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Vías anatómicas SEGUNDA EDICIÓN

anat ó micas - media.axon.esmedia.axon.es/pdf/77250.pdf · en el estudio del movimiento humano. Nuestro cuerpo, en ... en el dise ñ o y el desarro-llo del cuerpo dejan ... un bill

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V í as anat ó micasS E G U N D A E D I C I Ó N

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Dedicatoria

A Edward, por el don del lenguaje.

A Julia, por la tenacidad para darle forma.

1. Alfred W. The Curse of an Aching Heart. Descatalogado . 2. Feynman R. Six Easy Pieces. New York: Addison Wesley; 1995 .

« Todo acto del cuerpo es un acto del alma » . ( William Alfred 1 )

« No s é n ada, pe ro s í s é que todo es interesante si se profundiza lo sufi ciente en ello » . ( Richard Feynman 2 )

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Meridianos

miofasciales

para terapeutas

manuales

y del movimiento

Thomas

W.. Myers Licensed Massage Therapist (LMT)

Nationally Certifi ed in Therapeutic Massage and Bodywork (NCTMB)

Certifi ed Rolfer ® (ARP)

Practitioner and Lecturer

Director , Kinesis Incorporated

Maine , USA

Ilustraciones de

Debbie Maizels

Philip Wilson

Graeme Chambers

Vías

anatóm

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I Ó N

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Prefacio vii Prefacio a la primera edici ó n viii Agradecimientos ix C ó mo utilizar este libro xi

Introducci ó n: colocaci ó n de los ra í les 1

1 El mundo seg ú n la fascia 13

2 Las reglas del juego 65

3 L í nea posterior superfi cial 73

4 L í nea frontal superfi cial 97

5 L í nea lateral 115

6 L í nea espiral 131

7 L í neas del brazo 149

8 L í neas funcionales 171

9 L í nea frontal profunda 179

10 V í as anat ó micas en movimiento 203

11 An á lisis estructural 229

Ap é ndice 1 Comentario sobre los meridianos de latitud: 255 el trabajo del Dr. Louis Schultz (1927 – 2007)

Ap é ndice 2 Integraci ó n estructural 259

Ap é ndice 3 Meridianos miofasciales y medicina oriental 273

Terminolog í a de v í as anat ó micas 283

Bibliograf í a 285

Í ndice alfab é tico 289

Í ndice de cap í tulos

..

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vii

Desde su primera publicaci ó n en 2001, el alcance y la puesta en pr á ctica de las ideas contenidas en este libro han sobrepasado con creces las expectativas de este autor. Se nos ha invitado a presentar estas ideas y sus aplicaciones en todos los continentes, con excepci ó n de la Ant á rtida, a una gran diversidad de profesionales, incluidos m é dicos rehabilitadores, fi sioterapeutas, quiropr á cticos, oste ó patas, psic ó logos, entrenadores deportivos, instructores de yoga, profesionales de las artes marciales, asesores de rendi-miento, masajistas terap é uticos y terapeutas som á ticos de todo tipo. Una sencilla b ú squeda de la expresi ó n v í as ana-t ó micas en Google arroja cerca de 200.000 entradas, ya que multitud de terapeutas y educadores han encontrado apli-caciones que sobrepasan nuestras ideas originales.

Esta segunda edici ó n incluye numerosas actualizacio-nes y correcciones, producto de la pr á ctica y la docencia continuada, as í como los primeros resultados de las disec-ciones que iniciamos tras la primera edici ó n con Todd Garcia y los Laboratories of Anatomical Enlightenment. Hemos podido incluir algunos de los ú ltimos descubri-mientos que se han hecho en el campo de las fascias y las miofascias desde la primera publicaci ó n (muchos de ellos resumidos en la Fascial Research Conference de octubre de 2007- www.Fascia2007.com ) y completar otras á reas, rectifi -cando as í nuestra ignorancia inicial de tan amplio mundo.

Esta edici ó n se benefi cia de la labor art í stica, absolu-tamente novedosa, de Debbie Maizels y Philip Wilson, y de la adici ó n de color al trabajo de Graeme Chambers. Las

nuevas fotograf í as de evaluaci ó n de los pacientes han sido realizadas por Michael Frenchman y Videograf. El inno-vador dise ñ o a todo color permite el acceso a la informa-ci ó n mediante un c ó digo crom á tico, lo que posibilita llegar r á pidamente a los conceptos m á s relevantes para el lector que dispone de poco tiempo o un an á lisis detallado para el m á s c urioso.

Como la mayor í a de los libros de texto actuales, esta edici ó n hace uso de los medios electr ó nicos. El texto est á salpicado de direcciones de p á ginas web donde ampliar la materia; adem á s, nuestra propia p á gina, www.anatomytra-ins.com , se encuentra en constante actualizaci ó n. Tambi é n hay repetidas referencias a m á s de una docena de DVD que nosotros mismos hemos elaborado para reforzar la aplicaci ó n pr á ctica de los conceptos de las v í as anat ó micas. El DVD que acompa ñ a a este libro proporciona material que no se encuentra disponible en el texto, como fragmen-tos de esta serie de DVD mencionados, gr á fi cos de las v í as anat ó micas generados por ordenador, v í deos e im á genes adicionales de disecciones y m á s fotograf í as de pacientes para practicar la evaluaci ó n v isual.

Tanto el conocimiento de la funci ó n de la fascia como las implicaciones y aplicaciones de las v í as anat ó micas se est á n desarrollando r á pidamente. Esta nueva edici ó n y sus enlaces a Internet aseguran un enfoque actualizado de la fascia, elemento largamente olvidado en el estudio del movimiento.

Thomas W. Myers Maine 2008

Prefacio

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viii

Me siento absolutamente maravillado ante el milagro de la vida. Mi asombro y curiosidad han ido en aumento durante las m á s de tres d é cadas que llevo profundizando en el estudio del movimiento humano. Nuestro cuerpo, en constante evoluci ó n, puede haber sido modelado por el omnisciente aunque malicioso Creador o por un gen b á sicamente ego í sta que escalaba a ciegas el monte Improbable, 1 – 3 pero en cualquier caso, la ingeniosa varie-dad y la fl exibilidad mostradas en el dise ñ o y el desarro-llo del cuerpo dejan al observador negando con la cabeza mientras mantiene una pasmada mueca de asombro.

Uno busca en vano, en el interior del ó vulo fecundado, el feto de un bill ó n de c é lulas en el que se convertir á . Incluso la exploraci ó n m á s somera de las complejidades de la embriolog í a nos deja perplejos ante la frecuencia con la que produce un beb é sano. Al sostener a un beb é lloroso e indefenso parece casi imposible que tantos esquiven los posibles obst á culos del camino y se conviertan en adultos sanos y productivos.

A pesar del é xito biol ó gico, el experimento humano en su conjunto muestra algunos signos preocupantes. Cuando leo los peri ó dicos, confi eso que tengo dudas sobre si la raza humana puede, o incluso si deber í a, permanecer en el planeta, dado nuestro efecto acumulativo sobre la fl ora y la fauna terrestre, y la forma en la que tratamos a nuestros semejantes. Sin embargo, mi compromiso con el potencial humano se renueva cuando sostengo a uno de esos beb é s.

Este libro (y los seminarios y cursos de formaci ó n de los que ha surgido) est á dedicado al resquicio de esperanza de que nosotros, como especie, podamos superar nuestra actual dedicaci ó n a la avaricia colectiva – y a la tecnocracia y la alienaci ó n que de ella se derivan – y alcancemos una relaci ó n m á s humana y colaboradora con nosotros mis-mos, nuestros semejantes y nuestro entorno. Uno espera que el desarrollo de una visi ó n « integral » de la anato-m í a, como la que se presenta en este texto, sea de utilidad para los terapeutas manuales a la hora de aliviar el dolor y resolver las difi cultades de los pacientes que buscan su ayuda. No obstante, la premisa intr í nseca de esta obra es que un contacto m á s sensible y global con nuestra « sensa-ci ó n sentida » – esto es, nuestro sentido cinest é sico, propio-ceptivo y espacial de la orientaci ó n y el movimiento – es un frente de importancia vital desde el que librar la bata-lla por una condici ó n m á s humanizada del ser humano y una mejor integraci ó n con el mundo que nos rodea. La progresiva desaparici ó n de esta « sensaci ó n sentida » en nuestros ni ñ os, ya sea por simple ignorancia o por volun-tad educativa, lleva a una disociaci ó n colectiva que, a su vez, conduce al declive social y ambiental. Hace tiempo que conocemos el cociente intelectual (CI) y, m á s reciente-mente, hemos descubierto la inteligencia emocional (IE). Ú nicamente recuperando el alcance y el potencial educa-dor de nuestra inteligencia cinest é sica (IC) tenemos alguna posibilidad de encontrar una relaci ó n equilibrada con los extensos sistemas del mundo que nos rodea para cumplir lo que Thomas Berry denomin ó « el s ue ñ o de l a T ierra » . 4,5

La visi ó n mec á nica tradicional de la anatom í a, aunque ú til, ha cosifi cado las relaciones de nuestro interior en

lugar de humanizarlas. Esperamos que la visi ó n relacio-nal propuesta en este trabajo inicie el camino hacia el esta-blecimiento de un v í nculo entre la visi ó n de Descartes del cuerpo como una « m á quina blanda » y la experiencia vital de existir en un cuerpo que crece, aprende, madura y, por ú ltimo, muere. Aunque las ideas de las v í as anat ó micas constituyen ú nicamente un peque ñ o detalle en la imagen global del desarrollo humano mediante el movimiento, la consideraci ó n de la red fascial y del equilibrio de los meri-dianos miofasciales puede contribuir de forma defi nitiva a nuestra percepci ó n de nosotros mismos como seres inte-grales. Esto, combinado con otros conceptos que se presen-tar á n en futuros trabajos, conduce a una educaci ó n f í sica m á s acorde con las necesidades del siglo xxi . 6 – 9

En este sentido, V í as anat ó micas constituye un trabajo art í stico inmerso en una met á fora cient í fi ca. Este texto tras-ciende la ciencia para proponer un punto de vista que a ú n est á tomando forma y defi ni é ndose. Mi esposa, mis estu-diantes y mis colegas me han reprendido con frecuencia por formular mis hip ó tesis sin rodeos, con algunos adje-tivos califi cativos que, si bien son necesarios para la preci-si ó n cient í fi ca, restan fuerza a un argumento. Como Evelyn Waugh escribi ó : « La humildad no es una virtud favorable para el artista. A menudo son el orgullo, la emulaci ó n, la avaricia y la malicia – todas las cualidades odiosas – las que llevan a un hombre a completar, elaborar, defi nir, destruir y renovar su trabajo hasta obtener algo que satisfaga su orgullo, su envidia y su codicia. De esta forma, enriquece el mundo m á s que el generoso y el bondadoso. En esto consiste l a p aradoja de l l ogro ar t í stico » . 10

Sin ser un acad é mico ni un investigador, s ó lo puedo esperar que este trabajo de « artifi cio » sea ú til para aportar nuevas ideas a aquellos individuos que s í lo son.

Por ú ltimo, espero haber honrado a Vesalio y al resto de exploradores que me antecedieron presentando correcta-mente la anatom í a.

Maine 2001 Thomas W. Myers

Bibliograf í a

1. Dawkins R . The se lfi sh ge ne . Oxford : Oxford Un iversity Press ; 1990 .

2. Dawkins R . The bl ind wat chmaker . New York : WB No rton ; 1996 .

3. Dawkins R . Climbing Mo unt I mprobable . New York : WB Norton ; 1997 .

4. Csikzentimihalyi M . Flow . New York : Harper & Ro w ; 1990 . 5. Berry T . The d ream o f t he e arth . San Fr ancisco : Sierra Cl ub ;

1990 . 6. Myers T . Kinesthetic dyst onia . Journal o f Bo dywork an d

Movement T herapies 1998 ; 2 ( 2 ) : 101 – 114 . 7. Myers T . Kinesthetic dyst onia . Journal o f Bo dywork an d

Movement T herapies 1998 ; 2 ( 4 ) : 231 – 247 . 8. Myers T . Kinesthetic dyst onia . Journal o f Bo dywork an d

Movement T herapies 1999 ; 3 ( 1 ) : 36 – 43 . 9. Myers T . Kinesthetic dyst onia . Journal o f Bo dywork an d

Movement T herapies 1999 ; 3 ( 2 ) : 107 – 116 . 10. Waugh E. P rivate l etter, quo ted i n t he Ne w Yorker, 4 Oc t

1999.

Prefacio a la primera edici ó n

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Quisiera expresar mi gratitud m á s sincera a varias personas que me han guiado y me han ayudado a llegar al concepto de los « meridianos miofasciales » . A Buckminster Fuller, cuyo enfoque del dise ñ o por sistemas y su amplia visi ó n de la manera en la que funciona el mundo ha documentado mi trabajo desde el mismo comienzo, y que me inst ó a no modifi car al individuo sino al entorno que lo rodeaba. 1 A la doctora Ida Rolf y al doctor Moshe Feldenkrais, quienes mar-caron el camino hacia formas literales y pr á cticas de modifi -car el entorno m á s inmediato del individuo, su cuerpo y su percepci ó n del mismo; 2,3 tengo con estos pioneros una gran deuda de gratitud por el regalo de tan valioso trabajo.

Al doctor James Oschman y a Raymond Dart, por trans-mitirme la inspiraci ó n original acerca de las cadenas cin é -ticas conectadas a nivel fascial. 4 Al doctor Louis Schultz, primer presidente de la Rolf Institute’s Anatomy Faculty, muchas de cuyas ideas se evidencian en nuestra obra. 5 El doctor Schultz me introdujo en el m á s amplio de los cam-pos conceptuales en el que jugar al iniciarme en el camino del aprendizaje de la anatom í a fascial. A mis colegas del Rolf Institute’s Life Sciences Faculty, concretamente a Paul Gordon, Michael Murphy y, en especial, a Robert Schleip, quienes aportaron una cr í tica c á lida pero fi rme a estas ideas y, de esta forma, las mejoraron. 6 A Deane Juhan, cuya completa visi ó n de la funcionalidad humana, tan elegante-mente expuesta en Job’s Body, ha sido una inspiraci ó n para m í y para muchos otros. 7 A Michael Frenchman, mi viejo amigo, quien desde el principio demostr ó fe en nuestras ideas dedicando muchas horas a plasmarlas en v í deo. Al innovador Gil Hedley de Somanautics y a Todd Garcia de Laboratories of Anatomical Enlightenment, cuyas habilida-des en la disecci ó n pueden apreciarse en este libro gracias a la c á mara de Averill Lehan y al microscopio de Eric Root. Quisiera reconocer la dedicaci ó n de todos ellos para expo-ner la naturaleza real de la morfolog í a humana, compro-bando nuevas ideas, como las expuestas en este volumen. Reciban tambi é n nuestro reconocimiento los patrocinado-res, cuya generosidad hace posible estos avances del saber.

Muchos otros instructores del movimiento, a una cierta distancia de los anteriores, son tambi é n merecedores de cr é dito por inspirar este trabajo: el yoga de Iyengar, tal y como lo aprend í de algunos de sus h á biles estudiantes, como Arthur Kilmurray, Patricia Walden y Francois Raoult; el trabajo tremendamente original de Judith Aston sobre el movimiento humano mediante el Aston Patterning, las contribuciones de Emilie Conrad y Susan Harper, con su trabajo sobre el continuo, y Bonnie Bainbridge-Cohen y su escuela Body-Mind Centering. 8-11 Estoy en deuda con Caryn McHose y Deborah Raoult por hacer m á s comprensible parte de este trabajo y, tambi é n, con Frank Hatch y Lenny Maietta, por su s í ntesis del movimiento durante el desarro-llo, plasmado en su programa ú nico, Touch-in-Parenting. 12,13

De todos ellos y muchos m á s he aprendido mucho, aunque cuanto m á s s é , m á s profundo parece el horizonte de mi ignorancia. Se dice que robar ideas de una persona constituye un plagio, de diez, erudici ó n y de cien, inves-tigaci ó n original. Pues bien, no hay nada completamente

original en esta muestra de espl é ndido latrocinio. No obs-tante, aunque todos estos profesionales son responsables de transmitir ideas excitantes, nadie excepto yo es respon-sable de los errores, que espero subsanar en futuras entre-gas de este trabajo.

A mis á vidos estudiantes, cuyas preguntas han impul-sado mi aprendizaje, m á s de lo que hubiera sido posible solamente por m í mismo. A Annie Wyman, por su apoyo inicial y sus contribuciones mar í timas a mi salud mental. A mis profesores de la escuela Kinesis y, por su apoyo inicial, especialmente a Lou Benson, Jo Avison, David Lesondak y Michael Morrison, cuya tenacidad al manejar mis excentrici-dades y mi tratamiento po é tico del hecho (as í como mis retos electr ó nicos) ha contribuido en gran medida a esta obra. Los profesores actuales, incluyendo (por orden alfab é tico) a Lauren Christman, James Earls, Peter Ehlers, Mark Finch, Ron Floyd, Yaron Gal, Carrie Gaynor, Michael Jannsen, Simone Lindner, Lawrence Phipps y Eli Thompson, tambi é n han contribuido a la precisi ó n y alcance de esta edici ó n.

Al doctor Leon Chaitow y el personal de la editorial Elsevier, incluyendo a Mary Law y la comprensiva Mairi McCubbin, quien gui ó inicialmente este proyecto hasta el mercado. A Sarena Wolfaard, Claire Wilson, Sheila Black, Charlotte Murray, Stewart Larking y Joannah Duncan, que mejoraron notablemente la primera edici ó n con esta nueva versi ó n m á s amplia y compleja. A Debbie Maizels, Philip Wilson y Graeme Chambers, los cuales dieron vida al con-cepto de forma art í stica y meticulosa con sus ilustraciones. A mis correctores, Felicity Myers y Edward Myers, cuyo oportuno e incansable trabajo ha aumentado el sentido y la sensibilidad de este libro.

A mi hija Mistral y a su madre, Giselle, que han tolerado con humor y entusiasmo mi fascinaci ó n por el mundo del movimiento humano, que con frecuencia me ha alejado de casa y me ha robado un tiempo que, en otras circunstan-cias, hubiera sido suyo. Y por ú ltimo, a Quan, mi amiga, « principal compa ñ era » y musa, que ha alimentado las potentes y silenciosas corrientes del amor, la profundidad y una conexi ó n con una realidad mayor que corre bajo su superfi cie y todos mis trabajos.

Bibliograf í a

1. Fuller B . Utopia o r o blivion . New York : Bantam Bo oks ; 1969 . (Se puede obtener informaci ó n y publicaciones adicionales del Buckminster Fuller Institute, www.bfi .com )

2. Rolf I . Rolfi ng . Rochester V T : Healing Arts Press ; 1977 . 3. Feldenkrais M . The c ase o f No ra . New York : Harper an d

Row ; 1977 . 4. Oschman J . Energy me dicine . Edinburgh : Churchill

Livingstone ; 2000 . 5. Schultz L , Feitis R . The e ndless we b . Berkeley : North Atlantic

Books ; 1996 . 6. Schleip R . Talking t o fasc ia, c hanging t he br ain . Boulder, CO :

Rolf I nstitute ; 1992 . 7. Juhan D . Job’s bo dy . Tarrytown, NY : Station H ill P ress ; 1987 . 8. Iyengar BKS . Light o n yo ga . New York : Schocken Bo oks ;

1995 .

Agradecimientos

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9. Silva M , Mehta S . Yoga t he I yengar way . New York : Alfred Knopf ; 1990 .

10. Cohen B . Sensing, fe eling, an d ac tion . Northampton, MA : Contact Edi tions ; 1993 .

11. Aston J . Aston po stural asse ssment wo rkbook . San Antonio, TX : Therapy Ski ll Bui lders ; 1998 .

12. McHose C , Frank K . How l ife mo ves . Berkeley : North Atlantic Bo oks ; 2006 .

13. Hatch F , Maietta L . Role o f ki nesthesia i n pr e- an d pe rinatal bonding . Pre- an d P erinatal P sychology 1991 ; 5 ( 3 ) . (Se puede obtener informaci ó n y publicaciones adicionales de: Touch in Parenting, Rt 9, Bo x 86H M, San ta Fe , NM 87505)

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V í as anat ó micas est á dise ñ ado para permitir que el tera-peuta o el gran p ú blico asimile r á pidamente la idea gene-ral, al tiempo que ofrece la posibilidad de una lectura m á s detallada sobre cada á rea determinada. La obra contiene introducciones a diversas cuestiones relacionadas, se ñ a-ladas en el margen de los encabezamientos con distintos iconos:

T é cnicas manuales o notas para el terapeuta manual

T é cnicas del movimiento o notas para el tera-peuta del movimiento

Herramientas p ara l a e valuaci ó n visual

Ideas y conceptos relacionados con la educaci ó n cinest é sica

Material audiovisual en el DVD que acompa ñ a al libro. La numeraci ó n hace referencia a las entradas del DVD

Material audiovisual en los DVD educativos dis-ponibles en www.anatomytrains.com

Volver al t exto p rincipal

Los cap í tulos se acompa ñ an de un c ó digo de color para su f á cil localizaci ó n. Los dos primeros exploran la fascia y el concepto de los meridianos miofasciales y explican el enfo-que de las « v í as anat ó micas » en las estructuras anat ó micas del cuerpo. Los cap í tulos 3 a 9 profundizan en cada una de las doce « l í neas » corporales principales que se observan en los patrones posturales y del movimiento.

Cada uno de los cap í tulos sobre « l í neas » comienza con ilustraciones, descripciones, diagramas y tablas que resu-men lo que el lector necesita saber para entender r á pida-mente el concepto. Los ú ltimos dos cap í tulos aplican el concepto de las « v í as anat ó micas » a algunos tipos habitua-les de movimiento y proporcionan un m é todo para anali-zar la postura.

Dado que los distintos m ú sculos y otras estructuras pueden aparecer en diferentes l í neas, es posible utilizar el í ndice para encontrar todas las menciones a una estructura concreta. Tambi é n se incluye un glosario de t é rminos de las « v í as anat ó micas » .

El fi nal del libro cuenta con tres ap é ndices. Estos inclu-yen una discusi ó n sobre los meridianos latitudinales del doctor Louis Schultz, una nueva explicaci ó n del modo en que el planteamiento de las v í as puede aplicarse al pro-tocolo de integraci ó n estructural de Ida Rolf y una com-paraci ó n entre los meridianos de la acupuntura y estos meridianos miofasciales.

El DVD que acompa ñ a al libro tambi é n incluye varios v í deos de utilidad para el lector, el docente o el conferen-ciante interesados.

C ó mo utilizar este libro

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Fig. in. 1 « Mapa de ruta » general de las v í as anat ó micas esbozado sobre una conocida imagen de Albinus. (Saunders JB, O’Malley C. The illustrations from the works of Andreas Vesalius of Brussels. Dover Publications; 1973.)

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Hip ó tesis

La base de este libro es muy sencilla: independientemente de sus funciones individuales, los m ú sculos tambi é n infl u-yen en los continuos corporales que desempe ñ an una misma funci ó n dentro de la red fascial. Estos planos y l í neas siguen la urdimbre y la trama del tejido conjuntivo del cuerpo humano, formando « meridianos » de fascia muscular que pueden seguirse ( fi g. in. 1 ). La estabilidad, el esfuerzo, la tensi ó n, la fi jaci ó n, la resiliencia y, lo m á s pertinente para este texto, la compensaci ó n postural se distribuyen con-forme a estas l í neas. (Sin embargo, no se proclama la exclu-sividad de estas l í neas. Las conexiones funcionales, como las que se describen al fi nal de esta introducci ó n, el lecho ligamentoso descrito como el « saco interno » en el cap í tulo 1 y el reparto latitudinal de la tensi ó n detallado en el trabajo de Huijing, tambi é n en el cap í tulo 1, son v í as alternativas para la distribuci ó n de la tensi ó n y para la compensaci ó n.)

B á sicamente, el mapa de las v í as anat ó micas muestra una « anatom í a longitudinal » , un bosquejo de las largas correas y bandas musculares del cuerpo constituye un punto de vista general que se ofrece como complemento (y, en algunos casos, como alternativa) al an á lisis conven-cional de la acci ó n muscular.

El estudio convencional podr í a denominarse la « teor í a de los m ú sculos aislados » . Pr á cticamente todos los tex-tos presentan la funci ó n muscular aislando un m ú sculo esquel é tico concreto escindido por sus conexiones supe-riores e inferiores, separado de sus inervaciones y vascu-larizaciones y divorciado de las estructuras adyacentes de la zona. 1-10 Esta forma habitual de presentaci ó n defi ne la funci ó n de un m ú sculo exclusivamente por lo que sucede al aproximar sus inserciones proximal y distal ( fi g. in. 2 ). El punto de vista masivamente aceptado plan-tea que los m ú sculos se insertan en los huesos y que su ú nica funci ó n es aproximar los dos extremos o resistir su separaci ó n. En ocasiones, se describe la funci ó n de la miofascia en relaci ó n con las estructuras circundantes (como el papel que desempe ñ a el vasto lateral al empujar y, por tanto, pretensar el tracto iliotibial). Casi nunca se mencionan las conexiones longitudinales entre los m ú s-culos y las fascias, ni se explica su funci ó n (como, por

ejemplo, la extensa inserci ó n entre el m ú sculo il í aco, el tabique intermuscular medial del muslo y el vasto medial; fi g. in. 3 ).

El claro dominio de la presentaci ó n aislada de cada m ú sculo como la primera y la ú ltima palabra en la anato-m í a muscular (junto con la visi ó n reduccionista e ingenua de que la complejidad de la estabilidad y el movimiento humano puede explicarse por la suma de la acci ó n de los m ú sculos individuales) convierte en poco probable que la actual generaci ó n de terapeutas tenga una idea diferente.

No obstante, esta manera de ver y defi nir los m ú sculos es simplemente una conclusi ó n err ó nea de nuestro m é todo de disecci ó n – bistur í en mano, es f á cil separar cada uno de los m ú sculos de los planos fasciales circundantes – , lo que no signifi ca que constituya el modo en la que el cuerpo « piensa » o en el que est á biol ó gicamente ensam-blado. Uno podr í a preguntarse si el « m ú sculo » es tan siquiera una divisi ó n ú til para la cinesiolog í a del cuerpo humano.

Si la eliminaci ó n del m ú sculo como una unidad fi sio-l ó gica resulta demasiado radical para la mayor í a de nosotros, podemos modularlo de esta forma: con objeto de evolucionar, los terapeutas actuales deben cambiar su manera de pensar con respecto al concepto del m ú sculo aislado. Las investigaciones que apoyan este tipo de pen-samiento globalizador se ir á n citando a medida que reco-rremos las repercusiones de superar el « m ú sculo aislado » para acercarnos a sus efectos sist é micos. Este libro con-forma un intento de avanzar – no de negar, sino de com-plementar el enfoque cl á sico – reuniendo en la imagen de los « meridianos miofasciales » las estructuras miofasciales conectadas. Debemos dejar claro que las « v í as anat ó micas » no representan una ciencia confi rmada – este libro supera los l í mites de la investigaci ó n – pero, al mismo tiempo, estamos muy satisfechos del modo en que estos conceptos funcionan en la pr á ctica c l í nica.

Una vez reconocidos los patrones espec í fi cos de estos meridianos miofasciales y comprendidas sus conexiones, pueden utilizarse para la evaluaci ó n y el tratamiento en una gran diversidad de t é cnicas terap é uticas y educati-vas, con el fi n de favorecer el movimiento. Los conceptos

Introducci ó n: colocaci ó n de los ra í les I

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pueden presentarse de m ú ltiples formas; este texto intenta lograr un equilibrio que cubra las necesidades del tera-peuta instruido al tiempo que se mantiene al alcance del deportista, el paciente o el estudiante interesado.

Visualmente , la comprensi ó n del esquema de las v í as anat ó micas conducir á a una apreciaci ó n tridimensional de la anatom í a musculoesquel é tica y de los patrones corpora-les compensatorios en la actividad diaria y el rendimiento. Desde el punto de vista cl í nico, permite comprender el modo en que un dolor en un á rea del cuerpo puede estar relacionado con otra á rea « silente » localizada a cierta dis-tancia, lo que puede aplicarse directamente en la pr á ctica. De la utilizaci ó n de esta perspectiva de la « anatom í a conectada » en los desaf í os diarios que surgen durante la pr á ctica de la terapia manual y de movimiento emergen nuevas e inesperadas estrategias de tratamiento.

Aunque en esta edici ó n se presentan algunas pruebas pre-liminares de disecci ó n, a ú n le queda a la investigaci ó n mucho camino por recorrer antes de poder afi rmar la realidad obje-tiva de estas l í neas. Ser í a especialmente necesario un examen m á s detenido de los mecanismos de comunicaci ó n a lo largo de estos meridianos fasciales. Desde este texto, el concepto de las v í as anat ó micas se presenta simplemente como un mapa alternativo y potencialmente ú til, una visi ó n sist é mica de las conexiones longitudinales de la miofascia parietal.

Filosof í a

La base de la curaci ó n se basa m á s en nuestra capacidad de escuchar y percibir que en la aplicaci ó n de t é cnicas- Esta constituye, al menos, la premisa de este libro.

No es nuestro trabajo favorecer una t é cnica por encima de otra, ni siquiera postular un mecanismo para explicar el modo en que funciona una t é cnica. Las intervenciones terap é uticas de cualquier tipo son una conversaci ó n entre dos sistemas inteligentes. No es de incumbencia para el argumento de los meridianos miofasciales si el mecanismo de los cambios miofasciales es consecuencia de una sim-ple relajaci ó n muscular, la liberaci ó n de un punto gatillo, un cambio en la composici ó n qu í mica de la sustancia fun-damental, la viscoelasticidad entre las fi bras de col á geno, la reestructuraci ó n de los husos musculares o los corp ú s-culos de Golgi, un desplazamiento de energ í a o un cambio de actitud. Se deben utilizar las v í as anat ó micas para com-prender el amplio patr ó n de relaciones estructurales de los pacientes y, a continuaci ó n, aplicar las t é cnicas de las que se disponga para resolver ese patr ó n.

Actualmente , adem á s de los campos tradicionales de la fi sioterapia, la rehabilitaci ó n y la ortopedia, existe una amplia oferta de m é todos orientados al movimiento y a las partes blandas, y una variedad a ú n mayor de t é cnicas energ é ticas, quiropr á cticas, osteop á ticas, as í como inter-venciones psicoterap é uticas de base som á tica. Cada d í a surgen nuevos nombres en este á mbito aunque, en rea-lidad, pocas cosas son realmente nuevas bajo el sol de la manipulaci ó n. Hemos visto que pueden ser efi caces distin-tos enfoques, independientemente de si la explicaci ó n que justifi ca su efi cacia prevalece en ú ltima i nstancia.

En este momento no son tan necesarias nuevas t é cnicas; en cambio, se requiere de nuevas premisas que conduzcan a novedosas estrategias de aplicaci ó n, y resulta mucho m á s dif í cil encontrar nuevas premisas realmente ú tiles que t é cnicas aparentemente nuevas. Por lo tanto, la aplicaci ó n de un nuevo punto de vista, de una nueva lente a trav é s de la cual observar el cuerpo, abre a menudo el camino de un importante desarrollo. El concepto de las v í as anat ó -micas es una de esas lentes – una forma global de observar los patrones musculoesquel é ticos que lleva a nuevas estra-tegias educativas y terap é uticas – .

Fig. in. 2 El m é todo habitual empleado para defi nir la acci ó n de un m ú sculo consiste en aislarlo sobre el esqueleto y determinar lo que pasar í a si los dos extremos se aproximaran, como en esta representaci ó n del b í ceps. Aunque desde luego se trata de un ejercicio muy ú til, dif í cilmente es defi nitivo, ya que deja de lado el efecto que el m ú sculo puede tener en otros m ú sculos adyacentes al tensar o presionar su fascia. Del mismo modo, al cortar la fascia en ambos extremos elude los efectos de esta tracci ó n sobre las estructuras proximales o distales. Estas ú ltimas conexiones constituyen el tema de este libro. (Reproducido con autorizaci ó n de Grundy 1982.)

Ilíaco

Tabique intermuscular medial(insertado en el vasto medial)

Ligamento lacunar(extensión del psoas menor)

Nervio femoralPectíneo

Aductor largoAductorcorto

Fig. in. 3 El il í aco cuenta con una fuerte inserci ó n en el tabique intermuscular medial del muslo y, por tanto, probablemente participe en la tensi ó n de esta fascia para aportar estabilidad al muslo y la cadera. El concepto aceptado en los tratados anat ó micos – que los m ú sculos act ú an ú nicamente sobre los huesos – ignora estas interacciones fasciales, dejando incompleto el pensamiento de los actuales terapeutas manuales y de movimiento. Sin embargo, al tomar en consideraci ó n las conexiones fasciales surgen nuevas estrategias. (Instant á nea de un v í deo por cortes í a del autor; disecci ó n de Laboratories of Anatomical Enlightenment.) (DVD ref: Early Dissective Evidence)

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Gran parte del trabajo realizado sobre manipulaci ó n en los ú ltimos 100 a ñ os, como la mayor í a del pensamiento occidental durante al menos la mitad del milenio, se ha basado en un modelo reduccionista y mec á nico – la lente del microscopio ( fi g. in. 4 ) – . Examinamos las cosas desme-nuz á ndolas en partes cada vez m á s peque ñ as para analizar la funci ó n de cada una de ellas. En el campo de la fi sio-terapia y la rehabilitaci ó n, este tipo de enfoque mec á nico, introducido por Arist ó teles, aunque consolidado por Isaac Newton y Ren é Descartes, ha conducido a libros llenos de á ngulos goniom é tricos y fuerzas vectoriales que buscan acercar la inserci ó n del m ú sculo individual a su origen ( fi g. in. 5 ). Se debe agradecer a numerosos investigadores el brillante an á lisis y consiguiente trabajo realizado sobre m ú sculos espec í fi cos, articulaciones individuales e impli-caciones pa rticulares. 11-13

Si se le da una patada a un bal ó n, tal vez la forma m á s interesante de analizar los resultados sea empleando las leyes mec á nicas de fuerza y movimiento. Los coefi cientes de inercia, gravedad y fricci ó n son sufi cientes para deter-minar la reacci ó n del bal ó n a su patada y el sitio donde ir á a parar, incluso aunque se pueda « chutar como Beckham » . Pero si le da una patada a un perro de gran tama ñ o, es posible que este an á lisis mec á nico de los vectores y las fuerzas resultantes no se corresponda con la reacci ó n glo-bal del perro. Del mismo modo, el an á lisis biomec á nico de los m ú sculos individuales proyecta una imagen incom-pleta del movimiento humano.

A principios del siglo xx , gracias a Einstein, Bohr y otros, la f í sica evolucion ó hacia un universo relativista, un lenguaje de asociaciones en lugar de una relaci ó n lineal de causa y efecto, que Jung a su vez aplic ó a la psicolo-g í a y muchos otros a á reas muy diversas. No obstante, fue necesario todo un siglo para que este punto de vista se difundiera y llegara a la fi sioterapia y la rehabilitaci ó n.

Este libro es un modesto paso en esta direcci ó n – sistemas generales de pensamiento aplicados al an á lisis de la pos-tura y el movimiento – .

¿Qu é podemos aprender de observar relaciones sin é r-gicas – reunir las partes en lugar de diseccionarlas?

No resulta muy ú til decir sencillamente « todo est á conectado » y dejarlo ah í , puesto que incluso aunque en esencia sea verdad, esta premisa deja al profesional en una nebulosa, incluso un vac í o, sin nada para guiarle excepto la pura « intuici ó n » . La teor í a de la relatividad de Einstein no negaba las leyes del movimiento de Newton, sino que las incorporaba a un esquema m á s amplio. Del mismo modo, la teor í a de los meridianos miofasciales no resta valor a las m ú ltiples t é cnicas y an á lisis basados en la individualidad de los m ú sculos, sino que simplemente los contextualiza en el conjunto del sistema. En t é rminos gene-rales, este planteamiento completa, aunque no reemplaza, el conocimiento existente sobre los m ú sculos. En otras palabras, el m ú sculo esplenio de la cabeza sigue rotando la cabeza y extendiendo el cuello pero, adem á s, funciona, como veremos m á s adelante, como parte de las cadenas miofasciales lateral y espiral.

El enfoque de los meridianos miofasciales reconoce un patr ó n existente en el conjunto del aparato locomotor – un

Fig. in. 4 Leonardo da Vinci, libre del prejuicio generalizado de la visi ó n mec á nica para el estudio de la relaci ó n m ú sculo-hueso, realiz ó en estos cuadernos anat ó micos algunos dibujos similares a las v í as anat ó micas.

Fig. in. 5 Aplicado a la anatom í a humana, el concepto de la mec á nica ha aportado mucha informaci ó n sobre las acciones de los m ú sculos individuales en t é rminos de palancas, á ngulos y fuerzas, pero ¿qu é m á s aporta este enfoque de aislamiento? (Reproducido con autorizaci ó n de Jarmey 2004.) 3

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diminuto aspecto de este sistema en la mir í ada de patro-nes arm ó nicos y r í tmicos que participan en el organismo vivo – . Como tal, es una peque ñ a parte de una revisi ó n mayor de nosotros mismos, no como « m á quinas blandas » , seg ú n dec í a Descartes, sino como sistemas integrados de informaci ó n, lo que los matem á ticos din á micos no linea-les denominan sistemas autopoy é ticos (que se crean a s í mismos). 14-18

Aunque en un principio los intentos por incluir las rela-ciones en nuestro marco conceptual pueden parecer vagos si los comparamos con la afi rmaci ó n tajante « si … enton-ces … » de la visi ó n mec á nica, esta mueva visi ó n conduce a estrategias terap é uticas integradoras muy potentes. Estas nuevas estrategias no se basan ú nicamente en la mec á nica, sino que van m á s all á para determinar el comportamiento global del conjunto, impredecible por la simple suma de los comportamientos de cada parte individual.

V í as anat ó micas y meridianos miofasciales: ¿qu é hay detr á s de su nombre?

« V í as anat ó micas » es un t é rmino descriptivo para el con-junto del planteamiento y una forma de hacer m á s divertido un tema bastante denso, mediante una met á fora equiparable al conjunto de continuidades que se describen en este libro. La imagen de las v í as, las paradas y los cambios de v í a, entre otros, se usan a lo largo de todo el texto. Una v í a anat ó mica es un t é rmino equivalente a meridiano miofascial.

La palabra « miofascia » transmite la idea de conjunto, la naturaleza inseparable del tejido muscular (mio-) y su red acompa ñ ante de tejido conjuntivo (fascia), de la cual apa-rece una completa discusi ó n en el cap í tulo 1 ( fi g. in. 6 ).

La manipulaci ó n de las miofascias ha tenido una amplia difusi ó n entre los masajistas terap é uticos, oste ó patas y fi sioterapeutas desde diversas fuentes modernas. Entre ellas, se incluye el trabajo de mi primera profesora, la doc-tora Ida Rolf, 19 una versi ó n brit á nica de la terapia neuro-muscular promulgada por el doctor Leon Chaitow, 20 y otras, muchas de las cuales reclaman la originalidad de sus trabajos, pero que, en realidad, forman parte de una cadena continua de sanadores experimentados que se remontan hasta Esculapio ( del lat í n, Aesculapius) , y desde la antigua Grecia hasta las nieblas de la prehistoria ( fi g. in. 7 ). 21,22

Aunque el t é rmino « miofascial » ha ganado aceptaci ó n en los ú ltimos 20 a ñ os, reemplazar el t é rmino « muscu-lar » en algunos textos, mentes y marcas comerciales, a ú n lleva a confusi ó n. De hecho, en la aplicaci ó n de muchas terapias « miofasciales » , las t é cnicas impartidas se cen-tran en los m ú sculos individuales (o unidades miofascia-les, para ser m á s exactos), y no abordan espec í fi camente el aspecto comunicativo de las miofascias a trav é s de las largas l í neas y los extensos planos del cuerpo. 23,24 Como ya hemos comentado, el enfoque de las v í as anat ó micas no descarta estas t é cnicas, sino que simplemente a ñ ade la dimensi ó n de conectividad a nuestras consideraciones visuales, motrices y de palpaci ó n durante la valoraci ó n y el tratamiento ( fi g. in. 8 ). Las v í as anat ó micas cubren la necesidad actual de una visi ó n global de la estructura y el movimiento humanos.

En cualquier caso, el t é rmino « miofascial » es ú nica-mente una innovaci ó n terminol ó gica, ya que siempre ha sido imposible, sea cual sea la denominaci ó n que se le d é , establecer contacto con el tejido muscular en cualquier momento o lugar sin contactar tambi é n con el tejido con-juntivo o fascial que le acompa ñ a, y por tanto infl uir en é l. Esta afi rmaci ó n es incompleta, ya que casi todas nuestras intervenciones entrar á n tambi é n en contacto necesaria-mente con las c é lulas y los tejidos epiteliales, vasculares y nerviosos, e infl uir á n en ellos. No obstante, el enfoque deta-llado en este libro ignora en gran medida los efectos sobre estos otros tejidos para concentrarse en un aspecto concreto de los patrones de organizaci ó n – o del dise ñ o, si as í lo prefi ere – del « cuerpo fi broso » en el adulto humano erguido. Este cuerpo fi broso est á constituido por toda la red de col á geno, que incluye todos los tejidos de revestimiento y fi jaci ó n de los ó rganos, as í como el col á geno de los huesos, cart í lagos, tendones, ligamentos y las miofascias. El t é rmino « miofascias » defi ne nuestra visi ó n de las fi bras musculares incluidas en sus fascias asociadas (como en la fi g. in. 6 ). Con objeto de simplifi car y enfatizar un principio b á sico de este libro – la naturaleza unitaria de la red fascial – a partir de este momento haremos referencia a este tejido en su forma singular: miofascia. No hay necesidad de utilizar el plural, ya que se forma como una ú nica estructura y se mantiene como tal; ú nicamente un bistur í genera el plural.

El t é rmino « continuidad miofascial » describe la conexi ó n entre dos estructuras longitudinales adyacen-tes y alineadas dentro de la red estructural. Existe una

Fig. in. 6 Ampliaci ó n de la miofascia: el « algod ó n de az ú car » est á constituido por fi bras de col á geno endomisial que envuelven y se entrelazan a conciencia con las fi bras musculares m á s carnosas (y cardadas). (Reproducido con autorizaci ó n de Ronald Thompson.)

Fig. in. 7 La doctora Ida P. Rolf (1896 -1979), creadora de la integraci ó n estructural, un tipo de manipulaci ó n miofascial. (Reproducido con autorizaci ó n de Ronald Thompson.)

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« continuidad miofascial » entre los m ú sculos serrato ante-rior y oblicuo externo del abdomen ( fi g. in. 9 ). La locuci ó n « meridiano miofascial » describe una serie interconectada de estas paradas de tendones y m ú sculos. En otras pala-bras, una continuidad miofascial es una porci ó n local de un meridiano miofascial. El serrato anterior y el obli-cuo externo del abdomen forman parte de la banda m á s extensa que constituye la regi ó n superior de la l í nea espi-ral que envuelve al torso ( fi g. in. 10 ).

La palabra « meridiano » se emplea habitualmente para las l í neas de transmisi ó n de energ í a en el á mbito de la acupuntura. 25-27 Para evitar confusiones: las l í neas de los meridianos miofasciales no son los meridianos de la acu-puntura, sino l í neas de tensi ó n basadas en la anatom í a occidental cl á sica, l í neas que transmiten tensi ó n y movi-miento a lo largo de la miofascia que se dispone alrede-dor del esqueleto. Aunque claramente guardan una cierta similitud con los meridianos de la acupuntura, no son equivalentes (v. ap é ndice 3, p á g. 273). Para el autor, el uso de la palabra « meridianos » tiene m á s relaci ó n con los meridianos y paralelos que rodean la Tierra ( fi g. in. 11 ). De la misma manera, estos meridianos rodean el cuerpo, defi -niendo su geograf í a y geometr í a dentro de la miofascia, la geodesia de la tensegridad m ó vil del cuerpo.

Este libro plantea el modo en que estas l í neas de tensi ó n infl uyen en la estructura y la funci ó n del cuerpo en cues-ti ó n. Aunque pueden defi nirse m ú ltiples l í neas de tensi ó n y los individuos pueden establecer tensiones y conexiones ú nicas como resultado de lesiones, adherencias o actitu-des, este texto defi ne doce continuidades miofasciales que se emplean habitualmente en lo relativo a la estructura humana. Incluiremos las « reglas » para la construcci ó n de un meridiano miofascial para que el lector experimen-tado pueda construir otras l í neas, lo que puede resultar ú til en ciertos casos. La fascia corporal es sufi cientemente vers á til para resistir otras l í neas de tensi ó n, adem á s de las que se enumeran aqu í , generadas por movimientos inusuales o extra ñ os; lo que se aprecia f á cilmente en cual-quier ni ñ o inquieto. Aunque nos encontramos razonable-mente seguros de que puede elaborarse un completo plan terap é utico con las l í neas que hemos incluido, estamos abiertos a las nuevas ideas que otras exploraciones o inves-tigaciones m á s exhaustivas saquen a la luz (v. ap é ndice 2, p á g. 259) .

Tras considerar la estructura y el movimiento humanos desde el punto de vista de la continuidad de la red fascial

A B

Fig. in. 8 El acortamiento de los meridianos miofasciales o su desplazamiento puede observarse en bipedestaci ó n o en movimiento. Su evaluaci ó n conducir á a estrategias terap é uticas con un enfoque global. ¿Puede observar la imagen A y ver el acortamiento y los desplazamientos apuntados en la B? (Fotograf í a por cortes í a del autor; para una explicaci ó n de las l í neas, v. cap í tulo 11.) (DVD ref: Body Reading 101)

Recto del abdomen (fascia abdominal)

Oblicuo externo del abdomen

Serrato anterior

Fig. in. 9 Las pruebas iniciales de disecci ó n parecen apuntar a la realidad estructural de estos meridianos longitudinales. Aqu í podemos observar la resistencia de la conexi ó n fascial entre el serrato anterior y el oblicuo externo del abdomen, independiente de los huesos a los que se insertan. Estas conexiones « interfasciales » raramente se mencionan en los tratados anat ó micos. (Fotograf í a por cortes í a del autor; disecci ó n de Laboratories of Anatomical Enlightenment. )

Esplenios

Complejo «serratorromboideo»

Oblicuo externo delabdomen

Oblicuo internodel abdomen

Fascia peritoneal y ligamento falciforme

Inserción de la apófisisespinosa

Fig. in. 10 La continuidad miofascial vista en la fi gura introductoria 9 es en realidad tan s ó lo una parte de un « meridiano » mayor mostrado aqu í . Los esplenios del cuello est á n conectados, a trav é s de las ap ó fi sis espinosas, con el romboides del lado opuesto que, a su vez, se encuentra fi rmemente ligado al serrato y se contin ú a con la fascia abdominal hasta la cadera homolateral. Esta serie de conexiones miofasciales que, por supuesto, se repiten en el lado opuesto es b á sica en la capacidad de rotaci ó n del tronco que poseen los mam í feros y se detalla en el cap í tulo 6, dedicado a la l í nea espiral. V é anse las fi guras 6.8 y 6.21 para la comparaci ó n. (Fotograf í a por cortes í a del autor; disecci ó n de Laboratories of Anatomical Enlightenment.) (DVD ref: Early Dissective Evidence)

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en el cap í tulo 1, el cap í tulo 2 establece las reglas y el á mbito de aplicaci ó n del concepto de las v í as anat ó micas. Los cap í tulos 3-9 presentan las l í neas de los meridianos mio-fasciales y plantean algunas de las implicaciones de cada l í nea en el movimiento y en el tratamiento. El cap í tulo 3, correspondiente a la « l í nea posterior superfi cial » , se pre-senta con todo detalle para clarifi car el concepto de las v í as anat ó micas; los cap í tulos siguientes sobre el resto de los meridianos miofasciales emplean la terminolog í a y el formato desarrollados en este cap í tulo. Su lectura previa puede resultar ú til, sin importar cu á l sea la l í nea de inte-r é s. El resto del libro presenta consideraciones generales sobre la evaluaci ó n y el tratamiento que pueden ser de uti-lidad en la aplicaci ó n del concepto de las v í as anat ó micas, independientemente del m é todo de tratamiento escogido.

Historia

El concepto de las v í as anat ó micas surge de nuestra expe-riencia en la ense ñ anza de la anatom í a miofascial a dis-tintos grupos de profesionales de terapias « alternativas » , incluyendo profesionales de la integraci ó n estructural del Rolf Institute, masajistas, oste ó patas, matronas, bailari-nes, profesores de yoga, fi sioterapeutas y entrenadores deportivos, principalmente en EE. UU., Reino Unido y Europa. Lo que empez ó literalmente como un juego, una ayuda para la memorizaci ó n de los estudiantes, se trans-form ó lentamente en un sistema que merec í a la pena com-partir. Animado a escribirlas por el doctor Leon Chaitow, estas ideas vieron la luz por primera vez en el Journal of Bodywork and Movement Therapies en 1997.

Partiendo de los c í rculos anat ó micos y osteop á ticos, el concepto de que la fascia conecta la totalidad del cuerpo en una red interminable (the endless web) 28 ha ido ganando terreno. No obstante, tambi é n por dicha generalizaci ó n, el estudiante puede estar razonablemente confuso con respecto a si se debe abordar un hombro r í gido rebelde trabajando sobre las costillas, sobre la cadera o sobre el cuello. No existe una respuesta espec í fi ca para las pregun-tas l ó gicas que surgen a continuaci ó n: « ¿c ó mo se conectan exactamente? » o « ¿est á n unas partes m á s conectadas que otras? » , pero este libro constituye el inicio de las respues-tas a estas preguntas formuladas por mis estudiantes.

En 1986, el doctor James Oschman, 29,30 un bi ó logo de Woods Hole que ha llevado a cabo una exhaustiva b ú s-queda bibliogr á fi ca en campos relacionados con la cura-ci ó n, me entreg ó un art í culo del antrop ó logo sudafricano Raymond Dart sobre la relaci ó n de doble h é lice que pre-sentan los m ú sculos del tronco. 31 Dart hab í a no desente-rrado este concepto de los terrenos del australopiteco de las llanuras de Sud á frica, sino de su experiencia como un estudiante de la t é cnica Alexander. 32 La disposici ó n de las interconexiones musculares que Dart describi ó se incluye en este libro como parte de lo que he denominado la « l í nea espiral » y su art í culo fue el detonante de un viaje de descu-brimiento que condujo a las continuidades miofasciales que presentamos aqu í ( fi g. in. 12 ). El estudio de las disecciones,

Fig. in. 11 Aunque los meridianos miofasciales coinciden en cierta forma con las l í neas meridionales de los orientales, no son equivalentes. Piense en estos meridianos como los que defi nen la « geograf í a » del sistema miofascial. Compare el meridiano pulmonar que se muestra aqu í con las fi guras in. 1 y 7.1 – la l í nea frontal profunda del brazo – . V é ase tambi é n el ap é ndice 3.

Fig. in. 12 Aunque el art í culo original de Dart no conten í a ilustraciones, este dibujo de Manaka muestra el mismo patr ó n discutido por el primer autor, parte del cual corresponde a la l í nea espiral. (Tomado de Manaka et al. Paradigm Publishers; 1995.)

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la aplicaci ó n cl í nica e interminables horas de ense ñ anza y estudio de libros antiguos ha refi nado el concepto original llev á ndolo a su estado actual.

En esta d é cada, hemos buscado formas efi caces de representar estas continuidades para facilitar su com-prensi ó n y observaci ó n. Por ejemplo, la conexi ó n entre el b í ceps femoral y el ligamento sacrotuberoso est á bien documentada, 33 mientras que la interconexi ó n fascial entre los isquiotibiales y el gastrocnemio, que podemos apreciar en la parte inferior de la fi gura introductoria 13, se presenta con menos frecuencia. Esta forma parte de una continui-dad que se extiende de la cabeza a los pies, denominada l í nea posterior superfi cial, que se ha extra í do intacta en disecciones tanto de tejido fresco ( fi g. in. 14 ) como de tejido fi jado (v. fi gs. in. 3 y 10 ).

La forma m á s sencilla de representar estas conexiones es mediante una l í nea geom é trica de tensi ó n que pasa de una « parada » (inserci ó n muscular) a otra; esta visi ó n unidimen-sional se incluye en cada cap í tulo ( fi g. in. 15 ). Otra forma de plantearse estas l í neas es como parte de un plano fascial, especialmente las hojas superfi ciales y la « malla » fascial de la hoja profunda; esta « á rea de infl uencia » bidimen-sional tambi é n se incluye en algunas l í neas (v. fi g. in. 16 ).Estas l í neas son fundamentalmente una agrupaci ó n de los m ú sculos y su fascia acompa ñ ante – un volumen tridimensional – y esta visi ó n volum é trica se recoge en tres vistas al principio de cada cap í tulo ( fi g. in. 17 ).

Se han desarrollado vistas adicionales de las v í as ana-t ó micas en movimiento para nuestros v í deos ( fi g. in. 18 ) y

para el DVD-ROM Primal Pictures ( fi g. in. 19 ). Se han uti-lizado instant á neas de estas fuentes donde se ha consi-derado que arrojan luz sobre el tema. Del mismo modo, hemos empleado im á genes de acci ó n y bipedestaci ó n sobre las que se han superpuesto las l í neas para transmitir una idea de su estado in vivo ( fi gs. in. 20 e in. 21 ).

Aunque no he visto las continuidades miofasciales des-critas en profundidad en ning ú n sitio, me sent í a la vez desilusionado (al ver que mis ideas no eran completamente originales) y aliviado (al darme cuenta de que no andaba muy desencaminado) al descubrir, despu é s de haber publicado una primera versi ó n de estas ideas, 33,34 que algunos anatomistas alemanes, como Hoepke en los a ñ os treinta, hab í an realizado trabajos similares ( fi g. in. 22 ). 35 Tambi é n existen ciertas similitudes con las cha î nes muscu-laires de Fran ç oise M é zi è re 36,37 (desarrolladas por Leopold Busquet), a quien me presentaron antes de fi nalizar este libro. Estas cha î nes musculaires se basan en conexiones fun-cionales – pasando, por ejemplo, desde el cu á driceps hasta el gastrocnemio y el s ó leo a trav é s de la rodilla – mientras que las v í as anat ó micas se basan en conexiones fasciales directas ( fi g. in. 23 ). Los diagramas del anatomista alem á n

Fasciaepicraneal(derecha eizquierda)Semiespinoso

de la cabeza ydel cuello

Iliocostal

Isquiotibiales

Entre

laza

do a

nive

l fas

cial

con

Gastrocnemio

Fascia sacra

Ligamentosacrotuberoso

Aponeurosis plantar

Fig. in. 14 L í nea posterior superfi cial similar tomada intacta en una disecci ó n de tejido fresco. (Fotograf í a por cortes í a del autor; disecci ó n de Laboratories of Anatomical Enlightenment. ) (DVD: Puede encontrarse un v í deo de esta muestra en el DVD que acompa ñ a a este libro)

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Fig. in. 13 Los isquiotibiales cuentan con una clara continuidad fascial mediante las fi bras del ligamento sacrotuberoso. Tambi é n existe una continuidad fascial entre los tendones distales de los isquiotibiales y las cabezas del gastrocnemio pero, a menudo, esta conexi ó n se secciona y rara vez se representa. (Fotograf í a por cortes í a del autor; disecci ó n de Laboratories of Anatomical Enlightenment.)

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Tittel, m á s modernos, tambi é n se basan en conexiones fun-cionales, m á s que fasciales, que atraviesan huesos como sin difi cultad ( fi g. in. 24 ). 38 Todos estos « mapas » coinciden en cierta medida con las v í as anat ó micas y desde aqu í se reconocen y agradecen estos trabajos pioneros.

Desde la publicaci ó n de la primera edici ó n, tambi é n he descubierto el trabajo de Andry Vleeming y sus cola-boradores sobre las « bandas fasciales » y su participaci ó n en el cierre de la articulaci ó n sacroil í aca 39,40 , y, especial-mente, la aplicaci ó n cl í nica de este trabajo llevada a cabo por la incomparable Diane Lee 41 ( fi g. in. 25 ). En t é rminos

Fig. in. 15 L í nea posterior superfi cial en una sola dimensi ó n – ú nicamente la l í nea de tensi ó n.

Fig. in. 16 L í nea posterior superfi cial en un plano bidimensional – su á rea de infl uencia.

Fig. in. 17 L í nea posterior superfi cial mostrada como un volumen tridimensional – los m ú sculos y las fascias participantes.

Fig. in. 18 Instant á nea tomada de un v í deo generado por ordenador de la l í nea posterior superfi cial. (Gr á fi co por cortes í a del autor y Videograf, NYC.) (DVD: El DVD que acompa ñ a al libro incluye un v í deo generado por ordenador de esta y otras l í neas)

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Fig. in. 19 Instant á nea del DVD-ROM Anatomy Trains with Primal Pictures . (Imagen por cortes í a de Primal Pictures, www.primalpictures.com .) (DVD ref: Primal Pictures Anatomy Trains)

Fig. in. 20 L í neas en acci ó n durante el ejercicio (v. cap í tulo 10). En esta imagen, la l í nea frontal superfi cial est á elongada y estirada, la l í nea posterior superfi cial del brazo de la derecha mantiene el brazo en el aire y la l í nea frontal superfi cial del brazo de la izquierda est á estirada desde el t ó rax hasta el pulgar. En el tronco, la l í nea lateral de la izquierda est á comprimida y, en contraposici ó n, la complementaria est á abierta. La l í nea espiral derecha, que no se muestra, presenta un acortamiento mayor que su hom ó logo izquierdo.

Fig. in. 21 L í neas de compensaciones posturales; v é ase cap í tulo 11. (Fotograf í a por cortes í a del autor.)

Línea serrato-romboides

Línea pectoral-oblicuo interior

Línea oblicuo interior-glúteomedioLínea oblicuo

exterior-aductores

A B

Fig. in. 22 (A) El anatomista alem á n Hoepke detall ó algunos « meridianos miofasciales » en su libro de 1936, cuya traducci ó n espa ñ ola del t í tulo ser í a « interacciones musculares » . (B) Ideas similares, aunque menos precisas, pueden encontrarse en la Plastische Anatomie de Mollier (Mollier 1938). (Reproducido con autorizaci ó n de Hoepke H, Das Muskelspiel des Menschen, G Fischer Verlag, Stuttgart 1936 con autorizaci ó n de Elsevier.)

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Fig. in. 23 El fi sioterapeuta franc é s Leopold Busquet, siguiendo a Fran ç oise M é zi è re, denomin ó a estas conexiones musculares « cha î nes musculaires » , pero este concepto de conexiones es funcional, mientras que la conexi ó n de las v í as anat ó micas es precisamente fascial. Obs é rvese, por ejemplo, el modo en que las l í neas cruzan desde la regi ó n anterior de la rodilla a la posterior. Estas conexiones no est á n « permitidas » en la teor í a de los meridianos miofasciales. (Imagen reproducida de Busquet 1992 [v. tambi é n www.chainesmusculaire.com ].)

Fig. in. 24 El anatomista alem á n Tittel tambi é n dibuj ó algunos espl é ndidos cuerpos atl é ticos sobre los que dispon í a conexiones musculares funcionales. De nuevo, la diferencia estriba en las conexiones musculares funcionales, espec í fi cas de un movimiento y moment á neas, frente a las conexiones posturales y permanentes de las conexiones de tejido fascial de nuestras v í as. (De Tittel: Beschreibende und funktionelle Anatomie des Menschen, 14.ª ed. © Elsevier GmbH, Urban & Fischer Verlag, Múnich.)

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Fig. in. 25 Andry Vleeming y Diane Lee describieron las bandas oblicuas anterior y posterior, muy similares a las l í neas funcionales anterior y posterior descritas en este libro (y muy similares a la ligne de fermeture y ligne d’ouverture descritas por M é zi è re). En este texto, la banda longitudinal posterior de Vleeming se incluye en la l í nea posterior superfi cial. (A. Adaptado con autorización de Vleeming et al 199542; B. De Vleeming & Stoeckart 200743 con autorización; C. De Lee 2004 con autorización.)

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generales, las bandas oblicuas anterior y posterior de Vleeming coinciden con las l í neas funcionales que se des-criben en el cap í tulo 8 de este texto, mientras que la banda longitudinal posterior forma parte de lo que se describe como la l í nea posterior superfi cial, mucho m á s extensa (v. cap í tulo 3). Como ya ha sido comentado, este preten-cioso libro va m á s all á de la investigaci ó n para presentar un punto de vista que parece funcionar en la pr á ctica, pero que todav í a necesita el respaldo de las publicaciones basa-das en la evidencia.

Con la renovada confi anza que confi ere tal confi rmaci ó n, acompa ñ ada por la precauci ó n que debe caracterizar a cual-quiera que camine por terrenos cient í fi cos tan resbaladi-zos, mis colegas y yo hemos estado probando y ense ñ ando un sistema de integraci ó n estructural ( Kinesis Myofascial Integration www.anatomytrains.com , y v. el ap é ndice 2, p á g. 259), bas á ndonos en los meridianos miofasciales de las v í as anat ó micas. Los profesionales que acuden a estas clases refi eren importantes mejoras en su capacidad para abordar complejos problemas estructurales y un mayor í ndice de é xito. Este libro pretende llevar este concepto a una mayor audiencia. Desde la publicaci ó n de su primera edici ó n en 2001, se ha conseguido este objetivo y una gran varie-dad de profesionales utiliza las v í as anat ó micas en todo el mundo.

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