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Número 01. Emplazamiento Revista del Colegio de Arquitectos de Valladolid A ª

Arquitectos de Valladolid Nº1

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Revista del Colegio de Arquitectos de Valladolid

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Revista del Colegio de Arquitectos de Valladolid

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Estimados compañeros:

Momentos tensos, momentos difíciles, momentos de cambios.

Es precisa la reflexión, aunque carecemos de los datos y herramien-tas necesarias para que ésta sea capaz de provocarnos conclusio-nes que nos beneficien. Sin embargo, me arriesgo a manifestar “en voz alta” mis últimos pensamientos (no todos….no os asustéis).

De lo uno y de lo otroRealmente no sabría por dónde empezar. Y la realidad me/nos des-borda de tal manera que es complicado resumir y focalizar. Centrar el discurso sin dispersiones.

Cuando todo este asunto comenzó, todos (y digo todos) lo esperá-bamos, pero ninguno, o casi, fuimos capaces de actuar con antela-ción. Ni lo fuimos para nuestros negocios particulares o societarios, ni lo fuimos para nuestro colectivo (el denostado, poco conocido e incluso, a veces, detestado Colegio).

Para solucionar nuestra situación particular, no tengo la fórmula. Si así fuese ya la habría empleado en mi entorno. Para solucionar nuestra situación colegial, tampoco hay fórmula. No la hay. No le de-mos más vueltas porque es un intento fallido. Gastamos energías en dar con fórmulas extrañas o futuristas que arreglen esta institución.

Creedme cuando os digo que, por mi posición, no solo alcanzo a las ideas personales y de las personas que me rodean, sino que también accedo a las opiniones que vosotros me trasladáis con la mejor de las intenciones y yo las procuro hacer mías. Las mastico hasta quitarles el sabor, para hacerme con ellas. Digestiones pesadas, me ha causado esta práctica (que no me quejo…que va con el cargo), pero siempre llego a una conclusión: No hay fórmula.

Muchas veces me comentáis cuestiones que ya había aparcado, con la ilusión de quien aporta algo “nuevo” por si no hemos caído en ello. No me entendáis mal. Estas opiniones me ayudan mucho y no dejéis de hacerlo, pero no os enojéis porque no sean llevadas a la práctica al día siguien-te. Simplemente ya fueron valoradas y quizás rechazadas, pospuestas o minimizadas.

De nuestro ColegioEl planteamiento es el siguiente: ¿Qué Colegio queremos?¿Qué Colegio necesitamos?¿Qué Colegio nos podemos permitir?

Puede que la última pregunta, destroce a las otras dos, pero ¿de verdad hemos de renunciar a nuestras necesidades y nuestras pretensiones e ilusiones? ¿De verdad hemos de rendirnos a lo que la realidad nos delimite? ¿Es preciso ajustarnos a esta fatalidad?

Compañeros, colegas, amigos, estoy absolutamente convencido de que NO.

Yo, al menos, no me pienso rendir. Aunque mi abuelo (ahorrador él) me aconsejase estarme quietecito hasta que la ola pase y gastar lo mínimo imprescindible, renunciando a cualquier I+D+i. Yo creo que no.

Para triunfar (aunque sea un poco) en el futuro, he de arriesgar ahora. Sí, precisamente ahora. Pero entendedme, sin locuras.

De las estructurasDe ninguna manera podría afirmar que el Colegio necesita continuar con la estructura y jerarquía actuales, ni tampoco que la estructura hubiese de

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Paisaje, Arquitectos, Paisajistas

La innovación como herramienta

Arquitectura años 60

Territorios de investigación

Edita:Colegio de Arquitectos de Valladolid

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D.L.: VA-389-2013

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PORTADA: Fragmento nº1. Patio Herreriano. Autora Elena Rodrigo

03. Editorial

07. Paisaje, Arquitectos, Paisajistas

10. La innovación como herramienta

15. Emergencias y continuidades de la modernidad en Valladolid: Arquitecturas de la década de los 60

20. Territorios de investigación

27. Arquitectos Sin Fronteras Castilla y León

31. De la enseñanza de la arquitectura y otras cosas

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cambiar radicalmente por otra. Por-que cuando opto por un cambio (ya sea radical o modesto) enseguida me surgen las dudas cuando la eficacia puede verse afectada. Y siempre llego a lo mismo: Lo que nuestro colectivo necesita es a personas dispuestas a luchar y a trabajar por conseguir eficacia en las acciones de las instituciones y eficacia en sus propios actos.

Porque una estructura teóricamente más eficaz, se convierte en nefasta si las personas que la dirigen actuasen con la desidia y desfachatez propia de quien no confía en lo que hace o de quien mira más por su beneficio (que de todo hay).

Pero no os asustéis ni os preocupéis porque llegue a estas conclusio-nes que algunos podrían tachar de “simples”. Estoy convencido de que lo importante son las personas y no las estructuras, pero eso no quita para que también esté convencido de que la estructura ha de ser lo más soportable para nuestras posibles economías.

No sé si un Colegio nacional úni-co con delegaciones provinciales livianas, es capaz de generar la formación e información necesarias y adecuadas, de actuar ante adminis-traciones locales o autonómicas con rapidez, de atender a las demandas locales plagadas de particularida-des… (poned otros puntos, que seguro se os ocurren).

Tampoco confío demasiado en las estructuras copiadas de la organi-zación estatal, porque esa misma organización estatal (inexistente en otros países) demuestra año tras año sus puntos flacos.

Creo profundamente en que la aten-ción provincial es necesaria y creo que eso requiere un esfuerzo mayor por nuestra parte. Hemos de decidir si esa atención que a mí me resulta fundamental, la podemos costear. Porque nadie nos va a ayudar. Hemos de ser nosotros los que la sujetemos. Si queremos un “aeropuerto” provin-cial, lo hemos de pagar. Si se pudiese “privatizar” nuestro Colegio (ahora que el neoliberalismo impera, y disculpad-me el torpe símil) estoy convencido de que muchas Delegaciones o

Demarcaciones, desaparecerían y la atención sería telefónica. Posiblemente desde Sudamérica y donde nos pre-guntasen por nuestra preferencia…” Si quiere información sobre el estado de su visado, marque el 1, si quiere infor-mación sobre cursos, marque el 2”… (Total, 20 min. de 902) ¡Me da algo!

Perdonad la torpe broma, pero cual-quier intento de hacer que el Colegio funciones únicamente como una em-presa productiva, puede dar al traste con muchos de nuestros logros. Creo en el sostenimiento colegial, pero no en convertirlo en una empresa ni que funcione como una empresa de forma exclusiva.

En definitiva, que la estructura provincial es en la que creo. Nunca creí demasiado en las autonomías y tampoco creo demasiado en la copia colegial. Puede que quien regule los colegios profesionales (Junta de CyL) prefiera un solo interlocutor en lugar de 9. Pero ése no es el problema, porque siempre se puede obtener un solo interlocutor, no hay más que acordarlo y convenirlo. El problema es que para que nuestros compañe-ros de la provincia “x” tengan su “ae-ropuerto”, quizás hemos de apoyarles entre todos. ¿Estamos dispuestos? Si no lo estamos, sería mejor que nos replanteásemos lo que significa un Colegio profesional.

No obstante, es necesaria una mayor delgadez en varios aspectos. Pero trabajar en ello requiere paciencia, respeto a las personas, convenci-miento de que es lo necesario y firme decisión. Para ello, compañeros, ne-cesito vuestro apoyo. Vuestra rotunda decisión para que se hagan tales cambios y vuestra comprensión si no son todo lo rápidos de lo que todos desearíamos.

De lo cambiado y de lo que hay por cambiarVayamos a lo que creo que importa y a lo que creo que está en nuestra mano. Creemos que la situación actual requiere muchísimo trabajo por parte de las directivas de cada organización y eso supone no reducir las personas implicadas, pero quizás sea sensato dar un paso en esto.

Nuestra propuesta es que aunque los Estatutos sigan vigentes y planteen

Juntas Directivas provinciales de un mínimo de 5 miembros, hemos de esforzarnos en Directivas de no más 3 miembros con aportaciones de otros dos. ¿Qué quiere decir esto? Pues que para las candidaturas hay que seguir presentando oficialmente a 5 (ya lo hicimos en mayo) hasta que consi-gamos cambiar los Estatutos, pero la realidad será que los miembros serán 3 con sus obligaciones marcadas y otros dos a los que se les eximirá de presencia continuada y su labor será de apoyo puntual y esporádico. Esta pretensión podría reducir costes, y nos parece ahora lo oportuno.

Nuestro personal ha de rentabilizar su trabajo. Ya hemos iniciado tareas que posibilitan la diversidad en sus tareas, intentando evitar las parcelas reservadas a un solo trabajador. Ha de seguirse planteando la posibilidad de que cada trabajador sea capaz de emprender diversas funciones. Y esto es una labor muy compleja, por varios motivos que todos somos capaces de imaginar.

El Colegio, sin embargo, ha de renta-bilizar sus operaciones apostando por una modernización del mismo. Algo en lo que esta Junta Directiva ha aposta-do casi hasta la saciedad. Creemos que ésta es una de las inversiones más rentables a medio y largo plazo y no hemos querido alejarnos de estas posibilidades, pese a estar fuera de ese “Colegio que nos podemos permitir”. Consideramos que es parte del Colegio que queremos todos y no hemos tenido la intención de renunciar a ello, porque sabemos que es ahí donde radica uno de nuestros pilares fundamentales.

Acompañando a la modernización de nuestro Colegio, y no tendría sentido una cosa sin la otra, hemos apostado también por un plan de formación ambicioso pero realista. Sabemos que formarnos, nos permitirá enten-der e incluso exigir un Colegio más acorde con nuestra preparación y tecnología.

La formación de conocimientos com-partidos, la cooperación en acciones formativas grupales y la formación tradicional de cursos especializados, continuarán, pero siempre bajo el prisma de la actualización e incluso del vanguardismo.

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Es imprescindible que luchemos por conseguir que el Arquitecto trabaje en conexión continuada con los ser-vicios colegiales e incluso con otros compañeros. Que su trabajo sea eficaz porque la metodología y las aplicaciones que utiliza, le permiten rentabilizar su esfuerzo y controlar mejor su tarea.

No me he olvidado de la maldita Ley de Servicios Profesionales que algunos enemigos de la Arquitectura (no sé si conscientes o inconscientes) quieren llevar a su aprobación. Sobre esto, prefiero estar todos a una. No voy a manifestar nada al respecto, porque ya hay una estrategia definida y actuaré en común acuerdo con el COACYLE y el CSCAE. Espero que me comprendáis, porque el cuerpo me pide manifestarme, pero la pru-dencia y las directrices, no.

Del arquitecto y de sus “quehaceres”Pero estos esfuerzos no van dirigidos solo a la tarea proyectual. Tenemos previstas formaciones enfocadas a otras tareas que nos permitan diversificar nuestro negocio. Cree-mos que el Arquitecto no solo hace Arquitectura. Porque si se atreven a liquidar la arquitectura (que se están atreviendo…) no hemos de consentir que liquiden a los arquitectos.

¿Pero es posible que no seamos capaces de hacer ver que nuestra sociedad no puede permitirse el lujo de desaprovechar todo el potencial técnico, creativo y profesional de nuestro colectivo? Sí somos capaces. Hemos de serlo. Y me dejaré lo que tenga que dejarme en el esfuerzo, pero lucharé por ello. Y los que me acompañen también.

El Colegio no nos va a dar trabajo. Que se os quite de la cabeza. Y lo digo, porque hay quienes lo piensan. Pero sin embargo, sí puede crear el entorno adecuado para que lo en-contremos. Sí puede y debe facilitar los medios para que los compañeros puedan resolver sus pretensiones. Sí puede y debe contactar con los es-tamentos adecuados para conseguir asentar las bases para la iniciativa y también para facilitar la labor profe-sional. Esto es factible. Difícil y tra-bajoso, pero factible. Sé que en este terreno hemos avanzado poco, pero

estamos en condiciones de decir que es una tarea constante. Las ITE, los planteamientos en eficiencia ener-gética (leed la nueva redacción de la Consejería de urbanismo), las refor-mas, las normativas sobre licencias, etc. Son parcelas de un continuado esfuerzo que creemos que ha persis-tir. Pocos frutos, lo sé. Pero camino que vamos avanzando.

Utilizad el Colegio para trabajos com-partidos, para reuniones, para trabajo individual, para atender a un cliente, para un curso de informática a perso-nas mayores. Para lo que imaginéis. Pero utilizadlo. Rentabilicemos nuestros locales (en la medida de lo posible).

¿Del visado?Como veis no he hablado explíci-tamente del visado. Y lo hice inten-cionadamente. Porque pese a que hemos de mantener obligatoriamente el visado y hemos de intentar conse-guir también la eficacia y la unifica-ción (¿algún día lo veremos?), no creo que sea nuestra tarea principal. De verdad lo digo. Es de lo que se habla, es lo que se critica, es lo que a veces molesta, pero no es nuestra tarea principal. Os aseguro que no creo en un Colegio fiscalizador.

Nuestras tareas principales son la cohesión de nuestros compañeros. Nuestra defensa profesional. Nuestra garantía social. También la garantía para la Sociedad. Nuestro lugar de amparo profesional. Nuestro nicho formativo. Nuestra casa.

Sin el visado, nuestro Colegio debería ser todas esas cosas igualmente. ¿Seremos capaces de conseguirlo si fuese preciso? Yo creo que sí.

Dejemos pues de hablar del visado. De hablar de divisiones “cuasiabsur-das” (que no se me enfade nadie) de nuestro Colegio y nuestras acciones e incluso de nuestros presupuestos, donde se pretende distinguir lo que corresponde al visado y lo que no. ¿Es esto lo importante? ¿Resolver esto, nos ayuda en algo? Puede, pero no mucho.

No digo que legalmente no fuese preciso, que puede que lo sea, pero insisto en que no nos ayuda ni resuelve lo que importa. Creedme que no. Que de ninguna manera. Que eso no es más que una tarea ficticia y de poca

utilidad. Que las energías las hemos de emplear en otras dianas. La diana de la innovación. La diana de la formación. La diana de la presencia social.

Yo os aseguro que no perderé esfuer-zos en dedicarme a divisiones infruc-tuosas o a luchas llamadas al fracaso. Y tampoco perderé el tiempo discutien-do de ello. Si alguien quiere dedicarse a eso, le cedo mi asiento. Y lo lamento, porque sé que algunos de vosotros habéis planteado estas cuestiones que teóricamente eran muy acertadas. Pero ya no es el caso. Porque el problema es mucho más serio. ¿Alguien lo duda?

Del patrimonioEn cuanto a nuestro patrimonio, sabéis que no hemos llegado a ningún acuer-do interesante para la venta del sóta-no. Y, salvo que lo necesitemos (que dada la situación, no es descartable), no lo venderemos a bajo precio.

Pero estamos convencidos de que el patrimonio (nos dé o no nos dé lás-tima o añoranza) no debería ser una pretensión del colectivo.

¿Para qué atesorar patrimonio inmobi-liario? ¿Qué ocurre con ese patrimo-nio si (crucemos los dedos) llegamos a una situación insostenible? ¿Quién se queda con nuestro patrimonio si los colegios desaparecen como algu-nos ignorantes (no me sale nada más suave) predican?

Y lo que es más absurdo… ¿De quién es ese patrimonio?De todos los colegiados… ya ¿Pero de los de ahora, de los que lo serán maña-na, de los que lo fueron ayer? Parece una simpleza lo que digo ¿verdad?Pero… ¡vaya época para deshacerse del patrimonio!Será mejor esperar tiempos mejores. ¿Podremos aguantar?Cualquier decisión os será consulta-da. No lo dudéis.

De nosotrosQueridos compañeros. Nosotros somos lo importante. Por lo tanto per-manezcamos unidos. Discrepemos si hemos de discrepar, pero nunca enfrentados.

Muchos frentes abiertos. Pero muchas ganas de luchar.

Un cordial saludo. •••

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Algunas aproximaciones al Paisaje EL Paisaje es, sin duda, un término y concepto de gran complejidad, debido a la gran cantidad de factores y elementos que lo configuran, aunque podemos entenderlo en sus dos acepciones fundamentales: marco geográfico y ámbito vivencial (Santos Casado, 2010). Tras saber que antes fueron los pintores (De Haes, Sorolla...), escritores, (sobre todo la generación del 98, Baroja, Unamuno, Azorín, Machado…) o incluso filósofos (Ortega y Gasset…), los que evocaron las imágenes visuales o sugeridas de “su” percepción del Paisaje, podemos seguir las pautas clásicas de los geógrafos (Max Sorre definía en 1913 la geografía como ciencia del paisaje) con algunas definiciones aclaratorias que acoten el término desde el punto de vista científico, que es el que ahora nos interesa.

Así, para Eduardo Mtnez. De Pisón (1998), el Paisaje es la configuración que toma el espacio terrestre como forma resultante de la estructura territorial, y posee una pluralidad de constituyentes, pero también una pluralidad de miradas, en definitiva es una creación humana. Para Luis Vicente Gª. Merino (1998), es la imagen que caracteriza un determi-nado entorno, pero también es la pauta de distribución de elementos significa-dos en la organización del espacio, de modo que según la dominancia de tales elementos, podemos hablar de paisajes naturales, agrarios, urbanos o de otra índole. Por tanto, deben existir unas condiciones de partida para considerar los paisajes: punto de vista oblicuo y elevado, escala suficiente como conjun-to de elementos, organización de una estructura reconocible y elementos sig-nificativos con su pauta de composición. Los arqtos. Batllé y Roig (2003) contem-

CELESTINO CANDELA PÍARQUITECTO, TÉCNICO URBANISTA AETU, ESPECIALISTA EN OT FUNDICOT Y PAISAJISTA AEP

Paisaje, Arquitectos, Paisajistas

plan el paisaje como la argamasa que lo une todo, la base en la que crece la arquitectura y Manuel Ribas Piera (1998) considera el paisaje como escenario de la vida humana.

En base a este tipo de aportaciones se desarrolla toda una metodología de estudios del paisaje, si bien en España con bastante retraso respecto a otros países de Europa, como han señalado, el escritor Julio Llamazares o el arqto. Sal-vador Polo (2005), con falta por tanto de una cultura generalizada y una normativa institucional sobre el Paisaje y su carác-ter, no solo estético, sino como factor ambiental de calidad de vida y elemento esencial de cualquier planificación es-pacial. Para el citado Ribas Piera (1988) es posible la lectura pasiva del entorno pero también la construcción sintáctica “arquitectura del paisaje” que supone una escritura activa del entorno. Ello supone la consideración de los distintos enfoques del Paisaje, según se trate de conserva-ción, tipificación, explotación racional o transformación creativa, es decir miradas convergentes de arquitectos, ingenieros, geógrafos, ecólogos…

Convenio Europeo del PaisajeHa sido en el año 2000 en Europa con el Convenio Europeo del Paisaje (CEP) y en 2008 en España con la entrada en vigor del mismo (BOE 5.2.2008) cuando hemos pasado a tener una base sólida de carácter legal que define los principios sustanciales que deben desarrollar los países miembros en materia de Paisaje y que salvo algunas excepciones (Catalu-ña, Valencia, Andalucía..., que se han do-tado de leyes e instrumentos de carácter paisajístico), en nuestro país no parece haber calado suficientemente, a pesar de su carácter vinculante en cuanto a su aplicación. Qué decir de Castilla y León,

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con su extenso y variado territorio y patrimonio, donde se continúa con grandes pronunciamientos (veánse por ej. las Directrices Esenciales de CyL, 2002 aptdos. 3 y 5, o cualquier norma que se promulgue en que aparece siempre el Paisaje, pero como cláusula de estilo (tal como la definía el profesor R. Martín Mateo), pero sin contenido alguno, sin darse por aludidos, a pesar de alguna reco-mendación de considerar al “paisaje como factor sólido de identidad “del conocido como Banco de pensado-res, creado por la propia Junta de CyL.

En todo caso es necesario incidir en el CEP, que establece, como se dijo, algu-nos principios sustanciales, como la definición de Paisaje: “cualquier parte del territorio tal como la percibe la po-blación, cuyo carácter sea el resultado de la acción y la interacción de factores naturales y/o humanos”. Otras definicio-nes básicas contemplan las “políticas en materia de paisajes”, “objetivos de calidad paisajística”, “protección de los paisajes”, “gestión de los paisajes” y ordenación paisajística”, como puede verse en la lógica a que se refería el prof. Ribas Piera, entendiendo diferen-

ciadas las fases, no como elementos estáticos, sino sujeto a las acciones necesarias para su puesta en valor.

Importante y novedoso también es el ámbito de aplicación del CEP pues se refiere no solo a paisajes excepcio-nales, sino a todo el territorio, áreas naturales, rurales, urbanas y periur-banas, incluyendo asimismo paisajes cotidianos o degradados. En cuanto a medidas generales destacan el reconocimiento jurídico del Paisaje, definición de políticas específicas, la participación pública y la integración del Paisaje en las políticas territoriales, urbanísticas y en cualquiera con inci-dencia espacial.

En cuanto a medidas específicas, destacamos por ser objeto de este análisis, las de Formación y educa-ción, por las que los países miembros se comprometen a promover: a) la formación de especialistas en valo-ración e intervención de los paisajes; b) programas pluridisciplinares de formación de profesionales del sector privado y público en todas las fases señaladas; y c) cursos escolares y universitarios sobre los valores de los paisajes.

Arquitectos, paisajistasSe quiere destacar aquí precisamente estos aspectos, ya que en España no ha existido la formación de especia-listas en paisaje, salvo las recientes excepciones de Cataluña en formación universitaria en arquitectura del paisaje y la variedad de master o de especiali-zación surgidos por toda la geografía, Barcelona, Madrid, Valencia, Granada, Las Palmas, etc. y la titulación de grado en paisajismo de la UCJC en Madrid, todavía en curso, por lo que la confusión es grande, sin duda, cuando en Europa, como antes se decía, y América existe una regulación y cultura indudable al respecto, quizás baste recordar que F. Law Olmstead fue considerado en 1850 como primer arqto. de paisaje con su Central Park neoyorkino.

Cabe destacar, entre las Bienales europeas de Paisaje, que se celebran en Barcelona, la de 2001 donde Jordi Bellmunt reivindicaba el paisajismo como esfuerzo de múltiples discipli-nas, con mayor capacidad para cam-biar el modelo territorial actual, que los mismos arqtos. y urbanistas. Allí se presentaban actuaciones de otros arquitectos como Ábalos y Herreros, en la planta de Valdemingómez, capa-

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Paisaje urbano Sao Paulo con el Parque do Ibirapuera en el centro

ces de establecer un grado de orden en el sórdido paisaje de la periferia madrileña. Otro reconocido arqto., como Dominique Perrault afirma que “sus edificios son paisajes, ya que las ciudades son paisajes y los edificios forman parte de ellos”. Recordemos que para Gordon Cullen, tratadista del paisaje urbano, un edificio es arquitec-tura, dos edificios forman paisaje.

En cuanto a los profesionales del paisajismo y ante la falta de titulaciones específicas, los arqtos. se han conside-rado tradicionalmente habilitados en la materia, pero considerando las cues-tiones apuntadas, deben asumir con normalidad, o bien su propia especiali-zación a través de la formación (experi-mental, en su caso) correspondiente o lo que parece más adecuado de todas formas, la colaboración interdisciplinar con otros profesionales especializados, concretamente, aquellos relacionados con el análisis del territorio natural/rural/agrario (geógrafos, geólogos...), el arbolado, vegetación y jardinería (ing/ing. Técnicos agrónomos y forestales, biólogos...) e incluso, otros enfoques más teóricos (historiadores, ldos. en arte…), lo que naturalmente debe llevarnos a un entendimiento mutuo,

en el sentido interdisciplinar a que se refiere precisamente el CEP, por lo que se formarían verdaderos equipos con enfoques complementarios, que sin duda deben suponer el enriqueci-miento de los trabajos a realizar en sus variadas escalas y tipologías posibles: OT y planificación territorial y urbanísti-ca (km2) escalas intermedias a nivel de plan parcial (has.) y proyectos urbanos (m2) sobre espacios públicos o residen-ciales, en todos ellos tan importante en su diagnóstico y valoración, diseño y composición de proyecto y desarrollo técnico y composición de edificacio-nes, construcciones, obra civil y arbola-do y vegetación según los casos.

Para terminar me referiré a algunas impresiones y aportaciones persona-les al respecto: por un lado, sería el resultado satisfactorio, sin duda, de varios trabajos territoriales/ urbanísticos en los que he participado en equipos interdisciplinares; por otra parte, la per-tenencia desde hace bastantes años, a la Asociación Española de Paisajistas (AEP) en la que se agrupan numero-sos profesionales con el denominador común del interés y la experiencia en el campo del paisaje, que sin duda re-sulta enriquecedor a la hora de abordar

con amplitud de miras el campo abierto del paisaje; y por último, he podido realizar recientemente una larga visita a Brasil y sus grandes ciudades, donde la aportación de arquitectura (O. Nie-meyer ) y paisajismo (R. Burle Marx) en grandes complejos (Pampulha en Belo Horizonte, Ibirapuera en Sao Paulo, Eje institucional y cuadra 108 en Brasilia) o pequeñas obras (Casa das Canoas en Río de Janeiro) llegan a ser, no solo emblemáticas obras de arte, sino, ni más ni menos, que la imagen cultural de un país.

Como decía, termino, esperando que el Paisaje, en sus definiciones geográfica, arquitectónica, o legal (CEP) sea algo más que un término y un concepto a manosear por políti-cos, instituciones y desaprensivos varios, y se le pueda dar el contenido y aplicación que su trascendencia merece y que el Convenio Europeo del Paisaje, vigente en España y en todas las CC.AA., reconoce, así como que los paisajistas, agrupados en equipos o especializados, sea cual sea su titu-lación y competencia, sepamos tratar en cualquiera de sus fases de análisis o intervención, con criterio, técnica y sensibilidad adecuadas. •••

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Datos como la pérdida de empleo, de recursos humanos, en definitiva, de conocimiento (más del 60% de pérdida

desde el año 2007), la desaparición de empresas, sobre todo pymes, tanto constructoras como estudios de arqui-tectura e ingeniería, fabricantes. etc (más de 70.000 empresas perdidas en 4 años), el descenso de la inversión pública y privada (de casi 40.000 M€ de inversión pública en 2007 a cerca de 7.000 M€ en 2012), son una radio-grafía exacta del estado del paciente.

La buena noticia es que parece, según los gurús de la economía (quizás esta vez acierten) que nos encontramos ya en el valle de la onda, que esta vez sí “hemos tocado fondo”. Eso quiere decir, si así fuera, que el escenario que tenemos ante nosotros es el campo de batalla definitivo, el lugar donde tenemos que luchar. La tempestad sigue (no olvidemos la Ley de Servicios Profesionales) pero el escenario se es-tabiliza. Dice un proverbio holandés que

ENRIQUE M. COBREROS GARCÍAArquitecto. Director Técnico de AEICE

La innovación como herramienta

hay proyecto, no hay obra, que no con-tenga elementos innovadores, en mayor o menor medida. Sin embargo, esa inno-vación se ha quedado, en la mayor parte de las ocasiones, en dicho proyecto o en dicha obra. No se ha profundizado en la misma con el objetivo de crear valor fue-ra del caso puntual. Y sobre todo, no se han utilizado los mecanismos de gestión para obtener ventajas económicas de dicha innovación.

Históricamente, la I+D+i ligada al mundo de la arquitectura se ha circunscrito casi exclusivamente a los compañeros que han trabajo en las Universidades, Centros de Investiga-ción y Centros Tecnológicos; también a aquéllos que prestan sus servicios en los grandes departamentos de I+D de las grandes empresas constructo-ras (Acciona, Dragados, Vías, Sacyr, etc). Sin embargo, hay camino por recorrer y posibilidades de hacerlo para el resto del colectivo. Y no sólo eso, sino que, en mi opinión, existe la necesidad de hacerlo. La recupera-ción del sector pasa por la unión de todos, y no olvidemos que el 95% del mismo está formado por pequeñas y medianas empresas, entre las que se encuentra la mayor parte de nuestros estudios de arquitectura.

Por ello, al igual que hoy la internacio-nalización ya no es un tabú en nuestro vocabulario, es imprescindible que en poco tiempo dejen también de serlo términos como “Life”, “Cosme”, “Cip”, “CDTI”, “IEE IntelligentEnergyEurope”, “Avanza”, “Patent Box”, y tantos otros relacionados con la I+D+i. El sector necesita de la I+D+i y, a su vez, ésta

La Arquitectura, entendida en su acepción moderna, está viviendo uno de sus peores periodos en España desde su nacimiento. La crisis del país, en general, y la del sector de la construcción, en particular, han arrastrado a muchas personas y organizaciones dependientes del mismo a una situación dramática en la mayoría de los casos.

“cuando soplan vientos de tempestad, unos corren a refugiarse y otros constru-yen molinos de viento”. Es el momento, en mi opinión, de construir molinos, de asumir el escenario y aprovechar los vientos. Para ello, la unión y la colabora-ción de todos es fundamental.

Hay muchas vías para aprovechar esos vientos. Desde que comenzó esta crisis hemos comprobado cómo se han puesto en marcha diferentes opciones: la internacionalización (hace algunos años hablar de “salir fuera” no estaba en la agenda de la mayoría de los estudios; hoy es ya una realidad en algunos), la diversificación (ocupando nichos de mercado nuevos y existen-tes, anteriormente ignorados por nues-tro colectivo), etc. También, y es el objeto de este artículo, la Innovación, entendida como las posibilidades que la I+D+i nos ofrece como herramienta para lograr ventajas competitivas y también posibilidades de trabajo.

Curiosamente, nuestra profesión, nuestro trabajo es intrínsecamente innovador. No

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nos necesita como elemento insepara-ble para la evolución del mismo.

Es un hecho que en este momento nos faltan recursos. Hemos redu-cido nuestras plantillas al mínimo imprescindible para sobrevivir. Pero no podemos dejar escapar este tren y tampoco podemos dejar que otros colectivos nos ocupen los vagones. Hay posibilidades de acometer iniciativas a través de nuestras asociaciones colegiales y también

de las organizaciones expertas en la gestión de la I+D+i. En este sentido, iniciativas como la Agrupación Em-presarial innovadora para la Cons-trucción Efi ciente, AEICE, “clúster” de la construcción de Castilla y León, recientemente presentada, pretende servir de eslabón entre la realidad de nuestras empresas y es-tudios y el complejo escenario de la I+D, con el objetivo de, a través de la unión, acceder a las posibilidades que aquella ofrece.

El marco es interesante y motivador. La Comisión europea presentó el programa HORIZONTE 2020 para el periodo 2014-2020, que pone encima de la mesa más de 80.000 M€ para fi nanciar la I+D+i. Sus objetivos son:

• Crear una ciencia de excelencia.

• Hacer de Europa un lugar atractivo para invertir en Investigación e Innovación (liderazgo industrial).

• Investigar en grandes cuestiones que afectan

a los ciudadanos europeos (retos de la sociedad)

Siguiendo sus directrices, el Gobierno de España aprobó el 1 de febrero de 2013 la Estrategia Española de Ciencia y Tecnología y de Innovación 2014-2020, y el Plan Nacional de Investigación Científi ca, Técnica y de Innovación 2013-2016.Evidentemente, este marco abarca todos los sectores, entre ellos el que nos preocupa. Así, expresamente, en el apartado 1.5.2, de la parte II del Programa Horizonte

2020, se dice que “el sector de la construcción, que genera el 10% del PIB y aporta unos 16 millones de puestos de trabajo en Europa en 3 millones de empresas, de las cuales el 95% son PYME, necesita adoptar enfoques innovadores con respecto a los materiales y la fabricación para reducir su impacto ambiental”. Los arquitectos, no sólo estamos involucrados en este objetivo, sino que podemos y tenemos la capacidad y la obligación de liderarlo. Si no lo hacemos, otros lo harán por nosotros.

En las siguientes líneas intentaré resumir la estructura del programa Horizonte 2020, incidiendo en aquellos puntos de especial relevancia para nuestro colectivo, con el fi n de poder dar una visión general del mismo.

sector de la construcción,

respecto a los materiales y la fabricación para reducir En las

PROGRAMA HORIZONTE 2020

Parte I: Ciencia Excelente

1.1. El Consejo Europeo de Investigación (CEI).

1.2. Tecnologías Futuras y Emergentes (FET).

1.3. Acciones Marie Curie.

1.4. Infraestructuras de investigación.

Parte II: Liderazgo Industrial

2.1. Liderazgo en las tecnologías industriales y de capacitación.

2.2. Acceso a la fi nanciación de riesgo.

2.3. Innovación en las PYME.

Parte III: Retos Sociales

3.1. Salud, cambio demográfi co y bienestar.

3.2. Seguridad alimentaria, agricultura sostenible, investigación marina y marítima y bioeconomía.

3.3. Energía segura, limpia y efi ciente.

3.4. Transporte inteligente, ecológico e integrado.

3.5. Acción por el clima: efi ciencia de los recursos y las materias primas.

3.6. Sociedades inclusivas, innovadoras y seguras.

Parte IV: Acciones Nucleares No Directas del JRC (Centro Común De Investigación).

Parte V: Instituto Europeo de Investigación y Tecnología (EIT).

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A continuación, se extractan algu-nas ideas-fuerza, que, de una forma directa o indirecta, tienen relación con nuestra profesión.

• Se fomentarán ideas visionarias y novedosas con potencial para transformarse en paradigmas tec-nológicos.

• Para la formación excelente de in-vestigadores, a través de proyectos interdisciplinares o programas de doctorado (Acciones Marie Curie), se potenciará la decidida implica-ción de empresas y PYMEs.

• Uno de los objetivos es posibilitar la transferencia de las tecnologías de capacitación y los conocimientos a todos los sectores productivos, entre ellos, la Construcción, “que representa el 40% del consumo total de energía de la UE y el 36% de las emisiones de CO2”. Así, se potenciarán las tecnologías de construcción que permitan edificios energéticamente eficientes y se impulsarán nuevos modelos de ne-gocio basados en el conocimiento.

• Los fondos de cohesión desem-peñarán un papel clave para crear capacidad y “facilitar a las PYME una escalera hacia la excelencia a fin de desarrollar proyectos exce-lentes que puedan competir por los fondos de Horizonte 2020”.

• Se financiará a las PYME innovado-ras “que demuestren una ambición firme de desarrollarse, crecer e internacionalizarse”.- Se apostará por la energía segura,

limpia y eficiente (punto 3.3):- La hoja de ruta para el año 2050

busca una reducción de emisio-nes de CO2 en el sector residen-cial y servicios del 90%.

- Se pretende una investigación y ensayo a escala real de solucio-nes tecnológicas y no tecnológi-cas, de nuevos conceptos con el objetivo de lograr edificios con emisiones cercanas a 0, con cale-facción y refrigeración a partir de

renovables, adoptando de forma masiva por parte de empresas, comunidades y ciudades solucio-nes de eficiencia energética.

- Se apostará por las energías renovables, innovadoras, por tec-nologías de captura y almacena-miento de CO2, por combustibles alternativos y fuentes de energía móviles.

• Se reforzarán las tecnologías proce-sos, servicios y productos ecoinno-vadores y se impulsará su adopción por el mercado y su producción, prestando especial atención a las PYME.

Se trata de un marco alentador que persigue además efectos prácticos inmediatos, priorizando aquellos pro-yectos e investigaciones que conlle-ven una rápida puesta en mercado y, por lo tanto, una rápida traslación a la sociedad. Como profesionales espe-cialistas de campos tan importantes para la sociedad como la edificación y el urbanismo, nos ofrece la posi-bilidad de nuevos trabajos, nuevos nichos de mercado y/o negocio, inno-vando a través de nuevos productos, nuevos procesos, nuevas ideas, en definitiva, creando valor añadido.

Para el renacimiento de nuestro sector, debemos analizar en profundidad cuáles son nuestras fortalezas y cuáles nuestras debilidades, dónde tenemos capacidad de mejorar. La gestión de la innovación, el liderazgo de la investi-gación en nuestro campo, es, en mi opinión, una clara apuesta para el fu-turo. Desde los principios proyectuales hasta los más pequeños detalles cons-tructivos, pasando por las posibilidades tecnológicas para nuevos materiales y nuevas soluciones, el abanico es tan amplio como para dar cabida a todos los intereses y direcciones que nuestra profesión aglutina.

Para tener una visión completa del tema, es preciso reconocer que,

como en cualquier nuevo camino a emprender, es imprescindible la asunción de algunos riesgos, así como la necesidad de una inversión inicial, normalmente en forma de horas de trabajo, previa a la mate-rialización de cualquier solicitud de financiación pública o privada. La ventaja es que, en este caso, por una parte, los riesgos son medibles, y, por otra, son en muchos casos (proyectos consorciados) compartidos con otras empresas y organizaciones. Es, por ello, fundamental contar con expertos en la gestión de la innovación. A tra-vés de nuestras organizaciones cole-giales, de las universidades, centros tecnológicos, etc., podemos encon-trar vías que nos faciliten el acceso a la misma. En este sentido, la recien-temente creada AEICE pretende servir de vehículo de conexión entre todos los implicados, desarrollando grandes proyectos consorciados (en estos momentos se encuentran en marcha varios proyectos relacionados con la rehabilitación energética, los edificios de consumo de energía casi nula –ECCN–, la regeneración urba-na, nuevas soluciones residenciales y sobre procesos de construcción), y asesorando en la gestión de proyec-tos individuales.

Es un camino largo (los actuales programas europeo y español tienen como fecha final el año 2020) y se inicia dando el primer paso. Otros sectores nos llevan amplia ventaja en cuanto a gestión de la innovación. Han sabido ofrecer soluciones inno-vadoras a la sociedad antes incluso de que éstas fueran demandadas (pensemos en la diferencia de un automóvil de hoy con el mismo hace 25 años) ganando competitividad de forma continua a partir de la creación de valor añadido para sus clientes. Y lo han hecho a través de la inno-vación, gestionada para obtener los mejores resultados al mínimo coste.

El primer paso está, pues, servido. La gestión de la innovación intrínse-ca a nuestra profesión nos permitirá obtener ventajas para la misma. En nuestras manos está aprovecharla. •••

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1 Utilizando el concepto campo en un sentido sociológico convencional, como espacio social de acción y de influencia en el que confluyen determinadas relaciones sociales, de clara aplicación a un conjunto de prácticas y productos de un colectivo, aquí profesional.

2 Estrictamente empezó en 1960 inaugurando el Palacio de Justicia y terminaba comenzando la Estación de Autobuses (1970). La Semana Internacional de Cine Religioso y de Valores Humanos, concedió aquí su primera Espiga de Oro a Bergman, por “El manantial de la doncella”. El cineasta Val de Omar recreaba el Museo de S. Gregorio en su documental “Fuego en Castilla”, triunfador en Cannes (1961), el mismo año que la sorpresiva Palma de Oro otorgada a “Viridiana” de Buñuel. Por el camino la ciudad duplicó la superficie, urbanizó el Paseo de Zorrilla, construyó dos elevados (Arco de Ladrillo y Rubia-Argales), implantó cabinas de teléfonos, abrió los dos Seminarios y el primer gran almacén –SIMAGO–, inauguró oficialmente varios monumentos conmemorativos, la Feria de Muestras y aterrizó en Villanubla el primer vuelo comercial. Además del puñado de edificios notables que nos ocupa, surgían hoteles e iglesias –en barrios–, clínicas, colegios y museos, los primeros polideportivos y muchos bloques de vivienda. En el 70 seguía sin verse Viridiana –tardó 16 años su estreno español–, pero llegó la factoría de Michelín y se cerraban algunas facultades en la Universidad. El Real Valladolid cayó a 3ª división.

Encuadremos los anteceden-tes de estas arquitecturas modernas surgidas en Valladolid durante los 60, en sus prolegómenos urbanos

desarrollistas, y en su filiación, como productos culturales, con el campo1 operativo de los arquitectos y su contexto profesional en dicha década “prodigiosa”.

La generación de estas edificaciones destacables se inscribe en un proce-so de crecimiento y transformación urbana sin precedentes de Valladolid, capital que comenzó los 60 cons-truyendo “Las Mercedes” (1961-62), el primer “rascacielos” en la ciudad y la terminó empezando el “Duque de Lerma” (1971)2, primera y última de las 3 torres planificadas como conjunto “Vigía de Castilla”. El Polo de desarrollo (1964) seguía generan-do empleo y atrayendo población –la ciudad pasó en la década de los 150.000 a los 236.000 habitantes–, se llenaban los polígonos de vivienda

GREGORIO VÁZQUEZ JUSTELArquitecto Urbanista

Emergencias y continuidades de la modernidad en ValladolidArquitecturas de la década de los 60

oficial planificados y construidos por el régimen en las décadas anteriores –La Victoria, Leones de Castilla, Girón – Torrecilla, 1º de Octubre – Batallas, 18 de Julio, J.A. Primo de Rivera, Fco. Franco, J.A. Girón, Sólis Ruiz, 4 de marzo– o se iniciaban otros nuevos –Jesús Aramburu, 29 de Octubre, XXV Años de paz–. Se creaba durante el periodo el primer polígono industrial (Argales) y la ciudad “salta” signi-ficativamente el Pisuerga, hacia el este, con 3 nuevos puentes, la Feria de Muestras y los primeros edificios –torres– en el barrio de la Huerta del Rey (concurso “para la urbanización” ganado por Corrales y Molezún en 1961). Coincidiendo con esta pers-pectiva urbanística muy expansiva y ante una realidad urbana desbordada en sus previsiones planificadas, se concibió el ambicioso Plan Comarcal (J. Mesones 68), sobre el que se pre-cisa, por el mismo equipo redactor, el primer Plan General de la ciudad (1969), sobre la primera legislación de Urbanismo estatal (1965). La mirada conservativa sobre la Ciudad

Durante los años 60 se produjo en Valladolid una Arquitectura de notable interés, insuficientemente apreciada fuera de la crítica especializada, que merece mejor reconocimiento y difusión. Una Aª en estrecha correlación con las influencias coetáneas, opacada por el momento de crecimiento expansivo y la transformación urbanística más arrolladora y aparentemente ajena a contenidos o valores culturales. Obras que constituyen en su contexto una excepcional manifestación de modernidad en el debate disciplinar de la época, a su vez exponente de relaciones y continuidades con los procesos y tendencias de la práctica profesional en el país.

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Histórica y la preocupación sobre la recuperación patrimonial –ambiental–, con los primeros esbozos de protec-ción planificada del “Casco Histórico” (57-64), de la primera catalogación (67-68), o las primeras restauraciones (Catedral, casas –museo de Fabio Nelli, Cervantes, Colón…), surgen también, como reacción, en esta eta-pa, denominada de “la piqueta”. Aun-que no todo es optimismo y crecimien-to expansivo, la tardo-modernidad local tiene en los años 60 un momento efervescente en el debate sobre la Ar-quitectura y la ciudad, que tardará al menos dos décadas en recuperarse, ya en la democracia.

Pese al fuerte crecimiento –planifi-cado– que en las últimas décadas ha seguido experimentando Vallado-lid, hasta nuestros días de forzoso “frenazo”, no se aprecia equivalente cuantitativo con la producción de arquitectura especialmente cualifi-cada, aunque el incremento en la creación de dotaciones, públicas y privadas, ha permitido la aparición de

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3 Desde la “Aª española contemporánea” de Carlos Flores (1961), obligada referencia generacional, hasta nuestros días, el volumen de estudios, publicaciones y análisis de la Aª española, y la nómina de historiadores, críticos y reseñadores, resultan de tal calidad y volumen que eximen a este modesto artículo de notas y comentarios académicos.

4 Enclave en esa “modernidad periférica” o de los “márgenes”, una discutible etiqueta de algunos críticos y cronistas para estas manifestaciones arquitectónicas alejadas de los centros de difusión cultural, Madrid y Barcelona.

múltiples edificios singula-res y de nuevas tipologías –comercios, ocio, recrea-tivo, servicios urbanos…–. Conclusión que refuerza la perspectiva revalorizadora hacia la Aª de la década de los 60, como momento de particular brillantez en la producción profesional, tanto del panorama espa-ñol como del vallisoletano.

No aspira este artículo a erigirse en tesis o ensayo conclusivo, ni dilucidar relaciones biográficas o nuevas disquisiciones historiográficas, tan solo enfocar mejor un capítulo escasamente conocido de la arquitectura vallisoletana, que un “recentrado” his-tórico nos permite, quizás hoy, comparar y valorar mejor. Al aumentar la dis-tancia –temporal– y hacer balance –crítico–, algunas manifestaciones del pasa-do reciente cobran nueva vida –relectura cultural–, habitualmente las difumina-das por la proximidad de lo cotidiano, aunque no todo parece cuestión de pers-

pectiva, como veremos. Los edificios que señalamos, sin duda fruto de una acusada voluntad autoral, fueron, son y seguirán siendo modernos.

Las manifestaciones de la práctica arquitectónica del periodo acusan una amplia gama de influencias y registros, fruto del momento de reorientación y debate “disciplinar” sin precedentes. Del Movimiento Moderno y su derivada codificada hacia el denominado estilo Internacio-nal y sus heterodoxias (CIAM), hasta los postulados críticos emergentes del TEAM X, y movimientos como el realismo, el new brutalism, o los espejismos –utopistas– de la ciudad maquinista o la prefabricación, en la década de los 60 la Aª española acusa y adapta gradualmente las tendencias y principios de la Aª Internacional, pero manteniendo un fuerte anclaje –y personalidad– con el “particular” contexto sociocultural patrio. Estas dinámicas cristalizan en nuestra ciudad con algunos ejemplos valiosos, de rastreable inserción en el panorama nacional3, pero con rasgos caracterizadores y analogías que merecen denotarse.

Una cata en las publicaciones sobre Aª de las décadas desarrollistas, arro-ja una contrastada escasez de ejem-

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plos en Valladolid –en toda la región– frente a otras capitales provinciales y desde luego respecto a los centros culturales nacionales, relegando la existencia de manifestaciones emble-máticas o simplemente reseñables de Aª contemporánea (con la excep-ción de la figura consagrada de M. Fisac). Balance que no significa pero sí muestra una aparente discontinui-dad, desde el relanzamiento de la postguerra ya en los 50 y la salida de la autarquía, hasta las políticas de “recuperación” de la Ciudad Histórica y de reequipamiento ya en la era de-mocrática –cobran efectiva fuerza en los 80/90– produciendo un volumen “normalizado” de edificios arquitectó-nicamente meritables en Valladolid4, respecto al conjunto nacional.

La difracción de las tendencias cultu-rales, tanto mediáticas como especia-lizadas, y la continuidad “callada” de la práctica profesional “local”, en un periodo de paulatina desaparición de las características contextuales par-ticulares –hasta la globalización in-formativa del presente–, son también factores que colaboran a explicar la escasa focalidad y reconocimiento de Valladolid, en cuanto a resultados arquitectónicos reconocidos desde el marco de la crítica arquitectónica sobre las últimas décadas. Procede considerar que algunas de estas Aªs de la segunda mitad del S.XX, por su programa –dotacional–, escasa repre-sentatividad –y tipo de comitente– y situación –mayoritariamente periur-bana– o por su adscripción estilística –heterodoxa–, han alcanzado una revalorización cultural muy posterior, especialmente desde perspectivas historiográficas más enfocadas al conocimiento autoral –arquitectos, escuelas, generaciones, influen-cias…– o estilístico –movimientos, tendencias…–, o, en todo caso, a la ampliación temporal de la historiza-ción de los procesos socio-culturales y urbanos, fenómenos generales de nivel nacional que tienen su correlato directo en el caso vallisoletano.

Tras el periodo de “desorientación” sufrido durante la difícil década de la

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5 ¿Arquitectura Moderna? ¿Y por qué no?... L. Gutiérrez Soto en 1949. Episodios importantes para la reorientación disciplinar, como el Manifiesto de la Alhambra (1953), una más de las Sesiones Críticas de Aª, organizadas desde la Revista Nacional desde el 50, contribuyeron a despejar caminos y a generar una postura de “compromiso” entre los arquitectos, al menos como toma de postura intelectual respecto a “veleidades” estilísticas de la inmediata postguerra.

6 En estos años de la II República descollaron en Valladolid una serie de arquitectos y obras con todas las versiones de la Aª Moderna española –del racionalismo al regionalismo, con todos los matices expresionistas, tradicionalistas e hibridaciones estilísticas que la historiografía ha analizado en sus taxonomías…–, presentes en las brillantes manifestaciones de las arquitectu-ras escolares –siguiendo postulados del GATEPAC…–, de dotaciones urbanas como el Matadero municipal, clínicas y sanatorios privados, hoteles, piscinas (Samoa) o cines (Roxy), oficinas (Casa del Barco) pero también en numerosos edificios de viviendas.

7 Del elenco aquí seleccionado da cuenta íntegra y detallada el Registro DOCOMOMO Ibérico.

inmediata postguerra5, la producción de obras arqui-tectónicas en la ciudad va repuntando a partir de me-diados de los años 50 hasta el nivel de logros de los 306. Pero es ya iniciada la déca-da de los años 60, como se pretende resaltar, cuando se concentra mayor volumen de ejemplos de singular calidad, mayoritariamente edificios dotacionales, que suponen obras de madurez de sus respectivos autores y en las que podemos re-conocer, en perspectiva, un relativo “parentesco”.

Así, desde la obra “fundacio-nal” del Colegio Apostólico de los P.P. Dominicos (1951-57), de Miguel Fisac, pue-den señalarse ejemplos tan notables –algunos en la inequívoca estela temática y formal de obra tan para-digmática y con amplias resonancias en toda la Aª española posterior– como:

• Iglesia Sto. Domingo de Guzmán. (1956-63), Arq. Julio González.

• Colegio San Agustín (1958-61), Arq. Cecilio Sánchez - Robles.

• Colegio Mayor Monfe-rrant. (1960-66), Arq. Cecilio Sánchez - Robles.

• Instituto Núñez de Arce (1961), Arq. Miguel Fisac.

• Mercado de Abastos (1965-66), Juan A. Aguiló y Ángel Valdés Martínez.

• Colegio Internado RR.HH. Sagrada Familia (1963-67), Antonio Valle-jo Álvarez, A. Vallejo Acevedo, F. Ramírez de Dampierre y C. Turiño Criado del Rey.

• Colegio Mayor Santo Tomás (1963), Arq. Fray F. Coello de Portugal.

• Colegio Miguel Íscar (1965), Arq. Desconocido.

• Instituto Politécnico de Cristo Rey (1965-68), Arq. L.M. Feduchi.

• Oficinas de TAFISA (1966), Arq. A. Vallejo Acevedo y Santiago de la Fuente.

Sobresalen en estos años 607 en la ciudad, programas predominantemen-te escolares, residencias religiosas y colegios mayores, institutos, iglesias, y algún equipamiento público de escala ciudad –Mercado de Abastos–. Con la excepción de algunos barrios –po-lígonos planificados– como el Barrio Girón (51), el 4 de marzo (1955-60), o Huerta del Rey (proyecto del 61) no son en cambio tan reseñables por su aportación arquitectónica ejemplos re-sidenciales, aunque la vivienda colec-tiva constituya el producto dominante de la época. Profesionales como Julio González (que había colaborado con I. Bosch en el barrio J.A. Girón (1950-55), realizando piezas como la iglesia de S. Pío X, en la plaza porticada de dicho conjunto de vivienda “popu-lar”, y autor del polígono 4 de marzo (1955-60), en el que también cons-truye la iglesia de Sto. Domingo de Guzmán–; o el estudio Isaías Paredes – Ángel Ríos, continuaron imparables su prolífica labor en la ciudad, que se

prolonga pujante durante la década de los 70, e incluso entrados los 80.

Encontramos en este conjunto de edificios, “manifiestos silenciosos”, al-gunas concomitancias formales y ma-teriales que sin caer en simplificadoras –atrevidas– formulaciones caracteriza-doras, y evitando forzar interpretacio-nes escolásticas o localistas, merecen referirse, en su condición de atributos compartidos o analogías, cuyo único corolario –pretendido– sería su inser-ción normalizada en las tendencias arquitectónicas y procesos culturales y profesionales dominantes en el resto del país, lectura homologadora que matiza la intención “vindicativa” hacia estas obras relativamente desconoci-das para su revaloración cultural.

Siguiendo las corrientes estilísticas difundidas por revistas como la madri-leña Revista Nacional de Aª (dirección de Carlos de Miguel del 58 al 68) o Nueva Forma (dirigida por Fullaon-do desde el 67), se incorporaron en nuestra arquitectura durante el periodo etiquetado “desarrollista” (Planes Económicos de Desarrollo 1964-1973), nuevos lenguajes organicistas junto a las tendencias realistas y matéricas inspiradas por las influencias escan-dinavas (New Empirism), donde des-punta la figura central de M. Fisac, ge-nerándose una línea formal en la que autores como A. de la Sota o la pareja de Corrales y Molezún, se constituyen en referentes generacionales. No en vano estos autores desarrollan en la región (Salamanca, Valladolid, Zamo-ra, Palencia, León) obras capitales en sus respectivas trayectorias profesio-nales, si bien su estela de influencia directa en los contextos de producción locales aparece ya mucho más difusa.

La abstracción formal y la austeridad figurativa más contemporánea, convi-ven con una lógica de disposición del programa de reminiscencia orgá-nica –en evidente proximidad a las propuestas del “empirismo” nórdico–,

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8 La implantación en contextos periféricos, aún semi-rurales en realidad, de la mayoría de estos complejos escolares / religiosos, contribuye a explicar algunas soluciones formales o referencias paisajísticas próximas a arquitecturas populares, concomitancias reconocidamente explícitas en los autores concitados. La sencillez y sobriedad populares cuadraban con la búsqueda de autenticidad y espiritualidad propugnada en los manifiestos generacionales, tanto en Aª como en otras Artes.

9 La influencia de las Sesiones Críticas, organizadas por la Revista Nacional de Aª, una monográfica sobre el edificio de Dominicos en Arcas Reales (55), y otra sobre las nuevas parroquias de

Vitoria (58) y el debate del concurso organizado desde el obispado (57), ha sido estudiada y reconocida en varios de los arquitectos de esa generación, a la cabeza Miguel Fisac, al igual que la labor “promocional” de las artes y la Aª de algunas órdenes religiosas en nuestro país.

donde la potencia explícita de la fun-ción se entrevera con un tratamiento formal de mayor rigor. Sin apartarse de la matriz funcionalista contempo-ránea, la importancia otorgada a la función se reinventa, trascendiendo su condición programática unitaria –y utilitaria–, para reconvertirse como argumento compositivo, organizador volumétrico y en planta, pero también alibi simbólico o referencial –paisajís-tico–, como sustento de recursos expresivos y contrapuntos formales.

De estos contrastes, unidos a la dua-lidad exterior/interior sustantivamente contrastada, con edificios o complejos en los que prevalece la imagen exter-na clausurada y el fomento del recinto o conjunto claustral –patios, pórticos, jardines, deambulatorios y corredores son elementos recurrentes en estas arquitecturas–, surge la plasticidad y la fuerza expresiva de estos edificios. Sin concesiones formales, subrayan-do con la economía material –ladrillo y hormigón visto, predominan– y figurativa su lenguaje de sobriedad y contención, alejados de efectos y pintoresquismos, pero con logros espaciales sorprendentes, basados en un manejo riguroso y “despojado” de temas elementales –la luz, la escala, la estructura, los recorridos y comunica-ciones, la jerarquización del progra-ma…–, estos edificios alcanzan una considerable riqueza expresiva.

Con la excepción de alguna pieza exenta, como el Colegio Mayor Sto. Tomás, que apuesta por la potencia ex-presiva de su envolvente, contrastando la contundencia de su volumetría pris-mática horizontal con los ritmos y textu-ras de su modulación –la “habitación” individual como motivo compositivo y funcional–; o el pabellón de oficinas de TAFISA, cuya expresión “brutalis-ta” se genera desde una concepción radical de edificio – estructura, acorde al carácter industrial de destino, la mayoría de los ejemplos señalados se desarrollan como complejos de piezas y volumetrías articulados en esquemas orgánicos, incorporando filtrado al Imagen oficinas de TAFISA

interior el paisaje exterior o recreándolo en las propias estructuras, con disposi-tivos de herencia conventual y a la vez reminiscencias vernáculas8.

Los ecos de La Tourette9 y de los organicismos nórdicos, filtrados por epígonos y difusores (magistrales en esa España) como R. de La Hoz, García de Paredes, Coderch y el grupo R, el primer Peña Ganchegui, Carvajal, Corrales y Molezún o, determinante seminal en nuestra región, Miguel Fisac, se perciben nítidas en muchas de estas edificaciones de los 50 y 60, con una prioritaria sensibilidad hacia la articu-lación de las piezas componentes del edificio –inalterada su abstracción lin-güística– y la implantación paisajística.

Desde geometrías en planta más o menos reticuladas, de matriz clara-mente ortogonal (S. Agustín, Núñez de Arce, Mercado, Sto. Tomás, Sto. Domingo, Miguel Íscar, Cristo Rey) o de influencia más “beauxartiana” que no llega a ser puramente organicista (Dominicos, Sagrada Familia, Discípu-las), en todas estas obras se imponen la preocupación por la iluminación y el material constructivo, en una utilización estructural clara –aunque detallista– y descarnada, como únicos recursos plásticos y de riqueza espacial, con algunas sabias –y contenidas– tensio-nes generadas desde la sección, que consigue sin estridencias ni gratuida-des elevados logros formales.

Los “paraguas” de hormigón armado –paraboloides hiperbólicos desarro-

llados por F. Candela–, que utiliza L.M. Feduchi en los talleres del Ins-tituto Politécnico Cristo Rey, láminas que configuran la cubierta, sirviendo en su inteligente composición de estructura, recogida de aguas y lucernario; las vigas huecas en V prefabricadas de hormigón, como solución estructural y formal carac-terística de las investigaciones de Fi-sac, empleadas en el Instituto Núñez de Arce (sustituidas en una posterior modificación de las cubiertas); o las dobles vigas de las oficinas de Tafisa, apoyadas sobre una retícula de pilares en H de hormigón, que liberan la planta del edificio proyec-tado por A. Vallejo Acevedo, supo-nen ejemplos de lograda dualidad en la condición funcional y formal de la estructura, potenciada esta como elemento caracterizador.

La expresividad estructural, sin llegar a convertirse en lenguaje “tecnologis-ta”, es tendencia que cobra fuerza a finales del periodo –se podrían citar en Valladolid algunas instalaciones o infraestructuras como el Puente de Isabel la Católica, el primer recinto Ferial, o algunos edificios industriales (Coca-Cola, Autógena Martínez, des-parecidos)–, impregnando algunas obras ya de los 70 (facultades, cole-gios, edificios de Telefónica, sedes bancarias…), ejemplos de menor interés que los comentados y en los que otras resonancias (Mies, Aª cor-porativa norteamericana, neovanguar-dia, pop, prefabricación…), suponen ya otras historias. •••

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Dicha tesis plantea una alternativa concreta y metodológica, definiendo y describiendo una pro-puesta de célula con sus

posibles desarrollos, la relación entre estos para formar sistemas mayores que permitan solucionar variados programas funcionales, y por último, su aplicación en situaciones o lugares concretos. El lugar, viene a resultar el último nivel del desarrollo, que introduce alteraciones sustanciales en cada caso. En la aproximación a las características concretas de cada situación, el método general presenta dos niveles, por un lado la modeli-zación en abstracto, desarrollada en las propuestas de células y sistemas, y por otro, la aplicación concreta a cada lugar que enriquece con nuevos aspectos y aportaciones el plantea-miento teórico-proyectual. Cuando nos enfrentamos a situaciones, problemas o lugares concretos, la célula y su dinámica de formación de sistemas, que hasta ahora se mane-jaba en términos abstractos, alcanza todo su valor e importancia. La siste-matización del proceso de proyecto como método presenta una serie de ventajas. En primer lugar se trata de un proceso flexible que admite cam-

bios si el alcance o el programa del proyecto cambian –como a menudo ocurre– todo puede ser reorganizado con facilidad. El diseño no depende de una posición concreta y cerrada, sino de unas reglas que definen la relación entre las partes.

Entre las múltiples formas de com-prometernos con la situación actual de la vivienda colectiva y enfrentar-nos a la inquietante realidad social y económica, lo que planteamos es una respuesta activa y metodológica, que quiere proponer un marco para el debate, aportando una mirada centrada fundamentalmente en los aspectos espaciales de la casa. Una mirada que nos ayuden a definir una nueva célula, al mismo tiempo flexible y disciplinar, indeterminada, capaz de cambiar y admitir nuevos datos. Las nuevas propuestas se debaten entre la necesidad de negociar con las normativas, reinterpretarlas y hacer lecturas alternativas de ellas, o definitivamente cambiarlas.

Carlos Martí Arís en “Las formas de la residencia en la ciudad moder-na”1, nos invita a indagar en las pro-puestas de la arquitectura moderna, que al formar un paisaje de aconte-

cimientos diverso, adquieren sentido y nos brindan un valor operativo donde encontrar territorios nuevos de investigación.

Si la preocupación es resolver los problemas de una forma más sencilla, sabiendo que en este campo repeti-mos a veces los mismos elementos buscando la economía, ¿podemos definir un módulo que resuelva al mis-mo tiempo múltiples problemas?

La repetición insistente de algunos modelos heredados, centrados prin-cipalmente en la célula y el bloque, en el que la ciudad es otro territorio que funciona independientemente de la vivienda, sin trabajar ese punto de fricción entre edificio y espacio público, está en la base de gran parte del anquilosamiento a que nos tiene acostumbrado las propuestas de vivienda colectiva y es el motor de arranque de nuestra propuesta.

Por ahora intentaremos establecer un puente con algunas propues-tas modernas que por su carácter utópico, innovador o por aparecer en un momento inoportuno, han pasado a formar parte del elenco de pro-puestas inconclusas de esa ciudad

JOSÉ MANUEL MARTÍNEZ RODRÍGUEZARQUITECTO Y PROFESOR EN LA ETSAV

Territorios de investigación

Este artículo plantea una reflexión sobre el proyecto de vivienda, resultado de una tesis doctoral que tiene como objetivo encontrar territorios de investigación que nos permitan desarrollar nuevas formulaciones para la vivienda colectiva en particular y el proyecto de arquitectura en general.

Vivienda pública + espacio público

1 Carlos Martí Arís. Las formas de la residencia en la ciudad moderna. Ediciones UPC, Barcelona, 2000. Pag.46-48. Según este texto, “las propuestas residenciales de la arquitectura moderna, componen una especie de ciudad ideal hecha no de un solo trazo, como algunos artífices prefiguraron, sino de la mezcla de ideas y de la reunión de fragmentos. Ya que si bien los grandes modelos residenciales patrocinados por la cultura moderna se presentaban inicialmente como soluciones globalizadoras y excluyentes entre sí, lo cierto es que ninguno de ellos se impuso a los demás ni se plasmó de un modo puro e incontaminado. Si acaso, sus materializaciones fueron fragmentarias, y ese sentido de hibridación o mestizaje es hoy la única perspectiva intelectual desde la que adquieren sentido y recobran valor operativo.”

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Cluster agrícola, Aichi. Kisho Noriaki Kurokawa (1960). Deformaciones y extensiones.

Concurso para la ordenación del centro de Frankfurt (1963) perteneciente al grupo integrado por Georges Candilis, Alexis Josic y Shadrach Woods.

ideal de la cultura moderan, hecha de fragmentos, de las que nos habla Martí Aris en su texto, y que recobran hoy un valor operativo.

DesjerarquizaciónSumidos en esta investigación comprobamos que una salida a la serialidad, a veces repetitiva, de las proyectos residenciales de la primera

fase del Movimiento Moderno la encontramos en la década de los años 50, donde en las propuestas aparecen unas rigurosas y complejas reglas de combinación.

Lo vemos tanto en proyectos diversos de vivienda unifamiliar, como las casas Adler o De Vore (Louis Kahn, 1954), o en otros tipos de edificios como la Uni-

versidad Libre de Berlín, de Candilis, Jossic y Woods (1963), el Orfanato de Amsterdan, de Aldo Van Eyck (1960), en el Hospital de Venecia de Le Cor-busier (1964) o en el Centraal Beeher de H. Hertzberger (1970).

En estas obras, se mezclan una clara estabilidad formal de un Módulo con la indeterminación de una figura final, que parece crecer indefinidamente envol-viendo fragmentos de espacio. Tanto Aldo Van Eyck como otros miembros el Team X, entienden el crecimiento no como simple copia, sino como repro-ducción celular en sentido genético y no en sentido mecánico. En este senti-do una célula puede mutar en otras sin perder sus caracteres. A su vez unirse para formar estructuras mayores.

Esta postura se manifiesta en la in-vestigación proyectual llevada a cabo por Rafael Leoz, en torno a los años 60, sobre la vivienda social y concre-tamente el modulo HELE. A pesar de las críticas que en su momento tuvo este sistema, tachado de incitar a la especulación, no cabe duda que el punto de partida del arquitecto, a juzgar por los resultados plasmados en sus innumerables maquetas, fue una manera de conciliar la arquitec-tura modular con la técnica fría de la construcción en serie.

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En un texto reciente, José María Montaner plantea una nueva visión de la arquitectura contemporánea (desde principios del siglo XX hasta princi-pios del XXI) que parte de la crisis del objeto aislado y pone especial énfasis en las relaciones entre los edificios y en los valores del espacio público que definen. Así, el concepto de sistema permite reescribir una historia de la arquitectura reciente en función de su capacidad para desarrollar formas que se adapten mejor al contexto2.

Si una célula madre se desarrolla hasta formar otras células de mayor tamaño nuestro objetivo consiste en ver cómo pueden agruparse estas células en estructuras mayores, así como los diferentes tipos de estruc-turas formales y espaciales a que pueden dar lugar estas agrupacio-nes. Para ello recurrimos al concepto de sistema arquitectónico, que J.M. Montaner estudia en el texto citado anteriormente3, y que está presente, como él dice, en el pensamiento des-de que Inmanuel Kant lo plantease en la “Crítica de la Razón Pura”. Analizar la arquitectura o mejor dicho la arqui-tectura de vivienda colectiva desde

un punto de vista de la teoría de siste-mas, significa desvelar las estructuras complejas en las escalas urbanas y territoriales, analizando la capacidad de un sistema para estructurarse y relacionarse al mismo tiempo con el contexto.

En este sentido Montaner entiende que un sistema es un conjunto de elementos interrelacionados que presentan una organización interna4. Aplicar el concepto de sistema a nuestro objetivo implica profundi-zar en la relaciones entre célula de vivienda y forma urbana, o lo que es lo mismo investigar en las relaciones que se establecen entre las células más que en las células en sí mismas5. Por ello, utilizamos conceptos como intersecciones, amalgamas, clusters, mat-building, etc. Al dejar de incidir en la célula como objeto individual y aislado, y centrar la atención en los sistemas de objetos o sistemas de células, estamos dando un salto de escala y dirigiendo la atención a pro-yectos en los que se diluye la frontera entre la arquitectura y el urbanismo, una arquitectura más compleja que llega a la escala urbana.

Si los “cluster”de los Smithson, tenían formas arracimadas y abiertas que tien-den a la verticalidad y a crecer hacia afuera, los edificios alfombra o “mat-building” presentan la forma entrelaza-da de un entramado y la flexibilidad de los tejidos, que crecen desde el interior extendiéndose horizontalmente.

El término “Mat” se refiere a una pieza de tejido flexible6. Para ejecutarse necesita de hilos y de nudos, que si se repiten generan un patrón, el cual pue-de cambiar de condición dependiendo del tipo de nudo y de la cantidad de hebras, aunque comparte con otros patrones el material base, y esto es lo que hace que todo sea una única tela. Para que un tejido sea fuerte y posibili-te el crecimiento debe estar firmemente anudado para que no se desarme la trama, en los bordes necesita un rema-te y a la vez desanudar el remate para continuar tejiendo el paño.

Proponen morfologías con capacidad de crecimiento, adaptables, que hu-yen de la monumentalidad, la obje-tualidad y las formas definitivamente acabadas. En ellas la actividad y el movimiento de sus habitantes se con-vierten en un tema trascendental para los proyectos. Esta característica es de suma importancia en nuestra pro-puesta al analizar cómo se plantean diferentes formas de relación entre sus habitantes, y entre éstos y la ciudad, estudiando los niveles de privacidad, comprobando para ello que es en los “espacios intermedios” entre lo públi-co (la calle) y lo privado (la célula), es donde pensamos que puede surgir un proyecto contemporáneo de vivienda colectiva y donde la arquitectura se reinventa constantemente.

Si la célula (convenimos en que la célula puede repetirse de unos pro-yectos a otros), puede reutilizarse, y los sistemas de células son capaces de adaptarse a diferentes situaciones

Módulo Hele. Rafael Leoz 1961.

2 Montaner pretende profundizar en las relaciones, en los sistemas de objetos. Estudiar en definitiva, como se articulan los objetos arquitectónicos entre si para formar sistemas, y como estos sistemas alcanzan mayores grados de complejidad. Los objetos son al individuo, lo que los sistemas son a las sociedades. A mayor complejidad de las relaciones entre individuos o de las sociedades, existe una mayor complejidad de los sistemas. Josep María Montaner. Sistemas Arquitectónicos Contemporáneos. Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 2008.

3 Josep María Montaner. Sistemas Arquitectónicos Contemporáneos. Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 2008. Pág.10

4 Josep María Montaner, ob.cit. Pág. 11.

5 Josep María Montaner, ob.cit. Pág. 11.

6 Mat: es un tejido de trenzas de junco, cáñamo, etc. o de materiales flexibles como el caucho/ pieza de estas características usada como protección o como adorno en el suelo, etc./ pequeña alfombra/ pequeño trozo de material de protección o que sirve como adorno de la superficie de una mesa, etc.

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urbanas, será en los espacios inter-medios en los que cae el peso de la diferencia, de la singularidad.

Un proyecto residencial truncado En esta revisión de estudio que trata-ría de profundizar en la relación entre la célula de vivienda y forma urbana, una propuesta temprana en la que estos factores se manifiestan, merece toda nuestra consideración.La Deutsche Werkbund7, planteó en 1925 la realización de una exposición de la construcción, patrocinada por la ciudad de Stuttgart, sobre el tema “La vivienda”, en la que a Mies van der Rohe, (elegido en 1926 vicepresiden-te de la misma), le fue encomendada la dirección artística.

El cometido de Mies consistía en ela-borar un plan de edificación. Para ello

dibujó una serie de edificios bajos en forma de cubo dispuestos alrededor de un monte a modo de terrazas. Una antigua maqueta de escayola de este esquema muestra una composición orgánica de edificios pequeños que comparten las terrazas existentes.

Esta propuesta inicial muestra la preocupación de Mies por el empla-zamiento. En ella despliega una serie de plataformas a distintos niveles a modo de lava deslizándose por la pendiente, sobre las que se van apoyando los edificios. Mantener las plataformas supondría una cierta dependencia de unas propuestas respecto a otras. De hecho en la maqueta, podemos adivinar la conti-nuidad entre los frentes de plataforma y alzados de edificios, obligando de alguna forma, a los arquitectos a proyectar en conjunto.

Se trata de un auténtico proyecto de ciudad moderna, que incluye tanto a los edificios como a su soporte o forma de resolver el plano del suelo. Aunque este proyecto no fue el desarrollado, quizás debido a la negativa de los proyectistas a compartir basamento con algún otro y con todo lo que el uso de este mecanismo trae consigo, ejemplifica el diálogo con el lugar y con la topografía. La maqueta guarda similitud con figuras de arcilla que el escultor mantiene húmedas, esperando su transformación8. El proyecto parece congelado en un instante concreto, pero sigue latente y da la sensación de que podrían seguir así indefinidamente, como la arcilla húmeda.

El hecho de que la maqueta de Mies esté construida con escayola o yeso implica como en la arcilla el uso del agua y la necesidad de moldear, pero a la vez manipular su forma. Tanto la arcilla como la escayola, aun-que tienen mecanismos de trabajo diferentes, representan una situación contraria a una maqueta construida con elementos rígidos.

En ella la solución del encuentro con el plano del suelo de las viviendas,

Maqueta original, en escayola, barrio Weissenhof de Stuttgart, Mies van der Rohe (1926-27).

Dibujo del autor. Sombreado de volúmenes. Maqueta original, en escayola, barrio Weissenhof de Stuttgart, Mies van der Rohe (1926-27).

7 Arin Kirsch. The Weissenhofsiedlung. Editorial Rizzoli, New York, 1989.

8 SOSA DIAZ-SAAVEDRA, José A. Contextualismo y abstracción. Interrelaciones entre suelo, paisaje y arquitectura. Las Palmas: Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, 1995. pag 118

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se produce casi como en algunas ciudades del Norte de África reali-zadas con adobe, como una conti-nuidad existencial o atávica entre los edificios y entre estos y la tierra. En algunas de ellas tanto es así que las casas parecen estar moldeadas o esculpidas en lugar de estar construi-das y los huecos por los que respira la ciudad, las ventanas, son peque-ños agujeros hechos desde el interior de la tierra hacia fuera. En la maqueta de Mies, los distintos edificios se articulaban mediante los muros de contención que resolvían a la vez, la suave pendiente de la ladera y los espacios de relación. Las viviendas quedaban unidas unas a otras, con la prolongación de los muros de contención en las fachadas de las mismas, manifestando una preocupación por la relación entre suelo, muro y edificación que resalta-ba la unidad global.

Podríamos imaginar lo diferente del resultado al imaginarla construida con los criterios de sus casas de ladrillo como la casa Lange y Esters, en Krefeld (1927-1930),o especialmente la casa Wolf, que prolonga sus muros hacia el exterior de tal forma que el ce-rramiento es a la vez fachada –priva-do– y muro de contención –público–. Una forma tallada, continuidad de la topografía en la que se van generan-do accesos y escaleras, dilataciones

Vista del ksar de Ait Ben Hadu. Uarzazate. Marruecos.

Casa lange. Krefeld, Alemania. Mies van der Rohe. 1928.

verticales de los frentes de las plata-formas o pliegues de los mismos. Una totalidad en suma en la que arquitec-tura y lugar se complementan. Parece la maqueta como una ladera moldeada en barro y húmeda es-perando a ser modificada indefini-damente. Y parece que el proyecto supera la idea de que la casa acaba donde empieza la ciudad, que es otra disciplina. En ese sentido esa primera maqueta de Mies es contemporánea y al mismo tiempo atemporal. •••

Bibliografia• Architectural Design. ALISON SMITHSON.

Septiembre, 1974. Pág 573-590.• “Manual del Team X”. ALISON SMITHSON.

Ed.Nueva Visión, Buenos Aires, 1962.• Risselada, Max and van den Heuvel, Dirk

(eds), Team 10 1953-1981, In Search of A Utopia of the Present. Published NAi Publish-ers, Rotterdam 2005.

• Luís Moya Blanco. Rafael Leoz. Editor: Servicio de publicaciones del Ministerio de Educación y Ciencia, Madrid, 1978.

• Sistemas Arquitectónicos Contemporáneos. JOSEP MARÍA MONTANER. Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 2008.

• El sistema de los objetos. JEAN BAUDRIL-LARD. Editorial Siglo XXI, Ciudad de México, 1962.

• Contextualismo y abstracción. Interrelaciones entre suelo, paisaje y arquitectura. Sobre el hospital de Venecia de LE CORBUSIER: SOSA DIAZ-SAAVEDRA, José A. Las Palmas: Uni-versidad de Las Palmas de Gran Canaria, 1995.

• “Mat building”. JAIME COLL .Revista CIRCO 54, Madrid, 1998.

• Urban structuring: studies of Alison & Meter Smithson. ALISON MARGARET SMITH-SON. Studio Vista, Reinhold, London, New York, 1967.

• “Mat-building: How to recognise and read it”. ALISON SMITHSON. Architectural Design. Septiembre, 1974. Pág 573-590.

• The Weissenhofsiedlung. KARIN KIRSCH. Editorial Rizzoli, New York, 1989.

• Weissenhof Siedlung Stuttgart. JÜRGEN JOEDICKE. Karl Krämer Verlag Stuttgart, Germany, 1989.

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Jardinería vertical

Con AIR GARDEN, decorar de manera original y practicar muros y paredes, separar parcelas, dividir terrazas o crear diferentes ambientes, es sencillo. Se pueden crear tanto jardines verticales que mejoran notablemente el aislamiento acústico (división entre parcelas) y térmico (forrado de muros y fachadas) como huertos ecológicos. Con los sistemas ECO-HUERTO y ECO-HUERTO-MESA, estructuras diseñadas para poder plantar diferentes variedades de especias, vegetales y frutas en todas sus caras verticales, así como en su plano horizontal, se pueden crear huertos urbanos sin necesidad de suelo.

Gracias a su variedad de posibilidades en diseño, mediante los diferentes sistemas: AG GUIMUR, AG POSTMUR o AG POSTDIV, se pueden personalizar todo tipo de espacios, dependiendo de la imaginación y creatividad del usuario.

El sistema AG GUIMUR es perfecto para recubrir con plantación vertical las paredes aplomadas, son guías que se atornillan directamente sobre el muro antiguo.

Cuando las paredes son irregulares, de mala fi jación o incluso no son de nuestra propiedad, podremos optar por los postes AG POSTMUR. No es necesario intervenir en el muro existente, ya que su base se fi ja al fi rme y nos ofrece la posibilidad de forrarlos sin tocarlos.

Si nuestra intención es crear cerramientos divisorios entre parcelas, disponemos del sistema AG POSTDIV que también utiliza el suelo como base, con la atractiva posibilidad de siembra en ambas caras y sus múltiples combinaciones, permitiendo diseñar cierres rectos, en ángulo y en cruz.

Tanto el sistema AG POSTMUR como el sistema AG POSTDIV se puede fi jar directamente sobre el fi rme existente a través de sus bases telescópicas (bases que corrigen los posibles

desniveles del terreno). En el caso de que el suelo fuese tierra, AIR GARDEN ha diseñado un kit de montaje especial, se trata de un cajetín metálico para realizar una zapata de hormigón por poste y de cuatro ganchos de anclaje que se adaptan, mediante roscado, a cada base.

Una vez elegido el sistema más adecuado, AIR GARDEN ofrece el sistema AG CESTRUCT. Es decir, una serie de elementos de entre los cuáles se puede elegir entre diferentes cestas, destinadas para la plantación, la decoración o bien, unos soportes para plantas enredaderas.

AIR GARDEN dispone de un sistema de riego por goteo autocompensado de bajo caudal. De este modo, se consigue un riego automático y homogéneo en todo el jardín vertical, el riego es controlado mediante un regulador de agua con diversos modos de programación.

Asimismo, el aprovechamiento y la reutilización del agua es algo por lo que AIR GARDEN presta especial atención y cuidado. Mediante el sistema AG BANDEJAS el agua sobrante del propio riego o lluvia se dirige a un depósito oculto en el fi rme, que por medio de bombeo programado seguirá dando vida a la instalación.

Cuando la luz del día desaparece, también se puede disfrutar de AIR GARDEN. El sistema AG LUX prolongará los buenos momentos junto a su huerto o jardín vertical. Con la incorporación de bombillas LED, además de iluminar con un bajo coste energético, el manto vegetal queda intacto a posibles daños de contaminación lumínica.

AIR GARDEN convierte su espacio vital en un lugar más natural, las 24 horas del día.

Diseño, color, aroma y sabor al alcance de su imaginación.

w w w . a i r - g a r d e n . c o m

AIR GARDEN es un sistema modular de jardinería vertical que nace de la necesidad de crear un cerramiento vegetal sin la ayuda de ningún tipo de soporte. Es decir, la posibilidad de materializar un jardín vertical sin muro o pared donde apoyarlo. Capaz de crear cerramientos permitiendo la separación de ambientes, división de parcelas entre vecinos (con opción de plantar por ambas caras) división de terrazas, etc. además de crear muros vegetales que mejoran la calidad de aire, aportando color y aroma.

AIR GARDEN

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Revista del Colegio de Arquitectos de Valladolid

Se nos puede considerar una Ong de pequeño tamaño, todos nuestros socios son voluntarios. Para pertenecer a nuestra asociación hay

que darse de alta y pagar la cuota. Si bien no hace falta estar relacionado con la arquitectura, la mayor parte de nuestros socios son arquitectos, licenciados y/o en ciernes.

Empezamos porque creíamos que desde el ejercicio responsable de nuestra profesión se puede trabajar activamente por contribuir al desarro-

Arquitectos Sin Fronteras Castilla y León

llo humano, a la mejora de la vida de aquellas personas que se encuentran en países menos favorecidos y con grandes necesidades.

Lo creíamos entonces, en 1994, cuando aún no nos habíamos asomado al llamado tercer mundo y empezábamos nuestra andadura con propuestas para situaciones más cer-canas por proximidad, pero desco-nocidas para la mayoría. Este primer proyecto fue un dossier de “sugeren-cias para la implantación de una base de acampada provisional para trece

ASFCyL surgió hace ya casi 20 años, en 1994, por iniciativa de un grupo de alumnos, profesores y profesionales del gremio. Conviene señalar que aunque compartimos parte del nombre con Arquitectos Sin Fronteras España, con sede central en Barcelona, somos organizaciones diferentes y totalmente independientes.

ASFCyL es una ONG con sede en la Escuela de Arquitectura de Valladolid

familias del poblado del Camino de Obregón en Valladolid”. No se llegó a materializar pero sirvió para empezar la andadura y también para curtirnos en el terreno de la burocracia de la cooperación.

Los primeros proyectos surgieron en colaboración con otras Ong a las que ASFCyL aportaba sus conocimientos técnicos. En 1995 nos embarcamos en nuestro primer proyecto propio con la “construcción de 10 tucul en Eritrea”. Este proyecto planteaba la necesidad de proporcionar alojamien-to a 10 estudiantes de la escuela de Hagaz, estudiantes que se desplaza-ban desde sus puntos de origen con la familia, para tener la oportunidad de una formación en materia de agricultura. La propuesta se inspiraba en la vivienda tradicional de la zona, el tucul, con tipologías similares en otras partes de África. Desde el inicio hemos entendido como una buena práctica para las intervenciones partir del conocimiento de la arquitectura vernácula y de los sistemas cons-tructivos locales, así como intentar aplicar soluciones sostenibles tanto arquitectónica como económica-mente hablando. Al reto del primer proyecto en solitario, se sumaron las más variadas circunstancias que

CARMEN DEL REYMIEMBRO DE ASFCYL

Comedor y talleres para el fortalecimiento de la formación y ocupación del colectivo de mujeres y mejora de la nutrición básica en la zona devastada por el terremoto de 2007 en Chincha Alta, Departamento de Ica. Perú. Convocatoria 2010 de proyectos de cooperación de la Junta de Castilla y León.

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ahora desde la distancia temporal ya no agobian pero que en aquellos momentos nos llevaron de cabeza. Cierre de fronteras, prohibición de acceso a extranjeros, incomunicación con la contraparte….

A la vista está que estos problemas no nos pararon. Pero al sumarle la guerra civil en Ruanda mientras es-tábamos desarrollando el “centro de asistencia y formación para la mujer en Kiwumu” decidimos un cambio de escenario y empezamos a trabajar en Sudamérica, concretamente en Perú y Bolivia. No somos una Ong de emergencia, necesitamos una mínima estabilidad en el país donde funcio-namos que garantice la sostenibilidad y mantenimiento a medio y largo plazo de los proyectos de desarrollo.

Es importante señalar que los proyec-tos que llevamos a cabo tienen cuatro patas y que ASFCyL es solo una de ellas. Los otros tres son la contrapar-te o socio local: Ong, asociación o colectivo que trabaja en la zona y que es el que responde de la ejecución y continuidad de la acción. Los bene-ficiarios, de los que parte la solicitud de ayuda y que colaboran en el pro-yecto, en nuestro caso, con el aporte de mano de obra voluntaria, del suelo donde se ubicará el edificio, etc. Y la cuarta pata que es el financiador. No-sotros principalmente hemos trabaja-do con la Junta de Castilla y León y la Diputación de Valladolid a través de sus respectivas convocatorias para financiar proyectos de cooperación. Y en la medida de sus posibilidades los colegios profesionales de Cas-

Programa integral de mejora de las infraestructuras educativas para la

alfabetización y formación infantil en el Departamento de Amazonas, en total 8 centros en los núcleos de Santo Tomás, San Salvador, San Juan de Ocumal, San

José de Laumán, Pircapampa, Magdalena, San Miguel de Luvín.

Primera foto del centro de Secundaria de Magdalena, convocatoria 2004 de

proyectos de cooperación de la Diputación de Valladolid. Segunda foto del centro

de infantil de Santo Tomás, convocatoria 1999 de proyectos de cooperación de la

Junta de Castilla y León.

Centro de Magdalena.

Centro de Santo TomásPanadería comunitaria para la

integración de mujeres en el mundo laboral en el barrio de San Pedro,

Potosí. Bolivia. 2001. Convocatoria 2001 de proyectos de cooperación

de La Fundación La Caixa y del Ayuntamiento de Valladolid.

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tilla y León Este y la Demarcación de Valladolid también han aportado. Actualmente estamos desarrollando pequeños proyectos autofinanciados con las cuotas de los socios. Ahí van sus sugerentes nombres “cocinas magdalenas” y “de la caca de la vaca”. Os contaremos más en próxi-mas entregas, si tenemos esa posibi-lidad, pero si no os podéis aguantar o si queréis participar podéis visitar nuestra web (3w.asfcyl.org).

El balance de estos 19 años de traba-jo son 28 proyectos de cooperación en funcionamiento, mayoritariamente en Latinoamérica (6 en Bolivia, 1 en Ruanda, 1 en Eritrea, 3 en Nicaragua, 17 en Perú). Y dos proyectos más presentados este año y que por ahora no sabemos si obtendrán financia-ción. Por campos 11 se encuadran en educación, 9 en atención sanitaria, 5

Centro de formación e integración laboral de

mujeres discapacitadas. Panadería comunitaria y

taller de piñatas. La Dalia. Nicaragua. Convocatoria

2002 de proyectos de cooperación de la Junta

de Castilla y León.

Plan integral de apoyo a las infraestructuras productivas

en el barrio de San Pedro, Potosí. Bolivia. Convocatoria

2003 de proyectos de cooperación de la Junta de

Castilla y León.

Centro de asistencia y formación para la mujer en Kiwumu,

Ruanda. Convo-catoria 1997 de

proyectos de coo-peración de la Junta de Castilla y León y el Ayuntamiento de

Valladolid.

en actividades productivas, 1 estudio barrial, 2 en otras categorías.

Completamos nuestras actividades con labores de investigación y sensibiliza-ción mediante la realización de talleres dentro de la asignatura “Promoción inmobiliaria y producción de vivienda” de la Escuela de Arquitectura. Somos socios fundadores de la Federación Arquitectura Social que desde 1998 engloba a numerosas asociaciones y colectivos implicados en el enfoque social de la arquitectura, publicando trimestralmente la revista digital “Már-genes de Arquitectura Social”.

Y ahora seguimos creyendo más que nunca en los objetivos con los que surgió la asociación, y en que es ne-cesario seguir trabajando, no solo en otros países, sino también en nuestra propia ciudad. •••

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35 años de profe-sión y de do-cencia dan para mucho. Por ejem-plo, para poner

en duda algunas “verdades” oficiales o, al menos, para considerarlas desde una perspectiva más amplia. En este tiempo he vivido muchos cambios tanto en la Escuela de Arquitectura como en la profesión, algunos, me temo, para mal. En ocasiones me da por pensar que el tiempo pasado fue mejor y eso, según un compañero muy querido, es inequívoco síntoma de que me hago mayor y se me empieza a ir la olla.

Por mí han pasado 35 promociones de arquitectos. Al principio (¡ay, la juven-tud!) pretendía creer que les enseñaba. Ahora me conformo con que aprendan. Poco o mucho, pero que aprendan algo. Que piensen, que se enfrenten a los problemas e intenten resolverlos. Con no mucho éxito, lo confieso.

Sospecho que a muchos de ellos, con espíritu observador y abierto, un paseo por Luxor, Atenas o Cuenca de Campos (ejemplos de magníficas o

sencillas edificaciones destinadas a la divinidad, a la política en su sentido más noble o a resolver un problema pri-mordial) puede enseñarles más sobre arquitectura que cinco años de carrera. En nuestra ingenuidad creemos que enseñamos. Otra cosa es que los alum-nos aprendan algo útil y, sobre todo, interesante. Me consuelo sabiendo que el proceso de aprendizaje sigue fuera, cuando te enfrentas a la realidad; que ellos son más inteligentes de lo que creemos y que lo mejor que te llevas de la escuela es una capa de barniz, una no desdeñable colección de fuentes donde buscar lo que necesitas y, tal vez, un buen grupo de amigos.

Cuando fui alumno me di cuenta enseguida de que la Historia de la Arquitectura (la asignatura, digo) tal como nos la contaron algunos no servía para gran cosa. Tal parecía que hubiese evolucionado única y exclusi-vamente como consecuencia de sutiles y enigmáticos cambios de mentalidad estilística que poco o nada tenían que ver con la técnica de cada momento. Monjes benedictinos perfeccionando ciertas soluciones constructivas de

De la enseñanza de la arquitectura y otras cosas

origen italiano llevaron a todas partes el románico con sus pesadas bóve-das de cañón, arcos de medio punto, ajedrezado jaqués (que parece un chiste fácil) y sus divertidos y rijosos canecillos. Más tarde el gótico llenaba Europa de apuntadas ojivas, airosos arbotantes y gárgolas inquietantes. De por qué aparecieron y para qué servían esas cosas y cómo funcionaban y se construyeron, poco, la verdad.

Especialmente divertida me resultó la parte aquella en que unos estrafalarios personajes discutían la mejor forma de diseñar falansterios o esperpénticos (e inconstruibles) monumentos, como si eso tuviera el más mínimo interés fuera de sus reducidos ámbitos intelectuales.

De qué evolución técnica o construc-tiva explicaba el tránsito de la bóveda caldea a la sexpartita, o de la cúpula del Panteón (de hormigón ligero, por cierto) a la de Santa María de Fiore (que estuvo décadas sin cubrir hasta que Brunelleschi dio con la solución), pasando por Santa Sofía, nada. Del porqué de los intercolumnios de las salas hipóstilas egipcias y su posible

MARCELINO HURTADO ACEBESARQUITECTO Y PROFESOR EN LA ETSAV

Manuel Vecino (que es un buen amigo y compañero, aunque algo insensato) me pidió que escribiera unas líneas para esta criatura que acaba de nacer. Yo (que soy más insensato que él) dije inmediatamente que sí, que vale, que escribiría algo a pesar de que en estos tiempos que corren nuestras múltiples ocupaciones no nos dejen mucho tiempo libre, como es de todos conocido. Estaba ya dispuesto a contar mis últimas andanzas por el fascinante mundo de las zapatas medianeras cuando caí en la cuenta de que tal asunto podría resultar un tanto tedioso y mi índice de popularidad se vería, de forma justificada, considerablemente mermado, así que decidí dejar volar la pluma y el corazón y me dije: A ver qué sale. Y ha salido esto, por lo que pido, anticipadamente, perdón.

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relación con el tamaño máximo de las grandes piedras de sus dinteles que podían ser transportadas en frágiles barcos desde Assuan, nada. Todo parecía ser consecuencia de la “evolu-ción del estilo”.

Aprendí algunas de esas cosas (o al menos llegué a intuirlas) gracias a varios profesores de estructuras (más algunos de construcción y un despistado de composición, que yo recuerde), ya entonces asignatura de importancia algo secundaria pero sin llegar, ni mucho menos, a la situación de actual deterioro.

Deduje que los romanos, por ejemplo, eran unos bestias. Si se empeñaban en romanizarte, era mejor no oponerse. Tenían todo el tiempo del mundo y eran

voluntariosos y constantes. Y crueles, de una crueldad meridiana, sin com-plejos. Nada de sutilezas. Si había que laminar Numancia, pues se laminaba y si había que decorar la Via Apia cruci-ficando a los colegas de Espartaco se hacía, para general regocijo, y… a otra cosa.

Y puestos a construir, lo mismo. Si había que llevar agua a unos 50 o 60 kilómetros se hacía un canalillo de nada con un desnivel perfecto y constante de menos del 0,5% y si había que construir un sifón o salvar un valle con un acueducto, pues se hacía el acueducto y santas pascuas. Como no eran tontos lo observaban todo y no tenían el más mínimo rubor en copiar soluciones de probada eficacia aun-que se les hubiesen ocurrido a otros (o precisamente por eso). En Roma, los arquitectos e ingenieros (vamos a llamarlos así) provenían de la escuela de la construcción militar y en esos ámbitos se trataba de hacer obras úti-les, robustas y duraderas. Y las hacían, ¡vaya si las hacían! Y baratas.

Lo de la vivienda (las insulae digo), como ahora, era otra cuestión. En ese sentido no hemos evolucionado mucho. Humaniza mucho al personaje conocer que Cicerón era un especulador sin escrúpulos (que, además, escribió sus discursos después de haberlos pronunciado que es como si haces los croquis “iniciales” cuando te publican la obra en la revista).

La decoración, el aditamento, el estilo, venían después, cuando resuelto el problema esencial se tenían recursos, tiempo y ganas de hacer algo más y, todo hay que decirlo, tras una inmer-sión provechosa en los ancestrales refinamientos y bellezas (de todo tipo) de griegos, egipcios, sirios y demás pueblos “decadentes”. Algo parecido les pasó a los colegas de Alejandro, por cierto.

Siempre me fascinó de los constructo-res de las catedrales góticas, el perti-naz empeño en elevarlas hacia Dios, su obsesión por la luz aligerando el macizo y la habilidad de los maestros de obra para resolver las implicaciones estructurales de tales pretensiones. El sutil juego de fuerzas discurriendo por la estructura uniéndose y separándose según conviniese tuvo (y sigue tenien-do) para mí algo de mágico; casi diría que de místico.

Hoy es fácil explicar esas cosas; disponemos de elegantes funda-mentos matemáticos (desarrollados casi todos ellos entre el siglo XVIII y el XIX) y potentísimos medios técnicos (productos en su mayoría de la segunda mitad del XX) que nos permiten modelizar (horrorosa pala-breja) y calcular casi todo, incluso los mayores espantos estructurales que ocurrírsenos puedan (y pueden, no hay más que darse una vuelta por ciertas revistas y algún Fin de Carrera que otro). Así no tiene gracia.

Hay que ponerse en la piel del maestro al que se le ha caído una bóveda (tal vez por haber modificado arriesga-damente las reglas de proporción celosamente guardadas y corregidas y vueltas a corregir en las logias a lo largo de años y años de experiencia y transmitidas casi iniciáticamente) y que se estruja la cabeza intentando analizar el porqué y el cómo. Por qué ha pa-sado eso y cómo lo voy a arreglar. Sin tablas de Lahuerta, ni teorías de elas-

ticidad ó resistencia de materiales, ni elementos finitos, ni una sencilla calcu-ladora, ni ninguna de esas técnicas tan modernas (y tan caras) que utilizamos para llegar a la conclusión obvia que cualquier observador sagaz habría de-ducido sin tanta alharaca: Que la cosa falla por equilibrio, que si empujas un poco más de la cuenta el muro se cae y que la solución es tan sencilla que los niños (y los constructores de castillos de naipes) llevan siglos aplicándola: Se trata de poner algo a modo de puntal inclinado y, si se escurre, colocar en el borde un peso para que lo sujete. De ahí al arbotante, un paso. Eso sí que tiene mérito.

Intuición, olfato, ojo clínico. Pensar un poco y procurar que los árboles no im-pidan ver el bosque. Observar, analizar, preguntarse, darle vueltas, deducir, aprender y transmitir lo aprendido. O sea, la capacidad del ser humano para la evolución razonada, para distinguir el grano de la paja, desprendiéndose del lastre de lo superfluo y asimilando pro-fundamente lo esencial. Avanzamos a hombros de gigantes pero nos cuesta reconocerlo y ser humildes, aprender de la experiencia de los siglos, saber escuchar lo que las obras nos gritan ante nuestra pertinaz sordera y no pre-tender reinventarlo todo otra vez pues casi todo está ya inventado. La sober-bia fue siempre mala compañía y, entre los pecados capitales, la vanidad es, con la codicia, de los más peligrosos (y de los más estúpidos) porque, elevado a las alturas del orgullo del poder o del dinero, si te caes, el batacazo suele ser muy duro y descubres que el consuelo de la amistad escasea.

La mayoría de la arquitectura que conocemos se construyó con leyes sencillas como la de la palanca, mucha imaginación y grandes dosis de sentido común. Ecuaciones, cuando las hubo, pocas. Aun hoy sólo nos sirven, en la mayoría de los casos, para comprobar lo que ya hemos decidido previamente (eso es proyectar estructuras). Los ordenadores no calculan estructuras. Sólo hacen operaciones muy rápido y eso está muy bien, ahorra tiempo. Pero si los datos que introduces son un sinsentido eso será lo que salga. Te pongas como te pongas, si el canto es insuficiente la flecha será excesiva, si no te cuidas de disponer arriostra-miento los pilares metálicos esbeltos bailarán el twist y de nada vale un

“Siempre me fascinó de los constructores de las

catedrales góticas, el pertinaz empeño en elevarlas

hacia Dios, su obsesión por la luz y la habilidad de los

maestros de obra”

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anclaje químico de última generación y elevadísima resistencia si el elemento donde anclas es precario.

Los micropilotes, las resinas y el espa-radrapo de fibra de carbono, tan de moda, son utilizados con demasiada frecuencia (y escasa eficacia) cuando no se sabe qué otra cosa hacer; son como soluciones mágicas similares a esos productos que te anuncian en la tele y que lo mismo te limpian el salpi-cadero del coche que te sirven para pegar azulejos. Productos “arreglato-do” (carísimos, por cierto) de los que el que te los vende sabe, en algún caso, menos que tú y el que los coloca hoy te hace esto y mañana una fábrica de cara vista. Sin despeinarse.

Se dibujan detalles supersticiosamente, porque siempre se han dibujado así o porque aparecen en los libros o las normas, sin caer en la cuenta de que quizá en nuestro caso no son necesa-rios o es más aconsejable hacerlos al revés. Se disponen redondos bruta-les en sitios delicados que terminan siendo ineficaces cuando no dañinos. Se dibujan por un lado las vigas y por otro los pilares como si fueran cosas independientes. Se renuncia a ejecutar cimientos de toda la vida sólo porque no están en EHE o se deduce (en el colmo de la sinrazón) que en zapatas no se puede usar más que acero 400.

Escucho estupefacto a alumnos de Fin de Carrera decir que “por ahora estoy con el diseño y todavía no me he puesto con la estructura”, como si ambas cosas fueran independientes, y en mis sueños dulces imagino a Gil de Hontañón flagelando a los que profie-ren semejantes lindezas.

Veo pasarelas imposibles cuya torsión debe ser, mágicamente, soportada por gnomos. Veo voladizos descomunales precipitándose sobre el Pisuerga porque les falta el más elemental equilibrio y sólo Dios sabe cómo se sujetan. Veo pilares con secciones de la cuarta parte de la necesaria (en el mejor de los casos).

Veo pisos de grandes luces resuel-tos con cantos inverosímiles o, por el contrario forjados de dimensiones modestas solucionados con losas de canto desaforado aligeradas a base de extrañas bolas de plástico, placas alveolares inventadas para grandes luces, o chapas colaborantes que se doblan a partir de tres metros (y eso apurando mucho) y que podrían ser resueltos con sencillas viguetas y bovedillas de aquí al lado que, en palabras del alumno “no quiero usar porque quedan cutres en el detalle”, sin que se me alcance de dónde pue-de haber sacado tamaño desatino.

Y me pregunto (y les pregunto) ¿es que no han aprendido nada?

Francamente, no sé si estamos ense-ñando bien a nuestros alumnos o es que no captan lo que decimos, pero como creo que ni ellos son tontos ni nosotros incompetentes, algo más debe pasar.

No puede desdeñarse la funesta influencia de algunas revistas de ar-quitectura ni la prematura elevación a los altares de tantos arquitectos-marca autores de obras faraónicas, carísimas (a escote nada es caro) y que, como se ha demostrado luego, en ciertos casos no parecían muy sensatamente proyectadas. Cierto es que al poder siempre le han encantado estas cosas pero, puestos a elegir, me quedo con los Médicis o Carlos III (que era de casa) y no con algunos modernos “mecenas”, ignorantes y horteras que creyeron encontrar una moça fermosa, como decía el Marqués de Santillana, “faciendo la vía del Calatraveño”.

Con la sensación de ser como aquél que clamaba en el desierto (Nadie me hace el menor caso, así que debo estar equivocado), vengo diciendo desde hace años que el camino que segui-mos en las Escuelas y en la profesión no es, probablemente, ni el más inteli-gente ni el más práctico.

En las Escuelas, en primer lugar, porque las sucesivas reducciones de carga docente para adecuar los pro-gramas y planes de estudio a modelos importados e implantados con escasa sensatez, se han hecho en ocasiones en detrimento de las asignaturas “téc-nicas” (en algún caso con resultados dramáticos que rayan la imposibilidad material de aportar un mínimo de conocimientos) sin que en otras, que bastante tienen con lo suyo, se hayan suplido las consiguientes carencias y, en segundo lugar, por una especie de suicida complejo “inverso” por el cual los conocimientos de estructuras o instalaciones, por ejemplo, son consi-derados de “segunda fila” y valorados en consecuencia (A Dios gracias, por ahora la construcción se salva por los pelos).

En el ejercicio profesional, porque des-de hace tiempo hemos ido renunciando a trabajos cuya competencia ahora reclamamos airadamente. Si somos honestos deberíamos preguntarnos en qué medida hemos dejado en manos de otros profesionales las instalaciones o las estructuras de nuestros edificios, asuntos que hemos considerado de menor entidad. En el mundo en que nos movemos hay que saber nadar y guardar la ropa. Y cerrar bien la puerta de tu casa cuando sales porque hay descuideros dispuestos a ocupar lo que abandonas. Y recuperarlo luego, si es posible, supone un enorme esfuerzo.

Caminamos, me temo, hacia modelos como el italiano o el francés y veo a los futuros arquitectos españoles proyectando con un ingeniero detrás, en plan Pepito Grillo, dándole suce-sivas collejas y diciéndole “eso no lo puedes hacer”.

No sé si estamos a tiempo, tal vez sí, pero no soy muy optimista. Nunca creí demasiado en las movilizaciones, en los manifiestos rimbombantes y en acordarse de Santa Bárbara cuando truena. No me quedan muchos años de actividad docente y no sé cuántos de profesión, aunque me gustaría morirme con el lápiz y la calculadora en la mano, pero seguiré defendiendo, contra viento y marea, que esta bendita profesión, a la que llegué de rebote y de la que me enamoré poco a poco hasta el tuétano, siga siendo lo que fue.

Un saludo a todos y suerte. •••

“El camino que seguimos en las Escuelas y en la profesión no es, probablemente, ni el más inteligente ni el más práctico”

“En el ejercicio profesional, desde hace tiempo, hemos ido renunciando a trabajos

cuya competencia ahora reclamamos airadamente”

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