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POLÍTICA Y ECONOMÍA SECCIONES 01 Editorial 03 Entrevista a José Ángel Moreno, por José Manuel Alonso POLÍTICA Y ECONOMIA 09 Afrodescendientes, por Julia Pérez 11 La reforma del sistema financiero y algo más, por Mariano Palancar 13 Y ahora… ¿qué?, por Pedro Zabala PENSAMIENTO 14 Progreso y humanidad, por Sergio Fernández Riquelme 17 Cuando desobedecer es virtud, por Teófilo González Vila 19 Ciencia y Tecnología «para» la Sociedad, por Jesús R. Jiménez EDUCACIÓN 21 Paciencia y terapia, por Patricia Casimiro Cuevas RELIGIÓN 25 Nombramiento de obispos por Luis Enrique Hernández 27 Nombramiento de obispos por Ricardo de Luis Carballada 29 El obispo Lamont, figura histórica frente a la discriminación racial por Fernando Millán Romeral TESTIMONIO 32 Mounier treinta años después por Jacques Madaule 34 Una carta de Simone Weil a E. Mounier por Carmen Herrando OFICIO DE ESCRIBIR 38 ¡Alahu Akbar! por Friedrich Manfred Peter 40 RINCÓN BIBLIOGRÁFICO PRESENTACIÓN 46 Mis retos como personalista comunitario CARLOS DÍAZ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47 Presencia pública y poder político AGUSTÍN DOMINGO MORATALLA . . . . . . . . . . . . . . . . 51 Crisis económica en el desorden establecido ARCADI OLIVERES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 56 Hacia una economía centrada en la persona JESÚS CONILL SANCHO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63 El trabajo de las mujeres pobres MAMOR BARROS DEL RÍO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67 Los pobres nos cuestionan ANTONIO PIÑAS MESA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 70 Los retos del personalismo ante la pobreza LUIS NARVARTE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73 Ética y educación MARCELINO AGÍS VILLAVERDE . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75 La ciencia actual y la construcción de la persona FRANCISCO JOSÉ SOLER GIL . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79 Pan y Rosas. La exigencia de la belleza FÉLIX GARCÍA MORIYÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 82 Lo que hay por debajo de las historias JOSÉ MANUEL ALONSO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85 La entraña personalista del cristianismo OLEGARIO GONZÁLEZ DE CARDEDAL . . . . . . . . . . . . . 87 La inteligencia espiritual y la ciencia del no saber JOSÉ LUIS VÁZQUEZ BORAU . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89 Libros del trimestre: La crisis de la España Fragmentada LUIS FERREIRO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95 En defensa de la vida humana LUIS FERREIRO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 98 ¡ Q ué lejos en el tiempo queda aquel primer número de Acontecimiento¡ Nos preguntábamos, entonces, qué quiere ser el Instituto Emmanuel Mounier. Esa pregunta no salía de zozobra alguna, sino del temor y temblor al enfrentarnos a lo debíamos ser en el seno del pensamiento y la acción del personalismo comunitario, al hilo de los cuales se urdía también el proyecto de la revista, con la certeza de la teoría y la inseguridad de la praxis, que tantas veces nos ha llevado a nuevas tentativas, entre pequeños fracasos y grandes fidelidades. Hoy tenemos que comenzar por hacer examen de conciencia y reconocer que no hemos estado a la altura de aquel ideal, sin embargo, pese a los humildes logros, a la pobreza de nuestra presencia e influencia, estamos seguros de que no tenemos que arrepentirnos de haberlo intentado. Ahora son 100 números que han ido cayendo sobre nuestras vidas Continúa en la página siguiente PRÓXIMOS NÚMEROS 2011 Los límites del hombre Acontecimiento, número 100, o ¿cómo se hace una revista? Revista de pensamiento personalista y comunitario ÓRGANO DE EXPRESIÓN DEL INSTITUTO E. MOUNIER 2011 n 3 100 Número AÑO XXVII EDITA: Instituto E. Mounier c/ Melilla, 10 - 8.º D 28005 Madrid 91 473 16 97 http://www.mounier.es Periodicidad: trimestral ISSN: 1698-5486 Depósito legal: M-3.949-1986 DISEÑO Y PRODUCCIÓN: La Factoría de Ediciones 91 521 32 20 [email protected] IMPRESIÓN: Egraf, S. A. ANÁLISIS «El acontecimiento será nuestro maestro interior». Emmanuel Mounier (1905-1950) Los retos del personalismo comunitario Editorial LUIS FERREIRO, DIRECTOR DE ACONTECIMIENTO CONSEJO DE REDACCIÓN DIRECTOR: Luis Ferreiro SECRETARIO: Fernando Soler [email protected] Luis Capilla Carlos Díaz José Antonio Fernández Teófilo González Vila Carmen Herrando José M. Linares Poveda Julia Pérez Ramírez Esther Díaz Pérez Ricardo de Luis Carballada José Luis Loriente Pardillo José Manuel Alonso

ANÁLISIS - Mounier

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Page 1: ANÁLISIS - Mounier

P O L Í T I C A Y E C O N O M Í A

S E C C I O N E S

01 Editorial03 Entrevista a José Ángel Moreno,

por José Manuel Alonso

POLÍTICA Y ECONOMIA

09 Afrodescendientes, por Julia Pérez11 La reforma del sistema financiero y

algo más, por Mariano Palancar 13 Y ahora… ¿qué?, por Pedro Zabala

PENSAMIENTO

14 Progreso y humanidad, por Sergio Fernández Riquelme

17 Cuando desobedecer es virtud,por Teófilo González Vila

19 Ciencia y Tecnología «para» laSociedad, por Jesús R. Jiménez

EDUCACIÓN

21 Paciencia y terapia,por Patricia Casimiro Cuevas

RELIGIÓN

25 Nombramiento de obispospor Luis Enrique Hernández

27 Nombramiento de obispospor Ricardo de Luis Carballada

29 El obispo Lamont, figura históricafrente a la discriminación racialpor Fernando Millán Romeral

TESTIMONIO

32 Mounier treinta años despuéspor Jacques Madaule

34 Una carta de Simone Weil a E. Mounierpor Carmen Herrando

OFICIO DE ESCRIBIR

38 ¡Alahu Akbar!por Friedrich Manfred Peter

40 RINCÓN BIBLIOGRÁFICO

PRESENTACIÓN 46

Mis retos como personalista comunitarioCARLOS DÍAZ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47Presencia pública y poder políticoAGUSTÍN DOMINGO MORATALLA . . . . . . . . . . . . . . . . 51Crisis económica en el desorden establecidoARCADI OLIVERES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 56Hacia una economía centrada en la personaJESÚS CONILL SANCHO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63El trabajo de las mujeres pobresM.ª AMOR BARROS DEL RÍO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67Los pobres nos cuestionanANTONIO PIÑAS MESA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 70Los retos del personalismo ante la pobrezaLUIS NARVARTE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73Ética y educaciónMARCELINO AGÍS VILLAVERDE . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75La ciencia actual y la construcción de la personaFRANCISCO JOSÉ SOLER GIL . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79Pan y Rosas. La exigencia de la bellezaFÉLIX GARCÍA MORIYÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 82Lo que hay por debajo de las historiasJOSÉ MANUEL ALONSO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85La entraña personalista del cristianismoOLEGARIO GONZÁLEZ DE CARDEDAL . . . . . . . . . . . . . 87La inteligencia espiritual y la ciencia del no saberJOSÉ LUIS VÁZQUEZ BORAU . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89Libros del trimestre:La crisis de la España FragmentadaLUIS FERREIRO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95En defensa de la vida humanaLUIS FERREIRO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 98

¡Qué lejos en el tiempo queda aquel primer número de Acontecimiento¡ Nos preguntábamos, entonces, quéquiere ser el Instituto Emmanuel Mounier. Esa pregunta no salía de zozobra alguna, sino del temor ytemblor al enfrentarnos a lo debíamos ser en el seno del pensamiento y la acción del personalismo

comunitario, al hilo de los cuales se urdía también el proyecto de la revista, con la certeza de la teoría y la inseguridad dela praxis, que tantas veces nos ha llevado a nuevas tentativas, entre pequeños fracasos y grandes fidelidades.

Hoy tenemos que comenzar por hacer examen de conciencia y reconocer que no hemos estado a la altura de aquelideal, sin embargo, pese a los humildes logros, a la pobreza de nuestra presencia e influencia, estamos seguros de queno tenemos que arrepentirnos de haberlo intentado. Ahora son 100 números que han ido cayendo sobre nuestras vidas

Continúa en la página siguiente

PRÓXIMOS NÚMEROS 2011

Los límites del hombre

Acontecimiento, número 100, o ¿cómo se hace una revista?

Revista de pensamientopersonalista y comunitario

ÓRGANO DE EXPRESIÓNDEL INSTITUTO E. MOUNIER

2 0 1 1 n 3

100Número

A Ñ O X X V I I

EDITA: Instituto E. Mounierc/ Melilla, 10 - 8.º D28005 Madrid 91 473 16 97

http://www.mounier.es Periodicidad: trimestralISSN: 1698-5486Depósito legal: M-3.949-1986

DISEÑO Y PRODUCCIÓN:La Factoría de Ediciones 91 521 32 20

[email protected]

IMPRESIÓN: Egraf, S. A.

A N Á L I S I S

«El acontecimiento será nuestro maestro interior». Emmanuel Mounier (1905-1950)

Los retos delpersonalismocomunitario

E d i t o r i a lLUIS FERREIRO, DIRECTOR DE ACONTECIMIENTO

CONSEJO DE REDACCIÓN

DIRECTOR: Luis FerreiroSECRETARIO: Fernando [email protected]

Luis Capilla Carlos DíazJosé Antonio FernándezTeófilo González VilaCarmen HerrandoJosé M. Linares PovedaJulia Pérez RamírezEsther Díaz PérezRicardo de Luis CarballadaJosé Luis Loriente PardilloJosé Manuel Alonso

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E D I T O R I A L

al ritmo de las gotas de rocío, como de un rosal, con susespinas y sus pétalos. 100 números que, volviendo lavista atrás, producen el vértigo del tiempo que se aleja yqueda acumulado en arrugas y sienes plateadas, ydelatan que hemos vivido.

En toda esta trayectoria hemos gozado con la obra yhemos sabido que muchos lectores esperaban con eldeseo de leer cada número que salía. Ellos han sido losque han dado ánimo a los diferentes equipos de redaccióncon los que hemos contado. Hemos sabido que muchosartículos se han utilizado en clase por profesores, enparroquias, en grupos de jóvenes… Con la llegada deinternet y el correo electrónico hemos comprobado que ladifusión de algunos artículos se ha multiplicado por todaspartes. Todo esto nos enorgullece por haber servido. Portanto, a todos los socios del IEM y a todos suscriptores dela revista vaya nuestro más profundo agradecimiento.

También damos las gracias a quienes, con la continui-dad de la publicación y la mayor calidad posible, hanmantenido un faro encendido para referencia de navegan-tes. Por eso, los recordamos aquí junto con los directoresque ha tenido la revista: Gonzalo Tejerina, Emilio Andreu,Emmanuel Buch, José Ángel Moreno y Carlos Díaz. Aestos últimos les agradecemos, además, su aportación aeste número.

Hemos llegado hasta aquí y, ahora, ¿qué? Miramoshacia el futuro con la esperanza de ser lo que siemprehemos debido ser. Y para ello, miramos al pasado dedonde nos viene la inspiración, a Esprit, a EmmanuelMounier, a quienes recordamos en las páginas interioresde este emblemático número. Volvemos a interrogarnos:

¿Qué debemos ser? ¿Queremos ser de verdad lo quedebemos? Esprit fue una revista, un equipo y, sobre todo,una comunidad, al servicio de la cual existía la revista. Ésadebe ser nuestra opción. Hemos denunciado hasta lasaciedad el individualismo, ahora se trata de hacercomunidad y demostrar que las ideas de la revistapueden engendrarla.

Para celebrar estos 100 números varios grupos van atrabajar comunitariamente alrededor de los temassiguientes, de modo que la revista alimente la vida y lavida alimente a la revista. Lo nuestro será que el aconte-cimiento se haga revista y que la revista se hagaacontecimiento.

Somos amantes de los libros, pero tanto o más lo somosde las revistas efímeras que apuntan a lo eterno, pues: Un libro es una obra personal, pero una revista como

Acontecimiento ha de ser una obra personal y comu-nitaria.

Un libro es un diálogo consigo mismo y con el autor,una revista es un diálogo comunitario y público.

Un libro es para la intimidad, una revista es para la ter-tulia, y ésta para la acción.

Un libro, decía Unamuno, es para comérselo, unarevista es para el simposio, es decir para bebérsela ycomérsela juntos.

Por eso, este número 100 es especial no sólo por sus100 páginas, una por cada número publicado. Seráespecial, porque desde aquí hacemos un llamamiento ala responsabilidad en la obra colectiva, desde el director atodos los lectores, pasando por el Consejo de Redacción.

Para enviar al Instituto E. Mounier (Melilla, 10 - 8º D / 28005 Madrid)

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ACONTECIMIENTO 1002

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José Manuel AlonsoMiembro del Instituto E. Mounier, Madrid

ACONTECIMIENTO 100 3

Eres miembro activo de Economistas sin Fronteras (EsF). ¿Aqué se dedica esta asociación?

Es una ONG relativamente pequeña que trabaja bá-sicamente en cuatro áreas: primera, cooperación parael desarrollo, con proyectos en el Perú y la Repúbli-ca Dominicana; segunda, sensibilización para el desa-rrollo, con programas dirigidos al gran público parasensibilizar sobre los problemas de la economía mun-dial (injusticia, desigualdad, etc.); tercera, lo que lla-mamos ‘Vivero de microempresas’, apoyando a pe-queños emprendedores (fundamentalmente inmi-grantes) sobre todo con formación de tipoempresarial, y a veces también buscándoles (e inclu-so concediéndoles) financiación; y finalmente, unacuarta área importante es la de responsabilidad socialcorporativa (RSC), con una triple perspectiva: poruna parte de crítica, de escrutinio de cómo desarro-llan las empresas la RSC (EsF fue entidad fundadoradel Observatorio de la RSC, una importante plata-forma en la que participan las principales ONG quetrabajan en este campo y CCOO), por otra, de cola-boración con empresas que quieren mejorar sus

prácticas de responsabilidad, y, finalmente, tambiénde investigación en este terreno, así como sobrecuestiones de banca ética y de inversión socialmenteresponsable (EsF es una de las entidades promotorasde Fiare, uno de los escasos proyectos de banca éticaen España). Se puede encontrar más información ennuestra web (www.ecosfron.org).

Estos días [agosto de 2011] asistimos a un fuerterecrudecimiento de la crisis. Hay consenso en que esta crisises de origen financiero, con el estallido de las hipotecassubprime en 2008. Tú sostienes que se ha venido gestandodurante bastante tiempo. ¿Podrías explicárnoslo un poco?

Es algo en lo que está de acuerdo mucha gente, noes una idea original. Los fermentos de lo que está pa-sando se remontan a la forma en que se superó la an-terior gran crisis, la de los setenta, la del encareci-miento del petróleo. Esa crisis produjo una impor-tante recesión, de la que se salió con una orientaciónpolítica muy fuerte. Se entendió como una crisis deeficiencia del sistema, que muchos sectores académi-

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ENTREVISTA A JOSÉ ÁNGEL MORENO

Antiguo director de AcontecimientoEconomista. Profesor de la UNEDVicepresidente de Economistas sin fronteraswww.ecosfron.org

Page 4: ANÁLISIS - Mounier

cos e intelectuales interpretaron que fue provocadapor una macrocefalia del gasto público, del sectorpúblico, por un excesivo peso de organismos com-pensadores del poder de la empresa. Y, en ese sentido,se trató de salir de la crisis por la derecha, por una de-recha radical. Cambió el sistema. Se desmontaron, enbuena medida, los mecanismos del Estado de bienes-tar y de la política keynesiana, para optar por una po-lítica liberalizadora, desregularizadora. Esto sucedióen un contexto favorecido por una intensa revolu-ción tecnológica, la de las tecnologías de la informa-ción y la comunicación, que permitió un incremen-to impresionante de la internacionalización, lo quehemos venido a llamar globalización. Esto posibilitóque la desregulación, la liberalización, se aplicase deforma radical y con una perspectiva mundial. Estepanorama es el germen de la situación actual: lapuesta en marcha de un modelo económico, perofundamentado en decisiones políticas, que ha tenidounas repercusiones crecientes y permanentes.

¿En qué medida tiene que ver la crisis financiera actual conese modelo económico?

Como vengo sosteniendo hace tiempo1, la actividadque consigue mayor éxito dentro de ese modeloeconómico de desregulación radical, la actividad quemejor aprovecha la revolución tecnológica, la activi-dad que mejor aprovecha las economías de escala dela globalización, seguramente es la actividad financie-ra. El sector financiero emerge como hegemónicodentro de esa reorientación de la política económi-ca. Por eso es capaz, cada vez más claramente, de im-poner su criterio a la hora de ordenar la actividadeconómica según sus intereses. El problema es queesa nueva orientación (y esto es algo que se mani-fiesta ya desde los años ochenta) empieza a encontrarcontradicciones. Mencionaré una nada más: por unaparte, esa orientación liberalizadora (reducción delpeso del Estado, de los sindicatos, reformas labora-les…) está implicando un peso rápidamente decre-

ciente de las rentas laborales en el conjunto de larenta nacional en todos los países avanzados, porcomparación con las rentas de capital. Es decir, estáimplicando un aumento considerable de las desigual-dades. Esto supone un problema creciente para la de-manda agregada, porque una gran mayoría de la po-blación tiene cada vez menor capacidad de demanday, sin embargo, al mismo tiempo la revolución tec-nológica está planteando unas posibilidades produc-tivas increíblemente intensas. Así se plantea una con-tradicción entre una capacidad de demanda decre-ciente y una capacidad de oferta enorme.

¿Cómo se trata de resolver esta contradicción en el sistema?

El mecanismo normal hubiese sido reducir el nivelde desigualdad y conseguir que los sectores mayori-tarios de la población incrementasen su renta paraaumentar su demanda, si es que se quiere equilibraresa tremenda capacidad de oferta; pero ésta es unadecisión que no se tomó. La política económica hasido cada vez más dura frente a los sectores mayori-tarios. Y ¿cuál es la solución que se adopta? Una so-lución planteada, impuesta, en gran medida, por elsector financiero: podemos conseguir que los secto-res mayoritarios de la población consuman cada vezmás, aunque ganen cada vez menos, facilitando unaumento del crédito, que es el negocio del sector fi-nanciero. Esto implica un endeudamiento crecientede la población.

Esto funciona razonablemente bien durante untiempo, pero plantea a su vez otras contradicciones,que son las que estamos arrastrando en estos mo-mentos; y es que, a medida que se sigue necesitandocada vez más un aumento del crédito y un aumentodel endeudamiento, el sector financiero tiene que irtratando de integrar a sectores con menor capacidadde renta, con menores ingresos. Para conseguirlo sedesarrollan nuevos productos financieros, en teoríaasequibles para esos sectores. Esto implica un au-mento del riesgo para el sector financiero: a medida

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1. Nota de la Redacción: Invitamos a releer artículos de José Ángel Moreno publicados en Acontecimiento, como uno de1994, que hoy resulta tristemente profético: «La especulación, fase superior del capitalismo». Se puede descargar enhttp://www.mounier.es/revista/pdfs/031008009.pdf

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que se facilita financiación a sectores con menos in-gresos, aumenta el riesgo. Para evitar ese incrementodel riesgo se introduce lo que, en los años noventa,parece un invento maravilloso para el sector finan-ciero: el desplazamiento del crédito (y, por tanto, delriesgo) desde las entidades que lo conceden al con-junto del sistema. El ejemplo más característico es elde las llamadas hipotecas subprime de los EstadosUnidos, pero algo parecido ha pasado en todo elmundo (también en España): el sector financiero,para integrar a población de ingresos cada vez me-nores, facilita hipotecas en condiciones hasta enton-ces impensables: se prestaba, a tipos de interés bajos,casi el cien por cien del valor de la vivienda, de ma-nera que el comprador no tenía que desembolsar casinada. Las entidades que facilitaban esa financiaciónno se preocupaban del riesgo, porque inmediata-mente trasladaban esa financiación, vendían el crédi-to a otro tipo de entidades (básicamente bancos deinversión y entidades creadas ad hoc), que creaban apartir de esos créditos paquetes financieros cada vezmás complejos. Esto es lo que se ha llamado la titu-larización de productos financieros: crear bonos, pa-quetes de bonos formados por miles de hipotecas in-dividuales. Los bancos podían seguir concediendo fi-nanciación, a pesar de asumir un riesgo cada vezmayor, porque (pensaban) estaban eliminando eseriesgo. Habían encontrado la piedra filosofal. Losbancos de inversión y otras entidades paquetizabanesos productos y a su vez los vendían a todo tipo deinversores: otros bancos, fondos de inversión, fondosde alto riesgo, grandes fortunas, fondos de pensio-nes… Y ¿cómo los vendían? Gracias a la complicidadevidente de las agencias calificadoras, que calificaban

como productos de altísima calidad financiera esospaquetes de hipotecas, en los que había algunas hi-potecas de buena calidad, algunas hipotecas de cali-dad media y muchísimas hipotecas subprime, es de-cir, de muy baja calidad. Con el descubrimiento deesa (aparente) piedra filosofal del sector financiero seconsiguieron unas ganancias impresionantes desdelos años noventa hasta el estallido de la gran crisis, en2008.

¿Cómo se produce este estallido?

Todo el sistema se rompe porque, cada vez más cla-ramente, muchos receptores de hipotecas, que no tie-nen ingresos suficientes para hacer frente a esas hi-potecas, dejan de pagar. Esto coincide con un ligerorepunte de los tipos de interés en Estados Unidos,que acelera el proceso. Cuando las hipotecas se dejande pagar, por decirlo brevemente, todo el sistema sederrumba y llegamos a la crisis en la que estamos.Ésta es, pues, una crisis básicamente financiera, peroque tiene unos orígenes económicos y políticos muyclaros. Es fruto de unas decisiones que se adoptarona finales de los años setenta y que facilitaron este sis-tema. Y es una crisis que no hemos acabado de dige-rir, porque todos los Estados, para hacer frente a lainmensa crisis financiera, tienen que salvar urgente-mente a los bancos de sus respectivos países; porque,si se hunden los bancos, se hunde la economía. Prác-ticamente todos los bancos del mundo (al menos, delmundo desarrollado) están en una situación crítica,así que los sectores públicos los tienen que salvar.¿Cómo? Facilitándoles liquidez, financiación, paraque no se hundan. ¿De dónde sale ese dinero? Bási-

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ACONTECIMIENTO, NÚMS. 27, 31 Y 93

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camente de las cuentas públicas. De la noche a la ma-ñana, prácticamente todos los países desarrollados seencuentran con unos déficit públicos enormes, ge-nerados por la necesidad de sanear esas entidades quehan entrado en crisis por la irresponsabilidad absolu-ta del sector financiero, facilitada por una orientaciónpolítica muy determinada. Ésa es la situación en laque estamos ahora: una situación de intenso endeu-damiento público en muchos países, generada por lanecesidad de salvar al sector financiero.

Si el aumento de la desigualdad a partir de los años setentase enmascaró con un consumismo pagado a crédito, ahoraque el crédito ha desaparecido, ¿cómo va a evolucionar lasociedad? ¿Crees que sucesos como los disturbios del ReinoUnido tienen que ver con esta situación?

Sucesos como los del Reino Unido son muy com-plejos y supongo que influyen muchos factores, perouno de estos factores, sin ninguna duda, es éste: la in-capacidad del sector público para sostener muchas delas políticas de bienestar que ayudaban a los sectoresmenos favorecidos. Con la situación actual, a mí meparece casi incuestionable que los Estados que se hanvisto sometidos a esos endeudamientos crecientesvan a tener que realizar recortes muy duros. Los re-cortes se pueden hacer en muchas partidas de gasto.El problema es que estos recortes se están plantean-do muy sesgadamente hacia las partidas sociales. Enbuena medida, esto sucede también porque la mayo-ría de los países, con la excepción de los muy gran-des (China y Estados Unidos) se ven sometidos a unapresión muy fuerte por eso que se llama los merca-dos financieros. No es difícil entender por qué: paí-ses con sectores públicos muy endeudados necesitanfinanciación: hace falta devolver los créditos y conse-guir otros nuevos para seguir funcionando; muchomás en un contexto en el que no hay crecimientosuficiente para conseguir ingresos adecuados. Noqueda más remedio que acudir al endeudamiento.Los mercados financieros, con una lógica muy clara,quieren tener seguridad de que esos Estados van adevolver los créditos que piden; y en ese sentido, es-tán presionando para tener garantías de que los Esta-dos reducen otros gastos para devolver los créditos.Hay una presión muy fuerte de los mercados finan-

cieros en el sentido de obtener garantías de que novan a perder su dinero; y en esa medida hay una pre-sión hacia la reducción de los gastos sociales que son,probablemente, los que pueden recortarse con másfacilidad a corto plazo.

En la primera fase de la crisis se habló mucho de refundar elcapitalismo; hoy esas buenas intenciones parecen un tantoolvidadas. Desde tu punto de vista, ¿van a terminar las malasprácticas financieras o es cuestión de tiempo que se formeuna nueva burbuja? ¿Aprenderemos algo de esta crisis o, porel contrario, vamos a un futuro de más desigualdad einjusticia?

En efecto, las decisiones de reformar drásticamente elsector financiero, que se toman en un momento deemergencia, parece que se han diluido cuando ha pa-sado la emergencia, en buena medida por el podertan fuerte que tiene el propio sector financiero y lossectores cercanos a él; aunque es verdad que, a raíz dela crisis, se han dado pasos que mejoran la regulacióndel sector financiero, pero no los suficientes. En estascircunstancias, yo creo que burbujas de este tipo sevan a producir, ya se están produciendo, de hecho,porque los grandes problemas que generaron la crisissiguen existiendo. No hay ninguna regulación efec-tiva para productos financieros complejos, derivados,productos que facilitan la especulación, como esta-mos viendo en la actualidad. No hay ninguna regu-lación para evitar que haya lugares donde se puedahacer lo que se quiera, como paraísos fiscales. Esta-mos en una situación algo mejor regulada que antesde la crisis, pero, en el fondo, prácticamente igual. Losproblemas que estamos viviendo estas semanas, queson, en mi opinión, de una gravedad terrorífica, estángenerados en buena medida por una situación casisurrealista (y en ocasiones, por una especulación fi-nanciera desenfrenada). Los bancos han necesitadoser salvados por los sectores públicos de sus países,que han tenido que endeudarse e incurrir en fuertesdéficit públicos para sanear sus sistemas financieros.Pues bien, ahora, cuando esos países necesitan acudira los mercados financieros, a esos mismos bancos sa-neados con dinero público, les están exigiendo con-diciones muy duras. Están exigiendo a países que seconsideran de riesgo tipos de interés muy altos. Eso

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que se llama la prima de riesgo no es más que los ti-pos de interés que los bancos piden a los países me-nos fiables para poderles dar crédito. Eso entra den-tro de la lógica del sector financiero; pero es que,además, se está produciendo una especulación muyfuerte contra los países más vulnerables, porque nohay ninguna regulación efectiva del sector financie-ro. Se sigue permitiendo que ese sector financiero,salvado in extremis por los recursos públicos, esté es-peculando contra los sectores públicos de los paísesmás vulnerables, con lo que se incrementa esa vulne-rabilidad y el riesgo de crisis radical de esos países.No sé si es una burbuja, pero es una crisis de un fa-riseísmo radical en el conjunto del sistema: entidadesfinancieras en muchos casos salvadas por los sectorespúblicos están obligando a los países (y a veces, espe-culando contra ellos) a medidas radicalmente durascontra la población a riesgo de entrar en crisis toda-vía más profundas.

Entonces la situación actual, ¿es fruto de la especulación?

No del todo. Voy a intentar explicarlo mejor. Tras lacrisis de las entidades financieras, éstas tienen que sersaneadas por los países, lo que lleva a éstos al déficity al endeudamiento. Por tanto, necesitan crédito y selo tienen que pedir a quien puede facilitarlo: el sec-tor financiero (saneado por los sectores públicos).Entonces, cuando los países piden crédito, el sectorfinanciero, con toda la lógica, diferencia según la ca-lidad del país solicitante de crédito. Es normal quepidan tipos de interés mayores a países con mayorriesgo. Es absolutamente normal que a España le pi-dan un tipo de interés mayor que a Alemania. La pri-ma de riesgo, en teoría, es lógica, no es fruto de la es-peculación. El problema sucede cuando se detectaque un solicitante de crédito está en situación de de-bilidad. Entonces entran en juego los especuladoresfinancieros, que es un segmento pequeño del merca-do, pocos operadores pero con capacidad de imponerorientaciones en el mercado. Cuando un especuladorve un país con problemas, al que cree que se le va aencarecer el crédito en un futuro, lo que hace es em-pezar a apostar contra ese país (no lo hacen contrapaíses sin problemas, porque perderían sus apuestas).El mecanismo más sencillo es pedir prestada deuda

pública de ese país (lo mismo se hace contra las em-presas, pidiendo prestadas acciones) para venderla in-mediatamente. Pongamos que pido prestadas letrasdel tesoro españolas, que valen 100, y las vendo a100. En la medida en que hago eso, por la ley de laoferta y la demanda, el precio cae. Así pues, por unaparte pienso que el precio va a caer, pero además, conmi actuación, estoy fomentando que ese precio cai-ga. Si soy un operador con fuerza suficiente, comoun Soros, por ejemplo, el efecto es real; pero ademásel resto de operadores, sobre todo los cortoplacistas,al ver lo que estoy haciendo, sospechan al ver que es-toy vendiendo y deciden vender también, por si aca-so. Así aumenta muchísimo, en nuestro ejemplo, laventa de deuda española, y el precio cae mucho. Así,quien ha pedido prestada deuda a 100 y tiene quedevolverla en, digamos, quince días, lo que hace esrecomprar esa deuda al cabo de ese plazo, pero lacompra más barata, porque ha caído el precio. Porponer un ejemplo, la compra a 80; devuelve la deu-da y se queda con un 20% de beneficio. Ése es el me-canismo clásico, pero existen muchas otras posibili-dades más complejas: CDS, seguros de deuda… peroel mecanismo siempre es el mismo: se actúa contralos países débiles porque crees que, por su debilidad,es fácil que caiga el precio de su deuda; pero esa mis-ma acción especulativa empeora la situación de esospaíses.

¿Cómo ves la actuación de la Unión Europea?

La Unión Europea está en buena medida parada. Losúltimos pasos por parte del Banco Central van bienencaminados, pero son muy pequeños. El BCE se de-cidió por fin a comprar deuda española e italiana pre-cisamente para evitar esta presión especulativa de laque hablaba: cuando los especuladores venden deudapara que baje, si se encuentran con alguien con mu-cho peso que compra todo, la deuda no baja y los es-peculadores se ven obligados a comprar a toda prisapara evitar pérdidas, lo que incrementa a su vez losprecios. Es una medida positiva, pero sólo es una me-dida de emergencia, temporal. La única solución seríanlos eurobonos, que en el fondo no es sino crear unsistema económico integrado de verdad: que laUnión Europea fuese la que sale a los mercados ex-

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ternos a pedir financiación, no Grecia, ni Alemania, niEspaña, de manera que esos bonos estuvieran respal-dados por el conjunto de la Unión. Pero eso sólopuede funcionar si hay una integración mucho mayorde políticas económicas, que es en el fondo lo queestá diciendo Alemania: apoyamos los eurobonos silos países más débiles están controlados, porque si nolo terminarían pagando los países solventes. Es la úni-ca solución posible; el problema es que hay una dife-rencia de intereses muy fuerte que impide que se to-men esas medidas radicales, que serían las únicas po-sitivas para la Unión Europea en la actualidad. Pero sino se toman esas medidas, Europa está metida en unatrampa terrible, porque los países por separado nopueden hacer nada. España antes podía devaluar, po-día tomar medidas de política económica indepen-diente, pero eso ahora no se puede hacer. Así pues, oEuropa se rompe o los países más fuertes se avienen agarantizar a los más débiles, y los más débiles se avie-nen a perder buena parte del control de su economía.

Los países emergentes han salido bastante bien librados de laprimera fase de la crisis, que se ha centrado sobre todo en elmundo rico. Si, como parece, la crisis se recrudece y seprolonga, ¿terminará por extenderse a todo el mundo?

Ya se está produciendo. América Latina, China e In-dia todavía siguen creciendo a ritmos muy fuertes,pero menores. Ya se está notando una cierta ralenti-zación del crecimiento. Y si Europa y Estados Unidosentran en una nueva fase de fuerte recesión, se aca-barán resintiendo. De la primera recesión se ha sali-do prácticamente gracias a China y en parte a India.China exportaba prácticamente todo lo que produ-cía, tenía un mercado interior muy débil. Ha conse-guido sortear la primera etapa de la recesión con me-didas keynesianas muy claras para aumentar la capa-cidad de demanda interna, además de seguirexportando mucho; ha compensado lo que ha perdi-do en exportación con el aumento de demanda in-terna. Eso ha permitido que China siguiera deman-dando materias primas al mismo nivel, lo que ha per-mitido que América Latina siguiera creciendo almismo ritmo. Pero si la recesión se recrudece, lo vana empezar a notar, y sin ninguna duda ya está suce-diendo. Y en cuanto China e India reduzcan un poco

su nivel de crecimiento, América Latina lo va a notarmuchísimo, con lo cual es muy fácil que toda la eco-nomía mundial entre en la crisis larvada que tenemosdesde 2008. Porque la situación era gravísima y no seha solucionado; se ha parcheado, se ha ido saliendo aduras penas, pero no se ha solucionado. Y mientrasno se arregle el sistema económico de la Unión Eu-ropea y mientras Estados Unidos no avance es muydifícil que la economía mundial salga adelante. Losproblemas de Estados Unidos son de otro orden quelos europeos, pero igual de absurdos. Estados Unidossí que tiene una fuerza suficiente como para poneren marcha políticas keynesianas puras de aumento dela actividad económica, que es lo que necesita elmundo; pero está frenado por esa división política in-creíblemente suicida que tiene, con lo cual está prác-ticamente estancado. La Unión Europea no está sóloestancada, está en riesgo de hundirse. Los paísesemergentes dependen en alto grado de sus exporta-ciones a estos dos bloques; por eso es casi inevitableque acaben padeciendo la crisis de forma muy seve-ra.

Para terminar, ahora que se cumplen los 100 primerosnúmeros de Acontecimiento, ¿qué recuerdos te trae tu etapacomo director de nuestra revista?

Mi etapa en Acontecimiento y mi etapa de participa-ción más activa en el Instituto Mounier no me traemás que muy buenos recuerdos y mucha nostalgia:aunque no fue mucho lo que hice entonces, creoque esa implicación fue una de las mejores cosas quehe podido hacer en mi vida, si bien siga viendocomo inevitable mi relativo alejamiento posterior,por mucho que me duela. Y me queda también qui-zás la satisfacción de haber ayudado un poquito aconsolidar una revista que está muy viva, que cadavez es mejor y que yo creo que está ocupando un lu-gar cultural muy importante: aunque sea una publi-cación minoritaria, es una voz muy necesaria ennuestro país. No sé si tiene muchísimo eco, pero esimprescindible lo que está haciendo Acontecimiento:está manteniendo un ámbito de opinión, un ámbitomuy crítico, muy independiente, que es vital, yocreo, para nuestra cultura y para nuestro país.

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Julia PérezMiembro del Instituto E. Mounier

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Me acabo de enterar, leyendo Mundo Negro,donde tantas cosas diferentes se puedenleer, que este año está declarado por

Naciones Unidas como Año Internacional de los Afro-descendientes. Resulta chocante que, si no nos es pro-puesto desde fuera, no caemos en la cuenta de lagran cantidad de personas que habitan en todos lospaíses del continente americano y son descendien-tes de africanos, arrebatados de África desde el sigloxvi. En la inmensa mayoría de los casos, la pobla-ción negra vive marginada e incluso olvidada den-tro de cada país. Ellos forman comunidades vivas,con identidad y culturas propias, rodeadas de unentorno diferente. Frente a su situación de margi-nalidad, ellos tienen que luchar por mantener sustradiciones culturales, por merecer el respeto delresto de sus conciudadanos y por llegar a pertene-cer a la sociedad de la que forman parte, accediendoa cualquiera de los recursos y posibilidades a los quesí que pueden llegar las personas de otro color, losblancos. En muchos casos han logrado constituirasociaciones a través de las cuales vehicular susnecesidades, y de ellas han ido saliendo una serie dehombres y mujeres con la fuerza y el empuje nece-sarios para aglutinar a las gentes y hacer posible lapermanencia en la lucha, inalcanzable por lo visto,de la igualdad.

Por poner algunos ejemplos: En Uruguay la pre-sencia de los negros, desde el siglo xvi, obedeció a lanecesidad de mano de obra, decir barata sería ofen-sivo para la realidad, esclava para trabajar en su indus-tria más importante, los saladeros de carne. Se calculaque unos 40.000 africanos llegaron al puerto deMontevideo. Solamente a finales del siglo xx, y gra-cias a una organización como Mundo Afro, fueronreconocidos como «alguien»: ya podían figurar en lasencuestas de población, existían. En 2006 se vio queconstituían el 9,1% de la población. El Estado uru-guayo ha creado un órgano formado por expertos

AFRODESCENDIENTES

COLECCIÓN SINERGIA, NÚM. 41, SERIE

VERDE. Nelson Mandela, JuliaPérez

afrodescendientes que vela por la atención a estacomunidad.

En Paraguay, los kamba, as se les llama, llegaron pararealizar labores domésticas y rurales. En 1692, uno decada nueve habitantes en la capital era negro; hoy, laasociación Kamba Cua ha establecido la población en8.013 afrodescendientes (la población total es de6.459.000 habitantes). Siguen luchando por ser inte-grados en el censo y pasar a tener derecho a la cul-tura o la sanidad.

A pesar de que muchos han querido creer que enChile no había población negra, esto es falso. Losnegros llegaron como trabajadores a las minas deplata y cobre de la cordillera y se establecieron enValparaiso, Quillota, Acatama, o Arica. En este lugar,en 1620, un negro libre, apellidado Anzúrez, llegó a

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ser alcalde. La impronta dejada por esta poblaciónha llegado incluso a su baile nacional, la cueca. Allí sehan creado organizaciones como Oro Negro, Ancanegro y Lumbanga, que llevan años reclamando quese les incluya en el censo dentro de los grupos étni-cos.

En Argentina llevaban años pidiéndolo, desde 1887,hasta que por fin se les permitió en 2010. A estepaís llegaron para realizar tareas domes-ticas, rurales y artesanales, llegandoa tener una presencia muynumerosa, pero no cuanti-ficada, a finales del sigloxix. A partir deentonces su pobla-ción disminuyócontinuamente,según algunoshistor iadores,por su participa-ción en las gue-rras, por epide-mias ymestizaje. Tam-poco seríaextraño quehubieran acabadocomo tantos nativosen la zona de lo quehoy es Córdoba, perse-guidos para ser extermina-dos como si de una caza deanimales se tratara.

En cualquier lugar, sea de América ode Europa, se pretende ser una «nación blancade cultura europea», y para eso es mejor ningunear,

o ignorar o exterminar a cualquier etnia que lo con-tradiga. También en Argentina parece que puedenverse rastros de esa cultura africana en bailes muytípicos del país. Ahora hay pequeñas comunidadesque viven en la miseria, en Buenos Aires (Ituzaíngo,Merlo, Lanús), en Santa Fe… También aquí hanconstituido diversas asociaciones: Centro Indo-A fro-

Americano, Misibamba o el Movimiento Afrocultu-ral.

La historia parece que avanza,pero para algunos colectivos

a paso de tortuga. Cuandohablamos desde Europa

o desde América delos progresos, debe-ríamos recordarcómo están laspersonas deotros lugares y, alo que parece,muchas perso-nas de nuestrospropios países.África está

herida demuerte, los afro-

descendientes quellevan tantos años

trabajando en, y para,países muy alejados de

ese continente deberíantener al menos lo que tienen

sus conciudadanos. Y no habla-mos de los nativos de esos países por-

que Naciones Unidas no ha declarado este añoel año internacional de los nativos.

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ACONTECIMIENTO, NÚM. 75

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Mariano Palancar PenellaIngeniero y ex concejal de Sevilla

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La crisis económica que sufrimos y cuyas con-secuencias económicas negativas parece quevan a durar años hace olvidar otras crisis que se

dan en nuestro país:

Una crisis de políticos, que constituye un colec-tivo con baja valoración social por anteponer elinterés del partido por delante del interés nacio-nal.

Una crisis religiosa acusada, que incluso se tra-duce en menosprecio del hecho religioso.

Una crisis de educación que se resiente de fre-cuentes cambios del modelo educativo y quesitúa a España en niveles muy bajos.

Una crisis energética, de la que hablamos conti-nuamente sin llegar a acordar un modelo ade-cuado.

Una democracia débil, con muchas insuficienciasque no llegamos ni siquiera a plantear clara-mente.

Y lo más importante, una crisis social, como con-secuencia de la pérdida de valores básicos como eltrabajo, el conocimiento, el esfuerzo, la familia, lasolidaridad y el respeto al otro, que han sido sustitui-dos por la libertad y el disfrute.

El escritor Manuel Hidalgo lo expresa conhumor: «el mundo ha pasado de la importancia delos humanistas a la importancia de los futbolistas». Yel filósofo Javier Goma afirma que «los signos de lacultura moderna son la burocratización y la anomia».Palabra que significa ausencia de leyes.

Sobre la crisis económica cito información defuentes muy diferentes —que voy a resumir— antesde expresar ideas personales.

Información varia: Son numerosos los artículos que sehan publicado en estos años en todos los diarios yespecialmente en la prensa especializada. El lenguajetécnico es excesivamente técnico; se habla de infla-

ción, estanflación, depresión, deuda pública y pri-vada, rescate, exceso de apalancamiento. Esta últimapalabra, que se ha puesto de moda y cuyo significadono conocía, significa «acomodarse y permanecerinactivo». Destaco por su especial interés un artículodel diplomático Enrique Mora, que ya en el año2008 selecciona algunas manifestaciones del Foro deDavos (Suiza) organizado por el Foro EconómicoMundial. «El mayor riesgo para la estabilidad mun-dial es la desigualdad económica entre países y per-sonas que ha dejado de ser un problema ético paraconvertirse en un problema político». «El problemaes global y la comunidad internacional carece demecanismos eficaces para su gestión». «La agudiza-ción de las desigualdades sociales supone una autén-tica bomba de relojería a medio y largo plazo».

En resumen se puede decir que toda esta infor-mación produce una enorme preocupación.

Artículo en El país sobre el FMI: Se trata de un artículoreciente en el que se critica duramente al FondoMonetario Internacional, señalando que sus reco-mendaciones a países subdesarrollados no han sidoacertadas y además se le acusa de no haber detectadooportunamente la crisis económica actual. En resu-men contribuye a reducir la escasa confianza que losciudadanos tienen en las grandes instituciones eco-nómicas.

Cuaderno Cristianismo y Justicia Nº 173: Cristianismoy Justicia es un Centro de Estudios promovido por laCompañía de Jesús en Cataluña que acaba de publi-car el cuaderno titulado «Crisis ¿con final por escri-bir?», cuyo autor, Benjamín Bastida, es catedrático dePolítica Económica en la Universidad de Barcelona.El trabajo se desarrolla en tres apartados: «Causas yexplicación de la crisis», «Efectos de la crisis» y«Estrategias para superar la crisis». Resumo el texto,que, a mi juicio, tiene aciertos y errores:

LA REFORMA DEL SISTEMA FINANCIEROY ALGO MÁS

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Señala como causas de la crisis la falta de con-fianza, el gasto excesivo, «vivir por encima de lasposibilidades» y la falta de regulación. Creo quehabría que añadir el exceso de codicia, no sólo delas instituciones financieras, sino también de unaparte de la sociedad.

Al hablar de las consecuencias decía, con acierto,que «Parece intolerable que las mismas institucio-nes que provocaron la crisis hayan traspasado elcoste de la recuperación, en toda la sociedad, a losciudadanos de a pie y a las clases populares queson las que más lo padecen».

Y al hablar de las estrategias para superar la crisisseñala, de manera confusa, que en todos los paísesse están considerando tres: «Volver a la situaciónanterior», «Profundizar en la desregulación» y«Reformas en beneficio de las institucionesfinancieras». Como todas le parecen inaceptablestermina señalando la necesidad de un cambioprofundo que el propio autor considera difícil,paulatino y largo.

En resumen, expone la situación, acierta en lanecesidad de abordar un cambio profundo, pero deahí no pasa.

Las ideas que expongo a continuación y queapuntan al cambio profundo, que me parece necesa-rio, son sencillas y sinceras.

1. A mi juicio es necesario considerar que la crisis quesufrimos no son solamente de tipo económico.Aunque es cierto que el dinero está presente entodas ellas. La crisis más importante es la crisis devalores esenciales para la convivencia y el progreso.

2. Por otra parte, con independencia de los proble-mas económicos actuales que afectan principal-mente a los países desarrollados existe un pro-blema más importante: la injusticia mundial en eltrato a los países subdesarrollados, que originagrandes males para la mayor parte de la poblacióndel mundo.

3. Hay que resaltar que estas injusticias que existendesde hace mucho tiempo, son ahora mejor

conocidas por los pueblos afectados, gracias a losavances tecnológicos en los sistemas de comuni-cación, y originan movimientos sociales de pro-testa que observamos actualmente en muchospaíses de África. Es un problema que debería pre-ocuparnos a todos.

4. En relación con la injusticia mundial, creo que lasInstituciones Financieras del tipo del FMI, en vezde recomendar a los países subdesarrollados laspolíticas económicas, deberían aunar esfuerzospara conseguir un comercio justo que les permitamejorar por sí mismos.

Y en relación con el cambio profundo del sistemafinanciero considero que el Capitalismo, a pesar desus serios defectos representa el sistema menos maloconocido, pero para subsistir requiere medidas dediverso tipo. Sin duda sería necesario un análisis seriode los especialistas en economía, pero me atrevo aproponer dos medidas iniciales que considero bási-cas:

En primer lugar, creo que una opinión muygeneralizada considera injustificadas las altasremuneraciones de los responsables financieros encomparación con la remuneración del mundo deltrabajo. Actualmente estas altas remuneracionesson conocidas y producen resentimientos justifi-cados que no son buenos. Cuando se pierde laconfianza hay que recordar que la confianza secrea con el ejemplo.

En segundo lugar, considero necesario poner san-ciones económicas y penales, según los casos, paraaquellos responsables financieros cuyo comporta-miento profesional afecte gravemente al biencomún como consecuencia de errores: falta deprudencia, exceso de codicia, premios por resul-tados a corto plazo, empleo de nuevos productosde difícil control, etc.

Estas dos medidas, que son fáciles, serían un buencomienzo.

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Pedro ZabalaMiembro del Instituto E. Mounier, La Rioja

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Un rayo de esperanza parece que se ha abiertotras el anuncio de la banda terrorista ETA deque pone punto final a su actividad. Creo que

es de justicia reconocer que esto se debe en parte sus-tancial, además de a la eficacia policial para diezmarla,a la actitud encomiable de la mayor parte de la socie-dad vasca. Aguantando el miedo causado por el terror,no cedió a su chantaje sino que apostó por la no vio-lencia y resistió esperanzadamente. No hay que olvi-dar que el terrorismo se cebó en el pueblo vascomucho más que en los demás del resto de las Españas.Debe recordarse aquel grito de las manifestaciones delos años más sangrientos del terrorismo: vascos sí, ETAno. Ahora también en esta etapa que ahora se inicia, lasolidaridad de todos con Euskalherría es necesaria.

Pues el proceso va ser largo. ETA dice que no vaa actuar, pero no se ha disuelto, ni ha entregado lasarmas. Y si el desarme físico es necesario, mucho másel de corazones. Sin él, sin superar los odios y los res-quemores, la reconciliación no será posible. Para ello,hay que rescatar la verdad de lo ocurrido de tantasmentiras y medias verdades, como se han propalado.Esa verdad no será desvelada a partir de posicionespartidistas que sólo buscarían exculpar a los suyos opróximos y cargar la responsabilidad sobre los rivales.Aquí también, como en todos los rincones del pla-neta donde se han dado atropellos e injusticias, seráprecisa una Comisión de la Verdad, compuesta porpersonas imparciales que saquen a la luz, escuchandoa todos, principalmente a las víctimas, todo lo ocu-rrido, para conocimiento general, de los que lo hanvivido y de las generaciones venideras, para quenunca jamás vuelvan a repetirse estos horrores.Deben relatarse especialmente:

Los asesinatos, torturas, extorsiones y demás viola-ciones de Derechos Humanos cometidos por ETA.Los daños morales y materiales cometidos contrapersonas y bienes, públicos y privados, realizados enlo que se ha llamado kale borroka.

Los crímenes y demás violaciones de DerechosHumanos cometidos, saltándose los límites delEstado de Derecho y respondiendo con violencia de

signo contrario a la etarra, por grupos subversivos oaledaños al poder.

El exilio forzado a que se vieron sometidos dece-nas de miles de vascos para salvar sus vidas o bienes,teniendo que dejar su Tierra y empezar otra vida enlugares lejanos o próximos al País Vasco.

El miedo a que se vieron sometidos miles de vascos,teniendo que ocultar su domicilio o su profesión, cam-biar los itinerarios de su vida habitual o viéndose obli-gados a mirar todos los días los bajos de su vehículo porsi hubiera una bomba explosiva pegada a ellos.

Las personas u organizaciones que, como Gesto porla Paz, salían públicamente a las calles de Euskalherríapara protestar cada vez que se cometía un atentado yrecibiendo por ello insultos, coacciones y amenazas.

Los periodistas y escritores que en medios decomunicación denunciaban sin cesar las violacionesde Derechos Humanos, recibiendo por ello constan-tes amenazas que a veces llegaban a hacerse realidadsangrante.

Con la verdad puede llegarse a la pacificación delos corazones y la reconciliación. Debe aprendersepara siempre la lección de la esterilidad de la violen-cia. El terrorismo etarra atentó directamente contrala dignidad del Pueblo Vasco al pretender amparar suscrímenes en su causa. Alentó el antivasquismo ultra-derechista y restó credibilidad a quienes podían coin-cidir con sus objetivos políticos, pero se negaban éti-camente al empleo de la violencia. Y el terrorismoantietarra proporcionó a esta organización una ende-ble, pero aparente, cobertura moral para continuar sulabor sanguinaria.

Ahora, ha llegado la hora de la palabra y la demo-cracia. La dignidad de las personas y sus DerechosFundamentales están por encima de todas las ideolo-gías. El respeto a las víctimas y la justicia deben estarpresentes. Y, dentro de la paz y el respeto mutuo,todas las posiciones políticas pueden ser defendidas.Para eso están las reglas del juego democrático, pararespetarlas y cambiarlas cuando sea preciso, parahacerlas más realistas y justas.

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Y AHORA… ¿QUÉ?

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Sergio Fernández RiquelmeDoctor en Política social y Profesor de Historia. Universidad de Murcia.

Decía Zubiri que «ocuparnos del pasado esocuparnos de nosotros mismos, de nuestrasposibilidades actuales de actuar y pensar». Por

ello, conocer las raíces de la Política social contem-poránea, de las «posibilidades históricas» que se gene-raron y se generan en su ideal de desarrollo, suponeintentar aprehender el significado y el sentido deviejos problemas sociales persistentes y de «fracturassociales» de nuevo cuño que afectan, quizás por pri-mera vez en la Historia, a «todo el hombre y a todoslos hombres».

En este sentido, podemos señalar cómo desdemediados del siglo xix, el término desarrollo se con-virtió en uno de los principios fundamentales delideario político-social, tomando como modelo elideal de progreso de la Ilustración (absoluto e inmuta-ble en función de la «primacía de la Razón») y justi-ficándose en las «prodigiosas» innovaciones técnicasque alumbraba la industrialización. Desarrollarse sedefinía, de manera general, como crecimiento pro-gresivo e ilimitado del género humano, tanto econó-mica (material) como políticamente (formal),haciendo tabla rasa de toda tradición cultural y todaconvención moral no fundadas en planteamientosracionalistas. Por ello, tras determinar el contenidoordenador y corrector de la primera Beneficenciapública (que situaba a la misma pobreza como un«mal social» de responsabilidad individual e incom-patible con la productividad nacional), el desarrollo seintrodujo en el lenguaje y simbología de la Políticasocial contemporánea.

Así, ante el posterior impacto del industrialismo, elnuevo desarrollo político-social se ligó a la expansiónlegislativa e institucional del Estado social: a) amplia-ción del contenido y alcance de los derechos socia-les (Justicia), aumento del nivel de vida colectiva(bienestar), y legitimación del régimen políticovigente (hasta llegar a la democracia parlamentaria).Pero la pluralidad de posiciones teóricas sobre elobjeto y los fines del desarrollo respecto a la Política

social, alumbró significados diversos; en gran parte,debidos a la influencia de distintas posiciones ideoló-gicas y de las ciencias sociales, jurídicas y económi-cas auxiliares. Como «progreso» encontramos desdela transformación social y modificación cultural delos proyectos revolucionarios, el crecimiento econó-mico e innovación tecnológica desde propuestasliberales, el despliegue estatal y el incremento insti-tucional en los Estados autoritarios, hasta la mejoraeducativa o la renovación ética en movimientoshumanistas. En todosellos, el «hombre» autosuficiente, como portador dederechos ilimitados y como protegido por el Estadosocial «desde la cuna a la tumba», parecía liberarsepara siempre de las ligaduras de la tradición, del mis-

PROGRESO Y HUMANIDAD. LÍMITES YOPORTUNIDADES DEL DESARROLLO SOCIAL

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rrollar»: cuál es su contenido, su finalidad, su método,sus indicadores y sus instrumentos. También pode-mos atisbar divergencias en la configuración doctri-nal de esta noción, en función de la ideología de par-tida o del contexto histórico. Pero ante todo, esteideal nos vuelve a plantear las mismas preguntas deantaño respecto a los fines básicos de la Políticasocial: ¿Qué tipo de Justicia social es básico?, ¿Quénivel de Bienestar es necesario? Y ¿qué tipo deOrden es el adecuado?

La respuesta a estas preguntas concierne directa-mente a la misma naturaleza de la Política social.Fenómenos de ámbito global pero de impacto local,que, como retos político-sociales y problemas comu-nitarios emergentes, dibujan el futuro y marcan losdebates de reconfiguración de las modalidades delEstado del Bienestar, especialmente de aquellos denaturaleza asistencial y de centralización ejecutiva. Elpapel de la Unión Europea y sus políticas suprana-cionales, las mentalidades sociales surgidas de la glo-balización y las nuevas tecnologías, las nuevas formasde pobreza y exclusión social, las amenazas medioam-bientales crecientes, o las tendencias individualistasmarcadas por la publicidad y el consumo, entre otrosfenómenos, muestran el nuevo horizonte histórico alque se aboca la Política social como ciencia norma-tiva y como actividad política. Cambia o pretende sercambiada la naturaleza antropológica y societaria delser humano, y de manera consecuente parecen mutarlas formas de organizar las formas justas de la propiacolectividad… con todas sus consecuencias.

P E N S A M I E N T O

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terio de la trascendencia, y del imperativo moral de lasolidaridad. Como apuntó acertadamente ManuelMoix, el «ideal del Buen samaritano» daba paso a laobligación del «Estado Leviatán».

Por todo ello, en el proceso de construcción delEstado de Bienestar, el desarrollo fue delimitado,cuantitativamente, como categoría central de valora-ción del nivel de vida, y cualitativamente, como cri-terio de progreso en la concesión de derechos socia-les. Ahora bien, este desarrollo social llegó a ser el finexclusivo de la Política social para muchas tendenciasque lo ligaban, de manera restrictiva, a nuestro juicio,al crecimiento económico (políticas expansivas), alprogreso ideológico (ingeniería social) o al aumentoestatista (aparato burocrático-administrativo), sinatender o valorar las rupturas culturales, los límites derecursos, las fracturas relacionales o las consecuenciasmedioambientales que implicó la «absolutización» delmismo. Y ante el uso y abuso del término cabe pre-guntarse ¿Qué significa desarrollarse?, ¿qué tipo dedesarrollo necesitamos?, ¿cómo hemos de desarrollar-nos?, ¿cuánto?, ¿en qué facetas?, y sobre todo ¿paraqué?

De esta manera cabe acotar, mutatis mutandis, lamisma noción de desarrollo, concepto polisémico yhasta cierto punto complejo, y su relación con el Tra-bajo social. Nos encontramos con su utilización en elcampo de la cultura, de la economía, de la política, dela psicología o de la sociología como sinónimo deevolución y progreso, de transformación y cambio.Surgen dudas, además, sobre en qué consiste «desa-

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Así, tras siglos de modernización tecnológica, pro-greso material y desarrollo institucional-democráticode las sociedades occidentales, en el actual horizontehistórico presidido por una crisis moral y económicade largo alcance, ¿no parece que volvemos al princi-pio?, ¿quizás no hemos aprendido alguna lección? Esdecir, ¿no nos volvemos a preguntar por lo máshumano, por la necesidad de una solidaridad social quedefienda la dignidad de todo el hombre y de todoslos hombres? Estas dudas nos surgen cuando atisba-mos el impacto local de un fenómeno global, el lla-mado desarrollo humano integral, que aparece como lanueva cuestión social del siglo xxi. Una cuestión quevuelve a poner al ser humano, más allá del mito del«Estado providencia» y del fracaso del hombre «indi-vidualizado», en el centro del debate sobre los lími-tes y oportunidades del desarrollo social; especial-mente ante amenazas biotecnológicas a la dignidadhumana, revestidas de lemas progresistas, ante el cre-cimiento imparable de las desigualdades, en unmundo proclamado como «avanzado», y los dañosposiblemente irreversibles al medio ambiente, a la«creación». Y que por ello obliga al conjunto de lasciencias sociales, siguiendo la tesis no siempre adver-tida de Ortega y Gasset, a buscar «la razón histórica»de los hombres que nos rodean, de una vida no siem-pre tecnificada que se va construyendo a lo largo dela historia, de una generación dotada de su propio«programa vital», y de una época caracterizada siem-pre por un «destino».

Un acontecer histórico que, a comienzos del sigloxxi, nos revela una aceleración posiblemente inau-dita del ritmo vital de nuestra civilización. La globali-zación del conocimiento, la tecnificación crecientede la vida cotidiana, o las nuevas formas de comuni-cación, más rápidas y directas que antaño, expresancambios sociales y culturales de alcance, aún pordeterminar. Las viejas tradiciones seculares que vin-culaban al hombre con su entorno material y espiri-tual parecen entrar, en ciertos países y en ciertos sec-tores de Occidente, en trance de desaparición; perolas nuevas formas de vivir y de pensar, propias de lamodernidad, se suceden unas a otras sin solución decontinuidad aparente y a una velocidad que apenas

deja rastros de las mismas en los anales contemporá-neos. Este tiempo histórico parece proponer, pues, nue-vas formas político-sociales, que garanticen los logrosdel Estado del Bienestar, más allá de su lógica decontrol y gestión estatal, pero que introduzcan nue-vas ideas y medios para transitar hacia una «Sociedaddel Bienestar» que fomente un desa-rrollo humanointegral y sostenible para todos los seres humanos,que subraye una verdad incómoda pero evidente: loslímites de la humanidad en su libertad y su desarro-llo ante el sufrimiento del prójimo, y su incapacidadde resolver problemas que afectan a «todos los hom-bres y a todo el hombre», más allá de fórmulas carte-sianas. Como nos enseñó hace quinientos años elhumanista Juan Luis Vives, «desterrada la justicia quees vínculo de las sociedades humanas, muere tambiénla libertad que está unida a ella y vive por ella».

Por ello, este desarrollo social impele a redefinir,en primer lugar, la Política social como lo que siem-pre fue: la mediación entre lo político (una Gober-nanza transnacional) y lo económico (un Mercadomundializado). Y a revisar, en segundo lugar, sus ins-trumentos de intervención, gestión y evaluación,para enfocar de manera integral las necesidades ele-mentales y las oportunidades vitales desde criteriosde responsabilidad, justicia y solidaridad. La ciudad delhombre aparece, así, en el horizonte histórico de nues-tra generación, como meta a alcanzar, más allá deintereses privados y de lógicas de poder, causas direc-tas de los efectos disgregadores sobre la sociedad pre-sente. Porque más allá de la satisfacción temporal delas necesidades materiales de la ciudadanía, ilimitadasy mutables, o del reconocimiento ex profeso de dere-chos sociales propios de la ingeniería ideológica, algoparece faltar en nuestra acción político-social.Cuando los poderes públicos aparecen impotentes, laburocracia se enroca sobre sí misma y el individuoqueda a merced de las fuerzas de los mercados, unaesencia genuinamente humana vuelve a recordarnos,a la vez, nuestra debilidad y nuestra grandeza. QuizásSan Pablo acertó con esta esencia hace ya casi dosmilenios: «Podría repartir en limosnas todo lo quetengo y aun dejarme quemar vivo; si no tengo amor,de nada me sirve» (1 Co 13).

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Teófilo González VilaMiembro del Instituto E. Mounier

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Las normas o las órdenes que mandan actuar, p.ej., contra la dignidad de la persona, contra losderechos humanos, contra otras normas supe-

riores que protegen esos bienes, deben ser desobede-cidas. Nadie puede invocar un deber de obediencia,la «obediencia debida», para justificar un procederinmoral. En ningún caso, en ninguna situación ni ins-titución. Y a este respecto, resulta ejemplarmente clarauna de las ordenanzas o reglas de comportamientoestablecidas para las fuerzas armadas españolas: «Si lasórdenes entrañan la ejecución de actos constitutivosde delito, en particular contra… las personas…, elmilitar no estará obligado a obedecerlas. En todo caso,asumirá, la grave responsabilidad de su acción u omi-sión». Hay casos, pues, en que «la debida» no es laobediencia, sino la desobediencia. Ante un mandatovicioso a la desobediencia habremos de considerarlavirtuosa. Por eso no es una mera «gracieta» anarquistaaquello de «contra el vicio de mandar está la virtudde no-obedecer». En el modesto nivel de la vida ordi-naria, ante la propensión de mucha gente a dar órde-nes sin título alguno para hacerlo, la aplicación de esaregla podría contribuir a la salud mental social y aponer, sin acritud, muchas cosas en su sitio. En esoscasos, se trataría simplemente de «no hacer ni caso» aquien no tiene para mandar otra razón que su imper-tinente inclinación a hacerlo.

Ganas de mandar, de decirle a los demás lo que tie-nen que hacer, de hacerles actuar como nos parecemás conveniente… a nuestros intereses, gustos ycaprichos, es algo que todos llevamos dentro por másque, en muchos casos, las circunstancias las manten-gan tan apagadas que parezcan inexistentes. De unade las integrantes de un grupo de pordioseras insta-lado a la puerta de una iglesia dirá Galdós, para carac-terizarla, que «hablaba con cierta arrogancia, comoquien tiene o cree tener autoridad» y «es verosímilque la tuviese», añade, pues «en dondequiera que paracualquier fin se reúnen media docena de seres huma-nos, siempre hay uno que pretende imponer suvoluntad a los demás, y, en efecto, la impone» (PérezGaldós, Benito, Misericordia, c. II). Permítame D.

Benito advertir que para que aparezcan un mandón omandona, y aun dos, basta que la reunión sea de dos.

Para que surja la tensión mandante-mandado bastandos personas. Por lo demás, las relaciones interpersona-les privadas mandante-mandado se desarrollan, aunsimultáneamente, en direcciones y con signos muydiversos. Pero no se trata ahora de seguir por esecamino, perderse en consideraciones sobre la inevitablepresencia y ansia de poder en todo ser (aquí el spino-ziano omne ens in suo ese perseverare conatur), de modoespecial en el ser consciente, hasta llegar a afirmarlocomo un transcendental (omne ens potens est) y adere-zarlo con algunas invocaciones zubirianas. Tampoco escosa, por más que fuera divertida, de enfrascarnos enun tratado sobre tipos mandones y mandonas que daríapara un sabio solaz. Baste ahora advertir que tanto másridículamente descontrolado es el afán de mandocuanto más pobre contextura humana, intelectual ymoral, tiene el sujeto o «sujeta» de que se trata. Tantomás incontinentes, arrogantes, desabridos, impertinen-tes, groseros, son los modos de mandar de alguiencuanto más baja su personal catadura. Ya dice el refránespañol aquello de «si quieres saber quién es fulanillo,dale un carguillo» y (añadamos) «si quién es fulanita,hazla ministrita». Pero el afán y tentación de mandoacomete de manera grave, y tanto más cuanto másfácilmente se revista de celosa y sacrificada entrega albien del prójimo, a quienes, subidos a su currículo, secreen más sabios y virtuosos y, por ello, llamados a serlegítimos guías de los demás. Se explica así que en esatentación caigan ¡tantas veces! los «clérigos», ahora más«civiles» que «eclesiásticos». A este respecto no deja deser significativo que aquí y ahora algún que otro filó-sofo, en el merecido disfrute del favor del gran públicode los entendidos, y con vocación de gran educador,apoye entusiasta proyectos políticos que no parecencompadecerse con la libertad de cada cual para educar,educarse y equivocarse… Las tensiones generadas porel afán de mando entre particulares en la vida ordina-ria no suelen llegar a mayores. Los mandatos de quie-nes los dictan en el ejercicio de algún poder políticoson ya otro cantar. El que manda se desmanda y hay

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CUANDO DESOBEDECER ES VIRTUD

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que tenerle vigilado. En un estado de Derecho, leyesjustas limitan y encauzan el ejercicio del poder.

Ahora bien, con nada de lo dicho, advirtamos, sepone en cuestión, por nuestra parte, la necesidad delpoder en la sociedad en cuanto exigencia que resideen la propia naturaleza de ésta, conforme a la vez conla misma naturaleza social del hombre y, en último tér-mino, —para quien comparta la visión de quien subs-cribe— con el plan del Creador. Por eso, a los cristia-nos —entre ellos se autocataloga el mismo abajofirmante— se nos dice que todo poder viene de Diosy se nos exhorta a obedecer a las autoridades, a susleyes (Rm 13, 1-7; Tt 13,1; 1P 2, 13 ss…). Pero tambiénse nos dice que, en caso de conflicto entre un mandatodivino y otro humano, hay que obedecer a Dios antesque a los hombres, como dejaron claro desde el pri-mer momento los apóstoles ante el Sanedrín (Hch5,29). En tal caso, unos, habida cuenta de sus circuns-tancias, p. e., profesionales, deberán desobedecer y todosdebemos combatir la norma injusta hasta conseguir suderogación. Según el dogma positivista que hoymuchos pretenden imponernos, criticar una normaaprobada con todas las formalidades democráticassupondría poner en cuestión la competencia norma-tiva de quienes la tienen (el Parlamento, en primerlugar) y adoptar una postura antidemocrática. Eso noes verdad. Recordemos algo muy elemental ya dichoen otro lugar: «Respetar la competencia del Parla-mento para dictar las leyes es ciertamente una exigen-cia fundamental de la democracia. Pero no es menosfundamentalmente democrática la exigencia de respe-tar el derecho de cualquier ciudadano a manifestarque tal o cual ley le parece injusta, a exponer las razo-nes por las que así lo piensa y tratar de que otros, ennúmero creciente, asuman esas razones hasta constituiruna nueva mayoría suficiente para derogar la leyinjusta. Ni yo por ejercer mi libertad de expresiónniego la competencia del Parlamento, ni el respeto aesta competencia me exige renunciar al ejercicio demi libertad de expresión» (Alfa y Omega, n. 639). Nadamás reaccionario que pretender petrificar el ordena-miento jurídico e impedir la crítica que hace posiblesu «progreso»… Se ve que algunos cuando mandancreen haber llegado al final de la Historia… Olvidanque si no todos los disidentes han hecho avanzar laHistoria, los que la han hecho avanzar han sido «pordefinición» disidentes. Por eso, es preciso insistir en lalegitimidad de la crítica y de la oposición, por todos

los medios lícitos, a las leyes que consideremos recha-zables. No basta con lamentarlas. Hay que actuar con-tra ellas: a partir del propio ordenamiento positivo (lapropia Constitución), de los principios generales delDerecho (memento Ulpiano). Y, en último término, sies preciso, mediante la abierta desobediencia que debepracticarse, como grave e ineludible obligación moral,aun con graves riesgo y daño propio, frente a normasque resultan de modo objetivo y manifiesto absoluta-mente injustas, como las que permiten y aun fomen-tan la eliminación de seres humanos…

Efectivamente, en último término, las leyes injustasy estúpidas deben ser desobedecidas. Llamo ley estúpidaaquella cuya existencia y contenido son la expresiónde la ignorancia, de la falta de criterio y de raciocinio,de la caprichosa arbitrariedad de quienes, instaladoscircunstancialmente en el Poder, consiguen que seanaprobadas. No toda ley injusta es estúpida, pero sí todaley estúpida es injusta. Es más: como en otro lugar yamanifestaba, «quizá no hay mayor injusticia que unapráctica —perdonen la paradoja— conscientemente estú-pida. La estupidez ataca no ya preceptos concretos de uncódigo moral, sino que trata de cocear la realidad misma en laque tiene su asiento estructural antropológico constitutivo todaexigencia moral. Y, por cierto: ¿no habría que ver endoña Estupidez uno de los más activos aliados del anti-cristo? ¿Cómo es posible que millones de ciudadanosinteligentes e ilustrados soporten pacíficamente serregidos por personas que vierten en las normas lasgraves, alarmantes, ignorancias propias que en otrocontexto simplemente les valdrían a éstas un absolutosuspenso en la materia de que se trate…? Quizá laexplicación está también en que la mayoría de los ciu-dadanos no se toman muy en serio esa nomorrea ypiensan que, dado lo ‘gordos’ que son los disparatesestablecidos, no llegarán a implantarse… No estén tanseguros. Esperemos que aun quienes no se sientanmotivados a luchar contra la injusticia lo hagan contrala mayor de todas: la estupidez» (Alfa y Omega, n. 741).

La democracia garantiza la legitimidad en el accesoal poder. Es preciso, parece, todavía perfeccionar bas-tante los mecanismos que permitan asegurar que quie-nes lo ocupan cuenten no sólo con esa legitimidad deorigen, sino con la competencia mínima para no ejer-cerlo de modo insensato… ¿Y no habría que estable-cer previsiones penales específicas para quienes en elejercicio del poder público actúan en términos quedeben ser objetivamente considerados delictivos…?

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Jesús R. Jiménez OctavioMiembro del Instituto E. Mounier. UniversidadPontificia Comillas

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Desde hace algunas décadas, la imagen que seha ido consolidando de la tecnología es la deuna disciplina supeditada a la aplicación de la

ciencia, jerarquizándose así erróneamente su depen-dencia y también su vinculación a una sociedad con-temporánea que ha llegado a idolatrarlas. Llegados aeste punto, se antoja indispensable la diferenciaciónentre ciencia y tecnología, no sólo como ejerciciomeramente cultural sino en beneficio de un mejorentendimiento y aplicación de estas disciplinas, perotambién el análisis del engranaje común que las haconvertido en indispensables en nuestra sociedad.

Existe gran interés por definir axiológicamente losfundamentos de la ciencia y el propio desarrollo de lamisma, cuyo devenir se halla regido indudablementepor el conjunto de valores que la caracterizan. Si bientradicionalmente se han secundado posturas eminen-temente esencialistas en este aspecto, lo cual no carecede parte de verdad dado el carácter permanente deciertos valores inherentes a la propia ciencia, la vin-culación a una noción de progreso particular a cadaépoca histórica ha provocado que se replanteen susvalores constitutivos. De hecho, sin llegar a caer en lalaxitud axiológica ni en el completo relativismo cir-cunstancial, cada vez cobra mayor preponderancia lafunción depuradora de la comunidad científica consus consiguientes condicionantes sociales, culturales ytemporales frente a las consideraciones más idealistasen la definición de ciencia.

Paralelamente, la filosofía de la ciencia ha abordado—quizá con mayor profusión aún por su capacidad deintervenir y modificar las sociedades, las culturas, lascostumbres y las normas morales— la definición axio-lógica de la tecnología, atendiendo especialmente losaspectos derivados de las prácticas de los ingenieros y desu responsabilidad social ante el público y los consumi-dores. A pesar de que en el ámbito tecnológico puedeasumirse que el principal escollo ético para el ingenieroes el cálculo amoral de costes y beneficios realizado por

los gerentes, una cuestión ciertamente pragmática, elenfoque actual del análisis de los valores que imbricanla tecnología es similar al del contexto científico: la con-textualización de las situaciones y el análisis de la casuís-tica para los diferentes escenarios y actores.

No obstante, ambas dimensiones del conocimientoy quehacer humano gozan de una relación másíntima de la que se ha considerado comúnmente. Lavinculación de ambas disciplinas se antoja irrenuncia-ble desde el paradigma actual de las sociedades másavanzadas, ya que no es posible concebir desarrollotecnológico alguno sin el sustrato científico que loimpulse, de tal manera que muchas de las investiga-ciones científicas se verían coartadas sin los avancestecnológicos empleados. Este campo de conoci-miento intermedio cuya indivisibilidad disciplinarresulta patente es lo que se ha venido a llamar cienciatecnológica, asimilando en su propia definición valo-res característicos con un cariz eminentemente epis-témico, propios de la ciencia, y otros de un cortepuramente pragmático o tecnológico. En cualquiercaso, en una sinergia de imparable potencial y reper-cusión social es en la que ha devenido el binomiociencia y técnica, muy próximo a lo que se denominaingeniería, de innegable fecundidad para el desarrollocultural reciente del ser humano pero también deriesgo para la propia persona, tal como apuntaba ennúmeros anteriores de Acontecimiento Sergio Barbero1.

A pesar del esfuerzo necesario en la diferenciación,especialmente en el contexto de la enseñanza, es pre-ciso destacar que la relación innegable entre ambas conla sociedad requiere de un análisis prospectivo. Así, enla pretensión de formalizar y estructurar esta suerte desimbiosis disciplinar, Ana Cuevas esboza una definiciónaxiológica2 para la representación de la realidad de losmodelos de las ciencias tecnológicas. Así, se destaca laconsistencia interna de los propios modelos, la adecua-ción de éstos a datos empíricos, su fertilidad en la rea-lización de los más diversos artefactos partiendo de un

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CIENCIA Y TECNOLOGÍA«PARA» LA SOCIEDAD

1. s. barbero, «La función social de la ciencia y la técnica», Acontecimiento, vol. 99, 11-12. 2011.2. a. cuevas, «Una axiología para las ciencias tecnológicas», ArtefaCToS, vol.1, 49-70. 2008.

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conjunto relativamente pequeño de conceptos y prin-cipios teóricos, la novedad de los modelos y la robus-tez de los mismos para evitar la aparición de resultadosinesperados, la heterogeneidad ontológica sobre la quetrabajan las ciencias tecnológicas y, finalmente, la apli-cabilidad a necesidades humanas presentes. Cierta-mente este último podría resultar un principio discuti-ble en relación a la producción científica y su axiologíaintrínseca, sin embargo constituye un valor esencialpara los modelos de las ciencias tecnológicas, condicio-nando la consideración del resto de atributos deseables.

En la actualidad, el concepto en alza de sostenibili-dad va trufando cada diseño, patente o publicacióncientífico-tecnológica, de impacto. Este nuevo valorsocial que ha llegado a acuñar términos como ecodiseñoen la pretensión de imprimir el sello de la sostenibili-dad en los avances tecnológicos es sin duda una evi-dencia más del dominio de la naturaleza por el hom-bre. Este hecho queda patente de forma clara en lapropia influencia del ser humano sobre la biosfera, lle-vando a Paul Crutzen a categorizar una nueva etapageológica de la Tierra denominada Antropoceno3 porconstituir esta influencia un factor determinante en losprocesos físico-químicos a escala planetaria. No obs-tante, Hans Jonas apuntaba, ya hace décadas, un puntode inflexión histórico propiciado por las cotas de podercientífico-tecnológico alcanzadas por el ser humano yque hace necesario pensar un nuevo tipo de ética paraafrontar los nuevos retos creados y cuyo fundamentosea el principio de responsabilidad orientado hacia elfuturo. Conforme a esto, Jonas propone un nuevoimperativo moral: «Obra de tal modo que los efectosde tu acción sean compatibles con la permanencia deuna vida humana auténtica en la Tierra»4.

Indudablemente la propuesta de Jonas supone unarevisión circunstancial y desde la perspectiva tecnoló-gica al imperativo categórico kantiano, especialmenteidóneo en el momento en que el ser humano ha desa-rrollado su mayor capacidad auto-destructiva, fruto deun inmenso poder tecno-científico. Así que parte de laemergencia del reto de la sostenibilidad está en quenunca antes la humanidad se había encontrado ante

semejante situación. De igual manera, aunque en otrostérminos, A. Cuevas destaca la creación de artefactossupeditada a la demostración de que no son dañinos(no evidence of harm). Sin embargo, a pesar de que laautora pretende un paso más en la búsqueda de lademostración de que los productos tecnológicos seanseguros (evidence of no harm), su propuesta, así como elimperativo de Jonas, son a la postre limitados.

Habiendo establecido la aplicabilidad conjunta dela ciencia y la tecnología a las necesidades humanascomo un valor de carácter esencial y, por consi-guiente, inmutable, es preciso abundar en las necesi-dades humanas para dotar de contenido este princi-pio. En la medida en que éstas vienen determinadaspor el concepto de progreso de una cierta sociedaden una época concreta, las directrices axiológicascorren el riesgo de diluirse nuevamente en el relati-vismo circunstancial a no ser que se profundice hastalas raíces del denominado progreso. En caso de defi-nir éste como el mayor bien para el mayor número depersonas posible, lo cual, pareciendo más que razona-ble, no es la tendencia actual a tenor del aumento enlas tasas de pobreza mundial, los fundamentos éticosque sustentan las propuestas mencionadas y queencuentran en Aristóteles su origen y en Descartes suimpulso ilustrado, se antojan insuficientes.

En pocas palabras, es preciso redirigir la axiología dela ciencia y la tecnología con miras humanas másambiciosas, lo cual precisa de una ética nueva y de suenseñanza en las escuelas de estas disciplinas. Si las éti-cas orientadas a evitar el daño no son sino una parti-cularización de la verdad cartesiana construida desde laduda, el cogito, o la aletheia griega; el impulso del cono-cimiento científico-tecnológico hacia la maximizacióndel bien común responde a la verdad confiada cons-truida desde la razón cálida5, a la emunah hebrea, cuyarevisión y actualización son precisas en virtud de unnuevo orden mundial con la ciencia y la tecnología alservicio del ser humano. Es preciso reorientar el trino-mio copulativo ‘ciencia, tecnología y sociedad’, hacia elenfoque, más propositivo por necesario, ‘ciencia y tec-nología «para» la sociedad’.

P O L Í T I C A Y E C O N O M Í A

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3. p. j. crutzen, «The Anthopocene». Global Change Newsletter, vol. 41, 17-18. International Geosphere-BiosphereProgramme (IGBP), 2000.

4. h. jonas, El principio de responsabilidad: ensayo de una ética para la civilización tecnológica. Barcelona, Herder, 1995.5. c. díaz, Razón cálida. La razón como lógica de los sentimientos. Escolar y Mayo Editores, Madrid, 2010.

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Patricia Casimiro CuevasDoctora en psicoterapia. México

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Aunque la paciencia no esté de moda comovirtud, necesitamos más que nunca armarnosde paciencia activa. Incluso en el contexto

terapéutico, vivir ralentizadamente se ha convertidoen una rareza. ¡Como si fuera posible prescindir de lalenta renovación de la vida en cada primavera! Hayfuerzas a las que hay que dejar tiempo para germinar,a pesar de la incredulidad que se apodera de nosotroscuando contemplamos una tierra helada y desolada.Hay que dar una oportunidad a los meses que pre-ceden a todo iniciarse, y abrirse gracias a ellos a todolo que descubre una existencia de renuncia a la pre-tensión violenta contra la justa medida del tiempo. Silos encargados de la salud pierden el sentido de la pa-ciencia es porque no saben ya vivir en el tiempo delotro. Pero el tiempo se vive en plural, y sólo la pa-ciencia consiente en esta pluralidad sin querer redu-cirla a cualquier precio. Frente al gusto único de latemporalidad de cada uno, sólo la paciencia conservael sentido de esta comunidad de tiempo y se abre aél como un bien precioso por el que hay que velar.Si la impaciencia no quiere velar, si anticipa el fin yse precipita sobre el mismo sin mirar a su alrededor,quienes vigilan perciben la aurora porque saben queno están solos y se alegran de ello. Por la paciencia sellega al centro, al alma del enfermo sin quemarlo: elsol que brilla con el doble de intensidad se extingueen la mitad del tiempo. Otros que han querido co-rrer demasiado hacia la revolución se han encontra-do muy pronto con su propia multinacional reprimi-da.

No se considera paciente a quien soporta el sufri-miento en tiempo breve, ni pacificador al que lo es aveces tan sólo. Tanto la espera de una gratificacióncomo la necesidad de alivio (hambre, sed, dolor, an-gustia, miedo) están en relación con el tiempo y conla esperanza. La paciencia no es un don que se here-da o una cualidad o rasgo positivo del propio carác-ter, sino una elección, un comportamiento deseado ymotivado que puede exigir hasta el sacrificio de laspropias y legítimas aspiraciones y la renuncia a las

propias razones y derechos que requiere de una mo-tivación especial, pues de otro modo sería afloja-miento y vileza. El sujeto paciente, además de su ca-pacidad para soportar el sufrimiento, conserva laconfianza necesaria para soportar la espera, y apuestaa la larga porque conoce bien sus posibilidades detriunfo en relación con las del fracaso. El impacientequiere cosas inmediatamente y con poco esfuerzo,por eso se considera la impaciencia un rasgo propiodel niño, de ahí que su antídoto sea la tranquilidad,ese saber esperar tiempos mejores, ese poder aguan-tar lo que se soporta peor, ese tener calma en mediodel agobio y serenidad en la tormenta. La pacienciaque sana la raíz dañada da al tiempo la oportunidadpara que hombres y personas confíen, madure la es-peranza, aparezca el buen camino. La paciencia en-cierra en sí el secreto de una apreciación positiva dela pasividad no como pura y simple renuncia a obrar,sino como un consentimiento en dejar ser y comodisponibilidad hacia lo que adviene. Ella presta aten-ción a los menores estremecimientos de la vida, sabeque los primeros impulsos nunca vendrán si la impa-ciencia trata de acelerar su venida, y que para nada

E D U C A C I Ó N

PACIENCIA Y TERAPIA

COLECCIÓN PERSONA, NÚM. 30.Hallar la luz,

Patricia Isabel Casimiro Cuevas

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sirve querer urgir a un niño a fin de que logre her-mosos resultados. Porque, aunque la impacienciaconsiga acelerar el ritmo de maduración de las cosasy haga que el niño logre grandes éxitos tempraneros,pasa de largo ante la bella e inmutable lentitud deltiempo, que establece el verdadero valor de las cosas.

Tomemos un caso clínico, el del niño trisómico. Sesoporta mal a quien duda ante los botones de un dis-tribuidor automático, se mete demasiada prisa al niñoque emplea demasiado tiempo en arreglarse por la ma-ñana. Este niño, que tendrá mayor dificultad para asi-milar las cosas, aterriza en un universo moviente, don-de mañana es ya ayer y donde se prepara a los jóvenespara ejercer profesiones que todavía no existen. ¡Éxito!Esa es la consigna. Hay que tomar el tren en marcha,adaptarse, comprender con rapidez. La llegada de nues-tro pequeño vino a poner un límite de velocidad anuestro ritmo. Este niñito debía aprender la vida pala-bra por palabra, y nosotros íbamos a descifrarle la vidasílaba por sílaba. Nuestra zancada iba a adaptarse a lasuya, a su ‘minusvalía’. Íbamos a aprender la paciencia.En este mundo que circula como un expreso, debía-mos adaptarnos no a su velocidad, sino a la de un niñocuyas capacidades de comprensión eran limitadas. Lapaciencia en la vida cotidiana no es gratificante; pri-mero, resulta difícil, porque consiste en esperar: esperarque una palabra se pronuncie correctamente, esperarque el lapicero sea manejado correctamente, esperar

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que se adquieran la fuerza y la coordinación necesariaspara el manejo de un triciclo o de una bicicleta. Loesencial no es esa carrera contra el reloj que convierteen norma el leer a los seis años o caminar a los quincemeses, lo esencial es que estas adquisiciones se hagantarde o temprano, que el niño camine a su propio rit-mo, al máximo de sus posibilidades, pero esto requieredesmantelar nuestra noción del tiempo. Enseñar a queJavier haga todo por sí mismo dedicándole el tiemponecesario, eso es la paciencia; ella consiste sobre todo enuna escuela de autodominio. Mostramos una tendenciarápida a ceder al reflejo de eficacia, a actuar en su lugarpara que todo vaya más rápido, cuando por el contrariohay que dejarle tiempo para que comprenda, tiempopara que evalúe las implicaciones de una consigna, de-jarle tiempo para que realice una pequeña tarea que lellenará de orgullo. Nada es más estimulante para él queprobarse a sí mismo que es capaz de poner el cubierto,de vestirse una camiseta, o incluso de responder al telé-fono.

De todos modos, incluso paciencias tan admirablesse ven o pueden verse expuestas en cualquier momen-to al cansancio y a la angustia; porque si nuestra tena-cidad se corona de éxito, esperar cuando los demás si-guen avanzando se convierte en un moverse a rastras.Retrasado, retrasado mental, todas esas expresiones tra-ducen bien la dificultad para no ser marginado cuan-do se es más lento. ¿Cómo evitar que se convierta en

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amargura el esfuerzo paciente del alumno laboriosoque durante largo tiempo prepara una lección delica-da, ante quien tiene éxito enseguida y sin esfuerzo? Lapaciencia tiene como corolarios el deseo, la esperanza yla confianza. Acompañar la marcha con el paso lentodel pequeño trisómico es poner las bases de una felici-dad posible sobre los signos de la desgracia. Es afirmarque la paciencia es menos un signo de que sufre(como sugiere la etimología) que de lo que se cons-truye. En este sentido es paradójicamente liberadora.Porque si, para un pequeño trisómico, la relación edad-adquisiciones no tiene verdaderamente sentido y losaños no cuentan de la misma forma que para los ni-ños ordinarios, la paciencia con la que suscitamos esteproceso nos fuerza a no anticipar y a maravillarnosante cada etapa superada. Primeros pasos, primeras pa-labras, primeros éxitos, del tipo que sean, nos sirven depretexto para extasiarnos ante las capacidades del niñoolvidando instantáneamente el esfuerzo laborioso quehemos aplicado para despertarlos.

La espera es ingrata a veces, pero lo que se obtienedemasiado rápidamente rara vez nos aporta un genui-no sentimiento de felicidad. Hemos visto cómo algu-nos padres festejan con champaña los primeros pasosde su hijo trisómico. ¿Débil consuelo? ¡En absoluto! Esuna prueba de que tenían razón día tras día al «creer»en su esfuerzo. Porque nuestra paciencia no encuentra

sentido ni justificación sino en la confianza que tene-mos en la vida y en el mismo Javier. Nosotros no po-dríamos hacerle progresar si no creyéramos en la po-sibilidad de sus progresos. Nuestro fin era hacer denuestro hijo no sólo algo sino sobre todo alguien, es de-cir, un muchachito y después un adulto lo más feliz ylo más autónomo que fuera posible, y sabemos queutilizaremos para llegar al fin senderos pedestres másque vías rápidas. ¿Qué importa, si estamos seguros deno adentrarnos en un camino sin salida? La pacienciaque nos exige Javier nos libera también de este deseode calzarnos con las botas de siete leguas que anima amuchos padres y hace de ellos, muy a menudo, unosladrones de infancia. Ser pacientes equivale a tomar aJavier en el nivel en el que está, no pedirle más de loque puede dar y no impacientarnos ante sus lagunas.Sin embargo, cuántos adultos hablan a un niño de cin-co años como si tuviera diez y exigen de un adoles-cente el comportamiento razonable de un adulto,cuánto sueñan con quemar etapas, con hacer que suprimogenitura adquiera años de adelanto, a veces endetrimento de sus preocupaciones de niño. ¿Nos sen-timos protegidos de este tipo de impaciencia que amenudo inflama la vida, mientras que nuestra pacien-cia nos hace saborear lo cotidiano y nos obliga a vercómo vive nuestro hijo día a día, instante a instante, enlugar de sumergirnos sin cesar en los arcanos del futu-

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ACONTECIMIENTO, NÚMS. 60, 61, Y 86

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ro? Ante las actitudes obstinadas, a veces incomprensi-bles de nuestro pequeño, tratamos de tomarnos pa-cientemente el tiempo para comprender qué es lo queexplica tales comportamientos, seguros de que a travésde ellos hay alguna cosa que nos dice algo, seguros deque si él tiene que dar un paso hacia nuestro mundo,nosotros debemos dar otro hacia el suyo y somoscomo unos pacientes que se guían mutuamente. La pa-ciencia es justamente lo contrario de la resignación. Lapaciencia produce sus frutos y termina por hacernosformidablemente felices. Porque ella nos enseña a mi-rar no lo que nuestro niño no sabe hacer, sino lo quesabe hacer y lo que sabrá hacer un día. La paciencia nosinduce a evaluarlo en términos de competencias y node ineptitudes. Javier nos obliga frecuentemente a to-marnos el tiempo de vivir y nos recuerda que lo esen-cial es tomarlo de la mano para conducirlo a un ma-ñana lleno de promesas. ¡Qué importan nuestro itine-rario y la duración del viaje! Hermosas palabras, ysabias; como dice el refrán, la paciencia es de cada mal elremedio universal. Si paciente es el enfermo, paciencia esla salud y la curación: la persona verdaderamente po-derosa es aquella que sabe cuidar y curar.

Paciencia no es inercia, ni es lo que debería de sersin escucha. El compromiso no es la virtud del instan-te; es la virtud de la duración desde la fidelidad a unadirección escogida. La prudencia silente es la compa-ñera de la paciencia. Frente a tanto parloteo, ¡cuántosilencio, cuánto recogimiento, cuánta meditación,cuánta maduración interior necesita el doliente, heri-do por tanto ruidoso! Necesitamos poner a nuestraspalabras el sello del silencio y el don de la oportuni-dad. Ciertos silencios parecen poseer un poder mági-co formidable; hay incluso algo amenazante en un si-lencio. Con la palabra el hombre supera a los anima-les, con el silencio a sí mismo. Donde el río es máshondo va en silencio y armonía. El silencio verdade-ro es la más encantadora de las músicas; dominarlo es

saber conversar, por eso quien habla con el silencio seexpresa con todo su ser. Las abejas trabajan en la os-curidad, el pensamiento en el silencio, la virtud en elsecreto; un ser prudente y juicioso no habla hasta quehaya silencio. El hombre que sabe, no habla; el hom-bre que habla, no sabe. Manejemos el silencio como sifuera palabra, la palabra como si fuera silencio. Seamoslos primeros en callar si queremos que los demás ca-llen, aunque resulte doloroso tener que callar cuandose sienten deseos de hablar. En la boca de los neciosestá su corazón, mientras que el corazón de los sabiosestá en su boca. Que nuestra palabra sea mejor quenuestro silencio; de lo contrario, callemos. Vale másuna palabra a tiempo que dos después, y un silencio atiempo que cien palabras a destiempo. Hablar sin pen-sar es como disparar sin apuntar, las palabras tienen alaspropias y vuelan a donde ellas quieren, no a dondenosotros queremos. Cuando no tengamos nada inte-resante que decir, no dejemos que nadie nos conven-za para decirlo: palabras sin obras no son ni siquieraviento, pero palabra sin silencio no es ni siquiera pala-bra. El pensamiento se come sus propias palabras, y asícrece. Hablamos demasiado, pero los sonidos del si-lencio gobiernan el mundo, más que las palabras.Cuando se habla demasiado se termina diciendo in-conveniencias: malo callar cuando hay que hablar,malo hablar cuando hay que callar. Toda persona pro-funda es hija de algún silencio profundo. El silencio esel hilo de oro del pensamiento; sólo buscando los si-lencios se encuentran las palabras que acogen los pen-samientos. La confidencia descubre quién era o nodigno de ella: a quien dices el secreto das tu libertad,pues la palabra es mitad de quien la pronuncia y mi-tad de quien la escucha. Quien no calla el hecho tam-poco callará su autor, así pues, hermanos, permanecedfieles al silencio y escuchad siempre; si no, callad siem-pre, pues el charlatán no guarda otro secreto que aquelque ignora.

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Luis Enrique HernándezMiembro del Instituto E. Mounier en La Rioja. Técnico de Cáritas Rioja

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Me vais a permitir que en esta ocasión salgaal paso sobre un aspecto de nuestra formade hacer Iglesia que está produciendo en

los últimos meses un profundo sufrimiento a algunaspersonas, muchos de ellos sacerdotes. Que se ha co-brado ya la secularización del Teólogo José Arregui,que, tal y como estamos, es un lujo que no nos po-demos permitir y que, de rebote, a muchos de losque andamos en foros y debates apoyando una formamás democrática y dialogante de hacer Iglesia, noslleva a ser considerados sospechosos de estar en con-tra de la misma. Me refiero al nombramiento de losobispos como una manifestación concreta de esa fal-ta de diálogo que rige nuestra vida comunitaria.

Por eso deseo hacer una humilde reflexión quenos permita entender que la grandeza que esconde latradición de la Iglesia, a la que muchos se aferranpara defender su forma de hacer, va más allá de la úl-

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NOMBRAMIENTO DE OBISPOS

tima encíclica papal o de las recientes cartas pastora-les escritas por algún obispo o cardenal.

La tradición de la Iglesia se remonta también a laolvidada Doctrina Social de la Iglesia y acoge a nues-tros tan queridos como silenciados Padres de la Igle-sia, quienes dejaron muy claros planteamientos queahora mismo nos enfrentan, debido a esa amnesia co-lectiva que no nos permite valorar más allá de lo quehemos conocido por nosotros mismos, y por esa pe-reza mental que nos lleva a ser tan intransigentes contodo aquello que se salga de nuestros patrones.

Como prueba, me permito citar a San Celestino I,Papa, quien afirmaba: Nadie sea dado como obispo a quie-nes no lo quieran. O al Papa San León: El que ha de es-tar al frente de todos ha de ser elegido por todos. O a SanCipriano: El pueblo tiene el poder de elegir obispos dignosy de recusar a los indignos. A veces se ha comentado queestas enseñanzas pertenecían a un funcionamiento

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COLECCIÓN PERSONA, NÚM. 30.Como levadura en la masa,

Luis Enrique Hernández

muy primitivo y elemental de una Iglesia poco es-tructurada e incipiente, pero se puede constatar quemil años más tarde en 1433, el Concilio de Basilea, enla sesión nº 12 dejaba bien zanjado que es de decisivo in-terés… que cada iglesia y cada colegio o comunidad se elijansu propio prelado. Y en seguimiento de ello, este concilio… es-tablece y define que no deben hacerse reservaciones al papa delos cargos electivos… Por razones que resulta difícilcomprender y exige un extenso análisis, este decretoque sigue teniendo vigor, pues está firmado por elPapa, ha desaparecido, no sólo de la práctica sino de lacomprensión de la autoridad eclesiástica.

Durante más de mil años, el nombramiento de losobispos ha sido elegido, como práctica habitual, porlas iglesias que debían regir. Pero en un momentohistórico en que la sociedad feudal quedó tan estrati-ficada, el pueblo fue perdiendo el poder en beneficiode los señores feudales y emperadores. Así, el Papa co-menzó a reservarse algunos nombramientos para evi-tar que los hiciera el poder civil y preservar de estaforma la libertad de la Iglesia. Gregorio VII, aún re-

conociendo que la elección por el pueblo es lo que Diosquiere, se reservó unas determinadas elecciones que yano podía devolver al pueblo.

Con el paso del tiempo al convertirse los papas enmonarcas y jefes de estado, los intereses del poder hi-cieron que con demasiada frecuencia se concediesen alos monarcas episcopados a cambio de favores y apoyoseconómicos (lo que se daba en llamar «regalías»). Losmonarcas convirtieron los obispados en auténticas mo-nedas de cambio, llegándose a extremos de obispos a losdiez, doce o dieciséis años. (Segismundo de Augsburgo,Leopoldo de Austria o Segismundo de Baviera).

Este tipo de comportamientos explica la incapaci-dad de los obispos extraídos de las clases nobles, paracomprender el problema de la clase obrera, en el si-glo xix.

Actualmente el Derecho Canónico se limita a de-cir que el Papa nombra libremente a los obispos, o confir-ma a aquellos que han sido legítimamente elegidos (c. 377)reconociendo que el principio de elección puede te-ner vigencia en la Iglesia y no constituye ningunadesviación eclesiológica.

Este análisis pone sobre la mesa un problema quees algo más que un mero aspecto de organizacióneclesial. Pone de manifiesto dónde se coloca elpunto de gravedad de nuestra Iglesia: en la comu-nidad o en la autoridad de la curia. Y este plantea-miento debe ser seriamente considerado. Porque siJesús de Nazaret, no vino a la tierra a crear una ins-titución, sino un espíritu y una forma de estar en lavida, centrada en la comunidad, no se puede raptara la comunidad su capacidad de elegir la Iglesia quedesea ser. Por tanto, estas posturas que defiendenuna posibilidad más democrática, dialogante y deci-soria de la comunidad en la construcción de la Igle-sia del futuro, y en la elección de sus prelados, nopueden ser consideradas amenazas para la mismasino, muy al contrario, defensoras de la Iglesia másgenuina.

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Ricardo de Luis CarballadaDominico. Profesor Facultad de Teología San Esteban (Salamanca)

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La manera actual de designar los obispos, comocasi todo en la vida de la Iglesia, es resultado deun largo proceso histórico en el que se han

producido modificaciones y variaciones importantes.

UNA MIRADA A LA HISTORIA

Según uno de los testimonios más antiguos de laIglesia, la tradición de San Hipólito (finales del sigloii), los obispos eran elegidos por el clero y el pueblo,con la participación de los obispos de las diócesisvecinas. Hay que tener en cuenta que en aquellaépoca las comunidades cristianas eran pequeñas, susmiembros se conocían bien, y por otra parte el tér-mino «elección» no tenía siempre el sentido de una

designación por una votación en la que intervienentodos los fieles. En ocasiones, el clero y el puebloproponían candidatos, que los obispos de las diócesisvecinas ratificaban, o al revés, eran estos obispos losque proponían nombres, que eran ratificados por elpueblo de Dios.

La influencia creciente de fuerzas y poderes exte-riores a la Iglesia en la designación de obispos hizoque el Papa, los concilios y los escritores de la épocarecordaran el derecho de los laicos y el clero en laelección de los obispos. Así, por ejemplo, el concilioLaterano I (1123). Pero la pugna entre el poder polí-tico y el eclesiástico, sin embargo, irá creciendo, hastadesencadenarse el llamado «conflicto de las investi-duras» entre el Papa Gregorio VII y el rey EnriqueIV.

La investidura era la potestad del rey para elegir unobispo. El interés en esa elección se encontraba enque desde el siglo x, con Otón el Grande, los obis-pos eran a la vez príncipes y señores de territorios.Con la investidura, el rey garantizaba el control y lagobernabilidad de los territorios del reino. La Iglesiase había mostrado siempre contraria a la investidura,y el Papa Gregorio VII prohibió tal práctica. EnriqueIV no aceptó la prohibición. El resultado fue unintercambio de anatemas y condenas entre el Papa yel rey. El rey depuso al Papa, argumentando que suelección había sido irregular, y el Papa, por su parte,depuso al rey. El enfrentamiento, agravado por elañadido de intereses políticos y sucesorios, condujo abatallas y saqueos de Roma. La paz se impuso en elllamado «Pactum Calixtinum» de 1122. En este com-promiso, el rey renuncia a la investidura, para que losobispos sean elegidos según las leyes de la Iglesia, y elPapa concede al emperador la asistencia a las elec-ciones y el poder decidir en caso de disputa.

La consecuencia de la guerra de las investiduras esque laicos y clérigos van a participar cada vez menosen los procesos de designación de obispos, hasta queInocencio III, en 1200, determine que el obispo searegularmente elegido por el cabildo catedralicio. En

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NOMBRAMIENTO DE OBISPOS

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el siglo xiv, con el Papa Urbano IV, la designación deobispos se declara derecho reservado al papado, aun-que en algunas diócesis pervive la elección por elcabildo, con la confirmación del Papa. En la evolu-ción posterior, el papado, en algunas ocasiones, con-cedió a determinados poderes públicos el privilegiode nominación o, al menos, de presentación de can-didatos. Así, en nuestro país, fue el actual rey quien en1976 renunció, en acuerdo con la Santa Sede, al ejer-cicio de ese privilegio.

ALGUNAS PREGUNTAS Y CUESTIONES

Este repaso a este complejo proceso histórico pre-tende entresacar que la razón principal por la cual setransfirió la potestad de la designación de los obisposal papado fue para preservar la independencia de laIglesia, en relación con posibles influencias del poderpolítico. Por supuesto, en las realizaciones históricas,esa independencia del papado no se ha realizadosiempre de manera íntegra. También aquí se podránaducir casos en los que el papado se ha dejadoinfluenciar por motivaciones sociopolíticas y porjuegos de poder intraeclesial. Pero el principio de laindependencia en el nombramiento de los obispos esun valor a garantizar para un ejercicio adecuado desu ministerio. ¿Lo garantiza una elección por lacomunidad eclesial? En los sistemas de elección par-ticipativa, ¿no se dan también mecanismos de presióny juegos de intereses?

Personalmente pienso que en la Iglesia católicasería posible desarrollar otras formas de designaciónde los obispos. Y probablemente serían más adecua-das para el ejercicio del ministerio episcopal que lade la designación por la curia romana. Una de ellaspodría ser la del nombramiento por capítulos o cón-claves diocesanos formados para la ocasión porrepresentantes del clero, de las comunidades cristia-nas, de religiosos, y otros movimientos y asociacionesde la diócesis. En un plazo no más largo de un fin desemana, esos cónclaves, después de orar y reflexionar,

podrían terminar su labor de elegir nuevo pastordiocesano. Algunas órdenes religiosas (en algún casodesde hace muchos siglos) eligen a sus superiores encapítulos formados por representantes de sus comu-nidades. Esta forma no ha sido ninguna amenaza parasu unidad, al contrario, ha sido una garantía decomunión. ¿No podría pensarse algo así para las dió-cesis?

Para pensar otras formas de designación de obis-pos, creo que sería necesario tener en cuenta almenos dos aspectos: 1) La forma de elección de obis-pos tiene que estar en correspondencia con la natu-raleza del ministerio episcopal. Y un elemento fun-damental de ese ministerio es la colegialidad, por locual el proceso de elección no debería circunscri-birse solamente a instancias diocesanas. Tendría queincluir la participación de otros obispos. 2) El nuevomodo debería ser resultado de un proceso eclesial yno de diseños teológicos o de grupos eclesiales. Unproceso de maduración en la comunión, y que nopase por alto la complejidad de una iglesia queagrupa a millones de creyentes y está presente enculturas muy diversas.

No sé si las situaciones que algunos nombramien-tos de obispos han producido recientemente se evi-tarían totalmente con formas electivas en las que par-ticipara toda la comunidad diocesana. No, desdeluego, si no avanzamos en comunión e integraciónde la diversidad eclesial, en lo que realmente nos une,que es la fe en Jesucristo. Y para ello todos tendremosque aprender a ser más humildes y acogedores de losotros, desterrando el sectarismo. En la Iglesia espa-ñola, todos tenemos mucho que recorrer para lograruna comunión más real, sincera y efectiva. El caminono es fácil, y seguro que seguirá costando sufri-miento. Pero, al final, seguro que lo alcanzaremos,pues el Espíritu de Cristo es el que guía a la Iglesia.Mientras tanto, quizás el debate lo deberíamos cen-trar aquí: ¿Cómo podemos avanzar de verdad en unaIglesia de comunión?

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Fernando Millán RomeralO. Carmelita

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Se cumple este año el centenario del naci-miento del carmelita irlandés Donal La-mont quien sería el primer obispo de la

diócesis de Umtali (hoy Mutare) en la que entoncesse llamaba South Rhodesia y hoy es la República deZimbabwe, y una de las figuras más emblemáticas dela historia de la Iglesia católica en el continente afri-cano en el pasado siglo xx. Asimismo, en 2009 se ce-lebraron los cincuenta años de la aparición de la car-ta pastoral Purchased People («Pueblo adquirido»), enla que de forma firme y sin ambages el joven obispocondenaba en 1959 el sistema de discriminación ra-cial que la minoría blanca imponía a la amplia mayo-ría negra en el país africano. Esta carta pastoral supu-so un verdadero revulsivo y un acicate para la opi-nión pública internacional que tomaba asíconciencia de la injusta situación que se vivía en lacolonia británica. Con motivo de estos dos aniversa-rios, varias revistas y periódicos se han hecho eco delo que Lamont significó en la historia del África mo-derna y han destacado la actualidad de su mensaje y

de su testimonio en favorde la igualdad. Así, porejemplo, The Irish Catholicdedicaba el pasado 21 dejulio un amplio artículo aLamont bajo este signifi-cativo título: An outspo-ken hero for justice andequality («Un héroe au-

daz de la justicia y laigualdad»). Asimismo, la prestigiosa colección

«Textos para un Milenio» ha publicado en Madridun volumen con la traducción de esta carta pastoralde 1959, así como con otros escritos suyos y estudiossobre su pensamiento y biografía. Para dar a conocermejor a este humanista cristiano y a esta figura señe-ra del Carmelo del siglo xx presentamos su perfilbiográfico e intelectual en la revista Acontecimiento.

El carmelita Donal Lamont (nacido en Ballycastleen 1911) fue nombrado obispo de Umtali (hoy Mu-tare) en 1957. Desde 1946 formaba parte de la misióncarmelita en Rodesia, en la zona Este del país, juntoa la frontera con Mozambique. En 1953 la Santa Sedeerigía la Prefectura Apostólica de Umtali y, poco des-pués, le nombraba Prefecto Apostólico. Cuatro añosmás tarde, la prefectura era elevada a diócesis y La-

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EL OBISPO LAMONT, FIGURA HISTÓRICAFRENTE A LA DISCRIMINACIÓN RACIAL

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mont fue nombrado su primer Obispo.La situación social y política de la colonia británi-

ca era bastante tensa desde algunos años antes. EnNyasilandia (el actual Malawi) se habían producidoalgunos incidentes a comienzos de 1959. Convienetener en cuenta que Zimbabwe era una colonia in-glesa desde el siglo xix, tras las expediciones de Ce-cil Rhodes (de ahí el nombre de Rodesia). El terri-torio (lleno de minas de gran valor) atrajo desde elprincipio a mucha población europea. En 1921 fueproclamada Colonia Autónoma de Rodesia del Sur,pero en 1953 fue integrado en una especie de fede-ración denominada CAF «Federación Centroafrica-na de Rhodesia y Nyasalandia» que incluiría por tan-to las dos Rodesias (la del norte, actual Malawi y ladel sur, la actual Zimbabwe). Esta unión no fue bienrecibida por la mayoría negra, especialmente en Nya-silandia, pero el malestar (agravado por la pobreza ymarginación social de la población negra) acabaríacontagiándose a toda la federación. Como reacción,el gobierno colonial llevó a cabo una política de durarepresión contra los líderes negros y de detención in-discriminada de cualquier sospechoso de pertenecera las guerrillas que se estaban formando en variaspartes del país.

Es en ese contexto en el que Monseñor Donal La-mont, publica su carta pastoral Purchased people(«Pueblo Adquirido»), cuyo título está tomado de laprimera Carta de Pedro, y en la que con una teolo-gía sólida y con una análisis bastante lúcido de la rea-lidad, condena el sistema de discriminación racial

como contrario a los dos grandes misterios del cris-tianismo: la creación (por la que todos somos hijos deun Padre común y, por tanto, iguales en dignidad yderechos) y la redención en Cristo de la que todosparticipamos y que nos convierte en una raza elegida,un reino de sacerdotes, una nación consagrada, un puebloadquirido por Dios para proclamar sus maravillas (I Pe2,9).

Asimismo, Lamont denunciaba en su carta pasto-ral el hecho de que a la mayoría negra se la relegasede la educación (un elemento esencial para el pro-greso de un pueblo) y cuestionaba la supresión debarreras raciales en situaciones intrascendentes,mientras que se mantenía la discriminación de losnegros en sus derechos básicos. Esta carta pastoral(que no fue firmada por el resto de los obispos) cau-só un gran malestar en la mayoría blanca dominanteque consideraba a Lamont un traidor.

Tras Purchased People vinieron otras cartas pastora-les (ahora sí firmadas por la mayoría de los obispos deZimbabwe) en las que, cada vez con más fuerza, secondenaba sin ambages el sistema de discriminaciónracial. Uno de los hechos que más parecía preocuparal joven obispo irlandés era la justificación de estasmedidas discriminatorias (que constituían la base dela vida y de la estructura social de la colonia) desdeel cristianismo (como una supuesta defensa de la ci-vilización cristiana) y por personas que se considera-ban cristianas:

Sin embargo no es ninguna sorpresa quemuchos digan: «¡Así que esta es la civilizacióncristiana! ¡Esto es el cristianismo! ¡La protec-ción de los pocos y ricos y el abandono de losmuchos que no tienen nada!». Ellos tambiéndicen: «Parece como si nos hubieran enga-ñado los exponentes del cristianismo, losmisioneros. Estos han venido aquí solamentepara preparar el camino para el estado racistadonde quedaremos permanentemente los quehacemos los trabajos más duros y donde unospocos privilegiados podrán controlar y retrasarnuestro desarrollo indefinidamente».

Uno de los momentos más interesantes de la bio-grafía de Lamont fue el de su participación en elConcilio Vaticano II. Lamont estuvo presente en to-

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das las sesiones del mismo, pero su intervención másimportante tuvo lugar durante la tercera sesión (oto-ño de 1964), cuando, con un famoso discurso en elque, utilizando la imagen de los «huesos secos» deEzequiel, se opuso al borrador de documento sobrelas misiones que se ofrecía a los Padres conciliares.Con un discurso demoledor, Lamont considerabaque el Concilio debería dar mayor importancia a laactividad misionera de la Iglesia y no limitarse a tre-ce afirmaciones escuetas que daban la impresión deque la Iglesia no valoraba suficientemente esta di-mensión tan importante de su identidad. De hecho,el documento sería rechazado y un año más tarde sepresentaba el nuevo decreto Ad Gentes divinitus quesuponía un paso adelante en la reflexión de la Iglesiasobre la misión y un aldabonazo a dicha actividad. Laintervención de Lamont, el 7 de noviembre de 1964,constituye sin duda uno de los momentos más im-portantes en el proceso de elaboración de los docu-mentos conciliares.

Pero Lamont volvería a ser conocido internacio-nalmente por el conflicto en Zimbabwe. Cuando es-taba terminando el Concilio, en 1965, se había decla-rado de forma unilateral la independencia de Zim-babwe del Reino Unido, la potencia colonizadora.Era una independencia en manos de la minoría blan-ca (que controlaba y perpetuaba así su dominio), conuna legislación racista y con la tendencia fuertemen-te acentuada a que dicha minoría controlase todoslos resortes del poder. En la joven República, cuyoprimer ministro era Ian Smith y que no fue recono-cida ni por la ONU ni por el Reino Unido, las gue-rrillas iban ganando terreno y se convertían en unaseria amenaza y el país se vio sumido en una larga ycruenta guerra civil.

En ese contexto, el 23 de marzo de 1976 Lamontera detenido por el gobierno de Ian Smith, siguien-do la llamada «Acta de mantenimiento de la ley y elorden» (Law and Order Maintenance Act) y acusado dedar cobertura médica a las guerrillas terroristas. Efec-tivamente, unas religiosas de la diócesis de Umtali, si-guiendo el consejo de su obispo, habían atendido aunos guerrilleros heridos. Lamont declararía en eljuicio que ese comportamiento respondía a razoneshumanitarias, así como al peligro que corrían aque-llas religiosas que vivían en zonas rurales muy aisla-

das si se negaban a hacerlo. Asimismo, Lamont nega-ría cualquier relación con las guerrillas, rechazaría laacusación de simpatizar con el comunismo (al quesiempre se había opuesto) y mantendría su compro-miso, tanto con la paz (lo que suponía el rechazomoral de toda forma de violencia), como con los de-rechos de la mayoría negra marginada injustamente.

En octubre de 1976 Lamont era condenado a diezaños de trabajos forzados, aunque luego la sentenciase fue rebajando hasta convertirse en una pena de de-portación y expulsión del país. Al obispo se le priva-ba de la ciudadanía de Rodesia y se le declaraba per-sona non grata. Durante el tiempo en que estuvo fue-ra del país recibió numerosos homenajes, fuepropuesto para el premio Nobel de la paz, se le con-cedieron varios doctorados honoris causa e incluso enKenya se le dedicó un sello postal con su imagen en1979. Lamont no volvería a Zimbabwe hasta 1980.Pero, en 1982, al ser nombrado un obispo nativo(Monseñor Alexio Muchabaiwwa), Lamont abando-na de nuevo el país y regresa definitivamente a Irlan-da donde pasaría los últimos años de su vida. Murióel 14 de agosto de 2003. Fue enterrado por deseopropio no con los paramentos episcopales sino consu hábito carmelita. Sin duda, su biografía constituyeun ejemplo de lucha por los derechos humanos y decompromiso evangélico por la justicia y la paz.

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Jacques Madaule1 2

Esprit

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No solamente fue Mounier una alta inteli-gencia y un gran corazón, sino también unaardiente y firme voluntad. Esto es lo que

hoy me golpea cuando pienso en estos veinte añostranscurridos entre el proyecto de fundar la revistaEsprit (diciembre de 1930) y la muerte de Mounier.Veinte años cercenados por los largos años nocturnosde la ocupación alemana. Mounier fue encarceladopor la vesania del régimen de Vichy, escribió enDieulefit el Tratado del carácter, profundizó su pensa-miento en el silencio. Pero en cualquier caso esosfueron para él años de silencio forzado, de interrup-ción.

¡Treinta años ya que no existe! Treinta años desdeque corría con Daniel Villey, que tampoco está ya,por las calles primaverales de la Isla de Francia, el 22de marzo, hacia aquella casa de Châtenay-Malabry,en que se nos había dicho que Emmanuel Mounierhabía muerto esa noche. Vuelvo a ver aún sobre el le-cho fúnebre su boca, sus labios que no sonreiríannunca más, que no hablarían nunca más y, sobre sumesa de trabajo, al lado del reloj que él mismo habíamontado y que aún marchaba, dos o tres fichas des-perdigadas sobre Marx, al que releía entonces. Todohabía sido cercenado de un solo golpe.

MOUNIER TREINTA AÑOS DESPUÉS

1. Jacques Madaule (nacido en Castelnaudary en 1898) fue uno de los amigos a los que primero conoció Mounier apenasllegado a París, habiendo participado con él en los célebres dimanches de Meudon, el cenáculo de Maritain, del que elpropio J. Madaule deja un relato pintoresco en L’Absent (Gallimard, 1973, pp. 11 ss). Además, testigo de primera hora ypartícipe de la fundación de Esprit, recuerda: «Mounier era un poco pesado, aplicado, en contraste con el brío de Izard.Pero, tras la fundación de Esprit quedé asombrado de la joven autoridad que le veía desplegar» (Esprit, diciembre de1950, p. 75). En las elecciones municipales de 1935 Esprit (del que Madaule era uno de sus más asiduos cronistas políticos) suscitó ysostuvo en París la candidatura de Jacques Madaule a las elecciones del consejo municipal de Notre-dame-des-Champs,para oponerle a la del ex prefecto de policía Chiappe (cfr. Loubet del Bayle, J. L: Les non conformistes des années 30.Éditions du Seuil, París, 2001) con la que Mounier y su equipo abandonan el «platonismo político» para iniciar la «técni-ca de los medios espirituales», consistente en oponer al desorden establecido el testimonio público. En Chiappe,Mounier y sus amigos veían un símbolo de la confusión de valores. «A este hombre ‘manifiestamente podrido’, que sepresentaba en el barrio más ‘católico’ de París ‘en nombre del orden, de la familia, de la propiedad, de la nación’, habíaque oponerle una candidatura moral».Mounier le llamaba «el buen campesino Madaule», por su acento de Lauragais, arrastrando las ‘r ’ tan jocosamente queproducía la felicidad de sus amigos. Madaule estaba orgulloso de sus orígenes, pero quizá no tenía una idea exacta desus sonoridades, pues un día de 1936 tomando a Roger Leenhardt por el codo, le preguntó con candor. ‘¿Dígame laverdad, Leenhardt, tengo acento?’ Profesor de historia y geografía, hijo de un republicano nacionalista muerto en laguerra, católico, catedrático y antiguo miembro de la Escuela francesa de Roma, hubo de abandonar esta ciudad por lapresión de las fuerzas de ocupación nazi e irse a El Cairo. De buen humor comunicativo, dado a la conciliación (seautodefinía como pontifex, es decir, constructor de puentes), aseguraba los vínculos entre Esprit y otras familias de pensa-miento, antes de la guerra sobre todo con las democristianas de L’Aube, con los dominicos de Sept, y de La Vie intellec-tuelle y, después de la guerra, entre católicos y comunistas y entre judíos y árabes. Como nota Michel Winock en suexcelente «Esprit». Des intellectuels dans la cité (1930-1950), Ed. Du Seuil, París, 1996, p. 144, Madaule terminó su carre-ra de profesor en el lycée Michelet. Consejero técnico en el gabinete de Francisque Gay de 1945 a 1947 y varias vecescandidato malogrado a las elecciones legislativas y a las elecciones municipales de París, fue alcalde de Issy-les-Moulin-weaux (1949-1953).

2. Fuente: Traducción de Carlos Díaz.

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Tuvo él el coraje de retomarlo todo tras la libera-ción. Esprit continuaba felizmente porque no existeruptura tan profunda, tan radical, capaz de evitar queciertos filamentos subterráneos se prolonguen. Perotodo era nuevo en esta primera mañana al salir de lanoche. Todo estaba, no por rehacer, sino por reco-menzar. Mounier tenía cuarenta años, esa edad enque, según Péguy, de quien Mounier se sentía tancercano, se sabe de una manera cierta que el hombreno es feliz. Emmanuel Mounier tenía razones muypersonales para saberlo, pero nada era capaz de des-corazonarle porque nada era capaz de desesperarle,de desesperar a este cristiano. Un cristiano es el hom-bre de la esperanza.

No quisiera yo en absoluto que al leerme se creye-ra que Mounier fue ante todo y por encima de todoun fundador, un director de revista, como si nada hu-biese sido para él más importante en el mundo quepublicar cada mes un número de Esprit. En verdad, larevista no era más que un medio, pero un medio efi-caz para hacer penetrar en el público, en el mundo,un pensamiento. Este término, de todos modos, ex-presa mal la cosa, a menos que se nos recuerde que elhombre piensa con todo su ser, con todo su cuerpo.Ese pensamiento era cristiano en su fuente profunda.En el transcurso de mi larga vida no he conocidocristiano más perfecto en su género que Mounier. Erasolamente de aquellos que creen que el primer deberde un cristiano es ser un hombre lo más completoposible. Y no un hombre aparte, un hombre de cama-rilla, de capilla, sino un hombre abierto a las preocu-paciones, a las necesidades de los otros hombres, uncristiano que siendo humano manifiesta la profunda,la esencial humanidad del cristianismo.

Eso era Esprit. Siempre la buena nueva, algo queno ha cambiado después de dos milenios. Mouniermuere, todo vuelve a empezar justamente después desu muerte. Y dentro de cien años habrá otros que to-davía no han nacido y que lo anunciarán con un es-tilo que nosotros no podemos imaginar. Pero yo creoque recordarán a Emmanuel Mounier como él mis-mo recordaba a Péguy, pues Mounier había intenta-do, como poco antes de él lo habían hecho, anunciaresa nueva siempre desconocida en un mundo des-compuesto. La primera serie de Esprit, la que co-mienza en octubre de 1932 y termina en 1940, la an-

terior al desastre y la inmersión en el fondo de la no-che, se esfuerza por conjurar lo que viene, lo que esinminente, lo que demasiados signos anuncian. Sa-biendo lo que ha llegado, nada es para nosotros máspatético que esa ruta cebrada de luminarias en que eljoven piloto conserva su vuelo durante la tempestad.Yo no digo que no se haya equivocado nunca. Perosus mismos errores eran proféticos.

Creo que después de treinta años puede decirse:Emmanuel Mounier ha sido en nuestro tiempoquien más se ha parecido a los profetas hebreos. Nocesa de sacudir a los adormilados, de llevarles a loesencial, a lo que permanece verdadero, sea lo quesea lo que llega. Y eso no es el credo de una Iglesia re-plegada sobre sí misma, clausurada, sino una llamadaque todos pueden entender, por lejos que estén, puesse trata de una llamada a su común humanidad. Des-pués de todo, esto no es otra cosa que la persona y lacomunidad, no es más que el hombre tomando con-ciencia de su humanidad esencial. No fue conjuradoel desastre, pero la esperanza no pereció con él.

En diciembre de 1944, pues, mientras que la Bes-tia herida de muerte da un último golpe sangrientoen las Árdenas, Esprit vuelve a comenzar en París enmedio de un paisaje nuevo donde no todo ocupaaún su lugar propio. Este paisaje hay que aclararlo,comprenderlo, y encontrar su lugar y su quicio. Nadaes como antes. Nada será ya nunca como antes. Peroes verdadero en cualquier tiempo, incluso en aquellostiempos que parecen los más tranquilos. ¿Hubo algu-na vez tiempo tranquilo, salvo en la imaginación deaquellos que no lo han vivido?

Mounier trabaja sin pausa en esa trágica puesta aldía durante los cinco años que aún le quedan por vi-vir. Trabaja con una lúcida esperanza, la que brilla enlas últimas obras que nos ha dejado: Cristiandad di-funta, Las certezas difíciles, El espíritu de los desesperados,donde confronta a sus grandes contemporáneos: Ca-mus, Malraux, Sartre, Bernanos.

Pero de él, de Mounier, después de treinta años,nos queda más que un pequeño montón de libros:más incluso —para aquellos que no han tenido la di-cha de conocerle— que un ejemplo y un aliento:una cálida y viva amistad completamente cercana,una presencia amiga que no cesa y de la que hoy doytestimonio.

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Introducción y traducción porCarmen Herrando

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El texto que presentamos a continuación es, enrealidad, el borrador de una carta dirigida aEmmanuel Mounier, como director de la re-

vista Esprit, y fue publicado por vez primera en losCahiers Simone Weil que edita la Association pour l’étu-de de la pensée de Simone Weil, en diciembre de 19841.Gracias a Robert Chenavier, actual presidente de laAsociación y director de la citada publicación, pode-mos ofrecerlo a los lectores de Acontecimiento.

La firma de Simone Weil aparece una única vez enla revista Esprit; es en abril de 1938, y a propósito delcaso de un anarquista español que fue acusado debandidaje. Pero en varias ocasiones se pensó en ellacomo colaboradora de Esprit, con artículos serios yde fondo, y no pocas veces figura su nombre en la re-vista, a propósito de comentarios sobre artículos su-yos publicados en otras revistas y boletines periódi-cos, siempre con elogio y a favor de sus posiciones.

La carta que publicamos hay que enmarcarla en undebate abierto por Maurice Lacroix en Esprit, enmarzo de 1937, y que giraba en torno a la cuestiónde si debían acabar en una unidad sindical las ten-dencias favorables a la unidad entre los obreros, quese constataban en Francia en aquellos años, gracias ala coyuntura propiciada por la coalición que gestó elFront Populaire (vencedor en las elecciones legislativasde 1936). René Belin, secretario general adjunto dela CGT, respondía con un claro «sí», abogando por la«unidad orgánica», mientras que el propio Lacroix,haciéndose eco de las presiones ejercidas por ciertosdelegados de la CGT sobre algunos obreros durantelos conflictos sociales que tuvieron lugar por aquelentonces, se pronunciaba en contra del monopoliosindical, y lo hacía en nombre de la libertad. Un ter-cer protagonista de aquel debate, Paul Vignaux, re-presentante de la CFGT (Confederación Francesa de

Trabajadores Cristianos), observaba que cada organi-zación sindical tenía su particular concepción de lalucha y de la colaboración entre clases. Y precisa-mente por ser el representante cristiano, sin dejar dereconocer el antagonismo existente entre el mundode los obreros y el de los patronos, no quería pro-nunciarse sobre tales relaciones, pues aducía quesiempre son conflictivas, partiendo ya de las propiasbases.

En la carta, Simone Weil examina los puntos prin-cipales del debate: las relaciones entre la libertad y elpluralismo sindical, y la compatibilidad o la incom-patibilidad que, a su juicio, pueden tener con la mo-ral cristiana los ideales del sindicato anarquista CGTLa primera cuestión está muy clara para ella: la plu-ralidad de organizaciones sindicales conduce a unasuerte de puja demagógica que lo que hace es vol-verse en contra de la libertad de los individuos. La se-gunda, sin embargo, la trata con mayor detenimien-to. Ella no se consideraba católica, y así lo precisa enla carta a Mounier, que sí lo era: «personalmente, nosoy católica», escribe. Sin embargo, deja claro que elinterés «cultural» —y mucho más de fondo— delcristianismo es fundamental en las sociedades euro-peas como factor esencial de nuestra civilización, ycomo tal no puede dejar de tenerse en cuenta, y quepor eso mismo hay que demostrar cuidadosamenteque no hay ningún obstáculo que interfiera en esasupuesta relación entre un católico y la CGT. A sumanera, y con su estilo personalísimo, Simone Weilpropone sus reflexiones a Emmanuel Mounier. Y leexpresa sin ambages que ve algunas incoherencias enciertas posturas de los católicos, sobre todo a la horade llevar a la práctica el mandamiento evangélico delamor. La joven pensadora se referirá tanto a la con-tradicción que ve en el hecho de que los cristianos

UNA CARTA DE SIMONE WEILA EMMANUEL MOUNIER

1. El artículo del número de los Cahiers Simone Weil donde se publica la carta, «Une lettre inédite de Simone Weil àEmmanuel Mounier» lo debemos a Géraldi LEROY, que es quien proporciona la información que nosotros resumi-mos. Véase Cahiers Simone Weil, Tome VII-nº 4, diciembre de 1984.

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no cuestionen su pertenencia a naciones concretas—donde se suele excluir a los extranjeros— y que si-gan sintiéndose de una nación aun en tiempos deguerra, como a la misma relación entre obreros y pa-tronos, sobre la que recuerda la postura de algunosobreros huelguistas que durante los conflictos de1936 infringieron con sus patronos el precepto evan-gélico de amar al prójimo. Posiblemente, sabiendo aMounier católico confeso y hondamente preocupa-do por la sociedad en la que vive, Simone Weil alu-de a tal falta de coherencia entre los católicos, paraexpresar su propia denuncia ante un católico cabalque se tomaba muy en serio su fe.

Al final, se pronunciará claramente a favor de que lostrabajadores cristianos se adhieran a la CGT, no vien-do en ello ninguna incoherencia; al contrario, querien-do expresar por esta adhesión algo que, según el espí-ritu del Evangelio, debería ser más bien lo natural.

Las reflexiones de Simone Weil sobre estas cues-tiones no llegaron a salir en la revista fundada porMounier; o eso parece, pues hay que tener en cuen-ta que un buena parte de los archivos de Esprit des-aparecerían durante la guerra.

Mi querido Mounier,La lectura del último número de Esprit, y en particularde los artículos de Belin y de Vignaux, acrecienta en mílas ganas de mandarle algunas observaciones, porquecreo que se está generando mucha confusión en elexamen de un problema importante.

La existencia de la CFTC, junto a la CGT, plantea,en suma, dos preguntas: ¿Es indispensable para lalibertad la pluralidad de las organizaciones sindicales?¿Es incompatible con la moral cristiana el espíritu de laCGT?

Sobre el primer punto, creo que el principal incon-veniente de la pluralidad de organizaciones consisteen que las necesidades de la propaganda, en las con-diciones que impone la rivalidad, asfixian la libertad, lademocracia y el espíritu crítico, en cada una de ellas.La rivalidad entre las propagandas provoca la esclero-sis de las doctrinas, un género de lealtad mortal parael desarrollo del pensamiento, que hace que cundanlas palabras de orden simplista: los «slogans» y las fór-mulas, cuanto más chocantes, más pobres de signifi-cado. La unidad orgánica, al dar derecho de ciudadaníaa concepciones diversas dentro de una misma organi-

zación, es la única que permite una confrontación delos distintos puntos de vista y el enriquecimiento delpensamiento. Naturalmente, aquí sólo es cuestión dela unidad orgánica en el movimiento sindical; estasreflexiones no se pueden aplicar al terreno político.

El segundo punto me parece más importante. ¿Hayincompatibilidad entre la CGT y la moral que enseña laIglesia católica, o dicho de forma más general, la moralcristiana? Si la CGT fuera pura y simplemente unaagrupación en torno a unos intereses, no se plantearíala pregunta; de igual modo que no nos preguntamos silos cristianos pueden entrar en sociedades no cristia-nas de aseguradoras mutualistas, en asociaciones nocristianas para defender a los pequeños comerciantes,o para velar por el descenso de los precios de las licen-cias de caza. Hay que decir la verdad, en esto. La CGTno es solamente una agrupación en torno a unos inte-reses. No es un partido; no es una doctrina. Pero tieneun espíritu, un ideal y unas tradiciones.

Vignaux cita estas palabras de un minero católicoalemán: «Nuestra posición cristiana de principio nosobliga a la justicia hacia los patronos. Y el manda-miento ‘amarás a tu prójimo como a ti mismo’ pre-serva aquí, todavía más, todo su valor».

Por mi parte, personalmente, no soy católica. Peroconsidero la idea cristiana, que tiene sus raíces en elpensamiento griego, y que ha venido alimentando a lolargo de los siglos toda nuestra civilización europea,como algo a lo que no podemos renunciar sin envile-cernos. Esto no me impide sentirme como en mi pro-pia casa en la CGT. Nuestro sindicalismo no predica elodio, y no es el odio el que ha inspirado a sus precur-sores, a sus fundadores o a sus pioneros. Aún hoy,todo odio le resulta completamente extraño a sus mili-tantes de más valía.

Me voy a permitir, por lo demás, decir a los católi-cos de la CFTC y de otros lugares, que en otros terre-nos son menos escrupulosos que en el de la acciónsindical. ¿Acaso la Nación está fundada sobre el amor?¿Sobre el amor a los extranjeros, entiendo? ¿Por quéno hay un separatismo cristiano, por qué no está encuestión fundar una nación cristiana, por respeto haciala moral del Evangelio? De hecho, los cristianos no seseparan de la nación; no se separan siquiera en losperiodos en los que la actividad de la nación enteraviene determinada por el odio, en tiempo de guerra,quiero decir. ¿Quién osaría, por lo demás, afirmar que,

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durante la guerra, la proporción de los que odiaban alos alemanes era menor entre los católicos que entrelos librepensadores? Y todavía aquel era un odio norazonado, sin motivo, sin excusa.

Pienso que no tenemos derecho a alegar pureza deprincipios cuando se defiende a ésta con más celo enlos terrenos en que se acuerda con cierto confor-mismo, que en aquellos en los que provoca escándalo.

Si dejamos a un lado las organizaciones, si las hay,en las que toda la propaganda está fundada sobre elodio, diremos que el odio no es una cuestión de doc-trina o de afiliación a tal grupo o a tal otro. Es un asuntode carácter, de altura de espíritu, de grandeza de alma.Es también un asunto de circunstancia. Porque nosiempre resulta fácil no odiar cuando se ha sufridomucho, o cuando se ha estado expuesto, sin defensaninguna, a injusticias y a ultrajes.

Algunos católicos pueden pensar que el trabajo deeducación de la CGT no está orientado hacia al apaci-guamiento de la cólera y del rencor, que no busca cal-mar los odios, y que, por esta razón, tiene sentido queexista la CFTC. Pero se equivocan queriendo evitar elcontacto con las masas obreras que están en la CGT,porque no es desde fuera desde donde pueden espe-rar formarlas.

Por otra parte, desde su propio punto de vista, nopueden reprobar a la CGT por alentar más bien la indig-nación que la generosidad, con respecto a los patro-nos. En la mayor parte de los casos, incluso desde elpunto de vista cristiano, lo más urgente no es que losobreros se eleven hasta una grandeza de alma que lespermita amar aun a sus propios perseguidores, sinoque salgan de la pasividad mortal y de la resignaciónlastimosa, merced a las cuales quedan reducidos auna miseria inhumana. Puesto que, según la fórmulade Aristóteles que retomará santo Tomás de Aquino yse convertirá en doctrina de la Iglesia, la virtud suponeun cierto bien estar. No hay, pues, ningún deber quepreceda o que iguale al deber imperioso de lucharcuando es preciso para arrancar o para preservar unmínimo de bien estar, por debajo del cual ya no existeni siquiera virtud.

La fórmula «Ama a tu prójimo como a ti mismo»,fijémonos bien, no aconseja, por lo demás, ningunapasividad insípida frente a los poderosos. No es reco-mendable amarse a uno mismo con complacencia,sino con severidad. Si tenemos un patrón que se enri-

quece aplastando vidas humanas a su paso, ¿hemosde desearle que viva y muera plácido e inconsciente, oque aprenda un buen día por él mismo lo que significaser el más débil? Es el segundo deseo el que hay quellevar a cabo si le tenemos ese género de amor quehay que tener para con uno mismo. Los obreros quese recrearon secuestrando un poco a sus patronos enjunio, no infringieron, a mi parecer, el precepto evan-gélico del amor al prójimo.

Las clases, ¿deben «luchar» o «colaborar»? Haymucho de artificial en esta oposición. ¿Quien puedenegar que haya colaboración entre las clases? Encuanto un obrero trabaja, colabora con su patrono,pues para no colaborar tendría que estar siempre enhuelga. Los delegados obreros o los sindicatos quediscuten sobre contratos colectivos aceptan ciertacolaboración con los patronos. ¿Quien puede negarademás que se de la lucha de clases? Cada vez que unobrero se siente tratado como materia prima o comoun material menos valioso que el utillaje mecánico, serebela en su interior, sea cristiano o no. Desde esemomento, aun si calla por impotencia o por miedo,existe virtualmente la lucha. El ideal de un jefe deempresa, desde el punto de vista de la contabilidad, estener obreros que aporten un trabajo muy intensivopero que no consuman. El ideal de un obrero, comohombre, es aportar un esfuerzo que no agote ni delejos sus recursos vitales, y vivir en el bien estar. Y hayoposición entre la contabilidad de la empresa, en rela-ción a la cual los obreros son medios de producción, ylas aspiraciones de los obreros, para quienes laempresa es un medio para ganarse la vida. Como lafuerza está del lado de la contabilidad, las aspiracionesobreras quedan automáticamente sacrificadas, y sólola lucha puede restablecer un cierto equilibrio.

Se da, pues, colaboración y lucha a la vez. Es unhecho, un hecho que no se puede contestar, salvo quequeramos mentir. Las divergencias comienzan cuandose trata de elaborar un método de acción que tenga encuenta estos hechos. Algunos quieren reducir la cola-boración al estricto mínimo que impone la fuerza, yaprovechar cada ocasión de luchar con la mayor ener-gía, con el fin de aplastar rápidamente al adversario. Enla CGT, sólo una ínfima minoría tiene actualmente estaactitud. La mejor prueba es la de que en junio no rom-pieron nada. La posición adoptada por la Federación deMineros o los artículos de Belin sobre las cuarenta

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horas, en Le Peuple, muestran, por lo demás, que losmilitantes de la CGT no se preocupan de las reivindi-caciones obreras hasta el punto de olvidarse de losintereses del país.

Por otra parte, algunos quieren sofocar cualquierveleidad de lucha, es decir, que bautizan como colabo-ración a la sumisión sin reserva, a la obediencia pasivao a la esclavitud. Se les podría aplicar la bella fórmulade Robespierre: «bautizan con el nombre de paz a lasoledad de los desiertos y al silencio de las tumbas».Afortunadamente, no es el caso de la CFTC. Entreestas dos posiciones extremas, se da toda una gamade matices en la que ningún corte justifica la cristaliza-ción en dos organizaciones. ¿Quién desea más que losmilitantes de la CGT una colaboración plena y enteraentre todos los elementos de una empresa industrial?En eso mismo está exactamente su ideal. Sólo quepiensan que la colaboración implica primero que losque ejecutan puedan encontrarse en un plano de igual-dad con los que dirigen; y que las relaciones de interésno estén combinadas de tal suerte que los sufrimien-tos de los primeros sean un elemento esencial para eléxito de los segundos. A sus ojos, allí donde los unostienen el derecho de hablar y los otros el de callarse,lo que hay es sumisión o revuelta, pero no colabora-ción, si hablamos con propiedad. Y allí donde los unostienen un interés directo en hacer sufrir a los otros,cualquier colaboración no es más que un engaño. Loque reprochan a los que postulan la colaboración no esque deseen la colaboración, sino haber encontrado unhermoso nombre para disfrazar la engañifa y la escla-vitud. Para ellos, una colaboración plena y verdaderaen las empresas industriales es un objetivo cuyas con-diciones sólo se pueden llevar a cabo a través de lalucha. Y esta lucha es la que llaman lucha de clases.

Creo que, en el fondo, la única cosa que puedechocar a un cristiano, en el espíritu de la CGT, es la ten-dencia a cierta demagogia, a quitar siempre, en todoslos casos y sobre todos los aspectos, la razón al adver-sario. Pero esto no es algo propio de la CGT. Ocurre lomismo en todos los grupos humanos que luchan con-tra otros, no sólo en los sindicatos, sino también en lospartidos, en las naciones, en las Iglesias… El deber dereaccionar contra este tipo de demagogia no es espe-

cíficamente cristiano; se impone a cualquier hombreque piense. Hace falta mucho valor para ello. Y no esfácil ejercer en ningún medio un valor moral de estaespecie, pues es escaso por doquier, y por ello aúnmás precioso. El honor de la CGT es que se encuen-tren en ella hombres que posean este valor, en cual-quier escala de la jerarquía y sobre todo en su Juntaconfederal.

En resumidas cuentas, no logro percibir nada con-creto que pueda desviar a los cristianos de la unidadobrera. Veo, como revancha, además de razones deorden general, una razón de circunstancia, que deberíaincitarles fuertemente a dicha unidad. La CGT no es unbloque monolítico. Y si los cristianos la examinan condetalle, encontrarán en ella algunos hombres que lesresultarán más próximos que los demás. No afilián-dose a la CGT, abandonarán a estos militantes y losexpondrán a quedar ahogados bajo el número; contri-buirán así a reforzar a aquellos elementos de la CGTque les inspiran las ganas de alejarse.

Cordialmente suya,S. Weil

PS: Vignaux publica un documento sobre Bélgica.Hay que hacer dos observaciones al respecto.

1.º El sindicalismo belga es un sindicalismo «de basesmúltiples», es decir, que el sindicato, a través de lascooperativas, las mutualidades, las distribuciones delos fondos para el paro, etc., posee cierta influenciamaterial sobre sus afiliados, en razón de la cual la uni-dad obrera tal vez presentaría ciertos peligros. Aquíno tenemos nada comparable.

2.º Los sindicatos belgas no son independientes; estánafiliados al POB2. Los católicos invocan allí razoneslegítimas contra la unidad obrera, de las que no pue-den prevalerse aquí, ante una CGT independiente.¿Se me dirá que la independencia de la CGT es unaficción elegante, una simple fachada, que la CGT estásometida a influencias políticas? No es exacto; y si undía fuera así, los hombres de la CFTC, por el aleja-miento que mantienen, tendrán buena parte de res-ponsabilidad en una evolución tan desastrosa.

2. P.O.B.: Partido Obrero Belga.

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Federico Manfred PeterHistoriador

universitaria de filosofía, había sido un alumno privi-legiado del famoso Vorlænder. Se había hecho miem-bro del partido comunista cuando Hitler fue nom-brado canciller y él pasó al exilio. Como muchosotros alemanes fue consecuente. Cataluña le llamabay el batallón Thælmann le esperaba y, elocuente, plu-rilingüe, pronto fue el alma de la compañía.

Ahora, durante la noche —todos sabían que ibana ser fusilados— repasaba las estaciones de su jovenvida. ¿Quién soy?: ¿musulmán o cristiano?, ¿orientalu occidental?, ¿alemán o turco? Soy creyente, final-mente se decía. Un bizantino multiétnico con unapatria: la lengua y la filosofía alemanas. Pero ahora, enel momento de la ejecución, le invadió una grancalma, extendió los brazos, abrió las manos en plega-ria y gritó fuerte como lo recordaba de su primerainfancia en Estambul:

—¡Alahu Akbar!Su voz retumbó entre la ruina de aquel cortijo

aragonés. Y pasó algo inesperado: parece que un rayopasó por los brazos de sus ejecutores que ya habíanlevantado los fusiles. Bajaron los mauser y se miraronentre ellos. Albert se había desmayado y cuando des-pertó se encontró otra vez en el patio del cortijo. Deahí lo transportaron a la capitanía. Y comenzó unlargo paseo por numerosos campos de concentracióny cárceles de la España victoriosa.

Yo conocí a Albert A. en Barranquilla, Colombia.Hasta allí le había llevado la vida de emigrante des-pués de la amnistía en España y la admisión comorefugiado en Colombia. Albert A. había dejado atrásesa fase de ideologización para dedicarse a luchar porlas ideas. Porque es cierto, para él no había otraopción que elegir entre ideologías. Los jóvenes deentonces tenían que definirse como persona, comocarácter, como homo políticus en acción. Nadie seescapaba a esa ley colectiva en la Europa de aquel

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¡Alahu Akbar!

Fue a la primera luz del día, en la madrugada deun día de julio de 1938, cuando el destaca-mento de regulares moros sacó a ese puñado

de prisioneros alemanes de la Brigada Thælmann delpatio de la finca donde estuvieron encerrados durantela noche.

Ese grupo de sobrevivientes de aquella brigada deInternacionales había sido capturado después de unprolongado tiroteo en el que murieron muchos ale-manes y moros, que jamás se habían visto en la vida.Ambos lucharon por causas muy distintas: los morosde Franco por el pan, el botín y el saqueo, los alema-nes —en su mayoría comunistas exilados de la Ale-mania nazi— por ideales políticos antifascistas.Ambos supieron poco de lo que pasaba en España,aunque sobre esa tierra vertieron su sangre. Mercena-rios, unos, e idealistas descarrilados, otros, dedicados amatarse sin odio y sin saber en el fondo, de qué se tra-taba.

Entraremos por la puerta grande (la de Brandem-burgo), hundiremos la esvástica (la del enemigo nazi) enel Rhin (Das Hakenkreuz versenken wir im Vater Rhein).Así cantaban antes de ser llevados al paredón (unosrestos de escombros en el lejano Aragón). Confusióntotal de lugar, de situación, de actores y de acción,porque por la puerta grande de Berlín desfilaránpronto otros alemanes, los de la Legión Condor, conel signo de triunfo, la esvástica en alto.

Ahora, bajo la tenue luz de la madrugada, los bri-gadistas alemanes fueron arrastrados uno tras el otro ala muerte, y con el puño en alto algunos dijeron algoen alemán, porque no sabían español y los morostampoco entendían, cuando les pegaron el tiro paraque mordieran el polvo de esa lejana tierra.

Así pasó, hasta que llegó el turno a Albert. PuesAlbert A. era turco. Había llegado a Hamburgo deniño con sus padres. Allí había estudiado una carrera

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tiempo. Las generaciones posteriores no tienennoción de eso, al estar viviendo en épocas sin calen-turas políticas. Así Albert A. en Colombia comoinmigrante inició su verdadera vida y cumplía unavocación.

Y la ciudad de Barranquilla lo considera ciuda-dano predilecto porque nombrar sus méritos llenaríavarias páginas. Como profesor colaboré con él, mellamó amigo y me contó lo que acabo de relatar. Fueun privilegio y un honor. Y yo también digo en milenguaje: Dios es grande.

E?E?E

¡Alahu Akbar! : Post dataLas respuestas de varios amigos que conocían y

apreciaban a Albert A. me motivan a formular unanexo.

En cada vida existen secretos que, en algunoscasos, son desconocidos por la misma familia. Sinembargo son eventos claves para comprender elcarácter y la actitud social de esa persona. La expe-riencia traumática deja una huella imborrable en lamente sensible y aquel hombre ya no es el mismoque ha sido antes. Haber vivido la cercanía de lamuerte es así y la persona parece ser transformada enotra. El apóstol San Pablo narra esa experiencia, que,por ello, llamamos «paulina». Barranquilla fue el esce-nario de la vida ejemplar y altruista de Albert A., y talvez sería otra si A. no hubiera pasado por aqueltrauma.

Acabo de leer una nota en la prensa (FAZ,3/8/2011) sobre un caso similar, pero con un resul-tado muy diferente.

En una fotografía, documentada en el archivo dela Wehrmacht alemana, se observa un grupo de «par-tisanos yugoslavos» momentos antes de ser ejecuta-dos. Escena triste de la guerra en Yugoslavia de 1941.En la foto se ven de diez a quince personas civiles,entre ellos niños y en medio —¡sorpresa!— un hom-bre con uniforme alemán. ¿Quién será y qué le habrápasado?

Por una casualidad, un anciano, residente en Dort-mund, Alemania, lo reconoció: era su hermano, y unainvestigación detallada reveló lo siguiente:

Su hermano, el cabo Josef Schulz, formaba partedel comando destinado a fusilar a los «partisanos»,que eran civiles escogidos al azar en un pueblo cer-cano para castigar actividades de la guerrilla yugos-lava contra el ejército alemán. Pero en el momentode recibir la orden: ¡apunten!, Schulz tiró su fusil alsuelo y se puso delante de los que tuvieron quemorir. El oficial, teniente, le ordenó retirarse o, encaso contrario, abrirían fuego. Schulz no obedeció, y,acto seguido, cayó fusilado junto a los demás prisio-neros.

El oficial escribió una carta a la familia diciendoque el cabo Josef Schulz había caído por el Führer ypor la patria. Pero la foto, hecha por un desconocido,y guardada casualmente, reveló lo que realmentesucedió.

El hermano cuenta que Schulz era un hombrepacífico y apolítico, ni siquiera era rebelde contra elnazismo. Era un buen pianista y pintaba como afi-cionado. Simplemente llegó su hora de la verdad paranegarse a matar y preferir morir antes de hacerlo.¿Un mártir, un héroe? Ustedes decidirán.

Albert A. tuvo la suerte de encontrarse con morosdispuestos a darle el perdón como a otro musulmáncorresponde. Yo me pregunto: ¿Quiénes han sidoestos alemanes capaces de fusilar a su mismo compa-ñero? ¡Qué embrutecimiento, qué degradación!

Pero hay quien se acuerda de él: en la poblaciónserbia de Smederevska Palanka hay una calle queahora se llama: Calle de Josef Schulz.

O F I C I O D E E S C R I B I R

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Libros como éste son siem-pre bienvenidos: por el simplehecho de poner el dedo en laslacras sociales actuales, de lasque hay, desgraciadamente,gran abundancia para denun-ciar lo que a menudo los de-nominados «técnicos», seaneconomistas —Oliveres eseconomista pero no hablacomo lo acostumbran a hacerbuena parte de los miembrosdel gremio—, políticos o «ex-pertos» de todo tipo de pelajese empecinan en embrollar —si no, en confundir— y quehacen que el ciudadano de apie vea muy lejos de él la com-prensión y aún más las pro-puestas de solución de losproblemas cotidianos que a to-dos nos complican la vida.

El libro aborda más de cin-cuenta cuestiones, la mayoríade ellas de auténtica enverga-dura y peso socioeconómico ypolítico en el mundo actual: laespeculación como modo deactuar en áreas como son losplanes de pensiones, los ex-cesos en las comisiones rela-tivas a la gestiones que reali-zan cajas y bancos, los frau-des de todo tipo (tráfico deinfluencias, información privi-legiada, fraude fiscal propia-mente dicho, malversación defondos públicos…), el consu-mismo como hábito que cola-bora en la expansión de la ex-plotación y la miseria de lassociedades económicamentemás débiles, la corrupción yprevaricación endémica ex-tendida por doquier —y hayque decir que el autor trans-forma su sensibilidad y aten-ción por todo lo que sucedeen nuestro entorno en una he-rramienta de terapia inmedia-ta—, las maquinaciones de los«selectos clubes» económi-co-políticos mundiales empe-cinados e implicados en el do-minio del planeta de acuerdo

con sus conveniencias expan-sivas, la falta de escrúpulosen el control y la promociónde nuevas energías como losbiocombustibles condenandoa la miseria a millones de per-sonas del tercer mundo…

La diversidad de temas quetrata el libro lo hacen ameno yútil a todo aquel que quierasumergirse en la comprensiónde este sistema perverso dela economía capitalista y fuer-temente globalizada que, apesar de todo, el autor asegu-ra en el subtítulo del libro«que es posible cambiar». Lasilustraciones y algunas anéc-dotas del estilo característicocon el que siempre nos sor-prende Arcadi Oliveres nospermiten obtener, a partir dela lectura del libro, un bagajebastante completo de los ma-les que acechan a nuestro pla-neta.

Las propuestas o alternati-vas a tantos disparates relata-das por una ágil crítica socráti-ca de los vicios colectivos eindividuales humanos en unasociedad desigual, injusta yacomodada a su errática mar-cha son representativas de laactitud invariablemente espe-ranzada del presidente de«Justícia i Pau», apoyada, noen la «fe» en ninguna institu-ción política; sino en las fibrasracionales y emocionales delas personas que se unen enun mismo grito de esperanzacontra la injusticia, actuandosin ruido pero sin abdicar ja-más de las tareas por hacer yyendo paso a paso. Saber de-cir no al fraude, a los paraísosfiscales, a la locura del gastomilitar, a la «profesionaliza-ción» de la política como «ca-rrera» o modo de hacer dine-ro, a la hipocresía de las gran-des compañías y gobiernosque las apoyan para explotar alos países del tercer mundocon quienes pactan supuestasayudas que en realidad benefi-cian a ellos mismos… Y almismo tiempo, saber decir«sí» al control de la banca —y,como alternativa, la difusión

de la banca ética— y de las ac-tividades financieras mundia-les, a las empresas cooperati-vas, a los derechos laborales,a las energías renovables, alconsumo responsable, a laeducación humanizadora y no«periférica» o superficial diri-gida a la obtención y a las exi-gencias de mano de obra ba-rata para un mercado controla-do por el capital…

En su libro, Arcadi Olivereshace referencia al conocidoPlan de Bolonia, uno de cuyosprincipios básicos, en el quese apoya y a la vez promueve,es el de proveer a Europa deprofesionales para la empresay para el mercado. A priori noparecería inapropiada ésta ca-racterística; pero el problemaaparece cuando se vislumbrael riesgo de que la formaciónquede sometida al servicio delmercado, que sería algo asícomo afirmar que éste preside—o debe presidir y controlar—el proceso educativo y civiliza-torio. Atacar la crisis en la queestamos inmersos significa

devaluar el protagonismo ficti-cio del dinero como si fueraalgo valioso por sí mismo,otorgándole no más que el lu-gar que le corresponde comosimple medio de intercambiopara resolver necesidades enforma de bienes o de servi-cios. Si la educación —y nosólo la universitaria— se redu-ce a un simple instrumentopara este objetivo de produciry engrosar más dinero, seeduca a los jóvenes en la «noeducación», en el beneficio fá-cil —que pronto se verificaráque no lo es tanto—, en las cri-sis o en las patologías de todotipo, no solamente económi-cas, sino alimentarias, de valo-res y de hábitos consumistasy exóticos…; tanto para quie-nes se creen privilegiados,como para aquellos que erró-neamente aspiren a conseguirel estatus de los primeros.Este «sistema», ciertamente,no es muy prometedor y re-quiere un cambio: a todo esonos invita Arcadi Oliveres.

Albert Llorca Arimany

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Aturar la crisis1

Arcadi OliveresBarcelona, 2009.Editorial Triangle.

«Nada hay más temibleque el celo sacerdotal de losincrédulos». Con esta frasedel Juan de Mairena de Anto-nio Machado, cierra AgustínDomingo Moratalla las pági-nas introductorias al libro queaquí presentamos, editado enEncuentro, que ya va por susegunda edición, a los pocosdías de salir.

La cuestión religiosa y lacuestión ética, para bien opara mal, siempre están alcabo de la calle, en el debatepúblico. Este libro, lleno desentido común y riguroso, leshace frente, las «afronta»,

como nos recuerda el autorque hacían Mounier o Maritaincon los grandes asuntos de sutiempo, a la par que realiza unejercicio lúcido de pensamien-to en torno a ellas, estable-ciendo un verdadero diálogocon los que no dejan de serlos grandes retos de nuestropresente. Tras unas páginasen las que vuelve a considerarel concepto de ciudadanía, tantraído y llevado en estos últi-mos años, para injertarlo lue-go en la realidad global de lassociedades presentes, el au-tor considera varios modelosde ciudadanía, abogando porla necesidad de una ética in-tercultural que tiene el deberde pensar en serio lo que sig-nifica la convivencia en socie-dades complejas donde semezclan tantas etnias, comosucede hoy en nuestras socie-dades plurales. Pero es preci-

Ciudadanía activa y religión.Fuentes pre-políticas de laética democrática

Agustín Domingo MoratallaEdiciones Encuentro, Madrid, 2011.263 páginas.

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1. Texto original en catalán; en castellano: Detener la crisis.

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so dar toda su importancia alos símbolos presentes ennuestro mundo, tan relaciona-dos con las grandes pregun-tas en torno al hombre y a surealidad vital, frecuentementeexpresadas a través del hechoreligioso, porque no en otracosa consiste la cultura, quees esencialmente expresiónde la realidad por medio dellenguaje simbólico; y más aúncuando, como es cada vezmás el caso, nuestra realidadsocial deviene en más y másplural y multiétnica. Tal consi-deración es clave en esta obrade Domingo Moratalla, dondese presenta como ejercicionecesario establecer una dife-renciación clara entre secula-rismo y secularidad. Porqueuno y otra entienden a su ma-nera el proceso de seculariza-ción que se ha venido dandoen nuestras sociedades: el se-cularismo, de modo cerrado ynegativo, mientras que la se-cularidad lo hace consideran-do la sociedad secular de for-ma abierta y plural. Bien asen-tadas estas bases, el autorpresenta el actual debate so-bre «Educación para la ciuda-danía», donde deja meridiana-mente clara su postura, queno es, ni mucho menos, la deoponerse a que la ciudadanía«se convierta en el conceptocentral sobre el que construirla opinión pública de una so-ciedad verdaderamente de-mocrática» (p. 85). Bien alcontrario. Pero se trata deconstruir esa ciudadanía sobrelas fuentes pre-políticas de lademocracia, esto es, teniendoen cuenta al hombre y su rea-lidad cultural en todas sus di-mensiones, y apuntando haciauna verdadera laicidad, quedista mucho del reduccionis-mo laicista de la ideología deeste mismo cuño. Y no sepuede construir una ciudada-nía auténtica sin considerar di-chas fuentes pre-políticas,que son fundamentalmentemorales y culturales, y tomansu savia del pozo de las tradi-ciones culturales que consti-

tuyen la urdimbre de los pue-blos, como dice el autor en lapágina 105 del libro. Sólo des-de ahí se puede plantear laciudadanía activa como hori-zonte educativo, y sólo desdeestas consideraciones puedeser posible hacer frente a losgrandes retos de la intercultu-ralidad en el mundo de hoy. Eldebate que se celebró a co-mienzos de 2004 entre el en-tonces cardenal Ratzinger yJürgen Habermas viene a darluz sobre estas cuestiones, ydestaca la necesidad del diálo-go y de un ethos de la res-ponsabilidad, cada vez másnecesarios en nuestro mun-do.

Para Agustín Domingo Mo-ratalla, hemos llegado a la«edad hermenéutica de la mo-ral», que podría definirse como«la filosofía de un tiempo en elque nos instalamos en la fini-tud de la existencia» (p. 144),pero que precisa de la con-fianza necesaria para una«apertura estructural al futu-ro», para seguir dando res-puestas reales a nuestra radi-cal necesidad de sentido. Dela mano de Habermas, Taylory Ricœur, el autor trata de darrespuesta a los grandes retosque plantea esta nueva her-menéutica, que ha de trans-formarse en hermenéutica dela confianza. Todos ellos remi-ten al símbolo y a su profundi-dad, así como a no dejar delado las propias tradiciones ysus vertientes religiosas. «Espreciso —dirá Ricœur— pre-servar la dimensión no políti-ca, la dimensión de no poder,para que el poder de una pala-bra débil políticamente tengauna oportunidad de ser escu-chada por otros… una palabrafuerte que dirá ‘no matarás’,‘dirás la verdad’, ‘sed justos’,‘respetad a los débiles’» (p.186).

Y concluye Agustín Domin-go Moratalla con un capítulodedicado a la manera de en-tender la tolerancia que con-lleva su planteamiento, dondeplantea nada menos que el

germen de una ética de la so-licitud que tiene en cuenta a lapersona, y a la persona en co-munidad, cuyas raíces no sonajenas a los ejes principalesdel personalismo comunitario.

Para terminar con dos capí-tulos dedicados a la visión dedeslegitimación cultural de laviolencia, tal como la presen-tan René Girard y Paul Ricœur,y a la «espiritualidad del desa-rrollo», como «capital espiri-tual de una ética del desarrollo

integral de las personas y delos pueblos», donde se fija so-bre todo en el pensamientoético de Amartya Sen.

Un libro, en definitiva, im-portante, y cargado de suge-rencias para llevar a la reflexióny a la vida, con propuestas ver-daderamente hacederas paravivir como personas en unmundo complejo, injusto ydesnortado, como es el nues-tro.

Carmen Herrando

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Me complace en extremodar al menos una breve noti-cia de la aparición de un granlibro, que tuvo su origen comoTesis Doctoral defendida enBarcelona bajo la experta di-rección de nuestro tambiénmaestro Josep María Coll ob-teniendo la máxima califica-ción, en favor de la cual yomismo voté también comomiembro del tribunal. Vi en-tonces que el Padre AlfonsoCamargo era hombre sabio yprudente y le animé a que pu-blicara aquella tesis. Aquíestá.

La primera parte, bajo el tí-tulo «Proyecto de una civiliza-ción personalista y comunita-ria», alberga cinco capítulos: I.Itinerario personal de Emma-nuel Mounier. 2. Tras las hue-llas de Péguy. 3. La crisis del

hombre occidental. 4. Haciauna nueva civilización. 5. Ha-cia un régimen personalista ycomunitario. La parte segundacontiene los seis capítulosrestantes: 1. Introducción a laconciencia histórica. 2. La mo-derna conciencia histórica. 3.Aproximación a la concienciahistórica en torno a Emma-nuel Mounier. 4. La historia yla noción de progreso. 5. Ladirección general de la histo-ria. 6. El hombre, autor de supropia liberación. A lo cual si-gue la Bibliografía. Sus 321páginas no tienen desperdi-cio. Por lo demás, hay libros ylibros. Éste es en realidad elprimer libro que se escribe enColombia sobre Mounier, ycon eso está dicho todo res-pecto de su posible proyec-ción futura. Y a la vista de suimportancia me permito aña-dir aquí el mail de su autor elDr. Alfonso Camargo, profe-sor de la Universidad de SantoTomás (Tunja. Colombia), porsi desean comunicarse con él:[email protected]

Carlos Díaz

El Dr. Javier Barraca, discí-pulo personal de EmmanuelLevinas en París, es profesortitular de Filosofía de la Uni-

versidad Rey Juan Carlos deMadrid y miembro fundadorde la AEP (Asociación Españo-la de Personalismo). Su últimolibro, Vivir la humildad. Ensa-yos contra la soberbia, podríaser leído con optimismo(¿quién no se considera humil-de en el fondo?) pero tambiéndesde el temor (¿quién noteme ser percibido como so-

El sentido de la historia.Aproximación a laconcepción personalistade la historia

Alfonso Camargo MuñoUniversidad de Santo Tomás.Tunja. Colombia

Vivir la humildad. Ensayoscontra la soberbia.

Javier Barraca MairalEd. San Pablo, Madrid, 2011, 140pp.

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berbio?), aunque en realidadresulta lo más común la pre-sencia de ambos polos encada uno de nosotros, aun-que, eso sí, con distintas pro-porciones.

Este excelente libro de bol-sillo no puede por menos deser leído sin despegarse de ély de un tirón, como tambiénme ha sucedido a mí mismo.Lo más relevante del mismoha sido para mí la dulce delica-deza sin cursilería con que seescribe, y la profundidad sin

alardes con la que instruye y alpropio tiempo deleita. Cele-bro, pues, y mucho, su apari-ción. Yo también escribí en sudía un libro sobre la virtud de lahumildad, pero -¡y no es porfalsa humildad, sino porque escomo es!- no me salió tan bo-nito como éste de Javier Ba-rraca, cuya obra va creciendomucho a lo largo del tiempo,algo que puedo decir con pazporque vengo leyéndole des-de sus primeros libros.

Carlos Díaz

Madrid. Son breves y concisaslas semblanzas que el autorhace de Indalecio Prieto, JuanNegrín y Julián Besteiro.

La tercera parte, titulada«Travesía en el desierto», na-rra desde la disolución de lasestructuras del PSOE des-pués de la Guerra Civil hastael Congreso de Suresnes, en1974. Según se relata en el li-bro, el PSOE no fue un partidoactivo en la oposición al régi-men de Franco. No fue unprotagonista antifranquista, yaque el antifranquismo en Es-paña fue básicamente llevadopor el Partido Comunista. Serecoge una semblanza de Ni-colás Redondo Urbieta comouno de los reconstructores delPSOE a través de UGT. El exi-lio socialista español en Fran-cia se concentró en París y To-losa, sede de la mayoría delos congresos del PSOE en elexterior. El PSOE interior fueorganizado de forma acepta-ble por Eduardo Villegas, aun-que el peso lo tenía el de Fran-cia. Pero, para su desgracia, laestrategia de ambos se basa-ba en la idea de que Franco noduraría mucho. Y, mientrastanto, las detenciones en Es-paña, hacían que el partido tu-viera que organizarse una yotra vez. A partir de 1970, laorganización se rompe endos: el PSOE histórico de Ro-dolfo Llopis y el PSOE Reno-vado, cuyos representanteseran Nicolás Redondo, PabloCastellano y Felipe González,saliendo este último vence-dor. Y, así, asoma Felipe Gon-zález, junto con Alfonso Gue-rra, en este PSOE Renovado yfinanciado por organizacioneseuropeas.

La cuarta parte trata sobre«Democracia y felipismo». ElPSOE se intentaba presentarcomo una alternativa viable ala derecha española y como elúnico partido legitimado mo-ralmente para gobernar Espa-ña después de décadas dedictadura derechista. Siendoun partido todavía ilegal, cele-braba en Madrid el Congreso

de 1976, por todo lo alto. Feli-pe González salió ratificadocomo secretario general, Al-fonso Guerra secretario de or-ganización y Ramón Rubial,presidente del partido. Toda-vía se declaraba partido declase y marxista, hasta queFelipe González, con una de-mostración de poder, le obligóa abandonar oficialmente sudefinición como partido mar-xista. Obtuvo mayoría absolu-ta en las elecciones de 1982 yfue recibido con gran entu-siasmo, pero llegaron las som-bras sobre su gobierno con lacorrupción generalizada, losGAL, la alta tasa de paro y laprogresiva politización de lajusticia. Se cita una frase deNicolás Redondo Urbieta:«Nunca tan pocos en tan pocotiempo, han arruinado tantailusión».

La quinta y última parte,«Penitencia y zapaterismo»,toca ya estos últimos años delPSOE. Perdidas las eleccio-nes de 1996, Felipe Gonzálezrenunció a la reelección comosecretario general. Con él sefueron Guerra y Benegas.Pero el sucesor seguía siendoel felipista Joaquín Almunia,quien convocó unas eleccio-nes primarias que perdió, sor-prendentemente, a favor delexministro Borrell. Pero, in-tensificado el control de la di-rección sobre Borrell, ningu-neado por el aparato y humi-llado públicamente porGonzález ante las cámaras detelevisión, Borrell dimitió. Enla posterior carrera hacia la se-cretaria general, un modestoparlamentario de las listasLeón, aprovechando su perfilbajo y la desconfianza reinan-te entre las corrientes socialis-tas, junto con el resultado detantos intereses creados, sa-lió elegido secretario generaldel PSOE el 22 de julio de2000. Guerristas y partidariosde Rosa Díez lo tenían comosegunda opción antes que fa-cilitar la elección de Bono. ElPSC, en las coordenadas ideo-lógicas del nacionalismo cata-

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Periodista catalán y antiguomilitante del PSOE, Juan Car-los Girauta escribe este librocon la intención de divulgarpasajes poco conocidos deeste partido. Fue, como diceél mismo, un convencido so-cialista y muy «felipista», perodecepcionado por la corrup-ción y los GAL. La gota quecolmó el vaso y que le hizoabandonar el PSOE se dio undía en la sede del PSC. Lleva-ba el PSOE cuatro años go-bernando España, y el minis-tro de defensa, Narcis Serra,pertenecía al PSC cuando ETAasesinó al comandante Saénzde Ynestrilllas. En ese mo-mento, en la sede del PSC, enla que el periodista estabapresente, se oyeron unosaplausos a favor del atentadode ETA y la muerte del militar.Y, dice Girauta: «Y ellos teníanel gobierno de España».

Aunque con ese plantea-miento parezca que el librovaya a ser un ajuste de cuen-tas con el PSOE, no es esa laintención. Quiere, el autor,huir de la parcialidad y no ocul-tar los hechos de esta histo-ria. Así, a lo largo de cinco par-tes y con un estilo muy ame-no, el autor va desgranando la

historia de este partido políti-co desde los tipógrafos y Pa-blo Iglesias hasta los últimostiempos con José Luis Rodrí-guez Zapatero.

Comienza la primera parte,titulada «De las palabras a loshechos», citando a los tipógra-fos. Las dos terceras partesdel núcleo fundacional delPSOE tenía esta profesión. Apartir de aquí, va recogiendolos hechos más importantes:una pequeña biografía de Pa-blo Iglesias, el nacimiento delperiódico «El Socialista» y dela UGT, la actitud del partidofrente a la guerra de Cuba, laSemana Trágica y la guerra deMarruecos.

La segunda parte comienzacon Francisco Largo Caballero,y acaba con el fin de la GuerraCivil, tocando temas crucialespara el desarrollo del partido:el nacionalismo catalán; laGran Guerra, ante la cual habíadiversas opiniones; la posturaante la Revolución Soviética,que provocaría una escisión,dando lugar al PCE; la dictadu-ra de Primo de Rivera y la co-laboración del PSOE con ella,y la facilidad con la que pasó aestar en el gobierno de la Re-pública; el golpe de estado de1934, en el que estaba impli-cado el PSOE y algunos desus diputados entre los diri-gentes de la insurrección; laGuerra Civil, donde se cita lamayor parte de las checas de

La verdadera historia delPSOE. De Pablo Iglesias aZapatero,

Girauta, Juan CarlosBuenasLetras, Madrid 2010, 238 pp.

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lán era contrario al «españolis-ta» Bono y quería un liderazgodébil en el PSOE y un secreta-rio general manejable, en deu-da con Maragall. Zapatero, yaelegido, aprovechó cuantasocasiones se presentaron,para desgastar al gobierno deAznar. Incapaz de derrotar a laderecha en el terreno de lagestión, del modelo político yde las propuestas: las vacaslocas, el submarino Tirelessen Gibraltar, las relaciones di-plomáticas con Marruecos, elpetrolero Prestige, la interven-ción aliada en Irak… Todo erautilizado en la agitación. Y el11 de marzo de 2004, a tresdías de las elecciones, explo-taron en tres estaciones deMadrid varias mochilas bom-ba colocadas en unos trenes,que dejaron 191 personasmuertas y casi 1900 heridas.Aprovechando los errores gu-bernamentales de la gestiónde la crisis y una feroz campa-ña de desestabilización políti-ca, el PSOE ganó las eleccio-nes. Una vez en el gobierno,Zapatero buscaba la confron-tación con la derecha aplican-do un programa fuertemente

ideologizado y basado en elchoque de valores. La posibleinconstitucionalidad del Esta-tuto catalán, la negociacióncon ETA, la negación de la cri-sis económica, que ya estabaasentada, y el aumento delparo, forman parte de estaetapa. España estuvo a puntode la quiebra técnica por lacreciente dificultad para colo-car su deuda.

Y termina el libro con unapincelada sobre la biografía dela generación de políticos quehan llegado con Zapatero. Endefinitiva, estamos ante un li-bro manejable para ser una his-toria del PSOE. En poco másde doscientas páginas, nos dauna visión y una idea generaldel desarrollo de este partidoen la historia de España, desdesu creación hasta nuestrosdías. No es un estudio exhaus-tivo, pero sí suficiente paraquien quiera conocer episodiospoco mencionados de la histo-ria del partido, semblanzas delos principales dirigentes y unaidea general del PSOE desdePablo Iglesias hasta José LuisRodríguez Zapatero.

Rafael A. Fleta

mente si eran en lengua ex-tranjera, y se exterminó atodo aquel que hubiera recibi-do cualquier tipo de educa-ción. Llevar gafas era tambiénsímbolo de imperialismo, porlo que las personas que las lle-vaban eran asesinadas. Todaslas personas eran sometidas asesiones de reeducación. Se-gún los principios de los jeme-res rojos, era necesario apro-ximadamente un año para ree-ducar a una persona. Sidespués de ese tiempo la per-sona mostraba algún signo deimperialismo, era dada porperdida y se prescindía deella.

El viaje a este infierno, loescribe en primera personaDenise Affonço, que trabajabacomo secretaria en la embaja-da francesa de Phnom Penhcuando se produjo el golpe deestado de los jemeres rojos.Decidió permanecer en Cam-boya junto a su marido y a sushijos, y fueron deportados aun campo, donde, después demuchas penalidades, su mari-do y su hija murieron. En elprólogo relata: «Hace cuatroaños que me alimento de cu-carachas, de sapos, de ratas,de escorpiones, de saltamon-tes y termitas para calmar miestómago hambriento por elrégimen forzado de los jeme-res rojos; hace cuatro añosque voy descalza, haga eltiempo que haga, por los arro-zales, para labrar, sembrar…con tan sólo unos granos desal gruesa y agua fría en el es-tómago como desayuno, elcuerpo inflado de edemas, en-febrecido por el paludismo,con la prohibición absoluta dequejarme y de llorar por mismuertos».

El viaje comienza con eldesplazamiento forzoso de sufamilia al campo, la nuevas re-glas: vestir sólo de negro, elpelo rapado, ir descalzos; lasgafas ya no eran necesarias;no poder cruzar una pierna en-cima de la otra estando senta-dos, por ser signo imperialis-ta; trabajar todos los días des-

de el amanecer hasta el ano-checer, porque sábados y do-mingos habían sido abolidos;no poder comprar ni vender,porque el comercio ya noexistía; no emplear los títulosde señor o señora, porque ha-bían quedado abolidos a favordel de camarada; hablar sólojemer. Y junto a esto, las des-apariciones de personas a lasque ya no se volvía a ver,como el marido de la autoradel libro. Se impuso la prohibi-ción absoluta de corregir a loshijos, pues ya no pertenecíana los padres, sino a Angkar(que vendría a ser La Institu-ción).

Sigue relatando la autoracómo muchos monjes budis-tas fueron asesinados u obli-gados a casarse y a trabajaren los arrozales. Y cómo, si seenteraban de que alguien erade confesión musulmana, ledaban carne de cerdo a la vis-ta de todos los hambrientos.No había respeto ni por la reli-gión ni por la condición huma-na. Sortear la muerte se con-vertía en un arte: por una par-te, los vigilantes que todo loveían, y, por otra, el hambre,que cada vez se hacía más pa-tente. Su hija murió de ham-bre a los nueve años, y otrosde sus seres queridos corrie-ron también la misma suerte.

La locura del régimen llega-ba a tal grado que, debido a laeliminación de tantos hom-bres, había que hacer trabajara niños de cinco y seis años.Las condenas a muerte semultiplicaban. Sólo quedabatrabajo forzado y hambre. Co-menta la autora «¿Qué orgullopodía quedarme cuando llega-ba a pelear por la comida delos animales con los anima-les?». Las reuniones de lava-do de cerebro y de «autocríti-ca» se multiplicaban, inclusoera obligatorio denunciar a losvecinos si se veía que nocumplían con lo mandado. Y laparanoia de los dirigentes au-mentó cuando los vietnami-tas, hartos del gobierno de losjemeres rojos, decidieron in-

Se podría decir que el geno-cidio más terrible del siglo XX

tuvo lugar en Camboya, entre1975 y 1979, cuando los jeme-res rojos de Pol Pot se hicieroncon el poder y crearon la Kam-puchea Democrática, en la quese aplicó la ideología maoísta yuna concepción extrema de larevolución que llevó al extermi-nio de dos millones de perso-nas, una cuarta parte de la po-blación. Cuando, con los cam-pos de exterminio nazis y losgulag soviéticos, en el siglo XX,

ya parecían haberse visto to-das las brutalidades posiblescontra el ser humano, los je-meres rojos demostraron queera posible llegar todavía máslejos. Su intención era la pues-ta en marcha de una sociedadcomunista, aislada completa-mente del mundo exterior, detipo agrícola, fundamentada enlos principios del igualitarismo,por lo que todo el mundo debíatener lo mismo. Esto llevó a laprohibición de cualquier pro-piedad privada, incluida la co-mida y los instrumentos paracocinarla. Las pobres racioneseran repartidas cada día por elAngkar o institución superior.Para evitar cualquier influencia«imperialista», se prohibió lautilización de máquinas; no sepodían tener textos, especial-

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El infierno de los jemeresrojos. Testimonio de unasuperviviente

Affonço, DeniseLibros del Asteroide,Barcelona 2010.

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Ser padre o profesor debe-ría ser una credencial para serconsiderado educador, sinembargo no basta. Se apren-de a educar como se aprendeun arte. Con paciencia, intui-ción, atención, delicadeza yamor a la educación por amoral educando. Es una vocaciónque se desarrolla con esfuer-zo y gozo.

Para ayudar al educador aafrontar las dificultades deeste difícil arte, José RamónUrbieta, pedagogo experi-mentado y teólogo, ofrece entreinta y dos capítulos un re-corrido por los valores, las ac-titudes, las virtudes, los acci-dentes pedagógicos y otrosaspectos relacionados con lapráctica educativa. Para ello,utiliza la técnica del aforismo,concentrando la sabiduría so-bre la educación en 902 pe-queños textos propios o aje-

nos, que pretenden suscitaruna reflexión sobre la propiavida del educador.

No se trata de explicar unateoría de la educación, sino desusurrar al oído vías sapiencia-les para perfeccionarse eneste noble oficio. De estemodo, las ideas rondan temascomo la tarea de educar, cómohablar a los alumnos y a los hi-jos, «la persona lograda», «ladisciplina que educa», la vidainterior, la televisión, la con-ciencia, la verdad, la voluntad,la felicidad, el desencanto, lossentimientos, los deseos, etc.El resultado es un viaje al en-cuentro de una práctica educa-tiva que humanice de veras yque, por tanto, sea gozosa,pues en caso contrario el éxitoescolar puede ser un auténticofracaso educativo, consecuen-cia de que, tristemente, comonos dice el autor, «hay educa-dores que pretenden con to-das sus fuerzas el éxito de susalumnos o de sus hijos, peroprocuran con menos fuerza sualegría» (N. 852, p. 100).

Luis Ferreiro

Palabras al oído de uneducador

José Ramón Urbieta JócanoPPC, Madrid 2011, 110 págs.

vadir Camboya para echarlosdel poder.

El resultado de esta locuralo describe así la autora: «Esossalvajes utopistas lo habíandestruido todo. No quedabanescuelas, ni hospitales, ni dine-ro, ni comercios; había que re-construirlo todo. ¿Cómo podíaconcebirse semejante locura?¡Y pensar que esos enfermoshabían sido aconsejados y asis-tidos por el ‘gran hermano co-munista’! ¡Y que durante todoese tiempo la comunidad inter-nacional no había movido undedo para detener la masa-cre!». China y Corea del Nortehabían sido los valedores delos jemeres rojos, y Occidente,inmerso en la Guerra Fría, ha-bía ignorado la situación.

Fue muy dolorosa la situa-ción de la autora cuando tuvoque acompañar a dos perio-distas vietnamitas que esta-ban haciendo un reportaje so-bre el país. Todavía quedabandescubrimientos horrorosos:personas asesinadas para fa-bricar con sus cuerpos abonohumano, asesinadas con ha-chazos en la nuca, porque lamunición era cara y escasa. Ola visita a un centro de deten-

ción y tortura, donde la cruel-dad de los dirigentes había lle-vado a consignar en los regis-tros los detalles de las tortu-ras infligidas a los prisioneros.

El impulso para escribireste libro, dice la autora, vinodado por el encuentro quetuvo con un eminente profe-sor universitario europeo quenegaba lo que había pasado,afirmando que los jemeres ro-jos sólo hicieron bien al país, ypor las tesis negacionistas deciertos intelectuales que: «nopierden oportunidad de afir-mar que el régimen de terrorde los jemeres rojos no exis-tió y lograr que ese períodomacabro de la historia deCamboya no caiga en el olvi-do». Es el camino que ya em-prendió el primer testimoniosobre el genocidio camboya-no, Vida y muerte de DirhPran, que posteriormente ins-piraría la película Los gritosdel silencio. Leyendo este li-bro podemos comprobarcómo el ser humano tiene unailimitada capacidad para lamaldad y cómo un régimen decriminales puede torturar a unpueblo hasta la extenuación.

Rafael A. Fleta

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ACONTECIMIENTO, NÚMS. 1, 2, 8 Y 29

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Los retosdel personalismo

comunitario

Análisis

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C uando meses atrás veíamos venir el númerocien de la revista y su coincidencia con el Aulade Verano, lo consideramos tan emblemático

que debíamos volver a los orígenes y, recorriendo latrayectoria del Instituto Emmanuel Mounier hasta lafecha, deberíamos revisar si aquello que entoncesnos impulsó a la primera salida por los campos deCastilla, y más allá, seguía siendo tan incitante comopara continuarla o iniciar nuevas jornadas esforzadas.

Lo que nos había llamado a la aventura en 1984eran los desafíos arrojados por un mundo que enten-díamos que, en muchos aspectos, se despersonaliza-ba a marchas forzadas. La inspiración continúa intac-ta, pero, podemos preguntarnos, ¿sigue siendo nece-saria?, ¿hay algo en el mundo que nos rodea que nosobliga no bajar la guardia?, ¿es esa realidad desafian-te y provocadora como para afrontarla con un espíritucombatiente renovado?

Pues bien, entendíamos que las respuestas erantodas afirmativas. No se da el caso, imaginado porMounier, de que la inspiración personalista, como«perspectiva, método y exigencia», se haya vueltosuperflua, porque su aportación haya sido absorbidapor todas las corrientes de pensamiento y acción. Porel contrario, nos parece hoy más necesario que nun-ca mantener la antorcha encendida y estar dispuestosa quemarse por mantener viva la llama.

No obstante, hay que actualizar los retos que de-mandan una respuesta personalista. Tenemos que re-visar y analizar continuamente esos retos que hoynos arroja a la cara el mundo y, en él, sobre todo,aquellos que lo dominan, ya sean los poderosos, lossabios o los ricos, que lo tienen apresado en su red,y mantienen su destino «atado y bien atado». El re-chazo de ese destino impuesto reclama, en contra-partida, una lucha de liberación a favor de la causa dela persona.

Así, en las XXI Aulas de Verano, hemos revisado al-gunos de estos retos y aquí recogemos las ideas quelos conferenciantes expusieron. El marco general delos temas lo expuso, con una introducción general,Carlos Díaz, que nos recordó que sólo existe paranosotros lo que nos duele y que sólo encontramossentido cuando nos condolemos y, así, ayudamos aexistir a los demás.

A continuación se examinaron los retos de la eco-nomía y la política, que estuvieron a cargo de AgustínDomingo Moratalla, Arcadi Oliveres y Jesús Conill.

Los cuales se completaron con la mesa redonda en laque se planteó la importancia de la opción por los po-bres en el personalismo comunitario. En ella intervi-nieron M.ª Amor Barros del Río, Antonio Piñas y LuisNarvarte.

Otro bloque de conferencias examinó los proble-mas de la educación, la cultura y la ciencia, cuyas ideasse exponen en los trabajos de Marcelino Agís, Fran-cisco Soler Gil, completados por Félix García, YvesRoullière y José Manuel Alonso, en la mesa redondasobre «la humanización por el arte».

Por último, pero no lo último en importancia paraquienes sienten que sin el amor incondicional de unDios personal el sentido de la vida se quedaría corto,pudimos escuchar la hermosa conferencia de Olega-rio González de Cardedal sobre «la entraña persona-lista del cristianismo», así como la rica aportación so-bre espiritualidad de José Luis Vázquez Borau.

Queriendo ser el personalismo comunitario unarespuesta de total a la totalidad de la persona, el sa-ber que la indaga, la crítica a lo que se opone a ella yla práctica que inspira no pueden agotarse en el tiem-po limitado de unos días de verano. Se echará de me-nos el reto del cuidado del medio ambiente, ya trata-do en el número anterior de Acontecimiento, o el quela ingeniería biológica aplicada al ser humano planteay otros muchos temas que afectan a la persona. Paracompletar en algo aspectos del compromiso concre-to que, al día de hoy, representan desafíos urgentes,añadimos la reseña de dos libros que tienen relacióncon la crisis actual en España y con la defensa de lavida humana desde la concepción hasta la muerte na-tural.

P R E S E N T A C I Ó N LUIS FERREIRODirector de Acontecimiento

Análisis100

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I. No he conocido en toda mi vida una crisis históricacomparable con la presente, ecológica, económica,ecohumana, ecodivina, en la cresta del abismo. El de-monio promete todo el oro al mundo si se arroja alprecipicio y le adora, ¿se arrojará al fin? Ni tan pocavoluntad revolucionaria, ni siquiera re-activa, aunquetantos re-accionarios. La nuestra, la época de Aliciaen el País de las Maravillas, es de muchas virtudes: lade la alcachofa, buena para el hígado y la secreción bi-liar; la del pepino, diurética, depurativa y calmante; lade esa crema antiarrugas al ginseng, de cerebro deternera con etiqueta de Eternity; la de los plátanos,que estimulan la producción de serotonina; la de esasfresas, que rebosan de antioxidantes; las de mi cremachocolateada, que libera endorfinas. Plena autorreali-zación: hacer risas con l@s amig@s, tener algún gatoque acariciar, regalar flores o regar geranios en el bal-cón, comprarse un nuevo par de zapatos, meditar yescuchar lo divino, porque eso aumenta las emocio-nes positivas, adelgazar sin esfuerzo gracias al régi-men IG (índice glucónico), hacer zapping por la propiaexistencia, y sobre todo llegar a ser el mejor suppor-ter de uno mismo. Se buscan ateos desesperada-mente y en el arte de fracasar; se ofrece la diversióncomo tapa-miserias. A todos esos nuevos vigentes ya sus correspondencias vigencias podríamos recor-darles que «lo natural es el microbio; lo demás, la sa-lud, la integridad, la pureza, si usted quiere, son un re-sultado de una voluntad que no debe detenerse nun-ca. El hombre íntegro, el que no infecta a casi nadiees el que tiene el menor número posible de distrac-ciones. ¡Y hace falta tal voluntad y tal tensión para nodistraerse jamás!»1. Quien haya leído Los demoniosde Dostoievski recordará a Kirilov: «Siempre me hesorprendido de que la gente siga viviendo». Para col-mo, muchos de estos ateos virtuosos presumen depreocuparse e incluso hacen bandera de su líquida in-

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MIS RETOS COMO PERSONALISTACOMUNITARIO

CARLOS DÍAZInstituto E. Mounier

Análisis 100

1. Camus, A: La peste. Ed. Sudamericana, 1977, p. 210.

CARLOS DÍAZ

COLECCIÓN SINERGIA, NÚM. 41, SERIE ROJA.De la simple indignación a la

democracia real, Carlos Díaz

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sividad de la materia disipa y degrada naturalmentelas cosas de este mundo y la energía de la historia, lasfuerzas creadoras propias del espíritu y de la libertad,que normalmente tienen su punto de aplicación en elesfuerzo de algunos —consagrados por ello al sacrifi-cio— elevan cada vez más la calidad de esa energía»5.Creo mucho más en esto que en el aserto de PrimoLevi «los peores sobreviven, los mejores están total-mente muertos», pues los muertos sólo se alimentande los vivos a los que cancerizan y, sin los vivos, ago-tado su agotamiento mueren como un retal sin retos.Usted, hermano, dé testimonio y no juzgue: no so-mos libres para andar por ahí haciendo el pino por lasrutas, sino más bien, como dijera Chesterton, paraque sigamos las rutas por las que podamos ser libres.

Conocer es abrirse a la esperanza, cosa muy dis-tinta de abrirse al mero curioseo. Aquello que es,siéndolo, nunca es sólo lo que es, pues apuesta acti-vamente por el futuro con esperanza, y no una meradestreza profesional, ni una simple habilidad social,sino todo un itinerario para estar en la vida conformea una escala de valores, ya que «la mejor prueba delsaber de los que saben es que sean capaces de ha-cer que también otro lo sepa»6.III. Por eso es una adhesión incondicional que se ejer-ce con los necesitados que pelean, desde abajo, fren-te a lo injusto, con resistencia pacífica, insumisa, conla causalidad ejemplar del ideal, el deber ser, lo belloeterno, y desde ahí con la causalidad final que buscalo eterno, y de ahí con la causalidad eficiente, la mo-vilización de todas las energías. Desgraciadamente lacausalidad material ha sido ideológicamente muy reac-cionaria, por su carácter cosificador, «rei-vindicativo»,lo que impide decir no, sin lo cual nunca llega el mo-mento en que el esclavo considera inaceptable una

dignación por el hambre del mundo, así que merece-rían lo que en 1959 le ocurrió a Biaka Boda, senadorde Costa de Marfil cuyo celo político era tan recono-cido por todos, que recibió el encargo de elaborar uninforme detallado acerca de las necesidades de la po-blación, pero nunca regresó; sólo se encontraron entorno a las cenizas de una gran hoguera su corbata ysu esclava de oro, así como las primeras notas de sumemoria sobre la alimentación de sus conciudada-nos: el senador Biaka Boda había sido devorado porunos antropófagos2.

II. Pero nosotros «busquemos como quienes van aencontrar, y encontremos como quienes aún han debuscar, pues cuando el hombre ha terminado algo,entonces es cuando empieza»3. «¿Se ha de continuarbuscando una vez encontrado? Y no crea que no haencontrado nada el que comprende la incomprensibi-lidad de lo que busca. ¿A qué buscar, si comprendeque es incomprensible lo que busca, sino porque noha de cesar su empeño mientras adelanta en la bús-queda de lo incomprensible, ya que cada día se hacemejor el que busca tan grande bien, encontrando loque busca y buscando lo que encuentra? Se le buscapara que sea más dulce el hallazgo, se le encuentrapara buscarlo con más avidez»4. El buscar sigue al sery eso es una novedad o noviciado que se renuevacada día en el ser humano definido por Leonardo Polocomo el perfeccionador perfeccionable, pues todosjuntos poseemos más futuro que pasado. Hay dos pa-rábolas cristianas consustanciales al personalismo co-munitario, la del hijo pródigo, y la del sembrador, queexpresan lo que Maritain llamó doble ley de la degra-dación y la sobreelevación de la energía en la historia,a saber, que «en tanto que la usura del tiempo y la pa-

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Análisis100

2. Aparecida en la excelente Editorial Nuevoinicio, esta anécdota está recogida por ese nuevo Chesterton que para mí es FabriceHadjadj en su libro Tenga usted éxito en su muerte. Anti-método para vivir (Granada, 2011), libro al que acompañan otros dos delmismo autor y misma calidad en la misma excelente editorial: La fe de los demonios (o el ateísmo superado) y La profundidad delos sexos. Por una mística de la carne.

3. De Trinitate IX, c, 1.4. De Trinitate, 15, 2,2. Recordemos que hallar, de afflare, soplar, se decía del perro que rastrea la pieza con el hocico y resopla.

Podemos hallar algo sin buscarlo directamente, pero no sin la actitud de búsqueda. Por su parte, encontrar, del latín in contra ire,manifiesta ese dar con alguien o algo que se presiente que está, aunque no se sepa nada más que eso, ese lanzarse a la búsque-da tan humana, de eterno buscador, investigador e indagador abierto en todos los terrenos: «Dios nos libre de creer que se nos dala fe para que no busquemos o alcancemos la razón, ni siquiera podríamos creer si no tuviésemos almas racionales» (san Agustín:Carta 120, 1,3). In-vento, en fin, de in-venire, al propio tiempo ir hacia y no llegar, es como estar en el océano sin poder demostrar-lo. La vida misma es una hoja de ruta llena de laberintos, algunos de ellos sin salida, que ha de ser laboriosamente peleada, palmoa palmo, como las quæstiones disputatæ de las universidades medievales. También dedicar es mostrar algo con fuerza (deik, etimo-logía indoeuropea: dedicar, consagrar) y también eso se paga, como lo expresa Manuel Machado en su epitafio a Alejandro Sawa:«Jamás hombre más nacido/ para el placer, fue al dolor/ más derecho».

5. Maritain, J.: Los derechos del hombre y la ley natural. Ed. Leviatán, Buenos Aires, 1982, p. 37.6. Platón: Alcibíades I, 118 d.

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ser, sino que los falsifican, como sucede mucho conesas instituciones democráticas que son bellos idea-les, pero que primero es necesario que los hombreslas sepan vivir y las sepan crear para que las sepanmanejar»12, como aquellos misioneros «que llegaron arealizar dieciséis viajes a través del Océano para lograrla bula que protegiera a los indígenas»13. Mientras tan-to, «los únicos muertos, los verdaderos muertos, sonaquellos a quienes ya no amamos, pues ya no puedentornar caduca la promesa de eternidad. Si Dostoievs-ki, en Los hermanos Karamazov, dice «Padres míos,¿qué es el infierno sino el sufrimiento de no poderamar?», entonces su evitación está en esperar activa-mente desde la esperanza.

El personalismo comunitario ayuda a vivir una vidabuena. Retocando al filósofo y científico Francis Ba-con podríamos decir: «Los hombres de experimentoson como las hormigas que solamente recogen; porsu parte, los razonadores son como las arañas quetodo lo extraen de su propia sustancia; pero los au-ténticos personalistas comunitarios son como lasabejas, que después de recoger los materiales lostransforman mediante un poder propio». Estamos in-vitados a la actitud serena y prudente, a vivir con uncorazón alegre pese a las desventuras, porque un co-razón triste sería un triste corazón; un corazón libera-dor que supera aquellas esclavitudes que destruían;un corazón esencial que se conforma con poco paraser feliz; un corazón modesto que se abre a lo gran-de y lo saluda; un corazón bueno, que no echa nadaal fuego, que espera, disculpa, acompaña y se es-fuerza por ponerse enérgicamente en positivo: la an-títesis del corazón duro. La vida buena es tambiénesa convivencia amistosa que según Cicerón consti-tuye el mayor placer de la vida. En orden a esa convi-vencia, el personalista comunitario trabaja por los de-rechos humanos y rechaza las discriminaciones sociales y laborales, mostrando una efectiva preocu-pación y sensibilidad con las personas desfavoreci-das. Desde luego no solamente el personalismo tra-baja en esta línea, pero intenta fundamentar, profun-

nueva orden más por haberse colmado el vaso de suconciencia del abuso: ya no puede mirar hacia atrás,hay un límite que no pasaréis7. Existe en el insumisouna adhesión incondicional purificadora, entera e ins-tantánea a una cierta parte de sí mismo; según Ca-mus, lo que purifica interiormente los malos senti-mientos y resentimientos que la rebelión (que es másque la simple rebeldía) lleva consigo es que la rebe-lión arriesga deliberadamente la propia vida. Cuantomás despierta en uno ese estar vivo para sí mismo ypara el otro (y los otros), esa fidelidad —añade Mar-cel— conduce a «una voluntad de incondicionalidad,que es en nosotros la exigencia y la marca de lo Ab-soluto»8. Y por eso mismo «esperar no es sólo espe-rar para sí, es difundir esa esperanza, es mantenercierto resplandor alrededor de uno mismo»9.

La rebelión es un desorden, pero un desorden quequiere estar al servicio de un orden mejor, y tal vez poreso «la rebeldía no es ni puede ser de ninguna mane-ra la última palabra»10, ya que invoca tácitamente tam-bién la adhesión a un valor, y por eso es incompatiblecon la mentalidad del resentido, que es —como dijeraMax Scheler— un autointoxicado, en circuito cerradoy de impotencia prolongada, mientras que el revoltéactúa y libera esas oleadas de dolor que, estanco, de-vendría furia y envidia mucha. La rebelión, decía Ca-mus, rechaza la humillación sin pedirla para los demás,e incluso acepta el dolor para uno mismo con tal deque su integridad sea respetada. Si el resentimientoes individual, el movimiento de rebelión tiene con-ciencia de ser colectivo, la aventura de todos, me re-belo, luego somos: «Venían órdenes del Emperadorque atacaban a las costumbres, y los presidentes delas Audiencias se ponían la orden en la cabeza y decían:Esa orden se guarda, pero no se cumple»11. «Y prontovimos que con escribir libertad, igualdad y fraternidadno teníamos libertad, igualdad, ni fraternidad, que an-tes que escribir las cosas en las leyes hay que sentir-las en el espíritu, hay que encarnarlas con la educa-ción, porque si no sólo son sencillas ridiculeces e hi-pocresías que no hacen a los hombres como deben

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Análisis 100

7. Camus, A.: El hombre rebelde. Alianza E. Madrid, 1982, p. 21. Pero ese límite debe aplicarse también al rebelde iluminado: «Mediscuten el tipo de filántropo, exclama Marat. ¡Qué injusticia! ¿Cómo es que no ven que quiero cortar un pequeño número decabezas para salvar a muchas más?». Lo que ocurre luego es que desgraciadamente ese pequeño número se convierte mesesdespués en doscientas setenta y tres mil cabezas a las que habría que borrar de la faz de la tierra: «Marcadlos con un hierro canden-te, partidles los pulgares, cortadles la lengua».

8. Ibi, p.176.9. Marcel, G.: El misterio del ser. Obras I, BAC, 2002, p. 325.10.Marcel, G.: L’homme révolté. Apéndice a Homo viator. Ed. Montaigne, Paris, 1944, p. 368.11.Rodolfo Reyes: ¡Educar! Ediciones para el bolsillo de la camisa azul. Madrid, 1951, p. 29.12.Ibidem.13.Ibi, p. 27.

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Pero yo mismo ¿qué estoy haciendo de veras?¿Quieren saberlo? Mihi factus sum magna quaestio,me he convertido a mí mismo en problema práctico.Ciertamente, yo no puedo evitar que algún día el solse extinga, y con él los que entonces vivan, si tan le-jos llegan. Carezco de competencia deóntica para re-gular la climatología, y no me conocen ni en mi pe-queño pueblo natal. Tampoco sé si podré al fin cam-biarme a mí mismo, estando mi inteligenciaemocional en proceso de aprendizaje. Pero aún mecuesta enormemente pasar del pienso luego existo alsoy amado luego existo, y al subsiguiente me duelesluego existes para mí, y de éste al simultáneo existopara mí mismo. Me falta pasar del sufrimiento deemoción solipsista a la con-moción comunitaria, queno lo es hasta que se mueve-con los otros en-hacia lavida, vida que sólo es tal vivida desde el rostro ajeno,especialmente del más abandonado. «A decir verdad,si la sociedad humana fuese una sociedad de buenaspersonas, el bien de la sociedad y el bien de cada per-sona no serían sino un solo y mismo bien»14, pero lomismo en sentido contrario, claro, y entonces el peorbien personal labra el peor mal común. Sin exagerar,desgraciadamente sin exagerar, en ciertas cosas pormi parte marcho a veces con buen ritmo hacia la bue-na meta, y otras con mal ritmo hacia la peor meta.Vivo de la misericordia de Dios en el inquebrantabledesgarro de un perseverante querer querer y, entreJob y Jacob, gracias doy a quienes me habéis amadoalguna vez o siempre cada una de las veces, y a lavida que me ha dado tanto, ojalá pueda abandonarlacon la misma gratitud cuando me llegue la hora.Heme aquí como siempre, bajo el hierro del agustinonondum amabat et amare amabat, todavía no amabay ya amaba amar.

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Análisis100

dizar y sistematizar las razones para la esperanza ypara renacer de nuevo a quien parecía destruido yroto. El verbo aman, de donde viene amén, no signifi-ca sino la puesta en marcha hacia algo firme, bien fun-dado, sobre lo que se pueda edificar. Sin eso no se lo-gra historia, ciencia, relato, narración y menos aúnstudium, es decir, un común de personas dedicadasal menester reflexivo, algo a lo que se denominó mástarde universitas, quedándose al fin en mero colle-gium o gremio de quienes participaban en una mismaprofesión «ilustre», kyriotes, señorío colectivo, nuncaexousía, nunca autoridad verdadera.

IV. Me ha encantado servir al Instituto EmmanuelMounier: si alguna vez me pierdo allí me encontraréis.Me duele, luego me emociona a pesar de habermedesengañado tanto como yo a él. Mi vida entera hasido una preparación para fundarlo y difundirlo; mal noestaría del todo sobre mi postrer morada este epita-fio: Del IEM. Él ha sido para mí, con todas las perso-nas que lo habitaron o aún habitan, poesía, poiesis.¡Larga vida para él! Cuando él muera, viva él si hacelo que debe, a saber, convertirse alguna vez en una delas setenta almas justas que sostienen la Tierra. Ojaláque san Emmanuel Mounier nos siga bendiciendo. Situviera que elegir maestro de vida, volvería a elegirlo,sencillamente porque

• el personalismo comunitario ama a Dios y respetaa mi prójimo

• el personalismo comunitario no es el Reino deDios, aunque en él reine Dios

• el personalismo comunitario comparte poscon-vencionalmente el mismo reto de toda la humani-dad de buena voluntad, a un tiempo mundial, eu-ropea, española, autonómica, local, familiar, profe-sional, personal.

14.Maritain, J: Los derechos del hombre y la ley natural. Ed. Leviatán, Buenos Aires, 1982, p. 20.

ACONTECIMIENTO, NÚMS. 91, 70, 50 Y 74

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ACTIVISMO DE LA MILITANCIA Y ACTIVISMO DE LA

FORMACIÓN

Durante estos años, uno de los temas más recurren-tes en estas páginas de Acontecimiento ha sido la ne-cesidad dar el salto a la arena política. Con las dife-rentes actividades del Instituto hemos estado pre-sentes en la vida pública de nuestras diferentescomunidades, unas veces a través de charlas o colo-quios sobre temas de actualidad, otras con la presen-tación de libros de las diferentes colecciones, otrasmediante actividades de voluntariado. Eso sin contarcon la presencia en numerosos debates o coloquiosen los que hemos participado como miembros acti-vos del Instituto. El compromiso político siempre haestado presente, es una inquietud central en la tradi-ción del personalismo comunitario y en este sentidola militancia política es un tema central en la vida denuestras comunidades. Sin embargo, frente al desa-fío de la militancia política a través de institucionescomo sindicatos, partidos, o incluso desde organiza-ciones cívicas en las que también pretendíamos ha-cer otra política, aparecía el desafío de la perseveran-cia cultural.

El desafío de la perseverancia cultural es más difí-cil de precisar y no tiene que ser leído en términos depromover actividades culturales como exposiciones,concursos literarios, promoción y estímulo de las ar-tes, o cualquier otro tipo de actividades que realizanlas tradicionales agencias de cultura como fundacio-nes, bancos o administraciones públicas. El desafíode la perseverancia cultural puede ser descrito de unamanera más sencilla como el conjunto de iniciativas yactividades que tienen como finalidad el fortaleci-miento antropológico, ético y axiológico de las con-vicciones democráticas que nos mantienen activosen los diferentes ámbitos de nuestra vida cotidiana.Iniciativas cada vez más urgentes en unos tiemposdonde viene siendo habitual la identificación del plu-ralismo democrático con el relativismo moral. La re-vista, las colecciones de libros, las aulas o las reunio-

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PRESENCIA PÚBLICA Y PODER POLÍTICO:DE LA MILITANCIA POLÍTICAA LA PERSEVERANCIA CULTURAL

AGUSTÍN DOMINGO MORATALLAUniversidad de Valencia

Análisis 100

AGUSTÍN DOMINGO MORATALLA

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pleja donde los autores se preguntan «¿un país sinrumbo?». Aunque la pregunta tiene algo de retórica,responden señalando que el paro juvenil preocupapero no angustia. Constatan que la sociedad españo-la no parece preocuparse por el largo plazo y hay undifuso optimismo según el cual «las cosas al final seresolverán».

Nos informan de un déficit cultural que no puedepasar desapercibido. Se refieren al hecho de que en-tre los economistas y el público dominan quienes conuna agenda preestablecida y cierta confusión tiendena crear ruido y, sobre todo, «que la sociedad cuentecon una serie de recursos culturales limitados que ledificulten reducir los niveles de ruido». Ruido que po-dría ser evitado si los responsables culturales y edu-cativos no hubieran confundido escolarización coneducación. El nivel de educación de la sociedad espa-ñola es insuficiente para manejar los problemas quela sociedad se enfrenta. La sociedad española se en-frenta a la crisis con un bagaje cultural inferior queotras sociedades europeas.

Para estos investigadores, este menor nivel edu-cativo repercute en el nivel de claridad, orden, ecua-nimidad y precisión en el debate público en general yen los asuntos económicos en particular. Esto reper-cute en la cultura económica y sostienen que lo quese aprende en secundaria de la cultura económica esuna mezcla de informaciones parciales sacadas decontexto, ignorancia de las causas y los mecanismosde los procesos económicos, y sospecha sobre lamoralidad de empresas y empresarios. Junto a esta li-mitación cognitiva de los españoles en la que debe-mos seguir incidiendo para afrontar la crisis, hay unaurgencia práctica relacionada con lo que los autoresllaman el cultivo de las virtudes cívicas porque notodo consiste en debatir o razonar.

Llegados a este punto apelan a un determinadosentido de la justicia restringido a «hacer bien lo quecada uno tiene que hacer». Por muy obvio que puedaresultar, este imperativo de hacer las cosas bien, esdecir, de que cada uno haga bien lo que le correspon-de supone la combinación de cierta inteligencia con elejercicio de cierta benevolencia donde es importantehacer algo que sirve a los demás. «Un mundo de gen-tes descuidadas en su trabajo es un mundo de gen-tes desajustadas e injustas, que desordenan el fun-cionamiento del conjunto o sólo permiten un orden in-ferior» (pp. 176-177). Si a ello se añade la percepciónsocial generalizada de que no reciben el reconoci-

nes en torno a los proyectos del Instituto han sido es-pacios de aprendizaje compartido, de enriquecimien-to mutuo y de formación cultural de cada miembrodel Instituto. Aunque hay numerosas comunidades ogrupos, un gran número de miembros ejerce su mili-tancia con un activismo testimonial que no puede serdespreciado por quienes tienen el privilegio de forta-lecer comunitariamente sus convicciones.

Este activismo testimonial está relacionado con ini-ciativas de formación que no han sido accidentalessino sustanciales. Junto al activismo de la militancia,el Instituto ha hecho posible un activismo de la for-mación que ha fortalecido la cultura política de las di-ferentes instituciones en las que trabajamos. Este ac-tivismo de la formación no siempre se plantea ade-cuadamente; a veces se ridiculiza como activismointelectual y a veces se le desprecia por ser teoría inú-til para la praxis más urgente. Esta tensión productivaentre militancia y formación es la que nos permite for-talecer la tensión entre la vida pública y la vida políti-ca. Cuando unos quieren reducir la vida pública a lavida política y otros quieren reducir la vida pública alintercambio mercantil, el fortalecimiento de los espa-cios públicos para vigorizar el capital social de nues-tras comunidades se convierte en uno de nuestrosimperativos más urgentes. En este contexto, evitarque lo societario, lo público y lo pre-político de nues-tras sociedades sea devorado por lo administrativo, lopolítico y partidista, sigue siendo una de las tareas in-telectuales más urgentes. Aquí se situarán mis refle-xiones y para ello empezaré recogiendo algunos da-tos importantes de los diagnósticos que se han reali-zado de la sociedad española, presentaré algunaslíneas de trabajo para afrontar los desafíos de la éticademocrática y, por último, plantearé tres versionesdel pluralismo representadas por tres generacionesdiferentes.

LA SOCIEDAD ESPAÑOLA ANTE LA CRISIS

Hace unos meses editó la Fundación de las Cajas deAhorro un trabajo sobre las actitudes de la sociedadespañola ante la crisis. El trabajo llevaba por títuloAlerta y desconfiada. La sociedad española ante la cri-sis y está redactado por los profesores Víctor Pérez-Díaz y Juan Carlos Rodríguez1. El último capítulo del li-bro recoge las conclusiones y comienza constatandoque estamos ante una situación cada vez más com-

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1. V. Pérez-Díaz; J.C. Rodríguez, Alerta y desconfiada. La sociedad española ante la crisis. Fundación de las Cajas de Ahorro,Madrid, 2011.

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Un primer planteamiento surge de los últimos tex-tos del pensador alemán Jürgen Habermas. A su jui-cio vivimos un tiempo que llama post-metafísico peroen el que la verdad sigue siendo una categoría funda-mental. A pesar de que la justicia sea la virtud propiade la ética democrática, nuestro tiempo no puede darla espalda a la verdad porque el prefijo «post-», apli-cado a la metafísica o a la modernidad no significa elolvido de la verdad. Nunca podemos hablar de untiempo de la post-verdad, por eso es relevante seguirconstruyendo desde el mundo de la vida propuestaséticas con capacidad crítica ante el mundo de la cien-cia y la técnica.

Esta voluntad de verdad le lleva a revisar las pro-puestas utilitaristas y naturalistas, qué presupuestosmercantilistas condicionan los debates sobre la bioé-tica. Las propuestas éticas con las que algunas con-fesiones religiosas intervienen en los debates bioéti-cos y sociopolíticos no pueden ser despreciadas o mi-nusvaloradas por no contar con el pedigree modernoo crítico. Presentan un potencial semántico relaciona-do con la memoria del sufrimiento, la dignidad huma-na y el sentido de la solidaridad de gran valor para losespacios públicos de deliberación. Unos espaciosque corren el peligro de ser dominados y manipula-dos por intereses estrictamente económicos o mer-cantiles.

Encontramos un segundo planteamiento en lasideas de Charles Taylor, sobre todo rastreando sus úl-timos trabajos sobre la secularización, los dilemas ylos horizontes de las diferentes formas de entender lamodernidad4. En ellos analiza el eclipse de la religiónen sociedades que viven procesos de modernizacióncomplejos. Eclipse no significa desaparición o anula-ción sino reaparición y renovación de las propuestasreligiosas en nuevos contextos. Frente a quienespensaban que la secularización era la culminación delos procesos modernizadores y la desaparición de lareligión, Taylor describe la emergencia de las religio-nes con dimensiones universales. Frente al yo indivi-dualista y blindado emerge un yo comunitario y poro-so que no desprecia la pregunta por las fuentes de suidentidad.

El tercer planteamiento emerge en el personalis-mo comunitario de Paul Ricœur. Su concepto de iden-

miento que se merecen las personas por el simplehecho de hacer las cosas bien, echamos en falta cier-to sentido de justicia recíproca. Estas consideracio-nes sobre el ruido en las deliberaciones, los desajus-tes producidos por una formación académica reduci-da a escolarización y minusvaloración u olvido decierto sentido básico de la justicia recíproca son con-sideraciones básicas para afrontar la crisis con cierta«confianza razonada». Este diagnóstico no está cen-trado únicamente en niveles de justicia que podría-mos llamar convencionales. Se trata de un diagnósti-co limitado pero realista que exige no sólo saber verfuera (aprender del exterior) y ver más lejos (largo pla-zo) sino que exige, a nuestro juicio, aprender a vernoso conocernos mejor.

HORIZONTES DE ÉTICA DEMOCRÁTICA

Para este aprendizaje podemos contar con algunaspropuestas que hoy se dan cita en el ámbito de la cul-tura política contemporánea. En ellas late la tensiónentre mínimos y máximos, entre proyectos exigiblesde una ética mínima común o proyectos ofertables defelicidad. Una tensión de la que no han estado exen-tos los debates entre militancia política y perseveran-cia cultural a los que nos hemos referido anterior-mente. Tensión productiva que exige aprender a tra-ducir, es decir, confrontar de manera permanentemínimos y máximos en un ejercicio de hospitalidadcon una doble finalidad: (a) que no se empobrezcanlos mínimos de ciudadanía porque son alimentadospor los máximos ideales de vida buena, (b) que losmáximos obtengan credibilidad, plausibilidad y legiti-midad en los espacios públicos de deliberación2.

Esta importancia de la traducción en algunas pro-puestas nos llevará a describir el contexto cultural ac-tual como La edad hermenéutica de la moral. El califi-cativo de hermenéutica no tiene que entenderse entérminos retóricos o estrictamente filosóficos sino entérminos cívicos, es decir, en clave de diálogo social yfortalecimiento de los espacios públicos de delibera-ción. Voy a señalar brevemente tres propuestas remi-tiendo al lector a otros trabajos recientes donde desa-rrollo con más amplitud estas ideas3.

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Análisis 100

2. Esta tensión ha sido planteada productivamente por la profesora Cortina en varios trabajos, cfr. Alianza y Contrato, Trotta, Madrid,2001. Recordemos esta relación entre mínimos y máximos como una relación de no absorción, de no separación, de que losmínimos se alimentan de los máximos y de que los máximos pueden ser corregidos desde los mínimos.

3. Me refiero a nuestros trabajos Ciudadanía activa y religión. Las fuentes prepolíticas de la ética democrática. Encuentro, Madrid,2011, 2ª edición, sobre todo la parte III que lleva por título Fuentes religiosas de la moral pública, pp. 135-262.

4. Cfr. Ch. Taylor, A Secular Age. Belknap Press, Harvard 2007; Dilemmas and Connections, Belknap Press, Harvard 2011.

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que pedir perdón por ser un régimen esencialmenterelativista o sanamente relativista. En nuestro país, laabogacía del Estado afirma «la concepción filosóficaque presupone la democracia es el relativismo…queno es más que el otro nombre de su pluralismo ideo-lógico». Esta sentencia fue recogida el pasado 28 dediciembre de 2010 por diferentes medios y es refor-zada por quienes no cuestionan la forma actual en laque se imparte la materia de Educación para la Ciu-dadanía6.

Recientemente, con ocasión de las visitas de Be-nedicto XVI a nuestro país, algunos filósofos han ha-blado de «la fuerza del relativismo», incluso han lle-gado a afirmar: «es imprescindible una dosis de rela-tivismo si queremos evitar el fanatismo, laintolerancia y el fundamentalismo»7. Estas valoracio-nes sitúan en el primer plano del debate ético políticola forma de entender el pluralismo. Sobre todo en unasociedad como la española que lo ha constitucionali-zado como «valor superior». Ciertamente, cuando lospadres de la constitución en los años 1976 y 1977 in-trodujeron el término pluralismo como «valor supe-rior» no se estaban refiriendo a la aceptación incues-tionada del relativismo moral sino a la articulación nor-mativa de la pluralidad de tradiciones morales con sucorrespondiente pretensión de verdad en los espa-cios públicos. El reconocimiento de la pluralidad no sepuede identificar con la aceptación del relativismo.

Este acercamiento al pluralismo se puede enrique-cer cuando introducimos un análisis generacional ycomprobamos que convivimos, al menos, con tresenfoques del pluralismo democrático. Entre nosotrosconstatamos la existencia de tres generaciones quepresentan rasgos diferenciados en su aproximación alpluralismo. Como hipótesis de trabajo, la complejidadpara precisar el pluralismo como valor puede explicar-se por el cruce de tres planteamientos generaciona-les diferentes.

Adaptando la teoría de las generaciones de Ortegay Marías, podríamos decir que hoy abordamos el plu-ralismo desde una generación remanente, otra domi-nante y otra emergente. Para la generación remanen-te (los nacidos desde la década de los 40), el pluralis-mo surge después de la memoria de enfrentamientode la guerra civil. La ilusión por convivir obliga a cons-truir no sólo una ética cívica sino una ascética para la

tidad narrativa es fundamental para reconstruir el en-tramado moral del sujeto y recordar que la preocupa-ción por las instituciones justas no puede ser plante-ada fuera de la estima de sí y la preocupación por elotro. En su propuesta, la tensión entre mínimos y má-ximos tiene un carácter enriquecedor cuando la plan-tea en términos de ética de la justicia y pretensión deverdad. A diferencia de quienes se olvidan de la so-ciedad civil porque se centran exclusivamente en lapregunta por el modelo de Estado, reivindica una ten-sión productiva entre Estado y sociedad civil. Es más,a diferencia de quienes defienden una laicidad de abs-tención en un contexto beligerantemente laicistacomo el francés, él defiende una laicidad positiva o deconfrontación que lleva a renovar de manera perma-nente las fuentes de la ética democrática. Exige to-mar en serio el camino del corazón y reivindica la pre-sencia pública de convicciones religiosas para descu-brir la productiva tensión entre lo que él llama lógicade la equivalencia y lógica de la sobreabundancia.Desde ahí debe ser reinterpretada la Regla de Oro yfortalecer moralmente los espacios públicos con unaética en la que tan importante como las conviccioneses la crítica5.

TRES GENERACIONES ANTE EL PLURALISMO MORAL

Una vez que ha comenzado la segunda década del si-glo XXI podemos analizar con cierta perspectiva histó-rica la ética democrática que hemos ido construyen-do durante los últimos años, sobre todo después dela Constitución de 1978. La perseverancia cultural ennuestras propuestas de ética democrática no puededesentenderse de lo que podemos llamar aceptaciónincuestionada del relativismo en los debates públicossobre la ética democrática.

Algunos debates provocados por la aplicación ad-ministrativa en nuestro país de un área, materia o es-pacio de reflexión que ha recibido el nombre de Edu-cación para la ciudadanía, han permitido sacar a la luzargumentaciones interesantes sobre la compleja rela-ción entre convicciones religiosas y ética democráti-ca, pretensión de verdad y justicia política. Ante unconflicto entre un ciudadano y el Estado, el represen-tante del estado defiende que la democracia no tiene

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5. Hemos presentado una síntesis de estas ideas en «La ética narrativa de Paul Ricœur», cfr. R. Salas (editor).; Éticas convergentesen la encrucijada de la modernidad. Ediciones Universidad Católica Silva Henríquez-Universidad Católica de Temuco, Santiago deChile 2011, pp. 229-24.

6. Cfr. El País, 28-XII-2010. Recogida también en el material de J. A. Marina para la Editorial SM: http://www.ciudadanía.profes.net.7. A. García Santesmases, «La dictadura del relativismo»: El Mundo, 28-IX-2011, p. 21.

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otras generaciones ya no se plantea como problemasino que se da por supuesta. Ahora bien, se la con-funde con la coexistencia de los diferentes y se correel peligro de plantearla como simple estrategia para lasupervivencia. Ni la angustia de lo católico ni la insta-lación en lo laico se plantean como problemas, elacento se pone en lo próximo y lo global. La memo-ria y la tradición son obstáculos para vivir intensa-mente la proximidad global. Hemos pasado de uto-pismo al emotivismo por la generación del pragma-tismo.

Aunque esta propuesta requiere un estudio másdetallado, basta para iniciar el coloquio y preguntar-nos ¿a qué generación va dirigido nuestro discurso?¿tenemos claro a qué nos referimos cuando decimosque vivimos en una sociedad pluralista? ¿No serámás justo decir que no nos atrevemos a cuestionar elemotivismo moral de nuestras sociedades? A mi jui-cio, este es uno de los problemas más importantesplanteados para vigorizar las convicciones personalis-tas en los espacios públicos de deliberación. Un pro-blema tan importante para nuestra militancia políticacomo para nuestra perseverancia cultural.

ética cívica donde el pluralismo se identifica como laesperanza de la concordia. De vivirse angustiada otrágicamente, lo católico pasa a plantearse en térmi-nos de normalización cívica, bien porque se acepta yafirma, bien porque se le da la espalda y se niega.

Para la generación dominante (los nacidos desdela década de los 60), el pluralismo no es una espe-ranza o ideal democrático sino una realidad que per-mite coexistir unos junto a otros. Las esperanzas po-líticas dejan paso al pragmatismo político y la centra-lidad de lo católico es sustituida por lo laico. Estageneración deja de preocuparse por lo católico parainstalarse en lo laico, bien como abstención o neu-tralidad del Estado, bien como confrontación o deli-beración pública desarrollando la aconfesionalidaddel Estado. La concordia sigue siendo un ideal peroplanteado desde la pragmática de la discordia, el con-senso constitucional se interpreta como un consen-so para el disenso.

Para la generación emergente (los nacidos desdela década de 1980), el pluralismo se identifica con lapluralidad, la diversidad y la aceptación incuestionadade la diferencia. La convivencia por la que lucharon las

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ACONTECIMIENTO, NÚMS. 52 Y 98

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CRISIS ECONÓMICAEN EL DESORDEN ESTABLECIDO

ARCADI OLIVERESCatedrático de EconomíaUniversidad Autónoma de Barcelona

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V oy a hablar de la crisis económica en el desor-den establecido desde dos ópticas que creopertinentes en este caso. Tengo la impresión

de que la inspiración del 15 M está basada en la opi-nión de dos personas. Stéphane Hessel publicó el fo-lleto ¡Indignaos!, que tuvo una continuación en otrofolleto de José Luis Sampedro que decía Reacciona.Lo que haré será hablar de las dos cosas: por qué de-bemos indignarnos y cómo debemos reaccionar. Sonlas dos fases que interesa ver alrededor de esta cri-sis.

INDIGNACIÓN Y HAMBRE

Respecto a la indignación quiero hacer referencia aalgo que no sale en los medios de comunicación,pero que es lo que más debía indignarnos aunque losacampados no hablen de ello. Se trata del hambre enel mundo. Prestamos atención a muchos problemasy los fundamentales pasan desapercibidos. La pobla-ción de Somalia está sufriendo una sequía extraordi-naria, con muertos a millares, y nadie dice nada. Haceunos dos meses asistí a una charla de Federico Ma-yor Zaragoza, que decía que según sus estimaciones80.000 personas mueren de hambre cada día. Esteaño nos hemos preocupado mucho por el terremotode Japón, donde han muerto unas 20.000 personas(más todas las que morirán de cáncer en los próxi-mos años). ¿Qué es eso? Una cuarta parte de los quemorirán hoy de hambre. El año pasado nos conmo-cionó el drama de Haití, donde murieron 360.000 per-sonas, los mismos que mueren de hambre en cuatrodías y medio. Hacemos bien en preocuparnos por lasvíctimas de Haití o Japón, pero deberíamos preocu-parnos por las víctimas del hambre. Contra los terre-motos no hay mucho que hacer, pero del hambre te-nemos toda la información, sabemos cómo evitar es-tas 80.000 muertes diarias. Es más, en junio de 2008la FAO (Organización de la ONU para la Agricultura y

ARCADI OLIVERES, A LA DERECHA

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que hoy en día está en la cárcel cumpliendo 25 añosde condena por estafa. En una escena de esta pelí-cula aparecía Skilling cuando aún no se sabía que suempresa iba mal (él probablemente lo sabía pero lagente no lo sabía), un día importante para él, en quecelebraba sus 50 años. En una típica escena de fies-ta americana, muchos vestidos, flores, lujo, apareceSkilling rodeado de algunos de sus amigos, uno a suderecha y otro a su izquierda, los tres se funden enun abrazo y los dos amigos le dicen: «Jeffrey, somostus amigos, hoy celebras 50 años, nos hemos des-plazado para estar a tu lado en este día tan importan-te para ti». Mirabas quiénes eran los dos buenos ami-gos de este estafador y no había confusión posible,eran George Bush padre y George Bush hijo. Los quedan el dinero y los que lo reciben son exactamentelos mismos.

Esto no sucede sólo en EEUU, también en Espa-ña. En febrero de 2009 la reina Sofía cumplió 70 años.Como le gusta la música, le ofrecieron un conciertode homenaje. Al día siguiente, en los periódicos seveían las fotos de la salida del concierto. Se veía todala familia real junto a la reina y a una única personaque no era de la familia, se trataba de Paloma O’S-hea, casada con Emilio Botín, primer banquero de Es-paña. Por eso hay dinero para la banca y no para elhambre.

LA ESPECULACIÓN SIN LÍMITES

El hambre no es la crisis que nos preocupa diaria-mente, pero es la más importante del mundo. Pase-mos ahora a nuestra crisis. Una crisis de paro, de es-peculación, de desahucios, etc. ¿Cuál es esta crisis?¿Por qué existe? Por varias razones, la primera que elcapitalismo es un sistema suficientemente perversocomo para tener crisis de vez en cuando. Conocemoslas crisis de 1929, 1973, 1993, etc. Porque el capita-lismo pretende algo que no es aceptable, maximizarcada vez más el beneficio. Llega un momento en queno se puede ampliar el beneficio porque se han baja-do al máximo los salarios, se han reducido costes, seha incrementado todo lo posible el margen de manio-bra… Llega un momento en que el beneficio se esta-biliza para luego comenzar a caer. Y cuando comien-za a caer los inversores se echan atrás y buscan otrospaíses donde encontrar mayor beneficio. Al retirarselos inversores generan menos puestos de trabajo,eso hace que se reduzca el consumo y, a su vez, quelas empresas vendan aún menos… a partir de ahí secae en un agujero del cual sólo se sale como nos en-seño Keynes: la intervención del Estado para relanzar

la Alimentación) hizo público que 50.000 millones dedólares al año serían suficientes para erradicar elhambre en el mundo. Dinero para hacer regadíos, ca-minos rurales, formación profesional agraria, adquisi-ción de maquinaria, granjas, etc. En aquella reunión,Naciones Unidas pidió a los países ricos la constitu-ción de un fondo de emergencia para luchar contra elhambre diciendo que deberían dotarlo con 50.000 mi-llones al año. Los países ricos respondieron que eraimposible, que los presupuestos eran más que ajus-tados y nunca iban a encontrar ese dinero. Pero sor-prendentemente, en junio de 2008, los países ricosno hallaban 50.000 millones de dólares para lucharcontra el hambre, pero el 15 de septiembre, tres me-ses después, estallaba la crisis financiera con la caídadel banco norteamericano Lehman Brothers. La ban-ca comienza a cojear, y los gobiernos, para no decirque les daban dinero, decían que inyectaban liquideza la banca, que es lo mismo. ¿Qué inyección de liqui-dez han dado los gobiernos a la banca en estos dosaños y medio? He calculado, con cierta pulcritud, eldinero que se les ha dado e incluso he restado lo pocoque los bancos han devuelto. Esa cantidad, hasta aho-ra, es de 2.700.000 millones de dólares (2,7 billones),54 veces más que lo que la ONU pide para erradicarel hambre en el mundo. Dicho de otra manera, con eldinero que se ha dado a la banca (llena de delincuen-tes) se podría haber eliminado el hambre en el mun-do por 54 años.

Esto es para mí el principal motivo de indignación,por el que podríamos estar acampados todos los díasdel año. No podemos permitir que 80.000 vidas hu-manas se pierdan cada día mientras entregamos a labanca 54 veces más. ¿Y por qué los gobiernos actú-an de esta forma, dando dinero a la banca y no a lu-char contra el hambre? Después de muchas vueltashe llegado a una única conclusión: los gobiernos en-cuentran dinero para la banca y no para el hambre,porque los gobiernos que ayudan y los bancos queson ayudados son exactamente los mismos o quizás,en algunas ocasiones, íntimos amigos. Y lo que digolo voy a demostrar. Acabo de citar a Lehman Bro-thers, que ha sido la quiebra más importante de la his-toria empresarial norteamericana. Pero la segundaquiebra más importante en EEUU se había producidoen 2002 con la caída de ENRON. En aquél momento,ENRON estafó a sus inversores 80.000 millones dedólares. Esta empresa desapareció y no se supo másde ella, hasta hace unos meses que vi un reportajeque contaba la historia de esta empresa. Aparecían al-gunas escenas sobre la vida del presidente de la em-presa, Jeffrey Skilling, que era quien primero engran-deció y luego hundió a la empresa. Tanto la hundió

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Revolución Sandinista. Cuando tuvo la ocasión de pre-sidir la Asamblea General, convocó en junio de 2009a los 192 países del mundo para discutir posibles me-didas ante la crisis de modo democrático, en vez dedejar todo en manos de los 20 países más ricos. Ocu-rrió que de los 192 convocados, tan sólo un jefe deEstado atendió la invitación, Rafael Correa, hoy presi-dente de Ecuador, al que a las pocas semanas, milita-res y policías querían echar del cargo. Todos los de-más jefes de Estado y de gobierno se ríen de la crisis,no quieren hacer nada, y cuando los convocan paratratar de frenarla huyen.

Estábamos advertidos hace mucho tiempo de queesta especulación conducía a la crisis. Nos advirtió en1992 el mayor especulador del mundo, George Soros(el mayor especulador individual, porque los mayoresespeculadores son colectivos: los fondos de pensio-nes). Nos advirtió con un el ejemplo de una actuaciónespeculativa y perjudicial que él mismo realizó. En1992, cierto día, avisó a sus representantes en distin-tas plazas para que compraran todas las libras esterli-nas que se ofrecieran. Durante varios días pidió quesiguieran comprando libras. Consiguió acumular en10 días una enorme cantidad de libras. Pasados unosdías les da a sus agentes la orden inversa, que ven-dan de golpe todas las libras compradas anteriormen-te. Inunda todo el marcado de libras, no hay suficien-te demanda para absorberlas y el precio baja. Los quetienen libras se asustan y optan por vender antes deque baje más, lo que hace que siga bajando al haberuna mayor oferta de libras. En 12 días la libra bajó un15% de su valor inicial. Entonces Soros le dice a susagentes que sigan comprando libras al 15% por de-bajo de su valor inicial. Se hace con un gran stock delibras baratas. Pero como no había ninguna razón ob-jetiva para que la libra bajara (la razón objetiva sueleser la inflación, pero Gran Bretaña la tenía controlada),poco a poco se va recuperando su valor inicial. En-tonces Soros vuelve a vender las libras, pero no degolpe para no inundar el mercado. Da la orden a susagentes de vender poco a poco. Tarda seis meses envender todas las libras un 15% más caras de lo quelas había comprado. En la operación, ganó 1.000 mi-llones de dólares. Escribió un libro contando la opera-ción y diciendo que esta actividad especulativa es in-moral y debería estar prohibida, pero como ningunaautoridad lo prohíbe, lo va a seguir haciendo.

Sólo una persona se opuso a la especulación, elpremio Nobel de Economía James Tobin. Pidió que sepague un impuesto del uno por mil cada vez que secompra o se vende en bolsa. Tobin calculó que deaplicarse este doble uno por mil en la compra y ven-ta, la mitad de la especulación en el mundo desapa-

una economía que la empresa privada ha hecho caer.Pero hoy en día el keynesianismo no es aplicable por-que las economías no son estatales, sino globaliza-das. El gobierno español puede invertir para relanzarla economía, pero como la economía es libre, el dine-ro se puede ir a otros países. Con lo cual debemos in-ventar un keynesianismo a nivel mundial.

Esto es un aspecto. El otro es que esta crisis, yade por sí grave, se ha visto agravada por el fenómenode la especulación. Esta crisis surge por la especula-ción financiera, con dos facetas, la especulación in-mobiliaria y la mobiliaria. La inmobiliaria es la que máshemos conocido en España, hace 5 o 6 años quienmás y quien menos compraba pisos para guardarloscerrados y esperar unos años hasta poder venderlospor el doble. Al final estos pisos no subieron más deprecio y siguen cerrados. Cáritas en Barcelona ha in-formado este invierno que en Cataluña por cada per-sona sin techo habría 100 pisos cerrados y vacíos a sudisposición. El número de pisos cerrados en Cataluñapor especulación es 100 veces superior a las perso-nas sin techo. En otros lugares de España las cifrasdeben ser similares. Es la mayor perversión de la eco-nomía. Un piso debe servir para dar techo a la gente.

Pero quizá la especulación que ha tenido más fuer-za en el mundo es la mobiliaria, la que se hace con ac-ciones, obligaciones o divisas. Ha sido fortísima enlos países anglosajones. Ha crecido de un modo ex-traordinario. Gracias a Internet y a la libertad absolutade movimiento de capitales hay grandes flujos de ca-pital de una parte a otra del mundo de forma instan-tánea, con beneficios enormes a veces en muy cortoplazo de tiempo. Antes esto era imposible, había quetrasladar físicamente el dinero. También porque nadieen el mundo se opone a esta especulación. Ningunaautoridad ha dado ningún paso para acabar con estaespeculación. Cuando estalló la crisis se creó un gru-po de trabajo, el G-20. Viendo todas las decisiones ensus tres años de existencia y cinco cumbres sólo hahecho una cosa, salvar a los bancos y a los banque-ros. No ha habido ninguna voluntad de acabar con laespeculación. Y es que estos 20 más poderosos delmundo son los que más especulan y no están dis-puestos a tirar piedras contra su tejado. Hace dosaños se produjo un hecho curioso. La mayor autori-dad de la ONU es la Secretaría General. También hayun Presidente de la Asamblea General. El SecretarioGeneral es permanente pero el Presidente tiene unmandado de un año, elegido por orden alfabético en-tre los embajadores de distintos países. En el año2009 el cargo de Presidente cayó sobre Miguel d’Es-coto, que había sido primer Ministro de Asuntos Ex-teriores del gobierno de Nicaragua en 1979, tras la

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dado, y a partir del 1 de noviembre su sucesor seráun italiano, Mario Draghi, gobernador del Banco deItalia desde hace cinco años. Hasta entonces era unalto empleado de Goldman Sachs. Esta es la situa-ción: con todos los respetos, desde el punto de vistafinanciero, estamos en manos de delincuentes. Nose ha querido hacer nada para frenar esta especula-ción.

CUANDO LA BURBUJA ESTALLA

Pero cuidado, a medida que la especulación sube laburbuja se hincha hasta que pincha y revienta de gol-

recería. La otra mitad seguiría porque sus márgenesde beneficio pueden absorber esta tasa. Pero la es-peculación que permanecería pagaría el impuesto quepermitiría a los gobiernos recaudar 200.000 millonesde dólares anuales, cuatro veces más que lo que laONU pide para eliminar el hambre en el mundo. Bue-na propuesta la tasa Tobin, que reduce a la mitad laespeculación y permite recaudar cuatro veces lo quecuesta eliminar el hambre. El parlamento francés, elbelga y el canadiense han votado una propuesta detasa Tobin, y los tres la han rechazado por la presiónde los especuladores sobre los diputados. Casual-mente, hace unos meses el Parlamento Europeo votóque sí, pero no tiene ninguna capacidad para aplicar-la, ya que es una competencia de los Estados. Eso esquedar bien sin pagar. En Navidad de 2009, el primerministro británico, Gordon Brown, también planteó laconveniencia de aplicar la tasa Tobin y propuso ungrupo de expertos para aplicarla en Inglaterra. Al díasiguiente, el ministro de economía de Obama, Ti-mothy Geithner, volaba a Londres para impedir queGordon Brown aplicara la tasa Tobin. Argumentabaque aplicarla en Gran Bretaña perjudicaría a la econo-mía estadounidense. Pero no es verdad, sólo perjudi-caría a sus especuladores, de los cuales TimothyGeithner es un perfecto representante. Hace dos otres meses leí en Le Monde un artículo que explicabaquiénes habían sido los siete últimos ministros y vi-ceministros de economía de EE.UU (Secretarios delTesoro). Los siete, antes de ser ministros, eran altosdirectivos del banco Goldman Sachs. Hace 15 díascualquier periódico hablaba de cómo los ciudadanosnorteamericanos acababan de condenar a GoldmanSachs por malas prácticas financieras: asesoramien-tos indebidos, fraudes fiscales, engaños a los clien-tes, especulación financiera, etc. Dicho de otra forma,los siete últimos ministros y viceministros de EEUUeran unos perfectos delincuentes financieros. El do-cumental Inside Job (2010) nos cuenta que estos de-lincuentes financieros tienen a sus órdenes títeres,que también son delincuentes financieros. El docu-mental nos explica que uno de estos títeres se llamaBarack Obama.

El Banco Central Europeo es una institución im-portante para nosotros. Determina los tipos de inte-rés a los que pagaremos la hipoteca. Lo dirige Jean-Claude Trichet que hace ocho años era directivo de labanco francés Crédit Lyonnais. Fue procesado por es-tafa, pero el gobierno francés presionó a la judicaturafrancesa para que limpiara el expediente de Trichet ypudiera dirigir el Banco Central Europeo. Así que elBanco Central Europeo está en manos de un delin-cuente desde hace ocho años. Ahora termina su man-

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sumando los beneficios de los cinco años anteriores al2008 y dividiéndolo por el número total de trabajadoresde SEAT, nos encontramos con que cada trabajador haaportado a la empresa un beneficio de un millón y me-dio de euros; es decir, diez veces más del salario —es-timado generosamente— percibido por cada trabajadoren ese periodo. Y cuando al sexto año llegan las pérdi-das ¿cuál es la respuesta de SEAT? Cinco mil trabaja-dores a la calle. Y aún más, la empresa chantajea a laGeneralitat, amenazando con despedir a los nueve miltrabajadores restantes si no recibe dinero público. Y laGeneralitat paga (con nuestro dinero) para que los ac-cionistas alemanes puedan seguir teniendo beneficios.Impresentable.

Otro caso: Nissan. Hace cinco meses preparó unERE, no para despedir a sus trabajadores (los despi-dos ya se habían producido hace dos años), sino parapactar una congelación total de sus salarios durantelos próximos cuatro años, con la consiguiente pérdidade poder adquisitivo, a cambio, eso sí, de garantizar-les los puestos de trabajo en ese periodo. Tal comoestán las cosas, mucha gente pensó que era un buenacuerdo; sin embargo, Comisiones Obreras se negó afirmarlo. A diferencia de SEAT, Nissan no había tenidopérdidas el último año. Pues bien, tomando sólo elbeneficio de ese año y dividiéndolo de nuevo por elnúmero de trabajadores, calculé que cada trabajadorde Nissan había proporcionado a la empresa duranteel último año una ganancia de quinientos mil euros. Ycomo pago a esto ofrece congelar el sueldo durantecuatro años. En este caso, el argumento no eran laspérdidas —inexistentes—; el argumento de Nissanera que, si, en lugar de tener allí la empresa, la tuvie-ran en Sudáfrica, en lugar de ganar medio millón concada trabajador ganarían ochocientos mil euros.

Esto es la perversión absoluta del capitalismo. Aestos directivos habría que juzgarles. Pero así estánlas cosas: SEAT tiene su expediente, Nissan tiene suexpediente, Telefónica tiene su expediente y los pa-rados van incrementándose hasta los cinco millonesactualmente. ¿Podemos hacer frente a tantos para-dos? No. No tenemos dinero suficiente.

EL FRAUDE FISCAL

Ahora bien, según estimaciones de la UniversidadPompeu Fabra, el fraude fiscal en España alcanzaríaunos 80.000 millones de euros. Si consiguiésemosrecuperar esa cantidad de fraude y la repartiéramosentre los cinco millones de parados, tocarían a 16.000euros por cabeza. Pero para ello haría falta perseguirel fraude fiscal, y no hay ninguna voluntad de hacerlo.

pe. La burbuja reventó en verano de 2007 con el pro-blema de las hipotecas subprime (basura). La bancanorteamericana había dado hipotecas muy por enci-ma del valor de la vivienda y, si no se pagaban, las hi-potecas eran basura. Sucedió algo también en Espa-ña, pero a un nivel menor. En los años de euforia, elbanco ofrecía hipotecas por el 120% del valor de la vi-vienda. En EEUU no al 120% sino un 500%, porqueallí existen las segundas y terceras hipotecas por unmismo piso en distintos bancos. Muchas hipotecastenían esta relación en EEUU.

Eran hipotecas incobrables y los bancos comenza-ron a tener problemas para cobrarlas. El segundo pro-blema es que no podían vender sus acciones. El ter-cero los fondos soberanos. Es una gran cantidad dedinero acumulada por once o doce países del mundoque son los más ricos en divisas. Sabemos que mu-chos países son deudores, pero hay algunos con unagran reserva de divisas. Algunos de ellos (7 u 8) sonlos grandes países del petróleo, que vieron cómo en-tre 2006 y 2008 subió de 60 a 160 dólares el barril.Otros son los grandes exportadores, China, Japón yAlemania. Estos países prestaban dinero a los bancosamericanos, británicos, españoles e irlandeses, conun vencimiento a 5 ó 6 años. La banca concedía conese dinero hipotecas a 25 o 30 años. Cuando las hi-potecas se vuelven difíciles de cobrar, ¿qué hacen losbancos? Llaman a la puerta del padre Estado, que lesayuda con 2.700.000 millones de dólares. Los bancosdeciden, para evitar futuros problemas, cerrar el grifodel crédito. Y entonces es cuando una crisis financie-ra se convierte en una crisis económica, porque sincrédito la economía ni funciona. El industrial no suelecobrar al contado, el banco le avanza dinero. Tampo-co el comprador compra al contado. En el momentoen que se restringe el crédito ni el vendedor vende niel comprador compra. Entonces llega la crisis. La pri-mera respuesta de las empresas son los ERE.

EL AUMENTO DEL DESEMPLEO COMO CONSECUENCIA

Algunas empresas (pequeñas y medianas) hacen ex-pedientes de regulación de empleo (ERE) justificada-mente porque están ahogadas y no pueden continuar;pero otras se aprovechan de la situación con total des-fachatez. Primer ejemplo: SEAT. Hace dos años hizo unERE que puso en la calle a cinco mil personas. ¿Estabajustificado? Si tenía pérdidas, sí. Examinando su balan-ce, vemos que, en efecto, en 2008 había tenido pérdi-das. Ahora bien, si miramos los años anteriores, vemosque había ganado dinero en todos los ejercicios, al me-nos desde 1991. Sin necesidad de remontarnos tanto,

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Y una última medida financiera: puesto que losbancos y las cajas van por mal camino, deberíamosapostar por la llamada ‘banca ética’. Por mal que sue-ne juntar esas dos palabras hay algunas experienciasde entidades que nos garantizan, por lo menos, quenuestros ahorros no van a ir al comercio de armas, ala explotación infantil o a la energía nuclear.

Además de la respuesta financiera, hay otras ac-ciones a plantear. La consecuencia más grave de lacrisis es el paro. ¿Cómo resolver este problema? A mijuicio, sólo hay una respuesta: repartir, entre todos, eltrabajo existente; que los que tenemos trabajo renun-ciemos a algunas horas para que los que no lo tenganpuedan trabajar algunas horas. ¿Utopía? No, ya se hahecho. Cuando Francia implantó las 35 horas semana-les (reduciendo de 8 a 7 horas la jornada), en sólo dosmeses se crearon 1.700.000 puestos de trabajo (todoel paro que había en Francia en ese momento). Noestá de más recordar que, en los tiempos de Dickens,en Inglaterra se trabajaban 16 horas diarias. Ahora, ofi-cialmente son 8; pero podemos trabajar 7 ó 6. No hayninguna otra respuesta global al problema del paro.

Tercera respuesta: la caridad. Lo importante esque haya justicia, un salario justo para un trabajo ade-cuado; pero si, por causa de la crisis, te encuentrassin trabajo y un juez te embarga la casa por no poderpagarla; si, por causa de la crisis, la justicia no funcio-na, entonces ha de funcionar la caridad. En momen-tos de crisis, hay que apoyar y aplaudir lo que haceninstituciones como Cáritas, los bancos de alimentos,la Cruz Roja, etc.

Cuarta respuesta: si salimos de esta crisis, no po-demos recuperar el crecimiento. Hemos abusado su-ficientemente de los recursos del planeta. Hasta1986 nuestra huella ecológica se recuperaba, es de-cir, todos los recursos naturales que consumíamosen un año (salvo el petróleo) se recuperaban en unaño; desde entonces los consumimos a un ritmo quela naturaleza es incapaz de reponer. Esto significa queestamos viviendo a costa de las generaciones futu-ras, consumiendo lo que no nos corresponde. Mou-nier lo habría visto también si hubiera vivido en nues-tra época. El crecimiento económico, su divinización,se ha terminado. Y la única respuesta se llama de-crecimiento; al menos en el Norte. Haití, por ejemplo,necesita crecer mucho y con urgencia.

Penúltima cuestión: en momentos de crisis hayque prescindir de los gastos inútiles. Y uno de éstoses el gasto militar. Este año el Gobierno no ha subidolas pensiones, logrando ahorrar 1.300 millones de eu-ros. Curiosamente, en el presupuesto sí figura unapartida por esa misma cantidad: la aportación espa-ñola a la construcción de un avión de combate euro-

Un ejemplo: hace unos meses, la Audiencia Na-cional llamó a declarar a Emilio Botín, presidente delBanco Santander, por un fraude fiscal de 600 millo-nes de euros cometido por su banco. El señor Botínquedó en libertad, depositando una fianza de 124millones de euros, que la Audiencia ingresó en elBanco Español de Crédito (filial del Santander y pre-sidido entonces por la hija de Botín). Ante el escán-dalo se preguntó al entonces ministro de Economía,Pedro Solbes, quien sólo tuvo buenas palabras ha-cia Botín. No es de extrañar, era el responsable eco-nómico de su partido, al que, como a todos los de-más partidos, les interesa estar en buenas relacio-nes con los bancos, puesto que cada cuatro añosacuden en busca de crédito para financiar sus cam-pañas. Sencillamente, como dice el refrán, no muer-das la mano que te da de comer. Por eso nunca per-seguiremos el fraude fiscal ni conseguiremos esaimportante cantidad de dinero para ayudar a los pa-rados.

¿QUÉ HACER?

Espabilarnos. Apuntaré brevemente algunas respues-tas. Empezaré por la respuesta financiera. Ya he men-cionado algunas medidas. Primera: tasa Tobin. Se-gunda: fraude fiscal. Tercera: nacionalización de labanca que ha recibido dinero público. ¿Demasiado deizquierdas? Un señor tan poco sospechoso como Ge-orge Bush lo hizo con dos bancos; Gordon Brown na-cionalizó once bancos. Aquí hemos prestado muchodinero y nadie se ha quedado con nada. El caso másescandaloso es la Caja de Castilla-La Mancha, que harecibido 3.400 millones del Gobierno para cubrir suspérdidas, producidas porque sus directivos (ligadosestrechamente a los principales partidos) se dabancrédito a sí mismos y no lo devolvían, además de fi-nanciar el aeropuerto de Ciudad Real, en el que ate-rriza un avión al día y es absolutamente ruinoso. Puesbien, esta caja no se ha nacionalizado: se ha regaladoa la Caja de Asturias. Así vamos.

Otra medida: protestar por la conversión que seestá produciendo de las cajas en bancos. Las cajastienen ciento cincuenta años de historia y, con susaciertos y errores, han sido hasta ahora fundacionescon una importante obra social. Su excesiva exposi-ción al ladrillo las ha descapitalizado, pero en lugar decapitalizarlas de nuevo con fondos públicos o priva-dos, se están transformando en sociedades anóni-mas. El resultado ya se puede prever: en pocos añosdesaparecerá toda la obra social de las cajas, lo que,en momentos de crisis, es inaceptable.

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nido hasta ahora. Así, nos encontramos con un pro-blema de solidaridad internacional, pero también depuro interés.

Para concluir, me gustaría desmontar un mito xe-nófobo que se escucha con cierta frecuencia: que losinmigrantes reciben un cheque que les mantiene. Sianalizamos el balance económico de la emigración enEspaña, que publica la Presidencia del Gobierno (pormás que éste sea un punto de vista meramente eco-nómico e incluso egoísta), veremos que no es así: losinmigrantes aportan cotizaciones a la Seguridad So-cial, impuesto sobre la renta que se les descuenta dela nómina, y aportan, incluso los sin papeles, impues-tos indirectos como el IVA (cada vez que compran oconsumen algo). A cambio reciben servicios educati-vos, sanitarios, sociales, ayudas a la vivienda, becascomedor, becas de libros, plazas de guardería y algu-na otra cosa. Pues bien, incluyendo a todos los sin pa-peles que van a la escuela o al médico, el saldo deeste balance hasta el comienzo de la crisis era de seismil millones de euros por año a nuestro favor. Por tan-to, que nadie diga que no les debemos admitir, aun-que sea, repito, desde este punto de vista puramen-te económico, egoísta. Los inmigrantes son un teso-ro, no sólo económico: son fundamentalmente untesoro cultural.

peo, empresa que compartimos, como socios minori-tarios, con otros países europeos. Otro dato: el pre-supuesto anual del Ministerio de Defensa español esseis veces mayor que el presupuesto total de la ONU.Esto es inaceptable, pero es así.

Y llegamos al último punto que me gustaría sub-rayar: no hagamos pagar los platos rotos de esta cri-sis a los inmigrantes. No tienen ninguna culpa. Loshemos llamado cuando nos hacían falta y ahora, sinningún escrúpulo, los expulsamos. Esto es inmoral,pero también es una cuestión económica. Ahora lesexpulsamos, pero dentro de poco volveremos a lla-marlos, porque España no tiene población suficientepara afrontar las pensiones de los próximos años, de-bido a que la pirámide de edad no está equilibrada. Elfinal del boom de la natalidad dejó un hueco en la ‘se-gunda edad’, es decir, la población en edad de traba-jar, y de pagar las pensiones de los mayores. Esehueco sólo se puede llenar con gente de fuera, comosucedió en los años anteriores a la crisis. Ahora lle-vamos un par de años sin recibir inmigrantes y pro-bablemente seguiremos así dos o tres años más. Di-versos estudios coinciden en que, cuando salgamosde la crisis, encontraremos un vacío poblacional enesas edades que sólo se podrá cubrir mediante unflujo de inmigración aún mayor que el que hemos te-

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Análisis100

ACONTECIMIENTO, NÚMS. 40, 69 Y 48

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U no de los retos del personalismo comunitarioes el de hacer efectivo el respeto y la promo-ción de la persona en cada situación histórica y,

hoy en día, la vida humana está marcada principal-mente por el imperativo tecnológico y el económico.

En la historia, hasta ahora —que yo sepa—, nuncala economía ha estado centrada en la persona, portanto, el título propuesto indica un proyecto, un dina-mismo «hacia». Y lo primero de lo que hay que per-catarse es del «desde dónde» parte, o puede partir,tal proyecto. Porque la realidad humana tiene un ca-rácter «futurizo», como han destacado Ortega y Marí-as, pero no puede ejecutar esa virtualidad, si no escontando con las potencialidades de su pasado y laactualidad de su presente.

La economía (oikonomía) en último término remitea una actividad humana, de la que se ocupa (o se ocu-paba) la filosofía práctica. La actividad económica enel modelo clásico antiguo intentaba satisfacer las ne-cesidades, que se consideraban limitadas y que, ensentido estricto, son limitadas, pero la ficción moder-na de la vida las ha transformado en ilimitadas, por-que las confunde con los deseos. El imperio del de-seo se ha impuesto al de las necesidades y los nue-vos mecanismos modernos están más al servicio delos deseos que de las necesidades. Por eso es tan im-portante contar con una noción adecuada de personapara poder reorientar los dinamismos de la economía.De lo contrario no se hace, en el mejor de los casos,más que arar en el mar.

Pero, ¿es que la economía puede estar centrada enla persona? ¿Cuál es el sentido de la economía? ¿Es-tar «centrada en la persona» quiere decir estar al ser-vicio de la persona? ¿Y es eso realmente posible o setrata de un vano deseo de algunos y de palabras vací-as? ¿Puede proyectarse una cosa semejante y másdesde la situación crítica en la que nos encontramos,según se repite hasta la saciedad por todas partes?

De entrada surge una pregunta previa con respec-to a la situación de partida. ¿Quiénes están en crisis

en la crisis económica de la que se habla principal-mente en los medios de comunicación a los que te-nemos acceso? Los países que se consideran ricos,por comparación, y dentro de ellos los que no sabengestionar bien sus economías, aunque también losmás poderosos de entre ese grupo tienen graves pro-blemas de solvencia económica. Pero, si compara-mos esta situación con la de los países pobres y em-pobrecidos, con la enorme cantidad de personashambrientas y sometidas a todo tipo de tiranías, sur-gen profundas perplejidades, a las que no se sueleprestar atención. Pensemos en cómo —y dónde—han quedado los llamados «Objetivos del Milenio»,cuyo sólo título ya resulta vergonzoso para quien ten-ga algo de sensibilidad personalista y comunitaria.

La economía es un saber que se atenía a un ordennatural de carácter teleológico, en el que lo importan-te era que la recta razón (orthós lógos) buscara losmedios más apropiados para alcanzar el fin propio de

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HACIA UNA ECONOMÍA CENTRADAEN LA PERSONA

JESÚS CONILL SANCHOUniversidad de Valencia

Análisis 100

JESÚS CONILL

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cada actividad, es decir, su bien específico. Y se pre-suponía que éramos capaces de lograr el saber paraser virtuosos, en la virtud más relacionada con la eco-nomía política (en la pólis), que es la justicia, con el finde favorecer el fin último, el bien superior en la vidahumana, que es la felicidad (eudaimonía)1.

Esta vinculación entre la virtud cívica y la actividadeconómica se resquebraja, cuando la economía seconvierte en crematística (la técnica que no busca lasatisfacción de las necesidades, sino la adquisición ili-mitada de riqueza), lo cual es ya algo vislumbrado par-cialmente en la concepción clásica antigua y se desa-rrolla crecientemente en la concepción moderna de laeconomía. Si no comprendemos esta transformaciónno entenderemos lo que nos pasa, ni podremos acer-tar en la búsqueda del camino para que las nuevaseconomías modernas puedan centrarse en la perso-na, o al menos ver en qué medida es factible tal pro-yecto.

La economía moderna también es economía políti-ca, pero el contexto social ha cambiado radicalmente.Ahora la ficción que orienta la vida individual y colec-tiva es la del contrato; ésta es la figura que sirve ade-más para legitimar las relaciones entre los individuosen casi todos los ámbitos de la vida individual y social.En ella se confía para ordenar el ejercicio de la liber-tad en sus diversos ámbitos, cuyo complemento seráel logro del mayor bienestar. Libertad y bienestar sondos ingredientes que se presuponen cada vez más enel desarrollo de la vida económica y social en la épo-ca moderna y contemporánea, y cuyo resultado másexitoso es el de las sociedades que han superado laescasez, pero que han caído en el círculo del crecien-te consumo que en su versión menos virtuosa, y has-ta viciosa, denominamos «consumismo»2.

Uno de los dinamismos propios de las economíasmodernas ha sido el crecimiento, porque todas lasideologías político-económicas modernas han confiadoen que la creciente abundancia de bienes no sólo ga-rantizaría la definitiva superación de la escasez, sinoque ofrecería más bienestar y hasta sería la base de laconcordia entre las gentes. Casi se podría decir que enel fondo se llegaba a creer que la riqueza sería el fun-damento de la felicidad. Cuantos más bienes se alcan-cen, mejor viviríamos no sólo en el orden del confort,sino también en las relaciones humanas. Pero, apartede que ciertos niveles de riqueza sólo se han alcanza-do para una parte de la población mundial, tampoco sepuede afirmar que la mayor abundancia de bienes haya

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1. Jesús Conill, Horizontes de economía ética. Aristóteles, Adam Smith, Amartya Sen, Tecnos, Madrid, 2004.2. Vid. Adela Cortina, Por una ética del consumo. La ciudadanía del consumidor en un mundo global, Taurus, Madrid, 2002.

JUAN BIOSCA Y JESÚS CONILL

ACONTECIMIENTO, NÚM. 57

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tensión de estar ejerciendouna actividad exenta de valo-res no es más que una falsailusión, debida a una falta deconciencia de los presupues-tos que operan en el uso dela razón técnica e instrumen-tal en todos los órdenes (odesórdenes) de la vida socialy sus instituciones.

Y no es una tarea fácil lle-var a cabo tal propósito. Nobasta la buena intención,aunque sin ella tampoco selogrará nada. Hace falta con-

vicción firme y responsabilidad convencida de los ciu-dadanos y de los profesionales. Mantener vivo uncierto sentido utópico (no un engañoso utopismo),necesario para orientar y mantener una actitud críticade vigilante discernimiento. Esto implica tener lospies en la realidad fáctica de la que partimos, aunquesin claudicar, ni renunciar a la fuerza de la idealidad,es decir, de los ideales que nos ilusionan y dan senti-do a los esfuerzos de nuestra vida. Por eso hace fal-ta seguir estudiando a fondo las mejores alternativasdisponibles en un mundo como el nuestro, caracteri-zado por el pluralismo, y no dejarse llevar por la ver-borrea facilona, basada muchas veces en esquemastrasnochados. Hace falta estudiar —en lo que insistíasiempre Ricardo Alberdi, un gran profeta en el mun-do actual— para ofrecer la mejor opción posible den-tro de la situación en que nos encontremos en cadamomento histórico.

Un camino aprovechable, que hay que seguir per-feccionando, es la propuesta económica del «enfo-que de las capacidades» de Amartya Sen, que tienela virtualidad de proponer un camino tanto para los pa-íses desarrollados como para los en desarrollo. Poreso cuando se habla de «cambio del sistema», setendría que saber de qué se está hablando en reali-dad. ¿Implica prescindir de las instituciones que con-figuran el sistema social contemporáneo, es decir, elmercado, el estado, la sociedad civil, el derecho, laempresa y la opinión pública? Entonces, ¿qué institu-ciones sustituirán a las actuales para cumplir las res-pectivas funciones? ¿Cuáles son las alternativas rea-les? Porque un mundo de instituciones como el ac-tual ha de cumplir con sus funciones específicas encada caso y no es lo mismo decir que algo no funcio-na, o que algo se ha corrompido, o bien que algo ya

traído la concordia. La dura reali-dad desmiente tal ficción moder-na, compartida por las diversasideologías político-económicas,durante cierto tiempo enfrenta-das, pero hoy hermanadas en elámbito de la presunta cienciaeconómica de modo predomi-nante por las concepciones utili-taristas, convertidas en cuasi-ideología, por su ceguera y per-sistente poder mental.

Estamos entrando en unanueva fase de la reflexión, en laque habrá que desenmascararlos valores que rigen realmente las decisiones econó-micas, más allá de las viejas (por envejecidas y ca-rentes de auténtico vigor) ideologías político-econó-micas. Se ha intentado hacer creer que la ciencia eco-nómica maneja magnitudes exentas de valor, quepueden medirse y calcularse, y que todo lo que no sepuede someter a sus métodos econométricos, o bienno existe (esto se ha afirmado tal cual en bastantesocasiones), o es irrelevante por irracional, o bien setrata de meros «cuentos». Esta afirmación la hemostenido que escuchar tal cual en algún que otro deba-te público, y supongo que hoy en día quien la pro-nunció, por lo menos, estará avergonzado, o tal vezno, porque también en este sentido puede funcionarotra versión de la «fatal arrogancia». En esta nuevaetapa habrá que llevar la reflexión hasta los niveles dela neuroeconomía3, es decir, los presupuestos neuro-biológicos del comportamiento económico y su rela-ción con los ingredientes éticos y políticos.

A mi juicio, el proyecto de una economía centradaen la persona sólo será posible si se toma en serio unenfoque ético radicado en una noción potente de lapersona, capaz de configurar las correspondientesmediaciones político-económicas y sociales, que su-pere de modo efectivo la hegemonía de las éticas uti-litaristas que han dominado el pensamiento económi-co contemporáneo. Pues, por lo general, el compor-tamiento económico, pero también el político, dentrodel contexto social contemporáneo, se sigue rigiendopor los cánones utilitaristas y las instituciones que locanalizan están diseñadas asimismo con tales crite-rios éticos, aunque no se reconozcan como tales, por-que en este orden se sigue aplicando en la mayoríade los casos un cierto enfoque tecnocrático, que pre-sume de la presunta neutralidad axiológica. Esta pre-

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3. Adela Cortina, Neuroética y neuroeconomía. Sugerencias para la educación moral, Tecnos, Madrid, 2011.

…una economíacentrada en lapersona sólo seráposible si setoma en serio unenfoque éticoradicado en unanoción potentede la persona,…

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compromisos comunes»5.Según Sen, en todas las culturas han surgido siem-

pre voces en favor de la libertad, voces discrepantes,las de los disidentes, que son expresión de la libertad,cuya «importancia intrínseca» resalta todavía más sidistinguimos entre «capital humano» y «capacidadhumana»: mientras que el estudio del capital humanoestá dirigido a aumentar la producción, «la perspecti-va de la capacidad humana centra la atención en la ca-pacidad —la libertad sustantiva— de los individuospara vivir la vida que tienen razones para valorar y paraaumentar las opciones reales entre las que puedenelegir». El fin prioritario es el desarrollo de la «capaci-dad humana» (la expansión de la libertad), ya que «losseres humanos no son meros medios (…) sino tam-bién el fin»6.

La cuestión básica del nuevo enfoque de Sen esque contribuye a descubrir los factores vitales básicosy, por tanto, a contar con otras fuentes de informa-ción transculturales sobre qué capacidad tienen laspersonas de conducir la propia vida. Por tanto, hayque tener información sobre la seguridad, las expec-tativas de vida, la salud, los servicios médicos, la edu-cación, el trabajo, las libertades, las relaciones fami-liares en cada contexto cultural.

Sobre todo, se requiere saber la forma en que la sociedad deque se trata permite a las personas imaginar, maravillarse,sentir emociones como el amor y la gratitud, que presuponenque la vida es más que un conjunto de relaciones comercia-les, y que el ser humano (…) es un «misterio insondable»,que no puede expresarse completamente en una «forma ta-bular»7.

Se requiere información sobre «lo que las perso-nas pueden hacer y ser», sobre los diferentes estilosde vida, «saber cómo le va a la gente» su vida en lasdiversas partes del mundo, para atender a las diver-sas clases de actividades que hacen floreciente unavida humana8. Porque, a pesar de las diferencias en laconformación cultural de las experiencias, hay expe-riencias comunes en la vida humana, en cómo vivenlas personas en las diferentes culturas y circunstan-cias históricas.

no sirve y tenemos que buscar otro mecanismo fun-cional para resolver mejor los problemas que antesdebía resolver la correspondiente institución (¡quepara eso se instituyó!). Es bastante usual dejar quelas cosas se pudran hasta que se desvirtúan y al finalya no hay solución fácil. Si hemos logrado una seriede instituciones político-económicas, lo primero es re-flexionar críticamente sobre su papel en la vida socialy ver si sirven para solucionar los auténticos proble-mas y, si no, transformarlas en la dirección debida ocambiarlas. Y eso sería cambiar el sistema, si es quesomos realmente capaces de algo mejor.

En este sentido, el enfoque de las capacidades deAmartya Sen constituye una propuesta innovadoradesde dentro del pensamiento económico contempo-ráneo. Pero lo más chocante a partir de esta nuevaforma de plantear la economía consiste en que se re-descubre su entraña ética, tan olvidada y ocultada enlos últimos tiempos modernos, en la irónica o para-dójicamente llamada «modernidad avanzada». Por-que, si por avanzar se entiende perder el sentido delas cosas y de los procesos sociales, entonces puedeser cierto que hayamos avanzado mucho, pero quizáhacia un nuevo abismo cultural.

A mi juicio, uno de los grandes méritos de Amart-ya Sen consiste en haber sabido sacar a la luz desdeel campo mismo de la economía su trasfondo moral4,centrado en cómo le va realmente la vida a las per-sonas, por tanto, centrado en la vida de las gentes yno en la mera adquisición de la riqueza, ni principal-mente en el aumento del PIB, sino en qué medida laactividad económica sirve para que las personas pue-dan ejercer su libertad real, es decir, aquella que seconstruye teniendo en cuenta las exigencias de justi-cia, no sólo en una parte de la tierra, sino la justiciaglobal.

Sen defiende que la expansión de la libertad es elfin primordial, de ahí que las instituciones sociales de-ban contribuir a hacer efectiva la libertad de los indivi-duos, eliminando las fuentes de privación de la liber-tad, es decir, la pobreza y la tiranía. Es claro el valor in-tercultural de su presuposición universalista: «lacreencia de que los diferentes individuos de las dife-rentes culturas son capaces de compartir muchos va-lores comunes y de ponerse de acuerdo en algunos

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4. Vid. Jesús Conill, Horizontes de economía ética. Aristóteles, Adam Smith, Amartya Sen, Tecnos, Madrid, 2004. 5. Amartya Sen, Desarrollo como libertad, Planeta, Barcelona, 2000, p. 295.6. Amartya Sen, Desarrollo como libertad, Planeta, Barcelona, 2000, p. 353.7. Martha Nussbaum y Amartya Sen (coord.) La calidad de vida, F.C.E., México, 1998, p. 16.8. Adela Cortina, Por una ética del consumo, Taurus, Madrid, 2002.

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Y al fin y al cabo, actuar sobre la realidad y cambiarla, aun-que sea un poquito, es la única manera de probar que la re-alidad es transformable.

Realidad. EDUARDO GALEANO

E n este siglo XXI, constatamos que la desigualdadde género supera el abismo Norte-Sur, enrique-cidos-empobrecidos, pues la mayoría de los

1.500 millones de personas que en el año 2000 vivíancon 1 dólar o menos al día, cantidad estipulada comoingreso mínimo diario por el Banco Mundial como re-ferente de pobreza, son mujeres1. El actual sistemade mercado, este «molino satánico» que denominaKarl Polanyi y del que nosotros formamos parte, pro-duce una «feminización de la pobreza» que ataca di-rectamente no sólo a las mujeres, sino también a loshogares a su cargo2, trascendiendo lo puramente eco-nómico y abarcando todos los ámbitos de la vida hu-mana: educación, salud, economía, trabajo…

Sin embargo, y pese a la terrible carga que impo-nemos sobre millones de personas, a lo ancho deeste mundo existen multitud de realidades transfor-madoras que demuestran esa mutabilidad de la quenos habla Galeano. La esperanza del cambio se hacerealidad, en particular, a través de muchas experien-cias desarrolladas por mujeres empobrecidas, un co-lectivo que ha sabido organizarse para hacer de la rea-lidad injusta un campo donde sembrar esperanza através de propuestas de cambio. Muchas de ellas hanpartido de la necesidad de poner en práctica iniciati-vas laborales que, dentro del llamado «sector infor-mal», han conseguido propulsar cambios en otrosámbitos. Así, el Movimiento Cinturón Verde en Kenia,la experiencia de Villa el Salvador en Perú o el movi-miento SEWA en la India, son algunas realidades que

han de cuestionar nuestro estilo de vida y el concep-to de trabajo y transformación social que venimospracticando. Como bien plantea el francés Bruno Ma-llard,

El trabajo constituye mucho más que un factor de produc-ción: propicia creatividad, moviliza energías sociales, pre-serva la identidad de la comunidad, despliega solidaridad, yutiliza la experiencia organizacional y el saber popular parasatisfacer necesidades individuales y colectivas.3

Por tanto, para comprender el sentido y evoluciónde estas experiencias, hemos de situarnos en las rea-lidades de las que parten estas mujeres, especial-mente en lo que se refiere al cuidado y provisión másinmediatas, tanto suyas como de sus más cercanos.Y es precisamente esta cercanía, estos vínculos de

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EL TRABAJO DE LAS MUJERES POBRES:REFLEXIONES Y AUTOCRÍTICASANTE REALIDADES SOLIDARIAS

M.ª AMOR BARROS DEL RÍOProfesora de la Universidad de BurgosFundación Alter

Análisis 100

1. ONU, 2000.2. Medeiros y Costa, 2008.3. Mallard, 2003.

MESA REDONDA

M.ª AMOR BARROS DEL RÍO

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para preparar y distribuir la leche que es dada por elEstado; los comedores populares (bien sean familia-res, parroquiales, autogestionarios o de partido), a tra-vés de los cuales las mujeres se organizan y preparanla comida a un menor precio; los clubes de madres;los comités de salud; los comités de producción, deeducación inicial, etc. Un interesante aspecto a teneren cuenta es que todo este movimiento organizativoha contribuido, a su vez, a la creación de numerosasasociaciones civiles que inciden en los más disparesámbitos socio-económicos. Es decir, las mujeres sehan organizado y han organizado al resto de la comu-nidad, en particular atendiendo las necesidades desus seres dependientes, en iniciativas formales quedemuestran la fortaleza del tejido social y que al mis-mo tiempo hacen valer su voz en la arena pública.

La SEWA («Asociación de Trabajadoras Autóno-mas») se presenta al mismo tiempo como una organi-zación femenina y un movimiento. En cuanto a organi-zación, se trata de un singular sindicato fundado en1972 y cuyo objetivo es crear empleos para las muje-res en condiciones de igualdad, y hacer valer el trabajofemenino asalariado en una sociedad fuertemente pa-triarcal. En cuanto movimiento, abarca fundamentosideológicos de tres orígenes diversos y complementa-rios: el movimiento laboral, el cooperativo y el feminis-ta. La palabra india «sewa» significa «servicio», demodo que esta organización nace con el objetivo de serde utilidad y dar un servicio, en primer lugar, a las mu-jeres que lo integran, y en segundo lugar, una vez más,a todo su entorno. Cuando ningún banco quería dar ser-vicio a estas mujeres, la banca cooperativa SEWAapostó por ellas y de una cifra inicial de 4.000 mujeres,se llegó a 150.000, con un capital de 8,7 millones dedólares. Por tanto, y a pesar de ser una fórmula mino-ritaria entonces, esta banca rompía de raíz con la men-talidad capitalista imperante y demostraba que merecíala pena dar crédito a los pobres. Más aún, si analizamoslos factores que provocaban esa demora en los pagosde algunas mujeres, nos topamos con que las enfer-medades y los costes médicos solían ser la causa máscomún, así como desastres naturales tales como lasfuertes lluvias que acababan con las cosechas de sushuertos. Esto llevó a la banca inicial a ampliar el rangode sus productos económicos, incluyendo seguros y lí-neas de ahorro, lo que permitiría a las mujeres enfren-tar los mencionados riesgos y crisis. Hospitalización,

amor que cada mujer establece con los suyos, el mo-tor y fundamento de las experiencias que vamos a co-nocer, porque tratan de dar respuesta a necesidadesque exceden su propio interés. Lo novedoso, a la parque solidario, es que a la hora de poner en práctica ini-ciativas de trabajo, ellas también crean los mediosadecuados para la atención y promoción de sus seresdependientes y así, amplían el ámbito de influenciade lo meramente laboral, creando comunidad, ha-ciendo colectividad. Esa práctica de la «reciprocidad»se sitúa en una órbita cercana a lo que algunos auto-res como Luis Razeto y Pedro Guerra denominanEconomía de Solidaridad.

No es nada desdeñable esta orientación económicade lo que el sistema denomina «capital social» y quemerece estudios por parte de la Comisión Económicapara América Latina (CEPAL) y UNICEF, pues incluso alos poderosos interesa saber cómo las más pobres en-tre las pobres son capaces no sólo de innovar estrate-gias de cooperación para el progreso, sino además deburlar un sistema que es a todas luces ineficiente e in-justo, y conseguir, con ese Factor C que algunos lla-man, la dignidad de la persona4. Un caso interesantees el Movimiento Cinturón Verde, iniciado en Kenia yya extendido por todo el continente africano. Formadoesencialmente por mujeres, ha tenido repercusionesnumerosas en áreas muy diferentes: por una parte, lareforestación africana implica un alto a la erosión delsuelo y una manera de obtención de agua a medio pla-zo; Por otra parte, las campañas de plantación han ser-vido como vehículo para la implementación de progra-mas educativos, especialmente dirigidos a mujeres,que inciden en sus derechos civiles, la paz y la con-servación de la naturaleza, además de apoyar activida-des que generen ingresos en el hogar familiar con ta-lleres sobre seguridad alimentaria, procesado y ventade alimentos, y cultivo y mantenimiento de panales deabejas y plantaciones de árboles.

Por su parte, en Perú, los comités de madres y lasorganizaciones femeninas han contribuido al esclare-cimiento y a la toma de conciencia en Villa El Salva-dor, porque la Federación de Mujeres ha servido parael análisis de la situación político-laboral en general yde la mujer: ante el hambre, la miseria y la desocupa-ción en la zona, surgen iniciativas tales como el pro-grama del Vaso de Leche, que también existe a nivelnacional y en el que un grupo de mujeres se organiza

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Análisis100

4. Luis Razeto explica que con la letra «c» comienzan muchas palabras que lo identifican: compañerismo, comunidad, cooperación,colaboración, comunión, coordinación… y, para los creyentes, es además el factor Cristo. De ahí que la fuerza que mueve esa Econo-mía de Solidaridad sea excepcional, pues reside en lo más hondo de cada ser humano y no se basa en los criterios cientifistas, racio-nalistas y empíricos de los que se sirve la economía imperante.

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FUENTES CONSULTADAS

CEPAL. Capital Social y reducción de la pobreza:en busca de un nuevo paradigma. Santiagode Chile, 2001.

CEPAL. Lineamientos de acción para el diseñode programas de superación de la pobrezadesde el enfoque del capital social. Guíaconceptual y metodológica, Serie Manua-les, nº 36. Santiago de Chile, 2004.

Mallard, B. «Proyectos de desarrollo alternativoen América Latina ¿Una auténtica alternati-va?». Revista Venezolana de Economía yCiencias Sociales, nº 001, 2003: 29-51.

Medeiros, M. y Costa, J. «¿Qué queremos decircon feminización de la pobreza? One Pager,nº 58, 2008. En http://www.undp-poverty-centre.org/pub/esp/IPCOnePager58.pdf

Movimiento Cinturón Verde. http://www.green-beltmovement.org/

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Polany, K. La Gran Transformación. Ed. De La Pi-queta, Madrid, 1989.

Razeto, L. http://www.luisrazeto.net. UNICEF.Del macetero al potrero (o de lo micro a lomacro) el aporte de la sociedad civil a laspolíticas sociales. Chile, 1986.

SEWA. http://www.sewa.org/index.asp Villa elSalvador. http://www.amigosdevilla.it/

viudez, accidentes y maternidad eran las situacionesmás comunes que requerían ese tipo de cobertura es-pecial, lo que nos lleva a considerar las implicacionesholísticas de la economía familiar, tales como las pre-siones culturales y tradiciones, los ciclos vitales, la sa-lud… Por todo ello, también la capacitación de las mu-jeres resultó esencial para que ellas mismas tomaranlas riendas de su propio destino en un país cuya tradi-ción y legislación les negaba cualquier posibilidad. Seorganizaron en pequeños grupos y se autogestionaron.

Es claro que ante la falta de instrumentos públicosde reorganización y sostenimiento de cada país, elmismo acto de organización de estas mujeres supo-ne una confrontación con el sistema establecido ensu equilibrio de fuerzas macroeconómicas y se erigeen desafío, alternativa, propuesta… La organizaciónsocial desde abajo, desde la base, es siempre pode-rosa, no tanto por el alcance de sus efectos, sino porla determinación y el entusiasmo que preside su ges-tación y puesta en marcha. Si a esto unimos la ur-gencia que imprime la necesidad, estamos ante pe-queñas instituciones de esperanza que, en suma, ha-cen tambalearse al gigante con pies de barro que esel sistema neoliberal con todo su aparato burocrático.Toman así las riendas de la organización y redistribu-ción que correspondería al Estado y dejan más paten-te si cabe el vacío en el que éste se sustenta.

A pesar de las dificultades estructurales y de lasdebilidades de la propia condición humana, es espe-ranzador el triunfo de estas iniciativas integradoras,estos «hechos sociales totales» que diría Mauss,pues son a la vez económicas, laborales y sociales,personalistas y comunitarias, familiares y amistosas.Son experiencias que ahondan en la promoción per-sonal, pero que también abarcan el entorno que rodeaa cada una de estas mujeres y llegan al ámbito insti-tucional haciéndose oír como organizaciones de plenoderecho. La conjunción de estas tres perspectivasproduce una sinergia entre los procesos sociales y losprocesos económicos, imbuyéndose los segundos delos primeros y humanizándose así la economía. Estasmujeres, desde su experiencia vital de cuidadoras,proveedoras, líderes domésticas y educadoras, hanlogrado esquivar los imperativos capitalistas que an-teponen el lucro al trabajo y a la persona, para cons-truir, desde un entramado básico de redes de con-fianza, un concepto de economía que, aún funcionan-do dentro del escenario mercantil, esté al servicio delas personas.

A la luz de todas estas dosis de riesgo, confianza,utopía y esperanza, no nos queda sino revisarnos per-sonal y colectivamente, y reflexionar sobre el reduci-do y alienador concepto que tenemos del trabajo, de

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la economía y de la justicia. Está claro que el estóma-go lleno y la perspectiva de una jubilación aseguradano son acicates en el camino de la solidaridad al quetodos estamos llamados. Y sin embargo, ¿cómo po-demos permitir que nuestros hermanos y hermanasluchen por la supervivencia contra un gigante (segura-mente con pies de barro) que campa a sus anchas connuestro beneplácito? Es tarde pero es nuestra hora,dice P. Casaldáliga. Que también nosotros nos lo diga-mos cada día, porque otros y otras ya están en cami-no y no hay tiempo que perder.

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L a filosofía personalista comunitaria se sientecomprometida con los hombres y mujeres delmundo actual y, sobre todo, con aquellos que

sufren las consecuencias del «desorden estableci-do». Es por ello que se nos presentan los siguientesinterrogantes: ¿Cómo la pobreza nos cuestiona o de-bería cuestionarnos a quienes ponemos a la personaen la cima de nuestras preocupaciones? ¿Cuáles sonlas consecuencias éticas y políticas del personalismocomunitario (P-C) ante la situación de los empobreci-dos1 de la tierra? Para responder a estas cuestioneshe considerado pertinente partir de nuestra propia fi-losofía o identidad de modo que veamos de forma pa-norámica nuestra misión, visión y valores. Desde estaidentidad vislumbraremos mejor las derivacionesprácticas, éticas y políticas, de la misma. Lo divido entres preguntas:

1. ¿QUÉ CREEMOS?

Las ideas y creencias configuran la identidad de cadapersona y también de los grupos o comunidades. Ha-blar de creencias es referirnos a las motivaciones denuestras acciones vitales en todos sus planos. Lascreencias residen en nuestra intimidad y aportan con-fianza en nuestro caminar hacia el futuro.

1.1. Creemos en la persona como un fin en si mismo.Por ello nuestra filosofía y acción vital se traduci-rá en la promoción de la dignidad de cada perso-na denunciando aquellas situaciones en las queno se haga efectiva la misma.

1.2. Creemos que la comunidad es una persona depersonas. La finalidad de esta comunidad, en pa-labras de Mounier, es: poner a cada persona en

LOS POBRES NOS CUESTIONAN

ANTONIO PIÑAS MESAProf. Filosofía CEUCoordinador Territorial en Castilla La Mancha delPartido por un mundo más justo-M+J.

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Análisis100

1. Preferimos hablar de empobrecidos en lugar de pobres para subrayar el hecho de que existe un «agente» que ha ocasionado esasituación de pobreza.

ANTONIO PIÑAS MESA

ACONTECIMIENTO, NÚM. 50

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2.2. Una sociedad en la que, como nos dice M. Yu-nus, la pobreza comience a ser objeto de un mu-seo.

2.3. Una comunidad de personas comprometida conlos otros. Por ello, frente a la exclusión espera-mos la difusión de actitudes hospitalarias que in-cluyan a los otros.

2.4. Una comunidad política inclusiva que escuchelas distintas voces (paridad participativa: no sóloinclusión de género sino también de las minorí-as. Lo político debe ser el espacio de la plenaparticipación en plano de igualdad)4.

2.5. Una comunidad que no se desviva por una felici-dad acomodaticia, burguesa, sino por un hori-zonte humano en el que toda persona pueda verdesarrolladas sus exigencias más profundas.

2.6. Nos preguntamos también ¿Con quién espera-mos? Esperamos con aquellos a los que los sa-tisfechos no esperan porque no cuentan conellos. Estando con los últimos conoceremos susnecesidades reales, aquellas que no se logranconocer desde los ámbitos burocráticos por mu-cho que trabajen por los necesitados pero nocon los necesitados.

3. ¿QUÉ AMAMOS?

Toda persona y grupo humano, conscientemente ono, vive adherido a una escala de valores que dansentido a su acción. Como afirma Carlos Díaz, esosvalores, son experimentados como «deber ético» y,cuando la persona los pone en práctica, llegan a con-vertirse en virtudes.

Con Mounier compartimos que el problema defondo se encuentra en la crisis de valores que afectaa todos los niveles sociales (educativos, culturales,políticos…). Si no se producen cambios, por ejemplo,en el sistema económico, es por falta de voluntad.Toda acción humana va acompañada de unos valores.Dime qué valores tienes y te diré con qué futuro sue-ñas. Las acciones sin valores son ciegas, los valoressin acción son baldíos. Destacamos los siguientes va-lores nucleares del personalismo comunitario:

3.1. Amor: Desde el punto de vista psicológico y éticopodemos definir el amor como un sentimientoque nos mueve a buscar el bien de una cosa,

estado de poder vivir como persona, es decir, depoder acceder al máximo de iniciativa, de respon-sabilidad, de vida espiritual.2 De aquí se sigue unaconsecuencia ética y política: el empobrecido nopuede vivir como persona dada su situación deexclusión y de no acceso al bien común que otrosle arrebatan. El P-C aboga por la inclusión de todosujeto para restablecer su dignidad y ponerle ensituación de ser parte de la comunidad.

1.3. Creemos que la comunidad es superior a la sumade los intereses individuales y que es necesarioadquirir el hábito de ver todos los problemas hu-manos desde el punto de vista del bien de la co-munidad humana y no del capricho de los indivi-duos.3 Es el paso ético del qué te apetece al quépodemos hacer.

1.4. Creemos que es posible un mundo en el que demanera efectiva se respete a cada persona favo-reciendo su desarrollo integral. Esto pasa por elefectivo cumplimiento de unos Derechos huma-nos.

1.5. Creemos que la economía es un medio para lapersona y no un fin en sí misma. Por ello cree-mos en una economía que ponga a la personapor encima del beneficio.

1.6. Creemos que una relación genuinamente ética yhumana comienza con el reconocimiento del ros-tro del otro. De aquí surge el imperativo ético de«no despreocuparnos del rostro del otro» (Lévi-nas).

1.7. Creemos en una nueva política que piense en laspersonas y concretamente, en los últimos.

2. ¿QUÉ ESPERAMOS?

Nuestro caminar hacia el futuro y la construcción delmismo mediante nuestras acciones se traducen en laespera de unos bienes concretos aunque ambiciosos,vistas las cosas desde la situación actual. Nos senti-mos esperanzados, siendo doble la fuente de nuestraconfianza: la confianza en lo que nosotros sabemosque podemos hacer y la confianza en una Persona conmayúsculas que nos promete que el mal no vencerásobre el bien. Así las cosas, esto es lo que esperamos:

2.1. Una sociedad en la que la dignidad común seacada vez más una realidad efectiva.

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2. E. Mounier, Manifiesto al servicio del personalismo, O.C. Tomo I, p. 6253. Ibíd., Revolución personalista y comunitaria en O.C. Tomo I, p. 1984. Daniel Izuzquiza, Al partir el pan. Notas para una teología política de las migraciones, Cuadernos Cristianismo y Justicia, 169, p. 5

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El fin de la pobreza ha de abordarse con rigor y desde la so-lidaridad, empezando, prioritariamente, por invertir los re-cursos naturales de cada país en los más necesitados. Pero,aparte de esta mala distribución de los recursos, estamosbajo mínimos en compromiso social, justicia y equidad. Fal-ta una auténtica voluntad compasiva y una permanente pre-disposición samaritana.5

Este motivo es el que empuja al P-C a exigir unarevolución de valores sin la cual no será posiblela genuina revolución. Hoy en día el fin de la po-breza extrema es posible, pero falta voluntad po-lítica que haga posible este objetivo.

3.5. Espiritualidad: La revolución que esperamos noserá fruto de una revolución económica o políti-ca, porque éstas sólo serán posibles desde unarevolución espiritual. Ésta implicará necesaria-mente un cambio de la economía, de la política,de la cultura, etc. Mounier, partiendo de un hu-manismo integral, cree y espera una revoluciónque sea al mismo tiempo espiritual y material.

3.7. Austeridad para compartir: Mounier tenía claro queel bienestar no es sinónimo de felicidad sino unmedio para la expansión vital de la persona. Fren-te al valor del poseer Mounier aboga por el des-prendimiento (la revolución de la pobreza) que fa-vorece la libertad de la persona frente a las co-sas. Desde esta actitud ante los bienes deconsumo nace una mentalidad de conversión ha-cia el otro poniendo a disposición del que menostiene los propios medios. Posees lo ajeno cuan-do posees lo superfluo.

3.8. Responsabilidad: la libertad no es un fin en si mismo,sino la condición de posibilidad para que la perso-na desarrolle su responsabilidad y su compromiso.

Una sociedad justa es aquella que se construyesiendo responsables con las leyes pero también sien-do responsables del estado de las leyes. El problemano estriba tanto en la ausencia de leyes sino en laexistencia de leyes injustas o en la no responsabilidadde las personas ante las mismas.

obra humana o persona y también a sentir (o dis-frutar) como un bien propio el bien, la perfecciónde esa cosa, obra o persona. El amor, aseveraMounier, es la unidad de la comunidad. Una co-munidad unida por el amor busca no tanto la fe-licidad como el ir a más juntos.

3.2. Saber: formarse para transformarse y transfor-mar. Una cita de Paulo Freire: La educación ver-dadera es un acto de amor que consiste enaprender a decir la propia palabra. Es reflexión yacción del hombre sobre el mundo para hacerlomás humano y habitable.

3.3. Esperanza: una doble esperanza, inmanente ytrascendente, anima nuestra acción. Para Mou-nier: nuestro compromiso está vacío si no estáreferido a un absoluto, a la trascendencia. No esla esperanza del optimista sino un optimismotrágico (Mounier): la esperanza se mezcla con elsentimiento de aparente fracaso, de despreciopor parte de aquellos que te pueden catalogarde utópico, de vivir contracorriente etc. Es eloptimismo del que trabajando por y con los últi-mos siente que su trabajo siempre queda in-concluso, y que aquellas causas a las que sirvesiempre necesitan más de lo que ellos puedendar.

3.4. Solidaridad-Compromiso-Acogida y donación: ser perso-na es exponerse a los otros. Dejarse tocar por elotro y en concreto por el que más nos necesita.

3.5. Conversión-Revolución: Somos conscientes de viviren un desorden establecido que responde a dosgraves crisis: crisis económica y crisis de valo-res. Apoyados en la esperanza de que otro mun-do es posible abogamos por una conversión in-dividual que favorezca la revolución social. Nue-vos valores para una nueva economía; nuevosvalores para una nueva educación, para una nue-va cultura. Quiero recordar unas palabras de laobra colectiva del Grupo del IEM La Rioja titula-da Propuestas para hacer más justa esta econo-mía:

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Análisis100

5. Grupo de la Rioja del Instituto Mounier, Propuestas para hacer más humana esta economía, Sinergia, Madrid, 2011, p. 22.

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P ermitiéndoseme el reduccionismo, dado que elcontexto son las Aulas de Verano del InstitutoEmmanuel Mounier, de reinterpretar el título

como «los retos del IEM ante la pobreza», hay dos as-pectos pertinentes que tratar: la pobreza en el IEM yel IEM ante la pobreza en el mundo.

1. LA POBREZA EN EL INSTITUTO E. MOUNIER

¿Es el IEM pobre? Una posible respuesta podría ba-sarse en el hecho cierto de que el IEM vive austera-mente, no solicita subvenciones y sus integrantes sedejan el tiempo y el bolsillo en él. Otra residiría en latozuda realidad de que cada vez somos menos, másviejos y con menos fuerzas. Éste es otro tipo de po-breza y que inocula el virus de la duda que susurra«¿tendrá esto continuidad?».

Sin embargo, el IEM no es pobre porque no tienealma de pobre. El militante personalista comunitariomató al militante obrero prometeico pero se apropióde su condena existencial: creer que el Reino de Jus-ticia y Fraternidad depende y lo construye él. Así,este pobre militante personalista comunitario sabeque hay un Tú que da sentido a su vida pero una cosaes saberlo y otra vivir de esa relación. Para entenderesta diferencia no hay cosa mejor que mirar a Maríaen el Magnificat. Allí María es pobre en el sentido dela primera Bienaventuranza: para María, Dios es elgrande, el fiel, el poderoso. Se atrevía a pensar deDios lo más grande. ¡Qué poco hemos conocido aMaría por dentro! ¡Cuánto le costó a Dios encontrarun corazón a la altura de sus promesas! ¡Por fin ha-bía encontrado un corazón disponible que se atrevíaa esperar de Él el Reino! Por eso hay tanta afinidadentre el Magnificat y las Bienaventuranzas. Y todoocurrió en el ocultamiento, en una pequeña aldeacercana a Jerusalén. Es la ley de la desproporción:nunca hay proporción entre lo que Dios hace y los

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LOS RETOS DEL PERSONALISMOANTE LA POBREZA

LUIS NARVARTEMiembro del Instituto E. Mounier, Madrid

Análisis 100

LUIS NARVARTE

ACONTECIMIENTO, NÚM. 99

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2. EL IEM ANTE LA POBREZA DEL MUNDO

La tradición de los Santos Padres y también de los so-cialistas utópicos nos recuerda que las necesidadeshumanas se pueden clasificar en tres:• El mínimo vital: constituido por los bienes necesa-

rios que permiten que una persona pueda vivir dig-namente (un mínimo de nutrientes, de energía, devivienda, etc.).

• El mínimo necesario para la vocación: constituidopor los bienes que la persona necesita para reali-zar la vocación a la que está llamado. Dado que larespuesta a su vocación es lo que hace que la per-sona viva como tal y no como un animal, estosbienes son los propiamente personales.

• El superfluo: constituido por los bienes que se acu-mulan una vez satisfechos los mínimos anteriores.

Esta tradición afirmaba que toda persona tiene de-recho al mínimo vital de subsistencia y que se cae enuna injusticia grave si existe alguien que no puede ac-ceder al mismo. En esa situación nadie tiene derechoa apropiarse de los bienes, que son comunes hastaque se satisfaga el mínimo vital de cualquier persona.Sin embargo, catalogaban el superfluo como intrínse-camente malo porque acaban poseyendo a su posee-dor y apartándolo de su vocación, que es su verdaderarealización. De tal manera que, aunque todo el mundotuviera satisfecho el mínimo vital, el superfluo deberíadistribuirse por el mal que le hace a su poseedor.

En coherencia con esto, y ante la indignidad delhambre en el mundo, el IEM debe proclamar que esnecesario arbitrar con urgencia tres medidas:

Renta básica ciudadana: para garantizar a toda per-sona su mínimo vital. Es cierto que acarrea ciertosriesgos pero ninguno comparable a la indignidad quesupone no instaurarlo y mantener a gran parte de lahumanidad en la miseria del hambre.

Salario máximo: poner un tope a los ingresos delas personas, por justicia distributiva mientras quehaya hambre en el mundo, pero también para permi-tir que las personas que ahora están ahogadas por elconsumismo puedan escuchar y realizar su vocación.

Decrecimiento económico: porque alcanzado cier-to nivel de bienestar, ¿para qué seguir hipertrofiandola dimensión económica de la persona al precio deatrofiar el resto de sus dimensiones (relacional, cultu-ral, política, espiritual, etc.)?

presupuestos humanos. Así, lo mejor que tenemosen nuestra vida es lo que nos empobrece porque nosparecerá maravilloso que Dios sea así y no de otramanera.

La actual pobreza de integrantes del IEM nos obli-ga a reconocer nuestro callejón sin salida existencial.No se fundamenta la existencia hasta que la vida nonos pone en situaciones que no podemos dominar,en la que no podemos controlar la existencia y, poreso, pone a prueba nuestra confianza en Dios. Hayuna confianza psicológica que se deriva de una ima-gen de Dios que nos quiere. Es necesaria para poderrelacionarnos y es un presupuesto para la fe. Perohay otra confianza existencial que parte de la expe-riencia de que ya no puedo seguir apoyándome en mímismo, de que la vida no me pertenece. Entrar en ladinámica de esta confianza supone crisis y, para queno se quede exclusivamente en palabras bonitas, re-quiere pasar por momentos de desconfianza. Hayque distanciarse de la ideología para descubrir real-mente la fe. Sólo así descubrimos lo real que es Diosporque es el Dios que salva y no el dios superes-tructura que nos da ideas que nos sirven para vivirpositivamente.

De esta manera, nuestra pobreza actual es la víade acceso al personalismo comunitario:

• Porque somos salvados de nuestra pobreza porGracia y, así, nuestra pobreza no es fracaso sinocamino.

• Porque nos atrevemos a esperarlo todo de Él des-de la confianza en su fidelidad.

• Porque nuestros compañeros de viaje son, así,precisamente los que no pueden. No son los per-fectos, ni los sabios, sino la comunidad de fraca-sados y salvados.

Los frutos de nuestra pobreza serán entonces:

• Recuperar el sentido de la acción: nuestro com-promiso tiene sentido pues el aparente fracaso nolo es, es camino.

• La permanencia, ya que ésta no depende de nues-tros méritos sino de su fidelidad.

• La obediencia, desde el agradecimiento y la admi-ración por su acción salvadora, y en el sentido dedejarle paso a Él en la construcción de su Reinoporque es el único que lo puede construir.

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Análisis100

Page 75: ANÁLISIS - Mounier

Y o no sé nada de pedagogía. No soy un teóricode la educación ni pretendo serlo. De tal mane-ra que si aguardaban escuchar grandes concep-

tos pedagógicos, y toda esa jerga con la que se armanlos especialistas para enfrentarse a un tema propio desu disciplina, me temo que voy a decepcionarlos. Porello, he creído conveniente informarles con toda ho-nestidad que sólo soy un amante de la sabiduría que noha perdido la curiosidad intelectual. Y nada más, perotampoco nada menos.

Con este espíritu emprendí la tarea de reflexionarsobre la educación. Inicialmente, acariciando la ideade esgrimir en mi descarga dos argumentos, que pu-diesen eximirme ante los especialistas de la intromi-sión en el ámbito educativo. El primero, la innegablepresencia de una dimensión ética en la educación, silo prefieren, la innegable presencia de un conjunto devalores que engorda las tripas de cualquier propuestaeducativa. El segundo, la responsabilidad que todoscontraemos, especialmente los que nos dedicamos alnoble oficio de pensar, de reflexionar sobre la educa-ción, puesto que, de una u otra manera, todos somospartícipes de ella a lo largo de nuestra vida.

Meditando serenamente sobre el asunto en el la-boratorio íntimo de la propia conciencia caí en la cuen-ta de que el camino de la educación no es otro que lasenda para llegar a ser hombre, el singularísimo itine-rario para llegar a ser uno mismo. Esto, y no otra cosa,ha sido desde siempre el objeto de la filosofía: ilumi-nar los caminos del hombre. Desde los tiempos ya re-motos en los que Diógenes salía con un farol a las ca-lles de Atenas, buscando en las concurridas plazas dela ciudad o entre los abarrotados puestos del merca-do, al hombre, la filosofía no ha cejado en su empeñode descubrirlo y acompañarlo. Sólo por dejadez o in-consciencia puede renunciar el filósofo a dicha tarea.Sólo por irresponsable desatino renunciará a pensarsobre la educación y sus valores porque con su barrose modela el hombre.

I. LA EDUCACIÓN COMO CAMINO

Si a pesar de mis palabras les queda algún resto deresquemor, considerando que he llevado el agua a mimolino, reparen por un momento en la etimología deltérmino ‘educar’, y en las dos acepciones fundamen-tales que ha tenido a lo largo de la historia. Durante lar-go tiempo, gentes muy ilustres e ilustradas han de-fendido que la palabra proviene del verbo latino edu-co, tomando de él la acepción de alimentar, criar. Ahítienen ustedes la tripa que debe llenarse para garanti-zar el crecimiento moral del hombre, admirablementeafín a una de nuestras iniciales justificaciones filosófi-cas para tratar el tema de la educación. En cuanto a laacepción por antonomasia, a mi juicio, es todavía másproclive al desarrollo de una reflexión desde la filoso-fía porque educo significa también hacer salir, llevar,avanzar, incluso, elevar, significados todos ellos ínti-mamente emparentados con este largo camino paraconvertirse en un hombre del que les hablaba.

Entendida como camino hacia la madurez integraldel ser humano, la educación no es un esqueje tiernoinjertado para siempre al árbol de las ciencias de laeducación, de cuyas poderosísimas ramas brota lainstrucción y la docencia, sino que pertenece a la tie-rra carnal de la que está hecha la vida del hombre. Allídebe brotar libremente, custodiado por la delicadamano de un jardinero que lo proteja tanto de la hela-da invernal del dogmatismo como de los vientos ra-cheados del relativismo. Sólo así el tipo de educaciónque defendamos contemplará al hombre tal cual es:un proyecto abierto a las infinitas posibilidades conlas que llega al mundo cada nuevo ser.

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ÉTICA Y EDUCACIÓN

MARCELINO AGÍS VILLAVERDEUniversidad de Santiago de Compostela

Análisis 100

MARCELINO AGÍS VILLAVERDE

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fianza aceptará provisionalmente que todos los obje-tos que llaman su atención desde el suelo son «caca»o que las figurillas que reposan sobre la mesa del sa-lón no se pueden tocar. Tristemente, el único argu-mento que podrá esgrimir para explicar el porqué detan injustificada prohibición será el de señalar con sudedo índice el culo. O, caso de que ya pueda compo-ner sus primeras frases, no tardará en comunicarnosque «no se toca, pega papá». Imagínense ustedescómo denominaríamos nosotros a un proceder deeste tipo desde la óptica adulta. Para él, sin embargo,son las primeras pautas de una conciencia moral quese instala al lado mismo de su conocimiento de la re-alidad.

Por muy desagradable que le resulten todo este tipode imposiciones y cortapisas, en esta primera fase dela socialización, no serán nada comparadas con las exi-gencias institucionales de la segunda, cuando comien-za el largo período que conocemos como escolariza-ción. El cordón umbilical ha sido cercenado por segun-da vez y ahora el niño es consciente de ello. Lo estánpreparando para la plena autonomía que tendrá queasumir en la vida adulta. No discuto que uno de los ob-jetivos primordiales de la institución escolar sea latransmisión objetiva de conocimientos, pero aún sien-do importante no es ni muchos menos el único.

Y, en este punto, nos topamos con la más aluci-nante paradoja del sistema educativo: la escuela pa-rece estar diseñada para la transmisión objetiva deconocimientos pero el escolar está aprendiendo ade-más y sobre todo valores. Siguiendo este camino dela educación, cuyo punto cero era el milagro de la vidade un nuevo ser y cuyo final la propia desaparición fí-sica del individuo, hemos llegado casi imperceptible-mente al otro gran tema que cae dentro de la órbitadel maridaje o enlace consumado entre ética y edu-cación: los valores.

II. LOS VALORES EN LA EDUCACIÓN

No tardaremos en concordar en que la educación en símisma es un valor y tiene sus valores. En cualquiera delas dos dimensiones o fases de socialización en la quese enmarca el proceso educativo es preferible ser edu-cado, incluso rizando el rizo mal-educado, que no que-dar abandonados a nuestra suerte en una especie devida salvaje, inimaginable siquiera porque la propia vidadel hombre no estaría garantizada en una situación así,quiero decir, sin el arropamiento que tanto la familiacomo el conjunto de la sociedad proporciona. Otracosa es calibrar y ponernos de acuerdo en los valoresque la institución escolar debe transmitir y en el modopeculiar de hacerlo. Y aquí comienza el problema.

Desde que Ortega y Gasset atronara al público es-

Limitar el largo camino educativo, cuyo horizontepermanece siempre un paso más allá de donde nosencontramos, a los estrechos e institucionalizadosaños de las enseñanzas regladas es desconocer has-ta dónde alcanza la aventura de la vida. Otra cosa biendistinta es establecer el punto de partida, el itinerariopor recorrer, así como los desvíos y extravíos que nosacechan al pie de cualquier encrucijada o, cómo no, lasiempre angustiosa pregunta de saber cuál es el finaldel camino y si con él hemos alcanzado alguna meta.

Habrá, sin duda, batallones de especialistas y cientí-ficos que hayan investigado cuándo comienza el pro-ceso educativo, su punto cero. Yo sólo puedo dar fe delo que he visto. Y lo que he visto, siendo tan poca cosaes el más maravilloso de los milagros de la naturaleza.Ante mis ojos se despereza un ser desvalido y desnu-do, biológicamente inmaduro y necesitado hasta ungrado que da miedo pensarlo. Sin dientes con los quemasticar y haciéndose encima sus necesidades. Muylejos todavía de poder dominar las dos principales artesque lo harán plenamente humano: el lenguaje y la po-sición erecta que le permitirá caminar autónomamentepor el mundo. Una figurilla minúscula, hecha de carne,que llega reclamando su derecho a la vida a pleno pul-món. No me atrevo a asegurar, tampoco niego, que elrecién nacido proteste con su llanto por el encontrona-zo con un mundo que no se esperaba. Sólo puedo in-formar y dar testimonio de lo que he visto. Y lo que hevisto en ese ser, tan poca cosa, es lo más conmovedorque jamás he presenciado: lágrimas tibias deslizándo-se por sus mejillas, cristalinas y limpias gotas de un flui-do salado, manando de su alma de juguete y, a su lado,una madre consolándolo. En esa caricia, instintiva ymaternalmente humana, está naciendo la educaciónque acompañará al recién nacido más tiempo del quela razón biológica recomendaría. Un hombrecillo quemama educación más que leche materna. Como com-prenderán, después de una experiencia de este tipo,¿qué sabio de la tierra podrá persuadirme de mi equi-vocada percepción con respecto al punto de partida dela educación de cualquier ser humano?

No niego la labilidad de la conciencia de ese nuevoser, pero es ya un ser en el mundo y para el mundo,que crecerá día a día arropado por la fortaleza instinti-va y espiritual de su madre. Ha comenzado la primerafase de una socialización atravesada por el cariño en laque el niño descubre sus primeros derechos perotambién, ¡ay dolorosamente!, sus primeros deberes.¿En qué quedamos: el mundo me pertenece o no?, sepreguntará una y mil veces al descubrir los límites desu libertad. Por fortuna, el amor será para él una nubede algodón que amortiguará dulcemente la imposibili-dad de comprender racionalmente el continuo tira yafloja de su vivir diario. Sólo por ciega y amorosa con-

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quienes nos escuchan de que con ellos puede iniciar-se la tarea de recomponer la nave moral. Pequeñascosas que hoy comienzan a ser algo más que unamoda pasajera: los valores de la libertad y la justicia,el cuidado de la naturaleza, la solidaridad con el me-nos favorecido, la tolerancia, la paz. Procurando siem-pre escribir con minúscula dichos valores para quenuestro auditorio no los perciba como valores lejanos,abstractos, inalcanzables, sino como conquistas quetenemos al alcance de nuestra mano en la menuden-cia de nuestra vida cotidiana. En otro lugar he habla-do sobre estas pequeñas cosas de la vida diaria quepueden regalarnos la más alta aspiración de la Éticadesde los tiempos de Aristóteles: la felicidad.

Es aquí donde la pedagogía, de la que yo soy comoles dije un diletante, tiene una misión que cumplirpues no ignoro que estas reflexiones filosóficas enpleno proceso de maduración, deben encontrar unapresentación estable y acorde con las exigencias de laeducación en todos sus niveles. Contando, además,con el mejor aliado en cualquier proceso educativo: elmaestro. En ellos ha confiado la sociedad en el pasa-do la tarea de modernizar las mentalidades, motor dearranque de cualquier otro tipo de transformación so-cial ulterior. Y ellos han sufrido, desgraciadamente, lasconsecuencias funestas de los regímenes que veíanen la renovación y modernización pedagógica un aten-tado contra los valores de no sé qué alta tradición enpeligro de extinción. Sería un error de bulto de insos-pechados resultados presentarnos ante los alumnosllevando en nuestras manos únicamente las dudas ycongojas que nos acechan, sin ofrecerles además y,sobre todo, los valores que convierten la vida en dig-na de ser vivida. Tampoco solucionamos nada con de-jar el tema de la transmisión de los valores a la buenavoluntad y arbitrio de los maestros, como si todosellos estuviesen en posesión de una ciencia infusa yde un tino tal que sobrase cualquier planificación y di-seño sobre dicha materia. Pues una cosa es recono-cer que el docente no es sólo un proveedor autoriza-do de enseñanzas teóricas, que escinde su alma antesus alumnos para evitar cualquier juicio de valor o in-terpretación de la realidad, y otra muy distinta apelar ala espontaneidad de sus ocurrencias para que colabo-re con la familia en la transmisión de valores que com-pleten una educación integral de la persona.

Habrán notado en esta reflexión en voz alta sobre losvalores que una y otra vez ha aparecido con la sigilosapresencia de lo casual la «persona» como referente úl-timo de la educación. Llegado es el momento de con-firmar sus sospechas y declarar públicamente que entodas y cada una de las ocasiones en las que ha apare-cido ha sido con premeditación y alevosía por mi parte.Soy culpable de seguir creyendo en la persona humana,

pañol en 1930, al final de su Rebelión de las Masas,con aquello de que «Europa se ha quedado sin moral»,hemos comprobado en nuestras propias carnes la cer-tera percepción del filósofo. Ciudadanos ya de un nue-vo siglo y de un nuevo milenio, nadie duda que los em-bates de tanta filosofía deicida, en pro de la tierra pro-metida de una filosofía secularizada, han acabadodefenestrando la otrora dominante moral religiosa. Sise hubiese tratado de una simple substitución o cam-bio de una moral religiosa por otra laica o humanista,el hueco dejado por la primera pronto habría sido re-llenado, mejor o peor. Pero el hecho cierto es que nin-guna propuesta moral triunfó con la rotundidad apete-cida por sus defensores y el hueco dejado por la mo-ral religiosa se tornó un inmenso vacío que desalentóal hombre, condenado ahora a construir una nuevamoral en la que reinasen los valores de la tierra.

En un último alarde de gallardía, han surgido vocesque se han elevado contra la inmoralidad de no tenermoral y han propuesto una moral de mínimos, recupe-rando incluso los olvidados valores de la vida cotidiana,las pequeñas cosas con las que conformarse a falta delas grandes razones y conceptos de los también fene-cidos para siempre viejos sistemas filosóficos.

Ya nadie osa levantar la voz esgrimiendo grandesconceptos filosóficos, la Razón, el Ser, el Sentido de laHistoria, la Verdad, pero, como contrapartida, las pala-bras pronunciadas en la intimidad de nuestra vida, losvalores menores y hogareños, las pequeñas cosas quenos acompañan calladamente, el otro que comparteconmigo las fatigas del camino, han devenido asiderosimprescindibles para la vida. Y, de este modo, entre losgrandes ideales del pasado y la banalización de unavida que prescinde por completo de ellos, se ha abier-to un espacio intermedio donde todavía es posible en-contrar el sentido de la vida personal, la felicidad posi-ble. Es a través de esta minúscula rendija por donde seha colado la filosofía, presentando como principal he-rramienta metodológica la escucha atenta de las razo-nes del otro, para discrepar con él si es preciso, perosabiendo que sólo a través de este conflicto de pare-ceres e interpretaciones podemos concordar en los va-lores que hoy más que nunca vale la pena defender. Alfin y al cabo ¿no es este tira y afloja de ideas y valoresel que sustenta el civismo en una sociedad democráti-ca? Complacido, por tanto, me sentiría si esta intuiciónque brota de la contemplación del panorama del pre-sente, no exenta de una inevitable provisionalidad, seviese corroborada en el futuro pero, lo cierto, es que noson más que cábalas y lo que la institución escolar ne-cesita son realidades. ¿Qué podemos ofrecerle?

Pues quizás poco más que los restos de un nau-fragio que hoy recogemos a la deriva, pero ofrecién-dolos con ilusión suficiente como para persuadir a

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III. EL DIÁLOGO COMO ÉTICA EDUCATIVA

Este talante constructivo, esta invitación a ser moral,no pretende enmascarar todos los interrogantes quese ciernen sobre el panorama del presente, ni implicatampoco la renuncia a una revisión crítica de los valo-res vigentes en nuestros días. Los valores humanis-tas han caído en el saco sin fondo de la decadencia yfrente a ellos se ha erigido como una nueva religiónlaica el economicismo y una visión materialista de lavida que ha hecho del dinero su dios.

Mi propuesta, lejos de recaer en un optimismo sinmedida o en un juvenil idealismo, quiere demostrarque esta situación es mejorable, aceptándola como untiempo de búsqueda que llama a las puertas del filóso-fo para que ofrezca alternativas. La mía, en sintonía conla de esos extraños filósofos defensores de un peren-ne y constructivo conflicto de interpretaciones a partirde los relatos del presente, puede concretarse en unasola palabra: el diálogo. Por ello, será nuestro comúnacuerdo en los valores que vale la pena defender y ge-neralizar, fruto de un necesario diálogo entre toda la tri-pulación de un mismo navío común y globalizado, loque nos puede salvar de un naufragio colectivo.

Así pues, únicamente a través de un diálogo abier-to y franco con el otro podremos aliviar nuestra radi-cal soledad. Y, aunque el milagro de la palabra tienetambién sus límites para poner al descubierto nuestroser, sólo a su costa podremos aspirar a intercambiarpuntos de vista y acuerdos cercanos, para luego tras-ladarlos a los más jóvenes.

Por ello, aun siendo bien poco lo que les ofrezco alrecomendar efusivamente la necesidad del diálogo, aúnsiendo consciente de que sólo indico una dirección po-sible para encontrar sentido y no la receta culinaria quesaciará el hambre universal de sentido, considero quemis manos no están vacías. Es en la realización del diá-logo sobre los valores y la persona cuando saldrán, sitodo va bien, la amistad, la libertad, la solidaridad o elamor que todo lo subsume. Amor al hombre, al árbol yla piedra, amor al dios de las pequeñas cosas que pasaninadvertidas a nuestro lado, el silencio, la noche, los pá-jaros. Un diálogo, por tanto, que no se da tan sólo en elcara a cara interpersonal sino que es también social ycultural, sobre todo cultural. Esta es, acaso, la mejor ga-rantía de que lleguemos a entendernos entre nosotrosy de que podamos transmitir esta savia a los más tier-nos retoños de nuestro ser social: la cultura. Sólo las al-mas diestras en sensibilidad podrán entenderse.

precisamente yo, que debía ser, por edad y dedicación,un desencantado más en lo que concierne al sujeto y asus posibilidades, después de todas las crisis que ha co-nocido en los últimos tiempos. Puede que se haya frag-mentado el sujeto, diluido en medio de avatares históri-cos descorazonadores para el hombre, puede inclusoque la filosofía haya renunciado definitivamente al cogi-to cartesiano como piedra angular del edificio del saberfilosófico, pero la persona ha salido siempre a flotecomo si de un minúsculo tapón de corcho se tratase,sobreviviendo a tempestades en las que han naufraga-do las grandes naves de la vanidad humana: sujeto,conciencia, yo. Y, tengo para mí, que la razón de esta in-quebrantable voluntad de pervivencia está unida a la ad-hesión del concepto de persona al mundo de los valo-res. Fue precisamente E. Mounier quien, al definir lapersona, habló de esta subsistencia como característicade su modo de ser, justificándola del siguiente modo:«mantiene esta subsistencia con su adhesión a una je-rarquía de valores libremente adoptados, asimilados yvividos en un compromiso responsable y en una cons-tante conversión; unifica así toda su actividad en la li-bertad y desarrolla por añadidura, a impulsos de actoscreadores, la singularidad de su vocación». Permítanmeuna redundancia y podré decirles que en la persona sepersonifican los valores, dejando de ser palabras hue-cas para ganar un sentido concreto y singular. La per-sona es algo más que la depositaria de la libertad indivi-dual, es también el referente último de los derechos delhombre y de sus deberes morales. En ella están nues-tra razón y pensamiento, pero también nuestros más ín-timos sentimientos. Por ello, el destino natural de laeducación es la integridad de la persona humana: po-demos aspirar a instruir a un sujeto llenándolo de cono-cimientos pero la persona reivindica, con toda justicia, elderecho a ser educada.

La misión del educador será siempre la de abrir ca-minos, abrir nuevos mundos, invitando a recibir crítica-mente el bombardeo informativo que hoy ofrecen loscanales comunicativos de nuestra sociedad. Invitar a sermoral, más que imponer valores y aspiraciones propias,mostrar por dónde marcha la senda de aquellos valoresque bien pueden permanecer olvidados, ensombreci-dos por los fulgores rutilantes de las luces de neón o,simplemente, no estar de moda. Y mostrar también elsolitario camino de la montaña que conduce a uno mis-mo, lugar privilegiado para descubrir al otro, al que ama-mos o con el que quizás hemos compartido fatigas enuna ocasional parada de nuestro humano caminar.

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Análisis100

1. MOUNIER, E.: Manifiesto al servicio del personalismo; en Obras Completas, I, Sígueme, Salamanca 1992, p. 625.

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1. INTRODUCCIÓN

La ciencia influye de muy diversas maneras en nues-tro modo de concebir al hombre. Por eso, y porque elrespeto por el discurso científico como ideal de racio-nalidad está más vivo que nunca, y la ciencia es es-grimida como arma incontestable en las discusionespúblicas una y otra vez, no puede el filósofo persona-lista evitar una reflexión sobre esta actividad intelec-tual. Es necesario reflexionar sobre la ciencia, si que-remos pensar la persona de un modo que no se ten-ga que enfrentar, ya desde el mismo principio, con elcalificativo de «anacrónico». Y sobre todo tenemosque reflexionar, no tanto sobre la ciencia como activi-dad particular, sino sobre los datos que la ciencia nospueda proporcionar sobre la persona.

Ahora bien, por el hecho de que nos hallamos enplena era científica, el número de facetas de la inte-racción entre la ciencia y los demás componentes delpensamiento y la cultura actual es muy grande. Per-mítanme, pues, que renuncie al intento de ofreceruna visión panorámica de este campo, y mencionetan sólo (con la mayor brevedad) dos asuntos, entrelos muchos posibles. A modo de ejemplos de cómolas exploraciones científicas y los fenómenos cultura-les asociados a ella afectan al modo de entender quées la persona, y cómo se puede situar la persona enel contexto del resto de la realidad. Estos asuntosson: (1) La distinción entre ciencia y naturalismo cien-tifista; y (2) el conflicto entre el constructivismo socialy la imagen científica del mundo. Pasemos sin más aocuparnos de ellos.

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LA CIENCIA ACTUALY LA CONSTRUCCIÓN DE LA PERSONA

FRANCISCO JOSÉ SOLER GILUniversidad de Sevilla Technische Universität Dortmund

Análisis 100

FRANCISCO JOSÉ SOLER GIL

2. UN EJEMPLO DE LA DISTINCIÓN ENTRE CIENCIA Y

NATURALISMO CIENTIFISTA: LOS EXPERIMENTOS DE

JOHN-DYLAN HAYNES Y SU INTERPRETACIÓN

Hace tres años, la revista Nature Neuroscience publi-có un artículo firmado por el profesor John-Dylan Hay-nes y sus colaboradores del Instituto Max Planck de

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te y mecánico que, a la postre, constituiría lo únicorealmente real.

Estamos, pues, ante un problema muy serio: Laciencia está siendo utilizada en la actualidad para jus-tificar un edificio ideológico materialista y disolventede la persona, que a duras penas encaja con lo que deverdad se investiga en los laboratorios y observato-rios: Se nos está vendiendo como ciencia lo que noes sino filosofía materialista arropada en terminologíacientífica.

Por eso, el que trate hoy de pensar la persona,debe, en primer lugar, evitar la trampa del cientifismo.Una trampa en la que se puede caer de dos formasdistintas: tanto en la forma de ceder a su visión delmundo, indentificándola con «lo científico», como enla de rechazar la ciencia, negándose a tomarla comouna fuente válida de reflexión sobre la persona, porconsiderar que la ciencia dice del hombre lo que losmaterialistas dicen que dice.

En realidad, la ciencia puede leerse de forma natu-ral de una manera muy diferente a como suele hacer-se en nuestro tiempo. Y puede aportar datos muy in-teresantes a la hora de pensar la persona. En el últi-mo apartado de este artículo, voy a esbozar unejemplo de esto.

3. LA CIENCIA Y LA IDEA DE NATURALEZA HUMANA: ¿ES

EL HOMBRE CONSTRUIBLE ARBITRARIAMENTE?

Dentro del magma más bien confuso de ideas, cli-chés, planteamientos tópicos y políticamente correc-tos que configuran el «espíritu de nuestro tiempo»−el espíritu que impulsa las «élites» políticas y cultu-rales progresistas de occidente, y muy particularmen-te de Europa−, podemos identificar dos componen-tes de gran importancia, por constituir las claves des-de las que estas élites justifican sus análisis y suspropuestas particulares en gran número de temasque afectan al conjunto de la sociedad.

Estos componentes son, por un lado la idea de quela categoría decisiva para entender el hombre y la so-ciedad es la de «construcción», y por otro la valora-ción de la ciencia como la actividad racional por exce-lencia, en la que se debe apoyar, entre otros, el legis-lador.

La valoración de la ciencia es un patrimonio comúna (casi) todas las corrientes de pensamiento de nues-tra época. Pero el constructivismo social, es algo mu-cho más específico.

Puesto que todo es construcción, estaríamos legi-timados para construir algo nuevo. Y la propuesta pro-gresista será construir una sociedad sobre la base de

Ciencias Cognitivas y Neurología de Leipzig. El artícu-lo, presentado bajo el significativo título de «Determi-nantes inconscientes de las decisiones libres en elcerebro humano», tuvo un enorme eco, y encendióde nuevo la polémica en torno a la relevancia de lasinvestigaciones neurológicas, de cara a decidir lacuestión de si el hombre goza o no de libertad de de-cisión.

¿Demostraba el experimento de Haynes y sus co-laboradores que tal libertad es una ilusión?

Eso fue lo que se sugirió en la práctica totalidad delas revistas divulgativas al anunciar los resultados delas investigaciones de Haynes. El experimento, segúnse nos decía, mostraba que el cerebro determina lasdecisiones que llamamos «libres» al menos varios se-gundos antes de que las adoptemos conscientemen-te. Por tanto, la libertad humana sería una ilusión, ohabría que interpretarla en términos compatibilistas(que es más o menos tanto como mantener la palabracambiando por completo su significado).

Sin embargo, no pocos de los especialistas que es-tudiaron los detalles concretos de este y de otros ex-perimentos por el estilo, advirtieron varios puntos queencajaban muy mal con la «interpretación oficial»: Enprimer lugar, el porcentaje de fallos en la predicciónde la conducta era llamativamente alto: en un 40% delos casos, los sujetos realizaban justo la conductacontraria a la esperada. En segundo lugar, el experi-mento estaba concebido de tal forma que los sujetosno actuaran guiados por una reflexión previa, sino queactuaran al sentir una «corazonada». Más aún, tuvolugar un proceso de preselección de los sujetos delexperimento, en el que se eliminó a todas aquellaspersonas que tendían a emplear alguna estrategia a lahora de tomar sus decisiones.

En definitiva, el experimento estaba diseñado detal modo, que quedaba descartado el elemento refle-xivo que es fundamental a la hora de tomar una deci-sión libre… y aún así, las predicciones de la conductaresultaban poco fiables.

Si comparamos estos detalles con las informacio-nes que se divulgaron entre el público, nos daremoscuenta de que nos encontramos aquí ante un ejemplode lo que, en realidad, constituye hoy día una situa-ción bastante generalizada: la difusión, como resulta-do científico, de algo que no es más que una lecturaparticular, y bastante problemática, del mismo. Unalectura, además, que tiende a reforzar una visión ma-terialista del hombre y del cosmos, en la que los as-pectos más íntimamente asociados con lo personal(como puedan ser en este caso la conciencia y la li-bertad) son devaluados a la categoría de «ilusiones» o«epifenómenos» de un sustrato material inconscien-

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ciencia asume es la imagen de un orden natural, y enconsecuencia resulta mucho más consistente con laidea de una naturaleza humana. Lo cual a su vez im-plica que no todas las formas de enfocar la construc-ción de la propia vida y las relaciones con los demáshombres son igualmente válidas, con tal de que seanelegidas libremente. Por el contrario, puede haberplanteamientos vitales que desemboquen en situa-ciones patológicas, o en biografías pobres, en las quebuena parte de las potencialidades humanas quedenfrustradas. Y puede haber formas de estructurar lasociedad que sean nocivas para la misma, aunque re-sulten de un consenso amplio entre los ciudadanos.

Si el hombre es una realidad natural, y la naturale-za es un orden racional, entonces la ética y la políticadeberían basarse, no en la construcción de lo que sequiera sino en la búsqueda de lo que hace la vida másplena. Y en esa búsqueda no deberíamos dejar delado el caudal de experiencia ética y sabiduría que seha plasmado en las instituciones tradicionales quehan vertebrado nuestra sociedad a lo largo de los si-glos.

las decisiones libres y el consenso entre los indivi-duos. Todas las instituciones y los valores, deberíanestar basados en (y deberían contribuir a reforzar) la li-bertad para que cada uno construya su propia vidacomo mejor le parezca. Y estas instituciones y valo-res deberían ser además el fruto del consenso entreindividuos libres en este sentido −es decir, en el deconducir cada uno su vida en la dirección y el modoque quiera−. Los experimentos de ingeniería social alos que estamos asistiendo actualmente en España−desde el «divorcio exprés», a la nueva ley de igual-dad, pasando por los «progenitores a y b» y la desapa-rición del libro de familia− han de entenderse comointentos de construir esta nueva sociedad.

Sin embargo, lo cierto es que el constructivismoapenas encaja con la imagen científica del mundo. (Yesta es la clave para entender, por ejemplo, los epi-sodios altamente significativos de enfrentamiento en-tre las facultades de humanidades y de ciencias quese dieron hace unos años en las universidades delmundo anglosajón, y fueron conocidos como «gue-rras científicas»). Y la razón de ello es que lo que la

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Análisis 100

FERNANDO SOLER (IZQUIERDA), FCO. J. SOLER (DERECHA)

ACONTECIMIENTO, NÚMS. 42, 47 Y 64

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PAN Y ROSAS.LA EXIGENCIA DE LA BELLEZA

FÉLIX GARCÍA MORIYÓNProf. Universidad Autónoma de Madrid

«P an y rosas», ese era el lema principal deuna huelga famosa y muy dura que lastrabajadoras del textil de Massachusetts

llevaron a cabo en 1912 para mejorar sus condicionesde trabajo: todo lo que pedían era una jornada laboralde 54 horas a la semana y un salario digno. Eran, ensu mayoría, trabajadoras inmigrantes y en las reunio-nes de los huelguistas se podían escuchar más de 25idiomas. En sus manifestaciones iban cantando unacanción con ese lema, cuyo estribillo era: «Acabemoscon el esclavo y el haragán, no queremos que 10 tra-bajen duro mientras uno descansa: queremos partici-par en las glorias de la vida. ¡Pan y rosas! ¡Pan y ro-sas!». Las trabajadoras lo tenían claro: no sólo querí-an pan; querían disfrutar también de las cosas bellasde la vida. Mucho antes de la aguda descripción delnúcleo de la cultura occidental (y quizá de todas lasculturas) propuesta por Horkheimer y Adorno en laDialéctica de la Ilustración, ellas dejaban claro que noquerían dedicar toda su vida a remar mientras sus pa-tronos disfrutaban escuchando el canto de las sire-nas.

Tiempos recios vivimos (¡Y cuáles no lo han sido!),en los que la humanidad vuelve a afrontar desafíoscrecientes que no parecen tener fácil solución. Enmedio de todas estas turbulencias, hay algo que lla-ma mi atención. Si una persona va a los museos dearte contemporáneo, es bien probable que no en-cuentre muchas obras que pueda considerar bellas, oque despierten en su ánimo la paz y el gozo que sue-le proporcionar la contemplación de las cosas bellas.La belleza parece haber sido erradicada de uno desus ámbitos preferentes, el mundo del arte. Y engran parte es una erradicación consciente e intencio-nada, que nace con la denuncia realizada por las van-guardias a principios del siglo XX: no hay lugar para labelleza en un mundo en el que la violencia y la opre-sión son la norma. Al mismo tiempo goza de ciertaaceptación la idea de que la belleza no es una propie-dad objetiva de las cosas, personas o situaciones queprovocan en el espectador esos sentimientos. La be-

FÉLIX GARCÍA MORIYÓN

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tiene semejanza con lo que es propio del Hijo, puespara que haya belleza se requieren tres condiciones:primero la integridad o perfección: lo inacabado espor ello feo; segundo, la debida proporción y armonía;y, por último, la claridad, y así a lo que tiene color ní-tido se le llama bello» (S. Th. I, 39, 8). Posiblementees el segundo rasgo, la armonía y proporción el quemás frecuentemente se asocia a la belleza, pero sonigualmente reveladores los otros dos: la integridad operfección, en la medida en que, en su grado y nivel,cuando estamos frente a algo que es bello, percibi-mos una totalidad delimitada en sí misma con preci-sión sobre ese fondo inmensurable del espacio y eltiempo, un todo en el que las partes mantienen unequilibrio dinámico mostrando que ni sobra ni faltanada; y la claridad o luminosidad apunta a ese mo-mento de esplendor en el que se consuma nuestraexperiencia de algo bello.

Desde este enfoque, que ha sido retomado por au-tores contemporáneos como Maritain o Urs von Bal-thasar, podemos explorar diferentes caminos paraexigir, junto con las huelguistas de Massachusetts,que la belleza forme parte de nuestras vidas. Al exigirlas glorias y las rosas de la vida, no exigimos ni másni menos que alcanzar la plenitud personal que noses dado alcanzar, exigimos poder ser a un tiempo ín-tegros y perfectos, verdaderos y coherentes connosotros mismos, y buenos, y que todo ello se mani-fieste en el esplendor de la belleza, la que nosotrosmismos podemos crear y la que recreamos al con-templarla cuando es producida por personas ajenas.Son tres los posibles recorridos para hacer presentela belleza en el mundo actual de una manera fecunday transformadora.

Se trata, en primer lugar, de llegar hasta el final, alo que tiene de esplendor del ser, de plenitud que vamás allá de lo que es posible expresar y manifestar.Partiendo de la belleza sensible inmediata, la que Pla-tón encontraba en los cuerpos bellos, aceptamos uncamino de profundización y depuración en la expe-riencia del ser, y del esplendor del mismo, hasta lle-gar a lo que Tomás de Aquino recogía de la tradiciónde la teología negativa: del Ser, de la Belleza, no po-demos hablar. Es el ámbito del silencio y de lo inefa-ble abordado por San Juan de la Cruz, e igualmentepresente en la actualidad en el silencio de Wittgens-tein o en la estética Zen. Es la experiencia de sus-pender el juicio y dejarse penetrar por la belleza vivi-ficante que no puede ser expresada ni en palabras nien imágenes. Algo de eso es lo que intenta tambiénel arte abstracto en el que ese acercamiento a la ple-nitud del ser se alcanza renunciando a toda aproxi-mación figurativa.

lleza queda reducida al gusto, entendido ademáscomo un puro juicio subjetivo sobre el que, como de-cían los clásicos, no se puede discutir. Si a mí me gus-ta, no son necesarias más explicaciones y resultanimposibles las justificaciones.

Frente a esta disolución de la belleza en un océanode subjetivismo y lejos del rechazo crítico de la belle-za en el arte, aparece una reclamación de su objetivi-dad, reivindicada en especial por psicólogos, neuro-psicólogos y etólogos que descubren que efectiva-mente existen cánones de belleza que estánpresentes en todas las culturas y en todos los tiem-pos, mostrando con sus investigaciones que hay unagran verdad en la afirmación de que nos gustan las co-sas porque son bellas, sin negar que existan adapta-ciones culturales de esos cánones. Es más, y quizá enun efecto de compensación ante un mundo arisco,crece desmesuradamente una industria dedicada aproporcionar a la gente todo aquello que ayuda a al-canzar una belleza personal, regida por estrictos cáno-nes, en gran parte impuestos por quienes controlan lasituación, pero también en gran parte coincidiendocon lo que esos científicos están descubriendo. El he-cho es que la cirugía estética, las grandes industriasde la cosmética o la ropa, y las cadenas de gimnasiostienen una aceptación cada vez mayor entre multitudde personas algo obsesionadas por el embellecimien-to personal, por más que en muchos casos su es-fuerzo no vaya mucho más allá de la pura aparienciasuperficial.

En este contexto parece necesario apostar por labelleza, pero procurando dotar a esta exigencia de uncalado filosófico que le permita ir más allá de una su-perficial mercantilización de la misma o de una puracontemplación consoladora. Conviene retomar unplanteamiento de la misma que se elaboró sobre todoen la Edad Media, expresado con gran claridad y pre-cisión por Tomás de Aquino. La belleza es uno de lostrascendentales del ser, esto es, uno de los rasgosque definen lo que es la realidad hasta el punto de po-der ser identificados con ella, pues lo que nos permi-ten es comprender mejor la compleja profundidad delo real. La unidad, la verdad y la bondad son esos tresrasgos fundamentales que en cierto sentido equiva-len a la misma realidad. Todo ser, por el hecho de ser,es uno, verdadero y bueno. Y añadía Tomás de Aqui-no, es también bello, un rasgo muy próximo a la bon-dad, pero que hace referencia al esplendor del ser. Enla medida en que el ser llega a su plenitud resplande-ce como belleza y provoca en el espectador una ex-periencia profunda de placer y gozo., pero también dearrebato y desbordamiento.

Definía con brevedad y precisión el teólogo deAquino la belleza: «La «especie», o sea, la «belleza»

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sí misma y de la llamada interior a la perfección. Labelleza, como la bondad, y como el arte en el que am-bas confluyen es tarea que tiene que manifestarse enla actividad humana, en relación directamente propor-cional a la perfección con la que se ejecuta. La belle-za en tiempos de tribulación debe plantearse comotarea, como acontecimiento y no sólo como desvela-miento y contemplación. Debe iniciarse como dura yascética crítica de la belleza entendida como evasióny falso consuelo, que no va más allá del superficial yfugaz embellecimiento. Muy al contrario va unida a latensión hacia lo mejor para alzarse hasta la realizaciónde la plenitud de la belleza, trasunto del todo en elfragmento, de la eternidad en el tiempo, de lo tras-cendente en lo inmanente. Es antes que nada unacontecimiento que está más allá y más acá de las pa-labras. Es la hendidura abierta en la acción, regida porla economía del don y de la gracia, por la que se hacepresente la plenitud a la que estamos invitados y con-vocados. Es, siguiendo la etimología griega de kalos,acontecimiento-llamada que nos demanda hacer loque hay que hacer confluyendo así en una misma ex-periencia la bondad y la belleza, para lograr llegar a serbellas personas y no quedarnos en personas bellas.Es, en definitiva, no contentarse con menos que elpan y las rosas de la vida.

Se trata, en segundo lugar, de entender que la be-lleza es la manifestación del todo en el fragmento, loeterno en lo temporal, lo infinito en lo finito, lo tras-cendente en lo inmanente. La belleza irrumpe en lahistoria como acontecimiento que es a un tiempo gra-cia y don de Dios que se hace presente en el frag-mento y llega hasta la plenitud de la belleza en la to-tal kenosis del Hijo en su muerte en la cruz. La belle-za es sin duda esplendor en la forma que provocagozo y reposo, como ocurre en la transfiguración delmonte Tabor. Pero es igualmente ruptura, laceración ymuerte que llega al anonadamiento total en la Cruz,en la absoluta entrega movida por el amor (ágape),puro don, pura gracia. Siguiendo las reflexiones deUrs von Balthasar abordamos la belleza como mani-festación del todo en el fragmento, como la ausencia-presencia que se da en la luminosa oscuridad del cru-cificado. Es la percepción gozosa del esplendor de laforma, pero también incluye arrebato y éxtasis. Es en-carnación y don al ser humano para que participe enella. Es desolación del Viernes Santo culminada en elgozo pacificador de la gloria del resucitado.

Se trata, por último, de entender la belleza comoacontecimiento, entender el ser como conatus, es-fuerzo de realización y de búsqueda de la plenitud; esvoluntad de poder y potencia creadora que hace de supropia vida una obra de arte que toma conciencia de

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Análisis100

ACONTECIMIENTO, NÚMS. 58

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D e entre las diversas formas de arte siempre meha atraído especialmente el arte de contar his-torias. A continuación voy a hilvanar breve-

mente una serie de reflexiones sobre este arte, sibien tengo la intuición de que gran parte de lo queaquí se va afirmar sobre el arte narrativo se podríaaplicar también al arte en general. Para ello sigo es-trechamente a Brian McDonald1, un autor que combi-na una profunda comprensión de las historias con unaclaridad expositiva singular.

Historia es cualquier actividad en que se cuentaalgo: un chiste, una anécdota, un cotilleo, los mitos,las leyendas urbanas, las parábolas, las noticias, lasbiografías… y, por supuesto, también los cuentos, lasnovelas y las películas. A lo largo de la historia ha ha-bido sociedades desarrolladas que no conocían la es-critura; sin embargo, no se conoce ninguna sociedaden la que no se contasen historias. Este hecho ya su-giere que las historias cumplen una función adaptati-va, más importante aún que la escritura. ¿Cuál es esafunción? ¿Por qué contamos historias?

Contamos historias porque no podríamos vivir sinellas. Las historias que contienen información vital sereproducen como si fueran organismos vivos: nos sen-timos impulsados a contarlas, a repetirlas una y otravez, a compartirlas con los demás. Una buena historiase expande más deprisa que el fuego en los rastrojos,pero además es capaz de sobrevivir durante milenios.Por ejemplo, una historia que todos hemos oído con-tar, la del pastorcillo y el lobo (también conocida como`¡Que viene el lobo!´) tiene por lo menos 2.500 años,pero sigue viva porque transmite un mensaje impor-tante: si la gente piensa que eres un mentiroso, nadiete creerá, ni siquiera cuando digas la verdad.

Somos consumidores voraces de historias. Lasbuscamos a diario: en la radio, en las noticias, leyendo

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LO QUE HAY POR DEBAJODE LAS HISTORIAS

JOSÉ MANUEL ALONSO Miembro del Instituto E. Mounier, [email protected]

Análisis 100

1. La fuente de este texto es el libro de Brian McDonald The Golden Theme. How to Make Writing Appeal to the Highest CommonDenominator, Libertary Edition, Seattle, Washington, 2010. Se puede consultar en línea en http://www.booktrope.com/book/the-golden-theme.

JOSÉ MANUEL ALONSO

ACONTECIMIENTO, NÚMS. 51

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contremos más verdad en un culebrón, o en una his-toria de ciencia ficción, que en algunos programas de`telerrealidad´ (reality shows).

Las historias no podrían funcionar si no fuéramostodos iguales. Es nuestra capacidad de empatizar, deimaginarnos dentro de las circunstancias de los per-sonajes de la historia lo que hace que funcionen lashistorias. Estamos predispuestos a sentir lo que sien-ten los demás. Aprendemos lecciones de las historiasporque lo que les pasa a los protagonistas es como sinos pasara a nosotros.

Ésa es la causa de que las historias tengan un po-der curativo. Nos ayudan mostrándonos que no esta-mos solos, que otros comparten nuestros problemas,nuestro sufrimiento. Una de las responsabilidadesprincipales de un contador de historias es mostrar a lagente que no está sola en su sufrimiento, buscar co-nexiones entre los que intervienen en una historia ylos que la escuchan o la leen. Por eso es tan impor-tante comprender la verdad subyacente a todas lashistorias: todos somos iguales.

Buscar el estilo como fin en sí mismo sólo produ-ce historias basadas en el propio ego. McDonald afir-ma: «Como contador de historias, eres un sirvientede tu historia, no el amo. Tienes que hacer lo que tuhistoria requiera, no lo que tú quieras. Tienes que qui-tar tu ego de tu historia. El arte no consiste en mos-trar a la gente quién eres tú; consiste en mostrar a lagente quiénes son ellos. O, más exactamente, enmostrarnos quiénes somos: como seres humanos.»

Oscar Wilde escribió: «revelar el arte y ocultar alartista es la meta del arte». Para McDonald, decirle aun artista que se `exprese´ sólo produce arte medio-cre; sería mejor decirle que se exponga, que escarbeen lo más profundo de su ser y enseñe lo que en-cuentre. Entonces el artista desaparecerá y los que lesigan se verán a sí mismos. Para eso hay que elimi-nar todo estilo.

Las historias reúnen la sabiduría colectiva de todala humanidad. La tarea de los contadores de historiasno es simplemente entretener. Tampoco lo es desta-car por la belleza del lenguaje. Los contadores de his-torias tienen un trabajo muy importante, uno de losmás importantes. Su trabajo es hacer saber a la gen-te que todos compartimos unos sentimientos, y queesos sentimientos nos unen. Es un arte curativo y,como todos los sanadores, tienen una responsabili-dad. Que la gente sepa que no está sola. Que la gen-te entienda que todos somos iguales.

un libro, cotilleando, charlando en el trabajo. Las histo-rias nos permiten beneficiarnos de la experiencia delos demás sin haber tenido que pasar por esa expe-riencia nosotros mismos (dicho más sencillamente,escarmentar en cabeza ajena). Las historias transmi-ten valores de una forma incomparablemente más po-tente que ninguna teoría, porque ilustran esos valoresmostrándolos `en acción´. Si queremos enseñar a unniño la importancia de decir la verdad, podemos darlecien sesudos argumentos morales; o bien podemoscontarle el cuento del pastorcillo y el lobo. ¿Cuál de losdos métodos creen que será más eficaz?

Pero no todas las historias tienen el mismo valor.Hay historias que no sirven más que de entreteni-miento, que no transmiten información vital alguna.Aquí McDonald realiza una esclarecedora compara-ción entre las historias y la comida. ¿Cuál es la fun-ción de la comida? ¿Saber bien? No. La función prin-cipal de la comida es alimentarnos. Es cierto que lacomida además puede saber bien; es cierto que lashistorias pueden entretener. Pero su función primor-dial es otra. Las historias que sólo sirven para entre-tenernos son como comida basura: puede que estérica, pero no alimenta y te mata poco a poco.

Hay mucha gente que explota nuestra necesidadde historias vendiéndonos conflictos sin sentido nipropósito, ruido y fuegos artificiales. Estas malas his-torias, que prometen alimento pero no lo dan, van encontra de todo aquello para lo que existen las histo-rias.

Cualquier historia que valga la pena tiene que vercon la verdad. Y existe una verdad subyacente a to-das las historias. No nos debemos dejar confundir porla inabarcable variedad de los géneros y las formas enque se presentan las historias. Por debajo de todaslas historias, traten de lo que traten, existe otro men-saje. Un mensaje universal. Este mensaje que expre-san todas las historias lo formula McDonald en unafrase sencilla: todos somos iguales.

Algunas historias se acercan más a esta verdad.Otras se acercan menos. Pues bien, cuanto más seacerca una historia a iluminar esta verdad, más po-tente y universal se vuelve, y más gente se sienteconmovida por ella. Porque esta verdad es una leyuniversal: todos somos iguales.

Todas las historias que merecen la pena son ver-daderas, en un sentido profundo. Da igual lo increí-bles que sean los hechos que cuenten, contienen in-formación vital. Ésa es la razón de que a veces en-

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1. La persona, antes que una categoría filosófica fru-to de una reflexión teórica, es fruto de una experien-cia histórica. Se tematizará en los primeros siglos dela Iglesia con motivo de las controversias cristológicasy trinitarias; y se perfeccionará en el pensamientomoderno como teoría. Pero como experiencia vitaltiene su raíz en la historia religiosa tal como nos esatestiguada por la Biblia de forma suprema. Existedonde tal experiencia se da y desaparece donde noexisten los elementos históricos y los presupuestosmetafísicos de ella.

2. El acto desencadenante de esta experiencia es unallamada, un envío, un encargo, una misión y una res-ponsabilidad, que rompen el universo cerrado delhombre y le abren a otro espacio, que llamará tras-cendencia, Eterno, santidad, Dios. Alguien se hacepresente y evidente, aun en su incognoscibilidad, sa-cando al hombre de su vida, de su patria, de su fami-lia, desarraigándose de una tierra vital e implantándo-se en otra.

3. La figura de Abraham es el exponente inicial de lahistoria bíblica hecha de una palabra divina que susci-ta una respuesta humana, en la que él llega a sí mis-mo justamente por la relación que alguien de más alláy más alto que él ha iniciado gratuita y libremente conél.

4. En el inicio de esta experiencia fundante de la ca-tegoría de persona están dos sujetos: uno que llamay otro que es capaz de ser llamado; por ello las cate-gorías de relación y de autonomía surgen así coex-tensivas y como constitutivas de la categoría de per-sona, ya que desde la relación instaurada desde fue-ra surge en el hombre la conciencia de ser alguien ya la vez le hace posible y necesaria la respuesta quetiene que dar desde sí mismo y por sí mismo. Se esllamado en persona para ir a otras personas. Por esono existe el individuo como absoluto. Existe el uno y

los otros; el yo y el prójimo como tú constituido yconstituyente. Desde aquí aparece la distancia queexiste entre la experiencia bíblica de la persona (rela-ción-autonomía) y aquella experiencia moderna de laautonomía centrada en la absolutez de la propia liber-tad y del individuo sin prójimo, en su soledad.

5. Ser llamado con el nombre propio equivale a seridentificado y a tener que identificarse ante quien lla-ma, en la respuesta, reclamando a su vez el nombredel que le llama, para que la relación se prolongue yexplicite en el diálogo. La conciencia de la infinita di-ferencia cualitativa entre el que nos llama (santidad) ynuestra realidad convierte ese diálogo en oración. Laoración es así el lenguaje específico del ser personalreligioso. Tener nombre, tener rostro, tener palabraes así lo inicial y esencialmente constituyente de lapersona.

6. Las palabras que están en el subsuelo de la expe-riencia personal tal como ella aparece en la Biblia sonéstas: nombre y nominación, llamada y respuesta, vo-cación y misión, cualificación para realizar esa misióncon responsabilidad hasta llevarla al final y dar razónde ella ante quien la encargó. La experiencia de la rea-lidad personal del hombre, tal como la vemos naceren la Biblia, puede oscurecerse, volverse ambigua oincluso absolutizarse al margen de su contenido teo-lógico originario y convertirse en una categoría antro-pológica válida por sí misma. El cristiano no se opon-drá a ese uso autónomo e incluso colaborará conquienes lo reclaman, pero no dejará de dar testimoniode ese origen teológico y preguntará hasta cuándo sepodrá mantener esa brasa ardiendo, sin el fuego teo-

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LA ENTRAÑA PERSONALISTADEL CRISTIANISMO

OLEGARIO GONZÁLEZ DE CARDEDALTeólogo

Análisis 100

OLEGARIO GONZÁLEZ DE CARDEDAL

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quien filiación, persona y misión coinciden. El Hijoeterno es relación subsistente y en ella es constituidopor el Padre, constituyendo a su vez al Padre y al Es-píritu. Ese Hijo eterno expresa y realiza su filiación enel tiempo mediante una naturaleza y un destino hu-manos que suscita al asumirlos y asume al suscitar-los, en los que vive una historia de relación con el Pa-dre como destino solidario con los demás hombrescomo hermanos. Su filiación eterna se prolonga en lamisión personal y ambas constituyen su persona, deforma que no hay un Hijo que no sea el enviado y nohay un enviado que no sea aquel cuya misión es serredentor. El cristiano es persona en la medida en quecomparte esa filiación, se hace receptivo a esa acciónredentora y santificadora, y se deja transformar por elEspíritu Santo en una humanidad complementaria enla que Jesús siga realizando y extienda a toda la his-toria, geografía y cronología, su misterio.

11. La Iglesia es el lugar concreto donde perduranesas llamadas de Dios a los hombres, en una diversi-dad admirable que permite a cada uno de nosotros oíruna voz propia con la que identificarnos, a la vez queidentificarnos sobre todo con la persona de Cristo quese hace Palabra, Sacramento, Testimonio y Misiónpara la vida del mundo. No hay un yo sin los otros.

12. El cristiano es así aquel que vive delante de Diosy anda en su presencia; que cuenta con que Dios pue-de llamarle y encargarle una misión; que reconoce enAbraham el paradigma de su itinerario creyente. Demanera única y suprema encuentra en Cristo la doblepalabra: la de Dios en el hijo que desciende y se diri-ge a él, a quien tiene por tanto que oír; y la palabra delhombre Jesús que se vuelve y devuelve a Dios, por-tando como pionero de la humanidad nuestra palabra,nuestra historia y nuestro destino ante Dios. La Cartaa los Hebreos es el testimonio completo de esta do-ble mediación de Jesús para con los hombres: la me-diación descendente del Hijo que es el resplandor dela gloria del Padre e imagen de su substancia, a la vezque el que sudó sangre por nosotros y con poderosoclamor y lágrimas se puso ante el Padre por todosaquellos a quienes llamó hermanos. Tal es el misteriode Jesús y tal es el misterio de nuestra existencia.Eso es ser persona en cristiano. Tal es la raíz de nues-tra comprensión personalista, que luego filosofíasposteriores interpretarán con la ayuda de aportacio-nes filosóficas, jurídicas y sociales, tanto de otros sis-temas como de experiencias humanas derivadas deformas de vida. Tal es la entraña personalista del cris-tianismo.

logal que la encendió. ¿Se mantendrá el hombre er-guido y sereno, esperanzado y alegre, cuando sólotenga ante sí como su único futuro: su finitud, su so-ledad y su muerte? La libertad se funda y mantieneen un amor previo y posterior tanto a la finitud comoa la culpa del hombre. La persona es constitutiva-mente alteridad; y una realidad personal con pasiónde infinitud sólo llega a sí misma cuando esa finitudse le revela con rostro personal, como amor y solida-ridad de ser y destino.

7. Así surge en el hombre la conciencia de ser alguien,de ser consistente para responder y llevar a cabo unaempresa, de diferenciarse de las cosas, de los anima-les y de las máquinas; de tener que responder y serresponsables. Éstas pueden hacer pero no puedenresponder ni ser responsables. La Biblia se abre contres personajes: Dios creador, hombre creado a suimagen, resto de la realidad. Los tres son inconfundi-bles. Confundirlos en la hybris, desmesura, culpa, o enel olvido y trivialización de unos u otros, es el principiodel caos. El ser primero del hombre, no cronológica-mente sino ontológicamente es su condición de ima-gen de Dios, llamado a ser semejante a él por la liber-tad y creatividad de que ha sido dotado por Dios, quienpor generosidad absoluta le ha llamado a ser, a obrar,a crear. La envidia es sólo propia de los dioses, ídolosy hombre, nunca del Dios vivo y verdadero.

8. Cada persona es así un absoluto porque tiene sunombre propio, su lugar en el mundo, su misión porcumplir, su palabra propia ante Dios con un nombreque sólo ellos dos saben. Lo que el Apocalipsis dicedel final de la historia vale ya desde el principio: «Alque venciere le daré un maná escondido y le daré unapiedra blanca y en la piedra, escrito, un nombre nuevo,que a nadie le es conocido sino aquel que lo recibe».

9. La Biblia ofrece una cadena de personajes (Abra-ham, Moisés, Elías, Jeremías, Oseas, Juan Bautista, ytodos los del NT) que viven en relación permanentecon Dios, en atenimiento a su llamada, en fidelidad ala palabra que les es dirigida, en el cumplimiento deesa misión, haciendo del quehacer encargado su serpersonal. En ellos la misión configura la persona y sellega a ser persona en el cumplimiento de esa misión,porque no hay una materia, cuerpo, o consistencia ob-jetivo al margen de ese encargo de Dios, y no hay unaautonomía que no se ordene a esa relación con Dios ya esa misión que hay que cumplir en una historia.

10. Esa lógica de la personalización de la vida huma-na logra su punto cumbre en Jesús de Nazaret, en

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Análisis100

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S egún el sociólogo Alain Touraine, el mundo vivehoy desorientado. La crisis de 2008 tiene unalógica perversa: hay un sector financiero que

se desinteresa totalmente de las inversiones y la eco-nomía y convierte el beneficio en la única meta. Losocial desaparece. Está deshecho, sin sentido. Deforma que hay que plantearse si hay una fuerza quetenga la capacidad de resistir a ese mundo económi-co global. Y afirma: «El bien y el mal existen. El bienes lo que permite al hombre vivir de manera humana.Esto significa ser respetado, no ser humillado, ser re-conocido como igual en derechos al margen de si unoes un campesino peruano o un premio Nobel de Físi-ca. Hay que reconstruir una sociedad en la que las ins-tituciones tengan la capacidad de crear espacios dereflexión. Un hombre es su trabajo, su familia, perodebe tener distancia respecto a eso. Y esa distanciapuede desaparecer si tengo que trabajar como un ani-

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LA INTELIGENCIA ESPIRITUALY LA CIENCIA DEL NO SABER

JOSÉ LUIS VÁZQUEZ BORAUPresidente del Instituto E. Mounier, Cataluña

Análisis 100

1. Cf. A. TOURAINE, La mirada social, Paidós, Barcelona, 2010. Las citas están extraídas del artículo El mal y el bien existen, El País,14/VI/2010.

JOSÉ LUIS VÁZQIEZ BORAU

mal, si se destruye mi conciencia porque me tratancomo un animal. Así, es bueno un acto que defiendemi capacidad de actuar de manera reflexiva. No por miestatus social, sino como individuo portador de un su-jeto universal». Para este intelectual, «en cierto senti-do, volvemos a la Ilustración: los derechos humanos,la dignidad, el ser humano como portador de derechosuniversales. La igualdad como base de la democracia,pero con carácter universal»1.

Nosotros ahora para poder actuar no solamente deuna manera reflexiva, sino también sabia, es decir, op-tando por una opción, como la personalista-comunita-ria, que no sólo atiende a mejorar a la persona me-diante el perfeccionamiento de la política, economía,educación, sin desatender esto, deberíamos poner enel fondo de toda acción la plenitud de la persona mis-ma, sin la aspiración a la cual el resto no tiene plenosentido, vamos a hablar de las dimensiones de nues-tra inteligencia, y, en particular, de la Inteligencia Espi-ritual (IES), relacionándola, de ahí el título de la pre-sente ponencia, con lo que se dice en el libro La nubedel no saber, de autor anónimo del siglo XIV, que eraun místico inglés, teólogo y director de almas, para lo-grar un desarrollo pleno de nuestra persona y lograrque lo social tenga un sentido. Vamos a desarrollar eltema en ocho puntos:

1. LAS TRES DIMENSIONES DE NUESTRA INTELIGENCIA

Nuestra inteligencia tiene una triple dimensión: emoti-va, racional y espiritual. Si no se desarrollan estas tresdimensiones, la persona queda reducida, decapitada.El año 1983, el doctor Howar Carner comenzó a difun-dir que no existe una sola manera de conocer y de re-lacionarse con el entorno, donde se identifica exclusi-

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fundizar en la búsqueda del sentido, descubriendoque los seres humanos son capaces de conquistar supropia felicidad mediante el desarrollo de la inteligen-cia espiritual, lo que le permitió enfrentarse a la sole-dad y a las privaciones del campo de concentración.Finalmente fue liberado el 27 de abril de 1945 por elejército norteamericano. Había perdido a sus padres,a su hermano y a su mujer, además de incontablesamigos y compañeros. Al regresar a Viena, escribió Elhombre en busca de sentido, que es la misión denuestra inteligencia espiritual.

Según los profesores Castiñeira y Lozano, «la inte-ligencia espiritual apunta al desarrollo de capacidadesgenuinamente humanas, como la capacidad de silen-cio, de asombro y admiración, de contemplar, de dis-cernir (y no solamente decidir), de ampliar los contex-tos en los que situamos nuestras vidas…, en definiti-va, al desarrollo de una cierta profundidad existencialy vital. Estas y otras capacidades humanas han sidoelaboradas mediante símbolos y prácticas por las di-versas tradiciones religiosas, aunque no sólo porellas»2.

No obstante, pese a llevar en nosotros la dimen-sión espiritual de la inteligencia, muchas veces la re-ducimos casi exclusivamente a la capacidad de clasi-ficar y de formular leyes sobre el comportamiento delas cosas. Esto es útil para la vida, pero el problemaestá en que olvidemos la totalidad de la realidad conuna mentalidad analítica. La finalidad de la IES es ilu-minar y orientar a las otras dos inteligencias, la emo-tiva y la racional. Y, así como la IR se alimenta de la ra-zón y la IE de la emoción, la IES se alimenta del si-lencio, cuyo fruto es la sabiduría3.

2. DISTINCIÓN ENTRE EL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO Y

EL CONOCIMIENTO ESPIRITUAL

La época moderna ha conocido una reacción antimís-tica bastante general. Las corrientes predominantes, apartir del Concilio de Trento, siglo XVI, han puesto elacento en el lado práctico y activo de la vida espiritual,en la meditación y la ascesis, desconfiando de unacontemplación que reclama la pasividad interior. Estaconcepción de la espiritualidad concuerda bien con lamentalidad de la época, en que se impone más y másel ideal de una razón que se siente ahora capaz de pe-netrar en los secretos de la naturaleza y de transfor-marla por medio de su actividad. También la ciencia seaparta de la contemplación, tanto religiosa como filo-

vamente a la inteligencia con el Coeficiente Intelectual(CI) que las personas tenemos. Así, decimos que unapersona es más o menos inteligente según sea el nú-mero de su coeficiente intelectual. Pero estamos ha-blando de la Inteligencia Racional (IR), que es la capa-cidad que tenemos las personas de aprender y com-prender. Esta inteligencia tiene muchos seguidores,pues ofrece grandes avances técnicos y científicos,pero poca humanidad. Aquí podríamos situar todo loreferente a la búsqueda de la verdad (la ética).

El año 1990, el psicólogo estadounidense DanielGoleman puso de manifiesto que la estructura basedel ser humano no es la razón sino la emoción. Pri-mero somos seres de pasión, de empatía, y despuésseres de razón. Se estaba refiriendo a la InteligenciaEmocional (IE). Aquí podríamos situar todo lo referen-te a la búsqueda de la belleza (la estética).

Así, nuestro cerebro está dividido en dos hemisfe-rios: a) El hemisferio izquierdo, donde se sitúa la par-te consciente y que es la sede de la IR y, b) el hemis-ferio derecho, donde se sitúa el inconsciente y que esla sede de la IE. Nuestra inteligencia procede de unaserie de intercambios entre los dos hemisferios delcerebro: El hemisferio izquierdo, parte consciente ysede de la IR y el hemisferio derecho, parte incons-ciente y sede de la IE. La síntesis de la informaciónanalizada se transfiere al cerebro derecho. Pero de-bemos tener en cuenta, que las vías de comunicaciónnerviosa son en el sentido siguiente: primero la«emoción», después el «razonamiento», y no en elsentido contrario.

Finalmente, será el psiquiatra Robert Cloningerquien, el año 1994, dirá que la Inteligencia Espiritual(IES) es la que hace que el ser humano se trascienda,encuentre el sentido de lo sagrado y tenga comporta-mientos virtuosos que son exclusivamente humanos,como el perdón, la gratitud o la compasión. Aquí po-dríamos situar la búsqueda de la bondad (la mística).

En el año 1942, durante la invasión nazi lideradapor Adolf Hitler, el catedrático de Neurología y Psi-quiatría de la Universidad de Viena, Viktor Frankl(1905-1997) decidió permanecer en la ciudad para nodejar a sus ancianos padres, pese a que tenía la posi-bilidad de emigrar con su mujer a Estados Unidos. Po-cas semanas después fue deportado junto al resto desu familia a un campo de concentración. Tras mesesde impronunciables vejaciones presenció la muertede su padre y tuvo que renunciar a su libreta, que fuedestruida, donde anotaba sus investigaciones. Las ex-tremas situaciones que le tocó vivir le hicieron pro-

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Análisis100

2. A. CASTIÑEIRA-M. LOZANO, La inteligencia espiritual, La Vanguardia, Barcelona, 16/03/2005.3. Para ampliar: J. L. VÁZQUEZ BORAU, La inteligencia espiritual o el sentido de lo sagrado, DDB, Bilbao, 2010.

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nentemente práctico, para guiarnos por la senda de lacontemplación. Hay muchos libros que enseñan lameditación de tipo discursivo, pero no abundan losque enseñan la oración contemplativa que va más alláde la idea y de la imagen, adentrándose hasta la nubesupraconceptual del no-saber. Y esto es precisamen-te lo que el autor inglés nos enseña, para quien todoconcepto, todo pensamiento y toda imagen han deser sepultados bajo una nube de olvido. Mientras tan-to, nuestro amor despojado de todo pensamiento seeleva hacia Dios, oculto tras la Nube del No-Saber.Así, con La Nube del No Saber por encima de mí, en-tre mi Dios y yo, y la nube del olvido debajo, entre to-das las criaturas y yo, me encuentro en el silentiummiysticum, que el autor inglés conoce por la obra deDionisio Areopagita4.

A este místico inglés se le ha llamado un San Juande la Cruz de dos siglos antes que éste, por su sor-prendente semejanza, pues casi todos los detalles desu doctrina tienen su paralelismo en el místico espa-ñol posterior, lo que nos permite afirmar que ambosescritores pertenecen a la misma tradición espiritualque ha fluido a través de la cultura cristiana, rom-piendo las barreras de tiempo y espacio que separanla Inglaterra del siglo XIV y la España del siglo XVI. Ysus potentes olas no han perdido fuerza ni siquiera enel siglo XXI. Por tanto, estamos ante el místico occi-dental más representativo, un guía seguro, y su orien-tación es altamente valiosa tanto para los que siguenla oración tradicional como para los que siguen otrasformas contemplativas importadas de Oriente. Deentre sus afirmaciones destacamos ésta del capítulo3: He aquí lo que has de hacer. Eleva tu corazón al Se-ñor; con un suave movimiento de amor, deseándolepor sí mismo y no por sus dones. Centra tu atencióny deseo en él y deja que sea esta la única preocupa-ción de tu mente y tu corazón. Haz todo lo que estéen tu mano para olvidar todo lo demás, procurandoque tus pensamientos y deseos se vean libres detodo afecto a las criaturas del Señor o a sus asuntostanto en general como en particular. Quizá pueda pa-recer una actitud irresponsable, pero, créeme, déjateguiar; no les prestes atención5.

sófica, para consagrar todos sus esfuerzos a la inves-tigación experimental y a las invenciones prácticas.Así, a la edad de la contemplación, que miraba el mun-do con admiración, como la obra de Dios, le sucede eltiempo de la ciencia, que lo observa para descubrir susleyes y emplearlas para el servicio del hombre.

A. El conocimiento científicoEl moderno conocimiento científico tiene su origen enuna nueva toma de posición del ser humano ante eluniverso, concentrando la mirada en la experienciasensible, controlable por la repetición y medible porlas matemáticas, quedando así limitada al orden de lacantidad según el espacio y el tiempo. Nos encontra-mos, pues, frente a una mirada del exterior, que pro-cura un conocimiento que seguirá siendo siempre ex-terior, pues versa sobre fenómenos. La observaciónde la naturaleza física es lo que mejor se presta a esemétodo; las cosas se complican más cuando la mira-da se proyecta sobre el ser humano. ¿No se necesi-ta, para penetrar en el interior de la persona, otro tipode mirada, una actitud y un método diferentes, quenos procuren otro tipo de conocimiento?

B. El conocimiento espiritualEl conocimiento espiritual o «ciencia del no saber» serealiza en el seno de la experiencia interior que se for-ma en cada persona al entrar en contacto con el mun-do, con las demás personas y con la escucha de la Pa-labra de Dios. Nace de una mirada que se mantieneen el centro de esta experiencia, en la intimidad de lapersona y de su compromiso. El método que se im-pone aquí ya no es una observación a distancia, sinoprofundización en nuestra interioridad, para alcanzarallí la fuente espiritual que nos alimenta, no con la fi-nalidad de apoderarnos de ella, sino para abrirnos a sucaudal, con una lucidez y una disponibilidad crecien-tes. La fuente es exactamente el espíritu en noso-tros; se manifiesta en el soplo que forma la palabra yen la inspiración que anima la acción.

3. UNA GUÍA PRÁCTICA HACIA LA CONTEMPLACIÓN

ESPIRITUAL

En la obra principal del citado místico inglés, La Nubedel No Saber nos encontramos ante un tratado emi-

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Análisis 100

4. Dionisio Areopagita, converso y discípulo de San Pablo, que llegó a ser obispo de Atenas. Debe su apodo a que era juez del Areópa-go, un barrio de Atenas. En el siglo VI se publicaron una serie de escritos de naturaleza mística y estilo neoplatónico, que fueronatribuidos a Dionisio Areopagita. Estudios posteriores demostraron que esto no era así, sino que pertenecían a un autor bizantinodesconocido, al que a falta de mejor nombre, se llamó Pseudo Dionisio Areopagita.

5. ANÓNIMO, La nube del no saber y el libro de la orientación particular, Editorial San Pablo, Madrid 2010.

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LA «NADA»

Juan de la Cruz sólo confía en Dios, avanzando por elcamino de la Nada. La intuición fundamental de Juande la Cruz es que «todo el ser de las criaturas, com-parado con el infinito de Dios, nada es»8. Es por estoque con paciencia va soltando todos los hilos quepueden retener su inteligencia, su voluntad y su me-moria lejos de Dios. Y se sumerge en el No-saber.Así, su vida y su enseñanza mística es una sola cosa.Fruto de su experiencia de soledad y de abandono enla cárcel, sabe descubrir que, en el proceso espiritual,este «horror nocturno» es positivo, pues es el pasode la acción divina en el alma, experimentando enunión con Cristo crucificado, el silencio de Dios9. Poresto, cuando más tarde Juan de la Cruz quiso educary alentar sobre la manera de llegar a la unión mística,simboliza este camino como una senda empinada yangosta, lo que exige al caminante desprenderse detodo, asumiendo generosamente la negación de lascriaturas. La purificación se realiza a nivel del sentidoy de espíritu, a través de tres instrumentos decisivos:fe, esperanza y caridad. Esto queda reflejado en susversos sobre la «doctrina de las nadas»:

Para venir a gustarlo todo,no quieras tener gusto en nada.Para venir a poseerlo todo,no quieras poseer algo en nada.Para venir a serlo todo,no quieras ser algo en nada.Para venir a saberlo todo,no quieras saber algo en nada.Para venir a lo que no gustas,has de ir por donde no gustas.Para venir a lo que no sabes,has de ir por donde no sabes.Para venir a lo que no posees,has de ir por donde no posees.

4. RECORRIDO HISTÓRICO-SIGNIFICATIVO SOBRE LA

CONTEMPLACIÓN

En las Iglesias de Oriente, y particularmente en laIglesia Ortodoxa rusa, existe una práctica espiritualconcerniente a la oración, que alcanza gran profundi-dad: es la Oración de Jesús o, también, Oración delCorazón, que llegan a remontar a los tiempos de losapóstoles, según las indicaciones que hacía San Pabloa los cristianos de que «orasen sin cesar»6. Se tratade repetir, siguiendo el ritmo del corazón, el nombrede Jesús, reconociendo a la vez nuestra situación pe-cadora. Esta tradición tuvo sus focos más vitales enlos monasterios del Monte Sinaí, sobre todo a partirde los siglos VI y VII, y en el Monte Athos en el sigloXIV. Desde finales del siglo XVIII comenzó a sentirse suinfluencia fuera de los monasterios debido a una obracaracterística, la Filocalia, publicada en 1782 por unmonje griego, Nicodemo el Hagiorita. Otra obra másreciente la popularizó. Se trata del libro Los relatos deun peregrino ruso, de finales del siglo XIX. Este libro al-canzó una difusión enorme en Rusia y ha sido edita-do en muchas lenguas. La última, este mismo año, enlengua española por Editorial San Pablo. La Filocaliaes un conjunto de obras patrísticas, con el fin de po-ner al alcance de todos, los grandes textos de los Pa-dres en relación a la doctrina de la oración continua yel estímulo a practicarla. Veamos por ejemplo lo quenos dice Marcos el asceta: Lucha por mantener sordoy mudo tu intelecto en el tiempo de la oración, y asípodrás rezar. La oración sin distracción es la más altainteligencia del intelecto. La oración es la ascensióndel intelecto hacia Dios. Si deseas orar, renuncia atodo para obtener todo. El estado de oración es un há-bito impasible que secuestra al intelecto enamoradode la sabiduría hacia las alturas intelectuales, conamor excelso7.

5. EL CAMINO DE LA CONTEMPLACIÓN O EL CAMINO DE

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Análisis100

6. 1 Tes 4, 17.7. Cf. AA.VV., La Filocalia de la oración de Jesús, Editorial Lumen, Buenos Aires, 1979; ANÓNIMO, La Vía del Peregrino. La mística de

la oración continua del corazón, Editorial Edaf, Madrid 1993; O. CLEMENT, La oración del corazón, Editorial Lumen, Buenos aires,1990.

8. SAN JUAN DE LA CRUZ, Subida al Monte Carmelo I, 4,4, Obras Completas, BAC, Madrid 1994, 264.9. Para la mística sanjuanista la unión es meramente «transformación participante». Juan de la Cruz compara al alma mística con una

vidriera «en la cual siempre está embistiendo o, por mejor decir, en ella está morando esta divina luz del ser de Dios». La místicasanjuanista es mucho más mística de la Noche que mística del éxtasis como instante de «gran Mediodía». Dios, para San Juan dela Cruz está siempre «escondido» y sólo en medio del vacío, la desnudez, la soledad, hay mística. «¿A dónde te escondiste?» es lapregunta que nunca se acaba de contestar. En San Juan de la Cruz no hay mística de pura, fácil, carismática «iluminación», como ladel iluminismo: su mística es inseparable de la ascética y ésta es ya mística. La relación entre la contemplación, la fe, que es contra-rio de visión, y la purgación, es decir el padecimiento, es para él esencial. La conversión del «purgatorio», purgatorio en vida, enexperiencia mística, es una de las grandes características de la concepción sanjuanista. Cf. J. L. L. ARANGUREN, San Juan de laCruz, Ediciones Júcar, Madrid 1973, 34-35.

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7. FE EN LA EFICACIA INMEDIATA DE LA PALABRA SA-

GRADA

De la tradición védica procede, como rasgo caracte-rístico de las religiones hindúes, la fe en la palabra sa-grada. Los mantras poseen, según la fe de los hindú-es, una fuerza creadora peculiar en virtud de su ori-gen sobrehumano. Se cree que posee una fuerzaespiritual y que su repetición favorece la liberación.Los maestros espirituales asignan a veces un mantraa un discípulo como forma de iniciación. En nuestrosdías Gandhi, el profeta de la India, que supo vivir unaprofunda contemplación en medio de una no menosintensa y profunda acción, acostumbraba a recitar elnombre hindú de Dios, Rama, en lo que él llamaba suRamanama, debido a que cuando era niño tenía mu-cho miedo a los fantasmas y los espíritus. Entoncessu nodriza Rambha le sugirió que repitiera el Rama-nama para combatir dicho temor. Y, como tenía mu-cha fe en ella, comenzó desde muy niño a repetir elRamanama para librarse de sus temores a los fantas-mas y a los espíritus. Gracias a la semilla de aquellabuena mujer, el Ramanama se convirtió en él en unremedio infalible. Según Gandhi es nuestro más po-deroso aliado para vencer la pasión animal, que llegaa convertirse en un auténtico báculo que le hace su-perar a uno todo tipo de pruebas. El Ramanama pro-porciona seguridad y equilibrio, sin abandonarte enlos momentos críticos. Cuando realizaba los últimosdías de su segunda huelga de hambre éstos le resul-taban especialmente duros, porque hasta entoncesno había comprendido la asombrosa eficacia del Ra-manama, siendo su capacidad de sufrimiento menor.El Ramanama es un sol que iluminó las horas más os-curas de Gandhi. El cristiano puede hallar el mismoalivio en la repetición del nombre de Jesús, y el mu-sulmán en la repetición del nombre de Alá. Sea cualfuere la causa por la que una persona sufre, la repeti-ción sentida y sincera del Ramanama constituye el re-medio más seguro. Dios tiene muchos nombres, ycada cual puede escoger el que mejor le resulte. Esverdad que el Ramanama no puede hacer el milagrode devolverte un miembro que has perdido, pero sípuede hacer el milagro aún mayor de ayudarte a go-zar de una paz inefable, a pesar de tal pérdida, y deprivarle a la muerte de su victoria y de su aguijón al fi-nal del trayecto. Indudablemente, el Ramanama es laayuda más segura. Si se recita de corazón hace quese esfume como por ensalmo todo mal pensamiento;y, eliminados los malos pensamientos, no hay acción

Para venir a lo que no eres,has de ir por donde no eres10.

Este es el camino, nos dice el santo, de llegar a ladesnudez espiritual, a su quietud y descanso, porquese está en el centro de la humildad11.

6. SILENCIO INTERIOR Y MÍSTICO

Miguel de Molinos Zuxia (Muniesa, Teruel, 1628-Roma, 1696), en su Guía espiritual, que lleva por sub-título Que desembaraza al alma y la conduce por el in-terior camino para alcanzar la perfecta contemplacióny el rico tesoro de la interior paz, publicada en 1675,expone que el mejor camino para el alma para llegara Dios es no hacer nada: ha de estar pura y sin peca-do, aligerada de toda preocupación o meditación,quieta. Dios hará lo demás. Esto produce un vacío es-piritual, una nada, como el camino más corto para lle-gar a Dios. Nos fijamos ahora en lo que dice sobre elsilencio: «Tres formas hay de silencio: El primero esde palabras, el segundo de deseos y el tercero depensamientos. El primero es perfecto, más perfectoes el segundo y perfectísimo el tercero. En el prime-ro, de palabras, se alcanza la virtud; en el segundo, dedeseos, se consigue la quietud; en el tercero, de pen-samientos, el interior recogimiento. No hablando, nodeseando ni pensando, se llega al verdadero y per-fecto silencio místico, en el cual habla Dios con elalma, se comunica y le enseña en su más íntimo fon-do la más perfecta soledad y alta sabiduría. A esta in-terior soledad y silencio místico la llama y conducecuando le dice que le quiere hablar a solas, en lo mássecreto e íntimo del corazón. En este silencio místicohas de entrar si quieres oír la suave, interior y divinavoz. No basta con huir del mundo para alcanzar esetesoro ni tampoco renunciar a sus deseos ni desape-garse de todo lo criado, si no te despegas de todo de-seo y pensamiento. Reposa en este místico silencio yabrirás la puerta para que Dios se comunique, te unaconsigo y te transforme. La perfección del alma noconsiste en hablar ni en pensar mucho en Dios, sinoen amarle mucho. Alcanzase este amor por medio dela resignación perfecta y el silencio interior12».

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Análisis 100

10. I Subida, 13, 11, o. c., 290. 11.Cf. J. L. VÁZQUEZ BORAU, Silencio y palabra, Bubok, Madrid 2009, 65-66.12.Libro I, cap. XVII

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virtudes en el corazón y en el espíritu. La sabiduría semanifiesta a través de su fecundidad cuando llega eltiempo, a través de la excelencia y del sabor de susfrutos para quien sabe apreciarlos. De esta maneradescribe la sabiduría Miguel de Molinos:

La ciencia es adquirida y luego engendra el conocimiento dela naturaleza. La sabiduría es infusa y engendra el conoci-miento de la divina bondad. Aquélla quiere conocer lo que nose alcanza sin trabajo ni sudor; ésta desea ignorar lo mismoque conoce, aunque lo alcanza todo. Finalmente, los científi-cos están detenidos en el conocimiento de las cosas delmundo, y los sabios viven sumergidos en el mismo Dios.

La razón iluminada en el sabio es una elevación alta ysencilla del espíritu, por donde se ve con vista sencilla y agu-da todo lo que es inferior a él y cuanto toca a su vida y esta-do. Esto es lo que hace el alma sencilla, ilustrada, uniforme,espiritual y totalmente introvertida y abstraída de todo lo cre-ado. Esta es la que mueve y atrae con suave violencia los co-razones de los humildes y dóciles, llenándoles con abundan-cia y suavidad, paz y dulzura. Finalmente dice el Sabio de ellaque le trajo todos los bienes juntos en su compañía: «Con ellame vinieron a la vez todos los bienes» (Sab 7, 11)14.

Termino con unas recomendaciones de José Anto-nio Pagola: «Quien ha recibido la gracia del silencio hade ponerla al servicio de los demás (1 Pe 4,10). Suvida, su palabra, su presencia ha de ser invitación per-manente a vivir desde la fuente. Las gentes de nues-tros días, acostumbradas a vivirlo todo desde el exte-rior, habituadas a entablar relaciones superficiales yperiféricas, necesitan conocer la experiencia de unencuentro más hondo con testigos que enseñen loque es peregrinar al fondo del corazón para encon-trarse con la propia verdad. Esta sociedad necesitatestigos que recuerden a todos esta verdad tan sen-cilla como decisiva: cualquiera que sea el rumbo delmundo, nadie encontrará vida verdadera, ayuda o sal-vación sino en su pobre alma maltratada pero habita-da por el Espíritu de Dios. Sólo ahí se encuentra el ca-mino de la regeneración, el aprendizaje de lo esencial,la liberación de la confusión, el crecimiento de la li-bertad. Es cierto que desde fuera no se le puede en-señar a nadie el silencio como no se le puede ense-ñar a creer o amar, pero se puede orientar y atraer alas personas a adentrarse con paz en su mundo inte-rior»15.

mala posible. Se puede afirmar sin temor que no hayrelación alguna entre el Ramanama, tal como se haexpuesto aquí, y el jantar mantar, la repetición de fór-mulas supersticiosas y mágicas. Recitar de corazón elRamanama constituye una ayuda de un poder incal-culable. A su lado, la bomba atómica no es nada. Estepoder es capaz de suprimir todo dolor.

8. LA CIENCIA DEL NO SABER O LA SABIDURÍA

Recapitulando diremos que la IES se alimenta del si-lencio y produce la sabiduría o la ciencia del no saber,que capta las cosas a partir de la interioridad que lasengendra. Se trata de un saber dinámico, ya que ilu-mina nuestra acción, con todo lo que la concierne,desde su causa hasta su fin último, en la visión amo-rosa de Dios. La sabiduría es, por consiguiente, un co-nocimiento radicalmente personal, a diferencia del co-nocimiento científico, que hace abstracción de lo quedepende de la persona.

De ahí se ha deducido que este tipo de conoci-miento, de orden espiritual y sobre todo místico, noposee la objetividad y la universalidad reivindicadaspor la ciencia, que este tipo de saber es puramentesubjetivo e incomunicable. Pero el conocimiento sa-piencial posee claramente su objetividad y su univer-salidad, aunque son de una naturaleza diferente. Así,a diferencia de la ciencia, que, para realizar su análisis,divide la materia en partes más pequeñas, y se vafragmentando conforme progresa en especialidadesmás y más penetrantes, la sabiduría, hasta cuando re-coge los múltiples conocimientos proporcionados porlas ciencias, los refiere siempre al centro donde ellase encuentra, al nivel del espíritu, en la inteligenciaespiritual, más allá de la razón razonante. En ese lugarinterior es donde la sabiduría se desarrolla medianteun continuo trabajo de síntesis. La sabiduría es activapor su trabajo de reflexión y de asimilación a base deexperiencia, y contemplativa por su atención a la luzsuperior que la preside.

El crecimiento de la sabiduría no se puede verificar,como en la ciencia, mediante exámenes, tests, medi-ciones y cálculos. Progresa por medio de una madu-ración que se inserta en la duración vital, diferente altiempo mecánico; tiene sus etapas y sus estaciones,como los organismos vivos, como crecen también las

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13.Cf. A. DE MELLO, Contacto con Dios, Santander 1991, 114-115.14.Guía espiritual, Libro III, cap. XVII.15.Cf. J. A. PAGOLA, Silencio y escucha frente a la cultura del ruido y la superficialidad, Idatz Editorial Diocesana, Donostia-San Sebas-

tián 1995.

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A estas alturas es evidente la inconsistencia po-lítica del gobierno español y de su presidente,a quien buena parte de un electorado impo-

tente hubiera revocado el mandato por incapaz, sinuestra imperfecta democracia hubiera previsto me-canismos para ello. Cuando uno expresa esta opiniónse encara con un chantaje ideológico: «criticas a ‘la iz-quierda’ (¡!), luego eres de derechas». Eco popular delas patricias voces que dictaron el diseño político de latransición con dos graves consecuencias: un sistemabipartidista que lo domina todo y una estructura terri-torial que comienza a verse como irracional. A ambosla crisis económica los ha puesto en ridículo.

Lógicamente, la factura tenía que pagarla el partidoen el poder, fuera el que fuera, pero esa factura va asalir más cara —sobre todo para millones de desem-pleados—, a causa de la incompetencia de los gober-nantes de turno. Si esta tesis la enunciaran los me-dios próximos al partido de la oposición, podría des-preciarse, pero cuando es la de economistas que hansido o estado cerca del PSOE, como Ángel Gimeno,o Mikel Buesa, es preciso tomar buena nota.

Mikel Buesa Blanco, catedrático de economía apli-cada de la Universidad Complutense de Madrid, hareunido esta serie de estudios, tan críticos como lúci-dos, sobre las causas de la crisis y sus efectos sobrela economía española, que demuestran la ignorancia,osadía e inoperancia del gobierno. Pero no por ensa-ñarse con él, pues Buesa va más allá y examina la de-bilidades estructurales de nuestra economía, que nopueden imputarse sólo a la gestión desastrosa deeste gobierno, ya que son el resultado de opcioneshistóricas que han fragmentado el cuerpo económicode España, haciéndola incapaz de resistir los embatesde la enfermedad financiera y económica que sufri-

LUIS FERREIRODirector de Acontecimiento

La crisis de la España Fragmentada.Economía Política de la Era ZapateroMikel BuesaEdiciones Encuentro, Madrid, 2010, 288 págs.

mos. La desgracia es que el sistema político de la de-mocracia no ha tenido la valentía de reformar la es-tructura económica, siendo este último gobierno, elmás inconsciente y caótico, el que ha tomado las de-cisiones más incoherentes y contrarias a lo que re-quería la actual coyuntura.

Como ejemplo, el autor analiza la primera respues-ta del gobierno y su primer palo de ciego. En «Las peo-nadas de Zapatero: el Plan E, la economía española yel desempleo» (cap. 3) describe los recursos emplea-dos y el destino de los mismos, «un gasto muy cuan-tioso… 76,9% de la inversión real del Estado… en fi-nanciar infraestructuras municipales que carecían deefectos externos sobre las actividades de producción»(p. 76), Se proyectó que trabajarían 277.535 personaspor periodos inferiores a un año, pero sólo se llegó a143.200 empleos. Y «hay que tener en cuenta que

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el profesor Buesa toma por los cuernos el toro del in-dependentismo del que alardean ciertos líderes, queno se sabe bien si se engañan o engañan, si son ilu-sos o estafadores. Los tres capítulos sobre la econo-mía política separatista desenmascaran las patrañasque frívolamente manejan, no sólo los políticos, sinotambién economistas como «el reputado académicoXavier Sala i Martín». Buesa desmonta esas fantasíaseconómicas comparando la situación privilegiada dela que gozan el País Vasco, Navarra y Cataluña, y la re-sultante de la independencia. Con sencillos cálculosdemuestra que la economía de la secesión equivale acrear una economía de recesión que hundiría a losnuevos Estados por más de 25 años. Buesa presta unbuen servicio a la verdad al denunciar las falacias y si-lencios de los profetas de la independencia, talescomo el olvido interesado de las prebendas que dis-frutan estas regiones, que desaparecerían con la se-cesión, o la presunción falsa de que, una vez separa-das, seguirían en la Unión Europea, cuando la realidades que sus tratados son contrarios a esa posibilidad,pues «el Estado que surgiera de una operación deeste tipo quedaría apartado de la UE, tal como ocurrióen el caso de Argelia cuando, en 1962, accedió a suindependencia» (173).

La tercera parte, dedicada a las «Las reformas es-tructurales», destaca la necesidad de tomar en seriola educación, insistiendo en que «el mayor esfuerzoha de hacerse en la escuela infantil y en la educaciónprimaria… donde se gesta el fracaso escolar». Tam-bién la reforma del mercado de trabajo, acabando conla segmentación actual y la desigualdad en la protec-ción de los desempleados, y promocionando el em-pleo de los jóvenes. Denuncia el «poder sindical»como un oligopolio diseñado institucionalmente, ata-do por la financiación, que «ha de considerarse comoun síntoma del deterioro institucional de nuestro sis-tema democrático». Ataca la irracionalidad de nuestrapolítica energética, que nos condena a una depen-dencia enquistada, costosísima e irrespetuosa con elmedio ambiente. Con gran realismo, el capítulo sobre«La termita demográfica y la impostergable reformadel sistema de pensiones» plantea la necesidad deequilibrar las cuentas, que obligaría a elevar la edadde jubilación hasta los 67 o 68 años. Por último, abor-da la reforma de las cajas de ahorros, previa crítica se-vera de la inoperancia del gobierno y del Banco de Es-paña y de la escandalosa impunidad de los gestores.

La cuarta parte, «Las ideas económicas del presi-dente Zapatero», se despacha en 22 páginas. Y esque esas ideas, si existen, no dan para mucho. Lo gra-ve ha sido la osadía de la ignorancia, la imprudencia

esos efectos han sido generadores de desigualdadentre los parados de las diferentes provincias espa-ñolas» (80), pues la probabilidad de beneficiarse unparado de Soria era 14 veces mayor que para uno deAlmería. El Plan E «no responde ni a razones de pro-moción del crecimiento económico ni a una preten-sión de paliar los efectos del desempleo en las zonasdel territorio nacional en las que éste es más intenso,Por tanto, su racionalidad, si es que existe, habrá quebuscarla en otro tipo de argumento». ¿Cuál? Sin dudala razón estaba en la obligación de «exhibir en lasobras financiadas por el Estado la leyenda ‘Fondo deinversión local para el empleo-Gobierno de España’».Hablando claro, el gobierno «ha hecho de las opera-ciones de imagen su principal preocupación» (85). ElPlan no alcanzó ninguno de sus objetivos, en cambio,«se convirtió en una fuente de fraude y corrupción yha tenido la enorme ventaja de crear, para el PartidoSocialista, una importante red clientelar» (87).

Sigue una radiografía demoledora de los tumoresque minan la economía: la estructura del Estado delas Autonomías, que impide afrontar una crisis de ori-gen internacional oponiendo la resistencia de unaeconomía nacional única. Los títulos de los capítulosson bastante expresivos: 4) Las balanzas fiscales delas Comunidades Autónomas: una concesión al na-cionalismo; 5) El pufo vasco; 6) El blindaje del Con-cierto Económico Vasco; 7) El privilegio navarro. Setrata de llamar a las cosas por su nombre y destaparlo que la demagogia oculta. Los nacionalistas han«buscado permutar el apoyo político al Gobierno na-cional de turno por el sostenimiento de una situaciónfinanciera ventajosa. Y como resultado de todo ello elCupo Vasco se ha convertido en un auténtico pufo, enuna estafa o engaño al conjunto de los ciudadanos es-pañoles» (111). Es de agradecer la sinceridad de esteeconomista vasco que reconoce los beneficios quelos estatutos vasco y navarro procuran a estas comu-nidades, financiados por el resto del Estado, es decir,por el resto de ciudadanos españoles. Una denunciaque debería ser bien explicada para conocimiento po-pular y que, por desgracia, nadie tiene interés en ha-cerlo. Buesa cuantifica el tamaño de la estafa que serepite año tras año: «podría evaluarse el pufo vascoen unos 3.250 millones de euros. Pero la cifra podríair más lejos… llegándose a una cifra del 7% del PIB[del País Vasco] ello significa que en términos per cá-pita, las Administraciones vascas han dispuesto deunos 2.000 euros por cada habitante, lo que les haconcedido una notable holgura financiera para dedicarrecursos a políticas nacionalistas…» (112).

En la segunda parte, «Economía de la secesión»,

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Concluimos con el último argumento de sus parti-darios: hay que salvar la política social de estos ochoaños. Pues bien, toda ella es propaganda e imagen:«Zapatero estaba entretenido con esas políticas quelos socialistas llaman de ampliación de derechos delos ciudadanos, que gestionan desde el Ministerio deIgualdad y que cuestan poco dinero» (285). Pero lamedición económica rigurosa delata la mentira: ladesigualdad aumentó de 2004 a 2008 (¿y en 2011?),como muestra el índice de Gini, o la ratio S80/S20(renta del 20% más rico respecto al 20% más pobre):según el INE, en 2008 los ricos eran 5,4 veces más ri-cos que los pobres, frente a 5,1 en 2004. Conclusión:la equidad ha empeorado (p. 258).

de no rodearse de un buen equipo económico, el des-precio al «santo temor al déficit», etc. La frivolidadeconómica del personaje se resume en frases como«¡Desengáñate, el único sector real es el dinero!»(267), que concuerdan con su uso para «comprar vo-luntades» y mantener el poder. «Zapatero es el últimoheredero en España de la vieja aspiración autoritariade subordinación de la economía a la política» (277),con «una visión maniquea de la que emerge un ene-migo ajeno, externo al belén progresista, causante delos males que su política debe enfrentar» (279). Enfin, según Keynes «los políticos que se creen ajenosa cualquier influencia intelectual son herederos de al-gún mal escritor académico», pero Buesa concluyeque «en el caso de Zapatero no hay ni eso».

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Más que reseñar un libro, quisiera reseñar lacausa que contiene, y que tiene pocos abo-gados razonables, eficaces, valientes y apa-

sionados. José Ramón Recuero sí lo es. Como Abo-gado del Estado en el Tribunal Supremo, es un juristaavezado al servicio de la defensa de los intereses delEstado, que no se conforma con una carrera en el te-rreno del derecho, sino que quiere ir más allá, dondeel derecho contrae nupcias vitalicias y vitales con lajusticia. Algo que tantos letrados legalistas ni siquieraimaginan, dando por hecho que la justicia y el derechono forman pareja estable o conviene concederles eldivorcio, aceptando de partida la separación imperan-te de la cosa legal respecto de la cosa moral, puntode vista del todo erróneo.

Un libro sobre la vida se recibe siempre con ale-gría, como ocurre con éste, aunque antes de leerlo in-tuía que, a medida que avanzara, iba a ganar terrenola tristeza, pues lo más hermoso y sagrado que poseeel hombre, que es su vida propia y la de sus prójimos,que le acompañan en el curso de la suya, hoy es lomás fácilmente profanado y maltratado de múltiplesmaneras a lo largo y ancho de la geografía mundial. Loesperado, efectivamente, se ha cumplido. Uno quedaabrumado por la densidad del mal, que lo es y lo se-guirá siendo cualquiera que sea el nombre que se ledé o los argumentos para justificarlo.

Pero también hay que decir que algo más ha idocreciendo en cada página: una indignación que no veopor las calles, porque nace de dentro, y, con ella, unaesperanza que emana de la seria y fina sensibilidad deque hace gala el autor del libro, a quien doy las graciaspor el esfuerzo y dedicación que ha consagrado a es-cribirlo. Igualmente hay que felicitar a la FundaciónSantiago Apóstol por haberlo financiado y a la editorialBiblioteca Nueva, por apoyar esta causa y, con moti-

vo de la JMJ’2011, enviar gratuitamente 5.000 ejem-plares a las 69 diócesis españolas para que ayude alos jóvenes y a las familias a formarse con argumen-tos sólidos frente respecto al aborto y la eutanasia.

En defensa de la vida humana es, en efecto, unode los libros más completos sobre estos temas, es-pecialmente en cuanto a su fundamentación en elpensamiento filosófico y jurídico desde la antigüedadhasta hoy. El autor sabe extraer de su copiosa erudi-ción las mejores inspiraciones de todos los tiempospara pensar y sentir la bondad y belleza de la vida hu-mana desde su inicio en la fecundación hasta lamuerte natural. Por sus páginas aparecen palabrassensatas y humanistas, que nos ayudan a reconocery a comprender el respeto y la humanidad con losque hay que acercarse a la gestación del ser humanoy a la extinción de su vida.

La primera parte, «La vida humana» (pp. 29-124),se divide en tres capítulos: 1). La vida y su transmi-

En defensa de la vida humana

José Ramón RecueroBiblioteca Nueva, Madrid, 2011, 392 págs

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a asegurar el aborto como prestación sanitaria paraquien lo desee. Con ello, estamos ante «el aborto deEstado», es decir, un crimen privado se convierte encrimen de Estado. Estas leyes siempre se presentanasegurando que van a paliar lo que ya sucede, sin em-bargo, recientemente, las cifras oficiales de 2010 re-conocen un aumento, hasta 120.000, del número deabortos.

En los capítulos siguientes nos trasladamos a Ho-landa, para analizar las prácticas, cada vez más fre-cuentes, de eutanasia neonatal para niños que, su-puestamente, son inviables, o tendrán una existenciacorta y con mucho sufrimiento. Se analiza también laregulación legal de la eutanasia y su práctica en Ho-landa, donde nos quedamos sobrecogidos por la des-humanización que presume de humanitarismo, delmal ofertado como un bien. Nos advierte el autor quees el modelo que quieren implantar los fanáticosapóstoles del evangelio de la muerte y sus crédulosseguidores y, que, sibilinamente, va infiltrándose yabriendo camino por medio de la legislación autonó-mica.

El autor observa que lo que está ocurriendo es unaverdadera quiebra del Estado de Derecho, que se re-duce paulatinamente a ser un Estado Formal de De-recho, dejando de ser un Estado Material de Derecho.Dicho de otro modo, un Estado que utiliza la formali-dad de la ley para dar cobertura legal a contenidos ob-jetivamente injustos. Lo cual le lleva a recordar la pro-fecía del Zarathustra de Nietzsche: «El Estado es elmás frío de los monstruos fríos. El Estado miente contoda frialdad y de su boca sale esta mentira: ‘Yo, el Es-

sión, 2). Biografía de un ser humano, (sobre el cursode la vida desde la concepción a la muerte), y 3). Eldeber de respetar toda vida humana. A lo largo deellos, el autor se esfuerza en presentar los hechoscientíficos, recurriendo a la biología, la genética y laembriología para demostrar que, no sólo no contradi-cen al pensamiento humanista, sino que vienen aconfirmar que el ser concebido y no nacido es huma-no, enteramente humano, en todas las etapas de suvida prenatal. Por tanto, debe ser, cuando menos, res-petado y protegido, pero, preferentemente amado yesperado con alegría. Siendo lo que es, un ser huma-no, con un desarrollo individual y autónomo —¡esto síes lo dice la ciencia, señoras ministras!—, entoncesla ética impone deberes para con él. Pero, además debuscar la solidez de los conocimientos científicos, elSr. Recuero ha sabido combinarlos con maestría concitas de los clásicos que añaden sana pasión humanaa la objetividad científica. Así que, a cada paso leemossignificativos textos que demuestran que la culturasólo puede existir si es cultura de la vida y del amor ala vida. Luciano, Ovidio, Clemente de Alejandría, Ter-tuliano, Aristóteles, Platón y otros muchos vienen ademostrar que la vida del hombre, en todos los mo-mentos de su existencia, es el valor culminante queindica la humanidad de una cultura o civilización.

En la segunda parte, «Ataques a la vida humana»(pp. 127-340), comienza la tristeza, pues se describeen profundidad cómo se está intentando anular esacultura humanista y reemplazarla por otra que no dis-tingue a las personas de las cosas, que cosifica cuan-to toca de lo humano, que no conoce piedad ni com-pasión para el ser humano embrionario, para el dismi-nuido, incapacitado o sufriente… El autor señalacomo culpable a una mentalidad —no quiero llamar aeso cultura—, imbuida por lo que él llama el materia-lismo antropoteista, que tiene sus raíces en ciertasderivaciones de la modernidad que han seguido unproceso de reducción del hombre a puro cuerpo indi-vidual, que acaba siendo divinizado (Cap. 4), con con-secuencias políticas que llevan a la pregunta de si«¿hay un Estado de Derecho o más bien ese EstadoDelincuente del que habló Del Vecchio, un Estado enel que impera la maldad a que se refiere Zubiri?» (p.158).

Continúa en el largo capítulo 5 (pp. 158-245), conuna exégesis muy detallada y crítica sobre la aberran-te ley española del aborto, la Ley de salud sexual y re-productiva, de 3 de marzo de 2010. Una ley que 1).garantiza el derecho de la madre a matar al concebi-do, convirtiendo lo que era un delito en un derechosubjetivo; 2). admite que hay vidas sin valor que pue-den ser eliminadas; y 3). obliga a los poderes públicos

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tado, soy el pueblo’». Y es que, en la genealogía delaborto legal y la eutanasia, todo comienza en el tota-litarismo de izquierdas o de derechas, en el EstadoSoviético y en el Estado Nazi. Las versiones moder-nas como la ley Thatcher (‘derecha’) o Zapatero (‘iz-quierda’) hacen de sus autores vástagos de aquellailustre estirpe totalitaria.

Por último, en la tercera parte, «Defensa de la vidahumana», de entre las sombras de la muerte resurgeuna esperanza condicionada a la lucha contra la des-humanización de la humanidad. El autor apela a las le-yes existentes, a los principios generales del derecho,a esa ley moral que según Kant anida en el pecho decada hombre, y que da primacía a la justicia contra leyque se tuerce. Es cierto que no se puede obligar porley a ser morales, pero menos aún se puede conver-tir la inmoralidad en ley. Si eso se produce, como esel caso, existe el deber moral de combatir esa ley. Laobjeción de conciencia, la educación integral de la

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persona, la promoción de leyes de protección de lavida —que es obligatoria para el Estado, según el Tri-bunal Constitucional, y sobre lo que ha sido negligen-te—, etc., son formas de combatir el imperio de lamuerte. Sin descuidar la meritoria labor que llevan acabo las asociaciones que acogen a mujeres embara-zadas tentadas de abortar, o a mujeres que han abor-tado y sufren las consecuencias, o medios como laadopción, que hay que facilitar.

Para que la defensa de la vida sea eficaz es preci-so combatir en muchos frentes, todos necesarios,uno de ellos es el de las ideas y las sensibilidades. Esahí, donde se enrola José Ramón Recuero, con estelibro que servirá de mucho a todos los que, militandoen la causa de la vida, saben que las armas del pen-samiento pueden dirimir la batalla. A todos ellos re-comiendo vivamente este buen libro, por estar escri-to con sabiduría, que es, además, un libro bueno porla bondad que lo inspira.

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