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5/21/2018 Aglietta Capitalismo Cambio Siglo
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ARTCULOS
M i libro,Regulacin y cri sis del capital ismofue escrito hace m s de vein-te aos 1. Tal vez la nueva edicin da fe de la longevidad de las ideas que
trataba de com unicar. Sin em bargo, estas dos dcadas no han sido m uy
benignas para todo aquel que intentara descifrar el desarrollo errtico y a
veces desconcertante de las sociedades contem porneas. En este texto
m e gustara determ inar hasta qu punto las ideas contenidas en el libro
han superado esta prueba y en qu m edida es posible m odificarlas oam pliarlas a fin de que estem os en condiciones de intentar com prender
los dram as a los que asistim os y las esperanzas de renovacin que abri-
gam os a m edida que este siglo XX llega a su fin.
Regulacin y cri sis del capital ismoha sido la fuente de inspiracin de unenfoque de anlisis de los fenm enos econm icos que ha logrado una
notable aceptacin, toda vez que un am plio abanico de estudios y anli-
sis se ha hecho eco de sus ideas y las ha desarrollado en m uchas y dife-
rentes direcciones. D ebem os hablar de un enfoque antes que de una teo-ra. Lo que ha logrado aceptacin no es un conjunto de conceptos
com pletam ente pulidos, sino un program a de investigacin.
Cuando fueron elaboradas las posiciones defendidas en Regulacin y cri sisdel capitali smo, am biciosos estudios sinpticos resultaban ideolgicam enteatrayentes en tanto que interpretaciones del sistem a econm ico. Resultaban
intelectualm ente seductores debido a su capacidad de aprehender el sistem a
econm ico com o un todo. A partir de supuestos prim eros principios, desa-
rrollaban conceptos coherentes que reconciliaban m icro y m acroeconom a,
EL CAPITALISM O EN EL CAM B IO
D E SIG LO : LA TEO RA D E LA
REG U LACI N Y EL D ESA FO
D EL CA M BIO SO CIAL
M ICH EL AG LIETTA
1 sta es una versin corregida del posfacio a la nueva edicin de M ichel A G LIETTA,Rgu lationet cri ses du capital isme, O dile Jacob, coll. O pus, octubre de 1997, aum entada con un nuevo pos-facio. La prim era edicin en ingls fue traducida com o A Theory of Capital ist Regulati on: The USExperience, Londres, N ew Left Books, 1980; una nueva edicin ha sido publicada en la editorialVerso en 1999. [Ed. cast.:Regulacin y cr isis del capitali smo, M adrid, Siglo XXI, 1979 (N . de la T.)]
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fenm enos m icro y m acroscpicos. Todo lo cual, sin em bargo, no poda
determ inarse sin un postulado de hom ogeneidad que daba a estas teoras, a
pesar de su m utua contrariedad, una peculiar congruencia epistem olgica.
En busca de la homogeneidad
La teora neoclsica inspirada en el liberalism o, que viene a ser una repre-
sentacin del sistem a com o una econom a pura en estado natural de
equilibrio, lleva hasta la exasperacin el postulado de hom ogeneidad. D e
hecho, no slo el axiom a de racionalidad asigna la m ism a identidad a
todos los individuos que van en pos de sus objetivos m ediante la defini-
cin de un m odelo de com portam iento econm ico que puede aplicarse
a cualquier dom inio de la prctica social, sino que la caracterizacin de
todo el sistem a en tanto que equilibrio creado por una com petencia per-
fecta supone que cada jugador es plenam ente consciente de la red de susrelaciones con los dem s jugadores y que esta red se presenta al indivi-
duo en form a de restricciones a la utilizacin de sus recursos.
El m arxism o, en tanto que teora econm ica, se basa en una radical sepa-
racin que explica el capitalism o rechazando el postulado de hom ogenei-
dad. N o slo deja de concebirse el intercam bio m ercantil com o una rela-
cin sim trica entre partes contratantes; adem s, la fuerza de trabajo es
colocada a un lado de una divisin social bsica que enfrenta a una clase
de individuos con otra. N o obstante, el enfoque m arxista de la econom acontina siendo slidam ente hom ogneo, toda vez que considera que el
capitalism o se m ueve de acuerdo a leyes generales que conducen a su
derrocam iento, con independencia de la naturaleza de la sociedad en la
que se desarrolla. Adem s, el derrocam iento del capitalism o anuncia la lle-
gada de un sistem a de planificacin perfecta, transparente y hom ognea.
El debate que se desencaden en la dcada de 1930 acerca de las relativas
virtudes de una econom a de m ercado y de una econom a planificada cul-
m in con la dem ostracin de O skar Lange de que com petencia perfecta yplanificacin perfecta eran idnticas. Si el sistem a econm ico es hom og-
neo, no puede haber una verdadera descentralizacin. U n equilibrio eco-
nm ico general es un sistem a com pletam ente centralizado, bien porque las
caractersticas del sistem a estn en la cabeza de todos los individuos, que
actan com o un nico representante individual la hiptesis de las expec-
tativas racionales, bien porque la coordinacin de los planes individuales
est gobernada por un planificador explcito o im plcito la om nisciente
m ano invisible en el m odelo del equilibrio general de Lon W alras.
El en igma de los cuan tos econmicos
En el pensam iento econm ico se han dado los prim eros pasos contra el
postulado de hom ogeneidad, pero tropiezan con form idables dificultades.
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All donde entran en consideracin los rasgos distintivos heterogneos en el
com portam iento de los actores m icroeconm icos, la coherencia de todo
el sistem a se convierte en un rom pecabezas. M icroeconom a y m acroecono-
m a se tornan antagnicas porque ya no es posible postular un sistem a de
coordinacin uniform e. Este estado de cosas no es exclusivo de la ciencia
econm ica. Es sabido que en las ciencias fsicas y en la ciencias de la vida,
los fenm enos m icroscpicos y m acroscpicos no pueden ser descritos conlas m ism as herram ientas form ales. Las regularidades m acroscpicas tienen
su propia autonom a. Sin em bargo, en la ciencia econm ica la filosofa del
individualism o m etodolgico cobra su m ayor virulencia. Es tal el deseo de
fundam entar la m acroeconom a en principios m icroeconm icos, que la acti-
tud m s habitual suele consistir en pasar por alto tales obstculos, perpe-
tuando as el postulado de hom ogeneidad contra toda evidencia em prica.
D e este m odo, la m acroeconom a no es m s que una m icroeconom a
am pliada a tam ao norm al gracias a la hiptesis de un agente representati-
vo. O tro enfoque consiste sencillam ente en negar cualquier pertinencia a lam acroeconom a. Resulta evidente que este tipo de fundam entalism o eco-
nm ico tiene graves consecuencias para la poltica econm ica. H em os vivi-
do la paradoja de la osificacin ideolgica en el preciso m om ento en que el
progreso terico ha revelado la com plejidad de las relaciones entre los m bi-
tos de observacin de los fenm enos econm icos. Pero este progreso ha
corrom pido para siem pre la pureza de los grandes paradigm as.
D e hecho, durante un cuarto de siglo, la exploracin de esta com plejidad
ha producido una im agen desm enuzada de la ciencia econm ica. U nadim ensin clave de la heterogeneidad de los fenm enos econm icos tiene
que ver con la inform acin. Costosa, incom pleta, desproporcionada y orga-
nizada en estructuras que distan de lim itarse a los m ercados, la inform acin
crea asim etras desde la perspectiva de la influencia, dando a algunos ope-
radores econm icos el poder sobre otros. La inform acin es procesada por
interm ediarios situados entre los m bitos m icro y m acroeconm icos, orga-
nizaciones que no son de suyo agregaciones de agentes m icroeconm icos,
sino conjuntos de relaciones no-m ercantiles que contribuyen a crear con-
sistencia dentro de la econom a global.
O tra dim ensin de esta com plejidad es el descubrim iento de la im portan-
cia econm ica que han adquirido las externalidades, esto es, todo tipo de
interdependencia no incorporada en los precios. Cuanto m ayor es la
im portancia de las externalidades, tanto m s los m ercados m ism os dejan
de ser los nicos coordinadores, y m s am biguo y falible ser el uso de
un equilibrio de m ercado para representar el sistem a en su totalidad. Las
externalidades han m inado la dicotom a entre bienes pblicos y privados,
han acentuado el papel desem peado por la accin colectiva en la con-
secucin de la eficacia econm ica y han contribuido notablem ente a la
m ejor com prensin del proceso de crecim iento.
En un m undo en el que la inform acin es un problem a y en el que las exter-
nalidades estn cargadas de significado, no existe nada parecido a un equi-
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librio general de com petencia perfecta. N i razn alguna por la cual la m xi-
m a com petencia hubiera de ser la m ejor form a posible de relacin entre los
agentes econm icos, toda vez que la com petencia en estos contextos com -
porta la adopcin de estrategias de com portam iento cuyos efectos podran
ser social e inclusive individualm ente perjudiciales. ste es el entorno don-
de se presentan los problem as de la regulacin. La teora de la regulacin
se interesa por los procesos econm icos heterogneos en los cuales se en-tretejen necesidad y contingencia,la fuerza del pasado y la creacin de lo
nuevo. Se ocupa de problem as que surgen, se reproducen y despus se
extinguen bajo los efectos del desarrollo desigual inherente al capitalism o.
Acumulacin y cohesin
U n m odo de regulacin es un conjunto de m ediaciones que aseguran que
las distorsiones creadas por la acum ulacin de capital se m antengan den-
tro de unos lm ites com patibles con la cohesin social dentro de cadanacin. Esta com patibilidad siem pre es observable en contextos especfi-
cos en m om entos histricos especficos. La piedra de toque de todo an-
lisis de los cam bios experim entados por el capitalism o consiste en descri-
bir esta cohesin en sus m anifestaciones locales. Im plica asim ism o la
com prensin de por qu esa cohesin es un fenm eno efm ero en la vida
de las naciones, de por qu la eficacia de un m odo de regulacin siem pre
entra en declive. Y exige la inteligencia de los procesos que acontecen en
tiem pos de crisis, confusin y cam bio de los m odelos de com portam ien-
to. Por ltim o, supone la tentativa de percibir las sem illas de un nuevo
m odo de regulacin en m edio m ism o de la crisis que aqueja al viejo.
Com enzar aqu volviendo sobre algunos conceptos fundam entales utiliza-
dos en Regulacin y crisis del capital ismocon la intencin de exam inarlos ala luz de los desarrollos producidos en la teora econm ica en los ltim os
veinte aos. Presentar despus un resum en de las fuerzas responsables del
gran despegue econm ico de la segunda posguerra, en el que incluir la
experiencia estadounidense as com o la de Europa occidental. A continua-
cin estudiar la defuncin del m odo de regulacin conocido com o fordis-
m o y los profundos cam bios sociales de los ltim os veinte aos. Por ltim o,
indagar en la cuestin abierta acerca del surgim iento de un nuevo m odo
de regulacin, de la prom esa de una nueva poca de la sociedad salarial2.
Problemas ter icos
Si rechazam os el paradigm a de la econom a pura, tal y com o lo estable-
ce la escuela de las expectativas racionales, surge el problem a del tejido
ARTCULOS
2 La societsalar iale, es definida por M ichel A glietta com o una sociedad que se desarro-lla bajo el im pulso del capitalism o y en la que el trabajo asalariado con diferencia la form a
predom inante de em pleoes a su vez la principal fuente de la dem anda total. D e donde se
sigue que la com patibilidad entre costes e ingresos salariales ha de ser regulada m ediante
instituciones sociales. [N . del E.]
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social. Las relaciones econm icas no pueden existir fuera de un m arco
social. Resulta evidente que en las sociedades dem ocrticas los individuos
buscan sus propios objetivos dentro de los m ercados, som etidos a un
abanico de lim itaciones que no se circunscriben a la m era escasez de
recursos. Estas lim itaciones incluyen la falta de conocim ientos, las consi-
deraciones m orales y las restricciones institucionales y organizativas.
Inclusive una form ulacin tan general se aparta enorm em ente de la eco-nom a pura. N os referim os aqu a una teora evolutiva del m bito m icro-
econm ico en el que se dispone de una inform acin im perfecta, un sis-
tem a en el que los procesos de aprendizaje y adaptacin resultan
esenciales. Surge entonces la cuestin de qu tipo de m bito m acroeco-
nm ico le es afn una concepcin del sistem a global com patible con una
representacin del com portam iento individual que vaya m s all de la
presuposicin del deseo y de la capacidad del individuo para lograr el
m ejor acuerdo posible frente a un conjunto exgeno de lim itaciones.
D e hecho, el individualism o no tiene que ver gran cosa con la lgica del
utilitarism o. A diferencia de las pretensiones de una perspectiva instru-
m entalista, los fines no vienen dados exgenam ente, com o si se lim itaran
a form ar parte integrante de los antecedentes sociales de las relaciones eco-
nm icas. D e suyo, los fines, y no slo los m edios em pleados para su con-
secucin, contribuyen a dar form a a las relaciones econm icas y son influi-
dos por tales relaciones. D estacados econom istas del pasado nos entregan
una sustanciosa contribucin intelectual acerca del m odo en que el com -
portam iento individual influye en el clim a econm ico y viceversa. JosephSchum peter describe el individualism o en la figura del em presario. Los
em presarios en nada se asem ejan a autm atas en busca del m xim o bene-
ficio. Son innovadores. Adentrndose en lo desconocido, perm iten a la
sociedad reducir su dependencia de las estructuras existentes. Pero no lo
hacen sin causar perjuicios sociales; son tan destructores com o creadores.
K eynes describe el entrelazam iento infernal entre el industrial y el finan-
ciero. Estos ltim os no tienen la m ism a percepcin del tiem po o la m ism a
estim acin de beneficio y, no obstante, estn unidos por una red de com -
prom isos financieros. La inevitabilidad del conflicto les une inexorable-m ente en un vnculo conflictivo. La relacin queda predestinada por las
relaciones de poder que se desprenden de este vnculo financiero infor-
m acin asim trica, com o se denom ina en el lenguaje asptico de los eco-
nom istas de hoy en da. K eynes m uestra que el desarrollo econm ico
depende de cul sea la fuerza dom inante, el em presario o el financiero. Sin
em bargo, quin lleve las de ganar depende de la situacin dom inante.
D e este m odo, en una sociedad en la que im pera el individualism o, los
fines individuales cobran form a econm ica im ponindose en la persecu-
cin de sus intereses. stos no expresan necesariam ente m etas colectivas
cuando son form ulados y m odificados. Pero estos intereses entran en con-
tacto unos con otros. Pueden ser m utuam ente excluyentes o reforzar-
se m utuam ente, dependiendo de la naturaleza de los lazos sociales que
contribuyan a cam biar. Sin em bargo, esos lazos funcionan principalm ente
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com o vehculos para la form ulacin y la persecucin de intereses indivi-
duales, porque la bsqueda feliz de estos intereses depende de la acepta-
cin o del rechazo por parte de la sociedad del resultado de las acciones
que suscitan. El tejido social aparece ante todo com o una problem a de per-
tenencia colectiva, que consiste en un sistem a o sistem as en los cuales los
intereses individuales son convalidados por los resultados que producen.
La di visin del trabajo, el d inero y la deuda
El enfoque de la regulacin asigna un papel im portante al dinero, que,
desde la publicacin de Regulacin y cri sis del capi tal ismo, se ha vistoconstantem ente reafirm ada. El dinero es el lazo social prim ordial en las
econom as de m ercado 3.
Subrayem os la im portancia de esta hiptesis. Significa que, lgica e his-tricam ente, el dinero precede al intercam bio. N o puede haber una expo-
sicin m s neta del contraste entre esta hiptesis y la de la econom a
pura, en la que se considera el dinero com o un desarrollo del trueque.
En la econom a pura, el dinero es un m edio de intercam bio particular que
nace de la coordinacin espontnea entre individuos racionales. En el
m odelo del lazo social, el dinero es el eje colectivo central en la relacin
entre el individuo y la sociedad. U na relacin entre dos individuos puede
denom inarse com ercial porque se lleva a cabo m ediante la institucin
del dinero. Los individuos no tienen que hacer com patibles sus interesespor va del m ecanism o de los precios antes de intercam biar efectivam en-
te m ercancas. Pueden expresar sus intereses independientem ente y tal
vez estos intereses entren en conflicto, ya que las acciones de los indivi-
duos deben respetar una constriccin social, a saber, la necesidad de sal-
dar en dinero sus deudas previas. D e este m odo, el dinero es la clave de
la afiliacin a la sociedad de m ercado de individuos libres de perseguir
sus propios fines sin tener que coordinar sus acciones m ediante la deter-
m inacin de los precios de equilibrio. La razn fundam ental subyacente
que da coherencia al sistem a de intercam bios m ercantiles es la liquida-cin de las deudas, no la determ inacin de los precios.
Por m s que el dinero sea el vnculo social bsico en las econom as de
m ercado y por m s que de ello se desprenda que las acciones individua-
les son convalidadas por la obligacin de liquidar las deudas, todava nos
es preciso saber por qu se concede tanta im portancia a la deuda. El m oti-
vo es que la deuda es el tipo de relacin entre el individuo y una socie-
dad que descansa sobre la divisin del trabajo. Los individuos que persi-
ARTCULOS
3 Esta concepcin del dinero, que no est ausente de la obra de K arl M arx y que es tam -
bin uno de los fundam entos de la econom a keynesiana, fue m encionada explcitam ente
com o parte de la definicin m ism a de la econom a de m ercado por C. B ENETTI y J. CARTELIER,
Marchands, sala ri ats et capital i stes, Pars, 1980. U na form ulacin com patible puede encon-trarse en M . A G LIETTA y A . O RLAN ,La violence de la monnaie, Pars, 1984.
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guen sus propios fines no dejan de ser m iem bros de la sociedad, en la
m edida en que quedan com prendidos necesariam ente en la divisin del
trabajo. La divisin del trabajo crea endeudam ientos recprocos entre cada
individuo y la sociedad en general. Para traducir sus m etas en una activi-
dad autnom a, los agentes econm icos deben invertir o, dicho de otra
m anera, deben saber aprovechar recursos de la sociedad. D e este m odo,
quedan endeudados con la com unidad y son responsables de los recursosque han tom ado prestados. Pero la sociedad, por su parte, contrae una
deuda con los individuos en la m edida en que el uso que hacen de estos
recursos contribuye a la reconstitucin de la divisin del trabajo.
Lo que resulta m s com prensible es cm o el dinero sirve de institucin
fundam ental de toda econom a de m ercado. Cuando los individuos sal-
dan su deuda, dem uestran que han contribuido a la renovacin de la
divisin del trabajo. Pero slo pueden hacerlo gracias a los ingresos
percibidos m ediante su actividad. Transfiriendo dinero a travs dealguien que com pra los frutos del trabajo individual de un particular, la
sociedad ha dado al individuo aquello que cree que l o ella le han
dado. Pero la ap arente reciprocidad de esta relacin es ilusoria, ya que
la estim acin que los individuos hacen de su propia inversin no habr
de ser necesariam ente igual a la estim acin que hace la sociedad cuan-
do les paga. Esta disparidad se refleja en las deudas no pagadas, cuyo
aplazam iento puede causar problem as. Por lo tanto, la sociedad puede
existir en un estado de desequilibrio financiero. El estado de las cuen-
tas individuales y el de los com prom isos que acarrean bajo las reglasfinancieras vigentes crean el potencial de conflicto entre m etas indivi-
duales y constricciones sociales.
En tanto que institucin prim ordial del intercam bio m ercantil, el dinero es
consustancial al valor. En efecto, el valor econm ico es el juicio annim o
dictado por la sociedad de m ercado todos los dem s individuossobre
el acto econm ico de cada individuo. Este juicio es ratificado por el sis-
tem a retributivo. Es la form a en la que las sociedades con econom as
autnom as recom pensan la contribucin de cada individuo a la reconsti-
tucin de la divisin del trabajo. El dinero, en tanto que operador del
valor, es la institucin reguladora por excelencia, porque el pago es pres-
criptivo. El dinero precede lgicam ente a los intercam bios, porque es la
unidad en la que se determ inan los precios. En tanto que norm a social
bsica, em ana de la soberana. Es el tem plo de la fe com n de los indi-
viduos en los m ercados, porque su pertenencia a la sociedad se define a
travs del dinero. A si, pues, la econom a no es pura, porque su funda-
m ento m ism o, el patrn m onetario, es un factor extrao.
El capi tal ismo y las clases trabajadoras
Q u tienen que ver el dinero y la deuda con el capital y la fuerza de
trabajo? Es indudable que el capitalism o, a los ojos tanto de M arx com o
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de K eynes, es un sistem a econm ico m onetario. Si los salarios crean
divisin social, determ inando el poder de una clase social sobre otra,
ese poder es el poder del dinero. Para ser m s precisos, es el poder de
aquellos que detentan la prerrogativa de crear dinero con el fin de
transform arlo en un m edio de financiacin; es el poder sobre aquellos
cuyo nico acceso al dinero consiste en la venta de su capacidad de
trabajo. Este p oder se ejerce con vistas a la acum ulacin. La transfor-m acin del dinero en capital significa la agudizacin del contraste entre
los bienes producidos por la actividad de los individuos y el dinero
m ism o. Com o dijo el propio M arx, si consideram os las m ercancas
ordinarias, el dinero se presenta com o la nica encarnacin adecuada
de su valor. Pero el dinero que se acum ula com o capital es dinero que
no se extingue con la liquidacin de las deudas. La acum ulacin de
capital es un lado de la ecuacin, pero el otro lado es necesariam ente
el desarrollo del endeudam iento.
El intento de acum ular dinero por m or de acum ularlo com o propsito de
la actividad econm ica significa buscar el poder sobre otros, porque el
dinero es la base del tejido social. Sin em bargo, la acum ulacin de poder
es un deseo ilim itado. Esto es lo que hace del capitalism o una fuerza que
atraviesa la sociedad, una dinm ica que se hace con el control de la divi-
sin del trabajo para transform arla constantem ente. Pero los capitalistas
tam bin form an parte de la divisin del trabajo. N o pueden acum ular el
poder del dinero sin una inversin y, por lo tanto, sin contraer deudas y
som eterse al juicio de la sociedad. D e ah que la relacin patrono-em ple-ado sea una intensificacin del vnculo entre el individuo y la sociedad,
la reciprocidad ilusoria en la que hacam os hincapi anteriorm ente. M arx
dio cuenta de buena parte del aspecto antagnico de esta relacin, situn-
dola en el contexto de una im placable lucha de clases que tendra com o
consecuencia la desaparicin del propio capitalism o. N o obstante, es
tericam ente posible m odificar esta reciprocidad ilusoria dentro del capi-
talism o. Puede ser m odificada si el dinam ism o del capital m ejora a su vez
las condiciones de vida de la fuerza de trabajo y desarrolla una sociedad
salarial. sta es la opcin terica que ha seguido el enfoque de la regu-
lacin y que este libro ha explorado al objeto de interpretar el desarrollo
de la sociedad estadounidense com o un m odelo para las sociedades occi-
dentales del siglo XX. Lo que im plica una definicin clara de la relacin
entre patrones y em pleados.
Apostando por el fu turo
La relacin patrn-em pleado es la separacin que vuelve a un grupo de
individuos libres incapaz de convertirse en productores privados dentro
de la econom a de m ercado. La retirada de recursos de la sociedad por
parte de los agentes de la econom a de m ercado convierte estos recursos
en m edios de produccin autnom a de bienes. Los em pleados son tam -
bin individuos que persiguen sus propios fines, pero esa bsqueda est
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som etida a la lim itacin de la privacin de la propiedad. Su acceso al
dinero se consigue m ediante un contrato laboral por el cual venden un
nm ero de horas de trabajo a cam bio de un salario o sueldo. La subor-
dinacin a los capitalistas se da en el terreno de la produccin, que no
es un lugar de intercam bio. Lo cierto es que el contrato de trabajo auto-
riza a los capitalistas a tener bajo su control el trabajo de sus em pleados.
Las em presas son, por lo tanto, tipos especficos de organizaciones, yaque el poder jerrquico se ejerce en ellas para producir bienes con vistas
a la acum ulacin de dinero.
Se desprende de aqu que la dicotom a del individuo y la sociedad no es
percibida del m ism o m odo por los em pleados que por los capitalistas.
Colectivam ente, los em pleados tienen una posicin com n; la clave de su
subsistencia es el trabajo bajo la autoridad de aquellos que detentan la
propiedad de los m edios de produccin. Individualm ente, los em pleados
son libres de alquilar su trabajo a cualquier capitalista. Tam bin son libresde gastar su paga com o estim en conveniente. Por lo tanto, hay una doble
m ovilidad que puede actuar com o un regulador sobre la acum ulacin
de capital: la m ovilidad de los em pleados m ism os, que es una fuente de
desem pleo, y la m ovilidad de sus hbitos de consum o.
Colectivam ente, los capitalistas dependen del consum o de los em plea-
dos en el m ercado para cum plir sus com prom isos financieros y realizar
su beneficio m onetario. Individualm ente, com piten por la acum ulacin
de capital. El enriquecim iento capitalista es privado, en la m edida en quelas deudas contradas por los capitalistas son apuestas de futuro que no
son m utuam ente com patibles, por las razones claram ente identificadas
por Schum peter. Para acum ular capital, cada capitalista intenta librarse
de las lim itaciones de la divisin del trabajo existente. Esto es lo que
hace del capitalism o una fuerza dinm ica favorable al cam bio tcnico
que m odifica drsticam ente la divisin del trabajo. En la m edida en que
a la sociedad le lleva tiem po la convalidacin o la invalidacin de estas
apuestas, la valoracin del capital en un m om ento dado incluye un pro-
ceso especfico de com pra y venta de deudas y de derechos de propie-dad capitalista. El capital propiedad de capitalistas individuales es eva-
luado en los m ercados financieros. D e suyo, esta estim acin viene a ser
una especulacin acerca del futuro. Se com pone de apuestas, colocadas
por la com unidad financiera o, dicho de otra m anera, por otros capita-
listas, sobre el xito o fracaso de las jugadas especulativas de cada capi-
talista individual. La estim acin financiera del capital introduce la am bi-
valente solidaridad entre industriales y financieros a la que se refiere
K eynes. La incoherencia de las apuestas de los capitalistas sobre la futu-
ra divisin del trabajo queda ilustrada por los problem as de solvencia
que afectan a sus deudas. La dudas acerca de la solvencia provocan revi-
siones drsticas de estas valoraciones del capital, que desencadenan cri-
sis financieras. Estas crisis son la expresin de la lim itacin m onetaria,
que revela la incoherencia de los intereses individuales cuando estos
intereses cobran la form a de la acum ulacin de capital.
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La importan cia de la mediacin
La idea esencial de Regulacin y cri sis del capital ismoes que el dinam is-m o del capital representa un enorm e potencial productivo, que se pre-
senta al m ism o tiem po, sin em bargo, com o una fuerza ciega. N o dispone
de un m ecanism o propio de autolim itacin, ni se orienta en una direc-
cin que le perm itiera cum plir el sueo de los capitalistas de una acu-m ulacin perpetua. D icho de otra m anera, el capitalism o tiene la capaci-
dad intrnseca de m ovilizar la energa hum ana y transform arla en
crecim iento, pero no tiene la capacidad de convertir el choque de los
intereses individuales en un sistem a global coherente.
La form a abstracta del vnculo entre el individuo y la sociedad repre-
sentada por la relacin m ism a com prador-vendedor depende de la ins-
titucin social bsica del dinero. Pero una econom a virtual que slo
constara de relaciones com prador-vendedor estara regulada exclusiva-m ente por el sistem a de p agos, es decir, por un conjunto coherente de
reglas m onetarias y por una institucin garante y fiduciaria de ese sis-
tem a. Esto m ism o ya no es aplicable al capitalism o. A cabam os de ver
que la estim acin del capital presupone ya todo un sistem a financiero.
A dem s, la relacin patrn-em pleado es fundam entalm ente jerrquica
dentro de la em presa, aunque adopte el disfraz de un intercam bio for-
m alizado por el contrato de trabajo. En la m edida en que se ve espo-
leada por el deseo ilim itado de acum ular dinero, la gestin capitalista
del proceso de produccin puede degenerar en un poder capaz de des-truir la fuerza de trabajo a la que ha som etido, com o dem uestra la tr-
gica historia de la proletarizacin.
Para gestionar una fuerza productiva ordenada, a saber, una fuerza capaz
de conservar el potencial de trabajo de que dispone, el capitalism o debe
quedar encerrado en estructuras lim itadoras. Tales estructuras no son el
fruto del razonam iento capitalista o el resultado espontneo de la com -
petencia, antes bien, proceden de la creacin de instituciones sociales,
legitim adas por valores colectivos gracias a los cuales las sociedadesobtienen su cohesin. Esta cohesin es el producto de interacciones
sociales que cobran una diversidad de form as: conflictos, algunos de los
cuales pueden llegar a ser violentos, debates que logran saltar al espacio
poltico, asociaciones que dan fuerza colectiva a grupos de em pleados y
disposiciones legislativas que instituyen y engloban derechos sociales.
D entro de sus propias filas, el capitalism o desata conflictos que obs-
truyen su propio desarrollo. Pero tam bin rene fuerzas contrarias a su
deseo de acum ulacin, fuerzas que logran canalizar su oposicin en unam ediacin social. En un contexto histrico, es esta m ediacin la que
hace efectiva la nocin de sociedad salarial. G racias a esta m ediacin,
los procesos de acum ulacin capitalista pueden m ejorar tam bin las
condiciones de vida de los em pleados. El progreso tcnico puede trans-
form arse en progreso social. Por supuesto, no se trata m s que de una
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posibilidad; todo depende de la creacin de m ecanism os de m ediacin
y de su eficacia com o reguladores 4.
Contra la pr imaca del Estado o del mercado
El enfoque de la teora de la regulacin, por consiguiente, tiene que vercon num erosas perspectivas crticas de la ortodoxia que presenta al capi-
talism o com o un desarrollo espontneo y el progreso com o el efecto direc-
to y continuo del desarrollo tcnico. Afirm a la creencia en que los m eca-
nism os de m ercado deben ser com plem entados o suplantados por la
accin colectiva. Esta accin se expresa en la m ediacin social. Pero el
enfoque regulacionista se distingue de dos concepciones m utuam ente
contradictorias: en prim er lugar, de la idea de que las reglas y las institu-
ciones son productos de la convergencia de decisiones privadas; en segun-
do lugar, de la de que toda fuerza no m ercantil que tiene un efecto globalen el desarrollo de las econom as capitalistas debe proceder del Estado.
En el enfoque de la teora de la regulacin, los m ecanism os de m ediacin
son autnticas estructuras interm ediarias que m odifican las relaciones en
las que la tensin entre los individuos y la sociedad juegan un papel. Los
m ecanism os de m ediacin estn presentes en el contexto de las acciones
privadas. Por ejem plo, un industrial decidir invertir sobre la base de las
opiniones de la com unidad financiera, las lneas de crdito que su ban-
quero est dispuesto a abrir y los incentivos fiscales aprovechables. Perohay otros problem as que entran en consideracin: el im pacto de la inver-
sin en la jerarqua social de la com paa y de los cam bios que la nueva
tecnologa en el caso de que intervengapodra producir en la escala de
salarios, en elstatusde las categoras de trabajadores y en las oportuni-dades de prom ocin. Este contexto es construido socialm ente por una
interpolacin de m ecanism os de m ediacin. stos tienen su propia iner-
cia, perpetan sus com portam ientos rutinarios, pero tam bin se desarro-
llan a diferentes ritm os, de tal suerte que la opinin de los m ercados acer-
ca del valor del capital se ve afectada por las intenciones de un industrialy se desarrollan con m ayor rapidez y de form a m s vlatil que el cam bio
en la organizacin del trabajo exigida por la realizacin de estas inten-
ciones. Sin em bargo, el contexto global cam bia efectivam ente junto con
los intereses colectivos activados por la interaccin de las distintas volun-
tades dentro de estos m ecanism os de m ediacin.
D esde otro punto de vista, esta m ediacin crea procesos globales que
form an tipos de secuencias m acroeconm icas. Por ejem plo,Regulaciny cri si s del capi tal i smoproporciona una copiosa dem ostracin de los
m odos en los que la negociacin colectiva m odifica el desarrollo de las
ARTCULOS
4 En Regulacin y cr isis del capita li smo, escrito en un tiem po en que la expresin m edia-cin no estaba verdaderam ente acuada en este sentido, se hace referencia a estos m eca-
nism os com o form as estructurales o form as institucionales.
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estructuras retributivas y de cm o la llegada de la gran em presa trans-
form el sistem a de precios. En definitiva, toda esta estructura de m edia-
cin contribuye a dar form a al m odo de regulacin. La expectativa de
vida de un m odo de regulacin equivale a la de la com patibilidad de los
m ecanism os de m ediacin que le dan coherencia. Este enfoque nos lleva
a reflexionar acerca del papel de los m ecanism os de m ediacin en la teo-
ra de la regulacin en com paracin con el enfoque m s general de lateora econm ica institucional.
La cuestin de los m ecanism os de m ediacin consiste en el paso de la
m icroeconom a a la m acroeconom a en una situacin en la que los acto-
res econm icos y sus m odelos de com portam iento son heterogneos. El
carcter insatisfactorio del concepto de m axim izacin de la utilidad, en
tanto que nica m eta universal en un m arco de recursos lim itados, im pi-
de la im aginacin de la m acroeconom a com o una proyeccin basada en
un individuo representativo. Por m s que esta perspectiva persista en lateora m acroeconm ica y pretenda representar el sistem a partiendo de
principios m icroeconm icos elem entales, resulta incom patible con la
nueva m icroeconom a.
El insti tucional ismo como min imal ismo pragmtico
Frente a este obstculo insuperable en el estado actual del conocim iento en
las ciencias sociales y en particular en la teora econm ica, la posicin prag-m tica consiste en la constatacin de la separacin entre los fenm enos
m icro y m acroscpicos. La investigacin y las proposiciones tericas aplica-
bles a los actores individuales no se consideran pertinentes para el estudio
de los sistem as econm icos. H ay que decir que este enfoque es m uy com n
entre los cientficos experim entales. D e todos es sabido que algunas leyes
fsicas slo poseen validez estadstica, toda vez que es im posible dar cuen-
ta de m odelos observables a partir de una explicacin com pleta de la inte-
raccin entre unidades fsicas elem entales. En term inos sim ilares, sin ningu-
na intencin de entrar en el debate filosfico entre holism o e individualism oen el estudio de lo que es una sociedad, podem os reconocer m odelos
m acroeconm icos regulares. H ay, por lo tanto, un cam po de estudio m acro-
econm ico estrecham ente ligado a la poltica econm ica. Consiste en el exa-
m en de las relaciones entre los factores globales im plicados en estos m ode-
los, en la identificacin de las condiciones bajo las cuales perm anecern
estables, en la elaboracin de proyecciones y en el estudio de los efectos
globales de las respuestas presupuestarias o m onetarias.
La teora econm ica institucional se m uestra crtica con este enfoque m ini-
m alista. Reconoce la existencia de una m ultitud de reglas, acuerdos, cos-
tum bres y norm as. Estudia su aparicin, su efecto sobre los agentes eco-
nm icos elem entales y sus defectos. En com paracin con la teora m icro-
econm ica del individuo racional lim itado por la escasez de recursos, la
teora econm ica institucional hace hincapi en una diversidad de rela-
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ciones. stas crean sistem as de coordinacin m s o m enos extensos entre
los jugadores m icroeconm icos, favorecen determ inados m odelos de com -
portam iento, sellan acuerdos y com binan objetivos individuales en m etas
colectivas. As, pues, las instituciones cum plen funciones de m ediacin.
Pero, en su floreciente desarrollo, la m oderna teora econm ica institu-
cional, con su acusada tendencia evolutiva, no resuelve el problem a dela coherencia m acroeconm ica. El problem a consiste esencialm ente en la
percepcin de que las instituciones son los productos de las interacciones
com portam entales entre los agentes m icroeconm icos 5. Sin em bargo, de
acuerdo con esta definicin, las luces de trfico, las etiquetas de los pro-
ductos, las norm as del buen gusto, la seguridad social y los bancos centra-
les pueden tanto unos com o otros denom inarse instituciones! Los m odos
en los que las instituciones se acoplan, se ajustan, se organizan jerrquica-
m ente, etc., para form ar subsistem as no son tratados de form a sistem tica.
En efecto, este enfoque institucional arroja una luz m uy im portante sobrelos factores colectivos que condicionan el com portam iento de los actores
econm icos individuales y por extensin sobre los cam bios m edioam bien-
tales producidos por la interaccin de los jugadores que intentan suavizar
las lim itaciones. Pero no puede explicar la existencia, coherencia o inco-
herencia de los m odelos m acroeconm icos m ediante este m todo.
Teora de las convenciones
La teora de las convenciones adm ite explcitam ente la existencia de enti-
dades colectivas que no son los resultados del com portam iento de indi-
viduos que actan en condiciones de racionalidad lim itada. Las entidades
colectivas tienen una existencia propia, cuyo anlisis hunde sus races en
las ciencias cognitivas. Por consiguiente, la teora de las convenciones
ofrece una am plia variedad de m odelos de estudio de las form as institu-
cionales 6. Pero la transicin a la m acroeconom a est prcticam ente
ausente. sta es la transicin que la teora de la regulacin trata de esta-
blecer ligando los m ecanism os de m ediacin a las relaciones fundam en-tales del capitalism o, a saber, el dinero y las relaciones patrono-em plea-
do, tal y com o las hem os definido previam ente. N o obstante, hay algunos
puntos en com n entre las teoras de la regulacin y de las convenciones
que concilian a estas teoras con respecto a la econom a neoclsica evo-
lutiva. Esta ltim a considera las instituciones sim plem ente com o contra-
tos entre actores econm icos. La teora de las convenciones y la teora de
la regulacin perciben explcitam ente las instituciones com o m ecanism os
de m ediacin. Las em presas son las organizaciones de coordinacin entre
ARTCULOS
5 U n buen ejem plo de este enfoque puede encontrarse en A. SCHO TTER, The EconomicTheory of Social In stitu tion s, Cam bridge, 1981.6 Algunos de los textos en los que se apoya la teora de las convenciones aparecen en J. P.
D UPUY et al ., eds., Lconom ie des conventions, Revue conomiqu e, nm ero especial(m arzo de 1989). Vase tam bin la obra colectiva editada por A . O RLAN,An alyse con omi-que des conventi ons, Pars, 1994.
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la m icro y la m acroeconom a, en la m edida en que las norm as de retri-
bucin, los flujos de bienes y dinero y las relaciones financieras estn uni-
das en una estructura jerrquica en la cual se cierran tratos entre distintas
categoras de interesados para reclam ar el valor aadido producido colec-
tivam ente. La divisin conceptual de la em presa en la teora econm ica
neoclsica entre m ercados de productos, trabajo y capital, esconde el
aspecto esencial, a saber, la existencia de vnculos estructurales que noson m ercados, vnculos sin los cuales la coherencia de conjunto del sis-
tem a econm ico resulta ininteligible.
Sin em bargo, hay diferencias entre la teora de las convenciones y la teo-
ra de la regulacin acerca del papel de los m ecanism os de m ediacin
com o un m edio para dar cuenta de m odelos m acroeconm icos: las dife-
rencias son patentes en lo que respecta a la form acin de las entidades
colectivas a cuyo travs actan estos m ecanism os de m ediacin. La teora
de las convenciones, al igual que las ideas de la nueva escuela austracainpirada en Friedrich von H ayek, tiende a com prender estos m ecanism os
com o procesos espontneos que surgen de la interaccin dinm ica de
individuos que persiguen sus propios intereses. En cam bio, la teora de la
regulacin hace hincapi en el establecim iento y la bsqueda organizadas
de intereses colectivos. La creacin de instituciones es un acto esencial-
m ente poltico, y la poltica nunca es una ocupacin individualizada. La
intervencin del gobierno, las disputas industriales y la form alizacin de
com prom isos por parte del poder legislativo deben ser considerados al
objeto de tener en cuenta los cam bios en las instituciones as com o paradescribir la estructura jerrquica de sus relaciones. El m odo de regulacin
m aneja la tensin entre la fuerza expansiva del capital y el principio dem o-
crtico. Este principio es la fuente de los m ecanism os de m ediacin que
producen m odelos m acroeconm icos regulares en los cuales la acum ula-
cin de capital puede hacerse com patible con la cohesin social.
El adven imien to de la sociedad salar ial
El siglo XX ha sido una poca de convulsiones sociales a una escala
excepcional7. En estos ltim os aos del siglo, cuando Europa es vctim a
del estancam iento econm ico, el pesim ism o se ha puesto de m oda entre
algunos intelectuales. Repasando los acontecim ientos clave del siglo XX,
se deleitan recrendose en sus tragedias. Este nihilism o o, en el m ejor de
los casos, escepticism o, contem pla la historia y la juzga absurda. Ya sea
ARTCULOS
7
Regulacin y cr isis del capita li smodescribe cm o y por qu la sociedad salarial desarro-
llada en Estados U nidos ha servido para regular la acum ulacin de capital. En las pginas
que siguen, estos resultados son generalizados en referencia a la experiencia de los pases
europeos, concediendo una atencin especial a los m ecanism os de m ediacin decisivos
dentro del sistem a de acum ulacin, a su im portancia relativa en tanto que parte del m odo
de regulacin y a su efecto sobre las preferencias individuales. Asim ism o, se hace hincapi
en la im portancia de la nacin com o el crisol de instituciones que crea un m ayor grado de
cohesin social durante el perodo de crecim iento rpido.
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que invoquen la m aldicin de la condicin hum ana o el abism o vaco que
se extiende m s all de la conquista de la libertad, estos pesim istas se
m ueven a sus anchas en una teora m etafsica en la que no hay lugar para
la nocin de progreso. Tal punto de vista no form a parte del enfoque de
la regulacin, que postula que el hilo que corre a travs de la historia del
siglo XX es el del advenim iento de la sociedad salarial.
H em os indicado antes que el capitalism o es un fuerza m ovida por el deseo
individual de acum ular dinero. Esta fuerza es convertida en un dinam ism o
que transform a la divisin del trabajo. En la m edida en que es intrnseca-
m ente un creador y un destructor, el capitalism o slo puede lograr progre-
so para la sociedad si una serie de m ecanism os de m ediacin, dando form a
a un m odo de regulacin, establecen una coherencia entre los desequili-
brios inherentes al sistem a capitalista. El efecto acum ulativo de esta cohe-
rencia, una vez lograda, es la creacin de un rgim en de crecim iento.
El advenim iento de la sociedad salarial es el producto de los cam bios en la
relacin patrono-em pleado que se han verificado durante la prim era m itad
del siglo XX: la integracin de la fuerza de trabajo en el proceso de circu-
lacin de la riqueza producida bajo el estm ulo del capitalism o. Esta inte-
gracin ha puesto lim itaciones a la acum ulacin de capital que han dado
un propsito colectivo a la bsqueda del inters, legitim ando as a am bos
lados de la dicotom a entre m etas individuales y afiliacin a la sociedad.
Por un lado, las lim itaciones a la acum ulacin del capital han abierto m er-
cados creados por la integracin de la fuerza de trabajo. Por otro lado, lasubordinacin de la fuerza de trabajo al proceso de produccin ha queda-
do norm alizada por la obtencin de derechos sociales que dan acceso a los
em pleados a la riqueza que producen. Esta transform acin histrica da
lugar a la siguiente proposicin: los modos de regulacin en la sociedadsalar ial son legtimos en la medi da en que permiten el pr ogreso socia l.
La poca de las grandes organ izacionesy las jerarquas sociales estables
El debate poltico es indispensable en tanto que m edio de transform acin
de las aspiraciones que resultan de las experiencias que los individuos
atraviesan en situaciones econm icas particulares, en objetivos sociales
susceptibles de ser apoyados por am plios sectores de la poblacin.
D espus de todo, la deliberacin poltica, tanto si influye en la actividad
legislativa com o si da lugar a acuerdos entre las organizaciones que repre-
sentan intereses recprocam ente contrarios y recprocam ente dependien-
tes, siem pre ha estado ligada a la creacin de los principales m ecanism os
de m ediacin. En este sentido, se estaba en lo cierto cuando se deca que
los derechos de los em pleados en el puesto de trabajo, la negociacin
colectiva de la escala de salarios y la proteccin social son com prom isos
institucionalizados. N o proceden del desarrollo espontneo del capitalis-
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m o, sino de una institucionalizacin de las relaciones entre patronos y
em pleados. El m odo de regulacin que estableci el sistem a fordista, por
el cual las lim itaciones im puestas al capital se correspondan con el grado
de integracin de la fuerza de trabajo, fue fruto de la institucionalizacin
de las relaciones econm icas.
D esde el punto de vista capitalista, el siglo XX ha sido el siglo de la orga-nizacin. El capitalism o basado en la organizacin im puesta en los secto-
res industrial y financiero se ha convertido en el principal m otor de la
acum ulacin, en sustitucin de los em presarios individuales schum pete-
rianos. Asim ism o, el capitalism o organizado ha estructurado en estratos
jerrquicos a las m asas em pleadas en la industria, clasificndolos desde el
obrero descualificado al ingeniero, reem plazando el m osaico de oficios
que coexistan en las fbricas del siglo XIX.
El capitalism o organizado se desarroll desde finales del siglo XIX y florecidespus de la Segunda G uerra M undial. Las grandes com paas, las institu-
ciones pblicas responsables de la adm inistracin de infraestructuras socia-
les tales com o las escuelas, los equipam ientos urbanos y los sistem as de
transporte, las instituciones sociales y los interm ediarios que intervienen en
la circulacin del capital las grandes em presas y el sistem a financierocre-
cieron rpidam ente a m edida que el contrato salarial a tiem po com pleto fue
convirtindose en la norm a 8. Todas estas organizaciones perm itieron fun-
cionar a los m ercados a la par que ellas m ism as operaban de acuerdo con
su propia lgica: la de la organizacin. La form a de la organizacin que divi-de la fuerza de trabajo en estratos funcionales est predeterm inada porque
es eficaz en la sociedad salarial. Esta estratificacin jerrquica reduce la
incertidum bre acerca de los m odelos de com portam iento que se esperan de
aquellos que ocupan una posicin en la estructura. Las organizaciones
reconstruyen un sentido de pertenencia a la sociedad sobre las ruinas de las
form as tradicionales de la vida social que el capitalism o destruye 9.
La gran organizacin se integra m ediante estratificacin, porque el siste-
m a de personal que acarrea es lo bastante vigoroso com o para aguantar
las sacudidas de la econom a de m ercado. En el m odelo fordista, la incer-
tidum bre quedaba relegada a los m rgenes de la acum ulacin capitalista,
a las pequeas em presas de subcontratacin, a la agricultura, a los peque-
os com erciantes, a los pases del Tercer M undo, etc. D e este m odo, la
gran organizacin legitim aba su crecim iento absorbiendo fuerza de tra-
ARTCULOS
8 En los pases del m undo occidental, entre un 80 y un 95 por 100 de la poblacin activa eran
asalariados en 1970, en com paracin con m enos del 50 por 100 a principios del siglo XX.9 sta es la razn de que nos topem os con un pesim ism o exagerado en los enfoques socio-
lgicos inspirados en K arl Polanyi. Aunque Polanyi proporciona un anlisis adm irable de los
m odos m ediante los cuales el capitalism o destruye las form as de vida social heredadas de
la poca preindustrial, es indudable que infravalora la capacidad de recreacin del tejido
social que generan los conflictos sociales, siem pre que logren desplazarse al m bito de lo
poltico, gracias al principio dem ocrtico que anim a a los grupos polticos a expresar sus
intereses com unes a travs de canales colectivos.
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bajo de las poblaciones no asalariadas de la periferia del capitalism o y
dndoles la oportunidad de integrarse en la econom a dom inante. La
transform acin de las estructuras del em pleo, que supuso la m igracin al
em pleo retribuido salarialm ente y la estratificacin de la fuerza de traba-
jo en categoras socio-profesionales, fue la fuerza m otriz responsable del
crecim iento posterior a la Segunda G uerra M undial.
Creacin de un rgimen de crecimien to
La gran organizacin no slo atrajo hacia s nuevos estratos sociales. Les
proporcion tam bin un m arco y un cdigo de afiliacin: un salario esta-
ble, seguridad en el em pleo, la perspectiva de ascender en un escalafn
visible de sistem as de prom ocin y reglas que gobernaban estas posibili-
dades de ascenso. D e tal form a que los em pleados integrados en la orga-
nizacin eran capaces de dar un significado a sus aspiraciones persi-guiendo el objetivo de la m ovilidad social10. Lo que explica que algunos
socilogos pudieran decir que la sociedad salarial estaba convirtiendo la
lucha de clases en una lucha por elstatus. Estas aspiraciones atravesaronlas barreras generacionales y form ularon una poderosa exigencia a los
centros de enseanza, que se convirtieron en productores de capital
hum ano luchando por la igualdad de oportunidades. D e hecho, la ense-
anza era un proceso de seleccin y las escuelas tuvieron que adaptarse
a las lim itaciones de la m ovilidad social que la jerarqua im puso para ase-
gurar que las grandes organizaciones actuaran en favor de los interesesde la acum ulacin de capital. Esto es lo que realm ente hacen los m eca-
nism os de acum ulacin: facilitar com prom isos aceptables entre fuerzas
que son diam etralm ente contrarias pero estn inextricablem ente unidas.
O tra conclusin que se desprende de esta conexin entre los principales
aparatos adm inistrativos o de em presa es que los distintos m ecanism os de
m ediacin encajan entre s para form ar el arm azn de un m odo de regu-
lacin. Este ensam blaje no se produce autom ticam ente, porque cada una
de estas organizaciones tiene su propia lgica, la integridad de sus pro-pias estructuras que le hace perseverar en su papel social percibido. Lo
que explica que la coherencia de un m odo de regulacin no se ajuste a
ninguna ley preestablecida. Es una entidad histrica nica que podem os
denom inar rgim en de crecim iento. En cam bio, los sntom as de agota-
m iento de un rgim en de crecim iento, que anuncian un perodo de incer-
tidum bre, crisis y cam bios, deben endilgarse a disfunciones en la interac-
cin entre los m ecanism os de m ediacin.
N o debem os olvidar nunca que en esta coherencia, que a la larga deriva
en m al funcionam iento, los m ecanism os de m ediacin soportan la tensin
existente entre el individuo y la sociedad. La com patibilidad entre m ovili-
dad y seguridad proporcionada por la gran organizacin m ientras existe
ARTCULOS
10 M . PAGES et al .,Lempri se de lorgan isati on, Pars, 1981.
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un m odo de regulacin coherenterefuerza el individualism o, toda vez
que aqu interviene el principio jerrquico. G racias a ste una acum ulacin
de funciones queda articulada m ediante un sistem a de reglas. La autoridad
ya no puede quedar legitim ada por un figura sim blica m eram ente deco-
rativa o por la invocacin de un valor m oral o una creencia religiosa trans-
cendentes. La gran organizacin m odifica considerablem ente la naturaleza
de nuestro sentido de la pertenencia. Som os ciudadanos provistos de todotipo de tarjetas: el docum ento de identidad, la tarjeta de la seguridad
social, las tarjetas de crdito. Podem os ingresar en todo tipo de asociacio-
nes. En definitiva, pertenecem os a m uchas cosas. Pero ninguna de estas
afiliaciones im plica ninguna im plicacin em ocional particular. El m bito de
despliegue de la accin autnom a, im pensable hace slo unas dcadas, ha
pasado a estar al alcance de una m ultitud de individuos 11.
El auge del individualism o, que liber una cantidad prodigiosa de energa
que las grandes organizaciones haban logrado aprovechar, se convirti enoposicin con los acontecim ientos de 1968, que fueron vividos con m ayor
o m enor intensidad en todo el m undo occidental. Aunque la gran organiza-
cin suscita el individualism o, debe lim itar a su vez ese individualism o para
jugar su papel de m ediacin. La gran organizacin lim ita la m ovilidad y la
innovacin, porque la estabilidad de sus reglas constitutivas no le perm ite
contener sino un m argen lim itado de flexibilidad en sus condiciones de fun-
cionam iento. Por ejem plo, cuando las grandes com paas optan por una
form a de progreso tcnico e intentan controlar la m archa de ese progreso,
aprovecharn las iniciativas de los em pleados, pero las canalizarn a travsde los m ecanism os de la com paa. Estas lim itaciones preservan el poder
capitalista sobre el proceso de produccin, pero este poder entra en con-
flicto con la creciente autonom a de los individuos. La bsqueda de una cul-
tura de em presa apunta a redescubrir la im plicacin em ocional para conso-
lidar en los em pleados el sentido de pertenencia a un tipo de organizacin
puram ente objetiva. El fracaso de esos esfuerzos en la dcada de 1970 es
una de las razones del agotam iento de la productividad, del aum ento de la
presin inflacionista y del descenso de la tasa de crecim iento.
Los pri ncipios econmicos de la regulacin
en el modelo fordi sta
La cualidad excepcional de este m odo de regulacin, que conoci su
m xim a coherencia durante la dcada de 1960, puede ilustrarse haciendo
referencia a algunos hechos econm icos caractersticos 12. El ncleo del
m odo de regulacin era la reconciliacin entre rpidos increm entos de
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11 G . M ENDEL,54 mi lli ons di nd ividus sans appartenance, Pars, 1983.12 Regulacin y cri sis del capita li smoanaliza estos ltim os en detalle en lo que respecta aEstados U nidos. Pueden generalizarse, con variantes que reflejan circunstancias nacionales
especficas. Sin em bargo, tales variantes no ponen en cuestin el hecho fundam ental de que
todos los pases occidentales se beneficiaron de un rgim en de crecim iento com n.
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productividad con el crecim iento de la renta real y la estabilidad en su dis-
tribucin. Los salarios reales aum entaban regularm ente porque iban uni-
dos al crecim iento de la productividad. La divisin funcional de la renta
entre salarios y beneficios perm aneci estable, porque el aum ento de los
salarios m onetarios estaba vinculado al ndice de precios. Esto hizo com -
patible la m ejora del nivel de vida de la m ano de obra con la constancia
de la tasa de beneficio y por ende con la acum ulacin uniform e de capi-tal. Este conjunto de hechos caractersticos representa el proceso m acroe-
conm ico por el cual la fuerza de trabajo fue integrada en el capitalism o.
Al prim er pilar del rgim en de crecim iento, a saber, la distribucin de la rique-
za, vino a aadirse otro, que consisti en un m ayor nivel de inversin, el
aum ento de la fuerza de trabajo, estructuras de em pleo estable y una baja tasa
de desem pleo. La interaccin positiva entre, por una parte, la distribucin de
la renta y, por otra, la inversin y la productividad, fue un resultado del dina-
m ism o de la dem anda. G racias a una redistribucin m uy am plia de los frutosdel aum ento de la productividad entre la fuerza de trabajo, la dem anda popu-
lar, basada en el consum o de m asas de una sociedad urbana y suburbana, dio
im pulso y un sentido de direccin al progreso tcnico. El resultado fue el cre-
cim iento endgeno, com o se lo denom ina en la actualidad. El desarrollo a
largo plazo de las dem andas de consum o de los em pleados asegur un ritm o
de progreso tcnico rpido y m uy uniform e. Cuanto m s em pinada era la
curva de crecim iento a largo plazo, m ayor era el progreso conseguido en el
m bito de la productividad. Estos rendim ientos dinm icam ente crecientes a
escala m acroeconm ica com pensan con creces el rendim iento m arginal de-creciente de las inversiones conform e aum entaba el stock de capital produc-
tivo. La dinm ica de interaccin entre la dem anda de consum o y el progreso
tcnico ensanch uniform em ente los lm ites de la eficiencia tcnica en el pro-
ceso productivo, im pidiendo de tal form a toda reduccin de las tasas de bene-
ficio. Asim ism o, cre nuevas actividades para absorber la fuerza de trabajo
que con el crecim iento de la productividad se tornaba superflua.
Adem s del crecim iento autosostenido a largo plazo que dur casi tres
dcadas, otra notable propiedad del fordism o era el m odo en el que el r-gim en de crecim iento poda am ortiguar las fluctuaciones del ciclo econm i-
co. Tal es la eficiencia del m ecanism o de regulacin. A este respecto el
acoplam iento coherente de las instituciones m ediadoras jug un papel deci-
sivo. Ante todo, el alza uniform e de los salarios reales quedaba garantizada
por la negociacin salarial colectiva y por la expansin de las transferencias
sociales, que serva de poderoso instrum ento anticclico. En caso de un des-
censo transitorio de las ventas, las grandes com paas podan prever que el
curso de la dem anda no sufrira cam bios. En la m edida en que trabajaban
con una escala de tiem po m s prolongada que la del ciclo com ercial, inver-
tan con la expectativa de un crecim iento futuro de la dem anda por delan-
te del dficit presente, sosteniendo as la dem anda global.
El sistem a financiero y sus estrechos vnculos con la poltica m onetaria for-
m aban una segunda lnea de defensa para garantizar la durabilidad del cre-
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cim iento. D entro de un m arco regulador que legislaba en su favor, los ban-
cos podan adm inistrar los tipos de inters a fin de proteger sus m rgenes
de beneficio. D e ah que com pitieran unos con otros por las m asas de cr-
dito. El sistem a crediticio era un m ercado de com pradores, con tipos de inte-
rs rgidos y una elevada elasticidad de la oferta. Esto perm ita a las com -
paas invertir en crecim iento y en progreso tcnico con un coste financiero
m nim o, lo que creaba una elevado apalancam iento del endeudam ientosobre el capital propio de las com paas. Sin duda, esta funcin de oferta
de crdito tenda a alim entar tensiones cclicas. La m archa sostenida de la
acum ulacin de capital provoc que la dem anda superara a la oferta, cre-
ando presiones inflacionistas. N o obstante, el m odo en el que estas presio-
nes fueron m itigadas, a saber, m ediante el aum ento de la productividad,
explica la inflacin galopante que persegua a la poca del fordism o.
As, pues, la poltica m onetaria iba encam inada principalm ente a la evitacin
de los excesos inflacionistas. Su m ayor problem a consista en lim itar la liqui-dez de los bancos con m edidas cuantitativas, que se vean endurecidas siem -
pre que se generalizaban los signos de exceso de dem anda: reservas obli-
gatorias, lm ites a los prstam os concedidos por los bancos centrales,
restricciones al crdito. Pese a todo, las recesiones que esta poltica m one-
taria pudiera haber provocado fueron com pletam ente leves y efm eras, por
los m otivos expuestos anteriorm ente. La dinm ica de la renta, la dem anda
y la inversin aseguraban que las ventas siem pre se recuperaran.
Gobier no y nacin
Las relaciones entre los gobiernos y las econom as nacionales han sido siem -
pre el m otivo de una spera disputa ideolgica. El criterio dom inante en la
dcada de 1960 era que el crecim iento a largo plazo dependa slo de la ofer-
ta y que la influencia m acroeconm ica del gobierno dependa nicam ente
de la dem anda. D e tal form a que el gobierno tena que regular el ciclo eco-
nm ico para arm onizarlo al m xim o con la tendencia a largo plazo a fin de
m antener el pleno em pleo, haciendo uso de una com binacin de m edidaspresupuestarias y m onetarias. sta era, al m enos, la idea anglosajona de una
sntesis de las escuelas neoclsica y keynesiana. Sera atacada en la dcada
de 1970 por los ultraliberales, que no encontraban razones para la interven-
cin m acroeconm ica del Estado, y por los m onetaristas, que no la contem -
plaban m s all de una m era estabilizacin nom inal de los precios.
Indudablem ente, ha habido otras historias econm icas y otras culturas pol-
ticas en Europa. Los socialdem cratas escandinavos colocaron el Estado en
el corazn del proceso de negociacin colectiva, en tanto que tercero con
funciones de m ediacin en un sistem a centralizado de control de las rentas.
La form a alem ana de capitalism o del Estado del bienestar la econom a
social de m ercadodesarroll una tradicin de estrecha colaboracin en la
escala regional entre los sectores pblico, privado y cooperativo para crear
el entorno tcnico y hum ano que fom entara al m xim o la com petitividad de
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las m edianas y pequeas em presas. En Francia, el papel del gobierno con-
sisti en contrarrestar la divisin del m ovim iento sindical y las actitudes
arcaicas de los patronos. El esfuerzo de renovacin en Francia despus de
la Segunda G uerra M undial fue conducido por una A dm inistracin central,
que logr transform ar la tradicin m ercantilista fundada por Jean-Baptiste
Colbert en una fuerza de progreso, gracias a la renovacin de las elites. El
m odelo francs de direccin estatal de la econom a m antuvo una fuerte pre-sencia pblica en el sistem a productivo y supuso un control estricto del sis-
tem a financiero. As, pues, el uso de instituciones de m ediacin adquiri un
color nacional, perm itiendo el desarrollo de variedades nacionales del rgi-
m en de crecim iento fordista. El sistem a m onetario internacional autorizaba
la coexistencia de estas variantes, toda vez que abra un espectro de posi-
bilidades de autonom a nacional a la hora de elegir su m odo de regulacin.
D e hecho, la m odesta contribucin del com ercio exterior al PIB en aquel
perodo, el escaso nivel de integracin financiera resultante de las restric-
ciones a los m ovim ientos internacionales de capital y la capacidad de deva-luacin de la m oneda en un sistem a de tipos de cam bio fijos pero ajustables
dejaba un cierto m argen de m aniobra para la form ulacin de la poltica eco-
nm ica. En aquellos aos de posguerra, los gobiernos eran capaces de coor-
dinar los distintos m ecanism os de m ediacin. La poltica econm ica deter-
m inaba el m odo de regulacin m acroeconm ica. H em os visto cm o
afectaba esta coherencia a la relacin entre progreso de la productividad,
aum entos salariales, transferencias sociales y dem anda interna. As, pues, el
eje central de esta coherencia era la sum a total de salarios y sueldos en su
doble papel de costes de produccin para las em presas y de poder de gastode los consum idores. D e ah que fuera posible hablar de una norm a salarial
nacional para describir brevem ente este m odo de regulacin. El Estado
hacia valer su responsabilidad en este m bito estabilizando el ciclo eco-
nm ico nacional. D e este m odo, creaba una perspectiva cronolgica para
todos los agentes econm icos y aum entaba la previsibilidad del clim a con
el cual los agentes privados conceban y acom etan sus em presas.
Aparte de la coherencia m acroeconm ica, que es la herencia keynesiana
reconocida por la tradicin anglosajona durante el perodo de la regulacin
fordista, el enfoque de la regulacin insiste en el carcter m s estructural
de las inversiones gubernam entales en las instituciones. Esta idea se nutre
de las experiencias en Europa continental. Podem os caracterizar estas for-
m as de inversin estatal por las m etas que aspiran a conseguir: fortaleci-
m iento de las bases de la produccin colectiva; estm ulo del progreso tc-
nico; superacin de los riesgos inherentes al sistem a financiero y
prom ocin de una distribucin equitativa de la renta.
La base insti tucional
H em os aludido ya a la im portancia de la enseanza en el surgim iento de
la sociedad salarial. Esto m ism o vale para la energa, los transportes y la
planificacin urbana. Todas estas inversiones resultan m ucho m s prove-
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chosas para la sociedad que para un inversor privado, porque su valor
colectivo com pleto no puede traducirse a un sistem a de precios. Los
recursos que es necesario reunir para financiar tal capital colectivo son
ingentes y los perodos de am ortizacin m uy largos. Estos equipam ientos
infraestructurales son las bases sociales de la productividad.
La innovacin tecnolgica tam bin depende de factores colectivos investi-gacin fundam ental, conocim iento cientfico y cualificacionesque produ-
cen m enos rendim ientos para un inversor privado que para la sociedad en
su conjunto. Cuando el Estado se retira de este m bito, desaparecen algu-
nos de los factores colectivos que dan im pulso al progreso tcnico, redu-
ciendo el ritm o de la innovacin. Cuanto m s disponibles estn estos facto-
res, m s beneficiosos son sus efectos externos sobre la produccin de
bienes y servicios de m ercado, fom entando una m ayor diversidad. Este pro-
ceso es la causa fundam ental de los rendim ientos crecientes de la produc-
cin capitalista que preservan la estabilidad de la tasa de beneficio. La inter-vencin estatal presenta distintas form as. All donde entran en juego factores
puram ente colectivos, factores que no son susceptibles de apropiacin pri-
vada conocim iento cientfico general, el Estado se encarga de producirlos
en laboratorios pblicos. All donde los factores de innovacin pueden ser
producidos de form a privada registros de investigacin industrialporque
su utilizacin es una fuente de ingresos para aquellos que los producen, el
Estado puede lim itarse a fom entar la invencin. Puede ofrecer incentivos fis-
cales, suavizar las norm ativas de patentes o im plicarse directam ente en aso-
ciaciones de laboratorios pblicos y com paas privadas.
Anteriorm ente hem os indicado que el sistem a financiero era un sistem a de
m ediacin capitalista. Supone la evaluacin de las apuestas sobre la acu-
m ulacin de beneficios futuros, redistribuyendo los riesgos a fin de am pliar
el m bito de su difusin y obteniendo e invirtiendo fondos procedentes de
los ahorros del gran pblico. Pero la actividad financiera im plica determ i-
nados riesgos que no pueden difundirse porque los m ercados financieros
son incom pletos, porque el flujo de inform acin es im perfecto y porque las
actitudes ante un determ inado riesgo son cam biantes. Esto tiene com o
resultado un efecto contagioso que produce m odelos de com portam iento
colectivo, generando olas de optim ism o y pesim ism o en el transcurso de
las cuales los valores financieros pueden sufrir enorm es fluctuaciones. Estos
desbarajustes pueden desencadenar crisis financieras, cuyo coste social es
con m ucho m s elevado que el coste que supone para los inversores pri-
vados. sta es una de las razones clave por las cuales los gobiernos inter-
vienen en el sector financiero para prevenir en lo posible las crisis o para
lim itar al m enos sus desastrosas consecuencias sociales.
Regular el sistema finan ciero
En el sistem a de regulacin fordista, por lo general los gobiernos nacio-
nales fueron fuertem ente intervencionistas en asuntos financieros. Crearon
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reglas favorables a los sistem as de concentracin bancaria, a m enudo dife-
renciando entre los bancos y otras instituciones financieras. Controlaron
los tipos de inters para im pedir variaciones excesivas y concertaron
acuerdos con sus respectivos bancos centrales para asegurarse de que los
bancos com erciales en dificultades tem porales tuvieran suficientes activos
lquidos para garantizar los depsitos bancarios en todo m om ento.
El desarrollo de transferencias sociales crea riesgos m orales13 sim ilares a
los riesgos financieros. D e hecho, estas transferencias se inspiran en la soli-
daridad y en la necesidad de cubrir los riesgos sociales que no pueden
difundirse. Por lo tanto, no estn reguladas por plizas de seguro privado
sino por reglas sociales. El riesgo m oral consiste en el hecho de que el sis-
tem a de proteccin social no tiene control sobre los costes sociales de los
que es responsable. Adm inistra una form a de solidaridad pasiva en la que
se diluyen las responsabilidades. Los Estados han intentado resolver esta
contradiccin de m uy distintas m aneras, pero los principios de equidad quesubyacen a estos sistem as de proteccin social proceden de una filosofa
com n. N o puede existir una sociedad puram ente individualista; debe
haber una base com n de solidaridad. Esta base com n com prende ante
todo las necesidades fundam entales de las que nadie debera carecer y que,
por lo tanto, deben ser proporcionadas por sistem as pblicos o garantiza-
dos pblicam ente. Im plica asim ism o la justicia social en form a de un siste-
m a tributario que redistribuya la riqueza al m ism o tiem po que m antiene la
jerarqua de las rentas dentro de unos lm ites generalm ente aceptados.
A s, pues, la equidad es una dim ensin im portante de la reconciliacin de
los intereses capitalistas con el progreso social en la sociedad salarial.
Previniendo la exclusin, refuerza la ciudadana y, por ende, la identifi-
cacin con el sistem a econm ico. Preservando la hom ogeneidad en la
distribucin de la renta, fom enta la adopcin generalizada de estilos de
vida m odernos y, por tanto, el desarrollo de m ercados de bienes de con-
sum o de m asas, precisam ente el desarrollo que sirvi de m otor principal
a la acum ulacin capitalista.
La globali zacin del capita li smo y las cri sis
de la sociedad salar ial
Cuando Regulacin y cri sis del capita li smofue escrito, el sistem a fordistaacababa de em pezar a funcionar m al. Considerando las cosas retrospecti-
vam ente veinte aos despus y dentro del m arco terico que presentam os
aqu, podram os atrevernos a proponer una form a de explicacin de losnum erosos cam bios, sacudidas y convulsiones que m arcaron las crisis de
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13 Riesgo m oral: traduccin del trm ino inglsmoral hazzard, que hace referencia a una situa-cin en la que entre dos partes contratantes, una de ellas, al disponer de m s inform acin que
la otra, tiene incentivos para obrar en detrim ento de los intereses de esta ltim a. [N . de la T.]
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aquel perodo. A tal fin, debem os reconsiderar las dos caras contradictorias
de las relaciones patrono-em pleado que alum braron la sociedad salarial.
Recordem os la hiptesis que subyace al enfoque de la regulacin, a saber,
que el capitalism o es una fuerza de cam bio que carece de un principio
regulador interno; este principio lo proporcionan un conjunto coherente
de m ecanism os de m ediacin social que orienta la acum ulacin de capi-tal por la senda del progreso social. La capacidad que tienen estos m eca-
nism os de m ediacin de absorber los efectos de cam bio de m odo com -
patible con la tasa de crecim iento global se ve lim itada de dos m aneras.
En prim er lugar, la eficacia de las organizaciones descansa com pletam en-
te en la estabilidad de sus reglas internas, pero stas no les dejan m ucho
juego a la hora de responder a las variaciones de las condiciones que
gobiernan la acum ulacin del capital. En segundo lugar, los com prom isos
institucionalizados entre grupos de inters, ya sean contractuales o bien
recogidos por la ley, slo reducen la incertidum bre en virtud de su rigi-dez. Las causas del m al funcionam iento del rgim en de crecim iento han
de im putarse a las distorsiones entre los cam bios desatados por el capita-
lism o y la im potencia de las instituciones existentes para hacerles frente en
el m arco del sistem a de regulacin m acroeconm ica establecido. M uchos
de estos cam bios se han producido en los ltim os veinte o veinticinco
aos: la extensin de la sociedad salarial a m edida que el capitalism o se
difunde por todo el m undo, la globalizacin financiera, la revolucin tec-
nolgica y la renovacin de los intereses individuales. Estas convulsiones
afectan al em pleo, a los estilos de vida de los em pleados y a la substanciadel progreso social en los pases que con anterioridad eran los principales
beneficiarios del crecim iento y del consum o de m asas.
Ques la globa lizacin?
El trm ino globalizacin se ha convertido en una palabra com odn para los
periodistas, los polticos y el m undo de los negocios. Es el horizonte de todas
nuestras esperanzas y la fuente de todos nuestros m ales. En la Europa con-tinental se la responsabiliza de haber provocado el desem pleo crnico. En
los pases anglosajones se la considera la causante de la cada de los salarios
reales m edios y del aum ento espectacular de la disparidad de las rentas.
Estas preocupaciones son rechazadas por los econom istas liberales que
hacen hincapi en la prim aca de la com petitividad global. El libre co-
m ercio no es un juego de sum a cero sino, por el contrario, una m quina
de crecim iento. La aceleracin del crecim iento global en la dcada de
1990, despus de que la dcada anterior se caracterizara por el declive y
el estancam iento en m uchos pases en vas de desarrollo, ha introducido
a cientos de m illones de personas en la era del consum o de m asas.
La globalizacin significa, ante todo, la difusin del em pleo rem unerado que
ha hecho posible la penetracin del capitalism o en el corazn m ism o de las
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sociedades no occidentales. Esto ocurre porque la divisin internacional del
trabajo ofrece perspectivas de beneficio. Pero la razn m s im portante estri-
ba en que los costes de transferencia de los conocim ientos tecnolgicos
actuales estn cayendo bruscam ente. U n abanico cada vez m s am plio de
actividades se ha visto provechosam ente incluida en el intercam bio interna-
cional de trabajo m s altam ente cualificado en los pases m s desarrollados
por trabajo m enos cualificado en los pases m enos desarrollados. Este dobledinam ism o, que ensancha y profundiza la divisin del trabajo, est esti-
m ulando el crecim iento de la productividad. En los pases capitalistas m s
avanzados, el sector servicios est experim entando una revolucin gracias
al form idable aum ento del trabajo intelectual con conceptos, sm bolos y for-
m as: consultora tcnica y financiera, diseo,know-how, inform acin y co-m unicacin. En los pases en vas de desarrollo, la intensidad de la actividad
capitalista est en aum ento gracias a la produccin de bienes de capital, al
crecim iento de las industrias de procesam iento y a la expansin de los ser-
vicios financieros. As, pues, la intensificacin de la divisin internacional deltrabajo equivale a un aum ento de la productividad.
H ay otra dim ensin de la divisin internacional del trabajo que parece con-
tar con un futuro prom etedor a principios del siglo XXI: se trata del inter-
cam bio entre generaciones. Los ahorros de la poblacin activa envejecida
de los pases desarrollados se cam biarn por flujos de la renta futura per-
cibida por la joven fuerza de trabajo de los nuevos pases industrializados.
Este tipo de integracin se basa en slidas tendencias dem ogrficas. La
edad m edia de la poblacin de los pases desarrollados ha de subir forzo-sam ente a causa del descenso de la tasa de fertilidad entre las m ujeres que
aspiran a una m ayor independencia y debido al aum ento de la esperanza
de vida. Adem s, la dism inucin de las tasas de nacim iento actualm ente en
curso en cada vez m s regiones del m undo traer consigo un relativo
aum ento porcentual de la fuerza de trabajo con respecto al conjunto de la
poblacin. La transferencia de ahorros que de aqu se desprende com enz
a cobrar verdadero im pulso durante la dcada de 1990. Se trata de un fac-
tor clave de la m archa en pos de la globalizacin financiera, aunque este
ltim o fenm eno se rem onta a m ucho tiem po atrs.
Esta transform acin de la divisin del trabajo a escala planetaria es una fuen-
te de la acum ulacin capitalista que est nutriendo un nuevo rgim en de cre-
cim iento. Sin em bargo, com o ha ocurrido siem pre en la historia del capitalis-
m o, esta revolucin tecnolgica no dispone de la capacidad de autorregularse.
Las polticas, las m entalidades y las instituciones que interfieren con los facto-
res determ inantes de la acum ulacin capitalista no se desarrollan a la m ism a
velocidad que las tcnicas, los m todos de trabajo y los m ercados.
La dimensin europea
As, pues, el nuevo sistem a de acum ulacin en curso de consolidacin no
es aquel soado por los tericos del libre com ercio: una econom a global
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unificada por el m ercado. Aunque la poltica econm ica se ha desplazado
hacia el liberalism o, no ha vuelto al capitalism o de la com petencia del si-
glo XIX. N o obstante, las instituciones del fordism o han tenido enorm es difi-
cultades de adaptacin. Las regulaciones que dem ostraron su eficacia en la
dcada de 1960 se han tornado en su m ayor parte inadecuadas. Sin em bar-
go, esto no niega el hecho de que el siglo XX haya visto el ascenso de las
sociedades salariales. En estas sociedades, los derechos sociales son un ele-m ento constituyente de la ciudadana; son el cem ento de la cohesin social.
La organizacin del proceso de trabajo se convierte cada vez m s en un
proceso colectivo que depende de las inversiones en infraestructura y en
las capacidades hum anas. D e tal form a que la globalizacin de la econo-
m a no est conduciendo ni a la desaparicin de las naciones ni a un Estado
m inim alista. Pero la necesidad de form ular principios de regulacin que
puedan orientar la acum ulacin del capital hacia una nueva poca de las
sociedades salariales exige cam bios en num erosas instituciones. Es preciso
que los Estados-nacin redefinan qu derechos sociales son verdadera-m ente fundam entales y refuercen la bases sociales de su com petitividad.
Las tasas de crecim iento y las tendencias del desem pleo durante tres
dcadas indican que los cam bios en los m ecanism os de m ediacin social
estn planteando problem as m s serios en Europa que en Estados
U nidos. En este pas no ha habido una dism inucin del crecim iento a
largo plazo ni aum ento del desem pleo, y las opciones en poltica econ-
m ica tam poco han experim entado cam bios radicales. En cam bio, en
Europa han surgido divisiones discrim inatorias. G ran Bretaa ha asistidoal derrum bam iento del sistem a de regulacin, lo que ha tenido com o
resultado la aparicin de la com petencia en las relaciones industriales. Sin
em bargo, el m odelo alem n de negociaciones y com prom isos entre inte-
reses organizados ha perm anecido sin cam bios. Tanto el crecim iento
galopante de la desigualdad social en el m odelo britnico, que alcanza
cifras sim ilares a las estadounidenses, com o el ascenso inexorable del
desem pleo en el m odelo alem n subrayan las dificultades a las que se
enfrentan las sociedades salariales que han experim entado el fordism o
cuando intentan dotar a sus instituciones de la capacidad de creacin de
una nueva com patibilidad entre la acum ulacin de capital y el progreso
social. Para una m ejor com prensin de esta tensin, nos ser til la des-
cripcin de las num erosas form as que cobra la globalizacin del capital.
In tegracin econmica
La globalizacin es una m ultiplicidad de procesos distintos pero interco-
nectados. Presentndose a distintas velocidades, en secuencias especficas
y en diferentes lugares con diversos grados de intensidad, estos procesos
distan de ser coherentes. H unden sus races en las principales reas de
cam bio de la divisin internacional del trabajo, pero m ediante su interac-
cin con los m odelos de regulacin existentes crean diversos tipos de
desbarajuste en los m bitos econm ico, financiero y m onetario.
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La integracin econm ica es un proceso que ha visto aum entar su cam po
de aplicacin desde la dcada de 1960. La m edida m s obvia de su desa-
rrollo la proporciona el hecho de que el com ercio m undial ha venido cre-
ciendo a una tasa constantem ente m s rpida que el PIB m undial. Esta ten-
dencia ha dem ostrado ser lo bastante slida com o para superar las crisis
financieras y las sacudidades estructurales que han jalonado la historia de
las ltim as tres dcadas. La integracin econm ica generada por el com er-cio no ha sido hom ognea. La creacin de nuevas reas econm icas regio-
nales, en las que los m ayores aum entos se han registrado en el com ercio
exterior, ha sido una evolucin particularm ente notable en Europa, pero la
tendencia no ha dejado intactas a Asia o al continente am ericano. Sin em bar-
go, por m s espectacular que resulte el crecim iento del com ercio, ello no
perm ite dar cuenta de los procesos que estn transform ando las condicio-
nes que gobiernan la acum ulacin de capital. N o explica de m anera satis-
factoria por qu ha sufrido un dao tan severo y duradero el equilibrio
m acroeconm ico de los pases de Europa. Para hacerlo, debem os dirigirnuestra atencin a las form as de com petencia a las que ha dado lugar el pro-
greso tcnico y que figuran en