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D R . J UAN A LVAREZ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE Editado por Resolución Nº 220/09 CÁMARA DE DIPUTADOS DE LA PROVINCIA DE SANTA FE

Álvarez Ensayo Historia Santa Fe

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Page 1: Álvarez Ensayo Historia Santa Fe

DR. JUAN ALVAREZ

ENSAYO SOBRE LA

HISTORIA

DE SANTA FE

Editado por Resolución Nº 220/09

CÁMARA DE DIPUTADOS

DE LA PROVINCIA DE SANTA FE

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PRÓLOGO:

¿POR QUÉ REEDITAR A ÁLVAREZ?

En el universo hiper-atomizado de las tecnologías de la información,

parece sencillo acceder a muy variadas obras representativas del devenir

de la historia y la cultura, pero, a pesar de los discursos y campañas de

“buena voluntad”, donde no hay electricidad, agua potable,

infraestructura para salud, difícilmente se pueda acceder a bibliotecas

virtuales.

Adem{s, el libro “de papel” sigue siendo el arma que m{s batallas ha

ganado en favor del conocimiento, la comprensión, la convivencia y la

paz. Gracias a la imprenta sabemos del pasado y del futuro, de las

diversas visiones del mundo, de mitologías e investigaciones. En este

derrotero, Juan Álvarez, con su incansable espíritu investigativo, rescató

documentos que le permitieron discernir leyendas, contar batallas,

reconocer culturas diezmadas y comprender, desde “su presente”, qué

hace un hombre cuando hace Historia.

Juan Álvarez nació en Gualeguaychú, Entre Ríos, el 3 de septiembre de

1878. Estudió en Paraná, Santa Fe y Rosario, y a los 20 años se doctoró en

Jurisprudencia. En 1902 inició su carrera judicial en los Tribunales de

Rosario: fue Secretario, Fiscal, Juez, Fiscal de Cámara y Camarista. Se

desempeñó como Procurador General de la Nación entre 1935 y 1946.

Fue un intelectual relevante y reconocido en su medio que, una vez

radicado en Rosario, desarrolló múltiples actividades, alternando su

accionar como hombre de letras preocupado por lo político y lo social con

su importante carrera judicial, destacándose en el campo de la cultura de

su época.

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“La producción de Álvarez se inaugura con el libro “Orígenes de la

Música Argentina” (1908), dedicado a combatir la ola de nacionalismo

telurista que empezaba a dominar en las vísperas del Centenario. Su

objetivo era demostrar cómo un elemento cultural como la música no era

susceptible de ser buscado desde el fondo de los tiempos, al igual que

tampoco las raíces de la nacionalidad, que era para él un elemento

momentáneo de la vida histórica. Por lo tanto no había que buscar en el

pasado la esencia de la nacionalidad sino en el futuro. Poco tiempo

después escribe el “Ensayo sobre la historia de Santa Fe”(1909), en el que

tiene la misma fe en el progreso, al punto que niega entidad a la historia

argentina antes de 1853”1

Escribió “Las guerras civiles argentinas”(1914), “Estudio sobre la paz

mundial”(1923) y “Estudio sobre la desigualdad y la paz”(1927). Los cambios

económicos disparados por la crisis del 30 lo motivaron a la reflexión, así

también, los producidos a partir de la ley Sáenz Peña que inauguró un

nuevo proceso político, cuya legitimidad sería dada por el voto y la

ampliación de la participación popular en la vida política. Frente a esto

desarrolló nuevas propuestas para la ingeniería institucional, y

programas educativos para la ciudadanía. Estos procesos inciden en él,

enriqueciendo su formación personal, que plasmará en su gran obra: la

“Historia de Rosario”(1943), cuidadosamente elaborada en esta ciudad, a la

que calificara como “hija de su propio esfuerzo”.

“Ensayo sobre la historia de Santa Fe”(1909), es un riquísimo trabajo

producto de una profunda investigación. Allí, Álvarez escribe: “No

obstante sus inconvenientes, las Historias Locales son útiles porque permiten

concentrar el estudio de ciertos problemas, sobre el país en que deben ser

resueltos. Lo mismo que ante el lente del microscopio basta que pase una pequeña

porción para estudiar todo un tejido, es posible, también, enfocar la Historia de

un extenso territorio, viéndola al través de una o varias de sus ciudades.

Describir a la Santa Fe de 1600, es pintar la vida de todos los españoles que

vivían en esa época próximos a indios no sometidos: la misma zozobra, la misma

rudeza, la misma miseria. En tal sentido la Historia de Santa Fe es, con pequeñas

variantes, la Historia del Río de la Plata, sin que las artificiales líneas de frontera

basten impedirlo.2

1 GLÜCK, Mario. Juan Álvarez, el intelectual que fundó la historia de la ciudad: A cincuenta años de

su muerte, la obra multifacética del autor de la "Historia de Rosario" se afirma con renovada

vigencia. Diario La Capital. domingo, 04 de abril de 2004. Señales. [Nota de tapa] 2 ÁLVAREZ, Juan. Ensayo sobre la historia de Santa Fe. Buenos Aires : Malena, 1810. P. 7.

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Para poder apreciar el valor e importancia de esta Historia, cuya

reimpresión promovemos, lo expresado por el autor es por demás de

elocuente cuando nos dice: “No disponemos de archivos completos. La

Historia de Santa Fe debe estudiarse, parte sobre el terreno, parte en los archivos

de Buenos Aires, Córdoba y Asunción, parte en los archivos españoles. Algunos

documentos están en el Brasil, en el Perú y Bolivia; muchos se han perdido; otros

se conservan por simples particulares. Tan poca importancia se ha atribuido a la

materia, que en los últimos tiempos cantidad de documentos (240 cajones de un

metro cúbico cada uno) se deterioraron en la Aduana de Buenos Aires como

mercancías olvidadas; y en el archivo de Santa Fe es fama que los papeles viejos

sirvieron más de una vez para liar el tabaco que fumaban las tropas acuarteladas

en momentos de revolución. El año 1893 hiciéronse con ellos parapetos.3:<“De

lo que precede se deduce que no ha sido mi ánimo escribir una Historia

matemáticamente exacta; al agrupar hechos relativos al pasado de Santa Fe, sólo

he deseado producir una impresión de conjunto que se aproxime a la realidad

como se aproxima a ella un censo”4.

Resaltando la significación del trabajo realizado al escribir esta obra,

afirmaría Álvarez: “Este ensayo, producto de varios años de labor, representa,

pues, un esfuerzo incompleto, un simple esbozo de lo que podría hacerse para

obtener deducciones prácticas aproximando el pasado al presente, o mejor dicho,

utilizando al pasado para explicar el presente y no para desacreditarlo. No

pretendo haber agotado la materia, y desde luego espero que algunas de mis

aserciones serán rectificadas: tal es la suerte de todas las Historias que los

hombres escriben. En estos estudios que interesan a la colectividad, el nombre del

autor es un simple accidente destinado a desaparecer tan pronto como se creen

oficinas especiales, susceptibles de coleccionar para los hombres del porvenir

observaciones exactas y completas acerca de las dificultades de la vida en el

presente”5

Juan Álvarez falleció en Rosario, el 8 de abril de 1954.

El libro “Ensayo sobre la historia de Santa Fe”, que la Legislatura de la

Provincia de Santa Fe dispone reeditar gracias a la generosa autorización

de sus herederos, y cuya relectura proponemos, está cumpliendo sus

primeros 100 años de vida6 y de permanente vigencia.

3 ÁLVAREZ, J. Op. Cit. P. 9. 4 ÁLVAREZ J. Op. Cit. P 20. 5 ÁLVAREZ J. Op. Cit. P 21. 6 La 1ª edición corresponde a Editorial Malena, y es de 1910, pero al finalizar de escribir, Juan

Álvarez pone la fecha de su puño y letra, y reza: “Rosario de Santa Fe, 25 de Mayo de 1909”.

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Su invalorable aporte a la cultura y al pensamiento nacional han sido

ponderados por innumerables investigadores contemporáneos: “La obra

de Álvarez recibió múltiples lecturas, siendo reconocida tanto por la

historiografía liberal, revisionista, y las distintas corrientes de la historia

económica y social. Todos vieron sus trabajos o alguno de ellos en particular,

como punto de partida de sus propias hipótesis, sin preocuparse demasiado de su

obra como totalidad”7.

“Para los historiadores Juan Álvarez es un viejo conocido; especialmente

para los que desde hace ya bastante tiempo trabajamos sobre temas relacionados

con la historia de Rosario y su región. Tanto su Historia de Rosario como el

Ensayo de la Historia de Santa Fe son referentes constantes para los análisis

abordados por la historia local y regional, no importa la perspectiva desde la cual

se los intente realizar<introduce un elemento nuevo para la historiografía del

momento: el an{lisis de la ciudad como sujeto y objeto de estudio<una historia

de raíz local, pensada en términos de sí misma....”8

En síntesis, convencidos de que la reedición de esta obra constituye un

invalorable aporte para el estudio de la historia de nuestra Provincia, lo

hemos impulsado, para beneficio de las futuras generaciones.

Diputado Raúl Lamberto

Cámara de Diputados de la Provincia de Santa Fe

7 GLÜCK, M. Ob. Cit. 8Fernández, Sandra. Juan Álvarez y la ciudad que no pudo ser. Ensayo histórico y análisis

comparativo de la historia local y regional desde el texto Buenos Aires. En: Intelectuales rosarinos

entre dos siglos : Clemente, Serafín y Juan Álvarez: Identidad local y esfera pública. Rosario:

Prohistoria ; Manuel Suárez, 2000.

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INTRODUCCION

«L´histoire n´est que le tableau des

crimes et des malheurs: la foule des

hommes innocents et paisibles

disparaît toujours sur ces vastes thetares.

VOLTAIRE

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Juan Bautista Alberdi, el profundo pensador argentino, dice

dolorosamente en alguna parte de sus Obras:

«El historiador, las más de las veces no es libre de leer los

documentos con sus propios ojos: tiene que leerlos con los

ojos del país. No es libre de entenderlos con su

entendimiento propio: tiene que entenderlos con la

inteligencia del común. En este sentido puede publicarlos;

pero no es libre de hacerles decir lo que dicen. La verdad

está prohibida implícita y tácitamente, como una brutalidad,

si es desagradable para el amor propio del país ó poco

favorable á la gloria de sus hombres. Contra la gloria

nacional, no hay derecho ni verdad que se tenga. El objeto

de tal Historia es la GLORIA, no la VERDAD. Es la Historia

convertida en negocio industrial.»

Cabe en efecto, amplificar la Historia haciéndola pedestal de un

orgullo nacional basado en la acumulación de prohombres, ó reducirla á

una simple estadística comentada. En el primer caso, es posible conservar

la agradable ficción del hombre-genio cuya providencial llegada salva al

país; en el segundo, las gentes resultan vivir según sus propios impulsos,

obedeciendo á factores múltiples y oscuros.

*

* *

De un tiempo á esta parte, nótase en los historiadores argentinos

marcada tendencia á empequeñecer á los hombres que se nos había

enseñado á venerar como orígenes de la libertad en el continente

americano. Sin duda procuran reducir á sus justos límites benévolas

exageraciones; pero con ello, demuestran que la gloria y el renombre –en

las personas como en los licores – con frecuencia estriban tan solo en una

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propaganda sistemática. Esos hombres, á quienes sus contemporáneos no

atribuyeron cualidades extraordinarias, habrían tomado á broma el

vaticinio de que con el tiempo serían reliquias sagradas los menudos

objetos de su uso personal; la aplicación de la fórmula POST HOC, ERGO

PROPTER HOC para conocer las causas de nuestro actual progreso, importa

á su respecto una simple hipótesis. Estudiada serenamente la situación,

cuesta resolver si en la vida moral y material de la Argentina las

máquinas agrícolas han influido ó no tan decisivamente como los

ejércitos libertadores.

Aproximándose un poco al terreno de los hechos y viendo su

complejidad, fácil es comprobar que una batalla ganada ó perdida influye

en la vida colectiva menos de lo que se cree generalmente. Pudo el

general Paz derrotar al general Quiroga, ó suceder lo contrario: en

cualquiera de ambos casos, es seguro que el grupo vencido no hubiera

tenido más remedio que hacer lo que hizo: seguir militando bajo esta ó

aquella divisa, supuesto que sus miembros carecían de otro oficio que les

diera de vivir. Un excedente de guerreros facilitó la guerra, como su

extinción posterior facilitó la paz. El negocio de los «condottieri» y de las

revoluciones surgió de circunstancias múltiples, como todos los negocios:

las pequeñas causas producen pequeños efectos9.

No obstante sus inconvenientes, las HISTORIAS LOCALES son útiles

porque permiten concentrar el estudio de ciertos problemas, sobre el país

en que deben ser resueltos. Lo mismo que ante el lente del microscopio

basta que pase una pequeña porción para estudiar todo un tejido, es

posible también enfocar la Historia de un extenso territorio, viéndola al

través de una ó varias de sus ciudades. Describir á la Santa Fe de 1600, es

pintar la vida de todos los españoles que vivían en esa época próximos á

indios no sometidos: la misma zozobra, la misma rudeza, la misma

miseria. En tal sentido la HISTORIA DE SANTA FE es con pequeñas variantes

la HISTORIA DEL RIO DE LA PLATA, sin que las artificiales líneas de frontera

basten á impedirlo.

Considero una paradoja sostener que cada generación vive sin conocer

sus propios actos, y que la Historia solo puede ser exacta en cuanto se

refiera á un pasado remoto. Los futuros historiadores, forzosamente

9 Aún para investigaciones más importantes conviene recordar que en muchos casos el

pasado carece de utilidad. Posiblemente los especuladores de 1910 tendrán en cuenta las

enseñanzas de la crisis de 1890; pero con toda seguridad no sacarán provecho de los

datos relativos á las alteraciones artificiales que en los precios produjo el bloqueo de

Buenos Aires en 1827. La experiencia de los vaqueanos que piloteaban viajes al través de

la pampa para nada servirá á nuestros conductores de ferrocarriles.

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deberán valerse para estudiarnos, de los documentos que nosotros

dejemos y que es probable que el azar les trasmita en forma incompleta:

si esos documentos reflejan apasionamiento, más fácil será

contralorearlos ahora que dentro de cincuenta años.

Cabe sin duda en el presente, la posibilidad de errar. El error es

humano. No es difícil que un gobernador de Santa Fe sea juzgado por sus

contemporáneos de tres ó cuatro modos contradictorios en el curso de

otros tantos años; pero en definitiva, estos juicios personales solo

interesan á quienes se imaginan que la misión de la Historia es producir

apellidos ilustres. Nuestros tribunales fallan á diario todas las cuestiones

ACTUALES que se les presentan, y declaran inocentes ó culpables á los

procesados: que yo sepa, nadie ha emitido la opinión de que tales fallos

serían más justos si se dictaran con medio siglo de atraso. Entretanto, es

frecuente que historiadores de nota, absortos en el estudio del pasado,

ignoren detalles de la vida actual que les serían utilísimos como

elementos de comparación: por un error de concepto, les parece

despreciable averiguar cuanto vale hoy el trigo, ó como se carga, ó que

ventajas se obtienen usando máquinas segadoras en lugar de hoces.

Detenida la Historia de Santa Fe en 1850, p. ej., sería desesperante. Nos

mostraría como vivieron sobre la inhospitalaria región muchas

generaciones fatigándose ante la pérdida de una cosecha, y otra, y otra

más, ante la evidencia de que en diez, de que en doce años seguidos

hubiese sido imposible extraer una sola bolsa de trigo de la llanura

inmensa y áspera. Importaría conservar la tristísima convicción

trasmitida de padres á hijos, de hijos á nietos, de que eternamente habría

de ser inseguro el esfuerzo de los hombres dedicados á labrar la tierra, y

de que eternamente se ocultaría la miseria detrás de cualquier accidente

metereológico. Mediante la agregación de nuevos factores que obraron

con posterioridad á 1850, tal convicción es hoy errónea.

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Como la estadística es una ciencia moderna, esclarecer cualquier punto

relativo á un pasado lejano requiere extraordinaria labor: durante mucho

tiempo se consideró patriótico falsificar, magnificándolos, cuantos datos

se refiriesen al país. Los elementos de crítica á nuestro alcance solo

permiten obtener ideas aproximadas, y en ocasiones el argumento de Sir

Walter Raleigh se torna exacto.

Supongamos, por ejemplo, que se trata de establecer relaciones exactas

entre los precios del trigo en Santa Fe el año 1600 y él año 1900: imposible

averiguar lo relativo á 1600, como no sea por las transacciones aisladas

cuyo recuerdo se ha conservado, por el valor de los productos en

localidades vecinas, ó en años anteriores (que también se conocen

imperfectamente), ó por los precios que las autoridades solían fijar.

Ahora bien: ¿marcaron esas pocas transacciones el verdadero precio

corriente? ¿Fueron respetados los precios oficiales? ¿En qué relación de

calidad estaban los trigos de 1600 con los de 1900? Tan difícil es saberlo

con precisión absoluta, como esclarecer si en la primera fecha alguna

alteración accidental de la moneda ó del trueque modificó los valores

aparentes, ó si alguna aceración en la capacidad de la fanega modificó las

cantidades vendidas.

No disponemos de archivos completos. La Historia de Santa Fe debe

estudiarse, parte sobre el terreno, parte en los archivos de Buenos Aires,

Córdoba y Asunción, parte en los archivos españoles. Algunos

documentos están en el Brasil, en el Perú y Bolivia; muchos se han

perdido; otros se conservan por simples particulares. Tan poca

importancia se ha atribuido á la materia, que en los últimos tiempos

cantidad de documentos (240 cajones, de un metro cúbico cada, uno), se

deterioraron en la Aduana de Buenos Aires como mercancías olvidadas;

y en el archivo de Santa Fe es fama que los papeles viejos sirvieron más

de una vez para liar el tabaco que fumaban las tropas acuarteladas en

momentos de revolución. El año 1893 luciéronse con ellos parapetos.

Tomemos ahora como fuente de información topográfica los mapas de

un hombre que gozó de cierta, reputación entre los marinos de su tiempo:

Sebastián Gaboto, piloto mayor de la Casa de Contratación de Sevilla. Hé

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aquí como aparece la cuenca del Río de la Plata en el planisferio que se le

atribuye (1544)10:

Años antes, Diego Ribero pintaba así el mismo territorio (1529):

10 Para mayor claridad he suprimido los nombres, dejando sólo las líneas generales.

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Si ésta es la idea que del terreno formábanse los Almirantes, huelga en

verdad citar «mapas de la época» como elementos de precisión. Casi

todas nuestras actuales cuestiones de límites, reagravadas por la

costumbre de cambiar de nombre á las localidades, obedecen á errores

geográficos: reprodúcese el caso de Azara, buscando en vano sobre el

territorio al Río que sobre el mapa dividía á las posesiones portuguesas

de las españolas, en el corazón de la América del Sud.

*

* *

Dos premisas falsas contribuyen á dificultar el estudio de la vida

americana: el prestigio de que Europa ha rodeado á sus hombres y sus

cosas, y la fábula que España en particular mantiene acerca del «pasado

esplendor de su imperio». Siguiendo esas premisas –y haciendo de la

simple antigüedad un argumento – llégase á la conclusión de que vale

más el viejo que el joven, el muerto que el viejo, y á igualdad de muertos,

el más antiguo. Las sandalias de Scipión el Africano resultan así elemento

histórico muy superior al que representarían los botines de un prócer

actual: la Historia reviste aspectos de inventario de ropavejero. Por

análogas razones muchas personas que admiran al gran Aquiles

vistiéndose con los despojos de Héctor, desprecian á los gauchos de

Estanislao López que desvalijaron á su prisionero el general Paz en

condiciones menos crueles; y por ellas también –y á despecho de la

estadística – se resiste el espíritu á aceptar que las diez escuadras juntas

de la «Invencible Armada» de Felipe II, no reunieran más buques que los

traídos por Whitelocke en su expedición contra Buenos Aires.

Ese falso criterio produce erróneas concepciones de conjunto. En

verdad, la cabeza del caudillo Ramírez puesta en una jaula á principios

del siglo XIX para escarmiento de aventureros rapaces, parécese bastante

á las de los caudillos chinos enjauladas á principios del siglo XX por

ejércitos rusos y japoneses. La expulsión de los judíos bajo Felipe II, ó las

matanzas de la San Bartolomé, tienen puntos de contacto con los actuales

desórdenes antisemistas, la expulsión de las congregaciones ó las

barreras opuestas á la inmigración asiática. El reciente saqueo de Pekín

por tropas civilizadoras que amparaban á misioneros cristianos, recuerda

por desgracia la conducta de los heroicos vencedores de San Quintín. El

sistema de los oficiales belgas en el Congo no difiere gran cosa del usado

por los compañeros de Cortés y de Pizarro en los territorios americanos.

Los autos de fe celebrados con gran pompa en la plaza del Quemadero,

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asemejáronse sin duda á los sacrificios religiosos de los sacerdotes

aztecas. Mejoran los medios de producción y transporte; pero los

sentimientos humanos evolucionan apenas.

Sin duda es poco edificante que un general santafecino fuese

oficialmente declarado «Ilustre Protector de las Leyes» el año 1841,

«Infame desertor de la santa causa de la federación» el año 1843, «Jefe de

división del gran ejército libertador» en Enero de 1852, «Traidor

desterrado para siempre del territorio de Santa Fe meses después, y

finalmente «Gobernador de la Provincia» el año 1856, mereciendo que se

le conceptuara símbolo del orden, la justicia, la libertad, el valor y la gloria, en

esas circunstancias. Pero tan exagerados calificativos fueron simple copia

de los que en Europa recibían generales similares, sin excluir al conocido

«Héroe de ambos mundos» Giuseppe Garibaldi. La literatura oficial

resentíase de mal gusto, sencillamente. El «Caballero sin miedo y sin

tacha» ó el «Rey Sol», fueron creaciones tan humanas como el Emperador

«Hijo del cielo» y el coronel «Lanza Seca».

Hubo prisioneros degollados en las llanuras argentinas; pero ese

respeto á la tradición caballeresca, unido á la accidental escasez de

pólvora, no bastaría para pretender que tales ejecuciones exteriorizaron

más barbarie que la exhibida hacia la misma época por las tropas

inglesas, que atacaban en, la India sus prisioneros á las bocas de los

cañones. Aún hoy, la ejecución de prisioneros continúa cuando es posible

hacerles caer bajo la denominación de espías.

*

* *

En cuanto al «pasado esplendor de España», no resiste á un examen

detenido. Refiéresele habitualmente al período en que bandas de

guerreros españoles, sucios, desharrapados, analfabetos, llenos de

cicatrices y escapularios, alquilábanse á capitanes católicos, quienes

mediante contrata, asaltaban para los reyes, poblaciones no católicas y

susceptibles por lo tanto de ser saqueadas sin escrúpulo. Y como durante

ese período España explotó las minas de Méjico y el Perú, dedúcese que á

la fiereza de sus hijos unió el poder material del oro.

Ahora bien: á despecho de las colosales sumas que suponíanse

procedentes de América, chocó siempre á los historiadores el hecho

innegable de que los monarcas españoles atravesaran en plena bancarrota

ese pasado esplendoroso. Carlos V., con un déficit que apenas llegaba á

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3.000.000 de $ oro, vióse obligado á empeñar cada año las rentas del

siguiente, mientras sus tropas, atrasadas en catorce pagas, lanzábanse al

pillaje desnudas y hambrientas. Para coronarse en Italia, fuéle necesario

al Emperador hipotecar al Rey de Portugal en 350.000 ducados tan solo,

todas sus posesiones de las Molucas. Bajo Felipe II, creciendo el déficit á

pesar de que las rentas españolas eran apenas superiores á las que hoy

tiene Bolivia, dióse el caso de que la Contaduría Mayor no tuviese fondos

para atender una libranza de cuatrocientos reales. El monarca, buscando

hacerse de fondos, vendió empleos y títulos de nobleza y hasta

legitimaciones para hijos de clérigos. A su muerte crecieron los apuros y

disminuyeron las rentas: España declaróse en cesación de pagos, y Felipe

III tuvo que apoderarse, como recurso supremo, de 250.000 pesos que sus

súbditos traían de América. Bajo Felipe IV, no quedando ya nada que

empeñar, el Rey vendió á simples particulares sus propios vasallos y su

propia jurisdicción, enajenando así el derecho de nombrar empleados y

hasta la soberanía que según él, Dios en persona le había confiado. Carlos

II obligó á sus empleados á trabajar gratis durante un año, en tanto que

Felipe V, su sucesor, no pudiendo afrontar la desesperada situación,

llegaba hasta hacer devolver á los particulares las alhajas que reyes

anteriores les habían regalado ó vendido.

*

* *

En presencia de semejante pobreza comenzóse á investigar cual había

sido el rendimiento real de las fabulosas minas; y tras pacientes estudios

se ha comprobado, con la aproximación que la estadística permite, que

producían poco.

El cálculo de Humboldt, relativo al oro y á la plata sacados de América

durante tres siglos, arroja un promedio anual de trece millones de pesos

oro. De esta suma correspondía al Rey, un quinto (20 por ciento); y así,

Humboldt estima en poco más de 1.500.000 oro lo que producían al fisco

las minas de Perú y Bolivia (Méjico exclusive). Canga Arguelles, el

erudito autor del Diccionario de Hacienda, compilando documentos,

obtiene cifras parecidas. A estar á sus informes, todos los caudales que de

América ingresaron en el erario oscilaron alrededor de los guarismos

siguientes:

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Bajo Felipe II . . . . . 6.600.000 reales

Bajo Felipe III . . . . . 22.000.000 »

Bajo Felipe IV . . . . . 38.500.000 »

De ser ello exacto, resultaría que durante los años más ricos el rey en

cuyos dominios el sol no se ponía, con todas sus minas juntas no hubiera

podido costear el actual presupuesto de la municipalidad de Buenos

Aires.

La fábula resalta aún con mayor claridad si se compara el rendimiento

de las minas modernas con el de las que hace cuatro siglos llenaron de

ilusiones á los aventureros españoles. A fines del siglo XVII América

producía anualmente 7750 kilogramos de oro y esta cantidad apenas fué

superada hasta que á fines del siglo XVIII decayó la industria,

arruinándose por completo con el movimiento separatista de principios

del siglo XIX. Ahora bien: en 1906 la producción mundial de oro fué 78

veces mayor, correspondiendo á las minas del Transvaal 187.000

kilogramos.

En otro orden de ideas, corresponde al período de Carlos V y Felipe II

la triste gloria de haber castigado con la pena de muerte á quien leyese ó

tuviera en su poder libros heréticos, y con las penas de confiscación y

destierro á quien escribiera ó leyera sin permiso especial los restantes11.

No son vicios modernos el alfabetismo, la crueldad y la intolerancia

religiosa: en pleno «siglo de oro de la literatura española», acudían las

damas á la plaza para ver como ardían los herejes en la hoguera;

procesábase por la Inquisición á Bartolomé de las Casas, á Ignacio de

Loyola, á Fray Luis de León, á Fray Luis de Granada y á Santa Teresa de

Jesús; el tormento continuaba incorporado á las prácticas judiciales; las

ciudades solían carecer de cementerio; y la ciencia distaba poco de

aquella situación producida bajo Felipe IV, en la que una junta consultiva

de médicos resolvió que las frecuentes pulmonías comprobadas en

Madrid reconocían por causa la sutilidad del aire, y que el remedio

consistía en llenar las calles de basuras y residuos cuyas emanaciones

cargasen la delgada atmósfera.

*

* *

11 Novísima Recopilación, Libro VIII, Tít. 16 y 18.

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Ante la evidencia de las cifras citadas más arriba los adoradores del

pasado recurren á un argumento viejo ya. «Los que – dicen – la potencia

adquisitiva del dinero fué antes muy superior á la que le conocemos.

Hace tres siglos comprábase con un peso lo que hoy requiere diez.»

Este argumento –que va contra el hecho innegable de haber las

máquinas abaratado la producción – no puede apreciarse sin establecer

relaciones exactas entre los precios y las calidades de los productos. Para

ello faltan datos suficientemente amplios.

Circunstancias accidentales modifican ofertas y demandas: hacia 1552

valía una gallina en las minas de Potosí de cuatro á seis pesos, y tres

reales plata un huevo, precios bien distintos de los que en esa fecha

tenían tales productos corrientemente. Además complica la cuestión el

defectuoso sistema de pesas y medidas usado por los españoles en sus

posesiones americanas.

Pero á despecho de tales dificultades, fácil es deducir que en general no

eran las cosas las que valían menos, sino las personas las que vivían con

menos comodidades: la vida incómoda, resultaba naturalmente más

barata.

Es exacto que algunos artículos –la carne entre ellos – al transformarse

en productos exportables han aumentado de precio en América (de

acuerdo con los elevados precios que se pagan á quienes los llevan á

Europa) y que los operarios de hoy, trabajando con máquinas modernas

y métodos mejores, exigen con razón mayor jornal que el pagado á los

poco eficaces operarios del pasado. No es menos exacto que donde las

condiciones del trabajo han permanecido inalteradas los sueldos han

corrido parecida suerte. Un indio gana hoy en los obrajes del Chaco

cincuenta centavos papel, diarios: bajo Felipe III la Recopilación de Indias

le asignaba un real y medio plata12.

12 Cada peso plata valdría hoy en derredor de $ 1.81 papel, si se computaran los 8 reales á

razón de 80 centavos oro. Latzina saca una equivalencia de 2.47 papel (fines del siglo

XVI) mediante la siguiente fórmula:

X= 1 peso plata

1 peso plata= 1 onza de plata= 9 x 28.7 gramos

10

15 gramos plata= 1 gramo oro

9.1666 x 7.988 grms. oro= 1 £ esterlina= $ oro 5.004

1.000

De donde

15 x 9.1666 x 0.7988 X= 9 x 28.7 x 5.044

X= $ oro 1.09

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 19 --

Un peón de estancia ganaba en el siglo XVIII de seis á ocho pesos plata

mensuales, esto es casi los catorce ó quince pesos papel que hasta hace

poco siguió ganando donde no se requerían conocimientos especiales

para tratar al ganado.

Los soldados, cuyas condiciones tampoco han sufrido gran alteración,

disponían de ocho pesos en aquel tiempo, y de cien un capitán de

dragones.

Siguiendo la escala, encuéntrase la misma semejanza entre los demás

sueldos tenida en cuenta la importancia de los servicios respectivos. El

año 1570 ganaba 4000 ducados el gobernador Ortiz de Zarate, suma que

rebajóse á 3000 al dividirse en dos la gobernación, hacia 1615. Si se

recuerda que todo el Río de la Plata era entonces muy inferior en

población é importancia á lo que es hoy nuestro territorio del Chaco, fácil

será comprobar que el gobernador actual de esa región goza un sueldo

equivalente al que gozara, don Diego de Góngora13. Don Pedro de

Ceballos, siglo y medio después, disfrutó de quince mil pesos plata

anuales por gobernar un país incomparablemente menos importante que

la actual provincia de Santa Fe.

De aquí puede deducirse á priori que los productos alimenticios no han

podido sufrir gran alza. El trigo valía normalmente de dos á tres pesos

plata en Santa Fe á fines del siglo XVI; hasta hace poco, ha ocurrido que

los chacareros tuvieran que cederlo á menor precio cuando la cosecha

resultaba abundante y no tenía salida. El alza actual parece imputable á

un conjunto de circunstancias extraordinarias.

Desde principios del siglo XVII hasta mucho después, valió el vino en

el Rio de la Plata tres veces más de lo que hoy cuesta: ni para decir misa

podía usarse. El azúcar fué artículo de lujo, abaratado hoy en siete veces

su valor pasado: debido á ello la población acostumbróse á beber amargo

el mate. La sal fué también escasa, oscilando en derredor de ocho pesos la

fanega, sin perjuicio de venderse hasta á cuarenta algunas veces. La

yerba, cuya explotación y cultivo no ha sufrido casi alteraciones, vale

como antes más ó menos14.

Es en la carne y en la tierra donde se nota el enorme aumento que

funda la opinión aludida. Pero si la tierra ha centuplicado su valor bueno

es recordar que ha centuplicado también su productividad. Cuando una

Habitualmente cada peso plata tuvo 8 reales, aunque en ocasiones llegó á tener solo 6. 13 Nombramiento de Góngora, Diciembre 16 de 1617. Archivo de Indias. 122-4-6. 14 Durante la primera mitad del siglo XVII, solo por excepción llegó á venderse el pan tan

barato como hoy.

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

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legua se cambiaba por un traje, solo producía lo que el traje costaba. Es lo

que hoy sigue notándose: las leguas improductivas y lejanas valen poco.

En la Buenos Aires de 500 habitantes, un solar de terreno valió lo que

vale hoy en cualquier colonia pobre y alejada del comercio. Lo mismo

ocurre con las casas: elévase su alquiler; pero de ningún modo pueden

ellas compararse á los ranchos de paja llenos de insectos, donde en medio

de yuyales vivieron los americanos, de Felipe II durante el «pasado

esplendoroso».

*

* *

De lo que precede se deduce que no ha sido mi ánimo escribir una

Historia matemáticamente exacta: al agrupar hechos relativos al pasado

de Santa Fe solo he deseado producir una impresión de conjunto que se

aproxime á la realidad como se aproxima á ella un censo, por ejemplo.

Solo mantengo, un orden cronológico riguroso cuando el

encadenamiento de los sucesos lo requiere: comparo épocas y no años

aislados. Para juzgar á los hombres, casi invariablemente utilizo una

fórmula humana: hicieron lo que pudieron. A veces, descendiendo al

detalle, con el exclusivo objeto de subrayar una situación determinada, he

seguido inspiraciones que podrán ser tachadas de subjetivas: como

espiritualmente lo recuerda Anatole France, no disponemos de regla que

permita distinguir cuándo un hecho merece por su importancia ser

incorporado á la Historia, y cuándo por su propia insignificancia debe

reputarse no histórico.

Este Ensayo, producto de varios años de labor, representa pues un

esfuerzo incompleto, un simple esbozo de lo que podría hacerse para

obtener deducciones prácticas aproximando el pasado al presente, ó

mejor dicho, utilizando al pasado para explicar el presente y no para

desacreditarlo. No pretendo haber agotado la materia, y desde luego

espero que algunas de mis aserciones serán rectificadas: tal es la suerte de

todas las Historias que los hombres escriben. En estos estudios que

interesan á la colectividad, el nombre del autor es un simple accidente

destinado á desaparecer tan pronto como se creen oficinas especiales,

susceptibles de coleccionar para los hombres del porvenir observaciones

exactas y completas acerca de las dificultades de la vida en el presente.

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 21 --

2

EL primer hecho que salta á la vista en la Historia del Río de la Plata, es

la despoblación del territorio que los españoles iban á conquistar. Si se

considera el corto número de familias á quienes hoy sustenta la pesca y la

dificultad con que cazaban hombres que carecían de caballos y armas de

fuego, fácil es deducir que los veinticinco mil indios que Garay aseguró

haber repartido al fundar á Santa Fe15, ó no existieron, ó se congregaron

allí por un motivo accidental, viniendo desde largas distancias. Probable

es que «inflara» la cifra, para dar importancia al país y atraer colonos. Era

el único medio de propaganda disponible, atenta la carencia, de minas.

Esos veinticinco mil indios de 1573 no llegaban á seiscientos cuando en

1608 el Obispo invocaba la pobreza de la región para obtener subsidios16.

El año 1672, había escasamente mil en las cinco únicas reducciones

existentes sobre las cinco mil leguas cuadradas de la actual provincia, y

seis años después sólo ciento veinte pagaban tributo. Hacia la misma

fecha no llegaban á cuatrocientos los que en Buenos Aires tributaban y

casi lo mismo pasaba en Corrientes. Corrobora estos datos, el hecho de

que el colosal imperio jesuítico, favorable ensayo de población india

realizado pacientemente por más de un siglo, apenas excediera de cien

mil habitantes en sus mejores tiempos.

Aunque en esas cifras no se incluían los indios «bravos», las

expediciones militares llevadas contra ellos permiten colegir que también

eran pocos. Cuando en 1673 entró al Chaco el Gobernador de Tucumán,

recorrieron las armas españolas cien leguas sin encontrar más que 1.600

aborígenes, mujeres y niños inclusive. Poco después, el Gobernador

Robles de Buenos Aires, visitando su provincia no llegó á encontrar 8.000

sobre una superficie de mil leguas cuadradas. Y en todo tiempo

escasísimas guarniciones –á veces simples piquetes en fortines – bastaron

para detener sus avances.

Así y todo, constituían un problema complicado y era necesario

tenerles en cuenta. Con los llevados á España por Gaboto, resolvióse la

cuestión metiéndolos en un monasterio; pero con los de América no se

15 Dos siglos después, no existían aún 25.000 habitantes en la provincia. 16 Carta del Obispo del Paraguay al Rey. Santa Fe, 22 de Noviembre. Archivo de Indias, 74-6-47.

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 22 --

podía hacer lo mismo. Tentando soluciones, el Rey declaró que eran

hombres libres; ordenó se les quitaran las armas y se les enseñase la

doctrina cristiana; acordóles el derecho de matrimonio; y finalmente,

dada su relativa incapacidad, resolvió ENCOMENDARLOS á los buenos

sentimientos de los colonos, quienes recibieron así una especie de

CURATELA DE INCAPACES parecida á la que hoy mantiene como

novedad el Código Civil de Holanda. En la práctica tal curatela tuvo todo

el aspecto de una transacción por la cual los indios pagaban al Rey como

libres y vivían en poder de los encomendaderos como esclavos. Y como el

monte y el desierto estaban próximos, escapáronse dejando en pié el

problema.

Tolerarlos no era posible, porque asaltaban á los pobladores blancos

destruyendo su obra. Reducidos, negábanse á trabajar ó lo hacían por

períodos cortos, en forma ineficaz, huyendo luego. Pensóse sujetarles en

pueblos, llegando los españoles hasta arar la tierra, darles la semilla,

sembrarla, y edificarles chozas mientras ellos contemplaban inactivos:

vano empeño. Los indios prefirieron desbandarse á trabajar. No estaban

obligados á hacerlo según las ORDENANZAS de Alfaro; y en tales

condiciones, agruparlos significaba complicar la cuestión sin objeto.

Fracasados así los sistemas de esclavitud, trabajo obligatorio, trabajo

libre y concentración, quedaba el último recurso: suprimirlos. Esto

mismo fué difícil porque se cometió el error de interesarles en las luchas

de los blancos, utilizándolos como soldados: aunque baratos, ofrecían

graves inconvenientes, no siendo el menor su falta de ánimo. Además, si

bien con la conquista habían perdido parte de la tierra, habían adquirido

en cambio caballos, lanzas y vacas que acrecieron su temibilidad.

Empero, el alcohol y las epidemias los fueron diezmando; y con el

perfeccionamiento de las armas de fuego fué posible dominarles

definitivamente en el último cuarto del siglo XIX. Hoy, salvo algunas

escuelas mantenidas por religiosos, y algunos grupos sueltos que bajan

del Chaco á trabajar por temporadas en los obrajes del Norte, puede

decirse que prácticamente no hay indios en el territorio de la provincia.

*

* *

Visto el fracaso de los aborígenes como elemento de trabajo –y ante la

insalvable necesidad de brazos – una compañía inglesa logró interesar al

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 23 --

Rey de España en el negocio de vender en Buenos Aires negros cazados ó

comprados en la costa de África. Llovieron protestas, por que cada buque

negrero contrabandeaba á la ida y á la vuelta y obstaculizaba así el

monopolio de los comerciantes españoles; pero Su Magestad –que

llevaba una parte en las ganancias de la Campaña – hizo oídos de

mercader á semejantes reclamos.

Inhumano y brutal como el negocio era, parece comprobado que por

aquel entonces favoreció á los negros. Sujetos en su país á la crueldad de

reyezuelos feroces, la libertad resultaba para ellos un don bien penoso. La

Compañía facilitábales el medio de emigrar á comarcas donde bien

pronto halláronse á sus anchas; tanto, que ante el exhuberante desarrollo

de la raza en el Brasil y las Antillas, cabe preguntar si los blancos

conquistaron esas regiones para Europa ó para el África.

Transformados en mercancías, debieron los negros ser transportados y

alimentados con el cuidado que todo capital merece. El amo tuvo interés

en que el esclavo viviera mucho, curara sus dolencias y produjera la

mayor cantidad de hijos posible. La ley inspirada en ese interés, sólo fué

cruel para evitar la deserción. Alguna que otra vez, damas de fuste

pidieron á la justicia aplicase la ley 6, Título 5, Libro 7 de la Recopilación

de Indias, que prohibía á las negras y mulatas libres usar manto, alhajas ó

sedas; pero á parte de esa futileza y del derecho teórico de marcarles –

rara vez ejercitado, hasta que en 1784 se le derogó – los esclavos fueron

tratados con la lenidad que hoy sigue mereciendo el servicio doméstico

en las provincias interiores. Conservaron sus costumbres, su música, algo

de su idioma y hasta ciertas fórmulas políticas inofensivas. Las feroces

cacerías de «negros cimarrones» con perros, fueron desconocidas entre

nosotros.

Escasa fué la influencia de este elemento étnico en el Río de la Plata

porque debido á la pobreza del país entraban pocos esclavos

anualmente17. Los que no pasaban á Bolivia quedábanse en Buenos Aires

y Córdoba, trabajando en las pocas industrias posibles: el resto del país

casi no los conoció. Al producirse el movimiento separatista fueron

incorporados al ejército y en él dieron su sangre humildemente: nada

pedían, y en ocasiones lléveseles á las filas desde los doce años. Los claros

que abrió la guerra no pudieron llenarse porque suprimida la esclavitud

cesó para los africanos la posibilidad de emigrar á las llanuras

17 El precio de los negros fue variable. Tomados en conjunto los 13.129 introducidos desde

1588 hasta 1655, se saca un promedio de $ 113 plata por cabeza.

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

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americanas, y aislados así los pocos sobrevivientes han desaparecido casi,

disueltos en la enorme ola de inmigrantes blancos que Europa ha volcado

sobre el Rio de la Plata en los últimos cincuenta años. Esto, unido á la

falta de una población india suficientemente densa, ha hecho que la

República Argentina sea hoy la nación más blanca del continente.

*

* *

La noble figura del misionero, que fiado en su elocuencia y en su cruz

se lanza á civilizar el desierto sin disponer de armas, ni de capitales, ni de

preparación suficiente siquiera, bien que exagerada injustamente en otros

lugares de América, revistió algunas veces en Santa Fe contornos reales.

Empero el caso no fué general.

Ya Alvar Núñez, cuenta las dificultades que le acarreaban dos frailes

que iban delante de la tropa despojando á los indios de sus víveres18; ya

semejanza de é] muchos de los jefes posteriores anticipan las amargas

quejas que hacia 1672 arrancaba esa situación al Obispo de Buenos Aires:

«Holgárame tener en mi obispado clérigos y ministros de tanto

espíritu, y celo en las almas,, que se aplicaran á ir á todas estas

reduccioneis á doctrinar aquellos indios sin ningún interés

temporal. Pero nada de esto se halla por acá; sino que la primera

cosa que se asienta en tratando de enviar un ministro, ha de ser

asignarle el estipendio necesario para su sustento<»

Un siglo después (1784) era el Rey en persona quien haciéndose cargo

de la situación, encargaba á su Virrey el Marqués de Loreto, la remediase:

«Tengo entendido que cuando se piden religiosos para algunas

partes ó provincias de guerra ó frontera y TIERRAS POBRES, –y

se envían con tanta costa de mi real hacienda, como lo tendréis

advertido, luego que llegan á esos dominios fingen algunas causas

y escusas y se quedan en el paraje que mejor les parece, de manera

que por maravilla llega alguno á la parte donde vá consignado, y

así queda en pié la necesidad y mi hacienda gastada sin provecho y

los dichos religiosos llenan los conventos donde, no hacen ningún

fruto; y que la causa de esto es que cuando alguno quiere venir á

18 COMENTARIOS. Colecc. Rivadeneyra, XXII, 554.

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 25 --

estos reinos á negocios que se le ofrecen, procura con sus prelados

que le den recaudos para pedir y llevar los religiosos, PORQUE, CON

ESTO ALLÁ LE DAN DINERO PARA QUE VENGA Y ACÁ PARA

RECOGER Y LLEVAR LOS RELIGIOSOS<»

Nada más humano que esta actitud de los inculpados. Atravesando un

período en que la religión era industria lucrativa, abandonaban los sitios

de poca producción. En las campañas del Rio de la Plata el diezmo era

escaso, no había escuelas que regentear, los indios que pagaban eran

poquísimos y los blancos casi no utilizaban el Registro Civil á causa de

las distancias: nacían, se casaban y morían sin haber visto el campanario

de una iglesia, ni sospechado que fuera necesario rezar credos ó costear

curas.

Hubo es cierto, hacia el trópico y fuera de los límites de Santa Fe, un

ensayo de colonización religiosa en grande escala: las MISIONES

JESUÍTICAS. Pero ese ensayo, salvo las eternas querellas entre los frailes,

no afectó á los pobladores blancos del Rio de la Plata bajo el punto de

vista de la religión: fué simplemente un TRUST de la yerba mate,

hábilmente dirigido por sacerdotes de diversas nacionalidades que en

muchos casos ni siquiera aprendían el idioma.

Aún los monarcas españoles llegaron á adaptar á la necesidad sus

convicciones religiosas

Carlos V, permitió que sus soldados saquearan á Roma asaltando

conventos; y él mismo, poniendo en práctica un sistema que hoy

reprueba el Código Penal, exigió al Papa 400.000 escudos de rescate por

dejarle en libertad con los cardenales prisioneros. El fanático Felipe II,

vendía legitimaciones para hijos de clérigo, sin perjuicio de invitar al

mismo tiempo á los Obispos á casar solteronas y obligar á los

Gobernadores á que exportasen á la Metrópoli cuantos maridos

anduvieran lejos de su consortes. Mientras los españoles se cubrían de

rosarios, Felipe V expulsaba al Nuncio de sus dominios y cerraba con

Roma toda comunicación oficial. Más tarde, cuando Carlos III, el Rey

liberal, se apoderó del dinero de los jesuitas desterrándolos de sus

dominios, vióse al Papa Clemente XIII negarse á admitirles y dejar á

aquellos hombres en la molesta situación que hoy aflige á los anarquistas

calificados. ¿Qué dirá el cielo? exclamaba el Pontífice, quejándose al Rey de

la expulsión; y á poco, el gobernador de Civita Vecchia recibía orden de

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cañonear á todo buque español que intentase desembarcar jesuitas en los

Estados Pontificios19.

Más que el ideal es la necesidad quien marca rumbos á la especie

humana. Tan pronto como la religión suministró medios de vida,

aprovéchesela para vivir: á la pobreza que el Rio de la Plata ofreció

durante siglos se debe el que no exista entre nosotros el problema

religioso. En determinada situación los. curas criollos fueron

importantísimo elemento separatista, actuando como consejeros letrados,

como congresales, como profesores: la serena figura del. Dr. Amenábar

no será fácilmente olvidada en Santa Fe. Posteriormente, el Gobierno

vióse obligado á desatender las necesidades del clero, ante las estrecheces

del tesoro público requerido por un exceso de partidarios más hábiles y

más temibles. Hoy, no existe en la Provincia un partido religioso

suficientemente fuerte; suele ocurrir que en las colonias no haya iglesia; y

la casta sacerdotal, que acepta inmigrantes extranjeros de dudosa

preparación, dista mucho de actuar como una potencia en los destinos

del país.

19 Lafuente, Historia de España.

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 27 --

3

Esparcida por España la noticia de que al otro lado del Atlántico

existían países en los que era posible enriquecerse, algunos negociantes

españoles pidieron permiso al Rey para lanzarse á conquistarlos.

Cuando mediante el esfuerzo de esos negociantes S. M. se encontró con

títulos de posesión á un inmenso territorio, pensó en el acto explotar el

capital que la suerte ponía en sus manos. Como consecuencia, los

españoles de América viéronse sujetos á rigurosa expoliación por parte

de sus compatriotas de España. Prohibióse el comercio libre, apoderóse

el soberano de una buena parte de los productos que los particulares

sacaban de las minas del Perú y Méjico, creáronse trabas de todo género.

Y al lado de esta primera diferencia entre España y América, surgieron

diferencias y monopolios entre las diversas ciudades del nuevo mundo.

El Rey se decidió por Sevilla contra América y por el Perú contra

Buenos Aires. No pudo hacer otra cosa. Elevada la piratería al rango de

profesión ilustre, toda carga de valor tenía que ir escoltada por navíos de

guerra; y no disponiendo el Rey de dos escuadras sino apenas de una,

forzoso le fué dedicarla á proteger la vía del norte, que, sirviendo á

Méjico, las Antillas y el Perú, permitía el retorno seguro de los galeones

conductores del producto de las minas. Buenos Aires, en el sud,

constituía un camino más expedito para Bolivia; pero ni podía dar salida

á los productos de Méjico y Perú, ni su comercio local requirió más de

doscientas toneladas por año en los primeros tiempos. No costeaba una

escuadra, y forzoso fué conceptuarlo como menos importante que las

posesiones del norte. Sus habitantes viéronse pues obligados á surtirse

vía Panamá-Callao-Arica con los artículos de desecho que llegaban al Rio

de la Plata después de atravesar á mula las 600 leguas que mediaban

entre el puerto y el sitio de consumo.

Semejante situación no podía tolerarse por los habitantes del Rio de la

Plata estando como estaban en la posibilidad de comerciar con Europa

por el Océano Atlántico, sin trasbordo alguno. Buenos Aires carecía de

minas, no estaba muy poblado y no producía cosa apreciable; pero era un

puesto que guardaba la entrada del país contra piratas y extranjeros y

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 28 --

que estaba en contacto con los otros puestos escalonados sobre el camino

de Chile (San Luis, Mendoza, San Juan), sobre el del Perú (Córdoba,

Santiago, Tucumán, Salta, Jujuy) y sobre la frontera del Chaco (Santa Fe,

Asunción). Necesario era atender sus reclamaciones. Y como la «Casa de

Contratación» negábase á arriesgar buques para un tráfico inseguro de

doscientas toneladas anuales, llegóse á una transacción ajustada á las

circunstancias: los habitantes del Rio de la Plata y Paraguay podrían

comerciar con España en lo sucesivo, vía Atlántico, siempre que lo

hicieran en buques propios, no exigiesen escolta, y no compitieran con el

comercio del norte llevando mercaderías al Perú. A este efecto creóse en

Córdoba, á principios del siglo XVII, una aduana destinada á impedir el

paso hacia el Perú á los productos desembarcados en Buenos Aires y

Santa Fe, –aduana, que, agrupando en su derredor una pequeña

guarnición y algunos representantes del negocio de la yerba, constituyó

un núcleo hacia el que convergieron ciertas industrias.

Un detalle no tenido en cuenta, vino á modificar substancialmente la

situación. Las pampas rioplatenses, desprovistas de piedra y de árboles,

producían pastos y permitían al ganado defenderse fácilmente contra sus

enemigos naturales. Poco á poco, –y al amparo de la despoblación del

territorio – esos ganados (vacas y caballos) fueron creciendo y

propagándose hasta el punto de constituir una riqueza é influir sobre las

costumbres de los escasos habitantes. La región empezó á producir

cueros y á exigir navíos, para negociarlos: cuando no vinieron buques

españoles, la fuerza de las cosas obligó á buscar embarcaciones

extranjeras y el contrabando quedó organizado como institución regular.

No teniendo el Rey escuadra para proteger eficazmente al comercio del

Rio de la Plata, tampoco la tuvo para perseguir el fraude: hasta dióse el

caso de que lo fomentara. Por otra parte, España ni siquiera producía lo

que pretendía monopolizar: compraba géneros á otros países y los

reexpedía luego, embolsándose una comisión arbitraria.

Comprar y vender directamente á Europa fué entonces el problema

vital del país. Potosí, teóricamente encargado de costear el «situado» de

Buenos Aires, hizo cuanto pudo por obligar á los porteños á buscar dinero

por otros medios: favorecer el contrabando era favorecerse á sí mismo.

Vióse pues á la guarnición de Buenos Aires seguir viviendo aunque se le

atrasaban DIEZ Y OCHO AÑOS de sueldo20; vióse á un jefe de la

escuadra real usar sus naves para introducir clandestinamente el hierro

20Cartas del Gobernador de Buenos Aires al Rey. Años 1715 y 1716. Arch. de Ind. 76-3-4 y 76-

1-30.

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-- 29 --

que faltaba21; vióse á un empleado sustituir la palabra «buques» á la

palabra «pesos» y descargar toda una flota en lugar de la insignificante

suma que se le concedía; y vióse finalmente al mismísimo Virrey

contrabandear POR CUENTA DEL ESTADO, en cierto momento en que

necesitábase tabaco y lo había en las posesiones portuguesas, inmediatas.

21 Año 1738.

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4

Bajo la dominación real, gobernar era un negocio concedido por Dios á

sus hijos predilectos para que lo gozaran con toda su familia: si Dios

arruinaba de este modo á los súbditos la cosa era irremediable y quedaba

el camino de ir á entregar al cura los centavos restantes para asegurarse

mejor sitio en la otra vida. Teóricamente, este sistema especializaba el arte

de gobernar y ofrecía ciertas garantías de preparación en los

funcionarios; prácticamente, transformó al gobierno en una institución

incapaz de llenar sus dos fines primordiales: mantener orden y

administrar justicia.

De tarde en tarde, dábase en Europa el caso de que los nobles

obtuvieran garantías de los monarcas: la Carta Magna, por ejemplo. Pero

no se había dado el caso de que «el pueblo» las consiguiera eficazmente;

y así, cuando los habitantes de algunas ciudades de España se animaron

á seguir á sus caudillos contra el Rey, planteóse una cuestión que ofrecía

cierto aspecto de lucha entre el gobierno, y el pueblo. La batalla de

Villalar demostró que aun estaban lejanos para el pueblo los tiempos que

deseaba. Rodaron algunas docenas de cabezas y el Rey procuró tomar

precauciones para que su negocio no ofreciera entorpecimientos en el

futuro.

Si estas precauciones eran útiles en España, en América resultaban

indispensables ante la furia con que los conquistadores se destrozaban

por arrebatarse un gobierno que ningún pueblo les había confiado:

Francisco Pizarro, descubridor del Perú, unido á sus parientes, mató á su

socio Almagro; un hijo de este, mató á Pizarro; Vaca de Castro hizo

degollar al asesino; su sucesor fué muerto por otro Pizarro, quien á su

vez cayó degollado por un inspector real que iba á poner orden.

El Rey pensó entonces eliminar el nepotismo entre sus gobernados de

América. Fijó término á los oficios –bien que siguiera vendiéndolos con

algunas limitaciones – suspendió la concesión de Adelantaz-gos, prohibió

á sus Virreyes que llevasen á América hijos, yernos ó nueras, estableció

que en las elecciones de los Cabildos no se concedieran votos á parientes

y ordenó á sus Gobernadores y Corregidores se abstuvieran de efectuar

nombra-mientos similares. Pero en el Rio de la Plata tales restricciones no

podían cumplirse: había poquísimos pobladores, casi todos ellos

parientes inmediatos desde que los matrimonios enlazaban unas familias

con otras. El cuñado y el yerno representaron obstáculos insalvables. Bien

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-- 33 --

es verdad que hasta mediados del siglo XVIII el actual territorio

argentino fué solitario asiento de unos cuantos puestos avanzados donde

nada tenía que hacer la entidad «pueblo soberano.»

*

* *

La administración real resentíase de muchos defectos, no siendo el

menor una extraordinaria desconfianza hacia sus subordinados.

Pululaban los empleados con escaso sueldo, preparación nula y funciones

incompletamente definidas, contribuí-yendo á fomentar el desorden, la

distancia, la falta de comunicaciones, el exceso de controles inútiles y el

hecho de que jamás un monarca español pisara tierra americana.

De tarde en tarde enviaban las ciudades diputados ó procuradores á la

Corte con reclamos de todo género dirigidos casi siempre á repetir la

vieja queja contra el Perú y su monopolio, á minar reputaciones con

chismes de vecindario, ó arruinar á las ciudades inmediatas; y tras

larguísimo expedienteo, –informes del Virrey salvando el Océano en

buques de vela, informes del Consejo de Indias, informes del Fiscal22–

solían quedar las cosas como estaban, ó porque se aburrían los

interesados ó porque el caso era irremediable ante la falta de recursos. La

pobreza más espantosa fué en todo tiempo característica del coloniaje

español en el Rio de la Plata: faltaba moneda circulante, faltaban colegios,

faltaban materiales de construcción, faltaba todo23.

En tales condiciones, los estancieros del Rio de la Plata no se resignaban

á ver perdida por los campos la carne de ganados que constituían su

única probabilidad de alcanzar riqueza. Es posible que los ganaderos

españoles tuviesen interés en evitar competencias, y que el Rey, de

acuerdo con la política de la época, entendiese que era justo considerar á

las colonias como simple fuente de recursos para los metropolitanos: otro

tanto hacía Inglaterra con sus posesiones del norte. Pero, si eso explicaba

la situación, no la remediaba.

22 Durante el siglo XVII salía producirse esta situación: el Gobernador de Buenos Aires

recibía orden de buscar y detener en su jurisdicción á un sujeto. Arrestábalo, y por

intermedio del Virrey del Perú –distante mil leguas que salvávanse á mula – preguntaba

á España qué se hacía con el preso. Un año después no había llegado la respuesta. 23 Hasta en las calles faltaban pavimentos porque ni había piedra, ni los habitantes habrían

tenido dinero para herrar sus caballos y sus rodados.

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Poco á poco se fué viendo claro en estos fenómenos y las clases

dirigentes se dividieron en dos partidos netamente contrarios: por una

parte, los propietarios de campos (estancieros, labradores) que deseaban

franquicias para la exportación á fin de elevar los precios de sus

productos llevándolos adonde valieran más, y al mismo tiempo querían

franquicias para la importación á fin de recibir baratas las mercaderías

extranjeras; por otra parte, los comerciantes importadores de Buenos

Aires, que tenían interés en estorbar el comercio libre y mantener bajo el

precio de los frutos del país que recibían en cambio de los artículos

importados. Los primeros tendían á encarecer la carne y la tierra (vacas y

alquileres) permitiendo á los criollos el consumo de artículos europeos

(tejidos, herra-mientas, productos alimenticios) y al gobierno un aumento de

renta en las aduanas; los segundos, manteniendo bajo el precio de la

carne, ofrecían á las clases pobres (gauchos) la seguridad de que la vida

continuaría siendo fácil y bárbara en el Rio de la Plata: bajo su monopolio

dióse el caso de que fueran rellenados con trigo los pantanos de Buenos

Aires. Con la baratura de las vacas el país continuó vegetando

oscuramente, sin ilustración, sin confianza en sus destinos, sin prensa

digna de tal nombre. España persistió en desechar el presagio de

Montesquieu (LES INDES SONT LE PRINCIPAL, L'ESPAGNE N'EST QUE

L'ACCESSOIRE), y cada vez se veía con más claridad que el negocio de

explotar estas regiones requería otro empresario.

*

* *

Aparte de otras muchas conveniencias de orden intelectual y político,

la independencia del Rio de la Plata ofrecía dos ventajas inmediatamente

utilizables: transformar en nación sin deudas, sin clases privilegiadas y

sin estrecheces territoriales, lo que hasta entonces fuera la última

provincia española de ultramar; y conceder algunas libertades, fáciles de

aplicar en el Virreynato. La comisión que España acostumbraba á cobrar

sobre los géneros europeos importados, bastaría para cubrir con exceso

los gastos del nuevo régimen. Se operaba sobre la aduana de Buenos

Aires, las vacas de la pampa, las minas de Potosí, la yerba de las Misiones

y el tabaco del Paraguay.

Desgraciadamente el grupo separatista era un tanto heterogéneo:

mientras en él algunos veían claras las ventajas de separar la industria

pastoril de las restantes y reducir la independencia al territorio hoy

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 35 --

argentino, otros soñaban con seguir unidos al eterno enemigo (Perú), y

muchos más, limitábanse á buscar negocios inmediatos, grados militares

ó cargos elevados.

Siendo una de las bases del nuevo sistema las miradas de aduana, todas

las ciudades que tenían puerto entendieron que no había razón para que

el «comercio libre» solo pudiera hacerse libremente por Buenos Aires,

como los del gobierno provisorio lo pretendían desde el principio. En

realidad ambas partes tenían razón. Pero como no se llegara á un

acuerdo, y se perdieran con la guerra las minas, los yerbales y el tabaco,

surgieron gobiernos autónomos apoyados por las clases populares, que

perdido todo, querían por lo menos conservar sus vacas y tener carne

barata. La aduana decayó bien pronto: no había con que pagar los

artículos á importarse.

Cada una de las entidades autónomas así formadas –especie de

principados que recordarían la actual situación de las repúblicas de

Centro América si hubiesen tenido mayor importancia – fué dotada por

su jefe de una SALA DE REPRESENTANTES cuyo objeto exclusivo era dar

aspecto republicano á la monarquía que continuaba imperando, y poder

distribuir algunos puestos entre los partidarios políticos que de ese modo

pasaban á ser «honorables» ó «excelentísimos» sin el prestigio ni los

inconvenientes de los grados militares. En efecto, constituía un grave

problema el exceso de jefes surgidos durante la guerra contra la España y

las disputas locales. Hacia 1822 se procuró separarles de la carrera,

dándoles una indemnización parecida á la que votó el Congreso bajo la

presidencia Quintana hace pocos años; pero eran tantos los existentes,

que no fué posible pagar lo prometido. Once generales (entre los que

figuraban muchos de los que actuaron en el movimiento separatista:

Saavedra, Azcuénaga, Terrada, Balcarce, Pueyrredón, French), sesenta y

tres jefes y ciento ochenta oficiales, encontráronse fuera del escalafón. El

gobierno siguió careciendo de recursos para satisfacer á todos los que

hacían profesión de la política y de la guerra.

*

* *

Ante la ausencia de capitales y la falta real de entradas de aduana,

evidenciada casi á raíz del movimiento separatista, volvieron los criollos

sus ojos hacia el capital extranjero, y la solución de todos los males,

pareció radicar en un empréstito exterior garantido por el gobierno. Pero

al tentarlo, ocurrió una objección bien lógica: no era posible contratar con

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

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simples jefes militares que no se entendían entre sí, carecían de

estabilidad, habían escalado el poder por la fuerza, y en cierto modo eran

simples rebeldes contra la autoridad de España, no definitivamente

destruida aún en el continente. Exigían los futuros prestamistas alguna

garantía seria de que el país ó los jefes que derrocasen á los contratantes,

habían de considerarse solidariamente responsables de lo contratado. En

una palabra, hacía falta la PERSONERÍA JURÍDICA.

No bastó á ese efecto la declaración formal de la independencia de las

«Provincias Unidas del Rio de la Plata» – independencia que existía de

hecho: los prestamistas exigían la justificación de que todas las provincias

estaban unidas, y eso no era posible.

Varias – Santa Fe inclusive – no quisieron enviar representantes al

Congreso que declaró la independencia y hasta se negaron abiertamente

á obedecerle. Otras, como las del Alto Perú, permanecían semi-ocupadas

por las tropas españolas. Además, aún existiendo la unidad invocada,

hacía falta explicar cuales eran las condiciones en que ella se realizaba.

Más claro, requeríase la Constitución; y para redactarla no fué posible

obtener un acuerdo inmediato entre los jefes de grupo. Diversas

tentativas orientadas en tal sentido fracasaron, y las entidades autónomas

fueron consolidándose como resultado de la divergencia de opiniones y

de intereses.

Interín se llegaba al avenimiento impuesto por los prestamistas, las

aldeas despobladas que pretendían ser estados federales tuvieron que vivir sin

el dinero extranjero: solo Buenos Aires obtuvo un pequeño empréstito,

insuficiente á todas luces, el año 1824. Mientras, rodaba por el mundo la

sonora frase «América para los americanos» amparando esas evoluciones

de seiscientos mil habitantes distribuidos en trece estadas; y la región

tornábase inhabitable hasta el punto de que cuando hacia el año 1830

llegó el viajero inglés Head á la capital del estado autónomo de San Luis

preguntara á su guía donde estaba la ciudad. No le parecieron tal los

pocos ranchos que bordeaban la fangosa carretera.

*

* *

Las circunstancias en que se produjo la independencia del Rio de la

Plata, crearon una situación de fuerza que teóricamente podía definirse

así: no habiendo en el país libertades, un grupo de hombres selectos

tomaba á su cargo la misión de redimir á las muchedumbres

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

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embrutecidas por siglos de opresión y oprobio. Como consecuencia

inmediata, la MINORÍA libertadora tuvo el DERECHO de apoderarse del

gobierno por la fuerza y mantenerse en él hasta tanto el pueblo, libre de

sus tiranos y educado suficientemente, pudiera utilizar las libertades que

conquistaban algunos hombres generosos. Y como la causa era sagrada,

ningún respeto debía merecer la opinión de los contrarios á ella.

En otros términos: si los pueblos embrutecidos no querían la libertad

ofrecida, se les libertaría á tiros y sablazos, sin tolerar que una elección

libre y amplia, permitiera á las mayorías destruir con su voto la obra

regeneradora. Así, cuando grupos surgidos más tarde, entendieron que el

primitivo estaba en error, no hubo más solución que la violencia: el

DERECHO DE REVOLUCIÓN quedaba incorporado á la vida cívica argentina.

Al abrigo de ese derecho independizóse de España el Virreynato y el

Paraguay del Rio de la Plata. Cuando algunos habitantes del Uruguay

resolvieron anexar su territorio al imperio vecino, la diplomacia brasilera

esgrimió ese mismo derecho contra la argentina; y hace pocos años, esta

misma no ha vacilado en reconocer oficialmente que la provincia de

Panamá tuvo el derecho de disgregarse de la República de Colombia.

Por falta de límites precisos, el ejercicio de este derecho fué bastante

peligroso y ocasionó trastornos tan injustos, que en verdad la revolución

apareció algunas veces como un simple triunfo de los más fuertes ó de los

más sanguinarios, esto es, como una variante del DERECHO DE CONQUISTA.

Por una parte, era el propio grupo levantado en armas quien resolvía (en

conciliábulos secretos casi siempre) si mediaba ó no la conculcación de

libertades invocada para recurrir á la fuerza; por otra parte, habiendo

sido grupos pequeños los que espontáneamente OTORGARON al pueblo

algunas de esas libertades antes de que éste las reclamara en comicios

inatacables, cabía siempre la posibilidad de que nuevos grupos venidos

más tarde fueran los verdaderos intérpretes de la libertad. Los elementos

del pueblo que actuaban cómo soldados en defensa de los partidos

respectivos, iban á la guerra sin que su opinión personal pesara gran

cosa: sujetos á la ominosa ORDENANZA MILITAR, les estaba vedada toda

expresión de voluntad contraria á las órdenes del jefe. Librados á sus

propios impulsos, habrían considerado al caudillaje como la más genuina

expresión de la democracia. Nada más difícil que resolver si estaba en lo

cierto uno ú otro de los grupos que se hacían fuego bajo el entusiasmo de

la misma frase: ¡LIBERTAD, LIBERTAD, LIBERTAD!

El señor García Mérou, en su interesante HISTORIA DE LA DIPLOMACIA

AMERICANA, hace notar que uno de los argumentos invocados contra la

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

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república de Colombia por los Estados Unidos, para impedirle oponerse

á la independencia de la provincia de Panamá el año 1903, fué

precisamente el exagerado ejercicio que del derecho de revolución habían

hecho los colombianos durante la segunda mitad del siglo XIX. No es mi

ánimo establecer comparaciones insostenibles hoy; pero creo útil recordar

que en algunos casos se ha llevado la tolerancia entre nosotros, hasta

extremos, que permitieron transformar en delito político á un simple delito

común, tan pronto como se excusó el acto con el deseo de arrebatar á las

víctimas ó á sus amigos, determinados cargos públicos. He aquí un

ejemplo, que felizmente no constituye regla general24 :

El 17 de Noviembre de 1875 la policía de Buenos Aires descubrió un

complot urdido por veinticuatro sujetos que carecían de vinculaciones

sociales, financieras, militares ó políticas: proyectaban simplemente

asesinar al Presidente de la República y apoderarse del gobierno

derramando rios de sangre, á fin de que el terror supliera la falta de

popularidad. Difícilmente se encontraría un ejemplo en que el asesinato

trasparentase con más claridad propósitos de lucro personal: los

conjurados no encabezaban partido alguno (como no fuera su propio

complot) ni invocaban otro programa ni otra teoría social que su

ambición. Y bien: fué revocada por la Suprema Corte Nacional la

sentencia del Juez que los condenó como criminales vulgares, porque –

decía el Procurador General doctor Eduardo Costa –:

«<siempre resultará que no se proyectaban por semejante plan

delitos comunes, homicidios ni robos, sino simplemente LA

MUERTE DE ENEMIGOS POLÍTICOS EN COMBATE, Y RECOMPENSAS

PECUNIARIAS Á LOS AFILIADOS, en caso de éxito. Y de estos hechos

son culpables los conspiradores de todos los tiempos, sin que esto

desnaturalice el carácter del complot ni tenga por la Ley otra

agravación que la multa pecuniaria agregada al destierro».

Bien es verdad, que casi desde los comienzos de la independencia, los

anti revolucionarios, los partidarios de la monarquía caduca, esgrimían

una fórmula más absurda aún. Por boca de Metternich, la SANTA ALIANZA

–notable nombre para pacto tan indigno – condenaba la teoría libertaria

en Leybach, el 12 de Mayo de 1821:

«Los cambios útiles ó necesarios en la legislación y

administración de los Estados, no deben emanar sino de la

24 Adopto la versión consignada en el respectivo fallo de la Suprema Corte Nacional.

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

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voluntad libre, del impulso reflexivo é ilustrado DE AQUELLOS A

QUIENES DIOS HA HECHO RESPONSABLES DEL PODER<»

*

* *

Cuando después de ocho lustros de violencias y de miseria, el

descubrimiento de nuevas aplicaciones del vapor y la creciente necesidad

que Europa sentía de comerciar con América permitieron entrever la

posibilidad de un cambio radical en la vida económica del Rio de la Plata,

la conveniencia de vivir en paz y poblar el desierto quedó evidenciada.

Los jefes de grupo llegaron en 1852 á un avenimiento general entre cuyas

diversas bases contábanse las siguientes:

1ª Supresión de la pena de muerte por causas políticas.

2ª Duración limitada del P. Ejecutivo sin reelección inmediata.

3ª Independencia de cada jefe para distribuir los recursos locales.

4ª Supresión de aduanas interprovinciales y apertura de los ríos al

comercio mundial.

5ª Creación de un poder central con recursos propios (en el que

estuvieran representadas las 14 provincias contratantes) á quien se

confiarían en garantía de la fórmula, las relacionéis exteriores, el

comercio, la legislación general, la moneda, la administración de Justicia

á los extranjeros, el ejército y la solución de las controversias

interprovinciales.

Así nació la CONFEDERACIÓN ARGENTINA y se dictó en Santa Fe la

Constitución Nacional de 1853, aceptada siete años después por la única

provincia que al principio se negó á reconocerla, y que con su inclusión

posterior en el grupo dio origen á la actual República Argentina en 1860.

Con esta fórmula alejábase bastante la monarquía de derecho divino.

Poco á poco la prohibición de reelegir y la «infidencia del sucesor»

introdujeron nuevos elementos, y á su amparo evolucionó lentamente la

fórmula republicana representativa de gobierno que constituía el punto

de mira. Con la Constitución, el orden y la apertura de los ríos llegaron

los soñados empréstitos, los capitales y los brazos extranjeros que debían

suplir la falta de habitantes sobre las tierras incultas. Mediante la paz y

un buen sistema de comunicaciones, la llanura que los héroes

ensangrentaran en otrora, tornóse el refugio de todos los hombres de

buena voluntad que quisiesen fructificaría. Un desatentado abuso del

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crédito complementó la obra, coronada definitivamente por grandes

reducciones en los precios de costo de los cereales, mejoras en los

métodos agrícolas y el descubrimiento de que muchas tierras tenidas por

improductivas debido á la sequedad de su superficie, eran susceptibles

de producir. Los jornaleros europeos fertilizaron con su trabajo el

desierto inmenso, y quedó demostrado que precisamente el momento en

que los españoles sacaron más dinero de lo que fuera el Virreynato del

Rio de la Plata, llegó cuando el gobierno español no tuvo bajo su

jurisdicción una sola pulgada del territorio. Entretanto, como se elevó el

precio de la carne (regulado por los mercados exteriores) y se

encarecieron las tierras, el gaucho que vivía al abrigo de esos dos factores

se vio obligado á cambiar de hábitos ó desaparecer.

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 41 --

5

Sin duda una Historia desprovista de genios y de héroes difiere

bastante de la que aprenden los niños en las escuelas. Carece de brillo y

de majestad, en cuanto permite á los sucesos seguir una marcha

accidentada entre las alternativas que la lucha por la existencia impone á

la conducta de los hombres; pero en cambio nos muestra á la vida, difícil

y estrecha mientras métodos de producción insuficientes exacerbaron la

codicia (temor al hambre de mañana), fácil y amplia conforme el pasado

se aleja con sus errores económicos y sus violencias. Al través de ella:

vemos que el presente es tan solo el pasado corregido, desprovisto de

algunos dolores inútiles.

Examinando á los hechos como simples consecuencias de las

NECESIDADES del momento, toda la guerra civil se explica sin esfuerzo.

Para luchar contra España, improvisáronse militares; y esos hombres, al

entrar á la carrera –reputada profesión noble – tuvieron el derecho de

creer que ascenderían por simple antigüedad y que su nuevo empleo era

de carácter vitalicio: siguen esas calidades caracterizando al gremio

militar.

Concluida la guerra, el gobierno les abandonó por falta de recursos:

debió amargarles tal ingratitud, surgida sin querer, de las circunstancias.

Sin duda se repartieron el país en 1820 y fusilaron en 1828 al gobernador

constitucional de Buenos Aires; pero hay que tener presente que la

distancia aproxima las fechas, y que no fueron tan seguidos los

movimientos del período anárquico, como hoy nos parecen tomados en

block: á veces transcurrieron años sin que en el territorio de una

provincia ocurriesen hechos de armas.

Con frecuencia los hombres del siglo pasado lucharon por conseguir

puestos públicos; pero al mismo tiempo concedieron libertad de

imprenta, separaron de España á la región, abolieron la esclavitud,

rompieron la tutela pontificia y encauzaron la opinión hacia la forma

republicana de gobierno. El móvil en este caso es secundario. Forzando la

argumentación, podrá demostrarse quizás, que los curas, criollos y la

prensa, hicieron falta para la propaganda contra el Rey; que los esclavos,

al ser declarados libres, fueron llevados gratis al ejército; que la libertad

de comercio no tuvo más objeto que aumentar, con las entradas de

aduana, el caudal partible; y que la independencia obedeció á motivos

egoístas. Pero toda esta demostración, caso de ser posible, no impediría

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probar también que al lado de los rapaces hubo honestos; que no fué

simple egoismo lo que hizo morir en campos de batalla ó en calabozos

españoles á muchos voluntarios que espontá-neamente abandonaban sus

hogares; que en algunos casos los hombres del gobierno renunciaron á

sus sueldos; que los esclavos, pasada la guerra, fueron iguales á los

demás hombres; y que jamás bajo el régimen caído hubiera la humanidad

podido acudir en masa, como hoy acude, á poblar y fecundar este pedazo

del continente americano que durante siglos fué el estéril albergue de las

escorias españolas. Tampoco impediría demostrar que en definitiva

salieron perdiendo quienes trocaron su modesta vida colonial por los

efímeros honores que la revolución les concedió; cesó para ellos la

seguridad personal y casi todos hubieron de sufrir en el destierro las

ásperas mordeduras de una miseria impuesta por sus propios paisanos.

Mirándolos sin odio y sin amor, es dable comprobar que se encontraron

en una situación difícil: sobre los seiscientos mil habitantes del

Virreynato, apenas algunas docenas dábanse cuenta de lo que pasaba.

Los restantes, verdaderas masas bárbaras, –apasionadas ó indiferentes –

para nada necesitaron prensa libre, clero nacional, independencia, ni

autonomía económica.

Así es que, al hablar de «democracia» ó de «autoridades constituidas»,

refiriéndolas á aquellas llanuras donde erraban gauchos que, como el

árabe, creían que donde entra el arado entra la vergüenza, se comete una

impropiedad. No había posibilidad de gobierno republicano, y sin duda

la guerra favoreció la dictadura: por eso, las frases de la nueva

propaganda escasamente tuvieron al principio otra aplicación que servir

de membrete al papel oficial en que se decretaba la violación de todas las

libertades públicas y privadas. Escribirlas fué útil: poco á poco, al amparo

de la paz las frases tornáronse realidades, confirmando la hermosa teoría

de Fouillée acerca de las IDEAS-FUERZAS.

*

* *

Admitido que los héroes desempeñen en la Historia el papel de

ficciones destinadas á cimentar la nacionalidad y servir de ejemplo á los

jóvenes, cabe una objección: ¿á qué remover sus cenizas aventando esa

gloria tranquila del sepulcro que aisla su recuerdo en una atmósfera de

cristalinas serenidades?

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-- 43 --

Y bien, no se trata de eso. Un oscuro instinto nos hace venerar al

pasado: diríase que agradecemos á los hombres de ayer nuestra vida

actual, producto de dolores humanos acumulados. Por respeto á la vida,

es hermoso perdonar AL QUE HA VIVIDO. Pero por respeto á la salud de las

generaciones futuras, es bueno recordar también que con frecuencia ese

culto engendra odios injustos, y que divinizar las ruinas puede ser un

medio de preparar nuevas ruinas: pasada la necesidad que fomentó la

creación de modelos belicosos es hora ya de ir pensando en otros

modelos, de recordar que la violencia ha tenido solo un valor relativo en

la historia del mundo, y de evitar sobretodo, que las revoluciones futuras

se excusen con el brillo artificial de las revoluciones pasadas. En

cualquier caso, si la Historia ha de cumplir su misión de orientar á los

hombres mostrándoles con claridad el camino recorrido, necesario es que

se estudie metódicamente los fenómenos sociales y se esclarezca cómo

obró la violencia, qué resultados produjo, qué vinculaciones tuvo con la

libertad de sufragio, y qué influencia ejercieron al mismo tiempo sobre el

progreso institucional los hombres de trabajo, los hombres de estudio, y

hasta los propios accidentes de la naturaleza. Porque, –como lo decía el

convencional Zuviría ante el Congreso General Constituyente:

«Si no es justo que una nación rompa abiertamente con su

pasado, no es prudente que lo continúe con las mismas formas que

una larga experiencia ha probado que son disolventes y

perturbadoras25».

25 Sesión del 3 de Mayo.

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 44 --

I

EL PAÍS A CONQUISTAR

Las cinco mil doscientas sesenta leguas cuadradas que ocupa hoy la

provincia de Santa Fe –dos veces el tamaño de la Grecia – teóricamente

debían constituir una de las regiones más aptas para la vida humana:

setecientos kilómetros de costa sobre el inmenso Paraná, abundante en

pescado y navegable siempre; dos grandes fajas regadas por el Salado y

el Carcarañá; espesos bosques en la región del norte; agua potable por

doquier, á 8 ó 10 metros de la superficie; capa de tierra vegetal de muchos

centímetros de espesor; falta de rocas, de arenales y de salinas;

temperatura templada; ausencia de paludismo ó de fiebres endémicas.

Representa sin duda un problema interesante y digno de estudio el hecho

de que tal territorio permaneciera casi despoblado no solo cuando los

indios lo ocupaban sino también durante los tres siglos que subsiguieron

á la llegada de los europeos.

Un examen atento permite comprobar que en ese territorio fértil, llano

y extenso, la naturaleza abandonada á sí misma no ofrecía facilidades

para la vida. Los bosques inmensos, hirvientes en mosquitos y jejenes,

frecuentados por animales feroces, carecían de árboles frutales: en medio

de la lujuriosa vegetación, el indio moría de hambre sino acumulaba en el

momento oportuno las coriáceas vainas del algarrobo. Siglos de

observación y de miseria no le permitieron sacar del monte más alimento

que la harina de esas vainas (patay), el zumo de algunas otras plantas, el

agua sucia conservada entre las hojas del caraguatá y la miel de las

avispas silvestres.

No vivía en toda la región un animal domesticable que pudiera

producir leche, arrastrar un arado ó un carro, ó soportar un jinete. No

había en ella metales ni piedras; de modo que fue necesario fabricar con

madera las armas y los utensilios. El barro, el cuero y el hueso,

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

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suministraron los restantes elementos de civilización haciendo casi

imposible la tarea de preparar la tierra y cavar pozos.

La uniformidad de la llanura, excelente para las modernas máquinas

agrícolas, era motivo de espantosas sequías al borde mismo de los

grandes ríos: mientras llegaba la idea humana de fabricar molinos y

elevar así el agua del subsuelo, el viento dificultó la vida vegetal

resecando la superficie y marchitando las hojas. Al sur del Carcarañá,

donde las barrancas del Paraná no prestaron su abrigo, solo un árbol

pudo sostenerse; y ese árbol, escasísimo, que no daba fruta ni producía

leña utilizable (ombú) apenas si sirvió como punto de referencia, como

accidente geográfico sobre la desolada llanura, antiguo lecho del mar.

Imposible conseguir sobre ella un tronco para hacer fuego.

Llovía con frecuencia, pero así y todo la sequía era inevitable. El sol

hiriendo á la tierra durante el día, evaporaba la humedad favorecido por

el viento; y los vapores emitidos no podían condensarse de noche,

porque á esa hora la irradiación del calor absorbido por la tierra

rarificaba la atmósfera.

El Paraná suministraba peces en abundancia, y en sus islas y riberas

hallábanse nutrias, carpinchos y aves acuáticas; pero ante la falta de

metales y de las herramientas correspondientes, los indios no podían

navegarle sino en troncos horadados á fuego ó en recipientes de cuero. La

gran densidad de las maderas hacíalas poco susceptibles de flotar y de

servir para balsas. Además, el río ensanchábase en su desembocadura,

resultando allí menos profundo y menos abordable desde el océano26.

Irrigar con él no era posible, por la misma falta de herramientas en

primer término y porque de un extremo á otro de los setecientos

kilómetros de la costa santafecina, la diferencia de nivel del agua no

llegaba –ni llega – á un metro por cada tres leguas. Á estas dificultades

debía agregarse otra más seria aún: periódicamente, de Octubre á Marzo,

el río desbordaba en todos aquellos sitios donde la barranca no fuese

superior á dos metros; y tal desborde inutilizaba –é inutiliza aún hoy –

inmensas zonas de terreno. De tarde en tarde, terribles crecientes

extraordinarias elevando cinco y seis metros el nivel de las aguas, cubrían

las islas barriéndolas durante meses con una furiosa corriente de tres y

cuatro millas por hora y arrancando enormes masas de camalotes, sobre

los que se refugiaba la fauna salvaje de la región –cocodrilos, serpientes,

26 El actual paso de Martín García.

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

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venados, tigres á veces – sin otra perspectiva que la de ir á perderse en el

Océano Atlántico27.

Abierta la llanura á todos los rumbos fue característico de su clima

sufrir la influencia de los vientos reinantes. Soplando el sur, temperatura

baja; soplando el norte, temperatura alta. Las heladas en primavera

resultaban tan posibles como el calor prematuro en invierno, que

haciendo brotar las plantas exponía su floración á los subsiguientes

descensos de temperatura.

La falta de montañas, debía teóricamente facilitar el transporte; pero ni

había animales que lo hicieran, ni el suelo, falto de consistencia, resistía

grandes pesos: la menor lluvia dejaba intransitables unos senderos que

no era posible pavimentar por la carencia de piedra.

Dos plagas bien temibles agregábanse para esterilizar el esfuerzo de los

indígenas: las hormigas, habitantes permanentes del territorio, y las

langostas que en nubes desvastadoras bajaban á depositar sus huevos

desde los bosques del trópico.

Del Carcarañá hacia el Norte, empezaba la vegetación natural á

elevarse con infinitas precauciones contra el viento, contra los mamíferos,

contra los insectos y contra las aves. Arbustos chatos y recios, con hojas

pequeñísimas rodeadas de monstruosas espinas donde los guanacos

dejaban girones de su lana, alzábanse retorcidos y achaparrados como

esos productos exóticos que artificialmente obtiene la fantasía japonesa,

formando matorrales en cuyo derredor crecían pastos duros como cerdas

y pululaban pequeños animales –zorros, vizcachas, perdices, armadillos –

en singular contraste con los ágiles avestruces y las esbeltas gamas. Al

amparo de esa primera valla la vegetación se iba alzando cada vez

mayor, cada vez más cerrada contra el viento, conservando siempre más

humedad bajo las copas, hasta que vencido el enemigo las espinas

disminuían y el bosque lujurioso del Chaco entrelazaba su espesísimo

ramaje.

*

* *

¿En qué fecha, llegó el hombre por primera vez al hoy territorio

santafecino? ¿De donde vino? Ambos problemas son tan insolubles por

ahora como el de si fueron ó no seres humanos quienes destruyeron en

27 Tal sigue siendo la situación.

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

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épocas prehistóricas á los enormes animales que vivían en la región y

cuyos restos suelen encontrarse á varios metros de profundidad, entre

capas geológicas manifiestamente ineptas para la vida actual. Ante la

absoluta carencia de datos, los sabios se colocan en ese movedizo terreno

en que las hipótesis científicas se asemejan á fantasmagorías religiosas. Se

ha sostenido por unos el origen asiático de los americanos; por otros, el

origen americano de los asiáticos, partiendo de la base de que el hombre

apareció en América; por otros, la posibilidad de que apareciera simultá-

neamente en diversas partes del planeta. En verdad, lo único que al

respecto cabe afirmar se encierra en la dolorosa confesión de Quatrefages:

Nous ne savons pas28.

Singulares dificultades se oponen á investigaciones de tal género en la

provincia de Santa Fe. No hay en toda ella un túmulo, un monumento,

una inscripción sobre muros en ruinas, que recuerde el pasado indio. Los

nombres de lugares llegan á nosotros al través de la deplorable é

insegura, ortografía de los cronistas españoles; las descripciones antiguas

abundan en imágenes maravillosas; la ubicación de los pueblos indios

cambia de un narrador á otro.

Tratándose de tribus errantes que no edificaban ciudades, la situación

que ocuparan en determinado momento significa poco y no permite sacar

deducciones. Los actuales representantes de la raza que los españoles

encontraron, no fabrican cacharros iguales á los que se encuentran en los

antiguos paraderos abandonados, ni usan las mismas armas, ni

conservan los nombres de tribu en la mayoría de los casos. Han

modificado su idioma y sus trajes y sus costumbres; han aprendido á

servirse de caballos y á usar armas de fuego; no conocen al guanaco,

animal desaparecido ya de Santa Fe; y no es raro verles viajar en tren y

expresarse por escrito.

Basándose en los nombres de lugares, el doctor Vicente Fidel López ha

intentado reconstituir sobre el mapa la marcha de una invasión

colonizadora de los indios del Perú en territorio santafecino. A su juicio,

toda la región norte de la provincia hasta Cayastá (Cay-astak, el puesto

extremo según traduce) exhibe nombres de lugares en idioma quichua,

que no pudieron ser puestos por los pobladores guaraníes que hablaban

un idioma diverso. Pero semejante hipótesis resulta poco fundada si se

recuerda que Cayastá, p. ej., ni era tal puesto extremo ni tenía tal nombre

28 El origen común de asiáticos y americanos, suele referirse á los americanos de las

altiplanicies: los de civilización inferior, (guaraníes, chaqueños) á los primitivos hindúes.

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

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cuando llegaron los españoles. Ahuara puede significar en quichua el

tapir; pero la palabra que se encuentra en Santa Fe no es ahuara, sino

aguará29, y aguará significa en guaraní el zorro. Es muy probable que los

escasos nombres quichuas que hoy marcan lugares en Santa Fe, fueran

puestos después de la llegada de los europeos por los indios del Perú que

les servían de guías, ó que los mismos españoles los aplicaran á pueblos

fundados con indios traídos de regiones lejanas, como en el caso de

Quilmes en la provincia de Buenos Aires. Nada hay, en efecto, que apoye

la hipótesis del doctor López. No se encontró en toda la provincia una

sola fortaleza corno las que los quichuas acostumbraban levantar; no

hubo en ella las colonias militares, características de la invasión quichua;

no hubo caminos ni correos; no hay noticia de que se hallaran quippus30;

y, finalmente, no se cultivaba en ella la papa, profusamente cultivada por

los indios del Perú. Por otra parte, esos indios eran pocos á su vez y no es

probable que intentaran irse á producir maíz en las llanuras desoladas

del sur cuando en los valles de Bolivia obteníanlo excelente. El hombre de

las alturas se aclimata con mucha dificultad en las tierras bajas.

Restan aún dos datos que contribuyen á destruir la hipótesis del doctor

López. Ni el Inca ni Pizarro tuvieron en el Perú noticias de las

exploraciones de Gaboto á lo largo del Paraná, cosa inverosímil si hubiese

existido el presunto «puesto extremo» dado que la llegada de buques

europeos debió constituir una novedad extraordinaria para los

aborígenes. Y cuando más tarde quiso Almagro pasar á Chile, sus

compañeros quichuas le pidieron no afrontara el riesgo de los indios

pobladores de la quebrada de Humahuaca á los que temían y á quienes

no habían podido someter los soldados del Inca. Humahuaca es el paso

para bajar desde el Perú hasta los llanos de Santa Fe, evitando los casi

infranqueables bosques del Chaco.

No es, pues, posible precisar cuales fueron los primeros habitantes de la

región y cuales los que vinieron después31: apenas si podría admitirse la

posibilidad de una exploración llevada á cabo por las razas del Perú; y

29 Aguiá ara, que es un animal distinto del zorro de la Pampa.

30 Los «quippus» eran unos flecos con nudos puestos de cierta manera, que suplían en forma

rudimentaria á la escritura. Algo así como el «rosario» de los cristianos analfabetos: un

aparato para recordar ó llevar cuentas.

31 Puede darse por comprobado que las razas de la llanura recibieron el nombre de

«quirantis» (cisandinas), transformado luego por los españoles en el de quirandis,

quirandos ó querandíes: este último en el que hoy usamos.

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

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con ella, el problema del origen y emigraciones de los indios americanos

queda tan obscuro como el de los orígenes del hombre mismo. De

semejante exploración no se ha conservado dato alguno. Los indios no

sabían escribir. Con frecuencia, los españoles tampoco. En el mejor de los

casos, tardaban en dominar los idiomas locales, escribiéndolos mal por

no ser adaptables sus sonidos guturales á la ortografía castellana. Desde

la llegada de los europeos muchas tribus se han extinguido, otras se han

mezclado con blancos, con negros y con otros indios, y otras han

degenerado minadas por el alcohol y las enfermedades.

En la provincia de Santa Fe su clasificación no ofrece gran ventaja

desde que todas ellas, sufriendo la influencia del medio, vivieron de un

modo parecido á orillas del Paraná y sus afluentes. Debió ocurrirles lo que

hoy á los colonos de todas las nacionalidades conocidas que vienen á

establecerse en el país y dedicados á producir las mismas cosechas, viven

y visten de igual modo, concluyendo por entenderse en el mismo patois.

Toda tentativa de clasificación fracasaría, por lo demás, atentos los datos

incompletos, inexactos y contradictorios que han quedado á nuestro

alcance. Los Chiriguanos unas veces aparecen como raza especial, otras

como Guaraníes. Los Mbayás reciben el nombre de Guaycurúes y el de

Caduveos. Las palabras Charrúas, Yarros y Yaros, posiblemente han servido

para designar tribus análogas. Los Timbúes ó Atembúes ó Timbas, resultan

Mecoretáes según cierta versión del año 1573. Cayastás y Quiloazás, se

asemejan. No nos han llegado los sonidos sino las ortografías al través de

personas que carecían de ortografía segura y opinaban que visto un indio

estaban vistos todos.

Partiendo de la base de que algunas raíces expresaran profundos

conceptos filosóficos (de donde podrían derivarse conceptos afines), se ha

intentado establecer conexiones de raza fundadas en la filosofía de los

respectivos idiomas; pero aparte de la dificultad que en sí mismo ofrece

el problema de las razas, los ensayos orientados en tal sentido han

fracasado: al salir del campo de las hipótesis se comprobó que los indios

no daban á esas palabras el sentido abstracto que les atribuían los

investigadores. Ni siquiera eran capaces de tener ideas abstractas de

cierto género. Tales palabras fueron inventadas por los misioneros, en su

afán de traducir una filosofía que ellos mismos dominaban á medias.

Todo lo que puede hacerse en la materia –sin olvidar la observación de

Azara32 – es enumerar las diversas denominaciones que han recibido los

32 Viajes, Cap. X. – «Ni los conquistadores ni los misioneros han pensado jamás en hacer una

verdadera descripción de las diferentes naciones indianas, sino únicamente, los primeros

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

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primitivos habitantes de Santa Fe33, denominaciones que probablemente

no tuvieron más importancia para la vida de la especie humana que las

actuales de «porteños», «rosarinos», «coronderos». El hecho de que

algunos nombres de aves –Nazalaó, Caracará – designasen ríos ó lugares,

no debió significar más que nuestros actuales «Venado Tuerto», «Chañar

Ladeado», «Las Avispas».

*

* *

Sea cual fuere el origen de esas tribus, lo positivo es que eran pocas y

vivían miserablemente destruyéndose en contínuas guerras locales. No

pudieron dedicarse á la ganadería porque el guanaco era indomesticable:

cazaron y pescaron á lo largo de los ríos dejando deshabitado el interior

de la provincia falto de agua. El cultivo del maíz hubiera significado para

ellas decisivo progreso á no resultar tan aleatorias las cosechas: asado, ó

triturado en morteros de palo y hervido luego, constituía un alimento tan

aceptable como la carne que ponían al fuego sin quitarle el cuero. No

tenían arados: quemado un bosque y abonada la tierra con las cenizas,

esperábase á que la lluvia permitiera abrir con una estaca los hoyos en

que se echaba la semilla. Cuando por exceso de lluvias ó heladas

prematuras ó invasiones de langosta ó sequías prolongadas perdíase la

exigua plantación, fuerza era volver á cazar y pescar, utilizar la harina de

algarrobas para pan y consumir el poco pescado seco que se hubiese

conservado. Semejante vida hacía inútil la edificación de casas. A cada

instante necesitaba la tribu cambiar de ubicación en busca de mejores

sitios, ya que los animales muertos en la caza no resisten sin

descomponerse más de dos ó tres días de transporte, y este lo hacía el

propio cazador sobre sus espaldas. Siendo transitoria la ocupación de los

lugares no hubo propiedad de la tierra; y ante la falta de carros y bestias

de carga, tocó á las mujeres la penosa tarea de trasladar á hombro los

cueros y las estacas que constituían el hogar, vigilar los hijos y cuidar las

provisiones, en tanto que los varones avanzaban con sus armas prontas,

en realzar sus proezas y los segundos en ponderar sus trabajos. Con estas miras, han

aumentado infinitamente el número de los indios y de las naciones» (Revista Nacional, I.

124).

33 Avipones, mocovís (mbocovís), tobas, vilos, calchaquíes, tocagües, mocoretáes, calchines,

quiloazas, lulassas, corondas, timbúes, querandís, chandes, caracaráes, guaraníes y

guaycurúes.

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

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listos para saltar sobre la presa ó rechazar al enemigo. Con esos medios

de locomoción la tribu apenas si viajaba á razón de un kilómetro por día,

viéndose obligada á fabricar frecuentemente vasijas de barro para

abandonar las viejas, cuya fragilidad y peso significaban un acarreo

molesto.

Los habitantes de tan provisorios hogares poseían rudimentarias ideas

de belleza personal: la pintura del rostro y de los cacharros de cocina, y el

uso de collares hechos con despojos animales, ofrecían sin duda alguna

semejanza con las actuales prácticas de las mujeres europeas. Eran toscos,

sucios y sanguinarios; pero la imputación de canibalismo que se les hizo

no resulta probada al través de los cuatro siglos de lucha que contra los

blancos mantuvieron.

Políticamente, constituían pequeñas demo-cracias ambulantes. No

había en el territorio un «gobierno central» sino simplemente caudillos

que arrastraban á los cuarenta ó cincuenta guerreros de cada tribu: solo

en casos especialísimos un Parlamento de esos caudillos votaba la guerra ó

la paz y elegía general en jefe, telegrafiando con hogueras la ruptura de

hostilidades. Carecían de ejércitos permanentes y hasta de la posibilidad

de formarlos, ya que cada hombre comía lo que cazaba y guerreaba por

cuenta propia, á pié, con flechas, lanzas, garrotes y piedras redondeadas34

que lanzábanse á distancia por medio de una tira de cuero ó fibras

vegetales.

No había obras públicas que hacer, ni empleados que nombrar, ni

impuestos que votar: los «electores» en lugar de pagar sueldo á su

caudillo, dábanle una parte del botín de caza ó le suministraban el maíz

que necesitara para vivir holgando. Distaron mucho los indios de Santa

Fe de la pesada tiranía que afligía á los del Perú, más civilizados, quienes

entregaban anualmente el 66 % del producto de su trabajo al Inca y á los

sacerdotes del Sol, por partes iguales. Frente á los indisciplinados y

serviles súbditos de Felipe II, pudieron creerse hombres libres.

Este gobierno indio cuya tutela hereditaria manchábase con actos

feroces á impulsos de la embriaguez, no dictaba leyes puesto que para

nada hacían falta: cada individuo del grupo sabía tanto como sus vecinos,

y de cacique abajo fuerza era que todos se vistieran con cueros en

invierno, calzaran sandalias contra las espinas, y anduvieran medio

desnudos en verano. Apenas si de tarde en tarde la piel de algún animal

34 Importadas de otras regiones.

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raro produjo sobre los hombros del jefe cierta idea de majestad,

complementada con adjetivos sonoros equivalentes á los que se atribuían

entonces los reyes indios del Perú: «espléndido» (Tupac), «ilustre»

(Yupanqui), «rico» (Capac). Terminado el vínculo accidental de la guerra

disolvíase el parlamento y cada cacique continuaba sus fáciles tareas de

dirigir las relaciones exteriores del grupo, vigilar la educación espartana

de los jóvenes, hacer justicia en los poquísimos casos en que á ello le

llevaba algún interés y demostrar valor en todos los momentos. El

homicidio y el robo perpetrados contra extraños, sólo fueron delitos

cuando motivaban dificultades con los grupos vecinos.

Mentalmente, parecíanse los indios á nuestros actuales analfabetos:

carecían de escritura, contaban por los dedos hasta agotar manos y pies

(dos decenas), no conocían el dibujo, expresábanse por medio de idiomas

sencillos y aglutinantes, y vivían víctimas de todo género de

supersticiones conservando á pesar de ellas una dosis de buen sentido

que con frecuencia puso en aprietos á los misioneros españoles que

intentaron reducirles á la fe del Dios blanco importado entre alabardas,

capacetes y mozos de cordel. En materia de medicina, sus curanderos

usaban ventosas aplicadas con la boca, y también sebo, aislamiento y

palabras extrañas: cuando á despecho de esos remedios moría el enfermo,

en algunas tribus del sur se procuraba matar al médico. Lloraban

plañideras en los funerales y el luto practicábase con mutilaciones que

suplían la imposibilidad de evidenciarlo sobre los raídos cueros del traje.

No conociendo más sistema de iluminación que la hoguera, natural es

que al llegar la noche, entristecidos por la oscuridad y el silencio,

contemplaran el firmamento infinito y adquiriesen así las mismas

nociones astronómicas que nos recuerda la mitología infantil de los

griegos. Desde luego el trueno, el rayo y el viento, tornáronse en dioses

como todo lo inevitable y terrible. Para los mocovíes, el sol y la luna

constituían un matrimonio y por el cielo corría sin cesar un avestruz (la

constelación «Cruz del Sur») perseguido por perros en presencia del

quirquincho, la pava del monte y las perdices –nombres correspondientes

á otras tantas constelaciones. Ideas semejantes abrigaban las demás tribus

y teorías igualmente peregrinas explicaban el diluvio: unas veces, no

pudiendo el sol mantenerse en lo alto sin puntales, había dado en el río

colosal zabullida motivando la inundación; otras, cierto Noé guaraní –

Tamandaré – subiéndose á una palmera tan pronto como su amigo Dios

(Tupá) le avisa que ha proyectado transformar la tierra en un gran charco,

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evita la destrucción de la especie. Para los indios ribereños el cielo era un

lugar delicioso donde abundaba la pesca.

La constante emigración de las tribus impedía existieran iglesias

permanentes, bien que parece ser hubo entre los calchaquíes sepulcros

consagrados, y que fue práctica preparar con fines religiosos unos cañizos

que rociábanse con sangre de guanaco para dotarlos de propiedades

milagrosas. Lo evidente es que faltos de ídolos limitáronse á temer á los

diversos dioses que –dentro de su especialidad respectiva – se ocupaban

en la ingrata tarea de dañar á la humanidad india. Los guaycurúes

llevaron su arrojo hasta esgrimir exorcismos contra la tormenta y pelearla

con palos y flechas. Pero sino había templos, había sacerdotes que

explotaban los vagos terrores de la tribu, prestándole de paso positivos

servicios porque su sagacidad debió sin duda transformarles en fuente

perpetua de investigación y estudio sobre los vegetales y animales de la

región. Al amparo de su falsa investidura, ejercieron saludable influencia

como consejeros.

Tales eran los habitantes del territorio, que en el transcurso del siglo

diez y seis viéronse bruscamente en contacto con los hombres blancos

que venían del otro lado del océano en buques de cubierta, trayendo con

su codicia y su crueldad, armas de fuego, instrumentos de metal, semillas

de trigo, caballos, vacas, ovejas y arados.

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-- 54 --

II

LOS PRIMEROS JALONES :

Sancti-Spíritus,

Corpus Christi - Buena Esperanza.

(1527-1572)

A primera vista sorprende que dos continentes próximos y poblados

permanecieran varios siglos sin conocerse ni sospechar cada uno que el

otro existiera. Entre tanto un examen más prolijo, permite deducir que el

«descubrimiento» de América no podía resolver para Europa ningún

problema económico mientras estuviese expedito el camino del

Mediterráneo por donde llegaban las mercaderías del Asia. Mucho más

cerca que América estaba el África, y es notorio que ninguna curiosidad

despertó su exploración. De tarde en tarde, buques extraviados tocaron

costas americanas; pero el hecho, ni se produjo en el Rio de la Plata (hacia

el cual no convergen corrientes marinas), ni tuvo consecuencias cuando

se produjo en otras partes: anotóse como una circunstancia rara, que en

ninguna forma podía interesar para futuras averiguaciones. En cuanto á

los viajes efectuados en América por los chinos, tampoco resulta que

interesaran gran cosa, ni hay constancia de que determinasen planes de

conquista y colonización: como los llevados á cabo por los normandos,

hállanse rodeados por un nimbo de vaguedades que excluye la

posibilidad de que se tratara de empresas serias y meditadas.

Fue á fines del siglo XV y principios del XVI, cuando las naciones de

Europa sintieron la necesidad urgente de buscar nuevos caminos para el

Asia. Las repetidas conquistas de los turcos interceptaron prácticamente

el comercio que hacía Europa por los puertos italianos del Mediterráneo,

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vía Alejandría; y arruinados éstos, los hombres de negocios empezaron á

tomar en serio los datos traídos por Cristóbal Colón, quien aseguraba

haber llegado al Japón por el Atlántico, resolviendo así el problema de

encontrar una nueva ruta hacia los países productores de las especias con

que sazonaban los europeos sus toscos alimentos. Como Colón no las

había traído apesar de sus afirmaciones, efectuáronse nuevos viajes para

buscarlas; y con ese motivo recorrióse sin saberlo la costa americana, en

tanto que los puertos del Atlántico empezaban á tener un movimiento

antes desconocido.

En una de esas exploraciones ocurrida el año 15l6, el piloto mayor Dn.

Juan Díaz de Solís dio hacia los treinta y cinco grados de latitud Sud con

el anchuroso rio que hoy llamamos de la Plata; pero como tampoco en las

márgenes de ese rio se encontró cosa alguna susceptible de explotación

inmediata, la noticia produjo en España escaso interés. Tan escaso, que

transcurrieron diez largos años sin que ni el Rey ni los particulares se

ocuparan en comprobar si valía ó no la pena de explorarse la región

descubierta. En verdad no habían resultado mucho más explotables las

demás regiones encontradas; y así, al fallecer los Reyes Católicos

comenzaban ya á desvanecerse los sueños que Colón había engendrado.

Por su parte, los geógrafos –y entre ellos ORONTIUS FINAEUS (1531)35

siguieron enseñando que lo descubierto era una prolongación del Japón,

á despecho de las teorías emitidas por Leonardo da Vinci (1514), en cuya

opinión América era una isla:

35 The discovery of America.– John Fiske.

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(The discovery of America.– John Fiske.)

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(The discovery of America.– John Fiske.)

Fue recién en 1522, cuando una de las naves salidas con Magallanes

franqueó el estrecho que hoy lleva tal nombre y pudo volver á Europa

(vía Océano Pacífico), con las especias que habían arrebatado sus

tripulantes en el camino. Ante el provecho obtenido volvió el problema á

ponerse de actualidad y se dio á un navegante extranjero –Sebastián

Gabotto, ó Gaboto, ó Cabot, – el mando de otra expedición á las Molucas,

calculada bajo la base de que cada buque trajera dos cientos quintales de

especería, vendibles al precio corriente entonces de 80 á 90 ducados por

quintal. Ese navegante, sucesor de Solís en el cargo de piloto mayor de la

oficina organizada en Sevilla bajo el nombre de «Casa de Contratación»

para explotar el comercio de las nuevas regiones, se hizo á la vela con

cuatro buques y algo más de doscientos hombres; pero á poco de partir,

abandonó la emprendida ruta y entró al Rio de la Plata (1527). Quizás

influyeron en tal cambio la indisciplina de las tripulaciones y la

comprobada impericia del jefe36; quizás pesaron en el ánimo de éste

ciertos informes recogidos en el Brasil, de los que se desprendía que

remontando el rio citado era fácil hallar plata en abundancia; quizás

36 Actuaciones de prueba del pleito entre el capitán Francisco de Rojas y Sebastián Gaboto. –

Revista HISTORIA, tomo I

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temió los peligros del larguísimo viaje de circunnavegación proyectado,

viaje que ningún oficial de marina se animaría á efectuar hoy en aquellas

condiciones.

Los buques disponibles eran de poco tonelaje –simples lanchones á

veces – y navegaban pesadamente á causa de su defectuosa construcción,

influenciada aún por el viejo sistema de avanzar á remo. Anchos, dotados

de popas altas, con velamen insuficiente y mal distribuido, hallábanse

expuestos siempre á la temible acción de los teredos, por falta de forros

metálicos. Carecían de sitio bastante para almacenar las numerosas

provisiones exigidas por travesías de muchos meses, y esas provisiones,

reducidas á galleta y víveres secos, producían con frecuencia el escorbuto

entre las tripulaciones constantemente afligidas por la posibilidad de que

faltara el agua.

Tomábase el rumbo con la brújula, sin conocer ni corregir sus

desviaciones37. No había cartas marinas, y los mapas de la época –aún

aquellos levantados por geógrafos de nota como Mercator (1541)–

contienen tales errores que casi hubiera sido preferible prescindieran de

ellos los pilotos. No se conocía el cálculo de las mareas, ni la marcha de

los vientos, ni la existencia y dirección de las corrientes marinas. Salvo el

reloj de arena, no había abordo medio de medir con exactitud la

velocidad del navío: el loch, inventóse hacia 1550. Ignorábase el uso de

lentes y anteojos, y los cálculos de altura se hacían por medio del clásico

astrolabio, complicadísimo aparato que contenía á la vez un mapa del

cielo, un reloj de sol38, un compendio de tablas astronómicas, un

almanaque, un círculo graduado y una alidada de pínulas. Tomábase la

elevación del Sol recibiendo directamente en el ojo sus rayos al través

de los agujeros de las pínulas, sin que vidrios de colores amortiguaran el

hiriente resplandor. Leíase el ángulo en el círculo graduado; y mediante

hábiles operaciones complementarias (auxiliadas por una gran destreza)

podía conocerse con aproximación de ocho ó diez leguas bajo qué

paralelo se navegaba. No existiendo aparatos de reflexión ni

pudiendo sacarse partido del horizonte, se nivelaba al astrolabio

37 50 años después de los viajes de Colón, conceptuábase aún que las desviaciones anotadas

por éste constituían simples errores de observación. Recién Martín Cortez habla de ellas

en 1555; y únicamente á partir de 1576 empezóse á estudiarlas en forma (E. Dubois, Cours

de Navigation).

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colgándolo de un dedo para conservar el equilibrio durante los rolidos de

la embarcación.

Bastante más difícil era el cálculo de la longitud atenta la carencia de

relojes: aún en tierra, solían cometerse errores hasta de veinte leguas

midiendo distancias próximas. El astrolabio suministraba para cada día

el mapa del cielo en determinada ciudad, la que variaba según los

aparatos y venía á significar algo así como lo que hoy representa

Greenwich en otro orden de ideas. Observando eclipses cuando los había,

ó midiendo distancias entre el sol y la luna ó entre ésta y alguna estrella

conocida, obteníase la longitud tras penosos cálculos hechos sin el auxilio

de logaritmos ni fórmulas trigonométricas. Actualmente, con aparatos de

primer orden y correcciones de todo género –que antes no se conocían –

ese método de las distancias lunares39 suele dar errores de quince millas:

no es pues de extrañar que con sus rudos instrumentos Colón se creyese

en Asia cuando desembarcó en Guanahaní llevando en el bolsillo una

carta de los Reyes Católicos dirigida á un soberano de Catay cuya

dinastía había sido destronada cien años antes Harto hizo en navegar

sobre paralelos cambiando de latitud en ángulos rectos, esto es, con

rumbo Norte-Sud, cuando ello estuvo en su mano.

El hecho es que Gaboto por una razón ú otra entró al Rio de la Plata y

en una de sus islas encontró á cierto sobreviviente de la expedición Solís,

prisionero de los indios, quien confirmó el dato de que más hacia adentro

había minas de plata. Siguió pues Paraná arriba, sin otro panorama que el

de las invariables barrancas, las islas verdes y los indios que

sorprendidos miraban avanzar contra la corriente á la extraña

embarcación; y así llegó hasta la boca del Carcarañá, que es posible

confundiera con el rio que bajaba de las minas (Pilcomayo, 160 leguas más

al Norte). Los informes obtenidos procedían de personas que jamás

habían estado en ellas.

39 Fórmula de Borda.

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Elucidatio fabricae ususque astrolabii. Juan Stoflerino, 1594.

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O por mediar tal confusión ó porque las tripulaciones fatigadas

exigieran descanso, Gaboto decidió instalar un fortín en la confluencia

del Carcarañá y el brazo del Paraná que hoy se llama Rio Coronda. Había

allí caza, pesca, y leña suministrada por un bosque tupido. Obtúvose con

sus maderas una recia empalizada, y Sancti Spiritus –simple agrupación

de algunas chozas de barro – quedó fundado como habían sido fundados

poco antes por el mismo Gaboto otros dos fortines en la boca del rio

Uruguay.

Cuando hoy piensa uno en la situación de aquellos hombres encerrados

en un reducto de palo á pique á millares de leguas de su país, expuestos

al asalto de los indios ocultos en el cercano bosque, y creyendo

encontrarse próximos á maravillas de todo género, parece que se

estuviera asistiendo al desarrollo de uno de esos cuentos fantásticos con

que se adormece á los niños. Cierto es que lo maravilloso iba con ellos

mismos y que era vano buscarlo sobre la pampa sin confines.

Una vez en el fortín, nada hubo que hacer. El bosque ocupaba sólo

algunas hectáreas y detrás reaparecía la llanura, cuya exploración

convenció pronto á los viajeros de que ninguna mina podía esperarse por

ese lado. Como Gaboto había partido para cargar especias en las Molucas

y no para colonizar tierras nuevas, no traía mujeres, ni herramientas, ni

semillas: por casualidad encontráronse en las hendijas del buque algunos

granos de trigo40, y sembrados que fueron, la gente no tuvo otra

ocupación que limpiar las armas, jugar al truque y abusar de las indias.

Concluyéronse definitivamente las provisiones traídas de España,

deterioráronse las ropas, y á poco andar los blancos de Sancti Spiritus

fueron algo así como una nueva tribu agregada á las de los indios

cercanos.

Entretanto el Rey de España suponía á Gaboto en los mares de Oceanía

y otro navegante –Diego García – que había contratado la exploración del

Rio de la Plata, cruzaba el Atlántico. Llegado que hubo, encontróse con la

novedad de Sancti Spiritus y los otros fortines del Rio Uruguay. Era caso

de pleito fulminante; pero como los tribunales españoles estaban á dos

40 No acierto á explicarme como ha podido aceptarse por algunos historiadores el absurdo

dato de que cada uno de esos granos produjera mil en la primera cosecha.

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mil leguas, y por lo pronto Gaboto tenía más fuerzas á sus órdenes,

suspendióse provisoriamente la querella y ambos contendientes se

lanzaron al descubrimiento del país que producía la soñada plata. Tras

mucho viajar á lo largo del inmenso rio, vieron disiparse sus ilusiones: no

había metales en parte alguna. Mientras los gefes se desesperaban

recorriendo las barrancas, surgieron cuestiones en Sancti Spiritus entre

blancos é indios; y éstos, repuestos ya de la sorpresa sufrida en un

principio, cayeron sobre los tres fortines destruyéndolos uno tras otro y

apoderándose de corazas, ballestas, espadas y arcabuces.

Gaboto y García se volvieron á pleitear á España –donde esperaban al

primero cantidad de demandas promovidas por los parientes de los

muertos en la empresa – y dos años después de este primer ensayo de

conquista, no quedó otro vestigio de los españoles sobre las riberas del

Paraná que el derruído terraplén de Sancti Spiritus, algunos niños

mestizos, algunas armas de los vencidos, y uno que otro soldado cautivo

que quedóse maldiciendo de sus locos sueños y llorando la tierra natal

que jamás volvería á ver.

*

* *

Seis años transcurrieron lentamente sin que expedición alguna volviese

á turbar la miserable vida de los indios. Al cabo de ellos, Don Pedro de

Mendoza, comerciante guerrero que se había enriquecido saqueando la

Roma del Papa, intentó llegar á las minas, halladas por fin

(descubrimiento del Perú, 1531). En su ignorancia taimada, creía fácil

bajo pretexto de conquistar el Rio de la Plata, apoderarse de lo concedido

por el rey á otro aventurero (Pizarro) en el país del oro. No es verosímil

que intentara tan sólo la primera conquista, ya que los anteriores ensayos

habían sido poco alentadores: Juan Díaz de Solís, muerto por los indios á

la primera tentativa de desembarco; Gaboto y García, arruinados,

pleiteando furio-samente mientras en tierra santafecina la lluvia

desmoronaba los últimos restos del fortín que no supieron defender.

Entonces como ahora, «América» era para los cerebros europeos cierta

comarca lejana –Perú, Brasil, Méjico – de la que se podía volver con

dinero, con mucho dinero41. Puede asegurarse que D. Pedro de Mendoza

41 Desde el primer momento las expediciones evidenciaron un carácter mercantil ajeno á toda

experimentación científica. Colón, por ejemplo, exigió antes de embarcarse la concesión

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no sospechó que entre el Río de la Plata y las minas del Perú mediara casi

la misma distancia que entre España y la Judea.

Esta tercera expedición, que debió utilizar muchos marineros

extrangeros por no haberlos españoles, partió de la Península al amparo

de un original contrato (1534) que demuestra hasta qué punto el Rey

explotaba á sus súbditos. Carlos V, Emperador, suministraba:

a) Permiso para efectuar la expedición;

b) Títulos y denominaciones honoríficas;

Y á Don Pedro de Mendoza, empresario, correspondía:

c) Conquistar tierras donde esos títulos y honores pudieran hacerse

efectivos;

d) Pagar todos los gastos que la conquista irrogara, incluso sueldos

del ejército, equipo y mantenimiento de la escuadra y demás empleados

de la administración á implantarse.

Si la empresa daba pérdidas, las soportaría Don Pedro de Mendoza; si

daba utilidades, partiríanse entre ambos contratantes.

No hay que esforzarse mucho para reconocer que si el Perú – objetivo

oculto del viaje – no era abordable por distar ochocientas leguas del Rio

de la Plata, el empresario corría en derechura á la ruina. Pero ignorada

esta circunstancia, Don Pedro de Mendoza reunió algunos gefes, varias

familias de nobles, un buen ejército de aventureros, y hasta un

historiador. Y cuando después de las inevitables penurias del viaje

avistáronse con las desoladas márgenes del Plata los primeros

desengaños, necesario fue que en cualquier punto de la invariable llanura

principiara á edificarse – como irónicamente lo apunta el P. Guevara42 –

«para tantos mayorazgos y comendadores, para tantas matronas y

doncellas, una ciudad de pajizas chozuelas» al amparo del montecito de

espinillos que ocupaba parte del sitio donde hoy se levanta Buenos Aires

(1536). Una vez instalados, comprobóse que allí no había

aprovisionamiento permanente: las dos mil personas de la expedición

quedaban reducidas á vivir de lo que cazaran y pescaran, ínterim llegaba

el momento de cosechar lo sembrado. Bien pronto escasearon los víveres

de títulos de nobleza, el grado de Almirante, el cargo de Virrey y un buen porcentaje

sobre las rentas y el comercio de los países á explorar.

42 «Historia de la conquista del Paraguay, Río de la Plata y Tucumán hasta fines del siglo

XVI»

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 68 --

y fue preciso apelar al inmundo pescado seco que atesoraban los indios

próximos: defendiéronlo éstos, y con la guerra surgió el hambre entre

aquella desesperada muchedumbre de soñadores rapaces, cuyos delirios

de riqueza quedaban bruscamente circunscriptos al murallón de barro

endurecido que amparaba sus pobres ranchos. Iguanas y ratones llegaron

á parecer exquisitos en momentos en que la langosta, devorando los

plantíos, esterilizaba las tentativas de cosecha. Al año de haber llegado,

Mendoza enloquecido á disgustos volvióse á España abandonando los

sonoros títulos que trajera. En la travesía murió (de inanición, según

parece, por no haberse encontrado medio de abastecer convenientemente

sus buques en tierra americana).

Entretanto los mayorazgos y comendadores, arruinados también en el

negocio, nada tenían que hacer en España ni disponían siquiera de

provisiones para tentar el viaje de regreso. Casi la mitad de los llegados

murieron de hambre; y los restantes que escaparon á los indios, después

de comerse hasta las suelas de los zapatos, alcanzaron á recibir los cortos

auxilios que traía una expedición destacada por Mendoza en busca del

Perú, –expedición que retrocedió después de perder cantidad de

soldados.

O en esa ó en otras tentativas posteriores averiguóse que más hacia el

Norte había regiones en donde abundaban el maíz, las bananas y la

mandioca, con clima más suave y seguramente más próximas á las

deseadas minas, cuya visión43 obsesionaba aún á aquellos seres

harapientos reducidos á nutrirse con zorros y vizcachas en pleno

desierto. Como un punto de apoyo había fundado Ayolas (durante la

estadía de Mendoza) un nuevo fortín algo más arriba de las ruinas de

Sancti Spiritus, fortín al que se llamó Corpus Christi (año 1536),

cambiándose tal nombre por el de Buena Esperanza á raíz de una

traslación motivada por ser malo el primer emplazamiento. Pero esta

43 Aún durante muchos años después siguieron los colonos soñando con los países de LOS

CESARES Y TRAPALANDIA.

Aventuro la hipótesis de que ésta «Trapalandia» cuyas noticias procedían del Estrecho de

Magallanes, fuera simplemente «Rapa Land» ó «Rapa Island», el nombre inglés de la isla

de «Rapa» (hoy Pascua). Esa isla, en la que se han encontrado colosales monumentos que

los actuales naturales no han podido trabajar por falta de herramientas y metales,

constituye un misterio en medio del Océano Pacífico. No es difícil que marineros ingleses

la visitaran y dieran origen á las maravillosas versiones que circularon al respecto. Los

aludidos monumentos, tallados en bloques de piedra enormes, representan figuras

humanas de ocho y diez metros de altura, emplazadas en la cumbre de altos cerros y

están cubiertos de jeroglíficos no descifrados hasta ahora.

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 69 --

nueva tentativa fracasó también. Un buen día, por cualquier motivo

surgieron choques y Corpus Christi fue destruído por los indios,

refugiándose los sobrevivientes de la guarnición en Buenos Aires, la aldea

primitiva. Ayolas, empeñado siempre en dar con el Perú, persistió en

remontar el rio, y después de instalar otro fortín – la Asunción (hoy

capital de la República del Paraguay) – cometió la imprudencia de

internarse en el Chaco donde fue ultimado con todos

[email protected] compañeros. Y como la langosta seguía

devastándolo todo, los pocos españoles que restaban en Buenos Aires

abandonaron sus hogares y plantíos para refugiarse en el único sitio

donde era fácil obtener comida. Así es que á mediados del siglo XVI no

quedó otra población castellana en esta parte de América, que el villorrio

de la Asunción (á trescientas leguas del Río de la Plata, aguas arriba)

habitado por seiscientas personas de ambos sexos.

Muerto Ayolas á manos de los indios ocurrió un suceso que marca el

nivel intelectual de aquellos hombres: trabóse cuestión acerca de si debía

gobernar al grupo el tercer oficial de Mendoza (segundo de Ayolas) ó un

inspector que el Rey envió cuando supo la desesperada situación de los

conquistadores. El primero estaba en posesión del gobierno en virtud de

elección hecha por sus subalternos, utilizando un permiso dado al efecto

por el monarca á fin de evitar pleitos en caso de acefalía44. Quedóse en el

cargo tras mucho discutir; y hoy es para nosotros un problema, saber qué

incentivos pudieran encontrar en el mando –simple jefatura militar –

aquellos hombres que con tal tesón se lo disputaban. El gobierno carecía

de rentas y constituía en perpetua, alarma á sus titulares, desprovistos

hasta de uniformes. Inútil era pensar en comerciar, ya que apenas se

obtenía lo indispensable para vivir. La jurisdicción de hecho reducíase á

los ranchos de la Asunción, cuyos habitantes habíanse distribuido todos

los bienes á su alcance: indios como esclavos, indias como concubinas,

tierras en propiedad y jurisdicción política. De tal modo, que un

Comisionado Real45 pudo informar á S. M. hacia 1548, que era bueno no

viniesen más españoles á América porque ya había bastantes y nada

quedaba por repartir entre los sucesivos.

44 La manía de pleitear parece haber sido característica de la época. Alvar Núñez, el

empresario que sucedió á Mendoza, obtuvo antes de salir de España que durante diez

años no se permitiera pasar abogados ni procuradores al Río de la Plata. Cierto es que él

mismo vióse demandado en la Península por los herederos de Mendoza y por los de

Ayolas, que respectivamente se creían dueños de la empresa y seguían en el error de

creer que el Perú estaba á un paso y que la herencia reclamada era valiosísima. 45 Licenciado La Gasca, al Consejo de Indias. Noviembre 23 de 1548.

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 70 --

*

* *

Desde el abandono de Corpus Christi pasaron treinta y cuatro

larguísimos años – toda una generación – sin que español alguno se

avecindara en las cinco mil doscientas sesenta leguas cuadradas de la

actual Santa Fe46. El río Paraná siguió inundando las riberas, mangas de

langosta siguieron asolando al país, y los caciques indios, libres ya de la

obligación de alimentar á «los voraces blancos», volvieron á la tranquila

posesión de sus inmensos y estériles dominios sin sospechar que allá

lejos, en Roma, el Papa Paulo III hubiera declarado oficialmente que los

salvajes tenían alma.

Entretanto Felipe II guerreaba en Francia y en África y en Malta y en

Flandes, y el Consejo de Indias seguía limitando sus instrucciones

apropósito del gobierno americano á la sencilla fórmula «guárdese la tierra

para el Emperador, mi Señor, y gobiérnela el diablo». Quedaron pues librados

á sí mismos los pobres moradores de la Asunción, entre los que se

contaban bastantes mestizos por haber fallecido muchos de los primitivos

expedicionarios y proceder sus hijos de mujeres indias, atenta la escasez

de europeas.

Este abandono dio nacimiento á ciertas prácticas políticas que muy

luego se perpetuaron constituyendo un serio problema. No había

«electores» sino «soldados»; y de aquí resultó que las elecciones

populares fueran simples farsas y que el mando sólo se adquiriera por

uno de éstos cuatro medios:

a) Designación hecha por el Rey;

b) Sublevación del subalterno contra el jefe

c) Reemplazo del jefe fallecido, por su segundo en jerarquía;

d) Parentesco con el titular del gobierno.

Desde 1535 hasta 1591–más de cincuenta años- el gobierno se trasmitió

como sigue:

1°- Pedro de Mendoza, nombrado por el Rey.

2°- Ayolas, segundo de Mendoza, le reemplaza al renunciar éste.

Muerto Ayolas, entra

46 Algunas expediciones se dirigieron de España á la Asunción durante ese período.

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

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3°- Irala, su segundo.

4°- NOMBRAMIENTO REAL á favor de Alvar Núñez Cabeza de Vaca.

5°- Sublevación de Irala, quien derroca al anterior y consigue que el

Rey le confirme en el cargo. Muerto Irala, pasa el mando á su yerno, el

Teniente de Gobernador

6º- Gonzalo de Mendoza. Muerto éste, ocupa el cargo por «elección

popular», otro yerno de Irala

7º- Ortiz de Vergara; en cuyas circunstancias sucede el

8°- NOMBRAMIENTO REAL á favor de Ortiz de Zárate, con facultad para

designar sucesor. Designa como interino á su sobrino

9º- Mendieta, debiendo ser titular el que resultara su yerno. Resulta

serlo

10.- Don Juan Torres de Vera y Aragón; pero encarcelado éste por el

Virrey del Perú (quien recomendaba otro candidato á yerno) Vera y

Aragón encarga del gobierno al albacea de su extinto suegro. Entra así

11.- Don Juan de Garay, á quien sucede otro Vera.

12.- Don Alonso. Entretanto recupera su libertad el preso, y asume el

mando

13.- (Don Juan Torres de Vera y Aragón); y habiendo renunciado, se

procede á «elección popular», en la que resulta nombrado un yerno de

Garay,

14.- Don Hernando Arias de Saavedra47.

Sólo el Rey ó la revolución interrumpieron los gobiernos de familia ó

los gobiernos militares. Tres siglos después aun debía verse en el

Presidente ó la revolución un medio eficaz para combatirlos.

47 Creo útil agregar que los demás nombramientos otorgados por el Rey durante este período

no alteraron la enumeración precedente. Después de Alvar Núñez, fue nombrado Juan de

Sanabria (1547), quién murió antes de embarcarse. El viaje de su hijo Diego de Sanabria

fue embargado á consecuencia de pleitos y partió en su lugar Juan Salazar de Espinosa

(1552): en el camino surgió una sublevación y se apoderó del mando Hernando de Trejo.

Las tormentas obligaron á éste á recalar en el Brasil, donde fundó un pueblo que fue

preciso abandonar por falta de provisiones. Al dirigirse Trejo á la Asunción fue sometido

por Irala.

En 1558 trató el Rey con Jaime Rasquin. Tampoco llegó á su destino. Subleváronse las

tripulaciones y la armada se deshizo en las Antillas, destruyendo los temporales cuanto

respetaron los sublevados.

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 73 --

III

PRIMERA FUNDACIÓN

DE SANTA FE :

fracaso del puerto proyectado por Garay

(1573-1660)

Cuando tras largas y penosas investigaciones convenciéronse los

hombres de la Asunción de que el Perú no era fácilmente abordable,

volvieron los, ojos al Rio de la Plata, que constituía la única vía de

comunicación directa con Europa. Alvar Núñez había logrado prescindir

de ella atravesando el Brasil á. lo largo del paralelo veinticinco, desde el

puerto de Santa Catharina; pero tales dificultades ofrecía esa ruta, que

hasta la fecha han sido inútiles todas las tentativas efectuadas para

aprovecharla de un modo regular.

Tampoco era cosa muy hacedera el viaje á Europa vía Rio de la Plata:

cuatro meses de travesía oceánica, y un par de meses más para llegar á la

Asunción, remontando los ríos Paraná y Paraguay contra corrientes de

tres y cuatro millas por hora que solo podían vencerse en los pesa, dos

buques de la época cuando soplaba el pampero (viento sud). Imposible

navegar de noche á causa de las islas y los bancos de arena. Imposible

surtirse de provisiones como no bajasen los marineros á cazar y colgaran

luego tiras de carne al través de las jarcias para que fueran secándose en

el trayecto. No había puertos intermedios. Crearlos, colonizando la

ribera, requería sin duda recursos y pobladores que no podían

suministrar los escasos vecinos de la Asunción.

Empero, forzoso fue ajustarse al estado de cosas; y así, Don Juan Garay,

empeñándose mucho, consiguió equipar á medias á siete españoles y

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algo más de sesenta criollos y mestizos, sin que alcanzaran para todos los

arcabuces y los caballos: algunas municiones y una fragua vieja fue

cuanto suministró para esa colosal empresa de colonización el arrumado

imperio «en cuyos límites el sol no se ponía48».

Con tales elementos fundó en 1573 la ciudad de Santa Fe (donde está

hoy el pueblito de Cayastá), sin darse bien cuenta de cómo podría

subsistir, ni tomarse el trabajo de elegir una buena ubicación. En efecto,

estaba lamentablemente emplazada: no podía servir como puerto de

escala para buques de gran calado porque se hallaba sobre un brazo

angosto del Paraná y no sobre el núcleo principal del rio. Como puerto

del interior, esto es de Tucumán, tampoco era utilizable porque

interceptaban el camino los rios Salado y Saladillo, desprovistos de

puentes. Sin resolver la cuestión, el viejo Sancti Spiritus llenaba mejor

ambos fines49.

Hallándose, pues, en presencia de sus andrajosos subalternos (tan

sucios andaban que los indios les llamaban los ahumados), terció Garay

el poncho y desenvainando su tizona tiró al aire las cuchilladas

reglamentarias como prueba de posesión, en medio de los yuyos y de los

pozos recientemente abiertos para sacar adobes. Faltaron sacerdotes para

santificar el acto, porque –habla el fundador - «no hubo uno que quisiese ir á

aquella miseria50». Solemnizóse la fiesta con un poco de vino paraguayo,

redactóse más tarde un acta, y desde entonces quedaron bajo la

jurisdicción de los setenta y tantos fundadores, los millares de leguas

cuadradas del territorio51. Previa designación de las autoridades instalóse

el Cabildo como pudo en un rancho de paja y barro y quedó incorporada

á la vida administrativa del Rio de la Plata una nueva «ciudad» distinta y

48 Carta de Garay al Rey, en 20 de Abril de 1582. Archivo de Indias, estante 74, cajón 4, legajo

26. 49 El hecho de que los primeros colonizadores españoles procedieran al tanteo y sin previo

estudio de los terrenos explica porqué elegían emplazamientos inadecuados para las

colonias que fundaban. Debido á esa falta de estudio fue preciso cambiar de ubicación á

Santa Fe, á Mendoza (LARRAIN, «El país de Cuyo») á Tucumán (GROUSSAC, «Memoria

descriptiva»), á Córdoba (P. JULIO RODRÍGUEZ, «Sinopsis histórica») y á otras ciudades. 50 Á esta ausencia de religiosos en el Rio de la Plata se refiere la cruda expresión del P.

RIVADENEYRA: «Si algún clérigo se dispone á ir, en diciéndole que no hay dinero, luego

hace ciaboga» (1581). 51 En realidad, el territorio adjudicado comprendió también la provincia de Entre Ríos.

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 75 --

antagónica de la otras. Con Santa Fe, habíale nacido á la Asunción un

enemigo52.

52 ACTA DE FUNDACIÓN DE SANTA FE

(Ortografía moderna)

Yo, Juan de Garay, Capitán y Justicia Mayor en la conquista y población del Paraná y Río de

la Plata, digo: que en el nombre de la Santísima Trinidad y de la Virgen Santa María y de

la Universidad de todos los Santos y en nombre de la Real Magestad del Rey don Felipe

Nuestro Señor y del muy ilustre señor don Juan Ortiz de Zárate, «Gobernador y Capitán

General y Alguacil Mayor de todas las Provincias del dicho Río de la Plata, y por virtud

de los poderes que para ello tengo de don Martín Suárez de Toledo, Teniente de

Gobernador que al presente reside en la ciudad de Asunción, digo en el dicho nombre y

forma que tengo, fundo y asiento y nombro ésta ciudad de Santa Fe, en esta Provincia de

Calchines y Mocoretáes, por parecerme que en ella hay las partes y cosas que conviene

para la perpetuación de dicha ciudad, de aguas y leña y pastor que quiera, y casas, tierras

y estancias para los vecinos y moradores de ella, y repartirles como S. M. lo manda; y

asiéntola y puéblola con aditamento que todas las veces que pareciere ó se hallare otro

asiento más conveniente y provechoso para la perpetuidad, lo pueda hacer con acuerdo y

parecer del Cabildo y Justicia que en esta ciudad hubiere como pareciere que al servicio

de Dios y de S. M. más convenga. I por que S. M. manda á los Gobernadores y Capitanes

que así poblasen y fundasen nuevos pueblos ó ciudades, les da poder y comisión para

que puedan nombrar en su real nombre Alcaldes y Regidores para que tengan en justicia

y buen gobierno y policía las tales ciudades ó pueblos, –así yo, en nombre de S. M. y del

dicho señor Gobernador, nombro y señalo por Alcaldes á don Juan de Espinosa, y á

Orduño de Arbillo, y por Regidores á Benito de Morales y á Bernardo de Zalas y á Mateo

Gil y á Diego Ramírez y á Lázaro de Venialbo y á Justo de Santa Cruz, y así en nombre de

S. M. y del dicho señor Gobernador, les doy poder y facultad para que usen y ejerzan los

dichos oficios de Alcaldes y Regidores en aquellas causas y cosas convenientes y á ellos

tocantes, conforme á las ordenanzas que S. M. tiene hechas para las ciudades y pueblos

de las Indias, para que usen así de Alcaldes ordinarios como de la Hermandad en todo:

los negocios á ellos tocantes, no obstante que S. M, por sus reales prohibiciones manda

que sean cada añeros, y así cumpliendo yo sus reales mandamientos, por tales los

nombro y señalo; pero pareciéndome que la elección que se ha de acostumbrar hacer sea

en día señalado como es uso y costumbre en todas 1as ciudades y reinos de S. M. –DIGO:

que les doy poder y facultad en nombre de S. M. para que ejerzan y usen los dichos

oficios y cargos desde el día de la fecha de ésta, hasta el día de año nuevo que vendrá que

es el de 1575; y así mando por ordenanza que aquel día, antes de misa, todos los años,

tengan costumbre de juntarse en su Cabildo los Alcaldes y Regidores con el Escribano de

Cabildo y hacer su nombramiento y elección como Dios mejor les diera á entender á la

manera y forma que se acostumbra en todos los reinos del Perú. –Otro sí: mando á los

Alcaldes y Regidores, vayan conmigo y en el conmedio de la plaza de esta ciudad me

ayuden á alzar y enarbolar un palo para Rollo, para allí en nombre de S. M. y del señor

Gobernador Juan Ortiz de Zárate, se pueda ejecutar la justicia en los delincuentes

conforme á las leyes y ordenanzas reales. –Otro sí: nombro y señalo por jurisdicción de

esta ciudad, por la parte del camino del Paraguay hasta el cabo de los Anegadizos Chicos;

por el río abajo, de Sancti-Spiritus, y hacia las partes del Tucumán, cincuenta leguas á la

tierra adentro desde las barrancas de este río; y de la otra parte del Paraná otras

cincuenta.

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 76 --

Entretanto, los españoles que entraron á la costa del Pacífico por el

istmo de Panamá sojuzgando al Perú, comenzaban á bajar hacia el sud

explorando la región y fundando aldeas de distancia en distancia. Poco á

poco se fueron alejando del punto de partida y necesitaron una vía más

corta para Europa, que la interminable de ochocientas leguas seguida

desde Lima hasta Tucumán; y así, tan pronto como el gobernador de

Córdoba supo que cincuenta leguas hacia el Este corría un río navegable

con salida al Atlántico, lanzóse á la empresa de fundar en él un puerto.

Pero ese puerto futuro, acababa de ser sujeto á la jurisdicción de Santa Fe:

y he aquí como don Juan de Garay jefe de los ribereños, y don Gerónimo

Luis de Cabrera, jefe de los mediterráneos, cometieron la torpeza de

ponerse á pleitear tan pronto como se avistaron. Llevado el juicio á la

Audiencia de Charcas, que era el tribunal más próximo (aunque distaba

de los litigantes tanto como Portugal de Grecia) tras larguísimo

expedienteo, se resolvió entregar á los contados habitantes de Santa Fe el

monopolio de una costa en la que fácilmente cabían cuarenta puertos.

Precisamente en ese pleito debe verse el origen de un curioso suceso

ocurrido hacia 1580, que se conoce habitualmente con el nombre de «la

primera revolución en Santa Fe»: unos cuantos vecinos, mestizos casi

todos, incitados por el gobernador de Tucumán, arrestaron á las

autoridades y exhibiendo propósitos vagamente separatistas se

adueñaron del pueblo y pretendieron expulsar á los que apoyaban la

política del litoral.

No podía ser muy temible una revolución llevada á efecto por tan poca

gente: fuerzas superiores volvieron las cosas á su estado anterior, y

dando muerte á varios de los revoltosos sometieron á los restantes. Como

ejemplo de las prácticas forenses de la época merece recordarse que el

proceso respectivo llegó á sumar 2200 fojas53.

Otro sí: mando que el asiento y repartimiento de los solares, casas de los vecinos de esta

ciudad, se edifiquen y asienten y se guarden conforme á la traza que tengo señalada en

un pergamino que es fechado en este asiento y ciudad de Santa Fe, hoy Domingo á

quince de Noviembre de mil quinientos y setenta y tres años. –Otro sí: en las tierras de

esta ciudad tengo señalados dos solares para Iglesia Mayor la cual nombro la

«Advocación de todos los Santos». –Testigos que á todo lo susodicho fueron presentes:

Francisco de Sierra Maestre de Campo de esta conquista, y Antonio Thomas y Hernán

Sánchez, fecha, día mes y año. –JUAN DE GARAY. –Por testigo: Francisco de Sierra. –Por

testigo: Antonio Thomas. Por testigo: Hernán Sánchez. –Por mandato del señor Capitán:

Pedro de Espinosa, Escribano nombrado por la Justicia.

53 Carta del Gobernador de Tucumán al Rey, Talavera, Septiembre 29 de 1581. Arch. de Ind.

74-4-11.

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 77 --

Puede sospecharse lo que serían Tucumán y las demás aldeas por aquel

tiempo.

«Aún para dar aviso á vuestras Reales Audiencias del estado de esta tierra –

escribía al Rey el gobernador Lerma en 1581 – no se puede dar sinó haciendo

armada y junta de gente bien apercibida; y no todas veces conviene, porque hay

falta de gente, y se ha de sustentar lo poblado». Pero así y todo, esas aldeas

vislumbraban que una comunicación directa con Europa por el Rio de la

Plata les daría grandes ventajas sin perjudicar á los ochocientos

pobladores desparramados sobre las quinientas leguas de costa existentes

entre Buenos Aires y las vertientes del Rio Paraguay. Perdido el pleito,

acudió Tucumán al Rey mismo, pidiendo se le anexaran Santa Fe y

Buenos Aires (fundada de nuevo por Garay en 1580) en vista de las

ventajas que resultarían para los fletes hasta lo que es hoy Bolivia, y en

vista también de que Buenos Aires y Santa Fe no podían subsistir por sí

solas, dada la pobreza de la tierra y la inseguridad de las cosechas. Pero

el Rey, ocupadísimo con sus eternas guerras - guerra en Portugal y en

Flandes y en Francia y en Inglaterra - dejó la cuestión sin resolver.

Que Santa Fe era un puesto de escasísima importancia, lo prueban las

cuentas de los oficiales reales54. En el período 1582-1587 el producto de

los impuestos al 10 por ciento no excedía de veinte pesos mensuales y

esta suma debía repartirse entre el Rey, el cura y la fábrica de la iglesia.

La agricultura estaba representada por algunas cuadras de trigo y maíz,

pequeños sembrados de porotos y ocho ó diez arrobas de algodón por

año. Los precios variaban: con mala cosecha, se sufría la explotación de

los vecinos; con buena, todos tenían los mismos productos y no había

transacciones locales. De un año á otro (1586-7) la fanega de maíz duplicó

de precio (de un peso plata á dos pesos); en tanto que el trigo, de seis

reales que valía en 1584, subió á 8 en 1586, y á 16 en 1587. Como no

existía en el país otro dinero que el traído por los propios conquistadores,

la «permuta» sustituyó á las ventas y el Cabildo fijó valores estables para

el cambio: un buey, tantas fanegas; una oveja, tantos huevos. No había

posibilidad de exportar porque si sobraba tierra faltaban brazos: segando

á hoces, requeríanse cantidad de hombres para pequeñas extensiones. En

España se obtenía el trigo á igualdad de precio que en Santa Fe, y más

barato; pero aún sin mediar tal circunstancia, la ausencia de buques y de

telégrafos hubiera bastado para impedir el negocio55: recién ocho meses

54 Rendición de cuentas de 1588. Archivo de Indias. Est. 74, caj. 4, leg. 12. 55 Recién en 1581 fue posible despachar un buque llevando á España la noticia de que Santa

Fe había sido fundada ocho años antes.

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

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después de pedidos habrían llegado á Europa los cereales del Rio de la

Plata. Al Brasil, que estaba más cerca, casi nada podía enviársele porque

casi nada se producía: toda la cosecha de un año era en la Santa Fe de

Garay, inferior á la que obtiene hoy una familia en una sola chacra. Ni

venían europeos á trabajar la tierra, ni había indios suficientes para

intentar grandes cultivos, ni los negros - introducidos para resolver el

problema - pudieron ser adquiridos por los míseros habitantes del

villorrio. Con todas las rentas municipales apenas se habría podido

comprar uno por año. Los esclavos iban á las minas del Perú, pretextando

un consumo que en el Río de la Plata sólo servía para ocultar buenos

negocios: baste recordar que en Potosí podían darse dos negros traídos

vía Buenos Aires, por lo que costaba uno traído vía Panamá. En esa

forma produjese por Buenos Aires un comercio que acarreaba algo

menos de doscientos negros anualmente.

No daba más la ganadería local. Cincuenta arrobas de lana á dos pesos

y medio la arroba; trescientos corderos; en derredor de ciento cincuenta

novillos; y un número proporcionado de cerdos y gallinas. Si tales eran

los productos, fácil es deducir que toda la existencia de ganado vacuno y

lanar no debió exceder de dos á tres mil cabezas, esto es, lo que pudo

sustentarse en dos ó tres leguas cuadradas. Había sin duda hacienda

alzada, pero en todo caso fue bien inferior en número á lo que la leyenda

refiere: la idea de enriquecerse con la exportación de cueros (á un real de

plata cada uno)56 fue una ilusión más, en reemplazo de las desvanecidas.

Parecían muchas las vacas porque los pobladores eran pocos y

tropezaban con ellas en la angosta faja ribereña adonde bajaba el ganado

á beber: en el interior no había agua donde pudiera abrevarse, y en los

montes del norte los indios y los tigres pronto hubieran dado cuenta de

lo que respetaran las epizootías.

Por lo demás, bien pronto surgieron á su respecto los inevitables

pleitos: aquellos que se decían herederos de los primitivos

conquistadores, sostuvieron ante los tribunales que las haciendas salvajes

les pertenecían, por constituir el producto natural de los animales

importados al principio de la conquista. Penoso es recordar que hasta los

gobernadores –y Hernandarias entre ellos – afiliáronse al partido de los

«herederos» produciendo informaciones más ó menos ficticias57,

56 En época muy posterior (1658) Ascarate du Biscay asigna como valor de cada cuero en el

puerto de Buenos Aires, de 7 á 8 reales plata. 57 Una de estas «Informaciones» levantada por Hernandarias en Buenos Aires el año 1628

para justificar su propiedad á los ganados de Entre Ríos (y no publicada aún) aparece en

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

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tendientes á gestionar del Rey se prohibiera matar vacas salvajes. Garay,

pidiendo se las declarase de común aprovechamiento, y después Don

Diego de Góngora revocando los decretos de Hernandarias, reflejaron los

deseos de aquellas pobres gentes que privadas del ganado vislumbraban

la muerte por hambre tan pronto como la langosta devorase los plantíos.

Por otra parte, como no había cercos ni peonadas suficientes, los

acaparadores no tenían medio de sujetar esos ganados y dejaban en pié el

peligro de que los cimarrones, aproximándose á los mansos, los alzaran.

El recurso de vender tierra á los europeos en grandes cantidades

tampoco fue viable: Juan Agustín García ha demostrado magistralmente

que durante el siglo XVI la tierra no tuvo otro valor en el Río de la Plata

que el del trabajo incorporado á ella por el hombre. Sobre la plaza de

Santa Fe, un solar comprábase por diez pesos. Puede suponerse lo que

sería el comercio en semejantes condiciones: con un pailebot de cien

toneladas cubríanse las necesidades de un año, y para cargar ese pailebot

en el viaje de retorno hacían falta de 6 á 7000 cueros que no podían

suministrar ni aún remotamente los escasos novillos del producto anual.

A despecho de cuanto en contrario se ha exagerado, hay prueba plena de

que durante muchos años los frutos de la tierra no suministraron más

que una cuarta parte de la carga á los navios de retorno y no costearon un

servicio marítimo regular, bien que en determinadas ocasiones á

consecuencia de buenas cosechas notaran los colonos una falta accidental

de buques58.

copia auténtica anexa á la carta del Gobernador: Vera Mujica al Rey, fechada en Santa Fe

el 18 de Marzo de 1686 (Arch. de Indias, 76-3-9). 58 Una de estas «Informaciones» levantada por Hernandarias en Buenos Aires el año 1628

para justificar su propiedad á los ganados de Entre Ríos (y no publicada aún) aparece en

copia auténtica anexa á la carta del Gobernador: Vera Mujica al Rey, fechada en Santa Fe

el 18 de Marzo de 1686 (Arch. de Indias, 76-3-9). 58 Tres datos corroboran indirectamente este aserto. El primero, es que desde 1600 á 1625, en

un cuarto de siglo, la totalidad de los cueros exportados por Buenos Aires apenas excedió

de 27.000, ó sea un promedio de poco más de mil anuales. El segundo, que las

mercaderías importadas, aún sin incluir los valores representados por el comercio de

negros, excedieron enormemente á las exportadas:

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 80 --

Sin duda este pequeñísimo comercio tropezaba con dificultades creadas

por la ley, dificultades que agravaban los peligros emanados de la

naturaleza y de los corsarios acostumbrados á cubrirse de gloria

degollando tripulaciones mercantes y apoderándose de los buques59. Los

Reyes Católicos prohibieron hacia 1500 el comercio en buques

extranjeros, y ya en 1563 era tan estricta la aplicación de la regla que

impedía á los europeos ir á América sin permiso, que fue necesario

aclarar el punto de si acordada licencia á marido y mujer y fallecido uno

de ellos en el trayecto, podría el otro continuarlo60. El Rey sabía á qué

atenerse respecto de los desengaños que sufrían los que iban á Indias y

de los disturbios de todo género que esto producía. La verdad es que

despachar un buque constituía negocio serio y que era bueno que

interviniese el Estado para impedir un exceso de inmigración sin

capitales, que ningún problema podía resolver en América (donde lo que

se requería era gente de color que abaratase la obra) y que en cambio

perjudicaba á España, cuya población no era tan densa como hoy. Los

mismos consumidores españoles quejábanse en la Corte de que la

exportación de tejidos á las Indias encarecía los valores en la Península

afligiendo á las clases menesterosas.

Da pena reconstituir hoy aquella situación en que los buques

navegaban casi al azar, procurando ajustarse á las sabias prescripciones

de las leyes de Indias, producto de larguísima experiencia. «Que ningún

pasajero ni marino vaya sin armas» - ordenaba una (32, tit. 3, lib. 9)

detallando luego qué cantidad de picas y arcabuces, cuantas docenas de

dardos, lombardas, versos, falconetes y morriones debían constituir el

arsenal obligatorio de cada buque. «Que la quilla tenga tantos codos, tantos

la eslora y tantos el puntal», ordenaba otra. «Que las pólizas de seguros, al 5

por ciento, se ajusten á tal fórmula», establecía una tercera. «Que los buques se

hagan á la vela en tal mes y sigan tal derrota, si desean buen viaje» añadía una

cuarta. «Que antes de llegar á las islas de los Azores mande el general deshacer

los camarotes de los pasajeros y desembarazar los navíos de la jarcia y lo demás

que hiciere estorbo para pelear, poner sus jaretas, plantar la artilleria, etc., para

El tercero, que sumando los permisos para vaquear dados por el Cabildo de Buenos Aires

en 1609, no llegaron á 1.400 las reses distribuidas entre 37 vecinos. En 1612, para reunir el

mismo Cabildo 2.000 cueros que necesitaba para pagar á un representante enviado á

España, tuvo que suspender por dos años las licencias para vaquear. (Censo

Agropecuario, 1908, III). 59 Á tal punto llegó á ser «profesión» la piratería en Inglaterra, que Thorold Rogers afirma

fue ella ejercida por Paterson, fundador del Banco de Inglaterra y por Blackburn, futuro

arzobispo de York. (SENTIDO ECONÓMICO DE LA HISTORIA Pág. 125). 60 Ley XXVII, Lib. IX, T.t. 26, Recopilac. de Indias.

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

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que si encontraren corsarios, que ordinariamente son ciertos desde aquel paraje á

las costas de España, se puedan defender y los ofendan y castiguen< »

terminaba la ley 42, tít. 36, lib. 9, exhibiendo claramente la situación de

las pobres mujeres que encontrábanse á bordo sin camarote durante diez

días de navegación y rodeadas de sus hijos escudriñaban hora tras hora

el horizonte bajo la angustia de que una vela lejana significara la

deshonra, la esclavitud ó la muerte.

En realidad, el Rey no negó permisos para navegar al Rio de la Plata.

Lo que faltaba eran navíos: habitualmente, para cada permiso concedido

necesitábase construir el buquecillo correspondiente, con fuertísimos

gastos61.

La Casa de Contratación no veía ventajas en exponer los suyos á los

riegos del viaje, supuesto que se carecía de carga para retornar

directamente. Había que vender en el Brasil el sebo, la harina y el charqui

cargados en Buenos Aires, y comprar allí azúcar y maderas para Sevilla,

sin poder contar con la protección de la escuadra real en el trayecto.

Como los fletes subían á mucho, algunos comerciantes al menudeo

tentaron la empresa especulando sobre lo que clandestinamente podrían

introducir por tierra hasta Potosí. Otras veces, los vecinos del Rio de la

Plata comerciaron en buque propio: lo único que á esto se opuso fueron

los reclamos del Perú, desechados casi siempre. Así, aparte de una

amplísima tolerancia por las autoridades locales para con los navíos

extranjeros que simulando arribadas descargaban negros y mercaderías

en Buenos Aires con destino al interior, la estadística oficial (muy

incompleta) demuestra que se concedieron licencias en la forma

siguiente:

1602 á 1612: Permiso á los habitantes del Rio de la Plata para sacar al

Brasil y África, anualmente, en buques propios, y por el término de seis

años, algo más de cien toneladas de harina, veinticinco de sebo y otras

tantas de carne seca, (todo lo cual junto no valía 10.000 pesos)62 pudiendo

retornar hierro, ropas, calzados y lo demás que se necesitare.

1614: Permiso en el mismo sentido por tres años.

1615-1621: Permiso á veintinueve buques, de y para el Brasil: bien

entendido que lo importado no podría pasar al interior, á menos que

61 Un buque de 300 toneladas valía en derredor de 30.000 pesos 62 Menos de lo que hoy comercia el puertecillo de Formosa en las riberas del Chaco.

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

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pagase en la Aduana de Córdoba63 un 50 por ciento de recargo (la tarifa

de aduanas para Buenos Aires –almojarifazgo – subía solo al 7 y medio por

ciento, suma bien inferior á la que hoy se paga). Casi todos ellos

desembarcaron negros en Buenos Aires con destino á las minas del Perú.

1621-1646: Faltan datos.

1647: 2 buques salidos de Cádiz, llevando 480 toneladas por todo.

1652-1659: Tres buques, sumando novecientas toneladas64 .

No fue pues don Felipe III tan torpe en el manejo de los negocios

americanos como lo temía su augusto padre al quejarse de que Dios le

hubiera dado tantos dominios sin concederle un hijo capaz de

gobernarlos. Por el tratado de Londres (1604) estipulóse bajo su gobierno

la libertad de comercio con Inglaterra; se estimuló más tarde ese mismo

comercio en el Rio de la Plata; se dictó la primera «LEY DE LANGOSTA» que

entre nosotros se conoce, llevando sus disposiciones hasta obligar á los

sacerdotes á costear la persecusión del acridio65 –detalle que han

derogado las actuales leyes republicanas; y se mandó hacer experimentos

acerca de la aclimatación de cochinilla, grana, añil, clavo, pimienta, nuez

y canela66 en el Rio de la Plata, con gran sorpresa de sus pobladores que

estaban convencidos del inevitable fracaso de tales ensayos.

Aprovechando la oportunidad, uno de los Cabildos explicó á S. M. en el

crudo estilo de la época, cómo se vivía por aquí67.

63 Esta aduana separando legalmente al litoral del interior, ahondó las rivalidades creadas

por el pleito entre Garay y Cabrera. 64 Tomo el dato del «Informe del Fiscal de S. M. presentado á Consejo de las Indias en vista

de los memoriales que se acompañan de Don Diego de Villatoro, Procurador del

Consulado de Lima» –Madrid, Agosto 31 de 1690. –Arch. de Ind. 74-6-41. 65 EN ELVAS, Á 12 DE MAYO DE 1619:

«Porque en algunas provincias de las Indias es muy frecuente la plaga de langosta que

infecta y destruye los campos sembrados y conviene buscar la semilla que deja debajo de

la tierra, y que á esta diligencia y gastos acudan todos los de la provincia cuando y donde

la hubiere –

ORDENAMOS:

á los Gobernadores, Justicias y Regimientos de las ciudades, villas y poblaciones que hagan

repartimiento entre los interesados, eclesiásticos y seculares y nuestra Real Hacienda –

pues el beneficio es común y la causa pública – para que sean pagados los que acudiesen

al remedio. Y ENCARGAMOS Á LOS GOBERNADORES EL CUIDADO DE HACER CAVAR Ó ARAR LA

TIERRA, Ó ECHARLE GANADO DE CERDA, QUE DESCUBRA Y DESTRUYA LA SEMILLA ANTES QUE

SE AUMENTE EL DAÑO. 66 La fábula de la cochinilla, procedía del hallazgo de cierta planta tintórea de donde los

indios sacaban escasamente con qué colorear sus tejidos 67Octubre 22/621. INFORME DEL CABILDO DE CORRIENTES:

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

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El filántropo monarca insistió en que los curas no se apoderasen de

bienes de difuntos, en que se procurase casar bien á las hijas de los

conquistadores, y en que se hiciera un «recogimiento de doncellas»,

operación que dio motivo para que se disiparan las últimas dudas que S.

M. pudiese abrigar acerca de la acción de sus gobernadores.

«Hasta hoy no ha habido ni hay monasterio ni recogimiento de doncellas –

informaba el Cabildo de Santa Fe al gobernador Góngora y éste al Rey, en 1622–

ni la tierra tiene sustancia para poderlo sustentar.

«Lo que podemos decir es que Hernandarias de Saavedra, natural de estas

provincias y vecino de esta ciudad donde tiene su casa y hacienda, el año 1615

quiso introducir un recogimiento de doncellas en una casa que tiene y sus padres

y parientes no quisieron darlas ni tenerlas fuera de sus casas; y él, con la mano

poderosa de gobernador sacó algunas mozas doncellas en esta ciudad de casa de

sus padres y parientes y por fuerza las hizo llevar á la dicha casa donde

estuvieron algunos meses hilando lana y tejiendo sayal que él tenía. Y las puso

por maestra un hombre de treinta años nombrado Lorenzo Gutiérrez que las

enseñaba á tejer como si fueran esclavas. Y su sustento era maíz y vaca. Y la

comodidad y trato que tenían era rigoroso. Y porque alguna de ellas se volvió á

casa de su madre, la trajeron y azotaron y sucedieron otras cosas<

«Y que habiendo pasado algunos meses y querido traer de la ciudad de la

Asunción el dicho Hernandarias de Saavedra otra partida de doncellas para el

mismo efecto á esta ciudad, teniéndolas ya para embarcar, fue público que á ruego

de religiosos y por los clamores de ellas y de sus madres se las volvió y no las

trajo. Y entonces echó las que tenía hilando y tejiendo en esta ciudad y se fueron

á casa de sus padres y parientes. Y esto es lo que pasó».

La Corte y el Consejo de Indias estaban muy lejos y no podían

preocuparse gran cosa de los monasterios proyectados en una colonia de

«Fué embuste, engaño y quimera, porque el temple de esta tierra no es apropósito, respecto

á que es sujeta á hielo y vientos, y no hay gente, traza, ni comodidad, pues apenas se

pueden hacer las sementeras de maíz y trigo para comer; y es tanta la pobreza y miseria

que se padece, que así los vecinos y pobladores como sus mujeres é hijos é hijas acuden á

las dichas sementeras y el año estéril mueren de hambre porque no comen más que un

poco de vaca asada y cocida, muchas veces sin sal porque no la hay en esta tierra; y de

ordinario beben agua, porque no se coge vino en ella y para poder celebrar se trae de

Buenos Aires, Tucumán ó Chile á precio excesivo, pues ha llegado á valer una arroba de

vino más de cien pesos y muchos días hay que aún á este precio no se halla».

Anexo á la carta del gobernador Góngora á S. M. en Buenos Aires á 6 de Junio de 1622.-

Arch. de Ind. 74-4-12.

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

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aventureros perdida sobre las selvas del gran Chaco, casi en el corazón

de la inmensa América.

Muerto Felipe III, todo empeoró: aproximábase la liquidación de las

absurdas conquistas emprendidas por Carlos V y Felipe II. Guerras en

Italia y en Inglaterra, guerras en Flandes y en el Rosellón y en la India y

en Cataluña y en Portugal y en Francia y en Nápoles, sin que hubiese

soldados, ni jefes, ni buques, ni marinos, ni dinero para afrontarlas.

Felipe IV, ahogado por las deudas, vendió á los residentes ingleses el

derecho de comerciar, creó el nuevo impuesto de papel sellado (que sin

duda disminuyó en España la manía de pleitear), y finalmente, hacia

1625, concedió á los contratistas Octavio Centurión, Carlos Strata y

Vicente Squarta el derecho de cobrarse lo que se les adeudaba, vendiendo diez y

siete mil quinientos vasallos de cualesquiera villas, lugares y aldeas de los reinos,

á un precio variable entre 15 y 16.000 maravedís por vasallo, incluyendo la

jurisdicción civil y criminal, el mero y mixto imperio, las escribanías y las penas

de cámara.

Puede suponerse la atención que dedicaría á los insignificantes

problemas del Rio de la Plata, cuyas aldeas no tenían, más importancia

en el comercio mundial que la que tengan hoy los villorrios del

protectorado de Uganda. Poco después de 1640, debido á la rebelión de

Portugal cesó todo negocio con el Brasil, mientras los habitantes de la

Península, libres de la funesta privanza del conde duque de Olivares,

oían á los amigos de éste demostrar en público cómo Richelieu había

robado en Francia mucho más sin levantar tantas resistencias.

Santa Fe no tenía medio alguno de vida y puede imputarse

precisamente á su fundador haberle privado de ellos. Si fue un error crear

un puerto fuera de aguas hondas, mayor fue el de establecer un

competidor sobre el mismo rio (Buenos Aires): importaba deshacer la

obra. Y si en algún momento pensó Garay transformar á Santa Fe en

puerto del interior, toda su política se redujo á enemistarse con los

pobladores de ese interior, comenzando por el pleito con don Gerónimo

Luis de Cabrera. Mayor error aún fue ubicar la aldea en la proximidad de

los indios del Chaco, cuando no se contaba para defenderla con más

proyectiles que los de los pesados arcabuces. Sorprende que pudieran

influir tanto sobre los salvajes: aquellas macizas armas –de veinte

kilogramos á veces – no podían ser apuntadas sin un horquillón que se

lavaba en tierra mientras se armaba la rueda con una llave especial ó se

encendía con eslabón la mecha que debía incendiar la pólvora é impulsar

las piedras ó las balas de á onza que constituían el proyectil. Con

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

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frecuencia fallaban los tiros y toda tentativa de fuego rápido quedaba

eliminada. Las demás armas eran tan escasas por falta de hierro y

metales, que á los mozos de la Asunción –habla el P. Rivadeneira–

llamábanles mancebos de garrote, porque como no había espadas traían

unos varapalos terribles como medias lanzas»68. A las herrumbradas

corazas el calor las volvía insoportables.

No era posible en esas condiciones expedicionar con éxito contra los

salvajes, quienes día á día hacíanse más audaces: el mismo Garay había

muerto á sus manos. Alguna vez se fundaron fuertes avanzados que no

dieron resultado; otras, el gobernador de Buenos Aires, interesado en

mantener con Santa Fe un fortín sobre el Chaco, prestóle algunos

auxilios; otras más, los jesuitas armaron indios sometidos y persiguieron

á los montaraces. Pero todo ello resultó inútil y la vida en el villorrio se

fue tornando insostenible ante la alarma diaria y el agotamiento de las

tierras.

Cada tantos años, una epidemia cuyo recuerdo se ha conservado bajo el

nombre de «peste» llevaba al sepulcro á cantidad de moradores; la

langosta devoraba plantíos y frutales; y á tal punto llegó la miseria, que

ya hacia 1615 el gobernador Hernandarias explicaba al Rey que los

santafecinos no habían podido rematar la edificación del convento de San

Francisco porque en toda la población no se encontró un hacha

disponible69. Vana fue su tentativa de obligar á los habitantes de Córdoba

y Tucumán á que pasaran por Santa Fe al dirigirse á Buenos Aires: la

pampa, abierta á todos los rumbos, permitió eludir ese proyecto de

monopolio que ninguna sanción pudo hacer efectivo. No había ni

siquiera el medio de costear un diputado que fuese á España á pedir para

68RELACIÓN DE LAS PROVINCIAS DEL RÍO DE LA PLATA. Arch. de Ind. (papeles comprados por el

Ministerio de Ultramar, leg. 4). Año 1581 69 CERTIFICACIÓN dada en Buenos Aires el 5 de Agosto de 1615. Arch. de Indias, 74-6-21. –

Merece transcribirse el párrafo:

«<tan solamente hallé tres hachas en las estancias de los vecinos m{s poderosos, que los dos

eran uno Alcalde y otro regidor, y tan gastadas y malas< que para que conste de ello por

vista de ojos, las envío al procurador general que est{ en esa Corte<»

Siete años antes el Obispo del Paraguay describía así la situación: (Carta al Rey, desde

Santa Fe, el 22 de Noviembre de 1608. Arch. de Ind. 74, 6, 47)

«HALLÉ ESTE PUEBLO MUY AFLIGIDO, Y TODO LO DEMÁS DE LA MISMA SUERTE PORQUE NUESTRO

SEÑOR, POR MIS PECADOS NOS HA CASTIGADO, Y AGORA ACTUALMENTE CASTIGA, CUATRO

AÑOS HA. EL PRIMERO CON PESTE, QUE SE LLEVÓ CASI TODOS LOS NATURALES DE ESTE PUEBLO,

Y DE LOS DEMÁS LA MAYOR PARTE< LOS TRES SIGUIENTES, HA ENVIADO EL MISMO DIOS

TANTA LANGOSTA, QUE NOS HA COMIDO PANES, VIÑAS Y ÁRBOLES FRUTALES, Y HOY

PADECEMOS ESTA CALAMIDAD<»

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

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la aldea; y cuando años atrás se envió uno –Manuel de Frías – sólo

obtuvo que se partiera en dos la gobernación del Rio de la Plata y se le

concediera una de ellas. Salvo la carne y la yerba todos los artículos de

alimentación y vestido costaban más en Santa Fe que en la Península.

Intelectualmente vivíase en pleno atraso, si bien el Colegio de los

Jesuitas fundado en 1610 y la Universidad de Córdoba creada años

después significaran un poco más de cultura que la existente en 1531,

cuando encargado don Juan de Garay por el Rey para que observase un

eclipse, contestaba al soberano que nadie había allí capaz de efectuar

tales observaciones.

Carecíase de artesanos y casi hasta de autoridades: en la aldea solo

quedaban algunos vecinos empeñados en seguir habitando un sitio

inhabitable. I cuando después de la inundación de 1636 y de un terrible

período de langosta y sequía (1647-1653), ante el espectro del hambre

decidiéronse por fin los santafecinos á abandonar sus inhospitalarias

tierras, pudo verse al través de los varios años que duró la mudanza, la

lucha entre los que viejos ya, aferrábanse á aquellas tapias de barro sucio

que les recordaban una vida, los que jóvenes, partían alegres tejiendo

nuevas ilusiones, y los que insensibles á todo, embrutecidos por la ruda

realidad que pesara sobre ellos, permanecían indiferentes sirviendo de

estorbo.

En diez años los últimos ranchos cayéronse al suelo por la acción de las

lluvias y la «ciudad» abandonada fue sólo un montón de escombros del

que hoy no queda más vestigio que algún cimiento puesto al descubierto

por los derrumbes de la barranca en que debieron asentarse las

construcciones del soñado puerto. El proyecto de Juan de Garay había

fracasado después de esterilizar los esfuerzos de tres generaciones.

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 87 --

IV

SEGUNDA FUNDACIÓN DE SANTA FE:

MONOPOLIO DEL RIO PARANÁ.

(1653-1779)

Al abandonar la derruída aldea, costó trabajo encontrar sitio donde

instalarse: aún incultas y desiertas, casi todas las tierras próximas tenían

dueño, y en las lejanas, ó había indios, ó faltaba leña hasta para armar los

ranchos. Sea que escasearan los medios de trasporte, que no se

encontraran tierras más á mano, ó bien que los vecinos prefiriesen ir

vigilando dia á dia las nuevas construcciones sin desatender las viejas, lo

positivo es que los emigrantes de la Santa Fe de Garay, instaláronse á

diez leguas al Sur del primitivo emplazamiento, en un lugar tan mal

elegido como el primero: bajo, arenoso, sujeto á las inundaciones del

Salado y del Paraná, ubicado sobre un riacho escasamente navegable, y

cerrado desde luego para todo buque de ultramar. Para la comunicación

con el interior, evitábase sin duda vadear el Saladillo y los pantanos de su

cuenca; pero seguía siendo indispensable atravesar el Rio Salado, con

cuya utilización como vía de trasporte, soñaron vanamente los

santafecinos. Tenía empero una atenuante: rodeada de agua por tres

lados, con un foso ó una trinchera se completaba su defensa.

En tales condiciones era de preverse que la nueva aldea correría el

mismo fin que su antecesora, si artificialmente no se le daba vida por

medio de protecciones y privilegios que significaran ventajas sobre las

aldeas rivales mejor situadas, y especialmente sobre Buenos Aires, que

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recibía el escaso comercio de España. Bien pronto los hechos eliminaron

cualquier duda que al respecto hubiesen tenido los míseros habitantes de

aquella población de

veinticinco ranchos,

que hacia 1658 parecía

el viajero Ascarate du

Biscay la más ínfima

del Plata y Tucumán».

Persistió la pobreza y

la falta de

herramientas y de

armas y de vestidos,

empeorando todo al

cerrar el Rey en 166170

el puerto de Buenos

Aires. Aislados del

mundo, en la

imposibilidad de

conseguir telas

procedentes de

fábricas montadas en

forma, los

rioplatenses cubrieron

sus carnes con pedazos de paño burdo, sin costura alguna, como los

tejidos indios. El poncho –una manta con un agujero para pasar la cabeza-,

complementó á otra manta que pasábase por debajo de las piernas á

guisa de pantalón, y quedaba sujeta con una tira de cuero, en la que se

enganchaban ó guardaban las pocas monedas de plata que constituían las

riqueza del propietario, imposibles de preservar en otra parte de aquel

traje sin bolsillos. Cráneos de vaca hicieron de sillas, omóplatos de vaca

suplieron á las azadas, cuernos de vaca sirvieron de vasos, cueros de vaca

utilizáronse para construir botes y cunas y cuerdas. Bebíase en calabazas

silvestres; y á falta de tenedores y cucharas forzoso fue servirse del

cuchillo como único cubierto para comer la carne de vaca, base del

alimento diario. No habiendo zapateros, los hombres usaban á guisa de

botas el cuero crudo arrancado á las patas de los caballos y adaptado

toscamente á sus piernas. Tal vino á ser con el tiempo el «traje nacional»,

70Los antecedentes aparecen en varias Reales Cédulas, coleccionadas en el Arch. de Indias.

(122-3-2, Lib. 7, fs. 94 á 124)

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

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conservado por la haraganería de aquellas gentes, que en la llanura

cuidaban sus ganados con solo mirarlos desde lejos. Como el filósofo

clásico, llevaban consigo cuanto poseían al montar á caballo con la

concubina en ancas y la guitarra á la espalda: todas las herramientas eran

el cuchillo, el lazo y las boleadoras; todos los utensilios, la «pava» atada á

los tientos; todos los muebles, el «recado de mentar», que constituía la

cama; toda la fortuna, las tropillas que galopaban al frente, y las piezas de

plata del tirador. Podían los indios asaltar el rancho, con la seguridad de

no encontrar en él otra cosa que algunos cueros secos, fácilmente

reemplazables. Poco á poco, fuese olvidando la costumbre europea de

viajar á pié, (imposible en Santa Fe á causa de las víboras y la aspereza de

los pastos) como habíanse olvidado ya los alimentos españoles:

garbanzos, cerdo, legumbres. La vaca y el caballo unidos á los otros

elementos naturales crearon nuevos hábito.

Las mujeres, olvidándose de hilar y tejer media, permanecieron

descalzas y ociosas chupando sendos mazos de cigarros, mientras los

hombres bebían, jugaban al truco y á la taba ó recorrían el campo

buscando animales que carnear ó desollar.

Tal era la vida de las clases pobres. Dentro de la aldea algunos

conservaron, con el traje europeo las exiguas comodidades posibles; pero

no pudo ser mucha la diferencia en materia de cultura, si se recuerda que

hacia 171471 al celebrarse la fiesta de San Gerónimo, patrón de la ciudad,

el busto del Santo se hallaba empeñado en una taberna. El detalle es

elocuente.

71 CERVERA – «Historia de la ciudad y provincia de Santa Fe.»

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

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El problema de los indios siguió siendo tan temible para los pobladores

de la nueva Santa Fe, como para los de la antigua: cada vez fue más

difícil mantenerles en «encomiendas» (ciento veinte por todo, existían en

1678, según carta del Gobernador de Buenos Aires á S. M.)72. A tal punto

que cuatro años después –1682– el Protector de Indios levantaba en Santa

Fe una información73 con el fin de detener á mil familias de indios que de

las Misiones Jesuíticas bajaban á poblar las soledades de Buenos Aires.

Demostró en ella, que toda vez que se habían intentado al Sud semejantes

poblaciones, los indios morían por insuficiencia de la alimentación,

imposibilidad de obtener otra leña que la poquísima producida por la

poda de los duraznos de las quintas, y dificultades para el vestido atentas

la falta de algodón y la escasez de ovejas motivada por los leones y los

perros cimarrones74. Los indios, obligados á vivir al servicio de los

blancos, moríanse ó huían; y Santa Fe, rodeada ahora por los bosques del

Salado, constituyó el sitio menos apropósito para obstaculizar su fuga.

Encontraban los salvajes más cómodo robar rebaños enteros, que

vivir de los azares de la caza, como sus antepasados; y habiendo

aprendido á montar á caballo, burlábanse de los «fortines» destacados

por los santafecinos sobre el Chaco. Aprovechando las sombras de la

noche pasaban lejos de ellos, y caían sobre la aldea. En esas condiciones,

representaron poca ventaja los fusiles de chispa y la guerra se redujo á

simples choques de caballería en los que triunfaron los más y los mejor

montados. Preparada una invasión por los indios y seleccionados

caballos al efecto, los blancos retrocedían; preparada una expedición por

los blancos y sorprendidos los indios, huían en derrota. La victoria dejaba

las cosas como antes para los indios, porque los blancos, viviendo en la

aldea, carecían de amplios radios de acción como sus enemigos, que al

ser rechazados de Santa Fe lanzábanse sobre el Tucumán, y vice-versa.

Propiamente, en el Rio de la Plata no había ejército. Los criollos rehuían

del servicio militar, que jamás fue obligatorio para ellos bajo España; y

cuando de tarde en tarde «enganchábanse», no era raro verles desertar,

alzándose con armas y equipos. Hacia 1699 se acusaba á los oficiales de

Buenos Aires, por tener boliches en los que se despachaban

72 Febrero 8 de 1678. Archivo de Indias, 76-3-9. 73 Febrero 8 de 1678. 74-6-40. «Información hecha por el protector de los naturales indios don

Baltasar de Santuchos ante el Alcalde Ordinario de Santa Fe». 74 La oveja «criolla» no era propiamente productora de lana: sólo la oveja «pampa», derivada

al parecer de la «churra», mereció la pena de ser esquilada.

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1PROVINCIA DE SANTA FE: CÁLCULO DE LO PRESUPUESTADO , Y SUMAS RECAUDADAS

DESDE 1875 HAS 1881

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bebidas; y las Ordenanzas vigentes, daban al Sargento Mayor de cada

regimiento el derecho de tener casa de juego y gozar de la coima, –bien

que debiera reducirse á hacerlo «dentro del cuerpo de guardia», como S.

M. lo declaró en 1695. Puede suponerse cual sería el estado de la

guarnición, si se recuerda que en 1711 los oficiales y cabos de Buenos

Aires enviaron al Consejo de Indias un representante para que gestionara

el pago de los trece años de situado que se les adeudaban; atraso que llegó

á diez y siete años en 1715, y á diez y ocho y medio en 1716, según lo hizo

presente al Rey el Gobernador.

Nada de particular tiene, pues, que hacia 1736 el Gobernador Salcedo

escribiera al Secretario de Estado, explicándole que ningún fundamento

había para tener por buenos soldados á los milicianos del Rio de la

Plata75, y que Don Pedro de Ceballos, años después, se quejase de que no

hubiera en Buenos Aires un solo oficial que supiera apuntar un cañón.

Los asaltos de los indios fueron siendo cada vez más repetidos76 sin que

los cuarenta ó cincuenta hombres que defendían á Santa Fe constituyeran

obstáculo serio. Poco á poco, la población de las campañas fue

concentrándose sobre la aldea, y se hizo necesario retirar los poquísimos

soldados que guarnecían los fortines: el enemigo estaba ya dispuesto al

asalto de Santa Fe, aunque su táctica de «raids» excluía la toma de

pueblos. Este avance importó para los blancos quedarse sin caballos, ó

sea no poder luchar; y entonces los indios entraron varias veces al

pueblito con lo cual se produjo una emigración de vecinos perfectamente

explicable, mientras los restantes veíanse obligados á vivir sobre las

armas en constante angustia ante la posibilidad de un repentino ataque.

A la hora del crepúsculo, todas las mujeres que vivían un poco apartadas

de la plaza, se refugiaban en los conventos buscando un auxilio que los

monjes no podían dar por falta de armas y municiones. La menor alarma

llenaba de terror á aquellas pobres gentes. Nada más expresivo á este

respecto que la declaración de uno de los defensores –el capitán

Calderón77:

75 Buenos Aires, 6 de Setiembre. (Arch. de Ind., 125-4-7). 76 Varias veces se hizo la paz; pero los caciques, al formalizarla, entendían obligarse

solamente á que «sus súbditos» cesaran en las hostilidades. No se responsabilizaban por

las correrías llevadas á cabo por indios «no súbditos». Con cuyo argumento los tratados

resultaban ilusorios. 77 Información hecha en Santa Fe, en Setiembre de 1720. Anexa á la «Representación del

Cabildo» á S. M., fecha Octubre 4 del mismo año. Arch. de Ind. 76-1-37.

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

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«todo desquadernado y rebuelto, sin que aiga hombre con hombre ni

cosa con cosa, estando esta pobre ciudad hecha un propio infierno… Es

menester para cualquier modo, gente y dinero; y pensar que esta vesindad

pueda dar lo uno ó lo otro, es aún más bana pretensión que el sacar jugo

de una piedra y umor de un tronco seco; por que las vidas y su sangre,

pondrán los pocos vesinos que an quedado, como lo han hecho y asen,

pero plata no hay que pedírsela por que no la tienen ni aún para el reparo

de sus propias y naturales necesidades;… porque Santa Fe en sí, no tiene

más que mucha mala agua y un pedazo de carne no buena y cara…»

La despoblación de Santa Fe era inminente, ya que los vecinos

podían hacer guardias un día que otro, pero no pasarse la vida como

soldados á título gratuito: la aldea no estaba en condiciones de pagarles,

ni aún siquiera de racionar á sus familias, con los cincuenta ó sesenta

pesos mensuales que constituían los recursos del municipio. Buenos

Aires, que estaba también sin guarnición digna de tal nombre, intentó

enviar hacia 1724, cincuenta hombres, pagándoles seis pesos mensuales y

la ración ordinaria de carne, yerba y tabaco;78 pero como se sublevaran,

apenas si logró suministrar veinticinco. Antes, se había intentado pedir á

España tropas, sin que prosperara la empresa, porque el estado de

España á fines del siglo XVII y principios del XVIII, era sencillamente

desesperante en materia de administración79. Seguían los autos de fe,

mientras el interior del reino estaba cubierto de bandas de salteadores

que dominaban como señores del territorio; barquichuelos

insignificantes, tripulados por foragidos de todas nacionalidades

apresaban las naves españolas; el ejército, reducido á 10 ó 15.000

hombres, era un cuerpo de mendigos que se repartía por las calles y por

los caminos exigiendo una limosna forzada de los transeúntes (W. Ch.

Weiss). Tampoco en España se pagaba { los soldados< En 1688, S. M.

falsificó moneda y dio al cobre un valor artificial; en 1689 vendió cartas

de ciudadanía española y el derecho de comerciar con las Indias, á

extranjeros que podían pagarlo; en 1690, volvió á falsificar moneda.

78 Informe { S. M. de la ciudad de Santa Fe de la Vera Cruz< sobre el miserable estado en

que se encontraba. 18 de Setiembre de 1724. Arch. de Ind., 76-3-51. 79 No podía esperarse gran cosa de las otras aldeas próximas á Santa Fe. El P. Gervassoni

describe así á Córdoba en 1729:

«La reputo la más miserable de cuantas ciudades hay en Europa y en América, porque

cuanto se vé aquí es por dem{s mezquino< Nuestro colegio es bello, y parte es de

ladrillo; pero como está sin bóveda se llueve por todas partes< El único capaz de fabricar

una bóveda es el italiano de que hablé, pero está ocupado en Buenos Aires». Carta

publicada en la REVISTA DE BUENOS AIRES, X 170.

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

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Madrid, la capital del reino, era entonces una ciudad cuya población,

como la del Rosario hoy, no llegaba á doscientos mil habitantes. No era

pues de esperarse que los santafecinos recibieran refuerzos en su pobre

villorrio americano; y menos aún, cuando hacia 1700, ocurrió uno de los

más extraordinarios y desconcertantes sucesos que en la historia de los

reyes se conozca: ¡SU MAJESTAD DON CARLOS II, ESTABA HECHIZADO é

inútiles fueron los esfuerzos del especialista en exorcismos –Fray Mauro

Tenda – que de Alemania se trajo para curarle! Concluido el

embrujamiento con la muerte del paciente, entró á gobernar Felipe V y

harto tuvo que hacer con la guerra de Sucesión y la de Portugal y las

revoluciones de Valencia y Cataluña y Aragón y Castilla: Europa seguía

entregada al desenfreno de los arrebatos de territorio á mano armada, y

en 1710, entraba victorioso en Madrid el Archiduque de Austria

pretendiente al trono.

*

* *

Cuando hacia 1724 se apaciguaron las guerras en que España estaba

envuelta (Tratado de Utrecht en 1713 y posterior Congreso de Cambray),

fue posible que el monarca se ocupara del Rio de la Plata en general y de

la afligente situación de Santa Fe en particular. Pero como no podía

enviar dinero, sin tocar á la cuestión del comercio libre con la metrópoli,

resolvió dotar de recursos á la ciudad para que se defendiera sola y

salvaguardase á Buenos Aires, contra los indios del Norte.

Ya en 1675, Don Gonzalo de Córdoba, Presidente de la Casa de

Contratación, hacía notar muy razonablemente que era útil fomentar el

comercio con Buenos Aires para dar facilidades á sus pobladores y tener

un punto de apoyo y defensa en caso necesario: que los cien mil pesos á

que montaba anualmente todo el tráfico rioplatense, entraran y saliesen

para Buenos Aires dejando de entrar y salir para Panamá, parecíale

indiferente. Pero como Lima persistió en su eterna queja, y como la

verdad es que más que cueros, lo que salía por Buenos Aires era plata de

contrabando traída desde Potosí, dejóse á las cosas como estaban,

mediante este argumento: si Tucumán y las provincias interiores podían

llevar al Perú mulas y vacas, nada les costaba adquirir allí mercaderías en

cambio. Otros hechos favorecían semejante razonamiento. Los

portugueses habían fundado en la isla de San Gabriel (pequeña, estéril é

inútil como posesión) un pueblo cuyo exclusivo objeto era contrabandear,

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

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defraudando á Lima. Contrabandeaban los Jesuitas, para importar y

exportar artículos de las Misiones. Contrabandeaban los particulares,

dirigiéndose á Tucumán por el camino de los Porongos que permitía

eludir la Aduana de Córdoba. Contrabandeaban todos, incluso los

Oficiales Reales encargados de perseguir el contrabando. El Rey se había

acostumbrado pues á la idea de que las peticiones de Buenos Aires

significaban simplemente el deseo de obtener aún mayores facilidades

para contrabandear, so pretexto de unos cueros que no se producían sino

escasamente, y que una vez producidos se deterioraban de un año para

otro por falta de preparación adecuada y por las inclemencias del clima.

Así es que daba licencias sueltas cuando le parecían necesarias, cobrando

un impuesto de veinte ducados por tonelada de registro: el flete de los

cueros y el sebo ascendió á 44 ducados, ó al 25% de su valor en España

(1680).

Por su parte los delegados del Rio de la Plata –y Don Gabriel de

Aldunate y Rada entre ellos (1694) – representando á los hacendados80 no

dejaban de esgrimir hábiles razones contra el monopolio:

a) El mineral de Potosí decaía, y con él, la importancia

económica del favorecido Perú;

b) Los indios, principales pobladores del Perú, no consumían tejidos

españoles;

c) La presencia de obreros europeos, determinaba en América una

producción de industrias locales que compitiendo con las españolas,

hacia ilusorio el monopolio;

d) Méjico enviaba subrepticiamente al Perú, vía Pacífico y sin

trasbordo, mercaderías más baratas que las enviadas por España, vía

Panamá.

Pero si Buenos Aires tuvo buenos defensores, también los tuvo el Perú;

y en consecuencia, S. M. que seguía sin escuadra para proteger el

comercio del Sud, limitóse á conceder una especie de monopolio interno,

declarando en Agosto de 1726 que ningún buque podría navegar el

80 «Memorial» presentado en el Consejo de Indias en 24 de Agosto de 1694. (Arch. de Ind. 74-

4-18). En 1667, se hizo una gestión parecida por la Audiencia de Buenos Aires (Carta del

Presidente y Oidores á S. M., Buenos Aires, 25 de Noviembre. Arch. de Ind., 47-6-32). El

derecho de petición se ejercitó siempre en forma amplísima ante el Rey por los

pobladores del Rio de la Plata, y abundaron «Representaciones de los hacendados», antes

de que Mariano Moreno redactara la suya en el siglo XIX. Merecen citarse las de 1697,

1750, y el expediente seguido por la ciudad de Santa Fe ante el Consejo, en 1716 (Arch. de

Ind., 76-1-37).

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

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Paraná sin entrar á Santa Fe, debiendo descargarse allí todo lo que del

Paraguay y las Misiones se destinara al interior y al Perú81. Allí también

debían ser pagados los derechos correspondientes, para costear con su

importe doscientos hombres de guarnición. Esto significaba alterar

fundamentalmente las condiciones financieras de Santa Fe, dando

nacimiento á varias industrias anexas al transporte, y permitiendo la

instalación de nuevas tabernas alimentadas por marineros, troperos,

soldados y conductores de carretas. Probablemente no fueron ajenos á la

concesión los Jesuitas, que producían y vendían la yerba, y que teniendo

en Santa Fe un Colegio, podían contralorear el tránsito é influir sobre las

autoridades locales82, sea para evitar trabas, sea para eludir impuestos.

En 1716 consiguieron se les encomendara doctrinar á los indios del

Chaco.

Hasta entonces, los franciscanos estuvieron en auge, y sobrellevaron

gran parte de las tareas que á los santafecinos deparó la suerte: tanto, que

por Real Cédula de 1679 (Setiembre 15) concedióseles los derechos de

romana y mojón por ocho años (en derredor de veinticinco pesos

mensuales), á fin de que edificaran la Iglesia de San Francisco; cosa que

no se llevó cumplidamente á efecto, porque con tan poco dinero

imposible fue hacer torre, ni corredor, ni sacristía, ni siquiera celdas

cómodas que reemplazaran á las primitivas de paja y barro83.

El monopolio del rio era sin duda importante porque con él toda la yerba

consumida en las posesiones españolas de América tenía necesariamente

que ser descargada en Santa Fe y conducida por carretas santafecinas.

Desgraciadamente, la ciudad carecía de buen puerto. Bien pronto ello

incitó á Buenos Aires (asiento del gobierno), á desviar con especiosas

interpretaciones el texto del decreto real. Sostuvo que bastaba con que el

impuesto á la yerba se pagara, en Buenos Aires, con el contralor de los

81 Ya en 1690, Charcas había pedido se hiciera de Santa Fe el puerto de Tucumán 82 La índole de este trabajo me impide establecer conexiones entre la marcha ascendente del

negocio que los jesuitas hacían vendiendo yerba, y la fundación de un colegio en Santa Fe

y una Universidad en Córdoba, situados el primero en el puerto más inmediato al

interior y el segundo en el asiento de la Aduana, esto es, ambos sobre el camino que la

yerba recorría. Anoto simplemente un dato que procede del «Informe del General

Mathías de Anglés y Gortari, á la Inquisición de Lima» (Mayo 10 de 1731): era el

Procurador de Misiones, quien vendía en el Colegio de Santa Fe la yerba y el lienzo de

algodón que enviaban los jesuitas desde sus posesiones del Norte, en buques propios. 83 «Carta de los Oficiales Reales del Río de la Plata á S. M.»– Arch. Ind., 74-4-24. (Buenos

Aires, 21 de Abril de 1693). Ese mismo año la ciudad «representó» al Rey la necesidad de

que se le concedieran por más tiempo los derechos de romana y mojón, contribución de

pulperías y venta de vino, con destino á obras públicas. (Arch. Ind., 74-3-39).

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

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santafecinos; y en consecuencia, intervino la Audiencia de Charcas,

fallándose el pleito á favor de Santa Fe en 1739: el Rey ratificó tal fallo en

1743, previa decisión del Consejo de Indias84. Quedó pues Buenos Aires

como puerto único para el exterior, y Santa Fe como entrada para el

interior85: un siglo más tarde debía revivir la cuestión, siendo el Rosario el

puerto favorecido por la legislación fiscal.

En realidad no significó gran cosa el primer privilegio. Llenos los mares

de corsarios, pocas naves atrevíanse á cruzar las dos mil leguas que

separaban á Buenos Aires de Cádiz, ciudad que había suplantado á

Sevilla en su rol de lugar único de exportación para América. En 1660,

Inglaterra con su célebre «Acta de navegación», perjudicó notablemente á

las marinas mercantes de Europa; y á poco, se hizo costumbre contratar

pilotos ingleses ú holandeses, atenta la poca práctica de los españoles

para tomar alturas y embocar debidamente el Rio de la Plata. El

comerciante iba en su buque como en los buenos tiempos del califa

Harum-al-Raschid, de que hablan las Mil y una noches: llegado á puerto y

trasmitida la noticia, los habitantes de la región salían á cuerear vacas y

juntar sebo para trocarlo por los productos llevados en la nave. Inútil era

almacenar los cueros porque se echaban á perder durante los dos ó tres

años que solían pasar sin que llegara buque alguno: tales andaban las

comunicaciones, que recién á los diez años de abandonada la primitiva

Santa Fe, llegó la noticia á la Reina86. Nada de particular tiene pues, que

el Gobernador de Buenos Aires ignorase hasta 1727 el fallecimiento del

Rey Don Luis I, acaecido en 1724. Hasta se dio el caso de que arribaran á

Montevideo buques salidos de España para Centro América.

84 «Expediente seguido en el Consejo de las Indias), 1743.– (Arch. de Ind., 76-3-51).

85 CERVERA, ob. cit., detalla como sigue las ventajas de comerciar por Santa Fe.

100 tercios de yerba (750 arrobas), costaban:

86 «Real Cédula» al Presidente de la Audiencia de Buenos Aires sobre la extrañeza que había

producido el haber mudado á otro sitio la ciudad de Santa Fe de la Vera Cruz. Madrid,

Mayo 6 de 1670 (Arch. de Ind., 122-3-3. Libr. 8, fs. 26 á 28). En la misma fecha se aprobó la

mudanza.

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

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En cambio el privilegio acordado á Santa Fe era efectivo y susceptible

de producir algunas ganancias. Mientras duró el impuesto de sisa sobre

la yerba, el comercio fue difícil; pero una vez abolido, tomó éste gran

incremento87. El Rey procuraba que el Rio de la Plata no gravitara en

absoluto sobre las demás provincias de la monarquía. Unas veces,

acordábase el impuesto para que los franciscanos hicieran templo; otras,

para que Buenos Aires costeara su guarnición; la última, para que Santa

Fe luchase contra los indios. Se interesaba así á una ciudad ó á una orden

religiosa, en el cobro.

La navegación del rio Paraná solía hacerse en tres clases de

embarcaciones:

a) Botes, barcos y lanchas, con calado de 7 á 10 pies, provistas de un palo,

susceptibles de cargar de 40 á 160 toneladas;

b) Garandumbas, ó sea bateas chatas, casi cuadradas, que medían hasta

20 metros de largo y calaban en derredor de 9 pies, navegando solo aguas

abajo, pues faltas de arboladura no podían subir al río (quemábanse

como leña en el puerto de destino);

c) Canoas rápidas, que en once ó doce días llegaban desde Asunción á

Buenos Aires.

A fines del siglo XVII, la yerba que los Jesuitas vendían alcanzó á doce

mil arrobas por año, y esta suma fue en aumento con el crecimiento de la

población. De tal modo, que hacia 1765 comentaba el P. Guevara:

«Es tan usual la bebida del caá (infusión de yerba) en estas provincias, que ni

el chocolate, té ni café han merecido en parte alguna tanta extensión. Desde el

bozal más negro hasta el caballero más noble, la usan. Si llega un huésped,

aunque sea á una vil choza ó rancho campestre, luego se le da mate. Si está

cansado, mate para descansar; si sudado, mate para desudar; si sediento, mate

para apagar la sed; si soñoliento, mate para despabilar el sueño; si con la cabeza

cargada, mate para descargarla; si con el estómago descompuesto, mate que lo

componga<»

Toda esta yerba pasaba por Santa Fe, trasformado en puerto ineludible,

ya que el proyecto de llegar desde el Paraguay á Tucumán y Bolivia por

87En 1720.- En 1714, explicaban los comerciantes como la sisa imposibilitaba el negocio:

Flete de Asunción { Santa Fe<4 { 6 reales arroba ; Sisa<4 reales arroba ; De ocho á diez

reales de gasto, sobre un producto que vendíase en Santa Fe á razón de 10 á 12 reales.

Quedaban 2 reales para costear la producción de yerba, su acarreo hasta Asunción y la

ganancia (Carta del Cabildo de la Asunción á S. M.), 16 de Julio de 1714. Arch. de Ind., 76-

1-37).

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el Chaco no resultó viable, aunque hacia 1760 el Gobernador Espinosa y

Dávalos comprobó que los indios tenían por allí un camino.

Desembarcada la yerba, forzoso era enviarla en carretas al interior, á

cuyo efecto, ya desde fines del siglo XVII habíase construido en Santa Fe

un almacén para la conservación de la que al Rey correspondía88. El

almacén, midió en total 20 varas de largo por 6 de ancho.

Cada carreta, fabricada con maderas y cueros sin que se echara mano

de una sola pieza de hierro, solía durar dos años en buen estado; esto es,

podía hacer tres viajes redondos de Santa Fe á Tucumán, cargando en

cada uno mil quinientos kilogramos y cobrando un flete equivalente al

doble más ó menos de lo que hoy cobran los ferrocarriles por su rápido

servicio de encomiendas. Llevaban pasajeros con tarifa mayor aún:

cuarenta pesos plata desde Buenos Aires á Córdoba, sin ninguna de las

comodidades que hoy ofrecen los sleeping-cars. Para defenderlas de los

indios, formábanse «tropas» de doce á catorce; y así unidas, avanzaban

pesadamente á razón de cuatro leguas diarias, bamboleándose al compás

del chirrido interminable de las ruedas. Atravesaban el desierto como

una escuadra que surcara los mares. Vivíase sobre la carreta, carneando

las vacas que acompañaban á la expedición y bebiendo el agua que se

llevara de reserva: en la carreta se nacía y en la carreta se moría. Formóse

una especie de aristocracia especial constituida por los comerciantes, que

despachando vehículos, daban vida al país y tenían á sus órdenes

cantidad de hombres hechos á la dura lucha diaria sobre la pampa

inmensa é inhospitalaria.

Bajo la concesión del «puerto preciso», los ingresos de Santa Fe

aumentaron bastante sin que llegaran á ser considerables. La entrada dio

un promedio de diez mil pesos plata anuales, esto es, más ó menos lo que

hoy recauda la Comisión de Fomento del pueblo San Lorenzo. No se

logró sin duda hacer más fértiles las tierras, ni evitar las langostas, las

sequías y las heladas; pero se consiguió transformar en troperos y

pulperos á unos hombres para quienes la agricultura estaba casi vedada y

88 Un 20 por ciento de la producida por los jesuítas, según decreto del Gobernador Vera

Mujica en 1686. («Carta á S. M.», desde Santa Fe de la Vera Cruz, el 18 de Marzo de 1686.

Arch. de Ind., 76-3-9). Cuatro años después, S. M. resolvió que mientras hubiese en los

almacenes mercaderías de propiedad fiscal, NO PUDIESEN LOS PARTICULARES ENVIAR AL

INTERIOR MERCADERÍAS SIMILARES; absurda decisión que duró hasta Felipe V, arruinando

al Rio de la Plata. Apropósito del comercio de yerba hacia esta época, traen detalles

interesantes la «Carta á S. M. del Definitorio de las Provincias de Tucumán, Paraguay y

Río de la Plata» (Santa Fe. Abril 20 de 1682, Arch. de Ind., 73-3-9), y la «Carta de los

Oficiales Reales» (Buenos Aires, 10 de Diciembre de 1686, Arch. de Ind., 74-4-24).

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

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la ganadería no era provechosa. Fué posible también aumentar la

guarnición de Santa Fe y ahuyentar á los indios, rechazándolos muchas

leguas hacia el Norte89. Con ello y la fundación de algunas reducciones,

consolidóse la campaña militar llevada á cabo por el Teniente de

Gobernador Echagüe y Andía. Finalmente se estableció un fortín al Sud,

sobre el Río Carcarañá, que unido á fortines similares colocados al Oeste,

crearon una nueva vía comercial protegida, que iba de Buenos Aires á

Córdoba atravesando la provincia de Santa Fe en tanto que otra seguía

hasta Córdoba por el Quebracho Herrado, y una tercera hasta. Tucumán

por los Sunchales. A raíz de 1743, cierta Real Cédula completó el

monopolio, estableciendo que en Santa Fe pagara toda carreta forastera

tres veces más de lo que pagaban las carretas santafecinas (1/2 y 1 y 1/2

reales, respectivamente).

En 1743, levantó el Gobernador Vera Mujica un censo de población90

del que resultaba haber:

a) En la ciudad de Santa Fe, 142 vecinos, inclusos jefes y

empleados; y 63 soldados;

b) En el Pago de los Arroyos (Rosario), 248 vecinos

españoles;

c) En San Javier, 33 vecinos indios;

d) En Paraná (Bajada), 184 vecinos españoles.

Si se calcula á razón de cinco personas por familia, esto es, por

«vecino», resultan para toda la provincia en derredor de dos mil personas

de color blanco ó trigueño, más un millar en el Paraná (hoy Provincia de

Entre Ríos). Los indios reducidos no llegaban á doscientos. En Santa Fe

seguía funcionando el colegio de los Jesuítas y había conventos de

franciscanos y de mercedarios y de domínicos; cosa que no debe extrañar,

si se recuerda que España contaba en esa fecha con ocho arzobispos y

cuarenta y dos obispos. Todo prosperaba menos Buenos Aires, que casi

nada tenía, que exportar91. En cuanto á la propiedad de la

89 «Carta á S.M. del Gobernador del Río de la Plata». Buenos Aires, Noviembre 30 de 1729.

Arch. de Ind., 763-51).

Y también, «Carta á S.M. del Gobernador del Río de la Plata don Domingo Ortíz de Rozas,

en que trata de las providencias que dieron sus antecesores en el Gobierno, para la

defensa de Santa Fe». Buenos Aires, Setiembre 7 de 1745. Arch. de Ind., 76-1-32. 90 «Carta á S.M., del Gobernador del Rio de la Plata». Buenos Aires, Octubre 29 de 1744.

(Arch. de Ind., 76-1-32). 91 La «Colonia del Sacramento» fundada por los portugueses de la Banda Oriental, arruinaba

á los hacendados de Buenos Aires y á su Cabildo, comprando á los cuatreros y forajidos

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que allí se asilaban, los cueros de los ganados que aquellos decían ser de propiedad

privada. El Uruguay y Entre ríos eran las regiones realmente ganaderas del Río de la

Plata. Además, por la colonia entraban y salían al país todos los que deseaban hacerlo sin

licencia ó contrabandeando, inclusive los jesuitas que llegaban á sus Misiones vía Río

Uruguay. Por ello, desde 1680 todos los esfuerzos de Buenos Aires y Santa Fe, tendieron á

eliminar ese foco; y si bien lograron destruirlo varias veces, las negociaciones generales

que hacíanse en Madrid restituían la plaza á Portugal.

En 1762 apoderóse de ella definitivamente don Pedro de Ceballos, y aconsejó el comercio

libre ya que el contrabando solo servía para arruinar al Rey. Mientras los contrabandistas

lucraban, los recursos fiscales no alcanzaban ni aún para reparar las goteras de los

edificios públicos: en 1752, desplomóse la catedral de Buenos Aires, de puro vieja.

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

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tierra constituía un problema casi insoluble, por el enorme expedienteo

anexo á cada concesión: siguieron pues baldíos los campos, y la

ganadería comenzó á constituir un renglón de riqueza, expuesto á

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muchos riesgos sin duda –secas, epizootías, inundaciones, incendio de

pastos – pero ajeno á toda pérdida de capital. Los ganados vivían y se

reproducían sin que nadie se preocupara de atenderlos. La agricultura

decayó, como consecuencia del abatimiento que en los campesinos

producían las reiteradas malas cosechas: dióse el caso de que en quince

años seguidos fuese imposible obtener una buena.

El sistema político adolecía de múltiples errores, muchos de los cuales

subsisten aún sin que se sepa por qué.

Así, la Administración de Justicia no tenía un fuero único para todos

los casos, y cantidad de inútiles apelaciones demoraban el procedimiento.

Había Tribunales eclesiásticos, Tribunales Administrativos, Tribunales

Ordinarios, Tribunales Militares y Tribunales Especiales92. La

administración de justicia en 1ª Instancia, estaba en manos de los

Cabildos, instituciones que al mismo tiempo tenían á su cargo todas las

funciones municipales y algunas de policía, estando bastante

desocupados á pesar de ello, desde que los servicios públicos casi no

existían: ni cloacas, ni aguas corrientes, ni pavimentos, ni limpieza, ni

tráfico complicado. Apenas si ensayóse en los últimos tiempos un mal

alumbrado de sebo. Una ley de Indias impedía modificaciones en la

edificación fijando tipos únicos. Del Alcalde de 1er. voto, apelábase á la

Audiencia de Buenos Aires: cuando ésta fue suprimida, se apeló á la de

Charcas, y de ahí al Consejo de Indias en España, previo viaje á vela y

emplazamiento de un año, contado desde que hubiese buque. Pero si

había poco trabajo, sobraban empleados: escribanos, oficiales de justicia

(alguaciles), depositarios, defensores, fieles ejecutores, receptores de

multas, toda una caterva de individuos mal remunerados, incompetentes

y de funciones no siempre necesarias.

El Poder Ejecutivo hallábase en manos del Virrey del Perú, quién tenía

como subalternos á los Gobernadores y á los Tenientes Gobernadores. El

Rey, como regla general concedía á los funcionarios amplias facultades

sobre las personas y escasas sobre la renta: con tal desconfianza les

trataba, que los Gobernadores tenían que hacer inventa-

92Seguimos conservando el fuero militar, el administrativo (Aduanas, Contaduría General),

el ordinario, y el especial para casos de juicio político. Hemos agregado el fuero federal y

suprimido el eclesiástico.

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rio de sus bienes antes de entrar en funciones, y jurar al aceptar el

cargo, que no cobrarían coima á sus subalternos por concederles

puestos93. No cabe suponer que en tales condiciones fuesen personajes

muy ceremoniosos.

Separábaseles con frecuencia de la percepción del impuesto, para lo

cual existían otros empleados especiales; y un funcionario puramente

decorativo, QUE GENERALMENTE ADQUIRÍA SU EMPLEO EN REMATE PÚBLICO,

–el Alférez Real – tenía á su cargo la custodia del estandarte de Su

Majestad, á quien representaba en las solemnidades.

Este sistema de venta al mejor postor, ideado por el Rey como una

fuente de recursos, exigió las precauciones que generalmente rodean á los

negocios, y fue escrupulosamente reglamentado á tal efecto. Que las

ventas «se hicieran al contado». Que una vez cerrado trato «no se

pudiera, alegar engaño.» Que si el comprador vendía á otro lo comprado,

no se defraudara al fisco simulando precio inferior al real para atenuar el

impuesto sobre la nueva transacción. Que ese impuesto se pagara aún

cuando el comprador tuviese otro empleo y lo devolviera al Rey. Que

para ser válida una venta ó traspaso de empleo, el comprador

sobreviviese en veinte días á la operación. Estas y otras vergonzosas

estipulaciones aparecen en el Libro 8, Título 20 de la Recopilación de

Indias, crudamente asentadas.

Desde luego no era posible que todos los oficios se vendiesen, so pena

de enagenar definitivamente el gobierno; y á esta circunstancia unióse en

el Rio de la Plata otra, surgida de la pobreza que le caracterizaba: no

había dinero para pagar los cargos, ni para arrendarlos, ni siquiera, para

comprar los uniformes, en muchos casos. Así, la Audiencia creada para

Buenos Aires en 1661, tuvo que ser suprimida poco después porque

jamás se logró integrar el número de sus Oidores: imposible conseguir los

abogados que habían de llevar el «alto copete», característico del

empleo94.

Poder Legislativo no existía, supuesto que el pueblo no tenía

representación teórica ni práctica en el Gobierno. Justo es consignar que

no hay constancia de que ese «pueblo» solicitara ejercitar derechos

políticos de un modo regular. De tarde en tarde los Cabildos ó las

Corporaciones enviaban á España un Diputado, costeado por ellas, en

93 RECOPILAC. DE INDIAS. Libro V, Ley 7, Título III.

94 Recién después de la creación del Virreynato se la pudo organizar.

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 107 --

misión puramente privada. En las ciudades, las «personas decentes»

tomaban parte á veces en la elección de los miembros del Cabildo; pero

no parece que tal ejercicio de democracia produjera grandes ventajas ya

que jamás se distinguieron por su régimen municipal ni por su

administración de justicia las poblaciones españolas del Rio de la Plata.

La instrucción pública no mejoró gran cosa. Siguió el catecismo

sirviendo de texto de lectura, y siguióse aprendiendo á escribir con un

punzón sobre tablillas resinosas. En todo el Rio de la Plata no se editaba

un solo diario, y los únicos que tenían imprenta, dedicada á fines de

propaganda, eran los Jesuítas. Tampoco prosperaron las artes, reducidas

casi exclusivamente al baile: fabricábanse algunas toscas esculturas de

madera para las Iglesias, edificábase mal y en barro casi siempre. Los

americanos conservaron la vieja idea española de que las chimeneas solo

servían para dar dolor de cabeza, y de ahí los «ranchos» en donde la

gente se ahumaba antes que permitir en el techo un agujero de escape.

Verdad es que en España la cultura pública rayaba á tan bajo nivel, que

parece una ironía el que aquellos hombres creyeran en serio que estaban

civilizando el continente americano. Ocurrió, en efecto, que hacia 1766,

un ministro real –el Príncipe de Squilace – mientras colocaba fuentes

públicas en Madrid para acostumbrar á las gentes á lavarse la cara,

pretendió alumbrar las calles con candilejas de aceite, y obligar á los

transeúntes á usar capas cortas (ya que no limpias) y sombreros que

permitieran ver las fisonomías y distinguir á unas personas de otras. En

el acto, herido el honor nacional en su higiene privada, estalló, y el

pueblo lanzóse á la revuelta bajo unas bases que titulábanse «establecidas

en defensa de la patria por el amor español», y cuya esencia era obtener

la cabeza del audaz innovador. El Rey cedió, los candiles fueron

destruidos { garrotazos y Squilace abandonó su cargo<–

El «puerto preciso» no duró mucho. En 1767, decretó á Carlos III la

expulsión de los Jesuitas; y con ello, decayó en el acto la prosperidad de

los Misiones y el negocio de la yerba, porque no hubo empleados que

supiesen continuar la empresa en el mismo pié místico –comercial bajo el

que se constituyó y giraba. Desapareció también de ese modo el Colegio

de Santa Fe, pasando la instrucción pública á otras manos. Y como se

creara el VIRREYNATO DEL RIO DE LA PLATA poco después, abolióse el

privilegio de puerto preciso95, dejando á la ciudad entregada á sus propios

95 Real Orden de Junio 9 de 1779. – Los antecedentes relativos á la creación y extinción del

«puerto preciso» pueden estudiarse en el «Informe de la Contaduría del Consejo de las

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 108 --

recursos. Con el Virreynato, se inició la LIBERTAD DE COMERCIO y la nueva

política ganadera en el Rio de la Plata.

Indias acerca de lo representado por la ciudad de Santa Fe de la Vera Cruz». Madrid,

Febrero 9 de 1784. (Arch. de Ind., 124-3-12).

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 109 --

V

SANTA FE

BAJO EL VIRREYNATO DEL RIO DE LA PLATA.

CAMBIOS EN LA POLÍTICA COMERCIAL

(1776-1808)

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

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En 1776, explicaba el Gobernador de Buenos Aires al Secretario de

Estado Arriaga, cual había sido la situación económica de la provincia el

año anterior96:

ENTRADAS

Recursos ordinarios . . . . . . . $ 100.000

Subsidio pasado anualmente por Potosí . 600.000

Aumento del mismo, acordado en 1775 . 50.000

Giros extraordinarios admitidos por Potosí 200.000

$ 950.000

SALIDAS

Gastos ordinarios . . . . . . . . $1.303.382

DÉFICIT NORMAL . . . . . . . . 353.382

Déficit anterior procedente de atrasos de

sueldos á la tropa y empleados . . . . . $1.112.050

Para atender un millón trescientos mil pesos de gastos, el país solo

suministraba cien mil. El Alto Perú costeaba en parte los restantes.

Como al mismo tiempo mediaran otras circunstancias (decadencia de

los minerales peruanos, facilidades para la navegación por el Atlántico á

consecuencia de la policía naval de Inglaterra) decidió S. M. unir el tesoro

de Potosí con el puerto de Buenos Aires, creando una nueva entidad

política que permitiese prestar especial atención á los productos

rioplatenses. Nació así el VIRREYNATO DEL RÍO DE LA PLATA. Al principio

se le adjudicó un territorio exageradamente amplio, que luego fue

restringido á petición del Virrey del Perú: con el primer arreglo, ocurría

que algunas poblaciones –Chucuito y Puno, entre otras – separadas de

Buenos Aires por tres mil setecientos kilómetros eran disgregadas de

Lima aún cuando solo distaran de ella 1.300. Sucedía también, que los

productos europeos enviados á Chile vía Buenos Aires (Atlántico)

pagaban por concepto de aduana la mitad que los enviados vía Callao

(Pacífico). Con el tiempo corrigióse algo de esto97; pero la necesidad de

anexar á Potosí impidió detener al VIRREYNATO DEL RÍO DE LA PLATA en

96 Carta núm. 485 del Gobernador Vertiz. Montevideo, Enero 3 de 1776. (Arch. de Ind., 122-5-

9).

97 REPRESENTACIÓN hecha en 1789 por el Virrey del Perú (Informe del Secretario Porlier, en

Madrid, el 24 de Febrero de 1790. Arch. de Ind., 112-7-16).

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

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sus límites naturales: Jujuy y la altiplanicie98. Complementando la nueva

política, se declaró libre el comercio entre España y el Rio de la Plata,

fueron suprimidas las aduanas interprovinciales, y cesaron de tener un

apoyo en la legislación vigente los mezquinos conflictos que entre aldea y

aldea había promovido la explotación del comercio de tránsito. No

obstante, para proteger á las industrias españolas mantuvo el Rey

algunas de las viejas prohibiciones. Con la anexión de las entradas de

Potosí, el Rio de la Plata, fuente de pérdidas hasta entonces, comenzó á

mejorar sus productos y dar ganancias99.

98 He aquí el detalle de las distancias entre Buenos Aires y Potosí:

POTOSÍ Rosario 3 Punta del Monte 4,5

Chaquilla 6 Arenal 6 Río Segundo 4,5

Caisa 6 Pozo del Pescado 8 Impira 5

Sarapalca 6 Alurralde 7 C. del Gobernador 6

Quirve 6 La Tapia 8 Tio Pujio 6

Escara 6 TUCUMÁN 7 79 Esq de la herradura 6

Stgo. de Cotagaita 4 Tolacocha 8 Esq. de Medrano 4

La Ramada 8 Palmas 6 Fraile Muerto 6

Mochará 6 Viñará 6 Zanjón 4

Suipacha 8 Río Primero 5 La Barranca 4

Mojo 8 Mirandas 1 Esq. de Lobatón 7

QUIACA 8 72 Capilla de Giménez 5 Cabeza del Tigre 5

Cangrejos 9 SANTIAGO 9 40 Esq. de la Guardia 7

Colorados 6 Monogasta 8 Areco 4

La Cueva 6 Silípica 4 Desmochados 4

Humahuaca 8 Simbolar 7 C. de la Candelaria 6

Huacalera 6 Ayuncha 4 Manantiales 4

Hornillos 6 Remano 30 Arroyo de Pavón 10

Volcán 9 Portezuelo 8 Á. DE EN MEDIO 5 98

JUJUY 9 59 Pozo del Tigre 6 Arroyo de Ramayo 5

Río Blanco 8 Chañar 3 Fontezuelas 6

Caldera 6 Durazno 5 Arrecifes 4

SALTA 6 19 San Pedro 4 Chacras de Ayala 10

Cobos 9 C. de Barrancas 4 Areco 4

Ciénaga 7 San Antonio 5 Cañada de la Cruz 6

San Antonio 8 Totoral 5 Luján 8

Rodeo del Tala 8 Sinsacate 6 Cañada de Morón 7

Concha 8 Noria 5 BUENOS AIRES 6 56

CÓRDOBA 7 113 536 leg.

99 El comercio libre había sido proyectado años antes por el General Ceballos. Implantadas

las reformas teóricamente, tardóse algún tiempo en adoptarlas porque las aldeas se

quedaban sin sus viejos impuestos: apenas destruido el gobierno central, esto es la

sanción de tales reformas, reaparecieron las aduanas interprovinciales: recién en 1853

fueron eliminadas del todo. Por lo demás, aún declarado libre el comercio subsistían las

dificultades del flete elevado, la carestía de los acarreos y la falta de agua en el puerto de

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Por su pequeñez, Santa Fe no llegó á ser capital de Intendencia al

hacerse el nuevo arreglo: siguieron para ella las cosas como antes, salvo

los progresos del Rosario, pueblito de tres mil habitantes, que fundado en

el primer tercio del siglo XVIII por don Francisco de Godoy100 con

algunos calchaquíes101, explotaba su excelente puerto natural y la

circunstancia de hallarse protegido contra los indios por las guarniciones

del Norte y del Sud. Tocóle, pues un Teniente Gobernador dependiente

del Gobernador de Buenos Aires, ó sea lo mismo que antes de la erección

del Virreynato había tenido. Y conservando las viejas prácticas, ese

Teniente de Gobernador –que ganaba 160 pesos plata mensuales – fue

patriarcalmente mantenido en su cargo por larguísimas temporadas:

catorce años seguidos lo ejerció D. Prudencio M. de Gaztañaduy.

Buscando facilidades para la percepción de la renta, hízose de Santa Fe la

cabeza de un distrito administrativo del que dependían las receptorías de

Corrientes, Paraná y Misiones, y en el que radicaba un MINISTRO

TESORERO (CON $ 40 AL MES) Y UN MINISTRO CONTADOR (con $ 100): el Rey

compensaba lo escaso de la remuneración, con lo sonoro del título. En el

Rosario no hubo Cabildo, ni otra autoridad política102 que el mismo

Alcalde de la. Santa Hermandad existente desde los tiempos en que el

emplazamiento de la aldea se apellidaba Pago de los Arroyos.

Propiamente, pues, los habitantes de Santa Fe no hicieron vida política

durante este período. No hubo un solo diario103, un meeting; una

Buenos Aires, que deteniendo á los trasatlánticos en Montevideo, exigía trasbordos. En la

carta núm. 58 del Virrey de Buenos Aires al Secretario Valdés (Noviembre 20 de 1788,

ARCH. de IND. 122-7-3) se detalla así el costo de cada tonelada de lana enviada á España

por cuenta del fisco:

Carretillas y peones en Buenos Aires ($ papel actuales) 2,60

Flete de Buenos Aires á Montevideo 12,60

id de Montevideo á la Coruña 115 127,60

Total $ 130,20

Hoy, la misma tonelada enviada directamente en buques de vapor, cuesta en derredor de 16

pesos. 100 En realidad no se sabe cuál fue el origen del Rosario. No fue fundado, precisamente: á un

rancho se agregó otro, luego surgió la pulpería y más tarde la capilla. 101 Pocos años después, los vecinos de Santa Fe fundaron el Paraná, á la otra banda del río

del mismo nombre (1730).

102 Esta escasez de autoridades persistió para el Rosario, á pesar de la Revolución de Mayo,

de la independencia declarada en 1816, y aun de la política autónoma del Gobernador

López: recién en 1823 diósele el primer Alcalde Mayor. 103 Ni aun en Buenos Aires los hubo hasta principios del siglo XIX. El primero en aparecer

«Telégrafo Mercantil» costaba en derredor de 20 centavos oro por número: nueve veces

más que «La Nación» de hoy.

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

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manifestación cualquiera que trasparentase el deseo de obtener libertades

electorales. El Poder Ejecutivo, jefe de la defensa contra los salvajes,

siguió concentrando toda la idea de «gobierno»; bajo su éjida, la frontera

norte avanzó, considerablemente, llegando á establecerse fortines hasta

en el interior del Chaco (Cangallé). Con el aumento de los recursos, fue

posible crear nuevas reducciones, formar cuerpos de caballería irregular

(BLANDENGUES) destinados á cubrir los puestos extremos, y poblar los

caminos de Mendoza (vía Melincué), Córdoba (vía Quebracho Herrado),

y Tucumán (vía Sunchales). En cuanto á los habitantes de la campaña, no

cambiaron gran cosa sus hábitos de vida. Don Félix de Azara,

exagerando, sin duda, describíalos así, en 1801:

«Por supuesto, que las mujeres van descalzas, puercas y andrajosas, á

semejanza en todo á sus padres y maridos, sin coser ni hilar nada. Lo

común es dormir toda la familia en un mismo cuarto; y los hijos que no

oyen un reloj ni ven regla en nada, sino ríos, desiertos, y pocos hombres

desnudos y vagos, corriendo tras las fieras y toros, se acostumbran á lo

mismo y á la independencia: no conocen arreglo ni medida para nada. No

hacen alto en el pudor, ni en las comodidades y decencia, criándose sin

instrucción ni sujección; y son tan soeces y bárbaros, que se matan entre

sí algunas veces con la misma frialdad que si degollaran una vaca.

«La experiencia les hace ver que cualquier ladrón, contrabandista ó

indio infiel les roba la mujer y las hijas, y los mata á ellos mismos,

quemándoles las casas; sin embargo, son muy raros los que poseen un

arma de fuego para defenderse, y si la tienen es casi inservible, porque la

aborrecen, sin más motivo á mi ver, que el embarazo que les ocasionaría

llevarla para correr, que es todo su embeleso. En fin, por lo que hace á

instrucción, auxilios temporales y espirituales, en cuanto á vestidos –ó

más bien desnudez – y en cuanto á muebles, habitaciones y comodidades,

no llevan mucha ventaja á los infieles. Sus asquerosas habitaciones

están siempre rodeadas de montones de huesos y carne podrida, porque

desperdician cuadruplicado lo que aprovechan. La religión corresponde á

su estado, y sus vicios capitales son una inclinación á maltratar

animales y vacas con enorme desperdicio, jugar á los naipes, la

embriaguez y el robo.»104

Bajo el punto de vista intelectual y artístico, el Virreynato entero

estaba atrasadísimo. En Buenos Aires, de cada cien niños apenas cuarenta

104 Citado por Sarmiento. OBRAS, t. 15, pág. 172

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

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iban á la escuela105. No había una sola Biblioteca Pública, un teatro digno

de tal nombre: la llamada «Casa de Comedias», con las pocas guitarras

que constituían su orquesta, no sería hoy tolerada en la más pobre

colonia. Si esto pasaba en la capital, fácil es imaginar lo que pasaría en

Santa Fe, donde una población inferior á cuatro mil almas, mantenía

treinta y cuatro pulperías106.

Las calles polvorientas llenábanse de cáscaras de sandías, y en medio

de la pobreza, el calor y el aroma de los azahares, las gentes dormían

siestas reparadoras, sin temer ya á los indios lejanos. Muy de tarde en

tarde florecieron en los ranchos de la pampa las trovas sentimentales de

los payadores errantes. Las condiciones sanitarias continuaban en el mal

estado de costumbre: la viruela y el tifus hicieron estragos en 1778 y 1787

y 1789 y 1792 y 1794. La población total elevóse lentamente hasta llegar á

doce mil habitantes, máximum107 que alcanzara, bajo la dominación

española.

Ante la independencia de las colonias inglesas motivada por cuestiones

económicas, el gobierno español, que había fomentado imprudentemente

ese movimiento, comenzó á preocuparse en serio del Rio de la Plata108: la

105 Hoy van en el Rosario, 60 de cada 100 (1908). 106 Cervera, describe así la ciudad en 1795 (II, pág. 259):

«El pueblo estaba pobre, los edificios de cárcel y cabildo, iglesia matriz y parroquia de

naturales, en ruinas; la muchedumbre de los difuntos que se enterraban en las

parroquias, arrojaban pestíferos olores á la ciudad, principalmente en el verano; sin

hospital, con el mal de San Lázaro que se extendía, la ciudad llena de agua, con lagunas

inmensas y calles con pantanos». (Ob. cit.) Para que sea posible comprobar la carestía de

ciertos artículos y lo poco que podía comprar un hombre que dispusiera de cien vacas,

por ejemplo, copio estos precios del «Telégrafo Mercantil» (Abril de 1801): fanega de

trigo, 4 1/2 á 5 pesos plata: íd. de maíz, 2 1/2; íd. de sal, 5; vara de bayeta criolla $ 0.50

plata; vino de la tierra, 70 centavos plata el frasco. En 1809, quejábase Mariano Moreno de

que un par de botas bien trabajado costara 20 pesos plata. 107 El censo levantado por Pedro Tuella, daba para el Rosario (veinte leguas á la redonda

inclusive) la siguiente población, en 1802 (publicado en el «Telégrafo Mercantil, Rural,

Político, Económico é Historiógrafo del Rio de la Plata», números 15 y 16):

Blancos 4.934

De color (indios, pardos y morenos 945

Total 5.879 habitantes 108 «En Mayo de 1776, la Corte de Francia informaba al Rey de España, que había resuelto

«adelantar secretamente un millón de libras á los insurrectos de E. U., á cubierto de una

casa «comercial. El Rey Carlos III, después de vacilar un poco, entró en el plan, y con

muchas «precauciones para no ser descubierto, remitió á París una suma igual para ser

usada en la «misma forma». JUSTIN WINSOR, «Narrative and Critical History of

América», Vol. «VII (transcripto por M. García Merou, «Historia de la Diplomacia

Americana», tomo I, «pág. 16).

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

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formidable rebelión india encabezada por Tupac Amaru, y dominada en

gran parte con el auxilio de los propios criollos, debió influir en tal

sentido. El Virrey Vértiz109, dictó pues varios decretos encaminados á

fomentar el progreso del país y vincular á sus habitantes entre sí y con

España. Ensayó colonizar al Rio Negro, premió por igual á criollos y

europeos á raíz de la campaña aludida, obtuvo privilegios para el gremio

de impresores, y procuró por medio de hábiles medidas, recordar á los

criollos que no les estaba vedado el acceso á los puestos públicos, ni lo

había estado antes: el mismo Vértiz era americano. Corroborando esta

política, en 1785 el Rey concedió cuarenta plazas para niños americanos

en el Real Seminario de Madrid110; pero como en realidad el estado de

España era desesperante á fines del siglo XVIII111, y como S. M. dedicaba

gran parte de sus energías á la caza, el cuidado de los asuntos

rioplatenses no fue mucho más allá. A poco andar fueron suprimidas

«por inútiles» las escuelas de Náutica, Geometría y Bellas Artes, creadas

en Buenos Aires. Habiendo concedido el Rey cierta autonomía comercial

á los negociantes de Buenos Aires (TRIBUNAL DEL CONSULADO), estos se

negaron á aceptar el comercio con las colonias extranjeras112: librados á sí

mismos, tendían naturalmente al monopolio. Incurrieron así en el delito

de cerrar el Virreynato al comercio internacional, sin otra excusa, que la

costumbre adquirida de comprar en Europa los productos extranjeros

que luego contramarcaban como españoles, embolsándose una diferencia

que no podrían cobrar el dia en que comerciantes de otras procedencias,

«La casa giró bajo el nombre de «Roderigue, Hortalez & Cía.», en el Faubourg du Temple.

«Duró desde 1776 hasta 1783 y desembolsó más de 4.000.000 $ oro.

109 En 1783, el Conde de Aranda previó que las colonias españolas iban á perderse si

continuaban tan mal las comunicaciones. Proyectó hacer con ellas principados semi-

independientes, entregándolos á tres infantes de la familia real, y conservando sólo para

la corona, las Antillas. Temía que los Estados Unidos se hicieran con el tiempo una

potencia y se apoderaran de toda la América, empezando por la Florida (López. Nota I, T.

2).

110 En él estudió José de San Martín (salido del Río de la Plata á los ocho años de edad),

futuro general en jefe de los ejércitos que lucharon contra el Rey. 111 Calculábase que de cada veinte habitantes, uno vivía del presupuesto: sobre diez

millones de españoles, contábanse en derredor de diez mil escribanos, más de cuatro mil

abogados, y dos mil cuatrocientos conventos. Los ejércitos de Carlos IV fueron

derrotados en Francia, y guillotinado Luis XVI, el monarca español se sometió

servilmente á los deseos del Directorio. 112 Autorizado por el Rey en 1795; en Real Orden de Noviembre 18 de 1797, autorizóse

también el comercio bajo pabellón neutral. El comercio de carnes saladas y sebo con la

Metrópoli, fue concedido por Real Orden de Abril 10 de 1793.

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

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trajeran á Buenos Aires directamente sus mercaderías. La autonomía

comercial solo sirvió para entregar el país á la explotación de Buenos

Aires.

No fue gran cosa la riqueza ganadera de Santa Fe en este período: un

poco de lana de mala calidad y llena de abrojos, y veinticuatro mil cueros

anuales, que á medio real por pieza producían al municipio un impuesto

de mil quinientos pesos plata y á los particulares una entrada

correspondiente al precio de uno á dos pesos por cuero. Los cabildos

pasábanse la vida discutiendo á quien pertenecían los ganados salvajes

de Entre Rios y la Banda Oriental; y entretanto, grupos de gauchos

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ESTADO DE LA REAL CAJA DE SANTA FE DE LA VERA CRUZ POR EL AÑO DE 1807

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ESTADO DE LA REAL CAJA DE SANTA FE DE LA VERA CRUZ POR EL AÑO DE 1807

Santa Fe, 2 de Enero de 1908

Rafael Martinez Pedro Ant. De ceballos

armados de cañas con medias lunas de hierro, desjarretaban á las reses

discutidas y las desollaban por su cuenta sin que autoridad alguna

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pudiera impedirlo en aquellas inmensidades desoladas. Hacia 1805, los

precios llegaron en el Rosario, á113 :

Una vaca $ 1 y medio

Una ternera 4 reales.

Una oveja 1 id.

Un carnero 3/4 id.

Con la hacienda de propiedad privada formábanse ESTANCIAS, sin

más cerco que los rios y arroyos: de tarde en tarde, los peones rodeaban

en cualquier sitio del campo á los ganados, y del montón formado

artificialmente iban entresacando lo que había de ser marcado ó vendido

ó enviado á las estancias vecinas. Como nuestros actuales alambrados no

existían, el robo y el extravío de las vacas fue asunto diario é inevitable.

No faltaron tentativas para exportar carne salada. Vértiz trajo de

España toneleros (aunque no había envases ni quien los fabricara); el

113 Hijuela de Gregoria López. Archivo del Rosario, I, 222.

Nada demuestra con más claridad la pobreza ambiente, que la cifra de las entradas fiscales

en este período, uno de los más florecientes de la dominación española. En. 1803, el

Virreynato entero tenía:

ENTRADAS ($ plata de 0.80 cts.) 3.908.535

GASTOS íd. íd. íd. 3.093.588

SUPERAVIT 814.947

Con poco más de tres millones costeábase la administración de las que hoy son República

Argentina, Paraguay, Uruguay y Bolivia.

La exportación general de cueros, no excedió de un millón de piezas por año. Salían algunos

más por la frontera brasilera, de contrabando, vendidos por mil quinientos ó dos mil

gauchos que erraban por la Banda Oriental sin ley ni Rey, alternando esa tarea con la de

contrabandear tabaco, y ambas con la de robar caballos, sin respetar ni siquiera los del

ejército de S. M.

Un curiosísimo documento publicado en la «Revista de Buenos Aires» (T. 18) –el «Informe

muy reservado» que en 24 de Octubre pasaba el Virrey Arredondo – demuestra que hacia

1790, el Gobierno del Río de la Plata no desdeñó utilizar las aptitudes de esos gauchos.

Ocurría que el tabaco paraguayo vendido en los estancos comenzó á desmejorar por falta de

salida: la gente se estaba acostumbrando al tabaco brasilero que llegaba subrepticiamente.

La Dirección del Real Estanco creyó indispensable entonces batir al enemigo con sus

propias armas y dedicarse á violar las rígidas leyes portuguesas. Al efecto, contratóse con

Don Tomás Antonio Romero –quien probablemente era hombre práctico en esas cosas – la

introducción de 6 á 8.000 arrobas (Dic. 17/790) en condiciones verdaderamente

extraordinarias: el Fisco le tomaba á 11 1/2 pesos un tabaco que adquiría por 4 el vendedor,

y que el estanco revendía, desde 37 1/2 á 50 pesos.– Tropas de línea hábilmente dispuestas,

pusieron á cubierto de toda sorpresa á los carros contrabandistas, al través del inseguro

pasaje de la Banda Oriental, y la empresa inauguróse con florecientes perspectivas.

Por desgracia, habíase olvidado un detalle: el Fiscal de Su Majestad, ageno á tal operación. Y

este lamentable detalle, –que se tradujo en un pleito acto continuo– ha permitido conocer

hoy tan singular negociación.

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Conde Liniers intentó producir extractos; y el Rey, en Junio de 1788 liberó

al tasajo de derechos de exportación por diez años. Pero tampoco se fue

muy lejos por este camino (40.000 quintales desde 1792 á 1796, según

Azara), y la experiencia demostró que había mucho de quimérico en el

cálculo efectuado el año 1794 por los hacendados, que explicaban al

Ministro Gardoqui, cómo, con sebo, astas y carne, podrían exportarse en

derredor de cien mil toneladas anuales. Desde luego, escaseaba la sal114.

Los toneleros de Vértiz no hicieron escuela, á pesar de pagárseles un

jornal elevadísimo (dos pesos plata diarios). Los extractos del Conde de

Liniers, fracasaron. Faltaban marineros, y cada buque costaba de 70 á

75.000 pesos plata, ó sea el doble de lo que cuestan hoy veleros mucho

mejores: los transportes de guerra, puestos al servicio de los particulares

eran insuficientes. Y las haciendas, por su mala calidad, producían poca

carne, ocasionando ello un estéril recargo de faenas. En 1801, el quintal

de carne salada valía en Buenos Aires de 5 á 6 pesos: el precio de otras

tantas vacas115.

Santa Fe tenía además otra rama de comercio: la cría de mulas.

CONCOLORCORVO116 nos ha legado interesantísimos detalles acerca de

aquel tráfico, que partiendo de las llanuras del Paraná terminaba en el

corazón del Perú exigiendo en derredor de cuatro años para cada negocio

redondo. El tropero tenía que irse deteniendo por largas temporadas para

reponer á su cansada mercancía, engordarla, aclimatarla, prepararla para

la aspereza de la sierra y venderla finalmente, después de cuatro mil

kilómetros de marcha. Y una vez efectuada la venta, necesitaba esperar á

que los compradores tuvieran dinero, ó á que terminaran las frecuentes

demandas que se promovían por falta de pago, regresando por fin á su

hogar del que no había tenido una sola noticia en los cuarenta y ocho ó

cincuenta meses del viaje. Cada mula valía al salir de Santa Fe para el

Brasil ó el Perú, en derredor de tres pesos.

114 El Rey había concedido á Don Francisco de Medina la explotación de la sal en la costa

patagónica, y éste la vendía á pesos 38, cuando aun vendida á pesos 5 daba ganancias. El

abuso cesó en 1788. 115 «Telégrafo Mercantil», Abril 22 de 1801.

La carta núm. 223 del Virrey Marqués de Loreto al Secretario Valdés (Noviembre 25 de

1789.– Arch, de Ind. 122-7-7), trae interesantes detalles acerca de la influencia que

ejercieron sobre el comercio del Rio de, la Plata, los fletes pagados en la Habana á los

buques catalanes. Anota que la tarifa de seguros marítimos había bajado hasta 2 ó 2 1/2

por ciento. 116 «Lazarillo de ciegos caminantes».

Page 123: Álvarez Ensayo Historia Santa Fe

ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 123 --

Arado de hierro ideado en 1778 por Don Fernando de Ulloa, para los campos del Plata

Enviábase también á Buenos Aires pescado salado, naranjas (unas

doscientas mil al año que se vendían allí á los precios actuales), algunos

limones y batatas y un poco de carbón de leña faenado en los bosques

próximos.

El problema de los cereales siguió en pié, supuesto que persistieron

todos los inconvenientes naturales (langostas, sequías, tormentas,

heladas) medianamente compensados con el hecho de que la tierra

virgen fuese en ciertas regiones del Rio de la Plata tres veces más fértil

que en los cansados campos de la Vega de Granada. Conceptuábase

regular el rinde de 15 por uno, que en España reducíase á 5 por 1, y á

cuatro tan solo en el Paraguay, sin duda á causa de la degeneración de

semillas y cultivos; pero para competir con los trigos españoles era

necesario calcular el flete, los gastos de acarreo, y sobre todo la demora

en el trasporte, que impedía hacer los envíos y recibir las órdenes

oportunamente. No existiendo telégrafos ni buques de vapor, imposible

resultaba remitir cargamentos «á recibir órdenes para donde se

necesitara» como hoy se hace. Llegados al puerto de destino, no había

ferrocarriles, y el viaje hasta el interior debía hacerse en carretas cuando

no á lomo de mula, al través de las serranías españolas.

Todo esto contribuyó á mantener precios bajos y permitir el consumo

de pan barato en el Rio de la Plata, así como las dificultades para exportar

carne, poníanla al alcance de las clases desheredadas. Tan pronto como

fuera posible obtener en el exterior mayores utilidades, los vendedores

llevarían allí sus productos obligando á los habitantes de la región á

pagar más, ó carecer del artículo. Rotos los diques artificiales, los precios

se nivelan solos al través de las fronteras. Entretanto, los agricultores,

esto es, las personas que deseaban efectuar ganancias sobre los artículos

de consumo, ponían el grito en el cielo, indignándose de que en Buenos

Aires se alegrara la gente cuando por medio real se daban dos panes117.

117 «Representación de los labradores», pidiendo fuese libre la exportación cuando el trigo

valiera en plaza menos de cuatro pesos plata por fanega, (año 1793). Bajo el gobierno del

Marqués de Loreto se había comenzado á estudiar metódicamente los problemas

agrícolas: el Rey recibía informes semestrales acerca del estado de las cosechas y las

variaciones atmosféricas.

Page 124: Álvarez Ensayo Historia Santa Fe

ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 124 --

Varias veces se hizo el cálculo: vendida la fanega á menos de tres pesos

plata no resultaba negocio. Por falta de máquinas agrícolas, la recolección

costaba mucho.

Complicaba esta situación, el lamentable sistema fiscal que España

mantuvo en sus colonias y que nosotros hemos conservado en gran parte,

empeorándolo á veces. Múltiples é inútilmente variados eran los

impuestos clasificados en tres grandes grupos, que ofrecían alguna

semejanza con nuestra división en tesoro nacional, tesoro provincial y tesoro

municipal –bien que la segunda categoría fuese en realidad formada por

rentas que dentro de la «Hacienda Real» tenían asignado un destino

determinado. No había «tesoros provinciales», ni siquiera «tesoro del

Virreynato» El «tesoro nacional» era el caudal del Rey, formado con

entradas procedentes de todo el reino.

Las rentas generales, no imputables inmediatamente á servicio

determinado –rentas de REAL HACIENDA EN COMÚN – tenían muchos

puntos de contacto con las actuales de la Nación. El impuesto de patentes

llamábase entonces Contribución de pulperías118, y en lugar de gravar á

todo género de negocios gravaba solo á los almacenes, bien que las

restantes casas de comercio ó industria sufrieran asimismo un impuesto

directo sobre las ventas, –alcábala – que afectaba á todo género de

transacciones, al 4 por 100 de su valor, (excepción hecha de algunos

artículos)119. El impuesto de PAPEL SELLADO, conservóse desde 1640 con

tal nombre, y no ofrecía la dificultad actual de que además del timbre

nacional haya timbres provinciales y municipales, existía un tipo

uniforme, y en lugar de servir cada foja para el año de su emisión, valía

para dos. Era menos pesado que el nuestro, bien que por Real Orden de

Julio 17 de 1798 se duplicasen sus valores. En cambio la legislación, para

impedir el fraude, revestía caracteres feroces, burlados en la práctica á

causa de su misma severidad: NULIDAD DEL ACTO otorgado en papel

simple, multa elevadísima, y pena de los falsarios (con perdimiento de

oficio) para los funcionarios que lo admitiesen, reincidiendo. El

descuento que hoy se hace sobre el sueldo de los empleados con destino á

fondo de jubilaciones practicábase entonces bajo el nombre de media

ánnata, y gravaba no solo á los cargos, sino también á todas las mercedes,

118 La Ley fijaba el monto de ese impuesto en una cuota de 30 á 40 pesos anuales por

pulpería; pero redújose á pesos 18, por auto de la Junta Superior de Hacienda, en

Diciembre 18 de 1799. (Nota de los libros de Caja de Santa Fe, existentes en el Archivo de

Indias de Sevilla). 119 Real Cédula de Agosto 10 de 1776.

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 125 --

títulos, oficios y rentas, licencias inclusive120. A tal punto, que habiéndose

concedido á la ciudad de Buenos Aires el título de Muy noble y muy leal,

se hizo cuestión de si debía ó no pagar por ello121.

El Real tributo (suprimido después por los gobiernos criollos) pesaba

sobre todos los indios del Virreynato, produciendo una entrada elevada.

Ocupaban otro renglón (igualmente suprimido), los oficios vendibles ó sea

la compraventa de puestos públicos, mediante la cual, el estado no

pagaba más sueldo que los intereses del capital invertido por el

comprador. Otro recurso igualmente suprimido fue el que constituían los

Reales novenos122 y la Bula de cruzada, ó sea el derecho de vender

indulgencias, concedido por Julio II al Rey.

Por todos estos conceptos juntos, las Cajas Reales de Santa Fe,

recaudaban bien poca cosa: once mil pesos anuales. No existiendo aún la

contribución directa, no había en realidad impuestos sobre la propiedad

inmueble, salvo caso de enajenaciones. El diezmo (10 % sobre los

productos de la agricultura y la ganadería) era un impuesto semi-

religioso. Antes de la libertad de comercio con Inglaterra (concedida por

Cisneros) el verdadero renglón de entradas del Virreynato, formábanlo

las alcábalas y el tributo de indios, obtenido el último en el Alto Perú, casi

exclusivamente. En Santa Fe123, nada producían en 1807 los oficios

vendibles, ni la venta de tierras, ni los Reales Novenos: la partida de $ 66,

producto del tributo de indios, procedía de Corrientes. El papel sellado no

daba seiscientos pesos al año, y la media ánnata no llegaba á doscientos.

Por no ser puerto del comercio exterior, no se cobraban allí sino en

Buenos Aires los derechos de aduana (almojarifazgo). Justo es consignar

que tales derechos - apesar de cuanto se ha exagerado sobre el régimen

colonial- parecerían pequeñas cuotas, comparadas124 con nuestras

120 La «media ánnata», creada por Carlos II en 1631, tenía origen eclesiástico. El Papa, al

conceder nombramientos, exigía por vía de recompensa el primer año del beneficio: de ahí,

ÁNNATA. 121 Archivo de Indias, 76-1-38. Año 1718. 122 Un noveno sobre todos los diezmos religiosos, cedido por Pío VII al Rey para atender al

pago de las deudas de la Corona. 123 Vé el estado adjunto, sacado de los «Libros de Caja de Santa Fe», existentes en el Archivo de

Indias de Sevilla. Dichos libros, forrados en pergamino, cuidadosamente llevados

rubricados en forma, pueden presentarse, sin duda como un modelo. Al finalizar cada año,

aparece al pié de la última partida, la nota del Inspector Real, formulando reparos, de cuyo

cumplimiento da fe escribano público, á continuación. 124 En 1803, sobre 3.900.000 pesos de recursos con que contaba el Virreynato, solo

correspondían á la Aduana 168.000. Hoy, la Aduana suministra el más importante renglón

de las entradas. De aquí resulta que nuestra legislación fiscal es resistida por la población, y

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 126 --

actuales tarifas, derogatorias en la práctica de una libertad de comercio

teórica. Los paños ingleses que hace un siglo entraban al Virreynato bajo

etiqueta española, pagando un derecho del 10 al 15%, pagan hoy tres

veces más. El azúcar extranjero, ha sufrido en 1906 un impuesto de 112

por ciento.

Al lado del almojarifazgo, figuraba un impuesto análogo al octroi,

llamado sisa, que importando una aduana disfrazada para el comercio

interior, afectaba, á la yerba, al vino y al aguardiente (hemos conservado

impuesto especial sobre los dos últimos artículos, elevando su tasa

exageradamente: en 1807, tan solo pagábase un peso por barril). Pero la

sisa entraba ya en el segundo renglón del sistema fiscal: Ramos reales

particulares. En el mismo renglón agrupábanse el indulto cuadragesimal

(permisos para comer carne, cedidos por el papa Pio VI en 1791), las

multas (penas de cámara), el montepío militar (que conservamos), las rentas

de algunas dignidades eclesiásticas aplicables á la corona mientras

estaban vacantes (vacantes mayores y menores), y finalmente el impuesto á

los naipes, ó mejor dicho, el producto de su venta: lo mismo que hoy el

estado vende loterías, antes monopolizaba la explotación del juego de

barajas125. Todo este segundo renglón producía á Santa Fe (fecha citada)

que para reprimir el contrabando haya sido necesario mantener el sistema inquisitorial del

Rey: violar las prescripciones aduaneras constituye delito cuya pena corporal supera en

mucho á las simples multas con que se castiga las transgresiones á las otras leyes fiscales

(Sellos, Patentes ó Contribución Directa). Sigue en pié el vetusto edificio de las delaciones,

de las confiscaciones, de los registros, y del espionaje administrativo.

Copio de un ejemplar del «Telégrafo Mercantil» (1801) el siguiente detalle de los diversos

impuestos recaudados por la. Aduana de Buenos Aires en 1800:

Almoxarifazgo de géneros de España al 3 % 8.084,4 1/4.

Id id id extranjeros al 7 % 30.986,7

Alcábala de comercio de España al 3 % 30.070,7 1/2

Id de entrada y reventa territorial 69.044,4 1/2

Id de salida 29.480,1 1/4.

Almoxarifazgo de salida 577,7 1/2

Guías y exlingage 5.078,3

Derecho de sisa 47.488,1 3/4

Id municipal de guerra 23.156,6 3/4

Id de estracción de negros 17.247,3 ¾

Ramos extraordinarios 80.528,5 1/4

Derechos de comisos de mar y tierra 4.700,3

125 Felipe II decretó el estanco para la venta de Indias, en Septiembre 13 de 1572 y en 1584. En

1807, cumplíase lo dispuesto por el art. 202 de la «Ordenanza de Intendentes.»

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 127 --

en derredor de nueve mil pesos anuales, correspondiendo más de dos

tercios de esa suma, á la sisa.

En el tercer renglón, figuraban los ramos agenos, constituidos

principalmente por los recursos municipales (arbitrios) que elevábanse á

unos cuarenta mil pesos de nuestra actual moneda de papel: más ó

menos la tercera parte de lo que hoy ingresa en el pequeño tesoro

municipal de Casilda. A los arbitrios se agregaban algunos ramos sin

excluir el relativo á redención de cautivos, que figuró en varios

presupuestos argentinos hasta el tercer cuarto del siglo XIX.

De tal manera, Santa Fe, aún sin el puerto preciso, siguió prosperando al

amparo de la policía de las fronteras y la seguridad de los caminos, que

significaban campos disponibles para la ganadería y facilidades para el

comercio de tránsito.

*

* *

Mientras los comerciantes de Buenos Aires disputaban con los

hacendados acerca de si debía ó no concederse el comercio libre con

Inglaterra evitando intermediarios españoles, un tercer interesado se

aprontaba á terciar en el debate: los Tendedores ingleses, á quienes no se

había oído. Ya en 1797 el gobernador de Trinidad declaró oficialmente

que el Ministro de Relaciones Exteriores de S. M. Británica, le había

autorizado para ayudar con armas, municiones y dinero, á los

revolucionarios de Caracas126.

Aniquilada la flota franco-española en Trafalgar el año 1805, llegó para

Inglaterra el momento esperado: una expedición, á cuyo frente figuraba

el general Miranda, pagada con los dineros del gabinete inglés,

expedicionó sin éxito sobre Venezuela. Y casi al mismo tiempo, otra

expedición (que ostensiblemente no tenía instrucciones en tal sentido)

compuesta de buques de guerra ingleses y de soldados con el uniforme

inglés, cayó bruscamente sobre Buenos Aires, apoderándose de la ciudad

con escaso esfuerzo el 27 de Junio de 1806. Mil seiscientos hombres

bastaron para la empresa. El Virrey del Rio de la Plata huyó

cobardemente, y los tesoros confiados á su custodia –que en verdad no

eran excesivos – cayeron en poder de los diestros asaltantes.

126 PROCLAMA, publicada por Carlos Calvo (Anales Históricos, 1808-11, pág. 9).

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 128 --

El general vencedor, puesto en comunicación con gentes del país, dictó

en 4 de Agosto de 1806, un nuevo arancel, según el cual, las mercaderías

inglesas pagarían en la aduana doce y medio por ciento, y las extranjeras

quince y medio. Abolió el estanco del tabaco y de los naipes, y suprimió

los derechos de entrada á las mercaderías que bajaban por los ríos Paraná

y Uruguay127.

Pero como el pueblo del Virreynato odiaba á los extranjeros, toda esta

política comercial británica se derrumbó una semana después de puesta

en vigencia: el 12 de Agosto, cerca de dos mil hombres comandados por

un oficial francés al servicio del Rey de España –Don Santiago Liniers –

reconquistaron á la ciudad perdida, y dió fin la aventura.

Entretanto, visto en Inglaterra el buen éxito con que ella se había

presentado –y comprendiéndose por el gabinete inglés que la primera

expedición era muy débil – preparóse una segunda, poniéndola al mando

del general John Whitelocke, quien llegado á Montevideo en Mayo de

1807, se encontró al frente de tropas procedentes de diversas

expediciones reunidas allí en vista de la inesperada derrota de

Berresford. Whitelocke, continuó la política de conquista iniciada, á

despecho de las declaraciones que en Londres formulaba Lord

Castlereagh, apropósito de la inocencia de tales asaltos. Publicó un diario

(que llegó á tirar solo siete números), anexando á su redacción al hombre

que en otro tiempo redactara el «Telégrafo Mercantil»; y por todos los

medios á su alcance procuró desprestigiar al gobierno español y

evidenciar las ventajas de la dominación inglesa. Pero en cuanto

pretendió apoderarse de Buenos Aires, fue derrotado por el mismo

Liniers que derrotara á Berresford, y hecho prisionero. La aventura volvía

á concluir mal, á despecho de los doce mil hombres empleados en ella.

Preparada una tercera expedición por Inglaterra, no llegó á su destino,

á causa de los sucesos de Europa que exigían esfuerzos colosales contra

Napoleón I; y de este modo, librados á sí mismos, los habitantes del Plata

127 La tarifa Berresford, que valuaba en un peso cada cuero de vaca y en tres reales cada cuero

de caballo, fijó también derechos diferenciales para la exportación:

Exportados por ingleses Exportados por extranjeros

y para Inglaterra

Cueros 19% 29%

Lana, sebo y otros frutos 6 ½ 12 ½

Plata y oro ½ 4 ½

El mismo monopolio anterior, bajo frases sonoras de libertad.

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 129 --

(España, al ser requerida, contestó que se arreglasen como pudieran),

continuaron dependiendo del Rey Don Carlos IV, por la gracia de Dios.

Liniers sustituyó al anterior Virrey, varios criollos que habían ayudado á

los ingleses, pasaron á recibir una pensión de S. M. Británica, y Santa Fe,

–que no pudo ayudar gran cosa á la defensa de Buenos Aires – continuó

durmiendo sus interminables siestas, después de encargar una solemne

misa á San Gerónimo128.

128 Es posible que el Virrey Sobremonte al regresar de Córdoba alzara algunos hombres de

las estancias y fortines del Sur de la provincia. Cervera, (ob. cit.) anota además una

colecta de pesos 600 hecha entre las comunidades religiosas, en 1808, esto es después de

las invasiones. En el «Estado» correspondiente á 1807 é inserto en este capítulo, ninguna

erogación extraordinaria aparece por concepto de la guerra.

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 130 --

VI

ACEFALÍA DEL GOBIERNO ESPAÑOL:

LIBERTAD DE COMERCIO

Y CREACIÓN DE UN GOBIERNO PROVISORIO EN BUENOS AIRES.

REVOLUCIÓN DE MAYO.

(1808-1810)

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 131 --

No habían transcurrido cuatro meses desde la rendición de Whitelocke

en Buenos Aires, cuando el Rey Carlos IV vióse sometido en Madrid á

durísima prueba: su hijo Don Fernando (luego Fernando VII) fue

sorprendido tramando un complot para derrocarle y apoderarse del

trono, en complicidad con agentes de Napoleón I (Octubre de 1807).

Antes de que ese complot quedara desbaratado, un ejército francés

invadió á España, y el MOTÍN DE ARANJUEZ (Marzo 18 de 1808),

deteniendo á Carlos en su proyecto de huir al Rio de la Plata, le obligó á

ceder á Fernando el cetro. Pero como el emperador de los franceses

entendiese que la abdicación no era válida, padre é hijo se fueron á

pleitear ante Bonaparte y el gobierno quedó en manos de una Junta, que

rodeada por setenta mil soldados extranjeros iba á ejercer un poder bien

teórico.

La controversia real remató en tres convenios, mediante los cuales vino

el juez á quedarse con los bienes discutidos:

PRIMER CONVENIO.– Carlos cedía á Napoleón todos sus derechos al

trono de España y de las Indias; y Napoleón se obligaba:

1°) á respetar la religión de España, su carácter de nación

independiente, y sus fronteras;

2°) á pagar á Carlos, con el tesoro de Francia, una renta de 1.500,000 pesos

oro; otra de 80.000, á Fernando, su hijo; otra para su hijo Carlos; otra igual

para Francisco de Paula; y otra más para Antonio;

3°) á ceder á Carlos IV el palacio de Chambord con todas sus

dependencias129:

SEGUNDO CONVENIO130.– Fernando, (á cuyo favor había abdicado

Carlos) adhería al anterior convenio, siempre que Napoleón le diese:

a) el título de Príncipe Francés;

b) los palacios de Navarra con todos sus accesorios;

c) una prima especial (120.000 pesos oro de renta) sobre los 80.000

pesos convenidos para cada hijo de Carlos IV.

129 Tratado de Mayo 5/808, en Bayona. 130 Id. de 10 de Mayo de 1808.

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 132 --

TERCER CONVENIO131. –Napoleón I cedía á su hermano José todo lo

comprado, debiendo éste devolverle el trono de Nápoles y Sicilia, y

hacerse cargo de lo prometido á Carlos y su familia. El vendedor garantía

por un artículo secreto la tranquila posesión de las Indias vendidas,

siempre que se le concediera cierto negocio de importación de

mercaderías francesas.

Tres días antes de firmarse el primer contrato, Daoiz, Velarde y Ruiz,

habían promovido un tumulto en Madrid (2 de Mayo de 1808), bien

ajenos al entorpecimiento que ello ocasionaría á los tratos de su muy

amado soberano. Pero el tumulto fue dominado, y José Bonaparte entró á

España.

Fácil es suponer en qué confusión de espíritu se encontraron los

tranquilos habitantes del Virreynato de Buenos Aires, al recibir tales

noticias. No se sabía si era válida la primera abdicación de Carlos á favor

de Fernando, ó la segunda á favor de Napoleón I, traspasada á José. Y por

si la duda constituía pequeño enigma, embrollábala un tercer

pretendiente al gobierno de América, que no había figurado en los

arreglos detallados más arriba: Doña Carlota de Borbón, hermana de

Fernando132.

El cuarto pretendiente –Inglaterra – por el momento se mantenía

separado. Y bajo cuerda, un quinto pretendiente aprontábase al asalto de

los puestos públicos y de las renta del Virreynato: el comercio

importador de Buenos Aires, que veía revuelto el rio y auguraba pesca.

Don Santiago de Liniers, Virrey en ejercicio, optó por reconocer como

soberano auténtico á Fernando VII, y cumpliendo sus órdenes, Santa Fe

le juró obediencia en Agosto (1808), mientras los funcionarios públicos de

131 Id. de Julio 5 de 1808. 132 «La hermana mayor de Fernando VII solo tenía á la sazón treinta y tres años; pero,

desairada, prematuramente envejecida, achacosa, medio tísica, consumida de ambición y

lujuria, ofrecía el espectáculo tres veces repugnante del vicio femenino unido á la perfidia

y á la fealdad». GROUSSAC, Santiago de Liniers, pág. 258.

Tres páginas después agrega el mismo:

«Tal era el augusto mamarracho, mezcla de Mesalina y Maritornes, cuya candidatura

eventual para el gobierno ó la regencia interina de estas provincias, mereció la adhesión

entusiasta, no solo de los Padilla, Saturnino Rodríguez Peña, Contucci, Presas y demás

corredores de empresas intérlopes, sino también de patriotas tan sinceros ó socialmente

considerados como Belgrano, Passo, Moreno, Funes, Pueyrredon, etc., cuyo grupo ha

recibido y en parte merecido, seguramente por iniciativas políticas mejor acordadas, el

apelativo enfático de «Precursores de la Independencia».

Estos derechos de Doña Carlota no han podido esclarecerse definitivamente todavía:

constituyen, un problema análogo al de los derechos de Carlos de Borbón.

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 133 --

Madrid juraban obediencia á José Napoleón, en Julio. A Doña Carlota

habíasela descartado poco antes133 oficiando en forma categórica á su

esposo, el Príncipe Regente del Brasil; y Bonaparte, harto ocupado

hallábase con la sublevación de toda la Península para poder enviar

tropas al Rio de la Plata.

Por desgracia, el quinto pretendiente estaba en casa y esgrimía un

argumento terriblemente patriótico: el Virrey Liniers era francés! Al

amparo de ese argumento y de la sublevación de algunos cuerpos de

línea, los comerciantes españoles de Buenos Aires que lucraban con el

monopolio (y quizás habían barruntado algo del negocio de mercadería

francesa estipulado secretamente por Napoleón con su hermano),

hicieron el 1° de Enero de 1809 una revolución, que fracasó. En Santa Fe

se habló de posibles disturbios con este motivo, pero la cosa quedó en

simple rumor. Hasta entonces, salvo la propaganda inglesa de Berresford

133 CONTESTACIÓN DEL CABILDO DE BUENOS AIRES AL MINISTRO DE NEGOCIOS EXTRANJEROS, S. A. R.

EL PRINCIPE REGENTE DEL BRASIL.

Excelentísimo señor:

Siempre, y en todas ocasiones, la muy noble y muy leal ciudad de Buenos Aires he sabido

mantener y honrar aquel glorioso timbre que le fue conferido por la gratitud y

consideración de sus augustos soberanos.

Son notorias las pruebas que recientemente ha dado á estos de su lealtad y fidelidad al

resistir los ataques del poderoso aliado de su Alteza Real.

Su honor, su fama, sus privilegios, su felicidad, están todos vinculados en el mantenimiento

del dominio de su rey y señor, el mejor y más cariñoso de todos los monarcas.

La más mínima insinuación contra la realidad de estos sus principios fijos es una

acriminación á su lealtad y una intolerable ofensa para ellos.

Por estas razones, el Cabildo ha tenido que usar de mucha tolerancia al imponerse del

contenido de la nota confidencial de Vuestra Excelencia del 3 de Marzo último, por la que se

le incita por medio de proposiciones lisonjeras y seductoras á desligarse de un dominio que

prefieren á cualquiera otro de este mundo.

Quiera Vuestra Excelencia creer, poniéndolo en conocimiento de S. A. R. el Príncipe

Regente, que el Cabildo de Buenos Aires jamás olvidará semejante afrenta; y sobre todo,

puede estar seguro Vuestra Excelencia, como también el Príncipe Regente, que si estas

seductoras ofertas no pueden conmover la fidelidad del Sud América, mucho menos son

adecuadas para ello las amenazas, acostumbrados como están á arrostrar todos los peligros

y hacer toda clase de sacrificios en defensa de los sagrados derechos del más justo, más

piadoso y más benigno de los monarcas; si en otras ocasiones tan recientemente, este pueblo

ha dado ante el mundo pruebas inequívocas de lo que puede hacerse por medio del valor

exaltado por la lealtad y por el entusiasmo de una causa, de igual manera está pronto á

derramar hasta la última gota de su sangre, antes de permitir que la más mínima extensión

de estos vastos territorios sea usurpada á la corona de España. Los primeros en dar un

ejemplo de esto serán el Cabildo de Buenos Aires, encabezado por su distinguido General

Don Santiago Liniers, á fin de probar á toda costa su lealtad y decisión en continuar fieles á

su rey y señor.

Dios guarde á Vuestra Excelencia muchos años. Buenos Aires, Abril 29 de 1808.

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 134 --

y Whitelocke, no se había producido en el Rio de la Plata movimiento

alguno separatista134. Los comerciantes de 1809 pedían cesara el Virrey y

se nombrase una Junta como las que había en España (y como la formada

por Elío en Montevideo) á fin de impedir los excesos de la propaganda

francesa, encaminada ya que no á conquistar las colonias, por lo menos á

sublevarlas para que no enviasen á la metrópoli fondos para la guerra

contra Bonaparte.

Esas Juntas (que no resulta produjeran gobierno eficaz en la Península)

pretendían tener á sus órdenes á las posesiones americanas, dándose el

caso de que la de Galicia nombrara un Virrey para el Rio de la Plata y la

de Sevilla otro. En tales condiciones, Liniers había optado por la de

Sevilla; y cuando á mediados de 1809 apareció Cisneros en Buenos Aires,

le cedió el puesto.

El nuevo Virrey procuró satisfacer á los antifranceses, alejando á

Liniers; favoreció á los estancieros y dueños de barracas, permitiendo por

su cuenta y riesgo el comercio libre con Inglaterra135; auspició la publicación

de un diario dirigido por Manuel Belgrano136; y promulgó una cédula,

halagadora para los criollos, en la que se declaraba que el Rio de la Plata

había dejado de ser posesión para transformarse en provincia integrante de

134 No pasó lo mismo en los otros Virreynatos aún cuando en realidad los movimientos

obedecían á motivos económicos. Calvo los enumera:

a) Sublevación de 1711, encabezada por el mulato Andresote, para erigirse en Rey de

Venezuela.

b) Conspiración en Caracas el año 1748, á propósito del monopolio del cacao.

c) Sublevación india encabezada por Tupac Amaru, en 1780.

d) Insurrección de Bogotá, en 1781.

e) Revolución promovida en Caracas por el gabinete inglés, con el propósito de

independizar á Tierra Firme (1797).

f) Invasión de Miranda á Venezuela (1806).

Las expediciones de Miranda respondieron á planes que hoy difícilmente podrían

conceptuarse patrióticos: invadir y conquistar el país al mando de tropas suministradas

por naciones extranjeras, á cambio de futuras ventajas (Estados Unidos, Inglaterra). En el

fondo eran simples invasiones comerciales, conducidas por hombres de acción á quienes

animaban ideales revolucionarios. 135 El expediente respectivo se inició con la REPRESENTACIÓN DE LOS HACENDADOS redactada

por Mariano Moreno. Como consecuencia del comercio libre, las rentas fiscales

aumentaron casi en dos millones (Groussac, loc. cit., 312).

Mitre (Historia de Belgrano) asegura que el Virrey concedió esa libertad violando las

instrucciones que traía de España. 136 «Correo del Comercio».

«Era tal la impaciencia de Cisneros por ver publicado el periódico, que quiso se diera á la

prensa para no perder tiempo, el prospecto de un periódico de Sevilla, mudándole el

título y la fecha» (Mitre, loc. cit.).

Page 135: Álvarez Ensayo Historia Santa Fe

ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 135 --

la monarquía. Pero con el comercio libre y con haberse hecho amigo de

varios abogados del país (Castelli, entre otros) dejó descontentos á los

comerciantes españoles interesados en monopolizar la plaza.

Muchos militares que apesar de la defensa de Buenos Aires contra los

ingleses no habían obtenido ascenso, y á quienes el nuevo Virrey no

mejoró de condición, quedaron también quejosos. Siguieron descontentos

los eclesiásticos, por causas muy arraigadas que tampoco pudieron

suprimirse137. Los hombres aficionados á estudiar quedaron descontentos

asimismo, porque subsistió la prohibición de leer y escribir libremente. El

aumento de los impuestos, exigido para hacer frente en España á la

guerra contra Bonaparte, motivó resistencias: Santa Fe vio elevarse en

cuatro mil pesos su cuota anual á pesar de que desde hacía años la

langosta arrasaba los escasos plantíos.

Como consecuencia de las innovaciones comerciales y de los sucesos

ocurridos desde 1806, vivíase en una atmósfera de desorden: invasiones

inglesas, destitución del Virrey Sobremonte por las restantes autoridades

de Buenos Aires138, conquista del territorio español por tropas francesas,

revolución de 1809 encabezada por jefes de línea y miembros del Cabildo

de Buenos Aires, revolución del mismo año en Chuquisaca (25 de Mayo)

dirigida por miembros de la Cámara de Apelaciones (Audiencia) so

pretexto de oposición á los planes de la Carlota, subsiguiente revolución

en La Paz reprimida en forma sangrienta por Cisneros. Todo ello, se unía

para constituir una situación anormal é incómoda.

De pronto cierta novedad importante vino á colmar la medida: la Junta

de Sevilla (á que Cisneros debía su nombramiento) fue bruscamente

disuelta por los soldados de Napoleón I, y al dispersarse lanzó un

manifiesto (Febrero 14 de 1810) invitando á los americanos á formar

Juntas Locales contra Bonaparte, y aun á declararse independientes antes

que rendirse. Partía de Sevilla el primer grito separatista.

Llegadas las noticias á Buenos Aires el 13 de Mayo de 1810, cinco días

después, el Virrey Cisneros (cuyos poderes caducaban con la

desaparición de aquella Junta), vióse obligado á lanzar otro manifiesto «á

137Veinticinco años antes, escribía el Rey al Marqués de Loreto, Virrey del Río de la Plata:

«He llegado á entender que los religiosos de las órdenes tienen discordias y pasiones entre

sí, porque los que allá toman hábito hacen su parte contraria á los que van de acá, y que

así se contradicen los unos á los otros».

138 Agosto 14 de 1806.

Page 136: Álvarez Ensayo Historia Santa Fe

ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 136 --

los leales y generosos pueblos del Virreynato»139 en el que comunicaba

algunas de las malas noticias recibidas, agregando que en caso de

producirse la ocupación total de España por fuerzas francesas nada haría

que no fuese previamente acordado con el Cabildo de Buenos Aires, al

que posteriormente debían reunirse representaciones de los Cabildos de

las Provincias.

Ahora bien: aún cuando oficialmente solo se confesara á medias, ese

caso se había producido ya. España era un país conquistado por Francia.

En consecuencia, el Cabildo de Buenos Aires, apoyado por los gefes de la

guarnición, pidió permiso á Cisneros para invitar á los notables de la

ciudad á una reunión y aunar opiniones en vista de la gravedad de los

sucesos. Acordólo el Virrey, ya que para ser lógico consigo mismo no

podía hacer otra cosa: por debajo del pedido, latía una imposición.

Así tuvo lugar el Cabildo Abierto del 22 de Mayo. Hasta ese momento (y

salvo la insinuación de las ex-autoridades de Sevilla), ninguna idea

habíase exteriorizado en el sentido de aprovechar la coyuntura para

independizarse de Fernando VII; pero, ante la acefalía real del gobierno,

se hacían trabajos contra Cisneros por algunos grupos de tendencias no

definidas del todo. Así, de un lado maniobraba el general español Ruiz

Huidobro, quien debió desempeñar el cargo de Virrey y no pudo, por

hallarse prisionero en Inglaterra. Maniobraba aparte un grupo de criollos

(cuyo reducido número ha hecho que se les siga designando con el

nombre de Sociedad de los Siete), con secretas aspiraciones separatistas,

que debían parecer irrealizables á sus propios autores, ya que siendo

muy pocos los afiliados, carecían por entonces de elementos para

imponer sus convicciones al millón y medio de habitantes del Virreynato.

Y maniobraba también el Cabildo, que en su carácter de autoridad no

emanada del Rey, tenía algún título para optar á la dirección de los

negocios públicos en casos de urgencia. Vacante el gobierno,

aprontábanse los candidatos.

139 Con ese manifiesto da comienzo el Registro Oficial de la Nación.

He aquí sus párrafos más importantes (R. O., tomo I, pág. I): «En el desgraciado caso de una

total pérdida de la Península, y falta del supremo gobierno, no tomará esta superioridad

determinación alguna que no sea previamente acordada en unión de todas las

representaciones de esta capital, á que posteriormente se reúnan las de sus provincias

dependientes, entre tanto que de acuerdo con los demás Virreynatos se establece una

representación de la soberanía del señor don Fernando VIL. Y yo os añado, con toda la

ingenuidad que profeso, que lejos de apetecer el mando, veréis entonces como toda mi

ambición se ciñe á la gloria de pelear entre vosotros por los sagrados derechos de nuestro

adorado monarca, por la libertad é independencia de toda dominación extranjera de estos

sus dominios, y por vuestra propia defensa si alguno la perturba».

Page 137: Álvarez Ensayo Historia Santa Fe

ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 137 --

Repartidas pues 450 invitaciones para ese Cabildo Abierto, parece ser

que el grupo de militares, que en parte seguía al general Ruiz Huidobro y

en parte al comandante criollo Saavedra, procuró eliminar de la reunión á

muchas personas adictas á Cisneros, que por no figurar en primera fila

podían ser detenidas por los centinelas sin gran escándalo. Con esto, y

con muchos que se abstuvieron para evitar compromisos, resultó que de

los 450 solo se presentaron 251. De ellos, votaron únicamente 224140: los

veintisiete restantes probablemente se escabulleron en una ú otra forma

(El escrutinio incompleto del Acta solo da como ausentes á 20, aunque

sumando á esos los 224, faltan 6 para 250). No resulta que se tomara en

cuenta la indicación hecha por tres de los asistentes, á propósito de la

falta de quorum: sobre 450 invitados, sufragaban menos de la mitad.

La votación se ajustó á dos cuestiones:

1ª. Si el Virrey continuaba ó no representando la autoridad de Fernando VII;

2ª. Quien debía representar esa autoridad no siendo el Virrey141.

Ninguna cuestión se planteó acerca de la necesidad de separarse de

España ó dejar de obedecer á Fernando VII, el rey prisionero de

Bonaparte, que había vendido sus derechos al trono por una pensión, los

palacios de Navarra y el título de Príncipe francés. Solo se trataba de

reemplazar á Cisneros en el mando.

Nada refleja con más exactitud la indecisión de los presentes y la falta

de un plan determinado, que el fraccionamiento de los votos. Aún los

miembros de la Sociedad de los Siete perdieron su cohesión, dividiéndose

en tres grupos: Castelli votó de un modo, Alberti de otro, y los cuatro

restantes (Rodríguez Peña, Passo, Donado y Vieytes) encabezados por

140 El acta de la sesión da como presentes á 250; pero apareciendo uno repetido (Domingo

López), solo eran en realidad 249, á los que se agregaron dos luego (Saturnino Sarasa y

José Santos Incháurregui) quienes votaron sin figurar en la enumeración del primer

momento. Total 251. (Registro Oficial de la Nación, I, pág. 4). De ellos, más de la mitad

eran empleados del Rey, eclesiásticos y militares. Y los 450 invitados no llegaban á

constituir el uno por ciento de la población de la ciudad. 141 He aquí el texto de ambas preguntas, redactadas con bastante oscuridad (acta citada):

1ª «Si se ha de subrogar otra autoridad á la superior que obtiene el Excmo. Sr. Virrey,

dependiente de la soberana que se ejerza legítimamente á nombre del Señor Don

Fernando VII».

2ª «¿En quién?»

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 138 --

Belgrano, de otro142. Se obtuvo conformidad para que cesara el Virrey: no,

para resolver quien le sucedería.

El escrutinio arrojó para la 1a. cuestión:

a) POR LA SEPARACIÓN DEL VIRREY: . . . . . 154 votos

b) PORQUE CONTINUARA:

Solo . . . . . . . . . . 52

Asociado á otros . . . . . 17 69

c) DUDOSOS, ó vagamente enunciados: 1

Total 224

La segunda cuestión no llegó á resolverse con tanta claridad. Surgieron

proyectos diversos y contradictorios, absteniéndose de votar la mayoría

de los que habían expresado el deseo de que continuase el Virrey.

Deducidos de este modo 57, quedaron disponibles 167, distribuidos como

sigue143:

PRIMERA RAMA

QUE GOBIERNE EL CABILDO DE BUENOS AIRES: 4 4

SEGUNDA RAMA

142 Es realmente curioso seguir al través de la sesión (vé Acta) esta falta de acuerdo entre los

hombres que tres días después iban á ponerse al frente del gobierno formando la Primera

Junta:

Voto de Saavedra. – Que cese el Virrey, y el Cabildo nombre á la Junta que debe sustituirle.

Voto de Belgrano, Passo, Moreno y Matheu. – Idem; pero que tenga voto el Síndico del

Cabildo.

Voto de Azcuénaga. – Cese el Virrey y lo sustituya el Cabildo sin nombrar á nadie. Se

convoque á las provincias para que resuelvan, con voto del Síndico y del Alcalde de 1er.

voto.

Voto de Alberti.– Idem; pero sin voto del Síndico ni del Alcalde.

Voto de Castelli. – Como Belgrano; pero que la Junta se nombre por el pueblo de Buenos

Aires, en, Cabildo General, sin demora.

Larrea, no asistió á la reunión. 143 Para efectuar el escrutinio (como para interpretar otros hechos á que este capitulo se

refiere) me he ceñido estrictamente á los documentos insertos en el Registro Oficial de la

Nación. Pero como ese Registro es en definitiva una obra humana, conviene admitir la

posibilidad de que las Actas se redactaran en forma incompleta dado el apremio de la

enorme tarea. También es posible que á pesar de los cuidados que la impresión mereció,

nuestro Registro no concuerde matemáticamente con las Actas originales: con facilidad

puede un copista saltar algún nombre en las listas sin notarlo. Hasta ese punto es relativa

la verdad histórica. Por otra parte, el escrutinio en sí ofrece grandes dificultades: los votos

no son precisos en muchos casos, y con frecuencia, significando lo mismo, aparecen bajo

formas diversas.

Page 139: Álvarez Ensayo Historia Santa Fe

ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 139 --

QUE GOBIERNE EL CABILDO, Y SEA ÉL QUIEN ELIJA LAS PERSONAS QUE HAN

DE FORMAR LA JUNTA PROVISORIA PARA EL VIRREYNATO:

a) Presidido por el Virrey 6

b) Con voto del Síndico 79

c) Sin voto del Síndico 20

d) Y que los miembros de la Junta sean vecinos 1

e) Que sean personas determinadas 1 107

TERCERA RAMA

QUE GOBIERNE EL CABILDO DE BUENOS AIRES MIENTRAS SE FORMA UN

GOBIERNO PROVISORIO CON INTERVENCIÓN DE TODO EL VIRREYNATO:

a) Con voto del Síndico 23

b) Sin voto del Síndico 29

c) Asociado a personas determinadas 1 53

CUARTA RAMA

VOTOS SUELTOS PARA QUE SUSTITUYAN AL

VIRREY PERSONAS DETERMINADAS: 3 3

Total 167

De esta manera, setenta y nueve votos decidieron la elección sobre 224

votantes y 450 electores. Con arreglo á la opinión de esas setenta y nueve

personas, debía suceder al Virrey el Cabildo de Buenos Aires (con voto

del Síndico) y designar á los que habían de constituir la Junta, que

gobernando al millón y medio de habitantes del Virreynato, conservase la

soberanía mientras Dn Fernando VII se ponía en estado de reasumirla.

Comunicada al Virrey la resolución, manifestó que aceptaba lo hecho,

pero que convenía oir á los gefes militares, ya que ellos eran la verdadera

clave del movimiento. Convocados, declararon que mientras no cesara en

su cargo el Virrey y le sucediese el Cabildo, el pueblo no se aquietaría. En

efecto, desde el día 18 notábase efervescencia en los ánimos y andaban

por las calles gentes armadas promoviendo desórdenes. En consecuencia,

el 23 de Mayo de 1810 publicóse por bando que el Cabildo era la única

autoridad existente, que Dn Baltasar Hidalgo de Cisneros había dejado

de ser Virrey, y que se procedería sin demora á designar los miembros de

la Junta, interina se congregaban los diputados de todas las Provincias y se

adoptaba una fórmula definitiva144.

144 Registro Oficial de la Nación, I, 16

Page 140: Álvarez Ensayo Historia Santa Fe

ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 140 --

No se hizo esperar la designación. Al dia siguiente –24– resolvió el

Cabildo que formasen la Junta Saavedra, Castelli, Sola é Incháurregui (un

militar, un abogado, un comerciante y un eclesiástico) y que ella fuera

presidida por el Excmo Sr. Virrey Dn Baltasar Hidalgo de Cisneros. Esta

importaba falsificar la decisión del día anterior (cesantía del Virrey); pero

por una razón ú otra, el Cabildo confió en que los jefes militares

(representados en la Junta por Saavedra) apoyarían tal fraude. Y, en

efecto, convocados exclusivamente para ese objeto, Dn CORNELIO DE

SAAVEDRA (Comandante de Patricios), Dn JOSÉ IGNACIO DE LA QUINTANA

(Coronel de Dragones), Dn GERARDO ESTEVE Y LAC (Artilleros de la Unión),

Dn JUAN FLORENCIO TERRADA (Granaderos de Fernando VII), Dn FRANCISCO

ANTONIO ORTIZ DE OCAMPO (Arribeños), Dn MARTÍN RODRÍGUEZ (Húsares

del Rey), Dn PEDRO ANDRÉS GARCÍA (Montañeses), Dn MANUEL RUIZ

(Naturales), y Dn JOSÉ MERELO (Andaluces), contestes, expusieron que

aquel arbitrio era el único que podía adoptarse, y unánimemente

declararon que estaban aparejados y dispuestos á apoyar lo hecho145 .

Vista la conformidad de los que por su situación podían imponer

soluciones, se procedió á instalar á los miembros de la nueva Junta.

Habiendo comparecido Cisneros, Saavedra, Castelli, Sola é Incháurregui,

con gran ceremonial y en presencia de numerosos militares, empleados y

eclesiásticos, hincáronse de rodillas «y poniendo la mano derecha sobre los

Santos Evangelios, juraron desempeñar legalmente sus respectivos cargos,

CONSERVAR INTEGROS ESTOS DOMINIOS AL SR. DN FERNANDO VII Y SUS

LEGÍTIMOS SUCESORES, y guardar puntualmente las leyes del Reino»146. Arengó

Cisneros al pueblo, repicaron las campanas, tronaron los cañones sus

salvas oficiales, y el asunto del cambio de gobierno pareció terminado

por el momento.

No había terminado. En realidad, recién comenzaba. Durante la gestión

de los sucesos relatados, los diversos grupos que en ellos intervinieron

habían ido pensando en nuevas soluciones para la inesperada acefalía

comunicada el 18 de Mayo. Debió verse claro que si estaba en manos de

los jefes de regimiento la situación, era un error que esos jefes se

quedaran de nuevo á las órdenes de Cisneros, sin otro representante que

el vocal Saavedra. La «Sociedad de los Siete» entraba en la nueva Junta

con un voto contra cuatro (Castelli): contar con los futuros Diputados de

145 Acta de la sesión del 24 de Mayo de 1810. Registro Oficial, T. I, pág. 18. 146 Registro Oficial de la Nación, T. I, pág. 18.

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 141 --

las Provincias era ilusorio, ya que según todas las probabilidades

responderían á Cisneros y sus agentes.

Por estas razones ó por otras que sin duda hoy se nos escapan, horas

después de los festejos oficiales (noche del 24 de Mayo), en uno de los

cuarteles de Buenos Aires, un numeroso grupo de militares y civiles

buscó otra fórmula de gobierno más completa. No es posible al través del

tiempo y de la falta de datos conocer los argumentos ó los intereses que

pesaron en esa reunión; pero es prudente suponer que no se obró al azar

y que la conformidad acerca de las personas á nombrarse obedeció á

motivos fundados. En sus líneas generales, la nueva fórmula significaba:

a) Eliminación de Cisneros, Solá é Incháurregui;

b) Creación de una Junta más amplia (siete miembros y dos

secretarios, en lugar de los cinco miembros primitivos);

c) Expedición al interior para impedir ó contrarrestar la acción

de los elementos hostiles.

Esta modificación no se hizo ya en Cabildo Abierto ni para legalizarla

se llamó al pueblo á elecciones: surgió en un cuartel y se impuso por la

fuerza. La Junta primitiva (de que formaban parte Saavedra y Castelli)

renunció en masa, y el Cabildo recibió una solicitud firmada por cantidad

de vecinos, jefes y oficiales147, en la que se exigía la instalación de otra

Junta formada exclusivamente con personas determinadas. Llamados los

comandantes que el día anterior ofrecieran apoyar al Cabildo, se

comprobó que habían mudado de opinión: declararon que no podían

cumplir su promesa y que ni siquiera ampararían á los cabildantes contra

el desorden ambiente148.

Como parecía irregular deshacer lo hecho sin mayores formalidades, el

Cabildo pidió que por lo menos compareciesen los firmantes á ratificarse

en la plaza pública. Llovía. Al cabo de un largo intervalo de espera, el

Síndico Leiva –que tantos votos arrastrara el día 22– salió al balcón y en

vista de que casi nadie comparecía á ratificarse, preguntó irónicamente

147 Los cuales peticionaban por sí y «á nombre del pueblo».

La solicitud escrita subsiguió á un pedido verbal en el mismo sentido, que el Cabildo no

tomó en cuenta, exigiendo se llenaran las formas «sin causar el alboroto escandaloso que

se notaba» (R. Ó., I, 20). 148 Registro Oficial, T. I, pág. 20. Debe notarse que á esta reunión concurrieron dos militares

que no estuvieron el día 24 –los comandantes Orduña y Lecocq, de Artillería é Ingenieros

– y que esos nada dijeron (Textual, en el ACTA DEL 24 DE MAYO DE 1810). Asimismo

estuvo presente el comandante de Dragones don José Ignacio de la Quintana, y también

se calló. Los restantes y algunos oficiales subalternos, declaraban cuanto queda dicho.

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 142 --

¿donde está EL PUEBLO?. Se le contestó con denuestos y con la amenaza

de lanzar sobre la ciudad á la soldadesca, abriendo los cuarteles149.

Entonces –y resistiendo siempre– el Cabildo dictó por su cuenta y riesgo

una especie de Constitución á la que deberían sujetarse lo nuevos gefes del

gobierno, y declaró que nombraba miembros de la Junta á todas las

personas que los solicitantes decían había elegido el pueblo: Manuel

Alberti, cura párroco de San Nicolás; Manuel Belgrano, Secretario del

Consulado; Juan José Castelli, abogado; Domingo Matheu y Juan Larrea,

comerciantes españoles; Miguel de Azcuénaga, Coronel de Milicias; y

Cornelio de Saavedra, Gefe del Regimiento de Patricios (Presidente de la

Junta y Comandante General de Armas) teniendo por Secretarios á los

abogados Passo y Moreno. Total: dos militares, un cura, dos comerciantes

y cuatro abogados. De los nueve, cinco estaban vinculados en una ú otra

forma á la administración real. Comparecieron todos ellos el 25 de Mayo

de 1810, y repitiendo Saavedra y Castelli su juramento del día anterior de

conservar íntegra esta parte de América á su «augusto soberano Dn

Fernando VII y sus legítimos sucesores»150, juraron por primera vez los

restantes, y quedó constituida la segunda Junta que el Cabildo de

Buenos Aires imponía al Virreynato, sin poder ya excusarse ni siquiera

con la libertad de sus deliberaciones.

No me explico bien para que se obligó á intervenir en la instalación de

las nuevas autoridades, á un Cabildo que carecía del derecho de hacerlo,

y que por su falseamiento de lo resuelto el día 22, mereció ser suprimido.

La Proclama151 y la subsiguiente Circular á las Provincias pasada por la

149 No me ha sido dable comprobar cuantos y cuales de los que actuaron el 25 de Mayo,

votaron en el Cabildo Abierto del 22. Es evidente que en la primera fecha se dejó sin

efecto la autorización dada al Cabildo para que nombrase Junta con personas de su

elección y con voto del Síndico. Es también evidente que la conmoción popular debió

influir para que las resoluciones no fuesen adoptadas con serenidad. 150 Todos nuestros historiadores admiten que esto fue simplemente una divisa astuta, y que

los hombres de Mayo prestaron juramento de fidelidad al Rey con el firme propósito de

violarlo tan pronto como las circunstancias les fuesen favorables.

Pienso que semejante hipótesis hace poco honor á la altivez de aquellos hombres, y que no

hay objeto en anticiparse á reconocer, sin plena prueba, que el falseamiento de la verdad

comenzara para las instituciones argentinas el 25 de Mayo de 1810. Como no es mi ánimo

decir cosas extraordinarias sino tan solo cosas aproximadamente exactas, acepto como

probada la otra versión, que se refleja al través de las páginas del Registro Oficial: el

movimiento se resintió de vaguedad, porque nadie tuvo planes fijos de independencia en

los primeros momentos. Con ligeras variantes, otro tanto ocurrió en diversas ciudades

americanas, á consecuencia de la inesperada acefalía del gobierno. El movimiento de

Buenos Aires no fue el primero. 151 BANDO – La Junta provisional Gubernativa de las Provincias del Río de la Plata, por el

Sr. D. Fernando VII –POR CUANTO: Ha tenido por conveniente esta Junta disponer y

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 143 --

Junta, inclinan el ánimo hacia la idea de que se procuró suavizar un poco

la violencia originaria, rodeándola de formulismos notariales. Entretanto,

desde su mismo origen, y por la fuerza de las circunstancias, alcanzaba al

nuevo gobierno una tacha que los documentos oficiales exhiben con

crudeza, y que sin duda tuvo en el espíritu público más atenuantes que

en las Actas: emanar de una elección en la que tropas de línea habían

jugado un rol decisivo.

determinar lo contenido en los artículos siguientes: I. Que todas las corporaciones, jefes y

vecindario asistan á la misa solemne que se celebrará en la Santa Iglesia Catedral el

miércoles 30 del corriente en acción de gracias por la instalación de esta Junta, y

terminación feliz que han tenido las agitaciones de este pueblo causadas por los

desgraciados sucesos de la Península. –II. Que siendo la base principal del orden,

felizmente restablecido, la confianza del pueblo en sus Magistrados, y el respeto y

puntual obediencia á sus determinaciones y mandatos, se ordena la subordinación á la

autoridad nuevamente establecida, en inteligencia que ésta usará de toda la energía

conveniente para sostener con dignidad el sagrado depósito que el pueblo le ha confiado,

castigando con rigor á cualquiera que siembre desconfianzas ó recelos. –III. Que será

castigado con igual rigor, cualquiera que vierta especies contrarias á la estrecha unión

que debe reinar entre todos los habitantes de estas Provincias, ó que concurra á la

división entre españoles europeos y españoles americanos, tan contraria á la tranquilidad

de los particulares y bien general del estado. –IV. Que todos los habitantes de este pueblo

guarden decoro y veneración á la respetable persona del Excmo. Sr. D. Baltasar Hidalgo

de Cisneros, dispensándole las consideraciones correspondientes á su carácter y al

distinguido patriotismo con que en favor de este país se ha ofrecido á repetir en cualquier

destino sus importantes servicios. –V. Que los Alcaldes de barrio celen el puntual

cumplimiento de las antedichas prevenciones avisando á los Señores Oidores de sus

respectivos cuarteles la menor inobservancia. –POR TANTO: y para que lo determinado

en los precedentes cinco artículos, llegue á noticia de todos los vecinos estantes y

habitantes de esta Capital, y que por los mismos se cumpla puntualmente, se publicarán

en ella por bando en la forma de estilo, fijándose ejemplares para su mayor notoriedad en

los parajes acostumbrados. – Hecho en Buenos Aires, á 26 de Mayo de 1810.– Cornelio

Saavedra –Manuel Belgrano – Manuel de Azcuénaga – Doctor Manuel Alberti – Juan

Larrea – Doctor Mariano Moreno, Secretario.

R. O. de la Nación, T. I, pág. 24 á 26.

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 144 --

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 145 --

VII *

PERÍODOS DE LUCHA Y DESORDEN:

CONQUISTA DE SANTA FE POR ARTIGAS. INDEPENDENCIA DE

LAS PROVINCIAS

UNIDAS DEL RÍO DE LA PLATA.

(1810-1817)

* Este capítulo se refiere, como el anterior, á cambios políticos operados en Buenos Aires, que

he creido conveniente analizar por la inmediata conexión que tienen con los capítulos

siguientes. No entiendo con ello apartarme del plan general (Historia de Santa Fe), ni

suministrar informes completos acerca de los sucesos del Rio de la Plata durante los años

1810-1817. Quien desee conocer todos los aspectos que esos sucesos ofrecieron, debe ocurrir

á otras fuentes.

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 146 --

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 147 --

La solución obtenida el 25 de Mayo, dejaba en pié varias dificultades.

Gefes de alta graduación, como Liniers, no fueron consultados; la

princesa Carlota (Brasil), persistía en sus pretensiones; Montevideo, el

Paraguay y el Perú –asiento de tropas españolas – significaban otras

tantas fuentes de oposición armada; é ignorábase qué opinarían los

diputados de las demás provincias, una vez electos y reunidos. Por ahí se

empezó: un ejército de 1000 hombres fue enviado al interior para hacer

observar el orden si se temiera que sin él no se harían libre y

honradamente las elecciones de vocales diputados, como decía la

Circular de la Junta152. Ese ejército, comandado por el Coronel Ortiz de

Ocampo, no encontró mejor medio de garantir el orden en las elecciones,

que fusilar al Gobernador de Córdoba y á los gefes de graduación que le

rodeaban, incluso Liniers153.

Santa Fe no dio lugar á conflictos: simple dependencia de Buenos Aires,

acató al nuevo gobierno. Previo un corto interinato, Gaztañaduy fue

sustituido por el Coronel Ruiz (Teniente Coronel en Mayo, ascendido,

como todos los jefes de cuerpo por decreto del 29 de ese mes) y Dn Juan

152 Mayo 27 de 1810.– Reg. Ofic. de la Nac., I, 26. 153 Autógrafo del Dr. Moreno

«RESERVADO –

«Los sagrados derechos del Rey y de la Patria, han armado el brazo de la justicia, y esta Junta,

ha fulminado sentencia contra los conspiradores de Córdoba, acusados por la notoriedad de

sus delitos y condenados por el voto general de todos los buenos. La Junta manda que sean

arcabuceados D. Santiago Liniers, D. Juan Gutiérrez de la Concha, el Obispo de Córdoba,

don Victorino Rodríguez, el Coronel Allende y el Oficial Real don Joaquín Moreno. En el

momento que todos ó cada uno de ellos sean pillados, sean cuales, fuesen las circunstancias,

se ejecutará esta resolución, sin dar lugar á minutos, que proporcionasen ruegos y

dilaciones capaces de comprometer el cumplimiento de esta orden y el honor de V. S. Este

escarmiento debe ser la base de la estabilidad del nuevo sistema, y una lección para los jefes

del Perú, que se avanzan á mil excesos por la esperanza de la impunidad; y es al mismo

tiempo la prueba fundamental de la utilidad y energía con que llena esta expedición los

importantes objetos á que se destina.

«Dios guarde á V. S. muchos años. Buenos Aires, 28 de Julio de 1810.

Á la Junta de Comisión de la Expedición á las Provincias interiores.

CORNELIO SAAVEDRA, DR. JUAN JOSÉ CASTELLI, MANUEL BELGRANO, MIGUEL DE

AZCUÉNAGA, DOMINGO MATHEU, JUAN LARREA, JUAN JOSÉ PASSO, Secretario,

DR. MARIANO MORENO, Secretario».

(Las elecciones tuvieron lugar el 17 de Agosto, fecha en la cual Liniers y sus compañeros

estaban ya presos. Se les arrestó once días antes. El fusilamiento se verificó el 26, nueve días

después de celebradas aquellas).

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

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Francisco Tarragona, Alcalde de primer voto, resultó electo diputado.

Pero en cambio, Montevideo y el Paraguay, en uso de derechos

innegables, se resistieron y fue preciso recurrir á las armas para obtener

un acatamiento que no se prestaba de grado: otro ejército, bien pequeño

por cierto, fue destinado al Norte154, y su gefe al pasar por Santa Fe se

llevó los cañones allí existentes, los blandengues que la guarnecían,

diversos elementos de movilidad suministrados espontáneamente por los

vecinos, y algún dinero para los gastos. En compensación declaró muy

noble al Ayuntamiento, y siguió viaje sin preocuparse de que la ciudad

quedaba librada á los asaltos de los indios. El ex-Virrey Cisneros, había

sido ya deportado para evitar complicaciones.

Como ocurre siempre en casos tales, el estado de guerra llevó anexa

desde el principio la necesidad de un poder ejecutivo con facultades

amplias; y de este modo, la Junta de Buenos Aires se vio en el caso de

suprimir cuantas libertades pudiesen utilizarse contra ella. Por lo demás,

la verdad es que no había ofrecido libertades. Bajo el punto de vista legal

no era otra cosa que un gobierno provisorio destinado á cesar tan pronto

como los diputados de las provincias resolvieran, unidos á los de la

Capital, qué había de hacerse. Mantuvo pues la esclavitud que pesaba

sobre los negros, siguió usando el sello del Rey, conservó la bandera real

en los regimientos, recibió los honores que antes se tributaban al

Virrey155, ejerció funciones judiciales, prohibió se diera empleos á

enemigos políticos, destituyó á los miembros del Cabildo que habían

consentido en instalarla156, les nombró de oficio reemplazantes

(prescindiendo de su carácter municipal), y como el peligro arreciara,

llegó hasta ordenar que fuesen arcabuceados sumariamente cuantos

hablaren mal del gobierno, lo que sin duda contrastaba con el hermoso

lema de la GACETA oficial: «Rara temporum felicitate, ubi sentire quae velis,

et quae sentias, dicere licet»157. Al lado de estas medidas que correspondían

154 Montevideo y el Paraguay no estuvieron representados en el Cabildo Abierto del 22 de

Mayo. –No es fácil decidir porqué ese ejército fue puesto á las órdenes del vocal Belgrano,

en vez de serlo á las de un militar. Belgrano era abogado, ocupaba el cargo de secretario

del Tribunal de Comercio antes del 25 de Mayo, y hasta el momento en que se le hizo

general, no hay noticia de que tuviese especial competencia en asuntos militares. La

expedición al Paraguay fue derrotada. 155 Decreto de Mayo 28 de 1810, derogado en Diciembre del mismo año. R. O., I, 27. 156 Octubre 17 de 1810. Id., I, 79. 157 BANDO publicado el 1° de Agosto de 1810. Id. I, 58. Saavedra, el presidente de la Junta,

critica en sus MEMORIAS estos procederes y en tono dolorido hace á sus compañeros

algunas imputaciones que probablemente se resienten de exageración: (Rev. Historia, I,

204):

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

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á una situación de fuerza, y de otras inspiradas en el sistema económico

de la época (prohibición de matar ganados cimarrones, que afligió á las

clases menesterosas; rigor en materia de aduanas), la Junta adoptó

diversas disposiciones encomiables; creación de un periódico (Gaceta) en

el que se hacía propaganda cívica; habilitación de un nuevo puerto de

ultramar en la Ensenada, que permitiese á Buenos Aires prescindir de

Montevideo; rebaja en los derechos de exportación de los frutos del país;

creación de una biblioteca pública; fomento de la instrucción;

levantamiento de un censo; supresión de cierto impuesto de consumo

que molestaba innecesariamente á los vecinos.

En su propio seno llevaba la Junta elementos, heterogéneos, y la

componían demasiadas personas. Cuando empezaron á llegar los

diputados de las provincias, Moreno opinó que no debían actuar

separadamente desde luego, sino como cuerpo colegiado una vez que

estuviesen todos reunidos en Buenos Aires. Saavedra optó por irlos

incorporando á la Junta conforme fuesen llegando, y su opinión encontró

eco en la mayoría158. De este modo, mediante agregaciones sucesivas,

«Los más de los dias llevábanse á la Junta listas de hombres que se decía eran contrarios

á «la causa y al Gobierno, solicitando su destierro ó separación de esta ciudad, y aún de

la «provincia. Como ellos eran apoyados por algunos individuos de la misma Junta, al

principio «surtieron los efectos que los delatores se habían propuesto; más eran tan

repetidas estas listas «que ya no me fue pasible dejar de manifestarme contrario á su

ejecución. No se sabía quiénes «eran los delatores, no se probaba ni acreditaba con

hechos ni documentos los intentos de «subversión del sistema, de que se acusaba á

aquellos hombres. No se les quería oir ni «convencer, como era justo. Eran, por otra

parte, padres de familia no pocos de los «comprendidos; otros, mercaderes y

negociantes; en fin, tenían un positivo derecho para no ser «removidos del seno de sus

familias sin previamente ser convencidos, de crímenes.»

158 Como consecuencia de ello y de otras divergencias anteriores se produjo la renuncia de

Moreno: poco después partió, á Europa con! una misión, y falleció en el camino, en

circunstancias que hicieron sospechar un envenenamiento. Su actuación en el gobierno

provisorio duró apenas siete meses.

Exprofeso no he mencionado entre las medidas de la Junta, el encargo de un PLAN DE

OPERACIONES á Mariano Moreno. Ese PLAN, que ha sido tachado de falso, fue publicado

en Buenos Aires por el Ateneo, con intervención de autoridades nacionales. No obstante

la tacha, cabe observar, que varias de las resoluciones de la Junta, insertas, en el Registro

Oficial de la Nación, coinciden con lo que en el PLAN se aconseja. Moreno debió darse)

cuenta de que los miembros del nuevo gobierno carecían de prestigio y de dinero

suficientes, y de que en consecuencia debían recurrir á la fuerza para mantenerse en sus

cargos y desarrollar seriamente algún programa. Es evidente que el elemento oficial no

constituía un punto de apoyo muy estable: muchos de los empleados que aceptaron la

autoridad de la Junta, habían jurado acatamiento años antes al general inglés Berresford.

Obedecían á quien mandase, sencillamente. Así el Obispo Lue, que después de alzarse

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

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bien pronto el Poder Ejecutivo estuvo en manos de diez y nueve personas

(una de las cuales era Dn Juan Francisco Tarragona, el diputado electo

por Santa Fe)159 y los hombres de la Junta de Mayo quedaron en minoría.

Acentuóse esta, á raíz de un alboroto, callejero (promovido en Abril de

1811) que motivó la salida de Azcuénaga y Larrea160, sin forma de juicio y

con la complicidad de algunos de los miembros remanentes. Subsiguió

un Tribunal de Censura, creado para asegurar la libertad de imprenta (decreto

de Abril 20). Fallecidos Moreno y Alberti, y procesado Belgrano por su

derrota en el Paraguay, la dirección del gobierno provisorio estaba ya en

otras manos.

Poco después (Junio de 1811), Saavedra partió á hacerse cargo del

ejército derrotado en Huaqui, y sus compañeros aprovecharon la

oportunidad para modificar aquel original Poder Ejecutivo,

concentrándolo en tres miembros (Setiembre 23) y formando un Poder

Legislativo con los restantes diputados, independientemente del Poder

Judicial (Reglamento de 22 de Octubre). Acababa de firmarse un tratado

de paz con Montevideo, ciudad que recibía auxilios de la Carlota161. Pero

al mes justo de su nacimiento, el flamante Poder Ejecutivo opinó que no

estaba obligado á cumplir la decisión que le diera vida; é invocando las

airado contra los criollos en el Cabildo; Abierto del 22 de Mayo, ordenó se leyera la

«Gaceta» por los curas en todas las iglesias, tan pronto como hubo mayoría de criollos en

el gobierno provisorio. 159 No parece que esta representación de Santa Fe en los negocios públicos del Virreynato

produjera mayores ventajas. Tarragona intervino en la creación de JUNTAS PROVINCIALES,

lo que significaba alterar de nuevo la situación provisoria, ilegalmente, ya que tales

Juntas quedaban subordinadas á la de Buenos Aires y bajo la presidencia de jefes

enviados desde allí, antes de que la representación de las provincias se hallara integrada,

por completo. Como Santa Fe no era capital de provincia, tocóle una Junta de tres

miembros, elegibles dos de ellos por el pueblo, con una salvedad importante (Reg. Ofic.,

I, 103).

«Que para estas elecciones se ponga la mira en sujetos de las más recomendables calidades y

principalmente la de haber probado de un modo indeficiente pero razonable su decidida

adhesión al sistema actual; de manera que no podrá recaer en ninguno que hubiese sido

causado, que se halle ligado por alguna relación íntima con los que lo hayan sido, ni de

quien se pueda recelar alguna fundada sospecha».

Mantenía en vigencia el sistema de negar derechos electorales á los contrarios políticos.

Las Juntas cesaron en 1812. 160 También salieron del gobierno con ese motivo, Vieytes y Nicolás Peña.

161 La Junta por una parte y el gobierno de Montevideo por la otra, declararon de nuevo en

esta emergencia (Art. 1° del Tratado: «que protestaban solemnemente á la faz del

universo, que no reconocían ni reconocerían jamás otro soberano que el Sr. D. Fernando

VII y sus legítimos sucesores y descendientes». Octubre 21 de 1811. Reg. Ofic. de la Nac.

I, 123.

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

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bien entendidas necesidades de la patria, por sí y ante sí162 resolvió

expulsar á todos los miembros del Poder Legislativo y organizar de

nuevo las cosas. De ese modo terminó, casi tan bruscamente como

naciera, la Junta Provisoria del 25 de Mayo; y de ese modo también, el

Diputado por Santa Fe, Dn Juan Francisco Tarragona, dejó de tener

participación en el gobierno general, antes de cumplirse el año.

La nueva reforma política –cuarta desde Mayo de 1810 (en diez y ocho

meses) se complicó á los quince días con la sublevación del regimiento de

patricios. El Congreso General de las provincias, que iba á resolver en

definitiva (acababa de ser disuelto, como queda dicho, el Congreso

provisorio), debía formarse ahora:

a) Con los miembros del Cabildo de Buenos Aires;

b) Con cien ciudadanos elegidos por el vecindario de Buenos Aires;

c) Con los Diputados que enviaran las demás ciudades.

No parecía dudoso en estas condiciones el predominio definitivo de los

hombres de Buenos Aires; pero así y todo, se creyó oportuno (19 de

Febrero de 1812) tomar nuevas precauciones: el Congreso solo sería

convocado por ocho dias cada seis meses siendo nulo cuanto actuara

pasado ese término, salvo prórroga del P. E.; y al reunirse, limitaría sus

decisiones á nombrar el Triunviro saliente (cada uno de ellos solo duraba

seis meses en el cargo) y tratar los asuntos que el Ejecutivo le sometiera163.

Todo, á nombre del Sr. Dn Fernando VII.

Tomada semejante decisión, sin duda el P. E. temió las complicaciones

que podrían surgir de esa elección de cien personas, porque 21 días

después volviendo sobre lo acordado, declaró que el futuro Congreso se

formaría simplemente con 33 Diputados, elegidos á la suerte por el Cabildo

de Buenos Aires: 22 para la ciudad, y 11 para representar á todos los demás

pueblos y provincias. Mayor previsión era imposible.

162En el MANIFIESTO correspondiente (Noviembre 22 de 1811), decían los Triunviros:

«Parece que la Junta de Diputados, cuando formó el Reglamento de 22 de Octubre tuvo

más presente su exaltación que la salud del Estado. Con el velo de la pública felicidad se

erigió en soberana, y rivalizando con los poderes que quiso dividir, no hizo más que

reasumirlos en grado eminente. Sujetando al Gobierno y á los magistrados á su autoridad

soberana, se constituyó por sí misma en Junta Conservadora, para perpetuarse en el

mando y arbitrar sin regla sobre el destino de los pueblos. Como si la soberanía fuese

divisible, se la atribuyó de un modo imperfecto y parcial – (R. O. de la Nación, I, 127).

163 Registro Oficial de la Nación, T. I, pág. 139.

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-- 152 --

En el sorteo, tocó á Santa Fe ser representada por Dn José Alberto

Calzena y Echevarría, quien solo duró cuarenta y ocho horas en su cargo.

Reunidos los Diputados (sorteados por un Cabildo á quien ningún

vecindario había elegido), su primer acto fue declarar que en ellos residía

la suprema autoridad de las Provincias Unidas del Rio de la Plata.

Comunicáronlo al Ejecutivo, para su inteligencia. Y el mismo día, el

Ejecutivo disolvió á la Asamblea, por haber comprometido de un modo

criminal los intereses sagrados de la patria, según dijo (decreto de Abril

6/1812)164. Detrás de la habilidad, la fuerza.

Mientras Buenos Aires se entregaba á semejante gimnasia, la guerra

contra el Virrey del Perú había ido empeorando. La batalla de Suipacha,

ganada en Noviembre de 1810165, permitió á Castelli llegar en un

imprudente paseo militar de cuatrocientas leguas, hasta las márgenes del

lago Titicaca; pero allí fue derrotado (Huaqui, Junio de 1811) y retrocedió

dejando á Potosí y las minas en poder del enemigo166. Con ello

164 Id. pág. 162. La Asamblea había elegido triunviro suplente á Díaz Vélez, y el Ejecutivo

entendía corresponderle la suplencia á Rivadavia, Secretario del Triunvirato. 165 Tomo estos datos del parte enviado por Castelli, desde Tupiza (Noviembre 10):

Bajas del ejército triunfante: un muerto y doce heridos. Bajas del ejército derrotado: cuarenta

muertos y catorce heridos.

Y agrega Castelli: «La recolección de armas tiradas por los cerros y el despojo de los vencidos,

fue el cuidado de la tropa vencedora; de modo que vinieron cargados de armas, fornituras,

prendas, mulas, dinero y alhajas». CALVO, Anales históricos de la revolución. 1808-1811. 166 Esta retirada permitió comprobar á los jefes de Buenos Aires, que la población del

Virreynato no ponía grandes ideales en la guerra. Copio del parte de Puyrredón (en

Camposanto, Octubre 4 de 1811):

«A dos jornadas de Tanja para acá me alcanzó un expreso con un pliego de aquella Junta, en

que me comunicaba que aún no me hallaría á cinco leguas de distancia de la villa, cuando se

conmovió el pueblo y se hizo un Cabildo Abierto para tratar de quitarme los caudales».

En el mismo sentido escribía más tarde (Mayo 2 de 1812) el general Belgrano al gobierno de

Buenos Aires:

«Ni en mi camino al Rosario, ni en aquel triste pueblo, ni en la provincia de Córdoba y su

capital, ni en las ciudades de Santiago, Tucumán y Jujuy he observado aquel entusiasmo

que se manifestaba en los pueblos que recorrí cuando mi primer expedición al Paraguay;

por el contrario, quejas, lamentos, frialdad, total indiferencia, y diré más, odio mortal, que

casi estoy por asegurar que preferirían á Goyeneche cuando no fuese más que por variar de

situación y ver si mejoraban. Créame V. É.: el ejército no está en país amigo; no hay una sola

demostración que me lo indique; no se nota un solo hombre que se una; á él, no digo para

servirle, ni aún para ayudarle. Todo se hace á costa de gastos y sacrificios. Se nos trata como

á verdaderos enemigos». MITRE, Historia de Belgrano, II, 57.

Un sencillo cálculo permite deducir que la guerra no revistió caracteres de levantamiento

popular: basta dividir el número de soldados por el de habitantes. Apenas un dos por ciento

de la población estuvo sobre las armas, incluyendo en esa cifra los que ya eran soldados al

producirse el movimiento y los negros esclavos que fueron incorporados luego. Esta

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

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disminuyeron los recursos, al tiempo que mermaban las entradas de

aduana en el Rio de la Plata, como consecuencia del alzamiento de

Montevideo que era el verdadero puerto de ultramar no obstante la

habilitación de la Ensenada.

Tras la derrota de Belgrano, segregóse el Paraguay y quedó suprimido

el impuesto de sisa que pagaba la yerba en Santa Fe; lo cual, abarató sin

duda ese artículo, pero castigó las rentas fiscales. Cesó también el estanco

del tabaco. Unidos estos factores de déficit y aumentados los gastos con

la guerra, no hubo otro camino que elevar los impuestos á pesar de la

impopularidad que ello significaba. Nada tiene de extraño pues, que á fin

de evitar complicaciones, el gobierno amonestase con severidad al

general Belgrano, por haber enarbolado en tierra santafecina el 27 de

Febrero de 1812 (baterías del Rosario), la bandera azul y blanca, que á

decir verdad no fue en sus principios tan altivamente arrebatada al cielo

como lo quiere la ficción poética. Sencillamente, se envió una bandera

española para que sustituyera á la enarbolada167.

Casi á los tres meses de disuelta la Asamblea por el P. E. (Julio de 1812),

un grupo de peninsulares fue descubierto en momentos en que iba á

lanzarse á la revolución para restablecer con claridad el poderío de

Fernando VII, un tanto mal parado por sus presuntos representantes.

Descubrióse la intentona y subsiguieron algunas ejecuciones; pero ni aún

este aviso de que existían peligros internos, sirvió para unificar la acción

de los criollos. Llegada á Buenos Aires, á principios de Octubre, la noticia

de que Belgrano había derrotado en Tucumán al ejército del Perú, pocos

días después estalló una nueva revolución, encabezada, como la de 1809,

y la de 1810, y la de 1811, por fuerzas de línea: esta vez, aparecían entre

los jefes sublevados contra el gobierno, Dn José de San Martín y Dn

Carlos M. de Alvear, oficiales del ejército español, recientemente venidos

de la metrópoli en la seguridad de que la guerra estallada en el Rio de la

Plata se dirigía á independizar al país y no á conservarlo íntegro para

Fernando VII. A semejanza de lo hecho en 1810 (é invocando lo resuelto

situación persistió hasta el momento de ser declarada la independencia de LAS Provincias

Unidas del Río de la Plata.

167 La nueva bandera importaba transformar en guerra de independencia lo que por entonces

parecía ser simplemente guerra contra las tropas del Perú. García Mérou (ob. cit.) hace notar

que se negó también el exequatur al cónsul inglés Staples por no ser estos países

independientes.

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 154 --

en 22 de Mayo de ese año), el Cabildo de 1812 nombró otra Junta168 para

que gobernara ínterim se reunía el Congreso General definitivo.

Ese Congreso169 se reunió por fin el 31 de Enero de 1813 bajo la

presidencia de Dn Carlos M. de Alvear170 , é hizo honor al país por su

brillante actuación.

Declaró representar colectivamente á la Nación, y no, particularmente,

á las provincias; sancionó el principio de que los diputados eran inmunes

168 Los señores del Excmo. Cabildo, Justicia y Regimiento de esta Capital:

POR CUANTO: habiéndose enterado en acuerdo extraordinario del día de hoy, de una

representación que ha hecho al Excmo. Cabildo una gran parte del pueblo, protegido por

toda la fuerza armada de la capital, en que manifestándose resentidas todas las clases del

Estado de las públicas infracciones de los artículos del Estatuto Provisional de 23 de

Noviembre de 1811 y del Reglamento de 19 de Febrero de 1812, habiéndose procedido de

un modo ilegal y escandaloso á las elecciones de los dos vocales para el Gobierno,

excluyendo á los representantes de Salta y Jujuy, y frustrando el sufragio del Diputado

suplente del Tucumán, dando por impedido sin causa al de Mendoza, usando los

gobernantes la seducción é intriga para ganar los votos en la Asamblea á favor de la facción,

con otros hechos de no menor gravedad que se expresaban, pedían todos los subscriptos

que en el acto se suspendiese la dicha Asamblea y cesasen en sus funciones los individuos

depositarios del Poder Ejecutivo, reasumiento el Ayuntamiento la autoridad que le delegó

el pueblo congregado el 22 de Mayo de 1810, y creando desde luego un Poder Ejecutivo de

las personas más dignas del sufragio público, ligado precisamente á la indispensable

convocación de una asamblea general que decida de los grandes negocios de la comunidad,

porque esta era la manifiesta voluntad del pueblo, que esperaba, dispuesto á ofrecer el

último sacrificio á la libertad de la patria y juraba delante del eterno), no abandonar el lugar

que ocupaba hasta ver cumplidos sus votos; «HA DETERMINADO después de la meditación

que permitieron las circunstancias, de haber pido á los señores jefes militares de la fuerza

que ocupaba la plaza de la Victoria, don Francisco Ortiz de Ocampo, coronel del regimiento

núm. 2, don José de San Martín, comandante de los granaderos montados, don Manuel de

Pinto, comandante de la artillería volante, don Carlos Alvear, sargento mayor de los

granaderos montados, don Ramón Fernández, de igual clase del núm. 2, entre otras cosas,

que quedase suspensa la asamblea congregada el 6 del corriente y sin efecto sus

resoluciones; y proceder á la elección de los individuos que deben constituir el gobierno

provisorio, –y la ha realizado en las personas de los señores Dr. Juan J. de Passo, don

Nicolás de la Peña y Dr. Don Antonio Alvarez de Jonte, –que fue aprobada á pluralidad de

votos por el inmenso pueblo que ocupaba los corredores y galerías, de las Casas

Consistoriales, deposit{ndoles la autoridad bajo las condiciones siguientes:<».–(Reg Ofic.

de la Nac., I, 182) 169Como la guerra continuaba, fue indispensable excluir de las nuevas elecciones de diputados

á todos los enemigos políticos. Por eso el decreto de convocatoria (Reg. Of. de la Nac., I,

186) estableció que los alcaldes de barrio solo citaran á los vecinos libres y patriotas,

prohibiendo fuesen electores. á diputados aquellas personas cuya adhesión á la justa causa

de la América pareciere dudosa. De este modo las circunstancias fueron acostumbrando al

pueblo á excluir de los atrios á los contrarios. 170El mismo día en que el comandante militar del Rosario rompía un fuego inofensivo sobre la

escuadrilla española de Montevideo.

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 155 --

(extremándolo hasta impedir se les demandara por deudas civiles);

proclamó la libertad de vientres171 y la de todo esclavo que entrara al país

(lo que más tarde se derogó respecto del Brasil); abolió la Inquisición, la

mita172, los títulos de nobleza, los mayorazgos, y el tormento en los

procedimientos judiciales; permitió la libre exportación de harinas y

granos; desconoció toda dependencia hacia el papado; ordenó un censo;

y aceptó como nacional la bandera enarbolada por Belgrano, y como

himno de la patria, la canción de Vicente López, vibrante de entusiasmos

desde su primera frase:

Oíd mortales el grito sagrado

¡Libertad, libertad, libertad!173

Con ello se arrojaba francamente el guante al rostro del Rey y los

criollos se aprontaban á formar una nueva nación.

Al lado de estas disposiciones encomiables, dictóla Asamblea otras, que

sin duda la guerra hacía necesarias, pero que revistieron aspectos de

crueldad excesiva. Prohibió comerciaran los españoles europeos

(volviendo así del revés la legislación de Felipe II) y ordenó se les

internara en el país á fin de evitar que mantuviesen relaciones con los

realistas del exterior. Rebaños de hombres que no habían cometido otro

delito que nacer en España, se vieron arrancados de sus hogares, y á pié,

171 Dos años después (1815) el Congreso de Viena procurando favorecer á las industrias

portuguesas del Brasil, manejadas con esclavos, declaró permitida la trata de negros al Sud

del Ecuador. 172 Cuatro meses antes había sido suprimida desde España por decreto de Noviembre 9 de

1812. 173 Una vez más, me veo en el caso de comprobar que el estado de guerra modificó hasta para

los mismos criollos los buenos deseos expresados en las estrofas del himno. Por vía de

ejemplo, transcribo algunos artículos del REGLAMENTO MILITAR dictado por el general

San Martín para el Ejército Libertador de Chile, en 1816 (Reg. Ofic. de la Nac., I, 401),

Reglamento, que seguramente fue suavizado en la práctica:

1º. Todo el que blasfemare del santo nombre de Dios ó de su adorable Madre é

insultare la religión, por primera vez sufrirá 4 horas de mordaza atado á un palo, en

público, por el término de ocho días; y por segunda vez, será atravesada su lengua

con un hierro ardiente y arrojado del cuerpo.

10º. El sargento, cabo ó soldado que no obedezca á los oficiales en asuntos del

servicio, será pasado por las armas.

14º. Al que levantare la mano á sus superiores, en cualquier lugar que sea, se le

cortará la mano.

16º. El que desertare por primera vez en tiempo de paz, ocho años de recargo; por

segunda, tres carreras de baqueta por 200 hombres; por tercera, muerte.

39º. El que pida gracia por un condenado á muerte, morirá.

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

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en grupos de cincuenta, comenzaron á marchar penosamente desde

Buenos Aires hasta San Luis, via San José de la Esquina y Cruz Alta, sin

que valieran recursos ni súplicas. La batalla de Salta ganada en 1813,

permitió reconquistar á Potosí dando nuevos alientos á los separatistas;

pero en Setiembre del mismo año se produjo la derrota de Vilcapujio y en

Noviembre la de Ayohuma: ese mismo mes la Asamblea se declaró en

receso y terminó, prácticamente, en su carácter de representante de la

nación. Ocupados Bolivia y el Uruguay por tropas españolas, una tercera

parte de los diputados cesó en su mandato174; y de este modo, una vez

más, el Congreso General que debía resolver acerca de la forma de

gobierno, se disolvió sin establecer cosa alguna definitiva á este respecto.

Tan solo unificó al Poder Ejecutivo, sustituyendo al Triunvirato por un

Director (Enero de 1814): nombró para tal cargo á un tío de Dn Carlos M.

de Alvear. El gobierno seguía en poder de la logia que hizo la revolución

de 1812, á la que pertenecían casi todos los miembros de la Asamblea, lo

que no era sin duda un gran elemento de democracia175 ni un medio de

evitar los gobiernos de familia, pero permitía cierta cohesión.

174 Cinco pertenecían al Alto Perú y tres á la Banda Oriental, sobre un total de 23 diputados. La

Asamblea volvió á reunirse accidentalmente, sin celebrar más que veinte sesiones durante

los catorce meses corridos desde el 18 de Noviembre de 1813 (fecha del receso) hasta el 26

de Enero de 1815, fecha de la disolución. 175 «El primer trabajo de San Martín y Alvear al llegar á su patria, fue el establecimiento de la

famosa, logia conocida en la Historia con el título de «Lautaro», la que debía ejercer una

misteriosa influencia en los destinos de la revolución. Con el fin de gobernarla, sometieron á

sus directores á la disciplina de las sociedades secretas, preparando misteriosamente entre

pocos lo que debía aparecer en público como el resultado de la voluntad de todos».–

HISTORIA DE BELGRANO, Ed. de «La Nación», T. 2, pág. 214. El mismo, agrega:

«El puesto de Director Supremo halagaba la prematura é inexperta ambición de Alvear; pero

sin bastante prestigio aún, sin un partido que lo apoyara fuera de la logia, sin títulos para

mandar á los demás, hizo que los legistas –que eran al mismo tiempo los diputados que

debían efectuar la elección– se fijasen en su tío Gervasio Posadas, preparándose así el

camino del poder para más tarde».

Y el Dr. José M. Estrada, en sus «Lecciones sobre la Historia de la República Argentina» deja

entrever que el sistema de la logia importaba negar todo derecho, incluso el de la vida, á los

enemigos políticos. Transcribe la conversación que tenía lugar al principio de cada sesión

entre el presidente y dos de los afiliados (Tomo 2, pág. 53) :

«–¿Á quien debemos imitar nosotros?–preguntaba el presidente.

–Al valiente Lautaro.

–¿Qué hizo Lautaro?

–Morir por la defensa de su patria.

–¿Cual era su patria?

–La nuestra.

–¿Y sabéis que todos los caballeros que están presentes se hallan reunidos á imitarlo?

–No solo los presentes sino todos los que cubren la superficie de la tierra< (!).

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-- 157 --

Entre tanto, la situación variaba fundamentalmente en Europa.

Fernando VII, libre de su cautiverio á consecuencia de las derrotas

sufridas por Bonaparte, preparóse á enviar quince mil hombres al Rio de

la Plata, comenzando por celebrar con Inglaterra un tratado, para

asegurarse su neutralidad. Y casi al mismo tiempo, uno de los oficiales

que habían luchado á favor del gobierno de Buenos Aires contra el de la

Banda Oriental (Artigas), se sublevó contra el director Posadas176,

decidido á campar por sus respetos. Puesta á precio su cabeza y

ordenado el fusilamiento de cuantos le siguieran, no fue fácil dar

cumplimiento á la orden: Artigas derrotó á sus perseguidores. Como

consecuencia de estas dos nuevas complicaciones, y de la destrucción del

ejército de Belgrano en Ayohuma, los hombres de la logia no encontraron

más solución al problema, que deshacer parte de lo hecho y entregar

nuevamente estos dominios á Carlos IV (el padre de Fernando VII,

destronado seis años antes) ó á alguno de sus hijos que no fuera

Fernando. América debería transformarse en una monarquía

constitucional. Con este propósito –tan contrario á la índole de las de las

deliberaciones de 1813– la Asamblea facultó á Posadas para entrar en

tratos, y partieron á Europa, Belgrano, Rivadavia y Sarratea177.

Montevideo había caído en poder de Alvear.

–¿ Porqué lo sabéis ?

–Porque así lo han jurado y prometido. (!).

–Y si por una de aquellas casualidades que suceden en el mundo faltase alguno á su

promesa, ¿que haríamos con él?

–Asesinarlo». 176 Seis mil pesos fueron ofrecidos (Reg. Ofic. de la Nac., I, 262). En Agosto del mismo año

(1814) se le rehabilitó, ofreciéndole $ 4.000 anuales en concepto de sueldo de coronel. En

1810, al servicio del Rey, era teniente. 177 El Dr. Adolfo Saldías, uno de los escritores que con más. sinceridad ha estudiado la

conducta de los primeros gobiernos argentinos, publica en «La Evolución Republicana» los

dos interesantes documentos que reproduzco. Al través del primero aparece el mismo

Carlos IV de 1808, cuidadoso ante todo de su asignación personal. Et segundo, es el

proyecto de constitución, ideado para la monarquía americana, proyecto que solo copio en

lo substancial:

«Don Manuel de Sarratea, D. Bernardino Rivadavia y D. Manuel Belgrano, plenamente

facultados por el Superior Gobierno de las Provincias del Rio de la Plata para tratar con el

Rey Nuestro Señor Dn. Carlos Cuarto (que Dios guarde) á fin de conseguir del Justo y

Piadoso Animo de S. M. la institución de un Reyno en aquellas Provincias, y cesión de él al

Serenísimo Señor Infante Don Francisco de Paula, en toda y la más necesaria forma:

PROMETEMOS Y juramos por nosotros y á nombre de nuestros comitentes, queden el caso

que la Corte de Madrid resentida por tan justa medida, retire ó suspenda en parte, ó en todo

las asignaciones que están acordadas al Rey Nuestro Señor Don Carlos Cuarto, será

inmediatamente asistido con la suma igual que se le hubiese negado ó suspendido, en

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 158 --

dinero efectivo, por todo el tiempo que durase la suspensión ó resistencia de la nominada

Corte á cumplir en esta parte sus obligaciones.

En igual forma nos obligamos á que en caso de fallecimiento del Rey Nuestro Señor Don Carlos

Cuarto (que Dios no permita) se sufragará á la Reyna Nuestra Señora Doña María Luisa de

Borbón, las mismas asignaciones por vía de viudedad, durante toda su vida. Y á fin de que

la prefixada obligación sea reconocida por el Gobierno y representación de las Provincias

del Rio de la Plata y el Príncipe que en ellas sea constituido, extendemos cuatro ejemplares

del mismo tenor, tres de las cuales se remitirán á nuestro Rey y Señor, para que dignándose

admitir este testimonio de nuestro reconocimiento, quiera devolvernos dos de ellos con su

real aceptación para los fines indicados; quedando el cuarto en nuestro Archivo firmados y

sellados con el sello de las Provincias del Rio de la Plata, en Londres á diez y seis de Mayo

de mil ochocientos y quince.»

Manuel de Sarratea. – Bernardino Rivadavia. – Manuel Belgrano.

PROYECTO DE CONSTITUCIÓN

1° La Nueva Monarquía de la América del Sud, tendrá por denominación el Reino Unido del

Rio de la Plata, Perú, y Chile; sus armas serán un escudo que estará dividido en campo azul

y plata: en el azul que ocupará la parte superior se colocará la imagen del Sol, y en el plata,

dos brazos con sus manos que sostendrán las tres flores de los distintivos de mi Real

Familia, llevará la Corona Real y se apoyará sobre un Tigre y una Vicuña: su pabellón será

blanco y azul celeste.

2° La Corona será hereditaria por orden de proximidad en las líneas de agnación y cognación.

3º Si, lo que Dios no permita, el Rey actual falleciese sin sucesión, retrovertirán á Mi sus

derechos para que con acuerdo y consentimiento del Cuerpo Legislativo elija otro Soberano

de mi Real Familia; pero si yo ya no existiera, dichas Salas tendrán la facultad de elegir por

su Rey á uno de los Príncipes de mi Real Sangre.

4º La Persona del Rey es inviolable y sagrada. Sus ministros son responsables. El Rey mandará

las fuerzas de mar y tierra; declarará la guerra, hará la paz; tratados de alianza y comercio;

distribuirá todos los empleos; estará á su cargo la Administración Pública, la ejecución de

las leyes y seguridad del Estado, á cuyos objetos dará las órdenes y reglamentos necesarios.

5° El Rey nombrará toda la nobleza; dará todas las dignidades, podrá variarlas y concederlas

por vida ó hacerlas hereditarias. El Rey podrá perdonar las ofensas, conmutar las penas ó

dispensarlas en los casos que la ley le conceda.

6° La nobleza será hereditaria en los propios términos que la Corona; se distinguirá

precisamente en tres grados y no podrá extenderse á más; el primer grado será el de Duque,

el segundo el de Conde, y el tercero el de Marqués; los nobles serán juzgados por solo los de

su clase; tendrán parte en la formación de las leyes, podrán ser diputados de los Pueblos y

gozarán de los honores y privilegios que la ley ó el Rey les acuerde; pero no podrán ser

exceptuados de los cargos y servicios del Estado. Todo individuo del Estado de cualquier

clase y condición que sea podrá optar á la nobleza por sus servicios, por sus talentos ó por

sus virtudes; el primer número de la nobleza será acordado por el Rey y Representantes y

cualquier otro, por el Cuerpo Legislativo.

DEL CUERPO LEGISLATIVO

7º El Cuerpo Legislativo será integrado por el Rey, por la Nobleza y Representación del

Común.

La Alta Sala la formarán todos los Duqaes, cuyo derecho se declara inseparable de su dignidad;

la tercera parte de los Condes por elección entre ellos, presidida de un Comisionado del

Rey; por la cuarta parte de los Marqueses elegidos en los propios términos; y por la tercera

parte de los Obispos del Reyno, elegidos la primera vez por el Rey, siendo de cargo de Él y

de la otra Sala fijar para lo sucesivo las bases de la elección de este cuerpo.

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 159 --

Pero tal cambio de frente era imposible. Desde hacía muchos meses el

gobierno de Buenos Aires, levantaba contra el Rey á los esclavos, á los

gauchos, á cuantos hombres podía utilizar en la empresa, desparramando

al efecto grados militares y comisando bienes de españoles europeos.

Aquellas, gentes no entendían de fórmulas complicadas: un jefe contra

otro jefe, un gobierno contra otro gobierno, una bandera contra otra

bandera. Se les había convencido de que los autores de todos sus males

eran el Rey, en primer término, y los españoles, en segundo; ponerse á las

órdenes de un Rey español equivalía á traicionar la causa.

8º La Segunda Sala la compondrán los Diputados de los Pueblos, los que serán elegidos por la

primera vez en los términos acostumbrados que menos juego permitan á los partidos y

consulten la mejor opinión; siendo de indispensable cargo al Cuerpo Legislativo establecer

para las segundas las. leyes más adecuadas y precisas.

9° La facultad de proponer la ley será común al Rey y ambas Salas; el orden de la proposición

será del Rey á la primer Sala y de ésta al Rey, y de la segunda á la primera; en caso que una

propuesta no sea admitida por su inmediata! no podrá pasar á la tercera ni repetirse hasta

otra sesión. Todas ley será el resultado de la pluralidad de ambas Salas y del accésit del Rey:

la sanción y promulgación de la ley será privativamente suya.

10º La designación de la renta del Rey, su Real Casa y Familia, de los gastos de su Ministerio y

Gabinete, la lista civil, la militar y gastos extraordinarios serán exclusivamente acordadas

por ambas Salas, á que en igual forma pertenece el arreglo é imposición de derechos y

contribuciones.

11º Los electos de la nobleza, clero y común durarán seis años, empezando á conocerse los

primeramente electos por mitad cada tres años. Los Diputados del Común no podrán ser

ejecutados, perseguidos ó juzgados durante su comisión, sino en los casos que la ley

designa y por la propia Sala á que pertenecen.

DEL MINISTERIO

12º Ninguna orden del Rey sin autorización de su Ministro correspondiente será cumplida; los

Ministros tendrán la facultad de proponer á ambas Cámaras lo que crean conveniente, y

entrar á cualquiera de ellas á informar lo que estimen oportuno: los Ministros serán

indispensablemente miembros de la Alta Sala, y solo por ella podrán ser juzgados. Los

Ministros no podrán ser acusados sino por traición ó extorsión; la acusación no será

admisible si no es hecha por la pluralidad de una ú otra Sala. El Ministro de Hacienda

presentará á ambas Salas para su conocimiento y aprobación, las cuentas del año anterior.

DEL PODER JUDICIAL

13º Los Jueces serán nombrados por el Rey; serán perpetuos é independientes en su

administración; sólo en el caso de injusticia notoria ó colusión podrán ser acusados ante la

Alta Sala, quien los juzgará con independencia del Rey, el que protegerá y ejecutará en esta

parte sus decisiones; se establecerán los jueces del hecho llamados Jurados, en la forma más

adoptable á la situación de los Pueblos.

DEL COMÚN DE LA NACIÓN

14º Á más del reparto proporcionado y uniforme de todos los cargos y servicios del Estado, de

la opción de todos á la nobleza, empleos y dignidades y del común concurso y sujeción á la

ley, la Nación gozará, con derecho de propiedad inalienable, la libertad de culto y

conciencia, la libertad de imprenta, la inviolabilidad de las propiedades y seguridad

individual en los términos que clara y precisamente acuerde el poder legislativo.

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 160 --

Artigas comenzó por apoderarse de Entre Ríos y Corrientes,

asegurando así á los gauchos que le seguían, ganado en abundancia.

Siguió el ejército del Norte, que en Diciembre se sublevó, negándose á

recibir las nuevas banderas españolas que enviaban de Buenos Aires para

sustituir á las argentinas repartidas el año antes. Alvear, decidido á

afrontar la situación, aceptó el cargo de Director en reemplazo de su tío

Posadas, y bien pronto se convenció de que un hombre solo, puede poco:

disolvióse definitivamente la Asamblea lanzando un ambiguo manifiesto,

Artigas se apoderó de Montevideo y de Santa Fe, y el jefe enviado para

detenerle, sublevóse y derrocó á Alvear reemplazándole en el mando

(fórmula Rondeau-Alvarez Thomas). De este modo Santa Fe dejó de ser

una dependencia de Buenos Aires y Dn Francisco Antonio Candioti pudo

por fin ocupar la gobernación de su provincia natal178, mientras Artigas,

«gefe de bandidos», según la proclama del 5 de Abril, pasaba á ser

«ilustre y benemérito», el 30. El Cabildo de Buenos Aires, autor de ambos

calificativos, declaró INFAME PROCLAMA á la que contenía el

primero179 . Y con estos equilibrios, coincidió un hecho que había de tener

sólida influencia en los futuros progresos del país: la instalación del

primer saladero en grande escala, en la provincia de Buenos Aires

(Quilmes).

En Agosto, un ejército enviado por el nuevo gobierno de Buenos Aires

reconquistó á Santa Fe y llamó á elecciones: Candioti acababa de fallecer.

De esas elecciones, celebradas en la aldea ante mil seiscientos soldados

invasores, surgió Dn Juan Francisco Tarragona, el mismo que terminara

violentamente su diputación en 1811. Pero, á poco esos soldados hicieron

falta en el Norte (los criollos volvían á ser derrotados en Sipe Sipe), y

Artigas se apoderó nuevamente de la ciudad. Habiéndose declarado

178 Sublevación de Alvarez Thomas, en Fontezuelas. Don Francisco Á. Candioti era un

acaudalado estanciero de Santa Fe. Cuando cesó en el cargo Don Prudencio de Gaztañaduy,

los vecinos pidieron á la Junta de Buenos Aires nombrase á Candioti, solicitud que fue

desestimada; no obstante lo cual, éste suministró á Belgrano caballadas y haciendas para su

expedición al Paraguay. Previo el interinato de Echagüe (hasta Agosto de 1810) entró á

ejercer la gobernación el coronel Ruiz (hasta Enero de 1812), sucediéndole el teniente

coronel Juan Antonio Pereyra (hasta Noviembre del mismo año), el teniente coronel Beruti

(hasta Junio de 1813), el coronel Montes de Oca (hasta Febrero de 1814), el coronel Ignacio

Alvarez (hasta Marzo del mismo año), y el coronel Díaz Vélez (hasta Marzo de 1815). Total,

siete Tenientes de Gobernador en cinco años. Á esa altura se produjo la conquista de

Artigas. Candioti murió cuatro meses después. 179 Registro Oficial de la Nación, I, 310. Da una idea de las prácticas anteriores, el decreto de

Mayo 20 de 1815, que declara abolida la ceremonia de incensar la persona del Director.

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 161 --

notoria la caducidad de los poderes de Tarragona, entró á ejercer el

mando Dn Mariano Vera.

Mientras tan lamentables sucesos ocurrían, se intentó una vez más

constituir el país –que hasta ese momento ni era independiente ni dejaba

de serlo– y terminar los eternos interinatos. Los partidarios de Carlos IV

y la monarquía americana no estaban ya en el gobierno180. Con ese objeto

fue convocado otro Congreso General, que solo resultó parcial porque

Artigas no consintió en que enviasen diputados Entre Rios, Santa Fe,

Misiones, Corrientes y la Banda Oriental, en tanto que el Paraguay

continuaba aislado y las provincias del Alto Perú en poder de las tropas

españolas. Animado por propósitos de unión, dicho Congreso cometió el

error de querer someter por la fuerza á los disidentes: reconquistada

Santa Fe por el ejército de Díaz Vélez, fue vuelta á tomar por los jefes

artiguistas, no sin que los invasores porteños saquearan el pueblo al

retirarse.

Mariano Vera siguió así al frente del gobierno, y en Buenos Aires no se

encontró mejor medio de sujetar á Artigas, que llamar contra él á un

ejército portugués. Diez mil hombres invadieron á la Banda Oriental, y

Montevideo fue ocupado por tropas, lusitanas á principios de 1817, –un

mes antes de que el general San Martín, atravesando los Andes, derrotara

al ejército español de Chile en la Cuesta de Chacabuco. Pero ya los

soldados argentinos luchaban por un ideal definido é inconfundible: en

Julio de 1816, el Congreso aludido, prescindiendo de los peligros de su

situación, y de las provincias que no quisieron ó no pudieron enviar

diputados, había proclamado valiente y altivamente la independencia de

las Provincias Unidas del Rio de la Plata.

Se ha enrostrado á Santa Fe el que prestase poco auxilio á los ejércitos

criollos durante el período 1810-1817. El cargo es injusto. En medio de su

pobreza y su insignificancia, Santa Fe ayudó á Belgrano en la campaña

del Paraguay; fue la base de operaciones durante la guerra contra la

Banda Oriental; contribuyó á fortificar el Rosario y el Diamante,

defendiendo el rio Paraná contra la escuadrilla española; y en todos los

momentos aceptó gustosa la obligación de suministrar carretas y troperos

para la administración militar: como consecuencia del tráfico de la yerba,

180 En la sesión inicial de dicho Congreso (Marzo 24 de 1816), se reconoció que el movimiento

separatista había sido iniciado sin planes meditados, sin cálculos acerca de su marcha y sin

una previsión prudente en sus fines. trabajos legislativos DE LAS PRIMERAS ASAMBLEAS

ARGENTINAS, I, 106. Cito el dato, porque corrobora la hipótesis sentada anteriormente.

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 162 --

los santafecinos eran hombres expertos en materia de transportes á largas

distancias181.

Fue el Rosario quién facilitó á los granaderos de San Martín los caballos

de refresco que se utilizaron en el encuentro de San Lorenzo, el 3 de

Febrero de 1813182. Y coincidiendo con estos esfuerzos, el gobierno de

Buenos Aires no perdió ocasión de perjudicar á Santa Fe; por el tratado

de Octubre 12 de 1811, liberó al Paraguay del pago de la sisa sobre la

yerba, que tanto había influido en el desarrollo local; disminuyó el

territorio explotable, formando una provincia nueva con Entre Rios;

desguarneció á la ciudad, dejándola expuesta al avance de los indios; y

no le permitió elegir sus autoridades. La situación fue pues desfavorable,

y sin duda no pasó de un buen deseo y un hermoso decreto, el proyecto

de fomentar la agricultura, esbozado por el Alcalde del Rosario ante el

Supremo Director, en 1814.

Disminuyeron los habitantes183 con las levas, la emigración y la

pobreza. Empeoraron las comunicaciones184. Santa Fe se volvió el nudo

de la lucha contra Artigas, y sus habitantes –que no eran artiguistas ni

directoriales, sino simplemente santafecinos– sufrieron las contingencias

de esa oscura guerra que no aportaba ni libertades ni brillo. Mariano

181 Por eso le fue dable al Teniente Gobernador Montes de Oca comprar en Santa Fe á 3 pesos

los ejes que valían 10 ó 14 en Buenos Aires (ARCH. GENERAL DE LA NACIÓN, Secretarías

de Gobierno, Julio 3 de 1813). Si en Junio de ese año, Candioti y otros estancieros no

suministraron las cinco mil cabezas de ganado que se les pedían, el hecho se debió á la

terrible sequía reinante y al destrozo que los indios causaban en las estancias. (Of. 482 del

Teniente Gobernador Beruti, loc. cit.). 182 Se ha magnificado innecesariamente este encuentro de San Lorenzo, en que doscientos

cincuenta soldados españoles que acababan de desembarcar con ánimo de apoderarse de un

monasterio situado á trescientos metros de la costa, fueron sorprendidos por ciento veinte

ginetes criollos que estaban ocultos en el interior del edificio. El choque duró quince

minutos y no llegó á producir cien bajas al destacamento derrotado: ganaron sus buques los

españoles, y eso fue todo. Importa sin duda deprimir el valor real de la guerra de la

independencia americana, atribuir resultados decisivos á tan insignificante hecho de armas.

Se explica la propaganda del primer momento, porque la escuadrilla de Buenos Aires había

sido deshecha por los españoles, y convenía borrar esta impresión; pero hoy, los vencedores

de Ayacucho no necesitan mantener tal propaganda.

Sin embargo, aún los historiadores repiten que los ginetes triunfantes en San Lorenzo (que no

disponían de un solo cañón, ni de un solo bote, y que no lograron apoderarse de ningún

buque español) aseguraron él dominio del rio. 183 En 1801, el Rosario y su jurisdicción contaban 5.879 habitantes; en 1816, quince años

después, solo 5115. 184 Llevar una carta de Santa Fe á Buenos Aires, costaba diez centavos plata: cinco veces más

que hoy. Y ni aún con esa tarifa se costeaba al empleado que atendía el servicio. Las cartas

simples para Europa, costaban cincuenta centavos plata.

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

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Vera, digno sucesor de los gobernantes militares que le precedieron,

elevó su cargo al grado de Gobernador (antes era solo Teniente), desterró

á quién le pareció oportuno, decretó multa para todo el que entrara ó

saliera sin su permiso, ordenó cárcel para los que cuereasen vacas

orejanas, y concluyó por asignarse 1.800 pesos de sueldo sobre un

presupuesto de 5.500 más ó menos. En medio de la espantosa miseria

reinante el trigo llegó á valer doce pesos arroba (1817) y se vivió en Santa

Fe como en una plaza sitiada. Los indios avanzaron hasta las chacras

mismas de la ciudad destruyendo la obra útil de tres generaciones, y la

población menesterosa, no tuvo otro recurso que acudir á los sábalos y

armados que se pescaban en el riacho.

LA REPRESENTACIÓN EN EL CONGRESO DE TUCUMÁN

(9 DE JULIO DE 1816)

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VIII

Reacción local contra el desorden:

ESTANISLAO LÓPEZ.

Santa Fe, estado autónomo.

(1818-1829)

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Ocho años después de cesar el Virrey Cisneros en el mando, la unidad

política y económica del antiguo Virreynato estaba deshecha, sin que

bastaran á impedirlo las dianas de la victoria de Maipú: el puerto de

ultramar – Montevideo – en poder de los portugueses; las minas de

Potosí, en poder del Perú, como antes de 1776; el comercio de tabaco y

yerba en buques de cabotaje, imposibilitado casi por la escuadrilla de

Artigas que pirateaba por los rios. Tentando una solución, el clérigo

Francia –jefe de los paraguayos – reemplazó la antigua vía comercial

(Santa Fe-Buenos Aires), por otra nueva (Itapuá, via Brasil por el Alto

Paraná). Mientras, las tropas requeridas por la guerra desguarnecían las

fronteras. Un avance general de indios redujo el territorio explotable; las

vacas de las estancias fueron siendo devoradas por los ejércitos que

luchaban á favor ó en contra de Artigas; y por encima de estas

calamidades imputables á los hombres, la naturaleza continuó inexorable

su ciega tarea de asolar la región con sequías y langostas y heladas y

epidemias185.

Es lógico que esta situación provocase en Santa Fe un movimiento de

resistencia local. Ya no era cuestión de sistemas políticos ó de afinidades

personales: era cuestión de hambre. Enviar más soldados en ayuda de

Buenos Aires ó del Uruguay, significaba perecer á manos de los indios,

cuyos alaridos resonaban hasta en las chacras de la ciudad. En ocho años,

casi todas las estancias del norte, formadas durante la paz, habían sido

destruidas: la provincia se reducía para los pobladores blancos, á una faja

de diez ó doce leguas, paralela al rio Paraná, desde el Rincón al Arroyo

del Medio, –esto es, ni la décima parte de lo que fuera. No quedaba quien

labrase los campos ni segara las cosechas. Todos los varones disponibles

estaban sobre las armas.

Como suele ocurrir en las situaciones difíciles, un hombre simbolizó

entonces las aspiraciones del grupo: Estanislao López, caudillo militar186

entrado al gobierno á raiz de una revolución que impidió se perpetuase

Vera en el mando. Los ejércitos portugueses facilitaron la obra,

derrotando á Artigas en la Banda Oriental. No era López hombre de

185 Hubo langosta constantemente, desde 1816 á 1822. En 1825, creciente extraordinaria del rio

Paraná, que ocasionó la muerte á muchos ganados. Terribles sequías en 1819-20 y 1828-32. 186 Uno de los pocos militares de aquella época cuya carrera aparece hecha paso á paso y de un

modo regular desde alférez (1812) hasta general (1823).

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estudio: en aquellas circunstancias, más que títulos académicos

requeríase energía, intenciones honestas y buen sentido. A botes de lanza

se abrían y cerraban los rios al comercio libre: solo á botes de lanza era

posible que los habitantes hicieran respetar sus hogares y sus vacas. Tal

fue la base real del ensayo de autonomía. Si la política de Buenos Aires y

la de Artigas mataban á Santa Fe, como simple defensa personal convenía

desligarse de ambas y vivir razonablemente. Sin representar los

campesinos cultura, tendían instintivamente á las soluciones naturales:

abaratamiento de la vida y tranquilidad para el trabajo. Se quedaban sin

sus ganados y sus tierras; veían subir de precio á la carne; la harina

tornábase para ellos artículo de lujo187. Procuraban defenderse. El

desorden ambiente no surgía de ellos, sino de la falta de planes, y de

prestigio, y de capitales, y de capacidad intelectual, que afligía al

inseguro y violento gobierno de Buenos Aires. En plena discusión sobre

preeminencias y sistemas y constituciones, los pueblos notaron que se

estaban muriendo de hambre. La anarquía fue un sálvese quien pueda,

entendido claramente por todos los habitantes, incluso los jefes militares

y las bandas que les seguían sin posibilidad de comer fuera del

campamento.

Reapareció el pasado lejano. Volvieron las aduanas interprovinciales, y

los derechos de tránsito, y volvieron los municipios á odiarse como se

habían odiado en los primeros tiempos del coloniaje: no pudiendo vivir

del tráfico exterior, fuerza era volver á la explotación mutua.

Prácticamente, el comercio con Europa vía Buenos Aires quedó para

Santa Fe tan dificultado como bajo Felipe II. Debió popularizar á Artigas

187 La política porteña (favorecer la exportación de carnes, impidiendo de paso que las

mercaderías extranjeras entrasen por otro puerto que el de Buenos Aires), significaba

encarecer los precios locales de la carne, sin abaratar los de los productos europeos. Sin

duda era preferible que encarecieran los precios con tal de que el país contase con nuevas

fuentes de riqueza; pero la transición hirió de lleno á las clases menesterosas.

Con la faena de los saladeros, los novillos llegaron á valer en Buenos Aires de 5 1/2 á 7 pesos

plata, y los bueyes de 12 á 14. Bajaron los precios cuando el Director Pueyrredón suprimió

esa industria, en Mayo de 1817; pero jamás volvió la carne á valer como en tiempos del

Virreynato, si bien la prohibición de exportarla, en 1819 (Agosto 16), marcó un descenso

considerable.

Desde 1821 á 1823, mantúvose el precio en derredor de 4 pesos plata cada vaca. En 1828, como

consecuencia de la guerra del Brasil, bajó desde 10, ,12 y 17 pesos, á 2 ó 2 1/2. Pueden

establecerse comparaciones entre los productos del país y los importados, recordando que

un sombrero extranjero valía en Buenos Aires de 10 á 12 pesos plata el año 1824 (fecha en

que recién se inauguró un servicio regular, á vela de y para Inglaterra).

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

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su decisión de comerciar con Inglaterra, vía Banda Oriental (Tratado de

Agosto de 1817)188.

El repetido aplauso que los actos de Estanislao López merecieron,

demuestra que interpretó los deseos de Santa Fe. Comenzó por lo más

urgente: los indios. Acallados estos, defendióse como pudo contra el

ejército de Buenos Aires (Balcarce) que tomó á Santa Fe é incendió al

Rosario dando pruebas de una ferocidad digna de pieles rojas.

La necesidad aguzaba el ingenio. Aquellos rudos campesinos ajenos á

tácticas militares complicadas, (ya habían ensayado con éxito el proyecto

de enlazar en el riacho los buquecillos porteños) idearon el sistema de

infanterías montadas, muy móviles, sistema que, auxiliado por la

baratura de los caballos ($ 2 ó 3 cada uno), encuadraba bien en sus

188 Convenio celebrado entre el Jefe de los orientales y Protector de los pueblos libres,

ciudadano José Artigas, y el señor Comandante de las fuerzas de S. M. británica en estas

Américas, Teniente de navío don Eduardo Franklin, relativo á la recíproca seguridad de un

libre comercio entre los vasallos de S. M. B. y puertos (de la Banda Oriental del Río de la

Plata.

Art. 1° –El Jefe de los Orientales, por su parte, admite á un libre comercio todo comerciante

inglés. Por este artículo queda dicho Jefe comprometido á respetar y hará respetar en todos

los puertos de su mando la seguridad en sus personas y propiedades, con tal que al

presentarse cualquiera de dichos comerciantes en nuestros puertos, presenten el pasaporte

del Sr. Comandante Inglés ó de quien lo represente.

Art. 2° –Los señores comerciantes serán obligados á pagar en nuestros puertos los derechos de

introducción y extracción establecidos y acostumbrados en las Receptorías, según los

reglamentos generales.

Art. 3° –Los señores del comercio inglés no serán gravados en ninguna otra contribución ó

pecho extraordinario.

Art. 4° –Los señores del comercio inglés podrán girar su comercio solamente en los puertos,

pudiendo allí fijarse y recibir allí los efectos que más les acomode.

Art. 5° –El Señor Comandante Inglés franqueará por su parte, con los gobiernos neutrales ó

amigos, que dicho tráfico no sea impedido ni incomodado.

Art. 6º –El Señor Comandante Inglés, ó quien lo represente, no podrá franquear su pasaporte á

ningún comerciante inglés que vaya ó venga de aquellos puertos con quienes nos hallamos

actualmente en guerra.

Y para que dichos artículos tengan todo el valor debido, se firmarán dos de un tenor por el

Señor Comandante de las fuerzas navales de S. M. B. y el Jefe de los Orientales, quedando

ambos (en caso de ratificarse) en ser responsables cada uno por su parte á su más exacto

cumplimiento. Convenido en la Purificación, á 8 de Agosto de 1817.

RATIFICAMOS los precedentes artículos del convenio así reformados sobre el original, con fecha

como arriba se expresa; para que conste, firmamos éste en Buenos Aires, á 20 de Agosto de

1817.– GUILLERMO BOWLES, Jefe de las fuerzas navales de S. M. B. en estas Américas. –

ROBERTO STAPLES, Cónsul da S. M. B.

SON RATIFICADOS por mí los precedentes artículos del convenio. –JOSÉ ARTIGAS. Purificación,

20 de Agosto de 1817.

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

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costumbres de pastores ginetes, aunque pareciese una herejía militar ante

las máximas de la ciencia vigente entonces. La carestía de la pólvora y de

las armas de fuego, dio preferencia á las armas blancas (un fusil valía 20

$, un sable solo 10, y obteníase una lanza atando media tijera de esquilar

á una caña tacuara).

Los toscos gauchos de Santa Fe hicieron así frente á ejércitos de línea,

formados con infanterías á pié, artillerías pesadas, furgones

interminables, que tropezaban con los arroyos sin puentes, los caminos

fangosos, la imposibilidad de encontrar leña y la esterilidad del desierto,

rápidamente atravesado en todos sentidos por los adversarios. Ramírez,

que puso orden en sus tropas, acabó por ser batido.

Hoy, á noventa años de distancia, se reconoce que los gauchos tenían

razón189 y que los hombres de escuela los militares de línea, se

equivocaban, empeñados en copiar servilmente las cosas de Europa. Uno

de los más distinguidos jefes de aquella época describe así la táctica de

los montoneros:

«…lo que llamaban infantería, consistía en unos hombres armados de

fusil y bayoneta que venían montados habitualmente y que solo echaban

pié á tierra en ciertas circunstancias del momento. Cuando estaban

desmontados, nunca formaban en orden unido, y siempre iban dispersos

como cazadores; formaban parejas, y para ello hacían servir sus

amistades y relaciones personales, de manera que tenían ese miembro

más para protegerse mutuamente y no abandonarse en el conflicto. Á

presencia del enemigo, y sin desmontar, se desplegaban en guerrillas, y

cuando habían llegado á la distancia conveniente echaban pié á tierra

quedando uno con los dos caballos y avanzándose el compañero de

algunos pasos para hacer fuego, el que continuaba hasta que se creía

conveniente. Algunas veces se conservaba á caballo el uno teniendo de la

rienda al animal del que había desmontado. Si eran cargados y se veían

precisados á perder terreno, saltaban en sus caballos con rara destreza y

antes de un minuto habían desaparecido; si por el contrario, huía el

enemigo, montaban con igual velocidad, para perseguirlo, y entonces

operaban como caballería, por más que sus armas no fuesen las más

adecuadas… Es por demás decir que esta operación de su infantería era

sostenida por cuerpos de caballería que conservaban generalmente á su

189 Casi todas las tácticas militares recomiendan para ciertos casos un sistema parecido al de los

gauchos de 1820. Por no haberlo aprovechado, fueron abatidos repetidas veces los ejércitos

de Buenos Aires y llegaron hasta dejar su artillería en manos de los indios de la pampa.

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 172 --

inmediación190… Téngase presente que los santafecinos, como tropas de

puro entusiasmo, eran excelentes en ese combate individual á que ellos

llamaban entrevero, que resulta del desorden de las líneas que han roto

su formación, ya sea en ataque ó en retirada»191.

Después de reñidas las batallas, no cabía otra solución que la paz, y

felizmente ella se obtuvo en 1819 (Convenio de San Lorenzo) mediante la

sensata intervención del general Belgrano. Estipulóse al mismo tiempo

algo que que valía para la especie humana más que muchas victorias

juntas: la libre navegación del Paraná.

Acallados los enemigos del Norte, el Sud y el Oeste, D. Estanislao, que

mantenía relaciones amistosas con los vecinos del Este (Entre Rios)

procuró dar forma política al grupo que en derredor suyo formaban los

santafecinos á lo largo de la costa. Poco significaba esa forma en un país

donde no se conocía ni necesitaba otro gobierno que la jefatura militar,

con pocos impuestos; pero así y todo, el Estatuto de 1819 importó un

progreso. Baste recordar que la organización de Artigas mereció de

Teodorico Bland, (uno de los comisionados enviados por los E. U. para

informar acerca de la independencia que gestionaban las Provincias

Unidas) el siguiente juicio (1818):

«El Gobierno del pueblo de la Banda Oriental y Entre Ríos, desde su

alianza han estado ambos en las manos de Artigas, quien campea por sus

propios respetos como un monarca absoluto, sin esperar ayuda, ó como

un cacique indígena. No se exhibe ninguna forma de constitución ni se

pretende que exista. La justicia se hace voluntariamente ó es

administrada de acuerdo con los mandatos del jefe.»

El Estatuto, que deja traslucir la pluma de colaboradores letrados,

dividíase en 9 secciones. Por la primera, quien ofendiese á la religión

católica sería reputado enemigo del país. Por la segunda, eran ciudadanos

todos los sudamericanos, sin perjuicio de suspendérseles tal derecho

cuando no fuesen amigos políticos, esto es, amigos de la causa americana ó

de la provincia. La tercera, creaba un Poder Legislativo incipiente

(Representación Provincial) constituido por 12 Comisarios elegibles

190 Memorias postumas del general José María Paz, T. I, pág. 328. 191 En una de esas atropelladas, don Estanislao se apoderó de cierta banda de música, que

destinada al general San Martín, atravesaba la provincia por el camino del Sud; y á Santa Fe

fueran á parar profesores é instrumentos, con notable regocijo de los habitantes y ventaja

para la educación artística del grupo.

Tomo el dato del doctor Ramón J. Lassaga (Historia de López, pág. 118), mi ex-profesor de

Historia en la Escuela Normal de Santa Fe.

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

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directamente por el pueblo, cada dos años, y desprovistos de toda

inmunidad. Tales comisarios debían nombrar á los miembros del

Cabildo192; y en lo restante sus funciones eran un tanto vagas. Por toda

explicación, decía el artículo 9: expedirán las funciones que designen los

artículos; y los artículos ninguna otra designaban, agregando el décimo,

que evacuadas las diligencias expresadas en el art. 9. fenecía el ejercicio de la

representación.

Esta especie de Cámara se reunió con bastante regularidad y sus

miembros gozaron de sueldo ($ 100). Pero distaba mucho de ser un

verdadero Poder Legislativo193. Ocurrió á veces que el gobernador

arrestara diputados; y en cierto momento llegó á ocurrir también que

fuese integrada la representación con el Ministro de Gobierno

(gobernador sustituto) quien asistía á la formación de las leyes en ese

doble carácter, y luego, como Supremo Tribunal de Apelación, intervenía

en los fallos judiciales de acuerdo con el art. 29 194.

192 Lo cual no impidió que en 1821 el Gobernador dictase el REGLAMENTO DEL CABILDO.

Continuaban los viejos cargos: Alcaldes de 1° y 2° voto, Regidor Defensor General, Juez de

Policía, Fiel Ejecutor, Alguacil Mayor, Procurador de la Ciudad. Solo el Alférez Real se

adoptó al nuevo orden de cosas, llamándose Alférez Provincial. 193 Tan mal delimitadas estaban las funciones de esta Legislatura, que á poco, en 1821, (Sesión

de la R. P., Enero 12), los Diputados Crespo y Soto, aparecen manifestando no tener

autoridad sobre los fondos públicos, para votar aumento de sueldos. (R. O. de la Provincia,

T. I, pág. 58).

El conflicto se originó porque el Cabildo entendía que la Junta se había excedido al dotar con

50 $ extra á los Alcaldes. Sometida la cuestión á don Estanislao, resolvió que los D. D.

manejaran los dineros públicos en lo que á sus dietas se refiriese y á los gastos de alguna

función de gracias en celebración de la patria. (Id., pág. 6o).

En la sesión de Febrero 27/1822 se empató la votación acerca de si podía violarse el art. 28 del

Estatuto: tratábase de ascender á Brigadier á don Estanislao, con $ 2.424 de sueldo, y el

grado máximo en la carrera, era el de Coronel, con $ 2.000. Para resolver, los Señores

Diputados «acordaron oficiar al Gobierno que expresase si estaba el citado Reglamento en

su vigor y fuerza, ó si debía reputarse por nulo en todas sus partes.» (R. O. de Santa Fe, T. I,

pág. 79). 194Id, T. I, pág. 107-108.

Don Pascual de Echagüe, Ministro de Gobierno, resultó electo Diputado por el Rosario, y en la

Sesión del 9 de Febrero de 1824 se discutió su diploma. Dividióse la votación en la forma

siguiente:

El Diputado del Rincon: que prescindiéndose de si eran ó no compatibles ambos cargos, se le

recibiese.

El de Coronda: que era incompatible.

El del Rosario: que se le recibiese para fijar la armonía entre las autoridades y no chocar en las

deliberaciones.

El del cuartel 40: que era incompatible.

El del nº 30: que se consultase al Gobierno. El del nº 2°: que se le recibiese para no chocar, como

lo expresaba el del Rosario.

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

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La sección cuarta, se refería Gobierno (Poder Ejecutivo) desempeñado

por un Gobernador que duraba dos años, con el sueldo de $ 2.000

anuales, elegido por los ciudadanos; porque, decía ingenuamente el art.

19, uno de los actos más esenciales de la libertad del hombre es el nombramiento

de su caudillo. No obstante, la Asamblea de R. R. sustituyó al pueblo en

esa función, y por su cuenta y riesgo reeligió á D. Estanislao hasta hacer

del cargo un puesto vitalicio, aún cuando el Estatuto no autorizaba

reelecciones y hasta las excluía tácitamente al

obligar al Gobernador á rendir cuentas ante su sucesor (art. 17). Si es

que era susceptible de usurpación una facultad concedida por el mismo

Gobernador en un Estatuto que ningún pueblo le había encomendado

dictar195. Los artículos 16, 32 y 33 establecían, como resabio de la anterior

legislación, que en caso de ausencia ó muerte del gobernador le

reemplazaría el Cabildo; disposición que rara vez cumplió D. Estanislao,

prefiriendo designar reemplazantes provisorios.

El Gobernador votaba el Presupuesto y nombraba y removía

empleados anualmente, siendo responsable de su mala versación, según la

platónica fórmula del art. 26, que olvidaba decir ante quien se haría

efectiva esa responsabilidad. Acordaba todos los títulos militares hasta el

último, que era el de coronel. Y finalmente, fallaba en última instancia

todas las causas civiles y militares de valor superior á 50 $. La Junta de

Hacienda, creada (Sección VII) para exigir del ministerio del ramo

rendiciones trimestrales de cuentas, era presidida también por el

gobernador.

Al lado de tan absorbentes disposiciones, el Estatuto acordaba ciertos

derechos y garantías á los simples particulares: abolición de la tortura,

tiempo limitado para la incomunicación de los presos, nombramiento de

defensores á los mismos, inviolabilidad de la correspondencia, y habeas

corpus. A semejanza de lo que hizo Rómulo en Roma, creaba también (art.

49) un asilo para delincuentes, estableciendo que nadie podría ser

El Presidente: que era incompatible.

Con fecha 13 se le recibió juramento (no renunció al Ministerio) y el mismo año, habiéndose

ausentado López á San Javier, quedó de Gobernador.

Ó se tuvo por afirmativo, el dudoso del cuartel 3°, ó –lo que es probable– en el intervalo se

consultó á López.

Leiva, el Presidente, aparece arrestado junto con don Benito Pújalo (Diputado del Rincón) en

Octubre 4/824, por el crimen de conspiración contra el gobierno. (Id., I, pág. 110). 195Fue reelecto en 1820, 1822, 1824, 1826, 1828, 1830, 1832, 1834 y 1836. Murió en 1838, sin

terminar el último período; de modo que gobernó como 20 años seguidos.

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compelido á abandonar el territorio, ni reclamado por autoridades de

otros países á no ser por delitos cometidos en la provincia196.

196 ESTATUTO

PROVISORIO DE LA PROVINCIA DE SANTA FE

SECCIÓN I

RELIGIÓN DEL PAÍS

Art. 1º.– La Provincia sostiene exclusivamente la Religión Católica, Apostólica, Romana. Su

conservación será de la primera inspección de los Magistrados, y todo habitante del

territorio debe abstenerse de la menor ofensa á su culto,

Art. 2°.– El que contraviniere el art. 1° será reputado enemigo del país, por la violación de sus

primeros fundamentos.

SECCIÓN II

DE LA CIUDADANÍA

Art. 3°.– Todo americano, es ciudadano;– más debe estar suspenso de este ejercicio, siempre

que se halle en la actitud que especifican los artículos siguientes:

Art. 4°. –El deudor al fondo público que está ejecutado, y el acusado de algún crimen con

prueba aún semiplena, se hallan suspensos de la prerrogativa de ciudadanos.

Art. 5°.– Cualquiera que por su opinión pública sea enemigo de la causa general de la América,

ó especial de la Provincia, se hallará en igual suspensión, hasta que abjurando con hechos

sus errores, abrace la del territorio.

SECCIÓN III

REPRESENTACIÓN DE LA PROVINCIA

Art. 6°.– Residiendo originalmente la soberanía en el pueblo, éste expedirá su voz por el

órgano de su representación.

Art. 7°.– El modo de formarla, será nombrando ocho Comisarios por la Capital, en el orden

acostumbrado: dos, por el pueblo y campaña del Rosario; uno, por el de Coronda, y otro,

por el partido de San José del Rincón.

Art. 8°.– Al fin de cada bienio se elegirán dichos Comisarios por sus Departamentos

respectivos, y se hallarán reunidos en esta Capital el 1° de Enero de cada año.

Art. 9°.– Su objeto será nombrar la Corporación del Cabildo por el término acostumbrado, y

expedir las funciones que designen los artículos.

Art. 10.– Evacuadas las diligencias que expresa el artículo anterior, fenece el ejercicio de la

representación.

SECCIÓN IV

CAPITULO I

DEL GOBIERNO

Art. 11.– El Gobierno de la Provincia será expedido por aquel ciudadano que sea elevado al

mando por el voto de aquella.

Art. 12.– Ninguno podrá serlo antes de haber cumplido los treinta años.

Art. 13.– En la recepción del Gobierno deberá éste prestar ante la Asamblea y en manos de su

Presidente, el juramento siguiente: «Juro por Dios N. S. y estos Santos Evangelios que

desempeñaré con fidelidad el cargo de Gobernador; defenderé la causa general que

defiende la América del Sud y la independencia de la provincia; que observaré y haré

cumplir el Estatuto provisorio».

Art. 14.– Durará en el Gobierno dos años, al fin de los que se procederá á nueva elección por la

Provincia.

Art. 15. – Su sueldo será: el de 2.000 pesos anuales, sin que por otra parte pueda gozar de más

emolumentos.

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

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Art. 16.– En caso de ausencia ó muerte del Gobernador, se observarán los artículos que indica

el Estatuto.

Art. 17.– Concluido su Gobierno, dará cuenta de su administración ante su sucesor.

CAPITULO II

FORMA DE SU ELECCIÓN

Art. 18.– Para la elección de Gobernador, se reunirán los ciudadanos en la cabeza de sus

Departamentos en campaña, presididos por sus Comandantes respectivos, y en la Capital,

en sus cuarteles, por un individuo del Cabildo, 2 Alcaldes de barrio, en su defecto.

Art. 19.– Siendo uno de los actos más esenciales de la libertad del hombre el nombramiento de

su caudillo, reunidos en el orden que expresa el artículo anterior, elegirán personalmente al

que deba emplearse en el Gobierno, firmando acta suscrita por sí mismos, ú otros, no

sabiéndolo hacer.

Art. 20. –Acto continuo, procederán á elegir Comisarios, que quedarán investidos de las

facultades que expresa este Reglamento, y á quienes entregarán las actas firmadas, con sus

credenciales, para que incorporados á la Asamblea, se haga por ésta el escrutinio y se dé

posesión del mando al que saliese electo.

Art. 21. –Si formado el escrutinio saliese equilibrada la votación en dos ó más ciudadanos, se

ocurrirá á la suerte, siendo privativo de la Asamblea hacer dicho sorteo.

CAPITULO III

FACULTADES DEL GOBIERNO

Art. 22.– El Gobierno de la Provincia puede convocar la representación en los casos que estime

conveniente á la salud del país.

Art. 23.– Es de inspección del gobernante, hacer ajustes de paz con cualquier Estado ó

Provincia enemiga, bajo las bases que se le hayan prescripto.

Art. 24. – Declarar la guerra con previo acuerdo de la Junta Electoral, de la que deberá reunirse

para este acto á lo menos dos terceras partes.

Art. 25. – Hacer establecimientos ó reformas, siendo ellas en beneficio público.

Art. 26.– Nombrar y remover los empleados públicos, siendo responsable de su mala

versación; debiendo atender en lo primero al mérito del que deba obtenerlos, y no á la

escala á que se encuentren.

Art. 27.– Revocar las sentencias de pena capital cuando algún raro acontecimiento en favor de

la Patria, haga plausible el indulto, sin que éste sea extensivo cuando el delincuente lo es

por traición á la Patria.

Art. 28. – Arreglar los sueldos de los empleados, disminuyendo los que halle excesivos de los

empleados civiles y reformando los de los militares en proporción del de 2.000 pesos que se

le ha asignado, que será el mismo de Coronel, si lo hubiese en servicio, sin distinción de

cuerpos, siendo este grado el último de la carrera de las armas.

Art. 29. – Sentenciar, revocar ó confirmar en apelación, todas las causas civiles y criminales, á

excepción de aquellas que son de su privativo conocimiento.

SECCIÓN V

DEL CABILDO

Art. 30. – La Corporación del muy noble é ilustre Cabildo, será nombrada por la Provincia,

según se prescribe en los artículos.

Art. 31.– Queda sin mengua ó aumento en el uso conocido de sus funciones, y ordenado por las

leyes, á no ser en los casos que reasuma la autoridad del Gobierno.

Art. 32. – Obtendrá el mando de la Provincia por ausencia del Gobernador.

Art. 33. – En caso de muerte, gozará de igual prerrogativa, debiendo en el término de doce días

pasar las órdenes correspondientes al territorio para la elección del que deba reemplazarle.

SECCIÓN VI

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

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ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA

Art. 34. – La Administración de Justicia continuará en lo sucesivo en el mismo orden que se ha

guardado hasta el presente.

Art. 35. – Queda abolida para siempre la tortura.

Art. 36. – En las causas criminales podrá el reo nombrar por su elección, padrino que autorice

en persona su confesión, la deposición de testigos, y haga en su auxilio cuanto sea

concedido á sus esfuerzos; debiendo además, en lo posible, precederse en favor del reo,

según la determinación de las leyes.

Art. 37. – Queda entablado el juramento en toda causa, sin ser extensivo al reo en la propia.

Art. 38. – Las causas de cualquier calidad que sean, deben establecerse ante los Jueces á que

correspondan, llevándose por apelación ante el Gobernador, en los casos que pueda

concederse.

Art. 39. – No deberán admitirse por escrito las demandas que se entablen en materia de

intereses, no excediendo el valor de 50 pesos.

Art. 40. – Las demandas civiles que no excedan la cantidad que expresa el artículo anterior, no

podrán elevarse en apelación al Gobierno.

Art. 41. –. Los Alcaldes de la Hermandad y Pedáneos, podrán conocer en demandas de igual

cantidad, debiendo éstos dar, á pedimento de las partes que lo exijan, un certificado que

acredite el fallo y motivos de su fundamento, con el que se admitirá la apelación que se

interponga ante el Juzgado á que pertenece.

Art. 42. – Los Alcaldes de barrio pueden igualmente decidir las demandas que no excedan de

25 pesos, sin obligación de dar certificados á las partes, sino por orden del Juez ante quien

se introduzca la apelación de su sentencia.

SECCIÓN VII

JUNTA DE HACIENDA

Art. 43. – Habrá una Junta de Hacienda presidida por el el Gobernador de la Provincia y

compuesta del Alcalde de primer voto, el Procurador de la Ciudad y el Fiscal de Hacienda,

habiéndolo.

Art. 44. – Deberá dicha Junta exigir del Ministerio del ramo, cada trimestre, un estado

específico de los ingresos, inversiones y existencia de los intereses que administra, y recibirá

del mismo la cuenta anual documentada.

Art. 45. – Presentará al publico los estados que obtenga del Ministerio, por medio de copias

fijadas en lugares donde puedan ser observadas por los ciudadanos, para acreditar el orden

é integridad con que se administran los intereses del Estado.

SECCIÓN VIII

SEGURIDAD INDIVIDUAL

Art. 46. – Todo habitante en la Provincia debe ser protegido por las leyes, y solo por ellas

castigado.

Art. 47. – De cualquier cantidad que sean éstas, abrazan proporcionalmente á todos y favorecen

con igualdad, sin distinción de clases.

Art. 48. – Ninguno podrá ser reputado delincuente, sino por infringir las leyes, ni compelido á

más que lo que ellas determinan.

Art. 49. – Ninguno puede ser compelido á abandonar el territorio, ni aún reclamado por las

autoridades de otros pueblos, á no ser en pena de los crímenes que haya cometido en la

Provincia.

Art. 50. – Las correspondencias y papeles de cualquier individuo, no serán requeridos por

ningún Magistrado, sin declarada necesidad que justifique la orden; dejándose esta al

interesado por escrito.

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

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En cuanto á libertad de imprenta, nada decía el Estatuto, ni hacía falta

por entonces, ya que no hubo en Santa Fe imprenta alguna hasta que en

1819 pasó accidentalmente por allí la Imprenta Federal Ambulante que

llevaba tras sí el caudillo Carrera en sus correrías (y publicó durante

algún tiempo la «Gaceta Federal».) Toda propaganda política era inútil,

dada la popularidad del gobierno y el procedimiento sumario que se

usaba contra los opositores. Dn Estanislao conocía personalmente á casi

todos sus gobernados, y era amigo personal ó compadre de la mayoría.

En cuanto á noticias, no habiendo telégrafo, todos los habitantes podían

conocerlas casi al mismo tiempo: tan pequeña era la ciudad, que para

orientarse bastaba mencionar frente á lo del gallego rico, ó á la vuelta de lo de

Dn Juan el calafate, ó junto al viejo Machengo. Insignificante debía parecer al

comisionado Rodney, (enviado en 1818 por los Estados Unidos,

apropósito del reconocimiento de la independencia de estos territorios),

quien ni siquiera menciona á Santa Fe al indicar la población de cada

Art. 51. – Así en el caso del anterior artículo, como en el de apoderamiento ó embargo de

bienes, deberá formarse un inventario, presenciado y suscrito por el reo, á quien se dejará

de él un tanto interesado.

Art. 52. – Por ausencia del reo, inhabilitación á apoderarse el embargo y nombrar su

apoderado, lo hará el Juez por el reo en la persona que le sea de más inmediación por los

vínculos de sangre ó amistad.

Art. 53. – Ninguno puede ser apresado sin prueba, á lo menos semiplena de crimen, ó

vehementes indicios que le condenen; en una y otro caso, se hará saber al reo en el término

de tras días, y habiendo causa grave que lo impida, el de ocho,

Art. 54. – Después de la confesión de cualquier reo, se le alzará la incomunicación, sin poderlo

detener en ella más de doce días, á no ser por motivos que le deban notoriar.

Art. 55. – Siendo inviolables las determinaciones de los artículos precedentes, podrá cualquier

reo ofendido por algún Magistrado en la infracción de ellos, ocurrir hasta la última

autoridad del país, para el más pronto remedio.

Art. 56. – Cualquiera del pueblo tiene facultad de reclamar contra la violación de uno, ó todos

los artículos que afianzan la seguridad individual, aunque no sea infringido dicho artículo

en su persona.

SECCIÓN IX

CAPÍTULO ÚLTIMO

Art. 57. – El presente Reglamento será conocido en toda la Provincia y jurado por las

autoridades y corporaciones, el día que sea designado por el Gobierno.

Art. 58.– Todo el que en lo sucesivo fuere promovido á los empleos, no podrá ejercerlos sin

haber prestado el mismo juramento.

Art. 59.– Quedan en vigor todas las leyes, disposiciones y prácticas que hayan regido la

Administración, en cuanto no estén en oposición al presente Estatuto.

Dado en Santa. Fe, á 26 de Agosto de 1819.

ESTANISLAO LÓPEZ.

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

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provincia, aunque da el dato respecto de núcleos tan pequeños como

Jujuy y la Rioja. Probablemente englobó á los santafecinos en los 80.000

habitantes que atribuía á Entre Rios y la Banda Oriental. Buenos Aires

mismo, algunos años después, parecía al viajero Head «una ciudad de

casas mal construidas y de media agua, que bordeaban calles ni

empedradas, ni barridas, ni alumbrada<»

La fortuna estaba en los ganados; y tan bajo era su precio, que para

contar con 10,000 pesos hacía falta ser un fuerte estanciero. Las vacas

valían de 2 á cuatro pesos, los caballos de 2 á 3, y las ovejas en derredor

de cuatro reales197. Por un peso, adquiríase un potro.

Así, el gobernador López se encontró gefe de un estado autónomo

constituído por doce mil habitantes, dotados de bandera propia, y

rodeados por los indios y el desierto198. Santa Fe estaba arruinada. No

podía comerciar con el exterior, porque Buenos Aires cerraba la boca del

río Paraná cada vez que le parecía oportuno; no podía comerciar con el

Paraguay, porque la escuadrilla de Corrientes –autónoma también– había

puesto al gobierno paraguayo en el dilema de cerrar sus puertos ó dejar

saquear los buques que pasaban aguas abajo.

Desangrado el país en contínua guerra interna y externa, los indios

volvieron á conquistar sus perdidos territorios, haciéndose indispensable

pactar con ellos y colmarles de regalos: el Director Rondeau, en 1819 (Oct.

11) proclamaba oficialmente á los señores caciques, titulándolos

compatriotas y amigos. Tarde llegaba el remedio: no había ganados

suficientes. Una espantosa sequía, unida á la langosta, hizo del verano

1819-1820, uno de los más terribles que sufriera la provincia.

Recrudecieron los viejos rencores. Estanislao López, con su ejército de

gauchos, lanzóse á buscar vacas sobre los campos de la provincia de

Buenos Aires, auxiliado por el ejército de Entre Rios; y derrotando en la

Cañada de Cepeda al ejército de Buenos Aires, logró celebrar el Tratado del

Pilar, que tanta influencia tuvo en nuestra actual organización. Por él se

estipulaba y reconocía entre las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y

Entre Rios (Febrero de 1820):

197 Año 1820. Hijuela de Nicolás Medina (Archivo del Rosario, I, 430). 198 Los caminos de Córdoba y Santiago, vía Santa Fe, quedaron cortados. Por el Sud, los puestos

del camino de Chile, vía Melincué, continuaron resguardados con espesos cercos de tunas

(Cactus cereus) y empalizadas.

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

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a) Paz y amnistía general, dejando librado al eterno Congreso General,

la decisión del arreglo definitivo del sistema á adoptarse y la fijación de

límites interprovinciales;

b) Libre navegación del Paraná y el Uruguay á todos los buques de las

provincias amigas y ribereñas;

c) Alianza para el caso de sufrir una invasión brasilera.

La batalla de Cepeda disolvió al Congreso de 1816, que había

arrastrado su vida lánguidamente hasta principios de 1820. Y con el

Congreso, cesaron de golpe todas las tramitaciones iniciadas desde

Buenos Aires para implantar en el Rio de la Plata una monarquía

constitucional, tramitaciones que en forma reservada y contraria á todo

principio de democracia, fueron ofreciendo á estas provincias, de trono

en trono, sin excluir al del minúsculo Príncipe de Lucca199. Tocó á los

199 En Diciembre de 1820, los hombres de Buenos Aires, arrastrados por el «sálvese quien

pueda», entraban en tratos MUY RESERVADOS con una comisión enviada por el Rey de

España como paso previo al embarque de las tropas que debían reconquistar al Río de la

Plata. Felizmente ese ejército se sublevó en Cádiz. Copio del doctor Saldías («La evolución

republicana», pág. 447):

MUY RESERVADA

Al disponer la Junta la contestación pública que debía darse á la respetable nota de (V. S. del 4

del corriente, que tenemos el honor de incluir en este pliego, y reunidos privadamente en

sesión secreta extraordinaria los miembros principales de ella, con exclusión de algunos

pocos á quienes no pueden revelarse por ahora los planes de la administración, se ha

acordado prevenir á V. S. por separado, y con toda la reserva que demanda la gravedad del

asunto, el mejor éxito de su Comisión, y la seguridad de los derechos del Monarca que

jamás han perdido de vista los individuos que suscriben, como ni los demás Señores de su

asociación; y que á fin de darle á aquella respuesta más importancia, lo mismo que á las

Gacetas y papeles públicos que dirigen hombres de nuestra entera confianza, y en la

necesidad en que por desgracia nos vemos de contemporizar en lo público con el espíritu de

libertad que en diez años de desorden han inspirado los demagogos en la multitud, tengan

V. S. la bondad de esperar una entrevista personal que va á tener hoy mismo con V. S. el Sr.

D. Félix Alzaga, por cuyo conducto recibirán V. S. la verdadera expresión de nuestros

sentimientos y de la parte sana, ilustrada y pudiente del vecindario con las instrucciones y

propuestas más análogas al logro de todos los importantes objetos de su comisión.

El referido Sr. Alzaga, que ha sido en su familia é intereses una de las primeras víctimas del

furor anárquico, y de cuyos sentimientos en, favor de la causa del Rey tiene V. S. y toda la

Nación multiplicados conocimientos, entregará á V. S. personalmente la verdadera

contestación de su nota, y la Junta espera que V. S. se persuadirán de la necesidad) de

adoptar los medios políticos que en ella proponemos para llegar al fin que tanto deseamos,

y por el que hemos trabajado siete años arrostrando los mayores riesgos para sacar las

riendas de la administración de las manos de los furiosos y dar á la revolución un curso

capaz de hacer retrogradar los ánimos á la legítima obediencia de las Leyes y del Monarca.

La Junta se lisonjea de que este paso decisivo inspirará á V. S. toda la confianza necesaria en

las sanas disposiciones que nos animan y que transmitiéndolas á S. M. lo más pronto

posible V. S. se servirán adoptar entre tanto el plan indicado de operaciones, esperando de

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

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rudos ginetes del litoral aventar esas especulaciones enfermizas y

resolver al mismo tiempo el importantísimo problema de los ríos: á

despecho de las libertades que venían proclamándose desde hacía diez

años, Buenos Aires persistía en ser puerto único sobre las cuatrocientas

leguas de costas bañadas por el Uruguay y el Paraná; y persistía en serlo,

aún cuando por su falta de agua era casi inabordable. Los porteños, eran

precisamente los habitantes del peor puerto.

Entretanto, el resto del Virreynato atravesaba por una situación

desesperante. Antes de Cepeda, Buenos Aires ordenó á los ejércitos que

combatían contra España al mando de San Martín y Belgrano, que

abandonaran su puesto y viniesen á luchar contra los habitantes del

litoral; negóse el primera á hacerlo, y continuó la guerra como pudo. El

ejército del segundo, se sublevó en territorio santafecino, entregándose

sus gefes al asalto de las provincias interiores, de cuyo mando se

apoderaron: Bustos en Córdoba, Ibarra en Santiago, Corro y Mendizabal

en Cuyo, sublevando dos batallones de San Martín. Por el Norte, Aráoz

resultó Presidente de la República Tucumana, estado independiente

también. En pocos años el mapa del Virreynato habíase alterado hasta

quedar incognoscible. A la República Tucumana agregóse la República de

Entre Rios, entidad que ni siquiera como provincia figuraba en 1810.

Por desgracia, seguia faltando el capital necesario para repoblar las

estancias destruídas.

A los pocos meses de Cepeda, volvió el general López á Buenos Aires

en tren de guerra; y vencedor de nuevo, exigió muchos miles de cabezas

de ganado200. –Era la base indispensable para trabajar. Sin duda al

ellas y del empeño con que se trabaja por esta parte, el éxito que sería difícil lograr por otros

medios más abiertos.

Al comunicar á V. S. ese acuerdo, tenemos el honor de repetirle la alta consideración que

tributamos á sus personas y á su carácter. Dios guarde á V. S. muchos años. –Buenos Aires,

6 de Diciembre de 1820.

Martín Rodríguez –Santiago Rivadavia –Esteban Agustín Gascón –Victorio García de Zúñiga –

Juan José Anchorena – Félix Alzaga –Manuel Pinto – Ambrosio Lezica – Pedro Andrés

García –Ignacio Alvarez –Juan Ramón Balcarce –Vicente Anastasio Echavarría.

Señores de la Comisión Regia de S. M. C. 200 Artículo separado al Tratado solemne, definitivo y perpetuo de paz entre Santa Fe y Buenos

Aires, en fecha 24 de Noviembre de 1820.

El Coronel don Juan Manuel Rosas, penetrado de la generosa comportación de la honorable

Diputación de Santa Fe y su Gobierno, como de la general ruina en que han quedado sus

habitantes, por los horrores y desolación de tan larga guerra intestina, sensible á los

sentimientos de mi corazón, he determinado aliviarlos del modo que he creído más

conveniente á sus ventajas. En esta virtud, por mi, y prestando voz por todos los

ciudadanos y hacendados amantes de la paz, de cuya honradez no dudo contribuirán por

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 183 --

exigirla interpretó los deseos de sus subordinados, porque poco después,

en la sesión de la Honorable Sala de Representantes celebrada el 17 de

Enero de 1821, apropósito de una nota del gobernador de Buenos Aires

sobre protestas de amistad, se resolvió201 :

«Es indispensable que ese Gobierno conozca sus verdaderos intereses y no

mezquine algunas demostraciones de generosidad que será el mejor garante que

decida de corazón la multitud, que no se afecta sino por la materialidad de sus

ojos».

Corrían tiempos duros. Lo dice Crespo, en sus Memorias202. Lo decía

el mismo López, oficiando el Cabildo de Buenos Aires (Setiembre 14 de

1820)203: «La provincia de Santa Fe ya no tiene qué perder< Nos han privado de

nuestras casas porque las han quemado; de nuestras propiedades porque las han

robado; de nuestras familias porque las han muerto por furor ó por hambre< Mi

ejército no pudo comer en los tres días que estuvo en el Arroyo del Medio». Y

como la expedición había sido de carácter popular, en 1822 (sesión del 27

su parte á llenar tan digna promesa, quedo obligado solemnemente por el presente

instrumento garantido por la Comisión mediadora, en contribuir á la Provincia de Santa Fe

con veinticinco mil cabezas de ganado de toda edad, no bajando de un año, puesto en el

Arroyo del Medio al plazo de un año, para que mediante su gobierno se distribuya en los

vecinos que sufrieron quebrantos por distintas vías y demás objetos benéficos al común de

nuestros hermanos, con quienes hemos sellado en este glorioso día en los anales de Sud

América la dulce paz y eterna amistad, que hará florecer con rapidez ambos territorios. –Lo

que principiaré á cumplir de hoy en tres meses hasta el entero (al término referido) ó más.

que mi íntimo deseo y actividad pudiese recaudar para darles una prueba inequívoca de la

buena fe y rectas intenciones que me animan en su común obsequio.

Y para constancia, firmo el presente en San Nicolás de los Arroyos, á 24 de Noviembre de

1820. (Firmado)–Juan Manuel de Rosas–Dr. José Saturnino Allende–Lorenzo Villegas.

RECIBO.–Santa Fe, Abril 10 de 1823.

Queda cancelado el presente documento en que el benemérito Coronel D. Juan Manuel de

Rosas llenó el compromiso de su contesto con el exceso de cinco mil ciento cuarenta y seis

cabezas más, según los respectivos, y legítimos de data prestados, en que ha brillado á

competencia el honor y hombría de bien con la más distinguida generosidad, amor á la paz

y al orden, cuya comportación honorífica reclama un fino y perpetuo reconocimiento del

Gobierno y Provincia de Santa Fe, como justamente le han demostrado sus representantes, y

para su satisfacción, resguardo y constancia firmo el presente, autorizada por mi Secretario,

de que se le comunicará un duplicado al referido, como una copia autorizada de este

decreto al Exmo. Gobierno de Córdoba para la garantía prestada por la Comisión

mediadora, y que ha dejado tan airoso el principal, á esfuerzos de incesantes fatigas,

quebrantos y compromisos personales.–(Firmado) ESTANISLAO LÓPEZ.–Juan Francisco

Seguí. 201 R. O. de la P., T. I, páginas 58-59 202 Lassaga, I, 250. 203 Urbano de Iriondo, Apuntes.

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

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de Febrero), un Diputado se quejó á H. Sala de R. R. de que la Junta no

tuviese noticias ni del recibo ni del reparto de las 25.000 cabezas ofrecidas.

Faltaban dos detalles todavía para el arreglo exterior: la yerba del

Paraguay y la piratería de los rios. Hacia el mes de Agosto se convino con

Buenos Aires en forzar á Entre Rios á vivir razonablemente. Y en efecto,

el jefe de los entrerrianos, que hacía poco se había librado de su superior

(Artigas)204, fue derrotado.

Como consecuencia de tales y tantas victorias, en 4 de Julio de 1822, el

Poder Legislativo de Santa Fe dio por derogado para este caso

excepcional al art. 28 del Estatuto. Ascendió á López á Brigadier General

de la Provincia con $ 2.500 de sueldo y ordenó acuñar para él una

medalla que debía llevar las siguientes inscripciones (R. O. de la Provincia,

I. p. 85):

Circunferencia (en iniciales): «La provincia grata al héroe Estanislao,

siempre victorioso en su defensa.»

Anverso (diseño de la Fortuna). «Sus triunfos inmortales me fijaron. Sea

eterna su memoria».

204 Artigas había destruido en 1818 la escuadrilla de Francia. Desgraciadamente, un año

después, López se apoderó de un cargamento de armas destinado al Paraguay, y ello

motivó terribles represalias: el clérigo Francia arrestó en Asunción á cantidad de

santafecinos, y muchos de ellos murieron en la cárcel. El comercio con el Paraguay hubiera

significado ventajas que se perdieron estérilmente. La conducta de López, procedía de un

error: creyó que los paraguayos, comerciando con el Brasil, impedirían la reconquista de la

Banda Oriental.

Derrotado Artigas por sus ex-subalternos, procuró refugiarse en el Paraguay. Allí fue

admitido, confinándosele en Curuguaty. El Dr. Francia, le pasó una pensión oficial

correspondiente al grado de teniente, por sus despachos de oficial español: desconoció el

generalato posterior.

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

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Reverso (el Dios Marte). «Eclipsó mi gloria su valor heroico.» (La Fama):

«El eco de mi clarín la imprimió en ambos polos.»

Quizá hubiera sido más sencillo y más exacto escribir: Ante Estanislao

López retrocede el hambre

El régimen fiscal de Santa Fe, en 1821 (Decreto de Febrero 8 (R. O. de la

P. I, 61), ofrecía algunas particularidades dignas de ser recordadas:

ADUANAS -

a) DERECHOS DE ENTRADA

Artículos Unidad Derechos

Aforo Tanto

$ / Reales $/ Reales %

Cueros vacunos (macho) uno --- 1 --- 12 8.3

Cueros vacunos (hembra) uno --- 1 --- 8 12.5

Cueros caballo ó yegua uno --- ½ --- 3 16.6

Curtido de bagual uno --- ½ --- 12 ---

Curtido de becerro uno --- ½ 4 --- ---

Suelas uno --- 1 5 --- ---

Yerba tercio --- 12 --- --- ---

Tabaco del Paraguay arroba --- 10 --- --- ---

Tabaco negro ó ultramarino arroba 2 --- --- --- ---

Cigarros arroba 2 --- --- --- ---

Aguardiente de la tierra barril 2 4 --- --- ---

Vino de la tierra barril 1 4 --- --- ---

Barajas juego --- 1 --- --- ---

b) DERECHOS DE SALIDA

Artículos Unidad Impuesto

$ / Reales

Yerba tercio --- 14

Cueros vacunos c/u --- 1

Cueros de caballo, etc. c/u --- ½

Curtidos de bagual ó becerro c/u --- ½

Suelas c/u --- 1½

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

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Tabaco del Paraguay arroba --- 10

Cigarros del Paraguay arroba 1 --

-

Aguardiente barril --- 10

Vino barril --- 6

ALCÁBALA (que involucraba en parte los impuestos de sellos y patentes)

TARIFA GENERAL

a) Efectos de ultramar (incluso aguardientes, Tinos y licores) 10%

b) Id procedentes de puertos nacionales

8%

c) Id americanos 4%

DERECHOS MUNICIPALES, accesorios de los anteriores casi siempre. A

veces acumulábanse, y podía ocurrir que un artículo de cuero, p. ej.,

pagase: por derecho de entrada, 12 %; id. municipal, 6; id alcábala, 16%.

Total: 28 por 100.

Se procuraba fomentar una pequeña industria local: el tabaco

paraguayo pagaba impuesto si salía no elaborado, pero si salía en forma

de cigarros hechos en la provincia, no pagaba.

La recaudación de la renta no podía ser más sencilla. Cobrábase la

alcábala por trimestres vencidos, al finalizar los cuales el Ministro del

ramo pasaba á las pulperías una esquelita á cuyo pié quedaba constancia

de la notificación de los deudores. Tres días después, á falta de pago

debía darse fianza, ejecutable á los quince días. Los derechos de aduana

se abonaban á dos meses de presentación de las guías, so pena de multa.

Hubo también una especie de draw back: cuando las cargas volvían al

lugar de su procedencia, no abonaban derechos de salida, bien que

tampoco se les devolviera el de entrada. Una reglamentación especial fijó

la forma en que debía percibir los impuestos municipales el Recaudador

de propios.

Apesar del impuesto de aduana que involucraba la antigua sisa, la

situación financiera fue inferior á lo que había sido bajo el Virreynato.

Conserváronse algunas de las viejas denominaciones: diezmos,

contribución de pulperías, alcábala, sellos, guías, desapareciendo otras con los

gravámenes que las motivaban. Pero, en general, teniendo los habitantes

que costear desembolsos más crecidos, correspondientes al ejercito, á la

legislatura á los diputados al Congreso, y al extraordinario aumento de

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

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sueldo del Gobernador (desde $ 800 en 1807, llegó á 2.500 en 1822)205,

necesario fue elevar los impuestos. Si se comparan los recursos de 1807

con los obtenidos por López durante el período 1818-25 ($ 90,049.3

114)206, resulta que la renta disminuyó considerablemente, quedando

reducida á menos de trece mil pesos anuales207 –no embargante la

elevación de impuestos, la suma que Buenos Aires devolvía á Santa Fe

por concepto de arbitrios cobrados indebidamente bajo el Virreynato, y

todo lo demás adquirido por «medios industriales y extraordinarios»,

como decía D. Estanislao en su pintoresca literatura. La provincia se

encontraba en condiciones de manifiesta inferioridad, no solo respecto de

Buenos Aires, lo que era lógico208, sino también respecto de Corrientes209,

su antigua dependencia administrativa.

Obtenido ganado, faltaba moneda: el Gobierno la creó, emitiendo en

derredor de cinco mil pesos en billetes de curso forzoso (Agosto 25 de

1823). Buenos Aires había dado el ejemplo, con su Banco de la Provincia, el

empréstito de un millón de esterlinas gestionado en Inglaterra, y diversas

medidas destinadas á pacificar el país y fomentar las industrias. En 1824,

las batallas de Ayacucho y Junín alejaron definitivamente el temor de una

reconquista por España y consolidaron el reconocimiento de la

independencia hecho anteriormente por el Portugal (1821), los Estados

Unidos (1822) y la Gran Bretaña (1823).

Hasta empezaron á diseñarse vastos planes de política americana:

Bolívar, repitiendo la Aduana de 1615, creó un derecho de 20 por 100

sobre lo que entrasen Bolivia, vía Salta (1825); y en 1826, invitó á la

205 Para honor del Rio de la Plata, bueno es consignar que Amado Bomplando ganaba en su

cátedra pesos 3.300, en 1821, y que la Universidad de Buenos Aires insumía más de 20.000

pesos anuales: casi el doble que la administración santafecina. 206 Rendición de cuentas de Enero 31/826. R. O. DE LA P. I, 133. 207Cervera da algo más de 18.000 pesos para 1824; pero hay que compensar la cifra con las de

años anteriores. 208 Entradas de Buenos Aires:

Año 1822 – Pesos fuertes 2.519.095

Año 1823 – » 2.869.266

» 1824 – » 2.648.845

» 1825 – » 3.196.430 209 Entradas de Corrientes:

Año 1825 – Pesos 67.449,4

» 1826 – » 106.215,3

» 1827 – » 88.189,1 1/4

» 1828 – » 79.044,1

» 1829 – » 115.878,6

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

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Argentina á enviar diputados á la Gran Dieta de Panamá, que debía

resolver sobre la confederación de los antiguos

Virreynatos, desde Méjico á Buenos Aires. La invitación fue

razonablemente desoída. Acababa de costar un triunfo la unión de las

provincias del litoral y no era cuerdo pensar en alianzas más

complicadas.

Harto significó haber conseguido en Diciembre de 1824 la reunión del

primer Congreso General en que tuvieron representación todas las

entidades que hoy forman la República Argentina. Bajo la presión de un

peligro exterior –avances absorbentes del Brasil – fue necesario adquirir

cierta cohesión, volver á formar un ejército nacional, y tratar de nuevo el

acuerdo definitivo que desde 1810 se buscaba en vano. Así el Congreso

parcial de 1816 tuvo un continuador; y Bernardino Rivadavia ensayó por

primera vez la Presidencia de la República. Fue también por entonces

cuando efectuóse en el Rio de la Plata el primer ensayo de navegación á

vapor, y cuando Fr. Francisco de Paula Castañeda representó al

gobernador de Santa Fe acerca de la conveniencia de ampliar la

instrucción general.

Desgraciadamente la paz no podía mantenerse, porque un 10% de la

población había perdido todo hábito de trabajo. Terminada la guerra con

Buenos Aires, surgió el negocio de guerrear á favor de los que intentaban

sacudir el yugo brasilero210 . A poco, transformados en ofensivos los

210 Artículos reservados, del Tratado ajustado el 13 de Marzo de 1823 entre Estanislao López y

el Cabildo de Montevideo (R. O. de la P., I, pág. 91), (que no se llevó á efecto por entonces).

En la muy noble é ilustre Capital (Santa Fe) referida en el tratado público celebrado el 13 de

Marzo del corriente año, acordaron los mismos señores Diputados que firmaron dicho

tratado, los artículos reservados que se puntualizan:

Art.1º.– Serán gratificadas las provincias concurrentes en proporción á sus auxilios, en

términos para el pago que se estipularán en el silencio de la paz, gozando la de Santa Fe un

duplo proporcional por el mérito contraído en ser la primera en decidirse, y consiguientes

mayores trabajos, como que encabeza la empresa sufriendo la incomodidad de sus

multiplicados pormenores.

Art. 2°.– Con el fin de obviar discusiones odiosas, conseguido el que se proponen los

contratantes, queda arreglada la gratificación á tres mil pesos por cada cien hombres;

soldados de los auxiliantes, con sus oficiales, y á seis con los de Santa Fe, rebajando

solamente los desertores.

Art. 3º.– Los jefes de cada División Provincial serán gratificados con la suma de mil quinientos

pesos, y con tres mil el de la de Santa Fe, que mande en jefe el Ejército, no siendo el señor

Gobernador de la Provincia.

Juan Francisco Seguí.– Luis E. Pérez.– Domingo Cullen.– Ramón

de Acha.

Ratificado.– ESTANISLAO LÓPEZ.

Santa Fe, Marzo 14 de 1823.

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

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propósitos de defensa, lanzáronse todas las provincias á la reconquista

del antiguo puerto del Virreynato (Montevideo): estalló la guerra contra el

Brasil, que prácticamente duró más de dos años, y que en definitiva no

produjo otro resultado que perder para siempre el puerto buscado, dar

nacimiento á la minúscula República del Uruguay, y aumentar con unos

cuantos generales el escalafón militar211. Interim, el oro que había estado

á la par subió hasta 400%, y todos los artículos importados elevaron

desmesuradamente sus precios, mientras la naturaleza, perfectamente

agena á las glorias de los ejércitos, asolaba al país con una espantosa

sequía, digno complemento de la inundación de 1825212.

Terminada la guerra del Brasil, el ejército victorioso en Ituzaingó,

sublevándose en Buenos Aires, fusiló al gobernador local, y dedicóse á

conquistar los puestos y los dineros públicos. El Congreso de 1821, el

eterno Congreso que desde 1810 debía constituir al país, habíase disuelto

una vez más ante el rechazo de la Constitución Unitaria que proyectó, y

que las provincias no aceptaron. Y de este modo, Estanislao López y sus

guerreros santafecinos se encontraron de nuevo con los campos incultos

y los hogares vacíos, haciendo frente al desorden que partía de Buenos

Aires, y amparando en Santa Fe á los restos de aquel Congreso que ya no

debía volver á reunirse hasta un cuarto de siglo después, y que durante

su breve estadía en la pequeña ciudad congregó á muchos hombres de

talento, y permitió la efímera aparición de varios periódicos213. El general

211 Sarmiento, «Memoria biográfica del General Paz». –Con el bloqueo de Buenos Aires en

1828, los acopiadores de esa ciudad hicieron su agosto.

El comandante Baldrich en su «Historia de la guerra del Brasil» deja entrever que ciertos

detalles de la campaña importaron, más que operaciones guerreras, simples arreos de

hacienda, en los que aparecían interesados Santa Fe y Entre Ríos. No he podido comprobar

ni rectificar el dato, si bien es exacto que el general López expedicionó con éxito sobre las

Misiones brasileras. Saldías ha publicado dos cartas, que prima facie corroboran lo

aseverado por Baldrich: una de Dorrego y la otra de Balcarce. Sin duda fue imposible evitar

excesos, tales como el de que á fines de 1825 se pagara veinte pesos por cada novillo

destinado al ejército de la línea del Uruguay. (Declaraciones del Ministro de la Guerra en la

sesión de Noviembre 21. Congreso Nacional). 212 Cuenta Iriondo, loc. cit., que un tigre traído por los camalotes se metió al convento de San

Francisco en esa oportunidad.

213 Merecen anotarse entre ellos los siguientes, publicados, por la Imprenta de la Convención:

1828 «El Argentino», dirigido por Baldomero García

«El Domingo 4 de Mayo en Buenos Aires», por Vicente Á. de Echeverría.

» «El Espíritu de la Federación Republicana». » «El Satélite», por V. Á. Echeverría.

» «Vete portugués que aquí no es», por el P. Castañeda.

» «Ven acá portugués que aquí es», por el P. Castañeda.

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Lavalle invadió á la Provincia y se apoderó del Rosario, mientras el

interior ardía en plena guerra civil; el oro llegó al 800 por 100 y una

nueva oleada de atraso demostró que era absurdo destruir en un país

donde todo estaba por hacerse y en el que el dificilísimo problema de

poblar las campañas se dejaba por completo entregado á las pobres

mujeres que iban dando á luz hijos de soldados transeúntes,

abandonadas á su miseria en los inhospitalarios ranchos de la inmensa

pampa.

1829 «Buenos Aires cautiva y la nación argentina decapitada á, nombre y por orden

del nuevo Catilina, Juan Lavalle».

» «Al arma, al arma ciudadanos». » «El Federal», por Baldomero García.

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IX

Nuevo ensayo de reconstrucción:

puerto único en Buenos Aires para el comercio de

ultramar, carne barata, liga de gobernadores. Santa Fe

parate integrante de la «Confederación Argentina».

(1829-1851)

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A despecho de las desviaciones que en pleno Congreso de Tucumán,

permitían al diputado Castro recomendar el sistema monárquico

constitucional por haber sido el que dio el Señor á su antiguo pueblo y el que

Jesucristo instituyó en su Iglesia214, cinco constituciones republicanas

habíanse proyectado desde 1810 hasta 1829: una federal (1815), y cuatro

unitarias (1811215, 1818, 1819 y 1826). El Congreso encargado de resolver

sobre la forma definitiva á adoptarse –según el modus vivendi de 1810– no

lograba hacerlo; y entretanto, los gobiernos provisorios tornábanse

permanentes.

Trece años después de declarada la independencia, seguía oculto tras

las divisas «unitarismo» y «federación» un problema rebelde á la acción

de los pensadores, de los ejércitos y de la prensa, que obligaba á chocar

entre sí á seiscientos mil habitantes distribuidos sobre ciento veinte mil

leguas cuadradas. Si solo se hubiese tratado de meras fórmulas, nuestra

actual solución habría parecido satisfactoria: dejar bajo el sistema federal

algunas provincias y bajo el unitario las restantes, como hoy viven las

gobernaciones nacionales que ocupan la mitad del territorio.

Escapa á la índole de este trabajo estudiar los diversos aspectos que esa

cuestión revistió, supuesto que para Santa Fe la fórmula federal había

surgido de las circunstancias, como queda dicho. Convino mantenerla,

porque resolvía el problema de conseguir carne barata, sea trayendo

vacas á viva fuerza, sea impidiendo que subieran los precios. Convenía

también al gefe; y por eso, cuando Estanislao López sustituyó la

Constitución Nacional unitaria de 1819 por el Estatuto Provincial del

mismo año, recordó ingenuamente á sus paisanos cierto inconveniente,

que entre otros muchos, ofrecía aquel sistema:

«Veréis á vuestro Gobierno reducido á una insignificante autoridad, y sin más

eficacia en la promoción del beneficio, que la que es concedida al último

habitante»216.

214Sesión del 31 de Julio de 1816. 215 No siendo Santa Fe cabeza de provincia, su Junta Local dependía de Buenos Aires. Las

Juntas de las otras provincias tampoco eran en realidad autónomas.

216HISTORIA DE LÓPEZ. Ramón J. Lassaga, pág. 454.

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Es interesante comprobar cómo el general Mitre, defensor del partido

unitario, concuerda con el Dr. Saldías, defensor del partido federal, en

cuanto al alcance de la controversia. Dice el primero:

(Historia de Belgrano, III, 257, 5ª. edic.)–

«No era una idea la que impulsaba á los pueblos á lanzarse en este

camino; era un instinto ciego en las masas y una ambición bastarda en sus

directores. Seducidos por el ejemplo del Paraguay y de la Banda Oriental,

que se habían declarado independientes y proclamado un sistema de

federación semi-bárbaro, de que no se daban cuenta clara, á lo que

aspiraban era á hacer una manifestación de su autonomía; á rehuir los sacrificios

comunes en favor de la lucha exterior, limitando su defensa tal circulo de la

localidad; ya elevar sin condiciones, sin ley, sin regla alguna, á los caudillos que

debían representarlos, esto es, cuando no aceptaban los procónsules

impuestos por el protector, como sucedía en Entre Ríos y Corrientes».

Y el segundo – (Historia de la Confederación Argentina, I, 279).

«La convención de Santa Fe (1828), convocada con el objeto de dar una

constitución federal á la República, demostró que no era el régimen de gobierno

lo que daba ser á los dos partidos intransigentes, sino las aspiraciones de algunos

hombres y el sentimiento localista de los gefes de provincia, los cuales querían

asegurarse su modus vivendi, á lo cual llamaban federación».

Las bases de la controversia parecen haberse referido principalmente á

la aduana exterior (respecto de Entre Ríos, Corrientes y Santa Fe, que

tenían puertos en competencia con Buenos Aires), y al modo de distribuir

los puestos públicos de las provincias. Buenos Aires sostenía que bajo el

Virreynato le correspondieron ambas regalías, y que careciendo las

provincias de recursos y hasta de los letrados necesarios para dictar leyes

y administrar justicia217, los pretendidos gobiernos autónomos no podían

Por la constitución nacional unitaria de 1826, se intentó asegurar á las provincias sus recursos,

olvidando asegurar á los gobernadores sus puestos. Ese detalle fue salvado en la

constitución de 1853.

217 Poco después de disuelto el congreso de Rivadavia, pudo haberse ampliado el mismo

argumento. Uno de los diputados que nombró Santa Fe para la Convención de 1828,

preguntó á la Sala de Representantes local quien le pagaría sus dietas ($ 1.500 anuales); y la

Sala resolvió recabar del gobierno de Buenos Aires, en calidad de préstamo, los fondos

necesarios, «porque en caso de no ser asequible esta solicitud tendría la Provincia que

segregarse con toda sensibilidad de las demás de la unión, hasta tanto que pudiera

proporcionarse los fondos necesarios al efecto.» (Sesiones de la Junta de Representantes, 20

de Junio, 2 de Agosto y 5 de Agosto de 1828. Registro Oficial de Santa Fe, I, pág. 171 á 173).

La misma falta se había sentido para enviar diputados al Congreso de 1826 que votó la

constitución unitaria. Amenábar, designado desde el principio en su carácter de hombre

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existir. Las provincias alegaban, que destruido el Virreynato, era

indispensable que la nueva organización surgiera de la voluntad de los

Cabildos y los pueblos que no fueron oídos el 25 de Mayo de 1810.

En 1820 el mismo Cabildo de Buenos Aires reconoció este derecho218,

ratificado después por la Ley Fundamental de 23 de Enero de 1825, que

ordenó someter á la aprobación de las provincias la constitución que

votara el Congreso, instituyendo así una fórmula republicana más

avanzada que la actualmente en vigencia, por la que los mandatarios

están obligados á aceptar cuanto hagan los mandantes, aún en violación

de las instrucciones recibidas219.

cultísimo, se excusó. Nombrado Larrechea, se excusó á su vez. Vuelto á ser designado

Amenábar –quien actuó brillantemente – renunció el 25 de Febrero de 1826; y esta vez, en

lugar de uno surgieron tres diputados, aunque la provincia no tenía derecho á tantos:

Anchorena y Latorre, porteños, y Galisteo, santafecino. Pero he aquí que dada la carencia de

hombres, Anchorena resultó también diputado por Corrientes. Nombróse en su lugar á

Zapiola, quien renunció, subsiguiendo el nombramiento de Mateo Vidal –quién á su vez era

diputado por la Banda Oriental. 218 Reg. Of. de la Nación, I, 542.

«1400. –Reasunción de facultades por parte de las Provincias. Por los adjuntos «documentos

se instruirá V. E. de la situación á que los últimos acontecimientos políticos «han reducido á

esta Provincia. Todas las de la Unión están en estado de hacer por sí «mismas lo que más

convenga á sus intereses, y régimen interior. Esto es lo que por toda «respuesta puede

decirse á V. E. en contestación á su nota de 10 de Enero último, en que «dio cuenta haber

reasumido el mando de esa Provincia á consecuencia, de la dimisión del «Coronel D.

Toribio de Luzuriaga.– Dios guarde á V. S. muchos años.– Sala Capitular «de Buenos Aires,

Febrero 12 de 1820.– Juan Pedro Aguirre.– Esteban Romero.– José «Julián Arrióla.–

Francisco Delgado.– Marcelino Rodríguez.– Pedro José Echegaray.– «Juan Ángel Vega.–

Juan Pablo Sáenz Valiente.– Fermín Irigoyen.– Benito Lynch.– Miguel de Belgrano.» 219 Es oportuno recordar que esa fórmula pudo aplicarse inmediatamente. Consultadas las

provincias, habían votado (Buenos Aires exclusive):

Por la federación, 6: Entre Ríos, Santa Fe, Santiago, San Juan, Córdoba y Mendoza.

Por la unidad, 4: Tucumán, Salta, Jujuy y la Rioja.

Por lo que el Congreso resolviera, 6: Corrientes, Misiones, Montevideo, Catamarca, San Luis y

Tarija.

Había, pues, mayoría federal: 12 votos (6 expresos, y otros 6, resultado de esa misma mayoría)

contra 4. Pero, los diputados de dos provincias federales, contrariando el mandato recibido,

adhirieron á los partidarios de la unidad y así quedó derrotada la fórmula primera. Con

crudeza denunciaban lo que creían causas de ese resultado, los diputados santafecinos

oficiando reservadamente á la Junta de Representantes de la Provincia el 1 de Junio de 1826.

«La opinión de los Diputados (al Congreso Nacional) es tan varia cuanta «es más ó menos

su dignidad y fortaleza por sus deberes, bajo los terribles halagos y destinos «públicos con

que el ejecutivo titulado Nacional ha procurado ganarlos, derramándolos al «intento, á

términos de tener parte considerable del Congreso ocupada en ellos. Sólo los que «suscriben

tienen la satisfacción de no haber entrado en tan desagradables planes, auque «algo se ha

hecho por conseguirlo,»

(R. O. de la Provincia, I, 143.)

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 198 --

Estudiados serenamente los antecedentes, resulta que la unidad

político administrativa del Virreynato había durado solo 34 años, y

quedó rota á poco de estallar la revolución (para Santa Fe, en 1815, con la

conquista de Artigas). El territorio, distaba mucho de ser una entidad

inseparable: el Uruguay, Entre Rios, Corrientes, el Paraguay y Misiones,

flanqueadas por ríos, eran inabordables por tierra desde Buenos Aires;

entre Jujuy y las provincias bolivianas, la altiplanicie oponía su barrera

de piedra; sobre la llanura desierta, incomunicaban á las pequeñas

ciudades los indios y las travesías. Económicamente, el interior, con sus

viñas y sus tejidos, tenía intereses opuestos á los del litoral, que

importaba productos europeos similares. El vínculo del idioma no era tal

en algunas provincias donde el pueblo prefería hablar lenguajes indios.

Unidad de origen jamás existió: los descendientes de padre y madre

española eran pocos, y el resto procedía de varias razas de indios, de

negros, de mezclas entre blancos é indios, negros y blancos, negros é

indios. Y muchos extrangeros aportaban también su sangre á la

incoherente masa étnica: Liniers (el Virrey), francés; hijo de francés el

Director Puyrredón; natural de Italia, el padre del general Belgrano;

irlandés, el almirante Brown, gefe de la escuadra argentina220.

Seis meses después, suscribían la constitución unitaria (Diciembre 24 de 1826) dos diputados

por Santa Fe: Francisco de la Torre y Pedro Pablo Vidal. (Reg. Of. de la Nación, II, 162).

Tal constitución fe rechazada por la Provincia, en 8 de Mayo de 1827.

220Antes del Virreynato, existía la entidad «provincias independientes de Buenos Aires», bien

que Santa Fe no gozara de tal prerrogativa. Desde 1815 comenzó esa entidad á adquirir

nuevo relieve y ha persistido hasta la fecha. Como simple antecedente, recuerdo algunos

hechos que comprueban el reiterado ejercicio que las provincias hicieron de su soberanía.

SANTA FE se declaró independiente en 1819 (art. 13 del ESTATUTO) y en 1841 (art. 1º de la

CONSTITUCIÓN de ese año.

ENTRE RÍOS, hizo otro tanto en 1822 (ESTATUTO Provisorio Constitucional). Reasumió su

soberanía en 1827, como las demás provincias, al rechazar la Constitución de 1826. Celebró

tratados con el Brasil, como entidad autónoma.

CORRIENTES, declaró su independencia en 1° de Julio de 1827. Celebró tratados con el Paraguay.

CATAMARCA, se proclamó independiente en 1821.

TUCUMÁN, actuó como «República Federal de Tucumán» en 1820.

JUJUY, declaró ser independiente en 18 de Noviembre de 1834.

SAN LUIS, MENDOZA y SAN JUAN, constituyeron una especie de estado autónomo en Abril 1° de

1827, por el tratado de Huanacache.

BUENOS AIRES, en todo tiempo se consideró autónoma, puntualizando tal carácter desde 1853 á

1860, en que actuó frente á la «Confederación Argentina» formada por las 13 provincias

restantes.

CÓRDOBA, se declaró libre y en ejercicio de su soberanía, por la Constitución de 1847.

En cuanto al Paraguay, la Banda Oriental y las provincias del Alto Perú, mantienen hasta hoy

su carácter de estados independientes.

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 199 --

Rechazada la Constitución de 1826 y disuelto el Congreso, quedadan

las cosas como al principio, bajo el punto de vista del sistema á

adoptarse. En esas circunstancias, las cuatro provincias litorales (Buenos

Aires, Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes), resolvieron unirse sin perjuicio

de que las restantes se fueren uniendo cuando gustaren: fracasados los

congresos generales, ensayábanse congresos parciales. Así nació la

«Comisión Representativa de los Gobiernos de las Provincias Litorales de la

República Argentina», cuyos poderes se reducían casi exclusivamente á

dirigir ad referendum las relaciones exteriores y la guerra, y servir de

pedestal á la agrupación de todas las provincias, bajo la base de

autonomías locales y libre navegación de los ríos. Los cuatro

contratantes, formando provisoriamente una especie de estado nuevo,

mantuvieron los impuestos de tránsito y renunciaron al derecho de asilo

para el futuro (Tratado Cuadrilátero, Enero 4-Setiembre 25 de 1831). Tocó

á Estanislao López ser nombrado General en jefe del ejército del nuevo

estado, con 6.000 pesos de sueldo; y antes de los tres meses, sus soldados,

á boleadora limpia, se apoderaron del general Paz, gefe de otra liga

unitaria que habían formado las provincias restantes. Cesó así por algún

tiempo la anarquía de que se aprovechaban los indios para tentar

avances221.

*

* *

Puede complementarse esta enumeración con cantidad de tratados y recíprocos

reconocimientos de libertad é independencia.

En 1861-62, esto es, después de la Constitución de 1853 y la reforma de 1860, casi todas las

provincias volvieron á reasumir su soberanía. La presidencia Mitre consolidó tal situación 221 Llegaron hasta la ciudad de Santa Fe en 1832.

Marcadísima es la influencia de los indios durante este período. Amparaban en sus tolderías á

los soldados unitarios derrotados quienes una vez allí, «trabajaban» auxiliando á los

salvajes en sus expediciones contra las poblaciones blancas. Varios caciques disfrutaron de

grados militares en el ejército argentino. El «territorio indio del Sud», llegó á tener una

especie de capital, y sus jefes mantuvieron correspondencia con las autoridades nacionales

tratándolas de poder á poder, usando sellos de gobierno, uniformes, fusiles y hasta un

principio de artillería de cuero. Conservaron la esclavitud hasta el último tercio del siglo

XIX (fecha en que fueron dispersados) ejerciéndola sobre los cautivos blancos. El Dr.

Estanislao S. Zeballos, ha publicado interesantes documentos á este respecto.

Page 200: Álvarez Ensayo Historia Santa Fe

ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 200 --

Nada tenía que ganar la forma republicana representativa de gobierno,

con esta guerra iniciada el año 1829 con el fusilamiento del gobernador

de Buenos Aires, por orden de un gefe sublevado.

Coincidió con ello una sequía espantosa. Montones de osamentas

obstruyeron el lecho de los arroyos, y con la pérdida de los ganados

reapareció el hambre.

Hacía falta disciplina. Necesario fue volver á los ejecutivos fuertes. En

Julio de 1832, la Junta de Representantes, confirió á Dn Estanislao López

–electo Gobernador por octava vez – facultades extraordinarias, sin

término. Insensiblemente, reaparecía la monarquía; y ocho años después,

los notables de Buenos Aires debían animarse hasta pedir al gobernador

Rozas que hiciera hereditario su mandato, permitiendo le sucediera su

hija Manuelita –petición, que para honor del país, fue rechazada.

Esta restauración de las facultades omnímodas del Poder Ejecutivo,

produjo buenos resultados. Prestóse atención al inevitable problema de

los indios, llevando contra ellos expediciones bien equipadas. Suprimióse

al Cabildo en Santa Fe, reorganizando al Poder Judicial222 con dos Jueces

de primera instancia, ocho de paz y un Juez de policía, cuyas múltiples

funciones alcanzaban hasta hacer zanjear y limpiar las calles con los

presos, atender á un incipiente alumbrado público, asistir á remates,

embargos y mensuras, y aprehender á las personas decentes con orden

escrita de los jueces. Cuya justicia, solo duraba un año en los cargos y

costaba al fisco bien barata: menos de mil pesos anuales. Varios de los

funcionarios carecían de asignación, y el mejor rentado percibía lo que un

teniente del ejército.

A propósito de una nueva rendición de cuentas presentada por el

gobernador López en 1834, vale la pena recordar que se cruzaron en la

Junta de Representantes opiniones que distaban mucho de transparentar

servilismo223.

222 Reglamento de 1833. –Por la ley de Febrero 23 de 1826, tentando una separación de poderes,

se había creado un Tribunal de Alzada (apelación) provisto de tres miembros rentados,

destituibles por el Gobernador «cada vez que lo considerase útil al público.»

223En 1° de Marzo, ofició el P. E. á la Junta pidiéndole revisara las cuentas. Proyectóse nombrar

una comisión al efecto; pero un diputado se opuso pidiendo la aprobación á libro cerrado.

Esto motivó un interesante debate. El D. José Echagüe, opinó que así se dejaría en lo

sucesivo un campo abierto á la irresponsabilidad. Otro diputado, agregó «que siendo el

«mismo Sr. Gobernador quien pedía con instancia que la H. Junta tomara conocimiento y

«examinase el manejo y distribución de las sumas negociadas por él mismo, no debía

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 201 --

El «Reglamento» de dicha Junta aclaró en ese mismo año las funciones

del P. Legislativo, lo que no fue obstáculo para que el P. E. creara nuevos

impuestos por simple decreto: en esta forma, las carretas vinieron á pagar

por derecho de tránsito en 1835, casi el triple de lo que pagaran bajo el

puerto preciso, noventa y dos años antes, en 1743 (4 y 1 1/2 reales,

respectivamente).

El gobierno se preocupaba de obtener rentas por todos los medios á su

alcance, patentizando el inesperado fenómeno de que cuanto menos

limitaciones se imponían al P. E. tanto mejor andaba la administración.

En 1835 exhoneróse del pago de diezmos á los pobladores de la frontera,

mantúvose con sueldo de $ 300 á los catedráticos de filosofía y de latín,

creóse un colegio de segunda enseñanza en el convento de la Merced; y á

esta altura, en momentos en que el P. Legislativo declaraba á Dn

Estanislao benemérito en grado heroico y Restaurador del Norte, ocurrió en

Córdoba el asesinato del general Facundo Quiroga, prestigioso gefe de

los federales. Los gobernadores dejaron para mejor ocasión al eterno

Congreso, y como fórmula aceptable, convinieron con Rozas en otro

modus vivendi, por el cual quedaban las cosas como estaban, y el primero,

en su carácter de gobernador de Buenos Aires, se encargaba de las

relaciones exteriores y la guerra. Subsistieron pues las aduanas

interprovinciales, los gobernadores autónomos y los derechos de tránsito.

En cuanto á la libre navegación de los ríos, ganada á costa de tantos

esfuerzos, suprimiósela, pasando Buenos Aires un subsidio á las

provincias perjudicadas, (excepto Corrientes, que no entró en el arreglo.)

Así nació la «Confederación Argentina», entidad que no tenía más

poderes nacionales que el Ejecutivo, y solo comerciaba con el exterior por

el lamentable puerto de Buenos Aires224.

dejarse «de dar este paso tan honroso al mismo Gobierno, como digno de la H. Legislatura;

que lo «demás, era impropio, era irregular, y por lo tanto no estaba por ellos».

Como insistiera el autor del proyecto en la aprobación á libro cerrado, replicóle el D. Puig, «que

bastaba saber que los fondos negociados por el señor Gobernador eran para esta «provincia,

para que la H. Legislatura debiese tener un conocimiento de las sumas á que «ascendían y

de su inversión». –Por seis votos contra uno, se nombró la comisión proyectada al principio,

y previo dictamen, fueron aprobadas las cuentas.

224Por falta de agua, el embarque y desembarque hacíase en Buenos Aires usando carretillas ó

carros tirados á la cincha. Del carro se pasaba al bote, y del bote á! buque de ultramar. Así se

efectuó durante dos siglos. La travesía á Montevideo, con viento favorable, requería 14 ó 16

horas y costaba 16 pesos. Con viento contrario duraba días.

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 202 --

Mantener este statu quo, fue empresa á la que se dedicó una propaganda

llevada á los últimos extremos. No bastó la prédica en los diarios

federales, su lectura en los templos, en las escuelas y en los cuarteles. Fue

necesaria una divisa federal, un color federal, y hasta unas patillas federales,

mientras la prensa de ambos bandos, enfureciendo á las masas,

recomendaba el asesinato político como arma legítima.

Los ciudadanos debían tener ante su vista, en cintas, letreros, medallas

ó escritos, un Viva la Federación! A partir de 1836, decretóse lema para

los documentos oficiales, que desde entonces comenzaron con la misma

fórmula extraña, cada vez más larga y complicada:

«Viva la Confederación Argentina!

«Mueran los salvajes unitarios!

Santa Fe, Diciembre 20 de 1842.

Año 33 de la Libertad, 27 de la Independencia y 13 de la Confederación

Argentina».

En el fondo todas estas frases, sumas y cálculos venían á significar: Viva

el General Rozas!

Los contrarios siguieron careciendo de derechos, exactamente como en

tiempos de la guerra de la independencia. El año 1840 se les empadronó

como á criminales, y –curioso es consignarlo – ese mismo año el general

Rozas firmó con Inglaterra un tratado que ponía término á la esclavitud

de los negros. No hubo pues libertad de sufragio. Vigorosamente lo

asentaba la Constitución de la Provincia de Córdoba, en 1847225:

«Ningún salvaje unitario podrá obtener empleo alguno».

Descansa el espíritu leyendo algunas de las hermosas y teóricas

prescripciones de la segunda constitución de Santa Fe, promulgada bajo

este desborde partidista, el 18 de Julio de 1841. Empañábalas sin

embargo, la prohibición de todo culto público ó privado que no fuese el

católico, apostólico, romano. Deslindando claramente los tres poderes,

permitía al Legislativo, (compuesto de federales, va sans dire), reunirse

cuando lo creyese oportuno; prohibía á sus miembros ser empleados á

225Sección VIII, Cap. XIX, art. 1°. –No era menos explícito el artículo 2°:

«Todos los jefes de los cuerpos militares y superiores de los establecimientos públicos, que

«propusieren ó nombraren subalternos para dichos cuerpos y establecimientos, que no

«tuviesen la calidad de ser federales netos, serán responsables ante la patria.»

(Leyes y decretos de Córdoba, 1810-70.–T. I, pág. 513.)

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

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sueldo del gobierno, á no mediar autorización al efecto; puso en sus

manos el nombramiento de un Gobernador (de reconocido patriotismo

federal, desde luego) y la aprobación del presupuesto, sentando un

principio de estabilidad olvidado por las subsiguientes constituciones:

ninguna ley podría ser revocada sin el voto de dos tercios de todos los

miembros de la Cámara. En cuanto al Ejecutivo, introdujo otra mejora:

tres años de duración en el cargo, é imposibilidad de reelección por más

de una vez. Las elecciones debían hacerse por circunscripción. En punto á

ciudadanía –y manteniendo siempre la necesidad de ser católico para

votar– consagraba otro brillante principio, que por desgracia hemos

perdido antes de que se aplicara una sola vez: prohibición de voto á los

que entrados al goce de la ciudadanía después de 1850, no supieran leer y

escribir.

Por fin, en el art. 88 sentaba el precepto de que la Provincia, al delegar

facultades en los tres poderes, se reservaba el derecho de ejercer el poder

censorio por medio de la prensa.

En la práctica, una circunstancia inesperada hizo inútiles todas estas

declaraciones. Juan Pablo López (a) Mascarilla, hermano de Dn Estanislao

y sucesor de Cúllen226 en el gobierno, dejó de ser ciudadano de

reconocido patriotismo federal, y se embanderó con los unitarios, al año

de dictarse la constitución aludida. Rozas envió contra él un ejército, y

previa la batalla de Colastiné, el general Dn Pascual Echagüe, federal

neto é «Ilustre restaurador del sosiego público»227, ocupó la gobernación

226 Cúllen sucedió á don Estanislao, pero sólo se mantuvo unos meses en el gobierno. Acuado

de traición al país y connivencia con los enemigos extranjeros, renunció y fue fusilado.

Iriondo, loc. cit., explica detenidamente cómo fue disputada la sucesión del general López. 227El general Echagüe tuvo el buen gusto de hacer suprimir ese dictado. Eran ya muchos los

«ilustres».– El difunto don Estanislao, «Restaurador del Norte»; don Juan Pablo López,

«Ilustre protector de las leyes»; el general Rozas, «Ilustre restaurador de las leyes». He aquí

el decreto:

¡FEDERACIÓN O MUERTE!

Santa Fe, Noviembre 30 de 1843. Año 34 de la Libertad, 28 de la Independencia y 14

de la Confederación Argentina.

Intimamente persuadido el Gobierno que en el sistema federal republicano que ha proclamado

la República, la sola estimación de los patriotas es harto honrosa y condigna compensación

á sus más relevantes esclarecidos servicios, y consecuente á secundar en todos sus actos las

marchas eminentemente americanas del Exmo. Sr. Gobernador y Capitán General de la

Provincia de Buenos Aires, Encargado de las Relaciones Exteriores de la Confederación

Argentina, Brigadier General D. Juan Manuel de Rosas, ha acordado y

DECRETA

Art.1º.– En toda solicitud, documentos ú actos oficiales, queda prohibido darle al ciudadano

Brigadier D. Pascual Echagüe el título de ilustre Restaurador del Sosiego Público, ni otro

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

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con los 5.000 pesos de sueldo correspondientes. Obtuvo la suma del

poder público en 1843; y en 1845, la legislatura de Santa Fe, mediante una

sanción suscrita por seis diputados (de los cuales tres llevaban el mismo

apellido que el gobernador), resolvió:

«Art. 1°.—Se suspende por ahora, y hasta mejor oportunidad, la elección en

propiedad de Gobernador y Capitán General de la Provincia.

Art. 2°.—El actual Gobernador deberá continuar en el mando hasta que se

reciba el que haya de sucederle, con arreglo á lo prescripto en el art. 4°. de la ley

fundamental de elección». (R. O. de Santa Fe, I, 423).

Y así duró Dn. Pascual en el cargo hasta 1851, esto es, nueve años.

Sin duda, tales violencias políticas tuvieron un justificativo en la actitud

del partido unitario, que no vaciló en crear á Rozas complicaciones de

todo género.

El degüello de prisioneros fue ante todo un medio de suprimir

guerreros desocupados y atemorizar á los restantes; pero no dio los

resultados necesarios, porque á lo largo de todas las fronteras, y en el

seno de las tribus indias, era fácil conseguir asilo. Los gefes unitarios

instalados en Montevideo, disponían así de soldados en espectativa, á los

que siempre podían agregarse guerreros europeos sin contrata, gefes de

Rozas que se sublevaban, y paisanos de las campañas que eran arreados á

las filas ó se incorporaban por amor á la guerra ó á la divisa.

Rozas, tenía á su favor tres grandes elementos: el ejército permanente,

la propaganda encarnizada en pro del sistema federal, y la popularidad

que emergía de la carne barata y las facilidades consiguientes para la

vida de los gauchos. Pero la carne barata significaba estancamiento.

En 1829 había ocurrido un serio incidente de carácter internacional.

Cuando Rozas y López avanzaron al frente de los federales para sofocar

la sublevación del ejército de Lavalle y castigar el fusilamiento del

gobernador Dorrego, los extrangeros de Buenos Aires fueron llamados á

alguno que no sea el que actualmente le corresponde como Gobernador y Capitán General

de la Provincia ó su rango de Brigadier.

Art. 2°. – No se admitirá en las oficinas públicas nota, solicitud ó documento que no esté

conforme con lo convenido en el artículo anterior.

Art. 3°.– Comuníquese á quienes corresponda, publíquese y dése al Registro Oficial.

ECHAGÜE.

De orden de S. É.

José Ruperto Pérez,

Oficial 1º.

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 205 --

prestar servicio militar en contra de aquellos, por las autoridades

locales228. Parecido llamamiento habíase hecho en 1814 y en 1816; pero

esta vez reclamaron los interesados, y después de cruzarse argumentos

por ambas partes, una escuadra francesa se apoderó de la argentina.

Arreglado el asunto poco después, no hubo complicaciones con el

extranjero hasta 1837, fecha del comienzo de la guerra con Perú y Bolivia,

que casi no afectó al litoral.

En 1838, una escuadra francesa bloqueó al Río de la Plata, so pretexto

de ciertas reclamaciones hechas por subditos franceses. Esa escuadra se

apoderó de la isla de Martín García y pirateó por las costas, trasladando

de paso al ejército del general unitario Lavalle. Parece ser que algunas

provincias –Santa Fe entre ellas – proyectaron pactar á fin de que el

bloqueo se fuera levantando respecto de las conformes con el reclamo.

Manifiestamente lo apoyaba la provincia de Corrientes.

Al frente de ese extraño Ejército Libertador, costeado en gran parte

por agentes del gobierno francés, Lavalle se apoderó de Santa Fe el año

1840229. La campaña terminó desastrosamente, á los dos meses.

Solucionadas las dificultades diplomáticas por el tratado Mackau,

Buenos Aires continuó su querella con Montevideo, el resto del país

quedó en paz, y los ochocientos cadáveres de Pago Largo, demostraron á

Corrientes que no era tan fácil salir de la Confederación como entrar á

ella.

Surgía entretanto un nuevo plan, que era en realidad el mismo

ensayado ya por Artigas: aprovechando la barrera natural del Paraná,

formar con la base del puerto de Montevideo, un nuevo estado

compuesto por la Banda Oriental, Entre Rios, Corrientes, Misiones y

parte del Brasil. Ese plan, que significaba disgregar la Confederación

separándole dos de sus provincias más ricas y mejor situadas, parece que

fue también apoyado por el partido unitario, que desde su derrota de

1820 no había podido ocupar los puestos públicos ni aun mediante la

228«Para defender la ciudad contra una horda de bandidos que asociados á toda clase de

criminales y lo que es peor, con indios salvajes, trataban de destruir las fortunas y trastornar

el orden social», según la literatura oficial de Buenos Aires. (Nota de Abril 7 de 1829,

dirigida por el Ministro de Relaciones Exteriores al Agente de los Estados Unidos, Forbes). –

Palomeque, Orígenes de la diplomacia argentina.

229 En esta expedición, es fama que perdió cantidad de caballos por haber acampado sobre un

terreno donde abundaba el mío mío, planta venenosa (Baccharis coridifolia). El Dr. Saldías

(IV, 87) publica el detalle de lo suministrado por los agentes franceses á la Comisión

argentina unitaria (pesos fuertes 254.750).

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

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sublevación del ejercito vencedor del Brasil el año 1829 y la campaña de

Lavalle diez años más tarde. Lo positivo es que Francia e Inglaterra se

manifestaron decididas á abrir los rios Paraná y Uruguay, cerrados por la

Confederación, y comerciar directamente con las provincias ribereñas que

disponían de buenos puertos.

Probablemente Dn Juan Pablo López debió entender que ello le

convenía, desde que abandonando á los federales, plegóse á los unitarios.

Á esto debió ser reemplazado en el gobierno por Dn Pascual Echagüe,

según queda explicado

La escuadra inglesa se apoderó de la argentina (que rindió su Jefe)230, y

en 1845, Dn Juan Pablo López entró vencedor en Santa Fe, al frente de

una parte del nuevo «Ejército Libertador», que lanzaban los unitarios,

apoyados en navios de guerra extranjeros. Vencido López un mes

después, volvió Echagüe á hacerse cargo del gobierno.

La intervención extrangera, si no justificable ante el derecho vigente

entonces, era de esperarse. Buenos Aires persistía en bloquear á

Montevideo y cerrar los rios, so pretexto de que navegados era acto de

cabotaje, aún cuando tuviesen agua suficiente para el comercio de

ultramar. Continuaba la vieja querella entre el puerto del Virreynato y el

puerto de la independencia. Pero tal intervención resultó inútil: á lo largo

de la costa de Buenos Aires y Santa Fe, podían los astilleros de la

Confederación cañonear fácilmente á los buques extrangeros que

pretendieran comerciar sin permiso.

Imposible abrir el río sin conquistar sus márgenes. Por otra parte, las

escuadras combinadas obraron bajo el interés de una compañía

extrangera231 que había arrendado la aduana de Montevideo, y que según

parece, pensaba también hacer un negocio de trueque: armas por cueros.

No es posible avanzar afirmaciones categóricas á este respecto. Lo cierto

es que ambas escuadras acompañaron á gran número de buques

mercantes, aguas arriba, hasta el río Paraguay; que de regreso

acompañaron á un número aún mayor, con carga de cueros y productos

del país; y que á la ida y á la vuelta fueron hostilizadas con bizarría por

230«Mr. Brown, subdito británico» según la irónica denominación del comodoro inglés. 231 Saldías (IV, 284), ha publicado ciertos documentos, de los que se desprende que los

ministros de Francia é Inglaterra en el Plata llevaban interés personal en ese negocio

Además el bloqueo de Buenos Aires, solo tuvo lugar respecto de aquellos buques que se

negaban á pasar primero por Montevideo y pagar allí derechos. Los que pagaban,

quedaban en libertad de forzar el bloqueo.

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

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tropas que hacían fuego sobre esos buques desde la costa (combates de

Obligado, San Lorenzo y El Quebracho). Sea que el negocio concluyera

satisfactoriamente, sea que diera mal resultado y no alentase para futuras

ampliaciones, sea finalmente que el nuevo ministerio inglés (Palmerston)

careciera de vinculaciones con la compañía arrendataria, lo positivo es

que puesto en salvo el aludido convoy las cosas comenzaron á

encauzarse, y una gestión diplomática dio por resultado la proclamación

del derecho de la Confederación á cerrar sus ríos. Con la batalla de

Vences (1847), Corrientes volvió á incorporarse á las otras provincias, y

hubo paz hasta 1851: cuatro años por todo.

*

* *

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 209 --

Salvo estas agitaciones de carácter sangriento y algunas medidas

radicales adoptadas por Rozas apropósito del carnaval y de los jesuitas232

la vida en Santa Fe siguió tan monótona como de costumbre. Por falta de

capitales y de brazos no había negocios nuevos, ni empresas que tentar,

ni líneas regulares de vapores, ni telégrafos, ni ferrocarriles, ni bolsa de

comercio, ni club social, ni otro sitio donde hacer tertulia que las

pulperías de la plaza donde se jugaba al billar, ó la casa del gobernador.

Las mismas diligencias, los mismos fusiles de chispa, los mismos

alimentos. Siempre langostas y sequías, heladas é inundaciones.

Siempre la tierra barata é inculta, el río cerrado y los indios bravos en

los montes cercanos, azuzados una vez que otra por los blancos en su

odio partidista. El país entero siguió viviendo del papel moneda y

comiendo sus propios productos porque con la depreciación del medio

circulante, los artículos europeos adquirían un valor fabuloso. El oro, que

en 1838 llegó al 1.000 %, saltó al 3.200 en 1840, y desde entonces hasta

1850, la cotización osciló en derredor del 2.000: cada cien centavos

valieron cinco, sin que pudiese saberse cada día cuales serian los precios

al siguiente. Llegaron á producirse variaciones de 400 puntos en un mes.

De aquí una reconcentración de la nacionalidad y un odio al extranjero,

que se asemejaba bastante al infiltrado por España durante el coloniaje,

procedente de causas similares: cierre de los ríos y desvalorización de los

frutos del país. A tal punto llegó la semejanza que se vieron decretos

prohibiendo sacar oro y plata, e impidiendo la introducción de libros

contrarios á la religión católica, apostólica, romana. Revivió la edad del

cuero, con su carne barata y su aristocracia de propietarios de ganado.

El pulpero comprador de cueros, fue entonces personaje tan importante

como lo fuera más tarde el abogado, cuando valorizadas las tierras,

transformóse el territorio colonizable en un semillero de pleitos. Renacían

los viejos precios: una vaca, doce reales233; una vara de frente, sobre el río

con un fondo que á veces llegaba á treinta leguas, (frontera de Córdoba)

232 Suprimióse el primero; y en 1848, fue decretada la expulsión de los segundos. 233 Sucesión de Juan Gómez Recio Testamentaría de Tello y Ríos

é Isabel Monzón. –Año 1740 . –Año 1841

1 buey 5 pesos 1 buey 5 pesos

1 yegua 6 reales 1 yegua 6 reales

1 caballo 2 pesos 1 caballo 2 pesos

1 oveja 2 reales 1 oveja 2 reales

1 potro 2 á 12 reales 1 potrillo 2 reales

(Archivo del Rosario)

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 210 --

dos reales. Reapareció la influencia decisiva que la vaca y el caballo

tuvieron sobre la vida humana cuando los primitivos conquistadores

viéronse aislados del resto del mundo. Hasta los mendigos pedían

limosna á caballo. Solo que esta vez, ante los reiterados fracasos de la

agricultura y la inseguridad que la guerra aportaba, el trigo subió

enormemente de precio y fue necesario importarlo del exterior ó permitir

la entradas de harinas norteamericanas, como en tiempos de Rivadavia

(1824). La fanega de trigo llegó á valer 50 pesos papel y el pan volvióse

artículo de lujo234. Las costumbres del pueblo continuaron siendo

groseras y la dejadez fue en aumento: por no tomarse el trabajo de

ordeñar, los gauchos, rodeados de vacas, no bebían leche. Jugaban á la

taba, embriagábanse con caña, no sabían leer ni escribir, y de tarde en

tarde, cuando algún cura acertaba á pasar por los ranchos de la pampa,

las parejas santificaban sus uniones y bautizaban á los muchachos235. En

Santa Fe deslizóse la existencia orejeando naipes, rasgueando guitarras al

claro de la luna en las veredas, comentando chismes de vecindario ó

hechos de armas. El que tuvo dinero procuró ocultarlo, y vivió como los

demás. Algunos faroles de sebo servían de pretexto al alumbrado

público, los servicios de barrido y limpieza quedaban relegados al hueco

vecino ó á los fondos de las casas, y larguísimas siestas desafiaban al

234 «La Gaceta Mercantil», Buenos Aires, Enero 17 de 1850. El interior del país sufría males semejantes.

235 Refiriéndose á viñetas de 1830, Juan Agustín García no vacila en declarar: («El Régimen

Colonial»)–

«El gaucho con su gorro estilo jacobino, su blusa, medio desnudo, da una impresión de

animalidad más intensa que su caballo ó la vaca que degüella.»

Esteban Echeverría ha descrito magistralmente el matadero de Buenos Aires, durante el

período á que este capítulo se refiere:

«La perspectiva del matadero á la distancia, era grotesca y llena de animación. Cuarenta y

nueve reses estaban tendidas sobre sus cueros y cerca de doscientas personas hollaban

aquel suelo de lodo regado con la sangre de sus arterias. En torno de cada res resaltaba un

grupo de figuras humanas de tez y razas distintas. La figura más prominente de cada grupo

era el carnicero con el cuchillo en mano, brazos y pecho desnudos, cabello largo y revuelto,

camisa y chiripá y rostro embadurnado de sangre. Á sus espaldas se rebullían caracoleando

y siguiendo los movimientos una comparsa de muchachos, de negras y mulatas

achuradoras, cuya fealdad trasuntaba las harpías de la fábula; y entremezclados con ellas,

algunos enormes mastines olfateaban, gruñían ó se daban de tarascones por la presa.

Cuarenta y tantas carretas toldadas con negruzco y pelado cuero se escalonaban

irregularmente á lo largo de la plaza y algunos ginetes con poncho calado y el lazo

prendido al tiento, cruzaban por entre ellas al tranco ó reclinados sobre el pescuezo de los

caballos echaban ojo indolente sobre uno de aquellos animados grupos, al paso que más

arriba, en el aire, un enjambre de gaviotas blanquiazules revoloteaban cubriendo con su

resonante graznido todos los ruidos y voces del matadero y proyectando una sombra clara

sobre aquel campo de horrible carnicería.»

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 211 --

adoquinado ausente. El aguatero llevaba á domicilio las turbias aguas del

riacho y el perfume de los azahares, flotando por encima de todo,

envolvía con su poética frescura á las espaciosas e incómodas moradas,

calcinadas por el sol y llenas de polvo al menor soplo de viento.

Evidenciando la eterna alternativa que agita á los hombres, Dn. Pascual

Echagüe, el conquistador de la provincia, dictó durante su

administración una serie de medidas civilizadoras. Adoptó el sistema de

Lancáster para las poquísimas escuelas existentes, habilitó el puerto de

Coronda, suprimió algunos derechos de tránsito, rebajó otros236, fomentó

los astilleros y la marina nacional ordenando se ocupase en ellos con

preferencia á argentinos, creó una biblioteca pública con los libros de los

extinguidos mercedarios, favoreció la explotación de bosques y carbón, y

finalmente vio abrir en Santa Fe un teatrito. Buenos Aires había tendido

ya el primer cerco de alambre en los potreros de sus estancias (1844).

El sistema rentístico de la provincia ofrecía algunas novedades hacia

1847, especialmente en las tarifas de aduana, por ciertas especificaciones

que no tenian antes y eran consecuencias del desarrollo del comercio de

cabotaje, único permitido237. Subsistieron el anclaje, y la alcábala, y los

sellos, y las patentes, y los diezmos, y el impuesto de tránsito sobre las

carretas ($ 3 por cada una) y las haciendas; pero en materia de harinas y

cereales se adoptó una escala móvil, cuyas principales enunciaciones

transcribo:

PRECIOS DE VENTA DEL TRIGO DERECHOS

Entrada Salida

De 4 á 6 $ fanega 6 reales -----

De 6 á 8 $ fanega 4 « 4 reales

De 8 á 12 $ fanega 3 « 6 «

De 12 á 18 $ fanega 2 « 10 «

De 18 $ arriba ------- 16 «

PRECIOS DE VENTA DEL MAÍZ DESGRANADO DERECHOS

236 Decreto de enero 17 de 1850. (R. Ó. de la provincia)

Tarifa anterior Tarifa rebajada

Vacas, mulas y yeguas (por cabeza) $0.20 oro 0.15 oro

Ovejas 2 % 1.5 %

Arrias y carretas (c/u) $2.40 oro $ 1.80 237 El derecho de anclaje favorecía á la marina nacional, aumentándose para los buques

construidos fuera de la provincia. 24 pesos anuales pagaba cada bote de la carrera del

Paraná.

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 212 --

Entrada Salida

2 $ fanega 8 reales 4 reales

De 2 á 4½ 4 « 12 «

De 4½ á 6 2 « 16 «

De 6 $ arriba -------- 24 «

Pero por debajo de estas pequeñas mejoras materiales, vivíase en un

estado de depresión política desconocido en el Rio de la Plata cuando el

gobierno dependía del Rey. El 17 de Octubre de 1851 á Legislatura

Provincial evidenciaba tan penosa situación, apropósito de la sublevación

del general Urquiza, Jefe del quinto «Ejército Libertador» que pisara las

llanuras santafecinas. Decía esa ley, cuyo estilo no exige comentarios:

«La H. Representación de la provincia, reunida plenamente en sesión de hoy,

y CONSIDERANDO: que el pérfido gobierno del Brasil, aliado torpemente con el

loco traidor, salvaje unitario Justo José de Urquiza y del bando salvaje que éste

acaudilla, ha provocado á la Confederación Argentina á una guerra suscitada con

inaudita violación de toda justicia y palmariamente atroz y bárbara, sin causa,

sin declaración y sin miramiento alguno á la independencia, libertad y honor de

un Estado soberano; que en esta agresión horrenda del extranjero ha tenido el

loco traidor Urquiza y demás salvajes unitarios la negra infamia de aliarse

contra su patria á un poder extraño y atentatorio á los derechos de la

Confederación Argentina, dando así un escándalo «monstruoso de la alevosía y

barbarie con que los salvajes traidores unitarios se comportaron siempre contra

nuestras instituciones, contra la paz y el orden público de los pueblos; y

últimamente, considerando: que hoy es llegado el caso en que todo país digno, y

señor de sus derechos, impenda con heroísmo y gloria todo su poder y sus

virtudes, sus propiedades y sus hijos en sostén de la sagrada causa que defienden

los que integran la Confederación Argentina, y que cada uno se apresure á llenar

tan santa y americana obligación, bajo la sabia y poderosa dirección del supremo

Jefe de la Nación, el eminente y esclarecido general D. Juan Manuel de Rozas,

con el cual debemos triunfar ó morir según la más evidente justicia y nuestros

públicos juramentos: en uso de las facultades ordinarias y extraordinarias que

competen á la soberanía del pueblo de Santa Fe y de acuerdo con el sentimiento

uniforme y profundo de sus habitantes, acuerda y sanciona con valor y fuerza de

ley, lo siguiente:

«ART. 1° Se faculta plena y omnímodamente sin limitación ni excepción

ninguna, al Poder Ejecutivo de la provincia para que sin dar más orden ni

autorización ninguna disponga de toda la provincia, de sus hijos, propiedades y

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 213 --

de cuanto sea útil en la defensa de la santa causa federal y ponga desde luego en

ejecución vigorosa todas las providencias que á este fin conduzcan.

«ART. 2° Conforme á los sagrados objetos que la ley se propone, queda

autorizado el mismo P. E. desempeñado por el ilustre brigadier don Pascual

Echagüe, para castigar con la pena de muerte y sin sujeción á proceso ó

tramitación alguna, á todo aquel que directa ó indirectamente se oponga, frustre

ó cruce en manera alguna, ya sea de obra ó consejo, cuanto se mande ú ordene

por dicho P. E., ó cualquiera de sus providencias.

«ART. 3° La presente ley será firmada por todos los señores Representantes y

comunicada al P. E. en el acto siguiente al de su sanción, con copia autorizada

para su publicación en toda la provincia, y para que se dé conocimiento de todo

ello al Jefe supremo del Estado, ilustre y esclarecido señor Brigadier General don

Juan Manuel de Rozas.»

Sala de Sesiones, 17 de Octubre de 1851.

(R. O. de Santa Fe).

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 214 --

X

Cambio de sistema:

nueva organización política, apertura de los ríos,

protección fiscal al Rosario. Guerra del Paraguay.

(1852-1871)

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 215 --

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 216 --

A raíz de la sequía de 1850-51, otro ejército compuesto de tropas

argentinas, emigrados unitarios y algunos regimientos extrangeros

(brasileros y orientales), atravesó la provincia de Santa Fe en tren de

guerra. De nuevo cumplíase la ley histórica: al frente de ese ejército

marchaba un general sublevado238.

La batalla de Caseros (1852), demostró que Rozas era el más débil; y,

previo un principio de saqueo llevado á efecto en Buenos Aires, por las

tropas libertadoras, Dn. Justo José de Urquiza sucedió al «Ilustre

restaurador de las leyes» en la dirección general de los negocios de la

Confederación Argentina.

Resultado de este cambio fue la apertura de los ríos, que absurdamente

persistió en cerrar el gobierno anterior; pero como esa restricción no

procedía del error sino del interés de los importadores de Buenos Aires

que lucraban con el monopolio (manteniendo un partido político local

que disfrutaba de las entradas del puerto único), bien pronto la ciudad en

masa se levantó contra el jefe triunfante, cuyos proyectos resultaban

peligrosos para la estabilidad económica de las familias porteñas. Este

levantamiento (revolución de Setiembre 11/1852) –que respetaron los

vencedores– si importaba la segregación de una provincia, no podía ya

cerrar los ríos, cuya libre navegación estaba garantida por un ejército

considerable, y por tratados hechos con una potencia extrangera (Brasil).

Resultado de la caída de Rozas fue también el convenio hecho por los

gobernadores de las provincias en San Nicolás, (Marzo de 1852) que

importó en el fondo una confederación de partidos locales bastante más

amplia que la anterior. El propio Urquiza intervino como jefe del P. E. de

Entre Rios y mandatario de Catamarca. Once provincias estuvieron

representadas así por cinco generales e igual número de gobernadores

civiles239, algunos de los cuales, apesar de haber sido electos y reelectos

238 El aspecto legal de la sublevación, fue correcto Entre Rios y Corrientes manifestaron que

aceptaban la renuncia hecha por Rozas (pro fórmula) y que reasumían el derecho de

entenderse directamente con las potencias extranjeras. Su independencia estaba reconocida

por el tratado de Enero 4/1831.

239 El doctor Rodolfo Rivarola, en sus interesantísimos estudios sobre política argentina ha

hecho notar que de los 5 generales firmantes, Urquiza estaba gobernando á Entre Ríos

desde 1841; Virasoro á Corrientes, desde 1847; Gutiérrez á Tucumán, desde 1841; Benavídez

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 217 --

bajo la administración de Rozas, esto es, bajo la tiranía, continuaron

tranquilamente sus funciones bajo la libertad.

Del mismo modo siguieron en sus puestos los veteranos, que después

de servir á las órdenes de San Martín, sirvieron á las de Oribe. Nadie

molestó á quienes –como la Legislatura de Santa Fe – abjuraron en

Febrero, de los errores cometidos en Octubre240: amplia amnistía mitigó

á San Juan, desde 1836 con la interrupción de unos meses en 1841; Lucero á San; Luis, desde

1841. 240 ¡VIVA LA CONFEDERACIÓN ARGENTINA!

Sala de Sesiones de Santa Fe, Febrero 28 de 1852. La Honorable Junta de Representantes de la

Provincia

CONSIDERANDO:

1°. Que el pronunciamiento de 1° de Mayo de 1851, celebrado en el cuartel general de San José,

provincia de Entre ríos, por el Exmo. señor Gobernador y Capitán General de la misma

provincia, Brigadier D. Justo José de Urquiza, es un acto público de tendencias

eminentemente nacionales y de verdadero patriotismo federal, en el que cargó sobre su

responsabilidad personal y sobre su patria natal las consecuencias que pudieran acarrearle;

2°. Que los esfuerzos y fatigas que para llevarlo á cabo ha emprendido con admirable

constancia y desinterés el ilustre campeón, autor y ejecutor de aquel pensamiento, lo

recomiendan altamente á la gratitud y estimación de sus compatriotas;

3°. Que en la inmortal batalla del 3 del presente en Caseros, venciendo completamente el

ejército aliado al déspota sangriento don Juan Manuel Rosas, se conquistaron los preciosos

y sagrados derechos de soberanía y libertad de los pueblos de la Confederación Argentina,

que impía y bárbamente había usurpado aquel hijo desnaturalizado de la Patria;

4°. Que la provincia de Santa Fe, por su localidad geográfica, es la más favorecida en el nuevo

orden de cosas que debe establecerse, de conformidad á los derechos soberanos de cada

pueblo, para el desenvolvimiento de sus medios de progreso y prosperidad;

5º. Que la adquisición de tan grandes bienes para la Patria y para esta provincia es debida al

heroísmo, constancia, patriotismo y valor del invicto General D. Justo José de Urquiza: –en

uso de las facultades que inviste ha sancionado, en sesión, de hoy, el siguiente–

DECRETO

Art. 1°. La Provincia de Santa Fe declara al Excmo. Señor Gobernador y Capitán General de la

de Entre Ríos, General en jefe del Ejército aliado de operaciones de vanguardia, Don Justo

José de Urquiza, libertador de los pueblos de la Confederación Argentina y benemérito en

grado heroico.

Art. 2° La provincia de Santa Fe acuerda un voto de reconocimiento y gratitud al libertador

benemérito General Don Justo José de Urquiza y en su persona á los poderes de la grande

Alianza Americana, Jefes, Oficiales y tropas del Ejército aliado de operaciones de

vanguardia.

Art. 3°. El Poder Ejecutivo de la Provincia nombrará una comisión, para que apersonándose

ante el libertador de la Confederación, ponga en sus manos la presente sanción y lo felicite á

nombre del pueblo santafecino, de sus representantes, y del gobierno, por la espléndida

victoria del 3 del presente.

Art. 4°. El presente decreto será firmado por todos los Señores Representantes de la Honorable

Junta.

Art. 5°. Comuníquese al P. E. y publíquese con la solemnidad que corresponde.

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 218 --

los viejos rencores. Todos esos jefes, pues, declararon que las provincias

de su mando gozaban de plena libertad y tranquilidad, y que había

llegado el momento de unirlas para formar una nación bajo la base del

tratado de 1831 en que tanta parte cupo á Santa Fe. Nombraron á Urquiza

Director Provisorio, y poniendo bajo sus órdenes al ejército victorioso de

que ya era jefe, se comprometieron á reunir una vez más al Congreso que

desde 1810 estaba por constituir al país. Previo asentimiento de las tres

provincias no representadas en el Acuerdo de San Nicolás, y ratificación de

las legislaturas locales, reunióse en efecto el Congreso, y dictó la

CONSTITUCIÓN de 1853, que, rechazada por Buenos Aires, sirvió al

principio para las trece provincias restantes, ó sea para la «Confederación

Argentina». Subsistía el nombre usado bajo la administración Rozas.

Tal Constitución no alteró gran cosa las atribuciones del Poder

Ejecutivo ni pudo ejercer sobre los hábitos políticos una influencia

inmediata: probablemente por eso ha durado más de medio siglo sin

sufrir modificaciones de importancia241. Ni estableció claramente el

sufragio universal, ni reprodujo las disposiciones de las viejas leyes

españolas que prohibían nombrar parientes para los cargos públicos.

Dejó librado á las provincias el régimen municipal, y en sus lineamientos

generales creó un organismo nacional que se parecía al que más tarde

surgió en Europa (1871), bajo el nombre de «Imperio Alemán», ó mejor

dicho, «Confederación Germánica»242. Pero significaba una

241 Tres son las reformas que se le han hecho desde 1853 hasta 1908. Por la de 1860

(incorporación de Buenos Aires), se prohibió la creación de «puertos precisos» y «derechos

diferenciales», perjudicando al Rosario que gozaba del último privilegio, como Santa Fe

gozara del primero en el siglo XVIII; concediéronse á la Nación los derechos de aduana, tan

solo hasta 1866; exigióse residencia en la provincia á quienes la representaran ante el

Congreso; quitóse á éste la facultad de revisar constituciones provinciales, enjuiciar

gobernadores y legislar sobre libertad de imprenta; substituyóse por otra á la primitiva

Suprema Corte de 9 jueces y 2 fiscales, quitándole el derecho de actuar en los conflictos

internos de cada provincia. Al Ejecutivo se le impidió declarar por sí el estado de sitio

estando reunido el Congreso. Y, previas otras modificaciones de redacción, substituyóse por

el hombre oficial de «Nación Argentina» al anterior de «Confederación Argentina.»

La segunda reforma (1866), concedió definitivamente á 1a nación los derechos de aduana. Y

por la tercera (1898), se crearon ocho ministerios en lugar de los cinco existentes (Guerra,

Marina, Hacienda, Relaciones Exteriores, Interior, Agricultura, Obras Públicas, Justicia é

Instrucción Pública). Disminuyóse al mismo tiempo el número de miembros del Congreso,

que el aumento de población habría hecho excesivo, y se mantuvo la prohibición de crear

puertos favorecidos.

242 No pretendo establecer semejanzas entre la vida política, de los súbditos alemanes y la de

los ciudadanos argentinos. Deseo tan solo evidenciar que el sistema que nos rige, dista

mucho de ser, teóricamente, un modelo de democracia. Es un error creer que nuestra forma

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 219 --

importantísima mejora bajo el punto de vista económico, con la apertura

de los ríos y la abolición de aduanas Ínter-provinciales y derechos de

tránsito, al mismo tiempo que llamaba á los extrangeros con las hermosas

declaraciones del Prólogo, evocadoras de propósitos amplios y generosos:

asegurar los beneficios de la libertad para todos los hombres del mundo

que quisieran habitar el territorio argentino.

Lejos de reducir los poderes nacionales al ejecutivo –como bajo el

gobierno de Rozas – la Constitución creó los otros dos poderes

proyectados bajo Rivadavia (legislativo y judicial), reconociendo en toda

su amplitud los derechos de las provincias.

Como era de esperarse, el deslinde de atribuciones resultó un tanto

confuso. Al Ejecutivo se le prohibía ejercer funciones judiciales; pero al

mismo tiempo se le acordaba el derecho de indulto (anulación de los fallos

de los jueces, en materia criminal), tenía bajo sus órdenes á los tribunales

militares, y en casos extraordinarios podía suspender las garantías

individuales puestas al amparo de la justicia. En materia legislativa,

dábasele el derecho de proponer leyes, vetar las dictadas por el Congreso,

y presidir el Senado (atribución especial del Vice-Presidente de la

Confederación). Por último, la pureza del sufragio –origen del Poder

Legislativo– solo estaba garantida por las tropas y los empleados del P. E.

Así y todo, fueron incorporadas al sistema varias limitaciones

importantes:

a)Ejecutivo sin inmunidades, con mandato á plazo fijo, no reelegible

inmediatamente;

b)Legislativo inviolable, no permanente, con mandato á plazo fijo,

reelegible;

c)Judicial inviolable, de duración ilimitada.

Otros dos principios humanitarios figuraban al lado de tales bases:

abolición de la pena de muerte por causas políticas, y supresión de las

ejecuciones á lanza y cuchillo. Después, seguía la enumeración de

libertades, derechos y garantías, que desde las primeras constituciones

venían siendo escritas y violadas243.

de gobierno se deba á una copia de las instituciones americanas: los constituyentes de 1853

no conocían á la república del Norte, ni hablaban inglés, ni adoptaron el sistema federal por

vía de ensayo. Queda explicado cómo se luchó antes de arribar á esa conclusión, impuesta

por las circunstancias.

243 A los cincuenta y cinco años de abolido teóricamente el tormento, ha sido necesario que el

gobierno de Santa Fe prohibiera el uso de la barra en las comisarías de campaña. Cuando en

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 220 --

Por la nueva fórmula, el gobierno nacional tomaba á su cargo la gestión

de aquellos poderes que correspondían á los virreyes antes de 1810, con

más, la representación exterior; y las provincias conservaban algunos

impuestos, gobierno propio y una administración de justicia local

coexistente con la justicia nacional, –dualidad inútil que aún persiste.

Para el caso de conflictos pacíficos entre diversas provincias ó entre las

provincias y la Nación, serviría de juez la Suprema Corte Federal; para el

caso de conflictos violentos –revolución local ó agresión extrangera,

inclusive – el Ejecutivo nacional, sólo ó unido al Legislativo. Y como el

poder encargado de intervenir, era al mismo tiempo quién resolvía acerca

de la necesidad de intervención, tal recurso concluyó por poner á los

gobiernos provinciales bajo la tutela del presidente de la

Confederación244.

Á semejanza de las viejas residencias, manteníase el juicio político de los

gobernadores ante el gobierno nacional. El Poder Legislativo debía

componerse de 54 diputados (de los cuales solo 2 tocaban á Santa Fe) y 30

senadores (2 por cada provincia y 2 por la Capital); pero como Buenos

Aires rechazó la Constitución, redújose el número á 42 diputados y 26

senadores245.

Las provincias obtuvieron ventajas. Desde luego, se les reconocía el

carácter de partes contratantes en el pacto que daba origen á la nación, y de

aquí, el que conservasen todos los derechos que no cedían á la nueva

entidad. Siguieron pues en posesión de los ríos, las costas y los puertos, y

dispusieron de amplísima autonomía económica: no solo para manejar

sus rentas y votar sus impuestos, sino aún para contraer empréstitos en el

extranjero. Teóricamente, tales empréstitos no obligaban á la nación, pero

de hecho, la comprometían246. Además, esta se obligaba á pasar subsidios

á aquellas provincias que por escasez de recursos no pudiesen costear sus

propios empleados. Dichas ventajas fueron ampliadas con la

1860 se discutía en Buenos Aires la constitución federal, tuvo lugar un animado debate

apropósito de la pena de azotes: algunos convencionales eran partidarios de ella, y daban

como razón, que suprimiéndola sería necesario fusilar soldados cada paso. El ejército se

componía de gente cruda. 244 Sesenta y cuatro intervenciones han tenido lugar desde 1853 hasta 1903, correspondiendo

cinco á la provincia de Santa Fe (1857, 1859, 1861, 1867, 1893). Casi todas dieron por

resultado el cese de las autoridades anteriores. 245 Elegíanse no solo titulares (como hoy), sino también suplentes.

246 La práctica posterior ha demostrado que como regla casi invariable, la nación, para salvar su

propio crédito, ha tenido que hacerse cargo de lo que adeudaban las provincias á los

banqueros europeos.

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 221 --

interpretación que en los primeros momentos dio el gobierno nacional á

sus nuevas atribuciones. Casi todos los generales provinciales fueron

incorporados al escalafón del ejército nacional, y en 1856247, el Ministro de

la Guerra de la Confederación, oficiaba á los gobernadores, haciéndoles

saber que ellos eran los jefes directos e inmediatos de cualquier tropa

nacional existente en sus respectivas provincias.

Para Santa Fe importó un progreso el hecho de que la Capital Federal

se estableciera en Paraná, sobre la ribera opuesta del río. Lo cual no fue

obstáculo para que empleara tres años en dictar su Constitución (tercera

de las promulgadas)248, que pareciéndose bastante á la actual difería de

ella esencialmente:

a) en que el P. E. nombraba á los jueces sin requerir acuerdo de la

Legislatura, ni darle aviso siquiera (como lo exigió la de 1841),

b) en que el mismo P. E. era elegido por la Legislatura y no por un

colegio electoral;

c) en la ausencia de Vice-Gobernador y de la facultad acordada al

Gobernador para nombrar delegados;

d) en restricciones al veto, que hoy es amplísimo.

Esta Constitución de 1856249 creó en la provincia el régimen municipal,

borró la prohibición de votar, impuesta á los analfabetos en 1841, e hizo

accesible el P. E. á todos los ciudadanos, federales ó no, con tal que

fueran católicos. Y –vale la pena recordarlo – fue violada por los propios

convencionales que la dictaron. Establecido que no sería reformable antes

de seis años, resultó que en ella se había omitido el derecho de gracia: para,

salvar la omisión, después de promulgada y jurada, se dictó una ley

especial que se bautizó con el nombre de «fundamental» (sesión de

Setiembre 1°. de 1856).

Las prácticas administrativas siguieron sufriendo la influencia del

pasado y de la pobreza ambiente: catorce reales había encontrado en caja

el gobernador Crespo250. Sobre un presupuesto de 181.376 pesos (año

1856) dedicábase á Instrucción Pública poco más del 5 %, y á Justicia

menos del 7 %. Casi como á las bandas de música.

247 Mayo 16. Reg. Of. de la Nación. 248El cuatro de Mayo de 1856. Aprobada por el Congreso de la Confederación tres meses

después, con algunas modificaciones.

249 Reformada en 1863 y 1872 y 1883 y 1890 y 1900 y 1907. 250 Iriondo, loc. cit.

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 222 --

Siguieron las mismas angustias del tesoro, el mismo déficit, la misma

preponderancia del ejecutivo sobre los otros dos poderes que debían

servirle de contrapeso. Y así, cuando en Marzo de 1855 la H. Asamblea

Constituyente resolvió tomar en serio la rendición de cuentas presentada

por el gobernador saliente, surgió un conflicto que demostró bien á las

claras hasta qué punto esa rendición se había ofrecido pro-forma251 . En

1854, el presidente de la Legislatura era administrador de la aduana

nacional, y dos años después, un diputado era jefe de Policía, otro

Colector de Hacienda, otro Juez de 1a. Instancia y otro Comisario de

Guerra. Todos dependientes del P. E.

Los gobernadores aumentaban ese entrecruzamiento de poderes,

delegando el cargo en personas tan ajenas al Ejecutivo como los

miembros de la Cámara de Justicia, por ejemplo, ó los diputados al

Congreso Nacional.

251 Período terminado en 1º de Enero de 1855. No es mi ánimo insinuar que fuera atacable esa

rendición de cuentas: precisamente constituye para la provincia un timbre de honor, el

hecho innegable de que casi todos sus gobernadores, hayan sido honestos, no obstante las

amplísimas facultades de que gozaban. Deseo solo evidenciar los tropiezos que sufrió desde

sus comienzos, la fórmula del equilibrio de los poderes. He aquí el caso.

El 8 de Marzo de 1855 intimó la Asamblea á la persona que había desempeñado el gobierno

durante el último período, rindiera cuentas dentro de seis días en vista de que el término

legal para hacerlo había vencido: sesenta y seis días antes había oficiado aquel, diciendo

estar pronto á efectuar la rendición. Vencidos también los seis días, establecióse

solemnemente (sesión de Abril 10/55), que el ex-gobernador había faltado á su deber. Se le

apercibió, dándole un último plazo de cuatro meses, vencidos los cuales, sería ejecutado

ante los tribunales ordinarios.

A esta altura el gobernador Cullen salió en apoyo de su antecesor, pidiendo reconsideración:

las cuentas no estaban ni preparadas siquiera, y para organizarías hacía falta aumentar el

personal de Contaduría. La Asamblea desconoció al Ejecutivo el derecho de pedir tal

reconsideración, devolvió sin más trámite el Mensaje respectivo (sesión del 18 de Abril), y el

debate producido con tal motivo, exhibió algunos detalles del mecanismo interno,

verdaderamente lamentables: establecióse en él, que uno de los Diputados, siendo asesor

del Juez de 1ª. Instancia, había enviado expedientes al Gobernador para que los fallara; y

también, que el pueblo continuaba en la inacción en que había estado siempre para nombrar

sus representantes (hecho reconocido nuevamente el 4 de Setiembre de 1856, al poner en

posesión al gobernador López el Presidente de la Asamblea).

Derrotado el Ejecutivo, insistió amenazando. La Asamblea, heroicamente, devolvió la nota, y se

declaró en receso hasta tanto se resolviera el conflicto, que, por desgracia, se resolvió en

forma desagradable para los representantes del pueblo. En 7 de Mayo, pidió licencia el

presidente. El 8, un. diputado. El. 21, otro. Siguieron renuncias y alejamientos y por fin, el

13 de Junio la Asamblea reconsidera el decreto de Abril 10 y presentó excusas al P.

Ejecutivo.

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 223 --

Desde 1856 á 1862 pudo notarse un recrudecimiento en materia de

desorden político. El antiguo «Ilustre protector de las leyes», que había

fracasado en su tentativa de conquistar el gobierno en 1852, ensayó una

nueva revolución en 1856, y esta vez consiguió que el ejecutivo nacional

le nombrara Interventor de la provincia que él mismo había

convulsionado. Fué asi electo gobernador bajo su propio interinato; y en

ese carácter, el Excmo Sr. Brigadier General Dn Juan Pablo López

comprobó la firmeza de su pulso al poner el cúmplase (Noviembre 1°. de

1857) á una sanción legislativa, que derogaba tardíamente á aquella ley

de Agosto 28 de 1852, traspapelada quien sabe cómo, por la que fue

confinado para siempre de la provincia el anarquista Dn Juan Pablo López<252.

Al año siguiente fueron aprobadas las cuentas de 1842, 45 y 52,

reconociéndose un saldo á favor del Gobernador por $ 19.094; ordenóse

erigir una estatua á Dn Estanislao (el difunto hermano de Dn Juan Pablo)

y ubicáronse veinte leguas cuadradas de los mejores campos fiscales,

regalo del gobierno de la provincia al Presidente de la Confederación,

general Urquiza. En Noviembre de 1859, el sucesor de López promulgó

una ley mandando erigir otra estatua en el Rosario al mismo Urquiza,

once años antes de que falleciera. En verdad, desde 1818 á 1858, durante

ocho lustros de vida autónoma, el Poder Ejecutivo había exhibido una

monotonía de apellidos poco alentadora:

1818-1838.– Estanislao López, entrado al gobierno á raíz de una

revolución y reelecto nueve veces, hasta morir en el cargo. Le sucede su

ministro,

1838.– Domingo Cullen, quien á los tres meses renuncia y es fusilado.

Previo un cortísimo interinato de José Elías Galisteo (ministro de Cúllen),

entra

1838-42.– Juan Pablo López. Le derriba, al frente de un ejército,

1842-45.– Pascual Echagüe. Violentamente vuelve á apoderarse del

mando, 1845.– Juan Pablo López; y vuelve á ser desalojado por

1845.– Pascual Echagüe. Producida la revolución contra Rozas, es

derrocado Echagüe y entra al gobierno un nuevo elemento,

1851-54.– Domingo Crespo, á quien sucede, (previa una revolución de

Juan Pablo López),

1855-56.– José Ma. Cúllen; y previa otra revolución, vuelve

1856-9.– Juan Pablo López.

252 R. Of. de la Prov. II, 399.

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 224 --

Sería un error deducir de ahí que todo fue malo y que el gobierno

estuvo lejos de cumplir su misión. No hubo paz, entre otras razones

porque la campaña contra Rozas había llenado á Santa Fe de elementos

militares que carecían de ocupación actual, y que encontraban temibles

competidores para los puestos públicos en los entrerrianos que desde el

Paraná recomendaba el presidente Urquiza. De aquí la facilidad para

reunir hombres de armas en las revoluciones de 1852, 1856 (dos en un

año), 1857 y 1859253. Se vivía en perpetua defensa contra los indios y los

enemigos políticos. En 1857, un 40 por 100 del presupuesto de la

Confederación se dedicaba á gastos de carácter militar, y en 1864

figuraban veinticinco generales y sesenta coroneles (con goce de sueldo)

en el escalafón nacional. Dos años antes de Pavón, la batalla de Cepeda

ensangrentó los campos santafecinos; cuatro años después, la terrible

guerra del Paraguay exigía un nuevo tributo de sangre (período 1865-1870)

que no fue obstáculo á que estallaran en Santa Fe revoluciones locales.

Á despecho de todo ello, la administración mejoró visiblemente

siguiendo el vigoroso impulso recibido bajo el gobierno de Crespo. Poco

á poco fue posible obtener abogados para los tribunales de justicia;

concedióse á los municipios el derecho de proponer ternas para los

juzgados de paz (1860), y á los comerciantes el de elegir á los miembros

del Tribunal de Comercio (que se componía de un prior, dos cónsules y

un síndico). Al mismo tiempo se dio organización al régimen

municipal254, á los registros parroquiales, á la inscripción de títulos de

propiedad, á la enagenación de tierras públicas; se impulsó la

colonización; mejoraron las comunicaciones; y poco después de instalarse

253Peor aún había sido la situación de Buenos Aires. Á fines de 1852, un coronel se sublevó sin

otro propósito conocido que el de guerrear por cuenta propia: puso sitio á la ciudad y

comenzó á matar vacas ajenas y vender los cueros Buenos Aires mantuvo la guerra

fabricando papel moneda. Depreciado éste á consecuencia del abuso, y mermadas las vacas,

tendió á normalizarse la situación con el consiguiente desbande del ejército sitiador. Los

jefes y oficiales sublevados refugiáronse en Santa Fe, dispuestos á regresar en la primera

oportunidad. Volvieron en efecto; y como su presencia molestaba á ambos vecinos, se les

desterró á la República Oriental. Como de allí volvieran una vez más, fue preciso fusilar sin

forma de juicio á los cabecillas.

254 Organización que no significaba precisamente «autonomía» de los municipios. El 12 de

Febrero de 1860 quedó instalada en el Rosario la primera Municipalidad, bajo la presidencia

del jefe político (gobierno de Fraga), incluyéndose entre sus atribuciones velar por las

cárceles, las escuelas y el Registro de propiedades. Concediósele un 50 % de la contribución

directa.

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 225 --

en Buenos Aires la primera usina de gas (1855)255, un vaporcito

reemplazó á los viejos botes de la carrera entre Santa Fe y el Paraná.

Entre los hechos nuevos que caracterizan al período 1852-1871, reviste

singular importancia para la vida de la República Argentina el

surgimiento del Rosario como puerto de ultramar. Hasta entonces

Buenos Aires había explotado exclusivamente el derecho de comerciar

con Europa. Cuando al negarse á aceptar la constitución formó estado

aparte (1853-60), las trece provincias confederadas tuvieron que habilitar

varios puertos, cuya situación era relativamente desfavorable por

hallarse sobre los afluentes del Plata y no sobre este mismo. Obvióse la

dificultad creando tarifas diferenciales que favorecían al mayor de ellos

(Rosario) permitiendo entrar por allí más barata la mercadería llegada

directamente del extranjero, que la llegada vía Buenos Aires. El ensayo

hecho por Rozas para arruinar á Montevideo, formaba precedente.

Comenzaron así á llegar brazos, capitales y mercaderías extranjeras, y la

pequeña aldea de 1851 transformóse en puerto oficial del territorio256.

Con esto y con celebrar la Confederación varios tratados de comercio con

potencias extranjeras, Buenos Aires recibió dos golpes certeros. Su

política de alejamiento tenía por base un argumento económico: la

principal fuente de recursos era la aduana; conservarla sin costear los

gastos de las 13 provincias restantes, resultaba más lucrativo que cargar

también con los gastos. Pero si disminuían las entradas, si Buenos Aires

dejaba de ser el puerto de la Confederación, fallaba el argumento y era

inútil mantener en pié los trastornos resultantes de estar dividida la

actual república en dos estados, con aduanas terrestres sobre el Arroyo

del Medio y con fronteras infestadas por cuatreros y criminales de todo

género á quienes favorecía la falta de población, de alambrados y de

autoridades. Además, Buenos Aires no tenía ejército bastante para

defenderse contra los indios, que llegaron hasta derrotarle tropas

provistas de artillería: ni siquiera podía impedir el desborde de sus

255 Para comprender lo que significó este solo detalle, basta recordar que en el presupuesto de

gastos para el Congreso General de 1825, aparecen representados los correspondientes á

iluminación:

Para alumbrado de esperma en la sala, y de sebo en las galerías

y piezas interiores. $ 600.–

El alumbrado á petróleo recién se usó en las calles de Buenos Aires el año 1865.

256 Por la ley de 1856, las mercaderías que viniesen de Buenos Aires ó por buques que tocasen

en Buenos Aires, pagarían el duplo del derecho ordinario; y un 30% de recargo si estuviesen

aforadas ad valorem.

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 226 --

partidos internos, (chupandinos y pandilleros, según los motes que

respectivamente se propinaban).

Por su parte, la Confederación carecía de capitales. Creó un Banco y

fabricó papel moneda con la promesa de rescatarlo cuando el país

prosperase; pero como las gentes dudaban de esa prosperidad futura, fue

necesario imponer un curso forzoso tan violento (Julio 22-1854) que se

llegó hasta prohibir el ejercicio de la industria y el comercio á quienes se

negasen á recibir billetes por su valor escrito. Podía descontarse el fracaso

de semejante medida. Dos meses después, la emisión de seis millones

proyectada, reducíase á 600.000 pesos, que el propio gobierno de la

Confederación se negó á recibir (Setiembre 26-1854). De ese modo

murieron las sucursales del Banco en Santa Fe y Rosario.

No hacía falta, en verdad, crear complicaciones monetarias al comercio.

El oro de la Rioja (provincia minera) tomábase en Buenos Aires con

quebranto del 3 por 100, y por todo el país circulaban medios pesos

bolivianos que contenían un tercio de cobre. El medio real riojano valía

en unos casos 0,30 francos y en otros 0.33, en tanto que el de Córdoba

equivalía solo á 0.28. Dificultábase el el problema con la extracción de

plata, producto de la prima obtenida por ese metal á raíz de la enorme

producción aurífera de Australia y California.

De tal modo, solo circulaban oro y papel moneda257; y el primero

llegaba casi totalmente amonedado del exterior con tipos diversos

correspondientes á las nacionalidades respectivas. Los cambios eran un

maremagnum que enriquecía á los cambistas: pesos columnarios

anteriores á 1772, pesos posteriores, reales cortados cordobeses y

bolivianos –groseramente adulterados estos últimos, hasta el punto de

que en el Rosario la onza equivaliera á 19 pesos de Bolivia. Como faltaba

moneda menuda, cortábanse las de 4 reales bolivianos.

Había tipos diversos de leguas y de varas258; y como rara vez se

expresaba cual era el usado, surgían á cada paso conflictos de títulos.

Otro tanto sucedía con las pesas y medidas: cada fanega del Paraná

equivalía á 1.63 fanegas de Buenos Aires, y 1.20 de Salta. El almud de

257 Desde 1850 á 1859, el papel moneda de Buenos Aires osciló muchísimo: el promedio fue más

ó menos de dos mil por ciento. 258 Vara castellana 0.848 metros

Id. usada en Santa Fe 0,836 »

Id. de la provincia de Buenos Aires 0,866 »

Id. rosarina 0,862 »

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 227 --

Santa Fe era un tercio mayor que los restantes en uso. Las cuarterolas

pipas y barriles para líquidos, ofrecían también desemejanzas.

Habíase conservado el viejo sistema de subdividir la propiedad

inmueble en lonjas con salida al río Paraná ó á alguna aguada, á fin de

que todo propietario pudiese dar de beber á sus haciendas: y de aquí

resultó que en virtud de subdivisiones sucesivas llegaron á existir predios

absurdos de pocas varas de frente por leguas de fondo, que era difícil de

ubicar bien por falta de agrimensores. En el Rosario, donde la propiedad

comenzaba á valorizarse, sucedió que los primitivos dueños se habían

ubicado midiendo á rumbos verdaderos, en tanto que los posteriores lo

hicieron á rumbos magnéticos: entrecruzáronse todos con tal suma de

conflictos, que en 1855 el Jefe Político se vio obligado á convocar á los

propietarios é invitarles á rehacer sus títulos con arreglo á una línea

arbitraria, previo resarcimiento de los perjuicios que resultaren. Tal fue el

«Convenio de las lonjas» (Noviembre 17 de 1855).

La guerra de Crimea, cerrando los mercados rusos por algún tiempo,

mejoró el comercio rioplatense; pero como la situación no podía

prolongarse, en 1860 Buenos Aires ingresó á la Confederación y desde

entonces los rumbos políticos de la República Argentina quedaron

definitivamente trazados, bien que dos años después, algunas provincias,

y Santa Fe entre ellas, reasumieran de nuevo su soberanía, declarando

caducas á las autoridades nacionales, á fin de que pudiera precederse á

nuevas elecciones bajo la garantía del ejército de Buenos Aires, vencedor

en Pavón259. Empero, quedó sin resolver la cuestión de donde había de

259 La H. Asamblea Legislativa de la Provincia, sanciona con fuerza de

LEY

ART. 1º. Declárase que las autoridades de la nación han caducado de hecho y de derecho.

Art. 2º. La Provincia de Santa Fe reasume su soberanía en la parte que estaba delegada á los

Poderes Nacionales, quedando desde luego retirados los Diputados y Senadores que la

representaban en el Congreso reunido en el Paraná.

Art. 3º. Se autoriza al Brigadier General D. Bartolomé Mitre, Gobernador de la provincia de

Buenos Aires, para convocar y hacer efectiva la reunión de un nuevo Congreso con arreglo

á la Constitución reformada, en el tiempo y lugar que él designe.

Art. 4º. Mientras se reúne el Congreso Federal, se confieren al expresado Brigadier General D.

Bartolomé Mitre, en la parte que corresponde á la provincia de Santa Fe, las facultades que

la Constitución acuerda al P. E. Nacional, siendo responsable del uso que haga de ellas ante

aquel.

Art. 5º. La Asamblea dirigirá á las demás provincias un manifiesto expresando los motivos que

ha tenido para sancionar la presente ley.

Art. 6º. Comuníquese, etc.

Santa Fe, Febrero 25 de 1862.

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 228 --

ubicarse á la capital de la República: cuando Buenos Aires se separó, lo

había sido el Paraná; luego, fue federalizada toda la provincia de Entre

Ríos; al ser electo Derqui presidente (1852), se la desfederalizó

subsistiendo como capital el Paraná; en 1862, se la estableció

provisoriamente en Buenos Aires.

Con toda claridad marcan las estadísticas la influencia ejercida sobre la

población santafecina por las tarifas diferenciales, la proximidad de la

capital (Paraná) y la guerra exterior. En 1851 tenía el Rosario tres mil

habitantes; en 1857, quince mil. Elegido como punto de embarque para

las tropas y suministros que se remitían á la guerra del Paraguay, llegó á

contar la provincia cerca de 90 mil habitantes260 distribuidos sobre las dos

mil leguas á que los indios redujeron el primitivo territorio. Una nueva

preferencia había hecho del Rosario el punto de arranque del ferrocarril á

Córdoba –inaugurado por el Presidente Mitre en persona – primera y

grandiosa tentativa de guerra al desierto261, apoyada en concesiones

colosales á la empresa que se animó á contratarla. Por entonces, las

Mensajerías Nacionales (cuya administración general instalóse desde 1856,

también en el Rosario) trasportaban pasajeros en jornadas máximas de 25

leguas, á razón de un franco ($0.20) oro por legua262: el doble de lo que

hoy cuesta en trenes rápidos.

Cúmplase, comuníquese á quienes corresponda, publíquese y dése al R. O. –Cullen. –Joaquín

Granel. 260 Censo Nacional.

261 En 1857 se inauguró en Buenos Aires el minúsculo Ferrocarril del Oeste, que apenas pasaba

de los suburbios. 262 Itinerario de las postas:

B. Aires al Rosario. Leguas Rosario á Córdoba. Leguas

San Martín 4 Posta de Saladas 4

Posta de Morales 4 Carcarañá 6

Arroyo de Pinazo 4 Totoras 4

Cerrillos 5 Cañada Pareja 4

Exaltación de la Cruz 5 Tortugas 6

Puntas de Pesquería 4 Espinillos 4

San Antonio de Areco 7 Leones 4

Cañada Honda 4 Cheras 4

Puntas de la id 2 Caseros 4

Pasatiempo 9 Palmas 4

Puntas del Arroyo del Tala 7 Águila 5

Arroyo de las Hermanas 8 Cuchicorral 5

San Nicolás 4 Pino 2

Posta de las Piedras 2½ Arroyito 4

Aguirre 5 Bella Vista 3

Page 229: Álvarez Ensayo Historia Santa Fe

ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 229 --

La presidencia Mitre, secundada más tarde por la de Sarmiento, trabajó

activamente. En Santa Fe, bajo el progresista gobierno de Oroño –el

Rivadavia chico – (que había sucedido á P. Cullen) llegóse hasta implantar

el Registro Civil, medida que fue aprovechada por los enemigos políticos

y produjo, con la revolución de 1867263, una intervención nacional. Dos

años más tarde inauguróse el telégrafo entre Buenos Aires y el Rosario;

mejoró la instrucción pública; destináronse diez becas para Santa Fe en el

Colegio del Uruguay; surgieron diarios é imprentas; y los buques de

vapor que llegaban del extranjero, contribuyeron sin sospecharlo á la

popularidad de los gobernantes, á quienes se imputó el progreso como en

otro tiempo se les imputara la miseria. No eran muchos por lo demás,

esos buques; apenas dos por mes, en el Rosario, el año 1864. Pero les

favorecía una política aduanera liberal264 tendiente á obtener mercaderías

en abundancia. Faltaba capital: el interés llegó al 24 y al 30 % en las

ciudades, y cotizábase á real por peso (10 cts s/cada 80, al mes) en la

campaña.

Mientras el Rosario vivía de su puerto, de las tarifas, del ferrocarril

Central Argentino en construcción, y de la guerra con el Paraguay, Santa

Fe permanecía casi abandonada, absorta en el insoluble problema de

comunicarse con las provincias del Norte por Río Salado. Afligíanla como

siempre las epidemias, que en 1858 se complicaron con una espantosa

creciente del río. La industria del carbón de leña daba ocupación á 800

operarios escasos: el resto de la exportación redujóse á cueros, naranjas y

algún otro producto agrícola.

Como no mejoraban las tierras, ni cesaban las langostas, las sequías y

las heladas, persistió la pobreza. Siguió siendo un problema en todo el

Frías 3 Impira 5

Rosario 2½ Río 2º 5

80 Bosque 5

Córdoba 6

84

G. de la Esquina al Rosario San José 4

Posta de Arequito 4 Acacia 3

Desmochados 5 Rosario 2½

Retiro 5 23 ½

263 Durante esa revolución vióse á grupos armados recorrer las calles gritando: ¡Viva Dios!

¡Abajo los masones! 264 Hasta 1876, fecha en que la presidencia Avellaneda creó tarifas de proteccionismo.

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 230 --

país adquirir telas baratas: con bayeta amarilla se habían presentado

algunas tropas del presidente Derqui en la batalla de Pavón. Entregadas

las aduanas al gobierno nacional, fue preciso crear un nuevo impuesto

sobre los capitales, que se llamó Contribución Directa, y gravó á los

ganados, los edificios y las casas de comercio ó industria, desde el 2 hasta

el 5 por mil. El viejo derecho de tránsito, abolido por la nueva

Constitución, persistió disfrazado bajo el nombre de derecho de piso265,

como persistió la vieja alcábala unida á impuestos que hoy nos parecerían

netamente nacionales (patentes de navegación de cabotaje, p. ej.). Subieron

de precio las haciendas: en 1865 un cuero de vaca vendíase en el Rosario

á pesos 2.50 oro, y á un peso los de potro. No llegaron á 50.000 los salidos

ese año, ni excedieron de 20.000 los quintales de lana exportados por la

provincia. La aduana del Rosario daba estas cifras:

Importación $ F 800.000

Exportación » » 600.000

La guerra del Paraguay depreció las propiedades y encareció los

jornales, destinando al ejército cantidad de brazos. Ello, y el hecho de

haber cerrado los Estados Unidos sus puertas á las lanas argentinas,

produjo serios trastornos á la ganadería266, cuyos cultores comenzaron á

convencerse de que era necesario abandonar los métodos de pastoreo

salvaje y emprender nuevas rutas267. En 1867, cada legua cuadrada daba

apenas un producto bruto de 700 pesos oro; y el mejor novillo,

escasamente seis pesos. La exportación de cueros por Buenos Aires

arrojaba casi las mismas cifras que en 1809. Complicóse la situación con el

cólera que hizo estragos en aquellas ciudades desprovistas de servicios

265 A despecho de cincuenta y cinco años de ejercicio constitucional, aún se conserva en las

municipalidades santafecinas ese impuesto abolido en 1853. Ha reaparecido con la vieja

denominación española: «sisa». 266 Anoto las siguientes leyes apropósito de títulos de deuda interna de Santa Fe durante el

período 1865-1870:

Octubre 5 de 1865 – $ F. 99.915

Junio 8 de 1867 –45.648.

Setiembre 21 de 1867 – 7.669.

Noviembre 21 de 1868 – 14.198.

Setiembre 3 de 1870 – 6.495.

Se transparentan los apuros del erario por debajo de estas cifras. (Agote, Crédito Público.) 267 El período 1855-1860, marcó grandes innovaciones, en la provincia de Buenos Aires sobre

todo. Importáronse ovejas finas y la industria de salar carnes ó conservarlas en otra forma,

fue objeto de privilegios oficiales. Basta comparar las cifras:

exportación de carne salada (en toda la República) el año 1854, quintales 293.965. Id. id. en el

año 1866, 430.781.

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 231 --

sanitarios y de agua potable, verdaderas ciudades asiáticas bajo el punto

de vista de la higiene. Vencido ese obstáculo, surgió en 1870 la revolución

de Entre Rios, que por un instante absorbió á los condottieri de Santa Fe,

para devolverlos luego en forma de fugitivos y desertores. Concluida la

revuelta (1871), la fiebre amarilla hirió á cantidad de hogares, levantando

nuevos y dolorosos entorpecimientos.

Constituye otra característica del período la fundación de colonias

agrícolas con labradores europeos traídos ex-profeso. Anteriormente

habíase ensayado formarlas, fracasando las diversas tentativas porque ni

el país creía en el éxito de la agricultura, ni la proximidad de los indios

alentaba para incorporar demasiado trabajo á los campos incultos. En

1864, pagaba sueldo la Nación á 76 jefes y oficiales indígenas (amén de

422 subalternos). Los jefes de frontera, que tan doloroso recuerdo dejaron

en las campañas argentinas, eran impotentes para mantener la paz.

Correspondió á Santa Fe el mérito de dar cima á la empresa, abriendo

los primeros surcos á través de tal serie de contratiempos, que en verdad

no se sabe si admirar más á los conquistadores del siglo XV ó á los

colonizadores del XIX.

En 1853, Dn Aarón Castellanos celebró con el gobierno provincial un

convenio cuyas principales estipulaciones eran las siguientes:

Obligaciones de la Provincia (que debía garantir la Confederación):

a) suministro de la tierra necesaria para implantar la colonia;

b) adelanto de capitales, en forma de casas para los colonos,

semillas, animales de labor y alimentos;

c) exoneración de impuestos durante un cierto plazo.

Obligaciones del empresario:

a) a)conducción de mil familias de agricultores europeos hasta el

territorio provincial;

b) instalación de las mismas, en la colonia.

Contrista el ánimo reconocer que ninguna de las dos partes cumplió

fielmente lo que ofreciera. La primera dificultad –y la más grave – fue

que el emplazamiento elegido carecía de las más elementales condiciones

agrícolas: coincidió con el escogido por Garay en 1573 (proximidades de

Cayastá). Fue preciso buscar otro; y ya por falta de tierra más á mano, ya

por mediar diversas causas, lo positivo es que la nueva colonia se instaló

bajo el simbólico nombre de Esperanza (1856) á varias leguas de la costa,

esto es, de la vía comercial para exportar productos. Recién diez años

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 232 --

más tarde dictó la provincia una ley de expropiación para integrar lo

prometido á los colonos. Algunos de ellos habían fallecido otros se

habían marchado268; y esa ley tampoco pudo cumplirse por entonces, á

causa de la falta de recursos. La llanura se valorizaba rápidamente, y

adquirir tierras fue un problema para el fisco.

Los labradores europeos que llegaron llenos de ilusiones, se

encontraron pues, con que en lugar de las casas, y las semillas y los

animales ofrecidos, les esperaban tan solo el desierto y los indios269.

Acomodáronse como pudieron, el gobierno les prestó alguna ayuda, y

mediante los productos de la ganadería, fue el ensayo agrícola

defendiéndose contra los eternos enemigos naturales (langostas, sequías,

heladas), mientras la Confederación indemnizaba á Dn Aarón

Castellanos.

Á raíz de esta tentativa, surgieron otras. Subsiguió la fundación de

nuevas colonias, y una vez más los hombres de negocio evidenciaron

hasta qué punto incita á soñar la fiebre de riquezas. Colosales proyectos

de inmigración, empresas fantásticas se levantaron sobre bases de arcilla.

Entretanto las cifras oficiales270 demuestran que la realidad no

correspondió al entusiasmo de los agiotistas. El año 1864, esta era la

situación:

268 «Cuando el colono sabe lo que es desierto, se resiste á permanecer allí», decía el senador

Iriondo al discutirse en Setiembre de 1874 1a ley que iba por fin á crear los recursos

necesarios para cumplir el contrato celebrado veinte años antes y las expropiaciones

ordenadas en 1866 (Diario de sesiones de la Cámara de Senadores de la Nación).

269 CERVERA (Colonización Argentina, 64) pinta con vividos colores la penosa situación de los

colonos que, como en tiempos de don Pedro de Mendoza, llegaban con el propósito de

hacer fortunas rápidas sobre las llanuras americanas:

«La colonia Esperanza vino á fundarse más allá de la frontera Oeste, en pleno monte, y

«expuesta á las invasiones de los indios. Los colonos, desde el primer día de su instalación,

«hubieron de rechazar los ataques de los indios, arar las tierras llevando las armas

«terciadas á la espalda, prontos para cualquier asalto; patrullar de noche velando sobre los

«que descansaban, cortar los montes, y desplegar una energía porfiada, no sólo contra los

«salvajes, sino contra la seca, la peste y las plagas de langosta< Los indios en sus ataques

«llevaron algunos cautivos<» 270 Registro Estadístico, 1865.

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 233 --

Y el área útilmente explotada arrojaba como renglones más

importantes:

Colonias Fanegas de trigo Fanegas de maíz Vacas

sembradas sembradas existentes

-S. Carlos 613 377 3266

-S. Gerónimo 120 30 1000

-Esperanza 520 58 7324

1253 465 11590

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

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XI

Afianzamiento de la política agrícola:

definitiva dispersión de los indios é instalación de la

Capital Federal en Buenos Aires.

(1871-1880)

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La guerra del Paraguay dejó como sedimento á cantidad de ex-

soldados, desprovistos de recursos y habituados á la holganza, que

constituyeron un nuevo obstáculo para la vida normal de la provincia. El

ferrocarril Central Argentino daba á la ciudad del Rosario cierto impulso

como puerto de importación; pero no acarreaba grandes cosechas porque

no las había. La población criolla no cifró por entonces esperanzas en el

éxito de la agricultura: en persistente lucha contra lo inevitable había ido

cediendo poco á poco ante las plagas naturales, impregnándose cada vez

más de fatalismo y abandono. Inútil plantar frutales271 si los devoraban

las langostas. Inútil sembrar maíz ó trigo, si había de destruirlos la

sequía. Se siguió viviendo á base de carne y mate, en ranchos plantados

al azar sobre la tierra desierta é inculta: ni cercos, ni alambrados, ni otro

árbol que el ombú acostumbrado á defenderse solo en la áspera lucha por

la vida. En tres siglos de evolución natural habíanse adaptado también

las vacas á la vida silvestre, mediante un aumento de la armazón ósea, el

desarrollo exagerado de las astas y una reducción proporcional en carnes

y estatura.

Continuaban los aborígenes siendo una plaga temible. En pequeñas

masas errantes, como simples emanaciones del desierto, seis mil indios

de pelea mantenían constante alarma sobre centenares de leguas, sin que

bastaran á impedirlo las tropas argentinas. Guerra de recursos, de

movilidad extrema, en la que triunfaba el mejor montado y el que con

más certeza conocía las aguadas y los pastos.

Carrasco272, marcando el camino de la reconquista, asigna para los

pobladores blancos las siguientes líneas de frontera, sobre el territorio

que vanamente puso Garay bajo la jurisdicción de sus compañeros, los

primitivos fundadores de Santa Fe, en pleno siglo XVI:

Año 1819 (Gobernador López) 12.000 ks.

» 1858 ( » Fraga) 24.000 »

271 Esta indiferencia hacia el árbol ha persistido en muchos lugares de la República. «Cuando el

paisano se ocupa de los árboles, es para destruirlos como á enemigos. La construcción de un

corral ó de una cerca cuesta la vida á centenares de plantas; para obtener una rama se hacha

un árbol.»– (Del Rio y Achával, Geografía de la Provincia de Córdoba).

272 Primer Censo Provincial, 1887.

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» 1865 ( » Cabal) 57.000 »273

Precisamente á causa de los

indios del Chaco, no había

líneas netas de frontera, y de

ello resultó que Santa Fe por

una parte, y Santiago y Córdoba

por la otra, fueron vendiendo

tierras sobre la zona peligrosa,

sin estar seguros de que tales

ventas pudieran ubicarse dentro

de los límites, un tanto vagos,

del tiempo de la conquista.

Un semillero de pleitos surgió

más tarde como consecuencia

de semejante situación.

A los trastornos existentes,

agregóse el de la inseguridad en

los títulos de propiedad.

Por el Sud, la proximidad de

Buenos Aires había permitido

mantener líneas regulares de fortines sobre el camino á Córdoba y

Mendoza, vía Melincué; pero así y todo, podían temerse invasiones sobre

una gran superficie. El problema era, más que local, nacional, y afligía á

la mitad del territorio. Fue preciso pactar con los indios (tratado Lavalle-

Catriel, Setiembre de 1875)274, pagar sueldos de jefes y oficiales á sus

273 Recién bajo la generación actual ha obtenido la provincia una superficie libre de indios, que

coincida con la superficie teórica asignada en 1886, al fijarse definitivamente los límites

interprovinciales (gobierno de Gálvez).

274Convenio celebrado entre el Comandante en jefe de la frontera Sud, en representación del

Excmo. Gobierno Nacional, y el Cacique general de la tribu amiga, Juan José Catriel.

El Comandante en jefe de la frontera Sud, Coronel don Nicolás Levalle, plenamente autorizado

y en representación del Excmo. Gobierno Nacional, y Juan José Catriel, Jefe de la tribu

amiga en su representación, á primero de Setiembre de mil ochocientos setenta y cinco,

reunidos en el «Fuerte Lavalle» por mutuo convenio y teniendo á la vista las bases

estipuladas por S. E. el Sr. Ministro de la Guerra, á fin de celebrar este convenio, han

convenido en lo siguiente: Art. 1° –Juan José Catriel con su tribu, desde este momento se

pone á las órdenes del Excmo. Gobierno Nacional en la condición de Guardia Nacional

movilizada, él y su tribu, quedando en consecuencia sujetos á las leyes militares y á las

órdenes de los jefes que les sean dictadas por el Gobierno sin restricción alguna. Art. 2°–

Juan José Catriel, desde el momento de firmar el presente convenio, gozará de su haber

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como jefe de la tribu, así como cada uno de los de ella gozará el que le corresponda según

su clase, con arreglo á lo que está presupuestadlo para los demás cuerpos del ejército. Art.

3°–Juan José Catriel y su tribu, debiendo uniformarse y entrando á ser desde hoy fuerza

regular á las órdenes del Gobierno, y debiendo en consecuencia usar uniforme, éste ha

quedado acordado de la manera siguiente: para jefes y oficiales bombacha grana ó chiripá y

blusa ó camiseta con las insignias de su clase; y para la tropa, chiripá azul, camiseta,

poncho, sombrero con una divisa que indicará la superioridad, y bota. En cuanto al

racionamiento, por el momento seguirán recibiendo las raciones de la manera que las han

recibido hasta aquí, ó serán racionados diariamente como las demás tropas del gobierno;

según lo exijan la mejor manera de alimentarse, ó como mejor convenga según lo exijan las

necesidades del servicio. Art. 4°.–El Gobierno pondrá á disposición del Cacique general

Catriel: 1) agrimensores para medir y delinear los campos, á donde situarse su tribu; 2)

instrumentos de labranza y semillas ; 3) y todos los demás elementos necesarios para

construir alojamientos en su nuevo campamento. El Gobierno Nacional por sí ó de acuerdo

con el de la provincia, hará extender á nombre del Cacique general, de los jefes de familia ó

caciques, la escritura de terrenos ó campos cuya propiedad les será reconocida. Art. 5º.El

cacique Juan José Catriel tan pronto como el jefe de la frontera Sud ponga á su disposición

los elementos necesarios para trasladarse al nuevo campamento, lo hará. Art. 6°.–El

presente convenio será duradero y para siempre; y en fe de lo cual firmaron el comandante

en jefe de la frontera en representación del Excmo. Gobierno Nacional, y Juan José Catriel,

Cacique general de la tribu amiga, por sí y en su representación, obligándose de la maneta

más seria, al fiel cumplimiento de este convenio, en el Fuerte Lavalle, á primero de

Setiembre de mil ochocientos setenta y cinco. NICOLÁS LEVALLE. Por autorización del

caciqe general Juan José Catriel, por no saber firmar, NAZARIO IRANZO.

Departamento de Guerra y Marina –Buenos Aires, Setiembre 20 de 1875. –Estando ajustado el

anterior tratado á las instrucciones que por este ministerio fueron dadas al Gefe de la

frontera sud, Coronel don Nicolás Levalle, apruébase en todas sus partes, debiendo éste

desde el primero de Enero próximo, remitir las listas de revista según la organización

militar que haya dado á la tribu, de acuerdo con el Cacique general de ésta. Expídase el

decreto respectivo para la mensura y delineación del pueblo. Diríjase al Gobernador de la

Provincia la nota acordada, comuníquese á la Comandancia con transcripción del texto del

tratada, avísese á la Comisaría, pase á Contaduría y publíquese. –AVELLANEDA. –A. Alsina.

Ministerio de Guerra y Marina. – Buenos Aires, Setiembre 20 de 1875. –A. S. E. el señor

Gobernador de la Provincia. –Como á V. E. le consta, hace 15 años que la tribu amiga de

Catriel conserva su campamento general, en las inmediaciones del pueblo Azul, y, no

distante de Tapalqué, dando esto lugar á que la tierra pública adyacente no tenga el valor

que debería tener, porque los pobladores repugnan la ocupación á título oneroso, de tierras

con una vecindad que es una amenaza constante para sus intereses y un inconveniente para

la posesión tranquila que apetecen. Además, muchas de las suertes llamadas del Azul, se

encuentran detentadas por los indios, habiendo sido inútiles hasta hoy todas las tentativas

hechas para obtener su desalojo. Fuera de estas dos consideraciones hay otras de carácter

análogo que han influido poderosamente en el ánimo del Gobierno Nacional, para tomar

con empeño la tarea de concluir con la tribu mencionada un tratado cuya base fuese su

desalojamiento de los lugares que hoy ocupa:

1°, que la vecindad de los indios con hábitos inherentes á la vida salvaje, fomenta de una

manera sensible, el comercio ilícito que si bien enriquece á unos pocos, no da por resultado

á buen seguro, ni la riqueza ni el bienestar de la comunidad;

2º, que situadps los indios donde hoy están, no se encuentran en situación conveniente para

ayudar á la defensa de la frontera, ya sea haciendo el servicio ordinario de guarnición, ya

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caciques y capitanejos, y suministrar ganado y provisiones á las tribus

para evitar lo robaran con el inútil estrago que acompañaba á los

malones275. Por lo demás esos pactos fueron violados sin que ninguna de

las partes pudiera jactarse de haberles dado cumplimiento en forma: la

guerra prosiguió, hasta que en 1879, el general Roca, oponiendo á los

indios una táctica parecida á la que ellos usaban, logró dispersarles para

siempre, sin necesidad de insistir en la construcción de la inmensa zanja

proyectada bajo el gobierno de Alsina, que á modo de muralla al revés

debía ir uniendo los fortines al través de casi un centenar de leguas.

No era, pues, muy halagüeña la situación de la provincia de Santa Fe,

cuando en Abril de 1871 entró al Gobierno el Dr. Simón de Iriondo,

primer abogado á quien se discernía tal honor276. Pero ya por entonces,

cooperando á rechazar y castigar las invasiones que se realicen. Teniendo presente las

consideraciones expuestas, y otras muchas que omito, el Gobierno encargó al Coronel

Levalle que negociase con la tribu de Catriel un tratado, según instrucciones que le diera,

sobre estas dos bases: primera, alejamiento de los indios; segunda, su organización militar

como guardia nacional. Según verá V. E. por el tratado que en copia autorizada, se

acompaña, la negociación ha tenido un éxito feliz, sus resultados inmediatos, tanto locales

como conducentes á la mejor seguirdad de la frontera, se han de palpar tan pronto como lo

estipulado se ejecute. Aprobado el convenio, el Gobierno ha adoptado entre otras medidas,

la de comisionar al ingeniero don Alfredo Evellot para que se traslade á los campos

intermedios entre la Blanca Grande y Sanquiles, á fin de hacer la ubicación de las tierras y la

delineación del pueblo, bien entendido que aquella ha de practicarse á la altura de la línea

actual ó al exterior de ella. Para que el ingeniero designado pueda llevar á cabo la operación

que se le confía, se servirá V. É. disponer que el departamento topográfico le proporcione

todos los antecedentes que para ello necesite. Expuestas estas consideraciones x patentizada

la conveniencia para la misma Provincia de que el tratado se cumpla, tengo encargo especial

del Presidente de la República, para manifestar á V. E. que la ubicación de un pueblo sobre

la línea de fronteras y la distribución de las tierras no importa en manera alguna resolver en

cuanto á la zona que se ocupa, una cuestión de propiedad ó de jurisdicción. La defensa de

las fronteras, además es un interés común: V. É. sabe bien por una experiencia dolorosa,

cuanto cuesta á su prosperidad y su riqueza la ineficacia de los sistemas ensayados hasta el

presente. Dios gde. á V. S. – ADOLFO ALSINA.

275 La presencia de numerosos blancos entre las tribus indias del Sud, facilitó á éstas la defensa.

Conforme la vida de los gauchos se hacía más difícil, más atractivos encontraban en las

tolderías. El indio era libre y gozaba del producto de sus rapiñas; el soldado blanco, sujeto á

los vejámenes de la disciplina militar, solía estar impago dos y tres años.

276 Como todos los de la época, el partido político á que Iriondo pertenecía utilizó la violencia

para escalar el poder. Antes de ser Gobernador, el Dr. Iriondo había ejercido diversos

cargos públicos que lo habilitaban para sus nuevas funciones: Juez de 1a. Instancia,

Diputado, Juez de Alzada, Ministro de Gobierno. Era hombre de gran talento y arrogante

figura, á quien Alberdi complacíase en comparar con Lord Byron.

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

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todos los hombres de pensamiento veían con claridad algo que la

Historia enseñaba desde siglos atrás y que había inspirado las viejas

representaciones de los colonos al Rey: las grandes extensiones de tierra

susceptibles de producir cosecha, solo constituirían riqueza cuando

produjeran y se comerciase con sus productos. La cuestión quedaba

definitivamente planteada: incorporar al país brazos y capitales.

De aquí, la llegada de inmigrantes extranjeros, atraídos por medio de

ventajas efectivas y una propaganda eficacísima. De aquí también, el

impulso dado á las empresas, las primas y garantías prestadas á los

capitales, características del período y de los subsiguientes hasta hoy.

Sin embargo, no fue fácil esta sustitución de unos elementos étnicos por

otros. El territorio libre de indios, aún inculto, estaba ocupado por

pobladores criollos, que si bien carecían de títulos en forma se oponían á

la entrada de los nuevos colonos. Hubo algo así como una defensa de los

hogares viejos, una exacerbación del sentimiento de la nacionalidad. El

hijo del país, cuya indolencia perjudicaba á su propia patria, fue en los

primeros tiempos acérrimo enemigo del europeo recien llegado, que

ignorante de las cosas del desierto y lleno de ideas erróneas, comenzaba

por desalojar á los antiguos pobladores, protegido por los tribunales, el

gobierno y los grandes propietarios. El colono, confiando en su trabajo,

valorizaba la tierra; el gaucho, desconfiando de la naturaleza, no sabía

hacerlo.

Bien á las claras pinta la literatura de la época esta invasión pacífica de

los europeos: para el inmigrante, apoyo oficial y consular, y tierras

fértiles; para los criollos, medallas de cobre como premio al valor militar,

y de tarde en tarde donaciones de lotes pequeños é inexplotables sobre la

zona peligrosa. Tocábanles siempre más sacrificios que recompensas, más

glorias que arados. Con amarga exactitud pudo formular Martin Fierro

su conocida queja dentro en todos los barullos, pero en las listas no dentro.

Tan hiriente llegó á ser la desproporción, que el gobierno santafecino

decretó la formación de colonias con familias argentinas, en parajes

fértiles277, si bien esas colonias produjeron escaso resultado porque á cada

277 La Cámara de Representantes de la Provincia de Santa, Fe, sanciona con fuerza de ley:

ART. 1º.– Autorízase al P. E. para establecer una colonia agrícola argentina en el lugar

denominado Romero.

ART. 2º.– El número de familias no bajará de veinte por lo menos, y será compuesta cada

familia de tres personas el mínimun.

ART. 3º.– El Gobierno mandará delinear un pueblo dándole á cada familia un cuarto solar en el

pueblo y una suerte de chacra de veinte cuadras cuadradas.

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instante se exigía de los gauchos la prestación de sangre, el tributo á la

violencia. Arreados año tras año para la luchas civiles, convocados como

guardia nacional á quien nadie pagaba ni vestía, siguieron siendo más

aptos para la guerra ó la ganadería primitiva en campo abierto con vacas

y caballos semi-salvajes, que para cultivar tranquilamente parcelas de

terreno.

A la resistencia de los viejos pobladores, unióse la intemperancia de los

nuevos. Los extranjeros que no gozaban de derechos electorales, bien

pronto, debido á lucha contra los indios, tuvieron que armarse y se

sintieron fuertes. Detrás de ellos estaban los respectivos cónsules: seguían

siendo súbditos de soberanos extranjeros. Como ignoraban el idioma del

país, había que discernir entre los propios colonos los cargos públicos

locales, y esas autoridades que no conocían las leyes argentinas,

contribuían á formar grupos hostiles al gobierno. Con dolorosa franqueza

analizaba el gobernador en su mensaje de 1878, cual había sido la

verdadera situación en materia de ensayos agrícolas:

«Hace diez años, la Provincia creía haberlo hecho todo en esta materia, porque

encontraba al fin establecidas en ella las colonias Esperanza, San Carlos y

Helvecia, con dos ó tres más en formación. Muchas leyes y decretos que no se

cumplían, ni se esperaba llevar á efecto, servían para ilusionar al nacional y al

extranjero en este punto. Nuestros adelantos eran mezquinos y nuestros

progresos antes imaginarios y de espectación, que reales y positivos. Convenía

dejar esa política de ruidosa y estéril celebridad, y trabajar activa y eficazmente

en el desarrollo de la inmigración y de la colonización europea; y ya lo veis: los

cinco ó seis mil colonos que entonces trabajaban nuestra tierra forman hoy un

ejército de treinta mil hombres que combaten el desierto y la barbarie, arrojando

al indio de nuestro territorio, conquistado así para el trabajo, la religión, la

riqueza y la civilización en sus múltiples manifestaciones.

ART. 4º.– Dará igualmente á cada una de ellas, dos bueyes, dos lecheras, un caballo, un arado,

una pala, una azada y veinte pesos fuertes para la construcción de un rancho de seis varas

de largo y cuatro y media de ancho.

ART. 5º.– Queda autorizado el P. É. para hacer los gastos que demande la presente ley.

ART. 6º.– Comuníquese.

Sala de Sesiones, Santa Fe, Agosto 24 de 1871.

MARIANO CASAS. P. EUFRASIO MENDOZA.

Presidente. Pro-Secretario interino.

Santa Fe, Agosto 29 de 1871.

Cúmplase, comuníquese y dése al R. O.

IRIONDO. Aureliano Argento.

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«En la primera época, la situación del colono entre nosotros era precaria por

falta de recursos; las cuestiones religiosas, con frecuencia suscitaban entre ellos

disturbios graves y perniciosos que obligaban al gobierno á intervenir repetidas

veces con fuerza armada, en sus querellas; por falta de escuelas apropiadas; por la

inseguridad de vías de comunicación y de transporte que pusieran al colono en

contacto con las ciudades y pueblos de la provincia y con el resto del mundo,

facilitando la exportación de sus escasos productos; por todo en fin, pues todo era

embrionario y estaba por hacerse.»

Como consecuencia de la mala cosecha, en 1877 un grupo de colonos

extranjeros se alzó en armas, acompañando á los revolucionarios criollos:

poco después, en Buenos Aires, otro grupo de residentes italianos debía

proyectar cierta autonomía política, que reprimida á tiempo no tuvo

mayores consecuencias278.

Tampoco faltaron conflictos con el capital extranjero. El año 1876, como

el Banco de Londres y Río de la Plata (sucursal Rosario) se negase á

cumplir la ley que ordenaba convertir á oro las emisiones de papel

moneda, el gobierno provincial decretó su inmediata liquidación,

dictando al propio tiempo algunas medidas para impedir que se

extrajeran del país las cantidades de oro que el Banco tenía en sus

arcas279. El gerente pidió protección al representante diplomático de la

278En la Boca del Riachuelo. –Más tarde, á raíz He malas cosechas reiteradas, numerosos

colonos extranjeros volvieron á enrolarse en las luchas civiles (revolución de 1893) y un

grupo entró á Santa Fe enarbolando banderas suizas. 279 Santa Fe, Mayo 19 de 1876.

CONSIDERANDO – Que la sociedad anónima denominada Banco de Londres y Rio de la Plata,

autorizada por decreto de gobierno, de 1865, se ha convertido en una institución ruinosa á

los intereses públicos, hostil y peligrosa en las actuales circunstancias al crédito interior y

exterior de la provincia; y que, á pesar de las perturbaciones momentáneas que debe

producir la cesación inmediata de las operaciones del expresado Banco, es hoy más que

nunca un deber imprescindible del gobierno, prevenir y evitar desastres mayores de

carácter permanente é irreparables –

El Poder Ejecutivo, en uso de sus atribuciones constitucionales y de las que le corresponden en

virtud de los artículos 405 y 422 del Código de Comercio–

ACUERDA Y DECRETA:

ART. 1º.– Cesa desde el día de la fecha, la autorización concedida á la sociedad anónima Banco

de Londres y Río de la Plata, para su establecimiento en la provincia.

ART. 2º.– Precédase inmediatamente á su liquidación en los términos de sus propios estatutos y

de las disposiciones del Código de Comercio.

ART. 3º.– Comuníquese á la Jefatura Política del Rosario y demás á quienes corresponda para

su ejecución y cumplimiento, publíquese y dése al R. O.

BAYO.

M. Pizarro.

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Gran Bretaña en Buenos Aires, quien formuló un reclamo ante el

gobierno argentino y dispuso que un buque de guerra inglés se

trasladase al Rosario para extraer y custodiar á bordo los caudales del

Banco. Felizmente la orden fue revocada y triunfó el principio de que las

sociedades anónimas, como simples personas jurídicas, deben su

existencia tan solo á las leyes de los paises que las autorizan y no son

acreedoras á protección diplomática por el hecho de que en determinado

momento pertenezcan á determinada nacionalidad los tenedores de las

acciones. El Banco arregló directamente sus divergencias con el gobierno

provincial y el decreto de liquidación quedó derogado en Setiembre 16 de

1876, no sin que antes se estampara en una nota oficial dirigida al

ministro británico, la enérgica declaración del Ministro de Relaciones

Exteriores, doctor Irigoyen: «los capitales del Banco de Londres no estarán

más seguros abordo de un navío de guerra inglés, que en cualquier lugar del

territorio argentino, bajo « la guarda de las autoridades nacionales.

Por desgracia el pasado estaba demasiado próximo y fue preciso sufrir

sus efectos: la atmósfera de valentía personal creada por las guerras y

revueltas, incitaba al desorden. Cada atrio era un campo de batalla al que

acudían los electores con el deliberado propósito de morir y matar, por

simple afecto al caudillo unas veces, por precio – en el que se incluía la

daga – otras. Debido á una desviación de las ideas, estás batallas, simple

aplicación del derecho de conquista reputábanse utilísimas para la

educación cívica del pueblo, bien que á despecho de las violencias

reiteradas desde 1810 la situación hubiera variado poco en materia de

libertad electoral. Solo en las Municipalidades de Rosario y Santa Fe

hubo de tarde en tarde excepciones á la regla.

La pobreza, la eterna pobreza, reagravada con la suplantación de los

criollos por extranjeros, seguía influyendo sobre la vida colectiva:

concluido el tiroteo electoral, quedaban disponibles los soldados

sobrevivientes, cuyo medio normal de vida era ir guerreando de

provincia en provincia. Así, hubo una asonada en Coronda el año 1871,

como consecuencia de la revolución encabezada por López Jordán en el

vecino Entre Ríos; revoluciones en Abril, Julio y Octubre de 1872; nueva

revolución de López Jordán en Entre Ríos y convocatoria de la guardia

nacional en Santa Fe, en 1873; guerra civil en toda la república

(provocada por los partidarios del ex-presidente Mitre con motivo de la

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

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elección del presidente Avellaneda) (en 1874; nueva revuelta de López

Jordán, en 1876; revolución en Santa Fe en Marzo, y tumultos en el

Rosario en Abril y Diciembre de 1877; nueva revolución en Santa Fe y

tentativa de asesinato del gobernador en 1878; alarma general en toda la

república por la posibilidad de una guerra con Chile apropósito de la

posesión de la Patagonia, en 1879; nueva guerra civil en la nación, con

motivo del cambio de presidente, en 1880. La violencia seguía devorando

á sus creaciones280.

Como el mal venía de lejos no hubo otro remedio que transigir:

imposible exterminar á los hombres de acción sin echar mano de nuevos

hombres de acción que continuasen el estado de cosas. El gobierno optó

por utilizar sus servicios á fin de impedir los utilizaran los partidos

políticos opositores. Fue algo así como una reglamentación impuesta por

la necesidad. Distribuyóseles en la policía, en un pequeño ejército

provincial mantenido bajo el nombre de «Piquete para custodia de

cárceles»281, y en el escalafón de la guardia nacional, cuyos grados, si no

280 Debo al Sr. Domingo G. Silva, actual Rector del Colegio Nacional de Santa Fe, el

interesantísimo párrafo que sigue, apropósito de la vida política de la provincia durante

este período:

«Al lado de los jefes de la oposición figuraban algunos oscuros caudillejos rurales, hombres de

lanza, que sentían el goce de los malones, y más allá, los jefes nacionales de la frontera, que

los tutelaban. La campaña santafecina carecía de poblaciones sedentarias y de intereses

conservadores. Los estancieros preferían ponerse de acuerdo con los «montoneros»,

dándole; de buen grado medios de movilidad, á exponerse á sus ven ganzas africanas. Así

se formaba la nube en cualquier parte, bastando un caudillo y diez malevos para núcleo de

la montonera: ésta se engrosaba en el camino con los peones de estancia y caía sobre las

poblaciones, conmoviendo á la capital. Algunas veces provenía el núcleo de Entre Ríos ó

Corrientes (lugares de refugio en la hora inevitable de la derrota) arrastrando elementos

hetereogéneos y llegando hasta la ciudad capital

En pocos años (Bayo-Iriondo) hubo así, cantidad de revoluciones beduinescas: atropellaban, se

las tiroteaba y se disolvían< Costaba m{s preparar una elección que una revolución, y la

oposición contaba con abnegaciones personales, no con dineros. Al «montonero» no se le

pagaba: con darle yerba y tabaco estaba todo hecho. Las reses, las tomaban de las estancias

adversarias sin pagarlas. Así, para la grande «atropellada» del 14 de Abril de 1878, en la que

intervinieron cerca de 600 hombres opositores haciendo lujo de valentía en las calles de

Santa Fe, el jefe militar solo recibió 200 pesos bolivianos en calidad de subsidio. En la

derrota tuvo que vender hasta sus espuelas de plata para socorrer á los que le

acompañaban».

(Enquête promovida por el autor, Marzo, 1909). 281 Ya en 1868, el jefe político del Rosario escribía al Ministro de Gobierno (Octubre 18): «Está

tan desacreditada la policía que las personas decentes no quieren ser comisarios». Aún en

las filas del ejército nacional era de práctica aceptar criminales, que cumplían su condena de

trabajos forzados sirviendo gratis á la patria.

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daban derecho á sueldo en tiempo de paz, constituían timbre de orgullo.

Hubo así cantidad de jefes, especie de categoría intermedia entre

militares y civiles, que carecían de cuartel, no usaban uniforme, y solo

mandaban fuerzas en caso de convocatoria: la provincia, acosada siempre

por los indios, siguió siendo un núcleo organizado militarmente, en el

que la democracia no podía revestir otra forma que la del caudillo

popular, jefe único.

Esta militarización, ó mejor dicho, esta aptitud para militarizarse, unida

al rol preponderante que jugó el Dr. Iriondo en el orden nacional

(Ministro del Interior, primero, senador, más tarde), dieron á Santa Fe un

lugar de primera fila en la política argentina, aún cuando por la

exigüidad de su población solo pesaba con cuatro diputados en un

Congreso compuesto por 86 (42 del litoral, 44 del interior). No más

intervenciones federales desde 1868. En 1874, tropas santafecinas

luchaban en Corrientes y en Buenos Aires; y todavía pudo el jefe político

del Rosario ofrecer mil seiscientos guardias nacionales al Presidente de la

República. Volvíase á obtener la cohesión que en tiempos de Estanislao

López transformó al territorio en una especie de mar Rojo cuyas olas

podían cerrarse ó abrirse ante los ejércitos que pasaban de Buenos Aires

al interior. Prácticamente, durante los doce años corridos desde 1871

hasta 1883282, pudo repetirse con verdad: Santa Fe es Iriondo.

Los cuatro departamentos de la provincia solo eran dos, de hecho: –los

tres del Norte (Santa Fe, San José, San Gerónimo) formaban en la legislatura

un bloque de amigos personales y parientes. Frente á ellos, el Rosario, el

grupa comercial semi-extranjero, que daba neutralizado políticamente.

Esta situación hizo que al desaparecer el caudillo, los hombres del Sud

intentaran una segregación de la provincia en dos entidades distintas:

desde el mismo momento la influencia política de Santa Fe en la vida

nacional decayó por completo.

Sea por respeto á la tradición de olvido que comenzó por el Acuerdo de

San Nicolás en 1852, sea por ese espíritu de benevolencia que ha sido y es

característico de los argentinos, sea porque la violencia estuviese

desacreditada, lo evidente es que en plena lucha con el desierto y los

indios y la pobreza, el gobierno amnistiaba á los revolucionarios que

destruían lo poco que había logrado hacerse, y que agregaban un nuevo

obstáculo á la vida económica reduciendo las entradas fiscales.

282 Fecha del fallecimiento del caudillo.

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-- 247 --

Durante el período 1878-1881, los balances de caja dan estos datos:

Recaudado (en 4 años) 1.824.451,87

Pagado por gastos generales (id.) 1.769.059,84

Saldo aparente en caja 55.392,03

Gastos de la revolución de 1878 195.839,70

» de la revolución nacional de 1880 192.126,06

387.965,76

55.392,03

Déficit ocasionado por la guerra 332.673,73

Y este déficit se agregaba al de administraciones anteriores y á los

atrasos en los pagos presupuestados, hasta hacer angustiosa la situación

del erario. A ese respecto el Sr. Pedro Agote ha publicado en sus

«Informes del Crédito Público» el cuadro que á continuación agrego, en

el que se pueden apreciar las modificaciones introducidas al antiguo

sistema de impuestos y las dificultades con que debía tropezarse para

conseguir capitales extranjeros en forma de empréstitos sobre el crédito

de la provincia, utilizado siempre hasta el máximum283.

283 Por ejemplo, el año 1875, sobre un presupuesto real de 656.591 $ votábanse 335.542 para

servicios de la deuda pública:

a) Intereses al 7 por ciento del empréstito inglés de 1874 (300.000 lb.), amortización al 2

1/2 % y comisiones de pago 141.465.45

b) Deuda interior (fondos públicos para Banco Provincial, al 7 °/ó), intereses y

amortización al 2 1/2 %, pesos fuertes 250.000 9500.–

c) Deuda consolidada (Leyes Oct. 5/65, Jun. 5/67, Set. 21/67, Nov. 21/68, Set. 3/70) al 5 %.

11.471.71,

d) Deuda al Banco Mauá y Cia. (contrato En. 10/74) 43.070.97

e) » » Argentino (Contrato Jun. 19/66) 90.317.58

f) Empréstito Guerra (Contrato Abril 27/74) 39.717.01

Dos años antes, había llegado la Legislatura hasta autorizar un empréstito de $ 250.000 al

usurario tipo de 15 % de interés á fin de pagar sueldos atrasados. Fue característico de la

época un exceso de papel moneda inconvertible y la aparición de bancos sin capitales

efectivos, que contaban con la futura valorización de las tierras para rescatar sus valores

ficticios. De aquí, curso forzoso, agio y el malestar consiguiente á la instatabilidad de los

cambios, fomentado por monedas de procedencias diversas y ley dudosa: tales los

«Melgarejos». Las oscilaciones del oro respecto del papel moneda, siguieron más ó menos

esta escala:

Años 1870 – 75 2.500 %

» 1876 3.083 »

» 1877 3.037 »

Page 248: Álvarez Ensayo Historia Santa Fe

ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 248 --

La popularidad del poder ejecutivo, permitió intentar algunos

interesantes ensayos sobre autonomía de las ciudades y de los pequeños

núcleos rurales. Así como la entidad provincia se había afianzado durante

el gobierno de Estanislao López, bajo Iriondo adquirió caracteres precisos

y definidos la. entidad municipio, cuya existencia teórica venía

consagrándose en las leyes desde años atrás. Los viejos cabildos españoles,

fueron suprimidos en el primer tercio del siglo XIX, como queda dicho.

También la pobreza afligió á este aspecto del progreso institucional. Era

anticiparse, conceder autonomía á aquellos municipios faltos de dinero

para costear aun los servicios públicos más rudimentarios, sin cloacas, sin

aguas corrientes, sin pavimentos, sin árboles siquiera á lo largo de las

calles. Así y todo, el gobierno insistió en llevar adelante su espiritual

ensayo de democracia municipal. En 1871-72, los presupuestos locales

arrojaban estas cifras:

Municipalidad del Rosario.

Gastos $166.434

Recursos » 81.063

Déficit » 85.371

Municipalidad de Santa Fe.

Gastos $ 25.224

Recursos » 11.750

Déficit » 13.474

Municipalidad de Villa Constitución.

Gastos $ 1.047

Recursos » 360284

Déficit » 687

De parecido modo vivían las restantes: á la de San Lorenzo habíasela

autorizado para emitir títulos de crédito al 15 %, por 5.000 pesos. (Ley

Ag. 25/871).

» 1878 3.197 »

» 1879 3.230 »

» 1880 3.017 »

284 Apenas lo necesario para pagar el sueldo del secretario, el alquiler de casa y los útiles de

escritorio.

Page 249: Álvarez Ensayo Historia Santa Fe

ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 249 --

En esta situación dictóse la ley de Noviembre 8 de 1872, declarando que

todas las autoridades municipales serían elegidas por el pueblo de los

respectivos municipios sin ingerencia alguna del gobierno provincial. Se

consideraban municipios aquellos núcleos cuya población llegase á 1.500

habitantes (aparte de las colonias que por su contrato de fundación

gozaran del mismo beneficio). Dotóseles de recursos propios, entre los

que figuraba la antigua sisa285. Dióse á los extranjeros el derecho de votar.

En caso de conflicto entre las municipalidades y el P. Ejecutivo de la

Provincia, debía dirimir la contienda el Poder Judicial. Por ley de

Diciembre 2 del mismo año, amplióse la autonomía, encomendando á las

municipalidades nombrar los Jurados que debían conocer en los delitos

de imprenta. El pueblo elegía á los Jueces de Paz: á partir de 1874 (Ag. 13)

la ley de Educación Primaria encargó al pueblo también la elección de las

Comisiones Locales que debían nombrar á los preceptores, construir las

escuelas y manejar los recursos dedicados á instrucción pública. Los

médicos locales eligieron en cada ciudad el respectivo Consejo de

Higiene.

Bien pronto la práctica hizo recordar que los hombres viven más por

sus necesidades que por sus leyes. Los propietarios que al principio

esperaban ver valorizarse las tierras urbanas con el nuevo sistema, bien

pronto se desengañaron: el primer efecto de la municipalidad fue

aumentar los impuestos. El maestro costeado por los vecinos –

analfabetos en su mayoría – significó perjudicar á los vecindarios pobres,

que ni podían costearlo ni sabían elegirlo. El edificio escolar, librado á la

potencia económica del villorrio, no pudo construirse.

La designación de autoridades motivó un sin número de conflictos y

enemistades, sin aportar ventajas positivas á los vecinos, ya que era

posible que el gobierno eligiese candidatos en una esfera más amplia que

la de los villorrios de campaña. A los diez meses de concedida la

autonomía escolar, se hizo necesario entregar de nuevo al P. E. el

gobierno y la administración de las escuelas de la provincia. (Ley de

Junio 28/875). Con harta elocuencia hablan los documentos oficiales de la

época.

El P. E. tuvo que volver á nombrar Jueces de Paz, y en 10 de Octubre de

1877, una ley especial suprimió la Municipalidad de la colonia Bernstad.

285Los impuestos municipales seguían siendo casi los mismos que bajo el virreynato. Gravaban

los artículos da consumo y edificación, principalmente.

Page 250: Álvarez Ensayo Historia Santa Fe

ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 250 --

Los vecinos de San Gerónimo llegaron hasta solicitar se les librara de su

autonomía. En San Carlos, pasó algo peor:

Santa Fe, Setiembre 23, de 1878.

El Gobierno de la Provincia.

CONSIDERANDO:

1.º Que la Municipalidad de la Colonia San Carlos está acéfala desde el 1.° de

Enero del corriente año en que terminó el mandato de los miembros que

componen la Corporación sin que haya podido hacerse nueva elección,

por la oposición de sus vecinos que han representado al Gobierno en

diversas ocasiones, contra los abusas de la Corporación Municipal.

2.º Que el Juzgado de Paz se encuentra en las mismas condiciones por haber

terminado su período el elegido por el municipio en la misma fecha.

3.° Que es indispensable proveer á la colonia de las autoridades

indispensables para el mantenimiento del orden, y del régimen

municipal.

4.° Que la razón principal aducida por los colonos para oponerse á la

práctica de nuevas elecciones, es la de los exagerados impuestos que se

hacen pesar sobre el vecindario y el del destino de estos recursos al

mantenimiento de un excesivo número de empleados en vez de obras

públicas y otras de beneficio común.

5.° Que el servicio municipal puede hacerse con gran economía por los

empleados de la autoridad política del lugar, sin gravar con estos gastos á

los habitantes del municipio.

DECRETA:

Art. 1. Hasta tanto se pueda reorganizar la Municipalidad de San Carlos,

ejercerá sus funciones una comisión compuesta del Sub-delegado Político

del lugar, como Presidente, y los señores D. Miguel Taberna, D. Isidoro

Fabre y D. Federico Sigel, debiendo el primero hacer el servicio

municipal con los empleados de la Sub-delegación.

Art. 2. La Comisión solo recaudará el 50 % de los impuestos según las

Ordenanzas Vigentes, por cuanto el otro 50 % se empleaba en gastos de la

Administración Municipal.

Art. 3. La Comisión propondrá al Gobierno el empleo que debe hacerse

de esta renta, sin que pueda ser destinada á objetos que no sean en

beneficio común del municipio.

Page 251: Álvarez Ensayo Historia Santa Fe

ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 251 --

Art. 4. La Comisión manifestará al Gobierno cuando sea posible

proceder, por nuevas elecciones á la reorganización, de la Municipalidad

por el voto popular y someter á su aprobación los reglamentos y

ordenanzas que crea conveniente adoptar en su administración

provisoria.

Art. 5. Mientras no sea nombrado un Juez de Paz por el Municipio,

desempeñará sus funciones el Sub-delegado de la colonia, D. Francisco

Zucchi, con el sueldo señalado por las Ordenanzas Municipales.

Art. 6. Queda la Comisión autorizada para nombrar un. secretario,

cuyo sueldo determinará, y será pagado de las rentas municipales.

La intensa agricolización del territorio disponible –ensayada con más

ahinco que recursos – trasparentaba una idea de Tácito: eficacia de los

labradores como elemento de orden. Por medio de inmigrantes, la

población se elevó de 90.000 á 135.000 habitantes en seis años (1869-1875),

sin que ello significara disminuir los inconvenientes de la naturaleza.

Poco ó nada podía hacerse contra las sequías, las heladas y las lluvias á

destiempo. Nada, contra la inundación que en 1878 arrasó las riberas.

Pero cupo al gobierno el honor de dictar la segunda ley sobre extinción

de la langosta que se aplicó en la provincia: desde la rudimentaria

tentativa de Felipe III en 1619, nada serio se había llevado á efecto, ya por

falta de brazos, ya porque los estancieros considerasen al acridio como un

abono llovido del cielo. La ley de Noviembre 10 de 1877 impuso á todos

los varones útiles el servicio personal obligatorio, permitiendo rescatar

con dinero esa obligación286. Por fin se combatía al secular enemigo, cuya

invasión asumió terribles proporciones en 1874 y produjo serios

perjuicios en 1875, permitiendo la venta de harinas de Chile en la plaza

del Rosario mientras el país entero se agitaba en dolorosa crisis.

Las oscilaciones bruscas en los precios transformaban á la agricultura

en un juego de azar: en 1872, la fanega de trigo287 valía ocho pesos; en

derredor de doce, el año 1875; más de diez y seis, en 1877; algo menos de

seis, á principios de 1882. Imposible formular cálculos, siquiera

286 Tres años más tarde, (Set. 18/880), una segunda ley autorizó al P. E. para compeler á los

vecinos á extinguir el acridio bajo pena de multa. Y el 2 de Octubre subsiguiente, una nueva

ley nombraba comisiones á ese efecto, recomendando como medios de destrucción la trilla

con yeguas, el incendio de campos, la construcción de zanjas y el arado en los desoves.

287 De quince arrobas.

Page 252: Álvarez Ensayo Historia Santa Fe

ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 252 --

aproximados de lo que rendirían las cosechas. A veces se traía trigo

desde Santiago del Estero, en carretas, y competía con el de Santa Fe288.

Trillábase á yegua, porque las primeras máquinas, muy imperfectas,

encarecían los precios en un 10 % (1878): el trigo maquinado era objeto de

cotizaciones especiales. El maíz valía tan poco que rara vez costeaba los

gastos de recolección: en ocasiones se le usó como combustible, por falta

de salida. Hacia 1875-6 los precios subieron de $ 5.50 á 7 los cien

kilogramos, para volver muy luego el tipo normal de 2.50 á 3$. En 1878,

descendieron hasta 1.80. Al año siguiente (1879), fue posible por primera

vez enviar cereales á Europa una vez cubierto el consumo local, y tocó á

los colonos de Santa Fe dar una nota de verdad en el cuadro de ficciones

que cimentaba á la República entera, desbordando en torrentes de

oratoria en los parlamentos.

Por su parte la ganadería siguió una marcha ascendente. Cuando en

1875 la Sociedad Rural comenzó sus exposiciones en Buenos Aires,

calculábase que vivían en los campos de Santa Fe:

Cabezas de ganado vacuno 1.100.000

» » » lanar 4.500.000

» » » equino 255.700

Si el problema de producir tropezaba con dificultades, no era más

sencillo resolver el de los transportes. Hacia el Oeste la colonización

había llegado hasta Pilar, á 13 leguas de la costa. Más allá, el flete

consumía los productos. No había caminos, y fuera de la zona servida

por el ferrocarril Central Argentino, el transporte terrestre hacíase como

en el siglo XVIII. Las tarifas eran bastante más elevadas que hoy289, el

telégrafo un lujo290, caro y malo el correo.

Tan evidente resultaba la ventaja del ferrocarril, veíase tan claro que él

mataría al desierto y al indio, que todos los hombres de empresa

auspiciaron en aquella época la construcción de nuevas líneas férreas.

Cuando hoy se piensa en que toda la provincia carecía de recursos para

288 Por el camino de los Sunchales, guarnecido á medias contra los indios.

289 En 1871, costaban los pasajes:

De Rosario á Buenos Aires, 12 á 16 patacones, por el río.

De Rosario á Santa Fe, 8 patacones. 290 Tarifas del F. C. C. A:

Las 10 primeras palabras, $ 1.50.

Cada 10 siguientes, $ 0.75.

Page 253: Álvarez Ensayo Historia Santa Fe

ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 253 --

costear un presupuesto de cincuenta mil pesos mensuales, sorprende en

verdad la juvenil confianza con que aquellos fríos negociantes tomaban

en serio sus propias ilusiones. En 1880, no había en Santa Fe más

ferrocarriles en explotación que los existentes diez años antes, al

inagurarse el Central Argentino: salvo Tucumán, Córdoba y Buenos

Aires ninguna capital de provincia era abordable por tren.

Y sin embargo, florecieron desde 1870 á 1880 tales y tantos proyectos,

que diríase á la provincia entera presa de la fiebre de los transportes:

alambres-carriles á vapor; ferrocarriles del Rosario á Buenos Aires (Ley

Febrero 7, 1872); ferrocarriles de Santa Fe al Oeste, construibles con los

recursos de la provincia y por medio de empréstitos (ley 20 Junio-72);

tranvía á vapor del Rosario á San Lorenzo; colonización con tres mil

familias mediante otro ferrocarril concedido por 99 años (Aarón

Castellanos, 7 Sbre.-72); nuevo ferrocarril al Oeste (Enrique

Zinmermann); nuevo proyecto de colonización con 4.000 personas (De la

Fuente, ley Dic. 7-72); ley de concesión de garantías al F. C. del Oeste

(Julio 28-73); ferrocarril de San Carlos á Córdoba (Octubre 18-73);

ferrocarril de Rosario á Esperanza, Salavina y Santiago (Oroño, 1873);

restauración del viejo camino español de Reconquista al Bracho (Iriondo,

1870); ferrocarril á las colonias (Septiembre 10-75); ferrocarril de Santa Fe

al Rosario (Septiembre 10-78).

Tocó á otros hombres y otros gobiernos inaugurar estas líneas, que

marcando en sus primitivos autores tan solo un buen deseo,

exteriorizaban también casi todos una idea práctica: construir

ferrocarriles perpendiculares al río. –Después vinieron los absurdos

ferrocarriles paralelos al rio, que obligaron á la mercadería á salir por

determinado puerto, pagando enormes acarreos.

La instrucción pública siguió sufriendo los efectos de la pobreza

ambiente, á despecho del vigoroso impulso dado por los hombres del

gobierno. Tres presidentes (Mitre, Sarmiento, Avellaneda,) agotaron sus

esfuerzos difundiéndola.

En 1872, sobre las dos mil leguas del territorio efectivo de Santa Fe,

apenas existían 40 escuelas. Dos años más tarde, el 60 % de los niños de

las colonias eran analfabetos. En 1876, la ley provincial de Instrucción

Pública, sentó el principio de que todo padre ó tutor que no enviase sus

hijos ó pupilos á la escuela, sería pasible de multa ó prisión hasta dos

meses; pero no habiendo escuelas bastantes, ni maestros, ni dinero para

costearlos, ni locales apropiados, esa disposición fue una bella frase

agregada á las abundantes de la literatura oficial. La nación, que

Page 254: Álvarez Ensayo Historia Santa Fe

ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 254 --

teóricamente pasaba subsidios con fines educativos, solía cumplir sus

promesas con un año de atraso, y más: en tales condiciones, solo

pudieron ser maestros de escuela, ú hombres abnegados que disponían

de recursos propios, ó personas de preparación dudosa cuya indigencia

les obligaba á aceptar el puesto. Así y todo desde 1872 á 1878 fundáronse

en derredor de noventa escuelas, lo que sin duda hace honor á quienes

las auspiciaron.

Diversas medidas de carácter administrativo complementaron la obra,

cimentada en el orden nacional, por la vigencia del Código Civil que

destruyó las viejas trabas opuestas á la subdivisión de la propiedad

(1871). Publicación mensual de las cuentas, promoción de bibliotecas

populares, nacionalización de los estudios jurídicos hechos en el colegio

de los Jesuitas, reforma de la constitución, obligación de hacer

cementerios en todos los centros poblados, nueva creación de los

antiguos depositarios judiciales, caminos, puentes, construcción del

colegio nacional del Rosario, censo de población, Código de

Procedimientos, agentes de inmigración, fomento de mensajerías,

prohibición de explotar montes fiscales, adopción del metro como unidad

de medida, caja de jubilaciones para empleados, telégrafos, proyecto de

penitenciaría interprovincial, (para Santa Fe, Entre Rios y Corrientes),

creación del Banco Provincial, circunscripción judicial en Coronda.

Dos hechos de resonancia nacional, cerraron el período: la definitiva

derrota de los indios llevada á cabo por un ejército á las órdenes del

coronel Roca (elevado á la presidencia de la República poco después) –y

la resolución del viejo problema de la ubicación de la Capital Federal,

pendiente en realidad desde 1810. A partir de 1862, en que se la

estableció provisoriamente en Buenos Aires (donde existía también la

capital de la provincia del mismo nombre) el tema fue revistiendo

actualidad en diversas épocas. Durante muchos años pareció que había

de ubicársela en algún punto de la provincia de Santa Fe: los diversos

proyectos no pasaron, quedó sin aceptarse la oferta de tierras hecha por

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 255 --

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 256 --

el gobierno santafecino, y desvaneciéronse las especulaciones

intentadas en el Rosario con tal motivo291.

En 1867, el gobierno nacional entregó al provincial de Buenos Aires la

jurisdicción de la ciudad, quedándose en ella de simple huésped; y esta

incómoda situación resolvióse recién en 1880292 por la fuerza de las

armas, no sin que tropas santafecinas intervinieran también entonces en

la solución del conflicto. Desde el campo de la Chacarita, telegrafiaba con

justicia el presidente de la República al Gobernador Iriondo (Junio

13/880):

«Santa Fe produce á la verdad labradores y soldados. Son las tierras

feraces que dan por año dos cosechas……

Nicolás Avellaneda.»

291 En 1867 la provincia dictó una ley cediendo á la nación las tierras necesarias para instalar la

Capital Federal; y en el mismo año, la Cámara de Diputados resolvió ubicarla en el Rosario,

sin que el proyecto llegara á ser ley, hasta 1873 (Set. 16), fecha en que ambas Cámaras

nacionales lo aprobaron como sigue (Ley N° 620):

Art. 1°.–Desígnase para Capital de la República la ciudad del Rosario, con el espacio

comprendido entre los arroyos Saladillo y Ludueña, con dos leguas de fondo desde el Río

Paraná al Oeste.

Art.2°.–Serán nacionales todos los establecimientos públicos ubicados dentro del territorio

designado por el artículo anterior.

Art. 3°.–Los artículos 1° y 2° de esta ley serán ratificados por la Legislatura de Santa Fe, de

acuerdo con la cesión que hizo por la ley de 28 de Julio de 1867.

Art. 4°.–El día 1º de Enero de 1877, las autoridades nacionales fijarán su residencia en la Capital

de la Nación.

Art. 5º.– La jurisdicción y los derechos que establece la Constitución en el territorio de la

Capital de la República, se ejercerán desde la traslación de las autoridades federales á la

ciudad del Rosario.

Art. 6º.– El P. E. invertirá de rentas generales, quinientos mil pesos anuales en la ejecución de

esta ley.

La sanción no pasó por haberla vetado el presidente Sarmiento (Setiembre 20). No hubo en el

Senado mayoría suficiente para insistir.

292 En 1882, la fundación de la ciudad de La Plata, permitió separar á la capital de la República

de la capital de la provincia de Buenos Aires.

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 258 --

XII

Factores de progreso durante

los últimos veintisiete años.

(1881-1908)

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 259 --

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 260 --

Tan distinto es hoy el país de lo que fuera en 1880, que en realidad

sorprende cómo haya podido operarse en tan poco tiempo semejante

transformación. Desaparecidas, como ante la varita mágica de un genio,

la pobreza y la miseria293. Desaparecidas ó sometidas para siempre las

tribus indias; ampliado el territorio á ciento treinta y dos mil kilómetros

cuadrados; elevada la población á 800.000 habitantes, á 580 las escuelas, á

1474 los maestros. LA FIESTA DEL ÁRBOL, sustituye al vieodio al árbol.

Estaciones telegráficas comunican á los bosques del Chaco, con las

ciudades del mundo entero. La educación es laica. No existen ya, el

laberinto en materia de pesas y medidas, la confusión en los cambios, la

inseguridad de los títulos de propiedad, las fluctuaciones del oro.

Universidad bibliotecas públicas, colegios de segunda enseñanza,

escuelas agrícolas é industriales, mejoras en la administración de justicia,

servicios sanitarios en las ciudades, pavimentos, puentes, caminos,

ferrocarriles, puertos. Disminuido el coste de los fletes y pasajes, y la

tarifa de correos. Centuplicado el valor de la tierra. Elevada á un millón

de toneladas la cosecha anual de trigo, á cerca de millón y medio la de

maíz, á tres millones y medio el colosal rebaño de las vacas, más un

millón de ovejas y otro millón de cabezas de ganado equino.

¿Es absolutamente imputable esta transformación al movimiento

político ocurrido en la ciudad de Buenos Aires el 25 de Mayo de 1810 y á

las declaraciones hechas por el Congreso de Tucumán el 9 de Julio de

1816? La contestación parece fácil: con ó sin la guerra de la

independencia, hubieran actuado los factores de progreso

independientes de ella, como actuaron en Cuba, que permaneció siendo

colonia española hasta fines del siglo XIX, y como obran en muchas otras

regiones gobernadas por monarcas absolutos ó conquistadas á viva

fuerza y privadas de su independencia primitiva. Eliminar al gobierno

293 En diversas partes de este libro, he utilizado como término de comparación con la provincia

de Santa Fe, á la provincia de Corrientes. He aquí la forma en que la primera ha prosperado

respecto de la segunda:

Años Corrientes Santa Fe

1825 53.600 10.400

1861 117.545 56.272

1907 1.699.786 9.418.363

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 261 --

español significó eliminar un obstáculo. No era el único ni el mayor de

los que se oponían al progreso del Río de la Plata; y por eso, cincuenta

años después de la independencia el estado del país no revelaba gran

florecimiento. Conviene recordar que la libertad de comercio, para

producir resultados, requiere dos partes interesadas cuando menos. Así,

obtenido por medio de la guerra el derecho de comprar y vender á

Inglaterra que España nos negara, hace pocos años, en plena paz,

Inglaterra cerró sus puertos á los ganados argentinos, porque convino á

sus intereses. Algo parecido puede argumentarse apropósito del

progreso intelectual: la Universidad de Córdoba fue fundada bajo el

imperio de un absolutismo que no admitía réplicas; el Colegio Nacional

del Uruguay debió su nacimiento á un gefe militar cuya voluntad

primaba sin control. No es mi ánimo forzar el argumento; pero creo que

nada expresa con más claridad lo que deseo decir, que el ejemplo de don

Juan Manuel de Rozas aboliendo la esclavitud y el tráfico de negros. Las

leyes se orientan hacia el ideal, los hechos responden á ineludibles

necesidades.

Cada generación ha dejado huellas profundas de su paso, y puede

repartirse justicieramente entre todas el honor de haber alcanzado el

puesto que ocupamos entre las naciones civilizadas. La independencia

dejó cerrados los ríos: preciso fue que hombres venidos después, los

abrieran. La revolución de Mayo distó cuarenta y tres años de la

Constitución, la Constitución estuvo lejos del momento en que fue

posible suprimir al desierto y al indio.

Después, pasaron años antes de conseguirse el actual progreso.

La heráldica local pinta bien las etapas del

camino y permite dar á cada cual lo suyo.

Primero, en el escudo de la provincia, la

lanza, del ginete blanco dominando á las

flechas del indio.

Page 262: Álvarez Ensayo Historia Santa Fe

ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 262 --

Luego, en el Rosario, el brazo

que hace flamear por primera vez la

bandera argentina, el nuevo

puerto, los útiles rudimentarios

de la agricultura294.

En Esperanza, el ancla simbólica sobre

dos gavillas de trigo: la confianza en el

trabajo, alentando á hombres venidos de

tierras lejanas.

294 Doy un facsímil del escudo usado actualmente por la

Municipalidad del Rosario. Parece ser no obstante, que el primitivo escudo difería en algo.

Page 263: Álvarez Ensayo Historia Santa Fe

ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

-- 263 --

En la ciudad de Santa Fe, la madre

vieja, el doloroso recuerdo de todas las

Convenciones, de todos los

ensayos hasta la Constitución

definitiva, nimbados de laureles

entre la primera tentativa separatista del

siglo XVI (1580) y la fecha inicial de la

independencia en el siglo XIX

(1810).

Por último, en Casilda, la ciudad nueva,

el triunfo del ferrocarril sobre el desierto, la

locomotora cruzando triunfante por entre

las espigas doradas por el sol.

Entre los factores independientes de la

violencia, la religión y la guerra, pienso que se destacan con relieves

inconfundibles los siguientes:

AUMENTO DE LA SUPERFICIE EXPLOTABLE.

Expulsados los indios que ocupaban el territorio sin sacar de él más

partido que la cría de algunos ganados, ha sido posible aumentar la

cantidad de cereales, aún cuando no aumentase la potencia productiva

de cada hectárea sembrada (el abono artificial y el riego no han sido

ensayados ni se aplican en los campos de la provincia constituyen una

reserva para el futuro)295. Esa misma extensión defiende contra los riesgos

295 En el último tercio del siglo diez y nueve –precisamente cuando estaba en todo su apogeo el

esfuerzo colonizador – algunos sabios, estudiando la composición de las pampas

argentinas, dedujeron que la llanura no produciría cereales. Formulaban esta ley: «No se

debe dedicar á agricultura luna tierra nueva, sino á condición de reemplazar la vegetación

existente por otra inferior». Y sin precisar bien qué era «vegetación inferior», parecían

aconsejar que se eligiese para los cultivos, las tierras boscosas del Norte, –ó sea las que peor

resultado dan en materia de cereales. Los miles de labradores que desoyendo á Burmeister

sembraron trigo y maíz, han probado hasta qué punto puede ser perjudicial esa ciencia que

Page 264: Álvarez Ensayo Historia Santa Fe

ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 264 --

naturales de la agricultura. Cuando el territorio explotable se reducía á

pocas leguas, podía darse el caso de que mangas de langosta las

invadieran por completo, ó las azotase una helada, ó se vieran totalmente

perjudicadas por la sequía ó las lluvias excesivas. Es evidente que tal

posibilidad se aleja aumentando la zona cultivada y variando los cultivos

en forma que las invasiones de langosta, susceptibles de dañar el trigo,

lleguen á destiempo para el maíz.

POBLACIÓN DE ESA SUPERFICIE POR INMIGRANTES

EUROPEOS

Librada á sí misma la población criolla, aún en las mejores condiciones

de vitalidad el país hubiera seguido despoblado. Los doce ó quince mil

habitantes de 1810 no hubieran podido producir ocho cientos mil un siglo

después, so pena de que los nacimientos fueran tales que duplicase la

población cada quince años, esto es, en proporción no alcanzada jamás

por nación alguna. Del mismo modo era imposible que los 200.000

pobladores del año 1880 se encontrasen cuadruplicados á los veinticuatro

años. Han sido los extranjeros quienes poblaron la región, como se

demuestra por los censos y las tablas demográficas: los niños son

argentinos por nacer en territorio argentino; pero muchos de ellos

proceden de padre y madre extranjeros. Es curioso como esos hijos de

extranjeros resultan más apegados al país que los propios hijos de

argentinos, y cómo éstos se sienten lastimados al comprobar que se ha

vuelto una realidad el bello gesto de los constituyentes de 1853, que

abrían el territorio á todos los hombres de buena vuluntad que quisieran

fecundarlo. Se diría que no dan á esta invitación más alcance que el de

una fórmula cortés, y que los recién llegados han hecho mal en

considerarse iguales á los venidos antes. De aquí nace el vago anhelo de

que los argentinos con progenitores criollos constituyan una especie de

aristocracia que prime sobre los procedentes de padres extranjeros; y de

aquí también la utopia de constituir una nacionalidad argentina, á base

de piel morena y antepasados ilustres.

La asimilación comenzada hace medio siglo puede imputarse á los

últimos treinta años: cada día disminuye más el choque entre los hijos de

la tierra que se sienten orgullosos de ser descendientes de aquellos

extranjeros que el siglo XVI fundaban aldeas mezclando su sangre con

mujeres indias y formando hogares con hijos mestizos, y los hijos de los

se declara vencida á priori. Cerca de ochocientas colonias agrícolas, prosperan hoy sobre la

pampa, declarada estéril por el cientificismo.

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

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extranjeros llegados en el siglo XIX, que á su vez sienten el orgullo de

haber construido con sus propios brazos las ciudades nuevas. Esos

extranjeros se adaptan al país y en él se arraigan para no volver á sus

patrias de origen, donde casi siempre jugaban un rol social y financiero

inferior al que en Santa Fe se han conquistado.

Es sensible que la mayoría de los inmigantes actuales pertenezca á

clases cuya cultura general es inferior á la de los braceros argentinos296,

porque así se complica enormemente el problema de la instrucción y la

higiene pública. Cada buque cargado de inmigrantes significa un

aumento los analfabetos en la provincia y un nuevo obstáculo para la

limpieza de las ciudades. Debido á ello la edificación de las campañas

sigue ofreciendo aspectos desagradables, y las escuelas, apesar de

aumentar año tras año, resultan siempre insuficientes. Los recien llegados

ó sus hijos las utilizan y no las costean. En muchas partes, los gauchos

semi-salvajes han sido sustituidos por europeos igualmente toscos. Sobre

el territorio florecen colonias, pero no obras de arte: la cultura no recibe

más impulso que el que le da el gobierno297. De este modo, el simple

aumento de la población basta para hacerla retroceder intelectualmente,

y el pais no puede cumplir debidamente su misión de educar á las turbas

que Europa mantiene embrutecidas, sin solución alguna para su

ignorancia y su miseria. Entretanto, como ningún elemento deja de pesar

en la vida de los pueblos, nuevas costumbres sustituyen á las antiguas. El

foot ball se torna juego popular la destreza en el manejo del caballo deja

de ser característica, el uso del lazo se pierde. Junto con los europeos que

compensan su ignorancia con el esfuerzo muscular que ofrecen, llegan

los europeos cultos, los hombres de empresa. Y llegan también los que

para nada sirven, los elementos perjudiciales. Existen hasta invasiones

periódicas, cuyo objeto es simplemente recolectar la cosecha.

Quizá conviniera no perder de vista la circunstancia de que la provincia

de Santa Fe es hoy uno de los lugares más ricos del planeta, porque los

beneficios de un máximum de producción se reparten entre un mínimun

296 Un libro recientemente editado por Mario Carrara y Paola Lombroso explica en qué estado

de barbarie viven los campesinos de ciertas regiones de Italia 297 Hasta ahora el gobierno tropieza con serias dificultades para hacer pagar al inmigrante ó al

colono, la justicia y la instrucción pública que les presta en forma rudimentaria. Por lo

general el impuesto grava al dueño del campo y al comerciante de la campaña, quienes

explotando al labrador vienen á ser algo así como intermediarios en la cobranza. Es exacto

que los capitalistas se han apoderado de la tierra; pero no es menos exacto que quien

valoriza á la tierra es el trabajo. «Capital» viene á significar en las llanuras argentinas

«trabajo acumulado», No resulta pues fácil gravar al capital sin afectar al trabajo.

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

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de productores. Es evidente que si no se encuentra el medio de hacer

rendir más á la tierra, ó de ampliar la superficie explotable, la llegada de

nuevos elementos disminuirá la parte que á cada uno corresponda.

Desde luego esa parte se distribuye hoy con dudosa equivalencia: el que

llegó antes, (propietario arrendatario primitivo) explota al que llega

después y no tiene otro capital que sus brazos, seguro de que por mucho

que le explote aún la víctima saldrá ganando con haberse establecido en

el país. Este es un resultado de la libertad de transaciones, que en la

forma en que hoy la entendemos, se parece bastante á la libertad de

ratificarse que se concedía á los torturados en el tormento durante el siglo

XVI: de no ratificarse, volvían á la tortura. El momento actual parece

desfavorable para todo lo que importe dar al estado facultad es para

intervenir en los contratos leoninos.

INFLUENCIA DEL FERROCARRIL

El camino de hierro no solo ha aproximado á los pobladores de parajes

distantes, si no que ha hecho posible la venta internacional (exportación)

de productos que antes no podían utilizarse más que en el consumo local.

El transporte en carretas tiradas por bueyes ó caballos, era

incomparablemente más caro que el transporte en tren: aún para

distancias relativamente cortas, equivalía á gran parte del producto

acarreado. En trayectos largos, absorbía por completo su valor,

impidiendo toda competencia. Así298, acarrear en el año 1883 mil

kilogramos desde Candelaria á Rosario, en carros (54 kilómetros), costaba

4.20 $ oro. En Julio de 1908, el mismo transporte en tren, costaba solo

1.29299. Hoy un maquinista, un foguista y un guarda, pueden conducir en

un solo día lo que acarreaban en un año todas las carretas santafecinas

juntas, con sus rebaños de bueyes y su ejército de conductores. Este

abaratamiento puede apreciarse con toda claridad en aquellos puntos en

que el ferrocarril entra bruscamente en contacto con los elementos

primitivos de trasporte. Así, salvar la distancia que separa á Bolivia de

Buenos Aires cuesta hoy (para pasajeros) tres veces menos que recorrer

en territorio boliviano, en diligencia, los sesenta kilómetros inmediatos.

De este modo, el ferrocarril permitió sembrar trigo en San José de la

Esquina primero, en la frontera Oeste más tarde, y en la provincia de

Córdoba actualmente. Sobre el mapa de Santa Fe puede comprobarse la

influencia pobladora del ferrocarril: las aldeas, las colonias, las villas,

298 El dato procede de los libros de cuentas de don Carlos Casado. 299 Más un centavo y medio papel, por tonelada, en concepto de arrastre hasta el puerto.

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

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nacen y se agrupan á lo largo del riel, como simples prolongaciones de la

estación y del hilo telegráfico anexo. Es el ferrocarril quien ha permitido

explotar las riquezas forestales de los bosques del Norte, é incorporar el

quebracho á la industria mundial.

No ha desaparecido en absoluto el inútil gasto del carro. En muchos

casos la vía férrea dista varias leguas del sitio de producción, y fuerza es

salvar el intérvalo por medio de tracción á sangre. Pero no está lejano el

momento en que los cereales, vayan directamente de la chacra á la

bodega del vapor, eliminando braceros y envases. Además, un nuevo

elemento de baratura interviene: al lado de los ferrocarriles primitivos

surgen vías nuevas, angostas y económicas, que no tienen necesidad de

resarcirse de las pérdidas sufridas en años anteriores, cuando el desierto

aún existía.

INFLUENCIA DE LA PAZ

Desde 1880, ninguna guerra nacional ha estallado. La paz solo ha sido

seriamente alterada en dos ocasiones (1890, 1893) por revoluciones de

carácter nacional: la tentativa de 1905 apenas influyó una semana en la

vida ordinaria de la nación. Ninguna revolución de carácter local se ha

producido en la provincia durante ese largo período y todos sus

gobernadores han sido hombres civiles, letrados en su mayoría300. La falta

de guerras significa obras públicas, confianza, llegada de capitales y

rebaja del interés. Del 12 por ciento ha descendido casi á la mitad.

LAS MÁQUINAS AGRÍCOLAS

Constituyen, sin duda, una de las claves del actual estado de cosas, y

demuestran el error de creer que nuestros sistemas de cultivo sean muy

atrasados: mediante las máquinas, un mínimun de productores obtiene

un máximum de producción. Para sembrar y segar á brazo el territorio

santafecino, y trillar á yegua el millón de toneladas de trigo, hubiese sido

necesaria una población tan densa como la que hoy vive en los lugares de

300 He aquí la nómina de los gobernadores de Santa Fe desde 1880 hasta hoy. En 28 años no

figura en ella un solo militar, No hubo otro clérigo que el Dr. Zavalla.

Bajo la presidencia Roca (1880-86): Dr. Simón de Iriondo (reelecto); Dr. José M. Zavalla; Dr. José

Gálvez.

Bajo la presidencia Juárez Celman y vice-presidencia Pellegrini (1886-92): Dr. Juan M.

Cafferata.

Bajo la presidencia Sáenz Peña y vice-presidencia Uriburu (1892-98): Luciano Leiva.

Bajo la segunda presidencia Roca (1898-1904): Juan B. Iturraspe; Dr. Rodolfo Freyre.

Bajo la presidencia Quintana y vice-presidencia Figueroa Alcorta (1904-1910): Dr. Pedro Á.

Echagüe.

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

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Europa en que así se trabaja. La pobreza hubiera sido su natural

corolario. Una familia puede explotar mediante el uso de máquinas, cien

hectáreas anuales y embolsarse la parte de esas hectáreas que el

propietario del campo le conceda por el contrato. De no existir máquinas,

es seguro que la misma familia no podría cultivar diez hectáreas301.

INFLUENCIA DE LOS CAPITALES EXTRANJEROS

Demostrado que las llanuras de Santa Fe producían, una oleada de

capitales ha llegado espontáneamente al país, valorizando las tierras y

fomentando el abuso del crédito, que es una de nuestras palancas

propulsoras.

SUBDIVISIÓN DE LA PROPIEDAD

Exceptuando la región boscosa del Norte de la provincia –donde

todavía se mantienen los latifundios y donde el señor del campo vive

poco más ó menos como los encomenderos españoles– el territorio está

ya fraccionado. Cerca de veinticuatro mil lotes de cultivo señala el último

censo (1908). Esos lotes, que pertenecen indistintamente á extranjeros y

argentinos, están libres de todas las viejas trabas creadas por España:

hipotecas tácitas, enfitéusis, mayorazgos. El Código Civil las barrió.

Antes de que la ley diera forma eficaz á las subdivisiones, la industria

privada había resuelto el arduo problema de separar unos fundos de

otros, en un país sin árboles, donde la llanura no presentaba accidentes

utilizables. El cerco de alambre, ha ejercido una influencia imposible de

olvidar en la explotación de la pampa. Alejó á los ganados de la tierra

301 El Dr. Juan B. Justo en, su «Teoría y práctica de la Historia», inserta algunos interesantes

datos tomados de una investigación llevada á cabo en 1895 por el Departamento de Trabajo

de los Estados Unidos. Helos aquí: Para obtener cuarenta bushels de maíz amarillo,

desgranado, trabajando sobre un acre, se necesita:

con arado y rastra simples, aporcador para marcar los surcos, sembrando á mano, cubriendo la

semilla con la azada, carpiendo con el aporcador, cortando las plantas con cuchillo,

deschalando con clavija, desgranando y dividiendo el forraje á mano (año 1855), 236 horas y

49 minutos de trabajo humano (secundado por la acción del caballo);

con arado múltiple, rastra de discos tirada por cuatro caballos, máquina sembradora, carpidor

de dos caballos, máquina segadora, máquina para deschalar y picar la chala,y desgranadora

á vapor (año 1894), 75 horas y 16 minutos.

El mismo doctor Justo hace notar que los métodos primitivos para la trilla del trigo exigen 32

veces más tiempo que la trilladora moderna y dejan en la paja hasta un 20 % del grano.

Hace notar asimismo que usando elevadores, la carga de 1.000 bushels de trigo, requiere

menos de nueve horas, en tanto que son necesarias treinta y siete, efectuando el trabajo á

hombro.Y transcribe el cálculo de Engel, según el cual, el costo de transporte horizontal de

una tonelada ( á un kilómetro de distancia) era (año 1880) de 0.4 centésimos de marco con

locomotoras á y por; de 11.7 con caballos; y de 52.5 con la sola fuerza muscular del hombre.

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

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sembrada, eliminando al pastor. Impidió que unas haciendas se

mezclaran con otras y esterilizaran los ensayos de cruza y refinamiento

de sangres. Evitó cantidad de conflictos entre vecinos, opuso una valla

casi infranqueable al ladrón de ganados, permitió mantener prados de

reserva, é hizo inútil toda tentativa de fuga de las tropillas302.

Al principio, como el alambre era caro y los postes baratos, los cercos se

hacían con muchos postes ó uniendo con dos ó tres hilos, los troncos de

paraíso que bordeaban las propiedades. Una zanja complementaba la

defensa. Después, con el aumento de la riqueza y la baratura de los

alambres, fue disminuyendo el número de postes y aumentaron los hilos,

haciendo innecesaria la zanja.

LOS MOLINOS DE VIENTO

Han ejercido también una influencia considerable supliendo á los

arroyos. En el interior de la provincia el agua era escasa y sacarla de los

pozos por medio de caballos resultaba difícil. Sin agua, era inútil el

alambrado é imposible la explotación ganadera lejos de la costa del rio.

Una idea humana puso la fuerza del viento, del terrible viento de la

pampa, en contacto con las aguas que corrían á pocos metros de

profundidad sin ser utilizadas. Y de ese modo, uno de los enemigos más

encarnizados quedó vencido303.

No era eso todo. Había que dar agua á los pastos. Otra idea humana vio

en la alfalfa el vegetal que hundiendo sus raices en el subsuelo, podría

aprovechar las aguas subterráneas. Y así, arrancado el viejo pasto puna

mediante oleadas de sudor, fué sustituído por el nuevo forraje

susceptible de ser almacenado. En trece años, desde 1895 á 1908, han

llegado á 758.000 las 133.000 hectáreas primitivas. Más de trescientas

leguas cuadradas sembradas de tal suerte, matizan la vieja aspereza del

paisaje con los tonos claros y alegres del nuevo vegetal. Para la

ganadería, el problema de la sequía está casi resuelto. Es de suponer que

un sistema de irrigación que aproveche la masa de los grandes ríos lo

resuelva también para la agricultura.

INSTITUCIÓN DE LA DEFENSA AGRÍCOLA Y GANADERA

302 Desde 1876 hasta 1907 han entrado al país más de un millón de toneladas de alambre para

cercos.

303 Debido á la falta de pozos, en tiempo de sequía, acumulábase la hacienda, en los campos de

la costa. El año 1858 fue preciso prohibir que se echase más de 2.500 vacas por legua.

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

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La convicción de que el país lo debe todo á su aptitud para producir

carne, pan y cereales, ha incitado al gobierno á preocuparse de problemas

que durante muchos años parecieron secundarios. Se ha organizado

oficialmente la destrucción de la langosta, de las garrapatas y de todos los

pequeños organismos que afectan á la agricultura y la ganadería,

existiendo ya escuelas é institutos especiales destinados á difundir

conocimientos útiles á los labradores y productores de ganados. El país

puede jactarse de haber visto á su ejército nacional ocupado en la

matanza sistemática de las mangas de langosta.

SISTEMA DE PUERTOS

Después de no pocos esfuerzos, han sido corregidos los errores de Dn

Juan de Garay, y hoy tienen puerto Buenos Aires y Santa Fe. A lo largo

de las barrancas del Paraná se escalonan pequeñas instalaciones,

económicas y prácticas, que bastan para el embarque de cereales y evitan

á las cargas mayores recorridos en tren. Una idea humana tendió planos

inclinados desde las barrancas hasta las bodegas, y por esos planos se

deslizan interminables chorros de bolsas á todo lo largo del río. El

Rosario, el viejo puerto natural de la Confederación Argentina, ha sido

dotado de instalaciones de primer orden. Á esto se agregan dos nuevos

factores de riqueza: la rebaja en los fletes de transporte marítimo (como

consecuencia de los adelantos de la náutica), y la existencia de cables

eléctricos que permiten comunicación instantánea con los mercados

europeos, trasmitiendo día á día sus precios y sus necesidades. En 1861,

cada habitante de la república importaba por valor de $16,3 y exportaba

por valor de $10,4 En 1908, las cifras se han trocado: 18,2 y 23,4;

respectivamente.

ALZA EN LOS PRECIOS DE LOS PRODUCTOS

EXPORTABLES

Tan pronto como fue posible exportar, los precios sufrieron una

revolución favorable al país304. En efecto, por sus prados naturales y por

la uniformidad de la llanura, que admite máquinas agrícolas, Santa Fe

puede producir cereales y ganados más fácilmente que otras regiones del

planeta, donde escasea el terreno ó es áspero y quebrado. Mientras no se

exportó, los precios se regularon por el consumo local: en cuanto

304 Desde 1897 á 1907, los ganados argentinos han aumentado su valor en un 50 % .–(Censo

agropecuario, III, 385).

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

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sobrevino la exportación, se regularon por los del mercado más

favorable. De ese modo, el maíz que antes no se cosechaba porque no

tenía salida, hoy produce enormes ganancias y atrae la atención de

cantidad de agricultores. Otro tanto ocurre con las carnes: por una parte

ha aumentado el consumo local, á consecuencia del aumento de la

población agrícola; por otra, Europa admite ganados en pié, carnes

heladas ó enfriadas, y carnes en conserva. Y el alza de los precios se

traduce en bienestar para los productores. Sin duda, antes de ser posible

la exportación, existieron cotizaciones locales superiores á los precios

actuales; pero esas cotizaciones se referían á los pequeños lotes del

consumo y estaban influenciadas por las plagas naturales que destruían ó

afectaban las pequeñas extensiones sembradas. De tal modo, sin que

hayan variado gran cosa los precios del trigo en Liverpool durante los

últimos veinticinco años, cada vez va siendo mayor el margen de

ganancia que obtienen los agricultores santafecinos, como consecuencia

del ahorro en los transportes y en la producción. Es exacto que una rebaja

de esos precios en el exterior, la noticia del maíz á tres pesos, por

ejemplo, perjudicaría á la región; pero ni es probable que por ahora se

produzca tal baja ni ella lograría arrancar las vías férreas, destruir los

edificios, cortar los alambrados, cerrar los bañaderos de ganado, cegar los

pozos. El país tiene ya tal suma de capitales y de trabajo incorporados,

que está en condiciones de ensayar nuevos cultivos cuando los actuales

desmerezcan.

*

* *

No ha sido tan grande la transformación del país bajo el punto de vista

de su organización política, y ello se explica fácilmente: no han actuado

en esa materia los mismos factores que en el progreso material. Ni el

capital británico, ni el trabajo italiano. Por desgracia, el sistema

institucional vincula al presente con el pasado.

A despecho de constituciones y decretos podemos lamentar que la

independencia declarada en 1816 no haya modificado gran cosa las

atribuciones reales del poder ejecutivo. La riqueza ha permitido costear

una administración más completa, suavizando el encarnizamiento de las

luchas partidistas; pero hemos prosperado poco en ese sentido, y queda

siempre en pié la posibilidad (comprobada en 1893) de que malas

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ஐ Álvarez, Juan (1878-1954) ஐ

-- 272 --

cosechas produzcan convulsiones políticas parecidas á las que produjo la

sequía en 1820 y en 1829.

Los extranjeros no votan. Políticamente, apenas si aportan otra cosa,

que ideas monárquicas bien definidas, forman una masa neutra que

dificulta los movimientos de la minoría electora (50.000 votantes sobre

800.000 habitantes). En cuanto á los argentinos acuden á votar algunas

veces, pero sin la convicción del que ejercita un derecho propio. La

mayoría vota porque así lo ordena el caudillo ó la junta de caudillos que

dirige al partido: no son los electores, sinó los jefes quienes designan

candidato y quienes resuelven sin apelación. Si el caudillo ordena

abstenerse de votar, los electores aceptan pasivamente la orden. Si ordena

alzarse en armas, se lanzan á la revolución. El voto es entre nosotros una

modalidad del caudillaje, y se utiliza con igual indiferencia por

gubernistas y opositores.

Sin embargo ya estamos lejos de aquellos tiempos en que se

consideraba inherente á las libertades ciudadanas dar una cuchillada al

primer transeúnte que se negara á prorrumpir en vivas al candidato, más

ó menos como Don Quijote exigía lanza en ristre confesiones favorables á

su Dulcinea. La masa del pueblo no se acostumbra á la idea de que pueda

existir otro gobierno que el poder ejecutivo: en el fondo, sigue siendo

monárquica, supuesto que el caudillo es la monarquía. La policía sigue

pareciéndose á un pequeño ejército en el que encuentran refugio los

criollos de temperamento belicoso. La legislatura continúa formándose

con representantes á quienes se exime de la obligación de rendir cuentas

de su gestión y cuyo mandato es irrevocable: no pasarán muchos años sin

que se convenzan las gentes de que ambas prerrogativas son tan injustas

como las que ejercía el Rey so pretexto de que solo á Dios debía cuenta de

sus actos. Entretanto, los partidos políticos consideran patriótico luchar

porque se cumpla una Constitución que autoriza tales excesos, que no

prohibe el nepotismo, que entrega al jefe del Poder Ejecutivo el derecho

de repartir sin contralor y sin responsabilidades todos los puestos de la

administración pública, transformándole en un distribuidor de la renta.

Felizmente la crueldad de las luchas pasadas ha producido entre nosotros

un ambiente de piedad y los rencores duran poco: el empleado cesante,

esa terrible institución de otros países, no existe aquí, como no existe el

militarismo, á despecho del culto á la revolución. Fuerza es reconocer que

van atenuándose los factores que en el siglo XVI contribuían á la

transmisión del gobierno: el presidente ya no es el rey, el interventor

nacional difiere del comisionado real que iba á poner orden. Las viejas

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ஐ ENSAYO SOBRE LA HISTORIA DE SANTA FE (1909) ஐ

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autonomías defendidas por el desierto, las distancias y las lanzas del

caudillo local, retroceden conforme desaparecen el desierto, las distancias

y las lanzas, y conforme el presupuesto nacional va ofreciendo á cada

partido local más recursos que los producidos por todas las rentas del

presupuesto provincial juntas. Las provincias no aciertan á confederarse

contra el poder central; y como el presupuesto de la nación es manejado

en definitiva por el presidente, la influencia de los parlamentos ha ido

cediendo también, y dejando cada vez menos campo á la labor de las

legislaturas provinciales.

El derecho de petición se abre camino conforme se torna difícil la vida

de los matones y los condottieri: no hay país alguno que pueda jactarse

de una libertad de imprenta más amplia que la que gozamos. Este

derecho de presionar el amor propio de los gobernantes sin incurrir en

responsabilidades, ha producido junto con muchos inconvenientes, no

pocas ventajas. El cuarto poder no figura en el presupuesto y á él se debe

que vayan siendo verdad muchas de las libertades que se consignaban en

las leyes y que recién van existiendo. Hemos eliminado el asesinato

político, y es enorme el progreso obtenido en cuanto se refiere al respeto

á la vida, si se tiene en cuenta que el gobierno constituye una pequeña

minoría obligada á sujetar por medio de la cárcel y el ejército á las masas

analfabetas, suministrándoles una administración de justicia y una

educación que ellas no sabrían darse.

Bajo el punto de vista del sistema impositivo, es también notorio el

progreso, bien que subsistan las aduanas nacionales, con todos sus

inconvenientes. Por eso el contrabando, la violación de la aduana que

encarece los artículos de consumo, sigue viéndose como un acto lícito de

defensa: la libertad de comercio ha sido una de las tantas libertades de

dudoso alcance. Como lo decía el ilustre general Mitre: estamos en la

república posible305. Entretanto, como el presupuesto del gobierno solo

absorbe una pequeña parte de las rentas de los habitantes, –el

indiferentismo en materia política tiene su razón de ser económica.

Aún distamos de realizar los ideales políticos con que se complacían en

tejer sueños aquellos hombres que hace cincuenta años forjaban frases

para la Historia, sin darles otro alcance que el que pueda dar un niño á

las pompas de jabón que fabrica para que brillen un instante y se

desvanezcan luego; pero ya hay mucho hecho. Ya no es el mismo el

305 Carta al autor, apropósito de la TESIS presentada en 1898 á la Facultad de Derecho y Ciencias

Sociales de Buenos Aires. Julio 4 de 1898.

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territorio, y la naturaleza no pesa sobre nosotros como pesó sobre

nuestros abuelos con toda la desolación de su pobreza. Y si aún no está

vencido el enemigo, si aún los labradores santafecinos escudriñan con

angustia el horizonte en espera de la lluvia, si aún las langostas heridas

por el sol marcan con sus alas puntos luminosos en el espacio, si aún el

río inunda y las heladas destruyen, podemos ya confiar en que esos

males difícilmente alcanzarán á un tiempo á todo el territorio, á todos los

plantíos y á todos los ganados. Con los millones de toneladas que

produce un año bueno y que se almacenan á lo largo de los rieles y los

puertos en líneas de colinas huecas, es posible ya esperar tranquilamente

á los años malos; praderas y arroyos artificiales defienden á las

haciendas; ejércitos de máquinas esperan un impulso para ayudar al

hombre; y ochocientos mil habitantes pueden ya jactarse de que sobre la

pampa domada han dejado de imperar sin contralor los insectos y los

vientos que sobre ella imperaron en otro tiempo como señores absolutos.

Rosario de Santa Fe, 25 de Mayo de 1909.

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INDICE

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Índice

Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . .

I – El país á Conquistar. . . . . .

II – Los primeros jalones: Sancti Espiritus, Corpus Cristi, Buena Esperanza (1527-1572).

III – Primera fundación de Santa Fe. – Fracaso del Puerto proyectado por Garay, (1573-1660). . . .

. . . . . . . . . . . .

IV– Segunda fundación – Monopolio del Rio Paraná, (1653-1779) . .

V – Santa Fe bajo el Virreinato del Rio de la Plata. Cambios de la Política comercial (1776-1808).

VI – Acefalía del Gobierno Español – Libertad de Comercio y Creación de un Gobierno Provisorio en

Buenos Aires – Revolución de Mayo (1808-1810) . . . . . . . . . . . . . . . . . .

VII – Períodos de lucha y desorden – Conquista de Santa Fe por Artigas – Independencia de las

Provincias Unidas del Rio de la Plata (1810-1817) . . . . . . . . . .

VIII – Reacción local contra el desorden: Estanislao Lopez – Santa Fe, estado autónomo : Puerto único en

Buenos Aires para el comercio de ultramar, carne barata, liga de gobernadores, Santa Fe parte integrante

de la Confederación Argentina (1829-1851) . . . . . . . . . . . . . . . . . .

X – Cambio de sistema: Nueva organización política, apertura de los rios, protección fiscal al Rosario,

Guerra del Paraguay (1852-1871)

XI – Afianzamiento de la política agrícola, definitiva dispersión de los indios é instalación de la Capital

Federal en Buenos Aires (1871-1880)

XII – Factoresde progreso durante los últimos veintisiete años (1881-1908

Índice