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TEMA 10 ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA OBJETIVO o Preparación para poder responder a los argumentos que se esgrimen para atacar a la Iglesia Católica. o Conocer las respuestas a estos ataques con base en la Biblia. PREGUNTAS: o Respuestas a los principales ataques y preguntas que plantean las sectas y los enemigos de la Iglesia: 1. BAUTISMO DE NIÑOS Objeción: Aducen que los niños no tienen pecado y que todavía no tienen el uso de razón para poder creer, y que -según la Biblia- los niños no se bautizaban. Respuesta: Los niños son pecadores, al tener el pecado original heredado de nuestros primeros progenitores. “En pecado me concibió mi madre” (Sal. 51, 7). “Por la desobediencia de un solo hombre todos los demás pasaron a ser pecadores” (Rom. 5, 19). La Biblia no dice que se pueden bautizar “solamente” los adultos. Habla en forma general: niños y adultos: “El que no renace del agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de los Cielos” (Jn. 3, 5). ¿Dónde dice la Biblia que sólo pueden o deben bautizarse los adultos o los que tengan uso de razón? Al contrario, al comienzo de la Iglesia, una judía llamada Lidia se convirtió (cf. Hech. 16, 14), y “ella y los de su familia recibieron el bautismo” (Hech. 16, 15). Asimismo sucedió con Cornelio, a quien Pedro ordenó bautizar junto con toda su familia (cf. Hech. 10, 47-48). Y ¿quiénes forman parte de la familia? Aunque “familia” incluía a otros, además de la servidumbre y los esclavos, los miembros principales eran los padres y los hijos ... todos los hijos, desde los recién nacidos hasta los que ya tenían uso de razón. No dice la Biblia en ninguna cita, que los niños recién nacidos y pequeños estaban excluidos. Podemos razonar, adicionalmente, que si la costumbre de la Iglesia primitiva hubiera sido el bautismo de adultos o de niños con uso de razón, tendríamos que tener alguna referencia de tales bautismos. Y no la hay El Bautismo es un instrumento necesario para la salvación. Pero los que se oponen al bautismo infantil aducen que la fe es necesaria para la salvación y es condición para recibir el bautismo. Entonces sostienen que, como un infante no puede tener fe concientemente, no debe entonces ser bautizado. Pero resulta que la fe y la vida de la gracia de los que no tienen aun uso de razón depende de sus padres. “Ten fe en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu familia” (Hch. 16, 29-31), respondió San Pablo al carcelero que preguntó qué debía hacer para salvarse. De allí que en la ceremonia

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TEMA 10 ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA

OBJETIVO

o Preparación para poder responder a los argumentos que se esgrimen para atacar a la

Iglesia Católica.

o Conocer las respuestas a estos ataques con base en la Biblia.

PREGUNTAS:

o Respuestas a los principales ataques y preguntas que plantean las sectas y los

enemigos de la Iglesia:

1. BAUTISMO DE NIÑOS

Objeción: Aducen que los niños no tienen pecado y que todavía no tienen el uso de razón

para poder creer, y que -según la Biblia- los niños no se bautizaban.

Respuesta: Los niños son pecadores, al tener el pecado original heredado de nuestros

primeros progenitores. “En pecado me concibió mi madre” (Sal. 51, 7). “Por la

desobediencia de un solo hombre todos los demás pasaron a ser pecadores” (Rom. 5, 19).

La Biblia no dice que se pueden bautizar “solamente” los adultos. Habla en forma general:

niños y adultos: “El que no renace del agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de

los Cielos” (Jn. 3, 5).

¿Dónde dice la Biblia que sólo pueden o deben bautizarse los adultos o los que tengan uso

de razón? Al contrario, al comienzo de la Iglesia, una judía llamada Lidia se convirtió (cf.

Hech. 16, 14), y “ella y los de su familia recibieron el bautismo” (Hech. 16, 15). Asimismo

sucedió con Cornelio, a quien Pedro ordenó bautizar junto con toda su familia (cf. Hech.

10, 47-48). Y ¿quiénes forman parte de la familia? Aunque “familia” incluía a otros,

además de la servidumbre y los esclavos, los miembros principales eran los padres y los

hijos ... todos los hijos, desde los recién nacidos hasta los que ya tenían uso de razón. No

dice la Biblia en ninguna cita, que los niños recién nacidos y pequeños estaban excluidos.

Podemos razonar, adicionalmente, que si la costumbre de la Iglesia primitiva hubiera sido

el bautismo de adultos o de niños con uso de razón, tendríamos que tener alguna referencia

de tales bautismos. Y no la hay

El Bautismo es un instrumento necesario para la salvación. Pero los que se oponen al

bautismo infantil aducen que la fe es necesaria para la salvación y es condición para recibir

el bautismo. Entonces sostienen que, como un infante no puede tener fe concientemente, no

debe entonces ser bautizado. Pero resulta que la fe y la vida de la gracia de los que no

tienen aun uso de razón depende de sus padres.

“Ten fe en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu familia” (Hch. 16, 29-31), respondió San

Pablo al carcelero que preguntó qué debía hacer para salvarse. De allí que en la ceremonia

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del Bautismo católico, el Ministro celebrante pregunta a los padres del niño: “¿Qué pides

de la Iglesia para tu hijo/a?” Y ellos responden: “la Fe”.

Además el Bautismo no sirve solamente para quitar el pecado, sino que otorga al bautizado

la Gracia Santificante (la vida de Dios) y lo introduce formalmente a la Iglesia de Cristo.

Dice el Catecismo de la Iglesia Católica: “Los dos efectos principales del Bautismo son la

purificación de los pecados y el nuevo nacimiento en el Espíritu Santo”, es decir, la Gracia.

(Ver Catecismo de la Iglesia Católica #1250, #1251, #1252, #1253, #1279)

2. BIBLIA

(Libros que no están en las Biblias Protestantes)

Ataque: La Iglesia Católica añadió libros a la Biblia que son apócrifos y que no son parte

de la Sagrada Escritura.

Respuesta: Durante la Reforma Protestante, debido principalmente a las doctrinas

divergentes propuestas por Lutero, los Protestantes eliminaron 7 libros del Antiguo

Testamento, a pesar de que estos libros formaban parte del “canon” (lista de libros

inspirados) de la Biblia.

Los primeros libros que fueron incluidos en el canon, porque no causaron ningún tipo de

discusión y fueron aceptados por todos, son los llamados “protocanónicos”.

Los libros que fueron incluidos en el canon después de algún período de dudas son

llamados “deuterocanónicos”. Sin embargo, los primeros escritos de Padres de la Iglesia

citaban, tanto los deuterocanónicos, como los protocanónicos.

Los deuterocanónicos son los 7 del Antiguo Testamento que los Protestantes excluyeron de

sus Biblias (Tobías, Judit, Sabiduría, Eclesiástico, Baruc, 1 y 2 Macabeos y partes de

Daniel y Ester) y, adicionalmente, los siguientes del Nuevo Testamento: Hebreos,

Santiago, 2a. Carta de Pedro, 2a. y 3a. Carta de Juan, Judas y Apocalipsis.

Ahora bien, ¿por qué los Protestantes consideran “apócrifos” los deuterocanónicos del

Antiguo Testamento y no los del Nuevo Testamento”?

La realidad es la siguiente: No fue -como los Protestantes aducen- que el Concilio de

Trento “agregó” los libros a la Biblia (los que los Protestantes llaman “apócrifos”). Sucedió

lo contrario: los Protestantes “extrajeron” de la Biblia estos libros que habían sido parte de

la misma durante siglos, pues partes de su contenido entraban en conflicto con las ideas

reformistas.

El Concilio de Trento proclamó que estos libros siempre habían formado parte de la Biblia

y que debían seguir formando parte de ella. Lo que hizo el Concilio de Trento fue ratificar

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lo que ya la Iglesia Católica había decidido sobre los libros que formarían parte de la Biblia

siglos antes, en el Concilio de Roma (382 AD), en el de Hipona (393 AD) y en el de

Cartago (397 AD).

Es importante notar, además, que el canon bíblico había sido reafirmado por muchos Papas

y Concilios posteriores a Roma, Hipona y Cartago, incluyendo el Concilio Ecuménico de

Florencia.

El Concilio de Trento simplemente reiteró de manera formal lo que había sido una

enseñanza constante de la Iglesia Católica.

Para los Católicos es importante conocer cómo se formó la Biblia.

(Ver Catecismo de la Iglesia Católica #120, #138)

DESARROLLO DEL CANON DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS

Durante el transcurso de los siglos se desarrollaron varios cánones o listas de libros

sagrados. Veamos las razones.

Por el año 605 a.C., el Pueblo de Israel sufrió una dispersión o, como se le conoce

Bíblicamente, una "diáspora". El rey Nabucodonosor conquistó a Jerusalén y llevó a los

israelitas cautivos a Babilonia, comenzando la "Cautividad de Babilónica" (cf. 2 Reyes

24,12 y 2 Reyes 25,1).

Pero no todos los israelitas fueron llevado cautivos, un "resto" quedó en Israel: (2 Reyes

25,12; 2 Reyes 25,22; Jeremías 40,11; Ezequiel 33,27). También un número de Israelitas

no fueron cautivos a Babilonia sino que fueron a Egipto: (2 Reyes 25,26; Jeremías 42,14;

Jeremías 43,7.

El rey Ciro de Persia conquistó a Babilonia (2 Crónicas 36,20; 2 Crónicas 36,23) y dio la

libertad a los israelitas de regresar a Israel, terminando así su esclavitud. Algunos

regresaron a Palestina (Esdras 1,5; 7,28 y Nehemías 2,11) pero otros se fueron en vez a

Egipto, estableciéndose, en su mayoría, en la ciudad de Alejandría (fundada por Alejandro

Magno en el 322 a.C, contaba con la biblioteca mas importante del mundo en esa época).

En esta gran ciudad convivían griegos, judíos y egipcios. Así que los judíos estaban

disgregados aun después del fin del cautiverio, unos en Palestina y otros en la diáspora,

sobre todo en Alejandría. En el tiempo de Jesús habían mas judíos en Alejandría que en la

misma Palestina (1 Macabeos 1,1).

Mientras la primera semejanza de un canon hebreo se empieza a formar, la lengua hebrea

comienza a morir y desapareció completamente para el año 135 a.C. Por esta razón Jesús y

sus contemporáneos en Palestina hablaban arameo, un dialecto del hebreo.

La Traducción de los Setenta (Septuagésima)

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Como en la mayor parte del mundo civilizado, la lengua principal de Alejandría en el siglo

III a.C. era el griego. Había por eso gran necesidad de una traducción griega de las

Sagradas Escrituras.

La historia relata que Demetrio de Faleron, el bibliotecario de Plotomeo II (285-246 a.C.),

quería unas copias de la Ley Judía para la Biblioteca de Alejandría.

La traducción se realizó a inicios del siglo tercero a.C. y se llamó la Traducción de los

Setenta (por el número de traductores que trabajaron en la obra).

Comenzando con el Torá, tradujeron todas las Sagradas Escrituras, es decir todo lo que es

hoy conocido por los cristianos como el Antiguo Testamento. Introdujeron también una

nueva organización e incluyeron Libros Sagrados que, por ser mas recientes, no estaban en

los antiguos cánones pero eran generalmente reconocidos como sagrados por los judíos.

Se trata de siete libros, escritos en griego, que son llamados hoy deuterocanónicos. Vemos

entonces que no hay un "silencio bíblico" (una ausencia de Revelación) en los siglos

precedentes al nacimiento de Jesús.

La mayoría de los judíos de aquel tiempo sabían que Dios continuaba revelándose. Aquella

era la última etapa de revelación antes de la venida del Mesías.

La Traducción de los Setenta contiene los textos originales de algunos de los

deuterocanónicos (Sabiduría y 2 Macabeos) y la base canónica de otros, ya sea en parte

(Ester, Daniel y Sirácides o Eclesiástico) o completamente (Tobías, Judit, Baruc y 1

Macabeos).

La Traducción de los Setenta es la que se usaba en tiempo de Jesucristo y los Apóstoles.

La versión alejandrina o de los setenta, con los siete libros deuterocanónicos, se propagó

mucho y era la generalmente usada por los judíos en la era Apostólica.

Por esta razón no es sorprendente que esta fuera la traducción utilizada por Cristo y los

escritores del Nuevo Testamento: 300 de las 350 referencias al Antiguo Testamento que se

hacen en el Nuevo Testamento son tomadas de la versión alejandrina.

Por eso no hay duda de que la Iglesia apostólica del primer siglo aceptó los libros

deuterocanónicos como parte de su canon (libros reconocidos como Palabra de Dios).

Por ejemplo, Orígenes, Padre de la Iglesia (+254), afirmó que los cristianos usaban estos

libros aunque algunos líderes judíos no los aceptaban oficialmente.

Al final del primer siglo de la era cristiana, una escuela judía, quizás de rabinos, hicieron un

canon hebreo en la ciudad de Jamnia, en Palestina. Cerraron el canon con los profetas

Esdras (458 a.C.), Nehemías (445 a.C.), y Malaquías (433 a.C.). Este canon comprendía de

22 a 24 libros.

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No rechazaron los libros deuterocanónicos definitivamente, pero no los incluyeron entre los

canónicos. El canon reconocido por los judíos no se fijó hasta más de cien años después.

Aun entonces, los libros "deuterocanónicos" siguieron siendo leídos y respetados por los

judíos. Mientras tanto los cristianos siguieron reconociendo la versión alejandrina que sí

contenía los “deuterocanónicos”.

Es así que surgieron los dos cánones del Antíguo Testamento.

Los dos cánones del Antiguo Testamento:

El canon de Alejandría (la traducción de los Setenta al griego, hecha antes de Cristo

y aceptada por todos los cristianos y muchos judíos, que contiene los libros

deuterocanónicos)

El canon de Palestina (Jamnia, traducción hebrea hecha después de Cristo).

Los historiadores ponen como fecha en que se fijaron los cánones de las traducciones de

Alejandría y de Palestina para el siglo segundo de nuestra era.

El Obispo Melito de Sardis registró la primera lista conocida del canon alejandrino en el

año 170 A.D. Contenía 45/46 libros (el libro de Lamentaciones se consideraba como parte

de Jeremías). El canon Palestino contenía solo 39 libros pues no tenía los 7 libros

Deuterocanónicos.

La Vulgata de San Jerónimo

La primera traducción de la Biblia del griego al latín fue hecha por San Jerónimo y se llamó

la "Vulgata" (año 383 AD). El latín era entonces el idioma común en el mundo

Mediterráneo. San Jerónimo basó su traducción en el texto hebreo del canon de Palestina,

pero tradujo del canon alejandrino los libros que no se encontraban en el canon Palestino.

Por eso la Vulgata tiene todos los 46 libros.

La Iglesia establece el canon

La controversia sobre que libros son canónicos fue larga, extendiéndose hasta el siglo IV y

aún más tarde. Las polémicas con los herejes, particularmente los seguidores de Marción,

que rechazaban libros generalmente reconocidos por los Padres, hizo que la Iglesia

definiera con autoridad la lista de los libros sagrados (el canon).

Los concilios de la Iglesia -el Concilio de Hipona, en el año 393 A.D. y el Concilio de

Cartago, en el año 397 y 419 A.D.- ambos en el norte de África, confirmaron el canon

Alejandrino o de los Setenta (con 46 libros para el Antiguo Testamento) y también fijaron

el canon del Nuevo Testamento con 27 libros.

La carta del Papa S. Inocencio I en el 405, también oficialmente lista estos libros.

Finalmente, el concilio de Florencia (1442) definitivamente estableció la lista oficial de 46

libros del A.T. y los 27 del N.T.

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El canon del Nuevo Testamento se definió en el siglo IV tras un largo y difícil proceso de

discernimiento. El mismo nombre de "Nuevo Testamento" no se usó hasta el siglo II.

Entre los criterios para aceptar o no los libros fue que tuviese como autor a un Apóstol; su

uso, especialmente en la liturgia en las Iglesias Apostólicas y la conformidad con la fe de la

Iglesia.

Fue bajo estos criterios que algunos evangelios atribuidos a los Apóstoles (ej. Ev de Tomás,

Ev. de Pedro) fueron rechazados.

El evangelio de San Juan y el Apocalipsis se consideraron por largo tiempo como dudosos

por el atractivo que tenían con grupos sectarios y milenaristas.

Así fueron reunidos y preservados por la Iglesia los libros que conforman la Biblia: 72/73

en total.

Todos los católicos aceptaron el canon de la Biblia fijado por los Concilios mencionados y,

como este canon no fue causa de seria controversia hasta el siglo XVI, no se necesitó

definir el canon de la Biblia como una verdad infalible.

A la Biblia Protestante le faltan libros

En el 1534, Martín Lutero tradujo la Biblia al alemán y agrupó los siete libros

deuterocanónicos bajo el título de "apócrifos", señalando: "estos son libros que no se tienen

por iguales a las Sagradas Escrituras y sin embargo son útiles y buenos para leer."

Sucede que esto libros contenían demasiadas verdades que entraban en conflicto con sus

tesis equivocadas. Por ejemplo: “Es bueno y santo orar por los muertos, para que puedan

quedar libres de sus pecados” (2 Mac. 12, 46).

Es así como los protestantes llegaron a considerar a los deuterocanónicos como libros no

aceptados en el canon, o sea como libros apócrifos.

La historia demuestra que no es verdad lo que dijo Lutero:

Siempre los cristianos habían reconocido esos libros como parte de la Biblia. Los concilios

del siglo IV y posteriores habían confirmado la creencia cristiana. La opinión de Lutero era

más bien la de los judíos que seguían la traducción de Jamnia.

Lamentablemente Lutero propagó sus errores junto con su rebelión. Es por eso que sus

seguidores, los protestantes, carecen de los libros deuterocanónicos de la Biblia.

Todas las Biblias de cualquier denominación protestantes, siguiendo a Lutero, carecen de

estos libros del Antiguo Testamento (si los tienen los colocan como Apéndice):

Tobías

Judit

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Ester (protocanónico con partes deuterocanónicas)

Daniel (protocanónico con partes deuterocanónicas)

I Macabeos

II Macabeos

Sabiduría

Eclesiástico (también llamado "Sirac")

Baruc

Lutero no sólo eliminó libros del Antiguo Testamento sino que hizo cambios en el Nuevo

Testamento.

"Él [Martín Lutero] había declarado que la persona no se justifica por la fe obrando en el

amor, sino sólo por la fe. Llegó incluso a añadir la palabra "solamente" después de la

palabra "justificado" en su traducción alemana de Romanos 3, 28, y llamó a la Carta de

Santiago "epístola falsificada" porque Santiago dice explícitamente: "Veis que por las

obras se justifica el hombre y no sólo por la fe". -Scott y Kimberly HAHN, "Roma dulce

hogar", ed. Rialp, Madrid, 2000, página 57. (Scott Hahn fue ministro protestante,

presbiteriano antes de su conversión)

Además, se tomó la libertad de separar los libros del Nuevo Testamento de la siguiente

manera:

Libros sobre la obra de Dios para la salvación:

Juan, Romanos, Gálatas, Efesios, I Pedro y I Juan.

Otros libros canónicos:

Mateo, Marcos, Lucas, Hechos,

el resto de las cartas de Pablo, II Pedro y II de Juan.

Los libros no canónicos:

Hebreos, Santiago, Judas, Apocalipsis

y libros del Antiguo Testamento.

Gracias a Dios, los protestantes tienen los mismos libros que los católicos en el Nuevo

Testamento porque no aceptaron los cambios de Lutero para esta parte del canon.

Los protestantes y evangélicos se encuentran en una posición contradictoria: Reconocen el

canon establecido por los Concilios del siglo IV para el Nuevo Testamento (los 27 libros

que ellos tienen) pero no reconocen esa misma autoridad para el canon del AT.

Es interesante notar que la Biblia Gutenberg, la primera Biblia impresa, es la Biblia latina

(Vulgata), por lo tanto, contenía los 46 libros del canon alejandrino. (Esta fue impresa en

1455, 62 años antes de que Martín Lutero cambiara el canon. Esta es otra postura

contradictoria por parte de protestantes y evangélicos con relación a la Biblia).

Posición de la Iglesia Anglicana

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Según los 39 Artículos de Religión (1563) de la Iglesia de Inglaterra, los libros

deuterocanónicos pueden ser leídos para "ejemplo de vida e instrucción de costumbres",

pero no deben ser usados para "establecer ninguna doctrina" (Artículo VI).

Consecuentemente, la Biblia, versión King James (1611) imprimió estos libros entre el

N.T. y el A.T. Pero Juan Lightfoot (1643) criticó este orden alegando que los "malditos

apócrifos" pudiesen ser así vistos como un puente entre el A.T. y el N.T.

La Confesión de Westminster (1647) decidió que estos libros, "al no ser de inspiración

divina, no son parte del canon de las Escrituras y, por lo tanto, no son de ninguna autoridad

de la Iglesia de Dios ni deben ser en ninguna forma aprobados o utilizados mas que otros

escritos humanos."

Clarificación Católica del Canon

La Iglesia Católica, fiel a la encomienda del Señor de enseñar la verdad y refutar los

errores, definió solemnemente, en el Concilio de Trento, en el año 1563, el canon del

Antiguo Testamento con 46 libros siguiendo la traducción griega que siempre habían

utilizado los cristianos desde el tiempo apostólico.

Confirmó así la fe cristiana de siempre y dijo que los libros deuterocanónicos deben ser

tratados "con igual devoción y reverencia".

El Catecismo de la Iglesia Católica reafirma la lista completa de los Libros Sagrados,

incluyendo los deuterocanónicos.

Esta enseñanza del Concilio de Trento fue ratificada por el Concilio Vaticano I y por el

Concilio Vaticano II (Constitución Dogmática Dei Verbum sobre la Sagrada Escritura).

La Biblia es un regalo del Señor presentado como obra terminada a través de un largo

proceso culminado por el Espíritu Santo en la Iglesia Católica por cuya autoridad se

establece el canon definitivo.

DESARROLLO DEL CANON ha sido tomado de corazones.org Copyright © 1999

SCTJM

Los agregados en este tipo y color de letra han sido incluidos por www.buenanueva.net

para ampliar algún concepto.

3. CONFESION

Duda: ¿Por qué hay que confesarse con un Sacerdote que es un hombre como los demás?

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Respuesta: Los sacerdotes son hombres como los demás en cuanto a seres humanos, pero

tiene un poder especial que Cristo confirió a los Apóstoles y a sus sucesores:

“Dicho esto, sopló sobre ellos: „Reciban el Espíritu Santo: a quienes les perdonen los

pecados les quedan perdonados y a quienes no se los perdonen les quedan sin perdonar”

(Jn. 20, 19-23).

La confesión se practicaba desde el mismo comienzo de la Iglesia: “Muchos de los que

habían creído venían a confesar y revelar todo lo que habían hecho” (Hech. 19, 18).

(Ver Catecismo de la Iglesia Católica #1461, #1465, #1446, #1447, #1497)

¿Por qué hay que confesarse con un Sacerdote, que es un hombre como cualquier otro?

¿Por qué hay que confesarse

con un Sacerdote que es un hombre como cualquier otro?

Ciertamente, el Sacerdote es un ser humano como cualquier otro, con todas sus debilidades,

iguales o mayores que las de los demás. Es cierto. Pero resulta que tiene un poder

especialísimo que le otorga -nada menos que Dios- para perdonar los pecados de todos los

hombres y mujeres que se acerquen al Sacramento de la Confesión.

¿Y por qué ha de parecer esto tan extraño? Fijémonos en el funcionamiento de las

autoridades de un país, de una ciudad, de un municipio. ¿No tiene poder para llevarnos

presos o imponernos una multa un Policía? Es un hombre como cualquier otro, pero tiene la

potestad hasta de privarnos de nuestra libertad.

Igualmente el Sacerdote es un ser humano como cualquier otro. Pero a él Dios le dio el

poder de perdonar nuestros pecados: “A quienes les perdonen los pecados les quedan

perdonados y a quienes no se los perdonen les quedan sin perdonar” (Jn. 20, 19-23).

Estas palabras se las dijo Jesucristo a sus Apóstoles el mismo día de su Resurrección. Se las

estaba diciendo a los primeros Sacerdotes y también a los que vinieran después de ellos.

Les estaba diciendo que cuando pronunciaran las palabras del perdón a cada pecador

arrepentido, El ratificaría ese perdón en el Cielo, porque anteriormente les había dicho

también: “Lo que aten en la tierra quedará atado en el Cielo y lo que desaten en la tierra

quedará desatado en el Cielo”. (Mt. 18,18)

¿Por qué cuestionar la forma como Dios dispuso las cosas para nuestro bien? ¿Qué

pretendemos? ¿Que se nos perdone sin informar lo que deseamos nos sea perdonado?

Dios ha

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podido escoger muchas otras maneras para perdonarnos. Podría haber escogido maneras

más difíciles o desagradables. Pero escogió ésta: escogió dejarnos el Sacramento de la

Reconciliación o Penitencia o Confesión.

Dios, que es infinitamente sabio y misericordioso, sabía que necesitaríamos de la catarsis

que significa el poder dejar por completo la culpa en el Confesionario. Al decir los pecados

al Sacerdote y oír las palabras del perdón, nuestra alma no sólo queda blanqueada de los

pecados cometidos, sino liviana por ya no tener que cargar con el peso de la culpa.

Adicionalmente, la Iglesia ha dispuesto que el Sacramento de la Confesión sea lo menos

difícil posible: absolutamente secreto y sin mayores trabas.

¿Para qué, entonces, buscar motivos para seguir en pecado y cargando con el peso de la

culpa, en vez de aprovechar la misericordia de Dios y sentirnos livianos, sin carga, en paz,

al confesar los pecados al Sacerdote?

Aprovechemos los medios que Dios ha dispuesto. Y más bien agradezcámosle su Amor y

Misericordia infinitos al prever que seres humanos, como nosotros, escogidos por El para

perdonar los pecados, estén a nuestra disposición.

Examen de Conciencia

examen de conciencia

basico

La confesión sólo puede hacerse

ante un sacerdote.

Al confesarme:

¿Voy al Sacramento de la Penitencia con sincero deseo de purificación, conversión,

renovación espiritual y amistad más profunda con Dios, o, por el contrario, lo considero

como una carga impuesta por la Iglesia?

¿Callé voluntariamente algún pecado grave en alguna confesión anterior?¿Cumplí la

penitencia que se me fue impuesta?

¿Reparé las injusticias que pude haber cometido?

¿Me he esforzado en corregirme mis pecados anteriores, en tratar de no volverlos a

cometer? ¿He tratado de corregir las faltas que impiden que ame a Dios y a mis hermanos?

“Amar a Dios sobre todas las cosas”:

¿Trato de amar a Dios sobre todas las cosas y personas?

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¿O me preocupo más por las cosas materiales y temporales, dejando a Dios en un segundo

plano o tal vez totalmente olvidado? ¿Pongo a Dios primero que todo y primero que todos?

¿Tengo recta intención en mis pensamientos y actos o tengo escondidas intenciones en mi

comportamiento?

¿Creo firmemente en Dios? ¿Creo en Jesucristo, Hijo de Dios que vino a salvarnos? ¿Creo

en el Espíritu Santo? ¿En el Misterio de la Santísima Trinidad?

¿Me adhiero firmemente a todo lo que la Iglesia me enseña y requiere?

¿Tomo interés en instruirme sobre las verdades de la Fe, en leer la Palabra de Dios? ¿Evito

programas, publicaciones, etc. que pudieran poner en peligro mi fe?

¿He tenido temor de dar a conocer mi fe en Dios y en la Iglesia?

¿Me comporto como cristiano en mi vida pública y privada?

¿He orado con la frecuencia necesaria?

¿Trato de conversar con Dios? ¿Pido a Dios en los momentos de tentación? ¿Acepto los

sufrimientos que Dios permite para mí sin protestar?

¿Tengo reverencia y amor por el nombre de Dios o le ofendo con blasfemias, juramentos

falsos o usando su nombre en vano? ¿He sido irreverente con la Virgen María y los Santos?

¿Voy a Misa los Domingos y días de fiesta de la Iglesia? ¿Participo con atención y

devoción en la Santa Misa? ¿He cumplido el precepto de Confesión y Comunión anual?

¿Me he arrepentido y confesado cuando he cometido un pecado grave?

¿He recurrido a la magia, brujería, adivinación, espiritismo y otros recursos ocultistas?

¿Tengo tanta preocupación por el dinero y los bienes materiales que los pongo por encima

de Dios?

“Amense los unos a los otros

como Yo los he amado”:

¿Tengo auténtico amor por los demás o los trato como no quisiera que me trataran a mí?

¿Abuso de ellos utilizándolo para mis fines?

¿He sido causa de pecado para alguien?

¿He contribuido en medio de mi familia al bien y alegría de los demás con mi paciencia y

mi verdadero amor? ¿Pienso primero en mí o en los demás?

Page 12: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

Como hijo(a) ¿he sido obediente, le he profesado respeto y los he ayudado en sus

necesidades espirituales y temporales?

Como padre/madre ¿me he preocupado por educar cristianamente a mis hijos, además de

dar buen ejemplo y de ejercer mi autoridad adecuadamente?

Como cónyuge ¿he sido fiel de corazón y de hecho?

¿Comparto mis bienes con quienes lo necesitan? ¿He despreciado a alguien por su

condición económica, social o racial?

¿Realizo en mi vida la misión que acepté en mi Confirmación de dar testimonio de Cristo?

¿Participo en obras de apostolado y de caridad en la Iglesia, en mi Parroquia? ¿He ayudado

de alguna manera en remediar las necesidades de la Iglesia, de los pobres y del mundo?

¿Oro por los problemas del mundo y de la Iglesia? ¿Me preocupo por los problemas de los

demás, de mi comunidad, de mi país, o vivo nada más preocupado de mis asuntos?

¿He cumplido con mis deberes cívicos? ¿He cumplido mis compromisos y contratos?

En mi trabajo ¿soy justo, honesto, trabajador, prestando mis servicios con dedicación? ¿He

dado a mis empleados el salario justo y los trato bien?

Si tengo alguna responsabilidad de autoridad ¿la uso para provecho propio o para bien de

los demás, en espíritu de servicio?

¿He mantenido la verdad y la fidelidad o he perjudicado a alguien con mentiras, calumnias

o violación de algún secreto?

¿He producido algún daño a la vida, la integridad física, la reputación, el honor y los bienes

de otros? ¿He procurado o inducido al aborto? ¿Odio a alguien? ¿He causado conflictos de

separación con alguien?

¿He robado? ¿He restituido lo robado o reparado el daño de alguna manera? ¿He envidiado

a otros o a sus bienes?

¿He pedido perdón cuando he hecho algún daño? Si he sido injuriado, ¿he perdonado o he

estado dispuesto a perdonar? ¿Mantengo deseos de venganza?

“Sean perfectos como

su Padre es perfecto”:

¿Cuál es la dirección fundamental de mi vida? ¿Vivo esta vida terrena sabiendo que hay

otra Vida después de ésta o creo que al morir todo se acaba?

Page 13: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

¿Me aplico a avanzar en la vida espiritual con la oración, los Sacramentos, la lectura de la

Palabra de Dios, la instrucción religiosa y tratando de ser cada vez mejor a los ojos de

Dios?

De veras me esfuerzo en superar mis vicios, mis malas inclinaciones, mis pecados?

¿He pecado de gula en comidas y bebidas? ¿Me he drogado?

¿Me he opuesto a Dios de alguna manera? ¿Le he reclamado algo?

¿He pecado de orgullo, engreimiento, vanidad, jactancia?

¿He impuesto mi voluntad a los demás contra su libertad y sus derechos?

¿Cómo he usado mi tiempo, mis fuerzas, mis condiciones, los dones que Dios me ha dado?

¿He soportado con paciencia y serenidad los dolores y contrariedades que he tenido? ¿Los

he ofrecido a Dios?

¿He observado la ley de ayuno y abstinencia?

¿He mantenido mis sentidos y todo mi cuerpo en la pureza y castidad requerida según mi

estado de vida? ¿He observado la ley moral dentro del Matrimonio?

¿He fornicado? ¿Me distraigo en pensamientos, deseos y acciones impuras? ¿He consentido

en la búsqueda desordenada de placer? ¿Me he distraído con la pornografía? ¿He incitado al

pecado a otros con mi ejemplo y comportamiento, con mi falta de decencia?

¿He caído en la hipocresía? ¿He actuado alguna vez contra mi conciencia por temor?

ACTO DE CONTRICION

Jesús, mi Señor y Redentor:

yo me arrepiento de todos los pecados que

he cometido hasta hoy, y me pesa de todo

corazón, porque con ellos ofendí a un Dios

tan bueno.

Propongo firmemente no volver a pecar y

confío en que, por tu infinita misericordia,

me has de conceder el perdón de mis

culpas y me has de llevar a la vida eterna.

Amén

Page 14: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

¿Hay que Confesarse antes de Comulgar?

¿Hay que CONFESARSE

antes de COMULGAR?

Respecto a la Confesión y la Eucaristía, la Iglesia ha dispuesto que es necesario confesarse:

• antes de la Primera Comunión

• si se ha cometido un pecado grave

“Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna” (Jn. 6, 54). Se recibe al mismo

Cristo. Se tiene acceso a la Vida Eterna. Es un gran privilegio. Es necesario hacerlo lo más

dignamente posible.

Dos condiciones para recibir la Comunión

1. Es necesario -saber a quién se recibe.

2. Estar en “estado de gracia”. Es el estado de amistad con Dios, que se pierde por el

pecado mortal y se recupera con el arrepentimiento y la Confesión.

Estas dos condiciones se basan en la enseñanza de San Pablo: “Quien coma el pan o beba

la copa del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor. Examínese,

pues, cada cual, y coma así el pan y beba de la copa. Pues quien come y bebe sin discernir

el Cuerpo, come y bebe su propio castigo” (1 Cor. 11, 27-29).

¿Indispensable, conveniente o necesario?

Salvo que se esté en pecado mortal no es indispensable confesarse antes de comulgar.

La persona puede haber pasado cierto tiempo sin confesión y aún comulgar, pues siempre

que no haya cometido algún pecado mortal, sigue en estado de gracia. Por lo tanto, puede

comulgar.

Confesarse al menos una vez al año:

Sin embargo ese tiempo entre confesión y confesión no puede ser más largo de un año,

porque la Iglesia exige que todo católico se confiese al menos una vez al año. Es uno de los

Mandamientos de la Iglesia.

Comunión y pecados veniales

Aunque la Comunión borra los pecados veniales, no es una práctica saludable

acostumbrarse a pasar mucho tiempo sin confesarse, pues en el Sacramento de la Confesión

se reciben gracias específicas para el fortalecimiento de la voluntad en la lucha contra el

Page 15: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

pecado. Y estas gracias son muy necesarias para los pecados graves, pero también para los

pecados veniales, sobre todo si son pecados habituales.

Confesión frecuente:

La confesión frecuente (mensual) es una práctica muy recomendable y muy necesaria para:

• el progreso espiritual,

• ir creciendo en fortaleza ante el pecado,

• evitar también los pecados veniales,

• ir purificando progresivamente el alma,

• ir eliminando la inclinación al pecado

5 CONDICIONES PARA

CONFESARSE BIEN:

• Examen de conciencia para darse cuenta de los pecados cometidos desde la última

confesión.

• Arrepentimiento para reconocer los pecados y estar verdaderamente arrepentido de haber

pecado.

• Propósito de enmienda para resolverse a no volver a cometer el o los pecados que se

confiesan, ni algún otro.

• Decir los pecados al Confesor: Esto es propiamente la Confesión ante el Sacerdote.

• Cumplir la penitencia que mande el Confesor.

NOTA: Aunque se haya hecho la Confesión ante el Sacerdote, si falta algunas de estas 5

condiciones no hay perdón de los pecados. Especialmente hay que estar pendiente de que

se tenga un verdadero arrepentimiento de los pecados y un verdadero deseo de no

volver a cometerlos.

DOS FORMAS DE

ARREPENTIMIENTO:

Arrepentimiento perfecto o Contrición:

Es un acto de arrepentimiento del pecado cometido, movido por amor y respeto a Dios.

Contrición por haber ofendido a Dios, nuestro Dueño, nuestro Creador, nuestro Todo,

infinitamente Bueno y Misericordioso, digno de todo nuestro respeto y nuestro amor.

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Arrepentimiento imperfecto o Atrición:

Es arrepentirse por motivos legítimos y buenos todos, pero no tan elevados como nuestro

amor a Dios. Pueden ser, por ejemplo, miedo al castigo, miedo al infierno, deseos de

comulgar,peso de la conciencia, etc.

¿Ambos arrepentimientos sirven para el perdón de los pecados?

Sí. Pero el arrepentimiento perfecto, por supuesto, agrada más a Dios y comunica más

gracias al alma arrepentida.

Y otra ventaja: si acaso la persona que ha pecado gravemente llega a morir sin poder

confesarse, el arrepentimiento perfecto perdona hasta los pecados mortales, con lo cual el

alma tiene acceso a la salvación eterna.

No así con el arrepentimiento imperfecto: este arrepentimiento inferior requiere la

Confesión sacramental para que los pecados queden perdonados sin confesión en caso de

muerte.

Conveniencia del arrepentimiento perfecto:

Por estos motivos es costumbre muy conveniente y saludable tener el hábito del

arrepentimiento perfecto cada vez que se cometa algún pecado, mortal o venial.

¿Significa esto que no hay que confesarse si uno se arrepiente de manera perfecta?

No. Ambos arrepentimientos requieren confesarse –lo más pronto posible. Aunque se haya

hecho un arrepentimiento perfecto, es indispensable confesarse. Sólo que si por providencia

divina llegara la muerte antes de la Confesión, los pecados arrepentidos perfectamente han

quedado perdonados.

¿Cuándo arrepentirse y cuándo confesarse?

Es una práctica muy saludable y conveniente arrepentirse en cuanto se ha cometido algún

pecado, sobre todo si es una falta grave. Y, confesarse cuanto antes sea posible.

Examen de Conciencia

¿No basta pedir perdón a Dios?

¿Por qué hay que confesarse con un Sacerdote?

UN PROBLEMA DE INTERPRETACION:

Hay una disposición de la Iglesia para situaciones realmente extraordinarias que dice así:

“quien sea consciente de estar en pecado grave no celebre la Misa, ni comulgue el Cuerpo

Page 17: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

del Señor sin acudir antes a la confesión sacramental, a no ser que concurra un motivo

grave y no haya oportunidad de confesarse; en este caso, recuerde que está obligado a hacer

un acto de contrición perfecta, que incluye el propósito de confesarse cuanto antes”.

(Instrucción Redemptionis Sacramentum #81, (25/3/2004).

Entonces, ¿puedo comulgar después de cometer un pecado mortal, antes de confesarme, si

hago un acto de contrición perfecto? – No, a menos que haya una condición muy

excepcional. Este caso se da especialmente en los Sacerdotes.

Un ejemplo: cuando el Sacerdote celebra Misa no puede dejar de comulgar (la comunión

del Sacerdote forma parte de la ceremonia). Si el Sacerdote estuviera en estado de pecado

mortal y, teniendo que celebrar la Misa, no tuviera con quien confesarse, ¿qué tendría que

hacer? Ese sacerdote, acogiéndose a esta excepción, debe hacer un acto de contrición

perfecta y celebrar la Santa Misa, con la resolución de buscar confesarse cuanto antes le sea

posible y poner en ello todo su empeño.

con aprobación eclesiástica

P. Alfonso Alfonzo Vaz / Censor Caracas, 15 de Julio de 2007

4. EUCARISTIA

EUCARISTIA

Duda: ¿Por qué los Católicos comulgan?

Respuesta: Porque así lo ordenó Jesucristo.

Anuncio y promesa de Cristo sobre la Eucaristía:

“Yo soy el pan vivo bajado del Cielo. El que coma este pan vivirá para siempre. El pan que

Yo daré es mi carne , y la daré para la vida del mundo”. (Jn. 6, 51)

“El que come mi carne y bebe mi sangre, vive de vida eterna, y Yo lo resucitaré en el

último día” . (Jn. 6, 54)

“Mi carne es comida verdadera, y mi sangre es bebida verdadera. El que come mi carne y

bebe mi sangre permanece en Mí y Yo en él. Como el Padre que vive me envió, y Yo vivo

por El, así, quien me come a Mí, tendrá de Mí la vida ... El que come este pan vivirá para

siempre”. (Jn. 6, 55-58).

Institución de la Eucaristía:

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“Después tomó el pan y, dando gracias, lo partió y se lo dio, diciendo: „Esto es mi cuerpo,

que es entregado por ustedes. Hagan esto en memoria mía‟. Después de la Cena hizo lo

mismo con la copa. Dijo: „Esta copa es la Alianza Nueva sellada con mi sangre, que va a

ser derramada por ustedes”. (Lc. 22, 19-20).

Instrucción de repetición:

“Hagan esto en memoria mía” (Lc. 22, 19b).

Repetición:

“Yo he recibido del Señor lo que a mi vez les he transmitido. El Señor Jesús, la noche en

que fue entregado, tomó pan y, después de dar gracias, lo partió diciendo: „Esto es mi

cuerpo, que es entregado por ustedes. Hagan esto en memoria mía‟. De igual manera,

tomando la copa, después de haber cenado, dijo: „Esta copa es la Nueva Alianza en mi

sangre. Todas las veces que la beban háganlo en memoria mía‟” (1 Cor. 11, 23-25).

“Fíjense bien: cada vez que comen de este pan y beben de esta copa están proclamando la

muerte del Señor hasta que venga. Por tanto, el que come el pan o bebe la copa del Señor

indignamente peca contra el cuerpo y la sangre del Señor. Cada uno, pues, examine su

conciencia y luego podrá comer el pan y beber de la copa” (1 Cor. 11, 26-28).

(Ver Catecismo de la Iglesia Católica #1337, #1341, #1342, #1413, #1415)

Objeción: La mayoría de los Cristianos no-Católicos especulan que la Iglesia Católica

sostiene que en cada Misa Jesucristo es crucificado nuevamente.

Respuesta: La Iglesia habla de “re-actualización” del sacrificio de Cristo en la cruz.

El Concilio Vaticano II habla de “perpetuación”: “Nuestro Salvador, en la Ultima Cena, la

noche que le traicionaban, instituyó el sacrificio eucarístico de su Cuerpo y Sangre, con el

cual iba a perpetuar por los siglos, hasta su vuelta, el sacrificio de la cruz” (SC #47).

“Re-actualización” y “perpetuación” no significan que Jesús es re-crucificado. La Iglesia

Católica claramente especifica que Cristo no vuelve a morir, sino que, en su ministerio de

intercesión en el Cielo y a través de la Misa, continúa ofreciéndose al Padre como un

sacrificio vivo. Y esto lo hace de una manera que la Iglesia específicamente denomina

“incruenta”. La enseñanza de la Iglesia y el vocabulario católico de “re-actualización”,

“perpetuación”, “de manera incruenta”, dejan claramente establecido que la Iglesia no

enseña que la Misa es una nueva crucifixión.

Las palabras “Hagan esto en memoria mía” (Lc. 22, 19) y “Cada vez que comen de este

pan y beben de este cáliz están proclamando la muerte del Señor hasta que vuelva” (1 Cor.

11, 26) son claramente indicativas de re-actualización y de perpetuación.

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Objeción: Muchos sostienen que cuando Jesús dijo “Este es mi Cuerpo” estaba hablando

de manera simbólica, que el verbo “ser” significa “representar”. O dicho en forma

teológica: no hay “trans-substanciación” sino “tran-significación”.

Respuesta: Según el Concilio de Trento (1545-47) trans-substanciación significa una

singular y maravillosa conversión de la sustancia total del pan en el Cuerpo de Cristo, y de

la sustancia total del vino en la Sangre de Cristo, aunque la apariencia externa permanece

igual. Es por medio de la trans-substanciación que el Cuerpo y la Sangre de Cristo están

presentes en la Sagrada Eucaristía.

Si vamos al Evangelio, el Capítulo 6 de San Juan, cuando Cristo pre-anuncia la Eucaristía,

es elocuente. No se trataba de una proposición simbólica.

“Yo soy el pan vivo bajado del Cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. El pan

que yo daré es mi carne y la daré para vida del mundo ... Si no comen la carne del Hijo del

Hombre y no beben su sangre, no viven de verdad” ( Jn. 6, 51-55).

Un dato lingüístico interesante es que la palabra aramea para “comer” se traduce como

masticar, morder. Más claro no podía ser Cristo.

Sus oyentes no entendieron que el planteamiento de comer su carne era algo simbólico.

Tanto así que empezaron a protestar -“¿Cómo este hombre va a darnos a comer carne?”

(Jn. 6, 52). Y Jesús no trata de suavizar su planteamiento o de corregir un supuesto

malentendido.

Muy por el contrario se repitió con mayor énfasis aún: doce veces dijo que El era el pan

bajado del Cielo; cuatro veces dijo que tendríamos que comer su Cuerpo y beber su Sangre.

Es decir, en esta escena del Evangelio de San Juan, Cristo promete con claridad lo que

después cumplió en la Ultima Cena.

Objeción: Algunos sostienen que Jesús estaba hablando en forma figurada, como cuando

dijo, por ejemplo: “Yo soy la puerta” (Jn. 10. 9), o cuando dijo: “Yo soy la Vid” (Jn. 15, 1)

.

Respuesta: El mismo Jesús responde esta objeción en este anuncio de la Eucaristía que nos

relata San Juan. Para que no quedara esta duda, lo que antes había dicho en forma simple:

“Yo soy el Pan de Vida” (Jn. 6, 35, lo ratifica claramente más adelante: “Mi carne es

verdadera comida y mi sangre verdadera bebida” (Jn. 6, 55).

Objeción: La doctrina de la presencia real de Cristo en el pan y el vino no es bíblica.

Respuesta: Si no basta el anuncio que Jesús hace de la Eucaristía en Jn. 6, cuando la

institución del Sacramento de su Cuerpo y su Sangre (cfr. Lc. 22, 19-20), hay algunas otras

menciones:

Page 20: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

“La copa de bendición que bendecimos ¿no es una comunión con la sangre de Cristo? Y el

pan que partimos ¿no es una comunión con el cuerpo de Cristo? Uno es el pan y por eso

formamos todos un solo cuerpo, participando todos del único pan” (1 Cor. 10, 16-17).

San Pablo también hace mención a la institución misma de la Eucaristía: “Yo recibí esta

tradición del Señor que, a mi vez, les he transmitido: Que el Señor Jesús, la noche en que

fue entregado, tomó pan y después de dar gracias lo partió diciendo: „Esto es mi cuerpo

que es entregado por ustedes; hagan esto en memoria mía ...” (1 Cor. 11, 23-29).

Los Padres de la Iglesia y la Eucaristía:

Los Padres de la Iglesia, al interpretar estos pasajes literalmente, definían claramente la

presencia real de Jesucristo en la Eucaristía:

“Deseo el Pan de Dios, el cual es la carne de Jesucristo ... y por bebida deseo su sangre, la

cual es amor incorruptible” (San Ignacio de Antioquía, 110 AD).

“Observad aquéllos que sostienen doctrinas heterodoxas sobre la gracia de Jesucristo ...

Se abstienen de la Eucaristía y de la oración porque no confiesan que la Eucaristía es la

carne de nuestro Salvador Jesucristo” (San Ignacio de Antioquía, 110 AD).

“Ha declarado que el cáliz, parte de la creación, es su propia sangre ... y el pan, parte de

la creación, ha establecido como su propio cuerpo” (San Ireneo, 189 AD).

San Agustín, resume todo lo que es el Misterio Eucarístico con estas muy lógicas, pero

también muy impresionantes palabras:

“El Señor en la Ultima Cena

se tuvo a Sí mismo en sus manos”

(San Agustín)

Requerimientos para recibir la Sagrada Comunión:

Creer en la doctrina de la trans-substanciación: el pan y el vino son realmente

transformados en el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo, sólo que se

mantienen las apariencias de pan y vino. “Al no reconocer el Cuerpo, come y bebe

su propia condenación” (1 Cor. 11, 29) Y en la Ultima Cena, Jesús sostiene lo que

parecía ser pan y vino, pero diciendo: “Esto es mi Cuerpo ... Esto es mi Sangre”

(Mc. 14, 22, 24; Lc. 22, 14-20). Cristo no dijo: Esto representa mi cuerpo. Tampoco

dijo: Esto contiene mi cuerpo. He aquí la fundamentación bíblica de la doctrina de

la trans-substanciación.

Estar en estado de gracia. Recibir la Eucaristía sin tener la gracia santificante en el

alma, profana este Sacramento de manera muy grave. “Por tanto, si alguien come el

pan y bebe el cáliz del Señor indignamente, peca contra el Cuerpo y la Sangre del

Page 21: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

Señor. Por eso, que cada uno examine su conciencia antes de comer del pan y

beber del cáliz” (1 Cor. 11, 27-28).

Haberse confesado desde el último pecado mortal. Ninguna persona que esté

consciente de haber cometido un pecado grave puede recibir la Comunión sin

haberse confesado.

Observar el ayuno eucarístico: no habercomido ni bebido nada (con excepción de

agua o medicina necesaria) durante por lo menos una hora antes de recibir la

Comunión.

¿Hay que confesarse antes de Comulgar?

¿Por qué Cristo es el Cordero?

El Jueves Santo, Jesucristo nos dejó instituido ese “sacramento admirable”: el de su Cuerpo

y su Sangre (Corpus Christi). Es el regalo más grande que Jesús nos ha dejado: su

presencia viva entre nosotros, todo su ser de Hombre y todo su Ser de Dios, para ser

alimento de nuestra vida espiritual, para unirnos a El.

Ese maravilloso regalo nos lo dio el Señor horas antes de morir, durante la Ultima Cena.

Los sucesos de esa noche y del Viernes Santo opacan un tanto la alegría de este Regalo que

nos dejó el Señor el Jueves Santo.

Pero, veamos qué relación hay entre lo sucedido el Jueves Santo y el Viernes Santo, y el

por qué de la Fiesta de Corpus Christi en que la Iglesia recuerda y celebra el Sacramento

del Cuerpo de Cristo.

En el Antiguo Testamento se nos describen diferentes tipos de sacrificios, entre éstos, los

sacrificios de expiación de los pecados del pueblo, los cuales se hacían sacrificando un

cordero.

Sucedió, entonces, que cuando Dios decidió liberar a su pueblo cautivo por los Egipcios, le

ordenó a los Hebreos inmolar por familia un cordero “sin mancha, macho, de un año” (Ex.

12, 5), indicándoles marcar con la sangre del cordero sacrificado el dintel de la puerta para

que el Angel exterminador los perdonara cuando esa noche viniera a herir a los

primogénitos egipcios. Desde ese momento, la sangre del cordero tuvo para los

israelitas valor redentor.

Page 22: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

Es así como, ese primer Jueves Santo de la historia celebraba Jesucristo con sus Apóstoles

la Pascua judía, es decir, la conmemoración de la liberación de Egipto. En esa Cena Pascual

se comía –igual que aquella noche antes de salir de Egipto, un cordero sacrificado. Pero

sucede algo imprevisto: Jesús, después de comer la cena pascual, sustituye al cordero

pascual por Sí mismo. El se entrega como “verdadero Cordero Pascual” (Prefacio de la

Misa de Pascua), a ser sacrificado en la Cruz al día siguiente.

Eso es lo que significan las palabras del Sacerdote cuando, presentando la hostia

consagrada dice: “Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. Esas

palabras ya las dijo antes San Juan Bautista, al identificar a Jesús como el Mesías en la

ribera del Jordán: ”Allí viene el Cordero de Dios, el que carga con el pecado del mundo”

(cf. Jn. 1, 29).

Pero hay más: en el Antiguo Testamento había otro tipo de sacrificios: los sacrificios de

alianza. La Alianza entre Yavé y su pueblo, por el cual éste se comprometía a cumplir lo

pedido por Dios, se sella mediante un rito de sangre. Así dice Moisés a los israelitas, una

vez hecha la Alianza: “Esta es la sangre de la Alianza que Yavé ha hecho con ustedes,

conforme a todos estos compromisos” (Ex. 24, 3-8).

Esa era la “Antigua Alianza”. Pero en la Ultima Cena, al presentar el cáliz lleno de vino,

Jesús dice: “Este es el cáliz de la Nueva Alianza, la cual se sella con mi Sangre”. (Ya no

era sangre de animales, sino la Sangre del Hijo de Dios la que sella la Nueva Alianza).

Estaba anunciando el Señor su muerte al día siguiente, el verdadero Cordero

sacrificado en la Cruz y su Sangre derramada, con la cual sellaría la Nueva Alianza.

El Cuerpo entregado y su Sangre derramada hacen de la muerte de Cristo un

sacrificio singular: sacrificio de alianza, que sustituye la Antigua Alianza del Sinaí por

esta Nueva Alianza, en la cual el Cordero es Cristo, y en la que no se derrama sangre

de animales, sino ¡nada menos! que la del mismo Hijo de Dios.

Y todo este sacrificio de Jesús, para nuestra redención: todo esto por mí y para mí. Y esta

Nueva Alianza es perfecta, puesto que Jesús nos redime de nuestros pecados y nos asegura

para siempre el acceso a Dios y la posibilidad de vivir unidos a El, mediante la recepción de

su Cuerpo y de su Sangre en la Comunión, Sacramento de salvación que nos dejó instituido

Page 23: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

en el primer Jueves Santo de la historia y que con razón celebra nuevamente la Iglesia en la

Fiesta de Corpus Christi.

El significado de este “Misterio de Fe” que es la presencia real de Jesucristo en la Hostia

Consagrada y el sentido del sacrificio de Cristo en la Cruz está expuesto de manera

elocuente en “La Pasión” de Mel Gibson.

En este filme vemos que, al llegar Jesús al Gólgota, soltando la cruz, mira al cielo.

Enseguida cambia la escena a la Ultima Cena cuando le son presentados a Jesús los panes

cubiertos con un paño. De inmediato volvemos al Calvario y vemos a Cristo siendo

despojado de sus vestiduras.¡El Cuerpo desnudo del Calvario es el mismo Cuerpo del Pan

de la Cena: Corpus Christi!

Ya crucificado, antes de ser levantada la Cruz, la película nos traslada al preciso momento

de la institución de la Eucaristía. Jesús toma el pan en la mano, lo parte y dice: “Tomen y

coman todos de él, porque este es mi Cuerpo que será entregado por ustedes.” Ya su

Cuerpo, el mismo que nos había ofrecido en la Ultima Cena –el mismo que nos ofrece en

cada Eucaristía- estaba siendo entregado en la cruz.

Luego, mientras la Cruz es levantada, vemos mucha sangre manar del cuerpo de Cristo, y

enseguida aparece el flashback de Jesús con el cáliz de vino entre sus manos. Toma un

sorbo y dice: “Toman y beban. Este es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la Alianza Nueva y

Eterna, que será derramada por ustedes y por todos para el perdón de los pecados. Hagan

esto en memoria mía”. Y en ese momento se ve a Juan tomando el vino. Luego se vuelve a

la crucifixión, y Jesús sangra aún más.

Tal como lo anunció al presentar el Cáliz en la Ultima Cena: su Sangre es derramada por

nosotros para perdonar nuestros pecados; su Cuerpo es entregado por nosotros. Y ese

Cuerpo y esa Sangre -los mismos de la Cruz- son el Pan y el Vino consagrados, cuando

el Sacerdote pronuncia las mismas palabras de Cristo en la Ultima Cena.

¡Oh misterio inefable! ¡Oh misterio de nuestra fe!

El misterio del Cuerpo y la Sangre de Cristo es un misterio de Amor. Es el Regalo más

grande que nos ha sido dado: Dios Padre nos entrega a su Hijo para redimirnos del pecado,

para pagar nuestro rescate. ¡Qué precio para rescatarnos! La Vida de Jesucristo, el Cordero

de Dios, entregada en la Cruz.

Y esa entrega del Hijo de Dios por nosotros los seres humanos, se nos hace presente en

cada Eucaristía. Así, en cada Santa Misa celebrada en cualquier parte del mundo tenemos

su Presencia Real y Viva en medio de nosotros, para reconocerlo y adorarlo en la Hostia

Consagrada, y para ser alimento de nuestra vida espiritual cuando lo recibimos en la

Sagrada Comunión.

¡Oh Regalo infinito! ¡Oh Regalo de Amor!

Page 24: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

El más grande de los Milagros

Memorial. Re-actualización. Hacer presente. Son todas palabras que definen lo que

realmente sucede en la Santa Misa, “el más grande de los milagros”, como lo proclamó el

Papa Juan Pablo II en una de sus Catequesis sobre la Eucaristía.

Y ¿qué se re-actualiza o se hace presente en la Misa? Nada menos que el sacrificio de

Jesucristo en la cruz: su muerte para salvación de todos. El sacrificio de Cristo fue

anunciado desde el Antiguo Testamento, sucedió hace 2008 años menos 33 (hace 1975

años) y se nos hace presente en cada Eucaristía celebrada en cada altar de la tierra. ¡Gran

milagro!

“El Señor quiso triturar a su siervo con el sufrimiento”, anunciaba el Profeta Isaías.

“Cuando entregue su vida como expiación ... con sus sufrimientos justificará a muchos,

cargando con los crímenes de ellos” (Is. 53, 10-11).

En efecto, “Jesucristo vino a servir y a dar su vida por la salvación de todos”, nos dice el

Evangelio (Mc. 10, 35-45).

A la luz de lo que Cristo ha hecho por nosotros, cabe pensar cómo aceptamos nosotros el

sufrimiento. Y también recordar cómo recibieron los Apóstoles el anuncio de la pasión y

muerte del Mesías. Es insólito ver la reacción de éstos ... y más insólito aún pensar en

nuestras reacciones al sufrimiento.

Aproximándose Jesús con sus discípulos a Jerusalén, le anuncia por tercera vez su Pasión.

(cfr. Mc. 10, 32-34). Ahora bien, lo insólito está en observar que enseguida de este patético,

pero también esperanzador anuncio -pues lo cierra el Señor asegurándoles que a los tres

días resucitará- los hermanos Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, los más cercanos a Jesús

además de Pedro, parecen no le darle importancia a lo anunciado y le piden -¡nada menos!-

estar sentados “uno a tu derecha y otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria”. Poder y

gloria. Posiciones y reconocimiento.

¡Cómo somos los seres humanos! Evadimos la idea misma del sufrimiento y pensamos más

bien en los honores, en los puestos, en el poder. De allí la respuesta de Jesús: el que quiera

tener parte en la gloria, deberá pasar por la dura prueba del sufrimiento. Y les pregunta si

están dispuestos. No habían siquiera comenzado a comprender el misterio de la cruz, pero

ambos, Santiago y Juan, responden que sí están dispuestos. No sabían lo que decían, pero

su respuesta fue “profética”, pues a medida que fueron comprendiendo el misterio del

seguimiento a Cristo, supieron sufrir y morir por El. Pero primero tuvieron que renunciar a

ser los primeros, para convertirse en servidores, como su Maestro.

En el seguimiento a Cristo no hay puestos, ni competencias, ni comparaciones, ni pre-

eminencias, ni ambiciones, ni afán de honores, de glorias, de triunfos. El que quiera ser

grande, que se humille. El que quiera ser primero, que sirva. El que quiera sobresalir, que

desaparezca.

Page 25: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

Jesús nos da el ejemplo. El, siendo Dios, el Ser Supremo, ha venido “a servir y a dar su

vida por la salvación de todos”. Es lo que se nos hace presente en cada Eucaristía. Es lo

que cada uno de nosotros debe hacer presente en su vida: servir, aún en el sufrimiento, en la

cruz de cada día, en la muerte, para la salvación propia y de otros.

Bien integraba estos dos temas de la honra y el sufrimiento, Santa Teresa de Jesús, con su

usual sentido común y profundidad espiritual: “¡Oh Señor mío! Cuando pienso de qué

maneras padecisteis y como no lo merecíais, no sé dónde tuve el seso cuando no deseaba

padecer ... ¿En qué estuvo vuestra honra, Honrador nuestro? No la perdisteis, por cierto, en

ser humillado hasta la muerte. No, Señor, sino que la ganasteis para todos” (Camino, 15, 5;

36,5).

Nuestra honra no está en las honras pasajeras de los reconocimientos humanos. Nuestra

honra está en la gloria eterna, la cual ha ganado para todos con su muerte y resurrección,

Jesucristo, nuestro Salvador.

5. HERMANOS DE JESUS

Duda: ¿Es cierto que María tuvo otros hijos, aparte de Jesús?

Respuesta: La Biblia, efectivamente, menciona en algunos pasajes a unos “hermanos” de

Jesús. Pero nunca habla de otros “hijos de María”. “Alguien le dijo: „Tu madre y tus

hermanos están ahí fuera y quieren hablar contigo‟” (Mt. 12, 47).

“¿No es éste el hijo del carpintero? ¡Pero si su madre es María y sus hermanos son

Santiago, y José, y Simón, y Judas! Sus hermanas también están todas entre nosotros” (Mt.

13, 55-56).

¿Por qué el uso de la palabra “hermanos”? La palabra “hermano” en la Biblia se utiliza para

designar, tanto a los hermanos carnales, como a los parientes, entre ellos primos en

diferentes grados, sobrinos, etc..

Por ejemplo, Lot era sobrino de Abraham (cf. Gen. 11, 27-31) y éste dice que son

hermanos: “Abraham dijo a Lot: „Mira, es mejor que no haya peleas entre nosotros ... ya

que somos hermanos” (Gen. 15, 8).

“Tobías dijo a Rafael: „Hermano Azarías, dile a Ragüel que me dé por esposa a mi prima

Sara” (Tob. 7, 9).

Sara, efectivamente, era prima de Tobías. Pero unos versículos más adelante Ragüel le

entrega Sara a Tobías diciendo lo siguiente: “Recibe a tu hermana” (Tob. 7, 12).

De dos de los llamados “hermanos” de Jesús, Santiago y José, el Evangelio nos da el dato

de quién era su madre: por cierto, otra María, pero no la misma madre de Jesús: Al

describir la escena de las personas que estaban al pie de la cruz con Jesús, el Evangelio de

Mateo nos dice esto: “También estaban allí, observándolo todo, algunas mujeres que desde

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Galilea habían seguido a Jesús para servirlo. Entre ellas estaba María Magdalena, María,

madre de Santiago y de José, y la madre de los Zebedeo” (Mt. 27, 55-56).

De haber sido hermanos carnales de Jesús e hijos de la Virgen María, se hubiera

especificado. Por el contrario, unos versículos más adelante el Evangelista hace saber que

la madre de Santiago y José es otra María, distinta a María Santísima: “Mientras tanto,

María Magdalena y la otra María estaban allí, sentadas frente al sepulcro” (Mt. 27, 61).

Por otro lado, en la lista de los Apóstoles que da el mismo Mateo, informa quien es el padre

de Santiago, esposo de esa otra María, por tanto padre también de ese José: “Santiago, el

hijo de Alfeo” (Mt. 10, 3b).

El Evangelista Marcos aclara la identidad de esta otra María aún más: “Había unas mujeres

que miraban de lejos, entre ellas, María Magdalena, María, madre de Santiago el Menor

y de José, y Salomé” (Mc. 15, 40).

Hay una consideración adicional: ¿Por qué Jesús, muriendo en la cruz, tuvo que

encomendar su Madre, la Santísima Virgen María, a San Juan? Si hubiera María tenido

otros hijos, esto no hubiera sido necesario. Esta escena al pie de la cruz en que Jesús

encomienda su Madre al discípulo amado, descrita por el mismo San Juan en su Evangelio,

quien estaba allí presente en ese momento, nos da indicios adicionales de que al pie de la

cruz había varias Marías distintas a la Madre de Jesús. También este trozo es un ejemplo

del uso de la palabra “hermana”, como prima o pariente.

“Cerca de la cruz de Jesús estaba su madre, con María, la hermana de su madre, esposa

de Cleofás, y María de Magdala. Jesús, al ver a la Made y junto a ella al discípulo que

más quería, dijo a la Madre: „Mujer, ahí tienes a tu hijo‟. Después dijo al discípulo: „Ahí

tienes a tu madre‟. Y desde aquel momento el discípulo se la llevó a su casa” (Jn 19, 25-

27).

Podemos concluir, entonces, que los llamados “hermanos de Jesús” eran parientes más o

menos cercanos a El.

6. IGLESIA

Objeción: ¿Por qué la Iglesia Católica sostiene que es la única Iglesia de Cristo?

Respuesta: Porque es la única Iglesia fundada por Cristo mismo, es la única fundada por el

mismo Dios.

La Iglesia Católica es la única Iglesia fundada por Dios mismo, pues viene de

Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, hasta nuestros días: viene directamente desde San

Pedro, como el primer Papa, hasta el Papa actual.

Hay personas buenas y sinceras en todas las religiones, pero la buena intención no puede

cambiar la Verdad. En realidad, en cada religión hay verdades parciales ... además de

Page 27: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

muchos errores, sobre todo en algunas ... pero la plenitud de la Verdad, la Verdad completa,

está en la religión Católica.

Y la religión Católica es la única religión revelada por Dios mismo. Así de simple y

sencillo. Todas las demás religiones, monoteístas y politeístas, cristianas y no-cristianas,

anteriores y posteriores a Cristo, han sido inventadas por hombres, no por Dios.

Se escapa a este criterio el Judaísmo, que es una religión revelada por Dios, pero que se

desvió al no creer que Jesucristo es Dios, y aunque creen en el Antiguo Testamento de la

Biblia como Palabra inspirada por Dios, pasan por alto las profecías que sobre Jesús están

allí y que se cumplieron ya.

La otra religión monoteísta (un solo dios) es el Islam, fundada por Mahoma, tampoco cree

que Jesucristo es Dios.

Las religiones no-teístas, que no rinden culto a ninguna divinidad, fueron también fundadas

por hombres: Budismo (por Buda), Confucianismo (por Confucio).

Y las politeístas, como el Hinduismo y Shintoismo, que creen que hay, no un Dios, sino

varias divinidades, aunque no tienen fundador específico, son también de origen humano.

Entre las religiones cristianas, originadas en la Reforma Protestante están: la Luterana

(fundada por Lutero), la Reformada (por Calvino), la Presbiteriana (por John Knox).

Luego fueron fundadas la Anglicana (por Enrique VIII), la Bautista (por John Smith), de

donde se derivan las Evangélicas. Existen muchas, muchas más, todas fundadas por

hombres, no por Dios.

Las sectas modernas, como el Mormonismo y los Testigos de Jehová, fueron fundadas por

hombres.

La religión Ortodoxa se creó con el Cisma de Oriente (1054) causado por viejas diferencias

entre la Iglesia Griega y la Santa Sede.

De allí que sea la Iglesia Católica la única que puede trazar su historia, sin interrupción,

desde el primer Papa, San Pedro, designado por Jesucristo, su Fundador, hasta el actual

Papa.

Y la religión Católica puede trazar su origen desde Abraham hasta el Papa actual ya que la

revelación de Dios (Yahvé) comenzó desde el Antiguo Testamento, con Abraham, Moisés,

los demás Patriarcas, los Profetas, etc. hasta culminar con Cristo, el Mesías prometido,

Quien fundó su Iglesia, la Iglesia de Cristo, que es hoy la Iglesia Católica, la cual fue

llamada así a partir del año 107 d.C. para significar que es “universal”.

¿Cómo fundó Jesucristo su única Iglesia?

Page 28: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

San Pedro fue el primero en confesar la fe en Jesucristo Dios: “Tú eres el Mesías, el Hijo

de Dios vivo”. Y en ese mismo momento Jesús le anunció que ya no se llamaría Simón,

sino “Pedro” (roca-piedra) y que sobre él edificaría su Iglesia (Mt. 16, 13-19).

El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice al respecto: La Iglesia fue fundada por las

palabras y las obras de Jesucristo (#778). El Señor Jesús comenzó su Iglesia con el anuncio

de la Buena Noticia, es decir, con el anuncio de la llegada del Reino de Dios, el cual había

sido prometido desde hacía siglos en la Sagrada Escritura (#763). El germen y el comienzo

de la Iglesia fue “el pequeño rebaño” que Jesucristo reunió en torno suyo y del cual El

mismo es su Pastor (#764).

Sin embargo el Señor Jesús también dotó a su Rebaño de una estructura, que permanecerá

hasta el Fin de los Tiempos. Esa estructura consiste en la elección de los Apóstoles, con

Pedro a la cabeza. Así, con sus actuaciones en la tierra, Cristo fue preparando y edificando

su Iglesia. (VerCatecismo de la Iglesia Católica #330765)

Y prometió a sus Sucesores, los Apóstoles, y a los sucesores de éstos, los Obispos y los

Sacerdotes, que lo que decidieran aquí El lo aprobaría en el Cielo: “Lo que ates en la

tierra, quedará atado en el Cielo” (Mt. 16, 19), y que para esto la Iglesia por El fundada

tendría la asistencia del Espíritu Santo hasta el Fin de los Tiempos: “Yo estoy con ustedes

todos los días hasta que se termine este mundo” (Mt. 28, 20). Ver: Gerencia Divina para

dirigir la Iglesia

La Iglesia Católica enseña que, aunque otras religiones contienen verdades, la plenitud de

lo que Dios ha revelado a la humanidad se encuentra en la religión Católica. Y, aunque

puede haber salvación en otras religiones, la plenitud de los medios de salvación está

también en la Iglesia Católica.

¿Cómo se construye y cómo funciona la Iglesia?

Jesucristo guía, construye y santifica su Iglesia a través del Espíritu Santo. El día de

Pentecostés la Iglesia que Jesucristo había dejado fundada recibe el don del Espíritu Santo.

Es en ese momento cuando se manifestó públicamente la Iglesia de Cristo, dándose inicio a

la predicación de la Buena Noticia de Jesucristo a todos los pueblos, según El había

instruido a sus discípulos.

Los Apóstoles y discípulos del Señor fueron predicando y construyendo la Iglesia en todo

el mundo, bajo la autoridad de San Pedro, siendo su fundamento Cristo; es decir: la Cabeza

Invisible Jesucristo y la cabeza visible San Pedro, y después de éste, sus sucesores que son

todos los Papas que han habido desde Pedro hasta nuestros días.

Nuevamente en su Cabeza vemos el misterio de la Iglesia: su realidad visible e invisible, la

realidad humana y la realidad divina de la Iglesia de Jesucristo.

Ataque: La Iglesia Católica comete muchos errores. Por ejemplo, la Inquisición y más

recientemente, el caso de los Curas pedeastras.

Page 29: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

Respuesta: La Iglesia es un misterio, pues la Iglesia es a la vez realidad divina y realidad

humana (Ver Catecismo de la Iglesia Católica #771 y #779). Aunque son pastores

humanos, quienes gobiernan a la Iglesia -los cuales son capaces de pecar y de hecho pecan-

con esa estructura que Cristo le dio, es Cristo mismo el que sin cesar guía a su Iglesia y es

El mismo Quien la pastorea. (Ver Catecismo de la Iglesia Católica #754)

Sin embargo la Iglesia no está libre de dificultades. Recordemos las palabras de Cristo a

Pedro: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra (roca) edificaré mi Iglesia y el poder del

Infierno no la derrotará”.

Estas palabras del Señor nos indican que la Iglesia iba a estar sometida a muchas pruebas y

ataques durante su peregrinar aquí en la tierra. Y así ha sido y seguirá siendo. Pero tenemos

la seguridad del Señor de que el poder del Mal no podrá vencer a su Iglesia.

La Iglesia no es perfecta aún, pues con su realidad divina se mezcla su realidad humana.

Siendo los seres humanos débiles y pecadores, en su realidad humana la Iglesia fundada por

Cristo es pecadora.

Pero ¿puede decirse que porque hayan personas de la Iglesia que sean pecadoras, o porque

pudieran haberse cometido excesos, la Iglesia Católica no es la Iglesia fundada por Cristo?

He aquí el meollo de los ataques a las fallas de la Iglesia o a los pecados de algunos

pastores de la Iglesia.

¿Que ha habido pecados en la Iglesia? Sí. ¿Que por esto la Iglesia Católica no es la Iglesia

fundada por Cristo. No.

La Iglesia sólo será perfecta -nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica #769- en la gloria

del Cielo, cuando Cristo vuelva glorioso a establecer su Reinado definitivo, a establecer los

Cielos nuevos y la tierra nueva: la Jerusalén Celestial; es decir, la morada de Dios en medio

de los hombres

7. IMAGENES

Objeción: ¿Por qué los Católicos “adoran” imágenes? ¿Por qué utilizan imágenes y

estatuas, si ésas están prohibidas en la Biblia?

“No te hagas estatua ni imagen alguna de lo que hay arriba en el cielo, abajo en la tierra y

en las aguas debajo de la tierra. No te postres ante esos dioses” (Ex. 20, 4-5)

Respuesta: Los Católicos no adoramos imágenes. Las tenemos en nuestros templos,

capillas y en nuestros hogares, con respeto y veneración, de la misma manera que en las

casas también se conservan y se exponen retratos de personas queridas.

Page 30: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

No honramos los materiales de que están hechas las imágenes y estatuas, sino que

honramos al santo representado.

La Biblia no prohibe las imágenes ni las estatuas, sino los ídolos. En la cita del Exodo se

habla de ídolos y no de imágenes.

No es lo mismo imagen que ídolo. La imagen es un retrato o fotografía de algo o alguien,

mientras que un ídolo es un dios de pintura, oro o plata o cualquier otro material.

La Biblia prohíbe los ídolos:

“Allí tendrán que servir a dioses hechos por el hombre, dioses de madera y de piedra, que

ni ven ni oyen, ni comen, ni sienten” (Dt. 4, 28).

La Biblia admite las imágenes:

Entre las instrucciones de Yahvé a Moisés para la construcción del Santuario se encuentra

ésta, en la que le ordena elaborar estatuas: “Asimismo, harás dos querubines de oro macizo,

labrados a martillo, y los pondrás en las extremidades del Lugar de perdón, uno a cada

lado” (Ex. 25, 18).

Otra instrucción de Yahvé a Moisés: “Moisés habló por el pueblo y Yahvé le respondió:

„Haz una serpiente de bronce y ponla en un palo y todo el que la mire sanará‟” (Núm. 21,

8).

El templo de Salomón estaba adornado con pinturas de querubines:

“Dentro del lugar santísimo puso dos querubines, hechos de madera de olivo silvestre, de

cinco metros de alto ... Salomón cubrió de oro los dos querubines” (1 Re. 6, 23-28).

Y ¿qué decir de los Protestantes que usan imágenes de Jesucristo, de María y de otros

personajes bíblicos en sus libros, revistas, videos, etc.? ¿Son ídolos esas imágenes?

EJERCICIO DE APOLOGETICA

Como este tema de las imágenes suele ser la primera objeción que la mayoría de los

hermanos Evangélicos y los de las sectas plantean a los católicos débiles, he aquí un

EJEMPLO DE COMO LAS SECTAS ATACAN LA FE DE LOS CATOLICOS CON

EL TEMA DE LAS IMAGENES Y COMO DEBEMOS RESPONDER

A continuación un e-mail de consulta de una persona en esta situación:

Hola les escribo porque tengo una duda que me hizo una amiga que es Cristiana, yo soy

Catolico y ella me dijo que porque nosotros veneramos santos y virgenes si en la biblia en

la parte de DEUTERONOMIO dice que no! yo lo lei y no sabia que pensar, decia sobre la

Page 31: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

idolatria y que Dios no le gusta que las imagenes y no deben haber interemediarios y

muchas cosas mas, ojala me contesten, gracias...

Respuesta:

Esta es una pregunta típica de los hermanos cristianos que quieren poner a dudar a los

católicos. Lo hacen con la mejor intención, pues ellos creen que están en la verdad y que

nosotros estamos -como ellos aducen- en la idolatría. Además, lo hacen mandados por sus

pastores, utilizando argumentos como el que Ud. plantea, como técnica para captar

católicos y llevarlos a otras iglesias cristianas. Tenga por MUY SEGURO que nuestros

hermanos cristianos tienen SOLAMENTE PARTE DE LA VERDAD. La Iglesia Católica

es la única que tiene la VERDAD PLENA. Es la única Iglesia que puede remontarse desde

el Papa Benedicto XVI hasta San Pedro, el primer Papa.

La Iglesia Católica es la única fundada por Jesucristo mismo (por Dios mismo): todas las

demás tienen un fundador humano, unas son más antiguas que otras, pero ninguna puede

remontarse hasta Jesucristo. Sin ánimo de discusión, es bueno cambiarles el guión a

nuestros otros hermanos cristianos y no dejar que ellos planteen los temas. Para esto es

bueno romperles su esquema de discusión, utilizando argumentos para los cuales no están

ellos preparados. Uno de estos argumentos puede ser el de la fundación de la Iglesia

Católica y la fundación de la de ellos. Así evitamos que, con sus temas bien preparados,

puedan hacernos dudar a nosotros los Católicos.

Pero, yendo a la objeción que le han planteado, nosotros los católicos condenamos

rotundamente la idolatría, siguiendo lo que dice la Biblia. Lo que sucede es que ellos

llaman "idolatría" lo que no es. ¿Es idolatría tener una foto de una novia, o de su mamá, o

un cuadro pintado de su bisabuelo? Es lo mismo que hacemos los Católicos: las estatuas y

las imágenes NOS RECUERDAN a Jesucristo, a la Santísima Virgen María y a los Santos.

Idolatría es adorar una imagen de un ídolo: es lo que dice muy claramente el Deuteronomio.

Nosotros NO ADORAMOS, NI VENERAMOS las imágenes mismas: simplemente las

usamos como un recuerdo de aquéllos que no podemos ver. Y ese recuerdo puede

animarnos a orar, a entregarnos más y mejor a Dios. No ADORAMOS, ni siquiera

VENERAMOS las estatuas e imágenes: VENERAMOS, sí, a lo que esas imágenes

representan: la Virgen y los Santos. En el caso de las imágenes de Jesucristo, NO las

adoramos, sino que ADORAMOS A JESUCRISTO DIOS, Quien está representado en esas

imágenes y estatuas, pero NUNCA a la estatua misma. Para que tenga claro: Dios merece y

espera nuestra ADORACION. La Virgen y los Santos NO pueden ser adorados, pues ese

culto sólo es para Dios: la Virgen y los Santos son VENERADOS.

Si quiere una recomendación: si su amiga no quiere escuchar esta argumentación, NO

DISCUTA con ella, pues se vería que no quiere la verdad, sino que cree que ya tiene la

verdad... y Ud. y yo sabemos que no es así. Ore por ella, encomendándola a la Santísima

Virgen y a su Hijo Jesucristo. Sus oraciones la pueden ayudar a recibir más gracias para

regresar a la verdadera Iglesia y para que no se quede en una iglesia que le ofrece sólo

verdades parciales, que suelen estar acompañadas de algunos errores.

Page 32: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

Lo que sucede es que el demonio es muy astuto: quiere que eliminemos las estatuas e

imágenes, que pueden ser una fuente de inspiración. ¿Sabía Ud., por ejemplo, que una gran

Santa de la Iglesia Católica, Doctora de la Iglesia, Santa Teresa de Jesús, se convirtió al

sentir un dolor profundísimo pasando frente a una escultura que representaba a Jesús

coronado de espinas? Hay muchos otros testimonios así: Santo Tomás de Aquino, ese gran

Doctor de la Iglesia, tuvo una gracia inmensísima de Sabiduría Divina orando frente a un

crucifijo. Pero el demonio engaña a quienes se quieran dejar engañar y no quieran seguir

por el Camino que es Jesucristo. Y Jesucristo, que es Dios, dejó fundada SU Iglesia. Y esa

Iglesia es la Iglesia Católica, la cual tiene origen divino y, a pesar de sus errores humanos -

que se suceden pues está formada por hombres- también es divina. Y ahí sigue presente,

viva, fiel, desde Jesucristo hasta nuestros días, pues eso lo prometió Cristo cuando dijo: "los

poderes del infierno no la vencerán". ¿Cuál otra iglesia puede presentar ese record?

No se deje engañar Ud. Lo próximo que le plantearán es que hay un solo mediador que es

Jesucristo y que no se necesitan intermediación de la Virgen ni de los Santos ... o que la

Virgen tuvo otros hijos además de Jesús, etc., etc. Y así seguirían, tergiversando la Palabra

de Dios ante sus ojos, si Ud. los deja. Y pudiera suceder que Ud. hasta terminara dudando

tanto que, o se sale de la verdadera Iglesia, la única fundada por Dios mismo, o se enfría

tanto con todas las dudas que le planteen que ya no sabrá ni qué creer.

Ore por su amiga. Ore mucho Ud. a Jesucristo, nuestro Salvador, para que le ilumine en

seguirlo a El en la Iglesia que El fundó. Déle gracias de haber nacido como Católico, pues

realmente es un privilegio poder estar en la verdadera Iglesia y contar con los Sacramentos,

como la Confesión y la Comunión, que ellos no tienen, porque sus fundadores humanos

decidieron eliminarlos (este puede ser otro argumento para plantearles: ¿por qué eliminaron

en tu iglesia la Comunión y la Confesión, que fueron instituidos por Jesucristo y que son

tan necesarios para la vida espiritual?). Lea siempre la Palabra de Dios y siga consultando

nuestra página, con la cual puede seguir formándose e informándose, y que también puede

servirle para orar y meditar con la Palabra de Dios. Sobre todo, ore, ore mucho, siguiendo

el ejemplo de la Virgen y de los Santos.

PROCESIONES: OTRO EJERCICIO DE APOLOGETICA

Ante el cuestionamiento de grupos cristianos no-católicos a esa manifestación de piedad

que son las Procesiones, respondemos lo siguiente:

PROCESION proviene del latín processus, progresión, acción de avanzar

En la Liturgia se considera como un acto sagrado en el que personas, generalmente con el

clero, van solemnemente de un lugar a otro haciendo un homenaje público a Dios, a la

Virgen o a los santos. Puede ser dentro de la iglesia, entre iglesias, alrededor de la iglesia,

etc. Hay diferentes costumbres en las que se utilizan diversos himnos y oraciones. Pueden

llevarse flores, cirios, estandartes, etc. Hay unas procesiones festivas y otras penitenciales.

Las procesiones pueden estar asociada con una fecha o con una intención especial (fin de

una epidemia, pedir perdón, acción de gracias, etc.). Hay procesiones litúrgicas (las

prescritas por la Iglesia) y procesiones devocionales (las no prescritas litúrgicamente, pero

permitidas como actos de devoción de una comunidad, parroquia, ciudad, etc.).

Page 33: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

Las procesiones no son un invento católico. De hecho, la práctica de las procesiones

comenzó en el Antiguo Testamento. Un ejemplo: las procesiones con el Arca de la

Alianza.

Ver en Josue 6 todas las procesiones que Josué ordenó dar alrededor de la ciudad de Jericó

con el Arca de la Alianza, sacerdotes y música incluidos, a las que mucho se asemejan

nuestras procesiones católicas.

Ver en 1 Samuel 6 cómo trasladan el Arca y en 6,11 dice que la colocaron en un carruaje

que tenía ¡nada menos que imágenes! Imágenes que no eran ídolos, porque hay una

diferencia entre imágenes e ídolos, que nuestros hermanos separados no logran captar.

Ver en 1 Reyes 8 otro traslado o procesión del Arca de la Alianza. La instalaron en el Lugar

Santísimo, bajo las alas de los querubines (¡imágenes otra vez!, de esas que los hermanos

separados creen que son ídolos, pero que Yavé había mandado a hacer para el Templo de

Jerusalén, construido por Salomón).

En 1 Crónicas 13 vemos cómo vuelven a trasladar en procesión el Arca de la Alianza en

medio de cantos, música, instrumentos, etc. En 1 Crónicas 15, vuelven a trasladarla en

procesión en hombros llevando las varas sobre los hombros, como lo había ordenado

Moisés (1 Cr. 15, 15). ¿No se parece esto a las “andas” que usamos los católicos para

cargar las imágenes que representan a Cristo, a la Santísima Virgen o a algún santo?

“Ordenen una procesión con ramos hasta los ángulos del altar”, reza el Salmo 117, 27b.

Note, además, cómo están relacionadas las procesiones en la Antigua Alianza con las

imágenes. El ataque protestante va contra ambas y relacionándolas entre sí. La Antigua

Alianza a veces nos las presenta juntas.

¿Y qué decir de la procesión de la entrada de Jesús a Jerusalén antes de su pasión y muerte?

De esta procesión precisamente toma la Iglesia Católica, la procesión de palmas el

Domingo de Ramos. Esta procesión en el Nuevo Testamento parece haber sido una

costumbre proveniente del Antiguo.

Entre las mas importantes procesiones litúrgicas de la actualidad:

-Corpus Christi - Procesiones:

-Presentación del Señor, la procesión de los fieles con candelas en la mano al encuentro de

Cristo Luz del mundo

-Domingo de Ramos, con ramos saludamos a Jesús.

-Jueves Santo, acompañamos al Santísimo Sacramento hasta el lugar de la reserva.

-Viernes Santo, adoración de la cruz

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-Vigilia Pascual, seguimos el cirio encendido.

Procesiones marianas en Fátima

2. Teología. En el sentido teológico, las procesiones recuerdan nuestra propia procesión:

De Dios venimos y hacia Dios vamos, pasando por esta vida terrena hacia la Vida Eterna.

8. INDULGENCIAS

Para entender la doctrina y la práctica de las Indulgencias es necesario considerar que todo

pecado acarrea una doble consecuencia: la pena eterna y la pena temporal.

La pena eterna consiste en la ruptura de nuestra comunión con Dios y la imposibilidad de

acceder a la vida eterna (a la salvación). Esta consecuencia queda subsanada con el

arrepentimiento del o de los pecados y con el Sacramento de la Confesión. (En caso de no

poder recibir el Sacramento de la Confesión, un arrepentimiento “perfecto” del o los

pecados, puede re-establecer nuestra comunión con Dios y nuestro acceso a la vida eterna).

Sin embargo, permanece aún el castigo o pena temporal de los pecados. Esta puede

reducirse o cancelarse mediante la realización de buenas obras, mediante la oración, por la

aceptación cristiana del sufrimiento y, adicionalmente, mediante las Indulgencias.

Entonces, la Indulgencia consiste en esto: cuando alguien comete un pecado y se arrepiente,

Dios le perdona, pero le queda algo pendiente. Esa obligación o deuda que nos queda

pendiente puede eliminarse total o parcialmente mediante la práctica o la lucración de

Indulgencias.

Es bueno saber que las indulgencias son parte de la enseñanza infalible de la Iglesia

Católica. Esto significa que ningún Católico puede dejar de creer en las indulgencias. En

efecto, el Concilio de Trento (1545-47) condenó a todos los que sostenían que la Iglesia no

tenía el poder de conceder Indulgencias o que éstas constituían una práctica inútil.

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Es bueno saber también que la práctica de las Indulgencias comienza desde las primeras

etapas de la Iglesia y que los principios que la sustentan están todos contenidos en la

Sagrada Escritura.

Así que el recuerdo de los abusos que ocurrieron durante la Reforma Protestante y que

dieron a Lutero la excusa para inventar sus heterodoxos principios y llevar a cabo la

división de la Iglesia con el cisma Protestante, (Reforma Protestante, CT #6) no puede

hacer que los Católicos nos sintamos incómodos con las Indulgencias y que dejemos de

aprovechar esta muy útil y provechosa práctica piadosa que nos ayuda a disminuir o

eliminar la pena temporal causada por los pecados.

¿Qué son las Indulgencias?

De acuerdo al Catecismo de la Iglesia Católica, el cual toma esta definición del Código de

Derecho Canónigo de la Iglesia, “la indulgencia es la remisión ante Dios de la pena

temporal por los pecados ya perdonados en cuanto a la culpa, que un fiel dispuesto y,

cumpliendo determinadas condiciones, consigue por mediación de la Iglesia, la cual como

administradora de la redención, distribuye y aplica con autoridad el tesoro de las

satisfacciones de Cristo y de los santos” (Catecismo de la Iglesia Católica # 1471) .

Ahora explicaremos por qué la Iglesia puede conceder indulgencias y qué significa que la

Iglesia es “administradora de la redención”.

El otorgamiento de indulgencias se basa en varias doctrinas de la fe Católica:

-Los méritos infinitos de la redención de Cristo

-Los méritos de la Santísima Virgen María

- Los méritos de los Santos

-La doctrina del Cuerpo Místico de Cristo, que es la Iglesia

-La Comunión de los Santos (los de la tierra, los del Purgatorio y los del Cielo)

-El poder de atar y desatar que Cristo otorgó a la Iglesia fundada por El, que es la Iglesia

Católica.

(cf. ¿Por qué la Iglesia Católica es la única Iglesia fundada por Dios?)

Según la Palabra de Dios y según la doctrina de la Comunión de los Santos, otras personas

pueden ayudarnos a pagar las deudas adquiridas a través del pecado. Adicionalmente, existe

un intercambio de ayuda entre los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, que es la Iglesia.

Es así entonces como, la autoridad de la Iglesia, utilizando el poder que Cristo le dio, está

en capacidad de distribuir el tesoro de gracias de la Iglesia (constituido por los méritos de

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Cristo, de la Virgen y de los Santos). Y está en capacidad, también, de establecer las

condiciones por medio de las cuales podemos, mediante las Indulgencias, acceder a ese

tesoro infinito de gracias y así obtener la remisión de la pena temporal que nuestros

pecados nos han causado.

Y, por la Comunión de los Santos, podemos nosotros durante nuestra vida en la tierra

obtener también Indulgencias para los salvados que se encuentran en estado de purificación

(Purgatorio), y así ayudarles a cancelar o disminuir la pena temporal que precisamente

están pagando en esa etapa de purificación.

O sea que, podemos obtener Indulgencias para nosotros mismos o para los fieles difuntos

del Purgatorio. No se puede obtener Indulgencias a favor de otra persona viva.

Tipos de Indulgencia:

Indulgencia Plenaria: Consiste en la remisión total de la pena temporal causada por los

pecados.

Indulgencia Parcial: Es la remisión parcial de esta pena temporal.

Cuando se está buscando lucrar una Indulgencia Plenaria y por faltar el arrepentimiento de

algún pecado venial no se cumple con todas las condiciones exigidas para la Indulgencia

Plenaria, la persona obtiene al menos una Indulgencia Parcial.

Sólo Dios sabe exactamente cuán eficaz ha sido una Indulgencia Parcial o si efectivamente

se obtuvo una Indulgencia Plenaria.

Condiciones para ganar las Indulgencia

Ser bautizado

Ser miembro de la Iglesia Católica

Estar libre de excomunión

Estar en estado de gracia

Tener la intención de obtener la Indulgencia

Cumplir con las demás condiciones que la Iglesia ha determinado para la Indulgencia que

se desee obtener:

para Indulgencia Parcial: estando arrepentido de los pecados, realizar la acción requerida

para dicha Indulgencia

Page 37: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

para Indulgencia Plenaria: estando arrepentido de los pecados, realizar la acción

requerida para dicha Indulgencia y, además, hacer una Confesión Sacramental, recibir la

Sagrada Comunión y rezar por las intenciones del Papa (un Padre Nuestro y un Ave María,

por ejemplo). Finalmente, hay que estar libre de todo apego de pecado, incluyendo los

pecados veniales.

Algunas Indulgencias que podemos obtener:

(cf. New York Catholic Book Publishing, 1991, Handbook on Indulgences)

Indulgencia Plenaria:

Cumpliendo las demás condiciones de la Indulgencia Plenaria (arrepentimiento y desapego

de todo pecado aún venial, Confesión y Comunión, oración por el Papa y teniendo la

intención de recibir esa determinada Indulgencia), se puede obtener Indulgencia Plenaria

realizando alguna de las siguientes actividades piadosas:

- Lectura de la Sagrada Escritura con la veneración debida a la Palabra de Dios y, como una

forma de lectura espiritual, durante al menos media hora.

- El rezo del Santo Rosario:

- en una Iglesia u oratorio

- en familia

- en una comunidad religiosa

- en una asociación piadosa

-El Día de la Misericordia (Domingo Segundo de Pascua) participar en los actos de piedad

de ese día, o al menos rezar frente al Santísimo Sacramento un Padre Nuestro y un Credo,

añadiendo alguna invocación al Señor Jesús Misericordioso, por ejemplo: “Jesús

Misericordioso: confío en Tí”. Esta Indulgencia es la más reciente dictada por la Santa

Sede, pues el correspondiente decreto fue hecho el 29-junio-2002. (cf. Decreto de la

Penitenciaría Apostólica sobre los actos de culto a la Misericordia Divina).

Indulgencias Parciales:

- Lectura de la Palabra de Dios por menos de media hora.

- Rezo del Santo Rosario en alguna circunstancia no descrita entre las Indulgencias

Plenarias sobre el Rosario.

- Haciendo la señal de la cruz: “En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén”

Page 38: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

- Haciendo un acto de Comunión Espiritual (expresar a Jesús el deseo de recibirlo en la

Sagrada Comunión, utilizando cualquier fórmula piadosa propia o escrita)

(Ver Catecismo de la Iglesia Católica #1471, #1472, #1473, #1474, #1475, #1476, #1477,

#1478, #1479)

9. INFIERNO

¿Cómo se sabe que el Infierno existe?

El Infierno es una de las realidades más cuestionadas y atacadas, tal vez por un mecanismo

de evasión del justo castigo que espera a los que ofendamos a Dios y dejemos de

aprovechar la oportunidad y las oportunidades que El mismo nos da de arrepentirnos para

perdonarnos, y así poder llegar, no al Infierno, sino al Cielo.

Respecto del Infierno hay errores muy difundidos: unos creen que el Infierno no existe.

Otros creen que sí existe, pero que allí no va nadie, aduciendo que Dios es infinitamente

bueno. Pero no hay que olvidar que Dios es, al mismo tiempo, infinitamente justo.

Recordemos, también, que el propio Jesucristo nos habló en varias ocasiones sobre la

posibilidad que tenemos de condenarnos. Y no sólo nos habló de esa posibilidad, sino que,

además, varias veces nos describió ese lugar de castigo eterno. He aquí algunas

descripciones por boca de Jesús:

“Los malvados ... los arrojará en el horno ardiente. Allí será el llanto y el rechinar de

dientes” (Mt. 13, 42). “Y a ese servidor inútil échenlo en la oscuridad de allá afuera: allí

habrá llanto y desesperación” (Mt.25,30). “Malditos: aléjense de Mí, al fuego eterno” (Mt.

25, 41).

El Infierno es una realidad innegable. De hecho, el Infierno es de creencia obligatoria para

los Católicos, y es de los dogmas de nuestra fe que presenta mayor número de textos de la

Sagrada Escritura que lo sustentan, en los cuales por cierto aparece con diferentes nombres

(abismo, horno de fuego, fuego eterno, lugar de tormentos, tinieblas exteriores, gehena,

muerte segunda, fuego inextinguible etc.).

Coinciden los Teólogos en que la más horrenda de las penas del Infierno es la pérdida

definitiva y para siempre del fin para el cual hemos sido creados los seres humanos: la

posesión y el gozo de Dios, viéndolo “cara a cara”.

Ya que únicamente Dios puede satisfacer el ilimitado deseo de felicidad que El mismo ha

puesto en nuestra alma para ser satisfecho sólo por El, puede comprenderse cuán grande

puede ser la pena de no poder disfrutar de lo que se denomina la Visión Beatífica. Para

resumir esta pena en palabras de San Agustín, “es tan grande como grande es Dios”.

Page 39: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

Otro de los tormentos del Infierno es el sentido de eternidad. Es un sitio de fuego, pero es

un fuego distinto al que conocemos en la tierra, pues afectará nuestra alma y nuestro

cuerpo, pero no nos destruirá. Es un fuego que no se extingue, ni extingue, sino que es

eterno, sin descanso, sin tregua, sin fin ... para siempre ... “El fuego no se apaga, pues han

de ser salados con fuego”, nos dijo Jesucristo (Mc. 9, 48-49). Significa esto que el fuego

funciona como la sal: es un fuego que conserva y que penetra todo nuestro ser, pues cuerpo

y alma recibirá el tormento del infierno.

Y estos horrores del Infierno no deben servir para desviar la atención. Los horrores del

infierno no son para que pensemos ¡qué malo es Dios! sino para darnos cuenta del horror

del pecado.

¿Por qué existe el Infierno si Dios es tan bueno?

La Voluntad de Dios es que todos los hombres lleguen a disfrutar de la Visión Beatífica.

Dios no predestina a nadie al Infierno. Para que alguien se condene es necesario que tenga

una aversión voluntaria a Dios, un enfrentamiento o una rebeldía contra El y, además, que

persista en esa actitud hasta el momento de la muerte (Ver. Catecismo de la Iglesia Católica

#1037).

Dios es, infinitamente Bueno, es cierto. Pero Dios es también infinitamente Justo. Todos

los atributos de Dios tienen la misma medida: son infinitos.

Mientras vivimos en la tierra es tiempo de la Misericordia Divina. Dios nos perdona todas

nuestras faltas -hasta las más graves cometidas contra El- si nos arrepentimos, si nos

confesamos. Estamos en tiempo de Misericordia, mientras estamos aquí.

Por eso hay que aprovechar nuestra vida en la tierra como preparación para la otra Vida, la

que nos espera después de la muerte. Y allí habrá Vida de felicidad perfecta en el Cielo

para los que han amado a Dios aquí en la tierra. O habrá condenación eterna de castigo en

el Infierno para los que han rechazado a Dios y mueren en esa condición.

Ahora bien, Dios no destina a nadie al Infierno. La voluntad de Dios es que todos los seres

humanos nos salvemos. Depende de cada uno, entonces, el aprovechar o desaprovechar

todos los medios que Dios pone a nuestra disposición para que alcancemos la salvación

eterna.

¿Cuáles son esos medios? Los Sacramentos, principalmente el Bautismo, la Confesión, la

Comunión. Tenemos también la oración ... y tantas otras gracias que Dios nos ofrece para

que nos ayuden a llegar a Cielo.

Hemos nacido y vivimos en esta tierra para pasar de esta vida a la eternidad. Y allí habrá o

“Vida Eterna” en el Cielo, al que podemos llegar directamente o pasando antes por un

tiempo de purificación en el Purgatorio ... o habrá “muerte eterna” en el Infierno.

(Ver Catecismo de la Iglesia Católica #1033, 1034, 1035, 1037, 1037, 1056, 1057, 1058)

Page 40: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

¿Cómo se sabe que el Infierno existe?

¿Cómo se sabe

que el Infierno existe?

El Infierno es una de las realidades más cuestionadas y atacadas, tal vez por un mecanismo

de evasión del justo castigo que espera a los que ofendamos a Dios y dejemos de

aprovechar la oportunidad y las oportunidades que El mismo nos da de arrepentirnos para

perdonarnos, y así poder llegar, no al Infierno, sino al Cielo.

Respecto del Infierno hay errores muy difundidos: unos creen que el Infierno no existe.

Otros creen que sí existe, pero que allí no va nadie, aduciendo que Dios es infinitamente

bueno. Pero no hay que olvidar que Dios es, al mismo tiempo, infinitamente justo.

Recordemos, también, que el propio Jesucristo nos habló en varias ocasiones sobre la

posibilidad que tenemos de condenarnos. Y no sólo nos habló de esa posibilidad, sino que,

además, varias veces nos describió ese lugar de castigo eterno. He aquí algunas

descripciones por boca de Jesús:

“Los malvados ... los arrojará en el horno ardiente. Allí será el llanto y el rechinar de

dientes” (Mt. 13, 42). “Y a ese servidor inútil échenlo en la oscuridad de allá afuera: allí

habrá llanto y desesperación” (Mt.25,30). “Malditos: aléjense de Mí, al fuego eterno” (Mt.

25, 41).

Coinciden los Teólogos en que la más horrenda de las penas del Infierno es la pérdida

definitiva y para siempre del fin para el cual hemos sido creados los seres humanos: la

posesión y el gozo de Dios, viéndolo “cara a cara”. Ya que únicamente Dios puede

satisfacer el ilimitado deseo de felicidad que El mismo ha puesto en nuestra alma para ser

satisfecho sólo por El, puede comprenderse cuán grande puede ser la pena de no poder

disfrutar de lo que se denomina la Visión Beatífica. Para resumir esta pena en palabras de

San Agustín, “es tan grande como grande es Dios”.

Otro de los tormentos del Infierno es el sentido de eternidad. Es un sitio de fuego, pero es

un fuego distinto al que conocemos en la tierra, pues afectará nuestra alma y nuestro

cuerpo, pero no nos destruirá. Es un fuego que no se extingue, ni extingue, sino que es

eterno, sin descanso, sin tregua, sin fin ... para siempre ... “El fuego no se apaga, pues han

de ser salados con fuego”, nos dijo Jesucristo (Mc. 9, 48-49). Significa esto que el fuego

funciona como la sal: es un fuego que conserva y que penetra todo nuestro ser, pues cuerpo

y alma recibirá el tormento del infierno.

Y estos horrores del Infierno no deben servir para desviar la atención. Los horrores del

infierno no son para que pensemos ¡qué malo es Dios! sino para darnos cuenta del horror

del pecado.

El Infierno es una realidad innegable. De hecho, el Infierno es de creencia obligatoria para

los Católicos, y es de los dogmas de nuestra fe que presenta mayor número de textos de la

Sagrada Escritura que lo sustentan, en los cuales por cierto aparece con diferentes nombres

Page 41: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

(abismo, horno de fuego, fuego eterno, lugar de tormentos, tinieblas exteriores, gehena,

muerte segunda, fuego inextinguible etc.). En resumidas cuentas, el Infierno forma parte,

junto con el Cielo y el Purgatorio, de las opciones que nos esperan después de esta vida

terrena.

Entre los secretos que reveló la Santísima Virgen María a los pastorcitos de Fátima, está

una visión del Infierno, que les dio en una de sus apariciones. Decía Lucía, la vidente de

Fátima que murió ya anciana en 2005: “Algunas personas, también piadosas, no quieren

hablar a los niños pequeños sobre el Infierno, para no asustarlos. Sin embargo, Dios no

dudó en mostrar el Infierno a tres menores y una de ellas contando apenas seis años”.

Por más que Lucía describía lo que ella y los otros dos videntes vieron (cfr. Memorias de

Lucía), no es posible imaginar cómo es el Infierno. El Infierno es un lugar de dolor y horror

-más de lo que podemos pensar, suponer o describir- al que son arrojadas las almas que en

la tierra desperdician las gracias de salvación que Dios en su infinita Bondad, nos otorga a

todos.

La Voluntad de Dios es que todos los hombres lleguen a disfrutar de la Visión Beatífica.

Dios no predestina a nadie al Infierno. Para que alguien se condene es necesario que tenga

una aversión voluntaria a Dios, un enfrentamiento o una rebeldía contra El y, además, que

persista en esa actitud hasta el momento de la muerte (cfr. CIC #1037).

Hemos nacido y vivimos en esta tierra para pasar de esta vida a la eternidad. Y allí habrá o

“Vida Eterna” en el Cielo, al que podemos llegar directamente o pasando antes por un

tiempo de purificación en el Purgatorio... o habrá “muerte eterna” en el Infierno.

¿Por qué existe el Infierno si Dios es tan bueno?

¿Por qué existe el Infierno

si Dios es tan bueno?

Dios es, infinitamente Bueno, es cierto. Pero Dios es también infinitamente Justo. Todos

los atributos de Dios tienen la misma medida: son infinitos.

Mientras vivimos en la tierra es tiempo de la Misericordia Divina. Dios nos perdona todas

nuestras faltas -hasta las más graves- cometidas contra El, si nos arrepentimos, si nos

confesamos. Estamos en tiempo de Misericordia, mientras estamos aquí. Por eso hay que

aprovechar nuestra vida en la tierra como preparación para la otra Vida, la que nos espera

después de la muerte. Y allí habrá Vida de felicidad perfecta en el Cielo para los que han

amado a Dios aquí en la tierra. O habrá condenación eterna de castigo en el Infierno para

los que han rechazado a Dios y mueren en esa condición.

Ahora bien, Dios no destina a nadie al Infierno. La voluntad de Dios es que todos los

seres humanos nos salvemos. Depende de cada uno, entonces, el aprovechar o

desaprovechar todos los medios que Dios pone a nuestra disposición para que alcancemos

la salvación eterna.

Page 42: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

¿Cuáles son esos medios? Los Sacramentos, principalmente el Bautismo, la Confesión, la

Comunión. Tenemos también la oración ... y tantas otras gracias que Dios nos ofrece para

que nos ayuden a llegar al Cielo.

Aprovechemos que éste es el tiempo de la Misericordia Divina. Eso fue lo que Jesucristo

dijo a Santa Faustina Kowalska, para que lo comunicara al mundo entero:

Habla al mundo de mi Misericordia, para que toda la humanidad conozca la infinita

Misericordia mía. Es la señal de los últimos tiempos. Después de ella vendrá el día de la

justicia. Todavía queda tiempo ... Antes de venir como Juez justo, abro de par en par las

puertas de mi Misericordia. Quien no quiera pasar por la puerta de mi Misericordia,

deberá pasar por la puerta de mi Justicia.

La Justicia de Dios y su Misericordia van a la par. Pero a través de esta Santa de nuestro

tiempo nos hace saber que por los momentos, para nosotros, tiene detenida su Justicia para

dar paso a su Misericordia. No nos castiga como merecemos por nuestros pecados, ni

castiga al mundo como merecen los pecados del mundo, sino que nos ofrece el abismo

inmenso de su Misericordia infinita. Pero si no nos abrimos a su Misericordia, tendremos

que atenernos a su Justicia.

Jesús también hizo que Santa Faustina conociera el Infierno. He aquí lo que nos informa

ella de este lugar de castigo:

Hoy, un Angel me llevó a los precipicios del Infierno. Es un lugar de grandes torturas. ¡Es

impresionante el tamaño y la extensión del sitio!

He aquí los tipos de torturas que vi: la pérdida de Dios, el remordimiento de conciencia

perpetuo, el saber que esa condición nunca va a cambiar, el fuego que penetra el alma sin

destruirla; la permanente oscuridad y un terrible hedor que sofoca, pero, a pesar de la

oscuridad, los demonios y las almas de los condenados se ven y ven toda la malignidad,

propia y de los demás; la compañía constante de Satanás; la horrible desesperación, el odio

a Dios, las palabras horrendas, las maldiciones y las blasfemias.

“Estas son las torturas que sufren en general todos los condenados, pero éste no es el fin del

sufrimiento. Hay torturas especiales destinadas a las almas en particular. Son los tormentos

de sus sentidos. Cada alma pasa por sufrimientos terribles e indescriptibles, relacionados

con la manera en que han pecado.Que sepa el pecador que será torturado por toda la

eternidad en aquellos sentidos que utilizó para pecar

He recibido el mandato de Dios de dejar esto por escrito, para que ninguna alma

pueda excusarse diciendo que no existe el Infierno ... Yo, la Hermana Faustina, por

orden de Dios, he visitado los abismos del Infierno, para poder hablar a las almas sobre esto

y para poder dar testimonio de su existencia.

Page 43: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

Lo que he escrito es sólo una sombra pálida de las cosas que vi allí. Pero sí noté una

cosa: que la mayoría de las almas que están allí son las que se han negado a creer en el

Infierno.

10. INQUISICION

¿Inquisición Verdad o Falacia?

Los historiadores están ahora evaluando la Inquisición de manera diferente a cómo ha sido

vista hasta ahora por católicos y no católicos. Esta visión a manera de leyenda negra ha sido

promovida por los enemigos de la Iglesia.

¿Qué revelaron los Archivos Vaticanos?

Sucedió que, después de estudiar los Archivos Vaticanos sobre la Inquisición, abiertos al

final del Pontificado de Juan Pablo II, periodistas e historiadores van concluyendo que hay

muchos mitos que desmontar en nombre de la verdad histórica, pues se ha podido verificar

que la historia que hasta ahora hemos conocido sobre la Inquisición está llena de mitos

fabricados de manera interesada.

Bien apunta el Periodista Víctor Messori (co-autor de varios libros de Juan Pablo II), que

muchos de los ataques contra la Inquisición fueron alentados por “la propaganda

protestante en el marco de la lucha contra España por la hegemonía en el Atlántico”. Es decir, lo que se esconde en esos ataques es una motivación geopolítica de una época. Y

esos ataques y exageraciones repetidos a lo largo de los siglos han creado una especie

de leyenda negra sobre la Inquisición.

Así que, lo que hemos oído y visto en libros (ahora magnificado en los medios de

comunicación social) “fueron realmente la excepción”, según Messori. Y, aunque no se

pretenda defender los abusos que pudo haber habido, “el pasado hay que valorarlo

según sus categorías, no según las nuestras”, apunta el periodista.

Adicionalmente, Messori explica lo siguiente: “la actividad de aquellos tribunales se

inspiraba en la necesidad de proteger la vida social, cuya tranquilidad se basaba en una fe

común; y estaba movida por el ansia sincera de practicar la más alta de las caridades: la

espiritual.

Continúa su explicación el periodista: “Así como las autoridades de hoy en día

consideran su obligación la tutela de la salud de los ciudadanos, la Iglesia católica

estaba convencida de tener que responder ante Dios de la salvación eterna de sus

hijos. Salvación que corría peligro a causa del más tóxico de los venenos: la herejía.”

La periodista venezolana Marina Jacinto, refiriéndose a la apertura de los Archivos del

Vaticano sobre el tema de la Inquisición comenta lo siguiente: “Los resultados publicados

Page 44: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

en las actas de los estudios vaticanos indicaron que había muchos mitos que

desmontar en nombre de la verdad histórica”.

“En primer lugar, las actas indican que las torturas, los autos de fe (muerte en la

hoguera), entre otros castigos para los feligreses condenados por estos tribunales

eclesiásticos no fueron tantas como el imaginario colectivo supone, ya que la

abundante literatura anti-Inquisición publicada en los países protestantes abultó

sobremanera las cifras”. Es decir, adicional a la escondida motivación geopolítica de que

habla Messori, aquí observamos otra falacia: la alteración de la estadística.

Descubrimientos Estadísticos:

“La tortura”, continúa la Periodista, “no fue tan frecuente como se ha creído, pues las actas

señalan que la Inquisición torturó en el 10% de los casos. Se menciona que morían más

presuntas brujas en los países protestantes a manos de los tribunales civiles, que en países

católicos a manos de la Inquisición. Ésta quemó por supuesta brujería a 59 mujeres en

España, 36 en Italia y 4 en Portugal, mientras que en Europa los tribunales civiles juzgaron

por el mismo delito a cerca de 100 mil mujeres. De ellas 50 mil fueron condenadas, 25 mil

sólo en Alemania, en la pira purificadora, durante el siglo XVI por los protestantes

seguidores de Martín Lutero”.

Y, contrario a lo que han difundido los enemigos de la Iglesia, la Inquisición fue

diseñada para proteger al acusado, utilizando métodos de investigación justos y

aceptables. La verdad es que fueron más las personas exoneradas que las condenadas.

Preferían los Tribunales de la Inquisición que los civiles:

Más aún, los tipos y los grados de los castigos infligidos por la Inquisición Española, la

mayoría de las veces eran más suaves que los utilizados por las cortes civiles. De hecho, a

pesar de que hoy en día los métodos puedan ser considerados como procedimientos

lamentables, muchos investigados preferían ir a los tribunales de la Iglesia que a los civiles.

Y se conocen casos de personas que blasfemaban para ser llevados por ese motivo a la

Inquisición, donde serían tratados con más ecuanimidad y justicia.

La Iglesia no teme la verdad histórica, ahora demostrada por estas veraces investigaciones.

La Iglesia tampoco teme reconocer errores y abusos. De allí que el Papa Juan Pablo II -

durante las celebraciones del milenio realizadas por la Iglesia Católica en el 2000- pidió

perdón por los pecados cometidos por los católicos en nombre de la fe, a lo largo de la

historia, incluyendo los abusos cometidos durante la Inquisición

¿Qué fue la Inquisición y cuál es la verdadera historia?

Para los no-Católicos la Inquisición es un escándalo. Para los Católicos una

vergüenza. Y para todos, una confusión.

Page 45: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

Entonces, hay que saber y tener en cuenta que la historia sobre la Inquisición ha sido

escrita en su mayor parte por los detractores y enemigos de la Iglesia Católica. Y he

allí el primer problema de apreciación.

“Inquisición” significa investigación. Pero ha sido tan extendida la crítica a la

Inquisición, que en el léxico común se ha tomado esta palabra como sinónimo de

intolerancia, fanatismo, crueldad, averiguación injusta, etc.

Históricamente fue un tribunal legal de la Iglesia, el cual era administrado en cooperación

con la autoridad civil, con el fin de investigar y sentenciar a personas que profesaban o eran

acusadas de alguna o algunas herejías.

Juzgar las cosas según costumbre y mentalidad de su época:

Por ejemplo, en esas épocas no existía la libertad de conciencia. Tampoco la separación

de la Iglesia y el Estado, autoridades que se confundían en una sola. El ciudadano tenía

que seguir la religión del rey, por lo que un delito en el campo religioso era considerado

como atentatorio contra la autoridad civil. Adicionalmente, según la costumbre de aquel

tiempo, para lograr la declaración de los acusados era aceptable utilizar la tortura.

Así que, en todo lo que a continuación explicaremos hay que considerar que lo que hoy

puede parecer un horror, hace siglos eran prácticas comunes en esas épocas, tan

generalizadas que otras religiones también practicaban inquisiciones. De hecho, los

Protestantes y los Musulmanes practicaron sus respectivas “inquisiciones”, además de

aplicar la tortura a quienes representaban un peligro para su religión y para el Estado.

Inquisiciones en la Biblia:

Increíble, pero cierto. Dios ordenó al pueblo hebreo a realizar “investigaciones”, para

descubrir, juzgar y condenar a los que se adherían a ídolos o falsos dioses y les rendían

culto. Además les daba la metodología para tales investigaciones y el castigo.

“Si, en medio de ti, en alguna de las ciudades que Yavé te dará, un hombre o una mujer

hacen lo que desagrada a Yavé, hasta quebrantar su alianza, si va a servir a otros dioses y

se postran ante ellos ... en cuanto te lo denuncien o en cuanto lo sepas, empezarás a

investigar bien todo. Si compruebas que esta abominación se ha cometido en Israel,

sacarás a las puertas de la ciudad al hombre o a la mujer que cometieron esta fechoría, y

los apedrearás hasta que mueran ... Exigirás las declaraciones de dos o tres testigos para

condenarlos a muerte. Nadie será condenado a muerte por la acusación de un solo testigo

... Así harás desaparecer el mal de en medio de ti” (Dt. 17, 2-7).

Por la Biblia también sabemos que había israelitas que aparentaban ser creyentes y

cumplidores de la Alianza, pero que interiormente no creían y que practicaban religiones

falsas y -lo que es peor- trataban de difundirlas (cf. Dt. 13, 6-11). Para proteger al reino de

esas herejías ocultas, estos herejes secretos debían ser extirpados de la comunidad. Esta

Page 46: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

instrucción de Yavé se aplicaba -incluso- a ciudades completas que se apartaban del

verdadero culto a Dios (cf. Dt. 13, 12-18).

San Pablo también repite este principio para un caso de extrema inmoralidad sexual y así

evitar que el mal se comunicara a todos: “Mejor hubieran acordado hacer duelo y echar

fuera al autor de esa fechoría” (1 Cor. 5, 13; 6-7).

La Inquisición en la Edad Media:

Así como el pueblo hebreo era el pueblo de Dios, Europa medieval era una sociedad de

reinos Cristianos, los cuales estaban formalmente consagrados a Jesucristo, el Señor.

Es así como la sociedad medieval era una amalgama, en la que la Iglesia y el Estado, la

sociedad y los individuos, constituían una sola entidad Católica, que se conocía con el

nombre de “Cristiandad”.

Y estos Cristianos deben haber entendido que la Biblia requería el uso de sanciones penales

para expulsar las religiones falsas y las herejías fuera de la sociedad Cristiana.

Por ello es comprensible que, a imitación del pueblo de Israel, procedieran a establecer

investigaciones para proteger la sociedad Cristiana de los herejes, de manera de hacer

“desaparecer el mal de en medio de ti” (Dt. 13, 5; 17,7).

Ya entre 1227 y 1299, en Francia se había establecido en cada Parroquia una “Inquisición”

o Corte, compuesta por un Sacerdote y dos civiles, con el fin de chequear y prevenir las

herejías.

Pero la Inquisición oficial de la Iglesia comenzó en 1233, por instrucción del Papa Gregorio

IX. Así decía la carta instructiva: “Al llegar a una ciudad, convóquese al Obispo, el Clero y

el pueblo y dése un sermón sobre la Fe. Luego escójase algunos hombres de buena

reputación para ayudarles a juzgar a los herejes y sospechosos que sean denunciados ante

vuestro Tribunal. Todos aquéllos que sometidos al examen sean encontrados culpables o

sospechosos de herejía, deben prometer obedecer completamente los mandamientos de

la Iglesia. Si rehusaren, debéis procesarlos de acuerdo a los estatutos que he

promulgado recientemente”.

Si nos fijamos bien, la Inquisición se dedicaba a descubrir las herejías dentro de la Iglesia y

no era para perseguir a los no-creyentes fuera de la Iglesia. Si nos fijamos bien, la finalidad

del Tribunal de la Inquisición era, primeramente, lograr una obediencia a la Iglesia, con el

fin de prevenir las herejías, sacrilegios y graves delitos morales. Pero también, si nos

fijamos bien, era fácil que se introdujeran abusos y abusadores, y gente ignorante e

incompetente con demasiada autoridad, etc.

Dentro del funcionamiento conjunto de Iglesia y Estado, cuando se trataba de una falta

realmente grave y los acusados no se arrepentían y enmendaban su vida, eran entregados a

la autoridad civil, para que fueran castigados según la ley.

Page 47: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

¿Quiénes eran los herejes por los que la Inquisición se estableció?

Se trataba de los Albigenses, llamados así por la ciudad francesa Albi, pero su nombre

inicial era los Cátaros. Vinieron de Bulgaria hacia el sur de Francia, Italia y España.

Esta herejía era muy peligrosa, no sólo desde el punto de vista religioso, sino que

constituían una verdadera amenaza destructora de la sociedad.

El Catarismo era una mezcla de Gnosticismo, el cual pretendía tener acceso a una fuente

oculta de conocimiento religioso, y de Maniqueísmo, que sostenía que lo material era malo.

Creían en dos dioses: el Dios bueno del Nuevo Testamento y el Dios malo del Antiguo

Testamento, el cual creó lo material que es malo.

El Matrimonio era una institución condenada porque legitimaba las relaciones sexuales, las

cuales consideraban como el mismo pecado original. Pero, por otro lado, promovían la

promiscuidad sexual, porque así el sexo podía ser una actividad secreta y pasajera, mientras

que el Matrimonio era permanente, no secreto y legalmente permitido. Las consecuencias

en el orden social de esta equivocada postura eran evidentes.

Adicionalmente se estimulaban los suicidios rituales, y aquéllos que no se suicidaban

voluntariamente eran “ayudados”.

Se rehusaban a hacer juramentos, los cuales eran de rigor en la sociedad feudal, por lo que

significaba que se oponían a la autoridad civil. Los Albigenses eran, entonces, un riesgo

moral y político.

Inquisición en España:

Establecida por los Reyes Católicos como un tribunal de investigación separado, mediante

autorización especial de la Santa Sede en 1476.

Su propósito era primeramente el de proteger a los “conversos” (judíos y musulmanes

convertidos), de la retaliación de sus congéneres y así evitar su recaída a la antigua religión.

La Inquisición trataba de identificar los verdaderos “conversos”, pues sucedía que, para

obtener ventajas políticas y sociales, muchos “conversos” se hacían pasar por tales y

seguían practicando y difundiendo su antigua religión y/o uniéndose a diversos grupos

heréticos.

Otra finalidad de la Inquisición Española era dejar libre el buen nombre de muchas

personas falsamente acusadas de herejes.

Así la Inquisición Española protegió la fe en España de la Reforma Protestante que estaba

causando estragos en otras partes de Europa. Y preservó el modelo Católico, bajo el cual

fue colonizado la mitad del Nuevo Mundo.

Page 48: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

Sin embargo, la Inquisición Española fue cayendo en abusos. De allí que a sólo seis años de

su comienzo, el Papa Sixto IV tuvo que amenazar con penalidades para los abusos que se

estaban cometiendo.

Se referían estos abusos a ciertos procedimientos que aunque eran comúnmente aceptados

por el código criminal de la época, fueron establecidos como ley en 1492 por el Gran

Inquisidor Torquemada. Se trataba esta ley de la opción que se ofrecía a los judíos de

hacerse cristianos o ser expulsados de España. Estos procedimientos causaron

persecuciones y abusos, por los cuales se suele condenar la Inquisición Española.

Generalmente cuando se habla en contra de la Inquisición, los enemigos de la Iglesia

Católica se están refiriendo a la Inquisición Española. Sin embargo las diferentes

Inquisiciones tuvieron lugar a lo largo de un milenio. Inclusive hubo Inquisiciones

Protestantes. La Inquisición finalizó a principios del siglo 19.

¿Qué se pretende al criticar a la Iglesia con relación a la Inquisición?

El argumento real subyacente en las críticas a la Iglesia Católica sobre la Inquisición es el

intento de demostrar que porque pudieron haber abusos a través de esta institución y

práctica eclesiástica, entonces la Iglesia Católica no es la Iglesia de Cristo.

Pero veamos bien ... ¿Hay católicos pecadores? Sí, nos declaramos culpables. ¿Que a veces

personas en posición de autoridad puedan hacer juicios erróneos? Sí, también es cierto.

¿Que algunos católicos a veces pecan de exceso de celo y no mantienen un equilibrio

adecuado? Sí, eso también sucede.

Ahora bien... ¿significan estos reconocimientos de culpabilidad que la Iglesia Católica no

es la Iglesia de Cristo? ¿Acaso dijo Jesús en algún momento que los miembros de su Iglesia

no pecarían? Todo lo contrario ... ¡Si San Pedro, el primer Papa, al no más ser nombrado

por Jesús mismo jefe de su Iglesia, pecó y Jesús tuvo que decirle: “Apártate de Mí, Satanás

... porque tu modo de pensar no es el de Dios, sino el de los hombres” (Mt. 16, 23)! ¡Si,

además, la Sagrada Escritura nos relata otros pecados más de San Pedro, nuestro primer

Papa!

Así que lo primero que tenemos que tener claro y también tenemos que tener pendiente

cuando se nos presente el tema de la Inquisición es que ningún relato de pecado, abuso,

juicios equivocados o supuesta crueldad por parte de los Católicos puede dejar sin lugar la

institución divina de la Iglesia Católica como la única y verdadera Iglesia de Cristo.

Y hay que tener claro que dentro de esa Iglesia por Cristo fundada hay pecadores y hay

también santos; malintencionados y bien intencionados; malos y buenos; impuros y puros.

Y que a veces afloran las acciones de unos o de otros. Pero tenemos la promesa del Señor

de que El estará con su Iglesia hasta el fin de los siglos ... a pesar de los pecados de sus

miembros.

Page 49: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

Y dale con la Inquisición

Artículo del periodista Víctor Messori

Los mitos de la Inquisición

Por Marina Jacinto, periodista

11. PAPA

Objeción: La objeción de fondo al desconocer al Papa es tratar de demostrar que la Iglesia

Católica no es la que Cristo fundó. Como es imposible no aceptar que los Papas son

sucesores directos de San Pedro, el primer Papa, entonces se trata de demostrar que Cristo

no edificó su Iglesia sobre Pedro. Intentan demostrar que la Roca sobre la cual Cristo

edificaría su Iglesia no era Pedro, sino El mismo.

Respuesta: Veamos las promesas y palabras de Jesús a Pedro, antes llamado Simón:

1. Primera Promesa: Aun antes de designarlo “Pedro”, cuando lo vio por primera

vez, ya le anunció que sería llamado Piedra: “Jesús miró fijamente a Simón y le

dijo: „Tú eres Simón, hijo de Juan; te llamarás Kefas‟, que quiere decir Piedra‟”

(Jn. 1, 42). En este saludo inicial ya nos damos cuenta de la intención de Jesús con

Simón. Ya al verlo por primera vez le anunció en cambio de nombre.

Un cambio de nombre significa en la Biblia un cambio de condición, de función. Por

ejemplo, cuando Yahvé le cambió el nombre de Abram (padre fuerte) a Abraham (padre de

multitudes o de muchas naciones), le otorgó y, de hecho realizó en él, una nueva función:

“No te llamarás más Abram, sino Abraham, pues te tengo destinado a ser padre de una

multitud de naciones. Yo te haré crecer sin límites, de ti saldrán naciones y reyes, de

generación en generación” (Gn. 17, 5-6). Lo mismo con Simón, al cambiarle el nombre a

Pedro, le designa una nueva función.

Objeción sobre Pedro y la roca: Algunos enemigos de la Iglesia aducen que Jesús llamó a

Simón “piedra” y no “roca”.

Respuesta: El Evangelio de Mateo fue escrito en arameo, que era el lenguaje común de los

judíos de Palestina y el idioma que Jesús y los Apóstoles hablaban. En ese idioma existía

una sola palabra “kepha” para indicar una piedra pequeña o una roca o piedra grande.

El griego era el idioma de la cultura y el comercio, del mundo mediterráneo. De allí que la

mayoría de los libros del Nuevo Testamento hayan sido escritos en griego, pues eran

dirigidos no sólo a los cristianos de Palestina, sino a los cristianos de todas partes: Roma,

Alejandría, Antioquía, etc., donde no se hablaba Arameo.

El Evangelio de Mateo fue originalmente escrito en arameo o en hebreo, pero fue traducido

al griego -tal vez por el mismo Mateo- muy al principio, y así nos fue legado. Y, al llevarlo

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al griego, idioma con géneros (femenino-masculino) y números (singular-plural), en vez de

traducir kepha a petra (que significa piedra o roca), como petra era un nombre femenino el

traductor muy probablemente no quiso asignárselo a un hombre y fue traducido Petros

(masculino).

Los que utilizan este absurdo argumento para demostrar que Pedro no es la roca sobre la

cual Cristo edificó su Iglesia aducen que petra y petros tiene significados diferentes, pero

realmente no es así. En alguna poesía griega antigua existía esa diferenciación, pero ya para

el siglo I, significaban ambas palabras piedra o roca, así como en Español piedra puede

significar una piedra pequeña o una piedra grande o roca.

2. Segunda Promesa: Posteriormente, en el momento que Pedro reconoció a Jesús

como el Mesías, cuando le dijo a Jesús: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”

(Mt. 16, 16), el Señor lo felicitó y le hizo saber que esa verdad le había sido

revelada por el Padre Celestial. Y, enseguida de esta confesión de fe por parte de

Pedro, aún llamado Simón, Cristo le dijo solemnemente: “Y ahora Yo te digo: tú

eres Pedro, o sea „Piedra‟, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del

Infierno no la podrán vencer” (Mt. 13, 19). La Iglesia de Cristo, entonces, sería

fundada sobre Pedro.

3. Tercera Promesa: Adicionalmente Cristo le dice a Pedro algo más: “Yo te daré las

llaves del Reino de los Cielos” (Mt. 16, 19-a). En la antigüedad las llaves eran el

símbolo de la autoridad. Las llaves de la puerta de una ciudad -simbolismo que aún

mantenemos hoy para ceremonias protocolares- significa paso libre y autoridad

sobre esa ciudad. Este simbolismo de autoridad en las llaves se usa en otros pasajes

de la Biblia (Is. 22, 22; Ap. 1, 18). Pero hay que resaltar que la ciudad cuyas llaves

se le dieron a Pedro es nada menos que la ciudad celestial, “el Reino de los Cielos”.

4. Cuarta Promesa: Continúa el Señor con Pedro: “Todo lo que ates en la tierra será

atado en el Cielo, y lo que desates en la tierra será desatado en los Cielos” (Mt. 16,

19-b). En este momento Pedro estaba siendo distinguido de entre los demás

Apóstoles como aquél que tendría autoridad para el perdón de los pecados y para el

establecimiento de normas disciplinarias. Sin embargo, posteriormente los demás

Apóstoles recibirían también un poder similar (cf. Mt. 18, 18), pero Pedro recibió

este poder de manera singular.

5. Quinta Promesa: Inmediatamente antes del anuncio de las tres negaciones, Jesús le

dice a Pedro: “Simón, Simón, mira que Satanás ha pedido permiso para sacudirlos

a ustedes como se hace con el trigo, pero Yo he rogado por ti para que tu fe no se

venga abajo. Tú, entonces, cuando hayas vuelto (de las negaciones), tendrás que

fortalecer a tus hermanos” (Lc. 22, 31-32).

Jesús oró para que Pedro tuviera fe y para que fuera él el guía de los demás. Sabemos que la

oración de Jesús es perfectamente eficaz y segurísimamente cumplida.

6. Sexta Promesa: Luego después de la Resurrección, Pedro tuvo que confesar su

amor por el Señor tres veces, como contraparte de sus tres negaciones. Y en ese

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momento, Jesús, el Buen Pastor (cf. Jn. 10 ,11 y 14) le dice también tres veces:

“Apacienta mis corderos ... Cuida mis ovejas ... Apacienta mis ovejas” (Jn. 21, 15-

17). Aquí Jesús le da a Pedro la autoridad que anteriormente le había prometido.

Y es importante notar que al darle esta autoridad lo distingue y singulariza también de entre

los demás Apóstoles, pues Jesús le pregunta a Pedro: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas más

que éstos?” (Jn. 21, 15), refiriéndose a los otros Apóstoles que estaban allí presentes.

Los demás Apóstoles reconocían la primacía de Pedro:

Hay suficiente evidencia en el Nuevo Testamento de que Pedro era el primero en autoridad

entre los Apóstoles:

o Cuando se les nombraba a todos, Pedro encabezaba la lista (cf. Mt. 10, 1-4; Mc. 3,

16-19; Lc. 6, 14-16; Hech. 1, 13).

o Algunas veces se hablaba de los Apóstoles y discípulos como “Pedro y sus

compañeros” (Lc. 9, 32).

o Pedro era el que generalmente hablaba en nombre de los Apóstoles (cf. Mt. 18, 21;

Mc. 8, 29; Lc. 12, 41; Jn. 6, 68-69).

o Aparece singularizado en los hechos importantes (cf. Mt. 14, 28-32; Mt. 17, 24-27;

Mc. 10, 23-28).

o En Pentecostés fue Pedro quien primero predicó a la gente (cf. Hch. 3, 6-7).

o Era la fe de Pedro la que fortalecería a sus hermanos (cf. Lc. 22, 32).

o A Pedro se le encomienda el rebaño de Cristo para pastorearlo (cf. Jn. 21, 17).

o El Angel que se apareció a las mujeres en el sepulcro indicó que se avisara a Pedro

la Resurrección de Cristo (cf. Mc. 16, 7).

o Jesús Resucitado se apareció primero a Pedro (cf. Lc. 24, 34).

o Pedro presidió la reunión en que se eligió a Matías para sustituir a Judas Iscariote

(cf. Hch. 1, 13-26).

o Fue Pedro quien recibió a los primeros conversos (cf. Hch. 2, 41).

o Pedro infligió el primer castigo (cf. Hch. 5, 1-11).

o Realizó la primera excomunión a un hereje (cf. Hch. 8, 18-23).

o Presidió el primer Concilio en Jerusalén (cf. Hch. 15).

o Anunció la primera decisión dogmática (cf. Hch. 15, 7-11).

o Ordenó que los gentiles debían ser bautizados y aceptados como Cristianos (cf. Hch.

10, 46-48).

Los Padres de la Iglesia y la primacía de Pedro:

Los Padres de la Iglesia, aquellos cristianos más cercanos a los Apóstoles en tiempo,

cultura y preparación teológica, entendieron en forma clara que Jesús prometió construir su

Iglesia sobre Pedro.

La primacía de Pedro y de los Papas hasta la Reforma Protestante:

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Todos los escritores Cristianos de los primeros siglos y -de hecho- todos los Cristianos

hasta la Reforma, reconocían plenamente que Cristo había fundado una Iglesia, que San

Pedro había sido el primer Papa y que luego vinieron los demás Papas posteriores a Pedro.

Objeción contra la Infalibilidad Papal: Dicen los enemigos de la Iglesia que no es posible

que el Papa no se equivoque. Aducen, además, que han habido Papas que no han dado el

mejor ejemplo en materia moral.

Respuesta: Hay que diferenciar infalibilidad de inerrabilidad. Infalibilidad consiste en que

no puede enseñarse un error. Pero inerrabilidad significa que no puede equivocarse.

Confusión similar hay entre infalibilidad e impecabilidad. Infalibilidad no significa

ausencia de pecado. Infalibilidad, entonces, no consiste en que el Papa no pueda pecar, por

lo cual el carisma de infalibilidad no garantiza que haya algún Papa que pueda haber dado

mal ejemplo. De hecho los ha habido. Pero lo que es muy cierto es que la grandísima

mayoría de los Papas se han destacado más bien por su santidad y sus buenos ejemplos, y

son poquísimos los del caso contrario. Se veneran como Santos 77 Papas y 31 murieron

mártires.

Y otra cosa es cierta: aún los Papas que no han sido buenos ejemplos, ninguno ha enseñado

nada que haya sido un error contra la fe. En esto último consiste precisamente la

infalibilidad.

En cuanto a inerrabilidad, los Cristianos fundamentalistas gustan de sacar la conducta de

San Pedro en Antioquía cuando no quiso comer con los Cristianos no-Judíos para no

ofender a los Judíos palestinos, como una manera de probar que Pedro no fue infalible.

Este hecho lo narra San Pablo en su carta a los Gálatas (Gal. 2, 11-14), al escribir que se

sintió en necesidad de corregir a San Pedro. ¿Cómo puede ser esto, si Pedro era el Papa?

Jesús prometió a Pedro que su fe no fallaría, no le dijo que nunca se equivocaría. La acción

de Pedro no tenía que ver con la enseñanza de un error contra la fe (de esto se trata la

infalibilidad), sino que era un asunto de protocolo social: con quien comer y con quien no

comer.

Es decir, se trataba de una acción de Pedro, no de una enseñanza sobre la fe o la moral que

el primer Papa estaba dando. El problema era que Pedro no estaba cumpliendo su propia

enseñanza, pero no que estuviera dando una enseñanza, ni mucho menos, definiendo un

asunto de fe y moral.

En cuanto a equivocaciones más recientes, un tema favorito de los enemigos de la Iglesia es

el caso Galileo.

Sabemos que Galileo proponía el heliocentrismo y que el sol no se movía. Esta teoría

astronómica parecía estar en contra de una cita de la Sagrada Escritura en cuanto al

movimiento del sol (Josué 10, 12-13). Y en ese entonces, cuando los conocimientos

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técnicos eran tan incompletos, la hipótesis de Galileo era juzgada como contraria a la fe,

hasta que pudiera armonizarse con la Sagrada Escritura.

Galileo, además, no fue condenado por un Papa en definición ex-cathedra,

(comprometiendo la infalibilidad) sino por una Congregación Romana. Así y todo, no fue

condenado por su teoría heliocéntrica, pues lo mismo dijo Copérnico cien años antes y la

Iglesia no hizo nada al respecto.

El problema de Galileo es que insistía en interpretar la Sagrada Escritura, además de

plantear sus hipótesis de manera absoluta y, ante la insuficiencia de sus argumentaciones

astronómicas, usaba textos de la Sagrada Escritura, interpretándolos a su manera, para

fundamentar su posición. Quería demostrar que no había contradicción entre las Sagradas

Escrituras y sus descubrimientos. En realidad, Galileo tuvo la intuición de interpretar los

textos bíblicos no literalmente como los teólogos de su tiempo, sino como hoy los

interpretamos, como géneros literarios que son.

Pero en este empeño, aunque no estaba equivocado, se metió en un campo que no era el

propio del científico, cual era la interpretación de la Sagrada Escritura. La Iglesia le ordenó

que se limitara a presentar sus ideas como hipótesis científica y no quiso hacer caso.

Y aunque la condena de la Iglesia a Galileo fue disciplinaria y no dogmática, hoy se piensa

que fue inoportuna. “La verdad es que la Biblia nos enseña cómo se va al cielo, no cómo va

el cielo” (Baronio, citado por Loring). Hoy sabemos que Dios ha confiado el conocimiento

de la estructura del mundo físico a las investigaciones de los hombres. La asistencia divina

en la Biblia no está para resolver problemas de orden científico.

De allí que el Papa Juan Pablo II en 1992 reconoció que la Iglesia se equivocó acerca de

Galileo, explicando que los teólogos de esa época, “no pudieron captar el significado

profundo, no literal de las Escrituras, al éstas describir la estructura física del universo

creado”.

Sin embargo, de ninguna manera, esta condena “equivocada” implicaba la infalibilidad

papal.

“El Papa es infalible cuando determina o declara ex-cathedra la auténtica doctrina revelada.

Pero fuera de esto, si -por ejemplo- predijera el tiempo, el Papa se puede equivocar como

cualquiera de nosotros.

“El Papa en su vida ordinaria, aunque sea un hombre prudentísimo y de toda confianza, no

es infalible. La infalibilidad está reservada a ciertas enseñanzas hechas con una solemnidad

especial, de modo definitivo, que teológicamente se llama ex-cathedra, en la que expresa su

voluntad de obligar a toda la Iglesia a creer la verdad definida”. (Loring)

Tal es el caso de la declaración de un dogma de fe, el último de los cuales fue declarado en

1950 por el Papa Pío XII: el dogma de la Asunción de la Virgen María al cielo.

Page 54: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

¿En qué consiste la infalibilidad?

La infalibilidad es dogma de fe. Y, aunque era una doctrina que estaba implícita desde el

comienzo de la Iglesia, fue definida formalmente por el Concilio Vaticano I en 1870:

“Definimos ser dogma divinamente revelado que el Romano Pontífice cuando habla ex-

cathedra, esto es, cuando cumpliendo su cargo de Pastor y Maestro de todos los cristianos,

define con su suprema autoridad apostólica, que una doctrina sobre la fe y costumbres debe

ser sostenida por la Iglesia Universal ... goza de aquella infalibilidad que el Redentor

Divino quiso que estuviera en su Iglesia”.

Y el Concilio Vaticano II abunda un poco más sobre la infalibilidad:

“Esta infalibilidad que el divino Redentor quiso que tuviese su Iglesia cuando define la

doctrina de fe y costumbres, se extiende tanto cuanto abarca el depósito de la Revelación,

que debe ser custodiado santamente y expresado con fidelidad. El Romano Pontífice,

Cabeza del Colegio Episcopal, goza de esta misma infalibilidad en razón de su oficio

cuando, como supremo pastor y doctor de los fieles, que confirma en la fe a sus

hermanos (cf. Lc. 22, 32), proclama de una forma definitiva la doctrina de la fe y

costumbres. Por esto se afirma, con razón, que sus definiciones son irreformables por sí

mismas y no por el consentimiento de la Iglesia, por haber sido proclamadas bajo la

asistencia del Espíritu Santo, prometida a él en la persona de San Pedro, y no necesitar

de ninguna aprobación de otros ni admitir tampoco apelación a otro tribunal. Porque, en

esos casos, el Romano Pontífice no da una sentencia como persona privada, sino que,

en calidad de maestro supremo de la Iglesia universal, en quien singularmente reside

el carisma de la infalibilidad de la Iglesia misma, expone o defiende la doctrina de la fe

católica” (LG 25).

¿Sólo es infalible el Papa?

El Concilio Vaticano II nos dice lo siguiente sobre los Obispos:

“Aunque cada uno de los Prelados no goce por sí de la prerrogativa de la infalibilidad, sin

embargo, cuando aun estando dispersos por el orbe, pero manteniendo el vínculo de

comunión entre sí y con el sucesor de Pedro, enseñando auténticamente en materia de fe y

costumbres, convienen en que una doctrina ha de ser tenida como definitiva, en ese caso

proponen infaliblemente la doctrina de Cristo. Pero todo esto se realiza con mayor claridad

cuando, reunidos en concilio ecuménico, son para la Iglesia universal los maestros y jueces

de la fe y costumbres, a cuyas definiciones hay que adherirse con la sumisión de la fe ...”

“La infalibilidad prometida a la Iglesia reside también en el Cuerpo de los Obispos cuando

ejerce el supremo magisterio en unión con el sucesor de Pedro. A estas definiciones nunca

puede faltar el asenso de la Iglesia por la acción del mismo Espíritu Santo, en virtud de la

cual la grey toda de Cristo se mantiene y progresa en la unidad de la fe”. (LG 25).

¿Sólo hay que obedecer las doctrinas declaradas infalibles?

Page 55: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

Esto dice el Concilio Vaticano II:

“Los Obispos, cuando enseñan en comunión con el Romano Pontífice, deben ser respetados

por todos como testigos de la verdad divina y católica... Este obsequio religioso de la

voluntad y del entendimiento de modo particular ha de ser presentado al magisterio

auténtico del Romano Pontífice, aun cuando no hable ex-cathedra; de tal manera que se

reconozca con reverencia su magisterio supremo y con sinceridad se preste adhesión al

parecer expresado por él”. (LG 25)

Es decir, al Papa hay que obedecerle siempre, aun en los asuntos que no declara como

infalibles. Y el Magisterio de la Iglesia también hay que seguirlo por lo mismo, debido a la

autoridad que Cristo dio a su Iglesia para señalar el camino que nos lleva al Reino de los

Cielos.

Objeción contra la autoridad del Papa:

Hay una oposición de fondo a la idea de la autoridad eclesiástica que es el Papa. No se

trata, por cierto, de falta de aprecio a los Papas o de desconocimiento de la importancia que

como líder mundial y persona altamente apreciada tuvo, por ejemplo, el Papa, Juan Pablo

II, tal como quedó corroborado en sus exequias, las más grandes y sentidas que haya

presenciado la humanidad

Se trata, más bien, de un rechazo a la autoridad misma, pues cada quien quiere pensar por sí

mismo y decidir por sí solo, inclusive en materia de fe y moral.

Pero hemos visto que Cristo dejó bien establecida la autoridad en su Iglesia y quién sería el

responsable para decidir materias relacionadas con la interpretación de su Palabra, y con la

fe y la moral.

(Catecismo de la Iglesia Católica #2034 y 2035).

12. PURGATORIO - ORACION POR LOS DIFUNTOS

De las opciones que tenemos para después de la muerte (Cielo, Infierno y Purgatorio), el

Purgatorio es la única que no es eterna. Las almas que llegan al Purgatorio están ya

salvadas, permanecen en ese estado de purgación el tiempo necesario para ser purificadas

totalmente antes de acceder al Cielo.

Objeción: El Purgatorio no aparece en la Biblia.

Respuesta: No se puede descartar la existencia del Purgatorio porque esa precisa palabra no

aparezca en la Biblia. Es interesante saber que la palabra “Trinidad” tampoco aparece, y

Cristianos, tanto Católicos como no Católicos, creemos en el misterio de la Santísima

Trinidad.

Page 56: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

Entonces, a pesar de no aparecer la palabra “purgatorio” en la Sagrada Escritura, la realidad

de lo que significa este término está bien expresada en la Biblia.

En el Antiguo Testamento, por ejemplo, el Libro 2 de los Macabeos nos muestra que el

pueblo hebreo creía en un estado intermedio, ni Cielo, ni Infierno eterno, al narrarnos que

después de sepultar a los caídos, los soldados de Judas Macabeo “rezaron al Señor para

que perdonara totalmente ese pecado a sus compañeros muertos”. Y no sólo oraron, sino

que Judas envió a Jerusalén dinero recolectado entre todos para que fueran ofrecidos

sacrificios en favor de estos difuntos. Y nos dice la Palabra de Dios: “Esta fue la razón por

la cual Judas ofreció este sacrificio por los muertos: para que fueran perdonados de su

pecado” (2 Macabeos 12, 38-45).

Y en el Nuevo Testamento San Pablo también nos presenta el concepto de “Purgatorio”:

“El fuego probará la obra de cada uno. Si lo que has construido resiste al fuego, serás

premiado. Pero si la obra se convierte en cenizas, el obrero tendrá que pagar. Se salvará

pero no sin pasar por el fuego” (1 Cor. 3, 13-15).

Jesús mismo nos da a entender el concepto de Purgatorio en la parábola del siervo

despiadado, aquél que pretendió cobrar una pequeña deuda cuando su amo le había

condonado una deuda muchísimo mayor. El amo, al enterarse, “lo puso en manos de los

verdugos hasta que pagara toda la deuda” (Mt. 18, 34).

Adicionalmente, hablando de la “Jerusalén Celestial”, el Apocalipsis nos dice: “Nada

manchado entrará en ella” (Ap. 21, 27).

Esa etapa de purificación que los Católicos llamamos “Purgatorio” es, además, un regalo de

la misericordia infinita de Dios, y una señal de esperanza, ya que las almas que llegan al

Purgatorio ya están salvadas: la única opción posterior que tienen es el Cielo; permanecen

allí el tiempo necesario para ser purificadas totalmente antes de entrar a la visión y el

disfrute total de Dios en el Cielo. (cfr. Catecismo de la Iglesia Católica #1030-1032).

Más aún, es un dogma de fe, es decir, de obligatoria creencia por parte de todo católico.

Por otra parte, nos recordaba el Papa Juan Pablo II en una catequesis suya titulada “El

Purgatorio: purificación necesaria para el encuentro con Dios”, que estamos invitados a

“purificarnos de toda mancha de la carne y del espíritu (2 Cor. 7, 1 y cf. 1 Jn. 3, 3), porque

el encuentro con Dios requiere una pureza absoluta.

Nos dijo además el Papa que hay que eliminar todo vestigio del apego al mal y corregir

toda imperfección del alma. La purificación debe ser completa y, precisamente, esto es lo

que enseña la doctrina de la Iglesia sobre el Purgatorio. (cf. JP II, 4-agosto-1999)

Objeción: ¿Por qué hay que pagar por nuestros pecados en el Purgatorio si ya fueron

perdonados en la Confesión?

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Respuesta: Al final de nuestra vida en la tierra tenemos tres alternativas: Cielo (felicidad

eterna), Infierno (condenación eterna) o Purgatorio.

El Purgatorio es un estado de purificación no eterno, por el cual tienen que pasar las almas

que no están preparadas para ir directamente al Cielo. Las almas que llegan al Purgatorio ya

están salvadas: luego de su purificación pasan al Cielo.

¿Quiénes necesitan esta preparación purificadora? Aquéllos que mueren en pecado venial

y/o aquéllos cuyas almas aún tienen los efectos de los pecados mortales ya perdonados, por

lo cual requieren de una purificación. Y esto es así porque al Cielo “no puede entrar nada

manchado” (Ap. 21, 27).

El Purgatorio, entonces, es eso: un sitio de limpieza, de purificación, de depuración, para

luego poder ver a Dios cara a cara y vivir en El para toda la eternidad, en esa felicidad

perfecta que llamamos “Cielo” o “Jerusalén Celestial”.

Es cierto que Dios nos ha perdonado nuestros pecados con nuestro arrepentimiento y con la

Confesión sacramental, pero el alma ha quedado -por así decirlo- como manchada. Es como

aquella mancha en una tela blanca que no se quita con agua y jabón solamente, sino que

necesitamos aplicarle cloro o algún blanqueador especial.

Así mismo es la mancha que dejan en nuestra alma los pecados mortales. Es necesario,

entonces, “blanquearla”. Y esa operación de blanqueo o purificación puede tener lugar aquí

en la vida terrena o en el más allá.

En el más allá Dios, en su infinita misericordia, nos da la opción de purificar en el

Purgatorio, ese estado que como bien enseña San Agustín, es para aquéllos que no mueren

tan mal como para merecer el Infierno, pero que tampoco mueren tan bien como para

merecer el Cielo.

El Purgatorio se parece también a la purificación por la que tiene que pasar el oro, el cual,

recién extraído de la mina, debe ser pasado por fuego para quitar las impurezas que no son

oro. Y de fuego habla San Pablo cuando nos dice: “El fuego probará la obra de cada uno

... se salvará pero como pasando por fuego” (1 Cor. 3, 13-15).

¿Podemos purificarnos aquí en la tierra, sin necesidad de ir al Purgatorio?

Sí es posible, esa purificación necesaria que borra los efectos de los pecados mortales

también puede tener lugar en esta vida. Los que han llegado al Cielo directamente -los

Santos reconocidos por la Iglesia como tales y los santos desconocidos- para poder llegar al

Cielo, tuvieron que tener esa purificación durante su vida en la tierra.

¿Cómo es esa purificación? Los que han llegado al Cielo sin tener que pasar por el

Purgatorio ciertamente hicieron durante su vida -o por lo menos durante una parte de su

vida- la Voluntad de Dios en todo lo que Dios les fue presentando y pidiendo, sin

importarles su propia voluntad, sino solamente lo que Dios les pidiera. No significa que

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ninguno cometió pecado mortal. El caso más resaltante es el mismo San Agustín, quien fue

un gran pecador antes de convertirse, pero de allí en adelante se dedicó a cumplir la

Voluntad de Dios y a realizar las obras que Dios le fue pidiendo.

Asimismo nosotros, entregados a los deseos de Dios y descartando los nuestros, realizando

las obras que Dios nos pide y no las nuestras, acatando los planes de Dios y no los nuestros,

de esa manera vamos purificándonos, sabiendo que no somos nosotros mismos, sino que es

Dios quien va haciendo esa labor de purificación si nosotros, con nuestra aceptación, vamos

dejándole que la haga.

También puede ser que Dios, que es el que sabe cómo nos va llevando al Cielo, desee

purificarnos a través del sufrimiento aquí en la tierra. San Pedro habla de esto:

“Dios nos concedió una herencia que nos está reservada en los Cielos ... Por esto

alégrense, aunque por un tiempo quizá sea necesario sufrir varias pruebas. Vuestra fe

saldrá de ahí probada, como el oro que pasa por el fuego ... hasta el día de la Revelación

de Cristo Jesús, en que alcanzaréis la meta de vuestra fe: la salvación de vuestras almas”

(1a Pe. 1, 3-9)

Ciertamente San Pedro se refiere a los sufrimientos que más tarde o más temprano, a unos

más a otros menos, se nos presentan durante nuestra vida. Los sufrimientos, recibidos con

paciencia y aceptación, y unidos a los sufrimientos de Cristo, son medios especiales para ir

purificándonos aquí en la tierra. Hay que aprovechar esas oportunidades de purificación

que Dios en su Sabiduría infinita nos va presentando, con las cuales podemos evitar todo el

tiempo o parte del tiempo que nos tocaría de Purgatorio.

Por eso se habla de pasar el Purgatorio aquí en la tierra. Sea aquí o allá, la purificación es

indispensable para llegar al Cielo. El Purgatorio es un estado de dolores fuertes y en

soledad, y de tristeza inmensa por tener la vergüenza de no poder acercarnos a Dios. Dios

nos quiere llevar al Cielo directamente. Entonces, si queremos llegar al Cielo sin pasar por

el Purgatorio, debemos aprovechar las oportunidades de purificarnos aquí en la tierra.

Así, las oportunidades de purificación que nos presenta Dios Nuestro Señor a través de

circunstancias dolorosas o adversas en nuestra vida deben verse, no como castigo, sino

como lo que son: oportunidades de purificación, para disminuir u obviar el Purgatorio.

¿Cómo es el Purgatorio?

Están de acuerdo los Teólogos en señalar que tal vez la pena más dolorosa de la etapa de

purgatorio sea la tardanza en poder disfrutar de la gloria de Dios. En el momento en que el

alma se separa del cuerpo y se desprende de los lazos de la tierra se siente irresistiblemente

atraída por el Amor Infinito de Dios. Por consiguiente, el retraso en poder gozar de la

“Visión Beatífica” causa un dolor incomparable a cualquier dolor de la tierra. Ha llegado la

hora de ver a Dios, pero al no estar debidamente purificada el alma no puede verlo. En la

tierra se buscó a sí misma; ahora busca a Dios y no puede encontrarle por el tiempo que

tarde su purificación. (cfr. A. Royo Marín, Teología de la Salvación; Garrigou-Lagrange,

La Vida Eterna y la profundidad del alma).

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Es deseable, entonces, obviar el Purgatorio, ya que no es un estado agradable, sino más

bien de sufrimiento y dolor, que puede ser corto, pero que puede ser también muy largo.

Objeción: No se debe orar por los difuntos.

Respuesta: La y el ofrecimiento de sacrificios por creyentes muertos con necesidad de

purificación viene dada desde el Antiguo Testamento, en el Libro 2 de los Macabeos.

“Todos se admiraron de la intervención del Señor, justo Juez que saca a luz las acciones

más secretas, y rezaron al Señor para que perdonara totalmente ese pecado a sus

compañeros muertos. El valiente Judas ... efectuó entre sus soldados una colecta y

entonces envió hasta dos mil monedas de plata a Jerusalén a fin de que allí se ofreciera un

sacrificio por el pecado.

“Todo esto lo hicieron muy bien inspirados por la creencia de la resurrección, pues si no

hubieran creído que los compañeros caídos iban a resucitar, habría sido cosa inútil y

estúpida orar por ellos.

“Pero creían firmemente en una valiosa recompensa para los que mueren como creyentes;

de ahí que su inquietud era santa y de acuerdo con la fe. Esta fue la razón por la cual

Judas ofreció este sacrificio por los muertos: para que fueran perdonados de su pecado”

(2 Mac. 41-45).

Respecto de la intercesión de unos por otros, nos decía el Papa Juan Pablo II en esa

Catequesis sobre el Purgatorio, que para alcanzar un estado de integridad perfecta es

necesaria, a veces, la intercesión o la mediación de una persona. Por ejemplo, Moisés

obtiene el perdón del pueblo con una súplica, en la que evoca la obra salvífica realizada por

Dios en el pasado e invoca su fidelidad al juramento hecho a los padres (cf. Ex 32, 30 y vv.

11-13).

Y continuaba el Papa Juan Pablo II:

“Hay que proponer hoy de nuevo un último aspecto importante, que la tradición de la

Iglesia siempre ha puesto de relieve: la dimensión comunitaria. En efecto, quienes se

encuentran en la condición de purificación (Purgatorio) están unidos tanto a los

bienaventurados, que ya gozan plenamente de la vida eterna, como a nosotros, que

caminamos en este mundo hacia la casa del Padre (cf. Catecismo de la Iglesia católica, #.

1032).

“Así como en la vida terrena los creyentes están unidos entre sí en el único Cuerpo místico,

así también después de la muerte los que viven en estado de purificación experimentan la

misma solidaridad eclesial que actúa en la oración, en los sufragios y en la caridad de los

demás hermanos en la fe. La purificación se realiza en el vínculo esencial que se crea entre

quienes viven la vida del tiempo presente y quienes ya gozan de la bienaventuranza eterna.”

(JP II, Miércoles 4 de Agosto 1999)

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(Catecismo de la Iglesia Católica #1030, 1031, 1032, 1054).

13. RESURRECCION

¿Podemos demostrar históricamente la Resurrección de Cristo o simplemente debemos

creerla por fe?

La Resurrección de Cristo es un hecho de fe y también un acontecimiento histórico

comprobable, nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica (Catecismo de la Iglesia Católica

#647). La Resurrección de Cristo “fue un acontecimiento histórico demostrable por la señal

del sepulcro vacío y por la realidad de los encuentros de los Apóstoles con Cristo

resucitado”. Sin embargo, la Resurrección también es “centro que trasciende y sobrepasa a

la historia”.

La Resurrección de Cristo es un hecho demasiado importante como para quedar referido

sólo como un acontecimiento histórico. En la Resurrección de Cristo está el centro de

nuestra fe, porque “si no resucitó Cristo, vana es nuestra predicación, vana también

vuestra fe” (1 Co. 15, 14), nos advierte San Pablo.

La Resurrección constituye ante todo la confirmación de todo lo que Cristo hizo y enseñó.

Todas las verdades, incluso las más difíciles de comprender por el ser humano, encuentran

su comprobación porque Cristo, al resucitar, ha dado la prueba definitiva de su autoridad

como Dios (cf. Catecismo de la Iglesia Católica #651).

Pero, además, la Resurrección de Cristo, es comprobable históricamente. Los discípulos

han atestiguado que verdaderamente se encontraron y estuvieron con Cristo resucitado. El

sepulcro vacío y las vendas en el suelo (cf. Jn. 20, 6) significan por sí mismas que el cuerpo

de Cristo ha escapado de la muerte y de la corrupción del cuerpo, consecuencia de la

muerte (cf. Catecismo de la Iglesia Católica #657).

El primer elemento que se encuentra sobre la Resurrección de Cristo es el sepulcro vacío, lo

cual no es realmente una prueba directa. De hecho la ausencia del cuerpo podría explicarse

de otro modo. María Magdalena creyó que “se habían llevado a su Señor” (Jn. 20, 13). Las

autoridades, al ser informados por los soldados de lo sucedido los sobornaron para que

dijeran que “mientras dormían, vinieron de noche los discípulos y robaron el cuerpo de

Jesús” (Mt. 28, 11-15).

Sin embargo, el hecho es que las mujeres, luego Pedro y Juan, encontraron el sepulcro

vacío y las vendas en el suelo. Y San Juan nos dice en su Evangelio que él “vio y creyó”

(Jn. 20, 8). Esto supone que, al constatar el sepulcro vacío, supo que eso no podía ser obra

humana y creyó lo que Jesús les había anunciado. Además, intuyó que Jesús no había

vuelto simplemente a una vida terrenal como había sido el caso de Lázaro (cf. Jn. 11, 44).

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Las apariciones de Jesús Resucitado a tantos, comenzaron por las mujeres que iban a

embalsamar el cuerpo de Jesús (cf. Mc. 16, 1; Lc. 24, 1) y que, por instrucciones del

Resucitado fueron las mensajeras de la noticia a los Apóstoles (cf. Lc. 24, 9-10). Esta

noticia fue confirmada por la aparición de Cristo, primero a Pedro, después a los demás

Apóstoles. Y es por el testimonio de Pedro que la comunidad de seguidores de Cristo

exclama: “¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón” (Lc. 24, 34).

Ante éstos y muchos otros testimonios de apariciones del Resucitado, es imposible no

reconocer la Resurrección de Cristo como un hecho histórico.

Pero, además, sabemos por los hechos narrados que la fe de los discípulos fue sometida a la

durísima prueba de la pasión y de la muerte en cruz de Jesús. Fue tal la impresión de esa

muerte tan vergonzosa que -por lo menos algunos de ellos- no creyeron tan pronto en la

noticia de la Resurrección.

Tengamos en cuenta que los Evangelios no nos muestran a un grupo de cristianos

entusiasmados porque Cristo iba a resucitar o siquiera porque había resucitado. Muy por el

contrario, nos presentan a unos discípulos abatidos, confundidos y asustados. Por eso no le

creyeron a las mujeres y “las palabras de ellas les parecieron puros cuentos” (Lc. 24, 11).

Tan imposible les parece el más grande milagro de Cristo, su propia Resurrección, que

incluso al verlo resucitado, todavía dudan (cf. Lc. 24, 38), creen ver un espíritu (Lc. 24, 39).

Tomás ni siquiera acepta el testimonio de los otros diez (cf. Jn. 20, 24-27). El escepticismo

era tal, que en su última aparición en Galilea, en su despedida, algunos seguían dudando,

según nos dice el mismo Mateo, uno de los doce (cf. Mt. 28, 27).

Por lo tanto, la hipótesis según la cual la Resurrección de Cristo habría sido producto de la

fe o de la credulidad de los Apóstoles no tiene asidero.

Toda esta argumentación es basada en el Catecismo de la Iglesia Católica # 639 a #647 y

#656 y 657).

¿Qué es resucitar?

En la muerte, que es la separación del alma y el cuerpo, el cuerpo humano cae en la

corrupción, mientras que su alma va al encuentro con Dios, y queda en espera de reunirse

con su cuerpo glorificado. Dios en su omnipotencia dará definitivamente a nuestros cuerpos

la vida incorruptible, uniéndolos a nuestras almas. Esto, en virtud de la Resurrección de

Jesús (cf. Catecismo de la Iglesia Católica #997).

Este dogma central de nuestra fe cristiana no sólo nos lo recuerda el Catecismo de la Iglesia

Católica, sino que la esperanza de nuestra resurrección y futura inmortalidad se encuentran

en textos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento.

¿Cómo?

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“Ciertamente el „cómo‟”, nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica, “sobrepasa nuestra

imaginación y nuestro entendimiento; no es accesible más que en la fe” (Catecismo de la

Iglesia Católica #1000).

Cristo resucitó con su propio cuerpo: “Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo” (Lc.24,

39). Pero El no volvió a una vida terrenal. Del mismo modo, en El todos resucitarán con su

propio cuerpo, el que tienen ahora, pero este cuerpo será “transfigurado en cuerpo de

gloria” (Flp.3, 21), “en cuerpo espiritual” (1 Cor.15, 44) (CIC #999).

La resurrección tendrá lugar en un instante. “Yo quiero enseñarles este misterio: aunque no

todos muramos, todos tendremos que ser transformados, en un instante, cuando toque la

trompeta (Ustedes han oído de la Trompeta que anuncia el Fin). Entonces, en un abrir y

cerrar de ojos, los muertos se levantarán, y serán incorruptibles” (1a. Cor. 15, 51-52).

¿Quiénes resucitarán?

Todos los hombres que han muerto (Catecismo de la Iglesia Católica #998). Unos para la

condenación y otros para la salvación.

Es decir, todos resucitaremos: salvados y condenados. Unos para una resurrección de gloria

y de felicidad eternas. Otros para una resurrección de condenación e infelicidad eternas.

¿Cuándo?

Sin duda en el “último día” (Jn.6, 54 y 11, 25); “al fin del mundo” (LG 48). En efecto, la

resurrección de los muertos está íntimamente ligada a la Parusía o Segunda Venida de

Cristo: “Cuando se dé la señal por la voz del Arcángel, el propio Señor bajará del Cielo, al

son de la trompeta divina. Los que murieron en Cristo resucitarán en primer lugar” (1Ts.

4, 16) (#1001). Y continúa San Pablo: “Después nosotros, los vivos, los que todavía

estemos, nos reuniremos con ellos llevados en las nubes al encuentro del Señor, allá

arriba. Y para siempre estaremos en el Señor” (1Ts. 4, 17).

San Pablo nos habla de los que han muerto y han sido salvados. También nos habla de los

que estén vivos para el momento de la Segunda Venida de Cristo. Pero es San Juan quien

completa lo que sucederá con los que no han muerto en Cristo: “No se asombren de esto:

llega la hora en que todos los que están en los sepulcros oirán mi voz. Los que hicieron el

bien saldrán y resucitarán para la vida; pero los que obraron el mal resucitarán para la

condenación” (Jn. 5, 28-29).

Resumiendo: En la Resurrección de Jesucristo está el centro de nuestra fe cristiana y de

nuestra salvación, ya que si Cristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra fe (1Cor.15,

14) ... y también nuestra esperanza. Pero sabemos que Jesucristo no sólo ha resucitado, sino

que nos ha prometido resucitarnos también a nosotros.

¿Re-encarnacion o inmortalidad?

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Un tema muy en boga que se nos está introduciendo de manera muy profusa a través de

todos los medios de comunicación social es la re-encarnación. Sin embargo, la re-

encarnación es un mito, un error, una herejía, un embuste; como diría San Pablo: “una

patraña”.

Debemos los cristianos descartarla de las creencias que solemos tomar de fuentes no

cristianas, y que vienen a contaminar nuestra Fe. Porque cuando comenzamos creyendo que

es posible, deseable, conveniente o agradable re-encarnar, ya estamos negando la

resurrección. Y nuestra esperanza está en resucitar con Cristo, como El nos lo ha prometido

... no en re-encarnar.

La re-encarnación niega muchas cosas, parece muy atractiva esta falsa creencia, este mito.

Sin embargo, si en realidad lo pensamos bien ... ¿cómo va a ser atractivo volver a nacer en

un cuerpo igual al que ahora tenemos, decadente y mortal, que se daña y que se enferma,

que se envejece y que sufre ... pero que además tampoco es el mío?

Aun partiendo de una premisa falsa, suponiendo que la re-encarnación fuera posible, si no

fuera un mito, una patraña, ¿cómo podemos los hombres, pero sobre todo los cristianos

que tenemos la seguridad y la promesa del Señor de nuestra futura resurrección, pensar que

es más atractivo re-encarnar, por ejemplo, en un artista de cine, o en un millonario, o en una

reina ... que resucitar en cuerpos gloriosos?

Tenemos que tener claro los cristianos que la re-encarnación está negada en la Biblia. En el

Antiguo Testamento: “Una sola es la entrada a la vida y una la salida” (Sabiduría 7, 6).

San Pablo en su Carta a los Hebreos dice: “Los hombres mueren una sola vez y después

viene para ellos el juicio: los que hicieron bien saldrán y resucitarán para la vida, pero los

que obraron mal resucitarán para la condenación” (Hebreos 9,27).

Pero, además, ¿no nos damos cuenta de lo que recitamos en el Credo todos los domingos?

Creo en la resurrección de la carne y en la vida eterna. (Credo de los Apóstoles).

Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. (Credo de Nicea).

La visión realista de la muerte se expresa clarísimamente en la Liturgia de Difuntos de la

Iglesia: La vida de los que en Tí creemos, Señor, no termina, se transforma; y al

deshacerse nuestra morada terrenal, adquirimos una mansión eterna en el Cielo.

Cuando haya tenido fin “el único curso de nuestra vida terrena” (LG 48), ya no volveremos

a otras vidas terrenas. “Está establecido que los hombres mueren una sola vez” (Hb. 9,27).

No hay “re-encarnación” después de la muerte. Así lo dice textualmente el Catecismo de

la Iglesia Católica (#1013).

Por la muerte el alma se separa del cuerpo, pero en la resurrección Dios devolverá la vida

incorruptible a nuestro cuerpo transformado, reuniéndolo con nuestra alma. Así como

Cristo ha resucitado y vive para siempre, todos nosotros resucitaremos el último día.

(Catecismo de la Iglesia Católica #1016).

Page 64: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

La doctrina de la Iglesia Católica sobre la muerte y la resurrección, sobre nuestra futura

inmortalidad es clara ... muy clara. Pero, si la enseñanza de la Iglesia no nos bastara,

¿cómo podemos considerar más atractivo re-encarnar en otro cuerpo terrenal, decadente,

enfermable, envejecible y que volverá a morir, que resucitar en un cuerpo glorioso como el

de Jesucristo?

¿Cómo serán nuestros cuerpos resucitados?

La Resurrección de Cristo nos anuncia nuestra propia resurrección. Su Resurrección nos

anuncia nuestra futura inmortalidad. Y esto es así, porque Jesucristo nos lo ha

prometido: si hemos obrado bien, saldremos a una Resurrección de Vida (cfr. Juan 5, 28-

29).

Para tener una idea de cómo serán nuestros cuerpos resucitados, veamos primero cómo es

el cuerpo glorioso de Jesucristo. Cristo resucitó con su propio cuerpo, pero una vez

resucitado, no volvió a una vida terrenal, como la que había vivido en la tierra. Así también

nosotros resucitaremos con nuestro propio cuerpo, el mismo que ahora tenemos, pero,

como hemos dicho, nuestro cuerpo será “transfigurado en cuerpo de gloria” (Flp.3,21),

“en cuerpo espiritual” (1 Cor.15,44) (cfr. CIC #999).

El cuerpo glorioso de Jesucristo era ¡tan bello! que no lo reconocían los Apóstoles ...

tampoco lo reconoció María Magdalena. Y cuando el Señor se transfigura ante Pedro,

Santiago y Juan en el Monte Tabor, mostrándoles todo el fulgor de Su Gloria era ¡tan bello

lo que veían! ¡tan agradable lo que sentían! que Pedro le propuso al Señor hacerse tres

tiendas para quedarse a vivir allí mismo. Así es un cuerpo glorioso.

Conocemos de otro cuerpo glorioso: el de la Madre de Dios, que fue subida al Cielo en

cuerpo y alma. Los videntes que dicen haber visto a la Santísima Virgen -y la ven en cuerpo

glorioso, como es Ella después de haber sido elevada al Cielo- se quedan extasiados y no

pueden describir, ni lo que sienten, ni la belleza y la maravilla que ven. Así es un cuerpo

glorioso.

Si comparáramos nuestros cuerpos resucitados con nuestros cuerpos actuales, los futuros

tendrán cualidades propias de los cuerpos espirituales, como por ejemplo, la capacidad de

transportarse instantáneamente de un sitio a otro y de penetrar cualquier sustancia material.

Más importante aún, ya no se corromperán, ni se enfermarán, ni se envejecerán, ni se

dañarán, ni sufrirán nunca más. Pero, por encima de todo esto, brillarán con gloria, como el

de Jesucristo el Señor y el de su Santísima Madre.

San Pablo tuvo que ocuparse de este tema al escribirle a los Corintios: “Algunos dirán:

¿cómo resucitan los muertos?, ¿con qué tipo de cuerpo salen? ... Al enterrarse es un

cuerpo que se pudre; al resucitar será tal que no puede morir. Al enterrarse es cosa

despreciable; al resucitar será glorioso. Lo enterraron inerte, pero resucitará lleno de

vigor. Se entierra un cuerpo terrenal, y resucitará espiritual ... Adán por ser terrenal es

modelo de los cuerpos terrenales; Cristo que viene del Cielo, es modelo de los celestiales.

Y así como nos parecemos ahora al hombre terrenal, al resucitar llevaremos la semejanza

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del hombre celestial ... cuando nuestro ser mortal se revista de inmortalidad y nuestro ser

corruptible se revista de incorruptibilidad” (1a.Cor 15, 35-58).

14. RIQUEZAS DE LA IGLESIA

Objeción: ¿Por qué las riquezas de la Iglesia Católica? ¿Por qué no se vende todo ese tesoro

para ayudar a los pobres?

Respuesta: Lo primero que hay que decir es que lo que critican como “riquezas” o

“tesoros” de la Iglesia Católica y del Papa, son una colección de obras de arte reunidas a

través de siglos, que están en museos y en iglesias para deleite y provecho cultural de todos.

Otra crítica, en la cual se insiste menos, es que las iglesias son lujosas y costosas. Pero ...

¿qué tiene de incorrecto que la Casa de Dios sea lujosa? Jesús iba al Templo de Jerusalén,

que era costoso y lujoso. Y sabemos que El condenó y echó fuera del Templo a los

vendedores ambulantes que se habían colocado allí, aduciendo que la Casa de Dios era

Casa de Oración, según decía la Escritura antigua (cf. Mt. 21, 12-13; Mc. 11, 15-17). Pero

Jesús nunca le criticó al Templo su ornato, su lujo, ni sus riquezas.

En el Libro del Exodo (Cap. 25-30) se pueden seguir las instrucciones que Dios mismo

(Yavé) dió a Moisés para la construcción de su Casa. Allí podemos leer algo sobre las

riquezas que debe llevar la Casa de Dios: oro, plata, cobre, ropas finas, lámparas, aromas,

óleos, perfumes de buen olor, piedras preciosas, etc. Todas cosas costosas y lujosas ... para

Dios.

En Jerusalén fueron construidos sucesivamente tres Templos: el primero, el de Salomón,

que fue de una gran magnificencia y muy lujoso, tardó 7 años en construirse: el altar y la

mesa, de oro; los candeleros y todo el resto del ornato, de oro fino. Además Salomón hizo

traer todo lo consagrado por el Rey David: la plata, el oro y otros objetos “y los puso en los

tesoros de la Casa de Yavé”. (cf. 1 Rey. 6, 1-38; 7, 13-51)

El segundo Templo fue construido por Zorobabel después del regreso del exilio en

Babilonia y en él fueron colocados todos los tesoros, utensilios y vasos sagrados que fueron

llevados al exilio y posteriormente regresados a Jerusalén.

El Templo del tiempo de Jesús fue el tercero, construido sólo 20 años antes del nacimiento

de Cristo y éste, exquisito también, contenía los tesoros y riquezas de los anteriores.

Como vemos, el lujo en los templos no es cosa nueva. De acuerdo a esta tradición,

podemos usar cosas costosas y lujosas para honrar a Dios en su Casa, en sus iglesias.

Honrar a Dios con cosas lujosas y costosas es tan así, que cuando Judas criticó a María de

Betania por gastar un aceite finísimo para ungir los pies de Jesús y proponía -como algunos

ahora hacen con relación a las “riquezas” de la Iglesia- que se vendiera para darlo a los

pobres, Cristo paró la crítica de Judas así: “Déjala, pues lo tenía reservado para preparar

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mi entierro. A los pobres los tienen siempre entre ustedes. Pero a Mí no me tienen siempre”

(Jn. 12, 1-8). Y el Evangelista, San Juan, hace este comentario: “En realidad (Judas) no se

interesaba por los pobres, sino que era ladrón y, como estaba encargado de la bolsa

común, se llevaba lo que echaban en ella”. (¡Qué grave acusación!)

Y los que ahora proponen que se vendan las riquezas de la Iglesia para atender a los pobres

¿qué pretenden realmente? ¿Creen, con sincera honestidad, que se van a resolver los

problemas de la pobreza en el mundo con esa proposición? ¿O será que son simples ataques

contra la Iglesia Católica porque los enemigos de la Iglesia no aceptan sus enseñanzas, su

primacía y su permanencia por ya más de dos milenios de existencia, a pesar de todos los

ataques con que han pretendido y pretenden destruirla?

¿Por qué no proponen lo mismo para los museos gubernamentales o privados que hay en

todo el mundo? Sencillamente porque ésa es una proposición absurda. La venta de esas

colecciones maravillosas de obras de arte, patrimonio de toda la humanidad, lo que lograría

sería que cayeran esos tesoros artísticos en manos de particulares y -ya lo sabemos- no se

lograría resolver la pobreza.

Ahora bien, la verdadera riqueza de la Iglesia Católica no está en sus obras de arte, en sus

tesoros arquitectónicos, ni siquiera en la inmensísima red de iglesias, conventos,

monasterios, colegios, hospitales, orfanatos, ancianatos, hospicios, etc. que tiene en todas

partes de mundo.

Toda esa estructura física es nada, cuando pensamos que cada persona que está unida a

Cristo, es su templo, porque El habita en ellos (cf. 1 Cor. 3, 16 y 6, 19). Y todos, unidos,

formamos el Cuerpo Místico de Cristo (Col. 1, 18 y 24), en el cual la solidaridad se siente o

se deja de sentir, porque si alguno está bien, lo siente todo el Cuerpo, y si alguno sufre,

sufre todo el Cuerpo. De allí, entonces, que la verdadera riqueza de la Iglesia de Cristo esté

en cada uno de nosotros, sus miembros. De allí que ninguna institución en la historia de la

humanidad haya hecho más por los necesitados que la Iglesia Católica, ya que ha tratado de

cumplir y sigue tratando de cumplir con el mandato de Caridad dejado por su Fundador,

que es Dios mismo: Jesucristo.

15. SACRAMENTALES

Objeción: ¿Por qué los Católicos rinden culto a cruces, reliquias, agua, palmas, etc.?

Respuesta: Los sacramentales son un objeto o una acción que la iglesia coloca al alcance de

las personas, mediante las cuales la persona recibe ciertos favores espirituales de Dios.

Ejemplos de sacramentales son: agua bendita, la señal de la cruz, velas benditas, palmas

benditas, ceniza bendita, cruces, medallas, bendiciones, etc.

Page 67: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

Para los no-Católicos, los sacramentales presentan el siguiente problema: no les gusta la

mezcla de lo espiritual con lo material. Parecen pensar que mientras más lejos se esté de lo

material, más cerca se está de Dios.

De acuerdo a esta separación de lo material y lo espiritual ¿cómo queda, entonces, el

Misterio de la Encarnación?

Tampoco calza esto con los Sacramentos, en los cuales también se usa algo material (agua

en el Bautismo, pan y vino en la Eucaristía, imposición de manos en el Orden Sacerdotal,

etc.) para conferir la gracia.

Pero, si en los Sacramentos se otorga la gracia, en los sacramentales no se otorga la gracia,

sino que el uso de estos objetos o acciones puede llevar a las personas a recibir gracias o a

responder a la gracia.

Los sacramentales no tienen poderes mágicos, como algunos no-Católicos critican, y como

la mayoría de los Católicos ¡lamentablemente! parece asumir.

Los sacramentales pueden ayudarnos a recibir gracias, nos disponen a responder a la gracia,

pero no nos confieren la gracia, ni tampoco son la gracia misma.

En efecto, el Catecismo de la Iglesia Católica nos dice así: “Los sacramentales no confieren

la gracia del Espíritu Santo a la manera de los Sacramentos, pero por la oración de la Iglesia

preparan a recibirla y disponen a cooperar con ella” (Catecismo de la Iglesia Católica

#1670).

Para responder a los no-Católicos sobre el uso de lo material para el logro de un efecto

sobrenatural, recordemos la curación del ciego cuando Jesús usó tierra y saliva para hacer

barro (cf. Jn. 9, 1-7). Cristo no usó magia en este milagro. Simplemente usó algo material y

a través de eso quiso conferir su gracia. Dios creó la materia y “vio Dios que esto era

bueno” (Gn. 1, 10b). Tanto así, que Dios mismo se hizo materia, al hacerse hombre como

nosotros para redimirnos. (Catecismo de la Iglesia Católica #1667, 1668, 1671).

16. SANTOS

Ataque: Los Católicos “adoran” a la Virgen y a los Santos, por lo cual, están cometiendo

idolatría.

Respuesta: Los Católicos “adoran” sólo a Dios. Sí rinden un culto especial a la Virgen y a

los Santos que no es de “adoración”, sino de “veneración”. Adoramos a Dios y veneramos a

los Santos. Así lo enseña la Iglesia y lo ha enseñado siempre.

Page 68: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

Adoración consiste en someterse completamente a una persona, reconocida como Ser

Supremo. Por lo tanto este culto se debe sólo a Dios. “Adorarás al Señor tu Dios y a El

sólo servirás” (Mt. 4, 10).

Veneración consiste en rendir homenaje a una persona por algún mérito especial (excelente

santidad, sabiduría sobresaliente, etc.). Es el culto que rendimos a la Virgen María, a los

Angeles y a los Santos. “Los dos cayeron con el rostro en tierra llenos de terror” (Tob. 12,

16), se dice de Tobías y Sara al saber que quien los había guiado y acompañado era San

Rafael Arcángel.

Los términos teológicos, provenientes del Griego, son los siguientes:

a Dios: latría adoración

a los Santos: dulía veneración

a la Virgen: hiperdulía veneración

especial

Dentro del culto especial que los Católicos rendimos a los Santos está, principalmente, su

imitación. La intención de la Iglesia al presentarnos a los Santos canonizados es para que

imitemos su forma de relacionarse con Dios y sigamos su ejemplo y sus consejos.

La imitación es un principio contenido en la Biblia. No sólo San Pablo aconsejaba que se le

imitara a él en su seguimiento de Cristo y a que se siguieran las enseñanzas que trasmitía

(cf. 1 Cor. 11, 1-2), sino que también recomendó imitar a los guías espirituales que habían

ya muerto y que eran considerados dignos de ejemplo: “miren cómo terminaron su vida e

imiten su fe” (Hb. 13, 7).

Es decir, San Pablo no restringe la imitación a sí mismo o a los vivos, sino también a los

santos difuntos. Esto queda corroborado en aquella lista de los Santos famosos del Antiguo

Testamento, a los que menciona uno a uno con sus respectivos ejemplos en Hb. 11,

comenzando por Abel, Henoc, Noé, pasando por Abraham, Isaac, Jacob, José y Moisés,

siempre resaltando la fe. Al final menciona también a Rahab, Gedeón, Sansón, Jefté, David,

Samuel y los Profetas. Luego resume todo este ejemplo diciendo: “Innumerables son estos

testigos que nos envuelven como una nube ... para correr con perseverancia en la prueba

que nos espera” (Hb. 12, 1). Otras traducciones dicen: “en la prueba que han corrido los

santos que nos precedieron”.

Pregunta: ¿Pueden los Santos interceder por nosotros ante Dios?

Respuesta: Sí, a imitación de Cristo, los Santos siguen intercediendo en el Cielo por

nosotros.

San Juan en el Apocalipsis expresamente nos hace saber que esto es así, cuando nos

describe a los Santos ofreciendo nuestras oraciones a Dios. Los describe como “los

veinticuatro ancianos” (los guías del pueblo de Dios en el Cielo) “que tenían en sus manos

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arpas y copas de oro llenas de perfumes, que son las oraciones de los santos” (Ap. 5, 8).

Así que los Santos, aquellos seres humanos que nos han precedido en la gloria eterna,

interceden por nosotros ante Dios de manera activa y continua.

No sólo oran por nosotros los que están en el Cielo, Angeles y Santos; también oran con

nosotros. He aquí lo que nos revela San Juan al respecto en el Apocalipsis: “Entonces vino

otro Angel y se paró delante del altar de los perfumes con un incensario de oro. Le dieron

muchos perfumes para que los ofreciera con las oraciones de todos los santos ... y la nube

de perfumes, junto con las oraciones de los santos, se elevó de las manos del Angel hasta la

presencia de Dios” (Ap. 8, 3-4).

Queda claro por estas citas del Apocalipsis que los Santos del Cielo ofrecen a Dios las

oraciones de los santos en la tierra.

Del Antiguo Testamento, tenemos este testimonio: Cuando San Rafael Arcángel descubre

su verdadera identidad a Tobías y Sara, les hace saber esto: “Cuando tú y Sara rezaban, yo

presentaba tus oraciones al Señor” (Tob. 12, 12). Los Angeles, como los Santos, son

intercesores activos ante Dios por nosotros los seres humanos.

He aquí las últimas instrucciones de San Rafael Arcángel a Tobías y Sara: “Bendigan

siempre al Señor (Tob. 12, 17). Cuando estaba con ustedes no estaba por mi propia

voluntad, sino por la voluntad de Dios (Tob. 12, 18). Bendigan ahora y den gracias al

Señor”.

Es decir, los que están en compañía de Dios y viven para siempre en su presencia, los

Angeles y los Santos, sólo cumplen la voluntad de Dios. De allí que intercedan por

nosotros, porque Dios así lo desea. Adicionalmente, como lo atestigua San Rafael

Arcángel, los Angeles y Santos siempre nos llevan a Dios.

Objeción: El único mediador es Cristo. No puede haber otros mediadores entre Dios y los

hombres.

Respuesta: Es cierto que San Pablo dice: “Unico es Dios, único también es el mediador

entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, verdadero hombre” (1 Tim. 2, 5).

Pero ¿por qué ha de violar la mediación de Cristo el que una persona ore por alguien? ¿No

le pedimos con frecuencia a alguna persona que nos acompañe a orar por algo o por

alguien, o que ore por una necesidad específica? ¿Cuál es el problema, entonces?

Cristo, efectivamente, es el Mediador especial, el único Mediador que es Dios y Hombre.

Pero su función de ser el único Mediador Dios-Hombre, no queda comprometida o reducida

por el hecho de que alguien más interceda por nosotros.

Por cierto, si bien San Pablo nos dice que “Cristo es el Mediador de la Nueva Alianza”

(Hb. 9, 15 y 12, 24), también nos dice que Moisés fue mediador de la Antigua Alianza (cf.

Gal. 3, 19).

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Quiere decir que puede haber otros mediadores, sin que la mediación de Cristo quede

comprometida.

Y el mismo San Pablo recomienda que se hagan “peticiones, oraciones, súplicas y acciones

de gracias por todos los hombres”, recalcando que “estas oraciones son buenas y Dios

nuestro Salvador las escuchará” (1 Tim. 2, 1-3). ¿Qué es esto sino intercesión y mediación

de unos por los otros?

La Biblia nos señala que invoquemos a los que están en el Cielo. En efecto, con los Salmos

(Antiguo Testamento) invocamos a los Santos Angeles pidiéndoles que oren con nosotros:

“Bendigan al Señor todos sus Angeles, héroes poderosos que ejecutan sus órdenes apenas

oyen el sonido de su palabra. Bendigan al Señor todos sus ejércitos, servidores que hacen

su voluntad ... Bendice alma mía al Señor” (Sal. 103, 20-21).

“Alaben al Señor desde los cielos, alábenlo en las alturas, alábenlo todos sus Angeles,

alábenlo todos sus ejércitos” (Sal. 148, 1-2).

Jesús mismo nos hace saber que nuestros Angeles de la Guarda interceden directamente

ante el Padre por nosotros: “Sus Angeles en el Cielo contemplan sin cesar la cara de mi

Padre que está en los Cielos” (Mt. 18, 10).

Queda claro, entonces, que aunque Cristo sea el único Mediador Dios-Hombre, no significa

esto que debamos abstenernos de pedir la mediación de otros seres humanos y, muy

especialmente, la mediación de los seres humanos que están en el Cielo, que son

reconocidos como Santos por la Iglesia, ya que -según nos dice Santiago en su Carta- “la

súplica del justo tiene mucho poder” (St. 5, 16).

(Catecismo de la Iglesia Católica #2683 y #956)

Objeción: ¿Por qué no orar directamente a Jesucristo?

Respuesta: Aquéllos que sostienen que hay que orar sólo directamente a Jesucristo,

tendrían que probar que no se puede pedir a nadie en la tierra que ore por nosotros. Orar por

los demás es parte de lo que los cristianos deben hacer, siguiendo las instrucciones que

están en la Palabra de Dios.

No sólo San Pablo en muchas ocasiones (1 Tim. 2, 1-4; Rom. 15, 30-32; Ef. 6, 18-20; Col.

4, 3; 1Tes. 3, 1) nos dio esta indicación de solidaria oración, sino que nos aseguró que él

oraba por otros: “rogamos en cada momento por ustedes” (2 Tes. 1, 11).

Pero, más aún, el mismo Jesucristo nos requirió que oráramos por los demás y no

precisamente por aquéllos que nos pidieran oración: “recen por sus perseguidores” (Mt. 5,

44).

Page 71: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

Así que si la Palabra de Dios nos hace estas recomendaciones, no puede descartarse como

innecesaria o superflua la práctica de interceder por otros, sino que debe ser muy

beneficiosa.

Con mayor razón será más beneficiosa aún la intercesión de los Santos. Uno de estos

beneficios es que la fe y devoción de los Santos ayuda nuestra debilidad y suple lo que falta

a nuestra fe y devoción. Ya libres de las ataduras de este mundo y por estar viviendo en la

presencia de Dios, los Santos tiene mucha más fe y devoción que cualquiera en esta vida

terrena.

El Apóstol Santiago nos dice en su Carta que “la súplica del justo tiene mucho poder” y

nos cuenta como Elías, siendo un hombre como nosotros, su oración hizo que no lloviera

primero y luego, cuando fue necesario, que volviera a llover para que la tierra diera sus

frutos. (cf. St. 5, 16-18).

Si eso era con Elías, mientras estaba en la tierra, los Santos del Cielo, son aún más justos

que cualquier persona en la tierra, ya que están totalmente justificados (santificados) para

estar en la presencia de Dios, por lo que sus oraciones son muchos más eficaces.

Entonces, que otros -especialmente los Santos del Cielo- intercedan por nosotros es una

práctica buena y saludable.

Ahora bien, esto no quiere decir que no debemos primordialmente orar, con la mayor

asiduidad posible, directamente a Jesús. Esto lo recomienda con mucho énfasis la Iglesia

Católica. De hecho, la Misa es esa oración por excelencia. Nuestras oraciones a Jesús son

absolutamente esenciales en nuestra vida de Católicos.

La intercesión de los Santos en la Tradición Eclesiástica:

No sólo la Sagrada Escritura, sino también la tradición de los Padres de la Iglesia -aquéllos

escritores y Obispos del comienzo del Cristianismo, algunos de los cuales tuvieron contacto

directo o estuvieron muy cerca de los Apóstoles o, en todo caso, estuvieron bajo tal

influencia de las enseñanzas apostólicas- que han sido capaces de expresar estas enseñanzas

con gran fidelidad, nos han dejado un legado muy claro en cuanto a la intercesión de los

Santos.

Ha sido después de la Reforma Protestante que esta valiosísima intercesión comenzó a ser

atacada. Esta práctica iniciada desde los primeros días del Cristianismo es compartida por

Católicos, Ortodoxos y otros Cristianos de oriente e, inclusive, por algunos Anglicanos, de

tal forma que es común a casi un 75% de los Cristianos del mundo.

Los Padres de la Iglesia no sólo testimonian su claro reconocimiento a la enseñanza bíblica

de que los que están en el Cielo pueden y de hecho interceden por nosotros, sino que

aplicaban esta enseñanza a su propia vida de oración.

Page 72: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

“Que a través de sus oraciones y súplicas, Dios recibiera nuestra petición” (San Cirilo de

Jerusalén, 350 AD).

“Vosotros santos interceded por nosotros que somos hombres tímidos y pecadores, llenos

de pereza, para que la gracia de Cristo pueda venir sobre nosotros, e iluminad nuestros

corazones para que podamos amarle” (San Efrén, 370 AD).

“Por la orden de tu Hijo unigénito nos comunicamos con la memoria de tus Santos ... por

cuyas oraciones y súplicas tened misericordia de nosotros” (de la Liturgia de San Basilio,

373 AD).

“Sí, estoy seguro que la intercesión de (Cipriano) es de más utilidad ahora que su

instrucción en días pasados, ya que está más cerca de Dios, ahora que se ha librado de sus

ataduras corporales” (San Gregorio de Nacianceno, 380 AD).

“(Efrén), tú que están ante el altar divino (en el Cielo), recuérdate de nosotros, pidiendo por

la remisión de nuestros pecados y la fruición del reino eterno” (San Gregorio de Nisa, 380

AD).

“Aquél que tiene la diadema, suplica al fabricador de tiendas (Pablo) y al pescador (Pedro)

como patrones, aunque están muertos” (San Juan Crisóstomo, 392 AD).

“Si los Apóstoles y los Mártires mientras estén en cuerpo pueden orar por otros, en un

tiempo cuando tenían que estar pendientes de ellos mismos, cuánto más lo harán después de

coronas, victorias y triunfos” (San Jerónimo, 406 AD).

“Celebramos ... la memoria de los Mártires, tanto para estimular el que sean imitados, como

para participar de sus méritos y ser auxiliados por sus oraciones” (San Agustín, 400 AD).

Ataque: Los Católicos no obedecen la prohibición de Dios de no contactar a los muertos.

Respuesta: En efecto, dice Deuteronomio 18, 11: “Que no se halle nadie que consulte a los

espíritus; que no se halle ningún adivino o quien pregunte a los muertos”.

Está clarísimo en esta cita que lo que queda prohibido es el contacto con los muertos a

través del espiritismo. Está la Palabra de Dios prohibiendo sesiones espiritistas, la práctica

necromántica de conjurar espíritus malignos. No se puede conjurar a los muertos con el fin

de obtener información. Cualquiera con un discernimiento adecuado puede darse cuenta de

la diferencia que hay entre la toma de una persona o medium por parte de un espíritu

maligno o alma condenada en una sesión espiritista, y la oración a los Santos que son los

difuntos que han llegado al Cielo, reconocidos como tal por la Iglesia.

¿Cómo queda entonces el propio Jesucristo, Quien en el momento de su Transfiguración en

el Monte Tabor, ante Pedro, Santiago y Juan “contactó” a dos muertos, Moisés y Elías, y

hasta habló con ellos ante sus discípulos? (cf. Mt. 17, 3).

Page 73: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

Una cosa, entonces, es la maligna práctica de contactar a los espíritus infernales para

obtener información oculta o para realizar conjuros, costumbre prohibida fuertemente en la

Biblia, y otra cosa muy, muy distinta es la santa costumbre de pedir la intercesión de los

Angeles y de los Santos, estimulada por la Iglesia, la cual, siguiendo el contenido de la

Palabra de Dios, nos la propone como una práctica buena y saludable.

Objeción: En la Biblia no se dice nada sobre la veneración de las reliquias de los santos

(huesos, cenizas, ropas, etc.).

Respuesta: Los Católicos sí veneramos las reliquias de los Santos y la Iglesia las tiene en

alta estima. De hecho, algunas de esta reliquias han estado asociadas a curaciones

milagrosas y otras actuaciones de Dios.

La primera actividad de veneración de una reliquia cristiana fue la que tuvo lugar con

relación al cuerpo de Cristo. En vez de dejarlo a merced de los Romanos, como era

costumbre, José de Arimatea valientemente pidió a Pilato el cuerpo de Jesús (cf. Mc. 15, 43

y Jn. 19, 38) para enterrarlo en un sepulcro de su propiedad (cf. Mt. 27, 60). Nicodemo

donó una cantidad inusual de aromas y especies para perfumar los lienzos que cubrirían el

cuerpo de Jesús (cf. Mt. 28, 1), y las mujeres intentaron añadir más perfumes, a pesar de

que ya la tumba había sido cerrada (cf. Mc. 16, 1 y Lc. 24, 1).

Este acto de reverencia estaba fuera de lo que era costumbre para los restos de los difuntos.

Mostraban un respeto especial hacia el cuerpo del más Santo de todos los hombres, pues era

el cuerpo de Dios-Hombre.

Al comienzo del Cristianismo, se tienen noticias de veneración de reliquias. En el relato del

martirio de San Policarpio, se dice lo siguiente, luego de comentar cómo fue su muerte:

“Tomamos sus huesos, los cuales eran más valiosos que piedras preciosas y más finos que

el oro refinado, y los colocamos en un sitio apropiado donde el Señor nos permitirá

reunirnos como podamos, en alegría y gozo para celebrar el cumpleaños de su martirio”

(Esmirneas, 156 AD).

Y para aclarar cómo es la veneración a las reliquias de los Santos, San Jerónimo explicita

en el siglo IV: “No les rendimos culto, no las adoramos, por temor a inclinarnos ante la

creatura en vez de inclinarnos ante el Creador, pero sí veneramos las reliquias de los

mártires, para mejor adorarlo a El, de Quien son ellos mártires”.

Igual que en los sacramentales, la Iglesia no dice que las reliquias tengan algún poder en sí

mismas. No hay nada en la reliquia misma, sea un hueso de San Pedro o el cuerpo

incorrupto de algún otro Santo, que pueda tener algún poder curativo.

Es Dios Quien realiza el milagro, no el Santo, mucho menos la reliquia. Y realiza Dios el

milagro para honrar a los Santos que han sido seguidores de su voluntad, para fortalecer la

fe de los testigos del milagro y para impulsarlos a seguir el ejemplo de los Santos.

Page 74: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

La Iglesia, entonces, sostiene que las reliquias pueden ser un motivo para que Dios realice

un milagro y en esto la Iglesia no hace sino seguir la Biblia.

Hay un curioso pasaje de un muerto vuelto a la vida al estar en contacto con los huesos del

Profeta Eliseo (cf. 2 Rey. 13, 20-21). Es una cita bíblica inequívoca de un milagro realizado

por Dios mediante el contacto con las reliquias de un Santo.

Y ¿qué decir de la mujer que sufría hemorragias y que se curó al tocar el manto de Jesús?

(cf. Mt. 9, 20-22). ¿Y de los enfermos curados al paso de la sombra de Pedro? (cf. Hch. 5,

14-16). ¿Y los extraordinarios milagros que Dios hizo a través de San Pablo, de tal forma

que le ponían a los enfermos pañuelos o ropas que él había usado y se sanaban y también de

ellos salían espíritus malignos? (cf. Hch 19, 11-12).

Estos son ejemplos del Antiguo y del Nuevo Testamento en los cuales Dios realiza

milagros a través de reliquias. El uso de éstas por parte de la Iglesia es perfectamente

congruente con esas prácticas bíblicas.

17. VIRGEN MARIA

Respuesta a objeciones al culto a la

VIRGEN MARIA

María, Madre de Dios

María, siempre Virgen

Inmaculada Concepción de María

Asunción de María en cuerpo y alma

al Cielo

El Rosario

o Origen

o Estructura básica del Santo Rosario

Intercesión de los Santos

Objeciones: Las objeciones contra la Santísima Virgen María provienen de algunas

recientes tendencias fundamentalistas cristianas, principalmente los Evangélicos, los cuales

-bajo el pretexto de honrar a Jesús - tratan de minimizar el culto a la Virgen, como si la

gloria de la Madre fuera en detrimento de la gloria del Hijo.

La verdad es que los Protestantes originarios -Lutero y Calvino- reconocían verdades que

los fundamentalistas rechazan: María Madre de Dios y María siempre Virgen.

Page 75: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

Adicionalmente, los fundamentalistas rechazan la Inmaculada Concepción y la Asunción,

basados en que estos dogmas de la Iglesia Católica no aparecen en la Biblia.

Respuesta: Nuestro culto a la Santísima Virgen María no disminuye nuestro culto a Cristo,

sino que lo acrecienta, pues la Madre siempre nos lleva al Hijo: “Hagan todo lo que El les

mande” (Jn. 2, 5).

María, Madre de Dios:

María es madre de Jesús, no sólo porque lo llevó en su vientre, sino porque suplió todo el

material genético para su cuerpo humano, ya que fue por ella -y no por José- que “nació de

la descendencia de David, según la carne” (Rom. 1, 3).

Como María es la madre de Jesús, también es la Madre de Dios. Porque si María es la

madre de Jesús y Jesús es Dios, María es la Madre de Dios.

Sin embargo, a pesar de ser Madre de Dios, no es su madre en el sentido de que ella sea

mayor que Dios o que sea la fuente de la divinidad de su Hijo.

Decimos que es Madre de Dios, porque llevó en su vientre a una persona divina, Jesucristo,

Dios, y en el sentido que aportó el material genético para la forma humana que Dios tomó

en Jesucristo.

Al discutir esto, los fundamentalistas aducen que María sólo llevó en su vientre la

naturaleza humana de Jesús. Pero ... ¿es que las madres llevan en sus vientres y dan a luz a

una “naturaleza humana” o una “persona humana”?

María, igual que todas las madres, dio a luz a una persona. Esa persona es Jesucristo y esa

persona a la que María dio a luz es Dios. Por eso es Madre de Dios.

En la Biblia muchas veces se habla de María, Madre de Jesús. Pero la cita más explícita en

cuanto a la maternidad divina de María es la expresión de Santa Isabel al ser visitada por la

Virgen María: “Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: „... ¿cómo he merecido que

venga a mí la Madre de mi Señor?‟” (Lc. 1, 42). “Mi Señor” es sinónimo de “Dios”.

Luego añadió Isabel: “Dichosa por haber creído que de cualquier manera se cumplirán en

ti las promesas del Señor” (Lc. 1, 43); es decir, lo que Dios le había mandado a decir con el

Angel.

Se ve, pues, claramente, que Isabel por inspiración divina, llamó a María “Madre de

Dios”.

La Tradición Cristiana desde los tiempos apostólicos comienza a llamar a María

“Theotocos” o “Madre de Dios”. Los Santos Padres expresan esto con claridad,

defendiendo fuertemente la Maternidad Divina contra todos los que la atacan en una u otra

forma. (Catecismo de la Iglesia Católica #495)

Page 76: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

María, siempre Virgen:

La mayoría de los Protestantes y todos los Evangélicos creen que María tuvo otros hijos

después de Jesús. Aducen para esto el comentario acerca de “los hermanos de Jesús”, sin

entender lo que el vocablo “hermanos” significaba en la Biblia.

Sin embargo, ni los Evangelios, ni los primeros Cristianos, sostienen esta noción. Los fieles

sabían por las Escrituras y por la Tradición, que Jesús fue el único Hijo de María y que ella

permaneció Virgen toda su vida. Y así lo creían los primeros Protestantes (Lutero, Calvino

y Zwingli).

Hay un documento de valor histórico, uno de los Evangelios Apócrifos, el Protoevangelio

de Santiago, que sostiene que María fue consagrada al servicio del Señor por su madre,

Santa Ana. Eso significaba que había hecho voto de virginidad. San José fue

posteriormente escogido para cuidar y proteger la virginidad de María. De allí la gravedad

cuando María comenzó a mostrar signos de embarazo. Por eso San José tuvo que rendir

cuenta a las autoridades del Templo. También a María, según este documento, se le pidió

cuenta de la aparente falta a su voto. Nos dice este escrito que, al ser interrogada, “ella se

echó a llorar amargamente, diciendo: „Por la vida del Señor mi Dios, estoy limpia en su

presencia y no he conocido varón‟”.

Nos dice también el Protoevangelio de Santiago cómo fue escogido José de entre otros

varones como compañero de María Virgen: su cayado fue el que floreció con un lirio. Era

ésta la señal de la escogencia divina. (Catecismo de la Iglesia Católica # 496, 497, 498,

499. 500)

Inmaculada Concepción:

La Virgen María, fue concebida sin pecado original, libre de mancha de pecado (eso

significa ser inmaculada: sin mancha).

El pecado original es en esencia la privación de la gracia. Significa, entonces, que la Virgen

María estuvo adornada con la gracia.

Así lo reconoció el Angel: “Dios te salve, llena de gracia”, la saludó el Angel en la

Anunciación (Lc. 1, 28). Este reconocimiento del Angel significa que nunca estuvo privada

de la gracia divina.

La doctrina de la Inmaculada Concepción fue oficialmente definida como dogma por el

Papa Pío XI en 1854.

Objeción: San Pablo dice que “todos hemos pecado” (Rm. 3, 23).

Respuesta: Ahora bien, un niño que muere recién nacido ¿ha pecado? La expresión de San

Pablo, entonces, debe significar que la gran mayoría hemos pecado, pues ¿cómo queda

Page 77: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

entonces Jesús? Hay excepciones en esto: Jesús, María y los niños que mueren sin haber

pecado.

Objeción: Pero si María no ha pecado, se le está igualando a Dios.

Respuesta: Pero ... ¿y Adán y Eva antes del pecado original? ¿Y los Angeles que no

pecaron? El estar sin pecado no significa que se sea igual a Dios. Ni esta prerrogativa

disminuye para nada la gloria de Dios.

Objeción: María dice “mi espíritu se alegra en Dios, mi Salvador” (Lc. 1, 47). Significa

que si necesita Salvador es que ha pecado.

Respuesta: María realmente, como cualquier descendiente de Adán y Eva, hubiera estado

sujeta al pecado original. Pero por una intervención especial de Dios, en atención a su

Maternidad Divina, fue redimida de manera especial: anticipadamente. De allí que haya

sido concebida sin pecado: Inmaculada Concepción. (Catecismo de la Iglesia Católica

#490, 491, 492 y 493)

Asunción de María en cuerpo y alma al Cielo:

El dogma de la Asunción significa que María, por un privilegio especial, no tuvo que

esperar como todos los demás seres humanos tenemos que esperar, por nuestra

resurrección. Ya su cuerpo y su alma están reunidos y ella está en forma gloriosa en el

Cielo.

El dogma de la Asunción declarado por el Papa Pío XII en 1950 no definió si María murió,

pero hay casi consenso universal que sí murió.

La declaración del dogma se limitó a decir: “María, al final de su vida en la tierra (no habla

de la muerte) fue asumida en cuerpo y alma a la gloria del Cielo”.

Objeción: La Asunción no está explicitada en la Biblia. Por lo tanto, es una doctrina falsa.

Respuesta: Para los Católicos la Biblia no es la única fuente de la Fe. La Tradición de la

Iglesia también lo es. La Iglesia tiene la potestad dada por Jesús de decidir y definir

doctrinas, aunque éstas no estén en la Biblia. “Lo que ates(en) en la tierra quedará atado

en el Cielo y lo que desates(en) en la tierra quedará desatado en el Cielo” (Mt. 16, 19 y 18,

18).

Como vemos, no dijo Jesús a Pedro y a los Apóstoles, que quedaría atado o desatado todo

lo que previamente estuviera contenido en la Sagrada Escritura, como pretenden los

fundamentalistas.

Eso sí, las doctrinas definidas, si bien no tienen que estar en la Sagrada Escritura, no la

pueden contradecir. Y este dogma no contradice nada bíblico. (Catecismo de la Iglesia

Católica #966)

Page 78: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

¿Murió la Santísima Virgen María?

El Misterio de la Asunción de la Santísima Virgen María está íntimamente relacionado con

nuestro destino final: la inmortalidad que nos espera después de la muerte.

1 - La Asunción de María

2 - ¿Murió la Santisima Virgen María?

3 - ¿De qué murió la Virgen?

4 - ¿Dónde murió?

5 - ¿Existe un sepulcro de la Santísima Virgen?

6 - ¿Dónde fue la Asunción?

7 - ¿Cómo fue la Asunción?

8 - La Asunción de María en la Sagrada Escritura

9 - La Asunción de María en la Tradición de la Iglesia

10 - Testimonios de los Místicos

11 - Documentos históricos

12 - El Dogma de la Asunción

Apéndice:

Homilía sobre La Asunción

del Nuncio Apostólico de Su Santidad

ante la Comunidad Europea,

Mons. André Dupuy

Page 79: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

EL ROSARIO:

Dentro del culto a la Santísima Virgen María no podemos dejar fuera la devoción del Santo

Rosario.

La palabra “rosario” viene del latín que significa guirnalda de rosas, siendo que la rosa es

una de las flores utilizadas para simbolizar a la Virgen María.

Si se preguntara cuál objeto específico es el más característico de un Católico, seguramente

que el Rosario fuera el más destacado. Muy frecuente es la escena de la viejita pasando las

cuentas de su rosario en un banco de la iglesia, o el rosario grande colgado del cinturón de

un monje y, más recientemente, el rosario colgando del espejo retrovisor del carro de algún

devoto de la Virgen.

Lamentablemente, a partir de la década de los años 1960, decayó la devoción del Rosario,

cosa que sucedió también con la devoción a la Santísima Virgen María. Pero recientemente

ha cambiado esta tendencia: el Rosario ha resurgido, por así decirlo: está “de moda”.

Origen del Rosario:

Se dice que el Rosario fue instituido por Santo Domingo de Guzmán, el fundador de la

Orden de Predicadores, conocidos como los Dominicos. Pero, sin quitarle a Santo Domingo

su aporte, el origen remoto del Rosario es anterior a Santo Domingo.

De hecho, siglos antes de este Santo fundador, los monjes recitaban de manera regular todo

el Salterio (la colección de 150 Salmos de la Sagrada Escritura). Pero sucedía que los

hermanos legos que formaban parte de las comunidades monacales era analfabetos y no

podían leer los Salmos. Para ellos se ideó una forma de oración que pudiera ser fácilmente

memorizable.

La primera oración que se escogió para repetir unas 50 o 100 veces, dependiendo de las

circunstancias, fue el Padre Nuestro. A raíz de este ejercicio repetitivo y para facilitar el

conteo, surgió en Inglaterra un gremio de artesanos especializados en fabricar lo que hoy

conocemos como un rosario. De hecho, hay en Londres una calle llamada “Pater Noster

Row” (Hilera de Padre Nuestros), la cual recuerda la zona en que estos artesanos fabricaban

estas cuentas.

Los rosarios que fueron originalmente utilizados para contar los Padre Nuestros, a partir del

Siglo XII fueron utilizados para comenzar a contar “Salutaciones Angélicas”, que eran la

primera mitad de lo que hoy conocemos como el Ave María. (“Jesús” y la segunda parte de

esta oración fue agregada algún tiempo después, en 1483). Cada Ave María se seguía con la

alusión de un pasaje evangélico en forma de jaculatoria, las cuales llegaron a ser unas 300.

¿Cuál es, entonces, el verdadero aporte de Santo Domingo de Guzmán? El Rosario, como

hoy lo conocemos, surgió en el Siglo XV y se hizo muy popular por la predicación de un

Sacerdote Dominico, Alan de Rupe (+1475). La creencia de que la devoción del Santo

Page 80: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

Rosario fue revelada a Santo Domingo (+1221) se basaba en una visión de Rupe sobre

Santo Domingo y el Rosario.

La historia cuenta que la Santísima Virgen se le apareció a Santo Domingo mostrándole

una bella guirnalda de rosas, pidiéndole que rezara diariamente el Rosario y que enseñara a

la gente a rezar el Rosario.

En 1521 el Rosario fue simplificado por el dominico Alberto de Castello, quien escogió 15

pasajes evangélicos (los que ahora conocemos como 15 misterios). Luego el Papa San Pío

V (1566-1572) definió mediante una bula el Rosario como lo conocemos hoy.

Y en nuestra época el Papa Juan Pablo II revitalizó el Rosario, añadiendo a los 15 Misterios

ya conocidos, 5 Misterios más, referidos a la vida pública de Jesucristo. En la Carta

Apostólica “El Rosario de la Virgen María” defiende y promueve esta práctica oracional

mariana, además de presentar una amplia sustentación bíblica y teológica para esta

devoción, intentando estimular a los Católicos a utilizarla más extensivamente y mostrando

a los no-Católicos la bondad de esta oración.

Estructura básica del Santo Rosario:

o Acto de Contrición (en España y Latinoamérica) o Credo (en el resto del mundo).

o Enunciado de Cinco Misterios. Después del enunciado de cada Misterio:

o El enunciado de cada Misterio no debe ser un simple anuncio, sino que esa escena

de la vida de Jesús y/o de la Sagrada Familia y/o de la Virgen, debe servir para

meditar sobre ese hecho que nos relata la Biblia, sacando enseñanzas de cada una de

ellos para nuestra vida espiritual. Esa meditación puede hacerse en silencio antes de

comenzar las oraciones de cada decena, o -si se reza en rosario en grupo- puede

hacerse en voz alta. También puede irse meditando mientras se van repitiendo las

Ave Marías.

o Un Padre Nuestro

o Diez Ave Marías

o Un Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

o Salve Regina (la Salve).

El Poder del Rosario

El Rosario es la oración del Evangelio. El cuerpo del Rosario son los Padre Nuestros y

Ave Marías, oraciones que vienen de la Biblia. La animación del Rosario son los Misterios

que se meditan en cada decena, los cuales son momentos de la vida de Jesús y de la

Santísima Virgen María.

Ahora bien, el Evangelio es la Palabra de Dios. Y la Palabra de Dios es una Persona: es

Jesucristo mismo.

Así que, al meditar los Misterios del Rosario, repitiendo Padre Nuestros y Ave Marías,

poco a poco vamos siendo transformados en lo que el Rosario es: Jesucristo mismo.

Page 81: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

Invocando al Padre Eterno y acompañados de su Madre, vamos imitando a Cristo en sus

Misterios.

ORACION

Santísima Virgen María:

Que al rezar y meditar el Rosario

podamos obtener lo que promete,

imitar lo que contiene,

y ser transformados en lo que es:

Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor.

Amén.Adoración

la más alta forma de oración

La oración es un privilegio

ORAR ES UN PRIVILEGIO

La oración es un privilegio. ¿Nos damos cuenta que la oración es un privilegio? Orar es

hablar con Dios: decirle y escucharle. ¿Nos damos cuenta, entonces, el privilegio que

significa que nosotros simples creaturas podamos dirigirnos a nuestro Creador para pedirle,

para rogarle, para decirle cosas … y que El nos escuche?

La oración es uno de esos regalos inmensos y utilísimos que Dios nos ha dado y que no

terminamos de apreciar ni de aprovechar suficientemente.

Recordemos, para tener una

idea de este privilegio, el

riesgo que corrió la Reina

Esther cuando se atrevió a

presentarse ante su marido,

el Rey Asuero de Babilonia

para pedirle la vida para sí y

para el pueblo de Israel.

¡No podía dirigirse al Rey a menos que éste la solicitara! Y del susto, se desmayó ante su

Rey. (cf. Est. 15)

Y en la actualidad ¿podemos hablar con el Papa? ¿puede alguien lograr hablar con

cualquier persona que se le ocurra, y de manera instantánea? ¡Y nosotros podemos

dirigirnos a Dios cada vez que queramos y de manera instantánea! Ese privilegio lo

tenemos los seres humanos con Dios. La oración es un privilegio.

Adoración

la más alta forma de oración

Page 82: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

Formas de oración

Objeción: El Rosario no es una oración bíblica.

Respuesta: Los Misterios del Rosario que se enuncian antes de cada sección de un Padre

Nuestro, diez Ave Marías y un Gloria son escenas bíblicas, salvo la Asunción de la

Santísima Virgen, cuya fundamentación bíblica ya hemos explicado anteriormente en este

capítulo.

Los Misterios Gozosos (con su cita bíblica) son los siguientes:

1. La Anunciación (Lc. 1, 26-38).

2. La Visita de María a su prima Santa Isabel (Lc. 1, 40-56).

3. El Nacimiento del Niño Jesús (Lc. 2, 6-20).

4. La Presentación del Niño Jesús en el Templo (Lc. 2, 21-39).

5. El Niño perdido y hallado en el Templo (Lc. 2, 4[-51).

Los Misterios Dolorosos (con su cita bíblica) son los siguientes:

1. La Oración de Jesús en el Huerto (Mt. 26, 36-46).

2. La Flagelación de Jesús atado a al columna (Mt. 27, 26).

3. La Coronación de Espinas (Mt. 27, 29).

4. La Cruz a cuestas por el camino del Calvario (Lc. 23, 26-32).

5. La Crucifixión y Muerte de Jesús (Lc. 23, 33-46).

Los Misterios Luminosos (con su cita bíblica) son los siguientes:

1. El Bautismo de Jesús en el Jordán (Mt. 3. 13-17)

2. La auto-revelación del Señor en las Bodas de Caná (Jn. 2, 1-12)

3. Anuncio del Reino de Dios, invitando a la conversión (Mc.1, 15)

4. La Transfiguración del Señor (Lc. 9, 28-35)

5. La institución de la Eucaristía (Lc. 22, 19-20)

Los Misterios Gloriosos (con su cita bíblica son los siguientes:

1. La Resurrección del Señor (Lc. 24, 1-12).

2. La Ascensión del Señor (Lc. 24, 50-51).

3. La Venida del Espíritu Santo (Hch. 2, 1-4).

4. La Asunción de la Santísima Virgen María al Cielo (Ap. 12).

5. La Coronación de la Santísima Virgen María (Ap. 12, 1).

El enunciado de cada Misterio no debe ser un simple anuncio, sino que esa escena de la

vida de Jesús y/o de la Sagrada Familia y/o de la Virgen, debe servir para meditar sobre ese

hecho que nos relata la Biblia, sacando enseñanzas de cada una de ellos para nuestra vida

Page 83: ATAQUES CONTRA LA IGLESIA CATOLICA.pdf

espiritual. Esa meditación puede hacerse en silencio antes de comenzar las oraciones de

cada decena, o -si se reza en rosario en grupo- puede hacerse en voz alta. También puede

irse meditando mientras se van repitiendo las Ave Marías.

Veamos ahora si son bíblicas las oraciones que se rezan en el Rosario:

El Padre Nuestro:

No sólo es bíblico, sino que es la oración que Jesús mismo nos enseñó para decir al Padre

Eterno.

El Ave María:

“Dios te salve, (María), llena eres de gracia, el Señor es contigo” (Lc. 1, 28), fue el saludo

del Angel a María en el momento de la Anunciación. De allí que la primera mitad del Ave

María se denominara “Salutación Angélica”. Sólo se agregó el nombre de María para dejar

claro a quién se refería el saludo angélico.

“Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, (Jesús)” (Lc. 1,

42), fue exactamente las palabras de Santa Isabel a María cuando la Virgen fue a visitarla.

Se agregó el nombre de Jesús para saber a quién se refería Santa Isabel.

Como vemos, la primera mitad del Ave María es textualmente bíblica.

La segunda mitad no viene directamente de la Sagrada Escritura, pero su significado es

enteramente bíblico: “Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en

la hora de nuestra muerte”.

“Santa María”. Si San Pablo llama a los cristianos “santos” (cf. Ef. 1,1; Flp. 1,1 y Col. 1, 2)

María es la más santa de entre todos los santos, pues además de ser la primera cristiana,

según lo proclama Santa Isabel al decirle “Dichosa tú porque has creído” (Lc. 1, 45), es

¡nada menos! que la Madre de Jesucristo, Dios y Hombre verdadero y, además de haberlo

llevado en su vientre, lo siguió en todo.

“Madre de Dios”. Ya hemos explicado esto anteriormente en esta misma sección. Baste

recordar que este título es bíblico, pues así la saludó su prima: “Isabel, llena del Espíritu

Santo, exclamó: „... ¿cómo he merecido que venga a mí la Madre de mi Señor?‟” (Lc. 1,

42).

“Ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte”. Entramos en la

disquisición de si la mediación de María disminuye la mediación de Cristo, lo cual ya

hemos explicado anteriormente en la sección sobre los Santos #16:

“¿Pueden los Santos interceder por nosotros ante Dios?”

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Objeción: “El único mediador es Cristo. No puede haber otros mediadores entre Dios y los

hombres.”

Baste recordar que, aunque San Pablo dice “Unico es Dios, único también es el Mediador

entre Dios y los hombres, Cristo Jesús” (1 Tim. 2, 5), en los versículos inmediatamente

anteriores a éste San Pablo instruye a los cristianos a orar unos por los otros (cf. 1 Tim. 2, 1-

4), significando que esta intercesión no interfiere ni disminuye la intercesión de Cristo.

Y esta intercesión también se aplica a las oraciones de los Santos del Cielo (cf. Ap. 5, 8),

siendo la Virgen María, la más Santa entre todos los Santos.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo:

Las tres Divinas Personas de la Santísima Trinidad -Padre, Hijo y Espíritu Santo- aparecen

mencionadas, así juntas, por el mismo Jesucristo, cuando ordenó a los Apóstoles a bautizar

“en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt. 28, 19). Dar gloria a las tres

Divinas Personas de la Santísima Trinidad es una oración con profundo basamento bíblico.

Por lo demás, esta oración de alabanza comenzó a usarse en el Siglo IV y en la forma como

hoy la conocemos en el Siglo VII.

Objeción: Cristo prohibe las oraciones repetitivas.

Respuesta: Basándose en que Cristo nos dijo “Al orar no multipliquen las palabras” (Mt.

6, 7), sostienen que el Rosario es contrario a este comentario del Señor. Pero cortan esta

frase y, al dejarla incompleta, no lograr captar su verdadero significado: “Al orar no

multipliquen las palabras como los paganos, pensando que por mucho hablar serán

atendidos. Ustedes no recen de ese modo, porque, antes que pidan, el Padre sabe lo que

necesitan” (Mt. 6, 7-8).

Leído completo -sin cortar- el texto claramente indica que Cristo nos alertaba acerca del

mucho pedir, de los excesos en la oración de petición, la cual no hace falta, pues el Padre

conoce mejor que nosotros nuestras necesidades. “No multiplicar las palabras” se refiere

más bien a buscar la oración de recogimiento, de silencio. Se refiere a no convertir el

diálogo que debe ser la oración en un monólogo tipo lista de peticiones.

Adicionalmente, la repetición de unas mismas frases no es anti-bíblica. Tenemos varios

ejemplos en el Antiguo Testamento, en Salmos y oraciones compuestas directamente por

inspiración divina:

En el Salmo 135 (136) , el cual comienza “Den gracias al Señor, porque es bueno, porque

es eterna su misericordia”, la frase “porque es eterna su misericordia” se repite 36 veces,

correspondientes a los 36 versículos que componen el Salmo.

En el Salmo 117 (118) también se repite unas cuantas veces esta misma frase “porque es

eterna su misericordia”.

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Otra oración del Antiguo Testamento que contradice la pretendida prohibición divina de

repetir oraciones es el canto de alabanza que hicieron los tres jóvenes mandados a quemar

en el horno ardiente por el Rey Nabucodonosor, por éstos negarse a adorar a los dioses

paganos. Mientras estaban en el horno ardiente cantaban repitiendo después de cada motivo

de alabanza la frase: “alábenlo y ensálcenlo eternamente”, la cual ser repite ¡53 veces!:

más que las 50 Ave Marías del Rosario.

Sabemos que los jóvenes salieron ilesos del horno ardiente y que Nabucodonosor,

impresionado, bendijo al Dios de Sidrac, Misac y Abdénago, y prohibió que se hablara de

forma irreverente de El.

Por todos estos motivos no es raro que, inclusive algunos Protestantes hoy en día, hayan

comenzado a rezar el Rosario pues, a pesar de que muchos otros no-Católicos consideran

esta oración anti-bíblica y repetición sin sentido, algunos se están dando cuenta de que

realmente no es así, sino que la repetición de estas oraciones bíblicas y la meditación de

cada Misterio hace honor no sólo a la Madre, sino también a Cristo mismo.

CARTA APOSTÓLICA

ROSARIUM VIRGINIS MARIAE