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Al echar un vistazo a los personajes de la novela, con excepción de Carlos, nos percatamos que el decoro de éstos está en función de recomponer los marcadores de contexto que estila la realidad dominicana y que el autor quiere legar a las generaciones contemporáneas que experimentan hoy el progreso de una ficción de "modernidad."
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La novela que tenemos a
bien presentar responde
atinadamente a la propuesta
de Sábato en cuanto a que "la
literatura y el arte en general
son actos sagrados que no
deben ser envilecidos". Es
decir, la narración: Tú siempre
crees que viene una guagua de
Miguel Ángel Fornerín es una
reconstrucción sagrada desde
una mirada íntima de la lógica
de los recuerdos de un joven
caribeño al que le ha tocado
vivir los años del destape
ideológico que siguieron el
oprobio de la dictadura de
Rafael Leónidas Trujillo.
Desde el exordio, la obra
relata una infancia que en palabras de su autor fue: [de] "violencia,
disparo..., Éramos cardúmenes, bandadas de pequeños instantes que se
juntan crecía; forjábamos la memoria, tejíamos la historia, desde el barrio,
la ciudad, la República.”
Miguel Ángel Fornerín, como avezado analista psico-literario de la
sociedad dominicana que le tocó vivir, rememora en su narración los
intersticios del universo caribeño atravesado por la pobreza y la
desigualdad económico-social. Su
obra nos ofrece, pues, un exorcismo
dialéctico que se nutre de la utopía
mítica del cambio político en la
retórica delirante del marxismo
urbano que recorre descalzo y de
espíritu en espera que llegue la
guagua de la esperanza y de la
redención. Esta es la misma guagua
que ha recorrido diversos escenarios
del vecindario caribeño..., La guagua
aérea de Luis Rafael Sánchez y en su
más reciente versión, el cantante Juan
Luis Guerra, la señala en reversa...
Dr. Carlos I. Hernández-Hernández,
Universidad de Puerto Rico, Recinto
de Mayagüez
La novela Tú siempre crees que viene una guagua de Miguel Ángel
Fornerín se entronca en este espacio discursivo. El autor es caribeño,
producto de los procesos migratorios oscila entre Puerto Rico y República
Dominicana. En su obra crítica Fornerín manifiesta una mirada semejante
a la del cronista de Indias, el asombro, la reproducción de la experiencia en
escritura, la pertenencia dual, como ha expresado Antonio Benítez Rojo en
La isla que se repite, a una cultura de ciudad-puerto, centro monopólico de
intercambio de bienes, lenguas y cultura, un proyecto externo de fundación
colonial, pero, a la vez, promotor de una cultura de contrabando, un tráfico
discursivo fuera de ley, punto esencial en la representación del prostíbulo.
Tú siempre crees que viene una guagua recoge, mediante la voz casi
autobiográfica-testimonial, la recuperación de la memoria, la voz del niño,
fascinado por el espectáculo del burdel, experimentado la llegada del otro.
Representa la apertura que viola el aislamiento de la comunidad, un
espacio de coincidencia social, política, económica y cultural; un
microcosmos discursivo que produce el asombro e induce la pérdida de la
inocencia y el descubrimiento de la sexualidad. El chico olvida la niñez,
inicia la travesía a través del cuerpo y al contar la experiencia crea y
regenera el prostíbulo, espacio de convergencia, luchas de poder y
creatividad.
Dr. José Ángel Rosado, Universidad de Puerto Rico en Cayey