He suprimido la pena de muerte por medio desugestión. La sugestión es el apoderamiento delhombre por el hombre. La sugestión puede crearlas alucinaciones más variadas.Por parte de la Vista se puede sugerir una apre¬
ciación de la forma, el color y la situación de unobjeto; producir un error sobre la identidad deuna persona que se toma por otra, evocar la pre¬sencia de una persona ausente.Por parte del oído se puede hacer oir un es¬
pantoso ruido en medio del silencio absoluto.Por parte del sentido del gusto se puede hacer
comer un papel que sepa á jamón y beber agua demar que sepa á champaña.
Y así en los demás sentidos.Yo me interesé por Damperier, que haj pagado
con su vida su falta.Mi profesión me permitió Verle en su celda; no
le abandoné sino cuando dejó de latir su corazónen el patíbulo. ;Nadie ha podido ver mejor que yo al pobre Dam-
perier en sus últimos momentos.Pues bien; Damperier ha escapado al castigo;
ha muerto dichoso, bendiciendo la justicia de loshombres.La pena de muerte no es, como es sabido, pu¬
ramente física.Desde este último punto de vista la piedad de
¿De qué servirá a ley- si ya está dentro es-ta grey?
666 EL DILUVIO
LA REVOLUCION DE PORTUGAL. — Destrozos ocasionadospor la metralla en el monumento que en la Avenida de la Liber¬tad, de Lisboa, conmemora los becbos de armas de las tropas lu¬sitanas contra las españolas y la deñnitiva independencia dePortugal.
los sabios cree haber dicho su postrera palabra.La espera del momento supremo aplastará á un
sanguíneo, torturará á un sensible; pero no haráhuella en el idiota. Mientras el trance fatal estálejano el reo vive y se sostiene de la esperanza.Sólo en el breve plazo de los últimos instantes escuando el sentenciado á muerte sufre el castigoen todo su rigor.Ha esperado; ya nada más puede esperar.Ninguna evasión es posible.Este tormento dura med a hora, pero es atroz.Pues bien; la ciencia viene á transformar la an¬
gustia de estos treinta últimos minutos en unabeatitud incomparable.La víspera de la ejecución el abogado de Dam-
perier pudo introducirme en la celda del reo.Fácil me fué dormirle, como yo conocía por las
sesiones de los tribunales la historia trágica desu crimen, le dije:—Mañana por la mañana vendrán á buscarle;
Matilde, á quien creía usted haber matado en unmomento de celos, no ha muerto, y se va á casarcon usted.
La sugestión se veri¬ficó y vea usted cómo hatenido efecto en la prác¬tica.Hn el momento en que
ei verdugo fué introduci¬do en la celda del reo,Dampier se adelantó á élcon las manos tendidas,exclamando:
— ¡Gracias a Dios!Luego,mientras ¡agen¬
te lo rodeaba, él hablabacon un gozo infinito.
— ¡Qué m iñan:i tanliermosa! ¿Verdad? Voyal patíbulo contentísimo.No perdamos un instanteen vanas fórmulas... Va¬mos , amigo verdugo...Por tu mano voy á reci¬bir la dicha- más gr;indeque he tenido en la Vida.¿Quieren ustedes beberalgo? ¡Regocijémonos!Ninguno de los asis¬
tentes sabía lo de la su¬
gestión.Estupefacto el direc¬
tor de la prisión, hizoservir un vino blanco, nodel todo malejo.Se bebieron unas ce¬
pitas, y ya iban á secun¬dar con otras, cuando elreo se opuso.—¿En qué piensa us¬
ted?—dijo— ¿y esa mul¬titud que nos espera enla plaza? Vamos, seamosexactos.Se le vistió; ¡él lanzó
un suspiro de satisfac¬ción!Ya vestido, se dirigió
hacia la puerta de la cel¬da y recibió á las perso¬nas que entraban como áotros tantos invitados.Llegado el momento se
lanzó fuera, dirigiéndo¬se con paso seguro al sitio de la ejecución.
— ¡Ved qué hermoso está! No he visto altar másornado de flores. Los cirios ardiendo, parecen es-trellitas por cima de la frente divina de mi novia.Y en el momento en que se le apretaba el cue¬
llo, Damperier exclamó con sonrisa inefable:—¡Es el primer beso!¿Por qué no se persuadirá á los sentenciados á
muerte de que el último suplicio contiene la feli¬cidad suprema?
AURELI.VyO SCHOLT..
".leamos positivistas^ es el título de un artículode Ei Progreso.¿Quién lo escribió? Porque seguramente el que lo
hizo, al tratar de positivismos, tenia en la mente elproyecto de traída de aguas de don Gonzalo de Ri-
|ÍLDILUVIOILUSTRADO Sidudahabíacreídoenalgunasorpresaóenalgunaem¬ boscadadeladrones,porquesealegróalvçrmeymeres¬ pondiósonriendo: —Buenosdías,amigomío;entrad.Leseguíypenetramosenunasalítaenladrilladadonde ardíaunfuegoraquítico,biendiferentedelbraserode .\larclias. —¿Enquépuedoserviros?—medijoacercándomeunasilla. —.Señorabate,permitidmequehagayomismomipre¬ sentación, Ylealarguémitarjeta,latomóyleyóenvozbaja:"El condedeGarens„. —Somosonceentremiscompañerosyyo,señorcura—le
dijevolviendoátomarlapalabra—;cincodeserviciode avanzadayseis,instaladosencasadeunvecinoquenoco¬ nocemos.EstosseissellamanGarens,servidorvuestro, l'edrodeMarchas,LudovicodePondere),elbarónd'Etrei- llis,KarlMassouligny,elhijodelcélebrepintor,yJoséHer- bon,unmuchachomúsico.Vengoensunombreyenelmío árogarosnosdispenséislaaltahonradecenarconnos¬ otros.EsunafiestadeReyes,señorcura,ydeseamospa¬ sarlalomásalegrementequesepueda. —Meparece—dijoelcurasonriendo—quenoesocasiónmuyoportunaparadivertirse. —Todoslosdíasnosbatimos—lecontesté—.Catorcede nuestroscompañeroshanmuertoenmenosdeunmesy ayermismodejamossobreelcampootrostres.Estaesla guerra.Nosjugamoslavidaátodashoras;creoquetene¬ moselderechodejugárnoslaporcelebrarunafiesta.So¬ mosfrancesesyconestoquedadichoquenosgustala alegríayquesabemosmorirriendo.¡Nuestrospadresse reíansobrelaguillotina!..Estanochedeseamoscorrerla comogentebieneducada,deningúnmodocomosoldades¬ ca,¿entendéis?¿Tenemosrazón? —Tenéisrazón,amigomío—mecontestóconviveza—,y aceptoconmuchogustovuestrainvitación.¡Gertrudis!— gritó.■ Unaviejaaldeanacorcobadayllenadearrugas,horrible, apareciópreguntando: _—¿(Juédeseáis?. 230
.NQVliL.XSVCUENTOS,
unahabitaciónbienp:iestayconfortable,dep.iriicularrico, filiándonosconunaseguridadadmirable,comosihubiera'abitadotoda-suvidaenaquell.acasadondeentrabapor primeravez.Fueraquedarondoshombrescustodiandolos caballos. •MarchasdijoalgranPondere!,queleseguía: —Lascaballerizasdebenestarálaizquierda;lohevisto
alentrar.Véallíyacomodaloscaballos,queahorano noshacenfalta. Luego,volviéndoseámi,megritóalegremente: —Daórdenes,¡viveDios!,queparecequetesucedaalgo. Estabaadmiradodeversudecisión. —Voyácolocarmiscentinelasenlosalrededoresdelpue¬ blo—lecontestériendo—.Espérameaquí. —¿Cuántoshombrestellevas?-mepreguntó. —Cinco.Elrelevoloharemosálasdiezdelanoche. —¡DecirquéesdíadeReyes!Yohepuestounapicaen l-iandesencontrandotodoesto,pero...habremosdepasar¬ nossinreina.¡Seráunafiestatontayaburrida! —¿Tonta?—repetícomouneco—.¿Porqué?¿Qi.équieresquehagamos? —Quebusques... -¿Qué? —¡Pardiez!¿Quéhadeser?Mujeres. —¿Mujeres?¡Estásloco! —Yoheencontradotodoloquehasvisto,sinindiciosque
meguiaran,entantoqueparatíunafaldaesundatocier¬to.Busca,busca,compadre. Teníaunairetangrave,tanserio,tanconvencido,que
yonopodiacreerqueaquellofueradichoenbroma.Sin embargo,ledije; —¿Teburlasdemí.Marchas? —Yonomeburlojamásdemissuperiores. —Pero¿dóndediablosquieresqueencuentremujeres? —Dondeteplazca;aundebenquedardosótresenelpue¬blo;descúbrelasytráetelasaquí. l-lacíamuchocalorjuntoalfuego:melevantéyeneste momentoMarchase.xelaraó: —¿Quieresunaide.i? —Sí.
EL
DILUVIOILUSTKAUO
—Veteá
buscaral
cura.
—ò'Mcura?¿Paraqué?
—Invítaleá
cenary
ruégalequese
traigauna
mujer,
—jEl
cural[Unamujer!¡Já,já,
já!,..
-Puesyono
merio.
Veteá
buscaral
curay
cuéntale
nuestrasituaciónInvítaleá
cenary,
halagadopor
esto,
aceptará;note
quepaduda.
Después1^
dicesquenos
hace
faltauna
mujerporlo
menos,perouna
mujer
aceptable,
presentable,que
puedaalternarcon
gentedel
granmundo
como
nosotros.El
debe
conocerá
sus
feligresasperfecta*
mente,al
dedillo.Si
hay
algunade
condicionesy
te
portas
bien,tela
indicará.—Marchas,
Marchas,¡quécosasdices!
ïl
NOVELASY
CUENTOS
—QueridoGarens,
nadate
cuestaprobar.La
cosaes
ori¬
ginal,perose
tratade
gentedecente
¡pardiez!y
nos
por¬
taremoscomotal,con
perfectay
exquisitacortesia.Dileal
cura
nuestrosnombres;hazle
reiró
enternécelo,sedúcele
y
decídele.—No,no;es
imposible.
Se
acercóá
miy,
conociendomi
flaco,el
muy
pillóme
dijo:—Piensaen
queesta
travesuradarla
que
contary
que
reir;en
todoel
Ejércitonose
hablarlade
otracosa.Esta
calaveradaformaríatu
reputación.
Yo
dudaba,tentadoporla
aventura.Marchasinsistió:
—Vamos,queridoGarens,tú,
comojefede
destacamento,
eresel
indicadopara
celebraruna
entrevistaconel
repre¬
sentantey
jefedela
iglesiade
este
pueblo.Te
suplicoque
vayasy
te
prometoun
romancecontandola
aventuray
haréqueveala
luz
públicaenla
Revistade
AmbosMundos
unavezse
terminela
campaña.Esla
únicaocasiónquese
te
presentade
pagará
tus
soldadoslas
penosasjornadasde
estemes.—¿Dónde
estála
abadía?-pregunté,decidiéndomeú
mar¬
char.-—Dirígeteporla
segundacalleá
mano
izquierda,encon¬
trarásuna
aveniday
al
finalde
ellala
iglesia;al
ladoverás
la
casa
abacial.Y
al
vermeenla
calleme
gritó
alegremente:
—¡Dileel
mentíparaque
entreen
ganas!
Sin
gran
trabajotopéconla
casadel
cura,al
ladode
una
pobrisimaiglesiade
ladrillos.Llamé
conel
puñoenla
puerta,que
carecíade
campanillay
de
llamador,y
unavoz
fuertepreguntódesdedentro:
-¿Quiénva?—Sargento
de
húsares-contesté.01
ruidode
cerrojosy
el
de
unallave
quese
introducía
enla
cerradura,y
al
abrirsela
puertame
encontréfrente
ú
un
cura
barrigudoy
alto,de
pechoatlético,de
formida¬
bles
manos,que
asomabanentrelas
mangas
arremangadas
dela
sotana.Su
rostroera
apopléticoy
tenia
ademástodo
el
airedeun
matón.—Buenosdías,
señor
cura—ledije
saludandomilitar-
n.ente.
229
SUPLEMENTO ILUSTRADO 669
bas que para la mayoría lerrou-xista del Ayuntamiento y paramuchos frohombres del lerrou-lismo es ahora lo verdadero, loúnico positivisimoTodo lo demás,incluso las ideas que dicen susten¬tar, es para ellos negativo idea!.
Ese proyecto de aguaspara ellos representauna cifra incalculablede garbanzos y chuletas.
« •
Echan sapos y culebrastodos los diarios neoscontra los dignos periódicosque aún hablan del atropellode la niña Montserratcometido en un convento.Y conforme á su sistema,según es costumbre en ellos,quieren cubrir con insultosla carencia de argumentos.Esto no lo hallamos raro,porque ya les conocemos;lo que si nos extrañóes que un periódico de esosdijera no eran las nsonjasautoras del atropello,,.¡Claro, no faltaba más!Nosotros siempre creeremosque esas monjitas son falsas...que tienen... muchos defectos;pero jamás sospechamos(fuera un fenómeno nuevo)que ellas tengan... lo bastantepara cometer el hecho...lo que tener puede un fraileó un curita, por ejemplo.¡No, jamás! En este puntoestamos todos de acuerdo.
*
Diálogo cogido al vuelo en laCasa del Pueblo la noche de laconferencia de Lerroux:—¿Tú has creído lo que ha dichodon Alejandro sotre la forma en
que ha ganado el dinero que tie¬ne, el cual le permite poseer au¬tomóvil?
.
—Y'o no. ¿Y tú?—Tampoco. Y á propósito de
sus automóviles. ¿Para qué creesque los ha comprado?—Seguramente para darse te no.—¡Ca, hombrel ¡Para huir más deprisa el dia quenos cansemos de formar rebaño!La descomposición del partido lerrouxista es unhecho. Los radicales que comulgaban de buena feen las doctrinas lerrouxistas se han convencido de
que sirven de sostén á unos cuantos aprovechadosque hacen su Agosto.Y ¡quién sabe!... A veces los mismos que levantan un ídolo son los que luego se complacen en des¬trozarlo.
Si quieren tener en cuentadel enemigo el consejomuchos lerrouxistas hande sustraer de aquí el cuerpo,pues los suyos ya no quierenser chinitos por más tiempoy el día menos pensadovan á hacer un escarmiento.
LA REVOLUCION DE PORTUGAL.— Gasa de la Avenidade la Libertad, de Lisboa, que fué incendiada y destruidapor una bomba durante el bombardeo de la ciudad.
dos, tres que le encargué, pues acercándose el santode mi querida tres, cuatro, cuarta inversa terceraen deseos de ver realizado mi tercia cuarto tere a
sueno.
S. s, s. q. b. s. p.~Priiitera segunda.
TROMPO NUMERICO
de Manuel Tato,
Animal.La nieve.Delicada.Orden.Para alumbrar.Vanidad.Pueblo de Málaga.Nombre de una artista.
17689370 = Poca cosa.
CARTA CHARADAde Jaime Totrá,
Señorita iodo: Tenga la amabilidad de entregar ála dos, tres, cuatro, mi camarera, aquel rico uno.
1704390 = Tejido.1 6 5 2 7 0 = Forma.1 6 3 7 0 = Animal.1 2 5 0 = Huida.13 0 = Asquerosa.10 = Nota.1 = Consonante.
G 70 EL DILimO
Armonías ierrouxisfas
SOLUCIONES(Correspondientes á los qnebrade-ros de cabeza del 8 de Octnbre.)
AL JEROGLIFICO COMPRIMIDOA rboleda.
AL ANAGRAMA
Genaro-Gerona.
Han remitido solnciones. — Al jeroglifico compri¬mido: Maria Balascli, Luis Puig, Proyecto Solér (Gero¬na), losé Roig, José Torrenbó, Marcial Pérez y JacintoCastellote.•Al anagrama: Maria Balasch, Luis Puig, Jacinto Cas¬
tellote, Marcial Pérez, Pedro Rich y Juan Llosas.
< ANUNCIOS ^
En la Casa de la Ciudad En la Casa de... Lerroux
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