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Aranda en las alturas: Las Torres de Aranda de Duero entre el Medioevo y la Edad Moderna José Ignacio Sánchez Rivera ETS Arquitectura. Universidad de Valladolid

Aranda en las alturas: Las Torres de Aranda de Duero entre el Medioevo … · 2016-03-10 · Aranda en las alturas: Las Torres de Aranda de Duero entre el Medioevo y la Edad Moderna

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Aranda en las alturas:Las Torres de Aranda de Duero

entre el Medioevo y la Edad ModernaJosé Ignacio Sánchez Rivera

ETS Arquitectura. Universidad de Valladolid

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Aranda en las alturas: Las Torres de Aranda de Duero entre el Medioevo y la Edad Moderna

No solo contó Aranda en el pasado con las pa-rroquias de San Juan y Santa María. Basta con echar un vistazo al conocido plano de 1503 para compro-bar que se levantaban otros templos dentro de los muros de la villa2 dedicados a Santa Ana, San Llo-rente y Santa Cruz. Debió de existir otro dedicado a Santa Lucía en el barrio entorno a la calle Isilla3, que sería la denominada de Santa Cruz en el plano, por coincidir con su ubicación geográfica. En los siglos siguientes, la presencia de las órdenes mendicantes en el exterior del casco urbano (dominicos y fran-ciscanos) que atraerían buena parte de sepulturas a sus templos, determinarían el abandono de estas pequeñas iglesias del interior para dejar la villa bajo la administración de dos parroquias4.

En cuanto a la ubicación de los templos, muchas son las hipótesis razonadas sobre la génesis de la vi-lla y sucesivas ampliaciones hasta llegar a la dispo-sición actual. Entre las conjeturas más recurrentes figura la de que Aranda se fundaría como un núcleo de forma alargada teniendo por límite septentrional el foso del Bañuelos y por el sur la zanja natural que hoy sería la Calle Pedraja. En esa forma almendrada las parroquias de San Juan y Santa María ocuparían los extremos, dejando en el interior unas callejas pa-ralelas, a modo de peine, saliendo de la calle que unía ambos templos. Santa María y San Juan serían las parroquias más antiguas de Aranda por ubicarse en el núcleo primigenio de la población. En suce-sivas ampliaciones se llegaría al Duero, en primer

1 García Álvarez, J. (2013), pág. 26.2 Peribáñez Otero, J. G. & Abad Álvarez, I. (2003) y Peribáñez Otero, J. G. (2014).3 Sanz Abad, P. (1975), pág. 110; Peribáñez Otero, J. G. & Abad Álvarez, I. (2003), pág. 79.4 Madoz, P. (1984 (1849)), pág. 49.

El lector de estas páginas ya habrá podido ilus-trarse a estas alturas sobre las otras torres de la Ri-bera, pues hace varios números que comenzaron a publicarse en esta revista los estudios sobre torres medievales, comenzando por Villaescusa de Roa, que se remonta probablemente a los primeros años del siglo XIII. En el número siguiente de Biblioteca, el 25, le siguieron las también medievales de Mora-dillo de Roa, Gumiel de Izán, Tórtoles y Gumiel de Mercado (San Pedro).

Ya en el número 26 del año 2012 tratamos las renacentistas que se levantan en Vadocondes y Pe-ñaranda de Duero para continuar en el número si-guiente con el clasicismo hecho torre en Guzmán, San Martín de Rubiales o Pesquera de Duero. Se re-

mataba la serie con el período Ilustrado, del que te-nemos ejemplos en Nava de Roa, Sotillo de la Ribe-ra y Olmedillo, publicadas en el número anterior a éste. Parecía con ello que se agotaba la veta de torres ribereñas pero no era así, pues nos faltaban dos de sus más conspicuos ejemplares materializados en la propia capital de la Ribera: las torres de Santa María y San Juan en Aranda de Duero. Por celebrarse el pasado año la exposición de las Edades del Hombre en la Villa de Aranda1, pareció conveniente centrar el objetivo del estudio en las muy interesantes torres arandinas, que por su antigüedad y complejidad, además de su escala y representatividad dentro del paisaje urbano, requieren un trabajo específico que pasamos a desarrollar.

LAS IGLESIAS DE ARANDA

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lugar, incorporando el foso de la Calle Pedraja, que es donde estarían los templos de Santa Ana y San Llorente5, si bien para algún investigador la primera

de ellas no sería más que la cristianización de la an-tigua sinagoga, pues la judería se situaría localizada por un tiempo en esta zona de la villa6.

Fig. 1.- Plano evolutivo de Aranda desde su núcleo primitivo, arriba a la izquierda

5 El hecho de que San Llorente estuviera en una depresión del terreno causaba peligro de inundación cuando las aguas del Duero crecían. Por eso en 1658 la imagen del Santo Cristo hubo que llevarla a San Juan durante 13 días, hasta que desapareció el peligro de inundación. Zaparaín Yáñez, M. J. (1990), pág. 10.6 Peribáñez Otero, J. G. & Abad Álvarez, I. (2003), pág. 80.

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El casco urbano embrionario de Aranda en este momento medieval se limitaría por el Bañuelos y el Duero, quedando todo el flanco oriental al descu-bierto entre el puente del Duero y el puente Mina-ya, que habría que proteger levantando una defensa artificial, configurando lo que hoy es la Calle de la Miel y la del Cascajar. Fuera de este apretado recinto se desenvolvería el mercado en una explanada des-ahogada que pronto se delimitaría con construccio-nes espontáneas adoptando una forma triangular: la Plaza Mayor, y todo un barrio periurbano que aca-baría englobándose en una nueva cerca al alborear el siglo XVI, tal y como hoy lo vemos en el plano dibujado en 1503. Estos terrenos nuevos encerrados en la muralla circular de Aranda cuando acababa el Medioevo contaban con el soporte espiritual de la iglesia de Santa Cruz, levantada en la misma plaza del mercado.

Aceptando estas hipótesis como una descripción temporal válida del devenir medieval de la villa, ten-dríamos que convenir que Santa María y San Juan son las dos parroquias genuinas de Aranda y que sus orígenes estarían ligados a la fundación de la primi-

tiva población arandina. Sin embargo, un análisis de las fábricas y los elementos arquitectónicos de las dos iglesias no permite encontrar a simple vista nada de tiempos Alto Medievales. Lo que se presen-ta a la vista son fábricas que, todo lo más, podrían remontarse al siglo XIII, cuestión que vamos ahora a aclarar.

LA TORRE DE SAN JUAN

Un análisis de las fábricas interiores y exteriores del templo de San Juan permite identificar varias fases constructivas cuya agregación en el tiempo ha producido el edificio actual7. Uno de los elemen-tos individualizables en este devenir constructivo es la torre del templo, que aparece revestida de un despiece homogéneo de piedra, lo cual permite de-ducir que se debe, íntegramente, a una campaña constructiva. Está separada por juntas claramente identificables de los paramentos con los que entra en contacto, por lo que la torre de San Juan es un elemento autónomo levantado aparte de los muros que le rodean.

7 Martín Martínez de Simón, E. (2013)pág. 1374. Abad Zapatero, J. G. y Arranz Arranz, J. (1989). En esta publicación se pueden encontrar las plantas y alzados de los edificios de los que tratamos.

Fig. 2.- Paramentos de la torre de San Juan y el cuerpo interpuesto con la iglesia perfectamente delimitados por juntas sin trabar

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Un análisis de las restantes fábricas del edificio las señala como obras posteriores, por lo que pue-de concluirse que la torre es la parte más antigua conservada del templo. Como la parroquia parece una fundación anterior, de los primeros tiempos de la población de Aranda, cabe suponer que la torre se añadió a un edificio eclesial del que no quedan restos, por ser sucesivamente reemplazados por las fábricas hoy existentes8.

La torre se levanta a los pies del templo que, ac-tualmente, desarrolla tres naves góticas con presbi-terio de triple cabecera y ábsides poligonales, en la que el ábside central debió de sustituirse por uno cuadrangular con contrafuertes esquineros hacia 1500. En el costado de la epístola abre su conoci-da portada gótica abocinada de gran profundidad mientras que en el flanco contrario comunica con

el exterior a través de otra de diseño renaciente y resabios del estilo de Hontañón. Dos capillas fune-rarias adosadas a la nave norte y una sacristía en el rincón entre los ábsides septentrionales completan la planta. Las naves están separadas por arquerías que apean sus esfuerzos horizontales en los ábsides de la cabecera por un lado y, por el otro, en un cuer-po que hace de contrafuerte junto a la torre, a la que toca pero en la que no se imbrica con llaves, dejan-do la torre como construcción autónoma.

Tiene de planta la torre un rectángulo de 8 x 7,26 metros orientado de norte a sur, lo que podría equivaler a un marco de 28 x 25,5 pies si tomamos el pie de 28,5cm, o de 28,5 x 26 pies si lo tomamos de 27,9cm. En cualquier caso, parece llevarse una diferencia de pie y medio entre los dos lados, es de-cir, media vara.

8 Iglesia Berzosa, J. y Lázaro Palomino, F. (1990),pág. 7, también piensan en la existencia de un edificio anterior acorde con la torre, en su estilo.

Fig. 3.- Arcos de Poniente de la torre de San Juan con sus molduras planas y los huecos entre las ventanas superiorescegados por 3 hiladas de relleno. Los tubos de zinc expulsan el agua de la terraza

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Exteriormente, la torre aparece dividida en tres cuerpos separados por impostas de repisa, típicas de la transición del románico al gótico. El primer cuer-po sería un prisma recto en el que solo se abren al exterior tres saeteras centradas en las caras que dan a la calle. El segundo cuerpo, sin retranqueo respecto del primero, es ciego. En el tercero, se anima el fuste del edificio con columnas en las esquinas y en él se abren dos niveles de ventanas, interrumpiéndose el desarrollo de la torre en la mitad del segundo nivel.

Las ventanas, que constituyen el campanario, se

abren a razón de dos por frente excepto en el costado meridional, donde sólo se abre una, aunque de con-siderables proporciones. Esta circunstancia parece derivada del campanario de las Huelgas de Burgos, donde también en el primer piso abre en un frente exterior un gran hueco, probablemente con la inten-ción de permitir la introducción de campanas en la torre desde el exterior, con la instalación de la ma-quinaria adecuada. También pudiera ser que se ins-talara en estos huecos la maquinaria que permitiera el ingreso de los materiales para la construcción de los cuerpos superiores. En cualquier caso, este gran hueco no sólo aparece en estas dos torres, sino tam-bién en la otra torre de Aranda, la de Santa María.

Los huecos se configuran con embocaduras bise-ladas en las jambas, flanqueadas exteriormente por columnillas. Entre las ventanas geminadas se inter-pone un fuste de columna a modo de mainel entre las jambas. Se rematan con cornisa corrida de cuarto de bocel que configura capiteles lisos al girar sobre las columnillas. Por encima de esta cornisa, es decir, en el volteo de los arcos, se desdobla en una triple arquivolta a bisel. Por encima de este primer cuer-po del campanario se levanta un segundo, a base de huecos rectos de mayor sección que los inferiores, que quedan interrumpidos a media altura sin que sepamos si fueron en verdad alguna vez rematados.

Si consultamos su representación en el plano de 1503, que resulta fidedigno en muchos detalles, ve-mos que aparece en efecto rematado por dos pisos de campanas, pero no tenemos constancia de ello por otras fuentes. Eran frecuentes los incendios en las torres por la caída de rayos, al tiempo que el difí-cil mantenimiento de sus techumbres redundaba en su ruina. Cabe, por tanto, la posibilidad de que aun siendo rematado en su día, fuera en parte desmon-tado posteriormente por problemas de estabilidad.

La fábrica exterior se muestra homogénea en su sección a lo largo de toda la altura, labrada en sillares sin escuadría perfecta en los ángulos y diferencias en tamaño, aunque dispuestos en hiladas de anchura homogénea. Destacan algunos grupos de sillares co-locados en hiladas con piezas de menor ancho que alto, configurando un aparejo a modo de “estante de biblioteca”, parecido al aparejo califal, donde esta práctica era común, y cuyos ejemplos más cercanos están en el alto valle del Duero, en la zona de Gor-maz, donde aparecen en los muros de la iglesia de Mezquetillas, por ejemplo. También se encuentran en el muro norte de la iglesia de Ciadoncha, cerca de Sª Mª del Campo, en un paramento reutilizado que se ha incorporado al templo actual.

En la torre de San Juan de Aranda, su apari-ción podría responder a la presencia de cuadrillas de canteros que utilizan técnicas atávicas, ajenos a las mejoras tecnológicas que se iban incorporando en edificios coetáneos. Por lo demás, el estilo de los huecos ojivales y sus capiteles desornamentados es lo único que permite hacer una datación del edificio por comparación de las ventanas de la torre de las Huelgas de Burgos, de las que resultaría una copia simplificada. Por esta similitud, además de la cita-

Fig. 4.- Detalle del despiece de la cara nortede la torre de San Juan, con las características

hiladas de sillares verticales como en el aparejo califal

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da ventana de gran formato en el primer piso del campanario, se podría fechar el edificio en torno al primer tercio del XIII9.

EL INTERIOR DE LA TORRE DE SAN JUAN

Si exteriormente la torre muestra una gran senci-llez, no resulta tanto en su interior. Para empezar, la torre es maciza hasta una altura de más de 5 metros (5,3 exactamente). Desde el interior, se vació un hueco para alojar en él la pequeña capilla bautismal hexagonal abierta a la nave central del templo y de-corada con molduras renacientes al estilo de Díez de Palacios que nos permiten suponerla construida a partir de 1550, siguiendo los principios tridentinos de oponer al ábside la capilla bautismal. A 4,2 me-tros del suelo del templo se extiende el coro sobre la nave central y la del evangelio. En ésta se sitúa además la escalera de acceso. Dicha escalera, una vez alcanzada la cota del coro en la nave lateral, perfora el tímpano de un arco de separación de las naves y conduce a la parte central del coro (fig. 8 y 10). Allí, se presenta la pared oriental de la torre, que se abre con dos puertas en disposición simétrica, traza oji-val y arista biselada. La derecha conduce a una cá-

mara cubierta con bóveda de cañón apuntado en el sentido de la nave del templo. En los tres paramen-tos que dan al exterior se abren huecos fuertemente abocinados que conducen a las aspilleras exteriores del primer cuerpo. Hoy se utiliza este espacio como depósito del museo que acoge el templo.

La otra puerta conduce a una escalera de caracol de fortísima pendiente, ya que sus escalones llegan a alcanzar los 40 centímetros de altura y que, en poco más de un giro nos lleva a un descansillo desde don-de, a través de un corredor con escalones irregula-res, se desemboca en el cuerpo de campanas, como en Villaescusa. La obra es de gran irregularidad y muestra falta de pericia por parte de quien la eje-cutó, sin duda un maestro no especializado en este tipo de escaleras.

9 Karge, H. (1995), pág. 164, da por finalizada la cabecera de la iglesia de las Huelgas en 1219, pero la datación de la torre es mucho más ambigua en la bibliografía. En cualquier caso, la simplicidad de sus líneas nos remiten a modelos cistercienses coetáneos.

Fig. 5.- Costado oriental de la torre de San Juan vista desde Santa María. El tejado oculta parcialmente las ventanas y

hay en los muros improntas de tejados más altos

Fig. 6.- Escaleras interiores para accesoal segundo piso de la torre de San Juan

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Una vez llegados al primer cuerpo de campanas, los huecos a Levante conducen, a través de un pasi-llo abierto por eliminación de uno de los pretiles de las ventanas, al espacio bajo la cubierta del templo. Demuestra esta relación entre torre y nave que la al-tura de ésta es excesiva, taponando los huecos de la torre que estarían previstos para campanas y, sobre todo, para ser vistos desde el exterior, como eviden-cia su labra. La realidad es que la torre estaría di-mensionada para una nave de menor altura. Incluso la nave actual exhibe unas ventanas clausuradas por encima de los arcos formeros que demuestran que las naves laterales fueron más bajas de lo que ahora vemos. Por tanto, la cubrición de las naves latera-les determinó una elevación general de las cubiertas para trazar un único faldón de cubierta por vertien-te, y la consiguiente clausura de las ventanas de la torre10.

Regresando al interior del campanario, puede verse en el ángulo suroriental un muro que encierra una segunda escalera de caracol, esta vez girando a derechas, al contrario que la inferior, para acceder al segundo piso del campanario. Actualmente, como este piso ha sido suprimido, la escalera se interrum-pe después de tres cuartos de vuelta sobre unos es-calones muy desgastados, con evidencias de haber estado expuestos a la intemperie. Al finalizar el últi-mo escalón, roto y solo en parte existente, se inicia un angosto corredor ascendente hasta que, por una

claraboya, se sube a la terraza del edificio, cubierta con lámina de plomo recientemente para conducir las aguas a unos pesebrones por detrás de los mu-ros. Este suelo fue elevado sobre el pavimento del segundo piso a raíz de la eliminación del chapitel de pizarra que cubría la torre hasta la década de 1960. Entonces se optó por elevar el nivel del suelo para crear la terraza, cegando en parte los huecos del se-gundo cuerpo. Ese mismo suelo, ahora emplomado, es el que existe en la actualidad. El agua recogida en los pesebrones se elimina a través de unos canalo-nes galvanizados que salen de los muros al exterior, afeando el remate y siendo la causa de continuos atasque y filtraciones.

Un resto nos queda del chapitel suprimido y de los tejados anteriores: el pájaro de la veleta. Coro-na hoy la torre una cruz de forja que parece obra del siglo XVI o XVII rematada por una veleta muy deteriorada con la figura de un pájaro de forja. Tie-ne un enorme pico curvo de gran plasticidad y una cresta, además de unas carúnculas en el cuello. Ha perdido las alas, pero son visibles los remaches que las sujetaban y se remata con una cola cónica que el viento sacude. La factura del artefacto parece me-dieval y, sin duda, debemos remitirnos a modelos medievales para encontrar la costumbre de coronar los campanarios con aves, como sucede en la célebre Torre del Gallo de la Catedral de Salamanca, cuyo nombre deriva de esta coronación, o la torre de San Isidoro de León, también románica, en la que se ha desmontado y sustituido recientemente el ave me-dieval para preservar el original en el museo de la Colegiata. Es algo que sería también aquí deseable: la sustitución y restauración de la veleta original de San Juan para ser exhibida en el museo de la misma iglesia.

En cuando a la documentación histórica, resulta muy escasa en los primeros tiempos del edificio, de-duciéndose las fechas de su construcción por analo-gías estilísticas. Como se detecta por las juntas de la fábrica, hay una sucesión de edificios reunidos que, por orden de antigüedad, comenzaría con la torre que hemos datado en el primer tercio del XIII11.

10 Hay trazas en los paramentos exteriores de la torre mostrando rozas de tejado aún a mayor altura, que no dejaban ver al exterior más que parte de los arcos de las ventanas.11 Tiene muchos puntos en común (columnas esquineras, molduras de arcos y capiteles) con la torre de San Martín de Valladolid, que es de ese momento. Iglesia Berzosa, J. y Lázaro Palomino, F. (1990), pág. 7, la consideran románica.

Fig. 7- Veleta de San Juan

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Fig. 8.- Sección de la torre de San Juan observándose la escalera de acceso al coro, la cámara inferior y las escaleras de caracol que dan paso a los campanarios

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Fig. 9.- Hipótesis sobre la evolución temporal de la torre de San Juan y el templo adjunto

Hipótesis hacia 1300

Hipótesis hacia 1950

Hipótesis hacia 1500

Estado actual

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Le sigue un cuerpo de conexión con el resto del edificio que se manifiesta al exterior por las lim-pias juntas verticales en la fábrica de piedra y en el interior de la iglesia se hace visible por un gran arco ojival sobre el paramento de la torre. Luego tenemos el cuerpo de la iglesia con sus tres naves, aunque las bóvedas se realizarían en otra fase, como evidencia el cambio de cantería bajo las ventanas de la nave. Se trataría de una nave rectangular cubierta con techumbre de madera y sin ventanas. En otra fase se levanta el muro con ventanas y se realizarían las bóvedas. Éstas decoran sus claves con dragones pintados sobre los nervios, siguiendo la moda de finales del XV. Para la iglesia podemos establecer unos años de cierre de la nave central y lateral en su primitiva altura de tejados, más baja que al presen-te, al mediar el siglo XV, ya que no tienen más que nervios diagonales, sin ramificaciones en cadenas y terceletes, que sería el gusto imperante a partir de la llegada de maestros del norte de Europa. Ya de-bían de estar finalizadas hacia 1475, fecha en que se celebró el Concilio de Aranda en el interior de este templo. Las naves laterales se rematan a los pies en sendos cubos esquineros. Tienen cierta similitud con los de Santa María de Nájera, aunque este edifi-cio es posterior a las fechas que estamos manejando (hacia 1515).

En 1492, era el lugar de reunión de la Cuadrilla del barrio que lo representaba en las reuniones del Regimiento de la villa y por esas fechas, hacia 1500, comenzó a armarse un nuevo retablo ahora desa-parecido pero del que se conservan restos en Santa María y en la propia iglesia de San Juan, insertos en el retablo neoclásico12. Por lo tanto, en esas fechas ya estaría construido el ábside cuadrangular que hoy preside el templo y nos aporta una fecha ante quem para su construcción.

Como se ha dicho, el segundo piso de campanas no sabemos si llegó a realizarse. El desgaste de los es-calones superiores que hoy se observa es fruto de un largo proceso erosivo por parte de la aguas de lluvia que hace pensar que estuvo mucho tiempo al descu-

bierto, más que los 20 ó 30 años que van desde que se dejó aterrazado en los años 60 hasta las últimas restauraciones. En cualquier caso, está documen-tada la construcción de una cubierta de pizarra en forma de chapitel piramidal con su aguja en 1681 por parte de Andrés de Anero, que había realizado uno parecido para Santa María unos años antes. Así pues, la moda de los chapiteles empizarrados que trajo el Escorial y tanto éxito tuvieron en el barroco madrileño llegó también a Aranda y su comarca con todo furor. En 1758 el retablo gótico del presbite-rio había dejado de gustar y fue sustituido gracias a la Cofradía de la Virgen del Carmen y a su devoto cofrade D. Isidro Alonso de Narváez y Vivero por otro neoclásico que hoy luce en el ábside y que tiene la imagen mariana en su nicho central. Estas devo-ciones estuvieron muy extendidas en todas la Ribe-ra, como demuestran la gran cantidad de cofradías de esta advocación existentes en cada pueblo y las ermitas a ella dedicadas en Fuentenebro y Cirue-los de Cervera, sin olvidar que la iglesia del pueblo nuevo de Arnáiz (Haza la Nueva), estuvo también bajo esta advocación. Fue todo ello consecuencia de la predicación de los frailes del Carmen Descalzo de Peñaranda de Duero, sin olvidar a los calzados del Convento de los Valles de Torresandino.

A fines del XVIII el chapitel se renovó estruc-turalmente por Manuel Vellella y el empizarrador Bentura Navas, que también había hecho lo propio en Santa María. El chapitel ha sido reproducido en las vistas fotográficas arandinas hasta el momento de su desmonte. Se aprecia en las tomas la presencia de los ventanales rasgados inacabados. Con la elimi-nación del chapitel y la construcción de la terraza fueron rellenados los huecos de las ventanas, para levantar el nivel del suelo con tres hiladas de piedra que hacen que los machones de los huecos parezcan almenas. ¡Cuánta tinta se ha vertido en guías turís-ticas sobre la existencia de una torre defensiva con-vertida en iglesia por culpa de esas dichosas almenas que no son tales!13. La altura actual del edificio, in-cluida la veleta, alcanza los 23,8m.

12 Hernando Garrido, J.L. (2000), pág. 32 y 52 y Sanz Abad, P. (1975), pág. 110 y 254. Zaparaín Yañez, M.J. (2002), pág 453.13 Basta para ello comprobar que las almenas de la esquina estarían rematadas en su ángulo por las columnas que recorren las aristas de la torre, lo que no corresponde a ninguna forma de almena conocida. En San Miguel de Palencia, también el último piso desmontado ha dado lugar a múltiples elucubraciones sobre su posible fortificación. Vid. Sánchez Rivera, J. I. (2010), pág. 138 y Sánchez Rivera, J. I.; San José Alonso, J. I. y Fernández Martín, J. J. (2014), pág. 206.

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Las campanas son todas modernas, pero no exentas de mérito14. En el lado Norte están los es-quilones mayor y menor. El primero lo fundió Hi-lario Ortiz en 1806 y abre una boca de 68 cm de diámetro. El segundo es de los Gómez, fechado en 1830 con boca de 47 cm. Al costado de Poniente solo está ocupado el ventanal meridional, con un címbalo que fundió también uno de los Gómez en 1796. Está dedicado a la Virgen del Carmen y, por tanto, lo debemos agrupar con las inversiones que se realizaron por aquellos años en el nuevo retablo dedicado a esta advocación. Presenta algunos defec-tos de fundición y su boca, de 1,07 metros, muestra faltas en su borde. Un centímetro más tiene el gran

esquilón del hueco a Mediodía. Es la mayor cam-pana de la parroquia y está bajo la advocación de San Juan (por el templo) y Santa Bárbara, por su especial intercesión frente a las tormentas, con una leyenda en la que se repite once veces su invocación a lo largo del perímetro de la campana. También fue fundida por Hilario Ortiz el mismo año que el esquilón del lado opuesto. Muestran también los huecos a Levante, los que se abren sobre el tejado de la iglesia, unas cajas en las jambas para alojar ejes de campana, cosa que harían en los años que siguieron a la construcción de la torre pero el posterior levante de los tejados hizo que quedaran obsoletos.

14 Realizó el inventario Daniel San Platero y puede consultarse en la web: http://campaners.com/php/campanar.php?numer=4687, consultada en septiembre de 2015.

Fig. 10.- Interior de la iglesia de San Juan y su relación con la torre y sus espacios: baptisterio, coro y campanario

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LA TORRE DE SANTA MARÍA

Constituye la esquina nororiental del templo, rematando la cuarta nave, la más septentrional. Exteriormente presenta un fuste liso sin aperturas a excepción de un ventanal abierto recientemente en la parte baja, a Poniente, para dar luz a la ca-pilla interior. Los primeros huecos se abren en el primer cuerpo de campanas, señalando la presencia del campanario una moldura vierteaguas que con-tornea todo el perímetro. Se abren en este nivel dos ventanas ojivales por frente, con molduras de doble arquivolta a bisel sin capitel, excepto en el frente Norte, donde solo se dispone una ventana pero de mayor tamaño que las otras. La apertura de este ventanal de gran sección sobre la cara más accesible de la torre, igual que en San Juan, es una reproduc-ción del primer piso de las Huelgas de Burgos y, como allí, debió de servir para facilitar la inserción de las campanas y, sobre todo, para la construcción

de la torre ya que en los siglos medievales, la sección de las campanas no era excesivamente grande.

Por la traza del vierteaguas y la molduración de los huecos esta parte de la torre podría haberse le-vantado en el siglo XIII, siguiendo la senda por la torre de las Huelgas, pero sin poder afirmar si fue antes ésta de Santa María o la de San Juan la prime-ra en construirse en Aranda.

Por encima de cada pareja de arcos se observa otro, empotrado en el muro, que interrumpe la si-guiente moldura, también de vierteaguas. La misión de estos arcos era descargar el peso de un segun-do cuerpo de campanas añadido sobre el anterior y cuyo peso se juzgó excesivo, construyendo por pre-caución los arcos de descarga que evitaran un apo-yo de las masas directamente sobre los vanos. Este segundo nivel se abre con ventanas también gemelas pero con algunas diferencias respecto del piso infe-rior. La primera es que la piedra es de sillares más menudos y con peor labra que los inferiores, apare-ciendo abundantes roturas de hilada. La segunda se-ría que los arcos se trazan de medio punto, aunque con la misma molduración que los inferiores. Esta circunstancia ya permite fechar esta ampliación a partir de la mitad del XV. Por último, es importante destacar que hay un frente con un solo vano de gran tamaño, pero en esta ocasión en el costado Sur, el opuesto al piso inferior.

Sobre este segundo cuerpo emergen una serie de ménsulas a modo de matacán, cuyo murete de al-menas ha sido desmontado. Su referencia inmediata es la torre de San Pedro en Gumiel de Mercado, de la mitad del XV, que conserva la merlatura y cuya imagen no debió de ser muy diferente a esta torre arandina15. También aquí el antecedente inmediato es el matacán que corona la torre de las Huelgas, aunque en este monasterio se elude el simbolismo militar suplantando las almenas por una balaustrada calada, similar a la que recorre las cornisas de la ca-tedral burgalesa, aunque puede ser una sustitución del matacán almenado.

Corona por fin la torre un agudo chapitel de pi-

zarra similar al que tuvo San Juan, ya que fue levan-tado por el mismo maestro unos años antes. Quizá

Fig. 11.- Despiece de los campanarios de Santa María: el bajo con arcos ojivales y el alto con arcos de medio punto

15 Sánchez Rivera, J. I. (2011), pág. 73.

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se deba esta cubrición a los grandes daños que su-frieron los edificios arandinos con el airón que sopló un 30 de septiembre de 1672 y que describía así Silverio Velasco: “fue tan recio el aire que llevó gran parte de la teja de las casas, especialmente en Sª Mª, por estar más alta. No se podía andar por las calles porque llovía tejas...”16. El chapitel se instala poco después y se renueva, como en San Juan, casi un siglo más tarde, en 1776 y por los mismos maestros que en la otra parroquia17.

EL INTERIOR DE SANTA MARÍA

Visto desde las naves del templo, la torre ocupa un espacio cuadrangular a los pies de la nave lateral septentrional y algo más de un tramo a los pies de

la iglesia. La falta de acuerdo entre las dimensiones de la planta de la torre con el resto de la fábrica, inducen a pensar que son obras diferentes y que fue primero la erección de la torre, a la que se añadió posteriormente un templo de tres naves que dejó la torre en su exterior, adosada al muro Norte, de-jándola invadir parcialmente los pies de la nave del evangelio, que en ese punto se estrecha.

Las pilastras que separan la nave del evangelio de la 4ª nave lateral, la situada al Norte, son de plan-ta compleja y resultan de la adición de los contra-fuertes de la antigua iglesia de tres naves, que irían adosados exteriormente al muro de la iglesia, con unos pilares interiores para, una vez desmontados los muros, servir de soporte a las bóvedas de las dos naves septentrionales. De esta forma, la nueva nave

16 Sanz Abad, P. (1975), pág. 229.17 Zaparaín Yáñez, M. J. (1990), pág. 10.

Fig. 12.- Campana medieval de Santa María, desplazada a un espacio exterior del campanario

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adosada, la 4ª nave, terminaba a los pies de la igle-sia dándose de frente con la torre, que limitaba su longitud acortándola en un tramo (ver fig. 17). La causa primordial que determinó la ampliación de la iglesia con una nave más debió de ser la fuerte demanda de lugares de enterramiento en el interior del templo que surgió a fines del XV, debido al auge que experimentó el sector nobiliario de la villa y el propio Concejo18. Fue tal la demanda que debie-ron ampliar la nave excavando la torre maciza en su planta baja para añadir otra capilla funeraria; y es que, interiormente, la torre de Santa María re-sulta desconcertante ya que hasta una altura de más de 15 metros es prácticamente un bloque macizo: un inmenso ortostato de planta cuadrada (7,66 x 7,82cm) y altura doble que la base. Los únicos va-cíos que hoy en día tiene son la capilla de planta baja y una escalera de caracol lateral que permite la comunicación con el campanario.

La capilla de la parte inferior, abierta al nivel del piso de la iglesia, fue un vaciado en el compacto volumen de la torre para albergar un recinto fune-

rario privado. La fundación de la capilla data de 1523, por parte del clérigo Sebastián Daza19, cuyo sepulcro se ubica en la pared derecha, conforme se ingresa, después de pasar una reja renacentista que privatiza este espacio. El nicho se circunda por una orla de cabezas de ángeles y balaustres que enmarca la sepultura con escultura yacente del clérigo sobre un escudo papal de cuero entre ángeles, copiado del de Fonseca en Coca. En el interior del nicho, una cabeza de ángel sostiene una leyenda en letra gótica que ya publicara Sanz Abad, pero que merece una pequeña rectificación para leerse como sigue:

/ aqui yace / el benerable senor/ sebastian de aza / conde / palatino / g... de arauzo / beneficiado / en la villa de / moradillo /el q[ua]l / fundo / esta capilla en el an[no]de m d xx iii.

Un segundo nicho funerario, en la pared fronte-ra a la entrada, se enmarca por entablamento rena-ciente más cuajado que el anterior, y finas labores

18 De los años finales del XV y comienzos del XVI es el enterramiento de los Salazar, en la cabecera del templo. Gómez Bárcena, M. J. (2002), pág. 278.19 Sanz Abad, P. (1975), pág 130. Martín Martínez de Simón, E. (2013), pág. 1378.

Fig. 13.- Evolución del templo de Santa María

1450c 1500c Estado actual

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a candelieri. El túmulo ha desaparecido y el nicho ha sido empleado para abrir un túnel en la fábrica maciza de la torre buscando la pared exterior, lado de Poniente, y abrir un ventanal que ilumine la re-cóndita capilla. Ignoramos a quién perteneció esta segunda sepultura.

Una interesante y conocida escalera con decora-

ción geométrica mudéjar sube hasta el coro adosada a la pared de la torre20. Este coro se apoya sobre una arquería escarzana de lado a lado de la iglesia en sus tres naves, accediéndose también por otra escalera simétrica de la anterior en el costado opuesto pero que en 1962 fue desmontada21. La importancia de este coro se manifiesta no solo en la doble escalera monumental de acceso, que permitiría recorridos procesionales a diferentes niveles en el templo, sino también porque a gran altura en el muro de la epís-tola de la nave central se abre el arco de entrada a las dependencias que coronan la fachada meridio-nal del templo: una logia de ventanas cuya utilidad más razonable sería la de servir de conjuradero. La

presencia de esa puerta implicaría la existencia de un segundo coro, más alto que el existente, cons-tituyendo un coro en dos pisos como aún puede verse en Villovela de Esgueva y como el que un día debió de tener la iglesia de Tórtoles22, y Gumiel de Izán23 con lo que la superficie utilizable del templo aumentaría aún más.

También en el coro se abre la discreta puerta adintelada que da entrada al husillo de acceso al campanario. Se trata de un caracol de 14 peldaños por vuelta y dos giros y medio que lleva, tras la pri-mera rotación, al espacio sobre las bóvedas de la nave del evangelio y bajo las cubiertas. Allí pueden verse los arbotantes originales del templo de tres na-ves que descargaban en los contrafuertes exteriores, ahora convertidos en pilastras de separación de las naves 3ª y 4ª. El último arbotante descarga direc-tamente sobre el paramento de la torre, que es otra prueba de que la torre se levantó antes que las naves de la iglesia. Varios huecos de iluminación aspillera-dos en el paramento bajocubierta, algunos de ellos

Fig. 14.- Costado meridional de la torre de Santa María en el espacio bajo cubiertas, mostrando la puerta de acceso desde la escalera de caracol y el arbotante de la nave central que apoya en la pared de la torre, haciendo ésta de contrafuerte

20 Se ha datado en 1520 y fue modelo de la cercana que se encuentra en Sinovas. Vicario Abejón, A. (2004), pág. 52.21 Vicario Abejón, A. (2004), pág. 41.22 Sánchez Rivera, J. I. (2011), pág. 77 y Sánchez Rivera, J. I. (2012), pág. 158.23 Sánchez Rivera, J. I. (2011), pág. 84.

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tapiados, nos advierten de las indecisiones que cau-só la construcción del tejado en las ventanas de la escalera de caracol. La puerta por la que desembarca la escalera en el bajo cubierta no es más que un roto improvisado para dar salida a la escalera en este ni-vel, que apareció cuando se cerraron las bóvedas de la nave del evangelio. Unas ménsulas alineadas en la pared exterior de la nave central permiten com-prender dónde apoyaban los antiguos tejados de la iglesia de tres naves. Al adosarse la 4ª, debió de le-vantarse el faldón del tejado para dejar en el interior las bóvedas del espacio añadido de manera que los ventanales quedaron parcialmente cubiertos, lo que oscureció sensiblemente el interior de la iglesia.

El acceso al campanario se efectúa bajo un arco lobulado que parece haber inspirado la segunda es-

calera de acceso al coro, ahora destruida. El nivel al que se accede está sensiblemente más bajo que las ventanas del campanario, unos 2 metros, por lo que éste debió de ser un espacio sobre el que se levan-taba el entablamento que permitiera tener acceso a las campanas para realizar los toques y volteos. Ac-tualmente no existe ese tablado y por un tramo de escalera adosado al costado de Poniente se accede directamente al 2º piso, por lo que el primero no tiene más utilidad que la iluminación de este espa-cio cuadrado, ya que ninguna campana cuelga de sus ventanas. A pesar de ello, son visibles cajas para recibir los ejes de las campanas e incluso la elimina-ción de roscas interiores para albergar címbalos de gran tamaño.

El segundo piso es un forjado de madera que apoya sobre sencillas ménsulas de piedra. Desde él, los ventanales del campanario levantan 1,40 m y debe de ser una solución moderna, pues se ad-vierten a media altura unas bien talladas ménsulas que permitirían el apoyo de un forjado más alto, de forma que la ventanas estuvieran sólo medio me-tro por encima del piso, que resulta una altura más práctica y razonable. Estas ventanas han sido modi-ficadas en su geometría para albergar campanas de diferentes tamaños; así, el gran ventanal meridional se ha rasgado hasta el suelo para cobijar una enor-me campana. También se ha hecho lo mismo con la ventana oriental del costado opuesto y se han hecho rebajes parciales en otros dos huecos de los costados a Levante y Poniente. Todo ello para cobijar campa-nas de época moderna o contemporánea de tamaño superior a la media de las campanas medievales.

La catalogación de las campanas ha sido también realizada por Sanz Platero24 y de ella extraemos que todas las campanas son del XIX. En el lado Oeste hay dos campanillos: el primero, actualmente des-montado y apoyado en el suelo, está dedicado a la Sagrada Familia y con sus 48 cm de diámetro fue fundido en 1891. Tres años antes, salió de la fun-dición Fernández el otro, de la misma advocación y con un diámetro un poco mayor: 51 cm. En el costado Norte se repite otro campanillo, también de fines del XIX y la misma advocación a Jesús, María y José, con diámetro ligeramente superior a los anteriores: 57 cm, pero su compañera en el ven-

Fig. 15.- Desembocadura de la escalera de caracol de la torre de Santa María en el campanario, bajo arco lobulado

24 Sanz Platero, D. http://campaners.com/php/campanar.php?numer=3131, consultada en septiembre de 2015.

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tanal de al lado es un bronce de 108 cm fundido en 1880. Sigue en la cara oriental un esquilón de 96 cm de boca, fundido en 1888 por Fernández y puesto bajo la advocación de Santa Bárbara. Cierra el repertorio de este piso la gran campana alojada en el ventanal Sur, el de mayor tamaño de este nivel, que es una campana romana de 135 cm de diámetro y que andará por los 1400 kg de peso. Está bajo la advocación de Santa María, la titular del templo, y se fundió en 1888, aunque no consta el fundidor. Como puede apreciarse, es a fines del XIX cuando se fundieron los bronces para este campanario y en el corto período de 11 años se realizaron las 6 cam-panas que hoy alberga piso, aunque la duplicidad de advocaciones hace sospechar que alguna campana pudo heber venido de otro templo.

Desde este piso, una segunda escalera de madera en dos empinados tramos nos conduce al nivel cie-go bajo el chapitel de pizarra. Allí se encuentra el reloj mecánico que, aunque deteriorado por la acu-mulación de palomina, parece conservar todas las piezas. Es un mecanismo de caja vertical que remata en unas piñas similares a las del reloj de Gumiel de Izán, por lo que debe de ser del mismo constructor: Juan José Casajús en la segunda mitad del Setecien-tos25. En fotografías de la primera mitad del siglo XX aparece una esfera de reloj sobre la fachada de Santa María, rompiendo un diente de la bordura gótica, por lo que la traslación a la torre del me-canismo debe de ser de 1950, alojándose hasta ese momento en algún cuarto construido exprofeso so-bre las bóvedas del templo26.

Fig. 16.- Reloj del siglo XVIII en el último piso de la torre de Santa María

25 El de Gumiel de Izán es de 1769. Ontoria Oquillas, P. (1985), pág. 76.26 En una imagen de circa 1900 publicada en Hernando Garrido, J. L. (2000), pág. 36, aparece el reloj sobre la fachada principal. En la publicada por Hürlimann, M. (1961), cuyas primeras ediciones son de Zurich y Londres de 1954, ya no aparece en la fachada.

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ARANDA DE DUEROIglesia de Santa María

Alzado a LevanteEstado actual

Fig. 17.- Vista de la torre desde el interior del templo seccionado, mostrando el apoyo del arbotanteen el muro de la torre y la espadaña elevada para la campana del reloj

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Uno de los elementos más interesantes de toda la torre se encuentra precisamente encima del cha-pitel: se trata de la campana sujeta por dos pilares coronados en jarrones barrocos con flores, tallados en piedra caliza. Esta campana es la mayor que ac-tualmente tiene el templo, con sus 118 cm de diá-metro, excepcional tamaño si además tenemos en cuenta que, por su letra gótica mayúscula con la leyenda “PATREM LIMBALIBERACIONEM / MARTEAM SATPTAM SPONTANEAM ONOREM SE”, se fecha en el siglo XV. Quizá las faltas de ortografía y sintaxis sean también debi-das a que en aquel tiempo los fundidores solían ser analfabetos. Es la misma leyenda, también en ma-yúsculas, que exhibe la campana del reloj de Gumiel de Mercado, en la iglesia de San Pedro27, aunque ésta tiene casi 40 cm menos de diámetro. Como la campana de Gumiel debió de fundirse en la época de la construcción de la torre, que fue una donación de mediados del XV, ésta campana de Aranda debe de ser de la misma época. Muestra el borde exterior desgastado por la erosión del martillo del reloj, pues ha sido la campana de las horas durante un largo período de tiempo. Puede por ello que sea incluso la campana concejil utilizada luego, o también, como campana para el reloj público en el lugar más alto de la torre. La instalación de relojes, que comienza a hacerse a fines del XV, pudo ser la causa de que el gran hueco del segundo piso del campanario no se abriese sobre el primero, en el costado Norte, sino sobre el opuesto al Sur, ya que hacia aquella par-te caía la mayor parte de la población. Al elevarse posteriormente el nivel de los muros perimetrales de la iglesia, cuyo levante se aprecia a simple vista, la campana quedó muy baja y el sonido no pasaba por encima de los tejados, dejando de oírse. Por este motivo se elevarían los dos pilares sobre la cornisa para albergar la campana a mayor altura, como hoy se observa. Los jarrones de los pilares parecen seña-lar una obra dieciochesca que fue cuando, además, se compró el reloj que vemos en el interior. A pesar

de estas evidencias, las fotos antiguas de la fachada muestran que el reloj se trasladó hasta la fachada y se incorporó una esfera, ya que muchos relojes no las tenían, pues el sonido de las horas era la única cualidad imprescindible para un reloj de torre.

En cuanto a los datos históricos acerca del edi-ficio, no aparecen hasta 1492, cuando se reúnen el 1 de enero en la iglesia los miembros del Concejo28. Puede ser por ello que el primer reloj se instalara en este templo. Una iglesia anterior se piensa que existió, aunque sin conocerse datos documentales sobre ella29. La torre ha sido fechada en el siglo XIII por Vicario Abejón, cuestión en la que estoy de acuerdo pero solo hasta el primer cuerpo de cam-panas, como se ha argumentado. En 1523 se excava el volumen interior para abrir la capilla de Sebastián Daza, que ha sido capilla bautismal hasta las últimas restauraciones y también se la conocía como Capilla de la Misericordia, por la cofradía que la ocupaba.

El chapitel se edificaría al desmontar la corona almenada sobre los matacanes. No se sabe si es el mismo chapitel que el airón del día de San Jeró-nimo de 1672 deterioró30. Como consecuencia, se realizaron unas obras que remató Andrés de Ane-ro31 antes de 1681. Manuel Vellella y el vidriero y empizarrador Bentura Navas lo repararon de nuevo en 1776. Puede que estos años se instalara el reloj y se elevaran las columnas que actualmente sujetan la campana gótica pues las fechas son prácticamente las mismas. Las últimas intervenciones32 en la torre se proyectaron en 2007, sustituyendo las carpinte-rías del chapitel y las chapas de zinc, y cubriéndolo con tejuelas de pizarra como se encuentra actual-mente. La altura total del edificio, incluida la cruz de hierro que la corona, alcanzaría los 38 metros y medio.

27 Sánchez Rivera, J. I. (2011), pág. 72..28 Sanz Abad, P. (1975), pág. 110.29 Sanz Abad, P. (1975), pág. 123. La actual debía de estar en construcción en 1473 ya que el Concilio de Aranda se constituyó en San Juan. Abad Zapatero, J. G. y Arranz Arranz, J. (1989), pág. 61 y Vicario Abejón, A. (2004), pág. 7, apuntan que ya estaba en obras en 1439.30 Sanz Abad, P. (1975), pág. 229.31 Zaparaín Yáñez, M. J. (1990), pág. 10.32 http://www.planur-e.es/articulos/ver/oportunidades-para-la-ciudad-la-exposici-n-u-las-edades-del-hombre-aranda-de-duero/completo, consultada en julio de 2015.

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ARANDA DE DUEROIglesia de Santa María

Sección perspectiva

Fig. 18.- Sección perspectiva de la torre de Santa María desde el Noroeste,mostrando el reducidoespacio ocupado por la capilla inferior y la ventana – túnel abierta en el muro para su iluminación

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Figura 19.- Sección de la torre de Santa María desde la iglesia, donde se aprecia el volumen de la capilla inferior y la sucesión de escaleras que llevan hasta la cúspide

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EL CONJUNTO DE TORRES DE ARANDA

Las dos torres, Santa María y San Juan, tienen un valor añadido si las consideramos en su conjun-to. En su composición se muestran como edificios paralelos, con un fuste plano coronado por campa-nario de huecos dobles a excepción de uno de los lados, en los que abre un hueco mayor como en Las Huelgas de Burgos. La de San Juan fue además pro-yectada para dos niveles de campanas, como mues-tra la columna esquinera que se prolonga a lo largo de todas las aristas, sin que sepamos si el segundo piso llegó o no a terminarse. Esto debió de servir de modelo a Santa María que en fechas posteriores levantó también un segundo piso de campanas.

En su altura, Santa María llega a los 35,9 m has-ta la bola, sin cruz ni veleta. La de San Juan, supo-niéndole un chapitel como este de Santa María, ya que fueron realizados por las mismas manos, llega-ría a los 30,6 m. Unos 5 metros menos, aunque si consideramos que San Juan tiene el segundo piso a medio levantar, hace suponer que las dos torres completas serían de la misma altura.

En los ventanales también se muestran similares, pues la obra primigenia se construye con sencillos huecos ojivales con arquivoltas sencillas, pero más elaboradas en San Juan, donde unas molduras re-corren los arranques de los arcos convirtiéndose en capiteles cuando circundan las columnillas de las jambas.

En lo constructivo, están ambas levantadas con sillería de regular escuadrado pero San Juan tiene tendencia a colocar sillares a tizón, generando hila-das con muchas piezas de proporción vertical yuxta-puestas, lo que recuerda al aparejo califal.

Es en el interior donde ambas tienen su carac-terística más insólita: son torres macizas. La de San Juan hasta una altura de 5,3 metros, pero en Santa María se llega a los 15,6 m. Esto no es frecuente. En la región sólo he localizado torres macizas en la zona de Olmedo, al sur de Valladolid33. Una es la de Santiago en la villa de Alcazarén; se trata de un

prisma de más de 8 metros de lado y que se levanta maciza hasta una altura de casi 12 metros. Sobre este soporte de tierra apisonada se alzó el campa-nario con varios pisos de diferentes épocas. Otro tanto sucede en Santa María de Olmedo, morfoló-gicamente parecida a la anterior. Coinciden incluso en el acceso al campanario que en ambos se hizo ex-cavando una galería helicoidal ascendente, de gran rusticidad, hasta llegar al cuerpo de campanas. Un poco más al sur, en el despoblado de Honquilana y en Honcalada, la iglesia parroquial también tenía torre maciza de tierra. En estos casos, se especuló con la posibilidad de que se tratara de torres de se-ñales construidas en época de conflictos bélicos. La necesidad de hacer ahumadas en su cima motivaría los fustes macizos.

Una característica adicional emparenta a estas torres con las de Aranda: en Alcazarén hubo dos templos parroquiales (Santiago y San Pedro) y el propio nombre del pueblo, traducido del árabe, significaría “los alcázares” o “los castillos”, hacien-do referencia a un carácter plural desde su origen34. Examinando el casco urbano de Olmedo, la parte primigenia del mismo es una superficie de forma almendrada que tiene en sus respectivos extremos dos iglesias: La Trinidad y Santa María, de la que hemos hablado. Parece, pues, que hay un modo de población fortificando de manera dúplice, a base de dos elementos resistentes, que se situarían en el caso de Olmedo en sus extremos más expuestos. Tam-bién la villa de Mojados tiene dos templos San Juan y Santa María, como Aranda, en los puntos más ex-tremos de caserío primigenio. La misma ciudad de Valladolid nacería con dos parroquias: San Miguel y San Julián.

Pues bien: en Aranda, como se comentó al iniciar este artículo, también hay una estructura urbana antigua, entre el Bañuelos y el barranco, que deja un casco urbano organizado de manera homogénea en su interior (a base de un peine de calles paralelas, ver fig. 1) y que en sus extremos levanta las dos iglesias con sus torres de San Juan y Santa María. Puede por tanto que el carácter macizo de estas torres se deba a que en el siglo XIII, que es la parte que vemos ac-

33 Sánchez Rivera, J. I. (2008), pág. 335; y Sánchez Rivera, J. I.; San José Alonso, J. I. y Fernández Martín, J. J. (2013).También Palacios de Goda, en la provincia de Ávila. Cervera Vera, L. (1984).34 Ruiz Asencio, J. M. (1968), pág. 35.

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tualmente desde el exterior, se forrasen estructuras anteriores amortizadas de carácter defensivo. Es de-cir, puede que dentro de estas torres se encuentren otras, las partes macizas, correspondientes a edifi-cios de otro carácter, construidos en los primeros momentos de establecimiento de la población como refuerzo defensivo de los dos extremos de su casco germinal. La posterior transformación en torres de parroquia, ya en el XIII como demuestran sus ras-

gos estilísticos, estaría encubriendo unos elementos compactos que quizá pudieron verse, por ejemplo, cuando se abrió la ventana inferior de Santa María para iluminar la capilla bajo la torre, en fechas no muy lejanas. Por otras vías, tendremos que esperar hasta que las técnicas de detección por georradar puedan confirmar discontinuidades internas en las fábricas que avalen estas hipótesis.

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