Articulo Politica Exterior Chileno Boliviana Ovando y Gonzalez

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Articulo Politica Exterior Chileno Boliviana Ovando y Gonzalez

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    La poltica exterior chileno-bolivianaen la dcada de 1950 mirada desde

    la regin de Tarapac.Una aproximacin desde el dilogoentre las teoras de las percepciones

    y el realismo neoclsico1

    Cristin Ovando SantanaInstituto de Estudios Internacionales de la Universidad Arturo Prat, Iquique, Chile

    Email: [email protected]

    Sergio Gonzlez MirandaInstituto de Estudios Internacionales de la Universidad Arturo Prat, Iquique, Chile

    Email: [email protected]

    Resumen: El objetivo de este artculo es revelar algunas claves de lapoltica exterior chileno -boliviana de la dcada de 1950 vista desde la reginde Tarapac. Para ello, indagamos en una serie de variables que determinan lasorientaciones de las respectivas polticas exteriores de ambos pases, desde lasteoras de las percepciones y el realismo neoclsico: intereses, capacidades,imgenes e ideologas. Desde estos argumentos, y rastreando notas de prensade esa dcada, analizamos el comportamiento de la diplomacia y paradiplomaciachilena y boliviana en el marco del dilogo terico mencionado.

    Palabras clave: Poltica exterior, teora de las percepciones, realismoneoclsico, diplomacia.

    Chilean-Bolivian foreign policy in the 50s, viewed fromthe region of Tarapac. An approach from the dialoguebetween theories of perceptions and neoclassic realism

    Abstract: This article aims to reveal some keys of the Chilean-Bolivianforeign policy in the 50s, seen from the region of Tarapac. For that we madeinquiries into a series of factors that determine the directions of the foreignpolicies in both countries, from the theories of perceptions and the neoclassicrealism: interests, capacities, images and ideologies. From these arguments,and tracing press release of the decade, we examined the behaviour of Chileanand Bolivian diplomacy and paradiplomacy under the mentioned theoreticaldialogue.

    Key words: Foreign policy, theory of perceptions, neoclassic realism,diplomacy.

    Polis, Revista de la Universidad Bolivariana, Volumen 11, N 32, 2012, p. 461-492

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    Chile-Bolvia poltica externa na dcada de 50, vista apartir da regio de Tarapac. Uma abordagem

    a partir do dilogo entre as teorias da percepoe realismo neoclssico

    Resumo: Este artigo tem como objetivo revelar algumas chaves da polticaestrangeira chilena - boliviana na dcada de 50, visto a partir da regio de Tarapac.Para eso fizemos investigaes sobre uma srie de fatores que determinam os rumosdas polticas externas dos dois pases, a partir das teorias da percepo e do realis-mo neoclssico: interesses, capacidades, imagens e ideologias. A partir desses ar-gumentos, e do rastreamento das notcias de imprensa da dcada, analisamos ocomportamento da diplomacia chilena e boliviana e paradiplomacia no mbito dodilogo terico mencionado.

    Palavras-chave: poltica externa, a teoria da percepo, neoclssico rea-lismo diplomacia.

    * * *

    Introduccin

    En el debate terico presente en la regin acerca de la posibilidadde establecer modelos de anlisis de poltica exterior, el enfoque de laspercepciones -imgenes e ideologas- (Berna-Meza,1999,2005;Frigeiro,2002; Herrero de Castro,2006) es considerado una aproximacina tener en cuenta para abordar las relaciones bilaterales de los pasessudamericanos, sobre todo las relaciones delicadas ( Muoz, 1986) o enmomentos de crisis (Jervis,1976). En este marco, si bien podra ser discu-tible que las relaciones bilaterales entre Bolivia y Chile puedan definirsecomo delicadas o en crisis, pues a pesar de la ausencia de relaciones diplo-mticas y de recurrentes tensiones en el plano del discurso poltico, handemostrado una notable estabilidad. Sin embargo, es innegable que exis-te una tensin no slo diplomtica entre ambos estados y que tiene suimpacto a escala de ambas sociedades. Nos centraremos en la dcada de1950, que se ha definido como aquella de mayor acercamiento entreambos Estado-naciones, pero, por lo mismo, las percepciones y expec-tativas alcanzaron su punto mximo y frente al fracaso diplomtico selleg igualmente a un momento de alta tensin cuando se iniciaba ladcada siguiente de 1960.

    Esta corriente, si bien su origen no es propiamente latinoamericano,se considera una entrada adecuada, a partir de la dcada de 1970 del siglopasado, en el marco de los nuevos enfoques (Rusell, 1992). En efecto, Ro-berto Rusell seala que los enfoques sobre ideologas, imgenes y percep-ciones de autores como Jervis o George, aunque no son tan extendidos,comienzan a tomarse en cuenta en los estudios de poltica exterior, posibi-litando nuevas entradas en el debate latinoamericano que surgiran a partirde la hiptesis segn la cual () la visin del otro sustentadas a menu-do en imgenes errneas o preconceptos-, habran influido en la formula-

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    cin de las respectivas polticas externas, en particular sobre las relacionesbilaterales limtrofes (BernalMeza, 2005:278).

    Dentro de las principales premisas de la teora de la percepcin, seseala que al analizar la poltica exterior de los pases se debe tener encuenta tanto el contexto internacional como el domstico, por ello no sedebe homogenizar la conducta de los estados en base a las constriccionesestructurales, como seala el realismo. Plantea se debe buscar la singulari-dad a partir de cmo se percibe el Estado en el concierto internacional ycmo percibe a sus pares, sobre todo con los que posee grados considera-bles de interdependencia. Como es el caso de Bolivia y Chile, donde lasrelaciones transfronterizas, a pesar de los conflictos diplomticos, son cre-cientes y seguirn esa tendencia por la mutua dependencia que tienen algu-nas regiones contiguas de ambos pases, donde fenmenos como la migra-cin y las organizaciones indgenas de frontera seguirn persistiendo bajocualquier escenario. Y, por el contrario, a escala nacional, los discursospolticos de los mandatarios y/o cancilleres, suelen generar climas de hos-tilidad o amistad que suelen ser voltiles, segn sea el impacto que tenganen la prensa.

    En este marco, los tomadores de decisiones en poltica exterior, enbase a sus creencias y valores, actan siguiendo sus mapas cognitivos querepresentan el mundo en un instante de tiempo. Se centran en cmo perci-ben al resto en tanto actores inscritos en una determinada posicin en elsistema internacional. Probablemente este ha sido uno de las principalesexplicaciones de las dificultades para entenderse entre las cancilleras deBolivia y Chile, donde esta ltima ha privilegiado durante los Gobiernos dela Concertacin de Partidos por la Democracia un enfoque economicista delas relaciones internacionales2 . En cambio, la cancillera boliviana ha con-tinuado privilegiando el enfoque poltico. Recordemos el fracaso del TLCentre ambos pases. Bolivia y Chile, a pesar de los trece puntos sin exclu-sin, no tienen agendas similares en poltica exterior. Este fenmenoKehoane lo denomina genricamente la persistencia de un sistema derelacionamientos dispares. Se entiende que este sistema es uno en queprevalecen roles distintos, de crucial importancia, respecto a sus posicio-nes y estrategias de insercin internacional, (2002:15) repercutiendo en lasacciones y respuestas hacia el escenario subregional y bilateral. Estos rolesdistintos se aprecian cuando se coteja la realidad objetiva y las percepcio-nes subjetivas que tiene un actor hacia otro y hacia el contexto internacio-nal en que se desenvuelven. Esta disonancia; como se argumentar msadelante, contribuye al deterioro o inercia de las relaciones entre los pases.

    Esta posicin en el sistema internacional tambin refleja el mundonuestro, el que creemos es el legtimo; aunque no se ajuste a la veracidad.De hecho, las distorsiones son sumamente probables en las relaciones in-ternacionales. (Downs y Stea: 1977.Citado por Schumacher, 2002:81,82),pues es all donde las decisiones, con unos mrgenes determinados de ma-niobra dentro de las estructuras ineludibles, ocupan un lugar sobresaliente(Schumacher, 2002).

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    A partir de estos supuestos, este trabajo se pregunta: Cules son laspercepciones mutuas que han posedo los estados de Chile y Bolivia en suacontecer internacional, sobre todo a lo largo de la dcada de 1950? Quprocesos de cambio de percepciones podemos observar a lo largo de cier-tos hitos en su compleja relacin? Cmo han influido estas percepcionesen la posicin que ostentan ambos en el sistema internacional y en el con-tenido de sus relaciones?

    Con todo, el objetivo de este artculo es revelar algunas claves de lapoltica exterior chileno -boliviana de la dcada de 1950. Para ello, inda-gamos en una serie de variables que determinan las orientaciones de lasrespectivas polticas exteriores, propias de los enfoques tericos de lasRelaciones Internacionales teora de las percepciones y el realismoneoclsico: intereses, capacidades, imgenes e ideologas. Desde estos ar-gumentos, y rastreando notas de prensa de la poca, analizamos la deno-minada poca dorada de las relaciones entre estos dos pases.

    Cabra preguntarse, por qu hemos escogido este enfoque paraanalizar las relaciones entre Bolivia y Chile, ms all de lo estrictamenteterico?, ha sido porque desde el trmino la Guerra del Pacfico han sidoprecisamente las percepciones del otro las que han prevalecido en losdiscursos polticos y pedaggicos e, incluso, en la construccin de la histo-ria comparada. Precisamente, en la dcada de 1950, aparentemente, laspercepciones comenzaron a aproximarse hacia un campo semntico com-partido, en base a la gestin mediadora de EE.UU., al clima de posguerramarcado por una mayor integracin y la coincidencia en cuanto alemprendimiento de ambos de procesos domsticos desarrollistas, queconllevaron obras concretas como acueducto de Sica Sica, entre otros.

    Brevemente, el itinerario del trabajo es el siguiente: primero, des-cribimos los principales aspectos de los enfoques tericos propuestos y sudesarrollo en el debate latinoamericano. A continuacin, teniendo en cuen-ta los aportes tericos, describimos algunos hitos del desarrollo histricode las relaciones chileno bolivianas. Finalmente, analizamos algunas notasde prensa que dan cuenta de la denominada poca dorada de las relacionesentre estos dos pases.

    Aspectos Tericos

    Dentro de los debates ontolgicos de las Relaciones Internacionalesde a mediados del siglo pasado, se discute si es una opcin plausible que1os individuos que han de tomar decisiones lo hagan racionalmente, y siuna poltica internacional que apueste por el comportamiento racional con-tinuado ser sostenible (Deutsch, 1990; Salomn, 2002).

    La crtica apunta al clsico axioma realista que plantea que loshombres de estado piensan y actan siguiendo un inters nacional en-tendido como poder, tratndose de un inters dado y casi invariable. La

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    poltica exterior se explica en este sentido por intereses estatales, obje-tivos, determinados por constricciones estructurales externas(Morgenthau, 1986) y no por las decisiones subjetivas de los que tienenque tomarlas, que podran dotar de nuevos contenidos y significadosdicho inters (intereses comunes y compartidos entre dos comunidadeshumanas), majaderamente denominado inters nacional3 . Aunqueaproximaciones realistas, como es el caso de la teora de la disuasin yla del espiral han colocado la cuestin de las percepciones en un papelcentral, pero siguen considerando la toma de decisiones como un pro-ceso racional. (Rodao, 2005:215).

    En cambio, para las aproximaciones sobre la percepcin, la accinestatal se considera la accin tomada a partir de tomadores de decisiones diplomticos-, nutridos de una capacidad analtica que los faculta a la re-creacin de la realidad desde la manera como ellos lo ven( Jervis,1970; deCastro,2006). Precisamente, el papel muy influyente de algunos personajesen la diplomacia boliviana y chilena, ha sido clave para distender o tensionarlas relaciones bilaterales; como fue el Tratado de 1904 o el surgimiento deconflictos, como las crisis de 1962 y 1978.

    En definitiva, las actuaciones en la poltica exterior se determinansobre todo por las capacidades materiales, las informaciones y 1os motivosde 1os actores. Aun ms, en cuanto a los cambios de las decisiones enpoltica exterior, esta corriente seala que son las imgenes las primeras encambiar, seguidas por las decisiones polticas (Rodao, 2005), aunque cam-bien las condiciones materiales, como es el caso de del aumento o disminu-cin de las cuotas de poder que se traduzcan en posiciones ms o menosprivilegiadas en dichas relaciones. Con ello, los factores externos tienensolo relevancia si 1os actores 1os introducen en el proceso de la decisinmediante su percepcin.

    En este contexto, surge una mirada revisionista desde el realismoque complementa la mirada materialista con las subjetividades propias delas teoras de las percepciones. As, el realismo neoclsico se propone ex-plicar la conducta de estados individuales que son esencialmente el pro-ducto de cmo el Estado interpreta su posicin en el sistema internacionaly acta de acuerdo a las capacidades con las que cuenta (Merke, 17).

    Otras aproximaciones complementarias acerca de la diplomacia,ponen relevancia en la variable cultural desde un punto de vista de laalteridad. As, la relevancia de la cultura en las Relaciones Internacionales,radica en reflejar una identidad, las ideas y una determinada visin delmundo o de una sociedad, Estado, nacin compartida por distintas unida-des polticas a partir de sus vnculos diplomticos.

    Para Der Derian, desde la alteridad, la diplomacia es fundamental-mente una forma de dilogo con el otro, que posibilita el acercamiento deculturas en tanto vehculo para el contacto entre comunidades humanas or-ganizadas. Existiendo, siempre en clave dialgica, la posibilidad de tender

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    puentes a travs de los cuales se va produciendo una comunicacin queenriquece, que nos acercan al otro hasta el extremo en que las identidadesse van difuminando (Der Derian, 1998:30).

    Para Manuel montubio, la relacin entre diplomacia y el nuevo dis-curso sobre el otro, determina que las caractersticas esenciales de todaaccin diplomtica sean: descubrimiento, exploracin, invencin y rela-cin con el otro, todas ellas nos encaminan precisamente hacia el discur-so del otro. (2004). Siguiendo esta lnea, James Der Derian (), se pro-nuncia al definir la diplomacia como el arte de la mediacin entre extraosgrupos, individuos o sujetos, es decir entre otros. (1987; 1998). No obs-tante, el mismo autor explicita las dificultades de esta posibilidad en lamedida que la identidad del Estado tambin sufre de las aprehensionesde inseguridad y la larga historia de enajenaciones que ha creado iden-tidades profundas y una creencia racionalista que el Estado busca man-tener a raya las contingencias de la vida (Der Derian, 1998:35) En defi-nitiva, estas contingencias inducen al Estado a una negacin de la iden-tidad extraterritorial.

    Es justamente este proceso de enajenacin el que determina la ne-cesidad de una diplomacia superadora. Para Montobio, la diplomacia existey es necesaria precisamente porque existe este enfoque de alteridad en lasrelaciones entre estados y pueblos. Y aunque no se disee para superar esaalteridad, creo que est en el origen de esa superacin siempre deseable(2004) Por ello, la dcada de 1950, la de mayor acercamiento entre ambosestado-naciones, podra constituirse en una instancia de diplomaciasuperadora.

    Realismo neoclsico: variables intervinientesen torno a las percepciones.

    Dentro de las corrientes realistas surge una tercera generacin pos-terior al realismo estructural (Waltz, 1979), que se aproxima a la teora delas percepciones. Se trata del realismo neoclsico. (Zakaria, 2000; Rose,1998). Esta corriente pretende explicar la accin de los estados a partir deuna poltica exterior singular y no slo a travs de variables externas comoson las presiones sistemticas proporcionadas por la anarqua (Lawson,2006). En este sentido, supera las generalizaciones propias de las familiasrealistas, explicando a partir de patrones individuales de poltica exterior,resultados distintos, aun cuando se ubiquen de manera similar en el entra-mado internacional (Merke, 2006).

    Estas aproximaciones pretenden complementar los postulados b-sicos del realismo estructural, pues sealan que sin incorporar mbitoscomo la ideologa, la percepcin, las relaciones internas entre el Estado yla sociedad, el realismo estructural fracasa en su intento de explicar por qulos estados mantienen el equilibrio o se suben al carro del triunfador, seocultan o superan sus limitaciones, actan punitivamente hacia otros(Lawson, 2006:5).

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    Como toda aproximacin de las Relaciones Internacionales mscontemporneas, en cuanto a su debate ontolgico y dilogo de paradigmas,complementa a los factores materiales elementos ideacionales4 , toda vezque se propone explicar la conducta de estados individuales tanto productode cmo el Estado interpreta su posicin en el sistema internacional comode acuerdo a las capacidades con las que cuenta. (Merke, 2006). Argumen-ta que el impacto de las capacidades materiales de poder en la polticaexterior (control de recursos y espacios, e influencias externas hacia stos)es indirecto y complejo, porque las presiones sistmicas deben traducirse atravs de variables intervinientes al nivel de la unidad. (Rose 1998: 146).Variables intervinientes ubicadas en las unidades domsticas (a travs detomadores de decisiones, y sus propias percepciones), que configuran lapoltica exterior particular.

    Por otro lado, quienes toman decisiones, no siempre pueden ir en ladireccin de su eleccin, en la medida que media la variable relacin entrela elite poltica y la sociedad en general, limitando la accin externa.

    En suma, para el realismo neoclsico, la variable independiente si-gue siendo la distribucin de poder en el sistema internacional, pero, agre-gan un conjunto de variables intervinientes, domsticas, en torno a las per-cepciones: ideologas, complementariedad de las elites, convergencia conlos grupos estratgicos de las sociedad, etc. Sin embargo, vemos que en elcaso de Bolivia y Chile las variables intervinientes tienen un papel msdecisivo que las estructurales, desde la poca de la poltica bolivianaque, si bien, pudo tener mucho de pragmtica, se sustent en una percep-cin del otro.

    De la presencia de estas variables intervinientes - el conjunto depercepciones de los tomadores de decisiones, a travs de las cuales se fil-tran presiones sistmicas- se deduce un elemento clave para el investiga-dor: la imposibilidad de la existencia de un actor racional5 . Plantea unacrtica al enfoque Racional Choice aplicado a las Relaciones Internaciona-les. Su argumentacin apunta desestimar el supuesto de un actor racional,como elemento dado, que funcione como una correa de transmisin entrelos atributos del sistema y la accin de los estados (Merke, 2006).

    Con ello, a los cambios en la distribucin de capacidades y su inci-dencia en cambios de las conductas de los estados, media cmo los actoresinterpretan o perciben el aumento o declive de sus capacidades relativas.

    Una segunda variable interviniente de este enfoque apunta a la rela-cin del Estado con la sociedad y su incidencia en la toma de decisiones enmateria de poltica exterior. Se pregunta qu posibilidad tienen los tomadoresde decisiones de acceder a los recursos del Estado (fundamentalmente, aun-que no exclusivamente, control de las actividades econmicas y sociales),lo que supone que el Gobierno ve fortalecida su habilidad para obtenerrecursos desde la sociedad y adjudicarlos en orientacin a sus preferen-cias6 (Merke, 2006). En suma, se preocupa del papel de las elites dirigen-

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    tes y el nivel de autonoma que disponen frente a las presiones y demandasde la sociedad. (Tokatlian y Rusell, 2001). Nos referimos a cmo la varia-ble rgimen poltico7 afecta a la poltica exterior (Lasagna2005; Nohlem yFernndez, 1991).

    De este modo, los estadistas deben afrontar las restricciones que lesimpone la estructura del Estado.

    Finalmente, en cuanto al nivel de anlisis, se trata de un realismoque busca la combinacin del nivel sistmico con el nivel de la unidad.Sigue la propuesta generalizada en el debate acerca del nivel de anlisis delas relaciones internacionales que seala la combinacin entre los factoresms sistmicos y los ms individualizados, como son la poltica exterior ylos subsistemas internacionales. En efecto, el nivel general o sistmico delas Relaciones Internacionales, es producto de la combinacin de polticasexteriores de los estados y otros actores, pero a la vez configura el marcode referencia y condicionamiento de las mismas. Entre ambos niveles hayuna continua e intensa interaccin e intercambio de mensajes explcitos eimplcitos (Arnoletto, 2007:285).As, la teora de las interdependencias(Linkage Theory), hace hincapi en el continuum que va desde el indi-viduo hasta el sistema internacional global. Esta aproximacin enfatiza enque Las interacciones entre niveles son cada vez ms complejas y dinmi-cas; las fronteras entre ellos son cada vez menos definidas. (Arnoletto,2007:286).

    La teora de las percepcionesy su desarrollo en el debate latinoamericano

    Heraldo Muoz (1986) en su modelo de anlisis de la poltica exte-rior chilena para el Gobierno militar, propuso variables de anlisis clave,destacamos dentro de ellas el proyecto dominante de desarrollo, que entre-laza lo domstico con lo internacional y el estilo de la diplomacia desde lacual se desprende cmo factores y elementos subjetivos -valores y pers-pectivas ideolgicas de los encargados de implementarla, la tradicin di-plomtica del pas y las normas no escritas del comportamiento internacio-nal- se entrelazan y son impulsadas por los responsables de la polticaexterior (Muoz, 1986;13, 14). En la misma perspectiva metodolgica,Luciano Tomassini (1987) propone algunos factores claves que orientanlas polticas exteriores, dentro de ellos, se aprecian desperdigadamente ele-mentos que aluden al modelo de percepciones y al realismo neoclsico.Destaca la relacin entre la poltica exterior, la sociedad y la historia , esdecir con las estructura social , la cultura poltica y el rgimen de gobiernoheredados del pasado histrico , y lo que es ms importante , una visinacerca del futuro (Tomassini,1987:126). A su vez, dentro de los elementosque considera para definir y diferenciar las polticas exteriores de los pa-ses, la percepcin juega un rol relevante. As, en cuanto a la variable agen-da internacional , establece en primer lugar la identificacin de los temasque la integran , dando identidad a problemas y oportunidades (es decir, ladefinicin de los problemas y oportunidades sera un proceso endgeno a

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    las interrelaciones de los actores comprometidos con la poltica); otro ele-mento que destaca y que se desprende de la misma variable son los crite-rios que operan a la hora de determinar las preferencias dentro de la agen-da, para lo que establece algunas dimensiones clave: la percepcin de losactores diseadores de la poltica y la percepcin de otros actores son lasdimensiones que orientan la definicin precisa de los temas e intereses deldiseo de las polticas exteriores (Tomassini, 1987:127).

    Con todo, el riesgo (y la importancia) de la percepcin del otro en lapoltica exterior vecinal entre Chile y Bolivia, es que puede transformarseen habitus (Bourdieu); es decir, toma forma en una slida concepcin demundo y estructura del conflicto que termina naturalizndose, dificultndoseposibilidades de cambio hacia relaciones ms cooperativas orientadas porun campo semntico compartido.

    Bernal-Meza (2005:257), profundizando los modelos de Muozy Tomassini, plantea previamente que ellos implcitamente condiciona-ban la poltica exterior, expresando sus tendencias y percepciones, apartir de la concepcin ideolgica y el marco de percepciones terico-polticas que subyacen a toda poltica. A partir de esta constatacin, sepropone profundizar en el modelo agregando variables de anlisis talescomo: proyecto interno dominante; interpretacin sobre el sistema inter-nacional; tendencia tericas, polticas e ideolgicas de la poltica exterior yprincipales reas de articulacin externa: intereses y jerarquas de los mis-mos en la agenda internacional. (Bernal- Meza, 2005:258).Su objetivo con-sista en que a travs de su perfeccionamiento se podra captar con mayornitidez la cosmovisin desde la cual los hacedores de la poltica respon-dan a las variables externas e identificaban las influencias de ideas quemantenan su presencia en la formulacin de la poltica exterior (Bernal-Meza, 2005: 257).

    Poltica exterior de Chile y Bolivia en la dcada de 1950,poca dorada de las relaciones chileno bolivianas

    La evolucin histrica y poltica-psicolgicade la relacin entre Chile y Bolivia

    Para adentrarnos en las percepciones que tiene una sociedad sobrelos pases vecinos, proyectndolas hacia la poltica exterior, debemos con-siderar las distintas matrices que fue construyendo la primera a lo largo dela historia. Esto lleva a precisar los distintos momentos de las relacionesbilaterales con los vecinos, pero tambin a ubicar el orden histrico en quese procesaron y tambin los sectores polticos y econmicos dominantesque actuaron como constructores en el forjamiento de las imgenes(Bizzozero, 2009:7). As, el paso de una matriz oligrquica a una clsica enAmerica Latina (Garretn, 2002), junto con la ascensin de una diplomaciapragmtica pero comprometida con el desarrollismo latinoamericano, como

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    es el caso de chile (Witker, 2000; Devs, 2003), supuso un hecho relevantedel escenario regional del Cono Sur: el cambio de percepcin que lospases han tenido hacia sus vecinos. Especficamente, lo relevante es quelas naciones de ambos pases, y sus autoridades polticas coincidieron enla mirada: la primera vio en el interior de continente grandes oportunidadeseconmicas, posiblemente sobre la base de su memoria histrica; y la se-gunda, vio en el ocano Pacfico su apertura al mundo, al mercado interna-cional para sus productos mineros y agropecuarios. Esa coincidencia demiradas tambin se expres en imgenes coincidentes, donde las expectati-vas eran crecientes en la medida que las autoridades respondan a sus de-mandas y el clima diplomtico era favorable.

    Volviendo a las etapas previas a este giro, concretamente se trata delpas con el que se libr una guerra de efectos duraderos, que de cuando encuando se activan ya entrado el nuevo siglo. La prdida de cualidad marti-ma para Bolivia, la anexin de la regin de Antofagasta para Chile, el liti-gio por las aguas del ro Silala, dentro de otros hitos, han marcado un siglode relaciones conflictivas.

    Ha sido un largo proceso, que comenz en la posguerra del pacfi-co, continu a lo largo del siglo XIX, se prolong con altos y bajos en laentrada al nuevo siglo y se recrudeci como consecuencia de la influenciade los respectivos centro polticos, quienes comienzan a percibirse de ma-nera negativa a parir de la dcada de 1960 del siglo XX. Su fundamento seencuentra en las respuestas (percepciones negativas por un sector de laelite) al proyecto modernizador emprendido en el continente, principal-mente de corte nacionalista en el marco de la Guerra Fra. En efecto, paraPope Atkins, los jefes latinoamericanos formulan polticas desde un puntode vista de intereses nacionales basados en teoras de seguridad nacional.A lo que agrega el pensamiento latinoamericano se concentra en los desa-fos internos a la unidad nacional, con las percepciones externas limitadas afronteras contiguas y controversias territoriales (Atkins, 1991:471). Efec-tivamente, con el propsito de alcanzar la unidad nacional, escogieron elcamino de hacerlo a travs de la identidad por oposicin, es decir, unirse entorno a un conflicto con el vecino, sea real o imaginado. Fue el caso deBolivia con Chile y con Paraguay.

    Esta mirada coincide con un estilo diplomtico tradicionalista-integrista (Wilhelmy, 1979) o pretoriano ideolgico, donde las FuerzasArmadas le imprimen a la poltica exterior una visin anticomunista delmundo, un estilo ideologizado que privilegi la confrontacin abierta porsobre la negociacin inspirada en la Doctrina de la Seguridad Nacional(Muoz, 1986: 362-363). Mirada que se consolida en la dcada de 1980.

    En este derrotero, Bolivia se consider, al igual que sus vecinosms prximos, una amenaza para la seguridad de Chile, reeditando o dan-do cuenta de patrones culturales de larga duracin, que se engarzan con elmarco de la compleja historia de la estructuracin fronteriza de todos losestados sudamericanos (Fernandois, 2005).

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    Estos vnculos complejos se nutren de aproximaciones de polticaexterior de acuerdo a planteamientos tericos vigentes para la poca. Asencontramos en el contexto poltico-ideolgico de Chile, la aceptacin dealgunas estrategias y percepciones del escenario internacional. Dentro delas que destacamos:

    A) La percepcin de la bsqueda de un equilibrio militar, regional,como elemento de las relaciones vecinales, en la medida que se concebacomo clave para la defensa ante la amenaza vecinal(Fernandois y Len,2005).El equilibrio de poder siempre ha estado presente en la poltica exte-rior latinoamericana, (Burr,1965.Citado por Lacoste,2005:32) en vista a unescenario regional multipolar, la falta de sistemas hegemnicos y la pre-sencia de constantes desajustes, que orientaban las polticas a nuevos ajus-tes de poder. Sin embargo, en la dcada de 1950 hubo coincidencias clave,como fue la importancia de los EEUU en el acercamiento entre Chile yBolivia, junto con la promocin de estrategias anticomunistas por parte dela potencia hacia ambos pases.

    B) Para el caso de la historia de la estructuracin fronteriza de to-dos los estados Sudamericanos, se dio un proceso a mediados del sigloXIX que defini el contenido de las polticas exteriores de la regin: laimagen de que en la historia de la estructuracin fronteriza del pas stehabra sido amputado por un vecino agresivo y expansionista. (Fernandoisy Len, 2005:96) Para el mismo autor, cuando en la segunda mitad delsiglo XX eclosionaron los problemas limtrofes como la cuestin centralen las en las relaciones bilaterales, se haba formado una imagen del veci-no ya anclada en una conciencia historiogrfica (Fernandois y Len,2005:96)

    Ideas y tendencias en torno a la poltica exterior chilenay a su estilo diplomtico en la segunda mitad del siglo XX

    Las seas de identidad de larga data de la poltica exterior chilenagiran en torno a: la estabilidad institucional dada por su aislamiento geo-grfico, su centralismo y el presidencialismo como elementos clave de surgimen poltico; la importancia atribuida al factor territorial y la bsque-da del equilibrio de poder a nivel regional en vista a un escenario regionalmultipolar y la falta de sistemas hegemnicos, como ya sealamos; elestilo civil-pragmtico de la diplomacia y su tradicin legalista, (Colacrai yLorenzzini,2005).

    Otra entrada para analizar las ideas que orientan las respectivas po-lticas exteriores, surge de profundizar en el rgimen poltico. En cuanto ala ideologa que est en la base de un rgimen y, por ende, en sus principa-les lderes, refleja las creencias bsicas del grupo acerca de los asuntosmundiales y cmo ellos se relacionan con los intereses externos e internosdel Estado. Lo importante es que la elite gua en torno a ella la naturalezade la reaccin del Estado ante estmulos internacionales; lo que se reflejaen el estilo diplomtico que adopta un rgimen. (Lasagna, 1996).Wilhelmy

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    complementa lo sealado al plantear que los estilos diplomticos se expli-can a partir de aquellos elementos de mayor gravitacin en la cultura pol-tica de los actores ms importantes (Wilhelmy, 1979: 305-306).

    Este autor, distingue tres tipos de subculturas dentro de la culturadominante de la poltica internacional de Chile. Una dominante moderada(1946-1970); una disidente de tipo revolucionario (1970-1973) y una ter-cera, tradicionalista-integrista (1973-1989) (Wilhelmy, 1979). La primeranos interesa. Caracteriz el periodo que estudiamos y, adems un dato nomenor, persisten sus rasgos actualmente. Sus caractersticas son: la reali-zacin de un diagnstico positivo del estatus y rol internacional de Chile, lavaloracin de la democracia, actitud internacionalista, orientacinoccidentalista y apoyo al status quo internacional cuyo corolario es la acti-tud legalista en lo relativo a la estructura del sistema internacional.(Wilhelmy, 1979). A lo que se agrega el reconocimiento practico de lasrealidades de poder mundial y preponderancia de los diplomticos de ca-rrera en el manejo de la poltica exterior (Muoz, 1986).

    Es destacable que el predominio de la subcultura dominante mode-rada, puede ser considerada como una fuerza profunda de larga trayecto-ria, (Colacrai y Lorenzzini, 2005) que no desapareci con el interludio dela dictadura.

    Por otra parte, el factor territorial as como la cuestin de los lmi-tes, en la medida que el control estatal de recursos econmicos y socialesrequera del control de estos factores, estuvo condicionada por lacosmovisin de los actores involucrados. En efecto, aunque discutible, -realidad o mito?- la poltica chilena hacia Bolivia, histricamente, es unapoltica de estado que cuenta con el apoyo de las principales fuerzas polti-cas.

    La relevancia de los factores materiales en la relacin chileno-boli-viana, ha sido gravitante, ha incidido en las mentalidades de ambas socie-dades y dirigencias polticas, limitando las relaciones entre ambos pases.Aunque a lo largo del siglo XX, especialmente en la segunda mitad, en ladenominada segunda fase de las relaciones chileno bolivianas, marcadaspor los avances experimentados en la bsqueda de soluciones, en el inter-cambio bilateral, principalmente el libre trnsito, se aprecia un mayor in-tercambio diplomtico.

    Ideas y tendencias histricas de la poltica exterior boliviana

    Uno de los rasgos fundamentales en el mbito interno que ha condi-cionado la poltica exterior boliviana han sido sus reiteradas crisis socialesy la incapacidad de disponer del control de recursos sociales por parte delEstado y sus continuos gobiernos. Bolivia desde siempre ha debido en-frentar la falta de cohesin social y extremas desigualdades sociales pro-ducto de su heterogeneidad cultural y regional. En efecto, durante la se-gunda mitad del siglo XIX () el pas se estremeca, por un lado, con los

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    conflictos entre conservadores y liberales y, por otro, por la lucha regionaldebido al crecimiento de La Paz. Conocida como la guerra federal. Suma-do a lo anterior la rebelin indgena, especialmente la de Zrate Willka(1899), contribua a la inestabilidad interna (Gonzlez, 2004:27). Pese aestas dificultades que han limitado la continuidad de su poltica exterior,producto de presiones sociales o respuestas voluntaristas, se pueden definirciertas ideas clave que la inspiran y que alcanzan un amplio consenso en laelite boliviana. Dentro de stas se destacan: la reivindicacin martima, esdecir, la necesidad de un acceso soberano al ocano Pacfico, y el carctercentral de su ubicacin en Sudamrica, que la dispone a profundizar unapoltica exterior abierta a la integracin regional (Zalles, 2007:37).

    No obstante, la prdida de su cualidad martima supone un costoque se interpreta en el imaginario colectivo boliviano como unadesmembracin cualitativa, la guerra del Pacfico pas a representar la guerrade las guerras y la cuna de la desconfianza hacia Chile (Francisco, 2009:47).La percepcin sobre Chile ha sido una constante transversal y diacrnica.Aunque historiadores se preguntan si Bolivia tena conciencia martima enel siglo XIX. Pudindose afirmar que la reivindicacin boliviana de unacualidad perdida sera una construccin cultural del siglo XX o, mejor di-cho, posterior al tratado de 1904.(Gonzlez, 2004:27), pues las elites mi-neras, liberales, bolivianas, privilegiaron acuerdos con Chile que mejora-ran las exportaciones mineras, atendiendo las concesiones en materia co-mercial que les ofreca el pas vecino en vez de reivindicar una salida almar. Para este mismo autor, de lo que parece no haber discusin es que elmar ha sido un factor importante, como un ladrillo, en la conciencia nacio-nal boliviana en su esfuerzo de construir un Estado-Nacin. Pero se tratde una empresa de inicios del siglo XX, al alero del proyecto de las Socie-dad de las Naciones (1919) que promova la solucin de controversias en-tre estados a travs de su mediacin. Considerando adems que la prdidade su cualidad martima se concibe generalizadamente como una de lascausas fundamentales de su subdesarrollo econmico y social; aunque pue-da desmentirse, as lo entiende el pueblo boliviano y explica el resenti-miento hacia Chile (Francisco, 2009). Sentimiento que oficialmente se re-coge como un tema irrenunciable de su poltica exterior.

    A pesar de que el reclamo martimo y la apertura a Sudamrica hansido unas constantes en la poltica exterior boliviana, est no ha tenido unatradicin de continuidad institucional en su conduccin y quienes la lideraronrespondieron sobre todo a intereses polticos coyunturales (Zalles, 2006:9)que responden ms a presiones sociales (intelectuales, historiadores, Fuer-zas Armadas, Etc.) que a una poltica de Estado.

    La dcada de 1950, la poca dorada de las relaciones diplomticaschileno bolivianas

    Pese a la persistencia de estos patrones entrado el siglo XX, la dca-da de 1950 puede ser definida como la poca dorada en las relacionesentre Bolivia y Chile. Se puede considerar un hito, toda vez que hubo un

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    cambio de percepciones por parte de diversos sectores de la sociedad deambos pases hacia el otro.

    1950 fue un punto de inflexin en las relaciones diplomticas deBolivia y Chile, ese ao se realizaron las conocidas Notas Reversales de1 y 20 de junio, donde Chile manifest que animado de un espritu defraternal amistad hacia Bolivia, est llano a entrar, formalmente, en unanegociacin destinada a buscar la frmula que pueda hacer posible dar aBolivia una salida propia y soberana al Ocano Pacfico, y a Chile obtenercompensaciones que no tengan carcter territorial y que consulten efecti-vamente sus intereses (Orias 2004:65).

    En este acercamiento encontramos tanto variables desde nivelsistmico como desde el nivel de unidad que contribuyeron a comprendereste hito clave en las relaciones chileno bolivianas: el desarrollo de unamatriz estadocntrica, desarrollista, inspiradora de un ideario integracionista.Elementos del rgimen poltico propicios hacia un mayor acercamiento,como fue una sintona entre las autoridades polticas y las respectivas so-ciedades en torno a un mayor acercamiento entre los dos pases. El desplie-gue de una diplomacia comprometida con estos cambios con un estilo reco-nocible y la emergencia de proyectos de conectividad fsica internacional,entre otros.

    El principal diario chileno, El Mercurio de Santiago, sealaba el 1de agosto de 1950 que se haba informado al Senado sobre la cesin de unpuerto a Bolivia. Trayendo una nota sobre la exposicin del Canciller chi-leno ante la Cmara de Diputados. Al da siguiente, El Mercurio, incluyeuna opinin del Canciller Horacio Walker: Chile no se ha negado a orproposiciones de Bolivia en gestin directa.

    Ramiro Prudencio, en su recuento de hitos de negociaciones entreBolivia y Chile durante el siglo veinte, identifica a estas notas entre el em-bajador boliviano en Chile, Alberto Ostria Gutirrez y del canciller chile-no, Horacio Walker Larran8 , como el segundo ms importante despus delActa que se suscribi en La Paz, el 10 de enero de ese ao, entre el Canci-ller Carlos Gutirrez y el Ministro Plenipotenciario chileno, Emilio BelloCodesido, donde Chile se compromete en la bsqueda de una solucin a lademanda martima boliviana. Ese compromiso, empero, dependa de unposible triunfo chileno en el plebiscito por Tacna y Arica que involucraba aPer (Prudencio, 232:2006).

    Tanto en 1920 como en 1950 y en los hitos posteriores hasta nuestrosdas, el tema central de las negociaciones entre ambos estados ha sido la de-manda martima boliviana. Esta ha sido la piedra de toque o la piedra en elzapato de las relaciones bilaterales, segn el caso. Ha sido el principal conteni-do de las percepciones donde la ms contrapuesta ha sido el concepto deusurpacin por parte de Bolivia y de reivindicacin por parte de Chile.

    Paz Estenssoro gan las elecciones de mayo de 1951, del partido

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    Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), quien se sobrepuso a unGolpe de Estado, logrando el MNR gobernar el pas hasta 1964, bajo elliderazgo de este mandatario y de Hernn Siles Suazo, su sucesor. Serbajo el periodo del MNR donde se realizarn los intentos ms notables deintegracin fsica y cultural entre ambos pases.

    Una de las medidas ms relevantes de la dcada de 1950 en Boliviafue la creacin de la COMIBOL (Corporacin Minera de Bolivia) el 2 deagosto de 1952, dentro de una poltica de nacionalizacin de la minera. Laidea fundamental no era ser simplemente una heredera de los Barones delEstao, sino un pivote indispensable para la independencia econmica delpas (Torrez, 1986:21), donde se busco polos de desarrollo en Bolivia,entorno la nacionalizacin en medio de una revolucin poltica lideradapor el MNR, proyecto que miraba el pacfico, y por ende Chile como partede su estrategia de insercin internacional. Percibiendo de manera positivaun posible acercamiento. Un elemento importante que destacamos en losaspectos tericos apunta a que el rgimen poltico boliviano tendra elcontrol de un recurso clave para su estrategia hacia el exterior, obteniendorecursos desde la sociedad, adjudicndolos en orientacin a sus preferen-cias (Merke, 2006). Proceso indito en un pas con gran peso de una eliteminera de rasgos oligrquicos.

    Otros los motivos para insistir en un intento de integracin mssistemtica entre ambos pases lo encontramos en una de las fuerzas pro-fundas de la poltica exterior chilena y sus consecuencias: la estabilidadinstitucional. sta le permiti desplegar una modernizacin fundada en eldesarrollo infraestructural. As, por ejemplo, la conviccin con la cual cons-truy y promocion la Carretera Panamericana redimension la significa-cin de su frontera norte y su vinculacin con los mercados de Per y Bo-livia. Bolivia, por su parte, enfrent los cambios de rgimen poltico gene-rados por la revolucin de 1952, que impactaron directamente en la expan-sin de sus mercados interno y externo (Zalles, 2007:41). Revitalizandonuevas rutas fronterizas en torno al comercio minero por el Norte de Chile.

    En este marco, en enero 1955, surgira otro hito en las relacionesdiplomticas entre los dos pases, que daba cuenta del estilo pragmtico ymoderado de la diplomacia de ambos pases, que por fin ponan la reivindi-cacin martima entere parntesis: los presidentes Vctor Paz Estenssoro yCarlos Ibez del Campo firmaron un tratado de complementacin econ-mica, basado en el intercambio de petrleo boliviano por acero chileno, enel puerto de Arica9 . El presidente Vctor Paz Estenssoro fue en visita ofi-cial a Chile, y en agosto de ese ao, el presidente Carlos Ibez del Campohizo lo propio, visitando la ciudad de La Paz, un acontecimiento que setransformara, como dijo el embajador Carlos Bustos: la nica visita ofi-cial efectuada a ese pas por un Presidente de Chile en casi dos siglos dehistoria republicana (2004:184).

    En cuanto al contexto internacional, el concepto integracin co-menzaba a pronunciarse cada vez con ms fuerza, posiblemente como un

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    aprendizaje de lo que haba sido las dos guerras mundiales, lo que lleva aAmrica Latina a plantearse sus propios acuerdo intrarregionales de inte-gracin econmica. La dcada de 1950 coincide con el despliegue de lacuarta etapa de la integracin latinoamericana, segn la sntesis histricaexpuesta por Gustavo lagos, que recoge Bernal -Meza: es la poca en quela corriente integracionista latinoamericana logra expresarse en una con-ciencia y en una estrategia de tipo econmico que al principio se concibeen trminos limitados, para alcanzar luego caracteres globales. Es en esteperiodo donde el pensamiento Cepalino comienza a cuajar en los primerosmodelos (Bernal-Meza, 2005:48).

    A su vez, en esta misma dcada se estaba forjando el destino de lasambiciosas propuestas integracionistas de las dcadas siguientes, periodoque se caracteriz por una conciencia y estrategia globales de la integra-cin al nivel econmico, poltico e intelectual. Esta etapa, () consiguedar sustento terico-conceptual a una nueva dimensin, compleja y global,de la integracin. (Bernal-Meza, Ral 2005:48) .Etapas en que Chile fueprotagonista, en el plano prctico y de las ideas, a travs del impulso doc-trinario de figuras como Felipe Herrera, Hernn Santa Cruz y Gustavo La-gos.

    En efecto, la dcada de 1950 fue la antesala de la sensibilidadsesentista (Devs, 2003:135) hacia la integracin latinoamericana. Se-gn Devs, Enrique Iglesias destac que el concepto de cooperacin conlos pases en desarrollo surge en el decenio de 1950, al influjo de de facto-res claramente polticos, entre los cuales pone de relieve la Guerra Fra y ladescolonizacin (2003:130).

    Bajo este optimismo, Amrica Latina configura una matriz polticaen que el Estado tanto en el plano domstico como internacional ser clavepara promover un desarrollo en torno a una mayor integracin continental,que no dejo ajeno Chile y Bolivia. Pues el agente del desarrollo en estecontinente no puede ser sino el Estado, nica estructura capaz de conducirla operacin estratgica global del desarrollo (Devs, 2003:144).

    Como seala Bob Jessop, existen escalas sobre las cuales ocurrenintentos de de reestructurar relaciones econmicas, polticas y sociales y,en los treinta aos gloriosos de la expansin econmica de postguerra, laescala nacional domin la organizacin econmica (2004:26). Fue enesa escala donde se busc una solucin al problema econmico en Bolivia.La solucin, supuestamente, llegara por la va de una revolucin desdearriba, con apoyo social. La revolucin de 1952, la nacionalizacin de lasminas, la marcha al oriente, fueron entre otros eventos causales del iniciode un cambio en la orientacin de la insercin internacional del pas. Enefecto, la transferencia de recursos de la minera y del petrleo junto con laincorporacin de las tierras productivas del oriente y el desarrollo de laproduccin de alimentos agroindustriales, permitieron la sustitucin deimportaciones de alimentos tales como azcar, arroz, aceite, etc. y, poste-riormente, el desarrollo de exportaciones no tradicionales. Tambin se ini-

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    ci un nuevo ciclo de produccin de hidrocarburos, con la participacin deempresas extranjeras (Seoane, 2008:66).

    Este era el ambiente en que rodeaba las relaciones bilaterales entreBolivia y Chile, donde la influencia de Estados Unidos, en el marco de laGuerra Fra se fue perfilando. En efecto, el presidente chileno GabrielGonzlez Videla viaj a Estados Unidos a comienzos de 1950 a entrevis-tarse con el presidente Harry Truman, quien ofrece reunirse con los manda-tarios de Bolivia y Chile para encontrar una solucin a la demanda marti-ma boliviana.

    El historiador y jurista chileno, Sergio Carrasco, seala que a partirde la visita del presidente chileno, Gabriel Gonzlez Videla, a Washington,la diplomacia chilena cambia su posicin frente a la demanda portuariaboliviana. Dice este autor: Nunca hasta entonces, con la sola excepcinde la aceptacin de la sujecin Kellogg, el gobierno de La Moneda habareconocido la aspiracin portuaria de Bolivia. Ahora lo haca variandoradicalmente la posicin diplomtica de Chile (1991:244). Las conversa-ciones versaban sobre un posible corredor al norte de Arica que comunica-ra a Bolivia con la costa, mientras este pas compensara a Chile con aguasde los lagos Titicaca, Poop y Coipasa.

    Las relaciones bilaterales en la prensa chilena en la dcada de 1950

    En Bolivia la visita del presidente chileno a Washington fue noticiadestacada y levant la expectativa que tambin visitara a La Paz. El diarioEl Tarapac de Iquique, de 8 de febrero de 1950, titula: Bolivia esperavisita del presidente Sr. Gonzlez Videla

    El presidente de Bolivia Mamerto Urriolagoita dijo que se halla-ban muy adelantadas las gestiones para que el Presidente de Chile GabrielGonzlez Videla visite Bolivia al regreso de su viaje de Estados Unidos, yque sera gratsimo para el sentimiento boliviano el viaje del eminentePresidente chileno.

    Las relaciones de Chile y Bolivia con Estados Unidos, se realizabanen el marco de la Guerra Fra, por lo que este factor deba estar presente enlos acercamientos de los tres pases, en la medida que la percepcin delotro se construa en base a imgenes como el anticomunismo, consideradouna de las preocupaciones o expectativas clave de la elite poltica de ambospases.

    Justamente, iniciado el ao 1950 se encendan las luces de alarmaante la presencia comunista en Bolivia y Chile. El 6 de febrero el diario ElTarapac de Iquique, exhiba la siguiente noticia:

    Complot comunista que tena relacin con huelgas en Chile sedescubri en Bolivia. La polica dijo que se trataba de un movimientosimultneo con el de Chile.

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    La Paz La polica inform haber descubierto un complot que de-ba estallar maana dirigido por el partido comunista recientemente for-mado en concomitancia con la huelga producida en Chile.

    El comunicado agrega Todo hace ver que el plan comunista quedeba desarrollarse maana tena concomitancia estrecha con el plan quese desarrolla actualmente en Chile.

    En Bolivia, incluso se realizaron vigilancias en las escuelas paraevitar que los comunistas pudieran alarmar a los escolares y sembrar elpnico. En Chile se haba dictado la ley de defensa de la democracia, quedeclaraba al partido Comunista fuera de la legalidad, bajo el Gobierno deGabriel Gonzlez Videla.

    Como hemos insistido, en la lnea de de Der Derian que entiende ladiplomacia como una forma de dilogo con el otro, que posibilita el acer-camiento de culturas en tanto vehculo para el contacto entre comunidadeshumanas organizadas. (Der Derian, 1998:30). , en las decisiones de polti-ca exterior cobra relevancia la relacin del Estado con la sociedad, preocu-pando el papel de las elites dirigentes y el nivel de autonoma que disponenfrente a las presiones y demandas de la aquella. Por ello, podemos conjetu-rar que cuando las relaciones diplomticas mejoran entre dos pases veci-nos, suelen reflejarse entre las sociedades civiles en la medida que las prefe-rencias de ambos se encuentran. Desde este mbito, actores no estatalesinician acercamientos que, en algunos casos, podran definirse deparadiplomticos, generando ambientes ms favorables para los actoresdiplomticos. Veamos El Tarapac de Iquique de 15 de febrero de 1950:

    Entusiasta y triunfal recibimiento hizo Bolivia a futbolistas chile-nos. Ms de ocho mil personas con carteles de bienvenida llenaban laestacin.

    Ocho mil personas tributaron un carioso recibimiento a la dele-gacin futbolstica chilena. Carteles de bienvenida a los hermanos chile-nos llenaban la estacin. Los futbolistas chilenos debieron descender delos autos en que deban viajar desde el hotel a la estacin, a pedido insis-tente del pblico que los potreaba. Los chilenos se concentraron en lalocalidad de Obrajes, a seis kilmetros de La Paz.

    Este ambiente recibi las fiestas patrias de Bolivia en Santiago deChile, posiblemente uno de los ms celebrados y registrados por la prensa.Del da 3 de agosto, El Mercurio de Santiago, en su seccin Crnica, des-cribe los festejos por las festividades bolivianas que duraran hasta el da11 de agosto. En los das siguientes vienen en la misma seccin Crnicas,noticias sobre estas festividades. El mismo da patrio de Bolivia, en la se-gunda pgina, en la edicin del domingo, se incluye un reportaje escritopor Alberto Ostria Gutirrez, embajador boliviano en Chile, titulado: Bo-livia, corazn de la Amrica del Sur. El autor seala que la funcin deBolivia en el panorama americano no es de conflicto, sino de encuentro y

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    mediacin. Finaliza el texto recalcando la importancia de la ubicacin cen-tral de Bolivia como el corazn de Amrica, que gracias a los ferrocarrilesy a las labores polticas, posteriores a la Guerra del Chaco, ha podido cum-plir su rol en el panorama continental. Mientras en la pgina 5 del mismodiario se hace referencia al aniversario de Bolivia, donde se hace mencindel avance y tranquilidad del pas y se le califica de pas amigo.

    Al da siguiente de publicadas estas noticias sobre el aniversario deBolivia, El Mercurio de Santiago, en su seccin Exclusivos del exterior,informa: Presidente Urriolagoita ratifica anhelo de Bolivia de tener acce-so al ocano Pacfico. Incluyen el diario fragmentos del discurso del pre-sidente boliviano del Congreso Nacional, efectuado el da 6, especialmentelos relativos al corredor martimo (El Mercurio 7 agosto 1950). Noticiaque es ampliada el 8 de agosto, en la misma Seccin: Nueva declaracindel Presidente Urriolagoita sobre un puerto boliviano al Pacfico. Ha-ciendo referencias al apoyo de los presidentes Truman y Pern, y la com-prensin que ha encontrado Bolivia en los presidentes chilenos Pedro AguirreCerda, Juan Antonio Ros y Gabriel Gonzlez Videla.

    Al ao siguiente, 1951, los diarios tambin se explayaron sobre elaniversario patrio boliviano. El Mercurio de Santiago, el mismo 6 de agos-to, en la Portada, trae un nuevo ensayo de Alberto Ostria Gutirrez, tituladoBolivia. Relato descriptivo en tono potico del altiplano, los llanos, elvalle, La Paz, Potos y Sucre. En el ao 1952 se observa una mayor expre-sin de solidaridad. El Mercurio de Santiago de 7 de agosto, en la portadadel Tercer Cuerpo, bajo el ttulo: 137 aniversario de la Independencia deBolivia se celebr en Santiago, se incluye el discurso de Benjamn AguirreAmenazar, presidente del Rotary Club de la capital chilena.

    Adems en 1952 era noticia la revolucin del MNR en ese pas,pues el 6 de agosto El Mercurio Santiago, en la Seccin InformacionesSudamericanas, informa:

    La Paz: En el discurso por motivo del aniversario patrio, del pre-sidente Vctor Paz Estensoro dijo: la nacionalizacin de las minas y lareforma agraria, se han de cumplir inexorablemente en estos escasos me-ses de Gobierno de la Revolucin Nacional.

    Otro elemento para comprender este mayor acercamiento surge siconsideramos las ideas clave o visiones de mundo que estuvieran detrsde las respectivas polticas, sobre todo las distintas ideas que tienen lospases acerca de lo que consideran relevante a la hora determinar la pol-tica exterior que promueven y que induzcan a determinados actos, asocia-dos a la definicin de su posicin en el sistema internacional(Keohane,2002:15) As, la emergencia del panamericanismo latinoamericano, auto-nomista, de a mediados de siglo XX; las teoras dependentistas y su in-fluencia en los modelos de desarrollo; la idea de inaugurar institucionescomo la CEPAL, el BID, entre otros hitos, partiran de un cambio de matrizque tuvo repercusiones en la definicin de las respectivas polticas exteriores.

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    Para Bolivia y el Cono Sur de Amrica Latina, El MNR representa-ba un cambio indito. La revolucin boliviana era, en muchos sentidos, uncambio estructural que Chile an no estaba disponible para asumirlo, unode esos cambios era la reforma agraria que, recin de la dcada siguiente,bajo el Gobierno de Jorge Alessandri, se inicia desde el Estado central atravs de la ley 15.020 del ao 1962. Sin embargo, ambos pases compar-ten una fragilidad, junto a otros pases latinoamericanos, como lo sealaAntonio Garca: En una peligrosa y elevada proporcin, Chile depende elcobre, la Argentina de la carne y los cereales, Bolivia del estao(), reve-lando que este tipo arcaico de especializacin internacional no es productode una decisin interna sino una norma impuesta colonialmente desde afuera,desde la estructura misma del sistema capitalista mundial de relaciones deintercambio (2006:205).

    En agosto el presidente de Bolivia firm el decreto sobre la reformaagraria donde se establece que el suelo, el subsuelo y las aguas del territo-rio de la Repblica pertenecen por derecho propio a la nacin (El Mercu-rio, Seccin Exclusivos del Exterior, 3 agosto, p 26). El mismo diario traela noticia en la Seccin Exclusivos del Exterior, p. 19, del da siguiente queCampesinos armados desfilaron en La Paz para celebrar la Ley de Refor-ma Agraria. Se agregan datos de la prensa boliviana con relacin a lareforma, y antecedentes del desfile en La Paz de los campesinos lideradopor Alberto Mendoza. Sin embargo, se observa uno de los primeros pro-blemas de este decreto: Restitucin de las tierras indgenas persigue refor-ma agraria boliviana (El Mercurio, Seccin Crnicas, 4 agosto).

    Lo interesante de 1953, siguiendo las claves tericas que propusi-mos, en tanto se aprecia una consonancia de intereses y percepciones entreactores estatales y no estatales de distintas partes del pas, es que no slo sedestacan las celebraciones del aniversario de Bolivia en Santiago, sino tam-bin en Antofagasta y Chuquicamata (El Mercurio de Santiago, p. 27). Enestas ciudades como en Iquique y Arica, existan Sociedades Bolivianas deSocorros Mutuos, plenamente vigentes.

    Le correspondi al encargado de negocios de Bolivia en SantiagoLuis Alberto Alipaz los alcances de la reforma agraria. Este diplomticotambin fue a quien se destac en las celebraciones de ese ao de las fiestaspatrias de su pas, en su discurso seal: Esta, seores, es la sntesis detodas las vicisitudes del acontecer histrico de Bolivia, y es tambin la detodos nuestros pueblos de Amrica, tan iguales en sus tradiciones, en suconformacin sociolgica y en su estilo. Pero hay en la oracin una rotun-da verdad que hoy, como pocas veces, tiene todos los signos de un hito enla poca en que vivimos los bolivianos; y es la reafirmacin del triunfo delpueblo. En Bolivia, ese pueblo ha vencido una vez ms, pero esa cristali-zacin de sus aspiraciones le ha costado mucho: ah quedan miles de vi-das truncadas en pleno florecimiento: ah emergen las calles, las plazas ylos campos como testigos mudos de tanto y tan heroico sacrificio. Y porste, su desprendimiento valeroso, por este afn permanente de ser rbitrode su propio destino, ese pueblo merece para siempre la felicidad en su

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    cotidiano batallar y en nombre de l, permtaseme seores rendir mi ho-menaje reverente al pueblo chileno, dueo de las ms altas virtudes y delas ms preciadas calidades cvicas, flor de ste pueblo, esencia de susintimas inquietudes es la mujer chilena: para ella sean mis palabras derendida admiracin(El Mercurio de Santiago, 6 de agosto, Portada, ter-cer cuerpo, p. 9)

    El Mercurio de Santiago, 7 agosto 1953, (Seccin Interior, p. 26)destaca las celebraciones del da de Bolivia en Tarapac, en las ciudades deArica e Iquique.

    Durante al ao 1954, se destaca la posible construccin del granoleoducto desde Bolivia hacia Arica, el cual se construy a partir de unProtocolo del Tratado de Complementacin Econmica, suscritos por elcanciller boliviano Walter Guevara Arze y el embajador chileno en Bolivia,Alejandro Hales, suscrito en La Paz un 14 de octubre de 1955.

    La noticia que traa El Mercurio de Santiago en la Portada del 4 deagosto fue la siguiente:

    Gigantesco oleoducto petrolero construir Bolivia hasta Arica.Arica: En avin especial del Lloyd Areo boliviano llegaron proce-

    dentes de La Paz, los seores Jos Paz Estensoro, hermano del primermandatario de ese pas y presidente de Yacimientos Petrolferos Bolivia-nos; John Williams, presidente de la firma Williams Brothers; EduardoHinojosa, gerente de Yacimientos Petrolferos Bolivianos y 6 ingenieros.EL grupo sobrevol la ruta Camiri-Arica, para estudiar la posibilidad deconstruir a lo largo de ella un gigantesco oleoducto, destinado a facilitarla salida del petrleo boliviano hacia el extranjero.

    El seor Paz expres a El Mercurio su complacencia por ser apro-piada la ruta escogida para la instalacin del oleoducto. Aadi que suconstruccin se efectuar apenas el gobierno apruebe el proyecto, ya queello representar, un gran impulso a la industria petrolera de Bolivia.

    Este oleoducto refleja el estado de las relaciones entre ambos pasesy tambin del estado de nimo de ambos pueblos, pues fue visto con granexpectativa a uno y otro lado de la frontera, a pesar de algunos reparosinterpuesto por el Gobierno peruano en 1956 por su presidente Jos LuisBustamante y Rivero, quien haba sido embajador de su pas en Bolivia10 .

    En 1955 la visita del presidente Carlos Ibez del Campo marco laagenda noticiosa. Todo giraba en torno a los acercamientos chileno-boli-vianos. De esta forma publicaba El Mercurio de Santiago este aconteci-miento doble: 3/agosto. En Portada:

    Nueva etapa en la poltica americana marca visita del presidenteIbez a La Paz. Complementacin econmica como base de las relacio-nes continentales Declaraciones del embajador, Seor FernandoIturralde

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    () Seal que ste viaje servir, para conocer las realidades eco-nmico-sociales del Altiplano, slida base de las relaciones hemisfricas.Es, asimismo, digo, la segunda etapa de la reunin de Arica en la cual seecharon las bases de los futuros intercambios comerciales y a cuyo efecto,en el curso del mes prximo, llegar a Chile una comisin boliviana quese abocar al estudio detallado de los diversos rubros.

    Consider el diplomtico, que los pormenores tcnicos son slo lacontinuacin necesaria de los principios bsicos que se estatuyeron enArica, y que, seguramente se solidificarn en La Paz (). Bolivia observ,se interesa por hierro redondo, artculos sanitarios, material de construc-cin, cobre elaborado, cemento y diversos otros tems, y a su vez, puedeabastecerse al mercado nacional.

    ()El pueblo boliviano animado por ste espritu y en plena etapa de

    transicin, busca hoy, en el plano nacional, soluciones y realizaciones in-mediatas.

    Bolivia condecorar a Ministros de comitiva del presidente Ibez

    El da 4 de agosto El Mercurio de Santiago en la seccin Portada, se-gundo cuerpo, p. 21, destacaba la partida del presidente para reunirse con suhomlogo boliviano Vctor Paz Estenssoro, deca el matutino: Lo acompaauna comitiva de 20 personas integrada por ministros de estado, altos funciona-rios de la administracin pblica, detalles de su despedida en Cerrillos, loshonores dados por la fuerza area y detalles de su residencia en La Paz.

    La noticia llegada desde La Paz, en el da patrio de Bolivia fue lasiguiente:

    El Presidente Carlos Ibez declarado husped ilustre de la ciudadde La Paz (con foto)

    El mandatario chileno manifest que su gobierno continuar la po-ltica de colaboracin econmica con Bolivia Entrevista del presidentecon Paz Estenssoro en el palacio de gobierno Ovaciones de la multitud Saludo del cuerpo diplomtico Almuerzo campestre con brindis por elfortalecimiento de la amistad chileno-boliviana Ceremonia solemne enla municipalidad Discursos del alcalde de La Paz Seor Juan LuisGutirrez Grenier y del ministro de Obras Pblicas de Chile Seor AlbertoSchwerter Celebracin del da de la Independencia boliviana Posiblevisita a Santa Cruz Recepcin en el Palacio Quemado.

    (El Mercurio de Santiago, 6 de agosto, Seccin Portada).

    La visita presidencial gener una alta expectativa. Hubo un desfilede obreros y empleados en una cifra aproximada a los cien mil, todos arma-dos de fusiles y ametralladoras, con carteles que decan Gracias al pueblode Chile y al General Ibez por el desbloqueo. Hubo tambin una fiestapopular donde se bail al ritmo de la msica folklrica boliviana. El pre-sidente Ibez recibi en el Palacio de Gobierno a los jefes del MNR. Di-rigentes obreros y nativos (sic) (El Mercurio de Santiago, 7 de agosto,seccin Portada, tercer cuerpo, p. 27).

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    Mientras el presidente Ibez abordaba el problema de la salida almar para Bolivia, sealando que era un problema de carcter continental,diciendo inclusive que a Bolivia debera drsele una salida tambin por elAtlntico, el presidente de Paz Estenssoro anunciaba elecciones presiden-ciales para el prximo ao. (El Mercurio de Santiago, 8 de agosto, seccinPortada, segundo cuerpo, p.19). Al da siguiente el presidente de Boliviaparta con rumbo a Ecuador y Colombia, mientras el presidente chileno lohaca en direccin a Santa Cruz de la Sierra.

    Efectivamente hubo elecciones al ao siguiente, 1956, saliendo electoHernn Siles Suazo. Chile envi una delegacin una comitiva para asistir ala transmisin del mando. Siles asumi la presidencia el mismo 6 de agos-to de 1956. Las elecciones se realizaron el 17 de junio y tuvo por novedadque fueron las primeras donde las mujeres y los anafalbetos pudieron votar.Adems, el Congreso boliviano volvi a entrar en funciones despus deseis aos de inactividad.

    El ao 1957 comenz a mostrar los primeros quiebres de la revolu-cin boliviana. El vicepresidente uflo Chvez renunci a su cargo pordiferencias con el presidente Siles, para despus retirar esa renuncia gene-rando un conflicto mayor con el primer mandatario.

    El Mercurio de Santiago, en su seccin Exclusivos del exterior, p.29, publicaba la siguiente nota: En un telegrama enviado ayer al Congre-so, hizo conocer su determinacin de seguir en el cargo al cual haba dimi-tido por desacuerdo con Hernn Siles Zuazo. Mientras tanto, Juan Lechnfue reemplazado como presidente del Senado, por Federico lvarez Pla-ta. Esto significaba que ya no se contaba con el apoyo irrestricto de losmineros bolivianos como haba sido hasta entonces. Adems los estudian-tes secundarios seguan con sus movilizaciones iniciadas el ao anteriorpor la muerte del condiscpulo Elio Augusto Crispieri en manos de desco-nocidos. En este hito visualizamos que Bolivia pierde un elemento clavepara consolidar su poltica exterior hacia Chile: la falta de cohesin internapara afrontar un proyecto de cambio de envergadura el torno a la revolu-cin de 1952.

    Ese era el ambiente en Bolivia iniciado el ao 1958, que podracalificarse de euforia y crispacin, generado por una revolucin que habalevantado muchas expectativas, incluyendo la solucin al tema martimocon Chile.

    Conclusiones

    La imagen la entendemos como apariencia y semejanza de un epi-sodio que convierte la realidad en una abstraccin que permite su interpre-tacin por parte del ser humano (Rodao, 2005). Para nuestro caso la ima-gen que tenan los estadistas y actores regionales de ambos pases haciaeste acercamiento indito. A su vez, la percepcin surge cuando estos esta-

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    distas y sus sociedades les conceden un significado intrnseco a esa imagen(Rodao, 2005; Schumacher, 2002.). Surgidas de procesos cognitivos comola giras presidenciales, mitines, celebraciones patrias y comitivas descri-tas por la prensa, y al amparo de motivaciones o expectativas futuras, comoera una solucin a la mediterraneidad, junto con la implementacin de me-didas de integracin fsica entre ambos pases, estas nuevas imgenes queproyectaron Chile y Bolivia los acercaron a un entendimiento indito y abuscar intereses complementarios como nunca en su larga historia de con-flictos.

    Como hemos insistido, las percepciones estn relacionadas a im-genes, las que se confunden con la realidad objetiva. Schumacher se pre-gunta: Entonces, si no es en la realidad objetiva en la que basamos nues-tros juicios y decisiones, en qu es? Obviamente en nuestra realidad obje-tiva, pero que es solamente una imagen, es la realidad objetiva tal como seha proyectado dentro de nuestras mentes, es la realidad objetiva tal comola vemos nosotros (2002:79). Lo relevante es que las naciones de ambospases, y sus autoridades polticas coincidieron en la mirada: la primeravio en el interior de continente grandes oportunidades econmicas, posi-blemente sobre la base de su memoria histrica del ciclo de la plata, (Sampa1972); y la segunda, vio en el ocano Pacfico su apertura al mundo, almercado internacional para sus productos mineros y agropecuarios. Esacoincidencia de miradas tambin se expres en imgenes coincidentes, dondelas expectativas eran crecientes en la medida que las autoridades respon-dan a sus demandas y el clima diplomtico era favorable.

    Por otro lado, podramos conjeturar, siguiendo la variable rgimenpoltico, que profundizan tanto el realismo neoclsico como al teora de laspercepciones, que Chile estuvo ms cerca que nunca de alcanzar un acuer-do con Bolivia en la dcada de 1950 respecto a una salida al mar productode que ambos posean un mayor control sobre los recursos econmicos ysociales al pasar de un modelo liberal oligrquico a un modelo de desarro-llo hacia adentro, y la presencia de valores y creencias, en tanto imgenes,coincidentes, en las elites polticas de ambos pases acerca de los asuntosmundiales ( en torno a la idea de una integracin sistemtica del continen-te), y cmo ellos se relacionan con los intereses externos e internos delEstado (Lasagna,1996).

    Fue, posiblemente, 1950 una dcada donde se podra afirmar conDeustch (1990), que ambos Estado-naciones lograron una consonanciacognitiva que les permiti aproximarse, aunque posiblemente no suficien-te como para comprender los cdigos tcitos, superar las imgenesdistorsionadas y el sistema de creencias construidos respecto del otro.

    Complementando esta afirmacin, las teoras internacionales realis-tas neoclsicas (Rose, 1998; Zakaria, 2000), plantean que un elemento cla-ve para comprender la incidencia de las percepciones en las conductas delos tomadores de decisiones pasa por la relacin del Estado con la sociedady su incidencia en las decisiones de poltica exterior. Para esta corriente,

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    que nos aporta pistas para comprender este fracasado proyecto de integra-cin, no siempre la sociedad est a disposicin de los lderes y por lo tantolos dirigentes expandirn los intereses polticos de la nacin en el exteriorcuando perciban un aumento relativo del poder estatal. (Zakaria 2000: 50).En definitiva, conjeturamos que la demanda por una mayor integracin f-sica, fue un desafo que no logro permear las percepciones de los diplom-ticos tradicionales; si bien hubo una poca dorada de las relaciones diplo-mticas entre ambos pases en la dcada de 1950, la integracin fsica eravista como una prctica que debilitaba el poder nacional y no era parte desus motivaciones en la medida que la percepcin del otro se construa enbase a imgenes como el centralismo, -imagen histrica construida porambos Estado-naciones- considerado una de las preocupaciones o expec-tativas clave de la elites polticas de ambos pases.

    Finalmente, nos cabe destacar desde una mirada actual que las im-genes construidas por las regiones hacia estos acercamientos no siemprecoincidan con las imgenes construidas desde los respectivos centro pol-ticos y sus agentes diplomticos. Sea en la actualidad o en 1958, estamosfrente a un fenmeno donde notoriamente existe una irrupcin de la socie-dad civil con referencia internacional, pues aunque sean regiones conti-guas, por ejemplo lo acontecido entre Tarapac y Oruro, lo son de dospases distintos y con relaciones diplomticas complejas. Esa relacin in-ternacional, podra suponerse que potenciara regiones cercanas al propo-ner sus demandas dentro de una agenda bilateral. De tal modo, esta fuerzaregional-internacional debera transformarse en un contrapoder del podercentral de los dos Estado-naciones de Bolivia y Chile. Supuestamente, elescenario que enfrentaran los movimientos regionales de 1958 sera msdifcil debido al poder que los Estado-naciones tenan en dicha poca, com-parado en el periodo actual de globalizacin, donde las fronteras permitenms fcilmente la emergencia de proyectos internacionales concebidos desdelas regiones.

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    Notas1 Artculo resultado del proyecto FONDECYT regular 1095130 y del proyecto Ecos-ConicytC08H02

    2 Vgr. La importancia de la Direccin General de Relaciones Econmicas Internacionales,DIRECON, dentro de las distintas unidades de la cancillera.

    3 Respecto a dotar de nuevo contenido a la idea de inters nacional, podemos mencionar laaportacin del constructivismo al concepto. Esta corriente plantea salir de denominacionesinmviles, as, los conceptos dejan de ser realidades materiales para convertirse en cons-trucciones sociales. Para los constructivistas, el inters nacional es el resultado de ideascompartidas, identidad nacional y prcticas normativas. Lejos por tanto de ser un conceptoesttico, los intereses nacionales de los estados se forman dentro de un contexto culturalcomo resultado de la interaccin social. (Herrero, 2010.21)Es decir, el inters nacionalsurge de la socializacin y el aprendizaje mutuo, por tanto supone un concepto intersubjetivodel proceso en el que las identidades y los intereses son endgenos a la interaccin, en lugarde ser exgenos y dados, como apunta el concepto racionalista representado por las varian-tes realistas. (Hopf 1998: 199).

    4 Esta rgida divisin ontolgica es impugnada por el realismo neoclsico cuyo aporte teri-co radica, adems de combinar variables internacionales y domesticas para intentar com-prender la accin externa de un Estado, en la incorporacin de variables ajenas a la tradi-cin realista, en trminos ontolgicos. () Para el realismo neoclsico, tanto los recursosmateriales (propia de la ontologa del paradigma positivista) como las percepciones delmundo subjetivo inciden a la hora de comprender la vinculacin externa de un Estado(Actis,2011)

    5 Crticas a la imposibilidad de un actor racional en poltica internacional y sus premisas(que son actores egostas, maximizadores de beneficios, que el individuo precede a la socie-dad, entre otros postulados) la encontramos en Herrero de Castro (2006:68,69 y ss.), quiena su vez sigue a Mary Zay (1992).

    6 Podramos conjeturar que Chile estuvo ms cerca que nunca de alcanzar un acuerdo conBolivia respecto a una salida al mar producto del mayor control sobre los recursos econmi-cos y sociales al pasar aun modelo de desarrollo hacia adentro y la presencia de valores ycreencias coincidentes respecto a la mirada internacional.

    7 Lasagna (1996:32) en su propuesta de anlisis, profundiza en los atributos del rgimenpoltico potencialmente alterables, que incidan en la poltica exterior, sobre todo e presen-cia de un cambio de rgimen: Comenzaremos por las relaciones Estado-sociedad, y lamanera en que stas influyen en la posibilidad de cambio de la poltica exterior. Utilizare-mos dos indicadores para medir el impacto del cambio de rgimen en las relaciones Estado-sociedad: el grado de autonoma del Estado respecto a la opinin pblica y las lites socia-les; y el grado de control sobre los recursos de poltica exterior. Complementa su anlisiscon las variables principios y valores que estn en la base del rgimen y guan a los lderesen cuanto a sus preferencias respecto a los asuntos mundiales.

    8 Oscar Pinochet de la Barra, resalta la personalidad de estos diplomticos en el acerca-miento entre Bolivia y Chile en 1950 (1987:68)

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    9 Ya en 1954, se poda leer en El Mercurio de Santiago del 4 de agosto, Seccin Portada:Gigantesco oleoducto petrolero construir Bolivia hasta AricaArica: En avin especial del Lloyd Areo boliviano llegaron procedentes de La Paz, losseores Jos Paz Estensoro, hermano del primer mandatario de ese pas y presidente deYacimientos Petrolferos Bolivianos; John Williams, presidente de la firma Williams Brothers;Eduardo Hinojosa, gerente de Yacimientos Petrolferos Bolivianos y 6 ingenieros. El gruposobrevol la ruta Camiri-Arica, para estudiar la posibilidad de construir a lo largo de ella ungigantesco oleoducto, destinado a facilitar la salida del petrleo boliviano hacia el extranje-ro. El seor Paz expres a El Mercurio su complacencia por ser apropiada la ruta escogidapara la instalacin del oleoducto. Aadi que su construccin se efectuar apenas el gobier-no apruebe el proyecto, ya que ello representar, un gran impulso a la industria petrolera deBolivia. Nemesio Araya, corresponsal.

    10 Puede ser inevitable la comparacin con la cerrada oposicin que hubo respecto del in-tento de los Gobiernos de Bolivia y Chile, de los presidentes Jorge Quiroga y Ricardo La-gos, respectivamente, por construir un gasoducto que uniera Bolivia con un puerto chilenodel Pacfico.

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