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Alicia Villar Lecumberri (Ed.)

CERVANTES EN ITALIA DÉCIMO COLOQmO INTERNACIONAL

DE LA ASOCIACIÓN DE CERVANTISTAS

X-ClAC Academia de España en Roma, 2 7-29 septiembre 2001

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In memoria m Ted RILE Y, Manuel FERRER-CHNITE atque 5tefano ARATA

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CERVANTES EN ITALIA. Cubierta anterior y primeras


CERVANTES

EN

ITALIA



C E R V A N T E S E N ITALIA

ACTAS DEL X COLOQUIO INTERNACIONAL

DE LA ASOCIACIÓN DE CERVANTISTAS

Academia de España, Roma 27-29 septiembre 2001

Alicia Villar Lecumberri (Ed.)

Asociación de Cervantistas Palma de Mallorca, 2001


E&la obra ha sido íntegramente subvencionada por la Dirección General del Libro. Archivos y Bibliotecas del Ministerio de Educación. Cultura y Deporte.

~ MINISTERIO DIRECCIÓN GENE~

. DE EDUCACIÓN, DEl LIBAD, AACHNOS

~ CULTURA Y OEPQRT y BIBUOTECAS

© de los textos: lo~ autores. 200 1

© de la edición: A&ociac.:i6n de Cerva rui slas

Impres ión : Esmcnl. centro especial de trabajo de AMAD1P

Dep. Legal: PM- J 76-2002

ISBN: 84-607-3996- 1

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INMEM0R1AM

Iniciamos y concluimos nuestro Décimo Coloquio con el triste sentimiento por la ausencia, ya irreversible, de lo mejor y más representativo de tres generaciones de cervantistas. Y ya no pudimos hacer más que dedicarles un in memoriam, que, empero, nos sabe a poco por lo mucho que les debemos.

Conocí a Ted Riley en su propia cátedra de Edimburgo, en ocasión de un viaje profesional que tuve que hacer a Escocia, hará ya, quién sabe, acaso treinta años. El tiempo va borrando los números pero no puede con el emocionante, para mí, recuerdo de aquel encuentro. Su amable trato y exquisita caballerosidad ya empezaban a ser proverbiales y yo acabé por confirmarlas de lleno con la acogida que me dispensó y la atención que prestó al proyecto, incipiente entonces, de la Asociación de Cervantistas, de la que luego fue uno de los primeros animadores y socios activos y de la que nunca se alejó. Conservo sus cartas, breves, pero siempre cariñosas y precisas, con especial cariño. Y creo que estaréis conmigo si digo que fue siempre uno de los más queridos y respetados por su saber y su cálida humanidad.

Sin la presencia de Manuel Ferrer Chivite nuestros congresos y coloquios ya no podrán ser los mismos. Su camaradería y su inalterable buen humor iban unidos siempre a su afán por presentar temas originales e insospechados en la investigación cervantina. Prueba de ello es que para sus intervenciones los bedeles tenían que despojar de asientos a las otras salas. Había anunciado concurrir a Roma para hablarnos de Bartolomé el manchego (del Persiles), pero la muerte le sorprendió repentinamente, sin dolor, una mañana de un domingo, festivo como él, con el humor y la sonrisa en los labios... Como había vivido siempre. Estoy seguro que desde donde puede vernos aceptará que le despidamos con un "¡Hurra, Manolo!".

Y Stefano Arata. Muy personalmente he sentido su desaparición como si me dieran con un puñal en el corazón. Al grato recuerdo de su deferente gesto de dedicarme su primer estudio sobre La Jerusalén, se une la circunstancia de haber sido, yo creo, el último del círculo de cervantistas que habló con él antes de su muerte. En la preparación del Coloquio él era nuestro enlace con Roma, y pocos días antes de su trágico fin habíamos comido juntos en un restaurante típico del Trastevere, que él conocía tan bien, y entre unas "carciofi alia giudaica" y unos "gnocchi alia romana" tratamos varios problemas relativos a Cervantes y a las veleidades de los editores caprichosos de sus textos. En la sobremesa me dijo, textualmente: "Este mes de julio lo pasaré en la playa de Roma y me voy a saciar del Mediterráneo". A los pocos días supe que el Mediterráneo no aceptaba estos desafíos. Comprenderéis


ahora por qué digo que la noticia de su muerte fue como un puñal en mi corazón.

La gente de mi tierra, que es muy filósofa, suele dar el pésame a los parientes del difunto con un "Que podamos rezar muchos años por él". Así también os digo, amigos del alma, que por muchos años podamos recordar a los tres amigos y maestros con el mismo cariño y la misma admiración que siempre se merecieron.

José María Casasayas








PRESENTACIÓN

Todos hemos sido testigos del éxito que tuvo el IV Congreso Internacional de la Asociación de Cervantistas, celebrado en Lepanto, Grecia, a primeros de octubre del año 2000. En aquella ocasión, tan sólo un hombre del tesón de nuestro presidente, José María Casasayas, podía afrontar un reto de tales características. Algunos, los que estuvimos en Lepanto, fuimos testigos directos del evento, pero para aquellos que —para su fortuna— no se vieron obligados a escalar las murallas de la fortaleza lepantina, ahí están los dos tomos de las Actas, ya publicadas gracias a los desvelos de Antonio Bernat Vistarini.

Tras la cita griega, Roma constituía una auténtica tentación. Pero ¿cómo hacer realidad esa idea en tan breve espacio de tiempo? Fue entonces cuando una voz misteriosa aclamó en la Asociación: "Hombres de poca fe, ¿no sigue siendo Casasayas vuestro presidente?"

Así las cosas, fuimos convocados, justo al año siguiente, en septiembre del año 2001. Esta vez se trataba del X Coloquio Internacional de la Asociación de Cervantistas, que iba a tener lugar en la Academia de España, en Roma.

Los trabajos que hoy ven la luz son el testimonio de la favorable acogida que tuvo el X-CIAC, a pesar de que lamentamos la ausencia de cuatro o cinco profesores que no pudieron desplazarse desde Estados Unidos a Roma a causa de los sucesos del once de septiembre. Prueba de ello es la publicación de todos los trabajos que fueron presentados en Roma, cuarenta y cinco en total, si bien ha quedado sin publicar un único trabajo, el de quien no supo adaptarse a las normas del Coloquio.

Dicho Coloquio se celebró en el inigualable marco de la Academia de España en Roma, institución que desde el principio nos abrió sus puertas de par en par y nos acogió durante los cuatro días del Coloquio, y por esto le estamos enormemente agradecidos. Nuestro agradecimiento, también, al Instituto Cervantes de Roma, que nos acompañó en todos los actos y colaboró amistosamente para la buena estancia de los congresistas. Y finalmente debemos hacer pública la generosa aportación del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte de España, que a través de su Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas, ha subvencionado el Coloquio y ha hecho posible la publicación de las presentes Actas.

Cervantes en Italia fue el eje en torno al cual giró el encuentro. Hispanistas como Aldo Ruffinatto, Antonio Gargano, Giuseppe Grilli, Michelina Patania, Caterina Ruta y Mariarosa Scaramuzza, Idoya Puig, Carlos Romero y Juan Manuel Martín Moran, todos ellos profesores italianos y españoles, residentes en Italia, dieron fe del estado actual del cervantismo en Italia. A su lado fue un auténtico lujo y un tremendo motivo de satisfacción contar con cervantistas como los profesores Jean Canavaggio, William Clamurro, Daniel Eisenberg, Mercedes Alcalá, Steven Hutchinson, Joseph V. Ricapito o Eduardo Urbina, de Estados Unidos; Anthony Cióse, del Reino Unido; Beatriz Mariscal y Aurelio González, de México; Victor Ivanovici y Anthony Zahareas de Grecia; Marie Blanche Requejo y Bénédicte Torres, de Francia; Heinrich Merkl, de Luxemburgo; Ertugrul


Ónalp'de Turquía. Y prueba de que la Asociación tiene capacidad de convocatoria allá en los confines de la tierra, contamos con la presencia de Ruth Fine (Jerusalén), Chul Park (Corea) o Kenji Inamoto (Tokio). Por otra parte, contra la afirmación de que "nadie es profeta en su tierra" bastaría con citar a los diecisiete profesores españoles de la talla de los que completan el índice (algunos residentes en el extranjero).

Y para aquellos que no pudieron —por una o por otra razón— estar con nosotros en Roma, nos queda el consuelo de presentarles este volumen-compendio del Coloquio.

TEMPUS FUGIT

Roma, ciudad de las ciudades, tú, en tu reconocida eternidad y urbe en la que hasta las ruinas tienen alma, hazte eco del recuerdo de ausencias hechas vida:

Ted Riley, Manuel Ferrer Chivite, Stefano Arata.

Alicia Villar Lecumberri


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