Antonio Belmonte Del Corazón Heredado - · PDF filetrae, la letrística flamenca, sí pienso que las aportaciones “modernas

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  • L I B R O S E N L A R E DBIB

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    Del Corazn

    HeredadoLETRILLAS FLAMENCAS

    Antonio Belmonte

    www.dipualba.es/publicaciones

  • L I B R O S E N L A R E D

    Del Corazn

    HeredadoLETRILLAS FLAMENCAS

    Antonio Belmonte

    www.dipualba.es/publicaciones

  • Del corazn heredadoLETRILLAS FLAMENCAS(PARA ACOMPAAR LA SOLEDAD,

    DENTRO DE LO QUE QUEPA)

    Antonio Belmonte

  • Del Corazn Heredado

    Antonio Belmonte HenaresReservados todos los derechos

    LIBROS EN LA RED

    Edicin Electrnica:

    Diputacin de Albacete - Servicio de Publicaciones - Gabinete Tcnico

    www.dipualba.es/publicaciones

    ISBN:84-89659-87-7

    Ao 2001

  • Advertencia:

    Las indicaciones que van entre parntesis antes de los versos son merassugerencias que no quitan para que cada uno se enrolle como le parezcaada/optando su cante a los sentimientos o emociones que le sugieranestas letras (si llegan a sugerirle algo), que es de lo que se trata, o de loque debiera tratarse en cuanto a letras o poesa que se pretende flamen-ca, aunque no sea lo mismo. Ya que no est muy claro, por las imbrica-ciones y solapamientos de una en otra, que ni la poesa tildada de fla-menca forma propiamente una letrstica ni sta, cuando se da en el ordenflamenco es automticamente poesa, dado que esa categora slo seadquiere en el flamenco en la prctica misma del cante, habiendocantaores que destrozan literalmente poemas excelsos y otros que ele-van un ripio a niveles de Parnaso.

    Con esto quiero decir que si la intencin de los versos que a continua-cin se ofrecen es la de servir, dar pie a que el que cante pueda valersede ellos para hacer con sus mimbres poesa sonora, no es menos ciertoque en parte s estn pensadas como poesa y esto es casi un pecado, sino es que el corazn est en la cabeza, siendo de esta manera que sequieren ofrecer dos de las tres vas que yo creo que existen para ponerpalabra al sentir del cante. La tercera va es la nica que no se puedeprestar desde aqu, porque es aquella por la cual el que canta pone l mis-mo texto a su pasin, y eso, a lo que llaman capacidad de expresin, segndicen es de cada uno y adems est garantizada por la Constitucin.

    Se trata en suma de ofrecer prestadas, a quien pueda interesar, unaspalabras si es que no se le ocurren otras propias, en cuyo caso, huelgapara acompaarse en ese grito (que a m me gusta contenido, dicho seade paso) que viene y se da bsicamente en soledad (de ah el ttulo) y

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    que sea lo que Dios quiera. Y l le valga, porque desde ese momento sloel cantaor ser responsable de lo que transmita con ellas. Porque, eso s,su vinculacin con el sentido flamenco puede ser trabajosa, y hasta hayquien dir que no pertenecen, por peculiares, a ese universo, ese comple-jo de factores que, con muchos complejos, sigue considerando como in-adecuados diversos contenidos y formas de manifestarse como arte.

    Hoy, entre esa opinin y la contraria, la de que el flamenco debe evo-lucionar y convertirse en un coladero de eso llamado nuevo flamenco,aumentando el cupo de permisividad y promiscuidad, existe la mayori-taria e intermedia, prudente, discreta y pancista de que se haga con me-sura, con cuidado, pero sin decir cmo, sin fuste, que a m me parece lams reaccionaria, equiparable a aquello de s, pero la puntita nada ms,ya que mantener una opinin a favor del mestizaje y querer controlarhasta dnde y a priori los vstagos de tal fenmeno, es de mansos hip-critas.

    Por mi parte, y aceptando eso que est ah y que si personalmente nolo hubiera querido as precisamente, pienso que hay que apechugar y,a lo hecho, pecho. Entre otras cosas porque en el terreno que aqu metrae, la letrstica flamenca, s pienso que las aportaciones modernasson bastante fructferas, siquiera parcialmente y sin entrar en los modosde acometer el cante, nefasto la mayora de las veces. Fructferas, desdeel momento en que introducen en lo que se canta el contexto social, elpensamiento, la mentalidad que no olvidemos se materializan con ellenguaje, si no son la misma cosa y la palabra, con la que va el senti-miento, que lo es casi todo, de una poca en continuo cambio, comotodas. La dialctica, en una palabra. De manera que, sin demrito de latradicin oral, del acervo imperecedero, como bsicos en la creacinlrica del cante, me parece que esa recomposicin de la literatura fla-menca no slo es congruente sino quizs la penltima gran asignaturapendiente por la cual acceder a la revlida de actualizacin del cantegrande para ponerlo en concordancia con los mbitos de referencia dednde nace realmente en la actualidad.

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    En este sentido, me parecen no slo aciertos comerciales sino aporta-ciones de inters las aventuras de cantaores de renombre, al adoptarformas de expresin a las que los practicantes del nuevo flamenco leshan hecho el rodaje previo. Como me parece obtusa la defensa a ultranzade flamenclogos, aficionados, certmenes y popes diversos, de esa res-triccin trasnochada en cuanto a temas, lenguaje y tratamiento que, enaras de una pureza inexistente y por tanto insostenible, reivindica comoinclumes unos presupuestos y modelos expresivos trasnochados y de-crpitos que, sin tener en cuenta que la edad de oro del flamenco pashace ochenta aos y de las anteriores es que no quedan ni los restos,tratan de asentar la composicin de cantes en la actualidad en una basems que romntica, encorsetada y contraprudecente por imposible.

    Tal vez no sea la empleada en este libreto, pero est claro que se nece-sitan otras vas de expresin sentimental e ideolgica que conecten conla lrica actual, sea social, popular o de mesa camilla, pero que sea lamanera de plasmar las sensibilidades que nos han tocado y la maneraque tenemos de percibirlo muchos aficionados.

    As, por lo mismo que en el toque, y a partir de los grandes maestros,se han ido aportando a la guitarra elementos no slo de adorno sinotambin de ejecucin, composicin, transporte y de armonas que vistosen perspectiva, ms de uno se habra echado las manos a la cabeza; y sinembargo eso es el flamenco puro y jondo de hoy, no se entiende porqu, desde esas atalayas que vigilan la invasin, se mira como hetero-doxo, impropio, antinatural, indecente, descastado y cosas peores algocomo la aportacin al flamenco de letras que incluyan en su caligrafaalgo que d una idea de la forma de sentir de hoy.

    Por fortuna, la vida se ha desacralizado y todo el mundo no va ya acaballo ni a los toros, no es de misa diaria ni practica la devocin conrasgado de vestiduras, e incluso hay mucha gente que no tiene puesta yaa la madre como una virgen en los altares, la ms casta de las hembras,ni las relaciones familiares ni personales ni sociales son las mismas, nila amistad, ni el curro; en definitiva todo lo que alimentaba el flamencoy que son los mitos, modelos y paradigmas de su temtica s, pero de

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    ayer, plena de machismo, virulencia, hambre, devocin, dogmatismo,mitomanas, todo lo que convocaba a una visin del cante como la ex-presin tpica de un mundo tremebundo, exabruptivo, que hoy es nega-tivo y jursico, aunque en la tradicin haya tambin poetas y letristasque han tratado de contextualizarlo, de ponerlo al da tambin por sulado ms humano y menos ajeno el ltimo gran ejemplo es MorenoGalvn, pero que siempre se encontraron con esos sanedrines de popesque an consiguen que todo siga hoy sonando ms que aejo,descontextualizado, ms reaccionario que tpico y ms falso que genui-no; a pantommico en vez de trgico.

    A pesar de ello, el cante tiene disponible todava toda esa esencia delconflicto, la pasin y la catarsis provinientes del enfrentamiento del hom-bre en cada poca con su medio, hay que decir que en peligro por suencarrilamiento por el discutible camino de sendas expresivas que sue-nan a maricastaa y formol, a vetusto y acartonado, hablando de proble-mas, deseos o alegras que o no son tales o no se entienden y en defini-tiva, apenas si convocan al personal y sobre todo al que canta, que es elprimero que debe hacerse sentir a s mismo, a la empata con el mundoque transcriben. Cosas que en nada ayudan a hacer arraigable su mensa-je, lo ntimo de una raz que necesita para medrar en suelo franco, msque la apologa de un folclore sempiternamente franquista.

    En ese pensamiento, equivocado o no, van estas cuantas letras. Suilusin es la de trasponer a las formas literarias clsicas del flamencouna visin o percepcin, si se quiere, renovada, del espritu agnico quesubyace como ms esencial en la savia flamenca, a partir de la forma degestionarlo desde el sentimiento que hoy se da, poniendo a disposicinde su expresin las maneras y registros modales que la propia evolucinsocial ofrece con su talento semntico, creativo y recreativo. Que esperosea, ms que del inters o del gusto de quien corresponda, de provecho,primero para el que lo use y despus, para el que lo escuche, porque esosera ya demasiado.

    Antonio Belmonte

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