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Antropología aplicada en Iberoamérica Ángel B. Espina Barrio (ed.) Fundación Joaquim Nabuco Sociedad Iberoamericana de Antropología Aplicada. Recife- 2008 1

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  • Antropologa aplicada en Iberoamrica ngel B. Espina Barrio (ed.) Fundacin Joaquim Nabuco Sociedad Iberoamericana de Antropologa Aplicada.

    Recife- 2008

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  • ndice Antropologa Aplicada en Espaa e Iberoamrica ngel B. Espina Barrio Presidente de la Sociedad Espaola de Antropologa Aplicada Universidad de Salamanca. Homenaje a: Gilberto Freyre Mrio Hlio Gomes de Lima Director de la Editora Massangana de la Fundacin Joaquim Nabuco ANTROPOLOGA Y TICA Antropologa y tica Carmelo Lisn Tolosana Acadmico de Nmero de la Real Academia de Ciencias Morales y Polticas de Espaa. Es rentable la antropologa? Aspectos ticos en torno a la aplicacin de la antropologa social en Mxico. Michel Duquesnoy Universidad Autnoma del Estado de Hidalgo ANTROPOLOGA VISUAL Y MEDIOS DE COMUNICACIN Comunicar lo invisible: Antropologa Aplicada al Dilogo Nanotico Mara Jess Bux Rey Universidad de Barcelona

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  • Manifestaciones Flmicas del Poder. Demetrio E. Brisset Universidad de Mlaga Las polticas de la narracin en la antropologa y los movimientos sociales Antn Fernndez de Rota Irimia Universidad de La Corua Explorando metodologias visuais para a compreenso do uso e apropriado do espao pblico. Mar luc Menezes Laboratrio Nacional de Engenharia Civil Judith Allen Universidad Nova de Lisboa Lia Vasconcelos Universidad de Westminster ANTROPOLOGA Y SALUD Dinmicas culturales del concepto de salud Jos Antonio Fernndez de Rota y Monter Universidad de La Corua Cuerpo, salud y alimentacin Luis lvarez Munarriz Universidad de Murcia Problemas Sociales y Familiares: un estudio de percepcin del sndrome de tourette desde tres puntos de vista. Jess Rivera Navarro Universidad de Salamanca La comunicacin con el paciente oncolgico en tratamiento de quimioterapia. Lourdes Moro Gutirrez Universidad de Salamanca Marta Gonzlez Fernndez Conde Hospital de la Santsima Trinidad

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  • Percepcin y atencin holsticas de las alteraciones en antropologa clnica. Alfonso J. Aparicio Mena Universidad de Salamanca Antropologa mdica aplicada de la oncologa peditrica al contexto escolar. Luiz Andr dos Santos Gomes Universidad de Salamanca Paredes blancas historias de colores la vida y la muerte contada por nios en tratamiento de cncer. Kika Freyre Universidad Federal de Pernambuco Padres culturais de violencia intrafamiliar e sofrimento mental. Maria Euchares Motta - Nivia Valena Barros Universidad Catlica de Rio de Janeiro Biomedicina, enfermedad y sociedad: Reflexiones biojurdicas Francisco Javier Blzquez Ruiz Universidad Pblica de Navarra ANTROPOLOGA DE LAS ORGANIZACIONES Evaluacin etnogrfica de la cultura de empresa ngel Aguirre Baztn Universidad de Barcelona Aproximacin al patrimonio cultural leons desde la actividad de una asociacin: problemas y paradojas. Maria Concepcin Gmez Rodrguez Universidad de Len

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  • Apuntes para una participacin poltica plena dentro de los partidos polticos. Iigo Gonzlez de La Fuente. Universidad de Salamanca De cenizas a diamante. La evolucin y la concepcin de la muerte y su reflejo en el tratamiento y destino de los restos mortales en el siglo XXI. Luisa Elena Noriega. Universidad Autnoma del Estado de Hidalgo HISTORIA DE LA ANTROPOLOGA APLICADA Un crculo de antroplogos aplicados rodeado de fantasmas afectivos: Mead y los suyos Jos Antonio Gonzlez Alcantud Universidad de Granada La antropologa aplicada y sus dilemas en el contexto post-colonial Antonio Motta de Lima Universidad Federal de Pernambuco El valor de la aplicacin etnocultural Samuel Hurtado Salazar Universidad Central de Venezuela El realismo y el neorealismo estructural. Jos G. Vargas Hernndez Universidad Autnoma de Puebla La ruta de los espaoles rescate de la tradicin oral en el valle del Carmen. Atacama-Chile. Rodrigo A. Zalaquett Fuente-Alba Universidad de Atacama

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  • De la herida colonial a la herida neoliberal en Amrica Latina: una perspectiva castellana. Jos A. Alonso Herrero Universidad Autnoma de Puebla Legado y Negado: La singular historia del Trapiche de Oritapo. Hctor Cardona Machado Universidad Central de Venezuela ETNOMUSEOLOGA Etnomuseologa o la bsqueda de las polifonas en Colombia Fernando Barona Tovar Museo del Oro de Bogot (Colombia) La musealizacin de los espacios cotidianos. Concha Martnez Latre Museo de Zaragoza PATRIMONIO CULTURAL Y DESARROLLO LOCAL Sostenibilidad y desarrollo local Eloy Gmez Pelln Universidad de Cantabria Recuperacin integral de la parroquia de Congostro. (un intento de desarrollo local a travs del patrimonio cultural). ngel Cerrato lvarez Universidad Complutense de Madrid La escenificacin del patrimonio antropolgico y la revitalizacin de las zonas rurales. Colaboracin entre investigadores y vecinos. Mercedes Cano Herrera Universidad de Valladolid

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  • Patrimonio Inmaterial de la Creacin de un Estilista:Iaki Sagarzazu. Rosa Garca-Orelln. UNED - Bergara Problemtica para una adecuada conservacin y gestin de la identidad de nuestro patrimonio cultural Iberoamericano. Yolanda Fernndez Muoz Universidad de Extremadura Paralelismo entre ciudad histrica europea y ciudad informal americana Esteban Lpez Burgos. Universidad de Valladolid MEDIO AMBIENTE Y POLTICAS CULTURALES Desarrollo versus proteccin socioambiental: el caso de la cuenca del ro Nazas en el norte de Mxico Hernn Salas Quintanal Universidad Nacional Autnoma de Mxico (Mxico) Utilizacin comparativa de informacin antropolgica y biolgica para el estudio de la diversidad gentica de la mandioca. Joo Manoel Sanseverino Vergani Galera Universidad de So Paulo Teresa Losada Valle.- Instituto Agronmico de Campinas MOVIMIENTOS MIGRATORIOS Y COOPERACIN Emigraao Aoriana: So Miguel no periodo entre guerras e a emigrao para Repblica Dominicana. Luiz Nilton Corra Universidad de Las Azores

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  • Mujer y Migracin: La migracin femenina gallega al sur atlntico peninsular a mediados del siglo XX. Esmeralda Broulln Acua Universidad de Cdiz Ribeirinhos migrantes da amaznia: imaginrio cultural e re-significao da prtica de saberes de manejo e uso da floresta. Maria do P. Socorro Nbrega Ribeiro Universidad del Estado do Amazonas Movilidad y resistencia: asociaciones de inmigrantes uruguayos en Galicia. Eleder Pieiro Aguiar Universidad de La Corua Migracin y Codesarrollo: una babel con potencial. Richard Salazar Medina Universidad de Burgos Inmigracin y Escuela: el papel de los educadores. Oscar Fernndez Universidad de Len Empezar de Nuevo: Migrantes argentinos en Madrid a lo largo de tres dcadas Guillermo Mira Delli-Zotti Universidad de Salamanca Susana Schmidt Universidad de Salamanca Fernando O. Esteban Universidad Autnoma de Barcelona Vivo en Espaa pero soy brasileiro con orgullo. Una etnografa de la actual inmigracin brasilea en Espaa desde el punto de vista de una asociacin de inmigrantes. Fabiana Maria Gama Pereira Universidad Federal de Pernambuco

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  • ANTROPOLOGA Y EDUCACIN Del territorio a la territorialidad: la experiencia de la escuela itinerante de agroecologa en la regin mapuche, chile. Alessandra Olivi Universidad de Sevilla Paolo Venezia Terra Nuova Antropologa pedaggica en el pensamiento de Jos Mara Arguedas. Wilfredo Medina Universidad Nacional de Educacin Enrique Guzmn y Valle (Per) Aportaciones de los estudios antropolgicos a la educacin. La etnografa educativa en los estudios de la prctica docente. Mara Guadalupe Daz Tepepa. Universidad Pedaggica Nacional INDIGENSMO Y ANTROPOLOGA Estimacin de efectivos de pueblos indgenas en el estado de Pernambuco (Brasil). Graciela D. Sarrible Pedroni Universidad de Barcelona Movimientos sociales para el reconocimiento de los movimientos indgenas y la ecologa poltica indgena - Jos G. Vargas-Hernndez Universidad Autnoma de Puebla Regmenes comunales de la tierra en comunidades Aymaras en el altiplano de Bolivia: en torno a los sistemas de aynuqa (barbecho sectorial colectivo) y de cargos poltico-religiosos de uraqita (obligados por la tierra). Junko Seto Universidad de la Ciudad de Hiroshima - Japn

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  • Espacios indigenistas, eurocentrismo y post-ilustracin. Hacia una revisin del debate del quinto centenario sobre el indigenismo en las ticas de la liberacin latinoamericana. Carlos Ortiz de Landzuri Universidad de Navarra ANTROPOLOGA APLICADA EN IBEROAMRICA Antropologa aplicada a la cultura: experiencias y desencuentros en Mxico. David Lagunas Universidad Autnoma del Estado de Hidalgo Turismo, poder y comunidades locales: flujos, organizacin y significados entre Brasil, Europa y los Estados Unidos. Russel Parry Scott Universidad Federal de Pernambuco Antropologa de gnero Mulher, sofrimento e pudor: o controle das emoes no espiritismo brasileiro - Antoinette de Brito Madureira Universidade Federal do Rio Grande do Norte Maturidade: capacidade para ponderar escolhas. Maria Antonita Abuquerque de Souza Universidade Federal de Pernambuco Memorias de Mujeres Negras en Sur de Brasil: Historias de lectura, historias de trabajo. Rosane Maria Cardoso - Julia Bergesch Centro Universitario Univates Entre las trabajadoras del hogar. Retos y empeos socioculturales en Cuzco (Per) Daniela di Salvia Universidad De Npoles LOrientale

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  • La antropologa aplicada en Espaa e Iberoamrica ngel B. Espina Barrio Presidente de la Sociedad Espaola de Antropologa Aplicada Universidad de Salamanca

    La Antropologa se ocupa del estudio de las costumbres y pautas de comportamiento que tiene todo grupo humano. De este saber social y humanstico sin duda siempre se derivan aplicaciones para resolver los problemas y las cuestiones que presenta la vida del hombre sobre la Tierra.

    Sin embargo, desde hace bastantes dcadas, se ha considerado la conveniencia de distinguir la perspectiva puramente terica e histrica de la antropologa, respecto de la aplicada. Y esto, insistimos, no porque las primeras especializaciones dejaran de tener importancia o de poseer siempre una posible vertiente prctica, si no para subrayar y profundizar en sta ltima y asimismo en la conexin del saber antropolgico con los restantes derivados de las ciencias humanas y sociales.

    La Antropologa aplicada busca las temticas tnico-culturales que influyen en la vida de la gente y las estudia en profundidad con los mtodos etnolgicos en orden a encontrar explicaciones, directrices y soluciones para esas realidades sociales.

    Por lo que vamos diciendo, para hacer buena Antropologa aplicada es necesario conocer bien la Antropologa terica, y para esto ltimo, no viene mal tampoco saber extensamente de la historia de la disciplina. Para mejorar las cosas primero hay que conocerlas y comprenderlas lo mejor posible.

    Todo estudio antropolgico puede y deber tener aplicacin. Por ejemplo el interesante estudio y las aseveraciones que desde la antropologa psicolgica y econmica realizara Claudio Esteva Fabregat en 1962 sobre un pueblo de actividad agropecuaria del noreste de Zamora, pudieron o debieron tener influencia en la poltica de concentracin parcelaria que se llev a cabo poco despus en muchos lugares de Castilla.1

    1 Me refiero al trabajo: Esteva Fabregat, C., Componentes psicolgico-cognitivos en una economa rural espaola, thnica, 14, 1978, 53-145.

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  • Lamentablemente muchas veces interesantes investigaciones etnogrficas que, de ser ms ampliamente conocidas, serviran para dirigir polticas pblicas, mejorar condiciones de vida o evitar conflictos y enfrentamientos, quedan relegadas en los estantes de unas pocas bibliotecas. Tambin una tarea de la Antropologa aplicada es estudiar tales obras bajo su ptica no tanto funcional cuanto prctica. Tambin darlas a conocer en formatos ms masivos y atrayentes. Para ello la Antropologa visual es un auxiliar muy valioso. Pero muchas otras vertientes puede tener esa antropologa que se ha ido especificando, sin tratar de ser exhaustivos, en:

    Antropologa de la alimentacin Antropologa de la educacin Antropologa de la salud y etnomedicina Antropologa psiquitrica (etnopsiquiatra) Antropologa y museos (etnomuseologa) Antropologa visual y de la comunicacin Antropologa del desarrollo y de la innovacin Antropologa de la cooperacin Antropologa de las organizaciones y empresas Antropologa y medio ambiente Antropologa y patrimonio tangible e intangible Antropologa indigenista Antropologa de gnero Antropologa del turismo y del ocio Antropologa del conflicto y de la mediacin Antropologa y tica, bio-tica, de la emigracin, de las

    desigualdades, etc. stas son las subdisciplinas ms frecuentemente practicadas por

    los antroplogos que buscan aplicacin de sus trabajos. Prcticamente todos estos campos de aplicacin sern tratados en el presente libro que pretende ser un factor de impulso de tal tipo de antropologa especialmente en el mbito iberoamericano donde necesita una mejor comprensin y expansin, y en el que muchas veces ha sido utilizado para manipular y controlar grupos humanos, pero que no necesariamente debe estar unido a tales explotaciones y s a movimientos enriquecedores del conjunto de las sociedades. Por ello no resulta casual que comencemos este texto con un captulo sobre Antropologa y tica, nada menos que de uno de los antroplogos espaoles ms destacado del siglo XX, el catedrtico y acadmico D. Carmelo Lisn Tolosana. Prosigue la temtica del mismo el innovador trabajo etnolgico de la Presidenta de Honor de la Sociedad Espaola

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  • de Antropologa Aplicada (SEAA), Da. Mara Jess Bux Rey de la Universidad de Barcelona, esta vez aplicado a la biotica y a la nanotecnologa.

    Precediendo estos dos destacados estudios, se encuentra el texto correspondiente al homenaje realizado en Salamanca en 2008 a uno de los antroplogos ms sobresalientes de la historia de Brasil, Gilberto Freyre, quien centrndose en el nordeste de este inmenso pas, nos dej la ms perfeccionada imagen de la historia y la cultura pernambucana en unas obras que cobran hoy en da una inusitada actualidad, con el nuevo auge de la caa de azcar como base de biocombustibles. Los modlicos trabajos de este intelectual, formado en la escuela de Columbia con Franz Boas, estn preados de enseanzas aplicadas, tal como nos lo descubre el texto de D. Mario Helio Gomes de Lima, uno de los directores de la Fundacin cultural creada por Freyre, la Fundacin Joaquim Nabuco, por otro lado editora de este libro, as como responsable de la edicin de los tomos anteriores, en colaboracin con el Instituto de Investigaciones Antropolgicas de Castilla y Len, sobre aspectos culturales aplicados: Poder, poltica y cultura (2005) y Conocimiento local, Comunicacin e Interculturalidad (2007).

    La publicacin en su conjunto incluye ms de cincuenta artculos estructurados en trece apartados: Antropologa y tica; Antropologa visual y medios de comunicacin; Antropologa y salud; Antropologa de las organizaciones; Historia de la Antropologa Aplicada; Etnomusicologa; Patrimonio cultural y Desarrollo local; Medio ambiente y polticas culturales; Movimientos migratorios y cooperacin; Antropologa y educacin; Indigenismo y Antropologa; Antropologa Aplicada en Iberoamrica; y Antropologa de gnero.

    Los trabajos estn, por lo general, realizados por profesores antroplogos de 40 universidades o instituciones iberoamericanas que, por orden de aparicin y clasificadas por pases, son: U. de Salamanca, Real Academia de Ciencias Morales y Polticas, U. de Barcelona, U. de Mlaga, U. de La Corua, U. de Murcia, U. de Len, U. de Granada, Museo de Zaragoza, U. de Cantabria, U. Complutense de Madrid, U. de Valladolid, UNED, U. de Extremadura, U. de Cdiz, U. de Burgos, U. Autnoma de Barcelona, U. de Sevilla y U. Pblica de Navarra (Espaa); Fundacin Joaqum Nabuco, U. Federal de Pernambuco, U. Catlica de Ro de Janeiro, U. de So Paulo, Instituto Agronmico de Campinas, U. del Estado del Amazonas, U. Federal de Ro Grande del Norte y Univates (Brasil); U. Nacional Autnoma del Estado de Hidalgo, U. Autnoma de Puebla, U. Pedaggica Nacional y UNAM

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  • (Mxico); Laboratorio Nacional de Engenharia Civil, U. Nova de Lisboa y U. de Las Azores (Portugal); U. de Westminster (Reino Unido); U. Central de Venezuela (Venezuela); U. de Atacama (Chile); Museo del Oro de Bogot (Colombia); y U. de la Ciudad de Hiroshima (Japn).

    Pero retomando de nuevo el objetivo ltimo del libro, decir que la idea de la constitucin de una red o sociedad acadmica que se centrara en el estudio, promocin y difusin de la rama aplicada de la antropologa en el mbito iberoamericano, donde no exista como tal, surgi, asimismo, en Salamanca en el seno del VIII Congreso de la Sociedad Espaola de Antropologa Aplicada, institucin que inmerecidamente me haba otorgado su Presidencia para el bienio 2007-2009. Un destacado grupo de profesores de antropologa de Espaa, Mxico, Brasil, Colombia, Portugal y Venezuela, acord constituirse en sociedad y aprobar los estatutos de la Sociedad Iberoamericana de Antropologa Aplicada (SIAA), as como coeditar este texto y realizar su primer Congreso en Recife (Brasil) en el marco del Seminario Internacional organizado por la ya mencionada Fundacin Joaquim Nabuco en noviembre de 2008, coincidiendo con el centenario del nacimiento de Claude Lvi-Strauss, y con una temtica de trabajo realmente muy aplicada: Innovacin Cultural, Educacin y Patrimonio.2

    Pensamos que estas iniciativas, as como la presente publicacin, servirn no slo para avanzar en las dimensiones acadmicas y de investigacin de la especialidad, si no tambin para conectar cada vez mejor a los antroplogos del rea iberoamericana, todo ello en orden a conocer ms perfeccionadamente e intervenir en los problemas socio-culturales que nos afectan, relacionados con la emigracin, el desarrollo, el medio ambiente, la educacin, la cooperacin y con el resto de las temticas ya referidas. La Antropologa tiene una perspectiva holstica y comprehensiva muy adecuada para abordarlos y muchas aportaciones que realizar. La Antropologa no puede ser un saber erudito sobre culturas ms o menos lejanas. Puede y debe aplicarse, pero se necesita una generacin de antroplogos que, en conjuncin con socilogos, historiadores, politlogos, etc., se dedique

    2 Tambin se anuncia una segunda reunin de tal Sociedad en el seno del Congreso Internacional de Antropologa que se celebrar en la Universidad de Nario de Pasto (Colombia) los das 17 al 19 de abril de 2009, con la temtica Carnaval y Semana Santa en Iberoamrica.

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  • con entusiasmo a tal tarea, que no es otra que la de conocer y facilitar la convivencia, la comunicacin y la vida de los seres humanos.

    ngel Espina Barrio Bogot, 15 de agosto de 2008

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  • Antropologa y tica Carmelo Lisn Tolosana

    Dedicado a ngel Espina Barrio

    Hace ya aos investigu la posesin diablica desde una perspectiva etnogrfico-antropolgica; escrib pginas sobre cmo la tradicin, la creencia, la religin y el folklore, la evanxeliadora y la bruja, la cultura en una palabra, determinaban la creacin de plurales narraciones de esa enfermedad, descripciones simblicas que diagnostican y prescriben el tratamiento ritual en santuarios especializados. Qu tipo de demonio, cuntos en nmero, quin lo manipul, cmo se introdujo en su cuerpo, cmo lo siente, cmo se expresa, cmo, y cundo sale viene todo expresado en narrativas de por qu y cmo sucede, en literatura metafrica tradicional en una palabra. Y no menos importante expres en aquellas pginas primero, cmo a travs de la metfora descriptiva afloraba toda una trama de relaciones estructurales de convivencia y antagonismo y, segundo, cmo el cuerpo era toda una metfora que incorporaba ntese la iteracin- todo un universo tico-moral al que vuelvo en un momento.

    Fascinan hoy los problemas genuinamente actuales a los que puede dedicar su imaginacin antropolgica el recin licenciado. Debido la prolongacin de la vida aparecen en mayor nmero enfermedades crnicas como el cncer, el parkinsons, el alzheimer, la diabetes y la hipertensin para las que la medicina moderna no tiene cura, solo cuidados paliativos. Curiosamente en este amplio mbito estn apareciendo las mismas preguntas ltimas y anlogas metforas y explicaciones msticas que en el caso anterior. La proliferacin de transplantes por los que el paciente recibe un rgano de una persona muerta est creando un nuevo cuerpo conformado por dos, en el que el muerto sigue, en parte, viviendo debido a la tecnologa; ese cuerpo es, tambin en parte, industrial. Ha cambiado el recipiente su identidad personal? Cmo la vive y siente?. Con la tecnologa reproductiva, es bien conocido, un nio puede tener diferentes tipos de mams: una, la madre gentica que dona el vulo, otra la madre que lo genera en su embarazo y otra que lo alimenta, cuida y educa. Al fondo de todo esto se halla nuestra cultura fragmentada, individualizada y tecnologizada. Y desde luego el cambiante universo del valor al que me he referido antes. No tendr algo que decir en todo esto el

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  • antroplogo?. Estamos muy lejos de la inicial concepcin de la Antropologa aplicada. Parto, para mi defensa, de que hay plurales versiones de lo que denominamos Antropologa aplicada, mltiples modos, formas y maneras de ejercerla, diversidad de enfoques, conceptos y modelos, lo que no constituye una desventaja, al contrario testimonia la dinamicidad de la disciplina que no se deja encorsetar por ismos, esquema y particiones sino que pretende abordar los problemas en su dificultad y complejidad desde variedad de perspectivas. En el universo de la opinin y del valor, de la intencin, del deseo y de la personal apreciacin hay un locus privilegiado para la deontologa profesional: la antropo-tica, porque la maquinaria de la manipulacin y del control est siempre al acecho y la ideologa se persona solapada; nada hay realmente puro.

    Por mi parte voy a incidir unos minutos en algo primordial y de contundente actualidad: el problema del Bien y del Mal. Fascina, desde una perspectiva antropolgica la terribilidad y perennidad del Mal; todos los grupos conocidos lo discriminan a su manera, lo describen, elaboran y clasifican lo que prueba no solo su construccin cultural sino algo muy importante: su fundamento ontolgico humano; dicho de otra manera: la finitud, debilidad y fragilidad humanas, sus ilimitadas aspiraciones, inquietud y angustia vital son el ncleo constitutivo dinmico, la base estimulante, las lneas de fuerza que hacen posible e inevitable el mal. Nuestra cultura, por otra parte, configura universos de maldad desde premisas teolgicas y metafsicas y desde coordenadas estructurales y creencias culturales. Vemoslo.

    Hay un mal, primero, radical, fundamental, el mal absoluto, puro y sin mezcla, perfecto y en exceso, fuera de lmite, concepto pensable pero inimaginable en la realidad. Ahora bien, hay un mal continguo, prximo al anterior: el genocidio, los crmenes contra la humanidad, el mal gratuito e incomprensible como el abuso del inocente, la guerra y la tortura. Hay, en tercer lugar, un mal csmico, terribles catstrofes naturales, como el sunami o como el que hizo desaparecer el 92 % de las especies de la tierra, pero hay tambin, cuarto, un mal moral que se teologiza, politiza y retoriza segn momentos, etapas, ideologas y situaciones. La bruja, el Otro, el extrao y ajeno, la Inquisicin, la Stassi, el desnudo poder y el fundamentalismo religioso son algunas de estas figuras sintticas del mal como tambin Stalin, Hitler, Pol Pot y Mao y algunos iconos geogrficos como Vietnam, Hiroshima, Dresde,

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  • Guantnamo y Abu Graib. La retrica con su poder intensificador es prdiga en designaciones: el eje del mal, el imperio del mal y el gran Satn apuntando simultneamente a Saddam, Bush, Irak, Irn y Norteamrica como conocidos exponentes, pero lo que quiero realzar es su versatilidad adscriptiva que subraya cmo el valor es tambin estrategia, justificacin y uso ambiguo, indeterminado, maleable y relativo, mal de sicle que nos ha tocado vivir, que depende del ojo que mira; estamos en el registro de la simblica del mal.

    Hay, en sexto lugar, un mal existencial, originario y profundo, el del pathos de la miseria humana, de sus contradicciones internas, el de la enfermedad, la frustracin y la muerte. Hay lo que conceptos tales como Weltschmerz, angst, ennui sugieren, a saber, el tedio y la desazn humana que provienen del hiato entre las aspiraciones y la realidad, que se origina en el desacuerdo entre un espritu infinitamente vido e inagotable y el impacto negativo de la cruel y grosera realidad, todo inherente a nuestra humana y comn condicin. Hay en sptimo lugar, un mal del que somos nosotros mismos fautores debido a nuestras tendencias agresivas, a nuestra ambicin desmedida, rivalidad envidiosa y deseos de venganza. Hay adems -sptimo- un mal estructural que proviene de la fuerza de las estructuras sociales coercitivas que interfieren en nuestra libertad y nos obligan a someternos a normas y leyes que no nos agradan para hacer posible la convivencia, pero que al mismo tiempo y contradictoriamente fomentan nuestro individualismo, potencian la tica del yo primero y el rechazo de la disciplina social; estructura convivencial pero en disyuncin, frustrante y contradictoria. Y por ltimo hay un mal generado por el moderno nacionalismo que hunde sus races en la geografa ideologizada y sacralizada. Y por ltimo hay un mal generado por el moderno nacionalismo que hunde sus races en la geografa ideologizada y sacralizada.

    Como el tema es muy complejo y no exento de vaguedad verbal e indeterminacin jerrquica en l confluyen razn y pasin, experiencia de libertad y presin obligatoria, praxis local, historia y generalizacin argumentativa, intuicin personal y cdigo colectivo, justificacin y valoracin lgica, relativismo y facticidad objetiva, todo en problemtica amalgama-, creo pertinente comenzar esquematizando algunos puntos bsicos que sirvan de gua en tan brumoso laberinto.

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  • Esta particular cualidad moral no se ve, se infiere, porque es la idea escondida en la realidad, pero es sta la que, si estamos alerta al detalle y conocemos el canon del grupo, nos informa de esa silueta invisible porque el significado intencional tico vibra en ella. Desde esta perspectiva se nos presenta con la fuerza de lo obvio, con algo as como una signatura rei las cosas, acciones y personas son apropiadas, correctas, neutras- o como una voluntas signi son estimables, preferibles, buenas, malas, peores- en el contexto de un sistema tico local jerrquicamente organizado. La variedad de expresiones que vehiculan valor en Galicia es muy rica en detalle y matiz, mltiple en contenido diacrtico, novedosa y heterognea porque lo es la plasticidad humana, pero como todas llevan llevan la marca de origen local forman parte de un conjunto orgnico o totum moral que se bifurca y ramifica ofrecindonos especificidad distintiva y sorprendente. Revela aspectos del ethos y retazos del pathos de un pueblo.

    Todos hacemos juicios morales porque la conciencia de valor es, creo, un primitivo en nuestra condicin, todos evaluamos y valorativamente enjuiciamos con arreglo a un cdigo a la vez personal y colectivo y todos tenemos y damos- razones para ello. Aporto a continuacin y como muestra expresiones locales, relativamente claras y localmente precisas, para introducir intuitivamente el tema. Este menudo elenco expositivo vale para mostrar que tanto la bondad como la maldad tienen un arco de referencia mltiple y diverso, rico en mscaras y disfraces, con variado carcter polismico; sugiere a la vez, que los casos y las cosas pueden tener un perfil marcadamente local, un punto de mira que reclama atencin porque debajo de la piel de los hechos y de la vida de las personas puede haber una vibracin interna que requiere examinar toda una gramtica de casos y esquemas de instrucciones partiendo de un vocabulario opulento en fuerza moral. La muestra que he presentado abarca palabras y semantemas, sujetos, verbos, accin, movimiento, y analoga, elementos naturales y msticos, roles, trabajos y creencias,, legalidad y estructura social, cuestiones bsicas de la vida rural ordinaria que revelan el universo de deseos e intenciones, de reprobacin y desprecio, de qu es deseable y vale y de qu es imperioso evitar. Ms aun, proyectan sus aspiraciones y preferencias a un nivel normativo transcendente que deja entrever una metateora axiolgica implcita, subyacente, a sorprender y analizar por el investigador.

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  • Fundamento, como siempre, y reproduzco verbatim el vocabulario etnogrfico y la gramtica local, con su particular precisin y vaguedad simultneas, aporto variantes que introducen complejidad y persigo el significado del informante hasta rastrearlo en la prctica en la que las palabras adquieren su sentido porque es, en definitiva, la forma de vida el punto de referencia del valor; los hechos corroboran y dan sentido a las palabras. Qu dicen, cmo lo dicen, cmo lo ven y palabrean, cmo lo muestran en contexto estructural y jerarquizan en un conjunto proposicional existencial son indicadores fidedignos que nos prestan una sensacin de certeza cuando intentamos penetrar en el universo moral local. La palabra emprica, esto es, el totum social del que es parte, el vocabulario observacional y su forma de expresin vehiculan un halo de significado que no es separable del juicio de valor. En suma: el vocabulario impone y es resultado de- estructura, conceptualizacin, adscribe propiedades y funciona como una teora inicial para el investigador3.

    Junto al bien y a la bondad fascina, desde una perspectiva antropolgica la terribilidad y pluralidad del Mal; todos los grupos conocidos lo discriminan a su manera, lo describen, elaboran y clasifican lo que prueba no solo su construccin cultural sino algo muy importante: su fundamento ontolgico humano; dicho de otra manera: la finitud, debilidad y fragilidad humanas, sus ilimitadas aspiraciones, inquietud y angustia vital son el ncleo constitutivo dinmico, la base estimulante, las lneas de fuerza que hacen posible e inevitable el mal. Nuestra cultura configura universos de bondad y maldad desde premisas teolgilas y metafsicas y desde coordenadas estructurales y creencias culturales.

    He tomado el mal como trasfondo el fluir y operar de los valores comunitarios como paradigma ilustrativo pero poda tambin haber tomado la bondad, su opuesto antittico e inseparable; la finalidad metdica es la misma porque voy a circunscribir ambos al rea local vecinal. Este particular espacio lugareo es el lugar donde aparecen el bien y el mal, el situs donde se manifiesta la dialctica bien/mal porque es inherente a nuestra necesaria convivencia. El carcter dialgico, relacional, el ser y estar con otros, en la familia, en el lugar y en la parroquia nos pone en deuda con los dems. Este es el nivel y el registro pertinente

    3 Espero substanciar estos extremos a lo largo de esta monografa.

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  • segn me han enseado los informantes, en mis numerosas horas de conversacin, donde situar la vida moral, el a priori ecolgico que va a centrar me atencin en esta monografa, adelgazando, por tanto, los grandes problemas generales aunque siempre colorearn desde el desde el trasfondo el fluir y operar de los valores comunitarios.

    Qu quiero decir con esto? Que la interdisciplinariedad es necesaria, como todos sabemos, pero que tambin tiene lmites; es necesario acercarse y otear otros campos y disciplinas pero desde el propio y con la propia. En cuanto antroplogos no somos mdicos, ni polticos, ni moralistas etc., que estos profesionales hacen mejor su propio oficio que nosotros; a nosotros corresponde cumplir con nuestro rol y profesin, esto es, hacer antropologa per se, antropologa de la buena y sta ser siempre aplicable...por otros, por expertos; la buna voluntad de ayudar al prjimo no basta. Lo nuestro es, repito, hace Antropologa aplicable, a saber, exponer la inmensa complejidad de los problemas humanos aplicando nuestros especficos paradigmas antropolgicos, es decir, el arsenal terico y pragmtico de nuestra disciplina para analizar en profundidad los problemas actuales, candentes nuestros, como por ejemplo, la cultura del individualismo, de la avaricia y del egosmo, o exponer los problemas y consecuencias de la afluencia, de la pobreza, de la violencia y de la discriminacin, describir los modelos que protegen la vida comunitaria, el voluntarismo cvico y las estructuras descentralizadoras, analizar la teora y prctica de la democracia y la actual disyuncin entre sociedad y poltica, arrojar luz sobre la democracia distante, la corrupcin poltica y la dictadura electoral y del despotismo democrtico ya previstos por Tocqueville. Necesitamos imaginacin antropolgica para re-pensar la guerra contra el terror, el eje del mal, las inevitables crisis polticas venideras, la prdida de derechos y libertades etc. etc. y para no seguir con esta sombra letana, una ltima sugerencia: investigar hermenuticamente la naturaleza de la ideologa y de la creencia rampantes en nuestra sociedad y el binomio creatividad y educacin de importancia suma en nuestra deteriorada Universidad.

    Y un ltimo apunte, pero de extrema importancia y gravedad, para terminar. Pocas disciplinas se han interesado con similar tesn y perspicacia como la nuestra en la investigacin de la creencia y de la racionalidad. La densidad de monografas y volumen de artculos publicados lo prueba. Parece ser que solo las sociedades primitivas

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  • y los pueblos retrasados viven en la creencia y la irracionalidad pero no es as. En nuestros mejores y tecnolgicamente ms avanzados laboratorios serpentea peligrosamente con su veneno la irracionalidad: las grandes compaas, leemos en revistas especializadas, descartan a veces los resultados de los estudios que prueban que las nuevas y ms caras medicinas no son mejores, incluso que a veces son peores, que las variedades ms baratas que estn en el mercado. Cuntas veces los mdicos no toman en consideracin los sntomas que son inconsistentes con su inicial diagnosis y cuntas veces la polica al identificar un primer sospechoso, desde ese mismo momento se le hace difcil considerar y darse cuenta de la evidencia contraria; incluso a algunos les cuesta aceptar que los anlisis del DNA prueban que estn equivocados. No valdra la pena investigar la potencia de la ideologa y la fuerza del ismo entre los antroplogos?.

    Tenemos que exponer la realidad y fundamento humano de estos problemas y su envoltura cultural pero siempre teniendo como meta hacer lo nuestro con atencin al detalle y al matiz. Formulemos nuestros actuales problemas con energa antropolgica para generar energa para su reforma.

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  • Es rentable la antropologa? Aspectos ticos en torno a la aplicacin de la antropologa social en Mxico Michel Duquesnoy Universidad Autnoma del Estado de Hidalgo

    Resumen Segn un dicho famoso, la antropologa en Mxico naci

    aplicada. Es decir, a partir de los contextos aparecidos con la Revolucin y el establecimiento de los gobiernos revolucionarios, se hace sentir la necesidad de aplicar las pautas sociales hacia las poblaciones rurales, campesinas y/o indias. Ello justific histricamente la profundizacin de trabajos antropolgicos incipientes realizados en la ltima fase del Siglo XIX. Se hizo necesario el conocimiento ntimo de las realidades rurales para la aplicacin del proyecto integracionista de los grupos ocupando el poder central.

    En el decenio de los sesenta, en la lnea de la contestacin estudiantil del 68, el grupo de los Siete Fantsticos propugna la hoy conocida quiebra de la antropologa social mexicana. En seguida, la crtica postmoderna viene a dar un golpe fuerte, aunque no definitivo, a lo que es una escuela antropolgica social original y valiosa.

    Hoy en da, la antropologa social en Mxico corre el riesgo de ser ms que en los tiempos de antao una antropologa de cubculo que solamente tendra de terica el disfraz o de agencias oficiales que de prctica solamente tendra el souvenir. Ambas, en todos los casos ejercitada y manipulada por meros funcionarios poco escrupulosos de las realidades sociales desiguales e inquietantes mas no de sus avances jugosamente premiados por instituciones imprescindibles como CONACYT o el Sistema Nacional de Investigadores (SNI), a pesar de las enormes esperanzas de las jvenes generaciones de estudiantes deseosos de entenderlas para proponer soluciones viables a situaciones que ms que rentables, cuestionan la tica del antroplogo social.

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  • Reconocer que los dems tienen un valor intrnseco y no un valor meramente instrumental significa admitir que su vida es para ellos lo que la ma es para m. David Sobrevilla

    Nota preliminar El texto presentado en seguida no pretende detentar un valor

    cientfico si no el del cuestionamiento de un profesionista de la antropologa social en Mxico frente a actuaciones y prcticas dudosas e inquietantes de otros profesionistas de la antropologa. Obviamente no es la intencin de l que escribe este ensayo implicar a todos los antroplogos laborando en Mxico. Tampoco pretende ser juez de sus colegas puesto que no solamente defraudara a una regla elemental de la deontologa cientfica, si no que l tambin se involucra directa e inequvocamente en sus anlisis, dudas y preocupaciones. Es decir, despus de todo el mismo se auto acusara en su propia reflexin, la que al pensarlo bien, coquetea deliberadamente con los semblantes del panfleto. De igual forma bien es de precisar que el debate acerca de la elaboracin y aplicacin de un cdigo de tica para la antropologa queda sobreentendido en esta contribucin.

    Introduccin En un texto publicado para otras consideraciones, tuve la

    oportunidad dar un grito furioso contra las prcticas fraudulentas de los publicistas solamente preocupados por el lugar que ocupan sus productos dentro de un mercado rabioso en el que las preocupaciones ticas ni ocupan el menor espacio reflexivo (Duquesnoy, 2007). Era cuestin para m abrir una reflexin tica y crtica, por supuesto acerca de los varios turismos seudo culturales librados por la mercadotecnia al alcance de ciudadanos privilegiados cuyos medios econmicos les permite viajar en horizontes exticos o no. Ahora bien pretendo levantar la cortina sobre un tipo especial de estudiosos neoliberales que solamente son turistas de la antropologa ya que afortunados intelectual y econmicamente exploran los espacios burocrticos, del ciberespacio o no, de las instituciones patrocinadoras de proyectos de investigacin a carcter social y/o cultural para fortalecer sus currculum vitae a la par de sus cuentas bancarias dado que, al parecer para unos, la antropologa en Mxico se ha vuelto la

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  • oportunidad para ganarse bien, demasiado bien, la vida, cosa legtima despus de todo, cazando los proyectos ms o menos lucrativos al detrimento de lo que es, pretende ser, busca ser, la antropologa social. De aqu en adelante, preciso que por antropologa social me referir explcitamente a la antropologa social aplicada enfatizando voluntariamente los peores aspectos siniestros de la mercadotecnia neoliberal que afectan en profundidad la investigacin y la produccin acadmica.4

    Creo que mi aportacin ser suficientemente ntida para no sembrar confusiones al respecto de mis intenciones, las que no simulan ser provocadoras y polmicas, y que en este espacio colindan con una consternacin que se desea poner al servicio de antropologa como disciplina acadmica.

    Antropologa social aplicada e implicacin social Como bien lo recuerda Franoise Vatant, la antropologa

    acadmica y la antropologa aplicada parten de una misma materia prima, lo real () (Vatant, 2004: 45). Afirmacin valiosa en la hora de hoy da, si se considera que para varios antroplogos que se afirman sociales, lo real se resume a las observaciones y prcticas de campo reducidas a la contemplacin tal vez codiciada del ocio, de los movimientos ordenados y/o caticos de los coches en los perifricos urbanos, de los andares azarosos de los transentes, de las discusiones de consumidores de cerveza, pulque u otros licores en las tabernas, etc. reduciendo la antropologa contempornea a una disfrazada prctica museogrfica virtual. Para m, valga lo que valga mi aseveracin que puede sonar como un prejuicio, estos supuestos terrenos de una autodenominada antropologa de vaporosos y extraos nuevos objetos antropolgicos, no pueden pretender alimentar y fortalecer la antropologa, menos social. Ni deseo entrar en este espacio en la esterilidad preocupante de los resultados de estas antropologas, menos en sus alcances cientficos. Dejo con un toque de apreciacin soberbia estas preocupaciones del todo flojas a los expertos de una cierta postmodernidad. Son los mismos que entre parntesis, pretenden acerca de mi tema que el proyecto de una Antropologa Aplicada, basada en una prctica delimitada,

    4 Se denomina antropologa social aplicada a aquella subdisciplina de la antropologa social que se basa en la aplicacin de datos, perspectivas, teora y mtodos antropolgicos para identificar, evaluar y resolver problemas sociales (Kottak, citado por Cadenas, 2005: 1).

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  • orientada a la proteccin y defensa de grupos minoritarios () ha sido sobrepasada (Maizal, 1997: 247). Afirmacin gratuita, fcil, redactada ni vale dudarle, desde el silln confortable de un cubculo universitario del primer mundo. Es decir, del todo descontextualizado e ignorante de las realidades tercermundistas.5 Como contraparte, escuchemos al chileno Hugo Cadenas cuando enfatiza que la prctica del conocimiento antropolgico ha seguido su curso de manera tal que, en la actualidad, los temas de la antropologa aplicada constituyen un inters creciente, etc. porque explora los problemas sociales emergentes (Cadenas, 2005: 7. nfasis mos). Por cierto, el contexto social latinoamericano y sus historias respectivas, son distintos hasta cierto punto dado que, no sera conveniente exagerar estas distinciones que slo la larga duracin va revelando del de los pases europeos.

    No escasean los antroplogos que afirman alta y claramente la necesidad imperiosa para distinguir el saber producido por la ciencia antropolgica, de su aplicacin e inmersin al nivel social hasta, por qu no? evitarla. Es decir, segn ellos, el antroplogo debera ser antes de todo un estudioso neutral, imparcial, inmaculado. Infiriendo un cierto desprecio para la antropologa aplicada que suelen considerar como una subdisciplina adulterada ya que alcanza poca abstraccin.6 Es ms, los mismos aseveran que la antropologa social es antes de todo e histricamente, una ciencia desprovista de preocupaciones sociales. Sera olvidarse, oportunidad brindada por la ignorancia y la malevolencia al servicio del laxismo social, que la antropologa social desde sus inicios debi asumir situaciones sociales, como las dificultosas asesoras a la administracin de las colonias occidentales.7 Recordemos a Leclerc, en tanto que

    5 Me criticarn por cierto por la utilizacin de categoras conceptuales rebasadas y humillantes (humillantes para quines?). No obstante pretendo desafiar quien sea demostrarme en las realidades vividas y cotidianas por los actores que aquellas son verdaderamente obsoletas.

    6 Personalmente confieso que me encantan las abstracciones y otras diversiones tericas. Pero reconozcamos que stas no sirven mucho para enfrentar, entender y resolver casos sociales concretos de asimetras sociales agravadas por su urgencia.

    7 Al respecto, consultar el clsico de Leclerc (1972). Citar en seguida este trabajo en su versin espaola (s/f).

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  • saber social, (la antropologa) aspira a hacer inteligible para la opinin profana (la) realidad (colonial) La antropologa aplicada no es un saber puro, que se aplicara ms tarde a la realidad colonial, puesto que tiene sus orgenes en esta realidad (Leclerc, s /f: 89). Los bien conocidos debates entre A. R. Radcliffe-Brown y L. Mair ilustran perfectamente dos posturas diametralmente opuestas acerca de la antropologa social. Para el primero, es posible la aplicacin debido al conocimiento adquirido por los profesionistas, para la segunda, esta aplicacin se ve negada ya que los hechos y las normas estn separados. Ambas apreciaciones justifican tipos de intervencin diferenciados en los asuntos polticos. Por ende, neutralidad poltica, objetividad cientfica e implicacin concreta responden a preferencias personales. Lo que presenta Cazs: La responsabilidad del cientfico social es la de continuar confrontando el problema individualmente y tratar que sus sociedades profesionales sean ms efectivas en este respecto. (Cazs, 1983:139).

    Dicho de otro modo, la Antropologa social no es una antropologa vagamente sociolgica (adems es preciso apuntar que nuestros antroplogos poco preocupados por lo social parecen desconfiar en sus discursos y apreciaciones, de una sociologa que podra destronarles de sus miradores). Vayamos ms lejos todava con el mismo Leclerc cuando en otro trabajo famoso (Leclerc, 1979: Cp. 3) demuestra y analiza los vnculos histricos entre la sociologa (y la etnologa), filantropa y obras caritativas en el siglo XIX y principios del siglo XX.8 De la misma manera este autor ha revelado el riesgo acertado de control social sobre las clases pobres y populares (consideradas como peligrosas9).

    No es aqu el lugar y menos el deseo piadosamente cristiano y falsamente ingenuo de volver a proponer una visin filantrpica de la antropologa social aplicada, sino recordar el valor que, con muchas evidencias, se olvida dejar al adjetivo calificativo social.

    8 Leclerc con muchsima razn recuerda que la filantropa es una forma de antropologa () [porque] es tambin observacin social, es un saber, es ciencia. (Leclerc, 1979: 59. Traduzco).

    9 Pues en el caso de Mxico slo faltara aadir campesinas e indias si el antroplogo social aplicado no corriera el riesgo de ser considerado como demasiado tnico. Reprobacin hecha por antroplogos profesionales en presencia del que escribe.

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  • Seamos claros y categricos. Por antropologa social, entiendo el ramo de la disciplina que estudia los grupos socio culturales as como las necesarias propuestas sociales a su favor que debe elaborar el profesionista para intentar solucionar las asimetras sociales, culturales, simblicas, jurdicas y polticas graves en el caso mexicano que les afectan. Es cierto que, llegados a este punto, emana del antroplogo social aplicado trabajando en Mxico un viejo olor a rancio indgena, si se considera nuestra labor desde alturas que unos pretenden mucho ms nobles. Sin embargo, he de recordar que el indio sigue siendo un buen producto para el negocio antropolgico el indio se vende bien. Y un estudio a carcter digamos tnico, puede parecer una alternativa interesante para lanzarse en la alberca acadmica. Pero de qu sirven los anlisis acerca de la realidad india si los interesados interesantes no sacan o no pueden retirar provecho ninguno del esfuerzo realizado? Si el indio slo sirve para cobrar ventajas de todas suertes? Esta cuestin que subrayo remite a un problema de fondo, casi endmico, bien conocido de la antropologa social mexicana. A tal punto que los propios indios a veces llegan a desconfiar en los antroplogos que desembarcan en sus territorios, con lentes solares y cmaras digitales.10

    Afirmo que si la antropologa social ya no es social, es decir, aplicada social, no hay ninguna antropologa digna de ese nombre. Dicho de otra forma, como si fuera una parfrasis de Malraux, la antropologa ser social o no ser. Y pretendo que la renuncia a la implicacin social por parte de los antroplogos sociales sella el atad en el cual definitivamente se estancar la antropologa.11 La ciencia, pretenda Swadesh en 1940, no es para satisfaccin individual de los cientficos ni para entrenamiento de los intelectuales. Si la sociedad (sociedad, no gobierno) nos da su apoyo, ha de ser para beneficio de la sociedad (Swadesh, citado por Cazs, art. cit.: 135. Subrayado en el original). Por cierto, tal 10 Queda obvio que en este texto exagero el lado negativo de prcticas extraas de la parte de ciertos profesionistas sociales. Ello no elude la validez de los esfuerzos realizados por estudiosos de la talla de Bartolom, Barabas, Krotz, Medina, Escobar, Ruvalcaba, Esteva, los intelectuales comunalistas indios y muchos ms, los que contraponen una aplicacin ejemplar por sus aportaciones.

    11 Al respecto pero en un sentido a contrario, ver Krotz, 2004 [1994]:214, n. 12.

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  • postura obliga a los antroplogos sociales abandonar sus torres de marfil un tanto estriles para cumplir sus compromisos humanos y cientficos que olvidan sin otra forma de juicio, slo preocupados por su estatus social y avances en las carreras escalafonarias promovidas por las instituciones acadmicas y federales proveedoras de gratificaciones salariales sustanciales. Al respecto de esta ltima aseveracin, queda extrao que los antroplogos neoliberales12 prefieren desconocer las advertencias de los Kuhn, Bourdieu y Feyerabend quienes denunciaron desde mucho tiempo los peligros verdaderos que la universidad y sus otras instancias intelectuales consideradas como representantes oficiales y jueces supremos, hacen correr a la produccin cientfica en su conjunto. En breve, la fidelidad a la jerarqua () y la confianza absoluta en los resultados son el peor impedimento para una duda metdica sobre lo que producimos (Vzquez Len, 2006:18, Col. 1).

    Produccin? En el caso particular de Mxico, el SNI13, Sistema Nacional de Investigadores, lo cual es una instancia valiosa dentro del respetable CONACYT que de ninguna forma se quiere involucrar o criticar en este ensayo, parece slo (re)conocer la produccin en revistas indexadas14 cualquier sea la calidad a menudo psima de los artculos ignorando deliberadamente la labor de difusin, en general de muy buena calidad. Es decir, el SIN, por supuesto a su pesar, llega a fomentar un sistema doblemente perverso, aunque no lo hubiere buscado. De un lado, los investigadores producen y se vuelven obsesos por la publicacin a toda costa entiendan, plagios hbilmente disfrazados, cortar/pegar, publicar con ligeras diferencias el mismo ensayo en dos o tres revistas diferentes, citas de autores famosos transcritas en el desconocimiento evidente del mismo, etc. puesto que ello les asegura jugosas gratificaciones. Por otro lado, tal vez el ms

    12 Queda evidente que no son los nicos antroplogos que entran en esta categora sino todos los representantes de la docencia e investigacin de gran envergadura. Debo la expresin antroplogos neoliberales a Isabel Escudero.

    13 Institucin dentro de la cual procuro figurar.

    14 Conocidos son los casos de universitarios importantes que casi no escribieron. Vase Georges H. Mead o Forster, por ejemplo.

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  • preocupante o la produccin se queda irreversiblemente desconectada del pblico en general; o la divulgacin queda en las manos de los especialistas y sus aprendices, con los riesgos que se pueden imaginar, ya que los ambiciosos magnates de cubculo se rehsan a humillarse con la plebe inculta. Se cierra el bucle: cuando se supone que el antroplogo social debera permitir el usufructo de su saber para su aplicacin eventual, slo queda la amargura de una ciencia que dificulta alcanzar sus aplicaciones, lo que era en los tiempos de su creacin uno de los objetivos del SNI y del CONACYT. Paradoja de una situacin curiosa que revela Krotz cuando sostiene: igualmente importante para la caracterizacin de la antropologa en toda Amrica Latina, es el hecho de que su material emprico procede usualmente de los diferentes sectores de las mayoras populares, como suelen denominarse las masas pobres de los pases del subcontinente (Krotz, 2004[1993]: 208-209. Subrayo). Postura que, insisto, de nada parece rentable para la antropologa, sea social estrictamente aplicada o no. O, en palabras del ya mencionado Lpez Len conocimiento e inters se han convertido en binomio comn de la era neoliberal (2006:18, 2da col.)

    Finalmente, es importante sealar que el antroplogo no debe ser un cientfico o acadmico alejado del compromiso social. () [Hay] un inters ms legtimo: la intencin de aplicar todos los esfuerzos al tratamiento de los problemas del mundo moderno. Estas palabras que considero como claves, introducen al manual propedutico para la carrera de antropologa social en la Escuela Nacional de Antropologa e Historia, ENAH-Mxico. (Marn, 2002: 45).

    Una breve incursin en la tica y en Mxico Me permito fundamentar si se puede decir, mis reflexiones

    sobre uno de los campeones de la tica, Immanuel Kant. Y recuerdo su invitacin dirigida a la razn para emprender de nuevo la ms difcil de todas sus tareas, el conocimiento de s misma e instituir un tribunal que la garantice en sus pretensiones legtimas y pueda, al contrario, condenar sus usurpaciones infundamentadas. (Kant, 1965[1781]:7. Mi traduccin desde el texto francs). Es permitido hacer nfasis en la aseveracin sine qua non que en el caso de la antropologa social, sin lugar a dudad o a discusin, es cuestin o debera ser cuestin- de responsabilidad social de los estudiosos. Y se trata de responsabilidad social, igualmente se debe recordar la necesidad de

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  • la conciencia. No hay lugar para una tica leve, blanda o relativista e individual. Por el contrario, creo importante subrayar que en el caso de la antropologa social, todo refiere a una colectividad (entiendan, no se puede ser antroplogo por s solo). Ser la antropologa una profesin de mercado? Y si es el caso, sern legtimos los relativismos ticos solamente traducidos por las discreciones personales? Sern los antroplogos sociales desertores culturales, por extensin, sociales?15

    En un informe sin pretensin ninguna para la creacin de una licenciatura en antropologa social en la Universidad Autnoma del Estado de Hidalgo, escrib so mi ms entera responsabilidad lo siguiente: la antropologa social con un nfasis particular debe enfocarse sobre la actividad humana como hecho descartando la apreciacin moral que revela de la tica, que es una disciplina filosfica y no cientfica, dado que cuestiona los valores de los actos humanos considerados buenos o malos (Duquesnoy, 2008. No subrayado en mi manuscrito). Confieso que ya no puedo estar de acuerdo con mis apreciaciones personales quiz me quera engaar a m mismo. En efecto, descartar la preocupacin tica sera en estos contextos mejor apreciados para el ejercicio de este ensayo, dejar mi propia puerta abierta a la permisividad moral y deontolgica. Me permitir no establecer una gran diferencia conceptual entre tica y moral para favorecer un empleo similar de ambas voces.16

    La cuestin me parece importante porque es esencial reflexionar acerca de sus aperturas y limitantes. Es cierto que el antroplogo legtimamente busca el reconocimiento de sus pares. No obstante, no puede olvidarse de la existencia ineludible de un tringulo relacional y la cultura es relacional porque permite relacionarse y socializarse, seguramente motivo de pesadillas para cada uno de nosotros. Me refiero a la triple relacin que remite a su vez a universos socioculturales distintos que se establecen entre el investigador, el grupo que investiga y sus

    15 Retomo la expresin a Krotz (2002:405).

    16 Por tica se conviene entender la disciplina filosfica que indaga el fundamento y justificacin de los valores y normas. Por moral, al campo y a la relacin con las propias costumbres y cdigos. Bien es de recordar que la tica tal como la explora la filosofa occidental es slo una otra faceta del etnocentrismo occidental.

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  • lectores, divididos a su vez en dos mundos, la colectividad de sus pares acadmicos, y el pblico en general. El riesgo que presiento es el que consiste en slo preocuparse de la legitimacin acadmica, dejando de lado los dos otros polos de la relacin triangular, cortocircuitando el flujo de informacin que, por no ser asegurado, echa el descrdito sobre la disciplina. Incluso el antroplogo se arriesga en parecer slo un literato, disfrazado de pedante o farsante. No es aqu el lugar recordar que la ciencia antropolgica descansa sobre un proceso colectivo de produccin de saber. Si tengo alguna suerte de tener la razn en denunciar el proceso anterior, la formulacin de conocimientos antropolgicos que son solamente una parte del entendimiento total acerca de la realidad social que habr de reinsertar en el flujo de la produccin inter y transdisciplinar corre el riesgo volverse si no lo es todava autista, es decir, tautolgica. Se pone en peligro, creo, los xitos y certidumbres logrados por centenares de profesionistas decenios anteriores y, al decir la verdad, en relativamente poco tiempo si se considera que la ciencia antropolgica como tal apareci tardamente. Solamente en el caso de Mxico, bien es de recordar que a pesar de las crticas fundamentadas dirigidas a los integracionistas, se constituy un acervo antropolgico de una densidad y riqueza imprescindibles. Sin hablar de la participacin de muchos antroplogos en proyectos para la mejora de las condiciones sociales de amplios sectores de la poblacin, tanto india o campesina como urbana. Ser probablemente en el interior de este amplio trabajo limitado por sus incongruencias que se puede esbozar una posible tica, labor contrastada por una actualidad decepcionante de la que slo los acadmicos neoliberales se han vuelto responsables17 con el respaldo inexplicable de las

    17 En efecto planteo que desde ahora importa distinguir entre la antropologa desempeada por los acadmicos, los antroplogos trabajando para agencias oficiales, ONGs o privadas, sin poder destacar las esperanzas del pblico estudiantil. Una investigacin personal realizada en el seno de la ENAH, en 2005, entre alumnos docentes e investigadores revela las esperanzas coherentes de stos, la parcial despreocupacin de sus profesores acerca de las realidades sociales y la relativa desilusin de los profesionistas de terreno. Insta levantar las barreras infundamentadas entre la antropologa acadmica y la antropologa social aplicada, sobretodo en el caso de Mxico, nacin afectada en sus races por la miseria social y sus consecuencias humanas. Ver Castro Prez (2004).

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  • instituciones de control no digo supervisin de la produccin acadmica, verdadero crculo vicioso que asfixia, para unos, su creatividad y su iniciativa. O imaginaremos que detrs de ello habr poderes?

    Un dicho famoso afirma con razn que la antropologa en Mxico naci aplicada tal vez en 1916 con Manuel Gamio.18 Es decir, a partir de los contextos aparecidos con la Revolucin y el establecimiento de los gobiernos revolucionarios, se hace sentir la necesidad de aplicar las pautas sociales hacia las poblaciones rurales, campesinas y/o indias. Ello justific histricamente la profundizacin de trabajos antropolgicos incipientes realizados en la ltima fase del Siglo XIX. Se hizo necesario el conocimiento ntimo de las realidades rurales para la aplicacin del proyecto integracionista de los grupos ocupando el poder central.

    En el decenio de los sesenta, en la lnea de la contestacin estudiantil del 68, el grupo de los Siete Fantsticos propugna el hoy conocido quiebre de la antropologa social mexicana. En seguida, la crtica postmoderna en su negacin de la autoridad etnogrfica viene a dar un golpe fuerte, aunque no definitivo, a lo que es una escuela antropolgica social original y valiosa.

    Confieso mi pasin para la antropologa social aplicada. Para, en definitiva, la antropologa. Me entristece saber que actualmente en Mxico, ser antroplogo se limita en el entendimiento popular hasta acadmico a ser algo como uno que busca muequitos prehispnicos en los pirmides, o peor todava, en una suerte de gua especializado para turistas.19 Por lo tanto, no es deseable contemplar la labor de una escuela de antropologa social aplicada debilitarse o desaparecerse porque despreciada social y profesionalmente o simplemente negada.

    Regresando a unos lineamientos para una posible tica de la antropologa social aplicada, podemos recordarnos unas de las formulaciones del imperativo categrico de Kant, formal, universal

    18 Lo que no impide reconocer que la antropologa se inici en general por lo mismo que se hizo en Mxico, por unos intereses coloniales de conocimiento de otras culturas, para esta prospeccin del terreno. () Es ciencia que se crea por conocer y dominar unos medios indgenas, por saber y as poder respecto a ellos. Clavero (1994: 170). Todo el apartado VI de este trabajo vale la pena ser considerado.

    19 Ver Krotz, art. cit.: 207.

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  • y sin contenido concreto lo que no resta las implicaciones: Puedes, debes! Acta de tal manera que trates al hombre como fin y no como medio. Frmulas claras, lmpidas que slo asustan los laxistas neoliberales de las sociedades contemporneas que emulan la supuesta derrota del pensamiento. Por extensin, el valor de la implicacin.

    Conclusin Un texto escrito sin lugar a duda por un enamorado de las

    disciplinas sociales afirma que la antropologa social es como el amor: nadie puede definirlo pero quienes lo hacen y sienten, saben a que se refieren (Villaruel, 2001: 34). Creo que van llegando los tiempos en que la elaboracin de una renovada imagen acadmica y pblica de la antropologa social aplicada se hace sentir para que el rol social del profesionista sea nuevamente percibido y apreciado a su justo valor por una poblacin mexicana tan afectada por los reversos de la globalizacin, Tratados inhumanos de Libre Comercio y Plan Puebla Panam. Un alumno particularmente sagaz de un colega poblano confes la antropologa mexicana no puede seguir pensando en imaginarios cuando hace demasiada falta la intervencin de la antropologa en mbitos mucho ms importantes que determinan e influyen en la vida actual de nuestro pas. (Lpez Snchez Arturo, citado por Castro, art. cit.: 298, columna 2. Subrayo). Ser que la voz de la razn pertenece a la ingenuidad de los aprendices?

    No obstante veamos bien que si me concentro en el caso de Mxico, cierto es, que no se puede echar de lado toda la disciplina antropolgica que cada uno de nosotros pretende servir, ponindola en prctica, sea por la visin crtica que singulariza el trabajo antropolgico. Posiblemente, deberemos rebasar la postura individual propugnada por Cazs en el texto citado porque hoy se requiere de un esfuerzo general declarado y un compromiso tico y social que podr traducirse por la redaccin de un texto que involucre nuestra responsabilidad cvica a todas y a todos. Por cierto un texto mucho ms racional que aqu se propuso.

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  • Comunicar lo invisible: antropologa aplicada al dialogo nanotico M.Jess Bux Rey Observatorio de Biotica y Derecho Universidad de Barcelona

    Sin dejar de ser objeto de estudio y asesoramiento las problemticas en salud, educacin y exclusin postcolonial, ahora acentuadas por la globalizacin, estos ltimos aos la Antropologa Aplicada se ha abierto a nuevos mbitos de accin procedentes del impacto de las Nuevas Tecnologas y los avances tecnocientficos. Se estudian estructuras organizativas, orgware, y se disean modelos laborales, educativos y de ocio en red que justifican el calificativo de la sociedad del conocimiento y, adems, se enfocan las implicaciones sociales, culturales y ticas de los investigaciones cientficas y sus aplicaciones tecnolgicas en biomedicina, seguridad y medio ambiente.

    Y, en esa direccin del studying up, que en los aos 70 estimul Laura Nader (1974) con el fin de abrir nuevos horizontes profesionales, el estudio etnogrfico de laboratorios y el asesoramiento en centros de investigacin tecnocientfica, ha supuesto ampliar y reorientar la aplicacin hacia la colaboracin, especialmente cuando se trabaja en la vinculacin de la ciencia con la sociedad.

    Analizar el impacto de las NT y los avances tecnocientficos implica considerar no slo las preocupaciones ciudadanas y los riesgos sociales, sino los sistemas expertos en accin, esto es, los laboratorios y los parques de investigacin a partir de los cuales transita y se distribuye el conocimiento tecnocientfico en forma de patentes as como productos informticos y biomdicos. Sin embargo, estas organizaciones -sus productos y distribuciones- rara vez se considera que constituyen culturas tecnocientficas y que sean relevantes en los estilos de vida, en la gestin de la corporalidad y la definicin del bienestar social.

    As, pues, las etnografas de laboratorio y organizaciones expertas, as como las teoras del riesgo (Beck, 1992, Giddens,1991) y las teoras simtricas (Latour, 1992) son expresiones de este inters y preocupacin por llegar a entender cmo la ciencia y la tecnologa no son simplemente sistemas de conocimiento y patentes industriales, sino culturas en accin

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  • profundamente insertas en el sistema social como lo han sido tradicionalmente la religin, la familia y la economa.

    Tal es su poder simblico en el imaginario colectivo y su imbricacin en la resolucin experta de problemas, y en la consecucin de la calidad de vida, que la ciencia y la tecnologa se han puesto de moda (Bux, 2004). No slo tienen una mayor visibilidad social en los productos, las decisiones polticas y los medios de comunicacin, sino que se ha densificado socialmente invadiendo la privacidad y el prestigio social. A su vez, sin embargo, este inters social ha supuesto abrir el bastin o la caja negra de la ciencia para preguntarse por los resultados, las motivaciones, los conflictos de inters, las finalidades y los lmites de la investigacin. Cuestiones que se enmarcan en las implicaciones ticas, sociales y jurdicas de la ciencia y la tecnologa cuya premisa principal parte de la no existencia de una ciencia libre de valores y desinteresada, por lo tanto la objetividad requiere explicitar los valores y los conflictos de intereses que guan el diseo y los procesos de investigacin as como las patentes.

    Si desde Khun (1977) y Merton (1973) eran las ciencias sociales las que insistan en discutir la construccin cultural de la ciencia, ahora la vinculacin ciencia-sociedad ha pasado a ser una premisa de partida y un territorio donde entender y debatir pblicamente qu sucede y qu esta cambiando, y en qu direccin hay que orientar las decisiones para implicarse en la innovaciones tecnocientficas y aceptar sus riesgos. Aparte de los laboratorios, uno de los contextos de observacin etnogrfica y debate interdisciplinario donde aplicar Antropologa son los centros y los comits de biotica.

    La Biotica encuentra apoyaturas en la Antropologa cuando se trata de reflexionar y discutir sobre las relaciones entre naturaleza y cultura pero tambin la contraposicin entre universales ticos y el relativismo cultural, la correlacin entre la identidad cultural y la dignidad humana as como la complejidad intercultural y las desigualdades en el marco de la globalizacin.

    Ahora bien, en la Biotica confluyen todas las disciplinas, humanidades, ciencias sociales, particularmente el derecho, as como las especialidades cientficas y tecnolgicas segn los problemas que se enfocan. Disciplinas que buscan reflexionar sobre la vida y la dignidad humana y que, por lo tanto, se cuestionan la experimentacin humana y animal, la injerencia de

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  • tecnologas teraputicas y reproductivas as como defienden y regulan la autonoma y la objecin de conciencia en decisiones mdicas y eutansicas.

    La Biotica nace en los aos 60 a raz de los dilemas morales que plantea la experimentacin humana y animal, dilemas que se han ampliado a medida que se han ido desarrollando nuevos retos tecnocientficos, especialmente en el mbito del proyecto Genoma Humano y sus aplicaciones biomdicas. Y del nfasis inicial por el bienestar corporal y psicolgico, los derechos humanos se ha ido extendiendo al bienestar social de la privacidad y la autonoma cuya expresin formal ms evidente es el consentimiento informado. Filsofos morales y juristas sentaron las bases para su desarrollo conceptual y la elaboracin de regulaciones y protocolos, a los cuales se sumaron expertos en biologa, gentica y medicina, y progresivamente las ciencias sociales. En su dimensin formativa la Biotica tiene muchos parecidos con la Antropologa Aplicada en cuanto a su base interdisciplinaria y la formacin en masteres interdepartamentales, lo cual aporta enfoques tericos y metodologas plurales; mientras la profesionalizacin se mueve entre departamentos, centros de investigacin y comits de instituciones pblicas y privadas que orientan y discuten protocolos y promueven el debate informado.

    Al igual que la AA, la Biotica tambin recibe de la Antropologa acadmica numerosas crticas que, en este caso, censuran la aplicacin de principios ticos abstractos y protocolos rgidos que se supone no prestan la atencin adecuada al contexto cultural, social y poltico. No registrar la variabilidad de las situaciones, hace que la experiencia de la enfermedad y la experimentacin clnica queden consignadas de manera incompleta o fragmentaria de lo cual resultan modelos rgidos que no facilitan la argumentacin, la participacin y el debate. En este sentido, Kleinman (1995) representa la versin dura ya que asimila la Biotica al modelo biomdico que separa la enfermedad del paciente que sufre. Curiosamente, al afectar lo que tradicionalmente en Antropologa hemos dado en llamar el triangulo teraputico -enfermedad, medico, paciente- la Biotica no entra de mano de la Antropologa Mdica, sino de los estudios de Ciencia, Tecnologa y Sociedad.

    Ahora bien, esta crtica y actitud hacia la Biotica tiene races profundas que se remontan al debate entre los particulares de la cultura y los universales ticos. Un desencuentro que vincula la

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  • historia de la antropologa con la Declaracin Universal de los Derechos Humanos. La preocupacin por los DH no era ajena a la Antropologa, en especial con las comunidades indgenas cuya dignidad quedo vulnerada al ser supeditados a la colonizacin de los sistemas ticos occidentales, en especial la religin y las justificaciones legales para quedarse con tierras y recursos. En 1947 se hizo pblico un Statement for Human Rights, elaborado por Melville Herskovits, que fue adoptado por la AAA en contra del racismo y el nazismo, haciendo particular hincapi en los derechos lingsticos y la dignidad de las comunidades indgenas. En la misma poca, la UNESCO elabor el Documento Universal de los Derechos humanos que fue hecho pblico en 1948. Si bien Herskovits (1973)fue consultado, en su obra comenta las discrepancias entre el relativismo cultural y los derechos humanos como principios universales. Llevadas al extremo cita a Steward quien advierte que una declaracin sobre derechos humanos puede acercarse peligrosamente a la advocacy del imperialismo ideolgico americano. Pero, en la cercana de su experiencia etnogrfica y comparativa, se interesa por dar a entender que los sistemas morales y ticos varan en forma y contenido, lo cual requiere una atencin descriptiva, antes de pasar a constituir una solucin prescriptiva como la que representa la universalidad de los DH. Por lo tanto, la Antropologa, una ciencia de la descripcin y la explicacin de los procesos sociales observados empricamente, queda lejos de un proyecto que se orienta a hacer juicios normativos sobre prcticas culturales particulares.

    De ah se desprende la crtica de que los DH, ms que reflejar principios relativos a hechos morales universales, constituyen una declaracin de intenciones realizada por la comunidad internacional con el fin de remodelar las sociedades de acuerdo con ciertos estndares preferidos respecto a la finalidad de la vida, la libertad, la justicia, y la igualdad, entre otros. Sus efectos negativos son, pues, generar incompatibilidades por la imposicin o la negacin de las ideas, valores y sanciones de los Otros, produciendo una exclusin y frustracin que es justamente lo que se quiere evitar cuando se apela a la dignidad, la autonoma y la privacidad.

    Aunque el relativismo cultural no signifique indiferencia tica, las posiciones extremas particular-universal hacen difcil conciliar argumentos en competicin, de ah que la Antropologa haya evolucionado en la direccin de acoger los DH pero justamente

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  • para superar sus limitaciones. Pels (1999) distingue cuatro momentos de la evolucin tica en antropologa. En correspondencia al modelo ya expuesto, los sujetos de la investigacin quedan posicionados en la tica como agentes morales con valor propio, de modo que su verdad es prioritaria respecto a los deberes hacia la ciencia, as como los administradores, agencias y sponsors de la investigacin. Un ejemplo es el cdigo de tica de la American Anthropological Association que avala la interseccin de mltiples sistemas ticos y morales, imperativos, deberes, y valores en plural.

    Si en esta primera fase la etnografa como ciencia moral superpona la representacin de otras verdades culturales por encima de la ciencia y el sentido comn occidental, la evolucin crtica de la Antropologa se orienta en el sentido de cuestionarse las propiedades ticas de la representacin etnogrfica justamente por constituir una ficcin esencialista de la otredad. Problematizar sobre la tica de la representacin permite interesarse por los DH como un discurso transnacional para la accin legal y poltica (Cowan, 2006) y a la vez considerar su apertura hacia nuevas eficacias como impulsor de deberes ticos en pro de la dignidad humana y la proteccin de los vulnerables. Y an as, se mantienen cautelas relativas a que sus principios puedan ser secuestrados por una visin legal particular, politizarse y caer en la burocratizacin.

    As, una aproximacin antropolgica a los DH es especialmente apropiada para la Biotica en el sentido que el particularismo no se opone, sino que constituye un mecanismo de correccin democrtica. Corrector por situar los principios, referidos a teoras ticas generales, en la prctica social, ya que las normas no producen efectos iguales en diferentes realidad sociales y las ideas en competencia son irreconciliables si no se estudian empricamente los problemas a los que remiten.

    Sin duda, la ltima Declaracin Universal sobre Biotica y Derechos Humanos (2005) busca conseguir una implementacin de derechos humanos ms adecuado o efectiva culturalmente reconociendo errores pasados, tal como que la conducta cientfica y tecnolgica poco tica ha tenido repercusiones especiales en las comunidades indgenas y locales. Y a la vez afirmando que ninguna disposicin de la presente declaracin podr interpretarse como si confiriera a un Estado, grupo o individuo, derecho alguno a emprender actividades o realizar actos que vayan en contra de los

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  • derechos humanos, las libertades fundamentales y la dignidad humana.

    Si los DH no existieran habra que inventarlos, de manera que ms all de los valores democrticos intrnsecos, estas recomendaciones dan pie a establecer cautelas, moratorias y principios de precaucin a la vez que instruyen actitudes pedaggicas que sirven en el caso de la Biotica para vincular la ciencia con la sociedad y activar el debate informado.

    En este sentido, los proyectos y los servicios de la Biotica son cada vez ms prcticos y han evolucionado en la direccin de enfocar la autonoma de las personas y los contextos donde se definen los problemas. De la proteccin del sujeto-paciente de la experimentacin se ha pasado a refrendar en toda accin clnica la decisin individual y el derecho a la privacidad. Y, por otra parte, se ha orientado cada vez ms hacia una Biotica Intercultural en la que la etnografa constituye una provisin de fondos donde ubicar el contexto de las prcticas y las decisiones que implican el sentido de la vida y el riesgo.

    Aplicar antropologa colaborativa para impulsar la nanotica Mi actividad antropolgica en el territorio de la Biotica

    empez hace diez aos impartiendo clases de Antropologa del Riesgo en un Master de Biotica y Derecho. Desde el 2000 formo parte del Comit de Biotica de la Universidad de Barcelona, y estoy integrada en los equipos y las redes de investigacin del Observatorio de Biotica y Derecho.

    Este Observatorio es un centro que diversifica sus actividades en un master, proyectos de investigacin en equipos interdisciplinarios as como la realizacin de documentos cuya difusin se orienta a estimular el debate informado sobre problemas biomdicos, y en aspectos tan recurrentes socialmente como: la eutanasia, los diagnsticos genticos, la objecin de conciencia, la seleccin de sexo, la reproduccin asistida, entre otros. Algunos de los cuales han servido para instruir numerosas leyes y regulaciones biomdicas.

    En el plano de la investigacin, el Observatorio forma parte de redes europeas, una red Alfa para el desarrollo educativo de la Biotica y una red de excelencia en nanotecnologa, Nano2life. La mayor parte de las redes se insertan y las investigaciones se realizan dentro de los programas marco de la comunidad europea cuyo denominador comn es el Proyecto ELSI para el estudio de los aspectos ticos, lgales y sociales de la investigacin cientfica y

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  • tecnolgica avanzada. As, estos estudios y seminarios se orientan a promover el desarrollo de una tica de la investigacin en los laboratorios as como la transferencia pblica de conocimientos cientficos y su profundizacin mediante el dialogo pblico.

    En este marco, un observatorio constituye un co-laboratorio en el que la Antropologa puede contribuir a:

    identificar, aclarar y contrastar los problemas y situaciones que derivan de la aplicacin a gran escala de los avances tecnocientficos, sea en relacin al medio ambiente, la biomedicina, y la seguridad.

    Mediar y tratar con la interdisciplinaridad en los equipos de expertos donde hay jerarquas de conocimiento y defensa de territorios acadmicos.

    Avivar el sentido comn de los DH para promocionar una Biotica Situada. Contribuir a la comprensin de que los DH no son leyes ni una sucesin de artculos y acuerdos, sino recomendaciones para sensibilizar y producir actitudes y prcticas que eviten la exclusin y favorezcan la dignidad humana en cualquier contexto cultural. Y, en concreto unir el sentido biotico de la declaracin universal con la particularidad moral requerida en la tica de la investigacin cientfica y en las prcticas biomdicas, y

    Generar mecanismo de traducibilidad cultural para trasladar el conocimiento tecnocientfico a la ciudadana, y con ello contribuir a desarrollar un discurso que evite los equvocos causantes de la alarma social, o de una aceptacin inconducente del riesgo. Y orientar este proceso de representacin, comunicacin y negociacin al desarrollo del debate informado.

    En los aos 60, Margaret Mead hacia notar con preocupacin la alienacin creciente del pblico respecto a la ciencia y los cientficos. Sugera un proceso esquismognico que slo cesara al descubrirse nuevos instrumentos educativos y comunicativos capaces de cubrir la separacin de los practicantes de las ciencias y las humanidades con el comn de la gente.

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  • Ciertamente, el requerimiento de traducir el conocimiento experto o transferirlo a la comprensin pblica no es reciente, aunque este olvido ahora se ha hecho notar ms por el carcter extraordinario de los avances cientficos, en especial el proyecto Genoma Humano, los transgnicos y la investigacin con clulas madres con fines teraputicos, entre otros. El portentoso potencial de sus aplicaciones ha producido toda suerte de reacciones sociales mayormente asociadas a la percepcin de riesgos, por no decir alarmas. Estas han sido avivadas por los posicionamientos ideolgicos y religiosos, as como por las instancias polticas que, entre dudas y presiones, han tendido a promover soluciones dilatorias sea va supuestos insuficientes en la ley, recurriendo a moratorias, o simplemente obviando el debate pblico. Por no mencionar los medios de comunicacin que presentan polmicas y zanjan cuestiones con informaciones sin contrastar, por ejemplo, que la obtencin de clulas madre de la piel haba despejado el debate tico.

    Y esto nos lleva directamente a preguntarnos qu puede ocurrir en un territorio tan complejo como la nanotecnologa, una realidad que mueve y activa los materiales a escala nanomtrica hasta el extremo de obligarnos a pensar en lo invisible, y que no solo cruza y abarca todo el espectro cientfico -la fsica, la electrnica, la ptica, la qumica, la ciencia de los materiales, la robtica, la medicina- sino que abre las puertas a la biocompatibilidad de los materiales orgnicos e inorgnicos.

    Ciertamente, la Comunidad Europea se ha volcado en promocionar en sus programas marco, VII y VII, estudios y redes de expertos dedicadas no slo a identificar problemas probables y realizar evaluaciones de riesgo sino a desarrollar proyectos que faciliten el acceso de estos conocimientos a la ciudadana. Ahora bien, para alcanzar el debate informado no es suficiente hacer accesible la informacin, sino que hay que aportar mtodos que abran vas de dilogo. Incluso la revista Nature, Nanotechnology (2007), comente en su editorial que los gobiernos y las agencias reguladoras deben enfrentarse al problema de que el riesgo no son las nanoparticulas sino la reaccin del pblico contra la nanotecnologa.

    En este sentido, son diversas las vas y las actividades que se promueven para desplegar el dialogo nanociencia-sociedad. Entre otras, abrir las puertas de los laboratorios, realizar conferencias y exposiciones sobre nanotecnologa en facultades y en museos de la

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  • ciencia y, a travs de las mismas o en propuestas aparte, dinamizar diferentes grupos de edad en escuelas y barrios mediante talleres cientficos. Estos sirven para generar aprendizajes con juegos y dibujos, activar actitudes que se expresan en comentarios y relatos y, posteriormente, la realizacin de encuestas. Sin olvidar otros proyectos como la formacin de los que realizan estas actividades, por ejemplo, los Trams: training and mentoring of science shops.

    En cualquiera de estas actividades, no solo hay transferencia de conocimientos, sino que se pueden obtener narrativas de gran valor etnogrfico para localizar las suspicacias y las preocupaciones que pueden facilitar o bloquear el dilogo y tambin evaluar la adquisicin de criterios para fundamentar el rechazo o la aceptabilidad pblicas y orientar los proyectos de investigacin de acuerdo a prioridades socialmente definidas.

    Nadie pone en duda, que la alfabetizacin cientfica permite ser un ciudadano ms activo y efectivo, por lo tanto, comprender la ciencia incrementa la capacidad de los ciudadanos para ejercitar sus derechos democrticos. Sin embargo, aunque ligadas, una cosa es la transferencia de conocimientos y otra la participacin pblica. Y de nuevo, si bien es incontrovertible que el dilogo constituye una puerta abierta a la democracia deliberativa y un patrimonio para los estilos de vida y las decisiones que hay que tomar en una sociedad del conocimiento, la complejidad de la nanociencia y la nanotecnologa, sus diversas aplicaciones y productos industriales y las altas cifras que acompaan las inversiones privadas y pblicas, hacen surgir cuestiones adicionales. Sin duda es importante saber como garantizar la participacin, pero tambin por qu y para quien es relevante la apertura al dilogo pblico.

    La conferencia final en el Proyecto Nanodialogue, proyecto financiado por la DG Research de la Comisin Europea dentro del VI Programa Marco, estuvo orientada precisamente a debatir algunos de los problemas conceptuales y metodolgicos que pueden favorecer o bloquear el desarrollo del nanodilogo. Estos fueron los participantes y el programa:

    Brussels, European Parliament, 5th of February, 2007 Nanotechnologies and nanosciences: a discussion on ethical,

    legal and social aspects EUROPEAN COMMISSION promoted by the

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  • DG Research European Commission and organised by the NanoDialogue Consortium 9.30 - 11.00 FIRST SESSION - The Nanodialogue project:

    contents, activities, results chair Catherine Franche, Executive Director, ECSITE speakers Luigi Amodio, Director of Fondazione IDIS-Citt della

    Scienza, Naples, Italy Andrea Bandelli, Vrije Universiteit, Amsterdam, The

    Netherlands Alison Mohr, CSD, University of Westminster, London, UK 11.30 - 13.30 SECOND SESSION - Nanotechnologies and

    their implications in Society chair Umberto Guidoni, Member of the European Parliament Speakers Bengt Kasemo, Professor of Physics, Gteborg University,

    Sweden Alfred Nordmann, Professor of Philosophy, University of

    Darmstadt, Germany Massimiano Bucchi, Professor of Sociology of Science,

    University of Trento, Italy Wolfgang Heckl, Director of the Deutsches Museum, Munich,

    Germany 13.00 - 13.30 KEYNOTE SPEECH Philippe Busquin, Member of the European Parliament,

    Chairman of STOA (Scientific Technical Options Assessment) 15.00 - 17.00 THIRD SESSION - Round table on

    Nanotechnologies today and tomorrow: current research and possible future concerns chair Renzo Tomellini, Head of Unit, Nano and Converging Science

    and Technologies, European Commission speakers Maria Jesus Buxo i Rey, Professor of Social and Cultural

    Anthropology, University of

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  • Barcelona, Observatory Bioethics and Law, Barcelona Science Park, Spain

    Dominique Grand, MINATEC, Commissariat l'Energie Atomique, France

    Wolfgang Heckl, Director of the Deutsches Museum, Munich, Germany

    Simon Joss, CSD, Un