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Lágrimas por un amorsin esperanza
Rodolfo Paz
Antología de Rodolfo Paz
Dedicatoria
A los que sufren por amor.
A las razones que despiertan los suspiros.
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Antología de Rodolfo Paz
índice
Amor, amar
Si fuese
Como de costumbre
Olvido
No hay culpa en el amar
Culpa
Qué hay después de ti.
Ensueño
Culpable de inocencia.
Amor de canas blancas.
Amar en secreto.
Cuando no es contigo
Mi olvido de olvidarte
Torre de arena.
Amor que no eres mío.
No
Por amarte así.
Amor mío.
Morir de amor.
Relego de mi olvido.
Mi destino en ti.
Vuelo nocturno.
Ahí estabas tú.
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Antología de Rodolfo Paz
Al vilo del olvido.
Te amé, te amo y te amaré.
¿Sabes tú?
Vesania.
Nada tan a pecho.
Si te vas, !Llévame contigo!
Mentiras verdaderas.
¿Cómo se engaña a un corazón enamorado?
Bebiéndote en el café de la mañana
A toda tú doy mi vida.
Sobre el lienzo de tu piel.
Amándote a ojos cerrados.
Amándote a la distancia.
La mujer que más quiero.
Muy dentro de mí.
Seamos uno mismo.
Me beberé tus lágrimas.
¿Hasta cuándo?
Ya será en otra vida.
Quiero
Si he de morir, decido que sea por ti.
Apago la luz
Mis diarios sueños contigo.
Ya llegará el olvido.
Ni te espero, ni te olvido.
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Antología de Rodolfo Paz
Amar al límite.
Amor imposible
Lo que más quiero decirte.
Al filo de tu respiración.
Ahora sé por qué te amo.
Qué será de este amor.
Contigo sí.
Por uno solo de tus besos.
Sufro por ti.
Piensa en mi cuando beses.
Para qué el amor si tú no estás.
Lánzate a mis brazos vida mía.
Te amo
Revélate mujer a mis sentidos.
¡Quédate así amor mío!
Mi amor se queda contigo.
Si vivo es solo por ti.
Mujer poesía.
Si mirar pudieras cuanto te amo.
Amor de amar.
Te amo y no me amas.
Ni te dejo de amar, ni quiero hacerlo.
Sacro amor.
Te amo como a nada en esta vida.
Suéñame.
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Antología de Rodolfo Paz
Refúgiame en ti.
No me puedo creer que no me ames.
Como no amarte.
Seamos uno mismo.
En cada detalle te encuentro
Déjate amar
Quisiera a la distancia.
Secreta mujer
Eres para mí.
Tú, mujer poesía
Tu auscencia
Te he amado
Tú, prodigio de Dios
No
Amor aunque no deba.
Sé que lo nuestro es mío solamente
Hoy como ayer
Amar.
Que hay en ti que me doblega el alma.
Hagamos el amor a la distancia.
Sin ti, de qué me sirve la vida.
Seguirá vivo en mi.
Te amo
Ensoñación.
Aunque no lo sepas
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Antología de Rodolfo Paz
La historia que nunca se escribió
Nos une una verdad dividida
En la impiedad de este amor
Amor como ninguno
Me rindo a tu amor
Atrapado en tu corazón
Divina ilusión
Amar no es suficiente
Qué me queda por hacer si ya te amo.
Te besaré en cada poema.
Amor sobre la verdad.
Inútil me es tu olvido.
Adagio amoroso
Te abrazaré en la almohada
Sentir lo imposible
Faltaste tú
Contigo en la luna
Amándote cada noche en mis sueños
Te digo adiós
Amémonos lentamente
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Antología de Rodolfo Paz
Amor, amar
Amor amar,
amor a destiempo,
amor que late en el corazón
aunque al nacer se declaró muerto,
amor que aun siendo, no lo es,
representando así, a la mentira de mi sentir verdadero,
amor relegado a la pasión prohibida,
amor de lágrimas ofrecidas al propiciatorio de tu alma,
en busca de borrar la culpa de mis deseos.
Amor que al encontrarlo yo he perdido,
porque su agua mansa corre en otro río,
amor tan grande que al derrumbarse ha enterrado a mi conciencia,
que expirar no puede cuando es por ti que yo vivo,
amor de luna nueva que, en la sombra,
no quiere tu luz darme su brillo,
y si tiene que vivir en la penumbra escondido
ciego se quedará, más nunca verá el olvido.
Amor de finos hilos que, al romperse,
ha dejado sufriendo al sentimiento,
amor de rutas cortas que me indican
que marchar debo contrario a tu destino,
amor de aliento que a fallecer me conduce
porque yo sin ti, vivir no quiero.
Amor que tan lejos, tan cerca tengo
aunque al tiempo de tener, no tenga nada,
¿Mas cómo no sentir lo que ahora siento
si tu amor a todas partes me acompaña?
¿Cómo no desear estar contigo
si tu amor llena a mi vida de esperanza?
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Antología de Rodolfo Paz
Amor que apostado te has guardado dentro de mí,
que has dejado impresa en mí tu presencia,
le has dado sentido a mis sentidos
y a mi diario respiro los motivos,
has dejado en mi mortal la herida,
más me niego yo a morir sin tu cariño,
y aunque toda la distancia nos separe,
y aunque todo lo que quiera sea imposible,
no hay distancia en el amor
ni forma que yo te olvide.
Amor que llena mi vida de romance
aunque todo idilio en él no es permitido,
guardaré tu nombre escondido en mi poesía
que será testigo fiel de mi camino,
y aunque nunca podré la mano entrelazar a la tuya,
habré de sentir en cada flor tu tacto,
solo espero que,
aunque nunca tú seas mía,
me consuele el sueño,
y en él,
estando junto a ti,
tú seas mi vida.
Miraré contrario al sol pues su fervor,
fulgir no lo hace para iluminar mi cielo,
claro tengo en mí, que ese calor
calentar no debe a mi fallido sueño,
más se bien que prohibido yo no tengo,
contemplar en su mirar la luna llena,
que se mengua para mí,
dejando un guiño.
© Derechos reservados de autor. 2020
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Antología de Rodolfo Paz
Si fuese
Si ser vela en tu alcoba
tan solo una noche pudiera,
arrojaría todo mi fulgor a la penumbra,
dibujando sobre tu espalda
una sombra que iría formando un eclipse,
donde solo yo podría mirarte a contraluz,
embelesado por tu sacra desnudes.
Si el eco pudieras ser
de mis ahogados suspiros,
me colgaría del viento mecido de tu pelo,
para quedar muy cerquita de tu oído,
te haría escuchar de mí cuanto te quiero
a la vez de percibir al mismo tiempo,
el olor inconfundible de tu piel de manzana.
Si pudiera ser la tela
del vestido que deslizas por tu cuerpo,
impregnado me quedaría de tu perfume,
y grabaría lleno de tu aurora en mí,
cada detalle de tu piel de bronce
vistiendo cada palmo en ti de mis caricias
hasta saciar la sed ansiada de mis manos.
Si pudiera ser por una noche,
la almohada confesora de tus sueños,
descansarías sobre mi lecho
mientras yo al velar tu descanso
miraría hechizado tu dormir como de diosa,
alejaría de ti toda perturbación
y de cuando en cuando te robaría un beso
estando tú aun dormida.
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Antología de Rodolfo Paz
Te amo como a nadie,
y ante tanto agobio que perturba a mi sonrisa,
ante tanta razón, que se postra en el camino de mi vida,
ante tanto amor por el que cuidaré de los demás
ante tanta pasión ahogada en mis suspiros,
ante toda realidad que se opone a mis deseos,
todo,
todo aun me parece confuso,
todo, menos tu vientre.
Deja que conquiste este amor a tu sonrisa,
deja que pensarte me arrebate el sueño,
deja que a suspiros continúe mi vida,
consciente de que, sin serlo,
tu alma ha de ser solo mía
deja que a la aurora la reciba entre tus brazos
y que el yelmo de mi vida por ti se llene de flores.
Deja que te piense cuando la pena me alcance,
cuando pase la tarde y comience el nuevo día,
deja que te mire en una noche de luna,
y cuando mire su sombra,
imaginarte dormida,
deja que te beba en una copa de vino,
y sentir sobre el cristal tus labios sobre los míos,
deja que a distancia te muestre cuánto te quiero,
que a nadie yo le hago daño si eres tú mi inspiración,
deja pues a este sentir que corra con libertad,
y que se sienta feliz,
aunque se encuentre sin ti.
© Derechos reservados de autor. 2020
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Antología de Rodolfo Paz
Como de costumbre
Largas se extienden las horas,
se regodean,
se complacen en parecer las mismas de siempre,
las vividas ayer,
las que vivo hoy,
las que viviré mañana.
Cuantas veces he partido desde aquella ventana,
cuantas veces me he lanzado al vacío de lo que parece inalcanzable,
cuantas veces el viento me ha traído el susurro del mar
invitándome a completar mi olvidada aventura,
y en la desolación del hastió,
la brisa nueva me huele a lo de siempre.
Cuanta soledad me ofreció su compañía,
cuantas veces lo escuchado fue mi propio pensamiento,
cuanto me sabe esta vida a la rutina
que de frente a mi destino no propone nada más que hacer,
y todo aquello que aparece en mi camino
pretendiendo aparentar que es algo nuevo,
termino llevándolo a las formas
que lo hacen sucumbir ante el fastidio.
Forma ninguna existe de reescribir el pasado,
y la pena se conjuga sin piedad con el ahora,
me muestra que a pesar de darlo todo,
la vida a cambio poco me ha ofrecido.
Me trago amargas las horas de un tiempo que no me apetece,
el traje ofrecido por la vida me ha quedado muy grande
y capaz no fui siquiera de subirle una bastilla,
ahora, llevándola a rastras, pisoteada y rasgada,
pienso que, si fui feliz, no fue para serlo siempre.
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Antología de Rodolfo Paz
Ya no expresan las palabras mis ideas
y parece mi decir algo distinto,
me bebo a sorbos el sudor de una llovizna que,
al querer refrescarme,
me empapa de todo lo que no quiero vivir.
Ya no encuentro aprecio por las cosas,
que en aquellas tardes gustoso contemplaba,
y el rescoldo tibio que otrora calentaba,
hoy no quita el frío ni me da esperanza.
Se han cortado las alas del sueño de un niño,
aquel que solo estuvo aún en compañía,
el tedio de una vida que no promete nada me aniquila
porque habiendo sido quien fui
de repente jamás he sido nadie.
Y así, extraviado en mi propia desdicha,
la esperanza de encontrarme algún día cerca de ti
se desvanece consumiendo la llama de mi vida
vistiendo de gris a toda aspiración,
hace latir mi corazón al ritmo de la aburrida soledad,
forzándome a la contemplación de una mar en calma
incapaz de llevarme a cualquier parte,
porque tú, mujer que fija el rumbo,
eres el aire que no llegará hasta la vela de mi barco,
dejándome varado en cualquier sitio.
© Derechos reservados de autor. 2020
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Antología de Rodolfo Paz
Olvido
Callo,
sé que no debo expresar mi sentimiento
aunque grita en silencio dentro de mí volviéndome sordo;
prendo en la noche la vela de tu recuerdo
que ilumina a la oscuridad de mis ojos,
para así mirarte mientras finjo dormir
y lograr en mis sueños,
llenar mis dedos de tu dorso.
Quise sembrar tu olvido
y coseché solo recuerdo,
quise sembrar mis lágrimas
y coseché evocada tu sonrisa,
quise sembrar los no que perturbaban al alma
y a cambio he cosechado la verdad de un destino que me hiere,
porque tú, mujer omnipresente en mi vida,
abriste las compuertas de mis ojos
para intentar borrar tu nombre con mi llanto
que ha quedado escrito en libro de mi vida.
Me dirijo a donde quiero,
soy domador de mis actos,
pero me asalta la libertad del pensamiento
que doblega a una razón, que sabe que,
aunque mi corazón muere,
no tiene que ser de prisa.
El morir no se inmuta,
es lo único que acompaña al tiempo,
ya vendrá el momento en que dé cuenta,
de quién será quien morirá primero,
si es que será esta pasión,
o a cambio quizás, he de ser yo.
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Antología de Rodolfo Paz
Sé que el olvido nunca llegará
y que el recuerdo se encajará en mí manteniéndote presente,
sé que toda causa en mi vida llevará tu nombre
y que ver en mi sueño despierto el surco imaginario de tu espalda cada noche
me hará vivir la aventura eterna de tenerte,
sé que toda aspiración amorosa se ha detenido en ti
y que, en el futuro,
suponer al amor significará el volar de mi sentir hasta ti,
así entonces,
deberé reprimir a la razón y al instinto,
y deberé encontrar la medida justa entre el amor y tu desprecio
para no sentir el peso doliente de no tenerte.
Hay besos de labio,
besos de carta,
besos de sueño
y besos de viento;
nunca probé tus labios,
pero este poema está lleno de ellos,
y he mandado hacia ti,
cientos de miles al viento.
El inicio de tu olvido ha comenzado,
y con él,
el fracaso de algún día poder alcanzarlo,
mientras tanto,
deja que hierva en el fuego el anhelo,
de algún día poder tenerte entre mis brazos.
© Derechos de autor reservados. 2020
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Antología de Rodolfo Paz
No hay culpa en el amar
¿De qué es culpable el amor
para que pida perdón?
¿No es acaso el corazón
la víctima del sentir?
Y aunque pague la sentencia
tras la cancela de olvido,
espacio habrá entre sus rejas
para que escape un suspiro,
y mientras llega la muerte
de este amor al que no aspiro,
déjalo seguir soñando
mientras se mantenga vivo,
déjalo seguir flotando
en un océano de tinta,
bebiendo reminiscente
de tus ojos de agua viva,
y cuando todo termine
y esto solo sea un recuerdo,
que en la memoria te queden
cada uno de estos versos,
que demostrarán al mundo
que cuando se ama en verdad,
por más que se intente huir,
nunca lo podrás de ti,
y no sé quién ganará,
en esta carrera absurda,
sí sea el amar u olvidar
o el aceptar o negar,
lo que si me queda claro,
es que cuando llegue el fin,
sin haberte amado nunca,
este amor vivió por ti.
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Antología de Rodolfo Paz
Y si mañana se diera,
que amor, tú me necesitas,
ya sabes dónde me encuentro
que seguiré enamorado,
porque un amor como el mío
por más que sea despreciado
siempre se mantendrá vivo
siempre te estará anhelando,
y que se enteré la gente
que, si nunca a mi tú vienes,
aunque sea solo un iluso,
yo te seguiré esperando,
porque no cabe al amor
caer en resignación.
¿De qué es culpable el amor
para que pida perdón?
¿No está acaso el sentimiento
ajeno de la razón?
¿No es la luz de la esperanza
su única compasión?
más si merezco la pena
por este amor que ahora siento,
tan grande es este mi amor
que morir debería yo.
© Derechos de autor reservados. 2020
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Antología de Rodolfo Paz
Culpa
Qué lejos se mira el camino perdido,
qué extraño latir de un corazón que palpita en lo prohibido,
qué lúcida conciencia pone a prueba a los sentidos caídos
que se beben la culpa con fruición
¿Dónde estoy?, ¿A dónde voy?
el ayer se burla de mí distante
dejándome enfrente a un futuro vagante.
He dejado a un lado a mi manceba sombra
que se niega a luchar la batalla que nos viene,
transijo a la falta para mantenerme vivo,
después de todo,
el légamo alguna vez se ha quedado conmigo.
No es la culpa la que condena,
es la culpa la defensa que permite el indulto,
es apenas la migaja con que se detiene el hambre,
que volverá modesta en el lugre que espera libre la ensenada,
es la enseñanza que no se comprende,
aunque libre provoque los deseos.
A qué numen culpo de mi desacierto
qué razón me ha valido escribir el reglón torcido
que solo transcribir puede quien se encierra en la culpa,
más sólo yo soy responsable
y en renunciar a la culpa no encontraré el olvido.
Sé que amarte me condena a la aflicción,
sé que mi sentir es un desacierto
y que el haber mirado hacia tu dirección
no hará jamás que tu mirar se encuentre al mío,
sin embargo, la fortuna de haberte encontrado
supera el desconsuelo de no poder hablarte.
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Antología de Rodolfo Paz
No busco el consuelo del beso prohibido,
no quiero visitar las almas muertas relegadas,
no aspiro a la conmiseración de mis sentidos
porque si hoy soy lo que soy
es por lo que ayer he sido,
no espero la aceptación compasiva
ni la pena dispuesta
que para saber amar,
dolor debes arrostrar
y cuando cautivo quede de mis propios fallos,
si estás dispuesta ven
y enséñame el camino.
La aurora pinta de colores las sombras
y el suspiro alivia mi cansado respirar,
acudo a la cita diaria del amor con tu presencia
y me dejo llevar por mi sentir prohibido,
la brisa de la esperanza hace descansar al alma,
se viste de encajes una nueva realidad
que se enmarca con el perdón otorgado,
es la marca de mi nuevo comienzo,
uno, que me ha hecho aprender que nunca estuve solo
aunque tú,
nunca estuviste conmigo.
© Derechos de autor reservados. 2020
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Antología de Rodolfo Paz
Qué hay después de ti.
Híbrido sentir, pálido sueño,
mirar ausente perdido en el destino,
destierro de mi mundo nunca comprendido,
arenga de mis sentidos, coronación del hastío.
Dolorosa verdad, de hiel el trago amargo,
consumación vacía de un espacio que no olvida
a la justa medida ocupada de tu cuerpo,
desdicha de cascada precipitada en mis ojos
y una sonrisa fingida que a mi vida ofrece abrojo.
Sin tus ojos qué he de mirar si mí mundo
solamente en ti encontró sentido,
mecida va hoy mi vida en el peñasco
a merced del viento que precederá a mi sino.
Meta de mi alma es el olvido,
salir de a poco de este camino perdido,
encontrar la realidad del cruel despido,
consolando a un corazón que se tira al olvido.
Sueño roto, sinuoso, largo y oscuro recorrido,
esperanza de lágrima por ti ofrecida,
arco de cejas soportando implacable a un mundo
que se vino abajo haciendo al sentir añicos.
Aspiro al aire con fuerza imaginando
que antes de llegar a mí fue tu respiro
y no dejo de acechar aquella estrella
por si en ese momento tú la has visto,
pienso entonces que a través de aquel lucero
tu mirar y el mío quedarán por él unidos.
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Antología de Rodolfo Paz
Sé bien que después de ti ya no hay futuro,
sé bien que después de ti quedo perdido,
más la pena dulce que me embarga
por saber que existes tú queda pagada,
y si fuera que hoy muriera dejo escrito,
que por tu amor ha sido que he vivido.
Volverte a ver es la ilusión que sobrevive
y me sostiene la vida en mi marchita esperanza,
nunca dueño seré yo de tus besos, nunca dueño
pero si el que más ha deseado su sello.
Has logrado tú que en lo imposible
el amor que es real en mí fuera posible,
y aunque no pueda tenerte aquí a mi lado,
siempre habrás de ser en mí el amor profano
y si Dios cruzó mi vida en tu camino,
fue por darme el cielo estando vivo,
no me pidas pues que no te ame
que si bien la razón es quien lo pide
es mi corazón el que enamorado arde.
© Derechos de autor reservados. 2020
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Antología de Rodolfo Paz
Ensueño
Ceniza que no te basta arder, sino que vuelas,
palidece tu furor besando al aire,
viajas decidida buscando un fuego nuevo
que otorgue al fin a tu llama certidumbre,
¿Más puede el hombre al calor de la esperanza
proclamarse vencedor en la batalla?
Choca el ardor sentido con la laja,
se increpa, se rinde, se queda quieta,
se resiste a morir, aunque no niega,
que encenderla no podrá por más que quiera
se resiste a morir porque aunque duela,
vivir el dolor por ti a mi alma llena.
Tornasol que ofreces luz a los colores,
que les ofreces el brillo que no les pertenece,
engañar podrás a la vista enamorada
mas nunca a la verdad por ti guardada,
que hace falta ver el brillo de tus ojos
para darse cuenta de que estás enamorada.
Bosques de cristal, frágiles peñas,
ardo, aunque de ti no sea la flama,
me consumo al calor de tu mirada
y apaga mi llanto del amor la llama,
más no importa si me vuelvo un fuego ahogado,
haber vivido por ti
fue la más bella añoranza.
© Derechos de autor reservados. 2020
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Antología de Rodolfo Paz
Culpable de inocencia.
Confió, pero no tanto,
hace tiempo que nadie se fía de mí,
respiro, vivo, y el tiempo nunca me vencerá,
porque me rendí muy pronto a temprana edad,
y así, desde entonces, ya sólo aspiro a ganar.
No sigo paradigmas,
no me aferro a la voluntad de nadie,
soy libre por cuanto hice lo que quise, y en ello,
he sido responsable, tanto, como he sido inocente.
Los malos sueños me persiguen
más con qué facilidad me he sacudido de ellos,
mi alianza no es con el diablo
aunque pueda sugerirse lo contrario.
Confío, pero no tanto, expando el universo con una menta en mi boca,
reciclando mis anhelos con un nuevo sueño cada noche.
No hay forma, la decisión en mi contra es irrevocable,
soy lo que cada quién querrá que sea
seré cientos en uno que será el verdadero,
esperando que, al partir,
para todos sea sincero.
Confío, pero no tanto,
aunque el mundo piense sea lo que no soy
debo confesar que libre soy por cuanto nada tengo ya que demostrar,
que ya la opinión del mundo.......... me ha dejado de importar.
© Derechos de autor reservados. 2020
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Antología de Rodolfo Paz
Amor de canas blancas.
¿Voluntad o capricho?
¿Destino o accidente?
¿Verdad o mentira?
¿Decisión o sumisión?
¿Certeza o incertidumbre?
¿Deseo o circunstancia?
¿Apenas seguro o convencido?
¿Resuelto o con duda?
¿Hecho o desecho?
¿Visceral o razonado?
¿Fuerte o débil?
¿Feliz o infeliz?
De pequeño quería ser grande,
el poder de la decisión es seductor,
luego, siendo grande ya no supe que hacer,
entregándome, como suele hacerlo el hombre,
al vaivén de una mar revuelta que suele hundirte en ella.
Comienzan a blanquear mis cabellos,
quizás por ahí comienza a ser limpia el alma,
lo único malo del comienzo a envejecer,
es el no resistir el peso de los recuerdos que quisieras no tener.
Más el sentir nunca envejece,
y puede rendirse la razón al sentimiento,
puede el viejo ciervo equivocarse
y poner su mirar donde no debe.
¿Puede aquél sentir el no ser cierto?
¿Quién decide sobre la verdad del alma?
¿Puede acaso no mojarte el agua
cuando inmerso en ella tu corazón se baña?
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Antología de Rodolfo Paz
El arpón de tus encantos me ha herido,
y aunque me niego a morir
el llanto en mis ojos me delata,
mezo a la conciencia en tu sonrisa
como una forma de apaciguar mi duelo.
Cuelga mi razón de tus cabellos,
mi cordura pende en tus pestañas,
la luz que me ilumina proyectada es de tus ojos
y la sangre que me corre de tu carmín tiene el tono.
El anhelo de mi ensueño está en tu cuello,
el calor que necesito está en tu abrazo,
la caricia verdadera está en tu cuerpo
y mi mejor sonrisa es tu reflejo.
¿Sentimiento o capricho?
espero por mi bien que sentimiento,
porque de ser así,
a ti te he amado de verdad.
© Derechos de autor reservados. 2020
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Antología de Rodolfo Paz
Amar en secreto.
Ssssh,
eso que se escucha a la distancia es mi corazón,
que con un latir lento,
quiere hacerte saber
lo que nunca he de decirte,
que nunca probé tu boca
pero que sé sabe a cielo,
que nunca logré abrazarte
pero he sentido tu cuerpo,
que nunca besé tu cuello
y sé que es de terciopelo,
y que si partiste un día
yo te seguiré queriendo
aunque entonces ya mi vida,
morir vaya en tu recuerdo.
Si por tan solo un momento
mirarte una vez pudiera,
si pudiera demostrarte
que sin ti vida yo muero,
claro yo te dejaría
que al amor no solo encuentras
en unos labios dispuestos
a darse el más grande beso,
ni en unas piernas que en alas
abren ese amor al vuelo,
te diría que la virtud
del amor que es verdadero,
te dirá mano estrechada
que para ti habrá de estar
sin importar que tu mano
la suya nunca tendrá.
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Antología de Rodolfo Paz
Si oportunidad tuviera
de escribirte lo que siento,
llenaría yo los cuadernos
de te amos y te quieros,
no alcanzarían las palabras
para hacerte saber vida
que la pasión que yo tengo
por ti jamás se termina.
Si supieras, sin embargo,
que me he guardado de ti,
lo mejor de tu mirar
y tu olor a rosa fresca,
si supieras que me quedo
con tu esencia en mi recuerdo
y que estarás junto a mi
cada noche en cada sueño,
si pudieras comprender
que aunque no pueda decirte
lo que me estalla en el pecho
cada vez que yo te pienso,
me consuela descubrir
cuanto amor por ti yo siento,
y que aunque nadie lo sepa
sentimiento tal no habrá,
porque lo que ahora siento,
nadie por ti sentirá.
© Derechos de autor reservados. 2020
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Antología de Rodolfo Paz
Cuando no es contigo
Sé que el tiempo me quedará a deber siempre la verdad,
la verdad del por qué vivir,
la verdad del misterio que me ha hecho grande sin saberlo
y la verdad del por qué la perfidia del amor a mi sentir.
Me debe la vida una explicación,
una razón del por qué nací y una más del por qué no he muerto,
necesito entender por qué aceptar lo que miro
y por qué ceder a todo lo que vendrá.
¿Por qué debo enjugar mi llanto con la pena inmensa de miles a mí alrededor?
pareciera que ni siquiera tengo el derecho de enmarcar mi pesadumbre,
porque otras más grandes son ya vistas en el doloroso museo de esta vida.
Me debe la vida una explicación,
¿Por qué tú sí y por qué tú no siendo la misma?
se escribe con tinta de lágrima en cada hoja rendida al otoño
la nostalgia de lo perdido,
¿Más que perdí si nada tengo?
¿Qué se entrega con las manos vacías?
ahora entiendo, es el alma que nos da la vida, y la mía,
permanece siempre muy cerquita de la tuya.
Todo bello atardecer tiene su ocaso,
más la oscuridad que se nos presenta no es mala,
es el escenario ideal para mirar solo aquello que deseamos ver,
es el marco perfecto para los sueños
y los míos, me permiten llevarte alguna vez del brazo,
¿Por qué no podremos llevar de la mano al sentimiento y al juicio?
apenas comencé a no querer pensar en ti,
me di cuenta de que una vez más me he traicionado a mí mismo
al encontrar la resistencia de cada uno de mis sentidos
que se rehúsan a olvidarte un solo instante.
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Antología de Rodolfo Paz
¿En qué momento te he entregado el alma?,
no lo sé y apenas me reconozco,
me he rebasado a mí mismo
llegando a fronteras que no sabía que existían.
Sí, es verdad que nunca te he amado,
pero no tengo que morir para saber que la gloria está en el cielo,
así que sin amarnos yo he salido ganando,
porque he logrado sentir lo que tú nunca has sentido,
y he logrado expresarte lo que es amor infinito.
Te amo perdido entre lo irracional y lo común,
entre un hola y un adiós,
entre una línea muy delgada que encaja lo mismo en mí una sonrisa,
que me hace gritar tu nombre a lágrimas,
te amo en cada canción y en cada poema de amor
que me hace encontrar las letras de tu nombre
sosteniéndolo y dándole sentido,
te amo, lo mismo en el encaje que no esconde a la pasión
que en el recato que alguna vez ha enlazado tu mirar con el mío,
gracias pues por haber llenado mi corazón vacío de ti,
porque ahora, ya tiene por qué latir.
Así que no, no importa si amarte no lo consigo,
este sentimiento no merece el olvido,
porque lo que tengo claro,
es que el amor no es amor.....
si no lo vivo contigo.
© Derechos de autor reservados. 2020
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Antología de Rodolfo Paz
Mi olvido de olvidarte
No puedo sentir con la razón por más que lo intente,
no quisiera amarte como lo hago, pero lo hago
y después de tantos años, vuelvo a hacértelo saber,
porque habría sido un desperdicio
no volver a pronunciar un amor tan bello como éste.
Este amor mío se salió de mi corazón
y anda rondando mi cabeza en busca de tu recuerdo,
¿Y sabes por qué? porque sabe que ahí siempre te encontrará.
A veces me pregunto cómo en mi pequeñez
pudo anidarse un sentimiento tan grande,
pensé que, si te olvidaba, se apagaría esta llama viva,
pero a cambio, el rescoldo de ese fuego
ha sido suficiente para mantenerte más presente en mí que nunca.
Quizás me he hecho tonto solo,
quizás al suponer olvidarte solo te estaba recordando,
quizás esa distancia solo sirvió para sentirte más cerca,
no lo sé, lo que sí sé, es que ya estoy liberado,
porque puedo decirte al menos que te amo
y eso para mí ya es hermoso,
sin importar que mi vida vaya en dirección contraria al corazón.
Alguien dijo, que la felicidad que dura apenas unos instantes se llama placer
y que para reconocer al amor verdadero
era necesaria un poco de distancia,
la suficiente, para poder darnos cuenta que,
el hecho fortuito de un encuentro en la vida,
subestima nuestra capacidad de amar,
¿Por qué será que los grandes amores se representan en tragedia?
Supongo que el hecho de amar sin poder ser amado
desnuda al alma y refleja la verdad de ese sentir.
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Antología de Rodolfo Paz
Frente al amor, somos burbujas en medio de la tormenta,
¿Qué se puede hacer para evitarlo?
Podemos negarlo o podemos sacrificarlo,
pero no podemos dejar de sentir;
ciertamente, nadie se muere de amar,
por el contrario, de una u otra forma vivimos de amar,
¿Qué hace la diferencia entonces?
¿La supresión, la aceptación, la anulación, la negación?
no lo sé, lo que sí sé,
es que el amor se debe leer bajo el marco de la realidad
para que no te haga daño,
aunque amar de alguna forma siempre te hará vulnerable.
El amor está ajeno del tiempo,
se crean compromisos, se plantean metas,
se construyen pilares que soporten el peso de la vida,
sin embargo, amar eternamente,
aunque el poeta lo acuse
o, aunque las tragedias lo comprueben,
es un hecho fortuito del tiempo;
somos presa de nuestros propios sentimientos,
sin que esto quiera decir,
que la conciencia no nos otorgue la razón de saber lo que está bien,
el amor pues, no es culpable de nuestro actuar y en ello,
se burla de nosotros convirtiéndose una vez más inocente.
Queda pues éste como el acta escrita
que demuestra mi torpeza de sentir,
porque al plasmar yo,
todo este amor que siento por ti,
se ha revelado.........mi tonto olvido de olvidarte.
© Derechos de autor reservados. 2020
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Torre de arena.
Dime tú,
¿Cómo se olvida lo que no ha sido?
¿Cómo es que puede hacerte daño
el saber perdido lo que nunca se ha tenido?
¿Cómo es que se puede amar sin ser amado?
¿Cómo puede ser tan malo algo tan bello?
¿Por qué pensar en ti me evoca el sentir de un primer amor?
¿Por qué prefiero decir siempre tú antes que yo?
¿Por qué puedo comparar al brillo del oro con tu espalda?
¿Por qué te miró desnuda y me enamora tu alma?
¿Y por qué para mí, el misterio de tu piel desnuda no lo es tanto?
Para poderte olvidar,
cerraré cada noche la puerta de mi alcoba,
para que más no puedas entrar
en aquellos sueños donde puedo hacerte el amor en ceda púrpura,
iré a la sombra que me proteja del brillo de tus ojos de jade que nada vale,
si para saciar mi sed
beber nunca podré de tu boca,
pretenderé fingir que tú no existes
aunque te sienta viva muy dentro de mi,
me revelaré al blanco de tu alma reflejada en cada luna de plata,
y más no levantaré el rostro para verte fulgir en cada estrella.
Para poderte olvidar,
no dispondré más de tu sonrisa perdida en cada flor
ni simularé al néctar de una fruta con tu bajo vientre,
no emprenderé más la aventura diaria hacia tu pecho,
renunciando a la ilusión de sentirte a mí, tan próxima,
que tu respiración emprende su viaje al cielo unida a la mía,
ya no advertiré tu cercanía en la distancia
ni habré de sentir respirar el mismo aire que tú respiras.
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Para poderte olvidar,
no enjugaré más mis culpas en la copa bendita
que me hace disfrutar al vino de tus besos;
no me acompañarás más en cada canción
que te convierte en verbo presente de mi conciencia
y no pretenderé más ser el agua imaginaria
que al correr por tu cuerpo cada vez que te bañas,
te intenta seducir con su calor.
Para poderte olvidar,
habré de olvidarme de la poesía
y haré de cuenta que la inspiración que me provocas
ha sido una quimera que me ha hecho pensar
que el solo hecho de amar te hace feliz,
no volverá mi deseo a repetir el recorrido sobre tu espalda,
mientras aspiro el aroma de una taza de té.
Para poderte olvidar,
ya no te contemplaré, despojada del pudor,
en la noche oscura que acompaña mi despertar de madrugada
y someteré al instinto que busca abrazarse de ti,
caminaré contrario al viento
y me tragaré el ósculo que hasta ayer volaba en forma de paloma
para anidarse en cada pliegue de tus labios.
Quizás la vida se ha burlado de mí y me ha hecho conocerte
para forjar en el yunque enamorado de mi corazón,
la espada de fuego que me hizo vencer a mis propios principios
para llevarte a lo más alto de una torre que se derrumba ante mí,
porque esa torre .............era solo de arena.
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Amor que no eres mío.
Esto de saberte en compañía
cuando la noche me llama,
de que cuando tomes vino
su sabor pruebe tus labios,
esto de saber que el viento
es el que besa tu cara
meciendo tu pelo manso
sobre tu piel de manzana,
esto de pensar
que es alguien más el que te habla
y que el arreglo que vistes
sé sin ver no se compara,
esto que encanten tus ojos,
lo que fuera que ellos miren
perdiéndome yo la brisa
que brota de tus pestañas,
esto de escribir poemas
sabiendo que eres la musa
teniendo que suponer
que nadie me los inspira,
solo me queda esperar,
que el día en que la vida entregue
descansar pueda en la tierra
donde me hayan de enterrar,
y cuando pases los años,
y la madera se acabe
de nuestros lechos mortuorios,
quiera Dios que siendo polvo
nos volvamos a encontrar.
© Derechos de autor reservados. 2020
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No
No quiero quererte, pero te quiero,
ya sé muy bien que no existe entre nosotros el tú y yo
pero nada puedo hacer para evitarlo,
y si estoy vivo, debes saber que por aire te respiro
y que el corazón hace tiempo se me rindió a tu causa.
No, no quisiera el poder verte de nuevo,
ya bastante te miro en el cielo rojo
que anuncia por la tarde su partida para regalarme tu mirar de luna
o en las nubes que simulan la forma de tu cuerpo
y el cuál solo yo soy capaz de reconocer,
o en las flores que, al paso de una esquina,
me dicen bajito cuanto quisieran poder darse en mi nombre solo para ti.
Así que lo único que supongo,
tengo yo de este amor,
es la oportunidad de suspirar mientras te dedico alguna canción que intente,
al menos en la teoría inalcanzable,
hacerte saber que tan grande es esto que siento por ti.
No, no quiero volverte a ver, ni tampoco quisiera escuchar tu voz,
porque su hechizo mágico me elevaría al cielo
en un arca donde mis sentimientos caerían como cascada a tus pies,
y una vez allí, no dejaría de besarlos,
porque tú, reina de mi vida,
has dejado en mi al amor que no se olvida,
aunque yo,
aunque yo pretenda algún día conseguirlo.
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Por amarte así.
El cielo me mostraba su mejor azul,
el sol atraía hacia él a las rosas
y yo estaba ocupado sintiendo el frío de la sombra,
descuidos vanos de un tiempo que no vuelve,
vertidas horas vividas a destiempo,
caídos pétalos ofrecidos a un mórbido amor
que entre suspiros se ha negado a morir
porque aún el dolor de tu ausencia
es el mejor motivo para vivir.
Nadie como yo, abriría las cortinas de tu ser,
nadie enjugaría mejor que yo tu llanto,
nadie descubriría mejor desnuda a tu alma,
nadie entraría como yo en sueños a tu cuarto
para dormir sobre tus párpados,
cobijado en tus pestañas.
Fiel árbol que plantado se ha quedado en tu corazón
de ramas en brazos estacionadas en tu cálido abrazo,
ríos de lágrimas dejo para calmar tu sed
y una sonrisa para ti agradecida,
¿No miras que las aves
por ti brindan su mejor canto?
es el clamor de quien aguarda
el reencuentro contigo para subir los escaños.
A la mar doblegué rindiéndola ante ti
que solo querías el rocío de una cascada,
y la fiesta de chocolate que a diario me brindó el color de tu piel,
imprecisa fue para un poco enamorarte,
hoy silencio brota de aquella canción de amor
que con fanfarrias anuncia mi fracaso.
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Antología de Rodolfo Paz
A través de mi propia vergüenza
se gesta el capricho de no aceptar lo vivido,
y adornando mi pena de las más grandiosas joyas
camino por la estreches rocosa de la decisión tuya
que en pequeños fragmentos de olvido
ofusca a mi corazón que se muere de hastío.
Lo mejor de mí se rompió como una imagen
que se encajó en lo sentido traspasado por tu virtud,
déjalo ir me pide a mí la conciencia
morir sin ti,
me lo grita la tristeza,
miro, siento, vivo, muero,
la extensión de mi dolor es el universo eterno,
lloro, espero, añoro y quiero
revivir la historia nuestra con el beso que nunca te di.
Por amarte así se han secado mis besos,
se han marchitado las caricias que debieron sembrarse en tu piel,
mi gélido abrazo ha muerto esperando tu cercanía,
y mis pasos se quedaron detenidos en tu senda imaginaria,
por amarte así,
ha quedado zurcida a la esperanza el desconsuelo,
y la mejor versión de mí ya se quedó en el olvido
que ahora le suple el morir que me hace sufrir muy lento.
Si olvido pudiera dar a tu nombre, seguro que lo haría,
más que hago con este amor que tu calor no mitiga,
cobijarlo debo apenas con un poco de ternura,
hasta verlo morir por causa tuya.
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Antología de Rodolfo Paz
Amor mío.
¿Sabes?
lo bello de este amor no es que sea sólo mío,
sino que, al no necesitar de tus alas para volar
se guarda en el sobre blanco de mi alma
donde nadie más puede hacerle daño;
lo bello de este amor,
es que me da una razón para escribir,
porque tú inspiras los más sublimes sentimientos que se me desbordan.
Gracias por la distancia,
ella ha ennoblecido mi sentir,
aunque sin haberlo deseado,
también lo ha hecho más fuerte,
así que no espero nada de ti,
ni un halago ni un reproche, excepto,
el permiso en silencio de poder representarte en el poema,
que le dé un poco de sentido a éste, mi tonto amor.
Mi mundo no es el mismo de toda la gente,
en el mío, los luceros de tus ojos alumbran mi vida,
y su brillo me permite ver con claridad,
a este sentimiento que se rige por las mareas amorosas
que despierta la luna de bronce representada en ti.
Qué fortuna haberte conocido,
ella me alcanza para pagar el hecho de que nunca serás mía,
y todavía me queda lo suficiente para sentirme inmensamente feliz,
porque tú, mujer de mi destino,
permites que el dolor se mitigue con la sonrisa de la última foto
que guardo celoso en mi memoria,
dejándome descubrir,
como siempre lo hago,
algo nuevo en ti.
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Antología de Rodolfo Paz
Sábete bien que,
si amarte duele,
ese dolor,
que pasa por el fuego del crisol de mis anhelos,
queda imperceptible para un corazón,
que no cesa de latir solo por ti
mientras busca el mismo ritmo con el que lo hace el tuyo.
Mi amor no necesita de tu cuerpo,
aunque, si de verdad he de ser sincero,
alguna vez soñé contigo en mi regazo,
acariciando tu pelo mientras te hacía saber,
muy cerquita del oído,
cuánto es que mi vida te pertenece
y cuánto es que este amor
no quiere saber de nadie más que no seas tú.
Sé que el tiempo me jugó una mala pasada,
pero no reniego del destino
si él mismo me permitió conocerte,
el éxito está en saber colocar las circunstancias de tu vida
en el lugar donde lejos de hacerte daño,
te hagan crecer, y en este caso,
por más que no lo entiendo ni yo mismo,
algo he hecho bien, porque amarte,
después de haber luchado conmigo mismo,
pretendiendo no sentir lo que siento,
me ha hecho encontrar la paz.
Así que este ejercicio es solo para ti,
como una ofrenda de mis sentimientos a tu persona
que se ha presentado de frente, a mí,
como un arco iris permanente que me hace saber,
que por ti mi vida dejó hace tiempo de ser en blanco y negro.
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Amor mío,
si pudieras comprender el vuelo de mi afán,
te darías cuenta que no conocen otra dirección
que no sea la misma hacia donde tú te encuentras,
y una vez allí, a ojos cerrados,
puedo ser quien soy sin pena alguna,
porque la refracción de mi conmiseración
es la estampa prohibida de tu cuerpo desnudo
que aun a la distancia puedo oler,
descubriendo en él la brisa nocturna de una lila,
que escondida,
se revela a lo más sensible que hay en mí,
y puedo también,
recorrer extasiado con mis labios tu cuello
hasta rendirte a la pulcritud de mis deseos
que con ternura
no deja una parte de ti sin que sientas
la llovizna amorosa de mis besos.
No sé si habrá mañana, pero,
porque tu vieras mis ojos a través de lo que escribo,
valdría la pena vivir el día de hoy,
ya esta noche,
la suave luz de la luna nueva,
apenas palpable,
será para mí,
como siempre lo ha sido,
el guiño de tus ojos que me atraerá
y me hará decir bajito mirando al cielo,
buenas noches mi amor.
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Morir de amor.
Muero de amor, abro las alas,
y me arrojo al precipicio de los sueños
donde el cielo me recibe comprometido a mi sentir,
escribiendo tu nombre a tinta de nube
sobre la aurora de bronce que,
simulando al tono de tu piel,
domina al firmamento de mi vida en una postal
que hace saber al hombre,
que el paraíso existe
y que el paraíso eres tú.
Muero de amor,
camino lento por la borda de mi destino
asomando mis miedos a una mar
que siempre me llevó contrario a ti,
me rindo al juego cruel de los deseos negados
y parto llevado por el capricho fortuito
de una vela que domina el viento,
simulando la deriva de mi corazón
que sabe bien, su norte lo representas tú.
Muero de amor,
pienso en ti,
y aunque la conciencia me lo reclama,
me centro en el reproche de mis sentimientos,
que, apenas reconocen,
mi fallido propósito de querer olvidarte,
llenan mi memoria de las más bellas estampas
en las que tú eres la protagonista de mi vida,
y así, extenuada esa conciencia,
se vence a la única causa que me llena de paz
y que eres tú misma.
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Antología de Rodolfo Paz
Muero de amor,
presagio una oscura noche sin luna,
escucho el aullido a lo lejos
de todo el dolor que de mí se ha quedado en el camino,
las ramas de un bosque salvaje me hieren a su paso
y el único alimento que me daría las fuerzas para sobrevivir
son los besos que de tu boca nunca alcanzaré,
con todo y que nunca dejaré de desearlos.
Muero de amor,
simulo al huracán en el remolino de tu pelo
y me quedo atrapado en el centro de tu calma
contemplando la certeza de tu rostro
que me hace comprender,
por qué ha sido que de ti me enamoré.
Muero de amor,
y la más grande aspiración que ahora me queda,
es que toda mi desdicha sea equivalente a tu dicha,
que por cada lágrima en mis ojos
en ti se esboce una sonrisa,
mientras las perlas de tus dientes
al mundo den tu alegría.
Muero de amor,
y dejo escrito el epitafio que acompañará mi muerte
que no morí por ti, sino que viví por ti,
que mi dolor no fue verte sino el no poder hacerlo,
que amándote yo viví, aunque no tuve tus besos,
que todo lo que escribí fue en ti que encontró razón
y que fue antes de partir que tu nombre he pronunciado,
por eso yo te suplico, que mientras tú tengas vida
le des consuelo a la mía
¡Pensando en mí cuando beses!
© Derechos reservados de autor. 2020
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Relego de mi olvido.
Olvidé despertarme de este sueño
que cautivo me ha tenido tantos años,
olvidé profundo respirar al conocerte,
quedando al verte vulnerable a tus encantos,
y ahora, aunque yo ya no quisiera,
y aunque el no querer me hiera,
mi color favorito es el de tu piel morena.
Olvidé que perteneces al cielo,
que respondes al idioma de los ángeles
y que mi humanidad queda muy distante de ti,
pero, ¿Qué hago?
¿No acaso aspira el hombre al cielo?
y amarte es algo más que una profesión de fe.
Me olvidé de olvidarte,
olvidé emigrar al bosque templado
para quitarme el frío del no tenerte junto a mí,
olvidé la desventura de mi dicha
que partió doblada en la maleta de tu compañía,
aquella misma tarde,
en que al tenerte,
no te tenía.
Olvidé mi pequeñez frente a tu altura,
olvidé quitar tu nombre del poema,
y aunque tenga que tragarme esta vergüenza,
seguirás tú siendo luz que a mí me guía.
Olvidé quitar tu nombre de mi risa
de esbozar una sonrisa sin que tú fueras la causa,
olvidé correr el velo del olvido,
para así dejar de amar yo tu recuerdo.
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Antología de Rodolfo Paz
Olvidé que no eres parte de mi vida,
que tan solo fuiste en mí,
una plegaria fallida,
que al decir tu nombre el eco no contesta,
y se burla de mí, porque nunca serás mía,
olvidé cerrar el cuento en que leía
que por más añoro a ti que yo tuviera,
al final sin importar que yo te quiera
la tragedia de mi amor sería sentida.
Olvidé rendir mi fuerza en la derrota
que antemano al intento de buscarte
ya sabía que no aspiraba a la victoria,
más poder decirte a ti cuanto es que te amo
aunque cierres tus oídos a mi amor,
ha valido la pena el dulce intento
aunque solo me provoque un gran dolor.
Olvidé despertarme de este sueño,
¿Y sabes por qué?
porque en él estar contigo es realidad,
y si tengo que pagar con esta pena
por la gracia de mi mente al recordarte
pagaría con más dolor, te lo aseguro
por el hecho de mirarte un solo instante.
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Antología de Rodolfo Paz
Mi destino en ti.
Hoy te abriré mi corazón,
rige tú el destino de mi vida que al fin te pertenece,
decide tú quién soy,
si soy tan solo un alma enamorada
o soy quizás un alma perdida.
Si te digo que te amo
es porque lo hago en verdad,
y si el hacerlo me condena,
esperaré la misericordia de Dios,
porque Él sabe que no quisiera sentir lo que siento por ti,
sabe que me he quemado en el propio fuego de mi conciencia
y que,
si me he rendido a ti,
ha sido porque este amor
ha superado mis fuerzas.
No sé si lo comprendes,
no sé si tu juicio hacia mí me condena o me indulta,
lo que sí tengo claro,
es que lo único que me importa es lo que tú pienses de mí,
porque esto en mi vida,
por nadie más que tú yo lo he sentido.
No, no me escondo a la verdad,
la sensatez me obliga a que mi amor
se vuelva solo una expresión de mis sentimientos hacia ti,
un homenaje a tu persona que me enamoró sin darse cuenta,
una forma de que sepas,
como ya lo he hecho saber,
que un amor tan profundo y tan sincero
sé bien que nadie por ti ha sentido ni sentirá jamás.
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Antología de Rodolfo Paz
No te olvidaré,
no dejaré de suspirar por ti,
y no me negaré al amor
dándome la oportunidad de vivirlo a través de la poesía,
con todo,
no perderé el placer de enviar un beso al viento,
esperando que la vida me compense,
haciéndolo llegar hasta ti.
Te ofrezco antes del final todas las flores del mundo,
ese es el arreglo que te mereces,
te ofrezco todas las estrellas,
solamente con ellas debería adornarse tu corona,
te ofrezco todas las canciones de amor,
que si son de amor verdadero te pertenecen,
te ofrezco el placer del mejor vino,
pues tus labios no merecen lo inferior,
por último,
te ofrezco la mejor poesía que se haya escrito jamás,
porque seguramente es la descripción
de lo que sólo tú sabes inspirar.
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Vuelo nocturno.
Se asoma tímida la noche,
y en ella,
la cortina de mi ensueño se abrirá para que aparezcas
representando a la cita perpetua,
porque tú,
mujer de mis ideales,
te ocuparás sin saberlo
de llevar mis sueños por la senda que me conduce a la felicidad,
así que por lo pronto,
déjame decirte a ti, representada en la luna,
hasta mañana mi amor.
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Ahí estabas tú.
Y ahí estabas tú,
como la más bella flor esperando a ser arrancada
para ofrecerse al amor más puro,
ahí estabas tú,
mientras tus ojos guardaban para mí,
el hechizo de tu mirar que hoy rige mi vida,
llevando muy dentro de ti,
el peso de los años que te hicieron vulnerable al amor.
Y ahí estabas tú,
hablando sin hablar,
mostrando la sonrisa que enamora
y vuelve loco al corazón de todo hombre,
ahí estabas tú,
como una reina que sabe que,
aunque el mundo no la reconozca
tiene la majestad que me ha hecho caer rendido a tus pies.
Y ahí estabas tú,
como alimento de las ilusiones,
como una carnada a la pasión inusitada,
como bálsamo del sentimiento herido,
pero también,
como meta inalcanzable a mi sentir,
ahí estabas tú,
como una invitación a la dicha distante
que solo puede mirarse a lo lejos.
Hoy he soñado que volteabas hacia donde estaba yo,
y temblando ante tu grandeza,
me di cuenta de cuán tan pequeño soy,
pero también descubrí
cuán tan inmenso es lo que siento por ti.
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Sé que en esta desventura tú eres el viento y yo el áster,
que tú eres razón y yo demencia,
tú la indulgencia y yo lo que no se comprende,
tú el lance y yo el miedo,
tú la luz y yo zozobra,
más cómo no ir a ti si eres la ruta
donde quiere mi sentir llevar tu carga.
Así que sin serlo eres mi vida,
y al menos sé que de esta forma puedo vivirla contigo,
haciéndote cómplice de estos sentimientos que hace tiempo
únicamente a ti saben reconocer,
te amo,
y mi silencio no evita el grito interno con el que,
al pronunciar tu nombre,
el arrullo imaginado de tu respirar
hace que mi alma sienta alivio.
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Al vilo del olvido.
En el luengo paraje hacia el olvido,
la pena de mis ojos forma un río,
y en la balsa del recuerdo voy asido
suplicando que a mi boca des respiro.
Cautivo me quedé esperando el beso
y aunque ese ósculo de ti ya no lo espero,
el deseo de tu carmín siempre es un sueño
que me permite vivir ya estando muerto.
El sentir abierto en mí como besana
sembró en el pecho profundo tu mirada,
se guarda mi sentir en tus ojos de morada
donde espero sean espejos que le den reflejo a mi alma.
Voy al vilo entre la pena y la alegría,
porque a bien no sé qué hacer ya en esta vida,
si aceptar debo ya perdida a la esperanza
o seguir la aspiración de que pronto has de ser mía.
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Te amé, te amo y te amaré.
Te amé porque ya te amaba,
porque la idea del amor que había en mí tú la representabas,
porque el amar no se trata de sentir sino de entregar el alma
y con todo te sentí
porque en este amor pluscuamperfecto
mucho antes de conocerte, yo ya te amaba.
Te amé porque dispuesto estaba el corazón a la dicha,
porque justo tú sanaste todo raspón que hace la vida
restituyendo a la penumbra por la luz de aquella ilusión,
que me hizo entender que en el mapa de tu cuerpo
se halla la ruta a la felicidad.
Te amo porque te amo,
y aunque las razones para hacerlo por ti me han sido dadas,
reconozco a diario en tu presente nuevas formas
que, rigiendo a las mías,
procuran que por siempre de mi parte logres tú, saberte amada.
Te amo fuera de toda lógica,
más allá de todo verbo y todo tiempo,
representas a la víspera eterna de la ventura
que en cada luna se supera,
eres el mejor pretexto del amor en tiempo presente
y el ansia febril de comenzar ya el futuro.
Te amaré, porque dejar no podré jamás de hacerlo,
y porque el último ideal que me planteé hace tiempo
te requiere a mi lado en el camino,
y sé que siempre te amaré
porqué la amorosa voluntad de mi sentir,
se antepondrá a mis caprichos.
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Te amaré, porque eres razón intrínseca en mi vida,
porque respiro y suspiro tu nombre,
porque puede mi dedo sobre tu espalda tocarte el alma
y porque podría anidar al ave amorosa de mi sentir
en el más sensible espacio que me presentan tus alas abiertas
donde puedo, a punta de labio,
dejar escrito en el blanco de tu ser cuánto significas para mí.
Te amaré porque quiero no dejar de hacerlo,
porque quiero deshojar en ti al amor,
porque vivir en la esperanza de que seas mía
es mejor que vivir sabiendo que nunca besaré tu boca,
te amaré porque teniendo tu la llave de la felicidad en mi vida
ansioso aguardaré a que tú la abras,
y una vez tú, dentro de mi corazón,
cerraré manteniéndote cerca cada instante de mi vida.
Te amé, te amo y te amaré,
escrito está en mi corazón,
que por siempre te querré.
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¿Sabes tú?
¿Sabes tú que aunque no estás
permaneces junto a mí,
que cuando apenas te pienso
la sonrisa viene a mí?
¿Sabes tú que el poder tienes
de besar con tu mirar,
que tus ojos son de labio
y tu mirar de volcán?
¿Sabes tú que en la trinchera
de mi pobre corazón,
relegarte no he podido
aunque te quiera olvidar?
¿Sabes tú que es un plantío
de rosas tu corazón,
y que eres el libro abierto
donde te escribo mi amor?
¿Sabes tú que a la distancia
puede mi tacto sentir
la pureza de tus manos
haciéndome muy feliz?
¿Sabes tú que la sonrisa
me reclama que el sentir
me impida el ir hacia ti?
¿Sabes tú que en tus pupilas
atrapado quedé yo,
y que en tus manos de fuego
ardo sin vacilación?
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¿Sabes tú que en cada foto
cobras vida para mí,
y que puedo recitar
todo lo escrito por ti?
¿Sabes tú que en todo sueño
te apareces junto a mí,
y que apenas yo despierto
me pongo a pensar en ti?
¿Sabes tú que aspiro a un día
poder tu boca besar
y en un abrazo desnudos
conquistar tu soledad?
¿Por qué si tú eres del cielo
me atrevo a amarte sin fin?
tú perteneces a Dios
yo barro soy, tú eres sal,
y por la dicha que tengo
de esto que siento por ti,
yo ya me he ganado el cielo
ya no me importa morir.
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Vesania.
En el garzo amanecer sobre la bahía de la demencia,
el deseo de mirarte atrajo hacia mí del sol tu refulgencia,
y en el cándido motivo, donde ávido deseo tu tez morena,
toda expectativa que forjé lleva tu nombre,
van de a poco mis aciertos a tus labios,
convencido que jamás podré besarlos
y aunque todas mis saetas las dirija hacia tu calma
reconozco que mi amor, no merece por destino tu morada.
Esta vesania inventa en mi cabeza mil novelas
donde quedo por tu albura deslumbrado,
y en la loriga grabando en mi tu nombre
voy arquero paladín por ti a la guerra,
busco en ti la doncellez que hay en tus piernas
esperando que tu cama sea mi patria,
y aunque no pueda jamás mirar tu espalda,
dejaré en mi mente que de mi seas gobernanta,
porque si he de enloquecer por la razón de quererte,
te quedarás en mí, cuando al paso de los años
solo en ti yo sea que piense.
Estoy loco, porque ya es de mi sentir la conveniencia,
porque puedo oler tu pelo en la solana
encendiendo en él febril todas mis ganas,
estoy loco, porque nunca el real amor ha sido cuerdo
y por ello, aunque no lo sepas tú,
yo en tu corazón me encierro
pues si nunca en sano juicio he de abrazarte
en mi locura de amor,
cada noche podré amarte.
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Nada tan a pecho.
Nada tan a pecho,
los golpes duelen,
pero no lo harán por siempre,
deja de sentir rencores por la vida y reinvéntate en una canción
que, por más que desafines,
siempre se oirá bien acompañada de tu sonrisa.
Nada tan a pecho,
si el destino marcó cruel la ruta contraria a tu sentir,
la llave del recuerdo siempre abrirá tu mente,
y en ello,
el arrebato de tu amor irá menguando.
Nada tan a pecho
que aquí nada es para siempre,
no importa cuánto la quieras,
no importa cuánto la ames
no importa cuánto la desees,
el tiempo alguna vez cerrará por fuera la puerta y tú habrás de irte con él.
Nada tan a pecho,
que es mejor sentir que el no poder hacerlo,
diluye tus motivos con el anhelo inalcanzable
y dale una razón a cada flor para vivir,
regando en llanto cada pétalo ofrecido.
Nada tan a pecho,
llora, sí, pero también ríe,
que al final motivos no te faltarán para hacer lo uno o lo otro,
sin embargo, si el llanto no ha de calmar tu pena
o la risa no te hace sentir feliz,
desata de ti todo lo que no te deja ser.
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Nada tan a pecho,
que alguna vez su mirar se ha cruzado con el tuyo,
aprende a darle rumbo al ave perdida de tu ensueño
y mantén constante la razón del sentimiento,
vislumbra la luz que hay en sus ojos
alejando de ti toda penumbra.
Nada tan a pecho,
la vida nunca será aburrida si haces a un lado la monotonía,
hoy puedes ser quien tú quieras
y mañana, si el oleaje humano no te ha quebrado,
seguramente serás alguien mejor.
Nada tan a pecho,
no permitas que derrape tu constancia en el alabeo de su cuerpo,
y deja correr cada lágrima por el río de su remembranza
hasta que tu alma represente en su retractación
todo lo blanco de su ser.
Nada tan a pecho,
que, en esta continuidad vivida de la historia,
nuestro plan no debe ser engrandecernos sino hacer grande al amor,
porque al final, te guste o no,
tu vida dependerá siempre de él.
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Si te vas, !Llévame contigo!
Si te vas,
¡Llévame contigo!
que mi corazón no estará más completo
toda vez que una parte de él se irá contigo,
mis ojos aprenderán a llorar de una manera distinta
y comenzaré a morir un poco con tu ausencia,
llenaré mis vacíos de tus recuerdos,
consolaré a mi amor con tus visitas diarias a mi mente,
viviré la vida que tanto aguardó por mí este momento
y llenaré de ti cada oración que yo haga a Dios.
No, no es que quiera que por siempre tú te quedes,
pero no encuentro el punto medio
entre ello y el querer que no te vayas,
quizás el tiempo pasó muy rápido,
quizás fue que muy tarde descubrí al amor en tu templanza,
quizás, la vida que tan feliz me hizo por ti,
hoy me pide cuentas.
Zarpa el navío del olvido dejando varada en mí a la evocación tuya,
el relámpago tímido se guarda el trueno
haciéndome fingir una calma que no tengo,
y ahora,
me queda sólo cumplir
la desdicha a la que me condena la suerte,
simulando la sonrisa
hasta que llegue mi muerte.
Me consuela saber que, aunque no lo sepas, llevas contigo una parte de mí,
me consuela saber que una extensión de mi corazón hoy late dentro del tuyo
y te extraño ya,
como he extrañado siempre todo el camino que no recorrí a tu lado.
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Antología de Rodolfo Paz
Una cortina al abrirse reveló en ti mi secreto,
el mismo,
que ahora a la distancia nos mantendrá de cierta forma unidos,
y por toda la verdad de mi fallido sentir
declaro a este dolor causa de mi despertar
llevando como lema bendito de mis días a tu nombre.
Alguna vez alguien me dijo que cuando un amor se va no pasa nada,
más hoy aprendo que contigo sí pasa,
te amo,
y el gusto de haberte conocido siempre dejará en mí un poco de nostalgia.
Se feliz,
y ojalá haya podido siquiera un poquito que en tu vida lo fueras,
así que te declaro mi amor,
por lo que, si alguna vez te sientes sola,
deberás pensar siquiera un poco en mí
porque irremediablemente,
yo estaré pensando en ti.
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Mentiras verdaderas.
El tiempo pasa,
los espacios de mi corazón sin ti
de a poco se van quedando vacíos,
la muerte confronta a la vida, la mata,
más mi vida comenzará apenas con mi muerte
siendo lo que no soy ahora,
y lo aprendido hasta hoy,
de nada habrá valido.
Hubo sin ser,
hay sin haber,
habrá y no será,
¿Cómo puede el corazón encontrar razones donde no las hay?
¿Cómo puede llenarse de nada una ilusión?
¿Cómo se complace al ansia insatisfecha?
¿Cómo es que siendo yo, no sé quién soy?
El arco invertido de tu sonrisa
no reflejará jamás mi triunfo,
mis dedos nunca se entrelazarán a los tuyos
tu cabello nunca apuntará a mí como destino
y no podré, desde abajo,
poder observar tu rostro,
en la misma forma como se observa al cielo,
nunca beberé en el cáliz de fuego el vino de tu vientre
y en el tino deshojado de una flor
no llegará jamás el sí me quiere.
De un tiempo acá que ya no creo en mí mismo,
del amor amante estoy perdido,
de la vida vivo aferrándome a mi sueño
el cual llevo despierto
sin encontrarle sentido.
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La luna espera impaciente nuestro encuentro,
el lecho no me deja dormir
y más allá de mis sueños,
la proyección nocturna de tu cuerpo desnudo
me impide cerrar los ojos,
y aunque nunca podré tenerte a mi lado
en una noche cualquiera,
la luna no lo sabe y seguirá esperando por ti aquí en mis brazos.
¡Que se viva valiente la pasión!
que no se oculte nunca un gran amor,
que la tierra tiemble con un beso
cuando el sentir se encuentre frente a frente,
que no se niegue nunca el sentimiento,
y que el sueño de dos quiera Dios sea siempre el mismo,
que sincera sea la vocación,
y que engaño nunca se dé entre los dos.
No es la mentira lo que duele,
es la verdad la que me increpa,
no sonrío porque vaya a despuntar el alba,
lo hago,
porque vivo una mentira simulada.
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¿Cómo se engaña a un corazón enamorado?
Me podría conformar,
con que roce a la distancia tu memoria con la mía,
me podría bastar que el besarte fuera en foto,
me podría creer que esa sonrisa es toda mía,
que a tu piel podría sentir
al poner mi mano sobre tu dulce retrato,
y hasta podría suponer,
que es a mí a quien tú le miras,
más antes dime tú,
¿Cómo se engaña a un corazón enamorado?
Podría sentirme feliz,
cuando amarte en sueños lo haga siempre en cada noche,
podría fingir que es tu olor el que una lila me regale,
podría palpar a tus labios
en el mimo nocturnal que dé a mi almohada,
y hasta tu calor podría sentir
en el soplo que me regale el verano,
más antes dime tú,
¿Cómo se engaña a un corazón enamorado?
Podría apreciar tu respiro
en el aire que reciba yo del campo,
podría escuchar amoroso tu canto
en el trino matinal de aquel jilguero,
podría encontrarte en la ruta
de tus cejas señalando hacia tu pecho
y hasta suponer podría
que, en el fulgor de la luna,
de tu brillo y tu misterio está la suma,
más antes dime tú,
¿Cómo se engaña a un corazón enamorado?
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Podría sentir la emoción
que al colgar de tu pestaña ha de sentirse,
podría entender que por mí
sentir nunca podrás de la mariposa el vuelo,
podría mentir que no es por ti,
por quien corre el llanto mientras se calma este duelo,
podría negar mi realidad
diciendo que por ti yo nada siento
más antes dime tú,
¿Cómo se engaña a un corazón enamorado?
Podría fingir que no te amo
a fin de que mi corazón no sienta pena,
podría desterrarte de mis pensamientos
y hasta podría hacer saber al mundo
que no significas nada para mí,
pero antes dime tú,
de que me sirve engañar al mundo
si la verdad de ti vive dentro de mi.
Aposté a la dicha y sin ti hoy sé que perdí,
esperé sin que llegaras a mi sentir darle causa,
ahora quiero que a través de la distancia
al menos tú seas feliz,
que yo sin ti,
jamás he de poder serlo.
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Bebiéndote en el café de la mañana
¡Qué noche!
me he revelado a dormir para soñarte despierto,
he querido que seas mía,
y yo he sido tuyo entero,
y aunque aquí nunca estuviste
apareciste en lo incierto
de la oscuridad del cuarto
donde pude ver tu cuerpo.
Que bien me va tu beso imaginario en el café por la mañana,
sé que no estás a mi lado,
y aun así,
despiertas mi adormilada conciencia acelerando mi respiración
luego de la vigilia amorosa de mis anhelos, donde,
al ser tú protagonista de mis pensamientos,
te amé tanto como pude hacerlo,
y cuando partió la luna dejando a un sol tesonero,
supo formar una sombra con la forma de tu cuerpo
que, a contraluz simulada,
hizo surgir de mí,
el más profundo de todos mis anhelos.
Que bien me va tu beso imaginario en el café por la mañana,
mientras ilusionada,
se marca la ruta que hay hasta ti en la ventana
llevándote de mí cada respiro,
al tiempo que de vuelta el aire,
me hace aspirar toda la esencia de tu alma
teniendo la complacencia del aroma de tu piel de manzana,
y cuando a la distancia,
muerdo su fruta en mis manos entregada
sé que toda la gloria en ti se debe ver reflejada.
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Antología de Rodolfo Paz
Que bien me va tu beso imaginario en el café por la mañana,
que bien si lo acompaño del aleteo de tus alas
que me hacen alzar el vuelo
buscando en el deseo,
sobre la desnudez de tu cuerpo,
al cielo prohibido donde el cincel de mis manos
descubra en cada estrella tu figura,
porque tú, mujer de horizontes infinitos,
me vuelves demiurgo poético
que, a tu nombre,
hace rebozar cada sílaba existente
hasta confabular al abecedario
que escribir quiere tu nombre.
Que bien me va tu beso imaginario en el café por la mañana,
sé que no estás,
sé que no me amas,
pero puedo palpar en él todo tu sabor,
y puedo percibir también,
a la rendición fundida en él de la canela,
al tono preciso de tu piel moscabada,
al suave durazno de tu espalda,
y mientras endulzas todo en mí con tu presencia,
te has convertido en la mejor compañía de mi café,
porque en él te siento,
te pruebo y hasta te miro.
Que bien me va tu beso imaginario en el café por la mañana,
que bien si en mi mente tu cuerpo de leña arde en mis brazos,
mientras toda la habitación se llena de tu olor a vainilla
provocando al aire de bandera
en el que se rinde blanca aquella sabana,
que me invita a amarte una vez más,
sabiente que has llegado a ser
la única bebida que sabe calmar mi sed.
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Antología de Rodolfo Paz
Ya no es solo un pedido,
es una súplica que guarda los afanes de mi corazón,
déjame beber por café a tu cuerpo
déjame advertir de tu aroma su fragancia,
deja simular a la molienda entre mis brazos
dejando a punto erizada tu piel,
deja que al calor vuelen los sentimientos
hasta que cuelgue la sonrisa de tu rostro,
déjame intentar que conozcas nuevas rutas
hasta que vuelquen de ti
nuevas formas de suspiro,
deja que se eleve el ansia
a la altura de tu pecho,
y que a toda mi conciencia
dejes entrar en tu mundo,
deja que beba el amor
sobre el carmín de tus labios
mientras cabalgan mis manos
sobre tu espalda dorada,
deja que siga el camino
para que me sientas tuyo,
y es que pienso, tú mereces
conocer al amor puro.
Que bien me va tu beso imaginario en el café por la mañana,
porque en él,
puedo oler pensando en ti a la esperanza.
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A toda tú doy mi vida.
A toda tú doy mi vida,
a toda tú me doy entero,
al ébano dorado de tu piel,
al puente de tu nariz que aspiro un día se una a la mía,
a tus pestañas de liana donde se cuelga mi tonto deseo de amarte,
a tus labios feroces y entregados,
a tu cuello que atrae a todo beso,
a tus hombros que se erigen presuntuosos,
a tus manos voladoras que no surcan mi cielo,
a tus pies incansables dispuestos a continuar con la aventura,
a tus piernas que acogen lejanos los deseos,
a tu espalda ofrecida al amor que no tendré,
a tu corazón donde se resguarda mi alma,
a tu cabello salvaje y casi vivo,
a tus ojos bellos que hoy me desprecian,
a tus miedos enfrentados,
a tu cintura de fuego donde arden mis ganas,
en la batiente de tu cadera que me cierra sus puertas,
y a tu intimidad que se guarda de la mía,
a toda tú, por toda tú,
dispuesto estoy a entregar la vida misma.
Se asoma un casi te olvido,
discreta reminiscencia que queda siempre en el tiempo
presente la diferencia
de cuando sin ti la vida viví yo sin resolverla
contra la dicha infinita que me brindó tu presencia,
y si alguna vez el tiempo
me hace tenerte en mis brazos,
lloraré más de la dicha
que cuando tenía la pena
de que amándote tan cierto
no pude darte ni un beso.
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Antología de Rodolfo Paz
A toda tú doy mi vida,
al brillo hechizo de luciérnaga
que sale de tu mirar y cautiva,
al blanco puro de tus dientes
y a su mordida perfecta,
a toda la intención que me provocas
y al ritmo de música exquisita de tu caminar,
al aire que tu respirar purifica,
a la medida perfecta
de cada una de tus piernas
y a la distancia precisa
de cada uno de tus pasos,
al manantial de tu boca
donde saciar la sed quiero
y a la corona de cielo
que se ha puesto en tu cabeza,
a la caricia que enciende
al fuego que hay en tus manos
y a la caída de muerte
que guardas en tus caderas,
a tus oídos serenos
a los que quiero decir,
déjame estar a tu lado,
que por ti quiero vivir.
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Antología de Rodolfo Paz
Sobre el lienzo de tu piel.
Permanece en mi toda tu esencia,
tímida y entregada,
resuelta y soberana,
lejana y dispuesta a vivir mi sueño,
decidida a recorrer el telón de mis anhelos
que representa en mi mente
a nuestra ropa que cae al primer acto,
y ahí estas tú, decidida,
y ahí estoy yo frente a ti,
se funden mis esperanzas a tu certeza,
y mientras distendida te me rindes,
tus piernas me entrelazan en un momento de gloria
y se alzan al cielo para cubrir de ti a las estrellas,
que, habidas de ti,
mueren y renacen en el brillo de tu mirar.
Mi alma se despliega,
la llama se mantiene viva impidiendo al ensueño fenecer,
mis manos se desplazan al aire
simulando tu cuerpo de arpa
y a ritmo del amor,
mis dedos se llenan de ti,
surgen soles de colores,
uno no basta para expresar lo que mi corazón siente,
hay uno rojo de pasión,
otro azul de calma,
uno más de oro que se ofrece al propósito mío
de hacerte el amor a ojos cerrados
y mientras tanto,
pinto de tonos vivos todo el lienzo de tu cuerpo
que me ofrece a su jardín más íntimo
para sembrar en él todo mi amor.
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Antología de Rodolfo Paz
El aire corre a ritmo de nuestro respirar,
cubre invisible tu desnudez, se da,
los propósitos se vuelven uno solo
y culminan en tu lozanía,
el pudor roto me permite ir más a por ti,
alcanzarte en la selva hasta convertirme en una fiera salvaje,
dejándome domar por tus labios
que de a poco van calmando mi sed,
y así, de la mano recorriéndonos cada rincón,
hacemos culminar ese bello momento,
para inmediatamente después,
comenzar de nuevo mi fantasía.
Deja que pinte sobre tu piel mis ilusiones,
deja que mis manos se llenen de tus formas
hasta convencer al mundo que eres tú mi obra maestra,
desvanece la conciencia al roce de mis caricias
y déjame firmar la historia besándote los pies,
emula en tu corazón una prisión y no me dejes salir nunca,
porque tú, mujer perfecta,
haces claudicar de mi a la libertad
que solo quiere estar contigo,
y quiera Dios que en mi último suspiro
pueda mi lucidez dedicarlo a ti
porque este inmenso amor que he sentido por ti,
habrá sido mi mejor motivo para vivir.
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Antología de Rodolfo Paz
Amándote a ojos cerrados.
Estoy contigo a ojos cerrados,
amándote como no pensé que se podía,
amándote como nadie más lo haría
la profundidad del infinito me invita a volar
y toda dirección que tomo,
me lleva hacia tus brazos.
Nace una nubecilla luego del beso entre el sol con la tibia mar,
el idilio eterno entre la noche y el día es ofrecido por nosotros
en una manifestación de cuerpos despojados de sí mismos,
las estrellas húmedas nos guardan silencio
al tiempo que crecen alimentadas
de tantas noches de amor,
muestras, ostentosa,
colgado de tu pecho a mi corazón
que fuera de mí palpita por ti,
y en un esfuerzo sin palabra alguna,
mi lengua blanda habla por mi sobre el amor.
Que casta eres lo mismo de noche que de día,
que suerte soñar contigo
pudiendo comer a diario de tu breva
viviendo desde no sé cuándo del fruto rebosante de ti.
Eres tú mujer de tornasol
con la que las aves encuentran su rumbo
y el único destino a donde encamino mis ganas de vivir,
eres primavera que florece en mis brazos,
verano que arde sobre mi pecho,
otoño donde se manifiestan los deseos cumplidos
y paz de invierno
que me hace esperar en ti de nuevo a la primavera.
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Antología de Rodolfo Paz
Cierro mis ojos,
estoy enamorado,
me aferro a lo cierto de ti en mi mente,
me invento caracolas de tu pelo entre mis dedos,
y en un instante de fragilidad
colmo de labio a la porcelana de tu cuello
haciendo que sientas lo hasta ese momento jamás sentido
y cierro mis ojos,
porque sé que así,
será la única forma en que yo pueda tenerte,
porque tú, mujer inalcanzable,
recreas en mi la magia de la esperanza,
que en vuelo de gaviota
me da la oportunidad de amarte
guardándote amoroso, muy dentro de mis párpados.
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Antología de Rodolfo Paz
Amándote a la distancia.
Quédate en mi mente,
mantén ocupado mi desvelo
y formemos un reloj con nuestros cuerpos que corra sin prisa.
Quédate en mi mente,
duerme junto a mí en la alborada de mis sueños
inventémonos la noche eterna,
dejemos que el sonido apenas se rompa por la respiración
e imaginemos
que el mundo depende solo de nuestro amor,
quédate en mí,
como una parte misma de mi conciencia,
déjame ser una extensión de tus manos y piernas
hasta que los dos seamos uno mismo.
Quédate en mí que no me importa donde estés,
esclarece mi afanado sentir
que en vuelo de paloma me mantiene en el cielo
buscando posar mis deseos en lo más alto de tu cumbre,
para que,
una vez allí,
anide este amor en tu pecho
quedándose ahí hasta morir.
Quédate en mi mente,
deja que tu luna alumbre mi destino,
uno de plata y de dicha,
susúrrame al oído cuánto me amas que yo te daré mi vida
y no me dejes solo ni un instante,
que sin ti, todo se vuelve angustia y agonía,
quebranto de arena ante una mar de pena
y lágrimas tristes de vigilia y desconsuelo.
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Antología de Rodolfo Paz
Quédate en mi mente,
desnuda a tu alma
y déjate llevar por el amor,
entrega tu candidez
y piérdete en mis brazos
hasta que ambos alcancemos juntos la consumación,
porque tú, mujer vehemente,
hierves mi sangre
hasta hacerme creer que he perdido el sentido
sumido en el lago de la pasión que lleva tu nombre.
Quédate en mí,
como una estrella prendida de su cielo,
como una sombra que se ata a tu silueta,
quédate en mí,
porque apenas te siento un poco lejos
de aflicción siente morir mi corazón.
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La mujer que más quiero.
¡Tú!
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Antología de Rodolfo Paz
Muy dentro de mí.
Muy dentro de mí,
tu mirada se despliega sobre mi corazón pintado de azafrán,
el eco del beso que te he robado
mientras estoy dormido,
permanece como testigo de la verdad de mi amor
mientras racimos de opacidad brotan de tu pelo
en una cascada de ébano
que empapa al alma
con la que te entrego la vida misma.
Muy dentro de mí,
pensando en ti,
la noche me asalta
como una ola que me hace rendirme a tus pies,
rompo a galope un viento
que desata la tormenta emanada de tu cuerpo
y me dejo llevar
por la corriente que lleva tu nombre
sobre una calzada de piedra viva
que me marca el destino
hacia lo más hondo de tu ser.
Abrí los ojos,
y entonces,
estrellas de colores me albergaron
señalando en sus horizontes,
toda dirección que me llevaba hasta tu boca posándome en ella,
danzando en el cobertizo de tus labios
que me hacían sentir conquistador del mundo,
porque tú,
mujer de sueños vivos,
cual fuente me llenas de la dicha
por la que solo quiero pronunciar tu nombre.
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Antología de Rodolfo Paz
Muy dentro de mí,
toda la alevosa belleza de tu rostro
me arrastra hacia la mar de los sueños prohibidos,
ahogando mi frágil conciencia que se rinde a tus encantos,
y una vez inmerso en tu presencia
mi ávida esperanza de poseerte
es una pequeña isla en el océano de mi realidad.
No me confrontes con la realidad del mundo,
permite mantenerse a mi atención fija de ti,
posee todo de mí que a solo a ti pertenezco,
y en una fiesta de nosotros dos,
déjame hacerte una vez más el amor
mientras una lluvia de estrellas
celebra el triunfo de este,
mi loco amor.
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Antología de Rodolfo Paz
Seamos uno mismo.
Seamos sueño y realidad,
fantasía de todo lo que puede ser,
y en ella,
seamos cama,
crisol donde nuestro amor se funda derrochándose por la habitación,
seamos fervor,
ganas insaciables de amar por siempre,
seamos vuelo de palomas libres que se inventen el beso eterno,
seamos el café que se desea por la mañana
y mejor aún, que se bebe por la noche,
seamos conciencia, uno del otro,
dictémonos el rumbo a tomar,
seamos viento y montaña que al choque queden ambos invictos,
seamos luz donde te muestres desnuda
y yo oscuridad que te robe en un abrazo,
seamos marea nocturna elevada al cielo
y un juego de cuerdas que se encarguen de hacer un himno a nuestras almas.
Seamos delirio y sensatez,
mansedumbre y frenesí,
fuerza y calma,
seamos árboles y alimentémonos de su fruto,
seamos pudor e impudicia,
seamos lo permitido y lo prohibido,
agua y sed,
seamos costumbre y novedad,
tierra y cielo,
seamos dos siendo uno y seamos uno siendo dos,
seamos sangre y corazón,
prueba máxima y limite rebasado,
seamos pues, tú y yo,
el mejor motivo para que exista el amor.
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Antología de Rodolfo Paz
Seamos deseo y aceptación, piel y caricias,
remanso de orquídeas y dalias en un mismo jardín,
seamos la duda resuelta
y la provocación llevada a la alcoba de pasión donde su fuego se consuma,
seamos vera y destino,
ramas del mismo árbol
y lluvia desatada de una misma tormenta,
seamos pues frío y abrazo,
cóncavo y convexo ofrecidos por un mismo motivo,
y sangre y vena
que mantengan latiendo al mismo corazón.
Seamos cordillera y nube besándose en las alturas,
estrellas y fulgor que formen una constelación que lleve tu nombre,
seamos leyenda viva que sobrepase al tiempo
y héroes que triunfen en la batalla de los sentimientos,
seamos candor y lozanía,
ritmo y pausa, prisa y paciencia que sepan llegar,
reflejo uno del otro, atados por la mirada cercana
y distancia consumada en el choque de nuestro pecho.
Déjame tomar tus manos,
permíteme agotar hasta mi último beso sobre tu espalda,
vivamos al amor en un tiempo infinito
que me de razones de continuar mi vida,
déjame poseerte como mar embravecido
y cabalga sobre mis deseos hasta perder la cordura,
déjame llevarte de la mano más allá del recato
sobrepasando tus propias fronteras de placer,
déjame pues, tomar por asalto a tu boca,
porque tú, mujer de labio,
eres la razón por la que soy feliz,
y a quien por siempre seguiré amando.
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Antología de Rodolfo Paz
Me beberé tus lágrimas.
Quiero beber en tus lágrimas toda causa de su brote,
que tu pena sea mi pena,
quiero disipar de ti toda la pena acumulada,
quiero consolar a tu infortunio
y darle descanso a tu pasado,
quiero darle cause a lo vivido
y que toda consecuencia
quede resumida en el amor que te tengo.
Quiero ahuyentar a tus fantasmas,
borrar de ti todo mal recuerdo
hasta hacer más liviana tu carga,
quiero hacerte renacer,
quiero llevarte hacia la luz
manteniendo encendida en ti a la esperanza
que sostenga en tu rostro a la sonrisa.
Quiero ser el oído que te escucha
y poder decir toda palabra que necesitas,
quiero saber llegar a ti,
quiero alejar de ti todo el barullo del exceso
sembrando en ti la calma que te permita descansar,
quiero representar a la aurora que presagie un nuevo día
donde pueda el sol abrir la flor que habita en ti.
Quiero ser una mano abierta y extendida,
liberarte de toda culpa
expiando a tu lado todos tus pecados,
quiero darte lo que nunca tuviste
y hacerte encontrar en el ayer
la reminiscencia que haga brotar del tiempo
aquellas chispitas de hilaridad que haya habido en tu niñez.
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Antología de Rodolfo Paz
Quiero beberme tus lágrimas
y en ello,
hacer que mi interior se llene de ti,
quiero transferir toda queja de tu alma
en una nueva cuenta que por saldo solo tenga la felicidad,
quiero ser un nuevo motivo en tu vida
y darme a ti como se dan los enamorados.
Quiero ser la calidez que te quite el frío,
cubrir tu desnudez con la gracia plena del amor cierto,
quiero amarte y entregarte vivo el corazón
mientras tímida a mí me ofrezcas el tuyo,
quiero ser pues lo que te ha hecho falta,
porque tú, mujer de misterios resueltos,
eres la mejor razón que hay en mi vida.
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Antología de Rodolfo Paz
¿Hasta cuándo?
¿Qué cuándo tendré sus besos?
ni siquiera sé si existe el cuándo,
y aunque mi respiración está llena de esperanza,
reconozco a la implacable realidad que me aleja de ella.
¿Qué cuándo la llevaré de la mano?
no lo sé,
más claro tengo que la llevo en el corazón
buscando que lata el suyo a la par del mío.
¿Qué cuándo la veré de nuevo?
ni siquiera sé si ella asume que existo,
y por tal,
no sé si alguna vez sabrá que esto que siento,
nadie más jamás por ella habrá sentido.
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Antología de Rodolfo Paz
Ya será en otra vida.
Si no es en ésta, será en otra vida,
que mi amor hacia ti no se termina,
dejo abierto el sentir por ti mi niña,
en el pulcro poema de este día.
Que, si hoy quiero que estés aquí a mi vera,
por darte es, mil razones de alegría,
que a nadie más que a ti jamás podría,
entregar el alma y la vida misma.
Eres como el sueño en el que he vivido,
el único deseo que he sentido,
reflejo fiel de todo lo que aspiro
y la luna de miel que no he tenido,
eres pues en mí, inspiración y anhelo,
razón que ha dado vida a este soneto.
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Antología de Rodolfo Paz
Quiero
Quiero atrapar tu mirar, quiero te sientas amada,
quiero tu voz sean murmullos que crezcan en mis oídos,
quiero sentir por tus manos y peinarme con tu pelo,
quiero de ti la esperanza de vida entera a tu lado
y de años atragantarnos pasándolos con mil besos,
quiero latir en tu pecho llevándote muy adentro.
Quiero que en la misma alcoba se guarden nuestros secretos
que más que yo nadie sepa que beso a diario tu espalda,
quiero en ti arrojar mis ganas y que te sepas amada,
conociendo tus secretos mientras te entregue los míos,
quiero pues que, ante mis ojos, tu desnudez sea guardada.
Quiero que hables por mi boca y pensar yo por tu mente,
quiero tus pechos ardientes sean verano complaciente,
quiero reír por tu risa y ver tu llanto en mis ojos,
quiero perderme contigo y que te encuentres conmigo,
quiero beber de tu boca hasta que la sed se aleje.
Quiero en ti la fantasía en el lecho tenga vida,
quiero que seas la manzana que tiente mis madrugadas,
quiero que duermas conmigo mientras te mire dormida
acariciando tu piel en una lluvia de calma,
quiero entregar yo mi sueño para que vivas tranquila
y que todo tu pesar vuele de ti en la alborada.
Quiero cantar tu canción y que a las mías des sentido,
quiero que sea nuestra trama novela del nunca olvido,
porque una vez que te he amado, en mí no veo más camino
que aquel que guarda tus pasos marcando de mí el destino,
quiero que seas mi final y de ti ser el principio
que te aseguro mi vida, como te amo no has sabido,
y es que sin ti en mí el amor, no tiene ningún sentido.
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Antología de Rodolfo Paz
Quiero poder complacer de tu cuerpo los deseos,
quiero que mires en mí la forma de tus anhelos,
quiero que no haya pudor cuando al fin nos entreguemos
hasta que brote de ti, la mujer llena de fuego,
quiero que no quede en ti parte alguna sin mi beso,
quiero que cierres los ojos y que vivas este sueño,
que yo por estar contigo, tendré todo lo que quiero.
Quiero que mi alma te siga mientras la tuya en mí guardas,
quiero pretextos sobrados que me lleven a tus brazos,
quiero a la primera estrella pedir solo tus deseos,
quiero entregarte la vida,
quiero en ti darle sentido,
quiero que cada mañana
sea amanecida contigo.
© Derechos reservados de autor. 2020
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Antología de Rodolfo Paz
Si he de morir, decido que sea por ti.
Si he de morir por alguien,
decido que sea por ti,
porque diste los motivos
para amar de corazón
y aunque nunca fuiste mía
sabes muy bien que este amor
por ti nadie sentirá
con la furia que amo yo
porque aunque nunca me diste
el beso con el que sueño
por saber que has existido
la vida me ha complacido.
Si de pena he de morir
decido que sea por ti
que mejor razón de vida
no encontré fuera de ti
y aunque este amor que ahora siento
no quisiera yo sentir
reconozco que eres causa
de sentirme muy feliz
y si solo eres un sueño
tambien eres mi verdad
la guerra en que yo por ti
dispuesto estoy a morir.
Derecho reservados de autor. 2020
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Antología de Rodolfo Paz
Apago la luz
Apago la luz, es en la oscuridad donde puedo verte a diario,
donde la puerta de la realidad se abre a los sueños
y te trae a mí como la mejor compañía,
suelto el cordel que ciñe tu pelo y con él suelto mi deseo,
te descubres clavel y ofreces a mi amor tus pétalos,
dispones de mi exaltada conciencia y mis instintos
y nos amamos como jamás nadie en vida lo ha hecho.
Apago la luz, me dejas profanar la tierra bendita de tus labios con mis besos,
permites que mis manos se llenen de tus senos
y me das el gusto de beberte como se bebe al mejor vino,
se corre el telón que hace en el primer acto fundirnos en un abrazo,
despojando la ansiedad de mi por ti casi lascivia.
Apago la luz, me dejo ir a tientas
y permites que encuentre la luz en ti mientras a tu corazón me dejas entrar,
desatas en mi la tormenta y después me das la calma,
porque tú, mujer de tiempos precisos,
dispones de mi sabiente bien en que momento me beberé tu beso más profundo.
Apago la luz, y sé que será una noche mejor que la anterior
dejando el suficiente misterio para develarlo mañana,
te ofreceré mis brazos y en un abrazo
apresaré a tu alma dejando la mía a tu servicio,
dedicaré al cuidado de tu sonrisa mis mejores esmeros
y una vez que el cúmulo de mi amor se desborde en tu candidez,
solo me restará abrazarte en mi almohada
hasta la próxima cita que sin dudar será mañana.
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Mis diarios sueños contigo.
Soñar de ojos abiertos,
soñar de manos voladoras
que anidan en tu cuerpo,
despertar pasional en una noche cualquiera
disfrutando el sabor de tu piel dormida.
¡Sueña!
¡Sueña mujer!
y llévame volando por tu sueño,
cabalguemos desnudos vistiéndonos de nube
dejando huellas de este amor por todo el mundo.
¡Sueño!,
toda metáfora amorosa en ti se cumple,
acaricio tu cuello
y cede toda resistencia
mientras mis manos visitan de punta a punta cada parte de ti,
te conviertes en la dama expectante que espera
que toda la verdad de mi amor converja en ti,
y una vez que mis besos te han despojado de todo pudor
te entregas a mí
sabiente que te amaré como nadie jamás lo ha hecho.
¡Sueña!,
llenémonos de ilusiones taciturnas
que me prohíban separarme de tus brazos,
dales cauce a los motivos furtivos
que descarados por ti se muestran al mundo,
déjame vivir en ti,
deja que me aloje en cada uno de tus párpados
que me ofrezcan su calor,
y del camino su rumbo.
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Antología de Rodolfo Paz
Y así,
en la ensoñación que me lleva a ti,
se construye la velada perfecta
que me trae tu compañía
rehusándome a abrir los ojos para no perderte
mientras construyo y recito
el poema que escribiré por la mañana
reflejando en él
a las amorosas esperanzas de mi corazón.
Nace la noche reflejando en un espejo,
la atrayente captura de tu cuerpo,
sueño de cristal, sueño prohibido
contigo quiero soñar
hasta el olvido.
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Ya llegará el olvido.
Llegará el tiempo en que pase la tormenta
que tu amor sobre de mi ha suscitado,
y la azuela cortará entonces de tajo
todo este amor que, aunque siendo muy feliz
también sin quererlo me ha hecho daño.
En este corazón se ha acumulado
el sentir que acumula una centuria,
más espero la llegada de una luna
que me hará sentir que por ti mi olvido es cierto.
No es que quiera no sentir esto que siento,
las esquirlas amorosas por tu paso
se han clavado en mí causando el llanto,
y aunque supe siempre bien que no eras mía,
esperé siempre de ti alguna sonrisa.
Gofraré tu nombre en oro sobre mi alma
porque fuiste tú en mi vida algo importante,
dejaré volar mis sueños de paloma
esperando en su regreso aquel laurel
que me hará saber de la tempestad el cese.
Más mientras llega a su fin mi sentimiento
aferrado a mi persistirá el recuerdo,
y aunque el temple cuelgue de mi la sonrisa
por este amor que te siento
seguiré sintiendo pena en esta vida.
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Ni te espero, ni te olvido.
Mientras más lejana te encuentras más te pienso,
mientras más siento tu ausencia más estás cerca de mí,
mientras más me dueles más te quiero,
mientras más estoy despierto más te sueño,
mientras más me aferro a tu silencio
más me viene tu voz para romperlo,
mientras más te trato de olvidar
más de mi se apodera tu recuerdo.
En la lúgubre abadía donde encierro los deseos,
una pequeña luz escurridiza se planta en la ventana,
es tu presencia que a mí siempre me acompaña
aunque toda la razón por mi bien quiera apagarla.
El implacable remilgo de mi sentir me impide tu relego
el aroma de las acacias a mi paso se asemeja a tu perfume
y toda esperanza de que un sol diferente nos rija
se termina cuando se descuelga tu calor por los rayos desde el cielo.
Ni te espero ni te olvido,
lo primero es tu deseo
lo segundo así lo quiero,
más no puede tu desdén ni mi deseo
dar consuelo a este mi amor que te profeso.
Seguirá mi amor la ruta dolorosa
viviendo el desacierto del sentir equivocado,
la claridad del desconsuelo hará fracasar cualquier intento de olvidarte
porque sé que si no puedo, es porque amor....... no quiero hacerlo.
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Amar al límite.
Una lied compuesta te ofreció lo más puro de mi sentimiento,
tan ligera en su tono,
que solo el peso de tanto amor evitó se volviera una plegaria al cielo
confundiéndose con una alabanza que solo entonarían los ángeles,
y es que tú, mujer de mi vida,
despiertas al portentoso ansiar de tus besos de alabastro
que traslucen a tu alma definiendo al andar de mis deseos,
que se confunden en el acto, entre la moral lícita y la pasión desbordada.
Estamos en la edad precisa de un amor lozano,
nos encontramos aun en el tiempo de la repartición de caricias
que lo mismo apaciguan que alborotan,
eres el fervor de un bonche de fuego
y la suavidad de la más exquisita moqueta
que nos hace reiniciar el romance en una fina carpeta
seducida por tu suave piel.
Y en el borbotar interminable de la muestra
de nuestro amor que ensordece,
se funden las viguetas incapaces de soportar tanto amor
dejando en el dosier que lo atestigua
un jipiar dolido de flamenco que nos mira incorporar a nuestras almas
en un nirvana que nos eleva hasta Dios.
Déjame amar al límite hasta morir de amor
pues destino igual jamás nunca olvidado sería,
déjame coronar mis sienes con tus besos
hasta volverme un arcángel
que lleve a nuestro amor al cielo.
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Amor imposible
A la usanza de Bécquer escribo
cual mórbido en ti pensando
estos versos que hoy te dicen
de ti vivo enamorado,
sin embargo, vida mía,
aunque la pasión me embarga
entiendo que más allá
de todo el amor que siento,
la realidad me condena
porque sé que, aunque lo quiera
jamás tú serás mi reina.
Fuiste tú el brillo de estrella
y yo quien a la distancia
puedo solo contemplarla,
fuiste aquella refracción
que agrada todo sentir,
sin embargo, al acercarme
toda se desvaneció,
fuiste tras el vidrio el oro
que guarda una gran pureza
sin embargo, reconozco
de comprarlo no me alcanza.
Fuiste tú tras el océano
el destino de mis sueños
más las olas traicioneras
de ti más y más me alejan,
fuiste razón de mi guerra
inspiración y mi fuerza
y aunque he ganado batallas
sé bien que perdí la guerra.
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Fuiste la mujer que elijo
para ofrecer mi poesía
aunque mi reflejo en letras
por ti nunca sea leído,
fuiste la tierra bendita
donde sembrar quise el alma
y aunque la cosecha es buena
no podré jamás probarla.
Fuiste el agua que mi sed
de ti no podré saciarla
el vino que por más quiera
no me hará estar embriagado,
fuiste pues lo que más quiero
y aunque no te bese nunca,
sé que al sabor de tus labios
no he de poder degustarlo.
Fuiste el calor de verano
cuando yo era frío de invierno
fuiste rosa de castilla
que no se plantó en mi yermo
fuiste la nube perdida
que no pasó por mi cielo
y el pastel que en mi cumpleaños
nunca cumplió mis deseos.
Termino mujer los versos
lanzando besos al viento
y deseando que seas mía,
y aunque nunca mis deseos
vuélvanse una realidad,
por el sentir lo que siento
la felicidad me da.
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Lo que más quiero decirte.
Quisiera poder a la distancia
acercar mi sentir a tus oídos
para hacerte saber amada mía
! Qué te amo como a nadie en esta vida !
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Al filo de tu respiración.
En una mar de zinnia
que revuelve sus colores
en la búsqueda precisa del tono exacto de tu piel,
se mezclan de forma casi divina el ébano y el marfil
dejando mi locura expuesta
a la contemplación de tu cuerpo de canela que en sueños poseo
con la misma delicadeza con que el lirio es besado por el colibrí.
Luego entonces
en una ceremonia de naturaleza dedicada a tu nombre
eclosionan cientos de capullos
que ofrecidos a ti
se abren esperando alcanzar tu mirar
deseosos de encontrar la dicha de morir en tus manos.
Viene entonces un dulce cierzo que amansa mi calor
para resistir la vaharada que en nuestra cercanía
emanará en mis sueños de tu boca,
será un soplo de vida a mi ser
que me ofrecerá, como un credo
la seguridad de continuar amándote eternamente.
El céfiro se confabula conmigo y arrastra tu olor hacia mí,
la esperanza se funde con mi desconcierto confundiéndome
hasta darme cuenta que mi amor existe más allá de tu presencia,
porque tú, mujer inexorable,
has demostrado en mí que todos mis deseos
se cumplen en el sentir inmensurable de mi corazón
que se basta con saber que, en alguna parte,
donde sea que tú te encuentres,
alguna vez siquiera habrás de pensar en mí,
porque un amor como el mío no pasa inadvertido.
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Antología de Rodolfo Paz
Y así,
en la apreciación interminable de tu cuerpo,
enriquecen mis ojos su existencia llenándose de ti,
y se revela en ellos,
la gratuidad divina que luego de verte me conduce al cielo,
en un éxtasis que me sujeta a vivir fuera de la realidad,
donde jamás podré siquiera llevarte de la mano.
Deja que me alimente de tu boca,
déjame como al dátil saborearte,
deja que mi fetén sentir siempre te acompañe
hasta hacer de cada beso dado un arte,
y así,
en la hegemonía párvula de tus labios alcanzados
me quedaré a vivir en ellos
siendo el garante de que a ti
jamás de mi te faltaría un beso.
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Ahora sé por qué te amo.
Ya me queda claro,
ya entiendo este frenesí desbordado,
ya comprendo la razón del éxtasis que me embarga
provocado por la ropa que se guarda tus misterios
y que descubre en mi mente,
todos y cada uno de los momentos
en que te he deseado,
que te deseo
y te seguiré deseando
mientras pueda en sueños
sentir tu respiración muy cerquita de la mía.
Ahora entiendo por qué tú sola cercanía me acelera,
ahora sé por qué dejar de amarte no podré,
ahora sé que tu cuerpo asediado por mis ansias
se entregará alguna vez,
en una revuelta de caricias
que harán triunfar al idilio que nos representa.
Te has convertido sin saberlo
en la jarana que explota mis placeres,
en un asaz de un te quiero interminable,
en motivo de un séquito que soberana
te lleve en lo alto por la rambla principal de tu reinado,
eres la persuasión que insiste en amarte,
bríos salvajes que me dan por alcanzarte,
eres dulce y menta,
cordura y delirio,
simpatía y desdén,
eres el sueño cumplido,
el deseo interminable,
eres todo y más en mi vida.
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Sé que alguna vez mis naves desembarcarán en tu piel
sé que la cúspide de todo este sentir se encuentra en ti,
sé que habré de lograr la conquista de tu corazón gitano
y que este hechizo de amor en mí nunca se terminará,
sé que en ti lo imposible se hace posible
y que solo necesito tu mirar para ser feliz,
porque tú, mujer de mi vida,
haces elevar mis suspiros hasta el cielo
disipando con ella toda nube gris en mi vida.
Hoy, ya no tengo dudas,
y si un motivo tengo para levantarme cada mañana
es el saber que, en alguna parte, doquiera que te encuentres,
te llegará sin que lo sepas el suspiro enamorado
que alberga el anhelo mío de besar todo tu cuerpo
llegando a ti hasta la ruta de lo prohibido.
Deja que mi deseo explote hasta llegar a tu alma,
atiende esta súplica de quien necesita a diario de tu amor,
vuelve hacia mí tu atención distraída
para con un beso firmar de eterno a nuestro amor
encontrando toda mi razón de ser en tu sonrisa.
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Qué será de este amor.
Qué será de ti sin mí,
qué será si al estar sin mí no sabrás del amor cierto,
hacia donde malgastada tu entrega
irá sin haber recibido el amor puro,
en qué realidad se perderá el sueño de dicha del alma enamorada,
bajo que promesa la alborada te recibirá en brazos ajenos
diluyendo los motivos del rojo pasional de tu carmín,
mientras en mis manos, se escapa como el agua,
la esperanza de que alguna vez seas mía.
Qué será de mi sin ti,
sobre que piel escribirán mis labios la poesía que te mereces,
hacia qué nuevos rumbos partirán mis intenciones,
con qué nombre usurparé tu nombre,
bajo que principios defenderé la lozanía de mi sentir
si soy incapaz de llevarte de la mano,
bajo que débiles cimientos se construyen mis anhelos
si el más cierto, el más inmaculado,
no podré sellarlo con el amén frente al altar.
Qué será del amor si no existe el nuestro,
bajo qué juramento se sellarán
si el amor más puro sentido es imposible,
bajo que columnas de hierro se hablará de la fuerza del amor
si son incapaces de soportar el peso de mis sentimientos por ti,
como encender la llama viva si estamos separados,
bajo que falsa esperanza deberá consolarse está pasión.
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Contigo sí.
Con que facilidad robaste mi atención,
con cuanto temple me volviste loco,
con que dulzura te hiciste dueña de mi alma
y con cuanta inocencia doblegaste mis instintos.
Iba yo sin rumbo navegando al garete,
cuando me encontré a la distancia en ti al paisaje más hermoso,
y fue desde entonces sin tú saberlo,
que hemos gobernado juntos esta ínsula de amor incrustada en el mundo.
Desnudos corren así los sentimientos,
de tiempo en tiempo se apaciguan mis ganas de amarte
tan solo para después desearte con mayor fuerza,
porque tú, mujer de olas vivas,
te mantienes presente en la bahía de mis pensamientos
que aguardan la humedad de tus sentidos para ser feliz.
No hay gozo mayor que levitar sintiéndome en tu abrazo
no hay mejor razón para respirar que capturar la intensión de tus suspiros,
no hay noche mejor que aquella donde abrazo tu presencia
sintiéndote tan real,
que decido mantenerme despierto diciéndote bajito a la distancia
cuanto es que te añoran las esperanzas amorosas de mi corazón.
Deja que viva el sueño de mi vida a tu lado, y en él,
concédeme del baile la primera pieza,
no desprecies nunca el que te tome de la mano
a menos que de pena muerto tú me quieras,
desencadena mis alas y muéstrame tu cielo para volar
para entonces, pueda poner a este mi amor por ti en lo más alto.
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Por uno solo de tus besos.
Por una sola gota emanada de tu boca
dispuesto corro el riesgo de probarla
que si fuera su poción de mi fallecer la causa
habrá valido la pena
que por ti yo entregue el alma.
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Sufro por ti.
Cuánto sufro por amarte,
sufro cuando acudes a la cita diaria en mis sueños,
sufro cuando amanece,
sufro cuando se acaba el beso,
sufro cuando se termina el abrazo,
sufro cuando me duermo y no sueño contigo,
sufro si no pienso en ti,
sufro cuando vuelvo y tú no estás,
sufro por no poder escucharte decir que me amas,
sufro de felicidad.
Me aferro a ti en la inconciencia
porque nada mejor me puede pasar en esta vida,
eres el complemento perfecto de mi alma,
eres en mi la razón de toda mi razón,
comienzo de todos mis inicios,
suerte triunfante de mi azar,
el amor que me ha enseñado a amar,
y una lágrima cuando de felicidad he de llorar.
Deja que siempre encuentre tu consuelo en mis desvelos,
permite que mi vida se escriba dentro de tus líneas,
haz con tu presencia que la luz en mí no desaparezca,
comparece en defensa de este desmesurado amor
y no permitas jamás que se termine,
porque tú, mujer de sueños,
sabes cómo llevarme a la cima del mundo
conquistando de mi cada suspiro.
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Antología de Rodolfo Paz
Piensa en mi cuando beses.
Que importa si tus labios descansan sobre otros que no sean los míos,
que más da si no es a mi a quien tú abrazas en la consumación de tu entrega cualquier noche,
no importa que no sea frente a mis ojos que te muerdas el labio una tarde de verano,
ni siquiera me importa que de tu sonrisa yo no sea la causa
que porque tú seas feliz
yo me quedo a la distancia,
lo que sí,
como un consuelo a mi corazón herido
te hago esta súplica que dé razón a lo que siento,
y por una vez de cuando en cuando
¡Piensa en mi cuando beses!
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Antología de Rodolfo Paz
Para qué el amor si tú no estás.
Con el mismo tesón que me mereció tu amor,
con la misma entrega con que el rojo se da al azafrán,
con la cálida dulzura de quien sabe amar,
con la entereza de la longanimidad,
con el suave y sonoro recitar de un poema,
con el murmullo que embelesa a los sentidos,
con la verdad que se revela en un abrazo,
con la magia esperanzada con que se pide un deseo,
con la colorida estampa de un jardín floreado,
con la gracia recibida de Dios
y con el terciopelo de las manos dado en una caricia,
con todo, te amo como nadie ha sabido hacerlo.
De que me sirve hablar si no me escuchas,
de que me sirve esta pasión
si mi mano jamás visitará al encaje que te ciñe,
para que tu carmín de fuego si nunca lo ahogaré con mis besos,
que sentido tuvo abrir la puerta de tu secreto si no puedo entrar en él,
para que tanto amor si no llegará hasta ti.
Eres la razón bendita por la que sacrifico mi alma,
la heredad de Dios dada a los hombres,
fantasía encarnada para yo vivir mi sueño,
baluarte que me hace enfrentar al mundo,
obra perfecta para un cielo de violines,
inspiración que al mundo me hace a diario conquistarlo,
pausa perfecta en el transcurrir del tiempo,
aroma de paz recibido en un abrazo,
causa de luz para mis ojos,
vino exquisito y afable para embriagarme en tus labios,
tentación inexpugnable que alcanza solo el amado
y vigor que me mantiene siempre unido a tu lado.
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Antología de Rodolfo Paz
En la vasta explanada de mi amor profuso,
se satisface en mi mente el amor al pensarte,
el solsticio simulado de mi corazón frente a tu recuerdo
me llena del calor que solo tu sombra amaina,
y cuando solo descubro que jamás acariciaré tu pelo,
el ansia cercana a la muerte me estremece.
Déjame atracar tu puerto hasta robarte el alma,
desinhibe tu sonrisa y entrégala a la pasión,
descansa en mis brazos el recreo de nuestro amor
y enciérrame en un abrazo de brazos y piernas,
satisface el instinto que por amor es un don,
comparece en la sabana que guarda tu desnudez,
y déjame de a poco,
muy de a poco,
beber el manantial de tu piel.
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Lánzate a mis brazos vida mía.
Lánzate a la hoguera, llama viva,
de mis febriles brazos extasiados,
desata en mi a la ira enamorada
hasta que el sosiego encuentre,
dejándome rendido ante tus labios.
Vida otorgas a mi corazón marchito,
que a través de los versos que te escribo se hace fuerte,
bien sé que sin ti yo estoy perdido,
tanto como para comprender
que sin ti deseo mi muerte.
Lánzate a dar vida a mis anhelos
que envuelta en ellos llegarás al cielo,
y una vez de ti haga explotar la sonrisa
me meceré en ella y tú estarás complacida
y ya llena de mí, serás feliz cada día.
Se ha convertido tu amor en una espada,
que atravesándome ha llegado hasta mi alma,
muero y vivo por tu amor,
y tu mirada,
levanta el velo nocturno
mostrándote en mi sueño enamorada.
Lánzate al amor, mujer se amada
por todas las ansias que me embargan,
lánzate al amor y date el chance
de saber en verdad lo que es amarte,
ya si quieres mañana habré partido
aunque luego del abrazo, consumado,
no querrás irte de mí ni un solo instante.
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Antología de Rodolfo Paz
Sobre el plano fijo de tu cama
deja que descanse en ti mujer amada,
recibe de mis brazos el calor por la mañana
anhelando juntos,
para amarnos nuevamente,
de otra luna su llegada,
mientras tanto, entre alboradas
yo te bañare y desnuda,
dirás que como a nadie tú me amas.
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Antología de Rodolfo Paz
Te amo
Te amo,
azuza a este amor tu sola presencia
y me doy cuenta,
que, en el misterio resuelto de mi vida,
solo existo porque tú existes
pues todo hombre tiene el derecho de amar
y yo sin ti,
no habría podido hacerlo,
y en este liceo de mi sentir profundo
la llave del amor le dejo al mundo
para que no se diga nunca,
que jamás en esta vida
ningún hombre ha podido sentir toda la dicha.
Te amo,
y en este dédalo confuso en mi existencia
encuentro siempre la salida que a ti me lleva,
y aunque yo no quise del amor abrir tu puerta,
cuando estuve frente de ella estaba abierta,
y aunque no quise mirar desnuda a tu alma,
al mirar tus ojos me di cuenta,
que nadie como yo te haría sentir amada.
Te amo,
y merece tu lozanía el paseo en el real carruaje
que lleve tu majestad por la rambla decorada,
y entre rosas y jazmines confundida
se guardará tu cara entre las flores,
más el blanco puro simulado de tus dientes
me hará saber aquel lugar donde te encuentres,
para luego en un asalto a tu carruaje
te pueda yo robar sin que te enteres.
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Te amo,
y mermar no sabe el sentimiento,
que cruzando los confines más lejanos
se acumula cual lluvia en el alud del pensamiento
que hace te mantengas presente en mi memoria
como una constante que rige mi vida,
y aunque sepa bien que de mi tú ni te acuerdas,
quedarás eternamente,
escondida en mis poemas.
Te amo,
y aunque el lienzo de este amor se palidece,
la pátina en él no podrá jamás borrarte,
y si lo hace puedo bien yo a ojos cerrados
dibujar de ti los rasgos que enamoran de tu rostro.
Deja pues, mujer, sobre la sabana plasmarte
que al yo sentir la calidez de tu cintura entre mis manos
haré del amor en ti toda una obra de arte,
una jauja ideal a los sentidos
y una forma de morir por tus suspiros.
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Revélate mujer a mis sentidos.
Revélate,
vuélvete tinta indeleble
e impregna cada parte de mí con tu cuerpo,
siente el descaro puro de mis manos
y naveguemos juntos sin parar hasta agotar el último suspiro,
que hará saber al mundo,
que la pasión nos merece un nuevo nombre.
Revélate,
rétame a ir a la conquista de tu derriere casi bendito
y entre el aroma de rosas
confunde mis sentidos llevados por el frenesí
que en llama viva te reclama,
porque tú, mujer ardiente,
me quemas y consumes a tu antojo.
Revélate,
rompamos paradigmas
y amémonos de todas formas posibles,
paséate vestida de piel frente a mí,
y deja que te admire en flor,
hasta poder desojar de ti
al último vestigio de tanto placer acumulado.
Revélate,
desata en mi al deseo que solo por ti es llenado
y queda tendida sobre el lecho,
mientras mis dedos hacen remolinos sobre tu cuerpo entregado,
déjate llevar por tu respiración acelerada
hasta que ya sin sed nos vuelva por fin la calma,
aquella que traerá el presagio,
de que una tormenta de amor volverá a inundar la cama.
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Revélate,
deja que le muestre al mundo que tú eres solo mía,
y que el tiempo solo ha sido un requisito para estar vivos
mientras este amor cruza más allá de sus senderos,
revélate al fin
y liberada de todo lo que pesa al mundo
déjame hacerte ver que todo lo que necesitas para ser feliz,
es que, por siempre,
permanezca para siempre junto a ti.
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¡Quédate así amor mío!
Esta noche,
el corazón asaltó mis sueños trayéndome tu presencia,
y ahí, frente a ti,
salieron de mi boca las palabras que más deseaba mi conciencia,
haciéndome exclamar aun dormido,
¡Quédate así por favor!
Quédate así,
elevada y terrena, perdida, pero a salvo en mis brazos,
inquieta y despierta, soñadora y realista,
libre y entregada, resuelta y dispuesta,
con el alma enredada a la mía y tus virtudes intactas.
Quédate así,
poseída y dominante, cuerda y demente,
reveladora y cautiva, complaciente y sensible,
mujer e inocente, clara y dilucidante,
con tu pensamiento dado a mí y tu voluntad firme.
Quédate así,
rendida a mis brazos,
acogiendo el viaje hacia ti que harán mis manos,
mantén integro el misterio virginal a mi entregado
quedando fuera de nosotros todo espacio.
Quédate así,
incólume y desnuda de abrojos,
incierta pero confiada, lucida y tajante,
altiva y sublime,
permítete el viaje tomada de mi mano por un cielo rosado
que ofrecerá su algodón para perdernos en una noche única,
porque tú, mujer de fantasía,
vuelves en mi toda realidad en sicodelia.
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Antología de Rodolfo Paz
Quédate así que amarte es todo mi deseo,
crucemos el lumbral de un solo beso
hasta lograr con nuestros cuerpos la amalgama perfecta,
y una vez por los dos dado el suspiro enamorado,
quédate así,
que de amor quiero morir en tus brazos,
y ya mañana al despertar
cuando la realidad te alejé de nuevo de mi lado,
fijaré la vista al cielo, porque sé muy bien que, de esta forma,
será lo más cercano que pueda estar contigo.
© Derechos reservados de autor. 2020
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Antología de Rodolfo Paz
Mi amor se queda contigo.
De qué me sirve soñar,
si yo no sueño contigo,
de qué me sirve la vida,
si no la vivo contigo,
de qué me sirve la gloria,
si no la tendré contigo,
para qué quiero el placer,
si no lo gozo contigo,
prefiero pues mi dolor,
ya que él me lleva contigo,
y aunque nunca tú seas mía
mi amor se queda contigo.
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Antología de Rodolfo Paz
Si vivo es solo por ti.
Voy sin dirección caminando
y siempre arribo sin error al mismo sitio,
porque sin importar el rumbo o la distancia,
siempre llego a tu corazón
en un mundo donde cada calle lleva tu nombre
y tu presencia se refleja en el cielo
que proyecta tu luz sobre mí.
El cielo mismo es la prolongación infinita de mi sentir por ti,
y cada estrella,
cada motivo de fulgor,
cada llama viva sin vacilar en el espacio tiene que ver contigo
porque sin dudarlo,
todo el universo existe para ti.
Las dunas representan en cada polvo de arena
los besos que de mi boca aguardan para ti,
y el calor del desierto,
se rinde ante el deseo inmenso de algún día poder amarte como te mereces,
en una cama de pétalos
y con la delicadeza con que se trata a un diente de león,
porque tú, mujer de durazno,
ennobleces la ríspida sentencia que me obliga a olvidarte
hasta convertir el soplo del viento en una caricia tuya.
La mar intempestiva se bebe los ríos
buscando tu sabor en su agua mansa
que antes de ser devorada,
se bañó de tu cuerpo desnudo esa mañana
hasta que, gota a gota,
la sed del mundo se calmó por tu sola presencia
dejándolo limpio de todo pecado.
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Antología de Rodolfo Paz
No pediré perdón por amarte,
no buscaré el consuelo que me detenga el llanto,
no me conformaré con mirarte a la distancia
ni pretenderé que acepto tu desprecio,
viviré a cambio consagrando mis días por ti
y esperaré ser bebido por ti en una copa de vino,
que al roce de tus labios
dejará en cada pliegue impregnado este sentimiento
que al menos así te haga sentir,
el embriagador amor que me ha hecho depender de ti,
y quizás entonces, puede ser
que llegues a entender, que, como yo,
nadie más en esta vida se entregará a tu amor.
© Derechos reservados de autor. 2020.
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Antología de Rodolfo Paz
Mujer poesía.
Desnudo al último poema que te escribí de la naturaleza,
lo despojo de todos sus adornos
y lo exento de todo beso y caricia,
le quito además los te quiero y los suspiros
y me doy cuenta que sigue siendo bello,
porque eres tú, mujer de mi vida,
la causa real que sostiene a toda mi poesía.
© Derechos reservados de autor.
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Antología de Rodolfo Paz
Si mirar pudieras cuanto te amo.
Si pudiera el decoro de tus manos
sofocar en mí por ti el deseo
seguro entrelazado de tus dedos
me quedaría viviéndote en un sueño,
y grabaría sobre la palma de mi mano,
las líneas que de la tuya rijan mi destino.
Si a través de mi supieras,
cuando te pienso desnuda,
que igual deslumbrado quedo
por tu rabel que tus ojos,
convencida quedarías
que si de ti algo deseo
es que florezca tu risa
cada vez que yo te veo.
Si al final te dieras cuenta
que fuera de ti no hay nada
que en esta vida resulte
para mi más importante
y que no hay mayor anhelo
al que aspire cada tarde
que llegue pronta la noche
en que pueda yo besarte.
Si pudiera alguna noche
compañía ser de tu desvelo,
te llevaría por la senda
que te haga sentir mujer,
me encargaría que tus ojos
vieran lo que es el amor,
y abrazada a mi verías
del nuevo día su fulgor.
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Antología de Rodolfo Paz
Si me leyeras la mente
seguro que encontrarías
escrita en ella tu nombre
y a tu silueta dormida,
si a mi alma notar pudieras
seguro estoy la verías
de la tuya muy cerquita
y si mi sentir pudiera,
rendirse bajo tus pies,
que duda alguna no quede
que esclavo tuyo seré.
Se que el no poder tenerte
amarte eso no me impide,
así que quiero que pienses
a cualquier hora del día,
que si alguien vive en mi mente
¡Eres tú, amada mía!
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Antología de Rodolfo Paz
Amor de amar.
Amor descalzo,
amor desnudo,
amor fugaz,
de fuego amor.
Deseando como nadie el encontrarme contigo
voy con mi calor de prisa a la bahía
a esperar de tus besos el baño de olas,
que pueda apaciguar a mi pasión confundida.
Amor de trueno,
amor de invierno,
amor de llama,
de cuento amor.
Grabemos en la virgen laja nuestro sueño,
que pétreo testimonio de tu amor quede en su lecho,
que se cuente entronizada por mi amor tú te quedaste,
brindando majestades coloridas de tu boca.
Amor de sol,
amor de luna
amor de vida,
eterno amor.
Si pudiera enredar a mis dedos de tu pelo,
Si pudiera yo plantarme de frente hacia tu mirar,
Si pudiera en un abrazo sentirte junto a mi pecho,
Seguro estoy mejor cielo, jamás me podría ganar.
© Derechos reservados de autor. 2020
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Antología de Rodolfo Paz
Te amo y no me amas.
Te amo y no me amas,
introito doliente que entre las sombras
sacude a mi realidad que no te encuentra,
solo dime, amada mía, yo te suplico,
¿A dónde pueda partir
a fin de alcanzar tu olvido?
¿En que sueño de mi vida
sin ti pueda ser feliz?
Quisiera saber si existe en un lugar
la posibilidad de que se cumplan mis sueños,
donde pueda ver a través,
de tu diáfana presencia
toda la luz que la sombra,
provoca de tu desprecio,
quisiera saber dónde se guarda
lleno de ti el pensamiento,
donde la única semblanza
vestida está de tu pelo,
y quiera Dios que algún día,
cubierto yo de su gracia,
guardado quede en tus rizos
el beso que de ti aguardo.
Se equivocó el amor,
y pago con creces su error,
te amo y no me amas
y no hay rima que a mi pena alivie,
¿Cómo debo suponer que este amor no existe?
¿Cómo debo imaginar que en mi mundo tú no vives?
¿Cómo debo no pensar, que alguien más tiene tus besos,
cuando tan grande es mi amor, que nadie más los merece?
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Antología de Rodolfo Paz
Dime tú, mujer amada,
¿Cómo a mis ojos convenzo
de que no broten más llanto?
¿Dime cómo yo no escuche
en el cantillo tu nombre,
del ave que colorida
por ti suspirar me hace?
dime pues señora bella
si nunca me habrás de amar,
¿Cómo en ti no he pensar?
¡Cómo dejarte de amar!
Te amo y no me amas,
y aunque mi fallida convicción de quererte con el alma
no beberá de tu boca el néctar que le de vida,
dispuesto estoy a sufrir,
que por sentir lo que siento,
de pena y angustia, sabe,
no me importará morir.
© Derechos reservados de autor. 2020
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Antología de Rodolfo Paz
Ni te dejo de amar, ni quiero hacerlo.
Ni te dejo de amar
ni quiero hacerlo,
ni te debo pensar
ni de mi mente te alejo,
ni tus labios son míos
aunque sea lo que más quiero,
no te quiero sentir
y en mi corazón te tengo.
¿Dime cómo amada mía
me despierto de este sueño?
¿Dime cómo no morir
de este amor que te profeso?
Si no me quieres lo acepto
pero no me pidas nunca
que no sienta lo que siento,
que si por algo mi vida,
despierto cada mañana
es porque sé que tú existes,
aunque nunca seas mi amada.
Derechos reservados de autor.
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Antología de Rodolfo Paz
Sacro amor.
En el asomo inconsciente de mis sentimientos,
se revela en ti la causa de mi vida,
es el ismo que a diario me renueva, inspirado en ti,
por quien mi alma hacia ti vuela.
No hay barján enorme que por ti no cruce,
no hay odisea que por ti no sea asequible
no hay deseo más puro en mí que no sea amarte
ni motivo alguno que de ti me separe.
Te has convertido sin saberlo,
en torrente de agua brava que me exime de culpa,
en el cartulario sagrado donde yo te guardo,
en dovela simiente de mis arcos,
en tesón de ir a por ti a diario
y en rubrica única de importancia en mi existencia.
Déjame tenerte algún día a mi lado
déjame escribirte a diario versos
deja que mi vida siempre este junto a la tuya
y que si no fuera así
sea porque morí primero.
© Derechos de autor reservados. 2020
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Antología de Rodolfo Paz
Te amo como a nada en esta vida.
Ahí estás, casi divina,
con tu belleza insolente que me lastima
por cuanto no he de poseerla,
ahí estás, desnuda como una flor entregada al baño de sol
y dispuesta a dejarte llevar mecida al viento
por la falaz pasión de aquél que no te ama como yo.
Ahí estás, incauta y dócil,
robada al amor y convencida que la vida te complace
mientras incólume mi cariño aguarda por ti,
ahí estás, ingenua y oportuna,
lejana y soberana, hermosa y altiva,
sentada en el trono de una reina, que nunca sabrá,
que conquistó sin armas mi corazón.
Ahí estás, tejiendo redes con tu sonrisa
mientras mi voluntad por convicción se deja atrapar,
al tiempo que doblego mis principios por tu mirar hechizo,
sometiendo a mi sentir al férreo dominio de tu desprecio.
Ahí estás y no me importa tu desdén,
porque la ruta prohibida de este amor,
me lleva siempre a tu encuentro,
y ahí, en mis sueños, muy cerquita de ti,
sin que te des cuenta,
encuentro sentido a mi vivir.
Ahí estás, y contigo, el único amor al que aspiro,
y la única verdad que me hace exclamar al cielo,
¡Te amo con toda el alma amor mío!
© Derechos de amor reservados. 2020
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Antología de Rodolfo Paz
Suéñame.
Suéñame,
quiero estar en tu inconsciente,
pensar que es a mí a quien tu deseas,
saber que es conmigo con quien sueñas.
Entre el diario ir y volver llevo mi vida,
entre el ansia y el disipado sentir cuando te pienso,
qué importa si oscuro fuera mi mundo
si para tocarte,
necesito tan solo de mis manos.
Qué obstinado mi querer que va a tu encuentro,
qué furores se despiertan si te siento,
qué avidez siente mi cuerpo de tu cuerpo,
qué abrazador verano sería estar en tus brazos.
De eucalipto a mi oler quiero llenar,
siempre y cuando me acompañes tumbados en el prado,
recibir en nuestros cuerpos entregados
mecidas las hojas por el viento en nuestras manos.
Sosiega las cosquillas de mi pecho,
hazme sentir como una ola a tu beso,
descubre en mí tus más hondos secretos
que para amarte a ti
te ofrezco mi más absoluto esmero.
© Derechos reservados de autor. 2020
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Antología de Rodolfo Paz
Refúgiame en ti.
Refúgiame en tu boca,
déjame ir de romería hacia tus labios
y de fiesta llevarme a cada uno de tus besos,
tiéntame seductora vida mía,
hierve mi sangre,
que quiero entregarme como nunca en la vida,
desata la tormenta que me empape de ti,
la misma,
que haga tú te inundes de mí.
Desliza ese vestido por la ceda de tu piel,
confunde mis sentidos,
para que, perdido en ti,
no sepa cómo comenzar a amarte,
disimula tu amor
y plántate como quien sabe todo se merece,
simula de tu cuerpo al paraíso
y déjame entrar a vivir en él,
sé mi perdón y mi pecado,
sé la causa de mi vida
y sé esperanza en mi partida.
Dale refugio a mi alma en tu corazón,
permite alimentarme de la miel de tu colmena
y que mis manos transiten siguiendo la ruta de tus caderas,
ábrete al vuelo hacia mis brazos
y déjame anidar sobre tu pecho,
guarda todo mi amor dentro de ti
y déjate poseer hasta desatar un eclipse de cuerpos
donde la distancia no exista entre los dos,
deja pues, mujer de mi universo,
establecer la ruta que me haga girar por siempre alrededor tuyo.
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Antología de Rodolfo Paz
Dame una ilusión, aunque sea imposible,
déjame ahogar en ella
toda esta pasión que me desvela,
alimenta a la distancia esta causa,
que dé compañía a mi desventura,
eres la representación del numen
que inyecta de aliento a mi vida.
Perdido estoy si no te tengo cerca
y de entre todas las razones de mi vida
quererte es la única importante,
por ello,
déjame amarte tan despacito,
que las noches y los días se presenten juntos,
entreguémonos a la pasión
hasta que la dificultad de respirar nos haga un alto.
© Derechos reservados de autor. 2020
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Antología de Rodolfo Paz
No me puedo creer que no me ames.
No me puedo creer, que aún sin quererlo,
este amor que sólo yo siento no te haga siquiera un poco feliz,
no me puedo creer que al dejar el alma en cada letra
no llegues a erizar tu piel emocionada,
no me puedo creer, que,
alguna vez perdida en una canción
no haya brotado en ti una sonrisita.
No me puedo creer que algo tan preciso no llegue a ninguna parte,
me niego a aceptar que, en alguna parte de tu corazón
no haya quedado un pequeño espacio para mí,
no me puedo creer que en cualquier foto que te tomas,
tu mirada no busque encontrarse con la mía.
No me puedo creer que alguna vez,
inmersa en un suspiro,
no te hayas detenido a pensar en mí,
no me puedo creer que más allá de una aceptación,
saberte tan profundamente amada no despierte tus instintos,
y no sé, quizás tal vez en alguna oportunidad,
me has permitido robarte un beso dormida.
Así que no me puedo creer serte inadvertido
más si fuera que en verdad tú de mí ni te acuerdas,
me ha valido la pena suponer,
que al menos un poquito en mis sueños,
alguna vez tú te has podido fijar en mí.
© Derechos reservados de autor. 2020
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Antología de Rodolfo Paz
Como no amarte.
Dame un murmullo y exclamaré tu nombre,
dame una razón y la volveré locura,
dame un por qué y resolveré tus dudas,
dame una esperanza y la volveré realidad,
dame un poco de calor y encenderé la llama,
dame una pista y resolveré tu enigma.
Dame tu historia y seré protagonista.
dame tu mano y te entregaré el alma,
dame solamente un día y yo te daré su noche,
dame de ti la confianza y yo guardaré el secreto,
dame tu luz y yo seré tu sombra,
dame una oportunidad y yo te daré mi vida.
La cuestión no es si te quiero
sino como no podría yo hacerlo,
así que si alguna vez,
dispuesta estás a sentir cuanto es capaz de amarte un hombre,
ven, que, aunque no te hayas detenido a pensarlo
yo, amor mío, a cada segundo te estaré esperando.
©Derechos de autor reservados. 2020
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Antología de Rodolfo Paz
Seamos uno mismo.
Ahí estás, hermosa, arrogante,
y yo,
sediento y ávido de ti,
eres aventura y misterio,
la búsqueda que me lleva en ti a encontrarme,
desnudez y seducción que se alían en mi mente
para formar de los dos, uno mismo,
yo pondré la sangre y tú las venas,
tú la entrega y yo la fuerza que te posea,
yo seré quien a partir de hoy tú seas,
y el futuro que habremos de vivir sobre tu vientre.
Seamos dolor y placer, vergüenza y desatino,
realidad de beso francés que entrelace a tus ansias con mis ganas,
seamos premura del espacio corto entre la caricia y la pasión,
ríos desbordados que lo mismo me bañen de ti,
que lo mismo te bañen de mí,
seamos del cuerpo el espacio y la medida exacta con que se llena,
seamos bocas sedientas que no se llenan de labio,
seamos pues,
el mejor pretexto para que al mirarte a los ojos
comience inexorable a hacerte le amor con la rabia de mis años
y la ternura de tu pelo revuelto.
Seamos por una vez la verdad,
tú, receptora de mis manos que hiervan en el fuego de tu piel,
seamos por una vez tú y yo los únicos que existan en el universo
y sin reglas que seguir,
y sin tiempos a los que ajustarse,
hartémonos uno del otro hasta que nos hayamos amado tanto
que pueda leer de memoria cada poro de tu cuerpo,
cada accidente, cada cicatriz que borraré al roce de mis labios.
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Antología de Rodolfo Paz
No me niegues pues la oportunidad de hacerte mía al dormir cada noche,
no me quites el placer de abrazarte en mi almohada,
déjate llevar por mis fantasías,
y puede que alguna vez, confundida,
una noche despiertes sabiendo que yo estuve en tus sueños,
y en ellos, no te niegues la oportunidad de recibir el beso que te mereces,
uno de flor y encaje,
de pasión y entrega
y hasta por qué no,
uno de cuerpo y alma.
Seamos uno mismo,
aunque el destino nos mantenga separados.
© Derechos reservados de autor. 2020
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Antología de Rodolfo Paz
En cada detalle te encuentro
En cada detalle estás presente,
en la hoja blanca que se confabula conmigo
para hacerte saber, con detalle,
no solo cuanto te amo
sino como es que te amo,
te encuentro en el camino que,
al mostrarme la ruta hacia ti,
se entristece al saber que no debo,
que no puedo seguirla por más que quiera,
te encuentro en el trago de agua que simula al manantial de tu boca
y lo mismo estás en cada oración
que me hace pedir a Dios que seas feliz.
Te encuentro en el azoro de mis sentidos
que me alejan de ti tanto como te deseo
y en mi lucubración nocturna,
te encuentro entre la sabana y el sueño,
entre mi realidad y el subconsciente,
inmersa en la marea de pensamientos que me empapan de ti.
Te encuentro escondida entre las estrellas
y casi puedo ver,
el presagio feliz que me invade, y que hace darme cuenta,
que este amor es inmenso y nos sobrepasa a los dos,
te puedo ver en la sombra que surge por tu luz,
te puedo sentir en la delectación súbita que me provoca imaginar tu abrazo,
y puedo salir incólume de la paradoja de tenerte y no tenerte,
de besarte y no besarte,
de hacerte el amor y de no hacerlo,
eres lo que no es,
la nada en mí que existe y que me llena de esperanza.
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Antología de Rodolfo Paz
Mujer, cierra tus ojos y recíbeme en tus brazos,
déjame invadir cual cid todo tu cuello hasta conquistarlo con mis besos
y entrégate sin miedo a lo que siento,
deja que se pierdan mis manos en el encaje pulcro que esconde tu tesoro
y tendida desfallece de pasión,
entrelacemos los dedos visualizando la postal de nuestros rostros
en el acercamiento que consuma la sed de nuestros cuerpos,
déjame entrar en ti, y recibe un poco de mi amor interminable,
desafíate a ti misma, y alcanza la máxima altura que hayas logrado,
porque tú, mujer de mi vida,
logras que mi instinto se mantenga despierto
atento a cumplir lo que más deseo para ti,
que no es otra cosa más,
que luchar por conseguir verte feliz,
convencido de que este amor profundo en mí
existe, desde la raíz.
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Antología de Rodolfo Paz
Déjate amar
Se miraba ingenua tu mirada,
la transparencia vencía a la opacidad oportuna que no te merecía,
porque tú, mujer sagrada,
rebasabas desde entonces las instancias divinas que me hacían preguntarme
¿Qué bien había hecho para merecerte?
Hoy el poema es tu retrato escrito,
hoy ofrezco a tu sonrisa sincera la mía que aprendió a vivir en ti,
hoy dejo caer por esos cabellos de ocre
toda mi pasión para que llegue a tu corazón,
hoy vuelvo a ver en tu rostro,
toda la aventura de mi vida encontrando sentido en ti,
hoy, me vuelvo al éxtasis provocado por aquella ternura mancillada por mi amor,
hoy, me reconozco inmerecido guarda de tu bien,
porque lo mejor de mí no alcanza para lo que mereces.
Déjame apostarme en las cercanías de tu candor,
lava mis culpas con un beso y después deja que me robe los demás,
déjame decirte con palabras sinceras que aquella imagen que te he guardado,
se ha mantenido intacta en mi corazón,
desata la furia que se guardan mis sentidos
dispuesta a llevarte por la tormenta que de mí llene tu cuerpo,
permite que, frente a mí, tu mirada se pierda
hasta verte cerrar los ojos dispuesta y entregada,
déjame pues en el lenguaje de labios hacerte saber,
que nadie más podrá querer,
como te quiero yo a ti.
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Antología de Rodolfo Paz
Quisiera a la distancia.
Quisiera ser en ti,
aquél que sin estar esté siempre contigo,
aquél en quien tú pienses cuando te agobie la pena
sabiendo en ese momento,
que solo yo podría darte el abrazo que necesitas,
y hasta por qué no,
que te mereces,
quisiera ser la mano simulada que enjugue tus lágrimas
y quien pueda pronto,
aun estando lejos,
ser el motivo por el que esboces de nuevo una sonrisa.
Quisiera ser en ti,
el consuelo en tus batallas perdidas,
pero también quisiera que sientas a la distancia,
que doquiera que me encuentre,
estaré siempre esperando lo mejor de ti,
quisiera ser el abrazo que sin darte sientas
y que veas en cada flor,
mi mejor intención de ofrecerla para ti.
Quisiera ser en ti
aquél que,
a pesar de ser el último que pueda albergarse en tu consciente,
se pueda colocar alguna vez primero en tu corazón,
porque entre en ser y estar,
entre el amor y el amar,
hay una verdad que nos rebaza,
y en este caso no es otra más,
que aquella que me ha puesto en tu destino
como el hombre que sabe amarte
como nadie jamás podrá hacerlo.
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Antología de Rodolfo Paz
Quisiera ser en ti una verdad,
que cada beso que entregues lo des a mis labios,
que sientas en cada copa de vino que te hago el amor,
que te poseo,
y que la embriaguez que sientas sea mi abrazo,
quisiera que todo lo imposible de mi amor por ti
sea posible en tus deseos
y que nuestras almas alcancen
el placer de alguna vez volar juntas.
Quisiera ser, estando sin estar,
la presencia que cada mañana sientas en el nuevo día,
el aire fresco que recorra tu desnudez en el ritual del baño diario
donde me beberé una a una las gotas de tu cuerpo,
quisiera estar en el hambre que te dé
y mejor aún, en la satisfacción ofrecida por el mejor manjar,
quisiera acompañarte en el tiempo perdido,
y motivarte en las horas activas,
quisiera, llegada la nostalgia de un atardecer
sientas mi mano sobre tu hombro
y que el paisaje de mar que puedan percibir tus ojos,
esté pintado con el tono mezclado de nuestra piel.
Quisiera pues,
vivir por siempre dentro de ti,
y tal vez quizás, por qué no,
alguna vez descubras que aquél que te hace el amor,
soy yo mismo a la distancia.
© Derechos de autor reservados. 2020
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Antología de Rodolfo Paz
Secreta mujer
Cada noche,
la fórmula se repite en mí,
aparece de repente el brillar de tu mirar
que me encandiló aquella tarde que me enamoré
brindando luz a mi oscura esperanza de enamorarte,
cada noche,
reconozco el mismo silencio que advierte tu lejanía
mientras el habitual suspiro nocturno no me resigna
preparándome para una noche más soñar contigo.
Cada noche,
las mismas preguntas sin respuesta,
el mismo camino sin sentido,
la misma maledicencia al destino que se burló de mí
y el mismo desencanto que me quita el sueño,
te has convertido sin saberlo,
en el marco irracional de mi razón,
en la estela que se hace ver
para que sepa yo que existe,
en distancia inalcanzable que no me cansa,
en el hábito implacable de pensarte que me somete,
en la plática orante que a diario mantengo con Dios
y en la tradición casi divina, de sentirte a diario.
Secreta mujer,
imposible amor
y verdadero amor
realidad hiriente que me convierte en quijote,
dando a mi locura,
la condición que,
a cambio de mis lágrimas,
pueda convencido ir a por ti en mis ilusiones.
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Antología de Rodolfo Paz
Iluso y soñador,
eso seré,
seguiré guardándote en cada poema que escriba
y te haré el amor en él sin que lo sepas,
pondré comas alargando cada tiempo
hasta que al punto final quedes complacida,
te escribiré mil besos que son los que quiero darte
y cada caricia escrita la simularé en tu espalda.
Te dejaré perpetua grabada en mis poemas
y quizás, tal vez mañana,
que sea que de amor muera,
pueda mi pequeñez alcanzar tu altura,
y quizás algún día,
aquél mismo en el que entregues a Dios el alma,
podamos al fin volar juntos,
hacia una nueva morada.
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Antología de Rodolfo Paz
Eres para mí.
Rúbrica, sangre, ardiente amor de eterno fuego,
lúcido, extraviado, preso de mi sentir, pena aceptada,
inolvidables, incalculables, insatisfechas siempre mis ganas de besarte,
complacientes, sosegadas, lenguas que no pueden entregarse a la causa,
tú, yo, y el eterno nada entre nosotros,
que me deja claro, amor, que vuelas por otro cielo.
Mil bodas se ofrecerán por éste mi amor de odisea y de osadía,
mil globos de colores distintos habrán de elevarse en mi diario sueño
en el cual, se ofrecerá una cama de geranios donde se posarán nuestros cuerpos
en una fiesta de piel donde serás mía.
Eres solo para mí, y aunque no te tenga,
el hecho de amarte como nadie me otorga ese privilegio
que capitaliza en mi corazón a los suspiros con los que pago el dolor de adorarte,
porque tú, mujer de mi vida,
has expropiado mis sentimientos
que solo quieren regirse por las sensaciones que tú provocas,
y así, mi tacto solo quiere acariciarte,
mi olfato impregnarse de tu olor más íntimo,
el gusto solo aspira a tus besos,
mi vista, a llenarse de tu presencia
y mis oídos a escuchar de tu boca que al menos tengo una esperanza.
Déjame penetrar a tu alma hasta caminar con tus piernas,
desata el motivo que haga a las miradas guardarse en ti,
permite que disponga al tierno beso que se ofrece al choque de labios, posarse sobre tu pecho
a fin de que el latido de tu corazón le dé vida,
deja incontables a las caricias perderse en la selva de tu pelo,
y en un enjambre de anhelos, amarte como nadie más puede hacerlo,
déjame pues, de a poco,instalar mi corazón entre tú y el cielo.
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Antología de Rodolfo Paz
Tú, mujer poesía
Tú, mujer poesía,
métrica exquisita con las que lleno mis ojos de tus formas,
rima que encaja perfectamente en mí,
sinestesia amorosa
que nace con el roce de tus labios,
demiurgo que al soplo de tu boca le da vida a mi alma,
razón pasional de la inspiración
y causa favorita donde hago realidad las ilusiones que guardo en el corazón.
Tú, forma convexa donde perfectamente caben mis sentimientos,
ensoñación de cuento que me convierte en príncipe,
para rendirte a ti,
mujer de exquisita realeza,
todo el amor que se puede ofrecer a una reina.
Tú, realidad a la que aspira mi ser,
inalcanzable altura a lo que siento,
fortaleza infranqueable que no cesan, sin embargo,
a las mejores intenciones de hacerte saber amada,
tú, presagio de toda mi verdad
aunque sea esa realidad la que me hiera,
más no se puede comparar,
la pena de no poder jamás ser tuyo,
con la magia feliz de mi suspiro al siquiera pensarte.
Tú, coma favorita que mantiene en mi poesía tu presencia,
acento al amor que lo hace más fuerte,
punto y seguido favorito donde después de comerte a besos en mi mente
comienzo de nuevo a hacerlo,
tú, inspiración que me hace escribirte sobre el arco iris
usando como punto final a una luna
que me hace desearte a la distancia dulces sueños.
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Antología de Rodolfo Paz
Tú, estimulo silente de la dicha,
amor circunscrito en el firmamento alcanzado por mis ojos,
rebeldía incólume de mi razón,
versión absorta de ti que inhibe mi voluntad
colocándome en la disyuntiva cruel del amar y no amar,
del reír y del llorar,
del padecer y el gozar.
Tú, certidumbre de mi destino,
dirección absoluta de mi voluntad que te sigue sin temor alguno,
causa que en vida me mata de amor
y flor favorita de mis manos de colibrí que te buscan para saciar su sed,
eres pues la inspiración en mi vida
que a diario me hace gritarle al mundo
¡Qué a nadie más que a ti yo puedo amar!
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Antología de Rodolfo Paz
Tu auscencia
El ave no podía volar,
pero vivía,
aspiraba al cielo,
lloraba su ausencia,
y cuanto más lejano lo sentía
más elevarse deseaba,
no desanimaba a su sueño el saberlo imposible
y aunque sabía que el vuelo nunca alcanzaría,
abrir sus alas al sol cada mañana
le otorgaba el calor
que le hacía sentir que volaba.
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Antología de Rodolfo Paz
Te he amado
Te he amado más allá de todas mis fuerzas,
más allá de los placeres que se bordan en tu piel
que como una invitación en encajes me seducen
te he amado en la ensoñación que me da la única oportunidad de hacerlo,
y aunque este amor es una quimera,
me aferro a él, porque en mí, es una realidad.
Te he amado por fuera de mis miedos
al tiempo que he abierto mi corazón para que vivas en él,
te he amado lo mismo como poeta
que como aquel que sin saber leer
entiende el lenguaje de tu cuerpo
sabiente que no desea reconocer más otro.
Te he amado de noche, te he amado de día,
te he descubierto en noches que en sueños me permiten amarte
y te he pintado madrugadas de satín envueltos en un abrazo,
te he amado con vergüenza y también te he despojado de ella,
he descifrado el códice de tu cuerpo
y he encontrado la forma de que siendo dos podamos ser solo uno.
Te he amado mientras un coro de ángeles se percibe a la distancia,
te he amado en la disputa y el consenso, en la rabia y en la calma,
te he amado pues lo mismo con devoción que con recelo,
con toda mi entereza y toda mi debilidad, entre el pecado y la absolución
y te he amado, sobre todo, porque de no haberlo hecho,
no habría podido seguir más vivo.
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Antología de Rodolfo Paz
Tú, prodigio de Dios
Tú, prodigio de Dios en mi vida,
te busco y no estás, pero te encuentro,
te he besado sin besar y has sido beso,
te he mirado sin estar y aquí te siento.
Tú, prodigio de Dios en mi vida,
anhelo que perdido da esperanza,
brisa que casi imperceptible moja,
puerta abierta a mi sentir que jamás cruzará.
Tú, prodigio de Dios en mi vida
aunque nada de ti mi corazón merezca,
permaneceré cerca de ti sin que te des cuenta
porque no hay otra razón de sus latidos,
ya mañana encontrarás en el saldo de tu vida,
que amarte como te amé
fue lo más grande en tu vida.
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Antología de Rodolfo Paz
No
No, no sientas pena por mí que nada debo,
no te pienses que si sufro culpa tengo,
no me digas que este amor sentir no debo
que te juro que en verdad yo no lo quiero.
No, no soy hoja de otoño, que en el suelo
ha podido este sentir pisar descalzo,
no soy quien cautivo esté del llanto
y si debo yo expresar esto que siento,
solamente con sonrisas puedo hacerlo.
No, no te creas que sin ti yo estoy sufriendo,
aunque cierto es que a mi lado te deseo,
pero a cambio que a mi vera no te encuentres
en mi mente cada noche aquí te encuentro.
No, no imagines que contigo yo he perdido,
que si lloro no es por mí, tú bien lo sabes,
si una lágrima a este amor yo le ofrecido
es por pena de saber, que tú en la vida
no sabrás jamás lo que yo siento,
no, cuando se ama como te amo no hay olvido,
y la paga por amarte, lo comprendo
es la amalgama de la dicha y lo sufrido.
No, yo de ti no espero el beso y las palabras
que den consuelo a mi sentir fallido,
si alguien pierde aquí, ya date cuenta
es quien no puede sentir lo que ahora siento,
y por ello, juro yo que te deseo
que algún día puedas sentir, esto que siento.
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Antología de Rodolfo Paz
Amor aunque no deba.
No me digas por favor que no has pensado
lo que puedas tú sentir aquí en mis brazos,
que, sabiendo mi sentir desmesurado,
en tu oído nunca me hayas escuchado
decirte bajito a ti, cuánto te amo.
No me creo que al leer tú mis poesías
no se erice en ti la piel emocionada,
que en tu mente no des vida a cada letra,
sabiénte bien que por mí, tu eres amada,
no me creo que en alguna fantasía,
donde hayas sido feliz, no sea en mi cama.
No me creo que en la paz de algún momento,
el pudor tú, frente a mí, no hayas quitado,
que desnudos en tu mente alguna tarde
nuestros cuerpos nunca se hayan entregado
y que al darte tu la vuelta hacia la izquierda
no hayas sentido el abrazo
que aspiran siempre mis brazos.
No me vayas a decir que nunca en vida,
no has sentido el beso que no he dado,
y que, a ojos cerrados distraída,
sintiendo la humedad sobre tu boca,
te has mordido los labios complacida.
Ahora quiero yo pensar,
que alguna vez en el auto,
escuchaste la canción que dedicada
a ti te ha hecho saber que, aunque lejana,
en mi corazón siempre estás tú muy cercana.
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Antología de Rodolfo Paz
Al amparo del sentir naufraga mi alma,
que sabe bien donde estás sin que te encuentre,
y aunque es mejor que a este sentir yo acalle,
lo revelo a ti, porque en el fondo
mereces saber de mí, que, aunque lo quiera
por mas que aspire al olvido
prefiero este sentir aunque me hiera.
Imagino así, que en cada copa de vino
te has dejado por mi robarte un beso,
y que sientes que tu mano en vez de copa
con firmeza a la mía, ilusionada aprisionas.
Puedes tú decir entonces que no es cierto
que expresarte mi sentir no te provoca,
más si es amor lo que siento, y yo lo creo,
alguna vez me has dejado,
dormir contigo en un sueño.
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Antología de Rodolfo Paz
Sé que lo nuestro es mío solamente
Sé que lo nuestro es mío solamente,
pero también sé que te alcanza
en aquellos momentos, en que, sin quererlo,
de repente piensas un poquito mí,
y una vez ahí, instalado en tu mente,
no me quiero ir,
no me atrevo a despojarme de esto que siento,
no me atrevo a cambiar el itinerario que me dice
que comience mis días pensando en ti,
y que lo siga haciendo,
hasta que al anochecer
me dé cuenta de que tu foto sigue impresa en mi memoria.
Sé que lo nuestro es mío solamente,
sé que no volveré a tenerte cerca, y sin embargo,
reconozco que me basta tu recuerdo,
eres el amor que existe sin saberlo,
que vive ajeno a mi sentir alimentándolo,
eres la tertulia que espero y que no llegará,
el sol que miro al horizonte ocultarse de mí,
al tiempo que la esperanza me hace esbozar una sonrisa,
porque sé que mañana, muy temprano,
esperaré de nuevo su salida para verte a la distancia,
eres pues,
la única realidad que habita en mí,
aunque esa realidad,
no pueda ser cierta nunca.
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Antología de Rodolfo Paz
Hoy como ayer
Se miraba ingenua tu mirada,
la transparencia vencía a la opacidad oportuna que no te merecía,
porque tú, mujer sagrada,
rebasabas desde entonces las instancias divinas que me hacían preguntarme
¿Qué bien he hecho para merecerte?
Hoy el poema es tu retrato escrito,
hoy ofrezco a tu sonrisa sincera la mía que aprendió a vivir en ti,
hoy dejo caer por esos cabellos de oro oscuro
toda mi pasión para que llegue a tu corazón,
hoy vuelvo a ver en tu rostro,
toda la aventura de mi vida encontrando sentido en ti,
hoy,
me vuelvo al éxtasis provocado por aquella ternura mancillada por mi amor,
hoy me reconozco inmerecido guarda de tu bien,
porque lo mejor de mí no alcanza para lo que mereces.
Déjame apostarme en las cercanías de tu candor,
lava mis culpas con un beso y después deja que me robe los demás,
déjame decirte con palabras sinceras
que aquella imagen con la que te he guardado por tantos años,
se ha mantenido intacta en mi corazón.
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Antología de Rodolfo Paz
Amar.
Puede que la vida te presente cientos de razones para vivir,
pero la única que cuenta,
es aquella por la que te has decidido,
y aún más,
estando tú inmerso en la elección que fuere que hayas tomado,
te toca enfrentar ese desafío de la voluntad
para llenar de pulcritud aquella razón por la que vives.
Tengo que confesar que cuando la conciencia sorprende a mi sueño,
la búsqueda de tu cuerpo distrae a mi desvelo,
que se rinde en el abrazo que me coloca justo,
frente al surco de tu espalda donde siembro uno a uno mis besos,
¿Qué hay más cierto que un beso nocturno?
en él, toda tentación se desvanece,
toda intensión que esté ajena a la verdad del amor se queda muda,
y florece entre la sábana,
una flor simulada que recita en silencio que el amor es cierto,
que el amor es verdad,
y que el amor somos tú y yo.
Amar sin embargo es algo más que un beso,
es mucho más que el placer de dos manos que se encuentran,
haciéndonos creer que el alma no participa,
amar es la voluntad sobre el placer o el dolor,
amar es tomar una decisión sabiendo a diario que ha sido la correcta,
amar pues,
es la única posibilidad que tiene el ser
para poder descubrir a Dios en esta vida, y tú,
tú representas en mi vida toda imagen de Dios.
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Antología de Rodolfo Paz
Que hay en ti que me doblega el alma.
Que hay en ti que me doblega el alma,
que hay en ti que amordaza con hilos de pasión
a esta razón que sólo sabe de ti,
qué hay en ti que tienes la capacidad de borrar mi mente
con una sola versión de tu sonrisa,
que hay en ti que ya te he amado sin comenzar a amarte
para no dejar de hacer un solo día.
No lo sé,
te has vuelto en mi vida sin tú saberlo,
la mujer poesía que da ritmo a mi vida,
la mujer a la que aspira mi sueño fallido,
la mujer de fuego que calienta mis instintos,
la mujer de lucero que me aguarda en la mañana,
la mujer de oro que enriquece mi vida,
la mujer de sangre por la que doy la vida
y la mujer de ideales a los que me entrego.
Así eres tú,
una mujer amante y una mujer que sabe amar,
una mujer que renueva,
que alienta, que motiva,
que inspira, que despierta pasiones,
que llena de esperanza
aunque estés a la distancia,
una mujer que acaricia el alma,
que ha dado al amor,
su mejor oportunidad de convertirse en realidad
y un amor que habla en el silencio,
eres pues,
la muestra efectiva de la sonrisa eterna
que mi corazón lleno de júbilo no se cansa de admirar.
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Antología de Rodolfo Paz
Amarte requiere de sencillez y complicación,
de audacia y gentileza,
de venas que por la fuerza exploten
y de humedad que adhiera nuestras almas,
de gritos y afonías,
de sábanas y cueros,
del roble que dé frutos
y flores que se abran al sol.
Solo con un beso
se da la respuesta a la inútil pretensión de encontrar un porqué de amarte,
es la entrega total vertida en un beso de agua brava
que ahoga en tu nombre mi pensar,
es la nota desnuda de mi alma que te dice
¡Dame solo un beso amada mía!
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Antología de Rodolfo Paz
Hagamos el amor a la distancia.
No somos lluvia serena,
somos tormenta que se acrecienta ante el viento adverso
y se hace notar con rayos y truenos,
que estremecen a quienes no saben amar,
no somos agua tibia que complazca,
somos ebullición que arde y que vuelve un volcán a mi corazón
que explota y no se puede contener
aunque su erupción de a poco,
se vaya enfriando en el océano de tu desdén que lo rodea.
No somos timidez de un beso en la mejilla,
somos el beso prohibido
y el púrpura que magnifica cada caricia,
somos sensación y estruendo,
vacío que no se termina de llenar de este mi amor
y el paso final hacia la gloria.
No somos un capricho que complace,
somos realidad y pasión que se pierde en el exceso
dejándome claro que nunca es suficiente,
somos el camino hacia los más grandes placeres
que se liberan de tu cuerpo desnudo
que no sacian el amor que te tengo,
somos pues,
el amor superado por el amor mismo.
Cuando resumo el sentido de mi vida en un motivo,
la llevo al mismo instante en que me enamoré de ti,
porque sé que luego de ello,
claro quedó en mí que nada hubo antes
así como que mi vida se ha detenido en ti
hasta el mismo momento en que llegue mi muerte.
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Antología de Rodolfo Paz
Es este un amor extraordinario,
uno de azúcar y de alcoba,
uno de cumbres álgidas y emociones ardientes,
uno de beso tierno y abrazo entregado,
uno de sueño y de hechizo,
uno de recato y de lujuria,
uno de distancia y cercanía,
es pues este amor,
uno de eterna pasión.
Déjame escribir con letras de dientes sobre tu boca cuanto te amo,
déjame tatuar mi amor en cada espacio de tu piel,
deja pues que se viva mi vida en la tuya,
porque, si algún sentido tiene ahora mi vida,
es el hecho de tenerte en cada sueño aquí mi lado,
así que te pido suplicante,
que aunque nunca este sueño se haga realidad,
¡Hagamos el amor a la distancia!
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Antología de Rodolfo Paz
Sin ti, de qué me sirve la vida.
Si ser no me es suficiente,
si dar inalcanzable medida,
si estás cerquita y te pierdo,
de qué me sirve, de qué me sirve la vida.
Si al lado de mi va el surco
y el viento no lleva mi caricia,
si el destino de mi beso no es tu boca,
de qué me sirve, de qué me sirve la vida.
Si tu nombre más no se escribe en mi libro
y el motivo de mi historia no es tu vida,
si no te vale ya mi conciencia desnuda,
de qué me sirve, de qué me sirve la vida.
Si el hombro que mi pena busque no es el tuyo,
ni tu mano la que seque mi mejilla,
si al vivir por ti morir yo debo,
de qué me sirve, de qué me sirve la vida.
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Antología de Rodolfo Paz
Seguirá vivo en mi.
Seguiré abriéndote el alma en cada poema,
seguiré insistiendo a diario que te amo hasta el último esbozo de mi aliento,
seguiré dejando claro al tiempo que a este amor no se le vence,
seguiré viviendo para coronarme a diario con la dicha de tu recuerdo.
Seguiré bebiéndote en el café cada mañana,
seguiré distrayendo mi trabajo por traerte a mis pensamientos,
seguiré teniendo tu cara grabada en mi mente
deseando alcanzar la oportunidad de algún día poseerte.
Seguiré poniendo a mi destino en tus manos,
seguiré añorando anidar mis manos en cada uno de tus senos,
seguiré queriéndote abrazar todas las noches
y seguiré deseando cada oportunidad de amarte de madrugada.
Seguiré vivo en ti,
seguiré yendo hacia ti para sentirme vivo,
seguiré insistiendo en decir cuánto es que te amo
y seguiré descansando a mi alma rendida a tu abrazo,
seguiré amándote,
porque sé, de no hacerlo,
será porque seguramente ya estaré muerto, te amo.
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Antología de Rodolfo Paz
Te amo
Te amo hasta doler el alma,
hasta colocar a este amor al filo del sacrilegio,
te amo por encima de mí mismo,
te amo a flor de piel
y te amo en mis instintos,
te amo muy adentro,
te amo hasta en los sueños,
te amo en el idilio,
te amo en la experiencia
que te hace a mi prohibida,
te amo cuando río
y hasta en los malos momentos,
te amo porque tú eres,
lo mejor que yo he sentido.
Te amo,
para eso vivo,
por ti respiro,
por ti me pierdo y me encuentro
imaginándome cerca de tus labios,
mora mi sentir cerquita de tus miedos,
y permite que mi amor
pueda llevarte en mis sueños hasta el cielo.
Te descuelgo la luna para velar tu sueño
y te ofrezco una vida donde serás solo amada,
te ofrezco mi vida,
te regalo mil poemas,
y a cambio solo te pido un momento entre tus brazos,
deja que juntito a ti mis ilusiones persistan
que si mañana muero,
será del amor que siento.
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Antología de Rodolfo Paz
Te amo,
y absorto sigo perdido en tus ojos,
porque luego de verlos,
no he podido mirar hacia otra parte,
siguen intactos mis anhelos contigo,
sigo queriéndote amar como nunca lo he hecho,
sigo realizando el recorrido ilusorio
hacia la gloria a través de tus piernas
y sigo cobijando el frío de una vida sin sentido con tu alma.
Te amo,
¿Qué más queda luego de enamorarme?
ha quedado tan impreso el color de tu piel en mí,
que nada ni nadie podrá sacarte de mi corazón.
Sigue tejiendo para mí el abrigo de fantasías,
abastece mi diaria necesidad de tus besos,
llévame a recorrer los paisajes escondidos en tu pelo
y una vez ahí déjame amarte
hasta que las horas se revuelvan con los días,
déjame pues coronar de tus labios a mi boca
porque alma mía,
nada más deseo alcanzar en esta vida.
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Antología de Rodolfo Paz
Ensoñación.
Cómo contenerlo,
si como el agua que se filtra entre mis dedos,
así te metiste en mi corazón,
sin quererlo, sin esperarlo,
pero haciéndome sentir al fin feliz de que haya sucedido,
porque, aunque el agua perdida de mis manos
no logré beber para saciar mi sed,
la caída en manantial de tu pelo,
deja en mi la esperanza de que algún día,
más allá de mis sueños,
beberé contigo de la fuente de los besos,
y entonces,
siendo participes del mismo abrazo,
me embriagaré de tu desnudez,
que me hará llegar al cielo en un instante,
porque tú, mujer de mi vida,
dictaste en mi la única forma en que se sabe amar,
y yo, yo te amo como nadie más a ti jamás lo hará,
y aunque no podré en la vida darte un beso,
viviré feliz,
porque entiendo que a ti mi amor, no te merezco.
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Aunque no lo sepas
No te has dado cuenta,
pero has respirado cada día, lleno de mis suspiros,
al aire que, enamorado,
acaricia además tu pelo,
rosa tus mejillas
y te envuelve trayéndome de vuelta
al aroma que de ti se desprende
haciéndome tenerte presente
en cada instante de mi diario vivir.
No lo sabes,
pero te has bebido en el agua que besa tus labios,
cada una de las lágrimas derramadas por el amor que te tengo,
las cuales,
con la complicidad del agua de los ríos
y del sol amigo que las elevó
a fin de transportarlas por la lluvia,
hasta verterlas en el agua que sacia tu sed,
haciendo que llegue mi amor
al torrente sanguíneo que se pase por tu corazón.
Y así, entre el aire y la lluvia,
entre el tiempo y el destiempo,
se ha valido este amor para subsistir
elevando a diario una plegaria al cielo,
que dice,
¡Que tú eres el amor de mi vida!
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Antología de Rodolfo Paz
La historia que nunca se escribió
Puede que esta historia nunca existió,
puede que esta historia jamás se escribió,
que la solemnidad de mi amor fue tan solo una ilusión,
puede que no hayamos construido nada
pero, la nada en mi vida existe y lleva tu nombre,
porque tú, mujer de ensueño,
traspasaste el plano imaginario en mi vida
hasta convertirte en la única verdad de mi corazón,
aquella que coloca a mi conciencia en el centro de la balanza,
justo a la mitad entre lo permisible y lo prohibido.
Quisiera encontrar una razón para no amarte
y a cambio de ello,
me sobran los motivos para extrañarte,
para amarte
y para desearte,
eres la luz al final del camino
que me hace darme cuenta
que ni estando muerto alcanzaré tus besos
aunque en contrasentido,
viva al mismo tiempo con la esperanza de que algún día
luego de sembrar en ti cada uno de estos versos,
pueda cosechar de tus labios
la mejor muestra del sentir verdadero.
El amor suele no rendirse
y cuando es verdadero, como el mío,
se mantiene firme hasta el último suspiro,
y aún más, se acrecienta en cada lágrima ofrecida a tu causa,
en cada pensamiento que se encaja en la mente,
y en cada momento donde tu lejanía
me permite darme cuenta que estas más cerca de mí que nunca.
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Antología de Rodolfo Paz
Esta noche, revelaré en la oscuridad todo tu misterio,
cerraré los ojos,
y entre el sueño y la realidad,
comenzaré a amarte acentuando en cada parte de tu piel
las causas amorosas de mi boca que te hará saber,
que, como yo,
nadie más te ha amado con esta pasión que me consume,
y cuando pueda ya, como un colibrí besar tu flor,
aprenderás a volar llegando hasta los límites del cielo,
que, luego de poseerte y de entregarme a ti,
hará que se comience a escribir la historia de mi amor
resumida en una sola palabra, tu nombre.
Y así,
entre un olvido y un te quiero,
con una mitad del alma muy cercana a la tuya
y un por qué incesante replegando a mi sentir,
continuaré mi viaje distante de ti
embelesado por el brillo de tu pelo
y poseído por la fuerza de tu mirar
que harán de ti para mí,
el recuerdo presente que no podré jamás olvidar.
No me niegues la dicha de soñarte,
no me quites la esperanza que,
aunque nunca se convierta en realidad,
me alienta cada día para seguir adelante,
déjame igualar al latido de tu corazón
¿Y por qué no? quizás un día,
te puedas dar cuenta que más allá de tu ausencia en mi vida,
todo mi amor, siempre será para ti.
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Antología de Rodolfo Paz
Nos une una verdad dividida
Nos une una verdad dividida
confrontada por su propia naturaleza,
una certeza atravesada por la espada del infortunio
que corta al sentimiento de raíz
condenándolo a una muerte anticipada,
y aunque libre queda ya de toda culpa,
acepta su condena resignada,
porque toda la pena inmerecida,
me hará pensar en ti toda la vida.
Nos une una verdad divida,
una que dicta que te amo con toda mi alma
al mismo tiempo que me hace saber,
que en tu corazón no hay espacio a mi sentir,
y así, entre la suerte y la tragedia,
entre la absolución y el pecado,
entre lo claro y la bruma,
deambula este amor por la frontera infranqueable de una realidad
que muestra sin conmiseración
una a una las causas por las que nunca podré amarte.
Nos une una verdad dividida
y sin embargo,
elevo un puente de esperanza que,
entre mi llanto y mi sonrisa,
evoca lo mejor de mi para que te des cuenta,
que, aunque nunca pueda yo amarte,
quede en ti, más allá de mis desaciertos,
la imagen de un hombre que reconoce su destino,
y que dignifica a este amor
purificándolo con lágrimas para mantenerlo distante
del parecer de una sucia pasión.
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Antología de Rodolfo Paz
Te amo,
que cercano a ti se escuchan estas palabras,
aunque al mismo tiempo,
se guardan la distancia precisa que separa tus labios de los míos,
condenando a convertir mi lecho,
en una isla donde te muestras cada noche,
como una luna que brilla intensamente,
para que yo me dé cuenta,
que tu luz no se ha dado para alumbrar mi sombría ventura.
Nos une una verdad dividida, pero al menos,
el que sepas que te amo
y el que sepa que no me amas,
nos mantendrá unidos hasta el día de mi partida,
y quizás entonces, porque no,
abrigaré la ilusión
de que alguna vez, cerquita de Dios,
podré amarte al fin como mereces.
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Antología de Rodolfo Paz
En la impiedad de este amor
Te quiero a ti,
aunque la luz que nos ilumina
pertenezca a días distintos,
aunque la arboleda de tu cuerpo perenne
se encuentre muy lejos de mi desierto,
te quiero a ti,
y aun en la derrota,
sostengo el estandarte de la victoria,
porque convencido estoy ya que este amor
será único e irrepetible.
Puedo podar al árbol del tiempo,
pero estás encajada hasta la raíz,
puedo mirar hacia otra parte, pero,
¿En qué lugar no estarás tú?
puedo tomar otro camino,
pero el lucero que me guíe en el horizonte,
igual te representará,
haciéndome saber,
no solo que existes,
sino que también,
nunca, por más que avance,
alcanzaré tu luz.
¿Cómo entonces puede el cincel lograr victoria
frente a este amor impenetrable?
¿Cómo fingir que el grito de esta pasión por ti
sea inaudible a tus oídos?
¿Cómo hallar consuelo,
cuando ha sido incapaz mi deseo
de que el reflejo blanco de tu luna
sea cambiado de la página transparente del mar?
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Antología de Rodolfo Paz
El destino avanza hacia mí sin piedad,
me arrastra y me confunde,
me da y me niega,
la sutil herida del corazón se cauteriza
sintiendo tu calor aun a la distancia,
mientras el frio del infortunio me cuestiona
si acaso el amar es errado.
¡Jamás!
y el amarte no representa mi culpa,
equipara apenas la encarnación que me infringe el castigo inmerecido,
por no poder arrancar en un beso de tus párvulos labios,
el perdón que más que el indulto,
le otorgue paz a mis sentidos,
porque amarte,
sobrepasa el marco de la fe en mi vida,
haciéndome esperar que más allá de mi muerte
existirá un lugar donde el sentir,
no sea una condena.
No te niegues pues a este sentir,
y acéptalo como al sol el horizonte,
no te niegues la oportunidad de saber,
que la copa otrora vez infinita del amor,
ha sido al fin llenada por el mío,
deja pues, mujer, que, en mis sueños,
mantenga el brío vehemente
que al menos, en mi aspiración,
me haga sentirte muy cerca de mí.
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Amor como ninguno
En cada lid amorosa de mi vida,
ofrecí sin dudar todos mis sentidos,
calculé cada caricia,
dejé impresa al alma en cada beso,
a fin de no dejar nada que haya en mí por entregar,
luché,
porque asumí que la conquista del amor era insuperable,
y sin embargo,
después de creer que había llegado al límite cierto del amor,
estar en la cima solo sirvió para darme cuenta,
que más allá del horizonte,
te encontrabas tú, para hacerme saber,
que el amar es superable
y que en ti se revela un nuevo sentir
que sobrepasa toda capacidad del hombre para entenderlo.
Me rindo a la distancia que me separa de ti
pero no renuncio a este sentir que revuelve el interior,
aceptaré vivir con esta herida,
que siendo tan grande como la lontananza que me impedirá tocarte,
mantendrá viva tu presencia en mi corazón,
y así, superando al enamoramiento,
dejaré escrito,
para que el mundo se enteré luego de mi muerte,
que logré por ti sobrepasar todo sentimiento
aunque nunca hubiera podido beber de tu fuente bendita,
y haré constar,
que esta conmoción absorta en mi pensamiento tiene por nombre,
el mismo que a ti te representa,
porque tú, mujer de mi vida,
has logrado que nazca en mí,
el culmen de toda aspiración que sin ti no hubiera alcanzado jamás.
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Antología de Rodolfo Paz
Sé que nunca te haré el amor,
porque no hay forma humana que corresponda a este sentir,
mereces tú algo más que un beso,
algo más que una caricia,
algo más que la mancilla humana del deseo
deslizando sobre ti,
las manos enardecidas,
y es que,
para merecer amarte a ti,
es necesario morir
para alcanzar el plano de gloria al que perteneces,
sin embargo,
no dejaré de imaginar que cada noche,
las arrugas de la sábana se han formado de la unión de nuestros cuerpos,
escribiendo sobre la cama,
la historia superlativa de este amor.
Que no se apague tu luz al horizonte,
que no sea en vano la crueldad de habernos encontrado,
que se muestre al mundo que,
sin haber nunca culminado mi amor dentro de ti,
ha bastado mi pasión para superar toda existente,
y que te haga sentir,
alguna vez en tu vida,
que has sido amada
como nadie más ha sido amada en esta vida.
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Antología de Rodolfo Paz
Me rindo a tu amor
Me rindo,
no te olvidaré,
no se puede negar la victoria del nuevo día
cuando su luz abraza a los sentidos,
cuando aun a ojos cerrados,
el destello de tu presencia logra traspasar mis párpados
no se puede simplemente cerrar los ojos,
para mantener en el frío simulado de la noche vencida
a la pasividad de un amor que igual,
en la negación,
no deja de sentir el calor que se irradia de tu cuerpo de sol.
Me rindo,
no simularé más que no te tengo a cada instante muy cerca de mí,
no pretenderé que no te espero cada día,
aunque consciente esté por siempre que nunca a mí vendrás,
no volveré a negar,
al llevar a mi boca a la manzana,
que a tu piel casi divina en ella puedo sentir,
no negaré los sueños donde a diario,
me acompaña desnuda tu presencia.
Me rindo,
dejaré en el nicho de mi corazón formado
tu presencia exacta que da a mi vida los motivos,
aceptaré la ausencia de tu respirar cercano
sin dejar de creer,
que el aire presente que llena mis pulmones,
ha llegado a mí directo de tu boca,
dejaré palpable en cada poema,
la caricia que a través de tus ojos
recorra entera la suavidad de tu cuerpo.
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Antología de Rodolfo Paz
Me rindo,
no puedo engañarme más,
quizás jamás pueda de tu humedad mojar mis labios,
pero puedo a través del agua beberte a la distancia,
quizás jamás en mí podrás calmar tu frío,
pero sabes que al cerrar los ojos estarás conmigo,
quizás abrir la puerta nunca lograré a tu paso,
pero sabes bien que en donde esté
por delante de mí vas,
porque, aunque cerca no estés, yo te sigo.
Me rindo a tu amor,
he comprendido que solo así puedo ganar,
¿No acaso el que más ama logra ser más feliz?
pues bien, al haber amado que nadie,
he sido feliz como ninguno,
que importa pues si nunca seré tuyo
si en este mi amor te quedarás conmigo.
Deja que mi vocación de amarte se mantenga,
que, aunque pueda soportar el no poder abrazarte,
la única aspiración que a mi tonto amor consuela,
es pensar que, sin amarme,
permites a este sentir
guardarse dentro de ti.
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Atrapado en tu corazón
Nada pude hacer,
la red tendida de tus ojos estaba dispuesta,
y sin tú pretender que yo fuera la presa,
de pronto en ella me vi envuelto,
comenzando inútilmente la lucha por liberarme,
hasta quedar al fin, dispuesto a entregar la vida por ti.
No quería humedecerme de tu presencia,
pero representabas a la lluvia que sobre mí cayó encontrándome en tierra abierta,
y así, empapado de ti,
pude sentirte en cada gota que inundó mi razón
volviéndote en mí,
el elemento que me hace morir como un pez
si no me sumerjo en el pensamiento profuso en ti.
No quise quemarme,
evadí al fuego toda mi vida manteniendo fría a la conciencia,
navegué consciente a mar abierto
hasta que el agua cálida simuladora de tu cuerpo
me hizo cerrar los ojos al horizonte
manteniéndote en mí como un presente perfecto.
No sabes cómo quiero sentir la brisa al parpadeo de tus pestañas cerca de mí rostro,
no tienes idea de cómo aspiro a sembrar en tus labios
las ilusiones encarnadas que vuelvan a tu boca
la continuación perenne de mis besos,
no sabes tú como deseo en un abrazo desnudos
elevarnos en un remolino que nos convierta en una verdad etérea e infinita
porque tú, mujer amada,
me has hecho reconocer al cielo en la tierra.
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Divina ilusión
Quisiera vivir en un mundo,
donde todo fuera más bello que tú,
donde la luna siempre estuviera llena en su máximo fulgor,
y el beber del manantial más puro
se convirtiera en el beso perfecto,
pero a cambio,
tus ojos opacan al más bello paisaje,
mientras la luna me hace mirarte en ella
haciendo crecer a este amor,
para después,
al paso de las noches,
ir desapareciendo poco a poco hasta ocultarse,
para hacerme saber,
que por más que te ame,
nunca serás mía,
y para colmo,
no hay agua más clara que la emanada de tu boca,
y no podré nunca,
por más grande que sea mi sed,
probarla alguna vez.
No sabes cómo quisiera resumir mi vida dormido
en una noche interminable contigo en mis sueños,
pero a cambio,
cada madrugada,
despierto para pensar en ti,
sabiente que no debería hacerlo,
no tienes idea como desearía querer no haberte conocido,
pero a cambio,
agradezco a la vida tu presencia,
porque he tenido la dicha de haber visto en ti
al paraíso más hermoso que pueda existir.
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Como quisiera vivir en un mundo donde no existieran las palabras,
así, no te abrumaría describiendo mi sentir,
pero al mirar una hoja en blanco,
solo quiero llenarla de todas las palabras que te mereces,
porque tú, musa de mi vida,
revelas en mí un nuevo idioma
que consta únicamente de seis palabras,
que traducidas dicen,
¡Te amo con toda mi alma!
Sé que toda canción de amor excede mi realidad contigo,
pero en ellas, puedo elevar mis fantasías,
que al final,
solo representan a un amor imaginario,
es la única oportunidad que tengo para sentir que te hago el amor,
y aunque esto te puede parecer absurdo, no lo es,
porque al final,
en este plano ilusorio de mi inconsciente,
puedo ofrecerte la suavidad, la fuerza,
el brío y la templanza jamás sentida por ti,
y esto lo sé,
porque nadie más podrá nunca amarte como yo.
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Amar no es suficiente
No es suficiente,
nada es suficiente,
añorarte no me satisface,
y si pudiera amarte alguna noche,
no me alcanzarían las horas para hacerte saber
que más allá de tus besos,
existe en mí una verdad inherente a mi sentir,
aquella que acrisola al corazón
llevando a este amor al plano donde las almas se aman,
porque tú, mujer distante,
no necesitas el roce de mis manos para entender,
que, como yo,
nadie más podrá sentir esto que siento.
No hay límites,
podrá tu desprecio valerse de un océano para separarnos,
podrá tu inadvertida conciencia soplar mareas en contra mía,
podrá tu incólume atracción repeler toda atención,
más la virtud de quererte me dará fuerzas para soportar
haciéndome entender,
que pese a todo,
la única distancia que me separaría de ti,
sería el olvido provocado por mi muerte,
y hasta, ¿Por qué no?
puede que aun después de muerto siga amando.
Muero de amor, sí,
pero solo muriendo enamorado de ti es que yo vivo,
solo sintiendo este dolor sé cuánto te amo,
y al saber cuánto te amo,
se llenan mis labios de sonrisas por saber,
que el solo amarte ha sido un privilegio en mi vida.
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No es suficiente,
nada es suficiente,
ni el carecer ni el tenerte,
ni el olvido ni el saberte,
podrían mis manos resbalar en tu cadera
sin lograr jamás que hacerlo no quisiera,
podría besar tu pecho a campo a abierto,
sin que pueda ésta mi sed quedar saciada,
podría decir que te amo a cada instante
sin matar las ganas de querer volver a hacerlo,
podría entregarte el alma cualquier noche
sin que tú sepas que ya había sido dada.
Es mi amor por ti tan solo una ilusión,
es mi amor por ti el sentir fugitivo de mi corazón
que se escapó de la razón para hacerme saber de a poco,
que el amar y enloquecer no están distantes,
eres tú mujer a quien yo quiero,
aunque tú de mí te encuentres lejos,
ya podrá la memoria y el deseo
que te fijes en mi alguna noche en un sueño.
Amarte me tocó a mí de esta manera,
vivir de lleno mi amor de forma etérea,
más no se piense que,
aunque nunca a ti te bese,
alguna vez desde lejos,
por mí mojarás tus labios
en una noche silente.
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Qué me queda por hacer si ya te amo.
Qué me queda por hacer si ya te quiero,
cómo debo suponer que esto no es cierto,
cómo explico yo a mis manos que, aunque quieran,
no podrán a ti llenarte de caricias,
cómo engaño yo a mis labios si partidos
la humedad de alivio solo esperan de tu boca.
Qué me queda por hacer si enamorado,
condenado yo he dejado al sentimiento,
que el amor que debe ser de dos personas
por un solo corazón será vivido,
cómo entonces seguiré yo mi destino
si encontrarse quiere siempre en tu camino.
Qué me queda por hacer perdida el alma
en el cielo gris regido por tu ausencia,
cómo debo yo entender sintiendo frío,
que el calor no sentiré yo de tu abrazo,
cómo debo conciliar en mi cabeza,
que aunque te ame no tendré yo tu mirada.
Deberé por lo anterior tener la fuerza
de al pensarte no dejar se asome el llanto,
que se entere la desdicha que me enfrenta
que el amarte no me llena de tristeza,
y si lágrimas se vieran en mi rostro,
es que por ti soy feliz aunque esto duela.
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Te besaré en cada poema.
No llegó mi intención a tus labios,
la barrera de tu carmín anegado
ahogó toda esperanza de alcanzarlos
sin dejarme leer siquiera,
el misterio que se guarda en el idioma de sus pliegues,
que, sin matiz alguno,
expusieron siempre el rojo cereza que despertó al deseo
que no solo nunca saciar de ti pudo mi boca
sino que representa también,
al fuego que a la distancia me consume.
Como habría querido dejar imborrables mis huellas sobre ti,
haber descubierto en ti lo más inexplorable de tu cuerpo,
haber llegado a la mina de bronce de tu pecho
para representarla en una efigie que estremeciera a la belleza misma,
porque tú, mujer esplendorosa,
acaeciste en mí,
la única oportunidad de encontrar el camino perdido
que me conduce a la dicha por este amor a ti,
eres sin dudar,
la brújula hacia donde apuntan todos mis instintos.
Cada noche,
dejo expirar en el último aliento de la conciencia a mi sentir
esperando superar tu lejanía,
sin embargo, el sol se encarga en su salida de su resurrección,
que apela a mi negación de la verdad
haciéndome ver que cada mañana te amo un poco más,
y así, entre el arrebato y el sosiego,
entre el anhelo y el hastío,
entre mi deseo y tu displicencia,
llevo mis días con una sola imagen en mi mente,
la tuya.
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Es probable que en tu vida
nada se pueda equiparar a lo que yo por ti siento
y por lo mismo,
es seguro que dolor igual al mío no pueda existir,
pero adentrándose en la ruta de mi desdicha,
se pueden ver a los costados
cientos de flores jamás vistas que te asemejan,
se puede mirar al paisaje pintado de nuevos colores,
se puede ver al rayo de tu luz alimentando a la rosa
y hasta el canto de las aves escuchar sonar distinto
pareciendo susurrar tu nombre en su tonada,
eres la pena más grande,
pero también por quien he mirado al mundo de una manera distinta,
eres pues,
la razón por la que aun sufriendo quiero vivir.
Dejaré pues que te siga el alma sin que tú lo sepas,
simularé en margarita al universo para deshojar a sus estrellas
con la intención de morir antes de que la última dicte que no me amas,
viviré este amor de la única forma en que me es posible,
te mantendré presente en cada causa, en cada sueño,
y me quedaré inerte contigo a la distancia,
sin que ello me impida,
en la senda escrita de un poema,
llevarte desnuda hacia mis brazos.
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Amor sobre la verdad.
El límite alcanzó a mi destino,
y frente a la profunda realidad que expone tu ausencia en mi vida,
en la noche más fría de mi desconsuelo,
arrojo a mis sueños por el precipicio del lecho que nunca guardará tu calor,
con la esperanza de que quizás, alguna vez el olvido,
se anteponga a la constante imagen tuya que, en mi mente,
se mantiene erguida para hacerme saber, que como a ti,
no volveré a amar jamás en esta vida.
La última línea de la hoja está casi llena,
y no cabrán más, todos los te amo que nunca podrán ser leídos,
ahora, solo me queda aguardar a que luego del punto final,
la motivación de una nueva obra en mi vida no seas tú,
aunque tengo que confesar,
que es probable que nunca más habré de poder escribir de nuevo,
porque tú, mujer que inspira, te has llevado de mí,
todo resto creativo que ha quedado aprisionado, sin que tú lo sepas,
muy dentro de tu corazón donde sembré lo mejor de mí.
Moriré con una expectativa más grande que mi verdad,
el lograr olvidarme de ti aunque para ello tenga que mentirme a mí mismo,
y aunque sé bien de antemano que fracasará ese deseo,
al menos podré constatar que lo que siento por ti,
será la afirmación que dicte al mundo que más allá de lo que se piense el hombre,
el amor es la fuerza implacable que lo domina, y a mí,
me ha hecho amarte sin quererlo,
y me ha hecho sucumbir ante la realidad,
la misma que te hace sentir feliz sin pensar en mí siquiera,
mientras me hace saber que como a nadie te amo y te amaré
sin esperanza alguna de que algún día, siquiera por un instante,
pueda yo tenerte entre mis brazos.
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Inútil me es tu olvido.
En la presunción absurda de mi olvido
te has encarnado en cada uno de mis deseos,
por lo que hoy, me es imposible sentir sin sentirte
y me es imposible amar sin amarte;
cuanta esperanza de enredar mi boca con la tuya,
de sostenerme de pie asido a tu cintura,
de cobijar el inclemente frío de mi soledad con tu cuerpo desnudo,
enalteciendo al amor en un abrazo
que estremezca cada poro de tu piel,
despertando en ti, a la mujer dormida que sin tú saberlo vive dentro de ti,
aguardando la sensación que solo el amor verdadero sabe evocar.
Tu desaire no ha cortado mis suspiros,
y el no poder mirarte no borra tu imagen de mi mente,
no impide beberte en la copa de vino
que humedece los labios con la delicadeza con que lo harían los tuyos,
porque tú, mujer profesa de mi amor, vuelves de cada oración,
una petición que me permita decirte alguna vez de frente,
que te amo hasta lo más profundo de los sentimientos
que testifican la inmensidad de lo que despiertas en mí.
Sé que nunca podré volar en tu cielo
pero si al final de mi vida tengo que dar cuentas,
espero hacerlo sobre el azul que tú me inspiras,
espero hallarme en el plano ilusorio
donde cada noche aguardé tu presencia de luna,
que al mirarla me hacía pensar que te miraba.
En la presunción absurda de mi olvido,
se quedará tu presencia en mí
para hacerme saber, que es por ti que respiro.
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Adagio amoroso
En un adagio silente
compuse en mi mente una obra que lleva tu nombre,
una sentencia al amor que me hace comprender,
que por más que busque yo el olvido,
lo único que obtendré,
será toda la alusión a tu persona,
condenándome a sentir encarnecida en el corazón,
a tu presencia ilusoria que por momentos me hará reír,
mientras por otros, me hará llorar.
Me queda entonces dejar escrito lo que un amor así merece,
describir y hacer saber al mundo que amarte a ti es algo más que eso,
es componer una pieza casi intocable e irrepetible,
es hablar un lenguaje que desconoce el hombre,
porque para amarte a ti,
se requiere de la magia que se guarda en los milagros,
para los cuales, no existe razón ni explicación,
y es que tú,
amor vehemente,
me conduces por la vía, donde solo sabe andar el alma.
¿Cómo se debe amar a alguien como tú?
para empezar, de besar tu cuerpo haría una ceremonia,
simularía al universo con tu piel
y en una lluvia de besos,
cada uno representaría a una estrella,
con las que no dejaría por cubrir ni un solo espacio de tu cuerpo,
serían besos casi imperceptibles que se confundirían con caricias,
tan suaves,
que perderías toda noción terrena,
haciéndote rendir al placer
que mantendrá cerrados a tus ojos.
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Antología de Rodolfo Paz
Estoy seguro que dedicaría tanto tiempo al placer inherente de mi conciencia,
que al final, entregaría mis labios a la gravedad,
hasta posarlos con toda su sed,
sobre la fontana húmeda que de ti me embriagará,
recreando en mi la experiencia de aquel pez,
que inmerso en ti, dará culto a la causa que le otorga la vida,
tú misma.
Amarte a ti me llevaría al más grande desafío,
el lograr superar toda sensación sentida e imaginada,
y es que lo que siento por ti,
sobrepasa cualquier sentimiento declarado,
convirtiendo en vulgar,
a toda expresión de amor otorgada antes por el hombre.
Para amarte, es necesario que a la par de tu cuerpo se desnude el alma,
porque en lo tangible de tu cuerpo,
dejaré sembrando todo el amor que te profeso,
pero en el alma, quedará representada toda la verdad de mi existir,
y que no es otra más,
que te amo como a nadie más se podrá amar.
Para amarte, es necesario romper con toda regla de la naturaleza,
es necesaria una cama de flores y dos lunas,
una que venga detrás de la otra,
porque una noche no alcanza para lograr hacerte sentir todo lo que yo siento,
son necesarias dos auroras que al amanecer,
me permitan abrazarte en una mañana interminable.
Sé bien no podré jamás interpretar sobre tu cuerpo a este adagio amoroso,
como sé bien que nunca el aire revolverá nuestro calor,
pero es preciso que sepa el mundo sin embargo,
que este amor que nunca fue,
siempre existió.
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Te abrazaré en la almohada
¿Sabes por qué he decidido no olvidarte?
porque la última frontera por cruzar para ser feliz es la de la realidad,
y cada que te pienso,
rebaso esa línea que me hace saber,
al menos en sueños,
que puedo darte un beso.
Quizás te pienses que es lamentable mi situación,
pero, ¿sabes?
lo verdaderamente triste es no amar como yo te amo,
sin esperar nada, excepto,
la oportunidad que me pueda dar la vida de expresarlo.
Así que no,
seguiré cruzando la frontera que me lleve a tus brazos cuando cierre mis ojos,
porque de esta forma,
alguna vez,
cuando entregue a la noche mi conciencia,
tendré la dicha de poder abrazarte
mientras esté abrazando a mí almohada.
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Sentir lo imposible
En el etéreo sentir del alma,
en la ambigüedad sublime con que se proyecta este amor que confunde a la razón,
en la misma raíz que se ha clavado en mi corazón
extendiendo tu dominio dentro de mí,
horadando de a poco mi mente
hasta dividirme en dos realidades que me hacen oscilar entre la fantasía y el objetivismo,
entre la opacidad y la claridad,
entre el sentido y la inconciencia,
en todo, en todo de mí te encuentras tú.
Sé que nunca podrán, ni toda la esperanza, ni todo el amor que te siento,
revertir la sentencia del destino que ha dictado,
contra todo principio de mis convicciones,
que no habrá forma alguna en esta vida
de que pueda sentirte a mi lado alguna vez,
sin embargo, no hay forma de que pueda ver otro final para mi vida,
que no sea el marcado por la felicidad,
porque tú, mujer amada,
lograste hacer que descubriera, sin esperarlo,
todos los significados que evocan al amor,
haciéndome saber, además, que la puerta del amor verdadero lleva tu nombre
aunque nunca puedan las llaves de mis besos abrirla.
No me niegues la dicha de pensarte a la distancia,
de imaginarte vencida al sueño mientras enamorado te contemplo,
que no disponga tu voluntad nublar el cielo de mi vida
impidiéndome observar al azul de tu alma,
y quizás, alguna vez, porque no,
distraída puedas en algún momento recordarme,
esbozando una sonrisa que, sin yo merecer,
te haga sentir que has sido amada como nadie.
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Faltaste tú
Llegará sombría la tarde
que a mi vida pida cuentas,
me llenará de reproches
por las batallas perdidas,
me adulará por los triunfos
que en ella haya yo obtenido,
y cuando lánguida el alma
quiera todo terminar,
se llenará del perfume
de tu cuerpo todo el aire,
reflejando frente a mí,
lo que me faltó de ti.
Me faltó darte aquel beso
que representa al primero,
me faltó el tomar tu mano
llevándote de mi lado.
Me faltó el decir que sí
aunque ese sí fuera un no,
me faltó un último abrazo
para robarte el calor.
Me faltó tomar contigo
la copa que dispusiera
ahogar al pudor en vino
mientras tu mirar yo viera.
Me faltó subir contigo
una tarde la escalera,
y abrir la puerta del cielo
representada en tu alcoba.
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Me faltó irrumpir tu lecho,
hacer magia con mis manos,
me faltó volverte el río
donde empapado bebiera.
Me faltó con mucho tiento
deslizar de ti el vestido,
y desatando al deseo
desnudarme yo contigo.
Me faltó decir bajito
muy cerquita de tu oído,
que más que amarte quisiera
permanecer yo contigo.
Me faltó dejar intacta
una mordida en tu espalda,
dejar colgado en tu oreja
como un arete a mis labios.
Me faltó que conocieras
lo que es amor verdadero,
y que cerraras los ojos
como nunca lo habías hecho.
Me faltó estando yo en ti
que llegado ya el momento,
cuando dos se vuelven uno
la noche se confundiera,
que no pudiera saber,
fundidos ya nuestros cuerpos,
donde te encontrabas tú,
o si es que tú ya eras yo,
faltó el enredo de piernas
muriendo un poco los dos.
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Me faltó después de tanto
decirte cuánto yo te amo,
y envolverte en mi regazo
apretándote en mis brazos.
Me faltó sentirte cerca
mientras conciliaba el sueño,
me faltó verte dormida
entregada a lo que siento.
Me faltó decirte al alba
buenos días vida mía,
y saber cuánto en la tina
caliente te gusta el agua.
Me faltó al estar desnudos
mirarte mientras te vistes
para luego con un beso
comenzar todo de nuevo.
Me faltó que alguna tarde
eligieras tú el programa,
sintiendo en mi sien tu mano
recostado en tu regazo.
Faltaron pues tantas cosas
que tienen que ver contigo,
más lo que nunca faltó
fue amarte como ninguno.
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Contigo en la luna
Contigo será una vez,
pero esa vez será eterna,
y para amarte propongo
no esperemos a la luna,
volemos mejor hasta ella
en una cama de estrellas,
que en la noche interminable,
convencido de mi amor,
de besos no dejaré
de llenar todo tu cuerpo,
hasta que sepas mi cielo
!Cuán enamorado estoy!
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Amándote cada noche en mis sueños
Que consciente es mi inconsciente
que te arroja a mis brazos cada noche,
te juro que ya no sé si vivo estando despierto
o es que lo hago cuando estoy dormido,
porque tú, mujer amada,
sustituyes con uno solo de tus besos en mis sueños
a toda la realidad de un día cualquiera.
Dormido te estoy amando,
despierto te estoy pensando,
como quisiera que el soplo del aire al abrir la ventana viniera de tu boca,
como quisiera que fuera tu sudor el que me baña,
como quisiera al peinarme sentir el recorrido de tus dedos entre mi pelo,
como desearía que al vestirme lo hicieras tú conmigo.
Sé que no podrá darse,
que alguna vez al despertar,
te pueda ver distendida en mi cama,
¿Pero sabes algo?
este amor no lo necesita
porque su verdad se guarda en mi corazón,
así que no moriré de amor,
porque de hacerlo,
me perdería la oportunidad de que cada noche,
cobijado por la oscuridad,
pueda amarte de nuevo en mi interior.
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Antología de Rodolfo Paz
Te digo adiós
El juicio no tiene clemencia para mí,
de sentir se me acusa
y al exilio del amor se me condena,
pero, ¿Qué más lejos podré quedar yo de tus labios?
ponme en una isla desierta
y llegarás a mí a través del océano,
enciérrame en lo más alto de una torre
y bastará una grieta para saber de ti a través del aire,
llévame lejos de este mundo
y como a un sol podré mirarte a la distancia.
Ojalá pudiera renunciar a ti,
pero para poder hacerlo,
tendría al menos que pretender que fueras mía,
así pues,
la ironía de la vida me grita
que me habré de quedar sin lo que nunca tuve,
porque tú, mujer distante,
perteneces al reino que te hace imposible mirar hacia donde me encuentro.
Podrías tú blasonar por lo que siento
que sentir igual jamás existirá,
más con todo lo profuso de este amor
mirar has preferido a otro lugar,
¿Solo dime tú lo que has ganado
de que ya no pueda más mi amor mostrar?
que aunque no vuelva a decir cuánto yo te amo,
sabes que de todas formas lo sabrás.
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Antología de Rodolfo Paz
Amémonos lentamente
Lento, muy lento, cayendo sin sentir al fondo del abismo de tus besos
relamiéndome el azúcar de los labios
que han firmado sobre los tuyos
una alianza de bocas tempestivas
dispuestas a saciar la sed desmesurada que sentimos.
Lento, muy lento, haciendo resaltar sobre tu cuerpo
todo el espacio por llenar entre nosotros
cumpliendo con la prisa impávida de quien antes de acercarse
quiere saciar su vista de tu piel y su sombra
llenándose de la contemplación de tu templo casi prohibido
que me hace llorar hasta purificar el alma
antes de ser entregada a ti como una ofrenda perpetua de este amor.
Lento, muy lento, sintiendo el peso de mis caricias
sin ser perceptible el movimiento de mis manos desbocadas
arrastradas por la vorágine inquietante de tus deseos
que a ojos cerrados me hace naufragar
dejándome perdido en el borbotón que se ofrece a la pasión
que se encargará de unirme a ti a través del cauce bendito de tu vientre
en una jornada nocturna que a espaldas
me hará ver el reflejo de la luna sobre de tus ojos.
Lento, muy lento, como debe ser,
porque tú, mujer dueña del tiempo,
me harás descubrir las horas en un reloj de sábanas
que nos llevará por el recorrido que nos hará mirar cada una de las esquinas de tu alcoba
hasta dejar satisfecho al momento, que sin embargo,
no podrá contener a nuestro instinto, que dadas las doce,
comenzará de nuevo a hacer latir al corazón,
aun más lento que la noche anterior.
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