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    Cuadernos Polticos, nmero 25, Editorial Era, Mxico, D.F., julio-septiembre, pp.101-112.

    DocumentosAo I de laRevolucin Nicaragense

    SANDINISMO,

    HEGEMONA Y REVOLUCIN*

    Cuando las abigarradas columnas guerrilleras entraban en Managua el 19 de julio de 1979 y los fusiles

    libertarios se alzaban en triunfo enarbolados en las manos de miles de combatientes victoriosos, haban

    pasado dos dcadas de luchas a muerte en nuestro continente, de dudas y discordias, de recriminaciones

    tericas y de vigilias revolucionarias. La historia iluminaba entonces el surgimiento de un nuevo mo-

    delo y de una nueva praxis y el herosmo y la sabidura de una vanguardia haba conseguido encajar los

    mltiples elementos necesarios para componer la circunstancia victoriosa de ese nuevo modelo, y a

    travs de una guerra popular, romper con la dura costra de un esquema de dominacin que haba

    aguantado medio siglo de empujes y ahora se desquebrajaba por completo para no dejar sino los rastros

    de su violencia represiva y criminal, y finalmente genocida.

    UN PROYECTO HISTRICO, POPULAR Y ANTIMPERIALISTAEl pueblo en armas de Nicaragua triunfaba en la insurreccin y el Frente Sandinista triunfaba en la

    movilizacin y en la organizacin de las masas, triunfaba en la conduccin de diversas fuerzas sociales,

    probando la eficacia de complejas alianzas, y desembocaba en el xito de una estrategia de guerra y de

    una estrategia poltica. El sandinismo se lograba en Nicaragua como proyecto histrico de consecuen-

    cias irreversibles, como un proyecto de carcter popular y antimperialista, que haca pedazos el

    anquilosado sistema de dominacin interna impuesto por las armas de la intervencin norteamericana y

    cercenaba para siempre los amarres de una vieja e impdica dependencia, arquetipo de sumisin y

    expoliacin en Amrica Latina.

    El proyecto sandinista triunfante es un proyecto histrico y como tal no puede estar en juego ni en

    cuanto a su naturaleza, ni en cuanto a su hegemona, ni en cuanto a sus consecuencias, porque no ha

    sido engendrado en una circunstancia casual, ni en un azar de la historia, sino que es el resultado de

    * Documento ledo por Sergio Ramrez, miembro de la Junta de Gobierno de Nicaragua, durante el acto de clausura del

    Congreso Centroamericano de Sociologa Blas Real Espinales. Tomado deBarricada, 8 de julio de 1980.

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    toda una dialctica social que penetra profundamente sus races en una antigua realidad de opresin y

    explotacin, de ocupaciones extranjeras brutales, de ventas a plazo de la soberana, de un riesgo crtico

    permanente de la nacin misma como proyecto y de imposiciones maquinadas por el poder imperial

    que dise, arm y estabiliz a la dinasta depredadora. Explicar, por lo tanto, el sandinismo, es

    explicar a la nacin cimentada en las fuerzas populares que la defendieron histricamente y aseguraron

    su supervivencia y su victoria final.

    HEGEMONA POPULAR Y NACIONALIDAD

    En la ms crucial coyuntura de nuestra historia, cuando el general Sandino decide enfrentarse a la

    ocupacin extranjera en 1927, se est definiendo al mismo tiempo una opcin de clase que es la opcinde la nacionalidad. El sandinismo levanta entonces las banderas del antimperialismo y de lucha contra

    la oligarqua vendepatria, como una consecuencia del alineamiento de las clases sociales bajo el peso

    de la intervencin armada. Es el pueblo humilde de mineros, artesanos, peones, el que asume el

    proyecto de nacin, cuando la oligarqua liberal, o conservadora que es lo mismo, acepta complaciente

    la disolucin de la nacin, dbil y enajenada, servil y obsequiosa en su papel de triste intermediaria del

    poder imperial que le organiza sus clebres elecciones supervigiladas por infantes de marina y

    administra sus bancos, ferrocarriles y aduanas. El sandinismo asume a la nacin entonces, y habra de

    asumirla despus, porque la nacin como idea y como realidad se defiende en guerra y sobrevive

    gracias a la guerra. La hegemona popular se gana entonces para siempre en esta identidad liberadora y

    la soberana se afianza como soberana popular.

    La instauracin posterior a la gesta sandinista de 1927/ 1933, de un modelo de dominacin en la

    forma de una dictadura militar, que como las antiguas oligarquas vendepatria se solazaba en su

    sumisin irrestricta al poder imperial, no altera, sino que agudiza la contradiccin fundamental que

    sigue latente en nuestra historia, la guerra la continuarn en altos y bajos los mismos pobres del

    Ejrcito Defensor de la Soberana Nacional de Nicaragua; la contradiccin sigue siendo entre pueblo y

    dictadura, entre sandinismo y somocismo, entre la nacin y el imperialismo, y no se resolver sino con

    la destruccin y la desaparicin de todo el aparato de poder militar y poltico que la misma intervencin

    haba engendrado.

    El proyecto sandinista triunfante es por lo tanto, un proyecto nacional y un proyecto popular que

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    define su hegemona al sustituir, por medio de la lucha armada, al antiguo poder. Es slo as que se

    puede dar paso a un nuevo proyecto social y que se puede realizar la voluntad poltica de cambio

    sustentada primordialmente en los intereses de las grandes mayoras que pasan a ocupar su lugar

    hegemnico en la historia. No se puede explicar de ninguna otra manera este proceso, sino desde esta

    perspectiva popular.

    LAS ALIANZAS FUERON DEFINIDAS A PARTIR DE LA HEGEMONA

    SANDINISTA

    Otras fuerzas sociales dominantes, que en distintas etapas de su crecimiento se encontraron en

    posiciones de contradiccin con la dictadura y que en los ltimos momentos agudizaron estas

    contradicciones, perdieron la oportunidad histrica de consolidarse como modelos alternativos, de

    acuerdo a sus propios proyectos de sustitucin de poder; cuando la lucha insurreccional conducida por

    el sandinismo entra en su etapa decisiva es la misma fuerza irreversible de las masas la que atrapa laparticipacin de esos otros sectores dominantes, en el esfuerzo por el derrocamiento de la dictadura;

    pero la guerra de liberacin no es ya su proyecto, y es el mismo el que define la naturaleza, la calidad y

    la oportunidad de las alianzas necesarias para el triunfo.

    Esta concepcin es importante para definir el papel de alianzas, el desarrollo del proyecto

    revolucionario, que en este primer ao ha sido capaz de producir alteraciones fundamentales en la

    realidad nacional heredada, y que dispone de la voluntad poltica y de la capacidad estratgica para

    profundizar estas alteraciones y consolidar el cambio social.

    Los intereses econmicos del somocismo, se consolidaron histricamente desde una forma de

    acumulacin primitiva que se da a partir de la dcada de 1940 a travs de expropiaciones forzosas,

    monopolios ilegales, fraudes y exanciones, y pasaron de all a una abierta participacin en la dinmica

    capitalista creada a raz de la extensin de los cultivos algodoneros y de la apertura de mercados del

    proyecto de integracin centroamericana, asumiendo otra vez, en los ltimos aos del rgimen y

    posterior al terremoto de 1972, el carcter de acumulacin delictuosa del principio.

    EXPROPIAR AL SOMOCISMO PARA DESQUEBRAJAR EL VIEJO RGIMEN Y

    ASENTAR EL NUEVO PODER

    La urgencia con que tanto la familia Somoza, como su coro de oficiales y ministros se dedicaron a

    saquear los recursos de capital del pas, para trasponerlos en cuentas bancarias en el extranjero, y

    asaltar toda posibilidad de negocios lucrativos en esta ltima etapa, agudiz un confrontamiento con

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    otros sectores dominantes, financieros, industriales y comerciales principalmente, confrontamiento que

    llegara a adquirir necesariamente un carcter poltico; pero los intereses del somocismo, por su

    naturaleza, se haban tejido ya en la urdimbre de todo el sistema econmico del pas, de manera que la

    Revolucin, al arrancar por medio de las confiscaciones decretadas esos intereses, habra de desgarrar

    todo el tejido.

    Las condiciones de la acumulacin somocista, que cualitativamente estaba colocada en los sectores

    ms estratgicos de la produccin y los servicios, y la mltiple diversidad de sus hilos conductores a

    todo el sistema econmico, convirti, para el nuevo Estado revolucionario la decisin poltica de

    reivindicar su apropiacin como eje del proyecto social, en una simple operacin quirrgica de

    amputacin inmediata. No habra de tomar ms de tres meses desde el da de la victoria, la

    expropiacin y confiscacin de los bancos, las compaas de ahorro y prstamo, las entidades

    financieras, las compaas de seguros, todo el sistema de comercio exterior de los productostradicionales de exportacin y su acopio interno; el vigoroso arranque de la reforma agraria con ms de

    1 200 000 manzanas de tierras cultivables y gran parte de la infraestructura agropecuaria del pas,

    incluyendo mataderos y beneficios de caf; la nacionalizacin de los minerales de oro y plata en manos

    de compaas extranjeras y el control de todo el sistema de pesca y de corte y procesamiento de

    madera, con lo que los recursos naturales se recobraban como parte sustancial e indisoluble del

    concepto sandinista de soberana.

    La posicin del capital somocista en la industria textil, qumica y agroqumica, de materiales de

    construccin y metalmecnica y su dominio sobre todo el transporte areo, martimo y de superficie,

    intereses que tambin fueron trasladados al rea de propiedad del pueblo, completaban esta fulminante

    operacin de arranque. La rpida estrategia de consolidacin inicial del rea de propiedad del pueblo, y

    su naturaleza cualitativa, nos ayudaran a definir desde el principio no slo el carcter del proyecto de

    economa mixta, sino tambin y como consecuencia, el carcter de las alianzas en el futuro.

    NACIONALIZACIN DE LA BANCA:

    UN PASO ESTRATGICO Y DE AVANCE POLTICO

    La apresurada fuga de capitales que la burguesa financiera ejecuta junto con los cmplices y

    comparsas somocistas hacia el extranjero en los dos ltimos aos anteriores al triunfo, las crecientes

    dificultades de la balanza de pagos y el crtico descenso de la productividad dislocada por las acciones

    de guerra, provocan, bajo las presiones del FMI, una devaluacin de la moneda que Somoza ordena en

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    abril de 1979, pocos meses antes de su cada. Esta devaluacin desmorona el sistema financiero, de

    manera que al ser nacionalizado, el Estado revolucionario recibe slo los cadveres insepultos de una

    veintena de instituciones con sus carteras comprometidas con empresas destruidas e improductivas y

    con altos compromisos en dlares que deberan convertirse a precios de devaluacin. La Revolucin no

    estaba mirando sin embargo, a la nacionalizacin bancaria como una simple medida de sanidad

    financiera, sino como un acto estratgico de avance poltico. La posesin del sistema implicaba en ade-

    lante la disposicin en manos del proyecto econmico sandinista, de toda la capacidad del ahorro

    nacional y de la facultad de dirigir todos los recursos financieros del pas hacia los propsitos del

    proyecto de transformacin en marcha, bajo un rgimen de economa planificada.

    Expropiar la banca significaba tambin descabezar al sector financiero plutocrtico, que haba jugado

    siempre a la retaguardia del capital somocista, y era su cmplice encubierto ms calificado; la

    Revolucin cercenaba as otro polo de poder alterno cuya recuperacin econmica hubiera significadosu recuperacin poltica y su vuelta del exilio, donde sus ms destacados jerarcas se haban

    voluntariamente colocado poco antes del triunfo.

    LA CONSOLIDACIN DEL REA DE PROPIEDAD DEL PUEBLO TAMBIIN EXPRESA LA

    HEGEMONA POPULAR

    El rea de propiedad del pueblo se consolidaba as como una suma de apropiaciones, pero ms que

    nada, como una suma de posibilidades estratgicas, y defina desde el comienzo la naturaleza de la

    hegemona popular en toda la gama del proceso; nos preparaba para enfrentar nuestra definicin de

    economa mixta, concebida desde la perspectiva revolucionaria, no como el todo compuesto por dos

    mitades armnicas e iguales sujetas a sus propias posibilidades, y a su propia suerte de crecimiento y

    acumulacin independiente en libre competencia. Por el contrario, nosotros estamos mirando hacia un

    rgimen de economa mixta en que el sector estratgico popular habr de seguir definiendo su

    hegemona en trminos de toda la dinmica social impuesta por la Revolucin, pero tambin en

    trminos de un proceso de futura acumulacin econmica que pondr las posibilidades mximas de

    reproduccin, del lado del rea de propiedad del pueblo.

    La posibilidad histrica de estancamiento de la acumulacin y reproduccin estatal, no puede darse

    ya en trminos de toda la dinmica social, porque el proyecto global, tiene una hegemona; y por el

    contrario, la licencia de acumulacin y reproduccin del otro sector, que con el triunfo de las armas

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    sandinistas perdi a su vez la posibilidad histrica de ser hegemnico, significara una involucin del

    proceso y la vuelta paulatina a un esquema tradicional, que ya ha sido derrotado.

    Aqu no se trata, pues, de coartar dentro de la estrategia del proyecto revolucionario, la participacin

    de los sectores privados en la produccin, pues la reconstruccin nacional, frente a una economa

    restringida y destruida precisa de urgentes elementos de reactivacin; se trata de una eleccin histrica

    que el mismo proceso revolucionario ha determinado como consecuencia de la sustitucin radical de

    todo el aparato de poder tradicional, que si bien es cierto representaba en primera instancia un modelo

    de dictadura militar represiva, representaba tambin, en trminos sociales, la posibilidad de sustentar

    alternativas de dominio distintas a las de la dictadura pero de la misma naturaleza de clase. Aun cuando

    este proyecto alternativo hubiera llegado a ser de carcter democrtico-burgus.

    EL SUEO PERDIDO DE LAS CLASES DERROTADASLos ltimos meses de lucha, nos encuentran en el frente poltico de la guerra defendiendo con dientes

    y uas el triunfo de esta opcin definitiva: un ejrcito popular, un Estado revolucionario popular capaz

    de asumir el proyecto poltico de cambio en trminos revolucionarios; frente a la opcin acariciada por

    los sectores dominantes en pugna con el somocismo y por el aparato diplomtico norteamericano desde

    la poca de la mediacin, en octubre de 1978: lavarle las manos ensangrentadas a la guardia nacional,

    remozarla y decorarla para servir como dispositivo ltimo de seguridad de una nueva opcin del

    sistema de dominacin; y una convivencia institucional con sectores "decentes" del partido liberal

    somocista. De esta manera, se pretenda defraudar, castrar e imposibilitar el proyecto popular y dejar

    sin resolver la contradiccin planteada histricamente entre nacin e imperialismo.

    EL PROCESO ES IRREVERSIBLE Y LA LUCHA CONTINA

    Por todo lo anterior, las alianzas polticas que sustentan el carcter unitario que el proyecto sandinista

    lleva adelante, con una gama abierta de participacin de los ms variados sectores, se sujetan a una

    realidad hegemnica, no slo porque la vanguardia revolucionaria asume la conduccin del proceso en

    trminos polticos, sino fundamentalmente, porque la hegemona de todo el proyecto histrico ha sido

    definida en trminos de una opcin de fuerzas y de un asentamiento definitivo de fuerzas, que es

    irreversible no slo en trminos polticos; tambin, y de manera principal, en trminos histricos, y en

    trminos de la consolidacin y desarrollo de un esquema econmico que es tambin hegemnico en

    trminos populares. El futuro avance del proyecto, teniendo en cuenta la voluntad poltica que lo

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    conduce y la naturaleza de las fuerzas sociales en que descansa, habr de definirse por la suma de

    coyunturas que se presentan, de acuerdo al entorno geopoltico inmediato y a sus tensiones y

    distensiones, y en ltima instancia, de acuerdo a la correlacin mundial de fuerzas, aunque resulte

    ocioso decirlo.

    No es, por supuesto, un camino que en el futuro habremos de andar sin dolor; el triunfo rotundo de

    las armas populares ha producido el desplazamiento de las otras opciones que perdieron su

    oportunidad de concretarse como proyectos alternos a la dictadura militar, pero eso no significa que la

    lucha haya terminado, ni que desde ya no estemos enfrentndonos a un permanente desafo del poder

    sandinista, que es el poder popular.

    Fuera de algunas escaramuzas blicas e intentos hasta ahora fallidos de organizar una

    contrarrevolucin armada, la lucha se expresa en estos momentos, ms que nada, en trminos

    ideolgicos. La manifestacin principal de esta lucha consiste en tratar de desestabilizar el proceso entrminos polticos, bajo el esquema de reclamar a la conduccin revolucionaria una apresurada vuelta

    al tipo de normalidad institucional clsica, procurando hacer una cuidadosa abstraccin de todos los

    factores dinmicos y necesariamente anormales que implica un proceso revolucionario, que ha

    dislocado en menos de un ao toda la tradicin social del pas.

    LO QUE ESCONDE LA MANIPULACIN IDEOLGICA DE LA REACCIN

    La calculada artimaa que en trminos de lenguaje ensalza da a da todas las conocidas virtudes de

    la panacea democrtica, elecciones libres y ojal supervigiladas como en aquellos nostlgicos

    tiempos; ordenada alternabilidad en el poder con el debido traspaso de la banda presidencial bordada

    en oro; y una rigurosa divisin de poderes al estilo de Montesquieu, si posible con curules

    remuneradas: alterna con un ataque en apariencia saludable e inocente, a las formas de poder popular

    engendradas por la Revolucin; un ataque en que aparentemente se cuestiona no la existencia misma

    de estos instrumentos, sino su legalidad, pero sin que tanta delicadeza impida adivinar que no se trata

    ms que de mscaras superpuestas que ocultan una lucha por sustituir el proyecto revolucionario, por

    un proyecto devolucionario.

    Detrs, est toda una pugna por contener y detener el proceso, congelar sus medidas, desviar su

    cauce y convertir su aparato tctico en frustracin estratgica, disolver el apoyo organizado que parte

    de las masas, de los comits de barrio, de las organizaciones campesinas, de los sindicatos, mientras

    a la par se trata de prestigiar la democracia sin mcula, el reino infalible de la propiedad privada

    nica y eficiente por-que la libre empresa no admite desafo gerencial y el Estado todo lo lleva a la

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    ruina: sueos en torno al paraso perdido.

    Si las fuerzas ahora en pugna con el proceso revolucionario entienden que el proyecto popular

    sandinista es el proyecto de la nacin y de la consolidacin definitiva del Estado nacional

    antimperialista, porque no han perdido su olfato de clase, su ofensiva ideolgica les lleva a pretender

    la desandinizacin del Estado, para que la vuelta a la normalidad suponga un cambio de manos de la

    hegemona.

    LOS IDELOGOS DE LA CONTRARREVOLUCIN ARRINCONADOS POR LA

    HEGEMONA SANDINISTA

    Mltiples trampas se ponen a disposicin de este juego. Se esgrime una confusin entre Estado y

    Frente Sandinista, como reclamo de legtima inocencia democrtica y ofendida conciencia liberal y en

    ocasiones se nos llega a recordar que Somoza confunda los intereses de su familia con los del Estado;se reclama una asepsia del Ejrcito Popular Sandinista que no debe ser poltico ni sandinista, porque en

    la mejor tradicin de los ejrcitos est su apoliticidad constitucional, como en el cono sur; se trata de

    imprimir a la palabra pueblo un sentido abstracto e interclasista para al mismo tiempo separarlo de la

    vanguardia, que a pesar de haber conducido la guerra y reconocerle valenta y arrojo en aquella exitosa

    aventura, no representa ni encarna al pueblo ni sus aspiraciones, porque ese lenguaje de los desplazados

    repite que la Revolucin la hizo el pueblo, y el pueblo somos todos.

    Tambin, y sin que el Frente Sandinista haya usado nunca el trmino socialismo como valor retrico,

    la clase desplazada se apresura a acuar su socialismo en libertad, para castrar la carga de contenido

    histrico que una concepcin semejante tiene; y a la vez para organizar, como ariete frontal de estos

    embates, la consabida, resabida y conocida cruzada anticomunista por la salvacin de los valores

    sacrosantos de la patria y de la religin, ese comunismo que arranca a los nios de los brazos de sus

    madres, que quema los san-tos y cierra las iglesias y que despoja a los pequeos propietarios agrcolas

    de sus cuatro vacas y que crea, en trminos del diario La Prensa, una nueva fe inquisidora e infalible.

    Como el peligro latente es de que caigamos en todas estas calamidades y los nicaragenses que tanto

    amamos la libertad la perdamos porque no sepamos construir un modelo original, los sabios idelogos

    de la contrarrevolucin nos aconsejan paternalmente originalidad en el proceso, realizar el socialismo

    sin sacrificar la libertad del hombre, pero slo como categora ontolgica. Para ellos no se tratara por

    su-puesto, de escoger un modelo de realizacin social incubado en el seno de la historia, una historia

    que como la nuestra apenas comienza a surgir de la noche del dolor y de la mi-seria, del abandono y del

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    ultraje; no se trata de que Nicaragua deje de ser una repblica de pobres y desarrapados, de muertos de

    hambre sin tierra ni cobijo, de desempleados y marginados que buscan su comida en los basureros, una

    repblica sin hospitales y apenas con escuelas; en la repblica de los sabios, slo existe una concepcin

    falsamente humanista donde la libertad abstracta debe prevalecer sobre la realidad social; es decir, la

    libertad de unos cuantos que francamente han visto limitada ahora su libertad anterior concreta, jams

    abstracta, de explotar sin misericordia a los que jams tuvieron la libertad de elegir.

    LA REVOLUCIN ES NACIONAL, PERO LOS CAMBIOS REVOLUCIONARIOS PUEDEN

    ASEMEJARSE A LOS DE CUALQUIER OTRO PROCESO AUTNTICO

    La calidad nacional de esta Revolucin, su carcter nicaragense no est en juego tal como la

    contrarrevolucin esgri me , al mostrarnos el riesgo que significa el copiar modelos. Nuestra

    Revolucin es nacional, porque es sandinista y el sandinismo implica histricamente, una hegemonapopular; si la Revolucin, por sus consecuencias, al alterar la realidad social repite cambios

    estructurales de otros procesos revolucionarios, es porque simplemente resuelve una contradiccin

    dialctica, que se engendra en nuestra naturaleza de pas pobre, que destruye y supera estructuras

    injustas y tiende hacia su independencia real, y esta naturaleza estructural es comn a la de tantos

    pases marginales que han encontrado el camino de su liberacin, lo estn buscando actualmente, e

    indefectiblemente llegarn a encontrarlo por l a fuerza de las armas, si la fuerza de las armas ampara la

    razn, y se tiene de su lado la verdad.

    ORIGINALIDAD NO SIGNIFICA CAMBIAR LA NATURALEZA POPULAR DE LA

    REVOLUCIN

    Nuestra Revolucin habr de crear su propio modelo, pensando en nuestra propia condicin social,

    en la dinmica de la coyuntura; pero nunca llegar a ser condicin de originalidad de este modelo,

    como parece reclamrsenos desde la reaccin, cambiar su naturaleza popular para que no se parezca a

    ningn otro, alterar el espectro de las alianzas para debilitar la hegemona de las clases populares en la

    Revolucin; dejar de profundizar sus logros y congelar en un determinado punto de equilibrio grato a

    esos intereses, las alteraciones estructurales de una sociedad en dinmico proceso de cambio como la

    nuestra.

    Por esas razones es que tanto irrita a nuestros enemigos, el que insistamos en que esta Revolucin

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    tiene un carcter irreversible; no hay vuelta posible al pasado, ni a ninguna alternativa de las que

    quedaron condenadas en el pasado; irreversible porque las masas tomaron su lugar en la historia, han

    despertado los pobres y los humildes y aprenden cmo se hace la historia; y para no correr riesgos, esos

    riesgos que tan caro se han pagado en otras circunstancias y en otras latitudes de Amrica Latina, para

    no correr el riesgo de lo reversible, que indefectiblemente es lo contrario de lo irreversible, tienen las

    armas con las que conquistaron su opcin sandinista, con las que conquistaron su proyecto sandinista, y

    esas armas servirn para defender la razn y la justicia que tambin estn de nuestro lado.

    Patria libre o morir!!

    VANGUARDIA, HEGEMONA POPULAR Y UNIDAD NACIONAL*

    En Nicaragua, Patria Libre, cuando est por cerrarse una primera histrica jornada de todo un ao deRevolucin, abrimos el Cuarto Congreso de Sociologa que honra la memoria de nuestro hermano y

    hroe revolucionario Blas Real Espinales.

    Blas Real es de esos hombres que supieron unir su pensamiento y su accin para ponerlos como

    engranaje de una causa justa. Y debemos reconocer en Blas Real al mismo tipo de hombres que como

    Leonel Rugama, o Mauricio Duarte, o Jorge Navarro, lucharon por sus convicciones hasta las ltimas

    consecuencias.

    Podramos decir que estos intelectuales revolucionarios pertenecen a una poca ms madura de la

    historia de nuestros pueblos y dentro de ella son el paradigma de lo que un intelectual debe ser para

    ponerse a la altura de su tiempo. Las revoluciones van rompiendo con el pasado y agregndole a la

    historia una nueva calidad que exige de todos librar una verdadera lucha por la superacin personal y

    por la integracin concreta con el proceso revolucionario de nuestros pueblos.

    Casi olvidada est aquella poca en que los intelectuales deberan ser casi todos poetas, que era

    como decir soadores, romnticos, separados enteramente de la realidad. Una visin de intelectual

    que heredaron ms tarde toda una generacin de novelistas que si bien expresaron un avance de

    inteligencia en el descubrimiento de la realidad latinoamericana, en cierto modo presentaron sobre

    todo una visin mgica, una recreacin de esa realidad todava inescrutable.

    Creemos que ha sido superada esa siguiente fase, en la que con ms herramientas, con un mayor

    dominio de las ciencias sociales, se desarroll con posterioridad a la poca de esa visin narrativa,

    * Discurso pronunciado por el Comandante de la Revolucin Jaime Wheelock en la inauguracin del Congreso

    Centroamericano de Sociologa Blas Real Espinales. Tomado deBarricada, 3 de julio de 1980.

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    ensoadora de nuestra realidad, una corriente que comienza a recuperar elementos fundamentales de

    nuestras formaciones econmico-sociales y de los principales problemas de Amrica Latina. Pero an

    advertimos que el hombre se encontraba separado de la accin prctica, y por ello mismo es que al

    honrar la memoria de Blas Real, deberamos pensar tambin en el profundo homenaje que para la

    intelectualidad y las ciencias sociales fue la vida y sobre todo la prctica de un hombre como Blas

    Real, porque de alguna manera tendramos que decir que esta Revolucin, que esta extraordinaria

    confirmacin histrica, es tambin una obra de Blas y de los jvenes intelectuales como Blas, y que

    su ejemplo entonces nos sirva de reclamo, de seal en el camino, de desafo, de consecuencia.

    Es muy temprano todava para examinar la Revolucin Nicaragense, su historia y las tareas del

    futuro, especialmente para aquellos que participamos en su desenvolvimiento. Quisiramos de todas

    maneras transmitirles a ustedes algunas experiencias que deberan ser especialmente recogidas ms

    para la accin que para el mero anlisis:

    LOS FACTORES OBJETIVOS

    Nuestra Revolucin es el producto de una serie de factores econmicos y sociales, polticos, de

    correlacin de fuerzas, de accin intrpida, que se conjugaron en un momento en el que las fuerzas

    reaccionarias del imperialismo no pudieron contener el resultado eficiente de las fuerzas que

    produjeron la Revolucin Nicaragense Sandinista, entre estas fuerzas hay algunas que podramos

    considerar de carcter histrico, cultural y podramos llamar a estas fuerzas ms bien tendencias:

    Comenzamos sealando que nuestro pas se encontraba dominado por una dictadura militar cuya

    naturaleza era la de ser ese tipo de eje intensamente autoritario, represivo y antinacional, que como

    forma clsica de dominacin sobre nuestros pueblos impuso el imperialismo en la dcada de los aos

    30; ah donde a falta de clases dominantes locales fuertes, desde el punto de vista econmico, poltico,

    que pudieran contener las luchas crecientes cada vez ms amplias de masas sometidas a la explotacin

    y a la opresin, tiene que organizarse prcticamente desde afuera un instrumento de dominacin militar

    necesario para garantizar sobre todo los intereses geopolticos y econmicos del imperialismo.

    No eran las fuerzas interventoras imperialistas las que dominaban el pas, pero eran de alguna manera

    fuerzas imperialistas con expresin local. Dictaduras que estuvieron siempre por encima de todas las

    clases, aunque desde luego, fueron legitimadas tambin por sectores reaccionarios locales. Y al cabo

    estos instrumentos llevaban la tendencia de entrar en un momento determinado, en crisis irreversible.

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    Porque la dictadura militar somocista, por su prolongada tirana, se fue haciendo cada vez ms

    intolerable para todos los nicaragenses, a tal punto que nuestra lucha lleg a tener un carcter de lucha

    de guerra de liberacin nacional, a pesar de ser dada en los lmites de nuestro pas. Y una guerra de

    liberacin nacional, segn han probado los pueblos, puede derrotar a enemigos astronmicamente

    superiores y con la gran ventaja de nuestra parte de que las fuerzas del imperialismo en Nicaragua, es

    decir, la guardia nacional, no era un enemigo tan superior.

    sta era una de las contradicciones de esa forma clsica de dominacin, porque tena todos los

    elementos irritantes de la dominacin imperialista y muy poco de sus virtudes, es decir, la fuerza, la

    capacidad y la potencia militar.

    Por otra parte, esta dictadura militar estaba encartada en un sistema econmico, que desde el siglo

    pasado vena marchando dentro de un proceso de creciente dependencia del capitalismo mundial,

    dependencia que transmita al interior de toda la sociedad el atraso, el subdesarrollo, la miseria. Aunqueprobablemente para la Revolucin la ms importante proyeccin de la dependencia econmica

    paradjicamente fue la falta de integracin por una parte de clases dominantes locales, lo

    suficientemente fuertes como para ser una alternativa a la dictadura militar en un momento de crisis.

    Porque nosotros no encontramos aqu una burguesa bien estructurada, fuerte, slida

    econmicamente, sino ms bien la caracterstica por lo menos de los ltimos 25 aos, ha sido la del

    desarrollo de un movimiento popular cada vez ms amplio y combativo. De tal manera, que cuando

    precisamente se piensa en la alternativa de una dominacin burguesa-democrtica para sustituir a la

    dictadura militar en crisis, ya es demasiado tarde para que la oligarqua financiera local pueda

    adelantarse a un slido movimiento revolucionario conducido por una vanguardia legtimamente

    reconocida por las masas y que tiene tras de s un consistente aparato militar.

    Consideramos por eso de enorme importancia para nuestra Revolucin, haber aprovechado con

    mucha habilidad las contradicciones que la dominacin imperialista, poltica y econmica, produjo en

    Nicaragua. De alguna manera la Revolucin se produce en los momentos en que coincide la crisis de la

    dictadura militar con una crisis del capitalismo dependiente en Nicaragua; pero hay otros factores sin

    los cuales hubiese sido absolutamente imposible la Revolucin Nicaragense, porque de factores

    objetivos estn saturados nuestros pueblos y son precisamente los que corresponden a la voluntad

    colectiva de los hombres, los que suelen incidir con ms vigor para impulsar la Revolucin en nuestras

    realidades.

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    BSQUEDA DE LA REALIDAD

    La nueva generacin de revolucionarios sandinistas reintegra el movimiento revolucionario a golpes

    de fusil a finales de los aos 50 y principios de los 60. Una poca en la que todava adolescentes,

    advertamos entre la perplejidad y el optimismo, el impacto de la Revolucin Cubana. Y aunque con

    independencia de las tesis polticas, ideolgicas, de estrategia guerrillera, nosotros tenamos que luchar

    empuando los fusiles contra una dictadura que amenazaba prolongarse indefinidamente, de alguna

    manera incidieron en el curso de nuestra Lucha algunas tesis que no se correspondan con el

    movimiento Revolucionario Sandinista.

    Y fue necesario entonces recorrer un largo trecho en toda la historia de nuestro pas, para recoger las

    tradiciones de lucha, la identidad de nuestra propia Revolucin, podramos decir; las esencias

    peculiares de nuestro camino revolucionario.Y por ello mismo consideramos que un aspecto importante de nuestra Revolucin fue la bsqueda de

    la realidad. No solamente buscar las estructuras econmicas y sociales, sino tambin, buscar las

    tradiciones heroicas, las formas de lucha que el pueblo ha empleado y que son las formas que el pueblo

    conoce y practica.

    Podramos decir que a partir de nuestras propias experiencias de muchos aos, como Frente

    Sandinista de Liberacin Nacional, comenzamos a tener una visin ms clara de nuestra causa, de

    nuestros objetivos polticos, de nuestra estrategia y de nuestras tcticas revolucionarias.

    Por supuesto que esto no significaba otra cosa que saber con exactitud, mirar profundo hacia dentro

    sin excluir al mismo tiempo la perspectiva de las fecundas experiencias de afuera.

    LA ACCIN REVOLUCIONARIA CONSTANTE

    Claro que estos descubrimientos de nuestra realidad no hubieran sido posibles si nuestro movimiento

    no hubiera, desde el principio, desencadenado una accin revolucionaria prctica, que le proporcion la

    medida y la naturaleza de sus limitaciones, de sus errores, y tambin de sus tareas.

    Porque nosotros consideramos que uno de los elementos esenciales de nuestra Revolucin, residi en

    la voluntad firme, decidida del Frente Sandinista, de librar una lucha sin cuartel, cotidiana, contra la

    dictadura somocista y por esa razn el anlisis poltico, podramos decir el anlisis cientfico, casi

    siempre estuvo estrechamente vinculado a la accin, guiado por la accin; para apoyar la accin; y la

    accin misma en su dinmica generaba nuevamente una nueva calidad con el conocimiento poltico y

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    con el dominio de nuestro proceso revolucionario.

    Fue por medio de la prctica revolucionaria, por medio de la accin concreta poltico-militar sobre

    todo militar, lo que contribuy al descubrimiento de las formas de lucha que poda emplear nuestro

    pueblo y que le eran propias a los nicaragenses; esas formas de lucha histricamente determinadas,

    que slo se descubren con la accin, excluyendo las que no fecundan y desarrollando al mximo

    aquellas que las masas han hecho y hacen suyas.

    De otra manera hubiera sido muy difcil sin la accin revolucionaria, producirle a la dictadura

    somocista una crisis poltica. Porque debemos decir con mucha claridad, que a pesar de los factores

    objetivos, la dictadura militar somocista hubiera podido perfectamente prolongarse por un tiempo

    indefinido, pero fue la accin revolucionaria: el golpe del 27 de diciembre y las luchas posteriores; la

    defensa popular en aquellas cortes marciales en donde se juzgaba a todo el pueblo nicaragense; las

    luchas de resistencia en las montaas, en los periodos ms difciles, por lo menos sealaban nuestradecisin de combatir y de ocupar un lugar en Nicaragua, fueron las luchas de resistencia urbana, el

    desarrollo de nuestra organizacin clandestina lo que vino entretejiendo el soporte y la plataforma

    sobre la cual se desarrollaran ms tarde las vigorosas acciones militares del 13 de octubre del 77, las

    sublevaciones de los pueblos de Monimb y Diriamba, la gran insurreccin de septiembre y la toma del

    Palacio Nacional, las huelgas polticas y finalmente la insurreccin nacional sandinista de junio y julio

    del 79. Las tres formas fundamentales de lucha coincidieron en el momento crtico, en el apogeo del

    movimiento ascendente de la Revolucin: desde la huelga general poltica que se vena desarrollando a

    partir de mltiples y elementales formas de paros; la sublevacin de los pueblos, que sintetiz la con-

    tribucin amplia y diversa de todos los grupos sociales que en los barrios, con las bombas, con las

    armas rudimentarias y en las unidades de produccin, en la ciudad, en las comarcas, en el campo, se

    levantaron en combate contra la dictadura y la otra forma mejor conocida por nosotros, la de la lucha

    armada que era el desarrollo y la sntesis de la primera y solidaria jornada de Raudales, de Carlos

    Haslam, de Manuel Daz y Sotelo, hasta las experiencias ya de nuestro Frente Sandinista en Ro

    Coco, Bocay y ms tarde, Pancasn y Zinica, hasta dominar en las ltimas fases de la guerra, el

    combate regular combinado con la guerra de movimiento en el campo y las tomas de cuarteles en las

    ciudades.

    Sin la accin, jams el Frente Sandinista hubiera ganado credibilidad y confianza como la que gan

    por una larga resistencia tenaz. Y tampoco se le hubiera dado al pueblo la confianza en sus propias

    fuerzas, cuando se le comienza a hacer dao al enemigo mediante acciones militares.

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    LA VANGUARDIA, GARANTA DE LA HEGEMONA POPULAR

    Y tampoco hubiramos provocado la crisis de la dictadura somocista, ni hubiramos tampoco

    alcanzado el triunfo y algo ms que eso, no hubiramos podido garantizar el factor que a lo largo de

    las diferentes luchas polticas y las intentonas reaccionarias imperialistas por sustituir a la

    democracia con un proyecto reaccionario, que fue la hegemona militar, la hegemona de la accin, lo

    que podra neutralizar, desbaratar todos estos planes y poner siempre el movimiento revolucionario

    con la iniciativa en las manos, con la audacia, con la intrepidez, con la potencia efectiva de las armas,

    asistiendo a una causa justa.

    Y aunque podramos decir tambin, que la accin revolucionaria jug un papel para la unidad del

    Frente Sandinista que todava no hemos valorado quizs suficientemente, porque fue toda esadinmica, todas esas consecuencias, efectos de la accin, lo que en bastante medida nos hicieron

    converger para apoyar hechos y no palabras, es decir, situaciones incontrastablemente reales, y claro,

    la accin necesaria unida con la lucha heroica de nuestro pueblo nos uni, nos herman en la

    prctica.

    UNIDAD REVOLUCIONARIA

    Pero hay otros factores precisamente, que nosotros queremos resaltar aqu, para q u e sean

    valorados y aprendidos por todos. Sealamos el de l a unidad revolucionaria: hubo un momento de

    nuestro proceso que fue necesario discutir, analizar, librar una lucha ideolgica; lucha que en cierto

    momento nos llev a adoptar posiciones que, un poco ms en la idea que en la accin, desuni a

    nuestro movimiento sandinista. Sin embargo, a partir de determinado momento se hacia

    absolutamente necesaria la unidad de movimiento, para golpear al enemigo con un solo puo desde

    una sola direccin. Sabemos desde luego, la influencia que para la unidad tuvo el movimiento

    popular sandinista, la crisis de la dictadura, sin embargo, podramos decir que la unidad fue un hecho

    voluntario en donde el patriotismo, la fraternidad, la consecuencia revolucionaria de los dirigentes y

    la madurez de las bases de las distintas fracciones, jugaron un papel decisivo.

    Lo importante es saber en todo caso, que es muy difcil que se pueda producir una Revolucin sin

    la unidad de los revolucionarios, y sta, la Nicaragense, tuvo el mrito de ser producida por

    hombres que se unieron por encima de sus divergencias alrededor de un solo ideal y que se logr,

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    quizs por primera vez, reunir a una organizacin revolucionaria que se haba fracturado y que hoy

    es un ejemplo de unidad, de colectivismo y de fraternidad. Y esa unidad produjo tambin la unidad

    de toda la nacin, porque es cierto, nosotros no sumamos fuerzas, sino que multiplicamos en una

    proporcin geomtrica nuestras fuerzas y se cre ese eje de tensin y de energa que atrajo hacia s a

    todos los sectores de la nacin, incluyendo a las capas democrticas de la burguesa.

    El Frente Sandinista de Liberacin Nacional, de ese modo, se confirm como la vanguardia de

    toda la nacin, el conductor de todo el pueblo nicaragense, el artfice de la unidad nacional, y

    unidad que se tradujo en hechos en mayo, junio y julio de 1979 y en el programa y el Gobierno que

    ms tarde se organizara con el triunfo de la Revolucin.

    Es tan importante la unidad nacional como la unidad de los revolucionarios, aunque debemos

    decir que no hay unidad nacional que favorezca a la Revolucin sin una previa unidad de los

    revolucionarios, que garantice la hegemona popular en la unidad nacional.

    LA DIRECCIN PRCTICA DE LA LUCHA

    Por otra parte, queramos tambin resaltar la importancia que la direccin prctica desempe en la

    Revolucin. Cuando todo era frustracin y tiniebla, en el pas hubo hombres como Carlos Fonseca,

    Jorge Navarro, Germn Pomares, Santos Lpez el general sandinista, que condujeron el rumbo de la

    lucha poltica mediante el desencadenamiento de la lucha armada en circunstancias cuando

    estbamos llenos de politiqueros corrompidos y decadentes, que jams hubieran sido una oposicin a

    la dictadura.

    Y fue un duro camino ste, un camino de derrotas debemos decir, de derrotas militares, en que a

    veces con la dispersin, las vacilaciones, la dureza, quedaban tal vez para asegurar la continuidad del

    movimiento unos pocos hombres; por ello nosotros resaltamos tanto y valoramos esa tozudez

    recalcitrante, ese optimismo patritico y educativo, ejemplar, organizador, forjador, de Carlos

    Fonseca, es decir, una direccin consecuente que mantena una confianza en el futuro, en la capacidad

    del pueblo para combatir por sus reivindicaciones histricas.

    Claro que las primeras etapas de nuestro movimiento, la conduccin revisti un carcter

    fundamentalmente moral y fue ms tarde en donde la capacidad y la habilidad de direccin prctica se

    nos torn un problema de ndole tcnico, cuyo dominio por parte de nuestra Direccin Nacional, fue

    decisivo para lograr una lucha tan compleja, tan amplia, tan llena de matices como la que caracteriz

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    la ltima fase de la guerra de liberacin.

    Y as como descubrir las leyes interiores del proceso revolucionario es un presupuesto para la

    victoria, lo mismo que lo es tambin la combatividad constante, la unidad revolucionaria y de todo el

    pueblo; tambin mantener una direccin de vanguardia, es un factor vital para la Revolucin. Sin una

    direccin correcta, sin un partido revolucionario consistente que conozca en qu momento el peso

    debe recaer en las tareas de organizacin, o cundo es ms importante la movilizacin poltica de las

    masas, o cundo es necesario hacer nfasis en la lucha militar, o cmo reunir estos sectores que

    proceden a veces de distintas direcciones, para lanzarlos con una sola fuerza en contra de la fortaleza

    del enemigo.

    Porque claro, la unidad fue importante, pero no es solamente con la unidad que nosotros derrocamos

    a la dictadura y abrimos una Revolucin en Amrica Latina. Fue necesario asegurar una direccin

    correcta de la lucha que se tradujo especialmente en las ltimas fases en una conduccin militar,adecuada y eficiente, que vino a multiplicar las formidables energas que haba liberado el pueblo

    nicaragense.

    UNA REVOLUCIN NACIONAL, POPULAR Y ANTIMPERIALISTA

    Todos estos factores unidos, y por supuesto, deben haber otros factores que nosotros todava no

    podemos ver o apreciar correctamente, llevaron a nuestro movimiento a la victoria; claro que

    estamos hablando de Nicaragua y esto significa que entre todos estos factores hay algunos que per-

    tenecen al orden de nuestra peculiaridad; pero en trminos generales, creemos que las leyes del

    desarrollo social se cumplieron en esta Revolucin.

    Podramos decir, como una sntesis, que en Nicaragua por el enemigo que vencimos: la dictadura

    militar somocista, dictadura que lo era al mismo tiempo del imperialismo norteamericano y de los

    grupos reaccionarios locales, nuestra Revolucin, tiene un carcter nacional y antimperialista. Pero

    tambin, al haber derrocado a esta dictadura que era el obstculo para el progreso de nuestra nacin

    desde el punto de vista social y econmico, podramos decir que se abre para nuestro proceso el camino

    hacia el progreso social.

    Tambin no podemos perder de vista de que la Revolucin es producto de una hegemona popular

    sobre el gran movimiento nacional; hegemona que se expresa por una parte en que la decisiva

    participacin de un pueblo combativo, especialmente los obreros, los campesinos, los jvenes revolu-

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    cionarios, fue lo que pudo desbaratar a la dictadura somocista y neutralizar tambin los proyectos

    reformistas de la burguesa y el imperialismo.

    Y por otra parte, esta hegemona se expresa en la conduccin de vanguardia de nuestro Frente

    Sandinista de Liberacin Nacional, que recoge y porta las reivindicaciones histricas de nuestro

    pueblo. De tal manera que es nuestra Revolucin Nacional, antimperialista y popular fundamentalmen-

    te y que en su desenvolvimiento va a dedicarse a la satisfaccin de las reivindicaciones econmicas y

    sociales de las masas desposedas.

    Para entender nuestra Revolucin es importante considerar que se desarrolla en un pas pobre,

    atrasado, que nos va a dificultar enormemente nuestra marcha hacia el progreso social y ya desde hoy,

    nos pone serias limitaciones en cuanto a la satisfaccin de las necesidades de nuestro pueblo.

    EL IMPERIALISMO, ENEMIGO PRINCIPAL DE LA REVOLUCIN

    Esto, por supuesto, influye en la velocidad de los cambios; aunque consideramos que un factor de

    primera importancia que ejerce influencia en nuestro proceso, es el de la constante amenaza que

    representa el imperialismo sobre una Revolucin que se desarrolla en el Centro de Amrica

    considerado secularmente por el imperialismo, una zona estratgica para sus intereses geopolticos. Y

    que al mismo tiempo, la Revolucin con su ejemplo y sus xitos se traduce en una esperanza que agita

    la vocacin libertaria y democrtica de los pueblos oprimidos de Amrica Latina.

    De ah que cuando nosotros pensamos en los cambios revolucionarios y analizamos nuestro modelo

    de acumulacin econmica y social, tomamos en consideracin distintos factores, porque al menos por

    lo que hace a un pas subdesarrollado y dependiente, como es Nicaragua, que adems vive una

    Revolucin de enorme trascendencia histrica, no podramos entender la racionalidad de los cambios

    como una pura decisin sobre las relaciones productivas o sobre las transformaciones institucionales.

    La marcha de nuestra Revolucin, o si se quiere, el modelo de acumulacin de nuestra Revolucin,

    tiene que conformarse con la coincidencia de una correlacin poltica favorable a nivel internacional,

    que mantenga neutralizadas las posturas intervencionistas de los sectores reaccionarios del

    imperialismo y que, por supuesto, las corrientes democrticas, progresistas y otras revoluciones, como

    las que esperamos ms temprano que lejos, se produzcan y fortalezcan en Amrica Latina.

    Una consecuencia de suma importancia para mantener una postura frente a las agresiones del

    imperialismo, es la de propugnar por la unidad nacional, incluidos todos aquellos sectores democrticos

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    y patriticos que estaran en la disposicin de defender nuestra soberana y que tambin en la lucha

    contra la dependencia econmica y el subdesarrollo, pueden jugar un papel progresista.

    De tal manera, es de nuestra consideracin que por hoy la contradiccin fundamental que marca

    nuestra conducta poltica, es la que se da entre las intenciones de los sectores ms reaccionarios del

    imperialismo por agredir nuestra Revolucin y los intereses esenciales de nuestro pueblo.

    De uno o de otro modo, lo fundamental para garantizar un avance revolucionario concordante con

    nuestra propia realidad, es el conservar por parte de nuestra vanguardia, la voluntad poltica y el

    aparato eficiente con que efectivamente contamos los sandinistas: la hegemona popular y la direccin

    sobre las masas armadas.

    LAS TAREAS FUNDAMENTALES

    Creemos que la Revolucin Nicaragense tiene una va de desarrollo caracterizada por enfrentarse atareas muy difciles y complejas, que determinan un desarrollo ciertamente particular y nuestra

    experiencia nos seala qu peligrosos son los esquemas desde arriba, las extrapolaciones econmicas,

    las interpretaciones librescas. Hoy, del carcter de nuestra Revolucin se desprenden como tareas

    fundamentales en primer lugar, preservar y profundizar nuestro proceso de liberacin nacional, dndole

    nfasis en lo interno, a la lucha en contra de la dependencia econmica.

    En segundo trmino, aparece como tarea crucial el fortalecimiento de aquellas fuerzas que aseguren

    la hegemona popular y revolucionaria sobre nuestro proceso, esto es el impulso a la organizacin de

    las masas revolucionarias y el impulso a la edificacin de una vanguardia slida y capaz de hacerle

    frente a todas las vicisitudes y tareas complejas que demanda una Revolucin. En tercer lugar,

    sealamos la tarea vasta de la reconstruccin de Nicaragua, que es un aspecto a veces olvidado a nivel

    internacional. Porque tenemos que reconstruir para poder desarrollarnos, confirindole por supuesto,

    una ponderacin creciente al papel de las masas revolucionarias y del Estado en la creacin de una

    nueva economa.

    LA VOCACIN INTERNACIONALISTA DEL SANDINISMO

    Compaeros, con todas las limitaciones que les habamos apuntado, quisimos describirles algunos

    aspectos esenciales que fueron factores para nuestro triunfo revolucionario y dejarles las lneas

    generales que constituyen, a nuestro modo de ver, el desafo de los revolucionarios nicaragenses y

    ciertamente una va que tiene rasgos bien distintivos, pero comunes a muchos pueblos, que como el

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    nuestro, han padecido los efectos de las viejas intervenciones de la dependencia del subdesarrollo, del

    atraso, de la miseria, de la opresin, producto de similares estructuras polticas, por lo que consi-

    deramos necesario que la Revolucin de Nicaragua es, en muchos sentidos, sumamente rica y ejemplar.

    Aqu realmente, y ste sera el ltimo mensaje, no hay recetas, sabemos desde luego, que

    conformamos una lnea ms de la Revolucin de todos los pueblos y eso est siempre presente en los

    sandinistas; queremos significarles que nuestra experiencia y nuestra Revolucin, nos ha enseado la

    importancia de saber identificar nuestros problemas especficos y buscarle a esos problemas las

    soluciones concretas. Eso es lo que estamos haciendo hoy, sabemos que por voluntad revolucionaria y

    por compromiso estamos fortaleciendo la lucha de todos los pueblos del mundo por su liberacin

    nacional, por la democracia plena y el progreso social.