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Conferencia de Alain Badiou
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¿Todavía tiene significado la noción de arte militante?
Alain Badiou
A Lacanian Ink Event – Miguel Abreu Gallery – NYC, 10/13/2010
Mi pregunta esta noche será si es posible proponer una definición
general de una visión militante de la creación artística. La primera y
la más simple posibilidad es decir algo así: una visión militante de la
creación artística es aquella en la que el arte – una obra de arte – es
parte de algo que no es reductible a una determinación artística. Por
ejemplo, las ventanas de vitrales en las iglesias. Es un símbolo de la
luz de Dios, y también es parte de una creación artística. Los templos
griegos, que eran también espacios para el culto colectivo; las
pirámides egipcias, que son obras de arte ciertamente, pero que
también representan la vieja cuestión simbólica de la muerte del rey,
y así en adelante. En todos estos casos, tenemos el fenómeno de la
creación artística, ciertamente, pero éste está incluido en algo más,
que es el rebase de algo que está fuera de la determinación artística.
Podríamos hablar mucho más de una actividad artística oficial que de
una actividad militante. Finalmente, es la creación artística en el
espacio del Estado, del Poder.
En esta situación -en el espacio del Estado, del Poder- se pueden
tener algunas obras de arte magníficas. No es una objeción a la
existencia de actividad creativa. Las Cantatas de Johann Sebastian
Bach, los castillos góticos – todos los castillos de la aristocracia, una
gran parte de las pinturas, y así por el estilo. El punto aquí es que la
innovación artística está inscrita en la continuidad del Estado, que
incluye a la Iglesia, y así. De hecho, la meta es encontrar un uso de la
creación artística para la gloria de la institución conservadora.
Tenemos, por ejemplo, en Francia el caso del rey Luis XIV.
Ciertamente es el poder despótico puro, pero también es la
protección personal de artistas de la talla de Moliere o Racine, y así.
El precio que debemos pagar es que el artista deba cantar las loas del
rey, y ellos lo hacen, en cualquier caso. De hecho, ha sucedido lo
mismo para algunos grandes artistas bajo el poder de Stalin o Mao
Zedong. En todos estos casos, tenemos la determinación de la
creación artística por el espacio del Poder, que probablemente crea,
por un lado, una nueva posibilidad para la creación artística bajo la
protección del rey, la protección del poder, y (esto es) los medios del
poder; y, por el otro lado, un límite que es la necesidad de ser inscrito
dentro de la necesidad pura, necesidad política del Poder mismo. Así
que propongo una distinción entre un arte que es cercano al poder
del Estado, que depende del poder estatal, y un arte militante
propiamente dicho. Esta distinción es muy importante y algunas
veces no está clara. Nombraremos la primera creación artística
dentro del espacio del poder estatal un “arte oficial”; y debemos decir
que confundir un arte oficial con un arte militante ha sido el gran
problema durante el último siglo. Algunos artistas, a veces algunos
genios, han sido el centro de esa suerte de confusión. Podemos citar
a Bertolt Brecht, o Heiner Muller para el teatro, Eisenstein para el
cine. Sholojov y Pasternak para la novela, Aragon o Eluard para la
poesía francesa, o incluso, en algunas circunstancias, Picasso para la
pintura. En todos estos casos es muy difícil distinguir claramente
entre la pulsión de un arte oficial, y la libertad de un arte militante. Y
así durante el último siglo hemos tenido alguna dificultad sobre la
definición, la definición clara de un arte militante.
Lo que tienen en común el arte oficial y el arte militante: ese es el
punto de la confusión, la posible confusión entre los dos. Podemos
decir que lo que el arte militante y el oficial tienen en común es la
ideología. Por ideología, yo entiendo una convicción subjetiva que es
expuesta en el lenguaje con un destino universal. Tenemos, por
ejemplo, la ideología democrática, la ideología comunista, la ideología
de los derechos humanos, pero también una ideología religiosa, o una
ideología conservadora, o una ideología monarquista en el caso de las
grandes creaciones artísticas bajo el Rey Luis XIV. Es muy importante
entender que la ideología es común en algún sentido tanto al arte
oficial como al arte militante, pero que la ideología no ocupa el mismo
lugar en ambas. Y así, la diferencia entre el arte oficial, arte
ideológico en el espacio del poder estatal – y el arte militante, que no
está limitado al poder del Estado, no es una diferencia ideológica sino
más una diferencia que concierne al lugar de la convicción ideológica
dentro de la misma obra de arte. En un arte oficial, el punto es que se
da cuenta de la ideología como poder. La función subjetiva de una
ideología está inscrita en un aparato objetivo, el del partido, el del
Estado, el del Partido-Estado, como en la Unión Soviética o la China
Comunista. Así que uno ve que en el arte oficial se da cuenta de la
ideología en una forma objetiva, y la inscripción de la obra de arte es
en el espacio de esa suerte de objetividad.
En el verdadero arte militante, la ideología es la determinación
subjetiva no de un aparato sino de un proceso, una lucha, una
resistencia. Un arte oficial describe la gloria de lo que existe. Es un
arte de la victoria. Creo que ese es el punto más importante. Un arte
oficial con una determinación ideológica es fundamentalmente un
arte de la victoria, que es un arte no de la debilidad sino de la fuerza.
Un arte militante es la expresión subjetiva no de lo que existe sino de
lo que vendrá. Es un arte de la decisión y no un arte de la victoria. Un
arte oficial es un arte de la certeza afirmativa. Un arte militante es un
arte de la contradicción, un arte de la contradicción entre la
naturaleza afirmativa de los principios y el dudoso resultado de las
luchas. Y el punto en el que la ideología se inscribe en la obra de arte
no es el mismo. En un arte oficial, el lugar de la ideología es la gloria
del objeto de arte mismo. En un arte militante, el lugar de la ideología
es el lugar de la contradicción y también el del dudoso resultado de la
lucha. Y así tenemos, en algún sentido, un arte de la victoria gloriosa
y un arte de la lucha dudosa.
Hay, de hecho, una diferencia formal y ontológica entre las dos.
Ontológicamente, en su ser propiamente dicho, el arte oficial es un
arte del resultado, de lo que ha sido victoriosamente decidido. En mi
jerga, no está del lado de la situación sino del estado de la situación:
en el lado no de la presentación sino en el de la representación. De
hecho, bastante seguido el arte oficial debe ser una representación
del resultado, de la potencia ideológica de la victoria, de la potencia
histórica. El arte militante es el reverso: es un arte de lo que ha sido
mostrado pero todavía no decidido, o no completamente decidido. Es
un arte de la situación y no un arte del estado de la situación. Y
probablemente lo más importante, es un arte de la presentación y no
de la representación. Y de este modo el arte militante solamente
puede ser la imagen de algo que existe pero que debe ser la pura
existencia de lo que deviene, y la diferencia no es solamente una
diferencia ontológica sino, como pueden ver, una diferencia formal, y
en el mismo fondo. Formalmente -este es el segundo punto- el
primero, el arte oficial, usa viejos medios, medios ya establecidos,
para glorificar el nuevo resultado, y de allí que siempre haya algo
conservador en el arte oficial. Lo que es nuevo es el resultado
político, el nuevo poder, si se quiere. Y para glorificar este resultado,
esta novedad, el uso es el uso de todos los viejos medios, y por eso es
que, generalmente hablando, un arte oficial bajo una nueva ideología
es conservador en el sentido de cierto neoclasicismo, que podemos
ver algo así no solamente en el socialismo (realismo socialista) bajo
Stalin, pero también, de hecho, bajo toda las secuencias donde el
nuevo resultado de luchas políticas es glorificado por la movilización
de viejos medios establecidos en el campo de la creación artística.
En el caso de un verdadero arte militante, debemos crear un nuevo
medio para formalizar esa novedad, y no la movilización de viejos
medios de creatividad para glorificar el resultado porque el resultado
no está aquí: tenemos el proceso y no el resultado, así que no
podemos glorificar el resultado por la movilización de viejos medios,
sino que debemos crear nuevos medios para formalizar el proceso
mismo, para glorificar, si se quieren, lo que no existe porque el
resultado no está aquí. Y es por esto que el arte militante es siempre,
en cierto sentido, un arte de algo que es presentado en su apropiada
no-existencia y en su debilidad, y no en la glorificación de su
existencia como resultado. Y de hecho, no solo uno tiene que
formalizar el proceso sino también formalizar la incertidumbre de la
novedad misma. En el arte oficial tenemos -siempre- la glorificación
del resultado, pero en el arte militante tenemos algo que es mucho
más cercano al proceso, cercano a algo que es una incertidumbre. Y
entonces esa suerte de duda, que está dentro de todo proceso real,
es también una necesidad formal. Es por eso que en un arte militante
no podemos tener una glorificación de la forma. Debemos tener algo
en la forma misma que es la traducción de la incertidumbre del
proceso.
Y así – todo eso puede estar en el mismo contexto ideológico, insisto
en este punto. Tal vez podemos tener en cualquier caso un artista o
una creación artística con una determinación subjetiva que es en
algún sentido la misma, pero la actividad formal, la creatividad de la
forma artística es completamente diferente porque en un caso
tenemos la glorificación del resultado y en el otro caso tenemos algo
que es el intento de estar dentro de la incertidumbre del proceso. Así
que, en un lenguaje más estético, podemos decir que el primero (el
arte oficial) está bajo la idea de le grand art, el gran arte, el alto,
monumental arte de la glorificación del resultado, mientras que el
arte militante está bajo la idea de un arte experimental, o de
vanguardia, en algún sentido de este mundo. Así que podemos
distinguir claramente entre los dos y reconocer que desde la misma
convicción subjetiva dos orientaciones formales completamente
diferentes pueden ser definidas. Pero también hay algo así como una
dialéctica entre las dos. No podemos detenernos ene l punto de su
diferencia, o de su oposición -arte oficial de un lado, arte militante del
otro. El arte militante puede ser, y frecuentemente lo es, una crítica
del arte oficial, es cierto; y sabemos que el arte oficial es muchas
veces una crítica del arte militante, porque la glorificación del
resultado no es el amor de la glorificación de la incertidumbre del
proceso. Pero el arte oficial usa algunos nuevos medios del arte
militante porque el arte militante es, muchas veces, de la misma
ideología. Y el arte militante es también estimulado por la potencia
del arte oficial cuando el arte oficial es de su misma ideología. El
hecho que la misma ideología de cuenta, en el campo artístico, de
dos formas diferentes crea, por necesidad, una dialéctica histórica
entre ambas. Hay una suerte de intercambio entre ambas, y hay
algunos grandes momentos comunes en los que el arte oficial y el
arte militante son algo en común. Podemos citar, por ejemplo, el
congreso de intelectuales antifascistas en París o Moscú en los ’30s, o
incluso como un pequeño ejemplo el retrato de Stalin por Picasso. ¿Es
el retrato de Stalin por Picasso arte oficial? Ciertamente. ¿Pero
también es algo que es una creación militante real? Ciertamente. Sí,
también. E incluso el Mao de Andy Warhol que es finalmente algo
irónico pero irónico a la sombra de la existencia de un arte oficial. Y
aquí podemos citar muchas situaciones que conciernen a grandes
artistas como Brecht o Pasternak o Prokiev donde no podemos
distinguir claramente la potencia del arte oficial, los medios del arte
oficial, y la experimentación y la pura presentación del arte militante.
Así que tenemos algo que es común: hay una tensión entre los dos,
hay una contradicción entre los dos, pero también están en el mismo
espacio ideológico y por eso existe un intercambio histórico entre los
dos.
La condición de todo eso – primero, la distinción entre arte oficial,
arte revolucionario oficial, si se quiere, en el espacio del poder, y
verdadero arte militante, entonces la distinción entre los dos, y
también el punto de intercambio y unidad entre los dos -la condición
de todo eso es la existencia de una ideología fuerte. Lo que yo llamo
una ideología fuerte es una ideología que presenta o propone una
visión completamente diferente de la historia del ser humano como
tal. Una ideología fuerte no puede ser solo una diferencia entre
formas de visión democrática, y así; una ideología es algo que crea la
idea, la idea global, de otra posibilidad. Ideología no es un concepto
simple, naturalmente. Existe una ideología fuerte pero también una
ideología débil, o algo como eso. Y en el caso de la existencia
histórica de la ideología fuerte tenemos una clara visión de lo que es
la existencia de un arte revolucionario oficial, de lo que es el sentido
de un verdadero arte militante, de cuáles son la diferencia entre ellas,
y también cuáles son sus puntos en común. Así que podemos decir
que la situación hoy es, en mi opinión, muy diferente. Y así cuando
nos exponemos hoy a la pregunta de la posibilidad de un arte
militante, no podemos inmediatamente exponer nuestro pensamiento
en los parámetros de la distinción entre arte oficial y verdadero arte
militante. ¿Y por qué? Primero, porque no hay hoy en día alguna
ideología fuerte común. No hay una visión – una visión global – de
otra posibilidad para el mundo como tal, para el mundo histórico
como tal. Naturalmente, existe oposición, existe movimiento
revolucionario, existen luchas y eso. No es cierto que no exista nada
en absoluto. No estoy para nada en el espacio de la visión nihilista de
la historia de la humanidad, pero es claro que no podemos afirmar
pura y simplemente la existencia de otra posibilidad como tal, que
era claramente afirmativa en la segunda parte del pasado siglo. Así
que no hay ideología común y nosotros debemos observar que la
democracia, por ejemplo, que es un ejemplo claro de una ideología
débil y no de una ideología fuerte, porque es demasiado
consensuada, es una completa equivocación entre el campo
reaccionario y el campo revolucionario, entre el progresismo y el
conservadurismo, y así. De hecho, todos son demócratas hoy en día.
Pero cuando todo el mundo es demócrata, podemos ver que la
ideología puede ser algo, y no nada, pero ciertamente una ideología
débil. Era imposible en los 50 años pasados algo parecido, o mucho
más – era imposible afirmar que todo el mundo era comunista. Era
una diferencia. Y es independiente del valor de la determinación. No
estoy diciendo que el comunismo era algo emocionante y la
democracia algo muy triste. Solo estoy diciendo que el comunismo
era una diferencia y no un concepto de consenso, y que la
democracia es un concepto de consenso, así que la situación
ideológica no es la misma, es diferente. Estamos hoy, tal vez por un
momento, no para siempre, pero estamos ahora en el contexto de la
existencia de una constitución ideológica débil. Y ese es el primer
punto. Así que cuando no existe una ideología fuerte es mucho más
difícil explicar lo que es precisamente, primero el arte militante,
porque la convicción subjetiva es poco clara, y segundo, explicar cuál
es la diferencia entre el arte oficial y el arte militante en el mismo
trasfondo ideológico, ese es el primer punto de diferencia. Y el
segundo punto es que no existe – hoy en día- el poder carismático del
resultado de la historia, y entonces no hay posibilidad para un arte
oficial fuerte, porque no hay espacio del poder, espacio del Estado,
que es donde algo como un arte oficial revolucionario puede darse y
puede inscribirse. Así que las dos mayores condiciones del arte oficial,
del arte militante, y la diferencia entre los dos no se dan hoy en día.
Estamos en una situación completamente diferente.
Así que la cuestión hoy en día es la pregunta por una arte militante
aislado, un arte militante que no está en relación -en dialéctica- con
un arte oficial en el mismo trasfondo ideológico. Pero ¿qué es un arte
militante aislado, cuál es la extraña determinación, la condición de
existencia de ese tipo de arte? La dificultad -creo yo, pero podemos
discutir todo eso – la dificultad es que sin un contenido en relación
con una ideología fuerte, el arte militante no puede ser distinguido del
arte puramente experimental. La dificultad está en que es muy difícil
– prácticamente imposible distinguir entre el nivel formal de
experimentación y el nivel político de arte militante como tal. Y esto
es así porque la novedad formal, en las condiciones actuales, la
novedad formal no puede ser inscrita en claras referencias a los
contextos progresistas porque esta inscripción en un contexto
progresista estuvo de hecho siempre en relación con una ideología
fuerte: directamente, mediatamente, indirectamente, explícitamente,
inexplícitamente, pero al final podemos encontrar en la secuencia del
pasado que la novedad formal en el caso del arte militante está en
relación a la ideología fuerte por mediación sucesiva. En ausencia de
la ideología fuerte, y también ausencia de espacio de un poder y el
mismo trasfondo, es muy difícil crear la relación entre la novedad
formal y la posición progresista en el campo político. Así que la
tentación hoy es decir que la creación artística, la novedad formal,
son por sí mismas suficientes para definir el destino político de las
artes. Y mucho más, algunas veces, para decir que en su debilidad, la
debilidad contemporánea de la novedad política, la creación artística
como tal tiene contenido político, una determinación política.
Finalmente decir que el arte, como novedad, como creatividad, es
política por sí misma. Es una tentación y debemos entender que esta
tentación es hoy en día una necesidad. Una necesidad en el contexto
donde no existe una clara mediación entre el campo de la creación
artística en un lado, y el campo de la actividad política en el otro lado,
porque esta mediación fue, de hecho, por una parte, la existencia de
un contexto ideológico fuerte, y por otra parte, un espacio de poder,
el que podía definir un arte oficial. Pero esta tentación es una
tentación de vanguardia con tal, o tal vez la tentación de identificar,
pura y simplemente, vanguardia artística y vanguardia política.
Sabemos que el último siglo ha sido el siglo de relaciones bastante
complejas entre la vanguardia política y la vanguardia artística. Ha
sido el siglo de relaciones difíciles entre comunismo y surrealismo, de
la pregunta sobre el formalismo en el arte y la pregunta del realismo
en la política, y así. Pero era una historia real, era una historia de
verdadera mediación entre los dos campos separados de creatividad,
creatividad artística, en la forma de diferentes vanguardias, y la
actualidad de las políticas revolucionarias, con su propia organización
y el poder estatal de la Unión Soviética, y así. Esta historia está
acabada, eso es claro, porque los componentes de esa historia ya no
existen hoy. No existe ideología fuerte, no hay verdadero poder con
diferencias hacia la ideología fuerte, y de hecho no hay visión clara de
la vanguardia artística, así que todos los componentes de esta
historia han desaparecido. Así que la tentación es que en cualquier
campo en el que podamos crear algo, decidamos que el campo es,
por sí mismo, un campo político. Y creo que todo nuestro problema
hoy en día es rechazar esa tentación, esa posición. Rechazar esta
posición y decir que ciertamente, el arte, una obra de arte, puede ser
una anticipación subjetiva de algún evento político. El arte no está
separada de la política, esa no es mi idea. El arte puede ser una
preparación una preparación subjetiva a la recepción de un evento
político, porque el arte es realmente un proceso subjetivo efectivo, la
transformación de la subjetividad. Las viejas formas de experiencia
artística contemporánea –performance, instalaciones, y así – también
subjetivan la movilización en la dirección de la aceptación de la
posibilidad de un evento político, pero el arte no puede ser la creación
del evento político como tal, porque el evento político como tal tiene
sus propias leyes. Entonces las consecuencias políticas de un evento
no son de naturaleza artística. Entonces podemos aceptar que la
situación hoy en día del arte militante es una situación compleja y
poco clara, porque hay algo así como una autonomía de la creación
artística sin la posibilidad de decir que esta autonomía es por sí
misma de naturaleza política. Así que entonces podemos dar solo
algunas reglas, algunas indicaciones, en la dirección de lo que es hoy
en día un arte militante, condición que asume que hay una verdadera
debilidad en la posible relación entre arte y política hoy en día. Y esa
debilidad es precisamente nuestro problema, y no podemos sustituir
este problema, la debilidad de la relación entre los dos, por la
afirmación de una pura identidad entre los dos. Es una tentación pero
es una tentación que no puede traer buenos resultados. Así que para
finalizar esta presentación, propongo cuatro reglas provisionales que
conciernen a la pregunta por un arte militante débil.
Primero, creo que es de vital importancia estar en una relación
concreta con experiencias políticas localizadas. Creo que es una
necesidad crear espacio común. El primer espacio común fue
precisamente la existencia de una ideología fuerte y de
organizaciones fuertes. En ausencia de todo ello, el espacio común
debe ser un espacio común práctico, una proximidad real. Y entonces
creo que los artistas deben buscar y encontrar la forma de una
relación concreta con algunas experiencias políticas locales que
existen hoy. Podría ser la situación palestina, la movilización de
minorías, podría ser lo que quieran. Pero creo que no es posible estar
a distancia de todo eso. Tenemos un nuevo imperativo para los
artistas, para la posibilidad de un arte militante, que es estar en una
relación efectiva con todo eso. De hecho, mi proposición para este
primer punto es sustituir una proximidad ideológica por proximidad
real o concreta. En ausencia de ideología fuerte debemos estar muy
cerca a las experiencias locales en el campo de la política; ese es el
primer punto. Y creo que podemos encontrar nuevos medios formales
en esta proximidad en sí misma. Segundo, debemos conocer y asumir
los intentos, los intentos contemporáneos de organizar
progresivamente el retorno a una idea fuerte. Así que el primer paso
es aceptar esta debilidad, pero el segundo es aceptar también la
posibilidad de ir más allá de esta debilidad. Y entonces conocer y
participar en los diferentes intentos de regresar a una ideología fuerte
concerniente al destino global de los seres humanos. ¿Es posible hoy
en día proponer una pequeña idea global de la transformación de
nuestro destino? No sé si es posible, pero si queremos la creación de
una nueva forma de actividad militante en el campo de la creación
artística, debemos conocer y participar en los intentos de ir en esa
suerte de dirección. Y así hay una necesidad en el arte
contemporáneo de tener una intelectualidad fuerte, de conocer y
practicar realmente la disposición intelectual de hoy en día, y no solo
una concerniente a los medios formales de creatividad por sí mismos
sino también tener un espacio intelectual realmente tan grande como
sea posible.
Y entonces el tercer punto es participar, naturalmente, en las
invenciones de nuevas formas en la dirección, creo yo, en la dirección
que substituye la presentación por la representación, así en la
dirección militante, la dirección formal, que es tan posible como en la
dirección de una función puramente presentativa de la visión
artística. Entonces los tres imperativos de hoy en día. Primero:
relación concreta a actividades políticas en formas locales, porque
globalmente no hay una visión fuerte, pero sí hay verdaderamente
intensas experiencias locales, y entonces ir en la dirección de lo que
es intenso localmente más que en la dirección de lo que es
globalmente poderoso. Y entonces este es el imperativo de la
debilidad, si se quiere. Intensidad, intensidad débil, pero intensidad.
El segundo imperativo es asumir todos los intentos, que son de una
naturaleza filosófica en cierto sentido, en dirección a retornar a una
idea fuerte, desde la debilidad misma. Desde la debilidad, dentro de
la debilidad, encontrar la nueva vía para la posibilidad de una idea
fuerte. Y primero en lo formal, apropiarse a todo eso, las nuevos
medios formales en la dirección clara de la presentación y no de la
glorificación representativa del resultado porque, como sabemos, no
hay un resultado del marco. Y entonces la glorificación del resultado
es realmente algo vacuo. Así que aquí los primeros tres imperativos. Y
después de eso, creo que el cuarto punto – y es un punto que es
realmente de una naturaleza artística, es proponer la posibilidad de
síntesis de los primeros tres puntos. Síntesis entre la relación con las
experiencias locales, conocimiento de los intentos de hacer algo
mucho más fuerte y global, y una nueva formalización en la dirección
de la pura presentación. Hacer algo que es realmente como una
síntesis concreta, sensible, de estas tres determinaciones. Así que
proponer la obra de arte que esté realmente en relación a la acción
(primero punto), acción local, transformación local, que sea
intelectualmente ambiciosa y no pobre, y que sea formalmente de
vanguardia, de vanguardia en el sentido clásico de substitución de la
presentación por la visión fundamental de la representación. Y,
ustedes saben, si algo puede ser hecho en esa dirección, y creo que sí
es posible, podemos entonces tener un arte militante en un sentido
fuerte, un arte militante que esté realmente dentro de las
posibilidades contemporáneas de acción, pero que también esté al
nivel de actividad intelectual y en la dirección de una idea fuerte y
que esté en el linaje de las nuevas invenciones formales del último
siglo y de hoy. Y así para concluir, creo que hoy es posible un arte
militante, no como ilustración directa o la realización de una ideología
fuerte, sino como una suerte de composición, de montaje de estas
tres determinaciones. Y así espero que lo que exista hoy concerniente
a la creación artística, que es una gran existencia, todo eso
constituya progresivamente una suerte de referencia para el pasaje
desde la primera etapa de nuestra historia, que está cercana a otra
etapa que es la apertura a una nueva potencia de la idea. Muchas
gracias.
Preguntas del público:
Pregunta: Hola, estoy interesado en su traducción1 de Platón, y me
pregunto si usted considera que el acto de traducir como un trabajo
1 El término original de la pregunta –“translation”, alude al trabajo de Badiou de reelaboración de “La República” de Platón. Sin embargo, como Badiou señala, difícilmente se podría considerar su acercamiento a la obra como una “traducción” en el sentido clásico, pues poco del texto original ha quedado en la versión del francés. Más útil sería el término “reescritura”, “apropiación”, “tratamiento” o “intervención”, mientras que otros autores se inclinan por “hipertraducción”. Recuperar el sentido original de “translation” –traslación- también explicaría mejor la intención de Badiou.
de arte militante. Y me pregunto cómo podría relacionar eso con ir
hacia la intensidad local, y hacia los otros tres puntos.
B: Sabes que creo que tal vez en algún sentido, sí, en un sentido,
porque es la proposición de escribir un libro en una forma que es
completamente diferente de la forma clásica de lo que es un libro
clásico. Y de eso modo, es la posibilidad de decir que Platón escribe
hoy. Así que en este sentido, es la transformación artística de mí
mismo en Platón, o la transformación monstruosa de Platón en mí
mismo. Y así, en este sentido, hay algo así como la metamorfosis que
no es exactamente de naturaleza filosófica pero que es también una
operación formal. Pero al final yo sostengo una filosofía. Pero tal vez
es una filosofía con la conciencia de la necesidad de nuevos medios y
nuevos medios formales para la filosofía misma.
Pregunta: Me preguntaba si es que los movimientos fundamentalistas
de todo el mundo, ya sea el fundamentalismo norteamericano o el
fundamentalismo asiático, no es una presencia ideológica poderosa
en nuestro tiempo que pudiera servir al modelo que usted ha
expuesto.
B: Naturalmente, durante toda mi charla referida a la ideología fuerte,
naturalmente, ideología fuerte no-reaccionaria estaba implícito. De
hecho, estamos expuesto hoy, concuerdo contigo, en algún sentido,
estamos expuestos hoy al regreso de algunas formas de ideología
fuerte reaccionaria. Es una posibilidad en esta crisis, y así. ¿Está
claro, no? Podemos observar el desarrollo de alguna ideología de
identidades cerradas, ideología racionalista, y así, que son pre-
fascistas en su naturaleza, pero todo eso no es nuestro problema.
Nuestro problema es crear, contra todo eso, una nueva posibilidad, tal
vez, de una ideología fuerte revolucionaria; o una ideología
progresista fuerte como quieran; o una ideología fuerte democrática –
podemos cambiar el mundo. Y naturalmente no hay posibilidad de
creatividad artística real en el campo de la ideología reaccionaria. Y
así esta suerte de ideología fuerte es algo que mucho más, para
nosotros, una condición de una nueva pelea, de una nueva lucha. Y
naturalmente la cuestión del arte cuando hay la posibilidad de una
nueva lucho es también una pregunta muy importante, porque en
todas la secuencia de la historia de la humanidad existe una
correlación entre las nuevas formas de lucha y las nuevas formas de
creación artística, naturalmente. Y entonces el problema de qué es
hoy una vanguardia, una nueva forma militante de arte, es también
una pregunta muy importante en el contexto de la posibilidad
reaccionaria del mundo hoy.
Sabes, yo pienso que es muy importante señalar que estamos entre
dos secuencias históricas. Hay una secuencia ya cerrada,
ciertamente, que ha sido la secuencia del sueño de una victoria final.
Algo así, podríamos decir. El sueño, el terrible sueño, el brutal sueño
de la victoria final de la forma revolucionaria. Esta secuencia donde la
idea fundamental era la idea de una victoria está cerrada. Sabemos
que esa suerte de victoria final no existe. Y entonces el fondo de un
arte oficial revolucionario está también cerrado, porque el arte oficial
era el arte de esa suerte de victoria, la gloria de la victoria final.
Entonces tenemos eso, pero no tenemos otra posibilidad clara, y
estamos entre dos secuencias. Y así el arte militante debe ser un arte
de la anticipación, un arte de la posibilidad, un arte que propone la
existencia de nuevas posibilidades locales que abren la subjetividad.
Creo que ese es el destino del arte hoy, crear alguna apertura de la
subjetividad hacia algo más, no solo la puramente negativa crítica del
mundo como es, sino la creación de algo como una nueva posibilidad,
una nueva apertura, y fundamentalmente un nuevo ánimo. Porque,
finalmente, la existencia del arte, de la creación artística, ha sido en
toda la historia la humanidad bastante útil para tener algo de ánimo
en la existencia. Es verdad. Sin la pintura, sin el cine, sin las grandes
novelas, sin la poesía, la existencia es en algún sentido una existencia
cerrada. Naturalmente, también existe invención científica y eso, pero
en campo subjetivo la apertura de la subjetividad por la obra de arte
es una necesidad y no solo algo que es de importancia secundaria. U
hoy en día, precisamente porque estamos (en mi convicción) entre
dos diferentes secuencias de la historia progresiva del ser humano y
con la posibilidad real de la operación de la visión reaccionaria,
puramente reaccionaria, debemos tener actividad creativa en el
campo artístico no solo para decir que el mundo tal como es no es
bueno – lo que está claro, en mi opinión, sino para decir que ese no es
nuestro destino final, y que podemos abrir nuestra subjetividad a algo
más. Y si este algo más no es la posibilidad global que está inscrita en
la ideología fuerte, si esta nueva apertura de la subjetividad debe
estar localizada y debe ser mucho más débil que antes, entonces la
obra de arte es un buen medio para eso. Y entonces ahí existe
realmente (es mi convicción) una responsabilidad histórica de
creación artística hoy.
Pregunta: Usted habló mucho sobre el rol del artista militante y el
trabajo del arte militante. Me preguntaba, lamentablemente –tal vez
para mejor o para peor- que no todos somos artistas, así que ¿cuál es
el trabajo del espectador militante? ¿Cuáles son las responsabilidades
ahí?
B: No puedo distinguir entre los dos, al final, porque la creación
artística naturalmente está al inicio. No puede haber una audiencia
sin espectáculo. Pero precisamente en las nuevas formas de creación
artística hay siempre una distinción entre los dos. Y tenemos un
requerimiento de la audiencia e intervención del público, y así. Y todo
eso es precisamente la dirección de lo que yo llamo presentación
mucho más que representación. Pero si tenemos la presentación
mucho más que la representación, tenemos naturalmente una suerte
de dificultad de distinción entre la pura objetividad creativa, y el
público o la audiencia. Y entonces este es también el punto donde la
relación entre creación artística y experiencias políticas puede estar
menos separado que antes. Tal vez la creación artística pueda estar
mucho más dentro del proceso de la experiencia política que antes. Y
esto es también porque no podemos tener el gran Arte de la
glorificación del resultado.
Pregunta: Aquí tal vez haya alguna conexión con lo que él preguntó.
Digamos que no hay separación entre el artista y el espectador en las
formas de las que usted habla, ¿cómo ocurriría la afirmación si no hay
también una institución militante? Usted sabe, si no hay institución
que afirmará que esto es arte o no, ¿cómo puede saber realmente
que esto es arte? Si estamos seguros que esta clase de igualdad
viene, podemos decir que existe una institución militante que provee
esta suerte de igualdad.
¿Existe?
No, no existe. Pero digamos en esta idea de la que él habla, de las
nuevas formas de arte militante, tal vez existe la posibilidad de
instituciones militantes.
Tú sabes, esto es parte de un problema mucho más difícil e
importante que es la pregunta por lo que es hoy una organización
política.
Sí.
Y lo que es hoy una organización política es precisamente la pregunta
más oscura, por claras razones. Finalmente el fracaso de las formas
del poder revolucionario durante el último siglo ha sido el fracaso del
tipo dominante de la organización. Este es el fracaso del partido,
como la forma de poder y que finalmente ha creado una forma de
estado que fue opresivo y que ha sido una completa falla después de
la disipación de la Unión Soviética. Y así en todos los campos hoy la
pregunta de qué es una buena institución, que es una institución que
realmente es una institución creativa, es una pregunta difícil
No solo es el problema de las instituciones artísticas, es el problema
más general de la organización. Y creo que tenemos solamente una
regla: una organización puede ser una organización del proceso y no
una organización del estado, de esta posición. Y así debemos
nosotros construir algo desde la situación concreta, desde el
problema concreto, desde el proceso, desde la lucha, y no en la visión
pura del resultado global, o algo así. Así que, finalmente, en el campo
artístico no hay una solución general del problema de la institución…
y de hecho, la cuestión de la organización o institución es siempre un
problema entre lo abierto y lo cerrado. Y precisamente el partido, la
forma del partido, el partido comunista, el partido revolucionario, ha
sido la opción por lo cerrado.
¿Y por qué? Porque la forma cerrada fue la forma de la acción militar,
de la acción violenta. Y era la forma donde algo como la victoria
militar era posible contra un estado reaccionario. Y la elección, la
elección de Lenin, de hecho, pero finalmente de Trotski y los demás –
Mao también- la elección por la forma de partido ha sido
absolutamente la opción de la victoria por el resultado. Antes,
durante todo el siglo XIX, toda insurrección, toda revolución había
sido aplastada por medios militares. Y entonces la conclusión ha sido:
debemos crear una nueva forma de organización que sea disciplinada
y cerrada. Y con esta forma tenemos una oportunidad de ser
victoriosos. Y si la Revolución Soviética de 1917 ha sido tan popular,
millones de personas entusiasmada con todo eso, ha sido porque por
primera vez la insurrección popular ha sido victoriosa. No hay otra
razón.
Y entonces después de eso, tenemos una larga secuencia en la que
todos están convencidos de que la clave de la tendencia
revolucionaria es construir una organización cerrada. Y podemos
entender todo eso. La victoria es realmente algo extraordinario, de
hecho. Fue de verdad una nueva secuencia en la historia de los seres
humanos, después de todo. Pero nosotros sabemos que tal vez la
organización cerrada, las instituciones, las instituciones
especializadas en cualquier campo, tal vez son la posibilidad de algún
resultado, pero que es imposible continuar tras esa suerte de victoria,
es la dirección de la emancipación humana en general. El cierra,
finalmente, es victorioso en sí mismo. No es que tu tengas primero la
victoria por los medios de la organización cerrada, sino que después
tenemos la victoria del cierre como tal. Y entonces la victoria se
convierte en una suerte de fracaso nuevo, completo. Y aquí estamos.
Y entonces el problema es verdaderamente: ¿qué es una organización
abierta? Pero el problema de una organización abierta, que no es
reductible al problema de la no-organización del todo, yo entiendo tu
pregunta. La no organización del todo – es demasiado lejana de
cualquier victoria posible. Y entonces la pregunta, general, filosófica,
material, empírica, hoy es encontrar algo que es de hecho ni abierto
ni cerrado. Algo entre los dos. Es un problema topológico y también
un problema artístico, porque de hecho, en muchas tendencias de la
creación artística hoy, existe algo que también encuentra una vía
entre la cerrazón estricta de la obra de arte como objeto, y la
completa apertura de la obra de arte como algo que es
completamente disipada dentro de la vida ordinaria.
Y las dos tendencias son diferentes. Y encontramos algo que no es
reducible a la cerrazón de un objeto, que no está completamente
disipada en la apertura de la vida ordinaria, y este problema es de
hecho el problema general de nuestra secuencia histórica – encontrar
algo que no es ni reductible a la cerrazón ni reductible a la pura
apertura, y entonces el punto es tener no solo la victoria sino la
continuación. Cómo continuar en la dirección de la emancipación, y
encontrar la victoria solamente como el comienzo y no como la meta.
Porque después del siglo XIX la idea fue que la victoria era la meta.
Pero nosotros sabemos que después de la victoria, debemos
continuar, y si es imposible continuar, si tenemos finalmente la
construcción de un Estado monstruoso, opresivo y así, entonces no
tenemos nada. Pero en el campo del arte, estamos ante el mismo
problema.
Ciertamente, no podemos repetir la puramente gloriosa objetividad
de la obra de arte como en su forma representativa clásica, pero no
es posible finalmente identificar la obra de arte con la vida ordinaria.
Debe haber una diferencia, y en el campo político es lo mismo.
Debemos tener algo que es una diferencia de la actividad política
frente a algo más, pero esta diferencia no puede ser la cerrazón de
una organización. Y si encuentro la solución, te la daré
inmediatamente. Pero es solamente nuestra experiencia. Es nuestra
experiencia hoy encontrar esa suerte de dirección en cualquier
campo: filosofía, creación artística, actividad política, y así. Y lo es
solamente porque estamos, ciertamente, entre dos diferentes
secuencias de la historia. Una está cerrada, pero no podemos saber
exactamente cuándo empieza la nueva secuencia.