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Administración Nacional de Educación Pública CONSEJO DE EDUCACIÓN PRIMARIA Walter Rela ARTIGAS su acción política y militar 1811-1820 989.504 R382a

Artigas Su Accion Politica y Militar Walter Rela

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Administración Nacional de Educación Pública CONSEJO DE EDUCACIÓN PRIMARIA

Walter Rela

ARTIGAS

su acción política y militar

1811-1820

989.504 R382a

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WALTER REZA

ARTIGAS

Su acción política y militar

1811-1820

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ADMINISTRACIÓN NACIONAL DE EDUCACIÓN PÚBLICA

CONSEJO DIRECTIVO CENTRAL Presidente: Prof. Germán Rama Vicepresidente: Dr Claudio Williman Vocales,- Mag. Lic. Nelly Leites de Moraes

Insp. Rosa Márquez Prof. Carmen Tornaría

Secretario General: Dr. Robert Silva García

CONSEJO DE EDUCACIÓN PRIMARIA Director General: Insp. Sirio Badi Nadruz Consejera: Lic. María Nelly Arispe Consejero: Dr. Héctor Caraballo DelgadoSecretaria General: Dra. Alma Baccino de Pérez Abella Prosecretaria: Sra. Silvia Giuria

Inspección TécnicaInspectora Técnica: Mtra. Insp. MI Nelly Filardo

Departamento de Publicaciones e Impresiones Directora: Mtra. Insp. Marta Laurino de Siola

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La grandeza de Artigas

La peregr inación anual al Hervidero, que fami-liar iza con un campo sagrado en cl recuerdo de la patr ia el espír itu de las generaciones or ientales, se perpetuará como un r ito inalterable de nuestro culto cívico. La (ra-dición histór ica no tiene en tier ra nacional santuar io más venerado que esa solitar ia meseta.

Hay que ir a erguirse sobre su cúspide para abr ir el pecho ala cruda proeza de las ráfagas de pasión pa-tr iótica que cl ambiente de las ciudades refrena y amor-tigua. Hay que mirar desde su altura para dominar toda la amplitud del hor izonte que abarca, en la histor ia del Río de la Plata, la fuma de expansión y propaganda de nuestro credo revolucionar io de 1813, la fórmula profé-tica integral de los destinos de la Amér ica libre.

Montevideo es la cuna de la patr ia, en cuanto esto significa un pr imer núcleo de sociabilidad y civif-zación, con los elementos esenciales que preceden a la Independencia y que persisten y dcbcn persistir a través de todas las Imnsformaciones. Montevideo es, además, el or igen de un espír itu local con aspiraciones ala auto-nomía económica y política, que obró acaso como el pr incipio más activo en la formación de un espír itu de nacionalidad.

Pero si por cuna de la patr ia entendemos, no el conjunto de esos antecedente pr imeros, sino la revela-ción entera, franca y c(caz del sentimiento que llama-mos propiamente patr iótico, y de la idea que lo detcrmi= na y hace consciente, entonces no está la cuna de la pa-tr ia en Montevideo, último rcducto del poder español y fácil presea de la conquista lusitana. La cuna de la pa-tr ia está dispersa en la extensión de esas cuchillas casi desier tas donde las " montoneras" heroicas espaciaron su instinto de liber tad y su indómita soberbia, fermen-tos generadores de una independencia y de una demo-cracia: la cuna de la patr ia está en el ter rón del rancho humilde donde tuvo su precar io asiento aquella sociabi-lidad scminómada que se personifica en cl tipo legenda-r io del gaucho; la cuna de la patr ia está en cl seno de la virgen y bravía naturaleza, y abarca tanto espacio como las fronteras de la patr ia misma. Pero si en alguna par le su radica y concreta es en ese or iginal e interesantísimo esbozo de capital independiente que se asentó sobre la

mesa del Hervidero y donde Artigas bosquejó, con tos-ca energía, la imagen de la organización civil que lleva-ba en la mente junto alas inspiraciones de su acción heroica.

La sociedad europea de Montevideo y la socie-dad semibárbara de sus campañas, dándose rcciproca-mente complemento, fueron mitades por igual necesa-r ias en la unidad de la patr ia que se transmitía al porve-nir . Y el lazo viviente que las juntó dentro de un carác-ter único es la persona de Ar tígas, hombre de ciur jad por el or igen y por la educación pr imera; hombre de campo por adaptación poster ior y por el amor entrañable y la comprensión profunda del rudo ambiente campesino. Son este amor y esta comprensión los que definen la or iginal grandeza de Ar tigas, el secreto de su eficacia personal, la clave de su significación histór ica. Haber profesado con inquebrantable fe, cuando todos duda-ban, los pr incipios de la independencia, la federación y la república, bastar ía para revelar corazón entero y men-te iluminada, pero no bastar ía para determinar la supe-r ior idad de hombre de acción. Lo que detemtina esa su-per ior idad es la intuición y la audacia en la elección de los medios: es cl mirar de águila por el que comprendió que los elementos necesar ios para imponer aquel pro-grama en los destinos de la Revolución estaban sólo en el seno de esas muchedumbres de los campos, a cuyo frente se puso, afrontando las preocupaciones y los egoís-mos de su tiempo. Allí, en cl ambiente agreste, donde cl sentir común de los hombres de ciudad sólo veía barba-r ie, disolución social, energía rebelde a cualquier pro-pósito constructivo, vio el gran caudillo, y sólo él, la vir tualidad de una democracia en formación, cuyos ins-tintos y propensiones nativas podían encauzarse, como fuerzas orgánicas, dentro de la obra de fundación social y política que había de cumplirse para el porvenir de estos pueblos. Por eso es grande Ar tigas, por eso fue execrado como movedor y agente de barbar ie, con odios cuyo eco no se ha extinguido del todo en la poster idad. Trabajó en cl bar ro de Amér ica, como allá en cl Nor te Bolívar ; las salpicaduras de ese limo sagrado solían su frente con un atr ibuto más glor ioso que cl clásico laurel de las victor ias.

El Siglo Montevideo, 23 de julio de 1915

José Enrique Rodó

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Prólogo

El presente trabajo del que es autor el Dr WalterRela fue publicado originariamente por la Liga Marítima Uruguaya en 1998, con un ajustado prólogo del Comandante en Jefe de la Armada Nacional Vce Almirante G. Ruiz Estellano. El Dr. Reta ha tenido la generosidad de donar al Consejo de Educación Primaria los derechos de autor del mismo, lo que ha permi-tido esta segunda edición, que nos autoriza a poner a disposición del magisterio nacional su importante contenido.

El Dr. Reta es un destacado intelectual uruguayo, formado en disciplinas humanísticasy en metodologías de investigación, que le han permitido poner a disposición de docentes e investigadores una proficua obra, que interesa a varias áreas. Aunque sus contenidos afectan predominantemente los temas históricos, Walter Reía no se autodefine como «historiador» sino como «documentalista», aunque, lógicamente, el profesionalismo de esa metodología lo introduce necesariamente en profundidad en la materia histórica.

Cabe destacar que desde hace años viene realizando un impresionante trabajo de inves-tigación, bajo el título de «URUGUAY cronología histórica anotada» que ha de extenderse en seis tomos, el primero de los cuales arranca de 1527, bajo el título de «Banda de los Charrúas. Colonización españnla» y el sexto llegará a 1966, cerrando tres tomos de la «Re-pública Oriental del Uruguay». En la actualidad ha publicado los tres primeros, llegando hasta 1830. El segundo tomo precisamente, cubre el periodo de presencia histórica de Arti-gas (1811 -1820), que es el tema de la presente publicación.

Este trabajo deja en evidencia dos características claras del Dr. Reta, que se hacen pre-sentes a un tiempo: la erudición y la capacidad de síntesis, características que no parecefácil presentar a un tiempo como 1o logra Rela, y como queda en evidencia en estas páginas.

El trabajo que se publica tiene una breve introducción sobre la Revolución de Mayo de 1810, seguida por el proceso histórico artiguista, y cerrando la publicación con una serie de citas de elevado interés, muchas de las cuales no están fácilmente al alcance del lector

Todos estos elementos destacados en estas líneas creemos que justifican ampliamente la difusión de la obra. Resta tan solo agradecer al Dr. Waller Reía la generosidad intelectual de su aporte a nuestros docentes, en un tema decisivo en la formación de nuestros valores nacio-nales.

José Claudio Williman (h.) Subdirector Nacional de Educación Pública

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Artigas: su acción política y militar

1811-1820

Instalada la Junta de Mayo, buscó en favor de su causa un pronunciamiento en los pueblos del interior de la Argentina, el Paraguay y la Banda Oriental. Las reac-ciones fueron diversas. En las provincias argentinas chocó con un creciente senti-miento autonomista, que en el futuro mediato se concretaría en la ideología federa-lista. Montevideo y Asunción mantuvieron su fidelidad ala Corona de España (aún en los difíciles momentos de ocupación de la metrópoli por las tropas francesas). En cambio en la campaña de la Banda Oriental algunos pueblos se adhirieron en pri-mera instancia (Maldonado, Santo Domingo de Soriano, Rosario del Colla, Melo y Colonia), pero la presión ejercida por Montevideo hizo cambiar sus voluntades, con excepción de Maldonado, que mantuvo firme su postura de reconocimiento, por lo que la Junta lo declararía puerto importante por resolución del Cabildo Abierto (ag. lo). Incluso en la misma se aclara que, si Montevideo persistiese "agraviando los fueros municipales de la ciudad" en su actitud, "se sometía bajo la protesta tam-bién de la fuerza ". Como se ha dicho bien, esta revisión de apoyo a la que se presta-ron aquellos pueblos que estaban bajo la jurisdicción de Montevideo, en los hechos fue aparente, ya que al producirse la "admirable alarma" (como definió Arttgas el levantamiento de los pueblos de la campaña oriental al servicio de la causa revolu-cionaria de 1811) todos se manifestaron solidarios con la Junta de Mayo. Mientras tanto, en BuenosAires se le encomendó a Manuel Belgrano (1770-1820) la elabora-ción del plan de acción adecuado a la revolución.

En sesión del 18 de julio la Junta solicitó a Mariano Moreno (1778-1811), como secretario (también lo era Juan José Paso), la redacción del "Plano de operaciones que elgobierno provisional de las Provincias Unidas del Río de la Plata debeponer en práctica para consolidar la grande obra de nuestra libertad e independencia".

Moreno preparó un documento extenso, en el que incluyó política interna y exte-rior, relaciones con Inglaterra, conducta represiva con los enemigos, propaganda,

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economía, monopolio del comercio exterior, insurrección en el sur del Brasil y otros temas de interés para el momento histórico argentino (agosto 30 de 1810).1

En cuanto a la política inglesa sobre el asunto, tenía sus propios objetivos desde 1805, cuando siendo Primer ministro William Pitt (el joven) (1759-1806), manejó la posibilidad y el interés de dividir la América Hispana del gobierno de España.

Fue Lord Strangford, embajador inglés en la Corte de Río de Janeiro, el encarga-do de observar que pasaba en el Río de la Plata y así lo informó al canciller marqués de Wellesley (1769-1852) en sbre. 1 o. de 1810, sobre sus conclusiones.

La Junta tomó entonces algunas medidas radicales en lo interno, como ser: au-mentar las tropas con levas de vagos, desocupados y malhechores entre l8 y 40 años (may. 29).

Días después (junio 7) parte de Buenos Aires un batallón, llamado "expedición auxiliadora ",para someter a los pueblos del interior que se negaban a reconocerla Junta.

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En Córdoba, donde vivía Liniers y era Gobernador Intendente Juan Gutiérrez de la Concha (que vino con la Expedición Malaspina), se juró fidelidad a España a través de su Consejo de Regencia Oun. 20). Además, estaban relacionados con los jefes delApóstadero Naval de Montevideo, al servicio de la monarquía, a cuyo frente estaba el C/NJosé María Solazar.

Bajo el mando de Moreno, las tropas de Buenos Aires ocuparon Córdoba. Des-pués decruenta lucha capturaron a Liniers y a de la Concha en el paraje CruzAlta y, siguiendo instrucciones, Juan José Castelli (1764-1812) los fusiló (agosto 26).

Se nombró Gobernador a Juan Martín de Pueyrredón (1776-1850) (agosto 15) y, en Cabildo Abierto, se eligió diputado al Deán Dr. Gregorio Funes (1749-1829), que tendría destacada actuación en el gobierno de la Junta Grande.

En la expedición al Alto Perú, en la batalla de Suipacha (nov. 7) (donde participó Martín Güemes (1785-1821) con sus gauchos), las tropas patriotas al mando del Gral. Antonio Gonzalez Balcarce (1774-1820) obtuvieron un resonante éxito, que cambió momentáneamente el destino de las provincias del Norte.

Los episodios ocurridos en el Paraguay tuvieron otro resultado porque el Gobernador-Intendente Bernardo de Velasco y Huidobro, junto con el Cabildo asunceño, habían resuelto jurar fidelidad a Fernando VII y al Consejo de Regencia (julio 24).'

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Moreno dirigió una carta al gobernador en términos duros, pero no se evitó el enfrentamiento de las armas en combates sin cuartel, en los que las milicias paraguayas lucharon denodadamente contra los porteños.

El ejército de Belgrano tuvo que capitular (marzo 10 de 1811) después de la de-rrota en Tacuary (marzo 7), retirándose ala Candelaria.

Este fracasado intento de someter al Paraguay por la fuerza asentó más el auto-nomismo regional, germen del futuro proyecto de federalismo que con Artigas con-formaran las provincias del litoral argentino y la Banda Oriental.

La dicotomía centralismo porteño federalismo provincial fue sustantiva y definitoria deformas opuestas de gobierno, que perdurarían en el tiempo histórico mediato.

Los acontecimientos militares tendrán un vuelco cuando el Cap. Gral. de Río Grande del Sur, Diego de Sousa, envíe un emisario a Velasco Huidobro ofreciendo su ayuda contra Buenos Aires a todas las autoridades legítimas, en nombre de Fer-nando VIL

Lo que tendría como contrapartida que "se reconociesen los derechos de Na. Sra. la princesa Carlota Joaquina de Borbón, a falta de sus augustos hermanos" (léase Fernando).

Velasco comunicó al Cabildo la propuesta. Este la aprobó, nombrando al Coman-dante FulgencioYegros (1780-1821), quien se pondría a sus órdenes (mayo 11), como forma de anular el peligro de las tropas de Belgrano, que podrían reorganizarse y atacar de nuevo.

La situación, lejos de aclararse, se complicó con el levantamiento de los criollos acaudillados por Pedro Juan Cavallero, quien conminó a Velasco a que rechazase la idea de que Portugal impusiese su plan. Se le planteó un nuevo gobierno, presidido por él, con el apoyo de dos diputados, Juan Valeriano de Zeballos y Gaspar Rodríguez de Francia (1766-1840), con carácter interino (mayo] 6).

A menos de un mes (junio 9), con el auxilio del Comandante Fulgencio Yegros, depusieron á Velasco como presidente del gobierno.

Reunido el Congreso General (junio 17) se nombró una Junta de Gobierno (junio 20) a cuyo frente quedó Yegros, acompañado de cuatro miembros: Francia, Fernan-do de la Mora, Pedro J. Cavallero y el Pbro. Francisco J. Bogarin.

Esta Junta Suprema decidió aprobar un documento en el que se establecía el

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principio ya conocido en España de que, al no existir el representante real, el pueblo era el depositario de la "soberanía" ; con todos sus derechos, y por tanto debía cui-dar, con independencia de otros, su propio destino.

Mientras tanto la Junta de Buenos Aires, al tomar conocimiento de la resolución de que quedaban suspendidos los reconocimientos, tanto al Rey como al Consejo de Regencia, y de que tampoco se admitía otra, ajena a los intereses paraguayos, hasta tanto se concretase la reunión del Congreso General (en B.A.), envió a Belgrano y a Vicente A. de Echevarría, acompañados del secretario Pedro F. Sáinz de Cavia, a la Asunción, para conseguir el reconocimiento del Paraguay, que serviría de ejemplo a otras provincias, por "exigirlo así el interés común y la necesidad de fijar un centro de acción para conjurar los peligros" que los amenazaban (octubre 4).

Se suscribió un tratado (octubre 12) que ratificaría la Junta de Buenos Aires (octubre 31) en el que, entre otras cosas, se fijaban los limites del Paraguay, inclu-yendo la Candelaria, se eliminaban tributos pagados por Paraguay hasta entonces y se formaría una `federación y alianza indisoluble", con mutuas responsabilidades en la defensa contra terceras naciones, para preservar "los progresos de nuestra justa causa y común libertad".°

Todo esto quedaría en letra muerta cuando en el futuro se hicieran notorios los objetivos de centralismo porteño (como ocurrió con la Banda Oriental), que llevaron indefectiblemente al aislamiento del Paraguay.

En BuenosAires la Junta Grande, que sustituyó a la de Mayo (diciembre 18,1810) y duró como gobierno menos de un año, tenia fuertes oposiciones, que la harían caer para dar paso al Primer Triunvirato (setiembre 23).

Cuando medio millar de vecinos de "las orillas" llegan a la Plaza de la Pictoria, pretenden tres cosas: que Saavedra sea el único jefe mando político-militar en la guerra contra los españoles; que cada Junta Provincial se integre solo con vecinos locales; que se enjuicie a Belgrano por su conducta militar en el Paraguay (abril 5, 1811).

Saavedra no aceptó tal responsabilidad y se mantuvo la Junta Grande, pero con cambio de nombres en su integración, entre los que entraba el Dr Joaquín Campana.'

Este tuvo un enérgico rechazo a las pretensiones de Lord Strangford de mediarentre Elío (gobernador de Montevideo) y la Junta Grande (mayo 18), haciendo pú-blico un documento en que expresaba el sentimiento de que "estas provincias exigen solamente manejarse por sí mismas" (abril 5, 181 1).

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Los adversarios de la Junta se fortalecieron con las derrotas del ejército en el Alto Perú (Huaqui, junio 20 de 1811), la acción de la masonería y de los ingleses (cada uno con sus intereses particulares), el asedio constante al puerto de Buenos Aires por las fuerzas navales españolas de Montevideo, y por último, la invasión portuguesa a la Banda Oriental en apoyo de Elio (junio 17).

El destino estaba sellado y de la reunión del Cabildo Abierto (setiembre 23) sur-gió la constitución del Primer Triunvirato, que integrarían el Gral. Manuel de Sarratea (1774-1849), Feliciano Antonio de Chiclana (1761-1826) y Juan José Paso (1758-1833).

Se nombró a Bernardino Rivadavia (1780-1845) como Secretario de Gobierno y Relaciones Exteriores, a Nicolás Herrera (1774-1833) en el cargo de Guerra y Ha-cienda y al Cnel. Francisco X. de Vi ana (1764-1820), jefe del Estado Mayor General.

Este Primer Triunvirato firmará el 20 de octubre de 1811 el armisticio con Ello y el año siguiente (el último de su gobierno) el Tratado Rademaker-Herrera (mayo 27, 1812). Se retirarán las tropas portuguesas de la Banda Oriental, en tanto las patrio-tas derrotan a los españoles en Tucumán (setiembre 24, 1812).

El Segundo Triunvirato asumirá funciones el 8 de octubre de 1812. De sus accio-nes con respecto a la Banda Oriental, y en particular a Artigas, nos. referiremos oportunamente.

Los orientales en armas

Este extenso periodo de la historia nacional (1811-20), riquísimo en aconteci-mientos políticos y militares que involucraron a las provincias argentinas, fue ocu-pado fundamentalmente por la figura de Arttgas (1764-1850).

La revolución oriental será uno de los aspectos salientes de su vasta trayectoria, que abarcará la condición de Jefe de los Orientales y de Protector de los Pueblos Libres, impondrá sus ideas federales y luchará con dos frentes simultáneos: portu-gueses yporteños centralistas, y librará, por último, batallas decisivas contra Ramírez.

Si hay un punto de inicio en la revolución oriental hay que buscarlo en la declara-ción de guerra por parte de Ello a la Junta Grande (febrero 13, 1811).

Los hacendados orientales, castigados por las cargas impositivas y bajo amenaza de protocolizar la tenencia de las tierras que ocupaban y llevar un registro de las realengas, además de ser fuente de recursos financieros para solventar los gastos de guerra, decidieron apoyar a la Junta de Buenos Aires.

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En esos días José Artigas, Cap. del Cuerpo de Blandengues con asiento en Colo-nia, abandona la milicia y con el Tte. Rafael Hortiguera y el Pbo. José Ma. Enríquez de la Peña pasan a Buenos Aires y se ponen a las órdenes del gobierno patrio,

El 28 de febrero, en Asencio, dos vecinos de la Banda Oriental, Pedro Viera y Venancio Benavides (aquél natural de Río Grande pero afincado en el distrito de Soriano y éste oriundo de Mercedes), en acto que la historia tradicionalmente deno-mina "Grito de Asencio ", emprenden el comienzo de la insurrección armada en los campos orientales, a la que se unen hacendados criollos, peones, matreros, contra-bandistas, indios y negros, quienes se alzan contra los españoles en distintos parajes de la jurisdicción.

En acciones rápidas y eficaces este "ejército nuevo" ocupa sucesivamente Mer-cedes (febrero 28), Santo Domingo de Soriano y San Salvador (febrero 29).

El ejército porteño, con Be1grano primero y luego con José Rondeau (1773-1844), acampa en las proximidades de la villa de Mercedes.

El 11 de abrilArtigas, desde alli, lanzará unaproclama a lospatriotas orientales para alentar el triunfo de las armas, defender la patria y "morir antes con honor, que vivir con ignominia en afrentoso cautiverio".

La ocupación de Colla del Rosario (abril 20), Porongos y San José (abril 25), fue realizada por una partida a cargo de Manuel Antonio Artigas (1774-1811), primo hermano de José, mientras en el este otras fuerzas al mando de Manuel Francisco Amigas (1769-1822), hermano de José, lograba desalojar a los españoles en Minas (abril 24), San Carlos (abril 28), Maldonado (mayo 5), la fortaleza de Santa Teresa y Rocha (mayo 7).

La batalla de Las Piedras (mayo 18), con el triunfo de José Artigas sobre las tropas del Cap. de Fragata José Posadas, marca el más importante acto de consoli-dación de la lucha armada contra los españoles.'

Elfo se refugia con sus fuerzas dentro de las murallas de Montevideo y el 20 de mayo se inicia el Primer Sitio a la ciudad, al que se unirá Rondeau con casi 3.000 soldados (julio lo.).

Mientras tanto Benavídes se había apoderado de Colonia (mayo 26), eliminando las posibilidades de Elío de enfrentar a los patriotas en la campaña oriental.

Pero su respuesta estuvo en el mar Con la flota del Apostadero Naval de Monte-video bloqueó el puerto y bombardeó la ciudad de Buenos Aires.

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La difícil situación por la quepasaba el gobernador español determinó que pidie-ra auxilio al Cap. Gral. de Río Grande del Sur, Diego de Sousa dul. 15), quien con el visto bueno de la Corte portuguesa invadió la Banda Oriental por la frontera norte con 5.000 efectivos bien pertrechados. En exitosa campaña se apoderó de Melo (ju-lio 23), Santa Teresa (setiembre 5), Rocha (setiembre 7), San Carlos (octubre 10) y Maldonado (octubre 12).

Este cambio tan brusco en la situación militar de la Banda Oriental obligó al gobierno del Primer Triunvirato (que además sintió la derrota en el Alto Perú (HuaquiJ, junio 20 de 1811, ocurrida bajo la Junta Grande) a pactar con el Regente de Portugal un armisticio en cuyo oficio medió Lord Strangford.

Así, el 20 de octubre se firmaba con Elío lo que significó el reconocimiento al Rey Fernando VII, el levantamiento del Sitio a Montevideo, el bloqueo al puerto de Bue-nos Aires por la flota española y dejar la Banda Oriental en administración de la Junta de Cádiz, a través de su representante. Además, las tropas portuguesas debían abandonar los territorios ocupados, por compromiso contraído con Ello.

En este momento de tratativas con Elío los orientales comprendieron con clari-dad cuál era y dónde estaba el destino futuro del pueblo libre y soberano, que no era otro que el de su propia fuerza y decisión de serlo.

Este episodio cambia el rumbo de la historia de la revolución oriental lo que se confirmará en las dos primeras asambleas: la convocada por el Gral. Rondeau (]0-11 de setiembre) y la llamada Asamblea de la Quinta de la Paraguaya (octubre 10).

En ambas se trató el tema del armisticio y su justificación, por parte de Buenos Aires, de por que éste se firmaba en circunstancias adversas para las armas patriotas.

En la primera concurrió Artigas acompañado del Pbo. Larrañaga y de los jefes de la revolución oriental, proponiendo que ante el levantamiento del Sitio se dividie-ran las fuerzas en dos: los porteños enfrentando a los portugueses y los orientales manteniendo el Sitio.

En la segunda, a días de la firma del armisticio, los orientales resolvieron acom-pañar a Artigas y declararlo "Jefe de los Orientales"; y en su persona "su propio gobierno" (octubre 23).

En ambos actos, aunque con distinto grado, se establecía un auténtico ejercicio de soberanía por parte del pueblo oriental.

Confrmados los términos del armisticio, serán los orientales retirados del Sitio

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de Montevideo los que en libre asamblea, a orillas del río San José, resuelvan "cons-tituirse como tal" libres e independientes y dejar el territorio para dirigirse con su jefe hacia el Norte.'

Este episodio, conocido históricamente como el "Éxodo del Pueblo Oriental"; significó un hito fundamental en el futuro enfrentamiento ideológico deArtigas junto a la Liga Federal, con su marcado autonomismo contra el centralismo porteño, que pretendía avasallar la soberanía de las provincias que no acataran su voluntad.'

El 26 de mayo de 1812 se firma el Tratado Rademaker-Herrera, que fija el cese de las hostilidades y el retiro de las fuerzas de de Sousa a sus límites naturales anterio-res a la invasión, lo que se hará lentamente y bajo protesta del Cap. Gral. de Río Grande sobre dónde estaban las verdaderas fronteras en ese momento.

El Cnel. Juan Rademaker, emisario del Regente, no se molestó por este reclamo, como tampoco lo hizo Nicolás Herrera.

El 8 de octubre de 1812 estalló en Buenos Aires una rebelión de la que surgió el Segundo Triunvirato, integrado con Juan J. Paso (1758-1833), Nicolás Rodríguez Peña (1775-1853) y Antonio Alvarez Jonte (1784-1822), los que convocaron al pue-blo para una asamblea que se llamó Soberana Asamblea General, que se llevó a cabo el 31 de enero de 1813.

En la fecha arriba indicada los miembros del Cabildo procedieron al escrutinio de votos del cuerpo, siendo electos los nombres citados, pero estando Rodríguez Peña en Mendoza se procedió a convocar al suplente, Carlos deAlvear (1789-1852).

Este nuevo gobierno se debía regir por un Reglamento. En cuanto al juramento de rigor se hizo por Dios y la Patria, eludiendo el nombre del Rey de España, como forma de afianzar el concepto de independencia, tal como lo querían los miembros de la influyente Logia Lautaro, movimiento que en su origen tuvo por divisa "Inde-pendencia y Constitución" ; esta última entendida como una pieza jurídica definitiva para gobernar bajo el imperio de la Ley alas Provincias Unidas del Río de la Plata.

Reunida la Asamblea General (enero 31), después de cumplidas las ceremonias religiosa y civil, los diputados de las provincias (los de la Banda Oriental fueron rechazados) eligieron a Carlos de Alvear como Presidente y declararon que en la Asamblea estaba la "representación y ejercicio de la soberanía de las Provincias Unidas del Río de la Plata".

En el juramento de los diputados se exigió la fórmula de hacerlo por Dios, los Santos Evangelios y la Patria.

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Definitivamente constituida e integrada la Asamblea se reunió en 1813 (enero-setiembre, octubre-noviembre), en 1814 (enero febrero, agosto) y en 1815 (enero), hasta su disolución.

El 3 de febrero de 1813 José de San Martín (1778-1850) triunfa en la batalla de San Lorenzo y Belgrano lo hace en Salta el 20 del mismo mes. Sin embargo, el ejér-cito argentino tuvo dos derrotas de importancia ese año: en el Alto Perú, la de ViIcapugio (octubre lo.) y la de Ayohuma (noviembre 14), frente al ejército realista comandado por el Gral. Joaquín de la Pezuela (1761-1830).

Estas dos acciones negativas terminaron por hacer caer al Segundo Triunvirato, creándose el Primer Directorio (enero 10 de 1814), cuyo titular seria GervasioA. de Posadas (1757-1833), que jugaría un papel importante contra Artigas.

En cuanto a la figura del "Jefe de los Orientales" se reconocen, en sus diez im-portantes años de actividad política y militar, tres períodos bien definidos:

I- 1811-14, vinculado a la Banda oriental y sus luchas, con una clara posición autonomista y federal.

2-1814-17, cuando se convierte en constructor de la Liga Federal, que nuclea las provincias argentinas que se adhieren a este sistema de gobierno. Coincide con el de Artigas gobernante.

3- 1817-20, cuando es el "Protector de los Pueblos Libres" y encara una doble lucha frontal, contra el centralismo y contra los portugueses, invasores de la Provin-cia Oriental desde 1816.

Por último, dentro de este periodo se consolida el triunfo del federalismo provin-cial, con la batalla de Cepeda (febrero 1, 1820) y la firma del Tratado del Pilar (febrero 13), del que quedan excluidos Artigas y la Liga Federal.

El prócer se resiste al articulado que firman BuenosAires, Entre Ríos y Santa Fe, verdadera alianza que deja librada a su suerte a la Provincia Oriental, ocupada por los portugueses.

Las discrepancias entre Artigas y Ramírez (gobernador de Entre Ríos) culminan en lucha armada en Las Guachas (junio 13), Las Tunas (junio 24) y la última en Corrientes, en la que el Jefe de los Orientales es derrotado.

El camino al exilio en Paraguay es el paso definitivo (setiembre 5, 1810). Revisemos en detalle algunos aspectos salientes de cada periodo.

En el primero Artigas, "Jefe de los Orientales"por reconocimiento expreso del pueblo, al retirarse del Primer Sitio de Montevideo emprende la marcha al N O. en el

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episodio épico del Exodo del Pueblo Oriental (o "Redota"; como lo llamaron los criollos, octubre 1811).

Establecido en el Ayuí, permanecerá allí hasta ser llamado por Buenos Aires en apoyo del Segundo Sitio (octubre de 1811).

Discrepancias con el Gral. Manuel de Sarratea (1774-1849) y su expulsión de la Provincia Oriental marcan un punto de fricción importante.

Se realiza el Congreso de Tres Cruces (abril 1813), del que saldrán las Instruc-ciones del año X/Il, dadas a los diputados orientales que representarán ala Provin-cia en laAsamblea General convocada por el Segundo Triunvirato (octubre 24, 1812). Le sigue el Congreso de Capilla Maciel (diciembre 8-10, 1813), donde se crea el gobierno-intendencia de la Provincia Oriental, por inspiración de Buenos Aires.

Retiro secreto de Artigas del Segundo Sitio (enero 20 del814) e inicio desde el litoral N. del río Uruguay (campamento de Belén) de su campaña como caudillo federal (comienzo del 2o. período).

Sigamos el orden cronológico de los acontecimientos.

El "Exodo "se produce en un momento decisivo para la concreción de su ideario de federalismo.

En los hechos militares (octubre de 1811) las milicias orientales, siguiendo a su Jefe, levantan el Sitio de Montevideo y marchan hacia el N. O. de la Provincia. En el camino empiezan a engrosarse sus filas con miles de patriotas, solos o con sus fami-lias, al punto de que, llegados a Salto, se habla de más de 16.000 personas junto a Artigas.

Este episodio, merece dos reflexiones: 1) que Artigas queda afianzado como Jefe indiscutido y que son respetadas todas sus decisiones; 2) que los orientales toman conciencia de lo que significan la dignidad nacional y los conceptos de autonomía y federalismo.

En el plano extra Provincia Oriental también significó (lo que tendrá importan-cia de futuro) la vinculación con los caudillos provinciales argentinos, en franca lucha contra el centralismo porteño, en el que veían su mayor enemigo para la nece-saria autonomía político-económica y el desarrollo de cada provincia, que se daría su propio gobierno y se independizaría del monopolio portuario que cercenaba su desarrollo.

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En cuanto a la vida en el campamento del Ayuí (margen izq. del río Uruguay, afluente de éste situado en la Provincia de Entre Ríos) estuvo marcada por una prác-tica democrática activa, como la que desarrolló la Junta de Vecinos, que resolvía los asuntos puntuales del pueblo oriental (abril 28 de 1812).

La vinculación de Artigas con los caudillos provinciales produjo alarma en Bue-nos Aires. Enviaron al Gral. Sarratea como emisario del Primer Triunvirato (antes había estado Nicolás de Vedia, como comisionado, y en su informe elogió la forma en que vivían los patriotas orientales).'

Sarratea llegó al Ayui con rango de Gral. en Jefe del Ejército y mediante presio-nes y ofrecimientos provocó divisiones, tanto entre oficiales como vecinos, y logran-do formar un campamento en el arroyo de la China (Concepción del Uruguay).

Se formalizan las diferencias sustanciales entre el ideario artiguista y las directi-vas de Sarratea, que pretendían que el ejército oriental quedase en relación de de-pendencia del porteño al formalizarse el Segundo Sitio contra el gobernador español Vigodet que estaba amurallado en Montevideo.

En diciembre de ese año Sarratea ordena en forma conminatoria aArtigas que se dirija al Sitio, como retaguardia, a lo que con justificada indignación el Jefe de los Orientales contesta: "Cese ya VE. de impartirme órdenes, no cuente ya VE. con algunos de nosotros porque sabemos muy bien que nuestro obedecimiento hará precisamente el triunfo de la intriga".

Más adelante concluye: "El pueblo de Buenos Aires es y será siempre nuestro hermano, pero nunca su gobierno actual».

Nuevos episodios de carácter estrictamente militar, como el hostigamiento que las fuerzas artiguistas hacen a las de Sarratea en el Paso del Yi, donde se apoderan del armamento, que se le devolverá al firmarse la "Precisión delYi"(enero 8, 1813), a condición de que Sarratea regrese a Buenos Aires y cese con sus intrigas.

Este se negó afirmar el pacto y, además de enviar a un emisario a Buenos Aires (Tomás García de Zúñiga) para que allí se reconozca "la soberanía particular de los pueblos" como objeto de la revolución. En lo puntual Artigas ordenó a su oficial Fructuoso Rivera (1784?-1854) que lo hostigara, lo que hizo con éxito al quedarse con su caballada.

El corolario de estos episodios fue la expulsión de Sarratea como Jefe del Ejérci-to, con el visto bueno de Rondeau y del Gral. Domingo French (1774-1825), el 21 de febrero de 1813.

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Sarratea embarcó a Buenos Aires con sus oficiales y Rondeau asumió el mando. Cinco días después Artigas se incorporaba al Segundo Sitio de Montevideo.

Por su importancia política el llamado Congreso de Abril (realizado en Tres Cru-ces el 5 de abril de 1813), con la concurrencia de diputados representantes de ios pueblos de la Banda Oriental y presidido por Artigas, fue una manifestación del espíritu de autonomía, de respeto a la Ley y de conciencia de la nacionalidad.

En él Artigas expresará su más decisivo concepto de la soberanía de los pueblos al decir: "Mi autoridad emana de vosotros y ella cesa por vuestra presencia soberana ".

Como anticipamos, el Segundo Triunvirato convocó a diputados provinciales y deBuenos Aires para la Soberana Asamblea General que se llevó a cabo en la capital

argentina el 31 de enero de 1813.'

La primera reunión se hizo con ausencia de diputados provinciales, por lo que se citó a otras, con el fin de resolver la forma política de consagrar la independencia, al mismo tiempo que buscar un entendimiento con las provincias del Plata que hiciera viable el gobierno de todos.

El Congreso de Abril obedecía a la necesidad de elegir diputados a la Asamblea General, los que irían con instrucciones precisas de los pueblos a los que representaban.

Artigas en su discurso recordó que "La Asamblea, que tantas veces se anuncia-ra, empezó ya sus sesiones en Buenos Aires ".

A continuación dio muestras, una vez más, de la firmeza de su ideario en lo que respecta a los sagrados derechos de los pueblos a resolver su destino político por encima de los personalismos."

Más adelante habló de la necesidad de un Estatuto, o Constitución, que garanti-zara los derechos de los pueblos en las decisiones fundamentales, como la de esta-blecer normas jurídicas que regulasen el orden de la provincia hasta tanto Montevi-deo fuese tomada por los patriotas.

Culminó su discurso con una alusión a la responsabilidad de los diputados pre-sentes en el Congreso a la hora de tomar resoluciones."

Se reconoció a la Asamblea General (uno de los puntos en debate) pero se dejó constancia de las diferencias entre la conducta centralista de Buenos Aires y los fundamentos "liberales'; que eran la sustancia de la revolución oriental.

Se establecieron además ocho puntos considerados inseparables, en los que se

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mezclaba la conducta de Sarratea, se admitía sólo la jefatura de Rondeau, el recono-cimiento de una Confederación ofensivo-defensiva entre todas las Provincias Uni-das, y también quedaba implícito que la "Banda Oriental asumiría la plena libertad que ha adquirido como provincia compuesta de pueblos libres" sin más sujeción que a una Constitución aprobada por la Soberana Asamblea, "teniendo por base la libertad ".

Se eligieron seis diputados, dos por los vecinos emigrados de Montevideo y cua-tro por los de extramuros.

Resultado práctico de esta sesión del Congreso (abril 5, 1813) fue el reconoci-miento, por parte de las fuerzas orientales y porteñas que participaban del Segundo Sitio, a la Asamblea como Autoridad Soberana de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

Ocho días después (13 de abril) Artigas aprobó las Instrucciones a los diputados orientales, tal como exigía la convocatoria a la Asamblea (oct. 1812).

Los diputados orientales no fueron aceptados por la Asamblea con el pretexto de vicios deforma en la elección, que no la consideraban correcta, aunque la realidad era que no estaban de acuerdo con el contenido de las Instrucciones, con marcado énfasis en la independencia y en las autonomías provinciales.

Frente a esto Artigas convocó a uno de los diputados, el Pbo. Larrañaga (1771-1848), para que tratara de superar las diferencias con BuenosAires, pero sus gestio-nes frácasaron.

Ante tal situación el gobierno porteño exigió a Rondeau la convocatoria de otro congreso para elegir legítimamente a los diputados orientales y a un gobierno pro-vincial obediente al de Buenos Aires.

Esto se concretó en el Congreso de Capilla Maciel (a orillas del arroyo Miguelete en extramuros de Montevideo), presidido por Rondeau, que se llevó a cabo del 8 al 10 de diciembre de 1813.

Cumpliendo con lo previsto se formó un gobierno-intendencia, con tres vecinos, para dirigir los destinos de la Provincia Oriental.

Artigas, que no concurrió a ninguna de las sesiones, percibió los -intereses no demasiado ocultos de subordinar toda decisión política a lo que conviniera a Buenos Aires y que su autoridad como Jefe de los Orientales no era admitida por el gobierno del Segundo Triunvirato.

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Ante tal realidad resolvió abandonar "secretamente "el Segundo Sitio (enero 20 de 1814) y otra vez asentarse en el NO., en el litoral, sobre el río Uruguay.

Pero mientras esto ocurría, entre el Congreso de Abril y el de Capilla Maciel funcionó el "Gobierno Económico de Canelones': formado el mismo día que termi-naba el de Tres Cruces y en el mismo lugar (abril 20, 1813).

Este fue integrado por vecinos emigrados de Montevideo y una parte de los que vivían en la campana, atentos a la alocución deArtigas sobre "desórdenes, abusos excesos que en la campana se notaban" ; lo que provocaba violencia en la tranqui-lidad pública, inestabilidad social, a los que no podía atender por "estar actualmen-te del todo ocupado en el principal objeto de hostilizar la plaza enemiga".

Labrada el acta, se llamó a esto "Cuerpo Municipal ", pero en la práctica actuó como gobierno provincial, lo que fue comunicado a laAsamblea de BuenosAires por su lice Presidente Bruno Méndez, en funciones de presidente por la negativa del titular electo el 8 de mayo de 1813, que era Artigas, como "gobernador militar y sin ejemplar presidente ".

La vida del Gobierno Económico de Canelones (instalado en la villa Guadalupe de los Canelones para evitar sucesos de armas que eran própios de una Montevideo sitiada) fue breve (abr-dbre.) pero útil, en cuanto al ordenamiento administrativo de los pueblos, con la designación de autoridades (electas por voto directo), de jueces, percepción de tributos imprescindibles para su normal funcionamiento y medidas protectoras para sanear y mejorar la riqueza ganadera y agrícola. Para esta última se le encomendó al Pbo. Pérez Castellano, conocedor de las ciencias naturales, la preparación de "algunos apuntamientos de agricultura" , lo que culminará con su obra Observaciones sobre Agricultura de, 1814.

Se menciona también un proyecto de Constitución basado en el modelo de la americana (Massachusetts, marzo 2, 1780), que se atribuye a uno de sus distinguidos miembros, el Dr José Revuelta, que era Juez de Vigilancia (antiguo Alcalde Provin-cial del régimen indiano) en "el quarto /año/ de la revolución americana'; 1813.

Como dato de interés, entre otros de tal proyecto, hay que destacar la división del Estado en t!-~s poderes: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judiciario, por la razón de que "el gobierno sea de leyes no de tiranos"."

El Gobierno Económico de Canelones terminó en sus funciones al convocarse el Congreso Capilla de Maciel y elegirse sus autoridades. -

Mientras tanto, en Buenos Aires se producía otro cambio de gobierno. El 10 de

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enero de 1814 se hacia carga, como Director Supremo, Gervasio de Posadas (1757-1833), que sustituía al Segundo Triunvirato.

El gobernante debía asumir los sucesos militares y políticos que ocurrían en Eu-ropa can la derrota de Napoleón (oct. 1812, retirada desastrosa de Rusia; oct. 1813, Batalla de Leipzig, que le significó la pérdida de España) y su consecuencia inme-diata, el Tratado de Kalenqay (dbre. 8, 1813), por el que Fernando VII volvía al trono de España y el 4 de mayo de 1814, desde Valencia, por un Real decreto, imponía la monarquía absoluta.

El Rey anuló la Constitución de Cádiz de 1812 y todo vestigio de liberalismo, además de ordenar las persecuciones sangrientas a sus partidarios.

Estos hechos tuvieron repercusión en el Río de la Plata, particularmente para aquéllos que profesaban ideas republicanas y federalistas.

En otro campo estaban los porteños, que con la influencia de Lord Strangford, que trató de persuadirlos de reconocer al legítimo Rey (por que así convenía a las intereses ingleses), optaron por una política negociadora con España, para la que nombraron una misión conciliadora con Rondeau y Belgrano.

El Director Supremo les entregó dos textos de instrucciones, tino público y otro privado. El primero era de `felicitación" al monarca y solicitud de garantías; el segundo, que sólo llevaba Rivadavia, hablaba de "negociar la independencia políti-ca o la libertad civil de estas provincias", con la posibilidad de que un infante ocu-pase el trono si se le garantizaba la administración de las mismas, aunque se reincorporasen a España.

De no prosperar esta idea, se les instruyó para que consiguieran el apoyo de otras naciones europeas que, contra "su protección" ; pudiesen enviar un miembro de la Casa Real para ser coronado.

Sarratea, que estaba en Londres desde marzo de 1814, trataba de negociar para el Río de la Plata, Perú y Chile, al hyo menor de Carlos IV, el infante Francisco de Paula, residente entonces en Roma.

Mientras tanto, las gestiones sobre el apoyo inglés naufragaban porque el 5 de julio de ese año España e Inglaterra firmaban un tratado "de amistad y alianza" para `proteger y extender el comercio sin dilación ".

Rivadavia y Belgrano, en Londres, aceptaron como solución posible el proyecto de Sarratea, teniendo en cuenta que el Ministro inglés para asuntos extranjeros,

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Vizconde de Castlereagh (1769-1822), hablaba con desprecio de "los rebeldes ame-ricanos ". aue no merecían el apoyo del Qobierno inglés.

Pero los asuntos locales no corrían por ese andarivel, si tenemos en cuenta la extensión cada vez más creciente de las ideas federales de Artigas en las provincias argentinas.

Desde su campamento en Belén el Jefe de los Orientales pugnó (a partir de la ruptura con Buenos Aires) por una política militar, como forma de hacer respetar "la soberanía particular de los pueblos ", base del federalismo.

Fue bajo el gobierno de Posadas que se desencadenó una dura represión contra los caudillos que aspiraban legítimamente a mantener la autonomía provincial Así, el 11 de febrero de 1814 firmó un decreto (que redactó Nicolás Herrera)declarando a Artigas "infame, privado de sus empleos, fuera de la ley y enemigo de la patria"; añadiendo que como "traidor a la patria"daba mérito a su persecución y muerte, si se resistiese, y beneficiando con 6.000 pesos a quien lo atrapara y lo entregara a las autoridades porteñas, tanto vivo como muerto.

La respuesta no se hizo esperar y Artigas, con gran energía, do: "Me batiré con cuantos quieran batirme a un mismo tiempo "."

De inmediato Posadas envió un ejército a Entre Ríos para combatirlo, pero fue derrotado en la batalla de Espinillo (feb. 28).

A partir de este hecho, insólito para Buenos Aires tanto como inesperado en su resultado, fueron separándose del Directorio las provincias de Corrientes, Santa Fe, Entre Ríos, Córdoba y Misiones, que seguían luchando por sus ideas federalistas.

En esa circunstancia Artigas recibe el título de "Protector de los Pueblos Libres Un intento conciliador de Posadas encontró en Amigas la decidida posición de exigir el reconocimiento total de la Provincia Oriental y las otras argentinas.

En tanto Montevideo, sitiada por tierra y mar por la escuadra patriota que co-mandaba el Almirante Guillermo Brown (1777-1857), pese a la resistencia española, no tenía más alternativa que la rendición. Así lo hizo el gobernador español Gaspar de Vigodet (que con rango de Cap. Gral. había sustituido a Elío al abolirse el Virreinato del Río de la Plata) el 20 de junio de 1814, entregando la plaza al Gral Carlos Ma. de Alvear que había subrogado a Rondeau.

Artigáas y la Liga Federal

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Este acto puso fin a la dominación española en la región, pero en la Provincia Oriental dio paso ala porteña, bajo forma de ocupación, entre el 23 de junio de ese año y el 25 de febrero de 1815.

Artigas reclamó que Montevideo, como parte de la provincia Oriental, quedase en manos de los patriotas, lo que no fue aceptado y entonces se recurrió a las armas.

Con el triunfo de Guayabos (Salto) del 10 de enero de 1815 por las tropas deRivera enfrentando a las de Dorrego se abriría otro ciclo de gobierno oriental, hasta la invasión portuguesa (1816)."

El 26 de febrero entrarían en Montevideo, completando el dominio territorial de la Provincia.

Pero Artigas no cejó en su lucha contra el Directorio que lo combatía y, vueltos los ojos al litoral argentino, ejerció su poder de convicción sobre Entre Ríos, Misiones y Corrientes.

En la primera, las fuerzasf ederalistas ocuparon la ciudad el 24 de marzo y el 2 de abril nombraron a su propio Gobernador (1815).

Pero este "pronunciamiento" fue acompañado por la misma actitud de otras provincias, como Córdoba, que en Cabildo Abierto no sólo nombró a su gobernador (en sustitución del representante del gobierno de Buenos Aires) sino que izó en la plaza pública la bandera federal.

Pocos días después (abril 6,1815) se conoció un bando que decía: "La Provincia de Córdoba queda enteramente separada del gobierno de Buenos Aires y cortada toda comunicación y relación y bajo los auspicios y protección del General de los Orientales que se constituye garante de su libertad".

La influencia de Artigas y su ideario se afirmaban en las provincias que defen-dían el sistema federal, formando lo que se llamó "Sistema de los pueblos libres"." Si los sucesos anteriores provocaron la caída de Posadas y Carlos A. Alvear asu-

mió el segundo Directorio (enero 9, 1815), estos últimos acontecimientos comprome-tieron su gestión de gobierno (que ya al día siguiente se vería sacudida por la derro-ta en Guayabos).

Mientras tanto llegaban alarmantes noticias desde España, donde Fernando VII, que emprendió una despiadada persecución a los liberales, hizo saber que "todos los cabecillas serán pasados por las armas sin darles más tiempo que el preciso para morir cristianamente".

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A esto se añadía que era notorio que en Cádiz se alistaría un ejército de 12.000 soldados para reconquistar el Río de la Plata, aunque no se supiese la fecha cierta del embarque.

Alvear se preocupó por el giro de los acontecimientos y, además de desentenderse de Montevideo (que su emisario Nicolás Herrera entregó a los orientales), dejando librada su defensa a los patriotas de la Provincia Oriental, trató de congraciarse con Artlgas,-ofreciéndole la seguridad de la independencia absoluta de la misma, condi-cionada a que Buenos Aires volviese a disponer el destino político de Corrientes y Entre Ríos.

Alvear gestionó la ayuda político-militar del Paraguay, pero Gaspar Rodríguez de Francia se la negó, porque quería marginarse de los problemas internos del Pla-ta. También trató de conseguir el apoyo inglés, por gestiones ante Lord Stangford enviando un emisario con un oficio que pensó seria tentador para su gobierno.

Fracasados todos los intentos para afirmar el poder, un motín lo derrocó y el 15 de mayo asumiría como Tercer Director Ignacio Alvarez Thomas (1787-1857), hasta el 16 de febrero de 1816.

El nuevo Director trató también, aunque infructuosamente, un acuerdo conArtigas, quien fiel a su ideario convocó el 29 de junio de 1815 a un Congreso del que parti-ciparon los pueblos de las provincias de Santa Fe, Córdoba, Misiones, Entre Ríos, Oriental y Corrientes, que se llevó a cabo en la proximidad del arroyo de la China (Concepción del Uruguay) y al que llamó Congreso de Oriente.

El objeto era recabar el parecer de los pueblos libres en cuanto a negociar con Buenos Aires. Se enviaron cuatro diputados con facultades para hacerlo, pero la actitud del gobierno centralista hizo que fracasara la misión.

Mientras tanto Artigas permanecía con su campamento en Purificación (situada entre Salto y Paysandú), declarada "capital política del federalismo" . Desde allí dirigía su acción de organizar un Gobierno Provisorio de la Provincia Oriental, pero también los asuntos propios de la Liga Federal.

En cuanto al primero, entendió que el mismo debía ser ejercido por sus represen-tantes directos y por los cabildantes montevideanos.

La jurisdición de éste abarcaba todo el S. del río Negro (siendo el resto la campa-ña oriental).

Así, el Cnel. Fernando Otorgués (1774-1831) será designado gobernador

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político-militar de Montevideo (marzo 21, 1815), donde pronto flameará la enseña federal en el Fuerte (marzo 26).

Se procedió ala convocatoria de los pueblos para integrarlos Cabildos con veci-nos lugareños y ordenar la administración, la economía y la judicatura.

Es acá donde empieza a sentirse que algunas de las autoridades expresarán sen-timientos anti-artiguistas, que se agudizarán en el tiempo mediato, como las diferen-cias entre Otorgués y los cabildantes (social y económicamente influyentes), que veían en el gobernador un típico representante de las milicias populares de Artigas.

En junio de 1815 Otorgués pasa a ocupar la Jefatura de las fuerzas orientales asentadas en Cerro Largo, con cargo a la vigilancia de la frontera con los portugue-ses ante una eventual invasión.

Al mes siguiente Artigas nombró a Rivera al frente de la Comandancia Militar de Montevideo y a Miguel Barreiro (1789-1848) como Delegado del Gobierno Patrio con responsabilidad en lo civil y lo económico, aunque algunos asuntos los tendría que resolver junto con los cabildantes.

Concluido el Congreso de Oriente, del que participó Barreiro, éste asumió su nuevo cargo (29 de agosto).

Se mantuvo con Purificación (llamado también el Hervidero o Meseta de Artigas)una importante correspondencia, donde constan las directivas del Jefe, entre las que se destacan tres: organización de la Provincia, cese de la Junta de Vigilancia orde-nada por Otorgués, cuyo cometido era el de "perseguir" a los españoles enemigos del nuevo orden y, tal vez, la más importante, el Reglamento Agrario.

Las raíces de éste hay que buscarlas en el "arreglo de los campos"; asunto que venía del siglo anterior.

Las últimas. actuaciones fueron las de Elío, que en 1807 repartió tierras, lo que repitió en 1811, cuando estaba en marcha la revolución oriental.

Artigas retoma, por su gravedad y urgencia, la responsabilidad que exigía buscar una solución para el reparto de "suertes de estancia "frente al manifiesto crecimien-to de la pecuaria en toda la campaña y lo concreta en el "Reglamento Provisorio de la Provincia Oriental para el fomento de la campaña y seguridad de sus hacenda-dos" , dictado en Purificación el 10 de setiembre de 1815.'5

La oposición a este documento, que repartía la tierra entre "los más infelices" (enumerando por su orden a: "negros libres, zambos libres, indios y criollos po-

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tires'), se hizo sentir por parte de los hacendados poderosos, que no querían perder ninguno de los privilegios propios de la tenencia de sus tierras, lo que se reflejará en la demora con que el Cabildo procedió a ejecutarlo.

Durante el año 1816 fue preocupación deArtigas darle a los Cabildos de la cam-paña la misma estructura que tenia el de Montevideo en cuanto a la elección y fun-ción de sus integrantes, de acuerdo a los términos de un Reglamento que debería ser igual para todos.

Otro paso importante fue el de delinear la división del territorio al S. del Río Negro, que resultó en seis jurisdicciones, dejando la parte N. del mismo, por razón de su desigual poblamiento, en manos de lOSAICaldes y Comandantes Militares (ene-ro 27, 1816).

La tercera etapa de su obra político-militar es la que abarca los años 1817-20 en los que debe enfrentarse con unitarios yportugueses simultáneamente. La lucha con-tra los portugueses fue dura y estuvo marcada por acciones militares en que la supe-rioridad enarenas, soldados y fuerzas navales superaron a los orientales.

Desde la invasión de las tropas del Brg. Gral. Federico Lecor (Ag. 7, 1816) por la frontera N. y el avance simultáneo de la escuadra del Conde l <anna por el Atlántico Sur hacia el puerto de Maldonado,hasta el dominio total de la Prov. Oriental.

En el plano político conviene recordar la conducta de la minoría del Cabildo de Montevideo cuando el 20 de enero de 1817 entrega las llaves de la Plaza alinvasor portugués, lo que permite a Lecor entrar con ceremonia a la ciudad, como Jefe Su-premo del "Ejército de Pacificación de SME" dando inicio a La Dominación Por-tuguesa que durará hasta el 22 de enero de 1820 (cuando definitivamente los patrio-tas son derrotados en la batalla de Tacuarembó).'6

Finalmente, lo hará con el caudillo entrerriano Francisco Ramírez (1786-1821) (su antiguo lugarteniente), a raíz de las discrepancias con los términos del Tratado del Pilar, firmado el 23 de febrero de 1820 entre Sarratea (representante de Buenos Aires) y Ramírez (por los pueblos libres de Entre Ríos y Santa Fe).

Volviendo hacia atrás en la historia política de la Argentina, seguían siendo irreductibles las diferencias entre unitarios y federalistas. Al DirectorlgnacioAlvarez Thomas lo sucede, apenas por unos meses, Antonio González Balcarce (16 feb. - 5 may, 1816), para asumir luego hasta 1819, Juan Martín de Pueyrredón (1776-1850), como último Director Supremo. .

La penetración del ideario federal había alcanzado términos poco imaginables

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cuando en Salta el caudillo Martín Güernes (1785-1821) desobedeció a Rondeau convirtió en figura principal en la región.

Buenos Aires resuelve (mayo 5, 1815) la preparación de un Estatuto Provisional al tiempo que, desaparecida la Soberana Asamblea General, será sustituida por el Congreso de Tucumán (marzo 24, 1816), en el que actuarán diputados elegidos por voto popular.

Es en el curso de ese Congreso Constituyente que el 9 de julio de 1816 se declara la independencia de las Provincias Unidas de Sudamérica."

Hay que hacer notar que los representantes legítimos de cuatro provincias que formaban el sistema de "los pueblos libres" estuvieron ausentes en las sesiones (Co-rrientes, Entre Ríos, Santa Fe y la Oriental).

Pueyrredón, como Director, tuvo delante suyo dos graves asuntos para resolver: la posible invasión española, anunciada desde hacia tiempo, y la portuguesa, a la Provincia Oriental.

Aunque de menor cuantía no dejaba de ser preocupante el enfrentamiento con miembros del Partido Popular, integrado por figuras relevantes como Miguel E. So-ler (1783-1849), comandante en Jefe del ejército de los Andes (1816-17) y futuro gobernador de Buenos Aires (1820), el federalista Manuel Dorrego (1787-1828), que había luchado contra Arttgas (Guayabos, enero 10, 1815), y Manuel Moreno, quienes lo acusaban de "traidor a la revolución ".

Artigas seguía siendo un peligroso enemigo y su ideario un fuerte antemural a la política de Pueyrredón, que optó por aislarlo frente a la invasión portuguesa, en un doblejuego quefue descubierto por el Jefe de los Orientales cuando recibió la comu-nicación de Pueyrredón sobre la declaración de independencia, que contestó (Jul. 24) en estos términos: "Ha más de un año que la Banda Oriental enarboló su es-tandarte tricolor y juró su independencia absoluta y respectiva. Lo hará VE. pre-sente al soberano Congreso para su superior conocimiento".

Simultáneamente el gobierno de Buenos Aires envió al Dr Manuel J García a la Corte portuguesa en Río de Janeiro como su representante, para plantear el asunto Artigas y las conductas federales de las provincias (ambos comunes), que amenaza-ban con desintegrar las Provincias Unidas. La misión de García era la simple pro-puesta de que el Directorio porteño entregaría "temporalmente"la Provincia Oriental a Portugal, bajo compromiso de no prestarle ayuda a Artigas ante una posible inva-sión, a cambio de lo mismo en caso de que España enviase la tan proclamada expe-dición al Río de la Plata".

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Esta "alianza" tácita, si bien fue apoyada por el Congreso (dbre. 1817), no lo fue por Portugal, comprometido con la Santa Alianza europea, que sostenía la posición legitimista.

Esta fue la realidad cruda que pretendía llevar adelante el centralismo porteño, buscando en Portugal al encargado de excluir a Artigas de la escena político-militar."

El Protector de los Pueblos Libres, cuando se produce la invasión portuguesa la enfrentará por las armas, con suerte adversa.

Adelantándonos en el tiempo, debemos recordar que sobre este infeliz episodio Artigas le remitirá a Pueyrredón un oficio, desde su cuartel general en Purificación, (nov. 13,1817) que se ha hecho célebre. En él fustiga su política, su actitud entreguista,sus intrigas y vileza de conducta para con el destino de la Provincia Oriental.

Desde este año hasta 1820 se producirán algunos hechos de importancia históri-ca, como ser la renovación de la idea de instaurar la monarquía en el Plata por los gobernantes de Buenos Aires, con un príncipe europeo regente.

La política, con sus matices, de Inglaterra, España, Francia y Portugal, quedó vinculada a este episodio, cuya cabeza visible era el Director Pueyrredón.

Inglaterra, que desde el principio de la revolución estuvo más preocupada porque se mantuviera la libertad de comercio que la libertad de los pueblos, proclama la conocida frase de Jorge Canning (secretario de Estado para el exterior, 1822-17), quien dirá que Inglaterra "no tiene principios sino intereses" y cuando firma la alianza con la España de Fernando VII d'ul. 5, 1814) no prestará ningún apoyo a los movimientos independentistas hispanoamericanos.

España, después de fracasar en su intento de que Inglaterra la auxiliara con su armada (en. 1816), dirigió sus miradas hacia Rusia y gestionó ante el ZarAlejandro I (1777-1825) la misma propuesta, cediéndole en cambio una isla del Mediterráneo (la de Menorca). Puesta sobreaviso Inglaterra, con la consiguiente protesta, el Zar se negó a aceptarla.

La situación nos presenta a Francia bajo los Borbones con LuisXVIII (1755-1824) rey en 1814 (cuando los aliados entraron en París) y a Napoleón I Bonaparte, que abdicó, retirándose a la isla de Elba, En 1815, al.regresar éste a Francia, le quitó el poder al Rey, expulsándolo e instaurando el régimen de los Cien Días (maryun) hasta que, finalmente derrotado en Waterloo Oun. 18), se-rindió a los ingleses y fue destinado ala isla de Santa Elena.

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Las debilidades que presentaba España hacían proclive la materialización de establecer dos monarcas en la América Hispana: uno en México y otro en Buenos Aires.

Por entonces era Ministro del Exterior el duque de Richelieu (1766-1822), que ocupó el cargo de 1815-18 (volverá en 1820-21). El alentó esta idea y encomendó Cnel. Le Moyne la misión de entrevistarse con Pueyrredón, lo que hizo el 2 de se-tiembre de 1818. Este se interesó en el asunto y hasta prometió "entregarse a Fran-cia ". El emisario comunicó enseguida la noticia al gobierno francés.

Por su parte, el gobierno porteño-envió al sacerdote Valentín Gómez (1774-1833), que llegó a París en abril de 1819, para indagar las posibilidades de coronar al Duque de Orléans y, de no ser así, intentar con otras potencias (con excepción de España), pero todo esto sometido a la aprobación del Congreso.

Al arribo de Gómez a París, Richelieu había caído como Ministro del Exterior siendo sustituido por el marqués de Dessolle.

De la entrevista de ambos (se excluyó la posibilidad de Luis Felipe de Orleans) surgió el nombre del príncipe de Lucca (Carlos Luis de Barbón), quien seria acepta-do por potencias europeas como Inglaterra y Rusia.

En cuanto a Portugal (ocupada la Prov. Oriental y Lecor en Montevideo), la Corte pretendió imponer al Infante Don Sebastián, nieto de Juan VI (por su hUa la princesa de Beyra), oriundo de Río de Janeiro (n. en 1811).

Si bien Pueyrredón en algún momento pensó en la casa de Braganza, rechazó esta posibilidad frente a la del príncipe de Lucca (los informes de Valentín Gómez se conocieron en Buenos Aires en oct. 1819).

Mientras tanto, desde mayo de 1818, un texto constitucional centralista que subrogaba al Reglamento Provisorio del Estado (dbre.1817) estaba pronto y, pese las dilatorias de Pueyrredón (por las negociaciones ya citadas), fue promulgado el 30 de abril de 1819.

En el mismo se dividían los tres poderes: Ejecutivo, Legislativo (senadores y di-putados) y Judicial, con funciones especificas para cada uno. Se determinaba tam-bién la religión católica como la única del Estado. En cuanto a los gobernadores provinciales, sus nombramientos quedaban en manos del Poder Ejecutivo.

En noviembre de 1819 el Congreso recibió el Proyecto monárquico con el nombre del príncipe de Lucca, y después de algunas objeciones (la constitución recién apro-

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bada no hablaba de un monarca), atendiendo a intereses internacionales y al apoyo' que Francia prestaría a través de un convenio, el 12 de noviembre se dio el visto bueno al príncipe (condicionado a que el rey de Francia consiguiera la aceptación de Inglaterra y otras naciones de Europa).

La hora final -de Pueyrredón se aproximaba. Frente a la rebelión en el litoral y el enfrentamiento de Rondeau con los caudillos provinciales federalistas, como Estanislao López (santafecino) y Francisco Ramírez (entrerriano), llegamos a la derro-ta del jefe porteño en la batalla de Cepeda (feb. I o., 1820), próximo a Buenos Aires.

La era del Directorio había concluido, con el triunfo de las armas federales, que lo habían hecho caer.

¿Qué significado tuvo el triunfo de losfederales de provincia contra los unionistas porteños?

Además de las consecuencias militares, con el ejército de Rondeau prácticamente deshecho (sólo Balcarce al mando de la infantería pudo salvarse, con dificultades), hubo cambio de políticas para el destino de estos pueblos.

Artigas había programado, para bien de la Liga Federal, apostar sus ejércitos dentro de la Provincia de Buenos Aires, lo que llevaba implícito la eliminación de los más mortales enemigos de su ideario: el régimen directorial y sus ejecutores, desde Posadas hasta Pueyrredón.

El triunfo de Cepeda igualaba a las provincias con Buenos Aires, que perdía la tutela y la condición de capital. Fue un final grotesco para los patrocinadores de la instauración de una monarquía.

Pero el triunfo contenía el germen de la crisis del año 1820, según se desprende de los términos del Tratado del Pilar (feb. 23), del que se excluye a Artigas, que acababa de perder batallas decisivas para la independencia de la Provincia Orien-tal, en su enfrentamiento con los portugueses.

De aquí en más se juega todavía una carta salvadora y fue la Asamblea llevada cabo en el Rincón de Avalos (Corrientes) el 24 de abril de 1820.'°

Veamos más detenidamente los hechos.

Caído el Directorio, como consecuencia de la derrota de Cepeda, lo sucede como gobierno la llamada Junta de Representantes, que nombra a Manuel de Sarratea como gobernador de la Prov. de Buenos Aires.

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Se acuerda con los federales la firma de un tratado en el que se admite la validez del sistema, a conciencia de que era un documento ínter provincial (por el que Bue-nos Aires perdía la supremacía frente a las otras), pero que ponía fin a las hostilida-des.

El texto, en total 12 artículos, es concreto. En el IOo., por primera y única vez, se menciona el nombre de Artigas y es para dar por descontado su apoyo (según mani-festaciones de Ramírez). No obstante se le manda copia del mismo, para que incor-pore la Banda Oriental a las demás provincias federadas.

Las diferencias entre Artigas y el caudillo entrerriano eran notorias, pero como en el Tratado del Pilar no estuvieron presentes ni la Prov. Oriental, ni Misiones, ni Corrientes, Artigas convocó a sus representantes a la Asamblea del Rincón de Avalos(antes aludida).

Allí se acordaron cuatro principios básicos de entendimiento mutuo, como ser: 1) Alianza ofensivo-defensiva entre las tres provincias. 2) Artigas nombrado "Protector de la Libertad y Director de Guerra". 3) Cada provincia elegiría libremente a sus gobernantes. 4) Podrán incorporarse otras provincias que acepten estas condiciones.

Pero el "Pacto de Avalos", pese a sus intenciones, no llegaría a cumplirse por las . tan deterioradas relaciones entre Arligas y Ramírez, que pasaron rápidamente de lo epistolar (mayo 8, dura acusación del primero y mayo 25, respuesta-defensa del segundo) a la acción armada d'un. 13-28), que culminaría con trágicas consecuen-cias para el Protector de los Pueblos Libres que, irónicamente, viendo triunfar su ideario republicano federalista, quedaba marginado de la victoria.='

Sus últimas acciones fueron las de asentar su campamento en Misiones (sbre., 1820) con 200 hombres, acompañado de Andrés Latorre (1781-1860), que había luchado contra los portugueses en Catalán (en. 4, 1817) y Tacuarembó (en. 22, 1820), con suerte adversa, determinando esta última batalla el fin de la resistencia oriental.

El 5 de setiembre Artigas, con apenas una guardia de 80 patriotas, llegó hasta Itapúa, en territorio paraguayo,,haciéndose presente ante el Comandante de la re-gión, quien dispuso el desarme de los orientales.

WR. Montevideo, julio 17 de 1998.

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1. El primer capítulo está destinado a instaurar el "terrorismo". Recomienda obser-var "la conducta más cruel y sanguinaria con los enemigos de la causa.. 1a menor serniprueba de hechos, palabras, elc., contra la causa debe castigarse con la pena capital, principalmente si se trata de sujetos de talento, riqueza, carácter y alguna opinión". En cambio a los amigos debían disimulárseles los delitos que nofueran con-cernientes "al sistema... pues en tiempo de revolución no debe de castigarse sino la infuiencia y la rebelión".

Se completa el terrorismo montando en la Banda Ortental una oficina de "seis y ocho personas de nuestra entera satisfacción, que escriban cartas anónimas, fingien-do o suplantando nombres... para sembrar la discordia y el desconcierto... cuidándose de indisponer los ánimos del populacho contra los sujetos de más carácter y caudales pertenecientes al enemigo".

El segundo capítulo se refiere a la propaganda La "Gaceta" debería dar noticias "muy halagüeñas, lisoryeras y atractivas..." reservando en lo posible los pasos adver-sos y desastrosos, porque aunque algo se sepa.. a lo menos la mayor parte de la gente no la conozca; las derrotas disimularse "con el colorido más aparente", y aun así,en "la semana en que haya de darse al público alguna noticia adversa, el número de Gacetas a imprimir será muy escaso, no debiendo dar cuidado que el enemigo nos repita y contradiga en sus periódicos cuando tenemos el juicio (de las gentes) favorable". En cuanto a la prensa extranjera habría que cuidar "los papeles perjudiciales... que deben privarse".

La base de la propaganda sería el "misterio de Femando". "circunstancia la más ímportante para llevar siempre por delante, tanto en la boca como en los papeles públi-cos y secretos... pues es un ayudante a nuestra causa, el más soberbio, aún cuando nuestra obra y conducta desmientan esta apariencia.. nos da un margen para fundar cierta gestión y argumento, así en las cortes extranjeras como en España., podremos hacer dudar de cuál de ambos partidos es el verdaderamente realista... además, para atraernos las voluntades de los pueblos, tampoco nos sería oportuna una declaración contraria",

El tercer tema es la insurrección popular. Allí se afirma que "los pueblos nunca saben ni ven sino lo que se les enseña y muestra". Para promover el levantamiento popular en la campaña orienta( debía recurrírse a "los desertores, delincuentes, la gente vaga y ociosa y otras muchas que... luego se apartarán como miembros corrompi-dos que han merecido aceptación por necesidad". Este levantamiento será acaudillado por dos -sujetos- de gran prestigio en la masa rural.a quienes era necesario ganar `por cualquier interés o promesas": el capitán de dragones José Rondeau y el capitán de milicias José Artigas. personas de talento, opinión, concepto y respeto". Estos actua-rán apoyados por "los hermanos y primos deArtigas, un Valdenegro, un Baltasar Vargas, un Benauides, un Ojeda, etc... sujetos que, por lo conocido de sus vicios, son capaces de todo y tienen opinión popular, adquirida por hechos temerarios".

En materia de política exterior, Moreno recomienda proceder con Inglaterra enforma "benéfica.. proteger su comercio, aminorarle sus derechos, tolerarla, aunque suframos algunas exacciones... los bienes de Inglaterra deben ser sagrados". La supone favora-ble a la revolución porque "a la corte inglesa le interesa que América, o parte de ella, se desunan o dtoídan de aquella metrópoli (España) y formen por si una sociedad separa-da, donde la Inglaterra pueda extender más sus miras mercantiles y ser la única por el señorío de los mares".

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La ayuda británica para el triunfo de la revolución debía gestionarse "con reserva y disimulo", procurando obtener del gobierno inglés una "declaración pública de neutra-lidad". en conflictos entre las autoridades peninsulares y las provincias americanas, que permitiese comprarles armas por su justo precio", si no fuese posible un "tratado secreto" de apoyo. En retribución se pagaría, además de los beneficios comerciales, con la isla Martín García. para que fuese "una pequeña colonia o puerto franco para su comercio".

Respecto de España, debian enviarse "actas o representaciones de los cabildos de esta capital e interiores, expresando que se desvelan por conservar los dominios de estaAmértca para el señor Fernando VII... para entretener y dividir las opiniones en la misma España, haciendo titubear y aparentar, por algún tiempo, hasta que nuestras disposiciones nos vayan poniendo a cubierto".

El documento continúa luego estudiando la organización del Estado: "la Constitu-ción debe afianzár a todos el goce legítimo de los derechos de la verdadera libertad, en práctica y quieta posesión, sin consentir abusos: entonces resolverá el Estado america-no el verdadero y grande problema del contrato social".

En el orden económico -más propio de Belgrano que de Moreno- el "Plano" es enemi-go de "las fortunas agigantadas en pocos individuos... que sirven de ruina a la socie-dad civil... con su poder absorben el jugo de todos los ramos de un Estado... y en nada remedan las grandes necesidades de los injinttos miembros de la sociedad". Para con-cluir con ellas propone la confiscación de capitales "luego de consolidar tal Estado sobre bases fijas y estables", que parecerá duro para una pequeña parte de indivi-duos, pero aparecen después las ventajas públicas que resultan con el fomento de las fábricas, artes, ingenios y demás establecimientos en favor del Estado y de los indivi-duos que las ocupan en sus trabajos". La confiscación de "500 a 600 millones de pe-sos" calculaba, "si bien desentenderán a 5.000 o 6.000 individuos, que las ventajas habrán de recaer sobre 80.000o 100.000 trabajadores, que encontrarán asegurada su labor. Parte del dinero confiscado iría a solventar expediciones militares para conseguir la independencia, conquistar el Río Grande y anarquizar Brasil, y el remanente sería empleado por el Estado para la fomentación de las artes, agricultura, navegación, etc. ".

El Estado tendría "el monopolio del comercio exterior. Las minas no serían explota-das durante diez años por particulares "sino por cuenta de la Nación", bajo pena capital y confiscación de bienes "como delito de lesa Patria".

Los últimos capítulos del "Plano" tratan de los medios para insurreccionar Brasil y conquistar Río Grande. La insurrección sería promovida por agentes "mandados en clase de comerciantes" que distribuirían ejemplares de la "Gaceta", impresos en portu-gués, y harían "los elogios más elevados de la felicidad, libertad, igualdad y benevo-lencia del nuevo sistema y del envilecimiento del anterior". Después de algún tiempo en ese proceder, menudeando "los pasquines escritos en portugués" , se estaría en condi-ciones de que "entren nuestras tropas en tres o cuatro trozos, según lo requieran las circunstancias". No se debería "tocar todavía, hasta su debido tiempo, la libertad de los esclavos, sino disfrazadamente ir protegiendo a aquéllos que sean de sujetos con-trarios a la causa".

Sublevado Brasil, se aprovecharía la circunstancia para anexar Río Grande, haciendo comprender a sus habitantes "que el mismo delito de rebelión contra su monarca los obliga a aceptar nuestras disposiciones", pues en caso contrario "los abandonaríamos,

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retirando nuestras tropas a la frontera" y, de paso, "saquearemos los pueblos y las haciendas". Más adelante sería abolido el idioma portugués, "remitiéndose maestros que enseñen castettano y sacerdotes para los mismos fines".

En: Crónica General del Uruguay,

2 "Es de suponer que Gran Bretaña no vacilará en aceptar un arreglo que le permi-tirá tener la llave del océano Pacico y de las Indias Orientales -por la ruta del Cabo de Hornos-; que la hará completamente independiente de cualquier otro país en cuanto al aprovisionamiento de sus Antillas; que le dará en estos mares una estación naval im-portante y segura... fundarse una colonia inglesa en el centro de estas costas tendrá los más felices efectos sobre la civilización de los habitantes vecinos; y que, finalmente, le permitirá tener un jaque permanente sobre los probables proyectos de los futuros dueños de España, contra los cuales será necesario estar en guardia, tanto en la paz como en la guerra".

3 Pero el hecho ocasional más efectivo, el suceso que precipitó decidida y finalmen-te el golpe del 14 de mayo de 1811 fue la presencia en la Asunción del teniente portu-gués José de Abreu, enviado por Diego de Sousa, capitán general de Río Grande del, Sur, quien vino a ofrecer al gobernador Velasco el apoyo de aquél para defenderse de los criollos. Como es sabido el gobernador español, vacilante al principio, terminó acep-tando el apoyo propuesto. En consecuencia, autorizó la ocupación de las misiones de la margen izquierda del Paraná por fuerzas portuguesas.

La noticia de este convenio alarmó a los paraguayos. Y en la sesión del Cabildo, realizada el 13 de mayo, se habló de la existencia de una conspiración y de las medi-das que tomaría el gobierno contra los complotados. Estos hechos obligaron a los cons-piradores a precipitar los acontecimientos, maguer la ausencia de Fulgencio Yegros.

En la noche del 14 de mayo de 1811 Pedro Juan Cavallero se apoderó del Cuartel de la Ribera, cuna de la Revolución. Al día siguiente, Bernardo de Velasco y Huidobro, al hacer entrega del mando, puso fin a la era colonial de España en el Paraguay. Veintiún cañonazos, disparados desde las cárdenas barracas de la bahía de la Asun-ción, anunciaron al mundo el nacimiento del nuevo Estado. la aparición de una naciona-lidad con raíces profundas en la historia. con rasgos propios y firmes en un presente grávido defe, de optimismo, de amor a la vida y a la libertad y con un porvenirpleno de esperanzas, hacia cuyos infinitos horizontes se proyectaba en recios perfiles de eterni-dad.

El primer gobierno del Paraguay independiente fue constituido por un triunvirato. Integráronlo el ex gobernador español Bernardo de Velasco y Huidobro, José Gaspar de Francia y Juan Bate~ de Zevallos, "hasta que el cuartel con los demás vecinos de la provincia arreglen laforma de gobierno". EL acta en la que se afirma esta decisión la signaron Pedro Juan Cavallero, José Gaspar de Ftancta, Juan Baleriano de Zevallos, Juan Bautista Rivarola, Carlos Argüetlo, Vicente Ignacio Iturbe, Juan Bautista Acosta y Juan Manuel Iturbe. Se ha dicho de este histórico documento que "es como la fe de bautismo de la República".

El 17 de junio de 1811 reuntóse el primer Congreso del Paraguay emancipado. A propuesta de Mariano Antonio Molas dicho Congreso despojó de todo mando a Bernar-do de Velasco y Huidobro y creó la Junta Superior Gubernativa, que fue formada con el teniente coronel Fulgencio Yegros, como presidente, el doctor José Gaspar de Francia,

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el capitán Pedro Juan Cavallero, el presbítero doctor Francisco Javier Bogarín y don Fernando de la Mora, como vocales. Esta junta asumió la dirección de los negocios públicos el 20 dejunio y entre sus primeras y más importantes resolucionesfiguran el nombramiento de un nuevo Cabildo y el envio de (a nota del 20 de julio del mismo año a la Junta de Buenos Aires, en la que se expresa la voluntad inquebrantable del Para-guay de mantenerse libre e independiente.

Numerosas e interesantes obras de buen gobierno débense a la Junta Superior Gubernativa. Entre ellas pueden citarse la reforma y elfomento de la instrucción públi-ca, la reapertura de los cursos de la enseñanza secundaria, la creación de la Sociedad Patriótica Literaria, la fundación de la primera academia militar y la iniciación de la primera biblioteca pública Desgraciadamente -apunta Fulgencio R. Moreno-, tan bellas iniciativas no duraron mucho, pues la dictadura de Francia acabó con ellas.

La Junta Superior Gubernativa rigió apenas dos años y cuatro meses los destinos del nuevo Estado. EL Congreso, reunido en el templo de Nuestra Señora de las Merce-des el 30 de septiembre de 1813, canceló sus poderes y creó, en su reemplazo, el Primer Consulado, que quedó integrado por Fulgencio Yegros y José Gaspar de fan-cia. Este Congreso, además, declaró solemne y valientemente la ~pendencia del Paraguay de todo poder extraño, cambió el nombre de provincia por el de República y adoptó el pabellón y el escudo nacionales.

El primer gobierno consular inició sus gestiones el 12 de octubre de 1813 y las dio por terminadas un año después. Entre sus obras principales -expresa un historiador-, deben anotarse la regularización de la hacienda, el cese de todo abuso por parte de los funcionarios públicos, el afán de establecer relaciones comerciales con las naciones europeas, el mejoramiento de las instituciones armadas y la implantación de un régi-men de estricta moralidad administrativa.

El 3 de octubre de 1814, de acuerdo con lo dispuesto en el Reglamento de Gobierno aprobado por el Congreso del año anterior, según el cual estas asambleas serían con-vocadas anualmente, en e1 templo de las Mercedes reunióse un nuevo Congreso de mil diputados. Este canceló elpoder otorgado al Primer Consulado y designó aJosé Gaspar de Francia como Dictador dei Paraguay, por un período de cinco años. No obstante, el 1 o. de junio de 1816 otro Congreso, reunido en la catedral de la Asunción, por moción de José Miguel Ibañez nombró a1 doctor Fhancta dictador perpetuo de la República. Dicha asamblea debía de ser la última reunida en el Paraguay hasta 1841, vale decir, hasta después de la muerte de "El Supremo".

Durante el largo y sombrío transcurso de ese despótico gobierno solamente la voz dei árbitro habría de escucharse en toda la Nación. Fue aquél el lapso del silencio impuesto por el miedo. Es pues menester estudiar esta curiosa época y diseñar la rara personalidad del doctor Francia, cuya extraña figura llena el marco de su tiempo.

En: Carlos Centurión, Historia de las Letras Paraguayas.

4 "una federación y alianza indisoluble", obligando a ambas "a cultivar una since-ra, sólida y perpetua amistad:.. a auxiliar y cooperar mutua y eficazmente con todo género de auxilio cada vez que lo demande el sagrado fm de aniquilar y destruir cual-quier enemigo que intente oponerse a los progresos de nuestra justa causa y común libertad".

S Joaquín Campana (n. en Montevideo en 1783) se doctoró en Derecho en la Univer-sidad de Chile.

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6 José Arligas nació en Montevideo el 19 de junio de 1764.Oficial del Cuerpo de Blandengues al servicio de los españoles, se pasó en febrero de 1811 a1 servicio de la Revolución Oriental.Venció en la batalla de Las Piedras (mayo 18 de 1811) a las tropas españolas coman-dadas por Vicente María de Muesas.Participó del Primer Sitio de Montevideo (jul. 1) y lo abandonó (oct. 23) cuando sefirmó el armisticio entre la Junta Grande porteña y el Brasil Se convirtió por decisión de los patriotas en Jefe de los Orientales y emprendió la gran jornada del Exodo que fue desde las costas del río San José (siempre por el NO.) hasta la proximidad del rio Daymdn (dbre.).En abr. 28 de 1812 estableció su campamento en el Ayuí (tierra entrernana) y perma-neció cinco meses acompañado de su pueblo. El Gral. argentino Manuel de Sarratea intentó con sus intrigas y hostilidad mellar la autoridad de Artigas.EL Gral. Rondeau partió (sbre.) con su ejército bonaerense desde el arroyo de la China hacia Montevideo para iniciar el Segundo Sitio. Las tropas del patriota José Culta pu-sieron sitio a la ciudad ello. de oct. de 1812.Memorable triunfo en el Cerrito de lafuerzas de Rondeau sobre las españolas de Vigodet el 31 de diciembre de 1812.Can el pacto del Yí entre los representantes de Artigas y los de Sarralea se puso fin al d ferendo entre ambos, y el primero pasó a ser el Jefe de todas las fuerzas en campaña de la Banda Oriental (en. 8 de 1813).Ariigas se incorporó al Segundo Sitio (jeb. 26). Se realiza el Congreso de los pueblos en Tres Cruces (aledaños de Montevideo) el 5 de abril donde el Jefe pronunció su célebre Oración inaugural ("Mi autoridad emana de vosotros y cesa con vuestra presencia so-berana"). En abril 13 fumó las "Instrucciones" a los diputados orientales que fueron como representantes a la Asamblea General en Buenos Aires.Reunión de la sede del Congreso que convoca Rondeau en la capilla de Mactel (dbre. 5) donde se discutirá la creación de un gobierno libre y autónomo.En la madrugada del 20 de enero de 1814 Amigas abandonó con sus fuerzas el Segun-do Sitio, acampando en Belén sobre el río Uruguay, en una etapa más de su lucha contra el centralismo porteño.Artigas inició su campaña militar en el litoral argentino contando como altados con algunos de los caudillos de las Provincias. En dbre. 2 el Jefe Oriental Blas Basualdo derrotó en Colodrero (Corrientes) al mayor Genaro Perugorria (antiguo federalista, aho-ra al servicio del Director Cervasio de Posadas).En 1815 (jeb. 26) la vanguardia oriental al mando de José Llupes entró en Montevideo. Fernando Otorgués es nombrado Gobernador (mar jun.) y el 26 de marzo izó la bande-ra tricolor en el Fuerte de la capital.En abril 29 Arligas convocó a los pueblos al llamado Congreso de Oriente (en el arroyo de la China).En una goleta anclada en el río Uruguay cerca de Paysandú se reunieron con Artigas los emisarios del gobierno de Buenos Airs para considerar el Tratado de Concordia, que tuvo resultados negativos. 0un. 16-17).Otorgues pasó a ser el comandante de las trop᧠orientales de vigilancia en la frontera N. con el Brasil ante rumores de invasión y Miguel Barreiro asumió como Delegado Extraordinario de Artigas, en Montevideo.En sbre. 10 Artigas en su campamento de Purificación (convertido en capital de la Liga federa0 aprobó una pieza fundamental de gobierno el: "Reglamento Provisorto de la

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Prov. Oriental para el fomento de la campaña y seguridad de sus hacendados".En 1816 funcionando los corsarios con patente otorgada por Artigas, éste informa al Cabildo de Montevideo sobre los primeros resultados de los que operan en el río Uru-guay. A partir de ese momento se emprende una política gradual de habilitaciones a los que actuarán en el Río de la Plata y después en el Atlántico aun. 17).En agosto 7 se inició la invasión de tropas portuguesas con cuatro columnas que pene-tran por el litoral N. de la Prov. Oriental en dirección a Meto. Rocha, el Cuareim y las Misiones Orientales.En 1817 (en. 20) el Brg. Carlos Federico Lecor entró en Montevideo. La lucha entre las fuerzas patriotas y las portuguesas fue despareja y tos primeros sufrieron importantes derrotas que se extienden hasta la de Tacuarembó chico (en. 22 de 1820). En estos años se firma la dominación portuguesa en la Prov. Oriental, Artigas se internó en Misiones (en. 1820).Mientras tanto en la Argentina se firmó el Tratado del Pilar ((eb. 23) entre las Prov. de Buenos Aires, Entre Ríos y Santa Fe (del que quedaba excluido Artigas y su Liga FederaU. "Los firmantes fueron Sarratea (Buenos Aires), Estanislao López (Santa Fe) y Francisco Ramírez (Entre Ríos).Artigas lo rechazó y le reprochó a Ramírez (su ex-lugarteniente) la conducta seguida. En abril 24 se firmó el Pacto de Avalos entre ARfgas con los delegados de Corrientes y de Misiones. Comienza la dura lucha entre Arttgas y Ramírez que se volverá cruenta a partir de junio cuando se pase al campo militar donde el Jefe de los Orientales sufre varias y definitivas derrotas.La entrada en tierras paraguayas es su destino inmediato. En sus largos años de convivencia, sufrió conjinación con el dictador José Gaspar Rodríguez de Francia. A su muerte (20 de setiembre de 1820) lo sucedió la Junta Provisional que encarcela nArtigas entre el 22 de setiembre y el 12 de marzo de 1841 y lo remite a1 pueblo fronterizo con Brasil, San Isidro Labrador de Curuguaty.Recten fue respetado y dtgniflcado bajo el gobierno de Carlos Antonio López quien le cedió una chacra de su propiedad a siete km. de Asunción (1845) donde pasó sus últimos años de vida.Murió el 23 de setiembre de 1850. La repatriación de sus restos al Uruguay recién se hará en 1855 y por razones de inestabilidad política, al no poder inhumarlos de inme-diato. la ceremonia en la Iglesia Matriz y posterior traslado de sus restos al Cementerio Central se realizó bajo el gobierno del Presidente Gabriel Antonio Pereira el 20 de no-viembre de 1856. En 1877 son llevados al Panteón Nacional.Cien años después (19 de junto de 1977) fecha del 213 aniversario de su nacimiento la urna será definitiva y solemnemente instalada en el Mausoleo levantado en la Plaza Independencia. Un pueblo respetuoso acompañó la ceremonia honrando al gran Jefe de los Orientales.

Parte de la batalla de Las Piedras (may.18,1811) : "no olvidaré hacer presente a V. S. los distinguidos servicios prestados por los presbíteros Sr Dn. José Valentín Gómez y Dn. Santiago Figueredo, curas vicarios, éste de la Florida y aquél de Canelones. Ambos, no contentos con haber colectado con celo varios donativos patrióticos, con haber seguido las penosas marchas del ejército, participando de las fatigas del solda-

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do, con haber ejercido las funciones de su sagrado ministerio en todas las ocasiones que fueron precisas, se convirtieron en el acto de la batalla en bravos campeones, siendo de los primeros que avanzaron sobre las filas enemigas, con desprecio del peli-gro y como verdaderos militares".

7 La permanencia oriental en la costa entrerriana fue asimismo oportunidad propi-cia para estrechar relaciones políticas entre Artigas y varios hombres representativos de la zona, como Eusebio Hereñú, Ricardo López Jordán. Zapata, el correntino Elías Galván y los jefes guaraníes de las Misiones, acaudillados por el propio hilo adoptivo del Jefe oriental, Andrés Guacararí y Artigas, el célebre Andresito". De este modo, sobre los objetivos comunes del rechazo de los portugueses y la defensa de tos intere-ses populares de la Revolución se trían gestando las bases de lo que habría de ser, en el futuro, el "Sistema de los Pueblos Libres" o Liga Federal.

En: Washington Reyes Abadie, Artigas, El federalismo en el Río

8 ORGANIZA CION PROVINCIALEl gobierno de Artigas en la Banda Oriental debe estudiarse en dos aspectos: e1 del

gobierno real que éjerció y el de los principios que sustentó para estructurar, cuando fuera posible, un sistema institucional estable. Lógicamente, a los efectos de este ar-tículo sólo cabe un análisis muy somero de ambas cuestiones.

Cuando los orientales deben explicar, en fórmulas políticas, la autonomía real obte-nida en 1811 como resultado de los conflictos con Buenos Aires, elaboran una cons-trucción basada en la idea del contrato y en algunos aspectos de la teoría española del estado, tal como había sido analizada por Moreno en la Gazeta.

La revolución se hizo usando el concepto -elaborado por el derecho español- de retroversión de la soberanía en caso de acefalía de la institución monárquica. El mo-narca ejerce el poder por delegación; por tanto, sí éste falta, el poder se retrovterte a su fuente originaria. La tnvasión napoleónica, al dejar acéfala la monarquía, permite la utilización práctica de esta teoría. Pero, ¿a quién se retrovíerte la soberanía? El proble-ma -de primordial interés-fue analizado por Moreno, que plantea tres posibilidades: que recaiga en cada individuo; que recaiga en los pueblos o que recaiga en unidades más vastas, regiones o provincias unidas por tradición y necesidades comunes. More-no, en la Gazeta, rechaza las dos primeras y acepta, en cambio, la última. EL pensa-miento político oriental sostiene, en cambio, la teoría de que la soberanía se retrovierte a "los pueblos". Esta expresión, "los pueblos", quiere decir las unidades urbanas y su jurisdicción, y constituye un término de larga tradición en el Derecho Español y en el Derecho Indiano. En la cláusula octava de la Comisión de García de Zúñiga ante el gobierno de Buenos Aires, y como ejemplo de esta posición, se dice que "la soberanía particular de los pueblos será precisamente declarada y ostentada... "

El Dr. Petit Muñoz ha estudiado el problema y encontrado el fundamento de esta solución en diversos documentos.

Los pueblos, centros de reasunción de la soberanía y por tanto unidades originarias de poder, formarían entre sí unidades mayores, o provincias, que se proclamarian so-beranas por recibir la suma de las soberanías particulares. Este tipo de formación provincial está claramente expresado en la cláusula 7 del reconocimiento condicionado a la Asamblea del año XIII, cuando se habla de "Provincia compuesta de Pueblos Li-bres". Este período y el siguiente pueden ser llamados, como lo ha hecho recientemente

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Edmundo M. Narancio, del origen del Estado Oriental. EL proceso de integración provin-cial autonómico, tal como fue analizado en los documentos orientales de la época y resumido en las conclusiones del precitado estudio de Narancio, es el siguiente:

L El levantamiento popular de la Banda Oriental se hizo contando con el auxilio de Buenos Aires; II. El suministro de ese socorro había dado lugar a un pacto tácito, me-diante el cual los orientales reconocían la autoridad de Buenos Aires, a cambio de la ayuda prestada; IIL AL firmarse el armisticio de Octubre quedó roto el lazo, nunca expreso, que ligaba a los orientales con Buenos Aires; IV. En uso de la libertad en que se hallaba, el pueblo oriental armado se constituyó nombrando sujefe y dándose, más adelante, otros órganos de gobierno.

Peroel pueblo oriental, al darse unjefe en 1a persona de José Artigas, no abdica de su soberanía sino que, por intermedio de sus representantes, ejerce sus poderes espe-cíficos, controla y fiscaliza, pudiendo retomar en sí, en cualquier momento, el ejercicio de los poderes delegados. Las asambleas artiguistas que ejercen teóricamente estos poderes sort, en realidad, órganos de gobierno más o menos estables, con reuniones periódicas en las cuales Artigas explica su actuación y rinde su autoridad ante la sobe-ranía provincial. La historia de estas asamblea orientales aún no está hecha totalmen-te, pero es indudable que a partir de 1811 se reúnen como representación soberana de la provincia. Existen, por otra parte, serios indicios de que ya durante el Exodo, en el Ayut. funcionó una Junta con el carácter de Asamblea.

En: Héctor Gros Espiett, Laformación del idearioArliguista.

9 Los comienzos del Segundo TriunviratoLos nuevos gobernantes procedieron de manera diversa frente a los integrantes del

primer Triunvirato. Pueyrredón, que estaba oculto, se presentó a las autoridades para ser juzgado. Se le mandó a su estancia de Arrecifes y después a San Luis, donde permanecería hasta 1816. Rivadaviafue arrestado un tiempo, quedando libre antes de fin de año. Inmediatamente se afilió a la Logia y afrontó con padrinos e1 juicio de resi-dencia. Sarralea fue puesto al mando del ejército de operaciones en la Banda Oriental, porque el movimiento del 8 de octubre no había sido contra la influencia inglesa a la que estaba vinculado. Chiclana, que era miembro de la Logia, fue conformado con la gobernación de Salta, siguténdoselejuiclo de residencia.

El advenimiento del segundo Triunvirato estuvo rodeado de un clima de euforia cívica

La "Sociedad Patriótica' celebró, al día siguiente del movimiento, el triunfo de sus hombres y de sus ideales. En su tribuna se proclamó la necesidad de una Constitución permanente y definitiva, rechazándose la posibilidad de una Carta Provisoria. Se dis-puso, asimismo, la publicación de las Constituciones norteamericana y venezolana

El gobierno, haciéndose eco de este espíritu, publicó un "Manifiesto" aludiendo al "Petilorío Popular" del 8 de octubre, a la libertad que había recobrado el pueblo, a sus esperanzas y temores, a la garantía de sus derechos, a la privación de la seguridad individual que debió soportar, a la inconducta del primer Triunvirato por su actitud con el ejercito de Belgrano y sus maniobras en la Asamblea de Octubre. Por último, era su intención convocar a una Asamblea General cuyo primer objetivo sería "poner límites a la obediencia del pueblo, estableciendo la garantía de sus derechos y fijando el siste-ma que debe regir alas Provincias Unidas".

El gobierno también concedió premios por la victoria de Tucumán. La "Sociedad

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Patriótica" invitó a un funeral por los caídos en la acción. A ésta le fue confada la responsabilidad de colaboraren las tareas de lafulura Asamblea General, para lo cual designó una comisión para redactar un proyecto de Constitución. La integraban el pre-sidente de la "Sociedad", doctor Bernardo Monteagudo, y los "ciudadanos"Juan Larrea, Francisco José Planes, Cosme Argerich, Tomás Valle y, como secretario, el "ciudadano" Dongo.

El gobierno, por su parte, nombró una Comisión Oficial integrada por Pedro José Agrello, Nicolás Herrera, Valentfn Gómez. Pedro Somerella, Manuel José García, Hipólito Vieytes y Luís Chorroarín, que renunció, siendo sustituido por Gervasio Antonio de Posadas.

Asimismo el gobierno, recogiendo la exaltación anttespañolisla, adoptó severas me-didas contra los españoles europeos y procedió a reorganizar la Policía, mediante un nuevo reglamento redactado por José Moldés, Hipólito Vieytes y Juan Larrea.

Dice el autor argentino Juan Canter, caracterizando en sus rasgos generales la ges-tión del segundo Triunvirato: "La nueva política, preconizando liberalismo y reforma, a pesar de su presuntuosidad, careció de fórmulas originales. Calcó disposiciones y en toda su tarea civilista adoptó un aire de suficiencia, parejo con su postura prepotente. Las normas de la Colonia, los principios del Derecho romano, las nuevas pautas de las Cortes españolas y las ideas del filosofismo francés se alentaban y se sofocaban en una coryunctón extraña. Las denominaciones, a la manera de la Francia revoluciona-ria: asamblea, directorio, etc., chocaban los decretos adoptados con los emitidos por las Cortes españolas, o las decisiones del gobierno rivadaviano. Era una ideología extrarta y una rara política, que proclamaba los modelos ingleses y franceses , remedando al propio tiempo a los españoles, sin aludirlos. Nada presagiaba entonces al organismo impaciente que debía cumplir un programa riguroso y que, adormecido y librado a una facción, se enervaría, para prosternarse después ante el advenimiento de la Restauración en Europa".

LA IDEA DE INDEPENDENCIAEl tema de la "Independencia" había sido objeto de numerosos "recitados" en la

"Sociedad Patriótica" durante el gobierno del primer Triunvirato. Había inspirado la resolución de la Asamblea de abril de 1812, por la que ésta se declaró "suprema", y determinó a su vez su disolución, porque Rtvadavia queríajugar la independencia como carta ante Strmgford. Después, el primer Triunvirato habla exteriorizado por la pren-sa una aparente decisión independentista.

El 3 dei unio se había convocado una "asamblea extraordinaria" (que no llegaría a reunirse) para fijar las bases políticas del futuro nacional que, parecería, iba a declarar la independencia. Betgrano, entusiasmado, había izado el pabellón azul y blanco en febrero, pero se había visto obligado a ocultarlo y destruirlo por la severa reprimenda del gobierno... En fin, el tema había sido llevado y traído a infujos de la repercusión local de la declaración de Caracas dejulio de 1811 y de las cambiantes políticas de las facciones dirigentes porteñas. Ahora, los responsables del pronunciamiento del 8 de octubre se presentaban nuevamente como abanderados de la Independencia.

La aparición de estos brotes de entusiasmo por la "Independencia" encontrarían el importante obstáculo de la oposición de Inglaterra, man (estada reiteradamente por su embajador en Río de Janeiro, Lord Strang¡ord.

Desde el 25 de mayo de 1810 Strang/brd temía urca declaración de independencia

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contraria ala política inglesa de fomentar el gobierno propio de los españoles america-nos para que éstos gozaran de sus derechos y de los beneficios de "la libertad de comercio", pero sin entrar en "complicaciones" que les permitieran adquirir una con-ciencia nacional, que en el futuro podría volverse contra Inglaterra. El 16 de junio de 1810 había felicitado a la Junta de Mayo "por la moderación con que han conducido V V SS." y por los "sentimientos de lealtad y amor a su Soberano que manifiestan": les aseguraban que podían contar "con los sentimientos pacfcos de esta Corte (la de Portugal) siempre que la conducta de esa Capital sea consecuente a nombre del señor Don Fernando VII y sus legítimos sucesores".

En las instrucciones a Manuel Antceto Padilla para su misión a Buenos Aires Strangford expresaba "lo loco y peligroso de toda declaración de independencia prema-tura". Y al informar a su gobierno sobre los resultados de esta misión expresaba sus terrores respecto de que, si no hubiera una suficiente ayuda inglesa, la Junta se viera obligada "a una prematura declaración de independencia muy probablemente bajo la garantía de Francia.. la cuestión de si estos países han de volverse ingleses o france-sas es ahora el asunto del día".

Tanto la Junta de Mayo" como la "Grande"habían continuadofelmente las indica-ciones del embajador inglés. Pero cuando se produjo el levantamiento de las "orillas", la noche del 5 al 6 de abril de 1811, las cosas cambiaron. A tapropuesta de mediación de Strang ford entre Buenos Aires y Montevideo, el ilustre doctor Juan Campana, en nom-bre del gobierno, había contestado el 18 de mayo que "Estas provincias exigen mane-jarse por sí mismas y sin los riesgos de aventurar sus caudales a la rapacidad de manos infieles"...prometiendo entrar en la coalición contra Napoleón "siempre que se reconozca su independencia civil". Claro que con estas ideas Campana no duró mucho en el gobierno y a partir de la instalación del primer Triunvirato volvió a armonizarse el tono "con el diapasón que se tocaba desde Londres por vía Río de Janetro", comenta con gráfica expresión el historiador José María Rosa

En julio de 1812 el gobierno inglés instruia a Strangford para que mediara entre Buenos Aires y Montevideo, haciendo saber a las autoridades porteñas que "sólo me-diante el reconocimiento de su legítimo soberano Fernando VII y contribuyendo bajo los auspicios de su nombre a los esfuerzos que se están haciendo en Europa para conser-var la integridad de la monarquía española" tendrían el apoyo de Gran Bretaña Y aconsejarles de paso, que "una tndependencía nominal" obligaría a la clase gobernan-te de Buenos Aires a "exponerse, tras un largo período de guerras civiles e Insurreccio-nes Internas, a ser presa de sus propias facciones y conciudadanos ambiciosos".

Correspondió al segundo Triunvirato contestar lapropuestaformuladaporStrang(ord para mediar entre Montevideo y Buenos Aires. En ella, cuya redacción estuvo a cargo de Juan José Paso, se rechazaba la mediación, pues "aunque este gobierno no quiere prevenir el juicio de la Asamblea General que acaba de convocar, se atreve a anticipar a VE. el seguro concepto de que la Independencia de estas provincias no será nomi-nal".

Strangford no contestó al gobierno porteño, pero informó a Londres el 24 de diciem-bre de 1812, remetiendo la nota a su gobierno: "Me preocupa observar en este docu-mento el primer indicio de una confesada determinación, por parte de Buenos Aires de declararse Independiente de su vínculo europeo... actualmente están ocupados en dis-cutir la conveniencia de declarar su independencia antes o después de la Asamblea General. Paso, el actual jefe de gobierno, ha manifestado con frecuencia que Gran

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Bretaña no podría proseguirla guerra en la península sise viera privada de las venta-jas derivadas del comercio de Buenos Aires, que se ha permitido enforma tan liberal por el gobierno de esa ciudad".

Sin embargo, en el seno de la "Logia Lautaro" la idea de independencia había ido perdiendo interés. Alocar, con el apoyo de los viejos masones obtuvo, contra el parecer de San Martín, que la Asamblea no declarara la independencia.

Esto determinó el alejamiento de San Martín de la política, consagrando exclusiva-mente sus esfuerzos a la actividad militar. No renunció a la Logia porque tos deberes masónicos son irrenunciables, pasó a estar "en sueño", como se dice en el lenguaje masónico.

El único triunviro titular que no era logista, Juan J. Paso, convencido partidario de la independencia, con el voto de Francisco Belgrano, suplente de Rodríguez Peña, que tampoco era afiliado de la entidad secreta, obtuvo que el 24 de octubre se convocara a los pueblos para elegir diputados a la Asamblea General, en cuyo documento se esta-blecía como fin de la referida congregación el de votar "tafigura con que deben aparecer las Provincias Unidas en el gran teatro de las naciones". Asimismo, procuro que el gobierno declarara (a independencia antes de la reunión de la Asamblea. El temafue llevado a la "Sociedad Patriótica" -es decir, a la Logia- donde sólo encontró el retórico pronunciamiento de ser "incompatible el nombre de Fernando con la existencia de todo americano", pero la sociedad trasladó el tema a la Asamblea con el pretexto de "ilustrar previamente a los pueblos". En enero de 1813, en vísperas de la reunión de la Asam-blea. Paso preparó un golpe de estado para anular la elección y formar otro cuerpo que declarara la independencia. Los trabajos conspiratiuos corrieron a cargo de sus her-manos Francisco e Idelfonso y los hermanos Sosa, gente adinerada y de prestigio en las "orillas". El movimiento fue descubierto y los responsables fueron remitidos a la Guardia de Lujdn. Poco después la Asamblea, reunida el 31 de enero, reemplazaría a Paso por José Julián Pérez, miembro de la Logia.

Como veremos, los ideales de "Independencia" y de "Constitución", que habían sido el tema del pronunciamiento del 8 de octubre de 1812, serían postergados por laAsam-blea General del año XIII.

En: Ibidem.

10 Luego Arttgas dio a conocer los fines del Congreso: "La Asamblea, que tantas reces se anunciara, empezó ya sus sesiones en Buenos Aires. Su reconocimiento nos ha sido ordenado. Resolver sobre este particular ha dado motivo a esta congregación, porque yo ofendería altamente vuestro carácter y el mío, vulnerando enormemente vues-tros derechos sagrados. si pasase a resolver por mí una materia reservada a vosotros". Y enseguida propuso los tres puntos sobre los que el Congreso debía manifestarse:

1. Si debemos proceder al reconocimiento de la Asamblea General antes del allana-mtento de las pretensiones recomendadas a nuestro diputado don Tomás García de Zúñiga (consecuencias de orden político, derivadas del conflicto con Sarralea).

2. Proveer de mayor número de diputados por este territorio a dicha Asamblea. 3. Instalar aquí una autoridad que restablezca la economía del país.El estudio de los tres puntos era fundamental, ya que el primero afectaba la sobera-

nía, el segundo aseguraría el triunfo de los ideales federales y el tercero organizaría al país en formás jurídicas necesarias para su orden interno, mientras no cayera el go-bierno de Montevideo. Artigas recalcó también la falta de un estatuto que garantizara

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el derecho popular diciendo: "Ciudadanos, los pueblos deben ser libres. Por desgracia va a contar tres años nuestra revolución y aún falta una salvaguardia general al dere-cho popular. Es muy veleidosa la probidad de los hombres, sólo ei freno de la Constitu-ción puede afirmarla. Mientras ella no exista, es preciso adoptar las medidas que equi-valgan a la garantía preciosa que ella ofrece. Yo opinaré siempre que, sin allanar las pretensiones pendientes, no debe ostentarse el reconocimiento y jura que se exigen: ellas son consiguientes del sistema que defendemos y cuando el ejército las propuso no hizo más que decir: "quiero ser libre".

En: Coolighan-Arteaga, Historia del Uruguay.

En el discurso de Artigas en el Congreso de Abril se explica esta situación institucional con claridad insuperable al decir: "Mi autoridad emana de vosotros y ella cesa por vuestra presencia soberana. Vosotros estáis en el pleno goce de vuestros derechos: ved ahí el fruto de mis ansias y desvelos y ved ahí también todo el premio de mi afán. Ahora en vosotros está el conservarlo. Yo tengo ta satisfacción honrosa de presentar de nuevo mis sacrificios y desvelos, si gustáis hacerlo estable". Agregando luego: "porque yo ofendería altamente vuestro carácter y el mío, vulnerando enormemente vuestros derechos sagrados, si pasase a decidir por mi una materia reservada sólo a vosotros". Este último párrafo demuestra claramente que había una delimitación de competen-cias entre las asambleas y el órgano ejecutivo, ya que éste no podía decidir por sí determinados asuntos.

Pero no sólo a estos rudimentos quedó reducida la inmediata organización institucional artigutsta. EL 20 de abril de 1813 se crea un "cuerpo municipal para admi-nistrar Justicia y dirigir los negocios de la economía interior del país".

11) Sin perjuicio, sin embargo, de este reconocimiento de la soberanía provincial, representada en las asambleas o congresos, no puede desconocerse que Artigas gozó, de hecho y en la realidad, de la suma del poder.

Pero éste era un régimen provisorio, simple, esquemático y que, especialmente adap-tado a la realidad política y social del momento, se concebía como algo transitorio, como una etapa a superar. Este carácter esencialmente provisorio del gobierno perso-nal de Artigas es hoy evidente por la amplia base documental puesta de manifiesto por el Prof. Juan Antonio Rebella.

12) Es así que se tiende, en función de ciertos principios, a estructurar para el futuro la base constitucional necesaria para el funcionamiento político de la Provincia- Expli-cando la necesidad de la norma reguladora de las relaciones institucionales decía Artígas en el Congreso de Abrí¡: "Por desgracia, va a contar tres años nuestra revolución y aún falta una salvaguardia general del derecho popular. Estarnos aún bajo la fe de los hombres y no aparecen las seguridades de contrato... Es muy veleidosa la probidad de los hombres; sólo el freno de la constitución puede afirmarla", expresión que debe referirse a la organización provincial pero,fundamentalmente, al régimen interprovinciaL

13) En primer lugar, toda construcción constitucional, y más aún, toda solución de gobierno, incluso provisoria, debía basarse para Artigas en un absoluto respeto de la soberanía popular. No puede negarse la enorme influencia que en esta materia tuvo el pensamiento de Moreno, expuesto principalmente en la Gazeta de Buenos Aires. Los conceptos de retroversión de la soberanía, de tan larga tradición en el pensamiento político español, y la idea de que todo poder deriva del pueblo y se ejerce por interme-

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dio de sus legítimos representantes, tuvieron en Moreno, en especial en las artículos de 6 y 15 de noviembre de 1810, un expositor claro, de lógica repercusión en la Banda Oriental.

14) Pero esta organización institucional debía, para Artigas, realizarse sobre la base del sistema republicano. Un sentido de repudio hacia toda solución monárquica late en el pensamiento artiguista, expuesto a este respecto en el famoso artculo 20 de las Instrucciones; y esta ideología republicana se mantiene y se afirmafrente a las tenden-cias porteñas -de acusado carácter monárquico- sostenidas intensamente después de la proclamación de la independencia de tas Provincias Unidas en 1816.

Es que el repulflicanismo político de Artigas viene de muy hondo, de la base demo-crática que tuvo la revolución en la Banda Oriental. No es un republicanLsmo teórico, basado enformulas ímportadas, sino que responde al sentido popular y campesino de nuestro movimiento emancipador. Por eso, ante esta realidad que rebasa los textos, es una banalidad el análisis formal del artículo 20 de las Instrucciones. Evidentemente este artículo está muy imperfectamente redactado y se refiere más bien -en lo que respecta a la organización republicana- a la constituciónfederal. La cláusula de garan-tía que en la Constitución norteamericana de 1787 (Sección 4a. artículo M garantiza a cada estado de la Unión una forma republicana de gobierno no se reproduce en esos claros términos y sólo se habla de que la constitución general "asegure a cada una de ellas de las violencias domésticas, usurpación de sus derechos, libertad y seguridad de su soberanía". De cualquier modo, el sistema artiguista fue siempre un claro y enér-gico defensor del régimen republicano. Su enorme, su titánica lucha entre 1816 y 1820 es, en gran parte, la defensa de este sistema frente al monarquismo unido de Buenos Aires y Portugal La raíz del pensamiento artiguista no puede buscarse aquí, como en tantos otros aspectos, en el análisis de un texto circunstancial, sino que lo importante es reconocer la forma en que Artigas encarnó, como caudillo, el más auténtico sentido popular y democrático de organización institucional.

15) Este gobierno republicano debía estructurarse en base a1 principio de la inde-pendencia y separación de los poderes. Tal régimen debe aplicarse no sólo al gobierno centra(, como se prevé en la consttución federal norteamericana, sino que -superando al modelo- se impone como régimen a todos los gobiernos provinciales.

Ftre por tanto preocupación constante del pensamiento artiguista la organización de un gobierno provincial que fuese fiel reflejo de la soberanía del pueblo mediante una organización constitucional equilibrada y medida, que impidiese el ejercicio abusivo del poder por ningún órgano del estado y que permitiera proteger ampliamente los derechos de todos. Y este sistema se postulaba no sólo para la Provincia Oriental sino que, de acuerdo a las Instrucciones y al proyecto de Constitución federal, cada provin-cia debía organizar su gobierno sobre esas bases.

16) Para el pensamiento de la revolución oriental no se concibe la estructura estatal sin el respeto y la protección de los derechos humanos, no como fórmula teórica, impor-tada y no sentida, sino como representación normativa de una realidad que el pueblo oriental vivía. Libertades impuestas por la realidad sociológica y, quizás sin saberlo, por una tradición hispánica que reivindicaba para sí el honor de las más antiguas declaraciones de derecho del Occidente. Son pues las declaraciones hispanoamerica-nas, en realidad y como se ha dicho, "una nueva forma en el viejo proceso de las libertades españolas".

Es por tanto lógico que las Instrucciones digan que "el objeto y fin del gobierno debe

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ser conservar la igualdad y seguridad de los ciudadanos". Este principio fundamental, que se encuentra ya en los teóricos españoles, entre los cuales Suárez, en su Tratado de las Leyes, decía que "El fin de la república humana es la felicidad política", es una de las bases sobre la que se edifica todo el sistema del estado moderno. Como ha dicho bien Jacques Droz, "el pensamiento político francés debía expresarse en 1789 en la célebre Declaración que, en cuanto al estado, hacía que éste no encontrara su fin en sí mismo sino en la conservación y respeto de los derechos naturales".

El principio se repite en la Declaración de la Independencia norteamericana en los famosos términos, redactados por Jejferson, de que para asegurar estos derechos se instituyen entre los hombres los gobiernos..." y de allí en adelante, en expresiones más o menos similares, se encuentra en casi todo el derecho positivo. Parece sin embargo, evidente que lafórmula del artículo 4 de las Instrucciones nofue extraída de los textos norteamericanos conocidos por la traducción de García de Sena, sino que fue tomada de la Declaración francesa o de otras fórmulas sudamericanas. Pedro Grajes ha de-mostrado recientemente la similitud que en la materia tienen las primeras constitucio-nes venezolanas. Por eso, no puede decirse que, porque el artículo no tenga un antece-dente norteamericano, no hay una fuente directa de la disposición. El texto es muy similar al de la Provincia de Barcelona en el cual, según el citado Grajes, hay una infuencia directa de Nariño. Por otra parte, la lectura del decreto porteño de 23 de noviembre de 1811 sobre seguridad individual, que ha sido señalado como precedente, demuestra que no es realmente la fuente de este artículo.

Es pues probable la influencia, no de los textos norteamericanos sino de la Declara-ción de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, que fue ampliamente conocida en América

Aparte de la introducctón directa, perfectamentefactible, especialmente en los puer-tos, y de la traducción de Narlño, el impreso "Derechos del Hombre y del Ciudadano, con varías máximas republicanas y un discurso preliminar dirigido a los americanos. (Madrid, en la Imprenta de la Verdad, 1797"). -impreso en realidad en América- tuvo una enorme circulación y no puede ser en modo alguno extraño que determinadas fórmulas hayan sido inspiradas directamente en su texto. En la parte que nos interesa decía: Art. 1. El objeto de (a sociedad es el bien común: todo gobierno es instituido para asegurar el goce de sus derechos naturales e imprescrtptibles. ArL ll. Estos derechos son: la igualdad. la libertad, la seguridad y la propiedad".

Parece por tanto factible que el artículo 4 de las Instrucciones sea una refundición de estos dos artículos.

17) De acuerdo al artículo 3, los diputados orientales promoverían la libertad civil y religiosa en toda la extensión imaginable. Texto claro y radical, destinado a mostrar con qué fuerza los representantes orientales estaban dispuestos a mantener estos prin-cipios. Su redacción busca, efectivamente, lograr un efecto político y por eso no hay, ni podía haber, una fuente textual.

La expresión "toda su extensión ímaginab(e", tan acerbamente criticada porAriosto González, es perfectamente razonable e implica decir: "toda la extensión imaginable o posible que sea compatible con la organización social y con la existencia de la autori-dad constituida".

Estos dos artículos de las Instrucciones prueban claramente que sus redactores no se limitaron a transcribir artículos sueltos de códigos americanos, distintos y antagóni-cos, sin juntar los fragmentos dispares para arquitecturar un edificio institucional de

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carácter definido, sino que, por el contrario, tomaron elementos de fuentes diversas y crearon -cuando fue preciso- normas originales para estructurar un todo sistemático y orgánico. Estos mismos principios, aunque distintamente formulados, se encuentran en el proyecto arttguista de Constitución provincial.

La expresión "libertad civil" usada en el citado artículo 3 de las Instrucciones no implica un concepto privatísttco y restringido.

Con esa expresión el texto que analizamos hace la distinción, realizada por una parte de la doctrina política, entre libertad civil y libertad política. Mientras ésta última se refiere al hombre como miembro del Estado, como ciudadano, y en consecuencia se dirige a la estructura estatal y al régimen de integración del poder público, la libertad civil es la libertad del hombre, la libertad que éste tiene como tal, sin referencia a su actividad política de integración de los cuerpos estatales. Es, pues, de esta forma de libertad que hablan las Instrucciones. La inmediata precisión de la libertad religiosa, que dentro de la explicación que hemos dado integra la libertad civil, debe entenderse como una aclaración que se considero necesaria, para evitar cualquier interpretación del concepto de libertad civil que llevase a desconocer la libertad de conciencia religiosa.

Esta afirmación del principio de la libertad religiosa, tan claramente definido, es otra de las características del pensamiento artiguista.

Tal tolerancia no era en modo alguno la regla del momento y no puede olvidarse que hasta Moreno suprimió de su edición del Contrato Social varios párrafos referentes a religión. Solución lógica la que da Artigas al problema, que traducía una realidad de tolerancia y comprensión, perfectamente compatible, por otra parte, con el sentimiento religioso del pueblo oriental La estructura social del país, la mLsma formación y natu-raleza de nuestra Iglesia no admitían fórmulas de sectarismo ideológico. La formación histórica del Plata no conocía las instituciones que en otras partes de la América hispa-na hacían en aquel momento dyictl, si no imposible, soluciones similares a las dadas por el artículo 3 de las Instrucciones y por el artículo 2o. del capítulo I del Proyecto de Constitución para la Provincia

18) Este Proyecto, que respondía a las bases sustentadas por el artículo 16 de las Instrucciones, establecía un gobierno provincial basado en la división de poderes, con un ejecutivo ejercido por un gobernador, un legislativo bicameral y un poder judictat "con supervivencia, al decir de Ravignani, de la estructura colonial en cuanto a la partici-pación de los Cabildos".

El reconocimiento de la existencia de los Cabildos en este proyecto demuestra, una vez más, que no hubo una copia servil de modelos extranjeros sino que, tomando de éstos lo que se consideraba adaptable, se conservaban los institutos que, como los Cabildos, tenían una larga tradición en el Derecho Indiano y estaban profundamente asentados en la cottctencta americana.

En: Cros Espiell, o.c.

11 Aquí se nota claramente el pensamiento político de Arligas, que apela a la razón de los congresales. Y en otro tono, más emotivo que en el que campea el estilo dramáti-co y meditabundo de su secretario Miguel Barretro, añade: "Orientales, sean cuales fueren los cálculos que se formen, todo es menos temible que un paso de degradación, que debe impedirse hasta que aparezca su sombra".

"AL principio todo es remediable. Preguntaos a vosotros mismos si queréis volver a ver crecer las aguas del Uruguay con el llanto de vuestras esposas y acallar en sus

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bosques el de vuestros hUos (penurias vívidas en "la Redota"). Paisanos: acudid sólo la historia de vuestras desconfianzas; corred los campos ensangrentados de Belén. Yapeyú, Santo Tomé y Tapeby ¡Luchas contra los portugueses); traed a la memoria las intrigas del Ayuí, el compromiso de r y las trasgresiones de paso de la Arena (enume-ra los procederes de Sarratea). ¡Cuál execración será comparable a la que ofrecen sus cuadros terribles!"

A continuación aconsejó el reconocimiento condicionado a la Asamblea Constitu-yente deBuenosAires: "Examinad si debéis reconocer a la Asamblea por obedecimiento o por pacto. No hay un solo motivo de conveniencia para el primer caso que no sea contrastable con el segundo y al fin reportaréis la ventaja de haberlo conciliado todo con vuestra libertad inviolable. Esto ni por asomo se acerca a una separación nacional, garantir las consecuencias del reconocimiento no es negarlo".

YArtigas terminó el discurso aconsejando a la Asamblea: "Ciudadanos: pensad, meditad y no cubráis de oprobio las glorias, los trabajos de 529 días en que visteis la muerte de vuestros hermanos, la aflicción de vuestras esposas, la desnudez de vues-tros hijos, el destrozo y exterminio de vuestras haciendas, y en que visteis restar sólo los escombros y ruinas por vestigio de vuestra opulencia antigua: ellos forman la base del edificio augusto de vuestra libertad. Ciudadanos: hacernos respetables es la ga-rantía indestructible de nuestros afanes ulteriores para conservarla. Delante de Monte-video, a 4 de abril de 1813",

En: lbidem.

24) El año 1813 va a ser el de la definición de los conceptos. EL problema principal que se plantea es el del pacto que estructure el sistema interprovincial.

Las provincias tendrían el derecho de entrar voluntariamente en la organización nacional. para colaborar en su organización política. En el discurso de abril se explica el por qué de este sistema. Planteado e1 problema de si la Asamblea debe ser reconoci-da por obediencia o por pacto dice Artigas: "No hay un solo motivo de conveniencia para el primer caso (por obediencia) que no sea contrastable en el segundo, y al fin reportaréis la ventaja de haberlo conciliado todo con vuestra libertad inviolable. Eso, ni por asomos, se acerca a una separación nacional garantir las consecuencias del reco-nocimiento no es negar el reconocimiento...". Pero, hasta tanto no se estableciera el pacto, el Congreso Oriental, evidentemente por razones políticas, realizaría un recono-cimiento condicional, en elfamoso documento del 5 de abril de 1813. Es este un recono-cimiento basado en una condición resolutoria. Si la Asamblea bonaerense no aprobaba las bases orientales, el reconocimiento se resuelve por la no ejecución del hecho puesto como condición. No hay, por tanto, ninguna incoherencia en efectuar el reconocimiento por pacto e imponer condiciones para el mismo. El sistema responde a una construc-ción juridica perfectamente lógica: la de la condición resolutoria, de milenaria tradición en el derecho occidental

Frente a este criterio de organización instituctonal basado en la accesión de las provincias, mediante pactos, a un sistema confederatioo, el pensamiento porteño, ex-presado en las Instrucciones del Triunvirato a Rondeau de 6 de abril de 1813, se mues-tra radicalmente contrario al sistema de pactos y afirma que "la organización del Esta-do corresponde a la Asamblea Constituyente".

.Otro punto importante, pero que en realidad es una consecuencia particular de este diferente criterio de organización Institucional, es el referente al carácter de los ejércitos

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portarlos que operaban en la Banda Oriental Desde el comienzo mismo de la Revolu-ción los orientales quisieron dejar sentado que dichos ejércitos eran sólo auxiliadores.

Es imposible citar los textos que se refieren a este concepto pues está en toda la literatura de la época. pero es preciso poner de manifiesto que -como muestra de la soberanía provincial- es quizás la característica más saliente. El criterio de Buenos Aires, en cambio, era que el ejército era uno y que "... las tropas que mandaba el Coro-nel Artigas y los otros Regimientos componen un Exército que sólo puede considerarse auxiliar respecto a los hombres libres que están oprimidos por los gobernantes de Mon-tevideo: por esa razón deberán llamarse las indicadas fuerzas Exército de las Provin-cias Unidas sobre Montevideo".

Porfn, en la Convención entre Rondeau y Artigas de 19 de abril de 1813 se trata de establecer un Pacto. Es éste un documento fundamental. pues implica la culminación de todo un proceso de integración institucional. En él se declara que "La Provincia Oriental entra en el rol de las demás Provincias Unidas. Ella es parte integrante del Estado denominado Provincias Unidas del Río de la Plata- Su pacto con las demás provincias es el de una estrecha e indisoluble confederación ofensiva y defensiva... ".

25) Todas estas ideas se articularán en forma orgánica, coherente y homogénea en las instrucciones dadas a los diputados a la Asamblea General Constituyente reunida en Buenos Aires, la mayoría de cuyos artículos se refiere al sistema interprovinciaL Este consistirá en una confederación para el pacto recíproco de las Provincias que for-man el Estado (art.2). basada en una firme liga de amistad (Art. 10) en la cual cada provincia retiene toda soberanía y poder que no delegue expresamente en la Confede-ración (art. 11), debiendo el gobierno general estructurarse de acuerdo a normas da-das por las propias Instrucciones (arts. 5, 6, 7).

EL sistema preconizado es, para nosotros, evidentemente confederativo. Las bases del mismo, dadas por los artículos 10 y 11, provienen de los artículos I y II de los Artículos de Confederación norteamericanos.

La exigencia de que los poderes sean delegados, expresamente contenida en el artículo 11, implica la imposibilidad de la teoría de los poderes implícitos, que constitu-ye, especialmente en el caso de los Estados Unidos, una de las columnas del sistema federal. El hecho de que en las Instrucciones se prevea un gobierno centra), con pode-res organizados y funciones delimitadas no obsta, como se ha afirmado, a la existencia de un régimen confederal. Las páginas que Ariosto González ha dedicado al problema son, a nuestro modo de ver, inobjetables.

Hay una cuestión importante que aclarar sobre este aspecto del pensamiento artiguista. A partir de Bauzá, que señaló que éste quería reproducir "la secuela del proceso institucional de los Estados Unidos", algunos historiadores, analizando dicho problema, han afirmado que el ideario artiguista tiene, en lo que respecta a la organiza-ción interprovincial, un sentido evolutivo que (levaría de la Confederación a la Federa-ción. El doctor Petit Muñoz ha analizado el problema con agudeza y detención, llegando a la conclusión de que existiría una etapa de Pacto, en la cual se crearía la Confedera-ción, y una etapa subsiguiente de Constitución, que organizaría un Estado Federal.

Para nosotros hay en estas afirmaciones mucho de verdad, aunque no compartimos totalmente la tesis. Nos parece evidente que hay un primer momento de integración nacional mediante pactos. Estos, al organízar jurídicamente la nación, estructurarán un régimen de Confederación, creando luego -cuando fuera posible- un Congreso en-cargado de dictar la futura constitución del Estado. Este concepto está en múltiples

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documentos artiguistas, imposibles de citar aquí Sin embargo, por la claridad como enfoca el problema, debe recordarse el artículo 5o. del plan convenido entre Artigas y los delegados porteños Martano Amaro y Francisco A. Candioti, que dice: "... conser-vando en su más perfecto grado una liga ofensiva y defensiva hasta que, concluida la guerra, la organización federalfixe y concentre los recursos uniendo y ligando entre sí, constitucionalmente, a todas las provincias".

Pero en el contenido de la etapa subsiguiente, la constitucional, es que discrepamos con las opiniones citadas anteriormente. Creemos que la Provincia Oriental exigía que el régimen a crear por la Asamblea o Congreso General fuese confederativo. La amplí-sima soberanía que se deja a las provincias, la Integración del poder central sólo con los poderes delegados expresamente y el derecho de la Provincia Oriental de rechazar o de aceptar la Constitución federal son caractertsticas de un sistema confederativo. La facultad provincial de aceptación o de rechazo no puede conciliarse con el sistema federal, donde al ser la constitución ratficada por un número determinado de provin-cias, entra en urgencia para toda-s. De varios documentos artiguistas, y en especial de la cláusula 7a del reconocimiento condicional del 5 de abril, se desprende que es la provincia la que determina st la Constitución general se ha ajustado o no a las bases exigidas, y de acuerdo a esta determinación puede aceptar o rechazar el texto aproba-do por el Congreso Constituyente Nactonal, sin que la obligue la ratificación de otras provincias.

Es claro que esto es un poco construcción de laboratorio. Lo único importante es fijar claramente que la raíz autonómica del pensamiento artiguista lo lleva a bregar por un régimen que respete ampliamente la autonomta provincial.

Tal sistema se lograría mediante un régimen de pactos que crearía la nación, respe-tando las autonomías provinciales. La posterior Constitución debía asimismo basarse en estos principios, para evitar que mediante un texto constitucional se ahogaran las autonomías provinciales. Pero, lógica y evidentemente, este momento de organización constitucional tenía que significar una mayor cohesión que el simple sistema de los pactos, porque además se quería crear un poder central que pudiera actuar sin repetir los errores de la Confederación norteamericana. Esto es para nosotros lo importante, pues la discusión en torno a las palabras confederación o federación es, hasta cierto punto, banal e intrascendente.

Los textos que las Instrucciones toman de la Constitución federal de 1787 se deben no al deseo de organizar un régimen federal sino al intento de estructurar el gobierno central enforma distinta al de la Confederación de 1777. Ello demuestra que los redac-tores de nuestras Instrucciones, conociendo por la Historia norteamericana los defectos del texto de 1777, quisieron eliminarlos, organizando un gobierno general capaz de actuar eficazmente. Son por tanto las Instrucciones un intento inteligente y armónico de aplicar los textos norteamericanos. No se trata de una copia servil e inmediata sino de una aplicación selectiva y coordinada

26) Las bases que las Instituciones dan para la organización del gobierno nacional se encuentran articuladas en forma de texto constitucional en un proyecto de Artículos de confederación y perpetua unión entre las provincias de Bs. As., Santa Fe, Corrien-tes, Paraguay, Banda Oriental del Uruguay, Córdoba Tucumán & a" Este proyecto, que puede ser ldentificado por las iniciales ES.C., que corresponderían al diputado oriental Felipe Santiago Cardozo y que se sitúa en el año 1813 contiene, a pesar de ciertas pequeñas variantes, la misma estructura institucional preconizada por las Ins-trucciones del año MIL

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27) La Influencia de los textos norteamericanos es innegable y Héctor Miranda. en su ya clásico libro, lo ha demostrado ampliamente.

Ella se ha producido a través de la citada obra de García de Sena, cuyo autor decía, en carta a James Monroe, que "nuestras constituciones se encuentran por todas partes en la América del Sur". Este libro, aparte de tres obras de Tomás Paine, contenía en apéndice la Constitución de los Estados Unidos, La Declaración de la Independencia, Los Artículos de Confederación y Perpetua Unión y las Constituciones de Massachussets, Connecticut, Neur Jersey, Pensyluanta y Virginia. Debe señalarse asimismo otra obra que circuló ampliamente y que tiene importancia para comprender parte de la formula-ción del ideario artigutsta, la "Historia concisa de los Estados Unidos desde el descu-brimiento hasta el ario 1807".

28) Pero el proceso continua- Rota la posibilidad de integración mediante pacto de la Provincial Oriental con el gobierno porteño se produce una larga serie de tratativas, integradas por propuestas y contrapropuestas, que van marcando un proceso conti-nuado de fracasos pero que a1 mismo tiempo afinan, necesariamente, e1 pensamiento artiguista sobre la cuestión.

Así, por ejemplo, en el Convenio de la Misión Amaro y Candiott con Amigas se esta-blece por el artículo 4,después de concretarse la Independencia de la Banda Oriental, que "Esta Independencia no es una independencia nacional; por consecuencia, ella no debe considerarse bastante a separar de la gran masa a unos ni a otros pueblos, ni a mezclar diferencia alguna en los intereses generales de la revolución..

Este convenio no fue aceptado por el gobierno porteño, "arguyéndose -como dice Ravignani- que se introducían principios generadores de una independencia nacio-nal" por lo cual las gestiones quedan momentáneamente rotas.

En: Ibídem.

12 EL PROYECTO DE CONSTITUCIÓN PROVINCIAL"Cabe atribuir al Gobierno Económico o a uno de sus miembros - casi seguramente

el Dr José Revuelta- el proyecto de Constitución para la "Provincia Oriental del Uru-guay", fechado en e1 "cuarto año de la Independencia de la América del Sur", o sea 1813, a contar de 1810.

Fue localizado en los archivos españoles, por haber sido remitido a la autoridad peninsular por el Encargado de Negocios en Río, Andrés Villalba. el 2 de abril de 1815, expresando que era un texto que "dicen hecho para las Provincias del Uruguay que están bajo la dominación de Artigas", aunque presume, con acierto, que su redacción es anterior.

Lo enviaba creyendo que el Caudillo pudiera entonces -1815- ponerlo en vigencia, y tampoco en esta presunción estaba muy desencaminado el diplomático español, ya que, como veremos, Artlgas pensó celebrar un Congreso en Mercedes, por aquel año, para constituir la Provincia.

El texto -cuyo modelo es la Constitución de Massachusetts del 2 de marzo de 1780, incluida en la ya mencionada obra de García de Sena -comienza estableciendo el pacto constitutivo de la "Provincia Oriental del Uruguay", por decisión de los diputados de los pueblos que enumera, veintitrés en total.

El proyecto comprende una parte dogmática -de declaración de principios (Capítulo I)- y una parte orgánica -de organización de tos poderes del Estado (Capítulos ll a V). Se consagran como "derechos naturales, esenciales e inajenables" el derecho a la vida, la libertad, la propiedad y la obtención de la seguridad y felicidad.

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Es un deber del gobierno asegurarlos y proteger el cuerpo político. Si fracasa en estos objetos, el pueblo "tiene derecho a alterar el Gobierno", o sea, a cambiar suforma y organización.

El enunciado de las fórmulas concretas, derivadas de estos principios rectores, in-cluye: la libertad de escribir y de imprenta; la prohibición del fuero militar; el principio de la igualdad ante la ley de los hombres y de las corporactones y la legitimidad de las distinciones basadas en "los servicios hechos al público", que son por naturaleza In-transferibles a terceros; el derecho de los pueblos a guardar y llevar armas, para su defensa común, y el de juntarse pacficamente y "representar al gobierno para la refor-ma de los abusos". -

En materia de religión el proyecto establece el "deber de todos los hombres en socie-dad de adorar públicamente al Ser Supremo, Gran Creador y Conservador del Univer-so", del modo que a cada uno le mande su conciencia, pero "con tal que no turbe la paz pública ni embarace a los otros en su culto religioso de la Santa Iglesia Católica".

En materia de educación establece el derecho del pueblo y el deber de la legislatura de hacer a sus expensas los establecimientos públicos de escuelas para la enseñanza de los niños y su educación, de suerte que se tendrá por ley fundamental y esencial que todos los habitantes nacidos en esta Provincia, precisamente, han de saber leer y escribir". Es la primera obligación de los padres poner a sus h jos en la escuela, antes de darles otro giro", " a fin de que logren la enseñanza de los derechos del hombre y de que se instruyan en el pacto social, por el cual todo el pueblo estipula con cada ciuda-dano y cada ciudadano con todo el pueblo", con el fui de preservar "la piedad, religión y moralidad de todos los habitantes".

La justicia debe ser libre y gratuita. Se consagran: las garantías del proceso; la imparcialidad de los jueces: el derecho a la defensa; el principio de la plena prueba para la condena enjuicio penal; las garantías contra pesquisas injustas y la violencia "sobre la persona, su casa, sus papeles o sus posesiones", y la necesidad de la previa orden judicial para privar de la libertad a cualquiera, fundada en indicios o elementos de juicio bastantes, de libre apreciación por el magistrado.

En la parte dogmática también se incluye la división tripartita de Poderes como una garantía de la libertad, pues su fui es que "el gobierno sea de leyes y no de tiranos", en cuya definición puede advertírse el eco de la raigal tradición del Derecho hispánico, que ajumaba: "En Castilla antes hubo leyes que Reyes",

Y en la parte orgánica, se traduce el principio en los clásicos Poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial - Judictario", dice el proyecto).

El poder Legislativo se organiza en dos Salas: el Senado y la Sala de Representantes. El Senado, de carácter permanente, con duración de un quinquenio, estarla com-

puesto de siete miembros, elegidos indirectamente por una Asamblea General" de tres electores por pueblo, designados por el voto de "todos los ciudadanos". La Sala de

Representantes, que actuaría de modo esporádico, sería designada anualmente por los pueblos, a razón de tres representantes cada uno.

El Senado tenía lasfacultades legislativas típicas y también debía prestar su acuerdo o venta al Ejecutivo para asuntos de importancia y prestarle su asesoramiento, en una tarea equivalente a un Consejo de Estado. En "los negocios importantes de la Provin-cia" el Senado actuaba conjuntamente con los "sesenta delegados de los Pueblos", o sea la Sala de Representantes, sin cuyo requisito no podrían ser váltdamente conside-rados y resueltos,

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El Senado y la Sala de Representantes actuarían también como un solo cuerpo para fyar la fecha de las elecciones de Senadores y Representantes nacionales que actua-rían, por la Prouincta, "en la Corte de la Confederación", y para confeccionar la nómina de candidatos para titular del Ejecutivo de las Provincias Unidas; igualmente para designar el Gobernador de la Provincia

En la parte dogmática se había establecido que las elecciones serian "libres y públicas" y que todos los "habitantes, teniendo las cualidades que se establecieron en su forma de gobierno", tendrían igual derecho para ser electores y elegibles. Sin embargo, para los cargos legislativos y de¡ Ejecutivo se requiere poseer una "propie-dad dentro de la Provincia cuyo valor sea de $ 6.000 como mínimo y bienes muebles de hasta $ 3.000.

El Poder Ejecutivo se confiere a un Gobernador de Provincia, de nombramiento anual.

Tiene derecho de veto. Al ejercerlo provoca nueva deliberación, debiendo reiterar su voluntad los dos órganos legislativos para que el proyecto observado quede sanciona-do.

Se debe requerir acuerdo de¡ Senado para asuntos importantes de milicias y, en el orden financiero, para la fyación de los gastos públicos y su inversión.

El Poder Judictal estarla a cargo de los Cabildos, aunque se autorizaría al Legista-tiuo a "erigir y constituir tribunales de justicia que se hayan de tener en los pueblos de la Provincia°. Los Cabildos se auxiliarían con ;jueces anunciadores", que serían verda-deros Yueces de instrucción crtmlnal". En caso de condenas a muerte cabía un recurso final ante el Senado, que podría conmutar la pena

Los Cabildos, a los que el proyecto califica de "verdaderos órganos de los pueblos", serían elegidos 'en pública plaza yen voz alta", y ejercerían sus tradicionales funcio-nes municipales".

En: ReyesAbadie, o.c

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13 "Por entonces, Vtgodet y el Cabildo de Montevideo interpretaron la separación de Artigas de¡ Sitio como una manifestación que haría posible un acuerdo entre el Jefe oriental y el régimen español y comisionaron al efecto a Luís Larrobla y a Domingo Antonio Costa, con sendos oficios para Artigas. La respuesta de éste fue tajante, mani-festando que proponerme estar yo con los orientales bajo la España no es, de manera alguna, una paz".

Igual rechazo formuló Otorgués, quien sin embargo permitió el pasaje de los buques de la escuadrilla montevideana, al mando de Romarate, por el litoral de¡ Uruguay, ~~ole con recursos diversos.

Esta actitud del lugarteniente artiguista dio mérito al Director Posadas para señalar ante la opinión pública al Jefe de los Orientales como traidor a la causa americana, y lanzó con tal propósito un bando, e1 11 de febrero de 1814, cuya redacción correspon-dió al montevideano Dr Nicolás Herrera, Secretario de Gobierno del gobierno porteño. En el mismo se declaraba a Artígas " infame, privado de sus empleos, fuera de la ley y enemigo de la patria" y se le hacia pasible de persecución como "traidor de la patria", autorizándose su muerte en caso de resistencia y pagándose un premio de seis mil pesos al que lo entregara preso, vivo o muerto.

Artigas, desde su cuartel general de Belén, enterado de este decreto, lo contestó con energía, escribiendo a Posadas: 'Me batiré con cuantos quieran batirme a un mismo

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tiempo"; "ciego idólatra de la dignidad popular, ni VE., ni Montevideo, ni nadie sellará el oprobio de los orientales sino sobre mí cadáver y el de las bravas legiones que me siguen". Y de inmediato dispuso la incomunicación de la Provincia Oriental de Buenos Aires e inició una vasta acción política y diplomática con las provincias del Litoral y con jefes prestigiosos del Río Grande Del Sur".

En: Ibidem.

14 El 9 dejulio de 1814, un mes después de la caída de Montevideo, se suscribe un Convenio entre Alvear y los comisionados artiguistas Calleros, García de Zúñiga y Barretro. En el mismo, aparte de hacerse ciertas concesiones a la autonomía provincial (no muy¿amplias, sin embargo], se restablece la unión de la Provincia Oriental con las demás. También este paso debíafracasar pues el gobierno porteño no efectuó la ratifi-cación necesaria a pesar del amplísimo espíritu de conciliación demostrado porArtigas.

Se llega gsí a 1815. Las armas han sido adversas a Buenos Aires y la derrota de Dorrego al frente de las fuerzas porteñas, en Guayabos, libra para siempre de la ocu-pación dtreclorial a la Provincia Oriental. Artigas va extendiendo su influencia y llegará el momento en que culminará el proceso federal del artiguismo. El movimiento, impul-sado por causas que actuaban con igualfuerza en casi todas la provincias, alcanza un desarrollo extraordinario y Entre Ríos, Santa Fe, Misiones y Córdoba van progresiva-mente abrazando el sistema.

29) Se estructura entonces la Liga Federal, que es, desde el punto de vista institucional, una unión de diversas provincias que conservan, en el momento, la tota-lidad de su soberanía pero que, teniendo una idea común en lo que respecta a la orga-nización del estado, actúan conjuntamente para imponer ese criterio.

Esta Liga; o Unión, en determinadas ocasiones reúne Asambleas o Congresos interprovinciales, cuyo ejemplo más conocido es el Congreso de Concepción del Uru-guay o de Oriente, instalado en 1815.

Estas reuniones tienen como misión fundamental la estructuración de una política común para lograr "una unión libre, igual y equitativa con el Gobierno de Buenos Ai-res". No hay un pacto que deposite la soberanía o una parte del poder en un gobierno central o en alguna Provincia en particular; sólo se reconoce en Artlgas la encarnación suprema de la idea federal y por ende se le instituye como Protector de los Pueblos Libres. Es pues la persona de Artigas, como símbolo de un criterio de organización institucional, la que da unidad al sistema- .

En: Gros Espiell, a. c.

A esta altura de los hechos históricos y políticos examinaremos referencias a Socie-dad, Economía, Educación y Cultura durante los años del gobierno patrio.

Sociedad En lo referente a los grupos sociales no hubo variantes cualitativas con los estable-cidos en la segunda mitad del siglo XVIII

En cambio el reagrupamiento de acuerdo al poder económico financiero se produjo con motivo de que dentro de las murallas de Monteuideo permanecieron los grandes comerciantes españoles y criollos afectos al régimen colonial, así como algunos hacen-dados que vivían en la ciudad, mientras en la campaña los criollos que habían acompa-ñado a Amigas en el Exodo habían dejado atrás campos y haciendas.

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instalado el gobierno Provisorio de Canelones y luego el Patrio de 1815, esta "clase principal" que formará el "patriciado oriental" volverá por sus fueros en cuanto a los titutos de tenencia de ta tierra y semouientes, y otros que habían sido industriales del tasajo rehabilitarán sus empresas.

Desde luego que, en esta materia, e1 Reglamento de Artigas dei año 15 referente a la tierra tratará de beneficiar a sus seguidores, "los paisanos" que abandonaron todo y con susfamiltas y pocos efectos personales estuvieron en el Ayut, en número importan-te según se desprende del Padrón que hizo levantar el Jefe de los Orientales en Salto (casi 5.000 personas, además de la tropa).

Los cambios estructurales provenientes de las medidas del Cabildo-Gobernador, como el Reglamento General de Aduanas (sbre. 1815), el fomento al comercio, la agri-cultura y la industria saladeril, la faena de bovinos y Lobos, el plan de forestación, traen aparejados cambios (por los benejlcios de la misma) en la movilidad de los gru-pos sociales.

En cuanto a las relaciones de ta revolución orienta¡ con la Iglesia católica, un grupo de sacerdotes llamados por los paisanos "curas de la patria", tanto de la campaña como de Montevideo, tuvieron una conducta en favor de la misma

Otros, en el recinto de la ciudad (muchos de ellos españoles), se mantuvieron jlelesa la Corona.

Basta recordar al cura de Colonia José Ma Enríquez Perla, que acompañó a Amigas cuando pasó a Buenos Aires para ponerse a la orden de la Junta Grande (¡eb. 21811). Fueron ¡os curas de la campaña oriental quienes desde el púlpito impulsaban o renovaban la fe en el ideario de la revolución independentista.

Se menciona al Pbo. Tomas Xavier Gomensoro, de Santo Domingo de Soriano, que estampó en el libro de defunciones de su parroquia un acta (may. 25, 1810) en que declara que ese día "expiró la ttránicajurisdicción de los virreyes".

Más adelante, cuando estaba en proceso la acción militar y política de Artígas,muchos de esos sacerdotes asistirán e integrarán reuniones, asambleas, Cabildos Abier-tos, formando parte del gobierno patrio.

El P. Valentín Gómez (1774-1833), oriundo de Argentina, era cura de la villa Guadalupe de los Canelones y se integró al contingente revolucionario, luchó en Las Piedras (mayo 18, 1811) y recibió la espada del vencido C/N José de Posadas. (Como hemos visto, después se unirá al centralismo porteño y será el emisario de Pueyrredón en Europa para concretar el proyecto monárquico).

Otro ejemplo fue el del párroco de Florida, Santiago FYgueredo (1788-1832), cape-Uán de una compañía de voluntarios formada por él con los patriotas de su feligresía Acompañó al Jefe de los Orientales en el Exudo y participó de la batalla del Cerrito (dbre. 21, 1812).

Artigas elogia la actuación de ambos. en el parte de la batalla de Las Ptedras. Distinguidos luego en diversas funciones fueron el Pbo. Larrañaga, Pérez Castella-no. José Benito Larvas, Juan FYancísco Larrobla, Manuel Barreiro, José B. Monterroso,Manuel Ubeda.

La expulsión que el Virrey Ello impone (mayo 21 de 1811) a los nueve frailes francis-canos, por sus muestras de adhesión a la causa de los orientales, se hizo célebre por la frase: "¡Váyanse con sus amigos los matreros!"

En cambio se mantuvieron firmes en apoyar al régímen colonial el Pbo. Rafael Zufriategui (que actuó en las Corles de Cádiz de 1811 en calidad de diputado del

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Cabildo de Montevideo) y Fray Cirao de Alameda, entre los más notorios.Quedarían por anotar las relaciones entre Artigas y la Iglesia, en función del Patro-nato, que lo reivindicó, como a tantos otros revolucionarios, entendiendo que siendo un derecho a la soberanía real se "heredaba", naturalmente, por los nuevos gobernantes.Eso dificultó el entendimiento con la Santa Sede, que sostenía que por haber sido un privilegio del Papa a los Reyes de España", caducaba al ser sustituida la autoridad real.En las Instrucciones del año XIII a los diputados orientales que debían participar de la Asamblea General Constituyente de las Provincias del Río de la Plata, en Buenos Aires, se dice a título expreso que "se promoverá la libertad civil y religiosa en toda su extensión imaginable".Dos años después el propio Artigas pedirá la autonomía eclesiástica de la Provincia Oriental y obtendrá que el sucesor del Obispo Lué (fallecido en 1812). el Provisor de Buenos Aires Mons. José León Planchón, le confiara al Pbo. Larrañaga la función de párroco de la Iglesia Matriz, con jurisdicción sobre toda la Provincia y la de Entre Ríos. EducaciónEn el período artiguista hay que señalar dos hechos significativos: la instalación de la "Escuela de la Patria" en el campamento de Purificación (sbre. 1815), a cuyo cargo quedó Fray José Benito Lamas (1887-1857), uno de los franciscanos expulsados por Ello (mayo 1811), y la reivindicación del Cabildo de Montevideo de sus potestades con la escuela pública, que bajo el régimen colonial había funcionado entre 1809-12.Pasó a ocupar la dirección Fray Lamas, a pedido del Cabildo, y se mantuvo en el cargo hasta la ocupación de la ciudad por los portugueses (1817).Hay un episodio que no se puede dejar de mencionar y es la suspensión de la licencia a1 preceptorManuel Pagola (ag. 16, 1815), por manifestaciones públicas opuestas al gobierno oriental.En mayo de 1816 se vuelve a dictar la cátedra de Gramática Castellana y Latín en el convento San Bernardino, bajo la responsabilidad de Fray Carlos Ma González. CulturaLa Fundación de la Biblioteca Pública, solicitada por el Pbo. Dámaso Antonio Larraríaga al Cabildo, es un acontecimiento que marca la voluntad de proceder a la ilustración de los vecinos de la capital.Se formó en un principio con el acervo del propio gestor, del Pbo. Pérez Castellano (jallectdo en sbre. 5 de 1815), de D. José Ratmundo Guerra y el aporte de los francisca-nos. Se instaló en el piso superior del Fuerte.La inauguración tuvo lugar el 26 de mayo de 1816, con una oración del Pbo.Larrañaga.Es una afirmación válida la que tradicionalmente repite que Amigas ordenó que el santo y seña del ejército patriotafuese "Sean los orientales tan ilustrados como valien-tes" (may. 30).En la Casa de Comedia se estrenó en 1816 el unipersonal de Bartolomé Hidalgo "Sentimiento de un patriota", una pieza en que el poeta hace un llamado a los pueblos americanos en pro de su independenciaEn cuanto a la prensa periódica debe recordarse que, por gestión de Mateo Vidal ante el Cabildo de Buenos Aires, éste consiguió que el gobierno del Director Alvarez Thomas (Jul. 1815) devolviese a Montevideo la imprenta de la Ciudad (donada por la princesa Carlota Joaquina), que se llevara el ejército porteño que ocupó Montevideo.

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Artigas alentó su funcionamiento y el Cabildo aprobó que se imprimiera el "Periódi-co Oriental". pero en la práctica tanto Vidal como Larrañaga, a quienes se propuso la tarea, declinaron por razones diversas, lo que hizo fracasar la iniciativa.

El Jefe de los Orientales manifestó su malestar por el asunto, reprochando "la poca adhesión y falta de espíritu público que observó en este pueblo".

En cuanto al desarrollo de las letras ta figura significativa fue Bartolomé Hidalgo (1788-1822). autor de los celebrados "Cielitos" y "Diálogos patrióticos" (1812-22), en lenguaje gauchesco, aunque también escribió poesía culta.

Otro nombre, Eusebio Valdenegro (1783-1818), que escribió esta famosa décima que se repitió en los campamentos patriotas en agosto de 1811;

El blanco y rojo color ¡ con que la patria os convida es para que se decida / vuestro aprecio en lo mejor; si al rojo, vuestro valor / breve os sabrá castigar;

y si al blanco queréis dar / discreta y sabia elección, contad con la protección / del Ejército Auxiliar. Economía

En ta revolución Oriental las alternativas de la lucha militar y los actos políticos paralelos ejercieron fuerte influencia en la economía

El paso del régimen colonial al nuevo orden se man Testó tanto en Montevideo como en la campaña

Tal vez en ésta repercutió por la ruina de la producción agropecuaria, derivada de las acciones de guerra.

No estuvo ajeno a este deterioro el contrabando, ni el abigeato, ni la hostilidad de indios y malhechores, sujetos marginados al proceso revolucionario y a sus ideales. Otro motivo inmediato fue la resolución del Virrey Mío de confiscar los semovientes

de los hacendados patriotas, así como requisar los depósitos de granos y cereales que estuviesen en las afueras de Montevideo.

En cuanto a la industria saladeril, pasó de la prosperidad a la ruina al abandonar-se temporalmente su actividad defaena y exportación de tasajo.

Con este panorama a la vista, el Gobierno Provtsorio de Canciones tomó providen-cias para estabilizarla camparla lo antes posible. Del texto de las Instrucciones del año XIII se desprenden las que tienen directa vinculación con la economía de la Provincia 15,12,13.14).

La creación del cuerpo municipal, encargado de la administración dejustlcia y aten-ción a los negocios, integrado porArtigas acompañado de nueve miembros de la "clase principal", como Tomás García de ZGñíga, León Pérez (1777-1819), de activa participa-ción en el Reglamento Provtsorto del año 1815, Santiago Sierra, Juan José Durán, juez de economía del Gobierno Provisional, José Revuelta, juez de vigilancia, Juan Méndez. Francisco Piá, juez de Policía, Bruno Méndez, presidente del Gobierno Económico en sustitución de Arttgas. Miguel Barreiro (1789-1848), secretario del mismo, y el escriba-no José Gallegos.

El Gobierno instalado en Canelones no sólo declaró la independencia de la Provin-cia y manifestó su intención deformar parte de las Provincias Unidas del Río de la Plata sino que, en materia de economía, trató de ordenar el desorden con algunas medidas tendientes al abastecimiento de los ejércitos sitiadores de Montevideo, sanear y encaminar el comercio interno, crear mecanismos para el cobro de impuestos y su correcta administración, en sólo siete meses de gestión (cesó en dbre. dei 13),

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Por su parte, el Gobierno Patrio de 1815 dictó la normativa del Reglamento Proviso-rio (sbre. 9, 1815), que si bien tuvo influencia en la tenencia de la tierra, también la tuvo en el futuro de la producción agropecuaria.

Pese a su corta duración en funciones (hasta la invastón portuguesa) trató de fo-mentar las actividades comerciales creando la "matrícula de comerciantes" que regula-ba el ejercicio de las mismas.

En lo industrial rehabilitó los viejos saladeros de extramuros de Montevideo (Cabildo-Gobernador, enero 27), lo que permitió regular la faena de vacunos y equinos (se prohibió el uso de la bota de potro parapreservarlos), se incentivó la de lobos para la extracción de pieles y se fomentó la forestación en la Provincia para el abastecimien-to de maderas.

Otro grave problema era el contrabando, que mereció una política de enfrentamiento con sus promotores que llegó hasta la conjiscactón de bienes, y beneficios materiales para quienes lo combatían (113 del total de lo apresado).

Se organizó también el transporte, tanto marílímo-jluvial como por tierra (con carre-tas).

15 EL REGLAMENTO PROVISORIO DE 1815"Política. Autoridades: Alcalde de Provincias (art. lo.) - seguridad - reparto de tie-

rras -juez. / 3 Sub-Tenientes de Provincia (art. 2o.) / Jueces pedáneos / "Se dedicarán a fomentar con brazos útiles la población de la campaña" (art. 6o.) / Policía de campa-ña - 8 hombres - 1 sargento - 1 cabo / Para atrapar: malhechores - vagabundos -desertores.

Sociedad. "Los más infelices serán los más privilegiadas" / En consecuencia, los negros libres, los zambos de esta clase, los indios y los criollos pobres, todos podrán ser agraciados con suerte de estancias si con su trabajo y hombría de bien propenden a su felicidad y a la de la Provincia" / También se tendrá en cuenta alas viudas pobres, si tuviesen hYos. Los casados antes que los americanos solteros y éstos a cualquier extranjero.

Economía. Una suerte de estancia / En 2 meses deben construir un rancho y dos corrales y al no hacerlo esa tierra pasará a otra persona

Las tierras repartibles son de: a) malos europeos; b) peores americanos: c) las tie-rras dadas por el Cabildo en los años 1810-15.

La estancia tendrá que tener en lo posible límites naturales, su proporción será legua y media de frente y dos de fondo.

Deben de marcar el ganado. / La tierra no podrá ser enajenada, ni venderse. Se prohibe el envío de ganado a Portugal e igualmente la matanza del hembraje hasta el restablecimiento de la campaña".

EXTENSION DEL FEDERALISMOEstamos a comienzos de 1815, en que los sucesos serán adversos a Buenos Aires.

La derrota de Dorrego al frente de las fuerzas porteñas, en Guayabos, libra para siem-pre de la ocupación Directorial a la Provincia de Oriente, episodio que viene a ser algo así como el prologo del hondo movimiento de 1815, que se traduce en la caída del Director Alvear y en la disolución de la Asamblea General Constituyente. De esta ma-nera podemos reducir a cuatro grandes grupos los núcleos provinciales, a fin de com-prender cómo el federalismo se va expandiendo: Provincia Oriental con el conjunto de

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la antigua Unión (Entre Ríos, Santa Fe, Corrientes y Misiones): Córdoba y la carrera del Norte (Tucumán, Santiago, Salta y desprendimiento de La Rioja); Cuyo y el Oeste (Mendoza, San Juan y San Luis); Buenos Aires (ciudad y campaña). Córdoba se incli-na al artiguismo e integrará el núcleo del oriente con la misión Savid, primero, y del diputado Cabrera, después, cuando éste concurre a la reunión de Concepción del Uru-guay. Córdoba experimentaba en su propia intendencia la separación de La Rioja, perteneciente a la región andina.

Cuyo, después de la incidencia de la renuncia de San Martín y el nombramiento de Perdriel, quefue resistido, aclamó al Libertador como Gobernador de la provincia. En el acto la Junta de Guerra resolvió participar la desobediencia al Directorio, siendo su propósito el de libertar a los Pueblas. Conviene destacar la comunicación hecha a José Rondeau y "al de igual clase general de los Orientales José Artigas y a las demás provincias de la coalición por medio de sus respectivos jefes". El oficio del Cabildo de Mendoza, de 22 de abril, dice textualmente: "nunca creyó el Cabildo que el marcial Pueblo de Mendoza, fanático por la libertad, se apartase un momento de tan ilustres pensamientos, y si ha retardado el patentizarlo es porque la distancia de su localidad le ocultaba la sazonada predisposición de los ánimos orientales". Vale decir que, a medida que se abrieran las comunicaciones entre la región Litoral, en donde se acre-centaba el federalismo, el entendimiento sería mayor y en forma alguna surgirían re-ststencías semejantes a las que aparecían en los núcleos porteños.

Claro está que lo esencial de este proceso reside en las relaciones de Artigas con Buenos Aires, relaciones que son ya bien conocidas, pero no suficientemente valoriza-das para comprender cómo el criterio unilateral de algunos historiadores ha producido el ocultamiento de episodios fundamentales. En el manifiesto del 30 de abril del Cabil-do de Buenos Aires parece asomar una nueva tónica política, mas pronto los intereses de la reacción irán dejando de lado la sana gestión conciliadora. No cabe duda de que en el fondo de la masa popular de Buenos Aires y la campaña se iba cristalizando una fuerte corriente federalista, quefue contenida en e1 año 1816.

En este año 1815 se producen una serie de negociaciones. todas malogradas. Ello no obsta a que Artigas proceda a convocar la reunión del titulado Congreso de Oriente o de Arroyo de la China, o de Concepción del Uruguay, como se dice en la documenta-ción cordobesa. En este Congreso concurrirán representantes de las litorales y de Cór-doba, y en las instrucciones a los diputados por Santa Fe vuelven a reproducirse las Instrucciones del año 1813. No nos detendremos en este asunto porque merece un estudio aparte, pero sí creemos útil recordar las peticiones del 16 de junto del año 1816, presentadas en la ciudad de Buenos Aires, suscritas por 101 y 110 firmas cada una y quefueron impresas sin ellas, Van dirigidas las dos al gobernador intendente de la provincia de Buenos Aires, para expresarle que "hasta el presente nadie podrá du-dar que lafatal disensión y continuas querellas de los pueblos contra esta capital, que han causado tan graves males y tan irreparable atraso a la causa general del país, han tenido por único motivo el de que fuera la silla del gobierno superior (o supremo) de las provincias, acusándola del despotismo de los gobiernos para con la ciudad donde han residido".

En el texto de dichas peticiones se pasa revista a la reparación de Santa Fe, Córdo-ba y Salta y se hace notar la impotencia en que se halla el gobierno sentado en Buenos Aires.

Un poco más adelante se hace el proceso frente al Congreso instalada y, aludiendo

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ya directamente al aspecto federal y a la voluntad de los pueblos, se agrega: "esto nos convence de la necesidad que hay de conformar la forma de gobierno con la voluntad general, y principalmente cuando ésta se ha manifestado clara y constantemente como ahora..; todos los pueblos se han explicado en favor del gobierno provincial, o federal; ésta es ta pretensión de la Banda Oriental, con la cual justifica su separación; ésta es la de la Provincia del Paraguay, es la de Córdoba. Salta y demás pueblos de la unión; Buenos-Ayres también manifestó de buena fe este mismo deseo en el movimiento del 15 de abril de 1815, cuando quiso dexar y dexó a los pueblos la libertad de sancionar el estatuto provisorio, o modificarlo, o desaprobarlo...; ahora el Pueblo de Buenos-Ayres, siempre generoso, ha vuelto a expresar sus designios, pública y notoriamente, sobre reducirse a una Provincia, como las demás;... todos los ciudadanos, incluso los que comprende la campaña, generalmente explican esta intención y estos deseos sin que pueda dudarse de que ésta es su decidida voluntad".

Un documento tan claro, de principios tan definidos, revela cómo había penetrado en Buenos Aires el principio de las instituciones provinciales. En él se aboga por un gobierno general, reconociendo a los demás pueblos como hermanos y, con sentido político, ya no aspira la ciudad porteña a ser capital, coincidiendo así con las Instruc-ciones artiguistas de 1813.

Un anhelo tan elevado y un sentido tan objetivo de la realidad no pudo prosperar y la resistencia de 1a oligarquía porteña encontrará medios para hacer fracasar los pro-pósitos. Pasarán- cinco años, o sea hasta febrero de 1820, antes de llegar a la forma-ción de las instituciones provinciales.

La crisis frente a estas resistencias irá creciendo y se producirán en Buenos Aires una serie de episodios que arrastrarán la caída del director interino, Balcarce. EL nom-bramiento de Juan Martín de Pueyrredón y su acción gubernativa postergará por un período de casi cuatro años el estallido federal de 1820, que viene a ser el de 1815, con mayor amplitud. Las disensiones entre el federalismo de las provincias litorales y el Directorio centralista harán propicia la invasión lusitana, haciéndose más compleja la situación política y ofreciendo un peligro de posible trascendencia histórica, por la usur-pación del territorio nacional por parte de los portugueses, contra la cual luchó Artigas en forma heroica Sólo la acción sanmartiniana, al lograr la independencia de Chile y preparar la expedición al Peru, pudo fortificar la política centralista de Buenos Aires.

Durante este período, de 1816 a 1819, en Estados Unidos de América surgió el interés por conocer la situación de los países del Plata y a ellos vinieron los comisiona-dos Rodney y Graharn, aparte de las comunicaciones de delegados norteamericanos, que hicieron resaltar la índole de esta crisis y la importancia del movimiento artiguista

A este respecto recordaremos una comunicación de Thomas Halsey a Grahant de 26 de agosto de 1818. El ex cónsul de los Estados Unidos, Halsey, redacta una exten-sa memoria, en la cual se hace un proceso de la revolución y se relata la posición artiguistafrente a Buenos Aires con bastante precisión. Se asienta cómo el gobierno de los pueblos de la región litoral está en manos de Artígas y cómo su influencia se ha extendido hasta la provincia de Córdoba. En el mismo informe se denuncia que el almirante británico Bowles ha celebrado un tratado para regular el comercio con el pueblo que controla el Jefe de los Orientales. En todo el informe, cuando alude a este último, hace notar el enorme ascendiente que ejerce sobre el pueblo.

El informe de Rodney explica ta situación de las provincias y destaca que la pobla-ción de Entre Ríos y de la Banda Orientat es "quizás no inferior en valor a la de Buenos Aires ". Agrega que el "general Amigas (que ostenta el carácter de Jefe de los Orientales

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y que ha asumido el título de Protector de Entre Ríos y Santa Fe) era originariamente capitán al servicio de las fuerzas españolas en un cuerpo provincial. Refiere su actua-ción en la guerra de la Independencia y cómo se han producida las disensiones con Buenos Aires. "Para tener una visión de este asunto Rodney acompaña una copia de una importante carta del general Artigas a Pueyrredón. Esjusto agregar que el general Artigas es señalado, por personas a quienes se les puede prestar crédito, de ser un firme amigo de la independencia de este país". Y concluye este párrafo diciendo que no ha tenido la satisfacción de entrevistar a Artigas, quien es, incuestionablemente, un hombre de raros y singulares talentos, lamentando las disensiones con Buenos Aires.

El otro comisionado, Graham, a su turno, reconoce que la intención del gobierno de Buenos Aires tiende a anular a Artigas, sometiéndolo a "arreglos que lo iban a privar de los privilegios de gobierno propios, que clama tener derecho a ellos". Afirma, ade-más, que no obstante las disensiones existentes y la actitud del pueblo que sigue a Artigas, éste "desea unirse con el de la Banda Occidental del Río de la Plata", vale decir, con el de Buenos Aires.

En: Emilio Ravignani, Trascendencia de los ideales y la acción de Artígas en la revolución argentina y americana.

16 La invasión se produce (ag. 7, 1816) con tropas de Portugal y otras de Río de Janeiro y San Pablo, concentradas tiempo antes en Porto Alegre. Las primeras acciones militares son rápidas y están a cargo de 4 columnas que entran por Bagé (toman Meto), Laguna Merin (Santa Teresa. Rocha), por el Cuareim y las Misiones Orientales (comba-ten en San Borja).

En la Batalla de Carumbé (afluente del Cuareim, oct. 27, 1816) Amigas debe retirar-se hasta las costas del Arapey con gran pérdida de hombres. En la de India Muerta (bañados de Rocha, nov. 19) Rivera es derrotado también con gran sacrificio de patriotas.

El 25 de diciembre el marqués de Alegrete (Cap. Gral. de los ejércitos en acción) ordena el ataque a la Prov. Oriental con un ejército de 2.000 soldados que avanzan sobre el Cuareirn.

En 1817 (en. 4) las tropas portuguesas derrotan a los orientales de Andrés Latorre en el Catalán (arroyo afluente del Cuaretm) provocando un "desastre" para éstos. Lucha sin cuartel en los años siguientes (toma de Purificación en feb. 1818, losorienales deben pasar al arroyo de la China, margen O. del río Uruguay), ofensiva incontenible que convierte en prisioneros a los Jefes Orientales como Manuel Feo. Amigas, Andresito, Laualleja, Rivera y Joaquín Suárez).

Nueva derrota de Artigas en el Queguay chico (Paysandú, jul. 4, 1818), contraofen-siva portuguesa ala ofensiva patriota en Misiones (jun. 6, 1819) hasta la definitiva en las puntas del arroyo Tacuarembó chico (en. 22, 1820).

17 Acta del Congreso de 7lrcumán (jul. 9 1816) declarando la tndependencta: "Nos, los representantes de las Puas. Unidas de Sudamérica, reunidos en Congreso General, invocando al Eterno que preside el Universo, en el nombre y la autoridad de los Pueblos que representamos, protestando al cielo, a las Naciones y hombres todos del globo, la justicia que regla nuestros votos, declaramos solemnemente, a la faz de la tierra, que es voluntad unánime e indubitable de estas Puas. romper los violentos vínculos que las ligaban a los Reyes de Esparta, recuperar los derechos de que fueron despojadas, e investirse del alto carácter de Nación libre e Independiente del Rey Fernando VII, sus. sucesores y metrópoli Quedan en consecuencia, de hecho y derecho, con amplio y

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pleno poder para darse las formas que exija la justicia e impone el cúmulo de sus actuales circunstancias".

18 Mientras García proseguía sus contactos y gestiones en Río, el Director Alvarez Thornas, el 6 de marzo de 1816, al informar al Congreso del fracaso de las gestiones monárquicas confiadas a Sarratea Posadas, Belgrano, expresaba sus sólidas espe-ranzas en la misión ante la Corte portuguesa, agregando que esperaba muy pronto "comunicaciones de algún plan importante y delicado que (García) ha anunciado a este Gobierno; con la expresión de que se presenta una ocasión muy oportuna, pero fugitiva, para enderezar dichos negocios". Y dos meses después, el Secretario de Gobierno. Dr. Gregorio Tagle, alentaba a García a proseguir sus gestiones expresándole que 'el Con-greso ha mostrado las disposiciones másfavorables a este respecto... y que no omitiera medio alguno capaz de inspirar la mayor confianza a ese Ministerio sobre nuestras Intenciones pacíficas y el deseo de ver terminada la guerra civil, con el auxilio de un poder respetable, que no obraría contra sus propios intereses, cautivando nuestra gratitud". García contestó enjunio de 1816, diciendo:

"Creo que en breve desaparecerá Artigas de la Banda Oriental La escuadra (portu-guesa) está aquí al ancla y espera el primer viento. Conozco muy inmediato al general Lecor; va inteligenciado en parte del plan de su gobierno y me parece un excelente sujeto.

Nuestro amigo H (Nicolás Herrera) irá con él a Montevideo; él mismo no lo sabe aún ni lo sabrá hasta última hora; será el punto intermedio de ése y este gobierno. Estoy seguro que las primeras medidas que se tomen por Lecor en la Barata Oriental quitarán a usted algunos recelillos, que es regular conserve aún. Esta es una maniobra complicadísima y exige toda la circunspección del mundo para irla llevando sin desgra-cia. En muchos secretos estoy yo sólo; en algunos he puesto a nuestros amigos... Usted conoce bien a don Carlos (Alocar), sabe sus calidades morales y su carácter en la revolución... nada seria más peligroso el que llegase a entrar en nuestras relaciones, por ahora... Vaya usted pensando en el sujeto que ha de tratar con el general y con H (Herrera), esto deberá hacerse sin ruido... Cuide usted mucho que no sea un hombre asustadizo, que sea hombre manso, callado y negociador".

Y más adelante, en otro ojlcio, expresaba: "Alarmado el Ministerio del Brasil de los progresos que sobre el gobierno de las Provincias Unidas va haciendo el caudillo de los anarquistas (Artigas), no ha podido menos que representarlo a Su Majestad Fidelísima para que sin demora pusiese pronto remedio a un mal que, creciendo con tanta fuerza, podría en poco tiempo cundir por estos sus dominios haciendo mayores estragos... ha resuelto S.ME empeñar todo su poder para extinguir para siempre hasta la memoria de tan funesta calamidad, haciendo de ello un beneficio que cree ha de ser agradecido por sus vecinos. Es verdad que en todo tiempo se ha temido la injerencia de una Poten-cia Extranjera en disturbios domésticos, pero esta regla, demasiado general, me pare-ce que tiene una excepción en nuestro caso".

En: ReyesAbadie, o.u

19 "EL 9 de junto se apresuró el agente García a dar cuenta del estado de su ges-tión, gozándose en apreciaciones que lo hacen doblemente responsable: "Yo creo que es un error imaginar proyecto alguno de sólida prosperidad mientras sus bases no se asienten sobre las ruinas de la anarquía que actualmente nos devora" -decía aquel

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diplomático a su gobierno, temeroso de una reacción, para luego agregar: -"Estoy per-suadido igualmente, y aún la experiencia parece haberlo demostrado, de que necesita-mos no solamente de la fuerza física y moral de un Poder extraño que termine nuestra lucha. sino también deformarnos un centro común de autoridad, capaz de organizar el caos en que están convertidas nuestras provincias". Quedan así evidenciadas las di-rectivas y propósitos de aquellos hombres que en nada reparaban, ni siquiera en la integridad del territorio nacional, con tal de lograr sis fines políticos. Querían detener las consecuencias funestas del caudillismo que ellos mismos habían forjado y alenta-do, con su errónea política, apelando a medios militares de una nación extranjera. No comprendían que tras aquel caudillismo alentaba el espíritu de la revolución. Se exten-día García en consideraciones desfavorables contra Artigas, a quien inculpaba de la situación, para luego confesar la impotencia de la oligarquía porteña para doblegar la opinión nacional: "En tal situación es preciso renunciar a la esperanza de segar por nuestras manos la fuente de tantos males. Pero como ellos son igualmente terribles para los Gobiernos vecinos, de aquí proviene que, alarmado este Ministerio de los pro-gresos que sobre el Gobierno de las Provincias Unidas va haciendo el caudillo de los anarquistas" -así eran llamados los partidarios de la Federación- "no ha podido me-nos que representar a Su Majestad Fidelisma la urgencia de remediar en tiempo tan-tas desgracias, y Su Majestad parece haberse inclinado a empeñar su poder en extin-guir hasta la memoria de esta calamidad, haciendo el bien que debe a sus vasallos y un beneficio a sus buenos vecinos, que cree que será agradecido".

El convento iniciado por García bajo el gobierno de Balcarce culminó en el de Pueyrredón. García fue el auténtico rector de toda la intriga diplomática, y tanto Pueyrredón como el "Congreso de Tucumán" y las demás autoridades de Buenos Aires procedieron de acuerdo a las normas que dictara aquel diplomático. En la gestión Énter-na del Estado, en la política provincial e interprovíncial, procedió Pueyrredón por su propia responsabilidad, dictando las normas a las que se sujetaron las otras autorida-des; mas en lo exteriorfue superado por el genio maléfico de García. La intriga diplomá-tica urdida por García preveía los menores detalles de la tragedia a desarrollarse en el Río de la Plata, no descuidando alentar a su gobierno con informes minuciosos:

"La escuadra está al ancla, esperando el viento" -decía García.- Artigas creo que dejará, luego, de molestar esa Provincia. Hay sus intriguillas de marinos que temen la estación, pero creo que no prevalecen". Asegurada ya la invasión, García da las últi-mas instrucciones a seguir: "He tratado muy de cerca al general Lecor, me parece de buen carácter va bien instruido. Nuestro amigo H." -se refiere al oriental don Nicolás Herrera- "estará luego en Montevideo. El mismo no lo sabe, ni se lo diré hasta la última hora El será el depositario de nuestras comunicaciones, y así serán más prontas y seguras. Será además encargado de otras cosas. Las primeras medidas de Lecor pien-so que inspirarán confianza Esta es maniobra complicadísima y se necesita la circuns-pección del mundo para salir sin desgracia Vaya Ud. pensando en el sujeto que ha de acercarse a tratar con H... y él general, que sea sin ruido, y que tal hombre sea sobre todo manso, callado y negociador. ¡Por Dios!, que no sea asustadizo, ni de aquéllos que todo lo quieren en un abrir y cerrar de ojos. Luego irán ciertas bases que pudieran ser del negocio. Prevengo a Vd. que don Carlos" -refiriéndose a Carlos Federico de Lecor-"es el mismo; su carácter ya debe Ud. conocerlo bien, y hasta estoy comprometido para, esta noche a una gran sesión"

En: Edmundo Favaro, Arllgas, El Directorio, el Congreso de Tucumán y la Invasión Portuguesa

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20 En el Pacto de Avalos, celebrado el 24 de abril de 1820 entre los representantes de la Banda Oriental, Corrientes y Misiones, se deposita en el Jefe de los Orientales la decisión de la guerra y de la paz, comprometiéndose éste, a su vez, a no celebrar tratado alguno que no asegure la libertad e independencia de las Provincias pactantes y a no perjudicar en nada la elección de los gobiernos provinciales y su administración económica, de acuerdo a los principios de la Federación (arts. 2, 4 y 5).

Este pacto por tanto estructura institucionalmente, en los últimos momentos del artiguismo, la Liga Federal. Hasta 1820 su naturalezajurídica es la que hemos dado en los párrafos precedentes. A partir de entonces, por pacto expreso, se deposita en el Jefe de los Orientales la conducción de la guerra y de la paz, es decir la parte funda-mental de la política exterior, dejándose a cada provincia en el goce de su libertad e independencia- De acuerdo al artículo 6, las Provincias Pactantes entran en una Liga Ofensiva y Defensiva, hasta la reunión de un Congreso General. Es el viejo concepto tnstitucional artiguista de un primer estado de pactos interprovinciates. seguido de una etapa de organización -en base a principios federativos- a cargo de un Congreso Cons-tituyente Nacional que se repite. una vez más, en el trágico momento de la derrota y de la deserción.

30) Hasta Buenos Aires se sacude ante la marea federal. El movimiento de abril de 1815, llamado de Fontezuelas, fue -dicho con palabras de Alvear- "el gran triunfo de Artigas".

Inmediatamente después de producido, el Director sustituto, Alvarez Thomas, envió a Bruno Rivarola y Blas Pico ante el "benemérito" José Artigas. Los trece artículos de sus instrucciones revelan un avance firme del federalismo. Es de sumo interés ver cómo los conceptos institucionales del artiguismo se encuentran en este documento, que parece tener hasta sus fuentes formales en conocidos documentos orientales. Por ejemplo, el artículo 1 reproduce el proceso de integración institucional que hemos visto en el convenio con Amaro y Candiott y el artículo 3 habla de "alianza ofensiva y defen-siva".

EL proyecto de tratado presentado por Amigas en la ocasión es del más grande interés.

Por el artículo primero se exige el reconocimiento contractual del acta del 5 de abril, que es una sistematización perfecta, que ya hemos visto, del concepto autonómico de la Banda Oriental y de la forma de integración nacional Por el segundo, que no es del caso estudiar aquí, se afina el pensamiento artigulsta sobre la retroversión de la sobe-ranía al comienzo de la revolución.

Pero se reconocía la base instrumental Se disentía en el aspecto real de a qué provincias se extendería la protección de Artigas y en pequeñas cuestiones derivadas de las indemnlzaciones, lo que hará, en definitiva, que también fracase esta gestión.

En: Gros Espiell, o.c.

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21 La lucha militar contra el Gral. entrerriano Francisco Ramírez, llevó a Artigas a sucesivas derrotas de las que no se repuso como en Las Guachas (jun. 13, 1820), Las Tunas Uun. 24), Avalos (Jul. 24), que lo obligan a internarse en Misiones.

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INDICE GENERAL

La grandeza de Artigas ........................ pág. 3 Mensaje a los maestros... ..................... pág. 5 Artigas: su acción política y militar ...... pág. 7 Los Orientales en armas .................... pág. 11 Artigas y la Liga Federal .................... pág. 22 Notas documentales .......................... pág. 33 Bibliografía........................................ pág. 65

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Impreso en el Dpto. de Publicaciones e Impresiones del C.E.P. en el año 1999 con una tirada de 2.500 ejemplaresDepósito Legal N° 306.202/99