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AXIS MUNDI PUBLICACIÓN PARA MIEMBROS DEL PROGRAMA DE ESTUDIOS OPI Nº 2 - ABRIL 2013 Interpretación esotérica de la Historia

Axis Mundi 2 - Abril 2013

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  • AXIS MUNDIPUBLICACIN PARA MIEMBROS DEL PROGRAMA DE ESTUDIOS OPI

    N 2 - ABRIL 2013

    Interpretacin esotricade la Historia

  • AXIS MUNDIAO 1 - N 2 - ABRIL 2013

    Opus Philosophicae Initiationis

    La conquista de Hastinapura (II)Por Phileas del Montesexto

    Interpretacin esotrica de la historiaPor Phileas del Montesexto

    Los egrgores detrs de la historiaPor Phileas del Montesexto

    Los cinco caminosPor Manuel Arduino

    Cartas desde Beth LehenPor Awmergin, o bardo

    De las pruebasPor John Tyrson

    A propsito de Aldo LavagniniPor Phileas del Montesexto

    Siddhapura, la isla blancaPor Jos Rubio Snchez

    El ratn mstico

    Publicacin oficial de la Coordinacin Internacional de la Asociacin Internacional de Filosofa IniciticaPgina web: www.initiationis.orgCorreo electrnico: [email protected] responsable: Phileas del Montesexto

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  • La conquista de Hastinapura (II)Curso introductorio al Bhagavad Gita

    Phileas del Montesexto

    Conceme e imtame. En estas tres palabras se resume toda la enseanza que el ms encum-brado Maestro (Krishna) le transmiti a su discpulo (Arjuna) en el episodio blico relatado en el Bhagavad Gita. El escenario en el cual se brindaron estas magnficas instrucciones no po-dra ser ms atpico: un campo de una batalla (Dharmashetra), donde los kures y los pandavas se dieron cita para dirimir el destino de la ciudad blanca de Hastinapura.

    Pero, qu significa Hastinapura y por qu debe ser conquistada? En primer lugar, es necesa-rio indicar que el nombre de esta ciudad proviene del snscrito: Hastin (elefante) + puram (ciudad). Al asociarse tradicionalmente al elefante con la ms pura sabidura, entonces tambin podemos determinar que Hastinapura es la ciudad de la sabidura.

    En el artculo anterior, al abordar el simbolismo de Ganesha, el dios con cabeza de elefante, describimos muchas de las razones por las cuales los orientales vinculan a los paquidermos con la ms pura sabidura. No obstante, al analizar el simbolismo del elefante desde una perspectiva genrica, es necesario sealar otras caractersticas:

    1) Poder real: Tradicionalmente, el elefante ha sido la montura de los reyes y las divinidades: de Indra, que aparece siempre sobre Airavana, un elefante blanco de tres cabezas, de Samantabha-dra (el bodhisattva de la virtud universal) y de otras peronalidades divinas de Oriente.

    En los relatos mticos sobre la concepcin de Siddharta Gautama (Buddha) se cuenta que su madre, la reina Maya, fue rozada por la trompa de un elefante, siendo ste el instrumento ce-lestial para dar vida al avatara.

    Siendo as, el elefante representa tanto el podero monrquico como la lealtad al rey ms en-cumbrado, la divinidad misma. Entre los ttulos del rey de Siam (hoy Tailandia) uno de ellos es el de poseedor del elefante blanco ya que este extico paquidermo es un smbolo de su poder real. Normalmente, todos los elefantes albinos que se encuentran en este pas son obsequiados al rey para que sus decisiones sean ms sabias. El actual rey de Tailandia, Bhumibol Adulyadej, tiene en su palacio diez elefantes blancos.

    Segn contaba Jos Monlau en 1867: Prodgase para el servicio de estos seres privilegiados cuanto de ms brillante da de s la magnificencia asitica. Cudanle ministros y oficiales de elevada categora, brillan en sus arneses los metales preciosos y las piedras finas, jams se pre-sentan en pblico sin guardia de honor y sin que les preceda una msica, y su habitacin es no menos lujosa que sus arneses. Llevan todos ttulo de reyes, distinguindose entre s por eptetos que deben a su belleza, a su talla o a ciertos rasgos de su carcter. (1)

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  • 2) Amigos de las nubes: Debido a la forma redondeada de su cuerpo y su color gris claro, los elefantes muchas veces han sido relacionados con las nubes. De esta relacin surge la idea de los elefantes alados que aseguran la lluvia y, por ende, la prosperidad como consecuencia de las buenas cosechas.

    Existe una interesante historia india que asegura que inicialmente todos los elefantes tenan alas y podan volar por el cielo. No obstante, en una ocasin uno de estos elefantes volado-res descendi de improviso sobre un rbol bajo el cual un sabio realizaba su puja (adoracin ritual), rompiendo la rama y destrozando las ofrendas. Como consecuencia de este desastre, el sabio enfadado implor a los dioses que quitaran las alas a los gigantes voladores. Y as fue hecho, aunque los elefantes despojados de sus alas pudieron conservar la habilidad de relacio-narse con las nubes y atraerlas. (2)

    Por extensin a esta habilidad de atraer nubes (y, por lo tanto, atraer la fertilidad de la tie-rra), los elefantes han pasado a ser considerados popularmente como smbolos de la atraccin de la buena suerte y no es raro encontrar (an en Occidente) adornos de elefantes que sostie-nen billetes en su trompa.

    3) Actitud sabia: Los simbolistas sealan una serie de comportamientos vitales de los elefantes que los hacen actuar sabiamente ante la vida. Por ejemplo, los elefantes son tremendamente fuertes, los verdaderos reyes de la selva en oposicin a los leones que usualmente han recibido este ttulo. Sin embargo, no son abusivos ni se aprovechan de su enorme poder.

    Un elefante alado en Tailandia

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  • Tambin se dice que el elefante es uno de los pocos animales que no se quedan atrapados en el barro, del mismo modo que los hombres sabios pasan por el mundo sin apegarse a l.

    El desplazamiento de los paquidermos por la selva es seguro y lento porque saben exactamente dnde ir. Su paso cauteloso no interfiere en la vida de los otros animales y ni siquiera aplastan los caminitos de hormigas que encuentra en su recorrido. Sin embargo, al escuchar el llamado de su manada arremeten contra todo y contra todos a fin de responder prontamente al grito de sus hermanos. En su poderosa embestida no hay obstculo que pueda detenerlos.

    Para tener en cuenta otras relaciones simblicas de los elefantes, remitimos al lector a la des-cripcin de Ganesha que realizamos en el nmero anterior de Axis Mundi.

    La guerra por Hastinapura

    Como simblica ciudad de la sabidura, Hastinapura es un emplazamiento del cual los pandavas (entre ellos Arjuna) han sido expulsados en el pasado y que, por lo tanto, deben reconquistar. No es difcil encontrar una relacin entre esta situacin de exilio y la de la expulsin del Para-so, la cada de Adan y Eva en la materia. En verdad, toda la ciencia inicitica se fundamenta en esta cada y en la necesidad de regresar a ese Edn primordial para alcanzar la re-integracin, la re-unin con lo sagrado que se alcanza simblicamente en el centro del laberinto o en la cumbre del monte Olimpo, como hemos estudiado en las monografas del programa. (3)

    Con relacin a Hastinapura, esta ciudad no est construida en algn lugar remoto sino que nicamente puede ser ubicada en nuestro interior, ms precisamente en nuestro corazn. No obstante, para que nosotros mismos podamos conquistar la ciudad sagrada se hace necesario el abandono de la actitud comodona y aptica que nos ofrece la sociedad moderna con su lema seguridad ante todo. Por eso decamos en nuestro anterior artculo que para conquistar el rei-no hastinapurano hay que tomar la espada (smbolo de la voluntad), convertirse en guerrero y avanzar con paso decidido hacia el campo de batalla. Solamente as podr ser alcanzada la paz profunda citada por los rosacruces o la pax triumphalis de los olmpicos.

    La mxima latina Si vis pacem, para bellum (si quieres la paz, preprate para la guerra, atri-buida al escritor Flavio Vegecio Renato) fue tomada por los gobiernos profanos del Kali-yuga (la edad de hierro) como una excusa para la promocin de una loca carrera armamentstica que fue crucial en la segunda mitad del siglo XX y que alcanz su clmax durante la crisis de los misiles (1962) en el marco del Equilibrio del Terror entre los Estados Unidos y la Unin sovitica.

    En un contexto inicitico la misma frase se interpreta desde una perspectiva diferente: si quie-res la paz (interna), preprate para la guerra (interna), es decir la misma conflagracin descrita en el episodio del Mahabharata que estamos estudiando.

    Retomar Hastinapura significa alcanzar un estado de conciencia superior, volver al origen, al centro, para restaurar el estado ednico de la humanidad primigenia, que tradicionalmente ha

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  • sido llamada Hiperbrea y que la Teosofa blavatskiana relaciona con las dos primeras razas-races.

    Pero, de qu manera perdieron Hastinapura los pandavas? El Mahabharata nos cuenta que la ciudad fue perdida por Yudhistira, uno de los prncipes pandavas y hermano de Arjuna, en una fraudulenta partida de dados frente al kur Duryodhana.

    En el relato alegrico de la epopeya, el pandava Yudhistira puede ser visto como la encarna-cin del Dharma dado que su inusual nacimiento fue producto de una invocacin de su madre (Kunti) a Yama, dios de la justicia y el Dharma. Su desviacin del recto sendero (mediante el juego de dados) gener karma a todos los pandavas y el destierro de su ciudad amada durante 13 aos. Sin embargo, mediante la recta accin, Yudhistira podr finalmente vencer a sus ene-migos y convertirse en el nuevo rey de Hastinapura. En otras palabras, podemos decir que el reino se perdi a travs de la inconsciencia y por eso la nica forma de recuperarlo es a travs de la conciencia, o mejor dicho del despertar de la conciencia (en el prximo artculo volvere-mos sobre el tema de los kures y los pandavas).

    Con relacin a esta recuperacin, es interesante notar que la batalla es a campo abierto y no en la misma ciudad de Hastinapura, lo cual es altamente simblico, ms an si tenemos en cuen-ta el nombre del escenario blico, que en ocasiones es denominado Kurukshetra (campo del kur) y en otras Dharmakshetra (campo del dharma). Esto significa que este campo de batalla

    Dibujo de Csar Fernndez especialmente realizado para Axis Mundi

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  • puede ubicarse en la vida misma, donde se enfrentan eternamente el bien contra el mal, la luz contra la oscuridad y el vicio contra la virtud. El triunfo final y la reconquista de Hastinapura est ligada al cumplimiento de la Ley o DHARMA y esto era bien cierto para Arjuna en tiem-pos pretritos como para nosotros en el siglo XXI.

    Arjuna, el discpulo

    El destinatario de la suprema enseanza brindada en el Gita es Arjuna, uno de los cinco prn-cipes pandavas, hijo de la reina Kunti al invocar a Indra, rey de los devas.

    Arjuna es reconocido a lo largo de toda la epopeya por su notable fortaleza y devocin. En una primera vuelta de llave, apreciamos a Arjuna como el discpulo de Krishna, pero entendido ms profundamente es el discpulo perfecto y ms an: somos nosotros mismos en el centro del campo de Kurukshetra, dudando y enfrentando a nuestros enemigos, con intenciones de cambiar pero sin atrevernos a dar el gran paso.

    Arjuna es el hroe, la inspiracin para todos aquellos que da a da luchan por abrirse paso ha-cia Hastinapura, combatiendo sin cuartel a los feroces Kures.

    Desde una ptica ms elevada, Krishna y Arjuna son uno solo, representando al Alma espiritual (Individualidad o Trada Superior) dando consejo a la Personalidad (Cuaternario Inferior), que an tiene que pulir muchos defectos antes de llegar ante la puerta del supremo templo, en este caso simbolizado por Hastinapura.

    En este sentido, Krishna y Arjuna han sido llamados Naranarayana, es decir la con-juncin de nara (el ser humano) y nara-yana (Dios), las dos caras de una misma moneda. Esta conjuncin queda ms en evidencia an si vamos al significado de sus nombres: Arjuna significa blanco y Krishna significa negro (muchas veces se lo nombra como el que es azul oscuro, como el cielo infinito) y juntos represen-tan la armona de los opuestos.

    Adems de ser vistos como partes de una misma cosa, en el Gita, Krishna y Arjuna asumen los roles de Maestro (Gur) y Discpulo (Chela), por lo cual es intere-sante repasar esta relacin tradicional de Maestro y Discpulo.

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  • Maestro-Discpulo

    En La Puerta del Templo decamos que la acepcin original de la palabra educar () pro-viene de educir (educere), es decir sacar hacia afuera nuestras potencialidades para alcanzar la perfeccin. Y justamente esa accin de educir o sacar hacia afuera est ligada al verdadero conocedor dentro de nosotros: nuestro Maestro Interno. (4)

    Todo educador o maestro espiritual es aquel que nos ayuda a encontrar nuestro propio Maes-tro Interno. Ren Gunon seal que el Gur humano no es en realidad (...) ms que una representacin exterior y como un sustituto del verdadero Gur interior, de suerte que su necesidad se debe nicamente a que el iniciado, no ha llegado a un cierto grado de desarrollo espiritual, es todava incapaz de entrar directamente en comunicacin consciente con ste. (5)

    Por esta razn, los indos distinguen dos tipos de gures: el upa-guru (upa=cercano y guru=maestro) y el sat-guru (sat=verdadero y guru=maestro). El upa-guru es el instructor es-piritual y desde una perspectiva ms amplia todos los seres humanos, an los profanos ms dormidos pueden darnos pistas valiosas para seguir el camino hacia la cima. A esto se refera el trascendentalista Ralph Waldo Emerson cuando sealaba: Toda persona es superior a mi en algun sentido y en ese sentido aprendo de ella y el propio Gunon explicaba que debemos entender al upa-guru como todo ser, sea cual sea, cuyo encuentro es para alguien la ocasin o el punto de partida de un cierto desarrollo espiritual; y, de manera general, no es en absoluto necesario que este ser sea consciente del papel que as desempea. (6)

    El sat-guru es el autntico instructor, el que nos puede dar las respuestas que necesitamos tras-cender y este gur es INTERNO. La validez del upa-guru radica en su eficacia para guiarnos ante el verdadero Maestro.

    Otra visin de estos gures habla de cuatro categoras de gures: en primer lugar la familia, en segundo lugar los educadores y maestros que se encargan de nuestra formacin, en tercer lugar los guas espirituales y por ltimo el gur csmico, el Avatara, es decir Krishna, Cristo, Buddha, a los cuales debemos seguir (imitar su ejemplo) y entrar en comunin (comn unin) a fin de alcanzar la iluminacin.

    Teniendo en cuenta esta concepcin, podemos apreciar con tristeza que, en nuestra sociedad moderna tan avanzada, la familia est en crisis, la educacin est en crisis, la religin y las rdenes iniciticas estn en crisis, por lo cual la figura arquetpica del Avatara destaca ms que nunca y sta siempre servir de refugio a los espiritualistas, an en las situaciones tan adversas que nos presenta esta edad de hierro.

    Pasajes del Guru Gita (Canto del Guru)

    Este himno del Uttara Khanda parte del Skanda Purana, se canta para congregar y rendir culto a las cualidades del gur preceptor.

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  • Om gurave namaa......................................................................................Yo me inclino ante el gurom parama gurave namaa...............................................................Me inclino ante el mximo gurom parapara gurave namaa............................................................Me inclino ante el gur del gurom paramesthi gurave namaa.......................................................Me inclino ante el gur supremoom jagad gurave nama............................................................Me inclino ante el gur del universoom atma gurave namaa........................................Me inclino ante el Alma Espiritual como el gurom visva gurave namaa...................................................................Me inclino ante el gur csmicoom atmane namaa........................................................................Me inclino ante el Alma Espiritualom antaratmane namaa.......................................................................Me inclino ante el Ser interiorom paramatmane namaa...................................................................Me inclino ante el Ser supremoguruh krpahi kevalam............................................................................Solo busco la gracia del gurbhagavad krpahi kevalam...................................................................Solo busco la gracia del Seorom tat sat om....................................................................................................Dios es la nica Verdad

    El Avatara

    Krishna es el maestro espiritual del Gita, el auriga que conduce el carro de combate donde est montado Arjuna, y es quien brinda las lecciones capitales para que el dubitativo guerrero deci-da finalmente tomar las armas para enfrentarse a sus primos kures.

    Este maestro no es solamente un humano ms consciente. Es ms que eso: es un AVATARA, es decir un enviado, la imagen visible del Absoluto (Brahman).

    Al hablar de un avatara estamos refirindonos a un ser arquetpico o una entidad suprahumana que se presenta ante los diversos pueblos bajo diferentes nombres, manifestado peridicamente en carne y hueso a fin de cumplir una misin especfica en un perodo histrico concreto y un entorno geogrfico en particular.

    Algunos avataras que podemos reconocer son: Krishna, Rama, Hermes (Thoth entre los egip-cios), Zoroastro, Buddha, Cristo, Orfeo, Quetzalcatl, Viracocha, Mahoma, etc. Todos estos personajes no son otra cosa que un descenso de la divinidad a una manifestacin temporal, la encarnacin humana de una entidad de naturaleza suprahumana, un principio espiritual.

    El trmino snscrito avatara significa el que desciende y en el caso de Krishna su descenso es explicado por l mismo en el Bhagavad Gita: Cuando el deber (dharma) declina, oh Bha-rata!, y cobra bros la iniquidad (adharma), entonces Yo renazco. Para proteger a los buenos, confundir a los malos y restaurar firmemente el orden (dharma). De edad en edad renazco Yo con este intento (Gita 4:7-8). La tradicin oriental ve en Krishna a uno de los diez avataras del dios Vishn, el preservador. ste se haba manifestado anteriormente como Matsya, Kurma, Varaha, Narasimha, Vamana, Parashurama y Rama, despus de Krishna como el seor Buddha y segn las fuentes clsicas se manifestar al final del Kali-yuga o en el perodo crepuscular (es decir, en el intervalo entre la edad de hierro y la edad de oro, que nosotros llamamos pe-rodo Z) como Kalki, el ltimo avatara (7).

    Alain Danilou explica que cuando hay duda sobre la continuidad de la tradicin inicitica y

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  • por tanto sobre la validez de los ritos, el dios Vishn, que asegura la continuidad del mundo, se encarna y vuelve a poner en orden la tradicin utilizando los elementos sobrevivientes (8) y de acuerdo con Swami Prabhupada, Krishna desciende especficamente para restablecer el verdadero propsito de la vida, cuando el hombre olvida su propsito. (9)

    Esta idea no es ajena al cristianismo y, en ese sentido, San Clemente proclamaba que: l es el nico que lo tiene (el Espritu de Cristo), quien ha cambiado sus formas y sus nombres desde el comienzo del mundo y ha reaparecido una y otra vez en el mundo. (10)

    Al finalizar toda la epopeya del Mahabharata, Krishna muere o, mejor dicho, entra en maha-samadhi (esto es: la salida consciente de un cuerpo material), en la fecha que tradicionalmente se relaciona con el comienzo del Kali-yuga y que las cronologas tradicionales fijan en el 3102 a.C.

    Notas bibliogrficas

    (1) Monlau, Jos: Compendio de historia natural: escrito para uso de los maestros. Volumen 1(2) Nath, Kailash y Chaturvedi, B. K.: Gods And Goddesses Of India(3) La Iniciacin o Iluminacin es un paso necesario para la liberacin o la reintegracin final con el Uno. Por eso dicen algunos msticos: Cuando llegues a la cima de la montaa, sigue subiendo, lo cual es corroborado por Gunon al sealar claramente que: La meta real de la iniciacin, no es solo la restauracin del estado ednico, que no es ms que una etapa sobre la ruta que debe conducir mucho ms arriba, puesto que es ms all de esta etapa donde comien-za verdaderamente el viaje celeste. (Vase Gunon, Ren: El esoterismo de Dante)(4) Del Montesexto, Phileas: La Puerta del Templo(5) Gunon, Ren: Iniciacin y realizacin espiritual(6) Gunon, Ren: op. cit.(7) Hay varias versiones de esta cadena avatrica. La que mostramos es la que aparece en el Garuda-purana. Tambin es importante sealar que existen varias clasificaciones de estos ava-taras. La versin india tradicional habla de seis clases de avataras: los Purusha avataras, los Lila avataras, los Guna avataras, los Manvantara avataras (o de Man), los Yuga avataras y los Shaktyavesha avataras. Una versin ms nueva surgida del tronco teosfico habla de avataras de Man (o manusacos), del Maha-Chohan (o mahachohnicos) y del Boddhisattva (o bodd-histtvicos).(8) Danilou, Alain: El shivasmo y la tradicin primordial(9) Prabhupada, Swami: El Bhagavad Gita tal como es(10) San Clemente de Alejandra en Homilas, III, 20.

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  • Interpretacin esotrica de la historiaPunto de partida

    Phileas del Montesexto

    Historia es, desde luego, exactamente lo que se escribi, pero ignoramos si es lo que sucedi. (Enrique Jardiel Poncela)

    Se dice que el primero en utilizar la idea de una Filosofa de la Historia fue Voltaire, quien la contrapuso a la teologa de la historia enseada por el cristianismo. Aos ms tarde, el alemn Georg Wilhelm Friedrich Hegel desarroll el concepto, brindando elementos ms con-cisos sobre esta perspectiva filosfica de los eventos pretritos. Sin embargo, al interpretar la Historia universal desde una ptica estrictamente esotrica o interna, las herramientas que ofrece la ciencia histrica profana se muestran insuficientes e imperfectas, por lo cual nosotros preferimos hablar de una interpretacin esotrica de la historia o de una historia detrs de la historia, a la que hemos aludido con cierta frecuencia en nuestro programa de estudios.

    Cules seran los fundamentos de esta interpretacin esotrica de la historia? En este breve artculo intentaremos brindar algunas pautas generales a fin de abordar el estudio de la Histo-ria con una visin supra-histrica, es decir tratando de desentraar los ritmos, las recurrencias y el significado ltimo de los acontecimientos histricos de la humanidad. En sntesis: perci-biendo ms all de lo evidente.

    El punto de partida para nuestro estudio debera basarse en los siguientes doce puntos:

    1) La Filosofa inicitica concibe una naturaleza cclica del tiempo, no lineal. Esta idea tradicio-nal choca de frente con la nocin secular del progreso continuo postulada por Pascal, Comte, los filsofos de la Ilustracin y erigida como dogma cientfico con la teora evolucionista de Charles Darwin. Este progresismo profano suele asociarse a los avances intelectuales, tecnol-gicos y cientficos de la civilizacin, la cual promueve la erradicacin de cualquier manifesta-cin humana primitiva que se oponga a este dogma capital.

    2) La historia interpretada esotricamente no es otra cosa que una historia de la conciencia. Mientras que un historiador profano observar individuos y registrar hechos aislados, un his-toriador con una visin trascendental contemplar almas espirituales encarnadas en cuerpos temporales, enfrentando diferentes desafos y tomando decisiones, al mismo tiempo que se desencadenan fuerzas metafsicas que actan como el motor de la historia.

    3) El esquema esotrico tradicional, conocido en Oriente y Occidente, habla de cuatro edades de la humanidad: oro, plata, bronce y hierro y de doce eras zodiacales, en procesos cclicos ma-crocsmicos que se repiten una y otra vez.

    4) La historia registrada en los libros es generalmente engaosa, parcial y escrita por los ms

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  • fuertes y poderosos (los vencedores en las guerras o las clases dominantes). Teniendo en cuen-ta que la psicologa sabe que la percepcin a travs de los sentidos es incompleta e inexacta, debera admitirse que la percepcin de los historiadores tambin debe ser parcial y deficiente. Adems, el registro de los eventos histricos suele estar supeditado a intereses particulares de naciones, clases sociales, grupos de poder, religiones e incluso sociedades secretas. No obstan-te, generalmente damos por vlida la crnica histrica edulcorada y maniquea que cuentan los libros, las pelculas y los medios de comunicacin sin tener en cuenta todos estos factores. Pero la historia oficial no es otra cosa que una simplificacin de los eventos del pasado, por con-

    La verdad, el tiempo y la historia, obra maestra de Goya

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  • veniencia, para justificar alguna accin de algunos grupos de poder o para el mantenimiento del statu quo.

    5) Todos los eventos histricos poseen causas de naturaleza metafsica: fuerzas y energas suti-les en pugna que actan como el verdadero motor de la historia. En este sentido, es necesario comprender la accin de los egrgores (adjuntamos una nota sobre este tema) e interpretar la historia universal como la punta del iceberg de un fenmeno espiritual cuyas races se encuen-tran en otros planos. Sobre este punto, Ren Gunon seala que: El mundo corpreo no pue-de en modo alguno ser considerado como un todo autosuficiente, ni como algo aislado en el conjunto de la manifestacin universal. Por el contrario, procede directamente de una realidad ms sutil, en la que tiene, digmoslo as, su principio inmediato y por cuya mediacin se inte-gra a un mundo espiritual. Si no fuese as, su existencia no podra ser ms que una ilusin pura y simple, una especie de fantasmagora sin nada detrs. En tales condiciones no puede haber, en el mundo corpreo, ninguna cosa cuya existencia en definitiva no repose en elementos de orden sutil, y, ms all de stos, sobre un principio que podra llamarse espiritual, en cuya ausencia ninguna manifestacin sera posible. (1)

    6) Las fuerzas y energas metafsicas se manifiestan fsicamente a travs de actores de carne y hueso que no son otros que las grandes personalidades histricas como Gandhi, Napolen, Mozart, Leonardo, Che Guevara, Lutero, Pern, Juana de Arco, Hitler, etc. Por eso, si logramos ver ms all de lo evidente, estos individuos son la encarnacin de determinados estados de conciencia, trascendiendo de este modo su propia biografa. En este punto es necesario dife-renciar a la persona (mscara) con la fuerza metafsica que lo anima. Desde una visin ms alta, los principales actores histricos representan fuerzas sutiles, energas egregricas, las cua-les pueden canalizarse, fortalecerse y comulgar con ellas. (2)

    7) La filosofa esotrica sostiene la existencia de seres espirituales o entidades suprahumanas que acompaan al ser humano en su desarrollo desde la noche de los tiempos, siendo el ms conocido de todos estos seres el Man, que es el regente del Manvantara. Etimolgicamen-te, la palabra Manvantara significa la era del Man y dura exotricamente 4.320.000 aos (4+3+2=9) y de acuerdo a los clculos de la tradicin esotrica 64.800 aos. (6+4+8=18, es decir 1+8=9). (3)

    8) De acuerdo a las concepciones iniciticas, el propsito ltimo del ser humano es reinte-grarse con el Uno, lo cual constituye la verdadera re-ligin. Sin embargo, cada humano es una clula de un organismo mayor que es la humanidad considerada como un Todo (todos somos uno), y as como el hombre tiene un propsito individual que le lleva a la liberacin (mok-sadharma), el mismo est ligado al de la sociedad en su conjunto, la cual tambin tiene un pro-psito ms alto o rajadharma. A esto nos referimos cuando hablamos de la restauracin de la sociedad primordial y que algunos historiadores serios como Arnold Toynbee han alcanzado a intuir. Este autor, una de las luminarias del siglo XX, llega a sealar que la humanidad en su conjunto se esfuerza por elevarse por sobre la mera condicin humana () hacia alguna espe-cie ms alta de vida espiritual. No puede uno describir la meta porque nunca se la ha alcanzado, o ms bien, nunca la ha alcanzado ninguna sociedad humana. () En las sociedades menos incivilizadas, en su etapa menos incivilizada, la gran mayora de los miembros han quedado en

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  • verdad muy cerca del nivel humano primitivo. (4) Entender el proceso de restauracin de la sociedad primordial es comprender tambin el sentido ltimo de la historia.

    9) Del mismo modo que Toynbee consideraba que el universo llega a ser inteligible en la me-dida en que somos capaces de concebirlo como un todo (5), podemos asegurar que, desde un puesto de observacin ms encumbrado, la historia universal y las leyes que la rigen son entendibles en la medida que la entendemos como una totalidad. Un materialista observar los hechos del pasado simplemente como fenmenos aislados e independientes (una diversidad), denominando Historia a la sumatoria de todos ellos, un conjunto de coincidencias, sin rum-bo ni propsito. Observando exactamente lo mismo, un espiritualista encontrar un propsito, un sentido, una unidad y una enorme cadena de causas y efectos.

    10) La historia registrada en los libros generalmente es uniforme y se centra en los hechos polticos, militares y econmicos, desplazando a un segundo plano los acontecimientos rela-cionados al Arte, la Ciencia y la Religin. Una interpretacin holstica de la Historia debe ser necesariamente cuadriforme, en la que las cuatro caras de la pirmide sean tenidas en cuenta. De este modo ser posible acceder a una historia integral: poltica, cientfica, artstica y religio-sa, que ser un registro ms completo del desarrollo de la humanidad.

    11) La divisin de la historia oficial de la humanidad en cuatro edades: antigua, media, moder-na y contempornea, es absolutamente eurocentrista y occidental, suponiendo que el eje civi-lizatorio siempre estuvo situado en torno al viejo continente, con un epicentro que podra ubi-carse segn el momento histrico en Roma, Pars o Londres. Los mapas actuales del mundo heredan la tradicin eurocentrista de la proyeccin Mercator, situando a Europa en el centro y a lo alto. En esta absurda concepcin cartogrfica se pueden observar varios disparates, como el tamao desproporcionado de Europa (9,7 millones de km2), que aparece notoriamente ms grande que Amrica del Sur (17,8 millones de km2).

    La proyeccin de Mercator y su consecuencia eurocentrista

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  • Certificado de probacionista expedido por HPB

    12) En los eventos pretritos y en las personalidades histricas es posible descubrir la interac-cin de tres tendencias o cualidades de la materia que en la tradicin oriental se denominan gunas. Estas tres modalidades, presentes en todos los individuos, formas y fenmenos consti-tuyentes de la manifestacin, predominando una u otra segn cada caso, son llamadas:

    Sattva: Armona, claridad, equilibrio. Inteligencia. Color blanco. Impulso ascendente. Ser.Rajas: Pasin, anhelo, inquietud, deseo. Ardor combativo. Color rojo. Impulso horizontal y expansivo. Hacer.Tamas: Inercia, apata, pasividad, dejadez. Estupidez. Color negro. Impulso descendente. Tener.

    Aunque la nueva civilizacin que anhelamos construir deber cimentarse en sattva, es bueno recordar que la palabra snscrita guna en su acepcin original significa lo que ata, por lo cual en la liberacin y reintegracin ltima debern ser trascendidas todas las gunas, incluso sattva.

    Hegel aseguraba que lo verdadero no se halla en la superficie visible (6) y esto es absolutamen-te cierto tanto para nuestro acontecer cotidiano como para el estudio de la historia. Para descu-brir el sentido ltimo de la historia es necesario quitarse la venda, dejar de lado los prejuicios profanos, las crnicas subjetivas al servicio de intereses espurios y las mentiras (repetidas mil veces!) de los tericos del darwinismo y de la ilus-tracin, a fin de encontrar en los acontecimientos del pasado las pistas que habrn de llevarnos a la construccin de un mundo nuevo y mejor.

    Notas bibliogrficas

    (1) Gunon, Ren: Exploraciones en la otra orilla, reescrito por el autor para el captulo XXVI de El rei-no de la cantidad(2) Este punto me recuerda a un magistral cuento de Ray Bradbury titulado Los desterrados (1949) in-cluido en El hombre ilustrado donde el genial es-critor de ciencia ficcin sita a los escritores famosos (Poe, Shakespeare, Dickens, etc.), acompaados por sus creaciones fantsticas, viviendo una singular exis-tencia en otro planeta en la medida que la humanidad los siga leyendo y recordando.(3) Para esto, vanse las obras de Ren Gunon: For-mas tradicionales y ciclos csmicos y Gaston Geor-gel: Chronologie des Derniers Temps, Les Quatre Ages de lHumanit y Les Rythmes dans lHistoire.(4) Toynbee, Arnold : La civilizacin puesta a prue-ba(5) Prlogo de La civilizacin puesta a prueba de Arnold Toynbee(6) Hegel, Georg Wilhelm: Lecciones sobre la filoso-fa de la historia universal

    Tamas: Neville Chamberlain tras el pacto de Munich (1938) trayendo la paz de nuestro tiempo.Rajas: Winston Churchill en la Cmara de los Comunes (1940) prometiendo sangre, sudor y lgrimas.

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  • Los egrgores detrs de la historiaPhileas del Montesexto

    Un egrgor (del griego egrgoros, vigilante) es una forma de pensamiento grupal o asociada a un conjunto de individuos, una entidad independiente que ha sido gestada, moldeada y ali-mentada por los pensamientos de un colectivo.

    En verdad, cada pensamiento produce una forma energtica flotante, generada por la conjun-cin del vehculo emocional en conjunto con la mente de deseos, por lo cual su contenido es mental y emocional al mismo tiempo. Su duracin puede ser mayor o menor dependiendo de dos factores bsicos: la intensidad inicial y la energa que la alimente, mediante la repeticin del pensamiento por su propio creador o por otras personas que logren entrar en comunin con la forma de energa.

    Cada colectivo humano posee su propio egrgor y esto es tan cierto para las naciones, las reli-giones, las organizaciones e incluso los equipos deportivos. Los smbolos sirven para dar co-hesin al colectivo y constituyen un punto de unin para el fortalecimiento de la forma egre-grica.

    La frase empresarial de Mc Donalds: Ninguno de nosotros es tan bueno como todos nosotros juntos puede parafrasearse en relacin al egrgor y convertirse en: Ninguno de nosotros es tan FUERTE como todos nosotros juntos. En la unin radica la fuerza, y esto es absolutamen-te cierto en todos los mbitos, particularmente en los planos metafsicos. El fascismo italiano represent esta idea con un smbolo marcante tomado del Imperio Romano: el haz de lictores, la unin de 30 varas atadas ritualmente con una cinta de cuero rojo dando forma a un cilindro que sostena un hacha.

    Mouni Sadhu nos brinda un panorama claro sobre este tema di-ciendo: Imagnese que un hombre inteligente y bien dispuesto, capaz de concentrarse, piensa en una buena idea, dndole cier-ta forma. Luego puede encontrar otros con iguales o parecidas ideas, y as surge un crculo humano que piensa con iguales li-neamientos pero de distinta forma. Es como si cada uno de ellos repitiese el dibujo de un plano, colocando el lpiz, una y otra vez, en los mismos contornos. La cosa crece en fortaleza, (...) y se con-vierte en un egrgor o entidad colectiva. Tal egrgor, (...) de-fiende, cura e incluso resucita cuerpos fsicos de sus miembros, lanzndolos a las actividades y realizacin de la idea principal incorporada a cada egrgor. As, por ejemplo, un egrgor de una sociedad de beneficencia urgir a sus miembros fsicos a mayores actividades y trabajos, y al reclutamiento de nuevos miembros. Los egrgores que pertenecen a organizaciones y naciones que

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  • son enemigas unas con otras, pueden pelear en el plano astral, mientras que los seres humanos pelean en el plano fsico. (1)

    Algunos autores, como J.H. Brennan comparan al egrgor con una batera de energa psqui-ca (2) que se agota si no es debidamente recargada por los adoradores o proslitos.

    Los egrgores nacen y se fortalecen cuando un colectivo comparte un ideal. El estado de Israel es un buen ejemplo de ello. Dejando de lado los oscuros tejes y manejes de Gran Bretaa, po-demos observar a un colectivo (el pueblo judo), que logr mantener su egrgor vivo durante siglos, el cual se fortaleci cuando un enemigo externo (el nazismo) intent aniquilarlo. Esto lo explica bien Mouni Sadhu al sealar que: Si en el plano fsico, los enemigos destruyen los cuer-pos de los miembros de un egrgor particular, sus astrosomas fortifican al egrgor en lo astral. Recuerde la persecucin de los cristianos por parte de los judos y paganos en los primeros das de la nueva religin. Los cristianos ganaron la lucha, porque eran ms fuertes en lo astral. He aqu por qu la Iglesia, en esa poca, afirm que la sangre de los mrtires es la mejor semilla de nuevos cristianos. (3)

    Nietzsche deca que lo que no nos mata nos fortalece y esto es particularmente acertado en referencia a los egrgores.

    Un egrgor finalmente muere cuando:

    a) Sus adoradores lo abandonan por otro.b) Cuando sus smbolos son destruidos.c) Cuando sus fieles deciden modernizarlo modificando sus reglas y rituales.d) Cuando decae la intensidad de los pensamientos de sus seguidores.e) Cuando su lder o cabeza visible es atrapado, humillado o asesinado.

    Con referencia al citado caso del pueblo judo, queda claro que durante la segunda guerra mun-dial el mismo careca de un lder visible, por lo cual el exterminio sistemtico no solamente fortaleci su egrgor sino que adems pas a contar con el apoyo incondicional de todo Occi-dente, especialmente Gran Bretaa y los Estados Unidos. En el caso de otros egrgores, donde el lder fue capturado y asesinado (Mussolini fusilado y colgado, Hussein ahorcado y filmado con un telfono mvil, Ghadaffi linchado, etc.) el colectivo pierde su referente y es muy difcil que pueda reponerse a ese duro golpe. Recordemos una vez ms la sentencia: Nadie es tan fuerte como todos nosotros juntos. En la obra maestra de Lope de Vega Fuenteovejuna, cuan-do a los habitantes del pueblo se les preguntaba Quin mat al Comendador?, respondan siempre: Fuenteovejuna y cuando el juez volva a inquirir: Pero, quin es Fuenteovejuna?, contestaban: Todo el pueblo.

    En Venezuela, el chavismo ha sabido capitalizar polticamente esta idea con el eslogan: Todos somos Chvez o Yo soy Chvez, intentando que Hugo Chvez logre trascender la muerte y que siga vivo en los miles de seguidores que comulgan con su figura. Es evidente que cuando un lder logra hacerse carne y sangre en sus seguidores (Pern, Mao, etc.), el egrgor podr mantenerse fuerte y unido por ms tiempo, sobreviviendo a diferentes crisis y coyunturas his-tricas.

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  • En los regmenes autocrticos los lderes no solamente son los que encarnan el egrgor sino que ellos mismos se convierten en un smbolo viviente. El nacionalsocialismo sola utilizar la frase Ein Volk, ein Reich, ein Fhrer (Un pueblo, un Imperio, un Lder) que encierra en s misma la idea ltima del egrgor: un colectivo (el pueblo) que origina una forma de pensamiento (el Imperio) que se plasma y se canaliza a travs de un Lder (Adolf Hitler).

    Generalmente, todo egrgor posee varios smbolos que utiliza como referencia (uniformes, escudos, banderas, conos, insignias, animales, etc.) pero entre todos ellos siempre destaca uno de carcter esencial, que acta como punto de conexin entre sus miembros, al mismo tiempo que sirve de proteccin y de fundamento.

    Histricamente, las guerras visibles son verdaderamente enfrentamientos egregricos, con-flictos metafsicos que se hacen visibles en el plano ms denso. En ellas, cada faccin utiliza smbolos marcantes como forma de cohesin y centra su jefatura en un lder emergente que personifica al egrgor. El vencedor no solamente debe triunfar en el campo de batalla sino que, para que su victoria sea completa, debe aniquilar los referentes simblicos del enemigo, incluido su lder. En este sentido, el proceso de Nuremberg (1946) no fue simplemente fue un juicio a los principales lderes nazis. Fue tambin un ritual secular realizado a propsito en una ciudad emblemtica del nazismo, que culmin con el ahorcamiento de la mayora de los oficiales juzgados. Lo mismo podra decirse del deshonroso cautiverio de Napolon en las pre-carias instalaciones de la isla de Santa Elena, un fro y remoto paraje del Atlntico, donde sus carceleros britnicos hicieron todo lo posible por humillar al derrotado emperador hasta su muerte en 1821.

    El estudio de los egrgores nos puede brindar numerosas pistas sobre la historia detrs de la historia, entendiendo que las manifestaciones visibles son la consecuencia de una fenomenolo-ga metafsica que no es fcil de detectar.

    Notas bibliogrficas

    (1) Sadhu, Mouni: El Tarot(2) Brennan, J.H.: Magick for beginners(3) Sadhu, Mouni: op. cit.

    El egrgor en accin: Yo soy Chvez

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  • Los cinco caminosTexto: Manuel Arduino - Ilustracin: Grillo

    Recibi a los camaradas en la antecmara de su residencia. Estaba todo dispuesto.Los hizo sentar en crculo, alrededor de una tabla tallada con cinco arcos grabados de cinco colores distintos.

    El Maese habl:

    Jons le dijo al ms joven e inexperto. Eres bienvenido. Este es el trabajo que la Vida pone en tus manos.

    Le entreg una rosa negra.

    Jons se estremeci.

    Qu debo hacer, Maese?

    Echar largas y profundas races, obtener el alimento sagrado por ti mismo y as fortalecer el tallo.

    Jons se encogi de hombros.

    Luego habl con el segundo camarada, Lucio, aquel que destacaba por su energa y seguridad.Este es tu trabajo le dijo y le entreg una rosa blanca.

    Lucio sonri nerviosamente. Dijo:

    Supongo que debo hacer un trabajo en especial.

    Alimentar de energa la vida de tu rosa, fortalecerla y dotarla de la plasticidad y la responsivi-dad que luego le ser requerida para la Obra Mgica.

    Despus fue el turno de Josefo, uno que haba andado el camino pero que haba tropezado con muchas encrucijadas.

    Le entreg una rosa amarilla.

    Este es tu trabajo le dijo.

    Creo que lo comprendo, Maese, debo atravesar las encrucijadas, los miedos y las dudas y si-tuarme en el Camino.

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  • Es el trabajo axial, de ti depende que la rosa cobre vigor y resista los embates del meteoro y de los insectos y de las alimaas.

    Alceo se adelant y le dijo al Maese:

    S que me corresponde la rosa roja. Antes la deseaba, ahora la conozco como si ya la hubiera tenido conmigo.

    Debes conocer todas las rosas en la rosa y an ms all, todos los esplendores y las verdades del camino del Rub, el camino del Conocimiento.

    Se hizo un hondo silencio.

    El quinto hombre extrajo una rosa de oro de las mangas de su sayal y se la entreg al Maese.

    Nadie puede ya indicarte tu trabajo. El trabajo cumplido te ha reportado la gala de la rosa dorada. Existe alguna palabra para el seor de la rosa de oro?

    El quinto hombre descubri su rostro bello y solemne debajo de la capucha y dijo, con sencillez: Slo una: comunin.

    El trabajo perfecto propuso el Maese.

    La razn de ser de la quntuple rosa del universo, la hazaa de dirigir sus alas al mundo y de transformarse en un camarada ms.

    En el camarada.

    El quinto hombre ocup su asiento en la mesa redonda.

    Se hizo silencio.

    Cada una de las rosas iluminaba la amplia y solitaria estancia.

    La rosa de oro les haba transmitido su llama.

    Cuento extrado de la obra El Peregrino de la Rosacruz

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  • Cartas desde Beth LehenEl riesgo interior

    Awmergin, o Bardo

    Beth Lehen, dies domini. Ano Domini MMIX

    Querido Hermano:

    El verdadero desgraciado no es aquel a quien las desgracias de la vida le acorralan, sino aquel que baja la cabeza ante stas.

    No hay nada peor que una vida meramente placentera, sin probaciones y obstculos. Un hom-bre que vive una vida muy tranquila y pacata debe buscar desafios nuevos para superar, no fuera de s, sino dentro de su propia alma.

    De qu sirve escalar los ms altos montes de la Tierra, si no consigues vencer tu orgullo o tu vanidad? De qu sirve atravesar mares, si no atraviesas tu mente en busca de debilidades es-condidas? De qu sirve internarse en las selvas, si en tu corazn todava hay sombras a disipar?Hermano, recuerda siempre que lo que nos caracteriza es el riesgo. No obstante, no es este el riesgo externo, de los deportistas y de los pioneros de tierras desconocidas. Me refiero a los riesgos que debemos correr enfrentando nuestros lmites interiores, en nuestras almas y en nuestras mentes.

    T debes atravesar el mar del egosmo que te separa de los dems. Debes atravesar la floresta tenebrosa de tu propio inconsciente y descubrir los cantos oscuros de tu propia personalidad. Transforma esta selva infestada de bestias en un jardn florido, habitado solamente por los coli-bres de pensamentos estticos. Planta dentro de ti mismo flores, conformadas por sentimentos bellos y perfumados. Que t seas un motivo de deleite y consuelo espiritual para aquellos que te rodean.

    Sin esta osada, nunca superars las barreras que posees. Es para esto que debes desarrollar el coraje y la capacidad de arrojo en relacin a tus propias limitaciones auto-impuestas. Porque, en verdad, nadie nos impone lmites: somos nosotros mismos quienes creamos las limitacio-nes. Dios no hizo del hombre una emanacin de s mismo para que se arrastrara ni para que fuera esclavo de limitaciones. Fuimos concebidos para estar llenos de luz y amor.

    No lamentes tus infortunios. Antes de esto, agradece a la Fortuna por haberte sometido a tales pruebas. Reflexiona: qu sera de ti sin ellas? Un hombre tirado en un lecho de confort, de la comodidad de una vida sin aventuras, sin crecimiento y ninguna expansin vital y espiritual.

    Basta que observes la naturaleza, amado Hermano. Hasta los seres ms insignificantes se arriesgan! Observa a las hormigas laboriosas, como salen del nido en busca de alimento y en

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  • su camino encuentran todo tipo de obstculos para encontrar vveres para la comunidad a la que pertenecen. No superan estas minsculas obreras todo tipo de dificultades en nombre de su colectividad?

    Piensa que t tambin tienes un deber que cumplir con tu sociedad. No debes imaginar que debes superarte a ti mismo apenas para tu nico y exclusivo crecimiento personal o para una vana gloria individual. Debemos superarnos y crecer para servir a aquellos que nos rodean. La conquista de s mismo debe ser emprendida no por nosotros simplemente, sino tambin por aquellos que dependen de nosotros, para inspirarlos y dar el ejemplo de que el ser humano no tiene lmites y es de naturaleza divina. Debemos ser ejemplos de auto-superacin.

    Reflexiona sobre estas palabras, Hermano mo. Como siempre, no deseo que las aceptes; re-flexiona sobre ellas y si las consideras buenas y verdaderas para ti, aplcalas en tu vida.

    Que la Luz y el Poder sean encontrados en tu interior, pues en ti est todo lo que necesitas para vencer.

    Dios sea en ti.

    Mi abrazo fraterno,

    Awmergin, o Bardo

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  • De las pruebasJohn Tyrson

    A partir de lo expresado en el nmero anterior, sabemos que el Probacionismo es la etapa an-terior al Discipulado en la cual se somete a diferentes pruebas a quienes recorren el Sendero Inicitico.

    Hablemos entonces de la naturaleza de esas pruebas, y para ello veamos algunos enfoques di-ferentes.

    En su maravillosa obra El hroe de las mil caras, Joseph Campbell nos introduce en el anlsis del Ciclo del Hroe.

    Campbell, con gran influencia de Jung, aplica el psicoanlisis al estudio de diferentes mitolo-gas, y concluye sobre la existencia de un ciclo que se encuentra en todas ellas: el Ciclo del H-roe. Este ciclo propone que el hroe mitolgico recorre siempre las mismas etapas: La Partida, La Iniciacin, y El Regreso.

    Y es precisamente en La Iniciacin que se encuentra la instancia de Las Pruebas.

    El Hroe debe superar las diferentes pruebas y, de sta manera, obtener un conocimiento para retornar con ello a su gente. El Hroe ha cambiado, es ahora un Iniciado.

    Ese mismo ciclo que propone Campbell, ha sido analizado por el Dr. Radin en su estudio sobre la mitologa de los winnebago, y ha sido estudiado por antroplogos en la instancia de posesin que experimenta un fiel de religin en las religiones afro-brasileas.

    Podemos coincidir entonces con Jung y Campbell, que estas mitologas y sus representaciones, pertenecen al mbito ms profundo de la mente humana, y responden, por lo tanto, de la mis-ma manera en todos los mbitos de la cultura. Estamos en presencia de un referente universal, algo que nos abarca a todos.

    Cmo se presentan las pruebas en el Sendero Inicitico?, cmo reconocemos el Ciclo del Hroe en ese Sendero o aun en nuestra vida diaria?

    Podemos establecer tres alternativas.

    La primera de ellas, para quienes pertenecen a una Orden Inicitica. En este caso las pruebas podrn ser instancias seleccionadas por sus maestros o guas pertenecientes a los estratos su-periores de la Orden. Pueden ser pruebas tendientes a comprobar la verdadera vocacin de la persona, o bien su humildad, o la discrecin, o cualquier otro aspecto similar. No producen cambios en la persona, y esperemos que quienes las administran tengan la sabidura necesaria como para no hacer de esto un vil ejercicio de poder y manipulacin. Pero tambin en estas r-

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  • denes, estn las instancias iniciticas. Ac las vivencias experimentadas s deberan producir un cambio importante en la persona... siempre y cuando haya integrado y vivido profundamente las instancias anteriores y sus maestros sean tales. Si no es as, solo ser una representacin his-trinica solamente vlida para adjudicar un grado de dudosa validez espiritual.

    La segunda de ellas es para aquellos que siguen en forma consciente el Sendero Inicitico por medio de estudio y meditacin. En este caso ser el poderoso y misterioso mecanismo de la Ley Evolutiva Espiritual quien generar instancias de vida para el probacionista. No se tratar de pruebas que se deben soportar, no estar a prueba la fortaleza del probacionista. Lo que se pone en juego ac es el cambio de conciencia. El probacionista deber extraer de la vivencia la enseanza que provocar ese cambio de conciencia. Son instancias de corte inicitico, son pruebas duras, a veces muy duras, o bien complejas. Pueden durar mucho tiempo. Son los dra-gones que tendremos que vencer. Nadie nos va a decir si las aprobamos o no. Solamente reco-noceremos a posteriori la importancia de ello y el cambio experimentado... o continuaremos a la espera de la prxima sin saber qu es lo que ha pasado. Por eso lo importante en este caso es reconocer que se est viviendo esa instancia, analizarla mientras ocurre si se puede y extraer entonces la enseanza. Es entonces donde el Hroe puede emprender El Regreso enriquecido por un conocimiento que llevar a su gente.

    Y finalmente la tercera opcin, la que experimentan sin saberlo las personas que viven su vida sin pertenecer a rdenes inciticas o estar estudiando nada espiritual. Tambin en ellas la po-derosa Ley de Evolucin Espiritual har una o mil veces la llamada a La Partida, y lo someter a Las Pruebas cuando ese Hroe, que ignora que es tal, emprenda el camino de la aventura. Porque la Ley de Evolucin Espiritual nos rige a todos. Y todos tienen la misma oportunidad, en forma consciente o no.

    Finalicemos con las palabras de Campbell que nos permitirn comprender mejor de qu esta-mos hablando.

    El hroe moderno, el individuo moderno que se atreva a escuchar la llamada y a buscar la mansin de esa presencia con quien ha de reconciliarse todo nuestro destino, no puede y no debe esperar que su comunidad renuncie a su lastre de orgullo, de temores, de avaricia raciona-lizada y de malentendidos santificados. Vive dice Nietzsche como si el da hubiera llegado. No es la sociedad la que habr de guiar y salvar al hroe creador, sino todo lo contrario. Y as cada uno de nosotros comparte la prueba suprema lleva la cruz del redentor; no en los bri-llantes momentos de las grandes victorias de su tribu, sino en los silencios de su desesperacin personal. (1)

    Notas bibliogrficas

    (1) Campbell, Joseph. El hroe de las mil caras

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  • A propsito de Aldo LavagniniPhileas del Montesexto

    Quin era Aldo Lavagnini (Magister)? Por qu es tan difcil conseguir informacin fidedigna acerca de su vida? Perteneci realmente a la Masonera y a la Orden Martinista o era un simple embaucador? En los ltimos aos los masones ateos y progresistas han intentado desacre-ditar al famoso escritor italiano y vendernos la idea de un profano que escriba sobre temas masnicos. En una de las tantas discusiones vanas de Internet el difunto Ricardo Polo seal que Lavagnini ha engaado a miles de queridos Hermanos que sin ms, hasta lo citan como una autoridad en cosas masnicas llegando a asegurar que Magister no era masn.

    Polo tambin se quejaba al indicar que Lavagnini ha sido uno ms de los que han introducido en la francmasonera (mbito del Oficio) todas esas alegoras seudo misticistas, Tradiciones primordiales, Antiguos Misterios e interpretaciones del simbolismo, que hoy, como resultado, nos da esta orden fragmentada en mltiples ritos e incluso la absurda idea de que tiene conno-taciones templarias.

    Es bastante divertido (y algo triste) que muchos de los que intentan escudriar en los secretos de la vida de Magister determinen a la ligera la pertenencia o no de Magister a la Orden Mas-nica simplemente googleando su nombre e intentando encontrar referencias rpidas en la web. A tal punto ha llegado la haraganera de algunos supuestos investigadores que determinan sin ms que si las credenciales masnicas no aparecen en Google seguramente stas no existan ni hayan existido, hacindose eco de la mxima popular si no est en Google no existe.

    Ciertamente no hay muchas referencias biogrficas de Aldo Lavagnini de fcil acceso en la red, por lo cual investigar sobre su vida me ha sido bastante trabajoso. Para buscar una primera re-ferencia, se puede recurrir a la obra clsica de Dalmor Quin fue y quin es en ocultismo (Ed. Kier), donde los nicos datos certeros que encontraremos sern el ao de su muerte (1963), su profesin (mdico) y su relacin con la Asociacin Biosfica Universal, la cual habra sido fundada en 1917. Eso es todo lo que dedica Dalmor en su grueso volumen de 972 pginas al autor masnico ms popular de Iberoamrica.

    En este pequeo artculo intentar traer un poco de luz sobre la biografa de Lavagnini para que los lectores puedan hacerse una idea general sobre su vida y su obra.

    Aldo Luigi Stefano Giusto Lavagnini naci el 29 de febrero de 1896 en Siena (Italia), una ciudad europea de profunda tradicin hermtica y masnica, la cual puede corroborarse al apreciar su magnfica catedral gtica a la que el escritor perennialista Titus Burckhardt le dedic una obra completa (1) y donde podemos encontrar un interesante mosaico en el interior de un templo catlico! donde aparece grabada la figura de Hermes Trimegisto, el tres veces grande, pintada magistralmente por Giovanni di Stefano en 1485. (2)

    El primer seudnimo literario de Aldo Lavagnini no fue Magister sino Considerator y con

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  • l escribi varios libros sobre astrologa que no tienen traduccin al castellano: Manualetto pratico di Astrologia secondo la scienza e la tradizione (1920), Corso dastrologia (1927), Trattato pratico di astrologia (1937) y Quello dicono gli astri (1937). Todos estos libros fueron publicados en Italia por la Associazione Eclettica Universale, dirigida por el propio La-vagnini.

    En esos tiempos, Italia era gobernada por el Partido Fascista de Benito Mussolini, quien haba llegado al poder en 1922 tras la marcha sobre Roma. El duce propici una campaa anti-eso-trica que ha sido bien estudiada por el francmasn Thomas Dana Lloyd en Il Tempio assalito (3) donde relaciona a Aldo Lavagnini con la Orden Martinista, aseverando que en los aos veinte, el martinismo italiano se dividi, despus de la muerte de Papus, entre un grupo mino-ritario liderado por el sardo Vincenzo Soro, que reconoci la sucesin francesa, y el grupo de Alessandro Sacchi. El martinismo era un grupo reducido que, al no ser un rito latomstico (4), no formaba parte de la masonera, y sin embargo se consideraba por encima de sta. No obstante, parece que entre sus miembros hubo varios personajes masnicos como Reghini (hasta 1925), Adolfo Banti, Arturo Chiarappa y Aldo Lavagnini.

    Uno de los referentes del martinismo italiano contem-porneo, Francesco Brunelli Nebo (1927-1982) en su es-tudio sobre El Martinismo y la Orden Martinista (5) se refiri a sus Hermanos perse-guidos por el rgimen, recor-dando los nombres de Aldo Lavagnini, Alessandro Sacchi, Adolfo Banti, destacndolos como nombres sagrados del Martinismo italiano, de los cuales el recuerdo est vivo en nosotros.

    Mussolini disolvi la masone-ra italiana en el ao 1926 pero luego de esta accin, la perse-cucin prosigui con las orga-nizaciones consideradas pa-ramasnicas y en este sentido, el propio fascismo denunci a Lavagnini y a su organizacin diciendo que la relacin con corrientes de pensamiento que son perjudiciales para la ideo-loga fascista es un elemento suficiente para atraer la aten-

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  • cin de las autoridades policiales, que apunta sobre todo a la actividad de la Asociacin Eclc-tica Universal, constituida por el notorio masn y antifascista Aldo Lavagnini. (6)

    Es posible que la desconfianza del rgimen con respecto a Lavagnini no fuera tan slo por su vinculacin con agrupaciones esotricas e iniciticas, sino tambin por su parentesco con Spartaco Lavagnini, un primo suyo afiliado al Partido Comunista de Italia, asesinado en 1921 en unos disturbios en la ciudad de Florencia. Spartaco es reconocido hoy en da como un mr-tir de la lucha contra el fascismo.

    Segn relata Antonio Fiori en La stampa nel Casellario politico centrale, la polica de Udine confisc varios bienes y documentos de la Asociacin Eclctica Universal, los cuales fueron investigados por la Direzione generale di pubblica sicurezza (Direccin General de Seguri-dad Pblica).

    Luego de aos de persecucin, a mediados de los aos 30, Lavagnini abandon el viejo conti-nente y se refugi en Mxico, donde retom sus actividades y comenz a publicar sus manuales masnicos en la editorial Cicern (1937) utilizando un nuevo seudnimo: Magister. Su orga-nizacin italiana Associazione Eclettica Universale fue convertida en la Asociacin Biosfica Universal, la cual segn Dalmor difunda la Biosofa o ciencia y filosofa integral de la vida, impartida por los Maestros de la humanidad, dictando cursos por correspondencia de me-tafsica prctica, autocultura, yoga, astrologa y temas afines. (7) Al parecer, el nuevo nombre estara inspirado en los estudios biosficos de Frederick Kettner (1886-1957).

    La rpida difusin y popularidad de las obras de Magister entre los masones de habla hispana, hizo que el recordado Nicols Kier, fundador de la editorial argentina homnima, se comunica-ra con Lavagnini a fin de publicar en Argentina la coleccin completa de sus escritos masnicos y a partir de 1942 las obras de Lavagnini quedaran indefectiblemente ligadas a este sello editor. Aos ms tarde, entre 1971 y 1976, Ario Lavagnini Stenius, nico hijo y heredero de Magister, cedi finalmente los derechos de las todas obras de la coleccin La Masonera revelada a Kier, segn puede leerse en el Boletn Oficial de la Repblica Argentina (8).

    Tal vez, el principal inspirador de los trabajos humanitarios de Aldo Lavagnini haya sido el lin-gista polaco Zamenhoff, creador del idioma esperanto. Desde su juventud, Magister trabaj con esmero en la creacin de una lengua auxiliar que pudiera ser un medio de comunicacin universal. En nuestra obra El Peregrino de la Rosacruz (la cual est dedicada en el prlogo a Aldo Lavagnini) decamos que a principios del siglo XX se crey posible que el esperanto pudiera ser una lengua inicitica, usada por los discpulos de diversas corrientes espiritualis-tas para comprenderse entre s. Existieron proyectos de ritos masnicos y rosacruces usando exclusivamente este idioma. () Esta misma idea la manej () el reconocido escritor italiano Aldo Lavagnini (Magister), quien lleg a concebir otra lengua artificial a la que bautiz Mondi Lingua, inspirado en las ideas de Zamenhof y que planific implementar a travs de un rito masnico universal y espiritualista. (9)

    Lavagnini trabaj en varias derivaciones del esperanto, entre ellos el unilingue (1924), el mo-nario (1925), el mondi lingua (1939) y una nueva mondi lingua (1955), publicando varias

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  • obras para su difusin, siendo la primera de todas el Interlexiko Monario italiano-francais, English-Deutsche kum introduxion ba aldo Lavagnini. (1926)

    Su convencimiento sobre la necesidad imperiosa de crear una lengua universal era tal que, en 1923, Lavagnini lleg a publicar un suplemento de la popular revista italiana Mondo Occulto titulado Eclessi (Eklexi), el cual estaba escrito en italiano y en monario. (10)

    En su vida personal, Lavagnini era mdico de profesin y estaba especializado en oftalmologa. En el Viejo Mundo se cas con Signe Sofia Stenius, de nacionalidad sueca, y tuvo un solo hijo: Ario Alejandro Lavagnini, el mismo que cedi los derechos editoriales a Kier en los aos seten-ta. En un curioso episodio, el hijo de Lavagnini fue interrogado en 1964 por la CIA en el seno de la investigacin por la muerte del presidente norteamericano John Fitzerald Kennedy, como consecuencia de su participacin en una fiesta privada que comparti con el premio nobel de literatura Octavio Paz, su primera esposa Elena Garro y el presunto asesino del presidente Ken-nedy, Lee Harvey Oswald. La documentacin desclasificada por el gobierno norteamericano con los interrogatorios completos a Octavio Paz y Ario Lavagnini puede leerse en Internet. (11)

    Aldo Lavagnini falleci en Mxico el 12 de marzo de 1963 pero su obra, 50 aos despus, con la ayuda de las nuevas tecnologas, es ms leda que nunca. Por qu molesta tanto Lavagnini a los masones positivistas? Por qu se niegan a aceptarlo como Hermano? Sin duda, a los francma-sones ateos y agnsticos les fastidia que Lavagnini incorpore elementos espirituales a sus obras pero ms les molesta que sus obras sigan siendo tan populares, an en el interior de una Orden Masnica en crisis que no ha dejado de apos-tar por la secularizacin, el laicismo y el trabajo externo, dejando de lado la ascesis alqumica, el pensamiento hermtico y la rica herencia de los Maestros del pasado (12). En estos tiempos finales y acelerados del Ka-li-Yuga, en esta edad de hierro sea-lada por las tradiciones de Oriente y Occidente, donde la oscuridad y la confusin lo invaden todo, se hace necesaria la reinvindicacin de figu-ras como Aldo Lavagnini, Federico Gonzlez, Carlos Raitzin, Antenor dal Monte y sobre todo Fermn Vale Amesti, el venerado maestro de Ca-racas. Este ltimo, actuando como un verdadero heraldo de una maso-nera regenerada, brind en su mxi-ma obra El Retorno de Henoch los elementos claves para que la Franc-masonera reencuentre su propsito

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  • y sea un factor decisivo en la reconstruccin de la sociedad primordial, donde la Belleza, la Bondad, la Justicia y la Verdad dejen de ser conceptos abstractos para convertirse en el eje de un mundo nuevo y mejor.

    A propsito de Vale Amesti, concluimos este breve artculo biogrfico con una frase de su au-tora, que describe la actual situacin de la Orden Masnica: Desafortunadamente, la mayora de los masones especulativos permanece en una especie de limbo rutinario enceguecedor que no les permite ni siquiera sospechar la profundidad y trascendencia de un Conocimiento que, para ellos, no va ms all de un simple moralismo, algunas prcticas humanitarias de muy poco alcance y una fraternidad de convivio. Suelen vegetar en la Orden, girando en crculos como la noria, rumiando ideas profanas que caducaron hace varios siglos, o tratando de imple-mentar actividades de orden profano e intrascendente. Qu pobre y banalizado concepto del que realmente constituye la verdadera Masonera Tradicional!. (13)

    Notas bibliogrficas

    (1) Burckhardt, Titus: Siena(2) En su obra Manual del Aprendiz, Lavagnini cita al pasar a su ciudad natal en referencia a las corporaciones medievales y sus vinculaciones con la Francmasonera.(3) Dana Lloyd, Thomas: Il tempio assalito: introduzione allo studio della campagna antieso-terica nellItalia fascista(4) Latomstico: Sinnimo de masnico. La palabra deriva del latn ltoma y este, a su vez, del griego, compuesto ls, piedra, y tomai, tallar. (5) Brunelli, Francesco: Il Martinismo e lOrdine Martinista: Documenti sulla iniziazione tra-dizionale in Occidente. Adems de su notoria actividad en el seno del martinismo, Brunelli fue nombrado responsable del Rito Antiguo y Primitivo de Memphis y Misraim en 1973 por Robert Ambelain.(6) Citado en: Varvaro, Paolo: Una citt fascista: potere e societ a Napoli.(7) Dalmor: Quin fue y quin es en ocultismo(8) Vase: http://www.boletinoficial.gov.ar (9) Del Montesexto, Phileas: El Peregrino de la Rosacruz(10) De Turris, Gianfranco: Esoterismo e fascismo: storia, interpretazioni, documenti(11) Vase el curioso documento en la web http://jfk.hood.edu/Collection/Weisberg%20Sub-ject%20Index%20Files/G%20Disk/Garro%20de%20Pas%20Elena/Item%2008.pdf(12) Al no ser tampoco un exponente claro de las doctrinas tradicionales y estar demasiado cerca de algunas corrientes espiritualistas condenadas por Ren Gunon, Lavagnini tambin es menospreciado muchas veces por algunos masones que se identifican con las corrientes peren-nialistas. Es verdad, la obra de Lavagnini tal vez no sea perfecta, pero si tenemos en cuenta el entorno espiritual y poltico en donde fue producida y el pblico al que fue dirigida, tendremos que aceptar que la coleccin masnica de Magister posee un innegable valor.(13) Vale Amesti, Fermn: El esoterismo, lenguaje de los misterios, artculo publicado en la Revista masnica de Venezuela, abril 1995.

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  • Siddhapura, la isla blancaJos Rubio Snchez y Jos Miguel Cuesta

    Tbet, en una pequea aldea situada en la ladera de una montaa de la cordillera de los Hima-layas, la montaa Khang-Tise, morada del dios Siva y su esposa Parvati.

    Una noche en la que el cielo estaba enfurruado, con vientos cargados de aguanieve, se oy el chillido de un nio que acababa de nacer. La comadrona lo limpiaba mientras cantaba una tradicional cancin del lugar, al tiempo que el padre, un dokpa, un pastor llamado Lagspa, ca-minaba nervioso, esperando en la puerta de la casa abierta a un monje del monasterio cercano, un nieunechs, que en aquellas inhspitas regiones practicaba el arte de adivinar y trazar el horscopo de los recin nacidos. Vena, como era costumbre, a anotar la hora exacta en la que el nio haba inspirado por primera vez fuera del vientre de su madre. El buen dokpa hizo las genuflexiones establecidas ante el lama y le pidi que se diera prisa.

    Despus de instantes de silencio contenido, el monje levant la vista con los ojos desorbitados y con la boca abierta expresando estupor. Por el Gran Maestro Shon-Ka-Pa exclam casi tar-tamudeando, seor, su hijo, su hijo Qu? pregunt expectante el padre, qu? Su hijo est predestinado para algo grande. Los planetas que rigen su estrella indican que su Dharma es ser monje. Tal vez deberan considerar que, a la edad preestablecida, sea admitido en el Potala. La edad preestablecida para ser admitido era los siete aos y el momento ms adecuado para ir, la festividad del Ao Nuevo. Hasta entonces, los padres, sabedores del gran destino de su hijo, se esmeraron en darle todo el cario del mundo y el ms severo de los ejemplos. Cuando lleg el momento, Lagspa cogi suficientes provisiones y parti hacia Lhasa con su hijo Shankara. Despus de varias semanas de caminar por valles y montaas, soportando un cierzo helado y alimentndose frugalmente con un poco de tsampa y t caliente, alcanzaron a ver las lneas elegantes de los numerosos tejados dorados del Tsi Potala. All, un monje amigo de la familia cogi la mano del nio y lo condujo al interior del misterio. Ninguno estaba triste, ni padre ni hijo, pues ambos saban que ante l se abra un mundo de maravillas, a las que slo accedan unos pocos privilegiados.

    Pasaron algunos aos.

    El Potala est construido sobre la ladera de la montaa, en forma de terrazas o escalones, y gran parte de la estructura no slo se apoya en la misma ladera, sino que forma parte de ella, horadndola y construyendo en su interior numerosas salas, pasillos, pasadizos, un verdadero laberinto.

    En muchos lugares se escondan habitaciones en las que se encontraban los Lha khang, estatuas terribles representando todas las personalidades simblicas y msticas del Tbet. Y en otras ms recnditas y oscuras se podan ver los dioses y demonios, que ya eran viejos en estas tierras antes de que llegara el primer monje budista.

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  • Pero haba rincones ms ignotos si cabe, donde se deca que habitaban entes terribles y mal-ficos, slo contenidos por el poder de las frmulas y las ceremonias mgicas de monjes espe-cialmente instruidos, que se turnaban las veinticuatro horas del da. Si las palabras cuyo poder oculto les subyugaba dejaran de ser pronunciadas en el tiempo oportuno, saldran de sus pri-siones para asolar el mundo.

    Los jvenes haban sido prevenidos de que no deban entrar en determinadas zonas del mo-nasterio, sobre todo, tal como les haban recomendado sus instructores, era conveniente que no corretearan por los pasillos de la planta inferior del edificio, y que no se adentrasen en sus pasadizos, pues stos se internaban en las entraas de la cordillera himalyica, y nadie pareca saber dnde acababan. Muchos se haban perdido y nunca regresado. Sin embargo, Shankara no tena miedo.

    Siguiendo su instinto, un da decidi adentrarse un poco ms de lo permitido en los pasadizos subterrneos del Potala. Si aquel pasadizo hubiese seguido en lnea recta y no hubiese tenido otros pequeos que se desviaban a derecha o izquierda, volver hubiese resultado bastante fcil, pero no fue as, y cuando se quiso dar cuenta, estaba definitiva y totalmente perdido.

    Oa el latir fuerte de su corazn, y nada ms. Vea la negrura que le rodeaba y pensaba que aquello no poda estar pasndole a l; pero as era. A pesar de todo sigui caminando hacia al-gn lugar que l crea que era delante. Al poco percibi el resplandor de una lmpara, y arro-pado por su luz se detuvo en la primera cosa interesante que encontr: una estatua, la estatua de un hombre sentado con las piernas cruzadas sobre una roca un poco ms elevada. Sus manos huesudas, con largusimas uas que se retorcan en todas direcciones, se apoyaban en las rodi-llas; y su pecho y cintura, esquelticos hasta el punto de marcarse profundamente las costillas, estaban cubiertos por una gran barba que se arremolinaba finalmente en su regazo; el cabello, tambin exageradamente largo, caa sobre los famlicos hombros cubrindolos parcialmente a la vez que el rostro, del que entre barba y pelo apenas se perciban unos ojos cerrados, hundidos en las cuencas de la frente. Por un momento el nio pens si no sera un hombre, pero toda la estatua estaba pintada de blanco: blanco era el pelo y la barba, blanca la carne y, adems, pens, si fuese un hombre la respiracin le hubiera delatado, pero aquella estatua no respiraba.

    Shankara se acerc ms y lo contempl desde distintos puntos de vista Por el Gyap gueune bou!, exclam, parece un hombre. Saba que algunos monjes, a los que llamaban eremitas, se alejaban del mundo y se metan en cuevas o en pequeas estructuras enteramente cerradas y ah pasaban aos y aos, sumidos en el sagrado sueo de Bram. Era ste el caso? Tal vez fuese un potente waldjorpa, un yogui tibetano. Intrigado, se sent cerca de l, en la postura del loto, y guard silencio concentrando su vista en los ojos de la misteriosa figura.

    Su esfuerzo fue premiado porque, despus de un buen rato, los ojos de la estatua se abrieron, trayendo al mundo de los mortales el alma de aquel eremita que, seguramente, habra viajado por lugares alucinantes sin mover un slo msculo. Sorprendido tambin por la inesperada visita, aquel ser mir con asombro a Shankara, y con mucho esfuerzo logr que sus cuerdas vocales arrancaran unos pocos sonidos, que el muchacho interpret como algo parecido a: Quin eres y qu haces aqu? Shankara se apresur a confesarle que se haba perdido.

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  • Con inmensa paciencia y dificultad la estatua blanca indic el camino de vuelta al joven. Nues-tro personaje mir al anciano eremita agradecido, pareca a punto de romperse en mil pedazos, le salud juntando las dos manos sobre el pecho e inclinando la cabeza, y se fue musitando un Lha gyalo! De tamtch pam!: los dioses triunfan, los demonios son vencidos.

    Shankara volvi a su celda, por suerte nadie se haba percatado de su desaparicin. Pero en sus sueos apareca constantemente una estatua blanca.

    Pasaron dos das y el joven monje se atrevi a descender a las profundidades de la montaa, pero esta vez cogi un cuenco con un poco de tsampa, por si lo quera aceptar el ermitao. Cuando lleg hasta l se acerc y deposit el cuenco de arroz en su regazo, luego se sent en el suelo a dos metros de distancia, esperando.

    A las tres horas, cuando el nio cabeceaba semidormido, el eremita abri los ojos de nuevo, como si regresara de un largo viaje al que no se haba llevado su cuerpo. Despus de unos momentos en los que se observaba claramente cmo su cuerpo se iba poniendo en funciona-miento, el eremita alarg la huesuda mano de largas y retorcidas uas, cogiendo con dificultad

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  • el cuenco, y con la otra fue llevndose puados a la boca. Shankara estaba adormilado y no presenci aquel espectculo, hasta que terminando de comer, el ermitao coloc el cuenco en el suelo, produciendo un sonoro golpe.

    El joven despert con un sobresalto y frotndose los ojos mir hacia el waldjorpa, que pareca ahora ms hombre que estatua. Se sorprendi de que pareciese humano, de que se hubiese co-mido el tsampa y, ms an, de que le hablase:

    Gracias, Shankara. Tambin te has perdido esta vez?

    No contest el joven. He venido a darle las gracias...

    Pues gracias.

    Pero, cmo sabe mi nombre?

    No creas que por estar aqu meditando desconozco lo que ocurre en el mundo. Te aseguro que he visto ms pases que los que tu puedes nombrar, y pocas cosas que desee saber perma-necen ocultas para m.

    El muchacho, aunque intrigado, no quiso molestar al asceta y simplemente call. Pero ste, sin ms explicaciones, empez a contarle historias del Potala, de los Dalai-Lamas, de Ngrjuna, Asuramaya y otros grandes sabios que alguna vez haban estado estudiando en el mismo lugar que l. As estuvo un buen rato, siguiendo su propio discurso, mientras l escuchaba atenta-mente, hasta que de pronto el sabio call y se qued expectante, como si alguien le estuviera llamando. Le dijo: Tengo que irme, Shankara, ha sido muy grato hablar contigo, vuelve otro da, y de nuevo entr en el estado de parlisis y concentracin en el que se asemejaba a una estatua de piedra. Su cuerpo cogi rigidez, la piel se volvi blanca y las venas se petrificaron, incluso pareca que el corazn dejaba de latir. Pero, se pregunt el nio, adnde ha ido?

    A partir de ese da, Shankara volvi en muchas ocasiones a visitar al eremita, trayndole siem-pre un poco de tsampa y t, aunque el waldjorpa no siempre estaba. Durante un par de aos fue a visitarlo y a aprender de l, hasta que un da el eremita le pregunt:

    Hijo mo, te gustara conocer la Isla Blanca?

    El joven no saba que era la isla Blanca pero afirm con ilusin.

    S, maestro, por supuesto que me gustara.

    Pocos conocen de su existencia, Lan, pero ha llegado la hora de que t seas uno de los pri-vilegiados.

    Diciendo esto, el ermitao se levant como si tuviese un dominio total de su cuerpo, pese a haber estado agarrotado al mantener una posicin forzada durante aos, y empez a caminar por un pasillo lateral, diciendo simplemente: Sgueme.

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  • Caminaron por las entraas de la tierra, a oscuras, durante mucho tiempo, tanto que no sabra decir si fuera era da o noche. Las horas pasaron imperturbables y aquel hombre no se dete-na por nada. Andaban, andaban, tanto, que Shankara pensaba que estaban dando la vuelta al mundo.

    Al fin, el ermitao, que en el camino no haba pronunciado ni una sola palabra, se par delante de una pared. Al contrario de las de los pasillos dejados atrs, sta se presentaba totalmente lisa y se elevaba hacia lo alto perdindose en la oscuridad de la lejana bveda de piedra. Lo nico que en ella destacaba eran unas lneas dibujadas en su superficie, representando extraos jero-glficos. El asceta, quieto, inmvil, se concentr, pareca extraer de su memoria alguna infor-macin fundamental, hasta que al final habl. Su voz de ultratumba era distinta, ms profunda que la de cualquier lama que el hubiera escuchado recitando mantrms, pareca vibrar en toda la escala cromtica musical, e invada, como un viento perfumado, todo a su alrededor. Al so-nido sobrenatural producido por el anciano, al requerimiento de aquellas ngags, palabras m-gicas, las lneas de la pared parecieron responder y se iluminaron: de un lado a otro, subiendo, bajando, girando, formando figuras geomtricas imposibles. Las lneas dibujaron claramente el perfil de lo que podra ser una puerta, que, al toque de un solo dedo del asceta, se abri, desve-lando detrs un mundo nuevo.

    El ermitao hizo un gesto a Shankara y ste cruz la mgica puerta. Ambos estaban ahora al otro lado de las montaas, las que se elevaban tras ellos gigantescas y majestuosas; pero delante se extenda un vasto desierto. Dnde estaban? Qu desierto era aquel? Haban simplemente llegado a otro lugar tras la cordillera del Himlaya, o haban cruzado a otra dimensin? No po-da saberlo, el ermitao no hablaba. Imperturbable en la quietud como en el movimiento, en la oscuridad como en la luz, en el fro como en el calor, comenz a andar pisando aquellas arenas amarillas que parecan olas perdindose en la distancia, y Shankara, cansado pero expectante de lo por venir, le sigui.

    Poco tardaron en divisar algo en el inmenso infierno del desierto, pues a lo lejos, borroso como un espejismo, le pareci ver una estructura arquitectnica que rpidamente identific como un puente, pero, oh maravilla de maravillas!, aquel puente se alargaba y se alargaba en la distancia kilmetros y kilmetros, sin columnas ni apoyos intermedios, alzndose en una suave curvatu-ra sobre un lago inmenso y bello, de brillantes aguas tornasoladas y opalinas.

    Caminando sobre el empedrado suelo de mrmoles blancos perfectamente pulimentados, cuando llevaban unos diez kilmetros, las nubes bajas fueron desapareciendo mostrando el es-pectculo ms maravilloso que mente humana pudiera imaginar. Aquello era una ciudad, una ciudad de proporciones inmensas, con torres espectacularmente altas coronadas con techos de plata y oro, con cpulas abultadas en la base y rematadas en la punta como el cerrado brote de un loto, con edificios rodeados de columnas estriadas fabricadas con jade y prfido prpura. Se podan apreciar jardines espaciosos pletricos de rboles que se elevaban por encima de las casas abriendo sus copas protectoras. Pero eso no era todo, por doquier pudo apreciar que ha-ba objetos cruzando el cielo, seres que volaban planeando por la majestuosa ciudad para des-plazarse de un lado a otro. Se les vea poderosos, seoriales y, segn le comentaba su maestro, ahora ms locuaz, aquellos seres, llamados por algunos los Hijos de la Niebla de Fuego, no slo

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  • podan volar por el aire, sino tambin desplazarse por el fondo de las aguas, y el fuego no poda quemarlos, pues tenan ilimitado poder sobre los Elementos.

    Shankara se haba parado contemplando tanta belleza y el ermitao decidi contarle ms cosas. Esta es, Lan, la Isla Blanca, la Tierra Eterna, la Ciudad del Puente: Siddhapura, donde los dioses se asentaron cuando se inici la evolucin del mundo; los Hijos de la Sabidura. Millones de aos han pasado, evos sin fin, y la Tierra ha sufrido grandes catstrofes desde entonces, su eje ha cambiado de posicin varias veces, y terribles destrucciones volcnicas han transforma-do su faz, ora elevando del fondo del mar continentes, ora hundindolos bajo el manto protec-tor de los infinitos ocanos; pero, nunca, nunca esos acontecimientos daaron la Isla Blanca. Antes el lago era tan grande como este desierto, y le llamaban el Gran Ocano, y no exista el puente que estamos cruzando. Despus el ocano se convirti en desierto, pero la Isla siempre fue el mismo trozo de tierra, su ciudad se mantuvo siempre indestructible y sus moradores, inmortales, siguen viviendo en ella, hasta que los hombres mismos terminen su ciclo evolutivo y se conviertan en dioses.

    Shankara no sala de su asombro. Sus pies descalzos entraron por los propleos que a modo de enorme arco de triunfo daban paso a la urbe. Las calles estaban pavimentadas con lajas de calcedonia, y las casas, algunas forradas de metales preciosos, tenan ventanas con cristales al-qumicos que trasmutaban la luz del Sol creando atmsferas opalescentes. Todo era gigantesco, hermoso, y leves brisas con vida propia llevaban perfumes, inciensos, olores de rosas, madre-selvas, azahar, miel, que lo invadan todo. Era reconfortante, tanto, que el cansancio pareca desaparecer.

    Cruzando por calles, a cual ms bella, llegaron a un lugar abierto y espacioso, donde elevado sobre varios juegos de escaleras y rampas que suban cruzndose simtricamente, se levantaba una estructura de columnas, cpulas y torres que parecan romper todas las reglas de la arqui-tectura y la gravedad, y casi flotar sobre la ciudad.

    Hasta su entrada principal sin puertas llegaron, adentrndose en un ocano de luz y sombras, de colores suaves ultradimensionales que parecan tirar de su alma sacndola fuera del cuerpo, elevndola haca los inmortales. Aquel era el Templo Supremo donde se adoraba a Dios desde el principio de los tiempos, al Dios nico, sin nombre, al que todos los pueblos haban defor-mado con su limitada visin y que era el Dios de los hombres, de las plantas, de los animales, de los planetas y de las estrellas sin fin, desde el tomo al infinito. El Dios que no tiene cuerpo, que no se puede representar con NADA y que es TODO a la vez. Era a su vez el Trono del Rey del Mundo, el Mah-Chohan, desde dnde aparentemente dormido velaba por el desarrollo de las conciencias.

    Despus, el asceta sigui ensendole la ciudad, pero en ningn momento hablaron ni se co-municaron con sus habitantes; estaban en su mundo, prohibido para los mortales. Sin embargo, pareca que el asceta tena permiso para entrar y con l el joven. Cuando lo crey conveniente, le indic que deban irse, y maestro y discpulo recorrieron el camino de regreso, llegaron al puente, lo cruzaron, se adentraron en el desierto hasta la montaa con el pasadizo secreto, y de nuevo el eremita pronunci aquellos extraos sonidos, provocando que se abriese la misteriosa puerta.

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  • Cuando la cruzaron, el asceta habl.

    Esta puerta es una de las pocas entradas a la Isla Blanca, hay otra en las majestuosas ruinas de Ellora, otra en Elephanta, en las cuevas de Ajunta, y la ltima en la cordillera de Chandor. Todas son puertas mgicas, y slo se pueden abrir con unas Palabras de Poder. Desde gene-raciones sin cuento, un guardin en cada puerta ha conocido estas palabras, el Java Aleim, el Brahmtm, y solamente se las ha trasmitido a un heredero, en el momento de la muerte. La muerte es slo el paso a otra forma de vida, Lan, pero cuando ocurre, el cuerpo ya no puede seguir cumpliendo el deber de proteger la puerta de entrada a la Isla Blanca; por eso has sido elegido, Shankara, si es que quieres aceptar este honor. T estas predestinado a ser mi sucesor, a conocer las Palabras de Poder, a proteger a los Inmortales, los Hijos de la Niebla de Fuego, en su retiro. Es una tarea solitaria, pero sern para ti conocimientos que muy pocos hombres conseguirn nunca. Qu me dices? Aceptas?

    Shankara haba escuchado con atencin, con emocin mezcla de alegra y tristeza. Ser el suce-sor del guardin del acceso a la Isla Blanca era un honor, pero no saba si podra soportar tantos aos de soledad y, peor an, si soportara el peso de la responsabilidad; por eso no contest. El anciano entenda perfectamente lo que pasaba en el corazn del joven y aadi: No te preocu-pes, hijo mo, an hay tiempo, pinsatelo.

    Volvieron al lugar donde el asceta entraba en meditacin, por los mismos peligrosos pasadizos de tosca belleza del principio. En el lugar de siempre se sent el viejo waldjorpa. En cuanto coloc correctamente su cuerpo, cerr los ojos, pero antes de sumirse en Samdhi, le dijo al joven: Nos vemos maana.

    Shankara volvi a su celda, era de noche y nadie se percat de su llegada, aunque l mismo no sabra decir cunto tiempo haba estado fuera. Lo poco que durmi estaba envuelto en los sueos de los ltimos acontecimientos, y encima de l flotaba la pregunta del asceta: Qu me dices? Aceptas?

    Al da siguiente, meditando delante de su maestro, se dio cuenta de que lo que le daba miedo era que pareca que, aceptando la misin, perda su libertad. Pero mirando el cuerpo blan-quecino del eremita, en el cual no estaba su alma, viajando libre por los espacios siderales, comprendi que nunca gozara de ms libertad de la que l disfrutaba. Entonces, su mente y su corazn aceptaron su Destino.

    En ese momento, como si el maestro estuviese al tanto, sus ojos se abrieron y sus labios pro-nunciaron unas solemnes y temidas palabras:

    Bien, Shankara, es la hora. Qu me dices? Aceptas? No me queda mucho tiempo.

    S contest el nio, comprendiendo sbitamente que su maestro haba retrasado el momento de su muerte esperando su decisin.

    Se acerc hasta l y coloc su odo al lado de sus labios. Lenta, parsimoniosa pero implacable-mente, las Palabras de Poder fueron pronunciadas, y slo un joven predestinado y fuerte como

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  • Shankara poda escucharlas sin volverse loco. De alguna forma, aquellas slabas compuestas slo de consonantes, vocablos de un idioma pretrito casi perdido dnde cada sonido tena un poder, se grabaron a fuego en la mente y en el alma del muchacho, acompaadas por extraas luces y vientos que los rodearon en aquel instante mgico. Y cuando la ltima slaba fue articu-lada, con ella lleg un ltimo suspiro, y el cuerpo del asceta se volvi de nuevo blanco, rgido, como siempre, pero est vez su alma se haba ido para siempre y slo quedaba la cscara vaca; a ese cuerpo marchito nunca ms volvera su maestro.

    Shankara, entonces, siguiendo los rituales mortuorios tibetanos, llev el cuerpo a las montaas y lo dej para que se lo comieran los buitres. Sin quedarse a contemplar el ttrico espectculo regres a su celda, cogi su cuenco y se adentr en los pasillos perdidos del Tsi Potala, para nunca ms volver.

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  • Las enseanzas del ratn mstico

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  • Asociacin Internacional de Filosofa Iniciticawww.initiationis.org