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UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID FACULTAD DE FILOSOFÍA ------------------------ MÁSTER EN ESTUDIOS AVANZADOS EN FILOSOFÍA Trabajo de Investigación ANARQUISMO Y POSTMODERNIDAD FEMINISMO, ECOLOGISMO Y DECRECIMIENTO. ALUMNO: ISMAEL LUQUE MORALES TUTOR: DR. TOMAS DOMINGO MORATALLA Madrid, 5 de Junio de 2014

Anarquismo y Postmodernidad Feminismo Ecologismoinismo Ecologismo y Decrecimiento

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Anarquismo y Postmodernidad Feminismo Ecologismoinismo Ecologismo y Decrecimiento

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  • UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID

    FACULTAD DE FILOSOFA

    ------------------------

    MSTER EN

    ESTUDIOS AVANZADOS EN FILOSOFA

    Trabajo de Investigacin

    ANARQUISMO Y

    POSTMODERNIDAD

    FEMINISMO, ECOLOGISMO Y

    DECRECIMIENTO.

    ALUMNO: ISMAEL LUQUE MORALES TUTOR: DR. TOMAS DOMINGO MORATALLA

    Madrid, 5 de Junio de 2014

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    NDICE

    Pgs.

    Introduccin .................................. 2 1. El anarquismo: .. 6

    1.1 Qu es el anarquismo? Aproximacin imposible a la mirada anarquista .. 6

    1.2 Igualdad y libertad. Maldad natural? Conexin con la tica. El apoyo mutuo 8

    1.3 Anarquismo social vs Anarquismo personal 14 1.4 El mutualismo de Proudhon . 16 1.5 El colectivismo de Bakunin .. 21 1.6 Los comunistas libertarios . 25

    2. La postmodernidad: . 30

    2.1 Los tiempos postmodernos. Del irracionalismo new age a la superacin de las dicotomas ... 30

    2.2 La modernidad. Descartes. Shakespeare nos habla a nosotros 32 2.3 El anarquismo clsico vctima del mito del progreso

    Necesidad de superar el economicismo 35 2.4 Servidumbre voluntaria. De las sociedades disciplinarias a

    las sociedades de control . 37

    3. Ecofeminismo y decrecimiento: 40 3.1 Franoise D Eaubonne y los orgenes

    libertarios del ecofeminismo 40 3.2 Construyendo ecofeminismo: teora queer y ecologa ..... 44 3.3 Decrecer: caminar lento para ir muy lejos o de cmo

    hacer sostenible una vida que merezca la pena ser vivida ... 49 4. Conclusiones 53 5. Bibliografa . 56 6. Resea del libro Repensar la anarqua de Carlos Taibo 60

  • 2

    Introduccin:

    El objetivo que persigue este trabajo es sumamente ambicioso, dado que busca defender

    la vigencia del anarquismo en la actualidad y demostrar cmo ste se ha visto enriquecido

    por algunos de los anlisis de la postmodernidad filosfica. Elegir un tema tan amplio como

    objeto de mi investigacin corre el peligro, soy consciente, de que tan slo pueda apuntar

    a un amplio abanico de cuestiones que por separado podran aportar ya material suficiente

    para elaborar un trabajo de investigacin. Sin embargo, al igual que creo que algunas de

    las luchas sectoriales que en nuestro da se emprenden no son nada sin una visin de

    conjunto que busque las causas all dnde otros slo ven los efectos, este trabajo busca

    plantear una visin de los males endmicos que arrastra el sistema capitalista y por ello la

    recuperacin de los clsicos del anarquismo se hace hoy ms necesaria que nunca.

    Este trabajo tambin es polmico. Dado el perfil polidrico de la postmodernidad, quienes

    defendemos su rebelin contra los grandes relatos y el relativismo de sus mltiples caras

    como fuente de la que emana la posibilidad de construir un discurso de resistencia abierto

    a la posibilidad de darnos un mundo diferente que nunca ser el mejor de los mundos

    posibles, solemos ser blanco de las crticas de los que nos tachan de incorregibles

    nihilistas, origen de la prdida de valores de la Modernidad y no ms bien de ser

    aquellos que sealamos las causas de la prdida de rumbo del proyecto ilustrado. Si a ello

    le sumamos el hecho de que intentar conciliar las crticas de esos mal llamados

    postmodernos con las de esos peligrosos anarquistas que ayer y hoy siempre fueron

    enemigos del orden vigente, del Estado y de sus instituciones, vamos acumulando

    elementos para generar un trabajo que parece ya de entrada una bomba de relojera

    dispuesta a atentar contra los valores que defiende la Universidad, quiz el ltimo eslabn

    de la cadena de un autoritarismo que los anarquistas, tanto del siglo XIX como del siglo

    XXI, siempre han combatido con firmeza. De hecho, desde mediados del siglo XX las

    crticas a aquellos que creen que la escuela sigue siendo el principal motor de

    transformacin social no han hecho ms que aumentar. En Espaa, siguiendo las crticas

    que iniciara Ivan Ilich a la religin de la escolarizacin y el posterior desarrollo del

  • 3

    movimiento de escolarizacin en casa (Homeschooling), encontramos a Pedro Garca

    Olivo:

    Como el oficio de verdugo, o el de guardia civil, o el de cura, o el de militar, el oficio de profesor deberamos dejarlo para los partidarios del status quo, para los adoradores del sistema, para los autcratas en miniatura, para los dspotas desbravados, para los tiranos de andar por casa. Y a esto,

    a autcratas, a dspotas, a tiranos, se ven reducidos quienes, abrazados a una ideologa subversiva o revolucionaria, y alardeando de propsitos emancipatorios, se instalan en el aparato educativo y, autoengandose todos los das, ven el modo de permanecer, con la mirada

    fiera y el bolsillo repleto, en la institucin autcratas encubiertos, dspotas disconformes, tiranos muy simpticos... Contra ellos dirijo mis crticas: por eso soy un anti-profesor1

    Este trabajo tambin es actual. No cabe duda de que es muy interesante leer a Bakunin,

    a Malatesta o a Kropotkin. De hecho, se trata de un ejercicio que sin duda recomendara a

    cualquier lector inquieto. Pero no es menos cierto que vivimos en el ao 2014, y que si bien

    el diagnstico de aquellos que desde el primer momento desconfiaron de las revoluciones

    desde arriba, del parlamentarismo o del capitalismo de Estado sigue de actualidad hoy, no

    es menos cierto que en sociedades que han ganado en complejidad como las nuestras quiz

    hoy da los textos clsicos se nos quedan un poco cortos. Por ello, como el anarquismo

    siempre ha tratado de esquivar toda solucin definitiva y todo camino sin retorno que

    desprecie la contingencia y la temporalidad, ha sabido antes que ningn otro adaptar sus

    crticas a las nuevas circunstancias. As, haramos mal en pasar por alto el apogeo de las

    sociedades disciplinarias y los brillantes anlisis de Foucault como haramos igual de mal

    si en vez de quedarnos ah, no avanzramos de stas a las sociedades de control que analiza

    entre otros Deleuze y en las que hoy nos hayamos inmersos. Identificar el poder en tiempos

    de Bakunin era relativamente sencillo: identificar el poder hoy en plena era tecnolgica es

    harto complicado.

    El trabajo se encuentra dividido en tres partes.

    No podramos hablar de las relaciones entre anarquismo y postmodernidad si no hacemos

    un trabajo previo en el que trate de responder la cuestin previa de qu es el anarquismo y

    1 Extracto de la entrevista en su da publicada por la CNT (ao 2000) que recojo del diario La

    independiente digital del 1 de octubre de 2011, nmero 5: http://www.laindependientedigital.net/pedro-garcia-olivo.html (Consultado el 19 de marzo de 2014).

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    qu es la postmodernidad, por eso en las dos primeras partes analizaremos ambos

    movimientos.

    El primer captulo nos llevar a preguntarnos por los orgenes del anarquismo, nos las

    veremos con algunos de los clsicos y se tratar de acercar algo parecido a una definicin

    de anarquismo que parece una tarea realmente complicada cuando no sencillamente

    imposible. Sin embargo, son muchos los que al menos lo han intentado y de todos, quiz

    la mejor introduccin al anarquismo, el mejor y ms claro manual del siglo XX lo

    represente el de Daniel Guerin del ao 1965, titulado sin pomposidad ni pedantera

    sencillamente El anarquismo. Veamos una primera aproximacin a lo que podra ser el

    anarquismo de la mano del genial historiador francs:

    El anarquismo constituye, fundamentalmente, lo que podramos llamar una rebelda visceral. Tras realizar, a fines del siglo pasado, un estudio de opinin en medios libertarios, Agustn Hamon lleg

    a la conclusin de que el anarquista es, en primer lugar, un individuo que se ha rebelado. Rechaza

    en bloque a la sociedad y sus cmitres. Es un hombre que se ha emancipado de todo cuanto se

    considera sagrado, proclama Max Stirner. Ha logrado derribar todos los dolos. Estos "vagabundos

    de la inteligencia", estos "perdidos", "en lugar de aceptar como verdades intangibles aquello que

    da consuelo y sosiego a millares de seres humanos, saltan por encima de las barreras del

    tradicionalismo y se entregan sin freno a las fantasas de su crtica impudente2.

    Como deca antes, los textos clsicos son necesarios pero insuficientes, pues como indica

    el Manifiesto para un anarquismo postmoderno:

    () Se necesitar un anarquismo posmoderno en cuanto que las sociedades capitalistas actuales tienen un carcter posmoderno, esto es, se sitan ms all del proyecto de emancipacin de la

    Ilustracin. Es ms, el carcter revolucionario de la Ilustracin se ha mostrado, ahora, como el

    carcter revolucionario de la burguesa. Para las capas no favorecidas por el impulso ilustrado, la Ilustracin ha tenido la importancia del acontecimiento de la confirmacin de su derrota total.3

    Contra Habermas, contra los ilustrados y contra los que consideran a los autores del post-

    Mayo francs unos tipos indecentes que se identifican con esos tiempos de zozobra moral

    2 Daniel Guerin. El anarquismo; De la doctrina a la accin. Buenos Aires: Anarres, 2003, pg.9 3 Manifiesto para un anarquismo postmoderno, publicado en la revista electrnica La letra ausente: http://www.laletraausente.com/indice7/b5texto.html (Consultado el 23 de febrero de 2014)

  • 5

    en los que todo est permitido y ya slo queda esperar a que se hunda el barco, es contra

    los que est pensado ese segundo captulo que le dedicamos a un movimiento que Lyotard

    ampli al conjunto de la sociedad en un momento en el que postmodernismo slo se

    utilizaba en teora del arte para definir las nuevas y peculiares formas arquitectnicas.

    En el tercer captulo, una vez que me hayan acompaado por el recorrido histrico en el

    que avanzaremos desde los clsicos anarquistas del siglo XIX hasta los autores

    denominados postmodernos de la segunda mitad de siglo XX, esbozaremos los principales

    movimientos de resistencia de finales del siglo XX y principios del siglo XXI: el

    ecofeminismo y el decrecimiento. Lejos de encerrarse en actitudes dogmticas, y herederos

    de lo que hemos denominado en el primer captulo la mirada anarquista, los

    decrecentistas ecofeministas retoman el ideario libertario enriquecindolo con una mirada

    ms atenta al entorno medioambiental, a la mujer y al lenguaje como fuente de devaluacin

    del binomio Naturaleza/Mujer, sirvindose de la deconstruccin derridiana para subvertir

    el pensamiento dicotmico que ha caracterizado Occidente desde los tiempos de Platn.

    El objetivo es intentar responder a muchos de los prejuicios que caracterizan las habituales

    crticas que suelen dirigirse a la postmodernidad y ya no digamos al anarquismo para que

    despus estemos en disposicin de analizar las que en mi opinin son las tres grandes

    contribuciones de nuestro tiempo a la nica filosofa poltica que no se ha visto

    deslegitimada tras un convulso siglo XX en el que liberalismo y socialismo, pese a su perfil

    realista, han salido claramente mal parados en una apuesta que no slo no ha cumplido

    ni una sola de las histricas demandas de justicia social, sino que adems ha sumido al

    planeta en una crisis ecolgica de impredecibles consecuencias

  • 6

    1. El anarquismo

    1.1. Qu es el anarquismo? Aproximacin imposible a la mirada anarquista.

    No es fcil tratar de definir el anarquismo aunque hemos de enfrentarnos a esa labor antes

    de indagar sus relaciones con la postmodernidad. El propio concepto anarquismo se nos

    puede escapar de las manos y si tratamos de aproximarnos desde la mirada de los primeros

    anarquistas corremos el riesgo de cometer la torpeza de realizar un ejercicio anacrnico o

    peor an, mitmano, al elevar a los altares a hombres y mujeres que distaban mucho de la

    megalomana de algunos de sus coetneos y que, con sus luces y sus sombras, siempre

    huyeron de jerarquas y liderazgos. Por dnde empezar entonces? Quiz lo ms sensato

    sea acudir de entrada a la etimologa, desmentir un par de recurrentes equvocos y a

    continuacin dar algunos ejemplos de cmo diferentes autores que podramos considerar

    clsicos definieron el anarquismo para desde ah construir las lneas generales del

    pensamiento libertario.

    La palabra anarquismo no es nueva ni mucho menos y procede de dos voces del griego

    antiguo: an y arch que significan ausencia de autoridad o de gobierno. Pero, como

    nos recuerda Daniel Guern por haber reinado durante miles de aos el prejuicio de que

    los hombres son incapaces de vivir sin la una (autoridad) o sin el otro (gobierno), la palabra

    anarqua pas a ser, en un sentido peyorativo, sinnimo de desorden, de caos, de

    desorganizacin4. A da de hoy, lejos de haber sido desterrado ese antiguo prejuicio, el

    anarquismo sigue asocindose a este primer sentido del que ni siquiera Proudhon o Bakunin

    escaparon en su da, tratando el anarquismo con cierta ambigedad pues tan pronto se

    referan a l en un sentido constructivo de orden basado en la ley natural como en el viejo

    de caos y destruccin.

    Fue precisamente Proudhon el primero que en 1840 se definiera como anarquista. Ntese

    que la fecha no es casual y que el desarrollo del anarquismo se produce en Europa en

    4 Daniel Guern, op.cit., pg.8

  • 7

    pleno desarrollo de los estados capitalistas europeos por lo que los anarquistas siempre se

    declararon enemigos de un capitalismo en el seno del cual nacieron sus primeros tericos

    as como del estatismo de la otra gran familia de socialistas que compartan la meta pero

    diferan completamente en el medio.

    Pero, si la palabra anarquista es tan vieja como el mundo y recibe su fuente del rechazo

    de toda forma de autoridad, existe un anarquismo primigenio que se remonte ms all no

    slo de los albores de la poca capitalista sino de la mirada eurocntrica? Comparto la

    opinin del profesor Carlos Taibo que siguiendo a Pierre Clastres afirma que

    efectivamente, existe un anarquismo enraizado en la propia naturaleza humana del que dan

    testimonio las sociedades primitivas sin Estado:

    Es muy frecuente que se haya empleado el trmino anarquista para describir a gentes e iniciativas muy anteriores a las de finales del XVIII. El uso correspondiente se ha revelado en provecho -y

    son ejemplos entre muchos- de campesinos chinos, integrantes de movimientos religiosos de la

    Europa medieval o determinadas manifestaciones de la piratera. Pero la etiqueta ha asomado la

    cabeza tambin para dar cuenta de la condicin de sociedades primitivas como los nuer estudiados

    por Evans-Pritchard, los piaroa considerados por Overing o muchos de los pueblos invocados en los escritos de Sahlins y Clastres5.

    Lejos de aclarar las cosas, en esta primera aproximacin parece que las estemos

    complicando. Pero no es eso precisamente en lo que nos dicen que consiste la filosofa,

    en sealar los problemas ms que en aportar soluciones definitivas? Tendrn algo en

    comn los nuer, Bakunin o Moncho Alpuente, algo que podramos llamar la mirada

    anarquista de las cosas, que sobrevive a la ceguera que produce el poder y sus instituciones

    tal y como sobreviva al brote de ceguera la esposa del mdico en la magistral novela de

    Saramago Ensayo sobre la ceguera6?

    5 Carlos Taibo. Repensar la anarqua. Madrid: Los libros de la Catarata, 2013, pg.16 6 En 2004 el propio Saramago se reconoca abiertamente comunista libertario en una entrevista cuando le preguntaban por su rotunda crtica a las instituciones, a los partidos y al poder poltico en general y a los gobiernos en particular:

  • 8

    1.2 Igualdad y libertad. Maldad natural? Conexin con la tica. El apoyo mutuo.

    Se han escrito muchas pginas sobre la complicada relacin del binomio igualdad/libertad

    a lo largo de toda la historia de la filosofa. Tantas, que hoy da no sabemos ya a qu nos

    referimos con ellas. Y es que desde Hobbes, en quin encontramos las bases de la teora

    liberal hasta Kant, al que podramos considerar uno de los padres tericos del Estado de

    Derecho, vemos como un mismo prejuicio ha sido ampliamente difundido. Ambos parten

    de una comn desconfianza en el estado de Naturaleza y de una libertad sin restricciones

    considerada como amenaza. Si Hobbes consideraba al hombre un lobo para el hombre y

    nicamente el inters le llevaba a un pacto social que garantizase su supervivencia, Kant

    iba en la misma direccin antropolgica al afirmar la insociable sociabilidad del hombre y

    la permanente amenaza de guerra que se da en estado de naturaleza7.

    No puedo ms que apuntar en una direccin al sealar las convergencias entre Hobbes y

    Kant al participar ambos de una misma perspectiva que podramos llamar estatista-

    legalista aunque ambos tomarn caminos diferentes que no puedo analizar en este trabajo.

    Pero valga esta pequea pincelada como introduccin a un suelo tico del todo diferente

    que no parte sin ms de la simple bondad natural de unos optimistas anarquistas que

    viven en una burbuja y no se han enterado de qu va el mundo. Y para llegar a esa base

    tica que dista tanto del prejuicio de que el Estado es un bien o un mal menor necesario

    para protegernos a los unos de los otros, hemos de retroceder nuevamente, esta vez a

    principios del siglo XX: concretamente al ao 1902. El ao en que Kropotkin public de

    manera conjunta y revisada la serie de artculos que dieron lugar a El apoyo mutuo y

    culmin muchos aos de trabajo con una obra cientfica que cuestionaba los irrefutables

    argumentos de estatistas y darwinistas.

    Aunque la imagen de un Kropotkin que rivaliz con un Darwin que finalmente sali

    victorioso en el combate entre la imagen de un mundo dominado por la lucha mutua o

    por el apoyo mutuo es bastante recurrente, hemos de ser justos a la verdad y recordar que

    http://www.rebelion.org/hemeroteca/cultura/040426js.htm (Consultado el 30 de mayo de 2014)

    7 Para seguir las similitudes en las concepciones antropolgicas de ambos autores, vase Kant, La Paz

    Perpetua, VII y Hobbes, Leviathan, I, XIII.

  • 9

    el combate se libr ms con sus seguidores que con el propio Darwin. Por ello no est

    de ms hacer un poco de historia y darle al Csar lo que es del Csar. Retrocedamos pues

    nuevamente.

    Corra el verano de 1862 cuando un joven Kropotkin decide marcharse a Siberia. Su

    principal influencia para embarcarse en semejante empresa fue la profunda influencia que

    en l ejerci El origen de las especies que Darwin publicara en el ao 1859. La teora de

    la seleccin natural le pareca uno de los mayores avances cientficos del siglo, sino de la

    historia, y jams neg la admiracin por el hombre que aport tan importante generalidad.

    Sin embargo, pronto se encontr con dos hechos significativos:

    a) Que en su trabajo concienzudo y riguroso como naturalista de campo no encontr

    a pesar de haber buscado empeosamente sus rastros, aquella lucha cruel por los

    medios de subsistencia entre los animales pertenecientes a una misma especie que

    la mayora de darwinistas (y no siempre el mismo Darwin) consideraban como el

    rasgo predominante y caracterstico de la lucha por la vida8.

    b) Que exista otro factor clave en la evolucin de todas las especies, de las que el

    hombre no constitua una excepcin, que lo constitua el apoyo mutuo: la

    solidaridad y la cooperacin. Ntese que se habla aqu de un factor clave en la

    Evolucin, no el nico. En palabras del propio Kropotkin:

    8 Piotr Kropotkin, El apoyo mutuo. Un factor en la evolucin. Madrid, Editorial Zero, 1978, pg.27.

  • 10

    Aun reconociendo enteramente que la fuerza, la velocidad, la coloracin protectora, la

    astucia, y la resistencia al fro y al hambre, mencionadas por Darwin y Wallace realmente

    constituyen cualidades que hacen al individuo o a las especies ms aptos en algunas

    circunstancias, nosotros, junto con esto, afirmamos que la sociabilidad es la ventaja ms

    grande en la lucha por la existencia en todas las circunstancias naturales, sean cuales

    fueran. Las especies que voluntariamente o involuntariamente reniegan de ella, estn

    condenadas a la extincin, mientras que los animales que saben unirse del mejor modo,

    tienen mayores oportunidades para subsistir y para un desarrollo mximo, a pesar de ser

    inferiores a los otros en cada una de las particularidades enumeradas por Darwin y

    Wallace9.

    Lo que est en juego es ni ms ni menos que la justificacin de un orden social injusto de

    raz desde la naturalizacin de las desigualdades. Si la naturaleza se rige por la ley de

    la selva, y la supervivencia de los ms aptos permite la evolucin de una sociedad

    sustentada en una clara desigualdad, en la competencia y en un individualismo extremo,

    entonces cualquier planteamiento tico o cualquier teora de corte socialista est abocada

    al fracaso porque ira en contra del propio principio natural de la evolucin de las especies,

    que irremediablemente para mejorar deben dejar a los amigables y cooperantes atrs. No

    es casual pues que se quiera vender la imagen de esta Naturaleza salvaje en la que no

    hay lugar para sentimentalismos en su feroz batalla por la supervivencia, para decir que

    nuestro mundo social est hecho a su imagen y semejanza. Pero era justo al revs: se trataba

    de verter en el mundo natural los propios prejuicios de los hombres de la sociedad

    industrial. Era un entorno que se trataba de explicar a imagen y semejanza de nuestra

    sociedad, no nuestra sociedad la que se legitimaba por la exigeracin deliberada de algunos

    de los elementos que se encuentran en la Naturaleza. Como le reproch Marx a Darwin:

    En cuanto a Darwin, al que he reledo otra vez, me divierte cuando pretende aplicar igualmente a la flora y a la fauna, la teora de Malthus, como si la astucia del seor Malthus no residiera

    9 Piotr Kropotkin. El apoyo mutuo; Un factor en la evolucin. Madrid: Editorial Zero, 1978, pg.86.

  • 11

    precisamente en el hecho de que no se aplica a las plantas y a los animales, sino slo a los hombres

    con la progresin geomtrica en oposicin a lo que sucede con las plantas y los animales. Es curioso ver cmo Darwin descubre en las bestias y en los vegetales su sociedad inglesa, con la

    divisin del trabajo, la concurrencia, la apertura de nuevos mercados, las invenciones y la lucha por la vida de Malthus. Es el bellum omnium contra omnes [la guerra de todos contra todos] de Hobbes, y esto hace pensar en la Fenomenologa de Hegel, en la que la sociedad burguesa figura

    bajo el nombre de reino animal intelectual mientras que en Darwin es el reino animal el que presenta a la sociedad burguesa10.

    No fue hasta 1888, ao en el que apareci el famoso artculo de Husley titulado La lucha

    por la existencia: un programa cuando Kropotkin decide publicar la rplica en la misma

    prestigiosa revista inglesa: Nineteenth Century. El editor de la revista invit al pensador

    ruso a que mostrara su posicin no slo respecto a los animales, sino tambin respecto al

    hombre primitivo, y la serie de artculos en los que Kropotkin analizaba la ayuda mutua en

    las sociedades primitivas y salvajes, hasta la sociedad moderna pasando por la poca

    medieval, no se hicieron esperar. Incluso se ofreci en varias ocasiones a polemizar en la

    revista con Husley, pero ste siempre se neg, quiz debido a lo atareado que se encontraba

    siempre con sus quehaceres acadmicos.

    Pronto esa imagen de un darwinismo emancipador, alineado tanto contra el

    providencialismo como contra el antropocentrismo, empezaba a dejar paso a ese

    darwinismo social de discpulos aventajados como el propio Husley o Spencer, de los que

    derivaba una cosmovisin poltico-social que vea con buenos ojos la desigualdad y

    apoyaba la competencia para que la supervivencia de los ms aptos permitiera la evolucin

    de la sociedad.

    10

    El fragmento pertenece a una carta que Marx le enva a Engels el 18 de junio de 1862 y que demuestra que ya en esas tempranas fechas se haba disipado el entusiasmo con el que acoge en un principio las tesis del evolucionista britnico.

  • 12

    Una primaca de la competitividad con la tica relegada por el progreso y bienestar de

    unos pocos nos suena bastante cercana, no en vano el neoliberalismo del laissez faire

    se basa en ideas que ya en pleno siglo XIX desarrollaron economistas con bastante buena

    reputacin, como el norteamericano William Graham Sumner, que resuma as su

    programa:

    Las diferencias de clase resultan simplemente de los distintos grados de xito con que los hombres aprovechan las oportunidades que se les ofrecen. En vez de esforzarse por redistribuir las

    adquisiciones hechas entre las clases existentes, nuestro objetivo debe ser aumentar, extender

    multiplicar las oportunidades (...) Esta expansin no es una garanta de igualdad. Por el contrario,

    si hay libertad, algunos aprovecharn las oportunidades con entusiasmo y otros las

    desaprovecharn. Por tanto, cuanto, mayores sean las oportunidades, ms desigual ser la fortuna

    entre estas dos clases de hombres. As debe ser con toda justicia y toda razn. Si ampliamos las

    oportunidades aseguramos el crecimiento general y constante de la -civilizacin y el progreso de la

    sociedad por medio y a travs de sus miembros mejores11.

    Lejos de abandonar el viejo paradigma, el darwinismo social se ha rediseado para seguir

    ejerciendo su poder desde las sombras: hoy el campo de accin del libre mercado y

    sus instituciones es ms amplo si cabe y la supervivencia de parte del gnero humano y

    del planeta est en juego. Como nos recuerda Amery en Auschwitz, comienza el siglo

    XXI?12, haramos bien en no olvidarnos de que las tesis del darwinismo social que

    abrazara el nacionalsocialismo alemn dictando quin deba y quin no habitar nuestro

    planeta, no son fruto de una excepcin histrica afortunadamente superada en la era de los

    tribunales de derechos humanos y del fin de la historia13. Lo grave del asunto, y es ah

    donde haca hincapi Amery y lo que deberamos destacar nosotros, es que esas polticas

    para nada excepcionales en una Europa cuya construccin poco o nada tiene que ver con

    11 William Graham Sumner. What social classes owe to each other? Ohio: Caxton, 1883, 1952. 12 Vase Carl Amery. Auschwit, comienza el siglo XXI?: Hitler como precursor. Madrid: Turner, 2002. 13 As de optimista se mostraba un hegeliano como Fukuyama que en 1992 proclamaba al mundo el fin

    de las ideologas -sin rubor alguno- tras la cada del comunismo y la victoria final de las democracias liberales en un mundo globalizado regido por las leyes de la economa de libre mercado.

  • 13

    el relato humanista que gusta de darse a s misma, estn siendo hoy da llevadas a cabo por

    los principales centros de poder.

    Hemos visto que desde la oposicin al Estado, la defensa de la autogestin y la firme

    oposicin tanto a la autoridad como a una sociedad en la que no hay lugar para la tica ni

    para la solidaridad, los anarquistas unieron fuerzas con una propuesta utpica de base

    biolgica. Ahora veremos brevemente como las propuestas prcticas dirigidas a un mismo

    fin se articularon en torno a tres grandes familias societarias: el mutualismo, inspirado por

    Proudhon, el colectivismo, inspirado por un Bakunin que tuvo una gran influencia en la

    revolucin social espaola, y por ltimo el anarcocomunismo del propio Kropotkin que

    dar un paso ms all al criticar la teora del valor-trabajo y proponer la completa

    desaparicin del salario.

  • 14

    1.3 Anarquismo social vs anarquismo personal.

    He huido deliberadamente de una clebre clasificacin que dividira a los anarquistas en

    individualistas y societarios. He considerado que dicha clasificacin es anacrnica y no

    obedece al espritu de la poca, en el que hasta alguien como Proudhon, que en gran parte

    de los manuales de anarquismo es considerado un individualista, buscaba el equilibro entre

    los intereses del individuo por un lado y de la sociedad por otro. Hubo sin lugar a dudas un

    anarquismo personal o individualista, pero que jams atendi a las demandas de revolucin

    social y que estaba ms bien vinculado a movimientos de vanguardia llevados a cabo por

    personas bohemias, que centraban sus demandas en una mayor libertad sexual, en las

    innovaciones en el arte o en la forma de vestir. Considero que ese anarquismo individual

    alejado de la accin social y la poltica revolucionaria hizo mucho dao al movimiento

    anarquista al que aqu dirijo esta primera parte del trabajo y es cmplice de un descrdito

    ganado a pulso desde que estos hroes individualistas echaran ms lea al fuego

    cometiendo numerosos atentados en nombre de la propaganda por el hecho. Tal fue el

    caso por ejemplo de Leon Czolgosz14, que en 1901 asesin al presidente McKinley

    inspirado por un mitin de la anarcofeminista Emma Goldman. La propia Goldman cuenta

    en su autobiografa como recuerda al magnicida a la salida de un mitin como un tipo

    callado, reservado y enigmtico del que incluso sospecha que pueda ser un polica

    infiltrado. A Czolgosz no se le conoca en crculo anarquista alguno pero su accin sirvi

    para que el gobierno central iniciara una cruzada contra el anarquismo en su conjunto15que

    consigui su objetivo: entre la represin y los que en otra poca se sentan cercanos a las

    14 No deja de ser curioso, por otra parte, que asesinatos del mismo periodo cometidos por

    revolucionarios sociales rusos hayan sido olvidados con bastante celeridad. Entre otros muchos ejemplos, podramos citar a Bors Svinkov, miembro del Partido Socialista Revolucionario de Victor Chernov, responsable de los asesinatos ms espeluznantes de funcionarios de la Rusia zarista, tal y como l mismo relata en su novela El caballo amarillo publicada en Pars en el ao 1909. Como curioso es que nombres como los del propio Len Czolgosz o Ravachol, jams fueran aceptados en los crculos anarquistas. Al primero ni siquiera lo conocan, del segundo se consideraban sus acciones de robo o profanacin como muy alejadas de la ideologa.

    15 El acto de Czolgosz no ha hecho progresar en nada la causa del proletariado y de la revolucin; a Mc Kinley le sucede su igual, Roosevelt, y todo queda en el estado anterior, salvo que la posicin se ha vuelto un poco ms difcil para los anarquistas afirmaba Malatesta en Anarquismo y anarqua.

  • 15

    ideas de un anarquismo que ahora identificaban con puro terrorismo y por tanto preferan

    voluntariamente alejarse del mismo, pronto en un pas como EEUU en el que a principios

    de siglo XX acudan cientos de miles de personas a los mtines, el anarquismo mut en un

    fenmeno contracultural al tiempo que se alejaba cada vez ms su antiguo vnculo con una

    esfera pblica viable. Comparto las palabras de Bookchin:

    Ciertamente ya no es posible, en mi opinin, llamarse a s mismo anarquista sin aadir un adjetivo calificativo que lo distinga de los anarquistas personales. Como mnimo, el anarquismo social est

    radicalmente en desacuerdo con el anarquismo centrado en un estilo de vida, la invocacin

    neosituacionista del xtasis y la soberana del ego pequeoburgus cada vez ms marchito. Los dos

    divergen en los principios que los definen: socialismo o individualismo. Entre un cuerpo

    revolucionario comprometido de idea y prctica, por una parte, y el anhelo deambulante de placer

    y autorrealizacin personal, por otra, no puede haber ningn punto en comn. La mera oposicin

    al Estado podra muy bien unir al lumpen fascista con el lumpen stinerniano, un fenmeno que no

    carecera de precedentes histricos16.

    16 Murray Bookchin. Anarquismo social o anarquismo personal. Madrid: Editorial Virus, 2012, pg.102. Murray Bookchin se muestra muy crtico en este libro con todas las corrientes postmodernas,

    acusndolas de mero movimiento chic para pijoprogres occidentales, por lo que probablemente no le gustara nada formar parte de este trabajo. No puedo compartir su ridiculizacin de la postmodernidad, pero si rescatar por un lado su retrato del anarquismo individual como un pseudoanarquismo ms propio de liberales extremos (libs-libs o liberales libertarios) y por el otro sus enormes contribuciones a la ecologa social, que sern analizadas ms adelante.

  • 16

    1.4. El mutualismo de Proudhon.

    No deberamos ignorar la inmensa influencia de Pierre- Joseph Proudhon en el organizado

    movimiento anarquista que se constituy desde mediados del siglo XIX, por ms que uno

    de sus alumnos aventajados, como era Bakunin, no compartiera ni su defensa de la

    propiedad individual, ni sus idea del crdito mutuo que dio lugar al famoso Banco del

    pueblo.

    Los escritos del filsofo francs, siempre ambiguos y cercanos a la paradoja, nada tienen

    que envidiar a los de compatriotas del siglo XX como Blanchot o Derrida que, jugando con

    las facilidades que ofrece la lengua gala para recurrir a la homonimia o a la antinomia,

    tanto desconciertan a los traductores. Imposible tratar de analizar un sistema

    proudhoniano de los escritos de un autor que siempre huy de sistemas y dogmas, algo

    que como ya vimos ha sido una nota comn en los anarquistas desde entonces. Pero s que

    podemos analizar una serie de notas comunes, de faros que alumbraban su visin

    revolucionaria. El deseo de justicia, como no poda ser otra manera en un autor imbuido

    de la atmsfera ilustrada que se respiraba en toda Europa, es sin lugar a dudas el tema al

    que dedica la mayor parte de sus reflexiones. Consideraba que nada tiene lugar entre los

    hombres si no es en nombre del Derecho y que la justicia es la estrella central que gobernar

    la nueva sociedad revolucionaria.17

    Quizs el hombre no es bueno por naturaleza, pero lo que s tienen claro todos los

    anarquistas que aqu nos interesan, es que es al menos es social: son las instituciones

    17 Vase Pierre-Joseph Proudhon. De la justrice dans la rvolution et dans l'eglise, en Oeuvres compltes.

    Pars: 1935.

  • 17

    creadas por el hombre, como mostrar Godwin, las que perpetan la injusticia18. La idea

    de una justicia inmanente al hombre jams abandonar a Proudhon. Pero ntese que, el

    mismo Kant cuyos escritos bien conoca Proudhon, tras afirmar sin rubor la existencia de

    la perversidad de la naturaleza humana apelaba tambin al Derecho como el garante de

    una paz perpetua por venir, recordndonos que en los hombres hay una tendencia al bien

    moral que hace que las demandas de justicia jams puedan ser eliminadas, y que nuestros

    gobernantes tiendan siempre a enmascarar sus acciones para conseguir la aprobacin de

    los gobernados19:

    Si se considera la perversidad de la naturaleza humana, manifestada sin recato en las relaciones entre pueblos libres -contenida, en cambio, y velada en el estado civil y poltico por la coaccin

    legal del Gobierno-, es muy de admirar que la palabra derecho no haya sido an expulsada de la

    poltica guerrera por pedante y arbitraria. Todava no se ha atrevido ningn Estado a sostener

    pblicamente esta opinin. Acgense de continuo a Hugo Grocio, a Puffendorf, a Vattel y otros-

    triste consuelo!-, aun cuando esos cdigos, compuestos en sentido filosfico o diplomtico, no

    tienen ni pueden tener la menor fuerza legal, porque los Estados, como tales, no se hallan sumisos

    a ninguna comn autoridad externa. Citan a esos juristas sinceramente para justificar una

    declaracin de guerra, y, sin embargo, no hay ejemplo de que un Estado se haya conmovido ante el

    testimonio de esos hombres ilustres y haya abandonado sus propsitos. Con todo, el homenaje que

    tributan as los Estados al concepto de derecho -por lo menos de palabra-, demuestra que en el

    hombre hay una muy importante tendencia al bien moral. Esta tendencia, acaso dormida por el

    momento, aspira a sobrepujar al principio malo -que innegablemente existe-, y permite esperar

    tambin en los dems una victoria semejante. Si as no fuera, no se les ocurrira nunca a los Estados

    hablar de derecho, cuando se disponen a lanzarse a la guerra, a no ser por broma, como aquel

    prncipe galo que deca: La ventaja que la Naturaleza ha dado al ms fuerte es que el ms dbil

    debe obedecerle.20.

    18 Hay una sola regla a la que debemos obediencia universal; la regla de la justicia, que consiste en tratar a todo hombre segn corresponda a sus mritos y a su utilidad social; en actuar siempre de tal modo que resulte la mayor cantidad posible de bien general. Cuando hemos cumplido este deber, qu lugar queda para la obediencia? afirmaba Godwin en su Investigacin acerca de la naturaleza poltica (1793), la gran obra antigubernamental publicada en plena Revolucin Francesa y que tantos problemas tuvo para esquivar la censura. 19 Un buen ejemplo de lo que estoy diciendo es el nombre con que la administracin Bush bautiz su

    operacin militar en Irak: Justicia infinita. 20 Immanuel Kant. La Paz Perpetua. Madrid: Akal, 1998, pg. 22-23.

  • 18

    El espritu de la poca no slo se deja notar en la visin ilustrada que comparte Proudhon

    con Kant y sus coetneos: tambin se dejar llevar por la nueva atmsfera industrial. De

    hecho, usando un trmino tan en boca de nuestros polticos liberales actuales, podramos

    decir que Proudhon fue tambin un emprendedor. En Besanon, tras un periodo como

    oficial impresor se decidi a montar su propio negocio. El resultado era de esperar: un

    fracaso estrepitoso que llev a uno de sus socios al suicidio y a Proudhon a contraer una

    gigantesca deuda que jams saldara en lo que le quedaba de vida.

    Cuando Proudhon afirma que la propiedad es un robo, conviene matizar a qu clase de

    propiedad se refera. Ciertamente, una lectura superficial de su obra puede pasar por alto

    detalles muy importantes en la propuesta econmica proudhoniana. Maticemos pues la

    ambigua postura del autor francs.

    La propiedad es un robo para Proudhon? Depende. Si hacemos referencia a la de los

    medios de produccin o a la del propietario que no trabaja y se enriquece merced a la mano

    de obra de sus trabajadores, hemos de tomar la frase de manera literal. Pero Proudhon no

    denuncia la propiedad en s, sera una incongruencia en un hombre que haba levantado su

    propio negocio en Besanon, sino solamente sus abusos. En cambio para la posesin por

    parte del trabajador de aquello que produce, para la posesin de la vivienda o de las

    herramientas necesarias para ejercer su labor, Proudhon no tena ms que buenas palabras.

    Digo ms: en Proudhon ese tipo de propiedad es la piedra angular de su concepcin de la

    libertad y lo que le enfrentar a comunistas, ya sean de la familia autoritaria o libertaria.

    Pero no fue hasta su llegada a Lyon y su contacto con los obreros textiles de la ciudad

    cuando Proudhon tuvo la oportunidad de desarrollar el mutualismo. De hecho fueron estos

    trabajadores los primeros en denominarse mutualistas, organizados en una sociedad

    clandestina que no era la primera que conoca Proudhon, pero si ser la ltima. Estos

    obreros, entre los que no se contaba un solo intelectual , dejaron huella en Proudhon que

    a partir de entonces tuvo ms claro que nunca que su sitio estaba alejado de las lites y de

  • 19

    la burguesa intelectual que trataba de dirigir a las masas a su liberacin pero sin mezclarse

    demasiado con ellos.

    Cuando escribe sus Sistema de las contradicciones econmicas, su alejamiento de Marx ya

    es ms que evidente, en un texto que es toda una refutacin de las tesis del materialismo

    histrico que defendan tanto los hegelianos de izquierda, a los que comienza a leer

    Proudhon, como los marxistas. Su interpretacin de la historia como equilibro y no

    superacin de las contradicciones econmicas le acercaba al devenir que Nietzsche toma

    de Herclito y le alejaba de sus adversarios polticos. Contra Hegel escribe lo siguiente:

    La antinomia no se resuelve: ste es el reflejo principal de toda la filosofa hegeliana. Los dos trminos de los que se compone la antinomia se equilibran entre s o bien con otros trminos

    antinmicos; esto conduce a nuevos resultados21.

    Por medio de Proudhon, parece que nos estemos remontando ni ms ni menos que al siglo

    V antes de Cristo, hasta la ciudad de feso, lugar de nacimiento de un extrao filsofo

    apodado el Oscuro, olvidado durante siglos y que volva ahora a hacerse escuchar:

    Quiz la naturaleza ame a los contrarios y sepa sacar de ellos la armona, mientras que no se interesa por sus semejantes. As une al macho y a la hembra, y no aproxima a los seres de un mismo

    sexo. Ha compuesto la concordia original con los contrarios, y no con los semejantes. Resulta que

    el arte, al imitar la Naturaleza, hace lo mismo. El arte de la pintura, en efecto, al mezclar el blanco

    y el negro, el amarillo y el rojo, logra imgenes conformes con el original. La msica, al mezclar

    las notas agudas y graves, largas y breves, logra una sola armona en sonidos diferentes22.

    Resumamos los cuatro grandes puntos de la propuesta proudhoniana:

    1. Rechazo frontal del Estado y del gobierno.

    2. Igualdad (no eliminacin) de la propiedad.

    3. Libertad de crdito

    4. Libre asociacin contractual en la que todas las mercancas producidas por las

    asociaciones obreras debern medirse por la cantidad de trabajo necesaria para producirlas.

    21 Proudhon, De la justrice dans la rvolution et dans l'eglise, en Oeuvres compltes. Pars: 1935,

    pg.148. 22 Jean Brun. Herclito. Madrid: Biblioteca Edaf, 1976, pg175.

  • 20

    Su Banco del pueblo, fundado en 1849, logr obtener 20000 miembros en apenas seis

    semanas, aunque desapareci rpidamente. Su funcin era sencilla: sin cobrar intereses,

    deba asegurar la buena marcha de las asociaciones obreras de produccin mediante los

    prstamos que fueran necesarios. Adems, aceptara los bonos de trabajo con los que

    sera retribuido el trabajo de las asociaciones obreras y los trabajadores podran comprar

    en tiendas sociales a precio de costo calculado en horas de labor.

    Su sistema mixto recibir crticas por igual de los liberales por un lado y de los

    comunistas libertarios por otro. La remuneracin al trabajador basada en horas de trabajo

    no se sostena, pues 2 intensas horas de trabajo pueden valer ms que 4 ms relajadas, sin

    entrar siquiera a valorar los intangibles de la teora del valor, como la formacin, los

    deberes familiares del obrero, las necesidades de la sociedad etc. Adems, su rgimen

    asalariado no libera al trabajador de la esclavitud de la comunidad que compra y fiscaliza

    su fuerza de trabajo. Se le pague al trabajador con billetes que tengan impresos los rostros

    de los ex presidentes norteamericanos o con bonos de trabajo, el salario esclaviza igual,

    como le criticaron los comunistas libertarios. Pero antes dejemos pasar unos aos y

    adentrmonos en un colectivista que no sera an lo suficientemente radical como para

    dirigir sus dardos envenenados al santificado binomio trabajo/salario.

  • 21

    1.5.El colectivismo de Bakunin

    Me gustara repetir algo que nunca me parecer haber recalcado lo suficiente: muchas veces

    tendemos al pensamiento mesinico. Ese defecto, menos acusado en muchos anarquistas,

    no ha privado al movimiento libertario de dotar a algunos de los hombres que hicieron

    historia con una aureola casi mstica de hroe de la causa revolucionaria. Contaron con ella

    los mrtires de Chicago, por su injusta pero valiente forma de afrontar la pena de muerte23,

    y tambin cont con ella un Bakunin que quiz no contaba con la facilidad para escribir de

    Kropotkin, ni con la inteligencia de Marx, pero que llev al lmite la mxima anarquista,

    tan alejada del idealismo alemn, de que pensamiento y accin van indisolublemente

    ligados. Sin embargo, pocos tienen en cuenta que Bakunin, el Bakunin de las barricadas,

    tuvo una formacin hegeliana y que, pese a su posterior adhesin al anarquismo, esa

    influencia jams le abandonar haciendo buena la famosa frase del propio Hegel: Todos

    somos hijos de nuestro tiempo.

    23 George Engel, Adolf Fischer, Albert Parsons, August Vincent Theodore Spies y Louis Lingg fueron

    ejecutados en la horca el 11 de noviembre de 1887 en un vergonzoso juicio lleno de irregularidades en el que ni siquiera pudieron demostrar que se encontraran en el multitudinario mitin de Haymarket en el que estall la bomba. Slo se prob que uno de los condenados se encontraba presente, pero difcilmente pudo lanzarla ya que era el orador en el momento en el que se lanz. El juicio se convirti ms en un juicio a sus ideas que a sus actos, el jurado se form con hombres de negocios y un pariente de uno de los policas muertos y el propio fiscal afirm: "La ley est en juicio. La anarqua est en juicio. El gran jurado ha escogido y acusado a estos hombres porque fueron los lderes. No son ms culpables que los miles que los siguieron. Seores del jurado, condenen a estos hombres, denles un castigo ejemplar, ahrquenlos y salven nuestras instituciones, nuestra sociedad". La valenta y solidaridad con la que afrontaron la pena, con Spies, Engel, Parsons y Fischer entonando la marsellesa anarquista en su camino a la horca, les convirti automticamente en mrtires del anarquismo, a su cortejo fnebre acudieron ms de medio milln de personas y cada 1 de mayo son recordados por los trabajadores de casi todo el mundo (no en EEUU) como smbolo de la dignidad de su clase. As pues, el carcter de ejemplaridad que quera dar el gobierno a este juicio y a la ejecucin pblica de 5 de los 8 acusados les sali mal, reforzando a los enemigos del orden. Hoy da ya no se ejecuta pblicamente precisamente para evitar este efecto, tal y como analiza Foucault con claridad meridiana en Vigilar y castigar.

  • 22

    Si atendemos a la primera etapa de Bakunin, sorprender quiz encontrarle entre los fieles

    seguidores de Stankevich y su crculo de hegelianos ortodoxos. En esta primera etapa,

    Bakunin absorber la filosofa hegeliana y debido a su fuerte personalidad se terminar

    convirtiendo en el dirigente de los hegelianos moscovitas. Su rebelin apenas tomaba

    fuerza en el ambiente familiar, pues se mantena fiel al rgimen zarista. Pero Bakunin,

    siempre inquieto intelectualmente, pide a gritos ayuda econmica para colmar su sed

    filosfica viajando, como no, a Berln. Sin embargo no fue en Berln, sino en Dresde, dnde

    Bakunin conocer a una de sus principales influencias, otro hegeliano: Arnold Ruge. El

    que fuera despus ntimo colaborador de Marx, era en la poca en que lo conoci Bakunin

    ms hegeliano que Hegel, llevando a ste al extremo para afirmar que el mtodo

    dialctico serva para demostrar que lo real, lo realmente real, es el devenir; la revolucin

    y no la reaccin. Su fase metafsica haba tocado a su fin pero Bakunin seguir influenciado

    muchos aos por Hegel, aunque no lo nombre, y sobre todo por Feuerbach.

    Pero los aos que ms nos interesan son los de su madurez: a partir de 1861. Bakunin ha

    asistido a los acontecimientos de 1848, ha estado preso en Sajonia, confinado en Siberia...

    Y ha tenido tiempo para elaborar su atesmo materialista en lo filosfico, su colectivismo

    en lo econmico. Contrariamente a lo que suele ser habitual, Bakunin gir desde posiciones

    muy conservadoras hasta el anarquismo colectivista revolucionario ya entrado en su

    madurez.

    Propiedad privada, Estado y Religin son las tres horribles caras del terrible monstruo

    tricfalo que hay que combatir en opinin de Bakunin, de ah que uno de los pocos libros

    que nos ha dejado el ruso lleve por ttulo: Federalismo, socialismo y antiteologismo. Siendo

    el estado burgus el garante de la propiedad privada (y por ende, de la desigualdad y la

    injusticia social) y la religin la fiel aliada de todo gobernante para ensear a los

    gobernados por medio del culto religioso la resignacin, la paciencia, y la sumisin, es cosa

    clara que para alcanzar el fin (socialismo) hemos de abolir la propiedad privada y valernos

  • 23

    de dos medios revolucionarios: el atesmo y la organizacin federalista. Respecto al

    primero, no puede ser ms claro:

    Ninguna transformacin poltica y social se ha hecho en el mundo sin que haya sido acompaada y a menudo precedida por un movimiento anlogo en las ideas religiosas que dirigen la conciencia,

    tanto de los individuos como de la sociedad... Desafiamos a quin quiera que sea a salir de ese

    crculo, y ahora que se elija. Por otra parte, la historia, no nos demuestra que los sacerdotes de

    todas las religiones, exceptuados los de los cultos perseguidos, han sido siempre los aliados de la

    tirana? Y estos ltimos, aun al combatir y al maldecir los poderes que le son contrarios, no

    disciplinan a sus propios creyentes en vista de una tirana nueva? La esclavitud intelectual de

    cualquier naturaleza que sea, tendr siempre por corolario la esclavitud poltica y social () La destruccin de las ideas y de los cultos religiosos es una de las (tareas) ms urgentes, porque, en

    tanto que las ideas religiosas no sean radicalmente extirpadas de la imaginacin de los pueblos, la

    completa emancipacin popular ser imposible24.

    Respecto al federalismo, las geniales contribuciones de Bakunin a una idea ya presente

    pero escasamente desarrollada por Proudhon, llegaron en el Congreso de 1867 de Ginebra

    y se hallan recogidas en los 13 puntos de Federalismo, socialismo y antiteologismo. A

    diferencia de lo que suceda con su predecesor, Bakunin acaba con todo rastro de

    ambigedad criticando con dureza la contradiccin implcita en el hecho de aceptar la

    competencia como principal motor de la asociacin de trabajadores. Como indica George

    Woodcook:

    Aunque Bakunin en trminos de Kropotkin no era comunista, difera de Proudhon en que tom la asociacin, que ste haba aceptado de mala gana, como un medio para tratar con la industria a gran

    escala, y la convirti en un principio fundamental de la actividad econmica. El grupo de

    trabajadores, la colectividad, ocupa el lugar del trabajador individual como unidad bsica de

    organizacin social. Con Bakunin la principal corriente del anarquismo se aleja del individualismo,

    incluso en su mitigada forma proudhoniana. Ms adelante, durante las sesiones de la Internacional,

    los seguidores colectivistas de Bakunin habran de oponerse a los seguidores mutualistas de

    24 Mijail Bakunin: Consideraciones filosficas. Madrid: Editorial Aguilera, pag.79-80.

  • 24

    Proudhon -los otros herederos de la anarqua- en lo relativo a la cuestin de la propiedad y la

    posesin25.

    En el Congreso de la Internacional de Basilea del ao 1869 se produjo el definitivo cambio

    de escenario. Si bien los cuatro aos anteriores el conflicto fundamental era entre

    mutualistas y no mutualistas, a partir de entonces el conflicto irresoluble se plante entre

    los seguidores de Marx y los de Bakunin, de los que nacen las dos familias de comunistas

    enfrentadas hasta la fecha: los autoritarios y centralistas, defensores de un necesario

    periodo de transicin en el que el Estado perdurara bajo la forma de la dictadura del

    proletariado, y los libertarios, defensores del federalismo descentralizado, de la asociacin

    libre de abajo a arriba y de la completa destruccin del Estado, por considerar que era

    preferible cierto caos temporal a los males de los que no puede escapar ningn gobierno:

    Hasta un rebao de ovejas resistira la vana sutileza del Estado, sino fuera por los mtodos opresivos, tirnicos y corruptos que utiliza para servirse de sus propsitos. Por lo tanto, Bakunin

    repudia el Estado, le ve como sinnimo de la entrega de la libertad del individuo o de las pequeas

    minoras,--la destruccin de la relacin social, la restriccin, o hasta la completa negacin, de la

    vida misma, para su engrandecimiento. El Estado es el altar de la libertad poltica y como el altar

    religioso, es mantenido para el propsito del sacrificio humano26.

    25 George Woodcook. El anarquismo. Barcelona: Editorial Ariel, 1979, pg.154. 26 Emma Goldman. Anarquismo: lo que significa realmente. Marxists Internet Archive, enero de 2010 :

    https://www.marxists.org/espanol/goldman/1910/002.htm (Consultado el da 1 de junio de 2014).

  • 25

    1.6. Los comunistas libertarios.

    El comunismo libertario no supone tampoco un cambio radical con el colectivismo

    defendido por los seguidores de Bakunin, pero s que plantea cuestiones fundamentales con

    las que no se haba atrevido la generacin anterior, quiz demasiado influida por el

    romanticismo que dominaba el ambiente intelectual de los aos 40 y por la filosofa

    hegeliana. As, esa visin apocalptica de nueva sociedad que deba nacer de la completa

    destruccin de la actual, fue dejando paso a una visin del cambio revolucionario de corte

    ms natural y menos traumtica, apoyada en las teoras evolucionistas y en el pacfico e

    imperturbable carcter de un quiz muy optimista Kropotkin que, junto a Rclus y Cafiero,

    presentaron oficialmente su doctrina econmica anarco-comunista a la Federacin del

    Jura en el ao 1880.

    La principal objecin que le hacan los recin nacidos anarco-comunistas a los colectivistas

    era su teora del valor-trabajo. En la obra de Carlo Cafiero, Anarqua y comunismo

    encontramos el texto que se present al Jura. Fue publicado por primera vez en Le

    rvolt27y all Cafiero y compaa dirigen los primeros reproches a la mxima a cada cual

    segn su trabajo de unos colectivistas que en opinin de estos, continuaban la tradicin

    de idealizacin del trabajo. La historiadora francesa Claude Moss no podra explicar

    mejor, en su libro El trabajo en Grecia y Roma, aquello a lo que nos referimos:

    En el cristianismo primero y en el socialismo despus se ha manifestado una idealizacin del

    trabajo. Ganars el pan con el sudor de tu frente, Trabajadores de todo el mundo: unos. Ambas

    frases resumen una actitud de pensamiento que otorga al trabajo un valor absoluto, redentor o

    27 Le Rvolt fue un peridico fundado en Ginebra en el ao 1879 por Kropotkin, Dumartheray y Herzig.

    Desapareci en el ao 1894 dejando atrs 15 aos de colaboraciones constantes en la difusin del anarco-comunismo

  • 26

    justificador. El hombre se ve condenado a trabajar para poder sobrevivir, pero el trabajador sublima

    la condena obteniendo de ella gloria y dignidad. En el mundo socialista el intelectual se considera

    ante todo un trabajador y en el Este, como en el Oeste, la mujer ve en el trabajo el instrumento

    de su liberacin. La pereza y la ociosidad son vicios o privilegios que es necesario destruir28.

    En mi opinin, y frente a la visin de una Humanidad redimida por la clase trabajadora, el

    valor de la diferente cosmovisin que empieza a operar en estos autores reside en su

    apologa del ocio y la bsqueda de un trabajo atractivo, quiz necesario pero ni mucho

    menos redentor. En tanto que el legado de la humanidad es una colectividad de la que es

    imposible medir la aportacin de un slo individuo particular, ha de ser disfrutado

    colectivamente. El famoso a cada uno segn su trabajo es sustituido por el a cada uno

    segn sus necesidades al que Kropotkin da forma en La conquista del pan. El ocio es

    tan necesario como el pan para la germinacin del espritu humano, como bien saba el

    gegrafo ruso:

    El hombre no es un ser cuya nica finalidad sea en la vida comer, beber y buscarse un cobijo. Tan pronto como sus necesidades materiales estn satisfechas, otras necesidades, que hablando en

    general pueden ser descritas como de naturaleza artstica, se hacen sentir. Estas necesidades son

    muy variadas; difieren de individuo a individuo y, cuanto ms civilizada es la sociedad, ms se

    desarrolla la individualidad y ms varan los deseos29.

    El origen de la sociedad de consumo actual est en la conversin voluntaria de las masas

    al trabajo asalariado, conversin que cont con la complicidad de los colectivistas segn

    28 Claude Moss. El trabajo en Grecia y Roma. Madrid: Akal, 1980, pg.7. 29 Piotr Kropotkin. La conquista del pan. Buenos Aires: Libros de Anarres, 2005, pg. 107.

  • 27

    denuncia la rama anarco-comunista. Estaba naciendo el animal laborans contra el que

    slo se rebelaban unos pocos:

    La exaltacin de la productividad derivada de la Revolucin industrial, que posibilit un incremento de los bienes de consumo, transform la labor en la actividad mediante la cual se

    constituye lo humano. Frente a la vida contemplativa, Marx opuso el ideal de una humanidad

    socializada, donde labor y trabajo se identifican al servicio de una nica tarea: garantizar el proceso

    de la vida. Se invierte de este modo la jerarqua establecida por los antiguos. Slo las profesiones

    con utilidad pblica poseen dignidad, mientras las ocupaciones liberales pierden su prestigio. La utopa marxista se limita a establecer un orden poltico capaz de reproducir el orden biolgico de

    la vida. Este planteamiento no frustra las tendencias ilustradas de Marx, que le llevan a especular

    con un porvenir donde la revolucin emancipe al hombre de la labor, sustituyendo el reino de la

    necesidad por el reino de la libertad. No puede ser de otro modo, pues el reino de la libertad slo comienza donde cesa la labor determinada por la necesidad. Esta fundamental y flagrante contradiccin afecta a la totalidad del pensamiento marxista. En todas las fases de su obra, Marx define al hombre como animal laborans y luego le lleva a una sociedad en que su mayor y ms humana fuerza ya no es necesaria. Nos deja con la penosa alternativa entre esclavitud productiva y

    libertad improductiva. Marx no repara en que lo genuinamente humano no se define por la labor, sino por el discurso30.

    Resumamos, tal y como hicimos con Proudhon, en un esquema lo ms sencillo posible en

    qu consiste esta unin entre comunismo y anarquismo para ir concluyendo esta primera

    parte:

    1.Clara oposicin a la propiedad privada, por considerarla origen de la desigualdad.

    2. Oposicin al capitalismo.

    3. Oposicin a la propiedad estatal restrictiva, que no se contempla como alternativa seria

    al sistema capitalista por considerarse reverso de una misma moneda.

    30 Rafael Narbona. Hanna Arendt : La condicin humana: http://rafaelnarbona.es/?p=439 (Consultado el

    24 de mayo de 2014).

  • 28

    4. Sistema de cooperacin voluntaria. El ejemplo del sistema postal (mismo ejemplo que

    utilizaba Ivan Ilich a menudo) y de los sistemas ferroviarios se puede extender a cualquier

    mbito.

    5. Colectivizacin de los medios de produccin :

    a) Distribucin libre.

    b) Abolicin del sistema salarial en todas sus formas.

    Pese a que a partir de la exposicin ante la Federacin del Jura rpidamente las doctrinas

    anarco-comunistas ganaron adeptos en el slido movimiento anarquista suizo e italiano, en

    Espaa, el otro bastin del movimiento anarquista en Europa, siguieron relativamente

    fieles a las ideas colectivistas de Bakunin. Digo relativamente porque cuando estall la

    revolucin social, en plena guerra civil, los anarquistas espaoles tuvieron que adoptar

    decisiones a veces contradictorias forzados por la marcha de los acontecimientos y por la

    idiosincrasia de las diferentes regiones colectivizadas. Parece que muchos no vean con

    malos ojos al anarco-comunismo, pero las circunstancias aconsejaban una primera fase de

    preparacin haca el mismo marcada por el xito de las colectividades. En cualquier caso

    y gracias a esa actitud pragmtica que les hizo aprender de los errores que cometieron en

    Rusia los libertarios de una generacin anterior, los anarquistas espaoles consiguieron

    sentar un histrico precedente en la Europa del siglo XX, demostrando que las doctrinas

    que hemos tratado slo pueden servir de apoyo en la construccin de una nueva sociedad

    pero que cuanto menos fieles se muestren al dogma los hombres y mujeres que emprendan

    el camino ms fcilmente sabrn adaptarse a las complejas circunstancias en pro de un

    objetivo: la libertad , definida en los trminos de Bakunin:

    "Yo no soy verdaderamente libre ms que cuando todos los seres humanos que me rodean, hombres

    y mujeres, son igualmente libres. La libertad de los dems, lejos de restringir o de negar mi libertad,

    es, por el contrario, su condicin necesaria y su confirmacin. Me vuelvo libre, en el verdadero

    sentido, slo gracias a la libertad de los dems: cuanto mayor es el nmero de personas libres que

    me rodea y ms profunda y ms grande y extensa su libertad, ms profunda y mayor se torna la

    ma. Por el contrario, es la esclavitud de los hombres la que establece una barrera para mi libertad,

    su bestialidad implica la negacin de mi humanidad porque, lo repito nuevamente, puedo

    considerarme una persona libre slo cuando mi libertad, o sea, mi dignidad y mi derecho humano,

    cuya esencia es no obedecer a nadie y seguir la gua de mis propias ideas, es reflejada por la

    conciencia igualmente libre de todos los hombres y vuelve a m, confirmada por el asentimiento de

  • 29

    todos. Mi libertad personal, as confirmada por la libertad de todos los dems, se extiende al

    infinito31.

    31 Mijail Bakunin, Dios y el Estado. Proyecto Espartaco 2000-2002, pg.54:

    http://metalmadrid.cnt.es/cultura/libros/mijail-bakunin-dios-y-el-estado.pdf (Consultado el 1 de junio de 2014).

  • 30

    2. La postmodernidad.

    2.1 Los tiempos postmodernos. Del irracionalismo new age a la superacin de las

    dicotomas.

    Si nos encontramos con dificultades para tratar de dar una definicin aproximada del

    anarquismo, stas se van a multiplicar a la hora de abordar un campo tan amplo, polmico

    y a menudo contradictorio como es el de la postmodernidad.

    Si bien es harto complicado hablar de postmodernidad, pues es un concepto en el que entran

    en juego mltiples variables (culturales, artsticas, filosficas etc.), podemos afirmar,

    parafraseando a Ortega, que se trata de el tema de nuestro tiempo. Multitud de estudios

    se han consagrado desde los aos 70 del siglo XX al respecto y tan pronto ha sido

    reivindicada como fuertemente atacada. De lo que no cabe duda ya es que vivimos en los

    tiempos postmodernos y de que estos requieren de soluciones postmodernas que huyan

    de los grandes relatos autolegitimadores del siglo XX. Unos tiempos que lejos de ser

    sntoma de que el proyecto de la Modernidad requiere ser enderezado y nuevamente

    reivindicado porque no se ha conseguido llevar del todo a cabo, sealaran ms bien todo

    lo contrario: el fracaso de la Modernidad y del proyecto ilustrado y la imperiosa necesidad

    de transformar el escepticismo en movimientos de resistencia descentralizados, antes de

    caer en el reverso tenebroso de la postmodernidad: un nihilismo caracterizado por la tica

    del slvese quien pueda, un individualismo exacerbado y la recuperacin de la

    religiosidad por medio de una ridcula espiritualidad new age.

    No voy a negar pues que tanto el irracionalismo como el neoconservadurismo o el

    nihilismo forman parte del diagnstico de los males que nos acechan en el siglo XXI. Pero

    no hay que olvidar que todas estas respuestas, fruto del desencanto a travs del cual vemos

  • 31

    el mundo tras la cada de las grandes utopas, son promovidas y alentadas desde las lites

    para eliminar la capacidad de movilizacin e imponer las relaciones mercantiles hasta all

    donde permaneca el ltimo reducto de relaciones comunitarias sin invadir.

    Que los autores que reivindicamos desde mayo del 68 para complementar y enriquecer el

    movimiento anarquista se hayan rebelado contra esa razn moderna que nos ha vendido

    la ilusin del progreso no significa sin ms, como afirman algunos, que tengamos que caer

    en un irracionalismo que nos cuele nuevos dolos sin darnos tiempo para enterrar a los

    antiguos, ni que estemos obligados a llenar el vaco religioso con supercheras

    primitivistas. Oponerse a la razn moderna o a la dicotoma razn/sensibilidad no es

    sinnimo de irracionalidad, pues en el fondo, no hay mayor irracionalidad y ah radica la

    paradoja que denunciamos, que en el modelo de abstraccin racionalista moderno. No hay

    un afuera de la razn que trate de invertir la oposicin que se denuncia, se trata ms bien,

    siguiendo a Derrida, de invertir las jerarquas para neutralizar sus efectos. O en una palabra,

    se trata de deconstruir32.

    32 Para profundizar en la deconstruccin y en la propuesta derridiana vase Geoffrey Bennington. Jacques

    Derrida par Geoffrey Bennington et Jacques Derrida. Paris: Editions du Seuil, 1991.

  • 32

    2.2 La modernidad. Descartes. Shakespeare nos habla a nosotros.

    Si el post- de la postmodernidad remite ineludiblemente a la Modernidad, hemos de

    analizar qu sucede en ese periodo histrico que tan familiar nos resulta a los hombres y

    mujeres del siglo XXI.

    Los siglos XV y XVI suponen una radical ruptura con el periodo medieval. Si el hombre

    de finales del siglo XXI se siente perdido y desorientado, en un mundo de antiguas certezas

    y de falsas promesas que parece desmoronarse trgicamente, no parece que el momento

    histrico en el que nace la Modernidad diste mucho de esa imagen de zozobra universal,

    de incertidumbres ante la constatacin de que el viejo mundo se va para siempre y el nuevo

    est por construir:

    Los avances cientficos (el hombre ya no era el centro de la Creacin), los descubrimientos geogrficos (Amrica), las evoluciones sociolgicas (urbanizacin, sobretodo en Italia), las

    conmociones econmicas (capitalismo mercantil) y las guerras civiles teolgico-polticas (por

    todas partes) pudieron con el antiguo cosmos. Y no se inventaron divinidades modernas que

    volvieran a dar sentido y forma al universo.

    El viejo mundo haba dejado de existir, el mundo futuro no exista todava: el hombre se mova en

    un intervalo, descentrado, dislocado, deslocalizado, positivamente indeterminado. Nada es seguro,

    todo se torna posible33.

    Pronto la ciencia moderna llenara ese vaco y Descartes inaugurara el modelo racionalista

    imperante hasta nuestros das. Pero, tal y como seal Koyr, no son los descubrimientos

    cientficos lo que nos hacen cambiar de paradigma, sino ms bien los presupuestos

    metafsicos y filosficos que sustentan la diferente cosmovisin:

    Galileo sabe que la experiencia o si puedo permitirme emplear la palabra latina, el experimentum, para oponerlo justamente a la experiencia comn, a la que no es ms que observacin que el experimentum se prepara, que el experimentum es una pregunta hecha a la naturaleza, una pregunta

    hecha en un lenguaje muy especial, en el lenguaje geomtrico y matemtico; sabe que no basta

    observar lo que existe, lo que se presenta normal y naturalmente a los ojos, que hay que saber

    formular la pregunta y que adems hay que saber descifrar y comprender la respuesta, es decir,

    aplicar al experimentum las leyes estrictas de la medida y la interpretacin matemtica34.

    33 Raphal Glucksmann. Mayo del 68; Por la subversin permanente. Madrid: Editorial Taurus, 2008,

    pg.202-3. 34 Alexandre Koyr. Del mundo cerrado al universo infinito. Mxico: Siglo XXI, 2000, pg.50.

  • 33

    Contra la ciencia del sentido comn de los antiguos se levanta la nueva ciencia universal

    de la abstraccin:

    En lo fundamental, se podra trazar la gnesis histrica de la ciencia moderna sin aducir en momento alguno una experiencia como fundamento de un cambio de modelo. En cualquier caso,

    ninguno de los principios que configuran como tesis fundamentales la ciencia moderna es

    comprobable empricamente, y ello no slo por el carcter de universalidad, sino tambin porque

    incluso la pretensin de verificar el cumplimiento en un caso concreto carece de sentido35.

    Descartes inaugura pues la Modernidad presentando como paradigma de conocimiento las

    rigurosas demostraciones geomtricas de Platn y devaluando la experiencia y la

    sensibilidad, en beneficio del saber terico. La operacin es sencilla: puesto que la

    legitimidad de un enunciado consiste en la certeza, y sta a su vez en la indubitabilidad, y

    la experiencia siempre nos puede engaar, hemos de encontrar otro camino que nos permita

    desterrar todo atisbo de duda. Y si puedo dudar de todo, incluso de que todo esto sea un

    sueo, de mi cuerpo o de mis manos, hay una cosa que jams podr soar ni imaginar: un

    tringulo cuya suma de sus ngulos no de 180 grados. Descartes encuentra en la geometra

    la infalibilidad que no encontr en la experiencia y eleva lo que contiene sta para construir

    una mathesis universalis, principio de orden y medida. Es maravilloso: el hombre no

    necesita salir fuera de s para encontrar la verdad:

    La verdad la encuentra nuestra razn, la descubre. Pero para ello, no necesita salir fuera de s, buscarla y recibirla de realidades externas; la encuentra en s misma, como realidad interior que

    ella intuye, instalada en su ser por el acto mismo de Dios creador. Este es el significado y la

    importancia de la doctrina cartesiana de las ideas innatas36

    El mundo fsico deba pues ser reducido a leyes fsico-matemticas, nicas susceptibles de

    verdadero conocimiento. La ruptura moderna entre razn y naturaleza tiene consecuencias

    gravsimas tanto para el mundo social como para el mundo natural en el que el hombre est

    irremediablemente inmerso.

    35 Felipe Martinez Marzoa, Historia de la Filosofa II. Madrid: Akal pg.27. 36Eustachio Paolo Lamanna. Historia de la filosofa. v. 3, De Descartes a Kant. Buenos Aires: Librera

    Hachete, 1964, pg.72.

  • 34

    En medio de ese caos premoderno Shakespeare escribi varias obras que hoy nos

    siguen hablando a nosotros. Mucho antes de que Nietzsche anunciara la muerte de Dios,

    Shakespeare anunci la muerte de los Reyes: En el nombre del Cielo, sentmonos en la

    Tierra y narremos la triste historia de la muerte de los reyes37. Nietzsche cuando mataba

    a Dios en realidad no estaba haciendo otra cosa que matar todo principio ltimo de sentido

    y en ltima instancia el garante absoluto de la identidad del yo responsable. Shakespeare

    no estaba matando slo a un rey en Ricardo III: estaba matando a todos los reyes, estaba

    matando la propia idea de rey:

    Teniendo a Dios y su conciencia, y ese fnebre obstculo contra m! Y yo, sin amigos que

    amparen mi causa, a no ser el diablo en persona y algunas miradas de soslayo! Y an la conquisto!

    El universo contra la nada!38.

    Los grandes relatos que denuncia Lyotard en La condicin postmoderna estaban

    destinados a su rotundo fracaso antes de su nacimiento. Hicimos mal tomndonos ms en

    serio a Descartes que a Shakespeare. Desde el siglo XVI no experimentbamos tantos

    cambios a una velocidad tan grande pero hoy vivimos una gran diferencia: la amenaza de

    aniquilacin total est muy presente. La solucin a nuestros problemas no pasa por

    promover un giro a las cavernas ni por apagar las luces durante una hora al ao por

    reclamo institucional39 , gesto que puede aliviar nuestras conciencias pero inocuo si no

    comprendemos que la hora del planeta es aqu y ahora y que nuestro sistema est

    financiando un ecologismo light de corte estatista movido por los intereses del capital

    para adormecer las conciencias.

    37 Shakespeare, Ricardo II, III, 2. 38 Shakespeare, Ricardo III, I, 2. 39 Obviamente me estoy refiriendo a La hora del planeta, accin impulsada cada ltimo sbado de marzo

    desde el ao 2008 por la ONG WWF y que cuenta con respaldo gubernamental en gran parte del Norte desarrollado.

  • 35

    2.3 El anarquismo clsico vctima del mito del progreso. Necesidad de

    superar el economicismo.

    Vimos en la primera parte de este trabajo, cuando abordamos a los autores anarquistas

    clsicos, que stos no haban constituido una excepcin a la cosmovisin ilustrada, con su

    fe en el progreso y en la ciencia y su desatencin a los lmites medioambientales y de

    recursos que un modelo productivo de crecimiento infinito acarreaba. La falacia

    econmica, expresada con meridiana claridad por Polanyi en La gran transformacin40

    se haca eco del peligro que ocasionaba a los hombres y a nuestro propio entorno el

    participar ciegamente de una visin puramente economicista, que nace de la mano de la

    revolucin industrial y que, pese a que es ms evidente en Marx, tambin afectaba a sus

    contemporneos anarquistas.

    Aunque el grado de responsabilidad de los comunistas libertarios que, recordemos, llevaron

    a cabo una tmida pero muy meritoria desvalorizacin del trabajo y de los anarquistas

    sociales en general con su reivindicacin de intangibles tales como el apoyo mutuo o la

    cooperacin, fue menor en comparacin con el de liberales o marxistas, no podemos pasar

    por alto el hecho de que tambin ellos se comportaron en muchas ocasiones ms como

    economistas que como filsofos. Recordemos sin embargo una vez ms que Kropotkin le

    reproch a los anarquistas anteriores a su generacin que no se poda abolir la propiedad

    privada para a continuacin reafirmarla manteniendo los salarios, esto es, una organizacin

    de la produccin y el consumo que nace de la propiedad privada. Nada ms radical que la

    propuesta de abolir el dinero de los anarcocomunistas. Si partiramos, como en La

    conquista del pan del consumo y no de la produccin, tendramos tiempo para dejar de

    producir como dementes y pararnos a pensar en lo que necesitamos, y en el mismo proceso

    reflexionar sobre el propio concepto de necesidad. Y quiz incluso habra tiempo para

    descansar y disfrutar de lo producido sin que se nos acusara de parar la economa, generar

    paro, pobreza y frenar el crecimiento. Es hora de devolver a la economa al lugar que se

    merece, contenerla y ponerla al servicio del hombre y no a ste al servicio de aquella.

    40 Vase Karl Polanyi. La gran transformacin: los orgenes polticos y econmicos de nuestro tiempo.

    Segunda parte, Captulo V: La evolucin del modelo de mercado. Mxico: Fondo de cultura econmica, 2011.

  • 36

    El drama de las tesis que Lyotard extenda a la sociedad en su conjunto en La condicin

    postmoderna es que su realizacin radica en su fracaso. Recordemos las principales tesis

    que esgrima el autor francs, en un informe que redacta por encargo y que, sin pretenderlo,

    se termin convirtiendo en el manifiesto por lo general mal comprendido, del inicio de la

    postmodernidad.

    La postmodernidad se resuma en la prdida de fe en los grandes relatos, y entre ellos el de

    emancipacin y en la importancia de la dimensin pragmtica del lenguaje: el lenguaje no

    slo seala inocentemente un mundo, es capaz de crear mundo. Como seal Austin en sus

    famosas conferencias de Harvard en el ao 195541, hay un tipo de expresiones que no

    enuncian una accin, sino que la constituyen. El ejemplo clsico al que se suele aludir

    cuando explicamos en que consiste eso de la performatividad es el del juez que al

    declarar Yo os declaro marido y mujer constituye al matrimonio. Es una clase de

    enunciado muy diferente al del tipo Eso es una manzana y, desde Barthes y Derrida la

    escritura, hasta entonces considerada inferior al habla en virtud del orden logocntrico de

    oposiciones binarias, pasa a ser considerada una forma de hacer, de producir distintas

    realidades. Comienzan los estudios de la semitica del poder, de la relacin entre saber y

    poder y la nueva militancia de los discursos que desde la inversin de dichas oposiciones,

    tratan utilizar la performatividad lingstica para combatir o minimizar los efectos que el

    poder genera en nuestras sociedades de control con su incesante bombardeo publicitario.

    Pero no nos anticipemos, antes de llegar a ello conviene dedicarle unas palabras a las

    sociedades disciplinarias y a la obra de Michel Foucault.

    41 Recogidas en Cmo hacer palabras con las cosas: palabras y acciones. Barcelona: Paids, 2004.

  • 37

    2.4. Servidumbre voluntaria. De las sociedades disciplinarias a las sociedades de

    control.

    De la prdida de fe en los grandes relatos surge como consecuencia ese pesimismo tan

    caracterstico de nuestros autores que entronca directamente con los autores del

    Romanticismo. Y autores del post-Mayo del 68 francs como Foucault si bien tienen el

    enorme mrito de evidenciar hasta qu punto estamos inmersos en sociedades disciplinarias

    en las que el poder se reproduce en todas partes, parecen invitarnos como mucho a una

    insurreccin individual condenada al fracaso de antemano. En su interesante dilogo con

    la obra foucaultiana, el profesor Carlos Fernndez Liria se preguntaba si acaso esta

    sociedad disciplinaria ms que el terrorismo microscpico del poder no poda ms bien

    constituir nuestro modo de soportar estar determinados por l42. De manera similar,

    reflexionaba Bookchin:

    De manera consciente o no, muchos anarquistas hacen suyo el enfoque de Michel Foucault sobre la insurreccin personal, ms que la revolucin social, basado en una crtica ambigua y csmica del poder como tal, ms que en una exigencia de empoderamiento institucionalizado de los

    oprimidos en asambleas, consejos y/o confederaciones populares. En la medida en que esta

    tendencia descarta la posibilidad efectiva de una revolucin social sea como una imposibilidad o como algo imaginario- , invalida el anarquismo comunista o socialista en un sentido fundamental. Efectivamente, Foucault alberga la perspectiva de que la resistencia nunca est en una posicin de exterioridad en relacin al poder () Por consiguiente, no existe, pues, un lugar (lase: universal) del gran Rechazo alma de la revuelta, foco de todas las rebeliones, ley pura del Revolucionario-. Atrapados como estamos en el abrazo omnisciente de un poder tan csmico que, dejando aparte las exageraciones y equivocaciones de Foucault, la resistencia se convierte

    completamente en polimorfa, vagamos intilmente entre la unicidad y la abundancia. Sus ideas llenas de divagaciones pueden resumirse en la nocin de que la resistencia tiene que ser

    necesariamente una guerra de guerrillas siempre presente y siempre abocada a la derrota-43.

    Qu podemos hacer pues ante ese poder omnisciente que nos encierra en una crcel en la

    que parece que toda rebelin parece condenada al fracaso? Una vez ms, recuperar la

    rebelda original anarquista para, antes de nada, sacarnos el poder y sus jerarquas de la

    cabeza, desacostumbrar nuestra psique de la servidumbre que hoy han conseguido que

    asumamos de manera voluntaria gracias a este nuevo y siniestro mtodo de control:

    42 Vase Carlos Fernandez Liria. Sin Vigilancia y sin castigo. Madrid: Libertarias Prodhufi, 1992. 43 Murray Bookchin. Anarquismo social o anarquismo personal: un abismo insuperable. Barcelona:

    Editorial Virus, 2012, pg. 32-33.

  • 38

    La degradacin que experimentan la mayora de los trabajadores es la suma de varias indignidades que pueden ser denominadas como "disciplina". Foucault ve este fenmeno de manera complicada,

    pero es muy simple. La disciplina consiste en la totalidad de los controles totalitarios en el lugar de

    trabajo -supervisin, movimientos repetitivos, ritmos de trabajo impuestos, cuotas de produccin,

    fichar, etc.-. La disciplina es lo que la fbrica, la oficina y la tienda comparten con la crcel, la

    escuela y el hospital psiquitrico. Es algo histricamente nuevo y horrible. Va ms all de las

    capacidades de los dictadores demonacos de antao como Nern y Gengis Khan e Ivn el Terrible.

    Pese a sus malas intenciones, ellos no tenan la maquinaria para controlar a sus sbditos tan

    completamente como los dspotas modernos44.

    Durante el siglo XX, las sociedades disciplinarias de las que hablaba Foucault sern

    reemplazadas por nuestra actual sociedad de control. Siguiendo los anlisis de Deleuze,

    podramos decir que vivimos una crisis de todos los lugares de encierro: una crisis de la

    familia, de la crcel, de la escuela, del hospital, de la fbrica Y ello pese a las continuas

    reformas que en todos estos campos se han emprendido en los ltimos aos. El individuo,

    que desde el siglo XVIII saltaba de un espacio cerrado a otro hoy se ha convertido, en

    un dividuo capaz de estar y producir en varios lugares a la vez: en las sociedades

    disciplinarias siempre se empezaba de nuevo, en nuestras sociedades de control, nunca se

    acaba nada. Deleuze fija un momento histrico para este cambio que coincide con el inicio

    de las polticas neoliberales y el surgimiento en 197145 del dinero fiduciario, ese acto de fe

    colectivo que hacemos diario asumiendo el valor de esos billetitos y cifras de ordenador

    que gobiernan el mundo.

    Hoy la produccin se ha relegado al tercer mundo, nuestras empresas deslocalizadas han

    dejado el cadver de sus fbricas adornando en un siniestro cementerio los extrarradios de

    las principales ciudades del pas y el capitalismo ha mutado definitivamente: hemos pasado

    de producir sin descanso a servirnos de nuevos esclavos tercermundistas que producen en

    condiciones infrahumanas lejos de fisgones occidentales caprichosos mientras que aqu

    nicamente vendemos servicios y compramos acciones. En palabras del irreverente Bob

    Black:

    44 Bob Black. La abolicin del trabajo: https://n-1.cc/file/download/485398 (Consultado el 1 de junio de

    2014). 45 Vase el documental El dinero es deuda: http://www.youtube.com/watch?v=zigHDdIosM8&feature=kp

    (Consultado el 1 de junio de 2014).

  • 39

    El 40% de la fuerza laboral son trabajadores de cuello blanco, la mayora de los cuales tienen algunos de los empleos ms tediosos e idiotas jams concebidos. Industrias enteras, seguros y

    bancos y bienes races por ejemplo, no consisten en nada ms que mover papeles intiles de un

    lado a otro. No es accidente que el "sector terciario", el sector de servicios, est creciendo mientras

    el "sector secundario" (industria) se atasca y el "sector primario" (agricultura) casi desaparece.

    Porque el trabajo es innecesario excepto para aquellos cuyo poder asegura, los trabajadores son

    desplazados desde ocupaciones relativamente tiles a relativamente intiles, como una medida para

    asegurar el orden pblico. Cualquier cosa es mejor que nada. Es por eso que no puedes irte a casa

    slo porque terminaste temprano. Quieren tu tiempo, lo suficiente para que les pertenezcas, an si

    no tienen uso para la mayor parte del mismo. De no ser as, por qu la semana de trabajo promedio

    no ha disminuido ms que unos cuantos minutos en los ltimos cincuenta aos?46.

    El monstruo ha mutado, y amenaza con terminar con el fondo de humanidad que ni tres

    siglos de industrializacin ni los estados totalitarios lograron destruir. Vivimos tiempos

    postmodernos: el capitalismo trabaja no para la produccin, sino para el producto: para la

    venta y el mercado. La religin del marketing es el nuevo instrumento de control social.

    Como me dijo Isidro Jimnez, de Consume hasta morir:

    Como todo el mundo sabe, la publicidad nunca ha sido un servicio al pblico (hacer pblico lo que es de inters pblico), sino que es un tipo de comunicacin persuasiva que engrasa el

    engranaje del sobreconsumo constante e incesante. Pero lo ms interesante es que esa

    comunicacin persuasiva no slo dice Tengo un producto nuevo para ti, sino que dice Tengo un estilo de vida que te har feliz. Aqu hay un salto cualitativo, porque la publicidad no slo informa, sino que genera ideologa. Y cmo se defiende uno de esta ideologa? Efectivamente,

    con una perspectiva crtica (cultura y educacin), que no se estudia prcticamente en casi ninguna

    universidad. As que volvemos a como estbamos: se habla mucho de la ciudadana crtica, pero

    eso parece sinnimo de saber buscar rpidamente mucha informacin.