341

Arte de La Lengua

Embed Size (px)

Citation preview

  • A R T E VE LA LENGUA CAHITA

    P O E "CTIT P A B K B

    DE LA COMPAA DE JESUS Contiene las reglas gramaticales y un vocabulario

    de dicho idioma, usado por los Yaquis y los Mayos en el Estado de Sonora y por algunos indios del rio del Fuerte en el de Sinaloa, y un catecismo

    de la doctrina cristiana en cahita y espaol por otro padre de la misma Compaa.

    Publicado de nuevo, bajo los auspicios del Sr. Lic. D. Manuel Romero Rubio, Secretario de Gobernacin,

    POR EL LICENCIADO

    EUSTAQUIO BUELNA Con una introduccin, notas y un pequeo diccionario.

    MXICO IMPRENTA DEL GOBIERNO FEDERAL, EN EL EX-ARZOBISPADO,

    (Avenida 2 Oriente, nm. 726.)

    1891

  • A R T E ni-; LA

    DE LA COMPASIA DE JESUS . Ooi'itieue las reglas gramaticales y un vocabulario

    e dicho idioma, usado por los Yaquis y los Mayos en el Estado de Sonora y por algunos indios del rio del Fuerte en el de Sinaloa, y un catecismo

    Je la doctrina cristiana en caliita y espaol por otro padre de la misma Compaia.

    Publicado de nuevo, bajo los auspicios del Si'. Lic. I>. Manuel "Romero Rubio, Secretario de Gobernacin

    POI: ETJ LICENCIADO

    EUSTAQUIO BU EL NA Con un i introduccin, notas j un petineno dieci on ario.

    MXICO IMPRENTA DEL GOBIERNO FEDEKAL, EN EL EX-ARZOBISPADO.

    (Avenida 2 Oriente, m'im. 726.)

    4890

  • AL S E I OR QENESAL DE DIVISION

  • La gramtica del cahita. Su autor, Apuntes biogrficos. Autor del catecismo adjunto.

    Primera edicin de la obra.Sus errores, Su contenido,Adiciones que ahora se lo haceu.

    Entre las obras antiguas, ya manuscritas, ya impresas pero agotadas, que en estos ltimos aos se han publicado en Mxi-co, acaso llame la atencin de los fillogos la que, editada desde el siglo pasado bajo el ttulo de Arte de la lengua cahita, doy aho-ra de nuevo la prensa, conteniendo la gramtica de ese idio-ma y su vocabulario, compuestos por un padre de la Compaa de Jess, misionero por muchos aos en la antigua provincia de Sinaloa. Y tanto ms podr ella parecer una novedad, cuanto que hasta ahora, que yo sepa, no se ha publicado otra gramtica de ese idiotna, y adems es tal la rareza de la ya mencionada, que, pesar de mis diligentes investigaciones, slo he podido ver tres ejemplares: dos, que tengo en mi poder, obsequio de ami-gos residentes en Culiacn, capital del Estado que hoy lleva el nombre de la susodicha provincia, y otro en la biblioteca de Griia-dalajara, que all mismo he consultado, sin contar el que cita el Sr. D. Francisco Pimentel en sir obra "Lenguas indgenas de Mxico," que no he llegado tener en mis manos.

  • VI

    Los tres ejemplares, revisados por ra, carecan de la portada, que en los libros suele ser la primera vctima de las injurias del tiempo; pero en el tope de todas sus pginas llevan escrito su t-tulo, que es el que dejo anunciado al principio de esta introduc-cin. Algunos de ellos no tienen la dedicatoria otras de las primeras fojas, bien las tienen rotas cercenadas; mas todos tres se completan unos con otros, junto con el catecismo de la doctrina cristiana en espaol y cahita, que viene al fin de la gra-mtica, de la que es una especie de apndice; siendo debido esa circunstancia, el que yo pueda publicar la obra ntegra y sin falta de parte sustancial.

    La gramtica apareci annima, con la sola indicacin de que fu compuesta por un padre de la Compaa de Jess; yo, in embargo, tengo razones para emitir la opinin, de que su verdadero autor fu el padre Juan B. de Velasco, pesar de no haberlo visto citado en la Biblioteca Hispano-Americana de Beristain, ni en alguna otra de las varias bibliografas que lie podido consultar.

    Naci dicho seor en Oaxaca el ao de 1562, entr la Com-paa la edad de 16 aos, y habiendo acabado sus estudios, fu enviado Sinaloa, donde lleg en 3a cuaresma del de 1593, dos despus de haber sido echados los primeros fundamentos de aquellas misiones. All vivi 20 aos, encargado de la adminis-tracin eclesistica de las naciones indgenas asentadas en las orillas del ro de Sebastin de Evora, hoy de Mocorito, que es el primero de los que, entrando por el Sui', riegan el territorio originariamente llamado sinaloense, comprendindose adems en su feligresa Bacubirito, en el ro de Petatln, hoy de Sina-loa, y Orbate, cuya ubicacin ha quedado ignorada. Pas me-jor vida el lunes 29 de Julio de 1613, los 51 aos de edad, de-jando fama de hallarse adornado con un buen talento y muchas virtudes, entre ellas la de haber conservado toda su vida la ms acendrada virginidad. Su cuerpo fu llevado la villa de Sina-loa, en cuya iglesia qued sepultado, previos los oficios fnebres.

  • VII

    que asistieron once religiosos de todas las partes de la nacien-te misin.

    De l dice el padre Andrs Prez de Bivas, en su "Historia de los triunfos de nuestra santa f e , " libro 3? captulo 34, lo si-guiente: "Saba el padre perfectamente las dos lenguas princi-pales de esta provincia, y las redujo arte, y predicaba en ellas como en romance. Deca, no le costaba ms trabajo la lengua, que querer predicar: y as fu maestro de los dems que entra-ron esta misin." El padre Alegre, en su Historia de la Com-paa de Jess, libro , se expresa as: " E l padre Juan Bau-tista de Velasco haba reducido arte y vocabulario la lengua ms universal de Sinaloa, y continuaba haciendo lo mismo con otra que llamaban mcdiotfnl." Y en el libro 5 refiriendo la muerte / del mismo, aade: "'Posea con perfeccin las dos principales lenguas del pas, en que fu despus maestro, cuyo ejemplo se formaron cuantos varones apostlicos trabajaron despus en aquel vastsimo campo."

    Y como la lengua principal y ms generalizada en Sinaloa era idudablemente la cahita, que se hablaba exclusivamente en los ros Yaqui y Mayo hacia el mar, en la mayor parte del ro del Fuerte comprendido en el actual territorio sinaloense y con ms menos extensin en los de Sinaloa y Mocorito, es de in-ferirse por esto, que la gramtica aludida, que ahora se reim-prime, tiene por autor al mencionado padre Juan B. de Velasco.

    Mas ella no debe confundirse con la de una de las lenguas indgenas que, como dice Beristain, escribi el padre Pedro de Velasco, misionero tambin en la misma provincia, donde admi-nistraba los pueblos de Chicorato, Ohuera y Cahuimeto, situa-dos ro arriba de 1a villa de Sinaloa. Este jesuta, nacido en M-xico en 1581, varn muy distinguido por su virtud, por su sa-bidura y por su sangre, fu enviado en 1606 las predichas misiones, donde no permaneci ms que 14 aos, y muri en el lugar de su nacimiento el 26 de Agosto de 1649, despus de ha-ber sostenido, como provincial de su orden, clebre polmica con el obispo de Puebla, D. Juan de Palafox y Mendoza.

  • VIII Segn Alegre, libro 5 ? de su ya citada obra, el mencionado

    padre deca, que en los pueblos de su curato se hablaban tres lenguas enteramente diversas: que haba hecho lo posible por salir bien con la na, moderadamente con la otra y empezaba aprender la tercera. Es de creer, por lo mismo, que la gramtica que escribi, fu de uno de los tres idiomas clcorato, ohuera cahnimeto que se usaban en los pueblos de su administracin, y que por cierto ya estn perdidos en la actualidad. Adems, Beristaiu, qite en su Biblioteca HispanoAmericana, publicada en 1821, daba noticia de esa obra compuesta por el padre Pedro de V e lasco, la cita como manuscrita, siendo as que la gramtica del cahita, que yo atribuyo al padre Juan B. de Velasco, ya haba sido impresa desde 1737. As, pues, no cabe equivocar la una con la otra de dichas obras, por ms que el apellido de sus autores sea idntico y que ambos hayan sido misioneros en la misma provincia de Sinaloa.

    Del Catecismo que corre anexo la gramtica, fu autor el padre Toms Basilio, quien por el ao de 1617 entr el primero doctrinar los indios del Yaqui, en unin del padre Andrs Prez de Rivas, ya citado. La portada dice simplemente, que fu compuesto por un padre de la Compaa de Jess, misionero en la repetida provincia, sin expresar su nombre, pero la dedicatoria que le acompaa, lo revela sin ambajes, removiendo as toda duda sobre el particular. Es probable que lo escribi en el dialecto de esta tribu.

    Ms de un siglo pas, antes de que las dos mencionadas producciones vieran la luz pblica, pues no fueron impresas sino hasta el ao de 1737, en Mxico, en la tipografa de Francisco Javier Snchez, de un mismo tamao y con igual tipo, como quiera que ambas estaban destinadas formar un solo volumen y servir para objetos bien conexos entre s, esto es, la enseanza del idioma los misioneros y la instruccin religiosa los nefitos.

    Sensible es, que la impresin de la gramtica y su vocabu

  • IX

    Jario no baya podido hacerse al cuidado del autor, muerto haca muchos aos, porque as se habran excusado muchas equivo-caciones, que mi entender abundan en una y otro. Desde lue-go se advierte, que campea all, en los vocablos cahitas, una gran confusin ortogrfica, que no permite veces reconocerlos sino con alguna dificultad, especialmente cuando ellos pierden en composicin alguna de sus letras slabas propias. En unos se usa indistintamente de la b, de la v de la u: en otros de la ch de ia tz: en aquellos hay liu por u sola viceversa: en stos y por i, al contrario. Los pronombres suelen aparecer unidos con otros vocablos, independientes; y lo mismo sucede respec-to de las partculas verbales y las preposiciones. Con estas va-riedades sin mtodo no es posible fundar una ortografa; yo, sin embargo, en cuanto he podido, dados mis escasos conoci-mientos en el idioma, he procurado obviar estos motivos de error siguiendo un modo de escribir uniforme, pero abstenindome de hacerlo, cuando no me he credo con plena seguridad de acer-tar, he temido producir un cambio en el sentido de las pa-labras.

    El Arte de la lengua cahita del padre Velasco tiene cuatro partes, subdivididas en pargrafos: la primera de aquellas com-prende seis de stos, en que se trata de la formacin de los pre-tritos, futuros y voz pasiva del verbo; de la formacin de nom-bres; de la de verbos; de las letras de esta lengua, su pronuncia-cin y colocacin de las palabras; de la composicin de dicciones; y de la sintaxis de la oracin; la segunda contiene tres pargra-fos, que tratan respectivamente del nombre, de los pronombres y semipronombres: la tercera tambin tres, sobre las conjuga-ciones y tiempos, los participios y otras cosas tocantes al verbo: la cuarta cuatro, tocante las preposiciones, adverbios, conjun-ciones interjecciones. Todo el Arte se halla contenido en p-rrafos numerados, desde el principio hasta el que lleva el nmero 373, con que termina. Viene en seguida el Vocabulario espaol-cahita con ms de mil setecientos vocablos, la doctrina de los

  • X

    nombres numerales, ordinales y distributivos, y la de los ad-verbios tambin numerales. A l ltimo se halla agregado el Ca-tecismo de la doctrina cristiana, en el que, de paso dir, se ob-serva un modo de escribir las palabras algo diferente del de la gramtica.

    Por mi paite, he credo deber poner en el Arte y Vocabu-lario algunas notas explicativas y etimolgicas, y aadir un pequeo diccionario cahita-espaol, que form con vocablos que se encuentran en los ejemplos trados por el texto gramatical, no incluidos en el referido Vocabulario, y con aquellos que per-sonas entendidas en el idioma me han indicado de palabra por apuntes escritos. Y he concluido mi tarea, colocando al fin los dos ndices analtico y alfabtico que hacan falta en la obra y que tan tiles pueden ser para registrarla.

    Dialectos del idioma.Territorio en que se hablaba.Su origen y el do la antigua nacin Sinaloa.La raza nahoa, influyendo,en uno y otra,

    Peregrinaciones tolteca y azteca, formando la nueva Sinaloa y dndole su idioma.

    El idioma cahita tiene tres dialectos: el Yaqui, hablado por la tribu asentada sobre ambas mrgenes del ro del mismo nom-bre, el ltimo de la antigua provincia de Sinaloa hacia el Norte, hoy perteneciente al Estado de Sonoi'a: el Mayo, usado por los indgenas que ocupan los dos lados del ro Mayo, que hoy perte-nece tambin al referido Estado: y el Tehucco, que era el nativo y corriente en tres de las tribus indgenas, establecidas orillas del ro del Fuerte, el ms septentrional de los del actual Estado de Sinaloa, esto es; los Sinaloas, que habitaban los pueblos de Baca, Toi'o y Sinaloita, ro arriba de la villa del Fuerte; los tehuecos, que vivan donde est la dicha villa, llamada antes Carapoa, y en los pueblos de Tehueco, Sivirijoa y Charay, ro abajo de la misma; y los zuaques, que estaban ms abajo an, en los pue-blos de Mochicahuy y San Miguel del Zuaque. Hacia las orillas del mar por un lado, y al pie de la Sierra Madre por el otro,

  • XI

    existan, en el propio ro del Fuerte, tribus que no eran de filia-cin sinaloense y hablaban otros idiomas.

    El Tehueco era asimismo el dialecto corriente en ciertas de-marcaciones de Sinaloa y Mocorito, y en l escribi seguramente su Arte el padre Velasco, cuya administracin eclesistica abar-caba lugares situados en ambos ros, aunque tuvo buen cuidado de indicar sus diferencias con los otros dialectos, diferencias por cierto poco numerosas, pudiendo afirmarse, que todo el que posea uno de ellos, se hace sin esfuerzo comprender de los que hablen cualquiera de los dems.

    Es oportuno manifestar, con relacin lo expuesto, que hoy el idioma que se usa generalmente en toda la regin septentrio-nal, lo mismo que en el resto del Estado de Sinaloa, es el espa-ol, siendo raros aquellos pueblos en que se habla exclusivamen-te el calata.

    Resulta, pues, que entre el caudaloso Yaqui por el.Norte y el pequeo ro de Mocorito por el Sur, comprendindose de coij-siguente las comarcas intermedias regadas por las aguas del Mayo, Fuerte y Sinaloa, se extenda el gran pas donde se ha-blaba el cahita, donde se constituy la primitiva provincia de Sinaloa, y donde, es de conjeturarse, debi haber existido en algn tiempo raa gran nacionalidad, como lo revela la unidad del idioma, subsistente hasta los tiempos de la conquista, aun-que ya entonces toda la comarca se encontr fraccionada en tri-bus numerosas ms menos importantes.

    El origen de la nacin Sinaloa es ignorado. Tampoco se sabe cosa alguna acerca de la procedencia del idioma que originaria-mente hablaban sus tribus; slo puede afirmarse, que tal como el cahita es ho} r conocido, debi haberse formado del habla de los aborgenes, infinida y modificada profundamente por la de los nahoas aztecas, con la que tiene una analoga y un parentes-co remarcables. Dicha formacin fu obra de la proximidad y del influjo de esta raza superior, por tanto tiempo asentada en el ro Gila, de donde difunda su ilustracin relativa sobre las

  • XII

    comarcas del Sur, ya que para este rumbo se enderezaban todas sus tendencias, limitadas hacia el Norte por la guerra constan-te que le hacan numerosas naciones enemigas.

    En mi opsculo titulado "Peregrinacin de los aztecas y nombres geogrficos indgenas de Sinaloa," he procurado demos-trar: que la mencionada raza vino de la Atlntida, isla situada entre Europa y Amrica, que se sumergi en las aguas del mar, dando lugar que sus habitantes por el lado de Occidente acu-dieran refugiarse en las costas de Georgia y las Carolinas en la Amrica del Norte: que el nombre etimolgico de la isla, se-gn la interpretacin que doy al jeroglfico con que se la desig-na, no es precisamente Aztatln, nombre alterado por el tras-curso de los siglos, sino Atlatln, 1 de donde procede el nombre de la Atlntida, de formacin griega, puesto que los griegos fue-ron los que han conservado las escassimas noticias que tenemos de ese pas: y que de las costas de Georgia y las Carolinas su-bieron los aztecas, ms propiamente atlatecas, hasta al Lago Salado, sus inmediaciones, de donde por fin bajaron al Sur, situarse en las riberas del Gila, en las que hicieron mansin por muchos siglos, punto en el que no caben ya conjeturas, porque es una verdad histrica, comprobada por las crnicas, las tradiciones y las huellas que ellos dejaron en el sitio, con las grandiosas ruinas de sus poblaciones, de irrecusable proceden-cia nahoa.

    El establecimiento de estas tribus en las riberas de dicho ro debi introducir cambios radicales en la constitucin social em-brionaria de las naciones comarcanas y en la ndole de sus in-cultos idiomas. Es ley de las sociedades, que las ms ilustradas

    1 El conocidsimo jeroglfico que representa el punto de partida de la peregri-nacin azteca, consta de los signos atl, agua, y atlatl, una arma arrojadiza, los cua-les, integrndose la partcula ubieativa tlan, por tratarse de un pas, dan fontica-mente el nombre de ste, atlallan, cuya significacin, cerca del agua, es perfec-tamente adecuada la condicin do una isla de una poblacin martima. El comiendo de esa peregrinacin nunca ha sido representado con garzas, lo que prue-ba que Aztln Aztatln, lugar de garzas, no es el nombre verdadero, sino viciado, do ese comienzo.

  • XIII

    preponderen sobre las que lo son en grado inferior, preponde-rancia que se resuelve comunmente en conquistas, en influjo do-minante, en luz y enseanza para estas ltimas. No consta de qu manera basta qu punto la ejei^ciei'on los naboas sobre sus vecinos; pero ella fu un hecho, que ha quedado comproba-do con una de sus huellas ms visibles y duraderas, la infiltra-cin del nhuatl en los idiomas indgenas, que se hablaban, desde el renombrado ro donde ellos residan, hasta el exiguo de Mo-corito, extremo lmite donde extendieron por entonces su pre-dominio. El pata, el pima, el endeve, el tarahumar, el tepe-hun, el cahita y otros ms, comprendidos en el rea territorial indicada, son el producto evidente de esa mezcla, y estn todos ellos tan ligados con el idioma dominante, que han sido clasifi-cados por sabios fillogos como miembros de una misma familia lingstica, procedente del grupo llamado mexicano-pata.

    Durante diez siglos bebieron los nahoas las aguas del Gila, desde el tercero antes de la era cristiana en que se dice que l arribaron, hasta el sexto de ella en que abandonaron sus orillas, para entregarse nuevas peregrinaciones; y este espacio de tiem-po era ms que suficiente para que ellos, como cualquiera otra nacin, desarrollando su ilustracin y poder, dominasen influ-yesen en las vecinas, an considerable distancia. Menos tiem-po bast la Repblica de Roma, para enseorearse de casi todo el mundo, conocido en la antigedad; mucho menos emplearon los mismos aztecas, desde que fundaron Mxico, para avasa-llar, con las armas, extensas comarcas al rededor de su imperio; y el conquistador espaol no tard un siglo en domear esas mismas tribus de allende el ro de Mocorito, cambiando comple-tamente su modo de ser implantando su idioma, donde antes los nahoas haban mezclado el suyo.

    En 544, acosados estos por la guerra incesante que sostenan contra los apaches y muchas naciones confederadas, determina-ron emigrar, para ir en busca de pases ms tranquilos, y arran-caron, digmoslo as, de cuajo sus hogares, fraccionndose en

  • XIV

    grandes grupos, siguiendo rumbos diferentes y caminando en ma-sa, como solan hacerlo las naciones de la antigedad, lo que ex-plica por qu no subsisten en el suelo abandonado ni aun los nombres de los pueblos que habitaron. Ese extraordinario acon-tecimiento no slo fu trascendental la suerte de los emigran-tes, sino que un poco ms adelante dio lugar una evolucin importantsima en la parte Sur del actual Estado de Sinaloa, comprendida entre Culiacn y el ro de las Caas, lmite con Ja-lisco, la que yo llamara la nueva Sinaloa, porque fu despus compi-endida en la antigua provincia de este nombre. La evolu-cin que me refiero, est ntimamente conexa con las emigra-ciones aludidas de que voy ocuparme en seguida.

    Los toltecas y otras tribus familias, que formaban uno de dichos grupos, salieron de la ciudad de Tlapallan, que, se supone, estuvo ubicada en la confluencia del Gila y del Colorado, siguie-ron su ruta al Sureste por la costa del Golfo de California, y despus de un viaje de ocho aos, durante los cuales libraron combates para abrirse paso por entre tribus hostiles, llegaron en 552 un sitio, en que descansaron con tranquilidad, fundando all la ciudad de Tlapallanconco, en memoria de Tlapallan la vie-ja, Huehuetlapallan, que haban dejado atrs; sitio que, en mi citado opsculo sobre la "Peregrinacin de los aztecas y nom-bres, geogrficos indgenas de Sinaloa," procur probar, que no era otro que aquel en que estuvo situada la ciudad que des-pus se llam por los aztecas Colhuacn Culiacn, orillas del Humaya.

    Desde all, despus de tres aos de permanencia, esto es, en 555, prosiguieron su viaje por la parte meridional del referido Estado; vivieron cuatro aos en Hueixallan; penetraron en Ja-lisco, en cuyo territorio fundaron en 559 el pueblo del mismo nombre; y arribando por fin las altas tierras de Mxico, fija-ron en 661 su asiento en Tollan Tula, ciudad del actual Es-tado de Hidalgo, donde echaron los cimientos del famoso reino tolteca.

  • XV

    En su trnsito por el territorio sinaloense, en la parte meri-dional que vengo refirindome, slo debieron encontrar bordas salvajes, que sometieron ahuyentaron por completo, dejando ncleos de poblacin con individuos de su misma raza, los cua-les se multiplicaron y poblaron la tierra, formaron diferentes seoros y extendieron su idioma, que con el tiempo sufri al-gunas alteraciones y qued convertido en dialecto del que haban heredado de sus abuelos y se hablaba en el Valle de Mxico.

    Que los peregrinantes slo encontraron all salvajes, se in-fiere de esta circunstancia notable, que los aborgenes no deja-ron en pos de s el menor recuerdo histrico ni rastro alguno etnogrfico, lo que comunmente slo sucede las asociaciones del todo brbaras y sin gobierno; y que los primeros fueron los que poblaron el territorio expresado, ahuyentando sometiendo los segundos, lo demuestra el hecho notorio, de que, al tiem-po de la conquista'espaola, todo en esa regin era nahoa, los recuerdos tradicionales, la lengua y los nombres de lugar, si se exceptan muy pocos pueblos de raza y lengua desconocidas, de que hacen mencin las relaciones contemporneas la conquista espaola.

    No puede dudarse, por lo mismo, que los toltecas, nicos de la raza nahoa que pasaron por all, fueron los autores de esa trasformacin en el pas que haban acaparado, elevndolo del estado salvaje al grado de civilizacin relativa de que eran con-ductores, muy superior sin embargo la que los espaoles en-contraron entre las tribus cahitas.

    La relacin qne acabo de hacer, sirve de clavo para explicar, porqu el idioma que se hablaba en el Gila, aparece implan-tado de una manera fija y resuelta en la nueva Sinaloa, es de-cir, desde la comarca culiacanense para el Sureste, sin quedar atrs, como.residuos de tan dilatada peregrinacin, nombres geogrficos de ese origen. Y es que los toltecas, despus de ha-berse alzado de las riberas de dicho ro, no pudieron, en su trn-sito por Sonora y la parte de Sinaloa que caa al Norte del ro

  • XVI

    del Fuerte, haber fundado poblaciones, pues consta que eran combatidos por las tribus del pas que recorran, y empujados por ellas para que saliesen de sus tierras. Pero desde el ro de Petatln para adelante, donde las tribus eran ms pequeas y menos fuertes, comienzan verse pueblos cuyos nombres acu-san filiacin nahoa; y ya desde Culiacn hasta el Caas, donde se extenda el pas seoreado por los toltecas, los nombres geo-grficos de esta procedencia se generalizan con toda franqueza, y no poda menos de ser as, cuando esa fu la tierra donde vi-no establecerse y prosperar de nuevo el idioma trasferido del Gila.

    Otro de los grupos peregrinantes que antes he indicado, com-puesto de jos aztecas mexicanos y diversas otras familias de la misma razaj salieron de Casas-Grandes del Gila para el Oriente: los primeros, dejando pasar estas otras hasta el ro Conchos, que desemboca en el Presidio del Norte, se quedaron en Casas-Grandes de Janos, Chihuahua, donde vivieron como cien aos, y en seguida se dirigieron hacia el Sur, atravesaron la Sierra-Madre en la parte que lleva el nombre de Tarahumara y llegaron en 648 Colhuacn, lugar donde instituyeron el san-guinario culto de Huitzilopochtli, y con cuyo nombre reemplaza-ron el de Tlapallanconco, despus que, al partir de aqu, cambia-ron nuevamente su ruta para el Oriente. A l salir de la comarca culiacanense, fueron acompaados por otras ocho tribus, seis de las cuales eran tambin de filiacin nahoa, pero luego se sepa-raron, dejndolas pasar la Sierra solas, y ellos hicieron otro tan-to, tomando diferente camino la derecha, lo que verificado, torcieron otra vez rumbo al Sur y llegaron en 683 al cerro de Cha-pultepec, doscientos quince aos despus de haber salido de Cu-liacn, fundando algunos siglos despus Tenochtitlan, la fu-tura dominadora del Anhuac.

    En realidad, los mexicanos no pudieron ejercer tanto influjo en las comarcas que atravesaron por Sinaloa, como los toltecas. Despus de haber encumbrado la Sierra Tarahumara y 'ecorrido

  • XVII

    la ligera el distrito de Badiraguato, en el cnal dejaron algu-nos de los suyos, que fundaron pueblos de su propia filiacin, apenas estuvieron en Culiacn tres aos y luego repasaron la Sierra Madre, sin haber tenido tiempo ms que de reforzar quiz la influencia de la raza y el predominio del idioma, que desde la expresada ciudad hacia el Sureste haban comenzado estable-cer los que les haban precedido en esa peregrinacin.

    uo ieltrn de Guzmn sale do Mxico la conquista de Nueva Galicia y pases ms al Norte.Sufro inundacin en Aztatln,Ocupa Chametla.Llega Navito,

    Baj el gobierno espaol, muy varia fu la suerte de los pa-ses que en distintas pocas se comprendieron en la denominacin general de Sinaloa. Primero fueron conquistadas por uo de Guzmn las comarcas que se extienden desde la que se llam provincia de Chametla hasta la de Culiacn, las cuales no co-menzaron llevar tambin aquel nombre sino mucho tiempo despus. A los pocos aos, la invasin avanz hasta los ros de Sinaloa y Fuerte, sitos ya en el pas que propia y verdadera-mente llevaba el nombre referido. Por xltimo, entr la conquista los pueblos del Mayo y del Yaqui, que completaban el terri-torio de tan extensa regin, no siendo sino hasta 1640 raando se comenz poblar Sonora, que se dilataba desde el Yaqui pa-ra el Norte, sin lmites entonces demarcados por este rumbo.

    Voy dar una noticia algo detallada del descubrimiento y conquista de dichos pases, procurando evitar los errores en que han incurrido los cronistas, al relatar los sucesos; pues, aveces, confunden el ro de Sinaloa con el del Fuerte Zuaque; otras, suponen, que el de Ocoroni desemboca en ste, siendo as que va descargar sus aguas en aquel; suelen llamar ro de Petatln, que era el de Sinaloa, al de Mocorito; equivocan la villa de San Miguel de Culiacn, fundada frente la confluencia de los ros de Culiacn y del Humaya, quince leguas del mar, con la vi-lla de San Miguel de Navito, fundada orillas del Ciguatn, hoy

  • XVIII

    de San Lorenzo, tres cuatro leguas de su desrnbocadura, y trasladada los pocos meses la primera de dichas poblaciones; alteran lastimosamente las fechas de los ms importantes acon-tecimientos, y cometen otros desaciertos notorios: circunstan-cias todas que han contribuido embrollar no poco la cronologa y la historia sinaloenses de esa poca.

    uo Beltrn de Guzmn, Presidente de la Real Audiencia de Mxico, la cabeza de trescientos espaoles, mitad infantes y mitad soldados de caballera, bien armados, con doce piezas de artillera menuda, y ms de ocho mil indios auxiliares provis-tos de todo bastimento,1 sali de dicha ciudad el da 22 del mes de Diciembre de 1529, 3 y pasando por Michoacn, dio muerte injusta y cruel al infortunado monarca de ese reino, Calzontzin, inaugurando as la serie de infames matanzas inauditas atro-cidades que habra de cometer en la conquista de la Nueva Ga-licia, que haba tomado su cargo.

    No me detendr en relatar los sucosos de sta, habidos en el territorio del que hoy es Estado de Jalisco, el cual formaba en-tonces la mayor parte de la expresada provincia. Slo dir en

    1 Esta fu la gente que sac de Mxico uo de Guzmn, segn 61 mismo manifiesta en una de sus cartas al emperador Carlos V .

    2 La Relacin de Garca del Pilar, que acompa como intrprete Guzmn durante la expedicin, dice que ste sali en dicho ao tres das antes de la Pas-cua de Navidad. En los mismos trminos se expresa C'ristoval de Barrios, otro ex-pedicionario, como puedo verse en su Declaracin publicada en el tomo 5'.' de los "Documentos inditos del archivo de Indias." L a 4 ? Relacin annima refiere, que la salida tuvo lugar el 20 de Diciembre de 1530, en lo cual hay una manifiesta equivocacin respecto del ao, y una diferencia de dos das tocante la fecha an-tes dicha. Mota Padilla, en su Historia de la conquista de la Nueva Galicia, quien sigue el padre Prejes en su Historia de la conquista de los Estados inde-pendientes del imperio mexicano, fija la salida principios de Noviembre del citado ao de 1529. El >Sr. Lic. D . Jos Fernando Ramrez, en sus Noticias histricas de uo de Guzmn, solamente dice, que ella tuvo lugar fines del citado ao. De estas afirmaciones creo ms segura la de Pilar, apoyada por la de Barrios, y garantizada por el cargo del autor, quien como intrprete del jefe, poda estar ms al tanto de los pormenores de la expedicin. L a Relacin annima & que me refiero, y las dems que citar adelante, as como la de Garca del Pilar, son las publicadas por el Sr. Garca Ieazbalceta en el tomo 2? de sus ''Documentos para la Historia de Mxico" .

  • X I X

    compendio, siguiendo al historiador Herrera, que Guzmn, du-rante aquella jornada, sola mandar aperrear algunos caciques; otros hizo cortar las narices las manos, dejndoselas pen-dientes de la piel colgndoselas de los cabellos; en fin, asol todos los pueblos de su trnsito, y declar hizo vender por es-clavos los habitantes de varios de ellos. Pero antes de referir su entrada al territorio sinaloense, ser preciso dar tambin al-guna idea de los acontecimientos que inmediatamente la prece-dieron.

    Del 15 al 20 de Julio de 1530 1 lleg el conquistador Az -tatln, 2 pueblo cercano al mar por el lado del Poniente, y dis-tante cosa de veinte leguas de Chametla por el del Norte, donde crey conveniente pasar la estacin de las aguas, que ya estaba muy avanzada. De este mismo pueblo de Aztatln, con fecha 7 de Septiembre, hizo que volviesen Mxico Pedro Almendez Chirinos (llamado tambin Peralmindez), su lugarteniente en ol ejrcito, veedor y capitn de 30 de caballo, as como Juan de Burgos y Cristo val de Barrios, escoltados por 10 jinetes, por-que recibi cartas de Matienzo y Delgadillo, sus compaeros en la Audiencia de la Colonia, quienes le participaban el regreso de Corts la Nueva Espaa.

    El 20 del mismo mes 3 se vio muy afligido, con su ejrcito,

    1 Justa fecha es do Garca del Pilar. Juan de Smano, en su Relacin de la conquista de los teules cliichimecas, trae la del da de Santiago (25 de Julio), que es muy Joco distante.

    2 La Historia do "Mxico travs de los siglos, " en lugar do Aztatln, pone Etzan, que queda mucho ms atrs. Smano le llama Izatn, estropeando el vo-cablo, como lo hacan casi siempre los espaoles con los nombres indgenas.

    3 Garca del Pilar trae dicha fecha. La 4? Relacin annima habla del mes de Septiembre, sin fijar el da. Mota Padilla refiere el suceso como acaecido fines de Junio, fecha que no se compadece bien con las condiciones meteorolgicas de aquellos lugares, en los que las lluvias comienzan apenas al terminar dicho mes los principios del siguiente, y los grandes ciclones slo se verifican en Septiem-bre Octubre, con el nombre do ''cordonazos de San Francisco." E l padre Frejes, completamente engaado, afirma que Guzmn lleg en el invierno Acaponeta, cerca de Aztatln; quiz lo hizo sufrir esta equivocacin la frase empleada por al-gunos cronistas, que llamaban impropiamente invernar la detencin del ejrcito por cansa de las lluvias; en esos climas no es el invierno el que detiene el mov-

  • XX

    por una de las ms terribles tormentas de agua y viento, que en esas costas y en tal poca del ao suelen tener lugar, y que dur dos das. A consecuencia de esto, que los invasores tuvieron por un diluvio, los ros salieron repentinamente de madre; la tierra se inund en un espacio de cinco seis leguas la redonda; an-daban muchos jinetes en sus caballos, buscando rboles y otras alturas donde guarecerse; las ms de las casas se cayeron, todas se anegaron, ninguna ofreca asilo seguro y sano; el fardaje y los vveres se daaron perdieron completamente; muchos hom-bres, enfermos desde su llegada por la extraeza del clima, se ahogaron en las chozas fueron arrastrados por la corriente de las aguas embravecidas; los dems, en su mayor parte, fueron despus enfermando causa de las humedades persistentes de la tierra remojada, de los miasmas ptridos de que estaba car-gado el aire, del hambre irremediable que sobrevino, y del es-pectculo de tantas desgracias y sufrimientos. Hay cronista que afirma haber muerto en esta ocasin ms de siete mil indios ami-gos, sin contar los espaoles, que fueron tambin en nmero re-lativamente considerable. 1

    En estos apuros, el jefe espaol despach Juan Snchez de Olea Mxico en demanda de socorros, que le fueron enviados, y Gonzalo Lpez Michoacn con quince caballos y veinte infantes, para que le llevase gente y ganado, de grado por fuer-za, lo que ejecut el brbaro expedicionario, en dicha provincia y en la de Jalisco, con verdadero lujo de inhumanidad y violen-cia, usando de inauditas felonas, herrando indios como bestias, hasta en nmero de mil, y dejando su camino sembrado de ca-dveres de hombres, mujeres y nios. ~ miento do las tropas, sino el esto con las crecientes de los ros y los fangales bu rrialosos. Pero lo ms extrao es, que suponga esa detencin en Ohametla, adon-de los conquistadores no llegaron, sino cabalmente despus do haber pasado bis aguas y sufrido la inundacin en Aztatln.

    1 Refiere el padre Tello, que, al fin, para librarse de las incomodidades de Ja tierra y proveerso de mantenimientos, se levant el campo para Acaponeta.

    2 La 4? Relacin annima y la de Garca del Pilar hacen una pintura lastimo-sa de las atrocidades cometidas, la que sera prolijo incluir aqu en el texto. Juan

  • X X I

    Entretanto, haba sido tambin avanzada sobre Chametla una fuerza de 25 caballos y otros tantos infantes al mando del capitn Samaniego, quien atac los indios en el primero de los pueblos que toc en esta provincia, los hizo darse de paz y los oblig llevar al campo de Aztatln multitud de gallinas y otros vveres que all se haban menester.

    uo de Guzmn, despus de una parada de casi cinco me-ses, viendo que Gonzalo Lpez tardaba y que el estado sanita-rio de la fuerza iba de mal en peor, sali del real en el mes de Noviembre principios de Diciembre, 1 llevando consigo los en-fermos, de los que muchsimos murieron en el camino y otros se ahorcaron

  • XXII

    casas, dando por resultado el incendio de la mayor parte de la poblacin. Los cronistas cuentan, que, al partir los espao-les, la provincia qued asolada.1

    Haban permanecido en ella hartos das, dice uno de lo re-latores con esta misma frase, tuvieron la Pascua de Navidad en dicho pueblo, y aun se hallaban all el 16 de Enero de 1531, siendo la causa de la detencin, qtie no haban llegado los in-dios que se mandaron traer de Michoacn y Jalisco, para car-gar los fardos; pero una vez incorporados, como he dicho, y re-partidos entre los espaoles, que los ponan presos y atados por el pescuezo, y tambin los alquilaban y aun vendan como ani-males, emprendieron la marcha despus de mediados de dicho mes para el interior, llegando en cuatro das Quezala, distan-te ocho leguas, donde no se hablaba el mismo idioma, ni las ca-sas eran de la misma manera, que como hasta all se haban visto. La provincia era atravesada por un ro grande, aunque no tanto como el de Chametla, lo que me hace conjeturar, que la men-cionada corriente fluvial era la misma que hoy se llama ro del Presidio, pues no hay por all otra que mejor cuadre la cir-cunstancia indicada.

    La permanencia de los conquistadores en ese lugar fu cor-ta; de all pasaron Colipan, y en seguida otra estancia que llamaron de los Frijoles, por haber encontrado en ella gran can-tidad de esa legumbre. All se detuvieron quince das, porque no hallaron camino para adelante, pues solo hasta dicho punto lo haban hecho abrir los indios de Chametla.

    Tras una marcha de cinco das, tocaron en seguida Piaz-tla, donde tuvieron algunos encuentros con los naturales. La provincia era grande y abundante en mantenimientos; sus casas de diferente hechura de las pasadas, muy juntas y buenas, con techumbre de paja; las de los Seores cercadas por palenques

    1 Herrera dice, que estando para salir de Chametla, mand Guzmn ahorcar tres indios que le quedaban presos; y Garca del Pilar, que " d i z q u e haba ahor-cado cuatro Seores juntos."

  • XXIII

    estacadas, que servan de fortines en caso de guerra. En algu-nas, se hallaron muchas culebras mansas en los rincones oscu-ros, gruesas como el brazo, amontonadas y revueltas unas con otras como una bola, y sacaban las cabezas por arriba, por en-medio, por abajo del montn, abriendo todas la boca y cau-sando espanto, pero no hacan mal los indios, que las tomaban en las manos y an las coman y veneraban. La gente andaba bien vestida por el mucho algodn que all se produca y las mu-jeres eran hermosas.

    En este pueblo, habiendo tenido aviso uo de Guzmn, que los indios del ejrcito trataban de volverse sus tierras, man-d quemar vivo al jefe del motn y ahorcar otros varios. No obstante esto, un escuadrn de ellos emprendi el camino de re-greso, pero todos fueron muertos por los naturales, con excep-cin de uno que escap huyendo, y volvi incorporarse al ejr-cito. Los invasores quemaron dicho lugar, porque no se dio de paz; fe que si esto ltimo hubiera sucedido, aquello habra sido probablemente lo mismo, como se dej comprobado en el curso de la conquista.

    Y continuando su marcha, las tres leguas fueron dar otro punto que llamaron de la Sal, por haber encontrado en l un gran montn de ese artculo de consumo domstico. El pue-blo estaba orillas de un ro, que por su distancia del de Piaz-tla se comprende que era el de Elota, la inmediacin de las salinas de Ceuta.

    Segn el padre Tello, tuvieron en Bayla el mircoles de ce-niza y despus pasaron por Oso. 1 En seguida llegaron al pue-blo de Navito, orillas de un ro cerca del mar, poblado casi solo por mujeres, por lo que le pusieron el nombre de Cihuatln en

    1 El editor de la obra del padre Tello, quiz equivocado po? la figura de la le-tra s, tal como se usaba en los antiguos tipos de imprenta, le llam Ojo. Dice tam-bin ese historiador, que Oso est tres leguas antes de Culiacn; debi decir, que est tres leguas distante de San Miguel de Navito, con el cual confunde San Miguel.de Culiacn, por la identidad del nombre de San Miguel, que sola aplicr-seles exclusivamente.

  • XXIV

    lengua mexicana. Tal circunstancia, debida que los hombres andaban fuera, reunindose para combatir los invasores, dio p-vulo la creencia de que era un pueblo de amazonas, que no con-sentan hombres entre ellas, que slo de tiempo en tiempo los admitan de los pueblos comarcanos para reproducirse, y con-servaban las hembras, dando sus padres los varones, despus de criados.

    La lengua de estos indios no pudo ser comprendida, las mu-jeres usaban camisas de algodn, y la tierra era frtil y abun-dante en provisiones, por lo que D. uo fund la villa de San Miguel de Navito orillas del ro de Cihuatln que por all corre, dejando para poblarla algunos espaoles, de alcalde mayor al capitn Melchor Daz y de cura al Bachiller Alvaro Gutirrez; pero el mismo ao la traslad Culiacn, que es donde hoy per-manece.

    Toma de Culiacn.Exploraciones por el lado de la costa y de la sierra,Fundacin de la villa de aquel nombre,Regresa Guzmn Jalisco,

    Crueldades de los espaoles y. levantamiento de los naturales, Prisin y muerte de Guzmn.

    De Navito, prosiguiendo para la provincia de Culiacn, pa-saron los espaoles por el pueblo de Quila, que incendiaron des-pus del combate; por el de las Flechas, que as nombraron, por haber encontrado en l grandsimo acopio de dichas armas; y por el de Cuatro Barrios, que tena dos de stos por cada lado del ro que lo atravesaba, y que por la analoga del nombre se puede conjeturar, que sea el mismo que hoy se llama Barrio, en la orilla izquierda del ro de Culiacn. De all, poca distancia, llegaron un punto llamado el Len, donde vieron una de estas fieras; pasaron la margen derecha del ro de Humaya, para llegar al lugar del mismo nombre; 1 y arribaron Colombo que, por su situacin, comprendo que debi existir donde hoy se ex-tienden los terrenos de Mucurim.

    1 El punto del Len, por donde los espaoles vadearon el ro para pasar Hu-maya, viene quedar en el extremo occidental de la moderna ciudad de Culiacn:'

  • XXV

    En dicho pueblo pernoctaron la vista del enemigo los dos destacamentos de caballera que haba avanzado uo de Gruz-mn, los que, al da siguiente, sin esperar el grueso del ejrci-to, derrotaron cosa de treinta mil indios, siguieron su perse-cucin hasta ms all de Culiacn, 1 distante de Colombo dos leguas, durante la cual tomaron prisionero al Seor de este lu-gar, que dijo ser hermano del de aquella ciudad, y la puesta del sol volvieron al campamento.

    El Seor de Culiacn mand decir el mismo da D. u-o, que ira presentrsele, y al siguiente le envi un obsequio de dos esclavos, una sarta de turquesas y unas mantas de algo-dn, pero no compareci; por lo que los tres das resolvi el conquistador ir adelante ro abajo, pas por la mencionadaciudad donde recibi nuevo aviso del cacique de que ya iba, y fu dor-mir otro pueblo, media legua distante, que se llam de la Pes-cadera. As prosigui tres das ms por las orillas del Humaya, encontrando muchos y grandes pueblos de uno y otro lado has-ta cerca del mar, al que no pudo llegar por los manglares y este-ros que le impedan el paso; y no hallando camino para otras partes, regres, encontrando que Culiacn haba sido incendia-do por los indios auxiliares que iban tras del ejrcito.

    No ha quedado noticia autntica de la situacin de esta ciu-dad, de histrico renombre, por donde en siglos anteriores ha-ban pasado las peregrinaciones toltecay azteca; mas yo presumo, que estaba donde hoy se encuentra, el pueblo de Culiacancito, no slo por la identidad del nombre, convertido en diminutivo des-pus de la fundacin de la villa espaola, sino tambin por la congruencia de la ubicacin de dicho pueblo con la que debi tener la ciudad antigua, segn se ve por el itinerario que sigui la conquista. Y adems, no hay indicio alguno de que ella haya existido en otra parte. 2

    1 La antigua ciudad azteca. 2 Culiacancito est sobre la derecha del Humaya, 3 leguas de la actual ciu-

    dad de Culiacn, y 12 del mar; y quiz por escribir 12, puso 2 el padre Tello,

    4

  • X X V I

    uo de Gruzrnn lleg all en la primera quincena de Mar-zo de 1531. Es constante, que tuvo el mircoles de ceniza en Bayla, en un pueblo antei'ior, segn otro de los relatores, lle-gando al da siguiente dormir en aquel; abora bien, ese da, segn el cmputo que be formado, debi caer en 2*2 de Febre-r o ; 1 y como Bayla dista de Culiacn cosa de 25 leguas, me pa-rece no ser exagerado el espacio de tiempo de 15 20 das, esto es, de 22 de Febrero al 14 de Marzo, en que el ejrcito deba salvar esa distancia, cuando no se sabe que baya hecho largas estadas en el trnsito. 2

    Los conquistadores hallaron, que la provincia era muy po-blada, y sus moradores de buena presencia, de muy gran razn, dice una de las crnicas, cortesanos en el vestir y muy delgados en sus tratos, y tenan muy grandes tianguis mercados, con gran copia de ropas, maz, pescados, frutas y otras provisiones para la subsistencia, como en Mxico; y aunque no conocan el oro, pero s la plata. Haba tambin muchas turquesas, de que por-taban pulseras los hombres y las mujeres principales en las pier-nas y en los brazos. 3

    Hasta aqu lleg uo de Gruzrnn con sus conquistas, aun-que pas ms adelante en sus exploraciones y descubrimientos, segn veremos despus. En el territorio que haba recorrido, co-que le atribuye esta distancia. Comunmente tambin, segn he indicado ya en

    otro lugar, han confundido los historiadores Culiacn con Navito en este punto,

    por haber llevado ambas villas el nombre de San Miguel, afirmando que la prime-

    ra dista del mar tres cuatro leguas, lo que slo podra decirse de la segunda.

    1 H e deducido esta fecha de otras de fiestas movibles tomadas en las actas del Ayuntamiento de Mxico del ao citado.

    2 Mota Padilla, en el captulo 14 nmero 4 de su Historia de la conquista de Nueva Galicia, supone uo de Guzmn en Culiacn en 3 de Diciembre de 1530, y D . Jos Fernando Ramrez dice lo mismo, aunque no expresa el ao. Habiendo datos para afirmar, que el conquistador sali de Chametla como mediados de Enero de 1531 y lleg el mircoles de ceniza el da siguiente Bayla, en camino para dicha ciudad, es inconcuso que no pudo hallarse en sta con anterioridad a las fechas citadas.

    3 1? Relacin annima y algunas de las otras.

  • XXVII

    i-respondiente la mitad meridional del Estado de Sinaloa, fun-d dos villas: la de San Miguel de Navito en el ro de San L o -renzo, que traslad en el mismo ao San Miguel de Culiacn; y la de este nombre, segn referir despus, la nica que ha per-manecido hasta los tiempos presentes.

    En todo el curso de la expedicin enviaba sus capitanes hacer excursiones distancias ms menos largas, por uno y otro lado de su ruta, hacia la costa y por el lado d la Sierra, combatiendo con los naturales que casi siempre le presentaban resistencia, ms propiamente, haciendo en ellos matanzas ho-rrorosas, pues era evidente, que sus armas y dems elementos de guerra, as como el fuerte auxilio que llevaba de indios me-xicanos, tlaxcaltecas y otras naciones recin conquistadas, cons-tituan una ventaja inmensa incontrastable para los naturales invadidos, quienes, por mucho que fuese su amor patrio y su va-lor en los combates, slo podan defenderse con flechas y otras armas completamente primitivas.

    El comandante espaol hizo esta guerra verdaderamente fuego y sangre. Rara vez eximi del incendio los pueblos por donde pasaba con sus tropas. Disculpbase, atribuyendo el des-mn los auxiliares del ejrcito, sin poderlo evitar: pero ningn jefe puede dar tales excusas, y menos un hombre como D. uo, que teniendo un carcter extraordinariamente enrgico, supo ejercitarlo en muchas ocasiones, esparciendo el terror con furi-bundos castigos, para domear las conspiraciones, mantener la disciplina de sus fuerzas impedir la desercin de sus soldados y auxiliares, veces intentada en grupos numerosos, siempre reprimida por l con exceso de escarmiento.

    Las crueldades que cometa con los naturales, en cuyas tie-rras llegaba poner el pie, eran veces tan inauditas como inne-cesarias, pues los aperreaba, ahorcaba quemaba vivos, por el ms leve motivo, aun sin razn alguna, pareciendo que anhe-laba imponerse desde un principio por la intimidacin; y en cuan-to los que sac de Mxico, Michoacn y otras provincias del

  • XXVIII

    interior, para echar sobre sus hombros los fardos, los haca, as ca-gados, caminar presos y con cadenas al pescuezo. 1

    Pero dejemos un lado estos lastimosos pormenores y siga-mos al conquistador en las exploraciones que emprendi despus de la toma de Culiacn.

    Habiendo vuelto de la costa, uo de Guzmn sigui con el ejrcito el curso del Humaya ro arriba, desde su desembo-cadura en el de Culiacn, hasta donde no pudo ya subir por la escabrosidad del terreno. En uno de los puntos del trnsito pa-s la Semana Santa, y en la Pascua, que debi ser el da 9 de Abril, despach buscar camino ms adelante Gonzalo L -pez, quien prosigui la exploracin hasta ms all de donde un ro grande lleva el rumbo del Norte. Ese ro, segn la geogra-fa del pas, no puede ser otro que el de Sinaloa, que desde el pueblo de Tecuciapa, cerca de la lnea divisoria con el Estado de Chihuahua, comienza tomar esa direccin, y baja de all en un inmenso arco de crculo sumergirse en las aguas del Golfo de California.

    Despus de haber andado cosa de cuarenta leguas, y por no haber podido avanzar ms adelante, regres D. uo la pro-vincia de Culiacn, y habiendo enviado al mismo capitn hacia el Oriente, para que por all pasase las sierras y buscase pobla-cin donde aposentarse, sali en su seguimiento principios de Mayo 2 con el resto del ejrcito. A cosa de 25 leguas de camino lleg un pueblo llamado el Guamuchil, nico punto hoy co-nocido entre los que toc en esta exploracin, el cual se halla situado en territorio del Estado de Durango, al pie de las sie-rras y orillas del mismo ro que baja baar la referida pro-vincia de Culiacn. En l aguard noticias de Gonzalo Lpez, y al recibirlas de que ya haba pasado las mayores alturas y se

    1 Garca del Pilar dice en su Relacin, hablando de la salida de Navi to : " y en todos estos tiempos pasados iban los amigos con cadenas al pescuezo con las pe-tacas, y as partimos de aqu dejndolo de guerra. " Los mismos tratamientos, y aun peores, se cbservarn tambin ms adelante.

    2 3? Relacin annima.

  • propona recorrer en seguida los llanos que se extendan su vista, se apresur levantar el campo mediados de Junio 1 ir en pos de l, antes que por la inminencia de la estacin de aguas se lo estorbase el crecimiento de los ros.

    Con suma dificultad subi basta la cumbre de las montaas, donde encontr Lpez, que ya vena de vuelta, despus de ha-ber recorrido setenta leguas de tierra llana, sin haber hallado comida ni albergue donde posrsela gente; as es que ordenla vuelta, dando fin una exploracin, que por entonces no ofre-ca espectativa, en la que ms de 45 caballos quedai'on despe-ados, y perecieron de hambre muchos indios auxiliares de M-xico y naturales de aquel pas, hombres y mujeres, que los es-paoles llevaban atados, para que cargasen los fardos hiciesen todo servicio. Acosados de la necesidad, huyeron doscientos de estos infelices en las fragosidades de la sierra, pero todos mu-rieron, con excepcin de cuatro cinco que se salvaron del de-sastre. Los que pretendan la fuga y eran descubiertos, moran ahorcados por orden de Gruzmn.2

    Juan de Smano, que fu comisionado para recoger y con-ducir las partidas de espaoles que quedaban atrs, camin con harto trabajo, porque las aguas eran ya muy fuertes y los ros venan muy crecidos, y lleg, dice l mismo, el da de San-tiago (25 de Julio) , al lugar donde haba sentado sus reales el ejrcito despus de su retorno, que fu tres das antes del suyo.

    Como en ese tiempo ya estaba de paz toda la provincia y va-rios otros pueblos, Guzmu envi llamar los Seores, de los cuales acudieron mucbos, y nombraron por su propia boca ms de doscientos pueblos sujetos ellos, que quedaron anotados por

    1 La misma. 2 Pilar dice, quo ' ' los espaoles uo coman sino carne, y os indios yerbas, por

    donde perecieron muchos de ellos." La 4? Relacin annima, que " e n esta vuelta perecieron mucha cantidad de indios amigos y naturales de aquella tierra, que lle-vbamos atados, mujeres y hombres, para nuestro servicio, por consentimiento de uo de Guzmn, los cuales murieron por no xener que comer, ni hallarse sino yerbas del campo."

  • X X X

    escrito. Y viendo la conveniencia de fundar en ella una villa, escogi un lugar propsito, en la ribera izquierda del ro de Culiacn, llamado entonces de Oraba, frente la confluencia del mismo con el de Humaya, tres leguas ro arriba de la anti-gua ciudad azteca, que ahora es un pueblo pequeo con el nom-bre de Cul'acancito, y all la erigi el 29 de Septiembre de 1531 con. el nombre de San Miguel de Culiacn, dndole ordenanzas, nombrando por cura al Bachiller Alvaro Gutirrez, por alcalde mayor al capitn Diego Fernndez de Proao y dejando para poblarla cien espaoles, cincuenta de pie y otros tantos de caballo. 1

    STo he visto documento que compruebe directamente, que la fundacin se hizo el da expresado, pero as se deduce de lo que refieren los cronistas. Garca del Pilar afirma, que ella se verific, pasados dos meses del regreso del ejrcito: la 4? Rela-cin annima, que vueltos de la expedicin por la Sierra un lugar donde se pobl la villa, estuvieron all fundndola dos tres meses: segn la Relacin de Smano, el ejrcito debi ha-ber vuelto con anterioridad al 25 de Julio, y asevera que, veri-ficada la fundacin, parti Guzmn para Jalisco el 15 de Octu-

    1 El padre Tello refiero la fundacin al ao de 1532; pero ya he demostrado, que Guzmn no pudo hallarse en tal ao en dicha ciudad; su intrprete, que le acompa durante toda la expedicin, se hallaba ya en Mxico el 24 de. Enero del mismo ao, dando su declaracin en el proceso que se'mand formar su jefe.

    En cuanto la ubicacin de la villa, la 1? Relacin annima es una de las que la confunden con la de Navito, fundada orillas del ro de San Lorenzo, antigua-mente llamado Ciguatn, y trasladada luego la de Culiacn.

    La 3'? Relacin dice, que Guzmn orden la villa en el ro de Aguatan, que no ha existido, queriendo tal vez decir Ciguatn, donde tampoco es cierto que se haya verificado su establecimiento, sino en el de Oraba, actualmente de Culiacn.

    Mota Padilla, ms desorientado, refiere que uo de Guzmn "envi sus em-bajadores la provincia de Navito y fu bien recibido; recorri sus rancheras, y advirtiendo la docilidad de sus moradores, determin fundar una villa con el t-tulo do San Miguel de Culiacn." Cmo es que resolvindose por la causa expre-sada fundar una villa en aquella provincia, la plant sin embargo en sta"?

    Todo depende de la confusin que se hace de los sitios en que dichas pobla-ciones fueron establecidas, originada quiz de la identidad del nombre de San Miguel, que ambas fu impuesto, y de la circunstancia de haber sido la primera trasladada la segunda en el propio ao de su ereccin.

  • XXXI

    bre. Las fecbas citadas tienden colocar ese suceso fines de Septiembre; pero sobre todo, as lo convence principalmente la dedicacin de la nueva villa San Miguel, cuya fiesta cae el da 29 del mencionado mes, y es bien sabido, cunto gustaban los espaoles de dar sus poblaciones el nombre del santo en cuya fiesta las fundaban.

    El fundador parti efectivamente el 15 de Octubre citado, pero antes de hacerlo, provey los pobladores de copia de ga-nados, yeguas, ovejas y puercos para criar, y . . . . la pluma se resiste escribirlo! para colmo de ingratitudes y cruelda-des, dej en la nueva poblacin mucha parte de los indios, que de Mxico y otras naciones haba llevado consigo la guerra, repartidos entre los nuevos vecinos en calidad de esclavos, en-cadenados por los pescuezos metidos en cepos, en pago de sus buenos servicios, por galardn de los rudos trabajos, que durante poco menos de dos aos haban pasado, cargando sobre sus es-paldas, por caminos y serranas, los numerosos y pesados fardos del ejrcito, haciendo los ranchos y buscando de comer pa.ra los soldados. A gritos pedan los infelices, que los dejasen ir al lado de sus mujeres hijos, y llor-aban al ver partir sus compae-ros, por el pesar del destierro y por la injusta vejacin de que se les haca vctimas. De mil doscientos tlaxcaltecas que D. u -o haba llevado la guerra, no escaparon con vida sino veinte; sin embargo, los veinte quedaron tambin encadenados, ex-cepcin de dos que llev consigo Gfonzlo Lpez . 1

    Y no se limit esto el proceder del brbaro conquistador, sino que dej tambin los colonos autorizacin para herrar in-dios en la provincia, reducindolos servidumbre, fin de que se ayudasen en el trasporte de vveres, por falta de bestias, y en el trabajo de las siembras, lo que todava no podan hacer los espaoles, por estar constantemente con las armas en la mano. Con motivo de esta autorizacin, ausente ya Gruzrnn que haba regresado Jalisco, ejecut Proao crueldades espantosas, que

    1 Relaciones de Garca y 4? annima.

  • XXXII

    el padre Beamont describe en los trminos siguientes: "estan-do los miserables indios en sus tianguis y mercados, vendiendo y comprando con suma paz, ecbaba gente y soldados para que los acometiesen, y mandaba aprehender los indios ms mozos y bien dispuestos, los que herraban, metan en collera y vendan. De esto tomaban ocasin los mandones y principales, para come-ter en la cobranza de los tributos inauditas crueldades y exor-bitancias. Haban de llevar estos miserables indios los tributos sus encomenderos, pagando la tardanza con la esclavitud de sus hijos, y ellos les clavaban los pies y las manos en los r-boles con herraduras, y all los tenan hasta que perecan, pi-diendo al cielo justicia. No pretendo aqu abultar otros excesos de tirana y crueldad que en esta conquista se ejecutaron, sino referir algo de los que nos dicen todos los historiadores de aque-llos tiempos, y por su atrocidad no se han podido disimular las que cometi y permiti sus capitanes uo de Gruzmn. Lo cierto es, que vista de estas crueldades se alz toda la provin-cia de Culiacn, y los indios de toda la costa quemaban sus pue-blos y bastimentos. Ms hacan todava, pues mataban sus propios hijos, por no poderlos llevar, y se fueron precipitada-mente las serranas, huyendo del furor de un tal Pedro Boba-dilla, quien, no menos cruel que Proao, sala con unos lebreles, y como si fuera cazar fieras y animales, daba sobre los indios con estos perros, que despedazaban muchsimos. Los espaoles honrados de aquella poblacin quedaron tan necesitados de ser-vicio y comida, que padecieron grandsimos trabajos." Hasta aqu el padre Beaumont.

    Por motivo de esos hechos atroces, y alarmado por el levan-tamiento de los naturales, uo de Gruzmn mand encausar al feroz Proao y lo conden degello; sin embargo, por empeo de Cristbal de Oate y otros le admiti apelacin para ante la audiencia de Mxico, donde el duro espaol slo fu condenado en las costas, merced la influencia de su to el comendador de sn mismo nombre. 1

    1 Mota Padilla, captulo XV, nmero 10.

  • XXXIII

    Cristbal de Tapia fu nombrado en lugar del funcionario depuesto, trat los indgenas con ms moderacin, y oblig muchos de los castellanos labrar por sus manos la tierra; pero tuvo el desconsuelo de ver, que la villa se despoblaba, porque muchos de sus habitadores, descontentos por estas medidas y por el hambre que reinaba en el pas, se salieron para el Per, cuyas riquezas eran un gran atractivo para los aventureros, y al mismo tiempo sufri la pena de ver la tierra asolada por la peste, de tal manera que el nmero de los indgenas qued re-ducido menos de la quinta parte, segn refiere uno de los his-toriadores.

    Como se ha visto, uo de Guzmn dio cima su empresa en poco menos de veintids meses, contados desde fines de Di -ciembre de 1529 hasta mediados de Octubre de 1531, y de ellos casi todos los ocho ltimos se estuvo en la provincia de Culia-cn y en las exploraciones que emprendi, despus de la ocupa-cin de esta ciudad, en las comarcas circunvecinas. Regres, co-mo he dicho, Jalisco, y una vez en l establecido, tom la providencia de enviar al capitn Cristval de Barrios, que haba llegado con gente de Mxico, poblar con ella y con la dems que all tena disponible, una villa con el nombre del Espritu Santo en la provincia de Chametla, que haba visto ser una co-marca esplndida, abundante en provisiones, tales como pesca-dos, gallinas, frutas y asimismo en algodn y otras cosas. De su situacin no han quedado seales, pues los cuatro aos se des-pobl, yndose sus habitantes las minas del Per, as porque no tenan esperanzas de medrar en la Nueva Galicia, como por-que se vean arrastrados por el movimiento de emigracin que emprendieron muchos vecinos de Culiacn, descontentos con motivo del hambre que all reinaba y de las medidas adoptadas por Tapia, segn acabo de referir. Se sabe, sin embargo, que la poblacin fu plantada orillas del ro de Quezala, que mi entender no era otro que el que en la actualidad se llama del Presidio. 1

    1 La 2? Relacin dice en su ltimo prrafo: " y sal (de Culiacn) con ocho de caballo la villa del Espritu Santo, que haba poblado Barrios en el ro

  • XXXIV

    Despus de haber estado este incansable emprendedor ocu-pndose, por algunos aos ms, de extender sixs conquistas por medio de sus capitanes y de organizar su administracin, tuvo un fin tristsimo, apenas digno de las atroces hazaas, con que manch su carcter de abogado entendido, guerrero valiente y poltico perspicaz, pues mandado procesar por real cdula de 17 de Marzo de 1536, fu preso y encerrado en las Atarazanas de Mxico el 19 de Enero ds 1537 por su juez de residencia y su-cesor en el gobierno de la Nueva Galicia Lic. D. Diego Prez de la Torre, y trasladado despus la crcel pblica, donde es-tuvo durante un ao, hasta que fu remitido Espaa y deste-rrado Torrejn de Velasco, sin haber logrado jams se le oye-sen sus descargos. All vivi en la miseria, olvidado de todos, y muri el ao de 1544. 1

    Expedicin Sinaloa,Llega hasta el ro Yacu,Su regreso,DeBobrese la muerto de Hurtado de Mendoza en la costa de Tamazula,Encuentran los

    espaoles Alvaro Uuez Cabeza de Vaca y sus compaeros, errantes en los bosques de Amrica,

    Y a he hablado de las exploraciones que despus de la con-quista de Culiacn se entreg D. uo de Guzmn por tres rumbos diferentes: el del Poniente hacia la costa, el del Norte y el del Oriente hacia la sierra. No me ha sido posible cercio-rarme de las que algunos autores afirman que orden en Octu-bre, raz de la fundacin de aquella villa y antes de volverse Jalisco, confindolas: s mismo, con el capitn Cristval de Oate, llevando el rumbo de Capirato; al capitn Jos de A n -de Quezala, que es en la provincia de Chametla.' ' El padre Tello refiere la funda-

    cin do esta villa al ao de 1532.

    1 Esta fecha es do Mota Padilla, quien sigue D. Jos Femando Ramrez en sus "Noticias histricas de uo de Guzmn. " Sin embargo, en la Coleccin de documentos inditos del archivo de Indias, publicada en Madrid, tomo 29, he en-contrado un poder que uo de Guzmn otorg Melchor Vivar en 3 de Julio de 1048, as como varios escritos suyos y notificaciones que se hicieron l personal-mente, en el ao referido y en el siguiente. Esto, cuando menos vuelve dudoso el da de su fallecimiento, del que no he podido cerciorarme por otro lado.

  • XXXV

    guio para Topia rumbo al Oriente; y al capitn Peralnvindez Chirinos para Sinaloa rumbo al Noroeste. Ninguno de los cro-nistas que tomaron parte en la conquista de la Nueva Galicia hasta su terminacin, hablan de estas tres expediciones, como dispuestas en el tiempo indicado; bien al contrario, las noticias que dan, aparecen pugnando con ellas.

    Consta, que uo de Guzmn volvi Jalisco en Octubre de 1531, los pocos das despus de la ereccin de la villa men-cionada; luego no pudo haber tomado para s el encargo de una de las expediciones referidas. Tampoco pudo hacerlo Oate, puesto que regres para Jalisco junto con aquel jefe, de quien recibi una comisin en Chametla. 1

    La expedicin de ngulo parecera innecesaria, porque el mismo conquistador acababa de llevarla efecto personalmen-te, cuando desde el pueblo del Guamuchil encumbr la sierra de Topia, y avanz Gonzalo Lpez para que recorriese las lla-nuras de Durango. 2

    En cuanto Peralmindez Chirinos, es claro que no pudo haber sido el jefe de ninguna de las expediciones insinuadas, porque desde el 7 de Septiembre de 1530, es decir, haca ms de un ao, haba sido despachado por D. uo para Mxico, se-gn dej dicho en su oportunidad, especie de que clan testimo-nio varias de las Relaciones citadas en esta Introduccin. 3

    Sea de esto lo que fuere, en lo cual no hago ms que expo-ner las razones que tengo para dudar de la salida de tales ex-

    1 Dico la 4? Relacin annima: ' 'Y nos partimos de esta provincia (Culiacn), caminando por nuestras jornadas la vuelta de Jalisco, y desde Chametla, que esta-ba de guerra, envi Cristoval de Oate con diez de caballo Tepic, saber si estaba all poblado Francisco Verdugo, como l le haba mandado cuando le envi del camino. " Lo inismo dice Pedro de Carranza en su Relacin constante entre los Documentos inditos del archivo de Indias, tomo 14, pgina 370.

    2 El padre Tello y Mota Padilla hablan de la expedicin confiada ngulo. El padre Frejes, que frecuentemente aparece menos verdico eu sus noticias, dice que ngulo fu enviado invadir las costas del Golfo de California, rumbo con-trario al que le asignan los otros historiadores.

    3 Las de Pilar y Smano y la 3? y l a 4 annimas.

  • XXXVI

    pediciones en la poca que se indica, lo cierto es: que la que se dirigi la provincia de Sinaloa, la ms importante, as como la ms pertinente los propsitos de la presente historia, tuvo lugar en 1533 bajo la conducta de Diego de Guzmn, nombra-do por D . uo para conquistar y pacificar esa comarca: que ella fu narrada por el mismo capitn que la llev cabo, cuya relacin se registra en los Documentos inditos del archivo de Indias, 1 y en los puntos sustanciales est conforme con la 2? Relacin annima, lo que prueba que sta fu escrita por algn otro de los que iban en esa ocasin: y que si hubo otra entrada dicha provincia, dirigida por Peralmindez Chirinos, segn unos, por Hernando del mismo apellido, su sobrino, segn otros, saldra algn tiempo despus, porque slo as se puede compren-der, que habiendo este capitn encontrado en su marcha Ca-beza de Vaca y sus compaeros, como se dir ms adelante, no hayan stos llegado Culiacn sino hasta 1536.

    Voy contar brevemente los sucesos de la expedicin que condujo Diego de Guzmn, segin se deducen de las dos Relacio-nes mencionadas. Sali dicho Jefe del Valle de Culiacn el vier-nes 4 de Julio de dicho ao de 1533, hizo su primera jornada de 4 leguas un punto llamado los Guamchiles. El da 12 lle-g al ro de Mocorito, sin saberse el punto que toc, y el do-mingo 13 baj cinco leguas en dicho ro, de donde mand ade-lantar con un destacamento Francisco Velasquez, que en tres jornadas de cuatro leguas lleg al pueblo de Tamazula, hacia la costa, en la orilla derecha del ro de Sinaloa, llamado antes Petatln, al que arrib despus el grueso del ejrcito.

    Estando en este pueblo, Guzmn dijo, que para los diversos actos de posesin que tena que tomar y otros, llevaba de escri-bano Andrs Alonso, y como tal lo acredit y lo hizo constar ante este mismo y cinco testigos, en 28 del mes de Julio ya ex-presado.

    Los espaoles vieron en ambos ros, de Mocorito y Sinaloa,

    1 Tomo 15, pgina 325.

  • XXXVII

    Jas casas de los indios cubiertas de esteras, que en Mxico tienen. el nombre de petates, por lo que despus ban solido confundir-los las relaciones histricas bajo el mismo nombre de Petatln, aunque el ltimo de los mencionados ha sido generalmente el dueo de esa denominacin. Hallaron, asimismo, que los hom-bres iban vestidos de cueros de venado adobados, cosidos uno con otro y puestos por debajo del brazo atados al hombro, y las mujeres con una pampanilla que slo cubra las partes secretas; que adoraban al sol sin sacrificio alguno, y hablaban una misma lengua.

    Los invasores anduvieron treinta leguas, subiendo por la orilla del ro, primeramente por la del Sinaloa y despus por la del Ocoroni, que pocas leguas se le une por su margen de-recha, y desprendindose de l cierta altura, llegaron la iz-quierda del ro del Fuerte, 1 al medio da, al cabo de una jornada de seis leguas por tierra'-llana y con los caballos fatigados del mucho sol que haca, por lo que no creyeron conveniente atacar los tres escuadrones de indios que guardaban la entrada del pueblo que tenan la vista, menos que stos lo hiciesen pri-meramente, y as pasaron por entre ellos y se metieron en el pueblo, sin que los enemigos, que callaban como espantados, se atrevieran intentar nada en su contra, antes bien tomaron la determinacin de retirarse ro arriba.

    Los espaoles encontraron la poblacin deshabitada, pero consideraron que deban emplear en el caso mucha vigilancia, y en la noche prendieron algunos naturales, que iban ver qu gente era aquella y averiguar lo que queran. Una partida de soldados, de pie y jinetes, sali al da siguiente explorar por el mismo camino que haban llevado los grupos de indgenas,

    1 Tanto la Relacin de Diego de Guzmn, como la 2? annima, refieren, que de Tamazula fueron los expedicionarios por el ro arriba treinta leguas, y dieron en una provincia que se dice de Sinaloa. Efectivamente, orillas del ro del Fuerte se hallaba poblada la tribu propiamente llamada con dicho nombre, y de esta cir-cunstancia proviene tambin, que algunos escritores hayan confundido el ro del Fuerte con el de Sinaloa.

  • XXXVIII

    pas por tres cuatro pueblos desamparados, y las tres leguas el comandante de la partida cogi un indio, que le inform, que corta distancia estaban todos los dems reunidos, y con el cual mand llamar de paz los caciques. Acudi uno de es-tos con setecientos de los suyos, todos en Hilera y provistos de una caa verde, que iban poniendo en el suelo, una sobre otra, en seal de sumisin, y en seguida formaron rueda sentados en cuclillas.

    A ese tiempo, se pusieron en libertad los que se Haban to-mado prisioneros, entre los cuales baba uno que pareca ser prin-cipal, quien se puso en medio de la rueda hablarles por espa-cio de ms de una hora, ponderndoles la grandeza de los es-paoles y advirtindoles que les convena volverse sus casas. Acabada la pltica, los caciques dijeron, que para mejor servir, queran estar cerca de los cristianos, y en consecuencia lleva-ron al pueblo sus mujeres hijos, adems de muchas otras gentes que metieron en secreto, poniendo otro cuartel junto al de aquellos.

    Esta sumisin era engaosa, y slo tenda inspirar con-fianza y disimular los medios de ejecucin de una celada dis-puesta para matar los castellanos. Velaban los astutos indios por grupos de cincuenta, unos enfrente de otros, rodilla hin-cada, arco y flechas prestos y en actitud de tirar, y rendan al mismo tiempo que los espaoles. Esperaban hallar stos des-prevenidos, pero no logrndolo, pues haba no menor cuidado de parte de ellos, al cabo de treinta das de esta faena intil en-viaron de noche fuera del pueblo sus mujeres y mucha parte de los guerreros, y al da siguiente emprendi la fuga el resto para un monte cercano, siendo alcanzados algunos de ellos, por los que se puso en claro el sospechado secreto.

    Los expedicionarios, detenidos en este lugar por la fuerza de las lluvias, permanecieron en l ms de cuarenta das desde el 3 de Agosto hasta el 17 de Septiembre, durante los cuales se alimentaron abundantemente con liebres, palomas, trtolas y

  • XXXIX

    otros animales, que los indios cazaban flechazos para proveer sus huspedes. En la fecha ltimamente expresada, calma-das un tanto las aguas, pasaron el ro en balsas, anduvieron trein-ta leguas sin camino, por tierras llanas, despobladas y muy se-cas, no encontrando donde apagar su sed sino en lagunas de agua llovediza, y el 24 del mismo mes de Septiembre alcanzaron las riberas del ro Mayo, menos pobladas que las del anterior, donde los indios hicieron demostracin de darles guerra, pero en breve huyeron, y aquellos fueron aposentarse en uno de sus pueblos abandonados. 1

    Habiendo pasado este ro el martes 30, y llevando un indio viejo por gua, porque no haba camino, anduvieron en demanda del Yaqui, sin hallar poblado hasta el sbado 4 de Octubre que llegaron su margen izquierda, y al siguiente pasaron el ro sin resistencia.2 En la otra banda hallaron un pueblo pequeo des-habitado, y siguiendo ro abajo por un camino ancho, despus de algn rato de marcha, divisaron en un gran llano una mul-titud de indios, que se movieron en direccin ellos, arrojando puos de tierra para el cielo, templando los arcos y haciendo vi-sajes, i

    Uno de ellos, su jefe, que se distingua por sus arreos estram-bticos, relumbrando por las conchas de perla de que estaba sem-brado su vestido, cuando vio las tropas castellanas como dis-tancia de dos tiros de piedra, se adelant, hizo con el arco una raya muy larga en el suelo, se hinc de rodillas sobre ella, bes

    1 Con remarcable error dice la 2? Relacin, que saliendo del ro de Tamazula para el Sur, llegaron los espaoles al ro Mayo. En primer lugar, la salida que se acaba de hacer referencia, no fu del Tamazula, sino del Fuerte, al cual sigue el Mayo hacia el Norte en el orden de ubicacin sucesiva. En segundo lugar, em-prendiendo el viaje del Fuerte para el Sur, hubiera vuelto la expedicin al ro de Sinaloa, que es el mismo que corre por Tamazula, y emprendindolo del Tamazula con dicho rumbo, aquella hubiera vuelto su punto de partida, alejndose ms y ms del Mayo, que, como he dicho, est en situacin ms septentrional. Los con-quistadores debieron tomar una direccin ms menos aproximada al Noroeste, para poder llegar al mencionado ro Mayo.

    2 Este da era vspera de la virgen del Rosario. La 2'} Relacin annima dice que llegaron el da de Nuestra Seora.

  • XL

    la tierra, y en seguida puesto en pie comenz hablar dicin-doles que se volviesen y no pasaran la raya, porque si la pasa-sen, seran muertos todos. El comandante espaol les contest por medio del intrprete, que l y los suyos no iban hacerles mal, sino tenerlos por amigos; y que se volviesen sus casas llevarles provisiones de comida. A esto replicaron los indge-nas, que as lo haran, despus de atados ellos y los animales que llevaban, que eran los caballos, para cuyo efecto comenzaron pronto sacar unas cuerdas que traan ceidas al cuerpo. Los espaoles no esperaron la realizacin de la amenaza, desde lue-go tiraron los enemigos un caonazo con unapiececita de cam-paa, y en seguida arremetieron contra ellos y lograron disper-sarlos, tras de lo cual volvieron aposentarse en el pueblo que haban encontrado abandonado. All fueron curados cinco seis soldados y doce caballos que resultaron heridos, siendo adems muerto otro de stos. 1 Dice el autor de la Relacin, que desde que estaba en Amrica, jams haba visto otros indios pelear tan bien y con tanto valor como los del Yaqui.

    Curados los heridos, salieron los espaoles el 20 de Octubre explorar el pas por la orilla del ro, tanto arriba como abajo hasta la costa; el domingo 2 de Noviembre lo repasaron para re-gresar; y del 23 al 28 del mismo mes se estuvieron en un pue-blo llamado Teocomo, cuya situacin ha quedado ignorada, pero que al parecer debi hallarse en el ro de Ocoroni, siete ocho leguas de Tamazula, en el cual los expedicionarios acabaron de confirmar las sospechas que ya tenan, de que en aquella costa haban tocado otros crstianos antes que ellos.

    Efectivamente, en su trnsito por el dicho pueblo de Tama-zula, de ida para el Yaqui, haban visto los indios con sartas de clavos de las cintas de los espaoles al cuello y en los brazos, espadas sin guarniciones, cuchillos y otros objetos, que no po-

    1 Estas cifras son de la 2? Relacin annima, la cual aade, que solo llevaban diez y siete caballos por todo. Diego de Gruzmn dice, que los heridos fueron diez caballos y dos soldados.

  • XL1

    dan ser productos de la industria indgena. Por entonces no pudieron averiguar su origen, pero su vuelta en Teocomo, vie-ron en poder de una india un pedazo de capa de Londres nue-va, y preguntndola acerca de su procedencia, as como otros indios, sacaron la verdad, y era: que linos extranjeros Haban llegado en una embarcacin la boca del ro ele Sinaloa, y te-niendo necesidad de bastimento, saltaron tierra en nmero de quince veinte, se internaron siguiendo por sus orillas los ras-tros de la gente del pas, arribaron de esta manera los pue-blos, donde por el Hambre y el cansancio se descuidaron, y en la nocHe, dormidos, fueron muertos por los naturales, quienes en seguida mataron tambin los pocos que permanecan bor-do, de manera que no qued uno que fuese dar la noticia del desastre.1

    Este fu el triste fin atribuido al capitn Diego Hurtado de Mendoza y la tripulacin del navio que bajo sus rdenes Ha-ba Hernando Corts enviado de Acapulco el ao anterior, ex-plorar las costas de estos mares, junto con otro cuya tripulacin pereci^ tambin, casi por completo, manos de los indios del Valle de Banderas.

    La expedicin volvi pasar el ro de Sinaloa probablemen-te por Guazave, cerca de este lugar, pues Diego de Guzrnn dice, que lo Hizo media legua despus de la entrada del arroyo de Teocomo, y cuatro jornadas antes de volver al ro de San-tiago, nombre que haba puesto al que pasa por Tamazula, aun-que en verdad no hay ms que cinco leguas de Tamazula Gua-zave. El jueves 25 de Diciembre lleg al ro de Mocorito, donde haba sido enviado Sebastin de Evora de encomendero por Diego de Proao; el 26 baj hacia la costa y el 3 0 3 lleg

    i,

    1 La Relacin de Diego de Guzmn expresa el nombre del pueblo en que se verific esa matania, Crumemc, hoy completamente ignorado.

    2 La 2? Relacin expone, que llegaron Cnliacn en la vspera de Navidad, es decir, el 24 de Diciembre. Es probable que entonces se haya verificado la en-tra

  • XLII

    toda la fuerza al Valle de Culiacn, encontrando la provincia sublevada por las causas que antes se han expresado.

    La expedicin Sinaloa que se atribuye Chirinos, as co-mo el encuentro de los nufragos de la Florida, no aparecen mencionados en ninguna de las Relaciones que me be referi-do en esta Introduccin; quiz tuvieron lugar despus, como be insinuado poco lia. Ignoro los detalles de la primera, y slo po-dr narrar el segundo, porque .es un episodio comunmente rese-ado en las historias, cuya fe me atengo.

    Cuando los espaoles haban salido del Yaqui, de vuelta para Culiacn, llegaron dicho ro tres paisanos suyos, que eran A l -varo Nez Cabeza de Vaca, Alonso del Castillo Maldonado, Andrs Dorantes y adems el negro Estevanillo, nico resto de la expedicin de Panfilo de Narvaez, que habiendo llegado la Florida en 1528 y perdidoso en el propio ao, se disemin, sal-vndose slo con vida los antedichos. Con. una constancia ini-mitable y en medio de mil sufrimientos, peregrinaron entre los indios, veces desnudos enteramente, otras cubiertos con pie-les, la intemperie y la ventura, hasta que despus de haber atravesado el ancho continente americano, llegaron cerca de la costa del Pacfico, y en el Yaqui tuvieron noticia de los con-quistadores que en l haban estado.

    Siguiendo sus huellas, lograi'on en Ojitos, lugar situado seis leguas al Sur de la actual villa del Fuerte, alcanzar al capitn Lzaro Cebreros, quien apenas podan hablar por la emocin. Llevaban el cabello hasta la cintura, la barba hasta el pecho, los pies descalzos, el semblante tostado del sol y del fro, el cuer-po vestido de pieles y la cabeza cubierta con sombreros de pal-ma: iban acompaados de muchedumbre de indios, por quienes eran reverenciados, causa de las curaciones que hacan. Con-ducidos por Cebreros Diego de Alcaraz, que en unin de l y otros cuatro soldados haba sido enviado en su busca, luego que se tuvo noticia de su aparicin en el pas, caminaron todos jun-tos hacia el ro de Sinaloa, donde por Chirinos eran esperados,

  • XLIII

    y all, con los indios que no quisieron volverse sus tierras, fun-daron los peregrinantes los pueblos de Apucha y Popuchi. Es probable que estos pueblos, cuyo nombre es hoy desaparecido de la geografa sinaloense, hayan sido reducidos despus por los misioneros al de Bamoa, que es el xnico de dicha provincia, donde en tiempo de la colonia se hablaba el idioma pima, que es originario del Gila.

    Con el relato que acabo de hacer, parece incombinable el que presenta la historia de "Mxico travs de los siglos," to-mo 29, pgina 234, donde dice: que Alcaraz y los que le acom-paaban, quisieron hacer esclavos y herrar los indios que con-duca Cabeza de Vaca, lo que se opusieron ste y sus compa-eros espaoles: que los indios huyeron, perdiendo as dicho individuo cuanto haba reunido de valor de curiosidad en su viaje: que Alcaraz quiso valerse de los recin llegados para re-ducir de paz aquellos pueblos, pero el odio y temor de stos los cristianos inutiliz casi del todo esa intervencin: y que en-tonces Alcaraz envi Cabeza de Vaca y sus compaeros pre-sos Culiacn, custodiados por Cebreros, dos espaoles y algu-nos indios, siendo tan maltratados y pasando tantos trabajos en este viaje, como cuando lo haban hecho entre los salvajes. So-lo con mejores datos, que por ahora no poseo, me atrevera resolver acerca de estas contrarias versiones.

    Cabeza de Vaca, con sus compaeros, lleg Culiacn en 1536, siendo Melchor Daz capitn y alcalde mayor de la pro-vincia, y en 15 de Mayo de ese ao rindi ante escribano pbli-co declaracin jurada de los sucesos que le haban pasado. Pro-sigui su viaje hasta Compostela, donde estaba uo de Guz-mn, y lleg Mxico en 23 de Julio siguiente presentarse al virrey D. Antonio de Mendoza, quien pint con halage-os colores los pases situados al Norte de Sinaloa, lo que lo hi-zo concebir el proyecto de mandar reconocerlos, para emprender su conquista.

  • XLIV

    Expedioin de Coronado hasta Quivira. Estrada de Francisco de loara, Funda la villa de San Juan Bautista do Sinaloa, destruida al poco tiempo por los indios, Retrocede la pro-vincia de Chametla y funda la villa de San Sebastin. Queda Sinaloa separada de la Nueva Galicia y agregada Nueva Vizcaya, Expedicin de Montoya, Funda la villa de San Fe-lipe y Santiago, Llega el gobernador Bazn y pasa el ro Mayo, Su destitucin,

    Y a lie indicado, que uo de Guzmn, al ser preso en 1537, fu sustituido por el Lic. Diego Prez de la Torre en el gobier-no de la Nueva Galicia, que entonces comprenda todos los pa-ses descubiertos y conquistados por aquel. A l morir el Lic. P -rez de la Torre en 1538, dej el gobierno en manos de Cristo val de Oate, pero en el propio ao el virrey nombr gobernador interino Francisco Vzquez Coronado, que fu confirmado en dicho puesto por el rey en cdula de 18 de Abril de 1539.

    Desde luego el nuevo funcionario, sabiendo los apuros en que se hallaban los pobladores de Culiacn, por la guerra que les haca un poderoso cacique llamado Ayapin, fu socorrer-los, logr prender ste y lo ahorc. Pacificada la provincia, envi la exploracin proyectada por el virrey al padre Pr. Marcos de Niza, acompaado del negro Estovan y algunos in-dios. El padre Niza parti de Tonal para Culiacn, sali de esta ciudad el 7 de Marzo de 1539, avanz hacia el Norte, mu-cho ms all de la antigua Sinaloa, lleg con sus compaeros hasta divisar Cbola, donde Estovan fu muerto qued ex-traviado entre las selvas, de all regres Mxico, y en 2 de Septiembre entreg personalmente al virrey su informe por es-crito, animndolo mandar una expedicin esas comarcas.

    Coronado recibi del virrey la comisin de ir conquistar y poblar las tierras descritas por el padre Niza, con cuyo motivo reuni en Compostela, entonces capital de la Nueva Galicia, hoy poblacin perteneciente al Territorio de Tepic, toda la fuerza que deba llevar, sali con ella en los primeros das de Marzo de 1510, 1 despus do haber nombrado teniente de gobernador Cristval de Oate, lleg Culiacn, donde permaneci un mes para proveerse de vveres, y en Mayo tom de nuevo el camino

    1 Herrera dice, que fu la salida en 1539.

  • XLV

    con direccin al pueblo de Sebastin de vora, que as se lla-maba entonces Mocorito, porque haba sido encomienda de un portugus de ese nombre, aunque por entonces ya no lo era, pues el encomendero lo haba abandonado por su apartamiento y no poder mantener guarnicin en l.

    Este pueblo fu la vctima de una hecatombe horrible orde-nada por Coronado, segn refiere uno de los historiadores de la conquista de que me ocupo. Luego que el ejrcito, dice, lleg Culiacn, dicho jefe trat de reforzarlo, y al efecto mand tropa al pueblo de Sebastin de vora, y habindola recibido los indios de paz, solamente por el dicho de uno de los malcon-tentos con sus jefes, que le dijo trataban de resistir sus rde-nes, los mand llamar. Se presentaron 150 indios de dicho pue-blo sin armas, creyendo que se les iba hacer algn regalo, y brego qixe los vio Coronado, sin averiguacin alguna ni otra for-malidad, los mand degollar. 1 De esta suerte, y con la misma conducta, fu invadiendo lo ms de la Sonora, y no es de extra-arse tal proceder, pues el mismo historiador afirma, que jams dio este jefe cuartel los indios, y cuantos haba las manos los pasaba cuchillo, y dejaba colgados los cadveres en los montes.

    Prosigui el general su marcha, y cerca de los lmites sep-tentrionales de la provincia de Sinaloa, como doce leguas antes de llegar la que despus se llam Sonora y comenzaba en el Yaqui, fund la villa de los Corazones, en un valle que Cabe-za de Vaca y sus compaeros haban llamado con ese nombre, porque los naturales les ofrecan como alimento los corazones de los animales que mataban. Dej para poblarla 60 espaoles, con el capitn Melchor Daz de alcalde mayor, quien ya antes lo haba sido de Culiacn, y en esta ocasin tuvo la desgracia de morir de una manera casual el 18 de Enero de 1541, al re-

    1 Frejes, de quien ho tomado esta relacin, atribuye sin ambajes el hecho Coronado; Mota Padilla un vecino de Culiacn, quien considera indigno de que su nombre sea mencionado.

  • XLVI

    greso de un viaje que hizo en busca del mar del Sur, quedando por esta causa el capitn Diego de Alcaraz como alcalde mayor de la naciente poblacin. Este comenz tratar con dureza los indios; hacalos esclavos; y para poblar la villa, robaba las hijas y mujeres de los naturales que la simplicidad del pas per-mita andar solas por los campos. Los brbaros, irritados con tan injuriosos procedimientos, sorprendieron el lugar en una oscura noche, matando sus pobladores, de los que no escapa-ron con vida ms que seis. Dos pasaron adelante dar la noti-cia Coronado, uno fu muerto en la fuga y los otros tres, in-cluso el clrigo que haba quedado de cura, fueron dar Cu-liacn. Tal fu el resultado de la primera poblacin espaola fundada en la primitiva Sinaloa.

    Por su parte Coronado, fundada la villa de los Corazones, y avanzando con el grueso del ejrcito ms al Norte, haba visi-tado Cbola y Tiges, y de este pueblo sali el 23 de Abril de 1541 para Quivira, sin quedar satisfecho con el resultado que hasta all le brindaba su conquista, tanto por la insignificante importancia de los pueblos que haba recorrido, como porque no vea brillar el oro y la plata que imaginaba encontrar en su ca-mino. De Quivira fu otra vez Tiges, pasar all el invier-no, y habindose enfermado consecuencia de un gran golpe que se dio cayendo de un caballo, retrocedi para la Nueva Ga-licia, no quiso recibirse del gobierno que Oate trataba de res-tituirle y luego parti para Mxico, donde no fu bien recibido del virrey, por haberse vuelto sin su orden. Tal fu el xito que tuvo la segunda expedicin que pas por la antigua Sinaloa.

    No fu ms feliz el de la tercera. El virrey D. Luis de Ve -lasco, padre, envi por primer gobernador de la Nueva Vizcaya D. Francisco de Ibarra, quien por el ao de 1563 atraves la Sierra de Topia y entr en la mencionada provincia, donde fun-d con 60 espaoles, en la ribera izquierda del ro del Fuerte, la villa de San Juan Batitista de Sinaloa. Este nombre le fu impuesto por el de la tribu de Sinaloas que habitaba en las mar-

  • XLVII

    genes de dicho ro, nombre que tambin se daba en un princi-pio ste, lo mismo que el de Zuaque, segn era el de las tri-bus que poblaban sus orillas. 1 Ibarra dej por juez en la nueva poblacin un valiente capitn, llamado Es t van Martin Bohor-quez, y por cura al Lic. Hernando de Pedroza, con tres religio-sos franciscanos encargados de la conversin de los indios, y se intern en Sonora, de donde retrocedi por la noticia que tuvo de haberse descubierto ricos minerales en la provincia de Cha-metla, en cuya demarcacin, aunque no estaba bajo su gobier-no, erigi la villa de San Sebastin, que hoy se titula ciudad de Concordia.

    Por este hecho, de todas las tierras conquistadas por uo de Guzmn, descubiertas con posterioridad por sus capitanes sucesores, y que por lo mismo pertenecan Nueva Galicia, qued desprendida una parte, la que de la provincia de Chamo-ta se extiende hacia el Norte, que desde entonces sigui reco-nociendo al gobierno de Nueva Vizcaya.

    Poco despus del regreso de Ibarra, los indios de Ocoroni y los Zuaques dieron muerte Fray Pablo de A.cebedo y Fray Juan de Herrera, as como quince espaoles que haban ido comprar maz sus pueblos, despus de haberlos falsamente aca-riciado con algunos vveres de que estaban muy necesitados, y luego atacaron la villa, la que prendieron fuego por varias par-tes. Obligados los vecinos retirarse un fortn de madera que fabricaron toda prisa, dieron aviso Culiacn,