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Antonio Negri: Spinoza, la anomalía salvaje Prefacio Spinoza es la anomalía. Si Spinoza, ateo y maldito, no termina en la cárcel o en la hoguera, a diferencia de otros innovadores revolucionarios entre los siglos XVI y XVII, se debe al hecho de que su metafísica representa la polaridad efectiva de una relación de fuerzas antagonistas ya consolidada: en la Holanda del XVII, el desarrollo de las relaciones de producción y de las fuerzas productivas experimenta una tendencia hacia un porvenir de antagonismos. En este marco, la metafísica materialista de Spinoza es, por tanto, la anomalía potente del siglo XVII: no anomalía marginal y derrotada, sino anomalía del materialismo triunfante, del ser que actúa y que, constituyéndose, plantea la posibilidad ideal de revolucionar el mundo. Tres son los motivos por los que es útil estudiar el pensamiento de Spinoza. Cada uno de estos motivos no sólo es positivo, sino problemático. Spinoza no sólo es el autor que plantea y resuelve algunos problemas de y en su tiempo, sino que además la forma misma de la solución comprende una problemática progresiva que alcanza y se instala en nuestro horizonte filosófico. Estos motivos problemáticos que hacen importante el estudio del pensamiento de Spinoza, son los siguientes: Primero: Spinoza funda el materialismo moderno en su más alta expresión, es decir, determina el horizonte propio de la especulación filosófica moderna y contemporánea, que es el de una filosofía del ser inmanente y dado, y del ateísmo como negación de todo orden previo al obrar humano y a la constitución del ser. El materialismo spinozista, aun en su forma productiva y viviente, no supera, sin embargo, los límites de una concepción puramente «espacial» --o físico- galileiana-- del mundo. Esto, sin duda, fuerza tal concepción, intenta destruir sus límites, pero no alcanza una solución, sino que, deja mas bien irresoluto el problema de la relación entre dimensiones espaciales y dimensiones temporales, dinámicas, creativas del ser. La

Antonio Negri La Anomalia Salvaje Prefacio

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Antonio Negri: Spinoza, la anomala salvajePrefacio

Spinoza es la anomala. Si Spinoza, ateo y maldito, no termina en la crcel o en la hoguera, a diferencia de otros innovadores revolucionarios entre los siglos XVI y XVII, se debe al hecho de que su metafsica representa la polaridad efectiva de una relacin de fuerzas antagonistas ya consolidada: en la Holanda del XVII, el desarrollo de las relaciones de produccin y de las fuerzas productivas experimenta una tendencia hacia un porvenir de antagonismos. En este marco,la metafsica materialista de Spinoza es, por tanto, la anomala potente del siglo XVII: no anomala marginal y derrotada, sino anomala del materialismo triunfante, del ser que acta y que, constituyndose, plantea la posibilidad ideal de revolucionar el mundo.

Tres son los motivos por los que es til estudiar el pensamiento de Spinoza.Cada uno de estos motivos no slo es positivo, sino problemtico. Spinoza no slo es el autor que plantea y resuelve algunos problemas de y en su tiempo, sino que adems la forma misma de la solucin comprende una problemtica progresiva que alcanza y se instala en nuestro horizonte filosfico. Estos motivos problemticos que hacen importante el estudio del pensamiento de Spinoza, son los siguientes:

Primero:Spinoza funda el materialismo moderno en su ms alta expresin, es decir, determina el horizonte propio de la especulacin filosfica moderna y contempornea, que es el de una filosofa del ser inmanente y dado, y del atesmo como negacin de todo orden previo al obrar humano y a la constitucin del ser. El materialismo spinozista, aun en su forma productiva y viviente,no supera,sin embargo, los lmites de una concepcin puramenteespacial--o fsico-galileiana-- del mundo.Esto,sin duda, fuerza tal concepcin, intenta destruir sus lmites, pero no alcanza una solucin, sino que,deja mas bien irresoluto el problema de la relacin entre dimensiones espaciales y dimensiones temporales, dinmicas, creativas del ser. La imaginacin,esa facultad espiritual que recorre el sistema spinozista,constituye el ser en un orden que slo esalusivamente temporal. Aun as,el problema se plantea en trminos irresueltos, s, pero puros y fuertes: el ser --antes de la invencin de la dialctica-- evita el borrn del materialismodialctico. La lectura que autores socialistas y soviticos han hecho de Spinoza no enriquece el materialismo dialctico, sino que slo empobrece las potencialidades que la metafsica spinozistaposee para superar la dimensin puramente espacial y objetiva del materialismo.

Segundo:Spinoza, cuando afronta temticas polticas (y la poltica es uno de los ejes fundamentales de su pensamiento), funda una forma no mistificada de democracia. Es como decir que Spinoza plantea el problema de la democracia sobre el terreno del materialismo y, por tanto, como crtica de toda mistificacin jurdica del Estado.La fundacin materialista delconstitucionalismo democrtico en Spinoza se enmarca dentro del problema de la produccin. El pensamiento spinozista estrecha la relacin constitucin-produccin en un nexo unitario.No es posible una correcta concepcin de lo poltico que no est desde el principio enlazada con estos dos trminos. Es imposible y abyecto hablar de democracia fuera de este nexo esto lo sabemos bien. Pero Spinoza ha sido demasiado a menudo cocinado en la podrida ollademocrtica del trascendentalismo normativo hobbesiano,de la voluntad generalrousseauniana y delAufhebunghegeliano, funcin propia de la separacin entre produccin y constitucin, entre sociedad y Estado. No; enel inmanentismo spinozista, en la especificidadspinozista de lo poltico, la democracia es poltica de la rnultitud organizada en la produccin, la religin es la religin de losignorantes organizados en la democracia. Esta construccinspinozista delo poltico constituye un momento fundamental del pensamiento moderno, y,si no consigue hacer madurar la funcin antagonista de la lucha declases como fundacin de la realidad, sin embargo conquista ntegros los presupuestosyplantea en el protagonismo de las masas el fundamento de la accin transformadora, a la Vez social y poltica. El pensamientospinozista es un pensamientocortante: rechaza para siempre toda una serie de rnistificaciones, toda una serie de problemas propuestos a la burguesa en el curso de los siglos siguientes por el pensamiento liberal-democrtico, particularmente en su versin jacobina (y en la lnea terica Rousseau-Hegel). Alude fuertemente a los problemas que se plantea todava hoy la lucha de clases comunista, formulando el problema en su forma pura: la multitud que se hace Estado,los ignorantes que se hacen religin; un pasado rehecho, reescrito, toda solucin jurdica e idealista del problema es eliminada --y sin embargo, terrible y monstruosamente, no dejarde proponerse de nuevo en el curso de los siglos siguientes. Constitucin y produccin son los elementos de un tejido sobre el cual se construye la experiencia de las masas y del porvenir.Bajo la forma de la igualdad radical impuesta por el atesmo.

Tercero:Spinoza muestra que la historia de la metafsica comprende alternativas radicales. La metafsica, como forma ideal eminente en la que se organiza el pensamiento moderno, no es un todo nico.

Comprende las alternativas que la historia subyacente de la lucha de clases produce. Existeotrahistoria de la metafsica: la bendita contra la maldita. Sin olvidar,sin embargo, queslo desde la complejidad de la metafsica puede leerse la edad moderna.En consecuencia,si esto es cierto, el escepticismo y el cinismo no son la forma positiva del pensamiento negativo(de aquel pensamiento que recorre la metafsica para negarla y abrirla a la positividad del ser); al contrario, slo la tensin constitutiva del pensamiento y su capacidad de moverse comomediacin material del proceso histrico de la multitud, constituye la forma positiva del pensamiento negativo. El pensamiento constitutivo posee la radicalidad de la negacin,perola agita y usa instalndola en el ser real. En este marco, la potencia constitutiva de la transgresin es la definicin spinozista de la libertad. Aqu, la anomala spinozista, es decir, la relacin contradictoria que su metafsica mantiene con el nuevo salvaje, es decir, en expresin radical de una transgresin histrica de todo ordenamiento que no est libremente constituidopor las masas, posicin de un horizonte de libertad que slo es definible como horizonte de liberacin --pensamiento tanto ms negativo cuanto ms progresivo y constitutivo es.Todo el atormentado conflicto antagonista del pensamiento innovador de la edad moderna,la gnesis popular y proletaria de sus revoluciones y el arco de las posiciones republicanasque se extiende desde Maquiavelo al joven Marx, se concentra sobre esta ejemplar experiencia spinozista. Quin puede negar que, tambin en este caso, Spinoza est sentado en mediodel debate filosfico de nuestro tiempo, casi como el joven Jess en el Templo de Jerusaln?

He aqu, por consiguiente, los primeros motivos que hacen til interrogar a Spinoza. Pero tal vez merezca la pena insistir en ellos un poco ms. Porque este remontamos a los orgenes de una alternativa de pensamiento (la de la revolucin respecto a la gnesis del ordenamiento capitalista, contradiccin emplazada precisamente en el corazn del desarrollo del pensamiento moderno), este reconocer --por otra parte--sobre todo, pero no slo en el pensamiento de Spinoza, un terreno y una propuesta que nos permitan pensar ms all de la tradicin del pensamiento de la burguesa, todo esto constituye, en realidad, una operacin destinada a otro fin: el de pensarms allde la tradicin,igualmente anquilosada y estancada,en el mismo pensamiento revolucionario. Nos encontramos frente a una tradicin que ha recogido del fango las banderasde la burguesa. Merece la pena preguntarse, ante la nmesis histrica de esta vicisitud, si no se ha recogido exclusivamente el fango.

En este sentido, leer a Spinoza ha representado para m una experiencia de increble frescura revolucionaria. Por otra parte, no he sido el nico que ha juzgado posible proceder por este camino. Una gran renovacin de los estudios spinozistas se ha producido en los dos ltimos decenios. En el plano interpretativo, filolgico en sentido estricto,tal renovacin tiene unbuen ejemplo en la extraordinaria y, desgraciadamente, incompleta lectura que de laEthicaha realizado Martial Gueroult. Pero tal vez haya algo que es ms apasionante:a saber, las tentativas de releer a Spinoza que se han hecho dentro de la problemtica crtica de la filosofa contempornea, incluso de la marxista. Ahora bien, en el mbito de la escuela althusseriana,Macherey,por ejemplo, analizando la lectura hegeliana de Spinoza,no se contenta con denunciar sus hondas falsificaciones: profundiza en el pensamiento de Spinoza hasta identificar en el mismo una base de anticipada crtica de la dialctica hegeliana y de fundacin del mtodo materialista. En otra vertiente y con diversas preocupaciones sistemticas, pero tal vez con an ms alta capacidad innovadora, Deleuze nos ha mostrado en Spinoza un horizonte pleno y solar de la filosofa, cual es la reconquista del materialismo como espacio de la pluralidad modal y como concreta liberacin del deseo como potencia constructiva. De aqu, sobre el terreno de la filosofa de la religin y de la poltica, la redefinicn histrico-estructural de Hecker y aquella,an ms feliz, de Matheron: la democracia se presenta como esencia material, producto de la imaginacin de las masas, tcnica y proyecto constitutivos del ser, que barre el embrollo dialctico. Contemplado desde este punto de vista,Spinoza es un crtico que prev el porvenir: es, por tanto, un filsofo contemporneo, porque la suya es una filosofa de nuestro porvenir.

Cuanto he venido diciendo --como comentario de la profunda novedad del marco interpretativo que desde finales de los aos sesenta ha circunscrito el pensamiento spinozista-- deberaservir tambin para clarificar las motivaciones del autor a la hora de afrontar este estudio.Pero tal vez convenga explicitarlas ulteriormente. Ahora bien, est fuera de dudas que al estudio de los orgenes del pensamiento moderno y de la propia historia moderna del Estado, nos impulsa la conciencia de que el anlisis de la crisis gentica puede ser til para clarificar los trminos de la crisis disolutiva del Estado burgus y capitalista. Debo aadir,sin embargo, que si esteproyecto ha servido para apoyar mis estudios precedentes (sobre Descartes,etc.), tiene para m hoyuna intensidad menos acuciante. Lo que me interesa,en efecto, no es tanto la gnesisdel Estado burgus --y sucrisis-- cuanto las alternativas tericasylas posibilidades subjetivas de la revolucin en acto. Me explicar mejor: el problema que Spinoza plantea es el de la ruptura subjetiva de la unidimensionalidad del desarrollo capitalista (en su aspecto burgusysobreesctructural, as como en su aspecto propiamente capitalista y estructural): es como decir que Spinoza muestra la alternativa del vivir como potencia material en el interior del bloque metafsico de la filosofa moderna --de aquella vicisitud filosfica, para entendernos,que va desde Ficino y Cusano hasta la muerte de la filosofa enel siglo XIX (y,o sea, a su feliz, por decido como Keynes, eutanasia en cuanto saber del rentista). Siempre me ha parecido paradjico que la historiografa filosfica reconstruya las alternativas hacia abajo: Gilson con la cultura moderna hacia la filosofa medieval cristiana, Wolfson con Spinoza hacia la cultura medieval hebrea, slo por dar algn ejemplo. Quin sabe por qu este procedimiento se consideracientfico! Quin lo sabe? A m este procedimiento me parece exactamente lo opuesto de un discurso cientfico,porque es una bsqueda de genealogas culturalesyno genealoga material de condiciones y de funciones de pensamiento, no es descubrimiento del futuro como lo essiempre la ciencia. Tampoco la liberacin de un pasado oneroso es til si no se traslada al disfrute del presenteya la produccin del futuro.Es por eso por lo que quiero invertir la paradoja y hacer de interlocutor con el porvenir sobre la base de la potencia del discurso de Spinoza. y si, por prudencia o pereza,fracaso con el porvenir, quiero al menos ponerme a prueba en un ensayo de lectura invertida del pasado: es decir,trayendo a Spinoza aqu ante nosotros --yo,pobre doctor entre otros,interrogando a un verdadero maestro. En un ensayo de lecturadel pasado que me permita, en este caso, tomar aquellos elementos que pueden confluir hoy en la definicin de una fenomenologa de la praxis revolucionaria constitutiva del porvenir. En un ensayo de lectura del pasado,sobre todo, que me permita (que nos obligue) hacer cuentas con toda la confusin, mistificada y culpable, que --desde Bobbio a Della Volpe y a sus ltimos subproductos-- nos ha (desde pequeos) enseado lasanta doctrina de que la democracia es Estado de derecho; de que el inters generalsublimael particular en la forma de la ley; de que las funciones constitucionales del Estado son responsables ante la generalidad; de queel Estado de los partidos*es una formidable mediacin poltica,de unidad y de multiplicidad, y otras muchas martingalas semejantes. Spinoza, en el siglo XVII, no tena nada que vercon este montn de infamias.La libertad, la verdadera, la ntegra, aquella que amamos y por la que vivimos,y morimos, construye el mundo directamente, inmediatamente. La multiplicidadno est mediatizada por el derecho, sino por el proceso constitutivo:y la constitucin de la libertad es siempre revolucionaria.

Los tres motivos recordados que justifican hoy una relectura de Spinoza confluyen todos, por otro lado, en aquel terreno de investigacin que se ha dado en llamar definicin de una nueva racionalidad. Spinoza defini, de forma radical, una racionalidad otra de aquella de la metafsica burguesa. El pensamiento materialista, el de la produccin,el de la constitucin, se convierten, por consiguiente, hoy, en la base elemental, imprescindible, de toda propuesta neoracionalista. Todo esto lo hace Spinoza llevado por una fortsima tensin para determinar una dinmica de transformacin, de proyecto pujante, de la ontologa.Una ontologa constitutiva, fundada en la espontaneidad de las necesidades, organizada por la imaginacin colectiva: esta es. la racionalidad spinozista. Como base.Pero no basta. En Spinoza no slo existe la definicinde una base; hay tambin un impulso para desarrollarla y, cualesquiera que sean los lmites del desarrollo, la estructura proyectada se recoge y somete a crtica.Sobre todo, all donde comprende la dialctica, no como forma concluyente del pensar,sino como articulacin de la base ontolgica, como determinacin de la existencia y de la potencia. Superando con ello toda posibilidad de transformar la dialctica en una clave genrica, asumindola en cambio como organizacin directa del conflicto, como elemental estructura del conocimiento. Y as he intentado establecer en este estudio,respecto al pensamiento materialista, cmo la tensin spinozista se dirige hacia una definicin de un horizonte de absoluta multiplicidad de las necesidades y de los deseos; respecto al pensamiento productivo, la tentativa spinozista de recoger en la teora de la imaginacin la filigrana de la relacin entre necesidad y riqueza, la solucin de masas de la parbola platnica del amor,socializada por las dimensiones modernas de la proximidad,por los presupuestos religiosos de las luchas, por las condiciones capitalistas del desarrollo; respecto al pensamiento constitutivo, la primera definicin spinozista ymoderna de un proyecto revolucionario en la fenomenologa, en la ciencia, en la poltica, de refundacin racional del mundo basada en la liberacin y no en la explotacin del hombresobre el hombre. No como frmula y forma, sino como accin y contenido. No como positivismo, sino como positividad. No como legislacin, sino como verdad. No como definiciny ejercicio del poder, sino como expresin y gestin de la potencia. Estas tensiones spinozistas deben estudiarse todava ms a fondo. Porque Spinoza es propiamente un escndalo (si nos atenemos a la base del corriente saber racional del mundo en vivimos): es un filsofo del ser que realiza inmediatamente la inversin de la totalidad de la imputacin trascendente de la causalidad en causa productiva inmanente, transparente y directa del mundo; es un democrtico radical y revolucionario que inmediatamente elimina, asimismo, incluso la sola posibilidad abstracta del Estado de derecho y del jacobinismo; es un estudioso de las pasiones, a las que define no como padecer,sino como actuar --un actuar histrico, materialista,por tanto constitutivo. Desde tal punto de vista, este trabajo es slo un primer ensayo deahondamiento. Exige urgentemente, por ejemplo, que se complete el anlisis de las pasiones en Spinoza,es decir, el anlisis de los modos concretos en los que el proyecto spinozista de refundacin se desarrolla. Este ser el tema de un segundo ensayo,centrado en las partesIIIy IV de laEthica.Tarea por hacer y que potenciar, de la que ciertamente no puede de hacerse cargo un soloestudioso, en la dimensin de y hacia una fenomenologa de la praxis colectiva, constitutiva, que es la red en la que debe aprehenderse una actual,positiva y revolucionaria definicin de la racionalidad.

Este trabajo ha sido escrito en la crcel. Pero tambin pensado, en su mayor parte, en la crcel. Ciertamente, conoca bien a Spinoza desde siempre --por as decir--, porque desde el colegio me apasion laEthica,lectura filosfica del bachiller superior (y aqu querra recordar con ternura al profesor de aquellos aos). Despus continu trabajando y no dejaba escapar ninguna lectura sobre la materia. Pero se necesita demasiado tiempo para elaborar un trabajo. Confinado enla crcel, recomenc desde el principio. Leyendo y haciendo notas, atormentando a mis amigos para que me enviasen libros. Les doy las gracias de todo corazn. Estaba convencido de que en prisin habra tiempo. Iluso; en verdad fui un iluso. La prisin,su ritmo, los traslados, la defensa, no dejan tiempo porque disuelven el tiempo: es esta la forma principal de la pena en una sociedad capitalista. As,como cada uno de mis trabajos,tambin ste ha sido robado al sueo,arrancado al rgimen de lo cotidiano. Que la cotidianidad de la crcel es terrible y menos agradable de cuanto lo son los estudios universitarios, es sin duda cierto;yespero que esta faltade agrado se resuelva,en esta investigacin,en concrecin demostrativa y expositiva. Por lo dems, pido excusas por no presentar una bibliografa completa (aunque creo haber vistocuanto era necesario); por no haber explorado tal vez suficientemente el entramado histrico de la cultura spinozista (aunque creo que el recurso a Francs y a Kolakowski, por encima de todos, permita sentirse en buena compaa); por haber cedido tal vez demasiado fcilmente a las lisonjas de Huizinga y Kossman en la interpretacin del Siglo de Oro (pero, con qu sustituir su lectura?); por haber, en fin, gozado a veces del placer de la tesis --inevitable cuando se trabajafuera de la comunidad cientfica. Pero dicho esto, no creo que la crcel confiera una calidad especfica --mejor o peor-- al producto: no pido benevolencia a la crtica. Me gustara, porel contrario, imaginar que la soledad de esta maldita celda haya sido tan fecunda como la soledad spinozista del laboratorio ptico.

* En italiano,Stato de partiti:expresin corriente en esa lengua que designa el hecho de que toda la estructura del Estado est organizada en funcin del juego de los partidos polticos.(N.delT.)

Fuente: Antonio Negri,La anomala salvaje: Ensayo sobre poder y potencia en BaruchSpinoza, 'Prefacio',Barcelona, Anthropos / Mxico, Universidad Autnoma Metropolitana-Iztapalapa, 1993.