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1 ANALISIS JURISPRUDENCIAL DE SENTENCIA DE TUTELA DE LA CORTE CONSTITUCIONAL ANA MARIA BENAVIDES MOTTA PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE CIENCIAS JURIDICAS ESPECIALIZACIÓN EN DERECHO DE SEGUROS BOGOTA D.C. 2014

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ANALISIS JURISPRUDENCIAL DE SENTENCIA DE TUTELA DE LA CORTE CONSTITUCIONAL

ANA MARIA BENAVIDES MOTTA

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE CIENCIAS JURIDICAS

ESPECIALIZACIÓN EN DERECHO DE SEGUROS BOGOTA D.C.

2014

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ANALISIS JURISPRUDENCIAL DE SENTENCIA DE TUTELA DE LA CORTE CONSTITUCIONAL

ANA MARIA BENAVIDES MOTTA

Trabajo de grado para optar por el título de Abogada Especialista en Derecho de Seguros

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE CIENCIAS JURIDICAS

ESPECIALIZACIÓN EN DERECHO DE SEGUROS BOGOTA D.C.

2014

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Contenido I. SENTENCIA T-832 DE 2010 ...................................................................................... 4

A HECHOS ................................................................................................................ 4 B PROBLEMA JURÍDICO ....................................................................................... 5 C PRIMERA INSTANCIA RESPECTO A LA DEMANDA DE TUTELA ........... 5

D SEGUNDA INSTANCIA RESPECTO A LA DEMANDA DE TUTELA .......... 6 E REVISIÓN DEMANDA DE TUTELA .................................................................. 6

F CONSIDERACIONES DE LA CORTE .............................................................. 6 G DECISIÓN .............................................................................................................. 8

II. SENTENCIA T-015 DE 2012 ...................................................................................... 9 A HECHOS ................................................................................................................ 9

B PROBLEMA JURÍDICO ..................................................................................... 11

C PRIMERA INSTANCIA RESPECTO A LA DEMANDA DE TUTELA ......... 11 D SEGUNDA INSTANCIA RESPECTO A LA DEMANDA DE TUTELA ........ 12

E REVISIÓN DEMANDA DE TUTELA ................................................................ 12 F CONSIDERACIONES DE LA CORTE ............................................................ 12

G DECISIÓN ............................................................................................................ 14 III. SENTENCIA T-751 DE 2012 ................................................................................ 15 A HECHOS .............................................................................................................. 15

I Antecedentes del expediente T-3464362 ................................................... 15 II Antecedentes del expediente T-3478279 .................................................. 16

B PROBLEMA JURÍDICO ..................................................................................... 17 C PRIMERA INSTANCIA RESPECTO A LA DEMANDA DE TUTELA ......... 17

I Expediente T-3464362 .................................................................................. 17

II Expediente T-3478279 .................................................................................. 17 D SEGUNDA INSTANCIA RESPECTO A LA DEMANDA DE TUTELA ........ 18

I Expediente T-3464362 .................................................................................. 18 II Expediente T-3478279 .................................................................................. 18

E CONSIDERACIONES DE LA CORTE ............................................................ 18 F DECISIÓN ............................................................................................................ 21

IV. ANÁLISIS CRITICO DE LA SENTENCIAS DE TUTELA DE LA CORTE CONSITUTCIONAL ........................................................................................................... 23 A ELEMENTOS ESCENCIALES DEL CONTRATO DE SEGURO ................ 23

B INEXISTENCIA, TERMINACIÓN O NULIDAD RELATIVA DEL CONTRATO DE SEGURO ............................................................................................... 24

C POSICIÓN DE LA CORTE CONSTITUCIONAL ........................................... 26 V. BIBLIOGRAFIA ....................................................................................................... 31

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I. SENTENCIA T-832 DE 2010

SENTENCIA: CORTE CONSTITUCIONAL SALA SEXTA DE REVISIÓN OCTUBRE VEINTIUNO (21) DE 2010 Magistrado Ponente: Dr. Nilson Pinilla Pinilla Expediente: T-2704588

A. HECHOS

1. La señora Gloria Margoth Turriago Rojas adquirió un crédito con el Banco Agrario de

Colombia en diciembre de 2005, crédito garantizado por medio del seguro de vida otorgado por la aseguradora Colseguros S.A.

2. El 11 de mayo de 2009, la aseguradora de Riesgos Laborales Fiduprevisora S.A. determinó que la señora Gloria presentaba una pérdida de capacidad laboral equivalente al 77,5%, por lo cual la Secretaría de Servicios Administrativos del Municipio de Villavicencio, procedió a retirarla del ejercicio de docente por medio de Resolución del 12 de mayo de 2009.

3. Por medio de comunicación del 19 de mayo de 2009, la señora Gloria presentó ante la

entidad bancaria reclamación, por medio de la cual solicitó al Banco realizar todas las medidas necesarias para cobrar la indemnización del seguro que “amparaba el monto que restaba de la deuda”, solicitud sobre la cual la entidad bancaria no se pronunció.

4. Por el no pronunciamiento por parte del Banco Agrario, la accionante presentó el 12

de noviembre de 2009 derecho de petición ante el establecimiento de crédito, solicitando pronunciamiento respecto a la solicitud realizada con anterioridad. Finalmente el 11 de diciembre de la misma anualidad el banco, le comunicó a la accionante que la reclamación había sido objetada por parte de Colseguros S.A. el día 31 de agosto, argumentando que la disfonía causante de la pérdida de capacidad era una enfermedad diagnosticada con anterioridad a la suscripción de la póliza.

Al respecto, la comunicación de la aseguradora señaló:

“„(…) b) Incapacidad total y permanente Se entiende por incapacidad total y permanente aquella incapacidad sufrida por el asegurado, cuya edad no exceda de 75 años de edad, que haya sido ocasionada y se manifieste estando asegurado bajo el presente amparo, que se produzca como consecuencia de lesiones orgánicas o alteraciones funcionales incurables que de por vida impida a la persona desempeñar totalmente su profesión u oficio habitual siempre que dicha incapacidad sea igual o superior al 50%, haya existido por un período continuo no menor a 120 días. (…) Se ampara Incapacidad Total y Permanente cuando ésta, así como el evento que da origen a la misma, se produzca dentro de la vigencia de este amparo (…)‟ (negrilla fuera del texto).

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(…) En concordancia con lo expuesto se hace evidente que para que un riesgo sea asegurable, es necesario que prevalezca la incertidumbre o la posibilidad de que ocurra, que sea futuro al momento de asegurarlo y que su ocurrencia no dependa de la voluntad de las partes.”

5. Respecto a la comunicación remitida, consideró la accionante que la objeción se basó

en una interpretación errónea, pues la incapacidad fue estructurada después de cuatro años de la solicitud del crédito. Adicionalmente, manifestó su inconformidad frente a las entidades demandadas, toda vez que, bajo las mismas circunstancias presentó reclamación ante otras entidades financieras, las cuales accedieron sin ningún problema a la solicitud.

B. PROBLEMA JURÍDICO

¿Es obligación de las entidades aseguradoras dejar expresamente señalado al momento de la expedición de la póliza las preexistencias o exclusiones de alguna cobertura, para evitar ambigüedades en el texto que las mismas entidades han elaborado?

C. PRIMERA INSTANCIA RESPECTO A LA DEMANDA DE TUTELA

Por la negativa en la que incurrieron las entidades bancaria y aseguradora, la señora Gloria interpuso acción de tutela en contra de ellas, conociendo de dicha demanda el Juzgado Promiscuo Municipal de Vista Hermosa. En la demanda argumentó la accionante que al momento de la vinculación con el banco y la aseguradora, no manifestó padecer de ninguna enfermedad, debido a que en el formato que diligenció no se preguntaba si sufría de alguna enfermedad de aparatos fonatorios, y aun así, tampoco declaró sufrir de alguna enfermedad porque de acuerdo con sus manifestaciones la accionante se encontraba gozando de buena salud, pues manifestó que el diagnóstico de la enfermedad se dio entre agosto o septiembre de 2008, estructurándose la incapacidad hasta el 12 de mayo de 2009. Respecto de la demanda instaurada, el Banco Agrario de Colombia señaló que no se procedió al pago de la obligación toda vez que la enfermedad que dio origen a la pérdida de capacidad laboral, se diagnosticó con anterioridad al otorgamiento del crédito y de la vinculación con la aseguradora, y que como condición para que procediera el pago de la indemnización era necesario que la enfermedad se presentara estando asegurado y bajo el amparo de la póliza. Igualmente, expresó que la acción de tutela no era el medio por el cual la accionante debería revelar la controversia. Por otro lado, la aseguradora Colseguros S.A., contestó la demanda planteando inicialmente i) que el juez constitucional no es competente, debido a que no se está frente a un caso en el que se estén vulnerando derechos fundamentales; ii) expresó que en lo referente a la cobertura del amparo de incapacidad total y permanente, la póliza cubre el siniestro siempre y cuando se de la declaración de incapacidad durante la vigencia de la póliza e igualmente que el hecho generador del mismo ocurra dentro de la vigencia del contrato de seguro, situación está última que encuentra la aseguradora no se cumplió en el caso en concreto, por evidenciarse que la disfonía, enfermedad sobre la cual se basó el

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dictamen de pérdida de capacidad laboral, fue diagnosticada desde 1993, es decir, varios años ante de la celebración del seguro. Una vez fueron analizados los argumentos tanto de la accionante como de las entidades demandadas, el Juzgado Promiscuo Municipal de Vista Hermosa, Meta, profirió sentencia el 22 de febrero de 2010, resolviendo denegar la acción por improcedente, encontrado que se cuentan con otros mecanismos de defensa, pues se trata de una controversia de carácter patrimonial y contractual, y no en donde se discuta la vulneración de algún derecho fundamental.

D. SEGUNDA INSTANCIA RESPECTO A LA DEMANDA DE TUTELA

La demandante impugnó la sentencia de tutela de primera instancia por considerar que es una persona con debilidad manifiesta y que por lo mismo requiere de un trato preferencial, más aun, después de reiteradas jurisprudencias por medio de las cuales se establece que a las personas con discapacidades se les debe dar un trato preferencial. Aunado a lo anterior, consideró la accionante, que acudir como lo afirma el juez de tutela de primera instancia ante la jurisdicción ordinaria, implicaría propagar la vulneración de los derechos fundamentales como el de la vida digna y el mínimo vital. Respecto a la impugnación, fue el Juzgado Civil del Circuito de Granada, Meta el competente para conocer de dicha impugnación, profiriendo entonces sentencia el día 21 de abril de 2010, donde confirmó la sentencia de tutela de primera instancia, arguyendo que el reconocimiento de una prestación económica no se puede tramitar por medio de la acción de tutela.

E. REVISIÓN DEMANDA DE TUTELA

Es la Sala de Revisión de la Corte Constitucional la competente para analizar las providencias de tutela, de acuerdo con lo dispuesto en los artículos 86 y 241 en su numeral 9º de la Constitución Política y los artículos de 31 a 36 del Decreto 2591 de 1991.

F. CONSIDERACIONES DE LA CORTE

Entra la Honorable Corte Constitucional – Sala de Revisión, a estudiar si la demanda presentada es objeto de estudio, cumple con los requisitos para ser tramitada por medio de la acción de tutela y posteriormente a plantear su posición respecto al diligenciamiento de la declaración de asegurabilidad al momento de suscribir un contrato de seguro. De esa forma consideró: 1. La acción de tutela se puede dirigir contra entidades particulares encargadas de la

prestación de un servicio público o respecto de las cuales el accionante pueda estar en situación de subordinación o indefensión.

En este punto cabe resaltar, que las entidades financieras y aseguradoras, entre otras, de conformidad con el Estatuto Orgánico del Sistema Financiero, hacen parte de la

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estructura del sistema financiero. Así las cosas, la jurisprudencia ha hecho relevante la posición dominante que ostentan las entidades financieras y aseguradora frente a los usuarios, en la medida en que son dichas entidades las que gozan de la profesionalidad y conocimiento del negocio, por lo que son estas las que establecen las condiciones, tasas de interés y en general la forma en las cual se desarrollaran las obligaciones del contrato, generando con esto, en algunos casos un abuso de esa posición incurriendo en la vulneración de derechos fundamentales de los consumidores.

2. Respecto a la procedencia de la tutela, considera la Corte que esta acción se

estableció cuando los otros mecanismos de defensa son ineficaces o poco idóneos para evitar la vulneración de un derecho fundamental. Por esta razón, cuando se está frente a personas que no tienen los medios para desarrollar una actividad laboral por encontrarse bajo una situación de invalidez, acudir a la jurisdicción ordinaria, podría llevarle un tiempo mucho mayor, vulnerando derechos fundamentales como lo son: la vida digna, el mínimo vital, entre otros. Es por esto, que para el caso en referencia la Corte estimó que la acción de tutela es el mecanismo idóneo para adelantar la controversia presentada entre la señora Gloria Margoth y el Banco Agrario de Colombia y Colseguros S.A.

3. Procede la Sala de Revisión a determinar los límites de la libertad contractual por parte de las entidades financieras y aseguradoras con los usuarios de los servicios prestados por estas, así, consideró que al ser su objeto social una actividad de interés público, la libertad en el ejercicio de la actividad se puede restringir, cuando dichas actividades puedan ir en contra del interés general o violación de derechos constitucionales. De esa forma aclara que, si bien las entidades financieras y aseguradoras gozan de libertad contractual y autonomía privada, estas deben desarrollarse en consonancia con los principios y valores constitucionales.

4. En el caso en concreto, consideró la Sala que a la accionante le asiste el derecho de acceder a la acción de tutela, toda vez que la señora se encuentra en situación de indefensión frente a los establecimientos demandados y en un estado de debilidad manifiesta, al ser una madre cabeza de familia, que como consecuencia de la pérdida de capacidad laboral del 77.5%, solo tiene como medio de sustento su pensión de invalidez.

5. Al momento de la solicitud del crédito la señora Gloria diligenció el formulario para adquirir el seguro como garantía de la obligación adquirida con la entidad bancaria. De los documentos suscritos por la accionante no se encuentra que a la misma se le hayan realizado exámenes médicos para verificar el verdadero estado de salud (estado del riesgo) de la asegurada y de esa forma poder determinar si enfermedades preexistentes a la suscripción de la póliza se quedarían sin cobertura o excluidas de la misma. Respecto a la posición de la Corte frente a las compañías de seguros y más en relación con el caso en concreto, expresó que en sentencia T-152 de 2006, se dejó claro que “las aseguradoras deben dejar constancia de las preexistencias o de la exclusión de alguna cobertura, al inicio del contrato, para evitar en un futuro

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ambigüedades en el texto que ellas mismas han elaborado”. Por lo que, en caso de no cubrirse determinada enfermedad, la misma tiene que dejarse expresamente consignada y de la mano de exámenes médicos que permitan conocer el verdadero estado de salud del asegurado, para así justificar el motivo por cual se deja sin cobertura la enfermedad.

6. Con base en lo anterior, para la Sala de Revisión, la compañía Colseguros S.A., fue negligente al no solicitarle a la asegurada copia de exámenes médicos recientes o proceder a que la asegurada se sometiera a exámenes para determinar el estado de salud, estableciendo entonces que la objeción de la aseguradora es improcedente.

7. Concluye la Corte que la acción de tutela es el mecanismo idóneo para salvaguardar los derechos fundamentales de la señora Gloria, toda vez que de no proceder a ordenarle a la aseguradora Colseguros a realizar el pago insoluto de la deuda que la actora tenía con el Banco Agrario de Colombia, se estaría incurriendo en una manifiesta violación a los derechos del debido proceso y la vida digna, incrementando la situación de debilidad manifiesta en la que se encuentra la actora.

G. DECISIÓN

La Sala de Revisión de la Corte Constitucional, resolvió revocar el fallo del Juzgado Promiscuo Municipal de Vista Hermosa, Meta; confirmado por la sentencia del 21 de abril de 2010 proferida por el Juzgado Civil del Circuito de Granada, Meta; en donde se declaró que la acción de tutela impetrada por la señora Gloria Margoth Turriago Rojas contra el Banco Agrario de Colombia y Colseguros S.A., era improcedente. Con base en lo anterior, se decidió tutelar los derechos al debido proceso y vida digna reclamados por la actora, ordenando adicionalmente a Colseguros S.A. realizar el pago de la indemnización del seguro de vida grupo deudores correspondiente al saldo insoluto de la deuda que la señora Gloria Margoth tenía con la entidad bancaria.

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II. SENTENCIA T-015 DE 2012

SENTENCIA: CORTE CONSTITUCIONAL SALA PRIMERA DE REVISIÓN ENERO VEINTE (20) DE 2012 Magistrado Ponente: Dra. María Victoria Calle Correa Expediente: T-3182540

A. HECHOS

1. El señor José Vicente Cantor Restrepo (Q.E.P.D.) adquirió la calidad de asegurado el

19 de enero de 2000, dentro de la póliza de seguro de vida tomada por el Banco Santander con Aseguradora Colseguros S.A., por cuenta de sus deudores. El interés asegurable de dicha póliza era la vida del asegurado, en donde se estableció que el valor asegurado sería la suma de ochenta millones veintiún mil cincuenta y nueve pesos ($80.021059), igualmente se determinó que los beneficiarios de la póliza serían la esposa del asegurado, la señora Luz Miriam Higuita de Cantor con un porcentaje del 50% y los hijos del asegurado con el otro 50%.

2. La póliza y los amparos inicialmente contratados por el Banco Santander con Colseguros S.A., fueron trasladados a Mapfre Colombia Vida Seguros S.A. y posteriormente a A.I.G. Colombia Seguros de Vida S.A. (denominada para el momento de la sentencia Alico Colombia Seguros de Vida S.A.).

3. El señor José Vicente Cantor Restrepo falleció el día 25 de marzo de 2007, debido a

una insuficiencia renal crónica.

4. La señora Luz Miriam Higuita Cantor, como beneficiaria de la póliza y en representación de sus hijos, interpuso reclamación ante la aseguradora A.I.G. Colombia Seguros de Vida S.A., con el fin de que esta le reconociera la indemnización.

5. La aseguradora A.I.G Colombia Seguros de Vida por medio de comunicación del 07

de noviembre de 2007, objetó la reclamación presentada por la señora Luz Miriam Higuita de Cantor, argumentando que de acuerdo con las condiciones del contrato, no hay lugar a pago alguno cuando“(…)el evento generador del reclamo sea consecuencia directa, indirecta, total o parcial de un evento preexistente a la fecha de iniciación del amparo

individual”, y en el entendido de que el estudio de la historia clínica del asegurado permite evidenciar que la insuficiencia renal crónica se debió a una neuropatía diabética, secundaria a la enfermedad de diabetes mellitus de la cual padecía con anterioridad a la suscripción de la póliza, no era procedente el pago de la indemnización por parte de la compañía de seguros.

6. El 02 de diciembre de 2008, la señora Luz Miriam interpuso demanda de

responsabilidad civil contractual contra A.I.G. Colombia Seguros de Vida S.A., argumentando que el asegurado nunca tuvo conocimiento de la preexistencia invocada por la aseguradora para no cancelar el valor de la indemnización, y aunado a esto, encuentra que se encontraría saneado cualquier vicio por nulidad relativa, toda

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vez que la compañía de seguros en los 7 años de vigencia de la póliza nunca se manifestó respecto de la enfermedad del asegurado.

7. De la demanda presentada tuvo conocimiento el Juzgado Décimo Civil del Circuito de

Medellín, quien por medio de sentencia del 24 de septiembre de 2010 accedió a las pretensiones de la demandante, condenando a la sociedad Alico Colombia Seguros de Vida S.A. (antes A.I.G. Colombia Seguros de Vida S.A.) a pagar a la señora Luz Miriam y a sus hijos, beneficiarios de la póliza, la suma asegurada.

8. Las razones por las cuales el Juzgado Décimo Civil del Circuito de Medellín accedió a

las pretensiones de la demandante, se fundaron en no haber encontrado por parte del asegurado conductas reticentes, pues no mintió ni omitió dar información respecto de su estado de salud, al momento de la suscripción de la póliza.

9. La demandante Alico Colombia Seguros de Vida S.A. interpuso recurso de apelación,

argumentando que el Juzgado de primera instancia no tuvo en cuenta que la diabetes mellitus, enfermedad que el asegurado sufría desde mucho tiempo antes de la suscripción de la póliza, fue la causante de la muerte del asegurado y que adicionalmente el asegurado había omitido dar dicha información, este último argumento en ningún momento fue utilizado por parte de la defensa y tampoco se propuso como excepción a las pretensiones.

10. El recurso de apelación fue de conocimiento de la Sala Civil del Tribunal Superior de

Medellín, el cual, una vez analizado el expediente y el recurso presentado, revocó el fallo de primera instancia, desestimando las pretensiones de la señora Luz Miriam y estableciendo como próspera la excepción invocada por la aseguradora referente a la “exclusión de responsabilidad por preexistencia”. El fundamento del Tribunal para declarar prospera la excepción propuesta por la aseguradora se basó en: i) el juez de primera instancia falló estudiando una posible reticencia, excepción que no fue propuesta por parte de la aseguradora y ii) no dio estudio a las excepciones de preexistencia e inexistencia del siniestro.

11. Adicionalmente, el Tribunal consideró que el deceso del asegurado fue fruto de la

diabetes mellitus, enfermedad diagnosticada años antes de la suscripción de la póliza, y en la medida en que el clausulado de la póliza establece que no son objeto de cobertura los siniestros que se presenten como consecuencia de una enfermedad diagnosticada o tratada con anterioridad a la vigencia de la póliza, el siniestro ocurrido no tendría cobertura, toda vez que se configura dentro de una de las excepciones de la póliza.

12. Para concluir sus argumentos, determinó que la demandante se encontraba

equivocada al señalar que la excepción habría quedado saneada por el transcurso del tiempo, pues legalmente no existe el sustento para determinar que una exclusión en un contrato de seguro prescribirá o se saneará con el paso del tiempo. Dicha afirmación no tiene en cuenta que el siniestro solo es indemnizado por parte de la aseguradora cuando el mismo no se encuentre dentro de las excepciones.

13. Debido a que la señora Luz Miriam no se encontró de acuerdo con la revocación de la

sentencia de primera instancia, interpuso acción de tutela contra el fallo del 27 de enero de 2011.

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B. PROBLEMA JURÍDICO

¿Incurrió el Tribunal Superior de Medellín – Sala Civil- en una vía de hecho al desconocer las normas sustanciales relacionadas con la prescripción del contrato de seguro basándose en exclusiones establecidas en el clausulado general y en torno a preexistencias, omitiendo igualmente la valoración de las pruebas aportadas al proceso ordinario de responsabilidad civil contractual?

C. PRIMERA INSTANCIA RESPECTO A LA DEMANDA DE TUTELA

La demanda de tutela fue de conocimiento de la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia, demanda que se basó en los siguientes argumentos: Para la accionante, la señora Luz Miriam, se incurrió en una vía de hecho por parte del Tribunal Superior de Medellín –Sala Civil-, toda vez que no tuvo en cuenta el término de prescripción interpuesto por la accionante, pues la aseguradora demandada, en los siete años de vigencia del contrato de seguro, nunca se pronunció respecto de la enfermedad sufrida por el asegurado, saneando con esto la reticencia alegada por la misma y configurándose el término máximo para que la aseguradora pudiera alegar la nulidad relativa del contrato de seguro, haciendo entonces que el vicio que alguna vez se produjo quedara superado íntegramente. Adicionalmente, para la accionante el Tribunal Superior de Medellín no valoró todas las pruebas aportadas en el expediente, dejando de lado varios documentos probatorios de lado, los cuales de haberse analizado habrían llevado al honorable Tribunal a un pronunciamiento completamente contrario al emitido, esto debido a que dentro de las piezas procesales, constaba que la cobertura de la póliza amparaba cualquier causa de muerte del asegurado, sin que se hubieran especificado exclusiones por preexistencias. Al respecto, el Tribunal Superior de Medellín – Sala Civil- se pronunció arguyendo que el juez de primera instancia reorientó la excepción de nulidad relativa del contrato de seguro, excepción que no fue propuesta y que por lo tanto no podía ser valorada toda vez que dicha excepción no opera de forma oficiosa. Con base en lo anterior, el 05 de mayo de 2012 la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia, resolvió teniendo en cuenta tres puntos importantes: 1. El primero a saber, estableciendo que no se encontraba demostrada la readecuación

oficiosa del litigio por parte del Tribunal Superior, pues dentro del proceso consta que se excepcionó con la preexistencia de la enfermedad del asegurado y fue en ese sentido que se expidió el fallo.

2. No se incurrió en una vía de hecho por la no valoración de las pruebas aportadas, en la medida en que dentro del plenario se encontraba probado que el asegurado sufría de una enfermedad diagnosticada años antes de la vinculación con la entidad aseguraticia, así como el clausulado de la póliza en donde consta que las preexistencias no son objeto de cobertura del seguro contratado.

3. No encontró procedente el argumento relacionado con la prescripción por no existir norma alguna que lo reglamente, pues dicho argumento no puede confundirse con lo

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dispuesto por la Ley 791 de 2002, que permite alegar la prescripción como acción o excepción.

D. SEGUNDA INSTANCIA RESPECTO A LA DEMANDA DE TUTELA

La accionante impugnó la sentencia de tutela de primera instancia por considerar que no se realizó un adecuado análisis de defecto fáctico alegado, toda vez que no se tuvo en cuenta que la cobertura de la póliza contratada cubría el riesgo de muerte del asegurado por cualquier causa, por lo cual, consideró que al no valorar dichas documentales, se le estaba vulnerando su derecho al debido proceso. Por lo anterior, de dicha solicitud tuvo conocimiento la Sala Laboral de la Corte Suprema de Justicia, quien por medio de providencia del 21 de junio de 2011, confirmó la sentencia de la Sala Civil, pues no encontró elementos que permitieran evidenciar un comportamiento negligente por parte del fallador que implicara el desconocimiento de los derechos fundamentales de la accionante.

E. REVISIÓN DEMANDA DE TUTELA

La revisión de las sentencias de tutela que han sido expedidas por los diferentes juzgados o tribunales, la puede realizar la Sala de Revisión de la Corte Constitucional en virtud de lo establecido por la Constitución Política Colombiana en los artículos 86 y 241 en su numeral 9º y artículos 33 y 34 del Decreto 2591 de 1991, esto debido a que cuando a algún ciudadano se les están vulnerando sus derechos fundamentales, la tutela es la acción a la cual pueden acudir para evitar dicha violación, incluyendo cuando por medio de las providencias judiciales se están dejando de reconocer dichos derechos.

F. CONSIDERACIONES DE LA CORTE

La Sala de Revisión de la Corte Constitucional se planteó el siguiente problema jurídico: “¿Vulneró el Tribunal Superior de Medellín – sala Civil – el derecho al debido proceso de la accionante al (i) pronunciarse sobre una excepción propuesta por la parte demandada, (ii) no admitir la prescripción en torno a la preexistencia del contrato de seguro, y (iii) omitir la valoración probatoria de documentos relevantes que demostraban que el seguro de vida, en sus condiciones particulares, amparaba al señor Cantor de la “muerte por cualquier causa”?” Para resolver este interrogante la Corte presentó las siguientes consideraciones: 1. Procede en primera medida a resolver si la acción de tutela es un mecanismo idóneo

para la revisión de las providencias judiciales, señalando que la procedencia de las mismas se da por la figura que antes era conocida como “vía de hecho” y que hoy se denomina “causales de procedibilidad de la tutela contra decisiones judiciales”, estableciendo que el estudio de las mismas se encuentra ligado en principio a la previa verificación por parte del juzgador de seis situaciones, la primera, es si la problemática planteada tiene carácter constitucional; la segunda, si se han agotado todos los mecanismos ordinarios y extraordinarios para la defensa de los derechos; tercero, si se cumple con el principio de inmediatez, en cuanto a que la acción sea impetrada dentro

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de un tiempo razonable desde el momento en que ocurriera la vulneración; cuarto, que la decisión judicial haya violado gravemente derechos fundamentales; quinto, la identificación por parte del actor de los hechos que dieron origen a la vulneración del derecho y finalmente, que la sentencia impugnada no sea una tutela. Posteriormente, se revisan los elementos de procedibilidad de carácter específico, que se refieren a los defectos sustantivo, fáctico, orgánico o procedimental, de los que es necesario que por lo menos uno sea el que se afecte, para que proceda la acción. La Corte estimó que para el caso específico se cumplieron los requisitos de procedibilidad, en la medida en que existió una vulneración constitucional como consecuencia de la readecuación arbitraria del objeto de la Litis, desconociendo la prescripción sobre una excepción en el contrato de seguro y omitiendo la valoración de las pruebas aportadas en el expediente, identificó los hechos y la entidad que vulneró sus derechos.

2. A continuación, procedió la Corte a establecer si efectivamente se había vulnerado el

derecho al debido proceso de la accionante con la sentencia de segunda instancia expedida por el Tribunal Superior de Medellín, pues dicha instancia consideró que el juez de primera instancia realizó un estudio de la nulidad relativa del contrato por reticencia, situación que no fue solicitada por la parte demandada y que por lo tanto no podía ser objeto de estudio de forma oficiosa por parte del juzgador, pues de conformidad con el artículo 306 del Código de Procedimiento Civil, para que el juez se pronuncie sobre la nulidad relativa, es necesario que la misma sea propuesta en la contestación de la demanda.

Procede la Corte a analizar los argumentos de la accionante, atinentes a establecer que la reticencia y las preexistencias son “dos caras de una mismas moneda”, sobre lo cual la Honorable Corte considera que de conformidad con lo dispuesto por el artículo 1058 del Código de Comercio, la reticencia “consiste en la inexactitud sobre los hechos o circunstancias que el tomador del seguro debe declara sobre el estado del riesgo al momento de celebrar el contrato”, diferenciándolo de las preexistencias las cuales se relacionan con las exclusiones que las aseguradoras plantean en los seguros de vida y de los cuales se establece son aquellas enfermedades que se padecen por el asegurado con anterioridad a la expedición de la póliza y que si dicha enfermedad es la causante de la muerte del asegurado, no existiría cobertura. Esto entonces determina que claramente son dos situaciones diferentes pues la reticencia está encaminada a cuestionar la validez del contrato de seguro, mientras que las preexistencias solo están encaminadas a dejar sin cobertura situaciones determinadas por parte de la aseguradora y de las cuales no pretende asumir el riesgo. Con base en lo anterior, la Sala de Revisión de la Corte Constitucional determinó que el Tribunal Superior de Medellín no incurrió en vía de hecho por pronunciarse respecto a las excepciones planteadas por la aseguradora en relación con la preexistencia de la enfermedad del asegurado.

3. En cuanto a la situación planteada por la accionante, referente a la prescripción de la preexistencia, encontró la Corte Constitucional que el Tribunal Superior de Medellín no incurrió en una vía de hecho por el desconocimiento del artículo 2º de la Ley 791 de 2002, debido a que la norma lo que establece es que la prescripción es una figura que

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se puede alegar por vía de acción por la parte demandante, así como por vía de excepción por la parte demandada, por lo que encontró el Honorable Despacho que no le asiste la razón a la accionante, pues no encuentra fundamento entre lo solicitado y la norma.

4. En relación con la omisión por parte del Tribunal de las pruebas aportadas al expediente y las cuales no fueron tenidas en cuenta para el fallo, de acuerdo con la accionante, estima la Corte que evidentemente el Tribunal incurrió en una vía de hecho, al encontrar probada la excepción de la preexistencia alegada por la aseguradora, sin embargo, dentro del plenario se encontraban aportadas las condiciones generales del seguro y las condiciones particulares, esta última en donde se señalaba que el amparo cubriría la “muerte por cualquier causa”, documentales que se encontraban en el expediente, incluyendo además una comunicación por parte de la intermediaria de seguros, en donde confirmaban que efectivamente la cobertura de la póliza para el asegurado incluía la muerte por cualquier causa, documentos que no fueron valorados por el Tribunal Superior de Medellín, incurriendo por lo tanto en una vía de hecho, pues no tuvo en cuenta dichas pruebas para emitir su fallo quedándose solamente con las condiciones generales de la póliza, las cuales de ser la única prueba aportada al proceso hubieran llevado a un fallo acertado por parte del Tribunal. Considera la Corte que es necesario aclarar la diferencia entre las condiciones generales de los contratos de seguros y las condiciones particulares, estableciendo que las primeras son aquellas condiciones que se establecen de forma general a todos los que suscriban dicho producto, sin embargo, el contrato de seguro no solo está integrado por estas condiciones, sino que también encontramos las condiciones particulares, que son aquellas que se pactan entre las partes y que tiene como fin especificar las coberturas que tendrá el asegurado, por tanto, es necesario que se valoren los dos condicionados y tener en cuenta que el condicionado particular prevalece sobre el general, pues es el que refleja la voluntad de las partes al momento de contratar.

G. DECISIÓN

La Sala Primera de Revisión de la Corte Constitucional, luego de analizar todas las situaciones expuestas resuelve revocar los fallos de primera y segunda instancia que resolvieron negar la demanda de tutela por improcedente proferidos por la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia del 5 de mayo de 2011 y la de la Sala de Casación Laboral de la Corte Suprema de Justicia del 21 de junio de 2011, respectivamente, por considerar que efectivamente se presentó la vulneración del derecho fundamental al debido proceso; y así mismo, ordena dejar sin efecto la sentencia del Tribunal Superior de Medellín – Sala Civil- del 27 de enero de 2011, ordenando proferir un nuevo fallo en donde se tengan en cuenta las pruebas en conjunto que reposan en el expediente.

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III. SENTENCIA T-751 DE 2012

SENTENCIA: CORTE CONSTITUCIONAL SALA PRIMERA DE REVISIÓN SEPTIEMBRE VEINTISEIS (26) DE 2012 Magistrado Ponente: Dra. María Victoria Calle Correa Expediente: T-3464362 y T-3478279 (Acumulados)

A. HECHOS

La Sala de Revisión de la Corte Constitucional por medio de auto del 23 de mayo de 2012, dispuso que por unidad de materia se acumularan los expedientes T-3464362 y T-3478279, relacionados con las acciones de tutela instauradas por María Eugenia Portillo Linares contra BBVA Seguros de Vida Colombia y por Neila María Barreto contra Davivienda S.A. y Seguros Bolívar S.A., respectivamente.

I. Antecedentes del expediente T-3464362

1. La señora María Eugenia Portillo Linares adquirió el 16 de enero de 2004, crédito

hipotecario con el Banco Granahorrar (hoy Banco BBVA), el cual fue garantizado por medio de la póliza de vida grupo deudores de Seguros Alfa S.A. (hoy BBVA Seguros de Vida Colombia S.A.), póliza que inició vigencia desde el otorgamiento del crédito y que amparaba el pago del crédito hipotecario en caso de muerte o incapacidad total y permanente de la asegurada.

2. En la solicitud de aseguramiento, suscrita el 5 de enero de 2004 por la señora María

Eugenia declaró que su estado de salud era “normal” y manifestó que no tenía conocimiento de tener alguna enfermedad que la aquejara.

3. El 29 de marzo de 2010, a través de Fiduprevisora S.A., medicina laboral, califican a la

señora María Eugenia con una pérdida de capacidad laboral del 91,15% por enfermedad común, estableciendo como fecha de estructuración el día 20 de abril de 2010.

4. La señora María Eugenia se presentó el 28 de junio de 2010 ante la aseguradora

BBVA Seguros de Vida Colombia S.A., para hacer efectivo el amparo de incapacidad total y permanente de la póliza tomada, con el fin de hacer efectiva la indemnización y con ello cancelar el valor del crédito hipotecario tomado con el Banco BBVA.

5. La aseguradora por medio de comunicación del 24 de agosto de 2010, objetó la

reclamación del seguro, estableciendo que la accionante había incurrido en reticencia al momento del diligenciamiento de la declaración de asegurabilidad, toda vez que para el 16 de enero de 2004, omitiendo que padecía de cáncer, diagnosticado desde el 28 de febrero de 2000.

6. La señora María Eugenia interpuso acción de tutela el 25 de enero de 2001, con el fin

de hacer efectiva la póliza de vida grupo deudores y que se realizara el pago del

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crédito hipotecario a partir del 20 de abril de 2010, argumentando que la pérdida de capacidad laboral configurada no se dio por consecuencia del cáncer que padecía, sino por una depresión y ansiedad alterándole la memoria.

7. Respecto a la demanda de tutela instaurada por la señora María Eugenia, la entidad

aseguradora se pronunció oponiéndose a las pretensiones argumentando en primer término que existen otros mecanismos diferentes a la acción de tutela para realizar la defensa de sus intereses y en segundo lugar, estableció que la accionante fue reticente al momento de la vinculación y celebración del contrato de seguro con la entidad, señalando: “Estas circunstancias afectan directamente el contrato, y la omisión en informarlas al asegurador es conocida como dolo negativo o reticencia contenida en el artículo 1058 del Código de Comercio, norma de carácter imperativo de obligatorio cumplimiento por principio de territorialidad de la ley. En ese sentido debemos resaltar que no es de recibo el argumento de la señora María Eugenia Portillo Linares, respecto de que el seguro tomado no es para amparar enfermedades sino el pago de la deuda, toda vez que el legislador establece específicamente el deber de declarar sinceramente los hechos o circunstancias que determinan el riesgo”.

II. Antecedentes del expediente T-3478279

1. El señor Aristomo Ocampo Polo adquirió el día 6 de junio de 2008 un crédito con el

Banco Davivienda, el cual fue garantizado por medio de la póliza de vida grupo deudores tomada con la Compañía Seguros Bolívar S.A., con los amparos de muerte e incapacidad total y permanente.

2. Cuando diligenció el señor Ocampo la solicitud de aseguramiento declaró que no padecía de ninguna enfermedad y su estado de salud era normal.

3. Por medio de calificación de invalidez expedida por la Junta Regional del Tolima el día 20 de marzo de 2010, se dictaminó que el señor Ocampo tenía una pérdida de capacidad laboral del 85,50%, como consecuencia de accidente cerebrovascular y diabetes mellitus tipo II, hipotiroidismo y depresión. Esta incapacidad se estructuró a partir del 10 de noviembre de 2009. La diabetes mellitus fue diagnosticada el 27 de noviembre de 2008.

4. El señor Ocampo solicitó por medio del Banco Davivienda la indemnización del seguro

de vida grupo deudores que amparaba el crédito tomado con la entidad bancaria, afectando el amparo de incapacidad total y permanente.

5. Compañía de Seguros Bolívar S.A., por medio de comunicación del 30 de abril de

2010, objetó la reclamación presentada arguyendo que el asegurado fue reticente al momento de diligenciar la declaración de asegurabilidad, pues no manifestó sufrir de ninguna enfermedad, sin embargo, para el momento de la solicitud el accionante ya había sido diagnosticado de diabetes mellitus, pie diabético, hipertensión arterial y enfermedad coronaria.

6. El señor Ocampo falleció el día 11 de julio de 2011. Ante dicha situación la cónyuge del

señor Ocampo, la señora Neila María Barreto, presentó reclamación ante el Banco Davivienda para hacer efectivo el amparo por muerte de la póliza en la que figuraba su esposo como asegurado y la cual garantizaba el crédito.

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7. Dicha solicitud fue trasladada a la aseguradora, quien por medio de comunicación del

5 de octubre de 2011 argumentó nuevamente que el asegurado fue reticente al momento del diligenciamiento de la declaración de asegurabilidad, por lo que no es procedente el pago de la indemnización.

8. La señora Barreto interpuso acción de tutela contra Seguros Bolívar S.A., para que

esta realizara el pago correspondiente al Banco Davivienda, referente al crédito adquirido por su difunto esposo el señor Ocampo.

9. El Banco Davivienda y Seguros Bolívar se opusieron a las pretensiones de la

accionante, argumentando que hay otros mecanismos judiciales diferentes a la acción de tutela por lo cual sería improcedente su demanda y la aseguradora específicamente argumentó que el señor Ocampo fue reticente al momento de la celebración del contrato de seguro al omitir informar a la aseguradora su verdadero y real estado de salud.

B. PROBLEMA JURÍDICO

¿Es el tomador y/ o asegurado reticente cuando no manifiesta su verdadero estado de salud y en la historia clínica reposa información sobre enfermedades diagnosticadas con anterioridad a la vinculación de la póliza? ¿Es obligación de las aseguradoras realizar exámenes médicos previos a la suscripción del contrato de seguro para determinar el verdadero estado del riesgo?

C. PRIMERA INSTANCIA RESPECTO A LA DEMANDA DE TUTELA

I. Expediente T-3464362

De la demanda de tutela tuvo conocimiento el Juzgado Segundo Civil Municipal de Valledupar, quien por medio de sentencia del 12 de diciembre de 2011 consideró que los derechos fundamentales del debido proceso y el mínimo vital fueron vulnerados por la aseguradora, al encontrar que dicha entidad no realizó los exámenes médicos correspondientes para establecer el verdadero estado de salud del asegurado, y es deber de las aseguradoras dejar constancia de las preexistencias o de las exclusiones de algunas de las coberturas al inicio del contrato. Por lo anterior, ordenó BBVA, pagar los saldos insolutos del crédito desde abril de 2010.

II. Expediente T-3478279

De la acción de tutela tuvo conocimiento el Juzgado Tercero Civil Municipal de Ibagué, por lo que mediante sentencia del 21 de noviembre de 2011 el juzgado falló negando el amparo de los derechos fundamentales por considerar que la controversia planteada se debe tramitar por medio de la jurisdicción ordinaria, por corresponder a un derecho puramente patrimonial, la cual no es objeto de tramitarse por medio de la acción de tutela.

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D. SEGUNDA INSTANCIA RESPECTO A LA DEMANDA DE TUTELA

I. Expediente T-3464362

La aseguradora BBVA Seguros de Vida Colombia impugnó la sentencia de tutela proferida por el Juzgado Segundo Civil Municipal de Valledupar, argumentando nuevamente que el accionante contaba con otros mecanismos de defensa. De conformidad con lo solicitado por el apelante, el Juzgado Segundo Civil del Circuito de Valledupar tuvo conocimiento de la apelación, por lo que por medio de sentencia del 15 de febrero de 2012, revocó la sentencia de primera instancia estableciendo que efectivamente el accionante contaba con otros mecanismos judiciales para darle solución a la controversia planteada.

II. Expediente T-3478279

La accionante consideró que el fallo de primera instancia vulneraba sus derechos fundamentales, por lo que procedió a la impugnación de dicha providencia, la cual fue conocida por el Juzgado Primero Civil del Circuito de Ibagué, quien confirmó la sentencia de primera instancia, al considerar que existen otras vías judiciales para hacer efectivas las pretensiones de la accionante.

E. CONSIDERACIONES DE LA CORTE

1. Como primer planteamiento objeto de estudio por parte de la Corte, se encuentra

establecer si la acción de tutela es un mecanismo idóneo para preservar los derechos de un particular frente a una entidad de carácter privado, pero que dentro de su objeto social, per se, se encuentra el desarrollo de actividades de interés público. Por lo anterior, estable cuando se refiere a las entidades aseguradoras que en principio las controversias que se relacionen con dichas entidades deben tramitarse por la jurisdicción ordinaria, sin embargo, cuando estas entidades por medio de sus actuaciones estén vulnerando derechos fundamentales, como lo son la vida, la salud o el mínimo vital, es procedente el amparo constitucional de la acción de tutela, siempre y cuando en la misma no se discutan derechos de carácter estrictamente patrimonial. Al encontrar que las accionantes se encuentran en un estado de debilidad manifiesta, debido a que, una no tiene los recursos económicos, por ser madre cabeza de familia y encontrarse pendiente el reconocimiento de la pensión de sobrevivencia, y la otra, por sufrir una discapacidad total y permanente que le impide trabajar, consideró la Corte que en las presentes situaciones se está vulnerando el derecho al mínimo vital, por lo cual es procedente la acción de tutela.

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2. Procede la Corte a analizar las características y diferencias entre las condiciones generales y particulares que conforman un contrato de seguro, señalando: “(…) están las condiciones generales , es decir, las cláusulas aplicables a todos los contratos de un mismo tipo otorgados por un asegurador, las cuales obedecen al formato tipo que debe depositarse en la Superintendencia Financiera de conformidad con lo establecido en el numeral 1 del artículo 184 del Estatuto Orgánico del Sistema Financiero. De otro lado, están las condiciones particulares, que definen el alcance de la relación frente a cada caso concreto. Por consiguiente, para definir el alcance de la cobertura no basta con referirse a las condiciones generales sino que es necesario determinar además las condiciones particulares y específicas”.

Argumentando, con base en esto, que una obligación por parte de las compañías de seguros, es dejar de forma expresa las preexistencias excluidas del contrato de seguro, pues de la declaración de asegurabilidad se pueden fijar las condiciones particulares el contrato de seguro, toda vez que permiten a la aseguradora conocer el verdadero estado del riesgo, abriendo la puerta para que la misma pueda determinar con exactitud los riesgos que está dispuesta o no a asumir, que para el caso en concreto, se haría referencia a enfermedades específicas que la compañía de seguros no tendría interés en asegurar, haciendo entonces que por este medio, la compañía de seguros pueda realizar un estudio acucioso y darle a conocer al tomador y/ o asegurado , las coberturas y exclusiones de la póliza, convirtiéndose entonces la declaración de asegurabilidad, en uno de los elementos que conforman las condiciones particulares del seguro.

Igualmente, al analizar las características del contrato de seguro se encuentra que una de ellas es ser contrato bilateral, por lo cual le asisten obligaciones a las dos partes, dentro de las cuales se encuentra la establecida en el artículo 1058 del Código de Comercio que permite a la aseguradora, posterior a la declaración de asegurabilidad por parte del tomador y/o asegurado, asumir o no el riesgo, y en caso de hacerlo, determinar el valor de la prima. Por lo tanto, dentro de las obligaciones más importantes, se encuentra la que le asiste al tomador y/ o asegurado, y es la de declarar sinceramente el estado del riesgo, que para el caso en concreto, sería la declaración del verdadero estado de salud al momento de la solicitud de vinculación. No obstante lo anterior, para la Honorable Corte Constitucional, esta obligación planteada en el artículo 1058 ibídem, no puede interpretarse en contra del tomador y/ o asegurado , toda vez, que por las ambigüedades que se puedan presentar al momento de la vinculación, no pueden tener efectos que imposibiliten la ejecución de la póliza. De conformidad con lo anterior, para la Corte cuando las cláusulas o documentos necesarios para la vinculación contienen textos vagos o genéricos, vulneran la buena fe del tomador, pues no sería posible establecer con claridad el alcance de la cobertura. Así, en consideración de la Sala de Revisión, las partes del contrato deben contar con el acceso a la información más importante, dentro de los cuales se encuentra el alcance del riesgo asegurado y la cobertura real del contrato.

3. Al continuar con el análisis de los casos en estudio, consideró pertinente la Corte analizar la jurisprudencia que sobre la materia hubiera existido, encontrando similitudes con las controversias planteadas al momento de la suscripción de pólizas de salud o medicina prepagada, en donde muchas veces las entidades negaban la prestación de servicios de salud para determinadas enfermedades alegando una preexistencia, sin que en ningún momento se hubieran realizado exámenes médicos que pudieran determinar dicha situación. Por lo anterior, en providencias anteriores, la Sala de Revisión ha considerado: “(…) fue negligente al omitir realizar los respectivos

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exámenes médicos o exigir la entrega de unos recientes, para así determinar el estado de salud de la peticionaria. Por ese motivo, no es posible que ante la ocurrencia del riesgo asegurado, alegue que la enfermedad que lo ocasionó es anterior al ingreso de la señora Gloria Margoth Turriago Rojas a la póliza de vida grupo deudores”.

Respecto a esta situación, es importante aclarar que la Corte consideró que en dicha situación ese fue su pronunciamiento, no obstante, tal afirmación no se puede extender a todos los contratos de seguros, pues de acuerdo con lo planteado en la sentencia T-832 de 2010, para el caso en concreto y objeto de estudio de dicha sentencia, lo que pretendía la aseguradora era hacer valer clausulados genéricos y ambiguos, para configurar efectivamente la preexistencia alegada, la cual carecía de cobertura por la póliza, pues no existían condiciones especificas que establecieran que dicha situación estaba expresamente excluida y tampoco se realizaron los exámenes médicos necesarios para determinar el verdadero estado de salud del asegurado. Para el caso en concreto, observa la Sala que no es posible aplicar estas exigencias a las entidades aseguradoras, toda vez que las objeciones de las compañías no se basan en cláusulas genéricas, sino que se soportan en la omisión de la información al momento de declarar el estado del riesgo, configurando una conducta reticente, por lo cual lo que no se podría con base en lo anterior, permitir el ocultamiento de información por parte del tomador y/ o asegurado del contrato de seguro, pues son esas declaraciones las que concretan las condiciones particulares de cada contrato de seguro y de ellas es que se establece si las mismas dieron o no cumplimiento a sus obligaciones.

4. La controversia se centraría entonces en determinar si los asegurados fueron reticentes al momento de diligenciar la solicitud de asegurabilidad, caso en el cual de haber incurrido en dicha conducta la objeción de las aseguradoras sería fundada, o por el contrario de haber declarado sinceramente y el verdadero estado de salud, la objeción de las compañías aseguradoras carecerían de total fundamento.

Análisis de los casos concretos

Caso de la señora María Eugenia Portillo Linares: En relación con el proceso de la señora Maria Eugenia, al realizar el análisis probatorio la Corte encontró que la accionante en la declaración de asegurabilidad consignó que su estado de salud era normal y que no padecía de ninguna de las enfermedades señaladas en dicho documento. No obstante, dentro de la historia clínica se encuentra registrado que en el año 1999 la demandante fue diagnosticada de cáncer de tiroides, a lo cual, la señora María Eugenia argumenta que fue un diagnóstico errado y que por lo mismo no se encontraba en la obligación de declarar una enfermedad de la que no sufría. Con base en lo anterior, el análisis probatorio de la Corte consiste en determinar si efectivamente la accionante incurrió en reticencia, al no determinar si sufrió o no de alguna enfermedad, pues lo que se pretende establecer es si la asegurada aun consciente de padecer una enfermedad la ocultó. Para lo anterior la Corte estudió tres situaciones, i) la historia clínica en donde efectivamente consta que fue diagnosticada de cáncer, pero que después de algunos procedimientos se estableció que eran benignos; ii) la certificación de invalidez, en donde en ningún momento se señala que la incapacidad de la señora María Eugenia se relaciona con secuelas del cáncer, por lo que a razón de la Corte cuando una persona sufre

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de una enfermedad de tal magnitud, conllevan tratamientos que pueden generar varias consecuencias, de las cuales no fue objeto y no sufrió la demandante; y iii) finalmente, estudio la declaración de asegurabilidad en donde se presume la buena fe de la demandante y por lo cual no consignó sufrir de ninguna enfermedad. De esta forma, encontró la Corte que la accionante no incurrió en reticencia al momento de suscribir la póliza y por lo tanto, la objeción presentada en su momento por parte de la entidad aseguradora carece de sustento serio y fundado.

Caso de la señora Neila María Barreto: Procede la Corte a realizar el análisis probatorio del proceso en referencia, determinando dentro de los documentos que de acuerdo con la historia clínica del señor Ocampo, la enfermedad de diabetes mellitus fue diagnosticada el día 27 de noviembre de 2008, razón por la cual encuentra que la objeción de la compañía de seguros carece de todo sustento probatorio, pues la fecha de estructuración de la enfermedad la señala en 2007. No obstante dentro de las documentales la Corte no encontró probada dicha afirmación, estimando así, que la objeción de la aseguradora fue caprichosa, conducta que vulnera cabalmente el derecho fundamental del mínimo vital de una persona que se encuentra en una evidente debilidad manifiesta.

5. Consideró la Corte que las compañías de seguros demandadas violaron derechos fundamentales en los dos casos, por lo cual es procedente ordenarle a dichas entidades realizar el pago de las obligaciones adquiridas por la señora Portillo Linares y el señor Ocampo Polo, a las respectivas entidades bancarias, obligaciones que deberán cancelarse desde el momento en el cual se estructuró la invalidez de cada uno de los asegurados.

F. DECISIÓN

En el proceso de tutela T-3464362, la Sala de Revisión ordena la revocación de la sentencia de segunda instancia proferida el 15 de febrero de 2012 por el Juzgado Segundo Civil del Circuito de Valledupar, y por lo tanto, confirma la sentencia de primera instancia del 12 de diciembre de 2011 proferida por el Juzgado Segundo Civil Municipal de Valledupar que tuteló los derechos fundamentales de la señora María Eugenia Portillo Linares y en la que se ordenó a la aseguradora BBVA Seguros de Vida Colombia S.A. pagar al Banco BBVA los saldos insolutos del crédito por la accionante tenía a abril 20 de 2010, fecha en la que se estructuró de la invalidez.

En cuanto al expediente T-3478279, la Sala de revisión ordena la revocación de las sentencias del 11 de enero de 2012 proferida por el Juzgado Primero Civil del Circuito de Ibagué y la sentencia del 21 de noviembre 2011 proferida por el Juzgado Tercero Civil Municipal de Ibagué, para en su lugar tutelará los derechos fundamentales de la señora Neila María Barreto, ordenándole a Seguros Bolívar S.A., que realice el trámite necesario para pagarle al Banco Davivienda S.A., el saldo insoluto de la obligación crediticia adquirida por el señor Ariostomo Ocampo Polo.

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Respecto a la solicitud de la devolución de los pagos efectuados por la demandante a la entidad bancaria, considera la Corte que dicho trámite por ser de carácter patrimonial, debe adelantarse ante la jurisdicción ordinaria.

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IV. ANÁLISIS CRITICO DE LA SENTENCIAS DE TUTELA DE LA CORTE CONSITUTCIONAL

Antes de iniciar con la posición respecto de las sentencias objeto de estudio de este análisis jurisprudencial, es importante tener claros conceptos básicos. En primera instancia, sería importante referirse a los elementos esenciales del contrato de seguro, segundo, referirnos a la inexistencia del contrato del seguro, como consecuencia de la ausencia de alguno de los elementos esenciales, o por la existencia de algún vicio que cause la nulidad relativa del contrato mismo, o, finalmente, referirnos a la terminación del contrato de seguro, y para concluir con el análisis, referirnos a las consecuencias de aceptar o discernir de la posición de la Corte Constitucional, esto último teniendo en cuenta que en las tres sentencias encontramos unidad de materia, por lo que facilita el análisis de la posición de la Honorable Corte.

A. ELEMENTOS ESCENCIALES DEL CONTRATO DE SEGURO

De conformidad con el artículo 1045 del Código de Comercio, los elementos esenciales del contrato de seguro, son 4:

Interés Asegurable: Para el desarrollo del presente estudio me referiré a la definición respecto a los seguros de personas, el cual se encuentra en el artículo 1137 ibídem, el cual dispone que todas las personas tienen interés asegurable, i) en su propia vida ii) en la vida de las personas a quienes se les pueda reclamar alimentos legalmente y iii) en la vida de las personas que por causa de muerte o incapacidad, generen a otro un perjuicio económico. Es este último punto en donde se encuentra el sustento de las pólizas de vida grupo deudores, a las que se refieren las sentencias en estudio, pues son en virtud de esos créditos que los establecimientos de crédito tienen interés en asegurar la vida de sus deudores, para que en caso de muerte o declaración de una incapacidad que impida o limite la continuación de la actividad laboral del asegurado, la aseguradora proceda al pago insoluto de la deuda.

Riesgo Asegurable: es todo hecho o suceso incierto, lícito y que no dependa de la voluntad del tomador, asegurado o beneficiario. Aquí es importante resaltar que la muerte de las personas, son aquellos riesgos ciertos que gozan de excepción en el contrato de seguro y que se pueden asegurar, esto ocurre, debido a que si bien la muerte de las personas es un hecho que ocurrirá en algún momento, lo que hace asegurable esta situación es la incertidumbre de cuándo ocurrirá.

Prima: es el precio que el tomador del contrato debe cancelarle a la compañía de seguros, como contraprestación por la asunción del riesgo, condicionada a la obligación de pagar el siniestro en caso de que ocurra.

Obligación condicional del asegurador: refiriéndose a la obligación que adquiere la compañía de seguros de pagar la indemnización en el momento en que el tomador, asegurado o beneficiario presenten la reclamación por la ocurrencia del siniestro.

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Éste último elemento del contrato de seguro está sujeto a una condición y es que ocurra el riesgo, por un lado. Por otro lado, la obligación de indemnizar se encuentra también condicionada a que el tomador, asegurado o beneficiario presenten la reclamación en las condiciones del artículo 1077 ibídem, las cuales pueden ser desvirtuadas por parte de la compañía de seguros, de encontrar que los hechos que dieron origen al siniestro o bien no tienen cobertura, o se encuentran excluidos, o se incumplió una garantía, entre otras.

B. INEXISTENCIA, TERMINACIÓN O NULIDAD RELATIVA DEL CONTRATO DE SEGURO

Los elementos esenciales del contrato tienen tal denominación porque son indispensables para la existencia del mismo. No obstante, dependiendo del momento en el que se presente el defecto en alguno de ellos, tiene consecuencias diferentes. Por un lado encontramos que el interés y riesgo asegurable, son los elementos que determinan el nacimiento del contrato de seguro, toda vez que estos son los que marcan el punto de partida para la existencia del contrato mismo, pues en caso de no existir un interés en asegurar un bien o la vida misma, y el riesgo de perderla, no se podría llevar a cabo la suscripción de la póliza, pues si habláramos en términos generales de los elementos esenciales de los contratos, nos referiríamos al objeto licito, elemento indispensable para que se pueda celebrar un contrato, así, en el régimen de los seguros, es determinante para la expedición de la póliza que exista un interés asegurable que pueda ser objeto de cobertura. Ahora bien, no basta con tener un interés, sino que exista una posibilidad de riesgo, es decir, que se pueda presentar un acontecimiento que genere una pérdida, que para los seguros de daños siempre se refleja en una pérdida económica que requiere indemnización, mientras que en los seguros de vida hablamos de riesgos como la muerte, accidentes personales, incapacidades, entre otros. Lo que tienen en común estos hechos, es que no deben depender de la voluntad del tomador, asegurado o beneficiario de la póliza, no debe existir tampoco la forma de determinar las circunstancias de tiempo, modo o lugar en el que puede ocurrir o configurarse el riesgo, es decir, siempre deberá presentarse incertidumbre de la ocurrencia del riesgo, pues la naturaleza del contrato de seguros es cubrir aquellos hechos que puedan o no presentarse en el futuro, cubrir contingencias que puedan generar una pérdida patrimonial o perjuicio económico, y aquí podemos ejemplificar como un perjuicio económico la que se le genera a un menor en caso de fallecimiento del padre asegurado, toda vez que los ingresos que ese asegurado le generaba a ese menor dejarían de existir, perjudicando económicamente al menor. Considerando lo anterior, es importante resaltar entonteces que los hechos que ya han ocurrido o los riesgos que ya se configuraron no son objeto de cobertura, pues desvirtúan la naturaleza del contrato de seguro, pues no existiría realmente un riesgo asegurable, toda vez que el mismo ya se habría presentado y como lo hemos mencionado en varias oportunidades, los hechos que puedan ocasionar el siniestro ya se realizaron, no se podría entonces asegurar, porque faltaría un elemento esencial en el contrato de seguro generando entonces la inexistencia o si al tener conocimiento de la existencia de hechos el tomador y/o asegurado los calla,

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se estaría frente a una declaración viciada del verdadero estado del riesgo, llevando a la aseguradora a incurrir en error al momento de asumir el riesgo, permitiéndole a la compañía de seguros que de considerarlo pertinente solicite por acción la declaración de la nulidad relativa del contrato de seguro. ¿Cuándo encontramos que se estructura la nulidad relativa del contrato de seguro? En principio, se tendría que hablar de que el contrato de seguro es un contrato en el cual la buena fe de los contratantes es uno de los principales protagonistas, pues la declaración cierta, verdadera y real del estado del riesgo que realiza el tomador y/o asegurado, es la base de la que parte la compañía de seguros para otorgar la cobertura y asumir el riesgo. Esto se refleja en lo establecido en el artículo 1058 del Código de Comercio que señala:

“El tomador está obligado a declarar sinceramente los hechos o circunstancias que determinan el estado del riesgo, según el cuestionario que le sea propuesto por el asegurador. La reticencia o la inexactitud sobre los hechos o circunstancias que, conocidos por el asegurador, lo hubieren retraído de celebrar el contrato, o inducido a estipular condiciones más onerosas, producen la nulidad relativa del seguro.”

Entonces, se puede decir que cuando el tomador y/o asegurado falta a la verdad al momento de diligenciar el formulario que le propone la aseguradora, está incurriendo en una conducta reticente, que implica que el asegurador objete en su momento la reclamación por encontrar que el tomador y/ o asegurado , falto a la verdad o fue inexacto en el momento de dar a conocer a la compañía de seguros el verdadero y real estado del riesgo, generando entonces que la aseguradora pueda solicitar la nulidad relativa del contrato de seguro, ya sea por acción o por excepción en un proceso judicial, pero aclarando que esta sanción de la declaración de la nulidad es una carga que se encuentra en cabeza de la aseguradora. En todo caso, cuando se objeta la reclamación por existir inexactitud o reticencia por parte del tomador y/ o asegurado, no procederá entonces el pago de la indemnización o de la suma asegurada por la ocurrencia del siniestro, pues es un consecuencia intrínsecamente relacionada con la falla cometida por el tomador y/ o asegurado por faltar a la verdad. En cuanto a la terminación del contrato de seguro, encontramos que el mismo puede terminar de varias formas, como son la decisión unilateral de alguna de las partes de dar por terminado el contrato, la decisión de común acuerdo, la culminación de la vigencia de la cobertura, entre otros. No obstante lo anterior, para continuar con el estudio de los elementos esenciales del contrato de seguro, encontramos uno que se relaciona con la prima, por lo que nos referimos a esta circunstancia, cuando el tomador y/ o asegurado, no procede a cancelar el valor correspondiente a la prima de conformidad con lo pactado entre las partes. Para esta situación, el legislador ha dispuesto en el artículo 1068 del Estatuto Comercial, que se generará la terminación automática del contrato de seguro por mora en el pago de la prima por parte del tomador, lo cual opera de pleno derecho y no requiere de ningún tipo de declaración judicial. Para no extendernos más en este estudio o establecimiento de nociones generales del contrato de seguro, se concluirá en esta parte, para proseguir al análisis de cada una de las decisiones reseñadas con anterioridad.

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C. POSICIÓN DE LA CORTE CONSTITUCIONAL

Es enfática la Honorable Corte en las diferentes salas, en afirmar que las condiciones de los contratos de seguros no solo se encuentran regulados por esas condiciones generales que le entregan las compañías de seguros a los asegurados, sino, que estas obligaciones también se encuentran estipuladas en las condiciones particulares y específicas que se suscriben de forma diferente con los diferentes tomadores y/ o asegurados del contrato de seguro, condiciones que se componen de documentos tales como i) los anexos, ii) carátula de la póliza en donde se establecen de forma particular aquellas exclusiones que no le serán aplicables o por el contrario, las coberturas que a pesar de encontrarse amparadas para la relación contractual no se van a amparar; así también encontramos que iii) el formato de declaración de asegurabilidad o cuestionario que le realiza la compañía de seguros al tomador y/ o asegurado , también componen estas condiciones, entre otros. Pues bien, la Corte desarrolla enfáticamente este último argumento que se evidencia la intención de establecer como un deber de las compañías de seguros proceder con un estudio tan especifico del estado del riesgo, para el estudio de las sentencia y en el caso en concreto, se refiere a que el riesgo es el estado de salud del asegurado, que en caso de no realizar el respectivo estudio (exámenes médicos) y aun a pesar de que el asegurado haya incurrido en una reticencia, la compañía de seguros sería la responsable de no conocer el verdadero estado del riesgo, porque precisamente le asiste la obligación de exigir exámenes médicos recientes o someter a los usuarios a este tipo de exámenes que permitan reflejar las dolencias de los asegurados. Respecto a dicha posición, no la comparto y considero que si bien es deber de la compañía de seguros preguntarle verbalmente o por medio de cuestionario al asegurado, cuál es su estado de salud, el tomador y/o asegurado está en el deber de proporcionarle a la aseguradora la información requerida, aun mas cuando de forma escrita el asegurado es sometido a un cuestionario en donde se le pregunta específicamente si su estado de salud es bueno, malo o regular, en algunos otros se le enlistan unas enfermedades para saber si las padece o no, y que finalmente son tan importantes porque permiten a la aseguradora hacerse una idea sobre el verdadero estado de salud, es decir, de conocer el verdadero esto del riesgo que asumirá. Por tal razón, trasladarle a la aseguradora una obligación que en principio está en cabeza del tomador y/o asegurado, implicaría dejar sin aplicación la norma de la nulidad relativa del contrato de seguro, porque entonces nunca sería el asegurado el que incumple el contrato al no manifestar de forma sincera el verdadero estado del riesgo, sino una responsabilidad exclusiva de la aseguradora por no haberle realizado los exámenes.

Sobre este particular, debemos señalar que el contrato de seguro, como ya se anotó, opera bajo el principio de la buena fe; así doctrinantes como el Dr. Efrén Ossa ha señalado que “(…) todo lo que el seguro tiene de peculiar en su conformación

jurídica corresponde a la ubérrima fides que lo caracteriza, a lo menos desde el punto de vista

ético, frente a los demás actos de la vida civil o mercantil… “Este atributo de la buena fe, que no

es tan solo peculiar del seguro sino de todos los contratos civiles (C.C., art. 1603) y mercantiles (C. de Co., art. 871) subraya, en el que ocupa nuestra atención, que el asegurador se halla hasta cierto punto, y particularmente en lo que atañe a la declaración del riesgo y a la prevención

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del siniestro, “a merced del asegurado” quien objeto de tal grado de confianza, debe

comportarse con absoluta lealtad.”1.(Subrayado fuera del texto). Por lo anteriormente reseñado y en relación con la posición de la Honorable Corte Constitucional, en mi entender, hace que el contrato de seguro se desnaturalice, toda vez que le abre la puerta muchas personas mal intencionadas de adquirir un seguro para cubrir un riesgo ya consumado, y del cual sería imposible declararlo como hecho ocurrido con anterioridad a la vigencia de la póliza, generando inseguridad para la aseguradora, pues implicaría que de no someter al asegurado a examen médico, siempre debería pagar las indemnizaciones, aun cuando el asegurado faltó al principio de la buena fe, perdiendo entonces esa característica tan particular del seguro, que es su carácter indemnizatorio, para volverlo una fuente de enriquecimiento sin justa causa. Ahora bien, respecto a esta última afirmación, en cuanto al carácter indemnizatorio del contrato de seguro, si bien se predica que esta es una característica exclusiva de las pólizas de daños, hay una fuerte posición doctrinal, que establece que en los seguros de vida también se puede hablar del carácter indemnizatorio. En consecuencia, considero importante resaltar lo citado por el Dr. Hernán Fabio López que señala; “los expositores aceptan que en los seguros de daños siempre obra el carácter indemnizatorio, no ha ocurrido así con los seguros de personas, esencialmente con el seguro de vida, que, se dice, es ajeno a tal concepto, aun cuando se observa un fuerte movimiento doctrinario que predica de todo contrato de seguro el carácter indemnizatorio, hasta los de vida con la única diferencia de que en los primeros el monto de la indemnización se tasa luego de ocurrido el siniestro, mientras que en los segundo

se fija con anterioridad y sobre bases que no admiten discusión”2.

Así las cosas, comparto la afirmación citada con anterioridad, toda vez que si bien se dice que el carácter indemnizatorio en las pólizas de daños, tiene como fin resarcir perjuicios causados al asegurado o beneficiario del contrato de seguro, en los seguros de vida, también se tiene como objeto de la contratación cubrir los perjuicios que por ocasión de la muerte del asegurado, se le causen a los beneficiarios, tanto es así, que el artículo 1137 del Estatuto Comercial, dispone que tiene interés asegurable toda persona i) en su propia vida, ii) en las personas a las que legalmente se les puedan reclamar alimentos y iii) en la vida de aquellas personas cuya muerte o incapacidad puedan aparejarle un perjuicio económico, aunque este no sea susceptible de una evaluación cierta. En esta medida, entonces estamos igualmente frente a un seguro que tiene como fin resarcir perjuicios valorados con anterioridad y por lo cual se establece una suma asegurada, la cual es la llamada a ser cancelada cuando ocurra el siniestro, por lo tanto, el la particularidad indemnizatoria del seguro se mantendría como una característica indispensable tanto en las pólizas de daños como en las pólizas de vida. De conformidad con lo anterior y volviendo a la posición de la obligación del tomador y/o asegurado de declarar el verdadero estado del riesgo, considero y comparto la posición del Corte Constitucional, cuando en sentencia C-232 de 1997, declaró la exequibilidad del

1 OSSA GOMEZ, José Efrén. Teoría General del Seguro. Editorial Temis, 1984. Pág. 41.

2 LOPEZ BLANCO, Hernán Fabio. Comentarios al Contrato de Seguro. Dupre Editores, Bogotá

D.C., Quinta Edición. 2010. Pág. 71 y 72.

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artículo 1058 del Código de comercio, manifestando que de proceder a la declaración de ser una norma inconstitucional, pues entonces el principio de buena fe quedaría completamente obsoleto. En dicha providencia, también es enfática la Corte, en afirma que es una obligación más que un deber moral, declarar con absoluta sinceridad el estado del riesgo, dando al cuestionario planteado, respuestas basadas en hechos reales, pues es de allí de donde el asegurador puede estudiar la situación y decidir libremente si le interesa o no cubrir el riesgo, esto basado en el artículo 1056, que permite que el asegurador elija a su arbitrio los riesgos que está dispuesto a asumir, de lo contrario, si considera que es un riesgo alto puede tomar dos decisiones y es i) asume el riesgo cobrando un prima mucho mayo o ii) simplemente se niega suscribir dicho riesgo, sin que en ningún momento el asegurador este incurriendo en violación alguna de derechos fundamentales. En consecuencia, considero que dos de las sentencias en donde se evidenció que los asegurados fueron reticentes por no informar el verdadero estado de salud en el que se encontraban al momento de la suscripción de la póliza y sobre lo cual la Corte consideró que fue más una falta de la aseguradora que del asegurado, en mi humilde opinión se extralimitó, haciendo extensivas e imponiéndole a la aseguradora obligaciones adicionales y que además, no son de la naturaleza propia de las compañías, sino obligaciones y deberes intrínsecos de los asegurados. Muy por el contrario en sentencia T-751 de 2012, considero que fue muy acertada la decisión, porque más allá de analizar si se incurrió en reticencia por no manifestar las verdaderas circunstancias de salud en la que se encontraban los asegurados, a pesar de no haberles realizado exámenes médicos, se preocupó por tomar uno a uno los argumentos de objeción de las compañías y determinar si con base en las historias clínicas y las certificaciones de declaración de invalidez, las reticencias se habían configurado o no. En tal medida, soy de la convicción de entender el seguro como un medio para cubrir los riesgos por las pérdidas que podamos tener, por lo cual al momento de la vinculación no hay que faltar a la verdad por ninguna razón, para evitar que por ambigüedades como lo expresa la Corte se puedan llegar a presentar objeciones, al respecto vale la pena recordar nuevamente que en sentencia C-232 de 1997, la Corte Constitucional, señaló sobre la razón de ser del régimen rescisorio del contrato de seguro que esta “Habiéndose establecido que la práctica aseguradora responsable, supone la multiplicidad de contratos como condición sine qua non para que, en los diferentes ramos, la siniestralidad real se aproxime a la esperada, es lógico que ese cúmulo de responsabilidades implique la consecuencia de que al asegurador no se le pueda exigir el examen detallado de los elementos constitutivos de todos los riesgos que está por asegurar. En este orden de ideas, el Código de Comercio, a pesar de no prohibirla, se abstuvo de consagrar la inspección del riesgo como una obligación a cargo del asegurador, puesto que a éste no se lo puede obligar a cumplir tareas físicamente imposibles, respetando el criterio de que no es propio del derecho el ir en contra de la realidad o hacer exigencias desproporcionadas en relación con los fines… En consecuencia, como al asegurador no se le puede exigir que inspeccione toda la masa de riesgos que contractualmente asume, debe reconocerse que él contrae sus obligaciones, en la mayoría de los casos, solamente con base en el dicho del tomador. Esta particular situación, consistente en quedar a la merced de la declaración de la contraparte y contratar, generalmente, en virtud de su sola palabra, es especial y distinta de la que se da en otros tipos contractuales, y origina una de las características clásicas del seguro: la de ser un contrato de ubérrima buena fe.”

(Subrayado fuera del texto).

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Seguidamente la Honorable corte también señala lo relacionado con la infidelidad del tomador y el equilibrio contractual y señala: “En efecto, cuando, a pesar de la infidelidad del tomador a su deber de declarar sinceramente todas las circunstancias relevantes que constituyen el estado del riesgo, de buena fe se le ha expedido una póliza de seguro, la obligación asegurativa está fundada en el error y, por tanto, es justo que, tarde o temprano, por intermedio de la rescisión, anulabilidad o nulidad relativa, salga del ámbito jurídico. Esto, con prescindencia de extemporáneas consideraciones sobre la necesidad de que la reticencia o inexactitud tenga relación de causalidad con el siniestro que haya podido sobrevenir, justamente porque lo que se pretende es restablecer o tutelar un equilibrio contractual roto ab initio, en el momento de celebrar el contrato de seguro, y no al acaecer el siniestro. La relación causal que importa y que, para estos efectos, debe existir, no es, como sostienen los demandantes, la que enlaza la circunstancia riesgosa omitida o alterada con la génesis del siniestro, sino la que ata el error o el dolo con el consentimiento del asegurador.” En este sentido, no se comparte la posición de la Corte, cuando concluye que las enfermedades que causen la muerte o la incapacidad total y permanente del asegurado deben estar intrínsecamente relacionadas la una con la otra, para poder afirmar que el tomador y/o asegurado fue reticente, pues sería tanto como desvirtuar lo estipulado por el ordenamiento legal y trasladarle una carga innecesaria a la aseguradora, porque precisamente el contrato de seguro tiene como principio fundamental la buena fe de las partes, en este sentido es obligación del tomador y/o asegurado declarar sinceramente el estado del riesgo, para que la aseguradora pueda decidir si asume no el riesgo de conformidad con lo dispuesto en el artículo 1056 del Código de Comercio, en ese sentido, siempre se presumirá la buena fe del tomador y/o asegurado y se suscribirán las pólizas de seguro con base en lo expresado por el tomador y/o asegurado de la póliza, siendo entonces una responsabilidad exclusiva del tomador y/o asegurado manifestar verdaderamente sus quebrantos de salud o asumir las consecuencias derivadas de la omisión de dicha información, que desembocan indiscutiblemente en la solicitud por parte de la compañía de seguros de la declaración de la nulidad relativa del contrato de seguro por las conductas inexactas o reticentes del tomador y/o asegurado. Ahora, más allá de determinar si estas sentencias se tendrán como base para la estructuración de una nueva posición o un giro completo en cuanto al manejo comercial del seguro, si es importante aclarar que, es deber de las aseguradoras concientizarse de la actividad que realizan y que a pesar de ser un negocio, detrás del mismo se encuentras los derechos fundamentales y civiles de miles y miles de asegurados, que contratan con la convicción de estar cubriendo hacia el fututo una contingencia y que por ello realizan el pago de la prima. Por esto creo necesario que el deber de información que tienen las compañías de seguros y en general todas las entidades financieras, es la mayor herramienta para que los consumidores financieros puedan conocer y entender este contrato que es tan particular y emocionante pero complejo a la vez; y que de entrada no es de fácil compresión para el común, sino que requiere la gran mayoría de veces de personas con cierto conocimiento y especialidad, para tratarlo. Lo anterior, toda vez que de cumplirse realmente con el deber de información por parte de las entidades aseguradoras, se estarían evitando ambigüedades o problemas a futuro por una indebida información, pues si considero que de si se prueba que el documento de asegurabilidad no es lo suficientemente claro y no hay un debido acompañamiento por parte de la entidad al momento de la suscripción si habría responsabilidad por parte de la aseguradora por la reticencia en la que incurriría el tomador y/o asegurado.

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Mientras que si se demuestra la debida diligencia de la compañía de seguros y la total disposición al otorgar la información, proporcionando acompañamiento, clausulados amigables para la comprensión de un asegurado común, se podría responsabilizar sin ninguna duda exclusivamente al tomador y/o asegurado por la falta a la buena fe y por hacer incurrir a la aseguradora en un vicio por no declarar real y verdaderamente el estado del riesgo.

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V. BIBLIOGRAFIA

CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia C-232 de 1997

CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia T-832 de 2010

CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia T-015 de 2012

CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia T-751 de 2012

Código de Comercio Colombiano, Editorial Legis.

Estatuto Orgánico del Sistema Financiero

OSSA GOMEZ, José Efrén. Teoría General del Seguro. Editorial Temis, 1984.

LOPEZ BLANCO, Hernán Fabio. Comentarios al Contrato de Seguro. Dupre Editores,

Bogotá D.C., Quinta Edición. 2010.