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8/2/2019 Aldenderfer Flores 2011 Reflexiones Para Avanzar en Los Estudios
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Volumen 43 Nmero Especial 1, 2011. Pginas 531-550
Chungara, Revista de Antropologa Chilena
REFLEXIONES PaRa avaNzaR EN LOS EStudIOSdEL PEROdO aRcaIcO EN LOS aNdES cENtRO-SuR1
ThoughTs on moving forward of The sTudy of The archaicperiod in The souTh-cenTral andes
mk s. a2 l f B3
Los autores identifican los problemas de investigacin del Perodo Arcaico (10.000-3.400 a.p.) en la zona Centro-Sur de los Andes,para sugerir las prioridades que se deben tomar en cuenta para la realizacin de futuros estudios arqueolgicos en la regin. Variostemas arqueolgicos an permanecen inconclusos: (1) Los orgenes de los primeros habitantes de los Andes Centro-Sur. Por dndellegaron, en qu condiciones climticas, cul fue la cultura material que aportaron y cmo se dio el paso hacia el perodo Arcaico?(2) Qu se conoce del tiempo arcaico en los flancos orientales de los Andes? (3) Dnde se observa el Arcaico boliviano y culesson sus caractersticas? (4) Cul fue la adaptacin del Arcaico en la zona peruana del Lago Titicaca? (5) Cul es el estado dela cronologa regional que hemos construido para el Arcaico? Qu estudios se han hecho y cunto falta por hacer? Por ltimo,
concluimos con una discusin de tres aspectos principales del proceso cultural de la regin: (a) las adaptaciones de los primeroshabitantes de la regin, (b) el proceso de domesticacin del ganado y la cultivacin agrcola, y (c) el inicio y origen del desarrollode la sociedad compleja y la jerarqua social.
Plbrs les: Andes Centro-Sur, Arcaico, ltico, paleoclima, domesticacin, complejidad.
T t t b tt qt bt t a p (10,000-4,300 Bp) b t,k b t bt t t t t . T qt : (1) t t t t-t a, t t t t t tt t, t tz t ttt t a? (2) wt k t a t t k t a? (3) w t a B? (4)wt t t t a tt t p lk Tt? (5) t t tt tt b t a? w t t t t t: () tt t t btt t , (b) t tt t,
() t xt.Key words: st-ct a, a, t, t, tt, xt.
1 Este trabajo se realiz en el contexto de la publicacin de los manuscritos presentados en el Simposio El periodo Arcaico enlos Andes Surcentrales: Tradiciones Culturales e Innovaciones Tecnolgicas, como parte del 53 Congreso Internacional deAmericanistas, llevado a cabo en Mxico en julio 2009 y publicados en este nmero.
2
University of California Merced, School of Social Sciences, Humanities and Arts, Merced, CA, USA, [email protected] Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, Per. [email protected]
Recibido: agosto 2011. Aceptado: octubre 2011.
El estudio arqueolgico de los tiempos tempranos
conocido como el periodo Arcaico (anteriormentellamado Precermico) en los Andes Centro-Surtiene una trayectoria de trabajo que abarca casiun siglo, originndose desde los pioneros estudiosde Uhle (1919, 1922). Sin embargo, desde hacerelativamente poco tiempo los arquelogos han
adquirido una comprensin ms matizada de ladiversidad y complejidad del periodo Arcaico en estaregin. En este esfuerzo investigativo arquelogosperuanos, chilenos, bolivianos y argentinos, tantocomo norteamericanos y europeos, han contribuido
significativamente a este logro; muchos de ellos son
parte de este nmero.
Durante las ltimas dos dcadas en particularse ha dado a conocer informacin muy relevantesobre el Arcaico en la regin; la mayor parte pro-viene de investigaciones en la costa de los actuales
territorios del sur del Per y extremo norte de Chile
(Lavalle et al. 1999a, 1999b; Muoz et al. 1993;Sandweiss 2003; Standen et al. 2004; Wise 1997,
1999), as como la sierra occidental de ambos pases(Aldenderfer 1998; Nez y Santoro 1988).Existen localidades de los Andes Centro-Sur
cuya arqueologa del perodo Arcaico ha sido poco
investigada, por ejemplo, en la cuenca del LagoTiticaca faltan excavaciones ms intensivas, aunque
durante los ltimos quince aos se han realizado
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prospecciones sistemticas en el lado peruano dela cuenca, en el valle de Ilave (Aldenderfer 2002,2011; Craig 2005, 2011; Klink 2005). Por tanto,el estudio del Arcaico es un tema que debe desa-rrollarse mejor por el lado boliviano, ms all delos esfuerzos aislados (como los informes que sepresentan en este nmero).
En el noroeste argentino an falta un esfuerzo de
sntesis para entender el periodo Arcaico de manera
global (Salomn Hocsman, comunicacin personal
2011); sin embargo, algunos estudios recientes con
este fin estn disponibles (Aschero y Hocsman, eneste nmero; Martnez 2010). Nosotros mismossomos conscientes que no hemos realizado una
revisin minuciosa de esta regin.Pero tal vez el mayor problema que se ob-serva para esta regin es que todos los estudios,datos e informacin estn guardados dentro delas fronteras polticas de cada pas y es necesariocompartir y discutirlos. Este objetivo motiv larealizacin del Simposio El periodo Arcaico enlos Andes Surcentrales: Tradiciones Culturales eInnovaciones Tecnolgicas, como parte del 53Congreso Internacional de Americanistas, llevadoa cabo en Mxico en julio 2009.
En este informe se discutirn los datos quese conocen sobre el perodo Arcaico en los AndesCentro-Sur, y se identificar qu es lo que aportala publicacin de este nmero a ese objetivo, perodndole un matiz distinto no slo un balance, que
ya otros colegas han logrado con gran poder desntesis (Aldenderfer 1989, 2009; Muscio 2001;Nez y Santoro 1988; Sandweiss 2003; Standenet al. 2004) sino adems elaborar una agenda conuna serie de tareas que nos falta terminar o que,incluso, an no las hemos empezado. Es decir,
dirigir nuestra atencin a temas que ya deberamossacar de la sombra, iluminndolos con nuevosdatos, si es que deseamos una visin amplia deldesarrollo social y cultural de la regin durante elperiodo Arcaico.
Los anes cenro-Sr
La zona Centro-Sur de los Andes cubre losterritorios, por el norte del extremo sur del Per,desde los valles del Ro Caman/Majes en Arequipa;
hacia el sur, el Norte Grande de Chile, que com-prende las regiones de Arica, Parinacota, Tarapac yAntofagasta; el altiplano peruano-boliviano, donde
destaca la meseta del Collao, pero tambin la sierra
central y valles bolivianos; el noroeste argentino,que abarca las provincias de Jujuy, Salta, Tucumn,
Catamarca, La Rioja y Santiago del Estero. La regin
est compuesta de costas, valles, quebradas, sierras
subandinas, punas y sierras orientales, que han sido
agrupadas en cinco subregiones: los valles occi-dentales, el circumtiticaca, el altiplano meridional,
la circumpunea y el valluna (Aldenderfer 1989).Fue en este territorio que los primeros habitantesse establecieron, hasta donde conocemos, entre los
12.000 a 13.000 aos a.p. (Figura 1).Pero los Andes Centro-Sur no siempre tuvieron la
geografa que hoy conocemos; ha pasado por varios
cambios desde finales del Pleistoceno y durante
todo el Holoceno. Esta historia paleoambiental seha prestado para varias interpretaciones sobre eldevenir del hombre en el escenario (Aldenderfer2009; Craig, en este nmero; Nez et al. 2002;Yacobaccio 2003).
Actualmente existe un gran nmero de investiga-
ciones como para tener una visin ms general de la
evolucin paleoambiental de los Andes Centro-Sur,
sobre todo de las tierras altas. Se puede decir que el
intervalo entre los 11.000 y 8.400 a.p. se caracteriz
por una humedad mayor que la actual (Grosjean et
al. 2003; Latorre et al. 2005; Len 2007:44; Oliveraet al. 2006). Esto abarc la transicin del Pleistoceno
Tardo al Holoceno Temprano, probablemente fueun ambiente ms homogneo, con extensin depastizales de altura que pudieron alimentar faunaahora extinta (caballo americano, megaterios, entre
otros) (Yacobaccio 2003).Por ejemplo, la caracterstica dominante del
altiplano peruano-boliviano fue la presencia dedos grandes lagos: el antiguo Titicaca al norte(con aproximadamente 8 m de altura sobre su nivel
actual) y el denominado lago Pocuyo, que cubrala actual cuenca del lago Poop y los salares deUyuni y Coipasa con una elevacin de ca. 3.765m (Argollo y Mourguiart 2000:43). Este tipo deambiente hmedo tambin se ha reportado en lazona costera, como lo demuestran capas extensivas
de sedimentos que son productos de lluvias torren-
ciales y la presencia de mega Nios (Lavalle etal 1999b:395; Keefer et al. 1998; Usselmann et al.1999). Incluso en Atacama, el desierto ms ridodel planeta, se plantea un perodo climtico ms
benigno (Quade et al. 2008).Un perodo de desecacin comenz alrededorde 8.500 aos a.p., con un aumento de la tempera-tura llegando a ser extrema por los 6.000 aos. Es
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Figura 1. Mapa de distribucin de sitios del periodo Arcaico en los Andes Centro-Sur.dtbt a p t t st ct a.
durante este intervalo que el ambiente se fragmenta.
El calentamiento y la sequedad habran producidoincendios, mientras el paisaje se cubra de gramneasy queuales (Craig et al. 2009), adquiriendo unafisonoma de desierto de altura (Yacobaccio 2003).
Por ejemplo, el nivel del Lago Titicaca lleg hasta
100 m debajo del nivel actual, ocurriendo el nivelms bajo alrededor de los 5.300 a.p. (Cross et al.2000). Esta aridez es consistente con las evidencias
en otras partes del sur de Sudamrica, incluyendo
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el altiplano y la costa de Chile, la puna del noroeste
argentino e incluso la Amazonia central (Cross etal. 2000; Olivera et al. 2006).
Este fenmeno ambiental de aridez habrainspirado a plantear un silencio arqueolgico,un hiato en la ocupacin de los valles altos y laspunas de los Andes del norte de Chile (Nez yGrosjean 1994, Nez et al. 1997; Nez y Santoro
1988), un fenmeno que habra empujado a las po-
blaciones puneas a migrar hacia la costa (Nez y
Santoro 1988). No obstante, durante los siguientes
aos reportes de nuevos sitios del Arcaico Medio(Puripica-3, Tuln-67) y otros asentamientos ubicados
en orillas lacustres (Laguna Miscanti y Salar Huasco)
(Nez et al. 1999; Nez et al. 2002) permitieronsostener que las pocas poblaciones que decidieronquedarse en las serranas se aglomeraron en tornoa ecorrefugios (Nez et al. 1999).
Sin embargo, el registro paleoambiental yarqueolgico de otras regiones pone en duda queel fenmeno de aridez y el silencio arqueolgicopuedan ser un modelo que se pueda generalizar enlos Andes Centro-Sur. Al contrario, evidencias deun Holoceno con episodios hmedos, que interrum-
pieron las fases ridas, se vienen sosteniendo para
otras regiones, como la cuenca del Titicaca y otraslocalidades (Baker et al. 2001; Thompson et al. 1998)tanto como en el norte de Chile (Betancourt et al.2000; Latorre et al. 2002; Rech et al. 2002).
Datos arqueolgicos de otras regiones de losAndes occidentales y del altiplano peruano tambin
demuestran diferencias, revelando una ocupacinsignificativa durante esos tiempos (Aldenderfer1998, 2009, 2011). Incluso Antofagasta de la Sierra
del norte argentino que tambin se vio afectadapor este perodo de sequedad (Olivera et al. 2006),
considerada por algunos como un ecorrefugio (Nezet al. 1999; Olivera y Tchilinguirian 2006) contcon recursos suficientes para sustentar una poblacin,
tal vez con tiempos ms largos de permanencia enla regin (Martnez 2010).
Lo que s parece claro es que en la costa, durante
este tiempo se venan dando cambios importantes en
su patrn de asentamiento, en particular estanciasms permanentes en sitios como Quebrada de losBurros (Carr et al. 2009; Lavalle et al. en estenmero) o en la formacin de conchales espesos
de ms de 4 m de profundidad como en Pisagua yCamarones (Standen et al. 2004).Estas evidencias contrarias han puesto en
debate el silencio, lo que significara que este
fenmeno habra estado circunscrito a territoriosms ridos y mayormente aquellos ubicados al surdel paralelo 20S (Nez et al. 2002:824). De estamanera, el impacto de la sequa fue variable enlos Andes Centro-Sur, as como diversas debieronser las estrategias econmicas asumidas por laspoblaciones de estas localidades.
A partir de los 5.000 a.p. (Holoceno Tardo)hubo un aumento de precipitacin y de humedadhasta llegar a un pico ca. 4.000 aos a.p. (Abbottet al. 1997; Baker et al. 2005; Baker et al. 2001;Cross et al. 2000), crendose un ambiente con mayor
presencia arbrea (Craig et al. 2009) hasta lograr,en varios cientos de aos, un ambiente moderno
de puna. Pero no en todos lados se dio al mismotiempo. Por ejemplo, se ha propuesto que al nortede la cuenca del Titicaca se alcanzaron condicio-nes hmedas prematuramente, antes del altiplanoboliviano (Abbott et al. 2003).
Por supuesto, los arquelogos ahora tienen ms
instrumentos analticos y estudios ms amplios para
examinar los efectos del cambio climtico sobre los
primeros habitantes de los Andes Centro-Sur. Noobstante, para crear el modelo de trabajo ideal para
abordar el estudio del periodo Arcaico se requie-
ren an ms estudios paleoclimticos locales y unmayor esfuerzo para integrar la informacin a losestudios arqueolgicos sistemticos. Por ejemplo,las investigaciones de Aldenderfer y sus colegas han
intentado crear una reconstruccin detallada de los
valles de Ilave y Ramis (Farabaugh y Rigsby 2005;
Rigsby et al. 2003; Rigsby et al. 2002), combinando
estos estudios con prospecciones regionales com-pletas y excavaciones extensivas en varios sitios(Aldenderfer 2009:80).
tres por Her
Obviamente, hemos aprendido mucho sobreel periodo Arcaico en las ltimas dcadas, perotodava hay grandes vacos en la amplia geografaregional, as como conceptual, dignos de debate(Aldenderfer 2009:81). Por lo general, el Arcaicopuede ser dividido en cuatro perodos: ArcaicoTemprano (10.000-8.000 a.p.), Arcaico Medio(8.000-6.000 a.p.), Arcaico Tardo (6.000-4.000a.p.) y Arcaico Final (4.000-3.400 a.p.) (Aldenderfer
2011). Previo al Arcaico se considera un periodoPaleoindio, sin embargo como discutiremos, haydiferentes posiciones sobre la existencia o no deuna clara demarcacin entre estos perodos.
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Los orgenes. Por ne llegron, en qoniiones limis, q lr rjeron losprimeros hombres los anes cenro-Sr ymo se io el pso hi el peroo ario?
El sitio Monte Verde en el sur de Chile, conuna antigedad algo mayor de 14.000 aos a.p.(Dillehay 2004), es una evidencia tan temprana del
hombre en el sur de Sudamrica, que nos obliga apreguntarnos por dnde llegaron estos hombresextraordinariamente antiguos? Varios colegas hanhecho una revisin importante sobre el problemadel Paleoindio en los Andes Centro-Sur, dandouna impresin que la primera ocupacin fue ms
antigua que la de Clovis y al parecer por medio devarias rutas (Jackson et al. 2003; Nez y Santoro1990; Santoro y Latorre 2009).
Uno de los problemas que se discute sobreel Paleoindio sudamericano, al menos del sur delcontinente, es la difusa asociacin entre la faunaextinta y el estilo de los artefactos, como s sucedeen Norteamrica (Lynch 1988). Por el contrario,el Paleoindio en los Andes Centro-Sur muestraun aprovechamiento de los diversos ecosistemaslocales, como el martimo (DeFrance y Umire
2004; Sandweiss et al. 1998), as como una grandiversidad de sus herramientas (Bruhns 1994:43-63). Pero como bien han sealado Santoro yLatorre (2009:17) este problema es ms profundo,llamndonos a la bsqueda de respuestas para losproblemas como los que se han planteado en elttulo de esta seccin.
Los sitios ms antiguos que se conocen en losAndes Centro-Sur del Per son costeros: Quebrada
Jaguay y Quebrada Tacahuay. Ambos demuestranocupaciones fechadas en el Pleistoceno Tardo
(13.000 a 11.000 a.p.) y en una segunda fase delHoloceno Temprano que se prolonga hasta los 8.000a.p. (DeFrance y Umire 2004; Keefer et al. 1998;Sandweiss et al. 1998). Estos datos, as como lagran especializacin martima que muestran sitioscosteros del Holoceno Temprano, han permitidosugerir una posible ruta costera para el poblamiento
andino (Lavalle et al. 1999b: 414; Llagostera 1977,
1979; Sandweiss et al. 1998: 1832), en contraposi-
cin a la idea de otros investigadores que proponen
que los cazadores serranos se adaptaron a la costa
forzosamente (Bonavia 1991; Nez 1983).Sin embargo, este agrupamiento de sitios pleis-tocnicos costeros en el sur del Per contrasta consu ausencia en la costa del norte de Chile. Segn
Santoro y Latorre (2009:26), esto se explica porproblemas en las muestras de sitos excavados oinvestigados en dicha regin.
Reportes recientes de una presencia paleoindia
en el sitio Quebrada Man 12, Atacama Norte, danevidencia de una ocupacin ca. 11.900-12.600 a.p.
(Santoro et al., en este nmero). En Per, an faltan
trabajos en la sierra occidental que puedan descubrir
evidencias del Paleoindio. Sin embargo, la evidencia
de obsidiana en Quebrada Jaguay, procedente deAlca, en el valle de Cotahuasi, sugiere que existieron
pobladores que ingresaron a la serrana (Jennings2002:17; Sandweiss et al. 1998:1832), tanto como la
evidencia de una punta cola de pescado, elaborada
en calcedonia, ubicada en la superficie del sitioTillane, en la quebrada de Candabaya, alturas deArequipa (Szykulski 2010).
Una ruta oriental es una segunda posibilidad,que parece casi desaforada sin haber por lo menosempezado la bsqueda de informacin sistemtica.
No obstante, no deja de ser una posibilidad, tomando
en cuenta que durante el Pleistoceno Tardo partede esta regin pudo haber proporcionado pastiza-les, matorrales o sabanas (Clapperton 1993; Len2007:56-57, en base a los trabajos de Ray y Adams
2001), por lo cual, el acceso podra haber sido posible(Anderson y Gillam 2000). Por ejemplo, esta rutaha sido planteada para la ocupacin de las tierrasargentinas (Nez y Santoro 1990:127) en donde se
documentan sitios, aunque sean dispersos (Borrero
1996; Politis 1991; Politis et al. 2004; Rivero yBerberin 2008). De esa forma tambin hubieranpodido ingresar hacia el altiplano no deberadescartarse esa posibilidad, ms aun si tomamos en
cuenta que en la Amazonia se reportan evidenciasdel Paleoindio (Roosevelt et al. 1996).
Por lo tanto, el Paleoindio en los Andes Centro-Sur es an problemtico a la vez en toda Sudamrica
lo sigue siendo: A travs de toda Sudamrica nosfaltan industrias lticas completas y consistentes,basadas en sitios de habitacin, caza, y taller, talescomo las que fueron utilizadas para definir las culturas
norteamericanas Clovis y Folsom (Lynch 1988:7).
Hay una escasez de sitios del Pleistoceno Tardo en
todas las regiones (Grosjean et al. 2005; Jacksonet al. 2004; Len 2009; Lynch 1986; Nez et al.2002), salvo pocos ejemplos, como el sealado en
este nmero (Santoro y colegas). Hay que seguirbuscando y excavando, incluso ms all de lo quellamamos estril.
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Tan problemtico como ubicar sitios Paleoindio,
es discernir la transicin del Pleistoceno Tardo alHoloceno Temprano (Nez y Santoro 1990), debido
a la falta de sitios estratificados que permitan carac-
terizarlos, tanto como la dificultad de identificarlos
(Lynch 1988:7). No obstante, el cambio se dio y dej
huellas en su tecnologa ltica y en las estrategiaseconmicas que ms adelante se configur comoel periodo Arcaico (Len 2009).
En cuanto a la ruta amaznica, sta no slo esuna posibilidad de estudio para rastrear a los prime-
ros hombres de los Andes Centro-Sur, sino, comoveremos a continuacin, tambin para explicar elorigen del desarrollo de la civilizacin.
Q sei en los flnos orienles e losanes?
Ha mejorado la investigacin de los flancosorientales de los Andes Centro-Sur durante losltimos diez aos; sin embargo, principalmentese ha centrado en los desarrollos culturales de losperiodos tardos, en temas como las relacionesinterregionales, las prcticas funerarias, las conse-cuencias de la llegada de los Incas a las poblaciones
orientales de frontera, as como en la caracterizacinde las poblaciones orientales locales muchas veces
tratando de conciliar la informacin arqueolgicacon la etnohistrica (Beierlein de Gutirrez 2009;Coben y Stanish 2005; Flores et al. 2006; Michel et
al. 2007; Oliveto y Ventura 2009; Romn y Romn
2011; Ventura 2010). En todo caso, an es escasala informacin sobre ocupaciones previas a nuestra
era, por ejemplo, se ha investigado poco sobre elperiodo Arcaico (Aldenderfer 2009:81).
Lo interesante de esta situacin es que existen
fuertes posiciones que mantienen la importanciadel flanco oriental y la influencia de la CuencaAmaznica en el surgimiento de la civilizacinandina (Lathrap 1971, 1985; Morales 1993; Tello1942). Lo que es sorprendente es que an no se haelaborado una investigacin concienzuda de largoplazo para comprobar o refutar esta hiptesis.
En consecuencia, no tenemos idea de cmo sedesarrollaron los antiguos contactos entre la Cuenca
del Amazonas y las tierras altas de los Andes durante
el Arcaico, cmo pudo haber sido y la forma que
tom. Un mejor conocimiento del Arcaico ayudarareconstruir el proceso y explicar la sorprendente
aparicin de estas caractersticas de la civilizacin(Aldenderfer 2009:81). Como pura especulacin,
nos imaginamos que los primeros contactos (si noconsideramos a los migrantes originales) tomaronla forma de intercambios de bienes a larga distan-cia, trayendo plumas, piedras preciosas1, plantasy sustancias alucingenas2, alimentos exticos,medicinas3, y otros bienes de prestigio o estatus.
En otras partes de los Andes Centro-Sur algunos
arquelogos y antroplogos fsicos chilenos sugieren
un origen transaltiplnico de las poblaciones costeras
del periodo Arcaico, especficamente para la cultura
Chinchorro (Rivera 1975; Rivera y Rothhammer1986; Rothhammer et al. 1986; Rothhammer ySilva 1992). Esta hiptesis se basa en medidascraneofaciales y paralelos generales de prcticas
rituales de las culturas costeras y amaznicas, ascomo la presencia de ecofactos en sitios costeros.Bien puede ser que hubo algn tipo de contactoentre los flancos orientales y la costa pacfica deChile, pero son escasas las evidencias actuales que
apoyan la teora. La idea requiere manifestacin del
contacto, no slo basado en la presencia de rasgos u
objetos amaznicos en sitios costeros, sino tambin
de datos arqueolgicos provenientes de sitios ubica-
dos y excavados en el altiplano, la sierra oriental, y
propiamente, la Amazonia, que muestre el proceso
de movimiento o desplazamiento poblacional entredichas regiones. Incluso tal afirmacin podra serreforzada por los estudios de ADN antiguo.
Una buena comprensin de esto se viene ela-borando en el noroeste de Argentina, donde se hadocumentado de manera concreta el contacto entre
los habitantes de la puna salada y las tierras bajas(Mendoza 2002).
Al otro lado de los Andes Centro-Sur se estnrealizando estudios de ADN sobre los restos humanos
del norte de Chile (Moraga et al. 2001; Moraga et
al. 2000), mostrndose una proximidad gentica delas momias y los grupos Aymaras y Atacameos con
los aborgenes amaznicos. Aunque en las inves-tigaciones recientes se ven evidencias de posiblesflujos migracionales desde la vertiente orientalde los Andes y/o de las tierras bajas tropicales, almenos desde el periodo Arcaico Tardo/FormativoTemprano (Rothhammer et al. 2009), todava no se
ha demostrado de manera concreta un origen arcaico
transaltiplnico de estos pueblos costeros.
dne es el ario boliino?
No es tanto que el Arcaico en Bolivia no seconozca, ms bien, es muy poco conocido porque
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ha sido poco investigado, existiendo aspectos des-concertantes de nuestra falta de conocimiento, y ala vez, aspectos expectantes (Aldenderfer 2009:81).
Como lo han sealado los propios arquelogos bo-
livianos (Arellano 1992:309; Michel 2008; Rivera2004; Rivera y Strecker 2005:12) las investigaciones
sobre el periodo Arcaico son las ms desconocidas
de Sudamrica y principalmente estn basadas enestudios no sistemticos de sitios superficiales y sus
materiales. Por ejemplo, Arellano y Kuljis (1986)describen restos precermicos superficiales en lacuenca del Ro Maure, al suroeste de Desaguadero.
Tambin en la regin de Lpez-Potos se reportansitios con materiales lticos que lo asocian tanto
al Arcaico como al Paleoindio (Arellano 1987;Berberin y Arellano 1978), ubicados frecuentementeen las orillas y ros que desembocan en los lagos(Arellano 2000). Datos similares tambin super-ficiales y preliminares de restos lticos asociadosa riberas de lagos y ros se mencionan para la zonade Tarija, entre el sur de Bolivia y el noroeste deArgentina (Michel et al. 2007:85).
El sitio icnico de la arqueologa tempranaandina es Viscachani, que se encuentra en el altiplano
oeste boliviano (Ibarra Grasso 1957; Patterson y
Heizer 1965). Este sitio por aos ha servido comobase para las comparaciones con otros asenta-mientos arcaicos y sus colecciones de artefactos,con localidades tan lejanas como el norte del Pery los Andes centrales. Las tipologas construidaspara la coleccin de bifaciales y puntas de proyectil
de Viscachani han dado una visin de las posiblesconexiones de larga distancia a travs de los Andes;
la tecnologa de herramientas de piedra reducidaasimismo ha servido como punto de partida paralos esquemas evolutivos del cambio cultural. Todo
esto se logr a pesar de un gran problema con elsitio: nunca se haba excavado, ninguno de suscomponentes haba sido radiomtricamente fechado
y, por lo tanto, la cronologa del sitio flota en eltiempo, convirtindose en una tipologa relativa,mientras que otras tipologas ms exactas fueroncreadas para el Arcaico. Viscachani sigue siendoimportante, pero ya no tiene el brillo que tuvo hace
cuarenta aos (Aldenderfer 2009:81).Otras reas de Bolivia vienen siendo mejor
integradas a las secuencias regionales conocidas.
Barfield (1961) describi varios sitios en el extremooeste de Bolivia cerca de la frontera con Chile yArgentina alrededor de los Laguna Coloraday Laguna Hedionda. Sobre el lado chileno, Gustavo
LePaige (1958) lleg a estudiar la adyacente regin
de Atacama por dcadas y cre una secuenciacultural cronolgica relativa basada en excavacio-nes estratigrficas y comparaciones tipolgicas.Fechados radiocarbnicos y reconstrucciones paleo-
ambientales extensivas han dado validez a una gran
parte de la cronologa relativa, dando lugar a unaperspectiva importante del proceso cultural y laadaptacin econmica que result del cambio y lavariabilidad climtica (Nez et al. 2002).
Otra rea de Bolivia que sigue siendo des-concertante es la cuenca del Lago Titicaca. Lasevidencias ms tempranas del lado boliviano dellago provienen de la Isla del Sol, donde Stanish y
sus colegas (2002) descubrieron una ocupacin delperiodo Arcaico fechado en 3.780 aos a.p. (2.700-
1.600 cal. a.C.). Ellos mantienen que al sitio pudoaccederse por embarcaciones, pero recientes estu-dios batimtricos muestran que el sitio pudo haberestado conectado con el continente (DAgostino et
al. 2002). Sin embargo, este debate no es de tantaimportancia; en cambio, la observacin de que el sitio
se encontraba cerca de la margen del lago sugiereque el lago mismo se consider un recurso valiosopara el periodo Arcaico Tardo o Terminal. Tambin
es evidente que muy poco del perodo Arcaico seha perdido por la subida del nivel del lago principalque ocurri en algn momento alrededor de 3.500a.p. (Craig et al. 2009).
An no se ha documentado mucha ocupacinperteneciente al Arcaico en los estudios arqueol-gicos del lado boliviano del lago. Bandy (2001:87)
no report sitios del Arcaico, en su estudio de laPennsula de Taraco, que se extiende en el LagoWinyamarca, contiene evidencia del Arcaico. Seala,
sin embargo, que dicho lago permaneci seco du-
rante una gran parte del periodo, y lo que seran susmrgenes se utiliz de manera intensiva solamente
despus de que el lago fue rellenado luego de 3.500
a.p. Al este, en el interior del Valle de Tiwanaku,Albarracin-Jordan y Mathews (1990:51-53) descu-
brieron slo dos sitios del periodo Arcaico durantesu prospeccin. No obstante, en el lado peruanodel lago, en los valles de los Ros Ilave, Huenquey recientemente en la cuenca del Ro Ramis, se han
documentado cientos de sitios arcaicos (Aldenderfer
y Flores Blanco 2008; Aldenderfer y Klink 1996;
Klink 2005).Estas diferencias son impactantes y requierenalguna explicacin. Se podra razonar que, al menos
en las prospecciones anteriores, no se previeron sitios
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arcaicos y, por tanto, se pasaron por alto o fueronignorados. Otra explicacin es que los procesosnaturales o culturales postdeposicin pueden haber
contribuido a la destruccin de los registros delPerodo Arcaico o, quiz, modificado de tal manera
que no fue reconocido. Esto parece inverosmil,teniendo en cuenta que trastornos similares hansucedido en el lado peruano del lago. Tambin puede
ser que la mayor parte del lado boliviano del lagosimplemente no fue utilizada durante el Arcaico,y solamente fue despus de que empez a llenarseque los habitantes prehistricos tuvieron motivopara aprovechar ese ambiente. Esto parece estar en
contradiccin con la existencia de Viscachani y la
ocupacin extensiva del Arcaico al lado peruano.Tambin hay que preguntarse de dnde llegaronlos habitantes del Formativo Temprano del lago.
En resumen, hay muchas ms preguntas sobreel Arcaico boliviano que an no las podemos contes-
tar; hasta que se resuelvan, estamos en posicin dedesventaja para abordar el estudio de sus procesosculturales (Aldenderfer 2009:82).
En este contexto, el aporte reciente de loscolegas bolivianos resulta fundamental. Con suprospeccin sistemtica de la regin de Oruro,
sierra central boliviana, colindante al Lago Uru-Uru,Capriles y colegas (en este nmero) reportan por lo
menos treinta y cinco sitios arcaicos emplazadosa las orillas del lago. Anteriormente, McAndrews(2005:2) haba reportado la inexistencia de sitiosdel Arcaico en el mismo departamento.
Ms al sur, Marcos Michel (2008) report laexistencia de dos sitios: SH 19 y SH 25, ubicadosen la regin de Santiago de Huari, al sureste delLago Poop, en el centro de reas de humedales ya las orillas de ambos brazos del ro que baja de la
quebrada de Jikiri Kollu. Por su tipologa los rela-ciona al Arcaico Tardo. Los sitios consisten de unadispersin superficial de desechos lticos y puntasromboidales y foliceas con retoque denticulado(Michel 2008:101).
Claudia Rivera y Sergio Calla (en este nmero;
Rivera 2004) documentan otra rea con ocupacinarcaica, fuera de la serrana central, en los vallesde Cinti y San Lucas, regin de Chuquisaca, surde Bolivia.
Se reportan doce sitios arcaicos en la parte alta
del valle de Cinti, consistiendo en cuevas, abrigosrocosos, sitios al aire libre con pequeas estructu-ras circulares, y reas de caza con dispersiones deartefactos lticos (puntas de proyectil triangulares
alargadas, ojivales, triangulares con pednculo, yuna serie de otras piedras talladas). En la parte baja
del valle se registraron cuatro sitios arcaicos ms(Rivera 2004).
En el valle de San Lucas se han reportado treinta
y tres asentamientos, tanto del Arcaico Medio como
del Arcaico Tardo, casi todos apostados sobre te-rrazas aluviales cuaternarias inmediatas a los rosy cursos de agua, as como sobre algunas colinas(Rivera y Calla, en este nmero).
El descubrimiento de estos sitios del Arcaico en
Bolivia despierta nuestro inters y esperemos quepronto pueda cristalizarse en excavaciones intensivas
en alguno de estos asentamientos. Adems, como
bien lo ha sealado Michel (2008:154), en Boliviaes necesario correlacionar las reconstruccionespaleoecolgicas como los niveles de alturas de los
lagos con la informacin arqueolgica de patrnde asentamiento para poder entender el procesode poblamiento.
cno sbemos el lo perno el lgo?El ario en Pno
Era prcticamente desconocido el Perodo
Arcaico en el altiplano peruano hasta hace dosdcadas; solamente se conoca por algunas brevesdescripciones de la cultura material (Menghin ySchroeder 1957; Palacios 1984; Palao 1989; PiuSalazar 1977).
Desde hace poco ms de quince aos se iniciun reconocimiento sistemtico para estudiar elArcaico en la cuenca del Titicaca. Se empez porlos valles Ilave y Huenque, dndose a conocer almenos doscientos componentes arcaicos (Aldenderfer
y Klink 1996; Klink y Aldenderfer 1996).
Otros proyectos de reconocimiento se iniciaron,todos cerca de la ribera del Titicaca, pero ningunoidentific sitios arcaicos (Erickson 1988; Frye y de
la Vega 2005; Stanish et al. 1997).ltimamente, nuevos proyectos han empe-
zado a descubrir sitios arcaicos, en particular enla cuenca del Ro Ramis y sus afluentes, los RosHuancan, Azngaro y Pucara en el norte del Titicaca
(Aldenderfer y Flores 2008; Arizaca y Quispe 2005;
Stanish y Plourde 2000; Stanish y Umire 2002).Hasta la fecha ninguna excavacin se ha hecho
de sitios del Perodo Arcaico Temprano en la cuencadel Titicaca; no obstante, algunas puntas de proyectil
recuperadas en el reconocimiento de Klink (2005)demuestran obvias semejanzas a las puntas de la Fase
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Khitua (9.500-8.700 a.p.) de Asana, sugiriendo que
la ocupacin ms temprana de la cuenca cae dentro de
este perodo temprano. Lo mismo se viene reportando
en otras prospecciones (Aldenderfer y Flores 2008;Arizaca y Quispe 2005; Cipolla 2005).
Durante el siguiente perodo, en el ArcaicoMedio, se observa un aumento dramtico en lafrecuencia de sitios en todas las cuencas, atribui-ble posiblemente a dos factores: un aumento de lapoblacin misma o una migracin de gente de otras
regiones. Los datos demuestran que la ubicacin de
sitios mayormente cae prxima a los tributarios delos ros principales. Bases residenciales se ubicaron
sobre las terrazas altas que daban vista a los valles
(Rigsby et al. 2003); campamentos provisionalesse ubicaron dentro de cuevas y abrigos pequeos; yestaciones para la caza se localizaron en situaciones
donde haba buena vista panormica (Tripcevich2002). Esta focalizacin sobre los ros no es sor-prendente ya que el perodo de 6.000-4.000 a.p. esun tiempo de mucha aridez (Craig et al. 2009).
La ausencia de sitios del Arcaico Medio en lamargen del lago sugiere que la zona fue de pocaimportancia para aquella economa. La posibilidad
de que algunos sitios del Arcaico Medio puedan
estar bajo el nivel del agua del lago moderno esimprobable (Aldenderfer 2011). Por ejemplo, elsitio Arcaico Medio ms prximo a la orilla mo-derna del lago, en la cuenca de Huancan-Putina,queda a 12 km (Cipolla 2005:59); en Ilave, quedaa 15 km (Aldenderfer 2011). Aunque la poblacindel Arcaico Medio ciertamente aument, todos losndices de crecimiento sugieren que fue un proceso
relativamente lento (Craig 2005).Qillqatani nos ofrece una buena perspectiva de
cmo puede haber sido el modo de vida durante el
Arcaico Medio. Las excavaciones de este sitio de-muestran que su ocupacin ms antigua (fechada en7.250 a.p.) consisti en pequeas estructuras juntoa las paredes del abrigo, que ciertamente no pueden
haber albergado ms que unas cuantas personas.Los artefactos son mayormente de desechos lticos,
algunas puntas de proyectil, y no se observan piedras
de moler. Se descubren huesos de camlidos adultos
y de crvidos entre los restos de fauna, demostrando
una preferencia por la caza de mamferos grandes.Tambin se identificaron muestras de cn
silvestre que suplementaron la dieta. Por el tamaotan pequeo de las estructuras y el inventario tanlimitado de artefactos se infiere que pequeos grupos
de cazadores utilizaron el sitio. De cualquier manera,
este patrn de uso era comn durante el PerodoArcaico Medio (Aldenderfer 2011).
Cambios mayores ocurren en el asentamiento,
la economa y el sistema social entre 6.000-3.400a.p. en la cuenca del Titicaca. El patrn de asenta-miento y la economa inferida del Arcaico Tardo es
parecido al Arcaico Medio; sin embargo, el nmero
de sitios con componentes Arcaico Tardo aumenta,
as como la frecuencia de puntas de proyectil quese encuentran en el recorrido de los tributarios dela regin. Esto sugiere que la poblacin sigue au-mentando durante este tiempo (Aldenderfer 2002,2009, 2011).
Otro cambio que se observa en el Arcaico
Tardo, particularmente despus de 5.000 a.p., esun movimiento general hacia los mrgenes del lago.A pesar de que el lago mismo permanece salado,es probable que empiece a estabilizarse y ser msatractivo cuando el clima mejora despus de 4.500a.p. Esto se observa en los reconocimientos delHuenque-Ilave y Huancan-Putina (Aldenderfery Klink 1996; Cipolla 2005; Craig 2005; Klink2005).
Tambin se sondearon algunos sitios Pircoy Kallachuro y se excav intensivamente en
Jiskairumoko (Aldenderfer 2002, 2011; Craig yAldenderfer 2002; Craig 2005; Craig 2011), loscuales ahora nos proporcionan una perspectivams amplia del estilo de vida del Arcaico Tardo yTerminal (Aldenderfer 2011).
Pirco se ha interpretado como una base residen-
cial de corto plazo (Craig 2005, 2011). En cambio,
Jiskairumoko con estructuras semisubterrneasfechadas ca. 4.500 a.p. parece ser una base resi-dencial dentro de un asentamiento semisedentario(Craig 2005, 2011). Aunque an no se ha completado
el anlisis paleoetnobotnico, observaciones preli-minares han identificado la presencia de tubrculos
y cn silvestres, que seguramente fueronparte de la dieta. Ninguna evidencia de la domes-ticacin del camlido se recuper de este contexto(Aldenderfer 2011). En la cercana, Kaillachuro es
un sitio mortuorio, que consiste de nueve montcu-
los bajos utilizados durante el Arcaico Tardo; laexcavacin de uno demostr la presencia de varios
entierros secundarios, as como de un infante en-terrado dentro de una caja de piedra (ste se fech
en 3.960 a.p.) (Aldenderfer 2011).En el Arcaico Terminal ocurren cambios anms dramticos. Desde una perspectiva regional,aunque el nmero de sitios disminuye en el Arcaico
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Terminal, el tamao de los sitios aumenta, sugiriendo
un patrn de agregacin de poblacin. Estos sitiosms grandes se sitan sobre o cerca a terrazasaluviales de formacin nueva, que coincide conuna fase de mejoramiento climtico que empieza a
partir de 4.000 a.p. (Rigsby et al. 2003). La nuevaformacin de terrazas habra promovido la exten-sin de los recursos naturales de c ytubrculos silvestres que, a su vez, habran atradoa los recolectores del rea (Aldenderfer 2011).
Los contextos del Arcaico Terminal enJiskairumoko demuestran una aldea de cuatro es-tructuras subterrneas pequeas y similares. Cadauna tuvo alguna forma de almacenamiento y un
fogn central. La presencia de grandes cantidades demoledores sugiere que la dieta consisti de plantas, y
los anlisis preliminares de restos paleoetnobotnicos
indican que muestras de cn representanuna combinacin de plantas silvestres y cultivadas(Aldenderfer 2011; Rumold 2010). Craig (2005)sugiere que tambin existi cra de animales quese hubieran prestado para el intenso intercambiode bienes, como la obsidiana llegada desde Chivay
(Craig y Aldenderfer 2005), e incluso de materiasexticas como el oro (Aldenderfer et al. 2008). Por lo
visto, la ocupacin del Arcaico Terminal representauna vida semisedentaria (Aldenderfer 2011).Jiskairumoko nos proporciona evidencia clara
de la extensiva incorporacin de plantas en la dieta
prehistrica del Arcaico Terminal. En cambio, losdatos de Qillqatani nos demuestran que, por lomenos, algunas gentes en la cuenca conocan elpastoreo a una altura de 4.420 msm. Dos estructu-ras circulares grandes, fechadas en 3.660 a.p., seencuentran adentro del abrigo, y los restos seosindican que, aunque la caza del venado continuaba,
los camlidos se acorralaban. Tambin hay evidenciaque c cultivado estara incorporado ala dieta, seguramente obtenido por intercambio con
gentes de las sierras ms bajas. La importancia delintercambio se confirma tambin por la presenciade instrumentos de obsidiana de Chivay. Tambinse encuentran algunos tiestos cermicos quiz los
ms tempranos que se conocen en la cuenca delTiticaca, pero de origen an incierto (Aldenderfer2011).
Todos estos cambios que se observan en el
Arcaico Terminal y se desarrollan ms ampliamenteen el Perodo Formativo forman la fundacin de la
sociedad compleja (Aldenderfer 2002, 2004, 2011;
Craig 2005, 2011).
Aunque nuestros conocimientos del PerodoArcaico en la regin sur de Puno han avanzado en los
ltimos quince aos, an quedan muchos problemas
que investigar: Cmo fue el patrn de asentamiento
en otras reas de la cuenca del Titicaca? Cul esla funcin de las sierras orientales andinas duranteel Arcaico? Cmo fue el proceso de la transicinal agropastoreo? Cul fue la importancia de losrecursos del lago Titicaca en el proceso histricodurante el Holoceno? (Aldenderfer 2011).
cmo nos hemos enio orennoemporlmene, no se h heho y nofl por her?
La ms temprana cronologa en los AndesCentro-Sur viene de los contextos costeros. MaxUhle y Ricardo Latcham iniciaron su investigacin
cerca de Arica en 1908 (Willey 1998), y en lasntesis de su investigacin, por la abundancia demateria ltica en la regin, Uhle (1922) propusoun Perodo Paleoltico. Tambin describi losconjuntos acermicos en trminos culturales: losAborgenes de Arica (que, en actualidad, esel complejo Chinchorro; Llagostera 1989). Esto
encaja bien con el esquema del tiempo evolutivoprevaleciente en aquellos tiempos de investigacinarqueolgica.
Algunos aos despus, Junius Bird (1943) con-
dujo una serie de excavaciones en Quiani, Pichalo,
Playa Miller y Taltal, en que lo llev a definir dosperodos cronolgicos por su estratigrafa: Arica 1y Arica 2.
Arica 1 fue una cultura acermica basada enla pesca y la recolecta de marisco, y fue divididaen dos subfases, Quiani 1 y Quiani 2 (o perodo
Precermico I y II), la cual fue distinguida portipos fsiles (anzuelos de conchas a diferencia deanzuelos de materiales compuestos4). Arica 2 fuems tardo, diferencindose por ser cultura agrcola
y con cermica.El inicio de la datacin radiocarbnica en la
dcada de 1950 revolucion la reconstruccin de la
cronologa en la arqueologa, y la tcnica se incorpor
rpidamente en las investigaciones andinas.Si bien muchas de las secuencias que se
haban generado por la excavacin estratigrfica
fueron verificadas, tom algn tiempo antes de quefueran adoptados los nombres de las fases que sehaban aceptado ampliamente, simplemente porque
muy pocos sitios del Perodo Arcaico se haban
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excavado y aquellos se encontraban muy dispersos
por toda la regin. Por lo tanto, los arquelogosse conformaron con un esquema de periodizacindel Arcaico (o Precermico) Temprano, Medio, yTardo y, utilizando datos radiocarbnicos, ubicaron
los sitios (o los niveles de estos) en los perodosapropiados. El concepto del perodo lleg a ser una
taquigrafa intelectual, no exclusivamente para elconcepto del tiempo sino para algunos aspectos delos procesos culturales dentro del marco evolucio-nista en general.
En algunas reas de los Andes Centro-Sur, es-pecficamente en las tierras altas del extremo sur del
Per y del norte de Chile, los nombres de las fases y
sus lmites definidos son generalmente compatibles.En esta instancia, las fases estn basadas en excava-
ciones intensivas y extensivas (en Asana) tanto como
excavaciones restringidas en siete sitios al aire libre
y abrigos rocosos en las cuencas del Osmore y elRo Chila en Per (Aldenderfer 1998:69-75, 1999,
2000, 2002) y en nueve abrigos rocosos en el norte
de Chile (Santoro y Nez 1987; Santoro 1989). En
una serie de proyectos extensos en la cuenca del Ro
Ilave (Jiskairumoko, en particular), Aldenderfer ysus estudiantes definieron otro perodo, el Arcaico
Terminal, que marca la transicin de un modo de vidade forrajeo mvil a uno que fue ms sedentario, con
una economa basada en el pastoreo de camlidosy el uso intensivo del c (Aldenderfer2011; Aldenderfer y Barreto 2004; Craig 2005, 2011;
Craig y Aldenderfer 2002). Aunque varios sitios se
han excavado ltimamente en la costa (Muoz etal. 1993; Lavalle et al. 2000; Rasmussen 1998;Sandweiss et al. 1989; Schiappacasse y Niemeyer1984; Wise 1999), aparte del famoso complejoChinchorro y sus vestigios de humanos momificados
(Arriaza 1995), se han desarrollado pocos nombresde fases, y el concepto del complejo cultural se usa
como substituto.Las puntas de proyectil tienen una larga historia
de uso como marcadores cronolgicos en los Andes
Centro-Sur, pero slo hace poco se desarroll unatipologa comprensiva. Por consecuencia, arquelogos
forzosamente tuvieron que comparar las puntas delos sitios superficiales o de las excavaciones conlas mejores secuencias conocidas, como aquellosdesarrollados por John Rick (1980) en Pachamachay
en los Andes centrales, o de Santoro y Nez (1987;Santoro 1989) para el norte de Chile. Esta tcticafuncion relativamente bien para los perodostempranos, pero las comparaciones resultaron ser
forzadas y, por lo general, insatisfactorias para lostiempos ms tardos debido a la regionalizacin de
los estilos de punta, es decir, un nmero crecientede estilos dentro de un alcance geogrfico limitado
(Aldenderfer 1989). Sin embargo, debido al mayor
volumen de trabajo, una mejor informacin, y eluso generalizado de datacin radiocarbnica, Cindy
Klink y Mark Aldenderfer (2005) desarrollaron una
cronologa de puntas de proyectil para las tierras altas
de los Andes Centro-Sur. Este es un complementobueno a la tipologa de Rick, as como al de Nezy Santoro, y es capaz de captar la variabilidad local
en la regin con mayor detalle. Aunque no abordadirectamente el litoral, un repaso de la literatura
demuestra que muchos de estos tipos aparecen endiversos contextos all. A pesar de que todava seata a la cronologa basada sobre el concepto delperodo, esperamos clarificarlo en el futuro paraasociar los estilos tan estrechamente como seaposible con intervalos de tiempo especficos.
Resmieno lo qe nos fl por her:esir los proesos
Por dnde empezar? Aunque hemos tomado
grandes pasos en avanzar nuestros conocimientosde la historia cultural en los Andes Centro-Sur,tenemos menos control sobre otros aspectos delproceso cultural. Obviamente, esta situacincambiar a medida en que el volumen del trabajorealizado del Perodo Arcaico aumente, pero estotomar tiempo.
Desde nuestra perspectiva (Aldenderfer 2009)
y en manera de resumen sobre temas que ya hemos
abordado en este artculo las preocupacionesgenerales son las siguientes:
(1). La mayora de los arquelogos que trabajan enla regin confan en que la va principal de la primera
migracin de los seres humanos en la regin sea a lo
largo de la costa del Pacfico y de all a la sierra a travs
de los valles del flanco occidental. Las investigaciones
de sitios de la sierra (p.ej., Aldenderfer 1998, 1999;Nez et al. 2002) y costa (p.ej., Keefer et al. 1998;Muoz et al. 1993; Lavalle et al. 1999a, 1999b;Sandweiss et al. 1998) han confirmado la validezgeneral de esta afirmacin. Sin embargo, algunaspreguntas acerca de este proceso an permanecen. Los
primeros estilos de puntas de proyectil documentadosen el sur del Per y el altiplano del extremo norte deChile son formas pedunculadas; el estilo que siguetiene hombros con espinas (Klink y Aldenderfer
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2005). Estas formas se fechan generalmente ca.10.000 a.p. En Asana, por ejemplo, las puntas mstempranas se encuentran en la fase Khitua (10.100y 8.300 a.p.) (Aldenderfer 1998:131, 1999:382).Sin embargo, en la puna salada de Chile, inclusola regin de Atacama, el estilo ms temprano es lapunta Tuina, una punta pequea, ovoide, y a pesar de
que es contempornea o anterior a los materiales deAsana, es en forma totalmente diferente (De Souza2004; Nez 1992:288; Nez et al. 2002). Similarforma de punta triangular tambin es reportada enel Noroeste argentino (Hocsman 2010). Tomando en
cuenta la gran cantidad de investigaciones realizadas
en la regin por Nez y sus colegas, las diferencias
parecen ser vlidas, y por lo tanto se plantean unaserie de preguntas sin respuestas: Puede ser quela diferencia de estilo se debe a la funcin, origentnico, una migracin anterior, o quiz una migracin
de alguna otra direccin? (Aldenderfer 2009:82).Por tanto existe una o varias migraciones y rutasen este proceso?
(2). Nos hace falta una mejor comprensin dela variabilidad y las trayectorias del desarrollo dela produccin de alimentos de bajo nivel (Smith 2001). Los Andes Centro-Sur gozan de una
diversidad de conjuntos de produccin de alimentosel pastoreo y la economa agropastoril del altiplano,
el cultivo de los valles de los flancos occidentales y
la pesquera del litoral Pacfico y de las costas delLago Titicaca. No obstante, sugerimos que seraventajoso dirigir nuestra atencin a las circunstancias
locales especficas, tanto para el tema del pastoreocomo para entender el surgimiento de las economas
hortcolas de los valles medios del flanco oeste yoriental de los Andes Centro-Sur.
Por lo general, ha prevalecido la versin que
el pastoreo fue fundamental en este proceso dedomesticacin, focalizando el inters por estudiardicho tema (Cartajena et al. 2007; Nez et al.2006; Olivera y Tchilinguirian 2006), incluso pro-poniendo que el pastoreo fue un proceso paralelo e
independiente al de los Andes centrales (Cartajena
et al. 2007; Yacobaccio 2003).Los restos seos que se conocen de la regin
fueron recuperados tanto de abrigos como de sitios
al aire libre que reflejaron una amplia secuencia de
ocupacin que comienza con el consumo preda-
torio de camlidos durante el Arcaico Temprano,llegando hasta un nivel de 50% en preferencia deconsumo de carnes (Yacobaccio 2003). En el Arcaico
Medio se produce una gran modificacin hacia una
intensificacin en la caza, aumentndose al 83% la
predileccin de consumo (Yacobaccio 2003).Durante el Arcaico Tardo conviven grupos de
auqunidos vicuas y una especie cuyo tamaocae dentro de un rango equivalente al guanaco no-randino y el de la llama. En el noroeste argentino,por los 4.100 a.p., hay evidencias de confinamiento
de camlidos en Inca Cueva 7 (Yacobaccio 2003;Aschero y Hoscman, en este nmero). En Asanase reporta un nivel fechado en 3.800 a.p. en el cualel pH del sedimento tiene niveles de potasio, y detextura muy parecida a la de los corrales modernos,
por lo cual se ha propuesto que fue depsito deguano (Aldenderfer 1998). Segn la informacin
alomtrica y osteomtrica disponible (Yacobaccio2003), hacia 3500-3400 a.p. se observa en el registroarqueolgico un animal del tamao y peso de lallama carguera actual. En la quebrada Tuln, Punade Atacama, tambin se ha reportado este procesode domesticacin (Cartajena et al. 2007); y comose ha sealado anteriormente, en Qillqatani yaexista acorralamiento de animales por los 3.660a.p. (Aldenderfer 2011).
Al final, estos acontecimientos evolucionaronhacia la economa basada en un complejo manejo
de los camlidos durante el Formativo Temprano,alrededor de 3.100 a.p. (Cartajena et al. 2007;Nez et al. 2006).
Con respecto al proceso del cultgeno, nuestro
conocimiento de ciertas especies es prcticamentenulo; por ejemplo, cmo fueron introducidos alinterior el maz y otros cultgenos en las econo-mas agrcolas de estas poblaciones? Recordemosque en las economas martimas aparece en algnmomento el algodn, que, adems de su uso obvioen la economa local, se puede haber utilizado para
fabricar textiles, como bien de lujo o de prestigio enel comercio con las tierras altas (Aldenderfer 1999).
Sin embargo, hasta la fecha, slo tenemos indiciosde cmo algunas de estas productoras de alimentos
surgieron y se transformaron a travs del tiempo.Puede ser que sea de mayor importancia la
documentacin de estas trayectorias productorasen regiones como la cuenca del Lago Titicaca;despus de todo, fue en esta rea donde las socie-dades complejas emergieron por primera vez enlos Andes Centro-Sur y en donde supuestamente se
dieron los primeros cultgenos, como sucedi conel c y la papa (Bruno 2005; Spooneret al. 2005). Con el medio ambiente mejorado ycon la formacin de terrazas aluviales como la
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T2 en Ilave por los 4.200 a.p., un nuevo hbitat se
prest para el crecimiento de tubrculos y granos(Aldenderfer 2009:80).
Sin embargo, nuestro conocimiento est extraor-
dinariamente incompleto de cmo las economasde forrajeo de las tierras altas se convirti en lacompleja economa agrcola de la prehistoria tarda
una economa que logr desarrollar una tecnologa
agrcola de acuerdo con su medio, mediante qy camellones (Erickson 1988; Flores et al. 2011).El desarrollo de este conocimiento necesariamente
implica una mayor atencin a las plantas domes-ticadas. No obstante, debido a los problemas de lapreservacin de los restos de estas especies, develar
esto ser difcil. Consciente de que los tubrculos ycnconstituyeron la base de los excedentesde las complejas sociedades de la cuenca, tenemos
que averiguar exactamente cmo sucedi esto.Empezando con los pocos datos al respecto, en
el sitio de Wayuna en la sierra occidental sur delPer, a 3.625 msm, sobre el valle de Cotahuasi, alinterior de una estructura de contexto Arcaico Tardo
ca. 4.000 aos a.p., se han identificado residuos dealmidn de aj, maz, arrurruz y papa en las herra-mientas del procesamiento de alimentos (Jennings
2002; Rademaker 2006). Estos datos indican quelos residentes de Wayuna cultivaban estas especiesy las preparaban como alimentos en dicho lugar(Perry et al. 2006; Perry et al. 2007:987).
Por otro lado, en la costa son escasos los datos
sobre la produccin de alimentos; sin embargo, lapresencia de un fitolito de calabaza domesticada en
el sitio Quebrada de los Burros (nivel N2), datadoen 6.839 cal a.p., despierta muchas expectativassobre el tema, como lo sealan Lavalle y colegas(en este nmero; Chevalier 2008:156).
En el noroeste argentino an existen contro-versias por saber si las prcticas domesticadoras sedieron originalmente, se incluyeron en las prcticas a
raz de contactos entre poblaciones, o quiz, simple-
mente se obtuvieron los productos por intercambios
comerciales (Aschero y Hocsman, en este nmero;
Olivera 2001). A pesar de ello, la puna argentinadebe ser una de las regiones serranas en que mejorse conoce la variedad de recursos vegetales con-sumidos, as como su produccin a pequea escala
por los 3.600 a.p. Por lo mismo, nos recuerda, que
si bien es muy importante la economa pastoril paraestas sierras, tambin se debe tomar en cuenta lahorticultura/agricultura (Aschero y Hocsman, eneste nmero; Babot, en este nmero).
(3). Hoy sabemos que las sociedades complejas
emergieron en varios lugares de los Andes Centro-
Sur. No obstante, nos mantenemos en la ignorancia
de precisamente cmo sucedi y, de hecho, de sutrayectoria hacia la complejidad. Esta situacinfuertemente contrasta con nuestro amplio conoci-miento de otras zonas del mundo que produjeronestados arcaicos, como Mesopotamia (Matthews2003) y el valle de Oaxaca (Marcus y Flannery1996), entre otros.
A pesar de que tenemos volmenes de sntesis
sobre los orgenes de las sociedades complejas enel altiplano, la consideracin formal de esta etapasolamente empieza por los 3.500 a.p. (Stanish
2003: Figura 5.1). De hecho, esta fecha es casiemblemtica en los Andes Centro-Sur. En algunaforma la complejidad simplemente ocurrira la vuelta de ese tiempo. Por ejemplo, Binford ycolegas (1997:242), en la discusin de cambios alargo plazo en los niveles de agua del Lago Titicaca
sostienen que La insuficiencia del agua inhibela agricultura intensiva y el desarrollo de gran-des poblaciones sedentarias. Esta afirmacinapoya la teora que el sedentarismo slo puededesarrollarse con la agricultura, y que sta surgi
de manera rpida e inmediata al desarrollo demejores condiciones en el 3.500 a.p. Al contrario,como Aldenderfer (2004) ha demostrado, existeun preludio del desarrollo del poder en los Andesdurante el Arcaico Tardo, a pesar de que dichaevidencia seala una forma de desigualdad y com-plejidad, que lamentablemente no es sustancial para
demostrar un liderazgo persistente. Sin embargo,dichas semillas s se observan en algunas partes de
los Andes Centro-Sur por ejemplo, en la cuencadel Ro Ilave donde para engrandecerse se obtuvo
oro de los Andes orientales en torno al 4.000 a.p.Aunque esta forma de liderazgo no se mantuvo alargo plazo en la zona de Ilave, el hecho propor-ciona claves de lo que debe buscarse en aquellaszonas de la cuenca en la que los principios de lacomplejidad se desarrollaron aun ms, por ejemplo,
en los alrededores de Chiripa en la cuenca sur yPukara en el norte. ltimamente, hemos realizadouna prospeccin sistemtica precisamente en elvalle del Ro Ramis, donde Pukara est ubicado(Aldenderfer y Flores 2008); los datos preliminares
sugieren un patrn de agregacin similar como el deIlave, en que se ven una cantidad menor de sitios,pero stos son de tamaos ms grandes al final delPerodo Arcaico. Es sumamente interesante observar
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la existencia de complejos del Perodo Formativosuperpuestos sobre los del Arcaico (Aldenderfer yFlores 2008).
Tambin se reporta la recurrencia de sitiosArcaicos Tardo/Terminal/Formativo en otras regiones
como las sealadas en este nmero (Capriles et al. en
este nmero; Aschero y Hocsman, en este nmero).
Este hecho, entre otros indicadores, se interpreta como
una tendencia que llev al incremento poblacional,
el desarrollo de la vida sedentaria y la complejidad
social en varios lugares de los Andes Centro-Sur(Aldenderfer 2004; Nez 1983; Wise 1999).
conlsiones
La buena noticia es que despus de muchos aos
de abandono, el Perodo Arcaico ha llegado finalmente
a s misma como un tema digno de estudio extenso.Esto no es noticia nueva para arquelogos chilenoso argentinos, que han tratado el tema por muchasdcadas. Sin embargo, es alentador ver que los ar-quelogos peruanos y bolivianos y sus colaboradores
extranjeros han hecho enormes esfuerzos para definir
el Arcaico en sus respectivos pases. La prospeccin
arqueolgica sistemtica se est convirtiendo en la
norma, y esto resulta en la identificacin frecuentede sitios arcaicos al aire libre.La mala noticia es que an tenemos mucho
camino por recorrer con respecto a nuestra com-prensin del Arcaico, tanto como que el registroarqueolgico est amenazado cada vez ms. Aunque
los sitios de todos los perodos son destruidos porconstruccin, agricultura, y el desarrollo, los del
Arcaico en particular corren peligro de extincin. En
la cuenca del Titicaca, por ejemplo, el inicio de lalabranza mecanizada ha destruido un gran nmerode sitios al aire libre en las terrazas que rodean losros principales. En cambio, los sitios con restosarquitectnicos presentan un obstculo visible, y por
lo mismo, tienden a no ser continuamente arados. Sin
embargo, los llamados basurales o cenizales no
ofrecen ninguna resistencia verdadera. En los valles
del flanco occidental el crecimiento demogrficoha llevado a la expansin urbana a lo largo de lasladeras y terrazas de los drenajes. Aunque muchaspartes de los Andes Centro-Sur an no han sentidoel efecto de estas tendencias, aquellas son zonas que
tienden ser las ms aisladas y poco probables derendir un registro amplio del Perodo Arcaico quepueda proporcionar los datos nuevos para resolvernuestros temas de investigacin. Colegas, tenemos
mucha investigacin por hacer.
at: En primer lugar, queremosagradecer a los asistentes del Simposio El periodo
Arcaico en los Andes Surcentrales: TradicionesCulturales e Innovaciones Tecnolgicas, llevado a
cabo en Ciudad de Mxico en julio 2009, como parte
del 53 Congreso Internacional de Americanistas,de cuyas exposiciones y la lectura de sus prime-ros textos nos sirvieron de cantera de ideas paraelaborar este artculo. De igual forma, quedamosagradecidos con los editores de c rt atg c y con los evaluadoresannimos, cuyos comentarios nos permitieronmejorar este documento.
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