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HISTORIAS E CONTOS O LADO DO LUME AQUELLA NIÑA Fue por la festividad de Santiago que los familiares de un amigo mío fueron a Correchouso para visitar a la familia y a pasar las fiestas; eran de un pueblo cercano a Orense, no lo puedo precisar su nombre. Recuerdo perfectamente la impresión que ejerció en mí una niña, prima de mi amigo, que iba con ellos. Tendría mi edad, unos nueve o diez años, y pasaría unos días en el pueblo. Aunque era verano y anochecía más tarde, solo pude verla un momento, pues todos se fueron a saludar al resto de la familia y ya no volví a verla ese día. Aquella noche la pasé muy intranquilo y nervioso, pero al mismo tiempo contento. Casi no pude dormir, aunque el deseo de que amaneciese pronto para ir a casa de mi amigo me tranquilizó un poco. Serían las siete de la mañana cuando ya quería levantarme y que mis padres me arreglasen para ir a visitar a mi amigo; era la excusa perfecta para volver a verla. Nunca he podido recordar el nombre de esa niña. Quizá nunca llegué a saberlo, aunque con las letras que lo formaban he escrito y guardado miles de frases para escribir alguna vez aquella bonita historia y los sentimientos que afloraron por vez primera en mi niñez. Es difícil encontrar palabras que describan con sinceridad y sentimiento aquel amor vivido tan intensamente y en tan corto espacio de tiempo. Hoy considero que mis sentimientos por aquella niña de tan bella cara y mirada profunda fueron, de algún modo, producto de mi locura. Sufrí una tremenda desilusión cuando, una semana después, se marchó. Durante los días que permaneció allí, en mi mentalidad infantil solo había deseos de estar junto a ella. Por supuesto que no sabía lo que me estaba sucediendo ni tenía palabras para explicarlo, pero algo nació en mi interior y nunca se me pasó por la cabeza que se marcharía en unos días y que nunca más volvería a verla. Siempre la he recordado muy claramente. En este apartado de «Contos e historias», plasmaré algunos de aquellos

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HISTORIAS E CONTOS O LADO DO LUME

AQUELLA NIÑA

Fue por la festividad de Santiago que los familiares de un amigo mío fueron a Correchousopara visitar a la familia y a pasar las fiestas; eran de un pueblo cercano a Orense, no lopuedo precisar su nombre. Recuerdo perfectamente la impresión que ejerció en mí una

niña, prima de mi amigo, que iba con ellos.Tendría mi edad, unos nueve o diez años, ypasaría unos días en el pueblo. Aunque era veranoy anochecía más tarde, solo pude verla unmomento, pues todos se fueron a saludar al restode la familia y ya no volví a verla ese día. Aquellanoche la pasé muy intranquilo y nervioso, pero almismo tiempo contento. Casi no pude dormir,aunque el deseo de que amaneciese pronto para ira casa de mi amigo me tranquilizó un poco. Seríanlas siete de la mañana cuando ya quería levantarmey que mis padres me arreglasen para ir a visitar ami amigo; era la excusa perfecta para volver averla.

Nunca he podido recordar el nombre de esa niña. Quizá nunca llegué a saberlo, aunquecon las letras que lo formaban he escrito y guardado miles de frases para escribir alguna vezaquella bonita historia y los sentimientos que afloraron por vez primera en mi niñez. Esdifícil encontrar palabras que describan con sinceridad y sentimiento aquel amor vivido tanintensamente y en tan corto espacio de tiempo. Hoy considero que mis sentimientos poraquella niña de tan bella cara y mirada profunda fueron, de algún modo, producto de milocura. Sufrí una tremenda desilusión cuando, una semana después, se marchó.Durante los días que permaneció allí, en mi mentalidad infantil solo había deseos de estarjunto a ella. Por supuesto que no sabía lo que me estaba sucediendo ni tenía palabras paraexplicarlo, pero algo nació en mi interior y nunca se me pasó por la cabeza que semarcharía en unos días y que nunca más volvería a verla. Siempre la he recordado muyclaramente. En este apartado de «Contos e historias», plasmaré algunos de aquellos

recuerdos.Buscar su mirada era como ver una rosa en el jardín. La protegía y cuidaba para quesiempre fuese para mí. Al mirar su cara, me estremecía por ver su boca tan cerca de la mía.Quizá aquellos labios acaramelados fuesen dulces como la miel. Su boca era como una rosade primavera fresca, como las sombras de los castaños que flanquean los caminos y comoaquella pradera o «campo dos bailes» en la que la orquesta animaba con sus pasodobles alas parejas de mozos para que bailasen y se cortejaran con promesas de amor eternodurante las fiestas de Santiago.

Cuando sus manos rozaban las mías, el corazón se me salía del cuerpo. Pasaba las nochesen blanco esperando al nuevo día para vivirlo cerca de ella. Quería que me la despertaran alamanecer, porque el sueño me la entretenía. Siempre quería mirar aquellos ojos azulesfrente a los míos a la luz del día o soñarlos en la oscuridad de la noche. Tenía que ser micompañera, la que durmiese conmigo y cada mañana amaneciese a mi vera.Recuerdo un día en que, juntos, fuimos a buscar flores para ponérselas en el pelo, y yocorté un ramo de lirios nuevos con margaritas del prado y lo adorné con hojas verdes de un«castiñeiro».

Así pasaron aquellos días y las fiestas. Un día, como todos, fui por la mañana a la casa demi amigo para estar con él, poder verla y pasar el mayor tiempo posible a su lado. Verla yadorarla era mi devoción. Llegué el primero a la cita diaria, iríamos todos juntos a jugar enla era y a recorrer los lugares del pueblo.Esperé hasta que salió mi amigo, y rápidamente le pregunté por ella. Me dijo que todos sehabían marchado muy temprano de vuelta a su pueblo, que solo habían venido a las fiestasy que, una vez terminadas estas, regresaron. Aquellas palabras se clavaron dentro de mí,resonaban en mi cabeza y no podía creérmelas. ¿Cómo podía ser posible aquello? Creí queme desmayaría, ya nada sería igual. ¿Cómo podría vivir sin estar cerca de ella? ¿Cómo meacostumbraría a no oír su risa ni ver su cara ni sentir su aliento ni el perfume de su cuerpo ytantas y tantas otras cosas...?

Aquel día, se apoderó de mí una profunda depresión que nunca he vuelto a sentir.Abrazada a mi niñez, nació en mi interior una profunda amargura y un duro calvario alpensar que no volvería a verla.El viento se convirtió en mi nuevo compañero y aliado. Me hablaba al oído y me decía quela siguiese buscando, que un día la encontraría. Durante muchas noches, seguí acariciandosu cabello en mis sueños, y en la niña de mis ojos he ido grabando su imagen hastaconstruir algo tan grande que estoy seguro que en nada se parece a la realidad de aquellosaños de mi niñez. Tuve que olvidar, aunque olvidar es como cortar flores y deshojarlas paraque el viento se lleve sus pétalos. Hay que enterrar viejos recuerdos matando a las ilusionesy a los más profundos sentimientos. Aunque olvidar es una herida que nunca termina decerrarse, son muchas las cosas perdidas que te hacen reír y otras veces llorar. Dicen que elamor se olvida con los años, pero yo nunca olvidaré que aquel recuerdo tan tierno e infantilfue mi mayor desengaño.

Así se quemó aquella leña ardiendo «no lume», y yo también me fui quemando pensandoen ella hasta que vino el agua y extinguió aquel fuego. El recuerdo que yo llevaba dentro seapagó con el tiempo y la distancia.

Hoy me siento nuevo, soy otro. Me he vuelto a enamorar como aquella vez, me he miradoen otros ojos y he besado el rostro de otra mujer con la que busco ilusiones nuevas.Siempre será mi amor, un amor para toda la vida que se romperá cuando llegue el silencio.

La vida es enamorarse de algo cada mañana y, aunque te llamen loco, procurar que tulocura sueñe con un mundo nuevo, sin amarguras. La vida es soñar, y los sueños de la vidason la vida de verdad. Quien no sueña despierto vive sin ilusiones. Me considero unsoñador, y mi fortuna es vivir siempre una ilusión.

Años más tarde, pude volver a ver a esa niña, la niña de mis sueños. Entré en la habitaciónen la que estaba y, al verla, me quedé inmóvil, mirándola fijamente; todos los recuerdos seacumularon en mi mente sin poder ordenarlos. Alguien se acercó a mi lado y,susurrándome al oído, me dijo: «Señor, el funeral será mañana a las diez».

O HOME LOBO

En una ocasión, llegó a mis manos el libro titulado Castro-Laza y sus historias, escrito porFrancisco Penin Blanco, sacerdote nacido en Castro, y en el que cuenta historias de la zonaque le contaban sus mayores siendo un niño. La primera que aparece es «O Home Lobo»,Manuel Blanco Romasanta, autor de los hechos relatados que vivió en estos pueblos, desdeCastro hasta Rebordechao.Cuando yo era niño, en Correchouso, la juventud y los más pequeños nos reuníamos en los«sequeiros» en noviembre, alrededor del fuego que permanecía encendido día y noche, paraescuchar los relatos de miedo que los mayores nos contaban con gran interpretación yfantasía. Todas las historias versaban sobre los lobos, las ánimas, la Santa Compaña y otrasleyendas que corrían por todos los pueblos de la Galicia rural.Después de oír un buen recital de relatos a la escasa luz que desprendía el fuego con el quese secaban las castañas en el cañizo, salías de allí y recorrías aquellas calles llenas de«bulleiro» alumbrándote con la luz de una vieja linterna casi sin pilas y, muerto de miedo,corrías hasta tu casa.

Al leer este libro que me prestó mi hermana, empecé a sentir curiosidad por aquel tema querecordaba de mi niñez y busqué tratados sobre licantropía, el origen del mito del hombrelobo. Quise hacer un viaje a lo más profundo de las brumas del pasado, en aquel tiempo enque las leyendas cobraban vida; especialmente, la del hombre lobo.Está claro que, con el paso del tiempo, este mito fue avanzando por la historia hasta llegarcasi a nuestros tiempos, por lo que quise saber si era realmente un mito o realidad. Queríallegar a conocer si sería posible conseguir esa fuerza sobrehumana, feroz y terrible, quepodría conducir a un hombre a hacer daño incluso a sus seres más queridos. Una fuerzaque se convertía en un peligro si no se sabía manejar, una maldición que provocaba elpánico entre tus vecinos o un don que te permitía tener la agilidad de un animal, aunqueacompañada por el terror de poder quedar poseído.En el Satiricón se cuenta la historia de dos soldados que viajaban de noche, y uno de ellosse acercó a un árbol, sacó una prenda que tenía escondida, se la puso y se convirtió. A lamañana siguiente, en el pueblo, se comentaba que un lobo había atacado al ganado y quelos vecinos le habían herido. En el mismo lugar en el que hirieron al lobo, encontraron alsoldado.Los rituales del hombre lobo nacieron en la Edad del Bronce. Los pueblos celtas eransociedades de hombres guerreros organizados y reunidos alrededor de un jefe quepracticaban rituales en los que ingerían ciertas plantas hasta llegar a un éxtasis violento yagresivo que les permitía luchar sin miedo, con furor y frenesí, aunque desordenadamente.Seguían luchando aun heridos, sin sentir el dolor hasta la victoria final; por eso, los demáspueblos les comparaban con los lobos.Recordemos que la leyenda del hombre lobo se extiende por todo el mundo y está presenteen todas las culturas.A finales del siglo XIX, nació el «home do unto home lobo», y fue entonces cuando el mitocobró realidad en la persona de Manuel Blanco Romasanta.

En cementerios cercanos aparecen muchosapellidos Blanco y Romasanta.Intrigado por todas estas historias,pretendí introducirme en la licantropíay conseguir el mito bárbaro delguerrero de la Edad de Bronce sin

tomar ningún alucinógeno para vivir la situación de la forma más real posible.

Solo cuando el túnel está en la más absoluta oscuridad es cuando puede volver otra vez laluz. Quise entrar en una puerta abierta a nuevas dimensiones de la existencia, tener unanueva perspectiva de la realidad. Quise hacer un viaje por el pasado en busca de sonidos ysombras, de sensaciones y creencias ancestrales hasta llegar a nuestros tiempos, en los queciertos sonidos aún siguen reflejando el eco de antiguas creencias.

Se dice que es en la fase de luna llena cuando se produce la conversión del sujeto en unlobo, en esa bestia feroz con colmillos. Es entonces cuando la Luna se encuentra al otrolado de nuestro planeta, y la Tierra se sitúa entre aquella y el Sol.Estudié el calendario lunar de 2008 para buscar la mejor fecha, tras lo que indagué sobre ellugar más apropiado al que viajar y donde realizar esta experiencia. El mejor día resultó serel 18 de junio de 2008, luna llena.El lugar elegido fue la confluencia de los ríos Da Pena y Louredo. Allí hay una praderapasando el río, y me pareció el sitio ideal. No dispongo de casa habitable en Correchouso,la nuestra está cerrada desde la década de 1960 y medio hundida, por lo que alquilé unahabitación en el Hotel Gallegos, cerca de Verín, desde donde subiría en coche la nocheseñalada. Estaba dispuesto a encontrarme con el aullido del lobo y a vivir otras sensacionesaun más intensas en las que la magia se funde con creencias que han marcado y hanatemorizado a miles de seres durante siglos.Esa noche, seré tocado por la luz de la luna llena.

Cruzaré el río Da pena y, al otro lado, intentaré sentirme cerca del lobo. Quiero aprendereste rito y quiero hacerlo bien para que no se convierta en una maldición, como dice laleyenda.Estoy convencido de que puede producirse lo que pretendo. Ana «la lobera» era una mujerasturiana que tenía una manada de lobos que la obedecían, cosa que conseguía mediante unritual que había aprendido de pequeña. Chantajeaba a los pastores con la amenaza de quesus lobos les atacarían si no le hacían caso; los pastores la denunciaron.Otros seres que vivían en el bosque y comían carne humana empezaron a perder lacapacidad de hablar y desarrollaron los instintos de atacar y dominar a los lobos haciendoque les obedecieran. Estos se convertían en una maldición para el que comía carne humanay para los vecinos.Si te ataca un hombre lobo y eres capaz de meter la mano en su boca y cogerle la lengua,inmediatamente se convierte en hombre y pierde sus facultades.

Zona elegida no Barxo. Aullido del lobo en las noches de luna llena.La luna, majestuosa, iluminaba la pradera y se reflejaba en el agua del río. El silencio eracasi absoluto y solamente lo rompía el murmullo del agua que se deslizaba río abajo. Dejé elcoche antes del puente sobre el ferrocarril «No Campo Redondo», una estructura con elfirme en muy mal estado como consecuencia del abandono y falta de uso. No podía pasarcon el vehículo y, aunque un poco lejos del lugar elegido, era lo máximo que podía avanzar.

Situado ya en la pradera, miré hacia los montes Do Corgo, perfectamente iluminados por laluna. Dirigí la mirada hacia los Altos de Louredo atento a cualquier ruido o movimientoaunque convencido de que no pasaría nada. Serían las 23:50 cuando empecé a sentir unmovimiento, pero no le di importancia porque seguramente se trataría de algún conejo o,quizá, una «Noite Boa», un pájaro parecido a la «curuxa». El tiempo transcurría despacio yparecía que las agujas del reloj se habían detenido. A las 00:00, me dio la impresión de oírun leve sonido; parecía un aullido, pero quizá fue producto de mi estado de excitación.Quería evitarlo, pero el miedo se iba adueñando de mi pensamiento y mi cuerpo lo notaba.Mi vello estaba erizado y tenía la piel de gallina, claros síntomas de que el lobo te ha vistoantes que tú a él. De repente, escuché unos aullidos que procedían de lo más alto del montedescendiendo por el desfiladero del río con un resonante eco, como si se tratara de unamanada inmensa. Mi reacción fue inmediata: salí corriendo y recorrí a una velocidad derécord la distancia que me separaba del coche. Entré y lo arranqué, tras lo que me fui de allía toda velocidad, alejándome hacia Correchouso, que pasé sin parar buscando la carretera aLaza, Verín y el hotel.Pasado «O Colo», y a la altura Da Fonte Seca, se me cruzaron delante del coche dos lobos.Sus ojos brillaban, parecían faros, eran enormes y estaban desafiándome, plantándome cara.Mi primera reacción fue acelerar y salir lo antes posible de aquella situación tancomprometida, pero reaccioné con prudencia. Pensé que, si los atropellaba, podría romperun faro o, incluso, alguna parte del motor y quedarme allí, tirado con toda la noche pordelante sin saber qué habría en los alrededores.Opté por cerrar bien las ventanillas y bajar los seguros de las puertas. Despacio, pasé entreellos sin mirar a los lados. Una vez superados, aceleré y salí a toda velocidad. Cuando me dicuenta, a mi izquierda había una casa con un inmenso escudo, y a mi derecha, un cruceiroante una capilla; estaba en Verín. Había pasado por Navallo, Laza, Matamá, Retorta,Nocedo y Vences, y no me había dado cuenta. No sé ni cómo lo hice. De allí, me fui alhotel y me encerré en la habitación hasta el día siguiente. No he vuelto a ese lugar desdejunio de 2008, y no sé si algún día lo haré.Releída la historia de Romasanta, este tiene toda la pinta de haber sido un psicópata quecometía asesinatos e interpretaba su psicopatía como una maldición, la maldición delhombre lobo de la que había oído hablar en el interior de su Galicia rural durante toda lavida. Tal vez fuese simplemente un tipo muy astuto, sabía que era un asesino y en el juicioafirmó ser un pobre hombre que sufría una maldición para pasar por loco y librarse de lacondena.

Lobos en la oscuridad de la noche.En el hombre hay un estrato animal, una bestia irracional que anida en el alma, que nosacompaña siempre y lo que se espera es que sublima o trascienda. O te dejas arrastrar porese estrato animal y te conviertes en una bestia feroz, como ocurría en la magia guerrera, oese estrato permanece dormido.

Los bosques de Galicia están llenos de leyendas, de mitos y de historias que desafían a todalógica. Meigas, duendes y también hombres lobo surgen de la imaginería popularquedándose para formar parte de un folclore rico y extenso.

Sin embargo, hay casos que superan la línea de lo posible para aparecer en el «mundo real»y dejar constancia de su existencia en las páginas de la crónica negra. Esta historia es real,no una leyenda más.

Manuel Blanco Romasanta es el protagonista de los sucesos más extraños y macabros quehan ocurrido en esta zona del sur de la Galicia rural. Además, fue elegido por la industriapatria del cine para llevar su historia a la pantalla grande en dos ocasiones. Romasantaaparece inscrito en el libro de bautizados de la Parroquia de Santa Eulalia de Esgos, enRegueiro, el día 18 de noviembre de 1809. La primera duda que suscita esta entrada es elnombre. No aparece como Manuel, sino como Manuela.

La Santa CompañaAdemás de Santa Compaña también es conocida como «A procesión das ánimas» o,simplemente, «Compaña». «Andad de día, que la noche es mía». «Cousas dos mortos».

Este es uno de los casos típicos que la cultura popular gallega amontona entre los relatos delos viejos lugareños de cualquiera de sus aldeas.

Escenificación.

La Santa Compaña, un mito que se pierde en la noche de los tiempos vinculado a los cientos de cruceiros deGalicia.

La tradición define a la Santa Compaña como una procesión de muertos o ánimas en penaencabezada por un mortal que porta una gran cruz de madera. La procesión consiste endos filas fantasmales de difuntos que van vestidos con sudarios y descalzos, y por lasnoches recorren errantes los caminos de una parroquia. A su paso, se percibe uncaracterístico olor a cera y un ambiente fantasmagórico. Además, hay otras versiones quedicen que se nota un frío intenso siempre que aparece, así como un cierto olor y sonido decadenas, y que los fantasmas son como una niebla.

La Santa Compaña puede aparecerse en distintos lugares, pero, sobre todo, ante quien seencuentre en una encrucijada de caminos. Su presencia siempre es presagio de desgracias.Lo más habitual es que anuncie la muerte de un conocido de quien es testigo de laprocesión, pero también puede aparecer para reprochar a los vivos errores o faltas, o paracumplir una pena impuesta en el otro mundo.

Esa persona mortal que marcha al frente puede reconocerse por la luz que la rodea y por lapalidez de su rostro, y está condenada a vagar noche tras noche hasta su muerte o hasta queotro incauto sea sorprendido en una encrucijada, momento en el cual recibirá la cruz yestará condenado a vagar todas las noches.

También se afirma que la luctuosa procesión transporta un ataúd con una persona en suinterior, la cual puede ser incluso la misma que ve la aparición, siendo su cuerpo astral elque está en el féretro.

El mortal que presencie la procesión podrá evitar que su alma sea capturada si se sube a losescalones de un cruceiro o si porta una cruz y la exhibe a tiempo. También protege frente ala Santa Compaña hacer un círculo en el suelo y entrar en él, rezar y no escuchar el sonidoque emite y, sobre todo, jamás aceptar la vela que nos tienda algún difunto de la procesión;de hacerlo, se formará parte de la Compaña.

Se cree que quien realiza esa «función» no recuerda durante el día lo ocurrido en eltranscurso de la noche, y únicamente puede reconocerse a las personas penadas con estecastigo por sus extremadas delgadez y palidez.

Tan solo ciertos «dotados» poseen la capacidad para verla. Los niños a los que el sacerdote,por error, bautice usando el óleo de los difuntos, tendrán dicha facultad cuando seanadultos. Otros, no menos creyentes en la leyenda, habrán de conformarse con sentirla,intuirla, etc.

Las apariciones siempre se daban en lugares de características similares: terreno irregular,poca luz, un solo testigo y a altas horas de la noche.

Casi cualquier fenómeno extraño que se produzca se asocia con la Santa Compaña; sobretodo, en algunos núcleos rurales.

En fin, la mitología gallega es un conjunto de creencias celtas, germánicas (suevos,principalmente), romanas y cristianas que se mezclaron y evolucionaron a lo largo de lossiglos en esta mágica tierra.Hoy en día, con el alumbrado eléctrico, el asfaltado de loscaminos y la utilización del coche, las apariciones de la Santa Compaña han desaparecidocasi por completo, aunque siempre quedara algún iluminado que vea a esas ánimas.

Cómo sucedió

Las romerías a los lugares donde se celebran las fiestas en honor de la Virgen son muypopulares en los pueblos de toda España, y muy especialmente, en Galicia. Sucedió amediados de la década de 1950. Por aquel entonces, su padre, aprovechando la tienda quetenía en casa, solía ir de fiesta en fiesta con un pequeño bar en el que vendía la cerveza,licores y chucherías que transportaban sobre un macho.

Aquel 15 de agosto regresaban de la fiesta que se había celebrado en la cercana localidad deTamicelas, en la que se reunía mucha gente

Tamicelas: Foto actual de aquella zona de fiestas.procedente de los pueblos cercanos. Se instalabaen una zona acogedora, disfrutando del frescorjunto al río, en una espléndida arboleda. Allíacudía el pueblo después de la misa y de laprocesión matinal en la que se daban vivas a laVirgen junto a los visitantes; el día más grande desu Virgen, compartiendo todos la comida de losromeros. Al caer la tarde, sonaban unas cuantas

bombas y fuegos artificiales dando paso a los pasodobles con los que la orquesta anunciabael comienzo del baile. Iniciaban el mismo las parejas más diestras en el ritmo, a las queseguían las formadas por quienes estaban empezando su noviazgo y por quienes solobuscaban diversión. Ya oscureciendo, rompían la oscuridad los fuegos de lamparillas que

los organizadores hacian subir al cielo iluminando con sus colores el anochecer de todo elvalle.Habían salido temprano del pueblo hacia Tamicelas, y después de acordado elemplazamiento con el responsable de las fiestas, procedieron a montar y adornar el bar enel carro que tenían contratado con los del pueblo. Terminaron justo para la hora de lacomida: empanada, jamón, chorizos cocidos y algún que otro manjar. Tras ello, un poco desiesta y a vivir todo el jaleo de la fiesta. Un día agotador hasta que aquella terminaba y habíaque recoger lo sobrante, contar el dinero y cargar para regresar de nuevo a Correchouso. Lagente que también había acudido a la fiesta había comenzado su regreso nada más terminaresta, una hora antes. Dada su corta edad, no le gustaba mucho caminar; además, estabacansado de andar todo el día de un lado para otro y se quejaba diciendo que era de noche yque no podía ver. Entonces, él le subió a lomos del macho. Guiados por la luz de la luna,siguieron caminando en silencio por un estrecho «carreiro», rozándose con las zarzas de losbordes del mismo, que más bien parecía un pedregal que un sendero para carros.

Acompañados por el sonido de las herraduras al golpear las piedras, fueron haciendocamino cruzando por Villariño, junto a los prados y al pequeño río, subiendo la cuestahacia O Navallo, y así llegaron a las proximidades de Correchouso. Al filo de las dos de lamadrugada, alcanzaron O Colo y enfilaron hacia o alto da capilla. Al doblar un recodo delcamino, iluminada con la escasa luz de la luna que los castaños dejaban pasar entre sushojas, contemplaron una escena que nunca hubiesen deseado ver: la Santa Compaña. Elpadre, pendiente de la caballería, deseoso de llegar lo antes posible al pueblo pensando enla recaudación que había conseguido y en las labores que le esperaban, no se dio cuenta delo que estaba sucediendo en el camino. El crío quería advertirle, pero su boca no logróemitir palabra alguna; podía verlo todo perfectamente desde lo alto del macho. Era ungrupo de unas ocho figuras vestidas de blanco y cubiertas con capuchas, y estabancomandadas por un pálido individuo que sostenía una cruz de madera y a quien pudoreconocer perfectamente. «¡Ceferino, e o Ceferino!», murmuró. Sí, era él. La fantasmalcomitiva estaba detenida rodeando una sábana blanca tendida en el suelo, con velas en lasesquinas y una rudimentaria caja de muerto en el centro. Las figuras rezaban en voz baja, yun fuerte olor a cera quemada lo inundaba todo. El tiempo se detuvo mientras el hijocontemplaba petrificado aquella escena. De repente, un hombre salió de la caja, un hombredel pueblo al que el crio conocía y con quien había hablado muchas veces. Estaba vestidode una manera muy elegante, con traje y camisa blanca. No daremos su nombre nicualquier otra referencia, porque aún viven algunos de sus descendientes.El niño pudo verle con toda claridad. Conocía perfectamente las historias de la Santa

Compaña a pesar de su corta edad, porque se contaban muchas cosas de la misma y losniños, prestaban mucha atención a estos relatos por el miedo que les producían. Le dominóel pánico, quería salir de allí disparado como alma que lleva el diablo, pero vivió todo elacto hasta que la Santa Compaña reinició su marcha con la caja a cuestas, retomando loscantos en voz alta acompañados por el tintineo de una campanita. Salieron de allí hacia sucasa, pasaron por A Fonte y, sin mirar atrás, el padre dejó al crío en la vivienda y se fue adescargar al macho. Tras eso, metió el género en la tienda y bajó para dejar al animal en elcorral y acomodarlo con un poco de hierba.El crío, sin poder pronunciar palabra alguna y sintiendo un frío inmenso que le hacía tiritaren pleno agosto, se acurrucó en la cama con su madre. El padre no había visto ni sentidonada. Al día siguiente, el chico se lo recordó comentando el miedo que había pasado y queno quería ver más a la Santa Compaña. Creyendo que el chico lo había soñado, no le diomayor importancia y le dijo que no debía ir donde contaban esos cuentos, porque nopodría dormir después.Atrás quedó el «mito imposible» que había visto con sus propios ojos: la Santa Compañaescenificando un acontecimiento similar a los que las historias de aquellos pueblos relatancon tanta frecuencia.

Cuatro días después, la noticia corrió por el pueblo como la pólvora. El hombre que habíavisto salir del ataúd hacía cuatro noches, la del terror, moría al caerse desde lo alto de uncastaño que estaba limpiando; la rama en la que estaba subido se rompió.A velar y a guardar el cadáver, costumbres de entonces. Toda la gente del pueblo se reunióen su casa. El finado, colocado encima de la cama con un rosario entre sus manos, y lasbeatas rezando rosario tras rosario. Cogido de la mano de su padre, el crío se fijó en que laropa que el difunto llevaba puesta era la misma que vestía aquella noche, cuando le habíavisto salir de la caja cuatro días atrás. Miró a su padre y le dijo: «¡Papa! ¡Mira, la mismaropa!», y este le contestó: «Silencio, niño, que estamos rezando».Todo el pueblo asistió al sepelio rezando responsos que fueron pagados por los vecinosdesde Correchouso hasta Castro, así que el recorrido podía durar mucho tiempo. Solíanrezarse a ciertas distancias; especialmente, en los cruces de caminos. El primero se rezó enla capilla, en cuyo interior la caja permanecía en el suelo mientras el sacerdote bendecía conagua bendita después del responso. El ataúd era llevado hasta Castro a hombros de losvecinos, y los responsos también permitían el cambio de porteadores. El segundo responsohizo justo en el lugar en el que la Santa Compaña le había acompañado unas noches antes,pero el señor cura se olvidó en esa ocasión de bendecir el ataúd con agua bendita. ¿Fue unsimple olvido? El crío recordó nuevamente todo lo sucedido. Acabada la oración, se

reanudó la marcha y la comitiva continuó su camino hasta Castro entre responso yresponso.Me contó esta historia muchos años después, para que la pusiese en la web, y me comentóque, aunque no fueron muchos los años que permaneció en Correchouso con la familia –emigraron unos años después–, nunca volvió a pasar por aquel lugar; siempre utilizó elcamino de abajo.Recordad: Una cosa es que no creamos, y otra bien diferente... es que existan.

ALBERGUERIA 15-8-2014:Hace años cuando se acercaba el párroco en laaldea o el Sr. Obispo, en ocasiones muy especiales,se le pedía besar la mano y su bendición, hoy se haacercado por la aldea el Sr. Arzobispo, Carballo, ylo que se me ocurre es pedirle “selfie” (una fotocon el móvil). El 15 de agosto de 2.014 meencontraba en Alberguería para pasar la fiesta de supatrona Santa María. A las 11 nos acercamos a laiglesia acompañado de mis primos Luciano y Lúatambién estaba Rosa, mi hermana y su maridoEmilio, íbamos a la procesión y a la misa. Mi gransorpresa fue cuando vi que se encontraba en laiglesia el padre Carballo (llamado así en su pueblonatal, Lodoselo). El padre Carballo cambio ese díasus despachos en el Vaticano por los caminos depolvo de nuestra aldea. Presidio la celebración de laSanta Misa en esta pequeña capilla de Alberguería eldía 15-8-2014, festividad de su patrona.D. José Rodríguez Carballo, es actualmenteArzobispo de Belcastro, Ministro general de laOrden de los Frailes Menores (Franciscanos) ysecretario de la Congregación para los Institutos deVida Consagrada y las Sociedades de Vida

Apostólica. Nombrado recientemente por S.S. el Papa Francisco.

Muchas gracias en mi nombre y en de todos los vecinos por acudir este día con todosnosotros en Alberguería y felicidades a su Párroco por gestionar este encuentro con lagente del pueblo.Hacía muchos años que no celebraba el 15 en Alberguería, recordaba la procesión con lavirgen y lo que he hechado de menos fue el ruido de las “bombas” acompañando loscanticos en la procesión, los incendios son la lacra de nuestros días y hay que evitarlos. Detodas formas fue un día muy emotivo.

SILVIA PEREZ CRUZ: UNA CANTANTE SIN LÍMITES.

Silvia nació en la localidad dePalafrugell (Girona). Su abuela LuisaDiz nació en Correchouso y su abueloCastor Pérez en Navallo. Conocí aSilvia cuando era componente delgrupo musical Las Migas (cuartetofemenino junto a Marta Robles,Isabelle Laudenbach y Lisa Bause). Enel grupo aportaba su voz y tocaba elcajón. Tras seis años de colaboración,en el verano de 2011, Silvia PérezCruz deja de ser la cantante del grupoLas Migas para seguir con otrosproyectos artísticos. En julio de 2011participa en la 45 edición deHabaneras de Palafrugell en homenajea su padre Castor Pérez Diz, referente

de este género, fallecido en el mes de noviembre de 2010. En 2014 publica el álbum deversiones “granada”, junto al guitarrista y compositor Raúl Fernández Miró.

UNA TARDE EN EL TEATRO PRINCIPAL DE ZARAGOZA: Saludé a Silvia antes deempezar su actuación. Espectacular Silvia y Raúl en toda la noche. Me emocioné cuandointerpretó la canción: “Vestida de Nit”, canción compuesta por sus padres, Gloria Cruz yCastor Pérez, éste gran amigo mío de juventud en Riudarenas (Gerona) y en Antequera(Málaga), y en ese momento se acordó de nuestro pueblo "Correchouso", y nos mandó,desde el escenario, un saludo ¡Gracias Silvia!Tremendas todas las canciones: Mercé, Gallo rojo, Tonada de la luna, Pequeño vals,Vestida de Nit. etc... Su espectáculo: “granada”, con minúscula, como a ella le gusta decir,toma su nombre de la fruta de piel gruesa, color escarlata o dorada con tono carmesí en elexterior y una gran cantidad de explosivos sabores en su interior.Cuando alguien canta como Silvia se apropia del repertorio escogido, le otorga unadimensión nueva, palpitante. El tiempo dirá si esta estrella hace oro absolutamente todo loque cante. Silvia canta y conmueve. Lo de Silvia Pérez Cruz es un prodigio de la naturaleza.Su voz viene de lejos y mediterráneamente abraza la habanera, se cobija en la copla y seadentra en los misterios del alma, en los rincones del sueño donde aletean pájaros y sones,madrugadas y abismos. Escuchas la voz de Silvia, sólo a ella. Y nos olvidemos a su Raúl,que no es manco, por cierto. Esto venía a decir Luis García Gil en su blog: Una publicaciónen el periódico francés “Le Monde”

SANTUARIO DE LOS MILAGROS:Septiembre 2014, mes de la Natividad de Nuestra Señora."María, peregrina de la fe." Hoyemprendí el camino para llegar al santuario. He entrado en el templo con devoción,portando en una mano una vela con la luz de la vida y en la otra una rosa para poner a lospies de mi Virgen. Mirándole a los ojos me arrodille, le di mil gracias y le pedí perdón.

Reproduzco aquí una publicación que puse en mi Facebook en este año:… Siendo yo muy niño entré en el Santuario de los Milagros por ir ofrecido en promesapor la familia. Fue en brazos de mi padre cuando yo vi a la virgen por primera vez.

Sin darme cuenta como un soplo se escapó mi niñez, se alejocomo un barco para nunca más volver.Desde entonces han pasado muchos años sin ir a cumplir sunovena. Tal vez la vida o el destino ha querido que así sea, esono me ha impedido que cada vez que he podido mis ojosfueran a verla y a mi padre siempre le decía: ¡Padre! Si algún díavuelvo sólo a ver a esta milagrosa virgen será pensando en ti, enmamá y en todos nuestros seres queridos.Este año voy a verla de nuevo y volveré a renovar y cumplirmis promesas, entrare en la iglesia portando en una mano unavela con la luz de la vida y en la otra una rosa para dar a mivirgen. Me miraré en sus ojos y arrodillado a sus pies le daré mil

gracias y le pediré perdón. Quiero vivir este día, dormir en el suelo, volver a mi niñez, ysentir el frio cuando la noche esté encima. Despertar de madrugada con las vivas a la virgeny acompañar al gentío al paso de su imagen gritándole yo también ¡viva la Virgen de losMilagros!Quisiera encontrar palabras para describir ese momento. Es tan grande la emoción quesiento que se enmudece el alma y solo encuentro silencio. Quiero mirarme en tus ojos paraque en mi retina despacio se vaya clavando tu imagen. Quiero sentirme tan cerca ymezclarme entre los peregrinos que despacio te van llevando.Fuiste tú quien me enseño, padre, a sentir tanta emoción y desde entonces llevo conmigoaquella medalla que un día su manto rozó. Padre hoy debo controlar mi emoción y tienesque ser tu quien me anime y calme mi pena porque me encontraré ya solo, sin vosotros, enel altar delante de esa virgen pequeña y no podre olvidar que fue en tus brazos, padre,cuando yo la miré en aquella primera novena.Me senté en el mismo banco donde muchos años antes mi madre Manuela a rezarte mellevo. Recuerdo como le decía ¿Cómo te encuentras mi Virgen? Yo me he levantadocontenta para traerte a mis hijos para que la fe no se pierda. A la hora de rezar la salve eltemplo se queda pequeño. Emocionado ante la virgen con fe te rezaba y vi en tus ojoscomo con la mirada me buscabas.

SANTUARIO DE LOS MILAGROS