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José Plaza González AQUELLAS PALABRAS QUE TE DIJE

Aquellas palabras que te dije

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Portada libro relatos Mixtura La Madre Teresa de Calcuta dijo “ama hasta que te duela, si te duele es buena señal”. Lo que entre tus manos estás acunando no es otra cosa que una serie de relatos cortos, a veces muy cortos, cuya única pretensión es llenar ciertos momentos de tu vida con un rosario de palabras, frases y párrafos de un cierto romanticismo y, ¿por qué no?, de cierta nostalgia de ciertas épocas en las que no estaba mal visto declararse romántico, sensible o pasional..

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José Plaza González

AQUELLAS PALABRAS QUE TE DIJE

AQUELLAS PALABRAS

QUE TE DIJE

© José Plaza González

I.S.B.N.: 978-84-15649-23-6

Depósito Legal: V-2890-2012

Edita:

Impreso en España

Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación ni de su

contenido puede ser reproducida, almacenada o transmitida en modo alguno

sin permiso previo y por escrito del autor.

José Plaza González

AQUELLAS PALABRAS

QUE TE DIJE

Para ella, siempre Princesa.

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Introducción

La Madre Teresa de Calcuta dijo “ama hasta que te duela, si te duele es buena señal”. Lo que entre tus manos estás acunando no es otra cosa que una serie de relatos cortos, a veces muy cortos, cuya única pretensión es llenar ciertos momentos de tu vida con un rosario de palabras, frases y párrafos de un cierto romanticismo y, ¿por qué no?, de cierta nostalgia de ciertas épocas en las que no estaba mal visto declararse romántico, sensible o pasional. Afortunadamente, lejos quedaron otras épocas en las que los hombres debíamos ahuyentar esos adjetivos porque ya se sabía que “los hombres nunca lloran”. Los relatos se presentan en cuatro partes. La primera, “Historia de un amor”, constaba inicialmente de cinco escenas y fueron escritos aprovechando un tiempo de desamor. Posteriormente se añadió la sexta escena. El desamor está protagonizado por “el extranjero”, personaje que ilustra la pérdida del amor, la desilusión, la soledad, la nostalgia,…

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El otro protagonista de estas escenas es Nicolai que actúa de “mensajero” e hilo conductor entre la princesa y “el extranjero”. Nicolai, al final, siente ante la ausencia del misterioso personaje que él debe continuar una labor ya iniciada: amar y dejarse amar. La segunda parte, “Cartas para una princesa”, por el contrario, fueron producto del amor y de la ilusión pero también contiene ciertos retazos del desamor, siempre presente. “Cartas para una princesa” consta de ocho cartas más una carta de despedida final. La tercera y cuarta parte, “Aquel ocho de junio” y “Tras el secreto de su corazón”, muestran la lucha por mantener el amor por una de las partes mientras la otra se siente prisionera de los prejuicios sociales y el desánimo que esto causa en ella. En total, dieciséis escenas rebosantes de sentimientos. Todas las partes son susceptibles de ser ampliadas en número con el tiempo, ese tiempo que todo lo llena de amor, pasión, ternura, dolor y desamor. Evidentemente, las escenas que aquí se presentan no son aptas para la lectura de aquellas personas, hombres o mujeres, que consideran que la galantería, la seducción, la ternura o la pasión pertenecen a épocas pasadas.

Historia de un amor

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“Se necesita sólo de un minuto para que te fijes en alguien, una hora para que te guste, un día para quererlo, pero se necesita de toda la

vida para que lo puedas olvidar”. Anónimo.

I. Hace días encontré sentado en una roca frente al mar a un hombre del que me llamó la atención su mirada perdida en la neblina que inundaba la playa. Estaba solo en la playa y no parecía que le importase la soledad. Me dirigí hacia él y le pregunte si podía ayudarle en algo. Volvió el rostro y me contestó, para mi sorpresa: "Te estaba esperando". A continuación me entregó un legajo con un mensaje: "Cada quinto día de la semana harás llegar a la persona que te indico un frase y una melodía de las que te entrego. Debes hacérselo saber. El día que no reciba ningún correo se habrá completado el libro de mi vida". Traté de pedirle alguna explicación y ante mi perplejidad sólo me dijo: "Sabes lo que debes saber, nada más". A esto añadió: "Dile que siempre estará en mi corazón y que no la olvidaré". Ante mí tenía a un hombre con la mirada perdida al que nunca había visto y que me estaba confiando algo que yo

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desconocía y que no sabía qué consecuencias podían tener para mi persona. Se levantó y comenzó a caminar perdiéndose entre la neblina pero antes de perderle de vista le pregunté, por curiosidad nada más, que por qué el quinto día de la semana. Mirándome a los ojos, esbozó una pequeña sonrisa, y me contestó: "El primer quinto día la conocí. El segundo quinto día la amé. Y el tercer quinto día la perdí".

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“No malgastes lágrimas nuevas en angustias viejas”. Eurípides.

II. He vuelto al lugar y sólo encontré la neblina del mar. En la roca donde hallé al extranjero había un cuaderno de notas. Lo abrí y curiosamente estaba escrito el siguiente texto: “Como sé que la curiosidad es más fuerte que tú sabía que vendrías al mismo sitio. Lee lo que te he escrito”. ¿Cómo sabía que volvería?. ¿Cómo daba por hecho que yo leería y cumpliría lo mandado?. Lo escrito decía así: “Volverás a tu cita del quinto día de la semana. Entrégale el texto y la melodía. Si te pregunta por mí le dirás que ella sigue en mi mente y en mi corazón y que ansío tenerla entre mis brazos. Dile que el día en que sus manos estén entre las mías y sus labios besen los míos llegará y entonces, sólo entonces, oirá mi voz susurrar a su oído aquellas palabras con las que sueña cada anochecer.

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No te preguntes el por qué de este amor y estos sentimientos. Simplemente están ahí, como mi amada. Ve y cumple lo mandado.”

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“Es tan corto el amor y tan largo el olvido”. Pablo Neruda.

III. No he vuelto a ver al extranjero. Las gentes del lugar me comentan que la última vez que le vieron caminaba, como siempre, solo entre los árboles del bosque. La misma gente me comenta que siempre que alguien le ve le acompaña una fina niebla, como si de su compañera se tratase. La verdad es que no sé por qué sigo con su mandato. Hay algo en su mirada que delata un sufrimiento que le rompe el corazón. He vuelto a mi hogar. La chimenea despide el calor que me falta. Estoy solo. Me quedó mirando fijamente las llamas y sus formas irrepetibles. Siento que el calor me arrulla y mis párpados se van cerrando. No sé si sueño o estoy despierto pero observo una figura que se acerca. Le rodea esa fina niebla. Oigo cerca sus pasos. Antes de que la figura se acerque y pueda reconocer a su dueño, esta se detiene y sólo se escucha una voz grave: “Querido Nicolai, ¿pensabas acaso que faltaría a nuestra cita?. ¡Que poco me conoces si así pensabas!.

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Cuando despiertes recordarás nuestra conversación y sabrás que sufro por un sentimiento. Mi amada dama ya no necesita de mis miradas, de mis caricias, de mis besos. Mi amada dama ya no necesita de mi amor. Aunque el dolor es grande, mi amor por ella me dice que debo respetar su silencio, y así lo haré. Pero, como dijo el poeta: “Me queda la palabra”. Quiero que vayas a verla y me cuentes si sus ojos brillan y si sus labios anhelan mis besos”.

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“El corazón es la parte más dura del cuerpo. La ternura está en las manos”.

Carolyn Forche. IV. “Querido Nicolai: Siento como mi amada se aleja de mí. Siento como su presencia se debilita. No por mí, que en mis pensamientos sigue como el primer día: su sonrisa, su boca, sus labios, su mirada, sus caricias,... Siento sus dudas, la debilidad de sus sentimientos. Recuerdo, aún, cuando evitaba que me adentrase en su mirada, cuando silenciaba mis labios con sus besos. No pierdo la esperanza de volver a estar junto a ella, de sentirla cerca. Pero... ¿será todo igual?. No lo sé y me duele esa incertidumbre. Sin embargo, hay algo que nunca olvidará mi pensamiento. Nunca mi corazón olvidará como nuestras manos se entrelazaban cuando hacíamos el amor. Ve y dile que todavía mi corazón le pertenece.”

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“Nunca pensé que en la felicidad hubiera tanta tristeza”. Mario Benedetti

V. Por primera vez, he visto al extranjero de forma apesadumbrada. Se acercó a mí y me entregó una carta. Por primera vez, he visto al extranjero con tristeza en sus ojos. Se acercó a mí y sin dejar que pudiera dirigirle un saludo me entregó una carta para su amada y me dijo: “Gracias, Nicolai. Gracias por haber confiado en mí. Ahora entrega este documento a mi dama amada. No esperes respuesta.”. “Mi dama amada. Mi corazón está triste por tu pérdida y, sin embargo, me alegro por ti, no por mí. La sinrazón lleva en ocasiones a tratar de luchar por aquello que, consciente o inconscientemente, se trata de evitar. No es posible que mi corazón siga en la lucha cuando no se le permite que se manifieste o cuando mis labios no pueden decir aquello que mi corazón anhela.