Análisis de Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón

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  • 7/28/2019 Anlisis de Hombres necios que acusis a la mujer sin razn

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    Anlisis de Hombres necios que acusis a la mujer sin razn

    ANLISIS DE UNA DE LAS REDONDILLAS DE SOR JUANA INS DE LA CRUZ:

    UNA CULPABILIDAD COMPARTIDA POR LA PASIN

    Frann Karlo Pez EstvezJhon Alexnder Monsalve Flrez[1]

    Frontispicio del Segundo volumen de las obras de Soror Juana Ins de la Cruz, Sevilla, Toms Lpez de Haro, 1692,Biblioteca Nacional de Espaa, Madrid.

    Cabe plantear, en primer lugar, una imagen: cientos de mujeres cortesanas en el siglo

    XVII sirviendo para acrecentar familias o hacer buenos bordados, mientras una mujer

    criolla de la Nueva Espaa responda magistralmente un examen pblico en la corte

    virreinal, ante cerca de cuarenta eruditos, para comprobar la magnitud de su sabidura.

    Es precisamente esta mujer, Sor Juana Ins de la Cruz, quien entre su extensa obra lrica

    compone la redondilla objeto de anlisis de estas pginas: Stira filosfica. Arguye de

    inconsecuentes el gusto y la censura de los hombres que en las mujeres acusan lo que causan.

    [1] Estudiantes de Licenciatura en Espaol y Literatura, UIS.

    http://1.bp.blogspot.com/-9KikOQoXZQI/TwYgC2461iI/AAAAAAAAAMw/BhaUoAbPo0s/s1600/imagen3.jpg
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    Dentro de los aspectos estructurales de su construccin bastara decir que son diecisis

    redondillas extremadamente ajustadas al concepto mtrico de lo que es una redondilla.

    Por ejemplo, de la definicin terica de Jos Domnguez Caparrs[2], la composicin de

    Sor Juana Ins no omite ningn aspecto: una combinacin estrfica de cuatro versosoctoslabos, o menores, de los que priman en consonante el primero con el cuarto y el

    segundo con el tercero. As son estas redondillas, del tipo abba, donde la totalidad de

    sus versos son octoslabos y, as, constituyen las redondillas mayores, caracterizadas

    por esta medida silbica del verso. Debe decirse que esta forma estrfica ha sido

    privilegiada para la poesa narrativa[3] y que es la estrofa espaola ms utilizada. De

    seguro, esta produccin de la criolla mexicana est determinada por la influencia

    estructural de las letras de sus colonizadores ibricos.

    Tambin se debe sealar la notoria presencia del fenmeno de encadenamiento voclico

    entre palabras al interior de los versos, o sinalefas. Un total de treinta y siete de estos

    encadenamientos, pocas veces repitindose en un solo verso, enmarcan, en parte, el

    ritmo de estas redondillas. As mismo, se debe destacar la presencia, en casi todas las

    redondillas, de dos encabalgamientos predominantes; el primero entre los dos versos

    iniciales, y el segundo entre el tercero y el cuarto verso.

    Adems, estos son encabalgamientos suaves; es decir que la parte que pasa al verso

    siguiente ocupa ms de cinco slabas o hasta en final del verso, siendo este ltimo de los

    casos el que predomina en estas redondillas de la pluma de Sor Juana Ins de la Cruz.

    Asimismo, estos encabalgamientos marcan una gran pausa versal, en el medio de la

    estrofa. Por ejemplo, en Hombres necios que acusis/a la mujer sin razn,/sin ver que sois la

    ocasin/de lo mismo que culpis, se reflejan los dos encabalgamientos suaves que toman la

    totalidad de los versos siguientes (segundo y cuarto), y una gran pausa interior despus

    de razn, sealada grficamente con una coma.

    [2] DOMNGUEZ CAPARRS, Jos. Diccionario de mtrica espaola. Madrid: Editorial Paraninfo, S. A., 1992.

    [3] Ibidem.

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    Con relacin a las figuras dentro del plano fonolgico, cabe mencionar una aliteracin

    recurrente con el fonema alveolar, fricativo, sordo representado por la /s/. Esta

    caracterstica fnica suaviza el grito que constituyen las redondillas. Podra decirse que

    hay un recatado disimulo impuesto desde el nivel fonolgico de la denuncia que sehace de la hipocresa masculina, sin que por estar disimulado no constituya

    enrgicamente ese denominado grito femenino. Ya dentro del plano morfosintctico se

    debe aludir a la figura del retrucano, en el que se repiten varias palabras entre los

    versos pero interviniendo el orden de sus trminos; por ejemplo: la que peca por la paga/o

    el que paga por pecar. Tambin se debe hacer referencia a la figura del apstrofe como

    parte fundamental para la construccin del sentido de estas estrofas. En este caso, el

    apstrofe alude a una pregunta dirigida con vehemencia a los hombres que fustigan elproceder pasional femenino: por qu queris que obren bien/si la incitis al mal? o bien,

    una pregunta formulada de forma retrica para, de todas formas, referirse a la

    concepcin masculina sobre la mujer: cul mayor culpa ha tenido/en una pasin errada:/la

    que cae de rogada,/o el que ruega de cado? En total son seis preguntas de este tipo, de las

    cuales en cuatro casos estn constituyendo toda la estrofa. Esta caracterstica es

    fundamental, considerando que hacia ese punto se dirige la construccin de sentido: un

    cuestionar la hipocresa seductora de los hombres, desde una posicin moralista. Parailustrar mejor esto, Rudolf Grossmann[4] plantea que se suele percibir un desprecio del

    hombre hacia la mujer, en la literatura barroca latinoamericana, a pesar de los

    juramentos de amor que les hacan a estas[5].

    Ahora bien, para fortalecer lo anterior, convendra destacar algunos detalles de la obra:

    quin no recuerda a Lucrecia, la de la Antigua Roma, y la honestidad que la hizo

    trascender? Ella dej una frase que resume sus desgracias: Ninguna mujer quedarautorizada con el ejemplo de Lucrecia para sobrevivir a su deshonor. Esto lo dijo antes de

    [4] GROSSMANN, Rudolf. 1972. Historia y problemas de la literatura latino-americana. Madrid: Ediciones de la

    revista de occidente. P.758.

    [5] Parfrasis del texto de Rudolf Grossmann.

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    clavarse un pual en el pecho, cuando se enter de que el hombre con el que se haba

    acostado no era su marido. Y quin puede olvidar a Thais, la cortesana ateniense,

    famosa por posar desnuda para Fidias, escultor griego, y para Apeles, pintor y retratista

    de Alejandro Magno? Thais: una mujer licenciosa que indujo a este militar para quequemara Perspolis. Estas dos mujeres son ejemplos de la mujer de la nueva Espaa y

    de la mujer actual de Amrica.

    Thais y Lucrecia son, hasta cierto punto, protagonistas de la confrontacin moral que

    hace sor Juana Ins de la Cruz en el poema que se analiza. El poema no es ms que una

    stira a la moral, a la razn y a la hipocresa del hombre corts y seductor, de aquel

    tiempo. En general, se conforma, desde una perspectiva racional, un actuar humano que

    obedece a un proceder pasional: un hombre que incita a travs de la seduccin y una

    mujer que corresponde instintivamente a ese llamado.

    El poema trata de una stira, reclamo o crtica hacia los hombres que culpan a la mujer

    seducida por acceder a sus pasiones sin darse cuenta de que la mitad de la culpa es de

    ellos. Los hombres, segn el poema, toman a la mujer por fcil si se porta como Thais, y

    la tratan de cruel si no les corresponde: como Lucrecia lo hubiera hecho si se hubiese

    dado cuenta de que se acostaba, con la luz apagada, no con su marido sino con SextoTarquino.

    Desde la primera estrofa, se hace evidente la sin razn masculina de la que habla todo el

    poema. Se toma al hombre como la causa del efecto, es decir, que el comportamiento de

    la mujer seducida se debe a los cortejos masculinos. De este modo, se permite entrever

    en las lneas de Sor Juana Ins de la Cruz una dualidad: un problema que obedece a lo

    pasional, asumido desde un punto de vista racional y moralista. Dice el poema que el

    hombre quiere que la mujer sea decente, pero que trata e insiste para que acceda a sus

    deseos. Ms adelante retoma el tema: Y despus de hacerlas malas/las queris hallar muy

    buenas. A partir de ah, por medio de anttesis, se evidencia la sin razn del hombre

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    novohispano: se opone al rechazo de la mujer que seduce, pero la culpa porque accede a

    sus deseos:

    Combats su resistencia

    Y luego, con gravedad,

    Decs que fue liviandad

    Lo que hizo la diligencia.

    Tambin, teniendo correspondencia o indiferencia de la mujer, el resultado siempre ser

    negativo: o burla o queja:

    Con el favor y desdn

    Tenis condicin igual

    Quejndoos si os tratan mal

    Burlndoos si os quieren bien.

    El poema ubica a los hombres en el crculo de la ilgica. No estn contentos ni con

    Thais ni con Lucrecia, porque a una la culpan por fcil; a la otra, por cruel. Una culpa

    que, al final de cuentas, es compartida. El Yo potico no comprende cul es la mujer que

    el hombre quiere:

    Pues cmo ha de estar templada

    La que vuestro amor pretende

    Si la que es ingrata ofende

    Y la que es fcil enfada?

    Sin embargo, a esto encuentra solucin ponindoles a elegir entre imperativos: queredlas

    cual las hacis/ o hacedlas cual las buscis.

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    En las ltimas estrofas del poema, el Yo potico se dirige a l hombre novohispano para

    decirle que la culpa no es solo de las mujeres, sino que tambin es suya, pues como se

    culpa a la prostituta de pecadora, tambin se culpa de pecador al que con ella se

    acuesta, y as la culpa queda dividida, y ninguno es menos culpable que el otro. Este esun ejemplo que se equipara a lo dicho en todo el poema: el hombre culpa a la mujer sin

    darse cuenta de que la mitad de la culpa es suya. El problema radica en que es el

    hombre el que conquista, y por ende, parte de l la culpa.

    Antes de concluir el poema comparando al hombre, en promesas y splicas, con el

    pecado espacial y corporal, que lo caracteriza como ser pasional: con el diablo, la carne

    y el mundo; antes de eso, el yo potico aconseja al hombre que deje de cortejar a la

    mujer y que espere a que sea ella la que seduzca, para que con lgica y razn, las crticas

    y reclamos hacia ella pudieran llegar a ser justos y comprensibles.

    Ahora bien, la moral es un valor evidente en el poema. La moral regula lo que es bueno

    y lo que es malo, y ms en un espacio socio-religioso como el de la Nueva Espaa:

    catlico, gobernado por reyes y virreyes catlicos. Sor Juana Ins de la Cruz no poda

    prescindir de este valor, porque iba unido a su vida, a su trabajo, a su vocacin. Sor

    Juana se expresa no solo con su voz, sino tambin con la voz de la feminidad del sigloXVII. La Respuesta a sor Filotea de la Cruz presenta un tpico especial con el poema

    que se analiza: en la Respuesta, de la misma forma que en el poema, se evidencia la

    rplica a las opiniones y pensamientos masculinos de la poca; en el poema, esta rplica

    se muestra como una objecin, segn Octavio Paz[6], a las incontables stiras contra la

    mujer que circulaban en su tiempo. El poema es una stira a la hipocresa masculina y

    una afirmacin de la moral rota por ambos sexos, por causa de la pasin. Una balanza

    en la que pesa ms el instinto natural humano que un proceder racional y reflexivo.

    [6] PAZ, Octavio. Sor Juana Ins de la Cruz o Las trampas de la fe. Mxico: Fondo de cultura econmica, 1993, pg.

    364.

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    Cervantes haba trabajado, haca unos aos, sus novelas ejemplares bajo un tinte

    moralista; Sor Juana lo retoma en el poema que se analiza y, en su mundo cristiano, lo

    asocia al incumplimiento de los cnones morales, sociales y religiosos. El pecado es

    delito moral: por qu queris que obren bien/si las incitis al mal?, pero tal parece que no sehabla de un pecado exclusivamente masculino, sino de un pecado mutuo: el hombre,

    segn el poema, peca siendo tentacin para la mujer, porque por su culpa, por su

    insistencia y promesas, ella peca:pues en promesa e instancia/ juntis diablo, carne y mundo,

    dice el poema refirindose al hombre, y uniendo entes y espacios de pecado y tentacin,

    a los que la mujer, por cuestiones naturales, accede .

    El solo concepto de culpa encierra moralidad y pecado. El poema presenta la

    confrontacin entre la culpabilidad masculina y la femenina, y uno de sus objetivos es

    precisamente dejar por sentado que la culpa, relacionada, como ya se dijo, a la moral y

    al pecado, es de los dos, del hombre y de la mujer: dos pecadores culpables por sus

    pasiones.

    Es, precisamente, este aspecto el que constituye otro valor en las redondillas: la pasin,

    que en esta composicin lrica se funde con una pretensin moralista. Sin embargo,

    tambin propone un choque de lo pasional con esta temtica. Como si se dijera que eseaccionar femenino que se recrimina y acusa est soportado desde la naturaleza pasional

    femenina y, al mismo tiempo, que ese accionar es motivado por la naturaleza pasional

    de los hombres, pero que, an as, este comportamiento se debe someter a un filtro

    moralista. Si se parte de la literalidad, las palabras ansias, desdn, y fervoraluden a ese

    proceder pasional, y tambin se halla la referencia a una pasin errada. Todo lo anterior

    asumido como natural y, sin embargo, sometido a juicio. De esta forma entran en

    oposicin un obrar bien y un obrar mal, la resistencia y la liviandad, Lucrecia y Thais.

    Donde si se est del segundo lado de la oposicin se entra en el pecado.

    En conclusin, se puede observar en estas redondillas una voz femenina contra la

    hipocresa seductora de los hombres y una justificacin del proceder instintivo de las

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    mujeres, desde una ptica moralista, que, en ltima instancia, determina lo pasional

    como fuente del actuar humano. Adems, constituye una muestra de conjuncin entre

    una forma estructural perfecta y un contenido que marca trascendencia en las letras

    latinoamericanas. As, aunque por razones obvias no se hizo presencia de ese juicio enel siglo XVII, hoy es posible contar con este tipo de muestras, que hacen asumir que los

    cuarenta eruditos asintieron con su cabeza la magistral pluma e ingenio de Sor Juana

    Ins de La Cruz.

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    BIBLIOGRAFA

    DOMNGUEZ CAPARRS, Jos. Diccionario de mtrica espaola. Madrid: EditorialParaninfo, S. A., 1992.

    GROSSMANN, Rudolf. Historia y problemas de la literatura latino-americana. Madrid:Ediciones de la revista de occidente, 1972.

    GUTIRREZ, Javier y HERTFELDER, Cinthia. Cmo estudiar literatura: gua para

    estudiantes. Barcelona: Vicens Vives, 1989.

    PAZ, Octavio. Sor Juana Ins de la Cruz o Las trampas de la fe . Mxico: Fondo de culturaeconmica, 1993.