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Temario de los encuentros de Litúrgica ¿ Que es la liturgia a la luz del magisterio de la Iglesia? El año litúrgico. Los libros litúrgicos. Los colores litúrgicos. Los Ornamentos sagrados de los ministros. Los objetos litúrgicos. La Misa. Las partes de la celebración Eucarística. Los lugares de la celebración.

Apuntes para la formación de Monaguillos

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Temario de los encuentrosde Litúrgica

¿ Que es la liturgia a la luz del magisterio de la Iglesia? El año litúrgico. Los libros litúrgicos. Los colores litúrgicos. Los Ornamentos sagrados de los ministros. Los objetos litúrgicos. La Misa. Las partes de la celebración Eucarística. Los lugares de la celebración.

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“Gestos y símbolos” Apuntes de Liturgia

Introducción

1- Gestos y símbolos en la celebración.

En la liturgia Romana cada momento tiene suma importancia, los ritos iniciales, la

lectura de la Palabra, la consagración, etc., etc., pero es también importante comprender la

pedagogía de los gestos y símbolos que también nos llevan a comprender en la totalidad lo

que estamos celebrando y él porque de cada cosa. Con una comprensión más profunda de

esta realidad viviremos con intensidad y plena conciencia cada liturgia.

1.1 Porque de los gestos y símbolos en la celebración.

La liturgia es una acción, un conjunto de signos preformativos que nos introduce en

comunión con el misterio, que nos hace experimentar más que entenderlo. El lenguaje

simbólico nos permite entrar en contacto con lo inaccesible: el misterio de la acción de

Dios y de la presencia de Cristo.

1.2 Signo y símbolo.

Las celebraciones sacramentales no habría que verlas sólo desde la perspectiva de

“signos”, sino de la de “símbolo” o “acción simbólica”.

El signo apunta a algo exterior a sí mismo: el humo indica la existencia de fuego,

etc. El signo no es lo que significa, sino que orienta. Es una especie de mensaje que

representa otra realidad.

El símbolo no solo nos informa, el mismo “es” la realidad que presenta. Es aquello

que tiene valor por sí mismo.

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1.3 La variedad de los gestos litúrgicos.

Hay muchas clases de signos y gestos simbólicos en la liturgia:

Vinculados al cuerpo humano, que también habla y expresa las actitudes más

íntimas.

Relacionadas con cosas materiales, de las que nos servimos para expresar lo que

nuestros ojos, manos o palabras no pueden decir bien.

“Es preciso que cada uno a su manera esté profundamente penetrado del espíritu de la

liturgia y que sea instruido para cumplir su función debida y ordenadamente”

Sacrosantum Concilium 29

Vaticano II

2. El año Litúrgico.

La Iglesia celebra con un recuerdo sagrado, en días determinados a lo largo del año,

la obra salvadora de Cristo.

Cada semana, en el día llamado “del Señor” o domingo, hace memoria de la

resurrección de Jesús, que, además, una vez al año, celebra unida con su pasión en la

máxima solemnidad de la Pascua.

Explicando el misterio de Cristo en el ciclo del año, desde la Encarnación y la

Navidad hasta la Ascensión, Pentecostés y la espera de la venida del Señor.

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1. LITURGIA.

¿Qué es la liturgia?

“No podríamos conocer la naturaleza propia de la liturgia católica sino a la luz de la

enseñanza de la fe. Por más que todos los hombres estén naturalmente inclinados al culto de

la divinidad, nos engañaríamos si viéramos en la liturgia de la Iglesia un caso más de

aquella experiencia humana. No, la liturgia católica es gracia, una gracia que asume la

naturaleza humana sin destruirla, pero purificándola, elevándola, situándola en un horizonte

específicamente sobrenatural. (...)

Solamente esta vedad religiosa puede hacernos percibir que la santa liturgia es la adoración

del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, el ejercicio del sacerdocio eterno de Cristo, la

actualización de los misterios de la salvación mediante signos sagrados, un presente

salvífico que nos hace contemporáneos de la historia bíblica, una profecía y un pregusto

de los tiempos finales, una acción de todo el cuerpo eclesial comunitario y jerárquico en

comunión con los ángeles y los santos, una pedagogía de la fe, el momento de encuentro

redentor con Cristo en el Espíritu Santo, fortalecimiento de los vínculos fraternos entre los

miembros de la Iglesia, una súplica llena de esperanza, una bendición cargada de dones,

una fiesta gozosa y de honda contemplación, la dilatación del misterio pascual a todos los

hombres y al mismo cosmos.” 1

¿Quién celebra?

“La Liturgia es acción del Cristo Total . Los que desde ahora la celebran, más allá

de los signos, participan ya de la liturgia del cielo, donde la celebración es enteramente

Comunión y Fiesta.” 2

“Es toda la comunidad , el Cuerpo de Cristo unido a su cabeza quien celebra. Las

acciones litúrgicas no son acciones privadas, sino celebraciones de la Iglesia. Que es

‘sacramento de unidad’, esto es, pueblo santo, congregado y ordenado bajo la dirección de

los obispos.”

1 Luis Alessio; El Rocío del Espíritu; Edic. Paulinas; 2001; Bs. As.; pág. 13. 2 Catecismo de la Iglesia Católica; número 1136.

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“La asamblea que celebra es la comunidad de los bautizados que, por el nuevo

nacimiento y por la unción del Espíritu Santo, quedan consagrados como casa espiritual y

sacerdocio santo para que ofrezcan, a través de las obras propias del cristiano, sacrificios

espirituales. Este sacerdocio común es el de Cristo, único Sacerdote, participado por sus

miembros.”

“Pero todos los miembros no tienen la misma función. Algunos son llamados por

Dios en y por la Iglesia a un servicio especial de la comunidad, consagrados por el

sacramento del Orden, por el cual el Espíritu Santo los hace aptos para actuar en

representación de Cristo-Cabeza para el servicio de todos los miembros de la Iglesia.”

“Así, en la celebración de los sacramentos, toda la asamblea es ‘liturgo’, cada cual

según su función, pero en la unidad del Espíritu que actúa en todos. En las celebraciones

litúrgicas, cada cual, ministro o fiel, al desempeñar su oficio, hará todo y sólo aquello que

le corresponde según la naturaleza de la acción y las normas litúrgicas.” 3

Liturgia Celeste y Liturgia Terrestre

“La liturgia terrestre es, pues, anticipación. Anuncia de antemano lo que ha de

venir. Los signos sacramentales ‘prefiguran y anticipan la gloria del cielo’; la Eucaristía

‘anticipa la pascua final de la Iglesia en la gloria del Reino’; en el sacramento de la

penitencia ‘el pecador, confiándose al juicio misericordioso de Dios, anticipa en cierta

medida el juicio al que será sometido al fin de esta vida terrena(...) y no incurre en el

juicio’. Pero la liturgia terrestre es también participación actual, unión con la liturgia

celestial: ‘En los sacramentos de Cristo, la Iglesia recibe ya las arras de su herencia,

participa ya en la vida eterna, aunque aguardando la feliz esperanza y la manifestación de

la gloria del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo’. A la ofrenda de Cristo se unen no

sólo los miembros que están todavía aquí abajo, sino también los que están ya en la gloria

del cielo.” 4

“En esta Liturgia eterna el Espíritu y la Iglesia nos hacen participar cuando

celebramos el Misterio de la salvación en los sacramentos.” 5

3 Idem números 1140-1144 4 Luis Alessio; El Rocío del Espíritu; Edic. Paulinas; 2001; Bs. As.; págs. 21-22 5 Catecismo de la Iglesia Católica; número 1139

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Signos y símbolos.

“La celebración litúrgica comprende signos y símbolos que se refieren a la creación

(luz, agua, fuego), a la vida humana (lavar, ungir, partir el pan) y a la historia de la

salvación (los ritos de la Pascua). Insertos en el mundo de la fe y asumidos por la fuerza del

Espíritu Santo, estos elementos cósmicos, estos ritos humanos, estos gestos del recuerdo de

Dios se hacen portadores de la acción salvífica y santificadora de Cristo.” 6

Esta celebración se plasma en los sacramentos, “signos eficaces de la gracia,

instituidos por Cristo y confiados a la Iglesia por los cuales no es dispensada la vida

divina. Los ritos visibles bajo los cuales los sacramentos son celebrados significan y

realizan las gracias propias de cada sacramento.” 7

Reflexionemos.

Al decir que la liturgia es acción de Cristo resucitado, que con, en y por la Iglesia

continúa realizando el misterio de la redención, sin lugar a dudas nos apartamos un poco de

una mirada un poco reducida de la liturgia. Muchas veces corremos el riesgo de hablar de

las celebraciones como si nosotros fuéramos simples espectadores de una acción que realiza

el sacerdote que preside nuestras asambleas, y esto no es así. No es la liturgia el conjunto

de normas que están escritas en el Misal y que deben cumplirse. La liturgia tiene normas,

pero no es las normas.

Es la fiesta de la redención que se nos hace presente en nuestro hoy, comulgando

con el hoy de Dios. Es la vivencia en nuestras vidas de la acción de nuestra salvación que,

como Cuerpo de Cristo, realizamos en la Iglesia. Esta celebración se plasma en los

sacramentos, signos eficaces de la gracia, instituidos por Cristo y confiados a la Iglesia por

los cuales no es dispensada la vida divina.

Nuestra participación está marcada por las actitudes internas de acción de gracias,

escucha, ofrecimiento; así cada uno de nosotros está llamado a servir a la celebración como

miembro activo del Cuerpo de Cristo, como redimido por la Sangre del Cordero, de manera

6 Idem; número 11897 Idem; número 1131

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que en ningún momento estamos dispensados para “hacer, decir, pensar” nada que nos

aparte de tan gran momento en el que, por la acción del Espíritu Santo, se vuelve a entregar

Cristo en rescate por nuestros pecados, para reconciliarnos con el Padre.

Actividades:

1. Para comenzar con el encuentro, se realizará una oración al Espíritu Santo, pidiendo

la gracia de conocer más profundamente nuestra fe, para poder celebrarla más

plenamente y alcanzar así la gracia de la comunión con Dios y con nuestros

hermanos.

2. Iniciar el momento de formación con preguntas abiertas, del tipo: ¿Qué es liturgia?

¿Si alguien les dice liturgia, qué entienden? La finalidad es que se rescate el sentido

de celebración de Cristo resucitado, que con, en y por su Iglesia continúa haciendo

presente el misterio de la redención, esto como lo más profundo frente al

normativismo vacío que muchas veces tendemos a subrayar en el ámbito litúrgico.

3. Señalar la importancia de la participación plena, conciente y activa de cada uno de

los miembros de la asamblea, cada uno desde su función propia, al servicio de los

demás.

4. Para que cada uno de los asistentes reflexione y en un momento de oración conteste

personal e interiormente sobre la vivencia activa de las celebraciones litúrgicas:

¿Cómo vivo la Santa Misa, acción litúrgica por excelencia? ¿Cómo me preparo

para las celebraciones? ¿Agradezco luego de la celebración? ¿Qué propósito

puedo realizar frente al Señor, confiando en su gracia, para vivir mejor las

celebraciones?

5. Para finalizar se rezará el Padre Nuestro en acción de gracias.

El año litúrgico se divide en cinco tiempos litúrgicos:

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Adviento: La palabra significa “retorno”, “llegada”, y viene del latín “Adventus”.

Es el tiempo de cuatro semanas antes de la navidad, y forma una unidad con ella y

con la epifanía. La primera parte de este tiempo llega hasta el 16 de diciembre, y en

ella la Iglesia mira a la segunda venida del Señor. la segunda parte, del 17 al 24 de

diciembre, la liturgia nos prepara a las celebraciones del nacimiento de Cristo.

Navidad: Todos los años, el 25 de diciembre los cristianos celebramos el

nacimiento del Hijo e Dios. Este tiempo litúrgico comienza al atardecer del día 24 y

termina el domingo del Bautismo del Señor. La solemnidad de la Epifanía (6 de

enero) es muy importante; en ella celebramos la manifestación de Cristo Jesús a

todos los pueblos de la tierra, representados en los magos de Oriente, Y aún

podemos destacar también la solemnidad del día de Navidad se alarga durante ocho

días, hasta el 1 de enero, solemnidad de Santa María Madre de Dios; y el domingo

que hay dentro de estos ocho días es la fiesta de la Sagrada Familia.

Cuaresma: Esta palabra viene del latín “quadragesima dies” y significa “el día

cuarenta” antes de la Pascua. Comienza el miércoles de ceniza y termina el jueves

santo por la tarde antes de la misa de la Cena del Señor. Durante cruenta días, pues,

los cristianos nos preparamos para la pascua, y lo hacemos escuchando la palabra de

Dios, rezando, haciendo obras de caridad y de penitencia. Así imitamos a Jesús que,

durante cruenta días y cuarenta noches, se retiró al desierto a orar al Padre y a

b) Navidada) Adviento

d) Pascua

c) Cuaresma

Tiempo Pascual

e) Tiempo Ordinario I.

e) Tiempo Ordinario II.

Triduo Pascual.

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ayunar. De este modo nuestra vida se renueva muriendo al pecado y resucitando a la

vida de Dios.

Al final de este tiempo encontramos la Semana Santa. Comienza con el domingo de la

Pasión o de Ramos, y acaba al empezar el domingo de Pascua. Por tanto, abarca los

últimos días de la Cuaresma hasta el jueves santo por la tarde, los dos primeros días del

triduo Pascual.

Triduo Pascual y tiempo de Pascua: El triduo (que significa “tres días”)

Pascual está formado por el viernes y el sábado santo, y por el domingo de

Pascua, considerando la misa vespertina de jueves Santo de Cena del Señor

como su prólogo o introducción. El viernes y el sábado no se celebra la

Eucaristía, en espera de la gran vigilia Pascual. Además, el viernes santo y,

según la oportunidad, también el sábado santo, se celebra el sagrado ayuno

Pascual.

Tiempo Pascual: Comienza el domingo de la resurrección del Señor y dura

cincuenta días hasta el domingo de Pentecostés, en que celebramos la venida del

espíritu Santo. Durante estas semanas se alarga la fiesta como si se tratase de un

gran domingo, sobre todo la primera semana, llamada “octavo de Pascual”.

Durante este tiempo vivimos la alegría de la resurrección y la victoria dl amor

de Dios sobre el pecado y la muerte. El Aleluya resuena durante estas semanas

con todo su vigor.

Tiempo Ordinario: Además de los tiempos que tienen un carácter propio,

quedan 33 o 34 semanas en el curso del año en las que no se celebra ningún

aspecto peculiar del misterio de Cristo, sino que se recuerda más bienes misterio

en su globalidad, principalmente los domingos. El tiempo ordinario comienza el

lunes siguiente a la fiesta del Bautismo del Señor, y se extiende hasta el martes

antes de la cuaresma; y se retoma de nuevo el lunes siguiente al domingo de

Pentecostés para acabar el día antes del primer domingo de Adviento.

3. Pedagogía de los colores.

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La diversidad de los colores en las vestiduras Sagradas expresa, a lo largo del año

litúrgico, el carácter propio de cada uno de los tiempos y fiestas que celebramos. Son los

siguientes.

El color blanco: se utiliza en los oficios y misas del tiempo de Pascua y de

Navidad. También en las fiestas y memoria del Señor, excepto las de su pasión; en

las fiestas y memorias de la Virgen María, de los ángeles, y de los Santos ángeles, y

los Santos no mártires. También en las celebraciones de los sacramentos excepto en

la penitencia y la unción a los enfermos.

El color Rojo: se utiliza el domingo de Ramos y el Viernes Santo; el domingo de

Pentecostés; en las celebraciones de la Pasión del Señor, en las fiestas de los

Apóstoles y los evangelistas, y en las celebraciones de los mártires.

El color verde: se utiliza en los oficios y misas del tiempo ordinario.

El color morado: se utiliza en el tiempo de Adviento y de cuaresma. También se

puede utilizar en los oficios y misas de difuntos. Asimismo, es el color propio para

celebrar los sacramentos de la penitencia y de la unción de los enfermos.

El color negro: se puede utilizar en las misas de difuntos.

El color Rosado: se puede utilizar el domingo III de Adviento (“Gaudete”)8 y el

domingo IV de Cuaresma (“Laetare”.)9

4. Los libros Litúrgicos.

El Misal: es el libro que contiene las oraciones propias de la misa y señala los ritos

que hay que seguir para celebrarla. Este libro lo usa el sacerdote que preside y

8 Gaudete: Voz latina que significa: Alegría, Gozo. 9 Laetare: Voz latina que significa: Alegría, Gozo.

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también los con celebrantes en la plegaria eucarística. Primero se coloca cerca de la

sede y luego en el altar. Un monaguillo lo acerca al sacerdote siempre que lo

necesite.

El Leccionario: Es el libro en el que se encuentran las lecturas bíblicas que se leen

en las acciones litúrgicas. Hay cuatro clases de leccionarios:

El dominical y festivo: contiene las lecturas para todos los domingos del año y de las

principales fiestas y solemnidades, y está dividido en tres ciclos (A, B y C), según el

evangelista que se lee cada año: San Mateo en él A, San Marcos en el B y en el C San

Lucas.

El Ferial: Contiene las lecturas de las misas de los día laborables.

El Santoral: Contiene las lecturas para las celebraciones de los Santos.

El de misas diversas: Contiene las lecturas para las misas rituales, por motivos

diversos, votivas y de difuntos.

El Ritual: Es el libro que contiene las celebraciones de los distintos sacramentos

(excepto la Misa) y también de los sacramentales10.

El Pontifical: Es el libro que contiene las oraciones y los ritos

La oración de los fieles: Es un libro de composición libre, en el que se recogen

distintos formularios para la oración universal de la misa. Con este libro

pedimos por todas las personas y ejercemos así la intercesión delante de Dios.

La liturgia de las Horas: Es el libro de la oración de toda la Iglesia. En él

encontramos salmos, lecturas bíblicas, escritos de los santos padres, himnos,

intercesiones. Comprende la oración de la mañana: Laudes, la oración del

atardecer: Vísperas y completas la oración de la noche. Estas son las tres horas

más importantes para los laicos en los religiosos y sacerdotes se incluyen otras

más.

5. Los ornamentos Sagrados de los ministros:

10 Se llaman sacramentales los signos sagrados instituidos por la Iglesia cuyo fin es preparar a los hombres para recibir el fruto de los sacramentos y santificar las diversas circunstancias de la vida. Entre los sacramentales, las bendiciones ocupan un lugar importante. Comprenden a la vez la alabanza de Dios por sus obras y sus dones, y la intercesión de la Iglesia para que los hombres puedan hacer uso de los dones de Dios según el espíritu de los Evangelios.

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Dice la introducción del Misa (n. 297) que la variedad de ministerios en la Iglesia

se pone de manifiesto, en el culto, a través de la diversidad de las vestiduras sagradas, que

contribuyen también a la belleza de la acción litúrgica. Asimismo, el hecho de que los

ministros lleven unos vestidos distintos de los ordinarios, ayuda a ver que la liturgia nos

introduce en un mundo distinto que no es el de la calle, sino prefiguración de la vida

celestial. Como nos lo recurada muy bien el libro del Apocalipsis11-.

El Alba: Es una túnica blanca (de ahí su nombre) que puede ir más o menos ceñido

al cuerpo. Si es necesario se puede ajustar a la cintura con un cíngulo. El alba es el

vestido básico para todos los ministros en la celebración litúrgica y, por tanto, es el

más recomendable para monaguillos o acólitos.

El amito: Es una pieza de tela, mayormente blanca, que se pone bajo el alba y tiene

la función de tapar el cuello del vestido ordinario cuando el alba no lo cubre del

todo. Puede tener forma de capucha.

La Estola: Es una pieza de tela, con los distintos colores Litúrgicos, el sacerdote se

coloca en torno al cuello, dejando que cuelgue ante el pecho; el diácono lo lleva

cruzada, pasando el hombro izquierdo, por encima del pecho, hasta el lado derecho

del cuerpo, sujetándola ahí. Con ella, y por la forma de llevarla, quedan

identificados los ministros ordenado ante la asamblea.

La casulla: Esta palabra deriva del latín, y significa “casa pequeña”, lo cual ya nos

dice mucho sobre su forma. Es un amplio manto, abierto por los lados (sin mangas)

y con una abertura al centro para pasar por ella la cabeza. Cubre todo el cuerpo, y

además de identificar al presidente de la eucaristía, lo viste casi totalmente de

modo que da a su figura un aspecto elegante y, por sobre todo, digno. Este vestido

acostumbra a llevar ornamentos y apliques que le embellecen. La casulla es el

vestido propio del sacerdote que celebra la misa, y las demás acciones sagradas

directamente relacionadas con la misa. Se coloca sobre el alba y la estola.

11 Después de esto vi un gentío inmenso, imposible de contar, de toda nación y raza, pueblo y lengua, que estaban de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos.

Apocalipsis 7,9

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La dalmática: Es también un vestido de forma elegante, semejante a la casulla pero

con mangas y más ceñido al cuerpo. Es la vestidura propia del diácono y se pone

sobre el alba y la estola.

La capa pluvial: Es una pieza de ropa muy amplia, que cubre todo el cuerpo, sin

mangas y abierta por delante de arriba abajo, que se sujeta con un broche. El

sacerdote puede ponerse la capa pluvial en las procesiones, en la exposición del

Santísimo, en la liturgia de las horas y en lagunas otras acciones litúrgicas según las

normas de cada rito.

El humeral: Es el paño que se pone sobre los hombros el que, por ejemplo, lleva el

santísimo en una procesión o da con él la bendición al pueblo. Utiliza esta pieza de

ropa se significa el gran respeto que tenemos por el Cuerpo de Cristo, digno de la

máxima reverencia.

El Roquete: Se viste sobre la sotana, y es de color blanco, como un alba recortada,

con mangas algo más cortas de lo normal, y no se ciñe a la cintura. Lo pueden

utilizar los ministros para celebrar la liturgia, siempre que no tengan que vestir la

casulla o la dalmática; tampoco lo pueden utilizar en la concelebración de la misa.

También se le da el nombre de sobrepelliz.

Las insignias episcopales: El Obispo lleva unas insignias que lo identifican como

lo que es, cabeza y pastor del pueblo de Dios, a imagen de Aquel que es su única

Cabeza y Pastor, Jesucristo. Son las siguientes:

La Mitra: Cubre la cabeza con dos bandas que cuelgan sobre los hombros

llamadas ínfulas. El obispo ornamenta su cabeza con la mitra para significar

que representa a Aquel que es Cabeza del pueblo de Dios.

El Báculo: es un bastón largo, que recuerda que el Obispo es el pastor de la

diócesis, imagen del Buen Pastor, Jesucristo.

El anillo: Signo de la fidelidad y del amor del Obispo a la Iglesia.

La cruz pectoral: Es una cruz que cuelga sobre el pecho mediante una

cadena alrededor del cuello.

El Palio: Pequeña estola de lana blanca con seis cruces negras a su

alrededor que reposa sobre los hombros de los arzobispos y que es signo de

Page 14: Apuntes para la formación de Monaguillos

su autoridad y de su comunión con la sede de Roma. Se pone sobre la

casulla.

6. Los objetos litúrgicos

Para celebrar la misa y las demás acciones litúrgicas son necesarios distintos

objetos. Algunos de ellos son totalmente indispensables, mientras otros colaboran a la

belleza y el decoro de la celebración.

La Cruz: Es el signo de nuestra redención, del sacrificio de Cristo y de su victoria

sobre la muerte. La situamos sobre el altar o cerca de él, modo que todo el pueblo la

pueda ver bien. También abre las procesiones litúrgicas.

Los candelabros: En ellos ponemos las velas para que iluminen festivamente

nuestras acciones litúrgicas, y se sitúan sobre el altar o a su alrededor, colocados de

modo que el conjunto resulte armonioso. También acompañan a la Cruz en las

procesiones, a ambos lados, así como la proclamación del evangelio en las

celebraciones solemnes (entonces se les llama “ciriales”). También al terminar la

misa de la Cena del Señor, el jueves santo, se acompaña la Eucaristía a la reserva

con un cierto número de candelabros o ciriales. Los que llevan los ciriales

procesionalmente se llaman los Ceroferarios.

Los Vasos Sagrados: el cáliz y la patena. De entre los objetos necesarios para

celebrar la misa, merece un honor especial los vasos sagrados, en especial el cáliz y

la patena, en los que se ofrecen el pan y el vino, se consagran y se comulga. El

Misal12 nos dice que debe ser de materiales sólidos y nobles, y que hay que preferir

los materiales que no se rompen fácilmente ni se corrompan. El cáliz tiene forma de

copa, y en él se pone el vino que ha de ser consagrado. La patena es el recipiente en

el que se coloca el pan que está destinado a la comunión. Ambos deben ser lo

12 Es el libro que contiene las oraciones propias de la misa y señala los ritos que hay que seguir para

celebrarla. Este libro lo usa el sacerdote que preside y también los con celebrantes en la plegaria eucarística.

Primero se coloca cerca de la sede y luego en el altar. Un monaguillo lo acerca al sacerdote siempre que lo

necesite.

Page 15: Apuntes para la formación de Monaguillos

suficientemente grandes según el número de personas que participan; también a

veces el recipiente para el pan se denomina copón por la forma de copa que había

tenido durante mucho tiempo. El nombre de patena también se emplea para designar

a la que se sostiene bajo la boca del comulgante para evitar que caiga el cuerpo del

Señor en el suelo.

El Corporal: Es una pieza de tela cuadrada que se pone sobre el altar cuando se

preparan las ofrendas, y sobre ella se depositan el pan y el vino de la Eucaristía. El

nombre proviene del Cuerpo del Señor que reposará sobre él en l celebración de la

misa. También se utiliza para la adoración del Santísimo, y puede ponerse también

sobre una mesilla cuando se lleva a la comunión a los enfermos.

El purificador: Es una pequeña toalla que se utiliza sobre todo para limpiar el cáliz

y la patena después de la comunión.

El lavabo: Con esta expresión, además de indicar el gesto de lavar las manos al

sacerdote que preside la eucaristía antes de la plegaria eucarística, también

queremos significar los utensilios que empleamos para ello: una jarra con agua, un

recipiente para ponerlo bajo las manos y recogerla, y la toalla con la que se seca.

La Palia: Se utiliza para cubrir el cáliz para evitar que caiga algo en su interior.

Las vinajeras: Son dos jarritas que contienen, una el vino y la segunda el agua para

el cáliz. Lo mejor es que sean de cristal, y la de vino mayor que la del agua ya que

agua sólo se pone un poco.

El incienso y el incensario: El incienso es una resina especial muy aromática. En la

celebración litúrgica su uso es signo de adoración a Cristo Señor. En la misa son

incensadas todas aquellas personas o cosas que se refieren a Cristo: el altar porque

está ungido con el crisma y, sosteniendo el Cuerpo y la Sangre del Señor, es signo y

recordatorio permanente de Cristo; el evangeliario porque es la misma Palabra de

Cristo; el sacerdote porque celebra la liturgia “in persona christi”13 , la asamblea

porque evoca la presencia de Cristo14 y también se inciensa la Cruz que está junto al

altar, al inicio de la Misa, la imagen de la Virgen o del Santo titular de la Iglesia o

Parroquia. El inceso, con el humo oloroso que se eleva al cielo, es también signo de

13 En la persona misma de Cristo Cabeza y Pastor de su pueblo.14 “ Pues donde están dos o tres reunidos en mi Nombre, allí estoy yo en medio de ellos”.MT.18, 20

Page 16: Apuntes para la formación de Monaguillos

la oración de los Cristianos que sube hasta Dios, como lo leemos en el libro del

Apocalipsis. Así mismo, llamamos incensario el recipiente que sirve para ofrecer el

incienso. Se aguanta con tres cadenas y contiene un pequeño brasero en el que se

pone los carbones encendidos sobre los que se tira el incienso para quemarse. Este

también suele llamarse Turibulo, y el que lo lleva recibe el nombre de turiferario.

En las procesiones va delante de todos, procediendo a la Cruz y los ciriales.

La naveta: Es el recipiente en el que se lleva el incienso. Se llama así por la forma

de pequeña nave que tradicionalmente ha tenido. Va acompañada de una cuchara,

más o menos artística, que sirve para echar el incienso sobre los carbones

encendidos.

El hisopo: Es el objeto que sirve para asperjar con agua bendita, consiste en un

manojo de ramas verdes atadas por la base o un instrumento metálico que lleva en la

cabeza del mango una bola con agujeros que retienen y esparcen el agua.

El cirio pascual: Es un cirio grande que se enciende al principio de la Vigilia

Pascual y que simboliza la luz de Cristo resucitado. Durante todo el tiempo Pascual

está en el prebisterio, preferentemente junto al ambón, y luego el resto del año está

en el baptisterio. También se coloca junto al féretro en las exequias.

La custodia: Es un objeto de metal, de formas artísticas y ornamentados, en el que

se coloca el pan eucarístico, el Cuerpo de Cristo, para mostrarlo a los fieles. Se usa

sobre todo para la procesión del día de Corpus Christi15 y en la exposición mayor

del Santísimo.

El palio: Es el dosel sostenido por cuatro o más varas largas que cobijan, en las

procesiones, al sacerdote que lleva la custodia o una imagen sagrada.

La credencia: Es una pequeña mesa situada en el presbiterio, en un lugar discreto,

sobre la que colocamos los vasos sagrados antes de llevarlos al altar, y todas las

demás cosas que necesitamos en un momento determinado durante la celebración.

No es conveniente que este pegado al altar. Desplazarse a buscar el pan y el vino a

la credencia resulta un gesto significativo de preparación de la eucaristía.

2. LA SANTA MISA.

15 El Cuerpo del Señor.

Page 17: Apuntes para la formación de Monaguillos

¿Qué es la Santa Misa?

La celebración litúrgica sacramental en la que se realiza la entrega de Cristo al

Padre para la salvación del mundo se llama Santa Misa, o Eucaristía. Este sacramento

recibe diversos nombres de acuerdo al aspecto que realza (Santo Sacrificio, Fracción del

Pan, Comunión, etc).

“La Eucaristía es el memorial de la Pascua de Cristo, es decir, de la obra de la

salvación realizada por la vida, la muerte y la resurrección de Cristo, obra que se hace

presente por la acción litúrgica.” 16

“Nuestro Salvador, en la última Cena, la noche en que fue entregado, instituyó el

sacrificio eucarístico de su cuerpo y su sangre para perpetuar por los siglos, hasta su vuelta,

el sacrificio de la cruz y confiar así a su Iglesia, el memorial de su muerte y resurrección,

signo de unidad, vínculo de amor, banquete pascual en el que se recibe a Cristo, el alma se

llena de gracia y se nos da una prenda de la gloria futura.” 17

“La Eucaristía es fuente y cima de toda la vida cristiana ”. “Los demás sacramentos,

como también todos los ministerios eclesiales y las obras de apostolado, están unidos a la

Eucaristía y a ella se ordenan; Ella, en efecto, contiene todo el bien espiritual de la Iglesia,

es decir, Cristo mismo. La Eucaristía significa y realiza la comunión de vida con Dios y la

unidad del Pueblo de Dios. En Ella se encuentra a la vez la cumbre de la acción por la que,

en Cristo, Dios santifica al mundo, y del culto que en el Espíritu Santo los hombres dan a

Cristo y por él al Padre.” 18

Partes de la celebración.

“La celebración eucarística comprende siempre: la proclamación de la Palabra de Dios,

la acción de gracias a Dios Padre por todos sus beneficios, sobre todo por el don de su Hijo,

la consagración del pan y del vino y la participación en el banquete litúrgico por la

recepción del Cuerpo y de la Sangre del Señor: estos elementos constituyen un solo y

mismo acto de culto.” 19

16 Catecismo de la Iglesia Católica; número 140917 Idem número 132318 Idem números 1324 -132519 Idem número 1408

Page 18: Apuntes para la formación de Monaguillos

Ahora bien, en la celebración eucarística podemos diferenciar dos partes importantes.

La primera es la Liturgia de la Palabra, que comprende desde el saludo inicial hasta la

Oración universal (o de los fieles); inmediatamente le sigue la Liturgia eucarística, en la

que tiene la centralidad la consagración de nuestros dones de pan y vino en el Cuerpo y

Sangre de Cristo.

LITURGIA DE LA PALABRA LITURGIA EUCARÍSTICA

Saludo Inicial, pedido de perdón, Señor ten Piedad,

Gloria, Oración Colecta, 1° Lectura del Antiguo

Testamento, Salmo, 2° Lectura del y Nuevo

Testamento, Aleluya, Proclamación del Evangelio,

Credo, Oración Universal (de los fieles).

Presentación De Las Ofrendas, Prefacio, Invocación

Del Espíritu Santo, Relato De La Institución,

Memoria Del Misterio De La Fe, Intercesión,

Comunión, bendición final.

Liturgia de la Palabra

Dentro de la Liturgia de la Palabra podemos distinguir algunas partes, por ejemplo el

saludo inicial (El Señor esté con ustedes... y con tu espíritu.), el pedido de perdón (Señor,

ten piedad...), el Gloria, la Oración Colecta, la lectura de la Palabra, el Salmo, la lectura

del Evangelio, etc. En esta gran riqueza que notamos como momentos de nuestras

celebraciones, es Cristo mismo que, por su Palabra nos hace presente su anuncio de

salvación, que en breve se realizará en el altar con la conversión del pan y el vino en su

santísimo Cuerpo y Sangre. En estos momentos es fundamental la escucha, y nuestra

actitud principal debe ser la de estar atentos a la voz de Dios que nos habla hoy . Esto que

parece sencillo, no deja de ser un poco difícil de conseguir, y muchas veces requiere un

poco de esfuerzo para lograrlo. Sin embargo, en la medida en que nos vayamos

familiarizando con la Palabra, que es el mismo Cristo, la escucha atenta se hará con más

facilidad y con mayor provecho.

Participamos de una manera especial con las respuestas a los saludos del sacerdote, y

con las aclamaciones, que fomentan y realizan la comunión entre el sacerdote y el pueblo.

En ellas se percibe más fácilmente la participación activa de toda la comunidad.

Durante esta primera parte de la Santa Misa, todo va disponiéndose para la parte central

que es la consagración. Por esto, el clima que reina en la asamblea es el de reposo en la

Page 19: Apuntes para la formación de Monaguillos

escucha de la Palabra, pero reposo que no dice inactividad. Es un concepto que debemos

renovar: también está activo aquel que escucha, pues está siendo el interlocutor de Quien

le habla, que no es sino el mismo Jesucristo.

“No hay que olvidarse que las mismas palabras pronunciadas en la liturgia tienen

sentido solamente en un cumplimiento personal interior. La actividad no consiste solamente

en estar de pie, sentados o de rodillas, sino también en aquello que se vive en la

interioridad y que constituye la acción real del conjunto. Lo esencial acontece en las

profundidades que se reorientan hacia lo alto. “Este es el Cordero de Dios”: se trata aquí

de una mirada del todo particular que está lejos de realizarse si no se hace otra cosa que

mirar exteriormente la hostia.” 20

“El silencio litúrgico es como un viaje comunitario hacia el interior, como una

interiorización de las palabras y los signos. Por eso es particularmente urgente la

educación a la interiorización, la aproximación al núcleo esencial, más aún, se juega la

sobrevivencia de la liturgia en cuanto tal. Solamente el coraje de volver a aprehender en el

silencio la Palabra puede salvar de una acumulación de palabras que en el fondo inducen

a hablar justamente allí donde debería encontrarse la ‘Palabra’ que, en cuanto palabra del

amor crucificado y resucitado es la autorización a la vida y a la alegría.” 21

“Nada de lo que hacemos en la liturgia puede aparecer como más importante que lo que,

invisiblemente, Cristo hace por obra de su Espíritu.” 22

Liturgia Eucarística

En la Liturgia Eucarística también podemos descubrir algunas partes: presentación

de las ofrendas (el ofertorio), acompañada de la colecta, cuya costumbre siempre actual,

se inspira en el ejemplo de Cristo que se hizo pobre para enriquecernos; la plegaria

eucarística propiamente dicha, formada por un conjunto de oraciones en las que la Iglesia:

da gracias al Padre por la creación, la redención y la santificación; canta al Dios tres

veces Santo; implora la venida del Espíritu Santo sobre el pan y el vino para que se

conviertan por su poder en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo; el relato de la institución;

20 Luis Alessio; El Rocío del Espíritu; Edic. Paulinas; 2001; Bs. As.; pág. 12721 J, Ratzinger; La festa della fede; citado por Luis Alessio en página 127.22 Juan Pablo II; Carta Apostólica XXV annus.

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las aclamaciones del Misterio de la fe; las intercesiones por la Iglesia, por todo el mundo,

por los vivos, por los difuntos; y por fin la comunión, precedida por la oración del Señor

(Padre Nuestro) y por la fracción del pan, en la que los fieles reciben el mismo Cuerpo y la

Sangre de Cristo que se entregó ‘para la vida del mundo’.

Debemos considerar la Eucaristía:

como acción de gracias y alabanza al Padre;

como memorial del sacrificio de Cristo y de su Cuerpo;

como presencia de Cristo por el poder de su Palabra y de su Espíritu. (cf

Cat.Ig.Cat.1351-1358).

En esta parte de la celebración tienen gran importancia para nuestra mejor

participación las breves aclamaciones que se realizan ya en diálogo con el sacerdote, ya en

alabanza a Dios. La comunidad escucha atentamente y sintoniza con la Plegaria

Eucarística, y por esto participa no porque haga más pedagógica o entretenida la

celebración, sino porque así favorece mejor la vivencia litúrgica.

Dentro de estas aclamaciones y participaciones algunas merecen una mención

especial, por ejemplo el canto del Santo, “en el que decimos que estamos en unión con los

ángeles y con ellos elevamos nuestra alabanza y la adoración a Dios.” 23 Otro elemento

especial es el Padre Nuestro, oración predilecta de participación del Pueblo en la

celebración, que precede y prepara casi inmediatamente la Comunión; “en el se pide el

pan de cada día, con lo que también se alude, para los cristianos, al pan eucarístico, y se

implora la purificación de los pecados, de modo que, en realidad, las cosas santas se den a

los santos...” (cf. Introducción General Misal Romano 56). Es el momento privilegiado de

la celebración, en el que todo está llegando a su cumbre y plenitud. También nuestra

participación, pues recibirá a Nuestro Redentor en la Comunión, por eso nos dirigimos al

Padre para que Él nos prepare.

“El momento culminante de la Eucaristía es cuando la comunidad participa del

Cuerpo y Sangre del Señor. Si cada aspecto del misterio que celebramos debe quedar

ayudado y expresado en el conjunto de gestos y palabras con que lo celebramos, con

mayor razón aquí en la comunión eucarística se debe cuidar estos detalles celebrativos.

23 José Aldazabal; La comunidad celebrante; Dossier CPL 39; pág. 68

Page 21: Apuntes para la formación de Monaguillos

El Misal nos propone actitudes, palabras, cantos y gestos que no están ahí porque hacen

más bonito, o porque se han hecho siempre así: quieren ayudarnos a expresar, y sobre

todo a alimentar y educar, nuestra actitud de participación consciente del misterio

precisamente en su momento central: la recepción del Cuerpo y Sangre de Cristo.

El momento de silencio que precede a la comunión : mientras el sacerdote –también

él necesita preparación próxima- dice en secreto una de las dos oraciones que el

Misal le propone, los fieles “hacen lo mismo, orando en silencio”; un silencio que

no quiere aislarnos, pero sí hacernos conscientes de que lo que vamos a hacer es

algo sagrado, importante, que sólo tiene sentido desde la fe y la actitud de oración

ante el Misterio;

La marcha procesional hacia el altar, con un canto : un canto “que debe expresar,

por la unión de las voces, la unión espiritual de quienes comulgan, y demostrar, al

mismo tiempo la alegría del corazón y hacer más fraternal la procesión de los que

van avanzando para recibir el Cuerpo de Cristo”; una comunidad que marcha

cantando es todo un símbolo; una comunidad que sale y marcha a recibir un don

que no sale de ella, sino que le es dado;

También las posturas corporales quieren expresar la riqueza teológica de este Don

eucarístico: por ejemplo, permitiendo recibirlo de pie, en una postura más de hijos

y salvados, o en la mano, con la debida actitud de respeto y fe.”24

Para acercarse a comulgar.

“El que quiere recibir a Cristo en la Comunión eucarística debe hallarse en estado de

gracia. Si uno tiene conciencia de haber pecado mortalmente no debe acercarse a la

Eucaristía sin haber recibido previamente la absolución en el sacramento de la Penitencia.”

Signos sacramentales

“Los signos esenciales del sacramento eucarístico son pan de trigo y vino de vid, sobre

los cuales es invocada la bendición del Espíritu Santo y el presbítero pronuncia las palabras

24 José Aldazabal; La comunidad celebrante; Dossier CPL 39; pág. 94-95.

Page 22: Apuntes para la formación de Monaguillos

de la consagración dichas por Jesús en la última Cena: "Esto es mi Cuerpo entregado por

vosotros... Este es el cáliz de mi Sangre..."

“Por la consagración se realiza la transubstanciación del pan y del vino en el Cuerpo y

la Sangre de Cristo. Bajo las especies consagradas del pan y del vino, Cristo mismo, vivo y

glorioso, está presente de manera verdadera, real y substancial, con su Cuerpo, su Sangre,

su alma y su divinidad.” 25

Frutos de la comunión.

“La sagrada comunión del Cuerpo y de la Sangre de Cristo acrecienta la unión del

comulgante con el Señor, le perdona los pecados veniales y lo preserva de pecados graves.

Puesto que los lazos de caridad entre el comulgante y Cristo son reforzados, la recepción de

este sacramento fortalece la unidad de la Iglesia, Cuerpo místico de Cristo.”

“La Iglesia recomienda vivamente a los fieles que reciban la sagrada comunión

cuando participan en la celebración de la Eucaristía; y les impone la obligación de hacerlo

al menos una vez al año.”

Culto a la Eucaristía y alimento espiritual.

“Puesto que Cristo mismo está presente en el Sacramento del Altar, es preciso

honrarlo con culto de adoración. La visita al Santísimo Sacramento es una prueba de

gratitud, un signo de amor y un deber de adoración hacia Cristo, nuestro Señor”

“Cristo, que pasó de este mundo al Padre, nos da en la Eucaristía la prenda de la

gloria que tendremos junto a Él: la participación en el Santo Sacrificio nos identifica con su

Corazón, sostiene nuestras fuerzas a lo largo del peregrinar de esta vida, nos hace desear la

Vida eterna y nos une ya desde ahora a la Iglesia del cielo, a la Santísima Virgen María y a

todos los santos.” 26

Actividades:

1. Para el encuentro llevar el Catecismo, el Misal, el Leccionario. Se comenzará

con una oración a la Santísima Virgen María, pidiéndole que ella nos enseñe a

meditar en nuestros corazones todas las cosas que vamos aprendiendo.

25 Idem números 1412-141326 Catecismo de la Iglesia Católica; números 1415- 1419

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2. En primer lugar se leerá el texto del Evangelio según San Lucas 22, 7-20.

3. Tomando el texto como base se introducirá el tema, y se seguirá el desarrollo

propuesto en la guía. Deberá hacerse hincapié en las nociones aprendidas ya de

celebración, liturgia, signos, participación, actitudes, etc.

4. Se dejará un momento de para la oración personal, en lo posible frente al

Sagrario, y se dará a los asistentes preguntas como las siguientes: ¿Soy

consciente de que en cada eucaristía el Señor de cielo y tierra viene a mi? ¿Me

intereso por tomar parte activa en la celebración de la Misa, o soy muy

descuidado? ¿Preparo, agradezco, cuido mi comunión con Jesús en la Misa?

¿Me tomo en serio el compromiso de convertirme contando con la ayuda de la

gracia de este sacramento?

Para finalizar se realizará una oración de acción de gracias a Jesús Eucaristía, o algún

canto adecuado.