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SUSTENTABILIDAD: UN NUEVO IMPERATIVO CATEGÓRICO Ernesto J. Perino 1 , Ernesto Perino 2 , Aníbal D. Perelló 1 . 1 Laboratorio de Energía Solar y Medio Ambiente - FCFMyN - UNSL. 2 Área de Química Analítica - FQByF - INQUISAL (CONICET) - UNSL. Tel. 2664530000-int. 6119, e-mail: [email protected], [email protected] Recibido 16/08/19, aceptado 18/10/19 RESUMEN: Se transita una crisis ambiental global, donde el cambio climático es una de sus consecuencias principales y revertir la situación requiere de vicisitudes transformadoras sin precedentes históricos. El presente trabajo se focaliza en exhibir la necesidad imperiosa de solventar los problemas medioambientales, poniendo de relieve la búsqueda del equilibrio entre progreso y biosfera saludable. Esto supone una metamorfosis profunda y contradictoria con el modo de vida imperante. El concepto de desarrollo sustentable debe pasar de la teoría a la práctica; no se debe fijar la mirada sólo en los problemas sino en las alternativas viables para erradicarlos, como ser las fuentes de energías renovables. Supone la aceptación del ser humano como protector de la biosfera, gestionando de una manera responsable y equitativa los recursos naturales, limitando el calentamiento global y velando por la biodiversidad, en pos del bienestar de las generaciones venideras. Palabras clave: Desarrollo Sustentable, Efecto Invernadero, Calentamiento Global, Balance Energético, Energías Renovables, Medioambiente. INTRODUCCION Las sociedades en tiempos globales son complejas y diversas. Muchos “ven en la globalización una oportunidad para que el hombre se vuelva y mire su microcosmos; es decir, mire hacia el entorno donde se construye continuamente con el otro; su cultura particular a la cual pertenece y que lo presenta como un ser social ante el mundo (…)” (Jaramillo, 2001). Entender este fenómeno implica centrar la atención en la urgente necesidad de encaminar el pensamiento y la acción hacia la satisfacción de las necesidades de nuestras sociedades. El gran desafío de nuestro milenio es, sin duda, empezar a definir el camino que posibilite “la sobrevivencia de nuestra especie dentro de los límites biofísicos del planeta, reconociendo y visibilizando la existencia de tales límites” (Larraín, 2004), y concretando mecanismos que permitan la transición desde una cosmovisión antropocéntrica hacia la construcción de una perspectiva que oriente a la Sustentabilidad. Cabe recordar que, el avanzar en la sustentabilidad del desarrollo humano es necesario, de otra manera no se podría hablar de verdadero desarrollo. Hablar de sostenibilidad es un tema obligado, forma parte de los compromisos políticos a nivel mundial; y es sobre todo a efectos de hacer un planteamiento proactivo, que comporta incuestionables ventajas económicas, sociales y ambientales, a nivel global; requiere de planteamientos innovadores que conlleven las ventajas sobre aquellos que insisten en el camino de la insostenibilidad; y por sobre todo, porque asegura un desarrollo o negocio más duradero, incluso en términos económicos (Labandeira, et. al., 2007). Hoy, más que nunca, se tiene conciencia de que proteger el medio ambiente no es un lujo, sino una condición para el desarrollo y la supervivencia planetaria. ¡Otro mundo es posible! Por cierto, ¡que SÍ! Ello incluye desde la búsqueda de fuentes energéticas alternativas, limpias y amigables con la biosfera, a la mitigación del hambre, de la escasez de agua potable y de los residuos contaminantes, mejorando las condiciones de vida del hombre y su entorno. Este nuevo planteamiento conlleva a conocer los fundamentos de las interacciones entre sociedad y naturaleza, y dirigir los esfuerzos del desarrollo científico - tecnológico en búsqueda de soluciones que permitan la construcción de un futuro sustentable. HOLÍSTICA DEL DESARROLLO SUSTENTABLE ASADES Acta de la XLII Reunión de Trabajo de la Asociación Argentina de Energías Renovables y Medio Ambiente Vol. 7, pp. 08.55-08.66, 2019. Impreso en la Argentina. ISBN 978-987-29873-1-2 08.55

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SUSTENTABILIDAD: UN NUEVO IMPERATIVO CATEGÓRICO

Ernesto J. Perino1, Ernesto Perino2, Aníbal D. Perelló1.

1Laboratorio de Energía Solar y Medio Ambiente - FCFMyN - UNSL. 2Área de Química Analítica - FQByF - INQUISAL (CONICET) - UNSL.

Tel. 2664530000-int. 6119, e-mail: [email protected], [email protected]

Recibido 16/08/19, aceptado 18/10/19

RESUMEN: Se transita una crisis ambiental global, donde el cambio climático es una de sus consecuencias principales y revertir la situación requiere de vicisitudes transformadoras sin precedentes históricos. El presente trabajo se focaliza en exhibir la necesidad imperiosa de solventar los problemas medioambientales, poniendo de relieve la búsqueda del equilibrio entre progreso y biosfera saludable. Esto supone una metamorfosis profunda y contradictoria con el modo de vida imperante. El concepto de desarrollo sustentable debe pasar de la teoría a la práctica; no se debe fijar la mirada sólo en los problemas sino en las alternativas viables para erradicarlos, como ser las fuentes de energías renovables. Supone la aceptación del ser humano como protector de la biosfera, gestionando de una manera responsable y equitativa los recursos naturales, limitando el calentamiento global y velando por la biodiversidad, en pos del bienestar de las generaciones venideras. Palabras clave: Desarrollo Sustentable, Efecto Invernadero, Calentamiento Global, Balance Energético, Energías Renovables, Medioambiente. INTRODUCCION Las sociedades en tiempos globales son complejas y diversas. Muchos “ven en la globalización una oportunidad para que el hombre se vuelva y mire su microcosmos; es decir, mire hacia el entorno donde se construye continuamente con el otro; su cultura particular a la cual pertenece y que lo presenta como un ser social ante el mundo (…)” (Jaramillo, 2001). Entender este fenómeno implica centrar la atención en la urgente necesidad de encaminar el pensamiento y la acción hacia la satisfacción de las necesidades de nuestras sociedades. El gran desafío de nuestro milenio es, sin duda, empezar a definir el camino que posibilite “la sobrevivencia de nuestra especie dentro de los límites biofísicos del planeta, reconociendo y visibilizando la existencia de tales límites” (Larraín, 2004), y concretando mecanismos que permitan la transición desde una cosmovisión antropocéntrica hacia la construcción de una perspectiva que oriente a la Sustentabilidad. Cabe recordar que, el avanzar en la sustentabilidad del desarrollo humano es necesario, de otra manera no se podría hablar de verdadero desarrollo. Hablar de sostenibilidad es un tema obligado, forma parte de los compromisos políticos a nivel mundial; y es sobre todo a efectos de hacer un planteamiento proactivo, que comporta incuestionables ventajas económicas, sociales y ambientales, a nivel global; requiere de planteamientos innovadores que conlleven las ventajas sobre aquellos que insisten en el camino de la insostenibilidad; y por sobre todo, porque asegura un desarrollo o negocio más duradero, incluso en términos económicos (Labandeira, et. al., 2007).

Hoy, más que nunca, se tiene conciencia de que proteger el medio ambiente no es un lujo, sino una condición para el desarrollo y la supervivencia planetaria. ¡Otro mundo es posible! Por cierto, ¡que SÍ! Ello incluye desde la búsqueda de fuentes energéticas alternativas, limpias y amigables con la biosfera, a la mitigación del hambre, de la escasez de agua potable y de los residuos contaminantes, mejorando las condiciones de vida del hombre y su entorno. Este nuevo planteamiento conlleva a conocer los fundamentos de las interacciones entre sociedad y naturaleza, y dirigir los esfuerzos del desarrollo científico - tecnológico en búsqueda de soluciones que permitan la construcción de un futuro sustentable.

HOLÍSTICA DEL DESARROLLO SUSTENTABLE

ASADES Acta de la XLII Reunión de Trabajo de la Asociación Argentina de Energías Renovables y Medio Ambiente

Vol. 7, pp. 08.55-08.66, 2019. Impreso en la Argentina. ISBN 978-987-29873-1-2

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Cada generación debe hacer frente a sus propios problemas medulares. La nuestra debe afrontar tres revolucionarios retos: garantizar la seguridad energética, controlar la contaminación provocada por la quema de combustibles convencionales, e indefectiblemente reaccionar ante el cambio climático planetario; vicisitudes que tienen una injerencia mayúscula sobre los grandes temas del desarrollo sustentable, la paz, la erradicación del hambre y de la escasez de agua potable para consumo humano.

“Antes de la llamada revolución industrial (...) La naturaleza (...) era un bien libre, no escaso y su abundancia relativa hacía innecesario incorporarla al cálculo económico. (...) Hoy en día, la situación es totalmente diferente. La Revolución Industrial de los últimos 200 años se extendió por todo el planeta y acarreó aumentos de tal magnitud en materia de población, productividad y uso intensivo de tecnologías complejas que la ficción de la Naturaleza como bien libre, a costo cero, no puede ya ser mantenida impunemente” (Cánepa, 1991). Nuestro espacio se volvió pequeño, las fronteras infinitas sólo existen ahora en nuestra imaginación. De ahí, la URGENCIA de cuestionar y transformar el modelo de desarrollo imperante, apuntando hacia nuevas matrices epistémicas, nuevas posturas paradigmáticas, nuevas percepciones… ¿Por qué urgencia? Se viven ya tiempos de emergencia planetaria. “El mundo está experimentando un cambio cada vez más rápido, y las gestiones ambientales coordinadas en el plano internacional van muy por detrás del desarrollo económico y social. Los beneficios ambientales derivados de las nuevas tecnologías y políticas no pueden mantener el ritmo y la escala del desarrollo económico y del crecimiento demográfico. El horizonte temporal para emprender importantes iniciativas de política ambiental solía ser bastante amplio. En la actualidad, el tiempo para una transición racional, bien planificada, a un sistema sostenible se está agotando rápidamente. En algunas esferas ya se agotó. El actual curso que sigue el mundo es insostenible y ya no es una opción el aplazamiento de la adopción de medidas. Se necesita un liderazgo político inspirado y una intensa cooperación transregional e intrasectorial para poner en marcha los instrumentos normativos existentes y los nuevos” (PNUMA, 1999). El concepto de desarrollo sostenible se gestó por primera vez en el Informe Brundtland en 1987 (denominado así por la doctora y política noruega Gro Harlem Brundtland quien encabezó la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo de las Naciones Unidas), conocido también como Nuestro Futuro Común. En este documento se afirma que el desarrollo sostenible y la conservación del medio ambiente son inseparables, no opuestos. Define el desarrollo sostenible como el desarrollo que satisface las necesidades de la generación presente, sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades (NU, 1987). Esto implica que es un proceso por el cual se atienden los requerimientos de la sociedad actual sin olvidar la preservación de los recursos naturales para las generaciones venideras. Por tanto, el cuidado de los recursos naturales es un imperativo de la humanidad.

De lo expuesto, el desarrollo sustentable es un modelo integral que demanda, a los distintos actores gubernamentales, científicos y sociales, la evolución armoniosa sin exceder los límites de la capacidad de carga de los ecosistemas que sustentan la biosfera, sabiamente denominada esfera de la vida, ya que ésta es la parte de la tierra en la que se desarrolla la vida, e integra a todos los ecosistemas terrestres, acuíferos y aéreos. La biosfera es el “ecosistema global”, es toda la zona sólida (litósfera), líquida (hidrósfera) y gaseosa (atmósfera) de la superficie terrestre donde es posible la vida. Vivir de manera sustentable estriba en buscar la armonía entre el progreso antrópico y el bienestar del medioambiente. Los principios que rigen el desarrollo sostenible son la equidad social y la preservación del ecosistema global. Ello implica que los procesos antropogénicos han de ser equilibrados y no deben tomar de la naturaleza más de lo que ella es capaz de brindar y reponer sin que se afecte la biodiversidad de los múltiples ecosistemas sustentadores. Cabe destacar que, los ecosistemas tienen una tasa de renovación y autorregulación que no debe ser ultrajada por el ser humano. La sustentabilidad constituye probablemente la principal salida o argumento para realizar un incuestionable cambio radical al estilo de desarrollo dominante, a los valores hegemónicos, a la cosmovisión vigente, y a la civilización occidental (Elizalde, 2006).

Leonardo Boff afirma (1995): “En todas las culturas, con cada gran giro en el eje de la historia se produce una nueva cosmología. El nuevo paradigma ecológico produce un efecto semejante”. Sin duda, la cuestión ambiental, en este nuevo milenio, ha venido a revolucionar nuestra cosmología, y a

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plantear un nuevo paradigma en la estrecha interacción hombre - sociedad - naturaleza, propiciando en los últimos años un impulso al desarrollo de las fuentes energéticas de origen renovable. A lo largo de la historia, la disponibilidad y asequibilidad de la energía se han convertido en un motor de progreso de la economía y del bienestar de la sociedad. Desde una perspectiva actual, volcar la mirada hacia un modelo energético sustentable, es evidentemente el nuevo imperativo categórico para salvar al planeta, y el paso más inteligente que se puede dar para dejar, a las futuras generaciones, un mundo mejor. Esta nueva cosmovisión colaborará a tomar conciencia de racionalidad en el consumo de energía tanto a nivel individual como global. En este horizonte de comprensión, es menester recordar que se está en presencia de un problema serio, para el que no existen “recetas mágicas” ni soluciones que no conlleven un costo importante. Al respecto, Federico Mayor Zaragoza sostiene (1999): “Resulta imprescindible oponer a este espejismo (el enfoque de que es posible aumentar indefinidamente el consumo) el concepto de desarrollo integral, duradero y respetuoso con el medio ambiente. Además, la conciencia moral de nuestro tiempo nos lleva a asignar un valor primordial a la idea de que el desarrollo ha de ser compartido, que sólo se justifica si beneficia a un número cada vez mayor de seres humanos. El reordenamiento de las prioridades de nuestra sociedad ha de desembocar, forzosamente, en la frugalidad y la disciplina ecológica. En las décadas por venir, el concepto de calidad de vida estará cada vez más vinculado a la austeridad y a la responsabilidad hacia el entorno”.

En los tiempos que corren, el hombre está inmerso no sólo en un punto crucial de los problemas sino también en el de las soluciones, que algunos como Fritjof Capra (2004) han calificado de punto de inflexión. El ser humano está precisamente conquistando las tecnologías, que le han de permitir, si son juiciosamente manejadas, superar ese punto de inflexión, derivando hacia una humanidad más plena, en armonía consigo misma y con la naturaleza (Parra Mesa, 2004). Se asoma, a cada instante y como más evidente la necesidad de transitar hacia una nueva cosmología para superar la crisis ecológica. Esto supone una serie de cambios que exigen una metamorfosis profunda y en muchos casos contradictoria del actual modo de vivir. Si el hombre es o no capaz de semejante torsión histórica no se puede anunciar, pero si comparte intrínsecamente aquello que Martín Heidegger toma de los versos de Hölderlin, es decir, que “donde está el peligro, crece también lo que salva”, entonces, es cardinal, más allá de todo pesimismo y de todo optimismo, entrar en un diálogo permanente con los signos de los nuevos tiempos, un diálogo que conduzca a sellar una nueva alianza con la Tierra (Giardina, 2008).

¡Éste es el momento para decidir salvar el planeta! Antes de que colapse la madre naturaleza por la acción antropogénica, se hace necesaria la búsqueda de nuevas fuentes de energías que ocasionen mínimos daños al medioambiente para mantener el equilibrio y la calidad de vida. La agotabilidad de combustibles fósiles, y el impacto negativo ambiental que provoca su consumo, colocan a la humanidad ante la instancia de buscar fuentes de energías alternativas que garanticen servicios energéticos confiables, no contaminantes y sustentables. El calentamiento global acelerado aún no es irreversible, pero lo será si no se toman medidas radicales como la implementación, dentro de la matriz energética, de energías amigables con la biosfera que integra a todos los ecosistemas terrestres, acuíferos y aéreos. Favorablemente, se vislumbran horizontes alentadores. Cada vez más las personas, la comunidad científica, los sectores gubernamentales y empresariales, están adquiriendo conciencia de la crisis ambiental; esto conlleva a la formulación de políticas públicas verdes. El objetivo de las mismas es tender a disminuir lo más rápido posible las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), y sustancialmente las de dióxido de carbono (���) que es el más perjudicial para el calentamiento global. De ello se desprende que, resulta beneficioso invertir recursos en la investigación científica y en el desarrollo tecnológico que posibiliten el empleo de fuentes energéticas limpias y sustentables. De lograrse que la disminución sea más contundente será factible un giro paradigmático frente al cambio climático global, en pos un mundo sustentable.

RELACIÓN ENERGÍA–MATERIA, EFECTO INVERNADERO Y BALA NCE ENERGÉTICO El Sol es el principal responsable de la vida terrestre; es nuestra fuente primaria de la energía. Todos los ecosistemas que conforman la biosfera, incluyendo prácticamente la totalidad de sus organismos, dependen de la energía solar que llega en forma de radiación electromagnética capaz de propagarse en

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el vacío, y de sustentar la demanda energética de los seres vivos. Además, la luz regula y sincroniza el ciclo vital y metabólico de numerosas especies que han desarrollado el mecanismo de fotoperiodicidad. El flujo energético en los ecosistemas se inicia cuando la energía solar es aprovechada por los organismos autótrofos o productores que poseen un pigmento verde denominado clorofila (pigmento fijador de la energía), involucrado directamente en la transformación de la energía lumínica en energía química (Curtis et. al., 2006; Curtis et. al., 2015). La clorofila se destaca por la capacidad de captar la energía solar y activar el fenómeno de la fotosíntesis, proceso fundamental de la vida. La fotosíntesis, consiste en la transformación de la materia inorgánica en oxígeno y materia orgánica: partiendo de dióxido de carbono (extraído del agua o la atmósfera), de agua, de sales minerales, y de la radiación solar; se obtiene oxígeno, agua y compuestos orgánicos (hidratos de carbono) ricos energéticamente, producto de la fijación de la energía solar. El oxígeno se libera a la atmósfera, purificando el aire y siendo fundamental en el proceso respiratorio de los seres vivos. Los compuestos orgánicos son monopolizados por la propia planta. Parte de la energía fijada es empleada por el vegetal para incrementar su tamaño y para reproducirse. Parte del resto de la energía fijada es consumida en la respiración celular, disipando energía en forma de calor, que posibilita su actividad vital. El proceso de la fotosíntesis y de la respiración celular se esquematiza en la Figura 1.

Figura 1: Esquema de la fotosíntesis y respiración celular (Fuente: Elaboración propia).

En la fotosíntesis, las plantas producen oxígeno durante el día y consumen una parte de ese oxígeno en la respiración que realizan durante el día y la noche. Como la cantidad de oxígeno que generan mediante fotosíntesis es mayor que la cantidad consumida en la respiración celular, queda oxígeno suficiente para que el resto de los seres vivos de su entorno puedan respirar. Otra función importante de la vegetación es el reciclado de agua a la atmósfera a través de la transpiración. La disponibilidad de vapor de agua en la atmósfera promueve las precipitaciones dentro del ciclo hidrológico. Los árboles transpiran más que las pasturas, y envían a la atmósfera cantidades importantes de vapor de agua. De aquí, la necesidad imperiosa del cuidado de los espacios verdes en las grandes ciudades, de los bosques y selvas, además de la reducción de la deforestación indiscriminada (por urbanización, tala, etc.), y el incremento de la reforestación de las especies autóctonas primordialmente. Por ello, la fotosíntesis es uno de los procesos bioquímicos más importante de la biosfera, otorgándole a la vegetación un rol esencial para la vida en nuestro planeta. La energía fijada en los vegetales se emplea en parte para su crecimiento, para su reproducción, y otra se transfiere al resto de los organismos mediante el proceso alimenticio, forjando la denominada relación energía – materia. La esencia de la vida consiste en el progreso de cambios como los de crecimiento, reproducción, etc. Sin la transferencia de energía, que cortejan dichos cambios, no habría vida, ni ecosistemas que conformasen la biosfera. Por otra parte, el clima en la Tierra está determinado por la cantidad y la distribución de la radiación solar (Trenberth et. al., 2008; Odum y Warrett, 2006), cuyo flujo energético se estima que perdurará alrededor de 5000 millones de años más. La temperatura de los ecosistemas depende, en gran medida, de la cantidad de radiación solar que reciben, y que el medio retiene en forma de calor. La radiación solar calienta la superficie terrestre, las masas de agua y de aire propiciando un ambiente idóneo para la vida planetaria; dicha absorción lumínica se traduce en áreas calientes y frías, lo que

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genera las corrientes de aire capaces de mover generadores eólicos, y de efectuar trabajos como el bombeo del agua. En este caso, la radiación electromagnética solar se convierte en energía térmica sobre la superficie terrestre, y luego en energía cinética del flujo de aire. Todos los objetos emiten energía radiante y, la naturaleza exacta de la energía emitida depende de la temperatura del objeto. Cuanto más caliente esté el objeto, más energía poseen los fotones que emite y más corta es la longitud de onda (Smith y Smith, 2007). Una superficie muy caliente como la del Sol (5778° 5505°�), emite principalmente radiación de onda corta y alta frecuencia, es decir, de elevada energía (� � ��). Por el contrario, los objetos más fríos, como la superficie de la Tierra (temperatura media de 15°�) emiten radiación de onda larga en el rango del infrarrojo ��. Parte de la radiación solar que incide en la tierra es reflejada hacia el espacio exterior, mientras que otra, correspondiente a altas frecuencias y cimera energía, es absorbida por la superficie planetaria (geosfera e hidrósfera), transformándose en calor que se almacena durante algún tiempo. Posteriormente, dichas superficies calientes emiten hacia la atmósfera energía radiante de onda larga, en el rango del infrarrojo ��. La mayor parte de la radiación infrarroja emitida, es absorbida por los gases atmosféricos y remitida hacia la superficie terrestre produciendo calentamiento; a este fenómeno natural se le denomina efecto invernadero (Freeman, 2009; Smith y Smith, 2007; Campbell y Reece, 2007), el cual posibilita las temperaturas propicias para la biosfera planetaria. La Tierra y su atmósfera irradian hacia el espacio una cantidad de energía térmica igual a la recibida, manteniendo un equilibrio térmico denominado balance energético terrestre (Trenberth et. al., 2008), como se ilustra en la Figura 2. Dicho equilibrio acota la temperatura a un estrecho margen que posibilita la vida; de lo contrario, el planeta se sobrecalentaría, incrementando su temperatura global, y tornándose estéril. El balance energético medio anual de la Tierra desarrollado por Trenberth, Fasullo y Kiehl en 2008, exhibe los siguientes valores promedios anuales: Globalmente la superficie terrestre absorbe 161� ��⁄ por radiación solar, 333� ��⁄ por efecto invernadero (natural + antropogénico), lo que suma 494� ��⁄ . A su vez, la tierra emite 17� ��⁄ térmica, 80� ��⁄ por evapotranspiración y 396� ��⁄ por radiación ��, lo que suma 393� ��⁄ . El balance proyecta una absorción neta �. � �. !"# $%⁄ , lo que está induciendo el calentamiento global de la tierra.

Figura 2: Esquema del balance energético terrestre medio anual &� ��⁄ ' (Fuente: Modificación

propia, basada en Trenberth et. al., 2009). De lo expuesto, se infiere que el efecto invernadero natural posibilita las temperaturas apropiadas para la biosfera (!" (� en promedio); sin él la temperatura de la Tierra sería de )!* (� y nuestro planeta se congelaría. No obstante, la actividad humana está incrementando los gases de efecto invernadero (GEI) provocando un desequilibrio en el balance energético terrestre.

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Los principales gases de efecto invernadero (GEI) de origen natural, que se encuentran en la atmósfera terrestre, son el vapor de agua, el dióxido de carbono (���), el ozono (�+), el metano (�,-) y el óxido nitroso (.��), los que cumplen la función de cubierta aislante natural (Smith y Smith, 2007; Recalde et. al., 2013). Además, se hallan los gases de efecto invernadero de origen antropogénico, sumamente perniciosos, como los clorofluorocarburos (CFC), ampliamente usados en los sistemas refrigerantes y aerosoles, los que en la actualidad se encuentran prohibidos casi en su totalidad a partir del Protocolo de Montreal, por contribuir adversamente al efecto invernadero y por dañar la capa de ozono. Otros GEI antropogénicos son hidrofluorocarburos (HFC), sustitutivos de los CFC, y los perfluorocarburos (PFC). Estos dos últimos, si bien no dañan la capa de ozono, han sido identificados por el Protocolo de Kioto por tener potencial altísimo para incrementar el efecto invernadero nocivo.

El ��� es prácticamente transparente al espectro visible, pero absorbe ampliamente el rangoo ��. Cabe destacar que el vapor de agua absorbe la radiación infrarroja en mayor medida que el dióxido de carbono (Recalde et. al., 2013, Smith y Smith, 2007), no obstante, no es un gas de efecto invernadero anómalo producido por el ser humano, debido a que es partícipe del ciclo hidrológico planetario y su tiempo de residencia en la atmósfera es de 9,6 días aproximadamente. El dióxido de carbono, también es un componente natural de la atmósfera, y participa al igual que el agua en un ciclo en la biosfera, denominado ciclo del carbono, en el que la diferencia entre la cantidad de carbono que se absorbe en la fotosíntesis y la emisión natural del mismo, debido a la respiración autótrofa y heterótrofa es la producción neta de carbono del ecosistema. No obstante, el desequilibrio de dicho ciclo está siendo alterado abruptamente por el ser humano; además, su periodo de residencia atmosférica ronda entre 50 – 200 años. Todo ello deriva en el concepto de Huella de Carbono (HdC); definida en forma bastante genérica, caracteriza la cantidad de gases efecto invernadero emitidos a la atmósfera, derivados de las actividades antropogénicas de producción, y es considerada una de las más importantes herramientas para cuantificar las emisiones de dichos gases. El uso de la HdC se ha posicionado como instrumento para cuantificar la eficiencia energética, contribuyendo a la sustentabilidad (Espíndola y Valderrama, 2012; Almeida et. al., 2012; Pandey et al., 2011; Wiedmann, 2010). La HdC refleja que la emisión desmesurada (/% debido a los procesos antrópicos (ignición de combustibles fósiles, fabricación de cemento, deforestación desmedida), es el principal contribuyente al calentamiento planetario. El (/% es el responsable de más del "�% del efecto invernadero producido por el hombre, lo que le convierte en el contribuyente más importante al cambio climático (EPIA y Greenpeace, 2008). Ahondando en la temática, la crisis ambiental coyuntural se debe a que la actividad antrópica está incrementando desmedidamente los gases de efecto invernadero (GEI), lo que provoca un desequilibrio térmico nocivo. Desde el comienzo de la era industrial, alrededor del 1700, se observa un incremento de la temperatura terrestre como principal consecuencia del aumento exponencial y desequilibrado de la proporción de los GEI en la atmósfera. Este fenómeno sumamente negativo se conoce como calentamiento global. Dicho calentamiento, producido por el efecto invernadero antrópico, traería aparejado un cambio en el ciclo hidrológico que afectaría catastróficamente el clima global. Sabias palabras las del Jefe indio de la tribu Suqwamish (Seattle), en la carta que en 1855 envió al presidente Franlkin Pierce: “Lo que le ocurre a la tierra, les ocurrirá a los hijos de la tierra”.

El fundamento de que el efecto invernadero antropogénico se haya convertido en una problemática global se debe a que los GEI natural, que deberían hallarse presentes en la atmósfera en cantidades normales (~27033� de ���), se han desequilibrado e incrementado a valores muy por encima de los estándares atmosféricos. La HdC determina que, en 2019, la concentración actual de dióxido de carbono en la atmósfera terrestre oscila alrededor de 41133�. Según el sitio CO2 Earth (https://www.co2.earth/) que reporta valores diariamente, el promedio diario del 15 de mayo alcanzó 4!", 6477$, constituyéndose en el valor récord histórico más elevado. Según lo indicado, nunca el ser humano había experimentado dicha concentración, la última vez que el dióxido de carbono alcanzó estos niveles fue hace más de tres millones de años. Se estima que la cantidad anual media de dióxido de carbono liberado a la atmósfera es de *, "89:, siendo la tasa de crecimiento de %, !!777anuales. Según Inés Camilloni, siguiendo este ritmo de emisión se estima que para el 2065 la temperatura global aumentaría alrededor de % (� y para 2100 alrededor de 4, % (� . La temperatura es un factor que limita la distribución de los seres vivos en los ecosistemas. Si bien, ante la variación de temperatura, éstos activan mecanismos de termorregulación (homeostasis), lo hacen dentro

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de un rango relativamente estrecho (Freeman, 2009). Toda alteración del balance energético terrestre implica forzosamente un cambio de clima y del tiempo asociado, alterando el ciclo hidrológico, el deshielo de glaciares y de los casquetes polares, causando un aumento en el nivel del mar, capaz de inundar zonas terrestres, la destrucción de arrecifes coralinos, la pérdida de especies y biodiversidad. Se prevé, además, un aumento de las precipitaciones globales, sobre todo en latitudes altas durante la etapa invernal, mientras que se intensificarán las sequías en las zonas áridas. Se acentuarán en intensidad y frecuencia los huracanes y ciclones en zonas tropicales, y se extenderán a otras latitudes hoy fuera del alcance de estos fenómenos. En relación al impacto sobre el hombre, también traerán consecuencias tales como la expansión de enfermedades infecciosas, afecciones como cáncer en la piel, entre otras. Se vislumbra que los ecosistemas están sufriendo cambios impredecibles de modo que sus características y distribución pueden modificarse drásticamente en el transcurso del tiempo. La actividad del ser humano, principalmente la industria y el transporte, es la causa fundamental de dicho fenómeno. Entre las principales fuentes antropogénicas de emisión de GEI se encuentran las plantas termoeléctricas (emiten ���); industrias plásticas y quema de combustibles (producen óxido nitroso (.��), debido a la combustión con exceso de oxígeno); ganadería y agricultura intensivas (además de ���, descomponen materia orgánica en metano (�,-)); aerosoles, espumas y refrigeración (emiten CFC, HFC y PFC); vehículos a combustibles fósiles (emiten ���). A su vez, otro de los factores que ha aumentado la concentración de ��� es la quema y tala indiscriminada de árboles, impidiendo el equilibrio de dióxido de carbono - oxígeno producido en la fotosíntesis de las plantas. El desarrollo intensificado de grandes centros urbanos, también ha incrementado notablemente los niveles de polución y contaminación por el uso de nafta, gases y aerosoles, así como los residuos y deshechos cloacales (IEA, 2018).

Con la firma del Acuerdo de Paris (CMNUCC, 2016), se ha ratificado la voluntad de reducir las emisiones de GEI, para así contribuir a paliar los efectos devastadores del cambio climático, y lograr el objetivo del Artículo 2, Inciso 1: “Mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2°� con respecto a los niveles preindustriales, y proseguir los esfuerzos para limitar ese aumento de la temperatura a 1,5°� con respecto a los niveles preindustriales, reconociendo que ello reduciría considerablemente los riesgos y los efectos del cambio climático; aumentar la capacidad de adaptación a los efectos adversos del cambio climático y promover la resiliencia al clima y un desarrollo con bajas emisiones de gases de efecto invernadero, de un modo que no comprometa la producción de alimentos; y situar los flujos financieros en un nivel compatible con una trayectoria que conduzca a un desarrollo resiliente al clima y con bajas emisiones de gases de efecto invernadero”. Para lograrlo es necesario reducir las emisiones a nivel global en 45% para 2030 y a 0% en 2050.

A modo de reflexión, aunque esto suene apocalíptico, el calentamiento global, que actualmente es de gravedad, implica un riesgo potencial catastrófico para la vida terrestre. Por ende, los altos niveles jerárquicos de los países son responsables de promover políticas medioambientales propicias y brindar información objetiva de concientización a la población. Si bien se han logrado grandes avances, aún falta un largo camino por recorrer para alcanzar una verdadera conciencia ecológica. La supervivencia de la especie humana y del resto de la vida planetaria depende del respeto inmediato de la biosfera a fin de asumir acciones responsables con el fin lograr un medio ambiente limpio y natural, y un equilibrio ecológico que permita una estabilidad vital.

EL ROL DE LAS ENERGÍAS RENOVABLES EN EL CONTEXTO SU STENTABLE Definitivamente, las energías renovables se han convertido en parte integrante de las acciones prioritarias en el combate contra la crisis ambiental que se está viviendo. El sector energético debe ser un sector clave para cambiar el mundo hacia una forma más humana. Ello exige un giro substancial en las políticas de los países del primer mundo para potenciar la investigación científica y el desarrollo tecnológico; y ofrecer un apoyo decidido de transferencia tecnológica a países en vías de desarrollo y subdesarrollados. Desde que se manifestó mundialmente la necesidad de desplegar una política ambiental, se comenzó a considerar con mayor seriedad el tema del desarrollo y la utilización de fuentes de energías renovables. En apenas dos décadas, éstas han evolucionado desde una simple expresión de deseo a convertirse en una realidad de la que se forma parte, dado que promueven una mejor calidad de vida y respeto por la biosfera.

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Es menester recordar que, la energía es un servicio necesario y uno de los pilares fundamentales del progreso de la humanidad. En la actualidad, el papel del sistema energético constituye una de las prioridades de la agenda científica, política, económica y social, dadas las amplias repercusiones que tiene sobre el conjunto del planeta. El predecible agotamiento de los recursos de origen fósil, sumado al cambio climático como consecuencia de las emisiones de gases de efecto invernadero, genera una serie de desafíos que trascienden a los actores individuales y los ámbitos nacionales y exigen la búsqueda de soluciones comunes. Dentro de dichas soluciones, las energías renovables son un elemento vital hoy en día, y una alternativa económicamente competitiva y viable. En esencia, la propia naturaleza ofrece una variedad de opciones disponibles para producir energía limpia. Se trata principalmente de saber cómo convertir la luz solar, el viento, la biomasa o el agua en electricidad, calor o energía de la manera más eficiente, sostenible y económica posibles. La nueva filosofía energética pro - ecológica tiene su origen en nuestros propios antepasados, que adoraban al Sol y las fuerzas de la madre naturaleza. En consecuencia, el mejor aprovechamiento energético que se pueda realizar se dará cuando se contemple con más detalle a nuestra estrella, que nos da la luz y la vida, y a nuestro planeta (Domínguez Gómez, 2008).

El origen de casi toda la energía empleada en la Tierra proviene del Sol. Tal vez no se es consciente de que buena parte de las fuentes energéticas vigentes, aparentemente sin relación con el Sol, obtienen su energía a partir de los fotones que proceden de éste, como se exhibe en la Figura 3. Así, hace millones de años, las plantas, mediante el proceso de la fotosíntesis, captaron la energía solar conformando compuestos orgánicos que han llegado hasta la actualidad en sus cuerpos fosilizados en forma de petróleo, carbón, etc., los que constituyen la energía fósil, poco amigable con la biosfera; en el marco de la energía eólica, el viento es una consecuencia de la radiación solar y el gradiente energético. Debido a la esfericidad e inclinación terrestre, se originan diferencias de insolación entre distintos puntos del planeta. En los polos, la radiación solar incide oblicuamente; en el ecuador incide perpendicularmente y calientan más la superficie. Además, en la región ecuatorial los días son más largos por lo que recibe la mayor entrada anual de radiación. Estas variaciones de insolación dan lugar a diferentes zonas térmicas que provocan densidades disímiles en las masas de aire; en cuanto a la energía hidráulica, ésta aprovecha la energía potencial gravitatoria del agua almacenada a alturas superiores a la del nivel del mar, siendo el Sol el que, al evaporar el agua, aumenta la energía potencial de la misma induciendo una cota superior y una inferior; con respecto a la energía solar es una de las más abundante y amigable con el medioambiente, su aprovechamiento puede efectuarse a través de conversión fotovoltaica o térmica (Smith y Smith, 2007; Rodríguez Jiménez et. al., 2004; Casas Castillo y Alarcón Jordán, 1999; Fisure Lanza, 2009).

Figura 3: Esquema de las fuentes energéticas provenientes del Sol (Fuente: Elaboración propia).

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A pesar de que todas las fuentes energéticas descriptas generan energía eléctrica, lo hacen de forma indirecta a partir de los fotones de la radiación solar; mientras que la energía fotovoltaica produce electricidad directamente de ellos. Por lo expuesto, una de las opciones más prometedoras en la actualidad para contribuir a un marco de desarrollo sostenible, dentro de las diferentes fuentes energéticas, es la basada en la conversión fotovoltaica. Esto se debe a que, además de producir energía eléctrica de una fuente inagotable, obtenida directamente a partir de la radiación solar, se pueden utilizar para generación centralizada o distribuida. El desarrollo de la energía solar fotovoltaica en el siglo XXI está teniendo un acelerado avance tecnológico y económico. Es la tercera fuente de energía renovable más importante en términos de capacidad instalada a nivel global, tras la hidroeléctrica y la eólica. Desde 2001 se ha producido un crecimiento exponencial de la fotovoltaica, doblándose aproximadamente cada dos años. Según informes de EPIA - Greenpeace, la energía fotovoltaica podría suministrar electricidad a dos tercios de la población mundial en el 2030. Se estima que para esa fecha se habrán instalado más de 1800;�en todo el mundo, lo que representa más de 2600<�ℎ/?ñA de energía eléctrica. Esta energía es suficiente para suministrar a 1300 millones de personas en zonas desarrolladas o a más de 3000 millones de personas en zonas rurales remotas que actualmente no tienen acceso a la red eléctrica (EPIA y Greenpeace, 2008).

De ahí que, la promoción de las energías renovables se ha vuelto uno de los principales objetivos para el desarrollo sustentable dentro del marco de las políticas públicas verdes. El panorama permite ser optimistas frente al accionar antrópico para mejorar el nivel de vida, en base a un uso racional y eficiente de la energía, incrementando la participación de las fuentes renovables en la matriz energética, dentro del marco contextual de la sustentabilidad.

RESULTADOS

POLÍTICAS QUE PROPICIAN LA SUSTENTABILIDAD EN ARGEN TINA Y SAN LUIS

Los retos económicos, sociales y ambientales que enfrenta el mundo contemporáneo son problemas de sostenibilidad, que requieren cambios conceptuales y acciones concretas. Una clara visión de desarrollo sostenible es la que se plantea en la Agenda 2030. Esta nueva agenda de desarrollo de las Naciones Unidas, concibe al desarrollo sostenible como la articulación virtuosa de tres dimensiones: el crecimiento económico, la inclusión social y la sostenibilidad ambiental (UN y CEPAL, 2016). Triada de elementos que deben, sin dudas, ir armónicamente de la mano: economía, sociedad y medioambiente. Esto implica que cualquier actividad debe ser comercialmente factible, pero debe incluir a los más desfavorecidos y, estar en armonía con el medioambiente saludable. Estos objetivos están vinculados a la erradicación de la pobreza, el trabajo por la paz y la justicia, la erradicación del hambre, la gestión eficiente del agua, del aire, la diversidad y los suelos, el cambio climático, los residuos y las emergencias ambientales. Metas globales que se propone Naciones Unidas, y que le exige a cada Estado parte; a las cuales Argentina y, en particular San Luis, se han comprometido alcanzar. Con la ratificación del Acuerdo de París en 2015, Argentina se comprometió a reducir de forma autónoma, sin financiamiento externo, un 18% las emisiones al 2030; y de contar con apoyo exterior, adicionaría una reducción del 19%, obteniendo una reducción total del 37 %. Argentina plantea reducciones en los sectores de transporte, energía (promoviendo la eficiencia energética y las energías renovables), y bosques (mediante de su conservación y recuperación).

Las Naciones Unidas elaboró un ranking denominado “Índice de Desarrollo Sostenible Provincial (IDSP)” (PNUD, 2017), que revela las desigualdades de las provincias de Argentina y ubica a San Luis dentro de los territorios con mayor sostenibilidad ambiental y crecimiento económico, como se exhibe en la Tabla 1. Según dicho estudio, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) encabeza dicho ranking en todos los ítems. Por su parte, San Luis se ubica en la cuarta posición en el indicador IDSP con un valor de �, "B�, mientras que en sostenibilidad ambiental se encuentra sexto con �, B%�. La Provincia de San Luis ha asumido el paradigma del desarrollo sustentable y su correlato de valores así lo demuestran. La finalidad última es el de conjugar el cuidado del ambiente, el desarrollo productivo con generación de empleo digno, justicia social y respeto por la diversidad natural y cultural, en un marco de desarrollo sustentable.

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Tabla 1: Índice de Desarrollo Sostenible Provincial (IDSP) para Argentina (Fuente: PNUD, 2017).

Para promover la sustentabilidad, San Luis ha avanzado en la elaboración de estrategias ambientales con una impronta particular en la cual se conjugan la cooperación interinstitucional entre los niveles nacional, provincial y municipal, así como la articulación intersectorial, integrando actores y organizaciones civiles. Dentro del ámbito provincial se encuentran instrumentos vinculantes como: Ley de Áreas Naturales Protegidas (2004); creación del Ministerio de Medio Ambiente (2007); Ley del Tratado de Paz entre Progreso y Medio Ambiente (2010); Plan Maestro de Turismo (2010); Plan Maestro del Agua (2012-2025); Ley Nº IX-0821-2012, Plan Estratégico de Energía 2012-2025 (2012); Plan Maestro Minero (2014-2020); Ley N° IX-0921-2014, Promoción y Desarrollo de Energías Renovables (2014); Plan Maestro de Logística y Transporte (2015); Plan Maestro Carnes San Luis (2017), Plan Vivienda “Una casa social para vos” (2017), entre otros. Cabe resaltar, que si bien San Luis cuenta con la Ley N° IX-0921-2014, Promoción y Desarrollo de Energías Renovables (2014), aún no cuenta con reglamentación pertinente de generación distribuida . Se estima que recién para mediados de 2020, el Gobierno de la Provincia en forma conjunta con la Empresa Distribuidora de Electricidad de San Luis S.A. (EDESAL), promulguen la reglamentación propicia de generación distribuida de energías renovables, siendo ésta una gran deuda pendiente. CONCLUSIÓN

La revisión del estado del arte, exhibe que la temática del desarrollo sustentable está adquiriendo relevancia dentro de la sociedad a escala mundial. Toda sociedad debe entender que: "Una comunidad que pierde su identificación con los intereses de la posteridad y que pierde, por tanto, su imagen del futuro, pierde su capacidad para tratar problemas del presente y pronto pierde incluso su rumbo". Esta postura de Boulding trasciende claramente los límites economicistas y compromete ámbitos más complejos sobre la razón de ser del hombre y sobre las relaciones sociedad – naturaleza. “El futuro cercano turba ya los sueños de los habitantes más conscientes del planeta” (Toledo, 2009). Hoy, más que nunca, se tiene conciencia de que proteger el medio ambiente no es un lujo, sino una condición para el desarrollo y la supervivencia planetaria. Si no se actúa ahora para reducir el calentamiento global, el precio será muy alto. La seguridad alimenticia se verá cada vez más afectada por el cambio climático a través de la disminución del rendimiento agrícola, especialmente en los

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trópicos, con el aumento de los precios. Según el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas, alimentos más caros, menos nutritivos y disrupciones en la cadena de distribución afectarán a todo el planeta y dramáticamente a los países más pobres, si no se toma acción para detener la degradación de la biosfera y mantener el calentamiento global por debajo de los %°(. Incluso con un aumento de !, "°(, hay grandes riesgos de escasez de agua, incendios, degradación del permafrost y de inestabilidad en el sistema alimentario. La IPCC afirma que un aumento de 10 centímetros en el nivel del mar, un océano Ártico sin hielo en el verano y la extinción de los arrecifes de coral se pueden evitar si se logra limitar el aumento de las temperaturas a un !, "°( en lugar de %°(, como se establece en el Acuerdo de París, para el año 2100.

Thabo Mbeki, en la Cumbre de Johannesburgo (2002), expresó: “Un mundo globalizado formado por islas de bienestar, rodeadas por un mar de pobreza es insostenible” (Gifford, 2012). Que la sustentabilidad de la vida debe estar en el centro del debate es evidente. Hoy por hoy, dada la gravedad de la crisis medioambiental, la sustentabilidad es un RETO, un camino que se abre, que se transita desde distintas procedencias. Supone la aceptación solidaria que le cabe al ser humano como protector y vigilante de la biosfera, gestionando de una manera responsable y equitativa los recursos naturales, partiendo de una perspectiva ecológica global que posibilite la actividad humana, conservando la biodiversidad y el equilibrio biológico, en pos de las generaciones venideras. “Ahora ya no es sólo la humanidad con sus continuas desigualdades (…) la que habla de igualdad; es la misma naturaleza quien con voz desesperada reivindica su propia supervivencia, en la que estamos todos nosotros como una parte más” (Coves Botella, 2007). Esto implica la promoción de relaciones armónicas de los hombres entre sí, y entre la humanidad toda y la naturaleza.

Se concluye que, frente a este panorama se necesitarán medidas vertiginosas, de gran alcance y sin precedentes en todos los ámbitos sociales a nivel mundial. Los próximos años serán trascendentales en la historia de la humanidad. Logrando los objetivos de la sustentabilidad se evitaría una serie de graves impactos del cambio climático, traería beneficios claros para los seres humanos y los ecosistemas, así como la posibilidad de una sociedad más sostenible, equitativa y en armonía con la biosfera.

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SUSTAINABILITY: A NEW CATEGORICAL IMPERATIVE ABSTRACT: There is a global environmental crisis, where climate change is one of its main consequences and reversing the situation requires transforming actions without historical precedents. The present work focuses on exhibiting the imperative need to solve environmental problems, highlighting the search for balance between industrial and farming progress with a healthy biosphere. The latter implies a deep and perhaps a conflicting change with the current way of living. In particular, the concept of sustainable development must move from theory to practice focusing on finding viable alternatives to eradicate the current environmental problem, such as, by adopting renewable energy resources. Moreover, a change in the mindset is imperative, as a society we must act as protectors of the ecosphere, managing the natural resources responsibly and equitably, limiting global warming and ensuring rich biodiversity in pursuit of the welfare of future generations. Keywords: Sustainable Development, Greenhouse effect, Global Warming, Energy Balance, Renewable Energy, Enviroment.

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