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“UNA MIXTURA DE CALVARIO Y ARCADIA”: LA CÓNSUL GABRIELA MISTRAL EN PORTUGAL, 1935-1937 “UNA MIXTURA DE CALVARIO Y ARCADIA”: CONSUL GABRIELA MISTRAL IN PORTUGAL, 1935-1937 Elizabeth Horan Arizona State University [email protected] RESUMEN Portugal marca un punto de inexión en la carrera consular y en la literaria de Gabriela Mistral. Durante sus dieciocho meses en Lisboa, Gabriela Mistral colaboró desde un sitio que reorientó su mirada hacia América y aumentó la visibilidad de su trabajo. La identicación y secuenciación de sus escritos revela cómo se recuperó del fracaso de sus dos primeras misiones consulares. El estallido de la Guerra Civil española incrementó su trabajo diplomático: trabajó desde Lisboa con un grupo que se dedicó a la evacuación de académicos, artistas y médicos. Sus acciones tuvieron un impacto muy amplio a través de los emigrantes que llegaron a universidades y otras instituciones de México, los EE.UU. y la Argentina. PALABRAS CLAVE: Gabriela Mistral, poesía, diplomacia, epistolario, emigración ABSTRACT Portugal marks a turning point in the literary and consular careers of Gabriela Mistral. During her eighteen months in Lisbon, Gabriela Mistral collaborated from a vantage that reoriented her towards América and increased the visibility of her work. Identifying and setting her writings into chronological order reveals how she recovered from the failure of her rst two consular positions. The outbreak of the Spanish Civil War added to her diplomatic work. She worked from Lisbon with a group devoted to evacuating academics, artists, and doctors from Spain. Her actions broadly impacted the Americas by way of the emigrants who arrived at the universities and other institutions in Mexico, the United States, and Argentina. KEY WORDS: Gabriela Mistral, poetry, diplomacy, correspondence, emigration Recibido:22/03/2009 Aceptado:04/05/2009 ANALES DE LITERATURA CHILENA Año 10, Junio 2009, Número 11, 13-43 ISSN 0717-6058

ANALES DE LITERATURA CHILENA Año 10, Junio 2009, Número …analesliteraturachilena.letras.uc.cl/images/N11/a11_1.pdf · 2019. 9. 15. · Vargas enfatiza la importancia del episodio

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“UNA MIXTURA DE CALVARIO Y ARCADIA”: LA CÓNSUL GABRIELA MISTRAL EN PORTUGAL, 1935-1937

“UNA MIXTURA DE CALVARIO Y ARCADIA”: CONSUL GABRIELA MISTRAL IN PORTUGAL, 1935-1937

Elizabeth HoranArizona State [email protected]

RESUMEN

Portugal marca un punto de infl exión en la carrera consular y en la literaria de Gabriela Mistral. Durante sus dieciocho meses en Lisboa, Gabriela Mistral colaboró desde un sitio que reorientó su mirada hacia América y aumentó la visibilidad de su trabajo. La identifi cación y secuenciación de sus escritos revela cómo se recuperó del fracaso de sus dos primeras misiones consulares. El estallido de la Guerra Civil española incrementó su trabajo diplomático: trabajó desde Lisboa con un grupo que se dedicó a la evacuación de académicos, artistas y médicos. Sus acciones tuvieron un impacto muy amplio a través de los emigrantes que llegaron a universidades y otras instituciones de México, los EE.UU. y la Argentina.

PALABRAS CLAVE: Gabriela Mistral, poesía, diplomacia, epistolario, emigración

ABSTRACT

Portugal marks a turning point in the literary and consular careers of Gabriela Mistral. During her eighteen months in Lisbon, Gabriela Mistral collaborated from a vantage that reoriented her towards América and increased the visibility of her work. Identifying and setting her writings into chronological order reveals how she recovered from the failure of her fi rst two consular positions. The outbreak of the Spanish Civil War added to her diplomatic work. She worked from Lisbon with a group devoted to evacuating academics, artists, and doctors from Spain. Her actions broadly impacted the Americas by way of the emigrants who arrived at the universities and other institutions in Mexico, the United States, and Argentina.

KEY WORDS: Gabriela Mistral, poetry, diplomacy, correspondence, emigration

Recibido:22/03/2009 Aceptado:04/05/2009

ANALES DE LITERATURA CHILENAAño 10, Junio 2009, Número 11, 13-43 ISSN 0717-6058

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14 ELIZABETH HORAN

INTRODUCCIÓN1

Es conocido el muy poco feliz traslado de Gabriela Mistral desde Madrid: Ana Caballé opina que se trataría de “…uno de los episodios más deplorables en la historia diplomática chilena provocado por un desliz imperdonable de la escritora”2. Luis Vargas enfatiza la importancia del episodio en la vida de la poeta-cónsul: “Su brusco traslado a Lisboa debe haberle parecido una catástrofe”3. Vargas también señala el hueco que este ensayo investiga: “De su permanencia en Portugal poco se sabe”4.

Al poner fechas y hacer una secuenciación de la correspondencia y de los acontecimientos relevantes Lisboa aparece como el lugar donde cambió la suerte de Gabriela Mistral, algo que se evidencia en tres hechos sorprendentes e interrelacionados. En primer lugar, a un año de dejar Madrid para evitar que el gobierno español la declarara persona non grata, fue designada cónsul en Oporto, además de recibir dos cargos consulares que no había buscado. En segundo lugar, París y Génova empezaron a enviarle invitaciones prestigiosas. En tercer lugar, en 1937, Gabriela Mistral se convertiría en la representante de más alto rango dentro de la Legación chilena en Portugal, con una amplia infl uencia entre los diplomáticos y escritores de Europa.

Los éxitos de Gabriela Mistral como cónsul provienen de conductas que había aprendido como educadora y periodista. Mostró una actitud amistosa con escritores locales y visitantes, identifi có y desplazó a sus más importantes rivales locales, trabajó autónomamente a la vez que mantenía correspondencia con lejanos superiores, medió entre facciones polarizadas y, al arribar a su nuevo cargo, estuvo alerta a los lugares de donde podía aparecer su próxima oportunidad. A través de las cartas, mantuvo contacto cercano con sus amigos. Como cualquier educador y periodista exitoso,

1 Por el amplio acceso a los archivos originales de Gabriela Mistral, agradecemos a Doris S. Atkinson, Nivia Palma, Pedro Pablo Zegers, Tomás Harris y a todos los empleados del Archivo del Escritor de la Biblioteca Nacional de Chile. Agradecemos también a Georgette M. Dorn del Hispanic Reading Room y a los empleados de la U.S. Library of Congress, Ma-nuscript Reading Room: la colección de micropelículas de la colección Gabriela Mistral ofrece una ayuda imprescindible para el estudio de las relaciones internacionales en el siglo veinte. Además dejamos constancia de que Luis Vargas Saavedra ofreció valiosos comentarios a un borrador de este ensayo.

2 Caballé, “GM en Madrid”, Anales de la literatura hispanoamericana 22 (1993): 240.3 Tan de Usted. Epistolario de Gabriela Mistral con Alfonso Reyes, ed. Luis Vargas

Saavedra. Santiago: Hachette/Ediciones Pontifi cia U. Católica de Chile, 1990, 39.4 Vargas Saavedra, Castilla tajeada de sed como mi lengua. Gabriela Mistral ante España y

España ante Gabriela Mistral 1933-1935. Santiago: Eds. Pontifi cia U. Católica de Chile, 2002, 221.

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sabía cómo reconocer espías y manejarse con ellos. Todas estas habilidades le fueron de mucha utilidad en el Portugal de Salazar, donde su conducta en respuesta inmediata a la Guerra Civil española echa luz sobre uno de los más intrigantes aspectos de su vida y personalidad: su tendencia a viajar y vivir en zonas de confl icto, desde Punta Arenas en medio de huelgas y Temuco durante una tumultuosa campaña electoral (donde había organizado dos escuelas) hasta el México posrevolucionario. En épocas de guerra vivió en Portugal y Francia, lugares próximos a los frentes de batalla, donde recibió emigrantes. Conoció la Europa de posguerra, optó por residir en la Italia durante la Guerra Fría y buscó instalarse en Cuba durante los años fi nales de Batista.

I. “CUALQUIER CONSULADO”, O LOS FRACASOS AL INICIO DE SU CARRERA CONSULAR, Y SU PRIMERA MIRADA SOBRE LISBOA (1932-1935)

A pesar de sus años de experiencia y de su fama internacional, Gabriela Mistral entró al servicio consular en la base de la escala. Su amigo Pedro Aguirre Cerda califi có el puesto como “…un nombramiento que siquiera puede servir de base para solicitar después un ascenso” 5. Peor aún, ella fracasó en su primer puesto: el gobierno de Mussolini rechazó sus credenciales por ser mujer o abiertamente antifascista o por la inestabilidad del gobierno chileno en aquel entonces. El puesto en Nápoles tenía una sola ventaja: sus nuevas conexiones consulares la ayudaron a regularizar la tutoría (compartida con la mexicana Palma Guillén) de su sobrino, Juan Miguel Godoy, quien tenía siete años en aquel entonces. Palma y el niño vivieron con la poeta por un tiempo en sus dos cargos siguientes, primero en Madrid y después en Lisboa.

Las calamidades que Gabriela Mistral sufrió durante sus dos años en Madrid tuvieron múltiples causas. Una fue política: su residencia cubrió el “bienio negro” de la Segunda República española, un momento crítico que comenzó con la caída de Azaña, tres meses después de que ella arribara y que terminaría con la clausura de las Cortes, dos meses después de su partida. “Nada era propicio”, comenta Caballé.6 Como era cónsul honorario, estaba sin salario, pero con gastos altos. Sus temores por el frío, además, se vieron justifi cados: su amiga Carmen Conde reportaba que “...había nieve en Cartagena por la primera vez en lustros”7. Trató de que la trasladaran a Barcelona, pero rechazaron su pedido. “Nunca he tenido mi vida más indecisa”, le

5 P. Aguirre Cerda a LG, 12-V-1932, Archivo del Escritor.6 Caballé 240.7 Conde a GM, 12-II-1934, GM Collection, Library of Congress microfi lms.

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dijo a su buen amigo Gonzalo Zaldumbide, el escritor y diplomático ecuatoriano.8 Sus nervios se crispaban y contaba a sus amigos mas cercanos cómo sus ahorros desaparecían con la combinación de los gastos y la caída del dólar. 9 Se dedicó de lleno al periodismo para mantener el consulado, a su joven sobrino y a ella misma, amén de a su media hermana Emelina, siempre derrochadora, quien incurría en deudas nuevas que no iba a pagar nunca.

El gobierno de Portugal invitó a Gabriela Mistral y a Palma Guillén a visitar Lisboa con un grupo de escritores que incluía, entre otros, a Unamuno y Maeterlinck. Fue justo antes de la Navidad de 1934. La visita la llevó a escribir y publicar dos “recados”: “Antonio Eça de Queiroz habla de su padre” y “Recado sobre los judíos”. 10 El primero refl eja la entrevista que Gabriela Mistral tuvo con uno de sus anfi triones en Lisboa: el hijo del escritor y cónsul portugués Eça de Queiroz. En su informe del diálogo, ella imagina cómo un cónsul-escritor podría vivir sin los problemas que tanto la absorbían en ese tiempo. En una especie de sueño realizado auto-referencial, ella retrata al escritor portugués como un ser dedicado a sus deberes consulares, bendecido por una vida doméstica sin complicaciones, y con sus talentos ampliamente reconocidos en Portugal mientras que su familia no sospechaba que el jefe del hogar era un escritor consagrado.

El ensayo sobre Eça de Queiroz señala la primera vez que Mistral usa la palabra “saudade”, que comienza a fi gurar en la identidad poética iberoamericana que estaba a punto de desarrollar. El cónsul, según ella, experimenta “…una ‘saudade’ de patria cuya intensidad pueden sentir solamente los que, como él, son individuos de raza en pleno”11. Como se evidencia en los recados, en la poesía y en las cartas personales que Gabriela Mistral escribió y mandó de Portugal, el vocablo “saudade” sirve de índice: registra su identidad y destino de migrante entre los mundos de habla portuguesa y española.

Otro miembro del grupo de escritores con que ella viajaba en Portugal era el alsaciano Ernst-Robert Curtius, un profesor radicado en Bonn, especializado en

8 GM a Zaldumbide, X-1934, Vargas Saavedra, Castilla 208.9 GM a Carmela Echeñique, 25-I-1934, Vuestra Gabriela. Cartas inéditas de Gabriela

Mistral con los Errázuriz Echeñique Tomic, ed. Vargas Saavedra. Santiago: Zig-Zag, 1995, 25-29; LG a PAC, 10-XII-1934, en Proyecto preservación y difusión del legado literario de Gabriela Mistral, ed. Magda Arce y Gaston von dem Bussche. Santiago: Zig-Zag, 1993, 152-3.

10 Palma viajaba a Portugal a lado de su amiga como miembro de la prensa con una credencial de prensa que recibió de parte de Carlos de Ambrosis Martins, el agente de muchos escritores latinoamericanos que vivían en Paris.

11 GM, “Antonio Eça de Quiroz habla de su padre”, (20-VII-1935), Materias, ed. Alfonso Calderón. Santiago: Universitaria, 1978, 313.

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Proust y en la Edad Media. Se ve la infl uencia de Curtius en “Recado sobre los judíos”, que Gabriela Mistral escribió en o después de esta visita. Tanto ella en su trabajo consular como Curtius en su trabajo universitario fueron testigos de primera mano del antisemitismo ofi cial de Alemania. Ambos entendían que Portugal y Gibraltar iban a servir de naturales puertos de salida para el creciente número de emigrantes frustrados.12

La preocupación por los emigrantes y la probable infl uencia de Curtius dejaron su marca en el “Recado sobre los judíos”, cuya publicación en 1935 contribuyó al debate periodístico sobre las leyes de Nuremberg justo cuando Alemania las formulaba. El recado se abre con un análisis del antisemitismo católico francés, un tema que Curtius había estudiado ampliamente.13 Después se desplazaba a un enfoque trasnacional sobre los emigrantes judíos, ya que el recado señala su creencia de que el judío es un “miembro desgajado, pero íntegro, del cuerpo germinal del Asia” y que “…muchos hacen comenzar el Asia en Grecia, pero otros saben que empieza en Sicilia, o en Venecia, o en Marruecos”.14 Su convicción de que tenía ancestros indígenas y judíos fue relevante en su extensión de lo “asiático” para incluir a los judíos y, una década más tarde, a los indígenas americanos. Se evidencia cómo la poeta-cónsul veía la identidad racial de una manera muy elástica mientras que sus valores seguían siendo absolutos en la afi rmación sobre los derechos humanos: “El judío alemán, o polaco, o lituano, ha carecido o carece del santísimo derecho de huida: se le regatea el pasaporte y si el hombre habilidoso descubre una escapada, se crea un tipo especial de paria que los consulados y las policías conocen: el hombre sin papeles sobre una frontera, el individuo sin nacionalidad...”15

12 Después de su primera visita a Portugal, viajó, según su pasaporte, a Gibraltar y Tánger. Aparte de su trabajo en el Ministerio de Relaciones Exteriores, motivos posibles del viaje podrían haber sido su búsqueda constante de temperaturas cálidas y – especulación pura – un contacto con su misterioso y casi apócrifo hermanastro, Carlos Miguel Godoy Vallejo. Aunque GM (en los archivos de sonido grabado por Doris Dana, ya en el Archivo del Escritor, con fecha probable alrededor de 1955) menciona un viaje al norte de África, las alusiones son difíciles de precisar.

13 Cuando GM leyó con esmero el libro de Curtius, Essai sur la France, en una traducción del alemán por Jacques Benoist Méchin (Paris, Bernard Grasset, 1932), ella marcó extensamente las partes que tocan la religión: The Catalogue of the Gabriela Mistral Collection, Barnard College (1978). Es de esperar que se haga un catálogo semejante con la biblioteca personal – muy valiosa -- de Gabriela Mistral que va a trasladarse al Museo-biblioteca en Vicuña.

14 GM, “Recado sobre los judíos” (16-VI-1935), Prosa Religiosa de GM, ed. Luis Vargas Saavedra. Santiago: Andrés Bello, 1978, 47.

15 GM, “Recado sobre los judíos” 50.

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Poco después de volver de las vacaciones en Lisboa, Palma Guillén aceptó un cargo como embajadora mexicana en Colombia. La poeta sufrió de soledad y un sentimiento de frustración en Madrid, pero escapó por medio de unas segundas vacaciones en el balneario de Estoril, Portugal, a principios de junio de 1935. Al volver, alabó a Portugal por “…verde y humano, muy superior a la ‘pobre Castilla’”.16 “El invierno es dulce, la tierra hermosa, y el costo de vida un tercio más bajo que en España, gente muy semejante a la nuestra […]A fi nes de octubre, pues, espero en Dios escribirle desde Portugal”. 17

A mediados de 1935, las quejas por su vida en España se transformaron en el leitmotiv de muchas de las cartas de la poeta. Ella les contó a amigos de Chile que esperaba renunciar a ese “famoso consulado”, dejándolo en septiembre o a fi n del año.18 La presión internacional, incluyendo el interés de recibir a Mistral por parte de algunos funcionarios de alto rango, infl uyeron en los acontecimientos, tal como el Presidente Alessandri transmitió a los contactos en Portugal la promesa de una legislación inminente que benefi ciaría a Mistral.19 El 17 de septiembre de 1935, la legislatura de Chile votó, y el presidente transformó en ley, un proyecto que la poeta describió a Lydia Cabrera y a otros como “un cuento de 1001 noches”, tanto por su carácter de cuento de hadas como por su notable retraso. La nueva ley la convirtió en una cónsul permanente y profesional, teóricamente con el derecho de elegir su lugar de residencia (aunque este último aspecto no fuera tan así en la práctica). Su ingreso consular se triplicó, pero de todas maneras no le era sufi ciente para mantenerse, como indicaba Pedro Aguirre Cerda mientras le prometía mejores condiciones una vez que los miembros del Partido Radical, por entonces “en oposición violenta al gobierno”, tomaran el poder.20

Los reveses después del triunfo son medulares en la historia de Gabriela Mistral. Se le fue de las manos lo que parecía asegurado. Tan solo tres semanas después de que se aprobara la ley, un joven periodista consiguió publicar una carta privada que Mistral había enviado a dos amigos cuatro meses antes. La poeta la escribió para desahogar su rabia cuando estaba agobiada por sus intentos frustrados

16 GM a destinatarios no especifi cados, probablemente María Monvel y Armando Do-noso, escrito después de mayo y antes de octubre de 1935, en el Archivo del Escritor.

17 GM a Graciela Préndez de Meléndez, 4-IX-1935, Antología mayor, III: Cartas, ed. Luis Alberto Ganderats y Luis Vargas Saavedra. Santiago: Cochrane, 1992, 222-5.

18 GM a L. Cabrera en Cartas a Lydia Cabrera: Correspondencia inédita de GM y Teresa de la Parra, ed. Rosario Hiriart. Madrid: Torremozas,1988, 49.

19 Alessandri a Carlos Azócar, VI-1935, Proyecto 184.20 P. Aguirre Cerda a LG, 27-IX-1935, Proyecto 154.

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de mejorar su situación en España. La última gota la recibió una tarde perdida tomando el té con la mujer del escritor Ricardo Baeza. “Allí, entre pasta y pasta”, María de Baeza “…se despachó largo y tendido sobre su experiencia en Chile, país del que acababa de regresar con su marido y adonde ambos se habían trasladado en 1931 como embajadores de España. Habló María Baeza sin ningún miramiento de amigos y conocidos de Gabriela y de algunos chismes que la pobre dama conoció en su estancia santiaguina”.21 Por su función de cónsul, Gabriela tuvo que soportarla en silencio.

Redactada sin pensar en su publicación, la carta (de 33 páginas, tirada de un bloque, escrita en lápiz grafi to, con correcciones hechas al vuelo) estaba llena de duras críticas hacia ese país. Reproducimos tan solo unas frases de Gabriela: “Vivo hace dos años en medio de un pueblo indescifrable, lleno de oposiciones, absurdo...envidioso... desorganizado...de pésima escuela y de lindo hablar donoso; pueblo sin la higiene más primaria, sin médico, sin salario para curar hijo o mujer...”22

La tinta de la “ley especial” todavía estaba fresca cuando partes de la carta pasaron a formar parte dentro de un artículo que, por lo demás, se pretendía laudatorio. Incluía fotos de tal carta en puño y letra de la poeta, como para que ella no pudiera negar su autoría. Terceros subrayaron en rojo las partes más encendidas y enviaron copias a miembros de la colonia española en Chile, donde provocaron mucho disgusto.23

Aunque la carta es conocida, nadie parece haber comentado sus contenidos en lo que respecta a Portugal; Mistral enfatizaba, por ejemplo, las diferencias con el fallido colonialismo español. Portugal todavía mantenía colonias en África y Asia, esto es, fuera de América Latina: “También él [Portugal] perdió colonia sabiendo guardar algo y que no es poco. El perder no la ha emponzoñado de odio contra todos. Es una raza con ternura, con amor, de idioma a su semejanza, dulce y prócer. Hay en él una atmósfera de poesía y religiosidad. Su convivencia es suave como la italiana y es fácil. Donoso, por qué no tendría Ud. lástima de mí y conseguiría el que me manden a vivir a ese país vivible?” La escritora se proponía para reemplazar al cónsul de Chile en Lisboa, “…que es solo Encargado de Negocios... Me haría feliz”.24

21 Caballé 241. 22 GM a M. Monvel y A. Donoso, 5-V-1935, Vargas Saavedra, Castilla 163.23 Mas tarde, Mistral identifi ca al “Hermano Errante”, (Augusto D’Halmar) como uno

de los terceros que hacía circular la carta. Ella también culpaba a Marta Brunet, editora de la revista que publicó a la carta: véase Cartas salidas al silencio, eds. Thomas Harris y Pedro Pablo Zegers B. Santiago: Dibam/LOM/Archivo del Escritor, 2003,150-1.

24 GM a M. Monvel y a A. Donoso, 15-V-1935, Cartas salidas 56.

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Los miembros de la colectividad española en Chile manifestaron sus objeciones y pidieron justicia. El Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile se dirigió de nuevo a “…nuestro cónsul en Madrid, señorita Lucila Godoy [...] Hasta ulterior resolución del Ministerio, con relación a sus futuras actividades, la señorita Godoy no tendrá ofi cina consular a su cargo en este país”, que parece referir a Portugal.25 “La conminaban a trasladarse a Lisboa en el término de cuarenta y ocho horas. Hubo que precipitar las cosas y Gabriela tomó el tren a Portugal sin alcanzar siquiera a despedirse de sus amigos”.26 De nuevo, no sabía su destino. “Le fue otorgado su deseo, pero en circunstancias desagradables y ofensivas”.27

II. “LA ACEDÍA DE TENER POSADA Y NO PATRIA EN EL PLANETA ES TAN PERFECTA… AQUÍ ESTOY, EN ESTOS ANGÉLICOS PORTUGALES” (FINISTIERRA Y LISBOA, NOVIEMBRE DE 1935 – ABRIL DE 1936)

La primera publicación de Gabriela Mistral desde Lisboa salió unas tres semanas después del brusco traslado. “Recado sobre el poeta Anthero de Quental, el portugués” es una biografía breve del poeta budista de las islas Azores. El recado se centra en la “saudade” como una condición metafísica del exilio: “…la saudade portuguesa, tantas veces dicha, multiplica sus nombres hacia más y más atributos, hasta llegar donde se quiera, como las materias imponderables”.28 Escribiendo desde “Finistierra” y pensando en los orígenes de Anthero en las tropicales Azores, ella desarrolla una versión alternativa, ubicada costa afuera, con el agua como la sangre del mundo: “Portugal: ruta de agua, raza de aurículas europeas y ventrículos afroasiáticos”.29 Como antes, enfatiza la historia marítima (esto es, mercantil y colonialista) del país.

25 LG, Ofi cio consular, 24-X-1935, Antología mayor: cartas 241.26 Délano, Sobre todo Madrid. Santiago: Universitaria, 1969, 65.27 Vargas Saavedra, Castilla 221.28 Sigue la defi nición muy propia de “la saudade portuguesa” que GM ofrece: “... signifi ca

melancolía a secas y entraña luego una dulzura apesadumbrada; ella vale por una sensación estable de ausencia o de presencia insólita; ella es metafísica y se colorea de un nostalgia aguda de lo divino; ella toma la índole de una cosa temperamental permanente y la de una dolencia circunstancial y ella se sale de lo portugués y se vuelve un achaque humano universal, un apetito de eternidad que planea sobre nuestro corazón temporal”, “Recado sobre Anthero de Quental, el portugués”, 24-XI-1935, Gabriela Piensa en...ed. Roque Esteban Scarpa. Santiago: Andrés Bello, 1978, 368. Desarrolla la saudade como motivo poético en su conferencia, “Como escri-bo”, dictado por el lado de Alfonsina Storni y Juana de Ibarbourou en Montevideo en enero de 1938. Cuando escribe desde el Brasil, la saudade se asimila con su exilio.

29 GM, “Anthero” 362.

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Ella señala la ironía de que la literatura portuguesa sea marginada respecto de Europa a pesar de la centralidad del país para los viajes oceánicos.

Los elementos autobiográfi cos invaden este ensayo; la escritora enuncia desde la más alejada franja occidental de Europa, dándole la espalda a la España que la había rechazado, de cara al Atlántico y a Brasil. Ella rechaza una pespectiva desde un único país (como Chile o España) y prefi ere, en cambio, el amplio horizonte hacia América, evidente en Tala, el todavía sin nombre volumen de poemas en el que había estado trabajando en España. En éste, la locación es de mucha importancia, tanto en los poemas que refl ejan el Mediterráneo y la España continental, como en los que refi eren al Atlántico o al Caribe. En Lisboa ella escribió y agregó a Tala el poema “Cordillera”, en referencia a los Andes. 30 Los sitios y gentes nombrados se contraponen y desdoblan y Chile aparece poco en este libro. La perspectiva es más bien migratoria; ella describe a su “...libro de versos de diez años..[como] de partes diversas y aún opuestas”.31 Su experiencia transfronteriza, “de 12 años de viajes”, lleva a un resultado “…muy heterogéneo, surtido y revuelto”.32 Trabajar en este libro “de mezcla” mientras vivía en Lisboa la llevaría a considerar qué actitud podrían tener las razas y los pueblos “mezclados” antes controlados por España y Portugal hacia los antiguos colonizadores: la cuestión circula como una corriente subterránea tanto en sus cartas y acciones durante la Guerra Civil española como en sus recados sobre fi guras y situaciones relacionadas con Portugal.

El interés de Mistral por el mundo fronterizo de sueños, fantasmas y locura fue reforzado por su lectura de Anthero de Quental y de otros escritores portugueses, como Guerra Junqueiro. Este es uno de los autores predilectos desde su juventud; ella apreciaba la “crudeza” de sus “blasfemias”.33 Dice que en Portugal, la “Visión nocturna” de Anthero de Quental vuelve a su imaginación una y otra vez.34 El aprecio

30 Las circunstancias para la composición de “Cordillera” testifi can sobre la perspectiva transfronteriza de GM: ella la mandó desde Lisboa a su protector Eduardo Santos, un editor y político colombiano importante, agradeciéndole la protección que él había otorgado a Palma Guillén cuando la mexicana se desempeñaba en Bogotá. GM señala a Santos que el tema de “Cordillera” es más apropiado para el Perú. Cabe recordar que GM había perdido la amistad de los peruanos Ventura y Francisco García Calderón porque ella se hizo partidaria de Santos en la disputa entre Colombia y el Perú en 1931: GM a E. Santos, noviembre de 1936, GM en Colombia, Prosa, ed. Otto Morales Benítez. Bogotá: Convenio Andrés Bello, 2003, 2: 371.

31 GM a E. Puga, 12-XI-1936, Antología mayor: cartas 259.32 GM a Pío Baroja, 1-V-1937 [sic: 1939], en Vargas Saavedra, Castilla 239-240.33 GM a F. Henríquez, noviembre de 1920, en Julio Jaime Julia, GM y Santo Domingo.

Santo Domingo: Centro de Investigación para la Acción Femenina, 1989, 288-9.34 GM, “Anthero”, 367.

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22 ELIZABETH HORAN

hacia Anthero sigue: en los archivos de sonido, hechos en los años 1950, ella pone Anthero al lado de Miguel de Unamuno.

Entre los temas sobrenaturales, ángeles y puertas que pueblan sus escritos en Lisboa, ella muestra a Portugal como antítesis de España. Representa este país como una infección bacteriana mientras que ella es una enferma que se rebela y cuya convalecencia le permite refl exionar, estilo “poète maudit”, después del “fi ebrón” de España: “Se me hizo España…Venía, pues, malherida. Me dirán ustedes que debí llegar ya vacunada. Pero es que para el odio y para la estupidez nunca estaremos vacunados.[ ...] Todo esto[…]estaba agazapado en mí como esos bacilos que irrumpen cuando las defensas fl aquean. Ya ha pasado el fi ebrón. Convalezco[...] Portugal es una dulzura no[…]española, que me irá sanando, día por día, con sólo mirarle, desde la ventana, su luz y sus nubes”.35

El lenguaje y la geografía, elementos que la ayudan a recuperarse de la enfermedad, emergen como primordiales en los primeros meses en Portugal, lo que salta a la vista en su descripción alegórica de Finistierra como “…la Tierra acabada, mentando el planeta a la europea”.36 La suavidad portuguesa provee un lugar de resistencia no violenta, en comparación con la dureza de los vecinos de habla inglesa al norte, o de los hispanoparlantes al este: “Acaban las lenguas duras, el inglés hacia arriba, el español hacia abajo, apagándose en la esponja de la lengua portuguesa”. Portugal es “navegación y ensueño” en contraste con la voluntad de poder que suma a su descripción de “la soberana lengua” española, “hecha para decir este mundo en sus esencias”, como indica en una carta íntima a Palma Guillén: “…una lengua en la cual se alían Goya y Velázquez, Manrique y Bécquer, Santa Teresa y Unamuno”.37 En la misma carta, su retrato de Unamuno como un dios cristianizado pero esencialmente pagano se basa en el lenguaje: “cuando hablaba era como un Júpiter bautizado”. Según Mistral, él era un feroz e impenitente colonialista, al menos en relación con los indígenas latinoamericanos: manifestaba “...un desprecio olímpico, caucásico, es decir, nazi, respecto del indio americano”.38

El entusiasmo de Gabriela Mistral por el portugués como una gran lengua literaria encontró un igualmente olímpico desdén desde sus pares de habla española. Juan Ramón Jiménez la despreció: “Vieja analfabeta”, le diría a su grupo, y enumeraría en su diario los errores cometidos por la poeta.39 En contraste, la lectura,

35 GM a P. Guillén y M. Arce, 1935, Antología mayor: cartas 233.36 GM, “Anthero”, 36137 GM a P. Guillén, ¿1936? Vargas Saavedra, Castilla 223-226.38 GM a P. Guillén, ¿1936? Vargas Saavedra, Castilla 223-226. 39 J.R. Jiménez (y Vergara 262) citados en Vargas Saavedra, Castilla 220-22.

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las traducciones y las amistades con poetas de lengua portuguesa manifi estan la generosidad de una poeta que insistiría hasta el fi nal de sus días – como está grabado en los archivos del sonido que hizo Doris Dana - en que el portugués y el francés serían “las mejores lenguas para la poesía”. Mientras que el francés era nada más que lengua franca, un sine qua non para cualquier escritor serio de esa época, Mistral elige valientemente el portugués: lo declaró central para su identidad pública cuando acepta el Nobel: le fue otorgado, dice, a “la voz directa de los poetas de mi raza y la indirecta de las muy nobles lenguas española y portuguesa”.

La poeta se asentaba en Portugal (hacia diciembre de 1935) en un departamento alquilado en la Avenida Augusto Antonio Aguiar 191, frente a un parque, a mitad de camino entre el centro de la ciudad y los suburbios. Desde esa nueva morada, admitía a su ex alumna María Urzúa que estaba recuperándose de su enfermedad: “Este clima portugués me va levantándome y hasta creo que me cure”.40 Idealiza su Arcadia de “tierra blanda y regaloneadora de ojos y de espíritu”, de vacaciones y convalescencia, muy distinta de España y de Chile modernos, mecánicos, industrializados. 41

Los que la acompañaron fueron clave para el sosiego que la poeta encontró en Lisboa. Según todos los testigos, Gabriela Mistral era un ser completamente discapacitado para cualquier quehacer doméstico y su incesante labor de escritora siempre ocupaba por lo menos una secretaria. Dos puertorriqueños, Margot Arce y Consuelo Saleva (“Coni”), le proveyeron asistencia. Victoria Kent, una amiga de la poeta, diputada en las Cortes y ex Directora General de Prisiones en España estaba encantada con la idea de que Coni se reuniera con Mistral en Lisboa: “Me alegra y tranquiliza saber que su salud va mejor, no se abandone y cuando llegue Coni, si Ud me lo permite, le escribiré diciendo que Ud. necesita cuidados de niño, que hay en su casa dos pequeños, a los efectos del celo en los cuidados, Gabriela y Yin Yin. Veo que me atrevo a decirle por cierto lo que, quizá, nunca de hubiere dicho de palabra, delante de Ud”.42

Son pocos los indicios que señalan la presencia en Portugal de su sobrino, Juan Miguel Godoy Mendoza, “Yin Yin”. Hans Flasche, un alemán que había sido uno de los huéspedes de la poeta en Lisboa, se preguntaba sobre el muchacho: “¿Es él con quien yo asistí frecuentemente a la misa en una pequeña iglesia cerca de la

40 GM a M. Urzúa, 17-XII-1935, Archivo del Escritor. Un año más tarde, GM había trasladado a la Rua Ramalho Ortigao, 35: véase GM a E. Puga, 12-XI-1936, Antología mayor: cartas 259.

41 GM a Victoria Ocampo, 7-IV-1936, en Esta América nuestra. Correspondencia 1926-1956, ed. Elizabeth Horan y Doris Meyer. Buenos Aires: El Cuenco de Plata, 2007, 52.

42 V. Kent a GM, 23-XI-1935, GM Collection, Library of Congress microfi lms.

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Avenida Augusto Antonio Aguiar?” Luis Enrique Délano, que apenas se había dejado la barba, cuenta en Sobre todo Madrid de su sorpresa cuando el chico lo saludó como a un extraño, aunque los dos habían pasado mucho tiempo juntos en España, apenas un año atrás. 43

La preocupación por la guerra puebla los dibujos de Juan Miguel, llenos de aviones y edifi cios de apartamentos. Otros dibujos —probablemente de una fecha posterior— sugerían que se sentía atraído por la vida militar. Muchos años después, Palma Guillén relataba sin plena certeza que “el motivo de este viaje” (en referencia al de Portugal hacia Brasil) “fue que Juanito, un chamaco todavía, se mezclaba con sus amigos de la escuela, en las ´Mocedades.´” Estas, la “Organização Nacional Mocidade Portuguesa”, era un grupo fascista obligatorio para los escolares.44

Una vez que se instaló en Portugal, la poeta buscó atraer a visitantes y huéspedes, escribiendo en tono casi promocional a Victoria Ocampo, subrayando las diferencias con el país vecino: “Aquí estoy en estos angélicos Portugales. Casi son la América del Sur. Llueve demasiado, pero como no hay frío, no sufro”. Sus “seis meses lusitanos” fueron “…dulces para curarse, para convalecer y para envejecer también. Aquí me la quisiera y conversaríamos sin pasaportes y...sin cóleras castellanas... ”.45

Uno de sus huéspedes fue Roberto Matta, quien se auto-retrata como un empobrecido, harapiento y mal alimentado joven de veintiún años cuando se fue de Madrid a Lisboa en agosto de 1936. Cincuenta años más tarde, el gran pintor surrealista recordaría cómo la poeta le daba de comer y lo llevaba a la playa “As Penas do Mar”. Él dice haber desarrollado un “romántico amor” por Gabriela Mistral: “una mujer extraordinaria[...] me enamoré de ella y le pedí su mano. Ella me dijo que podía ser su abuela y que me callara y que me fuera para el otro cuarto”. Gabriela

43 H. Flasche a GM, 17-VI-1947, Gabriela Mistral Collection, Library of Congress microfi lms; Délano 94-95.

44 Cuando Palma Guillén cuenta a Alba sobre Juan Miguel y las “Mocedades”, hace caso omiso de su propio papel central de pariente o tutora del joven: Víctor Alba, “Mistral vista por su amiga y secretaria”, Anales de la U. Chile 106 (1957) 92. Aspectos de lo indicado por la memoria de Palma están contradichos por el pasaporte de Juan Miguel y por las cartas de Palma a Gabriela en los Archivos Dana Atkinson. Por ejemplo, Juan Miguel salió de Portugal no para vivir en Brasil con Gabriela, sino para vivir con Palma, primero en Copenhague y después en Ginebra, donde se quedó hasta fi nales de 1939, cuando el joven se reunió con Gabriela Mistral en Niza, Francia.

45 GM a V. Ocampo, 7-IV-1936, Esta América nuestra 49.

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lo tuvo cerca unos tres meses, dice Matta, para ayudarla a pasar sus versos antes de enviarlo a Londres, con un boleto de tercera clase. 46

III. “NOTICIAS COMO PARA QUEMAR LA CARNE” (LISBOA, AGOSTO A SEPTIEMBRE DE 1936)

Cinco semanas después del estallido de la Guerra Civil, la poeta desplegó noticias impactantes en una carta a Victoria Ocampo: “Acabo de leer en tres diarios y en dos versiones, la muerte de Ramiro de Maeztu, fusilado en Madrid[...] el diario de hoy trae unas noticias como para quemar la carne. Yo espero que no sean ciertas las de los fusilamientos de Benavente, los Quinteros, Zuloaga etc.”.47

En la amistad de Mistral y Ocampo, María de Maeztu, la hermana de Ramiro, había desempeñado un papel importante: la española llevó a Ocampo a conocer a Mistral, a fi nes de 1934. María de Maeztu fue la primera que Mistral y Ocampo ayudaron a escapar a Buenos Aires. Era delicada la operación, ya que María de Maeztu era de derecha: “la odian muchas, pero muchas, mujeres de izquierda”, observa la poeta. Ocampo y Mistral también ayudaron a la artista de vanguardia Maruja Mallo, quien había sido atrapada en Galicia en el inicio de la guerra. Mallo cruzó furtivamente la frontera y se quedó con la poeta varias semanas en Lisboa antes de partir para Buenos Aires, con una carta de presentación para Alfonso Reyes, por entonces embajador de México en la Argentina: “Le lleva estas palabritas Maruja Mallo y se lleva ella misma como la mejor presentación”.48 Mistral se alegró de saber de que Mallo había arribado sana y salva: “Me aliña la conciencia americana”.49

Al revisar los archivos, es impresionante observar cómo las interrupciones en la comunicación en tiempos de guerra creaban falsos rumores, por ejemplo, que milicias “rojas” (en realidad, anarquistas) habían puesto en prisión a Tomás Navarro Tomás, el director de la Biblioteca Nacional de España. Los intentos de Mistral para ayudarlo a salir del país señalaban su disposición a pasar por alto diferencias ideológicas, a trabajar hasta con gente que le desagradaba, como el embajador de

46 Eduardo Carrasco y Roberto Matta, Conversaciones con Matta. Santiago: CESOC-CENECA, 1987, 69, 67-70.

47 GM a V. Ocampo, 21-VIII-1936, Esta América nuestra 55.48 GM a A. Reyes, 24-I-1937, Tan de Usted 107.49 GM a V. Ocampo, 24-I-1937, Esta América nuestra 57.

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Chile en España, y con individuos que ella consideraba enemigos personales, tales como Amanda Labarca Hubertson. 50

La mayoría de las intervenciones más exitosas desde Portugal involucraron colaboraciones con intelectuales mexicanos. El que encabezaba estos esfuerzos eraDaniel Cosío Villegas, un economista, historiador y diplomático ocasional que la poeta conocía desde su estadía en la ciudad de México, cuando él había sido un líder estudiantil y trabajaba en la ofi cina (literalmente) de José Vasconcelos. Cosío Villegas estudiaría en universidades norteamericanas (Harvard, Cornell y Wisconsin) y europeas antes de retornar a México, donde fundaría el renombrado sello editor Fondo de Cultura Económica. Según el propio Cosío Villegas, él había planeado su cargo en Lisboa como un tipo de vacaciones familiares. Estaba viajando en España para desempeñarse como encargado de negocios de México en Portugal cuando estalló la Guerra Civil. De golpe se convirtió en el único representante de México en Portugal, y uno de los pocos en la península ibérica; México sería la única nación (además de la Unión Soviética) que ofi cialmente apoyaría a la España republicana.

Cosío Villegas describe cómo su trabajo en Lisboa, con Mistral y otros, estaba bajo sospecha permanente, dado que el gobierno de Salazar apoyaba a los rebeldes nacionalistas encubriendo tráfi co de tanques y otros materiales de guerra que se descargaban en Lisboa y se transportaban a España. Él describió cómo evitaba los espías tomando constantes precauciones, a diferencia de Gabriela Mistral, que desbarataba las labores de los espías con traviesa generosidad: “... era objeto de una vigilancia policíaca continua, cosa que le divertía al grado de invitar a su perseguidor en turno a meterse en el cine con ella para evitar la espera, la lluvia o la nieve, y eso, por supuesto, pagándole la entrada”.51

Por su parte, Mistral le contó a Alfonso Reyes que estaba feliz de que la familia de Cosío Villegas estuviera con él: “Daniel es muy intelectual mexicano y varón fi no de su país; la abuela es una súper abuela; Ema es una muchacha profesional y sensible[...] Los niños son una maravilla y yo los adoro[...] estaba viendo, de nuevo, no sé qué brujerías de esas del ‘aura’ de las criaturas, viendo, tocando, oliendo a México”. La poeta se regocijaba con estos “visibles” índices de las “raíces mexicanas”. 52

Los contactos de Mistral fueron invalorables para Cosío Villegas, quien tenía el mandato del presidente mexicano Lázaro Cárdenas de llevar intelectuales en peligro de España a México. Más allá de las frías relaciones de la poeta con la embajada

50 GM a A. Reyes y Enrique Diez Canedo, 5-IX-1936 [sic: 1939], en Tan de Usted 120-22 y Antología mayor: cartas 300-302.

51 Cosío Villegas, Memorias (México: Joaquín Mortiz, 1976): 170.52 GM a A. Reyes, mayo de 1937, Tan de Usted 109.

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chilena en Madrid, ideológicamente cerca de los nacionalistas, Mistral tenía muchos amigos en la Universidad de Barcelona. Entre ellos, Cosío Villegas se interesó especialmente en Luis Nicolau d’Olwer, un catalán que Azaña había designado para el cargo de Gobernador del Banco de España en marzo de 1936. Otro contacto mutuo, que entonces trabajaba como cónsul mexicano en el sur de Francia, fue el Dr. Pedro de Alba, un médico en la Revolución, también asociado con Vasconcelos en México. Tanto Cosío Villegas como Mistral se alegraron cuando Palma Guillén renunció a su cargo de embajadora después de “infi nitamente largos” quince meses en Colombia.53 Palma pasó por Lisboa, Madrid, y Valencia, en plena guerra, con destino a la legación mexicana en Copenhague: “A Palma, que de niña había escuchado el fragor de las ‘balaceras’ de la revolución mexicana, no le impresionaban 1os peligros de la guerra”.54

Gabriela Mistral trabajó desde Lisboa con sus amigos mexicanos (los Cosío Villegas, Pedro de Alba, Palma Guillén, Alfonso Reyes), todos formados en la revolución mexicana, para determinar quiénes, en España, podían y estaban dispuestos a partir hacia México o cualquier lugar de América Latina. Por medio de cartas y amistades, gestionaron y enviaron visas de tránsito, pasajes y dinero para viajar, invitaciones y trabajos. Su meta: proveer un refugio a los intelectuales, como “La Casa de España en México”, que llegó a ser un lugar en que podían retomar sus actividades hasta que terminara la guerra.55

Los recados de Mistral ofrecen un testimonio indirecto pero contemporáneo de cómo sus diarias preocupaciones se interrelacionaban con sus intereses intelectuales. Escribió sobre política chilena y mexicana en junio y julio de 1936, usando el esquema de “viejos mitos” y folklore. En “El Caleuche” daba a entender su posición sobre la “nave del Estado” chilena, mientras que sus textos sobre los mitos mexicanos de Huitzilopochtli y Quetzalcoatl en el Repertorio Americano publicado desde Costa Rica les recordaba a sus lectores las conexiones mexicanas de la autora. En octubre de 1936, ella alabó la biografía escrita por Pedro de Alba sobre Las Casas, una fi gura ejemplar para ella y su grupo, ya que él trabajó día y noche por “...la causa de América[...] nuestro corazón mestizo”.56 En marzo de 1937, ella escribió que los

53 P. Guillén a E. Hay, 10-VI-1936, Archivos Dana Atkinson.54 Délano 131. El traslado de Palma a la legación mexicana le dio al grupo un valioso

puerto en el norte además de un refugio cerca de Alemania.55 Stanley R. Ross, “Daniel Cosío Villegas (1898-1976)”, The Hispanic American His-

torical Review (1977) 57:1 91-103: 97.56 GM, “Una Biografía del Padre de las Casas” (Oct. 1936), Gabriela piensa en, ed.

Roque Esteban Scarpa. Santiago: Andrés Bello, 1978, 285.

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chilenos vivían con “rapidez telúrica”, en buena medida como le sucedía a ella en ese tiempo. 57

Era necesario que las acciones emprendidas fueran indirectas y sigilosas. El cargo y la reputación de Gabriela Mistral estaban en riesgo: Portugal, en esa época, no reconocía pasaportes diplomáticos. Un traslado forzoso habría terminado con su carrera consular y hecho felices a sus enemigos. Lo difícil era que su ubicación en Portugal y el trabajo como cónsul la ligaban a fi guras chilenas políticas y de negocios que apoyaban a los nacionalistas. El régimen de Alessandri se inclinaba continuamente hacia la derecha. Los Recuerdos de gobierno de Alessandri —escritos, dicho sea de paso, en el medio de la Guerra Fría— muestran simpatía por Franco y consideraban comunistas a todos los que apoyaban a la República desde la izquierda. Mientras que la mayoría de sus amigos, artistas e intelectuales izquierdistas, y sobre todo los mexicanos apoyaban a la República, el poder creciente en Chile era del derechista ministro de Hacienda Gustavo Ross Santamaría, “el mago de las fi nanzas”, “el último pirata del Pacífi co”. “Ud. sabe que Ross tiene tantas o más atribuciones que el Presidente”, le diría a una amiga bien informada, justo antes de su traslado a Lisboa. 58

Gustavo Ross estaba en camino a la Presidencia de Chile. Su base de apoyo estaba en el mundo de los negocios, más notablemente, en las industrias del cobre y del salitre que tanto interesó a la gente de Franco. La mayoría de las armas iban a pasar por Portugal donde Mistral estaba obligada, por su trabajo de cónsul, a informar a Santiago sobre ese tipo de asuntos. Así, ella informó a Santiago de cómo un residente chileno en Salamanca, Laso Beaucheff, se le había acercado con un mensaje de la zona nacionalista: “…la gente ofi cial de Franco desea adquirir un depósito grande de salitre”. 59 La operación iba a efectuarse a través de Rojas Villegas, un agente de la compañía del salitre residente en Lisboa; Alemania garantizaba el pago. Mistral manifestó no entender lo que Laso Beaucheff quería que ella hiciera para facilitar esos cargamentos a Franco: “Le respondí que yo no sé nada de estos asuntos, que me parecía importante que el señor Rojas Villegas, a quien corresponden, los hiciese llegar al Ministerio bien especifi cados”.60

En suma: si Ross o cualquier otro quisiera vender salitre vía Portugal, ellos tendrían que encontrar a algún otro. Gabriela Mistral no trabajaría por ellos.

57 GM, “El Signo de la acción” (14-III-1937), GM Escritos Políticos, ed. Jaime Quezada. Santiago: Fondo de Cultura Económica, 1994, 42.

58 GM a G. Préndez, 4-IX-1935, Antología mayor: cartas 223.59 GM a Carlos Errázuriz, 5 y 7 –V-1937, Archivos Dana Atkinson.60 GM a C. Errázuriz, 5 y 7 –V-1937, Archivos Dana Atkinson.

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IV. EN “ESTE PORTUGAL MEDIO-ANGÉLICO...ME ACONGOJA SALIR DE ESTE REPARO Y REFUGIO AL AIRE TREMENDO DE ESO QUE LLAMAN LA DIPLOMACIA” (LISBOA, OCTUBRE DE 1936 - ABRIL DE 1937)

Otra persona que quería a Mistral fuera de Portugal era Carlos Azócar, el encargado de negocios de Chile en Lisboa. “Este jefe me ha maniatado por entero”, le confesaría más tarde Mistral en una carta genial dirigida a Pedro Aguirre Cerda y su esposa. 61 Cuenta cómo Azócar, que estuvo en el cargo durante seis años, dio sorprendentes instrucciones a la nueva cónsul. Le pidió que no diera conferencias, aunque ella estaba explícitamente asignada “en comisión de propaganda”. “Se ha negado rotundamente a que yo las dé”, explicaría ella, “pues, según él, a Portugal no le importa nada de la América; porque, según él, la gente de aquí es muy necia y no lee ni escucha y porque el esfuerzo no vale la pena!” A pesar de este mandato de silencio público en Portugal, ella continuó expandiendo su presencia en el nuevo continente, escribiendo “artículos de propaganda para cinco diarios de América; cosa que tiene a Relaciones muy contenta”.

Si Azocar hubiera sido más astuto, habría reconocido en la recién llegada a su probable reemplazante. Ella fue cáustica en su detalle de las buenas relaciones que mantenía con el funcionario: “Tan cordiales son que cuando mi ministro sale a Alemania, por ejemplo, me deja a sus hijas, a quienes adoro; que vienen a mi casa ellos semanalmente y que él usa conmigo un trato hasta familiar”. Él la hizo su confi dente: “El hombre dice que Portugal ha deshecho su actividad de [hombre: tachado] joven, que la pereza nacional lo ha tomado y el pesimismo lusitano más que todo...”

Ella siguió contando a su corresponsal, Pedro Aguirre Cerda, las maniobras que tenía que desarrollar para adquirir la “libertad de acción” que perdió cuando Azócar le prohibió involucrarse públicamente en Portugal. Buscó que se la designara como cónsul en Oporto. Pero cuando Santiago la aceptó, Azócar la instó a no tomar el cargo: “Me dijo mi amigo Azócar que este gobierno ultra-conservador no querría a una mujer de Cónsul en Porto y que él prefería, por mi propio interés, guardar las letras patentes y no presentarlas”. Mistral contó a Pedro Aguirre Cerda cómo ella entonces descubrió dentro de sí a “la indita” y escribió a su colega, el escritor Gonzalo Zaldumbide, quien trabajó a su lado durante años en Liga de las Naciones y para Eduardo Santos. Zaldumbide pidió “a un amigo del régimen preguntase al Ministro del Estado el asunto”. La indagatoria llevó a la aceptación de sus credenciales, con elogios del canciller portugués para Gabriela Mistral, estimada por su trabajo en la Liga de las Naciones, y que había llegado a un país que —contradiciendo el informe

61 GM a P. Aguirre Cerda y Juana de Aguirre, 15-XI-1936, Archivo del Escritor.

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de Azócar— tenía “una mujer Cónsul en Berna”. Pero el asunto no terminó allí: “Su amigo Azócar al fi n presentó las letras patentes; salió el exequátur y un ofrecimiento ofi cial de traslado a Guatemala”. Los papeles incluían nominaciones para que ella se desempeñara como Cónsul General y Encargado de Negocios.62 Asunto curioso: Gabriela Mistral no había buscado ningún cambio de puesto.

Como observa Tagle Domínguez, las cartas de la poeta a su protector (y su esposa) revelan sus preocupaciones primordiales: “La nueva situación laboral, motivó nuevas consultas a Aguirre, en términos de gran confi anza”.63 En realidad, ella tuvo muchos motivos de familia y de carrera para quedarse en Europa. Daniel Cosío Villegas también quería que Gabriela Mistral, con sus contactos y red de relaciones, permaneciera en Lisboa al menos por el tiempo en que él y su mujer estuvieran allí. Pero Gustavo Ross Santamaría quería que la poeta se fuera del viejo continente. Tanto Cosío Villegas como Ross tenían que trabajar a través de terceros para alcanzar sus objetivos.

En las primeras semanas de octubre de 1936, el ministro de Hacienda de Chile Gustavo Ross se reunió con Mistral en Lisboa. Ross había sido enfático: tenía “muy penosa idea de la representación” de Chile en Río de Janeiro. Ella debía llenar ese “hueco” en propaganda acerca de Chile viajando por Brasil para dar conferencias.64 El motivo no expresado de Ross era que quería a su propio hombre en Lisboa, alguien que facilitara los negocios, esto es, salitre y otros cargamentos relacionados con armas, vendiéndolas a Franco, con la garantía de la Alemania nazi.

El que también se entusiasmaba con el traslado de Mistral a Brasil era Félix Nieto del Río. Este era el recién designado nuevo embajador en Brasil, cuya amistad con la poeta databa de cuando ambos colaboraban con las revistas de élite en Santiago entre los años 1912 y 1914. Él se había retirado del mundo del periodismo para ingresar en la diplomacia, como lo hizo Carlos, su hermano mayor, que había trabajado en la delegación chilena en México durante la residencia de Mistral en ese país. Félix tenía un cargo algo menor en Santiago en 1932, esto es, cuando su hermano fue asignado a Brasil y Mistral a Nápoles. La suerte de Félix Nieto del Río cambió después de su exitosa organización de la Conferencia de Paz de Buenos Aires en 1935-1936, por la cual Alessandri esperó recibir (sin éxito) el Premio Nobel de la

62 GM a P. Aguirre Cerda y Juana de Aguirre, 15-XI-1936, Archivo del Escritor.63 Matías Tagle Domínguez, “GM y Pedro Aguirre Cerda a través de su correspondencia

privada (1919-1941), Historia 35 (2002) 323-408, http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0717-71942002003500012, aceso 7-IV-2009.

64 GM a F. Nieto del Río, 12-VIII-1936, Archivos Dana Atkinson.

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Paz. Mientras tanto, Nieto del Río recibió en compensación otro premio: el cargo de Embajador de Chile en Brasil. 65

Mistral estaba en una situación muy difícil. Le era imposible rechazar la oferta de Ross, el poder verdadero en los últimos meses de Alessandri (Ross iba a anunciar su candidatura presidencial en abril de 1937). Mistral tampoco podía rechazar a Nieto del Río, no tan solo por ser un poder importante en el Ministerio de Relaciones Exteriores, sino porque él le había hecho el favor personal de reconocer los delegados de Puerto Rico ante la Conferencia de Paz, un paso adelante para alcanzar la la soberanía de la isla, que era cuestión primordial para sus amigos puertorriqueños. Era impensable rechazar a Pedro Aguirre Cerda, a quien ella tanto le debía, desde los ascensos en la carrera en las escuelas en Chile, hasta la reciente “ley especial”.

Aguirre Cerda y Ross eran opuestos en política y temperamento. Aguirre Cerda, conocido como “Don Tinto” por sus extensos viñedos, comenzó su vida laboral como maestro de escuela, aunque más tarde estudió derecho. A diferencia del acaudalado político de Valparaíso, Aguirre Cerda ascendió gracias a cargos electivos, comenzando como diputado por Los Andes en 1916. Aunque Ross y Aguirre Cerda aparecerían como candidatos rivales en la campaña presidencial de 1938, ellos coincidieron en el deseo de que la poeta se fuera de Europa.

Gabriela Mistral se dirigió a amigos infl uyentes en Génova y París. ¿Cómo hacer para quedarse en Europa, junto a Palma y Juan Miguel, trabajando para amigos de México y en España? En septiembre de 1936 empezó a recibir distintos honores. Primero llegó el más prestigioso: la nominación de la poeta para el Consejo de las Artes y las Letras de la Liga de las Naciones. 66 Las invitaciones para asistir en junio a tres conferencias internacionales en París le darían a Mistral (y a Cosío Villegas) una postergación de nueve meses para la partida a Brasil.

Mistral se excusó ante sus amigos en Chile, con cada uno según sus necesidades. Tan solo ante Félix Nieto del Río (quien tenía que responder al francófi lo Ross) la poeta recurrió a los nombres famosos y al prestigio cultural: “...tengo una obligación que me importa cumplir. Me han nombrado miembro del Comité permanente de Letras de la Liga, el presidido por [Paul] Valéry.... ”. 67 Con su supervisor consular y con Pedro Aguirre Cerda en Santiago, ella enfatizó los contextos geopolíticos de sus compromisos: “... no hay ni otro chileno, ni otro sudamericano, y no aceptan

65 Se revela más sobre la relación de Félix Nieto de Río y GM en las micropelículas de la Biblioteca del Congreso estadounidense, además de GM a Arturo Alessandri Palma, 25-V-1936, Proyecto 155-56, y en GM a Félix Nieto del Río, 12-VIII-1936, Archivos Dana Atkinson.

66 GM a Montenach, 10-IX-1936, GM Collection, Library of Congress microfi lms.67 GM a F. Nieto del Río, 12-X-1936, Archivos Dana Atkinson.

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reemplazantes...”68 “...se juntan las mejores cabezas europeas [...] no hay más americano que yo”.69

El plan de Gabriela respondía a Ross a la vez que benefi ciaba a don Pedro y se favorecía a sí misma. Mantuvo el salario por los tres cargos distintos. Permaneció en Europa hasta junio, representando a Chile y a Latinoamérica en conferencias internacionales en Francia. Finalmente, aceptó “esa gira por América” partiendo de Brasil. Esto le permitió al mismo tiempo cuidar su imagen y postergar por al menos un año su retorno a Chile, donde “la prensa de mi patria” había arrastrado su nombre “por el barro, en una campaña de injurias”. Expresó sus temores: “de este Portugal medio-angélico...me acongoja salir de este reparo y refugio al aire tremendo de eso que llaman la diplomacia”.70 En América ella evitaría cualquier forma de identifi cación partidaria en la próxima campaña presidencial. Aguirre Cerda aún no había aceptado ingresar al Frente Popular; él recibiría los consejos políticos de la poeta, que ella sagazmente disfrazaba de mera preocupación personal.

V. “LA LOCURA ES GENERAL, COMO EN LOS CARNAVALES” (HACIA PARÍS, MAYO DE 1937)

En el inicio de 1937, las relaciones de Mistral con el Ministro de Chile en Lisboa terminaron en farsa. La poeta le contó a Carlos Errázuriz, su jefe en la división consular en Santiago, cómo “nuestro ex-jefe Azócar” había depositado los papeles consulares con el cónsul italiano, con instrucciones de que a ella se le debía negar el acceso. Mientras ella no estaba en su ofi cina, Azócar había entrado y destruido papeles frente a la secretaria. Él se había negado a ayudar a que el Adicto Civil, Carlos Villegas, obtuviera el necesario permiso de residencia, “…esperando que el señor liquidase un divorcio que tramitaba, pues su esposa, la señora Aldunate del Campo, se había dedicado a cantar en teatros de segundo o tercer orden. Obtenido el alejamiento de la señora, la Legación comunicó el nombramiento... ”.71 Entonces, surgió una nueva difi cultad: Remington (un fabricante de armas), inició una injustifi cada causa judicial contra el mismo Adicto Civil, antiguo empleado suyo, por la devolución de un archivo personal. El ex jefe no hizo nada para ayudar. Un préstamo de Gabriela Mistral permitió que el Adicto Civil abandonara Portugal y así evitara la cárcel.

68 GM a C. Errázuriz, 5 y 7-V-1937, Archivos Dana Atkinson.69 GM a P. Aguirre Cerda y Juana de Aguirre, 15-XI-1936, Archivo del Escritor.70 GM a P. Aguirre Cerda, 30-XII-1936, Antología mayor: cartas 261.71 GM a C. Errázuriz, 5 y 7-V-1937, Archivos Dana Atkinson.

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La poeta ofrece un relato de cómo había despedido a Azócar en la estación de tren. La escena recuerda otras en las que ella dice adiós a rivales que desaparecen:

Fui a despedir a mi jefe a bordo y me dejó asombrada que no tuviese a bordo a ninguna persona del Ministerio, ni del Cuerpo Diplomático, ni a un amigo común cualquiera. Él estaba tan afectado de esta tristeza que me abrazó llorando, lloró un rato en mi hombro y me dijo, mirando hacia el Tajo: “Gabriela, he vivido aquí siete años, he perdido siete años y no me queda ahí nada que yo deje sino el agua del río...”Le contesté: “Ministro, hay que querer para que nos quieran. Le diré como los budistas que en otra encarnación a usted y a otros chilenos como usted les tocará quererme y deshacer su injusticia o su ningún conocimiento de mi espíritu verdadero”.“Vaya a Chile, me dijo, y allá la tendremos en nuestra casa y la queremos”. Él está enfermo, a pesar de su buena apariencia; su hígado está mal, tal vez por este clima suave insidioso que parece ante-tropical.72

De diciembre de 1936 en adelante, Gabriela Mistral atravesó “...esta Europa rasgada por pactos”. 73 En Lisboa, París, Berlín, Copenhague, y de nuevo en París ella se puso al tanto de los detalles de la vida política durante un período de tensión enorme en la Europa. Consiguió que el embajador de Chile en Berlín y el cónsul británico en Alicante la respaldaran en sus intentos de evacuar gente de Madrid, en su calidad de ciudadanos portugueses. Pero la Legación chilena en España, pro-nacionalista, mandó un telegrama con un rechazo categórico hacia los reclamos de dichas personas: “Todos los portugueses que se encontraban en Madrid salvo por acaso emigrados políticos o individuos sujetos a la acción de la justicia tuvieron ocasión de salir desde hace mucho tiempo”.74

Por otra parte, Gabriela Mistral aparentemente inspiró a algunos de sus colegas que podían ver desde Lisboa la gravedad y el probable resultado de “la situación nacionalista” en España. Cuando la visitó el Agente de Chile en Burgos, Julio Prado Valdés, él le pidió consejo sobre dos proyectos: uno de obtener licencia del Ministerio para ir a Marsella o a Bruselas a ocuparse de la atención de los refugiados españoles y otro de ir a trabajar a Madrid donde sabía que estaba solo el señor Núñez Morgado. La poeta le contestó: “…yo no puedo darle consejo sobre este asunto delicado, pero

72 GM a C. Errázuriz, 5 y 7-V-1937, Archivos Dana Atkinson.73 GM a P. Guillén, alrededor de 1936, en Vargas Saavedra, Castilla 223-226.74 Telegrama a Hedilla, Salamanca, al Embajador de Chile en Berlín por medio de la

Legación de Chile en Portugal, 2-III-1937.

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si sus informes [los de Prado] eran del agrado del Ministerio era de suponer que se lo dirán y le confi rmarán esta comisión”.75 Los archivos del Ministerio sugieren que Julio Prado consiguó ayudar a los refugiados en el año siguiente.76 Ella, mientras tanto, cultivaba la valentía; combinó el pesimismo con un idealismo transfronterizo: “La Europa se viene imposible[...] Creo en la patria, pero en la patria grande”.77

En mayo de 1937, Gabriela Mistral, Daniel y Ema Cosío Villegas desembarcaron en París, provenientes de Lisboa.78 Él viajó a Valencia; Gabriela y Ema fueron a Copenhague a encontrarse con Palma Guillén y Juan Miguel. En el barco, desde Oporto, la poeta había evaluado la devastación en el país vasco: “A mí se me cierra el corazón de leer los detalles de la destrucción de esa zona[...] La locura es general, como en los carnavales”.79 A continuación, escribía de los informes contradictorios de radio que resonaban en los hoteles: “...hay días en que se dicen [...] que hay que matar a los extremistas españoles que dividen a los gubernamentales matándolos a todos y dando su cálculo en dos millones (servicio de los rojos) y que hay reestablecer la Inquisición, para limpiar la fe de la nueva España (servicio de los nacionalistas). Una se pregunta si ha oído de veras o si también se ha vuelto loca... ”. 80 Llegaban malas noticias desde Barcelona. Los anarquistas estaban perdiendo, escribía Mistral, porque “…soñaban con unas comunidades primitivas [...] creyeron que les permitiría ser Arcadia en medio del zafarrancho general”.81

Al irse de Portugal, Mistral evaluó los silencios producidos por “…este trance de la pobre España en desgracia”.82 A veces el silencio se mostraba necesario: “tenemos que callar”. Algunos elegían el silencio sin necesidad: “sin deber que los ate, se quieren callar”. Algunos silencios podrían romperse, dependiendo de lo que trajera el futuro: “Así se va la vida, medio en trabajar, medio en callarse [...] Dos

75 GM a C. Errázuriz, 5 y 7-V-1937, Archivos Dana Atkinson.76 http://archivos.minrel.cl/webrree.nsf/ acceso 7-IV-2009.77 GM a A. Torres Rioseco, IV-1937, en Literary and Cultural Journeys: Selected Letters

to Arturo Torres-Ríoseco, ed. Carlota Caulfi eld y Miguel Angel Zapata. Oakland: Center for the Book, 1995, 126.

78 Cosío Villegas, Memorias; Alberto Romero, España está un poco mal. Santiago: Ercilla, 1938, 90-93.

79 GM a C. Errázuriz, 5 y 7-V-1937, Archivos Dana Atkinson.80 GM a C. Errázuriz, 5 y 7-V-1937, Archivos Dana Atkinson.81 GM a Pío Baroja, 1-V-1937, en Vargas Saavedra, Castilla 239-240.82 GM a J. García Monje, 10-V-1937, en Epistolario de Gabriela Mistral y Joaquín

García Monje, ed. Magda Arce con la colaboración de Eugenio García Carrillo. Santiago: Andrés Bello, 1989, 128-9.

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años han sido los de cura en Portugal. Y no me rehago aún”.83 Incluso en sus escritos de París a Victoria Ocampo, el silencio constreñía a la cónsul-poeta: “no tengo boca libre, mano de escribir libre. Algo haré y sin embargo”. No hacer nada sería lo peor de todo: “El fascismo caerá sobre la América verticalmente, si gana en España. Y lleva las de ganar”.84 Fue completamente directa en una carta confi dencial a su supervisor consular en Santiago: “Yo me estoy cansando de vivir en estos curiosos países de dictadura medieval. Artículos para mis diarios no puedo escribirlos sino sobre asuntos que sean de otro planeta, que no toquen el medio; refugiados españoles que viven pidiendo el oro y al moro también ya me fatigan con sus cien problemas”.85

Así constreñida por la “dictadura medieval”, el último recado de Gabriela Mistral desde Portugal aborda, precisamente, la historia medieval de esa tierra. “Recado sobre Dos Sepulcros en Alcobaça” (mayo de 1937) es un sugerente y muy cuidado ensayo sobre los destinos separados y a la vez relacionados de Portugal y España. La historia cuenta cómo Pedro I (“el Justiciero, o el cruel”) vengó el asesinato de su amante, una noble española, Doña Inés, que le había dado tres hijos. Pedro e Inés eran, dijo Mistral a Baroja, “...formidables amantes, esa pareja rebanada por una corte que no pudo tolerar que se amaran”.86 Los trágicos suicidios de Romeo y Julieta empalidecían en comparación con las maquinaciones de un hombre vengativo; caían las distinciones entre el mundo terrenal y el sobrenatural. Hamlet en Elsinore, lugar que la poeta había visitado recientemente, era el mejor paralelo. En contraste con el fi nal de la macabra coronación de una reina póstuma, la escritora encontró esperanza en el folklore de Portugal y en su gente común: “...tiene una densa y ancha aura poética, no se la quiebra aún por el industrialismo [...] El repertorio de los fantasmas dulces o violentos, resulta formidable”.87 La combinación le recordó a México: “Don Dionisio o Diniz como lo dice la dulce lengua portuguesa [...] es un Quetzalcoátl aparecido en Portugal para refrenarle al clero y la nobleza”. 88 Ella contrastó “el furor hereditario” de Castilla, “una marmita de guerras familiares” con “la masa portuguesa [...] humanísima y también tierna” en “su cristianismo medieval”.89

83 GM a A. Arias, mayo de 1937, Antología mayor: cartas 267.84 GM a V. Ocampo, alrededor de julio de 1937, Esta América nuestra 59.85 GM a C. Errázuriz, 5 y 7-V-1937, Archivos Dana Atkinson.86 GM a Pío Baroja, 1-V-1937, Vargas Saavedra, Castilla 240.87 GM, “Recado sobre dos Sepulcros de Alcobaça, Portugal” (mayo de 1937) en Recados

para hoy y mañana, ed. Luis Vargas Saavedra. Santiago: Sudamericana, 1999, 78.88 GM, “Recado sobre dos Sepulcros”, 78-79.89 GM, “Recado sobre dos Sepulcros”, 84, 85.

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VI. “…LA HE VIVIDO DESDE PORTUGAL. SERÁ COSA DE CONTÁRSELA EN DÍAS Y NOCHES” (PARÍS Y RÍO DE JANEIRO, JUNIO A AGOSTO DE 1937)

En junio de 1937, los kioskos de París desplegaron fotos y titulares de los quinientos niños españoles que habían arribado a México. El presidente izquierdista Lázaro Cárdenas se había hecho sacar muchas fotos con todos ellos, y publicarlas por todas partes. Los críticos de la derecha no podían quejarse ante el apoyo de su gobierno a la causa republicana. ¿Quién podría objetar el rescate de niños? ¿Qué podía importar en México si los padres, muchos de los cuales estaban muertos o desaparecidos, habían sido nacionalistas, republicanos o monárquicos?

Mistral ligó este acontecimiento con sus invitaciones a los salones literarios y, en una carta a Victoria Ocampo, le hizo una propuesta directa: Sur debería publicar el nuevo libro de la poeta. “Así, brutalmente, se lo propongo, antes de salir de París”. Se excusó por “…esta petición escueta y que parece pretenciosa. No hay en su abuso más deseo que el de hacer alguna cosa válida por esas criaturas de media sangre nuestra. Según Victoria Kent, alrededor de 200.000 niños (¡nada menos!) han salido de España. Mejor es, Dios Santo, que queden allá adentro con los suyos. Nuestra América ciega de fanatismo político se ha cruzado de brazos. Excepto México, que ha aceptado 600 y va a recibir más... ”. 90

Cuando el barco de Mistral arribó a Río, ella recibió y contestó la respuesta de Ocampo. Aunque la carta de Ocampo se ha perdido, la carta siguiente de Mistral indica que su amiga había objetado que la propuesta de la poeta —de hacer que Sur publicara Tala— contuviera “...cosas que se reconoce como de Gabriela y otras que no son [propias] de ella”.91

“¿De quién, entonces?”, inquirió Mistral. “Mi cara seca y dura me libró siempre de mandones o consejeras. Mía es esa carta, entera mía... ”. Gabriela Mistral le recordó cómo ella la había defendido, en hoteles y cafés de París, de difamadores políticos. Mistral había hablado de Ocampo con Bergamín, Maritain y Duhamel; había prometido contarle más a “la argentinaza” acerca de España, pero no en una carta. Tenían que hablar cara a cara. “Lo de España se me ve [tatuado: tachado] estampado en la cara [...] Será cosa de contársela en días y noches... . ”92

Ocampo decidió correr con los gastos de publicación de Tala, y donar lo recaudado a los huérfanos de guerra. Mistral defendió y promovió los intereses de Ocampo en la revista y editorial Sur durante el increíble tour de ocho países y

90 GM a V. Ocampo, 4-VIII-1937, Esta América nuestra 61-62.91 GM a V. Ocampo, 31-VIII-1937, Esta América nuestra 62.92 GM a V. Ocampo, 31-VIII-1937, Esta América nuestra 65.

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dieciocho meses que ella ya había iniciado, desde Portugal a París y de allí a Río. La poeta ya había hecho su primera alocución en radio en Brasil, hablando de escuelas y del liderazgo cultural de México, cuando escribió con su característica ironía a Alfonso Reyes, explicando cómo apreciaba “la bella censura portuguesa [...] Aprendí a hablar en puras abreviaturas”. El silencio seguía siendo un tema crucial, en tanto ella relataba cómo la captura de “Fernández”, un español, había llevado a su vez a la captura de “las otras buenas personas portuguesas” que lo habían ayudado: “...todas ellas presas por su culpa”. 93 Ni Brasil, ni ningún otro lugar, la libraría de “…un policía en la esquina y dos o tres espías adentro del hotel”.94

Después de seis meses en Brasil y un mes en Montevideo, la poeta fue a Argentina y Chile, con las muchedumbres de rigor en escuelas, tensos encuentros con intelectuales, y escapadas a las casas de amigos. Los medios de Chile apreciaron el desvío del bullicio de la campaña presidencial. Ella le contó a Ocampo cómo defendió sus intereses e imagen en Santiago, en un té “íntimo” con cien personas, en encuentros ofi ciales, y en charlas con Delia del Carril y Neruda. Desde Chile, la poeta y Coni se dirigieron a Perú, donde se encontraron con los amigos de la poeta, todos en la oposición política.

Las noticias de la victoria de Pedro Aguirre Cerda a la cabeza del Frente Popular llegaron al barco más o menos cuando partía de Ecuador. Como el Dr. Eduardo Santos, su otro amigo y mecenas, alcanzó la presidencia colombiana en el mismo año, el futuro de la poeta-cónsul aparecía curiosamente abierto. Antes de la elección, Gabriela Mistral había rechazado ofertas consulares en Argentina y Brasil. Después de la elección había también rechazado desempeñarse como Ministro Plenipotenciario en América Central, un cargo al nivel del embajador, dentro de la carrera consular. Hizo un simple pedido: un consulado en Niza, Francia. Invocaba razones políticas, familiares y sociales. “No me quedan sino dos países no fascistas en el mundo, mi Votoya: esta gringuería y aquello [...] Me voy también por estar cerca de Palma. Es mi única familia en este mundo [...] Y me voy también porque allá puedo ocuparme de la Coop. Int. a lo menos”.95

VII. EPÍLOGO: NUEVA YORK Y FRANCIA, ABRIL A JUNIO DE 1939

Los bombarderos sobrevolaban la ciudad. Se repartían sacos de arena. Gabriela Mistral y Coni circulaban por Niza buscando cuartos rentados que a la vez fueran

93 GM a A. Reyes, 21-VIII-1937, Tan de Usted 112.94 GM a V. Ocampo, 31-VIII-1937, Esta América nuestra 66.95 GM a V. Ocampo, principios de febrero de 1939, Esta América nuestra 100.

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refugios antibombas. En Cannes, la poeta celebraba sus cincuenta años con Victoria Ocampo y la última conquista de la argentina, Roger Caillois. Alfonso Reyes también celebraba sus cincuenta años, cuando una intriga produjo su retorno de Buenos Aires a la ciudad de México. Sus veinte años de servicio diplomático llegaban a un fi n. El escritor lo tomó fi losófi camente: “Estoy en la edad en que los hombres de otros siglos lo dejaban todo para irse a Jerusalén, ellos creían que por impulso místico y, en rigor, más bien para huir de los automatismos creados por la vida habitual”.96

Daniel Cosío Villegas se encargó de que Reyes se desempeñara como presidente de “La Casa de España en México”, que contaba por entonces con treinta miembros residentes y diez asociados. Cosío Villegas puso al día a Mistral con el resultado de sus esfuerzos en Portugal:

Recordará usted que el punto mejor y más fuerte de la lista primitiva lo com-ponían los principales Miembros del Centro de Estudios Históricos: Menéndez Pidal, Dámaso Alonso, Fernández Montesinos, Navarro Tomás, y Sánchez Albor-noz. A ninguno de ellos conseguimos: don Ramón renunció pronto a venir tanto por temor a la altura, como por tener parte de su familia en campo franquista y al parecer sin medio de sacarla; Dámaso se excusó en un principio por moti-vos de salud, ante nuestra insistencia decidió al fi n aceptar la invitación, pero era tarde para entonces: en los días mismos en que caía Barcelona; Fernández Montesinos, pudo haber aceptado venir, pero ciertas razones de índole personal, que no podíamos modifi car, se lo han impedido hasta ahora.

Unos pocos aceptaron: estaba “…María Zambrano, quien trabaja en la Universidad de Morelia”.97

El profesor Tomás Navarro Tomás se quedó en España, donde trabajó heroicamente en la preservación de bibliotecas y obras de arte durante el bombardeo aéreo de Madrid. Partió a última hora hacia Francia, en enero de 1939. Escribió a Gabriela Mistral desde Nueva York en junio de 1939. Listó los profesores, escritores y artistas que estaban pasando por México o concentrándose allí: el oftalmólogo Dr. Márquez, el astrónomo Dr. Pedro Carrasco, el fi siólogo Dr. Bejarano, el economista Sacristán, los escritores José Carner, José Bergamín, Herrera Petere y Emilio Prados, el pintor José Renau y el arquitecto Fernández Callencia. Como muchos exiliados

96 A. Reyes a GM, ¿julio-agosto? de 1939, Tan de Usted 120.97 Cosío Villegas a GM, 4-V-1939, GM Collection, Library of Congress microfi lms,

archivado con “Reyes, Alfonso”.

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permanecían en Francia con domicilios inciertos, Navarro Tomás vio la comunicación como primordial “...en el esfuerzo para mantener la unidad espiritual”.98

“Qui cregui que la gent de l’exili era una comunitat amorosa i ben avinguda, va errat”.99 Juan Ramón Jiménez se instaló con su esposa, Zenobia Camprubí, en Puerto Rico y Maryland. María de Maeztu se cuenta entre los pocos que retornaron a España: ella había iniciado la cadena que terminaría con la publicación de Tala cuando había llevado a Victoria Ocampo a la casa de Mistral en una fría mañana de invierno madrileño, cinco años atrás. Como Mistral previó con tristeza, María de Maeztu apoyaría entusiastamente al estado fascista. Las dos mujeres no se volverían a hablar nunca.

Gabriela Mistral y Victoria Ocampo cumplieron su promesa de destinar los ingresos por Tala a instituciones en benefi cio a los niños españoles refugiados. La suma que Gabriela Mistral envió a Victoria Kent equivalía a un tercio de su salario consular anual de 1939. Kent mostró los recibos que probaban que el dinero sostenía centros de cuidado infantil para los niños refugiados en París. No fue posible encontrar una republicana más ardiente que Victoria Kent, quien devolvió el pasaporte que Gabriela Mistral le había enviado, que le habría permitido salir de la Francia ocupada y entrar en México como exiliada política. Al contestar a su amiga, Kent rechazaba el término “exiliado”. “¿Por qué tiene miedo de la palabra ‘emigrante’?” le preguntó a Mistral. “Emigrante político es el título más honorable que podría lucir”.100 Mistral siguió trabajando desde Francia; envió 1.500 francos que ayudaron a dos profesores más, Ramón y Joaquín Xirau, de la Universidad de Barcelona, a irse de Francia a México, donde ambos obtuvieron cargos de enseñanza en la universidad. También ayudó a Eugenio Imaz y a Enrique Diez-Canedo y sus esposas a llegar a México. 101

El estallido en pleno de la guerra mundial llevó a la clandestinidad a Kent y a los otros españoles refugiados, hasta 1945, cuando Kent se fue de Francia a México y de allí a los Estados Unidos. Por su parte, Palma Guillén se trasladó de Copenhague a Génova, donde trabajó en la Liga de las Naciones y en un comité de ayuda a los republicanos que ayudó a muchos mexicanos, incluso Luis Nicolau, a sobrevivir a

98 Tomás Navarro Tomás a GM, 11-VI-1939, GM Collection, Library of Congress microfi lms.

99 Marta Pessarrodona, “Lluís Nicolau d’Olwer: una incógnita catalana”, Via: Revista del Centre D’Estudis Jordi Pujol 04/2007: 72.

100 V. Kent a GM, 20-VII-1939, GM Collection, Library of Congress microfi lms.101 Joaquin Xirau a GM, 18-VI-1939, 18-III-1940, GM Collection, Library of Congress

microfi lms.

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la prisión en Francia.102 Él se dirigió a México, donde se casó con Palma y junto con Cosío Villegas transformó “La Casa de España” en “El Colegio de México”. En Chile, Aguirre Cerda mandó llamar a Carlos Errázuriz, el colega de la poeta en el Ministerio de Relaciones Exteriores. Lo envió a Estocolmo a trabajar con Hjalmar Gullberg, el traductor de Gabriela Mistral y miembro de la Academia Sueca, “…explicándole los matices del vocabulario criollo”. 103

Consecuencia de la residencia en Lisboa fue la gratitud de la poeta por las “dulces tierras” de Portugal, donde vislumbró y sintió la identidad americana desde lejos: “Palpo allí las mordeduras de una saudade que me hizo sangrar la memoria, despertando en mí una sensación corporal de lo que es América y cuán América se es, aun más estando lejos de ella”.104 Portugal le ofreció un verde mundo protector: “Los años en Portugal fueron para mí una mixtura de Calvario y Arcadia”, le dijo a un amigo vasco; “…toda suntuosidad botánica nos recuerda el Paraíso mal aprovechado”.105 Vivir en tanta proximidad con la guerra en España la llevó a meditar sobre la fragilidad de las fronteras nacionales, “...sólo una rayita azul o roja [...] en un mapa de mentirijilla”.106 Portugal la hizo revivir y le permitió uma mirada más amplia de las Américas, pero Gabriela Mistral no estaba preparada de ninguna manera para las complejidades de raza, colonización e inmigración que ella enfrentaría en Brasil.

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