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8/16/2019 Alas, Leopoldo - El Rey Baltasar http://slidepdf.com/reader/full/alas-leopoldo-el-rey-baltasar 1/8 Leopoldo Alas El reyBaltasa - I - Don Baltasar Miajas llevaba de empleado en una oficina de Madrid más de veinte años; primero había tenido ocho mil reales de sueldo, después diez, después doce y después diez; por!ue !ued" cesante, no hubo manera de reponerle en su #ltimo empleo, y tuvo !ue contentarse, pues era peor morirse de hambre, en compañía de todos los suyos, con el sueldo inmediato inferior $%&sto me rejuvenece' (decía con una ironía inocentísima; humillado, pero sin ver)*enza, por!ue +él no había hecho nada feo, y a los -atones de plantilla !ue le aconsejaban renunciar el destino por di)nidad, les contestaba con buenas palabras, dándoles la raz"n, pero decidido a no dimitir, %!ué atrocidad' .l poco tiempo, cuando todavía al)unos compañeros, más por molestarle !ue por espíritu de cuerpo, hablaban con indi)naci"n del +caso inaudito de Miajas, el interesado ya no se acordaba de !uerer mal a nadie por causa del baj"n de marras, y estaba con sus diez mil como si en la vida hubiese tenido doce /tras varias veces hubo tentativas de dejarle cesante, por no tener padrinos, aldabas, como decía él con )randísimo respeto; pero no se consumaba el delito; por!ue, a falta de recomendaciones de personajes, tenía la de ser necesario en a!uella mesa !ue él manejaba hacía tanto tiempo 0in)#n jefe !uería prescindir de él y esto le vali" en adelante, no para ascender, !ue no ascendía, sino para no caer 1in embar)o, no las tenía todas consi)o, y a cada cambio de ministerio se decía2 +%Dios mío' %1i me bajarán a ocho' 3or lo demás, no pensaba en la cosa p#blica más !ue cuando había crisis 4asta !ue los chicos anunciaban por las calles2 +%&l e5traordinario con la caída del Ministerio' Don 6 Baltasar no se acordaba de !ue había &stado, ni )obierno, ni intereses p#blicos en el mundo 7 no era !ue no comprase todas las noches, al retirarse, su peri"dico 3ero no era  por la política2 era por las charadas, los acertijos, ana)ramas, etc, etc

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Leopoldo Alas

El rey Baltasa

- I -

Don Baltasar Miajas llevaba de empleado en una oficina de Madrid más de veinteaños; primero había tenido ocho mil reales de sueldo, después diez, después doce ydespués diez; por!ue !ued" cesante, no hubo manera de reponerle en su #ltimo empleo, ytuvo !ue contentarse, pues era peor morirse de hambre, en compañía de todos los suyos,con el sueldo inmediato inferior $%&sto me rejuvenece' (decía con una ironíainocentísima; humillado, pero sin ver)*enza, por!ue +él no había hecho nada feo, y a los-atones de plantilla !ue le aconsejaban renunciar el destino por di)nidad, les contestaba

con buenas palabras, dándoles la raz"n, pero decidido a no dimitir, %!ué atrocidad' .l pocotiempo, cuando todavía al)unos compañeros, más por molestarle !ue por espíritu decuerpo, hablaban con indi)naci"n del +caso inaudito de Miajas, el interesado ya no seacordaba de !uerer mal a nadie por causa del baj"n de marras, y estaba con sus diez milcomo si en la vida hubiese tenido doce

/tras varias veces hubo tentativas de dejarle cesante, por no tener padrinos, aldabas,como decía él con )randísimo respeto; pero no se consumaba el delito; por!ue, a falta derecomendaciones de personajes, tenía la de ser necesario en a!uella mesa !ue él manejabahacía tanto tiempo 0in)#n jefe !uería prescindir de él y esto le vali" en adelante, no paraascender, !ue no ascendía, sino para no caer 1in embar)o, no las tenía todas consi)o, y a

cada cambio de ministerio se decía2 +%Dios mío' %1i me bajarán a ocho'3or lo demás, no pensaba en la cosa p#blica más !ue cuando había crisis 4asta !ue

los chicos anunciaban por las calles2 +%&l e5traordinario con la caída del Ministerio' Don6

Baltasar no se acordaba de !ue había &stado, ni )obierno, ni intereses p#blicos en elmundo 7 no era !ue no comprase todas las noches, al retirarse, su peri"dico 3ero no era por la política2 era por las charadas, los acertijos, ana)ramas, etc, etc

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 El rey Baltasar Leopoldo Alas

1e metía en casa, y rodeado de su mujer y de sus tres hijos, dos varones y unahembra, pe!ueñuelos todavía, se entre)aba a las dulzuras del ho)ar, de las zapatillas suizas,y de la secci"n amena de su peri"dico 0o aborrecía el mundo, no era misántropo; pero noestaba a )usto más !ue entre los suyos, !ue eran la familia de !ue va hecho mérito, y unoscincuenta tiestos con flores, y veinte pájaros !ue tenía y cuidaba en un estrechísimo terrado,

a !ue le daba derecho su cuarto piso con honores de )uardilla &ra en la calle de 8erraz;desde a!uella altura disfrutaba la vista de un panorama !ue le parecía asombroso, sobretodo por el silencio, por la soledad, por la luz esplendorosa y por el aire puro .llí no veníaa interrumpirle en sus contemplaciones de anacoreta le)o o de bramán sin cavilaciones, más bicho viviente !ue éste o el otro )ato, !ue se le !uedaba mirando, también perezoso,también soñador y ami)o de a!uella soledad en la altura

Miajas bajaba al mundo pensando en sus flores, sus aves y sus hijos; se enfrascaba enlos e5pedientes con la afici"n !ue le había ido dando el amor al cumplimiento e5acto deldeber, y de todo lo demás !ue le rodeaba allá abajo no se daba cuenta si!uiera -omo dondeél vivía de veras, con toda el alma, era en su cuarto piso, en su terrado principalmente, lascalles, la oficina, los paseos, todo le parecía metido en un pozo rastrero, aho)adoin

inferis$%1ursum corda' le )ritaba el pecho, aun!ue no en latín; y en cuanto podía, %arriba'%al terrado'9a impureza del aire de abajo era para Miajas una preocupaci"n constante; creíadeber la salud al aire puro de su retiro empin)orotado -uando oía hablar de las prevaricaciones y manos puercas de muchos sujetos, al)unos compañeros suyos, y pensabacon or)ullo, en su inmaculada honradez, en su probidad se)ura, achacaba la diferencia por asociaci"n de ideas, o mejor de imá)enes, a la impureza del aire !ue se respiraba allá abajo1e le fi)uraba !ue a!uellas pobres )entes !ue casi nunca se codeaban con los )atos allá por las nubes, !ue no recibían, horas y horas, los soplos del aire puro, cerca del cielo, bajotorrentes de luz, en atm"sfera transparente, se iban llenando de microbios morales !ue producían a!uellas debilidades de conciencia, a!uellas tristes caídas 3ero, en )eneral, pensaba muy poco en todo esto 0o le importaba lo !ue hacían los demás, y tampoco

dedicaba mucho tiempo a recordar los propios méritos y servicios .sí, !ue casi teníaolvidadas ciertas visitas !ue le habían hecho illo tempore, en su humilde )uardilladisimulada, ilustres personajes de la política y del foro Dos habían sido los señorones !uehabían venido a pedir al)o al pobre Miajas a tales alturas

9a oficina de don Baltasar era muy importante por!ue en ella se despachaban asuntosde muchísimo dinero, y como, en #ltimo resultado, el !ue entendía y en realidad resolvíalas arduas cuestiones de minas o cosa así de !ue se trataba, era don Baltasar, y solo él; los!ue entendían de veras la a)uja de marear !uerían y procuraban tenerlo de su parte; puesa#n suponiendo !ue más arriba se !uisiera atender más al favor !ue a la justicia y a la ley,mucho era, y en ocasiones indispensable, contar con el informe de a!uel perito

incorruptible :na emperatriz o cosa así, tenía )randísimos intereses en cierto ne)ociofamoso, y era, abo)ado y principal a)ente de la ilustre dama un sant"n político de los primeros, muy popular, elocuente y lar)o 0o se anduvo en chi!uitas; con sus airesdemocráticos, subi" al cuarto piso de Miajas, y entre bromitas, confianzas, promesas yveladísimas amenazas procur" )anar el ánimo del modestísimo empleado de diez milreales, de !uien %oh, escándalo' en realidad dependía a!uel asunto !ue importaba tantosmillones $3ero %ay, ami)o' !ue el ilustre pr"cer no tenía raz"n; y Miajas, aver)onzado,sintiéndolo infinito, como si cometiera un delito de lesa majestad o por lo menos de lesa

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soberanía nacional dijo nones, y el señor a!uél, elocuentísimo, jefe de partido, casi árbitrode los destinos del país, en ocasiones, tuvo !ue bajar el ciento y pico de escaleras, lo mismo!ue las había subido, sin sacar nada en limpio, por!ue allí no se podía hacer nada sucio$&ste triunfo no dejaba de hala)ar a don Baltasar, más !ue por el mérito de su honradaresistencia, por el honor de haber tenido en su casa, y suplicándole en vano y tratando de

convencerle a tan conspicuo personaje 1in embar)o, se le mezclaba esta satisfacci"n con elremordimiento de no haber podido complacer a una eminencia como a!uella, y tambiéntenía cierto escozor !ue era así como va)os temores de !ue al)#n día a!uel pr"cer seven)ara dejándole cesante, o por lo menos bajándole a ocho

9a otra visita fue de otro sant"n no menos ilustre o influyente, también dem"crata y!ue era un especialista en materias de conciencia -uando él, en un discurso decía2 %Miconciencia' 3arecía decir2 %Mis per)aminos' 3ues él también andaba en cosas de minas, ytambién subi" las cien escaleras y pico 3ero éste hizo ante todo )randes protestas de la pureza de sus intenciones; con toda sinceridad mostraba el )ran dis)usto !ue tenía solo con pensar !ue don Baltasar pudiera creer !ue venía a sobornarle, a deslumbrarle enía aconvencerle; no tenía !ue esperar Miajas ni premio ni casti)o, resolviese lo !ue !uisiera 1e

hablaba a su convicci"n y nada más 7 el señor de la conciencia sac" unos papelitos y losley"; y discutieron él y Miajas, y después de dos horas, con la mayor naturalidad, donBaltasar declar" !ue a!uel ilustre prohombre tenía raz"n, !ue la ley estaba con él y !ue elne)ociado informaría, si a él se le hacía caso, como pedía el insi)ne caballero, !ue deresultas se )anaría acaso millones 7 se fue el señor rectísimo, dejando a Miajas los papelitos a!uellos, con su firma, y no volvi" en la vida; ni el empleado de diez mil reales ledebi" jamás favor al)uno ni se lo encontr" cara a cara otra vez 0o importaba2 él )uardabacomo un tesoro los papelitos y sin decírselo a nadie, saboreaba el or)ullo de haber tenidoante sí, tan fino, tan amable, al hombre más severo de &spaña, al -at"n más tieso de la3enínsula 3ero después de al)#n tiempo fue olvidando la aventura y por fin ya disfrutabade la contemplaci"n de la propia honradez como de una cosa muy insípida, sin mérito

)rande, aun!ue indispensable &staba dispuesto a morir de hambre antes !ue a prevaricar enlo más insi)nificante 3ero el placer de este estado de alma era ya para él muy inferior al!ue le proporcionaba la soluci"n de un jero)lífico

- II -

1i a!uellos señorones ilustres jamás hicieron nada bueno ni malo a don Baltasar; si el pr"cer de la conciencia no tuvo la amabilidad de mandarle si!uiera unos cartuchos de

dulces a los hijos de Miajas, no se portaron así el año de )racia de 6<= los dos ricachosamericanos !ue habían sacado de pila, respectivamente, al hijo mayor -arlos y a la hija3epilla

&l día de >eyes, muy tempranito, los chicos se encontraron en el terrado sendos ju)uetes de todo lujo; él, )uerrero indomable, con uniforme de teniente de caballería, contodas las armas y )alones !ue eran de ordenanza; ella, una casa puesta para un matrimoniode porcelana, con ama de cría y un chi!uitín y dos criadas, una de ellas ne)ra &ra una

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maravilla &l entusiasmo de a!uellos niños pobres, !ue otros años se contentaban con unacaja de pinturas de peseta y una peponade precio semejante, no tuvo límites ni entrañas .Marcelo, el hijo se)undo, el más cariñoso, más aplicado y más metido por los mimos de su padre, los >eyes no le habían traído nada, por!ue nada era un cartucho de dulces !ue seencontr" al lado de los soberbios ju)uetes 3ues bien, 3epilla y -arlos, no tuvieron lástima,

ni si!uiera delicadeza, y delante de su hermano, sin padrino rico, ni pobre, por!ue lo habíansido un su abuelo, ya difunto, hicieron alarde de su ri!ueza, de su suerte escandalosa, de suale)ría insolente 9os niños son así, ya lo dijo íctor 4u)o pintando el tormento de unsapo ?-"mo a don Baltasar no se le ocurri" remediar a!uella injusticia de la suerte@ 0osupo nada a tiempo &l encar)ado de dar la sorpresa fue un muchacho, !ue, con el mayor si)ilo, de parte de los ricachos americanos, dej" de noche, con prete5to de una visita, en elterrado, los re)alos a!uellos con tarjetas en !ue se leía2 +. 3epilla $Aaspar, y +. -arlitos$Melchor &l cartucho de dulces de Marcelo era uno de los tres !ue su madre habíacomprado, por!ue a!uel año el presupuesto de los Miajas andaba apuradísimo, y la nocheanterior, la del al C, el matrimonio, con profunda tristeza, resi)nado, había resuelto,después de melanc"lica deliberaci"n, !ue era una locura )astar a!uel año en ju)uetes, por modestos !ue fueran, cuando no había apenas para )arbanzos ni para remendar botas de loschicos

-uando don Baltasar, muy temprano, subi" al terrado, y vio a sus hijos en torno del portentoso hallaz)o y se enter" de todo, y contempl" la ale)ría loca, salvaje de los e)oístasa)raciados %inocentes de su alma'E, y después mir" a Marcelo !ue, pálido, sonreía, con unamueca dolorosa, chupando la cinta azul de seda de su cartucho de dulces, sinti" unaan)ustia dolorosa en el alma, una especie de a)onía de todo lo bueno !ue tenía su coraz"n puro, de pobre resi)nado +.!uello era lo mismo !ue una puñalada +Dios los perdonará, pero sus !ueridos compadres habían incurrido en una omisi"n )rosera, de solterones sindelicadeza; muy ricos, espléndidos, pero !ue no sabían lo !ue eran hijos +.!uellos ju)uetes finísimos, de príncipes, valían uno con otro, lo menos treinta duros %ir)en

1antísima' 3ues con treinta reales hubieran podido Melchor y Aaspar hacer feliz a toda lafamilia y ahora, ahora en tono de broma, él, Miajas, estaba pasando por una amar)ura pueril !ue era ine5plicable, por lo fuerte, por lo profunda

+1i hubiera sido 3epilla la desheredada, a )rito pelado hubiera hecho constar la másenér)ica protesta 9lanto y patadas por tres horas, lo menos -arlos hubiera disputado a puñadas el odioso privile)io, a no ser él el privile)iado Marcelo sonreía, luchaba por vencerse, por disimular la tristeza, %y tenía ocho años' %Fn)el de mi alma' %Gué culpatiene él de !ue su pobre abuelo se le haya muerto y de !ue yo deba a#n al panadero todoel pan !ue hemos comido en Diciembre'

Miajas no sabía !ué decir, ni !ué hacer, ni si!uiera c"mo mirar a su hijo se)undo, !uese !uedaba sin ju)uete Marcelo se fue hacia su padre, se le meti" entre las rodillas yempez" a acariciarse las mejillas frotando con ellas los raídos pantalones de su señor padre1u papá era su ju)uete, de movimiento, de cariño; así parecía pensar el niño consolándose

.!uellas caricias de resi)naci"n monstruosa, resi)naci"n a los ocho años, e5altaronmás la sensibilidad paterna Don Baltasar se crey" inspirado de repente, una inspiraci"nmitad amor, mitad rebeldía; y ello fue !ue e5clam" con voz nerviosa, enér)ica, de fin)idaale)ría2

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$/bservo, señores, !ue a!uí falta un rey

$?Gué rey, !ué rey@ $)ritaron 3epita y -arlos

$1í, falta uno . ti el rey Melchor te re)al" eso; a ti eso el rey Aaspar 8alta Baltasar !ue es el !ue trae el re)alo de Marcelín, %cosa rica' 3ero, ami)o; como el rey Baltasar viene

de más lejos, de más lejos, de allá, de Miajas era muy mal orientalistaE de la-ochinchina pues, viene retrasado por las nieves, %como los trenes a veces' 3erovendrá %/h' %7o te lo fío !ue vendrá' %0o pasa de mañana, Marcelín, cree a tu padre'

Marcelo, con lá)rimas de inefable ale)ría en los ojos, sonriendo entre lá)rimas, como.ndr"maca, miraba a su padre e5tasiado, dudando de su felicidad futura -reía y no creíaen los reyes, era acaso dudoso a!uello del mila)ro de los ju)uetes puestos en el balc"n, por manos invisibles pero ahora se inclinaba a pensar !ue su rey esta vez iba a ser su padre, yse lo a)radecía %tanto' %tanto' &ra mejor así 3ero ?vendría el ju)uete@

$?7 !ué le va a traer@ $pre)unt" -arlos entre incrédulo y envidioso de una dichafutura, de !ue ya no le tocaba nada

$&so Dios lo sabe 3ero me parece a mí !ue va a ser ?H# !ué opinas, Marcelo@

Marcelo era particularmente aficionado a las defensas de plazas fuertes, era elauban de la casa, y mientras -arlos se armaba hasta los dientes, él prefería construir murallas de cart"n, y con un in)enio positivo improvisaba aspilleras, cañones, reductos,combinando los más hetero)éneos desperdicios de la industria2 dedales viejos, rodajas de pies de butacas rotos, cápsulas vacías de escopeta, cajas de cerillas y otra porci"n deinutilidades !ue, bien combinadas y distribuidas, convertían la mesa del comedor en unafortaleza muy respetable

Marcelo opin" !ue el rey Baltasar le traería, si era ami)o de cumplir, soldados delat"n, de artillería, con cañones y todo

- III -

Don Baltasar se ech" a la calle aturdido, como borracho por las emociones de amor,amar)ura, despecho y decisi"n violenta !ue le llenaban el alma; se le fi)uraba !ue llevabasi no en la mano, en el alma, en la intenci"n una tea incendiaria !ue debía prender fue)o ala moral p#blica !ue se debía al orden constituido, a los más altos principios; %!ué sabía él'&n fin, ello era !ue salía dispuesto a cumplir su promesa temeraria de encontrar al reyBaltasar y, no ya traerlo de -ochinchina, sino sacarlo del centro de la tierra y hacerlo presentarse ante su Marcelo con un ju)uete verdaderamente re)io, !ue no valiese menos!ue el de sus señores hermanos

9o primero !ue hizo fue lo !ue hace el )obierno, pensar en los )astos, no en losin)resos; esco)er el ju)uete monumental así lo llamaba para sus adentrosE, sin pensar en lamina o en la lotería de d"nde había de sacar el dinero necesario para pa)arlo

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1e par", en la calle de la Montera, ante un escaparate de ju)uetes de lujo &ntre tantamonada de subido precio no vacil" un momento2 la elecci"n !ued" hecha desde el primer momento; nada de armaduras, coches, velocípedos de mani!uí, )randes pelotas, ni demáschucherías2 lo !ue había de comprar a Marcelín era a!uella plaza fuerte !ue estaba siendo laadmiraci"n de cuatro o cinco )ranujas !ue rodeaban a Miajas junto al escaparate $%9o !ue

 puede la voluntad' $pensaba el humilde empleado; $estos chicos car)arían con esa maravilladel arte de divertir a los niños, con no menos placer !ue yo; en materia de posibles, allá nosvamos estos pilluelos y yo, y sin embar)o, ellos se !uedan con el deseo, y yo entro ahoramismo en el comercio y compro eso y se lo llevo a Marcelín ?&n !ué está el privile)io,la diferencia@ ?&n los cuartos@ %0o' %Mil veces no' &n la voluntad &s !ue yo !uiero deveras !ue ese ju)uete sea de mi hijo

7 entr", y compr" la plaza fuerte !ue le deslumbraba con el metal de sus cañones,cureñas y cuantos pertrechos eran del caso

-uando Marcelín viera a!uellas torres y murallas, casamatas, puentes, troneras,soldados, tremendas piezas de artillería, se volvería loco; creería estar soñando %3ara él

tanta hermosura'.l ir a pa)ar después !ue el ju)uete estuvo sobre el mostrador, don Baltasar sinti" un

nudo en la )ar)anta

$erán ustedes, $dijo; $no me lo llevo ahora precisamente por!ue naturalmente nohe de car)ar con ese armatoste

$9o llevará un demandadero

$0o; no, señores; no se molesten ustedes Déjenlo ahí apartado; yo enviaré por el ju)uete y entonces traerán el dinero el precio

7 sali" aturdido y dando tropezones

$7a no hay más remedio, $iba pensando &l ju)uete es mío; el contrato es contrato4ay !ue buscar el dinero debajo de las piedras $3ero en vez de ponerse a desempedrar lacalle, se fue, como siempre, a la oficina

4abía )randes apuros por causa de arre)lar asuntos !ue pedían del Ministeriodespachados, y el director había dispuesto habilitar a!uel día festivo

II I

Aran marejada político$moral$administrativa había por entonces en Madrid y en toda&spaña; una de esas )randes irre)ularidades !ue de vez en cuando se descubren, había puesto una vez más sobre el tapete la cuesti"n de los cohechos, prevaricaciones y demásclásicas manos puercas de la administraci"n p#blica

9os peri"dicos de circulaci"n venían echando chispas; se celebraban )randesreuniones p#blicas para protestar y escandalizarse en colectividad; el -írculo Mercantil y

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una junta de abo)ados se empeñaban en empapelar a un ministro y a muchos pr"ceres, al parecer poco delicados en materia de consumos y de ferrocarriles

&l Ministerio, amenazado con tanto ruido, se a)arraba al poder como una lapa, y enlas oficinas de Madrid había una terrible justicia de &nero del mes !ue iba corriendoE máso menos aparente

9os subsecretarios, los directores, los jefes de ne)ociado, estaban hechos unos-atones, más o menos serondos; no se hablaba más !ue de revisiones de cuentas dee5pedientes, en fin, se !uería !ue la moralidad de los funcionarios brillara como una patena 4acía mucho miedo

$1iempre pa)aremos justos por pecadores, $decían muchos pecadores !ue todavía pasaban por justos

7 a todo esto, don Baltasar Miajas sin enterarse de nada /ía campanas pero no sabíad"nde &l rum rum de las conversaciones referentes a, los chanchullos le)ales lle)aba a él,sin sacarle de sus habituales pensamientos; lo oía como !uien oye llover Jl cumplía con sucometido y andando

-uando lle)" a!uel día ante la mesa de su car)o, dispuesto a sacar el precio del ju)uete de debajo de las piedras, no soñaba con !ue había en el mundo inmoralidad,empleados venales, etc, etc 9o !ue él necesitaba eran diez duros

 0o sabía !ue estaba sobre un volcán, rodeado de espías 9os pillos del ne)ociado,!ue los había, estaban convertidos en .r)os de la honradez provisional y temporera !ue eldirector del ramo había decretado dando puñetazos sobre un pupitre

7 el diablo hizo, no la 3rovidencia, como pens" don Baltasar, !ue cierto contratista,interesado en un e5pediente !ue Miajas acababa de despachar, de modo favorable paraa!uel señor, se le acercara, y fin)iendo si)ilo, pero con ánimo de !ue pudieran otrosoficinistas enterarse de su )enerosidad, dejase entre unos papeles al)unos billetes de banco

&ra un hombre tosco, acostumbrado a vencer así en las oficinas de su pueblo; y comono conocía a Miajas y !uería ir anunciando su procedimiento e5peditivo, para !ue seenterasen los !ue podían servirle el día de mañana, hizo lo !ue hizo de a!uella maneratorpe, !ue comprometía al infeliz covachuelista

Don Baltasar, en el primer momento no se dio cuenta de lo !ue acababa de sucederHodavía no se había hecho car)o de tan vituperable acci"n, y ya los espías del director sehabían )uiñado el ojo -uando el contratista insisti" en su torpeza, llamando la atenci"n de

Miajas, éste vio el cielo abierto, y e!uivocándose sin duda, atribuy" entonces a la3rovidencia a!uella oportunidad del diablo &n otra ocasi"n, sin escandalizarse, con muchahumildad y modestia, hubiera devuelto al pillastre a!uel su dinero, diciéndole con buenosmodos !ue él había cumplido con su conciencia y !ue ya estaba pa)ado por el )obierno

3ero ahora Marcelín la plaza fuerte comprada la promesa de traer al reyBaltasar aun!ue fuese de los pelos y cierto profundo espíritu de rebeli"n de protestamoral &n fin, ello fue !ue don Baltasar, en voz baja, temblorosa, dijo2

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 El rey Baltasar Leopoldo Alas

$%/h' no, caballero; es demasiado; basta con un pe!ueño recuerdo Auarde ustedeso, )uarde usted eso, pronto $ 7 meti" entre unos papeles un billete de cincuenta pesetas

II I

. la mañana si)uiente, en el terrado de la humilde vivienda de Miajas, su hijose)undo, Marcelo, encontr", con una tarjeta firmada por el rey Baltasar, el ju)uete pasmoso, la plaza fuerte !ue él había soñado

7 por la tarde, el rey Baltasar recibi" la noticia de !ue estaba cesante

3or hacerle un favor no se le formaba e5pediente

Kusticia de &nero

 0o había perdido más !ue el pan y la honra

7a había una víctima 0del .E

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