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ANÁLISIS TRANSACCIONAL El análisis transaccional es una teoría de la conducta individual y social cuyo objetivo es el crecimiento y el cambio personal. Se muestra como una herramienta muy eficaz para el autoconocimiento del individuo y para la mejora de la comunicación dada su gran sencillez. Esto se puede ver en su lenguaje altamente cotidiano y común a una mayoría de personas. La palabra “Análisis” se explica por la realización de una distinción fácilmente comprensible de unidades simples de comportamiento. “Transaccional” hace referencia a las denominadas “transacciones” o intercambias de estímulos y respuestas objetivos (observables y registrables) entre personas analizadas. Su principal campo de aplicación es el psicoterapéutico, aunque también ha tenido un gran desarrollo dentro del mundo empresarial, el trabajo social y la pedagogía. Esta teoría fue creada por el psiquiatra canadiense Eric Berne (1910-1970). Aunque en un principio su formación fue de corte psicoanalista, con el tiempo sus ideas se fueron diferenciando de la corriente psicodinámica de su época. Su desarrollo se plantea en varios títulos publicados por este autor entre 1957 y 1970 (año de su muerte), como ¿Qué dice usted después de decir hola? (Berne, 1974), Análisis Transaccional en psicoterapia (Berne, 1975) o Introducción al tratamiento de grupo (Berne, 1983). Destacar el gran éxito del best-seller Juegos en que participamos (Berne, 1966), con unas 5 millones de copias vendidas desde su publicación hace cuatro décadas. Éste se centra en las transacciones entre personas, especialmente en su posible disfuncionalidad. En este libro se presenta el principal desarrollo de los juegos psicológicos, transacciones disfuncionales que progresan hacia un resultado previsible y bien definido pero cuya naturaleza (de la transacción) no es del todo conocida conscientemente por los participantes. Para entender los juegos psicológicos antes hay que desarrollar los conceptos del análisis estructural (estados del yo, que define los estados en que una persona puede pensar, sentir o comportarse), el análisis transaccional (estudio de los intercambios de estímulos y respuestas entre estados específicos del yo) y el triángulo dramático. Esto es debido a que los juegos psicológicos son transacciones entre estados del yo desde y hacia un papel de los definidos en el triángulo dramático, con un cambio de papel en cierto momento de la transacción. ANÁLISIS ESTRUCTURAL El modelo de Berne basa la comprensión de la conducta, el pensamiento y la emoción de una persona en tres manifestaciones del Yo separadas (dos de ellos divididos a su vez en otros subestados), constituyendo sistemas coherentes de pensamiento y emociones que a su vez motivan diversas conductas. Los primeros son el Padre, el Adulto y el Niño. Aclarar que el uso de un lenguaje en masculino es simplemente parte de la terminología de este modelo, es usada indistintamente en sujetos de ambos sexos sin implicación alguna ya que los conceptos son aplicables independientemente del sexo.

ANÁLISIS TRANSACCIONAL

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ANÁLISIS TRANSACCIONAL

El análisis transaccional es una teoría de la conducta individual y social cuyo objetivo es el crecimiento y

el cambio personal. Se muestra como una herramienta muy eficaz para el autoconocimiento del individuo

y para la mejora de la comunicación dada su gran sencillez. Esto se puede ver en su lenguaje altamente

cotidiano y común a una mayoría de personas.

La palabra “Análisis” se explica por la realización de una distinción fácilmente comprensible de unidades

simples de comportamiento. “Transaccional” hace referencia a las denominadas “transacciones” o

intercambias de estímulos y respuestas objetivos (observables y registrables) entre personas analizadas.

Su principal campo de aplicación es el psicoterapéutico, aunque también ha tenido un gran desarrollo

dentro del mundo empresarial, el trabajo social y la pedagogía.

Esta teoría fue creada por el psiquiatra canadiense Eric Berne (1910-1970). Aunque en un principio su

formación fue de corte psicoanalista, con el tiempo sus ideas se fueron diferenciando de la corriente

psicodinámica de su época. Su desarrollo se plantea en varios títulos publicados por este autor entre

1957 y 1970 (año de su muerte), como ¿Qué dice usted después de decir hola? (Berne, 1974), Análisis

Transaccional en psicoterapia (Berne, 1975) o Introducción al tratamiento de grupo (Berne, 1983).

Destacar el gran éxito del best-seller Juegos en que participamos (Berne, 1966), con unas 5 millones de

copias vendidas desde su publicación hace cuatro décadas. Éste se centra en las transacciones entre

personas, especialmente en su posible disfuncionalidad. En este libro se presenta el principal desarrollo

de los juegos psicológicos, transacciones disfuncionales que progresan hacia un resultado previsible y

bien definido pero cuya naturaleza (de la transacción) no es del todo conocida conscientemente por los

participantes.

Para entender los juegos psicológicos antes hay que desarrollar los conceptos del análisis estructural

(estados del yo, que define los estados en que una persona puede pensar, sentir o comportarse), el

análisis transaccional (estudio de los intercambios de estímulos y respuestas entre estados específicos

del yo) y el triángulo dramático. Esto es debido a que los juegos psicológicos son transacciones entre

estados del yo desde y hacia un papel de los definidos en el triángulo dramático, con un cambio de papel

en cierto momento de la transacción.

ANÁLISIS ESTRUCTURAL

El modelo de Berne basa la comprensión de la conducta, el pensamiento y la emoción de una persona en

tres manifestaciones del Yo separadas (dos de ellos divididos a su vez en otros subestados),

constituyendo sistemas coherentes de pensamiento y emociones que a su vez motivan diversas

conductas. Los primeros son el Padre, el Adulto y el Niño. Aclarar que el uso de un lenguaje en masculino

es simplemente parte de la terminología de este modelo, es usada indistintamente en sujetos de ambos

sexos sin implicación alguna ya que los conceptos son aplicables independientemente del sexo.

Esta clasificación se puede esquematizar en el dibujo de tres círculos puestos uno encima del otro, que

representan cada estado de la siguiente forma: arriba el Padre, a continuación el Adulto y al final el Niño.

En estos, se pueden representar solo los tres estados iniciales o se pueden representar con sus

divisiones. La segunda opción siempre es preferible dado que es más informativa.

El estado Yo Padre cuando actúa, piensa o siente lo hace como lo harían según lo transmitido e

influenciado por los padres o figuras equivalente (figuras de autoridad) durante el desarrollo del sujeto. El

Yo Adulto critica, ordena, protege, juzga guiado por conceptos como los valores, la tradición, las

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obligaciones, etc. Aclarar que el hecho de que se use la palabra “Padre” no implica que sea

exclusivamente la figura paterna la que influya en este estado del Yo, pudiendo hacerlo también la madre

u otra figura importante durante el desarrollo de la persona.

Dentro del Yo Padre encontramos una división en otros dos estados: el Yo Padre Crítico y el Yo Padre

Nutritivo. El primero sería el estado del Yo que corrige, ordena, critica, mientras que el segundo sería el

que protege, se preocupa, el que da apoyo.

Para entender estos subestados, explicaré su posible interpretación y reacción respecto a una situación

imaginaria: encontrarse a alguien desnudo en un sitio público. El Padre Crítico pensaría en lo incorrecto e

indigno de estar desnudo en dicho lugar, pudiendo plantearse echárselo en cara o incluso llamar a la

policía. El Padre Nutritivo se preocuparía por la salud o por la dignidad de esa persona, planteándose ir a

aconsejarla o socorrerla.

El estado Yo Adulto se mueve por la razón y por observaciones objetivas atendiendo al presente y a ideas

realistas y posibles, sin influencia emocional. Este estado no tiene subdivisiones en esta teoría. Ante el

caso planteado como ejemplo anteriormente, una persona que piensa desde el estado del Yo Adulto no

hará juicios según lo esperable y según convenios sociales, sino desde sus propios juicios morales, según

su forma de pensar. Aceptará la situación tal y como se da y en consecuencia, se planteará actuar.

El estado Yo Niño piensa y actúa de forma típica de la infancia, con gran influencia por parte de las

emociones. Así en este estado hay gran importancia de los sentimientos, las intuiciones y la creatividad.

Podemos dividirlo en Niño Libre y en Niño Adaptado, el cual a su vez se divide en Niño Adaptado

Sumiso y Niño Adaptado Rebelde. El Niño Libre se basa en la expresión sin control de los deseos de la

persona, mientras que el Niño Adaptado actúa en consecuencia a una figura de autoridad, ya sea de

manera conformista (Niño Adaptado Sumiso) o rebelde (Niño Adaptado Rebelde).

Desde estos posibles estados, si una persona den el Niño Libre se encontrase ante alguien desnudo,

pensaría lo que quisiera y actuaría conforme a sus deseos, como podría ser desnudarse también. Un

Niño Adaptado Sumiso pensaría lo que socialmente está bien visto pensar en ese tipo de situaciones, y

muy posiblemente le parecería mal que la persona estuviera desnuda y sentiría vergüenza ajena.

Mientras que un Niño Adaptado Rebelde pensaría oponiéndose a lo que desde un punto de vista social

sería correcto pensar, lo cual en consecuencia podría ser que le pareciera bien el nudismo público y se

planteara felicitar y animar a la persona desnuda.

Dentro de los diferentes tipos de Estados del Yo, uno de estos puede ser ejecutivo (el que actúa), real (en

el que se siente que se está) y programador (el que da las órdenes), sin que sea necesario que todas

estas funciones recaigan en el mismo estado. Por ejemplo, un jefe puede felicitar a sus empleados (Yo

ejecutivo en el Yo Padre) con objetivo de hacer bien a la empresa (Yo Programador en el Yo Padre)

mientras que interiormente está pensando que está cansado y quiere irse a casa (Yo Real en el Yo Niño).

Así, un Estado del Yo puede estar dirigido por otro.

Además, en las personas podemos encontrar tendencias a moverse dentro de un estado o dos de ellos,

aunque estas tendencias suelen depender de la situación en la que se está y de la experiencia en ésta.

Otro concepto importante es el de contaminación. El Yo Adulto en una persona puede verse mezclado o

contaminado por uno de los otros dos Estados del Yo, en cuanto que influyen al sujeto en los momentos

en que teóricamente debería estar usando su Yo Adulto, como podría ser la influencia en el pensamiento

racional de creencias heredadas de figuras “paternas”.

Aunque algunos estados o subestados a primeras puedan parecer positivos o negativos, cualquier Estado

del Yo tiene su parte positiva y su parte negativa. Esta positividad y negatividad suelen expresarse con los

términos Sistema OK y Sistema No OK. Así, en cada momento y/o como tendencia general se puede usar

un sistema u otro. Por ejemplo, aunque el Estado del Yo Padre Crítico pueda resultar conceptualmente

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negativo, puede darse desde el sistema OK si las críticas son positivas, justas y constructivas. A la vez,

un Padre Nutritivo puede ser sobreprotector, desvalorizante, actitudes negativas del Sistema No OK. Los

tres Estados del Yo y sus subestados correspondientes tienen su contraparte OK y su contraparte No OK.

ANÁLISIS DE TRANSACCIONES Y COMUNICACIÓN

Una transacción es el intercambio de estímulos y respuestas entre los Estados del Yo vistos en el anterior

apartado de diferentes personas. Según el Análisis Transaccional, si no hay respuesta, no se considera

transacción, y por lo tanto, la ausencia de respuesta no cuenta como respuesta, aunque sea una opción

viable ante un estímulo.

Es fácil hacer un esquema de una comunicación entre personas usando un esquema típico del análisis

estructural (tres círculos puestos uno encima del otro) por cada persona participante en la transacción.

Sus mensajes son simbolizados con flechas de líneas continuas, mientras que si hay un contenido

implícito en lo transmitido, se representa con una flecha con línea discontinua. La dirección de las flechas

va del Estado del Yo exacto del emisor al del receptor, siempre dependiendo de la “intención” (consciente

o inconsciente) del emisor, aunque el receptor responda con un estado diferente al que era objetivo en un

principio.

Las transacciones pueden ser clasificadas según varios criterios:

• Según número de Estados del Yo:

1. Simples : solo intervienen dos Estados del Yo (el del receptor y el del emisor)

2. Complejas : intervienen más de dos estados.

• Según origen de la respuesta:

1. Complementaria o paralela : se emite la respuesta desde el mismo estado al que iba destinado el

estímulo original.

2.  Cruzadas: se emite la respuesta desde un Yo diferente.

• Según el número de mensajes emitido a la vez en el estímulo y/o la respuesta (incluyendo mensajes

implícitos):

1. No ulteriores : solo un mensaje por vez.

2. Ulteriores : dos mensajes solo en el estímulo (Ulteriores angulares) o en el estímulo y en la

respuesta (Ulteriores dúplex o dobles)

Si combinamos los diferentes criterios de clasificación, concluimos que las transacciones simples tienen

que ser complementarias y que las complejas tienen que se cruzadas, pudiendo ser ulteriores o no.

Aclarar que se puede dar que usando un análisis con todos los subestados veamos transacciones

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cruzadas que en un análisis más simple (contando solamente con los tres Estados del Yo básicos)

resultaría paralelo. Esto pasa cuando la respuesta se emite o se dirige a un mismo Estado del Yo, pero a

partes diferentes de la subdivisión de ese estado. Por ejemplo, una transacción puede consistir en una

petición como estímulo dirigida al Yo Padre Nutritivo, que puede ser respondida con el Yo Padre Crítico.

Un ejemplo de transacción simple y paralela sería la siguiente conversación:

-Juan, ¿qué horas son éstas de llegar? Quedamos hace media hora.

-Lo siento, se me fue la hora. No volverá a pasar.

Vemos como el primer hablante usa su Yo Adulto dirigiendo el mensaje al Yo Niño del interlocutor. Esta

transacción es paralela ya que además de no haber un mensaje implícito enviado desde otro estado del

Yo diferente al Padre, la respuesta se envía desde el Yo Niño al Yo Padre. En un esquema veríamos dos

flechas paralelas entre los estados Padre y Niño de ambos interlocutores.

El análisis transaccional nos dice que una transacción de tipo complementaria puede alargarse en el

tiempo indefinidamente, mientras que en las cruzadas la comunicación tiende a interrumpirse o a cambiar

de rumbo o tema. Por este motivo, por lo general las transacciones del primer tipo son las más adecuadas

en una mayoría de contextos. Ya dependiendo de la situación, será más típico y/o más recomendable un

tipo de transacción u otra (adulto-adulto, niño-padre, niño-niño, etc.). Por ejemplo, en una situación

empresarial en la que se comunican dos personas del mismo rango jerárquico, será más recomendable el

modelo adulto-adulto, mientras que en situaciones de intimidad con la pareja puede ser más adecuada

una comunicación niño-niño.

En cuanto a las transacciones cruzadas, pueden darse tres posibilidades: que la respuesta vuelva al

Estado del Yo desde el que se emitió pero desde un estado diferente al que era objetivo original, que la

respuesta se emita desde el Estado del Yo que era objetivo en un principio, pero que vaya a un estado

diferente al emisor, y que la respuesta provenga de un estado diferente al objetivo y a la vez vaya a un

estado diferente al emisor, interviniendo así cuatro Estados del Yo diferentes. Veamos cómo sería este

tipo de transacción partiendo del ejemplo anterior:

“-Juan, ¿qué horas son éstas de llegar? Quedamos hace media hora.

-¿Tú quién te crees para hablarme de esa forma?”

La naturaleza del primer mensaje es la misma, pero en esta ocasión, la respuesta es enviada desde el Yo

Padre en vez de desde el Yo Niño. El Estado del Yo del primer hablante que recibe esta respuesta es el

Yo Niño. Así, si representamos esta transacción esquemáticamente veríamos que las flechas

correspondientes al mensaje inicial y a su respuesta se cruzan. Cuando se da este tipo de transacciones,

es difícil que la comunicación se siga dando durante mucho tiempo si no se da un cambio brusco de tema,

y por lo tanto de Estados del Yo participantes.

En las transacciones ulteriores intervienen simultáneamente más de un estado del ello en el estímulo y/o

en la respuesta. En esta transacción se da un doble mensaje: uno social y explícito, y otro psicológico e

implícito. Un tipo de transacción que forma la base de los juegos psicológicos (destacando las

transacciones con objetivo persuasivo o manipulativo) consiste en la dificultad de atender a dos mensajes

simultáneos provoca que el adulto sea distraído por el mensaje explícito mientras que el Yo Padre o Niño

(dependiendo de la transacción) son influidos por el estímulo implícito, intentando que no llegue a ser

consciente para el Yo Adulto. Se busca enganchar a esos Estados del Yo aprovechando factores como la

falta de información, una flaqueza, una patología, ingenuidad… A continuación, un ejemplo de este último

tipo de transacción:

“-Juan, ¿qué horas son éstas de llegar? Quedamos hace media hora.

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-Lo siento por fallarte siempre, señora Perfecta.”

La respuesta en esta ocasión parece explícitamente una disculpa enviada desde el Yo Niño al Yo Padre,

pero a un nivel psicológico podemos detectar un mensaje implícito como lo sería “Ya estás quejándote,

como siempre”, una crítica cuyo estado emisor es el Yo Padre. Así esta respuesta vendría compuesta en

un esquema de dos flechas, una representando el nivel implícito y otra al explícito.

CARICIAS

Las caricias son estímulos intencionales dirigidos de una persona a otra. Al principio de la vida son casi

exclusivamente físicas, pero más adelante también se dan caricias verbales.

Hay dos criterios para clasificar las caricias perfectamente combinables:

• Las caricias pueden ser Positivas o Negativas. Las primeras hacen sentir bien, beneficiando el bienestar

y la autoestima y promoviendo el estado en el sistema OK, mientras que las segundas hacen sentir mal e

invitan a ponerse en el sistema No OK. Las Negativas pueden ser agresivas o de lástima.

• Pueden ser condicionales o incondicionales. Las primeras son las que se dan en función de una o varias

conducta, mientras que las segundas se dan a la persona independientemente de conducta alguna, a su

propia existencia.

El modelo de caricias que una persona recibió en su infancia determina las caricias que dispensará y las

que buscara en su adultez de acuerdo a la Posición Existencial (idea básica de cómo se siente uno

mismo y como se sienten los demás). Una persona acostumbrada a recibir un tipo de caricias en el futuro

buscara ese tipo de caricias, mientras que dará las caricias que ha visto dar a sus modelos de

aprendizaje. Ambas cosas, en consecuencia, determinarán el tipo de transacciones que establecerá dicho

sujeto a la hora de buscar o dispensar caricias, e incluso los posibles juegos psicológicos que lleve a

cabo.

TRIÁNGULO DRAMÁTICO

Este concepto, desarrollado por Stephen Karpman, se basa en tres roles teóricos (no reales, sino

psicológicos) que un sujeto puede adoptar de manera no consciente, cuyo origen son los modelos

aprendidos durante su infancia. Además, si son conscientes y fingidos se consideran una maniobra de

manipulación, no un rol del triángulo dramático. Un modo de distinguir si un rol en el que se posiciona

alguien es real o es parte del triángulo dramático es analizar la emoción existente.