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Antropología del Estado Revolución Cultural, Legitimidades y Dominación en las Construcciones del Estado” por: Francisco Astudillo Pizarro, Sociólogo El siguiente trabajo es una reseña múltiple a la manera de ensayo y en la que se abordan tres textos de la bibliografía del seminario “Antropología Política”, ésta reseña de relaciones entre elementos conceptuales será además complementada con material extra, el que indicaremos adecuadamente en la bibliografía y en cada cita que hagamos sobre ellos. Entrando en materia la temática que concentra el interés de éste artículo es el estado como fenómeno social, cultural e histórico además por cierto de lo más evidente que es lo político la idea es darle una aproximación desde la mirada antropológica y acercarnos a un tratamiento teórico de sus cualidades culturales a propósito de la bibliografía propuesta. Aunque los tres textos versan sobre el estado estos están orientados a contextos históricos y ecológico-culturales divergentes lo que no implica la imposibilidad de establecer puentes entre ellos. Como una breve introducción debemos contextualizarnos teóricamente en el estado como fenómeno histórico y cultural, el estado republicano es uno de los productos más definitorios de la modernidad en su dimensión política. En tanto construcción histórica ha sido un instrumento de dominación y muy específicamente la homogenización de la diferencias y diversidades, la idea de estado y nación constituyen por tanto un núcleo de un discurso que con diversas intensidades mantiene aún presencia en la actualidad y en particular en nuestros países. Al respecto en el caso de quien suscribe, epistemológicamente desde Chile un país en el que el discurso modernizador y la ideología del espado ha sido tan omnipresente a través de nuestra historia como poco estudiado desde ciencias sociales como la sociología y la antropología. Es por tanto útil relacionar analíticamente algunos de los planteamientos seleccionados. Entrando en materia y sin un ordenamiento exacto ni mayormente organizado plantearemos el diálogo y discusión entre los textos comenzando con el texto de Corrigan y Sayer (1985), cuya tesis central de este trabajo versa sobre una interpretación teórica del proceso de la formación del estado conceptualizándolo como una “revolución cultural”, hay que agregar que su análisis desde una perspectiva histórica y que teóricamente recurre a la obra de Marx/Engels y a las sociologías de Weber y Durkheim desde una perspectiva materialista, eso si que con un matiz ciertamente más abierto que el de autores inscritos en miradas tradicionales del materialismo. Como objeto de estudio de este proceso de construcción del estado los autores abordan el estado ingles en un análisis histórico.

Antropología del Estado

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Ensayo antropológico que contrasta las propuestas teóricas de por una parte, Max Weber, y por otra la de los ingleses Cirrigan y Sayer, destacando la dimensión social y cultural de la dominación en los procesos de construcción del estado.

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Page 1: Antropología del Estado

Antropología del Estado

“Revolución Cultural, Legitimidades y Dominación en las

Construcciones del Estado”

por: Francisco Astudillo Pizarro, Sociólogo

El siguiente trabajo es una reseña múltiple a la manera de ensayo y en la que se abordan

tres textos de la bibliografía del seminario “Antropología Política”, ésta reseña de

relaciones entre elementos conceptuales será además complementada con material extra, el

que indicaremos adecuadamente en la bibliografía y en cada cita que hagamos sobre ellos.

Entrando en materia la temática que concentra el interés de éste artículo es el estado como

fenómeno social, cultural e histórico además por cierto de lo más evidente que es lo político

la idea es darle una aproximación desde la mirada antropológica y acercarnos a un

tratamiento teórico de sus cualidades culturales a propósito de la bibliografía propuesta.

Aunque los tres textos versan sobre el estado estos están orientados a contextos históricos y

ecológico-culturales divergentes lo que no implica la imposibilidad de establecer puentes

entre ellos.

Como una breve introducción debemos contextualizarnos teóricamente en el estado como

fenómeno histórico y cultural, el estado republicano es uno de los productos más

definitorios de la modernidad en su dimensión política. En tanto construcción histórica ha

sido un instrumento de dominación y muy específicamente la homogenización de la

diferencias y diversidades, la idea de estado y nación constituyen por tanto un núcleo de un

discurso que con diversas intensidades mantiene aún presencia en la actualidad y en

particular en nuestros países. Al respecto en el caso de quien suscribe, epistemológicamente

desde Chile un país en el que el discurso modernizador y la ideología del espado ha sido tan

omnipresente a través de nuestra historia como poco estudiado desde ciencias sociales

como la sociología y la antropología. Es por tanto útil relacionar analíticamente algunos de

los planteamientos seleccionados.

Entrando en materia y sin un ordenamiento exacto ni mayormente organizado plantearemos

el diálogo y discusión entre los textos comenzando con el texto de Corrigan y Sayer (1985),

cuya tesis central de este trabajo versa sobre una interpretación teórica del proceso de la

formación del estado conceptualizándolo como una “revolución cultural”, hay que agregar

que su análisis desde una perspectiva histórica y que teóricamente recurre a la obra de

Marx/Engels y a las sociologías de Weber y Durkheim desde una perspectiva materialista,

eso si que con un matiz ciertamente más abierto que el de autores inscritos en miradas

tradicionales del materialismo. Como objeto de estudio de este proceso de construcción del

estado los autores abordan el estado ingles en un análisis histórico.

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Siguiendo a Weber el capitalismo burgués moderno no puede entenderse sin comprenderse

sin el estado nación como oportunidad de desarrollo de sus condiciones elementales1, el

estado es parte del mismo proceso histórico que el capitalismo moderno por otra parte

rescatan de Marx la idea de que las sociedades burguesas necesitaban del estado para

“afirmar” sus relaciones internas, ambos teóricos coinciden al develar el papel del poder en

el campo de la construcción del estado, de hecho Weber nos legará una de las definiciones

clásicas en ese sentido al conceptualizar al estado como el monopolio legitimado de la

violencia por tanto desde dicha mirada la construcción de los estados modernos habría sido

un proceso de monopolización de la violencia, una monopolización en muchos casos

secular, una revolución cultural en la secularización histórica de la modernidad, siendo el

estado moderno la estructura u organización humana que detenta el monopolio de la

violencia física en una sociedad, estado y dominación están ligados desde la fundación del

estado como instrumento aunque destacando que (la violencia) “no es el medio exclusivo

pero si específico” y es el estado quien “cede” el derecho a utilizar la violencia física.

Esta definición nos lleva a adentrarnos en la obra de Max Weber2 , particularmente explorar

algunos momentos de su clásica conferencia “El Político y el Científico”, la que concentra

algunos de sus más claros planteamientos sobre la política entre su obra a saber, la cuestión

de la política como actividad específica, la cuestión del estado en su naturaleza y su

funcionamiento y muy importantemente del problema de la legitimación del poder ya que

es el poder el tema que finalmente atraviesa en todas sus arterias lo político.

Creemos que podemos establecer un puente teórico coherente entre el problema de la

legitimación del poder en Weber, su concepción del estado y la relación a la violencia y el

concepto clave planteado por Corrigan y Sayer, el de revolución cultural, en este sentido

éstos últimos argumentan que el análisis del estado debe de superar el enfoque tradicional

marxista y leninista del estado como burocracias armadas o de orden y reclusión entrando

en los terrenos de las prácticas, rituales y otros elementos simbólicos que sacralizan su

autoridad en la cotidianidad de la vida social representando un cambio sustancial al

introducir dicho repertorio de patrones ritualizados los que introyectan homogeneidad en la

diversidad pre estatal de la población dando cuenta de dicha revolución cultural., la noción

de “revolución” implica que éste nuevo repertorio de prácticas significa un cambio

respecto de las prácticas algo así como la instauración de un nuevo paradigma en la

terminología de KHUN3 pero en este caso sobre la dimensión político cultural en las formas

de conductas pre estatales y un reemplazo cultural que prescribe y prohíbe manifestaciones

dentro del campo del comportamiento social, es decir ejerce una reglamentación de la vida

pública.

1 Más adelante ahondaremos en la mirada de Max Weber de una forma más detallada. 2 Tenemos sin embargo que contextualizarnos para abordar los contenidos de dicho documento ya que

hablamos de un sociólogo transicional entre el siglo XIX y XX no obstante su obra tiene fronteras y

desplazamientos mucho más amplios, Weber no es sólo un sociólogo de la modernidad en crisis sino un

intelectual que logro salir del paradigma de occidente con un análisis meticuloso de las formas de

organización social, económica y especialmente religiosa en distintos contextos orientales. Una vez destacado

este detalle entramos en lo político, sobre este tópico su conferencia emerge desde el concepto de estado

moderno. 3 En relación a Thomas Khun y su clásica obra de teoría del conocimiento “La Estructura de las

Revoluciones Científicas”

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Volviendo a los aportes de Weber, la legitimidad de la dominación y sus múltiples formas

su análisis tipologiza tres procesos de legitimación del poder, por una parte la legitimidad

tradicional, habitual en regimenes antiguos, podríamos para los fines de nuestra revisión

relacionar ésta forma de legitimidad a las situaciones pre estatales (anteriores a la

revolución cultural de los estados); también legitimidad carismática, la que habrían ejercido

profetas, jefes y en el caso de la política moderna el caudillo; y finalmente la legitimidad

legal basada en la obediencia y por consecuente en la “creencia en la validez de los

preceptos legales y en la competencia objetivamente fundada sobre normas racionalmente

creadas” (Weber 1919), y que corresponde con las “formas normadas” introducidas y

prescritas por el estado en tanto revolución cultural, en ese mismo sentido tanto las normas

como los comportamientos legitimados así como los rituales establecidos por el estado

solidifican mediante la sacralización del estado y su discurso en el contexto de la

modernidad occidental.

En relación al texto de Corrigan y Sayer y en términos históricos es interesante destacar la

singularidad del caso ingles (sobre el que versa el documento), el que fue una nación

tempranamente protestante4 (anglicana) además de configurar un estado nación de forma

muy precoz en relación a otros polos políticos y culturales de Europa no obstante las

particularidades son de mayor profundidad y trascienden lo cronológico debido a que el

proceso de constitución del estado nación inglés y de sus capas burguesas siguió un proceso

muy distinto al de por ejemplo el caso francés de ésta forma en la consolidación del estado

sobrevivieron una serie de importantes rasgos tradicionales pre modernos, los que

paradójicamente habrían contribuido a fortalecer al estado inglés en su proceso dinámico de

construcción.

El estado y su revolución implicaría un proceso constante de regulación de las “formas

culturales”, cada aspecto de la vida social tendría en ésta revolución su forma regulada es

decir cada una de las prácticas institucionalizadas o las clásicas “instituciones sociales” de

la sociología funcional clásica como la educación tendría su correlato en las regulaciones

del estado en la escuela o el orden y su regulación policial es decir las formas establecidas y

específicas que el estado imprime luego de ésta revolución.

En éste mismo sentido la política tendrá en éste contexto un proceso de sinomización a las

formas institucionales del estado de forma de que el pensaren política nos llevaría a pensar

en las manifestaciones reguladas y establecidas por el estado burgués y que configurarían

la política burguesa con sus visibles componentes electorales, parlamentarios y partidistas

en ese sentido los autores destacan que “la definición de lo que se considerara “Política”

proviene por supuesto de las instituciones del estado” (Corrigan y Sayer 2007 p-45). Más

allá del análisis del caso inglés ésta sinomización ha podido verse también (por acercarnos

a un ejemplo más directo) en otros procesos de construcción estatal como en el caso del

estado chileno en el que la construcción de una “historia política oficial”5 ha ayudado

4 Aunque por motivos tal vez de una coyuntura más puntual que en el caso alemán, como olvidar el episodio de Enrique VIII. 5 Hasta a mediados de la década de los 80`s la historiografía chilena había tenido una orientación

netamente política, la historia del país se había contado a través de la cronologización de las etapas políticas

acentuando el papel de los gobernantes dejando completamente afuera todo lo excluido del dominio del

estado. A partir de dicho periodo y en adelante la llamada Nueva Historia Social se consolida como un

importante referente historiográfico que da sustancia a sujetos históricos antes invisibilizados (obreros,

campesinos, peones, artesanos, empresario etc) por la historia política tradicional chilena. Destacamos en ese

sentido el trabajo de Gabriel Salazar, Sergio Grez y Julio Pinto entre otros autores.

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encapsular el significado de lo político en función de las dimensiones institucionales

“reguladas culturalmente” por el estado, restando o más bien negando la “categoría” de

político a lo que históricamente ha quedado fuera de las parcelas de un estado que ha sido

apropiado por aristocracias y oligarquías simultáneamente que ha constituido el pilar de una

idea de estado difundida posteriormente por otros canales institucionales como la escuela.

El papel de éstas nuevas prácticas reguladas cumplirían el rol del rito que reafirma la

doctrina si se nos permite involucrar conceptos asociados a la religión. En éte punto la

analogía entre la política y la religión no es antojadiza si nos detenemos en que una

intersección relevante entre ambas es el poder como una dimensión institucionalizadota en

tanto el estado es (para ambos autores y siguiendo el legado de Marx) un proyecto

totalizante que homogenizaría a los seres humanos incluidos en el estado como miembros

de una comunidad de características ilusorias. Esta homogenización borraría “el

reconocimiento y la expresión de estas diferencias” (Corrigan y Sayer 2007 p-46), las

diferencias inherentes a las sociedades de tipo burguesas.

En ésta dimensión podemos hacer la relación a los nuevos ritos de ésta nueva construcción,

resultantes de éste proceso revolucionario como herramientas para naturalizar la

homogenización cultural antes comentada, ésta construcción de un nuevo poder

secularizado requiere de un elemento central con el que sacralizarse y es ahí cuando

aparece la idea de nación como instrumento de consolidación de un “nosotros” por cierto

ilusorio (respecto alas relaciones internas) y simultáneamente de un “otro” o de otros en el

campo de las relaciones externas, la idea de nación estaría potentemente cargada de un

poder moral de identificación lo que nos puede dar pie a la conexión durkheimiana (no sin

reconocer un pequeño salto conceptual mediante) planteada por ambos autores al rescatar

la idea de “disciplina moral” y la consideración del estado como el órgano máximo de ésta

forma disciplinante aunque los autores complementan la idea de Durkheim con nociones

marxistas que introducen el conflicto entre las distintas clases con lo que niegan

directamente la neutralidad en el disciplinamiento moral del estado. El estado no hace

relación en su discurso a aquello en contra lo que se construyó (Ibib p-50) y que podríamos

relacionar a las formas culturales no prescritas por el estado, las culturas de clase,

estamentales, étnicas y de género excluidas del estado como representación. En los casos

argentino y chileno vemos ejemplos de éste fenómeno en la relación a la construcción de

ambos estados durante el siglo XIX los que con diferencias se embarcaron en decididos

proyectos modernizadores que buscaron borrar lo que consideraban el atraso, lo tradicional,

lo indio construyendo un discurso ad hoc que no sólo validaba una forma específica (la del

proyecto de estado nación elitario en ambos países) (Boholavsky y Godoy 2008 p-3)

rescatando dichos procesos de construcción de estados, tanto el inglés de Corrigan y Sayer

como también en los casos argentino y chileno observamos que tanto los estados como sus

contrucciones discursivas efectúan un doble ejercicio, el de prescribir y proscribir, que

podemos relacionar desde la mirada decosntructiva como un proceso de escritura y

borradura, siguiendo a Derrida podemos generar una analogía entre los patrones culturales

de la revolución cultural de Corrigan y Sayer como actos de “escritura” que actuarían

simultáneamente “borrando” los patrones proscritos por el estado entendiendo que la

escritura es un sistema finito por lo que el hecho de que desde el momento que “haya una

inscripción hay necesariamente una selección y por tanto una borradura, una censura, una

exclusión” (Derrida 2002), la inscripción la hace el estado y su discurso y sus prácticas

reguladas y homogéneas, la borradura son los discursos marginados por la construcción

estatal y sus prácticas culturales lo que podemos relacionar nuevamente al contexto

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argentino y chileno con las políticas de “pacificación” que significaron una violenta

invasión y sometimiento de pueblos originarios en ambos países. Muy distinto es en ese

sentido la situación presentada por Shavelzon respecto al caso de la asamblea constituyente

Boliviana en el gobierno del presidente Evo Morales entre los años 2006 y 2007 ya que en

éste caso observamos la emergencia precisamente de los grupos marginados (y que en el

caso boliviano representaban a la mayoría indígena y campesina del país) por los

controladores históricos del estado boliviano hasta la elección del primer presidente

indígena en Bolivia. En éste contexto el proceso de llegada de una enorme diversidad de

grupos con identidades hasta entonces “igualadas” por el estado elitista anterior en Bolivia

es rescatado por el trabajo etnográfico de Shavelzon dando cuenta tal vez de un problema

inverso al revisado en páginas anteriores como lo es el problema de la diversidad y de

¿Cómo introducir ésta diversidad en la constitución de una nueva carta magna?,

interesantes son en ese sentido las discusiones capturadas por la mirada etnográfica del

autor y nos ayudan a visibilizar la disyuntiva así como a comprender mejor el estado

plurinacional boliviano y su significado en éste caso hablamos de una nueva revolución

cultural con la llegada de nuevos grupos a disputar el estado boliviano.

Bibliografía:

-Bohovslasky E y Godoy M . “Ideas para la Historiografía de la Política y el Estado en

Argentina y Chile”. En POLIS, Revista de la Universidad Bolivariana Nº 19. 2008.

-Corrigan, Philip y Derek Sayer . “(Introducción) La formación del Estado inglés como

revolución cultural”. En: Lagos, M. y Calla, P. (comp) Antropología del Estado:

Dominación y prácticas contestatarias en América Latina Cuaderno de Futuro Nº 23, La

Paz: INDH/PNUD 2007

- Schavelzon, Salvador. “Antropología del Estado en Bolivia: verdades sagradas, farsas

políticas y definiciones de identidad”. Cuadernos de Antropología Social 28: 67–84. 2008.

-Weber, Max 2000 (1919). “La política como vocación”. En: Weber, M. El político y el

científico, México: Ediciones Coyoacán, pp. 7-80 “”

- Derrida J. En entrevista para el documental “Da´llieurs, Derrida” de Safaa Fathy. Le Sept

Art. Gloria Films Production 2002.