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ARTE ISLÁMICO Y BIZANTINO – 2º Curso – GRADO - Curso 2011/2012
Ficha para el comentario de la obra (Todos los datos deben rellenarse en la ficha y a ordenador.) Profesora: Concepción Abad Castro
ALUMNO: Ruiz Vázquez Laura GRUPO: 220
OBRA ELEGIDA:
La Gran Mezquita de Damasco.
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IMAGEN (Insertar imagen o imágenes de la obra analizada, incluyendo a pie de página
la referencia de dónde se ha obtenido).
Imagen de la ubicación de Damasco. Fuente: “http://maps.google.es”
Imagen panorámica de la mezquita. Fuente:”
http://www.almendron.com/arte/arquitectura/islam/cap_03/imagenes/mezquita_omeyas.htm
3
Planta de la Mezquita de Damasco. Fuente:
http://www.almendron.com/arte/arquitectura/islam/cap_03/imagenes/concepcion.jpg
Fases de la construcción de la mezquita y formas en las que se orientan las arquerías con respecto a la quibla. Ambas imágenes
obtenidas de : “http://otraarquitecturaesposible.blogspot.com.es/2011/05/la-mezquita-
catedral-de-cordoba-para_07.html”
4
Vista del patio de la mezquita. Fuente: “http://rutanomada.com/wp-
content/uploads/2009/06/mezquita.jpg”
Imágenes interiores de la mezquita. Fuentes:
Superior obtenida de
http://4.bp.blogspot.com/-
AFzEiAiEe9E/TcR37uUIjYI/A
AAAAAAABCM/OoxB7dA2
wNk/s1600/007-
Mezquitacordoba-Damasco-
Interior.jpg
-Inferior:
http://www.frado.net/dioptrias/i
mages/20070906195117_dsc05
149.jpg
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ANÁLISIS DE LA OBRA (Se trata de realizar un estudio personal de la obra,
ubicándola en el contexto artístico, cronológico, etc. al que corresponda. Para este apartado se pueden utilizar tantas páginas como sean necesarias. Pueden introducirse más imágenes de la obra estudiada, de otras similares o de todo aquello que se considere necesario)
En esta parte pretendo exponer de una manera argumentada lo que he pretendido desarrollar
en el presente trabajo acerca de La Gran Mezquita de Damasco.
En primer lugar he hecho un breve resumen de la historia del Islam, encajando fechas y las
diferentes partes de su conquista y revoluciones llevadas a cabo por la fe religiosa que en
algunas ocasiones rozaba el fanatismo. Hare pues una breve valoración a cerca de como
gracias a este expansionismo y el empleo de materiales más “económicos” hicieron posible
que en un lapso de tiempo relativamente corto este arte hubiera traspasado fronteras y
logrado un vasto número de seguidores.
En un segundo punto, hago una breve reflexión acerca de cuáles son las más principales
características de este arte, combinado con las diferentes zonas en las cuales sus campañas
militares fueron victoriosas y ello les obligó a levantar edificios que dieran veracidad de que
se trataba de una conquista efectiva. Veremos también las diferentes variantes que se van
dando a medida que el tiempo pasa y las evoluciones se que hacen evidentes.
En tercer lugar, hago un breve análisis contextual que llevó a la construcción de La Gran
Mezquita de Damasco, no solo hablando de al-Walid (califa que la hizo construir), sino
relacionando como el arte islámico, sus características y el edificio que había previamente
situado en su emplazamiento, sirvieron para llevar a cabo la mezquita. Siguiendo la línea
anterior, no solo analizare sus técnicas artísticas como su iconografía, sus detalles o la
simbología de estos, sino que todo ello lo encuadrare en un contexto histórico político y
sociocultural que –creo- ayudara a la comprensión de la obra.
Para este trabajo, no solo me he apoyado en libros y documentos de la bibliografía
recomendada de la asignatura, sino que además he consultado diferentes catálogos, anuarios
y trabajos de antecesores que han estudiado el edificio. Sin embargo, esto se verá a lo largo
del texto en las diferentes citas y alusiones a los textos y finalmente de manera más
pormenorizada en la bibliografía.
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La poderosa irrupción del mundo islámico, en el transcurso del siglo VII, sobre la ribera
opuesta del mediterráneo, no constituyo para Europa solamente una terrible amenaza –
que, por lo demás no tardó en hacerse efectiva- sino también una prueba perturbadora.
La fe religiosa, rigurosamente monoteísta y espiritualista, que proclamaba la
omnipotencia de Alah, predicada por Mahoma –el rasul1 no confundido con un ser
divino ni tomado por hijo de Dios- primero en La Meca y después en Medina y
consagrada por el Corán. Hacia el año 610 el Profeta recibió la primera de una serie de
revelaciones visionarias del arcángel Gabriel, que habría de dictarle en las visiones
siguientes la totalidad del Corán la palabra de Dios tal como se la comunicó al Profeta2
Sin embargo, esa fe, cambiándose en expansionismo fanático, se difundió con velocidad,
suscitando millones de seguidores, incluso en tierras que conservan vestigios de
avanzadas (y variadas) culturas, sometidas antaño al dominio de Roma. Frente a una
Europa en decadencia, que tendía a extinguirse en la cerrada e inmóvil economía
medieval y que se encaminaba al fraccionamiento político del feudalismo, el Islam
representaba no solo una cultura ascendente y en movimiento, sino una gran fuerza que
tendía a la unificación y a la superación de barreras nacionales y raciales.
Es verdad que en la nueva cultura islámica confluyen, con complicadas adaptaciones,
elementos aportados por anteriores civilizaciones. Intransigente en materia de fe, el
régimen árabe es, para lo demás acogedor y dispuesto a adaptarse. Y es verdad, por otra
parte que –después de aquellos siglos VII, VIII y IX, que representan su momento
clásico- la larga historia del Islam asistirá a tendencias centrifugas, a veces con
fenómenos heréticos, que disgregaran su antigua estructura unitaria en los avatares de
los diversos estados musulmanes. Pero esto no basta para destruir el ideal patrimonio
común, ni los vínculos unitarios de espíritu y de fe. (“historia del mundo en la edad
media III, el arte de la edad media. PP-44 .Barcelona 1982”)
Gracias a la fanática agresividad de los árabes, aproximadamente a los cincuenta años de
la muerte de Mahoma (632 d.C), el Islam había constituido un inmenso imperio. Había
arrebatado a Bizancio la Palestina y Siria, con los grandes monumentos de importantes
soluciones estructurales (bóvedas, cúpulas, ábsides) que habían dejado al primero el
helenismo y después Roma. Siguió la invasión de toda la llanura mesopotámica, con la
conquista de la meseta del Irán. Cayeron así los sasánidas que habían sucedido a los
partos y que, desde el siglo III d.C habían constituido, con grandes realizaciones
monumentales y con una floración de artes menores de timbre orientalizante, la ultima
dinastía persa. De estas bases arrancará, la invasión de la India.
1 Rasul: en el islam, el mensajero o enviado de Ala, Mahoma seria este puesto que es quien extiende el
Corán. 2 Robert Irwin. AKAL-2008.pp.40 “Arte islámico”
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Pero en dirección opuesta se realiza la conquista de Egipto, con una penetración hacia
el Sur hasta arrastrar a os coptos y con una difusión a lo largo de las costas del
Mediterráneo hasta Túnez y el Maghreb o actual Marruecos.
Desde aquí, con la conquista de España (711 d.C) arranca, en cambio el primer asalto
del Islam a Europa, cuya herencia examinaremos con posterioridad. Se organiza a
continuación el poder político, con la autoridad central del Califato hereditario y,
haciéndose eco en menor grado de la fastuosa vida de su corte, con toda una red de
gobernadores periféricos a los que ayuda en la administración de una eficiente
burocracia. El centro del poder se traslada de Arabia a Siria donde, el 661, la primera
dinastía de los Omeyas se instala en Damasco, renovando urbanísticamente esta
ciudad. La sangrienta revuelta que el año 750 derriba a los Omeyas a favor de los
Abasidas, traslada nuevamente la capital a Bagdad, en el 756, la ciudad de planta
circular fundada junto al Tigris, en el actual Irak, en el mundo islámico, de influencias
orientalizantes perso-sasanidas.
La forma de vida de los árabes, los primeros musulmanes, no requería edificios
públicos ni escultura monumental, en cambio, valoraban mucho las artes suntuarias,
como la orfebrería y el tejido. Cuando las ciudades del norte de África y Oriente
Medio se incorporaron a la comunidad de creyentes, el islam entró en contacto con las
grandes construcciones de época romana y bizantina y adoptó muchas formas
artísticas de raíz romana. Este proceso se acentuó a partir del año 661, cuando se alzó
con el poder Muawiya I, de origen sirio, quien fundó la dinastía omeya y trasladó la
capital a Damasco. Siria era una región profundamente romanizada, que había
formado parte del imperio bizantino y en ella abundaban edificios civiles y religiosos
de los que los musulmanes asimilaron sus sistemas constructivos: obra de sillería y
ladrillo, y el uso del arco de medio punto y de columnas corintias.
A pesar de esta capacidad asombrosa para asimilar las técnicas de otros pueblos, lo
que realmente condicionó el arte islámico fue la religión. El Corán no contiene
ninguna afirmación referida al arte ni rechaza la representación figurada, como hace
la Biblia, y tan solo recoge una condena a la idolatría, Pero se refiere a un Dios que
puede ser visto, que transmite su palabra, no su imagen, que habla, pero no se deja
ver, y para un musulmán, resulta aberrante la sola idea de representarlo. Por este
motivo, es tan importante en la cultura musulmana la caligrafía, que recoge la palabra
de Dios, su manifestación, la epigrafía es uno de los elementos más característicos y
en ella se utilizaron dos tipos de caligrafía: la cúfica (de la ciudad iraquí de Kufa)
geométrica y monumental, y la nasjí3, cursiva y más decorativa.
3Manuel C.Feria Garcia, Miguel Vega Martin, Salvador Peäa Martin, Universidad de Castilla-la
mancha, 2002.“El mensaje de las monedas almohades: numismatica, traducción y pensamiento
islámico”. Pp 260
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Dios es para los musulmanes el único que existe, aquel frente al que todas las cosas
del mundo resultan efímeras, una convicción que queda claramente expresada en el
arte. Los muros y elementos arquitectónicos de las mezquitas, el lugar desde el que se
le dirige la oración, están revestidos y decorados, ocultando su carácter tectónico,
como si no soportaran peso. La decoración evita la imitación de la naturaleza, sobre
todo la representación figurada de personas y animales, y se basa en elementos
vegetales, que proceden del repertorio clásico, pero que en el arte islámico están muy
estilizados o incluso geometrizados y se conocen como ataurique.
Además, los elementos decorativos cambian con la luz, y con los distintos acabados y
materiales, que acentúan su carácter pasajero. De este modo evitan afirmar la realidad
de las de este mundo y subrayan así la sola existencia real de Dios. Es una decoración
muy trabajada sobre materiales diferentes, sobre todo la representación figurada de
personas y animales, y se basa en elementos vegetales, que proceden del repertorio
clásico, pero que en el arte islámico están muy estilizados o incluso geometrizados y
se conocen como ataurique. Además, los elementos decorativos cambian con la luz y
con los distintos acabados y materiales, que acentúan su carácter pasajero. De este
modo evitan afirmar la realidad de las cosas de este mundo y subrayan así la sola
existencia real de Dios.
Es por tanto, una decoración muy trabajada sobre materiales diferentes: como la
madera en los techos y aleros, donde predomina la decoración geométrica o de laceria,
yeso y mármol en los muros, donde predomina la decoración vegetal, y azulejos en
quicios y zócalos, todo esto lo veremos en profundidad cuando hagamos el análisis
pormenorizado de la obra que nos atañe. En cada superficie se extiende un diseño
diferente, siguiendo patrones geométricos muy sencillos pero de gran efecto
decorativo, y las composiciones son abiertas y no tienen relación con el marco en el
que se colocan: se extienden de forma infinita, con un gran sentido del ritmo.
Sin embargo, debemos de recordar que el desarrollo en el mundo islámico desde el s.
VII hasta las postrimerías del s.XVIII. La diversidad de los pueblos conquistados y la
rapidez de su expansión militar, que en pocos años consiguió abarcar una
extraordinaria extensión geográfica, hicieron que el arte árabe presentara escasa
homogeneidad, a casusa de la influencia particular de cada zona. No obstante,
originadas por la idiosincrasia de este pueblo y sus creencias religiosas. Así la
prohibición de representar imágenes impuesta por el Corán impidió en la decoración
los motivos figurativos, relegados a las artes menores (cerámica, tejidos, tapices etc.),
lo cual limito, a su vez, el desarrollo de las artes pictóricas y escultóricas.
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De ahí que la arquitectura se convirtiese en la manifestación artística de mayor
preponderancia. Las formas ornamentales se redujeron por lo general a dibujos
lineales, geométricos (arabescos), y signos caligráficos del alfabeto, utilizando con
gran profusión, y que ocupaban toda la superficie (horror vacui). En la arquitectura se
observa también la utilización de elementos comunes a todas las zonas conquistadas,
como el empleo de materiales pobres para la construcción (mampuesto o ladrillo
recubierto de una capa de yeso, mosaico o cerámica), la preferencia por el arco de
herradura, de medio punto, mixtilíneo y polilobulado, y por la cúpula también
gallonada.
Las construcciones más características son la mezquita, el alminar o minarete. La
madrasa, el palacio (castillo fortaleza, o villa de recreo), distribuido alrededor de
patios, y los edificios públicos (baños mercados etc.). De las artes menores, que
alcanzarían una amplia difusión, cabe destacar la talla en madera de puertas, pulpitos,
muebles y celosías, la fundición de objetos en metal (bronce y hierro), el
damasquinado y el esmalte. Los árabes sobresalieron así mismo en la realización de
miniaturas y copias de manuscritos, así como en la ilustración de textos científicos
(botánica, medicina y cosmografía) y literarios (poesía).
Otras actividades notables fueron la tapicería, que floreció sobre todo en Persia y en
Anatolia, con la producción de muselinas, tafetanes y brocados; el trabajo en vidrio
(esmaltado o dorado), que tuvo sus centros más importantes en lugares como Siria y
Egipto (ss. X-XIV), y la cerámica, empleadas asimismo en la decoración interior de
los edificios, y en la que se introdujeron nuevas técnicas, como la de los brillos
metálicos (Egipto, Mesopotamia y Persia).
Durante la primera dinastía, lo que conocemos como “periodo Omeya” (661-750), en
Siria y Palestina se inicio el arte islámico, resultado de las influencias iraníes,
cristiano-orientales y bizantinas. Durante esta época se erigieron las mezquitas de
jerusalen (cúpula de la Roca o mezquita de omar, 669-692, decorada con mosaicos a la
manera de las iglesias bizantinas, la Gran Mezquita de Damasco 706-715 (que
analizaremos a continuación) y la de Córdoba, iniciada en el 784. También a este
periodo se remonta la construcción de los llamados palacios del desierto de Siria y
Palestina, como el Moab (hacia el 720) de planta rectangular y fortificado, el de
Qusayr Amra, conocido por sus fastuosos y decoraciones estucados.
La Gran Mezquita de Damasco se levanta en esta ciudad, que se extiende en la parte
meridional del país. Está situada a las orillas del Barada en la vertiente oriental de
Anti-Atlas, se encuentra también en el límite occidental del desierto de Siria, en
medio del Guta. La antigua ciudad se ha extendido hacia el sur en el camino de la
Meca y en el oeste se encuentran los barrios residenciales. Antigua ciudad de los
omeyas, es una de las más importantes ciudades santas del islam, con más de
doscientas mezquitas. Sin embargo, analizaremos la Gran Mezquita de Damasco.
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El califa al-Walid hizo construir esta mezquita, otro de los logros arquitectónicos más
destacados de la dinastía omeya, entre los años 705 y 715. Este edificio se construyó
sobre el lugar donde fue adorado Hadad, el dios sirio de la Tormenta, hace unos tres
mil años; posteriormente, en el siglo I a. C., se levantó un templo dedicado a Júpiter, y
más tarde, en el siglo IV, el emperador Teodosio sustituyó este templo por una basílica
consagrada a San Juan Bautista. Tras la conquista del territorio por los musulmanes en
el año 635, aquel espacio fue compartido por las comunidades cristiana y musulmana,
práctica frecuente en los comienzos del Islam, hasta que finalmente los árabes se lo
apropiaron por completo para construir una mezquita.
Este edificio fue levantado sobre el témenos, es decir, el recinto sagrado del templo de
Júpiter, que determinó sus dimensiones (157 x 100 metros). El patio (sahn), al que se
accede por dos puertas, la de Jairún, en el extremo oriental, y la de Bâb al - Berîd, en
el occidental, cuenta con una arcada que ocupa tres de sus lados, sustentada por la
superposición de un pilar y dos columnas, las cuales provienen de edificios anteriores,
con capiteles de diferentes órdenes, entre los que predominan los corintios. Un
revestimiento de paneles de mármol hasta el arranque de los arcos, cubría los tres
lados del sahn y, muy probablemente, también los muros de la sala de oración. Casí
todo esto se desvaneció con los incendios de 1069, 1401 y 1893. Tras el riwa orienta y
el occidental del sahn, las largas habitaciones situadas entre las torres estaban
iluminadas mediante ventanas en arco de medio punto abiertas en el revestimiento.
Tenían también, celosías de mármol, seis de las cuales se conservan, y constituyen los
ejemplos más antiguos del empleo que hizo este arte del entrelazado geométrico.
En el centro se encuentra la fuente de las abluciones, y en su extremo occidental hay
una pequeña edificación octogonal, cubierto por una cúpula y sostenido por ocho
columnas, que estaba predestinado a la protección del tesoro de la colectividad
musulmana. En ambos extremos de la qibla se alzan dos minaretes edificados sobre
arcaicas torres, mientras que el tercero se encuentra en el centro del lado norte del
patio, situación que lo relaciona con la cúpula de la sala de oración. La estructura de
esta última pone de manifiesto su dependencia de la tradición cristiana, está
fraccionada en tres naves que discurren paralelamente al muro de la qibla,
descentralizadas por dos filas de columnas con capiteles corintios; a su vez, dichas
naves están franqueadas por otra central, de mayor altura que las anteriores, y en
ángulo recto a la qibla, una solución arquitectónica de gran repercusión en el futuro.
Esta última nave o transepto, que lleva al mihrab o nicho de oración, es la que define
el espacio de la macsura, la zona destinada al califa, y en cuyo crucero se levanta una
alta cúpula que originariamente debió ser de madera y doble casco, al igual que la de
la Cúpula de la Roca. Sucesivos incendios y terremotos, junto a restauraciones poco
afortunadas, han dejado su huella en la mezquita de Damasco, que fue modelo de otras
posteriores.
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El edificio conserva una riquísima decoración de paneles de mosaico sobre fondo de
oro. Ha sido restaurada varias veces, entre ellas después del incendio que sufrió en
1893.
De este edificio es casi imprescindible destacar su belleza, además de los detalles ya
citados anteriormente que hicieron que esta mezquita fuera tan significativa dentro del
mundo islámico. Sin embargo, es triste recordar que poco nos queda de lo que
originaria mente fue este grandioso esquema de arquitectura y lo que nos ha llegado
hasta nuestros días está muy restaurado. En torno al sahn se conservan los restos de un
friso de aldeas, pueblos y palacios que a menudo aparecen sobre corrientes de agua. El
paraíso coránico es probablemente.
Su decoración es de carácter “arabesca”, esta, (como la define Riegl en “cuestiones
de estilo”) es el ornamento de pámpano vegetal del arte sarraceno, arte que triunfó
en Oriente en la Edad Media y Moderna.4.
4 Alois Riegl, problemas de estilo, los orígenes del ornamento vegetal y el desarrollo del pámpano
ornamental, IV El arabesco pp168-176, Barcelona 1980
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BIBLIOGRAFÍA UTILIZADA: (Seguir el modelo de citación, utilizando uno para cada referencia y añadir si fuera necesario) AUTOR/S : (Apellidos y Nombre) TÍTULO DE LA OBRA: (En cursiva si es un libro, entrecomillado y letra normal si es un artículo o capítulo de libro) REVISTA: (Titulo de la Revista en su caso, en cursiva) Nº: AÑO: Págs.: LUGAR DE PUBLICACIÓN: AÑO: (Si es un libro o capítulo de libro) __________________________________________________________________ AUTOR/S : Robert Irwin TÍTULO DE LA OBRA: “Arte islámico” REVISTA: Nº: AÑO: Págs.: 40 LUGAR DE PUBLICACIÓN: Madrid AÑO: 2008 AUTOR/S : Dir: George Michel. Text: Ernst J. Grube, James Dickie. Oleg Grabar. Eleanor Sims. Ronald Lewcock. Dalu Jones. Guy T. Petherbridge TÍTULO DE LA OBRA: La arquitectura del mundo islámico. Su historia y significado social REVISTA: Nº: AÑO: Págs.: LUGAR DE PUBLICACIÓN: Londres AÑO: 1978 AUTOR/S : Pedro Martínez Montávez TÍTULO DE LA OBRA: El Islam REVISTA: Nº: AÑO: Págs.: LUGAR DE PUBLICACIÓN: Barcelona AÑO: 1983
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AUTOR/S: ETTINGHAUSEN, R. y GRABAR, O. TÍTULO DE LA OBRA: Arte y Arquitectura del Islam (650-1250), Col. Cátedra, ed. cast., REVISTA: Nº: AÑO: Págs.: LUGAR DE PUBLICACIÓN: Madrid AÑO: 1996 AUTOR/S : STIERLIN, H. TÍTULO DE LA OBRA: El Islam. Desde Bagdad hasta Córdoba. Las edificaciones de los siglos VII al XIII REVISTA: Nº: AÑO: Págs.: LUGAR DE PUBLICACIÓN: Taschen, AÑO: 1977 AUTOR/S : Alois Riegl TÍTULO DE LA OBRA: problemas de estilo REVISTA: Nº: AÑO: Págs.: LUGAR DE PUBLICACIÓN: Barcelona AÑO: 1980
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COMENTARIO FINAL: (Siempre que se considere necesario, tanto respecto a la obra, la ficha, el trabajo en sí, la metodología, el aprendizaje, etc...) Bajo mi punto de vista ha sido un trabajo interesante de hacer, sin embargo, creo que quizás
sea la forma de presentación la que ha podido “dificultar” algo más la realización de este.
Por el contrario, en lo que a mi aprendizaje se refiere, creo que ha sido una buena ocasión
para adentrarme aun mas en esta materia, ya que como se habrá podido observar, hago
diversas alusiones que no solo se refieren a la obra, sino también a la historia que se
desarrollaba en esos momentos, como al arte. He pretendido ante todo hacer un trabajo
relacionado, es decir, encajar de la manera más clara posible como la expansión de esta
cultura y su afán por conquistar el mayor numero de territorios posible, hicieron que obras
como la que he analizado anteriormente sean un reflejo de ello.
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