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ANTÍGONA REDIVIVA Hoy Grecia es escenario de un drama que no tiene nada que envidiar al de los tiempos heroicos, al de los tiempos míticos. La LEY con mayúsculas (la de los jefes), no la democrática, impide enterrar a sus muertos, olvidar a sus golfos (bien olvidado está el PASOK), y recuperar a los heridos que aún están vivos. La LEY con mayúsculas, ordena que sus cadáveres se pudran al sol para ejemplo y escarmiento de todos los rebeldes, de todos los que tengan aún la tentación de escuchar la voz de sus conciencias. En las gradas duras y trágicas de su anfiteatro, hoy todos los ciudadanos occidentales somos espectadores ensimismados de su escena, pendientes de una suerte de catarsis que dilucide el dilema democrático y alivie la tensión entre mentira y verdad, entre poder del dinero y humanismo. Hay “leyes”, hay “deudas”, que además de inhumanas y fraudulentas constituyen un insulto a la conciencia humana y una condena a ser sepultados en vida. Como la que mereció el gesto heroico de Antígona. Hoy, el mayor síntoma de la insensatez que preside los centros de decisión europeos (es decir, alemanes), demostrativo de la profunda psicopatía que alberga el catecismo neoliberal y desregulador (muy próximo a las fantasías sado-masoquistas), es el empecinamiento en que los griegos, con una pierna quebrada y la otra amputada, le ganen la carrera de los cien metros al Carl Lewis de sus tiempos mozos. Hasta Erasmo habría hecho con gusto y sumo placer el elogio de esta locura.

ANTÍGONA REDIVIVA

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ANTGONA REDIVIVA

ANTGONA REDIVIVA

Hoy Grecia es escenario de un drama que no tiene nada que envidiar al de los tiempos heroicos, al de los tiempos mticos.

La LEY con maysculas (la de los jefes), no la democrtica, impide enterrar a sus muertos, olvidar a sus golfos (bien olvidado est el PASOK), y recuperar a los heridos que an estn vivos.

La LEY con maysculas, ordena que sus cadveres se pudran al sol para ejemplo y escarmiento de todos los rebeldes, de todos los que tengan an la tentacin de escuchar la voz de sus conciencias.

En las gradas duras y trgicas de su anfiteatro, hoy todos los ciudadanos occidentales somos espectadores ensimismados de su escena, pendientes de una suerte de catarsis que dilucide el dilema democrtico y alivie la tensin entre mentira y verdad, entre poder del dinero y humanismo.

Hay leyes, hay deudas, que adems de inhumanas y fraudulentas constituyen un insulto a la conciencia humana y una condena a ser sepultados en vida. Como la que mereci el gesto heroico de Antgona.

Hoy, el mayor sntoma de la insensatez que preside los centros de decisin europeos (es decir, alemanes), demostrativo de la profunda psicopata que alberga el catecismo neoliberal y desregulador (muy prximo a las fantasas sado-masoquistas), es el empecinamiento en que los griegos, con una pierna quebrada y la otra amputada, le ganen la carrera de los cien metros al Carl Lewis de sus tiempos mozos.

Hasta Erasmo habra hecho con gusto y sumo placer el elogio de esta locura.