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VILLA EL SALVADOR 2013 CUENTO PARA NIÑOS ALBERT LOAYZA 7 “A” INNOVA SCHOOLS

Albert Loayza 7A

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Page 1: Albert Loayza 7A

INNOVA SCHOOLS

CUENTO PARA NIÑOS

ALBERT LOAYZA

7 “A”

2013VILLA EL SALVADOR

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Amigos saben

qué hora es: sí, es la “hora de comer…” mi zanahoria que fue encontrada por mamá en un campo cerca de mi casa, mami dice que es nutritiva, jugosa y deliciosa. Por eso me la voy a comer

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Escondida detrás de

un árbol, Rosi la mariquita, veía jugar a todos los animalitos del bosque. Ella se pasaba el tiempo mirando y mirando sin animarse a participar de los juegos con los demás.¿Qué haces? le preguntó una flor que la observaba.Nada, nada contestó ella un poco triste y aturdida al verse descubierta.Los días seguían pasando la flor empezó a preocuparse por ver a la mariquita siempre escondida detrás de una

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En un establo cerca de un gran pastizal vivían 30 vanidosos patos y un pastor alemán. Todos los días los patos muy seguros de que eran muy importantes para su dueño mecían sus colas mirándose largos ratos unas a otras antes de hacer caso al perro pastor que animado daba de brincos para llevarlas a pastar.

Una noche, al llegar al establo, el perro agotado se echó al costado y escucho a los patos burlarse de su trabajo, "Ese perro inútil cree que nos lleva y no sabe que nosotros lo llevamos hasta nuestro pasto ja, ja, ja ". Se reían haciendo escándalo "Quien necesita a ese perro flaco?" Esa noche, el perro se durmió llorando.

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Un día un patito se acercó a la granja y vio a los animalitos se impactó tanto que se quería quedar con ellos pero los cerdos no querían que el pato estuviera ahí entonces los cerdos molestaron al patito y el patito se fue llorando y se encontró con un perro y un gato que estaban jugando y el pato quería jugar pero el perro y el gato no lo dejaron y el pato se fue. Después el pato se fue a una laguna y se encentro con otros patos y se fue con ellos y empezaron a jugar.

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Había una vez una mariquita que se llamaba Juanita. A la pobre Juanita le faltaba una patita. Todas sus amigas mariquitas tenían seis patitas, pero ella solo tenía cinco. Nació con solo cinco patitas.

Cada mañana, cuando salía el Sol, todas las mariquitas iban a correr por las flores. Pero Juanita no las podía seguir ya que con solo cinco patitas no podía correr tan rápido como las demás.

A mediodía, las mariquitas jugaban a subir y bajar por las ramitas de las flores, y Juanita se quedaba en casa sentada, ya que con solo cinco patitas no podía subir a las ramitas.

Por la tarde las mariquitas salían a bailar por los prados, pero Juanita se quedaba mirando, ya que con solo cinco patitas no podía bailar.

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Había una vez una mariquita que estaba empeñada en ver salir el sol cada mañana, así que un día le pidió a su mamá que la despertase muy, pero muy temprano, para estar en la copa del árbol y así poder ver los primeros rayitos de sol.  Esa mañana su mamá corrió a despertarla y por más que lo intentó no lo consiguió.  Triste se quedó... por lo cual su mamá le dijo: tienes que estar pendiente del reloj, al oír el timbre debes levantarte de la cama.

Y efectivamente, a la mañana siguiente el reloj hizo el timbre, y volvió a cantar, tintintin, y la mariquita se despertó, corrió corrió y c

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Dan las cuatro en el reloj.

¡Otra vez se ha dormido este perezoso! Gritaba: Don perro.

¡Nunca llegaré a tiempo de recoger mis huesos!

¡Lo siento! Dijo: Ding Dong.

¡Hacía tanto frío fuera y yo estaba tan calentito aquí dentro que me dormí!

Ding Dong era un pequeño reloj, que Don Perro compró en la Feria Anual del Bosque; donde todos los animalitos venden y compran cientos de cosas que los humanos tiran.

Ellos se encargan de arreglarlas.

Allí se encuentran: estufas, lámparas, relojes, percheros, ollas, pucheros, mesas, sillas y todo lo que puedas imaginar.

Fue allí, donde Don Perro encontró a Ding Dong.

Las gotas de lluvia habían caído sobre el asustado reloj y la nieve lo había vestido con un traje blanco. Le temblaban las manecillas y estaba tiritando de frío.