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1 Pedimos el máximo silencio posible en la sala, en especial en las pausas entre los movimientos, y no aplaudir hasta el final de cada bloque de obras. PIANOS Alexander Melnikov Martes, 23 de septiembre de 2014 AUDITORIO NACIONAL DE MÚSICA SALA SINFÓNICA 19:30 HORAS Andreas Staier 7 Obras de SCHUBERT

Alexander Melnikov Andreas Staier 7 - fundacionscherzo.es · El ritmo de 2/4, que sostiene el Allegretto quasi andantino, nos trae a la memoria la incandescente marcha de la Fantasía

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Pedimos el máximo silencio posible en la sala, en especial en las pausas entre los movimientos, y no aplaudir hasta el final de cada bloque de obras.

P I A N O S

Alexander Melnikov

Martes, 23 de septiembre de 2014

AUDITORIO NACIONAL DE MÚSICASALA SINFÓNICA

19:30 HORAS

Andreas Staier

7Obras de SCHUBERT

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Programa

FRANZ SCHUBERT (1797-1828)

I

Marcha en si menor, D. 819/3 (1824)

Cuatro Landler, D. 814 (1824)

Polonesa en re menor, D. 824/1 (1825)

Marcha característica nº 1 en do mayor, D. 886/1 (1826)

Andantino Varié, D. 823 (1825)

Rondó en la mayor, D. 951 (1828)

Dúo en la menor “Lebensstürme”, D. 947 (1828)

II

Variations sur un Thème Original en la bemol mayor, D. 813 (1824)

Fantasía en fa menor, D. 940 (1828)

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ARTURO REVERTER

Hallazgos

Una gran aportación schubertiana, ya es sabido, reside en el empleo de la modulación como método colorista, el atrevimiento para viajar a tonalida-des remotas; su deliciosa habilidad, como resalta Salazar, para conducir a la repetición de los temas por caminos floridos. Y esa búsqueda armónica viene propulsada por la carencia general en las obras del autor -una de las mayores diferencias que lo separan de Beethoven- de un proceso de lucha, de abierta confrontación dramática, de desarrollo en sentido estricto. Lo que hay, abun-da Carl de Nys, “es la marcha del hombre, el latido de su corazón, el eterno viajero en busca de su patria”. Por eso, destacaba Domingo del Campo, la música de Schubert es como un flujo renovado y necesita para desplegarse unos esquemas tonales sumamente flexibles, a la par que un sutil sistema modulatorio; lo que lleva a una definida polaridad, a un enfrentamiento entre el modo mayor y el menor. Fue Schubert probablemente el primero en extraer todas las consecuencias de este elemental principio dramático.

Todas estas características se aprecian de manera especial en su música pia-nística; toda ella. En las grandes sonatas a dos manos, por supuesto, pero también en la multitud de piezas de todo tipo que integran su catálogo en este apartado. Y, singular y no tan sorprendentemente, en las composiciones que ocupan la parcela destinada a la unión de dos pianistas sobre el mismo teclado, la del piano a cuatro manos, a la que se dedica el programa de hoy, ofrecido por dos magníficos pianistas, que se han movido asimismo, sobre todo Staier, en el mundo del clave y del fortepiano; lo que no viene nada mal considerando cuáles fueron los primitivos instrumentos que tocaba el músico vienés.

Es sintomático que la primera obra catalogada por Otto Erich Deutsch, autor de la más famosa y seguida ordenación de partituras schubertianas, sea una Fantasía en sol mayor, escrita a los 13 años con destino a dos pares de manos. Y que una de las últimas sea justamente la Fantasía en fa menor que hoy es-cuchamos como remate. En medio, hasta otras treinta creaciones de este tipo, producidas en dos grandes periodos, entre 1817 y finales de 1819 y entre 1824 y 1828, ya en plena madurez. Encontramos aquí dos Sonatas, otras dos Fan-tasías, cuatro Temas con variaciones, dos Rondós, cuatro Oberturas, diecisiete Marchas, cuatro cuadernos de Danzas, seis Polonesas, dos Divertimentos…

En todas estas composiciones, Schubert desarrolló un muy sensible sentido para tratar los diferentes registros del piano, para fundir y, al tiempo, contras-tar las voces, tanto en las piezas más graves como en las más alegres, descu-briendo un mundo de sonoridades y de acentos prácticamente desconocido y que más tarde, a su modo, y en obras a dos manos, recogerían Chopin o Liszt.

a cuatro manos

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Marcha en si menor, D. 819/3

Aspectos que apreciamos ya, sin duda, en esta primera obra del recital de hoy, perteneciente a un extenso cuaderno de seis, una pieza marcada Allegretto en 2/4. Como en tantas páginas de este tipo, se manejan los silencios sobre un ritmo dactílico, se hace uso abundante de la repetición variada y se introduce una sección en trío en si mayor, que expone lo que parece un canto popular de reminiscencias magiares, como las que también envuelven al resto de la com-posición, basada en la sucesión de corchea-dos semicorcheas, que proporciona un lecho por el que circulan fanfarrias y ecos.

Cuatro Ländler, D. 814

Son muy breves y en 3/4. Se agrupan de una manera curiosa, de tal forma que el Segundo, en la bemol, es el trío del Primero, en do menor, y el Cuarto, en do mayor, actúa como trío del Tercero, asimismo en do mayor. Schubert había transcrito el Nº 1 para piano solo con el título de Allemande (D 76). Son to-dos ellos muy alegres, cuajados asimismo de ecos. Creados en julio de 1824 y editados en Leipzig por Peters.

Polonesa en re menor, D. 824/1

Pertenece a un grupo de seis, datadas en 1825, editadas en julio del año siguiente por Cappi y Czerny de Viena en dos volúmenes. Son piezas que incor-poran un trío. No hay duda de que Chopin encontró aquí, en lo que Halbreich llama “poema de los sonidos”, una buena fuente de inspiración. La primera y segunda partes son de un flujo melódico imparable. El trío, en si bemol mayor, prolonga las imitaciones y sigue asimismo una secuencia de gran atractivo, una línea sencilla pero envolvente.

Marcha característica en do mayor, D. 886/1

Es la primera de un cuaderno de dos, que data probablemente de la primavera de 1826. Obra póstuma. El 6/8, raro para una marcha, alimenta el discurrir del Allegro vivo y del melodioso trío, en la menor. Más breve que otras de las numerosas piezas de esta naturaleza del compositor. Hay que destacar su dinamismo, su evocación, casi onomatopéyica, de distintos instrumentos orquestales y su alegría desbordante en torno a un muy simple esquema me-lódico que propulsa de manera entusiasta la voz de la parte superior. Diabelli editó las dos piezas en febrero de 1830 en Viena.

Andantino varié, D. 823/1

Es el segundo movimiento del Divertimento en mi menor D 823, desglosado en el Op. 63 nº 1 y en el Op. 84, nº 1 y nº 2. Los otros dos tiempos son un Tempo di marcia y un Allegretto. El Andantino está en si menor y es, a la pos-tre, un Andante con variaciones que parte de un tema muy sencillo y lineal, de valores iguales. Un “tema resignado y, a la vez, un tema de viaje”, define Brigitte Massin. Un viaje “inmóvil”. Primera variación transparente, como si fuera un lied de juventud. Segunda, con la típica sucesión rítmica corchea-dos

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semicorcheas, que servía de base a una de las variaciones del Cuarteto “La Muerte y la doncella”. Un canon entre las dos voces superiores constituye la tercera. Se cierra con una nueva variación en si mayor, Un poco più lento. Muy breve es la coda, que recupera el tema inicial en su tonalidad de si menor. Todo se cierra con la máxima sencillez.

Rondó en la mayor, D. 951

Fue compuesto en junio de 1828 y editado por Artaria en diciembre de ese mis-mo año, semanas después de la muerte del músico, con el número de opus 107 y con el título Grand Rondeau. Einstein se refería a él como “la apoteosis definiti-va de las composiciones a cuatro manos de Schubert”. Lo veía “como un símbolo de amistad, de colaboración simpática para una misma meta desarrollado en un lenguaje sin pretensiones y típicamente vienés, lo que expresa el movimiento lento de la Sinfonía en do mayor con su intensa gravedad y a la húngara”.

El tema del refrán es de una simplicidad casi angelical y posee, en sus rasgos descendentes y sus discretos adornos, un aire plenamente liederístico con su distribución simétrica de cuatro periodos de ocho compases. Le siguen una idea lírica poco contrastante y un sujeto más fornido, Maestoso, derivado del principal. La inmediata modulación a menor introduce una expresión nostál-gica. El tema inicial es cantado a pleno pulmón en la zona aguda del teclado, pespunteado con ricas ornamentaciones. Los dos sujetos más opuestos se re-piten alternativamente en varias ocasiones. La parte conclusiva es oscurecida por una nueva modulación, una sombra en medio de tanta aparente felicidad.

El ritmo de 2/4, que sostiene el Allegretto quasi andantino, nos trae a la memoria la incandescente marcha de la Fantasía “Wanderer”, aunque aquí todo es más mesurado y tranquilo, transparente. Para Brigitte Massin el que el segundo tema esté tan próximo al primero, en su contorno y expresión. es un hallazgo que lleva a la música a un estado cercano a lo contemplativo y que sugiere un proceso de permanente invención. Se subraya la importancia de un pasaje en do mayor, en el que ese segundo tema libera de pronto una inaudita tensión, una energía inesperada, que se diluye paulatinamente en la bonhomía del primero.

Ocho variaciones sobre un tema original en la bemol mayor, D. 813

Escritas en Zseliz en el verano de 1824, fueron publicadas por Sauer y Leides-dorf en Viena en febrero de 1825 y dedicadas a Anton, Conde de Berchtold. Obra menos sinfónica que otras de este tipo, más íntima y recogida, lo que viene ya marcado por la naturaleza del tema, Allegretto, de índole danzable, Hay bastante de ornamental en los dibujos, sobre todo en las dos primeras variaciones. En la tercera, que nos recuerda el entreacto de la música inci-dental de Rosamunda, escuchamos un diálogo en canon con aire de canción. La cuarta, más acentuada y rítmica, enlaza con una quinta especialmente cantabile, una suerte de nocturno, la única en menor (la bemol). Massin hace ver el parentesco de su célula rítmica con la que anima el Allegretto de la Sinfonía nº 7 de Beethoven. Es un nocturno, a juicio de Einstein. Cambio de panorama en el Maestoso de la sexta, polifónica y virilmente acentuada, tras la que nuevamente la música se aquieta para dar paso a la séptima, Più lento, cargada de sentido y de íntima poesía, probablemente la más bella y la más

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compleja. Concluye inopinadamente en un acorde suspendido. La más extensa es, sin embargo la última, que viene a ser una siciliana en 12/8, que se cierra con una danza my vienesa.

Fantasía en fa menor, D. 940

Es la obra definitiva de Schubert en este campo, aquella que resume realmente todas las características de su pianismo a cuatro manos y parte de las que de-finen las destinadas a un solo instrumentista. En ella se alcanza la verdadera y transida expresión, el norte emocional de un compositor que vivía sus últimos meses. Fue escrita entre enero y abril de 1828 y dedicada a su gran amor, la princesa Carolina Esterházy. Diabelli fue el autor de la publicación en marzo del año siguiente. Para uno de los más grandes amigos del músico, Sonnleith-ner, “el más profundo y poético sentimiento es inherente a la maravillosa melodía que abre la partitura”.

El tema, Allegro molto moderato, se expone con ritmos punteados, adornados de una obsesiva apoyatura asociada a un salto descendente de cuarta. La deli-cadeza del dibujo, el corte melódico anuncian a Chopin. Más tarde, esta idea, de nuevo repetida, ahora en pianísimo, lo hace en un luminoso fa mayor, que dura poco, ya que enseguida surge un segundo sujeto, imperioso y obsesivo, plasmado asimismo en fa menor, tonalidad preferida de Schubert y que se conecta con la inestabilidad dramática derivada de su turbulenta e imposible relación con Carolina; tonalidad que nos trae resonancias beethovenianas y que encontramos en obras de madurez de nuestro compositor, como Viaje de invierno o la segunda serie de Impromptus. Son de destacar los trémolos del segundo tema.

El Largo es en fa sostenido menor, tonalidad que ha de marcar una procelosa dialéctica con la de apertura. Un juego armónico muy de Schubert que estre-cha el campo. Una disposición que a Halbreich le trae el recuerdo de la Fanta-sía para órgano mecánico K 608 de Mozart, que yuxtapone asimismo esas dos tonalidades, lo que facilita los desarrollos fugados en el curso de una obra que encadena cuatro partes en el orden sonatístico tradicional, pero que se atiene a un esquema distinto, en la línea de la Fantasía Wanderer. El movimiento irrumpe tras un forte ben marcato y que continúa el inaugural 4/4. Massin habla aquí claramente de improvisación, eso sí, impecablemente construida y que se apoya en buena medida en contradicciones casi imposibles de resolver por las que circula el conflictivo fa sostenido menor que, de todas formas, da pie a la exposición de una formidable melodía de ópera italiana, “un inefable dúo de amor”, define Halbreich.

El Allegro vivace se abona también al fa sostenido menor y adopta la forma de un Scherzo lleno de vitalidad e inesperadas imitaciones en el curso de un apremiante 3/4, que se desarrolla en dos partes. La primera, sin duda la más trabajada y extensa de la composición, impulsa un tema danzable, que atiende a la indicación con delicatezza. Un trío en re mayor da paso a la repetición del Allegro vivace y, de pronto, un giro: pasamos de fa sostenido menor a fa menor y se nos presenta de nuevo el frágil y grácil tema inaugural de la composición seguido de la más agitada segunda idea y de un magnífico doble fugato. Aún ha de resurgir el primer tema antes de la patética coda, envuelta en disonan-cias que tardan en resolverse y que, por tanto, abren un espacio a la duda. Una pintura que nos deja en manos de la tristeza y de la resignación.

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PRÓXIMO CONCIERTO

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BiografíasSin duda uno de los más destacados intérpretes de clave y fortepiano del mundo, Andreas Staier emprendió su carrera solista en 1986 y desde enton-ces su incuestionable maestría musical ha dejado huella en la interpretación de los repertorios barroco, clásico y romántico.

Nacido en Göttingen, Andreas estudió piano moderno y clave en Hannover y Ámsterdam. Fue el clavecinista de Musica Antiqua Köln durante tres años, agrupación con la que giró y grabó profusamente. Como solista Andreas Staier toca por toda Europa, los Estados Unidos y Japón con orquestas de la talla de Concerto Köln, Freiburger Barockorchester, Akademie für alte Mu-sik Berlin y Orchestre des Champs-Elysées Paris. También ha tocado en las principales salas de conciertos de Europa, América y Japón, incluyendo Konzerthaus de Viena, Konzerthaus y Philharmonie de Berlín, Philharmonie de Colonia, Gewandhaus de Leipzig, Alte Oper de Frankfurt, Tonhalle de Düsseldorf, Wigmore Hall y Royal Festival Hall de Londres, Concertge-bouw de Ámsterdam, Palais des Beaux Arts de Bruselas, Tonhalle de Zúrich, Cité de la Musi-que y Théâtre des Champs Elysées de París, Teatro della Pergola de Florencia, Suntory Hall y Toppan Hall de Tokio y Carnegie Hall de Nueva York. Andreas Staier ha compartido escenario con renombrados artistas internacionales como Anne Sophie von Otter, Pedro Memelsdorff y Alexei Lubimov. De su estrecha colaboración con el tenor Christoph Prégardien dan fe las grabaciones de Lieder de Schubert, Schumann, Mendelssohn, Beethoven, Lachner y Brahms. También forma trío con el violinista Daniel Sepec y el violonchelista Roel Dieltiens. En 2001 interpretó el estreno mundial de Contra-Sonata, obra para fortepiano del compositor francés Brice Pauset, que también grabó para AEON. Esta colaboración continuó con el estreno mun-dial de Contra-Concierto en octubre de 2011 junto a la Freiburger Barockorchester.

Alexander Melnikov, nacido en Moscú en 1973, es el mayor exponente de la técnica clásica rusa, lo que le permite responder a desafíos de virtuoso. Al mismo tiempo, su musicalidad reflexiva desafía cualquier clasificación fácil. Como solista aparece regularmente en salas de concierto como el Concertgebouw de Amsterdam, Suntory Hall de Tokio, la Alte Oper en Frankfurt y el Théâtre du Châtelet de París. Ha actuado con orquestas como la Nacional de Rusia, la Filarmónica de Tokio, Gewandhaus de Leipzig, Filadelfia -con Charles Dutoit-, Filarmónica de Rotterdam -con Valeri Gergiev-, Royal Concertgebouw, Sinfónica de la NHK y Filarmónica de la BBC.Puede parecer sorprendente que Melnikov suprimiera de su repertorio activo a los composi-tores románticos rusos pero, después de un encuentro con Mikhail Pletnev, reavivó otra vez su interés por ellos, haciendo unas muy elogiadas grabaciones de Rachmaninov y Scriabin para Harmonia Mundi. Su asociación con este sello discográfico surgió a través de su colega en actuaciones, la violinista Isabelle Faust. En el año 2010 su grabación completa de las So-natas para violín y piano de Beethoven ganó el ECHO Klassik alemán y el Gramophone siendo nominada también a los Premios Grammy. La música de cámara proporciona un complemento esencial en las actividades de Melnikov que, entre otros, ha colaborado con Natalia Gutman, Yuri Bashmet, Alexander Rudin, Pieter Wispelwey y Jean-Guihen Queyras. Con su registro de los 24 Preludios y Fugas de Shostakovich de noviembre 2010 recibió el premio Choc de Clas-sica para la mejor grabación del año. Ha obtenido igualmente la E de Excepcional de Scherzo por su disco con obras de Johannes Brahms. De importancia fundamental en sus primeros años fue su contacto con Sviatoslav Richter. Hoy disfruta interpretando y dando conciertos admirando como colega a Andreas Staier. Como señalaba de él la Radio de Baviera: “Su forma de tocar es siempre refinada pero firmemente comprometida. Su gran logro es ser a la vez visible y discreto, sensible y con mucho carácter.“

Ambos artistas actuan por primera vez en el Ciclo de Grandes Intérpretes.

8 Martes, 11 de noviembre de 2014

PIANO

MitsukoUchida

19:30 horas

BEETHOVENVariaciones para piano en do mayor sobre un vals de Diabelli, op. 120

SCHUBERT Impromptus (serie a determinar)

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