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545 revista española de pedagogía año LXV, n.º 238, septiembre-diciembre 2007, 545-558 Filosofía y educación en María Zambrano por Ángel CASADO y Juana SÁNCHEZ-GEY Universidad Autónoma de Madrid 1. Introducción En el proceso de recuperación del pen- samiento y la obra de María Zambrano (1904-1991), el año 2004 marca sin duda un momento de inflexión, caracterizado por los muchos y variados eventos (con- gresos, seminarios, exposiciones, publica- ciones…) organizados con motivo del centenario de su nacimiento, tanto en Es- paña como fuera de ella. El resultado de ese esfuerzo intelectual en torno a la fi- gura y el pensamiento de la filósofa ma- lagueña, ha sido una notable mejora en el conocimiento de su vida y de su obra. Es razonable pensar, sin embargo, que esa tarea analítica e interpretativa, pro- piciada e impulsada por las circunstan- cias expuestas, no sólo sigue abierta, sino que es imprescindible. Ante todo, porque siempre habrá un pretexto o mínimo res- quicio desde el que aproximarnos una vez más a la rica y compleja obra de una pensadora que ha alcanzado en su pro- pia lengua una talla de primera magni- tud, reconocida y ensalzada por todos; pero, además, porque esa misma obra se- guirá necesitando un esfuerzo continua- do de ahondamiento con vistas a esclare- cer el siempre complejo tema de su recepción histórica, o para sacar a la luz los numerosos textos que todavía perma- necen ocultos, perdidos o mutilados. Tal ocurre, en lo que atañe al presen- te artículo, con sus escritos sobre educa- ción y enseñanza, sumamente sugerentes y enjundiosos, algunos de los cuales se han editado recientemente por primera vez [1], que confirman sin lugar a dudas el compromiso de Zambrano hacia los te- mas educativos. El conjunto puede verse como un todo creciente, en el que filoso- fía y educación van de la mano, y es una renovada invitación para que especialis- tas e investigadores trabajen en torno a esta vertiente del pensamiento zam- braniano, poco estudiada en general, con- tribuyendo así a una mejor y más completa comprensión del conjunto de su obra, que forma ya parte del pensa- miento y la cultura de la España del siglo XX.

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ARTICULO SOBRE EL TEXTO DE ZAMBRANO Y LA EDUCACIÓN

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Filosofía y educación en María Zambrano

Filosofía y educaciónen María Zambrano

por Ángel CASADO y Juana SÁNCHEZ-GEYUniversidad Autónoma de Madrid

1. IntroducciónEn el proceso de recuperación del pen-

samiento y la obra de María Zambrano(1904-1991), el año 2004 marca sin dudaun momento de inflexión, caracterizadopor los muchos y variados eventos (con-gresos, seminarios, exposiciones, publica-ciones…) organizados con motivo delcentenario de su nacimiento, tanto en Es-paña como fuera de ella. El resultado deese esfuerzo intelectual en torno a la fi-gura y el pensamiento de la filósofa ma-lagueña, ha sido una notable mejora enel conocimiento de su vida y de su obra.Es razonable pensar, sin embargo, queesa tarea analítica e interpretativa, pro-piciada e impulsada por las circunstan-cias expuestas, no sólo sigue abierta, sinoque es imprescindible. Ante todo, porquesiempre habrá un pretexto o mínimo res-quicio desde el que aproximarnos una vezmás a la rica y compleja obra de unapensadora que ha alcanzado en su pro-pia lengua una talla de primera magni-tud, reconocida y ensalzada por todos;pero, además, porque esa misma obra se-

guirá necesitando un esfuerzo continua-do de ahondamiento con vistas a esclare-cer el siempre complejo tema de surecepción histórica, o para sacar a la luzlos numerosos textos que todavía perma-necen ocultos, perdidos o mutilados.

Tal ocurre, en lo que atañe al presen-te artículo, con sus escritos sobre educa-ción y enseñanza, sumamente sugerentesy enjundiosos, algunos de los cuales sehan editado recientemente por primeravez [1], que confirman sin lugar a dudasel compromiso de Zambrano hacia los te-mas educativos. El conjunto puede versecomo un todo creciente, en el que filoso-fía y educación van de la mano, y es unarenovada invitación para que especialis-tas e investigadores trabajen en torno aesta vertiente del pensamiento zam-braniano, poco estudiada en general, con-tribuyendo así a una mejor y máscompleta comprensión del conjunto desu obra, que forma ya parte del pensa-miento y la cultura de la España delsiglo XX.

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La lectura de estos textos, de otro lado,confirma que las reflexiones e intuicio-nes de Zambrano sobre educación, lejosde ser un complemento o añadido en suobra, forman parte, con su pensamientofilosófico, de una forma de vivir y de pen-sar. En muchos de ellos hay expresivasmuestras de la importancia que la pen-sadora concede a la dimensión educativade la filosofía, por cuanto entiende, comootros filósofos españoles de su tiempo—entre ellos, sus propios maestros: Or-tega, García Morente, Zubiri…—, que unafilosofía auténtica no puede permanecerajena a los problemas y requerimientosde la educación. Un pasaje de «Filosofíay educación: la realidad», es significati-vo: «Nadie puede negar, ni siquiera des-conocer la estrecha relación que existeentre el pensamiento filosófico y la ac-ción educativa»; para los griegos esa re-lación era evidente, pero ahora, añade,«estamos en el polo opuesto, el negativo,al polo positivo ofrecido por la filosofíagriega que era ya en sí misma educativa,formativa» [2].

El presente trabajo constituye unaaproximación al tema de la educación enel pensamiento y la obra de MaríaZambrano, muy ligado a su propia expe-riencia vital, con especial atención a susaportaciones respecto a la estrecha rela-ción entre filosofía y educación, así comoal carácter decisivo de la tarea «media-dora» del maestro. Todo lo cual, ademásde refutar explícitamente el supuesto ca-rácter «menor» con que a veces ha sidovisto este ámbito, es una clara muestrade la continuada atención de nuestra au-tora hacia esa realidad, compleja y cam-

biante, que es la educación, que a nues-tro juicio enlaza con el profundo ser yvaler educativo del propio pensamientofilosófico. Planteamos también, y acasosea lo más importante, acercarnos a suobra como expresión de su peculiar ma-nera de ser y de pensar, como un cantofirme de esperanza en que un mundo me-jor es posible gracias a la educación, yque, en cierto modo, puede verse comoun horizonte de tareas todavía pendientes.

2. Una filosofía educativaEl tema de la educación en el pensa-

miento y la obra de María Zambrano,como ya se ha dicho, no ha recibido has-ta ahora la atención que en rigor merece;especialistas y estudiosos parecen haber-se centrado más bien en los que suelentenerse como sus grandes temas: políti-ca, filosofía, religión, poesía… Para estosestudiosos, filósofos en su mayoría, lostemas educativos son algo «secundario»en el pensamiento de la filósofa mala-gueña, pese a que se trata de un ámbitoque mereció su interés y centró buenaparte de su propio quehacer profesional[3], en coherencia con la vertiente peda-gógica de su vocación. Una vocación queno se circunscribe a los numerosos escri-tos dedicados directamente a cuestioneseducativas, sino que abarca la totalidadde su pensamiento: desde su concepciónintegral del ser humano —«criatura deexperiencia y no sólo de historia»—, has-ta sus observaciones y reflexiones sobrela modernidad, los jóvenes o la escuela,en los que aflora su profunda compren-sión del drama de la vida personal; sinolvidar, por supuesto, su propia actitudvital, teñida de compromiso educativo,

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que le lleva a implicarse de forma decidi-da en iniciativas relacionadas con la for-mación de ciudadanos, entre ellas lasMisiones Pedagógicas y otras experien-cias de educación popular ligadas al idealpedagógico de la República.

Pero hay algo más: su talante intelec-tual, su esfuerzo para llegar a pensar porsí misma, para lograr un efectivo «pen-samiento en libertad», rompiendo con lostópicos y moldes recibidos. Zambrano loconfirma expresamente cuando analiza elsignificado profundo que encierra el co-nócete a ti mismo socrático: «Sócrates, encierto modo, llegó a ser el oráculo de todociudadano de Atenas que no tuviera te-mor de pensar, es decir, de llegar a sersu propio oráculo» [4]. La misma ideasubyace asimismo en su concepción de lafilosofía como pensamiento que busca des-cifrar el «sentir originario» —orientado asu propio origen—, y como dirección o«guía» para salir del lugar en el que es-tamos y emprender el camino de regreso.No es, sin embargo, un camino fácil, puesque transcurre por sendas escondidas,donde los episodios de búsqueda se suce-den, no ya sobre las huellas de la filoso-fía «oficial», sino en torno a «lo otro» (lo«diferente»), condenado a veces por el «po-der» filosófico a «quedar enterrados vi-vos». Se hace preciso, pues, «desandar»lo andado, retornar a la encrucijada ini-cial de la que partimos y tratar de en-contrarnos con lo que ya de algún modose posee, una nueva forma de sabiduríaen la que «el pensamiento y el sentir seidentifiquen sin que sea a costa de quese pierda el uno en el otro o de que seanulen» [5].

Lo propio de esa búsqueda es ilumi-nar el existir mismo, la vida de cada cual.Pero buscar sólo es posible desde la insa-tisfacción de lo dado, de lo aceptado eimpuesto como lo natural y acostumbra-do; ello obliga, pues, a bucear en lo a-problemático, indagar en lo que ha sidoproscrito por el utilitarismo de la razóntecnológica, para desvelar así la historiaoculta del pensar filosófico y suscitar surenovación radical. Requiere, como yaNietzsche había anticipado, abandonarlos senderos trillados y escrutar las vere-das ocultas y los pasos peligrosos, lo quese calla y encubre, lo que permanece enla sombra y es condenado. Y esa es lavida del filósofo, añade, un permanenteriesgo, un «vivir a la intemperie».Zambrano lo sugiere cuando alude a lametáfora orteguiana del «naufragio», im-plícito en toda vida auténtica: «Aquí lavida será buena cuando sea auténtica,cuando esté muy cerca de la situación denaufragio, lo cual recuerda la frase deNietzsche: hay que vivir en peligro» [6].

Y, sin embargo…, esa busca ha de ha-cerse sin violencia, sin ira y sin rencor.En el prólogo a Más allá del bien y delmal, Nietzsche habla de un arquero ca-paz de disparar libremente sus flechas,de elegir, no menos libremente, su blan-co. Pero a esta metáfora, ya utilizada porAristóteles, añade Nietzsche algo nuevo,que Zambrano hará íntimamente suyo:el arquero sólo dispara por amor, nuncapor miedo y menos aún por odio. Estemodo de afrontar el pensar filosófico, ra-cional y amoroso a la vez, implica en símismo una lectura pedagógica de largoalcance, no sólo mental o racional, sinosobre todo cordial: «una convergencia de

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corazones en un mismo objeto de amor»,como Machado sugiere en su Juan deMairena. No es de extrañar que Zam-brano tome como centro el «corazón me-diador, que proporciona luz y visión…»[7], expresión metafórica que recuerda las«razones de amor» de Ortega o su con-cepción del «logos del Manzanares», quele «abrió la posibilidad de aventurarmepor una tal senda en la que me encontrécon la razón poética…» [8].

Junto a ese espíritu cuidadoso, atentoy receptivo al ordo amoris, la figura delarquero nietzscheano ofrece un segundorasgo que encaja asimismo en la dimen-sión educativa del pensar zambraniano:es también arriesgado y comprometido,hunde sus pies en la tierra y no renunciaal espacio y al tiempo, coordenadas queconfiguran la situación vital en la queestá inmerso: «Carne y tiempo —escribeZambrano— envuelven al ser humanocruzándose, a veces, como enemigos…».Compromiso, pues, con «las entrañas»,con la urgencia que imponen la meneste-rosidad y la indigencia, y más aún el do-lor, sin que ello suponga entregarse a lossofistas de nuevo cuño, que aturden elsentido y nublan toda esperanza, ese ras-go esencial de la realidad humana queabre, para Zambrano, el horizonte de lossueños. Mediado por su actitud creadoray esperanzada, su pensamiento educati-vo se ofrece desde el principio como unproyecto humano y «humanizador» queaspira, desde una genuina actitud «peda-gógica», a renovar, a trascender…; sersensibles a «lo que hay», sin perder devista «lo que debe haber». Un deseo, ensuma, de despertar al individuo para me-jorar la sociedad: «La vocació pedagógica

zambraniana —observa Ángel C.Moreu— té una dimensió sociopolítica:cerca l’educació de la societat a partir del’educació de l’individu» [9].

De ahí también su permanente pre-ocupación por el «problema de España»,vivido en fuentes y testimonios explíci-tos, y con él la puesta en cuestión delproyecto de la modernidad, que se con-vierte en uno de los argumentos de suvida y de su obra. Tal vez Zambrano nose considerase materialmente herederade la larga tradición de proyectos de re-forma intelectual y moral de la vida es-pañola (Giner, Costa, Unamuno,Ortega…), pero en lo más vivo de su ser,en la raíz misma de su autenticidad, sien-te que también a ella le alcanza una res-ponsabilidad similar, más abierta y másamplia, es cierto, pero por ello mismo más«responsable». Pesan aquí, sin duda, lasideas y reflexiones de su padre, don BlasZambrano, maestro de escuela y escritor,para quien la educación se enmarca en«un programa de regeneración: concebirla educación como un gran proyecto glo-bal de ámbito nacional» [10].

Hay todavía un tercer aspecto, másíntimo o vital, que esclarece la dimen-sión filosófico-educativa de su obra, y alque Zambrano apunta en un jugoso co-mentario: «Filosofía es encontrarse a símismo, llegar por fin a poseerse, llegar aalcanzarse atravesando el tiempo…» [11].Desde esa perspectiva, concebido comoquehacer encaminado a que el hombre seconsolide como «sujeto» de su propia vida,el pensamiento filosófico genuino coinci-de con la exigencia primaria de toda edu-cación auténtica: hacer al hombre «dueño

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de sí», educado en el pensar, capaz de«encontrar-se» y «poseer-se». Todo lo cualsintoniza con una concepción de la filoso-fía como «razón práctica», como «trans-formación» de uno mismo y de la propiaconcepción del mundo; un saber que noreniega de la tradición y de la experien-cia, que asume la función de educar a laspersonas y a los pueblos, de ayudarles aconquistar la propia humanidad. No cabe,pues, limitar o restringir la filosofía aconocimiento o especulación «puros»: im-plica también «práctica del saber», almodo de una razón mediadora y «carita-tiva», que consuela y alivia la vida delhombre «de carne y hueso» [12].

Zambrano advierte, sin embargo, queese «saber de experiencia» —el «logos» delo diario y cotidiano— ya no cuenta, queha sido «atropellado, cuando menos olvi-dado, por el saber universal, ético o me-tafísico»; que la tradición ya no setransmite sino en fórmulas estáticas einertes; que la vida ha quedado abando-nada por una razón desencarnada, vul-nerada por la razón absoluta ydominante. Que hacen falta, en suma, for-mas «mediadoras» (poesía, amor, piedad,misericordia…), capaces de despertar ytransformar la vida en todas sus dimen-siones. Sus propuestas educativas se en-tienden desde el anhelo de un saber capazde «penetrar en el corazón humano», deunir filosofía y poesía —«saberes de sal-vación» los llama Zambrano, recordandoa Scheler—, pues que «el pensamientofilosófico no podrá alcanzar, sin aliarsecon la Poesía, el secreto último de la li-bertad terrestre, la fusión de la Libertadcon lo que parece ser su contrario: amor,obediencia» [13].

Convencida, pues, de que el pensarfilosófico debe recuperar su principio devitalidad —ser cauce y expresión de lavida—, Zambrano va dando forma a unsaber más amplio e integrador a la vez,que supere las limitaciones de la razóndiscursiva y «se haga cargo de todas laszonas de la vida»; esto es, del vivirexperiencial —que es «nuestro» vivir—,sobre la base de una idea del «hombreíntegro» y de una «razón íntegra»:

«Pero este saber más amplio, den-tro del cual puede permitirse el flore-cimiento del delicado saber acerca delas cosas del alma, no podía ser unsaber cualquiera, una Filosofía cual-quiera. Era necesario una idea delhombre íntegro y aun idea de la ra-zón íntegra también. Era necesario to-par con esta nueva revelación de laRazón a cuya aurora asistimos comoRazón de toda la vida del hombre.Dentro de ella vislumbramos que síva a ser posible este saber tan honda-mente necesitado» [14].

El corolario pedagógico parece inex-cusable: educación como desarrollo «inte-gral» de la persona: cuerpo y mente,inteligencia y sensibilidad, responsabili-dad individual y social, originalidad…Necesidad, por tanto, de atender aque-llas dimensiones del hombre (sensibili-dad, afectividad, espiritualidad…) sin lascuales difícilmente puede hablarse en ri-gor de vida humana. Educación, en suma,como una vía para liberar al hombre, paraayudarle a convertirse en persona. En lamejor tradición filosófica del «ser para lalibertad», Zambrano enseña que «hemosde disponernos no sólo a mantener nues-

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tra fe, sino a educar, a entrenar parauna vida en la libertad única posible rea-lización de la persona humana» [15].

3. Educación y mediaciónEl «encuentro» de Zambrano con la

educación no es un hecho casual, sino«con-natural» a sus planteamientos filo-sóficos. Además de pensadora, en ella sedan las condiciones propias de todo graneducador: una «irrenunciable» vocaciónintelectual, hondamente sentida [16],acompañada siempre de una exigencia—pedagógica— de comunicación. No bus-ca la verdad —el «secreto»— para entre-garse a ella en un culto silencioso ycerrado, de espaldas a los demás, sinocon ánimo de transmitirla, de revelarla aotros en palabras que puedan encaminar-les también hacia ella. Tal circunstan-cia, no es ciertamente un rasgo anecdóticoo circunstancial, sino un ingrediente vi-tal de la convivencia humana; hasta elpunto de que, cuando falta o no se cum-ple, Zambrano habla de una «muerteen vida»:

«Se puede morir estando vivo. Semuere de muchas maneras, en ciertospadeceres sin nombre, en la muertedel prójimo, y más todavía en la muer-te de lo que se ama y en la soledadque produce la total ausencia de posi-bilidad de comunicarse, cuando a na-die le podemos contar nuestra historia.Eso es muerte, y muerte por juicio»[16].

De ahí que nuestra autora conciba elescribir como una tarea mediadora; másaún, el escritor, escribe Zambrano, es «el

verdadero mediador», puesto que no sóloaspira a descubrir el secreto, sino tam-bién a revelarlo, dos caras o vertientes,íntimamente unidas, de un mismo afán:

«Afán de desvelar, afán irreprimi-ble de comunicar lo desvelado; dobletábano que persigue al hombre, ha-ciendo de él un escritor (…) Lo escritoes igualmente un instrumento paraesta ansia incontenible de comunicar,de «publicar» el secreto encontrado, ylo que tiene de belleza formal no pue-de restarle su primer sentido; el deproducir un efecto, el hacer que al-guien se entere de algo» [18].

Llegamos así a la inevitable dimen-sión «práctica» o vital de la comunica-ción: se habla —o se escribe— para«hacer» algo; más allá del hecho en sí decomunicar o manifestar algo a alguien,importa justamente el «sentido» o propó-sito en vistas del cual se lleva a cabo esatransmisión o «revelación», el cambio quese persigue con ella. Así, el «decir»zambraniano se ofrece como un gesto«mediador», de comunicación y de parti-cipación, y viene transido, desde sus pri-meros pasos, de una confianza espe-ranzada en el poder creador de la pala-bra, en su capacidad de transformaciónde uno mismo, de insertar la «verdad enla vida»:

«Lo que se publica es para algo,para que alguien, uno o muchos, alsaberlo, vivan sabiéndolo, para que vi-van de otro modo después de haberlosabido; para librar a alguien de la cár-cel de la mentira, o de las tinieblasdel tedio, que es la mentira vital» [19].

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Ese afán de «compartir», de ser y con-vivir con los demás, netamente pedagó-gico —y, por tanto, más allá de cualquier«practicismo»—, tiene en la ceremonia de«partir el pan», de raigambre evangélica,su máxima expresión:

«La ley del pan manda que se ofrez-ca y que se reciba, que se comparta;que se coma junto con los demás, queasí se hacen prójimos de verdad. Pues-to que el que «los otros» o «los demás»son nuestro prójimo, se siente y sesabe mejor que nunca cuando con elloscompartimos el pan, el suyo o el pro-pio, que así se hace nuestro» [20].

La conjunción de vocación intelectualy de comunicación —pedagógica—, claveen el pensamiento y la obra de Zambrano,permite explicar tanto su indeclinable vo-cación «práctica», cargada de «sentido so-cial» —«no quiero salvarme sola»—, comosu profunda preocupación por los temaseducativos, que aborda desde ángulos yperspectivas muy diferentes. El hecho deque en sus trabajos sobre educación, másnumerosos y de mayor «calado» de lo quepodría suponerse, no aporte un conjuntosistemático de ideas sobre la misma, noinvalida su discurso como sólido y fecun-do «logos» sobre lo educativo. En el cen-tro de esa aportación encontramosjustamente la noción de persona: «…algooriginal, nuevo, realidad radical irreduc-tible a ninguna otra»:

«Aunque lenta y trabajosamente—escribe— se ha ido abriendo pasoesta revelación de la persona huma-na, de que constituye no sólo el valormás alto, sino la finalidad de la histo-

ria misma. De que el día venturosoen que todos los hombres hayan lle-gado a vivir plenamente como perso-nas, en una sociedad que sea sureceptáculo, su medio adecuado, elhombre habrá encontrado su casa, su“lugar natural” en el universo» [21].

La plenitud de la persona, pues, comometa o ideal que da sentido al curso dela sociedad y de la historia [22], y que,por ello mismo, constituye el horizonteque justifica y legitima todo proyecto edu-cativo, en su doble vertiente, individualy social: «Se trata —concluye más ade-lante— de que la sociedad sea adecuadaa la persona humana; su espacio adecua-do y no su lugar de tortura» [23].

La vida y la obra de Zambrano consti-tuyen hitos o pasos de iniciación haciaese «espacio habitable, habituado», másproyecto que realidad, al que no se acce-de sin «desprendimiento de corazón». Eneste sentido, su propio y peculiar estiloresume un testimonio ejemplar de vida yobra, de pensamiento y acción: MaríaZambrano «dice lo que hace y hace lo quedice», ha escrito Chantal Maillard; con-gruencia, pues, entre decir y hacer, entreescribir y obrar [24]. Un estilo cuya raízsecreta hay que buscarla en la forma devivir la propia vida, en esa manera deser y estar en el tiempo que no es sólometafísica, sino cordial además. No es ca-sual, pues, que la obra de Zambrano seconstituya en guía y magisterio paraquien sepa escuchar y compartir su feen la palabra mediadora, no como doc-trina, sino como entrega generosa y fe-cunda.

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Frente a la razón occidental y sus li-mitaciones, María Zambrano propone unanueva forma de filosofía como «transfor-mación» de uno mismo; una racionalidadcreativa y mediadora, que busca sugerir,indicar el camino desde el que sea posi-ble atisbar el hontanar esperanzado delser humano en su integridad, es decir,de la persona. En el marco de esa pro-puesta, lejos de toda simplificación o pre-tensión intelectualista, la educación seconcibe como un proceso «mediador»,abierto al desenvolvimiento pleno de lapersona como miembro consciente y acti-vo de una comunidad; un proceso que notiraniza ni oprime, sino que acoge y res-peta las distintas formas de realizaciónpersonal, los diferentes ritmos y tiempos;que se afana por integrar lo múltiple y lodisperso, por conectar los diferentes ni-veles de nuestra interioridad, sin inter-ponerse ni violentar la propia singu-laridad:

«Educar será ante todo, guiar alque empieza a vivir en esta su mar-cha responsable a través del tiempo.(…) educarle será despertarle o ayu-darle a que se despierte a la realidaden modo tal que la realidad no su-merja su ser, el que le es propio, ni looprima, ni se derrumbe sobre él …»[25].

4. El maestro, «mediador del ser»Muchos escritos de Zambrano abun-

dan en referencias a la impronta delmaestro, a su importancia decisiva como«mediador» esencial de la acción educati-va. Tales textos, que remiten a la dimen-sión ética del pensamiento zambraniano,enlazan con las referencias a la crisis de

nuestro tiempo, con la consecuencia in-evitable de una desorientación e incerti-dumbre profundas, que afectan al propiopensamiento y a la capacidad de crear:«La crisis —escribe— muestra las entra-ñas de la vida humana, el desamparo delhombre que se ha quedado sin asidero,sin punto de referencia…» [26]. Más alláde sus expresiones más populares operiféricas —por ejemplo, el estallido del«poder estudiantil»—, sus reflexiones pre-cisan el rasgo decisivo de esa situaciónde crisis:

«No es posible desde hace ya largotiempo poner en duda que la culturade Occidente se encuentre, en mediode tantos esplendores, en una hondacrisis. No es posible tampoco descono-cer desde hace algún tiempo que estacrisis sea la de la mediación en todassus formas. Son ellos, en gran partemas en grado eminente, los mediado-res mismos, quienes en forma cada vezmás clara lo exponen, lo publican»[27].

Ahora bien, crisis no es fracaso, sinola señal o prueba de que la historia no esquietud o estatismo, sino evolución, pro-ceso; y el hombre, un ser «en tránsito»,capaz de transformar-se. Las referenciasa la vocación del maestro constituyen pre-cisamente un aspecto clave de la Antro-pología zambraniana, «ya que es camino,y, como tal, método para aproximarnos ala verdad humana» [28]. En este aconte-cer se inscribe la tarea «mediadora» delmaestro que no dimite ni falsifica su vo-cación: dispuesto a escuchar «finamen-te», a facilitar vías para que cada unosiga su propio camino, donde poder en-

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contrar-se y vivir una vida más auténti-ca, en un mundo cambiante. A ello apun-tan sin duda los numerosos escritos enlos que Zambrano resalta la figura delmaestro como acicate, como estímulo, contítulos evocadores («La vocación del maes-tro», «La mediación del maestro», «El es-pejo de las aulas», «La educación para lapaz»…) y pasajes que iluminan, mejor quemuchos estudios de «expertos», las raícesmás hondas de la vocación mediadora delmaestro, que es, escribe, «entre todas lamás indispensable, la más próxima a ladel autor de una vida, pues que la con-duce a su realización plena». De ahí sucarácter insustituible, pues que apuntaa la integridad de la persona, al «ser delo viviente»:

«Y así el maestro al serlo del serhumano…, ha de hacer descender, porasí decir, sobre él razón, bien y ver-dad, también armonía y orden, fun-damentos de la belleza en funciónjustamente del ser; mediador antetodo y sobre todo del ser mismo, deese ser —persistente problema de lafilosofía— que mirado desde lejos pa-rece inaccesible, y que luego fructificaen el hombre como en su terreno deelección» [29].

Se entiende, pues, que para MaríaZambrano la educación comporte siem-pre fines: «La educación hay que consi-derarla en vista de y para, ante algo ypara algo… Pues si no fuera así, si laeducación no preparase para algo, seríaun simple adiestramiento mecánico» [30].De ahí, también, que Zambrano subrayeel importante papel que la memoria ejer-ce en la educación, como un impulso que

guía la conducta, renueva el ánimo y lemantiene «en estado de vigilia». Esta vi-gilia, esta tensión proviene de la fuerzay el ejemplo del maestro, de la vocacióny de la interacción como acto educativoentre maestros y discípulos.

Decir vocación es hablar de todo aque-llo que tiene que ver con mi vida y midestino: lo que somos ahora y lo que es-tamos llamados a ser: el «verdadero ser[del hombre], escribe Zambrano, está fi-jado al futuro, en vía de hacerse». El pro-blema de la concepción del hombre, y del«puesto» (Scheler) que éste ocupa en elmundo, se revela así como una cuestiónpreliminar a toda teoría educativa:

«Para que una filosofía pudieseofrecer al educador de hoy lo que ensu menester necesita, habría de ofre-cerle una idea y una imagen de hom-bre y de la realidad, del cosmos, esdecir un conocimiento del hombre ensu puesto excepcional en el universo.Pero algo más: un itinerario del tras-cender humano a través de todas lasformas de realidad entre las que tie-ne que moverse. Una visión total yuna guía; un cierto método también…»[31].

La tarea mediadora del maestro —queha de dar «tiempo y luz, los elementosesenciales de toda mediación»; que debe«enseñar a mirar» el mundo, a interpre-tarlo—, se corresponde, para Zambrano,con la idea de educación como un procesode autodesenvolvimiento, en el que elalumno no es mero agente pasivo. Elmaestro, propiamente hablando, notransmite «doctrina»: insinúa más que

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dice, enseña aludiendo, indicando algo,no diciéndolo todo; es más bien el queinicia a alguien en un camino que ha derecorrer en primera persona. De donderesulta una suerte de guía más indicati-vo y vital que «doctrinal», pues que noabsuelve de esfuerzo y compromiso aquien pretenda caminar con él para lle-gar a desarrollarse. La presencia delmaestro, en suma, lo es tan sólo cuandose interioriza en el espíritu del educandoy pone en marcha su libre y propia ini-ciativa [32]. Sobre el supuesto de esa li-bertad y autonomía del alumno, «educar»no es, en el fondo, sino la ocasión de «edu-car-nos»:

«Y uno mismo, cada uno, el prime-ro, pues que en este «sacramento» dela educación sucede lo mismo que enel del matrimonio: que son los contra-yentes quienes en verdad se lo admi-nistran, conducidos, testificados,bendecidos, más ellos. No hay educa-ción posible pues si sólo existe el edu-cador, es decir: si el primer educadorno es el propio educando» [33].

5. Reflexiones finalesSobre el fondo de su filosofía, raíz y

justificación última de su pensamientoeducativo, los textos de Zambrano acier-tan a reflejar la relación y mutua impli-cación entre filosofía y educación. Susreflexiones e intuiciones, muchas vecesen forma de metáforas sugerentes yevocadoras, nos sumergen en delicadasgalerías íntimas, en lúcidas «experienciasvitales», que nos ayudan a profundizar ydar un renovado sentido a la teoría y lapráctica educativas. Ahí radica justamen-te, a nuestro juicio, la mayor virtualidad

de los textos y su vigencia en nuestrosdías. El lector podrá estar quizá en des-acuerdo con algunos planteamientos con-cretos; pero su lectura le incitará apensar, a confirmar o discutir, implicán-dose en una exposición llena de intere-santes matices que alumbran distincionesprofundas y sutiles. Y que subrayan lanecesidad de ocuparnos seriamente deuna tarea educativa, casi olvidada, queurge recuperar: la sensibilidad hacia laspersonas y las cosas de nuestro entorno.

Por otra parte, resaltar la vertientepedagógica del pensamiento y la obra deZambrano, y su validez respecto a la con-sideración teórico-práctica de la realidadeducativa, no supone pretensión algunade convertirla en «genio» de la pedago-gía, ámbito hacia el que la autora mues-tra cierta reticencia, quizá por suoposición a una educación entendida comotransmisión lineal de un saber exteriory, por tanto, muerto, separado de la vida,frente a un saber vivo, vivificante. Deahí el valor esencial que concede a la fun-ción mediadora del maestro, y el carác-ter decisivo e insustituible de su tarea, ala que se refiere en términos de «conver-sión»:

«Y el maestro ha de ser quien abrala posibilidad, la realidad dentro modode vida, de la de verdad. Una conver-sión es lo más justo que sea llamadala acción del maestro. La inicial resis-tencia del que irrumpe en las aulas,se torna en atención. La pregunta co-mienza a desplegarse. La ignoranciadespierta es ya inteligencia en acto yel maestro ha dejado de sentir el vér-tigo de la distancia y ese desierto de

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la cátedra como todos, pródigo en ten-taciones. Ignorancia y saber circulany se despiertan igualmente por partedel maestro y del alumno, que sóloentonces comienza a ser discípulo.Nace el diálogo» [34].

Educación, pues, no equivale a «ad-quisición» de unos u otros contenidos,como mera recepción de fórmulas vacíasque ni se han creado ni se entienden: elprotagonismo, en Zambrano, se trasladajustamente al esfuerzo conjunto de profe-sor y alumno: «Ambos, maestro y discí-pulo, cabalgan juntos en busca de laverdad y mutuamente se animan y agui-jonean». De donde cabe concluir ciertaactitud de «resistencia», cuestionadora delas carencias e insuficiencias de la reali-dad; es entonces propiamente cuando laeducación deviene en formación renova-da y auténtica, insertada en la vida delhombre, donde se aviva y manifiesta.

Por eso, la lectura «pedagógica» de laobra zambraniana no puede limitarse ayuxtaponer unos u otros textos, más omenos conformes con la forma dominan-te de pensar la educación; o seleccionarlos fragmentos más vistosos y llamati-vos, privando así a su pensamiento de lavertiente irónica que lo define: «la únicapedagogía eficaz —escribe— parece serla de la ironía». Antes que empeñarnosen adaptar sus observaciones y reflexio-nes a los planteamientos educativos aluso, lo pertinente sería afrontarlo másbien como un pensamiento cuya mayorvirtud radica justamente en ponerlos encuestión.

Dirección de los autores: Ángel Casado y Juana Sánchez-Gey, Departamento de Antropología Social yPensamiento Filosófico Español, Universidad Autóno-ma de Madrid, Campus de Cantoblanco, 28049Madrid.

Fecha de recepción de la versión definitiva de este artícu-lo: 25.VII.2007

Notas[1] ZAMBRANO, M. (2007) Filosofía y educación. Manus-

critos, Ed. de A. Casado y J. Sánchez-Gey (Málaga,Ágora).

[2] ZAMBRANO, M., o.c., p. 149.

[3] Aunque no son muchas las ocasiones en que MaríaZambrano ejerció oficialmente la docencia, hay cons-tancia de su labor como profesora en el Instituto-Escuela de Segunda Enseñanza y en la UniversidadCentral de Madrid, sustituyendo a Zubiri en la cátedrade Historia de la Filosofía, así como en la Universidadde Barcelona. Ya en el exilio, imparte clases en dife-rentes Universidades: Morelia (México), Puerto Rico,La Habana, etc.

[4] ZAMBRANO, M. (1987) Hacia un saber sobre el alma(Madrid, Alianza) p. 28.

[5] ZAMBRANO, M. (1993) Claros del bosque (Barcelona,Seix Barral) p. 14.

[6] ZAMBRANO, M. (2002) Apunts d’un curs a Puerto Rico,en AA. VV. L’art de les mediacions (Universitat deBarcelona) p.73.

[7] ZAMBRANO, M. (1993) Claros del bosque, o.c., p. 77.

[8] ZAMBRANO, M. (1986) De la Aurora (Madrid, Turner)p. 123.

[9] MOREU, A. C (1999) María Zambrano i la Pedagogía,en AA. VV. Pedagogía amb veu de dona (Universitatde Barcelona) p. 85.

[10] MORA, J. L. (1998) Introducción a Blas J. Zambrano,Artículos, relatos y otros escritos (Diputación deBadajoz) p. 28.

[11] ZAMBRANO, M. (1984) Andalucía, sueño y realidad(Granada, Eds. Andaluzas Unidas) p. 179.

[12] De ahí que para Zambrano sea Séneca el mediadorgenuino: «Filosofía de mediador es la suya. La ver-dad, el «logos» de la filosofía platónico-aristotélica ha

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descendido a una modesta razón, para el consumoinmediato del hombre que la necesite. El «logos» seha hecho consolador». (Pensamiento y filosofía en lavida española, Madrid, Endimión, 1996, p. 110).

[13] ZAMBRANO, M. (2004) La liberación de Don Quijote,Revista de Educación, núm. Extraordinario, p. 110.

[14] Hacia un saber sobre el alma, o.c., p. 26.

[15] Ver GONZALEZ CRUZ, I. (2004) Unamuno y María enla generación de un credo, en Actas del III CongresoInternacional sobre la vida y la obra de María Zambrano(Málaga, Fundación Zambrano) pp. 150-151.

[16] «…mi verdadera condición, es decir, vocación, ha sidola de ser, no la de ser algo, sino la de pensar, la dever, la de mirar, la de tener la paciencia sin límitesque aún me dura para vivir pensando…» (A modo deautobiografía, Anthropos, 70-71, 1987, p. 4).

[17] ZAMBRANO, M. (1981) Dos escritos autobiográficos,p. 67 (Madrid, Entregas de la Ventura). El texto re-cuerda un verso de Emilio Prados, citado porZambrano: «Ver sin hablar es estar muerto» (El sueñocreador, Xalapa, 1965, p. 77).

[18] «Por qué se escribe», Hacia un saber sobre el alma,o.c., p. 34-35.

[19] Ibídem, p. 36-37.

[20] ZAMBRANO, M. (1999) Segovia. Un lugar de la pala-bra, España, sueño y verdad (Madrid, Siruela) p. 171.

[21] ZAMBRANO, M. (1950) Persona y democracia (S. Juande Puerto Rico, Mº de Instrucción Pública) p. 47.

[22] «…habría que hablar en María Zambrano de unapneumatología de la historia, es decir, de una inter-pretación de la historia desde la clave de hacersepersona; clave que más que a la filosofía, pertenecea una religión del espíritu». CEREZO, P. (1991) De lahistoria trágica a la historia ética, en PhilosophicaMalacitana, IV:76).

[23] Persona y democracia, o.c., p. 172.

[24] «Me atrevería a decir que buena parte, quizá toda, dela obra de Zambrano es su vida. Más aún, su obraconsiste en una peculiar forma de contarnos su vida».MAESTRE, A., Semblanza fi losófica de MaríaZambrano, en BENEITO, J. M.ª y GONZÁLEZ FUEN-TES, J. A. (2004) María Zambrano. La visión mástransparente (Madrid, Trotta) p. 463.

[25] Filosofía y educación. Manuscritos, o.c., pp. 152-153.

[26] Hacia un saber sobre el alma, o.c. p. 85.

[27] La mediación del maestro, en Filosofía y educación.Manuscritos, o.c., p. 115.

[28] GÓMEZ CAMBRES, G. (2000) La aurora de la razónpoética (Málaga, Ágora) p. 20.

[29] La vocación de maestro, en Filosofía y educación.Manuscritos, o.c., p. 114.

[30] La educación para la paz (1996), Revista de Educa-ción, 309:151.

[31] Filosofía y educación: la realidad, en Filosofía y educa-ción. Manuscritos, o.c., p. 154.

[32] El profesor Ortega Muñoz destaca la «curiosa coinci-dencia» entre Sócrates y María Zambrano respecto al«carácter mayéutico» de la filosofía: «el racionalismohabía olvidado el carácter germinativo del pensamien-to desde la propia entraña, y la tarea mediadora de larazón de ayudar a manifestarse» (La razón mediadorade María Zambrano, en María Zambrano. La visiónmás transparente, o.c. p. 324-325).

[33] Filosofía y educación: la realidad, o.c., p. 153.

[34] La mediación del maestro, o.c., p. 118.

Resumen:Filosofía y educación en MaríaZambrano

El presente artículo ofrece una breveexposición de la estrecha relación entrefilosofía y educación en la obra de MaríaZambrano (1904-1991), analizando algu-nos aspectos centrales de su pensamien-to educativo, muy relacionado con supropia experiencia vital, en el marco desus propuestas ético-filosóficas, vincula-das a su noción de «razón poética». Eneste sentido, subraya la honda preocupa-ción de Zambrano por la función «media-dora» de la educación, como vía de«humanización» y desarrollo de la perso-na, en su vertiente individual y social,que enlaza con el profundo ser y valereducativo del pensamiento filosófico.

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Filosofía y educación en María Zambrano

Descriptores: Filosofía española, Edu-cación individual y social, Pensamientocrítico, Responsabilidad de los profesores.

Summary:Philosophy and education in MaríaZambrano

This paper briefly summarises thestrong relation between philosophy andeducation in the works of MariaZambrano (1904-1991), analysing somemain points of his educational thinking,closely related with his vital experience,in the context of his ethical-philosophicalpropositions, linked to his notion of«poetry reason». In this way, underlinesthe big concern of Zambrano for the«mediator» function of education, as aform of «humanization» and person’development, in his individual and socialaspect, connected with the deepeducational worth of the philosophicalthinking.

Key Words: Spanish philosophy, Indivi-dual and social education, Criticalthinking, Aims of teacher education.