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E l prólogo de ¿Somos todos enfermos men- tales? Manifiesto con- tra los abusos de la psi- quiatría (Ariel) se ini- cia con una cita de Newton: «Puedo cal- cular el movimiento de las estrellas, pero no la locura de los hombres». El cerebro humano continúa siendo una de las últimas fronteras por con- quistar, una máquina de conexiones laberínticas y constantes en la que trazar patrones no resulta tarea fácil. Mientras se desvelan sus enigmas, el quinto Manual diagnóstico y estadís- tico de los trastornos mentales (DSM V, las siglas en inglés) –clasificación de las enfermedades mentales según la Asociación Estadounidense de Psi- quiatría– plantea un uso mayor de los psicofármacos, lo que preocupó lo suficiente a Allen Frances para sa- lir de una época de retiro y escribir un libro-manifiesto que ha causado gran debate. –El título original de su libro es Salvar la normalidad. Quiere preservar el ocasional malestar que resulta del «Las farmacéuticas están yendo a por los niños» reacción normal a unas circunstan- cias sociales. Y hemos convertido las enfermedades de la sociedad en pro- blemas del individuo. –En una entrevista a Louis C. K., el có- mico norteamericano, explicaba por qué no iba a comprar smartphones pa- ra sus hijas. Esos aparatos distraen en exceso a la gente de la tristeza y del no hacer nada, y según él hay que apren- der a estar triste, es parte de la naturale- za humana. –En el libro Un mundo feliz, de Aldous Huxley, cada persona toma cada día una pastilla que le hace fe- liz. El escritor no pretendía que fue- ra una utopía, sino una distopía: un mundo terrible donde todos somos iguales, con la misma sonrisa en el rostro todas las horas del día. Ser hu- mano es tener problemas. Duran- te miles de años, la gente ha tenido que lidiar con cosas mucho peores de las que nosotros nunca veremos. Los seres humanos somos resisten- tes, podemos luchar con toda clase de problemas. –¿Las redes sociales y su exhibicionis- mo permanente han generado una ob- sesión poco sana por la felicidad abso- luta constante? –Uno de los problemas de las redes sociales y de los medios en general es generar la impresión de que exis- te un mundo muy feliz ahí fuera, en el que la gente es exitosa y nunca tie- ne problemas; y por comparación, tu mundo es oscuro, pequeño e infe- liz. Pero generalmente las cosas que dan felicidad son pequeñas. Ganar la lotería, comprarse un yate, no tiene por qué hacer feliz a una persona. Las cosas que nos hacen felices están en nuestro ADN y son la sonrisa de un ni- ño, un chiste, un abrazo. Y los place- res cotidianos son una taza de café, el periódico de la mañana. Pero es posi- ble que al ser bombardeado con imá- genes glamurosas, tengamos expec- tativas exageradas sobre qué necesi- tamos para ser felices. –Volviendo al tema de la normalidad, existe un problema que analiza en su libro: la dificultad de establecer qué es lo normal. –La diferencia entre trastorno mental y normalidad es una construcción so- Nueva York, 1942. Psiquiatra. Preside el grupo de trabajo del DSM IV. hecho de ser humano. –Cuando acabamos el DSM IV hace 20 años, me sentí bien. Como fuimos cautos, íbamos a ayudar a prevenir la inflación de diagnósticos. Pero, a pe- sar de nuestro esfuerzo, crecieron el autismo, el déficit de atención, otros trastornos. Y comprendí que no es solo cómo se escribe el manual, sino también cómo se usa. Las empresas farmacéuticas tienen un poder tre- mendo y billones de dólares para pro- mover la enfermedad con el fin de vender pastillas. Y fueron convincen- tes a la hora de hacer creer que los problemas cotidianos no tenían que vivirse, sino que podían tratarse con una pastilla. Si te sentías triste, no era parte de la condición humana, sino un trastorno mental debido a un des- equilibrio químico. –La solución era tomar una pastilla pa- ra que lo corrigiera. –Sí. Si observas la situación de Espa- ña, puedes ver un alto nivel de paro, gran incertidumbre económica... Es- to crea sentimientos de preocupa- ción y tristeza. Eso, en realidad, no es una enfermedad mental. Es una Es profesor emérito de la Universidad de Duke, en Durham (EEUU), y antiguo presidentedesudepartamento de Psiquiatría. Fue presidente del grupo de trabajo del DSM IV (cuarta versión de la biblia de la psiquiatría) y parte del equipo directivo del DSM III. Ha fundado publicaciones clave para la investigación de los trastornos de personalidad y la práctica psiquiátrica. Autor de numerosos libros y artículos, a principios de esta década salió de una época de retiro para escribir ‘¿Somos todos enfermos mentales?’ (Ariel), y ahora prepara una especie de continuación, aún más dirigida al público general, con recomendaciones para mejorar la vida. Allen Frances En su libro ‘¿Somos todos enfermos mentales?’, este profesor de Psiquiatría estadounidense alerta sobre la inflación de diagnósticos y el abuso de psicotrópicos para tratar supuestos trastornos mentales. La ‘normalidad’ está en peligro. POR JUAN MANUEL FREIRE 14 14 DE SEPTIEMBRE DEL 2014 más Periódico © El Periódico de Catalunya. Todos los derechos reservados. Esta publicación es para uso exclusivamente personal y se prohíbe su reproducción, distribución, transformación y uso para press-clipping.

Allen Frances

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E l prólogo de ¿Somos todos enfermos men-tales? Manifiesto con-tra los abusos de la psi-quiatría (Ariel) se ini-cia con una cita de Newton: «Puedo cal-

cular el movimiento de las estrellas, pero no la locura de los hombres». El cerebro humano continúa siendo una de las últimas fronteras por con-quistar, una máquina de conexiones laberínticas y constantes en la que trazar patrones no resulta tarea fácil. Mientras se desvelan sus enigmas, el quinto Manual diagnóstico y estadís-tico de los trastornos mentales (DSM V, las siglas en inglés) –clasificación de las enfermedades mentales según la Asociación Estadounidense de Psi-quiatría– plantea un uso mayor de los psicofármacos, lo que preocupó lo suficiente a Allen Frances para sa-lir de una época de retiro y escribir un libro-manifiesto que ha causado gran debate.

–El título original de su libro es Salvar la normalidad. Quiere preservar el ocasional malestar que resulta del

«Las farmacéuticas están yendoa por los niños»

reacción normal a unas circunstan-cias sociales. Y hemos convertido las enfermedades de la sociedad en pro-blemas del individuo.

–En una entrevista a Louis C. K., el có-mico norteamericano, explicaba por qué no iba a comprar smartphones pa-ra sus hijas. Esos aparatos distraen en exceso a la gente de la tristeza y del no hacer nada, y según él hay que apren-der a estar triste, es parte de la naturale-za humana.–En el libro Un mundo feliz, de Aldous Huxley, cada persona toma cada día una pastilla que le hace fe-liz. El escritor no pretendía que fue-ra una utopía, sino una distopía: un mundo terrible donde todos somos iguales, con la misma sonrisa en el rostro todas las horas del día. Ser hu-mano es tener problemas. Duran-te miles de años, la gente ha tenido que lidiar con cosas mucho peores de las que nosotros nunca veremos. Los seres humanos somos resisten-tes, podemos luchar con toda clase de problemas.

–¿Las redes sociales y su exhibicionis-

mo permanente han generado una ob-sesión poco sana por la felicidad abso-luta constante?–Uno de los problemas de las redes sociales y de los medios en general es generar la impresión de que exis-te un mundo muy feliz ahí fuera, en el que la gente es exitosa y nunca tie-ne problemas; y por comparación, tu mundo es oscuro, pequeño e infe-liz. Pero generalmente las cosas que dan felicidad son pequeñas. Ganar la lotería, comprarse un yate, no tiene por qué hacer feliz a una persona. Las cosas que nos hacen felices están en nuestro ADN y son la sonrisa de un ni-ño, un chiste, un abrazo. Y los place-res cotidianos son una taza de café, el periódico de la mañana. Pero es posi-ble que al ser bombardeado con imá-genes glamurosas, tengamos expec-tativas exageradas sobre qué necesi-tamos para ser felices.

–Volviendo al tema de la normalidad, existe un problema que analiza en su libro: la dificultad de establecer qué es lo normal.–La diferencia entre trastorno mental y normalidad es una construcción so-

Nueva York, 1942. Psiquiatra. Preside el grupo de trabajo del DSM IV.

hecho de ser humano. –Cuando acabamos el DSM IV hace 20 años, me sentí bien. Como fuimos cautos, íbamos a ayudar a prevenir la inflación de diagnósticos. Pero, a pe-sar de nuestro esfuerzo, crecieron el autismo, el déficit de atención, otros trastornos. Y comprendí que no es solo cómo se escribe el manual, sino también cómo se usa. Las empresas farmacéuticas tienen un poder tre-mendo y billones de dólares para pro-mover la enfermedad con el fin de vender pastillas. Y fueron convincen-tes a la hora de hacer creer que los problemas cotidianos no tenían que vivirse, sino que podían tratarse con una pastilla. Si te sentías triste, no era parte de la condición humana, sino un trastorno mental debido a un des-equilibrio químico.

–La solución era tomar una pastilla pa-ra que lo corrigiera.–Sí. Si observas la situación de Espa-ña, puedes ver un alto nivel de paro, gran incertidumbre económica... Es-to crea sentimientos de preocupa-ción y tristeza. Eso, en realidad, no es una enfermedad mental. Es una

Es profesor emérito de la Universidad de Duke, en Durham (EEUU), y antiguo presidente de su departamento de Psiquiatría.

Fue presidente del grupo d e t r a b a j o d e l D S M I V (cuarta versión de la biblia de la psiquiatría) y parte del equipo directivo del DSM III. Ha fundado publicaciones clave para la investigación de los trastornos de personalidad y la práctica psiquiátrica.

Autor de numerosos libros y artículos, a principios de esta década salió de una época de retiro para escribir ‘¿Somos todos enfermos mentales?’ (Ariel), y ahora prepara una especie de continuación, aún más dirigida al público general, con recomendaciones para mejorar la vida.

AllenFrances

En su libro ‘¿Somos todos enfermos mentales?’, este profesorde Psiquiatría estadounidense alerta sobre la inflación de diagnósticos y el abuso de psicotrópicos para tratar supuestos trastornos mentales. La ‘normalidad’ está en peligro.

POR JUAN MANUEL FREIRE

14 14 DE SEPTIEMBRE DEL 2014más Periódico

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RICARD CUGAT

no porque los niños estén más enfer-mos, no porque sepamos que las me-dicinas son buenos para ellos, sino solo por la publicidad de las farma-céuticas. Los padres necesitan estar informados, estar prevenidos contra la medicina comercial.

–¿Hasta qué punto influyen las farma-céuticas en la creación de nuevos tipos de diagnosis?–No creo que tengan poder en ese sen-tido, pero sí saben vender la enferme-dad. Gastan dinero en márketing y en influir a los políticos. De todos mo-dos, quiero dejar claro que nadie que lea esto debería parar bruscamente de tomar su medicina. Si has estado bajo la supervisión de un médico, es posible que necesites la medicina. Si decides dejar de tomarla, debe ser de forma estudiada, supervisada y, que quede claro, gradual, porque mu-chos medicamentos crean síndrome de abstinencia.

–¿El paciente podría tener parte de cul-pa? ¿No puede haber quien prefiera to-marse unas pastillas a enfrentarse a sus problemas?

–Algo tan sencillo como dormir, o ha-cer ejercicio, ayuda mucho. No hay una industria que promueva el ejer-cicio como forma de liberar ansiedad y escapar de la depresión y de las tris-tezas. Si pudiera recomendar algo a los españoles para mejorar su vida, sería hacer ejercicio y dormir, por-que sé que ustedes por aquí duermen poco. Estoy asombrado (risas). Cenan a las nueve o las diez, no se van a dor-mir hasta la una y después se levan-tan temprano igualmente. ¡Es insos-tenible para el cuerpo!

–¿Cuáles han sido los mayores avances de la psiquiatría en los últimos años?–Ha habido grandes descubrimien-tos en neurociencia básica y genéti-ca. Estamos aprendiendo un montón sobre cómo funciona el cerebro, y so-bre cómo vamos del ADN a convertir-nos en personas. Todo eso es increí-ble. Pero nada de eso ha ayudado a comprender el cerebro. Es demasia-do complejo; es el órgano más difícil de entender. Va a llevar mucho tiem-po, seguramente décadas, compren-der los motivos del trastorno mental de cada persona. H

cial. No hay prueba psicológica, no hay línea clara. Pero la gente con un problema severo es fácil de identifi-car. Son el 5% de la población y son gente que no recibe la ayuda necesa-ria. Deberíamos enfocarnos en ellos en lugar de meterlos en prisiones o dejarlos en la calle. Si los síntomas son severos, si incapacitan, si afec-tan a grandes aspectos de la vida, esa persona necesita ayuda. Si los sínto-mas son tibios, recientes y explica-bles, es otra historia, Cuando pierdes al amor de tu vida, debes sentir pena. Es parte de la condición humana. Lo más normal del mundo. No sentir do-lor por la pérdida sería irrespetuoso con la relación.

–Pero parece más fácil recetar una pas-tilla que tratar de indagar en los proble-mas del paciente.–En mi opinión es un problema, so-bre todo, de la medicina general. La mayoría de la medicina psiquiátri-ca no la recetan los psiquiatras sino los doctores de atención primaria. Ven al paciente durante siete minu-tos y les recetan una pastilla. No sa-ben mucho de psiquiatría, no saben

mucho del paciente. No tienen tiem-po ni conocimiento para tratar su problema. Hipócrates dijo: «Es más importante saber qué clase de perso-na padece una enfermedad, que sa-ber qué clase de enfermedad padece una persona». Lleva tiempo conocer al paciente y las presiones sociales que siente, y las reacciones que estas le provocan.

–¿Y qué hay de los niños? ¿No es terri-ble para su desarrollo normal que es-te sobrediagnóstico psiquiátrico les alcance? –Los niños van a estar sobremedica-dos. Y los padres han de protegerles contra eso. Las compañías farmacéu-ticas saturaron el mercado adulto y ahora están yendo a por los niños, porque pueden ser clientes a largo plazo. La inmadurez se está redefi-niendo como enfermedad, y está sien-do tratada con pastillas. Estamos ha-ciendo un enorme experimento con nuestros niños dándoles pastillas que afectan a su cerebro y no sabe-mos cómo los dejará en el futuro. Al-gunos niños necesitan medicamen-tos, pero el número está creciendo

«La inmadurezse está redefiniendo como enfermedady está siendo tratada con pastillas»

El psiquiatra Allen Frances, en Barcelona, el pasado miércoles.

1514 DE SEPTIEMBRE DEL 2014

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