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ALCOHOL Y COCAÍNA: TIPOLOGÍA DELICTIVA Y DIFERENCIAS DE GÉNERO 

DAVID GONZÁLEZ TRIJUEQUE

INTRODUCCIÓN: EL BINOMIO DROGAS-DELINCUENCIA

El objetivo del presente artículo es tratar de establecer una relación entre el consumo de alcohol ycocaína, consumidos tanto de forma independiente como de manera conjunta, y su influencia en lacomisión de distintos actos delictivos, teniendo además en consideración las posibles diferencias degénero existentes en dicha actividad.

La problemática de las drogodependencias resulta evidentemente compleja en diversos aspectos, perosin lugar a dudas adquiere una especial relevancia en el momento en que se interrelaciona con otro delos puntos conflictivos de nuestro entorno social, como es la delincuencia (Delgado, 1994, 2001). De

hecho, drogodependencias y delincuencia conforman un binomio íntimamente relacionado y de difícilseparación (Delgado, 1994, 2001; Esbec y Gómez-Jarabo, 2000).

Debido a la existencia de este complejo binomio drogas-delincuencia existe un creciente interés por conocer la relación entre el consumo de sustancias psicoactivas y la tipología delictiva cometida por dichos consumidores, para así poder desarrollar actuaciones orientadas a la prevención delcomportamiento delictivo (Friedman, 1998). Para poder desarrollar dichos planes de prevención resultaesencial conocer la incidencia del consumo de las distintas sustancias psicoactivas, por ello que elanálisis de las prevalencias de consumo tanto de las drogas legales como de las ilegales en España esuno de los objetivos prioritarios de muchos investigadores centrados en el estudio del uso de drogas enadolescentes (Muñoz-Rivas, Graña y García, 2000), ya que es durante la adolescencia cuando se

establecen los patrones iniciales de consumo. No se debe olvidar, además de la compleja relacióndrogas-delito, la existencia de la relación adolescencia y drogas, que es bidireccional (Espada et al.,2003). Tanto alcohol como cocaína son sustancias psicoactivas altamente relacionadas con actosdelictivos y al igual que sucede con el resto de sustancias psicoactivas los consumos suelen iniciarsedurante la adolescencia (Espada et al., 2003). Hay que añadir que generalmente el consumo desustancias legales antecede al consumo de sustancias ilegales, y además el fuerte uso de sustanciaslegales facilita el incremento del uso de sustancias ilícitas (Yu y Williford, 1994).

La relación entre el uso de sustancias psicoactivas y conductas delictivas puede dividirse en dos grandesapartados, los relacionados con los efectos farmacológicos directos que ocasiona el consumo de lasustancia por un lado, y los efectos debidos al uso ilícito y al tráfico de drogas por otro (Delgado, 1994,

2001). Según Friedman (1998), existen cinco formas para explicar la relación empírica entredrogodependencias y actividad delictiva. La primera es considerar que el consumo de sustanciaspsicoactivas dirige el delito, es decir que lo antecede, de hecho en un primer momento se consideró quealcohol y las drogas eran el origen de los actos criminales (Delgado, 1994, 2001). La segunda es señalar que es la actividad criminal la que conlleva a que el delincuente acabe consumiendo sustanciaspsicoactivas. La tercera es considerar que tanto la primera como la segunda se dan de forma simultánea,el consumo origina el delito y el delito lleva al consumo nuevamente, es decir, que el abuso de sustanciasestá implicado con el delito tanto como predisposición como causa. La cuarta forma que señalaFriedman para explicar la relación drogas-delincuencia es considerar que tanto la delincuencia como elconsumo de sustancias son aspectos desviados de una misma realidad, es decir, considerar quedelincuencia y consumo de sustancias psicoactivas son parte de un estilo de vida desviado (Delgado,

1994, 2001; Esbec y Gómez-Jarabo, 2000). Y por último, la quinta forma de explicar la existencia de estebinomio es indicar que el consumo de sustancias psicoactivas y las conductas delictivas son distintasformas de comportamiento desviado con la existencia de antecedentes comunes.

Otros autores señalan que los aspectos esenciales que se deben conocer en la relación drogas y

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delincuencia son dos. Por una parte, las características de la sustancia tóxica consumida, como son eltipo de sustancia, la dosis, la vía de administración, etc.; y por otra parte al sujeto que consume ydelinque, su personalidad, su nivel socioeconómico, etc. (Delgado, 1994; 2001). Sin lugar a dudas enrelación a las características de la sustancia tóxica consumida hay que destacar el efecto farmacológicoque posea dicha sustancia, en referencia al efecto directo biológico que ocasiona sobre la estructura delsistema nervioso y que causa una disfunción a nivel cognitivo, esto hace que el consumidor puedamalinterpretar intenciones de los que le rodean y llegar a comportarse de un modo violento y/odesadaptado (Friedman, 1998).

En cuanto al consumidor de sustancias psicoactivas que además delinque habrá que considerar distintosaspectos, no debiéndose olvidar que la conducta criminal está muy frecuentemente asociada con laestructura de la personalidad del sujeto, independientemente de que exista o no algún trastorno mental odependencia a sustancias psicoactivas (Delgado, 2001). Aunque hay evidencias de que el consumo desustancias psicoactivas es un mejor predictor hacia la violencia que la propia psicopatología; aunqueevidentemente si al consumo de drogas/alcohol se añade algún tipo de psicopatología el riesgo deviolencia se incrementa, en especial con los trastornos de la personalidad (Friedman, 1998), por ello, lainteracción alcohol, drogas y psicopatología se da con alta frecuencia y supone una predisposición hacialos delitos violentos. Además hay que señalar la existencia de numerosos factores relacionados con elsujeto que consume, como son los factores sociológicos, sociofamiliares, ideológicos, etc. (Delgado,

1994, 2001), siendo de especial importancia el papel que juegan las relaciones sociales (Pottieger yTressell, 2000). De todos modos hay que destacar pese a la importancia de las variables señaladas quetanto el consumo de alcohol como el de otras sustancias psicoactivas puede influir de un modo muydiverso y variado en la conducta del consumidor (Fernández Entralgo, 1994).

En general la consideración más habitual al respecto de esta temática es considerar que elcomportamiento violento está determinado por una relación compleja de numerosos factores, destacandolos estados emocionales tanto del agresor como de la víctima y los efectos farmacológicos de lasustancia consumida (Friedman, 1998). Aunque autores como Parkes y Auerhahn (1998; cit. Martin yBryant, 2001), tras revisar literatura científica sobre los efectos de diversas sustancias psicoactivas(cocaína, anfetaminas, heroína…) y su relación con actos violentos observan que los resultados logrados

hasta el momento no son del todo concluyentes, pareciendo más significativas en su opinión las basessociales que las farmacológicas a la hora de esclarecer esta compleja relación drogas-violencia.

Existe una aceptación generalizada acerca de la complejidad que supone la relación entre el uso dedistintos tipos de sustancias psicoactivas y la tipología delictiva desarrollada por los consumidores dedichas sustancias (Martin y Bryant, 2001), resultando evidente que el uso de ciertas sustancias ilícitasesta asociado de manera importante a una predisposición hacia la conducta violenta (Delgado, 1994;Friedman, 1998). Aunque la mayoría de estudios se han centrado principalmente en la relación delconsumo de sustancias ilícitas y delito, no se debe olvidar la importancia del alcohol, ya sea consumidoconjuntamente con otras sustancias o de forma separada, y su significativa relación con actos violentos(Martin y Bryant, 2001). Para el estudio de esta compleja relación resulta de gran utilidad la existencia de

programas en los que se compruebe la implicación de las drogodependencias en la comisión de actosdelictivos. Entre estos programas destaca el ADAM (Arrestee Drug Abuse Monitoring) desarrollado enEE.UU., en el que se pretende explorar la asociación entre actos delictivos e intoxicación alcohólica y/oreciente uso de cocaína, marihuana y otras drogas, entre varones y mujeres arrestados, lo cual permitepoder examinar las posibles diferencias de género en esta relación (Martin y Bryant, 2001). En esteprograma se tienen en consideración 10 distintos tipos de sustancias psicoactivas (entre ellas alcohol ycocaína) consumidas por los sujetos arrestados y la comisión del delito, entre los que se distingue el detipo violento (i.e. homicidio, agresión sexual, secuestro…) y el tipo contra la propiedad (i.e. robos y hurtosprincipalmente). Los datos obtenidos a través del ADAM en el año 1998, donde se contó con unamuestra de 9.242 varones y 2.594 mujeres, con una edad media en torno a los 30 años, arrestados por delitos violentos y contra la propiedad en 35 ciudades norteamericanas establecen que los mayores

predictores para la comisión de un delito de tipo violento son el ser varón, el consumir alcohol y el tener una edad entre los 21 y 35 años; mientras que en relación a los delitos contra la propiedad encuentranrelevancia al hecho de ser soltero y al tener problemas laborales significativos (Martin y Bryant, 2001).

Según Friedman (1998) las sustancias psicoactivas mayormente relacionadas con la delincuencia en EE.

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UU. Son en primer lugar el alcohol, en segundo lugar la cocaína, el crack  y las anfetaminas, y en un tercer lugar se encuentran sustancias como el PCP, los alucinógenos y los inhalantes. El uso de sustancias estáprincipalmente relacionado con delitos como el robo o el vandalismo más que con la agresión, siendomayoritariamente la motivación del agresor el mantenimiento de su hábito de consumo adquirido(Friedman, 1998), lo que se relaciona con delitos de tipo funcionales. Se considera que elcomportamiento criminal es incrementado fundamentalmente por el uso de alcohol y por el uso decocaína, implicando este dato el gran impacto de ambas sustancias en relación a las conductas delictivas(Yu y Williford, 1994); siendo los efectos farmacológicos de ambas sustancias de gran importancia en

relación a delitos violentos (Tardiff et al., 2002), siendo por tanto, el alcohol y la cocaína dos de lassustancias más altamente relacionadas con la criminalidad (Yu y Williford, 1994).

Por último destacar que a lo largo de la historia el influjo de las sustancias psicoactivas ha recibido untratamiento jurídico muy variado, siendo a veces tenidas en consideración como causa de exención, enotras como agravante, en otras como atenuante, etc. (Fernández Entralgo, 1994).

CONSIDERACIONES: MUJER, DELITO Y DROGAS

Históricamente, la palabra delincuencia ha suscitado una serie de características que han estadoasociadas al sexo masculino, opinión que además ha estado sostenida a la vez por el hecho de que anivel estadístico existe una gran diferencia entre el número de reclusos hombres y mujeres, además deexistir la creencia general de que la delincuencia cometida por mujeres posee un carácter cuantitativomuy limitado y que conlleva un menor grado de violencia asociado que el de la delincuencia masculina(Clemente, 1987). Lo que sí resulta evidente es que los varones están involucrados en mayor medida enmás conductas violentas que las mujeres (Friedman, 1998), y que la participación del varón en el delitoexcede con diferencia a la de la mujer (Clemente, 1987). Por ejemplo señalar que la participación de lamujer en delitos violentos como pueda ser el homicidio es muy baja en comparación con el géneromasculino (Spunt et al., 1996). Además, hay que considerar el hecho de que las situaciones en las que lasofensas se suceden y el tipo de acto violento cometido son de muy diversa índole en hombres y enmujeres (Friedman, 1998). Se considera que en las mujeres es menor la probabilidad de mostrar conductas agresivas, aunque es relevante señalar que variables ambientales como la provocación juegan

un papel de gran importancia (Martin y Bryant, 2001).En cuanto a la relación entre mujer y consumo de sustancias psicoactivas se debe indicar que el abuso ydependencia de sustancias es mayormente frecuente en hombres que en mujeres, siendo esta diferenciamenos acentuada en relación al alcohol que en lo que respecta a sustancias de carácter ilícito (Kaplan ySadock, 1999). No se puede decir que existan diferencias significativas de género en cuanto a lasedades en las que se inicia el consumo de las distintas drogas (Espada et al., 2003), aunque si pareceespecialmente significativo el papel que juegan las relaciones sociales en las mujeres a la hora deexplicar el consumo de sustancias psicoactivas, más evidente este aspecto que en los varones(Poettieger y Tressell, 2000).

Según Spunt et al. (1996) son el alcohol y la cocaína las sustancias psicoactivas más consumidas por lasmujeres, considerándose que las mujeres que abusan del alcohol o de algún tipo de droga es másprobable que presenten una historia de victimización infantil que los varones que consumen sustanciaspsicoactivas (Friedman, 1998); mientras que los varones consumen por el placer que conllevan losefectos de la sustancia adictiva o por el mero hecho de buscar sensaciones y emociones nuevas, elconsumo de las mujeres guarda más relación con las teorías de la automedicación, siendo la finalidadfundamental el procurar aliviar alguna molestia (Fullilove, Lown y Fullilove, 1992; cit. Martin y Bryant, 2001).

Otro dato relevante es que la comorbilidad entre el consumo de sustancias y la presencia depsicopatología resulta un mejor predictor hacia el comportamiento delictivo en mujeres que en hombres,donde en ocasiones los datos no son tan claros (Friedman, 1998). De hecho hay autores que no logranencontrar una evidente relación entre el uso de drogas y el cometer posteriormente un delito en varones,pero si encuentran tal relación en mujeres (Friedman, 1998). Existen escasos estudios acerca de lainfluencia de drogas en delitos cometidos por mujeres, aunque se sugiere una relación entre ambas;principalmente la presencia de sustancias psicoactivas en las víctimas cuando estas son de géneromasculino (Spunt et al., 1996). En relación a delitos violentos hay que decir que no existen estudios queexploren completamente la relación entre el uso de drogas en mujeres que cometan homicidio (Spunt et

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al., 1996). Según Spunt et al. (1996), un 70% de las mujeres encarceladas por haber cometido unhomicidio eran consumidoras habituales de sustancias psicoactivas (el alcohol y el cannabis eran lassustancias más habituales, seguidas por la cocaína y la heroína); un 50% aproximadamente presentabanproblemas de adicción, y un tercio presentaba intoxicación de la sustancia durante la comisión del delito.El consumo de sustancias psicoactivas por mujeres en relación al delito de homicidio es significativotanto cuando resultan víctimas como cuando son agresoras en el delito (Spunt et al., 1996). Aproximadamente dos tercios de las mujeres que llegan a cometer un homicidio consideran que laprincipal influencia para la comisión del acto son los efectos producidos por la sustancia, mientras que un

30% aproximadamente atribuyen el homicidio al hecho del consumo de sustancias por parte de lavíctima; aún con estos datos hay que señalar que es muy difícil poder generalizar sobre las mujeres quecomenten homicidio, al disponer de pocos datos (Spunt et al., 1996). Donde los resultados son másevidentes es en relación a decir que las sustancias psicoactivas juegan un importante papel sobreincrementar la vulnerabilidad de las mujeres para ser víctimas de delitos violentos (Spunt et al., 1996).

Pese a la falta de estudios en cuanto a la mujer y la comisión de actos delictivos en relación al consumode sustancias, hay que indicar que existen diferencias significativas de género en cuanto al uso y abusodel alcohol y de otras sustancias, por lo que tal vez por ello también existan diferencias significativas encuanto a los delitos que cometan (Martin y Bryant, 2001). El hecho de que los hombres aparezcan conmayor frecuencia que las mujeres en conductas violentas unido a que tanto el abuso como la

dependencia de sustancias psicoactivas es más frecuente en varones suponen una limitación a la horade procurar establecer una diferencia de genero en relación al binomio drogas-delincuencia, ya que lainformación acerca de mujeres que consuman sustancias adictivas y que cometan actos delictivos esescasa. El conocimiento de la naturaleza de la delincuencia femenina no está desarrollado (Clemente,1987), y resulta evidente que la relación de la mujer con la actividad delictiva debe ser investigada conmayor profundidad (Martin y Bryant, 2001).

ALCOHOL, DELITO Y DIFERENCIAS DE GÉNERO

El alcohol es el agente químico más usado y del que más se abusa (Frances y Franklin, 1996), siendoconsiderado de forma unánime como la sustancia psicoactiva depresora del sistema nervioso que se

consume con mayor frecuencia a nivel mundial (Kaplan y Sadock, 1999). Además hay que destacar queel alcohol es considerado como la  puerta de entrada  al consumo de otras sustancias psicoactivas,siendo el consumo precoz de esta sustancia un factor que aumenta la probabilidad de usar otrassustancias adictivas con posterioridad (Espada et al., 2003). En EE. UU. se estima que el 51% de lapoblación adulta consume alcohol de manera habitual, y se señala que la prevalencia del abuso odependencia al alcohol es de un 13.8% (Kaplan y Sadock, 1999). En cuanto a España, se debe indicar que en 1993 ocupaba el séptimo lugar en lo referido a consumo de alcohol a nivel mundial, con 10 litrosaproximadamente por persona al año y que, en la mayoría de los casos, este consumo en la edad adultasupone la consolidación de un patrón de uso frecuente de ésta y de otras sustancias que hayancomenzado a ser consumidas durante la juventud (Muñoz-Rivas et al., 2000). En España se estima queun 7% aproximadamente de la población consume más de 700 gr. de alcohol a la semana (Pérez de los

Cobos y Guardia, 2001) y que la edad media del comienzo del consumo se sitúa en torno a los 14 años(Espada et al., 2003). En la Comunidad Autónoma de Madrid, por ejemplo, se calcula que la media deedad de inicio en el consumo de alcohol está en torno a los 13.7 años, aunque es a partir de los 15 añoscuando se observa un mayor progreso hacia el consumo de cualquiera de las bebidas alcohólicas(Muñoz-Rivas et al., 2000).

Los varones consumen mayor cantidad de alcohol que las mujeres (Kaplan y Sadock, 1999). Kaplan ySadock (1999), encuentran que durante el último mes, un 60% de varones habían consumido, mientrasque el porcentaje en las mujeres era de un 45%; en cuanto a bebedores compulsivos encuentran que un23.8% de los varones habían presentado episodios de este tipo mientras que en mujeres el porcentaje sereducía al 8.5%; y en lo referido a bebedores excesivos las cifras se situaban en un 9.5% para los

hombres y un 2% para las mujeres. Un aspecto de interés es que en España se considera que lasmujeres adolescentes consumen alcohol con una mayor frecuencia que los varones jóvenes, aunque enuna menor cantidad (Espada et al., 2003).

En cuanto a las características propias de la sustancia hay que destacar que el alcohol ingerido esabsorbido rápidamente por el organismo, dependiendo además de factores como la rapidez del

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psicoactivas (Friedman, 1998). El estar bajo los efectos del alcohol dobla la probabilidad de ser arrestado por la comisión de hechos violentos, tratándose esta situación del mayor predictor paracometer algún comportamiento violento (Martin y Bryant, 2001). Existen considerables evidenciascircunstanciales que sugieren que el consumo de alcohol está íntimamente relacionado a la violencia(Delgado, 1994, 2001). De hecho, es el alcohol la sustancia psicoactiva que aparece másfrecuentemente asociada con el homicidio (Martin y Bryant, 2001). A continuación se pasa a citar datosobtenidos a partir de estudios de interés en relación a esta temática, aunque se puede señalar quehabitualmente el alcohol ha jugado un importante papel en un 30-60% de los homicidios en varios países

(Delgado, 1994).

Banay (1942, cit. por Delgado, 1994, 2001), en 3000 varones internados en la prisión de Sing Sing , enNueva York, estableció una relación entre alcoholismo y violencia interpersonal, obteniendo una mediatotal de presencia de alcohol en orina en torno al 72.7% de la muestra y con un nivel de alcohol por encima del 10% (umbral tóxico) un porcentaje del 64.2%, preferentemente en los delitos contra personas.Shupe (1954, cit. Delgado, 1994, 2001), en un estudio llevado a cabo sobre 163 personas acusadas por delitos violentos encuentra que el 82% tenían alcohol en sangre y/o orina. En el trabajo de Wolfgang(1958, cit. Delgado, 1994, 2001) sobre 588 homicidios en Filadelfia se registró alcohol en un 9% de lasvíctimas, en el 11% de los agresores y en el 44% de los casos se encontró alcohol en el agresor, en lavíctima o en ambos, y encuentra el dato de que cuando existe apuñalamiento es más alta la probabilidad

de que haya alcohol que en otro tipo de homicidios. Datos muy similares fueron los obtenidos por Lanzkron (1963, cit. Delgado, 1994, 2001) en cuanto a los agresores en delitos de homicidio, dondeencontró que el 12% se encontraban en estado de intoxicación a la hora de cometer el suceso. Comoresultado de la revisión de diez estudios realizada por MacDonald (1961, cit. Delgado, 1994, 2001) sehaya que los agresores homicidas habían bebido previamente al suceso en una proporción media del54%. Proporción similar a la obtenida por Goodwin (1973, cit. Delgado, 1994, 2001) en su estudio sobreesta cuestión, añadiendo que entre un 25-50% de las víctimas también habían consumido previamente. Asimismo, el 43% de los delincuentes del estudio de Guze (1976, cit. Delgado, 1994, 2001) eranalcohólicos. Bohman (1982, cit. Delgado, 1994, 2001) estudia la relación entre abuso de alcohol ycriminalidad en Suecia y encuentra que la criminalidad donde no se registra abuso de alcohol secaracteriza por pequeños delitos contra la propiedad, mientras que los alcohólicos presentaban una

mayor tasa de delitos contra las personas. También en Suecia, destaca el estudio de Linqvist (1986, cit.Delgado, 1994, 2001), donde encuentra que en dos tercios de los homicidas estudiados y en casi el 50%de las victimas estaban intoxicados en el momento del hecho. En el estudio de McCord (1983, cit.Delgado, 1994, 2001) sobre la carrera delictiva de 400 sujetos, encuentra que dividiéndolos enalcohólicos y no alcohólicos, en los primeros son mas frecuentes los delitos contra las personas. Roizen(1993, cit. Martin y Bryant, 2001) estudia a 40 sujetos arrestados por cometer hechos violentos y en lamitad de ellos encontró problemas relacionados con el consumo abusivo de alcohol. Spunt et al. (1995)señalan que en casos de homicidio en un 53% de los casos el agresor ha consumido alcohol durante las24 horas previas a la comisión del delito y que el 32% de los agresores se encontraban bajo los efectosde la sustancia durante la comisión del homicidio. En España, Delgado (1988, cit. Delgado, 1994)estudia 157 agresores de homicidio, encontrando alcohol en un 29% de los casos y un estado de

intoxicación durante los hechos en el 4,45%.

En general, se puede decir que los resultados de los estudios consultados soportan la afirmación habitualde que alrededor de la mitad de los homicidios tienen lugar con la influencia del alcohol en el agresor (Delgado, 2001), aunque otros autores señalan que los efectos del alcohol no son tan significantes en lasagresiones extremas (Giancola, 2002). Además, tanto el uso abusivo de alcohol como la intoxicaciónetílica guardan relación con la violencia hacia la mujer dentro del matrimonio (Friedman, 1998). En casosextremos de homicidio doméstico la importancia del alcohol resulta evidente (Muscat, 1976, cit. Delgado,1994, 2001).

Otros delitos donde el consumo abusivo de alcohol es especialmente relevante son aquellos relacionados

con las agresiones de tipo sexual, de hecho existen evidencias de la asociación entre el consumo dealcohol y violación (Collins, 1989, cit. Delgado, 2001). El alcohol aparece con relativa frecuencia en losdelitos de agresión sexual, existiendo un consumo previo en el agresor entre un 45-77% de los casos(Delgado, 2001). Luna (1988, cit. Delgado, 2001) estudió 150 delitos de tipo sexual, encontrando alcoholen el 48% de los agresores y en el 12% de las víctimas. El alcohol está involucrado en el origen de la

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agresión sexual, pero es evidente que no se trata de la única causa, aunque si influye en el sentido deproducir una percepción distorsionada de las relaciones interpersonales que puede facilitar el origen dela agresión (Delgado, 2001; Esbec y Gómez-Jarabo, 2000). Además, hay que señalar que la presenciade alcohol en el agresor durante la agresión sexual aumenta la probabilidad de que la víctima sufrelesiones físicas durante la agresión (Delgado, 2001). Indicar también que el alcohol juega un importantepapel como precipitante de la conducta sexual promiscua, hecho más evidente este dato en hombres queen mujeres (Friedman, 1998).

Por último señalar la importante incidencia que presenta el alcohol en relación con las infracciones detráfico, con todo lo que ello conlleva (Cuadrado, 1996). Un 77% de los conductores encarceladosreconocen los efectos negativos de las sustancias psicoactivas en la conducción de vehículos, aunque el65% de las atribuciones que realizan son inadecuadas. Las atribuciones que contienen valoracionesnegativas de los efectos de las sustancias psicoactivas correlacionan positivamente con el número deaccidentes experimentados (Martínez Díaz y Fernández Alba-Luengo, 2002). La presencia de alcohol ydrogas en los fallecidos por accidentes de tráfico es notoria, hablándose desde un 56% hasta un 80% enestudios norteamericanos, y de un 55% en estudios españoles (Martínez Díaz y Fernández Alba-Luengo,2002). Según Pérez de los Cobos y Guardia (2001) el alcohol está presente entre un 30-50% de losaccidentes de tráfico con victimas mortales, siendo el estado de intoxicación etílica relativamente habitual(Cuadrado, 1996). En relación a la accidentabilidad tan solo señalar que también resulta significativa la

incidencia del alcohol en los accidentes laborales (Espada et al., 2003; Pérez de los Cobos y Guardia,2001). Son también conductas antisociales asociadas al consumo de alcohol, la conducción de vehículossin licencia, el ocasionar daño deliberado a bienes públicos, el robo de artículos y las peleas físicas(Espada et al., 2003). A continuación se añade una tabla con los resultados obtenidos por Cuadrado(1996) en una muestra española de 182 sujetos dependientes del alcohol implicados en actividadesdelictivas.

Actividad delictiva %

Infracciones de tráfico 63.4

 Agresiones 17

Desfalco 9.7

Malos tratos 9.7

 Atraco 4.8

Hurto 4.8

Tráfico de drogas 4.8

Daños contra lapropiedad

2.4

Homicidio 2.4

Perversión demenores

2.4

Tabla 1. Tipos de delito en sujetos dependientes del alcohol (Cuadrado, 1996).

 A la hora de establecer diferencias de género en relación a la tipología delictiva en consumidores dealcohol existe una importante limitación, y es que en los estudios sobre alcohol, drogas y delito lasmuestras empleadas han sido prácticamente de modo exclusivo de varones, y además los hombresbeben más frecuentemente y en mayor cantidad que las mujeres, a lo que se debe añadir que sonencarcelados en mayor medida que las mujeres (Martin y Bryant, 2001). Si bien es cierto que durante ladécada de los noventa se han realizado estudios centrados en mujeres delincuentes, cuyas tasas dearresto y encarcelamiento se han incrementado mayormente que en hombres en los últimos tiempos(Steffensmeier y Allan, 1996, citados en Martin y Bryant, 2001). En los datos obtenidos a través del ADAMen 1998 se aprecia que un 92% de los sujetos arrestados habían consumido alcohol en alguna ocasión a

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lo largo de su vida, sin apreciarse diferencias de género; en cuanto a haber consumido durante el últimoaño tampoco se aprecian diferencias relevantes siendo el 80% de los varones arrestados y el 78% de lasmujeres (Martin y Bryant, 2001).

Existe escasa información en lo referido a alcohol, violencia y mujeres (Martin y Bryant, 2001). Giancola(2002), señala que el alcohol aumenta la agresividad tanto en hombres como en mujeres, aunque noresulta igual de facilitador de la agresión, ya que la provocación juega un papel más importante en loreferido al género femenino. Por lo que los varones tienen una mayor probabilidad de responder de un

modo agresivo que las mujeres tras consumir alcohol (Friedman, 1998; Giancola, 2002; Zeichmer, 1995,cit. Martin y Bryant, 2001). El alcohol presenta un potente efecto en la conducta agresiva, pero tan sólo enpersonas predispuestas hacia ese comportamiento, siendo más marcado este dato en hombres que enmujeres (Giancola, 2002). El abuso de alcohol por tanto resulta un mejor predictor de conductas violentasen varones que en mujeres, mientras que el abuso de otras sustancias psicoactivas en relación aconductas violentas es igualmente relevante para hombres y para mujeres (Friedman, 1998). Un datosignificativo al respecto es que en torno a la mitad de los varones que cometen actos violentos presentanproblemas con el alcohol, mientras que en mujeres el dato disminuye a un 27% (Pernanen, 1991, cit.Martin y Bryant, 2001). En ambos sexos, el consumo reciente de alcohol guarda relación con los delitosviolentos, siendo los datos en los delitos contra la propiedad más claros en los hombres que en lasmujeres (Martin y Bryant, 2001). En lo referido al estado de intoxicación etílica, hay que decir que de

nuevo las mujeres muestran menor agresividad que los hombres, aunque tanto hombres como mujeresson susceptibles de ser arrestados por la comisión de delitos violentos. Sin embargo los efectos de laintoxicación (en ausencia de otras sustancias psicoactivas) son más de tres veces mayores en mujeresque en varones arrestados (Martin y Bryant, 2001). Spunt et al. (1996) señala que el consumo de alcoholen mujeres es más destacado que el del resto de sustancias psicoactivas y sugiere una relación con eldelito de homicidio, tanto en agresoras como en víctimas, de hecho se trata de la sustancia masimplicada en homicidios cometidos por mujeres. Goetting (1987, cit. Spunt et al., 1996) indica en suestudio que el 37.5% de mujeres que cometían homicidio sobre un hombre habían consumidopreviamente, siendo especialmente significativo que el 44.6% de las víctimas varones habían consumidoalcohol momentos previos a la comisión del delito. En el estudio llevado a cabo por Spunt et al. (1996), seencuentra que el 90% de las mujeres que cometen homicidio son consumidoras de alcohol de un modo

esporádico, un 32% consumen de manera habitual y un 18% son dependientes a la sustancia. De hechoun 46% habían consumido el día del homicidio, un 30% estaba bajo los efectos del alcohol a la hora decometer el delito y un 23% presentaban intoxicación en ese momento. Las mujeres agresoras antes de lacomisión de un homicidio consumen menor cantidad de alcohol que los hombres que consumen alcoholantes de cometer un homicidio (Spunt et al., 1996). Los datos obtenidos por el ADAM en 1998 indicanque el alcohol aparece más frecuentemente en varones arrestados que en mujeres arrestadas; un 54% delos varones arrestados habían consumido alcohol durante las 72 horas previas a cometer el delito, enmujeres el porcentaje es de un 43%. De los varones arrestados un 22% mostraban efectos de haber consumido al ser detenidos, en mujeres el dato disminuye a un 16%. En cuanto a la comisión de delitosviolentos un 57% de los varones habían consumido durante las 72 horas previas al delito, mientras que eldato en cuanto a mujeres disminuye a un 44%. En lo referido a delitos contra la propiedad de nuevo los

datos de presencia de alcohol en varones son mayores que en mujeres tanto en las 72 horas previascomo el estar bajo los efectos durante el delito. Es llamativa la presencia de intoxicaciones etílicas en laviolencia familiar, siendo los datos más parejos que en otros apartados, 26% hombres y 23% mujeres.

  Varones Mujeres

Arrestos

54% Consumenpreviamente (72h)

22% Durante el delito

43% Consumenpreviamente (72h)

16% Durante el delito

Delito violento57% Consumenpreviamente (72h)

44% Consumenpreviamente (72h)

Delito contra lapropiedad

52% Consumenpreviamente (72h)

36% Consumenpreviamente (72h)

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18% Durante el delito 9% Durante el delito

Violencia familiar  26% Intoxicaciones 23% Intoxicaciones

Tabla 2. Resultados en relación al alcohol obtenidos en el ADAM en 1998 (Martin y Bryant,2001)

Es sugerido por diversos autores el investigar de forma más exhaustiva el papel del alcohol en conductas

violentas cometidas por mujeres (Martin y Bryant, 2001), pese a ello, resulta evidente que el alcoholaparece con mayor frecuencia en los delitos violentos que en los delitos contra la propiedad (Martin yBryant, 2001).

COCAÍNA, DELITO Y DIFERENCIAS DE GÉNERO

La cocaína (Eritroxilon Coca) es una de las sustancias adictivas de las que mas se abusa (Kaplan ySadock, 1999). En EE. UU. se estima que un 16% de la población han probado la cocaína en algúnmomento, y de ellos un 16.7% llegarán a sufrir problemas de tipo adictivo (McCance-Katza, Kosten yJatlow, 1998). En España, se habla de una edad media de comienzo de consumo de cocaína en torno alos 15.7 años, es decir el consumo inicial se da con una edad algo más avanzada que los inicios delconsumo de alcohol, ya que como se ha dicho con anterioridad por lo general el consumo de sustanciaspsicoactivas ilegales está precedido por el uso de sustancias de carácter legal como es el alcohol(Espada et al., 2003). Sobre las características de los consumidores de cocaína se debe indicar queexisten pocos estudios acerca de la personalidad de las personas dependientes a la cocaína, muchosmenos que con sujetos alcohólicos donde se tienen más datos al respecto; aún así, se tiende a señalar unos mayores niveles de angustia y mayor psicopatología asociada en estas personas, destacandoademás una mayor incidencia de los trastornos de la personalidad, destacando los de tipo antisocial,paranoide y límite (Lesswing y Dougherty, 1994). Añadir también que los pacientes con problemas con lacocaína comienzan a tratar su problema con edad anterior a los sujetos con problemas con el alcohol(Lesswing y Dougherty, 1994).

Los efectos que origina la cocaína dependen de dos factores principalmente, la dosis y la vía deadministración de la sustancia (Frances y Franklin, 1996), hay que indicar además que la sustanciapresenta una vida media corta en el organismo (Casas, Duro y Pinet, 2001). Sobre los efectos generadospor la sustancia se puede generalizar señalando que se trata de un estimulante del sistema nerviosocentral, que genera euforia, un estado de alerta y agitación, aumento del nivel de energía, sensación deagudeza mental facilitada, irritabilidad, insomnio, cambios de humor, una disminución de la capacidad de juicio, sentimientos de grandiosidad, conductas impulsivas e inclusive agresividad (Casas et al., 2001;Delgado, 2001; Kaplan y Sadock, 1999). Además también se menciona como efectos propios de estasustancia la baja tolerancia a la frustración, un pobre control de impulsos, dificultades a la hora deanticipar consecuencias, dificultades para aprender de la experiencia, necesidad de excitación, rebeldíay rabia (Delgado, 1994; Lesswing y Dougherty, 1994). En dosis elevadas y estados de intoxicación los

efectos más habituales son agitación, hiperactividad, nerviosismo, excitación, alucinaciones e ideasdelirantes (Casas et al., 2001; Delgado, 2001). Su consumo prolongado genera niveles altos deansiedad, desconfianza y suspicacia generalizada, temores y agresividad (Friedman, 1998).

El consumo de cocaína se extiende día a día, asociándose cada vez más al de otras sustanciaspsicoactivas, fundamentalmente al alcohol (Casas et al., 2001; Delgado, 2001; Lesswing y Dougherty,1994). Más del 80% de los cocainómanos abusan de otras sustancias adictivas (Delgado, 2001;Lesswing y Dougherty, 1994). En contraste con los estudios acerca de la relación alcohol-delito (dondecomo ya se ha visto existe una cierta controversia), la literatura sobre el consumo de drogas ilícitas ydelito frecuentemente encuentra una fuerte relación entre el uso/abuso y la actividad delictiva (Martin yBryant, 2001). Goldstein (1985, cit. Martin y Bryant, 2001) da respuesta a este dato señalando no solo la

importancia de los efectos farmacológicos propios de cada sustancia, sino por las necesidadeseconómicas del consumidor por mantener el consumo y por la propia violencia asociada al mundo de lasdrogas y su tráfico. Inciardi (1980, cit. Martin y Bryant, 2001) y Johnson (1985, cit. Martin y Bryant, 2001)hablan de la importancia del factor económico para lograr el mantenimiento del consumo de la sustanciaadictiva.

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En cuanto a la relación de la cocaína con la actividad delictiva hay que decir que hasta hace apenas unadécada existían escasos datos empíricos (Goldstein et al., 1991), aunque actualmente la relación entrecocaína, psicosis, violencia y enfermedad mental está sujeta a una gran investigación (Delgado, 2001).La desinhibición que genera su consumo unida al bajo autocontrol que produce hacen que se trate de unasustancia adictiva altamente criminógena, con una elevada capacidad de generar actos de tipo antisocial(Delgado, 1994, 2001). De hecho el consumo de cocaína, tanto en durante tiempo breve como por tiempo prolongado, es capaz de generar respuestas desmesuradas e incontrolables, comportamientosagresivos y/o reacciones paranoides que pueden desembocar en conductas delictivas, agresiones e

incluso homicidios (Delgado, 1994, 2001). Aunque se debe señalar que la relación cocaína/crack hacia eldelito violento ha sido más claramente establecida en el crack   que en el clorhidrato de cocaína(Friedman, 1998).

El espectro de implicación de la cocaína en actos delictivos es muy amplio, mientras que el alcoholguarda una más estrecha relación con los actos más violentos (i.e. violencia interpersonalprincipalmente), la cocaína aparece implicada de forma significativa desde agresiones psicológicasmenores hasta extremas agresiones físicas (Miller, 1991, cit. Delgado, 1994). Aún así, los datosobtenidos en el ADAM en 1998 señalan que es en los delitos contra la propiedad donde el consumo decocaína se muestra más relevante, apareciendo hasta en un 41% de los casos, mientras que en delitosde tipo violento el dato se reduce a un 27%, en estos delitos da carácter violento hay que decir que están

relacionados más con otras sustancias, siendo el alcohol la más destacada (Martin y Bryant, 2001).Harruff (1989, cit. Delgado, 1994) señala que el consumo de cocaína contribuye al homicidio en un 39%de los casos. Se estima que en este tipo de delitos violentos como son los homicidios la cocaína ha sidoconsumida por el agresor durante las 24 horas previas a la comisión del delito en un 22%, muy inferior alalcohol donde se habla de un 53%; y el agresor está bajo los efectos de la sustancia en el momento decometer el homicidio en un 14% de los casos, también inferior al alcohol donde el dato señala un 32%(Spunt et al., 1995).

Generalmente las conductas violentas que están relacionadas con consumidores de cocaína guardanmás relación con factores asociados al control y distribución de la sustancia (Martin y Bryant, 2001),siendo la cocaína (y especialmente en su forma de crack ) la sustancia psicoactiva ilícita que aparece con

una mayor frecuencia en los homicidios que guardan relación con el tráfico de drogas (Goldstein et al.,1991).

En relación a los aspectos relacionados con el género de los consumidores de cocaína y su implicaciónen infracciones legales y actividades delictivas hay que indicar que por lo general en los delitos contra lapropiedad la cocaína aparece con mayor frecuencia en mujeres que en varones (Martin y Bryant, 2001).Goldstein et al. (1991) en una muestra de 152 varones encuentra que el consumo elevado de cocaínaaparece frecuentemente en robos menores cometidos en establecimientos y en hurtos (41%), y apareceen menor medida en robos cometidos en domicilios (26%) y en asaltos mayores como robos a bancos(24%). Cuando el consumo es de carácter más esporádico existe en varones una menor relación coneste tipo de delitos, siendo en los hurtos donde la presencia de cocaína guarda una mayor implicación

(32%).

Conducta delictiva Uso esporádico decocaína

Consumo elevado decocaína

Robos enestablecimientos

22% 41%

Robos en domicilios 4% 26%

 Asaltos mayores 7% 24%

Hurtos 32% 41%

Tabla 3. Datos en relación a varones consumidores de cocaína y su implicación en ciertasactividades delictivas (Goldstein et al., 1991)

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En una muestra de 133 mujeres Goldstein et al. (1991) los datos no son tan claros como en la muestrapreviamente comentada de varones, siendo la diferencia entre el uso esporádico de la sustancia y elconsumo elevado habitual de poca relevancia al respecto. En comparación al grupo de hombresdestacan los elevados resultados que se obtienen en relación al uso esporádico de la sustancia, queaparece más implicada en mujeres que en hombres. También es destacada la presencia de cocaína enmujeres que ejercen la prostitución, hecho relacionado con la obtención de dinero para la subvención delconsumo (Friedman, 1998).

Conducta delictiva Uso esporádico decocaína

Consumo elevado decocaína

Robos enestablecimientos

46% 36%

Robos en domicilios 1% 6%

 Asaltos mayores 4% 8%

Hurtos 30% 28%

Prostitución 46% 42%

Tabla 4. Datos en relación a mujeres consumidoras de cocaína y su implicación en ciertasactividades delictivas (Goldstein et al., 1991)

Existen pocos datos en relación a sustancias psicoactivas como la cocaína en relación a diferencias degénero y violencia (Martin y Bryant, 2001). Aunque para Goldstein et al. (1991), la cocaína juega undestacado papel en la violencia tanto en hombres como en mujeres, considerando que existe unaimportante correlación entre violencia y delito en mujeres consumidoras. Friedman (1998) señala que elabuso de cocaína como predictor de comportamientos violentos es igual de evidente en varones y enmujeres. En mujeres, resulta además destacado que el consumo elevado de cocaína está relacionadocon el hecho de ser víctimas de actos violentos, y que generalmente sus actos violentos son por defensapropia o por disputas con seres cercanos (Martin y Bryant, 2001), mientras que el uso de crack   essignificativo en mujeres víctimas de homicidio (Spunt et al., 1996). La mayor o menor violencia en relaciónal consumo de cocaína entre varones y mujeres depende mayormente de las circunstancias que rodean alconsumo que de la vía de administración empleada para el mismo (Delgado, 1994, 2001). Cuando losvarones son consumidores habituales de cocaína, son más frecuentemente agresores en actos violentosque víctimas (43% y 18% respectivamente), cuando el consumo es de carácter esporádico lasdiferencias al respecto no son significativas (Goldstein et al., 1991). En cuanto a las mujeresconsumidoras de cocaína hay que destacar que son más frecuentemente víctimas que agresoras, tanto siel consumo es elevado y habitual (55% y 19% respectivamente), como cuando se trata de un consumoesporádico (47% y 23% respectivamente) (Goldstein et al., 1991). Goldstein et al. (1991) estudia la

participación en hechos violentos de varones y mujeres (tanto víctimas como agresores) con distintosniveles de consumo de cocaína. En el grupo de sujetos no consumidores encuentra una mayor implicación de los varones en actos violentos que de mujeres.

No consumidores Varones(152)

Mujeres(133)

% Muestra 18% 23%

% De actos violentos 13% 25%

% Algún hecho

violento

57% 47%

Media de actosviolentos

1.8 1.1

Tabla 5. Diferencias de género y actos violentos en sujetos no consumidores (Goldstein et al.,

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1991)

En consumidores no habituales de cocaína y que presentan patrones esporádicos de consumo de lasustancia se observa una mayor implicación de la mujer en actos violentos que en mujeres noconsumidoras, siendo además estos datos similares a los obtenidos por el grupo de varonesconsumidores no habituales, aunque como ya se ha mencionado el varón adopta más frecuentemente elrol de agresor y la mujer el de víctima.

Consumidores nohabituales Varones(152) Mujeres(133)

% Muestra 59% 50%

% De actos violentos 44% 51%

% Algún hecho violento 47% 64%

Media de actosviolentos

2.2 2.0

Tabla 6. Diferencias de género y actos violentos en sujetos consumidores no habituales(Goldstein et al., 1991)

En el grupo de sujetos que presentan consumos más duros, los datos obtenidos por las mujeres son muysimilares a los obtenidos por mujeres que presentan consumos esporádicos, sin embargo en el grupo devarones se observa que a medida que el consumo de cocaína se incrementa aparece una mayor implicación en actos violentos.

Consumidoresduros

Varones(152)

Mujeres(133)

% Muestra 22% 27%% De actos violentos 43% 24%

% Algún hechoviolento

74% 61%

Media de actosviolentos

3.6 1.9

Tabla 7. Diferencias de género y actos violentos en sujetos consumidores duros (Goldstein et

al., 1991)Spunt et al. (1996) señala que la presencia de sustancias psicoactivas (que no sean alcohol) enhomicidios cometidos por mujeres son muy variadas, oscilando los datos desde un 1% hasta un 75%dependiendo de los estudios. Los hombres y las mujeres consumen por igual cocaína en relación acometer un homicidio, este dato varía respecto a los obtenidos en el alcohol, donde el varón si consumemayormente en relación al homicidio que la mujer, de hecho la relación de las drogas ilícitas y homicidiono es tan clara como en el caso del alcohol. Según Spunt et al. (1996), respecto a las mujeres quecometen homicidio, un 54% presentan un consumo esporádico de cocaína, un 26% tienen patroneshabituales de consumo y un 27% tienen problemas de dependencia. Se indica además que un 18%consumen el mismo día de cometer el homicidio, un 13% se encuentra bajo los efectos de la sustancia y

un 7% en estado de intoxicación a la hora de cometer el acto. Los datos respecto al consumo de crack son inferiores, hallándose que un 29% de las mujeres que cometen homicidio tienen un consumoesporádico, un 22% un consumo habitual y un 21% presenta problemas de dependencia. Se estimatambién que un 12% de ellas habían consumido el mismo día de la comisión del delito, un 10% seencontraba bajo los efectos y un 4% en estado de intoxicación. Añadir por último, que en relación a

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posibles diferencias de género que según Hien y Hien (1998, cit. Martin y Bryant, 2001) existe escasadiferencia en relación al género de los consumidores de cocaína que han sido arrestados cuando sehabla de estratos sociales bajos.

INTERACCIÓN DE AMBAS SUSTANCIAS Y ACTIVIDAD DELICTIVA

La combinación del uso del alcohol y de la cocaína supone una de las politoxicomanías más prevalentesen España y el resto de Europa (Delgado, 2001). Los estudios que inspeccionan los efectos combinadosdel alcohol y cocaína han sido realizados en los últimos años, y primeramente se centraron en aspectosfarmacológicos, pasando posteriormente a observar como la interacción de ambas sustancias podíainfluir a nivel psicológico y comportamental (Martin y Bryant, 2001). Se estima que entre un 60% y un 85%de los consumidores habituales de cocaína lo son también de otras sustancias psicoactivas, siendo elconsumo simultáneo de varias sustancias habitual (McCance-Katza et al., 1998). De estas sustancias essin lugar a dudas el alcohol el que tiene una mayor presencia, indicando autores que en torno al 40% delos consumidores de cocaína consumen alcohol frecuentemente (Lesswing y Dougherty, 1994). Respectoa los sujetos alcohólicos hay que decir que en menor medida que los cocainómanos consumen otrassustancias psicoactivas, estimándose un 18% aproximadamente, y concretamente respecto a la cocaínaen torno al 4% (Lesswing y Dougherty, 1994).

El consumo de alcohol genera una potenciación de los efectos de otras sustancias psicoactivas comoson la nicotina, el cannabis o la cocaína (Yu y Williford, 1994), de hecho los efectos de desinhibiciónconductual propios que origina el consumo de cocaína se incrementan considerablemente si se añade unestado de intoxicación etílica, ya que el etanol potencia los efectos estimulantes de la cocaína (Delgado,2001).

El uso conjunto de alcohol y cocaína produce en el organismo un potente principio psicoactivo llamadococaetileno o etilcocaína, principio que posee unas propiedades farmacológicas similares a las de lacocaína pero con una vida de una duración de tres a cinco veces mayor (Andrews, 1997). El metabolitodel cocaetileno ha sido identificado como un potente inhibidor presináptico de la recaptación dedopamina (Delgado, 2001). En adicción a los efectos del alcohol y de la cocaína hay que añadir los delmetabolito cocaetileno, que supone un poderoso refuerzo y un importante tóxico a distintos niveles (i.e.cerebral, cardiovascular y hepático, etc.) para el consumidor de ambas sustancias, sin olvidar su lentoproceso de eliminación (McCance-Katza et al., 1998). El consumo conjunto de ambas sustancias produceuna mayor euforia, se incrementa la sensación subjetiva de bienestar, se aminoran las secuelas físicas ypsicológicas del consumo de cocaína exclusivo, se produce una menor disforia en relación a los efectosde abstinencia, se incrementa la respuesta cardiovascular y aumenta la tensión arterial. Dichos efectosson considerablemente más prolongados que en el consumo exclusivo de la cocaína, dado el lentoproceso de eliminación del metabolito cocaetileno. Además de esta prolongación de los efectosejercidos por el consumo conjunto de ambas sustancias no se debe olvidar la alta toxicidad que genera eluso conjunto de alcohol y cocaína en el organismo, toxicidad que se da tanto a nivel cardiovascular comocerebral (Delgado, 2001; Gottschalk y Kosten, 2002; McCance-Katza et al., 1998). Esta toxicidad guarda

relación con el hecho de que el cocaetileno se muestra ligeramente más letal que la cocaína, situaciónmanifiesta en experimentos realizados con ratones (McCance-Katza et al., 1998).

El consumo conjunto de ambas sustancias psicoactivas presenta una elevada comorbilidad conalteraciones psiquiátricas, y supone una evidente peor predicción de mejora a la hora de establecer cualquier tipo de tratamiento (McCance-Katza et al., 1998).

Numerosos de los estudios que buscan aclarar la relación entre el consumo conjunto de alcohol y drogasen relación a la violencia fracasan a la hora de distinguir la diversas sustancias de abuso, siendo esteaspecto una importante limitación (Martin y Bryant, 2001). En relación a comportamientos violentos hayque indicar que los efectos generados por el uso conjunto de ambas sustancias son desinhibidores de laconducta que favorecen la impulsividad, sin olvidar la disminución de la capacidad de juicio que seproduce, llegando a ser favorecida la explosividad del sujeto (Delgado, 2001). La cocaína puede alertar laconducta de las personas que consumen dicha sustancia, especialmente si es consumidasimultáneamente con etanol, de este modo se predispone hacia la violencia a través de un incremento dela irritabilidad, la agresividad, la disforia y la paranoia, siendo además esencial que las circunstanciaspuedan ser favorables para que la violencia tenga lugar (Delgado, 2001). Además estos cambios

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comportamentales son de larga duración al ser lento el proceso de eliminación del metabolito cocaetileno(Torres y Horowitz, 1996). Pese a estos datos, hay autores que señalan limitaciones al respecto, puesaunque consideran que el cocaetileno juega un papel importante tanto en los efectos psicológicos comoconductuales, no creen que estos datos estén tan probados y constatados como los que produce el usoconjunto de ambas sustancias a nivel fisiológico (McCance-Katza et al., 1998).

Según Martin y Bryant (2001), existen pocos estudios en relación al consumo de alcohol junto con el deotras sustancias psicoactivas y el tipo de delito cometido, siendo los datos obtenidos a través del ADAM

los que proporcionan una perspectiva única en la relación del alcohol con otras drogas y el delito. ParaChermack y Blow (2002) el consumo conjunto de alcohol y cocaína está íntimamente asociado conviolentos incidentes. Delgado (2001), señala que el consumo simultáneo de alcohol y cocaína presentauna más alta probabilidad de asociación con conductas homicidas que el consumo por separado dealcohol o de cocaína. De hecho, ambas sustancias son frecuentemente identificadas en muestrasbiológicas de agresiones (Delgado, 2001). Según los datos obtenidos en el ADAM en 1998, lainteracción de ambas sustancias no supone un predictor significativo en cuanto a la tipología delictiva, laproporción de arrestos donde hubiera influencia en el sujeto de ambas sustancias fue de un 9%; tan solocuando se trata de sujetos bebedores crónicos que además consumen cocaína, situación en la que siaparece una relación con delitos contra la propiedad (Martin y Bryant, 2001). Para otros, el alcohol y lacocaína están mayormente relacionados con la criminalidad cuando son consumidos de forma

independiente que cuando se consumen de forma conjunta (Yua, 1998).En cuanto a la existencia de posibles diferencias de género en relación a consumir ambas sustancias y acometer algún tipo de actividad delictiva decir que según los datos obtenidos por el ADAM, los efectoscombinados de alcohol y cocaína predicen delitos contra la propiedad en mujeres, pero no aportan datosrelevantes en cuando a la tipología delictiva de varones, de hecho según ese estudio la interacciónalcohol-cocaína no resulta buen predictor delictivo en hombres. En mujeres de raza negra, el consumo dealcohol y cocaína si predice según los datos del ADAM delitos que incluyen comportamientos de tipoagresivo. Además señalar que las mujeres que combinan el uso de alcohol y cocaína tienen el doble deprobabilidad de ser arrestadas por delitos violentos que las que no usan dichas sustancias y tienenademás una mayor probabilidad de ser arrestadas por delitos contra la propiedad que las que solo

consumen alcohol (Martin y Bryant, 2001). De todas formas hay que decir que faltan datos en relación alconsumo de drogas, ya sea conjuntamente con alcohol o sin él, y diferencias de género y actividaddelictiva (Martin y Bryant, 2001).

También señalar que ambas drogas aparecen identificadas con frecuencia en muestras biológicas enaccidentes de tráfico, de hecho en EE. UU. el 56% de los conductores fallecidos tenían alcohol o cocaínao ambas sustancias en sus organismos (Delgado, 2001). En España, Del Río y Álvarez (1999, citadospor Martínez Díaz y Fernández Alba-Luengo, 2002) encuentran alcohol y una mezcla de droga,especialmente cocaína, en más de la mitad de los accidentes mortales que analizaron entre 1992 y 1996.

Pese a la controversia en relación a la influencia de ambas sustancias consumidas conjuntamente decir que se trata de una de las combinaciones más relacionadas con acontecimientos en los que se producealgún tipo de fallecimiento (McCance-Katza et al., 1998).

CONCLUSIONES

La relación entre el mundo de las drogodependencias y el mundo de la delincuencia resultaespecialmente compleja, ya que configuran un binomio de difícil separación, existiendo diversas teoríasque tratan de explicar la relación empírica drogas-delito. La relación entre el consumo de distintos tiposde sustancias psicoactivas y los delitos que cometen estos consumidores es complicada, pero resultaevidente que existe un creciente interés por conocer esta relación, para así lograr una mejor comprensiónde la situación y procurar prevenir en la medida de lo posible el comportamiento delictivo de estos sujetosconsumidores.

Se tiende a considerar que el uso y abuso de ciertos tipos de sustancias psicoactivas predisponen a lacomisión de hechos violentos, siendo el alcohol y la cocaína las dos sustancias mayormente implicadasen la criminalidad, aunque como se ha visto existen autores que critican que esta relación esté losuficientemente probada.

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Los hombres aparecen involucrados en mayor medida que las mujeres en conductas violentas y ademáshay que destacar que el abuso y dependencia de sustancias psicoactivas es más frecuente en varones,siendo esta diferencia aún más marcada en los referido a "drogas ilegales". Esto hace que la informaciónacerca de mujeres que consumen sustancias psicoactivas y que cometen delitos es realmente escasa.

Sobre el alcohol decir que es la sustancia psicoactiva más consumida a nivel internacional con grandiferencia. Sus efectos son múltiples destacando en relación a la actividad delictiva la alteración de lacapacidad de juicio, la confusión y la predisposición a la violencia entre otras. Sin olvidar que

frecuentemente aparece unido a otros trastornos de índole psicológica y al consumo de otras sustancias.Existe controversia acerca de la relación alcohol-agresividad, aunque se tiende a establecer que se tratade la sustancia psicoactiva más relacionada con la violencia interpersonal, estando presente ennumerosos delitos violentos como son el homicidio y las agresiones sexuales. La explicación máshabitual es señalar el efecto desinhibidor que posee, que actualiza las tendencias agresivas latentes en elindividuo. También se trata de una sustancia fuertemente relacionada con las imprudencias cometidas enla conducción de vehículos, de ahí su importancia en cuanto a su presencia en víctimas de accidentes detráfico. En cuanto a su incidencia en delitos contra la propiedad como son robos y hurtos hay que decir que es menor con diferencia respecto a los delitos de tipo violento. Se trata además de un factor dereincidencia a la delincuencia. El abuso de alcohol como predictor de conductas violentas es másevidente en varones que en mujeres, ya que presentan una mayor probabilidad de responder 

agresivamente. En las mujeres las variables ambiente (provocación) y psicopatología asociada resultan juegan un papel más importante.

En cuanto a la cocaína, señalar que al tratarse de una sustancia estimulante que genera una elevadaeuforia, irritabilidad, sentimientos de grandiosidad y egocentrismo, una disminución de la capacidad de juicio y una alteración de la capacidad de conocimiento de las consecuencias de los actos, aparece concierta frecuencia en relación a actos delictivos. De hecho, son aspectos que guardan relación concomportamientos agresivos (se pueden llegar a dar respuestas desmesuradas e incontrolables) ydelictivos con relativa frecuencia, de hecho se considera como la sustancia con una mayor capacidad degenerar conductas antisociales existiendo un amplio espectro de tipología delictiva en estosconsumidores que delinquen. A este dato hay que añadir que los sujetos que consumen cocaína en su

mayoría son consumidores de otras sustancias psicoactivas, siendo el alcohol la más habitual alrespecto. Existe una fuerte relación entre el consumo de cocaína y los delitos contra la propiedad,tratándose de delitos de carácter funcional en su mayoría, es decir, para subvencionar el consumo de lasustancia. En delitos de tipo más violento su incidencia es menor a la del alcohol con significativadiferencia. Aún así hay se debe indicar que la relación de esta sustancia con delitos de tipo violento hasido más claramente establecida en su forma de crack . Otra conclusión de interés es indicar que cuandoexiste un mayor riesgo para cometer un delito violento es durante las primeras 24 horas tras haber consumido. El abuso de la cocaína como predictor de comportamientos violentos no es más evidente enhombres que en mujeres. Hay que decir que la presencia de psicopatología asociada en mujeres suponeun mejor predictor en mujeres que en hombres. En mujeres a mayor consumo de esta sustancia existeuna mayor probabilidad de ser víctima de un hecho violento, mientras que en varones a mayor consumo

mayor probabilidad de ser el agresor en el delito. En lo que coinciden varios autores es en señalar lamayor importancia de las circunstancias que rodean a la comisión del delito que a la vía deadministración de la sustancia, aunque esta última sea un aspecto de interés a nivel de los efectos quegenera la sustancia.

El hecho de que numerosos consumidores con cocaína lo sean también de otras sustancias psicoactivas,entre las que destaca fundamentalmente el alcohol, hace que el consumo de ambas sustancias configureuna politoxicomanía muy habitual. La interacción de ambas sustancias genera un potente metabolito,conocido como cocaetileno o etilcocaína, potenciándose los efectos de la cocaína y siendo másperdurables en el tiempo, además de tratarse de un compuesto con una mayor toxicidad para elorganismo en distintos niveles (cerebrales, hepáticos, cardiovasculares…). Este consumo conjunto

supone un desinhibidor conductual, predisponiendo hacia la desconfianza, a la irritabilidad, a la disforia ya la agresividad. Su relación con actos delictivos no está claramente establecida, aunque diversosautores lo señalan como muy relacionado con delitos violentos de manera más importante que elconsumo de ambas sustancias por separado. Datos de EE. UU lo relacionan dicho consumo conjunto condelitos contra la propiedad en mujeres, relación no establecida en varones.

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Como se ha visto a lo largo de la revisión realizada aún queda mucho trabajo por desarrollar, ya que sinlugar a dudas el género femenino ha sido escasamente estudiado en relación al consumo de drogas y ladelincuencia. Situación a la que hay que añadir la gran controversia existente en relación a la implicaciónde distintas sustancias psicoactivas en actividades delictivas.

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