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CLAVES ÉTICAS PARA JUZGAR SOBRE UNA PELÍCULA Ante todo hay que advertir que el dictamen ético de una película está en función de los espectadores que de hecho la ven ya que, como toda experiencia estética, el cine está configurado como un "diálogo", una comunicación: su significado en parte está dado y en parte "se hace" al vivirlo. También hay que evitar circunscribir el dictamen a ciertas secuencias problemáticas -de violencia, sexo, diálogos groseros, etc.-, considerándolas por separado. No se puede perder de vista que el valor o anti valor de tales escenas varía enormemente según se consideren aisladamente o bien integradas en el guion, que es como el alma de la película. Hay que tener en cuenta, por tanto, los siguientes factores: 1. La fuerza unificadora del guion Como hemos dicho, esta influencia confiere a cada elemento del filme un valor y un significado concreto, del que carecen por separado. En virtud del guion, por ejemplo, una conducta reprobable puede estar al servicio de un mensaje implícito de honradez y virtud. 2. La formación cinematográfica y estética del espectador. De ella depende el captar la unidad pretendida por el guión. Los profanos en cine, más que el mensaje total de la película, suelen fijarse en determinadas secuencias: de emoción, de intriga, violencia, sexo, etcétera. Ven por escenas sin llegar a captar la unidad. Por eso cuando faltan escenas llamativas o impactantes suelen tachar de aburrida la película porque, según ellos, "no pasa nada". 3. La formación moral del espectador. Influye en el cine en cuanto que la ética agudiza el sentido argumental de la vida: lo que pasa aquí y ahora tiene un sentido, responde a una intención, se encuadra en una vocación personal, proviene de un pasado y se orienta a un futuro, etcétera. Este sentido argumental predispone admirablemente para entender el lenguaje cinematográfico, ya que el cine, como la novela, es un arte plenamente narrativo y dramático. 4. Secuencias porno visuales

Anexo 2

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CLAVES ÉTICAS PARA JUZGAR SOBRE UNA PELÍCULA

Ante todo hay que advertir que el dictamen ético de una película está en función de los

espectadores que de hecho la ven ya que, como toda experiencia estética, el cine está

configurado como un "diálogo", una comunicación: su significado en parte está dado y en

parte "se hace" al vivirlo.

También hay que evitar circunscribir el dictamen a ciertas secuencias problemáticas

-de violencia, sexo, diálogos groseros, etc.-, considerándolas por separado. No se puede

perder de vista que el valor o anti valor de tales escenas varía enormemente según se

consideren aisladamente o bien integradas en el guion, que es como el alma de la película.

Hay que tener en cuenta, por tanto, los siguientes factores:

1. La fuerza unificadora del guion

Como hemos dicho, esta influencia confiere a cada elemento del filme un valor y un

significado concreto, del que carecen por separado. En virtud del guion, por ejemplo, una

conducta reprobable puede estar al servicio de un mensaje implícito de honradez y virtud.

2. La formación cinematográfica y estética del espectador.

De ella depende el captar la unidad pretendida por el guión. Los profanos en cine, más

que el mensaje total de la película, suelen fijarse en determinadas secuencias: de

emoción, de intriga, violencia, sexo, etcétera. Ven por escenas sin llegar a captar la

unidad. Por eso cuando faltan escenas llamativas o impactantes suelen tachar de aburrida

la película porque, según ellos, "no pasa nada".

3. La formación moral del espectador.

Influye en el cine en cuanto que la ética agudiza el sentido argumental de la vida: lo que

pasa aquí y ahora tiene un sentido, responde a una intención, se encuadra en una

vocación personal, proviene de un pasado y se orienta a un futuro, etcétera.

Este sentido argumental predispone admirablemente para entender el lenguaje

cinematográfico, ya que el cine, como la novela, es un arte plenamente narrativo y

dramático.

4. Secuencias porno visuales

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En virtud del significado esponsal del cuerpo, los gestos abiertamente provocativos, por su

repercusión inmediata en la excitabilidad del cuerpo, son inaceptables en el cine, al menos

dos motivos:

a) Motivo artístico: la porno visión contradice la razón de ser del arte dramático, pues

donde comienza la exhibición se suspende la interpretación. Y con la interpretación se

suspende también la unidad y coherencia del argumento para ceder, por motivos

normalmente comerciales, a los bajos apetitos del público, especialmente masculino. En

las escenas llamadas "X" se produce un paréntesis cinematográfico, pues la actriz no actúa

como tal, ni la mirada que se provoca en el espectador es auténticamente contemplativa.

La contemplación exige un cierto distanciamiento admirativo y respetuoso frente a su

objeto, en cambio la porno visión esclaviza la mirada, la empobrece focalizándola en el

reclamo sexual, la torna estrecha y burda.

b) Motivo ético: La porno visión, como todo el mundo sabe, cosifica a la mujer y,

consecuentemente, al varón, desfigurando la complementariedad tanto en la historia

como en la conciencia del espectador. Es una dialéctica de degradación que esconde y

fomenta otras desviaciones: machismo, egoísmo, violencia, vanidad, miedo, avaricia. Para

justificarse, los autores de tales imágenes no sólo buscan la complicidad del espectador -

que da su aprobación implícita con su asistencia-, sino con un discurso pseudoartístico

típicamente moderno, donde el esteticismo encaja de maravilla con el relativismo moral.

Por estas dos razones es imposible que la inmoralidad de estas escenas pueda mitigarse

por su integración en el guion, ya que lo pornográfico es por definición anti-argumental.

Por el hecho mismo de presentar a la persona como cosa, la imagen porno se sustrae al

hilo de la historia y queda fuera del guion.

5. Secuencias sensuales o glamorosas

Son aquellas en que destaca la belleza corporal, principalmente femenina, con su lenguaje

propio, que es el del amor romántico o esponsal: besos, caricias, miradas, bailes, vestidos

insinuantes, encuentros íntimos, etc.

A estos ingredientes podríamos denominarlos eróticos, como es lo habitual, si no fuera

por lo confuso y equívoco del término. El concepto de eros, en efecto, ha sido tristemente

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desfigurado por la teoría psicoanalítica, para la cual no es más que el conjunto de

impulsos sexuales de la personalidad (Diccionario María Moliner). Para muchos, por

consiguiente, "escenas eróticas" viene a ser lo mismo que "escenas de sexo", lo cual

equivale, aunque sea de modo menos explícito, a lo que hemos llamado porno visión.

Sin embargo entre la sensualidad de que hablamos y la porno visión no sólo hay una

diferencia "de grado", es decir, de la mayor o menor carga provocativa o atrevimiento de

las imágenes, sino que hay una intencionalidad radicalmente diversa; desde el punto de

vista ético son realidades totalmente distintas. El porno (raíz griega que significa

'prostitución') nace de la lujuria y a ella conduce, mientras que la sensualidad que

podríamos llamar romántica o esponsal, en especial el universo del glamour, tiene por fin

expresar y realzar la condición sexuada –no sexual- del hombre, su complementariedad,

su llamada al don de sí. Es evidente que en la atmósfera sensual de muchas escenas y

películas estos valores aparecen muy velados y oscurecidos, pero eso no impide que

subsista esta orientación ética fundamental.

Hechas estas precisiones podemos afirmar que las mencionadas escenas sensuales son

plenamente integrables en el guion, y en esa medida, según el contexto y la calidad

artística de la secuencia, pueden tener una "lectura" ética muy positiva.

Todo depende del trasfondo humano en que se inscriban estos gestos, diálogos y

acciones, y del tipo de amor que den a entender.

6. Escenas de violencia.

La representación visual de la violencia permite un distanciamiento subjetivo mucho

mayor que en la temática sexual, y por eso su integración en el guion ofrece menos

implicaciones éticas. Así sucede incluso en películas con grandes valores morales e incluso

pedagógicos, como las de género épico y de aventuras, donde suele abundar la violencia.

Hay sin embargo un tipo de violencia gratuita que, más que amoldarse al argumento, lo

que busca es provocar una sacudida visceral en el espectador, por ejemplo recreándose

en lo sórdido, o despertando pasiones como ira, saña, sadismo, crueldad, etc. En la misma

medida que turba la contemplación y banaliza la vida humana, el abuso de este recurso

puede perjudicar la calidad ética y estética de la película, convirtiéndola en mero

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espectáculo morboso, como sucede con frecuencia en la subcultura gore. Además, este

tipo de violencia suele ir acompañada de situaciones groseramente sexualizantes y

diálogos zafios.

7. Diálogos

El auténtico diálogo posee de suyo un gran valor ético. La vida misma del hombre es

dialógica, se configura como una incesante conversación, en la cual cada individuo co-

existe con los demás, se descubre y realiza a sí mismo en compañía.

Por esta razón los diálogos cinematográficos constituyen un acervo inestimable de nuestra

cultura, en los cuales encuentra su continuidad y desarrollo la gran tradición teatral de

Occidente.

Hay diálogos, sin embargo, que apenas son tales. En realidad de diálogo apenas tienen

más que la apariencia: bien por ser groseros y chabacanos, bien por pedantes, fatuos o

formularios. En todos estos casos casi no hay verdadera comunicación, y en el caso de la

grosería, peor aún: hay anticomunicación, se interponen barreras, filtros, y se infecta el

ambiente con violencia verbal.

El diálogo en el cine puede ser grosero y chabacano en dos sentidos: por la forma o por el

contenido.

a) La chabacanería más deletérea es, obviamente, la que se refiere al contenido: sucede

cuando los personajes parecen distinguidos y formales, pero revelan un tenor de vida

degradado. Entonces, aunque se eviten palabras malsonantes y vocablos obscenos, los

diálogos traslucen un fondo inmoral de refinada ordinariez, sofisticada ramplonería,

exquisita vulgaridad, lo cual es tanto más pernicioso cuanto más sibilinamente se

presenta, dándose por normal. Tales diálogos, como se ve, atañen al fondo de la película,

o sea al mensaje total del guion, y por tanto el guion difícilmente puede subsanarlos, pues

los diálogos lo infectan de raíz.

b) Es muy distinto, a mi juicio, el caso de los diálogos soeces cuando el fondo es limpio, o

intenta serlo. El espectador comprende claramente que quien habla así es tal o cual

personaje, porque forma parte de su caracterización, pero sin que el autor del filme lo

apruebe o dé por normal. Es el caso de películas sobre ambientes duros o degradados, por

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ejemplo el cine negro, en que con frecuencia se ponen de relieve destellos de nobleza y

valor que laten entre gentes rudas. Cuando esto ocurre, los diálogos "gruesos", "broncos",

son depurados por el guion y el efecto puede ser incluso ejemplar.

8. Idea de fondo

Se trata del mensaje total del filme, que palpita en cada fotograma y en cada detalle,

dándoles unidad y sentido. Siempre consiste en un quid humanum, en algo del misterio

del hombre que la película viene a revelar y cuestionar: el amor, el tiempo, la muerte, la

memoria, el dolor, etc. Este destello fílmico de la verdad del hombre ya supone, de suyo,

un enriquecimiento moral tanto para los artistas como para los espectadores. No hace

falta, pues, que haya un propósito moralizante o instructivo para que un filme suponga un

gran bien para todos.

No obstante existen guiones tramposos en que se escamotea la verdad del hombre y se

oscurece deliberadamente algún aspecto de su dignidad y su vocación. Es lo que ocurre,

por ejemplo, cuando se da una idea unilateral y reductiva de la persona, o se deforma la

imagen de la mujer, de la sexualidad o de la familia. En esa misma medida la película

pierde categoría no sólo moral sino estética.

Recordemos que moral no equivale a formalidad o convencionalismo sino a calidad

humana, hondura personal, intimidad auténtica, que es de donde deriva la intensidad

dramática de una historia, y por tanto su belleza. Ética y estética, pues, se dan la mano

tanto en la vida real como en su principal espejo, que es el universo cinematográfico.

Texto tomado de: http://www.altaviana.com/PDF/sugerencias_cine.pdf