H O M E N A J E

AL SEÑOR DOCTOR

EN SU C ~ M P L ~ ~ : A Ñ O S

SANTIAGO DE CHILE IMPRENTA, LITOGRAFIA 1 ENCUADERNACION BARCELONA

Moneda, entre Estado i San Antonio - 1898

SUS AMIGOS 1 COMPATRIOTAS 111; CHILE

P B O G B A X A de la Fiesta que en su Honor tendrá lugar en la Univepsidad

el Derningo 11 de Setiembre de 1898

I . o - l V ~ ~ ; ~ ~ i < , marcha de Tannhauser, ejecutada por

2 .o-Disc~~rso del doctor don AIIOIJO Murz~r.r.o. El señor Ministro de Instruccion Pública presentará al

señor Philippi un Álbum de firmas i una Medalla COII-

memorativa acuñada en su honor. 3 . 0 - B ~ ~ ~ ~ ~ ~ . ~ ~ ~ ~ < ~ , ¡Gloria a Dios en las alturas!,

coro cantado por señoras, señoritas i caballeros alema- nes, bajo la direccion del señor Harthan.

4."--Discurso de don DOMINGO HJIUNI~TEGUI COI,^^:.

j."-KLEIN, El Señor es mi Pastor, coro cantado por señoras, señoritas i caballeros alemanes, bajo la direccion del señor Harthan.

6.O-AljDr. R. A. Philippi, composicion en verso del doctor don CARLOS A. GUTI~~RREZ.

7 . o - H ~ ~ ~ ~ I I A N , marcha Guardia Nacional. WAGNITR,~ I fantasía de Rienzi, ejecutadas por la banda

la banda militar que dirije el profesor Traversari.

militar.

Discurso del doctor don Adolfo

Señor Rlinistro:

Señoras i señores:

os discípdos, los amigos, los admiradores del doc- tor don Rodulfo A. Philippi; los que creemos

qm la ciencia no es u n a paradoja, que es ella la que debe trazar el camino del perfeccionamiento indefinido que ha de llevar a la Iiiimanidad a mejores destinos; los que sentimos vibrar en nuestros cerebros los anhelos del estudio por el gran escenario de la naturaleza; los que convencidos estamos de que el nuevo rumbo impreso a los estudios está en la lójica del desenvolvimiento iiitelec- tual; los quehemos sido testigos o comprendemos la vasta, la inmensa labor realizada por este sabio modesto i senci- llo, nos reunimos hoi, la víspera del cumplimiento de sus dieziocho lustros, para tributarle el homenaje de nuestro respeto, de nuestro cariño i de nuestro recono- cimiento; para decirle que la simiente por él arrojada

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en su camino no ha quedado estéril, que su trabajo no ha sido infructuoso i que no dejará la ingratitud tras la huella de sus pasos.

Asóciaiise a esta manifestacion muchas altas autori- dades del pais, el honorable señor Ministro de Iiistriic- cion Pública, que nos preside; las sociedades científicas que entre nosotros han prendido; los centros ititelectua- les de mas viva actividad; un escojido grupo de educa- dores de la juventud, los hombres que empujan la nave del progreso por medio de la instruccion, de la instruc- cion, que es luz inestinguible del entendimiento, fuego sagrado que anima al hombre i lo hace trepar por los escabrosos senderos que conducen a la gran montafia, al Sinaí de la ciencia.

Padceme, tambien, que en este momento nos acom- pañan los manes ilustres de Egafia i de Montt, de Bello i de Amunátegui, de Gorbea i de Vnldivia, de Xloran i de Sazie, de Domeyko i de Bustillos, de Gay i de Molina, que nos prestan su concurso para dar mas solemne acen- tiiacion al presente acto, sintiéndose felices al contemplar una jeneracion que sabe manifestarse agradecida i justa.

Gracias a todos ellos, gracias a todos vosotros que habeis querido compartir nuestro regocijo i hacer coro alrededor de este anciano que llega a los linderos de la vida cargado de honores i merecimientos.

Señores: la modestísima fiesta que en este momento celebramos, a la que da realce esta distiiigiiida concu- rrencia, tiene su fundamento en que el viejo maestro que entre nosotros se sienta, a mas de haber guiado a varias jeneracionec con su enseñanza; a mas de una ac- tividad intelectual que no podrá jamas ser superada; a mas de las múltiples labores que le han ocupado, del

impulso vigoroso impreso al estudio de la ciencia en jeneral; a mas de las condiciones de su carácter, fué él quien en Chile echó los cimientos verdaderos del estudio de las ciencias naturales propiamente dichas, i encarna i representa una época memorable en nuestra historia uni- versitaria. De aquí porque ella tiene lugar en el salon de honor de esta Adma mnkr chilena, en cuyo seno se han dejado oir las enseñanzas de tantos sabios estranjeros que nos han honrado con su presencia; de esta madre fecunda i anhelosa que ha acojido con cariño de mujer a todo hombre ilustrado, a toda personalidad científica, sin preguntarle su procedencia, porque para ella la cien- cia no ha tenido patria i ha buscado la verdad donde la ha divisado relucir. La Universidad de Chile es ecléc- tica i busca i acoje en su colmena a todos los trabajadores que tienen ideales de verdad i de progreso, a todas las intelectualidades que puedan hacerla subir un peldaño mas en la escala del saber.

Gorbea acababa de morir, pero sus discípulos Valdi- via i Solar continuaban haciendo oir sus lecciones en los cursos de Matemáticas; Domeyko insinuaba a la juven- tiid en los conocimientos de la jeolojía, de la mineralojía i en los de la química i física; Piscis recorria nuestro territorio, levantando planos, esplorando sus cordilleras, sus hoyas hidrográficas i la composicion de sus terrenos; el aficionado i entusiasta Bustillos, despues de haber dictado sus lecciones de farmacia i de haber esbozado la botánica, se alejaba fatigado de las aulas esperando la aurora de mejores dias para sus estudios favoritos; Sazie i Padin presidian la Escuela de Medicina.

En esos momentos aparece Philippi en los umbrales de

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esta Caca, prrecedido de fama europea, i comienza sus cursos de historia natural, señalando a la juventud nue- vos horizontes, ensanchando sus conocimientos, abrién- dole desconocidos senderos en el camino de la actividad intelectual i despertándole el amor por esta madre natu- raleza que encierra tantos encantos, que abriga tantos misterios i que guarda tantas enseñanzas.

Su palabra es oida con respeto; sus lecciones, que se basan en el desenvolvimiento lójico de los fenómenos naturales i en la observacion estricta de los hechos, sin preocupaciones sectarias n i desviaciones del criterio posi- tivamente científico, despierta los entendimientos i entu- siasma a la juventud.

Las bases de la educacion moderna estan aseguradas: los estudios preponderantes de la abstracta metafísica, del ergotismo escolástico, de la filosofía gramatical, de las lenguas muertas, de la literatura estrechada por el rigorismo de las formas, ceden el paso al de los que nos suministran los conocimientos positivos. La Química, la Física i la Historia Natural estati incorporadas a nuestra enseñanza i las ciencias propiamente dichas constituyen el mas ámplio campo de cultivo en nuestra Universidad; la biolojía se ha impuesto. Ni la mas insignificante de nuestras escuelas deja de poseer cuadros de Historia Natural!

¡Honor a esos preclaros precursores de nuestro pro- greso intelectual i científico.

Conjuntamente con sus cátedras, Philippi se hace car- go de la direccion del embrionario Museo de Historia Natural.

Desde entónces el maestro no descansa; estudia nues-

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tra flora i nuestra fauna, redacta numerosas memorias, escribe libros, fatiga nuestra prensa, llena las revistas estranjeras de descripciones de plantas i especies zooló- jicas nuevas i hace conocer a Chile en el estranjero; confecciona herbarios, recoje animales, peces, insectos; acumula muestras de minerales, de antigüedades de toda especie; entra en canje con los establecimientos del mis- mo jénero i de ese modo llega a hacer de nuestro Museo i i n establecimiento digno de ser visitado. Mas adelante, esplora el desierto de Atacama, estudia su composicion jeolójica i nos da a conocer sus recursos i sus riquezas.

Mis brazos no tendrian fuerzas bastantes para soste- ner los manuscritos de sus obras; i mi lengua se secaria pronto si pretendiera enumerar los títulos de sus múlti- ples trabajos i de las distinciones obtenidas, Su nombre i su fama han atravesado las montañas i los mares: se puede decir que no liai pais del inundo en que no sea conocido.

Ha sido siempre el primero de nuestros estudiantes i el mas incansable de nuestros trabajadores. Los años le han respetado; no han cansado su cerebro ni debilitado sus potencias. La luz que principia a faltar a sus ojos, apénas si Iia podido darle un escaso i forzado descanso.

Ese es el lionibre, ese el maestro, ese el sabio a quien festejamos hoi sus discípulos, sus amigos i sus admira- dores, deseándole dias de paz bíblica i de herinesos recuerdos.

..

Dr. Philippi: habeis llegado a la cima de la montaña de la vida i desde ahí podeis contemplar las atareadas faenas de una jóven i laboriosa nacionalidad que edifica los cimientos de su progreso sobre el verbo de la ciencia

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i SLI bien probado patriotismo. Desde ahí podeis divisar a vuestros discípulos hechos lejiones, porque mas feliz que los patriarcas elejidos del Antiguo Testamento os Iia sido dado columbrar cómo vuestros hijos comienzan a ser tan numerosos como las estrellas del cielo i cómo principian a emitir las irradiaciones luminosas del pensa- miento. Desde ahí podeis divisar a un pueblo agrade- cido que, amante de la verdad, os hace justicia, os ofrenda su cariño, i el cual sabrá honrar siempre vuestra memo- ria con el afecto de gratitud a que os Iiabeis hecho acreedor por vuestros importantes servicios a la ciencia i a la patria.

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A don Rodulfo A, Philippi E n el Nonajésinio Aniversario de su Natalicio

OR qué con goce tanto i noble celo os congregais aquí? La Patria acaso

a defender su jeneroso suelo i combatir por su bandera os llama? ¿Acaso en lid retiida nuevos laureles conquistó a su estrella del héroe la espada bendecida? 20. escalando de sUbito la cumbre ya aparece del niundo en el proscenio entre vivos relámpagos de lumbre en alado corcel, moderno jénio que, augusto precursor de otras edades viene a cantarnos con sublime lira

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el triunfo de las santas libertades, la miierte de1 error i la mentira?

No es el triunfo de efímero momento lo que celebra aquí solemne coro; no de la guerra el despertar sangriento anuncia el eco del clarin sonoro; ni, acallando el rumor que ya se escucha, de SLI poder i su mision ufano, llega a anunciarnos jigantesca lucha del porvenir el jenio sobermo.

Alas alto triunfador aquí se muestra. hliradle: es un anciano, mas brilla aun en su pupila ardiente Ia viva luz que ilurniní, lo arcano i por do quiera difundib su mente; mas brilla aun en su segura diestra la pluma, la áurea espada que luchó por altísimos ideales, mostrando siempre a la lejion amada de la verdad las sendas inmortales. Rliradle: es un anciano, mas aun brilla en su ancha frente que revela al sabio el verbo augusto de su fé sencilla, i su severo labio modula aun ante el fiilgor intenso de la zlina creacion, la nota pura que como nube de aromado incienso radiante de esplendor sube a la altura!

iOh grande, oh inmortal Naturaleza tú fuiste su pasion! .

a los verdes capullos, a los blancos A las corolas

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lirios de la pradera, a la guirnalda de luz primaveral, a las silvestres flores, adorno de la abrupta falda, al bosque estremecido por el viento a todas las terrestres armonías sublimes, a las olas con sus penachos albos como armiño, a la elegante, solitaria palma al roble corpulento: a todos puso u n alma i de su alma a todos abrazó con el cariño.

¡Salve insondable amor, alma del mundo! A tu poder cediendo que avasalla su regazo dejó, cruzó el profundo abismo, la ancha valla, para buscar en suelo americano bajo el puro dosel de un azul cielo espacios a su esfuerzo soberano, i labores, i triunfos a su anhelo.

En las selvas feraces, en la entraña de la fecunda tierra, en el sendero sin luz de la montaña, en las lejanas cumbres luminosas; en donde quiera varonil viajero de s c planta dejó la viva huella, obediente a esa voz desconocida que aun le impulsa en su tenaz querella por hallar ei; el fondo de las cosas los hilos del misterio de la vida.

- 14 - La dulce paz, el bienestar tranquilo

a la par de las flores que le aroman llenan su hogar, i en tan feliz asilo nunca el orgiillo, n i la envidia asoman. De s u labor en el esfuerzo rudo la fé le alienta, la. pasion le anima hasta llegar de pié con el escudo a la mas alta i empinada cima. Noble soldado de la edad moderna fiindido en bronce de la edad antigua, en el lidiar de la batalla eterna no siente el odio, n i doblez ambigua las enerjías de s u vuelo abate, i solo muestra en su virtud austera como timbre de honor i de pujanza, el tener en su vida de combate el Estudio por h i c a bandera, por i'nico palenque la Enseñanza. Hoi con augusta majestad la ciencia le ciñe s u mas fúljida corona, i victoria alcanzada sin violencia mas excelso renombre galardona.

Adalid esforzado del progreso, que, entre aplaiisoc, i vítores, i asombros al sacro templo de tu culto vienes, alta la faz, sin inclinar tus hombros n i de tus años al porfiado peso, n i al peso de la gloria que sostienes; sabio maestro, gran naturalista noble campeon del intelecto humano, tH solo puedes al tender la vista

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contemplar con el goce del artista los bienes mil que prodi, ao ’ tu mano; tu solo puedes al caer la tarde de una vida a la ciencia consagrada, volver los ojos a tu alegre aurora i contemplar sin una accion cobarde, sin una sola huella ensangrentada de tu paso la senda bienhechora.

r . I u patria de adopcion, la patria niia que besa el mar i que atalaya el Andes, la tierra que a la voz de tu conjuro naturaleza vírjen te ofrecia, entre sus glorias i sus fastos grandes dirá el esfuerzo, la labor del hombre i , orlado de laurel, en niármol puro cincelará tu venerado nombre.

¡Quiera Dios otorgar a tus virtudes brillante premio, prolongada vida! ¡Que del invierno pasen los aludes sin tocar tu cabeza encanecida!

que anuncien tu llegada a este santuario, i dispensarme quiera la Fortuna el alto honor de saludar entónces desde esta grande, altísima tribuna, entre cantos de paz, tu centenario.

¡Que otra vez puedan resonar los bronces

¡Maestro, adios! Al regresar al nido que embalsaman tiernísimas tus flores i tu hogar con su blanca lumbre baña,

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recuerda con la fé del elejido que con todos sus íntimos amores el coiazon de un pueblo te acompaña.

CÁRLOC A. GCITIÉRREZ

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Discurso de don Domingo Amunategui Solar Decano de la Facultad de Filosofía, Humanidades i Bellas Artes

os relevantes virtudes distinguen al venerable an- ciano cuyo nataiicio celebramos: su profundo amor

a la ciencia i u n escepcional desinteres. El, que tendria derecho a habitar en un palacio, vive,

satisfecho de su suerte, rodeado por su familia, en una sencilla casa de madera.

A las pompas de la sociedad ha preferido la quietud de ese hogar modesto.

Philippi es un sabio por la estension de sus conoci- mientos i u n filósofo por la frugalidad de su vida.

A su puerta van a golpear todos los chilenos instrui- dos i todos los ectranjeros que visitan nuestro territorio con propósito científico.

Uno de sus amigos se llamó Luis Agassiz i otro de ellos Ignacio Domeyko: dos estrellas del mundo intelec- tual.

El inventario de los bienes de fortuna de don Rodulfo 2

- 18 - Amando Philippi cabe en pocas líneas; pero los títulos de sus obras ocupan numerosas pájinas.

Aunque recibió en Alemania diploma de niédico, s u vocacion le arrastró a los estudios de historia natural. Cuando llegó a Chile, este Dais no habia sido esplorado sino por dos o tres sabios. Con paciencia de benedictino, Philippi se ha ocupado durante medio siglo en clasificar las producciones de nuestra flora i las especies de tiues- tra fauna, desde la corpulenta palmera hasta el helecho de Juan Fernández, i desde las conchas de la época se- cundaria hasta el huemul.

Los zoólogos i botánicos del porvenir encontrarán su huella luminosa en las sendas de estos valles que habitamos i en los árboles de los bosques vírjenes del sur.

E n las descripciones científicas de Philippi se encierra tal arte literario que parecen presentar a la vista el objeto descrito.

La naturaleza le dotó con prodijiosas facultades de observador, i por muchos aiíos ha tenido u n verdadero microscopio en cada OJO,

L a mayoría de los individuos que residen en las grandes ciudades del viejo mundo han oido o leido mui pocas veces la palabra Chile; pero los naturalistas de esas mismas ciudades saben qué plantas crecen en nues- tro suelo, qué animales huellan nuestros campos, qui. fósiles oculta el seno de esta tierra. ¡Gracias a los libros i a las comunicaciones de Philippi!

S u obra predilecta ha sido el Museo. El gobierno de don Manuel Montt le nombró director cuando el estable- cimiento se reducia a un centenar de muestras de histo- ria natural, i Philippi, merced a su infatigable laboriosi-

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dad, ha formado un gran Museo chileno, que honra a la América del Sur.

E n este monumento, mas sólido que el bronce, se halla grabado el nombre de Philippi con caractéres indelebles.

Las valiosas colecciones que él ha reunido componen otras tantas pájinas de un libro jigantesco, que, bajo la figura de una momia, de u n ave, de un arbusto, de una piedra, descubren los misterios de la vida i confirman las verdades de la ciencia.

Philippi ha enseñado durante varias décadas en la Universidad i en el Instituto Nacional; pero la cátedra que ocupará siempre está en el Museo, donde sus lec- ciones serán aprovechadas por innumerables discípulos.

Raros son los sabios que, como él, han tenido la dicha de realizar sus principales proyectos científicos, i mas raros aun aquéllos que, tambien como él. han po- dido comprobar por sí mismos que su labor es fecunda, que dejan hijos i alumnos capaces de continuar sus trabajos, i que poseen, en recompensa de abnegados ser- vicios, la gratitud de un pueblo entero.

Don Ignacio Domeyko,. inseparable compañero de Philippi, emprendió en sus últinios años rin penoso viaje con el objeto de volver a ver el suelo natal.

La heróica Polonia ya no existia sino en la memo- ria de los hombres; pero Ilomeyko deseaba, Antes de morir, arrodillarse allí donde liabian trascurrido los diac de su infancia i juventud.

El ilustre qiiímico sentia por su desgraciada patria un amor infinito. Al regresar a Chile, trajo consigo unos ciiantoc puñados de tierra del lugar de su nacimiento, -podo lo que para él quedaba de Polonia!-i en s u Ultima enfermedad ordenó que esa tierra fuera deposi-

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tada en el ataud, para que su cabeza descansara siem- pre cobre tierra polaca. ¡Sublime delirio del patriotismo!

Mas feliz que Domeyko, Philippi no necesita guardar como recuerdo unos cuantos puñados de esa tierra de Hrandebiirgo enla cual vi6 por primera vez la luz, hace noventa aiíos. iNó! Las glorias de Alemania resuenan ?n nuestros montes

con los ecos del aire i en nuestras playas con las olas del mar.