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Arte y Alquimia -Arte y Alquimia- I_ Son muchos los artistas, que realizaron estudios alquímicos, o que pertenecieron a sociedades secretas convirtiendo sus obras en el fiel reflejo de su propio universo mágico y misterioso. Descubriremos obra magistrales, rebosantes de un simbolismo que intentaremos desentrañar, intentando encontrar “la idea”, o “el alma” de las cosas, es decir descubrir su lenguaje oculto. En un momento determinado la humanidad comenzó un proceso que podríamos definir como su discurso interior. Ya no solo crea los útiles que le servirán, como puntas de flecha, arpones, etc., ahora buscará aquello que exprese el misterio que impregna su mundo. Tal vez aún no existe la voluntad estética, pero podemos descubrir un esquema trascendente, una forma de expresar ideas abstractas, como vida, muerte, miedo, es decir, ideas para las que no posee un enunciado propio. Surgen figuras femeninas, como las Venus esteatopigias, que se identificarán con el misterio de la vida, formas fálicas que representan el poder genésico. Misterio que se identifica con lo perfecto, con lo sagrado, y es el hombre quien quiere captarlo y retenerlo Asimismo, una vez superada las limitaciones iniciales del control del fuego y su aplicación surgieron las “cofradía de los herreros”, especie de “sabios” convertidos en dominadores de una “fuerza mágica”. Esto les permitió descubrir las aleaciones o “transmutaciones” de los metales en un tercer elemento. A partir de ese instante la Alquimia acababa de nacer. Veremos a partir de ese momento la incidencia de esta en el mundo del arte. Al manifestar el arte su misterio nos introduce en un laberinto donde muchas veces no dice lo que muestra o lo que aparenta, puesto que nació de una voluntad de ocultación, de hermetismo. Intentamos captarlo, entenderlo y así poder transformarlo en una operación alquímica que nos permitirá acercarnos a la Piedra Filosofal, aunque talvez nunca lleguemos a desentrañar su realidad. Desde la Edad Media, el arte hermético fue el único que utilizó imágenes como textos alegóricos describiendo místicas operaciones. Si bien es un arte funcional, no por ello está carente de una imaginación poética. La naturaleza fue el espejo de la alquimia y el arte de ésta un reflejo del universo. Es un arte que acarrea símbolos universales que están enraizados en lo más remoto del pasado de la humanidad revelando aspectos de la mentalidad y del inconsciente del hombre. Permanecen vivos entre nosotros, influyendo en las creaciones artísticas tradicionales. Veremos en artistas como Durero, El Bosco, Bruegel entre otros, hasta el siglo XX, como se inspiraron en sus símbolos. La afinidad entre alquimia y arte se manifiesta en el reconocimiento por los alquimistas de Hermes Trismegisto, como divino protector, que fuera asociado al dios Thot por los griegos de Egipto, quien confería a la alquimia el carácter de una ciencia revelada. Este conocimiento era privativo de algunos pocos, inaccesible para los profanos. Su lenguaje podía comprenderse después de una larga iniciación. Consideremos que al hablar de “transmutación” lo hacemos en relación al alma humana, a través de la cual el hombre consigue estados de conciencia superiores. Debemos tener en cuenta que ninguna imagen de este arte hermético es producto de la imaginación .Todo está acorde a un complejo sistema filosófico siendo la imagen un medio de expresión que debemos intentar descifrar. Los elementos que enriquecieron la alquimia fueron diversos como Pensamiento griego, cuyos intermediarios fueron los neoplatónicos alejandrinos Fuentes místicas orientales – caldea o iranias- Gnosis cristiana y pagana como técnicas de iluminación y salvación, y Cábala judía. Al iniciarse la decadencia de Alejandría, los alquimistas se instalaron en Bizancio, y allí continuaron cultivando sus tradiciones. Los árabes la asimilaron a raíz de la conquista de Egipto y de Siria. Los conocimientos árabes penetraron en el occidente latino por España, Sicilia y las tierras ocupadas por los Cruzados. Marcilio Ficino (1433/99), juntamente con Pico Della Mirándola (1463/94) filósofos y humanistas italianos redactaron tratados alquímicos. Asimismo médicos célebres como Paracelso (1493/1541) o Van Helmont (1579/1644) practicaron la alquimia. La imprenta permitió una mayor difusión de los textos clásicos y ayudó a propagar esta ciencia.

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Arte y Alquimia

-Arte y Alquimia- I_

Son muchos los artistas, que realizaron estudios alquímicos, o que pertenecieron a sociedades secretas convirtiendo sus obras en el fiel reflejo de su propio universo mágico y misterioso. Descubriremos obra magistrales, rebosantes de un simbolismo que intentaremos desentrañar, intentando encontrar “la idea”, o “el alma” de las cosas, es decir descubrir su lenguaje oculto.

En un momento determinado la humanidad comenzó un proceso que podríamos definir como su discurso interior. Ya no solo crea los útiles que le servirán, como puntas de flecha, arpones, etc., ahora buscará aquello que exprese el misterio que impregna su mundo. Tal vez aún no existe la voluntad estética, pero podemos descubrir un esquema trascendente, una forma de expresar ideas abstractas, como vida, muerte, miedo, es decir, ideas para las que no posee un enunciado propio. Surgen figuras femeninas, como las Venus esteatopigias, que se identificarán con el misterio de la vida, formas fálicas que representan el poder genésico. Misterio que se identifica con lo perfecto, con lo sagrado, y es el hombre quien quiere captarlo y retenerlo

Asimismo, una vez superada las limitaciones iniciales del control del fuego y su aplicación surgieron las “cofradía de los herreros”, especie de “sabios” convertidos en dominadores de una “fuerza mágica”. Esto les permitió descubrir las aleaciones o “transmutaciones” de los metales en un tercer elemento. A partir de ese instante la Alquimia acababa de nacer. Veremos a partir de ese momento la incidencia de esta en el mundo del arte.

Al manifestar el arte su misterio nos introduce en un laberinto donde muchas veces no dice lo que muestra o lo que aparenta, puesto que nació de una voluntad de ocultación, de hermetismo. Intentamos captarlo, entenderlo y así poder transformarlo en una operación alquímica que nos permitirá acercarnos a la Piedra Filosofal, aunque talvez nunca lleguemos a desentrañar su realidad.

Desde la Edad Media, el arte hermético fue el único que utilizó imágenes como textos alegóricos describiendo místicas operaciones. Si bien es un arte funcional, no por ello está carente de una imaginación poética. La naturaleza fue el espejo de la alquimia y el arte de ésta un reflejo del universo.

Es un arte que acarrea símbolos universales que están enraizados en lo más remoto del pasado de la humanidad revelando aspectos de la mentalidad y del inconsciente del hombre. Permanecen vivos entre nosotros, influyendo en las creaciones artísticas tradicionales. Veremos en artistas como Durero, El Bosco, Bruegel entre otros, hasta el siglo XX, como se inspiraron en sus símbolos.

La afinidad entre alquimia y arte se manifiesta en el reconocimiento por los alquimistas de Hermes Trismegisto, como divino protector, que fuera asociado al dios Thot por los griegos de Egipto, quien confería a la alquimia el carácter de una ciencia revelada. Este conocimiento era privativo de algunos pocos, inaccesible para los profanos. Su lenguaje podía comprenderse después de una larga iniciación. Consideremos que al hablar de “transmutación” lo hacemos en relación al alma humana, a través de la cual el hombre consigue estados de conciencia superiores.

Debemos tener en cuenta que ninguna imagen de este arte hermético es producto de la imaginación .Todo está acorde a un complejo sistema filosófico siendo la imagen un medio de expresión que debemos intentar descifrar. Los elementos que enriquecieron la alquimia fueron diversos como

• Pensamiento griego, cuyos intermediarios fueron los neoplatónicos alejandrinos

• Fuentes místicas orientales – caldea o iranias-

• Gnosis cristiana y pagana como técnicas de iluminación y salvación, y

• Cábala judía. Al iniciarse la decadencia de Alejandría, los alquimistas se instalaron en Bizancio, y allí

continuaron cultivando sus tradiciones. Los árabes la asimilaron a raíz de la conquista de Egipto y de Siria. Los conocimientos árabes penetraron en el occidente latino por España, Sicilia y las tierras ocupadas por los Cruzados.

Marcilio Ficino (1433/99), juntamente con Pico Della Mirándola (1463/94) filósofos y humanistas italianos redactaron tratados alquímicos. Asimismo médicos célebres como Paracelso (1493/1541) o Van Helmont (1579/1644) practicaron la alquimia. La imprenta permitió una mayor difusión de los textos clásicos y ayudó a propagar esta ciencia.

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Los alquimistas buscaban el perfeccionamiento del alma a través del de los metales. A los perfeccionamientos de la materia se aliaba la voluntad de perfeccionar al hombre.

C .Jung penetró con mayor perspicacia en la psique alquímica. Estableció una relación entre las etapas del proceso de individualización de la personalidad y las operaciones sucesivas del opus alchimicum. Esta opus perseguía la preparación del Elixir Vitae (elixir de larga vida o elixir por antonomasia) y de la Piedra Filosofal capaces de hacer inmortal al hombre. Para instaurar esta era paradisíaca, el alquimista transmutaba la materia y su “yo” en espiritualidad pura.

Según Jung aquellos que los alquimistas llamaban la “materia” no era sino su propia personalidad y su finalidad consistía en liberar su “espíritu” de ella. La Piedra filosofal permitía esta liberación espiritual. Tendía más a transformar la persona humana que a transmutar los metales. Los tratados alquímicos esotéricos utilizan el lenguaje y los símbolos de la alquimia exotérica o práctica para expresar ideas metafísicas, filosóficas y cosmológicas.

La teoría científica de los alquimistas reposa en la concepción de una materia unitaria donde se distinguen dos principios; el azufre y el mercurio

• Azufre: correspondía a los elementos activos, fijos, cálidos, secos y masculinos,

• Mercurio: correspondía a los pasivos, volátiles, fríos, húmedos y femeninos. A estos se le añadía la sal, formando una tríada elemental que correspondía a las

cualidades de la materia y no a los cuerpos químicos designados hoy por los mismos nombres Estos tres principios forman las fuerzas constitutivas de una fuerza creadora original:

prima materia elementorum. De aquí surge el universo entero. De esta célula fundamental nace el árbol de la naturaleza que se yergue hacia el cielo de la perfección.

Cuatro símbolos pueden resumir la filosofía de los hermetistas que podremos descubrir en muchas obras de arte, ellos son:

• el sello de Salomón,

• la Serpiente uróboros,

• el Caduceo de Hermes, y

• el Huevo Filosófico.

El Sello de Salomón El hexagrama que se conoce también como “sello de Salomón”, aparece como un verdadero compendio del pensamiento hermético. Este diagrama con sus dos triángulos entrelazados formando una estrella de seis puntas, es el símbolo de la Piedra Filosofal.

Consta de siete partes que corresponden a los siete metales siendo el central la del oro. Contiene además, los cuatro elementos: la tierra, el aire, el fuego, y el agua, cuyos signos reunidos en la estrella hermética expresan la unidad cósmica.

Según la leyenda ahuyentaba los malos espíritus. En la alquimia y la teosofía aparece con frecuencia por “estrella guía”, “una estrella o fuerza celestial que confiere entendimiento a los sabios y les indica el camino como a los Magos de Oriente”. El seis, número de los días de la

creación, simboliza el opus y el movimiento de rotación que le es propio. Serpiente Uróboros Representa la unidad cósmica base del pensamiento hermético,

imagen del Uno Todo. Su forma circular, símbolo del mundo, es una alusión al “principio de clausura” o el secreto hermético. Por añadidura, enuncia la eternidad concebía como eterno retorno. Lo que no tiene ni principio ni fin.

La serpiente representa la sabiduría ancestral, el mito primigenio del mundo subterráneo. Las alas, más allá de simbolizar lo espiritual, son la sublimación de lo material. La autodestrucción o suicidio es el hecho de que el animal se devore a si mismo, que es a su vez metáfora del ciclo vital, donde no hay frontera clara entre el inicio y el fin. El círculo es la idea sintética de la perfección.

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Su origen se asocia a la alquimia, al gnosticismo y al hermetismo. Representa la naturaleza cíclica de las cosas, el eterno retorno.

En algunas representaciones se muestra con una mitad clara y otra oscura haciendo recordar la dicotomía de otros símbolos similares como el Yin y el yang. .

Se cree que está inspirado en la Vía Láctea, pues algunos textos antiguos hacen referencia a una serpiente de luz que mora en los cielos. En la mitología nórdica, la serpiente Jormungand llegó a crecer tanto que pudo rodear el mundo y apresarse su propia cola con los dientes. De la dinastía Chou en China (-1200) se han hallado grabados de ouróboros, simbolizando la continuidad de la vida con el dragón mordiéndose la cola.

El Caduceo es el cetro de Hermes, dios de la alquimia. Recibido de Apolo en trueque

por una lira de su invención, se compone de una varilla de oro entrelazada por dos serpientes que representan para el alquimista los dos principios contrarios que han de unificarse, ya sean el azufre y el mercurio, lo fijo y lo volátil, lo húmedo y lo seco, o lo cálido y lo frío. Se concilian en el oro unitario de la caña del caduceo que aparece, pues como la expresión del dualismo fundamental que ritma todo lo puramente hermético y que debe ser reabsorbido en la unidad de la Piedra Filosofal. Esta armoniza todos los elementos contrarios.

Muchas veces aparece con a imagen del “Andrógino”, uno de los símbolos capitales del hermetismo.

La referencia a un ancestro bisexuado, ya sea escindido de una pareja primordial, se presenta con algunas variantes en numerosos relatos míticos,

en las religiones politeístas, pero también en la gnosis, la Cábala y la Alquimia. Huevo Filosófico, contiene el germen del que nacen todas las cosas. Foco universal,

alberga bajo su cáscara a los elementos vitales, como el Vaso Herméticamente Cerrado contiene el Fermento de la Obra. Para los alquimistas, el huevo filosófico era la materia primigenia, esencial para acometer la gran Obra.

El Vaso, ya fuera matraz, o retorta, debía ser incubado como el Huevo para que su Fermento pudiera transformarse. Los productos de dicho “Fermento” estaban representados por animales o seres humanos encerrados en un vaso. El calor de la incubación debía mantenerse en un Atanor u Horno Alquímico, muy a menudo representado e incluso construido en forma de torre almenada con el fin de proteger al Huevo depositado entre sus muros.

De la unión de la reina, simbolizada en el mercurio, húmedo y del rey, cuyo símbolo es el azufre, ardiente debe nacer el Hijo de la Filosofía, es decir el Oro. En un vaso el dragón simboliza la materia prima de donde se extraen los agentes de la Obra. Estos agentes también están representados por el sol, u hombre

heliocéfalo y por la luna, mujer de cabeza lunar. En general todas las obras de arte pueden ser considerables ricas en símbolos

herméticos. Sus símbolos surgieron con una pureza asombrosa de las profundidades del inconsciente. Jung demuestra que se identifican con la mayoría de nuestros sueños. Sueños engendrados al contacto del hombre con el universo elemental.

La alquimia habla, el lenguaje del fuego, del agua, de la tierra, o del aire. De modo que no es extraño que la imaginación del los alquimistas haya engendrado temas asimilados por el Bosco o Bruegel el Viejo y motivos que prefiguran el surrealismo. El simbolismo hermético es una de las grandes fuentes de inspiración del arte occidental.

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La presencia de la investigación alquímica en la Europa medieval a inicios del siglo XI, a partir de las Cruzadas y de la rendición de Constantinopla, permitió establecer unas relaciones mas normalizadas entre el Islam y la civilización occidental.

En el siglo XII se tradujo del árabe la “Turba Philosophorum” y otras obra atribuidas a Hermes, que causaron gran sensación entre los practicantes herméticos más destacados de la época, entre los que se pueden mencionar a investigadores alquímicos como Alberto Magno, Roger Bacon, y Raimundo Lulio.

También a Tomás de Aquino (1226/74) se le atribuyen relaciones con la obra alquímica debido a sus afirmaciones sobre la naturaleza de los metales, los cuales se suponía que estaban constituidos por una mezcla de azufre, y mercurio, aunque para poder generarse del vapor seco o húmedo se necesitaba la presencia de una virtud celestial.

No obstante, al margen de la idea religiosa de perfeccionar el mundo muchos alquimistas solo buscaban hacer fortuna transmutando el oro, El papa Juan XXII de amplia visión religiosa como financiera, temiendo que la fácil obtención del oro provocara un desequilibrio comercial y económico prohibió la práctica de la Alquimia a franciscanos, dominicos y cistercienses, bajo amenaza de excomunión.

La ciudad de Montpellier (fundada hacia el año 1000), estuvo vinculada durante el siglo XIII a la corona catalano-aragonesa (1204-1350), incorporándose en 1382 definitivamente a la corona francesa. En 1289 con la fundación de su Universidad se convirtió en el centro de investigación europeo más frecuentado por estudiosos, convirtiéndose en un centro compacto y prometedor de la investigaciones alquímicas.

Alberto Magno (1193-1280)- teólogo, escritor, científico y filósofo, Dominó la química práctica de su tiempo, aceptando la teoría del azufre y el mercurio, consideró el agua como un elemento más cercano a la esencia de la naturaleza que ningún otro cuerpo

Roger Bacon (1214-1292) filósofo, franciscano, también llamado “Doctor mirabilis”, fue profesor en Oxford, pero se vio obligado a dejar la docencia a causa de ciertas suspicacias que despertaron sus aficiones alquímicas. Fue rehabilitado por el papa Clemente IV en el año 1265 lo que le permitió realizar una amplia obra literaria.

. Conoció el método para fabricar la pólvora y la construcción de lentes pronosticando que el conocimiento experimental sería de gran ayuda para dominar la Naturaleza. Dejó constancia de sus fantasías de la futura existencia de naves submarinas, máquinas voladoras y vehículos automóviles, el microscopio y el telescopio.

Según los especialistas, Bacon copió de los árabes la teoría de que el oro potable, es decir, el oro disuelto en ácido nitroclorhídrico o “agua regia”, constituía el elixir de la vida.

Ramón Llull (1233-1315). Escritor, filósofo, místico y misionero, tal vez uno de los alquimistas más destacados de todas las épocas. Llamado “Doctor iluminado”, ha sido considerado como autor de numerosas obras.

Vemos como la alquimia también fue practicada por los eclesiásticos en la Edad Media. Los grandes pensadores fueron esa gente de iglesia que en dicha época constituían, la elite intelectual.

Mircea Eliade cree hallar la fuente principal de la alquimia en las concepciones concernientes a la tierra, madre de los metales. Ve en la experiencia del hombre, ensimismado en los trabajos de la mina de la fusión y de la fragua, la causa mayor de la ciencia hermética. Sabemos que los alquimistas mantenían la antigua creencia del crecimiento orgánico de los metales en el seno de la tierra y que, a partir de esta concepción, desarrollaron todo un sistema de especulaciones mineralógicas.

A partir de estos conceptos tomaré aquellas obras que considero más representativas

Alberto Durero -1471-1528-

Este gran artista fue contemporáneo de otros dos genios como Leonardo da Vinci y El

Bosco, despertando no solo nuestra admiración, sino también la necesidad de bucear en su obra llena de misterio y mensajes muchas veces difíciles de comprender. Posiblemente haya sido el mayor pintor renacentista del norte de Europa, cuya obra está marcada por un profundo hermetismo

Será como grabador su aspecto más revolucionario, sobre todo en las xilografías del Apocalipsis. El año 1500 fue crucial, los milenaristas daban vital importancia al cumplimiento del Juicio Final. Se pensaba que llegaría en el año 1000 pero al no cumplirse se trasladó al 1500. Son varios los acontecimientos que potenciaban este temor:

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• 1492, dos hechos movilizadores, por un lado el impacto por el encuentro con “Nuevo Mundo”, y en noviembre de ese mismo año un gran meteorito cae en Ensisheim

• 1495 se desbordó el Tíber con gran violencia y en Worms nacieron dos siamesas,

• 1496 en Alsacia nace un ganso con dos cabezas Entre otros acontecimientos que contribuyeron a incrementar la superstición se sumó

brotes de peste que diezmaba la población provocando éxodos masivos. Estos acontecimientos eran relacionados con las convulsiones religiosas, la

proliferación de herejías y la predicación de Lutero, quien poco tiempo después provocaría el cisma protestante. Durero profundamente religioso no podía permanecer indiferente ante esto.

Debemos comenzar con el análisis de su firma que descubrimos tanto en sus cuadros

como en los grabados. Siempre fue el mismo signo y tuvo alguna excepcional variante. Consistía en una “A” mayúscula con el ángulo superior cortado, a modo de puerta, debajo de cuya barra transversal se había añadido una “D”. Muchos han explicado el sentido de esta firma como una “Puerta”, en la que la letra “A” haría el papel de la misma. También significaría el nombre ALBERT, en tanto que la “D”, sería el apellido DÚRER, que en alemán antiguo sería el nombre que traduciría la palabra magyar AJLOS, que significa “el hombre de la puerta, o el

portero”. Al analizar su firma debemos tener en cuenta que cuatro años antes de morir el artista grabó su blasón representado también por una puerta de dos batientes a la que se accede subiendo tres peldaños. Encontramos también un yelmo caballeresco muy parecido al que veremos también en el grabado “El Caballero, la muerte y el diablo” y que corona el emblema.

Simbólicamente este blasón representa la lucha del hombre contra la ignorancia y en búsqueda del conocimiento. Las alas desplegadas significa el vuelo del espíritu cuando el iniciado muestra la energía espiritual que lo embarga. Es una obra totalmente alquímica y hermética, sus símbolos hablan de un destino espiritual de aquel que lo detenta. La puerta, ubicada en la parte inferior del escudo, se encuentra sobre tres peldaños, (tres son las etapas de la obra hermética y del proceso iniciático). La puerta es símbolo de pasaje y cruzar su umbral es acceder a un espacio sagrado. Entrada al

secreto guardado por los alquimistas. Es el acceso para alcanzar la clave que conduce a la Obra, al elixir o a la Piedra. Esta imagen reposa sobre una nube, indicando su carácter más aéreo que terrestre. Sobre ella se encuentra un yelmo o cubrecabeza, lo que podría significar una gesta o acción espiritual contra las tinieblas de la ignorancia. La figura humana se relaciona con lo que en la heráldica se denomina “cabezas de moro”, o “cabeza negra” haciendo referencia al “negro más negro que el negro”, de la putrefacción alquímica. Debemos ver en esta figura una alusión a la materia prima de la alquimia. Asimismo el gorro puntiagudo hace referencia a los magos. Para la alquimia, este tocado significaría la aparición del espíritu mientra surge de la materia prima durante la fase de putrefacción y que es la que prepara la transformación lenta para lograr el milagro del Elixir.

Este blasón (1523) y su simbolismo es el corolario de una serie de obras realizadas con anterioridad.

A partir del año 1500 descubrimos obras interesantes de considerar como el más famoso de sus autorretratos, donde llama la atención la absoluta frontalidad de la imagen, detalle que se había dejado de lado desde la Edad Media, en un actitud de la iconografía de Jesús Salvador. Durero mira fijamente al espectador, con una ausencia de cualquier elemento perspectivo en el fondo, simplemente tenemos una superficie negra. Dos inscripciones situadas a la derecha e izquierda del rostro, a la altura de los ojos acentúan el deseo de

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simetría. A la izquierda el monograma y la fecha, y a la derecha sobre el mismo “Albertus Durerus Noricus, ipsum me propiis sic effingebam coloribus aetatis, anno XXVIII”

Erwin Panofsky, ha señalado que este

paralelismo que Durero quiso realizar entre su figura y la de Cristo no debe ser considerado como una blasfemia, sino como una declaración religiosa, inspirado en la teología de la Imitatio Christi.

Consideremos que se trata de un ser perfecto pudiendo integrar su figura en un triángulo equilátero, operación similar a la realizada con el cuerpo humano en alguno de los dibujos de Leonardo. Esta perfección le acerca a la Divinidad.

Lo más insólito en esta obra y también misterioso es la flor de cardo que lleva en la mano y que representa su probable pertenencia a una sociedad secreta, probablemente de corte rosacruciano y hermético, cuyos miembros practicaban probablemente la alquimia y que nació en Hungría, origen de los antepasados del pintor, bajo el patronato de San Andrés, quien en los Evangelios es reconocido como discípulo de Jesús, y fuera para algunos quien recogió sus enseñanzas más secretas.

De los numerosos grabados que realizó Durero destacaré tres planchas de un tamaño prácticamente similar y que podríamos definir como sus “tres estampas maestras”. Sus obras muestra un pesimismo filosófico que encuentra sus raíces en el expresionismo propio de las naciones germánicas.

De acuerdo con Panofsky las tres obras pueden ser leidas como un conjunto, puesto que señalan el punto más alto en lo que respecta a sus meditaciones, en cuanto al destino y a la realidad del mismo hombre.

1.- El Caballero, la muerte y el diablo

-1513- Nos encontramos aquí

recorriendo las profundidades del Averno. Paisaje desolador que recuerda el Infierno del Dante. Las pasiones que atenazan al hombre a los estados inferiores. Es un camino profundo donde los árboles apenas asientan sus raíces. Sabemos que la idea de un valle oscuro está presente en la imaginación cristiana.

La actitud del caballero (el iniciado) es serena, fijando la mirada en un destino superior. Se encuentra armado con la lanza y espada (símbolos axiales) Nada ni nadie lo aleja de su meta, (su fortaleza interior). El caballo que monta y el perro (animales psicopompos) lo acompañan en el proceso de iniciación, que se asimila al viaje post-mortem. El perro en algunos textos herméticos se identifica con Hermes-Mercurio.

Descubrimos en esta obra, una muerte en retirada,

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prácticamente la vemos vencida, débil a pesar de estar coronada (aún es la reina muerte) por la voluntad del caballero, tal si observamos su expresión como la de su escuálido caballo en contraste con el rostro y el animal triunfante del caballero. Con respecto a la figura del diablo lo encontramos amenazador pero en retirada, a diferencia de la imagen del perro que como su dueño marcha ajeno a los peligros que lo rodean y encaminado hacia la ciudad de a salvación.

2.- San Jerónimo en su celda- -1514-

Figura éste como su segundo grabado maestro. El tema era durante el Renacimiento uno de los favoritos para representar la idea del intelectual cristiano. Se destaca en la obra, la perspectiva y la luminosidad de la estancia. En principio es importante destacar los elementos formales de la obra tales como el tratarse de un estudio de iluminación que se filtra a través de los ventanales, el reflejo que inunda paredes, techo y suelo de la estancia. Es un estudio obsesivo de la perspectiva acentuada por la importante presencia de las vigas del techo, del banco lateral en donde se disponen libros, almohado- nes, de la mesa y otros muebles de la estancia. Incluso su firma se encuentra en escorzo sobre el suelo a la derecha El reposo se impone también sobe las figuras dormidas del perro y del león.

Luz, orden, reposo, cualidades para el trabajo intelectual en las ideas del humanismo, los que son elementos que con mayor detenimiento ha querido expresarnos el artista Es esta una obra que invita a la meditación y contemplación. El orden matemático y geométricamente perfecto nos habla de la armonía del mundo, que también está sustentada en base a leyes numéricas y geométricas. Aquí el santo es la imagen del hombre que dialoga íntimamente con Dios. Esta cámara está protegida por un león, (animal solar y áureo) que con un ojo vigilante y otro cerrado se mantiene en una actitud entre reposada y tensa simbolizando el equilibrio en el que se concilian las energías contrarias que desencadenaron la búsqueda del conocimiento.

3.- La Melancolía. -1514-

Las obras de Durero muestran un gran pesimismo filosófico con raíces en las naciones germánicas. Lo vimos en su grabado “El Caballero…” y lo veremos en esta obra que intentaremos analizarla sin por ello agotar toda su riqueza. De los tres grabados mencionados, es éste la más misterioso y complejo iconográficamente. Es el primero de una serie dedicado a los cuatro temperamentos

• melancólico

• flemático

• colérico, y

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• sanguíneo. La melancolía que oscila entre la tristeza mórbida, la depresión y el sueño, es un

estado típicamente alquímico. Corresponde al color negro de la putrefacción. La palabra “melancolía”, deriva del griego (melas: negro, y cholis: bilis) . La bilis negra era uno de los cuatro humores cardinales con la bilis amarilla, la sangre y la pituita o fleja. Según la escuela hipocrática la enfermedad era el resultado de un desequilibrio en el cuerpo de los cuatro humores. En las personas sanas los cuatro fluidos están en una proporción semejante.

La melancolía corresponde a la nigredo, a partir de la cual la materia de la obra se reviste del color de la muerte. A este color corresponde el plomo y servía para las transmutaciones, estaba simbolizado por Saturno. La mística saturnal es una mística de la melancolía y del paso del tiempo.

Saturno aparece desde la antigüedad como la personificación del tiempo. Se le observa representado con atributos como el reloj de arena y la balanza que le sirve para medir el transcurso de la vida. Vemos que estos atributos se encuentran cerca de la Melancolía. La balanza figura entre los emblemas herméticos.

El poliedro y la esfera que se halla a los pies de la Melancolía nos dice que la alquimia tomó a la geometría entre sus aprendizajes. El octaedro simboliza el aire, la esfera, la tierra. El agua está representada por el icosaedro, el fuego por el tetraedro. La esfera de la Melancolía es

homóloga del perro replegado sobre si mismo. Se enuncia la idea de “el uno-el Todo” correspondiente al ideograma alquímico de círculo. Detrás del poliedro vemos un pequeño cubilete en el centro de un vaso que contiene cenizas ardientes. El cubilete es un utensilio alquímico representado en todas las ilustraciones de laboratorios. Cerca del poliedro una escalera de mano con siete travesaños por los que deberá ascender el sabio que desee tomar los frutos del árbol hermético. Iniciación progresiva que conduce a la iluminación. El perro símbolo mercúrico, es también un animal del melancólico., considerado también como símbolo del azufre y algunas veces, del oro.

Por encima del mar, vemos un arco iris que simboliza el total de los colores de la obra. La aparición de este mar no tiene nada de fortuito. Así como Saturno participaba de la pesantez de los cuerpos, “nuestro plomo”, la entidad acuosa en los humanos corresponde a Mercurio e incluía todas las formas sutiles y sensibles del espíritu. Ambas se completaban con una tercera aún más inmaterial, la entidad ígnea que encontraba su correspondiente en el alma del individuo. En el grabado vemos el vaso ígneo y detrás suyo, el mar mercurial.

.Por encima de la Melancolía encontramos el “talismán”, un emparrillado de 16 cifras cuya suma da 34 en todos los sentidos. Es el talismán de Júpiter, dios opuesto a Saturno y símbolo de la Piedra filosofal. Ella es la que da origen a toda la composición. El alquimista melancólico conoce las angustias de la desesperación

La Melancolía sueña en el trofeo del ars magna, evocado por el talismán. En esta época el artista se caracteriza por entregarse a la meditación y a la reflexión,

Ya había abandonado prácticamente de producir obras pictóricas. Se dedica a escribir tratados y estudios sobre arte, en los que plasma sus conocimientos filosóficos y cosmológicos.

Se puede comparar al niño con los infantes de la Melancolía de Cranach que entre otras obras, analizaremos en Arte y Alquimia II.