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ANTONIO GARCÍA-ABÁSOLO FERNANDO QUILES MARÍA ÁNGELES FERNÁNDEZ APORTES HUMANOS, CULTURALES Y ARTÍSTICOS DE ANDALUCÍA EN MÉXICO, SIGLOS XVI-XVIII Colaboran ESCUELA DE ESTUDIOS HISPANO-AMERICANOS. CSIC ASOCIACIÓN CULTURAL LA OTRA ANDALUCÍA SEVILLA, 2006 CONSEJERÍA DE CULTURA Separata de la publicación

APORTES HUMANOS, CULTURALES Y ARTÍSTICOS DE … · Archivo General de Indias de Sevilla, que se han ocupado del siglo XVI, y en los que han trabajado entre otros Carmen Galbis y

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  • ANTONIO GARCÍA-ABÁSOLOFERNANDO QUILES

    MARÍA ÁNGELES FERNÁNDEZ

    APORTES HUMANOS, CULTURALES Y ARTÍSTICOSDE ANDALUCÍA EN MÉXICO, SIGLOS XVI-XVIII

    Colaboran

    ESCUELA DE ESTUDIOS HISPANO-AMERICANOS. CSICASOCIACIÓN CULTURAL LA OTRA ANDALUCÍA

    SEVILLA, 2006

    CONSEJERÍA DE CULTURA

    S e p a r a t a d e l a p u b l i c a c i ó n

  • Esta obra ha sido editada por la Consejería de Cultura, con lacolaboración de la Escuela de Estudios Hispano-Americanos(CSIC) y la Asociación Cultural La Otra Andalucía, comocontribución a la Feria Internacional del Libro de Guada-lajara 2006, en la que Andalucía es la invitada de honor.

    Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escritadel titular/es del copyright, bajo las sanciones establecidas enlas leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cual-quier medio o procedimiento, comprendidos la reprografíay el tratamiento informático, y su distribución.

    Edita: JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de CulturaC/. Santa María la Blanca, 1 – 41071 Sevilla.http://www.juntadeandalucia.es/cultura/

    © JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cultura© Antonio García-Abásolo

    Fernando QuilesM.ª Ángeles Fernández

    ISBN: 84-8266-625-8Depósito legal: SE-4610-06

    Cuidado de la edición: Jesús Raúl Navarro GarcíaCubierta: Melchor Pérez de Holguín, “Entrada del Virrey”Diseño y maquetación: Juan Carlos Martínez Gil

    Impresión: EGONDI Artes Gráficas, S.A.Impreso en España/Printed in Spain

  • Andalucía y México. Emigración y mundo privadode los pobladores andaluces en Nueva España

    Antonio García-AbásoloUniversidad de Córdoba

    [email protected]

    Las conmemoraciones del quinto centenario del descubrimiento deAmérica han estimulado la aportación de trabajos en los que se destaca laparticipación de las distintas regiones españolas al descubrimiento y colo-nización de América. Los más frecuentes han destacado la aportaciónhumana, de manera que los años finales del siglo XX han sido pródigos entrabajos relacionados con la emigración. Como era de esperar, ha habidouna variedad de tratamientos grande, en razón de la importancia de la vin-culación de las regiones españolas a América, sin embargo, de casi todasellas ha habido una muestra, aunque sea pequeña, de su relación con lasIndias. De ese panorama interesa destacar aquí los trabajos realizados sobrela emigración a América de Andalucía, Extremadura y Castilla, que fueronlas zonas que más pobladores aportaron al Nuevo Mundo entre el descu-brimiento y el siglo XVIII, tiempo en el que se moverá este trabajo. Estono obsta para que también sea posible disponer de trabajos, de diverso por-te y calado, sobre la emigración de otras regiones, como Galicia, Cataluña,Canarias o el País Vasco.

    La mayoría de esas aportaciones se han centrado en los aspectos cuan-titativos más tradicionales, sobre todo conocer el número de personas quese embarcaron a Indias, con especificaciones sobre hombres, mujeres, eda-des, destinos y profesiones. Pero ahora también podemos contar con algu-nas investigaciones más novedosas que se interesan por el entorno social yeconómico de los emigrantes, su experiencia vital en América y las reper-cusiones de esa experiencia en la tierra de origen. Esto ha requerido lainvestigación de nuevos materiales documentales procedentes de los archi-

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  • vos de protocolos notariales, los archivos eclesiásticos y también algunassecciones del Archivo General de Indias que, por circunstancias adminis-trativas peculiares, contienen un tipo de documentación similar a la de losprotocolos, que es rica en aspectos relacionados con el mundo privado delos pobladores de Indias.

    No es ésta la ocasión de hacer un análisis crítico de estos trabajos,porque no es el lugar apropiado y me llevaría más espacio del que dispon-go, así que remito al lector a la puesta al día —una vez más en este tipo detrabajos— realizada por Magnus Mörner1. Centrando la atención en los tra-bajos sobre la emigración andaluza, que es la que aquí interesa, tengo quemencionar en primer lugar el realizado por un equipo de trabajo dirigidopor Lourdes Díaz-Trechuelo —del que formé parte—, que se ocupó de laemigración andaluza en los siglos XVII y XVIII. Trabajamos también elsiglo XVI, que posteriormente depuré con Lourdes Díaz-Trechuelo, aun-que los resultados todavía no han sido publicados. Por tanto, voy a poderutilizar para analizar la emigración andaluza a Nueva España datos corres-pondientes a los tres siglos, XVI, XVII y XVIII, que suponen un total de33.775 emigrantes andaluces a América y Filipinas, de los cuales 11.943fueron a Nueva España2.

    Aunque los estudios sobre emigración proliferaron en torno a 1992,sólo hay un trabajo global de características similares al de la emigraciónandaluza, que hizo María del Carmen Martínez para la castellana en lossiglos XVI y XVII3. Hay otros dedicados a otras emigraciones regionales,

    1 Mörner, M.: “Spanish Historians on Spanish Migration to America during the ColonialPeriod”. Latin American Research Review, vol. 30, núm. 2, 1995, págs. 251-267. Otras revisiones ante-riores de Mörner sobre el mismo tema se pueden encontrar en “La emigración española al NuevoMundo antes de 1810. Un informe del estado de la investigación”, Anuario de Estudios Americanos,XXXII, Sevilla, 1975, págs. 43-131, y “Migraciones a Hispanoamérica durante la época colonial”,Suplemento del Anuario de Estudios Americanos, 48:2 (1991), págs. 3-25.

    2 Díaz-Trechuelo, Lourdes (Coord.), Antonio García-Abásolo, Antonio Garrido Aranda yAntonio Dueñas Olmo: La emigración andaluza a América. Siglos XVII y XVIII. Sevilla, Consejería deCultura, 1990. Los datos utilizados para la elaboración de cuadros y gráficos proceden siempre de estetrabajo, salvo que se especifique otra cosa.

    3 Martínez Martínez, M.ª del Carmen: La emigración castellana y leonesa a Indias (1517-1700). Junta de Castilla y León, 2 vols., Valladolid, 1993. Hay un estudio sobre La migración canaria,1500-1980, de Antonio Macías Hernández (Columbres, 1992), pero no tiene características similares alos mencionados aquí. Otros trabajos, como el de A. Eiras Roel y Ofelia Rey Castelao titulado Losgallegos y América (Madrid, 1992) y el de Estíbaliz Ruiz de Arana titulado Los vascos y América(Madrid, 1992) se sitúan en un entorno peninsular y en una época que se corresponde menos a los deAndalucía, Castilla y Extremadura, mejores modelos a comparar en este trabajo.

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  • pero o son de menor entidad o no han utilizado como fuente fundamentallos datos de pasajeros del Archivo General de Indias, es decir los Libros depasajeros y las informaciones y licencias4. El trabajo sobre la emigracióncastellana a Indias me permitirá hacer comparaciones que servirán pararemarcar las características peculiares de la emigración andaluza. Por otraparte, para enmarcar la emigración andaluza en la emigración española aAmérica, la obra fundamental sigue siendo la de Peter Boyd-Bowman, quetambién será punto de referencia aunque se centre en la primera épocacolonial5.

    De otro lado, el trabajo de Ida Altman sobre la emigración extremeñaen el siglo XVI es también un excelente punto de referencia, especialmen-te para cotejar las aportaciones que pueden proporcionar al conocimientode la emigración española a Indias las fuentes de los archivos locales, enparticular y en este caso los archivos de protocolos notariales. Otras cir-cunstancias singulares de este trabajo, como es el hecho de que los emi-grantes de Cáceres y de Trujillo se localizaran preferentemente en Perú,pueden convertirlo en modelo útil para establecer un modelo de relaciónentre una zona española y otra americana en el período colonial. En estecaso tiene las limitaciones derivadas de su focalización en Cáceres yTrujillo, que no representan más que una parte de Extremadura, aunqueaporta las ventajas de facilitar el seguimiento de familias de emigrantes enun tipo de estudio de la emigración con una perspectiva más centrada en losocial que en lo estadístico6. Para ser más preciso, este tipo de estudiorequiere esa focalización en zonas restringidas para que sea eficaz, a menosque se disponga de un gran equipo de trabajo y de mucho tiempo por delan-te para investigar y coordinar los estudios sobre espacios más amplios.

    Los trabajos de Carmen Martínez y de Ida Altman, por tanto, me vana facilitar unas referencias para cotejar los resultados de mi trabajo sobre la

    4 La mayor parte de estos trabajos se ha publicado en cuatro Actas de las Jornadas Andalucíay América (Sevilla, 1981-1985) y se han dedicado tanto a trabajos de cuantificación como a temas rela-cionados con el mundo social y económico de los pobladores andaluces de América.

    5 Boyd-Bowman, Peter: Índice geobiográfico de más de 56 mil pobladores de la AméricaHispánica, vol. 1 (1453-1519), México, 1985. Otra aportación general es la recopilada en el libroLa Emigración Española a Ultramar 1492-1914, Editor A. Eiras Roel, Madrid, Tabapress, 1991. Es dejusticia considerar también los trabajos realizados para formar el Catálogo de pasajeros a Indias en elArchivo General de Indias de Sevilla, que se han ocupado del siglo XVI, y en los que han trabajadoentre otros Carmen Galbis y Luis Romera Iruela. Los últimos volúmenes se publicaron en 1980 y 1986.

    6 Altman, Ida: Emigrantes y sociedad. Extremadura y América en el siglo XVI. Madrid, 1992.

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  • emigración andaluza, teniendo en cuenta que en el primer caso los térmi-nos a comparar serán las emigraciones castellana y andaluza a Indias engeneral y no sólo a Nueva España, y que en el segundo Altman ha trabaja-do sobre Cáceres y Trujillo en Extremadura y yo he trabajado sobreCórdoba en Andalucía, aunque en ambos casos sobre archivos locales7.Debo añadir que en mi trabajo, la fuente fundamental fue la documentaciónrecopilada en los autos de bienes de difuntos del Archivo General deIndias, complementada con las del Archivo Histórico Provincial deCórdoba y el Archivo General de Obispado de Córdoba. La documentaciónde los autos de bienes de difuntos, que procede de la gestión de la admi-nistración española para dar cumplimiento a las disposiciones testamenta-rias de los pobladores de Indias, o cuando no había declaración de volun-tades a la legislación sobre herencias, tiene una gran riqueza de datos sobreel entorno social y económico desde el que emigró y del ámbito en el quese movió en el mundo colonial. En esencia, los autos contienen el testa-mento —o diligencias por muerte abintestato— inventario de bienes, almo-neda para transformarlos en dinero, informaciones de legitimidad en lasque los testigos son parientes y conocidos del poblador en cuestión.

    Por último, un aporte más de gran calidad lo constituyen las cartasescritas por los pobladores desde América a sus familiares en España, delas cuales hay abundantes ya publicadas por Enrique Otte, James Lockhart,Francisco Morales Padrón e Isabelo Macías Domínguez, y algunas de lasque daré noticia que aún permanecen inéditas, todas ellas con datos tam-bién propios del mundo privado de los pobladores de Indias, tanto enAmérica como en sus lugares de origen8.

    Éstos serán los fundamentos para afrontar el tema de las relacionesentre Andalucía y Nueva España en los siglos XVI, XVII y XVIII, de mane-ra que me permitirán considerar la aportación humana andaluza desde unasperspectivas cuantitativas, es decir, cuántos andaluces fueron, de dónde erandentro de Andalucía y cuándo partieron, y también en alguna medida entraren otras consideraciones que pertenecen más al mundo socio-económico,como el entorno del que salieron y en el que se establecieron en América, el

    7 García-Abásolo, Antonio: La vida y la muerte en Indias. Cordobeses en América. Córdoba,CajaSur, 1993.

    8 Otte, Enrique: Cartas privadas de emigrantes a Indias, 1540-1616. Sevilla, 1988. ColaboraGuadalupe Albi. Las citas de estas cartas se harán en adelante con el número de orden que el autor leasigna en el libro.

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  • éxito o el fracaso en el cumplimiento de los objetivos, y las repercusiones desu experiencia mexicana en sus lugares de origen en Andalucía.

    El programa a seguir supone en primer lugar fijar la atención deAndalucía, a fin de analizar la evolución de su población y la situación desu economía en los siglos XVI, XVII y XVIII, para poder valorar la evolu-ción de la emigración y de sus características en el tiempo, en el espacio yen la forma, es decir, cuántos salieron y de qué zonas de Andalucía y si fueuna emigración temporal o definitiva; en otros términos, de personas solte-ras con intención de regresar o de familias con el objetivo de asentarse enlas nuevas tierras. Una vez en Nueva España, es necesario analizar la dis-tribución de los andaluces en el espacio del virreinato, dónde se asentarony cómo, a qué se dedicaron y si tuvieron éxito o no en la satisfacción de susexpectativas. La documentación privada permite también entrar a valorarcuestiones que suelen ser difíciles de percibir a través de documentos admi-nistrativos, como la importancia del paisanaje y de los vínculos familiaresen la emigración, el asentamiento y el desarrollo de las actividades econó-micas en el mundo colonial.

    Por fin, la documentación privada procedente de los autos de bienesde difuntos, de los protocolos y de los archivos eclesiásticos son funda-mentales para comprender y valorar la importancia de la experiencia ame-ricana para las familias de los pobladores de Nueva España, no ya enAndalucía en su conjunto sino en la patria chica, es decir, su pueblo o suciudad. En este ámbito se mueven los envíos de dinero que pueden llegar atransformar radicalmente la vida de una familia y que, en todo caso, almenos siempre mejoran la situación económica. Igualmente entran aquí lasdonaciones realizadas por los pobladores andaluces para fundar obras pías,que normalmente fueron capellanías y patronatos con funciones de carác-ter espiritual pero también con frecuencia de beneficio social. Es precisoconsiderar que en bastantes ocasiones el recuerdo de la patria chica se cen-tró en iglesias, conventos y ermitas para los cuales el poblador envió ayu-das económicas, objetos de culto o para el ornamento e incluso imágenesque podían responder a devociones de Nueva España que ellos transmitena Andalucía enriqueciendo el mundo de la piedad, o imágenes tradiciona-les pero con indudable sabor mexicano. En el rico patrimonio mexicano deAndalucía están presentes abundantes pinturas de la Virgen de Guadalupey muchos cristos de caña de maíz que están perfectamente arraigados en elmundo religioso local desde hace siglos.

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  • ANDALUCÍA BASE DE LA POBLACIÓN DE ESPAÑA

    Desde el siglo XVI al XVIII Andalucía se mantuvo como una de lasregiones españolas de población más abundante. Ésta es una realidad quetodos admiten, aunque los conocimientos sobre la demografía andaluza —yla española en general— en la Edad Moderna tienen mucho por recorrer.Por el momento se puede disponer de síntesis generales acerca de la pobla-ción andaluza en los siglos XVI, XVII y XVIII, realizadas por buenos cono-cedores de la región, como Antonio Domínguez Ortiz, Bernard Vincent,Antonio Miguel Bernal y Antonio García-Baquero, pero sólo en los últimosaños se han comenzado a hacer estudios locales que pueden aportar losdatos precisos (normalmente actas de bautismo) y las matizaciones que losestudios sobre fenómenos como la emigración precisan. Lo que aquí sepodrá decir, por tanto, estará fundamentado en las síntesis mencionadas,con las escasas noticias locales que esporádicamente se pueden incluir9.

    Es preciso comenzar señalando que Andalucía es una región variadaen sus características, en la que se delimitan dos zonas, la AndalucíaOccidental o Baja Andalucía y la Andalucía Oriental o Alta Andalucía. Enel siglo XVI creció la población en todo el conjunto regional, en virtud deque fue una época de buenos rendimientos agrícolas y en la que las epide-mias, aunque hicieron acto de presencia con su carga letal, no tuvieron losefectos catastróficos de los siglos precedentes y siguientes. Síntoma de esabonanza fue el incremento de la población en ciudades como Jaén y Úbedaen la parte Oriental y Jerez y Sevilla en la Occidental. En realidad, el creci-miento demográfico se extendió por todo el valle del Guadalquivir, aunquefue menos notable en otros centros andaluces importantes. En 1530 se cal-cula que Andalucía tenía 700.000 habitantes distribuidos entre los Reinosde Sevilla, Córdoba y Jaén, es decir, sin contar el de Granada. Sevilla tenía50.000 habitantes, Córdoba 30.000, Jaén y Écija 22.500 y Jerez 17.900.

    9 Pueden verse estas síntesis en la Historia de Andalucía dirigida por Antonio DomínguezOrtiz y editada por Planeta (Madrid, 1980), en particular los tomos IV. La Andalucía del Renacimientoy V. Los inicios del capitalismo (1621-1778). Un trabajo de síntesis más reciente y con la aportaciónde fuentes locales se puede ver en Pérez García José Manuel: “La evolución de la población andaluzaen la Edad Moderna”, Actas del II Congreso de Historia de Andalucía, Córdoba, 1991, HistoriaModerna, Vol I, CajaSur, 1995, págs. 29-47. Vuelve a tratarse el tema de la demografía andaluza en laEdad Moderna en el tercer congreso de Historia de Andalucía, pero sólo se pueden encontrar en lasactas estudios locales; no se hizo un estudio de síntesis para el conjunto de Andalucía (Actas del IIICongreso de Historia de Andalucía, Córdoba, 2001. El primer tomo dedicado a demografía).

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  • El fin de la actividad reconquistadora a fines del siglo XV y la guerraentre Castilla y Portugal por la sucesión a la Corona de Castilla convirtie-ron a Andalucía en una región receptora de pobladores de otros lugares dela Península, en particular Santander, León, Soria, Portugal y Extremadura,y también en una región en la que se efectuaron grandes migraciones inter-nas, desde zonas superpobladas, como la Sierra de Huelva, a otras faltas depoblación, con frecuencia en zonas de Andalucía Oriental. También laAndalucía Oriental tuvo que atender a repoblaciones internas, sobre todo lacausada por la expulsión de los moriscos, que fueron repartidos por otroslugares de Andalucía y sustituidos por aportes externos. Estos movimien-tos poblacionales internos son muy interesantes en la medida en que sepodría decir que prepararon a los andaluces ante la inmediata emigración aIndias. Además, el modelo de repoblador andaluz fue una mezcla de labra-dor y soldado, que se trasladaba con su familia con la idea de asentarse ydefender el lugar, lo mismo que se necesitó en la primera población espa-ñola de América.

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    Andalucía

    OcéanoAtlántico

    Mar Mediterráneo

    Huelva

    Sevilla

    CórdobaJaén

    Cádiz

    MálagaGranada Almería

    Andalucía occidental o baja Andalucía

    Andalucía oriental o alta Andalucía

  • La población de Andalucía creció constantemente durante el sigloXVI, produciéndose las cifras máximas en la década de los años ochenta.Domínguez Ortiz estima que Andalucía llegó a tener en 1599 1.200.000habitantes, y otros trabajos más recientes sitúan la tasa de fecundidad paralas dos últimas décadas del siglo, las mejores desde el punto de vista demo-gráfico, en el 43,1 por mil.

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    CAMPIÑA (16%)

    COSTA (14%)

    VEGA (61%)

    SIERRA (9%)

    DISTRIBUCIÓN POR ZONAS GEOGRÁFICAS ANDALUZAS

    Campiña de Cádiz . . . . . . . . . 664Costa Noroeste de Cádiz . . . . 1.040Campiña Alta de Córdoba . . . 101Campiña Baja de Córdoba . . 258Pedroches de Córdoba . . . . . . 82Vega de Granada . . . . . . . . . . 289Andévalo Occid. Huelva . . . . 64Condado Campiña Huelva . . . 165Condado Litoral Huelva . . . . 86Costa de Huelva . . . . . . . . . . . 120

    Sierra de Huelva . . . . . . . . . . 184Campiña Sur de Jaén . . . . . . . 88La Loma Jaén . . . . . . . . . . . . 105Antequera. Málaga . . . . . . . . 63Guadalhorce. Málaga . . . . . . . 120Aljarafe de Sevilla . . . . . . . . . 122Campiña de Sevilla . . . . . . . . 419Sierra Norte de Sevilla . . . . . 515Vega de Sevilla . . . . . . . . . . . 6.471

    APORTACIÓN DE LAS COMARCAS ANDALUZAS A NUEVA ESPAÑA

  • De toda Andalucía salieron emigrantes en abundancia para las Indias,pero la mayor parte salió de Andalucía Occidental y del Reino de Sevilla,que era el más poblado, con 350.000 habitantes. También dentro del Reinode Sevilla, por razones evidentes de cercanía al mar y a los americanos, lasciudades más relacionadas con el tráfico de Indias fueron las que, por reglageneral, proporcionaron la mayor cantidad de emigrantes a Indias. Esta rea-lidad hace conveniente que centre la atención sobre todo en la evolucióndemográfica de Andalucía Occidental, aunque no dejaré de tener en cuen-ta a la Alta Andalucía.

    Vamos a analizar la evolución de la emigración andaluza entre lossiglos XV y XVIII partiendo de esta gran división de Andalucía en dos par-tes y de las divisiones provinciales. Aunque la provincia es una divisiónadministrativa cambiante, se ha preferido asumirlo en razón de la acepta-ción convencional habitual. No obstante, ha parecido conveniente mostrarla distribución de los pobladores andaluces de América en razón de lacomarca de origen a la que pertenecieron. Curiosamente, ahora se prefiereutilizar la comarca como marco de análisis territorial para diagnosticar pro-blemas y elaborar soluciones, mientras que se van desechando las unidadesprovinciales y municipales. Se prefiere este diseño de tipo comarcal para laactuación actual y futura, y lo mismo se debería hacer para entender mejorsituaciones del pasado. La razón es que en la comarca prevalecen los crite-rios históricos y naturales, como rasgos comunes del suelo, las temperatu-ras, la medición pluviométrica y la producción primaria, sobre los políticosy administrativos, y esto es de gran utilidad para comprender fenómenoscomo la emigración a América en la Edad Moderna10.

    El siglo XVII ha sido considerado como época de crisis en España,no sólo en Andalucía, especialmente a causa de las epidemias de peste ysus secuelas de hambrunas. Por otra parte, a estos elementos catastrofistasse añaden las consecuencias del descenso del comercio con América hacia1620, que afectaron decisivamente a la región tanto como antes el augehabía potenciado su economía. Antonio Miguel Bernal estima que la pers-pectiva debe ponerse no tanto en el comercio como en las mercancíasandaluzas que se exportaban a los mercados americanos, que no se redu-jeron de manera importante en el siglo XVII; y aunque lo hubieran hecho,

    10 “Aportaciones a la comarcalización de Andalucía”. Grupo Estudios Geográficos Andaluces,Director G. Cano, I Congreso de Ciencia Regional de Andalucía. Andalucía en el umbral del siglo XXI.Criterios utilizados por el Ministerio de Agricultura en 1971, que registra 54 comarcas en Andalucía.

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  • la economía rural andaluza del XVII, que combinaba la subsistencia conla producción para la exportación y la ganadería extensiva lanar, habríadispuesto de alternativas. En realidad, la crisis fue causada por transfor-maciones de la sociedad y la economía que produjeron la modernizaciónagrícola de la región y el paso de una agricultura feudalizante a otra capi-talista, afectando también a otros países europeos.

    Se ha puesto mucha atención enuna serie de cuestiones que contribu-yeron al despoblamiento de Anda-lucía. La realidad de las epidemias esincuestionable, pero sus efectos nofueron tan desastrosos como afirma-ron los contemporáneos. Así comohubo ciudades que perdieron parte desu población, como fue Sevilla, otrasla incrementaron en el siglo XVII,como ocurrió con Cádiz. En Sevillanos dicen los testimonios de los con-temporáneos que la peste bubónicade 1649 redujo la población a lamitad; de hecho, se suele situar a estedesastre como el causante de la deca-dencia de la gran Sevilla cantada porLope de Vega como puerto y puertade las Indias del siglo XVI. Inclusoen las imágenes quedó reflejada lapresencia extraordinaria de la muerte

    en los conocidos cuadros encargados por Miguel de Mañara a Juan deValdés Leal para el Hospital de la Caridad: In ictu occuli y Finis gloriamundi. El propio hospital y la fundación de Miguel de Mañara estaban ínti-mamente relacionados con la peste sufrida por la ciudad y sus efectos leta-les. Los hermanos de la caridad tenían como misión la obra de misericor-dia de enterrar a los muertos11.

    11 Una visión sugerente de Sevilla en la segunda mitad del siglo XVII, la ofrece EnriqueValdivieso en su libro sobre Valdés Leal (Sevilla, 1991), siguiendo la elaboración artística de ValdésLeal y Murillo, y valorando las transformaciones en el estilo, la estética y la sensibilidad religiosa, quetienen sus puntos de contacto con los efectos de la peste y de la muerte.

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    Detalle del cuadro de Juan de ValdésLeal titulado Finis gloria mundi.Hospital de la Caridad, Sevilla

  • Por otra parte, se habla de las consecuencias de la emigración aAmérica de gran parte de los efectivos humanos de la región. Como vere-mos, no fueron tantos, aunque es verdad que los que salieron para estable-cerse en América eran en su mayor parte gente joven, matrimonios jóvenescon hijos pequeños y los de mayor capacidad emprendedora para poderhaber beneficiado directamente a Andalucía. Tampoco la expulsión de losmoriscos de 1609 tuvo efectos catastróficos permanentes: afectó a Anda-lucía Oriental pero no tanto a la Occidental. De hecho, lugares de Andalu-cía Occidental acogieron a moriscos del Reino de Granada, como sucedióen la Campiña de Córdoba.

    En lo que se refiere al clima, los estudios realizados para el siglo XVIIen Andalucía revelan que los años malos se concentraron en la mitad y enla segunda mitad del siglo; en la primera mitad hubo años malos pero tam-bién años favorables que no permiten hablar de crisis. Si se analiza la acti-vidad agrícola se puede comprobar que buena parte de los años de la pri-mera mitad del siglo fueron de puesta en explotación de nuevas tierras, notanto por incrementos poblacionales como por la necesidad que los dueñosde la tierra tuvieron para hacer frente a las exigencias fiscales de la Corona.Entre esos propietarios había grandes señores, cabildos, un nuevo tipo deburgueses urbanos interesados en la inversión en tierras e incluso órdenesreligiosas, en particular los jesuitas, metidas en actividades repobladoras entierras que supieron poner en explotación aplicando técnicas modernas. Elresultado de las transformaciones en la propiedad de la tierra y en la acti-vidad agrícola fue un aumento notable de la población jornalera enAndalucía Occidental, de manera que a mediados del siglo XVII el 75% dela población activa estaba formado por jornaleros agrícolas, campesinadoempobrecido de cuya presencia y actividad hay constancia en los pueblosandaluces, aunque no existen estudios sistemáticos que las valoren en sujusta medida.

    En cuanto a la producción, en España se popularizó durante el sigloXVII el consumo de vino y aceite, de manera que se pusieron en explota-ción nuevos viñedos y olivares. Andalucía era la principal productorapeninsular para el consumo interno y además siguió abasteciendo a losmercados americanos de estos productos en grandes cantidades, como seha comprobado por el estudio de los registros de los barcos del comercioultramarino. Se afirma que el siglo XVIII en Andalucía fue de crecimientodemográfico sostenido, aunque no elevado. También las noticias sobre la

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  • propiedad se refieren a cambios que permitieron a bastantes campesinosconvertirse en pequeños propietarios por la compra de tierras baldías comu-nales durante la primera mitad del siglo, sin que esto afectase a una pro-piedad cada vez más concentrada en manos de los grandes señores de laBaja Andalucía. El acceso a la propiedad de los campesinos estuvo másrelacionado con el auge de los criterios de los ilustrados, tanto por el deseode mejora económica del pueblo como por el aprovechamiento máximo dela tierra.

    Uno de los estudios recientes sobre el conjunto de Andalucía resumeen cuatro conclusiones la evolución demográfica andaluza en los siglosXVII y XVIII. En algunos puntos la fecha extrema es la mitad del sigloXIX, aunque el estudio está centrado en los siglos XVII y XVIII.

    1.º—Mientras que la población española pasó de 7.164.000 habitan-tes en 1591 a 14.967.663 en 1857, con un incremento del 108,6%, la anda-luza pasó de 1.329.000 habitantes a 2.937.183, un incremento del 120,96%.Aún más creció la periferia peninsular: se estima que el levante español lohizo en un 260% y el norte atlántico en un 159,4%. En cambio, el interiorsólo incrementó su población en un 15,3%.

    2.º—El papel de Andalucía como zona intermedia entre el centro y laperiferia se confirma por los porcentajes de su población sobre el conjuntoespañol. En 1591 el 18,6% del total, en 1768-69 el 18,1%, en 1787 el18,1%, en 1826 el 18,8% y en 1857 el 19,6%. Esto indica una situación demantenimiento en los niveles de aportación desde el XVI al XIX.

    3.º—Hay una gran diferencia en el comportamiento demográficoentre la Andalucía Oriental y la Occidental. La Oriental creció entre 1591y 1752 un 39%, a pesar de haber comenzado el siglo XVII con el lastre dela expulsión de 80.000 moriscos, que no compensó la entrada de alrededorde 35.000 repobladores. La Occidental, que había estado por encima en elsiglo XVI, creció entre 1591 y 1752 el 13%, tres veces menos que laOriental. Las diferencias todavía son más marcadas por los niveles de cre-cimiento entre 1752 y 1857, porque Andalucía Oriental se situó en creci-mientos similares a los de la periferia peninsular.

    4.º—A un siglo XVI de crecimiento en el conjunto de Andalucía, lesiguió un siglo XVII con un primer ciclo negativo causado por las epide-mias del fin del XVI y principios del XVII. La población se recuperó entre1620 y 1640. De nuevo hubo otra fase depresiva entre 1640 y 1660, que lle-

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  • gó a los niveles mínimos del siglo en los años 50. En 1660 la población serecuperó y tuvo un comportamiento positivo a pesar incluso de la fatídicaépoca de 1676 a 1685, de graves epidemias que afectaron sobre todo aAndalucía Oriental. En los años 90 la situación demográfica era tan bri-llante en el campo y en las ciudades como lo había sido en los mejoresmomentos del siglo XVI.

    Por tanto, tienen que abandonarse las visiones catastrofistas del sigloXVII en Andalucía. Nunca se produjo en Andalucía la situación de laEspaña continental, en la que las ciudades se vieron más afectadas por lasconsecuencias de las epidemias. Siempre los índices urbanos fueron mejo-res que los rurales, incluso durante la peste de 1647-1652, que fue la queafectó más a Andalucía, sobre todo a la Andalucía Occidental. Hubo retro-cesos urbanos evidentes por la peste en Sevilla, Córdoba y Jaén, pero secompensaron por los avances de Cádiz, Puerto de Santa María, Granada yMálaga. Los mejores niveles de la población urbana del XVI se repitieronentre 1690 y 1699. En definitiva, las ciudades andaluzas se comportaroncomo núcleos de resistencia frente a los ataques de las epidemias.

    La conclusión es que el siglo XVII andaluz fue demográficamenteestabilizador. A fin del XVI y a fin del XVII la población de Andalucíaera la misma: 1.300.000 personas. El siglo XVIII fue de crecimiento, perosólo moderado, con una moderación más acusada en las ciudades que enel campo.

    LA EMIGRACIÓN ANDALUZA A NUEVA ESPAÑA

    Lo primero es situar la emigración andaluza a Nueva España en elcontexto de la emigración española a América, o mejor aún en el contextode la emigración a América en general y a Nueva España en particular delas regiones españolas. Los trabajos de Peter Boyd-Bowman nos permitenresolver la primera cuestión para el siglo XVI. Vamos a preferir sus datospara el período entre 1580 y 1600, los mismos proporcionan el resultadoque muestra el gráfico.

    La presencia andaluza había sido aún más destacada en la primeramitad del siglo XVI. Otros trabajos, aunque no tan generales como el deBoyd-Bowman, nos permiten conocer que durante el siglo XVII se mantu-vo un patrón semejante al que reflejan estos porcentajes, sobre todo en la

    EMIGRACIÓN Y MUNDO PRIVADO DE LOS ANDALUCES EN NUEVA ESPAÑA

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  • primera mitad, pero después, y sobre todo en el siglo XVIII, el predominiode Andalucía, Castilla y Extremadura fue dejando paso a las regiones de laperiferia española, sobre todo del norte peninsular y de Cataluña. Comoestos nuevos pobladores se concentraron sobre todo en las actividadescomerciales y mineras, tendieron a asentarse en México y Perú, aunque enotros lugares hubo presencias extraordinarias motivadas por las concesio-nes de la Corona a compañías de comercio relacionadas con regiones espa-ñolas determinadas, como fue el caso de la Compañía Guipuzcoana deCaracas.

    En la situación actual de los estudios sobre la emigración española aAmérica podemos hacer un cotejo entre la andaluza y la castellana, almenos para los siglos XVI y XVII. No hay estudios para otras regioneshechos sobre documentación estadística y que comprendan todo el conjun-to de la región. Aun así, María del Carmen Martínez, que ha trabajadosobre la emigración castellana y leonesa, matiza con frecuencia que susresultados (11.345 emigrantes) se pueden ver afectados por la falta deregistros para algunos años, de manera que durante el siglo XVI las esta-dísticas muestran inflexiones muy pronunciadas. En cualquier caso, susdatos ponen de manifiesto un descenso progresivo en la segunda mitad del

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    EXTREMADURA

    CASTILLA LA NUEVA

    CASTILLA LA VIEJAANDALUCIA

    RESTO

    CONTRIBUCIÓN REGIONAL A AMÉRICA EN EL SIGLO XVI. APROXIMACIÓNSEGÚN DATOS DE BOYD-BOWMAN

  • siglo, aunque la etapa de mayor aporte se produjo entre 1559 y 1579. Apartir de 1580 el descenso fue muy acusado. Los años más abundantes serelacionan con las partidas de gobernantes destacados que llevaban unabundante número de familiares y servidores, como el virrey Francisco deToledo en 1569, y el descenso a partir de 1580 lo atribuye a las conse-cuencias de la peste. María del Carmen Martínez percibe que la emigraciónandaluza, a pesar de que la región sufrió los efectos de la peste como todaEspaña, se mantuvo en niveles muy elevados.

    En el siglo XVII, durante la primera mitad, salieron más castellanosque en la segunda. En la segunda mitad se registró el 10,4% del total delsiglo y las cantidades anuales nunca fueron superiores a 20. Relaciona eldescenso que se produjo a partir de 1640 con la sublevación de Cataluña yel levantamiento de Portugal, que vinieron a sumarse sobre los efectos béli-cos continuados de la política exterior de la Corona española en Europa.

    En conjunto, las diferencias entre uno y otro año del siglo son muyreducidas y de nuevo indica que los de mayor aporte se deben a las parti-

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    Hombres

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    CASTELLANOS A AMÉRICA 1517-1700 (11.345 REGISTROS)

  • das de personajes importantes de la administración y la Iglesia, comoManso de Zúñiga y Juan de Palafox. En conclusión, en el siglo XVI salióel 80% de los emigrantes castellanos estudiados, mientras que en el XVIIlo hizo el 20%. La cantidad correspondiente al siglo XVII es la cuarta par-te de la andaluza en el mismo siglo12.

    Como veremos, la emigración andaluza tiene variantes sustancialescon la castellana. Sin entrar en detalles que analizaremos después y que sepueden ver en los gráficos comparativos, en cuanto a los registros encon-trados y analizados para los siglos XVI y XVII, los resultados son 31.029emigrantes frente a 11.345, es decir, la tercera parte. Además, la emigra-ción castellana es mucho más desequilibrada, pues la presencia de la mujeres muy escasa. Con todo, se puede señalar un punto en común, que es eldescenso muy marcado en el volumen de emigrantes a partir de 1640 apro-ximadamente. El gráfico correspondiente a la emigración andaluza aAmérica comprende los siglos XVI, XVII y XVIII: la limitación empleadaaquí al XVI y XVII ha parecido conveniente para cotejarla con la castella-na. En los siglos XVI y XVII los resultados están sobre 31.029 registros,en el total con el XVIII 33.775.

    Tras esta vista sumaria de la emigración andaluza a Indias en relacióncon la del resto de las regiones españolas, interesa ahora ver cómo se repar-tieron los andaluces por América y Filipinas, o mejor las Indias Occiden-tales y las Orientales13.

    Queda claro que los andaluces siempre mostraron una preferenciahacia Nueva España, muy por encima del resto de los destinos posibles.Para valorar adecuadamente este reparto es preciso tener en cuenta que losemigrantes tenían una gran movilidad, no sólo hasta que se establecíancomo pobladores en un núcleo urbano, sino también porque cambiaban confrecuencia de asentamiento. Esto se corresponde con una elección de des-tino bastante genérica en la mayoría de los casos. Es cierto que muchos delos que solicitaron ir a Nueva España o a Perú se establecieron respectiva-mente en México y en Lima, y así lo muestran noticias como el padrónelaborado en Lima por el virrey duque de la Palata (12 de septiembre de

    12 Martínez Martínez, M.ª del Carmen: La emigración castellana y leonesa a Indias (1517-1700). Junta de Castilla y León, 2 vols., Valladolid, 1993.

    13 La fuente utilizada para elaborar cuadros y gráficos en este trabajo ha sido el proyecto quedio lugar a La emigración andaluza a América. Siglos XVII y XVIII (ver nota 1), con la adición poste-rior de los datos correspondientes al siglo XVI, así como las depuraciones que ha sido conveniente apli-car a la base de datos original.

    ANTONIO GARCÍA-ABÁSOLO

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  • 1689), que recoge la presencia de 1.068 españoles peninsulares, de los que300 eran andaluces. También Santo Domingo fue lugar de alto poblamien-to andaluz, con 387 personas que podrían significar casi el 20% de sushabitantes, según las cifras de Antonio Vázquez de Espinosa. Hubo igual-mente una destacada presencia andaluza en Guatemala, que corroboranotras fuentes de carácter particular. Muy distanciados de estas zonas comolugares preferidos figuran Nueva Granada, Tierra Firme y Quito, y lugaresespecialmente poco poblados de andaluces fueron Argentina y Chile.

    Valen estos comentarios para los siglos XVI y XVII; en el XVIII lascuestiones que quedan más marcadas son una disminución muy acusadade la emigración española en general y de la andaluza en particular.Andalucía no fue una de las regiones elegidas por la Corona para poblarlas regiones deprimidas americanas con familias. En España se potencióentonces la salida de canarios, gallegos y asturianos, y los destinos prefe-ridos fueron Florida, Luisiana, las Antillas y Río de la Plata. Además,como ya quedó señalado, el siglo XVIII fue de predominio de la emigra-ción de españoles del norte peninsular, en particular cántabros y vascos,y de Cataluña.

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    HombresMujeres

    ANDALUCES A AMÉRICA (33.775 REGISTROS)

  • Vamos ahora a centrarnos más en la emigración andaluza a NuevaEspaña, pero siempre contando con la posibilidad de considerarla en elcontexto de la emigración andaluza a América en su conjunto. La base detrabajo está formada por los registros de la emigración legal formalizada enSevilla y conservada en el Archivo General de Indias, que para los siglosXVI, XVII y XVIII es de 33.775 emigrantes andaluces, de los que 11.943(el 35,4%) fueron a Nueva España.

    LA APORTACIÓN DE LAS PRINCIPALES CIUDADES ANDALUZAS

    Es preciso adelantar que, en los gráficos correspondientes a este tema,ha sido conveniente —a efectos prácticos— hacer una primera compara-ción entre los que se dirigen a América y los que lo hacen a Nueva Españasin contar con Sevilla. La distancia entre el máximo de Sevilla (6.318 emi-

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    Nueva España

    Perú

    Nva. Granada

    Guatemala

    Jamaica

    Sto. Domingo

    Pto. Rico

    Florid./Luis.

    Filipinas

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    XVI

    XVII

    XVIII

    ANDALUCES A AMÉRICA. DESTINOS

  • grantes en los tres siglos) y Jaén (70) es tan enorme que los gráficos pier-den su función informativa. Una vez hecho este primer cotejo, se incluyeSevilla en los siguientes gráficos, que vuelven a reflejar la emigracióndesde las ciudades pero distinguiendo entre hombres y mujeres. Por tanto,esta sucesión de imágenes es un recurso para facilitar una entrada suaveen la realidad de la emigración andaluza, con un predominio abrumadorde Sevilla.

    Lo primero a reseñar es que América se abasteció más de pobladoresde la Andalucía Occidental (89,2%) que de la Oriental (10,8%). Dentro deello, el dato más sobresaliente es, sin duda, la presencia de sevillanos enla emigración al Nuevo Mundo, como razonablemente debía correspondera la ciudad que Lope de Vega había calificado como puerto y puerta de lasIndias. Boyd-Bowman le había adjudicado en la segunda mitad del sigloXVI un 58% del total andaluz, dato que se confirma, aunque reducido al56,5%, para el siglo XVI; en la primera mitad del siglo XVII es precisosubir la proporción hasta el 72%. Estas cantidades han sido obtenidas apartir de la naturaleza de los pasajeros reflejada en la documentación, y enlos casos en que faltaba no se ha supuesto a partir de la vecindad, ni tam-poco de deducciones de apellidos con afinidad toponímica. Sólo para loscasos de los hijos de familias de pasajeros en los que no figura la natu-raleza, ha parecido conveniente adjudicar a los hijos la naturaleza y ve-cindad de los padres, o de la madre en último caso. Las dudas que sepudieran plantear acerca de la auténtica naturaleza sevillana de este abun-dantísimo número de pasajeros no son fáciles de resolver. En todo caso, noparece el procedimiento más adecuado para estudiar la emigración aIndias dejar de prestar crédito a los testigos en sus declaraciones, comotampoco es razonable desconfiar de la sinceridad de los que solicitabanlicencia cuando afirmaban que eran de Sevilla. Aunque no fueran enmuchos casos sevillanos de tradición, sí eran personas bien asentadas enSevilla o procedentes de familias afincadas en la ciudad con su esperanzapuesta en el cruce del océano.

    Sevilla deja el protagonismo a Cádiz en el siglo XVIII por el trasladode la Casa de la Contratación a esa ciudad en 1717, de manera que la emi-gración a Indias desde Cádiz en ese siglo sobrepasa a la de Sevilla. Unhecho notorio en los tres siglos es que las aportaciones de emigrantes sonmenores en la medida en que se interpone mayor distancia entre Sevilla (oCádiz en el siglo XVIII) y el lugar analizado.

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    Granada Málaga Jaén Córdoba Cádiz Huelva Jerez Puerto Sanlúcar Ecija0

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    Granada

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    Hombres

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    APORTACIÓN A AMÉRICA DE LAS GRANDES CIUDADES ANDALUZAS.CON SEVILLA

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    APORTACIÓN A NUEVA ESPAÑA DE LAS GRANDES CIUDADES ANDALUZAS.SIN SEVILLA

    Granada Málaga Jaén Córdoba Cádiz Huelva Jerez Puerto Sanlúcar Ecija0

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    Siglo XVI

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    Granada

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    Hombres

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  • Éste es el comportamiento de la emigración andaluza a América. Sipasamos a ver la que se dirigió a Nueva España —también sin Sevilla en elgráfico—, la presencia de Andalucía Occidental todavía aumenta más(92,3% frente a 7,7%). Nueva España recibió muchos pobladores de lascuatro provincias de la Baja Andalucía, pero sobre todo de las de Sevilla yCádiz. La de Sevilla desciende progresivamente desde el siglo XVI hasta elXVIII, manteniendo un nivel alto durante los dos primeros siglos; en elsiglo XVIII es sólo un 3,5%. La de Cádiz se mantiene en tasas altas —pordebajo de Sevilla— en los tres siglos, y las de Córdoba y Huelva son altasen el XVI, moderadas en el XVII y muy bajas en el XVIII.

    Si consideramos la emigración de mujeres, el predominio de lassevillanas es muy alto tanto entre las que fueron a Nueva España comoentre las que se repartieron por el resto de América. De las ciudades dela zona próxima a la salida de las flotas (Sevilla, Jerez, Sanlúcar, Puertode Santa María y Cádiz) salieron más mujeres, lo cual tiene que estarrelacionado con la mayor familiaridad con el mar y con las noticias deAmérica, así como por las dificultades añadidas —especialmente para lasmujeres— por los malos caminos y las incómodas posadas de la Españade la época. Es destacable que en la emigración a Nueva España el equi-librio es mayor entre hombres y mujeres: la emigración andaluza a NuevaEspaña sigue el patrón familiar probablemente de manera más intensaque la que se dirigió a otras provincias. Por otra parte, el elevado núme-ro de andaluzas que se embarcan como criadas sugiere que los pasajerosque necesitaban llevar criadas, que no fueran del grupo familiar, lascontrataban en Sevilla y los lugares próximos a Sevilla. No sólo seríamucho más fácil hacerlo así sino también mucho más barato, asuntoimportante si se tiene en cuenta que los gastos de los preparativos y elviaje eran elevados.

    EVOLUCIÓN DE LA EMIGRACIÓN ANDALUZAA NUEVA ESPAÑA ENTRE 1525 Y 1800

    La emigración andaluza a América siguió un ritmo creciente hastafinales del siglo XVI, para descender hacia 1640 y recuperarse lenta peroprogresivamente desde el último cuarto del siglo XVII, aunque nunca serecuperaron los altos niveles de la emigración del siglo XVI. El mayor

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  • aporte de andaluces se produjo entre 1550 y 1640, es decir, en la época deesplendor de la España de los Austria, con más del setenta por ciento deltotal en los tres siglos.

    El gráfico expresa claramente estas diferencias, que en proporcionesson: 60,4% en el XVI, 31,5% en el XVII y 8,1% en el XVIII. Esto signifi-ca que las epidemias de peste del siglo XVII, sobre todo la de 1649, a pesarde haber incidido gravemente en la vida de Andalucía, no supusieron unestímulo a la emigración a Indias. Todo hace indicar que los andaluces fue-ron a América guiados e impulsados mucho más decisivamente por los fac-tores de atracción que ofrecía el mundo de las Indias que por factores nega-tivos en Andalucía. Por otra parte, también merece destacarse la capacidaddemográfica de Andalucía en los tiempos modernos, circunstancia que lepermitió crecer, repoblarse a sí misma —con la ayuda de otras regionesespañolas— y poblar América.

    La emigración castellana a América en los siglos XVI y XVII, conunas cifras mucho menores que la andaluza, también se concentra en elperiodo entre 1550 y 1640, con el descenso marcado después y la recupe-ración muy lenta a fines de siglo. Probablemente los mismos factores quemodificaron la tendencia en la salida de andaluces lo hicieron también enla de castellanos; uno de ellos pudo ser la peste, pero de nuevo pareceponerse de manifiesto que los españoles fueron a América más estimuladospor sus atractivos que impulsados a salir de España por las malas condi-ciones de vida. Se ha señalado que las despoblaciones provocadas por lasepidemias pudieron dejar a los que sobrevivieron más oportunidades paraganarse la vida.

    Si analizamos en detalle la emigración andaluza a Nueva España vol-vemos a encontrar lo mismo, con el matiz de que el descenso se produce apartir de 1630 aproximadamente. Estableciendo los años treinta del sigloXVII como los del cambio de tendencia, tendríamos un primer periodoentre 1525 y 1550 con una media de 37 pasajeros por año. La etapa entre1550 y 1630, con 113 pasajeros por año, es, sin duda, la de mayor emigra-ción y la mejor definida, en el sentido que luego veremos. A partir de 1630,el declive de la emigración andaluza a Nueva España fue muy pronuncia-do, de manera que la media anual hasta 1800 fue de 11 pasajeros por año.No hay grandes variaciones como se puede comprobar teniendo en cuentaque las mejores etapas, que son las de 1676 a 1700 y de 1751 a 1775, subie-ron sólo hasta 16 y 14 pasajeros por año respectivamente.

    EMIGRACIÓN Y MUNDO PRIVADO DE LOS ANDALUCES EN NUEVA ESPAÑA

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  • Lo más destacado aquí es la presencia de mujeres, tan relevante queentre 1560 y 1630 fueron a Nueva España más mujeres andaluzas que hom-bres: 50,4% frente a 49,6%. En esos años hay una gran emigración de fami-lias y además 310 mujeres fueron a reunirse con sus maridos, que ya estabanen Nueva España y las habían llamado. No se trata normalmente, comocabía esperar, de una partida de la mujer o del matrimonio en solitario, sinode una emigración de grupos familiares muy abundantes: en esos años 2.003hijos fueron con sus padres y la mayoría de ellos tenía menos de 15 años.Otros 784 fueron acompañando a sus madres para reunirse en Nueva Españacon sus padres. En la última parte de este trabajo tendremos ocasión de con-templar cómo funcionaron estas familias, su capacidad para apoyarse unos aotros y la especial habilidad que solían tener las familias de muchos miem-bros para salir adelante, en algunos casos con unos padres ya convertidostambién en abuelos que siguieron trabajando a favor de la familia hasta edadavanzada. Ahora nos vamos a limitar a mencionar algunos casos de estaemigración familiar, tan característica de Nueva España en la época señala-da. Muchas familias, o madres sin sus maridos, llevaron cuatro, cinco y más

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    ANDALUCES A NUEVA ESPAÑA (11.943 REGISTROS)

  • hijos, en muchos casos muy pequeños: Damiana Osorio, de Sevilla, fue areunirse con su marido, Juan Díaz de Gibraleón, con cinco hijas y un hijo;Leonor de Ribera, también de Sevilla, fue a reunirse con su marido, Pedrode Medellín, con tres hijos y cuatro hijas; Álvaro de Illescas fue con sumujer, María Cansino, sus cuatro hijas y una cuñada; Mayor Iñiguez, viuda,partió de Sevilla con seis hijos, con toda seguridad llamada por algún fami-liar que le prometió ayuda en Nueva España; María de Santana, de Sevilla,fue con siete hijos y, aunque era casada, no consta que fuera a reunirse consu marido; Inés Márquez, de Trigueros (Huelva), fue a reunirse con su mari-do, Juan de Toravayo, con sus cinco hijos; y Leonor de Ortega fue a reunirsecon su marido, Francisco Rodríguez Campos, con sus ocho hijos. Valganestos ejemplos por citar algunos, pero sólo son una pequeña muestra de loque puede verse con más detalle en el catálogo, al final de este trabajo, y larealidad que reflejan los gráficos.

    La abundancia de mujeres casadas que fueron a Nueva España a reu-nirse con sus maridos entre 1550 y 1630 justifica que digamos algo de losprocedimientos que siguieron. Lo habitual fue que el marido marchara apreparar el terreno y un tiempo después llamara a la mujer y a los hijos,para lo cual enviaba dinero para el pasaje y consejos para el viaje a travésde alguna persona de confianza, con mucha frecuencia comerciantes.Tomamos el caso de Luis de Illescas, de Jerez de la Frontera, que pasó aNueva España y se estableció en México. No hay noticia de su partida enlos registros de la Casa de Contratación. El 24 de diciembre de 1564 escri-bió a su mujer, Catalina Gutiérrez, que vivía en Jerez, para que “se vengacon toda su casa a esta tierra…, donde ya tengo dicho pienso morir…, por-que tengo determinado dejar a mis hijos en tierra donde no aprieten tantasmiserias”. Luis de Illescas justifica no haber enviado dinero porque habíaempleado sus recursos en preparar la llegada de la familia comprando unascasas. Además, en la carta pide a su mujer que venza el miedo a empren-der el viaje con toda la casa, “pues ya conoce esta tierra lo que es poner pordelante cómo ha de venir una sola mujer por caminos tan largos y con car-ga tan pesada de hijos; a esto respondo quo para cuando uno ha de hacer suvoluntad…, halla las cosas a su propósito y compañías muy honradas, quehartos hombres envían por sus mujeres. Mi compadre Gaspar Melchorenvía por su mujer y toda su casa, (y) otros ciento que no declaro”14. Estas

    14 Luis de Illescas a su mujer, Catalina Gutiérrez, en Jerez de la Frontera (Cádiz). México, 24de septiembre de 1564, Otte, núm. 11.

    EMIGRACIÓN Y MUNDO PRIVADO DE LOS ANDALUCES EN NUEVA ESPAÑA

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  • afirmaciones son completamente reales, y añaden otro testimonio más quese refiere a la gran cantidad de mujeres que se registran con sus hijos enSevilla para pasar a Nueva España en los años señalados.

    El gráfico que muestra la emigración andaluza a Nueva España con-siderando el estado civil de los pasajeros es también, como no podía ser deotra manera, sumamente expresivo de la importancia del modelo familiar.El paso de los matrimonios en la época dorada de 1550 a 1630 es eviden-te, y además la presencia de los hijos de estos matrimonios —y de lasmadres que van a reunirse con sus maridos— es una parte considerable delos solteros y solteras. Estas madres que asumieron la responsabilidad dellevar solas la prole a Nueva España forman la mayoría de mujeres casadasentre 1551 y 1600. Podría añadirse que la presencia de viudas estuvo rela-cionada habitualmente con la emigración de familias: lo normal era que lle-varan a los abuelos que formaban parte del grupo familiar en Andalucía.Como veremos al considerar las edades, el porcentaje de posibles abuelosno es corto y las licencias son también expresivas del paso de estas perso-nas mayores integradas en la familia: 96 mujeres viudas fueron a NuevaEspaña con sus hijos y con sus yernos, y 40 viudos que hicieron lo mismoen su mayoría, aunque también hay ocasiones en las que el viudo es el suje-to de la licencia y, por tanto, el gestor del viaje.

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    Viudas

    ANDALUCES A NUEVA ESPAÑA. ESTADO CIVIL

  • UNA EMIGRACIÓN DE JÓVENES Y NIÑOS

    Refuerza todavía más el carácter familiar de la emigración andaluzael conocimiento de la edad de los que se fueron. Es preciso adelantar quela edad no es un dato fácil de encontrar en la documentación relativa a lospasajeros a Indias, en particular, no figura en la mayoría de los casos de laprimera mitad del XVI. Por lo tanto, la información sobre edades del sigloXVI en el gráfico corresponde a la emigración de la segunda mitad, e inclu-so del final del siglo. Esto explica que en el gráfico quede tan destacada lapresencia del siglo XVII, sólo debida a que hay más información sobreedades y a que sea un siglo de gran emigración. En el XVIII sigue habien-do información pero menos emigrantes. Es probable que la mayor cantidadde datos sobre la edad de los emigrantes a América se haya conocido a par-tir de nuestros trabajos sobre los andaluces.

    Hecha esta aclaración, se comprueba por los resultados mostrados enel gráfico que la emigración andaluza a Nueva España se compuso de gen-te de todas las edades. Estos datos ratifican lo que era imaginable y muchoshabían supuesto, es decir, que emigraban los que estaban en mejor edad de

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  • producir, el 65,2% tenía entre 16 y 40 años. Sin embargo, por abajo y porarriba de ese gran tramo mayoritario, también hay una importante presen-cia de niños (16,2% hasta 10 años) y de adolescentes (9,4% de 10 a 15años), y de personas mayores de 40 años (9,2%). La persona más ancianaregistrada en la Casa de Contratación fue Ana de Esquivel, una sevillana de80 años, viuda del doctor Santiago de Esquivel, que fue con su hijo aGuadalajara en 1602. También merecen ser mencionadas Isabel deEsquivel, de 75 años, de Jerez de la Frontera, registrada en 1597 con sumarido, Francisco González de Figueroa, y Blanca de León, sevillana de 76años que partió con su hija Magdalena de León, que fue a reunirse con sumarido, el capitán Juan Romero, en 1633.

    LA DISTRIBUCIÓN DE LOS ANDALUCES EN NUEVA ESPAÑA

    Es difícil conocer la distribución de los emigrantes a partir de la docu-mentación generada en la Casa de Contratación porque la mayoría de lasveces declaraban un destino tan genérico como Nueva España, Michoacán,Oaxaca, Yucatán o Sonora, o tan poco útil para nosotros como el puerto deentrada al virreinato, es decir, Veracruz, una ciudad cuyas condiciones devida eran afamadamente dañinas. Con todo, se podrían destacar entre losregistros estudiados 179 con destino a Yucatán, 305 a Veracruz, 53 aMichoacán, 33 a Guadalajara, 27 a Puebla, 22 a Zacatecas y 14 a Tlaxcala.Muy esporádicamente aparecen Acapulco, Celaya, Guanajuato, Sonora yMérida.

    Una fuente completamente segura para localizar a los andaluces enNueva España son los autos de bienes de difuntos. Aquí figuran los lugaresen que fallecieron y contienen información suficiente como para entendersi se trataba o no de su residencia habitual. El inconveniente es que elnúmero de autos es muy pequeño si lo comparamos con el de inmigrantes,lo cual nos llevaría a entrar en disquisiciones que no son del caso, aunqueen último término probablemente habría que aceptar que los españolesfallecidos de los que se ocupó el Juzgado de bienes de difuntos fueronaquellos que mantuvieron mayor conexión con su tierra de origen.Podemos disponer de 1.348 autos relativos a andaluces fallecidos en NuevaEspaña, mientras que los registrados en la Casa de Contratación fueron11.943, un 11,3%; no es mucho pero son datos seguros. En los autos figu-

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  • ran 27 lugares del virreinato, de los cuales 81 son genéricos (46 de NuevaEspaña, 34 de Yucatán y uno de Michoacán), y el resto precisos; entre éstosdestacan México (452 referencias), Veracruz (201) y Puebla (21). En estaocasión, los datos correspondientes a Veracruz son objetivos y responden aque realmente era un lugar en el que enfermaban y fallecían muchos pobla-dores, en particular los inmigrantes recién llegados e inadaptados a la insa-lubridad de la costa tropical. Sin embargo, la mayoría de los fallecidos enVeracruz fueron soldados, marineros, grumetes, oficiales y trabajadores delas flotas en general, que con frecuencia era gente de Sevilla y de las cos-tas de Cádiz y Huelva.

    Los pobladores andaluces que encontramos residiendo habitualmenteen Veracruz estaban relacionados con el comercio, como ElviraCastellanos, de Carmona (Sevilla), viuda del mercader Sebastián Ortiz, queestaba enterrado en el Monasterio de San Francisco de la ciudad. Elviratenía casa propia y había continuado el negocio de su marido en una tien-da en la que en 1606, fecha de su testamento, tenía mercancías por valor de6.000 pesos y mil pesos más en reales, trabajando para ella tres esclavosnegros15.

    Algunos de los que enfermaron en la costa y consiguieron salir mejo-rados del Hospital Real de Veracruz murieron en México, o de camino a lacapital. Así sucedió con un granadino de 20 años llamado Francisco deAlarcón, que había llegado a Cartagena y desde allí había embarcado a SanJuan de Ulúa con Cristóbal de Castroverde, de Sevilla. Ninguno de ellosfigura en los registros de la Casa de Contratación. En Veracruz concertaroncon Francisco Guillén, arriero de México, para que los llevara en su recuajunto con otros pasajeros y a legua y media de la venta de Zacatepeque elgranadino Francisco de Alarcón no pudo resistir más, se cayó de la mulaen que montaba y murió. El escribano y el alguacil que hicieron las dili-gencias señalaron que había muerto de una apostema que le había reventa-do en el pecho; no llevaba encima más que 16 pesos y sus ropas se vendie-ron por 28 pesos16. Francisco de Alarcón no responde al tipo de emigrantea Indias; debe formar parte del pequeño porcentaje de menesterosos que selanzaban a la aventura americana. Queda para la imaginación cómo había

    15 Autos de Elvira Castellanos, natural de Carmona y difunta en Veracruz con testamento.Archivo General de Indias, Contratación, 938, Ramo 30.

    16 Autos de Francisco de Alarcón, natural del reino de Granada y difunto abintestato en el cami-no y venta de Zacatepequec, yendo a México. Archivo General de Indias, Contratación, 493, Ramo 9.

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  • llegado hasta la venta de Zacatepeque un mozo de 20 años, con poco equi-paje y menos dinero y que no aparece en los libros de registro de pasajeros.

    Estas referencias a las condiciones de la puerta de entrada a NuevaEspaña deben servir para constatar que algunos inmigrantes no pasaronmás allá. No sabemos cuántos, pero si utilizamos la muestra de 11.115autos de bienes de difuntos, el 7% de ellos murió en San Juan de Ulúa yVeracruz a causa de las enfermedades tropicales. De todas formas, la mayo-ría de los andaluces debió morir de edad avanzada en México, que era ellugar de asentamiento preferente. J. Ignacio Rubio Mañé señala que el25,5% de la población de la capital del virreinato en 1689 era andaluza,después se situaban los vascos, los montañeses y los navarros con el 39,3%,y por último los extremeños y castellanos con el 13,3% del total. Esto secorresponde con el descenso de la emigración castellana en la segundamitad del siglo XVII, un descenso que también afectó a la emigraciónandaluza aunque en cantidades absolutas todavía continuó siendo la másrelevante. Sin embargo, a fines del siglo XVIII los grupos mayoritarios deemigrantes procedían del norte de España, primero los cántabros y despuéslos vascos17.

    Otro inconveniente para conocer la distribución de los andaluces enNueva España es la extraordinaria movilidad que tuvieron los inmigrantesespañoles en América, fueran andaluces o no. Como hemos visto, entre losandaluces hubo una tradición de movilidad desde el siglo XVI, no sólo porla mostrada disponibilidad de la región para enviar emigrantes a Américasino por las repoblaciones internas que se hicieron en la propia Andalucía.Con frecuencia, los pobladores andaluces de América decidieron hacer ren-dir un capital mediante una actividad comercial que les mantenía de acápara allá constantemente, a la espera de conseguir lo necesario para regre-sar a la tierra de origen. También, a menudo, estas actividades comercialesparecen programas de familia, bien porque es la familia la que dispuso elprincipal que hizo rendir una persona joven, en condiciones de trabajar paramultiplicarlo en América, o bien porque varios miembros de la mismafamilia en América trabajaron conjuntamente en actividades complementa-rias con los mismos objetivos de engrandecer el grupo. Podemos verlo enel planteamiento que hizo Segundo Martínez, que estaba en México, a su

    17 Brading, D.: “Los españoles en México hacia 1972”. Historia Mexicana, núm. 89,vol. XXIII, 1, 1973, págs. 126-144.

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  • padre en una carta escrita en mayo de 1572: Si vm fuere servido de venir yole prometo a vuestra merced que se huelgue harto de haber venido a estatierra, lo uno y lo otro no andará vm por casas ajenas, ni verá tantas ham-bres y pestilencias como hay allá, porque esta tierra es muy sana y muybastecida de pan y carne y frutas de España y de la tierra, y se gana en ellamuy largo de comer, tanto que tengo esperanza en Dios que si vm viene nosvolveremos a nuestra tierra antes de cuatro años18.

    Este comportamiento también se puede observar en actividades eco-nómicas desarrolladas por miembros de familias a un lado y otro del océa-no, para el provecho del linaje. Altman19 lo ha puesto de manifiesto en lospobladores extremeños de Cáceres y Trujillo y yo puedo decir otro tantopara los indianos andaluces20.

    Es conocido que la colonización española fue eminentemente urbana;para los españoles vivir civilizadamente, o como ellos decían vivir en poli-cía, significaba vivir en ciudades. La tendencia, pues, de los inmigrantesandaluces fue asentarse en ciudades, pero esto no se puede entender en tér-minos absolutos. Lockhart ha mostrado cómo un grupo de españoles seestablecieron desde fines del siglo XVI en Toluca, se dedicaron a producirbienes para el abastecimiento de la ciudad de México y formaron unacomunidad estable en la que los apellidos permanecieron centenares deaños. Añade que el caso de Toluca puede ser paradigma de lo que debiósuceder en cualquier área de indios sedentarios, entre los que se estable-cieron españoles que se convirtieron en el sector dominante de la región. Elmecanismo sería tanto más efectivo cuanta mayor fuera la proximidad a ungran mercado de consumo, como sucedía con Toluca respecto de México21.

    Habría que concluir, por tanto, que los andaluces —como los inmi-grantes españoles en general— se asentaron en donde vieron posibilidadesde cumplir los objetivos que se trazaron al emprender la empresa america-na. Unos buscaron hacer rendir un capital para regresar y encontraron la vía

    18 Otte: Cartas privadas..., carta núm. 39: Segundo Martínez a su padre Diego Marrtínez, enSevilla, México, 1.º de mayo de 1572.

    19 Altman: Emigrantes..., pág. 273.20 García-Abásolo, Antonio: La vida y la muerte en Indias, págs. 39-93. También “El mundo

    privado de los conquistadores y sus descendientes”. Actas del Congreso de Historia delDescubrimiento, Madrid-Sevilla, 1992, Tomo III, págs. 263-309.

    21 Lockhart, James: “Españoles entre indios: Toluca a fines del siglo XVI”. Revista de Indias,Vol. 131-138 (1973-1974), págs. 435-493. También en Niño Grijalva, Manuel (Compilador): Haciendas,pueblos y comunidades. Los valles de México y Toluca entre 1530 y 1916. México, 1991, págs. 52-116.

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  • más adecuada en el comercio de acuerdo con sus posibilidades, y otros fue-ron a quedarse y buscaron actividades más fijadas a la tierra. Éste es unplanteamiento muy sumario y la realidad es que nos podemos encontrarmuchos casos que muestran hasta qué punto los pobladores andaluces deNueva España tuvieron que adaptarse a las circunstancias: buhoneros queencontraron la muerte mientras se afanaban en hacer fortuna en un itinera-rio comercial, barberos-cirujanos que la encontraron haciendo comercio,clérigos que enfermaron y fallecieron cuando regresaban a España con losbienes que habían podido reunir, comerciantes que pretendieron ser de iday vuelta y se asentaron en Nueva España definitivamente... En suma, entrelos inmigrantes andaluces encontramos la dinamicidad propia de esosmiles de personas jóvenes que se atrevieron a salir de su tierra de origen ydejar una vida para emprender otra a un océano de distancia.

    EL MUNDO PRIVADO DE LOS ANDALUCES DE NUEVA ESPAÑA

    Después de ver los números y las estadísticas, vamos a intentar ahoraconocer un poco más de cerca algunos ejemplos de cómo fueron las vidasde los andaluces que marcharon a Nueva España, qué esperaban encontrar,cuál fue el resultado de su experiencia mexicana, qué beneficios les repor-tó a ellos, a sus familias y a su tierra de origen. Realmente, algo hemos vis-to ya al tratar de la distribución de los pobladores andaluces en NuevaEspaña.

    Con frecuencia se ha dicho que el emigrante a Indias fue gente depocos recursos, que vivía en la miseria y que puso sus esperanzas en elNuevo Mundo. Lo último es cierto para todos, pero lo primero no se corres-ponde con la realidad que manifiestan los documentos que proporcionanalgo de luz acerca de estos pobladores. Por ejemplo, las cartas que es-cribieron y que les escribieron, los testamentos que hicieron o lo quedicen de ellos las personas que testificaron conocerles o ser sus parientes.De hecho, en las cartas que muchos pobladores escribieron a sus mujeres—que habían dejado en España con los hijos— para que fueran a reunirsecon ellos a Nueva España, lo habitual es que les enviaran el dinero necesa-rio para hacer las gestiones oficiales y para preparar todo lo que el viajeimplicaba, de alimentación, acomodo y compañía. Las cantidades queremitieron variaban según las posibilidades de cada cual, pero lo normal es

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  • que fueran importantes. Se estima que hacia 1580 el coste total del viaje aAmérica estaba entre 30 y 40 ducados, y si se contrataba un camarote, cosaaconsejable sobre todo para las mujeres, había que pagar alrededor de 80ducados más22. No todas las personas que deseaban ir a América podíandisponer de estos recursos para cumplir sus deseos. También en la propiaNueva España, las noticias indican que el poblador que llegara debía con-tar con algún capital inicial para poder organizar su nueva vida con algunagarantía. Tomamos el caso de Francisco Pérez, un sevillano del pueblo deEl Bodonal, que en 1585 escribió a su hermano Diego prometiéndole aco-gida para él y su familia en su propia casa, “que esta tierra no está parapoder vivir en ella los que son pobres y en esta ahorrará a su oficio muchosdineros”23.

    Desde muy pronto el modo habitual de plantear la emigración fue bus-car la ayuda de un familiar o paisano que ya estuviera asentado. Los mis-mos pobladores ya establecidos estimularon el traslado de sus familiarestomando la iniciativa de llamarlos y prometerles su asistencia; a veces esallamada se planteó como la solución para que los frutos del esfuerzo de unpoblador soltero o casado pero sin hijos pudiera quedarse en la familia.Este tipo de llamadas fueron bastante frecuentes y a menudo se deja ver uncierto tono de desesperación porque el familiar no se decidía a marchar aNueva España. Vicente Mateos, de Medina Sidonia, un pueblo de Cádiz,escribió muchas veces a su sobrino Alonso Mateos para que se fuera consu familia a México, en donde le esperaba para darle la mitad de su hacien-da y toda entera cuando muriera. No es el primero que indica a su sobrinoque no le enviaría más partidas de dinero para que advirtiera más clara-mente que su esperanza estaba en México, en donde se pagarían todos losfletes y gastos de viaje24.

    Las cartas de llamada fueron las que los padres de familia y maridosescribieron desde América a sus mujeres para que se reunieran con ellos.En la emigración andaluza a Nueva España vimos que el componente fami-liar fue muy importante en la segunda mitad del siglo XVI y la primera del

    22 Scratish, Nicholas: “New perspectives on Castilian Migration to the Audiencias of Mexicoand Lima”. Universidad de California, San Diego, 1975, citado por Altman: Emigrantes..., pág. 227.

    23 Otte: Cartas privadas..., carta núm. 92: Francisco Pérez a su hermano Diego Pérez, en ElBodonal, México, 16 de abril de 1583.

    24 Otte: Cartas privadas..., carta núm. 133: Vicente Mateos a su sobrino Alonso Mateos, enMedina Sidonia, México, 4 de enero de 1596.

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  • XVII. Hay muchas cartas de este tipo fechadas en el virreinato —sobretodo en México— que justifican los datos sobre abundancia de mujerescasadas que muestra la documentación estadística. La impresión que serecibe al leer estas cartas es que los maridos y padres de familia añorabana los suyos y les llamaban, respondiendo a planes de salida de Andalucía yasentamiento en Nueva España planificados hasta donde las circunstanciaslo permitían. Por ejemplo Pedro de Aguilera manifestó una gran amarguraa su mujer, Leonor Paladines (Sevilla), porque había recorrido las ochentaleguas que separan a México de Veracruz con la esperanza de encontrarsecon ella y sus dos hijos. Los términos que emplea en la carta son útiles por-que deben representar lo que fueron en esos años: Cuando vi entrar unaflota tan populosa y con tan buen viaje como trajo y tanta gente, y no os via vos, fue tanta la pena que recibí... 25

    Pero es posible que no todos tuvieran estas intenciones, o también quea pesar de las llamadas las esposas no se decidieran a emprender la aven-tura de los preparativos de un viaje que resultaba caro y penoso. En todocaso, fueran las esposas renuentes o los maridos remisos en llamarlas, locierto es que esto nos da ocasión de comprobar que funcionaba la legisla-ción que imponía a los emigrantes casados arreglar su situación pararecomponer la vida conyugal. Las cartas dicen claramente que los maridosen esta situación podían terminar en las cárceles del virreinato y que eltemor a la prisión les hizo acelerar los trámites para reunir a sus familias enNueva España. Diego de San Llorente escribió varias veces a su mujerLuisa Sánchez (Sevilla), avisándole de que le enviaba dinero para que sefuese con su hijo a Puebla, donde él estaba. En una de ellas (1569) se venclaramente las gestiones que preparaban estos maridos solitarios para arre-glar los viajes de sus esposas, y de nuevo los términos que emplean sonútiles para comprobar, una vez más, la presencia de muchas mujeres en lasflotas de estos años: La causa porque yo no voy para venir con vos, seño-ra, es la mucha dificultad y costa que hace y tiene un hombre que con sumujer ha de venir a esta tierra, y pues cada viaje vienen a esta tierramuchas señoras muy honradas, podréis venir vos y vuestro hijo muy avuestro placer, porque yo enviaré dineros. En 1571 le escribió otra vez paraavisarle de que la mujer de un amigo de Puebla estaba preparando su via-

    25 Otte: Cartas privadas..., carta núm. 66: Pedro de Aguilera a su mujer, Leonor Paladines, enSevilla. México, 20 de octubre de 1575.

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  • je, y le pedía que aprovechara la ocasión de esa flota. En otra carta dirigi-da a Antón Sánchez, su cuñado y vecino de Sevilla, le pedía que ayudaraen los preparativos del viaje de su hermana y sobrino26.

    Las esperas de los maridos podían llegar a ser dramáticas, tanto por lapena de prisión como porque les impedían desarrollar sus actividades eco-nómicas. Lo vemos en el caso de Hernán García, que en 1586 llamó des-esperadamente desde Puebla a Catalina Núñez, su mujer, que había queda-do en Sevilla con los hijos. Le insistía mucho en que no dejase de ir, porqueotras muchas señoras iban a hacer vida maridable con sus maridos: Señora,habrá de saber que de ninguna manera pude enviar en este navío de avisocosa ninguna, porque he hecho compañía con un mercader, la cual es en elarte de la seda, y confiado está mi señor que han de venir vuestra mercedy mi señor padre, porque es el fiador mío, porque he estado preso por casa-do, y en esta flota que ahora esperamos de allá los esperamos… Señoramía, si por ventura no venís en esta flota no me escribáis más, porque ten-go pensado de huirme y pasar a la China27.

    Por la vía de estimular la emigración de parientes llegaron a estable-cerse en Nueva España grupos de pobladores conectados entre sí por vín-culos familiares y de paisanaje que fueron muy eficaces. Los estudios sobreel mundo de los pobladores de América están mostrando que la coloniza-ción fue en gran parte facilitada por estos vínculos, que no sólo se mantu-vieron en la propia América sino también con los parientes en España. Estaactitud está relacionada con la visión que los españoles tenían de los Reinosde Indias, que aunque estaban muy lejos se consideraban propios, tantomás si allí había algún familiar. Y esto es válido incluso para Filipinas. Unejemplo magnífico es el que protagonizó María Gutiérrez, una viuda de LaRambla (Córdoba) que murió en México en 1598, probablemente siendoanciana. No figura en los libros de registro de la Casa de Contratación, peromarchó a Nueva España siendo viuda con cuatro de sus hijos, en Andalucíaquedó su hija Mayor, ya casada. La actividad desarrollada por esta mujerextraordinaria se puede seguir a través de su testamento y de algunas car-tas escritas a su hija Mayor, a la que en varias ocasiones le envió dinero.

    26 Otte: Cartas privadas..., carta núm. 156: Diego de San Llorente a su mujer, Luisa Sánchez,en Sevilla, Puebla, 12 de abril de 1569; carta núm. 157: Diego de San Llorente a su mujer, LuisaSánchez, Puebla, 24 de marzo de 1571; carta núm. 158: Diego de San Llorente a su cuñado, AntonioSánchez, en Sevilla, Puebla, 24 de marzo de 1571.

    27 Otte: Cartas privadas..., carta núm. 178: Hernán García a su mujer, Catalina Núñez, enSevilla, Puebla, 4 de noviembre de 1586.

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  • A fines del siglo XVI su hija María residía en Zacatecas, casada con elcapitán Juan de Zayas, ocupado en la guerra contra los chichimecas; otrohijo llamado Diego había profesado en la orden de San Agustín y se habíaido a Filipinas, en donde fue prior; su hija Juana se había casado con LuisPérez y vivía, como su madre, en México, y por último su hija Isabel habíafallecido en México, confiándole la tutoría de su hija Constanza y nom-brándole albacea en su testamento. Es evidente que había sabido sacar a suhijos adelante y tenemos algunas noticias de su capacidad de generar recur-sos. Una de sus actividades fue contratar con mercaderes mexicanos parti-das de dinero para invertir en el Galeón de Manila a fin de comprar pro-ductos chinos y venderlos en Acapulco. Estableció relaciones comercialesbastante estables con su hija María, la de Zacatecas: la madre compraba enMéxico alimentos en conserva y productos para la minería y la hija los ven-día en Zacatecas con notables ganancias porque la guerra chichimeca y laconsiguiente inseguridad del camino real había subido los precios en losmercados mineros28.

    Entre los españoles establecidos en Toluca a fines del siglo XVI esta-ba Simón Gordo, un cordobés de la comarca de los Pedroches, una zona deSierra Morena al norte de Córdoba. En 1567, poco antes de su partida paraNueva España, había suscrito un censo de 49.000 maravedíes procedentede una de las fundaciones que fray Juan de los Barrios, primer arzobispode Santa Fe de Bogotá, había hecho en Pedroche, su pueblo natal. Es pro-bable que Simón Gordo contratara esta partida de dinero americano paraatender los gastos de su inminente viaje. Estuvo en Toluca hasta 1607, añoen que falleció, y fue capaz de hacer un patrimonio interesante que heredósu hijo Antón Gordo, casado con María Farfán, también establecido enToluca. Los legados testamentarios de Simón Gordo muestran que todavíamantenía intereses en Andalucía, en donde había dejado dos hijas monjas,pero representa el caso de una familia andaluza que se acriolla en segundageneración. No hay constancia de la actividad desarrollada por SimónGordo en Toluca, pero su experiencia en la sierra cordobesa era ganadera,y precisamente en la cría de cerdos, que era muy importante en el valle deToluca29.

    28 García-Abásolo, Antonio: “Mujeres andaluzas en la América colonial”, Revista de Indias,Vol. XLIX (enero-abril 1998), págs. 101-104.

    29 Autos sobre los bienes de Simón Gordo. Archivo General de Indias, Contratación, 944.

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  • En la búsqueda de pobladores andaluces que puedan mostrar aspectosinteresantes en la aportación de Andalucía a México y de México aAndalucía vendrá bien atender a cuestiones que han sido menos tocadas enestas páginas, como las sensibilidades artística y religiosa. Para la primeraservirá el interés manifestado por el cabildo de la catedral de México enincorporar a su coro al tiple Juan de Villarrubia, presbítero de la catedral deCádiz. En dos cartas escritas en mayo de 1574 se deja ver que práctica-mente todos los beneficiados y canónigos de México escribieron aVillarrubia para animarle a que se incorporara a su cabildo. Debía ser unbuen profesional como cantor porque le encomiendan que busque y llevecon él a México otros cantores para mejorar el coro de la catedral: “Si aca-so hubiere algún contrabajo bueno, le eche vuestra merced el ojo, y si aca-so hubiere algún tenor y contralto también les eche el ojo. Estos han de sercontrapuntantes porque hay grande pobreza (de ellos) en esta iglesia”. Peroentre las necesidades estaba sobre todo la que esperaban que cubrieraVillarrubia, “porque los tiples que hay en esta iglesia es el maestro, que estiple mudado, y canta su contrapunto en el coro sobre las antífonas y sobrelos oficios, y está cansado. Tiene por ayudantes algunos niños que cantancomo papagayos lo que les enseña su maestro con el caudal que tiene, quecanta su voz. Tiene un mulato que compró la iglesia, buena voz, y no sabeandar por casa. Los dos niños que yo traje, que están en el cantar comocuando vinieron, porque la tierra lo lleva”30.

    Esta exposición del racionero Antonio de Illana, también cantor y queparece que conocía bien las cualidades de Villarrubia, es una declaracióndel mal estado del coro de la catedral de México y de la confianza que elcabildo ponía en Villarrubia para elevar su categoría y la dignidad de laliturgia en una de las iglesias más importantes de América. La importanciade la misión se muestra en la remuneración que el cabildo prometió aVillarrubia: 300 pesos de salario al año, más 165 pesos como capellán delcoro, más otra capellanía de 110 pesos, más casa, mesa y mula en la quepasearse todo el tiempo que fuere su voluntad31.

    En cuanto a la sensibilidad religiosa, es preciso adelantar que el inter-cambio fue amplio en las dos direcciones, amplio, fácil y continuo porque

    30 Otte: Cartas privadas..., carta núm. 129: Antonio de Illana a Juan de Villarrubia, en Cádiz.México, 1.º de mayo de 1594.

    31 Otte: Cartas privadas..., carta núm. 130: Don Antonio Larido de Bonilla a Juan deVillarrubia, en Cádiz. México, 25 de mayo de 1594.

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  • en realidad la sensibilidad religiosa era la misma en México y enAndalucía, en otro caso habría sido imposible que se produjeran estosintercambios. Muchos andaluces llevaron consigo las devociones de suslugares de origen, las mantuvieron hasta el final y con frecuencia hicierondonaciones en sus testamentos para dignificar las imágenes y los lugaresque las albergaban con objetos de plata mexicana, como coronas, lámparas,candelabros y todo lo habitual en la liturgia. En Nueva España se consoli-daron manifestaciones religiosas habituales en la península, pero a menu-do con la expresión propia de la vivencia andaluza, como la Semana Santa.Muchos pobladores andaluces de Nueva España llevaron o hicieron llegara su tierra imágenes hechas en México. En el patrimonio mexicano deAndalucía se conservan muchos cuadros de la Virgen de Guadalupe ymuchas imágenes de crucificados de caña de maíz realizadas por los indiosal estilo tarasco. Estas imágenes de caña adquirieron rápidamente una enor-me popularidad, hasta el punto de que muchas de ellas son titulares decofradías de Semana Santa desde que llegaron a fines del siglo XVI odurante el XVII. En el fondo, son una muestra de cómo la piedad, la sensi-bilidad religiosa y artística de indios mexicanos recién convertidos al cris-tianismo alimentó y sigue alimentando la piedad de la vieja cristiandad32.

    Con esta aclaración, vamos a ver cómo se manifestó la sensibilidadreligiosa en Juan Álvarez Serrano, natural de Andújar (Jaén) y oidor deca-no de la Audiencia de México en los años treinta del siglo XVII. Se habíaformado en Sevilla, en donde también contrajo matrimonio con JuanaBernardo de Quirós, hija del almirante Bernardo Monte Bernardo deQuirós. Tuvieron dos hijos a los que cuidaba un esclavo chino heredado desu abuelo. En su partida a México dice que gastó más de seis mil pesos porla gran cantidad de personas de familia y servicio que le acompañaron. EnMéxico fue protector del Hospital de San Lázaro y el virrey marqués deCerralvo le encargó el reparo de algunas calzadas deterioradas por inunda-ciones. Se encargó de reunir limosnas para ayudar a la canonización del reyFernando, conquistador de Sevilla y antes de Andújar, su pueblo natal.Entre 1640 y 1646, padeció una grave enfermedad que le mantuvo aparta-do de sus actividades como oidor. En su testamento destaca el esfuerzo y

    32 Para más información sobre el tema ver Imaginería indígena mexicana. Una catequesis encaña de maíz. Coordinadores Antonio García-Abásolo y Gabriela García Lascurain, Córdoba, CajaSur,2001.

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