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Ana María S. Tarrío DEL ANTIGOTICISMO EN LA PENÍNSULA IBÉRICA: LOS GODOS EN LA CULTURA PORTUGUESA Porque assi como as plantas se crião e fazem melhores, tras- postas em boa terra, como se diz dos pecegos, assi a boa ter- ra muda os homens e de hebetes e rusticios os faz puliticos e virtuosos. De maneira que a virtude dos godos se cauzou por viverem qua. Dr. João de Barros 1 ... não fabulizemos ou mintamos patranhas estrangeiras; e muito menos nos louvemos dos Godos, porque elles perde- ram o que a virtude desta terra ensinou ganhar aos nossos. Fernando Oliveira 2 É um vício de origem o pretender provar que as sociedades peninsulares descendem da raça germânica. Oliveira Martins 3 No puede extrañar el imponente protagonismo de los textos y las pers- pectivas castellanas en los estudios referidos a la recepción del tema godo en la Península, y el exiguo espacio, en contraste, dedicado a la serie de 1. João de Barros, Geographia de Entre Douro e Minho e Tralosmontes, Porto, Biblio- teca Municipal, 1919, p. 25. Esta edición, a cargo de los bibliotecarios de la Biblio- teca Municipal de Porto y la única disponible por el momento, apenas reproduce Por- to, BM Ms. 1.109, ejemplar del siglo XVIII que perteneció a Antonio dos Reis. Véan- se los mss. conservados en Catálogo da Biblioteca Pública do Porto. Manuscritos, Porto, Biblioteca Municipal, 1879, Fasc. 1-2, pp. 182-6 y 231. Mayor información en Ana María S. Tarrío, La memoria de los godos en João de Barros (Geographia d’Entre Douro e Minho), in Aires A. Nascimento - Paulo F. Alberto (eds.), IV Congresso Internacional de Latim Medieval Hispânico. Actas (Faculdade de Letras, 12-15 de Outubro de 2005), Lisboa, Centro de Estudos Clássicos, 2006, pp. 889-904. 2. Fernando Oliveira, Grammatica da lingoagem portuguesa, Capitolo III. «Da nossa terra e gente», Lisboa, Biblioteca Nacional, 2000, pp. 85-6. 3. Oliveira Martins, A teoria do mosarabismo. Crítica da história da literatura portu- guesa do Sr. Teófilo Braga, in Política e história I (1868-1878), Lisboa, Guimarães & edi- tores, 1957, p. 172. Wisigothica. After M. C. Díaz y Díaz. Edited by C. Codoñer and P. F. Alberto, Firenze, SISMEL - Edizioni del Galluzzo, 2014

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Ana María S. Tarrío

DEL ANTIGOTICISMO EN LA PENÍNSULA IBÉRICA: LOS GODOS EN LA CULTURA PORTUGUESA

Porque assi como as plantas se crião e fazem melhores, tras-postas em boa terra, como se diz dos pecegos, assi a boa ter-ra muda os homens e de hebetes e rusticios os faz puliticos evirtuosos. De maneira que a virtude dos godos se cauzou porviverem qua.

Dr. João de Barros1

... não fabulizemos ou mintamos patranhas estrangeiras; emuito menos nos louvemos dos Godos, porque elles perde-ram o que a virtude desta terra ensinou ganhar aos nossos.

Fernando Oliveira2

É um vício de origem o pretender provar que as sociedadespeninsulares descendem da raça germânica.

Oliveira Martins3

No puede extrañar el imponente protagonismo de los textos y las pers-pectivas castellanas en los estudios referidos a la recepción del tema godoen la Península, y el exiguo espacio, en contraste, dedicado a la serie de

1. João de Barros, Geographia de Entre Douro e Minho e Tralosmontes, Porto, Biblio-teca Municipal, 1919, p. 25. Esta edición, a cargo de los bibliotecarios de la Biblio-teca Municipal de Porto y la única disponible por el momento, apenas reproduce Por-to, BM Ms. 1.109, ejemplar del siglo XVIII que perteneció a Antonio dos Reis. Véan-se los mss. conservados en Catálogo da Biblioteca Pública do Porto. Manuscritos, Porto,Biblioteca Municipal, 1879, Fasc. 1-2, pp. 182-6 y 231. Mayor información en AnaMaría S. Tarrío, La memoria de los godos en João de Barros (Geographia d’Entre Douro eMinho), in Aires A. Nascimento - Paulo F. Alberto (eds.), IV Congresso Internacional deLatim Medieval Hispânico. Actas (Faculdade de Letras, 12-15 de Outubro de 2005),Lisboa, Centro de Estudos Clássicos, 2006, pp. 889-904.

2. Fernando Oliveira, Grammatica da lingoagem portuguesa, Capitolo III. «Da nossaterra e gente», Lisboa, Biblioteca Nacional, 2000, pp. 85-6.

3. Oliveira Martins, A teoria do mosarabismo. Crítica da história da literatura portu-guesa do Sr. Teófilo Braga, in Política e história I (1868-1878), Lisboa, Guimarães & edi-tores, 1957, p. 172.

Wisigothica. After M. C. Díaz y Díaz. Edited by C. Codoñer and P. F. Alberto, Firenze,SISMEL - Edizioni del Galluzzo, 2014

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discursos que han sido contrarios a las tesis neogóticas dentro del mismoámbito hispánico4, en particular en el área portuguesa5.

La memoria de los godos no gozó nunca en Portugal del indiscutible,continuado y señero protagonismo que ocupa en la historia de España,determinada por la interpretación castellana del poder en la Península.Protagonismo sólo parcialmente contrastado con la emergencia de ladinastía borbónica y de las nuevas consignas nacionalizantes derivadas dela invasión napoleónica. Y aún después, durante todo el siglo XIX, y enparticular en el período de la restauración canovista, los ideólogos conser-vadores continuaron observando la historia goda en su cualidad de piezafundamental de la interpretación teleológica de la Historia de Españacomo unidad monárquica y religiosa continuada desde 587 con Recare-do6. Durante este siglo y hasta bien avanzado el siglo XX, el período godogozó de una centralidad evidente en la corriente historiográfica denomi-nada germanista, tanto en el campo de la filología como en la historia de

4. J. N. Hillgarth, The Visigoths in History and Legend, Toronto, Pontifical Institu-te of Mediaeval Studies, 2009, ofrece una valiosa compilación y actualización de losdatos disponibles del punto de vista del progoticismo peninsular y recoge también laausencia de goticismo visible en diversos documentos altomedievales de Portugal,Cataluña, Aragón y Navarra, así como en la tradición posterior (ibid., pp. 78, 84, 99-102). A. Redondo y C. Clavería, que citaremos oportunamente, proporcionan datossignificativos relativos a desvíos críticos de la materia goticista durante el siglo XVI,dentro de la literatura castellana. Sobre la línea antigoticista de la recuperación de lamemoria aragonesa durante el Renacimiento en J. Ángel Sesma Muñoz, La creación dela memoria histórica. Una selección interesada del pasado, in J. I. de la Iglesia Duarte (ed.),Memoria mito y realidad en la historia medieval. XIII Semana de Estudios Medievales. Náje-ra, del 29 de julio al 2 de agosto de 2002, Logroño, Universidad, 2003, pp. 24ss. Lavisión no neogoticista de las fuentes navarras se subraya en José María Lacarra, Histo-ria política del reino de Navarra desde sus orígenes hasta su incorporación en Castilla, Pam-plona, 1972, pp. 86, 107-8.

5. Al margen del trabajo fundamental de José Mattoso (véase sobre todo Les Wisi-goths dans le Portugal médiéval: état actuel de la question, in J. Fontaine et C. Pellistran-di (coords.), L’Europe héritière de l’Espagne wisigothique, Madrid, Casa de Velázquez,1992, pp. 325-39), no hemos encontrado monografías o estudios específicos dedica-dos a la historia posterior de la recepción del goticismo en la cultura portuguesa.

6. Roberto Fernández Díaz, Balance historiográfico sobre el siglo XVIII en España(1985-2005), in XXV años de historiografía hispana (1980-2004). Historia Medieval,Moderna y de América, Bilbao, Universidad del País Vasco, 2007, pp. 157-214; JoséMartínez Millán, La historiografía sobre el siglo XVI español, ibid., pp. 89-135, destacalas numerosas publicaciones sobre los visigodos surgidas durante la Restauracióndecimonónica (p. 104). Sobre el goticismo en la dinastía borbónica, en autores comoCampomanes y Jovellanos y en la tradición parlamentar posterior: J. N. Hillgarth,The visigoths cit., pp. 161-5.

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las instituciones jurídicas7, corriente que parte del discutido presupuestode un contundente asentamiento visigodo en la vieja Castilla8.

Después de los diversos abordajes críticos del neogoticismo, puede hoysostenerse la interpretación, apuntada en su día por José Antonio Mara-vall, de que el neogoticismo fue desde sus orígenes una apropiación inte-resada del pasado9. Desde un punto de vista no autoengendrado y retros-pectivo, esto es, no sujeto al mito neogoticista, las formas de continuidadevidenciadas en la cultura astur-leonesa – poco discutibles por lo demás –apuntan no tanto ni exclusivamente al pasado visigodo entendido comoprincipio o ruptura sino a la herencia hispano-romana (por su parte rein-terpretada por los visigodos) y a la cultura mozárabe peninsular10.

7. El estudio de la historia goda mediatizó la interpretación del período altome-dieval de la Península como contextura unitaria hispanogoda resistente con éxito a laarabización y entendida como ingrediente fundamental del «hecho diferencial» espa-ñol. Le siguió una interpretación dual y menos endocéntrica del Altomedievo penin-sular: por un lado, la España cristiana como integrante de la Cristiandad Occidental,y por otro lado, la España Musulmana, entendida como sociedad islámica de Occi-dente. Véase J. A. García de Cortázar, El estudio de la Alta Edad Media Hispana: histo-riografía y estado de la cuestión, in XXV años cit., pp. 55-85, en pp. 63ss.

8. Dentro de su concepción esencialista del «homo hispanicus», Albornoz consi-deraba el visigodo el único pueblo invasor que se habría integrado verdaderamente enlo hispánico, aportando un caudal humano calculado en 200.000 hombres, «un pue-blo entero poseedor de una vieja herencia temperamental». Vid. Reyna Pastor, Clau-dio Sánchez-Albornoz y sus claves de la historia medieval de España, «Revista de HistoriaJerónimo Zurita» 73, (1998), pp. 117-31, 122 y 129; L. A. García Moreno, La histo-ria de la España Visigoda: líneas de investigación (1940-1989), «Hispania», 50, nº 175(1990), pp. 619-36, 622-7.

9. De la bibliografía de esta controversia retiramos la crítica a Thomas Deswarte,De la destruction à la restauration. L’idéologie du royaume d’Oviedo-León (VIIIe-XI siècles),Turnhout, Brepols, 2003, pp. 40-5, propuesta por J. N. Hillgarth, The Visigoths cit.,pp. X-XII. En ibid., p. 63, n. 17, este último analiza las sucesivas y poco convincentestentativas de demostrar una continuidad esencial entre la monarquía visigótica y laasturiana, del punto de vista documental.

10. Son reveladores en este punto los estudios sobre aspectos culturales específicos.Sobre la parcial preservación de trazos visigóticos en el arte y la arquitectura asturia-nos: Isidro G. Bango Torviso, De la arquitectura asturiana: los edificios ovetenses en la tra-dición de Toledo y frente a Aquisgrán, in L’Europe heritière cit., pp. 303-13, y en la pro-ducción poética: Paulo F. Alberto, Vida Intelectual y Poesía en el Reino de León (910-1109), in Monarquía y Sociedad en el Reino de León. De Alfonso III a Alfonso VII («Fuen-tes y Estudios de Historia Leonesa», 118), León, 2007, II, pp. 141-72. Sobre el neo-goticismo a finales del siglo IX en el reino astur-leonés véase J. Ignacio Ruiz de laPeña Solar, III. La época de Alfonso II el Casto: La corte de Oviedo y la puesta en marcha deun programa regio cultural y político: teoría y práctica del neogoticismo Alfonsino, y IV. Lagran expansión del reino de Asturias: de Oviedo la León: La culminación del ideario político

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En todo caso el pasado godo, que ya ha sido denominado «principio deexplicación de la historia de España»11, tuvo un papel central en la con-cepción invertebrada de la historia peninsular que ha caracterizado elnacionalismo español, constituyendo lo que se ha llamado un «acuerdoadventicio» entre los sectores liberales y los más reaccionarios12.

Paralelamente, en el siglo XX se reactivó la necesaria y fundamentallabor de edición filológica de la producción escrita hispano-visigoda, aho-ra cultivada con diferentes criterios, lo que ha permitido la emergencia denuevas interpretaciones no aislacionistas del período godo, o menosdependientes de la búsqueda del «hecho diferencial español». Es en estepunto reveladora la más reciente participación portuguesa en las decisivas

neogoticista y el nacimiento de la idea de Reconquista: Adefonsus Hispaniae Rex, en El Rei-no de León en la Alta Edad Media. III: La monarquía astur-leonesa de Pelayo a Alfonso VI(718-1109), León, 1995 («Fuentes y Estudios de Historia Leonesa», 50), pp. 79-87y 112-27, respectivamente.

11. J. Lafaye recuerda este estatuto en «Discussions», L’Europe héritière cit., p. 414.En contrapartida, J. Fontaine (ibid., p. 414) precisaba que el término visigótico debeser tomado, salvo en Arqueología, como «calificativo cómodo para designar la civili-zación hispánica, y por tanto hispano-romana, de finales del siglo VI a inicios delsiglo VIII».

12. La tesis neogótica será abrazada por progresistas y conservadores en la cons-trucción decimonónica de la identidad nacional. Tendrá relevante papel en la llama-da crisis de 1898 y en el nacionalismo étnico español de preguerras: Jean-RobertArmogathe, L’Espagne wisigothique et la conscience politique européenne dans la première moi-tié du XVIIe siècle, L’Europe heritière cit., pp. 383-8; B. Pellistrandi, La monarchie wisi-gothique dans le débat politique de 1829 à 1844, L’Europe heritière cit., pp. 389-96. Cfr.R. López Facal, «La enseñanza de la historia, más allá del nacionalismo», en J. J.Carreras Ares - C. Forcadell Álvarez, eds., Usos públicos de la Historia, Madrid, MarcialPons, 2003, pp. 223-56, 227 y 231, n. 5. La importancia concedida al período visi-godo hasta nuestros días se refleja en el lugar que ocupan los estudios sobre historiagoda en el conjunto de investigaciones dedicadas a la España tardoantigua y medie-val, en comparación, por ejemplo, con los trabajos dedicados al período de ocupaciónárabe, aunque ésta cuente ya con significativas contribuciones y se trate de un área enconsiderable despliegue: José Carlos Martín, Sources latines de l’Espagne tardo-antique etmédiévale (V-XIV siècles). Répertoire Bibliographique, Paris, CNRS, 2010; M. Á. LaderoQuesada, Aproximación al medievalismo español (1939-1984), en La historiografía en Occi-dente desde 1945: actitudes, tendencias y problemas metodológicos, V. Vázquez de Prada - I.Olabarri - A. Floristán Imízcoz (eds.), Pamplona, Facultad de Filosofía y Letras de laUniversidad de Navarra, 1985 (Colección histórica, 41), pp. 69-86; J. Aurell Cardo-na, Le médiévisme espagnol au XXe siècle: de l’isolationnisme à la modernisation, «Cahiersde Civilisation Médiévale», 48 (2005) nº 191, pp. 201-18. Retiro la expresión«adventitious consensus between D. Claudio [Sánchez Albornoz] and General Fran-co» de P. Linehan, Past and Present in Medieval Spain, Aldershot, Variorum, 1992, 12;cfr. Hillgarth, The Visigoths cit., pp. 172-6.

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investigaciones relativas a la inserción de la producción hispano-goda enlas redes culturales del Occidente cristiano, y en particular los estudiossobre circulación de códices entre los scriptoria hispánicos y los restanteseuropeos13.

En estas páginas se ofrece una pequeña geografía de variaciones de inter-pretación y funcionalidad de la memoria goda en la historia de la culturaportuguesa, que parte de la constatación de la existencia de un conjunto deescritos antigoticistas en el Renacimiento portugués que se oponían al neo-goticismo castellano. Este juego de textos y a partir de textos, desarrolladoen el ámbito de dos cortes monárquicas en proceso de construcción de ima-ginarios identitarios específicos, tenía entonces y habría de tener un papelcrucial en la suerte política de la antigua Hispania romana.

1. EL ANTIGOTICISMO EN EL HUMANISMO PORTUGUÉS

chorai vós aquele qu’acima dos godosera tam certo com’ee nossa lei

Luís Anriques14

Damião de Góis, en su Defensa de Hispania, concentra su apología con-tra la imagen peyorativa de los hispanos ofrecida por Sebastian Münsteren una idea proveniente del repertorio humanístico: la idea de que los

13. Decisiva, también en este aspecto, ha sido la contribución de M. C. Díaz yDíaz, Textos altomedievales extrahispanos en la Península, in Coloquio sobre circulación decódices y escritos entre Europa y la península en los siglos VIII-XIII (16-19 Septiembre 1982).Actas, Santiago de Compostela, Universidad de Santiago de Compostela, 1988, pp.239-65; La transmisión de los textos antiguos en la Peninsula Ibérica en los siglos VII al XI,in La cultura antica nell’ Occidente latino del VII all’ XI secolo, Spoleto, 1975, pp. 133-78; La circulation des manuscrits dans la Péninsule Ibérique du VIIIe au XIe siècle, «Cahiersde Civilisation Médiévale», 4 (1969), pp. 219-41; 383-92. También fundamentalessobre la circulación de textos peninsulares en ámbito carolingio y viceversa son lostrabajos de Paulo F. Alberto, The textual tradition of the Carmen de uentis (AL 484): somepreliminary conclusions with a new edition, «Aevum», 83 (2009), pp. 341-75; EugeniusToletanus Archiepiscopus, in La trasmissione dei testi latini del Medioevo, cur. P. Chiesa - L.Castaldi (TeTra, 1; Millennio medievale. Strumenti e studi, N.S. 8), Firenze, 2004,pp. 97-117; Venancio Fortunato en la España Visigótica, in Sub luce florentis calami. Home-naje a Manuel C. Díaz y Díaz, ed. M. Domínguez, J. J. Moralejo, J. A. Puentes Romayy M. E. Vásquez Buján, Santiago de Compostela, 2002, pp. 251-69; Poesía visigóticaen la escuela medieval: florilegios, glosarios y escolios del período carolingio, «Voces», 19(2010), pp. 13-27; Formas de circulación de versos visigóticos en la escuela carolingia,«Voces», 20 (2011), pp. 13-24.

14. L. Henriques, «Lamentação à morte de el-rei D. João», Cancioneiro Geral de Gar-cia de Resende, ed. Aida F. Dias, Vol. II, Lisboa, INCM, 1990, 366, vv. 21-24, p. 266.

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godos, bárbaros advenedizos, son, con los «sarracenos», los causantes prin-cipales del atraso hispánico respecto a Italia. Y enlazaba este tópico conotro de larga tradición peninsular: el motivo de la alabanza de Hispania yde sus ilustres ingenios, incluyendo sin rebozo a Séneca y Columela en elelenco. Esto es, el humanismo hispánico surgía como restauración de unaidealizada civilización autóctona hispano-romana, después del interregnocatastrófico causado por las intromisiones bárbaras:

Não faltariam a Espanha, de há mil anos a esta parte, os brilhantes talentosque essa nação sempre produziu, se não tivesse estado tantos anos sob o domíniode povos bárbaros como os godos, os alanos e os sarracenos, alheios a toda a espé-cie de cultura; agora, porém livre da sua opressão, não duvide Munstero de queos espanhóis em breve alcançarão as culminâncias da ciência15.

Sobre los godos recae buena parte de la culpa del atraso peninsular fren-te a Italia, y desde luego éstos no se interpretan como vena matricial de lacorriente sanguínea hispánica sino como invasores, como extraños y sobretodo como destructores de la civilización preexistente. La restauratiohumanística significa sobre todo recuperar lo perdido con la invasión goday sarracena.

Francisco de Holanda se asocia a la línea general del humanismo ita-liano, siguiendo claramente a Leon Battista Alberti y a Vasari, en su visióndel papel de los godos en la decadencia peninsular hasta la restauraciónrenacentista:

É verdade que não temos outras polícias dos edifícios, nem de pinturas, comocá tendes, mas todavia já se começam e vão pouco a pouco perdendo a superflui-dade bárbara, que os Godos e Mauritanos semearam por as Espanhas16.

Para Fernando Oliveira los Godos son los bárbaros corrompidos y sal-vajes que perdieron España. En su obra, caracterizada por un tono alta-mente apologético y patriótico, el neogoticismo se rechaza drásticamentecomo «patrañas extranjeras», particularmente en su História de Portugal,donde los invasores godos se equiparan en pie de igualdad a romanos ymusulmanes, contrapuestos en conjunto a la consabida imagen idílica dela población autóctona, preexistente y resistente a las sucesivas invasionesy espolios. Este pueblo que permanece es el sujeto central, de acuerdo consu tesis indigenista, de la historia patria17.

15. Damião de Góis, Defesa de Espanha, in Opúsculos Históricos, trad. Dias de Car-valho, Porto, Livraria Civilização, 1945105-06.

16 . Francisco de Holanda, Diálogos de Roma (1548), pref., notas Manuel Mendes,Lisboa, Livraria Sá da Costa, 1955, p. 25.

17. Sobre el neogoticismo en su História de Portugal: Ana María S. Tarrío, Do esta-

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LOS GODOS EN LA CULTURA PORTUGUESA

En otros autores portugueses quinientistas, también ligados al serviciode la corte, encontramos una línea de convergencia en esta visión críticadel pasado godo, si bien se observan significativas disparidades a la horade proponer un modelo alternativo.

Gaspar Barreiros, en su dedicatoria al Cardenal-Infante D. Henrique desu Chorographia (1547), identifica el pasado godo con destrucción y bar-barie, e incluso descalifica, por su carácter progodo y fantasioso, fuentesmedievales por él utilizadas en otros contextos, como la «Crónica deEspanha»18. A la imagen desoladora del pasado godo, Barreiros opone laespléndida Lusitania, una figuración ideal construida contemporáneamen-te, a pesar de su obvia incongruencia, y que encontró consagración en laobra de André de Resende Antiguidades da Lusitânia, y en la de Bernardode Brito Geographia antiga de Lusytania19.

En la Geographia de Entre Douro e Minho e Tralosmontes del Dr. João deBarros, secretario de D. João III, el período godo goza de un señero – yaparentemente extemporáneo – protagonismo como reo de sucesivos car-gos por sus acciones de devastación y degradación en la Península. Tam-bién aquí se opone y polariza el período godo frente al hispano-romano,descrito como paraíso de paz y civilización comparable a la misma Italia,y cuyo sometimiento constituiría el único mérito de esa raza violenta ysoberbia20.

1.1. Humanistas y bárbaros

Los godos que provocaban las diatribas de los humanistas portuguesesno eran simplemente los godos de Alarico. Tampoco eran tan sólo los fero-ces godos descritos por fuentes tardoantiguas, cristianas y paganas, y enparticular por las no muy numerosas fuentes medievales hispánicas pocobenévolas con los godos, como el Cronicon Iriense. Fuentes que narraban unperíodo de extrema violencia y desagregación, el fin del imperio romanoy la génesis confusa de nuevas culturas mixtas (materiales sin duda leídos

do de Portugal no tempo dos leoneses, in P. F. Alberto - R. Furtado (ed.), Quando Portugalera reino de León. Estudos sobre cultura e identidade antes de D. Afonso Henriques, León,2012.

18. Gaspar Barreiros, «Ao muito alto e muito excellente principe e serenísimosenhor o Cardeal Ifffante», Chorographia, Coimbra, por João Álvarez, 1561 (ed. fac-simil. Coimbra, Universidade, 1968), fol. i; cfr. ibid., «Ao lector», fol. vi vº-fol. vii.Aunque publicada póstumamente, en 1561, por el hermano de su autor, Lopo deBarros, su elaboración remonta a 1547.

19. Bernardo de Brito, Geographia antiga de Lusytania, Alcobaça, por AntoniioAlvarez, 1597, Res. 1270//2 V, fol. 2.

20. João de Barros, Geographia cit., pp. 19, 24, 25.

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e interpretados por los humanistas portugueses en el seno de la recupera-ción humanística peninsular de este tipo de fuentes)21.

Los autores portugueses tampoco se hacían eco únicamente de la malareputación de los godos, objeto contemporáneo de general y tópico vili-pendio en toda la Res publica litterarum humanística. Por toda Europa seimitaban las distinguidas invectivas de las Elegantiae linguae latinae deLorenzo Valla, el campeón italiano del ataque a la barbarie gótica, culpa-ble por crímenes no sólo sanguinolentos sino también filológicos, como lallamada grafía gótica22 y se multiplicaban variaciones de censura a los tér-minos gothi y gothicus, que señalaban a los responsables de la ruina del arteromano en la terminología artística de ascendiente italiano23.

La renovación de la saña antigoda italiana al abrir el siglo XVI habíaademás emanado de idéntico motor al de los textos portugueses: la políti-ca imperialista de los herederos de los godos, los españoles. En Italia lareacción literaria a la anexión del reino de Nápoles por las tropas de Fer-nando el Católico surgía inmediatamente como renovación del antiguolamento por la obra destructora de Alarico. En los versos de Antonio deFerraris, El Galateo, los modelos tardoantiguos sirven para conferir mayorpatetismo a la descripción de la segunda violación bárbara del suelo itáli-co por las tropas de la «Gothia» moderna24. Escribiendo un poco más tar-de, ante la consumación de la conquista, Trissino no deja de insistir en untópico espinoso cuando dedica al mismo «Clementissimo et invittissimoimperatore Quinto Carlo Massimo» su obra La Italia liberata da gotthi.Esta pieza retomaba, con refinado lirismo e inquietante oportunidad, elconsabido retrato de la depredación cruel de Roma, la honorata regina de laterre mancillada por los godos25.

21. Sobre la barbarie gótica un humanista podía encontrar abundante material entoda la honda literaria que suscitó el trauma de la invasión de Roma por las tropasgodas de Alarico, el 24 de agosto de 410. Para evitar repeticiones en lo relativo a latradición textual heredada sobre este tema me permito remitir a lo ya expuesto en eltrabajo ya citado Ana María S. Tarrío, La memoria de los godos cit..

22. Especialmente en Elegantiae linguae latinae, Praef. III, 12-13, ed. S. López More-da, Cáceres, Universidad de Extremadura, 1999, I, pp. 290-3, hallamos un explícito yviolento ataque a las consecuencias de la barbarie gótica, comenzando por la grafía góti-ca. Los godos son sin más los destructores de la latinidad (ibid., 32-34, p. 293).

23. E. S. Beer, Gothic: origin and diffusion of the term, «Journal of the Warburg andCourtauld Institutes», 2 (1948), pp. 143-62 (especialmente pp. 144-8).

24. A propósito de la reacción al libro de G. F. Vagad por parte de Antonio deFerrariis, Il Galateo, Hillgarth, Les Visigoths cit., p. 138, recuerda los pasos de su sañaantigoda: Galateo, De educatione (1505), ed. C. Vecce, trans. P. Tordeur, Leuven, 1993,17, 26-27, 39-42, 56, 87.

25. Trissino, La Italia liberata da’ Gotthi, Roma, per Valerio e Luigi Dorici, 1547,

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LOS GODOS EN LA CULTURA PORTUGUESA

Contra la caligo temporis Gothici se ensañaban contemporáneamente, des-de frentes humanísticos extra-italianos – e igualmente ajenos a la fascina-ción neogoticista – nombres como Erasmo, Budé, Rabelais ..., con tantosotros por toda Europa26.

Estos sucesivos significados, albergados bajo el mismo término«godos», confluyen y se ajustan para dar mayor empuje al sentido princi-pal, el punto de mira de las invectivas portuguesas: el llamado mito neo-goticista castellano.

1.2. Contra el neogoticismo castellano

Los godos que tanto irritan y tanto desprecio provocan a los autoresportugueses son en realidad y sobre todo los supuestos antecedentes direc-tos de Pelayo, aquellos que habrían inaugurado el linaje que culminaba enla Casa de Austria, los godos que guardaban en fin la potencia legitima-dora de una unidad hispánica sujeta a la corona leonesa-castellana. Unmito que había dado inicio a finales del siglo IX y había acompañado elavance del dominio cristiano27, resultando un componente fundamentalde la «Reconquista» castellana como construcción ideológica28.

La furia antigoda lusitana derivaba directamente de la memoria de per-juicios concretos infringidos a los intereses de la corona portuguesa,hechos históricos que habían demostrado la rica cosecha política del mitoneogoticista.

La victoria de Alonso de Cartagena, el más hábil y brillante cultor delneogoticismo en el siglo XV, en el proceso judicial relativo al dominiosobre las islas Canarias, coincide con la fortificación de la castellanizacióndel discurso historiográfico hispánico general cimentada en el mito neo-goticista. Cartagena consiguió dotar al mito neogótico de carta de natu-raleza legal, vistiéndolo con una consistente formulación jurídica, de

BNL (= Biblioteca Nacional de Lisboa), Res. 285 P, fol. ii: «Al clementissimo etinvittissimo imperatore Quinto Carlo Massimo»; ibid., l. VII, fols. 128 ss.; l. IX, v.17, fol 168 vº (la numeración de los versos es mía).

26. Una útil perspectiva diacrónica de este motivo humanístico en C. Ginzburg,Das trevas medievais ao black-out de Nova Iorque, in A micro-história e outros ensaios, Lis-boa, Difel, 1991, pp. 119-30, 125-7.

27. La génesis y desenvolvimiento del mito fue en su día trazada por J. A. Mara-vall Cases Noves, El concepto de España en la Edad Media, Madrid, UNED, 1997, pp.306-9. Cfr. J. Álvarez Junco, Mater dolorosa cit. pp. 38ss.

28. Véase una síntesis de la controversia historiográfica en torno de este término,que se abre camino ya a fines del siglo IX, en Manuel González Jiménez, Sobre la ide-ología de la reconquista: realidad y tópicos, J. I. de la Iglesia Duarte (ed.), Memoria cit.,pp. 151-70.

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acuerdo con el paradigma escolástico, soldando las alegadas prerrogativashereditarias de la corona castellana sobre la portuguesa y demostrando suderecho sobre las islas que él identifica con las Islas Afortunadas e inclu-ye en la provincia Tingitana isidoriana29.

Sobre la tesis neogoticista pesaban inconvenientes concretos y pesadasdesventajas políticas para Portugal. Las fuentes castellanas insistían ensubrayar el vínculo entre el pasado godo y el capítulo de la sucesión dinás-tica desde Pelayo. Por otro lado, el carácter bastardo de Teresa, madre deAfonso Henriques y la condición extranjera del Conde D. Henrique, sig-nificaban que el hijo ganaba más en olvidar el tema30. Nótese que LucioMarineo Sículo, en una obra que acoge la tesis neogótica, incluía un«Capitulo de la succession de los Reyes de Portugal» donde se indica laversión del carácter bastardo de la madre del primer rey de Portugal y sereprueba con vigor el tratamiento dado por Afonso Henriques a sumadre31.

La extraordinaria resistencia del mito godo a lo largo de los siglos, asícomo su notable fecundidad literaria en el conjunto del Renacimientopeninsular, se asentaba de hecho en este tipo de dividendos políticos y eco-nómicos, particularmente evidentes en los avatares de transmisión de lallamada «división de Wamba», documento que sintomáticamente reco-braba actualidad y polémica entre los humanistas del siglo XVI. Las lis-tas de ciudades regidas por los reyes godos que figuraban en misceláneascronísticas hispánicas como la división de Wamba clarificaban el valor realde la tesis neogótica en la geografía político-económica peninsular, lo queexplica el carácter fraudulento de este tipo de documentación, objeto de

29. Alonso de Cartagena, Allegationes, in T. González Rolán, F. Hernández Gon-zález, P. Saquero Suárez-Somonte, Diplomacia y humanismo en el siglo XV, Madrid,UNED, 1994, p. 100; L. Suárez Fernández, La cuestión de los derechos castellanos a la con-quista de Canarias y el conflicto de Basilea, «Anuario de Estudios Atlánticos», 9 (1963),pp. 11-12; L. Fernández Gallardo, Alonso de Cartagena. Una biografía política en la Cas-tilla del siglo XV, León, 2002, p. 309. Su obra Anacephaleosis o Recapitulación actuali-zaba la memoria histórica heredada al servicio de los intereses monárquicos castella-nos contemporáneos, esto es, su aspiración de precedencia y conquista para la Coronade Castilla en base a la mayor antigüedad de esta monarquía sobre el resto de las his-pánicas: R. B. Tate, La Anacephaleosis de Alfonso García de Santa María, Obispo de Bur-gos, 1435-1456 en Ensayos sobre la Historiografía Peninsular del siglo XV, Madrid, Gre-dos, 1970, pp. 55-73.

30. D. Catalán, «Introducción» a Crónica Geral de 1344, Madrid, Gredos, 1970,p. LV.

31. L. Marineo Sículo, De las cosas memorables de España, Sevilla, por Jacobo Crom-berger, 5 de marzo de 1527, BNL Res. 845// 1 V (ejemplar donado por D. Teotoniode Bragança al monasterio de la Cartuja de Évora), fol. lv-lv vº.

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sucesivas refacciones en los archivos peninsulares, de acuerdo con los res-pectivos intereses de las diversas ciudades. Así, a pesar de las sospechas deAmbrosio de Morales, tanto Jerónimo Zurita como Gómez de Castro oGómez Miedes, y hasta el cardenal Baronio, utilizan el documento singrandes reparos32.

La peculiaridad del exceso antigoticista de los textos portugueses refe-ridos sólo puede entenderse si tenemos ante nuestros ojos, como ellos tení-an, el imponente volumen de obras castellanas de órbita palaciana quehabían erigido el asombroso edificio progótico durante los siglos XV yXVI.

El punto de mira de estos autores era el cuerpo numeroso de cronistascastellanos directamente involucrados en el reflorecimiento neogoticistadesde el siglo XV: además del mencionado Alfonso de Cartagena y supadre Pablo de Santa María, habían consolidado este mito Gutierre Díezde Games, Rodrigo Sánchez de Arévalo, Fernán Pérez de Guzmán yAlfonso de Palencia, entre otros33. Asociándose a las rotundas proclamasneogoticistas del cronista de los Reyes Católicos Diego de Valera34 y delde Carlos V, Pedro Mexía35, adaptándose en fin a la tendencia mayoritariadel humanismo castellano36, hasta humanistas extranjeros al servicio deestos monarcas acataron una prédica que ya podemos considerar oficial.Así lo hizo el humanista italiano Lucio Marineo Sículo en su obra «De lascosas memorables de España»37, tal como el humanista flamenco Juan

32. La historia del texto (publicado por Flórez, España Sagrada, IV, 181-252) hasido objeto de clarificación por A. Blázquez y Delgado Aguilera, La Hitación de Wam-ba. Estudio histórico-geográfico, Madrid, 1907; Sánchez Albornoz, Fuentes para el estudiode las divisiones eclesiásticas visigodas, «Boletín de la Universidad de Santiago», 1930,pp. 3-57; L. Vázquez de Parga, La División de Wamba. Contribución al estudio de la his-toria y geografía eclesiástica de la Edad Media Española, Madrid, CSIC, 1943. Véase elabordaje del sentido político de este célebre falso en Peter Linehan, Religion, Nationa-lism and National Identity, «Studies in Church History», 18 (1982), pp. 161-99.

33. Véase el análisis de este grupo por Hillgarth, The Visigoths cit., pp. 121-32.34. Véase Juan de Mata Carriazo, «Introducción» a Crónica de los reyes católicos,

«Anejos de la RFE», VIII, Madrid, 1927, p. CI; J. A. Maravall Cases Noves, El con-cepto cit., p. 326.

35. Pedro Mexía, Historia del Emperador Carlos V, ed. J. M. Carriazo, Madrid,1945, pp. 7-9.

36. Maravall, El concepto cit., p. 334: «la línea del humanismo español en general(...) estaba lejos de rechazar la llamada barbarie gótica de la Edad Media». Hillgarth,The Visigoths cit., 146-147ss., retoma este tema del carácter excepcional de autores noprogoticistas en la España de los Austrias.

37. L. Marineo Sículo, De las cosas memorables de España cit., VII, «De la venida delos Moros en España», fol. l: «Porque después de aquella grande destruycion que los

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Vaseo, que ha sido singularizado por un espíritu particularmente «objeti-vo» en la narración de los hechos históricos y que había trabajado al ser-vicio de D. João III38.

El resurgir del neogoticismo en el siglo XV se había apuntalado firme-mente con la traducción al castellano de la obra de Ximénez de Rada, rea-lizada por el obispo de Burgos D. Gonzalo de Hinojosa, y sintomática-mente titulada Estoria del fecho de los godos, con su continuación hasta lamuerte de D. Juan II, debida al prelado burgalense. De su importancia,en especial para los cronistas regios quinientistas, da buena cuenta el códi-ce del s. XV que perteneció a Jerónimo Zurita, según rezan las anotacio-nes que se pueden leer en el ejemplar manuscrito conservado en la Biblio-teca Nacional de Madrid 955939.

La fortuna del goticismo como mito político había resistido pues,incluso en los tiempos potencialmente adversos, los que sucedieron a la

Cristianos avian recebido de los moros con la gente que recogio del exercito desbara-tado se fue para las Asturias porque los Asturianos Vizcaínos y Gallegos (como antediximos) defendidos con el altura de los montes y aspereza de los lugares quedavansalvos y bien apercebidos para defenderse de los enemigos.... y fueron después llama-dos los principes de aquella tierra no godos sino Reyes de España o de Castilla». Sinembargo, no aprovecha este mito en su Sumario de la serenissima vida y heroycos hechos delos catholicos reyes D. Fernando y D. Isabel de immortal memoria, Valladolid, en casa de S.Martínez, 8 de octubre de 1553, BNL Res. 887 P, al discutir la línea de sucesión paradeterminar quien había de regir el reino de Castilla, ibid., fol viii vº. Marineo Sículoya había subrayado la prestigiante filiación gótica de Fernando El Católico en su obraanterior, De primis Aragonie regibus (Zaragoza, 1509), fol. 35, en seguida traducida alcastellano, versión que refuerza este vínculo en su «Introducción o argumento» (Cró-nica de Aragón, Valencia, 1524). Véase Hillgarth, Les Visigoths cit., p. 139.

38. Juan Vaseo, Chronici rerum memorabilium Hispaniae Tomus Prior, autore IoanneVasaei Brugensi humaniorum literarum in Salmanticensi Academia professore, Salmanticae,excudebat Ioannes Iunta, 1552, fol. 39 vº: «accepta tam insigni calamitate, quae inmontes Asturiae confugerant Christianorum reliquiae, Pelagium ex regio Gothorumsanguine, recuperandae Hispaniae diuina clementia seruatum, regem consalutarunt,anno quinto post excidium Hispaniae, ut in duobus antiquissimis libris inueni, sedqui cladem illam Hispanicam anno domini septingentesimo duo decimo ponunt,secundum Isidorum pacensem. Igitur regnum Pelagii ab anno septingentesimo deci-mo sexto auspicabimur». Un nuevo balance sobre Vaseo, siguiendo a Tate, en Hill-garth, The Visigoths cit., p. 138, n. 75.

39. A esta traducción de Jiménez de Rada realizada por Gonzalo de Hinojosa (Esto-ria del fecho de los godos), se refiere la entrada «Más de los reyes godos y de los que fue-ron de su linaxe» en el inventario de las obras de Zurita conservado en la Academiade Historia «Los libros de mano de diversas escrituras» (RAH, a-111, f. 435v), ed. A.Domínguez Malvadí, Disponiendo anaqueles para libros. Nuevos datos sobre la biblioteca deJerónimo Zurita, Apéndice F, nº 55, Zaragoza, Institución Fernando El Católico, 2010,p. 123.

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conquista de Granada, es decir, al fin de la Reconquista que lo había gene-rado y consagrado. En realidad se había fortalecido, a partir de los ReyesCatólicos, por su estratégica alianza con el providencialismo monárquico,y más definidamente, a partir de Carlos V, con el motivo de la translatioimperii, conviviendo con la creciente valorización y apropiación del pasadoromano, en tiempos de la expansión ultramarina imperial.

Ganaba renovado sentido entonces la idea de que los godos habrían sidoherederos de la translatio imperii tras su victoria sobre Roma, y de igualmanera sus descendientes, los monarcas castellanos, sucesores del gododon Pelayo, surgían como los nuevos artífices de la extraordinaria expan-sión imperial hispánica, un modelo unitario que obliteraba, con un pro-vocador silencio, la singularidad lusitana en este cuadro. Por esta omisiónde los materiales lusitanos reacciona críticamente el Dr. João de Barrosante el Astronomicum Caesareum (Ingolstadt, 1540) del matemático y car-tógrafo al servicio de Carlos V Pedro Apiano (Petrus Apianus o Pieter Bie-newitz)40. En su obra Carlos, en la estela del mito neogoticista, se saludacomo Imperator Augustus Hispaniarum41. La reacción antigoticista apunta-ba, de hecho, al núcleo legitimador principal del tratamiento subalternode la expansión portuguesa que caracteriza a la cronística castellana, des-de Lucio Marineo Sículo a los cronistas de la anexión dinástica filipina42.

El providencialismo neogótico propio de la dinastía de los Austrias tra-bajaba en realidad en la senda de la obra historiográfica promovida por elrey Alfonso X el Sabio, que durante gran parte de su vida pretendió lacorona del sacro imperio romano-germánico. La lógica de la translatioimponía esa formidable alianza entre el pasado romano y el godo, con cla-

40. La primera edición de esta obra data de 1524, en breve reeditada con la correc-ción de Gemma Frisius (1529). En la Biblioteca Nacional de Lisboa se conservan dosejemplares, uno de 1584 (RES. 790 V, RES 791V) y otro de 1551 (RES. 3255//1V).

41. Desde la perspectiva humanística portuguesa tenían que resultar incómodospasos que hablaban del dominio castellano sobre todo el conjunto de Hispania, como«Hispania Ungaria et Austria, quae omnia vos Augustissimi Caesaris estis ...»,«Augustissimis Caesaribus Carolo et Ferdinando, imperatori regique huic romanis ...Petrus Apianus», Astronomicum Caesareum, in aedibus Petri Apiani, 1540, BodleianLibrary, Radcliffe Science Library, Offsite 18405 d.9, fol. a ii vº. En la «Tabula tem-porum», ibid., fol. d, donde se mezclan datos históricos diversos, apenas figura como«Rex Hispaniae» «Alphonsus» (Alfonso X el Sabio), indicando como data de refe-rencia, 1253. Del latín al romance, de Hispania a España, encontramos la misma som-bra sobre el otro reino hispánico: Portugal. Por ejemplo Fernández de Enciso, Summade Geographia, fol. aii, en la dedicatoria a Carlos I, se dirige al «muy alto e muy pode-roso rey principe e señor don Carlos rey de España, de Nápoles...».

42. Joaquim Romero Magalhães, As descrições geográficas de Portugal: 1500-1650).Esboço de problemas, «Revista de História Económica e Social», 5 (1980), p. 25.

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ra superioridad del primero en cantidad y cualidad de noticias pero con elpeso específico que concedía la memoria visigoda en términos de materialidiosincrásico frente al resto de la Romania43.

En el reinado de Felipe II, caracterizado por la multiplicación de profe-cías y milenarismos de signo tanto favorable como adverso a este monarca,ha sido notada una «pleamar» goticista, promovida por un monarca queutiliza intensamente el pasado godo en el programa de sacralización de supropia figura como monarca y que encuentra en la erudición historiográfi-ca y anticuaria de Ambrosio de Morales su principal sostén intelectual. Elparentesco de la dinastía de los Austrias con S. Isidoro a través de Recare-do anima al autor de la Corónica general de España, que se centra justamen-te en el final del período godo y su continuación en la Reconquista44.

En este programa cumple una función estratégica la reactivación delculto al rey-mártir visigodo S. Hermenegildo, figura o anticipación históri-ca de su propia autoimagen como monarca de la ortodoxia contrarrefor-mista. Se sitúa en este contexto el traslado a El Escorial de la reliquia dela cabeza de S. Hermenegildo, en 1586, con la intervención de Ambrosiode Morales, que al final del libro II de su Corónica insertó un poema suyoIn diuum Ermenegildum regem martyrem hymnus. Sixto V concedió indulgen-cias y jubileo para estas reliquias, y promulgó una bula para celebrar lafiesta del santo, el 13 de abril, el día en que nació el príncipe y futuro reyFelipe III, por tal motivo llamado Felipe Hermenegildo45.

43. Como se sabe, la alianza entre visigotismo y apropiación del pasado romano sehabía ya consagrado perfectamente en la tradición hispánica medieval. El prestigiodel pasado romano convive con el godo en Lucas de Tui, en particular en el motivo delas laudes Hispaniae. En la Primera Crónica General, ed. Menéndez Pidal, NBAE, V,Madrid, 1906, pp. 215, 463, 491, 495, el reino cristiano es el reino godo, con el lap-so musulmán, pero las virtudes de los godos no son originarias, enlazan con la cultu-ra antigua; en la Crónica General y en la General Estoria, que consagran el mito góti-co, encontramos el latín como algo propio (en expresiones como «nuestro latín» y«nosotros los latinos dezimos»): Solalinde, La expresión “nuestro latín” en la GeneralEstoria de Alfonso el Sabio, in Homenaje a Rubió y Lluch, I, Barcelona, Universidad,1936, pp. 133 ss.; Cfr. Maravall, El concepto cit., p. 336; Ch. F. Fraker, Alfonso X, theEmpire, and the Primera Crónica, «Bulletin of Hispanic Studies», 55 (1978), pp. 95-102; F. Rico, Alfonso el Sabio y la General Estoria. Tres lecciones, Barcelona, Ariel, 1984,pp. 110-20; J. Álvarez Junco, Mater cit., pp. 51-3. Sobre la conjunción de romanis-mo y visigotismo en Carlos V: Redondo, Les divers visages du thème (wisi)gothique dansl’Espagne des XVIe et XVIIe siècles, en L’Europe héritière cit., pp. 354-64, en pp. 356-7.

44. Corónica General de España, Alcalá de Henares, Juan Íñiguez de Lequerica,1577, II, f. 129r. Cfr. Francisco Márquez Villanueva, Trasfondos de la profecía del Tajo.Goticismo y profetismo, in Víctor García de la Concha - Javier San José, Fray Luis deLeón. Historia, humanismo y letras, Salamanca, ed. Univ., 1996, p. 425.

45. Véase Márquez Villanueva, Trasfondos cit., pp. 425-6. Juan Manuel de Estal,

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A la luz de este contexto, hasta el mero silencio resultaba significativo.Así lo es el de André de Resende, en contraste con las intensas diatribascontra los godos de sus compatriotas. En el capítulo específico dedicado alos godos de sus Antiguidades da Lusitânia, ningún juicio peyorativo o alu-sión despectiva acompaña a su síntesis, comparativamente tan sobria uobjetiva, de las principales noticias antiguas relativas a este pueblo. Peroen contrapartida brilla la ausencia de cualquier referencia a la tesis neogó-tica. Un silencio tanto más eficaz por el tono aséptico de sus descripcio-nes de los godos, por el frío relato de su paso por la Península46.

1.3. Los godos como tópico literario peninsular

Además de las obras de inspiración humanística ya referidas, los godostienen su espacio en otros contextos literarios portugueses de los siglosXV y XVI. Nuevamente su correcta interpretación exige contemplarlosen el seno de una tradición peninsular más amplia.

A partir de la obra alfonsí, el tema godo en la literatura castellana habíaentre tanto desbordado el ámbito de las crónicas y los discursos de carác-ter historiográfico y se había infiltrado en coplas y poemas, en latín y enromance, en textos narrativos y dramáticos, deviniendo elemento con-substancial al imaginario literario hasta tal punto que los godos se obser-van, ya en el siglo XVI, como fundadores de géneros tan castizos como lapoesía de romancero47.

Esta multiplicación de variaciones literarias neogóticas en los siglosXV y XVI deriva de su fuerte alianza con dos obsesiones – por así decir –de la literatura renacentista hispánica.

Culto de Felipe II a San Hermenegildo, «La ciudad de Dios», 77 (1961), pp. 523-52. Afinales de este siglo Juan de Mariana confería plena consagración a la idea de la line-aridad legítima que arrancaba de la monarquía visigoda y culminaba en el imperio deFelipe III en su Historia de España, un verdadero éxito editorial de la época. En latínapareció en Toledo en 1592, y fue reeditada en 1595, en Francfurt y Maguncia en1605, con sucesivas reediciones; en castellano surgió en 1601 y también fue reitera-damente reeditada. Francisco Pi y Margall elaboró una edición (Madrid, Rivadeney-ra, 1854), disponible en BAE, t. 30-31.

46. André de Resende, Antiguidades da Lusitânia, trad. R. M. Rosado Fernandes,Lisboa, FCG, 1996, III, pp. 170-3.

47. Es la opinión de Argote de Molina, Discurso sobre la poesía castellana, in D. JuanManuel, El Conde Lucanor, ed. Argote de Molina, en casa de Hernando Díaz, 1575,Barcelona, Puvill, 1978, fol. 93r. A. Redondo, Les divers visages cit., pp. 360, recuer-da que Ramón Menéndez Pidal suscribía esta idea al hablar de un «lazo misteriosoque une la poesía heroica de los visigodos con la poesía castellana», La epopeya caste-llana a través de la literatura española, Madrid, Espasa-Calpe, 1959, p. 26; AdelineRucquoi, Les wisigoths fondement de la nation Espagne, L’Europe héritière cit., pp. 341-53;

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En primer lugar, esta centralidad viene determinada por su asociaciónal tema de la «nobleza de sangre» esgrimida contra moriscos, judíos, cris-tianos nuevos y linajes sin abolengo, y, en segundo lugar, la historia godase presenta como exemplum del tema de la variabilidad de la Fortuna y lacaída ejemplar de los más grandes, tema representado por la novelesca his-toria del rey godo Rodrigo y su «pérdida de España».

El primer tema se multiplica por doquier, brillando en variaciones enlos diversos cancioneros de corte, y el segundo genera narrativas ficciona-les en la línea de la Crónica llamada Sarracina o Crónica del rey don Rodri-go (Sevilla, 1499) de Pedro del Corral, de fecunda estela en la poesía y pro-sa quinientistas, y se consuma en la Historia de los reyes godos de Julián delCastillo48.

El motivo específico de la sangre goda como garantía de pedigree aristo-crático, de extraordinaria valencia y difusión en la literatura castellana,había alcanzado acreditación transfronteriza gracias al Livro de linhagensdel Conde D. Pedro49 y se había convertido en tópico de recurrencia fre-cuente, especialmente en la poesía de corte, intensamente influida por losmodelos castellanos, poblados de la «gótica gente»50.

Pero también en este ámbito los godos son objeto en Portugal de tem-pranas variaciones desviantes, como las que encontramos en el CancioneiroGeral publicado en 1516 y dedicado al rey D. Manuel I. En las coplas deLuis Anriques los godos surgen apenas para ser superados por el monarca

Ester Contreras Manjarrés, Memoria, mito y realidad en la historia medieval. Una aproxi-mación bibliográfica, J. I. de la Iglesia Duarte (ed.), Memoria cit., pp. 435-55; C. Cla-vería, Reflejos del goticismo español en la fraseología del Siglo de Oro, in Studia Philologica.Homenaje a Dámaso Alonso, Madrid, Gredos, 1960, I, pp. 357-72; Godos y españoles, inEstudios hispano-suecos, Granada, 1954, pp. 90-100.

48. Una completa síntesis de la fortuna del tema en la literatura castellana del s.XVI en Francisco Márquez Villanueva, Trasfondos cit., pp. 423-40. Sobre goticismo ynobleza Julio Caro Baroja, Sobre ideas raciales en España, Razas, pueblos, linajes, Madrid,Revista de Occidente, 1957, pp. 147-8. Sobre la expansión del tema en la literaturadel Siglo de Oro Carlos Clavería, Reflejos del goticismo español en la fraseología del siglo deOro, in Studia Philologia. Homenaje a Dámaso Alonso, 2 vols., Madrid, Gredos, 1960, I,pp. 357-72; Notas generales sobre los godos y su proyección histórica, «Cuadernos Hispano-americanos», 280-282 (octubre-diciembre 1973), pp. 541-56.

49. En el capítulo donde se inserta la historia de Portugal, el título VII, dedicadoal Conde Dom Monido, ancestro de la mujer de D. Afonso Henriques, Dona MafaldaManríquez, encontramos la referencia clave: «O conde dom Monido, veo da terra deRoma, e era da linhagem dos Godos», D. PEDRO, Livro de linhagens, ed. J. Mattoso,Lisboa, Academia das Ciências, 1980, tit. VII, p. 119.

50. Maravall, El concepto cit., p. 326.

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LOS GODOS EN LA CULTURA PORTUGUESA

portugués D. João II51 y para Diogo Velho da Chancelaria ya los godos sonlos foráneos que, como los latinos, apetecieron el codiciado botín del terri-torio portugués52. La poesía portuguesa en el siglo XVI conoce igual-mente el tratamiento satírico del manido tópico del linaje godo comoseñal de aristocrático abolengo:

S’ está o saber na própria opiniãotu só sem falta sabes mais que todos.Se também está nela a geraçãoTambém sem falta és nobre mais que os Godos.Mas s’está no que sabe o mundo todoSabe-se que nem sabes, nem és Godo53

El segundo venero literario del goticismo, el exemplum del rey Rodrigo,de evidente rentabilidad en los discursos referidos o relacionados con laextensa literatura de los espejos de príncipes, contenía una potencialidadtan rica como ambigua. Así, al evocar en su «Profecía del Tajo» la pérdi-da de España por Rodrigo como modelo arquetípico de las consecuenciasde los vicios de un príncipe tiránico, indiferente a los intereses más pri-marios de sus súbditos, Fray Luis de León – detractor de los usos tiránicosde Felipe II – habría utilizado el propio programa goticista de este monar-ca como amonestación o censura al gobierno de este monarca54.

El mismo exemplum recuerda el Dr. João de Barros en su Geographia, nosólo para ofrecerlo como paradigma del mal príncipe y de sus funestasconsecuencias, sino sobre todo con la finalidad principal de denegrir elconjunto de la memoria goda y su acción histórica sobre la Península, asícomo para vituperar la apropiación prestigiante de su memoria por partede los autores castellanos55.

51. L. Henriques, «Lamentação a morte de el-rei D. João», Cancioneiro Geral deGarcia de Resende, ed. Aida F. Dias, Vol. II, Lisboa, INCM, 1990, 366, vv. 21-24,p. 266.

52. Diogo Velho da Chancelaria, «Da caça que se caça em Portugal», CancioneiroGeral cit., IV, p. 150, vv. 13-14: «buscam godos e latinos/ esta porta principal» (i.e.:Lisboa].

53. P. Andrade Caminha, «A um que tinha grande opinião de saber e de sangue»,Visões de glória, ed. Vanda Anastácio, II, Lisboa, FGC, 1998, 378, p. 727.

54. Ésta es la lectura de M. Villanueva, Trasfondos cit., pp. 428-9.55. Dr. João de Barros, Geographia cit., pp. 22ss.

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2. LOS BÁRBAROS GODOS. EL ANTIGOTICISMO CASTELLANO

«Por línea recta – decía otro – probaré yo descender del señorinfante don Pelayo».«Eso creeré yo – dijo Andrenio –, que los más linajudos sue-len venir de Pelayo en lo Pelón, de Laín en lo Calvo y deRasura en lo raído».

Baltasar Gracián56

Los humanistas portugueses reacios a los godos no estaban solos en elpanorama general del humanismo peninsular. De hecho, la consolidacióndel llamado «mito godo» no parece haber sido un proceso completamen-te pacífico o consensual. Por el contrario, provocó reveladoras disensiones,dentro y fuera del humanismo castellano, en torno a la interpretación delos textos heredados.

De acuerdo con el intenso progoticismo del siglo XV, resulta significa-tivo el muy humanístico silencio de Nebrija relativamente a la tesis neo-gótica en su Crónica de los muy altos y esclarecidos reyes Católicos don Fernan-do y doña Isabel57.

También en su Summa de Geographia, «dirigida al emperador Dom Car-los Rey de Castilla», Fernández de Enciso, alguacil mayor de la tierra fir-me de las Indias Occidentales, aconsejaba a Carlos I contra la tradiciónneogótica, indicándole que la Reconquista había sido obra de hispanosque perduraran después de la invasión de los bárbaros58. IgualmenteAlfonso García Matamoros pone el acento en la población hispano-roma-na asolada por la «plaga gótica», como posteriormente el cronista domi-nicano Juan de la Puente y el historiador jesuita José Moret59.

56. Baltasar Gracián, «Crisi septima. La hija sin padres en los desvanes del mun-do», El Criticón, ed. Miguel Batllori, Obras cit., p. 323.

57. Crónica de los muy altos y esclarecidos reyes Católicos don Fernando y doña Isabel degloriosa memoria, Valladolid, en casa de Sebastián Martínez, 1565, BNL, Res. 879 V.

58. Fernández de Enciso, Summa de geographia, Sevilla, Juan Cromberger, 1530,BNL F. 4632, fol. xxiiii vº - fol. xxv: «E los que a Vuestra Magestad dizen que vienede los godos por darle loor a mi ver yerran porque la verdad es que viene del infantePelayo hijo del duque de Cantabria y que es natural de España y de Iberia, y yo ten-go que es mejor gente la ibérica y mas belicosa que los godos pues supieron ganar latierra que los godos perdieron y conservarla, ganar otros reynos y provincias y con-servarlas, y destes se debe vuestra majestad llamar y preciar mirar a lo que ellos hicie-ron y a lo que dejaron ganado». A esta coincidencia de opiniones entre Barros y Enci-so pueden sumarse otros puntos de concomitancia, como la división de España en seisprovincias, de acuerdo con sus rios: ibid., fol. xxiiii; cfr. Geographia, pp. 26 ss. En laBNL se conserva otro ejemplar de la edición de Sevilla de 1530, Res. 921 V.

59. A. García Matamoros, Apologia pro adserenda Hispanorum eruditione, ed. J. Lópezde Toro, Madrid, 1943, pp. 184, 188, 192; Juan de la Puente, Conveniencia de las dos

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LOS GODOS EN LA CULTURA PORTUGUESA

A estos autores de órbita castellana resistentes al neogoticismo, que hansido más recientemente calificados como «espíritus lúcidos»60, se sumanescritores que elaboraron variaciones críticas en torno a sus tópicos litera-rios asociados y hasta usaron el mismo mito como espada de doble filocontra sus paladines61.

La obsesión por la sangre goda se contempla como contraria al espíritucristiano (Alejo Venegas, Fray Pablo de León) y se convierte en generali-zado objeto de sátira de ridículos resabios aristocráticos (línea consumadaen Miguel de Cervantes), sátiras que encuentran espacio incluso en auto-res que reactivan la tesis neogótica, como Gonzalo Fernández de Oviedo62.

A finales de 1640, el escritor aragonés Baltasar Gracián publicaba, bajoel pseudónimo de Lorenzo Gracián, una vehemente biografía, El políticodon Fernando el Católico, dedicada a su protector y amigo, opositor a la gue-rra contra Cataluña, el bibliófilo Francisco María Carafa Castrioto y Gon-zaga. En este opúsculo le envidiaba «a Tácito el espíritu pero no el obje-to»63, porque su objeto era la vida de Fernando el Católico, el monarcaque Gracián había ya definido en su primera obra publicada, El héroe,como «centro de los rayos de la prudencia, gran restaurador de la monar-quía goda»64.

Renovando el género de los espejos de príncipes65, el brillante prosa-dor conceptista trabajaba un tópico que por entonces ya había cristaliza-

monarquías católicas, la de la Iglesia Romana y la del Imperio Español y defensa de la prece-dencia de los Reyes Católicos de España a todos los reyes del mundo, Madrid, 1612, libro III,pp. 153-9; J. Moret, Investigaciones históricas de las antiguedades del Reyno de Navarra,Pamplona, 1665. Textos referidos y comentados por Hillgarth, The Visigoths cit., pp.147-50.

60. La expresión es de A. Redondo, que matiza que estos detractores no pertene-cían únicamente al grupo de los cristianos nuevos: Les divers visages cit., p. 361.

61. M. Villanueva, Trasfondos cit., p. 435, n. 67.62. A. Redondo, Les divers visages cit., pp. 362-3; Hillgarth, The Visigoths cit., pp.

119-60, p. 158.63. B. Gracián, El político don Fernando el Católico cit., in Obras, ed. Miguel Batllo-

ri, Madrid, Taurus, 1983, p. 114. 64. B. Gracián, El héroe, in Obras cit., p. 120. La primera edición (Huesca, 1637)

se la dedicó el autor a su mecenas Vincencio Juan de Lastanosa.65. En particular retoma la exhortación a Don Fernando el Católico para que res-

taure la «silla imperial de los godos», exhortación que abre y conduce el Doctrinal depríncipes de Diego de Valera, dedicado a este monarca: Diego de Valera, Doctrinal depríncipes, ed. Silvia Monti, Verona, Univ., 1982, pp. 1ss. Gracián recuperaba en estetratado la memoria de D. Fernando y de la corona de Aragón en tiempos de crisis delmodelo monárquico castellano, ofreciendo «una concepción de España alejada de lacentralizadora y castellanizante impuesta por los Austrias»: J. Ángel Sesma Muñoz,

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do en territorio hispánico en verdadero cliché político y propagado moti-vo literario66. Pero aquí ya el mito neogoticista se utiliza de manera des-viante, contra su funcionalidad tradicional. Utilizando a su favor las armasdel discurso castellano, Gracián opone a Fernando, en cuanto rey aragonés,como el verdadero restaurador de un tipo de monarquía diversa de lainterpretación filipina contemporánea.

Es evidente que, de acuerdo con fuentes de área aragonesa como elmemorial de Zurita, Gracián no acepta el discurso de la linearidad godadesde Rodrigo a Pelayo para desembocar en la imagen de la Penínsulasometida por completo a la garra del León de Castilla, sugestiva imagende la iconología filipina que figuraba por ejemplo en el frontispicio de laPhilipphus Prudens de Caramuel Lobkowitz, publicada em 163967.

De hecho, comienza su obra El político don Fernando el Católico con unmodelo fundacional de la monarquía hispánica muy diverso del construidopor las fuentes castellanas y claramente subsidiario de la tradición cronís-tica aragonesa. Su imagen es sintomáticamente tripartita: portuguesa, ara-gonesa y leonesa-castellana: «los tres fundadores de sus tres católicos rei-nos, don García Jiménez de Sobrarbe, don Pelayo de las Asturias, donAlonso Enríquez de Portugal, que, con gloriosa emulación, pasaron a serimperios, extendiéndose cada uno por diferente parte del universo»68. Estaexposición de la memoria de la Reconquista apuntaba al meollo simbólicode la monarquía absoluta y centralista: no es Castilla el origen sólo de lamonarquía, ni ésta tiene por qué entenderse a la manera de Felipe II69.

Que su Fernando el Católico como restaurador de los godos encierrauna vuelta del juego de la agudeza lo demuestra el hecho de que en otrade sus obras, El Criticón, el mismo autor da amplia acogida y uso a la ima-

La creación de la memoria histórica. Una selección interesada del pasado, in J. I. de la Igle-sia Duarte (ed.), Memoria mito y realidad cit., p. 29.

66. No se encuentra ninguna referencia al neogoticismo de Gracián en los estadosde la cuestión respectivos, por lo demás muy útiles, de Mª Carmen Marín Pina, Elhéroe, y Alberto Montaner Frutos, El político Fernando el Católico, en Aurora Egido - MªCarmen Marín Pina (coords.), Baltasar Gración: estado de la cuestión y nuevas perspectivas,Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2001, pp. 33-45 y 47-58, trabajos paralos que remitimos en lo relativo a la cuestión del tacitismo y la contextualización deestas obras de Gracián en la doctrina política contemporánea.

67. Un estudio de las reacciones en Portugal a este imaginario leonino en AndréSimões, O Leão e o Dragão no imaginário da Restauração, in P. F. Alberto - R. Furtado(edd.), Quando Portugal era reino de León. Estudos sobre identidade e cultura antes de D.Afonso Henriques, León, 2011.

68. Gracián, El político Fernando el Católico cit., p. 121.69. Véase el análisis de J. Ángel Sesma Muñoz, La creación cit., pp. 30ss.

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LOS GODOS EN LA CULTURA PORTUGUESA

gen peyorativa de los godos, fundada en la historiografía latina tardía ymuy útil para los detractores de la apropiación castellana del pasadogodo70. Refiriéndose a la sabia reina Artemia afirma:

Vivió antiguamente (que no es niña, sino muy persona en todo), como tanfavorecida de las monarquías, en sus mayores cortes. Comenzó en los Asirios, pasóa los egipcios y caldeos, fue muy estimada en Atenas, gran teatro de la Grecia, enCorinto y en Lacedemonia; pasó después a Roma con el imperio, donde, en com-petencia del valor, la laurearon, cediendo los arneses a las togas. Los godos, gen-te inculta, la comenzaron a despreciar, desterrándola de todo su distrito; apuróla,y aún pretendió acabar con ella, la bárbara morisma…71.

En otro capítulo, «La feria de todo el mundo», un didáctico recorridopor los vicios específicos de los diferentes reinos, los godos surgen para cri-ticar el peor defecto de los españoles, la vana presunción:

La Soberbia, como primera en todo lo malo, cogió la delantera, topó con Espa-ña, primera provincia de Europa. Parecióla tan de su genio, que se perpetuó enella; allí vive y allí reina con todos sus aliados: la estimación propia, el desprecioajeno, el querer mandarlo todo y servir a nadie, hacer del don Diego y vengo delos godos, el lucir, el campear, el alabarse, el hablar mucho, alto y hueco…72.

3. LOS GODOS EN LA TRADICIÓN PORTUGUESA PRECEDENTE

A pesar de que el discurso antigoticista no era en absoluto un tópicoexclusivo de la respuesta portuguesa a los modelos castellanos, podemoshablar de una modalidad específicamente reactiva de evolución del temaneogótico durante el Renacimiento portugués. Esta especificidad encon-

70. Al observar el mito neogótico en estos dos tratados de Gracián apenas en sucualidad de tópico coadyuvante a su concepto de monarquía universal, «martillo delos herejes», Alain Milhou se ve obligado a hablar de un discutible cambio de posi-ciones por parte de Gracián entre los tratados políticos iniciales y El Criticón: DeRodrigue le pécheur à Ferdinand le restaurateur, L’Europe cit., pp. 365-82, pp. 377-9.También encontramos a Gracián en el elenco de progoticistas ofrecido por Hillgarth,The Visigoths cit., p. 156. Pero en estas obras iniciales ya es visible la manipulacióndesviante de Gracián relativo al mito neogoticista, en su versión oficial.

71. B. Gracián, «Crisi Octava. Las maravillas de Artemia», El Criticón, ed. M. Bat-llori, Obras cit., p. 213.

72. B. Gracián, «Crisi decimatercia. La feria de todo el mundo», El Criticón cit.,p. 237. Satiriza también Gracián la lógica de la sangre goda que corría por las venasde Pelayo, presunción que alimentaba el ya referido discurso abusivo y ridículo entor-no al linaje: B. Gracián, «Crisi septima. La hija sin padres en los desvanes del mun-do», El Criticón cit., p. 323.

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traba precedente y sostén en una tradición que ha sido singularizada porsu déficit de neogoticismo, visible en la primera sección de los Annales por-tucalenses ueteres donde la historia de los godos acaba sin más con la expul-sión terminante en 74973.

Las primeras fuentes latinas del área portuguesa comparten la ausenciadel mito neogoticista con otros documentos del Norte peninsular, ante-riores y posteriores a las primeras Crónicas asturianas donde emerge elmito neogoticista74. Tal ausencia no podrá pues ser interpretada hoy enclave esencialista y retrospectiva, en sentido inverso pero a la manera delos cultores del mito neogoticista: esta documentación debe contemplarseen el seno de una tradición peninsular antigua divergente de las fuentesleonesas neogoticistas75.

Sin embargo este silencio primero, que tendrá continuidad en la tra-dición portuguesa hasta la emergencia de las crónicas romances medieva-les76, se transformará patrióticamente en áspero antigoticismo en el con-texto de marcado repliegue identitario que caracteriza el siglo XVIpeninsular.

Durante el siglo XIV, el pasado godo había entre tanto resurgido enPortugal como constituyente inevitable de la cronística romance portu-guesa medieval en la medida en que ésta derivaba del imponente troncomatricial alfonsí, de su separación y singularización.

Y así, a pesar de que la construcción de un espacio identitario específi-co en la tradición portuguesa se sitúa a inicios del siglo XIV, según José

73. Portugaliae Monumenta Historica. I. Scriptores, Liechtenstein, 1967, pp. 22-3,23-32, 254-7. Omisión flagrante en su día señalada por P. David, Etudes historiques surla Galice et le Portugal, Paris, Les Belles Letres, 1947, pp. 257-340; Diego Catalán, DeAlfonso X al Conde de Barcelos: cuatro estudios sobre el nacimiento de la historiografía roman-ce en Castilla y Portugal, Madrid, 1962, pp. 209-10; J. E. López Pereira, El elemento godoen los Annales Portugalenses Veteres: un problema de crítica textual y de fuentes, «Revis-ta portuguesa de História», 16 (1978), pp. 223-6. La idea del fin del reino godo hasido más recientemente asociada al sentir de la corte de Alfonso II: Francisco Bautis-ta, Breve historiografía: listas regias y annales en la Península Ibérica (siglos VII-XII),«Talia dixit», 4 (2009), pp. 129-31, o bien a la influencia de las fuentes mozárabes:Deswarte, De la destruction cit., pp. 33, 40-5.

74. Así sucede, por ejemplo, con el documento de confirmación de donación a laiglesia de Oviedo por Alfonso II en 812, setenta años más antiguo que la primera cró-nica asturiana. Véase el análisis crítico de estos elementos en Hillgarth, The Visigothscit., pp. 64-72.

75. Hillgarth, The Visigoths cit., pp. 99-103.76. José Mattoso, Les Wisigoths cit., p. 337; A formação de Portugal e a Península Ibé-

rica nos séculos XII e XIII, in Actas das II Jornadas Luso-Espanholas de História Medieval,Porto, 1987-1990, I, pp. 13-37.

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LOS GODOS EN LA CULTURA PORTUGUESA

Mattoso77, la oposición abierta y decidida a las tesis neogoticistas, santo yseña de la construcción castellana del poder, no se completa hasta el sigloXVI.

En la obra del Conde de Barcelos, la estrategia no había sido la réplicadirecta sino la tolerancia y el silenciamiento en el momento estratégico.En la Crónica Geral de 1344 se incorporaba el mito godo como ascendien-te prestigiante de la dinastía leonesa inaugurada con don Pelayo, se acep-taba la versión hagiográfica de la invasión del imperio romano por losgodos como réplica a una traición, la moderación de éstos en el saqueo deRoma, y la imagen de Ataulfo como ejemplo de piedad cristiana. Pero elnúcleo historiográfico exclusivamente portugués iniciado por AfonsoHenriques en esta Crónica ya se caracteriza por la ausencia de los godos78.

Si bien la discreción que caracteriza el tema neogoticista en la obra delConde de Barcelos ha de ser contrapesado con la disminución del fervorprogoticista que se ha detectado en Castilla durante el siglo XIV79, ya laausencia de las posiciones neogoticistas que caracteriza a la Crónica de Por-tugal de 1419 y sus ampliaciones posteriores contrasta significativamentecon el acentuado resurgir neogoticista que se intensifica durante el sigloXV en Castilla80.

77. J. Mattoso, Identificação de um país, II, Lisboa, Estampa, 1986, p. 67.78. Crónica Geral de 1344, ed. D. Catalán, Madrid, Gredos, 1970, cap. 81, p. 130:

«E foron ally os godos de tamaña piedade que, os que fugiam pera os santuarios, atodos perdoavam, que os non tiravan delles, e outrossy, desque forom na cidade, nomquiserom matar nemguu; e os que fora da egreja achavam, se se chamavam a JhesuChristo ou aos sanctos, non lhes faziam nem huu mal; e aos outros eram piadosos».Ibid., p. 133: «e moveuse con grande piedade aas mizquiindades e quebrantos querecebyam os d’Espanha e ajuntou suas hostes pera lhes hyr acorrer». Ibid., pp. 380-1:«a hua, por que viinha do linhajen dos Godos, convem a saber, dos reis, e a outra, porque era muy boo e de boas manhas e de boo intendimento». Después del ardid frus-trado del arzobispo dom Epa, falso cristaão, Pelayo afirma «crremos que, aquestes pou-cos que auy somos, cobraremos toda a gnte dos Godos que he perdida, assi como dospoucos graãos se criiam muytas messes» (ibid., p. 382). Aunque en el capítulo 239 sedice que el postumeiro rei dos godos fue Rodrigo, posteriormente leemos que los cristia-nos refugiados en las montañas de Asturias «alçaron rey antre si el rei dom Paayo, oque chamaron Montesynho. E foi alçado por rey nas covas das Esturas. E, deste reyadeante, non foron chamados godos» (ibid., cap. 239, p. 379).

79. Hillgarth, The Visigoths cit., pp. 119-23, recuerda la notoria ausencia del temaen Pero López de Ayala. Cfr. A. Deyermond, La historiografía trastámara: una cuaren-tena de obras perdidas, in Estudios en homenaje a don Claudio Sánchez Albornoz en sus 90años, Buenos Aires, 1983, 4, pp. 161-93.

80. A. Almeida Calado, «Introdução» a Crónica de Portugal de 1419, Aveiro, Uni-versidade de Aveiro, 1998, pp. XXV-XXVII; XL-XLI; y Crónica de Portugal de 1419 cit.,caps. 1-44, pp. 3-84; Crónica de Cinco Reis de Portugal, ed. A. Magalhães Basto, Porto,

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Los humanistas del siglo XVI, por lo tanto, heredaban la flagranteausencia de la tesis neogoticista en la sección específicamente portuguesade la cronística hispánica. Heredaban también un expediente de enjun-dioso potencial substitutivo y reactivo al mito neogótico, el llamado«milagro de Ourique», la elección de Afonso Henriques como fundadordel reino de Portugal por voluntad divina, voluntad mediada por los hom-bres del rey, que lo elegían de acuerdo con sus méritos superiores en elcontexto de la guerra contra los «moros».

El siglo se abría precisamente con una Crónica que giraba en torno deeste motivo y consumaba el definitivo desgajamiento de la historiografíaportuguesa respecto a la castellana, la Chronica de El-Rei D. Afonso Henri-ques (1505) de Duarte Galvão, versión teleológica y visionaria del milagrode Ourique y de la fundación del reino81.

El antigoticismo del corpus de humanistas mencionado debe situarseen la contemporánea recolección de materiales identitarios portugueses,en abierta contraposición al imponente edificio simbólico construido pory para la monarquía de los Austrias, en el cual constituía piedra angularel neogoticismo. En el siglo XVI, que ha sido denominado «la épocanacional por excelencia» en la historia de Portugal82, además del progre-sivo fortalecimiento de la mesiánica leyenda de Afonso Henriques, esco-gido por Dios para fundar un imperio, otros recursos de perfil humanísti-co se activaban contemporáneamente para oponer al imaginario castellanoel nuevo rostro del reino occidental de la Expansión: la reinterpretación dela historia peninsular incidiendo en la población autóctona primitiva (Fer-nando Oliveira), la revalorización del patrimonio lusitano y/o greco-roma-no (Gaspar Barreiros, André de Resende, Bernardo de Brito etc.) la rein-terpretación emblemática de la Naturaleza patria (João Rodrigues de Sá

1945; Crónica de D. Dinis, ed. C. Silva Tarouca, Coimbra, Livraria Sá da Costa, 1947;L. F. Lindley Cintra, Sobre a formação e evolução da Lenda de Ourique, in Miscelânea deEstudos em honra do Prof. Hernâni Cidade, Lisboa, Faculdade de Letras, 1957, pp. 168-215. Sobre la dependencia de las crónicas cuatrocentistas y quinientistas del núcleode historia de Portugal de las obras del Conde de Barcelos vid. L. F. Lindley Cintra,«Introdução» a Crónica Geral de 1344, Lisboa, Academia Portuguesa da História,1983-90, I, pp. CCCLII-CCCLIII.

81. Gesta de Afonso Henriques, ed. A. J. Saraiva, A épica medieval portuguesa, Lisboa,1979, pp. 30-50. Para un desarrollo más amplio de las fuentes pertinentes anterioresal siglo XVI remitimos a Tarrío, La memoria de los godos cit.

82. Antero de Quental, Considerações sobre a Philosophia da História da LiteraturaPortuguesa, in Prosas, vol. II, Coimbra, Imprensa da Universidade, 1926, pp. 208-40,en p. 228: «A época nacional portugueza, por excellencia, é o século XVI. Tudo con-corre então para dar ao espírito dos portuguezes aquelle summo grau de tensão, queproduz os grandes movimentos nacionaes».

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LOS GODOS EN LA CULTURA PORTUGUESA

de Meneses, De platano), o la discusión más general sobre la terminologíageográfica del reino portugués en torno de la problemática filiación conLusitania, no consensual en su tiempo83.

4. EL NEOGOTICISMO PORTUGUÉS DURANTE LA ANEXIÓN DINÁSTICA: LA

«NESPAÑA LIBERTADA» DE BERNARDA DE LACERDA

A la libertad de nuestra España canto, y hazañas de aquel godo valeroso que con ánimo osado y celo santo le fue quitando el jugo trabajoso84

A la luz del antigoticismo de los referidos humanistas portugueses delsiglo XVI, sólo el nuevo contexto de la anexión dinástica permite expli-car la insistencia en los «santos godos» como linaje libertador y fundadorpor parte de Doña Bernarda Ferreira de Lacerda en una obra que sinembargo exalta a su «patrio reino lusitano» como entidad histórica legi-timada por Dios85. Trabajando sobre el tronco argumental da la HistoriaGeneral de España de Juan de Mariana, la autora portuguesa infiltra la pers-pectiva de la Monarchia Lusytana de Bernardo de Brito86, dando la razónal segundo en caso de discrepancia e incorporando el relato del primerrey de Portugal como fundador de un reino independiente de León y Castilla87.

A diferencia de abordajes más radicales como el de Fernando Oliveira,que buscan la raíz fundadora portuguesa en el período anterior a los godos,adentrándose en la historia bíblica y cortando la lógica de la descendenciadel tronco godo-castellano, Lacerda propone contestar la línea historio-

83. Más amplia discusión en Ana María S. Tarrío, Memória e intencionalidade natransmissão humanística de material epigráfico. A propósito de uma inscrição da Gallaecia naGeographia do Dr. João de Barros (CIL II 2422), «Sylloge Epigraphica Barcinonensis»,8 (2010), pp. 179-200.

84. Bernarda de Lacerda, Hespaña Libertada. Primera Parte, Lisboa, en la oficina dePedro Craasbeck, 1618, BNL L. 2095 V, Canto I, vv. 1-4.

85. Bernarda de Lacerda, Hespaña cit., Canto I, estrofa 5, v. 1. La «Segunda Par-te» sólo apareció en Lisboa, en 1673. Ninguna referencia a la cuestión del neogoti-cismo en Nieves Baranda, Mujer, escritura y fama: la Hespaña Libertada (1618) deDoña Bernarda Ferreira de Lacerda, «Península. Revista de Estudos Ibéricos», 0, 2003,pp. 225-39.

86. Concretamente utiliza la Segunda parte da monrchia lusytana … desde o nacimen-to de nosso Salvador Iesu Christo ate ser dado em dote ao Conde dom Henrique, Lisboa, Mos-teiro de São Bernardo, 1609.

87. Bernarda de Lacerda, Hespaña cit., Canto X, 74-76, 100.

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gráfica castellana, que ignoraba flagrantemente la perspectiva o memoriahistórica portuguesa88, sin salirse de la imagen integradora «del hispanoárbol real, ramo florido», robustecido por la «gótica sangre»89.

Desde esta perspectiva, el linaje godo se observa como ingrediente fun-dador de la genealogía del reino portugués y así las variaciones en tornode la belicosa «gótica gente», libertadora de los bárbaros musulmanes,abundan en los versos de la escritora portuguesa:

Siendo trescientos años ya pasados,Después de la española monarquíaPor los bélicos godos esforzadoCon prosperidad grande se regía;De la Gothia región así llamados,Que está debajo de la zona fríay cercana de Dania y de Noruega,

donde menos el Sol sus rayos llega90.

La marcada dependencia de la cronística castellana explica su entusiás-tico progoticismo, que sin embargo no anula una forma de conscienciapatriótica. La fórmula literaria híbrida de Doña Bernarda constituye unconseguido retrato del punto de vista de una aristocracia que se ha some-tido a la lógica de la monarquía dual pero que insiste en subrayar la idio-sincrasia de Portugal como reino definido y diverso.

La historia goda ofrecía además la referida potencialidad ejemplar, muyventajosa en el marco del discurso sobre los límites de la unificación fili-pina: el abuso de un rey (el pecado del desdichado rey don Rodrigo) pro-vocó el castigo divino y la pérdida de la soberanía. La lección estaba clara:Dios pone y depone a los reyes, el mismo Dios que escogió a Afonso Hen-riques como fundador de un reino emancipado. La advertencia al muyneogótico Felipe III, Felipe Hermenegildo, era más que evidente91.

88. Esta omisión de la memoria portuguesa en la historiografía peninsular con-temporánea se puede constatar en Duarte Dias, La conquista de Granada (1590), Alon-so López Pinciano, El Pelayo (1605), Cristóbal de Mesa, La restauración de España(1607) y El patrón de España (1612), Cristóbal Suárez de Figueroa (1612). Cfr. Asen-sio, Frank Pierce, La poesía épica en el Siglo de Oro, Madrid, Gredos, 1968, pp. 281-91.

89. Bernarda de Lacerda, Hespaña cit., Canto I, estrofa 8, v. 5; cfr. «que es el ori-gen de la historia hispano», Canto I, estrofa 5, v. 5.

90. Bernarda de Lacerda, Hespaña cit., Canto I, estrofa 12.91. A mi juicio no hay duda sobre la intencionalidad patriótica de Bernarda Lacer-

da. Una interpretación un tanto mitigada de su patriotismo en N. Baranda, Mujer cit.,p. 230. Cfr. Eugenio Asensio, España en la épica portuguesa del tiempo de los Felipes(1580-1640), «Estudios Portugueses», París, FCG, 1974, pp. 455-93; H. Cidade, Aliteratura autonomista sob os Filipes, Lisboa, Livraria Sá da Costa, 1948.

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LOS GODOS EN LA CULTURA PORTUGUESA

La afanosa conciliación del milagro de Ourique y la monarquía dualconvive pacíficamente también con el neogoticismo en los contemporáne-os Discursos sobre la Iuridica y Verdadera razon de Estado del autor contem-poráneo Pedro Barbosa Homem. En su obra, dirigida a Felipe III «deEspañas», la ocupación de los godos habría recibido ulterior ratificaciónpor la comunidad peninsular, en contraste con la alegada ilegitimidad dela invasión romana92.

5. LOS GODOS EN LA CULTURA PORTUGUESA DESPUÉS DE LA RESTAURACIÓN

A partir de la Restauración de la independencia del reino de Portugalen 1640, el neogoticismo, cómplice principal de la unificación monárqui-ca peninsular, habría de tener una posición tanto más comprometida en lacultura portuguesa.

Es elocuente la expeditiva fraseología relativa a los godos incorporadapor el médico y polígrafo António Nunes Ribeiro Sanches (Penamacor,1699 - Paris, 1783) en sus Cartas sobre a Educação da Mocidade de 1760,enderezadas a Sebastião José de Carvalho e Melo, futuro Marqués de Pom-bal, escritas en la inminencia de la creación del «Colégio Real dosNobres» de 1761 y destinadas a intervenir en la reforma de los «Estatu-tos» de la Universidad de Coimbra (1772).

Este representante de la Ilustración más cosmopolita de Europa, médi-co en la corte zarista de S. Petersburgo durante dieciséis años, colaboradorde la Encyclopédie ou Dictionnaire Raisonné des Sciences et des Arts de D’Alem-bert y Diderot y en la Encyclopédie Méthodique, utiliza, sin reparo o reti-cencia alguna, los términos «constituição gótica», «leis góticas» y «tra-dição dos Godos», para retratar las causas históricas del atraso políticoportugués en relación al ideario ilustrado:

necessitamos derrogar as leis góticas que temos, que se reduzem aos excessivosprivilégios da nobreza e às imunidades dos eclesiásticos, as quais contrariam sem-pre o bom governo civil93.

92. Pedro Barbosa Homem, Discursos sobre la Iuridica y Verdadera razon de Estadoformados sobre la vida y acciones del Rey don Juan el II, de buena memoria, Rey de Portugal,llamado vulgarmente Principe Perfecto, Coimbra, en la imprenta de Nicolao Carvallo,impressor del Rey, 1624, fols. 22-23.

93. António Ribeiro Sanches, Cartas sobre a Educação da Mocidade, paso editado ycomentado por Pedro Calafate, Portugal como Problema, Lisboa, Fundação Luso-ameri-cana/Jornal Público, 2006, Vol. II, 3, p. 122. Las cartas se incluyeron en el volumenI de la edición de sus Obras de Coimbra, Universidade, 1959.

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La memoria de los godos tenía que reaparecer forzosamente cuando sevolviese a las fuentes primeras (sobre todo teniendo en cuenta su inserciónmatricial en la cronística medieval patria), pero su valor en la interpreta-ción de la historia portuguesa continuará a contrastar – por su discreción,rechazo o silenciamiento – con la hipertrofia neogoticista característica dela historia de España.

Claro que, sobre todo a lo largo del siglo XIX, al atender los diversossubstratos de la lengua portuguesa o al trazar la historia de la franja occi-dental antes del condado portucalense, el período godo tenía que encon-trar un espacio. Otro asunto era la efectiva inserción de su memoria en laconstrucción de la nación que, como en toda Europa, suscitaba la conoci-da caza de trazos identitarios en las fuentes primigenias.

La obra inspiradora de Alexandre Herculano, en particular su obraEurico o Presbítero (1843-44), recuperaba la memoria del inicio de laReconquista: la heroína que Eurico ama, Hermengarda, es nada menosque la hermana de D. Pelayo e hija de Fávila, duque de Cantabria.

De acuerdo con su concepción cívica de toda actividad historiográfica yliteraria, ajustándose a su objetivo divulgador/didáctico, Herculano trabajala memoria goda en una fórmula genológica adecuada: la novela histórica.

Su evocación de los visigodos, descritos con una sugestiva combinación deluces y sombras, retira de la historia altomedieval – que se considera partede la memoria histórica de la nación – una lección moral aplicable a la situa-ción política del Portugal contemporáneo: la lucha del individuo de genio yalta estatura moral contra un sistema corrupto. Así, en cierto sentido, lamateria goda recuperaba la función didáctica que tenía en la rica y ya referi-da tradición peninsular de la historia ejemplar de la caída del rey Rodrigo.

Pero su tratamiento cívico y ejemplar de la historia goda, con susobservaciones críticas sobre la decadencia visigoda – íntimamente ligada,por su parte, al estado decadente del imperio romano en la época de lasinvasiones bárbaras – está lejos de la esencialista linearidad neogótica dela recepción castellana del tema y de su respectiva interpretación política:

A civilização, porém, que suavizou a rudeza dos bárbaros era uma civilizaçãovelha e corrupta. Por alguns bens que produziu para aqueles homens primitivos,trouxe-lhes o pior dos males, a perversão moral. A monarquia visigótica procurouimitar o luxo do império que morrera e que ela substituíra. Toletum quis ser aimagem de Roma ou de Constantinopla. Esta causa principal, ajudada por mui-tas outras, nascidas em grande parte da mesma origem, gerou a dissolução polí-tica por via da dissolução moral. Debalde muitos homens de génio revestidos daautoridade suprema tentaram evitar a ruína que viam no futuro...94.

94. Alexandre Herculano, Eurico, o presbítero, introd. Carlos Reis, Lisboa, ed. Ulis-seia, s.d, p. 34.

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LOS GODOS EN LA CULTURA PORTUGUESA

El notable éxito y difusión de su obra, con su idiosincrásica recupera-ción de la materia goda, no podía despertar, en la generación de autorescuya obra y pensamiento marcó, una verdadera integración de la corrien-te sanguínea goda en la configuración decimonónica de los trazos esencia-les de la nación lusitana.

Sintomático fue el contundente, inmediato y demoledor ataque deAntero de Quental y Oliveira Martins a la imaginativa tesis «mozarabis-ta» de Teófilo Braga, donde surgía una extravagante forma de parcial neo-goticismo.

Teófilo Braga, denominado «teutómano» y acusado de importar «losdefectos de la Alemania contemporánea» por Oliveira Martins95, idealizóuna teoría que suponía la inserción de la sangre goda en la cédula étnicadel pueblo portugués.

Pero su propuesta se caracterizaba por un hibridismo nada purista y porflagrantes incongruencias. Por un lado, los visigodos, al igual que todaslas ramas de la raza germánica, son descritos en la História da LiteraturaPortuguesa como «calamidad del siglo V de nuestra era». Sin embargo, unapresunta sección popular de este pueblo, los lites, modificados por el con-tacto con la civilización árabe, darían lugar a una cultura mozárabe quehabría reanimado la raza lusitana primitiva, derivada de los antiguosLigures. Esta cultura mozárabe se oponía a la vertiente goda aristocráticaastur-leonesa, ascendiente de las fuerzas de opresión monárquicas y reli-giosas en la historia peninsular96.

El período godo atrajo a Teófilo Braga, en su cualidad de supuesto ante-cedente etnográfico común al conjunto del territorio ibérico, por supotencialidad legitimadora en relación a su proyecto político panhispáni-co: su federalismo de base étnica común. Una propuesta que ingenua-mente aspiraba, a golpe de «factualidad» positivista de orden racial, alimar las garras del león de Castilla, transformándolo en animal de fami-lia, y así enfrentar las múltiples dificultades y complejidades inherentes auna República hispánica, basada en el respeto a las diferentes nacionali-dades históricas, una aspiración que la historia posterior hasta nuestrosdías se encargaría de revelar irrealizable.

95. Oliveira Martins, A teoria do mosarabismo cit., p. 171.96. Teófilo Braga, História da literatura portuguesa. Idade Média, Vol. I, Lisboa,

INCM, 1984, pp. 72-6, 80-4, 78-88. La primera corriente estaría en la base de subúsqueda de precedentes históricos para el liberalismo republicano, contrapuesta a lasegunda, antecedente de la línea aristocrático-monárquica. Una útil síntesis de estatesis polémica, con comentario de los textos principales en P. Calafate, Teófilo Braga:as bases étnicas da nacionalidade, in Portugal como problema cit., Vol. III, pp. 81-120,89ss.

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Sus refutadores no sintieron la necesidad de incorporar a sus argu-mentos ninguna referencia explícita al hecho de que ese mismo pasadogodo que manipula con tanta desenvoltura un convicto republicano sehabía progresivamente fortificado en el discurso político peninsular,durante tantos siglos ya, como estrategia legitimadora de la integraciónpolítica monárquica de toda la Península, sometida a la acción centrali-zadora castellana.

En las páginas que dedica específicamente a la demolición de la tesismozarabista, el error que constituiría la espina dorsal de la monumentalHistória da Literatura de Teófilo Braga, Oliveira Martins omite por com-pleto la tradición peninsular neogoticista precedente97, así como las reac-ciones patrióticas en el cuerpo del humanismo portugués, que tantos divi-dendos podría adicionar a su ensayo. Se concentra en una crítica sistemá-tica, sincrónica, por así decir, a las contradicciones internas y a la incon-sistencia de una tesis según éste emanada de un cuerpo de teoría ya cadu-co: el Romanticismo germánico. Esto es, la teoría de Teófilo Braga no erasino un fruto del irracionalismo y el racialismo importados de Alemania.

La acusación de «teutomania» era una fórmula de exageración queincurría en lo inexacto pero apuntaba certeramente, no obstante, a laestrecha relación del goticismo de Teófilo Braga con los estudios decimo-nónicos sobre el pasado godo en la Península, partícipe del pan-germa-nismo europeo contemporáneo98.

Para el objetivo de nuestro itinerario goticista, lo realmente singular ysignificativo en esta polémica es la cualidad de la enérgica y rápida con-testación de los intelectuales portugueses contemporáneos a esta tesis, queevidencia el carácter lateral y sincopado de la memoria goda en la tradi-ción portuguesa99.

En su certero análisis de las dependencias más contemporáneas y euro-peas del pensamiento de Teófilo Braga, Oliveira Martins pasaba por

97. También en su História da civilização ibérica, p. 149, Oliveira Martins abordala Reconquista sin la menor alusión al mito neogótico, concentrándose en la narraciónde la progresiva expansión del reino de Asturias, como el primer momento decisivode la misma.

98. En su História da civilização ibérica, Lisboa, Guimarães ed., 1994, p. 92, Oli-veira Martins desarrolla una sintomática crítica a la que él considera exagerada exal-tación de la cultura visigoda entendida como trazo fundacional determinante en lacaracterización de la singularidad peninsular. Anteriormente, tratando la época de lasinvasiones bárbaras, subraya la transcendencia de las noticias relativas a la crueldad delos godos, y manifiesta su sorpresa por el «aplauso» de los cronistas contemporáneoscomo Paulo Orosio: ibid., pp. 86-7.

99. Antero de Quental, Considerações cit., p. 219.

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LOS GODOS EN LA CULTURA PORTUGUESA

alto100 la inspiración última, peninsular, de esta extraña «invención» deun «teutómano» no tan furioso.

El propio Teófilo Braga había prudentemente omitido cualquier expli-citación de estas pesadas credenciales políticas del neogoticismo, así comolas refutaciones antigodas de los autores renacentistas portugueses.

Pero a la luz de lo anteriormente expuesto no cabe duda de la depen-dencia de éste último de la tradición neogoticista peninsular, historiográ-fica y literaria. Teófilo Braga había encontrado inspiración en la cronísti-ca hispánica subsidiaria de la linearidad godo-asturiana (descrita no sóloen las fuentes castellanas sino también en las portuguesas a su disposicióndesde las primeras crónicas romances) para su retrato de la vertiente godaaristocrática y astur-leonesa. Había captado sobre todo la función legiti-madora del pasado godo para una comprensión global o peninsular de lapolítica portuguesa contemporánea. Es la proyección peninsular de la fór-mula neogoticista la clave de la obcecación de Teófilo Braga con los visi-godos, que, debidamente diseccionados en visigodos buenos (la corrientepopular ascendiente del liberalismo republicano) y malos (fundador de lavertiente monárquico-aristocrática), le proporcionaban un lenguaje ade-cuado para dirigirse a un público no sólo portugués sino peninsular y des-pués europeo, por este orden. En parcial discordancia en este punto con elanálisis de Oliveira Martins, cabe sostener que en la génesis de la tesis«mozarabista» la tradición hispánica neogoticista tuvo un peso específicomayor que el substrato teórico romántico pangermanista, por lo demásinnegable. También su interpretación «mozarabista» de la historia de laliteratura portuguesa debe contemplarse a la luz de los modelos castella-nos, que, como ha sido apuntado, ya desde el siglo XVI, con Argote deMolina, anunciaban el origen godo de los romanceros.

En todo caso, es improbable hablar en ambos lados, el de Teófilo Bra-ga y el de sus refutadores, de desconocimiento de la historia de este impor-tante mito peninsular. Este episodio neogótico decimonónico en el campode la ideología republicana portuguesa encuentra pleno sentido, nueva-mente, en el panorama general del pensamiento político peninsular delsiglo XIX, caracterizado por una sed de mitos identitarios que ataca porigual a conservadores y liberales, que no tienen escrúpulo en compartir losmismos motivos de un repertorio idéntico y hacerlos hablar lenguajesdiferentes. Así los godos, secularmente cómplices de los monárquicos mástradicionalistas, ya se habían transformado en el tiempo de Teófilo Bragaen estandartes del liberalismo republicano español, por obra y gracia de

100. Oliveira Martins, A teoria do mosarabismo cit., p. 166.

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una conveniente exégesis que, persiguiendo materiales patrióticos deldidactismo populista más eficaz después del trauma de la invasión napo-leónica, había recuperado a los bravos visigodos, ahora paradigma de laenergía nueva que había abatido las estructuras decadentes del imperioromano101.

Este contexto decimonónico de amplia tolerancia y versatilidad inter-pretativa en torno de los godos puede explicar tanto la omisión de laextensa y pesada carga de sentido que recaía sobre los hombros de los «cor-pulentos hombres del Norte» de Teófilo Braga como su ausencia en la afi-lada pluma de sus detractores.

Y, sin embargo, este episodio polémico, por su singular formulación ypor su carácter excepcional, por la flagrante omisión de la dependenciacastellana, y sobre todo por el síncope que abre en relación a la propia tra-dición renacentista portuguesa enemiga de los godos, ratifica el carácterdiscontinuo, pendular, e incluso epidérmico (en comparación con losmedulares usos y abusos castellanos) de la recepción del tema neogoticis-ta en la cultura portuguesa posterior a la Restauración.

Desde el siglo XIX hasta nuestros días, el estudio del período godo enPortugal se caracteriza por su carácter eminentemente académico, sujeto anuevos criterios científicos. De la vigorosa línea de investigación históri-co-jurídica sobre derecho visigótico de Paulo Merêa, precedido por lainvestigación en historia de las instituciones emprendida por GamaBarros102, al más reciente y sólido trabajo dedicado a la edición, estudiode transmisión manuscrita y abordaje de corte historiográfico de fuenteshispanogodas, el conjunto total de estudios específicos sobre el períodogodo ofrece, consecuentemente con los rasgos de la historia de su recep-ción en tierras lusas, un llamativo contraste con la referida proliferaciónespañola103.

101. J. Álvarez Junco, Mater dolorosa. La idea de España en el siglo XIX, Madrid,Taurus, 2001, pp. 71-82; 423-5; 503.

102. Henrique da Gama Barros y T. Sousa Soares, História da administração públi-ca em Portugal nos séculos XII a XV, Lisboa, Imprensa Nacional, 1885-1934, 1945-1954; M. P. Merêa, Estudos de direito visigótico, Coimbra, Universidade, 1948; Algo deNovo sobre a Arra Visigótica, Coimbra, Universidade, 1956. Es sintomático el hecho deque, en los estudios de Martim de Albuquerque, que implican la integración de lahistoria del Derecho en Portugal en el análisis de la cultura portuguesa, la memoriavisigoda tenga un papel discreto. Véase por ejemplo Estudos de Cultura Portuguesa, Vol.I, Lisboa, Imprensa Nacional-Casa da Moeda, pp. 137-8. Cfr. Luis Cabral de Monca-da, Estudos de História do Direito, Coimbra, Universidade, 1948; id., Estudos de Filoso-fia do Direito e do Estado, Lisboa, Imprensa Nacional - Casa da Moeda, 2004.

103. Junto a los trabajos ya citados de P. F. Alberto, véase Rodrigo Furtado, FromGens to Imperium: a study on Isidore’s political lexicon, in Latin vulgaire – latin tardif VIII.

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La secuencia de indicios aquí expuesta ha procurado aportar alguna luzpara la explicación de esta disparidad y su sentido y ha permitido tambiénevidenciar la necesidad de un abordaje monográfico de mayor envergadu-ra y exhaustividad.

ABSTRACT

This study focuses on the severe anti-gothicism exhibited by a significant sec-tion of Portuguese Humanism, a patriotic reaction against the neo-gothic thesisas a powerful unifying myth for submitting the entire Iberian Peninsula underthe Castilian Crown. It assesses the medieval documents reactivated by the Por-tuguese humanists, with their alleged deficiency of gothicism (particularly theAnnales Portucalenses Veteres) and also considers the presence of Gothic contents inlater Portuguese chronicles and in Portuguese literature during the Renaissance.It also considers the subsequent evolution of this subject in Portuguese cultureuntil the advent of Portuguese philological scholarship on the Visigothic period.

Ana María S. TarríoUniversidade de Lisboa

Centro de Estudos Clá[email protected]

Actes du VIIIe colloque international sur le latin vulgaire et tardif, (Oxford, 6-9 september2006), ed. R. Wright, Hildesheim/Zürich/New York, Olms-Weidmann, 2007; Notashistóricas sobre Isid. Goth. 31, in IV Congresso Internacional de Latim Medieval Hispânico(Lisboa, 12-15 de Outubro de 2005), Lisboa, CEC/FLUL, pp. 493-504; Poder, diplo-macia e religião no reino visigótico: a rainha Gosvinta, «Euphrosyne», 34 (2006), pp. 205-23; Paula Barata Dias, Violência y conflito na sociedade visigótica do século VII. Uma leitu-ra da produção jurídica goda no século VII, in VI Jornadas Luso-espanholas de Estudos Medie-vais. A guerra e a sociedade na Idade Média, Porto do Mós, Sociedade Portuguesa deEstudos Medievais, 2009, vol. I, pp. 573-89.

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