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Arquitectura de panama 76 2000 Arquitectura del mundo 76 2000 1. Arquitectura en el mundo 1976/2000 Si se tuviera que calificar con una sola palabra la arquitectura de este cuarto de siglo probablemente la más apropiada sería ‘pluralista’, y esto a pesar de que más que una doctrina única y clara el pluralismo puede verse como resultado de la ausencia de una doctrina única y clara. Durante el periodo de estudio, el relativamente sólido frente del Estilo Internacional se desmorona y es sustituido por una aparente infinidad de filas de diferentes espesores y longitudes, algunas efímeras, otras mucho más longevas, que a menudo se subdividen en otras más. El hacer un recuento apropiado de todas estas ramas es una labor demasiado ambiciosa, incluso para la tesis de arquitectura promedio, pero aún así es mejor asumir ignorancia y tratar aunque sea a grandes rasgos las más importantes. La práctica de agrupar las obras arquitectónicas en ‘ismos’ o estilos arquitectónicos resulta frecuentemente infructuosa, debido a que éstos son por lo general variables y de límites borrosos, lo que ayuda a dificultar su definición. Por otro lado, sería imposible enfrentar 25 años de teoría y arquitectura sin el soporte (por muy endeble que sea) de este tipo de

Arquitectura en El Mundo 1976-2000

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Arquitectura de panama 76 2000

Arquitectura del mundo 76 2000

1. Arquitectura en el mundo 1976/2000

Si se tuviera que calificar con una sola palabra la arquitectura de este cuarto de siglo

probablemente la más apropiada sería ‘pluralista’, y esto a pesar de que más que una

doctrina única y clara el pluralismo puede verse como resultado de la ausencia de una

doctrina única y clara. Durante el periodo de estudio, el relativamente sólido frente del

Estilo Internacional se desmorona y es sustituido por una aparente infinidad de filas de

diferentes espesores y longitudes, algunas efímeras, otras mucho más longevas, que a

menudo se subdividen en otras más. El hacer un recuento apropiado de todas estas ramas es

una labor demasiado ambiciosa, incluso para la tesis de arquitectura promedio, pero aún así

es mejor asumir ignorancia y tratar aunque sea a grandes rasgos las más importantes.

La práctica de agrupar las obras arquitectónicas en ‘ismos’ o estilos arquitectónicos resulta

frecuentemente infructuosa, debido a que éstos son por lo general variables y de límites

borrosos, lo que ayuda a dificultar su definición. Por otro lado, sería imposible enfrentar 25

años de teoría y arquitectura sin el soporte (por muy endeble que sea) de este tipo de

generalizaciones, así que, como haría todo buen bricoleur, se usará (pero no se avalará) este

método para recapitular los ires y venires de la arquitectura del mundo durante el periodo

de estudio.

Modernismo

1976 encuentra a un Movimiento Moderno caído en desgracia. Su austero lenguaje y

escueta decoración podía satisfacer a los arquitectos de la vieja guardia, pero las masas

exigían sus columnatas, y su clamor fue escuchado por las nuevas generaciones de

arquitectos postmodernos (ver abajo). El Estilo Internacional, el Movimiento Moderno de

posguerra, no se veía como una arquitectura del ‘ahora’ de entonces, y quedó mayormente

en desuso. Pero este estado de anacronismo no causó su extinción: en el mundo se siguió (y

se sigue) construyendo arquitectura moderna. Esta perseverancia dio fruto en los años

noventa, cuando la reevaluación de los dictámenes postmodernos ocasiona un

resurgimiento en el interés público por el modernismo.

Geográficamente, este renacimiento es un fenómeno que se concentra en las dos orillas del

Pacífico: Japón al este y Los Angeles al oeste. Desde 1945, con la construcción de las

primeras casas del Case Study Program, Los Angeles fue el punto de convergencia de los

impulsos originales del modernismo europeo con el pragmatismo norteamericano. Los

arquitectos de la llamada Escuela de Los Angeles, construida alrededor de la figura de

Frank Gehry, son producto de esta mezcla. El contexto cultural Japonés produce, en

cambio, un modernismo más táctil, menos formal y hasta cierto punto transitorio. Muchos

puristas ideológicos calificaron inicialmente estos híbridos interculturales como versiones

diluidas de los manifiestos originales del modernismo heroico de principios de siglo. Sin

embargo, en la actualidad constituyen una de las fuentes más prolíficas en el proceso de

transformación de la arquitectura modernista.

Postmodernismo

La arquitectura de la era del capitalismo de consumo que se extendió durante los regímenes

de Tatcher (1979-1990) y Reagan (1981-1989). La publicación en 1977 de “El lenguaje de

la arquitectura postmoderna”, de Charles Jencks, puede verse como la oficialización del

postmodernismo como tendencia arquitectónica. Desde entonces el estilo se confesó

crasamente pluralista, un estilo compuesto de otros estilos que a menudo sólo tenían en

común su oposición al Movimiento Moderno. Esta primera subdivisión opone la

«multivalencia» postmoderna a la ‘univalencia’, o falta de variedad estilística, del

Movimiento Moderno. Pero esta uniformidad se da únicamente en cuanto a los criterios

estéticos, que parece ser el fundamento principal de toda la obra de Jencks. Igualmente, la

supuesta oposición al Movimiento Moderno era en algunos casos cuestionable: en la

categoría ‘Metafórica’ incluye la Capilla de Ronchamp, de Le Corbusier, y la terminal de la

TWA de Saarinen en Nueva York. Para poder presentar al Movimiento Moderno como algo

univalente y uniforme, calificaba automáticamente como postmoderno a cualquier cosa que

se apartara de la arquetípica glass box.

“Al romper con el Movimiento Moderno, los post-modernistas, sospechosamente, podían

perder de vista algunos de sus conceptos más difíciles, innovadores y valiosos: el papel

social de la arquitectura, la fuerte vinculación entre teoría y práctica, la estrecha relación

entre diseño y tecnología, el sentido del dinamismo, del progreso y del cambio

revolucionario. En su lugar vendría una pobre teoría estilística que, como la de la Nueva

Derecha, confundiría los temas y haría la crítica social más difícil.” (Risebero, 1992)

Basándose someramente en el credo semántico de entender toda manifestación humana

como comunicación no-escrita, el postmodernismo buscaba construir una arquitectura que

tuviera un lenguaje, que le hablara a las personas, que expresara un significado. Se

introducen innumerables términos literarios (sintaxis, palabra, metáfora, referencia) a la

teoría arquitectónica

Ya desde mediados de los años ochenta se proclamaba la muerte de la postmodernidad, que

se había “convertido en un juguete del Capitalismo salvaje” (Architectural Review, agosto

1986). Inmediatamente el fenotipo de la arquitectura postmodernista (columnatas, arquitos,

etc.) pasó a ser repudiado tan rápidamente como se había puesto de moda. En cambio, su

genotipo (las ideas intrínsecas del movimiento, la postmodernidad de la teoría

postmodernista) ha resultado más difícil de combatir, a pesar que ambos aspectos fueran

atacados por igual en el “juego del PoMo-bashing” de los noventa. La maquinaria

propagandística que vendió (y sigue vendiendo) al postmodernismo como el camino, la

verdad y la vida ha sido efectiva al punto que es posible encontrar trazos de

postmodernismo en todos lados, como ya hemos visto. Esta edad postmoderna está más

arraigada que cualquiera de las anteriores, y hará falta un cataclismo de dimensiones épicas

para destronarlo. (Se llegó a especular que esta crisis sería consecuencia del error

informático del Y2K, pero como todo perro que ladra, éste fue un fiasco).

Deconstructivismo

“Versiones de fin-de-siècle del constructivismo ruso y el expresionismo alemán” (Venturi,

1996)

En 1988, cincuenta y seis años después de “Modern Architecture-International Exhibition”,

el MoMA en Nueva York presentó la exposición “Deconstructivist Architecture”. El hecho

que el MoMA albergara esta exhibición, y la participación del mismísimo Philip Johnson

como curador, indudablemente incrementó las expectativas del público sobre las

consecuencias que la misma tendría sobre el futuro de la arquitectura.

Los apelativos dados inicialmente a la arquitectura deconstructivista, como ‘post-

constructivismo’ o ‘neosuprematismo’, indican su deuda con la estética de las vanguardias

artísticas de la revolución rusa. Al igual que estas raíces en movimientos heroicos, se

basaba en movimientos antiheroicos como el Dada, el Punk y el New Wave. Si

consideramos al postmodernismo como un producto de exportación norteamericano, el

deconstructivismo puede verse como la respuesta europea al quebranto de su hegemonía.

Los arquitectos representados en la muestra, Coop Himmelb(l)au, Zaha Hadid, Daniel

Libeskind, Peter Eisenman, Bernard Tschumi y Rem Koolhaas, entre otros, tenían en

común como vínculo teórico su interés por el concepto de la deconstrucción. (Otro vínculo

fue que casi todos rechazaron la etiqueta de deconstructivista, de la misma manera en que

muy pocos quisieron que les llamaran postmodernistas).

Como ya vimos, la deconstrucción es un término filosófico aplicable, en teoría, a todo

sistema. La razón por la cual la ruptura de la relación entre significante y significado se

traduce en una arquitectura de ángulos agudos y paredes desplomadas es uno de los grandes

misterios de nuestra era. De hecho, el Decon puede verse como la versión manierista del

PoMo, un juego para la demostración de las facultades geométricas del arquitecto (de la

misma manera que en el manierismo posterior al renacimiento se jugaba con las reglas de la

arquitectura clásica). Nada de ésto impidió que el Decon gozara de mucha popularidad

durante unas temporadas. Sin embargo, en esta edad postmoderna de obsolescencia

acelerada (si no inmediata), nada dura para siempre y ya a mediados de los noventa casi

nadie hacía arquitectura Decon y el término quedó rápidamente en desuso (al menos en el

primer mundo).

High-Tech

“Versiones sobrevaloradas y retorcidas de escultura arquitectónica, paradójicamente

vestidas con decoraciones que representan estructuras heroico-funcionalistas de miembros

expuestos que simbolizan la ingeniería del siglo diecinueve, cuando todo el mundo sabe

que la revolución industrial está muerta.” (Venturi, 1996).

La pasión modernista por la tecnología, que data del enamoramiento de Le Corbusier con

los silos de cereales canadienses, llega a su cúspide con el surgimiento de la arquitectura

High-Tech a finales de los años setenta. El High-Tech introduce a la industria de la

construcción los avances de la alta tecnología (literalmente, High-Tech en español) aplicada

en otras ramas de la industria, como la automóvilística, la aeronáutica y, en años más

recientes, la informática. Pero a diferencia del modo más discreto del modernismo seminal,

los edificios High-Tech usan todos los recursos a su alcance para alardear sobre la

tecnología de punta que utilizan. Es la estética de la máquina elevada al cuadrado. Las

deuda más grande de esta arquitectura nueva es con las especulaciones teóricas de

Archigram de los sesenta, y sus innegables cualidades fotogénicas la han establecido como

uno de los estilos de preferencia para las portadas de las publicaciones arquitectónicas de

todo el mundo.

Pero el High-Tech se transformó rápidamente de una vanguardia arquitectónica a un

dialecto más en el lenguaje corporativo de un establecimiento que es cada vez más

acomodaticio y que se defiende del cambio absorbiéndolo. Los ochentas encuentran a un

High-Tech establecido como el estilo de preferencia de las grandes corporaciones,

particularmente apropiado para torres de oficinas en cualquier parte del mundo. “En todas

las carreteras de circunvalación de las grandes ciudades aparecen fábricas y almacenes

decorados con estructuras vistas, cerchas y cruces de arriostramiento para intentar parecerse

a Inmos o a Homebase.” (Risebero, 1992).

Minimalismo

La pintura y escultura minimalistas, que se originan en Nueva York durante los años

sesenta, buscaban producir obras de arte totalmente objetivas, inexpresivas y libres de

referencias, en un intento de explorar los elementos esenciales de cada disciplina artística.

Estirada hacia la arquitectura, las raíces de este estilo pueden encontrarse en la estética

Miesiana del “menos es más” que caracterizó a gran parte de la arquitectura moderna de

posguerra, y su influencia actual puede verse en el trabajo de John Pawson y Tadao Ando.

Esta nueva arquitectura minimalista, parte de un recobrado interés en el modernismo, se

preocupa ante todo por problemas de espacio, proporción, luz y materiales valiéndose de

los avances tecnológicos para lograr un grado de pureza inalcanzable en el pasado. La

abstracción del minimalismo contrasta fuertemente con la estética del exceso visual que

caracteriza a los otros estilos contemporáneos a éste. “La nueva abstracción es la expresión

de una actitud fundamentalmente distinta hacia la arquitectura que cada vez se concibe

menos como significante y llena de simbología y más como un objeto neutral.” (Ibelings,

1998).

Supermodernismo

“El revival modernista que promueve el ideal monocultural de un contexto universal por

temor a exponer su falta de la educación necesaria para vincular el simbolismo y

multiculturalismo históricos: ¿será que el neo-moderno es el último recurso de los

iletrados?” (Venturi, 1996).

La revancha del Movimiento Moderno, azuzada por los esteroides de la globalización y la

informática. A finales de los noventa la inquietud de los críticos que no podían permitir que

pasara una década sin proclamar el nacimiento de un nuevo ‘ismo’ se calma. Algo estaba

sucediendo. En 1995 abre la exposición ”Light Construction” en el MoMA, pero el estilo

no sería bautizado hasta la publicación de “Supermodernismo. Arquitectura en la era de la

globalización” de Hans Ibelings (1998) que se tradujo inmediatamente al español y que ha

sido leído de tapa a tapa por todo el mundo. Ibelings señala que además de utilizar la

ligereza y transparencia en fachada, volúmenes monolíticos y estética minimalista, el

supermodernismo “puede caracterizarse como una sensibilidad hacia lo neutral, indefinido,

implícito, cualidades que no se limitan a la substancia arquitectónica y que hallan también

una poderosa expresión en una nueva sensibilidad espacial”. Difícilmente podía ser más

ambiguo.

Un punto interesante es que la lista de arquitectos tachados de supermodernistas, Jean

Nouvel, Dominique Perrault, Philippe Starck, Rem Koolhaas, Renzo Piano, Toyo Ito y

Herzog & De Meuron, entre otros, muestra un evidente traslape con el deconstructivismo,

el High-Tech y el minimalismo. En este aspecto, el supermodernismo parece ser un estilo

que se define mejor en términos de tiempo: una arquitectura de los noventa que expresa su

noventidad: el zeitgeist contraataca.

En resumen

“En las últimas décadas hemos tenido que sufrir la seca arrogancia del tardomodernismo,

los urbanismo heróicos de las megaestructuras, las idióticas aplicaciones de la semiótica, el

historicismo arribista del postmodernismo, y ahora las sadomasoquistas aplicaciones

expresionistas del deconstruccionismo como complejidad y contradicción en estampida: la

yuxtaposición manierista de cubismo expresionista y rocalla industrial y más recientemente

lo que puede ser llamado industrial curváceo-orgánico.” (Venturi, 1996)

Parafraseando a Jorge Luis Borges, ahora vivimos en el jardín de los senderos que se

bifurcan: infinitas opciones, innumerables subdivisiones, retorno dificultoso, un futuro

hecho sólo de posibilidades que se extienden infinitamente, sin una conclusión ni un final.

Esta anarquía estilística (porque ‘pluralismo’ es evidentemente un eufemismo) puede

atribuirse a la tradición postmoderna de eliminar los dogmas modernistas sin colocar

ningún sistema sustancioso en su lugar. El ‘todo vale’ ha terminado amparando

innumerables pecados, y siempre será refugio de quienes egoístamente se escudan en la

libertad de expresión para satisfacer su vanidad.