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ALBERTI, Rafael El adefesio INDICE 1. La obra. 2. Alberti, dramaturgo del 27 3. La trilogía del exilio 4. El adefesio. 4.1. La trama argumental 4.2. Las fuentes de la obra 4.3. Los personajes 4.4. El espacio y el tiempo 4.5. Construcción de la obra: estructura del drama 4.6. Análisis detallado de secuencias de la obra: Primer acto Segundo acto Tercer acto 5. Valoración doctrinal 1. LA OBRA Obra escrita en 1943 —durante el exilio político de Rafael Alberti—, y estrenada en junio de 1944, en el teatro Avenida de Buenos Aires. Esta representación fue seguida de otros dos estrenos de sendos títulos fundamentales del teatro contemporáneo español: La Dama del Alba, de Casona —en la que se evoca igualmente el anhelo de la tierra arrebatada y la esperanza de recuperarla— y La casa de Bernarda Alba, de Lorca, texto

ALBERTI - El Adefesio

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ALBERTI, RafaelEl adefesioINDICE1. La obra.2. Alberti, dramaturgo del 273. La triloga del exilio4. El adefesio.4.1. La trama argumental4.2. Las fuentes de la obra4.3. Los personajes4.4. El espacio y el tiempo4.5. Construccin de la obra: estructura del drama4.6. Anlisis detallado de secuencias de la obra:Primer actoSegundo actoTercer acto5. Valoracin doctrinal1. LA OBRAObra escrita en 1943 durante el exilio poltico de Rafael Alberti, y estrenada en junio de 1944, en el teatro Avenida de Buenos Aires. Esta representacin fue seguida de otros dos estrenos de sendos ttulos fundamentales del teatro contemporneo espaol: La Dama del Alba, de Casona en la que se evoca igualmente el anhelo de la tierra arrebatada y la esperanza de recuperarla y La casa de Bernarda Alba, de Lorca, texto con el que tanto parecido argumental, hasta cierto punto, presenta la obra de Alberti.2. ALBERTI, DRAMATURGO DEL 27Rafael Alberti ha escrito su teatro (lo ms abundante y granado del mismo) en las coordenadas del exilio, como Max Aub, Pedro Salinas, Sender, Len Felipe, Bergamn, Jos Ricardo Morales, y otros. Generalmente excepto en el caso de Casona este teatro fue incompleto, en el sentido de que fue falto de representacin escnica. Con la llegada de la democracia a Espaa se representaron piezas teatrales escritas en el exilio y prohibidas durante la dictadura. Es el caso de El adefesio.Los temas del teatro del exilio salvo algunos casos ms individuales de "teatro intelectual" o de temas y elementos "fantsticos" giran en torno a las graves secuelas que ha dejado en los escritores la situacin personal de desarraigo, fruto de la guerra civil y de la instauracin del franquismo en Espaa. Repblica, guerra y exilio se advierten claramente en la trayectoria del teatro albertiano.Adems, su dramaturgia posee dos caractersticas propias, a mi modo de ver: de una parte existe una potenciacin de los signos paraverbales que realzan la teatralidad (luces, colores, sonidos, danzas...), y de otra la presencia continua del plano lrico en el teatro, pues la dramaturgia albertiana (como l mismo ha reconocido en muchas ocasiones) "siempre coincide un poco con el momento potico en que estoy". El "patriarca" de la poesa espaola es eso, ante todo, un poeta, y su teatro, al igual que su prosa, est impregnado de lirismo, de un lirismo prodigioso, bello, popular y profundo.El teatro de Alberti podra clasificarse, tambin cronolgicamente, en los siguientes apartados:1. Prehistoria teatral (hasta 1930): El enamorado y la muerte (romance escnico); La pjara pinta (teatro de marionetas); Santa Casilda (tradicin hagiogrfica, neopopularismo, ecos lricos...); Auto de fe (influencia esperpntica valleinclanesca).2. Teatro surrealista: (1930) El hombre deshabitado.3. Teatro pico. Teatro de guerra (1931-1956): Fermn Galn; Dos farsas revolucionarias: Bazar de la Providencia, Farsa de los Reyes Magos; Primera y segunda versiones de la Numancia cervantina; Radio Sevilla; Cantata de los hroes y de la fraternidad de los pueblos; De un momento a otro; Noche de guerra en el museo del Prado; Dos piezas cortas: Un tema peligroso, Cantata por la paz y la alegra de los pueblos.4. La triloga del exilio (1940-1945): El trbol florido; El adefesio; La Gallarda.Como vemos, la etapa tercera y cuarta de su dramaturgia se entrecruzan con respecto al tiempo. La divisin se apoya en los temas o sentimientos que inspiraron unas u otras obras. Las obras Noche de guerra en el museo del Prado, Un tema peligroso, Cantata por la paz y la alegra de los pueblos, fueron escritas despus de la guerra civil, pero por su temtica y tratamiento se pueden considerar dentro de ese teatro pico, o "teatro de guerra". Las piezas que integran la "triloga del exilio" reflejan y tratan desde variados puntos de vista el "mito de Espaa", desde la mirada nostlgica y crtica de un exiliado, obligado a abandonar su patria, aplastada su libertad.Detengmonos un poco ms en esta triloga del exilio, para enmarcar y poder comparar El adefesio, obra que trataremos ms detenidamente, con las otras dos piezas.3. LA TRILOGA DEL EXILIOLas tres obras se desarrollan en medio de la tragedia, provocada por la represin, la muerte, el "cainismo". De hecho el autor subtitula a dos de ellas "tragicomedia" y "drama"; es en apariencia contraproducente que a El adefesio, siendo quiz la ms "trgica" y temticamente la ms fuerte, la denomine "fbula del amor y las viejas"... aunque bien podemos ver aqu esa intencin satrica no exenta de mordacidad al unir los vocablos amor-viejas. Por otra parte el gnero "fbula" se aplica a historias donde los protagonistas suelen ser animales, lo que no est muy lejos de la mayora de los personajes de la obra, que presentan una clara esperpentizacin animalesca.El tema de fondo de la triloga es la visin de la imposibilidad del amor a causa de la violencia; los marcos son historias que siempre ofrecen espacios y tiempos reales, y a la vez de carcter mtico. Tambin se puede afirmar que las tres son obras poticas. Las historias respectivas de Aitana, Altea y Gallarda (nombres de heronas que son vctimas y a la vez emblemas de una tierra dolorosamente arrebatada, vencida) constituyen desde el mito personal recreado un conjunto coherente, progresivamente trgico, del teatro de Alberti. Las tres piezas tienen muchos puntos de contacto (teatral y temticamente) no slo con su obra restante, sino con otros dramaturgos que alcanzaron mxima atencin, como Lorca. De hecho es posible sealar ms de una similitud entre la triloga albertiana y la de Federico. Es claro el parecido temtico entre La casa de Bernarda Alba y El adefesio, como en breve veremos. El trbol florido plantea un conflicto que, de algn modo remite al de Bodas de sangre; y La Gallarda es la tragedia de una maternidad imposible, como la de Yerma.El trbol florido escrita en 1940 supone, en la literatura albertiana, la vuelta a un motivo literario que, en cierto modo, nunca le ha abandonado: el enfrentamiento del mar y la tierra, encarnado en unos personajes y en una trama que se proyecta hacia el smbolo y el mito.Al igual que en otras obras de Alberti, lo ritual juega un papel importante en la confeccin del texto. De hecho, dos ritos abren y cierran la obra, plantean el conflicto y lo desenlazan trgicamente: el primer acto se desarrolla en la mtica noche de San Juan, y el final de la tragedia se inscribe en el marco de un rito festivo, el del toro de fuego.Aitana, hija de Sileno, mujer de tierra adentro, enamora a los hermanos Alcin y Martn, ambos hijos de Umbrosa, la mujer del mar por antonomasia. Los cinco personajes son portadores de nombres simblicos, y se enfrentan entre s, repartidos en dos planos que a su vez tambin se relacionan:a) el plano amoroso genera una rivalidad y oposicin fraterna, ya que los dos pescadores estn enamorados de Aitana y desean escaparse con ella, aun desertando de su condicin de "hombres de mar"; en este caso se producira una victoria de la tierra sobre el mar;b) el otro plano est protagonizado por los viejos Umbrosa y Sileno, que se oponen radicalmente a la posible unin tierra-mar en el eventual matrimonio de los jvenes, confabulndose ambos en un plan que abortar la presunta huida y culminar la separacin de Tierra (Sileno) y Mar (Umbrosa), por siempre opuestos. Toda la obra es una sucesin de engaos, sospechas sobre sospechas y termina en la trgica certidumbre: Aitana morir a manos de su propio padre en el momento cumbre de su exaltacin, como mujer y como vctima de unos enfrentamientos antiguos y brutales, y ciertamente sin fundamento.Este argumento se desarrolla en una isla (espacio cerrado, como cerrado ser, llegando al hermetismo, el espacio de El adefesio), y acenta la eterna relacin muy albertiana, por cierto del hombre con la naturaleza: el bosque, el sol, el mar, los cielos... Sabemos que a Alberti le sorprendi la guerra civil en Ibiza, precisamente cuando estaba escribiendo esta obra, que perdi y posteriormente volvi a redactar.La ancdota que se desarrolla en el texto permite una lectura mtico-poltica, lectura que debe extenderse a la totalidad de la "triloga del exilio". La relacin de El trbol florido con la cuarta seccin de Entre el clavel y la espada, libro potico de Alberti coetneo al drama que nos ocupa. En efecto, "Toro en el mar. Elega sobre un mapa perdido", rene poemas que pueden conectarse con la fbula dramtica. El "toro en el mar" que se pone en relacin con el "mapa perdido" evoca claramente la silueta de la piel de toro del mapa espaol, que est "perdido" porque ha sufrido el dolor de haber sido arrebatado. Se trata de una metfora de la Espaa de la que se ha separado forzosamente el poeta, despus de haber asistido en carne viva a la tragedia fratricida de todo un pueblo, y que es casi como una isla. En el texto n.3 del referido libro se evoca aquel toro-patria en estos versos:Eras Jardn de naranjas./ Huertas de mares abiertos/ Tiemblo de olivas y pmpanos,/ los verdes cuernos./ Con plvora te regaron/ y fuiste toro de ruego.Estos versos recuerdan el rito del toro de fuego de El trbol florido. Y ms explcita resulta la relacin, en el poema onceno, en el que la taurina imagen del derribo de una res nos enva a la cruenta lucha en ese mapa de piel de toro, quebrantado por tantas manos:Ay verde toro, ay,/ que eras toro de trigo,/ toro de lluvia y sol, de cierzo y nieve,/ triste hoguera atizada hoy en medio del mar,/ del mar, del mar ardiendo!Mitos recreados, lirismo que subraya la accin, brillante escenografa, potenciacin de los signos paraverbales, alegora poltica, denuncia de la intransigencia fratricida, ritual del sacrificio... son algunas de las notas que definen esta primera pieza de la triloga, y que reaparecen enriquecidas y potenciadas, sobre todo en El adefesio y en las dos siguientes.La Gallarda se escribi en 1945 y no se edit en Espaa hasta 1988. Su ltima representacin, en 1992, tuvo como marco la Exposicin Universal de Sevilla, y fue llevada a cabo bajo la excelente direccin de Miguel Narros. Dos nombres de gran popularidad y prestigio actuaron en escena: Montserrat Caball y la actriz Ana Beln.Obra escrita ntegramente en verso, lo que la diferencia del resto de las obras dramticas de Alberti. Como l mismo la denomina, se trata de una "tragedia de vaqueros y toros bravos". Gallarda, vaquera nacida y criada entre toros bravos, ante el drama de su esterilidad decide adoptar un novillo, Resplandores, repartiendo su pasin entre su marido y el toro. Los celos empujan al hombre a enfrentarse trgicamente con el toro, muriendo finalmente entre sus cuernos. Pero los dems vaqueros, con profundos sentimientos de venganza, acorralan a Resplandores, y le obligan a despearse a la vista de Gallarda, mujer-madre-amante. El novillo acaba siendo si ya no lo era antes delirio y obsesin en la mente de Gallarda, que imaginariamente lo cuida, lo mima, asumiendo su papel de mujer derribada y vencida. Una vez ms, el amor imposibilitado por la violencia. Los ltimos versos de la obra resumen esta situacin de la mujer desesperada por la prdida de su amor:Y Resplandores fue toro de estrellas/ en el llanto sin fin de la Gallarda.Toda la tragedia es configurada como un rito taurino de nuevo el rito, con sus diferentes fases "suertes", cuyas vctimas propiciatorias son, sucesivamente Manuel el marido, Resplandores el toro, y sobre todo Gallarda.El argumento de la tragedia se relaciona claramente con el mito de Pasifae, esposa de Minos, que fruto de su pasin por un toro, engendra al Minotauro. Una vez ms, aparecen unidos pasin amorosa y sentimientos de maldicin y venganza.Ms cercana es la fuente popular de la que sin duda Alberti tom la idea de la trama: el romance salmantino "Los mozos de Monlen", refundido precisamente por Lorca. Y el ya citado Entre el clavel y la espada tambin contiene poemas que aluden a motivos de La Gallarda, como es el animal convertido en constelacin estelar la de Taurus y el insinuado amor incestuoso entre la mujer y la fiera.En esta obra el lirismo alcanza sus mximas cotas potenciado por la eleccin del verso como forma nica del texto de belleza e intensidad expresiva. Tienen importancia los sueos en esta obra, que proporcionan posibilidades de representacin de gran belleza.Al igual que en las otras dos obras, el final es trgico, y se llega al sacrificio intil y absurdo de la mujer, como vctima de lo que Alberti ve "males inveterados y atvicos en la cultura y en la cultura e historia espaolas": Gallarda muere por el clsico asunto de la honra conyugal, de los celos, del machismo retado y ofendido en su ciega hombra; recordemos que Aitana, la protagonista de la obra anteriormente comentada, muere por otro de esos males: el enfrentamiento entre hermanos, la ancestral lucha cainita. Veremos en El adefesio como Altea muere por la cerrazn oscurantista en nombre de unos privilegios de clan.Aunque Alberti resalta esos males como casi "congnitos" a la Espaa de siempre, la sombra de la guerra civil, de la situacin de Espaa despus de la misma y de su propio exilio, estn marcando estas tres obras, que a la vez que poseen un atemporal simbolismo de su pas, tienen, como hemos visto y veremos, un evidente significado poltico. Por ello, la triloga del exilio (escrita en un lustro escaso) se debe interpretar como una alegora de la Espaa (smbolo y espacio referencias en el que coinciden las tres vctimas femeninas y sus entornos) desgarrada por brutales enfrentamientos. En el teatro del exilio de Alberti predominan la acusacin, la denuncia, la crtica y la nostalgia de unas tierras y unas gentes que el escritor, desarraigado de su patria, aora y compadece.Me ha parecido importante enmarcar El adefesio en esta "triloga del exilio". Slo a la luz de lo explicado en lneas anteriores, puede entenderse el fondo, el fin, y la composicin de esta obra, si acaso la ms fuerte y pattica de las tres.4. EL ADEFESIO4.1. LA TRAMA ARGUMENTALGorgo, vieja autoritaria y repulsiva, a la muerte de su hermano don Dino cacique del pueblo, ha asumido la obligacin de ser el patriarca de un extrao hogar: el constituido por otras dos viejas Uva y Aulaga, la joven y hermosa hija de don Dino, Altea, y la tierna y humana criada Animas. Altea permanece encerrada en la casa, sin posibilidad de relacin externa; este encierro es una obsesin permanente de Gorgo. Esta, para mantener la autoridad caciquil debe asumir atributos masculinos, y por eso aparece siempre ejerciendo su mandato con las barbas y el bastn de su difunto hermano, haciendo as ms grotesca su figura. Las viejas encerradas manifiestan turbias tendencias erticas, que se manifiestan en conversaciones con el mendigo Bin, nico personaje masculino que entra en la casa. La misma Gorgo es atrada por el mendigo, a pesar de haberle expulsado de su hogar.La historia central de la obra gira en torno al secreto revelado por don Dino a Gorgo en el lecho de muerte: el nio Cstor hoy ya un atractivo joven, que al nacer fue abandonado en la puerta de la casa de Aulaga, y por tanto confiado a sus cuidados, es en realidad hijo suyo, fruto de sus amores con una moza de sus propias vias. La tragedia comienza cuando Altea y Cstor comienzan a enamorarse. Gorgo quiere impedir este amor a toda costa, pues aunque los jvenes no lo sepan, se tratara de un incesto en toda regla. Para impedirlo, somete a Altea a toda suerte de vejaciones, queriendo dominar su voluntad y anular su libertad. Despus de un juicio grotesco, la condenan al encierro. Altea y Cstor siguen enamorados y, ajenos a la historia del origen real de Cstor, luchan contra ese mundo de imposiciones violentas y de "negras sombras". Cstor entrega una carta para Altea al mendigo Bin. Pero l, dispuesto a venderse al mejor postor, entrega la carta a Gorgo, que entra en una hipcrita desesperacin, acudiendo al cielo y pidiendo luces a su hermano Dino para mantener el honor familiar. Se procede al encierro definitivo de Altea, y Gorgo, conocedora de los intentos de Cstor de libertar a la pobre muchacha encerrada en la torre, comienza un plan de complicidades y mentiras para erradicar ese amor. Desde un papel ridculo de vctima, Gorgo comienza su misin "redentora". Todo esto se hace mediante ritos cristolgicos como veremos, con la peculiaridad de que la vctima es ese ser repugnante que es Gorgo (pretende ser ella, aunque todos sabemos que la nica vctima es Altea).En medio del rito del lavatorio de pies, Gorgo lanza su definitiva mentira: la llegada de un falso mensajero pagado por Gorgo anuncia que Cstor se ha suicidado. Altea, desesperada, despus de proferir terribles acusaciones contra las viejas, sube a la torre, y desde lo alto se despea. Gorgo, despus del suicidio de su sobrina, parece que momentneamente se arrepiente de lo que ha ocurrido, pues horrorizada ante tanta maldad propia, es capaz de decir que "la noche del perdn, la cena del amor y la alegra, la troqu torpemente en noche de locura, en festn de horror y de la muerte". Se intentar alcanzar el perdn, y las tres siniestras sombras velarn el testimonio muerto de su ceguera. Slo queda al final reconocer la verdad innombrable la consanguinidad de los amantes y buscar la expiacin. La obra inicialmente terminaba aqu, pero el autor aadi un apndice en 1977 en el que despus de que Cstor llega a buscar a Altea y la encuentra muerta, la lleva exnime en sus brazos y deja su cuerpo delicadamente en el suelo mientras "huye despavorido" ante la presencia de las tres viejas. Proceden a amortajarla con un mantel, ya que nunca tuvo preparado "vestido de novia", pues "nunca se lo bordamos...porque no se iba a casar". Disponen su cuerpo entre dos troncos entrelazados, a modo de cruz, con lo que se completa el asunto inicial de los ritos sacrificiales. Entre los gritos de Cstor que se oyen ininterrumpidamente fuera de la casa llamando a gritos a Altea, las tres viejas brindan el sacrificio. Las risas desgarradas de las tres viejas no pueden impedir las voces lejanas, imposibles de silenciar, del enamorado Cstor. Finalmente, en el discurso final de la obra, se contrastan an ms los personajes rectos, limpios y nobles con los dems, sucios, furiosos y degradados. Gorgo exclama y con sus palabras y la acotacin final, termina la obra:Gorgo. nimas... Tan slo ella y Cstor son dignos de mirarte, Altea. Yo, no... Yo soy un monstruo... Una furia encendida... Un adefesio. (Gritos de: 'Altea!. Altea!" a lo lejos. En el balcn de la torre aparece la sombra de nimas cerrndolo. Un vaco profundo en el jardn, iluminada dbilmente la figura de Altea. Beben imaginariamente. Las risas desgarradas estn en su punto mximo y los gritos fuera de Cstor llamando: "Altea!, Altea!", y los golpes de las puertas que cierra dentro Animas. Todo lo preside Altea, con los brazos extendidos. Como un espantapjaros)".4.2. LAS FUENTES DE LA OBRAEn La Arboleda Perdida Alberti rememora su estancia en Rute, pequea localidad cordobesa, donde conoci la historia de "la Encerrada":All, en el barrio alto, viva una hermosa muchacha, conocida en el pueblo y los alrededores por el nombre de "la Encerrada", a la que solamente poda vrsele, siempre en compaa de alguien, tapado el rostro por un velo, durante la misa de alba. Muchas noches suba yo hasta su calle, pasendola de arriba a abajo las horas muertas, en la intil espera de adivinarla tras las ventanas y balcones, jams abiertos, de su casa. Corran sobre esta joven las ms raras y hasta torpes leyendas, que todo el pueblo repeta, aadiendo cada cual lo peor de su imaginacin. Tanto la madre como las tas que la custodiaban tenan el odio de los hombres, quienes soaban con la muchacha, desendola abierta y desvergonzadamente. Tambin mi sueo se llen de ella, naciendo en m un sentimiento triste, un silencioso amor, un ansia acongojada de arrancarla de aquellas negras sombras vigilantes que as martirizaban su belleza, su pobre juventud entre cuatro paredes (pgina 185). (...) Slo supe ms tarde que "la Encerrada" de mis primeras canciones rutenas, siguiendo una tradicin muy antigua en su pueblo, se haba suicidado (pgina 186).La vinculacin de este recuerdo con el texto dramtico es evidente. Aquellas impresiones que quedaron grabadas en su memoria fueron antes plasmadas en bellos poemas integrados en el libro de canciones de 1926 El alba del alhel. Varios poemas se encuentran prximos a lo que luego sera El adefesio. Veamos la cancin de "La Maldecida", por ejemplo:De negro, siempre enlutada,/ muerta entre cuatro paredes/ y con un velo en la cara./ No pases t por su puerta,/ no pongas el pie en su casa!// Naranjos y limoneros,/ al alcance, tras las tapias,/ sombras fras, de su huerto.// Nunca pongas t mis ojos,/ en esas ramas tus dedos!//El poema siguiente bien se podra poner en boca de Cstor, como dolorosas llamadas a un amor imposible:Saber que tengo que irme/ y que tengo que dejarte/ tan sola aqu sin morirme!// Ay, quien pudiera llevarte!// Te quieres venir conmigo?/ Contigo, a cualquiera parte,/ con tal de ser yo tu amigo!// Ay, quien pudiera llevarte!/ En esa crcel metida,/ qu lstima!prisionera,/ ya para toda la vida!// Ay, quin llevarte pudiera!// Adis, que me voy llorando, para siempre, de tu vera!//Otro material paralelo y coetneo de Alberti fue el Cuaderno de Rute, conjunto de poemas y prosas dado a conocer en 1977 por la revista "Litoral" (nm. 70-72). En esos textos bien se puede reconocer conexiones o motivos del argumento de El adefesio. Los retratos de figuras rutenas "Rafael el de la Lzara" o "La enlutada" se pueden asociar con las figuras Cstor/Altea del drama. En el primer caso, se narra la historia de un mozo que se suicid por un amor imposible recuerda al motivo del suicidio, en el drama utilizado por Gorgo como engao. En el caso de La enlutada adivinamos el perfil de la desgraciada Altea:Encerradita viva, entre cuatro paredes, sin ver la luz del sol, ya va para cinco aos.Muchacha, qu haces ah tan sola, coronada de cuchillos y cristales, ausente de casi todo y casi a oscuras, en ese triste comedorcillo de la casa?Dan tus balcones a la calle; al fondo de tu calle est, lleno de palmerillas, acacias y flores, el paseo del pueblo.Muchacha, no ves como tus amigas, cogidas del brazo, custodiadas por sus novios, se pasean alegres?Deja, deja ya esas ojeras, esa carita blanca de difunta y ese lento pasar del rosario; apaga ya tu la lamparilla roja de ese Cristo y acurdate, si es que te est vedado salir con tus amigas, que tienes una azotea abierta hacia todos los caminos del campo, y un jardn con naranjos y limoneros luneros.Muchacha, no me oyes? Mrate en el espejo verde de la alberca. Que ests amortajada, y tienes veinte aos!La azotea nombrada en este apunte recuerda inevitablemente a la azotea de la torre del encierro definitivo de Altea, desde donde vea "todos los caminos del campo". El espacio de El adefesio, como indica la acotacin inicial es un "pueblo fantico cado entre las serranas del Sur"; tambin el espacio tiene su antecedente en ese mismo Cuaderno Ruteo:Una delgada calle en cuesta, que por un lado iba a los campos y por otro a la sierra, era todo lo que se poda ver desde mi cuarto ruteno. Pero en el piso, por suerte, haba una azoteilla. Desde ella, en cambio, se dominaba una parte del pueblo, blanco, empinado, presidido en su lugar ms alto por el trgico Monte de las Cruces, y un ancho panorama de tierras amarillas carminosas, ordenadas de olivos y de viedos. Algo duro, casi siniestro, respiraba todo el aire de Rute.Lo que est claro es que, aparte de todas las vinculaciones mticas y polticas de la obra, su espacio, sus personajes, incluso la inspiracin del argumento, pertenecen al mbito de la Andaluca trgica, como Alberti mismo califica, la "Andaluca de cales negras". Lorca tambin canta en el Poema del cante jondo a un pueblo que bien pudiera integrarse en esa Andaluca triste y negra, tan cercano a la fbula albertiana:PUEBLOSobre el monte pelado/ un calvario./ Agua clara/ y olivos centenarios./ Por las callejas/ hombres embozados,/ y en las torres/ veletas girando./ Eternamente girando./ Oh, pueblo perdido,/ en la Andaluca del llanto!/Antes de analizar otro aspecto, es obligado sealar las semejanzas argumentales con la gran obra de Lorca La casa de Bernarda Alba. La crtica social, la hipocresa como eje de unas vidas, el enterramiento impuesto de mujeres jvenes, a las que se les niega violentamente el amor que desean... son motivos comunes en las dos obras. La morbosidad sexual, acentuada en El adefesio por el comportamiento libidinoso de las viejas y el tema del incesto, tambin es utilizada por ambos dramaturgos como expresin de los efectos de una represin del tipo que sea. La representacin exagerada de rasgos negativos que constituyen lo que se ha dado en llamar "la Espaa negra" tambin es utilizada por los dos autores.4.3. LOS PERSONAJESGORGO, gran protagonista de la obra, es la vieja anciana dominante e hipcrita que quiere a toda costa mantener el honor familiar. Es en su persona donde la crtica a la religin ms bien a las prcticas religiosas vistas como vacas de sentido se hace ms patente, pues quiere disfrazar sus repugnantes acciones y decisiones con elementos y ritos cristianos. La denuncia albertiana de la sociedad machista y patriarcal se refleja en la necesidad de Gorgo de adoptar atributos del varn para mantener la autoridad y ser obedecida (barbas, bastn...). Su figura est provista de una gran teatralidad; podramos decir que se procede a un "teatro dentro del teatro", pues Gorgo, cuando tiene que ejercer la autoridad, se disfraza de don Dino, y mediante el vestido, la palabra gritos, frases amenazadoras y la accin actuacin, persecucin, violencia con Altea...consigue ser "otro". En el fondo ella no es ms que una pobre mujer, que tiene pasiones turbias, como las otras viejas, y que en la obra va pasando de ser la gran humilladora a la "gran humillada". El nombre Gorgo est asociado al personaje mtico Gorgona y tambin al coleptero gorgojo, que ataca diversas semillas. Esta conjuncin de lo mtico con lo popular es una constante a lo largo de la obra.AULAGA Y UVA son las otras dos "gorgonas" o "parcas", que a su vez sus nombres tienen significados populares: aulaga es una planta espinosa de flores amarillas, mientras que el apelativo "Uva" introduce connotaciones bquicas claras. Con el nombre de Uva se juega a lo largo de la obra: "uva de perro, uvita de gato, uva de orzuelo..." adoptando el nombre diversos significados, casi siempre puestos despectivamente en boca de Gorgo. Uva se muestra ms crtica hacia Gorgo, y parodia su hipocresa. Aulaga es ms dulce y sentida, y busca continuamente la proteccin de Gorgo.Las tres comadres "comadrejas" se les llama en algn momento sin duda proyectan recuerdos mitolgicos; adems del mito de Gorgona, en un momento de la obra Uva dice: "Matadme!, matadme! Furias, furias! Harpas!". La alusin a las "furias" enlaza con el mito de unos seres mticos equivalentes: las Furias o Erinias son seres infernales, diosas de la venganza, que aparecen en nmero de tres como las Gorgonas o las comadres de esta fbula escnica. Precisamente, estas Furias vengaban los crmenes cometidos en el seno de la familia. En su representacin fsica destacan algunos rasgos curiosos, compartidos con las gorgonas, y que se corresponden tambin con los ms llamativos de doa Gorgo: mirada amenazadora y serpientes alrededor de las manos y en los cabellos. Por ltimo se denominaban "arpas" las hermanas Aelo, Ocpete y Celeno, personificacin de las fuerzas destacadas de los elementos. Como divinidades fnebres e infernales que son, se asocian frecuentemente a las Furias, como lo ha hecho Uva.ALTEA es la inocente vctima del fanatismo autoritario. No se le explica la verdad. Su amor es noble y recto, y muere de dolor por la injusticia y la represin real a la que es sometida. Su nombre recuerda a Aitana, vctima de El trbol florido, adems de ser el nombre de la nica hija del poeta: ambos personajes ambos topnimos levantinos son smbolos del pas dolorosa y recientemente perdido cuando se escriben ambas obras. Su inspiracin es clara, como ya se ha sealado en el apartado 3.2. Est vigilada continuamente por NIMAS, criada vieja cuya misin ser cara a las tres comadres guardarla de toda mirada, de todo contacto exterior; pero vence su buen corazn y su lealtad y amor a la muchacha, y paradjicamente ser precisamente nimas el enlace con Cstor y la que anime a Altea en momentos difciles a proseguir en su lucha por el amor y la libertad. La figura de vctima asumida por Altea, y la de guardin, representada por nimas, se expresa en estas palabras de Gorgo: "(A nimas, desconfiada y con dureza) Qu quiere decir esto? Altea sola en el jardn y t todava en la azotea? No se desmande el perro antes que la cordera. (nimas intenta replicar) A tu obligacin. Vete."BIN es el mendigo que, bajo la recepcin de una ejemplar caridad, goza del favor de las tres viejas, que constantemente se disputan su afecto y sus deferencias. Es el nico hombre que puede acceder a la casa, y Cstor tambin quiere utilizarlo de enlace entre l y Altea, pero l entrega a Gorgo los mensajes del joven. Este papel de traidor se relaciona con el color de su pelo ("mendigo pelirrojo"), que tradicionalmente era el color del apstol Judas, paradigma de la traicin, que trafica con la inocencia ajena, como ciertamente hace Bin para su inters con Gorgo y con Cstor.CSTOR, aun siendo uno de los protagonistas de la accin, apenas tiene papel en la representacin como ocurre con Pepe el Romano, en La casa de Bernarda Alba. Su nombre recuerda tambin al mito de los hermanos Cstor y Plux. Los gritos de angustia que exhala ante el cuerpo muerto de Altea son un smbolo del recuerdo a la Espaa que Alberti ve maltratada y perdida.4.4. EL ESPACIO Y EL TIEMPOEl espacio cerradsimo, casi hermtico de El adefesio quiere simbolizar tambin esa Espaa cerrada, esas mentes fanatizadas que lo habitan. El escenario de la obra es una casa andaluza de "uno de esos pueblos fanticos cados entre las serranas del Sur de Espaa, cruzados de reminiscencias musulmanas": el primer acto se desarrolla en la "Sala de una casa rica", aludiendo claramente a la condicin caciquil y burguesa de la familia. El segundo acto se desarrolla en la azotea donde est encerrada Altea: "Azotea blanca de cal, por la que trepan enredaderas. (...) Desde ella se divisan, en laberinto, otras azoteas, torrecillas con sus veletas, chimeneas de las cocinas, etc. (...) Dramtico, pelado, amarillo, contra el cielo de media tarde, el Monte de las Cruces." La azotea presenta el simbolismo de la soada libertad; el acto comienza precisamente con una conversacin entre Altea y nimas acerca de las ansias de amor y libertad de aqulla. Ese lugar, que supone una elevacin, y un acercamiento a la libertad luego frustrada cae de pronto a la zona ms baja de la casa: el tercer acto tiene lugar en "el jardn de doa Gorgo". Ah es donde caer el cuerpo despeado de la muchacha, y donde caen lo ms bajo posible los tres adefesios, una vez consumado el suicido de Altea.El acto primero y el acto tercero se enmarcan en la noche, mientras que el acto segundo donde an queda cierta esperanza para Altea comienza todava con la luz de la tarde, y se encamina al ocaso como un presagio de noche cerrada. La fbula termina con el oscurantismo de la ms negra noche, eterna noche para Altea.El lugar geogrfico Andaluca donde se desarrolla la fbula, ha de entenderse extendido a toda Espaa, pues las actitudes criticadas y satirizadas son las de una sociedad hipcrita y oscura, para Alberti, la sociedad espaola. El autor sita la obra en "cualquier ao de estos ltimos setenta"; es decir, si la obra se escribi en 1944, puede ser cualquier ao desde 1874 a 1944. Como apunta Gregorio Torres Nebrera:"Los setenta aos atrs nos llevaran a 1874, ao en que el golpe del general Pava acab con el primer intento democrtico de la Espaa contempornea, la Primera Repblica Espaola. A partir de esa fecha. y hasta el momento en que escribe Alberti, median, en efecto, siete dcadas jalonadas por la Dictadura de Primo de Rivera, la Segunda Repblica y su frustracin tras el levantamiento armado de 1936, que tuvo como consecuencia inmediata la situacin de exilio personal y cultural desde la que el dramaturgo compone su "fbula" sobre el poder tirnicamente ejercido, el que Gorgo impone sobre su entorno ms inmediato."En efecto, la obra es una crtica a ese poder "tirnicamente ejercido". Podra tambin el autor tratar de criticar la situacin de la Espaa del momento, sometida a la dictadura de Franco.4.5. CONSTRUCCIN DE LA OBRA: ESTRUCTURA DEL DRAMAPodemos afirmar que tres planos se entrecruzan entre s, y constituyen cada uno un eje de la obra:1. Fbula dramtica: los hechos que se dramatizan: amor de Altea y Cstor; de qu manera es impedido ese amor.2. Proyeccin de la fbula sobre los mitos: Por debajo de la pura trama se evoca constantemente un mundo de mitos, reales o literarios. El autor se vale del lenguaje potico para expresar el carcter mtico de algunas secuencias o pasajes. Por ejemplo, cuando las viejas alaban la belleza de Altea, exaltando cada parte de su cuerpo, se est acudiendo a un mito literario: la Celestina, donde se procede a exaltar del mismo modo el cuerpo de Areusa. Como hemos visto en el apartado 4.3. la misma caracterizacin de algunos personajes enlaza con personajes mitolgicos, etc.3. Elementos rituales: para representar determinadas situaciones (dolor interior, muerte, etc.) se utiliza la imitacin de ritos, en este caso de la religin catlica. Como los hechos que se representan mediante ritos proceden de la hipocresa o de la pura maldad, los ritos catlicos quedan desprovistos de su sentido profundo, y son aprovechados por el autor para criticar la actitud de quienes se valen de la religin para justificar sus actuaciones. Por ejemplo, una vez que Altea se ha suicidado por la desesperacin provocada por el engao de su ta Gorgo, las viejas "celebran" su muerte, imitando no sin cierta stira pardica la cena eucarstica, la cena del perdn y del amor, celebran la muerte de la vctima. Y an llegan ms lejos sus ritos sacrificiales. Con el cadver de la muchacha realizan una especie de crucifijo sobre dos troncos entrelazados a modo de horquilla, imitando la muerte de Cristo en la cruz.Los tres actos de El adefesio se estructuran en torno a tres ritos, que se constituyen en centro gravitatorio de los mismos: el juicio, condena y encierro de Altea en el primero; la caza del murcilago en el segundo, y la cena de la caridad y del perdn en el tercero. En los tres actos Gorgo mide sus posibilidades de ejercicio del poder sobre su entorno ms inmediato, que no es sino eco del poder econmico y social que ostenta otro entorno ms mediato, como representante visible de un rgimen caciquil: la figura que nos llega de Don Dino y sus abusos con las mozas de sus tierras, el mismo oscuro nacimiento de Cstor, el celo con el que se defiende el buen nombre de la familia de caciques del territorio, son ndices de ese mbito de poder que Gorgo se empea en prolongar, a modo de misin divina. Este poder, por el contrario, va disminuyendo, vctima la propia Gorgo del autoritarismo aliado con el terror, porque es falso, dbil, injusto, y sobre todo, hipcrita. La hipocresa es la cualidad que ms destaca en los distintos ritos oficiados. En dos de ellos, adems, la aparente vctima propiciatoria es Gorgo, aunque la autntica vctima (como en el caso de las otras dos obras de la Triloga del exilio) es la joven inocente, Altea, y subsidiariamente, nimas y Cstor.Por ello, en los tres actos, de manera similar y a un tiempo progresiva, Gorgo tiene que enfrentarse, de modo distinto y con diferente tctica, con agentes de ese entorno social (el pueblo) que procura mantener lejos y dominado segn su cdigo de intereses: expulsar a Bin en el primer acto, sin contemplaciones; pactar ventajosamente con l en el segundo (para que le entregue la carta de Cstor a Altea), y se empear en extender la fama de su hipcrita piedad en el tercero, pero no slo con l, sino con un grupo de desarrapados que le acompaan.Adems de la secuencia-rito, que constituye el eje de cada acto, podemos subdividir El adefesio en una serie de secuencias complementarias de cada uno de esos ritos eje, a lo largo de los tres actos.Cada acto, pues, est dividido en varias secuencias. Analicemos con ms detalle algunas de ellas:4.6. ANLISIS DETALLADO DE SECUENCIAS DE LA OBRAPRIMER ACTOLa accin, en la primera secuencia, comienza con la presencia en escena de tres figuras que estn profundamente influidas y dominadas por Gorgo: Uva, Aulaga y Bin. Estando ausente aqulla, stos se entretienen en un juego de intensas connotaciones erticas. Aulaga corta a Bin las barbas y en ese momento llega doa Gorgo con las barbas de don Dino y su bastn, insultando a Altea, pues ha tenido noticia de sus amores:"Halconera! Mozcorra! Pelandusca! Que tiemblen desde hoy los de esta casa! Los que me conocis y los que nunca me hayan visto! Los que se muevan cerca, bajo la punta de este palo, y los que se hallen lejos! Ay de los que se hallen lejos! Ahora empiezo a ser Gorgo. (Apaga la palmatoria. Gritando. ) nimas, nimas, nimas!"Expulsa a Bin del gineceo, y ordena a nimas que tire sus "barbazas piojosas" a la basura, pues "aqu no hay ms barbas que las mas". Le parece una burla inaguantable que Bin pretenda confundir y por tanto identificar sus barbas con el reverenciado fetiche de su hermano difunto, y decreta su expulsin para evitar el peligro de que alguien pueda, con su virilidad degradada, rivalizar con la sombra de su hermano, y por tanto, con su poder vicario: "Tira ese jirn con cerdas, ese harapo indecente a la basura." En el tramo final de la tragedia, cuando la oscuridad y la locura presiden todos los rincones de la casa, Gorgo tambin destruye las barbas adoradas de su hermano, pues despus del crimen, han alcanzado el mismo grado de "indeseable e inservible pingajo" que las del mendigo, objetivo de la enfermiza represin de las solteronas.Uva y Aulaga se lamentan de la expulsin del mendigo, y Gorgo emite un discurso, queriendo imitar la voz del hermano desaparecido, para que las otras dos viejas vean en ella al mismo don Dino:...(Va y viene ante ella, con aire de hombre) Ya no soy Gorgo ahora. Piensa, piensa. (Levantndole a Uva la cara) Y t, Uva, tambin. Tenis que conocerlo, no lo habis olvidado. Mirad, mirad. (Se sienta, siempre con aire de hombre, cruzando la pierna y en actitud pensativa) El olivar. el olivar! Me saquean estos miserables. Me arruinan. No puedo ms, no puedo ms! Reviento!" Quin sufra, quin se desesperaba de ese modo? (Se pasea, las manos a la espalda, dando saltitos y diciendo rpido) "Sancta Maria, Sancta Dei Genetrix, Sancta Virgo Virginis, Mater Christi, Mater Divinae Gratiae...Uva, Aulaga, acordaos.Es significativo que para que las viejas reconozcan a don Dino, Gorgo incluya en su discurso dos referencias claves: la posicin econmica del cacique ("El olivar,...) entrelazada con una insincera piedad (letana mariana). Alberti parodia la religin cuando unas lneas ms adelante, como complemento a esa letana, Uva y Aulaga expresan alabanzas al cacique en forma de jaculatorias: "Fue vara dura de virtudes", "Pupila alerta, vigilante", "Fue ceo adusto, concentrado", "Brazo potente, justiciero".Gorgo tambin intenta atraerse la obediencia y el respeto de las dos comadres, y expulsando a Bin pretende eliminar el atractivo ertico que ejerce sobre ellas. A la extraa rivalidad hacia Bin, en la que Uva parece reclamar una hipottica preferencia, se unen las atracciones que sienten las otras dos mujeres por el joven Cstor (Aulaga) y por su hermano don Dino (Gorgo). Algunos crticos ven tendencias incestuosas en la propia Gorgo, pero pienso que es una interpretacin un tanto arbitraria, porque del texto no se desprende ninguna alusin concreta al hecho, aunque indudablemente se trata de un amor desorbitado hacia su hermano.La segunda secuencia se desarrolla con el interrogatorio de Aulaga y Gorgo a Uva, acerca de sus relaciones con Bin, pues suponen que se ven a escondidas, en la cochera. Gorgo monta en clera, y tiene lugar una pelea entre las tres. Aulaga est furiosa, y Uva le dice, justificando su pasin por Bin: "Yo no tengo sobrino, Aulaga, Aulaga! " .Irrumpe nimas en medio de la grotesca ria:"Seora, slo usted sabe lo que pasa. Pero si es buena, compasiva, si no tiene cosido el corazn con un hilo de acero, haga que su sobrina, que esa preciosa nia no pierda ojos tan hermosos (...) Yo que la cri, yo que le sostuve sus primeros pasos, que le puse la primera flor en el pelo, que la llev al Monte de las Cruces, que la ense a injertar los rosales y a hacer biznagas de jazmines...Por compasin, seora, levntele esa pena y lbremela de esa prisin donde me la ha encerrado, que le juro que nimas la volver a su amor, a la obediencia, al respeto que le debe!"Parece que Gorgo se enternece, pero se trata de un ablandamiento hipcrita; aunque entrega la llave de la torre a nimas para que libere a Altea, le ordena que la traiga a su presencia vestida con las ropas preciosas que llev cuando fue reina de la vendimia, sin ms objeto que someterla a un interrogatorio, que comenzar con alabanzas a su cuerpo y terminar en la ms profunda de las vejaciones.Y comienza la tercera secuencia y primer rito de la obra, que se construye sobre dos importantes signos paratextuales: el espejo y el vestido de Altea, adems del tribunal que constituyen las tres gorgonas, cmplices ahora en el asedio de la inocencia y de la belleza (que ellas han perdido para siempre). En ese juicio, en el que saldr a relucir el peligro de incesto que Gorgo ya vena intuyendo pues Altea al final, presionada por las preguntas, confiesa su amor por Cstor, en el que se decretar el encierro definitivo de la muchacha, prolongando la situacin que ya sufre y de la que slo escapar por el suicidio, cobra especial relieve el objeto-smbolo del espejo:"El espejo. Corredlo ac. Al centro. Quiero echarla en su fondo. Que ella se diga adis, antes de hundirla en el recuerdo de este instante"Cuatro significados se superponen en el espejo:a) el reflejo directo de un presente, que hace patente el tiempo irrecuperable de las viejas ("Lo que ayer tu cristal vio/ en tu cristal se perdi/ Quin est dentro de ti/ muerta, cristal, sino yo?") frente al pletrico futuro de la joven, esplndida ante el espejo. Es el signo en el que se patentiza la envidia de las viejas frente al amor.b) el espejo unido al mito de Gorgona (Perseo pudo vencer a la Furia enfrentndose a ella a travs del espejo que le proporcionaba su bruido escudo, y evitando as la mirada directa y fatal de Gorgona).c) el espejo que refleja la grotesca deformacin de la realidad por la intolerancia que se da en este particular "esperpento" albertiano.d) el espejo tambin adquiere el significado de estanque o pozo, limitado por sus cuatro costados, en el que hundir, en el que anular un presente que hiere a las tres harpas, el presente de la belleza halagada y envidiada de Altea. Al "echarla en su fondo", al "hundirla en el recuerdo de este instante", adelantan metafricamente el hecho real del cuerpo de la muchacha precipitndose hasta el fondo del jardn-pozo al finalizar la obra.Cuando llega Altea a la sala donde se proceder al juicio, las viejas la sitan frente al espejo:"Gorgo. No seas humilde, sobrina, y menos con ese aire de rbol fuerte, lozano. Algrate y ufnate, como lo estoy yo de ti. Rete. (Levantndose y yendo hacia ella) No, si t no ests triste. Gstate, prciate de tu belleza, de la flor de tus aos. (Altea se re tenuemente) Ms, ms. Si no ofendes a nadie por recrearte en tu hermosura. Mrate bien en el espejo. Ves? Quin ms sumiso, servidor, obediente? El no te aade nada, ni te lo quita tampoco. Te devuelve slo lo tuyo. (Alzndole los brazos) Mira qu brazos, hija. Crees t que el cristal miente? Mira qu ojos... qu mejillas... qu boca... qu racimo de pelo..(Se lo suelta) Tocadlo, Aulaga, Uva.Aulaga. (Suspirando) Oh!Eva. (Nostlgica) Qu suavidad! Qu brillo!Gorgo. Puedes vanagloriarte de tus hombros...Y qu garganta, nia! Has visto cuello como el tuyo en estos pueblos de la tierra? No, no me bajes los ojos... Te repito que no seas modesta. Te he educado yo as? T sola eres duea de lo que est ah dentro.Altea. Nunca me vi despacio, ta.Sorgo. Mentirosilla. Vas a engaarme ahora? Vamos!"Las connotaciones de un erotismo turbulento, equvoco, que se perfilaba alrededor del emblema degradado de la ausencia de masculinidad en la casa de Gorgo (Bin) se intensifica y se confirma ahora en el elogio erotizante del cuerpo de Altea (el recuerdo de Celestina alabando las prendas fsicas de Areusa es evidente). Toda la escena se encerrar en un fuerte contraste entre la amabilidad-zalamera de las viejas, y la agresividad producto de la envidia y del deseo de averiguar el dato que les interesa: quin es el amor de Altea. La agresividad va creciendo a medida que se desarrolla el juicio: llegan a pegarla, a zarandearla, a despojarle de su vistoso vestido de colores y a enfundarla en la horrible tnica negra, "de vieja". Los tres "rebujos siniestros" danzan ahora fatalmente alrededor de Altea, y cambian sus elogios anteriores por los insultos ms humillantes: "lagarto muerto", "escoba", "pesepajo", "reina del muladar y del basurero", y hasta el mismo sustantivo con el que al final Gorgo se autocondenar: "adefesio". Y todo ello acompaado de gran violencia fsica: "Le van arrancando el traje a jirones". Pretenden hacer de la muchacha una ms de ellas, envolvindola en un traje "negro, triste e irrisorio". Alcanza este rito la mxima intensidad cuando Gorgo vuelve a ponerse las barbas de su hermano e intensifica la parafernalia de sus apariciones con un largo velo negro que le cubre la cara. As termina el primer acto, sirviendo el lienzo negro de enlace con el segundo (rito de la caza del murcilago).SEGUNDO ACTOComienza el segundo acto en la azotea. nimas sucedneo materno para la encerrada peina los cabellos de la muchacha, elogindolos por su belleza, por su anhelo de libertad ("qu cabellicos para que el sol cantase siempre en ellos su alegra!"), aunque Altea rechace ese primor y prefiera estar "despeinada, desgreada, horrible...", a tenor de su angustia y soledad interior. Altea clama por su desesperado olvido del amor, por el encierro de su cuerpo, por sus ojos que slo adivinan, al caer de la tarde, el lvido y duro "Monte de las Cruces". Tiene miedo por el olvido del amor de Cstor, que nimas intenta conjurar espantando unos inconcretos fantasmas del atardecer, que adelantan el rito de la caza del murcilago con el que concluir esta tarde. Gorgo llama a Altea y se queda sola nimas, cuando entra en escena Bin, intentando provocar a nimas, que le desprecia, y le pide la carta que trae de Cstor para Altea. Bin no quiere drsela, vengndose as al no verse correspondido por la criada. En ese momento llega Gorgo, sospechando que ocurre algo, y ordena a nimas que se vaya con Altea, quedndose sola con Bin. Tiene lugar una escena de dilogo sensual entre los dos, y finalmente el zarrapastroso "la besa largamente". Doa Gorgo aparenta una hipcrita furia ante lo que ella misma ha buscado.Bin ha llevado un gato encerrado en una jaula como regalo a Gorgo; el motivo folklrico del "gato encerrado" alude a la realidad de las trapaceras de Bin; en efecto, le entrega la carta de amor de Cstor a Gorgo, que cae en una hipcrita desesperacin, sintindose vctima propiciatoria de la situacin de un cercano incesto. El largo monlogo de Gorgo alterna evocaciones a don Dino y frases amenazadoras contra Uva, de la que sospecha, con fragmentos textuales de la carta de Cstor:"Gorgo. (Enfurecida) Uva, Uva! Qu intentas? Adnde vas? Qu pozo me preparas sin saberlo? Rencorosa. Celosa. Vengativa... (Estrujando la carta entre los dedos y dirigindose a su hermano) Por piedad, ten compasin de m! Pudiste haber intercedido...Oh, desgracia sin nombre! Pero quiz lo hayas dispuesto de ese modo para probar el temple de tu hermana. (Lee, en silencio, un instante) No puede ser! Vas t a consentir esto? (Leyendo en voz alta) "Estoy tan lejos, amor mo, tan vigilado aqu en esta casa perdida en medio de los montes, que me temo llegar Dios sabe a qu cuando encuentre la hora de burlar a los perros pobres gaanes sobornados que nuestras viejas furias alimentan para mi custodia..." Oh! T que me concediste toda la autoridad en tus agonas: que deseaste que yo fuese t mismo: que me dejaste tu voz y hasta el noble atributo que poblaba tu cara!... (Sigue Leyendo) "Altea, Altea, si es que vives an, si es que el sueo no ha vuelto todava a tus ojos, como pasa a tu Cstor desde que lo alejaron de tu vera; si es que nimas sigue siendo el nico desvelo, el nico sostn de nuestra dicha..."Del monlogo se deduce que Cstor tambin est vigilado por guardianes pagados por Gorgo. sta no puede resistir la sombra de deshonor y profiere terribles palabras contra s misma, revirtiendo el papel de vctima en ella misma:"Amigas, hermanas mas!El deshonor! La deshonra!No os acerquis a m. Huidme. Estoy manchada, envuelta en lodo negro. Pisoteada. Herida. Hundida. Muerta. No me veis, o es que los ojos se os reventaron en la cara?"Despus de una nueva pelea entre las tres, porque Bin y Gorgo quieren dar celos a Uva dejndole caer alusiones acerca de su relacin amorosa, comienza el segundo rito de la obra: la caza de los murcilagos . La imagen es algo ms que "imagen" en el mundo obsesivo de Gorgo, por cuanto que el rito en el que desemboca este acto es, de nuevo, la caza del murcilago, en la lucha voluntarista por tanto contra las amenazas que se quieren cerner sobre la casa. Toda la escena en la que se desarrolla este ritual se enmarca en un progresivo oscurecimiento del escenario por el humo de las chimeneas y el eco de otro ritual de religiosidad popular que pertenece al mbito que se adivina al otro lado de la casa el toque del campanario de la iglesia a la oracin. La presente ejecucin del rito deja pronto de ser la mera repeticin de una acostumbrada supersticin, pues en las palabras de Altea se entrev una premonicin de su prxima muerte ("Huid, huid/y dejadme olvidada morir!"), y el aleteo negro de un pegajoso murcilago de muerte se deja anunciar "como cado de estos demonios voladores". Con la convocatoria de Altea la estructura es similar en el primer acto entramos en la ltima secuencia del presente acto; despus de la caza del siniestro animal, Gorgo, ya dominadora de la situacin, muestra cruelmente a Altea la carta interceptada de Cstor, atrayendo hacia ella la furia reprimida de la joven. Gorgo falsea el contenido de la carta "Va a matarse por ti... Y va a tirarse al ro, a ahorcarse de una rama...", y transfiere los deseos de autodestruccin que ya tena Altea a la voluntad del muchacho. De este modo, pretende ella liberarse de la culpa que fundamentalmente le corresponde a ella por su mentira provocadora y desencadenante del suicidio. Gorgo logra lo que en el fondo iba buscando: hacerse merecedora, a costa de lo que sea, del encargo del que se cree depositaria, justificar ante s misma el autoritarismo que viene usurpando, alcanzar por la va del sacrificio propio la luz que venza: y as asistimos al azotamiento de doa Gorgo. Porque ahora, y forma parte de la estrategia de la vieja, parece que se invierten los papeles de aquel primer rito, y quien resultar agredida y escarnecida no ser la joven encerrada, sino su vieja guardiana, quien intensifica su misin de defensora vicaria del honor familiar, personificado en don Dino, del que enciende el recuerdo y la memoria en los presentes, y sobre todo en su hija Altea. Si el disfraz del comienzo era suficiente para impresionar la sensibilidad de la sobrina, ahora Gorgo emplea su palabra sagaz y sugestiva para conseguir conmoverla o ms bien herirla.Pero hay ms an en este rito, que acaba en la flagelacin del adefesio. Sirve tambin esta escena de prtico y enlace con el acto siguiente, pues el modelo de la pasin cristolgica, en el que gustar recrearse la hipocresa de Gorgo, alcanza su primera formulacin en esta "flagelacin humillante", que est precedida por algo que encuentra similitud con la oracin en el huerto: el toque de campana llamando a oracin a la vez que la vieja comienza su monlogo de vctima, la premonicin de Altea de su propia muerte...ACTO TERCEROEl acto ltimo de la fbula casi se reduce al rito, o, dicho de otro modo, el rito adquiere tanta importancia que ocupa la casi totalidad del acto. Los motivos argumentales del encierro de Altea nica vctima y del masoquismo de Gorgo verdadero verdugo oficiante del rito se hacen presentes, entrelazados en la primera secuencia de este acto. Gorgo aparece arrodillada, "como en un estado de xtasis", repitiendo versos que aluden a la flagelacin de la que ha sido objeto; por su parte Altea, "en la ventana ms alta de la torre" repite sus versos de desolacin. Unos se alternan con otros, cada mujer tres veces:"Altea: Unas torres dan al campo./ Otras, al mar, a la mar./ Las torres de mi esperanza,/ a dnde dan?Gorgo: Mrame aqu, golpeada,/ por ti, hermano;/ desfallecidas las sienes,/ doloridos los costados."Gorgo anuncia a Uva, Aulaga, Bin y los cuatro mendigos que "es el da de la caridad, de la santa limosna, que siempre en esta casa se celebr todos los aos". Los pobres se quejan veladamente de la falsa caridad:"Mendigo 1. Para qu servimos los pobres? Para qu estamos, sino para que se nos mande? Ve por esto, caballo.Trae aquesto, maldito. Corre para ac, podenco. Lrgate para all, alcornoque."Ante todos, Gorgo quiere quedar, con sus propias palabras, como "una desventurada, una pobre mujer", pero Uva, menos sugestionable que Aulaga, y siempre ms crtica le contesta:"Pobre t, Gorgojilla? Me gustara verte descalza, como los desgraciados de verdad."Gorgo se saca los zapatos y las medias y prosigue su comedia ante las miradas lastimeras y compasivas de todos. Dice que es la "cena del perdn" y sigue adoptando actitudes humildes. Los mendigos acaso tan hipcritas como la bienhechora que les va a dar de cenar entonan una letana de alabanzas a Gorgo. Pero Uva, en sus trece, masculla su personal y opuesta retahla de insultos:"Mendigo 1. ngel de la bondad! Mendigo 2. Patrona de los menesterosos! Mendigo 3.Fuente de los necesitados! Mendigo 4.Refugio de los desvalidos! Uva. (Entre dientes) Borrachina... loca... reloca... Aulaga. Santa, santa, santa!"Como se ve, las jaculatorias de los mendigos son una caricatura o parodia de las del Rosario, y la expresin de Aulaga corresponde al rezo del Trisagio Anglico, oracin litrgica en alabanza a la Trinidad. Una vez ms el autor, por otra parte buen conocedor de la tradicional piedad cristiana, mezcla las prcticas religiosas con la hipocresa de determinadas personas, con lo que veladamente extiende la crtica a toda la religin y sus manifestaciones, desvinculando las prcticas externas del verdadero amor a Dios que las promueve.Llegan nimas y Altea, y los mendigos cantan alabanzas al cuerpo de Altea y le hacen un corro, con cancioncillas y adivinanzas populares.Siguiendo con el rito, como hemos sealado, la siguiente aparicin de Gorgo, de nuevo con las barbas de don Dino, vendr acompaada de gestos de ndole cristolgico: esta vez lavar las manos a todos los asistentes, uno a uno. En boca de Uva se presentan, en son de burla, palabras evanglicas: "A m t? Nunca, nunca! Es mucha humillacin, Gorgo."Gorgo bendice la mesa, pero no dirigindose a Dios, nico objeto de alabanza y adoracin, sino a su hermano don Dino: "Encomendmonos antes de empezar, a aquel que nos leg esta santa y familiar costumbre."Gorgo cree haber reconstruido el orden justo, haber cicatrizado sus amenazantes grietas, rehaciendo la imagen armnica de la familia rectora del espacio exterior, bajo la providencia del dios degradado don Dino. Con esta ceremonia Gorgo espera dar su golpe definitivo ya empezado a preparar antes con el falseamiento de la carta del muchacho: el anuncio del suicidio de Cstor vuelve a desequilibrar el dbil edificio que la hipocresa de Gorgo crea haber restaurado. Un desequilibrio ms bien un conflicto que conduce al caos que se va produciendo en tres fases sucesivas y progresivas:a) las acusaciones de Altea, rebelndose contra un poder absurdo que ha buscado su condena eterna:"Sois unas asesinas. (A los pobres) Que estos pobres lo sepan. Mirad aqu a las tres. Podis gritarlo por el pueblo, aullarlo desde las azoteas, pregonarlo por los caminos. (Bin y los cuatro mendigos, unos de pie y otros sentados, estn inmviles, como de piedra) Qu hacis? Andad. Andad. Muerto! Colgado de un olivo por vuestras propias manos. Mostradlas. Que stos las vean bien. Son las mismas que sirven para dejar caer una limosna y estrangular una garganta. (...) Calla! Callaos, viejas funestas, viejas turbias, heladas, torturadoras, arrancadoras de la luz de mis ojos, de la alegra de mis aos! (...) Toda mi vida ha sido un cuarto oscuro, como una triste carbonera vaca. Y ahora va a serlo ms. Dejadme ya. No veo. Quiero mejor la compaa de los lobos, la soledad nocturna de las hienas, que estar contigo, con vosotras, hembras viejas resecas, negros horrores disfrazados de almas austeras y piadosas. Vais a dormir tranquilas, mis tres perros custodios. Ya Cstor no es de nadie... No preferas t eso, Aulaga? (...)"b) el suicidio de Altea desde la torre. (Se oye largo, como cayendo de una altura, un grito horrorizado de Altea) Gorgo es consciente de su crimen."Qu hacer ahora, hermano mo? La noche del perdn, la cena del amor y la alegra la troqu torpemente en noche de locura, en festn del horror y de la muerte."c) el robo de los mendigos.Despus, el caos que domina en las almas de todos es traspasado al exterior, a la casa. Las viejas estn arrepentidas y desoladas, pero ninguna ha sido capaz de ayudar a Altea. Gorgo revela a Uva y Aulaga el origen de Cstor, y tambin que Cstor an vive, que el suicidio fue inventado para alejar de Altea su recuerdo y as alejar la deshonra de la casa. Todas estas declaraciones las hace en un tono de vctima sufriente; tira las barbas de su hermano al fuego, mientras exclama:Mira, hermano, en qu abismo me hundiste! ... De nada me sirvi tu autoridad, el smbolo de mi varona... (mientras las quema en la llama del cirio) La luz que de ti siempre imploraba, slo sirvi para apagarme, para ennegrecerme y terminar por ser la sombra delirante de tu remordimiento."Aparece Cstor a buscar a Altea, y slo se encuentra con los "negros horrores", y con el cadver de su amada. Despus del reconocimiento de su culpa, Gorgo "se tapa toda con un lienzo negro, mientras que las tapadas y los mendigos sollozan este canto":Alba de muerte sin luz,/ triste noche de pasin,/ para las almas perdidas/ tienda el cielo su perdn.Aqu cae el teln "lentamente" y termina la obra. Respecto al apndice que el autor escribi para la representacin de 1976, donde se prolongaba el rito, se habla de l en el resumen del argumento.5. VALORACIN DOCTRINALSe trata de una "farsa popular" de raz esperpntica, que responde adems a la concepcin albertiana de un teatro entre potico y poltico. Destaca en El adefesio la crtica poltica a las fuerzas vencedoras de la guerra y a la dictadura que ha sometido a Espaa desde 1939. Alberti ve en el general Franco "el gran adefesio", que mediante los exilios forzados, la censura literaria, etc., va ahogando la libertad. Dejando a un lado la repulsa personal o lo contrario que se pueda sentir ante esos aos de la historia de Espaa segn la propia ideologa o simpatas polticas, nos acercaremos ms o menos a las posturas del autor, veo necesario sealar que la crtica a la que Alberti procede mediante El adefesio tiene lugar en los aos 43-44 y por tanto en pocas muy cercanas al conflicto blico y en los primeros aos de la dictadura; histricamente sabemos que fueron los ms duros en cuanto a control del "enemigo". De hecho, muchos exiliados regresaron progresivamente a partir de los 60, se suaviz la censura, etc. De todas formas, era un hecho que muchos intelectuales estaban alejados de su tierra, y Alberti, sufriendo la crueldad y el desarraigo del exilio, elev su voz fuerte y poderosa contra el rgimen, con su penetrante arma: la literatura. Vale la pena transcribir unas palabras suyas de 1990:"La literatura debera poder hablar de lo fantstica que es la vida, del canto de los mirlos. Y, sin embargo, la pasin poltica nos obliga a ocuparnos, tiempo y tiempo, de lo que est bien, y de las cosas que estn mal. Este tratamiento de la Espaa adefsica, de la acumulacin de adefesios que se interponen entre nosotros y la vida, nos convierte en los creadores de una literatura para la vida, pero no, como uno quisiera, de una literatura de la vida. Franco y ya no s incluso si lamento haberlo perdido como tema me ha impedido hacer la literatura que yo hubiese querido." (1990)Adems, El adefesio pretende ser una crtica, extendida a la Espaa de todos los tiempos, de la hipocresa, tanto religiosa como social ("...hembras resecas, negros horrores disfrazados de almas austeras y piadosas." p. 303). Toda la obra se articula en torno a metforas religiosas, y, de fondo hay una crtica profunda a la religin catlica, vista por el autor como el mximo exponente de hipocresa. La identificacin religin-crueldad, religin-hipocresa, o ritos religiosos en apariencia piadosos, pero que esconden tremendas injusticias, son los elementos centrales de El adefesio.Alberti escribi esta obra en 1944, ao en el que ya haba abandonado la "cosmovisin catlica"; desde los aos treinta proclama abiertamente su apertura al comunismo. Las obras que escribe entonces estn curiosamente imbuidas de imgenes de tipo religioso, de las que se sirve para parodiar un mundo catlico y tradicional, para l equivalente a un mundo falto de libertad, opresivo y cerrado.Y otro error de Alberti es unir los valores religiosos a las fuerzas polticas dirigentes del momento, olvidando que la adhesin u odio al cristianismo no era patrimonio exclusivo de uno u otro bando, y que en los dos, si bien el bando "nacional" fue el que asumi oficialmente la defensa de la Iglesia, hubo cristianos convencidos, personas indiferentes, y hombres que renegaron de la religin, por miedo o conviccin. Por otra parte, mucho se podra valorar o criticar la inclinacin "oficial" de la Iglesia espaola, encabezada por gran parte de su episcopado, por el bando nacional.Cierto es que Alberti parte de una visin deformada del cristianismo, aferrndose quiz al mal ejemplo y a la poca profundizacin en la fe de muchas personas, e incluso a quienes se sirven de la fe para sus propios fines, en muchos casos malvados, como era el caso de Gorgo. Y esa crtica satrica, mordaz y daina parte precisamente de esa visin parcial, y por consiguiente, poco objetiva. La esencia de la religin catlica la caridad, la defensa de la vida y de la verdad no es en absoluto lo que se muestra en estas pginas; y los comportamientos de estas personas, aberrantes e indeseables, afortunadamente no son los que predominan entre los cristianos, ni de aquellos tiempos ni de los actuales. Incluso diramos que determinadas ideologas y facciones polticas, a las que pblicamente se ha mostrado adscrito el autor comunismo han resultado ser con el tiempo una clara muestra de los horrores y degradaciones a las que puede someter el hombre a sus semejantes. Y en cuanto a las aberraciones sexuales tratadas en la obra, ni qu decir tiene qu movimientos sociales e ideolgicos las propugnan; desde luego, el cristianismo no.Enlazando con el aspecto sexual de la obra, diremos que los dilogos no son explcitamente obscenos (incluso si no se leen con detenimiento, algunos no captarn los dobles sentidos de ciertas expresiones y palabras), pero late una fuerte sensualidad en algunos personajes, como se ha ido sealando. La crtica de la represin sexual se ceba en los ambientes familiares machistas y autoritarios (recordemos a la Gorgo "disfrazada de hombre" ), que impiden la libertad de eleccin de las mujeres al contraer matrimonio, e incluso en algunos casos la imposicin de la soltera. Veo positiva la valoracin de la mujer no es la primera vez que Alberti levanta su voz literaria como amante y admirador de lo genuinamente femenino y de sus posturas sinceras siempre en pro de la verdadera dignidad de la mujer, pero quiz resulta exagerada la represin que expone en la casa de Gorgo, como exagerado es el ambiente de La casa de Bernarda Alba de Lorca, y ms a comienzos del siglo XX. Con esta observacin, no pretendo afirmar tajantemente que esto no ocurriera, pero que si se dieron casos de "encerradas", no debieron ser numerosos.En cuanto al incesto, diramos que el autor se centra ms en la defensa de la libertad del amor de los jvenes que no saban que eran hermanos, en todo momento reprimida por Gorgo, con lo que se puede dar una idea en ningn momento explcita de que la moralidad del asunto era algo accesorio. Toda la fbula se centra en el "amor imposible", o ms bien "imposibilitado". Gorgo acta malvadamente, miente, es hipcrita, incluso cmplice de un crimen... pero tiene razn en cuanto a que ese amor no debe llegar a trmino, asunto que no se contempla desde ningn punto de vista, pues la idea de Alberti se resume en que el amor tiene que ser posible a toda costa. As se ofrece al lector una belleza potica maravillosa reflejada en el amor de los jvenes, contrastado con el horror de los adefesios. Esta belleza literaria puede llevar a ni siquiera reparar, o incluso a conceder la posiblidad de un amor incestuoso.En este espectculo cruel que nos presenta Alberti, en el interior mismo de la violencia y la rebelda desde la que escribe, asoma la stira gruesa, nada intelectual, s profundamente emocional. Se trasluce una honda amargura y una franca y oscura desesperanza.El secreto de esta obra de Alberti, a mi modo de ver, est en la presencia del mito, en la transposicin de la realidad a un plano potico, a una creacin personalsima del autor. Rafael Alberti es un poeta antes que un dramaturgo o un poltico. Y su teatro se salvar no "por lo que dice", sino por lo que contiene de ruptura del marco de siempre, por su capacidad mtica, en resumen, por la belleza que es capaz de conseguir en todas sus creaciones literarias.E.B. (1996)Volver al ndice de las Recensiones del Opus DeiVer ndice de las notas bibliogrficas del Opus DeiIr al INDEX del Opus DeiIr a Libros silenciados y Documentos internos (del Opus Dei)Ir a la pgina principal