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“BENEFICIOS DE LA AUTOINCRIMINACIÓN”
MARIA ALEJANDRA BETANCUR RODRIGUEZ
CC. 1.020.452.923 DE BELLO
UNIVERSIDAD DE SAN BUENAVENTURA
Resumen
El propósito de este artículo es poner de presente los beneficios de la
autoincriminación en materia penal tanto para los autores como para los partícipes; así
como para las víctimas y la administración de justicia; sin que ello signifique
necesariamente el quebrantamiento de garantías fundamentales.
Palabras clave: Autoincriminación, aceptación de cargos, rebaja de penas, víctimas.
Abstract
The purpose of this article is to present the benefits of self-incrimination in
criminal matters for authors or participants of offenses, and the victims thereof and for
the administration of justice, without necessarily meaning the breach of fundamental
guarantees.
Keywords: Self-incrimination, acceptance of charges, reduced sentences, victims.
Introducción
La Constitución Política de Colombia consagra una serie de garantías que
protegen a los ciudadanos que son sometidos a un proceso penal. Entre tales garantías
se cuentan la presunción de inocencia, el indubio pro reo, el juez natural, la legalidad
(tipicidad del delito y de las penas), la de no autoincriminación, entre otras.
Pese a la existencia de la no autoincriminación como garantía fundamental, hoy
en día en distintos países-Colombia no es la excepción-, han establecido beneficios o
ventajas para las personas procesadas que deciden aceptar la comisión de conductas
punibles, esto es, autoincriminarse.
Las consecuencias de tal proceder son distintas dependiendo del ángulo desde
donde se mire. En efecto, las implicaciones de autoincriminarse se extienden no sólo a
quien se somete a ella, sino también a las víctimas de un delito y a la administración de
justicia en manos, inicialmente, de la Fiscalía General de la Nación quien tiene la
obligación de asegurar la investigación de los hechos que revistan las características de
un delito y tiene también, entre otras funciones, la de proteger a la comunidad, en
especial, a las víctimas del delito, de conformidad con lo establecido en el artículo 250
de la Constitución Política.
Este artículo pretende mostrar las ventajas que apareja la autoincriminación. En
tal propósito, haremos un acercamiento al origen de la garantía de no autoincriminación
para, luego de ello, señalar su consagración normativa y el alcance de la misma, con la
finalidad de mostrar los beneficios que trae consigo autoincriminarse.
1. Origen de la no autoincriminación como garantía
Suele emplearse el vocablo garantía como sinónimo de derecho, a tal punto que
el mismo Diccionario de la Real Academia define garantías constitucionales como
“Derechos que la Constitución de un Estado reconoce a todos los ciudadanos”. Tal
equívoco, según GARCÍA, tiene origen en la Declaración Francesa de Derechos del
Hombre:
El artículo 16 de esta declaración decía que toda sociedad en la cual la garantía
de los derechos no esté asegurada… no tiene constitución. Y en una
interpretación equívoca, que se volvió histórica, pasó a los textos
constitucionales especialmente latinoamericanos, con el nombre de Garantías
Individuales, la regulación de los derechos humanos. (GARCÍA LAGUARDIA,
1983, p. 23). (Cursivas y negritas propias del texto).
El referido autor sostiene que una garantía es un medio técnico-jurídico orientado
“…a proteger las disposiciones constitucionales cuando éstas son infringidas,
reintegrando el orden jurídico violado.” (GARCÍA LAGUARDIA, 1983, p. 24), pues sin
ella el derecho sustancial carecería de efectividad. Una garantía es entonces una
herramienta procesal que asegura o permite la efectividad de un derecho.
Por otra parte, no es muy claro el origen de la no autoincriminación como
garantía, pero ha sido encontrada en antiguos textos canónicos y posteriormente
incorporada en el decreto de Graciano en la siguiente forma: “Yo no le digo que se
incrimine a sí mismo públicamente, ni se acuse usted mismo en frente de otros”
(JAUCHEN, 2005, p. 182).
A pesar de que no autoincriminarse parece ser una manifestación del instinto de
conservación connatural al ser humano, no siempre existió como una garantía. De
hecho, en cierto momento histórico se consideraba que el individuo procesado tenía la
obligación de ayudar en la investigación, hasta el extremo de exigírsele declarar en
contra suya (LÓPEZ, 2004, p. 521).
Es precisamente la supremacía de la iglesia católica que impuso la inquisición en
la edad media en la que se empleó el tormento como medio para arrancar confesiones,
lo cual generó la reacción de intelectuales que hicieron triunfar el iluminismo en la
revolución francesa, a partir de la cual se consideró que toda persona que fuera
procesada criminalmente se consideraba inocente y que no podía obligársele a declarar
en su contra (JAUCHEN, p. 182).
En el derecho británico es posible también encontrar antecedentes de la no
autoincriminación. Efectivamente, en Inglaterra se acusó y juzgó al conocido político
John Lilburne por la impresión y distribución de libros y folletos que al decir de los
obispos que lo procesaron, constituía sedición. El procedimiento judicial exigía
juramento a los procesados como formalidad previa a su declaración, formalidad a la
que Lilburnese negó, así como también se abstuvo de responder a las preguntas que le
formularon en juicio, alegando que su procesamiento era ilegal. Ante la renuencia a
declarar en su contra fue condenado a ser azotado. Más tarde fue absuelto por la
Cámara de los Comunes, la cual anuló el juicio y le dejó en libertad (QUISPE, 2002, p.
39).
El Parlamento Inglés, después de años de exigir juramento a los procesados so
pena de apremios por tormento, decidió indemnizar a un imputado por los perjuicios
que le irrogó, señalando que obligar a un hombre a responder sobre su culpabilidad o
inocencia bajo juramento constituía violación de las libertades del hombre (PHELPS,
1998, p. 25). La garantía de no autoincriminación en Inglaterra implicó, no sólo la
prohibición de exigir declaración bajo juramento al procesado, sino también, de exigirla
sin juramento.
En los Estados Unidos de Norteamérica la no autoincriminación está consagrada
en la V Enmienda de su Constitución en la cual se indica que nadie será compelido a
declarar contra sí mismo en ningún juicio criminal:
Enmienda V
Nadie estará obligado a responder de un delito castigado con la pena
capital o con otra infamante si un gran jurado no lo denuncia o acusa, a
excepción de los casos que se presenten en las fuerzas de mar o tierra o
en la milicia nacional cuando se encuentre en servicio efectivo en tiempo
de guerra o peligro público; tampoco se pondrá a persona alguna dos
veces en peligro de perder la vida o algún miembro con motivo del mismo
delito; ni se le compelerá a declarar contra sí misma en ningún juicio
criminal; ni se le privará de la vida, la libertad o la propiedad sin el debido
proceso legal; ni se ocupará la propiedad privada para uso público sin una
justa indemnización.
Dicha Enmienda tuvo un significativo avance a partir del litigio Miranda contra
Arizona, en el que el señor Ernesto Arturo Miranda confesó la comisión de un delito de
secuestro y violación antes del juicio ausente de abogado defensor sin que se le
informara que no estaba obligado a hacerlo, caso en el que la Suprema Corte de
Justicia estimó inadmisible la confesión ya que con ella se quebrantó la no
autoincriminación al obligarse a un testigo a declarar contra sí mismo.
Se sostiene que la V Enmienda tuvo un significativo avance con el caso Miranda,
porque apartir de allí se entendió que la garantía en comento se aplicaba desde que el
individuo es sospechoso (no solamente durante el juicio), y además, se establecieron
las que se han denominado las “Prevenciones Miranda”, los “Derechos Miranda” o las
“Advertencias Miranda”, contenidas en la sentencia de la Suprema Corte:
La persona en custodia debe, previo a su interrogatorio, ser claramente
informado de su derecho a guardar silencio, y de que todo lo que diga será
usado en su contra en un tribunal, debe ser claramente informado de que
tiene el derecho de consultar con un abogado y tener a ese abogado
presente durante todo el interrogatorio, y que, si es indigente, un abogado
le será asignado sin coste para representarlo. (Suprema Corte de Justicia,
Miranda v. Arizona, 384 U.S. 436 1966).
En los Estados Unidos la no autoincriminación sirvió además para fundamentar
constitucionalmente la regla de exclusión de la prueba ilícita en casos en los que
sospechosos confesaron la comisión de crímenes sin estar asistidos de un abogado, es
decir, la obtención de la prueba con el desconocimiento de garantías establecidas en la
Constitución de los Estados Unidos (como el derecho a no sufrir registro y
confiscaciones irrazonables -IV Enmienda-; derecho a estar asistido de un abogado –VI
Enmienda-; derecho al debido proceso –XIV Enmienda) dio lugar a la doctrina conocida
como la exclusionary rule, que implica la expulsión del proceso de la evidencia así
generada (ARMENTA, 2011, p. 30).
2. Consagración normativa de la garantía de no autoincriminación
Es posible afirmar, sin temor a equivocarse, que la no autoincriminación tiene
aplicación prácticamente universal y que está reconocida en diferentes tratados
internacionales aplicables en Colombia según lo establecido en el artículo 93 de la
Constitución Política: Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, ratificado por
Colombia mediante Ley No. 74 de 1968(artículo 14, numeral 3, literal g); Convención
Americana sobre los Derechos Humanos, ratificada por Colombia mediante Ley 16 de
1972 (artículos 1 y 8); Convenio de Ginebra III, ratificado por Colombia mediante Ley 5
de 1960 (artículo 99); Convención sobre los Derechos del Niño, ratificado por Colombia
mediante Ley 12 de 1991(artículo 40).
Distintas constituciones colombianas han consagrado la no autoincriminación
como una garantía de linaje constitucional:
La de 1821:
Artículo 167.- Nadie podrá ser juzgado, y mucho menos castigado, sino en
virtud de una ley anterior a su delito o acción, y después de habérsele oído
o citado legalmente; y ninguno será admitido ni obligado con juramento, ni
con otro apremio, a dar testimonio contra sí mismo en causa criminal; ni
tampoco lo serán recíprocamente entre sí los ascendientes y
descendientes, y los parientes hasta el cuarto grado civil de
consanguinidad y segundo de afinidad.
La de 1830:
Artículo 142.- Ningún colombiano será obligado con juramento, ni otro
apremio a dar testimonio en causa criminal contra sí mismo, contra su
consorte, sus ascendientes y descendientes y hermanos.
La de 1832:
Artículo 188.- Ningún granadino dará testimonio en causa criminal contra
su consorte, sus ascendientes, sus descendientes y hermanos, ni será
obligado con juramento u otro apremio a darlo contra sí mismo.
La de 1843:
Artículo 160.- Ningún granadino está obligado a dar testimonio encausa
criminal contra sí mismo, ni contra su consorte, ascendientes,
descendientes o hermanos.
La de 1886:
Artículo 25.- Nadie podrá ser obligado, en asunto criminal, correccional o
de policía, a declarar contra sí mismo o contra sus parientes dentro del
cuarto grado civil de consanguinidad o segundo de afinidad.
La de 1991:
Artículo 33. Nadie podrá ser obligado a declarar contra sí mismo o contra
su cónyuge, compañero permanente o parientes dentro del cuarto grado
de consanguinidad, segundo de afinidad o primero civil.
Todas las constituciones del siglo XIX mencionadas instituyeron la no
autoincriminación expresamente en materia penal, mientras que la de 1991 no hace
alusión alguna sobre el ámbito en el que se puede aplicar tal institución: “Artículo 33.
Nadie podrá ser obligado a declarar contra sí mismo o contra su cónyuge, compañero
permanente o parientes dentro del cuarto grado de consanguinidad, segundo de
afinidad o primero civil”.
La redacción anterior podría hacer pensar al intérprete que es posible invocar el
artículo 33 en un proceso civil, por ejemplo, para negarse a declarar en un interrogatorio
de parte en el que se busca la confesión de una deuda. No obstante, la Corte
Constitucional en sentencia C-129 de 1991 con ponencia del Doctor Rafael Méndez
Arango, consideró que utilizar la no autoincriminación en asuntos distintos a los
penales, correccionales o de policía; constituye un ejercicio abusivo del derecho y un
desconocimiento del deber de respetar los derechos ajenos, de no abusar de los
propios y colaborar con la administración de justicia. Y en una sentencia posterior (C-
102 de 2005) señaló:
La jurisprudencia actual de la Corte Constitucional – sentencia C-422 de
2002, contiene una interpretación más amplia al entendimiento en lo
concerniente al privilegio de la no autoincriminación contenida en el
artículo 33 de la Constitución, al afirmar que esta garantía se puede
proyectar a “los más variados ámbitos de la interrelación de las personas
con el Estado.” Es decir, que no se limita sólo a asuntos penales,
correccionales o de policía.
Dicho de otra forma: según la Corte Constitucional, en cualquier actuación penal,
correccional, de policía, civil, laboral etc., en las cuales se formule una pregunta cuya
respuesta pueda incriminar penal, correccional o policivamente al interrogado, tiene
lugar la garantía de no autoincriminación.
La ley también establece la no autoincriminación, concretamente el artículo 8 de
la Ley 906 de 2004 que implementó en Colombia el Sistema Penal Acusatorio, según el
cual el imputado tendrá derecho a no ser obligado a declarar en contra de sí mismo ni
en contra de su cónyuge, compañero permanente o parientes dentro del cuarto grado
de consanguinidad o civil, o segundo de afinidad; a que no se utilice el silencio en su
contra, como tampoco el contenido de las conversaciones tendientes a lograr un
acuerdo para la declaración de responsabilidad.
Las referencias que en la disposición en cita se hagan al compañero o
compañera permanente deben entenderse que las mismas incluyen, en igualdad de
condiciones, a los integrantes de las parejas del mismo sexo, según lo dispuso la Corte
Constitucional mediante Sentencia C-029 de 2009.
3. Alcance de la garantía de no autoincriminación
La autoincriminación consiste en la aceptación de la realización de una conducta
o de una falta que una persona hace de sí misma ante una autoridad, sin olvidar, que
todos los ciudadanos estamos dotados de derechos, libertades y garantías
constitucionales y legales, los cuales no se eliminan o desparecen por el hecho de
atribuirse participación en un hecho punible.
Esta garantía implica:
A. No ser obligado a declarar en contra de sí mismo ni en contra de su
cónyuge, compañero permanente o parientes dentro del cuarto grado
de consanguinidad o civil, o segundo de afinidad. También se incluye al
cónyuge y a los compañeros permanentes (literales“a”y “b” del artículo
8 de la Ley 906 de 2004).
B. Expresarle claramente al investigado que tiene derecho a guardar silencio
(BEDOYA, 2008, p. 139).
C. Guardar silencio y que de tal actitud no se deriven consecuencias
adversas al investigado (literal “c” del artículo 8 de la Ley 906 de 2004).
El procesado puede “negarse a ello, sin que la autoridad respectiva
pueda constreñirlo en ningún sentido a hacerlo” (LONDOÑO, 1982, p.
14).
D. No utilizar en contra del investigado el contenido de las conversaciones
tendientes a lograr un acuerdo para la declaración de responsabilidad
en cualquiera de sus formas o de un método alternativo de solución de
conflictos, si no llegaren a perfeccionarse (literal “d” del artículo 8 de la
Ley 906 de 2004).
E. La garantía aplica “desde el mismo momento en que se tiene noticia de la
existencia de un proceso penal en su contra, y en el cual obren
imputaciones sobre la comisión de un hecho punible” (LONDOÑO, p.
14).
Sobre el alcance de la no autoincriminación se ha referido la Corte Constitucional
y la Corte Suprema de Justicia en varias oportunidades. La primera lo hizo, entre otros
casos, en relación con el artículo 394 de la Ley 906 de 2004 según el cual “Si el
acusado y el coacusado ofrecieren declarar en su propio juicio comparecerán como
testigos y bajo la gravedad del juramento serán interrogados, de acuerdo con las reglas
previstas en este código.”
Las expresiones “como testigo” y “comparecerán como testigos bajo la gravedad
del juramento” fueron declaradas exequibles condicionalmente mediante sentencia C-
782 de 2005, bajo el entendido de que el juramento prestado por el declarante no
tendrá efectos penales adversos respecto de su declaración sobre la propia conducta, y
así se le debe informar, porque lo contrario implicaría quebrantar la garantía de no
autoincriminación.
Lo anterior significa que el investigado puede incluso mentir en su declaración y
no puede perseguirse criminalmente por ello.
Tampoco es posible lograr confesiones bajo el influjo de sustancias que anulan la
voluntad del declarante como el suero de la verdad, o mediante hipnosis, lo cual
además tornaría la confesión en una prueba ilícita según lo ha entendido la Sala Penal
de la Corte Suprema de Justicia en sentencia dictada en el año 2006 dentro del
expediente radicado 23705.
Se quebranta la no autoincriminación, según el alcance visto de dicho derecho, si
se ofrecen ventajas para declarar, o si se realizan intervenciones corporales al
investigado (ROXIN, 2000, p. 138-145); aunque, a pesar de lo que expresa el reputado
autor citado, en Colombia la intervención corporal es válida aún contra la voluntad del
procesado, según lo determinó la Corte Constitucional en la sentencia C-822 de 2005,
en cuya parte resolutiva declaró exequible el artículo 247 de la Ley 906 de 2004 en el
entendido de que: i. la inspección corporal requiere autorización previa del juez de
control de garantías, el cual ponderará la solicitud del fiscal, o de la policía judicial en
circunstancias excepcionales que ameriten extrema urgencia, para determinar si la
medida específica es o no pertinente y, de serlo, si también es idónea, necesaria y
proporcionada en las condiciones particulares del caso; ii. cuando el imputado invoque
circunstancias extraordinarias, no tenidas en cuenta al conferir la autorización judicial,
para negarse a permitir la inspección corporal, se deberá acudir al juez de control de
garantías que autorizó la medida para que éste defina las condiciones bajo las cuales
ésta se podrá practicar, o la niegue; y iii. que la inspección corporal siempre se realizará
en condiciones de seguridad, higiene, confiabilidad, y humanidad para el imputado.
Como lo dice SAMPER, 1982, p. 329):
…es abiertamente inmoral que la ley obligue a alguna persona, contra
natura, a declarar, en asunto de que pueda resultar pena (criminal,
correccional o de policía), contra sí mismo o contra sus parientes más
cercanos, que son los clasificados dentro del cuarto grado civil de
consanguinidad o segundo de afinidad. Innecesario nos parece demostrar,
ni aún brevemente, la justicia de esta prohibición, exigida por los más
elementales principios de moral y de humanidad, y adoptada en la
legislación criminal de todos los pueblos civilizados, y entre las garantías
civiles consagradas por gran número de constituciones. La garantía es de
derecho natural.
4. Renuncia a la garantía de no autoincriminación
La garantía de no autoincriminación no quiere decir que el procesado no pueda
válidamente declarar contra sí mismo o contra sus parientes dentro de los grados de
consanguinidad, afinidad o civil señalados en el artículo 33 de la Constitución
Política, pues en realidad lo prohibido es ejercer coerción para ello.
Es por ello que resulta posible renunciar a tal derecho siempre que se le informe
suficientemente a quien así procede de las consecuencias de ello, que esté asistido
por abogado defensor y que lo haga de manera consciente, libre y voluntaria
conforme lo dispone el artículo 283 de la Ley 906 de 2004, lo cual debe ser
constatado por el juez al tenor de lo ordenado en su artículo 368, quien puede
incluso rechazar la alegación de culpabilidad si advierte algún desconocimiento de
garantías fundamentales y, en tal caso, deberá adelantarse el juicio como si hubiese
habido una manifestación inicial de inocencia y aquella (la alegación de culpabilidad)
tampoco podrá ser utilizada en ningún tipo de proceso judicial en contra del
acusado.
Por su parte el artículo 69 de la Ley 1453 de 2011, que modificó el artículo 293
de la Ley 906 de 2004, insiste en el deber del juez de determinar que la aceptación
de responsabilidad es voluntaria, libre y espontánea; y su parágrafo establece que
sólo es posible la retractación por parte de los imputados que acepten cargos,
siempre y cuando se demuestre por parte de estos que se vició su consentimiento o
que se violaron sus garantías fundamentales.
5. Beneficios por la renuncia a la garantía de no autoincriminación
En cuanto a los beneficios de la aceptación de responsabilidad penal, la Ley 906
de 2004 ha establecido distintas clases dependiendo del momento procesal en que
se presente. Así, el artículo 351 dispone que la aceptación de los cargos
determinados en la audiencia de formulación de la imputación, comporta una rebaja
de hasta de la mitad de la pena por imponer, mientras que si el acusado acepta su
responsabilidad después de la presentación de la acusación hasta el momento en
que sea interrogado el acusado al inicio del juicio oral, el artículo 352 ordena que la
pena imponible sea reducida en una tercera parte.
No obstante lo anterior, si hay captura en flagrancia sólo se tendrá derecho a un
cuarto del beneficio de que trata el artículo 351 de la Ley 906 de 2004, según lo
dispuesto en el parágrafo del artículo 301 de la mencionada ley, modificado por el
artículo 57 de la Ley 1453 de 2011.
Los artículos 352 y 353 fueron declarados exequibles por la Corte Constitucional
mediante Sentencia C-516 de 2007, en el entendido de que la víctima también puede
intervenir en la celebración de acuerdos y preacuerdos entre la Fiscalía y el imputado o
acusado, para lo cual deberá ser oída e informada de su celebración por el fiscal y el
juez encargado de aprobar el acuerdo. Lo anterior, por el efecto que para ella tienen
tales arreglos.
La aceptación de cargos, como renuncia a la garantía de no autoincriminación,
supone beneficios para las víctimas, para la administración de justicia, para el
procesado y para la sociedad misma. En efecto, en principio, las víctimas obtienen
verdad y justicia. El Estado, administrador de justicia, logra imponerla economizando
tiempo y dinero, y evita el consabido desgaste que implican largos y extenuantes
procesos con la incertidumbre de lograr justicia que apareja todo proceso judicial, por
ello concede rebajas de pena.
El procesado se beneficia al evitar largos procesos y al lograr la disminución
punitiva que conlleva su aceptación criminal, salvo cuando se trata de delitos contra
menores, según lo dispone el artículo 199 de la Ley 1098 de 2006, cometidos con
posterioridad a la vigencia de esta ley, según el cual, cuando se trate de los delitos de
homicidio o lesiones personales bajo modalidad dolosa, delitos contra la libertad,
integridad y formación sexuales, o secuestro, cometidos contra niños, niñas y
adolescentes, no serán aplicables:
A. Las medidas no privativas de la libertad previstas en los artículos 307,
literal b), y 315 de la Ley 906 de 2004;
B. El beneficio de sustitución de la detención preventiva en establecimiento
carcelario por la de detención en el lugar de residencia, previsto en los
numerales 1 y 2 del artículo 314 de la Ley 906 de 2004;
C. La extinción de la acción penal en aplicación del principio de oportunidad
previsto en el artículo 324, numeral 8, de la Ley 906 de 2004 para los
casos de reparación integral de los perjuicios;
D. El subrogado penal de Suspensión Condicional de la Ejecución de la
Pena, contemplado en el artículo 63 del Código Penal ni el de Libertad
Condicional, previsto en el artículo 64 del Código Penal.
E. El beneficio de sustitución de la ejecución de la pena, previsto en el
artículo 461 de la Ley 906 de 2004.
F. Las rebajas de pena con base en los "preacuerdos y negociaciones entre
la fiscalía y el imputado o acusado", previstos en los artículos 348 a 351
de la Ley 906 de 2004.
G. Ningún otro beneficio o subrogado judicial o administrativo, salvo los
beneficios por colaboración consagrados en el Código de
Procedimiento Penal, siempre que esta sea efectiva.
La misma disposición indica que en donde permanezca transitoriamente vigente la Ley
600 de 2000, cuando se trate de delitos mencionados, no se concederán los beneficios
de libertad provisional, extinción de la acción penal por pago integral de perjuicios,
suspensión de la medida de aseguramiento por ser mayor de sesenta y cinco años,
rebajas de pena por sentencia anticipada y confesión; mecanismos sustitutivos de la
pena privativa de la libertad de condena de ejecución condicional o suspensión
condicional de ejecución de pena, y libertad condicional; prisión domiciliaria como
sustitutiva de la prisión; ningún otro beneficio subrogado legal, judicial o administrativo,
salvo los beneficios por colaboración consagrados en el Código de Procedimiento
Penal, si es efectiva.
Finalmente, la sociedad se beneficia con un sistema que permite una pronta,
cumplida y expedita justicia, permite la descongestión judicial que agobia el sistema y
se combate la impunidad.
6. Conclusiones
Como se dijo antes, este artículo pretende mostrar las ventajas de la renuncia
que a la garantía de no autoincriminación haga el procesado en un proceso penal;
garantía reconocida en tratados internacionales, nuestra Constitución Política y la Ley,
aplicable exclusivamente en procedimientos penales, correccionales y de policía; esto
es, en asuntos en los que el Estado hace uso de su poder punitivo frente a los
individuos, no cuando se trata de litigios entre quienes se suponen iguales.
Autoincriminarse consiste en la aceptación de la realización de una conducta o
de una falta que una persona hace de sí misma ante una autoridad, y su prohibición
implica no ser obligado a declarar, por presión, engaños o mediante sustancias o por
obra de hipnosis; en contra de sí mismo ni en contra de los parientes señalados en el
artículo 33 de la Constitución Política; guardar silencio o incluso mentir en su defensa
sin que de tal actitud pueda derivarse consecuencia adversa alguna al investigado,
garantía que cubre a los procesados desde el momento en que se tiene noticia de la
existencia de un proceso penal o desde que obren imputaciones sobre la comisión de
un hecho punible.
Nuestra legislación ha establecido una serie de beneficios a quien renunciando a
no autoincriminarse, acepte la comisión de delitos, como rebaja de penas cuyo monto
es más alto mientras más temprano se haga, salvo cuando se trate de delitos contra
menores.
La aceptación de cargos, como renuncia a la garantía de no autoincriminación,
supone beneficios para las víctimas, para la administración de justicia, para el
procesado y para la sociedad misma. En efecto, en principio, las víctimas obtienen
verdad y justicia. El Estado, administrador de justicia, logra imponerla economizando
tiempo y dinero, y evita el consabido desgaste que implican largos y extenuantes
procesos con la incertidumbre de lograr justicia que apareja todo proceso judicial, por
ello concede rebajas de pena. El procesado se beneficia al evitar largos procesos y al
lograr la disminución punitiva que conlleva su aceptación criminal; y finalmente, la
sociedad se beneficia con un sistema que permite una pronta, cumplida y expedita
justicia, permite la descongestión judicial que agobia el sistema y se combate la
impunidad.
7. Referencias
CODIGO DE PROCEDIMIENTO PENAL (LEY 906 DE 2004). Obtenido de
[http://www.alcaldiabogota.gov.co/sisjur/normas/Norma1.jsp?i=14787]
consultado el 4 de abril de 2015.
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[http://www.alcaldiabogota.gov.co/sisjur/normas/Norma1.jsp?i=13690]
consultada el 4 de abril de 2015.
CONSTITUCION POLITICA DE COLOMBIA DE 1830. Obtenida en
[http://www.alcaldiabogota.gov.co/sisjur/normas/Norma1.jsp?i=13692]
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CONSTITUCION POLITICA DE COLOMBIA DE 1832. Obtenida en
[http://www.alcaldiabogota.gov.co/sisjur/normas/Norma1.jsp?i=13694]
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